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CÓDIGO PENAL

))!? I, A

REPÜBLICA DE CHILE,

C O M E N T A D O

1>0R

Í^OBUSTIANO YERA>
Abogado i Promotor Fiscal 011 lo Criminal do Santiago do Chile, ote.

SANTIAGO DE CHILE
IMPRENTA DE P . CADOT I CA., HUÉRFANOS 2 5 .

1883
CÓDIGO PENAL
DB LA

R E P Ú B L I C A D E C H I L E
AL SR. DON RAMON GUERRERO
EX-MINISTRO JUBILADO DE LA CORTE DE APELACIONES DE SANTIAGO
I ACTUAL SENADOR DE LA REPÚBLICA, ETC. ETC.

Señor:

Dedico a Ud. este trabajo como una débil manifesta-


ción de los muchos servicios de que le soi cleudor.
Este testimonio público de mi eterna gratitud, probará a
Ud. que si no puedo pagar de otro modo esa deuda que
le reconozco, comprenderá al menos que sé agradecer i 110
olvidar jamas el bien que se me ha hecho.
Soi\ señor, su atento i S. &'.

ROBUSTLAM) VERA.

Santiago, Marzo de 1883.


RESENA HISTÓRICA

DEL DERECHO PENAL

L a reunión de los hombres en sociedad trajo p o r


consecuencia precisa e indispensable la necesidad d e
una autoridad que, revestida del poder de gobernar a
los asociados, les marcase también reglas fijas que les
sirviesen de norma en su conducta. De otra manera,
ajitaciones violentas i desórdenes continuos no les
habrían, permitido gozar de u n a verdadera libertad, i
la fuerza bruta habría suplantado a la justicia.
Por. eso la lejislacion civil siguió de cerca los ade-
lantos de los primeros pueblos, i su perfeccionamiento
fué la obra de pocos siglos.
E n aquellos primeros tiempos vemos reflejado el
carácter de esas sociedades bárbaras i feroces en leyes
severas, cuales convenían para hombres fujitivos i para
esclavos capaces de todo crimen.
Las tradiciones primitivas que se mantenían a
fuerza de superstición i los restos dispersos qtie' sal-
varon de esos repentinos cambios i transiciones por-
que pasó la antigüedad, vinieron a encontrar u n asilo
conveniente en la ciudad de Roma, la que, J i b r e ya de
sus primeros reyes i de la dominación de los Decen-
viros, desapareció con ellos la tiranía-p#ra ceder a su
8 RESEÑA HISTÓRICA

vez con la República una ilustración mas marcada i


costumbres mas suaves i humanas.
La lejislacion civil no fué indiferente a tantos
adelantos i, bien al contrario, este pueblo altivo i
arrogante, tuvo leyes que liasta lioi marcan a las na-
ciones modernas el sendero que lian de seguir.
Pero esos progresos liabian de quedar pronto esta-
cionarios. A la República, que cayó a causa de la
inmoralidad de los patricios, sucedió el Imperio, que
proclamó el absolutismo i que lo sostuvo con espada en
mano. L a s leyes cayeron entónces en u n eterno olvido;
pero Justiniano salva de este naufrajio el tesoro que
mas tarde iluminara el mundo, i sus compilaciones
sirven todavía para inspirar al lejislador que busca
principios sólidos i reglas de eterna equidad para hacer
el bien de sus conciudadanos.

II

Apesar de estos adelantos en la lejislacion civil, la


ciencia criminal permaneció en u n completo olvido.
Si nos remontamos a buscar su oríjen encontraremos
con admiración que solo data desde el siglo pasado.
E n balde quisiéramos hallar en Grecia i despues en
Roma los principios de la lejislacion penal. Si bien es
cierto que ellas fueron las primeras en cultivar las
ciencias en jeneral, i s o b r e t o d o la filosofía i la política,
nunca conocieron ni tampoco se dieron el trabajo de
investigar el oríjen de dónde sacaba la sociedad ese
derecho que diariamente ejercitaba al imponer penas.
Encontrar las causas que influyeron en este atraso
no es difícil. Los jurisconsultos están acordes en sos-
tener que ellas nacian de las creencias unánimes que
tenian todos en la importancia que se daba a los inte-
reses de la sociedad considerada colectivamente, en
contraposición a los intereses de los individuos. Des-
conocida de este modo la personalidad del hombre
para hacer de la sociedad u n ídolo, se comprende en-
tónces perfectamente bien que era mui difícil el que la
lejislacion penal naciese o progresase bajo ese estado
de cosas.
DEL DERECHO PENAL 9

E l Código de Dracon mantenía a la Grecia entera


bajo la influencia del terrorismo mas completo, i por
eso se ha dicho, con sobrada razón, que aquellas le} r es
fueron escritas con sangre.—Las faltas mas leves eran
calificadas de graves. L a s penas estremas se prodiga-
b a n admirablemente, i las mas veces, el castigo de los
delitos era arbitrario en el juez, que aplicaba leyes
enteramente desconocidas del culpable.
No era mejor la suerte que corría en Roma la lejís-
lacion penal. Considerado el siervo como cosa i teniendo
el padre derecho de vida i muerte sobre el hijo i, por
otra parte, estando las m u j e r e s bajo una vergonzosa
tutela, las leyes criminales no tenian casi objeto. Por
eso los jueces estaban autorizados p a r a usar de p e n a s
atroces, las que aplicaban sin restricción i sin ceremo-
nia alguna,
Al principio de la República, hubo un momento en
que se pudo creer f u n d a d a m e n t e que la paz de que se
gozaba, traería como consecuencia inevitable, no solo
el adelanto material del pueblo, sino también que,
depurándose las costumbres, las leyes seguirían esos
adelantos, i que principios mas fijos rejirian entónces
las relaciones de los hombres entre sí. Pero aquel
estado de cosas no pudo ser duradero. Revueltas intes-
tinas nacidas de la ambición de los demagogos,
turbaron aquella tranquilidad i todo fué al fin tiranía i
despotismo. L a s proscripciones en masa hacian cubrir
de duelo a las familias, i las cabezas mas ilustres de
aquella época, destilando en sangre, corrian a los pies
de los vencedores.

ni

Una nueva época se inaugura p a r a Roma. A la


República sucede el Imperio. L a corrupción i la inmo-
ralidad se aumentan progresivamente. A las estravagan-
tes ridiculeces de los mónstruos coronados, sucede la
mas refinada crueldad. L a fuerza impera como nunqa i
la famosa Guardia pretoriana, hace i deshace empera-
dores a su antojo. E l Senado, aquella corporación de
los ancianos mas respetables, es ahora u n cuerpo
10 RESEÑA HISTÓRICA

sumiso i servil, que está pronto a complacer los capri-


chos, ya de im amo cruel i bárbaro, o bien los de un
cobarde afeminado, que quiere conservar su corona a
trueque de inspirar terror a u n pueblo indefenso.
Por otra parte, el paganismo contribuyó notablemen-
te a aumentar estas aberraciones h u m a n a s i entronizado
una vez, menospreció altivo i arrogante la virtud i la
justicia: el crimen se levantó con todo lo que tiene
de feo i repugnante. La desmoralización cunde como
¡Dor encanto en todas las clases de aquella sociedad
agonizante. Todos piensan en satifacer sus pasiones i
la molicie enerva el corazon de los hombres, que u n
tiempo fueran los mas altivos i valientes. Los empera-
dores sacrifican todo por complacer a cortesanas impú-
dicas i sin talento. Los hombres mismos sirven de
pasto a las fieras en el Circo, con que entretienen estos
nuevos galanes a sus queridas, ya que impotentes no
pueden de otra manera conquistar esos corazones, que
con el vicio i la crueldad, se habían hecho incapaces
de sentir una pasión, que tuviese por causa un senti-
miento mas puro i jeneroso.
Inútil seria, por lo tanto, querer encontrar en las
pocas leyes penales de esos. vergonzosos tiempos,
proporcionalidad exacta entre el crimen i el castigo, o
justicia, por lo menos, en su aplicación. P u e s t a s al
servicio de los Emperadores, solo servían para aplicar-
las a la defensa de u n trono bamboleante, que no podia
resistir por mas tiempo a la fuerza de los sucesos que
m a s tarde se iban a desarrollar.
Nerón, Tiberio i Calígula, n o m b r e s llenos de oprobio
para la humanidad, menospreciando lo mas sagrado que
podia existir, reian de gozo cuando el pueblo mas
consternado lloraba sus desgracias, i en la loca osten-
tación de un poder omnímodo, aplicaban la pena de
m u e r t e de mil maneras, a veces sin motivo o por cosas
insignificantes i tan solo por presenciar u n espectáculo
de esta naturaleza.
IV
r
Roma toca } a a su fin. L a señora del mundo es presa
de los bárbaros que, abandonando las heladas rejiones
DEL DERECHO PENAL 11

del norte, se precipitan sobre las comarcas civilizadas


del Mediodía, sembrando a su paso la desolación i el
esterminio. Atila i Alarico, son como encargados p o l -
la Providencia para castigar los excesos de estos
pueblos que se habían labrado su ruina con sus propios
estravíos. E l terror que inspiran los bárbaros que a su
p a s o incendiaban las ciudades, se aumentó mas cuando
se presentaron a las puertas de la ciudad eterna, cuya
ruina era inevitable i amenazaban concluir con sus
bellos monumentos de artes i de civilización.
Por fin, nuevos reinos independientes se levantan
sobre los ricos despojos de aquella ciudad que, en otros
tiempos con sus leyes i con sus armas,.habia dominado
al mundo civilizado. No obstante, la ignorancia en que
se veia envuelta nuevamente la Europa habría de desa-
parecer bien pronto, porque sobre esas sociedades que
habían sido derribadas, nuevos pueblos se iban a levan-
tar llenos de vida i entusiasmo. Una civilización m a s
bella i mas magnífica habria de suceder a la de los
antiguos ejipcios, persas, griegos i romanos.
E n una época tan-crítica como la que acabamos de
describir, no era posible esperar adelantos en la lejis-
lacion penal. Sin embrago, se comienzan a formar
códigos en los cuales la fuerza material es el principio
moralizador que se proclama, i como fundamento lejí-
timo i racional, de la penalidad, se divisa por todas
partes la venganza, siendo ella el rmieo móvil de las
acciones humanas. Tan imperfectos como importunos
eran también los medios que se. empleaban en la
aplicación de aquellas penas. Los delitos mas atroces
se redimían con el oro, i las faltas se g r a d u a b a n p o l -
los majistrados para la imposición de esta pena tan
desigual. Se establecen divisiones odiosas, entre- los
ciudadanos i no es lo mismo ante esas leyes irre-
gulares la afrenta que se hace a u n hombre libre,
qué la de un pobre esclavo. L a ' l e í de paz i de bondad
del mártir del Gólgota, de que todos los hombres son
hermanos, era en esa época enteramente desconocida.
E n España, empero, en medio de aquel cáos aparece-
el Código de los Visigodos i viene a ser como el
áncora salvadora de aquella sociedad que está pronta
12 RESEÑA HISTÓRICA

a precipitarse en u n abismo. Con él, las costumbres


se depuran un tanto i la barbarie empieza g r a d u a l m e n -
te a ceder su lugar a la civilización. E l «Fuero Juzgo»,
tal era su nombre, contribuyó en g r a n manera a salvar
a esos pueblos de sumirse completamente no solo en
una anarquía peligrosa, sinó también en la postración
que trae consigo el desórden i la licencia mas espan-
tosa.
Otro elemento civilizador se presenta en ausilio de
aquel cambio que se operaba. E r a éste la relijion
cristiana, que principiaba a introducirse en aquellas
rejiones, llevada por los ministros del Dios de bondad.
E n su ardiente deseo por la felicidad de los hombres,
da nueva vida a esa sociedad g a n g r e n a d a e introduce
muchas innovaciones, que tan j u s t a m e n t e h a n sido
aplaudidas por los h o m b r e s pensadores de todos los
tiempos.
V

Vino en seguida la E d a d Media i con ella el feuda-


lismo. L a división de las tierras aumentó el poder de
la nobleza que, con sus exorbitantes privilegios, conso-
lidaron u n sistema dé gobierno absurdo i funesto.
Semejante estado de cosas no hizo mas que aumentar
las causas de discordias, las quejas de los celos i las
desavenencias de los nobles entre sí. L a espada vino a
dirimir todas las cuestiones i la g u e r r a era el estado
normal de esas pequeñas sociedades, que se habían,
hasta cierto punto, independizado de la autoridad del
soberano. Todo, pues, decaía admirablemente, ménos
el arte militar que, a fuerza de vivir en los campos de
batalla, era la única ocupacion honorífica de esa nobleza
que se había levantado proclamando principios tan
fatales. Todo contribuía, por esta razón, a aumentar la
ignorancia i a hacer a los hombres duros, feroces i ven-
gativos.
E n medio de las preocupaciones de esa época caba-
lleresca i de u n sistema t a n absoluto, en que los nobles
ejercían sobre sus vasallos derechos que la autoridad
no podía coartar, era materialmente imposible que
DEL DERECHO PENAL 13

avanzase la penalidad. Los g r a n d e s señores ejercían


sobre sus vasallos una justicia loca, dejando las mas
veces los crímenes impunes o dictando leyes' ridiculas,
las que continuamente cambiaban sin ceremonia algu-
na i solo a su antojo.
El poder de los reyes estaba vacilante i al pié de los
castillos feudales, que se habían multiplicado notable-
mente, veíase la horca i el cuchillo como una señal del
furor i animosidad con que se trataban los que no
tenian mas leí que la fuerza o mas razón que su capri-
cho. ¿Cómo, pues, exijir que adelantase el Derecho
P e n a l en medio de u n estado de tanto desorden?
L a s pocas leyes que se conocían causaban horror,
vertían sangre i fuego por todas partes, porque eran
hechas para hombres envilecidos con la esclavitud o
endurecidos con el ejercicio de las armas i acostumbra-
dos a ver caer con indiferencia las cabezas de sus con-
ciudadanos al pié de los cadalsos o en los campos de
batalla, sosteniendo la venganza o la ambición de su
señor.
L a Filosofía, la Literatura, la Teolojía i el Derecho
canónico progresaban maravillosamente en el silencio
de los claustros. Allí el ruido de las armas se oía a la
distancia; pero no penetraba en aquel lugar sagrado,
donde encontraban u n asilo seguro los que cultivaban
aquellas ciencias. Pero ¿era acaso en los conventos
donde el Derecho Penal habría de perfeccionarse?
. E n fin, los reyes recobran poco a poco sus antiguos
derechos i sus prerogativas. Los nobles resisten abier-
tamente i procuran sostener a todo trance su indepen-
dencia i sus privilejios. No obstante, la lucha es
desigual i el triunfo es de la autoridad real. La admi-
nistración de justicia tomó entonces una forma mas que
regular. L e y e s fijas i conocidas vinieron a servir a los
majistr'ados en sus decisiones. E n una palabra, la razón
volvió a ejercer su imperio sobre los hombres, i la
humanidad avanzó a pasos rápidos a un perfecciona-
miento mas conforme al espíritu investigador de la
época.
14 RESEÑA HISTÓRICA

VI

Estamos en el siglo X I I . La Libertad, la Ciencia, la


Industria empiezan a renacer. E l poder feudal se con-
mueve desde sus cimientos i la civilización va a tras-
tornarlo todo. E l estudio de las leyes toma nueva vida
con la aparición del Código de Justiniano, que es
encontrado en Italia por el aleman Verner. Estudiase
entonces el Derecho i por todas partes vénse escuelas
frecuentadas por jóvenes distinguidos. L a s Artes i, so-
b r e todo, la arquitectura i el comercio, van en progreso.
L a invención de las letras de cambio facilitan en g r a n
manera las transacciones mercantiles i todo induce a
creer en la futura grandeza de la E u r o p a civilizada.
Empieza el siglo X I I I . La larga lucha de la Cruz con
la Media luna de Mahoma toca a su fin. L a grandeza
del pueblo es ya un hecho, i como consecuencia de' es-
tos adelantos, nuevas leyes suceden a las anteriores.
E l mundo contempla atónito el famoso Código del sabio
reí don Alfonso, cuya gloria no ha perecido al través
de la larga noche de los tiempos. L a s Siete Partidas,
han, pues, inmortalizado a este célebre monarca que
es contado en el número de los g r a n d e s lejisladores.
L a última parte ele esta obra, está consagrada a la ma-
teria criminal.
- L a penalidad avanza ya un tanto; pero apesar de,es-
to, no encontramos todavía en estas leyes analójía entre
el delito i la. pena, lo que prueba el atraso en que yace
aun la ciencia criminal. No obstante, n i n g u n a otra
nación de Europa, hasta mediados del pasado, nos re-'
gala con algo que pueda compararse con aquel Código.
Sin embai'go, los progresos que.se operaban en todos
los demás ramos del saber humano, dejan entrever los
preciosos j é r m e n e s d e ' u n a rica i poderosa civilización:
todo avanza i los descubrimientos notables se suceden
con una rapidez asombrosa. Nada es capaz de detener
a lá humanidad en su marcha progresiva.
Era, pues, natural que a la lejislacion se le acercase
también - su época de gloria. E l siglo X V opera un sa-
cudimiento sorprendente i jeneral en tocios sentidos.
L a imprenta lleva a tocias partes los adelantos e imnor-
DEL DERECHO PENAL 15

taliza los'descubrimientos. La brújula es ya conocida.


Lo es igualmente el papel i la pólvora. E l portugués
Grama, encuentra .el camino mas corto por el Cabo de
Buena Esperanza, para pasar a las Indias Orientales.
Colon había sido comprendido por la g r a n d e i jenerosa
reina doña Isabel la Católica, i la América era descu-
bierta. E l empuje estaba dado; por eso la lejislacion se
lanza a la palestra. L a filosofía va entónces a la van-
guardia i los siglos X V I I i X V I I I , son de investigación
i de polémica. L a s reformas se suceden u n a s tras otras
i aparece entónces una pléyade de g r a n d e s escritores,
que proclaman verdades hasta esa época desconocidas
de los hombres i trastornan desde sus cimientos, 110
solo las constituciones de esa,s sociedades antiguas, sino
también que se abren paso por entre los incrédulos i,
con"voz profética, esclaman: ¡adelante! ¡adelante!
No obstante, la penalidad es todavía imperfecta.
I m p e r a aun la venganza i nO se trata de la reforma del
delincuente. La imposición de la pena sigue siendo
siempre desigual: se abusa con frecuencia de los casti-
gos infamantes i 110 se hace distinción entre los delitos
públicos i privados, i bajo pretestos frivolos, todos vie-
nen a caer bajo el poder d é l a autoridad.—Un paso
mas i veamos lo que sucede.

VII

N a d a puede detener ya el empuje de la civilización.


H o m b r e s de jenio, pensadores profundos, ilustran el
siglo X V I I I . «Montesquieu, sondeando el pasado, cen-
sura la sociedad en que vive; señala los fundamentos
i cualidades de las penas. Voltaíre hiere de muerte con
sus burlas i sarcasmos los abusos i desafueros; pinta
con vivo colorido i con Ínteres dramático, las injusti-
cias de. las leyes penales. Rousseau, Mably i los demás
innovadores, nada dejan por renovar.»
«La Europa es un volcan formidable que está haci-
nando combustibles: el foco del volcan es la Francia.»
Mirabeau es formidable en la tribuna. Diderot i Hel-
vecio confunden con la fuerza de su filosofía. E l
partido popular triunfa. Marat i Robespierre se glorían
16 RESESA HISTÓRICA

por Tin momento de haber hecho rodar sobre el patíbu-


lo la cabeza del infortunado Luis XVI.
Tal era el estado de la Europa, cuando aparece el
libro del inmortal Beccaria, que conmovió al mundo
entero i que fué la verdadera causa del movimiento
reformador de la ciencia de la penalidad. I no podía
ser de otra manera. E l descender a tratar de la suerte
de los criminales, que hasta entonces se había mirado
con suma repugnancia, la condenación de los excesos
i la defensa de la pobre humanidad, fué la enseña de
una nueva escuela que tuvo bien pronto discípulos
apasionados. «Mr. Serán, reproduce sus pensamientos
en un discurso inaugural de la apertura del parlamen-
to. Mr. Letrone, sigue el mismo ejemplo.» Los lejisla-
dores todos lo comentan i bien pronto las inspiraciones
del joven profesor de Milán, las convierte en preceptos
lejislativos.
E n adelante nada podrá detener los progresos de la
ciencia criminal. La E u r o p a entera se aprovecha de
las luces que arroja la disensión sobre una materia
enteramente desconocida. Por todas partes aparecen
códigos penales, redactados sobre los principios de la
obra del Marques de Beccaria., L a Rusia, bajo el gobier-
no de la emperatriz Catalina; la Toscana, en tiempo de
Leopoldo I I ; la Suecia, bajo Gustavo Adolfo; la Prusia,
con Federico I I ; el Autria, con J o s é I I ; i la E s p a ñ a de
Cárlos I I I , reforman en esta parte sus instituciones
imperfectas, i ordenanzas sencillas i metódicas, suce-
den a esos'volúmenes inmensos, redactados sin orden
de n i n g ú n jénero.
L a s academias i las sociedades literarias abren con-
cursos para tratar sobre esta nueva ciencia i premios
cuantiosos recompensan aquellos trabajos. Todos odian
entonces sus leyes antiguas i la Francia en su ardiente
deseo por reformarlo todo, emprende, entre otros códi-
gos, l a redacción del penal, i en aquella famosa asam-
blea constituyente, no falta quien proponga que el
antiguo sea quemado públicamente por la mano del
verdugo.
«Al Código de 1.791 siguió el de la Convención, i a
DEL DERECHO PENAL 17

éste, los del imperio de 1808 i 1810; despues vino la


reforma ele 1832.»

VIII

Hemos llegado a los principios del presente siglo.


Nos encontramos, entretanto, como espectadores en este
drama que se desarrolla. Todo lo observamos i por
consiguiente, seguimos con Ínteres la marcha progresi-
va de la humanidad.
Ahora bien, ya que hemos recorrido a la lijera las
vicisitudes porque ha pasado la ciencia criminal para
llegar al punto de adelanto en que hoi se encuentra, se
nos presenta la cuestión de averiguar si se ha hecho
lo bastante para encaminarla a su perfeccionamiento.
— I n d u d a b l e m e n t e que nó.—Lo único que podemos
decir, es que la ciencia' p e n a l no decaerá en adelante;
por el contrario, avanza i se propaga notablemente.
Nuevos escritores la encaminan cada dia a pasos
agigantados a su apojeo; pero aun sobre ella no se
ha dicho la última palabra.—A Bentham, Rossi, Fi-
langieri, Brissot de Varvielle, Pastoret, etc., etc., su-
ceden Fernebach, Mittemayer, Fitman, Stevenel, Hélie,
Castro, Alonso, Lardizábal de Uribe, Pacheco i otros.
A nosotros, pobres colonos ayer, i que contamos tan
pocos años de vida republicana, tócanos borrar por
completo todo recuerdo de una dominación que, man-
teniéndonos en la ignorancia, no nos permitió avanzar
cuanto era posible.
Tiempo era ya que desaparecieran del todo esas
leyes criminales, a la par que inhumanas, imperfectas i
desproporcionadas, i que se oponian, por otra parte, a
los principios republicanos de una nación libre.
Tiempo es ya que los pueblos democráticos del
nuevo mundo h a g a n conocer a los habitantes del viejo
continente que, bajo el cielo puro de la América, tienen
hogar seguro los ciudadanos; que la igualdad hace
imperar la justicia i que las viejas preociqjaciones han
sido despedazadas por la luz de la Libertad.
A la jeneracion presente, repito, tocábale llevar a
cabo.esta obra de engrandecimiento para nuestro país:
2
18 RESEÑA HISTÓRICA

reos habríamos sido de un crimen, si hubiéramos


desatendido esta imperiosa necesidad. ¡Qué la j e n e r a -
cion venidera encuentre a su turno un bello i completo
monumento de lejislacion, para que no maldiga nues-
tros nombres!
Si nuestros padres derramaron su sangre en los
campos de batalla para darnos una patria libre e inde-
pendiente, cúmplenos a nosotros legar a nuestro turno
instituciones que les encaminen al progreso; leyes que
reglen sus derechos en todo sentido, i que h a g a n
efectivos esos respetos que 'los hombres en sociedad
se deben entre sí.
Por lo tanto, nuestro Código Penal ha venido a llenar
este vacío que se notaba en nuestra lejislacion, i redac-
tado bajo los principios de la ciencia moderna, si no es
por lo ménos su última espresion, ha satisfecho la
necesidad que se hacia sentir a este respecto.
Talvez él contenga disposiciones que la práctica
aconseje suprimir o reformar; sin embargo, esto no
basta p a r a quitarle o deprimir su mérito. Redactado
bajo la base de los Códigos de las naciones mas
aventajadas i arreglado a nuestras costumbres, hoi se
aplica sin inconveniente i ha venido a suplantar a esas
rancias leyes que confundían los pecados con los
delitos i que, a su severidad en algunos casos, unían la
confusion i que, por otra parte, no era posible servirnos
de ellas por la crueldad de sus penas.
ORIJEN DEL DERECHO DE PENAR
Y

BASES EN QUE DESCANSA

Por Derecho Penal se entiende, aquella parte de la


legislación de un pais que define i clasifica los delitos,
señala las penas i fija, finalmente, el modo de proceder
para la averiguación de aquellos i la j u s t a aplicación
de éstas.
Muchos escritores notables han sostenido que el
Derecho Penal hace parte del derecho privado i, por lo
tanto, equivocadamente h a n llegado a dividirlo en
civil i criminal. Siendo, pues, el principal objeto del
Derecho Penal, mantener en el Estado la tranquilidad
pública i la seguridad de los particulares, es claro que
este estudio forma indudablemente parte del Derecho,
Público, que tiende a asegurar a los individuos de la
comunidá del goce tranquilo i pacífico de esos derechos,
que Dios concedió al hombre al crearlo en sociedad.

II

E n dos partes podemos dividir el estudio del Dere-


cho Penal. La primera, que es la ¡Darte teórica o filosó-
fica, se ocupa en investigar el oríjen del derecho de
penar, que dia a dia ejercita la sociedad i las bases eñ
que descansa. La segunda, es la positiva, o légalo,
20 RESEÑA HISTÓRICA

mas claro, las reglas que forman el Código i que son


las que analizamos en esta obra, a fin de que su apli-
cación no ofrezca dificultad en la práctica i no se es-
tralimite su verdadero alcance.

III

Apesar de la importancia que ejerce el estudio del


Derecho Penal en el adelanto de las sociedades, sin
embargo, no ha merecido la misma atención que la
lejislacion civil de los,pueblos i jurisconsultos que h a n
ilustrado esta última. Su desarrollo ha sido lento i a
medida que la civilización ha avanzado, los hombres
han ido comprendiendo la necesidad de dar a esta
ciencia la importancia que verdaderamente está llamada
a ejercer en las costumbres i en los individuos.
L a antigüedad, sin desconocer a la sociedad el dere-
cho que dia a dia ejercitaba en la aplicación de las
penas a los que p e r t u r b a b a n el órden i la armonía que
debia reinar entre tocios los individuos de la comuni-
dad, poco se cuidaba en analizar si las leyes con que
reprimía los abusos, eran crueles o suaves i si verda-
deramente correspondían a su objeto.
E l criminal dejaba de ser hombre i no reconociéndo-
le derecho alguno, era un sér que tenia que arrostrar
una suerte fatal, sin que hubiese una voz compasiva
que se levantase en su defensa. Mas despues, depurán-
dose ún tanto las costumbres, leyes mas h u m a n a s i
exentas del espíritu de venganza, vinieron a rejir a los
pueblos, hasta que, finalmente en el siglo pasado, se
principió a investigar de una manera séria el oríjen
filosófico ele este derecho i la razón que lo lejitima. Por
lo tanto, no seria, pues, aplicable a la materia criminal
el célebre dicho de Cicerón «que las leyes romanas son
la razón escrita, i
No obstante ele este atraso en la ciencia penal, tene-
mos que el oríjen de la pena es "tan antiguo, como el
hombre, i que si recorremos las tradiciones de los
primeros pueblos del inundo, encontraremos que, ape-
"sar dél estado salvaje en que se mantenían, acataban
esté derecho como inherente en la persona'que los
DEL DERECHO PENAL 21

gobernaba, i como una cosa necesaria para poder gozar


con mas seguridad de los, beneficios que les traia con-
sigo la reunión en sociedad.

IV

Puede decirse i con bastante propiedad, que el De-


recho Penal ha sido, en todas las épocas, el mas fiel re-
flejo de las costumbres i de la civilización de .las socie-
dades. Su desarrollo cuesta a la humanidad tina larga
série de desgracias i no ha llegado al estado de ade-
lanto en que hoi se encuentra, sino pasando por todas
las vicisitudes que ha tenido que sufrir la sociedad en
su perfeccionamiento: moral. Antes que esté desarrolla-
da la idea del orden social, es decir, en el oríjen de
las sociedades, domina el individualismo i la represión
de los delitos no se presenta a la imajinacion ele los
pueblos, sino como la necesidad de volver mal por mal.
Avanzando la idea de la sociedad, la pena no es solo
la devolución del mal por el mal, es el daño inferido
en Ínteres de todos al que perturba la armonía social.
Pero como el h o m b r e exajera fácilmente los sentimien-
tos que le dominan, el deseo de reparar el mal causado
por los delitos, le lleva hasta el exceso de reprimir crí-
menes imajinarios, de castigar al inocente, de perseguir
con un celo excesivo a los que p u e d a n ser autores de
un mal. Tal era lo que sucedia en la E d a d Media en
los países de Europa, que habían llegado a considerar
como bienhechores de la humanidad a los que habían
perseguido, hasta en sus hijos .i en sus nombres, a los
reos, de delitos sociales.- .
La relijion cristiana habia lanzando ya en. el mundo
al individualismo, i la filosofía del siglo X V I I I no es
otra cosa que el triunfo espléndido de éstas ideas. L a
aparición, pu'es, del Derecho P e n a l no podia demorar
por mas tiempo. H o m b r e s de jenio, escudriñando el
pasado, asombran al mundo con las verdades que pro-
p a g a n i la civilización lo trastorna todo. Montesquieu
funda la lejislacion entera;. A d a m Sniith, la Economía
Política, i Hugo Grocio, el Derecho Natural. ..
E n medio de esta época de, invenciones i descubrí-
22 RESEÑA HISTÓRICA

mientos, de investigación i polémica, fué cuando apare-


ció el libro del inmortal Beccaria, el cual creaba, sin
saberlo ni pensarlo, las bases del presente estudio.
Por eso la obra del joven profesor de Milán ¡publica-
da en 1764 i a los 27 años de edad, operó una g r a n
revolución en las ideas de aquella época. Solo entonces
fué cuando comenzóse a investigar por primera vez,
cuál era el fundamento del derecho de imponer penas
reconocido en el poder social; cuestión importantísima,
porque de su solucion pendía el acertado ejercicio, el
límite de aquella facultad. E l pensamiento de este es-
critor, que encontró eco en Europa, fué el sentimiento
de u n corazon noble i jeneroso, que pretendia suavi-
zar i depurar del esjDÍritu de venganza el ejercicio del
poder de que tratamos. Pero su teoría no podia satis-
facer la intelijencía como satisfizo al corazon de sus
contemporáneos.

Difícilmente habrá u n estudio mas importante que el


del Derecho Penal. Se enlaza de tal manera con los
mas sagrados derechos del individuo, que viene a
serlo, por decirlo así, el conjunto de las garantías
que la sociedad ofrece al ciudadano. Por otra parte, es
ademas u n estudio curioso, por ser una ciencia nueva
que aun no ha dicho su última palabra, i que tampoco
se ha puesto en práctica en todos los paises.' Sin em-
bargo, para comprender su importancia i sus benefi-
cios, basta comparar los tiempos de la E d a d Media
con los nuestros, i la diferencia- es tan. palpable, que
ella solo constituye el iimyor elojio del Derecho Penal.
Entónces la sociedad era todo, el individuo nada: el
mandatario tenia u n poder absoluto sobre los ciudada-
nos i su voluntad era superior a las leyes. No había
procedimientos: se tomaba preso a un honrado vecino
por una simple delación i se le tenia meses enteros sin
hacerle saber la causa de su prisión. Los azotes, la
marca, la infamia i el tormento, eran penas comunes
en todos los paises de Europa. L a s ideas mas erróneas
eran jeneralmente admitidas i no haciendo distinción
DEL DERECHO PENAL 23

entre la moral i la política, casi todos los pecados ve-


nian a aparecer como delitos i, por consiguiente, caían
bajo el poder del majistrado. P u e s bien, todas estas
prácticas b á r b a r a s i crueles eran respetadas como
dogmas de fé i no vinieron a desaparecer sino gracias
a los esfuerzos de los escritores que fundaron esta
ciencia. Miéntras ahora ¡qué diferencia! el criminal
también es hombre i tiene derechos, se le j u z g a con-
forme a las leyes establecidas de antemanó i se le
trata como a un desgraciado que inspira toda compa-
cion, ántes que tenerle odio o desprecio. Nunca la
misión del abogado es mas noble que cuando levanta
su voz en favor del hombre que, estraviado, ha causa-
do un mal en la sociedad. Tales son, por fin, los
benéficos resultados del Derecho Penal i por ellos, a
primera vista, podemos calcular su inmensa impor-
tancia.

VI

E l Derecho Penal no podia nacer sino cuando las


ideas dominantes de la sociedad cambiasen radical-
mente, cuando la suerte de los criminales llamase la
atención de los hombres pensadores i de los filósofos.
Apesar de que las ideas de delito i de pena, son tan
antiguas como la tierra; apesar, de la inmensa impor-
tancia de la ciencia criminal, solo en el siglo pasado
se le consideró en el rango del saber humano, i la
Revolución francesa realizó las teorías i convirtió en
hechos las utopías de los soñadores.
Varias son las causas que contribuyeron a esta
funesta tardanza. E n primer lugar, las ideas dominan-
tes de la época; la creencia universal de que la socie-
dad era el todo i nada el individuo; la repugnancia de
los lejisladores p a r a descender hasta tratar de los
criminales, como si perteneciesen a otra raza separada,
i finalmente, la idea de que los crímenes debían ser
refrenados por la acción social, son las principales.
También tuvo una g r a n p a r t e , en este atraso el
estado de postración en que se encontraban en aquella
época las demás ciencias auxiliares con las cuales está
24 RESEÑA HISTÓRICA

enlazado el Derecho Penal. Guando la Política se ocu-


paba de las p e n a s ' p a r a la buena organización i marcha
de un Estado; cuando la Medicina avanzaba notable-
mente; cuando el Derecho natural i la Filosofía moral,
proclamaban verdades que los pueblos habian dejado
de recordar; cuando, finalmente, todas las ciencias
ensanchaban su esfera de acción, entonces el Derecho
Penal apareció en la tierra como una consecuencia de
los adelantos anteriores. Perfeccionadas n n poco las
ideas, los principios salvadores proclamados por los
hombres del 89, sobrenadaron en el piélago de sangre
en que los anegó la Revolución e ilustraron entonces
al mundo entero con brillo i majestad.

VII

Hemos dicho que a Beccaria se deben los adelantos


en la ciencia penal, por haber sido el primero que trató
de averiguar el por que de ese derecho que ejercita la
sociedad, cuando impone penas por los delitos que se
causan en su seno, i que todos sé someten a él sin
!
reclamar. •- '
Varias han sido las teorías que se han inventado con
este objeto. Recorramos, pues, las principales.
La filosofía moderna ha proclamado el sistema de la
Convención o del Pacto Social. Su autor es. Beccaria, i la
base de esta doctrina la popularizó m a s tarde J u a n
Jacobo Rousseau, en su Contrato Social. Consiste 1 en
suponer que la sociedad tiene la facultad de imponer
penas en virtud, de una convención celebrada, por los
hombres i en la que convinieron en renunciar a .una
parte de su primitiva libertad, depositándola en el
poder público que establecieron para rejirlos, i al que
invistieron al mismo tiempo de las facultades necesa-
rias para compeler a los asociados a la observancia de
las reglas establecidas para el bien común.
Analizado este sistema a la luz de la razón, es pues,
como se vé, falso en su oríjen i absurdo en sus conse-
cuencias.
Rousseau, pretendía que el hombre errante i sin
destino era el hombre primitivo i el elemento primor-
DEL DERECHO PENAL 25

dial de la sociedad; que la formación de la familia era


ya un paso hácia la corrupción i que, por consiguiente,
la reunión de los hombres en sociedad, era un estado
contrario al de la naturaleza. Gomo se vé, pues, esto
era llevar el amor a la independencia a un estremo
bastante ridículo.
La aplaudida doctrina del Pacto social, que conquis-
tó tantos prosélitos distinguidos en el siglo pasado i
que ahora no tiene n i n g ú n valor, es insuficiente para
justificar el derecho d é l a sociedad, para imponer penas.
La historia, ese fiel reflejo del pasado, se ha encar-
gado de decirnos que no existe en los anales de n i n g ú n
jrneblo, el menor rastro de este supuesto contrato i que
fuera- él quien diera oríjen a la formación de la
sociedad.
E l hombre no ha nacido en el aislamiento, sino en
la sociedad, que es anterior a él. Encontróla formada i
fué señor de todo lo que le rodeaba. E l elemento principal
de esta sociedad es la familia, que es donde el hombre
nace, crece i se perpetúa, i si se aparta de ella, es para
ser jefe o formar otra nueva.
Por otra parte, si la sociedad no derivara sus dere-
chos de imponer penas mas que del consentimiento
espontáneo de los asociados, tal'derecho desaparecería
cuando lo quisiera la voluntad de éstos i nunca podría
disputarse a' un bandido la facultad de recobrar su
libertad cuando se le antojara i usar de su absoluta
independencia, para convertirse en un peligro perma-
nente contra el orden i la paz social.
Ahora si la Convención i el Pacto son el principio
de este derecho, tenemos que llegar como una conse-
cuencia precisa al estremo de que tal pacto solo obliga
a los que lo suscribieron; pero como esas personas han
sido reemplazadas por otra jeneracion, no pueden los
efectos p e n a l e s de aquel 'convenio alcanzar a los que
no han consentido en aquella obligación. Por otra parte,
el consentimiento no puede tampoco presumirse en este
caso, porque él no puede estenderse sino a lo que cono-
cemos perfectamente i en que tenemos plena libertad
para admitir o rechazar. E s claro que si aquel convenio
26 RESEÑA HISTÓRICA

hubiera existido, no nos habría obligado por esta


última razón.
Del mismo modo, si la sociedad solo derivara sus
derechos de la concesion de los asociados donde ésta
no pudiera existir, faltarían aquellos. E s incuestionable
que el hombre no tiene derecho a su vida i lo seria, por
consiguiente, en la. hipótesis que analizamos i al darlo
la sociedad, cedería lo que no tiene, lo que, por cierto,
es también contrario a la razón i al derecho.
Presenta ademas otro inconveniente el sistema de la
convención: es el no esplicar la manera cómo ha de
ejercitar la sociedad el derecho de penar. Ahora bien,
suponiendo que la sociedad tiene este derecho ¿cuándo
debe ejercerlo? ¿Será cuando lo exije la justicia?
¿Guando lo pida la conveniencia o la necesidad, o bien,
cuando plazca al capricho de la autoridad?
Desde luego, rechacemos por absurda i peligrosa
esta última hipótesis; pero reconozcamos que, si hemos
de aceptar algunas de las otras, la teoría de la Conven-
ción o pacto social no es completa. La base de este
sistema es tan falsa como su oríjen, porque no es
sostenible que el hombre t e n g a derecho para atentar
en contra de su vida, de su libertad i condenarse a si
mismo a sufrimientos que le afectan de una manera
indeleble i profunda.. Por lo tanto, necesitamos buscar
en otra parte el fundamento natural i lójico clel derecho
que se pretende esplicar.

VIII

E l segundo sistema filosófico i que tiene en el día


algunos partidarios de bastante mérito, es el de la
Defensa, inventado también por Beccaria. L a sociedad,
s e g ú n él, castiga al delincuente para defenderse del
mal que e n j e n d r a n los delitos.
E l derecho de defensa que la moral no puede ménos
de reconocer a cada individuo, es aplicable en todas
sus partes a las sociedades, como que son cuerpos que
h a n de tener las condiciones necesarias para mantener
i conservar su existencia. P u e d e un individuo rechazar
DEL DERECHO PENAL 27

la fuerza con la fuerza, oponer un mal a otro mal. Lo


mismo pueden hacer también las sociedades humanas.
Indudablemente hai algo de verdad i de deslumbran-
te en este sistema, porque es innegable que la defensa
i el derecho de penar, se asemejan bastante el uno al
otro. Pero es necesario que no confundamos el derecho
de defensa que compete a. toda sociedad, con el uso de
la lei penal que son cosas mui distintas.
L a defensa es un acto material, instintivo e irrefle-
xivo. E l individuo que se defiende no atiende a la
intención, a la moralidad, ni mucho ménos a la calidad
de la persona que le acomete, i es lo mismo para él un
loco que el hombre de sano entendimiento. E l mal que
causa la sociedad cuando ejercita el derecho de penar,
es un mal moral, discernido, que pesa la intención i se
proporciona exactamente al delito que trata de castigar
o correjir. Bien al contrario es el derecho de defensa,
que mira solo al presente i trata únicamente de evitar
u n mal que tenemos delante; miéntras que la acción
penal atiende principalmente al pasado, llevando, sin
embargo, en vista el porvenir. Por lo tanto, la defensa
es siempre violenta i material; porque en u n caso de
apuro, este es el imico medio de salvar, sin entrar a
examinar p a r a nada ni la intención del que nos acome-
te ni el mal que p o d a m o s causar en ese instante.
Si la acción de castigar los delitos no fuera mas que
el cumplimiento de u n hecho de defensa, verificada
ésta, de cualquier modo que fuera, aquel derecho
carecía ya de objeto. Así, pues, si u n hombre me aco-
mete ]3ara asesinarme i logro defenderme hasta conse-
guir frustrar sus propósitos, una vez que me h e
sustraído a sus ataques, nada tiene que hacer la
sociedad. Pero hai mas aun: si el derecho de castigar
no fuera mas que la defensa, verificado el crimen, aquel
derecho no tendría ya cabida, porque contra el hecho
consumado no hai prevención posible.
Tenemos, pues, que si el acto de castigar los críme-
nes no fuese mas que la defensa, verificada ésta real i
verdaderamente en cualquier caso, no habría ni en mo-
ral ni en estricta justicia, derecho alguno p a r a la impo-
sición del castigo: la defensa estaba ya realizada. Pero
28 RESEÑA HISTÓRICA

avanzando de este rnodc de raciocinio en raciocinio,


llegaríamos hasta el óstremo de suponer que, cometido
una vez un crimen, no habría irremediablemente lugar
a la imposición del castigo.
Ahora ¿de quién se defiende la sociedad cuando
castiga a un criminal? Del mismo que delinquió?
Pero ese ya no delinque? Acaso del mismo por delitos
que pueda cometer mas tarde?—-Pero en este caso la
sociedad le castiga también aun cuando esté en la
imposibilidad de volver a delinquir i sin tomar en
cuenta esta misma posibilidad.—¿De otros que p u e d a n
ser criminales?—La sociedad no castiga nunca a los
que pueden delinquir, sinó a los que realmente se h a n
hecho reos de alguna contravención, que la leí consi-
dera contraria al bienestar de los asociados o de los
individuos en particular.
E l derecho de defensa i el de castigar se diferencian,
pues, como hemos dicho, en su oríjen, en su fin i
esencialmente en su modo de proceder. E n este último
caso, la regla dé la defensa, es obrar para evitar el mal:
la del castigo, abstenerse para no hacer sufrir a u n
inocente.
No es, pues, este sistema el que nos esplique la
verdad que tratamos de buscar sobre el verdadero
oríjen del derecho de penar. E s cierto que aquí se nos
presenta la defensa como un derecho que no podemos
poner en duda, i 110 como en el sistema de la Conven-
ción o Pacto social, que no es otra cosa sinó el resulta-
do de u n delirio, producido por intelij encías exaltadas.

IX

Del análisis que hemos hecho de los dos sistemas


anteriores, tenemos que no resisten ni por u n momento
a l m a s lijero exámen. E l primero no es mas que el
resultado de. una ilusión del individualismo, falso en su
base i absurdo en sus consecuencias. E l segundo es
equivocado i erróneo, apesar ele estar dotado de mas'
verdad i fundado en hechos mas claros.
E n pos d é l o s anteriores, viene el de la Utilidad, que
también ha tenido partidarios respetables, produciendo
DEL DERECHO PENAL 29

g r a n d e s bienes a.la humanidad i adelantos considera-


bles para la ciencia. Ño por esto debemos admitirlo i
pasar por alto sus errores; pues hai en él algunas
verdades que lo hacen que no sea descabellado i se le
califique de frivolo i superficial.
E l sistema de la Utilidad nació de la oscuridad que
advertían o creían advertir los hombres en las ideas
de justicia; de la diversidad de interpretaciones acerca
de sus sentimientos i del deseo de encontrar mas fijeza
en las nociones del deber. H u y e n d o de la dificultad de
interpretar lo justo, se vino en la dificultad de calcular
lo útil. H é aquí, pues, su oríjen.
Examinada esta teoría en sí misma, la encontraremos
indudablemente universal, comprensiva, práctica i
exenta de las dificultades que hemos notado en los
anteriores sistemas; pero ella está muí léjos de dar un
b u e n resultado aplicada a las doctrinas del Derecho
Penal.
E l sistema de la Utilidad se subdivide en dos: la
utilidad individual, es decir el bien propio contrapuesto
al bien de los demás, proclamado en la antigüedad por
Epicuro i en el siglo X V I I I por Helvecio i otros filó-
sofos, como único móvil de las acciones h u m a n a s ; i la
utilidad común, que es el bien del mayor número, pro-
puesto por Bentham en reemplazo de aquel. E l primer
sistema es el que se aplica a la moral i en concepto de
los utilitarios, debemos hacer lo que es bueno, porque
lo que es bueno es útil al individuo que lo practica. El
segundo, se aplica a la lejislacion i previene a los in-
dividuos e n j e n e r a l el cumplimiento de la lei; porque
este cumplimiento es útil a la mayoría de la sociedad.
Desde luego este sistema tiene el inconveniente de
divorciar la lejislacion de la moral, lo que seria bas-
tante para destruirlo por su base, <
Aparte de lo anterior ¿será posible proclamar que la
virtud, la justicia i el deber, son nombres vanos i
vacíos de sentido, ilusiones de la educación i preocu-
paciones sin principio lejítimo?—¿Cómo creer que el
móvil de todas nuestras acciones h u m a n a s sea el cál-
culo individual?—El rico i el pobre, el feliz i el des-
graciado, el hipócrita, el hombre de bien i el malvado,
SO RESEÑA HISTÓRICA

reconocen todos i proclaman a la justicia, al deber i a


la virtud. E s t e hecho es universal, i en todos los tiem-
pos i lugares se ha reconocido así.
E l sistema de la utilidad individual, tiene en su
contra la conciencia universal del jénero humano, que
desmiente i condena una doctrina que niega la. virtud
i desconoce toda idea del deber. Sin embargo, es
preciso reconocer que el Ínteres existe como uno de
los móviles de nuestras acciones, móvil justo i racional
cuando el deber no se opone a él.
E n cuanto al segundo sistema, el de la utilidad co-
mún, le reconocemos una base hasta cierto punto
aceptable, si lo tomamos como la conveniencia de la
sociedad considerada como u n cuerpo colectivo. No
obstante, se . presta a la misma impugnación que el
anterior, si lo tomamos por la conveniencia de mu-
chos contrapuesta a la de unos pocos. Según la demos-
tración de Rossi, esta doctrina tiende a destruir la
sociedad, cuando la existencia de algunos sea u n
estorbo al Ínteres o conveniencia de muchos; i lo mis-
mo que el anterior, trastorna hasta el lenguaje de las
ideas morales. E n él, el crimen no es mas que u n cál-
culo equivocado: no hai ideas de mérito ni de demérito:
no hai seres libres, morales, sino séres sensibles que
jraeden hacernos bien o mal, i tanto vale el castigo o
el mal impuesto a u n loco que puede dañarnos, como
el castigo impuesto a un hombre sano que ha cometido
u n delito. Lo repetimos, este sistema desconoce la
justicia que es la lei de nuestra razón. E s ademas
egoísta, porque sacrifica a unos en bien de otros para
darles mayor suma de goces i placeres, lo que lo hace
convertirse en un sistema sensualista i ateo, que trata
solo de entronizar la voluntad en perjuicio de la
conciencia; lo que, por otra parte, es avasallar al
hombre, el sér mas libre de la creación, arrancándole
su intelijencia para hacerlo obrar impulsado a cumplir
ciegamente un destino inevitable. Por fin, es desmora-
lizador si atendemos a que permite arrasar con la
sociedad, siempre que éste sea u n obstáculo para el
bien de una parte de la comunidad.
DEL DERECHO PENAL 31

E l conde Rossi, el primero que haya dado a luz un


libro científico de Derecho Penal, apartándose de los
anteriores sistemas, establece uno que podemos resu-
mir en los siguientes límites: «El poder social solo
tiene un medio para reprimir el crimen, que es el mal
de la pena o lo que es lo mismo, la esjnacionj) La apli-
cación de la ¡nena es obra d é l a justicia humana, que es
una emanación de la justicia divina. E s t a teoría que al
principio parece mui conforme con la razón i con los
principios de la ciencia, examinada con detención, cae
i no resiste a u n maduro exámen. E n efecto, hacer que
la pena solo t e n g a por objeto devolver mal por mal,
es ir derecho al Talion, es proclamar sin repugnancia
alguna este absurdo sistema de castigos. Tampoco hai
con esta teoría un criterio seguro para j u z g a r de la cri-
minalidad de u n delincuente i u n juez no sabría cómo
fallar puesto en este caso.
Suponiendo que se tome como base el mal físico
causado, no hai una línea de separación que indique
los castigos, por lo que se tendría que aplicar penas
arbitrarias al delincuente culpable de asesinato frus-
trado o al que ha mutilado a u n a víctima. De modo,
pues, que en algunos casos el juez vendría a ser el
lejislador, i en otros, se castigaría al delincuente con la
misma pena que él infirió al ofendido, i esto nos lleva-
ría, como acabamos de decir, al Talion.
Otro de los graves defectos de este sistema, es que
considera al sufrimiento como el único fin de ia pena.
E l autor prescinde del otro constitutivo de todo casti-
go, i es que debe dirijirse principalmente a correjir al
delincuente. Hace, en fin, que el hombre se anonade
ante las exijencías de la sociedad i al tratarlo como a
u n sér que no puede tener enmienda, es n e g a r al cri-
minal los derechos de hombre i desesperar de un in-
dividuo, tari solo porque una vez se manchó con un
crimen.
32 RESEÑA HISTÓRICA

XI

Si los sistemas anteriores pudieran aplicarse en la


práctica, serian altamente peligrosos; p o r , suerte, sus
falsedades como doctrina los ponen a cubierto de lle-
gar a este caso. Por eso es que necesitamos buscar
otro sistema que nos esplique de u n modo satisfactorio
a la razón i a da conciencia, de dónde saca la sociedad
este derecho que diariamente ejercita cuando impone
penas, derecho que nadie lo'pone en duda i que todos
se lo reconocen. No por esto debemos dejar de buscar
un principio justo que lo moralice i sancione.
E l fundamento del derecho de penar según .otros,
es la Justicia. Ella nos enseña que todo ciudadano que
delinque es merecedor de una pena. Por otra parte,
las relaciones" necesarias e inmutables que ha estable-
cido la Providencia entre la infracción i la reparación,
entre el crimen i el castigo, son, sin duda alguna, el
fundamento mas racional del derecho que el poder
social tiene para imponer penas. H a i leyes naturales
impuestas a nuestra naturaleza i de cuya obediencia no
podemos sustraernos. Nuestra conciencia nos hace en-
contrar bueno lo que a ella se conforma, malo lo que
de ella se aparta; por eso los remordimientos que es-
perimentamos ele la conciencia, son siempre el primer
castigo que reciben nuestra faltas, cuando nos hemos
separado de la senda del deber.
Todos los seres creados obedecen a las leyes natura-
les; s-íguenlas los brutos i los seres inanimados irrevo-
cablemente, porque carecen de intelijencia i libertad;
pero el hombre que es libre para seguir su destino o
separarse de él, puede cumplirlo sin perturbación o
infrinjirlo. Mas, en este último caso, es necesario que el
mal que produce, desviándose de la senda del bien,
sea reparado inmediatamente i restablecida la armonía
social. H é aquí el oríjen del castigo, de la reparación
del mal causado.
«Jamas han podido los hombres, dice Mr. Gruizot,
ver caer de una mano humana el castigo sobre una
acción que creian inocente. Solo la Providencia tiene
DEL DERECHO PENAL 33

el derecho de hacer sufrir a la inocencia sin darse


cuenta de sus motivos. E l espíritu humano se admira
de ello, pero no se inquieta, porque comprendiendo que
hai en esto un misterio óuyo secreto desconoce, se
lanza fuera de este mundo j)ara encontrar su esplica-
cion. E n la tierra i de parte de los hombres, el castigo
no puede existir sinó para el crimen.))
Establecida ya la necesidad de la reparación del
mal causado, sé nos presenta la cuestión de averiguar a
quién corresponda hacerla cumplir. No podemos dudar
ni por un solo instante que semejante cargo correspon-
de al poder público, que gobierna i dirije la sociedad i
que está también encargado de la declaración de las
lej^es naturales, de su aplicación i cumplimiento. «La
nocion del poder, dice el señor Pacheco, comprende la
idea de supremacía i ésta constituye la autoridad p a r a
imponer penas, llevando en sí la facultad de decretar el
castigo. Ahora bien, si es lejítimo este derecho, lejítimo
es también el de la sociedad para imponerlo.))—La ra-
zón así lo ha creído, puesto que es un hecho universal
i la voz del jénero humano, que sin duda alguna es la
voz de Dios, lo ha proclamado por todo el Orbe civili-
zado, despues de investigaciones severas i desapasio-
nadas a la luz de la Filosofía, que también lo ha creído
conforme con su conciencia i con los eternos principios
de moral i de justicia que el Altísimo grabó en el cora-
zon de los hombres.
E n resúmen i siguiendo este sistema tenemos que la
justicia es el fínico fundamento sólido, noble i elevado
del derecho de ¡jenar i que míéntras mas meditemos i
reflexionemos sobre esta materia, mas fuertes i mas
p r o f u n d a s serán también nuestras convicciones a este
respecto.

XI

Empero, necesitamos no obstante, saber de un modo


seguro cuál es el verdadero fundamento del derecho de
penar i a qué principios es preciso remontar p a r a
esplicarlo i darse cuenta de él.
Nosotros creemos que su base no está en tal o cual
3
34 RESEÑA HISTÓRICA

sistema sino en la necesidad misma de las cosas. E l


hombre ha nacido en la sociedad i para la sociedad; hé
aquí su estado de naturaleza. L a sociedad no puede
existir sin el cumplimiento de las leyes que son nece-
sarias para hacer reinar el orden, es decir, como dice
Mr. Hélie, para hacer respetar los derechos de la socie-
dad misma i los de cada uno de sus miembros.
E n la asociación h u m a n a hai una lei de conservación
que justifica todas las medidas que sean esenciales para
su existencia.
L a justicia penal existe porque ella es una de esas
condiciones: porque ella es u n elemento necesario para
su conservación.
No ha menester, pues, otros títulos: toda su lejitimi-
dad está en la lei social.
Ella no ejerce u n derecho de defensa como impro-
piamente se ha dicho, sinó que pura i simplemente u n
derecho de conservación, derecho que se estiende a
todos los derechos, a tocios los intereses sociales i que
lleva en si mismo, como u n desenvolvimiento lójico i
necesario, las medidas que tienen por obj eto contener i
reprimir los actos peijucliciales al órden.
E s t e sistema, armonizado con el de la Justicia que
acabamos de esponer, nos parece que nos dan el funda-
mento racional del derecho de penar.
Asignar a la lei divina como fuente de la lei h u m a n a
el oríjen de imponer penas, bajo los mismos preceptos
i las mismas reglas de aquella, no nos parece u n
sistema aceptable por mas que la justicia penal admita
la lei moral como u n elemento indispensable; pero ésta
no es la fuente de donde aquella dimana, porque la
misión de la leí penal no es dar una sanción a esa lei
divina i hacer observar del todo sus preceptos. L a lei
moral no puede ocuparse ni se ocupa del órden público
ni de los intereses sociales: su objeto no es otro que
mantener este órden i protejer estos intereses. L a
justicia social, a su vez, no tiene por misión ejercer la
justicia mor,al; su círculo es m a s estrecho: solo tiene
acción sobre los actos estemos, es decir, sobre los actos
materiales de los individuos de la sociedad.
H é aquí entonces p o r q u e aceptamos el sistema de
DEL DERECHO PENAL 35

la Justicia en unión del sistema que Mr. Hélie denomi-


na del derecho social, limitado por los preceptos de la
lei moral, porque la lei penal no puede estar j a m a s en
oposieion con ella i léjos de eso, allí debe estar su
límite i dentro de ella su círculo de acción armonizando
en cuanto sea posible con los intereses de la sociedad
en que hace sentir sus efectos.
E l objeto del poder social es el bien de los asociados;
su i n s t r u m e n t ó l a lei; su esencia la justicia: hé aquí
pues en resumen el verdadero oríjen del derecho de
penar i las bases en que descansa, i que han sido
materia de este estudio.
HISTORIA DEL CÓDIGO PENAL DE CHILE.

La necesidad de una reforma en nuestra lejislacion


penal, se liizo sentir desde los primeros dias de nuestra
emancipación política.
L a lejislacion española que entónces rejia tanto en
la materia civil como en la criminal no correspondía a
nuestras aspiraciones ni podía, sobre todo esta última,
tener una exacta aplicación en la práctica.
E s t a s leyes fueron dictadas para otra época i-para
una civilización mas atrasada. Ellas liabian sido inspi-
radas por un rigorismo exaj erado, i mas parecían
perseguir la satisfacción de una venganza, que el j u s t o
castigo de un delito.
L a s pocas disposiciones patrias que mas tarde se
fueron ]3romulgando para com|)lementar aquellas leyes
o para llenar los vacíos mas u r j e n t e s que se notaban
en ell^s, no fueron tampoco bastantes p a r a subsanar
los inconvenientes con que tropezaban nuestros tribu-
nales de justicia al penar los delitos que se pesquizaban,
No obstante, esa lejislacion ha estado en vigor entre
nosotros hasta hace pocos años, apesar de que su
reforma era una necesidad jeneralmente sentida i si no
se atendió ántes a llenar con mas ftrjencia el deseo
de tener un Código Penal propio para el castigo de
38 HISTORIA DEL CÓDIGO

los delitos, fué sin duda porque negocios de mas


valía apartaban de este propósito la atención de los
gobiernos.
La codificación de u n pais que recien entra a la vida
libre i que es preciso cimentarlo sobre bases sólidas,
no es la obra de un momento.
Las reformas violentas no son las mas convenientes
ni tampoco las mas provechosas para un pueblo i ántes
que dictar .leyes inconsultas i causar con ellas un
trastorno repentino, vale mas seguir con aquellas
disposiciones que al fin, de b u e n o mal grado, están ya
aceptadas.
Empero, no por esto nuestros gobiernos olvidaron la
idea de que era necesario tener cuanto ántes u n Código
Penal propio, que consultando nuestro modo de ser
estuviera también a la altura de la civilización i
progreso a que hemos llegado.
E n 184:6 se nombró con este objeto u n a comision de
abogados; pero no se tuvo la suerte de que ese trabajo
llegase a su término, No por esto esa idea fué
abandonada.
E n 1852 nombróse al eminente jurisconsulto don
Antonio García Reyes para que redactase un proyecto
de Código Penal.
«El decreto en que se ordenó la codificación de estas
leyes dispuso que se tomara por base para el objeto,
el Código Penal de E s p a ñ a con las modificaciones
introducidas en él por la Nueva Granada, Se ordenó
así mismo, por el referido decreto, que sé evitase, la
excesiva severidad en las penas i se aconsejó la
lenidad para los delincuentes cuya responsabilidad se
hallara minorada por la ignorancia o dependencia.»
La mala salud del señor García Ee}Tes 110 le permitió
avanzar lo. bastante en esta obra i, por fin, su muerte
acaecida en Lima el 16 de octubre de 1855, a los 38
años de edad, vino a quitar toda esperanza de ver por
entonces realizado este deseo.
No por esto tampoco se dio de mano a ese trabajo.
E l Gobierno comisionó. entonces al abogado don
Manuel Carvallo, que se encontraba en Béljica de
Ministro Plenipotenciario de Chile.
PENAL DE CHILE 39

E n honor de la verdad sea dicho que el señor Car-


vallo acejitó con gusto este encargo, dedicando su
talento i contracción para corresponder dignamente a
la confianza que en él se hacia.
E n 1863 el señor Carvallo esplicaba en estos térmi-
nos la demora en la terminación • ele su proyecto de
Código :
«La Prusia trabajó 28 años e hizo 31 proyectos
ántes de adoptar el Código Penal que hoi tiene i
con el cual está descontenta. La Béljicaha trabajado
29 años para reformar el Código Penal que hasta
ahora rije; se h a n publicado muchos volúmenes de
proyectos, contra-proyectos, memorias e informés i
solo el año anterior ha pasado en la Cámara de Repre-
sentantes u n proyecto de lei que indudablemente sufrirá
modificaciones en el Senado, porque no alcanza a lle-
nar las aspiraciones de la opinion. No liai nación, en
fin, que esté satisfecha con su Código Penal; todas
quieren reformas totales o parciales; pero de esta
interminable discusión de principios i opiniones resulta
mucha luz de que he querido aprovecharme en obse-
quio d e m i p a i s . »
E l señor Carvallo falleció en Compifegne en 1867;
pero ántes de este lamentable suceso ya él habia.logra-
do concluir su obra i remitirla a nuestro gobierno.
No obstante, este Proyecto de Código Penal no
alcanzó a set lei de la República, talvez porque con la
muerte de su autor faltara quien sostuviera sus doctri-
nas o bien porque se .creyera que todavía se podia
exijir algo mejor.
Lo cierto es que las cosas siguieron como ántes i
todo inducía a creer que algo misterioso se oponía a
que Chile tuviera un Código Penal propio.
E l 15 de Octubre dé 1867 principió a rejir el nuevo
Código Penal de Béljica.
E l gobierno de Chile creyó que este Código era la
última palabra de la ciencia en esta materia. U n año
despues, en 1868, lo hizo reimprimir i el 17 de E n e r o
de 1870, el señor don Joaquín Blest Gana, reaccionan-
do sobre el antiguo sistema de nuestra codificación que
consistía en designar a una persona para estos traba-
40 HISTORIA DEL CÓDIGO

j o s con un suélelo crecido, nombró una comision de


abogados a la cual encargaba la redacción del Código
Penal, la que debia tomar por base para su trabajo al
Código Penal Belga,
E n la sesión preparatoria que la Comision celebró el
8 de Marzo de ese año, el señor Ministro de Justicia,
espuso que al ordenar que se adoptase por base de la
discucion el Código Penal Belga, conocía que era u n
tanto deficiente; pero que su claridad, precisión i senci-
llez lo hacían superior a cualquiera otro para servir de
punto ele partida en la reforma ele nuestra lejislacion
jienal. Agregó también que la época reciente ele su
publicación i el largo período de veinte años que se
había gastado en su revisión, p a r a l a que se tuvieron en
vista los cambios operados en las lejislaciones penales
de toda la Europa en los últimos tiempos, daban, a su
juicio, una ventaja inmensa en el trabajo que se iba
a emprender, al Código belga sobre todos los demás.
E l señor clon Alejandro Reyes, disconforme con las
ideas emitidas por el señor Ministro sobre la supe-
rioridad del Código Belga para servir de base a la
discusión, opinó porque ella versara sobre el Código
Español, cuya división mas lójica que la del belga, era
mejor adecuada al objeto.
Al fin, el resultado de este debate fué el que quedara
establecido que se tomara el método seguido por el
Código español para el órclen de la discusión e ir.
rejistrando las disposiciones de los distintos códigos
a medida que fueran oportunas.
Despues de tres años i medio de constante labor, -la
Comision dio feliz término a su cometido.
E l gobierno pasó inmediatamente al Congreso el
Proyecto ele Código para su aprobación.
Tocóle al Senado, ocuparse primero de este trabajo.
La discusión se abrió en octubre ele 1873.
E l Senado como la Cámara de Diputados, apartándose
de la antigua práctica ele aprobar por completo los
Códigos, sin entrar en discusiones particulares, creye-
ron que esta vez era preciso no aceptar algunas de las
disposiciones contenidas en dicho proyecto.
Los diversos partidos políticos en ambas Cámaras,
PENAL DE CHILE 41

fueron esta vez intransijentes. Notables discursos ilus-


traron el debate i el pais entero aplaudió la actitud
noble i elevada de esa discusión.
Para abreviar nuestro relato, nos bastará decir en
conclusión, que de todas las objeciones del Congreso,
solo en definitiva se aceptaron las siguientes:
Supresión completa ele los artículos 118, 261 i 262
del proyecto; i se modificaron los artículos 119, 215,
292, 397 i 486, dándose así por agotado el debate en
noviembre de 1874, es decir, un año despues de su
presentación al Congreso.

II

No estará demás conocer las supresiones i modifica-


ciones que sufrió el Proyecto ele Código Penal en el
Congreso.
Para ello seguiremos el orden que liemos llevado al
citar los artículos suprimidos o modificados.
E l artículo 118 del Proyecto, decia así:
«El eclesiástico que en el desempeño de su cargo i
sin los requisitos que prescribe la parte 14 del art.
82 de la Constitución del Estado,' publicare o ejecutare
bulas, breves o despachos de la Corte Pontificia u otras
disposiciones . o declaraciones que atacaren la paz o la
independencia de la República, o se opusieren a la
observancia de las lej^es o provocaren su inobservancia,
incurrirán en la pena de estrañamiento menor en su
grado medio, i.en caso de reincidencia en la de estra-
ñamiento mayor en su grado máximo (de 15 años i un
día a 20 años).
E l lego que ejecutare las referidas bulas, breves,
despachos, disposiciones o declaraciones, será castiga-
do con reclusión menor en su grado mínimo (de 61
a 540 dias).
La Cámara de Senadores a donde el Gobierno pasó
primero el Proyecto de Código Penal, i que por eso fué
la de su oríjen, modificó el anterior artículo dándole
otra redacción. E s la que sigue:
«El eclesiástico que en el desempeño ele su cargo i
sin los requisitos que prescribe la parte 14 del art. 82
42 HISTORIA DEL CÓDIGO

de la Constitución del Estado, ejecutare órdenes o


disposiciones de la Corte Pontificia que atacaren la
independencia o seguridad del E s t a d o o se opusieren a
la observancia de sus leyes, en cuanto no sean contrarias
al dogma o a las costumbres, incurrirá en las p e n a s de
estrañamiento menor en su grado mínimo (de 61 a 540,
dias).
E l lego que ejecutare las referidas órdenes o dispo-
siciones, será castigado con i'eclusion menor en su graclo
mínimo.d (de 61 a 540 dias).
L a Cámara de Diputados sostuvo, el artículo del
Proyecto i rechazó la redacción que el Senado le habia
dado al artículo en cuestión. Mas como n i n g u n a de las
dos Cámaras se puso de acuerdo en la redacción del
artículo i á m b a s insistían con la mayoría necesaria,
h u b o entonces de tener aplicación el art. 51 de la Cons-
titución de la República, que dice así:
«El proyecto de leí que fuere adicionado o correjido
por la Cámara revisora, volverá a la de su oríjen; i si
en ésta f u e r a n aprobadas las adiciones o correcciones
por la mayoría absoluta de sus miembros presentes,
p a s a r á al P r e s i d e n t e de la República.
«Pero si las adiciones o correcciones fuesen repro-
badas, volverá el proyecto s e g u n d a vez a la Cámara
revisora; donde, si fuesen n u e v a m e n t e aprobadas las
adiciones o correcciones por u n a mayoría de las dos
terceras p a r t e s de sus m i e m b r o s ¡n-esentes, volverá el
proj^ecto a la otra Cámara i no se entenderá que ésta
r e p r u e b a las adiciones o correcciones, sino concurre
p a r a ello el voto de las dos terceras p a r t e s ele los
m i e m b r o s presentes.»
Conforme entonces con lo que preceptúa el art. 42
de la misma Constitución, el artículo 118 se entendió
rechazado i se suprimió del proyecto de Código.
Ahora bien: ¿se entenderá por esto que el delito que
t r a t a b a de p e n a r el artículo en cuestión ha dejado de
ser delito o que no hai disposición que lo pene si por
desgracia se presenta este caso?—Creemos que nó.
"Primeramente, porque como lo acabamos de ver, el
rechazo del artículo se debió solo a falta de acuerdo en
los dos cuerpos colejisladores en la forma mas bien que
PENAL DE CHILE 43

en el fondo de la disposición, i a una prescripción


constitucional; pero ámbos sostenían la existencia del
delito: el uno en una escala muí reducida i el otro con
mucha mayor latitud.
ccEn segundo lugar, porque nunca dejará de ser
delito punible la infracción abierta de una lei penal o
de la Constitución. Si falta en la lei una disposición
especial para castigarla, caerá la infracción bajo las
reglas jenerales.
((Desde luego parece que^ pudiera aplicarse al caso
que preveia el art. 118 del Proyecto, la disposición del
artículo del Código que quedó bajo el mismo número
118, según se desprende de su tenor literal i de las
discusiones que hubo en el Congreso.
«Si esta doctrina no fuera exacta, si hubiera de
sostenerse que ese delito estaba fuera del alcance del
presente Código, tendríamos que se aplicarían a él las
disposiciones de la lei antigua, que no habría sido
derogada, puesto que según el artículo final del Código
solo se derogan las disposiciones preexistentes sobre
todas las materias que en él se tratan. I por cierto que
entonces la situación de esa clase de delincuentes, seria
mucho mas desventajosa, desde que la lei antigua
impone mas severas penas.» ( s )
La lei 9.a tít. 3.° Libro 11 de la Novísima Recopila-
ción, que seria la aplicable al caso, si se creyera que el
art. 118 del Código Penal no castigaba u n delito seme-
jante, dice lo siguiente:
«Con el deseo saludable de que las bulas, breves i
despachos de la Corte ele Roma t e n g a n puntual ejecu-
ción en mis reinos, evitando al tienrpo de ella todo
perjuicio o desasosiego público... Mando se presenten
en mi Consejo, ántes de su publicación o uso, todas las
bulas, breves, rescriptos i despachos de la Curia
romana, que contuvieren lei, regla u ' observancia
general, para su reconocimiento, dándoles el pase ]Dara
su ejecución, en cuanto no se opongan a las regalías,
concordatos, costumbres, leyes y derechos de la nación,
o no induzcan en ella novedades particulares, gravá-

(*) Pedro Javier Fernandez.—Prólogo de su Código Penal.


44 HISTORIA DEL CÓDIGO

men público o de tercero... Para que el coíitenido de


los capítulos precedentes tenga puntual cumplimiento,
declaro a los transgresores por comprendidos en la lei
5.a ele este título.»
E s t a lei dispone que los legos incurran en la pena de
perdimiento de la mitad ele sus bienes en favor de la
Cámara Eeal i que fueran desterrados perpetuamente
clestos nuestros reinos: y si fueren personas eclesiás-
ticas procedan contra ellos, condenándolos y ejecutando
con ellos las p e n a s , que conforme a la calidad y exceso
del delito merecieren.
Empero, el art. 118 del Pro}^ecto no era por cierto
una novedad que introducía la Comision Redactara:
todos los Códigos de las naciones civilizadas contienen
disposiciones análogas.
E l art, 145 del Código Español dispone a este res-
pecto lo siguiente:
«El que sin los requisitos que prescriben las lej^es
ejecutaren en el reino bulas, breves, rescriptos o des-
pachos de la corte pontificia o les diere curso, o los
publicare, será castigado con la pena de prisión
correccional i multa de 300 á 3,000 duros.
«Si el delincuente fuere eclesiástico la pena será de
estrañamiento temporal, y en caso de reincidencia la
de estrañamiento perpétuo.»
Esta disposición está vijente en la nación mas cató-
lica del mundo i ella es una consecuencia de ser el
Estado católico, de defender i protejer la relijion i de
no querer, sin embargo, abdicar su soberanía ni aun
en beneficio de la respetable autoridad de la Iglesia.
E l artículo 145 del Código Español fué también
objetado en el Senado por el señor Tarancon, obispo
de Córdoba, i contestóle el señor Luzuriaga, entre otras
cosas, lo siguiente:
«Debe tener presente el señor obispo de Córdoba
que la impunidad de los delitos puede comprometer la
independencia del pais, porque en las relaciones entre
una nación i el cabeza visible de la Iglesia, es necesa-
rio que la autoridad civil no quede desairada porque a
ella le corresponde mantener el orden en su pais.—En
seguida agregó: que las razones porque se impone a u n
PENAL DE CHILE 45

clérigo mayor pena que a un seglar, era por que el


mayor peligro es de que se cometa este delito por los
clérigos i no por los seglares.
No hai razón alguna para que entre nosotros no fue-
ra delito lo que ha sido considerado como tal por
naciones, sinó igual, al ménos mas relijiosa que la
nuestra i de civilizaciones bien avanzadas. L a sobera-
nía nacional no debe declinarse ante consideraciones
ni autoridad alguna sobre la tierra.

III

Los arts. 261 i 262 del Proyecto de Código Penal,


fueron también suprimidos por el Congreso.
Esos artículos decían así.
E l 261.-—«El eclesiástico que en sermón, discurso,
edicto o pastoral u otro documento no impreso a que
diere publicidad, incitare directamente a la desobe-
diencia de una lei, decreto o sentencia de autoridad
competente, será castigado con la pena de relegación
menor en su. grado medio.))
E l 262.—-«El eclesiástico que requerido por el tribu-
nal competente, rehusare remitir los autos pedidos
para la decisión de un recurso de fuerza interpuesto,
o alzar la fuerza, sufrirá las penas de inhabilitación
especial temporal para el cargo u oficio en su grado
medio i multa de ciento a mil pesos.
No se crea que porque el Código no consigna estas
disposiciones, los eclesiásticos pueden o están autori-
zados para hacer lo que aquellos artículos les prohibían.
Ello habría sido establecer un privilejio en favor el el
clero, lo que j a m a s podría tolerar el país. Por suerte
hai otras disposiciones que nos ponen al abrigo de ese
abuso i de ese privilejio. Ellas son las que se rejistran
en los arts. 126 i 133 del Código, i- si así no fuera,
tendríamos entonces que ocurrir para un caso no pre-
visto, a las leyes q u e r e j i a n ántes de su vijencia; porque
en n i n g ú n caso podían quedar autorizados los ecle-
siásticos de Chile para incitar al pueblo a la desobe-
diencia de una lei, sentencia, etc., etc.
46 HISTORIA DEL CÓDIGO

Nada habría sido mas peligroso entre nosotros que


dejar a nuestro clero en libertad de j u z g a r de las leyes
i de los fallos de los tribunales i que pudieran ellos
desde el pulpito apreciar la bondad de los que lej islán
los poderes del Estado, para aconsejar al pueblo a
obedecer o nó esas leyes.
Apesar de que el clero debe vivir consagrado a su
ministerio, porque su reino no es de este mundo, no
obstante, i aunque sea duro decirlo, el nuestro estalvez
uno de los mas políticos i por desgracia, no siempre hace
buen uso de la Cátedra del Espíritu Santo.
¡Qué seria si no hubiera leyes que lo contuviera en
ese camino! ¿Adonde iríamos a parar?

IV

Vamos ahora a ver las modificaciones que sufrieron


algunos de los artículos del Proyecto.
E n el 119, que es el 118 del Código, se suprimieron
las palabras—introdujere o publicare—que estaban
despues de la frase— el que ejecutare, i la de documen-
tos que seguía a la palabra—disposiciones.
Por fin, se varió la pena que en el proyecto era de
reclusión menor en su grado mínimo, por la de estraña-
miento menor en su grado mínimo a medio. Hubo, pues,
facultad para aumentar el castigo en ese caso, porque
se vé que se puede recorrer un grado mas.
Al art. 215 del Proyecto, que equivale al 214 del
Código, se le agregó esta frase:— u como también el
eclesiástico que las ejecutare, hallándose suspenso por
autoridad competente, sin perjuicio de las penas espiritua-
les que ésta puede imponer."
Del mismo modo, al art. 292 d<el Pl-oyecto, que es el
289 del Código, se le suprimió la frase:—"que haya
motivos para creer."
Al art. 397 del citado Proyecto, que equivale al art.
394 del Código, se le suprimieron los tres últimos
incisos, que decían así:
"Si el infanticidio se cometiere por salvar la honra
44
PENAL DE CHILE

de la madre atendida su posicion social, la pena será


presidio mayor en su grado mínimo."
"Los demás parientes i los estraños que dieren
.muerte a u n niño menor de cuarenta i ocho horas,
sufrirán la pena de presidio menor en su grado máximo
a presidio mayor en su grado mínimo."
"Si el occiso tuviere mas de cuarenta i ocho horas,
se aplicarán al delincuente respectivamente las penas
del párrafo anterior."
E l señor Fernandez dice .a este respecto:
" E l primero de estos incisos se suprimió tanto por-
que la atenuación de la pena se estendia no solo a la
madre sino también a los demás parientes relacionados
en el primer inciso del artículo, cuanto porque se hacia
u n privilejio de la posicion social de una persona, privi-
lejio desconocido por nuestra Constitución, e inacepta-
ble en nuestras prácticas democráticas.
"T tan fué esto así, que el mismo Senado que
suprimió este inciso, rechazó la objeccion hecha al 2°
inciso del art. 347 (344 del Código) que atenuaba la
pena impuesta a la madre que causa su aborto por
ocultar su deshonra.
" E l 2.° inciso se suprimió porque léjos de ser una
circunstancia atenuante del cielito en las personas que
mencionaba, era mas bien agravante, desde que nácla
podia disculpar su crimen.
" E l inciso 3.° se suprimió por innecesario."
Por fin, al art. 486 del Proyecto, que corresponde
ahora al 483 del Código, se le agregó la siguiente fra-
se:— U u otra clase de prueba" despues de la palabra
documentos.
La Comision Redactor a habia querido suprimir la
prueba testimonial en este caso por el abuso que se
hace de ella i por la facilidad con que la j e n t e poca
escrupulosa encuentra testigos para todo.
E n efecto, se trata en este artículo de una presunción
legal respecto del comerciante que sufre las con-
secuencias de u n incendio i por eso la Comision quería
que solo con sus libros o documentos justificara que el
siniestro no le reportaba provecho alguno i con la
frase a g r e g a d a — u otra clase de prueba, se ha dado pías
48 HISTORIA D ¿ L COMBO

garantía al liombre honrado i una franquicia de g r a n


valer al que no lo es.
Por otra parte, puede u n incendio destruir los libros
i los documentos de un comerciante i ¿habría por esto,
de condenársele si de hecho no podia probar su sol-
vencia e inocencia puesto que ya no tenia la única
prueba que exijia la Comision?
No obstante, la práctica nos ha mostrado que el art.
483 del Código Penal, ha venido a contener los incen-
dios, apesar de la latitud que se le dió a esta disposi-
ción. La causa de esto es por que al incendiado se le
reduce en el acto a prisión i no sale de ella sino hasta
que prueba su inocencia o que el incendio no le apro-
vechaba o al ménos hasta que en el proceso exista un
cúmulo de antecedentes que h a g a n entrever claramente
su inculpabilidad i esto cuesta bastante, sobre todo, con
las medidas rigorosas que nuestros jueces saben dictar
en esos momentos, máxime cuando el sindicado de este
delito es sospechoso o la opinion acentúa conceptos
poco honrosos de sus antecedentes comerciales.

Los otros artículos o incisos objetados no sufrieron


ittodificacion alguna i como no fueron variados, es inú-
til ocuparnos de ellos. Si nuestro Código Penal no es
la última palabra sobre esta ciencia, no es tampoco de
los peores.—Calcado sobre el Código Español que se
promulgó el 19 de. marzo de 1848, establece para cada
caso el medio de represión que ha considerado mas
adecuado a cada delito, atendiendo no tan solo al mal
que materialmente se produce sinó también la inten-
ción que se haya tenido al perpetrarlo, buscando la
pena que fuera bastante para retraer al hombre de'
cometerle, sin que ella deje ser adecuada a la infrac-
ción que se castiga.
Sin embargo de esto, hai disposiciones que exijen
una pronta reforma, porque en.la práctica se han pre-
sentado casos en que la pena llega a ser sumamente
abrumadora i ademas no guarda proporcion con el
delito, que se trata de castigar.
EÉNAL DB CÌÌILB 49

Apénas en vij encía nuestro Código Penal, se conde-


nó en 1876 a unos individuos por varias estafas come-
tidas en una oficina de Valparaíso, a 124 años de
Presidio, de conformidad con las disposiciones de los
arts. 74 i 233 de dicho Código.
E s t a sentencia fué recibida con bastante asombro;
pero la culpa no era de los jueces que aplicaban la lèi
sino del primero de los artículos citados.—El Código
debió haber señalado u n máximum p a r a toda condena
en esta, clase de delitos, o. bien h a b e r establecido una
regla análoga a la que se contiene en el art. 451, rela-
tivo a los delitos de hurtos.
También pudo haber seguido para los delitos de
estafas, hurtos i robos o malversación de fondos, en
algo de lo que disponía el art. 41 de la leí patria de 7
deagosto de 1849, que rejia ántes del Código.
E s t a lei establecia que las condenas por hurtos no
podrían exceder de diez años de Penitenciaria, i las por
robos, que solo podrían estenderse hasta doce años.
Con motivo de la sentencia de que hemos hecho
mérito, el Diputado don Demetrio Lastarria presentó a
la Cámara de Diputados u n proyecto de reforma del
art. 74 del Código P e n a l i en él se establece por el
inciso 8.° del artículo que trata de reformar, que la
duración de las penas temporales agravadas con arre-
glo al art. 74 del Código Penal no podrían pasar de
veinte años.—Por desgracia este proyecto no se ha
tratado todavía en el Congreso i duerme en secretaría
el sueño de los justos.—¡Ojalá viniera alguna vez a ser
leí de la república!
Por suerte, en el caso que citamos al principio, el
Consejo de Estado, tribunal de gracia, conmutó en ocho
años de presidio mayor los 124 de aquellos desgracia-
dos reos.—¿Qué decir ahora de una pena que, por su
duración, es mas larga que la vida probable d e n n indi-
viduo?
E n fin, en el análisis que h a g a m o s de cada disposi-
ción iremos consignando las observaciones que nos
sujiera la pràtica en esta materia.' E s t e será nuestro
trabajo para que en su aplicación se conozca el oríjen
de cada disposición, su verdadero sentido i cómo las
50 HISTORIA DEL CÓDIGO

lian entendido nuestros tribunales en su aplicación


diaria.
L a jurisprudencia práctica es el complemento de toda
leí positiva i como lo primero es lo que mas busca el
abogado para sus defensas, esto será lo que tratare-
mos de proporcionarle para que nuestro trabajo t e n g a
algún interés i sea útil en algo.
La lei penal es preferente a toda lei i su fin es tan
necesario, que sin ella no puede existir la sociedad. Su
objeto, dice el ilustrado señor Pacheco, no son los
bienes temporales que poseemos, sino nosotros propios,
nuestra libertad i nuestro ser, la materia en que se hace
sentir esa autoridad durísima. Sus estravíos son irrepa-
rables: sangre, lágrimas, miseria i orfandad, son el
acompañamiento de sus aciertos dolorosos i de sus m a s
dolorosos errores.
Por su naturaleza i carácter propio, la lei penal debe
ser la mas directa aplicación de la justicia divina. E l
juez que la aplica en la tierra "es la mas propia imájen
del Supremo A u t o r a del terrible J u e z del Universo."
Misión noble i elevada; pero para ello es necesario
mucha ilustración, mucha esperiencia i sagacidad, ma-
licia no poca i por fin, es preciso conocer el corazon
humano; tener bondad a veces i corazon de hierro en
muchos casos. L a s miserias de la humanidad no deben
j a m a s asombrar a u n juez, cuyo deber es ser el centi-
nela avanzado de la sociedad en que vive i el depurador
de sus malas costumbres. Esto i u n b u e n Código, pue-
den hacer en poco tiempo lo que 110 se logra en años
conotra clase de elementos civilizadores.

VI

• Nuestro Código Penal está dividido en tres libros:


el primero define lo que es delito, clasifica las penas,
establece las circunstancias que pueden exonerar de
responsabilidad criminal, aumentarla o disminuirla;
gradúa las penas i establece la responsabilidad que en
u n hecho puede afectar a los que concurrieren a él,
s e g ú n la participación que toman, i por fin, establece
él modo como se puede estinguir • la acción i J a pena
48
PENAL DE CHILE

sino se ejercitan en tales o cuales plazos. E n una


palabra, este primer libro es la parte artística i filosó-
fica de nuestra leí penal.
El segundo libro, establece las penas con que se
castiga cada delito, asegurando los derechos individua-
les de cada uno, la propiedad, el honor i finalmente,
afianza la tranquilidad esterna e interna de la sociedad
proporcionándole todo lo que necesita p a r a tener una
existencia real i sólida.
E l tercer libro está 'dedicado a las faltas, que son
pequeñas contravenciones sin g r a v e d a d i por eso no
participan de los caractéres, de los crímenes ni de los
delitos. ^

Vil

La Comision Redactara del Código Penal, se com-


puso en su oríjen del señor don Alejandro Reyes, que
fué nombrado su Presidente; i de los abogados don
Eulojio Altamirano, don J o s é Vicente Abalos, don José
Clemente Fábres, don J o s é Antonio Gandarillas, don
Manuel Renjifo i don Diego Armstrong. Por renuncia
de este último caballero, entró en su lugar el señor don
Adolfo Ibañez, aventajado juez i hábil político.
Secretario de la Comision, lo fué don Julio Prieto
Urriola desde que se instaló hasta fines de junio de
1870. E l 5 ele julio de ese mismo año, se nombró para
subrogar al anterior, al autor de este trabajo. Despues
de un año sucedió en este cargo el abogado don Osval-
do Renjifo, quien puso fin a la obra.
L a Comision Redactara despues de 175 sesiones dió
por concluido su cometido. L a fecha de la última sesión
es de 22 de octubre de 1873.
E l Mensaje con que el Supremo Gobierno pasó al
Congreso el Proyecto de Código P e n a l p a r a su exámen
i aprobación, fué redactado por don Manuel Renjifo.

VIII

Mas adelante espondremos el sistema filosófico adop-


tado por nuestro Código. Por ahora solo nos resta dectf
49 HISTORIA DEL CÓDIGO

que para el lleno de nuestro propósito. nos liemos


servido como base de las obras de los jurisconsultos,
señores don J o a q u i n Francisco Pacheco i don J o s é
Vicente i Cara van tes, hábiles comentadores del Código
español, consultando también los libros de clon Ilde-
fonso Aurioles Montero, de don Eustaquio Lazo, de
clon Manuel Ortiz ele Zúñiga i otros. 'Entre estos hemos
tenido a la vista unos lijeros comentarios del Código
español publicados en Barcelona en 1850, libro anóni-
mo i ele 110 escaso mérito i que sin desdoro pudieron
sus autores haber estampado sus nombres.
Hemos consultado también el Libro ele Actas ele la
Comision Reclactora, sirviéndonos no poco el Código
Penal ele nuestro intelijente amigo, clon Peclro J a v i e r
Fernandez.
Tampoco nos hemos olvidado ele las esplicaciones clel
señor clon Alejandro Re} r es, profesor clel ramo en la
Universidad i a cuyo primer curso público tuvimos la
honra ele asistir en 1875.
Ahora si nuestra práctica ele antiguo Secretario ele
n n o ele los j u z g a d o s clel crimen ele esta capital, ele
Ajente Fiscal mas tárele, i hoi ele Promotor Fiscal, ha
podido hacernos avanzar algo en esta materia, la he-
mos aprovechado en este trabajo.
Tal es lo que podemos ofrecer al público como ga-
rantía ele esta publicación que hacemos hoi, llevados
del móvil de hacer algo provechoso en este ramo, que
apesar ele su utilidad, es uno ele los que mas descuidan
los abogados, por su poco uso en esta materia, que 110
es por cierto la mas lucrativa en la profesion..
D I S C U R S O

PRONUNCIADO POR EL PROFESOR DE CÓDIGO PENAL


DE LA UNIVERSIDAD,

SEÑOR DON ALEJANDRO REYES,


EL 29 DE MARZO DE 1875

EN QUE INAUGURÓ EL PRIJIEU CURSO PÚBLICO DE ESTE RAMO.

Señores:

La leí penal es tan antigua como el mundo. No es


posible concebir la existencia del hombre, aun áutes
de la formación de la familia, sin u n principio de orden
i sin que este orden tenga una sanción. Dos seres po-
blaban la tierra cuando tuvo lugar la primera infrac-
ción de la lei divina. Mas tarde v a g a b a n solitarios
tres hermanos, tínicos pobladores del orbe i violando
la lei natura], uno de ellos destrozó una existencia que
Dios i su corazon le m a n d a b a n respetar. Así es cómo
dos crímenes i su castigo forman la historia de nues-
tros primeros padres. H é aquí por qué la lei penal es
coetánea con el hombre.
La libertad es el principal atributo de la especie hu-
mana, i para que no elej enere en licencia, necesita estar
limitada por el derecho ajeno. Desde que se vulnera
este derecho, nace el delito; i quien clice delito, dice
castigo.
No por eso se crea que aquella lei tuvo cíesele su
54 DISCURSO DEL SEÑOR

oríjeri tina forma tanjible. E n los pueblos primitivos


el derecho de venganza fué el principio fundamental
de las penas. Antes de la existencia de la sociedad,
careciendo el hombre de una fuerza colectiva que hi-
ciese respetar sus derechos, necesitó, p a r a defenderlos,
repeler la violencia con la violencia, dando así naci-
miento a la justicia privada que fué la precursora de la
justicia pública,
Formada la familia, el p a d r e fué el lejislador. Vino
despues la tribu, i el patriarca asumió igual carácter.^
Organizado el Estado, el soberano fué el supremo
regulador de las acciones humanas. También los sacer-
dotes de los primitivos tiempos fueron los dispensado-
res ele la justicia. E n la India, en el Ejipto, en el pue-
blo judío, en la Grecia, estaban en uso los sacrificios
espiatorios para aplacar la cólera celeste. Así fué cómo
la justicia humana buscó su sanción en la lei divina,
dando nacimiento a u n a confusa idea ele moralidad
detestablemente comprendida.
L a lei penal no deriva su importancia únicamente
de su antigüedad. Ella es una condicion indispensable
para la existencia de la sociedad; i sin ella viviríamos
en el caos. ¿Quién daria garantías al lejítimo uso ele
la libertad; quién pondría a cubierto nuestra existencia
contra las asechanzas de las malas pasiones? L a justicia
divina perdería su prestijio desde que no hubiera en la
tierra quien diese sanción esterna a la violacion de
las leyes h u m a n a s que no son ni deben ser sino u n
reflejo de la lei de Dios.
Sin embargo de su importancia, la lejislacion penal
es la que ha hecho ménos progresos. L a antigüedad
nos ofrece ejemplos casi perfectos de las lejislaciones
política i civil. L a mayor parte ele ellas h a n sobrevi-
vido durante siglos a los pueblos que las dictaron.
No sucede otro tanto con lei penal, que por su natu-
raleza es progresiva i debe acomodarse a l a s exijencías
d é l o s tiempos. Lo que ayer fué delito, mañana deja
de serlo; lo que ayer era inocente, pasa despues a ser
criminoso. Esto no quiere decir que el delito, como
símbolo del mal, sea susceptible de modificaciones^
porque,., llámese "como se quiera, siempre será la tras-
ALEJANDRO REYES 55

gresion de la leí, o la conculcación del derecho ajeno.


