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UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN JUAN

FACULTAD DE FILOSOFÍA, HUMANIDADES Y ARTES

CÁTEDRA PROBLEMÁTICA FILOSÓFICA

SCAVINO, Dardo; La filosofía actual. Pensar sin certezas

¨El problema de la verdad. El giro lingüístico y la crítica de la verdad objetiva y necesaria¨

Profesor: Marcos Ruffa

Ayudante alumno: Masciardi Martin

Ciclo lectivo 2017


Índice

1. La verdad en la tradición de la metafísica de occidente

2. Filosofía y Sofística

3. El giro lingüístico: Derrida y la diferencia

4. Discurso Racional y perspectiva hermenéutica: de la naturaleza a la cultura

5. La hermenéutica como filosofía de la finitud

6. Los juegos del lenguaje

7. El problema de la verdad hermenéutica: Consenso o Revolución


1. La verdad en la tradición de la metafísica de occidente

Para la metafísica hay correspondencia entre la idea y las cosas que se expresa por el
lenguaje a través de juicios lógicos. De este modo el sujeto mantiene una relación con todas
las cosas previa a cualquier nominación lingüística. Desde los tiempos de la Grecia clásica
y particularmente desde Platón y Aristóteles se sostiene que el ser humano es un ser que por
su capacidad de abstracción puede conocer las esencias de la realidad y comunicarlas a
todos.

Para la metafísica el pensamiento (conceptos), la realidad (las cosas) y el lenguaje (las


palabras) están vinculados entre sí. El lenguaje expresa el pensamiento y significa las cosas,
la realidad a través del pensamiento.

Posteriormente, a comienzos de la modernidad y aún dentro de la tradición metafísica


clásica, Descartes continúa esta línea de pensamiento al legitimarla con su dictum: ¨cogito,
ergo sum¨ que se traduce en la dualidad:

• mente-cuerpo

• espíritu-materia

• sujeto-objeto

Esta perspectiva tradicional constituye el núcleo metafísico del pensamiento occidental que
se prolonga hasta entrado el siglo XX y en el cual el ser de una cosa era:

• Uno: Cada vez que hay una cosa, ésta aparece como cosa. El ser es uno

• Verdadero: Porque la verdad es la aparición de la cosa, la verdad es algo que se des-


cubre

• Bueno: Porque carece de predicados, de determinación

Así para Platón el Bien era el nombre del ser de modo análogo como Dios lo será para la
teología medieval, es decir aquello que carece de determinación. Lo uno, lo verdadero y lo
bueno constituyen la garantía de unidad y cognoscibilidad del referente más allá de su
modificación sensible. Las cosas no son como las pensamos sino que son pensadas en
conformidad con lo que son. La verdad como adecuación es el núcleo de la metafísica
tradicional de occidente, en la cual el lenguaje expresa esa correspondencia por medio del
juicio veritativo.
2. Filosofía y Sofística

Para algunos teóricos pertenecientes a la tradición hermenéutica, como Habermas, la


filosofía es un uso específico de los lenguajes humanos, una suerte de género retórico
disimulado. Un mito inventado por los griegos en los orígenes de la cultura occidental, una
liturgia practicada por los amantes de la verdad y esa misteriosa divinidad llamada ser. Si la
filosofía es una retórica, los sofistas fueron injustamente maltratados por Platón y sus
herederos. Desde esta perspectiva, los sofistas, no engañaban a sus discípulos diciéndoles
que aprenderían con ellos la ciencia de pensar racionalmente, de encontrar la verdad o de
conocer la esencia de las cosas.

Lo que los sofistas proponían enseñar era el arte de la persuasión o de la seducción


retórica: ya que no se trataba de decir una verdad acerca de las cosas sino de convencer
con argumentos ingeniosos. ¿Al establecer el criterio diferencial entre filosofía y sofística:
Platón habría sido el inventor de la primera ortodoxia en nombre de la cual todos los que
pensaran distintos serían acusados de mentir o engañar? Dentro de aquella búsqueda
desinteresada de la verdad se ocultaría un oscuro sentimiento de dominación: los hombres
deberían dejar de lado los engaños de los sofistas y obedecer a la ¨única descripción
correcta¨, como la llama Rorty.

No sería casual que Platón terminara por proponer en su República la idea de un filósofo
tirano.

Se argumenta desde Nietzsche contra el modelo de la filosofía clásica invirtiendo el


argumento: no es porque el filósofo amara la sabiduría que se propone como el mejor
gobernante sino porque ama el poder que se propone como el más sabio.

Fueron las desastrosas consecuencias de las revoluciones marxistas los motivos por los
cuales los filósofos aceptaron nuevamente a los sofistas: en lugar de criticar la opinión
pública había que criticar al crítico, que pretendía sustituir la multiplicidad de opiniones por
una verdad. Pero la condición propiamente filosófica para la crítica ya estaba en el propio
giro lingüístico en la medida que cuestionaba las verdades universales y restituía el
fundamento cultural o étnico del pensamiento.

