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Formas de Sonata de Charles Rosen PDF
Formas de Sonata de Charles Rosen PDF
Prefacio
Este
libro
constituye
un
intento
de
ver
qué
se
puede
salvar
de
la
idea
tradicional
de
la
forma
sonata.
Los
géneros
del
aria
operística
y
del
concierto;
el
desarrollo
de
la
variedad
de
formas
de
sonata
relacionadas
se
extiende
más
allá
de
los
campos
de
la
sinfonía,
la
música
de
cámara
y
la
sonata
para
solista.
Sin
el
aria
y
el
concierto,
es
prácticamente
incomprensible
la
historia
de
tus
formas
de
sonata.
William
S
Newman:
The
Sonata
in
the
Baroque
Era,
The
Sonata
in
the
Classis
Era
y
The
Sonata
since
Beethoven.
1. Introducción.
Desde
que
la
sonata
fue
definida
por
los
teóricos
del
segundo
cuarto
del
siglo
XIX
sobre
la
base
de
la
costumbre
de
fines
del
siglo
XVII
y
comienzos
del
XIX
El
término
“forma
sonata”,
tal
como
se
presenta
más
frecuentemente,
hace
referencia
más
bien
a
la
forma
de
un
solo
movimiento
y
no
al
conjunto
constituido
por
una
sonata,
una
sinfonía
o
una
obra
de
cámara
de
tres
o
cuatro
movimientos.
Se
le
llama
a
veces
forma
de
primer
movimiento
o
forma
de
allegro
de
sonata.
En
su
significado
usual,
consiste
en
una
forma
tripartita,
en
la
que
la
segunda
y
tercera
parte
están
íntimamente
vinculadas
que
podría
suponerse
una
organización
bipartita.
Esas
tres
partes
se
denominan
exposición,
desarrollo
y
recapitulación:
la
organización
de
las
dos
partes
se
evidencia
con
máxima
claridad
cuando,
como
ocurre
a
menudo,
la
exposición
se
ejecuta
dos
veces.
La
exposición
presenta
el
material
temático
principal,
establece
la
tónica
y
modula
a
la
dominante
o
a
alguna
otra
tonalidad
intimamente
relacionada.
(En
las
obras
compuestas
en
tono
menor,
esta
última
suele
ser
la
relativa
mayor).
El
primer
tema
o
primer
grupo
de
temas
se
presenta
en
la
tónica.
Este
enunciado
se
repite
algunas
veces
inmediatamente
(contra-‐enunciado),
conduciendo
,
a
menudo
sin
interrupción,
a
una
modulación
o
transición:
esa
sección
termina
o
bien
en
la
dominante,
o
con
más
frecuencia,
en
la
semicadencia
del
V
del
V.
La
sección
de
desarrollo
puede
empezar
de
varias
maneras:
con
el
primer
tema,
tocado
esta
vez
en
la
dominante,
con
la
modulación
brusca
o
esta
vez
en
otra
tonalidad,
con
una
referencia
al
tema
conclusivo;
o
–en
casos
raros-‐
con
un
tema
nuevo.
Es
en
esta
parte
de
la
forma
sonata
donde
se
encuentran
las
modulaciones
más
distantes
y
más
rápidas,
y
donde
la
técnica
del
desarrollo
consiste
en
la
fragmentación
de
los
temas
de
la
exposición
y
la
reelaboración
de
esos
fragmentos
en
la
forma
de
combinaciones
y
secuencias
nuevas.
El
final
del
desarrollo
prepara
el
regreso
a
la
tónica
con
un
pasaje
llamado
retransición.
La
recapitulación
se
inicia
con
la
reaparición
del
primer
tema
en
la
tónica.
El
resto
de
esta
sección
“recapitula”
la
exposición
tal
como
fue
tocada
al
principio,
exceptuando
que
el
segundo
grupo
y
el
tema
conclusivo
aparecen
en
la
tónica,
con
la
transición
debidamente
modificada,
de
modo
que
no
conduzca
ya
a
la
dominante,
sino
que
prepare
lo
que
va
a
seguir
en
la
tónica.
Las
obras
de
más
extensión
se
ven
redondeadas
por
una
coda.
(..)