Pero si su esencia es inmutable, no sucede otro tanto
con su estension i su aplicación, habida consideración a
los pueblos, a las épocas i a las costumbres.
E n su orijen, las leyes penales no obedecían a nin-
g ú n principio filosófico ni en la clasificación de los
delitos ni en la aplicación de las penas.' No hai jiara
qué buscar la confirmación de este aserto en los pue-
blos nómades que fueron la cuna de la humanidad.
Lleguemos a Grecia i a Roma, i veremos la prueba ele
lo que ántes dije. Poseian leyes políticas i civiles
perfectas para la época en que esos pueblos florecie-
ron, al paso que sus leyes criminales eran una protesta
viva contra la civilización de que tanto se enorgu-
llecían.
Seiscientos sesenta años ántes ele Jesucristo, Dracon
dió al pueblo ateniense una lej islacion en que era cono-
cida una sola pena—la de muerte—para toda clase ele
delitos.—Las leyes mismas cíe Solon autorizaban los
suplicios de la lapidación, de la cruz, del fuego i de los
azotes para castigar, no solo al homicidio, sino también
la traición, la deserción al enemigo, el hurto manifiesto,
la profanación de los misterios i el sacrilejio.
E n cuanto a la manera como se aplicaban estas penas
dejo la palabra a Barthelemy que, en su Yicije del joven
Anacársis, se espresa en estos términos: "Si pudieran
-multiplicarse estas inscripciones hasta el punto de
ofrecer la escala de tocios los delitos, i la ele las penas
eorresjíondientes, hallaríamos mas equidad en los
juicios, i ménos crímenes en la sociedad. Pero en
n i n g u n a parte se ha procurado ni emprendido la
evaluación de cada una ele las faltas humanas; i es
también jeneral la queja de que el castigo ele los culpa-
bles no sigue u n a regla uniforme. L a jurisprudencia de
Atenas suple en muchos casos el silencio de las leyes.
Cuando éstas no especifican el castigo que ha de
padecer el criminal, se necesita u n primer juicio para
declarar convicto del crimen al acusado, i otro segundo
despues, para estatuir sobre la pena que ha ele
imponérsele. E n el intervalo del p r i m e r o al segundo,
le preguntan los jueces cual es la en que se condena
56 DISCURSO DEL SEÑOR

a si mismo. Entonces le es permitido escojer la mas


suave i mas conforme a sus intereses, aunque el
acusador haya propuesto otra mas dura i mas conforme
a su odio; los oradores discuten una i otra; i los jueces,
haciendo en cierto modo de árbitros, procuran aproxi-
mar o conciliar las opiniones, i encontrar la mayor
proporción posible entre la falta i la penalidad."
Como se ve, la lei ateniense era letra muerta
entregada inerme a la arbitrariedad mas monstruosa
de los majistrados que debian aplicarla.
Si de Grecia pasamos a Roma, observamos que la
lejislacion criminal primitiva del pueblo reí estaba
vaciada en el mismo molde que la de Dracon. Los reos
eran tan pronto precipitados de la roca Tarpeya, como
encerrados en u n saco i arrojados al mar, o quemados
vivos, o clavados en una cruz, o entregados a las
bestias feroces. Algunos de estos suplicios fueron
reemplazados por las penas de la espada i de la horca,
por la amputación de u n miembro, por los azotes i la
marca candente estampada en la frente del condenado.
I esta lejislacion que hacia una confusa mezcla de
los delitos, pues que castigaba con la misma pena el
homicidio i las reuniones nocturnas, la injuria i el
incendio, la traición i la hechicería,constituía el derecho
quiritario solo aplicable a los ciudadanos romanos. Los
estranjeros no estaban bajo la garantía de la lei, i las
mujeres, los hijos i los esclavos eran cosa de que el
señor podia disponer a voluntad.
Tal fué-la lei de la República. Bajo el imperio esperi-
mentó paulatinas i notables variaciones, aumentándose
el catálogo ele los delitos i el de las penas, i haciendo
por consiguiente disminuir la arbitrariedad de los
pretores. Pero aparecieron nuevos delitos i nuevas
penas que revelaban la abyección del g r a n pueblo. Se
inventó el crimen de lesa majestad i s e j e n e r a l i z ó la
muerte en el circo i la confiscación.
De repente aparece en el horizonte el faro mas
luminoso que haya alumbrado al mundo. L a sublime
doctrina del H o m b r e Dios empieza a disipar las tinie-
blas del paganismo i a infiltrar en los espíritus la idea
exacta de lo justo i de lo injusto, estableciendo bajo
ALEJANDRO REYES 57

bases indestructibles la moralidad de las acciones


humanas. E l torrente debió, sin embargo, llevar u n
curso lento, porque le obstruian el paso las costumbres
estragadas del imperio i el despotismo de los empera-
dores. De aquí fué que a medida que el derecho civil
hizo progresos tan notables que ha quedado hasta hoi
como monumento de ciencia, el derecho penal quedó
muchas escalas mas abajo;
, Tanto en la Instituía, como en el Código i en el
Dijesto, apénas se consignó un título en la primera i
un libro en cada uno de 'los segundos, a la materia
penal, dando por otra parte una estension desmesurada
a la materia civil. No obstante, hubo progreso, debido
al cristianismo. Quedó prohibida la esposicion de los
condenados al circo; fué limitada la confiscación i
reducidos los crímenes de lesa majestad. H a i ademas
que notar que la lejislacion criminal del imperio
consignó por primera vez el g r a n principio que sirve
de fundamento a la ciencia i que consiste en declarar
que no es delito sino el establecido por la leí. E s e princi-
pio dió el golpe de muerte a la arbitrariedad, esa- plaga
que p e r t u r b a b a todo orden social en los pueblos
paganos.
Caído el imperio romano a impulsos de las hordas
salidas de los bosques de la J e r m a n i a i de las llanuras
de la Escitia, cayó también la civilización j>ara ser
reemplazada por la barbarie.
Los nuevos dueños del mundo lo hicieron retrogra-
dar siglos. A la lei escrita sucedió el capricho de las
asambleas, las cuales aplicaban de ordinario la pena de.
muerte diversificada de mil maneras.
A fines del siglo cuarto o principios del quinto de la
era cristiana, la confusion llegó a su apojeo, siendo la
E u r o p a invadida de nuevo por los vándalos, los suevos,
los francos, los godos, los alanos, los hunos i demás
hordas salvajes que destruyeron todo j é r m e n de
civilización, i por consiguiente toda idea de derecho.
La fuerza b r u t a i la violencia eran la suprema lei del
universo.
Como no me propongo trazar sino u n brevísimo
cuadro de nuestra lejislacion penal, no seguiré la
58 DISCURSO DEL SEÑOR

historia de ésta sino en cuanto se relaciona con los


códigos que heredamos ele la metrópoli.
E n t r e los conquistadores del mundo, fueron los godos
quienes, despues de medio siglo de cáos, fundaron en
E s p a ñ a la mas poderosa monarquía de aquellos remotos
tiempos. Sus reyes procuraron amalgamar las razas
conquistadora i conquistada; i desde Alarico empezaron
a introducir unidad en la nueva lejislacion que debia
sustituir a la romana. E l principal elemento de esta
lejislacion fueron las costumbres traídas de las selvas,
i su mas antiguo lejislador, en un sentido lato, el
pueblo mismo en su instintiva i ruda barbarie.
Eurico fué el primero que las escribió, i sus sucesores,
absolutos como él, las hicieron por sí solos, cuando lo
creyeron conveniente. Muchas fueron casi copiadas de
la lejislacion romana; en otras se tomó a ésta por
modelo, variando algún tanto sus disposiciones, aco-
modándolas o reduciéndolas a lo que exijia el estado de
la sociedad. Mas adelante se hicieron algunas por los
monarcas, acompañados con los señores de su corte.
Los concilios de Toledo, por último, desde Recaredo
hasta Ejica, completaron aquella lejislacion dándole su
última forma en el código mas célebre de la antigüedad,
en el Fuero Juzgo.
No seré yo quien pretenda calificar ese código con
mas propiedad que lo han hecho Pacheco, Gíbbon i
Gruizot.
E n su introducción a los comentarios del código
español, Pacheco dice:
'-Ni es esa universalidad de una propia leí lo que
solo tenemos que celebrar en el punto de las doctrinas
jenerales consignadas por el Fuero Juzgo. Toda esta
parte de aquel código, que así se aplica al derecho
penal como al civil, es de una admirable perfección.
Elévanse en ella los lejisladores, Reyes o Concilios, a
.una altura de razón i de filosofía, que no puede ménos
de sorprender i de lisonjear el ánimo. La claridad de
la espresion compite aquí con la exactitud del pensa-
miento. No puede llamarse ya un piieblo bárbaro el
que con tanta corrección concibe i espresa sus ideas."
No ménos favorable es el juicio que acerca de este
ALEJANDRO REYES 59

Código emite Gibbon en su Historia de la decadencia i


destrucción del imperio romano: " U n o de los concilios
lejislativos de Toledo, dice, examinó i ratificó el Códi-
go de aquellas leyes,—dictadas bajo la serie de los
príncipes godos, desde el reinado del feroz Eurico
hasta el del piadoso Ejica. E n tanto que los ^visigodos
conservaron las antiguas i sencillas costumbres de sus
mayores, habían dejado a sus subditos de E s p a ñ a i de
la Aquitania la libertad ele seguir los usos romanos. E l
progreso de las artes, de la política i de la relijion los
condujo a esas instituciones estranjeras, i a componer,
a su ejemplo, un Código de jurisprudencia civil i crimi-
nal para uso común de las naciones que formaban la
monarquía española, las cuales obtuvieron unos mismos
privilejios i quedaron sujetas a las mismas obligacio-
nes. Los conquistadores renunciaron al idioma teutóni-
co, se sometieron al freno saludable de la justicia, e
hicieron partícipes a los romanos de los beneficios de
la libertad... Ciertamente me disgusta el estilo del
Código, como me es odiosa -la superstición que en él se
halla; pero no temo decir que aquella jurisprudencia
anuncia i descubre una sociedad mas- culta i mas
ilustrada que la de los boi'goñones i aun la de los
lombardos."
E n su Curso de historia de la civilización europea, ha-
blando de la monarquía wisigoda, se espresa Guizot de
esta manera:-—"En E s p a ñ a es otra fuerza, es la fuerza
de la Iglesia-la que emprende restaurar la civilización.
E n lugar de las antiguas asambleas jermánicas, de las
reuniones de los guerreros, son los concilios toledanos
los que surjen i echan raices; i si bien concurren,
a ellos altos señores del Estado, siempre son los
eclesiásticos los qtie tienen su dirección i primacía.
Abrase la lei de los wisigodos, i se verá que no es
una lei b á r b a r a : evidentemente la hallaremos redacta-
da por los filósofos de la época, es decir, por el clero;
abundante en ideas jenerales, en verdaderas teorías, i
en teorías plenamente estrañas a la índole i costumbres
de los bárbaros. Sabido es que el sistema lejislativo
de éstos era u n sistema personal, en que cada lei no se
aplicaba sino a los hombres del mismo linaje. La lei
60 DISCURSO DEL SEÑOR

romana gobernaba a los romanos, la lei franca dirijía a


los francos. Cada pueblo tenia sus reglas especiales
aunque estuviesen sometidos a un mismo gobierno i
habitasen el propio territorio.... Pues bien, la lejisla-
cion de los wisigodos no es personal, sino que está
fundada sobre aquel. Wisigodos i romanos están some-
tidos a la misma lei. Pero no es esto solo .Continuemos
examinándola, i liallarémos señales de filosofía aun mas
evidentes. E n t r e los bárbaros, cada hombre tenia,
según su situación, u n valor determinado i diverso: el
bárbaro i el romano, el hombre libre i el esclavo no
eran estimados en un mismo precio; liabia por decirlo
así, una tarifa de sus vidas. E n la lei wisigoda sucede
todo lo contrario, ella establece el valor igual de los
hombres ante su presencia. Considerad, por último, el
sistema del procedimiento: en vez del j u r a m e n t o de los
compurgatores i del combate judicial, encontrareis la
prueba por medio de los testigos, i el examen racional
de los hechos, como puede practicarse en cualesquier
nación civilizada. E n una palabra, la lejislaciou wisigo-
da lleva i ofrece en su conjunto ,un.carácter erudito,
sistemático, social. Descúbrese bien en ella el influjo
del mismo clero que prevalecía en los concilios tole-
danos, i cjue influía t a n poderosamente en el gobierno
del país.'
No se crea por esto que el Fuero Juzgo pronunció la
última palabra en materia penal. Lejos de eso. Si bien
se observa en él u n método filosófico, i u n g r a n progre-
so sobre la lejislacion de los pueblos de la antigüedad,
dejó no obstante una penalidad verdaderamente absur-
da. E n casi todas las jjájinas clel Código, en que se
trata de los delitos, se proeligan con una asombrosa
profusion las penas ele escomunioii, ele muerte, de
tormento, ele clescalvacion, ele marca, ele azotes, ele
perdimiento ele miembros í otras tan brutales como
éstas. Pero lo que mas Uamala atención, es la retrogra-
clacion al sistema bárbaro ele la venganza personal,
pues hai casos en que el castigo ele u n cielito consiste
en entregar al criminal a merced clel ofendido.
E n el Fuero Juzgo vemos la mas alta espresion de la
ciencia clel siglo V I I ; pero aquella ciencia no parece
ALEJANDRO LÍEYEG 81

tal en ••nuestros dias. Para liallar algo que le sea com-


parable en aquellas edades, es preciso dar un salto de
seis siglos, hasta la promulgación que en el X I I I hizo
Alonso el sabio del Código de la Partidas.
Pero estos seis siglos no fueron una pájina blanca
en la historia de la humanidad. Se realizaron sucesi-
vamente la invasión de los Sarracenos, i la consiguien-
te desaparición de la monarquía wisigoda, la formación
i el progreso de los Estados cristianos i varios otros
sucesos que se verificaron durante la larga noche de la
E d a d Media. E n esa edad fué destrozada la unificación
que los godos de E s p a ñ a habían introducido en la
lejislacion. Nacieron los fueros, espresion j e n u i n a del
feudalismo, i protesta viva contra toda nocion de justi-
cia i de derecho.
Acerca de estos fueros, nada mas curioso que el
estracto que hace de ellos Perez Hernández en su
libro titulado Boletín de Jurisprudencia, i que no resisto
a la tentación de reproducir.
((Nada puede imajinarse mas absurdo que la lejisla-
cion penal ele aquella época. Ella reconocía como
medios de prueba los llamados juicios ele Dios, que el
Código wisigoclo habia repudiado. E l del agua caliente,
el del hierro encendido i el del duelo, todos hallaron
acojicla en los fueros municipales, admitiéndolos al-
gunos hasta para las causas civiles. L a s penas despro-
porcionadas i horrorosas, señaladas casi jeneralmente
contra ciertos crímenes, formaban singular contraste
con la inesplicable lenidad con que otros, mas graves
acaso, eran castigados, cuando no quedaran absolu-
tamente impunes.
H é aquí como castigaba el simple hurto el Fuero de
Cuenca, Qwicumque de furto vel latrocinio convictus
fuerit, proecipitetur. A ser despeñado condenaba tam-
bién el de feepúlveda a todo judio que con cristiano
fallaren. U n a muerte aun mas cruel se imponía, según
el ele Plasencia, al infractor de cualquiera de sus
disposiciones. 11 Todo lióme que fuero de Plasencia. que-
brantare, sea lapidado sin caloña." aTodo lióme, decía
el ele Cáceres, que uvas furtare, de noche, o cual cosa-
quisiere, si verdad, fallaren alcaldes, jurados i voceros,
62 DISCURSO DEL SEÑOR

enfórquenlo." E l de Baeza mandaba quemar viva a la


mujer que a sabiendas abortase: el de Soria, que qui-
t a r a n los dientes al falsario: el de Fuentes, que se
cortase el puño al criado que a su amo hiriera, i otros
infinitos establecian penas 110 menos crueles i despro-
cionadas con los delitos. Hasta contra el mero deudor,
siendo de ciertas clases, fulminaba el de Bonoburgo de
Caldelas el mas inhumano apremio. «Si fuese clérigo o
soldado el deudor, atado a los pies de un caballo, o a la
clin, i poniéndole humo a las narices, traiganle así por la
villa hasta que pague.»
«Pero mientras por un lado desplegaban esta severi-
dad feroz, por otro eran excesivamente induljentes.
Una multa, por lo común de quinientos sueldos, i de
ciento solo en algunas cartas, era toda la pena con que
se reprimía el homicidio involuntario. Pactet (decían los
fueros de Logroño i de Miranda) suo homicidio quingen-
tos sólidos .et non amplias. E l de S a h a g u n m é n o s severo,
reservaba esa multa para el asesinato i alevosía,
imponiendo solo la de cien sueldos al simple homicida,
Homicida cognitus dabit centurn solidus... . Qui per
frailáis molimina homínem recaverit, quingentos soliáos
áabit. El de Salamanca no multaba mas que en cien
maravedís al matador; pero le imponía también la pena
de destierro, i cuando era insolvente, la de muerte. 1,1 Si
non habier onde pechar los cient maravedís, póngalo en la
forca."
E r a bastante jen eral esta disposición cruelísima por
la cual costaba al pobre la vida, la insolvencia. El que
non cumpliere las caloñas en materia grave, yaga en el
cepo, nin coma nin beba facta que muera, decia el Fuero
de Fuentes. I lo mismo disponían el de Molina, el de
Madrid i el de Cuenca, "Si los alcaldes non fallare7i onáe
hagan entrega de las caloñas, los fiadores á.e salva pechen
todas las caloñas fasta tres nueve dias. Et si fasta tres
nueve dias non pecharen esta caloña, asi como dicho es, el
plazo pasado, - séales devedado el- comer et el beber, fasta
que mueran de fiambre et de sed en la prisión." Leí
absurda que ) r a no se ensangrentaba contra el delin-
cuente, sino contra los hombres benéficos que condoli-
dos talvez ele la situación en cine le vieran despuos ele
60
ALEJANDRO REYES

sil yerro, habían cometido Ja imprudencia de respon-


der de las penas pecuniarias de que pudiera ser
responsable.
E n t r e tanto, esta lejislacion b á r b a r a autorizaba las
composiciones entre el ofensor i el ofendido, hasta el
punto de dejar impunes los delitos mas graves i
dañosos para la sociedad, como aquellos se avinieran.
Concedia salvo conducto al reo que, por medio de la
f u g a u otro cualquier ardid, hubiese logrado burlar
durante el corto espacio de nueve dias la persecución
del injuriado, sus parientes i ministros de justicia.
I para mayor desorden, abandonaba entonces a' la
venganza privada el cuidado de castigar la ofensa,
aunque ella hubiese afectado evidentemente el Ínteres
público, i el decoro i dignidad de las lej^es. aSi quis
homicidium fecerit, et fugere potuerit de civitate aut de
sua domo, et usque ad novem dies captus non fuerit, veniat
securus ad domun suam, et vigilet se de suis inimicis; et
nihil sajoni vel aliénipro homicidio, quod fecit,persolvat"
E s t a disposición del Fuero de Léon, el mas antiguo i
el mas jeneralizado acaso entre todos, hace ver cuan
mezquinas eran las ideas que aquellos lejisladores
tenian de la justicia criminal."
E s t e laberinto monstruoso desapareció con la pu-
blicación del Fuero Real, en el que se volvió a la
unidad de 'la lejislacion que había sido destruida
durante la E d a d Media. E l nuevo código fué una
recopilación de los fueros particulares; i en él se
modificó la b á r b a r a penalidad introducida en éstos.
Suprimiéronse muchos de los martirios con que áutes
se reprimían los delitos, i fueron reducidos por regla
jeneral a la multa, el destierro i la muerte. Por primera
vez se introdujo cierta proporcionalidad en las penas,
graduándolas según el mal causado por el delito.
¿Quién no ha leido la famosa lei 3.a, título 5.°, libro 4.°
del Fuei'o en que se avalúa cada líueso, cada parte
del cuerpo humano dañado por una herida, imponiendo
una multa cada vez mayor a medida que era mayor la
lesión causada? Absurda como es esta lei, ella esta-
blece una escala, una graduación que se armoniza con-
las sanas ideas ele lejislacion penal.
64 DISCURSO DEL SEÑOR

Pero donde el F u e r o introdujo una verdadera e


importante innovación, desconocida hasta entonces,
fué en el reconocimiento de la acción pública para perse-
guir los delitos. Así se dió un golpe de muerte al
sistema antiguo fundado en la venganza individual.
Grandes como fueron los beneficios que hizo el Fuero
Real, ellos tuvieron mui corta duración. Su mérito fué
eclipsado por la publicación del g r a n Código de las
Partidas, el mas vasto i sabio cuerpo de lej^es que
hasta el siglo X I I I se habia dictado.
L a s Partidas son un modelo-de lejislacion civil; mas
en la parte penal son en muchos puntos inferiores al
Fuero Juzgo. E l lejislador de las P a r t i d a s se inspiró
en las teorías romanas; i ya he indicado cuan atrasa-
das eran éstas relativamente a la penalidad. Por eso
es que reaccionando contra el Fuero Juzgo, las Partidas
restablecen la trasmisibilidad de la pena a los descen-
dientes i herederos del reo; conservan la lapidación, la
marca, la muerte, los azotes, el juicio de Dios, la
confiscación, la infamia i el tormento.
Tal fué la lejislacion penal española hasta el último
dia del siglo X V I I I . A principios del presente, Cárlos
I V promulgó la Novísima Recopilación, en cuyo libro
X I I se modificó algún tanto el rigor de las Partidas;
pero conservando el conjunto semi-bárbaro que tam-
bién reflejaba el progreso hecho hasta el siglo X I I I i
que tanto repugna a las ideas de la civilización actual.
• Nuestra independencia de la metrópoli solo fué
completa en cuanto a lo político. Las leyes españolas
continuaron rijiéndonos con absoluto imperio, salvas
algunas disposiciones aisladas que las modificaron en
sentido mas humano. Con escepcion de la lei de hurtos
i robos de 1849, en la cual por primera vez se tomaron
en cuenta los principios de la nueva ciencia penal,
todas las ciernas revelan u n desconocimiento completo
de aquellos principios. Así, por ejemplo, el Senado
consulto de 1824 que los tribunales lian aplicado hasta
ayer, imponían inflexiblemente dos años de presidio
al autor de una herida con cuchillo sea que la víctima
hubiera recibido un rasguño, sea que afectada una
parte noble del cuerpo humano, hubiera estado al
ALEJANDRO REYES 65

borde de la tumba, con tal que la vida fuera salvada.


Sin la facultad de indultar que la Constitución con-
fiere al Presidente de la República, habríamos presen-
ciado a cada paso el r e p u g n a n t e espectáculo de la diaria
aplicación de penas absurdas, bárbaras, incomprensi-
bles, en los tiempos que alcanzamos. Pero esa facultad
ha producido u n mal de gravísima trascendencia.
Haciendo ilusoria la acción de la justicia, pues que
sus fallos, fundados en leyes viejas de seis siglos, eran
inejecutables, la majestad de la leí ha cedido su puesto
a la arbitrariedad gubernativa.
Afortunadamente para la ciencia legal, en setiembre
de 1851 pasó a ser Presidente de la República el señor
Montt, que lo era de la Corte Suprema, i que por lo
mismo habia sufrido por largos años la tortura de
suscribir sentencias f u n d a d a s en las leyes que acabo
de analizar.—A su iniciativa se debió la promulgación
de la lei de 14 de setiembre de 1852 que facultó al
gobierno para asignar una renta igual a la que
gozaban los Ministros de la Corte Suprema, a las per-
sonas a quienes comisionase para preparar proyectos
de reforma de Códigos.
E l señor Montt no tardó en hacer uso de esta auto-
rización, pues que al mes siguiente espidió el decreto
de 26 ele octubre, por el cual se comisionó a mi malo-
grado deudo Antonio García Reyes p a r a formar u n
proyecto de Código Penal. Atenciones premiosas pri-
mero i despues la cruel i prolongada enfermedad que
en hora temprana le arrebató la existencia, impidieron
al señor García Reyes desempeñar su cometido.
Algunos años mas tarde el señor don Manuel Carva-
llo fué nombrado en reemplazo del señor García
Re} r es. Fruto de su laboriosidad fué la redacción de
los dos primeros libros del proyecto de Código Penal,
el cual no llegó a su conclusion porque también la
muerte sorprendió a su autor en medio d e s ú s trabajos.
Ultimamente, bajo el gobierno del señor don J . J .
Pérez, se nombró a fines de 1869 u n a comision com-
puesta de don Eulojio Altamirano, don J o s é Clemente
Fábres, don J o s é Antonio Gandarillas, don J o s é Vi-
cente Abalos i don Manuel Renjifo, teniendo éste último
5
66 DISCURSO DEL SEÑOR

el título de redactor. Cúpome la honra de presidirla,


habiéndonos visto privados al cabo de poco tiempo de
los servicios del señor Abalos, quien fué reemplazado
por don Adolfo Ibañez.
La Comision funcionó desde el 8 de Marzo de 1870
hasta el 22 de Octubre de 1878, dando como fruto
de sus trabajos el Código Penal que hoi es lei de
República.
Fresca está en la memoria la discusión a que dió
lugar en el Congreso la presentación de este Código.
Tenaces resistencias le salieron al camino. E n t r e sus
artículos, había algunos que rompían bruscamente con
ideas i preocupaciones heredadas de la Colonia. H a b í a
otros que, dulcificando las rudezas ele la lejislacion
antigua, en lo que se rozaba con las relaciones entre
la Iglesia i el Estado, contrariaban abiertamente las pre-
tensiones de una nueva escuela que intenta trastornar
el orden establecido durante siglos, sometiendo la auto-
ridad soberana de la lei al y u g o de poderes estraños e
irresponsables. E l nuevo Código abria una nueva era.
A p a g a b a las hogueras en que perecían antes los herejes:
desconocia el delito de blasfemia; i dejaba a cada cual
en la mas completa libertad para tributar culto al Dios
de sus creencias. Consecuencia de esto era que los
lugares destinados a ese culto estuviesen bajo el
amparo de la lei; i que el recinto que un creyente
dedica a sus prácticas relijiosas fuese rodeado de mas
garantías que la morada de u n particular.
No se quiso comprender el alcance de la interpreta-
ción del art. 5.° de la Constitución. Desde que a la
faz de la lei los disidentes podían celebrar su culto;
desde que la relijion católica estaba asimilada a las
demás con la- sola diferencia ele las manifestaciones
esternas que eran permitidas a aquella i prohibidas a
éstas últimas, lá herejía i la blasfemia no podían que-
dar con otra sanción que la sanción de la conciencia.
Desde que la lei permitía el ejercicio privado de algún
culto, no podia ménos que protejer los lugares en que
se diera ese culto.
Por fortuna, las ideas del proyecto lograron abrirse
ALEJANDRO REYES 67

paso hasta convertirse en una institución contra la


cual será imposible reaccionar mas tarde.
E l proyecto n e g a b a al Sumo Pontífice la facultad de
atacar la independencia de Chile, así como la de dictar
disposiciones que importasen desobediencia a nues-
tras leyes. E s t e principio, reconocido en todas las
lejislaciones del mundo, derivado de nuestra propia
organización política en la' cual no se reconoce otro
soberano que el jiueblo, ni otras leyes que las emana-
das de sus delegados, fué combatido con encarnizamien-
to, i aunque, rechazado en apariencia, quedó siempre
consignado en la lejislacion antigua que, sobre este
punto, no ha sufrido modificación. Libre es en hora
b u e n a la autoridad eclesiástica para lejislar soberana-
mente en la materia de su competencia; i para los que
tienen fé, hai obligación estricta de someterse a sus
mandatos. Pero desde que la Iglesia, traspasando los
límites que le señaló su divino fundador, invade un
terreno que le es estraño, ni como ciudadanos, ni como
católicos, nos obligan sus prescri|)CÍones.
De todo ¡)unto vana i sin resultado práctico fué la
supresión que se hizo de un artículo del proyecto que
castigaba con penas menores que las señaladas a los
reos comunes, a los eclesiásticos que en el ejercicio de
su ministerio incitasen directamente a l a desobediencia
de las leyes. J a m a s se quiso comprender que era
imposible sustraer a ningún ciudadano, sea cualquiera
su posicion, sea cualquiera su dignidad, al deber ele
respetar los mandatos del lejislador. No puede conce-
birse en Chile la existencia ele individuos que estén
sobre la lei; i si, por desgracia, llegase el caso de una
excitación directa a la desobediencia hecha por alguno
de los que se creen inmunes, se vería que en el Código
han quedado medios de represión, algo m a s duros que
el que consignaba el artículo suprimido.
L a comision redactora ha tenido la g r a t a satisfacción
de ver su obra convertida en lei, salvo pequeñas modi-
ficaciones que en manera alguna alteran el conjunto.
N i podía ser de otra manera. Su trabajo no es la obra
de unos pocos que mas que intelijencia i mas que
ciencia, tuvimos la modestia de adaptar los mas famo-
68 DISCURSO DEL SEÑOR

sos códigos modernos a las exijencias de nuestra socie-


dad. E n nuestra tarea, nos sirvieron de luminoso
guia la antigua lejislaeion española, el Código Napo-
león, el austríaco, el brasilero, el napolitano, el bávaro,
el belga i el moderno español.
J u s t o es tributar en este lugar el homenaje de
nuestros respetos a la profunda filosofía, al g r a n
acopio de ciencia que se encierran en este último. E n
él bebimos nuestras inspiraciones; de él sacamos la
mayor parte de nuestros artículos, i nuestra insufi-
ciencia fué constantemente ilustrada por la sabiduría
de. los comentarios de uno de sus mas ilustres autores,
don Joaquín Francisco Pacheco.
E n el libro primero del Código se establecen las
reglas jenerales. Definido acertadamente el delito, so
detallan con toda claridad las circunstancias que exi-
men, atenúan o agravan la responsabilidad criminal.
Destruyendo la lamentable confusion que las leyes de
Partida hacían entre los autores, los cómplices i los
encubridores, se ha establecido con claridad la distin-
ción que hai entre ellos i se les ha asignado distinto
grado de penalidad.
Digno es de llamar la atención el nuevo principio
consagrado en el art. 18. E l hace que se adapten las
penas a las nuevas necesidades de la época: él hace
perpétuamente perfectible la lejislaeion p e n a l i permite
que los delincuentes saquen provecho de todo nuevo
progreso.
H a desaparecido toda aquella série do penas que
eran una especie de baldón p a r a el jénero humano, i se
h a n introducido las penas divisibles que permiten al
majistrado adecuarlas a la infinita variedad de circuns-
tancias que hacen que u n mismo hecho sea mas o
ménos criminoso.
Se ha conservado la pena de muerte, apesar de que
razones muí atendibles aconsejan su abolicion. Se la
ha restrinjido sin embargo a poquísimos casos como
pena determinada. Uno de ellos es el del traidor a la
patria que conspira contra su seguridad, que induce a
una potencia estranjera a declararle la guerra i que vé
coronado sus esfuerzos con las consiguientes hostilida-
ALEJANDRO REYES 69

des. Imajináos un Almonte, que, recorriendo las


cortes de Europa, logra coaligar tres poderosas nacio-
nes para que d e s t r u j a n la independencia de su país
por medio de ejércitos en que él ocupa un alto puesto,
¿cómo figurarse que, despues de los cruentos sacrificios
que tan horrendo crimen ocasiona; que despues que la -
sangre de millares de víctimas i el heróico valor de
sus compatriotas pudo conjurar la tormenta desenca-
denada por él; cómo creeis que la justicia hubiera
podido respetar la existencia de aquel criminal?
Otro de los casos en que la pena de muerte ha que-
dado en vigor es el de la pérdida de vidas ocasionada
por destrucciones hechas u obstáculos puestos en una
via férrea. Se concibe fácilmente el grado de perversi-
dad que se necesita p a r a que se h a g a sucumbir sin
medio humano de salvación a viajeros inermes. L a
última pena no es castigo demasiado severo p a r a repri-
mir u n crimen de tan trascendentales consecuencias.
E l último caso en que se consigna la pena de muerte
es el del parricidio. Quien es capaz de romper los mas
sagrados vínculos de la naturaleza, quien no se espan-
ta ante la idea sola de hacer desaparecer por su propia
obra a su padre, a su hijo o a su cónyuje, es una béstia
feroz cuya existencia no puede inspirar garantías a la
sociedad en que viva.
No falta quien diga que el presidio perpétuo puede
reemplazar con ventaja la pena de muerte. Pero aun
en este caso, ¿qué se haría con u n condenado a presidio
perpétuo con celda solitaria, que logrando escaparse
cometiese un homicidio? No habria pena mayor que
imponerle; i como por desgracia no son raros los críme-
nes cometidos dentro del recinto de las cárceles,
habria que sancionar la impunidad de los mas famosos
criminales.
L a r g o i prolijo seria hacer u n análisis minucioso de
todas las disposiciones del Código. E n el curso de mis
conferencias, tendré .ocasion de esplicarlas u n a a una.
Básteme por ahora recordar que ya ni el reo político,
ni el monedero falso, n i el simple homicida, ni el in-
cestuoso, ni el raptor, se verán amenazados con la
muerte; que ni el rufián, ni el reo de doble matrimo-
70 DISCURSO DEL SEÑOR

nio sufrirán la vergüenza pública; que el ladrón 110


quedará infamado con la pena de azotes; (a) que la
mujer adúltera no será entregada a la venganza de
su marido para que la liaga sufrir los arrebatos de su
rencor en vez de la pena determinada por ]a lei; que
la blasfemia, la lierejía, la apostasía i demás pecados
de que solo debe darse cuenta a Dios, están fuera del
alcance de la justicia h u m a n a ; que los derechos g a r a n -
tidos por la Constitución 110 pueden ser violados sin
incurrir en la sanción de la lei; que los funcionarios
públicos, i en especial, los majistrados encargados de
administrar justicia encontrarán severo correctivo
cuando traspasen los límites del deber; i finalmente,
que se h a n clasificado i penado muchos delitos desco-
nocidos en los siglos que han precedido al actual, i
que son hijos de los progresos que la industria i la
civilización han alcanzado en estos últimos tiempos.
Interesante por demás es el estudio que hoi empeza-
mos. Sin n i n g u n a mira de lucro i solo por el ínteres
de la ciencia, me h e ofrecido a esplicaros i daros a
conocer el Código Penal. Cuento con vuestra buena
voluntad para el trabajo; i espero que al fin de nuestra
tarea, recojeremos el fruto de nuestros afanes.

(a) Cuando el señor Reyes escribía esto, no se había dictado la lei


de 3 de Agosto de 1876, que restableció la pena de azotes en ciertos
casos i que hoi está vijente con saludable provecho..
MENSAJE DEL GOBIERNO
acompañando

EL PRESENTE CÓDIGO PENAL AL CONGRESO.

CONCIUDADANOS DEL SENAD,O I DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS:

L a necesidad de tina reforma en muestra lejislacion


penal se hacia sentir de mucho tiempo atras, p a r a
poner en harmonía el estado présente de nuestra so-
ciedad, el desarrollo que ha alcanzado en todas las
esferas de su actividad, con los preceptos que deben
marcar sus límites i su campo de acción propia, fijando
las reglas supremas de lo lícito i lo ilícito.
L a lejislacion española, apénas modificada por leyes
patrias especiales, adolecía de gravísimos defectos que
hacían inaceptable por mas tiempo su subsistencia.
La naturaleza de algunas de sus penas i la apreciación
de diversos delitos, se resienten ele las ideas dominan-
tes en los tiempos remotos a que g r a n p a r t e de esa
lejislacion corresponde. A mas de ésto, las nuevas
instituciones sociales i el ensanche que clia a dia reci-
ben, h a n creado i crean sin cesar derechos nuevos que
la leí debe tomar bajo su amparo para que prosperen
i den los frutos d e ' progreso i de riqueza, que sirven
de base sólida a las sociedades modernas. De aquí
72 MENSAJE DEL GOBIERNO

nacen vacíos en nuestra lejislacion actual, que ella no


lia podido prever, como formada en una época en que
tales derechos no habían alcanzado su perfecto desa-
rrollo, o que talvez se desconocían por completo.
Deseoso de poner un término a este estado anómalo de
cosas, he procurado activar la conclusión del proyecto
de. Código P e n a l estimulando el celo de la comision
encargada de redactarlo; i me es grato someter ahora
ese trabajo a vuestra aprobación, confiando en que le
prestareis la atención mas decidida para que llegue
pronto a convertirse en leí de la República i a llenar
las necesidades importantísimas que debe satisfacer.
Al organizar el plan de este proyecto, se ha creído
conveniente, siguiendo el ejemplo de todos los códigos
modernos, establecer primero los principios jenerales
que constituyen la base del sistema penal, analizando
en seguida los diversos actos particulares sometidos a
la acción de la lei. De esta manera se obtiene una
distribución mas lójica i ordenada comenzando por lo'
que pudiera llamarse la teoría del Código Penal, para
venir despues a su aplicación práctica' en las varias
clases de delitos.
P a r a poner en planta este sistema, habría bastado
la formación de dos porciones independientes o dos
libros. E n el proyecto se ha dividido, sin embargo, en
tres, destinando el primero a la clasificación jeneral
de los delitos, de las penas i de los casos i circuns-
tancias en que se agrava, se atenúa i desaparece o
se estingue la responsabilidad criminal; el segundo, a
la determinación i castigo de los crímenes i simples
delitos; i el tercero, por fin, a la enumeración de las
faltas i fijación de sus penas.
E s t e último que en rigor debiera formar parte del
segundo, se ha considerado, no obstante, como libro
separado, tomando en cuenta que la materia de que se
ocupa puede ser la base para determinar los límites
de distintas jurisdicciones entre los jueces letrados o
de mayor cuantía i los funcionarios superiores.
Seria largo enumerar .las reformas que contiene el
libro primero con respecto a los principios que domi-
nan en la lejislacion vijente. Bastará mencionar entre
73 MENSAJE DEL GOBIERNO

las principales, la adopcion de circunstancias atenuan-


tes i agravantes sometidas a reglas fijas, para apreciar
el grado de responsabilidad resultante de los cielitos,
la determinación precisa de las únicas penas que la lei
permite aplicar, i la fijación de los preceptos a que
debe someterse la prescripción tanto de la pena como
del delito; materias todas que si no pueden con-
siderarse olvidadas por completo en nuestras leyes
penales, se ofrecen en ellas a lo ménos rodeadas de
dudas i ambigüedades que mal se avienen con la cla-
ridad que debe distinguirlas.
E n cuanto a lo primero, se lia procurado dar reglas
bastante comprensivas, jaero precisas al mismo tiempo,
para que puedan fácilmente ser aplicadas por el tri-
bunal en cualquier caso sometido a su decisión. E n
esta materia, como en todo lo que concierne al derecho
penal, es indispensable confiar a la rectitud i al sano
criterio del majistrado g r a n parte de lo que debiera
en rigor hallarse consignado en la lei; pues no hai
precepto alguno jenera!, por claro i perfecto que se
suponga, que pueda suplir a la apreciación juiciosa
de los hechos, propia solo del tribunal que los ve i los
pesa.
L a enumeración de las penas hace desaparecer para
siempre de la lei esos castigos bárbaros e indignos de
figurar en la lejislacion de un pais civilizado, que for-
maban, no obstante, parte de la nuestra, aun cuando
su mismo excesivo rigor las hiciera inaplicables.
H a creiclo la comision redactora, que debia conser-
var la pena de muerte, limitándola solo a aquellos
cielitos que, como la traición, el jiarricidio, convierten
al delincuente en un enemigo declarado i eii un peli-
gro cierto para el órclen social. L a agravación de otros
delitos a los cuales ¿ebe corresponder en casos ordi-
narios la mayor pena fuera de la muerte, hace indis-
pensable también la aplicación de esta última, para que
la lei tenga alguna sanción en esos casos escepcionales
de depravación.
E n t r e la pena de muerte i las penas temporales se
h a n introducido los castigos perpétuos como un grado
intermedio necesario p a r a m a n t e n e r la progresión de
74 MENSAJE DEL GOBIERNO

la escala jeneral. Preferible a la muerte es, sin duda,


la prisión perpétua, tanto porque ella conserva nuestro
mas precioso bien aunque sea limitado i sujeto a pri-
vaciones, cuanto porque deja esperanza de obtener por
indulto la terminación o la atenuación del castigo.
Los otros grados de la escala penal se refieren a
castigos conocidos en la lejislacion vijenté, i solo se
introduce en ellos alteraciones p a r a ' determinar con
fijeza su significado, estension i efectos.
Respecto de la prescripción, contiene el proyecto
disposiciones especiales p a r a el castigo de los delitos
no juzgados, p a r a la aplicación d é l a s penas y a impues-
tas por sentencias i para la determinación del valor
que debe atribuirse a ciertas circunstancias, deducidas
de la repetición de delitos anteriores. E n todos estos
casos se ha tomado en cuenta, para establecer la mayor
o menor duración del tiempo de prescripción, la grave-
dad del hecho a que ella se refiere; aceptando pres-
cripciones especiales de corto tiempo para determina-
dos delitos, como la injuria, el adulterio.
E n la clasificación de los delitos de que se ocupa el
libro segundo, se ha tomado como punto de partida la
organización misma de la sociedad a cuya estable con-
servación debe proveer ante todo la lei.
Consecuente con esta idea, examina primero el
proyecto todos los hechos que pueden importar un
ataque a la soberanía o seguridad esterior de la Nación;
pasa despues en r e v í s t a l o s delitos contra su seguridad
interior, aquellos que impiden el libre ejercicio de los
poderes públicos i que destruyen la marcha regular del
Estado.
Como u n a consecuencia del mantenimiento del orden-
interior, se hace necesario dictar preceptos para asegu-
rar el completo i perfecto ejercicio de libertades
individuales i de todos los derechos que especialmente
garantiza a cada ciudadano la Carta fundamental; pues
sin el ejercicio de estos derechos, el órden vendría a
ser tiranía i despotismo.
Sin embargo, no se ha creído que el Código Penal
permanente debiera contener las leyes especiales de
imprenta i de elecciones, porque sujetas a mudanzas
75 MENSAJE DEL GOBIERNO

continuas i dependientes mas bien de los movimientos


políticos que de la organización estable de la sociedad,
necesitan ellas marchar separadas e independientes a
la par de esos movimientos, sin las trabas que su sola
colocacion en un Código jeneral les opondría.
Despues de consignar las disposiciones relativas a
los derechos constitucionales, desarrollando la misma
idea, se ocupa el proyecto de dar sólidas garantías p a r a
el ejercicio de los demás derechos que dependen d i r e c -
tamente de la: organización del Estado, i dicta reglas
para robustecer la fé pública i la confianza de que debe
también revestirse el testimonio individual cuando ha
ele emplearse como medio de prueba.
Afianzados de esta manera la seguridad esterior, el
órden i la tranquilidad interior, j u n t o con el libre
ejercicio ele los derechos que ele la organización pro-
pia clel Estado tienen su oríjen, se hace preciso repri-
mir todo acto que ponga en peligro esos benéficos
resultados; lo que se obtiene mediante el castigo de los
funcionarios públicos que desconocen los deberes de
su cargo; i ele los particulares que por cualquier medio,
sin atentar directamente contra el órclen establecido,
embarazan su marcha regular.
Despues de haber considerado bajo todos sus aspec-
tos a la sociedad en su conjunto, desciende el proyecto
a los detalles, i principia, como es natural, por la_
familia, su constitución, los ataques- que pueden diri-
jírsele, sea por personas estrañas o por los que de ella
forman parte. •
E n pos de la familia viene el individuo aislado, al
cual puede ofendérsele en su persona, en su honor, en
sus bienes; i de aquí nacen otras tantas series diversas
de disposiciones penales para prevenir o castigar tales
ofensas.
Por líltimo, el libro tercero, enumera sin otra distin-
ción que la ele su gravedad, las diversas faltas que
caen bajo la acción ele. la lei penal, i pone fin a las
varías materias ele que el proyecto se ocupa.
Tal es el plan adoptado en este trabajo, i los puntos
principales que ponen ele relieve los propósitos que se
han abrigado al redactarlo. Los fundamentos d e s ú s
76 MENSAJE DEL GOBIERNO

disposiciones se h a l l a n en las p r o p i a s ideas de la comi-


sión redactara, en v a r i a s leyes p a t r i a s dictadas p a r a
r e f o r m a r la a n t i g u a lejislacion española, que h a s t a hoi
nos rije, en esta m i s m a lejislacion, en los códigos
m o d e r n o s de las principales naciones europeas i sobre
todo, en el Código español, cuyos preceptos, al m i s m o
tiempo que se armonizan con las teorías p e n a l e s u m -
v e r s a l m e n t e a c e p t a d a s en el dia, ofrecen p a r a nosotros
la v e n t a j a de referirse a u n estado de cosas que b a j o
m u c h o s respectos, se asemeja al nuestro, r e t r a t a n d o
creencias, costumbres, h a s t a preocupaciones nacidas
en la m i s m a fuente.
N o dudo que vosotros, convencidos de cuanto im-
porta la p r o n t a p r o m u l g a c i ó n como lei de la Repúbli-
blica del proyecto de Código P e n a l que someto a
v u e s t r a aprobación, se la p r e s t a r e i s adoptando al
efecto u n procedimiento análogo al que se observó con
los Códigos Civil i de Comercio.
E n consecuencia i de acuerdo con el Consejo de
Estado, someto a v u e s t r a aprobación el siguiente
PROYECTO DE LEY:
A r t í c u l o único.—Se a p r u e b a el p r e s e n t e Código
P e n a l que comenzará a rejir desde el 1.° de J u n i o
de 1874.
Dos e j e m p l a r e s de u n a edición correcta i e s m e r a d a
que d e b e r á h a c e r s e i n m e d i a t a m e n t e , autorizados por
el P r e s i d e n t e de la República i s i g n a d o s con el sello
del Ministerio de Justicia, se depositarán en las se-
cretarías de á m b a s Cámaras, dos en el archivo del
Ministerio de J u s t i c i a i otros dos en la Biblioteca
Nacional.
E l testo de estos dos ejemplares se t e n d r á por el
testo auténtico del Código P e n a l i a él d e b e r á n confor-
m a r s e las ediciones o publicaciones que del espresado
Código se hicieren.
Santiago, O c t u b r e v e i n t i n u e v e de mil ochocientos
s e t e n t a i tres.
FEDERICO ERRÁZURIZ.
JOSÉ MARÍA BARCELÓ.
LEYES PROMULGATORIAS
d e l

C Ó D I G O P E N A L

Santiago, Noviembre 12 de 1874.

P o r cuanto el C o n g r e s o Nacional h a discutido i


aprobado el siguiente

PROYECTO DE LEY:

a r t í c u l o único

Se a p r u e b a el siguiente Código P e n a l que comenza-


rá a rejir desde el 1.° de Marzo de 1875.
Dos ejemplares de u n a edición correcta i e s m e r a d a
que d e b e r á hacerse inmediatamente, autorizados p o r
el P r e s i d e n t e de la Rejráblica i s i g n a d o s con el sello
del Ministerio de Justicia, se depositarán en las secre-
tarías de á m b a s Cámaras, dos en el archivo del Minis-
terio de J u s t i c i a i otros dos en la Biblioteca Nacional.
E l testo de estos dos ejemplares se t e n d r á por el
testo autentico del Código P e n a l i a él d e b e r á n con-
f o r m a r s e las ediciones i publicaciones que del espresa-
do Código se hicieren.
L a primera edición será certificada p o r u n a comision
n o m b r a d a p o r el p r e s i d e n t e de la Repiíblica.
78 L E Í E S PROHÜLGATORIAS

I por cuanto, oido el Consejo de Estado lia tenido a


bien aprobarlo i sancionarlo; por tanto, promulgúese
i llévese a efecto como lei de la República.

. FEDERICO ERRÁZÜRIZ.

JOSÉ MARÍA BARCELÓ.

Santiago, Noviembre 12 ele 1874.

Por cuanto el Congreso Nacional lia discutido i


aprobado el siguiente

PROYECTO DE LEY:

a r t í c u l o único

Se autoriza al Presidente de la República para que,


al liacer la promulgación' del Código Penal en los
términos en que lo lia aprobado el Congreso, altere
las referencias' de unos artículos a otros, tomando en
cuenta las supresiones.hechas en el proyecto primitivo.
I por cuanto, oido el Consejo de Estado, he tenido
a bien aprobarlo i sancionarlo; por tanto, promúlguese
i llévese a efecto como lei de la República.

FEDERICO ERRÁZÜRIZ.

JOSÉ MARÍA BARCELÓ.


í ¡ l " P r e s i d e n t e d e l a I ^ e p ú b x . i c a .

Santiago, Noviembre 12 de 1874.

P o r cuanto el Congreso Nacional lia aprobado el


siguiente

CODIGO PENAL.

LIBRO PRIMERO.

TÍTULO PRIMERO.
DE LOS DELITOS I DE LAS CIRCUNSTANCIAS QUE EXIMEN DE
RESPONSABILIDAD CRIMINAL; LA ATENUAN 0 LA AGRAVAN.

§ I.
De l o s delitos.

A r t í c ü l o 1.°

« E s delito toda acción u omision voluntaria p e n a d a


por la lei.
L a s acciones u omisiones p e n a d a s por la lei se re-
p u t a n siempre voluntarias, a no ser que conste lo
contrario.
80 CÓDIGO PENAL

E l que cometiere delito será responsable de él e


incurrirá en la pena que la lei señale, aunque el mal
recaiga sobre persona distinta de aquella a quien se
proponía ofender. E n tal caso no se tomará en consi-
deración las circunstancias, no conocidas por el de-
lincuente, que agravarían su responsabilidad; pero sí
aquellas que la atenúan.»

Hemos estudiado ya el oríjen del derecho de penar i las bases en


que descansa i allí se ha establecido de una manera clara i evidente, el
derecho que la sociedad tiene para imponer penas. Réstanos solo exami-
nar si este derecho es arbitrario i si puede el poder social ejercitarlo sin
limitación alguna. A primera vista se comprende fácilmente, que solo
al crimen se puede atacar i que esta facultad que hemos reconocido
en el poder social, no es ciega i absoluta. Se necesita, pues, de suma
circunspección para ejercitarla, en el círculo o esfera de esas reglas que
de antemano ha establecido la sociedad. Es solo al delincuente al que
se puede castigar, cuando ha quebrantado las leyes en perjuicio de la
armonía i paz social que debe reinar en la comunidad.
Todo lo que pasa de estos justos límites es atentatorio. En una
palabra, es tiranía.
Resumiendo lo anterior, resulta: que el derecho que existe en la
sociedad para imponer penas, no es arbitrario i que solo puede ejer-
cerlo cuando lo reclame la justicia, cuando se infrinjan las leyes re-
conocidas por el poder soberano, cuando haya crimen finalmente.
Por lei no entendemos aquí la voluntad soberana absolutamente,
sino la que está arreglada a los principíelos de justicia i a los preceptos
de la lei natural. La lei definida por su aspecto i sus circunstancias
esteriores, es, hasta cierto punto, la voluntad del soberano o del lejis-
lador; porque de la eficacia de sus preceptos depende su promulgación
i esta es una regalía propia del soberano. Sin embargo, no debe creerse
que esa facultad sea libre i arbitraria para dictar como reglas justas,
que todos debemos seguir, sus aberraciones i sus caprichos. La vo-
luntad del soberano debe arreglarse en esta materia a la conciencia
LIBRO 1.'—TÍTULO I. 81

común, a fin de que la lei tenga el carácter íntimo i verdadero de esa


bondad que está en la conciencia de todos i que la promulgación viene
a dañe esa sanción que de antemano esperaban, los asociados. Así,
pues, la leí de todos los pueblos ha señalado como un crimen el homi-
cidio; todos han reconocido este hecho como una verdad incontro-
vertible, i si a algún legislador se le hubiera antojado lo contrario,
indudablemente sus teorías i sus principios, habrían caido por tierra
en medio del sarcasmo universal. Esto prueba que la lei no es en el
todo la voluntad de los que lejislan, sino que tiene que sujetarse a la
conciencia universal, para no .chocar con las ideas dominantes de
cada pais i la cual debe también ser respetada en todos los tiempos.
El art. 1.° de nuestro Código Penal define lo que es delito i cuando
esas acciones u omisiones se reputan voluntarias i hasta dónde llega la
responsabilidad del culpable, aun cuando el mal que intentó causar
recaiga sobre persona distinta de la que se propuso ofender.
La definición de delito que ha dado nuestro Código Penal, es la que
se vé en los códigos de otros países i en jeneral, el artículo todo es
tomado del Código Penal Español. La lei de Partidas dijo: que delito
era iodo yerro fecho a sabiencla o lo que es lo mismo, el quebrantamien-
to libre e intencional de un deber, cualquiera que éste sea.
Por eso si nosotros menospreciando lo preceptos de esa lei escrita i
garantida con sanciones penales i olvidando su sanción, ejecutamos
algún acto que ella prohiba o condene, habremos indudablemente
cometido un delito.
La infracción de una lei moral es un crimen moral: la infracción de
una lei o de un deber social, es un delito social. Pero como la palabra
crimen envuelve cierta idea que no conviene a todas las infracciones
de nuestros deberes, no la aplicaremos sino a las que reúnan las con-
diciones siguientes: 1." que el deber, violado no tenga una sanción
natural; 2.a que sea de aquellos respecto de los cuales no baste una
sanción civil, i 3." que sea un precepto de importancia, para cuya
reparación no basten medidas gubernativas o de policía, Ahora bien,
crimen social es, pues, la infracción libre i voluntaria de los deberes
sociales, que no están suficientemente garantidos por sanciones natura-
les, civiles o administrativas.
La primera idea, la idea común de todo crimen, de todo delito
moral, no es otra cosa que el quebrantamiento de alguno de nuestros
deberes. Este quebrantamiento es, pues, la base del crimen. No obs-
6
82 CÓDIGO PENAL

tante, hai también otros- elementos que vienen a ser el complemento


del que hemos señalado. Se necesita ademas: 1.° la libertad en la per-
sona que obra, porque sin su completa posesion, el delito desaparece
i la intelijencia humana no concibe crimen alguno sin esa completa
libertad en el ájente que lo ejecuta; 2.° que la acción sea voluntaria
o, mas bien dicho, que haya intención de dañar, i 3.° que el hecho
que se comete haya sido declarado delito por la lei. Esto último
no quiere decir que pueda la lei crear arbitrariamente delitos, sino
que es necesaria su declaración respecto de los delitos que deben repu-
tarse a los hombres prohibidos en sociedad; porque a ésta es a quien
toca hacer cumplir las leyes naturales. La reunión de estos tres ele-
mentos constituyen el delito moral o mal misto, que es el elemento del
crimen i sobre el único que pueden recaer las penas humanas, porque
participa de hechos físicos i de motivos morales i es a un mismo tiem-
po el quebrantamiento de reglas morales i de violaciones en el orden
esterno. El lejislador no puede pasar de la esfera de la moral. Dentro
de este límite tiene su campo de acción, porque los deberes sociales
no son otros que los mismos deberes naturales, con restricciones quizá,
pero nunca mas que éstos.
Concretándonos ahora a la definición del delito, tenemos que solo
existe cuando se ha infrinjido una lei anterior a la perpetración del
crimen, siendo que el que lo ejecuta tuvo intención de obrar mal i
lo hizo con entera libertad.
De aquí se deduce que para que un hecho sea punible, se necesita
que haya existido por lo ménos comienzo de él, pues el Código no
puede castigar las meras intenciones.
Ahora si una acción no está reputada como delito por la lei, esto
es debido sin duda a que existe una sanción natural mayor que la que
se pudiera establecer por la lei positiva. El suicidio i la prodigalidad
por ejemplo, no tienen criminalmente una pena señalada i es porque
uno i otra sufren las consecuencias de este mal, i sus consecuencias, en
todo caso, son peores que la sanción penal que podia consagrar un
Código para reprimir estos hechos.
Sabemos ya que para que haya delito es necesario que el hecho haya
sido declarado como tal por una lei anterior, réstanos solo ahora
manifestar que se necesita ademas una infracción esterna i que solo
en este caso es cuando la sociedad está interesada en su represión i
castigo. Es por esto que no es delito que castiga nuestro Código, la
LIBRO 1.'—TÍTULO I. 83

infracción de acciones civiles o hechos que, punibles puestos en obra,


no han salido sin embargo todavía de la cabeza de sus autores.

El inciso segundo del artículo que analizamos, establece la presun-


ción de que el que ejecuta un hecho penado por la lei, obra siempre
con entera libertad, salvo el caso de que se pruebe lo contrario.
De aquí se deducen algunas consideraciones importantes. La primera
que se nos presenta es que habiendo una presunción de libertad en el que
obra, le corresponde probar la falta de este requisito al que alegue la
escepcíon si no quiere cargar con el peso de esta presunción.
Otra consecuencia del principio consignado en este inciso, es la de
que solo son punibles los hechos calificados de tal en nuestro Código,
í como retira de la categoría de los delitos muchos hechos consignados en
nuestras antiguas leyes i que si en aquellas épocas de ignorancia podían
tener razón de ser, hoi el estado de adelanto de nuestra sociedad los
rechaza por completo. Por eso no es delito sino lo que la lei califica
de tal con anterioridad al acto que se trata de penar. Ubi non est lex,
neo prevaricaMo, es una razón de derecho, i por eso se ha establecido
que no puede haber delito sin la existencia de una lei anterior prohi-
bitiva, i por esto es lícito todo lo que no está vedado por lei anterior
al acto que se supone criminal.

III

El tercer inciso dice: que el que comete un delito es responsable de


él i se hace acreedor a la pena que la lei, señale, aunque el mal recaiga
sobre persona distinta de aquella a quien se propuso ofender. No es,
pues, según esto, indispensable la concordancia entre la persona i el
hecho. Basta la existencia de un mal en perjuicio de uno de nuestros
semejantes para que ese acto sea punible. De lo contrario desaparece-
ría la igualdad que se busca i sería fácil eludir la acción de la justicia,
si se dejara sin pena un delito cuando se estableciese la irresponsabi-
lidad del que lo ejecuta, si su intención hubiera sido de causar un mal
a persona distinta del que lo recibió.
Sin embargo, este tercer inciso dispone que cuando el mal recae en
persona distinta de la que se tuvo en mira al ofender, no se tomen en
84 CÓDIGO PENAL

consideración las circunstancias no conocidas del delincuente que


agravarían su responsabilidad; pero sí aquellas que la atenúan.
Esto es lójico i de una evidente justicia.
Pedro, por ejemplo, quiere matar a Juan porque le ha ultrajado en
su honor i para ello le espera en una esquina porque sabe que debe
pasar por allí a las doce de la noche. A esa hora pasa su propio padre
i recibe el balazo que tenia preparado para su enemigo Juan.
Sin este principio, Pedro seria castigado por un parricidio con alevo-
sía, puesto que obró con premeditación, cosa que seria dura a la verdad
porque no fué esta su intención; pero tampoco podría quedar sin
castigo i por esto, el tercer inciso del artículo que comentamos ha dicho:
Pedro es reo solo de un homicidio i no de parricidio alevoso i hai en
su favor las circunstancias atenuantes que pueda invocar en su defensa
de lo que le movió a intentar la muerte de Juan.
El juez de la causa examinará esa escepcion i verá hasta dónde ella
es legal i milita en favor del reo para tomarla en consideración en la
aplicación de la pena.

A r t . 2.°

«Las acciones n omisiones que cometidas con dolo o


malicia importarían un delito, constituyen cuasi delito
si solo hai culpa en el que las comete.»

Este artículo es orijinal de la comision redactora de nuestro Código


Penal.
Bien poco tenemos que decir sobre él por ser evidentemente claro.
Si para la existencia del delito es preciso que el que lo ejecute obre
con libertad i discernimiento, tenemos que si solo hai culpa, el delito
no tiene en este caso aquélla categoría: es solo un cuasi delito, porque
en el ájente ha faltado la malicia que la lei supone en todo caso.
Un ejemplo nos hará comprender mejor su alcance.
Un farmacéutico recibe una receta que lleva cierta dosis de veneno i
al despacharla se distrae i pone mas cantidad que la recetada por el
médico. El enfermo muere por consecuencias del medicamento.
LIBRO 1.'—TÍTULO I. 85

Hai un homicidio; pero como no se ha cometido con intención deli-


berada, sino por un descuido i como este mal no puede quedar sin pena,
la lei ha querido que este hecho se califique de cuasi delito i se aplicará
en consecuencia la pena designada no al delito, sino al cuasi delito.
Con esto queda esplicado cuál es el alcance del presente artículo.

A r t . 3.°

«Los delitos, atendida su gravedad, se dividen en


crímenes, simples delitos i faltas i se califican de tales
según la pena que les está asignada en la escala jene-
ral del art. 21.»

Hasta aquí hemos usado indistintamente las palabras crimen i delito;


pero en vista de este artículo podemos entrar a dilucidar lo que se
quiere significar con cada una de ellas i definir también lo que es
falta.
El Código Penal francés en su artículo primero, dice así:
La infracción que las leyes castigan con penas de policía, es una
contravención (que equivale a lo que nosotros llamamos faltas).
La infracción que las leyes castigan con penas correccionales, es un
delito.
La infracción que las leyes castigan con pena aflictiva o infamante,
es un crimen.
El Código Brasilero usa como palabras sinónimas crimen o cielito.
Desde luego podemos notar que nuestro Código sin definir lo que es
crimen, delito o falta, hace sin embargo una distinción notable i ella se
comprende analizando la escala de penas que establece. En jeneral, las
peñas mayores son para el crimen; las menores para los simples delitos,
i la prisión para las faltas.
Pero para formar una idea exacta de la diferencia notable que existe
en estas tres categorías, podemos ver lo que establece el Art. 6.° del
Código Napolitano, que dice así:
«La infracción sometida a penas criminales, se llama crimen.
La infracción sometida a penas correccionales, se llama delito.
La infracción sometida a penas de'policía, se llama contravención.
En la práctica esta división de los delitos en graves i menos graves
86 CÓDIGO PENAL

no es conducente, sin que por eso deje de ser exacta; porque unos
delitos son de mas trascendencia que otros i por eso unos merecen
penas aflictivas i otros correccionales.
La pena aflictiva, dice el señor Pacheco, castiga, maltrata; da su
merecido al que sufre: la pena correccional reforma, endereza, constriñe
a volver al buen camino abandonado: la pena leve aviva i amonesta
para que no se le abandone, para que no se complete el estravío.

A r t . 4.°

« L a d i v i s i ó n d e los d e l i t o s e s a p l i c a b l e a los c u a s i
delitos, q u e se califican i p e n a n e n l o s c a s o s e s p e c i a l e s
que determina este Código.»

Bien poco tenemos que decir con respecto a este artículo, despues de
las esplicaciones dadas referentes al anterior. Por él se establece una
división igual a la de los delitos respecto de los cuasi delitos.
Su penalidad está determinada en nuestro Código en los casos espe-
ciales que mas adelante se detallan i que tendremos entonces ocasion
de tratar a medida que se presenten.

A r t . 5.°

«La lei p e n a l chilena es obligatoria p a r a todos los


h a b i t a n t e s d e la R e p ú b l i c a , i n c l u s o s l o s e s t r a n j e r o s .
Los delitos cometidos dentro _ del m a r territorial o
a d y a c e n t e q u e d a n sometidos a este Código.»

La primera parte de este artículo, no es mas que el contenido del


artículo quince de nuestro Código Civil i tiende a establecer la completa
igualdad penal para nacionales o estranjeros que delinquen dentro de
nuestro territorio. Esta disposición es sobradamente justa i equitativa,
porque la condicion del estranjero que pisa nuestro suelo, no puede ser
peor ni mejor que la de los nacionales. El que llega debe saber que
LIBRO 1.'—TÍTULO I. 87

tiene que someterse en todo a las prescripciones establecidas en el


país donde busca hospitalidad.
La segunda parte, es el segundo inciso del arfc. 3.° del Código belga,
que la Comision creyó oportuno agregarlo para esplicar mas todavía el
alcance de la primera parte de esta disposición.
Esto equivale a decir: la lei penal chilena no tan solo pena los
delitos cometidos en tierra firme sino también en el mar territorial o
adyacente.
I no podría ser de otro modo. ¿Dónde se iría a pedir justicia para
los delitos cometidos ya por nacionales o estranjeros en mar territorial
0 adyacente?
Establecer el principio de que el que delinque en playa' que se tiene
por límite de nuestro territorio o hasta donde llega nuestra soberanía,
no era justiciable por nuestras leyes i que el perjudicado debería ir
a pedir justicia a la autoridad de donde es nacional ese delincuente,
habria sido declarar la impunidad de muchos delitos sin una razou
hostensible i racional. Nuestro Código ha hecho bien en ser preciso
1 terminante a este respecto, a fin de salvar cuestiones que puedan
suscitarse bajo el pretesto de no estar previstas en nuestra lejislacion
penal.
Lo que decimos respeto de los crínjenes i delitos, es también esten-
sivo a las faltas que se cometan dentro de los límites que marca este
artículo.

A r t . 6.°

«Los crímenes o simples delitos p e n e t r a d o s fuera


del territorio de la República por chilenos o por estran-
jeros, no serán castigados en Chile sino en los casos
determinados por la lei.»

Este artículo es el cuarto que se rejistra en el Código belga.


Es un hecho que el que abandona su patria ya con motivo justo o sin
él, renuncia a todos los derechos que podia tener cuando era miembro
de esa sociedad, i si por desgracia para él delinque en la parte en que ha
buscado hospitalidad, tiene forzosamente que aceptar las leyes que rijan
88 CÓDIGO PENAL

allí i no invocar para nada las de la patria que deja. Cuando mas podrá
exijir de su nación que se vea que el castigo impuesto a su delito,
sea conforme a las leyes que rijan i que su trato sea precisamente el
que se acostumbra con los nacionales del territorio donde él lia
delinquido.
Este derecho lo pueden ejercitar las naciones por medio de los
representantes que tuvieran en el país donde está el procesado; i si no
los hai, confiar su suerte calladamente al destino.
Para los casos especiales que puedan presentarse de juzgamientos
de estranjeros aquí o de nacionales en otros puntos, se estará a lo que
dispongan los tratados especiales que se hayan celebrado o se ajusten
en lo sucesivo sobre estas materias.

ART. 7.°

«Son p u n i b l e s , n o solo el crimen o simple delito


c o n s u m a d o , s i n o e l f r u s t r a d o i la t e n t a t i v a .
H a i c r i m e n o s i m p l e delito' f r u s t r a d o c u a n d o el delin-
cuente pone d e s u p a r t e t o d o lo n e c e s a r i o p a r a que
el c r i m e n o s i m p l e delito se c o n s u m e i esto n o se v e r i -
fica p o r c a u s a s i n d e p e n d i e n t e s d e s u v o l u n t a d .
Hai tentativa cuando e l c u l p a b l e cía p r i n c i p i o a l a
e j e c u c i ó n d e l c r i m e n o s i m p l e cielito p o r l i e c l i o s d i r e c -
tos, pero faltan u n o o m a s p a r a su complemento.»

Este artículo suscitó un largo debate entre los miembros de la Comi-


sión; pero al fin se aceptó en los términos que se ha consignado,
siguiendo para ello lo que dispone el art. 3.° del Código Español i 69
del Código napolitano, únicos que aceptan la división del delito en
tres partes, pues los otros Códigos, incluso el belga, de reciente pro-
mulgación, solo establecen la división de delito consumado i tentativa, i
no la de crimen o delito frustrado.
Ta hemos esplicado en otra parte, que el crimen o simple delito con-
sumado tiene una pena, preciso es entonces definirlo diciendo: que es
aquel que se realizó i completó la libertad e intención del autor, llevan-
do a efecto el mal social castigado por la lei, a diferencia de la tentativa
LIBRO 1.'—TÍTULO I. 89

en que el culpable clel delito directamente da principio a la ejecu-


ción por hechos esteriores i no prosigue en ella por cualquiera causa
o accidente que no sea su propio i voluntario desistimiento i clel delito
frustrado que es cuando el culpable, apesar de haber hecho cuanto estaba
de su parte para consumarlo, no logra su mal propósito por causas
independientes de su voluntad.
Desde luego se vé que el delito frustrado i la tentativa, tienen de
común que si no se- ejecuta el mal, no es por falta de voluntad en el
culpable; pero se diferencia en que el delito frustrado es un hecho
enteramente consumado por parte de su autor, a quien nada le quedó
por hacer; i la tentativa es solo un hecho principiado, pero no conclui-
do, pudiendo arrepentirse i apartarse de llevar a efecto el crimen. En
el delito frustrado es imposible todo arrepentimiento, porque el culpable
lo ha' hecho todo i si no obtuvo su objeto, no quedó por cierto por
culpa suya.
Un ejemplo deslindará estos tres casos de la lei. Antonio toma su
revolver cargado i acecha a Juan en un lugar por donde sabe que
debe pasar i éste no llega al sitio, tendremos una tentativa de homici-
dio, porque Antonio dió principio a la ejecución del delito ideado por
un hecho esterioi' i directo, i si no logró su objeto fué porque Juan no
pasó.
Si en el mismo caso Antonio dispara porque Juan se presentó en el
sitio i no le acertó, se habrá andado un paso mas: existirá entonces un
homicidio frustrado. El hecho se consumó i si no se consiguió el fin
del culpable, fué por una causa estrafía a su voluntad. Por fin, si el
tiro va derecho al corazon i le mata, el crimen es consumado.
Hé aquí como desde la inocencia hasta el crimen hai una inmensa
distancia, una serie de actos mas o ménos materiales; pero verdaderos,
asignables i sujetos' a la razón i al estudio i que es preciso distinguir.
A veces su marcha es rápida i tan instantánea que se hace difícil
conocer sus transiciones; pero felizmente, las mas veces se presenta con
lentitud i es entonces muí fácil recorrer su escala. Lo primero que
encontramos es el pensamiento del delito que nace en la cabeza del
individuo. El deseo de cometerlo con la duda i el temor, viene despues.
Sigue en pos la resolución que supone ya'cierta deliberación i un ánimo
decidido a poner en ejecución el delito que se ha intentado cometer.
Siguen todavía algunos otros actos como el acuerdo con otras personas,
la amenaza, tentativas abortadas i talvez hasta crimen frustrado. No
90 CÓDIGO PENAL

obstante, todos estos son actos internos que el lejislador no debe* toda-
vía tomar en cuenta, sino cuando se manifiestan esteriormente. Por
eso el que ha avanzado en la escala del crimen los tres primeros grados
que hemos descrito i que son el juntamiento del delito, el deseo de
cometerlo i j a j^ohicion, no ha llegado todavía a ponerse bajo la
represión de las leyes penales. Necesita avanzar un paso mas: subir la
cuarta grada para caer bajo el imperio de aquellas leyes. El orden
social no se ha quebrantado todavía: no hai delincuente, ni tampoco
mal material. Si hai mal, es un mal puramente moral i solo la justicia
divina que conoce las intenciones, podrá castigar esos pensamientos
como si se hubiesen convertido en obras. En actos puramente prepa-
ratorios como los que dejamos descritos, las leyes humanas son inefi-
caces: ellas no penetran a la conciencia, por consiguiente, su fuerza no
llega hasta allí i su acción comienza solo donde terminan estos actos.
LaJ«)itofefl_es el principio de la ejecución de un delito; es la cuarta
grada que avanza el criminal. Este hecho puede autorizar únicamente
la vijilancia de la autoridad, miéntras no se ponga por obra un acto
que constituya por si solo un delito i que autorize entonces de hecho,
el castigo señalado por las leyes.
En la tentativa siempre hai un acto positivo i evidente, porque se
ha ejecutado una parte del crimen, i se supone que si éste se ha dejado
de cometer por alguna causa estraña, como por ejemplo, porque
se les sorprende en el acto de ejecutarlo o se arrepiente del mal que
va causar, o porque se le rompan los instrumentos de que se está sir-
viendo, ha habido siempre voluntad i la justicia humana debe castigar
i hacer espiar esa falta, porque material i moralmente, se ha perturba-
do el orden i la seguridad personal.
Sentados estos antecedentes, se nos presentan una infinidad de
cuestiones mas o ménos interesantes i que es preciso resolver ántes de
pasar adelante. ¿Deberá la lei castigar igualmente al que dejó de come-
ter un delito ideado por razones ajenas a su voluntad, que aquel que
verdaderamente llevó a efecto su criminal intento?—Se le impondrá
pena igual al infeliz que pensando en las consecuencias que puede traer-
le su delito, se arrepiente en la vía de cometer el crimen sin haber causa-
do todavía un mal positivo?
Los jurisconsultos están acordes en sostener que no merece ningún
castigo el que se arrepiente al tiempo de poner en ejecución el delito
ideado, a no ser que se haya causado un mal completol efectivo. Por
LIBRO 1.'—TÍTULO I. 91

consiguiente, podemos afirmar que miraríamos con malos ojos si


viéramos aplicar igual pena en algún caso de tentativa, que la que
merece un crimen consumado real i verdaderamente.
«La leí 2.a tít. 31 Part. 7.a, llamada por los jurisconsultos, la lei de
las Menciones, dice terminantemente:» «pensamientos malos vienen
muchas vecez en los coragones de los omes, de manera que se afirman
en aquello que piensan,. para lo cumplir por fecho. E despues asman,
que si lo cumpliessen que farian mal, e arrepientense, e por ende
dezimos, que qual quier orne que se arrepiente del mal pensamiento,
ante que comenzasse a obrar por él, que. non meresce pena porende...»
En último resultado tenemos, que es mucho menor la pena que se
aplica a la tentativa del crimen, que la que merece si éste se hubiese
consumado. En los demás casos la pena debe ser proporcional, según
el estado en que se dejó de ejecutar el delito, agravándose proporcio-
nalmente cuanto mas se acerca para la conclusión de aquel.
\ La lei citada anteriormente corrobora esta teoría. He aquí su tenor
literal: «Mas si despues que lo viesse pensado, se trabajasse de lo
fazer, e de lo cumplir, comenzándolo de meter en la obra, maguer non
lo cumpliesse de todo, estonce seria en culpa, e meresceria escarmiento
segund él yerro que fizo.
Finalmente, para llegar a ser castigado se necesita alcanzar a la
quinta grada, que es el delito frustrado; pero como en este caso no ha
ocasionado a la sociedad un mal tan grave como el delito mismo, la
conciencia pública rechazaría con indignación el que se le impusiera
la pena que correspondería al autor dol último. La razón lo reprobaría
también i nuestra conciencia imparcial se sublevaba en semejante caso.
No obstante, a los ojos de la lei Divina, el que ha hecho todo lo
posible por consumar un crimen, es tan culpable como el que lo ha
cometido.
La lei de Partida que acabamos de citar, empapada en la doctrina
común de sus tiempos, i en el vehemente deseo de reprimir así críme-
nes imajinarios, llevó su rigorismo hasta decir hablando del presente
caso: «merece ser escarmentado assi como si lo oviesse cumplido, por
que non finco por el de lo cumplir; si pudiera.»
No obstante estos principios tan arraigados, nuestros lejisladores se
han apartado de ese rigorismo i han establecido reglas proporcionales
para cada uno de estos casos i en nuestro Código hai una graduación
que satisface las exijencias sociales i pena a cada cual según el grado
92 CÓDIGO PENAL

de participación en el delito, como lo vamos a ver mas adelante al


tratar de las penas. Para nuestro objeto, basta lo espuesto, que con ello
se puede conocer el avance que hemos dado en este sentido, despues
de haber sido gobernados por leyes tan duras como desiguales.

ART. 8.°

« L a c o n s p i r a c i ó n i p r o p o s i c i o n p a r a c o m e t e r u n cri-
m e n o u n s i m p l e delito, solo s o n p u n i b l e s e n l o s c a s o s
e n q u e la l e i l a s p e n a e s p e c i a l m e n t e .
L a conspiración existe cuando dos o mas personas
se c o n c i e r t a n p a r a la e j e c u c i ó n d e l c r i m e n o simple
delito.
L a p r o p o s i c i o n s e v e r i f i c a c u a n d o e l q u e lia r e s u e l t o
cometer u n crimen o u n simple delito, p r o p o n e su
ejecución a otra u otras personas.
E x i m e d e t o d a p e n a p o r la c o n s p i r a c i ó n o p r o p o s i -
cion p a r a cometer u n c r i m e n o u n s i m p l e delito, el
d e s i s t i m i e n t o d e la e j e c u c i ó n d e é s t o s á n t e s d e p r i n c i -
piar a ponerlos por obra i de iniciarse procedimiento
j u d i c i a l c o n t r a el c u l p a b l e , c o n t a l q u e d e n u n c i e a l a
a u t o r i d a d p ú b l i c a el p l a n i s u s c i r c u n s t a n c i a s . »

Nuestra Comision redactora tomó por base para la redacción de este


artículo, el cuarto del Código español.
Hace poco a que establecimos que solo eran castigables la tentativa,
el crimen frustrado i el delito consumado. Pues bien, a esa regla
jeneral viene ahora una escepcion que es preciso no olvidar, i ella es la
que consagra la primera parte de este artículo estableciendo que la
conspiración i proposicion para cometer un crimen o un simple delito,
son justiciables en los casos en que la lei las pena especialmente.
Estos casos los veremos mas adelante.
Para que haya conspiración, se exije que haya concierto formal entre
dos o mas personas i que este concierto lleve en sí el objeto de cometer
un delito.
LIBRO 1.'—TÍTULO I. 93

Al contrario, la proposicion solo exije resolución de cometer un delito


i proponer a otros la ejecución formal i decidida de llevarlo a término.
El criminalista Rossi creó que la simple proposicion no debería
bailarse escrita en el catálogo de los crímenes.
El profesor aleman Hans en sus observaciones al Código Penal belga,
sostiene la conveniencia de que se castigue la proposicion, por que si
bien seria absurdo fundar una acusación en palabras vagas, en deseos o
amenazas espresadas en el calor de la discusión, i aunque fuesen deli-
beradas, no espresasen mas que una opinion, un pensamiento íntimo,
de aquí solo se sigue que ésta incriminación debe contenerse en ciertos
límites i someterse a condiciones rigurosas.
Por eso nuestro Código ha hecho bien en penar la conspiración i la
simple proposicion en casos especiales i no aceptar en jeneral la penali-
dad de estos actos en delitos de poca monta.
En jeneral la conspiración i la proposicion son los primeros actos
que revelan el pensamiento, el deseo, la resolución de delinquir, aunque
no se haya dado principio al delito por actos esteriores.
Para que un hecho sea reputadq como proposicion de cometer un
delito, tiene que ser formal, directo, sério i ha de versar sobre la ejecución
derdelito, de manera que no quede duda sobre su naturaleza i objeto.
En todo acto criminal hai dos términos estreñios:—el principio i el
fin—la concepción del delito i su ejecución. Los actos intermedios
constituyen en progresión creciente uua serie mas o ménos larga de
hechos, que si el moralista puedo analizarlos, no los toca el lejislador
por que le faltan los medios i hasta el derecho para ello. Mas cuando
estos actos internos pasan a la esfera de actos estemos o materiales,
entonces el derecho penal tiene medios de apreciarlos; por eso es que
son punibles la tentativa, el delito frustrado i el crimen consumado,
. dejando la conspiración i la proposicion para casos especiales i nuestro
Código se encarga de establecer cuando deben ser penados.
El último inciso de este artículo establece una escepcion en'favor
del que se desiste del, acto ántes de que se principie a ponerlo por obra
i ántes también de que se haya iniciado procedimiento judicial contra
los culpables, pero con tal que denuncie a la autoridad pública el plan
i circunstancias acordadas para realizar los hechos criminales para que
se habían concertado.
Esto no quiere decir que nuestro Código establezca aquí la delación,
sinó que señala un camino al que quiera seguirlo i libertai'se de pena,
94 CÓDIGO PENAL

una vez que se haya arrepentido de haber tomado parte para la ejecución
de un delito.
Aquí no se sanciona la doctrina de la impunidad a causa de la dela-
ción i lo que motiva a la exención es el hecho de dar ocasion a que se
prevenga el delito, no la importancia de la revelación.
La moral humana no puede admitir como virtud la fidelidad mútna
de los malvados para burlar las leyes i causar alarma en la sociedad.
Diderot ha dicho: que nada puede igualar a la ventaja que resulta
de sembrar la desconfianza entre los delincuentes i hacerlos sospechosos
entre sí, afin de que cada cual crea ver en sus cómplices otros tantos
acusadores.
Por eso no criticamos el que nuestro Código haya establecido venta-
jas en favor del que denuncia el delito para que se había comprometido.
El arrepentimiento ántes de causar un mal es digno siempre de alguna
recompensa: que ella sea la de libertarse de la pena que merecía su
participación en el delito.

á b t . 9.°

«Las faltas solo se castigan cuando lian sido consu-


madas.))

Esto mismo dispone el artículo 5.° del Código Penal español i no


puede ser de otra manera, desde que por falta entendemos las infrac-
ciones leves, ya de las señaladas por el Código, o bien en reglamentos
de policía o decretos administrativos.
Por manera que según este precepto de nuestro Código, no pueden
tener aplicación las doctrinas establecidas relativas a los artículos ' 7.°
i 8.° que se refieren- solo a crímenes o delitos.
Si una falta se consuma tiene castigo, i en caso contrario, no se
puede proceder contra los que intenten llevarlas a efecto, porque no
han incurrido en pena alguna.
Esta misma es la teoría del Código francés, puesto que en ninguna
parte se encuentra algo sobre tentativa de contravención o de contra-
vención frustrada.
Por fin, advertiremos que cada falta se pena por separado i al autor
LIBRO 1.'—TÍTULO I. 95

de dos o mas sufrirá la pena que la leí designa a cada una de ellas sin
tomar en consideración circunstancias de otra clase.
En alguno de los miembros de la Oomision redactora, hubo quien
solicitó que se fijase un plazo para los estranjeros que llegaban a nues-
tro pais durante el cual no les afectara responsabilidad por las faltas
que cometiesen; pero esta idea fué rechazada a fin de conservar la
igualdad en todos i lo difícil que se hacia la justificación de este hecho,
i en atención también a que el mal que impone la lei por estas infrac-
ciones es bien insignificante.
Por lo demás, veáse lo que a este respecto decimos en el libro tercero
consagrado a las faltas.

§ II.

De las circunstancias que eximen (le responsabilidad criminal.

A r t . 10.

« E s t á n exentos de responsabilidad c r i m i n a l :
1.° E l loco o demente, a no ser que b a y a obrado en
un intervalo lúcido, i el que, por cualquier causa inde-
pendiente de su voluntad, se halla privado totalmente
de razón.
Cuando u n loco o d e m e n t e h u b i e r e ejecutado u n
hecho que la lei califica de crimen o incurriere en
reiteración de otros que i m p o r t e n simples delitos, el
t r i b u n a l decretará su reclusión en uno de los estableci-
mientos destinados a los enfermos de aquella clase,
del cual no p o d r á salir sin p r e v i a autorización del
mismo tribunal.
E n otro caso será e n t r e g a d o a su- familia b a j o fianza
de custodia, i m i é n t r a s no se j)reste dicha fianza se
o b s e r v a r á lo dispuesto en el acápite anterior.
2.° E l menor de diez años.
3.° E l m a y o r ele diez años i m e n o r de diez i seis, a
no ser que conste que ha obrado con discernimiento.
96 CÓDIGO PENAL

E l Tribunal liará declaración espresa sobre este


punto, para imponerle pena o declararle irresponsable.
4.° E l que obra en defensa de su persona o derechos,
siempre que concurran las circunstancias siguientes:
Primera.—Agresión ilejítima.
Segunda.—Necesidad racional del medio empleado
para impedirla o repelerla.
Tercera.—Falta de provocacion suficiente por parte
del que se defiende.
Se entenderá que concurren estas tres circunstancias
respecto de aquel que durante la noche rechaza el
escalamiento o fractura de los cercados, paredes o
entradas de una casa o de un departamento habitado
o de sus dependencias, cualquiera que sea el daño que
ocasione al agresor.
5.° E l que obra en defensa de la persona o derechos
de su cónyuje, de sus parientes Consanguíneos lejíti-
mos en toda la línea recta i en la colateral hasta el
cuarto grado inclusive, de sus afines lejítimos en toda
la línea recta i en la colateral hasta el segundo grado
inclusive, de sus padres o hijos naturales o ilejítimos
reconocidos, siempre que concurran la primera i segun-
da circunstancias prescritas en el numero anterior, i la
de que, en caso de haber precedido provocacion de
parte del acometido, no tuviere participación en ella el
defensor.
6.° El que obra -en defensa de la persona i derechos
de u n estraño, siempre que concurran las circunstan-
cias espresadas en el número anterior i la de que el
defensor no sea impulsado por venganza, resentimiento
u otro motivo ilejítimo.
7.° E l que para evitar .un mal ejecuta un hecho que
94
LIBRO 1.'—TÍTULO I.

de dos o mas sufrirá la peua que la leí designa a.cada una de ellas sin
tomar en consideración circunstancias de otra clase.
En alguno de los miembros de la Comision redactora, hubo quien
solicitó que se fijase un plazo para los estranjeros que llegaban a nues-
tro pais durante el cual no les afectara responsabilidad por las faltas
que cometiesen; pero esta idea fué rechazada a fin de conservar la
igualdad en todos i lo difícil que se hacia la justificación de este hecho,
i en atención también a que el mal que impone la lei por estas infrac-
ciones es bien insignificante.
Por lo demás, veáse lo que a este respecto decimos en el libro tercero
consagrado a las faltas.

§ IT.

De las circunstancias que eximen de responsabilidad criminal.

AKT. 10.

« E s t á n exentos de responsabilidad c r i m i n a l :
1.° E l loco o demente, a no ser que b a y a obrado en
un intervalo lúcido, i el que, por cualquier causa inde-
p e n d i e n t e de su voluntad, se halla p r i v a d o totalmente
de razón.
Cuando u n loco o d e m e n t e h u b i e r e ejecutado u n
hecho que la lei califica de crimen o incurriere en
reiteración de otros que importen simples delitos, el
t r i b u n a l decretará su reclusión en uno de los estableci-
mientos destinados a los enfermos de aquella clase,
del cual no p o d r á salir sin p r e v i a autorización del
mismo tribunal.
E n otro caso será e n t r e g a d o a su-familia b a j o fianza
de custodia, i m i é n t r a s no se preste dicha fianza se
o b s e r v a r á lo dispuesto, en el acápite anterior.
2.° E l menor de diez años.
3.° E l m a y o r ele diez años i m e n o r de diez i seis, a
no ser que conste que ha obrado con discernimiento.
98 CÓDIGO PENAL

Un delito puede perpetrarse aisladamente sin que concurran en él


circunstancias que aumenten o disminuyan la criminalidad del autor, i
puede presentarse revestido de accidentes que modifiquen su esencia,
eximiendo al autor de toda responsabilidad criminal, atenuándosela en
otros casos i, en fin, agravándolo.
Esta teoría es la que lia servido a la lei para establecer circunstancias
que eximan de responsabilidad criminal; circunstancias que la atenúen
o disminuyan, i circunstancias que la agraven en fin.
Este sistema da flexibilidad a las penas i ancho campo a los jueces
para hacer que ella sea proporcional al delito que se tratá de penar,
puesto que no es posible desatender las circunstancias que se presenten
comprobadas para aplicar ciegamente a tal delito tal pena, sin que se
consideren las circunstancias que movieron al delincuente a obrar i la
manera como realizó su intento.
La voluntad, ese hecho interior i que por lo tanto no es visible,
tanjible ni material, como lo es el acto de la acción prohibida que se
ejecuta i que se ve, son los dos elementos del delito. Por eso la voluntad
se supone siempre que no aparezca justificado lo contrario, i hé aquí
por que este artículo consigna la circunstancia que destruye esa
voluntad i que son escepcion de la regla establecida en el artículo
primero de este Código. Aquí no tan solo falta la presunción, sino que
hai una certidumbre en contra; es un derecho opuesto, obligaciones
superiores que están sobre las reglas jenerales que se han establecido
anteriormente.

II

Prévios estos antecedentes, ya podemos definir lo que son circuns-


tancias que eximen de responsabilidad criminal, diciendo que son
aquellas que, concurriendo en la ejecución de un hecho, el cual en otro
caso habría sido delito, libertan a su autor de la responsabilidad
criminal que le afecta por el mal causado.
Nuestro Código establece trece circunstancias de esta clase, que bien
podrían haberse limitado a doce, suprimiendo la última en vista del
contenido del artículo 4.°
Entre estas circunstancias unas hai que deben su oríjen a la falta de
voluntad en el autor del hecho; otras han sido establecidas en favor
del que obra usando de un derecho lejítímo; i por fin otras a favor de
los que obran en cumplimiento también de un deber lejítimo.
LIBRO 1.'—TÍTULO I. 99

Recorrámoslas, pues, a la lijera por el orden en que las coloca el


artículo.

III

Tanto las leyes antiguas como las modernas, han establecido que el
loco o el demente no era responsable de sus actos i no ha podido ser
de otro modo desde que su razón está perturbada i no obra con discer-
nimiento.
Furiosi milla voluntas est, es una regia de derecho.
Mas tarde las leyes de Partida establecieron igual exención en favor
del loco, tales como la 21 tít. 1 part. 1.a i 9." tít. 9.° part. 7." i princi-
palmente la 3.a tít. 8.° de la misma partida 7." que dijo... Otrosí decimos
que si alffunt home que fuese loco o desmemoriado, matase a otro, que
non cae por ende en pena ninguna:, por que non sale nin entiende el
yerro que face.
El Código francés consignó también en su art. 64 que no habia
crimen ni delito cuando el autor se hallaba en estado de demencia.
Igual principio consignaron los Códigos austríaco, napolitano i brasilero.
Como se vé, el artículo que analizamos exije que realmente se obre
en estado de locura o demencia, porque en estos casos falta la razón
que es el primer elemento de la personalidad humana; por eso todas las
sociedades han establecido esta exención en favor de los que obran en
tan triste situación, porque falta la voluntad, requisito sin el cual no
se puede ser responsable de los actos que se ejecuten contra la leí penal.
Pero si recobrada esa razón i en posesion de la voluntad, se comete
crimen o delito, que es lo que se llama en momentos lúcidos, entonces
el acto cae bajo la sanción de la pena por el mal causado.
De aquí la necesidad de definir lo que es locura i lo que es demencia.
Locura es un estado de demencia con accesos de delirio o de furor
Demencia es la falta de juicio sosegada i tranquila.
También es preciso que la locura o demencia sean reales i efectivas
i comprobadas por la ciencia. En la práctica, el juez descansa en los
informes de facultativos de reconocido estudio i probidad.
Nuestro Código dispone que el loco o demente que ejecute un hecho
de los calificados por crimen, como ser un homicidio, o en reiteraciones
de otros que importen simples delitos, cómo ser haber herido levemente
en dos o mas ocasiones a distintas personas, debe remitírsele a uno, de
los establecimientos destinados a enfermos de esta clase, es decir, entre
100 CÓDIGO PENAL

nosotros será a la Casa de Orates, de donde no podrá salir sin autori-


zación del tribunal que le juzgó.
En cualesquier otro caso la lei dispone que no se entregue a la fa-
milia miéntras no rinda fianza de custodia. Esta fianza se constituye por
escritura pública, garantizando las consecuencias del mal que se cause
por el loco si hai descuido con él. Si esta fianza no se presta, i aunque
el loco o demente 110 baya causado mal, debe remitírsele siempre a la
Casa de Orates.
La sociedad no puede estar amenazada por hombres que puedan
causar males notables i si la familia de esos desgraciados los abandona
i les deja en libertad de obrar, cosa que se repite siempre, la justicia
tiene que enviarlos a las casas de sanidad con que cuenta para estos
desgraciados, a fin de suspender esa espada de Damocles pendiente sobre
la cabeza de cada uno.
La lei, encargada por la sociedad de prevenir los delitos, usa de este
derecho al apartar a tales miembros enfermos de la comunidad. El deseo
de conservación, por otra parte, obliga a quitar de la sociedad a esos
séres que pueden ofender a sus semejantes i a detenerles en lugar
seguro hasta que recobren el uso pleno de sus facultades.

