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De: Samuel Pfeifer, Trastornos Psíquicos y Cuidado Pastoral Bíblico, Basel, 1988, citado y

traducido al español desde la edición holandesa, Psychische stoornissen en bijbelse zielszorg,


Leiden, 1994
Dr. Samuel Pfeifer es especialista en el terreno de la psiquiatría y la psicoterapia. Es director
de una clínica psiquiátrica cerca de Basel (Suisa). Se ha especializado en el terreno de la
integración de la psicología y la teología.

En el cap. 2 de su libro, S. Pfeifer describe varios modelos de psicoterapia:


- el modelo analítico-dinámico (S. Freud)
- el modelo terapia de comportamiento/moral (B.F. Skinner)
- el modelo humanista relacional (C. Rogers)
- la psicología transpersonal (Nueva Era)

Aquí sigue la traducción de la primera parte de su descripción del segundo modelo, el modelo
terapia de comportamiento/moral, p. 40 (en la edición holandesa)

2. El modelo terapia de comportamiento/moral

A partir de los años cincuenta, cada vez más psicoterapeutas dejaron de estar satisfechos
con el psicoanálisis. Por años habían tratado de descubrir los complejos ocultos de sus
pacientes, sin que algo cambiara. B.F. Skinner fue uno de los primeros en iniciar un
cambio fundamental. Ahondar en la niñez no tenía sentido. La conducta errada había
sido aprendida, y por lo tanto, podía ser desaprendida. En el curso de los años se
desarrollaban técnicas de terapia de comportamiento, maneras muy prácticas para tratar
el miedo y la depresión. Todo estaba enfocado en cambiar pensamientos y conducta en
una situación específica.
También en el cuidado pastoral se reconocía la importancia de los pensamientos y la
conducta para la formación y la solución de problemas. Conocido es el impulso que dió
Jay Adams, pero es importante estar conscientes de los límites. Enfatizar sólo la
obediencia de fe y la responsabilidad puede ser beneficioso y sano para un ‘pecador
normal’. Pero al cristiano que sufre trastornos psíquicos serios, no sólo se le exige
demasiado, sino que además se le confronta con un modelo de cuidado moralizador, lo
que ocasiona nuevos problemas.

El cap. 10 del libro tiene como título “Esquizofrenia y fe”


En este capítulo está un párrafo, titulado “Esquizofrenia y pecado”.
He aquí la traducción de ese párrafo (pag. 147 y 148 en la edición holandesa)

La ‘escuela’ de Jay Adams enfatiza la culpa, el pecado y la responsabilidad personal.


Una psicosis sería el evadir la confrontación con verdades bíblicas y el huir de una vida
con consciencia de responsabilidad. Por ejemplo, si un joven, después de aplazar un
examen, se pone psicótico, entonces esa sería su manera de eludir el hecho de su fallo y
la responsabilidad de trabajo ordenado.
No quiero dudar de las intenciones sinceras de Adams, para reintroducir verdades
bíblicas en el cuidado pastoral. Pero desafortunadamente sus declaraciones indican un
conocimiento anticuado y limitado del origen de la esquizofrenia, hasta donde él admite
causas ‘orgánicas’. Aunque el pecado de los seres humanos sea la causa de muchos
problemas, no se puede utilizar este concepto sin más ni más para hacer una relación
directa con el fenómeno de la esquizofrenia.
Unir dos declaraciones, que cada una por sí misma son ciertas, por la palabra ‘porque’
puede causar mucha confusión. Si decimos, por ejemplo: ocurren muchos choques de
carros, porque los carros contaminan el medioambiente. Cada aseveración aparte es
cierta, pero no lo es su unión. Todos los carros contribuyen a la contaminación, pero tan
solo un número pequeño de estos tiene o causa un accidente de transito. Además,
sabemos que las causas para los accidentes son diferentes a las de la contaminación.
Ahora, veamos el siguiente hecho: todos los seres humanos pecan, pero tan solo 1%
sufre de esquizofrenia. ¿Podemos atribuir la enfermedad de estas personas a su pecado,
sin preguntarnos si posiblemente existen causas diferentes?
Al igual que todos nosotros, un esquizofrénico puede pecar. Pero, por banal que pueda
sonar, también puede recibir perdón – como todos nosotros. Especialmente en un
desarrollo menos serio, un esquizofrénico dispone de fases intermedias en que tiene el
pleno uso de sus facultades mentales. Sin embargo, en un desarrollo crónico existen
muchos tipos de comportamiento peculiar, que tienen que ver todo con la enfermedad y
nada con intenciones maliciosas. Me pregunto: ¿sería un pecado cuando un
esquizofrénico crónico suele caminar de noche en zuecos (los zapatos de madera), y
continúa haciéndolo a pesar de advertencias de no hacerlo y se niega a lavarse? No lo
creo. Por su puesto que su conducta es preocupante, posiblemente a tal grado, que el
paciente ya no puede vivir en su propia casa, por el hecho de que sus familiares no
soportan su comportamiento intranquilo y nervioso.