Fue
elaborada
principalmente
por
Antonin
Reicha
en
el
segundo
volumen
(1826)
de
su
Traité
de
haute
composition
musicale;
por
Adolph
Bernhard
Marx
en
el
tercer
volumen
(1845)
de
Die
Lehre
von
der
musikalischen
Komposition;
y
por
último,
y
con
máxima
influencia,
por
Carl
Czerny
en
su
Escuela
de
Composición
Práctica,
de
1848.
Como
podemos
ver
por
los
títulos
de
estas
obras,
el
objetivo
de
esa
definición
no
consistía
en
entender
la
música
del
pasado,
sino
plantear
un
modelo
para
la
producción
de
nuevas
obras.
Esa
definición
no
fue
buena
para
el
siglo
XVIII
debido
a
que
nunca
se
trató
de
que
lo
fuese.
Estos
tres
autores
de
métodos
de
composición
tienen
algo
muy
importante
en
común
:
su
contacto
con
Beethoven.
El
término
mismo
de
“forma
sonata”
es
un
invento
de
Marx.
Su
codificación
de
la
forma
ayudó
a
establecer
su
prestigio
dieciochesco
y
decimonónico
como
forma
suprema
de
la
música
instrumental,
siendo
garantizada
su
supremacía
por
Beethoven.
(…)
Hacia
fines
de
la
década
de
los
80
del
siglo
XVIII,
la
mayoría
de
los
compositores
empleaban
un
tema
nuevo
con
la
llegada
de
la
dominante.
(…)
el
caer
en
dos
trampas:
la
primera,
la
definición
de
una
forma
sobre
la
base
de
una
serie
predeterminada
de
obras
maestras,
absurda
manera
de
tratar
de
entender
la
música
de
gran
número
de
compositores,
si
bien
es
cierto
que
produjo
un
útil
modelo
neoclásico
para
el
siglo
XIX;
la
segunda,
ese
postular
una
abstracción
estadística
sin
sentido
que
no
nos
ayuda
a
ver
cómo
funcionaba
la
música
en
su
propio
tiempo
y
sigue
funcionando
hoy
en
día
(cuando
lo
hace).
(…)
Antes
de
que
mediara
el
siglo
XVIII,
la
música
ejecutada
en
público,
con
pocas
excepciones,
era
música
vocal
vinculada
a
la
expresión
de
palabras
(por
lo
menos
en
teoría
y,
en
la
mayoría
de
los
casos,
también
de
hecho)
tanto
religiosa
como
operística.
Hacía
siglos,
por
supuesto,
que
se
había
interpretado
en
público
música
instrumental
pura,
pero
se
trataba
de
arreglos
de
música
vocal,
de
introducciones
a
música
vocal
(preludios
u
oberturas
eclesiásticas
o
de
óperas),
de
interludios
tocados
entre
los
diferentes
actos
de
las
óperas
u
oratorios,
o
bien
de
música
de
baile,
que
carecía
de
cualquier
prestigio
(lo
que,
naturalmente,
no
impidió
la
creación
de
obras
maestras
de
ese
género).
Sólo
las
composiciones
religiosas
y
la
ópera
gozaban
del
prestigio
propio
de
una
verdadera
música
pública.
(Pág 28)
Antes
de
los
últimos
años
de
la
década
de
los
sesenta,
alcanzar
la
total
libertad
de
xpresión.
Para
Schulz,
la
sonata
constituye
una
expresión
instrumental
pura,
una
música
liberada
de
toda
constricción,
tanto
social
como
profesional.
Tal
vez
la
primera
descripción
de
la
forma
sonata
que
la
relacionó
específicamente
con
la
sonata
apareció
en
La
Scuola
della
Musica
de
Carlo
Gervasoni
(1800).
Hacia
1860
la
forma
sonata
(cuyo
nombre
no
había
cuajado
todavía)
podía
denominarse
“la
forma
del
libre
desarrollo
musical
de
las
ideas”.
Para
1790,
el
estilo
sonata
había
transformado
casi
todas
las
formas
establecidas
de
la
música
en
principios
del
siglo
XVIII.
Esas
formas
se
iniciaban
en
la
tónica,
pasaban
a
la
dominante
y
volvían
a
la
tónica
con
algún
intento
de
presentar
una
simetría
o
guardar
un
equilibrio.