IY

Vamos a tratar ahora de la exension consignada en los números 2.°


i 3.° del artículo que nos ocupa, relativa al menor de diez años i al
mayor de esta edad, i menor de diez i seis.
Los códigos antiguos han consignado igual principio: la diferencia
ha estado solo en la edad. Unos la han establecido disminuyendo o
aumentando la época en que afecta responsabilidad; pero esto no varia
notablemente i el hecho ha sido aceptado.
Los códigos modernos, como el francés, el austríaco, el napolitano i
el brasilero, no han hecho mas que hacer igual declaración. Así el
francés, art. 66, dice que el menor de diez i seis años será absuelto si
se declara que ha obrado sin discernimiento. El austríaco dice, en su
art. 2.°, que ninguna acción u omision constituye delito, cuando el
autor del hecho no ha cumplido todavía catorce años de edad. El
napolitano establece, en su art. 64, que están exentos de toda pena los
menores de nueve años, i el brasilero hace igual declaración en su
art. 40, respecto a los menores de catorce años.
Nuestro Código que ha establecido el principio de la voluntad en el
LIBRO 1.'—TÍTULO I. 101

que obra, no puede suponerla sino en cierta edad i establece el hecho


de que el menor de diez años, no tiene conocimiento de lo que hace,
porque no se da cuenta de sus acciones ni puede pesar las consecuen-
cias de lo que ejecuta. Lasregla es no tan solo necesaria sino de estricta
justicia.
Sin embargo, ha dicho, existe otra edad en la que el discernimiento
es dudoso, i ésta es la de diez a diez i seis años. En este caso puede
existir discernimiento en unos i ninguno en otros, i esta apreciación
difícil la lei la deja al majistrado, porque él puede comprender mejor
cuando haya o no culpa i lo declare terminantemente en su fallo. Ahora
si encuentra responsabilidad, su deber es imponer la pena correspon-
diente al culpable.
El Código emplea aquí la palabra discernimiento i es con el fin de
significar algo mas que la intelijencia ordinaria, i es conocimiento de las
cosas i del mundo, como lo esplica el hábil comentador señor Pacheco,
que tenemos a la vista; puesto que discernir es juzgar con rectitud, i ya
esto supone un juicio recto i exacto conocimiento de todas las cosas.
Mas adelante, al tratar de las causas que atenúan la responsabilidad,
tendremos ocasion de esplanar esta materia.

V .

Ocupándonos ahora del núm. 4.° del artículo, tenemos que esta
exención debe su oríjen al uso de un derecho lejítimo i no como las
anteriores a la falta de voluntad en el que obra, doctrina que no debe
asustarnos porque no es nueva. Ella nace de lo mas íntimo de la
naturaleza humana i siempre se ha encontrado en todos los códigos,
como la salvaguardia de nosotros mismos, porque la defensa es un
acto licito cuando la lei no puede ocurrir en auxilio de nuestra propia
conservación.
No pudiendo ella quitarnos este derecho, su acción debe limitarse
únicamente a examinar el uso que hagamos de él, castigar el abuso i
dar las reglas para qüe no se desborde la sociedad i a su sombra no se
dejen sin pena verdaderos delitos.
Con este fin ha establecido las tres condiciones siguientes:
1.a Agresión ilejilima.—Esto quiere decir que, para que podamos
repeler la fuerza con la fuerza, herir i matar sin incurrir en pena, se
requiere que la agresión sea ilejítima, que sea culpable, violenta e
inesperada i que no esté autorizada por lei ni derecho alguno.
102 CÓDIGO PENAL

La amenaza de palabra, no es una ofensa real, puesto que ella no nos


lleva a la alternativa de obrar o de sufrir.
Ejemplo de este caso seria si, marchando por un camino, se me
acomete por dos o mas que van armados i quieren despojarme o atentar
contra mí vida i ponen por hecho ese pensamiento.
No tendría esta facultad el hijo o el discípulo que, el padre o el
maestro castiga moderadamente a virtud del derecho que reside en ellos
para estos casos.
2." Necesidad racional del medio empleado para impedirla o repelerla.
Para que la defensa exista, es necesario que la agresión se ponga por
obra por vías de hecho i la defensa llega hasta que se consigue
debilitar al enemigo i evitar el mal que iba a hacernos. Logrado este
objeto i si siempre vamos contra él ya no es defensa, es ataque.
Así por ejemplo, si le desarmamos i se rinde o si se echa a huir, i
en esta situación le causamos un mal, seremos responsables de ese
exceso de defensa: ha faltado la templanza.
3." Falta de provocacion suficiente en él que se defiende.
Por esta regla se consigna que el que ha provocado suficientemente
la agresión de otro, no está exento de responsabilidad si éste, defendién-
dose, le daña.
La regla dice provocación suficiente, en contraposición a una
provocacion líjera o, mas claro, todo lo contrario a suficiente i que sea
bastante para atenuar la culpabilidad de la agresión.
Estas tres condiciones deben concurrir copulativamente en la defensa
para que ella nos liberte de responsabilidad por el mal que causemos.
Por último, el artículo concluye estableciendo Una presunción de
derecho en la que se suponen reunidas las tres circunstancias anterio-
res, respecto de aquel que durante la noche rechaza el escalamiento o
fractura de los cercados, etc., etc....
En este caso, se puede causar cualquier mal, porque en altas horas
de la noche no se puede sino juzgar mal del que se presenta en heredad
ajena i debo acometer contra él, sin esperar que manifieste sus inten-
ciones, puesto que la falta de recursos o de auxilios con que se debe
contar en el dia, no existen en la noche i, en tal caso, la leí permite
que se obre sin mas exámen.

VI
La quinta circunstancia que exime de responsabilidad es de la clase
de la anterior, porque también en ella se usa de un derecho lejítimo.
LIBRO 1.'—TÍTULO I. 103

No es este un derecho creado por nuestro Código. Tan antiguo como


los anteriores, no ofrece nada de particular i es por esto que nos cree-
mos dispensados de hacer citas de leyes antiguas i de disposiciones mas
recientes.
No tan solo pesa en el hombre el derecho de su propia defensa. Esto
seria egoísta, porque ello equivaldría a decir, sálvese quien pueda. El
amor a la familia le arrastra a defender a la esposa, a sus hijos i a sus
parientes i a todos los que viven a su lado. Mas todavía: la jenerosidad
i el arranque involuntario de auxiliar al mas débil, nos lleva muchas
veces hasta ir en apoyo de los estraños.
La lei autoriza esta defensa i nuestro Código no ha hecho otra cosa
en este caso que reglamentar hasta qué grado de parentezco puede
llegar la defensa para obtener la exención; pero a condicion de que
haya agresión ilejítima i necesidad racional para impedir o repeler
esta clase de agresión.
Ahora, si el acometido ha sido el provocador, se exije que el defen-
sor no haya tenido parte alguna en la provocación; porque así su de-
fensa es desinteresada i noble i en ella no se vé móvil alguno indigno
que quite al acto el mérito de una acción jenerosa.

VII

La sesta circunstancia que liberta de responsabilidad pertenece a la


categoría de las anteriores i bien poco se diferencia de la anterior.
No es aquí un padre que defiende a su esposa e hijos; no es un hijo
que defiende al padre o hermanos: es un estraño que va en defensa
de otro estraño.
En este caso, la lei exije cuatro circunstancias copulativamente.
Las tres del núm. i." i la de que no obre este defensor impulsado por
venganza, resentimiento u otro motivo ilejítimo.
¿Qué belleza podría encontrarse en una defensa en que se aprovecha
una oportunidad para ejercitar un acto de venganza personal, para
vengar un agravio o para obtener una recompensa convenida de ante-
mano por tal servicio? En este caso nuestra conciencia se sublevaría
i la belleza de un acto, que en sí es jeneroso, se nos presentaría con toda
la repugnancia que causa una mala acción o la pujanza puesta al
servicio del que con oro paga su cobardía.
104 CÓDIGO PENAL

VIII

- Hemos llegado a la sétima circunstancia que enumera el artículo


10.°, que estamos esplicando i ella es del jénero de la anterior.
El ejercicio de este derecho está sujeto a reglas precisas, porque
establecido aisladamente podia ser peligroso i de fatales resultados en
la práctica.
El no es mas que un corolario délas doctrinas anteriores, que nos
autorizan para hacer nuestra defensa, la de nuestras propiedades, para
favorecer a nuestros parientes i también a estraños.
Este derecho exije que concurran las circunstancias siguientes:
Primera.—Realidad o peligro inminente del mal que se trata de
evitar.
Segunda.—Que sea mayor que el causado para evitarlo.
Tercera.—Que no haya otro medio practicable i ménos perjudicial
para impedirlo.
Un ejemplo nos hará ver mas claro todo esto.
Un incendio devora mi casa, i si para cortarlo tengo necesidad de
causar un mal en la propiedad vecina, debo hacerlo sin temor: la leí
me autoriza para ello, siempre que el mal sea cierto, como lo dice la
primera circunstancia.
Ahora si mi casa es un rancho i por salvarlo destruyo o causo mal
en una bonita casa que está al lado, mi derecho no existe, porque aquí
hago un mal mayor que el provecho que voi a obtener con salvar mi
rancho.
Falta, pues, la segunda circunstancia i si aun para salvar mi propie-
dad hai otros medios i no uso de ellos primero, tampoco mi derecho
existe, porque no se llena la última circunstancia que se exije para que
mi derecho sea completo.
Las reglas que establece el principio que analizamos, son claras i
creemos que su intelijencia no ofrecerá dudas en la práctica i por esto
no nos estendemos mas sobre ellas,

IX

La octava circunstancia, que exime de responsabilidad; pertenece a


la primera división que hemos hecho, es decir, a la falta de voluntad
en el que obra.
LIBRO 1.'—TÍTULO I. 105

En efecto, el uso de un derecho no puede traemos un mal i por eso


la leí exime de responsabilidad criminal al que con ocasion de ejecutar
un acto lícito, con la debida dilijencia, causa un mal por mero acciden-
te. Por ejemplo, yo voi al galope en mi caballo por un camino público
donde no hai prohibición de hacerlo; no diviso estorbos a mi paso i de
una posesion sale de repente un niño en el acto de mi pasada; no le
veo o no puedo contener mi caballo por ser el acto instantáneo i le
atropello. Aquí he causado un mal por mero accidente, puesto que
tenia derecho para ir al galope i nada divisé a mi paso i solo la casua-
lidad me hizo cometer la desgracia inevitable que lamento. La lei me
exime de pena en este heoho i la razón de su justicia se nota en el
acto.
Ahora si se presentan casos en que no concurren todos los requisitos
de este precepto, el hecho se calificará- de cuasi delito i su penalidad
será conforme a las reglas establecidas al tratar de esta materia (1)

La novena circunstancia que enumera el artículo 10.° i que exime


de responsabilidad, es de la clase de la anterior.
En efecto, el que obra violentado por una fuerza irresistible, o
impulsado por un miedo insuperable, no es responsable del mal que
causa, porque su acción no tan solo es falta de la voluntad, sino que
impera la de otro, i en este caso falta- entonces la culpa que nace de la
libertad. El que así obra, es inocente del resultado de su acción que se
le hace llevar a término. Por violencia en este caso, se entiende no
tan solo la material sino también la moral que fuerza la voluntad i nos
priva de otras como quisiéramos hacerlo sin esta sujeción.
El miedo ha de ser justo, insuperable i que se presente de tal manera
que no podamos evitar la acción que por este medio se nos exije.
No es posible hacer de todo hombre un héroe que se sacrifique
contento a trueque de despreciar una coaccion que le obligue a obrar
mal i que resista con su vida ántes que ejecutar una acción con-
traria a la'lei i a la moral. Esto seria sublime, pero los lejisladores en
la imposibilidad de establecer tal heroísmo como regla, han buscado
un principio que sirva de norma a los asociados i establecido el punto
hasta donde se pueda llegar sin faltar a un deber.

(1) A r t . 71 i 190 del Código P e n a l .


106 CÓDIGO PENAL

XI
La décima circunstancia que exime de responsabilidad criminal,
pertenece al segundo grupo de los tres en que las hemos clasificado al
principio, es decir, a las establecidas en favor del que obra usando de
un derecho lejítimo.
«El que obra en cumplimiento de un deber o en el ejercicio lejítimo
de un derecho, autoridad, oficio o cargo,» no puede ser responsable del
mal que resulte por ello. Nullus vicletur dolo jacere qtci son jure utitur,
es una, regla de derecho. Una leí de Partida establecía igual cosa. Et
aun decimos que el yiie face alguna cosa por mandato del juzgador a
quien lia de obedecer, non semeja que lo face a mal entendimiento, 'porque
aquel face el dafio que lo manda facer.
Esto prueba evidentemente que nuestro Código no sanciona un prin-
cipio nuevo, sino que acepta un hecho reconocido umversalmente - por
todas las naciones civilizadas.
La obediencia es un deber. Lo que necesitamos establecer es hasta
donde llega este principio de obediencia. El no es absoluto; tiene sus
condiciones i es preciso que exista algo que lo lejitime.
El deber de obediencia a los superiores se entiende que llega hasta
donde ellos pueden mandarnos.
Si un hijo mata porque su padre se lo ordena, sin examinar si su
padre tiene tal facultad, es responsable del mal que causa; porque el
deber de hijo no llega hasta obedecer ciegamente los caprichos de un
padre que obra fuera de la lei.
El caso es otro: Un receptor que embarga-o quita los bienes ajenos
en virtud de un decreto de juez competente, obra en cumplimiento de
un deber i en el ejercicio lejítimo de un derecho. Un juez que conde-
na a muerte a un asesino, obra en virtud de su autoridad. Los soldados
que llevan a efecto esa sentencia lo hacen a virtud de su oficio. El ver-
dugo que dá de azotes en cumplimiento de un fallo, obra también en
fuerza de su oficio. El médico puede matar en caso de parto por salvar
a la madre, cuya vida es mas preciosa i necesaria que la del "que está
por nacer, i creemos que este es el único caso en que con conciencia
tranquila, ánimo resuelto i mano firme, debe proceder a quitar la vida
del que puede ser causa de una muerte.
Estas personas están exentas de responsabilidad i es este el alcance
del principio que comentamos.
LIBRO 1.'—TÍTULO I. 107

Todo lo que salga de ésta línea de conducta, no lo autoriza la causal


de escusa que nos ocupa i el que la olvida responde del mal que
ejecuta.
Obediencia debida, es la que está fundada solo en las leyes: la que se
debe a los superiores, la que no infrinje ningún derecho, la que no
pugna, en fin, con un deber directo.

XII

La undécima causal establecida por el artículo 10.° de nuestro Có-


digo Penal, que exime de responsabilidad criminal, es la del marido
que en el acto de sorprender a su mujer infraganti en el delito de
adulterio, da muerte, hiere o maltrata a ella i a su cómplice; con tal
que su mala conducta no haga escusable la falta de ésta. Esta causal
no se encuentra enumerada entre las que eximen de responsabilidad
criminal en el Código español.
A la verdad que es bien peligroso dejar a la voluntad de un marido
el castigo de una ofensa contra su honor, puesto que, cegado por los
celos, puede talvez de buena fé imajinarse su deshonra donde no ha
existido i cometer un- crimen i quedar de él impune. No obstante, la
lejislacion antigua concedía al marido igual derecho al eximirle de
responsabilidad si daba muerte a su mujer adúltera juntamente con el
cómplice de su crimen, i mil casos prácticos sancionaron este derecho.
Nuestro Código ha seguido, pues, el principio antiguo, apartándose,
como se ha dicho, del español que nada dice i ha venido a consagrar
esa teoría arraigada en el corazon de todos, estableciendo reglas para
que surta el efecto que se quiere i no se abuse de él trocándose en
arma de cobarde venganza para los que no saben lavar sus afrentas de
otro modo.
Por esto preciso es notar que nuestro Código exije que se sorprenda
infraganti a ambos culpables, lo que quiere decir, cometiendo el acto
carnal, porque si es ántes o despues, el derecho no existe i en tal caso
se responde del mal que se causa.
No obstante podría decirse que una regla como la anterior se
prestaba para cometer crímenes a su sombra, puesto que el marido, de
acuerdo con la mujer, podian llevar a un incauto a ese terreno i hacer-
le víctima de un engaño i ejercerse bajo este pretesto una venganza
odiosa.
Nuestro Código ha previsto el caso i por eso exije que el mal se
108 CÓDIGO PENAL

causa a ambos para que así desaparezca toda' sospecha. Luego esta-
blece: que si el marido diere muerte, hiriere o maltratare a uno de
ellos, sin causar daño al otro u ocasionándole uno menor, subsista no
obstante la exención de responsabilidad criminal respecto del marido,
a menos de que consto que infcencionalmente obró así o que las circuns-
tancias del hecho lo revelen claramente. Aquí se establece ya una pre-
sunción contra el marido cuando uno solo de los culpables resulte
muerto u herido i el otro salvo o con lesiones tan insignificantes que
ellas revelen que han sido causadas para lejitimar un crimen o delito;
presunción que le corresponde al marido desvanecerla, para no hacerse
culpable del delito que se le atribuya.
La dificultad de producir esta prueba hará que no se estralimite un
derecho creado en bien de las relaciones privadas que exije la sociedad
como garantía para el matrimonio.
Mas tarde, al tratar sobre el adulterio, nos estenderemos mas sobre
este punto. Por ahora nos basta al objeto dar a conocer la régla i las
circunstancias que ella exije, cuando se busque su amparo para liber-
tarse de un hecho de esta clase.

XIII

La presente causal debe su oríjen a la regla de derecho que dice:


ccImpossibilium nulla obligatio esty> i ella pertenece al grupo de la
primera división que hemos hecho al principio; puesto que tampoco haí
voluntad en el ájente que obra.
Hasta ahora hemos tratado de actos punibles en razón de ejecutar
hechos vedados. Ahora vamos a estudiar una circunstancia que exime
de pena cuando se deja de hacer aquello a que estamos obligado,
siempre que nos lo impida una causa lejítima. Por ejemplo, un emplea-
do público que tiene obligación de asistir a su oficina i no lo hace por
una grave enfermedad. La omision de este deber no es efecto de nues-
tra voluntad i por eso no somos culpables del mal que causamos en
el servicio que se debía prestar. El sentido común se revelaría si
viéramos castigar una falta de esta especie. La razón de este principio
descansa en el Derecho romano que estableció que no habia obligación
de las cosas que no pueden hacerse. Por causa insuperable se entiende
aquella que materialmente 110 podemos sobrepujar, ya que por lejíti-
mas hemos entendido que son las que moraknente nos impiden i
embarazan en nuestros hechos.
LIBRO 1.'—TÍTULO I. 109

XIY

Por fin, la última circunstancia que exime de responsabilidad i que


enumera el art. 10, es la que se refiere al que cometa un cuasi delito,
salvo en los casos.espresamente penados por la lei.
Esta circunstancia podia desaparecer en esta enumeración sin que
hiciera falta en nuestro Código i en la enumeración del art. 10.°, por
que no es mas que repetición de lo que establece la octava i puesto que
los artículos 490 i 493 del Código, determinan lo que es cuasi delito i
cómo se pena en los casos en que pueda ocurrir un hecho calificado de
tal.

XV
Hemos dado fin al artículo i analizado una a una las causas que
eximen de responsabilidad criminal i las circunstancias que deben
concurrir para que esa exención sea completa; pero no por esto se crea
que son las únicas que establece nuestro Código Penal.
Hai varias otras que se encuentran esparcidas en los artículos que las
consignan i que por ser para casos dados, no forman en la nomenclatura
jeneral que señala el art. 10.
Por ahora creemos que basta a nuestro objeto enumerarlas, reser-
vándonos el analizarlas a medida que les llegue su . tumo en nuestro
estudio.
Son ellas las consignadas en los artículos siguientes; 8.° inciso final;
17 inciso final; 129 inciso 1.°; inciso 2.° del 153; inciso último del 154,
159, 160, 162, 163, 165, 167, 172, 173, 174, 175, 180, 181, 182, 192,
295, 369 inciso 4.°; 378, 383 al fin; 393, 407, 415 i 489.
Debe tenerse presente que para que haya exención de responsabili-
dad criminal en los casos designados por los artículos 162 al 182, se
necesita que se llenen las condiciones establecidas en el art. 192 que
preceptúa que los culpables de estos delitos se delaten a la autoridad
revelándole las circunstancias del hecho i antes de haber hecho uso de
los objetos falsificados i sin que hayan sido descubiertos, i sin que se
haya iniciado procedimiento alguno en contra de ellos. De lo contrario
el privilejio no existe i tales delitos caerán bajo la represión penal que
esos mismos artículos determinan.
110 CÓDIGO PENAL

§ HI

De las circunstancias que atemian la responsaliilirtart criminal.

A r t . 11.

«Son circunstancias a t e n u a n t e s :
1. a L a s espresadas en el artículo anterior, cuando no
concurren todos los requisitos necesarios p a r a eximir
de responsabilidad en sus r e s p e c t i v o s casos.
2. a L a de ser el culpable, m e n o r de diez i ocho años.
3. a L a de h a b e r precedido i n m e d i a t a m e n t e de p a r t e
del ofendido, provocacion o amenaza proporcionada al
delito.
4. a L a de h a b e r s e ejecutado el hecho e n vindicación
p r ó x i m a de u n a ofensa g r a v e causada al autor, a su
cónyuje, a sus p a r i e n t e s lejítímos por c o n s a n g u i n i d a d o
afinidad en toda la línea recta i en la colateral hasta el
s e g u n d o g r a d o inclusive, a sus p a d r e s o hijos n a t u r a l e s
o ilejítimos reconocidos.
5." L a de obrar por estímulos t a n poderosos que
n a t u r a l m e n t e h a y a n producido arrebato i obsecacion.
6. a Si la conducta anterior del delincuente h a sido
irreprochable.
7. a Si h a procurado con celo r e p a r a r el m a l causado
o impedir sus ulteriores perniciosas consecuencias.
8. a Si p u d i e n d o eludir la acción de la j u s t i c i a por
medio de la f u g a u ocultándose, se h a denunciado i
confesado el delito.
9. a Si del proceso no resulta contra el reo otro ante-
cedente que su espontánea confesion.
10. a E l h a b e r obrado por celo de la justicia.»
LIBRO 1.'—TÍTULO I. 111

En el estudio de este artículo seguiremos el mismo método que en el


anterior, i principiaremos por definir lo que se entiende por circunstan-
cias atenuantes diciendo que son aquellas razones incompletas de escusa
que disminuyen la responsabilidad del autor de un delito, en atención
a los accidentes que concurren a su ejecución.
No será aquí donde espresemos cuánto la disminuyan, ni tampoco
en el artículo que sigue cuánto la agravan, porque seria adelantarnos
en nuestro trabajo, esto lo trataremos en la aplicación de las penas.
Ahora solo estamos conociendo lo que ellas son i cómo un hecho
criminal a primera vista puede no serlo i que causas pueden disminuir
o agravar la criminalidad del que obra.
Diez son las causas que espvesa el articulo que dejamos copiado, que
disminuyen la criminalidad del que obra. No por esto se crea que son
las únicas qué se puedan aceptar en la práctica. Nuestro Código señala
otras varias, tales como las consignadas en los artículos 13, 103, 250,
45G i otros que es fácil deducir del contenido de otras disposiciones
penales. Pero aparte de esto, queda mucho al arbitrio del juez, quien
debe tener en cuenta cualquiera otra circunstancia de igual entidad i
análoga a las que reza el precedente artículo, atendiendo al mérito que
arroje el proceso, a la persona, lugar, tiempo, cualidad, cantidad í
resultado del hecho; puesto que no es dado en un Código enumerar
todas las circustancias que puedan acompañar a la perpetración de un
crimen, preciso es entonces confiar algo a la penetración i estudio del
majistrado.
Las circunstancias atenuantes podemos dividirlas en tres clases
distintas: unas que se relacionan con la persona que obra i otras que
provienen del hecho mismo de sus antecedentes!, finalmente, hai algu-
nas que no pertenecen a ninguna de las dos divisiones anteriores i que,
por. su naturaleza, no pueden formar un grupo especial i darles un
nombre para distinguirlas.
Es un hecho fuera de duda que un mismo delito no se presenta
siempre de un mismo modo ni merece tampoco una misma pena, por
mas que sea siempre idéntico el nombre con que se le distinga en todos
los casos. Esto proviene de que el delito no es una cosa simple sinó
compuesto i los hechos con que concurre, son los que sirven para mo-
dificar su importancia.
112 CÓDIGO PENAL

Prévios estos antecedentes, vamos a ocuparnos de cada una de las'


partes de que consta el artículo.
La primera circunstancia atenuante se refiere a las causas'que, según
el art. 10.°, eximen de responsabilidad siempre que no concurran todos
los requisitos necesarios para establecer la completa exención del delito.
En efecto, aquellas son circunstancias compuestas de diversos hechos,
que todos ellos influyen en el resultado que la lei exije para establecer
la falta de culpabilidad.
Es claro entonces, que si no se han llenado todos aquellos requisitos,
no hai completa justificación; pero como el delito no queda íntegro i
cabal, preciso es entonces atenuar la falta del autor tomando en consi-
deración las circunstancias que obran en su favor.
Pedro comete, por ejemplo, un homicidio i se pretende se le exima
de toda pena en razón a haber cometido ese hecho en estado completo
de locura.
La lei que supone que todo hombre es cuerdo i responsable de sus
actos, no puede aceptar tal escepcion sin que se pruebe hasta la eviden-
cia; i si de ello no resulta la locura que se alega, pero sí un trastorno
de su razón por el' que sus facultades no están completas, no habrá
exención de responsabilidad; pero de esto resultará una circunstancia
atenuante que debe el juez tomarla en consideración para la aplicación
de la pena.
Igual cosa sucederá en el caso de miedo o violencia, si solo hubo
amenaza o intimidación, sin que ellas sean capaces de amedrentar a un
varón constante. No habiendo, pues, imposibilidad absoluta, invencible;
para verificar el hecho, i solo se notare que las dificultades fueron
notorias i difíciles de vencer, la causa atenuante se presenta de lleno.
Esto es lo que dispone el inciso que analizamos i creemos que esos
ejemplos bastan para comprenderlo i hacer fácil su aplicación en la
práctica.
II
La segunda circunstancia atenuante que señala este artículo, es
cuando el culpable es menor de diez i ocho años.
Ta sabemos que el menor de diez años está exento de responsabilidad
criminal i que cuando excede de esta edad i no llega a diez i seis, se
exije que conste que ha obrado con discernimiento. Ahora se nos
presenta el caso del menor de diez i ocho años; pero mayor de diez i
seis.
LIBRO I.—TÍTULO I. 113

Como se vé, esta circunstancia lia sido establecida en favor de la


persona que obra i es tan justa, que la encontramos consignada en casi
todos los Códigos, con pequeñas variaciones, respecto al límite hasta
dónde se hace llegar. Su universalidad prueba su necesidad, aparte de
que no es posible suponer completo desarrollo i madurez para discernir
i pesar las consecuencias de un hecho criminal en un joven de esta
edad, i he aquí por que se establece en favor del autor de un delito una
circunstancia atenuante en la aplicación de la pena.
En la práctica, se comprueba la edad del procesado con su fé de
bautismo i, en caso de no existir este documento, se defiere ala opinion
de facultativos de probidad i ciencia nombrados directamente por el
juez que conoce de la causa.

III
La tercera circunstancia atenuante es de la clase de la anterior i se
verifica cuando ha precedido inmediatamente, de parte del ofendido,
provocacion o amenaza proporcionada al delito.
Un delito cometido a sangre fria i sin ninguna razón que lo lejitime,
manifiesta siempre una alma corrompida i un corazon feroz. Mas, cuan-
do se ejecuta inmediatamente despues de una provocacion, o en un
acceso de cólera, el hecho no se nos presenta con toda su repugnancia.
La lei lo disculpa un tanto en este caso i la provocacion es una
circunstancia que atenúa la responsabilidad de su autor.
Seria un acto heroico mantenerse impasible despues de una provoca-
cion o de una ofensa; pero en la naturaleza humana no se puede exijir
tal virtud i por eso la lei se detiene ante las pasiones i mira, con piedad
el resultado de un acto nacido de una provocacion inmediata.
Para que exista de lleno la circunstancia atenuante de que nos
ocupamos, solo se exije que el acto se ejecute, como dice la lei inme-
diatamente; por que si la agresión viene despues, es decir, cuando ha
pasado ese arrebato i espiamos al que nos provocó para causarle un
mal, ya se nota la venganza preparada i el delito debe entonces casti-
garse con todo el rigor de la lei.
También es preciso que haya igualdad en la ofensa o por lo ménos
qne una no diste mucho de la otra. Así, por ejemplo, si a Pedro le dá
Juan un lijero bofetón i aquél en el acto le da una estocada o le dispara
un balazo, la provocacion no lejitima ni atenúa estos medios de defensa
estreñios.
8
114 CÓDIGO PENAL

IV
La presente circunstancia atenuante, bien poco se diferencia de la
anterior i sin establecer confusion, bien se podia haber tratado conjun-
tamente con la anterior.
Ella se refiere a cuando se ejecuta un hecho en vindicación próxima
de una ofensa grave causada al autor, a su cónyuje, etc., etc.
Este inciso determina que hai circunstancia atenuante .cuando
cometemos un hecho prohibido por la lei en vindicación próxima de
ofensa grave propia o de nuestra familia hasta el límite que señala el
citado inciso 4.°
En el caso anterior dijo la lei inmediatamente. Ahora emplea la
palabra próxima con lo cual se da a entender que la inmediación
escluye toda idea de tiempo intermedio i supone actos consecutivos, i la
proximidad índica que ha mediado una breve dilación, horas, i hasta
uno o dos dias pueden caber en este principio; por lo que resulta en
este caso algo de vago i de prudencial que debe apreciarlo el juez en
vista de los antecedentes que resulten en el proceso.
No es lo mismo una provocacion que una ofensa. De lo primero nace
la cólera, i de lo segundo toca puntos mas delicados que es mas difícil
borrar de nuestros sentimientos, i he aquí la razón de la diferencia en
uno i otro caso i la justicia de ambos preceptos.,
Ahora, no toda ofensa acepta la lei: ella ha de ser ¿rape i aunque
esto es vago, sin embargo, -es fácil comprender que en esto hai que
atender a la persona que se ofende, al lugar en que se hace la ofensa;
porque si yo digo ladrón a un hombre sin antecedentes en la sociedad,
la injuria no es tan grave como si se la hago a un empleado público de
hacienda; a un diputado o senador en un lugar público i ante una
concurrencia de jente decente ante la cual puede mi injuria hacerles
perder mucho el buen concepto que les debía este funcionario.
Por fin, se necesita que la ofensa haya sido hecha al autor, es decir
al que la vindica o alguno de su familia. Si se vindica ofensa ajena i
no de pariente hasta el grado que permite el inciso 4.°, la causa de
escusa no existe; porque la lei no reconoce el derecho de vengar inju-
rias ajenas. El delito se castiga según la pena que merezca.
Es natural suponer que uno obre por el arrebato que resulta de una
injuria propia o hecha a su familia, de la cual es celoso conservador de
la honra que le afecta directamente i por lo cual la estima como propia;
LIBRO 1.'—TÍTULO I. 115

pero el derecho no pasa de esa línea, por la ra-zon establecida poco


antes.

Y
La quinta circunstancia que atenúa la responsabilidad en un delito,
tiene lugar cuando se obra por estímulos tan poderosos que naturalmen.
te produzcan arrebato i obsecacion.
La presente circunstancia establecida también en favor de la persona
que obra, se refiere solo a estímulos poderosos, a diferencia de las dos
anteriores que se dirijen a la'provocacion i a la ofensa grave.
Las pasiones conducen siempre a grandes crímenes i nuestro Código
que no ha podido establecer que tales estímulos destruyen la completa
libertad del que obra, porque ello hubiera sido consagrar una teoría
errónea i disolvente de la sociedad, establece sin embargo, que el que
procede impulsado por estímulos poderosos que nos ciegan i arrastran
a diversos delitos, tiene una causal atenuante en su favor.
Es al majistrado a quien corresponde apreciar esta circunstancia ya
que no es posible dar reglas fijas para que sirvan de norma.
Así, por ejemplo, los celos bien probados, atenuarían la responsabi-
lidad del que comete un crimen bajo tal influencia.

VI
La sesta circunstancia es solo una regla de humanidad i establece que
si la conducta anterior del delincuente ha sido irreprochable, obra en
su favor una circunstancia atenuante para la aplicación de la pena que
merezca por su delito'. " -
En efecto, un hombre que jamas ha sido procesado, que ha sido un
buen ciudadano, un buen esposo, un buen padre de familia i un "exce-
lente hijo, que ha dado pruebas de respeto por la autoridad, no puede
ser un criminal. Un accidente de aquellos que no es fácil evitar, le ha
hecho cometer un crimen ¿cómo se la puede aplicar a su delito todo el
rigor de la lei?
¿No es verdad que inspira compasion un reo de esta clase una vez
que se investiga i se conoce su pasado sin mancha alguna?
Para obtener este resultado, preciso es advertir que es al procesado a
quien le incumbe probar hasta la evidencia esa buena conducta anterior
que exije la lei para invocar el privilejio de este precepto. ,
116 CÓDIGO PENAL

VII

Guando se ha procurado con celo reparar el mal causado o impedir


sus ulteriores perniciosas consecuencias, es la sétima circunstancia que
marca el artículo que comentamos, para lograr que se atenúe la respon-
sabilidad del autor de un delito.
La leí penal que es severa para castigar al criminal, no ha podido
por menos que ser un tanto induljente cuando ve que el que causó un
mal procura con celo repararlo o impedir sus ulteriores perniciosas
consecuencias. El que así obra no es un criminal avezado; es un hom-
bre que tiene corazon i sentimientos jenerosós i como puede ser útil a
la sociedad, una vez que sufra las consecuencias de su crimen i se
arrepienta, no es' posible entonces hacer pesar sobre él todo el rigor de
la lei, i he aquí por que tiene derecho a exijir el apoyo de este precepto,
cuya justicia no se puede desconocer en un caso como en el que se
coloca.

VIII

Ahora vamos a ocuparnos de las circunstancias octava i novena que


atenúan la responsabilidad criminal.
La primera dispone que si pudiendo eludir la acción de la justicia
por medio de la fuga u ocultándose, el autor se denuncia o confiesa su
delito; i la segunda, si del proceso no resulta contra el reo otro antece-
dente que su espontánea confesion.
El motivo porque las unimos en este artículo, es por que la lei
exije que ambas concurran copulativamente, para que haya la atenua-
ción que se busca.
El que comete un delito, i en vez de fugar u ocultarse para burlar la
acción de la justicia, va ante ella a presentarse voluntariamente i a
confesarlo todo, siendo que sin esa voluntad de parte del que obra, el
crimen,pudo quedar impune, debe tener alguna consideración; porque
ello supone un arrepentimiento i el deseo de purgar el delito ejecutado
i también porque libra a la justicia de pesquizas difíciles i le ahorra
tiempo, por lo que no seria justo castigar con todo rigor al que está
animado de tales sentimientos.
Estas disposiciones han sido tomadas del art. 39 del Código aus-
tríaco.
LIBRO 1.'—TÍTULO I. 117

IX

Por fin, para concluir el artículo, llegamos a la última circunstancia


atenuante, i es cuando se obra por celo de la justicia.
, Un ejemplo nos va a librar del trabajo de estendernos aquí en una
larga esplicacion.
Se comete un crimen alevoso: la sociedad se alarma con ello. El
juez de la causa o sus ájentes trabajan notablemente i nada descubren;
pero bai sospechas fuertes contra un individuo que está preso. Este no
confiesa su delito i el majistrado por arrancarle una confesion le azota,
siendo que esto es prohibido por nuestras leyes i así obtiene el resulta-
do que deseaba.
El juez aquí ha faltado a su deber i al hacérsele responsable de este
acto, habría que tomarse en cuenta la circunstancia atenuante que
resulta a su favor, i ella es la de haber obrado por celo a la justicia,
a fin de que no quedase impune tal crimen.
Este es el alcance de esta disposición i que era preciso consignarla
en nuestro Código Penal, poique el caso puede presentarse i no era
posible desentenderse del que así obrase, siendo que en él se conocía un
móvil que podia escusar un tanto la responsabilidad por la infracción
de una garantía otorgada a todo procesado.

Antes de pasar a otros estudios, vamos a solucionar una cuestión


que puede presentarse en la práctica i que ya que el Código no habla
de ella, preciso es que se conozca al ménos.
¿La embriaguez es causa que exime o atenúa la responsabilidad
criminal del que en ese estado comete un delito?
El Código español es terminante a este respecto, porque la señala
como causa atenuante; pero el nuestro guarda completo silencio tanto
al tratar de las causas que eximen como de las que atenúan la respon-
sabilidad criminal, lo que prueba que no ha querido darle colocacion
alguna, apesar de ser ella conocida i frecuente. No existe olvido, ni el
caso so dejó de prever por la Comision redactora.
En el acta de la sesión del 17 de Mayo de 1870 se lee lo sig.uienta:
«Al discutirse el inciso 5.° tomando la base del 6.° del art. 9.° del
Código español, el señor Eábres pidió que se consignara'tal como
118 CÓDIGO PENAL

existe en este Código, porque bien podian ocurrir sucesos a que


fuera indispensable aplicar su disposición. «Son circunstancias ate-
nuantes. .. 6.a «La de ejecutarse el hecho en estado de embriaguez, cuan-
do esta no fuere habitual o posterior al proyecto de cometer el delito.
(Art. 9.° del Código Español.)» Pero esta idea fué objetada por los
otros miembros de la Comision, que adujeron en su favor una pres-
cripción de nuestras leyes patrias en contra de lo dispuesto en el inciso,
en la dificultad de probar la embriaguez i si ella es o no habitual, i
finalmente, los sucesos que dieron motivo a aquella lei, i a cuyas conse-
cuencias nos veríamos de nuevo sujetos si tal principio se volviera a
consignar en nuestra lejislacion.
Como se ve, la embriaguez no es ni siquiera por nuestro Código,
causa que atenúe la responsabilidad del que a su influjo comete un
delito. I no podia ser de otro modo: ya el decreto patrio con fuerza de
leí de fecha 20 de Octubre de 1831 la había desechado i al hacerla
renacer sin causa i cuando habia una práctica aceptada por todos,
habría sido abrir ancho campo al abuso.
El que se embriaga para cometer un crimen o el que bajo sus efectos
lo concibe i lo ejecuta, justo es que responda de sus consecuencias.
¿I por qué habia de ser de mejor condicion un hombre vicioso o el
que se embriaga para cometer un delito acallando así su conciencia o
buscando un valor ficticio, que el que lo lleva a efecto sin esos efujios?
El vicio no debe dar amparo al crimen: eso es unir una falta mas al
delito i el que lo busca por ese medio, tenga el valor de soportar sus
fatales consecuencias.
El art. 2318 del Código Civil, establece que el ébrio es responsable
del daño causado por su delito o cuasidelito i en presencia de esta
disposición, mal habría hecho el Código Penal en sancionar una regla
contraria a la civil, dejando como pena para los casos de obrar en
estado de embriaguez, solo la indemnización del daño causado por tal
situación.

§ IV
De las circunstancias que agravan la responsabilidad criminal,

ART. 12.
«Son circunstancias agravantes:
1.a Cometer el delito contra las personas con alevosía,
LIBRO 1.'—TÍTULO I. 119

entendiéndose que la liai cuando se obra a traición o


sobre seguro.
2. a Cometerlo mediante precio, recompensa o pro-
mesa. -
3.a Ejecutar el cielito por medio ele inundación,
incendio, veneno u otro artificio que pueda ocasionar
g r a n d e s estragos o dañar a otras personas.
4. a Aumentar deliberadamente el mal del delito
causando otros males innecesarios para su ejecución.
5.a E n los delitos contra las personas, obrar con
prenieditacion conocida o emplear astucia, fraude o
disfraz.
6.a Abusar el delincuente de la superioridad de su
sexo, de sus fuerzas o de las armas, en términos que el
ofendido no pudiera defenderse con probabilidades de
rejieler la ofensa.
7.a Cometer el cielito con abuso de confianza.
8.a Prevalerse del carácter público que tenga el
culpable.
9.a Emplear medios o hacer que concurran circuns-
tancias que añadan la ignominia a los efectos propios
del hecho.
10. a Cometer el delito con ocasion de incendio, n a u -
frajio, sedición, tumulto o conmocion popular u otra
calamidad o desgracia.
11. a Ejecutarlo con ausilio ele j e n t e armada o de
personas que aseguren o proporcionen la impunidad.
12. a Ejecutarlo de noche o en despoblado.
E l tribunal tomará o no en consideración esta cir-
cunstancia, según la naturaleza i accidentes del delito.
13. a Ejecútarlo en desprecio o con ofensa de la auto-
ridad pública o en el lugar en que se halle ejerciendo
sus funciones.
120 CÓDIGO PENAL

14. a C o m e t e r el d e l i t o m i e n t r a s c u m p l e u n a c o n d e n a
o despues de haberla q u e b r a n t a d o i dentro del plazo en
q u e p u e d e s e r c a s t i g a d o p o r el q u e b r a n t a m i e n t o .
15. a H a b e r s i d o c a s t i g a d o el c u l p a b l e a n t e r i o r m e n t e
p o r d e l i t o s a q u e la lei s e ñ a l e i g u a l o m a j ^ o r p e n a .
16. a S e r r e i n c i d e n t e e n d e l i t o d é l a m i s m a e s p e c i e .
17. a C o m e t e r el d e l i t o e n l u g a r d e s t i n a d o al e j e r c i c i o
d e u n c u l t o p e r m i t i d o e n la R e p ú b l i c a .
18. a E j e c u t a r e l h e c h o c o n o f e n s a o d e s p r e c i o del
r e s p e t o q u e p o r la d i g n i d a d , a u t o r i d a d , e d a d o s e x o
m e r e c i e r e el o f e n d i d o , o e n s u m o r a d a , c u a n d o él n o
h a y a provocado el suceso.
19. a E j e c u t a r l o p o r m e d i ó d e f r a c t u r a o e s c a l a m i e n t o
de lugar cerrado.»

Son circunstancias agravantes, los hechos accesorios que concurren


en la perpetración de un delito i que aumentan la criminalidad del
autor.
La razón de este aumento de criminalidad i por consiguiente de
pena, proviene de que todas ellas indican mayor perversidad en el autor-
de un delito, así como las atenuantes deben su oríjen a la menor per-
versidad que se supone en el delincuente.
No se crea que solo son circunstancias agravantes las que enumera
el artículo. Ellas pueden ser mas; pero no es posible reunirías todas i
poí' eso se tendrán agregadas a esa enumeración cualquiera otra de
igual entidad i las que se desprenden de los artículos que mas adelante
estudiemos, pudiendo desde luego llamar nuestra atención a las espe-
ciales de los artículos 13, 120, mim. 3.° del 206, 366 e inciso final
del 436.
Las acciones humanas, pueden sufrir modificaciones incalculables i
de aquí es que la razón i la intelijencia aceptan en los delitos las
modificaciones de que hemos estado hablando. Sin embargo, en muchas
LIBRO 1.'—TÍTULO I. 121

lejislaciones, las circunstancias agravantes en un cielito no han sido


reconocidas, ya porque están consideradas en cada delito o bien por lo
difícil que es colocarse en todos los casos i ante éstos inconvenientes,
se ha juzgado oportuno pasarlas en silencio.
No obstante, bueno es saber que las circunstancias atenuantes deben
su existencia a la falta parcial de uno délos elementos del delito, o
mejor dicho, son ellas razones incompletas de escusa i que por eso no
lo justifican; al paso que las agravantes se diferencian en su proce-
der i en su carácter, del exceso del mal que se causa i de la mayor
alarma que despiertan en la sociedad.
Determinar el tanto de esta disminución o el cuanto de la agrava-'
cion, no es aquí lugar oportuno. Mas adelante nos ocuparemos de esta
materia.
Las circunstancias agravantes pueden dividirse en cuatro clases, a
saber: unas referentes a la persona del ofensor; otras a la del ofendido;
otras al tiempo o lugar en que se cometió el delito i por último, otras
al hecho mismo o a sus antecedentes o consecuencias.
No nos detendremos a hacer la enumeración de las que pertenece a
cada uno de estos grupos porque es bien sencillo el distinguirlos. Así
por ejemplo, son de la primera clase los signados en el artículo con los
núms. 8.° 15 i 16; de la segunda la 1.a, 2.", 13." i 18.a; de la tercera
el 12, i de la cuarta los 2.°, 3.°, á.° i 19.° Previos estos antecedentes
ya podemos entrar al analisis separado -de cada uno de ellas, con la
brevedad que exijo nuestro trabajo.

II
La primera circunstancia agravante que enumera el artículo, es
cuando se comete el delito contra las personas con alevosía, entendién-
dose que la hai cuando se obra a traición o sobre seguro. Ella la
encontramos tanto en las antiguas leyes españolas, como en los Códigos
mas recientes. -
No es lo mismo obrar a traición o sobre seguro.
La palabra traición tiene dos significados: uno cuando se aplica a
los delitos cometidos contra la seguridad esterior del Estado i el otro
cuando se obra alevosamente, con engaño o cautela. Así es, como se
dic,', traidor al que ataca la independencia de su nación i traidor al
que obra alevosamente. Aquí la empleamos en este segundo sentido, es
decir, refiriéndonos a la mayor de las vilezas que pueden rebajara un
122 CÓDIGO PENAL

delincuente. El alevoso llega callado i sin dar lugar a una defensa, des-
carga su ira sin arrostrar peligro alguno.
Sobre seguro equivale a decir empleando i preparando el delito de tal
modo que no se pueda errar el golpe sobre la victima elej ida; lo que
prueba, por otra parte, la sangre fi'ia con que se prepara el crimen i
que lo ennegrece mas de lo que nos presentaría igual resultado en una
lucha abierta i sin ventaja. Por eso la lei ha querido que actos de esta
especie, cuando se consuman, lleven una circunstancia agravante que
la razón no rechaza i que la conciencia humana la acepta i la aplaude.
Ella queda constituida con cualesquier de los dos elementos que se
presente el caso, o mas claro, bien sea que el hecho se ejecute a
traición o sobre seguro i por eso se ha empleado estudiosamente la
conjunción o i no la i como habría sucedido, si ambos se requiriesen
para constituir la circunstancia agravante.

III

La segunda circunstancia agravante, es cuando se comete un delito


mediante precio o recompensa.
Cometer un crimen por saciar una venganza, será siempre un cri-
men; pero nunca tan feo i repugnante como-senos presenta el que
ha sido ejecutado por precio o por esperar una recompensa pactada
de antemauo. Este es instrumento de otro i lo consuma sin llevar odio
ni rencor, sino que a sangre fria va donde la víctima eléjida para ganar
una vil recompensa.
Un criminal de esta especie revela urfa horrible disposición para
perpetrar acciones abominables. Por eso no puede la lei tener piedad
en semejantes casos i lejos de ello, establece con sobrada razón, una
agravación de pena contra el criminal pagado. Para que exista esta
circunstancia, se requiere que haya habido una persona que pague u
ofrezca, i otra que reciba o esté dispuesta a recibir el precio convenido.
La esperanza de una recompensa que no ha sido pactada o las
ventajas que puedan sacarse de un delito i que han estado ocultas con
mas o ménos probabilidades en la cabeza del que lo ejecuta, no entran
en este caso: ellas habrán decidido a un criminal a consumar su pensa-
miento; pero 110 habrá por este lado agravación, puesto que no hubo
pacto establecido de antemano, que es lo que se exije en este caso.
LIBRO 1.'—TÍTULO I. 123

IV
Cuando se ejecuta uu delito por medio de inundación, incendio,
veneno u otro artificio que pueda ocasionar grandes estragos o dañar a
otras personas, es la tercera causa agravante en la penalidad de un,
hecho.
Tanto en las lejislaciones antiguas como en las mas modernas halla-
mos previsto este caso i considerado como agravante del delito que por
su medio se comete.
La inundación i el incendio son delitos por si gravísimos i cuando
ellos se realizan por ejecutar otro crimen, la alevosía es manifiesta. En
el mismo caso se encuentra el veneno, arma cobarde i propia de un sér
corrompido, i como no se' puede calcular la estension del mal que se
produzca por estos elementos, la lei los ha designado con justa razón
entre las causas que agravan un delito.
Antes era costumbre entre naciones enemigas envenenar las aguas
de que se podían s&rvir en sus necesidades. En el dia esta costumbre'
bárbara está abolida i ojalá nunca renazca, sea cual fuere la causa o el
agravio. La defensa o la venganza deben tener un límite i este ha de
llegar siempre hasta donde no se note la corrupción, i la ferocidad de
otras jeneraciones que'se pierden en la noche de los tiempos ha hecho
bien en desaparecer por completo.
Un ejemplo nos esplicará mejor el presente caso del inciso.
Pedro pretende hurtar en la casa de Juan o violar a una joven; pero
no puede cometer el delito porque no encuentra acceso a la casa. Si para
ello la incendia o envenena a Juan i se aprovecha de la alarma que pro-
duce el fuego o una muerte repentina, el caso alevoso i agravante se
nos presenta con toda su desnudez i repugnancia, i esto es cabalmente;
lo que se pena con agravación en este inciso.

y
La cuarta circunstancia agravante, es cuando se aumenta delibera-
damente el mal del delito causando otros males innecesarios para su
ejecución.
El Código español i el brasilero contienen esta misma disposición.
Es, pues, innegable que si el autor de un delito se ensaña delibera-
damente en su ejecución aumentando males innecesarios, ya en las
personas o en las cosas, cae bajo la represión agravante de este incisov
124 CÓDIGO PENAL

Si uno so propone matar a otro i en vez de darle una muerte instantá-


nea, vá cortándole sus miembros uno por uuo o principia por darle de
azotes, o si su áuimo es robarle dinero i sin haber causa le rompe sus
muebles i la ropa i le deja privado de lo que podia utilizar, la alevosía
está a la vista i la lei debe prevenir tales excesos con el máximun de
las penas que corresponden a tales delitos. Para matarle no tuvo nece-
.sidad de tal crueldad, ni para robarle tampoco hubo necesidad de
azotarle o de mutilarle o de romperles sus muebles i su ropa.
Por fin bueno es tener presente que la lei exije que el mal haya sido
deliberado e innecesario. Lo primero es fácil conocer; lo segundo queda
al arbitrio del juez el apreciar la 110 conducencia de los hechos llevados
a cabo para la perpetración del delito.

vi
Cuando se obra con premeditación conocida o se emplea astucia,
fraude o disfraz, hai en el delito que se comete una circunstancia
agravante i ella ha sido también considerada en los Códigos, español,
francés i brasilero. ¿Quién no comprende que la premeditación con que
se realiza un crimen nos hace mirar con mas horror a su autor?
Ya hemos dicho en otra parte que para que exista la premeditación
se requiere que esté manifiesta i que entre el hecho consumado i la
meditación de cometerlo, haya un intervalo de mas de un dia, afín de
que esta circunstancia se presente en todo su vigor; puesto que siempre
se piensa lo que se hace i en esto caso, todo hecho seria premeditado i
por eso es que se requiere que esc pensamiento no sea la obra de un
momento, sino que se haya robustecido algún tiempo en la cabeza del
criminal i que éste haya tenido lo bastante para pesar sus consecuen-
cias i tomar una resolución con pleno conocimiento del mal que se
propone ejecutar i lo deseche en vista de ese examen. Esta es, pues, la
premeditación de que aquí se habla i que en gran parte queda encar-
gada a la conciencia del majistrado, cuidando de no confundirla con
un acto cualquiera de refleccion; porque ella no se presume i para
que se establezca han de haber razones de importancia i no meras
presunciones.
La astucia no es mas que la sorpresa con que se ejecuta el delito en
virtud de la impunidad en que queda el despues do cometido i la
privación de defensa en que so coloca el agredido, es lo que agrava por
cierto el acto que se ejecuta.
LIBRO 1.'—TÍTULO I. 125

El fraude, es lo mismo que el anterior. El disfraz existe cuando de


intento se busca para perpetrar el crimen que se ha resuelto cometer;
pero si ambas personas estaban disfrazadas i suscitan una riña nacida
del momento, como sucede en los bailes de máscaras, la agravación no
existiría, porque no fué ex-profeso el disfráz, i si él existia era por el
objeto a que se habia ido a ese lugar i el incidente fué sin la preme-
ditación que debe acompañar a estos actos antes de ponerlos por obra.

VII

Cuando el delincuente abusa de la superioridad de su sexo, de sus


fuerzas o de las armas, en términos que el ofendido no pudiere defen-
derse con probabilidades de repeler la ofensa, es la sesta circunstancia
agravante que señala el artículo 12 que estamos estudiando.
La lei busca siempre la buena fé en todos los actos humanos i al
amparar a los débiles contra los brutales atentados de hombres corrom-
pidos, se propone protejer la inocencia contra la perfidia. Es por esto
que mira con indignación la falta de lealtad i el abuso cobarde de la
superioridad de que se pueden valer los hombres para cometer un
crimen.
Por eso no ha podido por ménos que estimarse como circunstancia
agravante el abuso que se haga de la superioridad ya del sexo, de
la fuerza o de las armas con que nos presentemos contra personas
indefensas.
En todos los tiempos, la debilidad de una persona ha inspirado
respeto i nuestros sentimientos caballerescos i humanitarios a la vez,
se subleban con justa razón, cuando vemos que se ha cometido un
delito abusando de estas ventajas.
Verificado, pues, un acto de agresión con una superioridad brutal
o cuando temerosos de la defensa se le imposibilita en su ejecución,
hai entonces mucho de vil i de cobarde i estos actos constituyen una
circunstancia agravante para la imposición de la pena.
Un ejemplo de esto, seria si alguno se presenta armado con objeto
de robar en una casa i solo encuentra mujeres i niños,! sin tener nece-
sidad abusa de su fuerza i de sus armas contra esas personas indefensas
para el logro de su vil objeto, causándoles lesiones o maltratándoles
cruelmente.
126 CÓDIGO PENAL

VIII

La-séptima circunstancia agravante es cuando el delito se comete


con abuso de confianza.
Aunque el'abuso de confianza se pena especialmente, sin embargo,
aquí al establecerlo como regla jeneral, es porque descansando la
sociedad en la confianza que debe existir entre los asociados, debe
castigar severamente cuando se falta a esa fé que se supone en todos i
la que nos obliga a socorrernos i protejernos en todos los actos de la
vida.
Si yo, por ejemplo, creo a Pedro un buen hombre i me confío de él
hasta llegar a alojarlo en mi casa i él prevalido 'de este conocimiento,
me hace un robo o me mata o hiere traidoramente, es mas criminal
que un desconocido que ha ido a mi casa a ultimarme. Este no tenia
porque guardarme consideraciones; al paso que el otro se me daba por
amigo teniendo derecho a su gratitud i bajo esta intelijencia es mas
criminal que quien no ha sabido captarse tal confianza.
A la deslealtad se une la perfidia i esto es lo que se ha querido casti-
gar severamente, i hó aquí el orí jen de esta circunstancia agravante.

IX

Es también circunstancia agravante cuando el culpable pava conie-


ter su crimen se prevale del carácter publico de que se encuentra
investido.
No se trat.a aquí de las faltas que un funcionario pueda cometer en
el ejercicio de su cargo. De esto nos ocuparemos mas adelante. Lo que
aquí buscamos es cuando como individuo privado delinque i para ello
se vale de las influencias que directa o indirectamente puede darle el
puesto que ocupa. Así por ejemplo, un juez que procesa a un indivi-
duo por un delito i validó de que ese hombre está bajo su poder,
pretende corromper a su mujer i con promesas de darle en libertad
a su marido logra este objeto, habrá cometido un delito que tiene algo
de alevoso i en este caso, justo es que sufra la pena en el grado que le
corresponda por esta circunstancia de agravación.
Nada mas bajo que ver a un sentinela de la sociedad convertir su
vijilaucia en medios ominosos para cometer delitos o saciar pasiones
innobles!
LIBRO 1.'—TÍTULO I. 127

Otra de las.circunstancias de agravación en la pena que correspon-


de a un delito, es cuando se emplean medios o se hacen que concurran
circunstancias que añadan la ignominia a los efectos propios del
hecho.
La razón de ser de esta previsión de la lei, está basada en dos consi-
deraciones de importancia: la primera por la estension del mal que se
causa i la segunda por la mayor perversidad que se descubre en el
autor de un delito, que sin haber tenido necesidad de ello para come-
ter su crimen, obró sin embargo de este modo.
El señor Pacheco a quien tenemos a la vista para este trabajo,
comentando este inciso se espresa así:
uLa ignominia que se echa sobre una persona a quien se causa un
mal, es ciertamente una agravación de este mal mínimo. Afecta la
honra, hiere el decoro, acumula la afrenta sobre el dueño, añade una
nueva cousideracion moral a las circunstancias o morales o materiales
en que consistía fundamentalmente el delito. La vergüenza viene a
aumentar lo que solo fuera un mal de otro jénero.
La lei indica dos medios, por lo cual puede esto suceder. Uno,
empleando tales actos el delincuente que produzcan esa ignominia;
otro, ocurriendo circunstancias que la ocasionen : uno i otro producen
efectivamente el resultado de la agravación. El violentar a una mujer,
forzando a su marido a que lo presencie, es un ejemplo del primer caso.
El violentarla a presencia de otras personas, lo seria del segundo. En
uno, i otro habrá circunstancias agravantes respecto a la simple
violacion.» Si se vá a robar i se mutila a uno de los asaltados sin
haber necesidad de ello, tendremos el caso de ignominia a los efectos
propios del hecho.

XI

Cuando se comete un delito con ocasion de incendio, naufrajio,


sedición, tumulto o conmociQU popular u otra calamidad o desgracia,
es la décima circunstancia agravante que marca el artículo doce de
este Código.
Nada mas natural que esperar en una desgracia el socorro do los
demás hombres i si en vez de esto i en un accidente de esta naturaleza,
128 CÓDIGO PENAI,

se aprovecha la oportunidad de una justa alarma i del temor que se


apodera en tales momentos i se comete un crimen, justa es la agrava-
ción que la lei impone para el castigo. Aflijir al aflijido i negarle
protección, revela un mal corazon en el que así obra i castigarle con
todo rigor, lio es un acto que miraríamos con crueldad de parte de la
lei i al contrario así lo exijiria la vindicta pública. ¿Quien no miraría
con horror el que en un incendio i en medio de la confusion violentara
a una joven? ¿Quien no se escandalizaría i pediría a gritos el castigo
de un miserable que para el logro de este mismo objeto o para robar
un sér inocente, prendiera fuego a ese hogar dónde no pudo ¡penetrar
si no llevando a término tamaño crimen?

XII

La undécima circunstancia agravante de-un delito, es cuando se


ejecuta con ausilio de jente armada o de personas que aseguren o
proporcionen la impunidad.
Hai delitos que pueden ser la obra de un solo individuo i otros para
los cuales se necesita el concierto de varias personas, como ser para
conspirar.
Aquí nos ocupamos solo de aquellos delitos para los cuales no és
necesario el concierto i solo en éstos existe circunstancia agravante,
porque para ello ha habido premeditación, puesto que I03 comprome-
tidos han fijado un plan; se han armado i previsto todos los casos para
quitar todo medio de defensa a los asaltados i dejar de este modo
impune el crimen.
La lei castiga aquí la premeditación i la alevosía al privar de
defensa a las víctimas elejidas por los reunidos para un fin tan
criminal. Esta circunstancia es de las mas graves en el catálogo legal
i la que por desgracia ocurre con mas frecuencia entre nosotros. Por
eso, hai casos en que delitos cometidos por jente concertada a este fin,
tienen una pena mayor, como sucede en el hurto i en el robo,
existiendo este concierto cuando concurren mas de tres malhechores,
según el precepto del artículo 433 de este Código.

XIII

Ejecutar un delito de noche o en despoblado, es también una


circunstancia agravante que debe tomarse en cuenta al aplicarse la
pena que corresponda a tal delitó.
LIBRO I.-—TÍTULO III. 129

Sin. embargo, quecla al arbitrio del tribunal tomar en consideración


esta circunstancia, segíln la naturaleza i accidentes del delito.
Pensar en la ejecución de uu crimen, formar un plan i en seguida
realizarlo en altas horas de la noche o en un despoblado, es algo grave.
La perturbación que se infunde, la falta de ausilio que puede venir en
defensa de los atacados i la premeditación, son las razones que existen
para que la lei lo penase severamente i estableciera la agravación que
nos ocupa. Ella es justa sobremanera, porque naciendo de una libertad
deliberada, no es lo mismo que un delito casual o que se ejecuta en el
acto de presentarse en la cabeza del hechor i que talvez no pensó lo
bastante el paso que daba ni midió las consecuencias de tal acción, ni
tuvo, por lo tauto, tiempo de desistir de su intento. Empero, no se crea
por esto que todo delito cometido en horas avanzadas de la noche cae
bajo esta circunstancia. Poco importa la hora si en el delito no existió
premeditación i se esperó la noche para su ejecución. Finalmente, si el
delito no es de aquellos que no alteraii sus consecuencias realizado de
dia o de noche, como sucede en el cohecho de testigos por ejemplo, la
circunstancia agravante tampoco existe.
Por eso es que se deja al arbitrio del tribunal apreciar, en vista de
los hechos i de la clase del delito, la existencia de esta agravación.

XIV

Vamos a estudiar ahora la circunstancia décima tercia agravante,


que tiene lugar cuando se ejecuta un delito en desprecio o con ofensa
de la autoridad pública o en el lugar en que se halle ejerciendo sus
funciones.
Los delitos aumentan su gravedad según sea el rango social de la
persona ofendida i el lugar en que se cometan, puesto que la lei garan-
tiza la categoría social o política de algunas personas de una manera
mas eficaz, para conservar el prestijio que estas personas deben gozar
en la sociedad.
Si Pedro, por ejemplo, es demandado por Juan ante el Juez del
crimen i ante ese majistrado le hiere o le da muerte, tenemos que
este acto se comete en desprecio, de ese majistrado i en el lugar en que
ejerce sus funciones, hecho que prueba su ningún respeto a la autori-
dad i a la lei. En este caso justa es la agravación en la pena, porque
un criminal que no se contiene ni ante la autoridad, revela un instinto
perverso i un carácter atrabiliario, que es preciso reprimir con enerjía.
9
130 CÓDIGO PENAI,

Aquí no solo se ha ofendido al individuo sino también al majistrado


i la leí considera todo esto en la imposición del castigo.

XV
Es también otra circunstancia agravante cometer un delito mientras
se cumple una condena o despues de haberla quebrantado i dentro del
plazo en que puede ser castigado por el quebrantamiento.
Este inciso contiene dos partes: primera cometer un delito cuando
se está cumpliendo una condena, i segunda cuando se comete también
delito durante el quebrantamiento de una condena i dentro del plazo
en que no ha prescrito este delito.
En la primera, se supone que el delito ha sido cometido en la prisión,
i en la segunda, fuera de ella.
La prisión es con el objeto de buscar la reforma del culpable; es el
lugar donde se purga un delito; donde debe observarse mejor conducta,
i si en vez de ser obediente a los jefes i guardar armonía con los
compañeros de infortunio, un reo se. subleva contra los jefes, o hiere o
mata a alguno de los detenidos, la pena que merece en este caso es mas
grave que en circunstancias ordinarias, porque se deja ver el poco
provecho de la prisión, la ninguna reforma del culpable i el ningún
respeto contra los jefes que están inspeccionando sus actos i el desprecio
por ellos, para no ocurrir en demanda de justicia i al hacérsela a si
propio sjn consideración alguna, es desconocer el poder de la sociedad i
de los majistrados que la representan. Este es el fundamento de esta
parte de la presente circunstancia agravante.
Ahora si un reo se ha escapado de la prisión i anda huyendo de la
acción de la justicia i todavía no ha pasado el término que la lei exije
para que su delito de fuga haya prescrito i comete un nuevo delito,
la lei quiere que éste lleve la circunstancia de agravación, porque supo-
ne que hace alarde o burla a la autoridad i en vez de llevar una vida
de labor, señala su paso con los mismos instintos feroces que tenia
antes. Justa es entonces esta agravación de la lei.

XVI

Es circunstancia agravante de ün delito, cuando el que lo comete ha


sido castigado anteriormente por otros delitos a que la lei señale igual
o mayor pena.
LIBRO I.-—TÍTULO III. 131

Para que exista esta circunstancia se requiere que el nuevo delito


merezca una pena igual o mayor a la que se le impuso por el anterior.
No existiría esta circunstancia, si Pedro ha sido castigado ántes por
falta i despues es procesado por hurto o robo; pero si entrará de lleno
si penado por heridas u homicidio, vuelve a herir o matar.
El haber sido un individuo castigado anteriormente mas de una vez,
ya supone una presunción bastante de su mala fama i del poco
escarmiento de la pena anterior, i he aquí por que én este segundo
delito, debe tomarse en cuenta este hecho para aplicarle la nueva pena
en grado superior, en razón a la agravación que existe por este inciso.

XVII

Yaiiios a ocuparnos ahora del caso en que el autor de un delito sea


reincidente en delito de la misma especie.
1
Esta circunstancia, así como la anterior, la encontramos en todos
los códigos modernos. Ellas son fáciles de comprenderlas i por lo que
hace a la presente, solo habría dificultad en establecer qué es lo que
la lei llama reincidencia. Para nosotros la reincidencia no existe mién-
tras el procesado no ha tenido ántes de este delito otras sentencias
condenatorias de igual clase.
Así por ejemplo, Pedro ha cometido tres robos i dos asesinatos; pero
no ha sido procesado ni ha habido sentencia en su contra: al cometer
un tercer asesinato, se le captura i se le procesa por todos los delitos.
Si a cada uno de ellos se le aplicara la agravación por la reincidencia,
se cometería un error.
Aquí cada delito se pena por separado i con las "circunstancias que
obren en pro o en contra de ellos; pero si despues de haber sufrido una
condena por hurto, vuelve a cometer otro delito igual, ya si que está de
lleno la reincidencia i por consiguiente la circunstancia agravante
de este inciso. Esta reincidencia arguye mayor perversidad en el reo,
que ya tiene un hábito de caer en un mismo delito i lá lei quiere apar-
tarlo de esta inclinación por medio de una pena mayor i de que siga
perfeccionándose en él i llegue por su especialidad a ser mas funesto
a la sociedad.
Preciso es por fin, no olvidar en este caso i en el del número XV
los preceptos de los artículos 92 i 104 de este Código. Por el primero,
se fija el modo cómo debe hacerse la agravación cuando el delincuente
ha cometido otros delitos encontrándose cumpliendo una condena o
CODIGO PENAL

cuando la ha quebrantado, i por el segundo, se determina que estas


dos circunstaucias agravantes no se tomen en cuenta despues de cinco
años en los casos de simples delitos, ni de diez a contar desde la fecha
en que tuvo lugar el hecho, tratándose de crímenes.
Igualmente para apreciar la reincidencia debe tenerse presente lo que
se dispone en el arfc. 92, que es el que nos da la regla para establecerla
i bajo cuyas bases, hemos sentado a este respecto las anteriores
teorías.

XVIII

Es también circunstancia agravante cuando se comete un delito en


lugar destinado al ejercicio de un culto permitido en la República.
El hombre debe tener algún respeto al lugar en donde se elevan las
preces, al cielo i se adora a la Divinidad, i sí allí comete un crimen,
es porque olvida ese sentimiento i se supone al autor de él capaz de
arrostrarlo todo en fuerza de sus odios i pasiones. i
A un templo no se va a discutir, no se va a buscar al adversario,
sino que se va a elevar a Dios la ferviente súplica i a tributarle rendido
el homenaje de nuestro corazon. Es por esto que quien abusa de esa
situación obra, no tan solo cobardemente, sino con premeditación i bus-
ca tm lugar donde se sabe que el agredido no cuenta con medios de
defensa. He aquí la razón de la justicia i necesidad de la agravación
en la pena que merezca un delito cometido en un lugar destinado al
ejercicio de un culto permitido entre nosotros.
No terminaremos este inciso sin llamar la atención a la latitud que
se da a esta circunstancia. Ella es jeneral .para todo lugar destinado a
un "culto que se permita por nuestras leyes. I no podia ser de otro
modo: preciso es respetar las creencias de cada cual i el lugar en que
se reúna con este objeto, porque son unas mismas las circunstancias
que obran para la agravación de la pena.
Si ahora la relijion del Estado es la católica i solo se toleran las otras
relijiones, los lugares destinados para el ejercicio de ellas están bajo
la'protección de nuestras leyes. Así por ejemplo, si Pedro va á la
Iglesia de la Santísima Trinidad, que es de los disidentes, i encuentra
a Juan que pertenece a esa comunion i allí le hiere en los momentos de
estar cumpliendo los deberes de su relijion, a la pena que merece
su delito, une la circunstancia agravante del lugar en que lo ha
cometido.
LIBRO I.-—TÍTULO III. 133

XIX

La décima octava circunstancia agravante, es cuando se e jecuta un


hecho con ofensa o desprecio del respeto que por la dignidad, autoridad,
edad o sexo mereciere el ofendido, o en su morada, cuando él no haya
provocado el suceso.
Esta circunstancia tiene mucho de análoga a la 13.a de que ya nos
hemos ocupado.
En efecto, atacar a un empleado público de rango, a un alto digna-
tario de la Iglesia, al Presidente de la República, a un Senador, a un
Consejero de Estado, a un Diputado ya en la calle o en sus moradas i
sin que ellos nos hayan provocado, supone un atrevimiento notable.
Esta falta será mas grave, sin duda, si la agresión se verifica en sus
propias casas, donde se ha ido de intento a faltarles i causar una
alarma en las familias, que puede ser de consecuencias trascendentales
i por lo cual no. seria justo aplicarles la pena que merecería el delito
en sí. En jeneral podemos establecer que existe esta circunstancia,
siempre que la persona agredida sea de las que por nuestras leyes
tengan el tratamiento de usía o de señoría.
Hai también otras personas a quienes debemos respeto i consideración
i a quienes no nos es dado ofender, sin pasar-por cobardes i destituidos
de todo sentimiento moral. La ancianidad ha sido de este número aun
en los tiempos mas remotos: quien la ofende es un villano. En igual
caso están las mujeres i los niños, por ser seres indefensos, i abusar de
la fuerza para con estas personas, es mostrar la perversidad de un
carácter ruin.
La mujer por su sexo i el niño por su inocencia, merecen la protec-
ción de todo corazon noble i al atacarlos sin motivo, la lei ha querido
que haya agravación- en la pena que merezca el delito cometido contra
estas personas.

XX

Por fin, hemos llegado a la última de las circunstancias agravantes


en un delito i ella se verifica ejecutándolo por medio de fractura o
escalamiento de lugar cerrado.
El orí jen de la presente circunstancia, nace de que para cometer un
delito con fractura o escalamiento, se necesita mas resolución, porque
134 CÓDIGO PENAI,

hai que romper puertas, derribar murallas o destruir muebles cerrados


i la alarma es mayor i por eso la pena lia de ser proporcional al mayor
mal que se cause.
Hai, pues, en este caso mayor osadía i mas perversidad que cuando
se comete un simple delito.
Cuando tratemos del delito de hurto o robo comprenderemos mejor
el alcance de las palabras fractura i escalamiento i hasta dónde se
pueden estender. Por ahora nos basta referirnos a los artículos 440 i
442 de este Código, ofreciendo para entonces tratar mas estensamente
la presente materia.
Baste a nuestro objeto saber que un delito con fractura o escala-
miento lleva en sí una circunstancia agravante al determinar la pena
que lo corresponda' al autor de un hecho de esta naturaleza.

§ V

De las circunstancias que atenúan o agravan la responsabilidad


criminal, según la naturaleza i accidentes del delito.

A r t . 13.

«Es circunstancia a t e n u a n t e o a g r a v a n t e , s e g ú n la
naturaleza i accidentes del delito:
Ser el a g r a v i a d o cónyuje, pariente lejítimo por
c o n s a n g u i n i d a d o a f i n i d a d e n t o d a la línea r e c t a i en la
c o l a t e r a l h a s t a el s e g u n d o g r a d o i n c l u s i v e , p a d r e o h i j o
n a t u r a l o ilejítimo r e c o n o c i d o d e l o f e n s o r . »

Este artículo bien pudo eliminarse sin que se notara su falta, puesto
que implícitamente se ha tratado de él en las causas que atenúan o
agravan la responsabilidad en un hecho dado; pero ya que se ha consig-
nado en un artículo especial, diremos algo sobre este particular.
Aquí se trata únicamente de llamar la atención al caso, por ejemplo,
de que un padre por castigar a un hijo se exceda en su derecho o de
otra persona en igualdad de circunstancia estralimite lo que la lei le
permite. El que obra así tendrá a su favor una circunstancia atenuante.
LIBRO 1.—TÍTULO I. 135

Por el contrario, si un hijo, si un hermano o un cónyuje atenta


contra su padre, su cónyuje, su hermano u otro pariente en igual grado
i no sabe respetar los derechos que le imponen las leyes i la naturaleza,
su delito estará revestido de una circunstancia agravante que el
tribunal deberá tomar en cuenta al determinar la pena que le corres-
ponda por tal hecho.
Oreemos inútil estendernos mas sobre este artículo. El es bien
sencillo i su lectura basta para comprenderlo i dejar ver cual es su
objeto i lo que trata de atenuar o agravar en caso semejante. Por eso
llega hasta aquí nuestra esplicacion, seguros de que no pecamos de
lacónicos en su hecho.
TÍTULO SEGUNDO.
líe las personas responsables de los delitos.

Art. 14.

«Son responsables criminalmente de los delitos:


1.° Los autores.
2.° Los cómplices.
3.° Los encubridores.»

Hemos hecho ya el examen del delito, que es el primer objeto de la


ciencia penal, i conocemos también las circunstancias que eximen de
responsabilidad, las que la atenúan o la agravan; por eso ahora vamos
a tratar de las personas que, tomando parte en un delito, deben res-
ponder de sus consecuencias.
Entramos entonces de lleno a ocuparnos del delincuente.
Las consecuencias que nacen de un delito son de dos clases:
La primera, es el castigo: hé aquí la responsabilidad criminal.
La segunda, es la reparación del mal o daño causado; hé aquí la
responsabilidad civil, puesto que esta última puede ser estimable en
dinero i dar lugar a reclamaciones e integraciones i a abonos de mil
j eneros.
La pena que merece un delito no es lo bastante para su autor. Nece-
sita, por otra parte, reparar el mal que ha causado con su delito.
En este artículo se va a tratar esclusivamente de la responsabilidad
criminal. Ella recae en todos los que lian concurrido al hecho i según
la participación que hayan tomado en él.
LIBRO I.-—TÍTULO III. 137

También por este artículo establece nuestro Código, que la concurren-


cia a la • obra del crimen puede ser por tres clases de personas i que se
distinguen con el nombre de autores, cómplices o encubridores. Este
sistema aceptado por los criminalistas modernos, tiene por objeto fijar
las distintas responsabilidades, de los que han intervenido en un hecho
penado en nuestro Código para asignar a cada cual la pena que le corres-
ponda, según el rol que haya desempeñado en la infracción de uno de
sus preceptos, a fin de evitar que se confundan los cómplices con los
autores i con los encubridores, como sucedia por la lejislacion antigua,
a virtud del precepto de la leí 19 tít. 34 partida 7.a, que establecía:
«que los malfechores é A los aconsejadores é á los encubridores, debe
darse igual pena.»
El Código francés, el del Brasil, el de las Dos Sicilias, solo distin-
guen a los delincuentes en autores i cómplices; el Austríaco solo estable-
ce distinción entre la participación directa i la indirecta-, i por fin, el
Prusiano que solo distingue a los autores inmediatos de los secundarios.
El nuestro ha seguido en todo al Código español, i hé aquí por que el
sistema que establece tres clases de personas responsables i que deno-
mina autores, cómplices i encubridores, es indudablemente el mas
perfecto, puesto que cada delincuente puede incurrir en distinto grado
de criminalidad i debe ser por consiguiente castigado con distinta
pena.
En el autor de un delito se requiere por cierto mas inmoralidad, mas
audacia i mayor perversidad que en el cómplice; i en éste mas que en
el encubridor, resultando naturalmente de aquí el oríjen lójico de esta
división, que por sí sola constituye un sistema completo i filosófico a
la vez.
El presente artículo es en todo igual al once del Código español.

Aet. 15.

«Se consideran autores:


1.° Los que toman parte en la ejecución del lieclio,
sea de una manera inmediata i directa, sea impidiendo
o procurando impedir que se evite.
2.° Los que fuerzan o inducen directamente a otro a
ejecutarlo.
138 CÓDIGO PENAI,

3.° Los ({lio, concertados para su ejecución, facilitan


los medios con que se lleva a efecto el lieclio o lo pre-
sencian sin tomar parte inmediata en él,))

Apesar de la claridad con que el artículo que antecede da a conocer a


los autores de un delito, sin embargo para no confundirlos en la práctica
con el cómplice o con el encubridor, se hace preciso detallar lo mas
posible los perfiles de cada uno de ellos. De esto depende en su mayor
parte la recta aplicación de las reglas de este Código, i no hai buena
justicia si por desgracia se llegan a confundir en un caso dado.
En jeneral, se llama autor de un delito, al que contribuye de un
modo principal i directo a su existencia i es la causa de él.
Los elementos constitutivos de todo delito, son la resolución i el
hecho material de ejecutarlo, i cualquiera que sea el que haya dado
nacimiento al uno o al otro de esos elementos, contribuye de una
manera principal i directa a la existencia del delito, es la causa del
mismo i por consiguiente su autor. Igualmente lo serán los que inme-
diatamente toman parte en la ejecución del hecho o ausilian al que va
a cometerlo. Así por ejemplo, en un homicidio es autor el que hiere o
mata a la víctima; como lo serian los que sujetan al agredido, los que
lo rodean o impiden que se escape, los que lo desarman para que no
pueda defenderse o le tapan la boca para que no pida socorro. En el
delito de hurto, serán autores tanto el que sostiene la escala, el que sube
por ella i penetra en la habitación, como el que recibe los efectos
hurtados, o el que se queda vijilando para evitar una sorpresa, en
razón a que todos ellos aceptaron la ejecución del delito i contribuye-
ron directamente a su perpetración, distribuyendo entre si las funcio-
nes que debían desempeñar para su realización. Mas, si uno de los
ladrones, al ejecutar el hurto, comete otro delito que no se había pensa-
do, como ser violar o asesinar, tendremos que él solo responderá de
tales crímenes i no los otros.
Esto es por lo que respecta al primer número del artículo en
cuestión i que creemos no ofrece dificultad en la práctica i por lo cual
no nos estendemos mas sobre esta materia.
LIBRO I.-—TÍTULO III. 139

II

Empero, no sucede lo mismo respecto a lo que establece el número


2.° del artículo que estudiamos.
Los que fuerzan o inducen directamente a otros para ejecutar un
delito, son considerados como autores de él, porque a ellos les pertene-
ce el pensamiento de su ejecución o sea la creación; pero esta inducción
ha de ser directa o en otros términos, tan eficaz que pueda i deba
considerarse como causa verdadera del delito i que sin ella no se habría
podido verificar.
Si en el análisis de un delito no encontramos esta inducción i si
una causa remota o secundaria, se nos presenta solo el caso de la
•complicidad.
La inducción para ejecutar un delito, se verifica jeneralmente por
encargo o mandato i por consejo.
Hai encargo o mandato, cuando el que concibe el plan del crimen
encarga a otro su ejecución i le ofrece paga o recompensa; pero en
esto es preciso distinguir el caso de la obediencia debida, siempre que
lo mandado sea perfectamente legal.
El mandante de un delito no responde de excesos que hubiere come-
tido el ejecutor o mandatario de ese delito, salvo el caso que las agrava-
ciones hayan sido una consecuencia natural del delito i que el
mandante ha debido prever. Ahora si se ejecuta un delito distinto
del ordenado, solo afectará la responsabilidad al que lo ejecutó. Así
por ejemplo, si se le paga a Pedro porque se hurte un biiei i lejos de
hacer esto, va a la posesion del mayordomo del fundo donde se encuen-
tra ese animal i lo mata sin intentar el objeto principal, tendremos
que solo Pedro responderá de ese delito.
Hai codelincuencia por consejo, cuando éste se ha dado con bastante
eficacia para impulsar o inducir directamente al crimen i que el delito
sea efecto preciso de dicho consejo.
Aténas, según Grocio, tenia unalei que castigaba con la misma pena
al ejecutor del crimen que al que lo aconsejaba, Aristóteles i otros
filósofos antiguos, consideraban mas culpable al aconsejante que al
ejecutor del delito.
Los romanos tenían leyes contradictorias a este respecto: sus intér-
pretes castigaban al aconsejante con la misma pena que. al ejecutor
cuando el consejo era la causa principal del delito.
140 CÓDIGO PENAI,

Si el consejo solo induce indirectamente al delito, se nos presenta de


lleno la complicidad; pero si ni aun llegó a tener esta influencia por
limitarse solo a una conversación o a una simple chanza, no habrá
delito que caiga bajo la represión de la lei.

III

Por último, se consideran autores de un delito a las personas que


concertadas p^ra su ejecución, facilitan los medios con que se lleve a
efecto o lo presencian sin tomar parte inmediata en él.
El criado, por ejemplo, que se ha puesto de acuerdo con los ladrones
i les deja abierta una puerta o ventana para-que nuedan introducirse, que
previamente ha dado muerte al perro que con sus ladridos hubiera dado
a conocer la presencia de ellos, o bien esconde las armas de su patron
que le habrían servido para su defensa; el que proporciona un carruaje
para el rapto i lo está aguardando a poca distancia de la casa, o
miéntras el raptor "entra en ella o se lleva a la joven; el empleado
público que suministra al falsificador estampillas o sellos que él tenga
a su cargo para la falsificación que aquel comete; el sirviente que
muestra el lugar donde su amo guarda el dinero ; el que sostiene la
escala para que suban a la casa o rompe las puertas o ventanas para
que penetren a ella, todos éstos son considerados como autores del
delito porquq han tenido una participación tan directa como sus
mismos ejecutores.
Mas si la causa ha sido remota, el caso será bien distinto, porque lo
que se exije en el artículo en cuestión es concierto prèvio, que se faciliten
medios materiales i que el delito se lleve precisamente a efecto por los
medios suministrados por esa persona, puesto que si el delito se ejecuta
sin usar de ellos, libbra solo por parte de aquel una cooperacion que la
lei pena de distinta manera. Para delinquir es preciso que exista la
intelijencia, la intención i la voluntad.
El que vende arsénico creyendo que es para ratones, i se emplea en
envenenar a una persona, no es responsable del mal uso que se ha hecho
de este veneno.
El criado que abre la puerta a un sujeto que cree honrado, 110 es
autor del robo u homicidio que pueda seguirse de su introducción a
la casa.
En el libro de Votos especiales, que se Heva en la Excelentísima Corte
Suprema, encontramos lo siguiente:
LIBRO I.-—TÍTULO III. 141

Núm. 186.—En la causa seguida contra Manuel Gorigoitía Silva,


Manuel del Canto Arcayaga i otros, por hurto de unos fardos de tabaco,
los que suscriben han opinado que Francisco Morís Araos, es uno
de los autores del hurto, i como , tal i no como cómplice debe ser
penado.
Francisco Moris fué con su coche a la calle del Cementerio i
colocándose en una pared desde la cual se le pasaron los fardos de
tabaco, los recibió i colocó en su coche i los condujo a otro punto.
Desde luego conoció, según su confesion, que se trataba de un hurto;
í no obstante, regresó segunda vez al mismo lugar, recibió otros fardos
volvió nuevamente a conducirlos al lugar donde los destinaban.
En estas diversas operaciones, los que suscriben, ven la parte tomada
por Francisco Moris en la ejecución del hurto i una parte inmediata i
directa que sirvió para completar la ejecución del delito.
Lo reputan, por tanto, autor principal según la disposición del inciso
prijnero del art. 15 del Código Penal.
Francisco Moris recibió una suma de dinero por su concurrencia a
la ejecución del hurto; pero aunque , esta concurrencia no le hubiera
reportado provecho inmediato, no por eso variaría el carácter en que
debe ser considerado. Nace este carácter dé la parte inmediata i directa
que tomó en la ejecución del hecho, que es lo que constituye a un reo
en autor del delito i no de la utilidad mas o ménos grande que saque
del mismo delito.
Candelaria Soto i Toro ha sido condenada como reo principal i no
obstante no resulta del proceso que se hubiese aprovechado de ninguna
de las especies hurtadas.
Su responsabilidad está fundada en haber facilitado a los demás reos
la entrada en la casa i en haberles abierto las puertas de las piezas en
que estaban depositados los fardos.
Su cooperacion fué, pues, para principiar a cometer el hurto i, la de
Moris, no ménos importante, tuvo por objeto completar su ejecución.
Ambos reos para los que suscriben, tienen el carácter de autores.—
Santiago, mayo 1.° de 1 8 7 8 . — M O N T T . — R E Y E S .
Creemos estas opiniones mui fundadas en la letra i espíritu del
art. 15 que hemos analizado. Pór fin, solo nos resta esponer que este
artículo es concordante con el 12 del Código español.
El art. 4.° del Código del Brasil, dice así:
Serán criminales en el concepto de autores los que cometan directa-
142 CÓDIGO PENAI,

mente los crímenes, los que fuercen a otra persona a cometerlos i los
que ordenen su ejecución.
La lei 10 tit. 9. Part. 7.a disponia: E deben facer esta enmienda
también los facedores de la deshonra o del tuerto como aquellos que
gelomandaran....

á r t . 16

«Son cómplices los que no hallándose comprendidos


en el artículo anterior, cooperan a la ejecución del
hecho por actos, anteriores o simultáneos.»

La diferencia entre los actos de los autores i de los cómplices, está


en que los primeros son directos o necesarios para la ejecución del
delito i los segundos indirectos i no absolutamente necesarios para su
perpetración.
La complicidad es accesoria i por sí sola no produce efecto: los cóm-
plices tienen participación en eljiecho, mas no de una manera directa
i si facilitan su ejecución, la obra no es suya.
Así por ejemplo, el que da instrucciones o noticias para cometer un
delito no es autor sino cómplice de él. El que induce a otro a cometer
una acción criminal de una manera indirecta, como si le diera orden
de cometerla, sin ejercer autoridad sobre él, o bien aconsejase su per-
petración, el que procurase venenos, escaleras u otros medios, sin que
éstos sean indispensables o causa próxima del delito, sino remota, son
casos de complicidad i jamas de codelincuencia.
No hai cómplices cuando no existe un hecho principal a cuya
ejecución se puedan referir; puesto que si no hai delito, no existe
participación criminal. Empero, esta regla se refiere solo al hecho que
considerado en sí no constituye delito; mas no a la falta de autor de
delito, con tal que exista aquel.
Por ejemplo, si el autor de un delito no incurre en responsabilidad
criminal por alegar alguna causa de escusa, no obstante, pueden ser
perseguidos los cómplices, con tal que la causa de escusa de aquel sea
meramente personal i no destruya el hecho material del delito.
En el caso de que Pedro ausilie a un loco o a un menor de diez
años para que cometan un crimen, no porque estas personas estén
LIBRO I.-—TÍTULO III. 143

exentas de responsabilidad penal, quedaría Pedro sin castigo. El art.


64 de nuestro Código es terminante a este respecto i puede consultarse
al efecto.
Otro ejemplo nos ofrece el art. 489 del Código que comentamos:
v. gr. si un hijo ausiliado por un estraño roba dinero a su padre,
aquel está exento de responsabilidad penal; pero no lo estaría el aconse-
jador o encubridor del robo.
En los delitos de rapto o violacion i en los casos que los pena la leí,
tenemos que según el precepto del art. 369 se suspende el procedimien-
to o se remite la pena casándose el ofensor con la ofendida si sus
padres o guardadores consienten en ello, pero no por esto quedarían
exentos de responsabilidad criminal los cómplices si los hubiera.
Si un notario en el caso de falsificación de una escritura pública se
declara que no es culpable a causa de su buena fé o por ignorancia del
crimen de que no era mas que un simple instrumento, el beneficio de
su escepcion personal no puede estenderse a los cómplices, porque el
delito subsistirá; pero si la absolución estuviese fundada en que no
hubo crimen, no habrá pena para, los que eran sindicados de complici-
dad en esa falsificación.
La fuga del reo principal o la muerte de él no exonera tampoco a
los cómplices de la pena que merecerían en el delito que se persiguiera.
Nuestro Código no ha impuesto a nadie la obligación de impedir los
delitos, lo que seria odioso e inmoral. No obstante, un sentimiento
noble nos arrastra siempre a prestar ausilio al que es víctima de una
agresión injusta, talvez para encontrar igual ausilio en un caso dado.
Mas este deber no nos arrastra a ser denunciadores de nadie, sobre todo
cuando no nos conste la efectividad de la ejecución de un hecho
punible.
Apesar de esto, nuestro Código ha querido establecer el denuncio i
otorgar una gracia en su favor. Así por ejemplo, en el último acápite
del art. 8.° se dice:—Exime de toda pena por la conspiración o proposicion
para cometer un crimen o un simple delito, el desistimiento ele la ejecución
de éstos Antes de principiar a ponerlos por oirá i de iniciarse pro-
cedimiento judicial contra el culpable, con tal que denuncie a la
autoridad pública el plan i sus circunstancias.
El artículo que dejamos estudiado es correlativo del 13 del Código
español; de los arts. 60; G1 i 02 del Código francés; 5.° i 6.° del Código
brasilero; del 6.° del austríaco; del 47 del napolitano i 67 del belga.
144 CÓDIGO PENAI,

á r t . 17.

«Son encubridores los que con conocimiento de la


perpetración de u n crimen o de un simple delito o de
los actos ejecutados para llevarlo a cabo,, sin haber
tenido participación en él como autores ni como cómpli-
ces, intervienen, con posterioridad a su ejecución, de
algunos de los modos siguientes:
1.° Aprovechándose por sí mismos o facilitando a los
delincuentes medios para que se aprovechen de los
efectos del crimen o simple delito.
2.° Ocultando o inutilizando el cuerpo, los efectos o
instrumentos del crimen o simple delito para impedir
su descubrimiento.
3.° Albergando, ocultando o proporcionando la fug-a
al culpable, siempre que concurra alguna de las cir-
cunstancias siguientes:
Primera.—La de intervenir abuso de funciones
públicas de parte del encubridor.
Segunda.—La de ser el delincuente reo de traición,
parricidio u homicidio cometido con alguna de las
circunstancias agravantes que espresan los números
1.°, 2.°, 3.°, 4.°, 5.°, 6.°, 9.° i 11.° del art. 12, si estuvieren
en noticia del encubridor, o cuando el delincuente fuere
conocido como reo habitual de otros crímenes o simples
delitos.
4.° Acojiendo, receptando o protejiendo habitualmen-
te a los malhechores, sabiendo que lo son, aun sin
conocimiento de los crímenes o simples delitos deter-
minados que hayan cometido, o facilitándoles los
medios de reunirse n ocultar sus armas o efectos, o
LIBRO I.-—TÍTULO III. 145

suministrándoles a u s i l i o s o n o t i c i a s p a r a q u e se g u a r -
;
den, p r e c a v a n o s a l v e n .
E s t á n e x e n t o s d e l a s p e n a s i m p u e s t a s a los e n c u b r i -
d o r e s l o s q u e lo s e a n d e su c ó n y u j e o d e s u s p a r i e n t e s
l e j í t i m o s p o r c o n s a n g u i n i d a d o a f i n i d a d e n t o d a la l i n e a
r e c t a i e n la c o l a t e r a l l i a s t a el s e g u n d o g r a d o i n c l u s i v e ,
de sus p a d r e s o hijos naturales o ilejítimos reconocidos,
c o n solo la e s c e p c i o n d e los q u e se h a l l a r e n compren-
1
d i d o s e n el n ú m e r o 1.° d e e s t e a r t i c u l o . »

Para ser considerado encubridor de un delito, es preciso que concu-


rran cuatro circunstancias, a saber: 1."- obrar con conocimiento de que
se ha cometido un delito o de actos ejecutados para llevarlo a cabo;
pero sin haber tenido participación en él ni como autor ni como
cómplice; 2.a aprovecharse por sí mismo o facilitar al delincuente
medios para que se aproveche de los efectos del delito, o bien ocultando
o inutilizando el cuerpo, los efectos o instrumentos con que se efectuó
el delito para impedir que éste se descubra; 3.a dando albergue, ocul-
tando o proporcionando la fuga al culpable; i 4." cuando se acoja o
proteja habitualmente a malhechores, sabiendo que lo son, aun cuando
no se tenga conocimiento de un delito determinado que hayan cometido.
Iremos por parte en este estudio.