Ahora bien, si no hay verdad universal:

- ¿Cuál es el criterio angular de la filosofía del lenguaje?


- ¿Cuál es el criterio válido para todos?
- ¿Cómo establecer la diferencia entre lo que está bien de lo que está mal?
Exponemos algunos planteos a estas interrogantes:

 Vattimo: el vacío dejado por las verdades universales deberá ser ocupado por una
ética de la convivencia, del respeto por el otro, del diferente, del que vive y piensa
distinto.
 Habermas: propone un modelo de ética comunicacional(una ética de los derechos
universales)
 Rorty: postula una ética de la ironía, que consistiría en tomar distancia respecto a las
propias interpretaciones del mundo o no creerse dueño de la verdad absoluta

La filosofía de nuestro tiempo, así presentada, parece estar dominada por tres problemas:

1- La crítica de la verdad, objetiva y necesaria: en favor de las múltiples


interpretaciones

2- La critica del totalitarismo y de las políticas revolucionarias: en favor de las


democracias consensuales.

3- Crítica al concepto universal de Bien: que aplasta la pluralidad de opiniones y


formas de vida, en favor de ciertos criterios de convivencia pacífica

3. El giro lingüístico: Derrida y la diferencia

Inspirado en Heidegger, Derrida procede a la deconstrucción del concepto de presencia.


Este concepto operaba como garantía de unidad del referente más allá de sus
modificaciones sensibles. La presencia como lo que se presenta. Derrida establece que el
presente no coincide consigo mismo, no hay identidad sino diferencia porque el presente
difiere de sí. La conciencia es una ilusión porque al ser conciencia de algo, de una cosa
presente, es por consecuencia una ilusión.

Al deconstruir el concepto de presencia, de ese ser uno, verdadero y bueno, Derrida inicia
la crítica de lo que llama la ¨onto-teo-logía¨:

• Logos: discurso

• Onto: cosa

• Theos: Bien-modelo platónico-Dios medieval-Hombre moderno


La clave de la deconstrucción de Derrida se sustenta en la lingüística estructural del
profesor Saussure. Para quien un signo lingüístico es una entidad biplánica compuesta de
un significante y un significado. En relación con la verdad, lo que define una expresión no
serían sus condiciones de verdad sino la aceptación dentro de una lengua determinada por
los habitantes del lenguaje comunitario que orientan nuestra interpretación de los hechos.

Otra diferencia establecida por Saussure la constituyen:

• Eje pragmático: propio de las sustituciones

• Eje sintagmático: propio de las sucesiones

Para ilustrar esta segunda diferencia tomamos un ejemplo del propio Saussure: el
significante árbol tiene una significación en la lengua española pero su sentido cambia
cuando hablamos de ¨árbol de cerezas¨ y del ¨árbol genealógico¨. El sentido se modifica de
acuerdo con el sintagma o con la sucesión discursiva. De modo que aún al interior de una
misma lengua o cultura, los términos tienen significaciones y sentidos diferentes.
Sustitución y sucesión van a convertirse en el discurso de Derrida dos formas de diferencia.

El elemento presente difiere de sí, ya Saussure definía la lengua como ¨un sistema de
diferencias sin términos positivos¨. La identidad aparente del signo es una diferencia real, a
su vez el sentido de ese signo va a depender de la sucesión discursiva en la cual se inscriba,
tanto del pasado de esa sucesión como de su futuro. El sentido se ve siempre diferido, es
decir el sentido de cada término queda siempre suspendido.

Conclusiones parciales:

Primera consecuencia: El significado de un significante no es un referente (¨la cosa


misma¨) sino otro significante.

Segunda consecuencia: Si las palabras no re-presentan lo que ya estaba presente, entonces


no podemos establecer una distinción precisa entre el discurso unívoco de la ciencia y el
discurso equívoco de la ficción. No podemos hablar de un lenguaje figurado y otro literal.

Tercera consecuencia: ¨No hay hechos, sólo interpretaciones¨. Lo que se traduce en que el
significante no remite a un referente sino a otro significante. El discurso es anterior a las
cosas.