(Pág 30)
Las
formas
ternarias
más
importantes,
el
aria
da
capo,
el
minueto
y
el
trío
conservan
su
identidad
a
lo
largo
de
todo
el
siglo
XVIII.
Particularmente
en
los
cuartetos
y
tríos
del
piano
de
HAydn:
en
algunas
de
esas
obras
Haydn
añade
incluso
una
larga
coda
con
desarrollo,
como
para
contrarrestar
la
naturaleza
estática
de
la
forma
ternaria.
En
vista
de
esto,
podría
parecernos
que
la
forma
binaria
está
más
cerca
de
las
diferentes
formas
de
sonata,
y
en
las
descripciones
históricas
tradicionales
se
la
suele
ver
como
su
antecesora
inmediata.
La
forma
binaria
constituye,
desde
luego,
el
esquema
básico
del
movimiento
individual
de
danza
de
la
suite
barroca,
y
las
sonatas
tempranas
y
particularmente
los
cuartetos
compuestos
en
la
Alemania
meridional
incluyen
a
menudo
una
secuencia
de
esas
danzas
(el
minueto
nunca
desaparece,
para
terminar
convirtiéndose
en
un
elemento
estable
del
cuarteto
y
de
la
sinfonía).
La
forma
binaria
de
“tres
fases”
y
la
de
“dos
fases”
pueden
ilustrarse
sencillamente
con
dos
danzas
sucesivas
de
la
Partie
III
de
la
Neue
Clavierübung
de
Johann
Kuhnau,
de
1689.
La
forma
de
dos
frases
es
la
zarabanda;
la
de
tres
fases,
el
minueto.
(Ver
figura)
A
principios
del
siglo
XVIII,
muchos
minuetos
tienen
esta
forma
de
tres
frases,
y
hacia
el
1760
la
tienen
casi
todos.
Sigue
constituyendo
un
esquema
estable:
la
primera
frase
tiene
sólo
una
cadencia
débil
sobre
el
V
(o
con
frecuencia
una
cadencia
fuerte
sobre
el
I)
en
la
doble
barra;
la
segunda
frase
establece
la
dominante,
a
veces
con
material
nuevo:
la
tercera
frase
vuelve
a
la
tónica
con
un
claro
paralelismo
respecto
a
la
primera
frase,
adquiriendo
un
carácter
de
recapitulación.
A
lo
largo
de
todo
el
siglo
XVIII
casi
toda
la
música
incluye
un
movimiento
inicial
de
la
tónica
a
la
dominante,
pero
el
estilo
de
sonata
convierte
esa
modulación
hacia
mediados
del
siglo
XVIII
en
una
confrontación
abierta
de
las
tonalidades:
es
decir,
el
área
de
una
exposición
dominada
por
la
tónica
se
distingue
y
todo
el
material
ejecutado
en
la
dominante
es
concebido,
por
consiguiente,
como
disonante,
es
decir,
exige
su
resolución
mediante
una
transposición
ulterior
a
la
tónica.
La
diferencia
real
entre
las
formas
sonata
y
las
formas
anteriores
del
barroco
es
esta
concepción
nueva,
radicalmente
realzada,
de
la
disonancia,
elevada
del
nivel
del
intervalo
y
de
la
fase
al
de
la
estructura
entera.
4. El aria
Se
trata
de
un
esquema
binario
de
dos
fases,
ninguna
de
las
cuales
se
repite.
Las
dos
fases
son
temáticamente
paralelas
y
armónicamente
diferentes,
pero
tienen
un
esquema
armónico
que
no
es
el
de
la
forma
binaria
simple.
La
primer
fase
va
del
I
al
V
grado,
la
segunda
se
queda
en
el
I.
El
nombre
de
“forma
de
aria”
vamos
a
llamarlo
“forma
de
movimiento
lento”:
no
se
trata
de
un
término
ideal,
pero
parece
ser
el
mejor
de
los
disponibles.
En
su
versión
ampliada
se
convierte
en
una
forma
de
sonata
sin
la
sección
de
desarrollo.
Estamos
en
buen
momento
para
resumir
las
tres
variedades
del
esquema
binario:
5. El concierto
El
concierto
y
el
aria
son
dos
formas
muy
emparentadas:
con
frecuencia
son,
de
hecho,
idénticas.