De cap. 13 “Vivir con limitaciones”, el párrafo “Los límites de lo factible” (pp. 182 – 187 en
la edición holandesa)

Los límites de lo factible


¿Qué ocurre, cuando no se da una mejora sustancial; cuando no sucede un gran milagro?
¿También en esos casos existen respuestas a las preguntas de los pacientes psíquicos y sus
familiares? ¿Pueden los médicos y los pastores en esas situaciones difíciles también, ofrecer
esperanza y ayuda?
Poner como meta la salud psíquica completa a menudo se convierte en un obstáculo
para un cuidado prolongado eficaz. Muchos consejeros – tanto psicoterapeutas como pastores
– se frustraron en caso de enfermedades crónicas. Cuando se propone una meta demasiado
alta, los fracasos son inevitables, y eso es difícil de aceptar, tanto para los terapeutas, como
para los pastores. Alguno puede sentirse un fracasado, otro echarle la culpa al enfermo o a sus
familiares. Pero ni el uno, ni el otro son de ayuda para alguien.
En su desesperación se refugian en las teorías más diversas y en ideas mágicas de las
causas de enfermedades psíquicas. Cuántas veces no se escuchan oraciones que siempre
contienen las mismas palabras: “Si tan sólo …, entonces!” Si tan sólo mantuviera su dieta; si
tan sólo expresara su dolor interno; si tan sólo comenzara a creer correctamente, entonces
podría curarse. Todos estos caminos pueden tener su valor, pero usarlos excesivamente con
enfermos psíquicos y personas débiles solo trae desilusión paralizadora.
Solo cuando los consejeros y los pacientes aprendan a aceptar la existencia real de la
debilidad humana y los límites de lo factible, y aprendan a aguantar las tensiones de la
imperfección y lo inexplicable en la vida, entonces se podría brindar ayuda eficaz a largo
plazo.
El por qué del sufrimiento sigue siendo una de las preguntas más difíciles del ser
humano. Al cristiano tampoco se le prometió una vida sin problemas en esta tierra. El vive en
un mundo en el que continuamente encuentra sus límites en maneras dolorosas. Se ve
enfrentado con pruebas, tentaciones y aflicciones. Ni la mejor terapia, ni el mejor cuidado
pastoral pueden eliminarle estos límites. El cambio y la cura no se pueden ‘hacer’.
Quiero mencionar cuatro causas de estos límites:
1. La naturaleza de una creación caida
El dolor, el miedo y el sufrimiento forman parte de nuestra vida terrenal. En una manera
profunda Pablo describe el sufrimiento doloroso de lo creado, su caracter pasajero y su
anhelo de la salvación en el mundo venidero (Rom. 8:18-25). También el cuidado pastoral
bíblico debe tomar en cuenta estos hechos en el momento de consolar y exhortar.
2. La naturaleza de las enfermedades psíquicas
El cerebro (y, por tanto, también la psiquis) está, al igual que los demás órganos del
cuerpo, sujeto a la debilidad y la degeneración, algo que cuenta para cada cristiano, sin
que esto fuese su culpa directa. Por lo tanto, a los pacientes con trastornos serios se les
debe aceptar, aconsejar y apoyar con amor.
3. La naturaleza del ser humano caido
Ni si quiera una persona que goce de salud psíquica, estaría dispuesto a cambiar su estilo
de vida facilmente, y si lo estuviera, solo sería hasta cierto punto. Dios le dió el don de la
voluntad. Por eso, hasta con un paciente con el que uno se puede comunicar bien, si no
quiere sujetarse, ni aun los mejores consejos tendrían efecto.
4. Nuestro conocimiento limitado
No solamente en la psiquiatria, sino también en el cuidado pastoral bíblico, el
conocimiento es limitado. También los terapeutas cristianos se ven confrontados con el
dilema de que a veces existen explicaciones contradictorias para las causas y la cura de
problemos psíquicos. Esto requiere mucha prudencia, humildad y cautela en la hora de
diseñar nuevas teorías.