Principiaremos por establecer como punto prévio que la leí no


reconoce encubridores por faltas, sino únicamente de crímenes i de
simples delitos.
Igualmente, desde que el art. 6.° de nuestro Código dispone que los
crímenes o simples delitos perpetrados fuera del territorio de la Repú-
blica por chilenos o por estranjeros, no serán castigados en Chile, sino
en los casos determinados por la lei, resulta que mal se podrían perseguir
encubridores de un delito si los autores de él no son justiciables aquí.
Por eso es que ántes hemos establecido ya que no hai encubrimiento
cuando no existe delito a que se pueda referir o subordinar la respon-
sabilidad de tales cómplices.
Cuando no hai conocimiento ni puede tenerse racionalmente de que
10"
146 CÓDIGO PENAI,

se lia cometido un delito i uno adquiere objetos mal habidos o da asilo


en su casa o posada a los ladrones, la lei establece que no hai contra-
vención a sus preceptos i, por lo tanto, no existe encubrimiento. Falta
aquí la voluntad, i la buena fé se presenta en apoyo del que fuera
encontrado con especies mal habidas o con huéspedes criminales.
Para ser encubridor es también preciso no aparecer como autor ni
como cómplice por actos anteriores al delito. La participación del
encubridor tiene que ser posterior al hecho criminoso, base característica
que nos sirve de regla para encontrar el rol de esta clase de delincuencia.
Preciso nos será entonces dejar constancia i grabar de un modo
estable, que para que exista el delito de encubridor, se necesita tomar
parte en el hecho despues de ser éste ejecutado, i que esto lo distingue
del caso del autor o del cómplice; que no basta la intención o el hecho,
porque es preciso ademas el conocimiento en la perpetración del delito
i la participación en el mismo por autos posteriores de alguno de los
modos que pasamos a examinar.

II
El que compra o admite en regalos objetos hurtados o robados,
conociendo su mala procedencia, o el que hace recaer en beneficio suyo
las ventajas del delito, el que ausilia a los delincuentes para que se
aprovechen del delito o inutiliza el cuerpo que lo constituye, o los
instrumentos con que se ejecuta para impedir que la justicia lo castigue,
es un verdadero encubridor. El fundamento de esto está en que de este
modo se aprueba el crimen, se anima su repetición i se saca provecho
de esos actos. Esto supone a los ojos de la lei un ánimo criminal i entre
los encubridores, este rol es el mas grave, porque se ve un móvil codicioso
i el deseo vil de apropiarse de lo ajeno.
El que entierra el cadáver de la víctima, el que destruye el veneno ti
oculta el puñal homicida, con ánimo, intención i voluntad criminal,
desvía o dificulta la pesquiza judicial ¿podria quedar impune en esta
participación? Es evidente que nó i por eso la lei la ha prohibido con
sobrada razón. Mas si una persona ignorando tales antecedentes
encuentra por ejemplo un cuchillo ensangrentado o una camisa teñida
todavía con las manchas de la sangre i recoje estos objetos i los lava,
no cometería delito porque ella ha ignorado la procedencia de esa sangre.
En un robo por ejemplo, se ultima a una persona i solo se ocultan
objetos robados, el que esto haga no será encubridor sino del robo i
LIBRO I.-—TÍTULO III. 147

jamas del asesinato; pero si ademas ocultare el puñal o algunos de los


objetos con que se cometió ese homicidio, seria también encubridor de
este crimen.
Empero, el art. 64 de nuestro Código, nos ofrece una cuestión grave
i que debe aquí ser estudiada.
Es la siguiente:
¿Es encubridor el que sin conocimiento previo de que un objeto ha
sido robado, lo mantiene no obstante en su poder despues de adquirir
este conocimiento?
Ya sabemos que el que encubre con pleno conocimiento de causa un
delito, acepta voluntariamente el crimen i sus consecuencias; pero
encubierta una cosa sin saber su oríjen i ese conocimiento llega mas
tarde, hasta cierto punto se ve en'la precisión de seguir ocultándolo.
Laudable seria devolver ese objeto; pero la lei dice que el conocimiento
mal habido de lo. que se adquiere ha de ser al tiempo de encubrirlo i
nada agrega para lo futuro. '
Luego si el art. 64 dice que las circunstancias que consisten en la
ejecución material del hecho o en los medios empleados para realizarlo,
servirán para atenuar o agravar la responsabilidad únicamente de os
que tuvieren conocimiento de ellas antes o en el momento de la acción o
• de su cooperacion para el delito, es claro que nada ha previsto para lo
que suceda despues.
Se ve, pues, que se emplean las palabras ántes o en el momento de
la acción i luego en la cooperacion i como el encubrimiento es acto de
cooperacion; resulta que no prohibe el encubrimiento cuando el cono-
cimiento de que es hurtada una cosa llega despues de estar la cosa en
poder del que la adquirió ignorando su oríjen en un principio. •
Del tenor de este mismo art. 64 se desprende con toda claridad que
no se puede hacer responsables a los encubridores de las circunstancias
agravantes de un delito, salvo el caso que hubieran tenido conocimiento
de ellas al tiempo del encubrimiento.
De la misma manera, las circunstancias especiales que favorezcan a
los autores o cómplices de un delito i que sean personales para ellos, no
aprovechan a los encubridores.

III
La lei establece en el núm. 3.° del art. 17 que estamos comentando,
que es encubridor el que alberga, oculta o proporciona la fuga al
148 CÓDIGO PENAI,

culpable, siempre que concurran las clos circunstancias siguientes:


1.a Cuando interviene abuso de funciones públicas de parte del
encubridor; i
2.a Cuando el delincuente es reo de traición, parricidio u homicidio
cometido con algunas de las circunstancias agravantes que espresan los
números 1.°, 2.°, 3.°, 4.°, 5°, 6°, S>.° i 11.° del arfc. 12, siempre que el
delito esté en noticias del que lo encubre, o, fuere conocido el delin-
cuente como reo habitual de otros crímenes o simples 'delitos.
En la ocultación de un delincuente por lo común no obra el ínteres
como en los casos anteriores. A veces compromisos de amistad o de
gratitud, nos arrastran a ocultar a un criminal i sentimientos tan
nobles i elevados no puede la lei castigar en jeneral. Ello seria criar
criminales a cada paso, i por esto solo hai encubrimiento punible
cuando el que ooulta falta a sus deberes o, mas claro, abusa de, sus
funciones públicas. Un ejemplo nos bastará para comprender este caso.
Un comandante de policía, un capitán u otro empleado de segu-
ridad pública que oculte o proporcione la fuga a un criminal, seria
encubridor de ese delito. Un juez del crimen que obrara del mismo
modo, nos ofrecería otro caso de esta especie.
Mas: si el que oculta a un criminal o le proporciona la fuga es un cura,
un contador, o bien un empleado de un ministerio, no caería bajo el
imperio de esta disposición, porque estos empleados no son encargados
de la seguridad de los asociados. La prohibición no es absoluta i su
alcance es solo el qué aquí le hemos dado i que, como se vé, solo se
estiende a los funcionarios encargados de perseguir, aprehender i casti-
gar a los delincuentes.
Ahora el que oculta o proporciona la fuga a un reo de traición,
parricidio u homicidio cometido con alevosía o por paga, o por veneno,
o incendio, con disfraz, con superioridad de sexo o con ignominia para
la víctima, o por medio de jente armada, i la ocultación o fuga se hace
con conocimiento pleno de estas i demás circunstancias que espresan
los incisos citados del referido arfc. 12, o cuando el reo es un criminal
conocido, existe el delito de complicidad. Fuera de estos casos que son
la escepcion al principio establecido, no hai otros que la lei pena.
Nuestro Código debió haber agregado entre estas escepciones el
delito de hurto i robo i esto habría importado mas que las prohibicio-
nes anteriores, sobre todo cuando es fácil eludirlas por la exijencia de
que se tenga conocimiento de que el individuo que se proteje es reo
146
LIBRO I.-—TÍTULO III.

de esos delitos i con esas circunstancias especiales, o que sea un


criminal habitual.
L a alarma que produce un salteo así como las consecuencias son
terribles, sobre todo cuando se ejecuta en altas horas de la noche i en
lugares donde no hai policía, i hé aquí por qué para esta clase de
criminales no debia existir privilejio alguno.
Empero, esta omision de lalei se ha salvado en parte por la protec-
ción que todos prestan al desgraciado i por el odio que todos profesan
al salteador; pero esto no basta i ha debido nuestro Código consignar
la escepcion que hemos indicado a la regla jeneral que de hecho ha
establecido al consignar los casos en que hai encubrimiento según el
inciso que nos ocupa.
•Ahora ¿qué circunstancias son las que podrían constituir o estable-
cer lo que podría llamarse reo habitual de oíros crímenes o simples
delitos? A nuestro juicio, al emplear lalei la frase plural «de otros
crímenes», la habitualidad seria cuando el reo hubiere tenido mas de
una condena anterior a la época de este nuevo, delito.

IV
El último modo de aparecer como encubridor en un delito, es
cuando se acoje, recibe o proteje habiiualmente a los malhechores,
sabiéndose que lo son, aun sin conocimiento de los delitos determinados
que hayan cometido, o bien cuando se les facilita los medios de reunirse
o de ocultar sus armas o efectos o se les suministra ausilios o noticias
para que se precavan o salven.
La delación de los delitos, ordenada por nuestras antiguas leye§ i
por las romanas, tan opuesta a las ideas i costumbres actuales, queda
proscrita por este artículo de nuestro Código; pero si se acoje a un
criminal o se le proteje o se le dan noticias para que escape de la acción
de la justicia, se hace uno encubridor de su delito si obra a sabiendas
de que se recibe o proteje a un criminal aun sin conocer el delito
determinado que haya cometido. No habiendo este conocimiento del
individuo i no siendo el que lo encubre habitual en prestar protección
a malhechores, no existe responsabilidad alguna, porque no hai inten-
ción de delinquir ni mala fé en ese procedimiento.
La habitualidad que exije la lei para ser encubridor, ha de traer su
oríjen de hechos anteriores i que, por causa de esa costumbre, se haya
recibido penas en otros casos. En una palabra, aquí es preciso que haya
150 CÓDIGO PENAI,

mas de lina condena contra el que es sindicado de cómplice para que


se le tenga por habitual. Sin esto no se le podria convencer como encu-
bridor por contravención a lo que prescribe el núm. 4 del art. 17 del
Código Penal.
Sinembargo, la regla anterior tiene sus escepciones. El encubridor
queda exento de pena cuando lo es de su cónyuje o de sus parientes
lejítimos por consanguinidad o afinidad en toda la línea recta i en la
colateral hasta el segundo grado inclusive, de sus padres o [hijos
naturales o ilejítimos reconocidos, menos cuando estas personas se
aprovechan por sí mismos o facilitan a los delincuentes medios para
que se aprovechen de los efectos del crimen o simple delito.
La lei ha querido aquí el ínteres puro i noble i no el bastardo i por
eso, si en bien de la familia i de la tranquilidad del hogar, dice quienes
no son encubridores, cuida de agregar que es preciso no aprovecharse
ni dar medios para que el criminal se aproveche de los objetos que
lucró con el delito. ,/
Bárbara i.cruel seria la lei que obligara al marido a delatar a la esposa
i vice versa. Terrible seria ver al hijo obligado a denunciar al padre i
éste a aquél. Ello seria destruir los nobles i sagrados deberes que Dios
grabó en el corazon de todo hombre al nacer.
Estas escepciones personales en que puede encontrarse un individuo,
no aprovechan a otros encubridores que aparezcan en un delito, porque
las causas de escusa de unos no es de otros, i lo que favorezca o
perjudique a unos, no favorece ni perjudica a otros.
El límite de la escepcion es también justísimo. Si los lazos de familia
nos obligan a pro tejer a un delincuente, nada hai ¡que nos autorice
para ir mas allá i complementar los efectos criminales de su delito.
Justo es salvarlos; pero seguir delinquiendo con ellos o como ellos, no
puede tolerarlo ni dejarlo sin castigo la lei.
La mujer que vende las alhajas que robó su marido, se hace, encu-
bridora del robo. El hijo que usa o emplea el documento qué falsificó
su padre o las monedas que selló' indebidamente, es encubridor de esos
delitos. Para ello, en todo caso, se requiere conocimiento de que estos
objetos tienen procedencia ilejítima, porque si esto falta no habrá delito
en ningún caso.
Por fin, réstanos decir que el art. 17 de nuestro Código, es concor-
dante con el 14 del Español, i con el 193 del Austríaco.
TÍTULO TERCERO.
DE LAS P E N A S .

§ I

De las penas en jeneral.


i
Art. 18.

«Ningún delito se c a s t i g a r á con o t r a p e n a q u e la


q u e le s e ñ a l e u n a lei p r o m u l g a d a c o n a n t e r i o r i d a d a s u
perpetración.
Si d e s p u e s d e c o m e t i d o el d e l i t o i á n t e s d e q u e s e
pronuncie sentencia d e t é r m i n o , se p r o m u l g a r e o t r a
lei q u e e x i m a t a l h e c h o de t o d a p e n a o le a p l i q u e u n a
ménos rigurosa, deberá a r r e g l a r s e a ella su juzga-
miento.))

El art. 9.° de nuestro Código Civil dice:—que «la lei puede solo
disponer para lo futuro i no tendrá jamas efecto retroactivo.»
Resultado de este principio es el art. 18 del Código Penal, el cual al
establecer en su art. l.°, que es delito toda acción u omision voluntaria
penada por la lei i que éstas se reputan siempre ejecutadas con
voluntad, a no ser que conste lo contrario, tendremos que es lícito hacer
en todo tiempo lo que la lei no prohibe en el momento de ejecutar un
acto.
152 CÓDIGO PENAI,

La no retroactividad de la lei penal, es un principio que debemos


considerar como la mejor salvaguardia i seguridad de los ciudadanos.
Todas las naciones lo han aceptado i de aquí su universalidad i hoi
podemos decir que es regla jeneral que ningún hombre puede ser
condenado, sino en virtud de una lei promulgada con antelación al
delito i ante él se estrella la arbitrariedad de todo poder.
Podría también suceder que durante la investigación de un delito,
se promulgase una lei que le aplicara una pena mas grave que la que
habia establecido para su penalidad ¿podría a ese delincuente aplicársele
esta última pena? Es evidente que no; porque tal precepto no rije ni
agrava las acciones anteriores. Del mismo modo, cuando una lei castiga
un delito que ántes no existia o no se consideraba delito, no rejirá las
acciones que ya estaban consumadas. Es por esto que al dictarse nuevas
leyes penales, se señala un plazo jeneralmente estenso para que esas
disposiciones sean conocidas i estudiadas ántes de que comiencen a
tener efecto.
Mas, si despues de cometido el delito i ántes de que se pronuncie
sentencia de término, se promulga otra lei que exima tal hecho de toda
pena o le aplique una ménos rigurosa, deberá arreglarse a ella su
juzgamiento.
Esta es una escepcion al principio ántes establecido; escepcion
favorable a todo delincuente. i que tuvo exacta aplicación cuando
principió a rejir nuestro Código Penal.
Encontrábanse en esa fecha cientos de procesados en toda la repú-
blica. Muchos de esos delitos merecían penas mas graves por la
lejislacion que estaba vijente a la época de su perpetración i que derogó
nuestra lei penal. Hubo, pues, de juzgárseles conforme a este nuevo
Código logrando así sus ventajas.
Hoi dia ya esas causas se han fallado i si en lo futuro tuviera
nuestro Código reformas en el sentido de hacer que no fueran delitos
algunos de los que se consideran como tales, o bien se creyera que
es conveniente minorar las penas, tales cambios favorecerían a los qué
se encontrasen procesados en esa época.
Los progresos de la civilización i de la moral i, mas que esto, la
esperiencia que trae la práctica en la aplicación de un código, hace com-
prender la necesidad de reformar sus preceptos i entonces este principio
tendría una aplicación directa, i hé aquí por que debe existir como una
garantía favorable para la sociedad, ya que está la regla de que no
LIBRO I.-—TÍTULO III. 153

puede agravarse la pena que la leí establece al que está acusado de un


delito.
Todo reo puede tener la espectativa i la amplia seguridad de que
jamas podrá tener una pena mayor que la que establece la lei a la época
de su delincuencia i sí podría llegar el caso de que ella fuese menor
por alteraciones que sufra esa lei. durante su juzgamiento.
El art. 19 del Código español, dice así:
«No será castigado ningún delito ni las faltas de que solo puedan
conocer los tribunales, con pena que no se halle establecida previamente
por lei, ordenanza o mandato de autoridad a la cual estuviese concedida
esta facultad.»
El art. 26 del Código austríaco, preceptúa lo siguiente:
«La. pena debe ser aplicada dentro de los límites de la lei, sin que
pueda imponerse otra mas dura ni mas suave que la que aquella
prescribe, atendidas las circunstancias del delito i la posicion de su
autor.»
Art. 27 de idem,—«A ningún delincuente podrá imponerse otra pena
que la determinada por el presente Código.»
El Código del Brasil en su art. 33 prescribe a este respecto lo
siguiente:
«No será castigado ningún dejito con penas que no se hallen esta-
blecidas por la lei, ni superiores o inferiores a las que se hayan impuesto
para la represión del crimen en su -grado máximo, salvo el caso en que
se permite el arbitrio del juez.»
I por fin, el art. 60 del Código napolitano, dice así:
«No podrá ser castigado ningún crimen con pena que no haya
establecido la lei antes de su perpetración.»

á r t . 19.

«El perdón de la parte ofendida no estingne la acción


penal, salvo respecto de los delitos que no pueden ser
perseguidos sin prévia denuncia o consentimiento del
agraviado.»

La división mas jeneral que se hace de los delitos, es en públicos i


privados.
154 CÓDIGO PENAI,

Públicos, son los que dañan directa i primariamente a la sociedad.


Privados, los que ofenden principalmente a individuos particulares
i a los demás solo por razón del daño que producen.
El fundamento de esta división es, como queda visto, la causa o la
persona sobre quien recae o perjudica la acción criminal, i la diferencia
de la división la encontraremos en su objeto i en su fin, en la persona
ofendida i en las consecuencias que se derivan de estos hechos.
Los delitos públicos se pueden dividir en seis clases, a saber: delitos
políticos, que son los que tienden a trastornar la existencia del Estado
0 se dirijen a cambiar su Constitución o a derribar su gobierno; cielitos
contra la independencia i dignidad del Estado, tales como la traición, la
cobardía culpable, el abandono de los deberes de honra i seguridad de
los gobernantes; delitos contra la autoridad de los poderes públicos, como
ser la usurpación de autoridad, la intrusión de facultades públicas, el
abuso del poder i el duelo; delitos que atacan la riqueza pública, v. gr:
el robo de caudales públicos, la prevaricación de los empleados recau-
dadores, la fabricación i emisión de moneda falsa i, finalmente, el
contrabando; delitos contra la moral i la decencia pública, perteneciendo
a esta clase, todos los actos de obcenidad i escándalo que injurian el
respeto debido a las costumbres, las publicaciones o representaciones
que atacan lo que prescribe el decoro universal; i por fin, delitos contra
la relijion del Estado, ya sea que ataquen los dogmas de la relijion o
que ofendan la moral. Lo primero existe solo donde hai una relijion
esclusiva del Estado; los otros en la sociedad, porque la moral i las
buenas costumbres, son base de progreso en toda sociedad regularmente
organizada.
En los delitos privados, por su propia naturaleza, hai personas parti-
cularmente interesadas en su persecución i castigo i el mal que de ellos
resulta, aunque no siempre material, es por lo ménos ostensible, evidente
e incuestionable i por lo regular son poco variables por las circunstancias
1 no preocupan a la sociedad en jeneral. En ellos la investigación es
mas fácil, porque el interesado en el castigo, ayuda al poder judicial i
en muchos casos la investigación termina con el desistimiento del
ofendido.
iSTos ha sido necesario entrar en estos antecedentes para poder com-
prender el alcance del artículo que analizamos. Pues bien: hai delitos
cuya persecución i. castigo interesa al orden público. La" sociedad
ofendida debe ser satisfecha, i he aquí que la pena que se impone al
LIBRO I.-—TÍTULO III. 155

culpable, viene a tranquilizar i a restablecer el orden, dando ademas un


ejemplo para desviar a otros de la senda del crimen asegurando la
tranquilidad pública en beneficio de toda la sociedad.
En las lejislaciones antiguas estaba consignado el principio de que
el desistimiento de la acusación o el perdón de la parte ofendida, traían
consigo la remisión o la no imposición de la pena, dándose así una
estraordinaria importancia a la acción individual. Hoj dia la acción
criminal por lo común no compete al 'ofendido sino al ministerio
público. La reparación del mal causado o, en otros términos, la respon-
sabilidad civil que nace de un delito podrá ser perdonada por el
agraviado, desistir de ejercitar este derecho i por eso la lei criminal no'
tiene para qué ocuparse de ello. Esto se podrá transar porque no
influye en nada en la penalidad del delito sino en la reparación del mal
causado.
Los delitos públicos se persiguen de oficio i en ellos no vale el
desistimiento del ofendido: la pena se impone en ínteres de la sociedad
i por eso no hai transacion posible para evitar el castigo.
Empero, el presente artículo ha establecido una escepcion i ella es
que la acción penal se estingue en los delitos que no pueden perseguirse
sin prévia denuncia o consentimiento del agraviado. Estos delitos son
los que hemos llamado privados, i tan justa escepcion ha sido estable-
cida en razón a que su reserva interesa mas al orden público que su
publicidad i porque estando de por medio el honor privado, es mas
conveniente que cada cual juzgue de su conveniencia, i es por esto que
la lei establece la pena para el caso de que se impetre su ausilio. Esto
sucede generalmente en los delitos de injuria, adulterio, estupro, inces-
to, suposición de parto, que no alarman a la sociedad ni tiene Ínteres
en el castigo del delincuente, i hé aquí entonces por que la penalidad de
estos delitos se deja a voluntad del ofendido, considerándole capaz
de juzgar con acierto lo que mas convenga a su dignidad.
Es por esto que si prefiere sufrir su ofensa en silencio i no imponer
a la sociedad de estas miserias de la vida privada, nadie lo obliga a
salir de esa determinación; pero si ocurre a la justicia, ésta le presta
su brazo poderoso i también le permite perdonar la pena cuando com-
prenda que ello le es conveniente.
Mas adelante, al tratar de cada delito, tendremos ocasion de esplanar
estas ideas i por ahora esto basta para la intelijencia de este artículo i
para comprender en qué delitos vale el perdón o desistimiento de la
156 CÓDIGO PENAI,

parte ofendida i en cuáles él no significa absolutamente nada i que por


consiguiente, no paraliza la acción del poder judicial en el cual recae la
obligación de seguir su investigación i aplicar al culpable la correspon-
diente pena para satisfacer a la sociedad ofendida i escarmentar a los que
puedan considerarse alentados con la impunidad en que queda un
criminal.
El art. 21 del Código español, dice asi:
«El perdón de la parte ofendida no estingue la acción penal: estin-
guici solo la responsabilidad civil en cuanto al Ínteres del condonan-
te, si éste lo renunciare espresamente.»
«Lo dispuesto en este artículo no se entiende respecto a los delitos
que no pueden ser perseguidos sin prèvia denuncia o consentimiento
del agraviado.» .
El art. 27 del Código austriaco, es del tenor siguiente:
«La pena impuesta no puede ser remitida por virtud de una tran-
sacción entre la parte ofendida i el delincuente.»
El art. 67 del Código brasilero, está, redactado así:
«El perdón de la parte ofendida, dado antes o despues de la senten-
cia, no eximirá de las penas que sufran o puedan sufrir los culpables
de crímenes públicos o privados que dau lugar a una acusación en
justicia.»
Ademas pueden consultarse las leyes 18, tít. 16, Libro I del Código
Eepetit Prael; la 22 tít. I, partida 7.a i l a 4.a tít. 40, Libro XII de la
Novísima Recopilación.

ART. 2 0.

« N o s e r e p u t a n p e n a s , la r e s t r i c c i ó n ele la l i b e r t a d
d e l o s p r o c e s a d o s , la separación de los empleados
públicos acordada por las autoridades en uso de sus
a t r i b u c i o n e s o p o r e l t r i b u n a l d u r a n t e el p r o c e s o o p a r a
i n s t r u i r l o , n i l a s m u l t a s i d e m á s c o r r e c c i o n e s q u e los
superiores i m p o n g a n a sus subordinados i administra-
dos en uso de su juridiccion disciplinai o atribuciones
gubernativas.»
LIBRO I.-—TÍTULO III. 157

Este artículo consta de cinco partes.


Por la primera se establece: que no se reputa pena la restricción de
la libertad de los procesados:
En efecto, la prisión preventiva en que se coloca a un individuo
mientras se esclarece si es o no culpable, no es ni puede ser una pena.
Esa detención es para asegurar su persona caso de ser culpable i por eso
si el delito es escarcelable bajo fianza, se le deja en libertad, o si délas
investigaciones que se practican resulta su inocencia, se le deja libre en
el acto.
Si, por el contrario, es culpable i se le impone pena, la detención
preventiva que lia sufrido durante el tiempo que ha durado el proceso,
se le cuenta para su condena.
La separación de los empleados públicos acordada por las autoridades
en uso de sus atribuciones, tampoco es pena.
Hai empleos de mera confianza i amovibles a voluntad del jefe el
cual puede separarlos el dia que le agrade. Esta separación no es pena
ni causa perjuicio en la honra del empleado separado. Un ministro de
Estado; un intendente o gobernador o bien un jefe de oficina, pueden
despedir a un oficial mayor, jefe de sección o escribientes de su dependen-
cia; el Presidente a ios intendentes i gobernadores, éstos a sus secretarios
i un jefe, a cualesquier subalterno, prévios los trámites de estilo. Estas
separaciones puede aconsejarlas el buen servicio público, la política, por
ser cargos de confianza u otras razones de las cuales no hai' que dar
cuenta i por eso los empleados amovibles a voluntad del Presidente de
la República, no pueden mirar como pena el que se use de un derecho.
La lei penal, siguiendo la opinion pública a este respecto, ha venido a
sancionar un principio reconocido i aceptado por todos.
Los, tribunales de justicia deben por la lei suspender a ciertos em-
pleados, ya sea al tiempo de instruir el proceso o durante él i esta
facultad se estiende hasta para hacer salir del distrito de su jurisdicción
al subalterno enjuiciado.
Estas medidas, lejos de llegar a ser una pena, son una garantía para
la sociedad i para el procesado. Ello se comprende perfectamente bien
por la influencia que ese subalterno podría ejercer conservando su
autoridad i estando dentro de la parte del territorio en que ejerce
jurisdicción.
Todos los días vemos ejercitar este derecho, sobre todo cuando el
procesado es algún juez de letras. Asi hai una seguridad de que se hará.
158 CÓDIGO PENAI,

luz sin las influencias personales del juez i de su empleo i para él será
mas honrosa su absolución, si alejado de su puesto i del lugar en que
lo ejerce, no se le prueban los cargos que le haga el acusador.
Tampoco es pena la multa que impongan las autoridades judiciales
i administrativas en uso de facultades disciplinarias o gubernativas.
La multa es mas bien en estos casos un llamado paternal que-hace
el superior al inferior cuando ha faltado u olvidado un deber; falta que
no es lo bastante para autorizar su separación del cargo o dictar otras
medidas mas enérjic-as. Por eso la lei no ha querido elevar esta facultad
correccional a la esfera penal, i en ello ha hecho bien, porque los efectos
de la pena son graves i no deben prodigarse por hechos leves i de poca
o talvez ninguna trascendencia.
Por fin, tampoco ha querido la lei que se reputen delitos las correc-
ciones que los superiores impongan a sus subordinados o administrados.
Si la multa en el caso anterior no es pena, con mayor razón no lo
será una medida correccional que se aplica en uso de facultades
disciplinarias o gubernativas i de las cuales es preciso revestir a ciertas
autoridades para el mayor orden i buena marcha ya en lo judicial como
en lo administrativo.
. El Código Penal español consagró igual principio en su art. 22
cuando dijo:—«No se reputan penas la restricción de la libertad dé los
procesados, la separación o suspensión de los empleados públicos,
acordadas por las autoridades gubernativas en uso de sus atribuciones,
0 por los tribunales durante el proceso, o para instruirlo, ni las multas
1 demás correcciones que los superiores impongan a sus subordinados i
administrados, en uso de jurisdicción disciplinal o atribuciones guber-
nativas.»
El art. 37 del Código brasilero establece igual cosa: «No se considera
pena la prisión del procesado por una infracción, para prevenir su fuga,
ni la suspensión de los majistrados decretada por el poder moderador
en la forma establecida por la Constitución.»

§ II

De la clasificación «le las penas.

A r t . 21.

«Las penas que pueden imponerse con arreglo a este


LIBBO I.—TÍTULO III. 159

Código i sus diferentes clases, son las que comprende


la siguiente:

ESCALA JENERAL.

PENAS DE CBÍHENES.

Muerte.
Presidio perpetuo.
Reclusión perpétua.
Presidio mayor.
Reclusión mayor.
Relegación perpétua..
Confinamiento mayor.
Estrañamiento mayor.
Relegación mayor.
Inhabilitación absoluta perpétua para cargos i oficios
jmblicos, derechos políticos i profesiones titulares.
Inhabilitación especial perpétua para algún cargo u
oficio público o profesion titular.
Inhabilitación absoluta temporal para cargos i oficios
públicos i profesiones titulares.
Inhabilitación especial temporal para algún cargo u
oficio público o profesion titular.

penas d e simples delitos.

Presidio menor.
Reclusión menor.
Confinamiento menor.
Estrañamiento menor.
Relegación menor.
Destierro.
Suspensión de cargo u oficio público o profesion
titular.
160 CÓDIGO PENAI,

penas de las faltas.

Prisión.
I
penas comunes a las t r e s clases anteriores.

Multa.
Pérdida o comiso de los instrumentos o efectos del
delito.
penas accesorias de los crímenes i simples ' delitos.

Cadena o grillete.
Celda solitaria,
Incomunicación con personas estrañas al estableci-
miento penal.»

La pena no es otra cosa que el mal que se padece contra nuestra


voluntad, impuesto por los poderes constituidos del Estado en resarci-
miento del mal que por culpa o malicia se causó voluntariamente.
El fin de toda pena consiste en volver la armonía social, restaurando
el orden i poniendo al delincuente en la imposibilidad de volver a cau-
sar un mal. Sin embargo, no siempre ha sido este el mismo fin de la
pena. A veces lia predominado el ínteres personal o de la familia i a
veces lo ha absorbido todo el bien social.
Én esta diverjencia i variedad de opiniones, en la actualidad los
propósitos que debe llevar en mira el lejislador al establecer la pena
son: la espiacion, la intimidación, la imposibilidad de dañar i la reforma
del delincuente.
Toda pena es esencialmente un mal; pero aplicada para producir
un bien, no puede ser un mal ciego o caprichoso. Esta es la razón por
que al culpable 110 debe hacérsele sufrir un castigo cualquiera, sino
el que sea verdaderamente lejítimo i necesario.
En las primeras sociedades rejia el principio de que quien violaba el
derecho de otro, debia perder un derecho igual al que quebrantó. De
aquí la máxima ojo por ojo, diente por diente. Esta era la pena del
Talion.
Nuestro Código se ha propuesto seguir al delito en su diversidad cuan-
to le es posible i ha procurado una escala de penas en que desde la mayor,
LIBRO I.-—TÍTULO III. 161

que es la capital, se descienda hasta las mas leves, que son la prisión i
la multa, de un modo suave i con tránsitos los ménos bruscos que se ha
podido. «Entre la muerte, por ejemplo, i cualesquiera cosa que a la
muerte siga, ha de mediar siempre la distancia que separa al ser del
no ser.» I por fin, siendo la pena un mal, ella se ha buscado en la
existencia de las personas; en la personalidad material i física; en la
libertad; en la propiedad o la fortuna; en la posesion i en el goce de
los derechos civiles i políticos, a fin de que en la aplicación de ellas
pueda haber proporcionalidad a los delitos que se trate de reprimir.
Recorreremos estas penas a la lijera.

pena de muerte.

Entre las penas personales es digna de notarse, ante todo, la de


muerte, porque concluye con la existencia a diferencia de las demás que
la respetan siempre. Esta pena, combatida por los filósofos i publicistas
del último siglo, i principalmente por el inmortal Víctor Hugo, es uno
de los hechos mas antiguos que nos presenta la historia de la humanidad.
Desde el oríjen de todos los pueblos, cuya historia nos e3 conocida, la
encontramos uniformemente aplicada. Negar el perfecto derecho que le
asiste a los poderes constituidos del Estado para decretar su imposición,
es arrancar temerariamente a la justicia i a la soberanía uno de sus
principales atributos. Tratar de borrarla del catálogo de Jas penas de
que se puede hacer uso, es dar carta blanca a ciertos delitos atroces
i tan peligrosos, que necesitan espiarse con sangre para que cese la
alarma que despiertan en todas las chases de la sociedad.
Su universalidad es una prueba bien elocuente de que todos han
mirado la pena de muerte como un derecho lejítimo r del cual no han
podido protestar. Su aplicación i las subdivisiones que se han hecho
de esta triste ^pena, han sido consecuencia de los tiempos rudos i en
que, costumbres mas feroces, se habian apoderado del corazon de los
hombres. Mas hoi, ¡qué diferencia! leyes mas humanas, sentimientos
mas benignos i costumbres mas suaves, son el estado normal de nuestra
sociedad i esta pena estrema existe mas bien como una valla que
inspire respeto al malhechor i que sea capaz de contenerlo en sus
peligrosos avances, que como un medio de vengar injurias. La circuns-
pección i la prudencia con que se hace uso de este cruel derecho, que
se j:iene reservado para aquellos casos en que es absolutamente
necesario, es otra prueba de que su aplicación no peligra, ni se
11,
162 CÓDIGO PENAI,

conculcan los derechos de independencia i libertad que podemos


reclamar de los que gobiernan. Es mas bien un remedio de la sociedad
enferma, a la que es preciso amputar un miembro para poder conservar
el cuerpo lozano e intacto. Es lo mismo que hace dia a dia el jardinero
que arranca de raiz la planta exótica i venenosa, cuya sombra o aliento,
puede hacer perder el brillo i lozanía a la violeta, por ejemplo, la mas
humilde de sus flores.
A la luz de la razón i de los hechos, no se puede negar la lejitimidad
de la pena de muerte. La Europa entera la aplicaba cuando las
sociedades se encontraban dominadas por el espíritu caballeresco i por
las pretensiones feudales de una nobleza poco dócil a la leí.
El inmortal Beccaria, el mas ardiente enemigo de la pena de muerte
i el que la sustituye por la prisión perpétua, se contradice abiertamente
cuando, despues de protestar contra semejante derecho, considera no
obstante, que la pena de muerte debe aplicarse primero cuando un
ciudadano privado aun de la libertad, tenga tales relaciones i tal poder,
que pueda producir una revolución peligrosa en la forma de gobierno
establecida, i segundo, cuando su muerte fuese el verdadero i único
freno que contuviese a otros i los separase de cometer delitos. Tales
confesiones de parte de un enemigo, son bastantes para echar por tierra
toda su argumentación. Para esto tendría necesidad de decirnos
Beccaria cómo los hombres, no teniendo facultad para quitarse la vida,
concedieron en estos dos casos un derecho que no tenían. Pero
avanzando en nuestra investigación, veremos que los -hombres, si en
esos dos casos pudieron conceder estos derechos ¿por qué entonces no
pudieron ceder en ese supuesto contrato el derecho a su vida, cuando
así fuere necesario? Luego el pacto es desigual i desproporcionado i es
imposible negar en este terreno la lejitimidad de la pena de que nos
ocupamos.
Los argumentos con que hasta la fecha han combatido los publicistas
la pena de muerte, solo, se refieren a su lejitimidad i conveniencia i se .
pueden formular en estos términos: La sociedad, han dicho, no tiene
mas derecho que los que nacen del pacto-social i puesto que el individuo
no es dueño de su vida, no ha podido conceder a otro sobre ella un
derecho que él tampoco tiene. Luego concluyen: la persona del hombre
es inviolable i no puede haber en la sociedad derecho alguno que se le
sobreponga.
A la simple vista es fácil comprender que ninguno de estos argu-
LIBRO I.-—TÍTULO III. 163

mentos puede probar la ilejitimidad de la pena de que tratamos. En


cuanto al primero, ya hemos dicho que el derecho de castigar no lo
deriva lá sociedad de un pacto que jamas ha existido. Suponer semejante
cosa, no es mas que una ilusión, una quimera fantástica, cuyas conse-
cuencias no se pueden aceptar. Este derecho lo saca la sociedad de las
relaciones inmutables que Dios ha establecido entre el crimen i el
castigo i de una autoridad propia no nacida de concesiones de los
subditos de que se encuentra revestido el poder.
Entrando ahora a la segunda cuestión, tenemos que si la persona del
hombre es inviolable, en cuanto no puede uno quitarse la vida a si
mismo, no lo es cuando un Ínteres lejítimo de la, sociedad hace necesario
ese sacrificio. Esta teoría nos viene a confirmar mas en nuestros acertos
anteriores, cuando dijimos que el suicidio no era lícito en ningún
caso, por cuanto no podíamos disponer de nuestra existencia, miéntras
la Divina Providencia no ponga lejítimamente fin a ella. Llevar mas
allá la inviolabilidad de la persona es un error i hasta cierto punto un
absurdo. Esto seria no reconocer el.derecho de defensa ni. la facultad
que tenemos hasta para quitar la vida al injusto agresor que nos coloca
en semejante situación. Lo que hai de verdad es que la vida es respeta-
ble i no se puede atacar sin un motivo bastante poderoso. Pero entre
respetable e inviolable, hai una distancia inmensa, que es necesario
hacer que la razón no las confunda.
En conclusión i resumiendo lo anterior, resulta: que tenemos un
perfecto derecho de privar del bien de la vida a nuestro injusto
agresor, cuando su muerte es necesaria para conservar nuestra
existencia. Por eso la sociedad tiene también la facultad de enviar a la
guerra, con peligro inminente de la vida, a algunos de sus miembros i
por lo tanto, siempre que existe en coalición el derecho de uno a su
existencia, i el dé otro o el de la sociedad a su conservación, debe-
ceder uno de ellos. Hé aquí entonces, cómo la pena de muerte, puede
ser lejítima i como los poderes públicos al aplicarla no infrinjen ningún
derecho de los que los hombres pueden reclamar en sociedad.—Pero
fuera del caso de lejítima defensa personal, ¿es cierto que puede la
sociedad alguna vez considerar necesaria para su conservación la
aplicación de esta pena?—El sentimiento íntimo de la jeneralidad de
los hombres, sin vacilar, contesta que sí.
Otra objecion contra la ilejitimidad de la pena de muerte, es la. que
nace de su carácter, de irreparable e irremediable. Si el hombre, se lia
164 CÓDIGO PENAI,

dicho, pudiera a la vez tener plena certidumbre de haber acertado en


la declaración de un delito, bien se podia aplicar entonces en casos
estreñios esta pena irreparable; pero cuando los medios de que dispone
para llegar al descubrimiento de la verdad, son tan débiles i engañosos
¿puede con confianza aplicar una pena de tanta gravedad que quizá va
a recaer sobre un inocente?—Este argumento no ataca en el fondo la
legitimidad de la pena de muerte. Ataca efectivamente solo el abuso de
la pena, el uso inmoderado que de ella pudiera hacerse. El nos aconseja
ser mui circunspectos en el ejercicio de este derecho, i por lo mismo
que se trata de la vida de un hombre, exije de parte de los que están
encargados de administrar justicia, que en su aplicación se observen
todos los requisitos que piden las leyes para no castigar injustamente a
un inocente con una pena que no puede remediarse una. vez que se ha
ejecutado. Pero en todo caso, el abuso que de ella se haga, no puede
nunca llegar hasta hacer que nos abstengamos del todo en su aplicación,
cuando habrá ciertos casos en que pueda ser necesaria i talvez la única
capaz de disipaj la alarma que despiertan en la sociedad los grandes
crímenes que se cometen con deliberación i suma alevosía, atentando
contra los derechos i deberes mas sagrados que la naturaleza ha grabado
en el corozon de cada uno.
Se ha dicho, finalmente, que la pena capital no es necesaria i que la
prisión perpótua, ademas de no ser tan cruel, es mas eficaz para conte-
ner los delitos. El espectáculo momentáneo i terrible de una ejecución
capital, verdaderamente no es lo que mas sirve de freno a los hombres
depravados; pero la convicción que se forma de que si ejecutamos un
hecho semejante, correremos igual suerte, nos recordará el eco de esta
terrible sentencia: «para tal delito tal pena.» Por otra parte, los incon-
venientes de una eterna prisión i lo inejemplar de esta pena, la hacen
insuficiente para reemplazar a la de que tratamos.
Una palabra mas sobre esta materia, i que ésta sea para rechazar con
toda.enérjia la teoría de aplicar esta pena a los delitos políticos. Hai
un gran número de escritores bastante ilustrados i sensatos para los
cuales semejantes delitos no merecen este nombre. Ademas, los inte-
reses de partido, cegando la verdad, pueden hacer participar a los
jueces de ideas i apreciaciones erróneas i su aplicación no ser entonces
un recurso estremo i bien discernido. Por otra parte, las faltas políti-
cas se remedian con otros castigos, que hacen también cesar el mal con
un resultado mejor, como ser el destierro} por ejemplo.
LIBEO I.—TÍTULO III. 165

Repetimos otra vez que es preciso observar que hai ciertos delitos
tau graves, que no admiten otro castigo proporcionado que el de la
pena de muerte, la cual, revestida de las condiciones recomendables de
ser esencialmente personal, ejemplar, tranquilizadora, análoga, si bien
no es igual, divisible, reformadora ni irremisible, es no obstante, la que
contiene al crimen i mantiene a raya a esos hombres monstruos que,
por desgracia, son mas comunes en las sociedades de lo que debia
esperarse.
Por suerte, nuestro Código ha limitado en lo posible la pena de
muerte. De un modo fijo solo la ha establecido para los casos de
parricidio, para los que inducen a una potencia estranjera a declarar la
guerra a Chile, i por fin, en el de la pérdida de vidas ocasionada por
destruciones hechas u obstáculos puestos en vías férreas, según los
arts. 106, 326, 390 i 474 de este Código. En los demás la leí permite al
juez recorrer una escala que puede llegar a la pena de muerte, según las
circunstancias agravantes del delito; pero fuera de los ejemplos antes
Qitados, esta pena no se considera como estable para otros delitos.
Al efecto, pueden consultarse los arts. 106, 107, 108, 109, 390, 391,
433, 434, 474 i 480 del Código.
Mas tarde se dictó la leí de 3 de Agosto de.1876, sobre el vandalaje
i entonces se dijo allí en el art. 3.° lo siguiente:
<rEl culpable de robo o de tentativa de crimen, será castigado con la
pena de muerte, siempre que al mismo tiempo se hiciere reo de homici-
dio, violacion u otra injuria grave de obra contra las personas.»
Del mismo modo esta lei restableció la pena de azotes, suprimida
por el Código Penal i estableció que los condenados por hurto o robo
fuesen castigados, ademas de la pena que a dichos delitos les impone
el Código, con veinte r cinco azotes por cada seis meses de presidio.
El supremo decreto de 11 de Agosto de ese mismo año de 1876
ordenó que en ningún caso se aplicase la pena de muerte sin que
previamente se consultase al Consejo de Estado, que es el tribunal de
gracia. Igual cosa ordenó también respecto a la pena de azotes.
Esta lei dictada en circunstancias especiales para la república, ha
sido en estremo criticada; pero sea como fuere,, ella ha traido felices
resultados.
No obstante, al hablar del robo nos ocuparemos de ella mas estensa-
mente; por ahora nos basta decir que la pena de muerte está en
nuestra lejislacion penal limitada al menor número de delitos i en la
166 CÓDIGO PENAI,

práctica nuestros tribunales cuidan, al aplicarla, de poner todos los


medios posibles para el descubrimiento de la verdad, buscándola con
fé sincera i recto corazon i cuando ban encontrado esa certidumbre,
cumplen con el triste deber de castigar con tan dura pena el delito que
está designado en ella.

presidio p e r p e t u o . — r e c l u s i o n p e r p e t u a . —

presidio mayor i reclusion mayor.

Iremos por parte eñ el examen de estas penas.


Nos ocuparemos primero del presidio perpetuo i de la reclusión per-
petua. Estas dos penas, son inmediatamente inferiores a la de muerte i
tienen la ventaja de separar de la sociedad séres incorrejibles; previe-
nen eficazmente los delitos i evitan el que cometan nuevos crímenes
los condenados a perpetuidad. '
Se ha creído que éstas penas quitan al condenado la esperanza de
volver a la sociedad, rehabilitarse con ella i que destruyen todo jérmen
de arrepentimiento i que, causando hastío la vida, puede el que las sufre
atacar hasta contra su existencia.
Es verdad que esto último se ha visto en nuestras cárceles; pero
desde que éstas penas 'se imponen en raros casos i reemplazan a la
capital, tienen que ser duras; pero no por ello se pierde toda esperanza
de libertad. Una buena conducta observada en la prisión, un arrepen-
timiento notable, puede traer un indulto al fin de algunos años. El
Consejo de Estado, tribunal de gracia por nuestra Carta fundamental,
está facultado para poner término a estas penas si le agrada.
Los condenados a presidio o reclusión perpétua, no pueden leer al
ser encerrados en la cárcel, como los condenados del Dante:

líLasciaie ogni speranza, voi che enirate.y>

Las penas anteriores deben ser cumplidas en las cárceles peniten-


ciarías. Mas la primera sujeta al reo a los trabajos prescritos por los
Reglamentos dictados o que se dicten para esa clase de establecimien-
tos. La segunda, no impone estos trabajos forzados. (Art. 86 del
Código Penal). En cuanto a los casos en que éstas penas pueden
aplicarse, lo veremos mas adelante; pero desde luego pueden consultarse
LIBRO I.-—TÍTULO III. 167

los arfcs. 106 hasta el 111 inclusive i 208, 391, 433, 434, 474 i 475
de nuestro Código.
No debemos olvidar que la pena de muerte, siempre que no se ejecu-
ta al reo,i las de presidio, reclusión i relagacion perpetuos, llevan consigo
la de inhabilitación absoluta perpétua para cargos i oficios públicos i
la de sujeción a la vijilancia de la autoridad por el máximum que esta-
blece este Código. Este máximum es el de cinco años.
Por fin diremos dos palabras para concluir:
Estas dos penas se aplican solo cuando no se impone la de muerte:
son como una gracia de esta triste pena i por crimen tan grave que
lia arrancado a la sociedad un grito de horror.

En pos de las dos penas anteriores, se nos presentan las de presidio


mayor i reclusión mayor.
Estas penas pueden durar de cinco años i un dia a veinte años.
Llevan ademas consigo las de inhabilitación, absoluta perpétua para
cargos, i oficios públicos i derechos políticos i la de inhabilitación abso-
luta para profesiones titulares mientras dure la condena.
Estas penas se cumplen también en las cárceles penitenciarias i como
no las tenemos hoi dia para las mujeres, se les remite a las casas de
corrección.
Estas dos penas permiten al juez recorrer una vasta escala para su
aplicación.
Ellas no quitan al penado la esperanza de obtener su libertad. Pueden
reconciliarse con la sociedad, ser útiles mas tarde a la patria i a la
familia i por fin, una conducta ejemplar i un marcado arrepentimiento,
puede venir a apresurar el dia de su libertad por un jeneroso perdón de
parte del Presidente de la República con acuerdo de su Consejo,
¡Magníficas penas esclamamos aquí! Ellas son ejemplares, moraliza-
doras, divisibles, reparadoras i dejan entrever al condenado una
esperanza para lo futuro i por fin, los trabajos i sufrimientos de una
prisión, pueden convertir al que era mal hombre en excelente ciudadano,
en un marido ejemplar i en un buen padre de familia.

relegacion perpétua.

Esta pena consiste en remitir al condeñado a un punto habitado del


168 CÓDIGO PENAI,

territorio de la República con prohibición de salir de él, permaneciendo


sin embargo en libertad, bien entendido que es por todos los dias de su
vida.
Lleva también esta pena consigo la de inhabilitación .absoluta
perpétua para cargos i oficios públicos i derechos políticos por el
tiempo de la vida del penado i sujeción a la vijilancia de la autoridad
por cinco años, que es el tiempo máximum que fija este Código.'
Se debe entender en todo caso que esta sujeción es solo en el caso
de obtener indulto de la pena, lo mismo que sucede en las penas
anteriores, puesto que sin alcanzar la libertad, ya sea por llegar el plazo
de la condena o un perdón, no se puede estar sujeto a la vijilancia de
la autoridad.
Por esta pena el condenado tiene que dejar su residencia, sus
comodidades i abandonar sus negocios para ir al punto que se le señale
sin poder salir de él, salvo el caso de un indulto lo que no es difícil
obtener. Esta pena no es para los criminales de corazon de hiena i ello
Be comprende desde que se le destina a un territorio de la misma
República i se le deja en libertad para trabajar i entrar en sociedad
con los moradores de esa localidad. Es mas bien pena para delitos
políticos u otros que no suponen gran perversidad de corazon.
Empero, nuestro Código no ha señalado delito alguno al cual se pene
con relegación perpétua.
Bien pudo entonces suprimirla ya que de ella no se ha hecho uso en
ningún caso.

confinamiento mayor.

Esta pena consiste en la espulsion del reo del territorio de la Repú-


blica con residencia forzosa en un lugar determinado.
Su duración puede ser de cinco años i un dia hasta veinte años.
Lleva consigo la de inhabilitación absoluta perpétua para cargos i
oficios públicos i derechos políticos i de la de inhabilitación absoluta
para profesiones titulares miéntras dure la condena.
Esta pena es para los delitos políticos o reos de delitos de opinion i
es un tanto" desigual, porque si recae en un hombre de fortuna o de
talento que pueda fácilmente ganarse su vida, ella puede ser un bien
para ellos. Por el contrario, si se le impone a un hombre escaso de recur-
sos irá precisamente a sufrir las penalidades de un destierro en donde le
costará mucho ganar su vida en aquellas sociedades a que se le destine.
LIBRO I.-—TÍTULO III. 169

Por suerte esta pena recae jeneralmente en personas que son de influen-
cia o un tanto acomodadas i esto nos aparta del temor que ántes hemos
indicado respecto a ella i a su aplicación i sobre todo en sus efectos.

estragamiento mayor.

Consiste esta pena en la espulsion del reo del territorio de la Repú-


blica al lugar de su elección.
En lo demás dura i lleva los mismos accesorios que la anterior.
Se diferencia del confinamiento en que éste va a un lugar deter-
minado i en el estrañamiénto se deja a la .elección del reo fijar su
residencia siendo que ella sea fuera del país.
Esta es una gran ventaja'i por eso la pena de que nos ocupamos es
mas leve o ménos grave que la del confinamiento.

r e l e g a c i o n mayor.

Respecto de esta pena rije lo dicho con referencia a ella en su


carácter de perpétua.
Su duración i accesorios son los indicados al confinamiento i estraña-
miento mayor.
No existe en nuestro Código delito alguno penado con relegación
mayor.
Es verdad que en algunos casos se encuentran delitos penados con
relegación menor i a veces hasta en su grado máximo i puede también
suceder que concurriendo circunstancias agravantes pueda aplicarse la
relegación mayor en su grado mínimo (5 años i un dia a 10 años.) Mas,
atento a lo que preceptúan los artículos 67 i 68 de este Código, podemo s
establecer que en ningún caso podrán aplicarse los otros dos grados de
ella—medio i máximo.
Los casos en que el Código habla de ella son los que indican los
artículos 133, 388, 399, 401, 467, 468, 469, 470, 471, 472, 473, 490,
491 i 492.

penas de inhabilitacion.

Las penas de inhabilitación absoluta perpétua para cargos i oficios


públicos, derechos políticos, profesiones titulares; inhabilitación espe-
cial perpétua para algún cargo u oficio público o profesión titular; o
170 CÓDIGO PENAI,

de inhabilitación absoluta temporal para cargos i oficios públicos i


profesiones titulares; e inhabilitación especial temporal para algún
cargo u oficio público o profesion titular, no son penas principales
que imponga nuestro Código para delitos determinados. Ellas son
accesorias de la pena principal o, mas claro, complementan la
penalidad, según el grado en que se apliquen las penas que determina
nuestro Código, despues de tomar en consideración las circunstancias
agravantes o atenuantes que existan en pro o en contra de un delin-
cuente.
Creemos que esta jeneralidad no es conveniente a todo delito i que
si para unos son eficaces, haí en otros un gran rigor i un mal sin
provecho.
Es fuera de duda, que el objeto que se ha tenido en vista al
establecer, estas penas como accesorias de otras, es evitar que los
delincuentes manchados con la nota de sus crímenes, deslustren el
decoro de los cargos públicos o ejerzan mal las funciones en que éstos
consisten o los derechos políticos o profesiones titulares que se les
conceden a los hombres honrados.
Con la privación de cargos i empleos públicos i los de elección
popular i de derechos políticos i de profesiones liberales, se entiende que
inhabilitado un delincuente para un cargo, no puede rehabilitarlo el
voto público, ya sea que lo elija diputado, senador, municipal o jurado-
Mas esto no le quita el derecho que tiene para publicar sus opiniones
por la prensa, ni el de pedir indulto; ni el derecho, caso de estar en
libertad, para no ser preso ni allanado su domicilio sin las solemnidades
legales, ni el _de ocuparse de otras profesiones u oficios que no sea el
de que fué privado al tiempo de su condena.
(Yeáse el art. 44 del Código respecto a ios efectos de un indulto.)

penas de simples delitos.

PRESIDIO MENOR.—Dura de 61 dias a 5 años.


Imphesta esta pena en su grado máximo (de 3 años i un diá a 5
años) lleva consigo el delincuente la de inhabilitación absoluta
perpétua para derechos políticos i la de inhabilitación absoluta para
cargos i oficios públicos durante el tiempo de la condena.
En una palabra, no puede ser elector ni elejido, ni puede ejercer
cargo ni oficio público durante el tiempo dé la condena. No podria ser
LIBRO I.-—TÍTULO III. 171

por ejemplo, juez letrado, intendente, secretario, notario o bien


receptor, etc. etc.
Tampoco según el art. 37 de este Código podría otorgársele escarce-
ación bajo fianza durante el proceso, desde que es fácil calcular
prima facie, la pena que un procesado merecería sindicado de un delito
que pudiera merecer esta pena aplicada en su grado máximo.
La pena de presidio menor se cumple en los presidios i el reo queda
obligado a los trabajos que le impongan los reglamentos del respectivo
establecimiento penal adonde se destina.
RECLUSIÓN MENOR:—Dura lo mismo que la anterior. .Lleva los
mismos accesorios i el sindicado de delito que merezca esta pena en su
grado máximo, tampoco puede ser escarceládo bajo fianza.
Se cumple una condena de esta naturaleza en los presidios i es libre
el reo para ocuparse en beneficio propio, en trabajos de su elección,
siempre que sean compatibles con la disciplina reglamentaria del esta-
blecimiento penal adonde se le remita. (Yeánse los arts. 87 i 89 de este
Código.)
CONFINAMIENTO, ESTRAGAMIENTO I RELEGACIÓN MENORES.—Como
al tratar de estas penas en su carácter de perpetuas o de mayores,
hemos dicho lo bastante referente a ellas, solo .agregaremos ahora que
su duración es de 61 dias a 5 años. Llevan los mismos accesorios que
las dos anteriores, conforme al art. 29 de este Código i que el procesa-
do por delito que merezca algunas de estas penas en su grado mínimo
0 medió, i jamas en grado máximo, puede ser escarcelado bajo fianza.
(Art. 37 de este Código i 142 de la Constitución del Estado).
DESTIERRO.—Es destierro la espulsion del reo de algún punto de la
República. Su duración, accesorios i en lo relativo a escarcelacion
durante el proceso, es en todo igual a la anterior.
SUSPENSIÓN DE CARGO U OFICIO PÚBLICO O PROFESION TITULAR.—
Dura esta pena de 61 dias a tres años.
Ahora aplicadas las penas de presidio, reclusión, confinamiento i
relegación menores en su grado medio (de 541 dias a 3 años) i mínimo,
(de, 61 a 540 dias) i las de destierro i prisión, llevan consigo la de
suspensión de cargo u oficio público durante el tiempo de la condena.
Estas suspensiones son solo en el caso de que el penado sea empleado
1 haya cargo u oficio de que suspenderle. Si no lo hai, nada deberá
decirse en la sentencia condenatoria.
172 CÓDIGO PENAI,

penas de faltas.

Para las faltas está en primer término la prisión. Dura de 1 a


60 dias. Esta pena se cumple en las cárceles.

penas comunes a las tees clases anteriores.

MULTA.—Las penas pecuniarias son tan antiguas que si nos remon-


tamos a la historia judicial de ]las primeras sociedades, las encontrare-
mos sirviendo pitra castigar casi todos los delitos. Entre los jermanos
llegó a tal estremo que hasta el homicidio se reparaba con dinero, el
cual se dividía entre el reí i el ofendido. Igual cosa sucedía en Roma
despues de la invasión de los pueblos del norte.
No obstante, semejante modo de penar ha sido enteramente desco-
nocido entre los chinos, i el indio G-arcilazo de la Yega asegura otro
tanto, respecto de los peruanos bajo el imperio de los Incas, en las
siguientes palabras: «nunca tuvieron pena pecuniaria ni confiscación
de bienes, porque decían que castigar en la hacienda i dejar vivos a
los delincuentes, no era desear quitar los malos, sino la hacienda a los
malhechores i dejarlos con mas libertad, para que hiciesen mayores
males.»
Apesar, pues, de estas limitaciones tan raras, las penas fundadas en
la pérdida de los bien,es de fortuna, son tan usadas como las que se
refieren a la privación de la libertad, pero sin duda alguna, con mu-
chas mas desventajas.'Ellas, es verdad, son sumamente divisibles, pero
también son bastante desiguales, porque una misma cantidad no es lo
mismo para un pobre que para el rico. Ademas, presentan el grandí-
simo inconveniente de recaer casi siempre en su mayor parte sobre
personas inocentes, como lo es la familia del condenado i, por fin, no se
puede hacer de ellas una aplicación estensiva a toda clase de faltas,
por el gran número de abusos a que da lugar. Lá historia nos presenta
• un sinnúmero de ejemplos de estos hechos i baste a nosotros recordar
el de aquél ciudadano romano, que salia por calles i plazas dando
golpes a los que encontraban. Mas atras marchaban sus esclavos pagan-
do las multas correspondientes con los talegos de oro que llevaban al
efecto. Esto pues, probará su desigualdad i en muchos casos su insufi-
ciencia, porque no alcanza a satisfacer el mal causado por el delito.
Las sociedades nacientes han ocurrido siempre a esta clase de penas;
LIBRO I.-—TÍTULO III. 173

pero en sociedades bien constituidas solo deben aplicarse a ciertos


delitos, so pena de hacer un mal, si se deja en poder de majistrados
p o c o escrupulosos tanta latitud en su aplicación.
Como la multa se aplica en los crímenes i simples delitos con otras
penas; como pena única en los simples delitos i en todas las faltas, el
Código le ha fijado en jeneral un máximo para los crímenes; otro para
los simples delitos i un tercero para las faltas, estableciendo ademas
en cada caso particular el mínimum en que se puede imponer i un
máximo hasta donde se puede hacer subir. Esto resulta de la gravedad
de los hechos que se trata de penar i del caudal del culpable, cosa fácil
de conocer entre nosotros.
Así es que en los crímenes, la multa no puede exceder de cinco mil
pesos; en los simples delitos, de mil pesos, i en las faltas, de cien
pesos.
PÉRDIDA O COMISO DE LOS INSTRUMENTOS O EFECTOS DEL DELITO.
—Nuestra Constitución política en su art. 145 abolió por completo la
pena de confiscación de bienes del delincuente. Esta pena fué suma-
mente usada en otros tiempos i que ya debiera haber desaparecido por
completo del catálago de las penas, tuvo talvez buen resultado en la
Edad Media, cuando se empleó para abatir el orgullo i el poder de los
señores feudales. Mas ahora, su aplicación presenta graves inconve-
nientes. En primer lugar, recae sobre personas inocentes, porque con
ella se castiga a la mujer por faltas del marido, al hijo por faltas del
padre, etc., etc. Es, ademas, fecunda en males i choca con el sentimien-
to público de la sociedad, que la rechaza a grandes voces. Perseguir al
criminal mas allá de la tumba, es hacer leyes llenas de venganza, que
opriman a una desgraciada familia, cuyo delito está satisfecho con la
pena que se le impone al verdadero delincuente. Convencidos los pue
blos de estos graves inconvenientes, la confiscación, legado de un tiem-
po funesto, ha desaparecido al presente, casi por completo. Pero, sin
embargo, tan solo su nombre nos hace asistir a los vergonzosos tiempos
de Roma, en que los soberanos escasos de dinero para pagar sus adu-
ladores i sostenerse en sus tronos bamboleantes, necesitando pasar las
noches en. orjías i bacanales, para no pensar en el peligro que les
amenazaba, llenaban su tesoro exhausto, con las proscripciones de los
mas ricos subditos de aquel famoso imperio.
Nuestro Código Penal, redactado bajo el amparo del precepto cons-
titucional ya citado, ha desechado por completo la confiscación i solo
174 CÓDIGO PENAI,

ella existe bajo el nombre de pérdida o comiso i la limita solo a los


instrumentos con que o de que se valen los criminales para ejecutar
un delito o a los efectos del delito. Así, por ejemplo, cae en comiso
el puñal, el revólver o los instrumentos con que se hiere o mata a
alguna persona o las herramientas con que se practica un robo. Al
monedero falso se le quitan los cuños, materiales o herramientas; al
falsificador de billetes, los materiales que emplea en la falsificación; al
estafador, las máquinas o efectos con que engaña.
Esto es natura], desde que así se le priva de lo que podría él u otros
hacer uso mas tarde, causando nueva alarma en los asociados i dando
mas trabajo a los encargados de pesquizar i castigar los delitos.

penas accesorias de los crímenes i simples delitos.

CADENA O GRILLETE.—Esta pena es accesoria. Su duración es de


61 dias a 5 años i dentro de este límite, tampoco puede imponerse
por mas de la mitad del tiempo señalado a la pena principal.
CELDA SOLITARIA.—Igual en todo a la anterior. Esta pena es
terrible porque aisla al reo de toda comunicación i trabajo, lo que por
cierto desespera su situación. Hemos visto aplicarla hasta por un año
en casos de indulto del Consejo de Estado en alguna pena de-crimen.
INCOMUNICACION CON PERSONAS ESTRAÑAS AL ESTABLECIMIENTO
PENAL.—Rije con ella lo dicho respecto de las dos anteriores. Nuestro
Código la aplica cómo la de cadena o grillete i la de celda solitaria en
los casos de quebrantamiento de condenas.
(Veánse los números 1.°, 2,° i 3.° del art. 90 del Código.)
Por fin, concuerdan con el artículo que hemos comentado, el 24 de
Código español; 8.° i 9.° del austríaco; 3.°, 21.°, 29.°i36.° del napolitano;
9.° i 11.° del francés; i leí 4.a, tít. 31, part. 7.a.

á r t . 22.

«Son también penas accesorias las de suspensión e


inhabilitación para cargos i oficios públicos, derechos
políticos i profesiones titulares en los casos en que, no
imponiéndolas especialmente la lei, ordena que otras
penas las lleven consigo.»
LIBRO I.-—TÍTULO III. 175

Divididas las penas en principales i accesorias, éste artículo es solo


el complemento del anterior i establece que cuando no sean accesorias
de otras penas las que espresa el presente artículo, ellas por sí solas son
verdaderas penas correccionales. Así, por ejemplo, hai delitos en los
cuales ni siquiera se nombran estas penas i,.sin embargo, ese delito las
lleva consigo fuera de las otras penas que el Código establece para su
represión i en otros casos ellas obran como pena principal. En los
delitos, v. gr. que penan los artículos 361 i 391 del Código, no se habla
de estas penas i no obstante, son accesorias a ellos i deben imponerse; i
en los casos que espresan los artículos 233 i 231 las encontramos por
si solas siendo pena.
Entonces podemos establecer que las de inhabilitaciones para cargos
i oficios públicos i las suspensiones, se imponen a los empleados públicos
que delinquen en el ejercicio de sus atribuciones: la absoluta perpétúa
o temporal para ejercer profesiones titulares a los jueces i abogados
en los casos de prevaricación; i la absoluta perpétua para derechos
políticos, entre otros casos, a los perjuros contra el reo en causa crimi-
nal, siendo que la de presidio no lleve consigo éstas inhabilitaciones.
Ahora aplicadas estas penas como accesorias de otras que se imponen
a diversas especies de delito, suelen resultar anomalías e inconsecuencias
que saltan a la simple vista. Por ejemplo, si un duelista o un raptor
por causas agravantes, llega a ser penado con presidio mayor, queda de
hecho con inhabilitación absoluta perpétua para ejercer derechos
políticos, cargos i empleos públicos; los raptores i los reos de estupro
o de injurias al Presidente de la República, imponiéndoles presidio o
reclusión menor en su grado máximo, deben sufrir inhabilitación
absoluta perpétua para derechos políticos i sin embargo, ¡cosa rara! no
incurren en ninguna de estas inhabilitaciones los reos de estafa ni los
de engaño, ni el que roba ménos dé cincuenta pesos, siempre que sean
penados con presidio o relegación menores en grado mínimo a medio.
Esotros delitos mas graves i en que hai circunstancias atenuantes i
poi^ lo cual se le debe rebajar la pena, tampoco se imponen estas
inhabilitaciones.
Ahora comparando la fealdad de estos delitos con la no mui grave
trascendencia de los otros, veremos que aquellos que no mira tan mal
la sociedad, impone a los culpables penas accesorias de alta trascen-
dencia.
La privación o inhabilidades de que nos ocupamos, si recaan en un
176 CÓDIGO PENAI,

hombre de posicion en la sociedad son graves, i aplicadas a un gañan


no tienen importancia alguna. Ellas pues, son mui desiguales i, sin
embargo el juez, sujetándose a la Iei, no puede hacer distinción alguna
según la clase de reo.
Este artículo es tomado del inciso 1.° del art. 25 del Código español.

á r t . .23.

«La caución i la sujeción a la vijilancia de la autori-


dad podrán imponerse como penas accesorias o como
medidas preventivas, en los casos especiales que deter-
minen este Código i el de Procedimientos.))

Ya hemos visto lo que es, como pena, la sujeción a la vijilancia de


la autoridad.
Ahora nos resta estudiar lo que es esta misma pena i la de caución
aplicadas coino medidas preventivas en los casos en que este Código i
el de Procedimientos lo permitan.
Ante todo ¿qué es caución?—Legalmente hablando es la seguridad
que una persona da a otra de que cumplirá lo pactado, prometido o
mandado. Esta seguridad se constituye presentando fiadores, obligando
bienes o prestando juramento.
En cuanto a la cuantía de la caución, obedece a las reglas estableci-
das para la multa, doblando las cantidas respectivamente, i su duración
no podrá exceder del tiempo de la pena u obligación cuyo cumplimiento
asegura, o de 5, años en los demás casos.
La pena de caución produce en el penado la obligación de presentar
un fiador abonado que responda por lo que se falle, o bien de que aquel
no ejecutará el mal que se trata de precaver, o de que cumplirá su
condena; obligándose, si causare el mal o quebrantare la condena, a
satisfacer la cantidad que haya fijado el tribunal.
Si el penado no presentare fiador, sufrirá una reclusión equivalente
a la cuantía de la fianza, computándose un dia por cada dós pesos; -
pero sin poder en ningún caso exceder de dos años.
De todos estos antecedentes se desprende que la pena de caución solo
es aplicable en aquellos delitos que consisten en amenazas de causar
un daño pudiendo ademas servir para garantir el cumplimiento de
LIBRO I.—TÍTULO III. 177

ciertas condenas, o bien para reemplazar otras penas que se imponen


para prevenir un delito indeterminado.
A la caución se le ha llamado también por esto mismo fianza'de non
ofendendum. Su aplicación es, pues, bien limitada en el Código Penal, i
como el de Procedimientos no es todavía leí de la República, pues este
Código solo ahora se está redactando, no sabemos en que casos la
impondrá.
La sujeción a la vijilancia de la autoridad, usada como pena acceso-
ria, se impone entre otros casos a los reos reincidentes en un mismo
delito i deben cumplirla despues de haber obtenido su libertad por haber
terminado la condena principal i tiende a que la autoridad sepa de qué
se ocupa ese individuo, cómo vive i donde va, para tener datos cons-
tantes i seguros de su conducta.
Aunque el art. 45 de este Código esplica lo que es esta pena i cómo
se ha de cumplir, tenemos que espresar con sentimiento que ella no
pasa de quedar estampada en la sentencia.
La lei, en vez de encomendar esto al juez de la causa, debió haber
ordenado que se abriera un libro especial para anotar los condenados
a esta pena; que este libro se llevara por el Intendente o Gobernador de
cada localidad o asiento de juzgado, o por el Jefe de policía i que, al
cumplir un reo su condena i obtener su libertad, se remitiera a la
autoridad encargada de ese libro para que ella, desde ese dia, se enten-
diera con ese individuo i siguiera sus pasos i vijilara su conducta. No
basta crear penas, sino hacer que éstas se cumplan con, exactitud para
poder apreciar sus bondades con certeza. De lo contrario, son nulas i
su eludicion trae su desprestijio: entonces no corrijen, ni precaven el
mal que con ellas se trata de evitar. En materias penales vale mas
pocas leyes, con tal que se cumplan, i no muchas i que por lo mismo se
desatiende su inmediata aplicación, porque se cree que ellas son las
ineficaces i entonces se buscan tal vez otras' mas restrictivas o desigua-
les, impropias de la sociedad donde se aplican.

A r t . 24.

«Tocia sentencia condenatoria en materia criminal


lleva envuelta la obligación de p a g a r las costas, daños
i perjuicios por parte de los autores, cómplices, encu-
bridores i ciernas,personas legalmente responsables.»

12
178 CÓDIGO PENAI,

El estudio de este articulo lo dividiremos en dos partes: 1." obliga-


ción de pagar costas en toda causa criminal cuando la sentencia sea
condenatoria, i 2.a pago de daños i perjuicios en iguales circunstancias
por parte de los autores, cómplices, encubridores i demás personas
legalmente responsables.
En materia civil todo litigante temerario se condena en costas, así
como el que falta al cumplimiento de una obligación debe abonar
daños i perjuicios. Pero en la práctica el pago de costas solo es jeneral
en los juicios ejecutivos i en algunas acciones posesorias i rara vez en
los ordinarios. Los .daños i perjuicios quedan reducidos a tan poca
cosa, qué a veces se gasta mas en el juicio en que se reclaman. No
obstante, en materia criminal nuestro Código ha establecido un princi-
pio en absoluto diciendo: que todo condenado debe pagar costas. Esto
es parte de la pena i como tal estos gastos la agravan considerablemen-
te, lo que para la jeneralidad de los reos es un grave sacrificio, sobre
todo en las causas que se siguen de oficio. Talvez en los juicios crimi-
nales entre partes, el pago de costas respecto del que saliera condenado,
habría estado bien; pero en las otras causas donde es preciso dar liber-
tad al procesado i cuando la condicion pecuniaria de todo reo es critica
por el hecho de estar encarcelado, sus intereses i familia abandonados
i desde que el Estado paga a los funcionarios que intervienen en esos
procesos, no ha debido agravarse esa triste situación con un pago que
no es insignificante.
Pero sucede algo raro: en los juicios entre partes, los litigantes se
hacen ; declarar pobres, merced a la facilidad que dan las leyes para
ello, i de este modo eluden un pago los que ménos deben hacerlo, i los
reos que están privados de libertad i halagados porque se sirven de
papel de oficio, porque el Procurador, el Abogado i el Receptor de
tumos les prestan gratuitamente sus servicios, se olvidan de todo i solo
cuando los secretarios les cobran sus derechos es cuando comprende^ el
peso de esta disposición. De manera que el presente artículo favorece
única i esclusivampnte a los secretarios de los juzgados del crimen en
1.a instancia, i a los relatores i secretarios del tribunal superior si se
apela del fallo o va la causa en consulta, i todos estos empleados son
rentados por la nación. Luego, pues, no encontramos justa la regla que
analizamos, i por eso creemos que, si en la sentencia el juez no condena
especialmente al reo en costas a virtud de este artículo, no hai obliga-
ción de pagarlas. Esta obligación de .parte del reo debe ser declarada
LIBRO I.-—TÍTULO III. 179

por el juez, el cual usará o no de este derecho, según sea la mayor o


menor temeridad de la causa. Así como las penas accesorias es preciso
declararlas en el fallo para que el reo se entienda condenado a ellas,
del mismo modo creemos que la condenación en costas, para que afecte
al reo, debe ser también declarada en la sentencia.
La leí de 21 de diciembre de 1865, sobre Aranceles Judiciales, en
su art. 43, dice así:
«En las causas criminales seguidas entre partes se cobrarán los
mismos derechos que en las civiles.
Eu las causas seguidas de oficio no pagará derechos el reo aunque
haya sido condenado, si a juicio del juez de la causa, no tuviere con que
satisfacerlos,»
¡Sabia disposición! I el Código Penal ¿habrá derogado esta leí especial
sobre Aranceles con su art. 24? Los empleados favorecidos con esta
disposición así lo han creído i por eso olvidan la otra lei especial i, en
este caso, hacen pesar sobre todo reo la tirantez de la disposición pe-
nal que analizamos.
El condenado debe pagar ademas daños i perjuicios. Esto nos parece
justo. La pena no basta para satisfacer el mal Causado por un delito i
ya sabemos que por causa de él nacen dos acciones—la civil i la criminal.
Los perjuicios se regulan por el juez de la causa, pudiendo oír, si
fuere preciso, la opinion de un perito para hacer esta regulación.
El artículo no dice si la obligación de pagar daños i perjuicios por
parte de los autores, cómplices, encubridores i demás personas respon-
sables por un delito, deben hacerlo solidariamente, o cada uno lo que le
corresponda, como sucede en el pago de costas. Habría sido esto sencillo
para evitar dificultades i cuestiones con solo haber agregado la palabra
«solidariamente.» Mas ya que no lo dijo, creemos que esta obligación es
solidaria i así se ha entendido en la práctica, tal vez porque nuestro
Código Civil en su art. 2317 dijo así:
«Si un delito o cuasi delito ha sido cometido por dos o mas personas,
cada una de ellas será solidariamente responsable de todo perjuicio
procedente del mismo delito o cuasi delito, salvo las escepciones de los
arts. 2323 i 2328.
El art. 25 del Código español, de donde es tomado el .nuestro, no
trae la palabra solidariamente, quien sabe si ello fué un olvido o lo hizo
así voluntariamente. La Comision redactora de nuestro Código incurrió
en igual falta que, al fijarse bien, poco le habría costado evitar la duda.
180 CÓDIGO PENAI,

§ III

De los límites, naturaleza i efectos (le las penas.

A r t . 25.

«Las p e n a s t e m p o r a l e s m a y o r e s d u r a n de cinco años


i u n dia a veinte años, i las temporales m e n o r e s de
sesenta i u n dias a cinco años.
L a s de inhabilitación absoluta i especial temporales
p a r a cargos i oficios públicos i profesiones titulares
d u r a n de t r e s años i u n día a diez años.
L a suspensión de cargo u oficio público o profesion
titular, dura de sesenta i u n dias a tres años.
L a s p e n a s de destierro i de sujeción a la vijilancia de
la autoridad, de sesenta i u n dias a cinco años.
L a prisión d u r a de uno a sesenta dias.
L a cuantía de la multa, t r a t á n d o s e de crímenes, n o
p o d r á exceder de cinco mil pesos; en los simples deli-
tos, de mil pesos, i en las faltas, de cien pesos.
Cuando la lei impone m u l t a s cuyo cómputo debe
hacerse con relación a c a n t i d a d e s indeterminadas,
n u n c a p o d r á n aquellas exceder de cinco mil pesos.
E n cuanto a la cuantía de la caución, se o b s e r v a r á n
las r e g l a s establecidas p a r a la multa, doblando las can-
t i d a d e s respectivamente, i su duración no p o d r á exceder
del tiempo de la p e n a u obligación cuyo cumplimiento
asegura, o de cinco años en los d e m á s casos.
L a duración de las p e n a s accesorias de cadena o
grillete, encierro en celda solitaria e incomunicación
con p e r s o n a s e s t r a ñ a s al establecimiento penal, es de
sesenta i u n dias a cinco años; no pudiendo, dentro de
LIBRO I.-—TÍTULO III. 181

estos límites, imponerse por mas de la mitad d e s t i e m -


po señalado a la pena principal.»

Este artículo 110 necesita de comentarios. Debiendo toda pena ser


divisible, aquí se establece de un modo claro la estension de cada una
de ellas, siendo el máximum de veinte años.
La lei 8.a tít. 40 lib. 12 de la Novísima Recopilación solo permitía
las condenas basta por diez años. El Código ha doblado este período,
que, a juicio de muchos, es un graVe inconveniente, porque trae al pena-
do la desesperación. Sin embargo', no es en esto nuestra lejislacion la
mas dura. El Código de Ñapóles impone penas hasta por treinta años;
el francés hasta por veinte, como el nuestro. Igual límite para el máxi-,
mum establece el austríaco i el español.
La divisibilidad de una pena la hace apta para todo jénero de
correcciones i castigos i por eso las penas que recaen sobre la libertad i
que son por cierto las mas divisibles, han sido la base de los códigos
modernos i tienden también a reducir al menor número de Casos la
pena de muerte, que es irreparable, i cuando se estrecha la base de la
penalidad, se toca bien pronto su límite i tenemos que ir a estrellarnos
con la pena capital, pena indivisible como lo son también todas las
perpétuas.
La multa, por fin, si no es divisible por el tiempo, lo es por la cantidad.
De manera que podemos establecer aquí respecto a penas el siguiente
orden:
De 1 a 60 dias —Prisión por falta.
De 61 dias a 3 años í Suspensión de cargo u oficio público o
(proíesion titular.
De 61 dias a 5 años j Destierro i sujeción a la vijilancia de la
t autoridad.
De 61 dias a 5 años —Las penas temporales menores.
De 61 dias a 5 años f Las penas accesorias de cadena, grillete,
[ celda solitaria e incomunicación.
í Las inhabilitaciones absolutas i especial
De S años i un dia a 10 años ¡ temporales para cargos i oficios públi-
(eos i profesiones titulares.
De 5 años i un dia a SO años.—Las penas temporales mayores.
De uno a cien pesos —La multa por falta.
182 CÓDIGO PENAI,

De cien a mil pesos —La multa por simples cielitos. .


Hasta cinco mil pesos —Por crímenes.

A k t 26.

"La duración de las p e n a s temporales e m p e z a r á a


contarse desde e l d i a de la aprehensión del reo."

Esto es lójico i natural. No habría razón alguna para que un reo


perdiera o no se le contara el tiempo que ha estado privado de su liber-
tad durante el proceso. ¿Por qué se le habría de contar el tiempo de su
condena solo desde que en su causa hubiera sentencia de término?
Al reo ausente le corre su condena desde que se presenta o es habido.
Antes el fallo no surte efecto, porque hai que oírlo, salvo el caso de
fuga despues de haber sido notificado de la sentencia. Entonces se le
contará el tiempo que estuvo preso i principiará nuevamente a correrle
desde que es habido.
El Código francés de 1832, dispone que las penas temporales se
contarán desde el día en que la sentencia llegue a ser irrevocable; el na-
politano, desde que el fallo quede irrevocable para el detenido, i desde
el día de su ejecución efectiva, para el no detenido; el español, en su
art. 28, establece que se cuenta la condena desde que la sentencia quede
ejecutoriada.
La regla fijada por nuestro Código en este artículo, nos parece la mas
humana: la prisión preventiva que sufre un procesado i que reviste
todos los caracteres de una verdadera pena, debe servirle de abono en
caso de ser condenado.

penas que l l e v a n consigo oteas accesoeias.

A k t 27.

«La pena de muerte, s i e m p r e q u e n o se e j e c u t e al


reo, i las de presidio, reclusión i relegación perpétuos,
llevan consigo la d e inhabilitación a b s o l u t a perpétua
p a r a c a r g o s i oficios p ú b l i c o s i d e r e c h o s p o l í t i c o s p o r e l
t i e m p o d e l a vicia d e l o s p e n a d o s i l a d e s u j e c i ó n a la
LIBRO I.-—TÍTULO III. 183

v i j i l a n c i a d e la a u t o r i d a d p o r el m á x i m u m q u e e s t a b l e c e
este Código.»

Toda pona accesoria debe estamparse enja condena del reo a continua-
ción de la pena principal. Por eso este artículo dice que la pena de
muerte i las de presidio, reclusión, i relegación perpétuos, llevan las de
inhabilitación absoluta perpétua para desempeñar cargos i oficios
públicos i derechos políticos por el tiempo de la vida de los penados i
sujeción a la vijilancia de la autoridad por cinco años, que es el máxi-
mum que permite la lei.
Pero se dirá ¿para qué a un condenado a muerte se le impone la
prohibición de ejercer cargos i la pérdida de la ciudadanía i se le deja
por cinco años sujeto a la vijilancia de la autoridad? Esto ha sido
porque ese condenado a muerte por los tribunales puede encontrar
indulto en el Consejo de Estado i entonces ya la pena no se ejecuta i
la lei, poniéndose en este caso, que los tribunales no pueden prever, ha
querido que esto se diga en toda condena. ¿I para qué entonces estos
accesorios si ese criminal, despues de ser condenado a muerte, el Consejo
de Estado no le ha de .dejar libre?
Pero la pena de muerte puede ser indultada por veinte años de Pe-
nitenciaria por ejemplo: éste reo puede cumplir estos veinte años i
entonces obtener su libertad i tendrá que sufrir los accesorios que espresa
este artículo.
Lo repetimos, toda pena perpétua va recargada con los accesorios
que espresa este artículo, i ellos deben determinarse en la respectiva
condena. Un juez no podrá suprimirlos en ningún caso, porque son
parte de la pena principal i no aplicaría bien la lei si así no lo dijere
en su sentencia.
á r t . 28.

«Las penas de presidio, reclusión, confinamiento,


e s t r a ñ a m i e n t o i r e l e g a c i ó n m a y o r e s , l l e v a n c o n s i g o la
d e i n h a b i l i t a c i ó n a b s o l u t a p e r p é t u a p a r a c a r g o s i oficios
públicos i derechos políticos i la d e inhabilitación
absoluta para profesiones titulares miéntras dure la
condena.))
181
CÓDIGO PENAI,

Las penas mayores llevan, como se ve por este artículo, dos clases
de accesorios: inhabilitación absoluta perpetua para cargos i oficios
públicos i derechos políticos, e inhabilitación absoluta para profesiones
titulares.
Por los primeros se pierde, como ya hemos dicho, la capacidad para
ser ciudadano elector i, por consiguiente, no se pueden obtener cargos
de elección popular i la capacidad aun para ser jurado. Privado de
estos derechos, solo se pueden adquirir en la forma que lo prescribe
nuestra Constitución política; por lo segundo se queda el penado inhá-
bil para ejercer alguna profesion titular; i como estas inhabilitaciones
son absolutas i perpétuas, resulta que aun cumplida la pena principal,
no cesan, sin embargo, las incapacidades establecidas por tales acce-
sorios.
Esto es aparte de la condenación en costas, daños i perjuicios que',
como regla jeneral, ha establecido el art. 2á de este Código en todo
caso en que hai sentencia condenatoria, i que conviene no olvidar
para evitarnos de estar repitiéndolo en cada caso particular.

A r t . 29.

« L a s p e n a s ele p r e s i d i o , reclusión, confinamiento,


estrañamiento i relegación menores en sus grados
m á x i m o s , l l e v a n c o n s i g o la d e i n h a b i l i t a c i ó n a b s o l u t a
perpétua para derechos p o l í t i c o s i la d e i n h a b i l i t a c i ó n
absoluta para cargos i oficios príblicos durante el
t i e m p o d e la condena.))

Los accesorios de las penas menores cuando éstas se aplican en su


grado máximo, son también de dos clases: pérdida absoluta de los
derechos políticos, i la inhabilitación para cargos i oficios públicos,
solo durante la condena.
En el artículo anterior estas penas eran perpétuas. En el presente,
los primeros son absolutos, es decir perpétuos en lo que respecta a
derechos políticos, i solo por el tiempo de la condena en lo relativo al
ejercicio de cargos i oficios públicos.
Empero, ademas de las inhabilitaciones que han creado los tres
LIBRO I.-—TÍTULO III. 185

artículos anteriores i que ya conocemos por ser bien esplícitas, resultan


otras que es preciso no olvidar.
Toda pena de crimen es siempre aflictiva i respecto de las de simples
delitos, las de presidio, reclusión, confinamiento, estrañamiento i
relegación menores, cuando se aplican en sus grados máximos, es decir
de tres años i un dia a cinco años. En este caso el reo no es escarce-
lable.
La pena de crimen i las anteriores en grado máximo, se llaman
corporis aflictiva i, según nnestra Oonstitucion, la pena aflictiva
produce ademas estos otros efectos:—pérdida de la ciudadanía i por
tanto no se puede ser diputado, elector de senador, ni senador, Presi-
dente de la República, ministro del despacho, Consejero de Estado,
alcalde o rejidor de una municipalidad.
Ademas el condenado a pena aflictiva no puede ser miembro de la
Corte Suprema ni délas de Apelaciones, ni juez letrado, ni Intendente,
Gobernador, subdelegado ni inspector i, por consiguiente, ni juez de
distrito ni de subdelegacion, por fin, ni siquiera testigo en causa civil
o criminal.
Los efectos de las penas de los tres artículos a que nos vamos
refiriendo, avanzan un poco mas si examinamos sus consecuencias
civiles.
El núm. 4 del art. 267 del Código Civil dice:
Se efectúa así mismo la emancipación judicial por toda sentencia
pasada en autoridad de cosa juzgada, que declara al padre culpable de
un crimen a que se aplique la pena de esposicion a la vergüenza públi-
ca, o la'de cuatro años de reclusión o presidio u otra de igual o mayor
gravedad.
La emancipación tendrá efecto sin embargo de cualesquier indulto
que recaiga sobre la pena, a ménos que en el indulto se comprenda
espresamente la conservación de la patria potestad.
El Código Penal no reconoce la pena de esposicion a la vergüenza
pública.
También el que sea. condenado a las penas de que nos ocupamos, se
hace incapaz de ejercer toda tutela o curaduría i el cargo de albacea,
según lo disponen los arts. 497 i 1272 del Código Civil.
186 CÓDIGO PENAI,

A r t . 30.

«Las penas de presidio, reclusión, confinamiento,


estrañamiento i relegación menores en sus grados
medios i mínimos, i las de destierro i prisión, llevan
consigo la d e suspensión d e c a r g o u oficio publico
d u r a n t e el t i e m p o d é l a c o n d e n a . »

Es evidente que cuando el penado, en el caso que indica este articu-


lo, fuere empleado o ejerciere algún cargo, debería suspendérsele en el
acto de haber fallo i esta suspensión debe establecerse en la condena.
Si el penado no ejerce cargo u oficio público, no rije entonces lo que
se establece por este artículo.

A r t . 31.

«Toda pena que se i m p o n g a por un crimen o un


s i m p l e delito, lleva c o n s i g o la p é r d i d a d e los efectos
q u e d e él p r o v e n g a n i d e los i n s t r u m e n t o s c o n q u e se
ejecutó, a ménos que pertenezcan a un tercero no
r e s p o n s a b l e del c r i m e n o simple delito.»

La pérdida de los efectos o de los instrumentos a que se refiere el


caso que estudiamos, es solo cuando se impone pena por un crimen o
un simple delito. Jamas se refiere a las faltas, porque ellas obedecen a
reglas especiales.
Aunque al tratar de la pérdida o comiso de los instrumentos o efec-
tos del delito, hemos anticipado algunas esplicaciones a este respecto,
no obstante, ahora agregaremos como complemento de lo dicho, que
los instrumentos con que se ha perpetrado un delito o los efectos que
de él han procedido, son completamente perdidos para el criminal.
Esto tiene por objeto el evitar que se menoscabe la propiedad particu-
lar bajo el pretesto de un delito.
LIBRO I.-—TÍTULO III. 187

¿I qué se hará con esto? El Código no lo dice; pero es natural supo-


ner que su valor servirá para atender a las responsabilidades pecuniarias
que resulten contra el reo por causa de ese delito, según el orden que ha
fijado el art. 48 i en caso de haber sobrante, ingresará a los fondos
municipales del departamento en que se juzga al delincuente.
. Lo que el reo pierde es solo lo que le pertenece: lo robado es de su
dueño; pero si sucede que los instrumentos del crimen son de otra
persona, se le deberán entregar siempre que ella no sea responsable del-
crimen o simple delito, i se justifique su buena fé o se suponga por los
antecedentes del reclamante.
Pedro puede prestar a Juan un magnífico revólver bajo la inteli-
jencia de que le va a servir en un viaje o para resguardar su casa, i
éste va con el a saltear i matar. Pedro, al prestar esa arma, lo hizo
con una noble intención i sin imajinarse el empleo que de ella iba a
hacer Juan, a quien tenia por honrado.
¿Podría perder Pedro su revólver? La leí dice que no, porque obró
de buena fé i porque, por otra parte, él no es responsable por ningún
título del crímeu ejecutado.

n a t u r a l e z a i e f e c t o s de a l g u n a s penas.

A r t . 32.

«La pena ele presidio sujeta al reo a los trabajos


prescritos por los reglamentos del respectivo estable-
cimiento penal. L a s de reclusión i prisión no le impo-
nen trabajo alguno.»

Ta esto lo hemos dicho ántes.


El trabajo es lei de la vida i nada mas natural que en los estableci-
mientos penales haya reglamentos para que los detenidos se ocupen en
algo. Una ocupacion a horas i moderada hace al reo olvidar un tanto
su situación desgraciada, le acorta su prisión, le quita el fastidio que
ella debe traerle, le hace aprender algún oficio lucrativo o perfeccionar
el que tuviera i, una vez que obtenga su libertad, será esto un gran
recurso para el lleno de sus obligaciones.
188 CÓDIGO PENAI,

Por otra parte, los reglamentos de nuestros establecimientos penales


destinan algo para el reo: de ese algo se le entrega una pequeña parte
durante su prisión para que atienda a sus necesidades urjentes i el
resto se le completa a su salida. Con este ahorro 110 se encuentra en la
calle sin recursos; puede entonces buscar colocacion, o trabajar por
cuenta propia, i hé aquí entonces un hombre reformado, que puede
reconciliarse con la sociedad, serle mas tarde útil, i si tiene familia,
ser con su trabajo, honradez i esperiencia adquiridos en la prisión, su
sosten i guiarla por el buen camino.
Las penas de reclusión i prisión se diferencian de la de presidio en
que aquellas no imponen al reo trabajo alguno como esta última. El
condenado a reclusión o prisión es libre para ocuparse de trabajos
propios si le agrada, o para pasar en la ociosidad si así lo prefiere. Mas
si se dedica a trabajos, ellos han de ser compatibles con los reglamentos
carcelarios i sin alterar el orden del establecimiento i reglas prescritas
para todo detenido.

ART. 33.

"Confinamiento es la espulsion del reo del territorio


de la República con residencia forzosa en u n lugar
determinado."

La sentencia que condena a un reo a la pena de confinamiento,


tiene que determinar el lugar donde quiera que ese reo cumpla su
condena.
La residencia es forzosa por todo el tiempo que fije la sentencia.
Puesto el cúmplase al fallo por el juez de la causa, el reo que debe
salir de la República, se pone a disposición de la autoridad local i ella
se encarga de remitirlo a su destino. Es evidente que el Estado debe
hacer los gastos de viaje del reo, pero si éste fuere persona pudiente, i
como la nación no puede costear comodidades a nadie, sobre todo,
saliendo para cumplir una pena, deberá hacer los gastos de viaje si
quiere ser atendido en el rango que le plazca.
Si al punto donde, se le confina hai ájente diplomático, tendrá que
presentarse a él para que tome nota de su arribo; pero sin que esto
le dé fnas derecho que para inspeccionar su estadía en ese lugar.
LIBRO I.-—TÍTULO III. 189

Como los delitos que se casfcigau con esta pena no suponen corrup-
ción ni ánimo depravado, las naciones no se oponen a recibir en su
seno a individuos de esta clase.
El confinado queda sujeto a las leyes del país adonde llega. Su situa-
ción es como la de cualquier viajero que sale de Chile i se establece
en el punto que le agrade. No por esto pierde el derecho de protección
que puede ejercitar todo chileno de los diplomáticos de su pais en casos
necesarios i siendo que ellos sean legales.