En síntesis:
• El mundo no es un conjunto de cosas que primero se presentan y luego es nombrado
por el lenguaje. Es una interpretación cultural y como tal poética o metafórica

• ¨El mundo se vuelve fábula¨. Es decir algo que se cuenta y que no existe sino en el
relato

• Rorty sostiene que los filósofos y los científicos son poetas que se ignoran como
tales, es decir son intérpretes

• Vattimo: La primacía de la interpretación por sobre los hechos caracteriza a la


tradición ¨hermenéutica¨, de la filosofía que se identifica con el nihilismo en tanto no hay
algo fuera del lenguaje o interpretación

3. Discurso Racional y perspectiva hermenéutica: de la naturaleza a la cultura

• Discurso racional: Desde la perspectiva iluminista, era aquel en que el orden y


conexión de las ideas es idéntico al orden y la conexión de las cosas (ciencia)

• Perspectiva hermenéutica: Nunca conocemos las cosas tal cual es fuera de los
discursos que hablan acerca de ella y que a su vez crean y construyen

¿Qué conocemos? Desde la perspectiva hermenéutica, una interpretación o una creación de


los hechos. Nuestra versión resulta a su vez una versión de esa versión. ¿Cuándo un en
enunciado es verdadero? Es verdadero cuando una interpretación coincide con otra
interpretación previa. Así, Rorty sostiene que las proposiciones son elementos de los
lenguajes humanos, donde no hay proposiciones no hay verdad y los lenguajes humanos
son creaciones humanas. La frase de Nietzsche ¨Dios ha muerto¨ expresa que nada hay
fuera de las interpretaciones. Porque Dios era el fundamento del discurso racional, esa
unidad verdadera y buena, la aparición de la cosa sin atributo, anterior a cualquier juicio
acerca de ella.

Desde el punto de vista científico un hecho no prueba nada porque depende de una
interpretación. Así, la filosofía y la ciencia se convierten en variantes de la retórica al
renunciar a la idea de una verdad objetiva o de un discurso racional. En este sentido la
lingüística y la teoría literaria, entendidas como análisis retórico, comienzan a ocupar un
lugar central en el debate intelectual a partir de los 60. Tanto Derrida como Rorty leen un
discurso filosófico por ejemplo del mismo modo que interpretan un texto literario.

La objeción a la metafísica realizada desde los seguidores del ¨giro lingüístico¨ a los
defensores de la verdad objetiva o la razón iluminista es que sabemos porque formamos
parte de una cultura, una lengua en la que cada una de las cosas tienen para nosotros una o
varias significaciones. En oposición a la ciencia positiva o la razón iluminista para quienes
habitamos la naturaleza, la hermenéutica en cambio sostiene que vivimos en un ¨mundo¨.
El mundo es un conjunto de significaciones, de saberes, valores, de gustos, de certezas, una
pre-interpretación o una pre-comprensión. Habitamos un mundo, un lenguaje, una cultura.

4. La hermenéutica como filosofía de la finitud

El sujeto, para los filósofos del giro lingüístico, es portador de un lenguaje histórico y finito
que hace posible y condiciona a su vez el conocimiento a sí mismo y al mundo, en
oposición al sujeto autónomo de la modernidad. Por ello Derrida sostienen que es la lengua
la que domina a sus hablantes. La lengua nos da su palabra de dos maneras diferentes y
correlativas:

• Un sistema significante: a partir del cual comprendemos el mundo

• Nos propone confiar en él: sólo nos queda creer en las palabras dadas, en su
herencia y su promesa

El lenguaje no es el fundamento como Dios o el Hombre de la ilustración, el lenguaje no es


Uno, es múltiple, y crea por consiguiente diversos mundos, cada uno con sus seres,
acontecimientos y hechos. Cada uno habita un mundo pero ya no hay, como se suponía, un
solo mundo. Sin embargo es posible ¨trascender¨ la finitud por medio de la tradición. La
tradición es un modo de eludir la muerte, de vencer la finitud dentro de una comunidad que
ya no se define política sino cultural o étnica.

El concepto de finitud trastoca un aspecto esencial de la filosofía que iba de Platón a


Descartes y de este al propio Frege: la diferencia entre Doxa y Episteme. Es decir entre
¨opinión¨ y ¨ciencia¨, entre ¨pre-juicio¨ y ¨conocimiento des-prejuiciado¨. Para esta
tradición filosófica los enunciados verdaderos sobre las cosas implica verlos o pensarlas
como son y no como creemos o imaginamos que son de acuerdo a las habladurías de una
época o una comunidad. Esto implica sustraerse a las interpretaciones culturales o
históricas y observar las cosas con una mirada a-temporal e in-finita. La razón iluminista
resulta incompatible con la finitud histórica de los seres humanos y por esto, puede ocupar
el lugar de Dios.

Este modo de razonamiento constituye una ilusión más de la metafísica. El pre-juicio de la


metafísica fue pensar que un pensamiento sin-prejuicios era posible para el hombre, lo que
subyace a este razonamiento es la idea de una filosofía como espejo de la naturaleza.
Para la hermenéutica un enunciado es verdadero cuando resulta conforme establecida,
aceptada e instituida dentro de una comunidad de pertenencia. Un enunciado verdadero no
dice lo que una cosa es, sino que se presupone dentro de una cultura particular.