Debilidad: El poder de Dios en vasijas de barro


Puedo imaginarme muy bien que estas declaraciones provoquen en el lector sentimientos de
impotencia, desánimo, y quizás, ira. Porque, al reconocer estos límites, se desmorona una
filosofía de vida de muchos cristianos. Muchos lectores me dirán: “Entonces ¿cuál es el
beneficio de la fe, si esta no puede quitar el sufrimiento? ¿De qué me sirve la salvación, si
esta no me puede salvar de las depresiones y los límites psíquicos?”
Pero, aquí es preciso que haya una reorientación, una reforma, para volver a la
enseñanza bíblica. Sólo cuando se rompa una actitud basada en la busqueda de felicidad
terrenal, podrá entonces crecer una actitud inspirada en la fe en Dios. La biblia no solo
muestra los límites de nuestra existencia, sino también el gran valor del ser humano,
precisamente en su debilidad.
El tema continuo del evangelio es: el poder de Dios en la debilidad y la miseria de este
mundo. Los profetas ya describían al Mesias en una manera que no cuadraba con la
mentalidad reinante de belleza, éxito, riqueza y poder. Cristo reune los dos en sí mismo:
 verdadero Dios y verdadero hombre;
 la gloria brillante del cielo y la humildad del pesebre de Belén;
 el poder absoluto del Juez del mundo y la misericordia de un sumo sacerdote capaz de
compadecerse con nuestras debilidades (Heb. 4:14-16);
 el santo de Dios y un ‘amigo de pecadores’ (Luc. 7:34);
 el que habita ‘en un lugar santo y sublime, pero también con el contrito y humilde de
espíritu, para reanimar el espíritu de los humildes y alentar el corazón de los
quebrantados’ (Is. 57:15);
 el que echó del templo a los que compraban y vendían, pero también, el que ‘no
acabará de romper la caña quebrada, ni apagará la mecha que apenas arde’ (Is. 42:3).

La biblia presenta una idea del ser humano que es radicalmente diferente a los criterios
aceptados en este mundo. Jesús está al lado de los débiles. El poder de Dios no se revela en el
poderoso, sino a través de quien esté consciente de su debilidad. El ser humano débil obtiene
su valor no por su propio mérito, sino por fe, por gracia, de Dios.
En su segunda epístola a los Corintios, Pablo emplea una hermosa ilustración para esta
realidad. El describe al ser humano débil como una vasija de barro, en la que Dios guarda su
tesoro precioso, ‘para que se vea que tan sublime poder viene de Dios y no de nosotros’ (2
Cor. 4:7). Y él continua: ‘Nos vemos atribulados en todo, pero no abatidos; perplejos, pero no
desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos… Por tanto,
no nos desanimamos. Al contrario, aunque por fuera nos vamos desgastando, por dentro nos
vamos renovando día tras día. Pues los sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos
producen una gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento. Así que no nos
fijamos en lo visible sino en lo invisible, ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo que
no se ve es eterno’ (2 Cor. 4:8, 9, 16-18).
Aquí vemos la victoria verdadera de la vida y la esperanza verdadera, que sobrepasan
el deseo limitado de la cura externa. Los cristianos que toman en serio la palabra de Dios, no
se tornan cabizbajos. Al contrario, reciben fuerzas de una fuente nueva. La cura para ellos
implica mucho más que un simple cambio externo. Su esperanza permanece, aun cuando las
fuerzas corporales naturales se van agotando. Si los médicos, los pastores y otros ven al
enfermo psíquico desde esta perspectiva, entonces tendrán que ayudarle justamente en su
debilidad. Ellos son colaboradores de ayuda y apoyo en un proceso que Dios mismo obra, que
renueva día a día las fuerzas de los débiles, aun cuando ellos mismos tienen que vivir con
límitaciones.
Los límites externos a menudo abren una libertad interior nueva. Cuando la
resistencia contra la discapacidad disminuye, se pueden reunir fuerzas para una maduración
nueva. Viktor Frankl, en su libro ‘Cuidado Médico del Alma’ dice: ‘La vida resulta tener
sentido, aún cuando ya no es productiva, ni llena de energía. Hay valores y virtudes que
justamente se manifiestan en la manera como una persona organiza una vida con límitaciones.
Su conducta relacionada con la limitación de sus posibilidades abre un reino nuevo, con sus
propios valores, que sin duda alguna son los más altos.’