A r t . 34.

((Estrañamiento es la espulsion del reo del territorio


de la República al lugar de su elección.»

El estrañamiento se diferencia del confinamiento en que aquí el reo


elije el punto adonde quiere ir, siendo que sea fuera del territorio
chileno. En el caso anterior la sentencia le fija residencia: en el
presente, el reo es árbitro de indicar el punto adonde quiera salir.
Esta es una ventaja notable sobre lo otro, porque puede ir ya a una
nación donde se liabte su idioma, donde se profese' su relijion, o bien
donde tenga parientes o relaciones de amistad que crea que puedan
serle útil en su profesion u oficio. Por lo demás, debe estarse a lo dicho
respecto al confinamiento.

A r t . 35.

«Relegación es la traslación del reo a un punto


habitado del territorio de la República con prohibición
de salir de él. pero permaneciendo en libertad.»

La relegación es la remisión que se hace de un reo a un punto


cualquiera de la República del cual no puede salir, pero permanece
en libertad. El Estado le conduce a su destino i la autoridad local cuida
del cumplimiento de su condena.
La libertad en que se le deja le permite todo trabajo para procurarse
su sosten. -
190 código penai,

Art. 36.

" D e s t i e r r o es la e s p u l s i o n del r e o d e a l g ú n p u n t o d e
la R e p ú b l i c a . "

En el presente caso se obliga al condenado a esta pena a que


abandone cierto territorio de la República, quedando en libertad para
fijar su residencia i para trabajar. La prohibición es solo para entrar
al lugar que le es prohibido i del cual se le arroja. El dejar sus
comodidades, sus relaciones,. talvez sus negocios que no puede admi-
nistrar por sí ni realizarlos, i el establecerse forzosamente en otra parte,
es una pena, i ella se llama destierro. ,
En los cuatro casos anteriores no se le prohibe al penado llevar su
.familia o personas que le acompañen; pero estos gastos son natural-
mente de su cuenta, porque para él resulta el provecho de ir con los
suyos.

Art. 37.

" P a r a los efectos l e g a l e s se r e p u t a n aflictivas todas


l a s p e n a s d e c r í m e n e s i, r e s p e c t o d e l a s d e simples
delitos, las de presidio, reclusión, confinamiento,
estrañamiento i relegación menores en sus grados
máximos."

Sobre este artículo hemos adelantado ya algunas esplicaciones. Ahora


solo vamos a complementarlo.
Su importancia en la práctica es notable. El sirve para fijar qué
penas son aflictivas i cuándo un procesado puede obtener su libertad
mediante fianza de juzgado, sentenciado i pagado.
Desde luego se ve que contiene dos reglas jenerales: una de ellas
consiste en dejar de un modo fijo establecido—que son aflictivas todas
las penas de crímenes, i la otra—en que lo son igualmente las de simples
.cielitos, las de presidio, reclusión, confinamiento, estrañamiento, relegación
menores, cuando se aplican en sus grados máximos.
libro i.-—título iii. 191

Todo procesado que merezca pena que exceda de tres años i un día,
no tiene derecho a escarcelacion. Esto es fácil de comprenderlo por la
imputación del crimen o delito que se atribuya al procesado i por las
circunstancias atenuantes que se distingan en su favor.
Siendo todo sumario reservado, a veces no se puede saber lo que hai
i por eso la escarcelacion no se solicita sino cuando el proceso está
adelantado, o bien cuando ha salido del estado de sumario. El dictámen
fiscal es a veces la base para obtener este beneficio, porque ya se ve
dibujado el rol del procesado i la pena que pueda aplicársele, i, aunque
esto no es seguro, no obstante, es una opinion atendible én esta
materia.
Los efectos que produce una pena aflictiva ya los hemos enumerado
anteriormente. Es, sin embargo, sensible que haya casos en que se
escárcele a reos de delitos que la sociedad no mira con ojos benignos i
que niegue este derecho en casos en que lo encontraría natural, como
lo seria en los de adulterio.
En un delito de hurto o robo o bien de estafa, cuando lo hurtado o
robado no exceda de cincuenta pesos, i conforme a los artículos 448,
446 i 467 del Código Penal, habría escarcelacion i como aquí este delito
no lleva penas accesorias, resultaría que un penado por esto, no
perdería sus derechos políticos actuales ni su calidad de ser elector i
elejido, testigo, etc. etc. Al contrario, el procesado por rapto, estupro,
adulterio, no se escarcela, i si se le condena lleva inhabilidades graves.
La sociedad, repetimos, no miraría talvez con desden a estos últimos i
sí con horror a los otros i la lei es, sin embargo, mas benigna con éstos
que con aquellos.
El art. 37 debió haber sido mas lato al calificar las penas aflictivas,
así como las penas accesorias debieron haberse concretado a ciertos
delitos i no haber existido para aquellos que no suponen perversidad
de corazon, o que la sociedad no los considera como crímenes i respecto
de los cuales hai tanta tolerancia por parte de todos.

A r t . 38.

«La pena de inhabilitación absoluta perpétua para


cargos i oficios públicos, derechos políticos i profesiones
titulares, i las de inhabilitación absoluta temporal para
192 códigopenai,

cargos i oficios piíblicos i profesiones titulares,


producen:
1.° L a privación de todos los honores, cargos,
e m p l e o s i oficios p i i b l i c o s i p r o f e s i o n e s t i t u l a r e s d e q u e
e s t u v i e r e e n p o s e s i o n el p e n a d o , aun cuando sean de
elección popular.
2.° L a privación de t o d o s los derechos políticos,
activos i pasivos i la incapacidad perpétua para
obtenerlos.
3.° L a i n c a p a c i d a d p a r a o b t e n e r los h o n o r e s , c a r g o s ,
e m p l e o s , oficios i p r o f e s i o n e s m e n c i o n a d o s , perpetua-
m e n t e si la i n h a b i l i t a c i ó n e s p e r p é t u a i d u r a n t e el
t i e m p o d e l a c o n d e n a si e s t e m p o r a l ,
4.° L a p é r d i d a d e t o d o d e r e c h o p a r a o b t e n e r j u b i l a c i ó n
u otra p e n s i ó n por los empleos servidos con anteriori-
dad."

Este artículo se refiere solo al acto en que se impone una condena


de la clase a que él se refiere.
Por el número primero priva al penado de todos los- honores, cargos
i oficios públicos i profesiones titulares en que se encontrare en posesion
a la época de su condena i agrega que esta privación se estiende aun a
los cargos de elección popular, como ser diputado, senador o municipal.
En seguida le priva de los derechos políticos, activos i pasivos, i le
incapacita perpetuamente para obtenerlos en lo futuro. No puede el
penado ser elector ni elejido en lo sucesivo. En una palabra, le priva
de los derechos de ciudadanía.
Por el número tercero le incapacita, para obtener honores, cargos,
empleos, oficios i profesiones titulares, perpetuamente si la inhabilitación
que le impone la condena es perpetua, i durante el tiempo que ella
abrace si es temporal.
I por fin, se estiende a la pérdida de todo derecho para obtener
jubilación si por las leyes pudiera exijirla por servir algún empleo que le
diera derecho a ella u a otra pensión por cargos o empleos que hubiera
servido con anterioridad a la fecha de la sentencié condenatoria.
libro i.-—título iii. 193

Conviene sin embargo, no olvidar que el art. 41 de este Código, es


una escepcion de lo que preceptúa el presente artículo. Esta escepcion
lia sido creada en favor de los eclesiásticos, como tendremos ocasion de
verlo a su debido tiempo.
La lei ha sido aquí bastante esplícita en espresar sus prohibiciones,
sin duda con el objeto de que no se entienda que, inhabilitado un
delincuente para un cargo, podía el voto público rehabilitarlo para
ejercer los que le encomendaba por una elección.
En cuanto a los derechos de capacidad electoral activa i pasiva i los
que resultan de ellos, agregaremos aquí lo dicho antes, que estos no se
estienden a que el penado no pueda por la prensa manifestar sus
opiniones, ni implorar gracia del Consejo de Estado ni las garantías
que otorga la Constitución respecto al domicilio i a ser juzgado por
tribunal competente.
La privación perpetua o temporal para profesiones titulares, se refiere
a carreras profesionales que exijen un título para su desempeño; pero
en manera alguna a otras que no se exija título.

Art. 39.

"Las penas de inhabilitación especial perpétua i


t e m p o r a l p a r a a l g ú n c a r g o u oficio p ú b l i c o o p r o f e s i o n
titular, producen:
1.° L a p r i v a c i ó n d e l c a r g o , e m p l e o , oficio o p r o f e s i o n
sobre que recaen, i la d e los h o n o r e s aíiexos a él,
perpetuamente si l a i n h a b i l i t a c i ó n es perpétua, i p o r
el t i e m p o d e la c o n d e n a si e s t e m p o r a l .
2.° La incapacidad para obtener dicho cargo,
e m p l e o , oficio o p r o f e s i o n u o t r o s e n la m i s m a carrera,
p e r p e t u a m e n t e cuando la inhabilitación es perpétua, i
p o r el t i e m p o d e la c o n d e n a c u a n d o es t e m p o r a l . "

La prohibición que aquí se establece es al cargo, oficio público o


profesion titular de que está en posesion el penado a la época de la
condena,1,i por eso la frase está redactada en singular—algún cargo ti
oficio publico o profesion titular.
En el anterior artículo se usa el plural, diferencia sustancial para
13
194 código penai,

comprender el alcance de esta disposición. Es por esto que lo que ella


priva es del cargo, empleo, oficio o profesión i los honores anexos a
dichas funciones perpetuamente si la inhabilitación es perpetua, i si la
peiia es temporal, las privaciones serán por el tiempo de la condena.
Es claro que si el penado no ejerce cargo alguno, ni es empleado ni
tiene profesión, nada pierde ni debe hacerse relación de ellos.
También cuando la pena es perpetua le imposibilita para obtener
dichos cargos i si ella es temporal, la incapacidad será por el tiempo
de la condena; pero el delincuente podrá ejercer otros cargos que no
sean de los a que se refiere este artículo.
El art. 231 nos ofrece un ejemplo de esto.
Respecto a prescripción, véase lo que dispone el art. 105 de este
Código.

A r t . 40.

" L a s u s p e n s i ó n ele c a r g o i oficio p ú b l i c o i p r o f e s i ó n


titular, inhabilita p a r a s u ejercicio d u r a n t e el t i e m p o
d e la c o n d e n a .
L a s u s p e n s i ó n d e c r e t a d a d u r a n t e el j u i c i o , t r a e c o m o
consecuencia inmediata la p r i v a c i ó n d e la m i t a d d e l
s u e l d o al p r e s u n t o r e o , la c u a l solo s e le d e v o l v e r á e n
e l caso de .pronunciarse sentencia absolutoria.
L a suspensión decretada por via de pena, priva de
t o d o s u e l d o al s u s p e n s o m i é n t r a s ella d u r e . "

Este artículo dispone que la suspensión cuando se decreta por


vía de pena respecto de algún empleado, le priva de su sueldo
por todo el tiempo que ella dure; pero si la suspensión se decreta
miéntras se esclarece si el procesado es reo del delito que se le atribuye,
le da derecho para exijir del Estado medio sueldo, ínter hai sentencia
de término. Si se le absuelve, percibe lo que se le ha retenido durante
el juicio i ademas se le repone en su cargo i, por fin, que la suspensión
de cargo i oficio público i profesión titular, inhabilita alíreo para el
ejercicio durante el tiempo de la condena.
Al esplicar este artículo hemos invertido el orden que él emplea
porque creemos que así se comprendería mejor. Es evidente que la
libro i.-—título iii. 195

aplicación de lo que él preceptúa solo se refiere a un empleado público


que goce de sueldo. Así por ejemplo, un juez letrado es suspenso por un
mes de sus funciones de juez por vía de pena, es claro que durante
este mes no goza de sueldo. A este mismo juez se le procesa i entonces
durante el juicio tieue derecho a la mitad del sueldo.
La causa ha durado un año i al- fin de él se le absuelve. En este
Caso se le dará la mitad de los sueldos que se le han retenido durante
ese año i ademas entrará a ejercer sus funciones i desde ese dia recibirá,
como ántes su sueldo íntegro. Mas, si se le suspende por un año a
virtud de sentencia en el ejercicio de su cargo de juez, tendremos que
queda inhabilitado para ejercer sus funciones.
Ahora si esta suspensión recae en un abogado, en un médico o en un
procurador, es evidente que este abogado, este médico o este procurador,
no podrán los primeros ejercer sus profesiones, ni su cargo el procurador
durante el tiempo de la condena; pero sí son libres para ocuparse de otra
cosa o ejercer otros destinos, porque estas privaciones se refieren solo
a las profesiones o cargos sobre que ellas recaen i nada mas.
La lei en este caso no puede quitar a nadie los oficios mecánicos,
por ejemplo, u otros que no dan carácter público i que tienen por
objeto procurar la subsistencia. Una inhabilitación en este sentido
seria absurda i repugnante, porque convertiría al penado en un vago o
en un mendigo, i quien sabe si en un criminal. El remedio en este caso
sería peor que el mal que se trata de evitar con estas penas.

A r t . 41.

" C u a n d o las p e n a s de inhabilitación i suspensión


recaigan en persona eclesiástica, sus efectos no se
e s t e n d e r á n a los cargos, d e r e c h o s i h o n o r e s q u e t e n g a n
p o r la I g l e s i a . A l o s e c l e s i á s t i c o s incursos en tales
p e n a s i p o r t o d o e l t i e m p o d e su d u r a c i ó n , n o se l e s
r e c o n o c e r á e n la R e p ú b l i c a la j u r i s d i c c i ó n e c l e s i á s t i c a
i la c u r a d e a l m a s , n i p o d r á n p e r c i b i r r e n t a s d e l t e s o r o
n a c i o n a l , s a l v o la c o n g r u a q u e fijará el t r i b u n a l .
E s t a d i s p o s i c i ó n n o c o m p r e n d e a l o s o b i s p o s e n lo
c o n c e r n i e n t e al e j e r c i c i o d e la j u r i s d i c c i ó n ordinaria
que les corresponde."
196 códigopenai,

Si recordamos lo que hace poco hemos dicho al tratar del art. 38,
veremos que esta es una escepcion establecida en favor. de los
eclesiásticos, fundada en el decoro debido a su carácter sagrado.
Bu Chile los eclesiásticos no gozan de fuero cuando delinquen
civilmente.
Los delitos eclesiásticos se castigan por la autoridad eclesiástica con
penas eclesiásticas, según el Derecho Canónico.—Los delitos de otra
clase, se persiguen por la justicia ordinaria i se penan conforme al
presente Código.
Mas, las penas de inhabilitación i suspensión si recaen en algún
eclesiástico que ha sido procesado i condenado a ellas, el efecto que
producen estas penas respecto de todo ciudadano, no se estiende a los
cargos, derechos i honores que gocen por la Iglesia si el penado fuere
sacerdote. La lei penal no les priva de las funciones i honores que les
haya otorgado la autoridad eclesiástica; pero el Estado no les reconoce
jurisdicción eclesiástica i la cura de almas en tales casos i ademas les
priva el percibir rentas del tesoro nacional, salvo la congrua que fije
el tribunal para sus alimentos. Un ejemplo hará comprender el espíritu
de este artículo. Un Vicario, un Provisor, un Párroco o un Canónigo,
se hacen reos de un delito i se les impone, entre otras penas, las de
inhabilitación i suspensión. El Estado no reconoce jurisdicción alguna
en ese Vicario, en ese Provisor o en ese Párraco, ni permitirá que
el último teDga la cura de almas. Si los primeros reciben renta o
sueldo del Estado, como la recibe el Canónigo, o el Párroco goza de
congrua, quedan privados de esa renta o sueldo durante el tiempo de
la condena; pero el tribunal debe señalarles algo para que puedan
vivir, i en este caso solo percibirán esa cantidad en lo relativo solo a
su congrua.
El testo del artículo emplea la palabra renta. H o i debe usarse la
palabra suélelo en vez de la de renta, porque el Congreso de 1883 así
ío declaró en la discusión i aprobación del presupuesto del Culto i como
esta es una lei posterior, derogó implícitamente lo de la renta i la
convirtió en sueldo, porque en realidad los eclesiásticos que reciben
sueldos del tesoro nacional, por cargos o empleos que ejercen en la
Iglesia, son verdaderos empleados del Estado i el empleado recibe
sueldo i no renta.
El presente artículo ha creado todavía otra escepcion mas jeneral, i
ella es en favor de los Obispos, respecto de los cuales no les comprende
en lo concerniente a la jurisdicción ordinaria. Esto quiere decir que los
libro i.-—título iii. 197

Obispos en Chile no pierden su cargo, sus honores i el Estado les


reconoce su jurisdicción eclesiástica ordinaria; pero en lo relativo a sus
sueldos rijelo establecido ántes, es decir, no tienen derecho a percibirlo,
salvo la congrua que fije el tribunal en su sentencia.
¿Puede el Estado impedir en lo público i jurisdiccional, el uso de
las facultades relijiosas, o estorbar a los eclesiásticos el ejercicio de las
funciones anexas al estado sacerdotal? Esta es una cuestión mui séria;
pero por suerte debatida i aceptada en nuestra lejislacion, es por esto
que el Código Penal, ha podido dictar disposiciones contra los sacer-
dotes que delinquen infrinjiendo Jas leyes del pais.
La Constitución del Estado confiere el derecho de patronato al
Presidente de la República. Todo sacerdote es ciudadano i está
obligado a respetar las leyes del pais. Los Obispos juran observar esas
leyes i, aunque no las jurasen, no pueden violar los preceptos constitu-
cionales i las leyes que rijeu en el Estado donde ejercen sus funciones.
El Obispo no dejará de ser Obispo ni el sacerdote dejará' de ser
sacerdote. La leí civil no les quita su carácter; poro puede estorbarles
el ejercicio de sus funciones en público. El Estado reconoce i proteje
la relijion católica i ésta goza de ese beneficio i por eso el Estado
tiene sus derechos en lo esterno, i si bien es cierto que él 110 puede
degradarlos, sus atribuciones, no obstante, llegan hasta impedirles el
uso de sus facultades relijiosas en lo jurisdiccional i en lo-público.
La paz i el orden público en ciertos casos exijen medidas de esta
especie i, por dolorosas qiie ellas sean, el Código ha tenido que colocarse
en todos los casos i dictar medidas que repriman los abusos de toda
clase de personas e imponerles penas si se hacen reos de ellas. La
conservación del orden, el respeto social i el respeto a los poderes
públicos de la nación, está sobre todo derecho, sobre todo privilejio i
sobre toda clase de personas.

Art. 42.

"Los derechos políticos activos i pasivos a que se


refieren los artículos anteriores, son: la capacidad p a r a
ser ciudadano elector, la capacidad para obtener cargos
de elección popular i la capacidad para ser jurado.
El que ha sido privado de ellos solo puede ser reha-
198 códigopenai,

bilitado en su ejercicio en la forma prescrita por la


Constitución."

Este artículo no liaee otra cosa sino que esplicar el alcance de los
anteriores, estableciendo que la privación de los derechos políticos
activos de que se puede privar al penado, se refieren solo a la inhabi-
lidad de ser ciudadano elector o elejido i jurado en los juicios de
imprenta. El que es privado por sentencia de estos derechos no puede
dar su voto en las urnas electorales para elejir diputados, senadores,
electores de Presidente de la. República ni municipales de la localidad
en que está calificado u donde pudiera votar. Tampoco puede ser
elejido diputado, senador, municipal ni elector de Presidente, ni puede
servir de jurado en un juicio por abusos de la libertad de imprenta.
Para hacer efectivas estas prohibiciones, se ha formado por la Corte
Suprema de Justicia una lista en que se anotan los que han sido
condenados a la pérdida de los derechos de ciudadanía desde la primera
elección despues de la vijencia de este Código. Cada tres años se
agregan a esa lista los nuevos inhabilitados i estas listas que corren en'
cuaderno, se remite a la autoridad para que ella la haga llegar a las
mesas calificadoras i receptoras. De este modo se le da cumplimiento
a las disposiciones que hemos analizado anteriormente.
El presente artículo establece que el que ha sido privado de los
derechos de ciudadano, puede ser rehabilitado en la forma prescrita por
la Constitución del Estado.
Perdida la ciudadanía, la rehabilitación se impetra del Senado, quien
puede acordarla o no, según los antecedentes que obren en favor del
ocurrente. Es cuestión de gracia i en la cual dicho cuerpo obra como
jurado al resolver sobre peticiones de esta naturaleza.
La calidad de ciudadano activo con derecho de sufrajio, se suspende,
entre otra3 causas, por hallarse el individuo procesado como reo de
delito que merezca pena aflictiva o infamante.
Entre nosotros no hai pena infamante. Lo que infama es el delito i
no la pena.

á r t . 43.

((Cuando la inhabilitación para cargos i oficios jm-


blicos i profesiones titulares es pena accesoria, no la
libbo i.—título iii. 199

c o m p r e n d e el i n d u l t o d e la p e n a p r i n c i p a l , a m é n o s q u e
e s p r e s a m e n t e se h a g a e s t e n s i v o a ella.»

El Consejo de Estado, presidido por el Presidente de la República o


por el Tice-presidente del Consejo, es el tribunal de gracia ante quien
se ocurre en demanda de indultos. Aceptada una solicitud de esta
naturaleza, el Presidente de la Repiíblica, decreta el indulto estable-
ciendo que lo hace de acuerdo con el Consejo de Estado, i el Ministro
de Justicia se encarga de comunicarlo a la autoridad respectiva para
que se le dé en el acto su cumplimiento.
Cuando'por sentencia de término es condenado un individuo a las
penas de inhabilitación para cargos i oficios públicos i profesiones
titulares i logra indulto de estas penas, no cabe cuestión sobre el
alcance de esta gracia; pero si el condenado lo hubiere sido a otras
penas i como accesorias lleva estas inhabilitaciones i el indulto es solo
de la pena principal, es evidente que ellas permanecen. Por eso en este
caso es preciso pedir indulto de todo, i el Consejo debe hacer mención
especial de lo que indulta; puesto que si no abraza estos accesorios, ellos
subsisten i por eso el presente artículo lo exije terminantemente para
que no se crea que el indulto de la pena principal trae consigo el de
las penas accesorias.
Art. 44.

" E l i n d u l t o d e la p e n a d e i n h a b i l i t a c i ó n p e r p e t u a o
temporal para c a r g o s i oficios p ú b l i c o s i p r o f e s i o n e s
t i t u l a r e s , r e p o n e al p e n a d o e n el e j e r c i c i o d e e s t a s ú l t i -
m a s , p e r o n o e n l o s h o n o r e s , c a r g o s , e m p l e o s u oficios
d e q u e se le h u b i e r e p r i v a d o . E l m i s m o e f e c t o p r o d u -
ce el cumplimiento de la condena a inhabilitación
temporal."

Este artículo es meramente esplicativo.


Por él se establece que un indulto déla pena de inhabilitación
ya sea temporal o perpetua en lo relativo a cargos, oficios pú-
blicos i profesiones titulares, repone al agraciado en el ejercicio de
la profesión de que fué suspendido; pero no en los honores, cargos,
empleos u oficios de que le hubiere privado la sentencia. Eri una
palabra, el indulto no tendrá efectos retroactivos; únicamente le deja
200 códigopenai,

apto para nuevos cargos u honores i para desempeñar su profesión.


El indulto es para lo porvenir, pero no da derecho para exijir el
empleo o cargo que se perdió por la sentencia. Un notario, un juez
letrado o un abogado son privados, el primero, de su oficio o cargo de
notario, el segundo de su destino de juez, i el tercero es suspenso. El
notario no podrá exijir la entrega de su oficina, porque ya no es nota-
rio; el juez no podrá exijir que se le considere como tal i que se le
reponga. Eso está ya perdido; pero ambos quedan en aptitud, si no
hubiere otras causas que se lo impidan i otros requisitos que llenar,
para ser nombrados, despues del indulto, para iguales cargos o desti-
nos. El abogado suspenso podrá ejercer su profesión desde el dia del
indulto.
Luego el artículo establece que este mismo efecto produce el
cumplimiento de la condena a inhabilitación temporal, Esto es claro:
no porque se cumple la pena se puede exijir el ser repuesto en el cargo
u oficio de que se le privó, porque ya esos destinos, cargos i oficios se
han perdido i, declarados vacantes, se han provisto conforme a las leyes.
El artículo se ha colocado aquí en el caso de inhabilitación tempo-
ral, porque al ser perpetua la inhabilitación, no puede existir cumpli-
miento de condena i no llegaría el caso previsto por esta disposición.
En caso de indulto de inhabilitación perpétua, ya sabemos que ese
indulto no da derecho para recuperar ló perdido, según lo acabamos
de esponer en los acápites anteriores.

A r t . 45.

« L a sujeción, a l a v i j i l a n c i a d e la a u t o r i d a d d a a l j u e z
d e la c a u s a e l d e r e c h o d e d e t e r m i n a r c i e r t o s l u g a r e s e n
los cuales le será p r o h i b i d o al p e n a d o p r e s e n t a r s e des-
p u e s de h a b e r cumplido su condena i de imponer a
éste todas o algunas de las siguientes obligaciones:
1. a L a d e d e c l a r a r á n t e s d e s e r p u e s t o e n l i b e r t a d , e l
l u g a r e n q u e se p r o p o n e fijar su r e s i d e n c i a .
2. a L a d e r e c i b i r u n a b o l e t a d e v i a j e e n q u e s e le
d e t e r m i n e el i t i n e r a r i o que debe seguir, del cual no
podrá a p a r t a r s e , i la d u r a c i ó n d e su p e r m a n e n c i a e n
cada l u g a r del tránsito.
libro i.-—título iii. 201

3. a L a ele p r e s e n t a r s e d e n t r o d e l a s v e i n t i c u a t r o lio-
ras siguientes a su llegada, a n t e el f u n c i o n a r i o d e s i g -
n a d o e n la b o l e t a d e v i a j e .
4. a L a d e n o p o d e r c a m b i a r de residencia sin h a b e r
ciado a v i s o ele ello, c o n t r e s d i a s ele a n t i c i p a c i ó n , al
mismo funcionario, quien le e n t r e g a r á la b o l e t a d e
v i a j e p r i m i t i v a v i s a d a p a r a q u e se t r a s l a d e a s u n u e v a
residencia.
5. a L a d e a d o p t a r oficio, a r t e , i n d u s t r i a o p r o f e s i o n ,
si n o tuviere medios propios i conocidos de subsis-
tencia.

Sobre los efectos que produce en el penado la sujeción a la vijilancia


de la autoridad, despues de haber cumplido ' su condena, hemos ya
avanzado algunos conceptos. A ellos agregaremos que el juez de la
causa puede prohibirle en su sentencia el que se presente en ciertos
lugares, como ser donde cometió el crimen, ya sea para la tranquilidad
futura de esa localidad, bien por las relaciones que puedan favorecer al
reo o para quitar el temor de los que hayan declarado en su contra i
evitar sus venganzas i de imponerle todas o algunas de las obligacio-
nes que enumera el artículo.
Estas medidas precautorias, que permite tomar la lei en estos casos,
se emplean en todo o parte en vista de los antecedentes i criminalidad
del procesado. Esta pena, mas que ninguna otra, lleva el sello correc-
cional: es un derecho de tutela que ejerce el juez respecto al penado en
bien de la sociedad para garantizarla de los males que pueda causarle
un hombre feroz.
Ella restrinje la libertad, le sujeta a reglas prudenciales de parté de
la autoridad donde se presente, le obliga a adoptar oficio si no tiene
medios actuales de subsistencia i, por fin, doquiera que vaya, va dando
a conocer que es un hombre peligroso i que debe ser vijilado, lo que
por cierto es altamente vejatorio para él.
Empero '¿quién debe velar por el cumplimiento de estas disposi-
ciones? Del testo del artículo se entiende que es el juez de la causa o
el que ocupe su lugar, i que éste debe designarle en caso de viaje la
autoridad ante quien deba ocurrir con su boleta. Mas desde que el reo
obtuvo sentencia i cumplió la pena principal, el juez nada tiene que
202 códigopenai,

únicamente le deja ver con él desde que obtuvo la libertad. Lo natural


era que estas facultades, esta vijilancia, hubieran recaído en las autori-
dades administrativas que cuentan con mas recursos para espiar a los
malvados i sobre las cuales pesa el deber de dar seguridad a los asociados.
Pero, sea de esto lo que fuere, creemos que hasta ahora esta pena
accesoria no se cumple con regularidad i que sus consecuencias no se
hacen sentir porque 110 pasa de ser letra muerta en la sentencia.
El máximum que puede durar esta pena es de cinco años, según el
precepto del art. 25 de este Código.

Art. 46.

" L a p e n a ele c a n c i ó n p r o d u c e e n el p e n a d o l a o b l i -
g a c i ó n ele p r e s e n t a r u n fiador a b o n a d o q u e r e s p o n d a o
b i e n d e q u e a q u é l n o e j e c u t a r á el n i a l q u e se t r a t a ele
p r e c a v e r , o ele q u e c u m p l i r á s u c o n d e n a ; o b l i g á n d o s e a
satisfacer, si c a u s a r e e l m a l o q u e b r a n t a r e la c o n d e n a ,
la c a n t i d a d q u e l i a y a fij a d o el t r i b u n a l .
Si el p e n a d o 110 p r e s e n t a r e fiador, sufrirá una reclu-
s i ó n e q u i v a l e n t e a l a c u a n t í a ele la fianza, c o m p u t á n d o s e
u n día p o r cada dos p e s o s ; p e r o sin p o d e r en n i n g ú n
caso exceder de dos años."

La caución, así como la multa, es una pena común de las aflictivas,


correccionales i leves. No tiene límites ni en su duración ni en su
cantidad: ella es prudencial en el juez que la aplica.
El objeto de esta pena es prevenir los delitos, i se aplica cuando la
mala conducta pasada de un reo hace temer o presumir la reincidencia,
o bien se decreta contra cualesquiera persona, siempre que hayan
antecedentes fundados para creer que cierto estado de cosas pueda
traer un hecho penado por la lei.
Esta pena, en manera alguna, priva o restrinje el derecho de residir
en un punto determinado al que le ha sido impuesta i se aplica por lo
regular en los delitos de amenazas i en los de tentativa de delitos leves.
El fiador que se presente por el obligado a prestar caución, deberá
ser abonado i responderá de que su afianzado 110 ejecutará el mal que
libro i.-—título iii. 203

se trata de precaver o de que aquel cumplirá la condena que se le


imponga si causare el mal que se temía.
En el caso do realizado el delito o quebrantada la condena, el fiador
satisfará la cantidad que haya fijado él tribunal al constituir, la obliga-
ción dicho fiador.
Si el penado no presentare fianza, sufrirá una reclusión equivalente
a la cuantía de la fianza que hubiere fijado el tribunal, pero sin poder
en ningún caso exceder de dos años esa reclusión,
Pedro, por ejemplo, es obligado a prestar una caución i el tribunal
ha fijado que sea por mil pesos; pero no presenta fianza. En este caso
la reclusión que sufrirá será de quinientos días.
• Si la cuantía fijada fuese de cuatro mil pesos i no se prestare fianza,
la pena que sufriría Pedro seria de dos mil dias; pero como en ningún
caso la reclusión puede exceder de dos años, tendríamos que la pena
quedaría limitada a este espacio de tiempo únicamente.

Art. 47.

«En tocios los casos en que se imponga el pago ele


costas' se entenderá comprender tanto las procesales
como las personales i ademas los gastos ocasionados
por el juicio i que no se incluyen en las costas. Estos
gastos se fijarán por el tribunal, prévia audiencia ele
las partes.»

Del tenor literal de este articulo se desprende l.°la necesidad de que


el juez esprese en sus fallos criminales cuándo condena en costas a un reo,
i 2.° que lo mandado en el art. 24, no es absoluto; pues al serlo ¿para
qué diria aquí: en todos los casos en que se imponga el pago de costas?
Si nuestra opinion no fuera la mas fiel interpretación del art. 24, se
habría redactado el artículo en otra forma. Habría dicho, por ejemplo:
«Las costas que en toda sentencia condenatoria debe imponer el fallo
del juez, se entenderá que comprende tanto las procesales como las
personales »
De aquí es que creemos que en muchos casos la condenación en
sostas es prudencial en las causas criminales, i que cuando no se espresa
esto claramente en la sentencia, el penado no es obligado a pagarl as;
204 código penai,

pero impuesta esa condenación, debe estarse a lo que dispone el pre-


sente artículo.
Costas procesales son las que constan de autos i para saber su monto
debe estarse a la tasación que haga el secretario del tribunal corres-
pondiente, i si bai reclamo sobre ellas, debe ser oído i fallado conforme
a la leí de aranceles.
Las costas personales, son referentes al pago de honorario de abogado'
i procurador. Estas costas las regula el juez de la causa.
Aparte de estos pagos, debe el condenado satisfacer los gastos
ocasionados por el juicio i que no se incluyen en las costas. Estos gastos
se fijarán por el tribunal, prévia audiencia de las partes.
Creemos que hasta la fecha la consagración de este precepto ha
tenido pocas veces aplicación en la práctica. ¿Qué otros gastos se
podrán reclamar fuera de las costas procesales i personales? Será el
tiempo empleado en las diligencias o lo que se ha dejado de ganar por
ello? ¿Serán costos de viaje? ¿Serán gastos de curación? ¿Será lo que
el herido ha perdido con la privación de su oficio durante la enfer-
medad? Es indudable que a lo primero se refiere la disposición a que
aludimos i esto solo cuando se ha exijido i el juez de la causa lo ha
estimado justo despues de oir a los interesados, despues también de
conocer su posicion social i los recursos con que cuenta el obligado a
estas indemnizaciones. Lo segundo está determinado mas adelante al
tratar de las reparaciones del daño causado por un delito.

Art. 48.

¿ S i los b i e n e s del c u l p a b l e n o f u e r e n b a s t a n t e s p a r a
cubrir las responsabilidades pecuniarias, se satisfarán
é s t a s e n el ó r d e n s i g u i e n t e :
1.° L a s c o s t a s p r o c e s a l e s i p e r s o n a l e s .
2.° E l r e s a r c i m i e n t o d é l o s g a s t o s o c a s i o n a d o s p o r e l
juicio.
3.° L a r e p a r a c i ó n d e l d a ñ o c a u s a d o e i n d e m n i z a c i o -
nes de perjuicios.
4.° L a m u l t a .
En caso de concurso o quiebra, estos créditos se
libro i.-—título iii. 205

graduarán, considerándose como uno solo, entre los


que no gozan de preferencia.»

El orden establecido por este artículo para cubrir las responsabilida-


des pecuniarias que se juzguen contra un reo, cuando sus bienes no
fueren bastantes para satisfacerlas por completo, nos parece el mas
equitativo. No nos detendremos en repetir quiénes son los preferidos,
porque la enumeración de ese orden es clara.
Pero si el reo es concursado, sus bienes cubren primero los créditos
privilejiados, como ser los gravámenes reales; despues se suman todas
las cantidades falladas en los cuatro números anteriores i el total forma
un solo crédito i se gradúan entre los que no tienen preferencia i que
por la lei se pagan a prorata. Lo que se obtenga del concurso por este
crédito deberá igualmente repartirse, deducido lo que se ha gastado en
su cobro, por el orden que ya se ha establecido.
Hai quienes opinan porque este total se reparta a prorata entre los
que formaren el crédito; pero tal proceder seria cambiar el orden que
establece este artículo.
El Código español ordena, en un caso análogo al que hemos estudia-
do, que las responsabilidades que se juzguen contra el reo i cuando
no tenga para cubrirlas todas, se satisfagan en este orden:—1.° la
reparación del daño causado e indemnización de perjuicios; 2.° el
resarcimiento de gastos ocasionados por el juicio; 3.° las costas procesa-
les, i 4.° la multa.
Esto se funda sin duda en el Ínteres del damnificado por el delito;
despues colocan el ínteres de los que han trabajado en la causa i por
fin el fisco, que no debe llevar en mira sino la penalidad del delincuen-
te. Mas ¿por qué ha de estar primero el damnificado que los que han
trabajado en el proceso en bien de la sociedad i del ofendido? Nadie
puede enriquecerse en perjuicio de otro, es regla de derecho universal
i aquí ella seria violada, i es por esto que sostenemos que el orden que
establece este artículo en nuestro Código es equitativo i está basado en
la justicia, encontrando por lo tanto superior esta disposición a la del
Código español, que hemos examinado.

Art. 49.

"Si el sentenciado no tuviere bienes para satisfacer


206 código penai,

la m u l t a , s u f r i r á p o r v i a ele s u s t i t u c i ó n i a p r e m i o , la
p e n a ele r e c l u s i ó n , r e g u l á n d o s e u n dia p o r c a d a p e s o ;
p e r o sin q u e ella p u e d a e x c e d e r n u n c a d e d o s años.
Q u e d a e x e n t o d e e s t e a p r e m i o el c o n d e n a d o a r e c l u -
sión m e n o r en su g r a d o m á x i m o o a . o t r a p e n a mas
grave," .

Bien clara es la primera parte de este artículo. El condenado al pago


de una multa i que no tiene como satisfacerla, sufrirá en este caso re-
clusión, regulándose un dia por cada peso; pero sin que en ningún caso
pueda exceder nunca de dos años, sea cual fuere la cuantía de esa multa.
La estimación de un peso por cada dia de reclusión nos parece exigua;
debió haberse estimado la prisión por lo ménos en dos pesos. Tal vez
para un gañan este es su jornal diario; pero un artesano u otra clase
de personas ganan mas. A esto se debe agregar lo que sufre ese penado
que deja en la miseria a su familia i otras circunstancias mas que se
derivan de una prisión. Repetimos otra vez que la lei debió haber esti-
mado cada dia de reclusión en dos pesos para los efectos del caso actual.
El" segundo inciso dispone que queda exento de 1 este apremio el
condenado a reclusión menor en su grado máximo (tres años i un dia a
cinco años) o a otra pena mas grave.
¿Por qué esta escepcion? Porque en este caso ya el reo lleva otra
condena i la multa no es sola. No seria justo que cumplida la primera
pena tuviera que sufrir dos años mas por esta última, i hó aquí la. razón
que lejitima esta regla de nuestro Código. Mas si la multa viene acom-
pañada de otra pena menor que la que se indica, reclusión menor en su
grado máximo, entonces existirá el apremio conforme a la primera
parte de este artículo.

§ IV.

De la aplicación de las penas.

ART. 50.

«A los a u t o r e s d e delito se i m p o n d r á la p e n a q u e -
p a r a é s t e se h a l l a r e s e ñ a l a d a p o r la lei.
libro i.-—título iii. 207

Siempre que la lei designe la pena de u n delito, se


entiende que la impone al delito consumado."

Entre el autor, el cómplice i el encubridor, son diferentes los grados


de responsabilidad; asi como entre el delito consumado, el delito frus-
trado i la tentativa, son diversos los grados del crimen. Por eso este
artículo establece la base de la penalidad, espresando que a los autores
de un delito, no hai mas que aplicarles la que la lei les señala, sin
poder descender a otra alguna inferior a ella; i que cuando la lei no
pena espresamente al encubridor o al cómplice, se entiende que se
refiere al autor del delito. La pena ha de ser al delito consumado i
nunca al frustrado o a la tentativa. Ella es para el autor i nunca para
el encubridor o cómplice. Todos éstos tienen penalidad distinta i lo
que es de unos no se puede aplicar a otros.
Ahora siempre que la lei designa la pena de un delito, deberá enten-
derse que la impone al delito consumado. Hó aquí dos regías que nos
van a servir de base para la aplicación de las penas.
El castigo que la lei señala al autor de un delito es solo para él i no
se debe aplicar sino al delito consumado. La tentativa, el crimen frus-
trado, los cómplices i encubridores tienen siempre penas distintas.
La última regla tiene desde luego una escepcion, i es la que consigna
el art. 362, al establecer que el delito de violacion se considera consu-
mado desde que hai principio de ejecución, siendo como queda dicho,
que siempre que la lei designa la pena de un delito, se entiende que
la impone al delito consumado.

Art. 51.

"A los autores de crimen o simple delito frustrado i


a los cómplices de crimen o simple delito consumado,
se impondrá la pena inmediatamente inferior en grado
a la señalada por la lei para el crimen o simple delito."

Gomo se vé este artículo no es aplicable a las faltas.


Para comprender este artículo i los siguientes, necesitamos dar ántes
algunas esplicaciones.
El sañor Pacheco, comentador del Código Penal español, i a quien
208 códigopenai,

consultamos a cada paso, traduce en cifras sus disposiciones para ha-


cerse comprender mejor.
Supongamos, dice, que se trata de un delito cuya penalidad espresa-
remos por la cifra 12. Ahora tendremos al orden en el cual se aplica
la lei en los diversos casos objeto de sus fallos.
Autor del delito '. 12
Cómplice del mismo delito o autor de delito frustrado 11
Encubridor de delito o cómplice del delito frustrado o
autor de tentativa 10
Encubridor de delito frustrado o cómplice de la tentativa. 9
Encubridor de tentativa 8
Siguiendo este sistema i aplicando las reglas de nuestro Código con-
forme a él, llegaremos al siguiente resultado:
Al autor de crimen o simple delito frustrado i a los cómplices de
crimen o simple delito consumado, se les impondrá la pena inmediata-
mente inferior en grado a la señalada por la lei para el crimen o sim-
ple delito.
La pena señalada al crimen o simple delito, es relegación perpétua,
por ejemplo.
Al autor de este crimen o simple delito frustrado, al cómplice en el
crimen o al de simple delito consumado, se les aplicai'á:—relegación
mayor en su grado máximo (de 15 años i 1 dia a 20 años.)
El autor, por ejemplo, merece pena de muerte ¿qué pena se aplicará
a los autores de crimen o simple delito frustrado a los cómplices de cri-
men o simple delito consumado? Es evidente que les corresponde—
presidio o reclusión perpétuos.
Según el sistema Pacheco, el autor del delito se representa por 12,
lo inmediatamente inferior en grado es 11, por eso buscada la pena
principal, se aplica laque sigue en grado o mas claro, se baja un grado
para encontrar la pena en que se coloca el presente artículo.

ÁRT. 52.

"A los autores ele tentativa ele crimen o simple deli-


to, a los cómplices de crimen o simple cielito frustrado
i a los encubridores de ci ; ímen o simple delito consu-
mado, se impondrá la pena inferior en dos grados a la
que señala la lei para el crimen o simple cielito.
LIBRO 1,—TÍTULO III. 209

Esceptúanse de esta regla los encubridores com-


p r e n d i d o s e n el n ú m . 3.° d e l a r t . 17, e n q u i e n e s c o n c u r r a
la c i r c u n s t a n c i a p r i m e r a d e l m i s m o n ú m e r o , a l o s c u a -
l e s se i m p o n d r á la p e n a d e i n h a b i l i t a c i ó n e s p e c i a l p e r -
p é t u a , si e l d e l i n c u e n t e e n c u b i e r t o f u e r e r e o d e c r i m e n
i la d e i n h a b i l i t a c i ó n e s p e c i a l t e m p o r a l e n c u a l q u i e r a
d e s u s g r a d o s , si lo f u e r e d e s i m p l e d e l i t o .
T a m b i é n se esceptiian los e n c u b r i d o r e s c o m p r e n d i d o s
e n el n ú m . 4.° d e l m i s m o a r t . 17, a q u i e n e s s e a p l i c a r á
la p e n a de presidio menor en cualquiera de sus
grados."

Estudiemos primero la regla jeneral que establece este artículo i


despues veremos las dos escepciones que señala a la misma.
Eu el art. 7." se ha dicho que no solo son punibles el crimen o
simple delito consumado, sino también el frustrado i la tentativa. Era
necesario entonces fijar su. penalidad, i el presente artículo así lo ha
hecho, estableciendo que al autor de tentativa de crimen o simple
delito, a los cómplices de crimen o simple delito frustrado i a los
encubridores de crimen o simple delito consumado, se les impondrá la
pena inferior en dos grados a la que señala la lei para el crimen o
simple delito. El artículo se coloca en cuatro circunstancias, i
entonces valgámonos de un ejemplo para comprenderlo prácticamente.
La pena del crimen es la de muerte. El autor de tentativa de este
crimen o simple delito, el cómplice de crimen o simple delito frustrado
i los encubridores de crímea o simple delito frustrado ¿qué pena
merecerían en este caso?—Es evidente que la de presidio, o reclusión
mayor en su grado máximo.
Supongamos ahora que la pena del crimen o simple delito sea
relegación perpétua ¿qué pena merecerían los mismos? Sin duda
alguna que relegación mayor en su grado medio (de 10 años i un dia
a 15 años).
Que sea ahora la pena de confinamiento o estrañamiento mayor en
sus grados máximos ¿qué pena merecerían los mismos?—Confina-
miento o estrañamiento mayores en sus grados mínimos (De 5 años
i un dia a 10 años).
14
210 códigopenai,

Según el sistema del señor Pacheco, 12 es el número para el autor;


para el presente caso, que son dos grados menos, la pena se representaría
por el número 10.
Vamos ahora a las dos escepciones.
3.a del art. 17,—dice así:
Son encubridores los que intervienen con posterioridad a la
perpetración del crimen o simple delito
Albergando, ocultando o proporcionando la faga al culpable... caso
de aprovecharse por sí mismos o facilitando a los delincuentes medios
para que se aprovechen de los efectos del crimen o simple delito. En
este caso hai una pena fija, i es la de inhabilitación especial perpétua,
si el delincuente encubierto fuere reo de crimen,—i la de inhabilitación
especial temporal en cualquiera de sus grados, si lo fuere de simple
delito. (De 3 años i .un dia a 10 años.)
A los encubridores que espresa el núm. 4 del mismo art. 17, debe
aplicárseles la pena de presidio menor en cualquiera de sus grados.
(De 01 días a 5 años.)
Estas dos escepciones se refieren evidentemente a encubridores de
delito consumado.

Art. 53.

"A los cómplices de tentativa de crimen o simple


delito i a los encubridores de crimen o simple delito
frustrado, se impondrá la pena inferior en tres grados
a la que señala la lei para el m i n e n o simple delito."

En este caso, según la regla del señor Pacheco, corresponde al número


9, porque ya se bajan tres grados.
Ejemplo:—La pena del crimen es la de muerte, ¿cuál les correspon-
dería a los delincuentes a que se refiere este art. 53? Presidio o
reclusión mayores en sus grados medios. (De 10 años i un dia a 15
años.)
La pena para el crimen es—relegación perpétua: ¿cuál seria para
los mismos reos del art. 53? Relegación mayor en su grado mínimo.
(De 5 años i un dia a 10 años.)
208
LIBbO I.—TÍTULO III.

A r t . 54.

'•A los e n c u b r i d o r e s d e t e n t a t i v a d e c r i m e n o s i m p l e
delito, s e i m p o n d r á la p e n a i n f e r i o r e n c u a t r o g r a d o s a
la s e ñ a l a d a p a r a el c r i m e n o s i m p l e d e l i t o . "

Ejemplo: El autor del crimen o simple delito merece pena de muerte


¿cuál será la de los encubridores en este caso? Presidio o reclusión
mayores en grado mínimo (De 5 años i un dia a 10 años).
El autor merece relegación perpetua ¿cuál será la de los reos a que
se refiere este artículo?
., Relegación menor, en grado máximo (De 3 años i un dia a 5 años).
El autor merece confinamiento o estrañamiento mayor en su grado
máximo ¿cuál será la pena de los encubridores de tentativa de crimen
o de simple delito? Confinamiento o estrañamiento menor en grado
medio (De 5<11 dias a 3 años).
Según la regla del señor Pacheco a los penados en este artículo, les
correspondería el núm. 8, porque se bajan cuatro grados de la base 12
que ha establecido para el autor i que es el punto de partida en todo caso.

A r t . 55.

« L a s d i s p o s i c i o n e s j e n e r a l e s c o n t e n i d a s e n los c u a t r o ,
artículos p r e c e d e n t e s i k t t i e n e n l u g a r e n los casos en
q u e el d e l i t o f r u s t r a d o , la t e n t a t i v a , la c o m p l i c i d a d o
el e n c u b r i m i e n t o se b a i l a n e s p e c i a l m e n t e p e n a d o s p o r
la leí.»

Esta regia es para los casos de escepcion que en ciertos delitos


establece el Código i que iremos viendo mas adelante.
Así por ejemplo, en el delito de violacion, según ya lo hemos dicho,
el art. 3G2 establece que debe considerarse consumado desde que hai
principio de ejecución. La pena será entonces de presidio menor en
su grado máximo a presidio mayor en su grado medio (De 5 años a 10
años i 1 dia i las accesorias que lleva consigo).
El cómplice, siendo empleado público i que violare la neutralidad
de la República comerciando con los belijerantes en artículos declarados
212 código penai,

de contrabando de guerra, según el art. 115, será castigado con presidio


menor en su grado máximo (De 8 anos 1 dia a 5 años i los accesorios
de esta pena).
La tentativa de robo acompañada de algunos de los delitos espre-
sados en el art. 433, será penada, según el precepto del art. 437, como
el robo consumado.
Según el art. 454, es castigado como encubridor de robo o hurto de
una cosa al que la compra o reciba a cualquier título, sabiendo su
oríjen o no pudiendo ménos de conocerlo.

A r t . 56.

«Las p e n a s divisibles constan de tres grados, mínimo,


medio i m á x i m o , c n y a estension se d e t e r m i n a en la
siguiente:
LIBRO I.-—TÍTULO III. 213

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» T-.
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214 código penai,

Ya sabemos lo qué es pena divisible i la que no lo es. A esta última


clase pertenecen la de muerte i las perpetuas.
La pena temporal es, por consiguiente, la única divisible i p a r a su
aplicación se ha convenido en dividirla en tres grados en la forma
que espresa la tabla que antecede i cada grado comprende el tiempo
que allí se indica.

explicacion j e n e r a l a los artículos 50, 51, 52, 5 3 i 54.

Como un resumen del testo i de las esplicaciones de los artículos


citados, damos el siguiente cuadro que presenta de. un golpe de vista la
teoría de esos artículos i sirve a la vez de ausiliar poderoso de la
memoria.

c
F A .1
T A.. C..., .2
A..... C.. E,... ....3
C..... E.. 4
E.. ...5

Las letras T, F, C, señalan las tres escalas del delito: tentativa de


crimen o simple delito; crimen o simple delito frustrado, i delito
consumado. Para ' cada una de ellas puede haber autor, cómplice i
encubridor, señalados con las letras A, C, E, en el cuadro, i lás penas que
llevan consigo son comunes en dos o en las tres escalas, cambiando solo,
la mayor o menor participación en el delito.
Solo el autor de delito consumado i el encubridor de tentativa de
crimen o simple delito son únicos en la pona, como lo manifiestan las
líneas 1.a i 5.a, de conformidad con los artículos 50 i 54. Todos los
demás tienen una pena que es común con la de algún delincuente de
las otras escalas: así vemos en la 2." línea que el autor de crimen o
simple delito frustrado tiene la misma pena que el cómplice de delito
consumado (art. 51); en la 3.a sucede igual cosa, respecto del. autor de
tentativa, del cómplice de crimen o simple delito frustrado i del encu-
bridor de delito consumado (art. 52); i en fin, en la 4.a, se equipara al
cómplice de tentativa con el .encubridor de crimen o simple cielito
frustrado (art. 53).
libro i.-—título iii. 215

El autor de delito consumado es él que sirve de tipo para fijar la


pena a los demás delincuentes, i por eso el art. 50 dispone que a él se
le aplique la pena que la lei señala i, por lo tanto, aparece en la 1 .'a
línea del cuadro, que antecede.'
Los autores de crimen o simple delito frustrado i los encubridores
de delito consumado, siguen en orden a la pena en la-2." línea, i la
razón es porque tienen un grado monos.
Los que ocupan la 3.a línea merecen una pena inferior en dos grados
a los autores de delito consumado.
Los que están en la 4.a línea merecen una pana inferior en tres gra-
dos a la de los autores.
Los de la 5.a línea están en cuatro grados ménos.
Resumiendo lo anterior, tenemos que para conocerla responsabilidad
criminal de un delincuente no hai mas que fijarse en qué línea del
cuadro se encuentra con respecto al autor o sea a la 1.a línea. Así por
ejemplo, el cómplice de tentativa que está en la 4.a linea, merece una
pena inferior en tres grados al autor de delito consumado; dos grados
ménos el cómplice de delito frustrado, etc., etc. "

A r t 57.

«Cada grado de una pena divisib'le constituye pena


distinta."

Esta es una deducción lójica de la división que ha hecho el art. 50


de las penas divisibles. ¿Para qué las dividiría en grados si cada uno
de ellos no sirviera para formar una pena distinta? Por eso cada
grado pena un delito, según la major o menor gravedad del mal que
se trate de castigar.
La bondad de las penas divisibles está en que puedan subdividirse
para atender con cada una de sus divisiones a penar delitos i para
buscar a cada infracción una pena proporcional i esto es lo que se ha
querido encontrar en la división que se ha establecido en esta clase de
penas. Si este sistema no es la última palabra en materia criminal, no
as tampoco de los últimos i por eso ha sido aceptado en la formacion
de este Código.
216 código penai,

Abt. 58.

" E n los casos en que la lei señala una pena com-


puesta de dos o mas distintas, cada una de éstas forma
un grado de penalidad, la mas leve de ellas el míni-
mo i la mas g r a v e el máximo."

Hai cielitos , a los cuales la lei les impone un grado de una pena i
otro u otros de otra, sin embargo, cada uno de estos grados solo forma
un grado de pena, o mas claro, todos ellos vienen a servir únicamente
para castigar un delito. Así, por ejemplo, el art. 231 castiga con la pena
de suspensión en su grado mínimo a inhabilitación especial perpetua
para el cargo o profesión al abogado o procurador que, con abuso mali-
cioso de su oficio,'perjudicare a su cliente o descubriere sus secretos. La
suspensión i la inhabilitación son dos penas distintas i sin embargo,
se toman como si fueran grados de una misma pena, en que el máximo
es la inhabilitación especial perpetua i el mínimo la suspensión. El
juez, según las circunstancias i criminalidad, aplicará la pena ya en
el grado mínimo o en el máximo, porque la lei le faculta para recorrer
esa escala, según lo crea conveniente i de estricta justicia.

Art. 59.

" P a r a determinar las penas que deben imponerse


s e g ú n los arts. 51, 52, 53 i 54: 1.° a los autores de cri-
men o simple delito frustrado; 2.° a los autores de
tentativa de crimen o simple delito, cómplices de cri-
men o simple "delito frustrado i encubridores de crimen
o simple delito consumado; 3.° a los cómplices de
tentativa de crimen o simple delito i encubridores de
crimen o simple delito frustrado, i 4.° a los encubrido-
r e s ' d e tentativa de crimen o simple delito, el tribunal
tomará por base las siguientes escalas graduales:
libro i.-—título iii. 217

escala núm. 1.
Grados.
1.°—Muerte.
2.°—Presidio o reclusión perpétuos.
3.°—Presidio o reclusión mayores en sus grados máximos.
4.° Id. id. id. id. medios.
5.° Id. id. id. id. mínimos.
6.°—Presidio o reclusión menores id. máximos.
7.° Id. id. id. id. medios.
8.° Id. id. id. id. mínimos.
9.°—Prisión en su grado máximo.
10.» Id. id. medio.
11.° Id. id. mínimo.

escala- núm. 2.
Grados.
1.°—Relegación perpetua.
2.°—Relegación mayor en su grado máximo.
3.° Id. id. id. medio.
4.» Id. id. id. mínimo.
5.°—Relegación menor id. máximo.
, 6.° Id. id. id. medio.
7.° Id. id. id. mínimo.
8.°—Destierro id. máximo.
9.° Id. id. medio.
10.° Id. id. mínimo.

escala núm. 3.
Grados
1.°- •Confinamiento o estragamiento mayores en sus grados máximos
2.° Trl
Id. Irl
id. 1/
1
id. ifl mp/lnno
id. medios.
3.° Id. id. id. id. mínimos.
—iConfinamiento o estrañamiento menores id. máximos.
5.° Id. id. id. id. medios.
6.° Id. icj. id. id. mínimos.
7.°- Destierro en.su grado máximo .
8.° Id. id. medio,
9.° Id. id. mínimo.
218 códigopenai,

escala núm. 4.
Grados.
1.°—Inhabilitación absoluta perpetua.
2.°—Inhabilitación absoluta temporal eñ.su grado máximo.
3.° Id. id. id. id. medio.
4.° Id. . id. id. id. mínimo.
5.°—Suspensión id. máximo.
G.° Id. id. medio.
7.° Id. id. mínimo.

escala' núm. 5.
Orados.
1.°—Inhabilitación especial perpetua.
2.°—Inhabilitación especial temporal en su grado máximo.
3.° Id. id. id. id. medio.
4.° Id. id. id. id. mínimo. ;
5."—Suspensión id. máximo.
fi.° Id. id. medio.
7.° Id. id. mínimo.»

Estas escalas sirven para la aplicación de los arts. 51 al 54 inclusive.


Ellas facilitan la manera de encontrar las penas que corresponden al
cómplice, al encubridor; al autor, cómplice o encubridor de crimen o
simple delito frustrado; al autor, cómplice o encubridor de tentativa,
siempre que se sepa la pena del autor principal i que es el punto de
partida en cada una de las cinco escalas.
No estará de mas agregar que hai un error al principio del art. 59
donde dice: «1.° a los autores de crimen o simple delito frustrado,»
pues a continuación lia debido el testo agregar: ni'a los cómplices de
crimen o simple delito consumado.» I tan cierto es esto que, correspon-
diendo está enunciación al art. 51, se ve que ella no se ha tomado tal
como allí se encuentra.
El art. 21 nos da la escala jeneral de las penas i el presente nos
manifiesta el cuadro de las graduales. Estas escalas, como lo hemos visto,
son cinco: ellas se diferencian bien unas de otras i no dejan ningún
vacío en cuanto lo permite el catálogo jeneral de las penas del art. 21,
que es la base de estas escalas.
216
libbo i.—título iii.

Las ideas dominantes de la l. n escala son, ademas de la privación de


la vida en el caso que se imponga, la privación también de la libertad
en toda la escala, la sujeción a trabajos duros i penosos i por fin, el
deseo de quitar al delincuente la posibilidad de dañar. A lo primero
tiende la prisión i a lo segundo la reclusión: lo primero se aplica a los
criminales mas depravados, ya por la villanía que llevan en sí mismos los
delitos que cometieron, ya por la alarma producida en el orden social;
lo segundo a aquellos criminales desgraciados, por decirlo así, que
fueron arrastrados al delito por pasiones del momento.
Las 2." i 3.a escalas se componen de penas que tienen por objeto
alejar al delincuente del lugar donde cometió el delito. Se aplican a
hechos para cuya perpetración es necesaria la permanencia en el terri-
torio en que se cometen, como son los reos ele delitos políticos.
Las 4. a i 5.a escalas, se componen de penas que afectan a la posesion
i a la capacidad para ejercer cargos públicos i derechos políticos i se
imponen a los delitos políticos para privar del mando o influencias del
que ha podido cometerlos, o bien a los reos comunes para segregar de
los cargos públicos a los que se hagan indignos de ejercerlos.

ART. 60.

« L a m u l t a s e c o n s i d e r a c o m o la p e n a inmediatamen-
t e i n f e r i o r a la ú l t i m a en todas las escalas graduales.
P a r a fijar s u c u a n t í a r e s p e c t i v a se a d o p t a r á , la b a s e
e s t a b l e c i d a e n el art. 25, i e n c u a n t o a s u aplicación a
c a d a c a s o e s p e c i a l s e o b s e r v a r á lo q u e p r e s c r i b e el
a r t . 70.
E l p r o d u c t o d e l a s m u l t a s se a p l i c a r á a f o n d o s m u n i -
cipales del d e p a r t a m e n t o o territorio municipal donde
se c o m e t i ó el d e l i t o q u e s e c a s t i g a . Si u n r e o e s c o n -
denado por dos o m a s delitos cometidos ern d i v e r s o s
t e r r i t o r i o s m u n i c i p a l e s , la m u l t a se d i v i d i r á p o r i g u a l e s
partes entre las municipalidades respectivas.»

Entre todas las escalas graduales de penas, la multa hace que se


preste a ser Ja inmediatamente inferior a la última i esto resulta de
220 código penai,

ser ella divisible hasta el último grado de pona. Ella se aplica en los
delitos i en las faltas, i sus beneficios no pueden ser negados en razón
a que..su flexibilidad es apropósito en muchos casos en que ella basta
para la represión de hechos ya de carácter un tanto graves como mui
leves.
La cuantía de la multa,' como ya lo hemos dicho al esplicar el
arb. 25, tratándose de crímenes, no podrá exceder de cinco mil pesos, ni
de mil en los simples delitos i de cien en las faltas.
En la aplicación de las multas, el tribunal podrá recorrer toda la -
estension en que la leí le permita imponerlas, consultando para deter-
minar su cuantía en cada caso que ocurra, 110 solo las circunstancias
atenuantes i agravantes de que esté revestido el hecho que se trata de
penar, sino principalmente el caudal o facultades del culpable.
Esta latitud, o mas bien dicho, esta facultad discrecional que se deja
al juez para fijar el monto de esta pena, es porque para su exacta im-
posición, no se pueden dictar reglas, desde que diez pesos pueden ser para
un pobre un sacrificio i una pena dura, cuando tals'ez cien no causarían
igual gravámen a un hombre de recursos i en tal caso se obtiene el
resultado que se desea, es decir, que el mal de la pena sea proporcionado
i que obtenga el fin que se busca, cual es el castigo, i ello se alcanza
de las dos maneras.
No debe aquí olvidarse lo que hemos dicho al tratar del art. á9
respecto cómo debe procederse cuando el sentenciado 110 tuviere bienes
como satisfacer la multa i la sustitución que de ella debe hacerse por
reclusión, regulándose a razón de un día por cada peso, sin que ella
pueda en ningún caso exceder de dos años.
Ahora ¿adonde ingresa el producto de las multas? El artículo dice
que a fondos municipales del departamento o territorio municipal
donde se cometió el delito que se castiga i que, cuando el reo es conde-
nado por dos o mas delitos cometidos en diversos territorios municipa-
les, la multa resultado de esos delitos, se dividirá por iguales partes
entre las respectivas municipalidades.
La razón de esta disposición es obvia: desde que las municipalidades
son las que con sus recursos sostienen a los presos i pagan a los encargados
de su custodia, ínter se les tiene en la cárcel i hai fallos i en ellas se
cumplen las penas leves, es justo entonces que las multas aumenten
sus fondos i ayuden siquiera en parte a estos crecidos gastos.
Sobre este particular se dictó un decreto que lleva fecha 11 de octubre
de 1878, i que nosotros insertamos al fin de esta obra.
llfero i . — t í t u l o iii. 221

Art. 61.

«La designación de las penas que corresponde


aplicar en los diversos casos a que se refiere el art. 59,
se liará con sujeción a las siguientes reglas:
1.a Si la pena señalada al delito es una indivisible o
u n solo grado dé otra divisible, corresponde a los
autores de crimen o simple delito frustrado i a los
cómplices de crimen o simple delito consumado la
inmediatamente inferior en grado.
P a r a determinar las que deben aplicarse a los demás
responsables relacionados en el art 59, se b a j a r á
sucesivamente u n grado en la escala correspondiente
respecto de los comprendidos en cada uno de sus
números, siguiendo el órden que en ese artículo se
establece.
2.a Cuando la pena que se señala al delito consta de
dos o mas grados, sea que los compongan dos penas
indivisibles, diversos grados de penas divisibles o bien
una o dos indivisibles i uno o mas grados de otra
divisible, a los autores de crimen o simple delito
frustrado i a los cómplices de crimen o simple delito
consumado corresponde la inmediatamente inferior en
grado al mínimo de los designados por la lei.
P a r a determinar las que deben aplicarse a los demás
responsables'se observará lo prescrito en la regla
anterior.
3.a Si se designan para un delito penas alternativas,
sea que se bailen comprendidas en la misma escala o
en dos o mas distintas, no estará obligado el tribunal
a imponer a todos los responsables las de la misma
naturaleza.
222 código penai,

4. a C u a n d o se señalan al delito copulativamente


p e n a s c o m p r e n d i d a s e n d i s t i n t a s e s c a l a s o se a g r e g a l a
i n u l t a a la d e la m i s m a e s c a l a , se a p l i c a r á n u n a s i o t r a s ,
c o n s u j e c i ó n a l a s r e g l a s 1. a i 2. a , a t o d o s l o s r e s p o n s a b l e s ;
pero cuando u n a de dichas penas se i m p o n e al a u t o r
de crimen o simple delito por circunstancias peculiares
a él q u e n o concurren en los demás, no se liará
estensiva a éstos.
5. a Si a l p o n e r e n p r á c t i c a l a s r e g l a s p r e c e d e n t e s n o
resultare p e n a que imponer por falta de g r a d o s inferiores
o por no ser aplicables las de inhabilitación o s u s p e n -
sión, s e i m p o n d r á s i e m p r e la m u l t a .

Esto artículo contiene cinco reglas para la cumplida aplicación de


las penas en los diversos casos a que hace referencia el art. 59.
La primera regla es de fácil aplicación. Ella dice que cuando la
pena señalada al delito es lina indivisible o un grado de otra divisible,
se debe aplicar la inmediatamente inferior en grado al áutor del crimen
o del simple delito frustrado i a los. cómplices de crimen o simple
delito consumado. De manera que esta regla coloca en igual'situación
al crimen o simple cielito frustrado i a loa cómplices de crimen o
simple delito consumado. No olvidando esta ignaldad, la aplicación
de esta, regla no puede ofrecer duda en la práctica.
En seguida agrega que para determinar la pena que corresponda a
las demás personas responsables de un cielito i a que se refiere el art -
59, se bajará un grado en la escala correspondiente, siguiendo el orden
que espresan los números del citado articulo 59; pero siempre tomando
por base la pena que le corresponda al primero.
La segunda regla dice que cuando la pena que se señala al delito
consta de dos o mas grados, sea que la compongan dos penas indivisi-
bles, diversos grados de pena divisible, o bien uno o dos indivisibles, i
uno o mas grados de otra divisible, corresponde la inmediatamente
inferior en grado al mínimo de los designados por la lei al autor de
crimen o simple delito frustrado i a los cómplices de crimen o simple
delito consumado.
LIBRO I.—TÍTULO III.

En los demás casos se observará lo prescrito en la regla anterior para


el 2.°, 3.° i 4.° caso que espresa el art; 59.
Esta regía contiene varias disposiciones en cuanto al modo como ella
se ha formado."
1.° Dos penas indivisibles, como el caso del art. 108, en que se castiga
con presidio perpètuo i muerte al culpable de hacer armas contra Chile,
siendo que la muerte i el presidio perpetuo son penas indivisibles.
2.° Diversos grados de pena divisible, como los casos de los arts.
172, 3 81, 359, 360, etc., etc. El art. 172, por ejemplo, castiga al
falsificador de bonos emitidos por el Estado, con la pena de presidio
menor en su grado máximo a presidio mayor en su grado mínimo,
siendo que el grado máximo i el grado mínimo son partes respectiva-
mente del presidio mayor i del presidio menor, que son penas mui
divisibles.
3." Una o dos penas indivisibles con un grado o mas de uno de otra
divisible. Ejemplo de esto, nos ofrecen los incisos 1.° i 2.° del art.
474.
Ahora puede ocurrir también que sea un grado de una divisible con
una indivisible, como por ejemplo, presidio o reclusión mayor en grado
máximo a presidio o reclusión perpetuos.
Dentro de esta misma regla puede presentarse el caso de dos grados
de pena divisible con una indivisible, como seria presidio mayor en
su grado medio a perpetuo.
Todas estas penas corresponden, como es natural, a los autores de
delitos consumados, castigándose con las penas de presidio o reclusión
mayores en sus grados máximos a les autores de tentativa i cómplices
de delito consumado; con las mismas penas en sus grados medios a los
autores de delito frustrado, cómplices de tentativa, etc., de que hemos
tratado en el núm. 1.° de esta regía.
Igual procedimiento se observará respecto de las otras subdivisiones
que hemos hecho de esta parte del art. 61.
La tercera regla dispone que si se designan para un delito penas
alternativas, sea que se hallen comprendidas en la misma escala o en
dos o mas distintas, el juez no estará obligado a imponer penas de una
misma naturaleza a todos los responsables de ese delito.
El art. 123 nos ofrece un ejemplo de penas alternativas. El juez en
este caso, suponiendo que los culpables sean dos, puede condenar a uno
224 OÓDIÜO PÉLULI

a reclusión menor i al otro, si le agrada, con esta misma pena o con


la de estrañamiento menor en sus grados medios.
La regla que .estudiamos faculta al tribunal para castigar con
cualesquiera de las penas que la lei le deja a su. arbitrio.
La cuarta regla establece que cuando al delito se señalan copulativa-
mente penas comprendidas en distintas escalas, o se agrega la multa a
las de la misma escala, se aplicarán unas i otras, con sujeción a las
reglas 1.a i 2.a, a todos los responsables; pero que cuando una de dichas
penas se impone al autor de crimen o simple delito por circunstancias
peculiares a él, que no concurren a los demás, no se hará estensiva a
éstos.
Esto es una repetición de lo establecido anteriormente, cuando se
dijo que las circunstancias agravantes o atenuantes son para el que las
tiene, i no perjudican ni aprovechan a los co-reos del mismo delito.
Por fin, la quinta regla preceptúa que si al poner en práctica las
cuatro regías anteriores, no resultare pena que imponer por falta de
grados inferiores o por no ser aplicables las de inhabilitación o
suspensión, como sucedería si el procesado no fuere empleado, se
impondrá entonces la multa. Esto es para que el reo no quede en
ningún caso sin pena, i alegando que el Código no las ha establecido o
no se ha colocado en esa situación, no se le considere culpable, pida
que se le declare inocente. Entonces, repetimos, tiene cabida la multa,
que es divisible hasta el estremo.
Por fin, el siguiente cuadro es la
LIBRO I.—TITULO III. 225

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15
226 códigopenai,

Abt 62.

«Las circunstancias atenuantes o a g r a v a n t e s se


tomarán en consideración para disminuir o aumentar
la pena en los casos i conforme a las reglas que se
prescriben en los artículos siguientes.))

En los artículos anteriores hemos establecido la rebaja que debe


hacerse en las penas cuando ademas del delincuente principal hai
autores de crímenes o de delitos frustrados; cómplices de delito consu-
mado o encubrimiento de crimen, tomando siempre por punto de
partida la pena que correspondía al autor del delito.
Ahora vamos a estudiar las reglas para la aplicación de las penas en
consideración a las circunstancias atenuantes o agravantes que se
presenten, pero sin salir de la pena. Aquí se discurre dentro de un
solo grado; de un castigo de los de la escala, de una penalidad ya
simple o compuesta de las indicadas por la lei; pero de una sola,
única i sin relación con las demás. Por esto se ve que si hai circuns-
tancias agravantes en un crimen o delito, podremos subir al punto mas
alto que en la escala correspondiente se señala a ese delito, o bajar
hasta el comienzo de la pena, si hubiesen circunstancias atenuantes,
i sin que las agravaciones o atenuaciones nos hagan salir de la pena.
Nuestras antiguas leyes, i principalmente la 8.a tít. 31, part. 7.a,
dejaban al arbitrio del juez la aplicación de la mayor o menor esten-
sion o tiempo de una pena, según las circunstancias atenuantes o
agravantes que concurriesen, i le daban aun la facultad de aplicar una
pena superior a la señalada al delito.
La lejislacion inglesa no deja nada al arbitrio del juez, pues señala
penas especiales para cuando concurran circunstancias como las de que
nos estamos ocupando.
El Código del Brasil establece tres grados en cada pena para gra-
duar estos casos, i el Código francés solo da reglas fijas para minorar la
pena cuando concurren circunstancias atenuantes.
Nuestro Código aventaja a las lejislaciones citadas, porque en esta
parte establece reglas llenas de justicia i equidad, como son las que
vamos a estudiar.
libbo 1.—título iii. 227

ART 63.

« N o p r o d u c e n e l e f e c t o d e a u m e n t a r la p e n a las
circunstancias a g r a v a n t e s q u e p o r sí m i s m a s c o n s t i t u -
y e n u n d e l i t o e s p e c i a l m e n t e p e n a d o p o r la lei, o q u e
é s t a h a y a e s p r e s a d o al d e s c r i b i r l o i p e n a r l o .
T a m p o c o lo p r o d u c e n a q u e l l a s c i r c u n s t a n c i a s a g r a -
vantes de tal manera i n h e r e n t e s al d e l i t o q u e s i n la
concurrencia de ellas no p u e d e cometerse.»

Este articulo viene a disipar toda duda que pudiera presentársenos .


en la aplicación de las penas. Por eso establece de un modo claro que
cuando los accidentes de un delito lo constituyen en otro, ya no es el
primer delito con circunstancias agravantes, sino que hai dos delitos
distintos, porque estas circunstancias han formado un nuevo hecho
criminal i ellas dejan de ser accidentes del otro.
Por ejemplo, Pedro resuelve dar una puñalada a Juan; pero no
puede hacerlo porque no sale a la calle i en tal situación le incendia la
casa para obligarlo a salir i así logra su objeto. Aquí el incendio no es
causa agravante del delito de heridas, sino que hai dos delitos distintos -
que es preciso castigar por separado—el de heridas i el de incendio.
Por eso no deben olvidarse las circunstancias agravantes que indican
los arts. 12 i 13, 120, núm. 3.° del 296, 366, inciso final del 436 i
otras que se enumerarán a medida que las vayamos encontrando en
este estudio.
Mas cuando la lei considera que no hai un delito por separado i que
el que creemos tal, es considerado por la misma como agravante del
otro, no podremos entonces hacer separación alguna, i por eso se requie-
re para que encontremos delito en una circunstancia agravante, que el
Código lo ^esprese al describirlo como otro delito i le haya señalado
pena especial.
Las circunstancias agravantes que son inherentes al delito i sin las
cuales no se puede realizar, tampoco aumentan las penas, como por
ejemplo, la premeditación en el delito de conspiración, las de ser el
ofendido ascendiente o descendiente, cónyuje del ofensor, respecto del
228 códigopenai,

cielito parricidio; pues este delito no puede existir sin esta circunstan-
cia i la lei al fijar la pena ya se hizo cargo de tales relaciones i por
eso estableció la que creyó proporcional dadas estas relaciones inheren-
tes al hecho que penaba.
Ejemplo de este caso nos ofrecen también los arts. 193, 263, 391
(parricidio) 408, 418 i 433.

á r t . 64.

«Las circunstancias atenuantes o agravantes que


c o n s i s t a n e n la disposición moral del delincuente, en
sus relaciones p a r t i c u l a r e s c o n el o f e n d i d o o e n o t r a
causa personal, servirán para atenuar o agravar la
r e s p o n s a b i l i d a d d e solo a q u e l l o s a u t o r e s , cómplices o
encubridores en quienes concurran.
L a s q u e c o n s i s t a n e n la e j e c u c i ó n m a t e r i a l d e l h e c h o
o en los medios empleados para realizarlo, servirán
p a r a a t e n u a r o a g r a v a r la r e s p o n s a b i l i d a d únicamente
d e l o s q u e t u v i e r e n c o n o c i m i e n t o d e e l l a s á n t e s o e n el
m o m e n t o d e la a c c i ó n o d e s u cooperacion para el
delito.»

Este artículo se compone de dos partes: La primera se coloca en tres


casos i son: 1.° que las circunstancias agravantes o atenuantes que
consistan en la disposición moral del delincuente, servirán para agravar
o atenuar la responsabilidad de él solo, o mas claro, aprovechan a él i no
a los otros, ya sean también como él autores de delito, cómplices o en-
cubridores.
Seria ejemplo de esto ser el reo menor de dieziocho años de edad,
loco o demente o que obrase por motivos tan poderosos que natural-
mente hayan producido arrebato i obcecación. En estos casos estas
circunstancias no servirán para, atenuar la pena a los demás cul-
pables en quienes ellas no concurran, sino solo i esclusivamente en el
reo que es menor de edad, que sea loco o clemente. El 2.° caso es que
tampoco sirven para agravar o atenuar la responsabilidad las circuns-
tancias agravantes o atenuantes que consistan en las relaciones particu-
libro i.-—título iii. 229

lares del delincuente con el ofendido, de los co-autores, cómplices o


encubridores en, quienes ellas no concurran; v. gr. el delincuente es
ascendiente, cónyuje o hermano del ofendido. Ellas producirán el
efecto de aumentar la pena respecto de aquel en quien concurran i no
en los que no tienen parentesco alguno con el ofendido.
Por fin, igual suerte corren las circunstancias que consistan en otra
causa personal. Por ejemplo, ser el delincuente reincidente en el mis-
mo delito, haber sido provocado, prevalerse del carácter público o
recibir recompensa por ejecutar el delito. En este caso la pena se agra-
va o atenúa solo respecto de aquel en quien concurran los motivos de
agravación o atenuación. De este modo queda establecido que un hecho
punible ejecutado por várias personas, puede no ser el mismo para to-
das ellas i recibir, por lo tanto, distinta pena cada uno de los que con-
currieron a su ejecución.
La segunda parte de este artículo tiende a dejar sentado el principio
de que a nadie debe penarse sino por el grado de culpabilidad que eu
él concurra. Así por ejemplo, si se ha llevado a efecto un delito entre
varios individuos i uno de ellos recibió premio por cometerlo o aumentó
deliberadamente el mal del delito, o bien lo ejecutó con alevosía, i los
otros ignoraban esta circunstancia, es evidente que la pena no se agra-
vará para éstos, sino solamente en el que tuvo conocimiento ántes o en
el momento de la acción de ese hecho. Sin conocimiento no puede haber
intención i, por consiguiente, ese grado mas de culpabilidad es preci-
samente el caso a que se refiere este inciso.

AET. 65.

((Cuando la leí señala una sola pena indivisible, la


ajilicaráel tribunal sin consideración a las circunstancias
a g r a v a n t e s que concurran en el liecho. Pero si liai dos
o mas circunstancias atenuantes o una mui calificada i
no concurre n i n g u n a agravante, podrá aplicar la pena
inmediatamente inferior en grado.))

La primera parte de este artículo parece dura a primera vista, porque


se desentiende por completo de los principios jenerales relativos a
230 códigopenai,

minorar la pena criando en el delito concurran circunstancias atenuan-


tes que disminuyan el grado de culpabilidad, al parecer olvidando la
proporcionalidad que siempre debe existir entre el delito i la pena. Mas
si recordamos que los delitos a que nuestro Código impone penas
indivisibles son aquellos que revelan gran perversidad en el autor i que
ni el concur-so de circunstancias atenuantes bastan a disminuir esa
criminalidad, se verá entonces la justicia de esta prescripción que, a la
simple vista, puede parecer dura i poco equitativa.
La tentativa para destruir la independencia o la integridad del
Estado, el concierto con una potencia estranjera para que se nos declare
la guerra i haberse declarado en efecto, el parricidio i otros delitos,
tan graves como éstos, i que se castigan con pena indivisible, no son
dignos de que se tomen en consideración las circunstancias atenuantes
que puedan existir en pro del reo.
Empero, cuando en un hecho de esta gravedad, aparezcan dos o mas
circunstancias atenuantes o una mui calificada, como lo seria que el
reo, no habiendo prueba para convencerlo, confesase espontáneamente
su delito, i no se presentase ninguna circunstancia agravante en su con-
tra, el tribunal podrá, en este caso, aplicarle la pena inmediatamente
inferior en grado.
Esta es, pues, una escepcion a la regla que consagra el articulo en su
primera parte i que viene a suavizar la dureza que haoiamos notar poco
ántes.

A r t . 66.

« S i la l e i s e ñ a l a u n a p e n a c o m p u e s t a d e d o s i n d i v i -
s i b l e s i n o a c o m p a ñ a n al h e c h o c i r c u n s t a n c i a s a t e n u a n -
tes ni agravantes, puede el t r i b u n a l imponerla en
cualquiera de sus grados.
C u a n d o solo c o n c u r r e a l g u n a c i r c u n s t a n c i a a t e n u a n t e ,
d e b e a p l i c a r l a eii s u g r a d o m í n i m o , i si h a b i e n d o una
circunstancia agravante, no concurre ninguna atenuan-
t e , la i m p o n d r á e n s u g r a d o m á x i m o .
Siendo dos o m a s las circunstancias a t e n u a n t e s sin
que concurra ninguna agravante, podrá imponer la
p e n a i n f e r i o r e n u n o o d o s g r a d o s al m í n i m o d e l o s
libbo i.—título iii. 231

s e ñ a l a d o s p o r la lei, s e g ú n s e a el n ú m e r o i e n t i d a d d e
dichas circunstancias.
Si c o n c u r r i e r e n c i r c u n s t a n c i a s a t e n u a n t e s i a g r a v a n -
t e s , l a s c o m p e n s a r á r a c i o n a l m e n t e el t r i b u n a l p a r a la
a p l i c a c i ó n d e la p e n a , g r a d u a n d o el v a l o r d e u n a s i
otras.»

Si un delincuente merece ser castigado con una pena compuesta de


dos indivisibles, como por ejemplo, presidio perpetuo a muerte, que es
el caso del art. 108, i no hai en su favor ni circunstancias atenuantes
ni agravantes, el tribunal podrá castigarlo con cualesquiera de estas
penas. Mas si en el hecho concurre una circunstancia atenuante, debe
aplicar la pena en su grado mínimo. Ahora por la inversa, si aparece
una circunstancia agravante i ninguna atenuante, le impondrá la pena
en el grado máximo.
Concurriendo en el hecho dos o mas circunstancias atenuantes i
ninguna agravante, puede el tribunal imponer la pena inferior en uno
o dos grados al mínimo de los señalados por la lei, según el número e
identidad de dichas circunstancias.
Por fin, concurriendo circunstancias atenuantes i agravantes, se
establecerá una compensación racional en la aplicación de la pena,
graduando el valor de unas i otras.
Este artículo es fácil i solo notamos que la facultad que deja al juez
para aplicar la pena, apreciando las circunstancias que favorezcan o
perjudiquen al reo, i la de establecer una compensación racional en
igualdad de circunstancias, es el resultado lójico de la division de las
penas en grados, puesto que la lei no ha podido colocarse en todos los
casos i prever cómo se puedan presentar para decir con fijeza—a tal
delito, tal pena.

Akt. 67.

« G u a n d o la p e n a s e ñ a l a d a al d e l i t o e s u n grado de
una divisible i no concurren circunstancias atenuantes
n i a g r a v a n t e s e n el h e c h o , el t r i b u n a l p u e d e recorrer
t o d a s u e s t e n s i o n al a p l i c a r l a .
232 códigopenai,

Si concurre solo una circunstancia atenuante o solo


una agravante, la aplicará en el primer caso en su mí-
nimum i en el segundo en su m á x i m u m .
Para determinar en tales casos el mínimum i el
máximum de la pena, se divide por mitad el período de
su duración: la mas alta de estas partes formará el
máximum i la mas b a j a el mínimum.
Siendo dos o mas las circunstancias atenuantes i no
habiendo n i n g u n a agravante, podrá el tribunal impo-
ner la inferior en uno o dos grados, según sea el núme-
ro i entidad de dichas circunstancias.
Si hai dos o mas circunstancias agravantes i n i n g u n a
atenuante, puede aplicar la pena superior en u n grado.
E n el caso de concurrir circunstancias atenuantes i
agravantes, se h a r á su compensación racional para la
aplicación de la pena, g r a d u a n d o el valor de unas i
otras.»

En este artículo es donde mas se conoce el carácter distintivo de


nuestro Código Penal. En efecto, su sistema consiste en determinar la
pena al delito lo mas precisa posible a fin de impedir la arbitrariedad
judicial i hacer que el procesado tenga toda clase de garantías; por eso
establece casi siempre dos o mas penas para cada delito, o bien una
sola, pero divisible evitando de este modo que por su inflexibilidad
sea tiránica i contraria a la racional discreción que al juez debe darse
para que pueda en todos los casos proporcionarla al delito que va a
castigar: lié aquí por que le marca una escala que puede recorrer con
el objeto de aumentar o disminuir el castigo, según las circunstancias
con que se encuentre revestido el hecho criminoso que debe correjir
por la imposición de la pena.
Es por 'esto que el presente artículo establece: 1.° que cuando la
pena señalada al delito es un grado de una divisible, presidio en su
grado máximo, que abraza de 3 años i un día a 5 años, i no concurren
circunstancias atenuantes ni agravantes en favor del reo, el juez
libro i.-—título iii. 233

puede recorrer toda su esfcension i aplicarla dentro de ese límite; 2.° si,
por el contrario, concurre solo una circunstancia atenuante o solo una
agravante, en el primer caso la aplicará en su mínimum i en este últi-
mo en su máximum.
Mas esto ¿querrá decir que en el primer caso condene al reo a 3
años i un dia, i en el segundo a 5 años, como parece entenderse del
tenor literal de esta disposición? Es evidente que nó i por eso se ha
dado en el mismo artículo la regla a que obedece ese máximum i ese
mínimum, estableciendo que se divida por mitad el período de la
duración de la pena i que la mas alta de estas partes forme el máxi-
mum i la mas baja el mínimum. Por ejemplo, la pena dentro del
grado que hemos indicado ántes es de 5 años, dividida por mitad resul-
tarían 2 años i medio. Será esto lo que se quiere que haga este precepto?
Respondemos que nó. Lo que se debe dividir es el período que hai del
mínimum al máximum. Si el mínimum en el caso propuesto es 3 años,
para llegar al máximum hai 2 años. Estos 2 años se dividen por mitad
i resulta que al mínimum se le agrega 1 año i entonces es de 4 años,
i el máximum seria 6 años; pero como no podemos salir del grado, se
perderá ese año i el máximum quedará entonces como ántes de 5
años. .
Pondremos otro ejemplo para grabar mas el método que debe
observarse a este respecto.
La pena es ahora presidio mayor en grado mínimo, que corresponde
de 5 años i un dia a 10 años: ¿cuál es el mínimo i cuál es el máximo,
en este caso?—Loque hai aquí que dividir es el período de 5 años que
existe entre el mínimo i el máximo.
El mínimo es cinco: lo que se divide también es cinco.
La mitad de esto, o sea 2 años i medio, se agrega a cinco i entonces
tendremos 7. años i medio, que forman el período mas bajo, o sea el
mínimo que buscamos. El mas alto seria 12 años, i medio, formado de -
diez mas los dos i medio años, mitad de cinco que dividimos ántes; pero
como no podemos pasar del límite que nos fija el grado, que es diez,
se desperdicia el resto i así habremos encontrado el máximo.
La regla que estudiamos ha sido mui criticada por su oscuridad;
porque sin haber oido a los Redactores del Código, no se ha podido co-
nocer cuál era la interpretación de ella i la mente que tuvieron en' vista
para establecerla. Mas creemos que con la anterior esplicacion se podrá
aplicar sin dificultad en los casos que ocurran análogos a los presentes.
234 códigopenai,

En el 3.er caso, cuando concurren dos o mas circunstancias atenuan-


tes i no hai ninguna agravante ¿qué hará el juez entonces? Deberá
imponer la pena inferior en uno o dos grados, según sea el número i
entidad de dichas circunstancias. Esto quiere decir, en resumen, que no
habiendo circunstancias agravantes en un delito, se bajarán uno o dos
grados de la pena que merecería el reo, según cuantas sean las circuns-
tancias atenuantes i la importancia de ellas.
En el 4.° caso, la inversa del anterior: hai por ejemplo, dos circuns-
tancias agravantes i ninguna atenuante ¿qué hará el juez entonces?
Aplicará la pena superior en un grado.
El ñ.° caso es sencillísimo: por él queda el juez facultado para
compensar las circunstancias atenuantes i agravantes siendo igual el
número de unas i otras i su valor. Entonces la pena se aplica al reo
prescindiéndose por completo de lo que le favorece i perjudica. Se
castiga el delito por la pena señalada a él i nada mas.

A r t . 68.

((Cuando la pena señalada por la lei consta de dos o


mas grados, bien sea que los formen una o dos penas
indivisibles i uno o mas grados de otra divisible, o
diversos grados de penas divisibles, el t r i b u n a l al
aplicarla podrá recorrer toda su estension, sino concu-
r r e n en el hecho circunstancias atenuantes ni agravan-
tes.
Habiendo una sola circunstancia atenuante o una
sola circunstancia agravante, no aplicará en el primer
caso el grado máximo ni en el segundo el mínimo.
Si son dos o mas las circunstancias atenuantes i no
hai n i n g u n a agravante, el tribunal p o d r á imponer la
pena inferior en uno, dos o tres grados al mínimo, de
los señalados por la lei, según sea el número i entidad
de dichas circunstancias.
Cuando, no concurriendo circunstancias atenuantes,
hai dos o mas agravantes, podrá imponer la inmedia-
libro i.-—título iii. 235

t a m e n t e s u p e r i o r e n g r a d o al m á x i m o d e los d e s i g n a -
d o s p o r l a lei. Si el g r a d o m á x i m o de los d e s i g n a d o s
lo f o r m a r e e n t a l c a s o l a p e n a d e m u e r t e , se a p l i c a r á
ésta precisamente.
Concurriendo circunstancias atenuantes i agravantes,
s e o b s e r v a r á lo p r e s c r i t o en los artículos anteriores
para casos análogos.»

Este artículo obedece al mismo sistema anterior de precisar la pena


en todos los casos posibles.
Se contienen en él cinco reglas:
1.a—El juez podrá recorrer toda la estension de una pena al hacer
su aplicación cuando no concurren en el hecho circunstancias atenuan-
tes ni agravantes, aunque la pena que la lei señale para el delito cons-
te de dos o mas grados, bien sea que estos grados lo formen una o dos
penas indivisibles, i uno o mas grados de otra divisible o diversos gra-
dos de penas divisibles. Aquí pues no se atiende a los grados de una
pena, ni a si es o no divisible. En jeneral se desatiende su composicion
i se le dice al juez que, no encontrando circunstancias favorables o
adversas al reo, puede recorrer la escala en toda su estension para
penar el delito.
2.a—Pero si encuentra una sola circunstancia atenuante o una sola
circunstancia agravante, se le previene que en el primer caso no apli-
que el grado máximo ni en el segundo el mínimo. En efecto ¿poi\qué
habría de aplicar al reo la pena en su grado máximo si hai una circuns-
tancia atenuante? ¿I por qué el mínimo si hai una agravante? Esto'
chocaría con la conciencia, i hé aquí por que se deja mucho a su arbi-
trio i a su buen criterio para que la pena guarde proporcion con el
delito.
3.a—Mas, si las circunstancias atenuantes son dos o mas i no hai
ninguna agravante ¿que se hará en este caso? El juez podrá imponer
la pena inferior en uno, dos o tres grados al mínimo de los señalados
por la lei, según sea el número i entidad de las circunstancias ate-
nuantes.
Así por ejemplo, la Corte Suprema en la sentencia que bajo elnúm.
410, se publicó en la G-aceta de los Tribunales de este año, estableció
236 código penai,

lo siguiente en la causa que se siguió contra don H. H. por el homicidio


que perpetró en la persona del albañil Francisco González:
«Que resultan comprobadas las circunstancias de haber habido por
parte del inculpado provocacion suficiente, de tener una conducta
intachable, de haber procurado con celo reparar el mal causado, i de
que, pudiendo eludir la acción de la justicia huyendo u ocultándose,
se presentó al juez i confesó el delito.
«Visto el art. 3(|1, núm. 2 del Código Penal, que impone al crimen,
materia de este proceso, presidió mayor en grado mínimo a medio, i el
art. 68, inciso 3.° del mismo Código, el cual establece que si hai dos o
mas circunstancias atenuantes i ninguna agravante, puede el tribunal
imponer la pena inferior en uno, dos o tres grados al mínimo de la
señalada por la leí, según sea el número i entidad de dichas circuns-
tancias.»
De este modo el delito de homicidio se penó con tres años i un dia
de presidio menor, que, sin las circunstancias atenuantes, le habría
correspondido de 5 años i un dia a 15 años de presidio mayor.
4.11—Ahora, no concurriendo ninguna circunstancia atenuante, pero
hai dos o mas agravantes ¿que hará el juez? Esta regla le dice—que
podrá imponer la inmediatamente superior en grado al máximo de los
designados por la lei.
Pero si el grado máximo de los designados en este caso lo llegare a
formar la pena de muerte ¿qué pena se aplicará?—La de muerte preci-
samente, responde la lei.
5.a—Si hai circunstancias agravantes i atenuantes ¿qué se hará?
Compensar unas i otras én la forma que se ha dicho en los dos artícu-
los anteriores.

