El concepto en sí tiene un dejo siniestro: archivo muerto.

Toneladas de cartas, memorándums, oficios y actas

permanencia
que la burocracia vomita a hocico lleno en su agobiante y,
por regla general, inútil y mísera existencia. Y todos estos
Por Armando Vega-Gil* | permanencia@m-x.com.mx
papeles polvorientos no son más que cadáveres, el testimo-
nio de órdenes, peticiones y consultas cuya pertinencia se
involuntaria
ha desvanecido en el tiempo. Archivo muerto. Pero en las
tumbas donde se descomponen estos archivos, cuyos fé-
retros son fólderes, legajos y cajas de cartón atacados por
hongos, bacterias y roedores, existen documentos que aún
no perecen, sino que, como en un ataque de catalepsia, pa-
tean sus ataúdes para salir al mundo y respirar un poco de
oxígeno, para que volteemos a verlos y saber qué es lo que
todavía tienen que decirnos, qué es lo que tienen que gri-
tarnos a la cara.
Uno de estos cementerios de papel es el Archivo Gene-
ral de la Nación, y sus tripas son un tesoro para los histo-
riadores que de pronto dan con uno de estos papeles que
aún tienen mucho que revelarnos. Pero no sólo hablan
éstos de acontecimientos registrados hace muchos años,
sino que tienen historias recientes que contarnos, porque
en muchos de estos documentos existen declaraciones de
crímenes que, por más increíble que parezca, debieron ser
ordenados por escrito, con copias de papel calca enviadas
a secretarias y ayudantes de oficina que corrían con estos
decretos mortales en las manos de una oficina a otra, de un
departamento o secretaría a otra.
Y allí están, en las tripas de ese cementerio de papel que,

Fotografía: EDUARDO LOZA

mustio, puede guardar secretos terribles y vergonzantes:
órdenes de masacres y genocidios, órdenes de secuestros y
desapariciones forzadas, órdenes para obtener información
de presos políticos a como diera lugar, sin importar si se
torturaba, mutilaba o asesinaba. En estos papeles muertos
podemos encontrar secretos de Estado, declaraciones de
robos, especulación y fraudes aún vivos, cuyos efectos des-

tructivos siguen cohabitando con nosotros. Porque mucho
de lo que somos encuentra su explicación en la historia.
Pero los actores de estos crímenes de Estado aún pue-
den andar por ahí, felices, apenas arraigados en sus domi-
cilios, burlándose de nosotros desde sus pestilentes camas
de enfermos terminales, pudriéndose en lo cómodo de su
impunidad. Y se solazan porque saben que muchos de estos
documentos vegetan en estado de extrema unción, porque
en realidad son materia muerta, o porque desaparecen de
sus cementerios de papel.
Basándose en la estupenda novela de Fritz Glockner
Cementerio de papel, Mario Hernández hace una conjetura
fílmica que se entremezcla de manera inquietante con los
hechos contundentes de la realidad: unos documentos que
podrían llevar a la cárcel a un odiado ex presidente (¿Luis
Echeverría?) y un jefe de policía sanguinario y asesino
(¿Nazar Haro?) son robados de las instalaciones del Archivo
General en Lecumberri. Estamos hablando de la tormenta
desatada durante las pesquisas que realizó la Fiscalía Es-
pecial para la Investigación de Crímenes del Pasado. Esta-
mos hablando de la concreción terrible de la Guerra Sucia
en México.
Cementerio de papel, a pesar de ser una ficción, un thri-
ller al estilo de Costa Gavras, nos pone en la actualidad de
una discusión política que la aproxima casi al documental
y nos recuerda que allí están los documentos demoledores
que muestran la culpabilidad de los cocineros de la guerra
sucia. Es sorprendente ver en pantalla a la misma doña Ro-
Cementerio de papel
sario Ibarra de Piedra diciendo: “Vivos se los llevaron, vivos * Músico, cineasta
los queremos de regreso” al referirse a la existencia de de- y escritor. Es funda-
saparecidos políticos en México. Realidades contundentes dor de Botellita de
emergidas desde las entrañas de un cementerio de papel. Jerez y conductor
Pero el personaje principal de este filme, luego de una de Radio Cinema
larga travesía con estos documentos que inculparían a di- Paradiso en Código
cho ex presidente y a su perro policiaco, ve cómo una vez DF, estación de
más la justicia es sólo una fórmula retórica para mante- radio por internet | EMEEQUIS | 16 de febrero de 2009
ner en sus cúpulas de privilegio a los que mueven los hilos
de las decisiones políticas del país. Y con este personaje
vemos, con frustración indignada, cómo una vez más los
cadáveres que yacen en los cementerios de papel no son
más que archivos muertos... Pero no por siempre: algún
día resucitarán al séptimo intento y nos dirán lo que saben
para mantener viva la memoria histórica de un país ataca-
do por la amnesia. ¶
Cementerio de papel
México, 2005
Dir. Mario Hernández. Con Alberto
Estrella, Rocío Verdejo y Arturo Ríos 69