Una visión nueva de la esperanza


¿Hay esperanza? Muchas veces el paciente y sus familiares le hacen esta pregunta al médico.
Yo suelo contestar esa pregunta con otra: ‘A qué esperanza se refiere usted? ¿Esperanza en la
cura a través de la psiquiatría? ¿Esperanza en la cura por un milagro de Dios? O ¿esperanza
en una mejora de la situación?
Porque a menudo no hablamos el mismo lenguaje. En muchos casos se dice que ‘ya no
hay esperanza’, pero es porque esos casos no cuadran con nuestro esquema de esperanza en
una cura externa completa. Pero Dios no conoce casos sin esperanza. No siempre la fe puede
dar salud psíquica total, pero ciertamente puede brindar fuerza y consolación en tiempos de
debilidad, miedo y desánimo. La biblia revela una esperanza, que en medio de la
vulneralibidad de nuestra vida, nos da las fuerzas para aguantar nuevamente lo casi
insoportable. Donde los médicos y pastores, los enfermeros y voluntarios llegan a los límites
de las posibilidades de lograr un cambio externo, allí, desde la perspectiva de Dios, se abren
puertas nuevas.

A menudo se me hace la pregunta: ‘qué esperanza tiene usted como psiquiatra y como
cristiano para sus pacientes?’
Mi respuesta la quisiera dividir en dos grupos, uno desde la perspectiva médica-humana (1-5)
y otro con la visión bíblica (6-10).
1. Tengo esperanza para personas con crisis y enfermedades psíquicas, porque la
experiencia me ha mostrado que la mayoría de los trastornos disminuyen con el
tiempo.
2. Tengo esperanza, porque en muchos casos, a diferencia de antes, ahora se puede
aliviar o hasta curar un sufrimiento psíquico con medicamentos.
3. Tengo esperanza porque las crisis psíquicas a menudo dan una oportunidad para un
comienzo nuevo. Quizas se requiere una crisis para que el ser humano reconozca los
fundamentos vulnerables de su vida y para construir su vida en un fundamento nuevo
sólido.
4. Tengo esperanza porque en muchos casos he visto que también personas con
debilidades psíquicas pueden vivir una vida completa, con sentido. Esto también vale
para pacientes con cambios pronunciados de personalidad. Aun cuando los pacientes
tienen que pasar por experiencias extremadamente difíciles, en la mayoría de los casos
encuentran un camino hacia una vida nueva, con limitaciones.
5. Tengo esperanza porque hoy en día se toman cada vez más iniciativas de crear
viviendas y trabajo adaptados para personas con una discapacidad psíquica. De esta
forma se les puede dar alivio en sus dificultades y dar contenido a cómo realmente
ayudarles y apoyarles. En ese sentido también el contexto social se ha convertido en
portador de esperanza para los pacientes y sus familiares.

Pero, mi esperanza va más allá de estas experiencias médico-humanas. Una esperanza mayor
la tiene solo aquel que conozca la presencia y las promesas de Dios.
6. Por tanto, tengo esperanza porque constantemente resulta ‘que Dios dispone todas las
cosas para el bien de quienes lo aman (Rom. 8:28), aún cuando no entendemos el ‘por
qué’. Una hermana con un hijo que padecía una enfermedad muy seria me dijo una
vez: ‘Mantengo la esperanza, porque yo sé que Dios no comete errores.’
7. Tengo esperanza porque Dios puede hacer un milagro, si es su voluntad. Efesios 3:20
dice: ‘al que puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o
pedir, por el poder que obra eficazmente en nosotros’. Y muchas veces el mero hecho
de que el paciente y sus familiares no se alejan amargados de Dios, ya es un milagro.
8. Tengo esperanza porque Dios ama y acepta a personas con una discapacidad psíquica,
aun cuando ellos mismos no pueden ver o articular esta verdad (Rom. 8:26).
9. Tengo esperanza porque Dios opera justamente a través de los débiles. El derrama su
poder en ‘vasijas frágiles’ y le dice a los débiles: ‘”te basta con mi gracia, pues mi
poder se perfecciona en la debilidad.” Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde
de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo.’ (2 Cor. 12:9).
10. Tengo esperanza porque nuestra vida aquí en este mundo no se puede comparar con la
vida venidera, que Dios promete a todos los que creen en él. Pablo dice: ‘de hecho,
considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá
de revelarse en nosotros’ (Rom. 8:18).

Numero solicitud S08-256454

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