A r t . 69.

«Dentro de los límites de cada grado el tribunal


determinará la cuantía de la pena en atención al
número i entidad de las circunstancias atenuantes i
agravantes i a la mayor o menor estension del mal
producido por el delito.»
libro i.-—título iii. 237

Este artículo no es mas que un resumen de lo que ya se ha estable-


cido anteriormente. Tiene por base la mas exacta proporcionalidad
entre la pena i el delito, mirando, sin embargo, a la mayor o menor
gstension del mal que ba producido. Por eso le dice al juez que, , sin salir
del límite de cada grado, determine la cuantía de la pena en atención
al número i entidad de las circunstancias atenuantes o agravautes que
ocurran en el delito que se propone castigar.
En jeneral, este artículo prohibe imponer pena mayor que la señala- '
da por la lei al delito, i advierte que cuando mas el juez solo puede
avanzar hasta el grado máximo que ella le señala, sea cual fuere el
número i entidad de las circunstancias con que se presente revestido el
hecho criminal que trata de castigar, porque la pena que se ha dispues-
to para cada delito es la mayor que ha considerado qué podia imponerse.
El juez es solo para aplicar la pena: no es lejislador para' establecerla
en cada caso i, buena o mala, su deber es aplicarla como se ha san-
cionado.

AßT. 70.

«En la aplicación dé las multas el tribunal podrá


recorrer toda la estension en que la lei le permite
imponerlas, consultando p a r a determinar en cada caso
su cuantía, no solo las circunstancias atenuantes i agra-
vantes del hecho, sino principalmente el caudal o
facultades del culpable."

Apesar de que al hablar de la pena de multa, hemos avanzado algu-


, nos conceptos sobre ella, ahora diremos que por ser tan desigual, debe
observarse en su aplicación algún principio equitativo que le quite un
tanto ese carácter. Por eso se prescribe en este artículo que no se
consulte para determinar su cuantía el caudal o facultades del culpable.
De otro modo ella podrá ser un juego para el rico i un acto de opre-
sión i ruina para el pobre. No dudamos que en algunos casos el juez
se verá embarazado para su observancia, por no ser propio que entre en
averiguaciones odiosas sobre el caudal del culpable. Mas esto se subsa-
na en parte atendiendo ala renta de que disfruta, o bien que se acuda a
238 código penal

las contribuciones ya fiscales o municipales que cubra i entonces, con


estos antecedentes, tendrá una base hasta cierto punto segura para
poder juzgar de las facultades del reo.

á r t . 71.

«Cuando no concurran t o d o s los requisitos que se


exijen en el caso d e l n ú m . 8.° d e l a r t . 1 0 p a r a eximir
de responsabilidad, se observará lo d i s p u e s t o e n el
art. 490.»

El núm. 8.° del art. 10, que habla de las circunstancias que eximen
de responsabilidad criminal, dice:
«El que con ocasion de ejecutar un acto lícito, con la debida dili-
jencia, causa un mal por mero accidente.»
No existiendo este caso, no hai causa de exención de responsabilidad
criminal. Faltan algunos requisitos para establecerlo claramente, ¿cómo
calificaríamos entonces ese hecho? Este art. 71 nos dice que se esté a lo
que previene el art. 490. Luego, pues, habrá un cuasidelito i para
penarlo, se observarán las reglas que hai para el cuasidelito i, como
todavía no llegamos a esta materia, mas tarde tendremos ocasion de
ocuparnos de este punto. Nos basta establecer que si no hai escusa del
delito, se nos presenta entonces de lleno el cuasidelito.

A r t . 72.

«Al m e n o r d e diez i seis años i m a y o r d e diez, q u e


no esté exento de responsabilidad por haber declarado
e l t r i b u n a l q u e o b r ó c o n d i s c e r n i m i e n t o , s e le i m p o n d r á
una pena discrecional; pero siempre inferior en dos
g r a d o s , p o r lo m é n o s , a l m í n i m o d e l o s s e ñ a l a d o s p o r
la lei p a r a el delito d e q u e f u e r e r e s p o n s a b l e .
A l m a y o r de diez i seis a ñ o s i m e n o r de dieziocho se
aplicará siempre u n a pena inferior en uno, dos o tres
libro i.-—título iii. 239

grados al mínimo de los designados por la lei para el


delito."

Las circunstancias de la edad no están sujetas a las reglas jenerales


que poco antes hemos recorrido, i por eso nuestro Código consagra una
disposición especial en bien de los menores. Sin embargo, preciso es
recordar lo que hemos dicho a este respecto en los núms. 2.° i 3.° del
art. 10 i circunstancia 2.a del art. 11, i entonces veremos: 1.° que el
menor de 10 años está exento de responsabilidad criminal; 2.° que el
mayor de diez años i menor de 16 también lo está, a no ser que conste
que ha obrado con discernimiento; i 3.a que es circunstancia atenuante
la de ser el culpable menor de dieziocho años.
Ahora se establece que al menor de 16 años i mayor de 10 i que no
esté exento de responsabilidad por haber declarado el tribunal que obró
con discernimiento, se le castiga con pena discrecional ; pero siempre
inferior en dos grados, por lo ménos, al mínimo de los señalados por
la lei para el delito por el cual se le procesa.
Pero si el reo fuere mayor de 16 años i menor de 18, se le aplicará
siempre una pena inferior en uno, dos o tres grados al mínimo de los
designados por la lei para el delito. De manera que hai que atender a
la edad del reo, hasta los 18 años, para la imposición de la pena, sin
duda porque se ha juzgado que en esta edad es bien difícil moderar el
ardor de las pasiones i no se puede exijir cordura en los actos. Estos
principios, con poca variación, se contenían en la antigua lejislacion
española,'! hoi todos, los Códigos los aceptan con bien poca diferencia
en los períodos fijados por el nuestro.
Réstanos solo decir que la edad del reo en estos casos, debe buscarse
a la fecha en que cometió el delito i no a la épocá en que se pronuncia
la sentencia i siempre que la pena sea divisible.

Art. 73. ~

«Se aplicará asimismo la pena inferior en uno, dos o


tres grados al mínimo de los señalados por la lei, cuando
el hecho no fuere del todo escusable por falta de algu-
no de los requisitos que se exijen para eximir de
240 código penai,

responsabilidad criminal en los respectivos casos de


que trata el art.' 10, siempre que concurra el mayor
número de ellos, imponiéndola en el grado que el tri-
bunal estime correspondiente, atendido el número i
entidad de los requisitos que falten o concurran.
E s t a disposición se entiende sin perjuicio de la con-
tenida en el art. 71.»

A primera vista pudiera creerse que este artículo está eu contradic-


ción con el 71; pero esta duda desaparece si se atiende a .que dicho
artículo se refiere solo a la circunstancia 8.a del art. 10, i el 73 es
jeneral i ordena prudentemente que, cuando el hecho no fuere del todo
escusable por faltar algunos de los requisitos prescritos en los respecti-
vos casos del art. 10, se imponga la pena inferior en uno, dos o tres
grados al mínimo de los señalados por la lei al delito que se persigue;
pero si concurren la mayor parte de aquellas circunstancias, el juez
puede imponer la pena que estime correspondiente, atendiendo para
ello i en todo caso al número i entidad de los requisitos que falten o
concurran.
Lo repetimos para que no haya duda, que este artículo esceptúa el
caso 8.° del art. 10 que se rije por la regla del art. 71.

AKT. 74.

«Al culpable de dos o mas delitos se le impondrán


todas las penas correspondientes a las diversas infrac-
ciones.
E l sentenciado cumplirá todas sus condenas simul-
táneamente, siendo posible. Guando no lo fuere, o si. de
ello liubiere de resultar ilusoria alguna de las penas,
las sufrirá en órden sucesivo, principiando por las mas
graves o sea las mas altas en la escala respectiva,
escepto las de confinamiento, estrañamiento, relegación
i destierro, las cuales se ejecutarán despues de haber
libro i.-—título iii. 241

cumplido cualquiera otra pena de las comprendidas en


la escala gradual nmn. 1.))

Ya sabemos que eu materia de faltas cada una se pena por separado


una vez que se han cometido. Por eso aquí el artículo se refiere solo a
los delitos i establéce como regla jeneral que al culpable de dos o mas,
se le impondrán todas las penas correspondientes a las diversas infrac-
ciones. Siendo posible, estas condenas se cumplen simultáneamente. Si
no lo es o si de ello resultare ilusoria alguna de las penas, sufrirá las
condenas en orden sucesivo, una en pos de otra, principiando por la mas
grave o mas alta.
Hoi que existe entre nosotros la pena de azotes, se puede cumplir
ésta, las de presidio i la multa a la vez.
La palabra orden sucesivo, no quiere decir que un condenado a
seis años de presidiQ mayor por un delito, i a un año de presidio menor
por otro, se entienda que, por sufrir la primera pena, ha cumplido
simultáneamente la segunda. Léjos de eso, este artículo dice que la
primera condena, que es mas alta en la escala de penas que la otra,
debe cumplirse primero en la Penitenciaria i despues pasar al Presidio
a cumplir la segunda.
Mas cuando al reo se le imponga presidio mayor o menor en alguno
de sus grados i a la vez confinamiento estrañamiento, relegación o
destierro, deberá cumplirse primero la pena de presidio i, satisfecha ésta,
irá a cumplir cualesquiera de las otras que le hayan sido im-
puestas con la anterior. Seria ridículo que un reo saliera a cumplir la
pena de estrañamiento fuera de la Eepública, al lugar que le
agradara, i que despues quisiera voluntariamente venir a su patria a
encerrarse en una prisión por algún número de años. Esto seria burlar
tal pena, porque noliabiendo fuerza que lo obligara a volver, tendríamos
que suponer en él un gran heroísmo, que no es posible exijir humana-
mente, si regresase con el objeto indicado.
Este artículo tendrá una aplicación racional en los delitos de hurtos
reiterados por la limitación que establece el art. 451 i en otros casos
en que la pena no es mui subida para cada delito, resultando de esta
manera que un reo por varios hechos puede salir condenado a diez o
veinte años de presidio mayor. Esto se concibe i es fácil que un hombre
cumpla una condena hasta por treinta años; pero en los casos de estafa
16
242 códigopenai,

o malversación de caudales públicos, puede llegar a tanto el número de


años por lo establecido en este artículo, que mas valiera haber fij ado
presidio perpetuo cuando éstas infracciones excedieran de tal número
de veces i fuera de tanto cada estafa. I estos casos no son raros, por
desgracia. Al efecto, insertamos una sentencia al tratar del art. 233,
que fué recibida con asombro i que a la vez tenia algo de ridículo, i a
la cual nos hemos referido al hacer la historia de nuestro Código.
Estudiando ese fallo se comprenderá mejor el alcance de esta disposi-
ción i la irregularidad que hacemos notar en él por no establecer un
límite racional en la pena para esos casos.

Art. 75.

«La disposición del artículo anterior no es aplicable


en el caso de que un solo hecho constituya dos o mas
delitos, o cuando uno de ellos sea el medio necesario
para cometer el otro.
E n estos casos solo se impondrá la pena mayor
asignada al delito mas grave."

Dos casos nos ofrece este artículo: 1.° cuando un solo hecho consti-
tuye dos o mas delitos, i 2.° cuando uno de ellos sea el medio necesario
para cometer el otro.
En estos casos se impone al reo la pena mayor asignada al delito mas
grave.
Ejemplo de lo primero será la violacion de una pariente, hecho que
constituye dos delitos diferentes—violacion e incesto.—Un empleado
público que, abusando de su oficio, allana la casa de un padre de fami-
lia para llevar a efecto el rapto de su hija con miras 'deshonestas; la
falsificación de un documento de crédito con el objeto de cometer un
hurto o un engaño, en todos estos casos se encuentran dos delitos
distintos, que por la lei se castigan aplicando la pena mayor solo al mas
grave de ellos.
De aquí puede provenir una cuestión i es la siguiente: cuando en
el delito frustrado o en la tentativa se emplean medios de ejecución
que por sí solos constituyen un delito consumado, como si se cometieren
libro i.-—título iii. 243

heridas graves en un homicidio frustrado ¿deberá imponerse la pena


que corresponda a las heridas consumadas o al homicido frustrado, o la
pena correspondiente a ámbos delitos, o al mas grave de ellos? Oreemos
que eh este caso debe atenderse a la intención del delincuente i al daño
causado. Si las heridas se causaron con intención de matar, habrá delito
frustrado. Si, por el contrario, no se desprende tal intención, existirá
solo el delito de heridas consumado i se impondrá la pena señalada
solo a este delito.
C¡uando la intención no estuviere manifiesta ni fuere confesada por
el reo, deberá atenderse a los medios que empleó para la perpetración
del delito i poder así apreciar cual fué en ese acto su intención. Si el
arma empleada es capaz de producir la muerte, como dirijieudo un
balazo al cuerpo i desde corta distancia, habrá un homicidio frustrado,
aunque solo ocasione lesión leve i, por el contrario, se castigará solo el
delito de heridas consumado cuando los instrumentos o medios em-
pleados, sean de tal naturaleza que no fueran apropósito para producir
la muerte en la persona que resultó herida.
El segundo caso de este artículo es concordante con la circunstancia
4.a del art. 12 que trata de las causas que agravan la responsa-
bilidad criminal. Mas el artículo en cuestión exije que uno de los
delitos sea el medio necesario para cometer el otro. Entonces la dificul-
tad práctica estará en saber cuándo ha habido la necesidad de tal
medio para penar uno solo de los delitos i no los dos a la vez. Lo que
hemos dicho al esplicar la circunstancia 4." del art. 12, debe tenerse
aquí por reproducido.

Art. 76.

"Siempre que el tribunal imponga una pena que


lleve consigo otras por disposición ele la lei, según lo
prescrito en el § I I I de este título, condenará también
al reo espresamente en estas últimas."

Esto no necesita comentarse: conocemos ya los accesorios que llevan


ciertas penas i por este artículo se ordena al juez que condene también
al reo a los accesorios que por lei lleve la pena principal. Para esto i
encada caso especial, es preciso no olvidar los arts. 2 7 , 2 8 , 2 9 , 3 0
i 31.
244 código penai,

Art. 77.

" E n los c a s o s e n q u e la lei s e ñ a l a u n a p e n a i n f e r i o r


o superior en uno o m a s g r a d o s a otra determinada, la
p e n a i n f e r i o r o s u p e r i o r s e t o m a r á d e la e s c a l a g r a d u a l
e n q u e se h a l l e c o m p r e n d i d a la p e n a d e t e r m i n a d a .
Si n o h u b i e r e p e n a s u p e r i o r e n la e s c a l a gradual
r e s p e c t i v a o la p e n a s u p e r i o r f u e r e la d e m u e r t e , s e
i m p o n d r á el p r e s i d i ó p e r p e t u o .
F a l t a n d o p e n a i n f e r i o r se a p l i c a r á s i e m p r e la m u l t a .
C u a n d o sea preciso elevar las inhabilitaciones ab-
solutas o especiales p e r p é t u a s a g r a d o s superiores, se
a g r a v a r á n c o n la r e c l u s i ó n m e n o r e n su g r a d o m e d i o . "

En muchos casos nuestro Código, al penar un delito, no suele espe-



cificar la pena que impone, sino que hace referencia a la inferior o
superior impuesta a otro delito determinado. Hé aquí por que en este
artículo ha tenido que establecer que, en los casos en que la lei señala
una pena inferior o superior en uno o mas grados de otra determinada,
se tomará la pena inferior o superior de la escala gradual en que se
halle comprendida la pena determinada, que sirve de base para buscar
la pena en estos casos indeterminados.
Esta escala gradual es la del art. 59.
Ahora, si en la escala gradual respectiva no hubiere pena superior
o ésta fuere la de muerte, se impondrá la de presidio perpétuo, porque
es la inmediatamente inferior a la pena capital.
En el caso inverso, falta pena inferior en la escala, entonces se aplica
siempre la multa, que es la última entre las penas.
Si se presenta el caso en que es preciso elevar las inhabilitaciones
absolutas o especiales perpétuas a grados superiores, tendremos que, por
concluir allí la escala, no podemos ir mas adelante. En ese caso la
agravación se hace con reclusión menor en su grado medio.
El objeto de las disposiciones de este artículo es, por una parte,
hacer que las penas que se apliquen sean homojóneas o análogas al
libro i.-—título iii. 245

delito cualidades que se perderían si las penas se tomasen de diversas


escalas de aquella a que pertenece la superior o inferior a que se refiere
la impuesta; i por la otra, evitar las dudas que pudieran ocurrir cuando
se impone una pena superior a otra sin designarla espresamente i
aquella fuere la de muerte i saber entonces si se aplicaba ésta, que es
de una referencia indirecta. El presente artículo ha venido a zanjar
estas dificultades, precisando en estos casos especiales las penas que
deben preferirse i cómo debe hacerse la sustitución de ellas cuando no
hai un máximum que subir ni un mínimum que bajar.

A r t . 78.

« S i e m p r e q u e s e a n e c e s a r i o d e t e r m i n a r la c o r r e s p o n -
dencia entre las p e n a s de este Código i las impuestas
con anterioridad a su v i j e n c i a , se h a r á tomando en
c u e n t a la n a t u r a l e z a d e é s t a s i el p e r í o d o d e su d u r a c i ó n .
Así por ejemplo, cuatro años de presidio o de peniten-
c i a r i a e q u i v a l e n a p r e s i d i o m e n o r e n su g r a d o m á x i m o . »

Este artículo de seguro que ya no tendrá aplicación entre nosotros.


Rijiendo nuestro Código Penal desde el 1.° de Marzo de 1875, es
imposible que en mas de ocho años queden eu la República causas por
fallar de reos que hubieran cometido delitos'ántes de su vijencia i a los
cuales sea preciso penar conforme a las leyes que existían ántes de su
promulgación, caso que esas leyes fueran mas favorables al reo que las
que se establecen en este Código. Este artículo ha debido colocarse
despues del 18, o bien éste i aquel dejarse como transitorios al final
del presente Código.
Empero, si se presentase algún caso en que esta disposición tuviera
aplicación, cosa que lo dudamos, ya sabemos la regla a que se debe
obedecer para hacer el cómputo de presidio o penitenciaria , con presi-
dio mayor o menor, que es lo que acepta nuestro Código.
246 códigopenai,

§ V.

De la ejecución de las penas i de su cumplimiento.

Art. 79.

"No podrá ejecutarse peua alguna sino en virtud de


sentencia ejecutoriada."

Así como no pueden ser castigados otros actos u omisiones que los
que la lei con anterioridad ha calificado de delitos o faltas i solo con la
pena que se ha establecido previamente por la autoridad a quien se ha
concedido esta facultad, del mismo modo no se podrá ejecutar pena
alguna sino en virtud de sentencia consentida i pasada en autoridad
de cosa juzgada.
Esta disposición tiene por objeto asegurar el cumplimiento dé los
procedimientos, judiciales, que es la garantía de los acusados i tiende,
por otra parte, a condenar i proscribir la arbitrariedad del poder
absoluto.
Ella es también una máxima de justicia universal.
Mientras una sentencia no quede ejecutoriada, puede ser reformada,
i miéntras exista esta esperanza, es injusto que ella seilleve a efecto. Un
procesado no es culpable ni inculpable: su criminalidad está todavía
en tela de juicio i por eso solo cuando la sentencia queda firme, solo
entonces se le podrá aplicar la pena que ella le imponga.
Entre nosotros se ha ido mas lójos todavía en esta materia. El
supremo decreto con fuerza de lei de 11 de agosto dé 1876, en su art.
l.°, dice:
«En ningún caso se aplicará la pena de muerte impuesta por senten-
cia de los tribunales ordinarios, sin que sea previamente consultado el
Consejo de Estado.»
Otro artículo manda que el tribunal de término, inmediatamente
que pronuncie la sentencia condenatoria, remita al Consejo de Estado
copia de ella i de la de primera instancia, esponiendo todo lo que a su
juicio pudiere influir en el ánimo del Consejo para indultar i conmutar
la pena o para proceder a su ejecución.
libro i.-—título iii. 247

Luego agrega que lo dispuesto anteriormente rije también respecto


a la aplicación de la pena de azotes, salvo cuando el reo hubiere sido
condenado otra vez a la misma pena, sea que esta hubiere sido ejecuta-
da, conmutada o indultada, solo en este caso de escepcion i respecto
solo de esta pena, se procederá a su ejecución sin la suspensión orde-
nada.
Por fin, la resolución que dé el Consejo de Estado respecto del
indulto o conmutación de pena en los dos primeros casos, se ejecutará
despues de comunicada por el Ministerio de Justicia al tribunal •corres-
pondiente..
Siendo, pues, las penas de muerte i de azotes irreparables por su
naturaleza, se ha querido que no se ejecuten, apesar de que haya fallo
ejecutoriado, hasta que el Consejo de Estado, tribunal de gracia, 110
resuelva lo conveniente en orden a indulto o conmutación de pena.
Preciosa garantía, decimos nosotros, porque antes ele que se ejecuten
éstas penas, es preciso dar al reo toda franquicia para que ocurra en
busca de gracia i tiente este último recurso, que es la única esperanza
despues que los tribunales lian aplicado la lei.

Art. 80.

"Tampoco puede ser ejecutada p e n a alguna en otra


f o r m a q u e l a p r e s c r i t a p o r la lei, n i c o n otras circuns-
t a n c i a s o a c c i d e n t e s q u e los e s p r e s a d o s e n s u t e s t o .
Se observará t a m b i é n a d e m a s d e lo q u e d i s p o n e la
lei, lo q u e s e d e t e r m i n e e n l o s r e g l a m e n t o s especiales
para el g o b i e r n o dé los establecimientos en que de-
b e n cumplirse las penas, acerca ele l o s c a s t i g o s dis-
c i p l i n a r i o s , d e la naturaleza, tiempo i demás circuns-
t a n c i a s d e los t r a b a j o s , d e l a s r e l a c i o n e s d e l o s p e n a d o s
con otras personas, de'los socorros que p u e d e n recibir
i del r é j i m e n alimenticio.
E n los r e g l a m e n t o s solo podrán imponerse como
c a s t i g o s disciplinarios, los de c a d e n a o grillete, encierro
en celda solitaria e incomunicación con p e r s o n a s estra-
248 códigopenai,

ñas al establecimiento penal por nn tiempo que no


exceda de un mes, u otros de menor g r a v e d a d . "

El señor Pacheco, hábil comentador del Código Penal español, dice


que una pena ejecutada en distinta forma que la prescrita en la lei,
puede ser mui bien una diversa de la que esta impone. Las circunstan-
cias i los accidentes, sino lo son todo, son indudablemente mucho en
esa esfera. Decapitar no es lo mismo que agarrotar ni fusilar, por mas
que de cualesquiera de estos modos se quite la vida. Lo que la lei ha
dispuesto es lo que ella ha querido que se haga; cuando ha ñjado la
forma de un castigo, es para que en aquella forma i no en otra, se
ejecute. Infrinjirla en esto seria sustituirse en su lugar.
Los reos de presidio mayor, que deben cumplir sus condenas en las
cárceles penitenciarias, i los de presidio menor en los presidios urbanos,
las mujeres en las casas de corrección i los reos condenados a prisión
o por faltas en las cárceles, quedan sujetos a los reglamentos especiales
que se hayan dictado o dicten para estos establecimientos i a los casti-
gos disciplinarios, trabajos, visitas, socorros i alimentos que ellos
autoricen.
Sin embargo, en lo relativo a castigos se ordena que no podrá im-
ponérseles otros que los de cadena o grillete, encierro en celda solitaria
e incomunicación con personas estrañas al establecimiento penal por
un tiempo que no exceda de Un mes u otros de menor gravedad.
Es regla de buen sistema carcelario la separación de los criminales
en la prisión a fin de obtener en ellos la reforma moral i para evitar
toda corrupción i que ios mas avezados inicien a los mas tímidos en
sus funestas prácticas.
El trabajo arranca al delincuente de los vicios consiguientes a la
ociosidad; le da a su existencia un objeto útil i moral; • despierta en su
alma ideas de orden i lo rehabilita, ya porque puede obtener un lucro
para cuando salga de la prisión o un oficio que le ponga a cubierto de
la miseria.
El silencio trae la reflexión, el trabajo doma al criminal, la ins-
trucción relijiosa le consuela en su desgracia i le ilustra, i por fin, el
hábito de la obediencia i las regularidades de una vida uniforme, con-
tribuyen a producir su completa reforma.
libro i.-—título iii. 249

Por otra parte, no es justo que el Estado que les mantiene no


aproveche de las fuerzas de esos hombres aptos para el trabajo i que
deben en parte contribuir a su subsistencia: hé aquí entonces la razón
de la regla del trabajo.

Art. 81.

«Si despues de cometido el delito cayere el delin-


cuente en estado de locura o clemencia, se observarán
las reglas siguientes:
1.a Cuando la locura o demencia sobrevenga ántes
de pronunciarse la sentencia de término, se suspende-
rán los efectos de ésta sin aplicarse al reo pena alguna
corporal liasta que recobre la razón, observándose lo
que para tales casos se determine en el Código de
procedimientos.
2. a Cuando tenga lugar despues de pronunciarse
dicha sentencia, si ella le impone pena de crimen, el
tribunal dispondrá su traslación a uno de los hospitales
destinados a los enfermos de aquella clase, i si la pena
fuere menor podrá acordar, según las circunstancias, o
bien que sea entregado a su familia bajo fianza de cus-
todia i de tenerle a disposición del mismo tribunal o
que se le recluya en u n hospital de insanos.
E n cualquier tiempo que el loco o demente recobre
el juicio se hará efectiva la sentencia; pero si ella le
impusiere privación o restricion temporal de libertad,
se imputará a su duración el tiempo de la locura o de-
mencia»

Hé aquí la existencia de un caso que no es raro i que el Código ha


hecho bien en prever.
Un delincuente puede caer en estado de locura o demencia ántes de
que se le notifique sentencia de término, despues que ella sobrevenga
250 código penai,

i mas tarde recobrar el juicio. El artículo ha previsto estos tres casos


i de ellos nos vamos a ocupar.
. En el primer caso la causa se sigue adelante hasta que se dicte el fa-
llo ; pero sus efectos se suspenderán i no se le podrá aplicar al reo loco o
demente pena alguna corporal hasta que no recobre su razón, obser-
vándose para este caso lo que se determine en el Código de Procedi-
mientos.
Entre nosotros todavía este Código no se ha dictado, por eso nada
podemos decir sobre lo que en él se contenga a este respecto; pero al
loco o demente en este caso se le remite a la Casa de Orátes o al Hos-
picio. A estos' establecimientos no puede entrar ni salir un reo sin
decreto del tribunal que le remitió allí.
La razón de esta disposición del artículo se funda en que a nadie se
le puede condenar sin ser oido, i es claro que el loco o demente no
puede comparecer en juicio para defenderse.
En el segundo caso, es decir cuando la locura o demencia sobreviene
despues de pronunciada la sentencia de término i notificada al reo, se
ve si ella le impone pena de crimen, o menor que ésta. Si lo primero,
se le traslada a uno de los hospitales destinados a los enfermos de
esta clase; si lo segundo, se podrá disponer, - según las circunstancias, o
bien que sea entregado a su familia.bajo fianza de custodia i de tenerle
a disposición del mismo tribunal, o que se le recluya en un hospital
de insanos..
El loco o demente, en cualquier tiempo que recobre su razón, debe-
rá cumplir la sentencia, pero si ella le impusiere privación o restricción
temporal de libertad, se imputará' a su duración el tiempo de la locura
o demencia.
Creemos que esto se refiere al caso en que el loco ha estado en algún
hospital de insanos, pero no cuando se le ha entregado a su familia
bajo fianza de custodia.
Ahora si el loco o demente ha recobrado la razón i se le notifica la
sentencia ¿no deberá ser oido i permitírsele su defensa? Nos parece
que esto seria justo, puesto que hasta al reo ausente se le da esta
garantía, que con mas razón debe otorgársele al impedido contra su
voluntad. Esto es refiriéndonos al primer caso de este artículo, puesto
que el segundo tiene cabida cuando la locura sobrevino despues de un
fallo contra el cual no hai recurso que tentar. Sin embargo, debe con-
libro i.-—título iii. 251

társele para su condena el tiempo que ha estado recluso en el hospital


antes del recobro de su razón.
Ahora si un loco comete un delito ¿qué suerte correrá? Ya esto está
dicho cuando esplicamos el art. ] 0 de este Código.
¿Habrá prescripción de la pena para un loco? Esto lo trataremos en
el titulo Y de este Libro.
Hasta aquí hemos hablado de locura i demencia; veamos qué signi-
fican estas dos palabras para comprender el alcance de este artículo.
En las enfermedades del entendimiento, la medicina distingue dos
grados principales—el idiotismo i la locura. El primero es una especie
de estupidez que data desde el nacimiento. La locura es el desarreglo
producido en un entendimiento que, despues de desarrollado, se turba
i se estingue accidentalmente. Puede tomar varias formas: la ele demen-
cia, que es una debilidad particular de las operaciones del entendi-
miento; la demencia con delirio o furor A de la manía sin ser delirio o
monomanía, que és un delirio compuesto especialmente de una idea
esclusiva o una série de ideas dominantes relativas a un mismo objeto.
De aquí otra cuestión: ¿las palabras del artículo comprenden el
idiotismo i la. monomanía? Si el idiotismo es completo parece que sí;
porque el que sufre esta enfermedad está privado por completo del
conocimiento del bien i del mal, carece de razón i de juicio, que son las
palabras que 'usa el artículo. Mas si esto no es completo, la decisión
dependerá de las circunstancias que obren en el procesó i del exámen
médico que se practique en el delincuente por el facultativo de ciudad
o de cárcel.
Por lo que respecta a la monomanía, la solucion de. esta cuestión es
mas grave, porque esta demencia es parcial i recien admitida én la
ciencia. Sin embargo, el monomaniaco es capaz de esperimentar los
efectos morales del castigo, por no estar privado por completo de la
razón i su entendimiento está solo turbado únicámente con relación
a un objeto determinado, creemos como muchos, que no puede com-
prendérsele entre los locos i dementes de que habla este artículo.

Art. 82.

"Todo condenado a muerte será fusilado.


La ejecución se .verificará de dia i con publicidad en
el lugar j eneralmente designado para este efecto o en
252 código penai,

e l q u e el tribunal, d e t e r m i n e c u a n d o baya causa espe-


c i a l p a r a ello.
E s t a p e n a se e j e c u t a r á t r e s d i a s d e s p u e s d e n o t i f i c a -
do a l r e o el c ú m p l a s e d e la s e n t e n c i a ejecutoria; pero
si el v e n c i m i e n t o d e e s t e p l a z o c o r r e s p o n d i e r e a u n o o
mas dias de fiesta r e l i j i o s a o n a c i o n a l , se p o s t e r g a r á
p a r a el s i g u i e n t e . "

El reo condenado a muerte es fusilado entre nosotros.


En España la pena de muerte se ejecuta en garrote sobre un ta-
blado.
En Erancia todo sentenciado a muerte es decapitado.
En Austria la pena de muerte se ejecuta en horca.
En el Brasil lo mismo que en Austria.
En Ñapóles la pena de muerte se ejecuta por decapitación, en la
horca o por fusilamiento.
Los Códigos modernos no hacen distinción alguna en la aplicación
de la pena de muerte, a diferencia de las leyes antiguas que la estable-
cían según la categoría del condenado i para lo cual atendían si era
del estado llano, vil o hijo-dalgo, según la leí 11 tít. 31 part. 7.a
Los antiguos aplicaban la última pena de diferentes maneras: los
romanos, tenían su Boca Tarpeya; los griegos, la cicuta; los oriéntales
las artesas; en Damiens, el descuartizamiento por cuatro caballos; i
por fin, la Inquisición se servia de la hoguera i del emparedamiento,
despues de torturar a sus víctimas.
Siguiendo nuestro estudio i dejando a un lado la historia de las
penas, este artículo ordena que toda ejecución se verifique de día i
con publicidad en el lugar designado para este efecto, o en el que el
tribunal determine cuando haya causa especial para ello.
Al establecerse que la ejecución sea de dia i con publicidad es
para Ibuscar la intimidación i la ejemplaridad de esta terrible pena a
fin de que no se crea que en la oscuridad i en el silencio va envuelto
algún móvil indigno.
_ Hoi día,, buscando la ejemplaridad de este castigo, se efectúa dentro
de las Cárceles Penitenciarias donde se encuentran los mas grandes
criminales i se les hace asistir a este espectáculo porque ellos pueden
libro i.-—título iii. 253

sacar mas provecho que el público novedoso, quien del todo no es


privado de él porque se otorga entrada a lugares desde donde lo pueden
presenciar.
La lei autoriza al tribunal para que fije un local en cada èjecucion
cuando haya causa especial para ello.
• Si se tratase de ejecutar a un caudillo prestijioso, si se creyere que
podia ser quitado o termerse un levantamiento, es indudable que ademas
del derecho que tendría la autoridad administrativa para colocar tropa
armada, se puede fijar un lugar donde se haga imposible la evasión
del reo por el ausilio de sus partidarios.
Hemos dicho que la pena capital no se 'puede ejecutar sin que el
Consejo de Estado resuelva prèviamente sobre la solicitud de indulto
que se haga: a nombre del reo. Denegada esta petición o no conmuta-
da la pena, se comunica este resultado aFTribunal que pronunció el
fallo, i éste a su vez lo hace saber al juez de la causa para que le de
cumplimiento a lo resuelto, quien decreta entonces que se coloque al
reo en capilla para que se ejecute tres dias despues, salvo que el dia
final corresponda a uno o mas dias de fiesta relijiosa o nacional,
por lo cual se postergará para el siguiente. En estos casos, el reo no se
coloca en capilla sino calculando que la ejecución no caiga en esos dias
para no prolongar su agonía.
El respeto por los dias de fiesta relijiosa o nacional prolonga la vida
del penado, porque no es posible entristecer con un espectáculo de esta
clase dias que son sagrados para la Relijion i la Patria.

Art. 83.

"El reo acompañado del sacerdote o ministro del


culto cuyo ausilio hubiere pedido o aceptado, será
conducido al lugar del suplicio en un carruaje celular.
Llegado allí será sacado del carruaje e inmediatamente
ejecutado."

Este articulo consagra un principio que no podemos dejar de aplau-


dir. En él se ve que es libre la conciencia del reo.
Puesto en capilla el que va a ser ejecutado, puede pedir los ausilios
254 gódigro p e n a l

de la relijion del culto que profese. Si nada de esto acepta, no liai


derecho que le obligue a ello.
Jeneralmente, el reo condenado a muerte es remitido dias' antes a la
Penitenciaria i se lé notifican los últimos decretos hasta dejarle en capi-
lla. Allí también se le ejecuta, libertándosele de esa odiosa conducción
por las calles i se priva a la poblacion del espectáculo de ver hacer un
trayecto cruel al penado. Si no hai Penitenciaria en el lugar donde ha sido
condenado, el reo espera esto en su prisión, i como allí se le va a ejecutar,
se tiene el banquillo preparado de antemano. En seguida es sacado de
capilla i conducido al suplicio: se le vendan los ojos, si así lo quiere,
i por fin se le ata al banquillo en que va a ser ajusticiado. Los sacerdotes,
alzando la voz en sus oraciones, se retiran poco a poco del reo i el oficial,
a cargo de quien está la tropa, da la señal con un pañuelo •blanco a los
tiradores encargados de cumplir el fallo i estos disparan a una corta
distancia al corazon de la víctima.
Jeneralmente se ponen cuatro tiradores i otra fila de igual número
tras los primeros i éstos, disparan en el acto, si los cuatro tiros de los
de la fila que antecede, no han dado muerte por completo al reo.
Así termina esta pena: la lei se cumple i la vindicta pública se da
por satisfecha.

á r t . 84.

" E l cadáver del ajusticiado será entregado a su fa-


milia, si ésta lo pidiere, quedando obligada a hacerlo
enterrar sin aparato alguno."

Antes el cadáver de un ajusticiado se ponia a la espectacion pública,


no se le enterraba en los cementerios públicos ni se permitía poner ins-
cripciones o señales sobre su tumba. «Recordamos haber visto, dice él
señor Pacheco, en el cementerio del Padre Lachaise en Paris el sepul-
cro del Mariscal Ney cubierto solo con una loza, en la que el gobierno*
francés no habia permitido grabar ni aun siquiera su nombre.»
- Nuestro Código nada de esto prohibe.; por el contrario, cuando se
presentan parientes del reo pidiendo su cadáver, debe serles entregado,
quedando solo obligados a hacerle enterrar sin aparato alguno. Esto
tiene por objeto, sin duda, el que con la celebración de funerales muí
libro iI..—título ii. 255

solemnes, no se trate de censurar la sentencia i la lei, procurando la


rehabilitación del condenado.
Si ese ajusticiado tuviera derecho a sepultura de familia en el
cementerio, nadie se lo quitará. Si sus parientes pueden comprar un
lugar donde descansen sus restos ¿porqué impedírselo? Sino allí está el
departamento destinado a los pobres de solemnidad.
Ahora ¿por qué prohibirle a la familia del ajusticiado el que en el
cementerio se le diga una misa o coloque una cruz o una piedra en su
fosa si puede costearla? Seria contrario al espíritu de este artículo si
se grabasen inscripciones tendentes a destruir los efectos del fallo o a
herir el sentimiento universal o algo semejante; pero prohibir que se
estampe el nombre del que allí descansa, seria una crueldad.

ART. 85.

«No se ejecutará la pena cíe muerte en la m u j e r que


se lialle en cinta, ni se le notificará la sentencia en que
se le imponga hasta que hayan pasado cuarenta dias
despues del alumbramiento.))

La lei 11, tít. 31, part. 7.a, dice: <rca si el hijo que es nascido, non
debe recibir pena por el yerro del padre, mucho menos la merece, el
que está en el vientre, por el yerro de su madre. E por ende, si alguno
contra esto ficiere, justiciando a sabiendas muger preñada, deve resce-
bir tal pena, como aquel que a tuerto mata a otro.»
Las lejislaciones modernas no han hecho mas que seguir esta regla
de justicia i humanidad, i para evitar un aborto, se prohibe hasta notifi-
car la sentencia en que se imponga tal pena a la mujer preñada. Debe,
pues, mantenerse el fallo en secreto hasta pasado cuarenta dias despues
del parto. Espirado este plazo la justicia puede proceder, porque ha
cesado todo peligro para la vida de la enferma.
El Ínteres que se tiene en vista en esta disposición es el de la criatu-
ra que lleva en su seno. Ella es inocente del crimen de la madre; ¿por
qué habría de participar de su culpa i espiar un delito quien no es
responsable de nada? Lo contrario, seria un crimen.
256 gódigro penal

a r t . 86.

"Los condenados a presidio perpétuo, reclusión per-


pétua, presidio mayor i reclusión mayor, cumplirán
sus condenas en las cárceles penitenciarias. De esta
regla se esceptúa a las mujeres, quienes, m i é n t r a s no
se construyan en dichas cárceles departamentos espe-
ciales para ellas, las cumplirán en las, casas de correc-
ción, lo mismo que las de presidio menor, reclusión
menor i prisión."

Ya hemos avanzado algunos conceptos respecto a este artículo. Aho-


ra en dos palabras lo esplicaremos: las penas mayores se cumplen en
las Penitenciarias; las menores en los presidios, i las de prisión en las
cárceles.
Las mujeres cumplen sus condenas por ahora en las casas de correc-
ción, donde las hai, i en los departamentos destinados a ellas, en las
cárceles donde aquellas no existen.

A r t . 87.

"Los condenados a presidio menor i reclusión me-


nor cumplirán sus condenas en los presidios; los con-
denados a prisión las cumplirán en las cárceles. E n
unos i otros establecimientos deberá mantenerse con
la correspondiente separación a los reos menores de
diez i seis años, miéntras no se construyan otros espe-
ciales para ellos."

En el artículo anterior dimos la regla jeneral a este respecto. Mas


bien la parte final de esta disposición es reglamentaria i como a nadie
se 'escapa la conveniencia de esta disposición, que siempre se ha
observado entre nosotros, no creemos necesario esplicarla. Ella por sí
sola se comenta.
l i b r o iI..—título ii. 257

a k t . 88.

" E l p r o d u c t o d e l t r a b a j o d e los c o n d e n a d o s a ]3resi-


clio s e r á d e s t i n a d o :
1.° A i n d e m n i z a r al e s t a b l e c i m i e n t o d e l o s g a s t o s q u e
ocasionen.
2.° A p r o p o r c i o n a r l e s a l g u n a v e n t a j a o a l i v i o d u r a n t e
su d e t e n c i ó n , s i l o m e r e c i e r e n .
3.° A h a c e r e f e c t i v a la r e s p o n s a b i l i d a d civil d e a q u e -
llos p r o v e n i e n t e d e l delito.
4.° A formarles u n fondo de r e s e r v a q u e se les e n -
t r e g a r á a su s a l i d a d e l e s t a b l e c i m i e n t o p e n a l . "

En. el art. 48 hemos visto el orden en que deben cubrirse las responsa-
bilidades pecuniarias, cuando los bienes del culpable no fueren bastantes
para satisfacerlas. Ahora vamos a tratar de la inversión que produzca
el trabajo del condenado a presidio.
Desde que los reos no pueden dedicarse a trabajos del Estado fuera
del establecimiento donde se encuentren, como sucedia antes i cuyos
malos resultados no nos son desconocidos, ya se comprenderá que el
producto de sus trabajos ha de ser insignificante i jamas bastará a llenar
las obligaciones que les. impone este articulo. De aquí surje una cues-
tión i es si el producto de ese trabajo se destinará esclusivamente para
cubrir una de esas obligaciones por el orden en que se encuentran enu-
meradas, o bien se distribuirá proporcionalmente entre todas ellas. Del
tenor del artículo parece que fuera lo primero, es decir, que indem-
nizado' el establecimiento de sus gastos, si hai sobrante, .tiene lugar lo
segundo i así sucesivamente; no obstante, creemos que ello seria irre-
gular i que lo conveniente, para no hacer una burla de los otros derechos,
que están en igual clase que el primero, es hacer un reparto a prorata
para todos, como se establece por ejemplo en el Código francés.
Por regla jeneral, de todo delito o cuasidelito nace una responsabilidad
civil i donde no existiere, está el precepto del art. 24, i en tal caso ¿por-
qué los gastos que ocasione un penado en el establecimiento donde
17
258 gódigro p e n a l

cumple su destino habrían de estar en grado preferente que los otros?


Es por esto que hemos resuelto la dificultad en el sentido que queda
espresado, es decir que el orden establecido en el artículo no significa
preferencia sino que el pago se haga a prorata como lo hemos dicho.

ART 89.

"Los condenados a reclusión i prisión son libres


para ocuparse, en beneficio propio, en t r a b a j o s de su
e l e c c i ó n , s i e m p r e q u e s e a n c o m p a t i b l e s c o n la d i s c i p l i n a
reglamentaria del establecimiento p e n a l ; p e r o si a f e c -
t á n d o l e s las r e s p o n s a b i l i d a d e s délas r e g l a s 1. a i 3. a
del artículo anterior, carecieren de los m e d i o s necesa-
r i o s p a r a l l e n a r los c o m p r o m i s o s q u e e l l a s l e s i m p o n e n
o n o t u v i e r e n oficio o m o d o d e v i v i r c o n o c i d o i h o n e s t o ,
e s t a r á n sujetos f o r z o s a m e n t e a los t r a b a j o s del estable-
c i m i e n t o h a s t a h a c e r e f e c t i v a s c o n su p r o d u c t o a q u e l l a s
r e s p o n s a b i l i d a d e s i p r o c u r a r s e la s u b s i s t e n c i a . "

Sabemos ya qne lo que principalmente distingue a los condenados a


presidio de los condenados a reclusión, es que en éstos no es como en los
otros, obligatorio el trabajo i que queda a su elección siempre que no
infrinjan los reglamentos interiores del establecimiento. Mas cuando
ellos no se mantienen con sus recursos i tiene que hacerlo el Estado, o
bien cuando no han satisfecho las responsabilidades civiles provenientes
del delito, o les falta oficio o modo de vivir conocido i honesto, quedan
sujetos a los trabajos del establecimiento hasta que cubran aquellas
responsabilidades i sepan procurarse su subsistencia. En este estado,
el condenado a reclusión o prisión, queda en las mismas condiciones
que el condenado a presidio.
¿Por qué un reo de esta última clase habría de burlar a todos con su
flojera i contentarse o hacer que se contenten los perjudicados con el
solo hecho de sufrir una pena? Por eso si el Estado le sostiene i el reo
debe, es justo que cubra en parte sus gastos i satisfaga todas sus obli-
gaciones. Las ventajas que reporta el trabajo en estos casos ya las
libro iI..—título ii. 259

hemos apreciado en otra parte; pero ¿para qué estendernos sobre el


contenido de este artículo, si todos comprenden su importancia i el bien
que resulta del trabajo al reo mismo? Por eso pondremos punto
final a esta materia, dejando las apreciaciones mas o ménos fundadas
a este respecto a los hombres de ciencia para que establezcan hasta qué
punto puede ser obligatorio el trabajo i la clase de obras a que se pueda
dedicar a los condenados para aprovechar sus fuerzas i librarlos del
aburrimiento que nace del ocio.

TITULO CUARTO
DE LAS PENAS EN QUE INCURREN
LOS QUE QUEBRANTAN LAS SENTENCIAS
I LOS QUE DURANTE UNA CONDENA DELIQUEN DE NUEVO.

§1-
D e las penas en que incurren los que quebrantan

las sentencias.

ART 90.

" L o s sentenciados que q u e b r a n t a r e n su condena


serán castigados con las p e n a s que r e s p e c t i v a m e n t e se
d e s i g n a n en los n ú m e r o s siguientes:
1.° Los condenados a presidio, reclusión o prisión su-
f r i r á n la p e n a de incomunicación con p e r s o n a s estrafías
al establecimiento p e n a l por u n tiempo que, atendidas
las circunstancias, p o d r á e s t e n d e r s e hasta u n año, que-
dando d u r a n t e el mismo tiempo sujetos al r é j i m e n m a s
estricto del establecimiento.
2.° E n caso de reincidencia en el q u e b r a n t a m i e n t o
de dichas condenas sufrirán, a m a s de las p e n a s de la
regla anterior, la de cadena o grillete por u n tiempo
260 gódigro p e n a l

que, atendidas las circunstancias, podrá estenderse


hasta u n año.
3.° Los consuetudinarios en el quebrantamiento de
tales condenas, entendiéndose por tales los que lo h u -
bieren verificado mas de dos veces, serán encerrados
en celda solitaria por un término prudencial, atendidas
las circunstancias, que no podrá exceder de la mitad del
que le falte por cumplir de la pena principal, conforme
a lo prescrito en el art. 25.
4.° Los condenados a confinamiento, estrañamiento,
relegación o destierro, sufrirán las penas de presidio,
reclusión o prisión, según las reglas siguientes:
Primera.—El condenado a relegación perpétua sufri-
r á la de presidio mayor en su grado medio.
Segunda.—El condenado a confinamiento o estraña-
miento sufrirá la de presidio por la mitad del tiempo
que le falte por cumplir de la pena primitiva.
Tercera.—El condenado a relegación temporal o a
destierro sufrirá la de reclusión o prisión por la mitad
del tiempo que le falte por cumplir de la pena primitiva.
5.° E l inhabilitado par.a cargos i oficios públicos,
derechos políticos i profesiones titulares que los ejercie-
re, cuando el hecho no constituya un delito especial,
sufrirá la pena de reclusión menor en su grado mínimo
o multa de ciento a mil pesos.
E n caso de reincidencia se doblará esta pena.
6.° E l suspenso de cargo u oficio público o profesion
titular que los ejerciere, sufrirá un recargo por igual
tiempo al de su primitiva condena.
E n caso de reincidencia sufrirá la pena de reclusión
menor en, su grado mínimo o multa de ciento a mil
pesos.. •
libro iI..—título iI. 261

7.° E l sometido a la vijilancia de la autoridad, que


faltare a las reglas que debe observar, sufrirá la pena
de reclusión menor en sus grados mínimo a medio."

Las sentencias que dictan nuestros tribunales tienen por base la lei,
llevan el sello de la mas completa justicia: se ejecutan para que el
crimen tenga espíacion i se tranquilice la sociedad a quien se ofende;
por eso es que deben cumplirse i, al quebrantarlas, se comete un delito
por mas que sea innato en todo hombre el deseo de libertad. Lo que la
lei pena es la fuga, despues de haber habido un fallo condenatorio,
porque ya se quebranta una condena.
Las penas que la lei impone en estos casos, son las siguientes:
1.° El condenado a presidio, reclusión o prisión, debe incomunicárse-
le con personas estrafias al establecimiento hasta un año i sujetársele
al réjimen mas estricto que allí pueda ponerse en práctica.
Estoes aquí una pena especial al delito de quebrantar condena i no
como accesoria de un delito, pues en este caso ya se sabe lo que pres-
cribe el inciso final del art. 25 respecto a la duración de estas penas.
El réjimen mas estricto consiste en privar "al reo de visitas en la
época que lo permitan los reglamentos i otras cosas de igual o mayor
naturaleza.
La lei en este caso no hace distinción entre condenado a pena mayor
o menor, por lo que deberá entenderse que esta regla rije para todos, es
decir, tanto para los que cumplen condenas de presidio o reclusión mayor
o menor como para los que cumplen penas perpétuas. Basta el hecho de
quebrantar condena para que se aplique esta regla.
Por la lejislacion española el que quebrantaba una condena debia
sufrir doble tiempo del quebrantado i así sucesivamente cada vez que
se evadiera de la prisión. Esto era una pena dura en exceso.
2.° Al reincidente en el quebrantamiento de condena, ademas de la
pena que espresa el artículo anterior, sufrirá la de cadena o grillete
hasta por un año.
3.° El que quebranta mas de dos veces su condena, se le coloca en
celda solitaria por un término que pueda llegar hasta la mitad del que
le falte para cumplirla, sin que en ningún caso pueda exceder de cinco
años.
262 gódigro p e n a l

4.° El condenado a relegación perpéfcua (art. 35) sufrirá presidio


mayor en su grado medio (de 10 años i un dia a 15 años).
5.° El condenado a confinamiento o estrañamiento (arts. 33 i 34)
sufrirá la de presidio por la mitad del tiempo que le faltare para cum-
plir la condena quebrantada a la fecha del quebrantamiento.
6.° El condenado a relegación temporal o a destierro (arts. 35 i 36),
sufrirá la pena de reclusión o prisión por la mitad del tiempo que le
falte para el entero de su pena a la época del quebrantamiento de su
primitiva condena.
7.° El inhabilitado para cargos i oficios públicos, derechos políticos
i profesiones titulares que las ejerciere, cuando el hecho no constituya
un delito especial, sufrirá reclusión menor en su grado mínimo (de 61
a 141 dias) o multa de cien a mil pesos.
No hai 'que olvidar que lo prohibido por los arts. 213 i 214 constitu-
ye un delito especial i que tales casúS servirán de ejemplos a la regla
que antecede.
La pena anterior se dobla en caso de reincidencia.
8.° El suspenso de cargo u oficio público oprofesion titular i que los
ejerciere, sufrirá un recargo por igual tiempo al de su primitiva conde-
na. En una palabra, el tiempo corrido de la pena no se cuenta en caso
de quebrantarla el reo i vuelve a contársele de nuevo desde que es
capturado.
9.° El reincidente sufrirá la pena de reclusión menor en su grado
mínimo (de 61 a 541 dias) i multa de 100 a 1000 pesos.
Por fin, el sometido a la vijilancia de la autoridad i que falte a las
reglas que debe observar, sufrirá reclusión menor en su grado mínimo
a medio (de 541 dias a 3 años i la accesoria del art. 30, si hai cargo u
oficio público de que suspenderle).
En jeneral, el principio a que obedecen estas reglas es que mién-
tras mas difícil se hace vijilar el cumplimiento de una condena,
mas grave es la pena que se establece en caso de quebrantarla.

§ H.
De las penas en que incurren los que durante una condena
delinquen de nuevo.
A r t . 91.

«Los que despues de haber sido condenados por


sentencia ejecutoria cometieren algún crimen o simple
libro iI..—título iI. 263

delito durante el tiempo de su condena, bien sea mién-


tras la cumplen o despues de haberla quebrantado,
sufrirán la pena que la lei señala al nuevo crimen o
simple delito que cometieren, debiendo cumplir esta
condena i la primitiva por el orden que el tribunal
prefije en la sentencia, de conformidad con las reglas
prescritas en el art. 74 para el caso de imponerse varias
penas al mismo delincuente.
Cuando en el caso de este artículo el nuevo crimen
debiere penarse con presidio o reclusión perpétuos i el
delincuente se bailare cumpliendo alguna de estas pe-
nas, sufrirá la de muerte.
Si el nuevo crimen o simple delito tuviere señalada
otra pena menor, se agravará la de presidio perpétuo o
de reclusión perpétua con las de cadena o grillete, en-
cierro en celda solitaria e incomunicación con personas
estrañas al establecimiento penal, que podrán aplicarse,
a arbitrio del tribunal, separada o conjuntamente i
hasta por el máximum del tiempo que permite el art. 25.
E n el caso de que el nuevo crimen deba p e n a r s e con
relegación perpétua i el delincuente se halle cumplien-
do la misma pena, se le impondrá la de presidio mayor
en su grado medio, dándose por terminada la de rele-
gación.
Cuando la pena que mereciere el nuevo crimen o
simple delito fuere otra menor, se observará lo prescrito
en el acápite primero del presente artículo.»

En el artículo anterior hemos tratado de los que quebrantan las


condenas i el castigo que debe imponérseles según la clase de pena que-
brantada i las veces de esos quebrantamientos. En el presente se va a ver
lo que la lei ha determinado cuando un condenado comete nuevo delito
264 gódigro p e n a l

cumpliendo esa condena, o bien cuando por haberla infrinjido anda fuera
del establecimiento penal i comete otros delitos. En estos casos, el
nuevo crimen o delito se penará por separado i las condenas se cumpli-
rán simultáneamente siendo posible, o en el orden sucesivo, princi-
piando por la mas grave, escepto las de confinamiento o estrafiamiento,
relegación o destierro, que se ejecutarán despues. A este respecto
conviene no olvidar el precepto del art. 74 de este Código.
Mas si el nuevo delito merece pena de presidio o reclusión perpe-
tuos, i el delincuente estuviere cumpliendo algunas de estas penas,
sufrirá la de muerte.
En efecto ¿qué otra pena podria imponérsele a un reo sino la capital
si el nuevo delito, así como el anterior, son de penas perpétuas? Mas si
este delito tuviere una pena menor que la del caso anterior, entonces
se agravará con la de presidio o reclusión perpétuos i ademas con las de
cadena o grillete, encierro en celda solitaria e incomunicación con
personas estrañas al establecimiento penal, que podrán aplicarse al
arbitrio del tribunal i hasta por el máximum que para ellas fija el
art. 25.
Ahora si el nuevo crimen merece relegación perpétua i el delincuente
se halla cumpliendo esta pena, se le impondrá la de presidio mayor en
su grado medio (de 10 años i 1 día a 15 i las accesorias que indica el
art. 28), dándose por terminada la de relegación.
Si la pena que merece el nuevo delito fuere otra menor, se observará
lo dispuesto en el primer inciso de este artículo, es decir, se pena por
separado i se cumplen las condenas simultáneamente si es posible o por
su orden, principiando por la mas alta..
El fundamento de la agravación de las penas, en el caso en que se
coloca este artículo, es sin duda en razón de que quien delinque estan-
do cumpliendo una condena, soportando día a dia los padecimientos
consiguientes i en frente del castigo turba la paz i el ejemplo correc-
cional del establecimiento donde está destinado, da una prueba de su
perversidad i de su desprecio por la lei i, en tal caso, su rehabilitación
se vé léjos, i es preciso que la severidad material del castigo hable a su
razón ya que han sido inútiles todas las anteriores consideraciones.

A r t . 92.

"Si el nuevo cielito se cometiere despues de haber


cumplido una condena, habrá que distinguir tres casos:
libro II..—título iI. 265

1.° G u a n d o e s d e la m i s m a e s p e c i e q u e el a n t e r i o r .
2.° C u a n d o e s d e d i s t i n t a e s p e c i e i el c u l p a b l e lia
sido castigado y a p o r dos o m a s d e l i t o s a q u e la l e i
señala, igual o m a y o r pena.
3.° C u a n d o s i e n d o d e d i s t i n t a e s p e c i e , el d e l i n c u e n t e
solo lia s i d o c a s t i g a d o u n a v e z p o r d e l i t o a q u e la lei
señala igual o m a y o r pena, o m a s de u n a vez por delito
cuya p e n a sea menor.
En los dos p r i m e r o s casos el b e c b o se c o n s i d e r a
r e v e s t i d o d e c i r c u n s t a n c i a a g r a v a n t e , a t e n d i d o a lo q u e
d i s p o n e n los n ú m s . 14 i 1 5 d e l a r t . 12, i e n el ú l t i m o n o
s e t o m a r á n e n c u e n t a p a r a a u m e n t a r la p e n a los d e l i t o s
anteriores."

Ahora este artículo nos habla de los que cometen un delito despues
de haber cumplido una condena, a diferencia del anterior que se referia
a los que delinquían estando cumpliendo una pena, es decir, dentro del
establecimiento penal.
La lei se coloca aquí en tres casos: los dos primeros que indica
establecen que el nuevo delito se considere revestido de circunstancia
agravante, tal como se ha espuesto al tratar de los núms. 14 i 15 del
art. 12: en el último caso, se pena el delito sin tomar en cuéntalos
delitos anteriores, es decir, se prescinde de todo i se examina solo el
nuevo delito i se le impone la pena que le corresponde, según como se
presente en ese caso.
Desde el momento que para penar un delito no se toman en cuenta
las circunstancias del caso 3.° de este artículo, habría sido mas sencillo
no consignarla i así la regla habría sido mas clara.
Las dos reglas anteriores que ya están consideradas en el art. 12, han
podido también suprimirse sin inconveniente alguno i entonces se vé
que lá existencia de este artículo no es necesaria en el Código.'
266 gódigro p e n a l

TITULO QUINTO
DE LA EXTINCION DE LA RESPONSABILIDAD PENAL.

Art 93.

La responsabilidad penal se extingue:


1.° Por la muerte del reo, siempre en cualito a las
penas personales, i respecto de las pecuniarias solo
cuando a su fallecimiento no hubiere recaido sentencia
ejecutoria.
2.° Por el cumplimiento de la condena.
3.° Por amnistía, la cual extingue por completo la pe-
na i todos sus efectos.
4.° Por indulto. La gracia de indulto solo remite o
conmuta la pena; pero no quita al favorecido el carácter
de condenado para los efectos de la reincidencia o nue-
vo delinquimiento i demás que determinan la leyes.
5.° Por el perdón del ofendido cuando la pena se
haya impuesto por delitos respecto de los cuales la lei
solo concede acción privada.
6.° Por la prescripción de la acción penal.
7.° Por la prescripción de la pena."

A nuestro juicio este título debió haberse dividido en dos párrafos:


el primero pudo llevar por título: de la prescripción de la acción penal
i comprender desde el art. 93 hasta el 96 inclusive. El segundo se
titularía: de la prescripción de la pena i comprender los arts. 97 i si-
guientes hasta el 105 inclusive. Este método habría aclarado mas la
materia, pero ya que no se hizo así, seguiremos el orden establecido eu
este titulo.
La responsabilidad penal se extingue:
libro i I . . — t í t u l o II. 267

1.° Por la muerte 'del reo eu cuanto a las penas personales, pero
si a su fallecimiento hubiere habido sentencia de término por pena
pecuniaria, se ejecutará, es decir, se cobrará esa multa si el reo hubiese
dejado bienes con que satisfacerla.'
Si el reo fallece ántes de que haya sentencia, se manda sobreseer defi-
nitivamente; si despues de haber fallo, de hecho la condena queda
cumplida. Esto es natural desde que solo responde por un delito el
que lo cometió i las consecuencias o responsabilidades que nazcan de
él no pasan a sus herederos, sobre todo cuando por nuestro Código i por
nuestra Carta fundamental, no hai penas infamantes.
2.° El cumplimiento de la condena extingue toda responsabilidad.
¿Que mas se puede exijir? La obligación se cancela por el pago; aquí
el reo cumpliendo su pena ha satisfecho a la lei i a la sociedad.
3.° La amnistía, la cual extingue por completo la pena i todos sus
efectos.
La amnistía es una gracia por la cual se decreta un olvido jeneral de
los delitos cometidos contra el Estado. Para no confundir la amnistía
con el perdón, hé aquí las principales diferencias que con tanto injenio
marcó el conde de Peyronnet, ministro que fué de Cárlos X rei de
Francia, en una célebre obra i en la cual se leen las máximas si-
guientes:
Amnistía es abolicion, olvido. Perdón es induljencia, piedad. Cuan-'
do Trasíbulo arrojó a los treinta tiranos, estableció una lei a la que los
Atenienses dieron el título de amnistía, que quiere decir olvido. En
ella se mandaba que a nadie se inquietase por sus anteriores acciones
i de aquí nos ha venido el acto i aun el nombre.
La amnistía no repone, sinó que borra. El perdón no borra nada,
sino que abandona i repone.
La amnistía vuelve hácia el pasado i destruye hasta la primera hue-
lla del mal. El perdón no va sinó a lo futuro i conserva en el pasado
todo lo que le ha producido.
El perdón supone crimen. La amnistía no supone nada, a no ser la
acusación.
En una amnistía se recibe mas i hai menos que agradecer. En un
perdón hai mas que agradecer i se recibe ménos.
El perdón se concede al que ha sido positivamente culpable. La
amnistía a los que han podido serlo.
La amnistía nada hace perder al inocente. El perdón se lo hace per-
268 gódigro p e n a l

der todo, hasta el derecho de hablar de su inocencia. El perdón no


rehabilita; por el contrario da mas fuerza a la sentencia del juez.
La amnistía no solamente purifica la acción sino que la destruye. No
pára en esto, borra hasta la memoria i aun la misma sombra de la acción.
Por eso debe concederse perdón en las acusaciones ordinarias i amnistía
en las acusaciones políticas. El perdón es mas judicial que político. La
amnistía es mas política que judicial.
El perdón es un favor aislado que conviene mas a los actos indivi-
duales: la amnistía es una absolución jeneral que conviene mas a los
hechos colectivos.
La amnistía es a veces un acto de justicia i alguna vez acto de pru-
dencia i de habilidad. En la amnistía hai mucho mas que en el perdón.
En aquella se ve la jenerosidad, cuyo agradecimiento impone al pueblo
i da fama al que la concede.
La amnistía aventaja al perdón, que no deja en pos de sí ningún
motivo lejítimo de resentimiento.
Las amnistías condicionales no son sinó conmutaciones groseramente
disfrazadas bajo un título irrisorio i falso.
La política tiene crímenes a los que no debe concederse amnistía ni
perdón. Los tiene que merecen perdón. Lo mejor es siempre sepultar-
los en una amnistía. Concluiremos haciendo presente la necesidad de
echar un velo en los delitos complicados, porque la sociedad perdería
mas con la ejecución de la pena que con su impunidad. La amnistía es
por esto mas fecunda en resultados que lo que es el cadalso para con-
tener los avances de los partidos.
4.° El indulto que, según dice la lei 1.a, tít. 32, part. 7.a, es la con-
donacion o remisión de la pena que un delincuente merecería por su
delito, puede ser jeneral i particular. Jeneral es el que se concede
a todas las clases de reos, teniendo siempre en vista algún motivo
plausible, como lo seria una victoria ganada sobre armas enemigas, o
el ajuste de una paz honrosa i digna para la patria. El indulto particu-
lar es el que se concede a una persona determinada teniendo presente
alguna razón especial, como servicios importantes prestados por el reo,
su ejemplar conducta, etc., etc. El indulto supone delincuencia, a 110
ser que se haya espedido ántes de la pronunciación de la sentencia, pues
así queda el procesado libre de la pena que hubiera merecido por su
delito i de la infam'á de derecho, i por consiguiente, el indultado ocupa
libbo i.—título v. 2G9

en sociedad la condicion i rango que le dispensaba antes de ser encau-


sado.
Finalmente, la conmutación no es mas que un cambio de la pena
incurrida por otra ménos rigorosa. La conmutación de la pena se hace
a veces por solicitud de parte o bien por recomendación del tribunal,
que, obedeciendo a la lei, se ve obligado a aplicarla con toda su estric-
tez. La conmutación es el último recurso que se emplea cuando se han
recorrido todos los arbitrios legales. El fundamento de este derecho,
concedido al gobernante, no tiene razón filosófica de ser.
Por conclusión agregaremos que entre nosotros la amnistía i el
indulto jeneral no pueden ser sino materia de una lei. Los indultos
particulares se conceden por el Presidente de la República con acuerdo
del Consejo de Estado, siempre que no recaigan en algún Ministro del
Despacho, Consejero de Estado, Miembro de la Comision Conservadora,
Jeneral en jefe o Intendente de provincia acusados por la Cámara de
Diputados i juzgados por la de Senadores. En estos casos el indulto es
una de las atribuciones del Congreso. (Art. 37, párrafo 11 i art. 82,
párrafo 15 de la Constitución vijente.)
5.° El perdón de la parte ofendida: pero ya hemos dicho que esto
solo tiene lugar .en aquellos delitos en que solo la lei autoriza para
ello.
6.a La prescripción de la acción penal, es decir, por el lapso de tiem-
po que la lei ha establecido para estos casos i que se detallan en el
siguiente artículo.
7.° La prescripción de la pena cuando se han cumplido los requisi-
tos que exije el art 97 i siguientes.
La prescripción en materia criminal es la extinción del derecho o de
la facultad de castigar i perseguir al delincuente cuando ya ha trascu-
rrido cierto tiempo.
La jDrescripcion de los delitos es cosa útil i necesaria: de otra manera
habria una amenaza permanente de acusación i de pena contra el que
ha delinquido en perjuicio de su honor, de la libertad i hasta de su
vida. Pero ¿debe la pena quedar abolida por el trascurso del tiempo?
El delincuente que ha evadido el castigo ¿debe quedar exento de él
por esa razón? Hé aquí las dos cuestiones que han tenido defensores
e impugnadores distinguidos. El objeto de la pena es prevenir los
delitos i quitar al delincuente el que pueda repetirlos.
Claro está entonces que aquel que no ha reincidido en un largo,
período de años, so ha correjido enteramente teniendo por castigo
270 gódigro p e n a l

suficiente de sus faltas, el trabajo que ha soportado en su destierro o


en la vida oculta que ha llevado para no caer en manos de sus perse-
guidores. La prescripción criminal es conforme aun con los sentimien-
tos del corazon. La espiacion del delito debe ser rápida i ejemplar i si
el tiempo deja sin efecto este deseo, puede modificar las circunstancias,
no solo la situación misma de los sucesos, sino que el corazon pide
piedad cuando los años i la distancia han calmado los ánimos i han
hecho desaparecer la gravedad del caso.

Art. 94.

" L a acción penal prescribe:


R e s p e c t o d e los c r í m e n e s a q u e la leí i m p o n e p e n a
de muerte o de presidio, reclusión o relegación perpó-
tuos, en veinte años.
Respecto de los d e m á s crímenes, en quince años.
R e s p e c t o d e l o s s i m p l e s d e l i t o s , e n diez a ñ o s .
R e s p e c t o de las faltas, e n seis meses.
C u a n d o la p e n a s e ñ a l a d a a l d e l i t o s e a c o m p u e s t a , se
e s t a r á a la maj^or p a r a la a p l i c a c i ó n d e l a s r e g l a s c o m -
p r e n d i d a s e n los t r e s p r i m e r o s a c á p i t e s d e e s t e artí-
culo.
L a s r e g l a s p r e c e d e n t e s se e n t i e n d e n s i n p e r j u i c i o d e
las prescripciones de corto tiempo que establece este
Código p a r a delitos determinados."

Al hablar este articulo de la acción penal, se entenderá que es el


derecho que existe para perseguir al criminal, o mas claro, para deducir
acción en su contra a fin de que se le castigue por algún delito que haya
cometido.
Este artículo es claro i se puede estractar así:
En 20 años prescribe la acción, respecto de crímenes a que la lei
impone la pena de muerte o de presidio, reclusión o relegación perpe-
tuos ;
En 15 años, la acción respecto a los demás crímenes;
libro i I . . — t í t u l o II. 271

En. 10 afios, la de los simples delitos;


En 6 meses, las faltas.
Cuando la pena que mereciere el delito es compuesta, se tomará
entonces la que merezca mayor pena i no las otras.
Las prescripciones de corto tiempo que establece este Código para
delitos determinados, se rijen por lo que se dispone en cada caso
especial.
Así, por ejemplo, el art. 877 establece que la acción de adulterio
prescribe en un año desde el dia que el ofendido tuvo noticias del
delito.
La acción de calumnia o injurias prescribe en un año, según el art.
431.

ART 95.

"El término de la p r e s c r i p c i ó n e m p i e z a a correr


d e s d e el clia e n q u e se h u b i e r e c o m e t i d o el d e l i t o . "

Ya que nuestro Código ha aceptado la prescripción de la acción


penal, lo que es una novedad porque en varios otros países no se ha
seguido este principio, era natural que fijase la época inicial de este
derecho i al efecto lo ha hecho con toda claridad para no dejar duda
alguna, espresando que comienza desde el dia en que se cometió el
delito.

ART. 96.

«Esta prescripción se i n t e r r u m p e , perdiéndose el


tiempo trascurrido, s i e m p r e q u e el d e l i n c u e n t e c o m e -
t e n u e v a m e n t e c r i m e n o s i m p l e delito, i se s u s p e n d e
d e s d e q u e ' e l p r o c e d i m i e n t o se d i r i j e c o n t r a él; p e r o si
se p a r a l i z a s u p r o s e c u c i ó n p o r t r e s a ñ o s o se termina
s i n c o n d e n a r l e , c o n t i n ú a la p r e s c r i p c i ó n c o m o si n o se
hubiere interrumpido.»
272 gódigro p e n a l

Por este artículo se determina que si el reo de un delito i al cual le


está corriendo la prescripción comete otro, se interrumpe i pierde el
tiempo que llevaba ganado. Igualmente se suspende la prescripción
desde que se inicia el sumario; pero si el procedimiento se paraliza por
tres años, o se termina sin condenarle, continúa la prescripción i le
aprovecha el tiempo anterior.
Lalei exije aquí dos cosas: 1.a buena conducta durante el tiempo que
le está corriendo, puesto que un nuevo crimen o delito se lo hace perder
por completo, i 2.a que no se haya entablado juicio en su contra; pero si
hai paralización, o si no se le ha condSPiado dentro de los tres años, -la
prescripción le ha corrido. La razón es clara: los procesos contra
ausentes siempre quedan abiertos i las sentencias no causan ejecuto-
ria, porque llevan la calidad de oír al reo cuando se presente o sea
habido. Al reo ausente se le condena con semi-prueba, pues su ausen-
cia es presunción legal de culpabilidad, según el precepto de la leí 1."
tít. 37 libro 12 de la Novísima Recopilación.

ART. 97.

" L a s penas impuestas por sentencia ejecutoria pres-


criben:
L a de muerte i la de presidio, reclusión i relegación
perpétuos, en 20 años.
L a s demás penas de crímenes, en 15 años.
L a s penas de simples delitos, en 10 años.
Las de faltas, en 6 meses."

Entramos ahora a ocuparnos de la prescripción de las penas, bien


entendido que esta prescripción es solo en caso de que la pena no se
haya ejecutado.
La prescripción de la pena ha sido aceptada poi\casi todos los Códigos
antiguos i modernos. Era necesario establecer un tiempo dentro del cual
el culpable pueda hallar su absolución en la leí por no habérsela podido
aplicar durante el espacio de tiempo que ella. marca. Se funda esta
doctrina en que los remordimientos i continua ajitacion que esperi-
menta el culpable, ya por efecto de su delito, ya por sus esfuerzos para
libro ii.—título ii. 273

evadirse de la acción de la justicia, han debido causarle un suplicio no


menor que el que le impone el cumplimiento de una condena.
En Inglaterra todo delito prescribe en tres años, a escepcion de los
de lesa majestad, para los cuales hai un período mas largo.
En Francia la acción criminal prescribe en 10 años precedida de
tin delito digno de pena de muerte o de otra cualquiera aflictiva o
infamante; i en 20 años la sentencia de condenación ya pronunciada.
Nuestro Código ha igualado los plazos en la prescripción de las penas
con el designado para la prescripción de acciones criminales i en ello ha
hecho bien. Quien abandona un derecho o quien no hace cumplir una
pena en esos plazos, es porque olvida todo, i mas tarde se vería hasta
crueldad en perseguir i castigar delitos que el tiempo ha hecho olvidar
por completo.
Los términos para las prescripciones son equitativos i poco mas o
ménos los que se aceptan en todos los Códigos modernos; por eso nada
tenemos que observar al artículo.

ART. 98.

"El tiempo d e la p r e s c r i p c i ó n c o m e n z a r á a correr


desde la fecha de la s e n t e n c i a d e t é r m i n o o d e s d e e l
q u e b r a n t a m i e n t o d e la c o n d e n a , si h u b i e r e é s t a p r i n c i -
piado a cumplirse.»

Esta disposición complementa la anterior marcando el plazo desde


el cual debe contarse el tiempo para ganar la prescripción, establecien-
do que sea desde la fecha de la sentencia de término, o bien desde que
el reo burló la sentencia i pudo evadir su cumplimiento. Era necesa-
rio fijar época clara i detallada para evitar toda duda i por eso el
caso queda bien resuelto con el artículo que hemos recorrido.

ART. 99.

" E s t a prescripción se i n t e r r u m p e q u e d a n d o sin efec-


to e l t i e m p o t r a s c u r r i d o , c u a n d o e l r e o , durante ella,
cometiere nuevamente crimen o simple delito, sin
perjuicio de que comience a correr otra vez."

18
274 gódigro p e n a l

' Lo que hemos dicho al hablar del art. 96 es aplicable a este caso.

AUT. 100.

" C u a n d o el r e o se a u s e n t a r e d e l t e r r i t o r i o d e la R e -
p ú b l i c a solo p o d r á p r e s c r i b i r l a a c c i ó n p e n a l o la p e n a
contando por uno cada dos dias de ausencia, p a r a el
c ó m p u t o d e los a ñ o s . »

La regla que se establece por este artículo es común a la prescripción


de acción i a la prescripción de pena. Se funda sin duda en que
fuera del pais hai dobles dificultades para perseguir al reo i por eso
dos dias de ausencia en este caso equivalen a uno, o lo que es lo mis-
mo, los plazos entre ausentes de la República son el doble de los seña-
lados para los que están presentes, como se supone a los que se
encuentren dentro de nuestro territorio.

ART. 101.

" T a n t o la p r e s c r i p c i ó n d e la acción p e n a l c o m o la d e
la p e n a c o r r e n a f a v o r i e n c o n t r a d e t o d a clase de
personas.»

El Código Civil establece reglas bien distintas a este respecto. Las


prescripciones por ejemplo, no corren contra los menores ni contra, los
dementes, sordo-mudos i todos los que están bajo potestad paterna o
marital, contra la herencia yacente etc., etc.
Mas la prescripción de la acción penal i de la pena corre en favor
i en contra de toda clase de personas. Esta regla es una escepcion al
art. 2509 del Código Civil. I a la verdad que no podia suceder de otro
modo desde que el que delinque es responsable de sus acciones i si por
eso se le impone una pena, es justo entonces que goce de los beneficios
que establece este artículo. Hai en este caso reciprocidad de obligacio-
nes i derechos i así como el hecho punible le perjudica, debe favorecerle
la prescripción.
Ahora bien: un reo que está cumpliendo su condena se vuelve loco i
es llevado a un hospital de insanos o entregado a su familia bajo
llbro i.—título v. 275

fianza, o quien ha cometido un delito i al ser procesado se vuelve loco


o fatuo i por esto no se puede seguir el proceso ¿habrá prescripción
para él?
Lo primero está resuelto, puesto que aunque esté loco o demente,
está cumpliendo su pena. Mas para el segundo caso hai opiniones
diversas; pero estando a la letra del artículo que analizamos, creemos
que le corre la prescripción de la acción penal, porque ella es jeneral i
contra toda clase de personas. Esto es natural desde que su incapaci-
dad le coloca en estado indefenso i si la prescripción'se funda en la
necesidad del pronto castigo, resultaría que si el loco o demente recobra
la razón despues de los años que la lei establece para alegar la pres-
cripción, seria duro, repugnante i cruel que se le procesara i condenara
cuando ya tiene de su parte el sentimiento favorable de esa sociedad
que años antes se creyó ofendida por su delito.

ART. 102.

" L a prescripción será declarada de oficio por el tri-


b u n a l ann cuando el reo no la alegue, con tal que se
halle presente en el juicio.»

Desde el momento que hai delitos en los cuales se procede de oficio,


es natural que la prescripción se declare del mismo modo en los casos
que ella tenga lugar.
Esta es otra escepcion a las reglas del Código Civil sobre prescrip-
ción civil; pero hai razones de consideración que abonan el precepto
de que nos ocupamos.
Las acciones civiles se ejercitan solo a petición de parte i el juez no
puede ser defensor de nadie. En materia penal el juez que persigue
los delitos debe tomar en cuenta, sin alegación, las escepciones i cir-
cunstancias favorables i adversas de todo delincuente.
Lo único que la lei exije es que el reo esté presente en el juicio, lo
que quiere decir que no se admite esta escepcion si la opone un tercero
en nombre del culpable. La lei quiere que el reo comparezca para
ser libertado, bien sea de la acción penal o de la pena, según sea el
caso que pueda ocurrir.
276 gódigro p e n a l

ART. 103.

" S i el r e o se p r e s e n t a r e o f u e r e h a b i d o a n t e s d e c o m -
p l e t a r el t i e m p o d e la p r e s c r i p c i ó n d e l a a c c i ó n p e n a l o
d e la p e n a , p e r o h a b i e n d o y a t r a s c u r r i d o la m i t a d del
q u e se exije, en s u s r e s p e c t i v o s casos, p a r a tales p r e s -
c r i p c i o n e s , d e b e r á el t r i b u n a l c o n s i d e r a r e l h e c h o c o m o
revestido de dos o mas circunstancias atenuantes mui
calificadas i de n i n g u n a agravante, i aplicar las reglas
d e los a r t s . 65, 66, 67 i 68, s e a e n l a i m p o s i c i ó n d e l a
p e n a , s e a p a r a d i s m i n u i r la y a i m p u e s t a .
E s t a r e g l a n o se aplica a las p r e s c r i p c i o n e s de las
faltas i especiales de corto tiempo.»

El caso en que se coloca este artículo es de fácil aplicación: se refiere


solo cuando álguien, huyendo de la acción penal o de la pena impuesta
por sentencia, ha ganado la mitad del tiempo que la lei exije para escep-
cionarse por la prescripción, dispone entonces que el juez, cuando se trata
de prescripción de acción i tenga que fallar sobre esto, considere el hecho
revestido de dos o mas circunstancias atenuantes i ninguna agravante i
en tal caso puede recorrer toda la escala dentro de la pena que le
corresponda al delito i aplicar la mas baja. Ahora si ha habido sentencia
i corno el reo la ha quebrantado, debe disminuir la ya impuesta en la
forma indicada en el caso anterior.
Mas, también se nos advierte que las prescripciones de faltas i especia-
les de corto tiempo que se establecen para ciertos delitos, no caen bajo
esta disposición i en ello ha habido razón, porque siendo esta clase de
prescripciones Qreadas en favor de los reos que no han merecido penas
graves, tenemos que no pueden impetrarla los que se hayan hecho
acreedores a pena por crímenes o simples delitos.
Empero, de aquí surje una dificultad: el artículo se refiere al caso
en que un delincuente sea habido o se presente voluntariamente ántes
de completar el tiempo de la prescripción de la acción penal o de la
pena. Pues bien ¿no es este el del que quebranta la condena? ¿Por qué
libko i.—título y. 277

la leí le castiga i le reagrava esa pena? No podría él alegar la pres-


cripción? Ahora si por ese quebrantamiento de condena hubiere pasado
el penado la mitad del tiempo escondido ¿no podría eyijir que se le juz-
gase conforme aquí se preceptúa? Parece que este artículo destruye
lo mandado en los arts. 91 i 92 i que habria sido necesario considerar
este caso i esponerlo de un modo claro para no dejar dudas, i no darle
el alcance que parece tener con respecto al que quebranta su condena.
¿Será esta una escepcion? Nos inclinamos a creer que nó.

ART 104.

" L a s circunstancias a g r a v a n t e s c o m p r e n d i d a s en los


núms. 1 5 i 16 d e l a r t . 12, n o se t o m a r á n en cuenta
t r a t á n d o s e d e c r í m e n e s , d e s p u e s d e diez a ñ o s , a c o n t a r
d e s d e la f e c h a e n q u e t u v o l u g a r el h e c h o , n i despues
d e c i n c o , e n los c a s o s d e s i m p l e s d e l i t o s . »

La circunstancia 15 del art. 12 dice que hai agravación cuando el


culpable ha sido castigado anteriormente por delitos a que la lei señale
igual o mayor pena que la que merece el nuevo delito, i la 16 establece
que el que reincide en un delito de la misma especie, agrava la pena.
Pues bien: despues de diez años, a contar desde la fecha en que tuvo
lugar el hecho, estas circunstancias no se tomarán en cuenta o quedan
sin valor tratándose de crímenes, i en los simples delitos, despues de
cinco años. De manera, pues, que aquí hai una prescripción a las
citadas reglas 15 i 16 del art. 12, fundada en que una reincidencia en
estos dos períodos en esa clase de delitos, es talvez fácil i no justo que
se agrave la pena si han trascurrido diez o cinco años.

ART. 105.

" L a s inhabilidades legales provenientes de crimen o


s i m p l e d e l i t o solo d u r a r á n el t i e m p o requerido para
p r e s c r i b i r la p e n a , c o m p u t a n d o d e la m a n e r a que se
d i s p o n e e n l o s a r t s . 98, 99 i 100. E s t a regla no es
aplicable a las inhabilidades p a r a el e j e r c i c i o de los
derechos políticos.
278 gódigro p e n a l

L a prescripción de la responsabilidad civil prove-


niente de delito, se rije por el Código Civil."

La primera parte de este artículo es lójica i racional. Las inhabili-


dades que establece la lei como accesorias de la pena, deben seguir
también la regla establecida para su prescripción, por cuanto lo acce-
sorio está sujeto a lo principal. Prescrita la pena quedan prescritas las
inhabilidades provenientes por la imposición de esa misma pena.
Esta regla consagra una escepcion, i ella es que las inhabilidades para
el ejercicio de los derechos políticos, no están sujetas al precepto ante-
rior i nace esto talvez de que este derecho no es tan perjudicial a un reo
como lo son los otros. Su gravedad es casi ninguna i por esto la ha
echo a un lado, atendiendo a que la condena en sí le ha quitado los
beneficios que podría obtener por el uso o posesion de este derecho.
Por fin, el articulo concluye diciendo que la prescripción de la
responsabilidad civil proveniente de los delitos, se rije por el Código
Civil.
Ello es bien natural, desde que la lei penal solo se estiende al castigo
del culpable i las acciones civiles son independientes del castigo. Enton-
ces es fuera de duda que el presente Código no ha podido lejislar en
materia civil i por eso ha establecido que rijan aquellas reglas en los
casos que puedan ocurrir a este respecto.
L I B R O S E G U N D O .

CRIMENES I SIMPLES DELITOS I SUS PENAS.

TITULO PRIMERO.
CRÍMENES I SIMPLES DELITOS CONTRA LA SEGURIDAD ESTERIOR
I SOBERANÍA DEL ESTADO,

A r t . 106. (°)

"Todo el que dentro del territorio de la República


conspirare contra su seguridad esterior, induciendo a
una potencia estranjera a declarar la guerra a Chile,
será castigado con presidio mayor en su grado máximo
a muerte, (1) Si se han seguido hostilidades sufrirá la
pena de muerte. (2)
L a s prescripciones de este artículo se aplican a los
chilenos, aun cuando las maquinaciones para inducir a
declarar la guerra a la República hayan tenido lugar
fuera de su territorio.»

(*) En adelante en cada artículo estamparemos el lugar en que se


cumple la condena; la estension de la pena i sus accesorios, como asi
mismo si es o no aflictiva para los efectos de la escarcelacion, i cismas
circunstancias que creamos oportunas.
(1) Encierro en la Penitenciaria, ele 15 años i 1 (lia a 20 anos i
como el art. 76 ordena los accesorios en todo caso, aquí corresponde apli-
car el art. 28. Es pena aflictiva, no escarcelaUe.
(2) En toda condena debe establecerse que sino se ejecuta al reo, debe
quedlar sujeto a las inhabilidades que prescribe el art. 27.
280 gódigro p e n a l

En el Libro Primero de nuestro Código Penal, hemos hecho el


estudio de su parte científica i artística; conocimos allí las doctrinas
en que 'descansa su sistema penal, el orden en que las concibe i las
aplica, ya sea en los hechos o en las personas i bajo el influjo de cada
série de circunstancias. Establecimos lo que era delito i sus accidentes,
la responsabilidad que afecta a cada cual; lo que eran penas, su dura-
ción, cómo se ejecutan i las consecuencias que ellas producen; por
fin, cómo se extingue la acción penal i la responsabilidad de la pena.
Ahora entramos al estudio de los diferentes delitos con la designa-
ción de las penas que a cada uno corresponda. Esto era natural i de
estricto rigor, porque primero debíamos adquirir la ciencia i el arte i
hoi recorreremos en este libro las diferentes séries dé hechos a que esa
ciencia i ese arte se han de aplicar en ia práctica.
En el Libro Primero está resuelto todo lo que es permanente; lo que
nos resta que estudiar ahora es la parte variable i a la cual vamos a
aplicar las reglas que hemos dejado sentadas anteriormente.
Entramos, pues, en materia.
Los delitos contra la seguridad esterior i soberanía del Estado ocu-
pan el primer lugar en nuestro Código Penal; i n o p o d i a s e r de otra
manera, desde que el crimen de traición puede causarnos la pérdida de
nuestra nacionalidad i traernos las consecuencias horrorosas de una
guerra de esta especie comprometiendo la independencia del pais, justo
es entonces que ellos estén a la cabeza de los grandes delitos. Por eso,
solo el hecho de que álguien, dentro de nuestro territorio, induzca a
una potencia estranjera a que se nos declare la guerra, incurre en la
pena que señala el artículo.- Por manera que aquí se castiga la tentati-
va, i la disposición comprende tanto' a chilenos como á estranjeros.
I tan es así, que el artículo no dice: «.todo chileno,» sino que emplea
la frase «todo el que dentro etc., etc.»
En efecto la lei no ha podido hacer distinción desde que todo individuo
que pisa nuestro territorio goza de los mismos favores que sus nacio-
nales i no era justo que su calidad de estranjero le favoreciese i pudiera
entonces, abusando de la hospitalidad que se le da, hacer lo que a otros
no les es permitido. .
Ahora, si por causa de esa inducción se han seguido hostilidades,
la pena es la de muerte, que es la mas grave que fija el Código para
los grandes delitos, i hé aquí también el primer caso en que un crimen
libro ii..—título iI. 281

se castiga con ella de un modo fijo, sin haber otra pena que la reem-
place.
Si el que induce a una potencia estranjera a que - se declare la
guerra es chileno, pero está fuera del país, i desde suelo estraño ha
maquinado contra su. patria, se le castiga conforme se dispone en los
dos primeros incisos.
El art. G.° de este Código dice: que los crímenes o simples delitos
perpetrados fuera del territorio de la República por chilenos o por
estranjeros, no serán castigados en Chile sino en los casos determina-
dos por la leí. Aquí también senos presenta uno de esos casos, pero
solo cuando el delito ha sido cometido por chileno, pues bien claro lo
dice el tercer inciso del artículo que comentamos.
¿Cómo se hará efectiva esta responsabilidad i cómo la pena? Esto
es materia del Código de Procedimientos, que no se ha dictado todavía;
pero al presente se Obtiene por la estradicion del reo, cosa que
siempre se pacta en los tratados con las potencias estranjeras i que, por
ser un delito tan odioso i de tan fatales consecuencias, todos acep-
tan este principio sin inconveniente alguno. Mas si el reo estuviere
en territorio de la potencia enemiga, solo así podria burlar la lei; pero
no por esto se le dejaría de procesar i la pena se le aplicaría ^cuando
fuese habido.
La guerra a que se refiere este artículo es la de nación a nación; la
guerra de conquista en que se ataca nuestra existencia; pero no puede
referirse a las intervenciones en las contiendas políticas que pudieran
dividirnos por desgracia i que en apoyo de un partido de los que se
disputan el mando, se solicitare el ausilio de otra potencia. Los que
pidan este ausilio serán reos políticos de mas o ménos gravedad; peró
no se les puede calificar de traidores. La potencia que venga en ausilio
de un partido no viene a ser señora sino ausiliadora de una idea o
de un bando. ¿Será ello bueno o será malo? Los hechos consumados
:
son los que resuelven jeneralmente esta cuestión.
En la palabra chileno, se comprende a todo el que lo es según los
preceptos que establece nuestra Constitución política i como la disposi-
ción del artículo no hace escepcion alguna, resulta que ella es jeneral
i comprende al que está en posesion de esta ciudadanía.
282 gódigro p e n a l

ART. 107.

" E l chileno que militare contra su patria bajo bande-


ras enemigas, será castigado con presidio m a y o r en su
g r a d o m á x i m o a m u e r t e . ) ) (1)

(1) De 15 anos 1 clia a 20 años i conforme al art. 76, se le impondrán


las accesorias del art. 28. Se cumple en la Penitenciaria; es pena aflic-
tiva i no escarcelabje. Si se le condena a muerte, debe en la sentencia
establecerse lo que dispone el art. 27.

Este delito es sin duda menos grave que el anterior i puede ser
cometido por toda clase de personas, al paso que el determinado en el
articulo precedente, solo puede ser ejecutado por persona influyente, de
cierta ilustración i de alguna posicion social. Entrar a tratar con un
gobierno, decidirlo a una guerra i hacerle levantar armas, es cosa
que no está al alcance sino de pocos. Pelear en filas enemigas contra
la patria es la obra jeneralmente de la ignorancia o de un rencor
estremo. Por eso ante la lei éste es ménos culpable que aquel i por esto
entendemos que el presente artículo solo se refiere al que es chileno i
no al estranjero que se naturaliza i despues puede abandonar esta
nacionalidad i servir bajo banderas enemigas.
La pena en este caso es òompuesta de la de presidio mayor en grado
máximo a muerte i su aplicación será solo en el grado mas bajo, salvo
que circunstancias agravantes hagan necesario subir al mas alto, qne
seria la de mumie.

ART. 108.

«Todo individuo que, sin proceder a nombre i con


autorización de u n a potencia estranjera, hiciere armas
c o n t r a C h i l e , a m e n a z a n d o la i n d e p e n d e n c i a o integri-
d a d de su territorio, s u f r i r á la p e n a d e p r e s i d i o perpè-
tuo a muerte.»
libro ii..—título iI. 283

Este artículo es orijinal de la Comision redactora del Código Penal.


En él no se hace distinción alguna en la persona que cometa este delito.
Como se vé, el que así procede obra por sí i en bien propio: persigue una
idea ambiciosa, tendente a amenazar la independencia o integridad de
nuestro territorio. Es el caso de un caudillo que se levante: para casti-
gar este delito, la lei ha fijado la pena de presidio perpétuo, o bien la de
muerte. El juez aplicará esta última si la gravedad de los hechos
ejecutados la hicieren necesaria. En todo caso, si se aplica al reo la
pena de muerte, debe estamparse lo que preceptúa el art, 27, por si
dicha pena no se ejecuta.

Art. 109.