Un
caso
extremo
de
esa
identidad
lo
constituye
la
sinfonía
concertante
para
voz
e
instrumentos:
dos
ejemplos
de
Mozart,
son
la
brillante
“Matern
aller
Arten”
del
Rapto
del
serrallo
y
el
delicioso
“Et
incarnatus
est”
de
la
Misa
en
do
menor;
en
ambas,
los
instrumentos
solistas
de
la
orquesta
colaboran
con
la
soprano,
incluso
en
la
cadencia.
El
concierto
y
el
aria
oponen
el
individuo
contra
la
masa,
el
solo
contra
el
tutti;
esa
es
la
esencia
de
ambas
formas.
En
el
siglo
XVIII
cambió
radicalmente
el
modo
de
organizar
la
alternancia
de
los
pasajes
del
tutti
y
de
los
solistas;
se
convirtió
generalmente
en
la
parte
del
estilo
pasivamente
en
sonata;
ayudó
también
a
configurar
las
formas
de
sonata,
contribuyendo
a
alguno
de
sus
más
importantes
elementos.
A
mediados
del
siglo
XVIII
empezó
a
adquirir
carácter
de
norma
el
número
de
secciones
de
tutti
y
de
solos
dentro
del
concierto
instrumental,
así
como
su
carácter
armónico
(podríamos
decir
que
se
racionalizó).
LA
mitad
del
siglo
vio
el
establecimiento
de
tres
solos
enmarcados
por
cuatro
tutti
o
ritornelli.
El
primer
solo
va
de
la
tónica
a
la
dominante,
el
segundo
termina
generalmente
en
la
relativa
menor
y
el
tercero
permanece
todo
el
tiempo
en
la
tónica:
La
segunda
mitad
del
siglo
XVIII
tuvo
dos
ideas
respecto
al
primer
ritornello.
Temáticamente
siempre
presentaba
la
mayoría,
aunque
no
la
tonalidad,
de
las
ideas
principales
de
la
obra.
¿Y
en
el
aspecto
armónico?
Aquí
quedaban
abiertas
dos
posibilidades:
podría
contener
una
modulación
a
la
dominante,
o
permanecer
todo
el
tiempo
en
la
tónica.
En
otras
palabras,
el
primer
ritornello
podía
adquirir
el
carácter
de
una
exposición
de
sonata,
o
bien
conservar
su
más
antigua
función
de
concierto,
en
la
que
el
primer
ritornello
y
el
último
eran
iguales,
siendo
la
forma
más
antigua
esencialmente
una
forma
en
ABA
cuya
B
era
mucho
más
larga
y
complicada
que
la
estructura
externa.
Pero
cuando
el
primer
ritornello
se
extendió
hasta
alcanzar
una
longitud
sinfónica,
no
resultó
sencillo
el
reparto
de
todos
sus
temas
y
motivos
en
la
tónica.
Si
el
comienzo
y
el
fin
necesitaban
la
tónica,
la
parte
central
de
este
tutti
inicial
parecía
admitir
más
libertad.
Era
difícil,
desde
luego,
manipular
toda
una
sucesión
de
temas
en
la
misma
tonalidad
sin
caer
en
el
peligro
de
la
monotonía.
Casi
toda
la
música
del
siglo
XVIII
–más
bien
al
principio
que
después-‐
va
a
la
dominante.
Y
así
empezó
a
aparecer
el
ritornello
como
exposición
de
sonata;
en
él,
el
segundo
grupo
de
temas
cambia
a
la
dominante,
para
después-‐
y
ahí
estaba
el
“problema”-‐
retornar
para
concluir
en
la
tónica
antes
de
la
exposición
del
solo.
Mozart
lo
utilizó
en
unas
cuantas
ocasiones
(principalmente
en
el
Concierto
para
piano
en
Mib
mayor,
L
449),
y
por
lo
demás
conservó
la
antigua
concepción,
consistente
en
mantenerse
en
la
tónica
a
lo
largo
del
tutti
inicial.
También
Beethoven
regresó
a
la
antigua
forma
en
sus
conciertos
para
piano
cuarto
y
quinto
(…)
El
cierre
del
tutti
inicial
sobre
la
tónica,
como
vemos,
no
sólo
determina
la
configuración
del
conjunto
de
sus
sección
primera,
sino
que
determina
además
la
estructura
significativa
del
concierto(
como
también
la
del
aria,
a
la
que
se
aplica
lo
que
acabamos
de
decir)
:
situía
la
modulación
dramática
en
los
dominios
del
solista,
separa
firmemente
al
ritornello
de
la
sección
inicial
del
solo,
y
proporciona
un
marco
muy
definido.