5. Los juegos del lenguaje

Entre principios de finales de los 70´, la teoría de Wittgenstein de los ¨juegos del lenguaje¨
va a tener sus adeptos en la europa continental, de los cuales el alemán J. Habermas y el
francés F. Lyotard son sólo dos ejemplos de esta tendencia. Pero también fuera de europa,
podemos mencionar por ejemplo a R. Rorty y a P. Watzlawick.

Wittgenstein consideraba que la significación de un término se identificaba con su uso. Lo


importante es lo que los hablantes hacen con el término que utilizan. En este aspecto la
lógica de Wittgenstein puede considerarse pragmática. Por ejemplo:

• Lassie es una perra

• Eres una perra

En el primer caso el uso del término ¨perra¨ se usa para informar, en el segundo para
insultar. Así, informar, insultar, declarar, prometer, interrogar, etc., son diversos modos de
hacer cosas con palabras.

Por ello la validez de un enunciado depende de que todos los participantes acepten jugar,
actuar y reconozcan en consecuencia las reglas del juego establecidas. De ahí que tanto
Habermas como Lyotard hablen de un contrato, explícito o no, entre los jugadores. El ¨lazo
social¨ se identifica con estas reglas: a cada institución le corresponde un juego de lenguaje
preciso del cual participa un conjunto de individuos.

Dos consecuencias de los juegos de lenguaje:

• Los juegos son autónomos y heterogéneos

• El sujeto no tiene identidad anterior al papel que protagoniza en un determinado


juego de lenguaje

Estas condiciones no son metafísicas, sino, siguiendo a Habermas, ¨comunicativas¨ o


¨lúdicas¨; reglas a las cuales responde ese juego de lenguaje llamado ciencia por ejemplo.
Un enunciado no es científico porque diga algo verdadero acerca de un estado de cosas, lo
es porque respeta ciertas reglas de juego. El principio lógico es sustituido por un principio
retórico. Se trata de convencer a los destinatarios de la validez de un enunciado, y para que
éstos lo acepten, el destinador debe respetar ciertas reglas de juego de la ciencia.
6. El problema de la verdad hermenéutica: Consenso o Revolución

Nuevamente se plantea el problema de la verdad, pero en esta ocasión al interior de las


filosofías hermenéuticas. Los hermeneutas sostienen que la verdad es posible gracias a la
apertura originaria al ¨mundo de la vida¨, mundo que Habermas concibe como ese
¨entendimiento¨ preestablecido en una capa profunda de evidencias, de certezas, de
realidades que jamás son cuestionadas. Habermas ofrece más bien una interpretación
pragmática de ese ¨mundo de la vida¨, los presupuestos a este ¨mundo¨ son las propias
reglas de los juegos de lenguaje y ciertos enunciados acerca de los cuales ¨todo el mundo¨
está de acuerdo que valen en consecuencia como regla.

Lyotard se diferencia de Habermas. Él propone en ¨La condición posmoderna¨ una


legitimación de la ciencia que no está basada en el consenso sino en la ¨paralogía¨. Lo cual
implica buscar las inconsistencias o los puntos ciegos de cualquier sistema. Así, la verdad
no implica conformidad con el consenso establecido, sino a la inversa, su crítica o
cuestionamiento. Las revoluciones científicas resultan inesperadas incluso par los propios
¨revolucionarios¨.

La teoría de legitimidad por paralogía sostenida por Lyotard (verdad=revolución) coincide,


en un primer momento, con la propuesta de Rorty, para quien la ¨verdad¨ comienza con la
creación de una nueva redescripción. Sólo que para Lyotard no hace falta que esa creación
resulte legitimada por el consenso o que sea aceptada por el ¨nosotros¨, basta que abra un
nuevo campo de investigación para que tenga legitimidad como tal. En síntesis:

• Habermas-verdad-entendimiento preestablecido-aspecto consensual

• Lyotard-verdad-revolución-paralogía

• Rorty-verdad-redescripción-aspecto consensual

Este constituye un punto decisivo en la discusión de las filosofías de fines de siglo y


comienzo de esté siglo. El problema del planteo de Lyotard es identificar la verdad con la
revolución: ¿ésta serviría para legitimar cualquier revolución como portadora de una
verdad? Mientras que Habermas y Rorty insisten en su aspecto consensual o comunicativo
de la verdad para no caer en la dualidad entre Doxa y Episteme, verdad y opinión y evitar
conjurar los peligros de un gobierno que ya no se apoye en el consenso sino en la verdad
revolucionaria e instale una nueva ortodoxia. Platón en la República se basaba en la noción
de Episteme para reprimir a los sofistas, maestros de los juegos del lenguaje y retórica,
quienes no buscaban encontrar la verdad sino persuadir a sus conciudadanos, sosteniéndose
en sus opiniones y sus creencias ancestrales. Por lo visto el problema es de larga data y esta
lejos de haber cerrado.

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