«Será castigado con la pena de presidio mayor en su


grado máximo a muerte: (1)
E l que facilitare al enemigo la entrada en el territo-
rio de la República.
E l que le entregare ciudades, puertos, plazas, forta-
lezas, puestos, almacenes, buques, dineros u otros
objetos pertenecientes al Estado, de reconocida utilidad
para el progreso de la guerra.
E l que le suministrare auxilio de bombres, dinero,
víveres, armas, municiones, vestuarios, carros, caballe-
rías, embarcaciones u otros objetos conocidamente
útiles al enemigo.
E l que favoreciere el progreso de las armas enemi-
gas en el territorio de la República o contra las fuerzas
chilenas de mar i tierra, corrompiendo la fidelidad de
los oficiales, soldados, marineros u otros ciudadanos
hácia el Estado.
E l que suministrare al enemigo planos de fortifica-
ciones, arsenales, puertos o radas.
E l que le revelare el secreto de una negociación o
de una espedicion.
284 gódigro p e n a l

E l que ocultare o hiciere ocultar a los espías o sol-


dados del enemigo enviados a la descubierta.
E l que como práctico dirijiere el ejército o armada
enemigos.
E l que diere maliciosamente falso rumbo o falsas
noticias al ejército o armada de la República,
E l proveedor que maliciosamente faltare a su deber
con g r a v e daño del ejército o armada.
E l que impidiere que las tropas de la República, en
tiempo de guerra estranjera, reciban ausilios de cau-
dales, armas, municiones de boca o de guerra, equipos
o embarcaciones, o los planos, instrucciones o noticias
convenientes para el mejor progreso de la guerra.
E l que por cualquier medio' hubiere incendiado
algunos objetos con intención de favorecer al enemigo.
E n los casos de este artículo si el delincuente fuere
funcionario público, ájente o comisionado del Gobierno
de la República, que hubiere abusado de la autoridad,
documentos o noticias que tuviere por razón de su
cargo, sufrirá la pena de muerte.

(1) Penitenciaria, de 15 años 1 clia a 20 años i las accesorias del


art. 28. Si se le condena a.muerte, debe en el fallo establecerse lo que
dispone el art. 27. Son penas aflictivas i no escarcelables según el
art. SI. '

Los diversos casos en que se coloca este artículo ¿no son acaso otras
tantas tentativas para destruir la independencia o integridad del
Estado? Lo son en efecto i por eso ha debido estar a continuación del
art. 106 si se hubiera seguido un buen método. Sin embargo, aunque
por los distintos medios que se espresan en este artículo se puede
llegar a destruir la independencia, e integridad del Estado, se nota que
es de un modo indirecto, que no revela tanta criminalidad como en el
libro i i . . — t í t u l o iI. 285

caso del art. 106, i por eso podernos mirarlo como una escepcion, i hé
aquí también por que su penalidad es menor.
En cuanto al proveedor que maliciosamente faltare a su deber con
grave daño del ejército o armada, parece que no debiera estar colocado
en este artículo, porque él no favorece al enemigo sino que busca un
lucro en su negocio. Talvez por esto nuestro Código, en el art. 273, penó
por separado este delito, i si llegase un caso de esta naturaleza, indu-
dablemente se le penaría conforme a este artículo i no se le aplicarian
las disposiciones del presente.
Ahora si el que cometiere algunos de los delitos que aquí se enume-
ran es funcionario público, ájente o comisionado del Gobierno de la
República i que hubiere abusado de la autoridad, documentos o noticias
que tuviere por razón de su cargo, su delito es mas grave i la lei ha
querido, con justicia, que se le imponga la pena de muerte.
No concluiremos este artículo sin establecer que siempre, en caso de
guerra, debe el gobierno decretar i hacer saber lo que prohibe por
contrabando de guerra i especificar los artículos que no deben suminis-
trarse al enemigo i que quedan privados del comercio. Sin esto talvez no
habría delito, porque se podia hacer el comercio a buena fó, i para
evitar dudas i establecer desde cuándo afectan responsabilidades al que
comercia con el enemigo, es necesario que la prohibición se haga opor-
tunamente. Hecha esta publicación ya no puede alegarse ignorancia i
el que faltare caería indudablemente en la pena que se establece en esta
disposición, al que proporciona víveres o artículos de contrabando de
guerra al enemigo.

ART. 110.

"Con la pena de presidio mayor en su grado medio


a presidio perpétuo, se castigarán los crímenes enume-
rados en el artículo anterior cuando ellos se cometieren,
respecto de los aliados de la República que obran
contra el enemigo común.» (1)

(1) Presidio mayor en su grado medio; se cumple en la Penitenciaria


i comprende de 10 años i 1 clia a 15 años i las accesorias del art. 28. El
presidio perpetuo se cumple tamMen en la Penitenciaria. Ambas penas
son aflictivas e inescarcetables bajo fianza, según el art. 37.
286 gódigro p e n a l

Si Chile, en unión con otra potencia, hiciere guerra a otra nación i


algún chileno quebrantase lo que dispone el artículo anterior respecto
a sus aliados, incurrirá en los crímenes que establece dicho artículo i
será castigado con presidio mayor en su grado medio. Mas si el delito
se presenta revestido de circunstancias agravantes como ser ejecutado
por funcionarios públicos, ajentes o comisionados del Gobierno que
hubieren abusado de la autoridad, documentos o noticias que tuvieren
por razón de su cargo, entonces la pena se aplicaría en su grado mas
alto, es decir presidio perpétuo.
Obrar contra los aliados de la República que están apoyando o
sosteniendo una misma causa, no puede ser sino un grave delito i el
Gobierno no podría tolerar hostilidades contra ellos, porque eso seria
autorizar una traición con los que nos prestan su apoyo i corren igual
o mayor peligro que nosotros. Tal deslealtad podría ser causa de un
rompimiento i entónces sobrevenirnos un gran perjuicio, i he aquí por
que la leí ha previsto este caso que puede ocurrir i que ha debido estar
prescrito en nuestro Código.

AKT. 111.

" E n los casos de los cinco artículos precedentes el


delito frustrado se castiga como si fuera consumado,
la tentativa con la pena inferior en u n grado a la
señalada p a r a el delito, la. conspiración con la inferior
en dos grados i la proposición con la de presidio menor
en cualquiera de sus grados.»

Por este artículo se establece que el delito frustrado, en los casos de


los cinco anteriores artículos, se pena como si fuere consumado. Es
natural entonces que la tentativa se agrave, i al efecto se castiga en estos
casos con la pena inferior en un grado a la señalada'para el delito; la cons-
piración con la inferior en dos grados, i por fin la proposicion con presidio
menor en cualquiera de sus grados. (De 61 dias a 5 años). Si esta pena
se aplica en su grado máximo, da 3 años un dia a 5 años, es aflictiva
i por lo tanto, no es escarcelable el reo i debe imponérsele ademas las
penas accesorias que señala el art. 29.
Si se aplica en grado medio a mínimo i recae contra un empleado i
libro i i . . — t í t u l o iI. 287

hai oficio o cargo de que suspenderle, se le aplica lo que dispone el


art. 30.
No debe olvidarse lo que a este respecto dispone el art. 8.°, pues este
es un caso en que la conspiración i la proposicion para cometer un
crimen, se penan especialmente por la lei.
Nuestro Código ha querido agravar las penas en los delitos anteriores,
para quitar, si es posible, el que ellos se cometan i por la dificultad que
ofrece su pesquiza i su comprobacion, a fin de que el rigor del castigo
sirva de ejemplo a los ciudadanos i no comprometan a su patria por
vil Ínteres.
Para determinar las penas que aquí se señalan, ademas de las reglas
dadas a este respecto en I03 artículos 50 i siguientes, está la escala que
hemos formado con el epígrafe. «OBSERVACIONES JENERALES A LOS
ARTS. 50, 51, 52, 53 i 54, en el Libro primero.
\
AKT. 112.

"Todo individuo que hubiere mantenido con los


ciudadanos o subditos de una potencia enemiga co-
rrespondencia que, sin tener en mira alguno de los
crímenes enumerados en el art, 109, ha dado por
resultado suministrar al enemigo noticias perjudiciales a
la situación militar de Chile o de sus aliados, que obran
contra el enemigo común, sufrirá la pena de presidio
menor en cualquiera de sus grados. (1)
La misma pena se aplicará cuando la correspondencia
fuere en cifras que no permitan apreciar su contenido.
Si las noticias son comunicadas por un empleado
público, que tiene conocimiento de ellas en razón de
su empleo, la pena será presidio mayor en su grado
medio.» (2)
(1) Lo mismo que el anterior.
(2) Encierro en Penitenciaria ele 10 años i 1 clia a 15 años i las acce-
sorias del art. 28. Es pena aflictiva i no se otorga escarcelacion al reo
tajo fianza.

Mantener correspondencia en tiempo de guerra con habitantes del


pais enemigo ¿es a caso un delito?—Nos parece que el artículo no ha
288 gódigro penal

espresado biea el pensamiento i por eso puede ofrecer dudas su inteli-


jencia. En jeneral, la correspondencia puede ser útil a los intereses del
comercio o de la industria, i las cartas de familia O'estrañas a los asuntos
que se rocen con la guerra, no caen bajo la represión de este artículo.
Si el gobierno prohibe toda correspondencia i cuando faltando a este
precepto se suministra al enemigo, aunque de un modo indirecto,
noticias perjudiciales a nuestra situación militar o a la de los aliados, si
los tuviéramos, se ckeria en delito.
La correspondencia en cifras i que no permite apreciar su contenido
es sospechosa por el hecho de ser contra nuestros enemigos i el qué la
usa falta a esta prescripción. De suyo lleva una presunción legal de
culpabilidad i por eso se establece pena en todo caso.
Ahora si las noticias son comunicadas por empleados públicos i' que
por razón de su oficio o empleo están al corriente de todo i faitan al
secreto que les impone su cargo, .el delito está revestido de una circuns-
tancia agravante, i hé aquí entonces el rigor de esta disposición. Hai
una verdadera traición, puesto que se obra a ciencia cierta de los
hechos i del mal que se va a causar a su patria. Un telegrafista por
ejemplo, que por su cargo sabe casi todo lo reservado, debe guardar
sijilo i su crimen es tanto mas grave cuanto que falta a sus deberes de
empleado i de chileno si comunica al enemigo los secretos de que es
depositario.
Repetimos que en estos casos el gobierno debe dictar la prohibición
de suspensión de correspondencia en jeneral i que sin esto no habría
delito, salvo que por esa correspondencia se hiciere traición comunicando
al enemigo lo que sabe, lo que observa o dándole datos para que
aprecien nuestra situación, pues esto no tiene escusa ante la leí i la
razón lo enseña aunque ella no lo prohibiera.

AKT. 113.
«El que violare t r e g u a o armisticio acordado entre
la República i otra nación enemiga o entre sus fuerzas
belijerantes de mar o tierra, sufrirá la pena de presidio
menor en su grado medio.» (1)

(1) Se cumple en el Presidio urbano-, de 541 clias a S años: no es


aflictiva i el reo puede ser escarcelado bajo fianza de juzgado, sentenciado
i pagado. Se aplica también el art. 30 si el reo es empleado i hai cargo
u oficio de que suspenderle.
libbo ii.—título i. 289

. El delito que castiga el anterior artículo es mas posible que sea


cometido por militares que por particulares. Los primeros serán casti-
gados conforme al Oódigo Militar i los particulares o, mas claro, los
que no pertenezcan al ejército o armada, se les penará con arreglo a
esta disposioion.
La violacion de tregua es un delito grave, porque ella puede compro-
meter a la nación: es la violacion de un pacto que siempre se estima
sagrado i que debe ser cumplido relijiosamente. Sobre todo, un hecho
de esta especie puede dar pió al enemigo para que principien las hosti-
lidades, talvez cuando ello nos perjudique i comprométala suerte de las
armas. Hé aquí por que aun llega a ser leve la pena que se señala para
un delito cuyas consecuencias no se pueden apreciar sino despues de
cometido, i por eso debió haberse dejado mas estension que recorrer
en su escala de penalidad.

ART. 114.

«El que sin autorización lejítima levantare tropas en


el territorio de la República o destinare buques al
corso, cualquiera que sea el objeto que se proponga o
la nación a que intente hostilizar, será castigado con
presidio mayor en su g r a d o mínimo i multa de mil a
cinco mil pesos.» (1)

(1) Penitenciaria de 5 años 1 dia a 10 años i las accesorias del art.


88. Pena aflictiva, no admite escarcelacion.

Armar tropas dentro del territorio de la República o destinar buques


al corso, sea cual fuere el objeto a que se le dedique, son hechos
que se castigan con una pena bien severa. A la verdad que estos
actos aparecen inocentes a primera vista; pero si esas tropas pueden
perturbar el orden interior o servir a una potencia estraña creyén-
dose que el Gobierno autorizaba ese proceder, pueden sobrevenir
consecuencias graves. Esto es lo que la lei ha querido evitar i porque
ademas este derecho es privativo del gobierno i no puede desprenderse
de una facultad tan peligrosa en manos de cualquiera. Talvez la pena
19
290 gódigro p e n a l

es demasiado grave porque el mal se puede remediar en tiempo i como


no se . divisan en estos, actos un alto grado de criminalidad, debió
haberse castigado este delito con una pena mas proporcionada a su
poca gravedad.

ART. 115.

¿i <xEl q u e violare la neutralidad de la República,


comerciando con los belijerantes en artículos declarados
de c o n t r a b a n d o de g u e r r a 1 en los respectivos decretos o
proclamas de neutralidad, será penado con presidio
m e n o r en su g r a d o medio. (1)
Si u n e m p l e a d o público f u e r e autor o cómplice en
e s t e delito, se le c a s t i g a r á con presidio menor en su
grado máximo.» (2)

(1) Se cumple en el Presidio urbano, de 541 días a 3 años i tas acce-


sorias del art. 80 si el reo tuviere cargo u oficio ele que suspenderle. Según
el art. 37 no es pena aflictiva i por tcmto admite esmrcelacwn.
(2) Id, de 3 años 1 dia a 5 años i las accesorias del art. 29, i también
las del 30 por referirse a empleados i haber destino de que suspenderle.
Es pena aflictiva, i no escarcelable.

La neutralidad que deben observar las naciones respecto a las poten-


cias que están en guerra, es aceptada por el derecho internacional i
una garantía para los belijerantes. Faltar a ella, es dar fuerza a uno de
los contendientes en perjuicio del otro i esto es lo que pena el presente
artículo.
Nosotros hemos conocido ahora el mal que se causa cuando se falta
a esa neutralidad: Perú i Bolivia han tenido recursos a toda hora de los
que han debido ser neutrales en la guerra que hemos sostenido con
esas dos naciones. Este derecho ha sido burlado en perjuicio de
nuestro pais i nuestras reclamaciones han sido infructuosas. La fó
pactada en tratados i en leyes jenerales se ha violado: Chile que siempre
ha sido honrado i fiel cumplidor de sus pactos, ha consagrado en su
Código Penal un artículo para que se castigue al que, buscando el
libro i i . . — t í t u l o iI. 291

lucro i aprovechando el desacuerdo de dos naciones, vaya a comerciar


i dar recursos a una potencia con manifiesto perjuicio de otra. I con
razón el castigo es mas severo si ese comercio se hace por empleados
públicos, i esta severidad es tal que, al cómplice de este delito, lo iguala
al autor en la pena.

AliT. 1 1 6 .

«El ciudadano o sdbdito de una nación con quien


Chile e s t á e n g u e r r a , q u e violare los d e c r e t o s d e i n t e r -
nación o espulsion del territorio de la República,
espedidos por el G o b i e r n o respecto d e los c i u d a d a n o s
o s u b d i t o s d e d i c h a n a c i ó n , s u f r i r á la p e n a d e r e c l u s i ó n
m e n o r e n su g r a d o m e d i o ; ( l ) n o p u d i e n d o ésta e n n i n -
g ú n caso, e s t e n d e r s e m a s allá d e la d u r a c i ó n d e l a
guerra que motivó aquellas medidas.»

(1) Se cumple en el Presidio urbano es de 541 dias a 3 años. Se


aplica también lo previsto en el art. 30, si el reo es empleado i hai cargo
de que suspenderle. Esta pena no es aflictiva i el procesado puede obte-
ner escarcelacion bajo fianza de juzgado, sentenciado i pagado.

Declarada la guerra entre dos naciones, o entre una o mas, lo prime-


ro que hace cada gobierno es internar o e3pulsar en un breve plazo a
los ciudadanos o súbditos de la nación con quien ha entrado en guerra,
i al efecto se dictan decretos en este sentido i se publican bandos en
los cuales se consignan los plazos u otras medidas tendentes a evitar el
espionaje i a que se den al enemigo datos de la situación del país, de
sus recursos como de lo que se esté haciendo. Nosotros lo hemos visto
esto ya dos veces: la primera en tiempos de la guerra con España en
.1866, i la segunda con Perú i Bolivia en Enero de 1879.
Estas medidas, aunque no han surtido todo su efecto por el poco
rigor con que se han ejecutado, sin embargo, han contribuido en algo
para evitar esos denuncios.
Este proceder es sancionado por el derecho de la guerra, i nuestro
Código lo ha hecho constar aquí en razón a que todo el que pise núes-
292 gódigro p e n a l

tro territorio esté obligado a respetar sus leyes i no tenga escusas, cuan-
do se ejercite este derecho, en los casos que puedan ocurrir.
Concluida la guerra, ya por medio de una paz o porque se alcanzó el
resultado que se perseguía, de hecho lo dispuesto en este articulo que-
da sin efecto i el condenado por infracciones a él puede exijir su liber-
tad si ella no fuese decretada por la autoridad.

ART. 1 1 7 .

«El chileno culpable de tentativa para pasar a pais


e n e m i g o c u a n d o lo h u b i e r e p r o h i b i d o e l G o b i e r n o , s e r á
c a s t i g a d o con la pena, d e r e c l u s i ó n m e n o r e n su g r a d o
mínimo.» (1)

(1) Se.cumple en el Presidio: de 61 a 541 dias, i si el reo es empleado


i hai cargo público de que suspenderle, se aplica el art. SO. No es pena
aflictiva i puede obtener escarcelacwn bajo fianza.

En tésis jeneral, todos tenemos el derecho de salir del pgis i aun de


pasar a territorio enemigo: el peligro que se corra por esta causa lo verá
el que quiera usar de esta franquicia; pero en todo caso debe guardarse
fidelidad a la patria. No obstante, hai casos en que el Gobierno puede
limitar este derecho en el todo o parte i cuando asi lo ha resuelto i se
infrinje el decreto que se dicte, la tentativa se castiga con la pena que
se ha indicado.
Este artículo nos ofrece un ejemplo en que la tentativa se castiga
con pena especial i se aparta de las reglas jenerales. La tentativa es
aqui un verdadero delito.
Esta disposición se funda en la conveniencia de evitar que el enemi-
go pueda, por bien o por mal, tener noticias del estado del pais i esto
podría comprometer la paz o la independencia del Estado, de cuyos
delitos nos estamos ocupando en este título.

Art. 118.

« E l que ejecutare en la República cualesquiera órde-


nes o disposiciones de un gobierno estranjero, que
l i b r o i i . . — t í t u l o iI. 293

ofendan la independencia o seguridad del E s t a d o ,


incurrirá en la pena de estrañamiento menor en sus
grados mínimo a medio.» (1)

(1) Espidsion del reo fuera de la República al lugar de su elección


de 61 dias a 3 años, i suspensión de cargo según él art. 30, si fuere
empleado.. No es pena aflictiva i el reo puede ser escarcelado bajo fiama.

En el proyecto de Código ocupaba este lugar otro artículo, que fué


rechazado en el Congreso despues de acalorados debates. Para com-
prender esta disposición bueno será saber cómo estaba redactado el
artículo que hoi no figura en nuestro Código i al cual nos hemos
referido aqui.
Decia así:
«El eclesiástico que en el desempeño de su cargo i sin los requisitos
que prescribe la parte 14 del art. 82 de la Constitución del Estado,
publicare o ejecutare bulas, breves o despachos de la Corte Pontificia
u otras disposiciones o declaraciones que atacaren la paz o la indepen-
dencia de la República, o se opusieren a la observancia de las leyes o
provocaren su inobservancia, incurrirá en la pena de estrañamiento
menor en su grado medio, i en caso de reincidencia en la de estraña-
miento mayor en su grado máximo.
El lego que ejecutare las referidas bulas, breves, despachos, disposi-
ciones o declaraciones, será castigado con reclusión menor en su grado
mínimo.»
La forma'de este artículo, o mas claro su redacción, era apoyada por
la Cámara de Diputados. El Senado pretendía que este artículo debia
redactarse en estos términos:
«El eclesiástico que en el desempeño de su cargo i sin los requisitos
que presbribe la parte 14 del art. 82 de la Constitución del Estado,
ejecutare órdenes o disposiciones de la Corte Pontificia que atacaren
la independencia o seguridad del Estado o se opusieren a la observancia
de sus leyes, en cuanto no sean contrarias al dogma o a las costumbres,
incurrirá en la pena de estrañamiento menor en su grado mínimo.
El lego que ejecutare las referidas órdenes o disposiciones, será
castigado con reclusión menor en su grado mínimo.»
Ninguna de las dos Cámaras pudo ponerse de acuerdo en la forma
294 gódigro p e n a l

que debia darse a este artículo i como cada una de ellas apoyaba su
redacción con el número de votos necesarios, se aplicó entonces el art.
51 de la Constitución del Estado, que determina para estos casos que
si las correcciones o adiciones hechas por la Cámara revisora fuesen
aprobadas por la de su orí jen, volverá segunda vez el proyecto a l a
Cámara revisora, donde, si fuesen nuevamente aprobadas las adiciones o
correcciones por una mayoría de las dos terceras partes de sus miembros
presentes, volverá el proyecto a la otra Cámara i no se entenderá que
ésta reprueba las adiciones o correcciones, sinó concurre para ello el
voto de las dos terceras partes de los miembros presentes.
El Proyecto de Código lo pasó el Gobierno primero al Senado: la
Cámara de Diputados fué la revisora i ámbas tenían el número
suficiente de votos, la 1.a para sostener su variación, i la'2. a para
rechazarla. En este caso, i de acuerdo con lo prescrito en el art. 42 de
la Constitución, se rechazó el artículo i, por lo tanto, se suprimió del
Código i su lugar lo ocupó el actual
El delito que prevenía el artículo desechado no ha dejado de ser
delito, ni ha quedado tampoco sin pena. Por el contrario, la latitud del
presente artículo manifiesta que dentro de él se comprende lo que en el
artículo suprimido se decia con una esplicacion que lo anulaba todo.
El patronato que la Constitución del Estado confiere al Presidente
déla República por una parte, i por otra su obligación de hacer guardar
i que se cumplan las leyes por quienes corresponda, no le permite que
dentro de la República se ejecuten órdenes o disposiciones de un
gobierno estranjero que ofendan la independencia o seguridad del
Estado. Por eso es que ni se pueden publicar ni ejecutar bulas, breves
o despachos de la Corte de Roma sin que el gobierno les dé el respectivo
pase, caso que en ellas no encuentre nada que vulnere nuestra soberanía.
Los obispos no pueden ejercer jurisdicción ni son reconocidos por el
Estado, si el gobierno no da el respectivo pase a sus bulas.
I tanto mas se refiere este articulo a los decretos, nombramientos,
rescriptos o encíclicas de la Curia de Roma, cuanto que no es posible
suponer que un soberano estranjero pretenda dictar órdenes para que se
publiquen en nuestro territorio ni habría quien las ejecutara. De consi-
guiente, lo que se queria dejar sin que fuera delito i sin pena, ha venido a
quedar dentro de los términos del art. 118 -i él se aplicará siempre en los
casos que puedan ocurrir. Ahora si se alegase que este artículo no tiene
el alcance que le damos i se dijera que en el Código no existia prohi-
libro i i . . — t í t u l o iI. 295

bicion para publicar i ejecutar órdenes del Pontífice de Roma, ten-


dríamos entonces que ocurrir a las leyes que rejian sobre esta materia
ántes de la promulgación de este Código, por cuauto en su Título final
solo deroga las leyes i disposiciones preexistentes sobre las materias que
en él se tratan. Por cierto que esas leyes son mas severas que la
disposición actual i tienden1 a conservar mucho mas el poder de la
autoridad i sus regalías.
Un Estado no puede estar mandado por dos soberanos a la vez. Noso-
tros no podemos tampoco establecer que en Chile se publiquen i ejecu-
ten otras leyes, otras disposiciones ni obedecer sino aquello que arranca
su fuerza de los poderes públicos que forman el Estado, ni reconocemos
otras autoridades que las que por lei deben existir para nuestro gobierno.
Todo lo que no venga de ellas i dentro de los límites de sus facultades,
no tiene fuerza obligatoria ni sanción penal para el caso de infracción.

ART. 119.

«Si un empleado público, abusando de su oficio,


cometiere cualquiera de los simples delitos de que se
trata en el artículo anterior, se le impondrá ademas de
la pena señalada en él, la de inhabilitación absoluta
temporal para cargos i oficios públicos en su grado míni-
mo.» (1)

(1) Son las inhabilitaciones del art. 38. Dura ele 3 años 1 dia a 5
años. Es pena aflictiva, i por lo tanto, inescarcetable el reo de este delito
según el art. 37.

Este artículo establece una agravación de pena si el que comete el


delito-a que se refiere el art. 118 es empleado público i abusa de su
oficio.
Los deberes de los particulares son bien distintos de los de los em-
pleados que reciben sueldo del Estado i sobre todo cuaudo, por razón
de su cargó, abusan de esa situación. Era natural que la pena fuera mas
grave, porque si la lei castiga al individuo particular que goza de mas
libertad e independencia ¿cómo habria de ser idéntica la responsabilidad
del empleado público?
296 gódigro p e n a l

En el presente año (1883) el Congreso, al aprobar los Presu-


puestos del Culto, declaró que eran sueldos los que se pagaban a
diversos funcionarios de la Iglesia i así glosó sus partidas. Solo pues
tienen sueldo los empleados públicos i, siendo el presupuesto de los
gastos de la República una leí, es evidente que si algún eclesiástico
faltare a lo prohibido en el art. 118, seria castigado con la agravación
de la pena que señala este artículo para el empleado público, porque
de hecho i de derecho ha quedado siéndolo todo eclesiástico de los que
señala el Presupuesto del Culto con sueldo por el servicio que presta i
a quien paga como a cualquier otro empleado público.

ART. 120.

«El que violare la inmunidad personal o el domicilio


del representante de una potencia estranjera, será cas-
tigado con reclusión menor en su grado mínimo, (1)
a ménos que tal violacion importe un delito que t e n g a
señalada pena mayor, debiendo en tal caso ser consi-
derada aquella como circunstancia agravante.»

(1) Presidio urbano de 61a 540 dias i las accesorias del art. 30
caso de ser empleado i hai cargo de que suspenderle. No es pena aflictiva
i el reo puede ser escarcelado bajo fianza.

En todos los tiempos, los embajadores i representantes de un pais


han sido mirados con una especial consideración: de otro modo no
existirían las relaciones de amistad entre las naciones, porque la primera
garantía, la base en que ella descansa, es la seguridad, buena acojida i
respeto por el que representa a la nación amiga i bajo cuya fé reside
en suelo estraño.
Nuestro Código ha consagrado una disposición especial para garantir
la inmunidad personal i el domicilio de todo representante de una
potencia estranjera que resida entre nosotros. Ahora si se comete un
delito contra la persona de ese representante i el delito ejecutado
tuviere pena mayor, la violacion es sojo una circunstancia agravante
del delito i debe considerarse al aplicarse la pena al culpable.
libro ii..—título II. 297

El artículo eu cuestión no dice nada respecto al caso que puede


ocurrir de encontrarse entre nosotros el soberano de una nación ami-
ga; pero por ánalojía debemos establecer que goza de las mismas
prerogativas que su representante por lo ménos, o que en . este caso se
aplicaría la disposición de este artículo en contravenciones de esta
especie, pero siempre que ese .soberano sea reconocido como tal, o mas
claro, que su permanencia entre nosotros no sea incógnita, pues en este
caso su persona no tendría mas garantía que la de cualquier otro
individuo nacional o estranjero.

TITULO SEGUNDO.
CRÍMENES I SIMPLES DELITOS CONTRA LA SEGURIDAD INTERIOR
DEL ESTADO.

Art. 121.

«Los que se alzaren a mano armada contra el Gobierno


legalmente constituido con el objeto de promover la
guerra civil, de cambiar la Constitución del Estado o
su forma de gobierno, de privar de sus funciones o
impedir que entren en el ejercicio de ellas al Presidente
de la República o al que b a g a sus veces, a los miem-
bros del Congreso Nacional o de los Tribunales Supe-
riores de Justicia, sufrirán la pena de reclusión mayor,
(1) o bien la de confinamiento mayor (2) o la de estra-
ñamiento mayor, en cualesquiera de sus grados.» (3)

(1) Penitenciaria de 5 años 1 dia a SO años i las accesorias del


art. 28.
(2) Espulsion del reo del territorio de la República con residencia
forzosa en un lugar determinado, de 5 años 1 dia a SO cuños, i lees acceso-
rias del art. 28;
(3) Espiüsion del reo del territorio de la República al lugar de su
elección por 5 años 1 dia a 20 años i las accesorias del art. 28.
Estas tres penas son aflictivas i por supuesto no admiten la escarcela-
cion del reo bajo fianza durante el proceso.
298 gódigro p e n a l

Los delitos contra la seguridad interior del Estado no atacan su


existencia; pero conmueven el orden social en sus cimientos, amenazan
todas las existencias en una sola i aun cuando aborten, queda la socie-
dad turbada i alarmada. El mal puede ser mayor si la anarquía llega
hasta la pérdida de la nacionalidad, cosa que ha sucedido en otros
paises.
Entre nosotros por fortuna es muí difícil, que surjan revoluciones:
el buen sentido las ha anatematizado i, lo que es mas, desde que cada
cinco años hai cambio de Presidente i si su poder no estuviera contra-
pezado por el Congreso, donde todas las opiniones tienen sus represen-
tantes, talvez el ínteres de partido podría hacer desviar el buen sentido
del pueblo chileno i no esperar la terminación del período presidencial,
i elevar entonces por medios lejítimos al que represente la mayoría de
la opinion. Empero, no por esto debemos dejar sin prever éstos casos
en nuestras leyes, i hé aquí por que el Código Penal consagra un título
especial a los delitos que se pueden cometer sobre esta materia.
Los delitos de rebelión i de sedición son los que propiamente se
llaman delitos políticos, i apesar de que muchos creen que no revisten
un gran carácter de inmoralidad, hai a veces atentados cuya criminali-
dad sino traspasa, por lo ménos iguala a la de los delitos comunes mas
graves. La criminalidad depende a veces de las épocas, de los lugares,-
de los sucesos, de los derechos i por fin del resultado mas o ménos
adverso que se alcance. Los hechos consumados cambian por completo
el resultado de un motin o de una revolución. El triunfo, si se alcanza,
lejitima el proceder de los revolucionarios, i su derrota les constituye en
reos de graves delitos; por eso la conciencia pública mira de diversa
manera al reo político que al de un delito común.
En la esfera de los delitos políticos, los que enumera el artículo de
que tratamos, son los mas graves i caracterizados por su trascendencia
en la marcha del pais, los mas desmoralizadores i destructores de
todo progreso. Alzarse contra el G-obierno legalmente constituido para
promover la guerra civil, cambiar o pretender alterar la forma de go-
bierno que establece la Constitución del Estado, impedir que los altos
poderes de la nación ejerzan sus funciones, interrumpir la marcha
ordinaria de los negocios públicos, base de nuestra organización políti-
ca, son delitos tan graves que razón tiene ía leí para aplicarles una
severa pena que sirva de escarmiento a la ambición i al desenfreno de
las pasiones.
libro ii..—título ii. 299

En los gobiernos republicanos en que no puede sentarse el despotis-


mo, siempre que se respete la Constitución i las leyes por lo ménos en
lo capital de ellas, no se concibe la necesidad de las revoluciones ni
liai nada que las lejitime.

ART. 1 2 2 .

« L o s q u e i n d u c i e n d o a los alzados, h u b i e r e n p r o m o v i -
do ó s o s t u v i e r e n la s u b l e v a c i ó n i los caudillos p r i n c i p a -
les de ésta, s e r á n c a s t i g a d o s con las m i s m a s p e n a s del
a r t í c u l o a n t e r i o r , a p l i c a d a s e n s u s g r a d o s m á x i m o s . » (1)

(1) Penitenciaria de 15 años i 1 dia a 20 años o espulsion del reo


fuera de la República con residencia forzosa en un lugar determinado o
en el lugar de su elección, con las accesorias del art. 28. Son penas aflic-
tivas i el procesado no puede ser escarcelado bajo fianza.

Una sublevación jamas es la obra de un solo individuo: las revo-


luciones son el resultado del plan de varios caudillos mas o ménos
prestí jiosos, desarrollado en secreto i comunicado a espíritus apasionados
a quienes se les halaga con la espectativa de un triunfo i de ocupar los
puestos de los vencidos.
. Los que inducen, promueven i sostienen la sublevación i los caudi-
llos principales de ella, son los autores i los mas criminales ante la leí i
por eso se les aplícala pena en su grado mas alto. Sin la intervención
de consejo i de hecho de estos cabecillas, el crimen no se habría reali-
zado i pesa sobre ellos la ma3 alta responsabilidad, puesto también, por
otra parte, que si hai un resultado favorable ellos son los que obtienen
mayor provecho. En el lenguaje vulgar, los cabecillas dé un motín
deben sufrir el rigor de la leí i en vista de los males que esto puede
traer, la pena que para ellos se establece no es dura i léjos de eso, la
creemos proporcionada al delito que trata de reprimir i castigar.

ART. 123.

«Los 4que tocaren o m a n d a r e n tocar c a m p a n a s u otro


i n s t r u m e n t o c u a l q u i e r a p a r a e x c i t a r al p u e b l o al alza-
300 gódigro p e n a l

m i e n t o i l o s q u e , c o n i g u a l fin, d i r i j e r e n d i s c u r s o s a la
m u c h e d u m b r e o l e r e p a r t i e r e n i m p r e s o s , si la s u b l e v a -
ción llega a consumarse, s e r á n c a s t i g a d o s con la p e n a
de reclusión menor o de estrañamiento m e n o r (1) e n
s u s g r a d o s m e d i o s , (2) a n o s e r q u e m e r e z c a n l a califi-
cación de promovedores.»

(1) Presidio urbano de 541 dias a 3 años i la accesoria del art. 30


si el reo es empleado ihaicargo u oficio público de que suspenderle. No es
aflictiva según el art. 37 i puede haber escarcslacion bajo fianza.
(2) Espuhion del reo fuera de la República al lugar de su elección de
541 dias a 3 años i la accesoria del art. 30 en la forma que el anterior-
No es aflictiva i puede el reo ser escarcelado bajo fianza durante el
proceso.

Hasta aquí el Código lia establecido una especie de descenso al


calificar la criminalidad de los perturbadores de la seguridad interior
del Estado i este descenso se nota hasta en la pena, que va siendo infe-
rior en cada artículo de los que ya hemos recorrido.
Los que mandan tocar o tocan las campanas u otros instrumentos
para alarmar i excitar al pueblo a la rebelión, los que peroran a las masas
o les reparten proclamas sediciosas i la sublevación se consuma, son sin
embargo, ménos culpables que los promotores, sostenedores i caudillos
principales de ella.
Los reos de los delitos que espresa el presente art : julo, son meros
ajentes de los otros: ajentes activos i oportunos si se quiere, pero en
manera alguna ;tan culpables como los promovedores de la rebelión.
Hé aquí por que la pena para ellos es ménos grave i proporcionada al
rol que han desempeñado en esos actos.

ART. 1 2 4 .

« L o s q u e s i n c o m e t e r l o s c r í m e n e s e n u m e r a d o s e n el
a r t . 121, p e r o c o n e l p r o p ó s i t o d e e j e c u t a r l o s , s e d u j e r e n
tropas, usurparen el m a n d o d e ellas, d e u n b u q u e d e
guerra, de una plaza fuerte, de un puesto de guardia,
libro ii..—título ii. 301

de u n puerto o de u n a ciudad, o retuvieren contra la


órden del G o b i e r n o u n m a n d o político o militar cual-
quiera, s u f r i r á n la p e n a d e reclusión m a y o r (1) o d e
confinamiento m a y o r e n sus g r a d o s medios.)) (2)

(1) Penitenciaria ele 10 años un dia a 15 años i las accesorias del


art. 28. Pena aflictiva e inescarcelable.
(2) Espulsion del reo del territorio de la Rejníblica con residencia
forzosa en un lugar determinado, de 10 años un dia a 15 años i las
accesorias del art. 28. Pena aflictiva e inescarcela ble el reo durante el pro-
ceso.

El seducir tropas, usurpar el mando de ellas, de un buque de guerra,


de una plaza fuerte o bien de un puesto de guardia o de puerto de
mar i tierra, o retener contra las órdenes del Gobierno un mando
político o militar, aunque no se alcancen a cometer los delitos a que se
refiere el art. 121, es indudablemente un grave delito i esta es la causa
de la severidad de la pena que se les impone a los autores de estos
atentados.
Si este delito se comete por un militar, debe ser castigado por el
Código Militar; pero si es llevado a efecto por particulares se les
juzgará con arreglo a esta disposición.
La fuerza armada es esencialmente obediente, según nuestra Cons-
titución; de manera que una rebelión, encabezada por jente que reconoce
ese principio, inviste un carácter mas grave i seria entonces necesario
que a los culpables de esta clase se les juzgara i castigara conforme a
las leyes especiales que existen para el ejército.

AKT. 1 2 5 .
« E n l o s c r í m e n e s d e q u e t r a t a n l o s a r t s . 121, 1 2 2 i
124, la c o n s p i r a c i ó n se p e n a con e s t r a ñ a m i e n t o mayor
en su grado medio (1) i l a proposicion con estraña-
miento m e n o r en su g r a d o medio. (2)

(1) Espulsion del reo fuera de la República al lugar de su elección,


de 10 años 1 dia a 15 años Has accesorias del art. 28. Espena aflictiva
e inescarcelable el reo durante el proceso.
(2) Id de 541 dias a 3 años i las accesorias del art. 30 cuando liai
cargo u oficio público de que suspenderle. No es aflictiva i puede ser escar-
celado él reo durante el judcw.
302 gódigro p e n a l

Para apreciar esta disposición, es preciso no olvidar lo que hemos di-


cho en elart. 8.° He aquí un caso en que la conspiración i laproposicion
tienen un castigo especial i ya sabemos que existe conspiradon cuando
dos o mas personas se conciertan para la ejecución del crimen o simple
delito a que se refieren los arts. 12L, 122 i 124; i para que haya
proposicion solo se exije que el que ha resuelto cometer un delito de
los que señalan los anteriores artículos, proponga su ejecución a otra u
otras personas.
El desistimiento de la ejecución de los hechos prohibidos antes de
principiar a ponerlos por obra i de iniciarse procedimiento judicial
contra los culpables, si denuncian a la autoridad pública el plan i sus
circunstancias, exime de toda pena en los casos de conspiración o proposi-
cion para cometer algunos de los delitos a que se refiere el artículo que
estudiamos.
Como se trata aquí de delitos graves i de fatales consecuencias, el
Código ha penado especialmente la consjáracion i la proposicion de
conspirar; pero al que se arrepiente en tiempo i se denuncia en el
modo i forma que indica el art. 8.°, se le exime de estas penas.
El Código no establece la delación como regla jeneral,,;pero en los
casos en que la haya, tiene una recompensa para el culpable como lo
vemos en este artículo.
Mas tarde, al tratar del art. 247, veremos que el segundo inciso impone
pena al que, ejerciendo alguna profesión que requiera título, revele los
secretos que por razón de ella se le hubieren confiado. La delación
es pues, prohibida terminantemente i sin embargo, el núm. 12 del art.
494, viene a destruir esta preciosa garantía, estableciendo no un delito,
pero sí una falta respecto del médico, cirujano, farmacéutico, matrona
o cualquiera otro que se niegue a prestar una declaración en cosas de
su oficio. Sin embargo, no nos debemos alarmar por esto: a su tiempo
conoceremos el alcance de esta escepcion i si ella vulnera o no la regla
jeneral de que la delación no es obligatoria para ninguno que habite el
territorio chileno.

ART. 126.

"Los que se alzaren públicamente con el propósito


de impedir la promulgación o la ejecución de las leyes,
la libre celebración de una elección popular, de coartar el
libro ii..—título ii. 303

ejercicio de sus atribuciones o la ejecución d e sus


providencias a cualquiera de los P o d e r e s Constitucio-
nales, de arrancarles resoluciones por medio de la
fuerza o de ejercer actos d e odio o de v e n g a n z a en la
p e r s o n a o bienes d e a l g u n a autoridad o de sus aj entes
o en las pertenencias del E s t a d o o de a l g u n a corpora-
c i o n p ú b l i c a , s u f r i r á n l a p e n a d e r e c l u s i ó n m e n o r (1) o
b i e n l a d e c o n f i n a m i e n t o m e n o r (2) o d e estrañamiento
menor en cualquiera de sus grados.» (3)

(1) Be 61 días a 5 años i se cumple en el Presidio.


(2) Espulsion del reo del territorio de la República con residencia
forzosa en un lugar determinado, de 61 dias a 5 años.
(3) Espulsion clel reo del territorio de la República al lugar ele su
elección, de 61 dias a 5 años. Si estas tres penas se aplican en sus grados
máximos, de S años 1 dia a 5,años, Ihvan las accesorias del art. 29. Son
aflictivas i no liai escarcelacion.
Si se aplican estas penasen sus grados medios i mínimos, de 61
a 541 dias, llevan las accesorias del art. SO cuando hai cargo u oficio de
que suspender al reo. No son aflictivas en estos casos i hai escarcelacion
bajo fiama.

Antes de entrar en materia sobre este artículo conviene aquí esta-


blecer que la sedición se diferencia de la rebelión en que los rebeldes
se alzan contra los poderes públicos negándoles su lejitimidad i
atacándoles en sus fundamentos. La sedición se dirije contra actos
aislados del gobierno i solo pone obstáculo al poder público, paralizando
algunos de sus medios de acción por una resistencia local i por violen-
cias que solo son del momento. De aquí se desprende que la sedición
es ménos que la rebelión: éste es un delito común que altera el orden
social; la rebelión es un delito político que altera por consiguiente el
orden político.
• El artículo que comentamos lleva el número 111 en el Libro de
Actas de la Comision Redactora del Código Penal i en la páj. 56, sesión
27 en 30 de Mayo de 1871, suscrita por el Presidente de ella, señor don
Alejandro Reyes i por el secretario Robustiano Yera, autor de este tra-
bajo, se lee lo siguiente: «El art. 111 no ofreció observación alguna, i
para su mayor intelijencia, se acordó consignar en la presente acta cier-
304 gódigro p e n a l

tos caracteres que distinguen esencialmente a estos delitos de los com-


prendidos en el art. 105, que es el 121 de este Código. Los del 121
suponen siempre la sublevación a mano armada, en aquella puede o nó
existir esta circunstancia; en éstos la sublevación se propone un plan
mucho mas vasto i en aquellos las proposiciones son siempre mas
reducidas, bien que el curso de los acontecimientos puede llegar a darles "
las proporciones de las otras.1»
Evidentemente el art. 126 se refiere entonces a la sedición i como
tal considera a los que se alzan con el propósito de impedir la promul-
gación o ejecución de las leyes, la celebración de una elección popular
0 el coartar la ejecución de sus providencias a los poderes constitu-
cionales i demás casos en que se coloca este artículo. Por eso es que
las penas no son tan graves, porque el delito no es de tan fatales
consecuencias como en el caso de una sublevación que ataca a mano
armada i con nyras mas estensas todos los poderes políticos del Estado
1 hasta su existencia. Por eso también el artículo señala tres penas que
no son lo mismo en su gravedad i que el órden en que se han designado
muestran su importancia, i según el mal causado, así se elejirán i se
aplicarán en el grado que se crea oportuno de los tres que' se pueden
recorrer por el juez en este caso.

ART. 127.

((Las prescripciones de los arts. 122, 123, 124 i 125,


tienen aplicación respecto de los simples delitos de que
trata el artículo precedente, siendo las penas respectiva-
mente inferiores en un grado a las que en dichos artí-
culos se establecen.»

Este artículo establece una regla jeneral con relación a los delitos
enumerados en el art. 126 respecto de las personas que al cometerlos
se encuentran respectivamente en los casos de los arts. 122 al 125, que
consiste en aplicarles una pena menor en un grado á la que en dichos
artículos se señala. Por ejemplo, tratándose de los delitos del art. 121
se impone el confinamiento mayor o la reclusión mayor en sus grados
máximos; con relación a los del art. 126, será el confinamiento o la rele-
libro ii.—título ii. 305

gacion mayor en su grado medio si no hai circunstancias agravantes.


El art. 77 complementa i aclara esta disposición en lo relativo a la
aplicación de la pena.'

Art. 128.

« L u e g o q u e se m a n i f i e s t a la s u b l e v a c i ó n , l a a u t o r i d a d
i n t i m a r á h a s t a d o s v e c e s a los s u b l e v a d o s - q u e i n m e d i a -
t a m e n t e se disuelvan i retiren, dejando pasar entre
u n a i o t r a i n t i m a c i ó n el t i e m p o n e c e s a r i o p a r a ello.
. Si los s u b l e v a d o s n o se r e t i r a r e n inmediatamente
d e s p u é s d e la s e g u n d a i n t i m a c i ó n , la a u t o r i d a d hará
u s o d e la f u e r z a p ú b l i c a p a r a d i s o l v e r l o s .
N o s e r á n n e c e s a r i a s r e s p e c t i v a m e n t e , la p r i m e r a o
segunda intimación, desde el m o m e n t o e n q u e los
s u b l e v a d o s ejecuten actos de violencia.»

18
La Lei de Rójimen Interior en su art. 42 confia a los Intendentes
el gobierno superior de cada provincia: les encarga conservar el orden
i les hace responsables de la tranquilidad pública, facultándoles para que
tomen medidas en estos casos. Por eso el Código Penal no ha tenido
necesidad en este artículo de especificar la manera de hacer la inti-
mación que ordena ni de designar la autoridad que deba hacerla. Es
natural suponer que lo sea la autoridad militar, porque ella es la que
debe obrar contra los sublevados en caso de ejecutar actos de violencia,
si no se dispersan despues de ordenárseles las dos veces que aquí se
preceptúan.
Los Intendentes en las provincias i los Gobernadores en los departa-
mentos, son jeneralmente los Comandantes Jenerales de Armas i a
cargo de ellos está la tropa que existe dentro del territorio de su mando,
así como las fuerzas de policía i de cualesquiera que echen mano
en esos Casos, el jefe a quien encarguen de hacer respetar el orden
podrá, en nombre de esa autoridad, intimar a los sublevados la disper-
sión si hai tiempo para ello, u obrar en caso de que principien hostili-
dades i las circunstancias no dejen tiempo para otra cosa.
306 gódigro p e n a l

De este artículo se desprende que no es posible que se proceda en


caso de rebelión o de sedición sin emplear antes medidas de prudencia,
i por eso se intenta por una o dos veces un desistimiento de los culpa-
bles, aconsejándoles que se disuelvan, convidándoles a la obediencia. La
razón i la humanidad aprueban este proceder para que no haya efusión
de sangre i otras desgracias ántes de que se conozca el empecinamiento
de los amotinados. La gravedad de los desastres que pueden resultar de
trabarse desde luego un combate, se pueden evitar si los rebeldes com-
prenden las intimaciones que se les hace, i por eso solo en el caso
estremo, es decir, cuando ya los sublevados obren, se procederá contra
ellos i se evitará la intimación si sus violencias no dan tiempo para
ello. Agotadas pues las medidas prudentes, la autoridad no puede cru-
zarse de brazos: su deber es hacerse respetar i mantener el orden i
entonces los sublevados son los culpables de las consecuencias que
^resulten i que ellos han provocado con su proceder violento.
Los números 2 del art. 494 i 8.° del 496 califican de falta el excitar
o dirijir cencerradas u otras reuniones tumultuosas en ofensa de algu-
na persona o del sociego de las poblaciones, ya sea que se obre como
autor o como parte en esto; pero estas disposiciones son para los casos
de tumultos especiales o de bochinches locales, como se les llama vulgar-
mente. Esto no debe confundirse con los delitos de que nos estamos
ocupando, porque no llevan en mira una sublevación ni traen las conse-
cuencias de aquellos. Por eso la pena es la de faltas según los casos, i
en los de que nos ocupamos es de,delitos según su gravedad.

Art. 129.
" C u a n d o los sublevados se disolvieren o s o m e t i e r e n
a la a u t o r i d a d lejítima á n t e s d e las intimaciones o a
consecuencia de ellas sin h a b e r ejecutado actos de
violencia, q u e d a r á n exentos de toda pena.
L o s instigadores, p r o m o v e d o r e s i sostenedores de la
sublevación, e n el caso d e l presente artículo, serán
castigados con una p e n a inferior en uno o dos g r a d o s
a la que les hubiera correspondido consumado el
delito."
libro ii..—título ii. 307

En este artículo se establece un estímulo a los rebeldes para que


desistan de sus proyectos;.pero para que exista la exención de pena, es
preciso que los rebeldes no hayan ocasionado grandes males i no que-
de el temor de que se reproduzca la rebelión. Este es, por otra parte,
el resultado de la intimación, porque disueltos o sometidos los subleva-
dos a la autoridad sin haber ejecutado actos de violencia, la exención
de la pena es natural; pero no se ha creído justo ni conveniente esten-
der tal exención a los instigadores, promovedores i sostenedores de la
sublevación, tanto por ser ellos los principales i talvez únicos autores del
desorden, cuanto por la dificultad de comprobar un sincero desisti-
miento de su parte, puesto que los hechos ejecutados prueban sus
propósitos i si al verse abandonados por el pueblo o ante la certi-
dumbre de no poderlos llevar a efecto, se han visto obligados a desis-
tir, no por eso desaparece por completo su culpabilidad. Es pues nece-
saria una pena para ellos, i hé aquí por que se estableció que ésta fuera
inferior en uno o dos grados a la que les hubiera correspondido
consumado el delito.
Los arts. 61 i 77 sirven de base para esclarecer cuál es esta pena
en tales casos. Esto es sin perjuicio de los delitos que de otra clase hu-
bieren ejecutado, como lo vamos a ver en el art. 131.
En resúmen tenemos que los meros ejecutores en una sublevación
que se disuelven o someten a la autoridad sin haber ejecutado actos de
violencia, están exentos de toda pena; que a los instigadores, promo-
dores i sostenedores de la sublevación, se les rebaja en uno o dos
grados la que les hubiera correspondido consumado el delito.
El inciso último del art. 8.° no tiene aplicación en este caso, porque
él se refiere a la exención de toda pena por la conspiración o proposi-
ción ántes de poner en obra los crímenes o simples delitos si se denun-
cia el culpable; porque este artículo se refiere al caso en que la suble-
vación se llevó a efecto i la disolución de ellos se ha verificado despues
de ser intimados por la autoridad. Hubo entonces comienzo de acción:
he aquí por que ha sido preciso establecer esta regla en el presente
artículo.

ART. 130.

" E n el caso de que la sublevación no llegare a agra-


varse basta el punto de embarazar de una manera
308 gódigro p e n a l

s e n s i b l e el e j e r c i c i o de la autoridad publica, serán


j u z g a d o s los s u b l e v a d o s c o n a r r e g l o a lo q u e p r e v i e n e
e l i n c i s o final d e l a r t í c u l o a n t e r i o r . "

Este artículo se refiere a casos no comprendidos en las disposiciones


precedentes i se establece en él un recurso para remediar prudentemente
la-severidad de las penas establecidas en los artículos anteriores. Existe,
por ejemplo, una sedición; pero no ha tomado tales proporciones que
haya llegado a embarazar la acción del gobierno o de la justicia. En
este caso disminuir la pena es consecuencia lójica, porque el mal no ha
sido tan grave i esta rebaja, que puede ser en uno o dos grados a la que
corresponde al delito consumado, es proporcional al mal causado que,
como hemos dicho, se supone de pocas consecuencias, porque los suble-
vados no han embarazado de una manera sensible el ejercicio de la
autoridad pública.

Akt. 131.

«Los delitos particulares cometidos en u n a subleva-


c i ó n o c o n m o t i v o d e ella, s e r á n c a s t i g a d o s r e s p e c t i v a -
m e n t e , c o n l a s p e n a s d e s i g n a d a s p a r a ellos, n o o b s t a n t e ,
lo d i s p u e s t o e n el a r t . 129.
Si n o p u e d e n d e s c u b r i r s e los autores, serán consi-
d e r a d o s i p e n a d o s como cómplices de'-tales delitos los
jefes principales o subalternos de los sublevados, q u e
b a i l á n d o s e e n la p o s i b i l i d a d d e i m p e d i r l o s , n o lo h u b i e -
ren hecho.»

En el art. 129 se estableció que cuando los sublevados se disolvían


o se sometían a la autoridad lejítima ántes de ejecutar actos de violen-
cia, quedaban exentos de toda pena, escepcionando solo a los instiga-
dores, promovedores i sostenedores del motín, los cuales recibirían una
pena inferior en uno o dos grados a la que les hubiese correspondido
consumado el delito.
libro ii..—título ii. 309

Ahora estamos en presencia de úna regla de eterna justicia. ¿Poi-


qué habrían de quedar sin castigo los delitos particulares que no son un
accidente necesario i . consecuencia precisa de la rebelión o sedición?
El robo, la violacion, el estupro i los malos tratamientos a personas
que no tienen parte en el motín ¿por qué habrían de quedar repito, sin
castigo? Estos delitos independientes de la rebelión deben ser penados,
aunque se cometan con ocasion de ella, con las penas especiales que le
correspondan, sin perjuicio de lo dispuesto para la rebelión, puesto que
esta no es causa para que pierdan sus grados peculiares de criminalidad.
El segundo inciso del artículo se dirije a procurar que los jefes de
los sublevados eviten la ejecución de los 1 delitos comunes i se supone
que ellos han dado causa a los desastres que ocurran, apesar del princi-
pio de que las penas deben ser personales. No pudiendo, pues, des-
cubrirse a los autores de esos delitos comunes, los jefes principales o
subalternos de los sublevados que, hallándose en la posibilidad de
impedirlos no lo hiibieren hecho, serán penados como cómplices de tales
delitos.
La disposición es un tanto dura, porque si es verdad que en cuerpos
que tienen buena organización i disciplina, se ignora casi siempre
quién sea el autor de un delito, mucho mas debe ignorarse en los
sublevados, que no solo carecen dé estos requisitos, sino que obran
en una sociedad, fuera de su estado normal.
La escepcion relativa a justificar la imposibilidad de poder evitar
los delitos para libertarse de responsabilidad, debe probarla el acusado.
Un ejemplo de esto seria el que el jefe de la rebelión se hubiera encon-
trado distante del lugar del crimen, .cuando materialmente no hubiese
podido impedirlo o cuando'no alcanzase a tener noticias de él. La
presunción de culpabilidad se encuentra en este caso destruida por un
hecho qué no permite dudas ni suposiciones. Es por esto que ha hecho
mui bien el artículo en establecer una escepcion para no hacer respon-
sables a inocentes o a personas que materialmente no han podido tener
parte ni conocimientos de actos ejecutados por otro i libertarles de una
injusta responsabilidad. El castigo siempre debe ser al culpable: la lei,
debe dar toda franquicia para que no sufra i se pueda defender el
inocente.
310 gódigro penal

ART. 132.

"Cuando en las sublevaciones de que trata este título


se supone uso de armas, se comprenderá bajo esta
palabra toda máquina, instrumento, utensilio u objeto
cortante, punzante o contundente que se haya tomado
p a r a matar, herir o golpear, aun cuando no se haya
hecho uso de él."

Este artículo se refiere a las sublevaciones que se ejecutan a mano


armada i es un hecho, porque así lo esplicóla Comision Redactora para
mayor claridad, estableciendo que las armas de fuego se hallan com-
prendidas bajo la denominación de máquinas de que habla el artículo.
Cuando tratemos de los atentados i desacatos contra la autoridad,
encontraremos el uso de este artículo en la división que allí se hace de
los modos de atacar a la autoridad. Por ahora nos basta saber que este
artículo es solo esplicativo en los casos en que se supone uso de armas i
las que están comprendidas bajo esta denominación; hé aquí por que no
necesitamos estendernos mas sobre él: el mismo artículo lo dice todo.

ART. 133.

"Los que por astucia o por cualquier otro medio,


pero sin alzarse contra el Gobierno, cometieren alguno
de los crímenes o simples delitos de que t r a t a n los
arts. 121 i 126, serán penados con reclusión o relega-
ción menor en cualquiera de sus grados, (1) salvo lo
dispuesto en el art. 137 respecto de los delitos que
conciernen al ejercicio de los derechos políticos.»
(1) Encierro en Presidio o traslación del reo a un punto habitado de
la República, de 61 días a 5 años. Si se 'aplica en su grado máximo deben
agregarse las accesorias del art. 29. En este caso es pena aflictiva e
inescarcelable. Si se aplica en grado medio o mínimo, se observará lo dis-
puesto en el art. SO cuando el penado ejerce cargo u oficio público i haya
destino de qué suspenderle. En este caso no es pena aflüiva i puede el
procesado ser escarcelado bajo fianza.
libro ii..—título ii. 311

Los arta. 121 i 126 se refieren, como hemos visto, a alzamientos a


mano armada contra el gobierno legalmente constituido con el objeto
de promover la guerra civil o de privar que ejerzan sus funciones los
dignatarios del Estado o que se promulguen i ejecuten las leyes o la
libre celebración de una elección popular.
Mas, cuando por astucia o de cualquier otro modo, pero sin alzarse
contra el Gobierno, se ejecutan lo que dichos artículos prohiben, se
comete el delito que aquí se indica i cuya pena es, por cierto, mucho
menor que la señalada cuando se cometen aquellos delitos a mano
armada. La diferencia en la clasificación del delito i en la pena está
en los medios empleados para el logro de esos objetos. A mano armada,
la pena es mayor, porque mayores son los males que se causan; pero si
la astucia u otros ardides iguales logran este objeto, la pena es menor
como ya se ha dicho, porque entonces no se causan tan graves males i
puede salvarse la situación sin ocurrir a remedios estremos i sobre todo
sin efusión de sangre. Este último caso seria difícil que ocurriera; pero
un Código necesita preverlo todo, i hé aquí entonces el óríjen de esta
disposición i su alcance verdadero.
Si se trata de impedir la libre celebración de una elección popular,
ya ño tiene aplicación lo que aquí se dispone. Hai que ocurrir al art.
137 que regla estos delitos i establece las penas a que están sujetos.

Art. 134.

•'Los empleados públicos que debiendo resistir la


sublevación por razón de su oficio, no lo hubieren
hecho por todos los medios que estuvieren a su alcance,
sufrirán la pena de inhabilitación absoluta temporal
pára cargos i oficios públicos en cualquiera de sus
grados." (1)
f ] ) De 3 años 1 dia a 10 años. Pena aflictiva e inescarcélable el reo
durante el proceso. Los efectos de esta pena los indica el art. 39.

La autoridad que no resiste a una sublevación o sedición falta a sus


deberes: el empleado público que por razón de su oficio no resiste en
iguales casos por todos los medios que estén a su alcance, falta igual-
312 gódigro p e n a l

mente a sus obligaciones i se hace sospechoso de complicidad en el delito


o por lo ménos se vé debilidad de su parte, i por esto se le impone una
pena justa por cierto, porque no es digno del puesto ni de la confianza
depositada en él, i se descubre que, al favorecer con su inacción a los
rebeldes, espera algo de ellos o acepta su modo de obrar i sus doctrinas.
El- empleado que en el acto de saber la existencia de una sublevación
abandon su puesto o lo renuncia en tan críticas circunstancias, se hace
también sospechoso de infidelidad. Ahora si se le justifica participa-
ción directa o acuerdo con los rebeldes, debe ser juzgado conforme a
ellos, porque ya es otro su rol i agrava su delito por razón, de, su
oficio o empleo.

ART. 135.

"Los empleados que -continuaren funcionando bajo


las órdenes de los s u b l e v a d o s o que sin h a b e r l e s a d m i -
t i d o la r e n u n c i a d e s u e m p l e o , lo a b a n d o n a r e n c u a n d o
h a y a p e l i g r o d e alzamiento, i n c u r r i r á n en la p e n a de
inhabilitación absoluta temporal para cargos i oficios
públicos en sus grados medio a máximo." (1) ,

(1) De 5 años 1 dio, a 10 años. Pena aflictiva e inescarcelalle el reo


durante el proceso. Los efectos de esta pena los indica el art. 39.

El empleado público que se somete a los sublevados ó abandona su


destino antes de ser > admitida la renuncia en casos de sedición, para
huir i no resistir al enemigo, debe ser castigado, porque en un caso de7
muestra Ínteres i ausilia con la permanencia en su puesto al. enemigo, i
en el otro falta a sus deberes. La pena que se señala a estos delitos es
proporcionada, i su aplicación es conveniente para que no se siga un
ejemplo que puede dejar espedito el campo a los sublevados i vernos
entonces a .cada paso envueltos en revoluciones, porque los llamados a
contener su progreso i el orden, alientan con su cobardía i decidía las
aspiraciones de muchos.
Empero, si los sublevados triunfan i logran ser gobierno, los hechos
consumados lejitiman,entonces el proceder de esos empleados. ¿Quién
libro ii..—título ii. 313

podría castigarlos? Serían los que suben al poder i lian recibido apoyo
de tales empleados?—Ello no es posible creerlo.

ART. 136.

"Los'que aceptaren cargos o empleos délos subleva-


dos, s e r á n c a s t i g a d o s c o n i n h a b i l i t a c i ó n a b s o l u t a tem-
poral para cargos i oficios p ú b l i c o s en su grado
m í n i m o . (1) i m u l t a d e c i e n t o : a m i l p e s o s . »

(1) De 3 años 1 día a 5 años. Pena aflictiva e inescarcelalle el reo


durante el proceso. El efecto de esta pena es el que señala el art. 39.

El que acepta, empleo de lós rebeldés, les ausilia evidentemente en


sus planes o® por lo niénos apruéba la rebelión puesto que'se pone al
servicio de ellos. El castigo es inhabilitarles para poder ejercer cargo i
oficio público por un tiempo que no baja de tres años ni excede de
cinco. Esta pena es proporcional al delito i de igual naturaleza a él.
Es la mejor de todas las penas i aunque se le impone multa con-
juntamente, no es tan subida que llegue a' ser repugnante a la con-
ciencia pública.
En jeneral, se púéde decir <^ue el qué acepta émpleo de los sublevados
está con ellos i es de ellós, porque tiene Ínteres en el triunfo para
permanecer en el puésto i evadirse del castigo. 'La revolución quedaría
lejitimada ' si el' triúnfo fuera completo i entonces no seria delito lo
que aquí sé califica de tal.
314 gódigro p e n a l

TITULO TERCERO.
DE LOS CRÍMENES I SIMPLES DELITOS QUE AFECTAN LOS DERECHOS
GARANTIDOS POR LA CONSTITUCION.

§ I-

De los delitos relativos al ejercicio de los derechos políticos


i a la libertad de imprenta.

ART. 137.

" L o s delitos r e l a t i v o s al l i b r e ejercicio d e l s u f r a j i o i


a la l i b e r t a d d e emitir, o p i n i o n e s p o r la p r e n s a , se c l a -
sifican i p e n a n r e s p e c t i v a m e n t e p o r l a s l e y e s d e elec-
ciones i de imprenta."

¿Qué razón han tenido los autores del Código Penal para no ocuparse
de los delitos relativos al libre ejercicio del sufrajio i de los de libertad
de imprenta? Por qué los han dejado para leyes especiales i no los han
incorporado aquí? A nuestro modo de va' la causa de esto no ha sido
otra que la diversidad de opiniones que existe respecto a ellos, porque
cada dia se están variando estas leyes i lo inconveniente que seria
darles lugar en un Código que siempre lleva el viso de estabilidad i por-
que ademas, tales delitos son mas bien políticos que comunes i por eso
no se da lugar a las disposiciones que rijen sobre estas materias.
La lei que hoi rije en materias electorales es de fecha 12 de Noviem-
bre de 1874; despues en 12 de Agosto de 1875 se dictó otra lei esplica-
tiva i complementaria & ia anterior, i en 13 de Octubre de ese mismo
año vino otra lei aclaratoria de algunos puntos de la del 74. En 17 de
Noviembre del mismo año 75, se dictó otra lei que reformaba el art. 20
de la del 74.
El título IX de la citada lei de 12 de Noviembre de 1874 lleva por
epígrafe «De las Contravenciones», ellas se dividen en faltas i en
delitos. Los delitos se subdividen en públicos i privados.
libro ii..—título ii. 315

Las faltas se castigan coa multa de 50 a 600 pesos o con una pri-
sión de 15 dias a; 6 meses.
Los delitos, públicos se castigan con una multa de 500 a 2,000 pesos
0 con estrañamiento de 1 a 4 años.
Los delitos privados se castigan con 500 pesos que pagará cada
delincueñte o con un año de estrañamiento.
También las faltas i los delitos públicos dan en esta lei acción
popular.
En jeneral todos los delitos que se puedan cometer por infracciones
a esta lei, son del resorte de la justicia ordinaria.
En materia de libertad para emitir opiniones por la prensa, rije la lei
de 17 de Julio de 1872'.
Esta lei solo califica de abusos de la libertad de imprenta los
siguientes:
1.° Los ultrajes hechos a la moral pública o a la relijion del Estado;
2.° Los escritos en que de cualquier modo se tienda a menoscabar
el crédito o buen concepto de un empleado público, o la confianza que
en él tiene la sociedad;
3.° Aquellos en que se tienda al mismo fin respecto de las personas
particulares.
El abuso se califica por jurados, los cuales apreciarán las circunstan-
cias del caso i fallarán según conciencia, calificando la culpabilidad en
alguno de los tres grados que a continuación se espresan:
En primer grado, si el abuso es digno, según el concepto délos
jurados, de una multa de 50 pesos;
En segundo grado, el abuso que merezca una multa de 100 pesos;
I en tercer grado, el que deba ser castigado con una multa de 300
pesos.
Sise acusa un impreso cuando se dirije a menoscabar el crédito o
buen concepto de un empleado público, se permite al acusado probar
los cargos que hubiere hecho al empleado público en su carácter de tal;
1 si los probare, será absuelto de la acusación. Pero si los cargos se
hacen al empleado, como persona privada, no se admite prueba sobre
ellos. En ningún otro caso se admite prueba.
Los ultrajes hechos a la moral pública o a la relijion del Estado,
serán acusados de oficio por el ministerio público, que está representado
por el Promotor Fiscal en lo criminal, i también dan acción popular.
Los otros se persiguen por el ofendido; pero si éste es un empleado
316 código penat,

público, a quien se le ha ofendido en su carácter de tal, puede exijir del


Ministerio público que acuse por él.
El derecho de acusar un impreso como abusivo de la libertad de
imprenta, espira en el término de sesenta dias contados desde la publi-
cación.
En resúmen, tenemos que la lei de elecciones llama contravenciones
las infracciones de sus disposiciones, i la de libertad de imprenta
califica solo de abuso cuando se falta a ella. ¿No seria esto otra razón
para que el Código Penal no se ocupara de estas materias?

§ II,
De los crímenes i simples delitos
relativos al ejercicio de los cultos permitidos en la República,

ART. 138.

" T o d o el q u e p o r . m e d i o de violencia o amenazas


h u b i e r e i m p e d i d o a u n o o m a s i n d i v i d u ó s el ejercicio
d e n n culto p e r m i t i d o en la R e p ú b l i c a , será castigado
c o n r e c l u s i ó n m e n o r e n .su g r a d o m í n i m o . " (1)

(1) Se cumple en el Presidio-i dura de 61 ci 540, dias. No es pena


aflictiva i admite escúrcélacion lajo fiama. Si el penado fuer 4 empleado
i huiierá cargo de que suspenderle, se aplica lo que dispone el art. 30.

El art. 5.° de la Constitución del Estado, establece que la relijion


de la República de Chile es la Católica Apostólica Romana, con
esclusion del ejercicio público de cualquiera otra. Luego si el Estado
no tolera otra relijion que la Católica ¿por qué el art. 138 establece
una pena para todo el que, por medio de violencia o amenazas, impida
a uno o mas individuos el ejercicio de un culto permitido en la
República? Cuando se promulgó este Código ya se sabia i era precepto
constitucional que en Chile no hai mas que una relijion que profesa i
proteje el Estado ¿para qué lejislar entonces para cuando haya libertad
de cultos? Esto sería lo lójico: pero como la lei de 27 de Julio de 1865,
interpretando el artículo 5.° de la Constitución, estableció que por ese
314
librO iii.—título iii.

artículo se permitía a los que no profesaban la relijion Católica, Apostó-


lica, Romana, el culto de otra relijion dentro del recinto de edificios de
propiedad particular, fundar i sostener escuelas privadas para la
enseñanza de sus propios hijos en las doctrinas de sus relijiones, hubo
pues entonces de hacer que este artículo viniera a protejer no solo al
culto católico sinó a todos en j enera!. ¿Que garantía tendrían entonces
los disidentes si pudieran ser perturbados en los derechos que les dió
la citada leí de 27 de Julio de 1865? Ninguna: hé aquí entonces que
ellos están bajo el amparo del art. 138 del Código Penal i el Estado
presta entonces su apoyo tanto a los ministros del culto católico como
a los ministros protestantes i castiga con igual pena, ya sea que el
delito se dirija contra los de uno u otro culto.
Los autores del Código Penal i el Congreso al prestarle su aprobación,
han tenido que ser lójicos en esto, desde que existia una leí que hasta
cierto punto establecía la libertad de cultos entre nosotros i no era
posible esponer a los disidentes a la saña de sus enemigos si se conside-
raba que para ellos no existia delito en lo que era tal respecto de otros.
Establecida esta igualdad i esta protección, nadie puede privar en Chile
el ejercicio de un culto siempre que sea conforme a los límites de la lei
interpretativa del art. 5.° de la Constitución del Estado.
Antes de poner fin a este artículo, conviene dejar establecido que los
disidentes entre nosotros pueden tener sus templos, celebrar las funcio-
nes propias del rito a que pertenecen dentro de esos mismos templos,
reunirse allí con toda libertad i que lo único que se les prohibe es el
aparato público, es decir el culto estenio, como seria tener campanas,
hacer procesiones u otros actos de esta naturaleza'.

ART. 139.

" S u f r i r á n la p e n a d e r e c l u s i ó n m e n o r en su grado
m í n i m o (1) i m u l t a d e c i e n t o a t r e s c i e n t o s p e s o s :
1.° L o s q u e c o n t u m u l t o o d e s o r d e n h u b i e r e n impe-
dido, r e t a r d a d o o i n t e r r u m p i d o el e j e r c i c i o d e u n c u l t o
q u e se p r a c t i c a b a e n l u g a r d e s t i n a d o a él o q u e sirve
liabitualmente para celebrarlo, o en las ceremonias
públicas de ese m i s m o culto.
2.° L o s q u e c o n a c c i o n e s , p a l a b r a s o a m e n a z a s u l t r a -
315 c ó d i g o p e n a t ,

j a r e n los objetos de nn culto, sea en los lugares desti-


nados a él o que sirven babitualmente para su ejercicio,
sea en las ceremonias públicas de ese mismo culto.
3.° Los que con acciones, palabras o amenazas
ultrajaren al ministro de un culto en el ejercicio de su
ministerio."

(1) En todo igual a la pena del articulo anterior, con agregación de


multa.

Si el Estado reconoce i proteje una relijion, si se permite ademas el


culto de otra relijion dentro del recinto de edificios.de propiedad parti-
cular i la enseñanza ' de doctrinas conforme a esas otras relijiones no
privilejiadas, era entonces indispensable establecer penas para los que
con tumulto o desorden impidan, retarden o interrumpan el ejercicio
de un culto que se practica en un lugar destinado a él o que sirve
habitualmente para celebrarlo, o en las ceremonias públicas de ese
mismo culto. Igualmente, debia la leí poner a salvo de acciones, pala-
bras o amenazas los objetos de ese culto, ya sea en privado como en
público, i por fin, dar garantías a los ministros de ésos cultos en el
ejercicio de su ministerio. Esto es lo que pena el presente artículo
i, al no haberlo así establecido ¿qué escenas no viéramos todos los,días?
¿Para qué entonces habría la Constitución del Estado autorizado el
culto de toda relijion en recintos de propiedad particular?
Infrinje este artículo tanto el que causa desórdenes dentro de un
templo católico o injuria a los ministros de este culto, o se burla de
los objetos destinados a él como el que va a los lugares donde
sabe que se reúnen personas de los otros cultos i obra del mismo modo.
La pena es igual porque el delito es el mismo. M los católicos debemos
faltar al respeto que nos merecen otras creencias, ni éstos faltarnos a
nosotros. La lei así lo quiere: el buen sentido, las buenas costumbres
así lo aconsejan i la sociedad culta rechazaría indignada un abuso de
esta especie. Igualdad para todos es lo que ha establecido el Código i-
no podría hacer distinciones odiosas ni dejar a unos en peor condicion
que a los otros i lo que era delito en un caso no ha podido dejar de
serlo en otro cuando el oríjen es el mismo.
libro il.—títülo ni. 319

Los errores en. materia de relijion no se destruyen ni se combaten


con el abuso de un derecho sino con el convencimiento que produce la
razón i la filosofía. Las doctrinas se implantan por la persuacion i salu-
de este terreno es ir a la destrucción i que impere la fuerza, pero no el
derecho ni la verdad.

ART. 140.

«Cuando en el caso del núm. 3.° del artículo prece-


dente, la injuria fuere de hecho, poniendo manos
violentas sobre la persona del ministro, el delincuente
sufrirá las penas de reclusión menor en sus grados
mínimo a medio (1) i multa de ciento a quinientos
pesos.
Si los golpes causaren al ofendido algunas de las
lesiones a que se refiere el art. 399, la pena será de
presidio menor en su grado medio; (2) cuando las lesio-
nes fueren de las comprendidas en el núm. 2.° del art.
397, se castigarán con presidio menor en su grado
máximo; (3) si fueren de las que relaciona el núm.
l.° de dicho artículo, con presidio mayor en su g r a d o
medio, (4) i cuando de las lesiones resultare la muerte
del paciente, se impondrá al ofensor la pena de presidio
mayor en su grado máximo a muerte.)) (5)

(1) Presidio de 61 dias a 3 años. No es aflictiva i puede el procesado


ser escarcelado. Si fuere empleado i hubiere destino de que suspenderle, se
aplica lo dispuesto en el art. 30.
(2) Id. de 541 dias a 3 años i en todo conforme a la anterior.
(3) Id. de 3 años 1 ¿lia a 5 años i las accesorias del art. 29. Es pena
aflictiva i no hai escarcelacion.
(4) Penitenciaria de 10 años 1 día a 15 años i las accesorias del art.
28. Es pena aflictiva i no hai escarcelacion bajo fianza.
(5) Id. de 15 años 1 clia a 20 años i las accesorias ¿leí art. 28. Si se
impone la de muerte debe en la condena establecerse lo que dispone el art.
27. En lo demás como la anterior.
320 códigopenat,

En. el caso de injurias de hecho contra el ministro de un culto en


el ejercicio de su ministerio i se ponen contra él manos violentas, se
comete un delito que, para penarlo, no se sigue la regla jeneral sino que
aquí se establece la pena por cierto mas agravada que en el caso de
ignal ofensa a un particular. Mas la lei exije que la injuria sea precisa-
mente en el acto de ejercer alguna función propia de su ministerio,
puesto que si ese ministro recibe la ofensa en otras circunstancias estará
sujeto el delincuente a la pena jeneral que mas adelante se detalla i no
a la especial de este caso. Habrá una agravación en el delito si se quiere,
pero nunca se podrá salir de lo que aqui se exije, es decir que la injuria
de hecho sea cuando el ofensor esté en desempeño de algo propio de su
culto. Por ejemplo, el que da de bofetadas aun eclesiástico cuando dice
misa, cuando predica, cuando está confesando o poniendo un óleo, se
hace reo del delito que aquí se detalla i como esta garantía es para todo
ministro de cualquier relijion, merecerá la misma pena si se causa
igual ofensa al ministro protestante cuando lée o esplica la Biblia en su
templo aunque sea éste privado.
Ahora si de bofetadas pasamos a lesiones,1 es preciso saber cómo las
distingue la lei. Las del art. 399 se llaman ménos graves; si la lesión
produce en el ofendido enfermedad o incapacidad para el trabajo por
mas de treinta dias, es delito mas grave que en el caso del núm. 2 del
art. 397. Si el ofendido.queda demente, inútil para el trabajo, impedido
de algún miembro importante^ etc., etc., son lesiones graves; pero si de
las lesiones resulta la muerte del ¡naciente, ya es un crimen.
El presente artículo h'a recorrido todos estos casos i para cada uno
de ellos ha señalado la pena; pero siempre en la inteligencia'de que las
lesiones se causen en el acto de que ese ministro, sea del culto que se
quiera, ejerza funciones propias de su oficio.
Era necesario dar ciertas garantías a los ministros de todo culto en
el ejercicio de sus funciones i por eso la pena ha tenido que ser mas
grave que en caso de iguales delitos contra particulares. El respeto que
inspira todo ministro de una relijion, aunque no sea de la que profesa-
mos la mayoría de los chilenos, que es la católica, exije una pena mas
grave, porque todos debemos guardar cierta inviolabilidad para los
ministros de una* relijioh cualquiera, siempre que estén en funciones
propias de su ministerio.
Estas penas son sin perjuicio de las eclesiásticas que impongan las
l i b r o I I i . — t í t u l o iii. 321

leyes de cada relijion i cuya eficacia dependa de la mayor, o menor


creencia del hechor de ese delito.
Los sacerdotes de toda secta relijiosa o de toda relijion, que quieran
que se guarde respeto a su persona i al culto a que están consagra-
dos, deben evitar el dar lugar a disgustos con los seglares. Un celo
indiscreto, la ignorancia, las malas maneras, la intolerancia de creencias
ajenas i el descender a pasiones que les son prohibidas, traen tanto per-
juicio a la relijion qué sirven, qué el odio a ellos se confunde con
el odio al culto que profesan. ' ,
Un sacerdote virtuoso, prudente i sabio, que no abusa de su minis-
terio, se atrae el respeto i la estimación de todo hombre, sea o no
católico, sea de la secta que se quiera. Por eso nada perjudica mas a
las relijiones que el abuso de sus ministros i el verles en un olvido
completo de esas reglas de buen vivir, que exije la civilización del
del siglo, sobre todo en los sacerdotes del Crucificado, que fué
paz i dulzura, que su lema es la mansedumbre, desdice de su carácter
todo lo que salga de esos, límites. . ,
Por fin, nos resta solo recordar que según la circunstancia 17 del
art. 12, se agrava la pena cuando se comete algún delito en lugar des^
tinado al ejercicio de un culto permitido en la República.

§ HI.

Crímenes i simples delitos contra la libertad i seguridad,


cometidos por particulares.

Art. 141.

" E l q u e sin d e r e c h o e n c e r r a r e o d e t u v i e r e a otro


p r i v á n d o l e de su l i b e r t a d , s e r á c a s t i g a d o con la p e n a
de presidio o reclusión menores en cualesquiera de sus
grados. (1)
E n la m i s m a p e n a i n c u r r i r á el q u e proporcionare
l u g a r p a r a la e j e c u c i ó n d e l delito.
Si el e n c i e r r o o la d e t e n c i ó n se p r o l o n g a r e p o r m a s
d e n o v e n t a dias, o si de ellos r e s u l t a r e u n d a ñ o g r a v e
e n la p e r s o n a o i n t e r e s e s d e l e n c e r r a d o o d e t e n i d o , la
21
322 código penat,

pena será presidio mayor en cualquiera de sus g r a -


dos." (2)

(1) Presidio urbano de 61 dias a 5 años. Si se aplica en grado mini-


mo, de 61 á 540 dias, o en grado medio ele 541 dias a 3 años, se
aplica ademas el art. .30 si hai cargo u oficio de que suspender cfl reo.
Ño es aflictiva i puede ser. escar celado bajo fianza. Aplicada en grado
máximo de 3 'años 1 dia a 5 años, íleva las accesorias del art. 29. Es
aflictiva i el procesado en este caso no puede ser escar celado.
(2) Penitenciaria, de 5 años 1 clia a 20 años; lleva las accesorias del
art. 28. Es peña aflictiva i el procesado no puede ser esccircelado bajo
fianza.

La Constitución del Estado asegura a todos los habitantes de la


República, entre otras cosas, el derecho de que nadie pueda ser preso
o detenido sino en la forma determinada por las leyes.
, En efecto, la libertad i la seguridad son énfcre los derechos indivi-
duales los mas , importantes i por eso nuestro Código Penal los
sanciona con garantías suficientes para que no puedan ser violados
fácilmente.
Estos derechos pueden ser ofendidos ya por la autoridad o bien por
los particulares. El presente artículo se refiere a estos últimos i de los
primeros se tratará mas adelante. •
Desde luego salta a la vista el empleo de la frase <tel que sin derecho-»,
puesto que hai personas a quienes no alcanza la disposición de este
artículo i que pueden aparentemente contravenir a él i que, sin embar-
go, no les alcanza en nada. Así por ejemplo, los directores de estable-
cimiéntos de educación o de beneficencia, los curadores, los padres, los
maridos tienen el derecho de arrestar o detener por via de corrección
a sus educandos, a sus pupilos, a sus hijos o a sus esposas, siempre que
obren dentro de la esfera de las facultades que les indica la lei civil.
En igual condicion se encuentran los jueces i otras autoridades en los
cásos i conforme a las prescripciones legales que rijen esta materia.
Aunque ahora es rara la existencia de estos delitos a diferencia de
lo jeneral que fué en los tiempos pasados, donde cada señor tenia sus
caíabozos^i prisiones para hacerse justicia, sin embargo"pueden ofrecer-
se ejemplos de esta naturaleza i por eso la lei ha dictado sus reglas,
aunque su aplicación sea tardía. .
libRo iii.—título iii. 323

Si no nos equivocamos, este es también uno de los pocos casos eu


que se impone al cómplice la misma pena que al autor del delito. De
aquí nace una duda: ¿se castigará del mismo modo al que hiciere
presentarse por engaño a un individuo al lugar en que se le quisiere
encerrar que al que prestase ese local con este objeto a sabiendas del
hecho prohibido que se iba a ejecutar i en el cual tenia participación
directa?
Eodria sostenerse que el primero no era mas que un cómplice,
cuando al segundo la lei lo considera como codelicuente i es por esto
que este artículo considera que hai igualdad en el delito i por eso la
pena es la misma en uno i otro caso.
El tercer inciso deja al juez una gran latitud para imponer la pena
cuando el encierro se prolonga por mas de noventa dias i de ello resul-
ta perjuicio grave en la salud de la persona como sucede según el trato
que se le dé, o si sufre por esto pérdida crecida en sus intereses.
Antes había ladrones que robaban a las personas i las mantenían
escondidas para sacarles un crecido rescate a sus familias o a ellos
cuantiosas sumas. Hoi, por suerte, poco • se ve esto i a reprimir este
delito tiende la severidad de la pena que se deja al arbitrio del juez al
imponerla.

ART. 142.

«La sustracción de u n menor de diez años será cas-


tigada con presidio mayor en cualquiera de sus g r a -
dos. (1)
Si el sustraído fuere mayor de diez i menor de veinte
años, la pena será presidio menor en cualquiera de sus
grados.)) (2)

(1) Penitenciaria de 5 años 1 día a 20 años i tas que lleva consigo


según el art. 28. Es pena aflictiva i no admite por lo tanto escarcelacion
bajo fianza.
(2) Se cumple en el Presidio i dura de 61 dias a 5 años. Si se aplica
en grado mínimo a medio, no es aflictiva i si el procesado ejerce cargo
u oficio publico se aplica el art. SO. Si se aplica en grado máximo lleva
las accesorias del art. 29. En este caso es aflictiva i el procesado no pue-
de ser escarcelado bajo fianza.
324 códigopenat,

El delito a que hace referencia este artículo se conoce con el nom-


bre de plajio. Supone suma perversidad en el que lo ejecuta i ataca
las mas santas e íntimas afecciones i los mas sagrados i respetables
derechos.
Es evidente que este artículo solo se puede referir al robo de un
niño para quedarse con él i hacerle perder su oríjen. Un menor de
diez años no puede defenderse, no puede buscar su libertad ni dar
noticias siquiera de su familia, i hé aquí el rigor de la disposición. .
Por eso es que si el robado es mayor de diez años i menor de veinte,
ya la pena es menor, porque cambia por completo la situación.
No obstante, siempre es un delito i la pena será conforme al mal
que se cause al robado.
Desde luego puede hacérsele perder una fortuna, su educación i tai-
vez un brillante porvenir, i de hombre honrado que pudo ser, llegar
bajo una educación viciosa a convertirse en un criminal.
El inducir a un menor de edad, pero mayor de diez años, a que deje
la casa de sus padres, es un delito que merece igual pena i así se en-
cuentra establecido en el art, 357 de este Código.

ART. 143.

«El que fuera de los casos permitidos por la lei,


aprehendiere a u n a persona para presentarla a la auto-
ridad, sufrirá la pena de reclusión menor en su g r a d o
mínimo o multa de ciento a trescientos pesos.» (1)

(1) Presidio de 61 a 540 dias, i si el reo es empleado i hai cargo u


oficio de que suspenderle, se aplica el art. 30. No es pena aflictiva i
puede el ,reo ser escarcelado tajo fianza.

El art. 135 de la Constitución del Estado establece que para que


una orden de arresto pueda ejecutarse, se requiere que emane de una
autoridad que tenga facultad de arrestar i que se intime al arrestado
al tiempo de la aprehensión.
El 136 de la misma, dice que «todo delincuente infraganti puede
ser arrestado sin decreto, i por cualquiera persona, para el único objeto
de conducirle ante el juez competente.»
libro ii.—título iii. 325-

El encargado de las prisiones puede recibir en el recinto de ellas, en


clase de detenidos a los que fueren conducidos con el objeto de ser
presentados al juez competente; pero con la obligación de dar cuenta
a éste dentro de las veinte i cuatro horas siguientes.
El funcionario que decrete un arresto deberá, dentro de las cuarenta
i ocho horas siguientes, dar aviso al juez competente poniendo a su
disposición al arrestado.
Tales son las disposiciones constitucionales que rijen sobre esta
materia; desde luego, se puede establecer como regla jeneral que el
detener o aprehender a una persona, sin que sea con el objeto de pre-
sentarla a la autoridad, es un delito en todo caso. Ahora el aprehen-
derla para hacer tal presentación puede o no ser un delito según los
casos.
No lo es cuando se ejercita un derecho o se cumple un deber. La
aprehensión en infraganti delito, la detención del que huye perseguido
por la justicia, o el que cumple una órden de autoridad competente,
obran lejítimamente i no cometen delito alguno,- pero lo será, por el
contrario, cuando se proceda de un modo gratuito, sin que haya tales
acciones ni obligaciones, o si obra por odio o venganza contra el dete-
nido. En este caso hai arrogación de facultades i entonces la lei' impone
pena al que se hace autor de un delito de esta especie.
No basta, según este artículo, decir que se arresta a un individuo
para entregarlo a la autoridad ni el que realmente se entregue, porque
falta el cometido legal. El particular no puede sustituirse a la justicia
sino en los casos que se han señalado ántes. Ahora, si por la detención
o aprehensión o con motivo de ella, se comete otro delito, como ser
estafa o violaciones, estos delitos se penarán independientemente del
otro.
La libertad es el derecho mas precioso de todo ciudadano: coartar
este derecho, sin que haya algo que lo lejitime, es un delito que debe
ser castigado; por eso la Constitución solo lo ha permitido en jeneral a
todo individuo cuando sorprende a álguien en infraganti delito, como
ser el ladrón que penetra a la casa, el asesino que asalta, el que nos
ataca directamente, ya sea en nuestra honra o persona. En este caso hai
derecho para asegurar al culpable i ponerlo a disposición de la justicia
a quien por la lei le corresponda conocer de ese caso.
326 código penat,

Art. 144.

" E l q u e e n t r a r e e n m o r a d a a j e n a c o n t r a la v o l u n t a d
de su morador, será castigado con reclusión menor en
s u g r a d o m í n i m o -(1) o m u l t a d e c i e n t o a trescientos
pesos.
Si el h e c h o se e j e c u t a r e c o n violencia o i n t i m i d a c i ó n ,
e l t r i b u n a l p o d r á a p l i c a r la reclusión menor hasta en
s u g r a d o m e d i o (2) i e l e v a r l a m u l t a h a s t a quinientos
pesos.

(1) Presidio de 61 a 540 dias, aplicándosele ademas lo que dispone el


art. 30 cuando hai cargo u oficio de que suspenderle. No es pena aflictiva,
i puede el reo ser escarcelado lajo fianza.
(2) Id. de 61 dias a 3 años. Én todo lo demás como la anterior.

La Constitución del Estado, en su artículo 146, dispone que «la casa


de toda persona que habite el territorio chileno, es un asilo inviolable,
i solo puede ser allanada por un motivo especial determinado por la lei,
i en virtud de orden de autoridad competente.»
El Código Penal no.ha hecho otra cosa sino que aceptar el precepto
de nuestra Carta fundamental i establecer penas para los contraventores
de esa disposición, agravándola cuando hai violencia o intimidación,
porque entonces se causa mayor alarma en la familia.
Solo la autoridad puede allanar el domicilio ajeno o conceder permiso
para ello. Al decir autoridad, se entiende aquella en quien reside esta
facultad i que por nuestras leyes solo lo son los jueces que ejercen
jurisdicción criminal, los Intendentes i los Gobernadores, i seria de
desear que al hacerlo obraran siempre con mucha prudencia i bajo la
garantía de una semi-prueba i, en todo caso, que el solicitante arrostrara
la responsabilidad que pudiera sobrevenir. El allanamiento es un vejá-
men: todo ciudadano debe resistir a él i rechazarlo con enerjía, salvo
el caso que se le exhiba orden escrita de la autoridad, puesto que de lo
contrario hai un ataque notorio a la tranquilidad, al goce de un derecho
garantido por la Constitución i afianzado por la lei penal. El domicilio
es el centro, la reunión de la familia i por eso es. tanto mas digno de
libro iii.—título iii. 327

protección, cuanto mas se quieran engrandecer las prácticas republica-


nas en un pais libre i culto.
Se requiere por fifi, para que este delito exista, que el morador se
haya opuesto i manifieste su voluntad de negar este derecho, puesto
que si no se opone i guarda silencio, es natural suponer que presta su
consentimiento al allanamiento.
Sin embargo, aconsejamos que todos, por el Ínteres que tenemos en
que se persigan los delitos i no se burle a la autoridad encargada del
orden, no hagan resistencia ni presten apoyo al que es sindicado de
un delito.
El hombre honrado abre de par en par las puertas, a la autoridad i
solo el sospechoso resiste a que se haga un exámen o se busque a un
criminal. La protección mutua en casos de esta especie es una garantía.
Mas, tratándose de delitos políticos, se veria con placer una protección
al que es perseguido; pero en delitos comuneá no debemos amparar a
nadie i estar siempre al lado de la autoridad.

ART. 145.

" L a disposición del artículo anterior no es aplicable


al q u e e n t r a e n la m o r a d a a j e n a p a r a e v i t a r u n mal
g r a v e a s í m i s m o , a l o s m o r a d o r e s o a u n t e r c e r o , n i al
q u e lo liace p a r a p r e s t a r a l g ú n a u s i l i o a la humanidad
o a la j u s t i c i a .
Tampoco tiene aplicación respecto de los cafées,
tabernas, posadas i d e m á s c a s a s príblicas, miéntras
e s t u v i e r e n a b i e r t o s i n o se u s a r e d e v i o l e n c i a i n m o t i -
vada."

La regla que establece el artículo precedente tiene sus escepciones i


ellas se contienen en el presente artículo.
No' es culpable de invasión en morada ajena, contra la voluntad del
que la ocupa, cuando se viola en los casos que indica el inciso primero,
porque hai un derecho mayor que, si no extingue, compensa por lo
ménos otro derecho, un motivo público o privado de poderoso Ínteres.
Tal sucedería si se introdujere uno en la morada de un vecino huyendo
328 códigopenat,

de un asesino, o para apagar el fuego que incendiaba el edificio, etc.,


etc.
En cuanto a la escepcion relativa a cafées o tabernas, ella tiene su
limite i llega solo hasta que se cierran sus puertas al público, porque
entónces ya constituyen las casas públicas el hogar doméstico de la
familia, no destinado por su dueño al servicio público.

Art. 146.