Incluso
cuando
la
entrada
del
solo
en
Mozart
y
Beethoven
produce
un
efecto
especial
al
interrumpir
a
la
orquesta,
lo
que
interrumpe
en
la
realidad
es
una
cadencia
en
la
tónica.
Al
comienzo
del
primer
solo
del
Köchel
450
de
Mozart,
la
orquesta
termina
su
elaborada
cadencia
un
compás
después
de
la
entrada
del
piano.
Cuando
un
Mozart
quinceañero
arregló
varias
sonatas
de
Johann
Christian
Bach
como
conciertos,
tuvo
que
empezar
por
transformar
la
exposición
de
sonata
en
un
ritornello.
Hizo
tres
cosas:
eliminó
la
modulación
a
la
dominante,
transportando
el
segundo
grupo
a
la
tónica;
cortó
parte
del
segundo
grupo,
a
fin
de
permitir
al
solista
que
dispusiese
de
algún
material
nuevo
de
su
propiedad
y,
por
último,
añadió
algo
más
de
material
cadencial
al
final.
Estos
tres
puntos
siguieron
siendo
algo
esencial
en
la
concepción
de
Mozart
del
concierto
hasta
el
fin
de
su
vida.
Para
convertir
la
Sonata
en
Mib,
op
V,
num.
4,
de
Christian
Bach
en
un
concierto
(K.
107),
Mozart
añadió
al
primer
tema
la
siguiente
y
elaborada
cadencia
(…)
Otra
forma
de
material
cadencial
importante
para
la
evolución
de
las
formas
de
sonata
se
deriva
también
del
concierto
y
el
aria;
no
es
orquestal
sino
individual
(tanto
instrumental
como
vocal)
:
el
virtuosismo
cadencial,
las
escalas,
floreos
y
trinos
que
señalan
el
final
de
una
sección
de
solo.
He
aquí
los
ocho
primeros
compases
y
los
nueve
últimos
de
la
parte
de
primer
violín
en
la
exposición
de
Cuarteto
en
Sol
mayor,
op.
17
núm
5
de
Haydn,
para
mostrar
la
diferencia
existente
en
cuanto
a
textura
(…)
En
un
cuarteto,
sinfonía
o
sonata
del
siglo
XVIII,
el
final
de
la
exposición
está
casi
siempre
señalado
con
un
silencio
(la
música
cesa
durante
un
momento,
breve
y
medido)
:
en
el
concierto,
el
final
de
la
exposición
se
lanza
directamente
y
sin
solución
de
continuidad
dentro
de
una
textura
nueva,
el
comienzo
del
segundo
ritornello.
No
hay
interrupción
alguna
entre
la
cadencia
del
solo
y
la
entrada
de
la
orquesta
entera.
Veamos
ahora
el
final
del
primer
grupo
y
la
transición
al
segundo
del
Concierto
en
Sib
mayor,
K.238
de
Mozart,
de
1776;
el
momento
anterior
a
la
modulación
es
puesto
en
relieve
por
la
orquesta
en
los
compases
45-‐
47,
y
la
modulación
misma
recibe
una
confirmación
orquestal
en
el
compás
54.
(…)
Iniciar
el
segundo
ritornello
con
el
primer
tema
en
la
dominante
implica
un
nuevo
comienzo:
cuando,
por
otro
lado,
la
orquesta
entra
con
los
temas
conclusivos
(la
técnica
más
moderna,
desarrollada
en
los
años
sesenta),
redondea
la
exposición
del
solo.
En
ese
caso,
sin
embargo,
se
esperaría
una
cadencia
firme
sobre
la
dominante.
Si
se
quita
esa
cadencia,
reaparece
la
ambigüedad;
el
aparente
acabado
constituía,
después
de
todo,
un
nuevo
comienzo,
un
comienzo
puesto
de
relieve
por
el
cambio
del
solo
a
la
textura
orquestal.
Podemos
ver
como
Mozart
redondea
la
exposición
del
solo
en
la
mayoría
de
sus
conciertos
(…)