"El que abriere o rejistrare la correspondencia o los


papeles de otro sin su voluntad, sufrirá la pena de
reclusión menor en su grado medio (1) si divulgare o
se aprovechare de los secretos que ellos contienen, i
en el caso contrario la de reclusión menor en su grado
mínimo. (2)
E s t a disposición no es aplicable a los maridos,
padres, guardadores o quienes b a g a n sus veces, en-
cuanto a los papeles o cartas de sus mujeres, hijos o
menores que se hallen bajo su dependencia.
Tampoco es aplicable a aquellas personas a quienes
por leyes o reglamentos especiales, les es lícito ins-
truirse de correspondencia ajena."

(1) Encierro en Presidio de 541 dios a 3 años i se aplica ademas lo


dispuesto en el art. 30 si el reo ejerce cargo u oficio público del cualpue-
da suspendérsele. No es ajlictiva i por lo tanto es escarcelable.
(2) Id. de 61 a 540 dias. En lo demás en lodo iguala la anterior.

El art. 147 de la Constitución del Estado, establece que la corres-


pondencia epistolar es inviolable i que no podrá abrirse, ni intercep-
tarse ni rejistrarse los papeles o efectos, sino en los casos espresamente
señalados por la lei. Paitaba la pena con que hacer efectivo este
mandato i ella la ha consignado en el articulo, siendo mas o ménos'
grave.según el uso i provecho que se obtenga de esta violacion del
secreto.
libro iii.—título iii. 329

Es entendido que hablamos aquí del delito que cometen los particu-
lares porque la autoridad en ciertos casos, puede abrir la corresponden-
cia e imponerse de ella, como sucede en el de un fallido, en el de un
procesado por delitos comunes, el jefe de un establecimiento penal etc.,
etc. La violacion de este principio obedece a un derecho mayor que
lejitima esta infracción jeneral.
El artículo ha abrazado los dos casos que pueden ocurrir i ha gra-
duado la pena. Para el primero es mayor, porque aprovecha del secreto
0 porque lo divulga, i el segundo es mas leve, porque solo se contenta
con saber el contenido i no hace uso alguno i guarda el secreto.
No viola secreto el marido que abre las cartas de la esposa, el padre
las del hijo, el curador las del pupilo, siempre que estas personas estén
bajo su dependencia. ¿I la mujer que abré las cartas del marido come-
te delito? Es evidente que sí, porque el marido es el jefe de la sociedad
conyugal i porque ademas la mujer debe respeto i obediencia al marido
1 no debe en ningun caso sancionarse el principio de que pueda ella
impunemente imponerse dé su correspondencia i papeles.

Art. 147.

" E l que bajo cualquier pretesto impusiere a otros


contribuciones o les exijere, sin título para ello, servi-
cios personales, incurrirá en las penas de reclusión
menor en sus grados mínimo a medio (1) i multa ele
ciento a mil pesos."

(1) Encierro en presidio de 61 dias a 3 años i si hai empleo o cargo


de que suspenderle se aplica el art. 30. No es pena aflictiva i admite
por lo tanto escarcelacion bajo fianza.

La Constitución del Estado establece en su art. 149, que no puede


exijirse ninguna especie de servicio personal o de contribución, sino
en virtud de un decreto de autoridad competente, deducidp de la lei
que autoriza aquella exacción.
Las contribuciones i los servicios personales para que sean obligato-
rios han de estar basados en una lei del Congreso Nacional. Sin este
330 código penat,

requisito no hai obligación alguna i el que los exijiere, se hará reo del
delito espresado en este título.
Apesar de esta disposición tan clara, es increíble lo que hacen los
subdelegados, inspectores, jueces de subdelegación i distrito. Exijen
servicios contra toda lei; obligan a los pobres a abandonar sus trabajos
i faltar a sus obligaciones; se sirven de ellos de postillon o correos, les
imponen guardias; hacen que les ronden sus casas, estableciendo turnos
para ello; que trasnochen a su servicio o los distraen remitiendo reos'a
otros puntos. Todo esto es ilegal i bueno seria que ya desaparecieran
estas prácticas abusivas, desiguales i despóticas que pesan sobre jente
pobre, a quienes se les priva de ganar hasta su jornal diario por servir
de balde a esos pequeños mandarines, como son los subdelegados de
campo.

§IY.

De los agravios inferidos por funcionarios públicos a los derechos


garantidos por la Constitución.

ART. 148.

"Todo empleado público que ilegal i a r b i t r a r i a m e n t e


desterrare, arrestare o detuviere a u n a persona, sufrirá
la p e n a de reclusión menor (1) i suspensión del empleo
en sus g r a d o s mínimos a medios. (2)
Si el arresto o detención excediere de treinta dias,
las p e n a s serán reclusión m e n o r (3) i suspensión en
sus g r a d o s máximos." (4)
(1) Presidio de 61 dias a 3 arios i lo que preceptúa él art. 30 que en
este caso tendría lugar por tratarse de delitos cometidos por empleados.
No es aflictiva i ptuede el reo ser escarcelado lajo fianza. .
(2) De 61 dias a 2 años.
(3) Encierro en presidio de 3 años 1 dia a 5 años i las accesorias del
art. 29. Pena aflictiva: no es escarcélable el reo.
(4) De 2 años 1 dia a 3 años.

Para comprender el alcance de este artículo, debemos saber qué se


entiende aqui por empleado público. El art. 260 dice que para los
libro iii.—título iii. 331

efectos de este título, se reputa empleado todo el que desempeña un


cargo público, aunque no sea de nombramiento del Jefe de la Repú-
blica ni reciba sueldo del Estado.
En el título anterior vimos las penas que se imponían a los particu-
lares por delitos contra la libertad i seguridad. En el presente vamos a
tratar de esos delitos, pero cometidos por empleados públicos i por lo
tanto, nos vamos a colocar en todos los casos en que dichos empleados
puedan abusar de su puesto o de las atribuciones que tienen por
la leí.
Este artículo tiende a dar garantías a los asociados contra los abusos
que puedan cometer los empleados públicos olvidando las leyes o no
dándoles exacto cumplimiento. Era indispensable que hubiera algo que
también respetaran los que ejercen atribuciones, bien sean adminis-
trativas, judiciales o de otro orden, i una pena que castigara estos delitos,
que, por desgracia, entre nosotros no es raro que se cometan. El poder
ciega a los hombres, a veces les hace déspotas, arbitrarios i sin una
prescripción legal, como de la que nos ocupamos ¿qué seria de las
garantías individuales que nos otorga la Constitución del Estado? No
es raro ver todos los días avances descarados de todos los empleados del
poder; desde el juez de subdelegacion o subdelegado a juez de letras, a
Intendente i Gobernador, cada autoridad no debe salir de la esfera de
sus atribuciones ni infrinjir las leyes ni los derechos que tiene cada
cual i que le garantizan su independencia, seguridad i tranquilidad.
Empero, no debe olvidarse para mejor intelijencia de este artículo
que sus prescripciones no embarazan las facultades que tienen los
jueces para detener a ciertas personas en casos determinados, como
seria, por ejemplo, a los testigos en una causa delicada a fin de impedir
que se comuniquen entre sí i poniéndose de acuerdo burlen la investi-
gación judicial, ni a los que a primera vista aparecieren complicados
en un delito i que mas tarde pueden resultar inocentes a virtud de la
misma investigación. Este derecho de retención i de prisión preventiva
obedece a un derecho mayor ante el cual cede el anterior i es en bien
de toda la comunidad interesada en el castigo de los culpables.

á r t . 149.

"Serán castigados con las penas de reclusión menor


(1) i suspensión en sus grados mínimos a medios: (2)
332 códigopenat,

1.°Los que encargados de un establecimiento penal,


recibieren en él a u n individuo en calidad de preso o
detenido sin haberse llenado los requisitos prevenidos
por la lei.
2.° Los que habiendo recibido a una persona-en cla-
se de detenida, no dieren parte al tribunal competente
dentro de las veinte i cuatro horas siguientes.
3.° Los que impidieren comunicarse a los detenidos
con el juez que conoce de su causa i a los rematados
con los majistrados encargados de visitar los respecti-
vos establecimientos penales.
4.° Los encargados de los lugares de detención que
se negaren a trasmitir al tribunal, a requisición del
preso, copia del decreto de prisión, o a reclamar para
que se dé dicha copia, o a dar ellos mismos u n certifi-
cado de hallarse preso aquel individuo.
5.° Los que teniendo a su cargo la policía adminis-
trativa o judicial i sabedores de cualquiera detención
arbitraria, no la hicieren cesar, teniendo facultad para
ello, o en caso contrario dejaren de dar p a r t e a la
autoridad superior competente.
6.° Los que habiendo hecho arrestar a u n individuo
no dieren parte al tribunal competente dentro de las
cuarenta i ocho horas, poniendo al arrestado a su
disposición..
E n los casos a que se refieren los niuns. 2.°, 5.° i 6.°
de este artículo, los culpables incurrirán respectivamen-
te en las penas del artículo anterior, si p a s a r e n m a s
de tres dias sin cumplir con las obligaciones cuya
ejecución se castiga en tales números.)) (3)
(!) Presidio de 61 dias 3 años i lo que preceptúan el art. 30 que en
este caso tendrá lugar por haber empleo o cargo ele que suspender. No
es pena aflictiva i el reo puede ser escarcelado bajo fianza.
libro iii.—título iii. 333

(2) De 61 ¿lias a 2 años.


(3) Encierro en Presidio de 3 años 1 clia a 5 años i las accesorias del
arl. 29, i suspensión de 2 años 1 clia a 3 años. Pena aflictiva e ines-
carcelaUe.

Al esplicar este artículo seguiremos el mismo orden que en él se


nota.
1.° El encargado de un establecimiento penal se llama entre noso-
tros Alcaide, si se trata de la cárcel; Administrador, si lo es de un
Presidio; Director, si es de una Cárcel Penitenciaria. Mas el presente
inciso se refiere indudablemente a los Alcaides, i en jeneral, tod<? el
artículo tiene por objeto penar los abusos que se dirijen a coartar la
libertad individual por ser este el mas precioso de todos los derechos
del hombre.
El arresto por sí solo es una pena grave independientemente de las
consecuencias que trae en los intereses del arrestado, porque ademas
turba la existencia de la familia, aja la dignidad del ciudadano i com-
promete su honra i su crédito. Por eso la Constitución del Estado, en
su art. 138, ha determinado que los encargados de las prisiones no
puedan en ellas recibir a nadie en calidad de preso, sin copiar en su
rejistro 'la orden de arresto emanada de autoridad que tenga facultad
de arrestar, i si en el recinto de la prisión reciben a álguien en clase de
detenido con el objeto de presentarlo al juez competente, deben dar
cuenta dentro de veinte i cuatro horas.
El que falta a esta prescripción incurre en la pena que detalla esta
disposición.
2.° El precepto que indica este artículo nace pues del artículo cons-
titucional que hemos citado.
3.° Este inciso trae su oríjen del art. 141 de la Constitución del
Estado, que dice: Este majistrado (se refiere al Alcaide) es obligado, a
trasmitir al juez competente la copia del decreto de prisión que se
hubiere dado al reo o a reclamar para que se le dé dicha copia o a dar
él mismo un certificado de hallarse preso aquel individuo, si al tiempo
de su arresto se hubiere omitido este requisito.
El Alcaide es, pues, el conducto directo por el cual el reo de viva
voz se comunica con. el juez de su causa.
Si el reo es rematado, es decir, si se encuentra ya juzgado i cumpliendo
su condena, el jefe de la prisión no puede impedirle el que se comunique
334 código penat,

con las autoridades ante las cuales tenga que reclamar de algo o elevar
solicitudes para pedir gracia.
"Como por la lei de 15 de octubre de 1875 se suprimieron las visitas
jen erales i periódicas de cárceles, no por esto se deberá entender que eso
priva al reo de que se le permita entablar reclamos u otras peticiones a
la autoridad. El jefe del establecimiento penal que falte a este deber,
que es ademas humanitario, se hace reo del delito que pena este artículo.
Por fin, lo que dispone este inciso queda esplicado con lo que se ha
dicho respecto de los tres anteriores.
5.° El presente inciso se refiere a los jueces que ejercen jurisdicción
criminal cuando no reparen los abusos de sus subalternos o no dicten
las órdenes para evitarlos en todo sentido.
Lo dispuesto en este número, así como lo que se establece en los
núms. l.° i 2.° del siguiente artículo 150, no tiene aplicación respecto a
los jueces, porque semejantes delitos i otros que puedan ellos cometer
o los miembros de los tribunales de justicia, son materia de un párrafo
especial. En cuanto a este número, se refiere a empleados mas subalter-
nos, como lo seria un subdelegado i por lo que toca a los núms. 1,° i
2.° del artículo que sigue, se refieren a un Intendente, Gobernador o
alcalde.
6.° Este inciso es jeneral ya para empleados o particulares, todos
los cuales deben dar cuenta'del arresto al juez competente i poner al
reo a su disposición dentro de las cuarenta i ocho horas siguientes. El
que así no lo haga falta a la prescripción de este artículo i se hace
merecedor de la pena que él señala. Un comandante de policía, un
subdelegado que arrestare a álguien está en el deber de dar cumpli-
miento a esta determinación. La omision de este mandato es pues,
un delito.
Si en los casos a que se refieren los núms. 4, 5 i 6, la omision fuere
tal que excediere de tres dias, ya el delito es mas grave i mayor la pena.

.ART. 150.

«Sufrirán las penas de presidio o reclusión menores


(1) i suspensión en cualesquiera de sus grados. (2)
1.° Los que decretaren o prolongaren indebidamente
la incomunicación de un reo, le aplicaren t o r m e n t o s o
úsaren con él de u n rigor innecesario.
libro iii.—título iii. 335

Si de la aplicación de los tormentos o del rigor inne-


cesariamente empleado resultaren lesiones o la muerte
del paciente, se aplicarán al responsable las penas
señaladas a estos delitos en sus grados máximos.
2.° Los que arbitrariamente hicieren arrestar o dete-
ner en otros lugares que los designados por la lei."

(1) Presidio de 61 dias a 5 años. Si se aplka en grado mínimo o


medio de 61 dias a 3 años, se observará lo dispuesto en el art. 30. En
este caso no es aflictiva esta pena. Si se aplica en su grado máximo no
dele olvidarse el precepto del art. 39 i en tal caso es pena aflictiva i no
admite escarcelacion.
(2) De 61 dias a 3 años.

Ya tenemos avanzadas algunas ideas con relación a este artículo,


pero por lo que hace al núm. l.° diremos que los Intendentes, Goberna-
dores o alcaldes, no están facultados para detener a un reo sin dar
cuenta a la autoridad judicial en los plazos que ya conocemos i al
faltar incurren en la pena indicada.
El tormento, así como el rigor innecesario con un reo, es contrario a
todo derecho i a todo sentimiento humanitario: por eso el art. 145 de
la Constitución del Estado dijo:—«No podrá aplicarse tormento, ni
imponerse en caso alguno la pena de confiscación dé bienes.»
El tormento, el rigor innecesario, constituyen aquí un delito especial,
i por eso no se consideran como circunstancias agravantes del hecho de
que tratamos, sino que ellos forman por sí solo un delito como ya lo
hemos dicho.
Si por causa del tormento o del rigor, resultaren lesiones o la muerte
del paciente, el autor de estos delitos responderá de ellos i se penará
conforme alas disposiciones relativas a tales delitos; para el de muerte
está el art. 391 i para el de heridas el 397. En uno i otro caso las penas
se aplicarán en grado máximo. La razón de esta disposición es clara:
hai una circunstancia agravante desde luego i es ser un empleado quien
infrinje la lei i que se ensaña con un desgraciado indefenso i el cual, no
por esto, está fuera de la lei.
2.° El art. 137 de la Constitución del Estado establece que nadie
puede ser preso o detenido, sino en su casa o en los lugares públicos
336 códigopenat,

destinados a este objeto. Por nuestras leyes son lugares de detención


las cárceles, los cuarteles en ciertos casos i con respecto a ciertas penas,
i los hospitales en casos de enfermedad. Las demás prisiones son para
cumplir condenas i si a veces se remiten a ellas algunos procesados, es
por falta de espacio en las cárceles o porque éstas no presentan la
debida seguridad contra reos de graves delitos, para los cuales es preciso
asegurar mui bien sus personas i ponerlos a cubierto de una evasión.

ART. 151.

«El empleado público que en el arresto o formación


de causa contra un senador, un diputado u otro funcio-
nario, violare las prerogativas que la lei les acuerda,
incurrirá en la pena de reclusión menor (1) o suspen-
sión en cualesquiera de sus grados.» (2)

(1) Presidio de 61 dias a 5 años. En lo demás en todo conforme a lo


dicho en el art. 150.
(2) De 61 dias a S años.

Según los arts. 14 i siguientes de la Constitución del Estado, tene-


mos que los diputados i senadores son inviolables por las opiniones que
manifiesten i votos que emitan en el desempeño de sus cargos, i que
igualmente, desde el dia de su elección no podrán ser acusados, perse-
guidos o arrestados, salvo en el caso de infragantí delito, si la Cámara
a que pertenecen no autoriza previamente la acusación, declarando
haber lugar a formacion de causa, o ante la Comision Conservadora si
el Congreso estuviere en receso.
Si se declara haber lugar a formacion de causa, queda el acusado
suspendido de sus funciones lejislativas i sujeto al juez competente.
Ahora en el caso de ser arrestado algún diputado o senador por delito
infragantí, será puesto inmediatamente a disposición de la Cámara
respectiva o de la Comision Conservadora con la información sumaria.
La Cámara o la Comision procederá entonces, conforme ya se ha dicho,
a declarar si há o no lugar, a formacion de causa.
La violacion de estos derechos en las personas que gozan de tales
privilejios, es el delito que pena este artículo.
libro iii.—título iii. 337

Esta disposición tiene por objeto que no se destruya la garantía


política de que gozan los que se hallan investidos del carácter de
representantes de la nación, preservándoles de persecuciones que pueden
ser efecto, no solo de particulares sino también de los partidos políticos
que podrían de este modo impedirles concurrir al Congreso en momen-
tos críticos, envolviéndoles en un proceso para asegurar de esta suerte
votaciones reñidas. Todo esto se evita dándose fiel cumplimiento a lo
que dispone la Constitución para estos casos, i el atropello de garantías
tan preciosas, debe ser castigado con el rigor que señala el artículo,
sobre todo si el móvil principal es de los que se ha tratado de evitar
con estos trámites, que aseguran la independencia e inviolabilidad de
los representantes del pueblo o de otras personas que por el cargo que
desempeñan necesitan el desafuero para proceder contra ellos, como lo
son los intendentes i los gobernadores.

A r t . 152.

«Los empleados públicos que arrogándose facultades


judiciales, impusieran algún castigo equivalente a pena
corporal, incurrirán:
1.° E n i n h a b i l i t a c i ó n a b s o l u t a t e m p o r a l para cargos
i oficios p ú b l i c o s e n c u a l q u i e r a d e s u s g r a d o s (1) si el
castigo impuesto fuere equivalente a pena de crimen.
2.° E n l a m i s m a i n h a b i l i t a c i ó n e n s u s g r a d o s m í n i m o
a m e d i o (2) c u a n d o f u e r e e q u i v a l e n t e a s i m p l e delito.
3.° E n s u s p e n s i ó n d e c a r g o u oficio e n cualquiera
de si s g r a d o s , (3) si f u e r e equivalente a pena de
falta.»

(1) De 3 arios 1 ¿lia a 10 años. Es pena aflictiva.


(2) De 3 años 1 clia a 7 años. Id.
(3) De 61 días a 3 años. No es pena aflictiva i el reo, durante el
proceso, puede ser escarcelcido tajo fianza.

En este artículo se ti>ta del empleado que no tiene i se arroga atribu-


ciones judiciales, del que impone castigos que son verdaderamente una
22
338 códigopenat,

pena personal o equivalen a ella: v. gr. un Intendente que remitiera a


alguien a presidio, que le desterrara, que le hiciera azotar, le
impusiera una prisión o le sacara una multa por faltas, siendo que el
caso que penaba no era de su competencia; Lo que se quiere es quitar
la usurpación i abrogación de facultades, i hacer que cada cual conozca
de las cosas que la lei le asigna i por eso se estima esto un grave delito i
se pena según sea la gravedad del castigo que imponga, i por eso la
pena es inhabilitarlo para cargos i oficios-públicos en los dos primeros
casos, i suspensión de cargo i oficio en el último, por ser mas leve su
delito. La pena es análoga, porque al que traspasa sus deberes, lo declara
indigno de ejercer puestos por un tiempo no despreciable. Esto sin
perjuicio de las penas personales que indica el artículo que sigue i del
cual nos vamos a ocupar bien pronto.
Nuestras leyes con bastante claridad marcan a cada auto-
ridad sus atribuciones: el que olvida las de su puesto para tomar las
de otro orden, no ha podido por ménos la lei penal que calificarlo
delincuente i señalarle penas graves que pongan a ráya este abuso.
Por otra parte, es regla de buen gobierno que cada cual no salga de
la esfera que le corresponda i dentro de ella ejercer sus atribuciones.
Así se evitan los conflictos entre las autoridades i no se desprecian las
garantías que asegura la Constitución a todos los habitantes de la.
República. Cada cual debe ser juzgado por el tribunal que le señale la
lei i éste debe estar establecido con anterioridad a ella i al delito que
se persigue.

Abt. 153.
"Si el castigo arbitrariamente impuesto se hubiere
ejecutado en todo o en parte, ademas de las p e n a s del
artículo anterior se aplicará al empleado culpable la de
presidio o reclusión menores (1) o mayores en cuales-
quiera de sus grados, (2) atendidas las circunstancias i
naturaleza del castigo ejecutado.
Guando no hubiere tenido efecto por revocación
espontánea del mismo empleado antes de ser intimado
al penado, no incurrirá aquel en responsabilidad."
(1) Presidio de 61 dias a 5 años. Esta es la duración de toda la pena
libro iii.—título iii. 339

i aplicada en su grado máximo lleva las accesorias del art. 29. Es aflicti-
va i no escarcelable. Si se aplica en grado mínimo o medio, haique obser-
var lo dispuesto en el art. SO. En este caso no es aflictiva i hai escarcela-
cion bajo jianza.
(2) Penitenciaria de 5 años 1 dia a 20 años i las accesorias del art.
28. Es pena aflictiva i no hai escarcelacion.-

Este artículo viene a esplicar i complementar el anterior, i para


mayor claridad principiaremos por la escepcion que consagra su último
inciso, relativa a libertar de responsabilidad al empleado que
espontáneamente revoca la orden de ejecutar la pena que hubiese dicta-
do sin facultad para ello i cuando esta no se hubiera intimado todavía.
Desde que no ha habido sino una amenaza i ella no se pone en ejecución,
la lei no ha querido castigar este intento i ha hecho en ello bien, porque
de esa amenaza no se ha seguido mal alguno.
Mas si el castigo arbitrario se ha ejecutado en el todo o parte, hai
una agravación de pena para el culpable. A las que espresa el art. 152
que se refieren solo a suspensiones de cargo i oficio, este artículo orde-
na ademas penas que ya atacan la libertad, como ser las de presidio o
reclusión menores o mayores i en cualesquiera de sus grados, según
sea la pena impuesta.
Si ella corresponde a crimen i se ha ejecutado del todo, la pena seria
presidio o reclusión mayor en su grado máximo; si de simple delito,
presidio o reclusión menor en cualesquiera de sus grados, i si de falta,
talvez presidio menor en grado mínimo.
Todo esto es variable, prudencial, pues para ello hai que atender a
las circunstancias, naturaleza del castigo ejecutado, a sus consecuen-
cias i demás accidentes que un juez no olvida en estos casos para
buscar la exacta proporcionalidad entre el delito i la pena.

ART. 154.

«Si la pena arbitrariamente impuesta fuere pecunia-


ria, el empleado culpable será castigado:
1.° Con inhabilitación absoluta temporal para cargos
i oficios públicos en sus grados mínimo a medio (1) i
multa del tanto al triple de la pena impuesta, cuando
ésta se hubiere ejecutado.
340 códigopenat,

2." C o n s u s p e n s i ó n d e c a r g o u oficio e n su grado


m í n i m o (2) i m u l t a d e l a m i t a d a l t a n t o , si la p e n a n o
se h u b i e r e ejecutado.
Cuando no hubiere tenido efecto por revocación
voluntaria del empleado antes de intimarse al p e n a d o ,
no incurrirá aquel en responsabilidad.»

(1) De 3 años 1 cita a 7 años. Es pena aflictiva i no admite escarce-


lacion.
(2) De 61 (Mas a 1 año. No es aflictiva i el procesado puede ser
escarcelado iajo fianza.

Lo que hai que notar en este artículo, es que en él se establecen


penas mas leves cuando la impuesta arbitrariamente por el empleado es
pecuniaria, porque en tal caso su abuso no constituye un delito tan
grave.
No debe olvidarse tampoco que el inciso 7.° del art. 25 ha ordenado
que cuando se impone la multa, cuyo cómputo debe hacerse con relación
a cantidades indeterminadas, nunca podrá ésta exceder de cinco mil
pesos.
El primer caso de este artículo, cuando la pena ha sido pecuniaria,
entonces es del tanto al triple de la pena impuesta si se hubiere
ejecutado. Por ejemplo, si la pena que impuso el empleado arbitraria-
mente, que la hizo efectiva fuese de cien pasos, el castigo será para
ese empleado multa de trescientos pesos.
A la inversa, si la pena no se ha ejecutado i ella fuese de cien pesos,
el castigo será de ciento cincuenta pesos.
I por fin, si el empleado revoca voluntariamente la pena pecuniaria
que impuso ántes de intimarse al penado, el empleado en este caso no
incurre en responsabilidad alguna.

á k t . 155.

«El empleado público que abusando de s u oficio,


a l l a n a r e u n t e m p l o o la c a s a d e c u a l q u i e r a p e r s o n a o
hiciere rejistro en sus papeles, a no ser en los casos i
forma que prescriben las leyes, será castigado con la
libro iii.—título iii. 341

pena de reclusión menor en sus grados mínimo a medio


(1) o con la de suspensión en cualquiera de sus
grados.» (2)

(1) Encierro en Presidio de 61 días a S años i las que lleva consigo


según el art. SO por tratarse de empleados i caber la suspensión. No es
pena aflictiva i por lo tanto admite excarcelación bajo fianza.
(2) De 61 dias a S años. No es aflictiva i el procesado puede ser
escarcelado bajo fianza.

La inviolabilidad del hogar i de la correspondancia, es garantida pol-


la Constitución: el que abusa de su oficio i falta a las prescripciones
que las leyes han establecido para allanar el domicilio o rejistrar papeles
estrafios, comete el delito que se pena por este artículo.
Las lejislaciones mas antiguas han consagrado la inviolabilidad del
domicilio de todo ciudadano. El hogar doméstico entre los romanos
era un refujio, un asilo sagrado en donde nadie podia penetrar por
fuerza ni arrancar de él a su morador. La lei inglesa tiene tan alta
idea de la seguridad de un particular en su casa, que la llama su fortaleza
i jamas permite que ésta se viole impunemente.
Nuestro Código ha venido a establecer la pena que asegura tan
precioso derecho el que, sin embargo, se viola a cada instante, porque
las autoridades no tienen todavía la alta idea de este principio i del
respeto que deben por él.
Nosotros aplaudimos la pena i de desear habría sido que para con-
sagrar esa inviolabilidad al estremo que la lleva el pueblo ingles,
hubiera sido todavía mas severa para el infractor de esta disposición.

ART. 1 5 6 .

« L o s e m p l e a d o s e n el s e r v i c i o d e c o r r e o s i t e l é g r a f o s
u otros que prevaliéndose de su autoridad interceptaren
o abrieren la c o r r e s p o n d e n c i a o facilitaren a terceros
s u a p e r t u r a o s u p r e s i ó n , s u f r i r á n l a p e n a 'de reclusión
m e n o r e n s u g r a d o m í n i m o (1) i, s i s e a p r o v e c h a r e n d e
los secretos q u e contiene o los d i v u l g a r e n , l a s penas
342 códigopenat,

serán de reclusión menor en cualquiera de sus g r a d o s


(2) i multa de ciento a mil pesos.
E n los casos de retardo doloso en el envió o entrega
de la correspondencia epistolar o de partes telegráficos,
la pena será reclusión menor en su grado míni-
mo.)) (3)

(1) Encierro en presidio de 61 a 540 clias i lo que preceptúa, el art.


30. No es pena aflictiva i hailugar a escarcélacion bajo fianza.
(2) Id. de 61 dias a 5 años i las accesorias del art. 29. Aplicada en
grado máximo, es decir de 3 año si día a 5 años, es pena aflictiva i no
escarcelaUe. En grado medio, es escarcelalle.
(3) En todo como la nota 1 que antecede.

En el art. 146 encontramos tratado este caso, pero refiriéndose al


delito que en este sentido podría cometer un particular. Ahora encon-
tramos este mismo caso, pero siendo el infractor un empleado en el
servicio de correos o telégrafos, o balijeros por ejemplo, lo que por
cierno constituye un delito mas grave, puesto que el que abusa es un
empleado en el servicio de estos ramos, el cual, por razón natural,
conoce mejor su deber i el alcance de su delito. Si el empleado se
aprovecha o divulga los secretos que obtenga por estos medios, la pena
es mayor que cuando los guarda para sí.
El retardo doloso en la entrega de la correspondencia epistolar o de
partes telegráficos, es otro delito que también pena este artículo. El
emplear la palabra doloso quiere decir que debe convencerse al empleado
de que el retardo ha sido malicioso, pues si él niega este cargo i sus
esplicaciones convencen o lejitiman ese retardo, el dolo debe serle
probado i, alcanzado este resultado, se le aplica la pena que se deter-
mina en el último inciso de este artículo. De manera, pues, que lo
que se pena en esta disposición son los actos que se dirijen a la
revelación de secretos hecha por un empleado público, ya sea que él los
verifique o que dé ocasion para que se ejecuten por otro, i la penalidad
está graduada en proporcion al uso que se haga de los secretos adqui-
ridos por este medio tan indecoroso para el que lo ejecuta.
Mas si la apertura de la correspondencia se lleva a efecto por orden
superior i hai obligación de guardar el secreto del contenido de esa corres-
libro iii.—título iii. 343

pondencia epistolar i telegráfica, no se incurre por ello en pena alguna.


Empero, siempre i aun en este caso hai obligación de guardar sijilo i
obrar de otro modo, es cometer Un acto hasta cierto punto inmoral.

ART. 157.

" T o d o empleado público q u e sin u n decreto de auto-


r i d a d c o m p e t e n t e , d e d u c i d o d e la lei q u e autoriza la
exacción de u n a contribución o de u n servicio personal,
los exijiere b a j o cualquier pretesto, será penado con
inhabilitación especial temporal para el empleo en
cualquiera de sus g r a d o s (1) i m u l t a de ciento a mil
pesos.
S i la e x a c c i ó n d é l a c o n t r i b u c i o n . s e h i c i e r e c o n á n i m o
de lucrarse, el e m p l e a d o c u l p a b l e será c o n s i d e r a d o i
penado como reo de estafa."

(1) De 3 años 1 día a 10 años. Es pena aflictiva i el reo no puede


ser escarcelado bajo fianza.

Ya sabemos lo que'para este caso dispone el art. 260, es decir, quie-


nes se consideran empleados para la aplicación de las penas por los
delitos que puedan cometer en el carácter de tal.
También sabemos que el art. 147 trata de este mismo delito en el caso
que se cometa por un particular.
Hoi nos encontramos con que es un empleado el culpable de los
delitos que espresa el artículo que comentamos.
La imposición i. cobranza de contribuciones indebidas, es solo el
abuso que hacen los empleados de su autoridad.
Los romanos conocían este delito con el nombre de crimen repetum-
darum, porque daba derecho para exijir la restitución de lo pagado
indebidamente.
Lo que este artículo pena es: 1.° imponer i exijir contribuciones i
servicios sin decreto de autoridad competente deducido de una lei,
pero sin aprovecharse de ellas el que ordena tal cosa, i 2.° si se cobran
estas contribuciones con ánimo de lucrarlas el que las impone.
344 códigopenat,

Para el primer caso, este articulo ha establecido una pena especial i


para el segundo, lo ha estimado de estafa, i entonces debe estarse para
su penalidad a lo prescrito en los arts. 74 i 467 i siguientes.

ART. 158.

"Sufrirá la pena de suspensión en sus grados míni-


mo a medio, (1) si gozare de renta, i la de , reclusión
menor, en su grado mínimo (2) o multa de ciento a mil
pesos, cuando prestare servicios gratuitos, el empleado
público que arbitrariamente:
1.° Impidiere la libre publicación de opiniones por
la imprenta en la forma prescrita por la lei.
2.° Prohibiere u n trabajo o industria que n o , se
oponga a la lei, a las buenas costumbres, seguridad i
salubridad públicas. -
, 3.° Prohibiere o impidiere una reunión o manifesta-
ción pacífica i legal o la mandare disolver o suspender.
4.° Impidiere a un habitante de la República perma-
necer en cualquier punto de ella, trasladarse de uno a
otro o salir de su territorio, en los casos que la lei no
lo prohiba; concurrir a una reunión o manifestación
pacífica i legal; formar parte de cualquier asociación
lícita, o hacer uso del derecho de petición que le garan-
tiza la lei.
5.° Privare a otro de la propiedad esclusiva de su
descubrimiento o producción, o divulgare los secretos
del invento, que hubiere conocido por razón de su
empleo.
6.° Espropiare a otro de sus bienes o le p e r t u r b a r e
en su posesion, a n o ser en los casos que permite la lei."

(1) De 61 clias a 2 arios. No es aflictiva i Jiai escarcelacion bajo


fianza.
libro iii.—título iii. 345

(2) Presidio de 61 a 540 días i además lo que dispone el art. SO. No


es pena aflictiva i por lo mismo, se puede escarcelar al reo bajo jianza.

Un empleado, ya sea que goce o no de renta por el cargo que


ejerce, siempre es responsable del mal que cause estralimitando sus
facultades.
Este artículo, lo único que ha establecido en favor del empleado que
no goza de renta, es una aminoración de pena como se vé al principio,
cuando dice que falta a sus deberes el que arbitrariamente impide: 1
la libre publicación de opiniones por la prensa. En efecto, si la
Constitución del Estado garantiza este derecho i hai una leí que lo
reglamenta, es evidente que solo conforme a esta lei se puede proceder
en los casos de abuso. Obrar de otro modo es hacerse reo del delito que
aquí se pena.
2.° Todo trabajo o industria permitido por las leyes no puede ser
estorbado. Cuando mucho estará sujeto a los reglamentos de policía
para su situación o modo de llevarlo a cabo; pero dentro de estas
disposiciones, sin que haya lei que lo prohiba, el empleado que no
respetare estos derechos i arbitrariamente atacase o prohibiese esa
industria, habrá también cometido el delito que pena este artículo.
3.° La libre manifestación del pensamiento, ya sea de palabras o por
la prensa, está autorizada entre nosotros: reunirse pacificamente, sin
violar las leyes administrativas, es otro derecho sagrado i si se ataca
arbitrariamente, se infrinje tal derecho i el infractor sufrirá las penas
que señala esta disposición.
4.° Como consecuencia de los derechos anteriores, la Constitución
del Estado nos garantiza también la libertad de residir donde nos agrade,
de movernos de un punto a otro de la Eepúblicá, salir de ella i hacer
peticiones en forma a las autoridades. Empero todos estos derechos
tienen un límite i a veces por causas legales pueden ser restrinjidos o
reglamentados. Observando estas prescripciones, dictadas por quien
tenga facultad para ello, la violacion arbitraria de un empleado es un
delito i el autor de él se hace reo de la pena que establece el presente
artículo.
5.° El inventor de un descubrimiento o de otra producción, ya sea
artística o literaria, es dueño de esa propiedad i las leyes le aseguran
346 código penat,

ese derecho castigando con pena al que se aproveche de ellos sin su


permiso.
En lo que respecta al invento se ha querido que el que por razón de
su oficio tenga que conocerlo, deba guardar el secreto i en caso de
divulgarlo en perjuicio del autor, sea castigado con la pena que
determina este artículo.
No obstante, los peritos informantes, caso de descubrir el invento
que a ellos les descubrió el autor para que la autoridad le otorgase el
privilejio correspondiente, no se castigan con arreglo a este artículo
sino conforme a las penas que establece para el perjuro el art. 210 de
este Código, por cuanto han faltado al juramento que prestaron al ser
nombrados peritos i bajo cuyo juramento el autor les hizo la revelación
de su invento.
6.° La propiedad de los bienes está también asegurada i garantida
por las leyes. La espropiacion o la perturbación en el goce de ellos es
un delito, salvo el caso que esa espropiacion se haga conforme lo
manda la Constitución del Estado, es decir por medio de una lei san-
cionada por el Congreso.
Estas penas son sin perjuicio de las acciones civiles que en todos los
casos puede entablar el perjudicado para el resarcimiento de los
daños que se le hayan causado i que se puedan estimar en dinero.
La acción civil es independiente de la penal cuando esta no sea decla-
rada i exijida conjuntamente con la pena, a virtud de lo que ha esta-
blecido el árt. 24 de este Código, como consecuencia precisa de toda
condenación, por el delito que se ha perseguido ante la justicia
criminal.
ART. 159.

«Si en los casos de los artículos anteriores de este


párrafo, el inculpado justificare que lia obrado por órden
de sus superiores a quienes debe obediencia discipli-
naria, las penas señaladas en dichos artículos se apli-
carán solo a los superiores que h a y a n d^ido la órden.»

Este artículo establece una causal de escusa en favor del culpable


para exonerarle de la pena que merezca Ipor su delito, en caso de
faltar a lo que prescribe el artículo anterior.
libRo iii.—título iii. 347

Se exije aquí que el inculpado pruebe que ha obrado por orden


superior a quien deba obediencia disciplinaria. Esto seria, por ejemplo,
un oficial ya de línea' o de policía que cumple la orden de su jefe, por
cuanto, según la Constitución del Estado i la Ordenanza Militar, la
fuerza armada es esencialmente obediente.

Art. 160.

"Si un empleado público acusado de haber ordenado,


autorizado o facilitado alguno de los actos de que
s e t r a t a e n e l p r e s e n t e p á r r a f o , p r e t e n d e q u e la orden
le h a sido a r r a n c a d a jior s o r p r e s a , s e r á o b l i g a d o , re-
vocando desde luego tal órden para hacer cesar el
acto, a d e n u n c i a r al c u l p a b l e ; e n caso d e n o d e n u n c i a r l o ,
responderá personalmente.))

Igualmente, en este artículo i siempre refiriéndose al 158, se establece


otra causa de escusa. Ella es dar una órden que viola aquellos derechos
por sorpresa. Mas para eximirse de la pena, debe el culpado revocar
en el acto tal órden para hacer cesar el mal que ella puede producir
si se ejecuta; denunciar al culpable de esa sorpresa, porque si así no
lo hace, no existe la causal de escusa i entonces él responde del delito.
Hé aquí un caso especial en que la lei impone la obligación de delatar
a un culpable. Decimos especial porque este Código, por regla jeneral,
no establece la delación de los delitos i cuando ha querido que ella
exista en casos determinados, se ha cuidado de indicarlos. Aquí tam-
poco la delación no es obligatoria sinó que el que quiera escusarse de
una responsabilidad puede usar de este derecho, i justificado su proceder
se le liberta de pena.

Art. 161.

" C u a n d o para llevar a efecto alguno de los delitos


enunciados, se h u b i e r e falsificado o s u p u e s t o la firma
d e u n f u n c i o n a r i o p ú b l i c o , los' a u t o r e s i l o s q u e mali-
ciosa o f r a u d u l e n t a m e n t e h u b i e r e n u s a d o d e la falsifica-
348 córneo penal

cion o suposición, serán castigados con presidio menor


en su grado máximo." (1)

(1) Encierro en Presidio de 3 años 1 dia a 5 años i las accesorias


del art. 89. Es pena aflictiva i por consiguiente no hai escarcelacion
bajo fianza.

Este artículo establece una agravación en las penas que señala el


art. 158 a los que cometen algunos de los delitos que allí se preve i
castiga. Esta agravación se establece cuando se ha falsificado o
supuesto la firma de una autoridad para llevar a efecto esos hechos
prohibidos. Esta agravación de pena, justa en este caso por el abuso
que se hace, se estiende no tan solo a los autores de esos engaños,
sino que coloca en igual situación a los que maliciosa o fraudulenta-
mente hubieren usado de la falsificación o suposición de la firma. La
culpabilidad es idéntica, porque se obra a ciencia cierta de que es falso
el documento que sirve para la infracción de un derecho consagrado
por las leyes i que todos debemos respetar i no violar, sino queremos
hacernos reos de esos delitos.

TITULO CUARTO
DELOS CRÍMENES I SIMPLES DELITOS CONTRA LA FÉ PÚBLICA, DE
LAS FALSIFICACIONES, DEL FALSO TESTIMONIO I DEL PERJURIO.

§ I-

De la moneda falsa.

Art. 162.
((El que sin autorización fabricare moneda que tenga
curso legal en la República, aunque sea de la misma
materia, peso i lei que la lejítima, sufrirá las penas de
l l b b o ii título.—iv. 349

reclusión menor en su grado mínimo (1) i multa de


ciento a trescientos pesos.
Cuando el peso o la leí fueren inferiores a los lega-
les, las penas serán presidio menor en su grado medio
(2) i multa de ciento a quinientos pesos.»

(1) Presidio de 61 a 540 dias, debiendo aplicarse el art. 30 caso de


que haya cargo u oficio de que suspender al reo. No es aflictiva i hai
lugar a escarcelacion bajo fianza.
(2) Id. de 541 dias a 3 años. En lo demás en todo conforme a la
pena anterior.

En Chile solo el Estado puede acuñar moneda i entregarla a la


circulación.
Es un monopolio establecido por la lei para garantía de todos
los habitantes de la República.
Si alguien fabrica moneda, aunque sea de la misma materia, peso i
lei que la lejítima, incurre en una pena, no porque cometa una de-
fraudación, sino porque se atenta contra los derechos o atribuciones
del Estado, i porque la moneda que fabricare un particular produciría
desconfianza i perturbaciones sérias en el comercio.
En efecto ¿qué negocio haria el que fabricase moneda de la misma
materia, peso i lei que la lejítima? Ninguno: hé aquí por que no es
posible este caso en la práctica i lo es común ver que se falsifica
del todo, porque esto siquiera supone un negocio, una utilidad si se
acierta en el fraude.
Talvez podría ser negocio fabricar moneda igual a la lejítima con
níquel o cobre; pero jamas en las de oro i plata. Pero para que
despertara Ínteres una fabricación de moneda de cobre o níquel seria
preciso que su valor no fuera tan exiguo i que su circulación se hiciera
engrandes cantidades; pero por desgracia esta clase de monedas saturan
^pronto el mercado, pues ellas no se esportan i solo sirven para las peque-
ñas transacciones interiores. En este negocio no habrá negocio posible
que sea capaz de hacer faltar a la prohibición que existe i arrostrar las
consecuencias de la pena con que este artículo castiga al infractor de
esta prohibición.
Ahora si la moneda es de la misma materia que la lejítima, pero el
350 Códigopenat,

peso o la lei son inferiores, ya el delito tiene mas gravedad que en el


primer caso i hé aquí entonces por que el castigo con que se pena
este delito es mas grave que el anterior. La razón es obvia: hai pues un
perjuicio mayor con esta clase de monedas, fuera de la contravención
que se comete contra las leyes que han dado este derecho al Estado.
Entre nosotros, la unidad de moneda es el peso, que es una pieza de
plata que pesa 25 gramos, o de oro con peso de 1 gramo 525 miligra-
mos.
Su único múltiplo decimal es el cóndor, moneda de oro que vale 10
pesos. I los submúltiplos decimales son el décimo i centavo, que son
la décima i la centésima parte del peso. El primero es una moneda de
plata, i el segundo es una mezcla de níquel, cobre i zinc.
Para la comodidad en el cambio se han establecido otras monedas.
Las de oro, ademas del cóndor son-, la de 5 pesos i la de 2 pesos.
Las de plata son: el medio peso o moneda de 50 centavos; la mone-
da de 20 centavos; el décimo o moneda de 10 centavos; el medio
décimo o moneda de 5 centavos.
De níquel se sellan monedas de 2 centavos; de 1 centavo i de medio
centavo.
Para acuñar las monedas de oro i plata hai necesidad de mezclar el
metal fino con cierta porcion de cobre.
Entre nosotros las de plata son formadas de 0,9 de plata i 0,1 de
cobre. Las de1 oro, de 0,9 de oro i 0,1 de cobre i plata. Por esto se
dice que la lei de la moneda chilena es de 0,9 o 0,900 de fino.
El peso de plata no-tiene en consecuencia 25 gramos de plata pura,
sino 22 J gramos.
El peso de oro solo tiene 1,525 x 0,9 o sea 1,372 gramo, de oro puro.
Conviene saber ademas que guardan cierta relación con este párrafo
los supremos decretos , dé 26 de Setiembre de 1820, que autoriza a
todos para romper la moneda falsa a presencia de los individuos de
quienes las reciban i para detener i entregar a la autoridad a los
sospechosos de monederos falsos; el 8 de Julio de 1830 i 17 de Abril
de 1844 que dicen que moneda de peso defraudado o de oro de peso
defraudado, no se admitan en ninguna oficina fiscal; lei de 9 de Enero
de 1851, que determina las clases, denominaciones, valor i lei de las
monedas chilenas; decreto de 18 de Marzo de 1851 que también deter-
mina el tipo de las monedas chilenas de oro, plata i cobre i por
último el decreto de 29 de Octubre de 1856, que establece la relación
que debe haber entre el viejo i nuevo sistema de monedas.
libro iii.—título iii. 351

Art. 163.

" E l que falsificare moneda de oro o plata que tenga


curso legal, empleando otras sustancias diversas, será
castigado con presidio menor en sus grados medio a
máximo (1) i multa de quinientos a mil pesos.
Si la moneda falsificada fuere de vellón, las penas
serán presidio menor en sus g r a d o s mínimo a medio
[2] i multa de ciento a quinientos pesos.»

(1) Presidio de 541 •dias a 5 años, Aplicada en su grado mínimo a


medio de 61 dias a 3 años, debe agregarse lo que preceptúa él art. 30 sihai.
cargo u empleo de que suspender al reo. En este caso no es aflictiva i
admite escarcélcicion bajo fianza. Si se aplica en grado máximo, lleva lo
que dispone el art. 29 i es aflictiva i el reo no puede ser escarcelado.
(2) Id. de 61 dias a 3 años, aplicándose lo dispuesto en él art. 30 si
hai cargo u oficio ele que suspender al penado. No es aflictiva i él reo
•puede obtener su escarcelacion bajo fianza.

La fabricación de monedas es una falsedad grave, .porque se viola


el derecho del Estado, ataca el crédito público en sus bases mas sólidas
i desaparece una preciosa garantía en el comercio.
Lo que este artículo prohibe es fabricar moneda de ciro o plata que
tenga curso legal, empleando para esto otras sustancias diversas.
Si ya hemos visto por el artículo anterior que era delito fabricar
moneda de la misma materia, peso i leí que lalejítima o inferior a ella
¿con cuánta mayor razón i cuánto mas grave no lo será cuando se
emplean otras sustancias diversas? Aquí hai una falsedad con el objeto
de buscar un lucro a ciencia cierta de que se hace un mal al Estado i
a los particulares a quienes se les hace recibir esta clase de monedas.
Por eso no creemos tan grave la pena que señala este artículo para
castigar al monedero falso si atendemos a los móviles que impulsan
este delito i las consecuencias que produce en la sociedad.
Ahora cuando la moneda falsificada es de vellón la pena es mas leve,
porque el delito es mucho menor i ménos graves sus consecuencias.
¿Qué es moneda de vellón? Se denomina así a la de cobre, zinc o
níquel i esta clase de falsificación, que rara vez se hace, porque no
352 códigopenat,

halaga su resultado, uo es la que ocasiona tanta alarma en el comercio


i seria natural entonces que la pena fuera menor que en el caso del
inciso anterior.
ART. 1 6 4 .

"El que cercenare m o n e d a de oro o plata d e curso


legal, sufrirá . las p e n a s de presidio menor en sus gra-
d o s m í n i m o a m e d i o (1) i m u l t a d e c i e n t o a quinientos
pesos."

(1) Presidio de 61 días a 3 años. Si el imiado ejerce cargo u oficio


público de los cuales se le pueda suspender, se aplica lo que para este caso
dispone el art. 30. No es pena aflictiva i se puede escarcelar al reo bajo
fiama.

El delito que pena este artículo es menos grave que el anterior: no


consiste en hacer moneda falsa, sino en quitar a la moneda lejítima el
metal que tiene dentro, conservando la caras, la acuñación, tal como la
produjo la verdadera Gasa de Moneda, o bien cortarla en parte.
Por este hecho no se usurpan las atribuciones del Estado. El daño
que se infiere a los particulares i las ganancias del delincuente son
menores que en los casos anteriores. Creemos que la pena es demasiado
severa i que bastaría solo la de la multa para correjir este delito.

Art. 165.

" E l que falsificare m o n e d a que no t e n g a curso legal


e n la República, será c a s t i g a d o con presidio m e n o r en
s u g r a d o m e d i o (1) i m u l t a d e c i e n t o a q u i n i e n t o s p e s o s ,
si l a m o n e d a f a l s i f i c a d a f u e r e d e o r o o p i a t a , i c o n p r e s i -
d i o m e n o r e n s u g r a d o m í n i m o (2) i m u l t a d e ciento
a trescientos pesos, cuando fuere de vellón."

(1) Encierro en presidio ele 541 dias a 8 años i se aplica lo dispuesto


en el art. 30 cuando Jiai cargo u oficio de que suspender' al penado. No
es piena aflictiva i puede el reo ser escanciado bajo fiama.
(2) Id. de 61 a 540 dias. En lo demás conforme a la anterior.
libro iii.—título iii. 353

Lo que se castiga por este artículo es fabricar moneda falsa de otros


paises. ¿Qué es lo que se pena si esa moneda no es la nuestra? Será
porque el delito se comete enere nosotros? Es verdad que esto no será
nunca una acción que se practique con buen fin e indudablemente el
objeto es para esportarla, ganar ilejítimamente con ella en otros paises,
i un gobierno justo no puede tolerar semejante cosa. Por eso la dispo-
sición de este.artículo se funda sin duda en consideraciones políticas i
tiende a alcanzar la reciprocidad de las otras naciones en iguales casos.
Ni los intereses del Estado ni el de los particulares sufren perjuicio
por la fabricación i espendio de monedas que entre nosotros no tienen
curso legal. Es por esto que la pena que establece este artículo, para
castigar este delito, nos ha parecido demasiado severa: a nuestro juicio
habría bastado solo la multa en los casos en que se coloca la disposición
legal que dejamos analizada i ella seria, por otra parte, proporcional al
delito que se trata de reprimir.

ART. 166.

«El que cercenare moneda de oro o plata que no


tenga curso legal en la República, sufrirá las penas de
presidio menor en su grado mínimo (1) i multa de
ciento a trescientos pesos.))

(1) Presidio de 61 a 541 dias, aplicándose también lo dispuesto en el


art. SO cuando hai cargo u oficio de que suspender al reo. No es pena
aflictiva i hai lugar a escarcelacion bajo flama.

Las observaciones que hicimos en el caso del anterior artículo, militan


en favor de éste. Cercenar algo del valor de una moneda, aunque no sea
de la nuestra, es un delito, pero en este caso leve habria bastado para
su castigo la multa.
El artículo anterior i el presente' establecen una garantía para la
circulación en jeneral de la moneda estranjera, que suele ser un medio
indispensable para el desarrollo i mantenimiento de nuestras transac-
ciones con el estranjero, apesar de tratarse de una mercadería que
puede recibirse o nó, según sea de buena o mala calidad.
Nada dice este artículo para el caso de cercenar moneda estranjera
23
354 CÓDIGO p e n a t ,

de vellón. ¿I por qué? Indudablemente porque no teniendo esta clase


de moneda sino circulación dentro de cada Estado que la emite i siendo
tan insignificante su valor, no habrá quien especule con ella en este
sentido i por eso no se ha estimado que tal operacion constituya un
delito.
Art. 167.

«El que de concierto con los falsificadores o cercena-


dores, tomare parte en la emisión o introducción a la
República de la moneda falsificada o cercenada, será
castigado con las mismas penas que por la falsificación
o cercenamiento corresponderían a aquellos s e g ú n los
artículos anteriores.»

Este articulo establece únicamente el hecho de incurrir en igual


pena al que de concierto con los falsificadores toma parte en la emisión
0 introducción en el pais de moneda falsificada o cercenada. Si lo
primero, se le castiga conforme al art. 165; si lo segundo, con arreglo
al art. 166. Aquí no hai complicidad, sino que se considera como autor
1 se castiga con igual pena al que se concierta para el objetó que espresa
esta disposición.

Art. 168.

«El que, sin ser culpable de la participación a que


se refiere el artículo precedente, se hubiere procurado
a sabiendas moneda falsificada o cercenada i la pusiere
en circulación, sufrirá las penas de presidio menor en
sus grados mínimo a medio (1) i multa de cien a mil
pesos.»

(1) Encierro en Presidio de 61 dias a 3 años, debiendo ademas


aplicarse el art. 30 si Mi cargo u oficio público de que suspender al reo.
No es pena, aflictiva i hai lugar a escarcelacion bajo fianza.
libro iii.—título iii. 355

Este artículo peua al que busca i se procura a sabieudas moneda


falsa o cercenada que no tiene curso forzoso entre nosotros i del mismo
modo la pone en circulación. Al que aquí se castiga no es al autor ni al
cómplice en la falsedad o cercenamiento de moneda, sino al que a
sabiendas de que tal moneda es falsa se la procura i la pone en circu-
lación.
¿Será aplicable a esta disposición o será escepcion de esta regla lo
que dice el numero 31 del art. 496? Aunque la disposición a que nos
referimos no establece si la moneda falsa o cercenada es de curad
forzoso o nó en la República, parece, sin embargo, que ella es jeñeral
i aplicable a todos los casos que ocurran en este párrafo. El núm. 31
del art. 46 dice así:
«El que habiendo recibido de buena fé moneda falsa o cercenada o
títulos de crédito falsos, los circulare despues de constarle su falsedad
o cercenamiento, siempre que su valor no exceda de diez pesos.»
Ahora si atendemos a la gravedad de las penas que en este artículo
así como en los anteriores, se establecen para castigar estos delitos i que
lo que se quiere evitar es la falsedad en grande escala, se comprenderá
mejor que esta es una escepcion jeneral i que siempre que el valor no
exceda de diez pesos, desaparece el delito i se da lugar a la falta. .

Art. 169.

, «La tentativa respecto de cualquiera de los delitos


de que tratan los artículos precedentes, será castigada
con el mínimo de las penas establecidas en ellos para
el delito consumado.))

. Este artículo es una escepcion respecto al modo de penar la tentativa


de todo delito. No sigue Ja regla establecida en el art. 59, sino que di-
ce terminantemente, que en estos casos la tentativa se castiga con el
mínimum de la pena establecida en ellos para el delito consumado.
Este artículo, por fin, .nos ofrece un ejemplo en que la tentativa
tiene una pena especial i ella es, lo repetimos, el mínimum del castigo
que señalan los artículos de este párrafo al delito consumado..
356 CÓDIGO PENAt,

ART. 1 7 0 .

" E l que habiendo recibido de b u e n a fé m o n e d a falsa


o cercenada, la circulare d e s p u e s de constarle su false-
d a d o cercenamiento, sufrirá la p e n a de reclusión m e n o r
e n s u g r a d o m í n i m o (1) o m u l t a d e c i e n t o a t r e s c i e n t o s
p e s o s , si e l v a l o r d e l a moneda circulada subiere de
diez pesos.
C u a n d o n o e x c e d a d e e s t a s u m a , e s t i m á n d o s e el h e c h o
m e r a falta, se p e n a r á como tal." (2)

(1) Encierro en Presidio de 61 a 540 dias, aplicándosele ademas el


art. 30 si hai cargo u oficio público de que suspender al penado. No es
pena aflictiva i el reo puede ser escarcelado bajo fianza.
(2) Cárcel, de 1 a 20 dias, conmutables en multa de 1 a 30 pesos,
según el núm. 31 del art. 495.

Este artículo prohibe circular moneda falsa o cercenada al que la


recibió de buena fé, despues de constarle estas circunstancias. Le obliga,
pues, a quedarse con ella i le prohibe darle curso i lo que pena es la
contravención a este precepto, porque ya no existe en él ignorancia ni
buena fó.
Cuando el valor de la moneda circulada a sabiendas de su falsedad i
cercenamiento, pero recibida de buena fó, excede de diez pesos, se
comete un delito que se pena con reclusión menor en grado mínimo i
multa. Si baja de esta suma no existe entonces delito sinó falta, i el
caso está, previsto por el núm. 31 del art. 495. No debe confundirse
esto con lo que dispone el núm. 19 del art. 494, puesto que aquí se
espresan con claridad a qué hechos se refiere este precepto.
La pena establecida por este artículo en el caso de delito nos parece
demasiado grave. ¿No habría bastado únicamente la multa para su
penalidad?

Art. 171.

"Si la falsificación o cercenamiento f u e r e n t a n osten-


sibles que cualquiera p u e d a notarlos i conocerlos a la
LIBRO IIi.—TÍTULO Iii. 357

simple vista, los que fabricaren, cercenaren, espendie-


ren, i n t r o d u j e r e n o circularen la m o n e d a así falsificada
o cercenada, se r e p u t a r á n reos de e n g a ñ o i s e r á n
castigados por este delito con las p e n a s que se estable-
cen en el título respectivo.»

No se puede llamar falsificar o cercenar moneda cuando a la simple


vista cualquiera puede notar la falsificación: su ejecución burda
denuncia el hecho aun a la intelijencia mas corta. En este caso no
existe el delito de falsedad o cercenamiento de moneda, sino el de
engaño i conforme al art. 467 i siguientes, se castigarán a los que así
fabriquen, cercenen, espendan, introduzcan o circulen esa clase de
monedas.

§ II

De la falsificación de documentos de crédito del Estado, de las


Municipalidades, de los establecimientos públicos, sociedades
anónimas o bancos de emisión legalmente autorizados.

Art. 1.72.

" E l que falsificare bonos emitidos por el E s t a d o ,


cupones de intereses correspondientes a estos bonos,
billetes de banco al portador, cuya emisión estuviere
autorizada por u n a lei de la República, será castigado
con las p e n a s de presidio m e n o r en su g r a d o máximo
a presidio m a y o r en su g r a d o mínimo (1) i multa de mil
a tres mil pesos.»

(1) En el primer caso encierro en Presidio de 3 años 1 diaaS años


i las accesorias del art. 28. Es aflictiva. En el segundo término, de 5
años un dia a 10 años i las accesorias del art. 29. Se cumple en la
Penitenciaria. Es también aflictiva. En uno i otro casos no hai escarce-
lacion bajo fianza.
358 CÓDIGO PENAt,

¿Porque se impone pena mas grave al que falsifica bonos del Estado
o billetes de banco, que al que falsifica moneda de oro. o de plata de
curso forzoso en la República? No acertamos a encontrar la causa de
esta diferencia, sobre todo siendo mas difícil la falsificación de bonos,
billetes i siendo que en estos últimos no se perjudica al Estado, cuando
es igual la alarma que se produce en el comercio en uno i otro caso.
Siendo el billete moneda como la de oro i plata, el Estado solo
garantiza su emisión en el número i cantidad que autoriza a cada
empresa i ellos están destinados mas bien para las transacciones inter-
nas; al contrario de lo. que sucede con las monedas de oro i plata que
circulan hasta en el estranjero.
Los códigos de otros países jeneralmente : castigan la falsificación de
monedas o de billetes con igual pena: solo el nuestro, hace una diferen-
cia notable, sin que acertemos a encontrar la causa que obligó a imponer
pena tan diferente en uno i otro caso. ¿Será esto porque con la
falsificación de billetes puede haber un lucro mayor, porque a ese
billete se le puede hacer representar por mas valor del que se obtiene
con una falsificación -de moneda de oro o plata?—Si tal hubiera sido
el pensamiento de los Redactores del Código Penal, bien pudiera
entonces haberse establecido penas según el monto de cada billete i lejos
de ello, la disposición es je'neral i abraza tanto al que falsifica un billete
de a cien pesos como al que falsifica uno de a mil.

á r t . 173.

«El que. falsificare obligaciones al portador de la


deuda pública de u n pais estranjero, cupones de intere-
ses correspondientes a estos títulos o billetes de banco
al portador, cuya emisión estuviere autorizada por ílna
lei de ese pais estranjero, sufrirá las penas de presidio
menor en su grado medio (1) i multa de ciento a qui-
nientos pesos.))

(1) Ene,ierro en Presidio de 541 días a 3 años, chicándose lo que


dispone el arl. 30 en el caso de que haya cargo u oficio piMico de que
suspender al reo. Esta pena no es aflictiva i el procesado puede solici-
tar su escarcelacion bajo fiama.
LIBRO IIi.—TÍTULO Iii. 359

Este caso es exactamente igual al que determina el art. 165.


El Código Español, si bien considera delito el falsificar moneda de
otros paises, no dibe nada en el caso de obligaciones o de billetes de
otras naciones, sin duda porque allí no se negocian valores pú-
blicos estranjeros, i como en nuestra plaza comercial esto es frecuente,
de aquí la necesidad de velar por los intereses de otras potencias, aparte
de la reciprocidad que se establece con esta medida en casos análogos
a este, i para garantía del comercio esta protección se ha llevado hasta
el estremo de consignarse la estradicion de los reos de esta clase de
delitos en tratados especiales.

ART.' 174.

«El q u e falsificare acciones o p r o m e s a s de acciones


de sociedades anónimas, obligaciones u otros títulos
legalmente emitidos por las municipalidades o estable-
cimientos públicos de cualquiera .denominación, o
cupones de intereses o de dividendos correspondientes
a estos diversos títulos, será castigado con presidio
menor en sus grados medio a máximo (1) i m u l t a d e
quinientos a mil pesos, si l a e m i s i ó n b u b i e r e tenido
l u g a r en Cbile, i con presidio m e n o r en su g r a d o medio
(2) i m u l t a d e ciento a quinientos pesos, cuando hu-
b i e r e t e n i d o l u g a r e n el e s t r a n j e r o . »

(1) Presidio menor, grado medio dé 541 dias a 3 años; grado máximo,
de 3 años 1 dia a 5 años. Si esta pena se aplica en él, primer término i
el reo ejerce cargo u oficio público de que pueda suspendérsele, se aplica él
art. 30. No. es pena aflictiva i hai lugar a escarcelacion bajo fianza. Si
se aplica en el segundo término lleva consigo las del art. 29. En este caso
es aflictiva i no hai escarcelacion.
(2) Gomo en el primer término de la nota anterior.

Por este artículo se penan dos cosas bien distintas: primero se.refie-
re a falsificación de acciones o promesas de acciones de sociedades
anónimas, obligaciones o títulos de municipalidades o establecimientos
360 CÓDIGO PENAt,

públicos, cupones o dividendos de las mismas, legalmente emitidos si


la emisión de tales titulos falsos ha tenido lugar en Chile; i segundo,
cuando la emisión de los mismos títulos falsificados se ha hecho circu-
lar fuera de la República.
Si la lei castiga al monedero falso, al falsificador de bonos del
Estado i billetes de banco al portador, cuando ellos están autorizados
por lei, ha tenido también necesidad de penar las falsificaciones que se
hagan de títulos de acciones de sociedades anónimas o de las municipa-
lidades u otros establecimientos públicos, siempre que esos títulos hayan
sido espedidos con autorización competente i sea legal la existencia de
esas sociedades. El Estado presta esta garantía como necesaria a la exis-
tencia de tales corporaciones i no podia la lei en este caso dejar de
considerar como delito la falsedad de sus títulos. Pero há establecido
dos clases de penas: una para cuando la emisión de tales títulos falsos se
hace dentro del país, i otra cuando ella sea en el estranjero, ménos grave
por cierto que en el primer caso, porque la alarma es menor i no se per-
judica tanto el crédito interno de estas sociedades.
Ahora si la emisión- es fuera de Chile ¿cómo se hará efectiva la
responsabilidad del culpable, que es natural que no resida en Chile?
En primer lugar, ya sabemos que el art. 6.° dispone que los crímenes o
simples delitos perpetrados fuera del territorio de la República por
chilenos o por estranjeros, no son castigados en. Chile sino en los casos
determinados por la lei. ¿Será este uno de esos casos? El artículo nada
dice i preciso es que lo hubiera indicado como lo ha hecho otras veces
cuando así lo ha querido. Ejemplo de ello es el art. 106.
Si el que ejecutó la falsificación está en el territorio, no hai ya
cuestión: pero si reside fuera de él habrá que distinguir si es chileno o
estranjero. Si lo primero, solo seria justificable cuando regresara i no
estuviera hasta esa fecha estinguida la acción penal, o bien si se encuen-
tra nación amiga donde la estradicion por este delito se hubiere pactado,
se exije entonces la entrega del delincuente por medio de las reclama-
ciones que haga el representante de nuestro gobierno. Si es estranjero,
no seria penado aquí i los tribunales del lugar donde se hubiere hecho
la falsificación i emisión, castigarían a los culpables, una vez que los
perjudicados lo exijieran o denunciaran el hecho, si las leyes de ese
país lo consideraban delito.
LIBRO IIi.—TÍTULO Iii. 361

ART. 175.
«La misma pena que correspondería al falsificador
se impondrá al que de concierto con él tomare parte en
la emisión o introducción a la República de los bonos,
acciones, obligaciones, billetes o cupones falsificados.»

Este articulo establece lo mismo que lo que se dispone en el 167


respecto a los que de concierto con los falsificadores o cercenadores de
moneda, toman parte en su emisión o introducción a la República.
Por manera que lo dicho allí es perfectamente aplicable a este caso i
seria inútil repetir aquí la misma esplicacion.

ART. 176.

((El que sin ser culpable de la participación a que se


refiere el artículo anterior, se hubiere procurado a
sabiendas i emitido esos bonos, acciones, obligaciones,
billetes o cupones falsificados, sufrirá las penas de
presidio menor en sus grados mínimo a medio (1) i
multa de ciento a mil pesos.»
(1) Encierro en Presidio de 61 dias a 3 años, aplicándose ademas lo
dispuesto en el art. 30 caso de haber cargo u oficio público de que suspen-
der al reo. No es pena aflictiva i admite escarcelacion bajo fiama.

Igualmente, este artículo es en todo conforme al 186 para el caso


del monedero falso: por manera que es escusado entrar en la misma
esplicacion dada allí. Debe entonces tenerse por reproducida aquí para
la intelijencia del presente artículo.

ART. 177.

«La tentativa p a r a la falsificación, emisión o intro-


ducción de tales títulos, se castigará con el mínimum
de las penas señaladas al delito consumado.»
362 CÓDIGO PENAt,

Este mismo precepto contiene el art. 169 tratándose de los delitos


de moneda falsa.
Igualmente, téngase por reproducida aquí la esplicacion del citado
artículo 169.
Solo advertiremos que este es otro caso en que la tentativa tiene
una pena especial, apartándose de la regla jeneral para su penalidad.

Art. 178.

«El que habiendo adquirido de buena fé los títulos


falsos de que trata este párrafo, los circulare despues,
constándole su falsedad, sufrirá la pena de reclusión
menor en su grado mínimo (1) o multa de ciento a
trescientos pesos, si subiere de diez pesos el valor del
título circulado.
' Cuando no exceda de esta suma, estimándose el acto
mera falta, se p e n a r á como tal."

, (1) Encierro en Presidio de 61 a 540 clias, aplicándose ademas el


art. 30 si Mi cargo u oficio publico de que suspender al penado. No es
aflictiva i Mi lugar a éscarcelacion bajo fianza.'

Rije para este artículo la esplicacion dada en el 170, por ser confor-
me en todo con a aquella disposición.

Art. 179.

"Si la falsificación fuere t a n grosera i ostensible que


cualquiera pueda notarla i conocerla a la simple vista,
los que falsificaren, espendieren, introdujeren o circu-
laren los títulos así falsificados, se' reputarán reos de
engaño i serán castigados por este delito con las penas
que se establecen en el título respectivo."

Como lo que dispone este artículo es exactamente igual a lo que'


LIBHO i i — T Í T U L O IV. 363

determina el 171 para los monederos falsos, debe verse lo dicho


allí i por eso nos , evitaremos él consignar aqní aquella esplicacion.

§ ni
De la falsificación de sellos, punzones, matrices, marcas,
papel sellado, timbres, estampillas, etc.

Art. 180.

« E l q u e f a l s i f i c a r e e b s e l l o "del E s t a d o o h i c i e r e uso
d e l sello f a l s o , s u f r i r á la p e n a d e p r e s i d i o m a y o r e n s u
grado medio.» (1)

(1) Encierro en Penitenciaria ele 10 años 1 ¿lia'a 15 años i las acceso-


rias clel art.. 28. Espena aflictiva i no es escarcélalñe con fianza el reo
de este delito.

Dos cosas pena el presente artículo: falsificar el sello del Estado o


hacer uso del sello falso. Pero ¿de qué sello? Es indudable que se re-
fiere al mismo sello; de manera que esta disposición comprende al artista
i al que a sabiendas de que ese sello es falso, se sirve de él procurando
aprovecharse de esa falsedad.
La pena que se impone en uno i otro caso es bien séria, pero por
algo se ha de tener respeto i hasta cierto punto veneración, i el sello
que representa el poder i la soberanía del Estado, merece esta conside-
ración, i falsear esta insignia es un crimen: hé aquí por que la pena
corresponde a la magnitud del delito. Ella es entonces análoga i nada
tenemos que observarle dadosjístos antecedentes que son, a nuestro jui-
cio, capitales en esta materia.

A r t . 181.

«El que falsificare p u n z o n e s , cuños o cuadrados


d e s t i n a d o s a la f a b r i c a c i ó n d e m o n e d a ; p u n z o n e s , m a -
364 CÓDIGO PENAt,

trices, clisées, planchas o cualesquiera otros objetos que


sirvan para la fabricación de bonos, acciones, obligacio-
nes, cupones de intereses o de dividendos o billetes de
banco cuya emisión haya sido autorizada por la lei;
timbres, planchas o cualesquiera otros objetos destinados
a la fabricación de papel sellado o estampillas, o el que
hiciere uso de estos sellos o planchas falsos, será casti-
gado con presidio mayor en sus grados mínimo a medio
(1) i multa de mil a cuatro mil pesos.

(1) Penitenciaria de 5 años 1 dia a 15 años i las accesorias del


art. 28. Esperta aflictiva i no se otorga al procesado escarcelacion bajo
fianza.

Como se vé, este artículo no solo pena al artista que hace los moldes
para fabricar monedas,, objetos para la fabricación de bonos, timbres
con igual objeto para la fabricación de papel sellado o estampillas, sinó
que también impone igual pena al que hace uso de estos sellos i
planchas falsos. Les coloca en igual grado de culpabilidad, porque tan
culpable es el uno como el otro, puesto que se supone que obran a
ciencia cierta de los hechos i del mal que causan. Ambos atacan un
derecho propio del Estado, o que éste garantiza en bien del comercio i
de la industria, que son la fuente de grandeza i prosperidad de la
nación. Era natural entonces que la pena fuera tan grave como el mal
que trata de remediar i ambas cosas se concillan indudablemente con
lo que busca esta disposición al determinar la pena para los culpables de
estos delitos.
ART. 182.
«El que de concierto con los falsificadores tomare
parte en la emisión de papel sellado o estampillas
falsificados, sufrirá las penas de presidio mayor en su
grado mínimo (1) i multa de mil a tres mil pesos.»

(1) Encierro en Penitenciaria de 5 anos 1 dia a 10 años i las


accesorias que espresa el art. 28. Es pena aflictiva i no se concede
escarcelacion bajo fianza.
LIBRO IIi.—TÍTULO Iii. 365

Por lo que respecta al falsificador de monedas, bonos del Estado o


billetes de banco, ya.el caso está previsto por los arts. 167 i 175. Fal-
taba entonces una regla a este mismo respecto i para el caso en que una
persona, de concierto con los falsificadores, tomare parte en la emisión
de papel sellado o estampillas falsificados, i este artículo establece para
este caso lo mismo que para los determinados en los arts. 167 i 175.
El delito es de la misma naturaleza i si en aquellos otros no los con-
sideró cómplices ni encubridores sinó autores ¿qué razón habría para
hacer ahora diferencia entre esta falsedad que es igual a la tratada en
los dos artículos ya citados? Ninguna: hé aquí entonces por que lo
establecido al tratar el art. 167, es aplicable a este caso. En consecuencia,
referir de nuevo lo establecido ántes, seria prolongar el volumen
de este libro, sin encontrar ventaja que nos obligue a proceder de otro
modo.

ART. 1 8 3 .

« E l q u e sin ser culpable d e la p a r t i c i p a c i ó n a que


se refiere el artículo anterior, se h u b i e r e procurado a
sabiendas papel sellado o estampillas falsos i los emi-
tiere o introdujere e n la República, será castigado con
p r e s i d i o m e n o r e n s u g r a d o m í n i m o a m e d i o (1) i m u l t a
de ciento a mil pesos.
L a s penas serán presidio m e n o r en su g r a d o mínimo
(2) i m u l t a d e c i e n t o a t r e s c i e n t o s p e s o s , si h a b i é n d o s e
procurado a sabiendas p a p e l sellado o estampillas falsos,
s e h u b i e r e h e c h o u s o d e ellos.))

(1) Presidio de 61 dias a 3 años. No es aflictiva i el procesado puede


ser escarcelado lajo fianza. Se aplica ademas el art. 30 si hai cargo u
oficio de que suspender al reo.
(2) Id. de 61 a 540 dias. En lo demás en todo conforme a la anterior.

El caso que prevé este articulo respecto a papel sellado i estampillas


falsos cuando los culpables se los hubieren proporcionado a sabiendas,
pero sin haber tomado participación en esa falsedad, es exactamente
366 CÓDIGO PÉNAL

igual al que se establece por los arfcs. 168 i 176 respecto de la adquisición
de moneda o billetes falsos, sin haber tomado injerencia en tales
falsificaciones. Las observaciones consignadas respecto del art. 168
deben tenerse entonces por reproducidas para el estudio del presente
artículo.

ART. 184.

"Cuando la falsificación fuere tan mal ejecutada que


cualquiera pueda notarla i conocerla a la simple vista,
los que la hubieren efectuado i los que espéndiereri o
introdujeren el papel sellado o las estampillas así
falsificados, se reputarán reos de engaño i serán casti-
gados por este delito con las penas que se establecen
en el título respectivo."

Este artículo establece lo mismo que los arfcs. 171 i 179 en lo relativo
a moneda i billetes falsos. Véase, pues, entonces la esplicacion consig-
nada respecto al art. 171.

ART. 185.

«El que falsificare boletas para el trasporte de per-


sonas o cosas, o para reuniones o espectáculos públicos,
con el propósito de usarlas o de circularlas fraudulen-
tamente, i el que a sabiendas de que son falsificadas las
usare o circulare; el que falsificare el sello, timbre ó
marca de u n a autoridad cualquiera, de u n estableci-
miento privado de banco, de industria, o de comercio,
o de u n particular, o hiciere uso de los sellos, timbres
o marcas falsos, sufrirá la pena de presidio menor en
cualquiera de sus grados (1) i multa de ciento a mil
pe'sos."

(1) Presidio de 61 días a 5 años.


Si se aplica en grado mínimo o medio, que seria de 61 dias Jiasia 3
LIBRO ii.—TÍTULO Iii. 367-

años i hai cargo u oficio público ele que suspender al penado, se aplica
el arl. 30. En este caso no es pena aflictiva i el reo puede ser escarcelaclo
bajo fianza. '
Si se aplica en grado máximo de 3 años 1 dia a 5 años, lleva las
accesorias del ari. 29. En este caso es pena aflictiva i el reo no puede ser
escarcelado.

El Código no solo debía protejer los intereses del Estado o de socie-


dades autorizadas por la lei, sino que también ha debido estender sus
beneficies a los particulares en lo concerniente a sus intereses. El
presente articulo está entonces dedicado a este fin i prevé todos los
casos que pueden ocurrir a este respecto. Completa, pues, el derecho de
propiedad, garantiza la industria i el comercio particular i, aunque la
pena con que castiga al reo de estos delitos es menor que cuando
resguarda los derechos del Estado o de sociedades que viven bajo el
amparo i los privilejios de leyes especiales, no obstante, ella en la
estension que puede recorrer el juez en la aplicación de la pena, es lo
bastante para reprimir estos delitos, porque el mal que ellos causan es
menor, no infunden tanta alarma, no hieren directamente a toda la
comunidad, i porque ademas el perjudicado puede buscar con mejor
resultado ¡el resarcimiento del mal que se le cause.
No es éste naturalmente un delito tan grave como los que ya hornos
recorrido en los casos anteriores i no era lójico entonces establecer
penas tan severas, porque en tal caso no habría habido próporcionalidad
entre el delito i la pena, base que no se puede olvidar cuando se
redacta un Código.

ART. 186.

" E l que habiéndose procurado indebidamente los


verdaderos sellos, timbres, punzones, matrices o mar-
cas que t e n g a n alguno de los destinos espresados en
los arts. 180 i 181, hiciere de ellos u n a ; aplicación o
uso perjudicial a los derechos e intereses del Estado,
de una autoridad cualquiera o de un particular, será
868 CÓDIGO PENAt,

castigado con presidio menor en cualquiera de sus


grados (1) i multa de ciento a mil pesos.))

(1) En todo como la pena del articulo que antecede.

Aquí no se trata ya del caso de falsificar el sello del Estado, punzo-


nes o cuadrados para la fabricación de monedas, planchas para la fabri-
cación de billetes, timbres para igual objeto respecto a papel sellado o
estampillas, sino de procurarse indebidamente los verdaderos sellos o
timbres con que se hacen esos objetos legalmente i hacer con ellos una
aplicación o uso perjudicial a los derechos e intereses del Estado, de
una autoridad o de un particular. Esto es lo que pena el presente artí-
culo. Ahora ¿cómo podría suceder esto? Por medio de una sustracción
de tales objetos, delito fácil de llevar a cabo por los empleados encar-
gados de su custodia o por los que pueden penetrar a una oficina, hacer
uso de estos sellos i aprovechar ese uso en perjuicio de los que lejíti-
mamente tienen derecho a servirse de ellos.
Como el caso puede ocurrir i es fácil realizar un hecho de esta natu-
raleza, el Código ha consignado esta disposición como complementaria
de las garantías que proteje i castiga. De otro modo ¿para qué prohi-
biría las falsificaciones i la complicidad en esos hechos, sino hubiera de
establecer que era un delito el usar de esos útiles verdaderos por
quien no tuviera derecho para ello, siendo que de esto iba a resultar un
perjuicio?

Art. 187.

" E l que falsificare los sellos, timbres, punzones,


matrices o marcas, que t e n g a n algunos de los destinos
espresados en los arts. 180 i 181 i que pertenezcan a
paises estranjeros, o el que hiciere uso de dichos sellos,
timbres, punzones, matrices o marcas falsos, v sufrirá
las penas de presidio menor en sus grados mínimo a
medio (1) i multa de ciento a quinientos pesos."

(1) Encierro en Presidio de 61 dias a 3 años, aplicándose lo dispues-


LIBRO IIi.—TÍTULO Iii. 369

to en él cirt. SO, cuando hai cargo u oficio publico ele que suspender al
reo. No es pena aflictiva i el procesado puede ser escarcelado bajo
fianza.

La disposición que dejamos copiada establece que es delito el


falsificar sellos, timbres, punzones o marcas, lo misino que hacer uso de
estas falsedades, siempre que los primeros tengan alguno de los usos
que determinan los arts. 180 i 181, cuando pertenecen a paises estran-
jeros. En efecto, puede suceder que alguien falsifique los cuños, ías
planchas para hacer billetes, el sello de un Estado o los timbres para
papel sellado o estampillas de otros paises i ya el falsificador de esto,
es decir el artista, o el que a sabiendas haga uso de esos, objetos,
procure cometer los engaños entre nosotros con súbditos o no súbditos
de la nación a que pertenezcan, i si esto no f aera prohibido por este
artículo, resultaría que podrían causarse males inmensos amparados por
esta facilidad. Entonces las transacciones comerciales no : tendrían una
base tan segura ni habría tanta confianza en la moneda, billetes, títulos
o papeles de crédito de otras potencias. Por eso prohibiendo cada
nación estas falsificaciones i estableciendo penas contra sus autores, se
evita un abuso que podría ser peligroso si se le dejara sin castigo. El
bien común de todo país exije e3ta medida, i nuestro Código al consa^
grarla, como lo ha hecho ya en varias disposiciones, ofrece una seguridad
a todos los gobiernos, apesar de que éstos no hayan usado de igual
reciprocidad. Esta disposición ha sido tomada a la letra del art. 186.
del Código Belga. Hé aquí entonces en dos palabras el móvil i fin
de esta disposición, i por raro que sean los casos que se ofrezcan, no
por eso ha.debido dejarse libertad al abuso. La moral i la circunspección
de un buen gobierno han debido calificar esto de delito i establecer
pena para el que se haga reo de él. La medida es digna de todo
aplauso, porque así el estranjero verá que en Chile no se permite
atentar contra la riqueza ni las prerogativas de ningún Estado ni de
los particulares de otras naciones.

ART. 188.

«Las penas serán presidio menor en sns grados


mínimo a medio (1) i multa de ciento a mil pesos,
cuando habiéndose procurado indebidamente los verda-
24'
370 CÓDIGO PENAt,

deros sellos, timbres, punzones, matrices ó marcas, se


hubiere hecho de ellos en Chile una aplicación o uso
perjudicial a los derechos e intereses de esos países, de
una autoridad cualquiera o de un particular.»

(1) Esta pena es igual a la indicada para el artículo anterior.

Este artículo reglamenta el caso en que se sustraigan los sellos, timbres,


punzones, etc., etc. de otro pais, se traigan al nuestro i aquí se usen para
causar perjuicio en los derechos e intereses del pais a que pertenezcan o
bien a una autoridad o a algún individuo particular de la nación a que
pertenezcan dichos sellos, timbres, punzones, matrices o marcas.
Nuestro Código estima esto un delito i por lo tanto le impone una
pena al que se hiciere reo de tales falsedades.

ART. 189.

«El que hiciere desaparecer de estampillas de correos


u otras adhesivas, o de boletas para el trasporte de
personas o cosas la marca que indica que ya h a n ser-
vido, con el fin de utilizarlas, i el que a sabiendas
espendiere o usare estampillas o boletas de las cuales
se ha hecho desaparecer dicha marca, siempre que en
uno i otro caso el valor de tales estampillas o boletas
exceda de diez pesos, será castigado con reclusión me-
nor en su grado mínimo (1) o multa de ciento a tres-
cientos pesos.»

(1) Encierro en Presidio ele 61 a 540 días i se aplicará el art. 30 si


Jiai cargo u oficio público ele que suspender al reo. No es pena aflktiva i
admite escarcelacion bajo fiama.

Este artículo pena igualmente dos hechos distintos, a saber: 1.° al


que hace desaparecer de estampillas de correos u otras adhesivas o de
LIBRO IIi.—TÍTULO Iii. 371

boletas ele trasportes de personas o cosas la marca que demuestra


que ya hau sido usadas i lleva el fin de utilizarlas de nuevo, i 2.° al
que a sabiendas de tales hechos espende o usa tales cosas, siempre que
en uno i otro caso el valor de tales estampillas o boletas no exceda de
diez pesos.
¿Querrá esto decir que cuando el valor no llega a diez pesos en tales
casos no hai delito? Es evidente que nó, porque el núm. 19 del art.
494 se ha encargado de penar este hecho, que es considerado como falta,
i por eso aquí calla el artículo sobre lo que debería hacerse respecto
del caso no previsto en esta disposición.
Este artículo tiende a penar pequeñas sustracciones, que mas se
dirijen contra la riqueza del Estado, que contra la de los particulares.
Seria un ejemplo de esto lavar sellos usados para volver a servirse de
ellos; borrar en un boleto de ferrocarril la fecha de un dia para usarlo
otra vez; hacer igual cosa en una entrada de teatro o de otro espectáculo
público. Por eso la pena es leve, porque el delito es de poca trascen-
dencia.
Si el lucro obtenido por este medio no excede de diez pesos, la pena
será de 21 a 60 dias o multa de diez a cien pesos. Si excede de esta
cantidad, la pena es la ya indicada en este artículo o bien multa de
ciento a trescientos pesos.

Art. 190.

«El que hiciere poner sobre objetos fabricados el


nombre de un fabricante que no sea autor de tales
o b j e t o s , o la r a z ó n c o m e r c i a l de, u n a f á b r i c a q u e n o s e a
la d e l a v e r d a d e r a f a b r i c a c i ó n , s u f r i r á l a s p e n a s d e p r e -
sidio m e n o r en sus g r a d o s m í n i m o a m e d i o (1) i m u l t a
de ciento a quinientos pesos.
Las mismas penas se aplicarán a todo mercader,
comisionista o vendedor que a sabiendas hubiere pues-
to en v e n t a o circulación objetos m a r c a d o s con n o m b r e s
supuestos o alterados.»

(1) Encierro en Presidio de 61 dias a 3 años, aplicándose ademas lo


dispuesto en el art. 30, caso que haya cargo u oficio público de que
372 CÓDIGO PENAt,

suspender aireo. No es pena aflictiva i por lo tanto hai lugar a escar-


celacion tajo fianza.

En pocos Códigos se encuentra una disposición tan importante


como ésta. Ella tiende a garantir a cada cual su nombre de invento o
fábrica, su reputación i que no sea destruido falsamente el crédito
obtenido por el trabajo; que se engañe al consumidor i no se perjudique
al productor de un artículo que ha conseguido colocarlo a cierta altura
en los mercados. De este modo se evitan las falsificaciones, los enga-
ños i se mantiene cada cual en su crédito, como justa recompensa
del trabajo i de la honradez.
Toda industria necesita seguridades para su desarrollo i no es
posible dejarla entregada a la ambición de especuladores sin delicadeza
i sin honor.
Aparte de esto i para garantir masía producción, entre nosotros
existe una leí especial promulgada el 12 de noviembre de 1874, sobre
Márcas Comerciales. Obtenido el derecho auna marca conforme a esta
leí, ella impone como pena en su art. 12 el comiso a favor del perjudi-
cado de todos los objetos revestidos con marca falsa.
En cuanto a los perjuicios, ya sabemos lo que dispone el art. 24 de
este Código, por el cual el penado es obligado a pagar las costas, daños
i perjuicios que ha causado. No puede entonces exijirse mas sobre
este particular, i por eso abandonamos este punto en la intelijencia de
que no habrá duda en la interpretación i aplicación de esta dis-
posición.
El núm. 3.° del art. 471 pena también] al que comete alguna de-
fraudación en la propiedad literaria o industrial. A su tiempo haremos
el exámen de esta disposición.

ART. 191.

"La tentativa para cualquiera de los delitos enume-


rados en los artículos precedentes de este párrafo, será
castigada con el mínimum de las p e n a s señaladas p a r a
el delito consumado."
libro iii.—título iii. 373

En este caso, la tentativa para los cielitos del presente párrafo no


sigue la regla jeneral creada en el art. 52, sino qne establece una regla
especial i ella es que sea castigada con el mínimum de las penas señaladas
para el delito consumado. Esta es una escepcion especial en favor de
estas disposiciones i por eso conviene no olvidarla para, en un caso
dado, no aplicar la regla jeneral sobre esta materia.

Art. 192.

«Quedan exentos de pena los culpables ele los delitos


castigados por los arts. 162, 163, 165, 167, 172, 173,
174, 175, 180, 181 i 182 siempre que, ántes de haberse
hecho uso de los objetos falsificados, sin ser descubier-
tos i no habiéndose iniciado procedimiento alguno en
su contra, se delataren a la autoridad, revelándole las
circunstancias del delito.»

Lo que dispone este artículo es una escepcion o causa de escusa


relativa a los delitos que espresan los artículos allí indicados. De manera
que, para gozar de este beneficio, se necesita que ántes de hacer uso de
los objetos falsificados i ántes de que se haya iniciado procedimiento
judicial en contra del delincuente, se delate éste a la autoridad i le revele
todas las circunstancias del delito.
Este artículo no autoriza ni impone la delación; pero empuja a ella
al delincuente, le abre un camino que si lo sigue le deja exento de toda
pena.
La lei ha querido establecer esto en favor del reo que se arrepiente por
evitar los graves perjuicios que puede traer la consumación de delitos
de la naturaleza que espresan las disposiciones a que se refiere esta
escepcion.
Si recordamos el inciso 4.° del art. 8.° veremos que allí se consagra
igual exención, respecto a la conspiración o proposicion para cometer
un crimen o un simple delito, cuando viene el desistimiento de la
ejecución de estos ántes de principiarlos a poner por obra, i de
iniciarse procedimiento judicial, siempre que el culpable denuncie a la
autoridad pública el plan i sus circunstancias.
374 CÓDIGO PENAt,

El art. 295 establece otra escepcion igual a éstas pero para delitos
distintos, como tendremos ocasion de verlo mas adelante.

§ IV.

De la falsificación de documentos públicos o auténticos.

ART. 193.

" S e r á castigado con presidio m e n o r en su g r a d o


m á x i m o a presidio m a y o r en su g r a d o mínimo (1) el
empleado público que, a b u s a n d o de su oficio, cometiere
falsedad f
1.° Contrahaciendo o finjiendo letra, firma o rúbrica.
2.° Suponiendo en u n acto la intervención de perso-
n a s que no la h a n tenido.
3.° A t r i b u y e n d o a los que h a n intervenido en él
declaraciones o manifestaciones diferentes de las que
h u b i e r e n hecho.
4:° F a l t a n d o a la v e r d a d en la n a r r a c i ó n de h e c h o s
sustanciales.
5.° A l t e r n a n d o las fechas v e r d a d e r a s .
6.° H a c i e n d o en documento v e r d a d e r o cualquiera
alteración o intercalación que varíe su sentido.
7.° D a n d o copia en forma fehaciente de u n docu-
m e n t o supuesto, o m a n i f e s t a n d o en ella cosa contraria
o diferente de la que c o n t e n g a el v e r d a d e r o orijinal.
8.° Ocultando en perjuicio del E s t a d o o de u n par-
ticular cualquier documento oficial."

(1) Presidio de 3 años 1 dia a 5 arios, a Penitenciaria de 5 años 1


dia a 10 años. Aplicada esta pena en el primer término lleva las
accesorias del art. 28 i en el segundo, las del art. 29. En uno i otro caso
es pena aflictiva i no se puede otorgar al p>rocesado escarcélacion bajo
fianza.
LIBRO IIi.—TÍTULO Iii. 375

¿A qué clase de empleados públicos se refiere este artículo? Para


saberlo tendremos que ocurrir al art. 260 que, refiriéndose a este título,
dice que se reputarán como tales los que desempeñan un cargo público,
aunque no sea de nombramiento del Jefe de la República, ni reciba
sueldo del Estado. Entonces entre éstos ¿estarán comprendidos los
notarios públicos, los receptores, los secretarios de juzgado i de Corte?
Es evidente que sí, que a ellos principalmente van dirijidas las pres-
cripciones de la disposición, de que nos ocupamos.
A la falsificación que comete un empleado público en su carácter
de tal, se le impone pena mas grave que a la de un particular, porque
el primero por razón de su cargo u oficio, está rodeado de una confianza
obligada si se quiere, i si falta a sus deberes, abusa en esta parte de la
autoridad pública de que es depositario, que le permite dar autenticidad
a los actos en que interviene por razón de su cargo i por eso se exije
que el abuso sea ejerciendo las funciones de su oficio, de lo contrario
será castigado como particular.
No hai, pues, que confundir los hechos falsos que un empleado pueda
cometer como individuo privado de los que ejecute en el desempeño de
las funciones propias de su empleo. Esta confusion puede complicar
una cuestión i hacer aplicar una pena indebida: lo que aquí sé pena
es la falsedad propia del cargo u oficio que desempeñe un empleado.
Las que cometa sin este carácter están sujetas a otras reglas i a pena
menor, como tendremos ocasion de verlo mas adelante.
Según este artículo, la falsedad o falsificación que en él se pena se
puede cometer de ocho maneras i en ellas están comprendidos todos
los casos que pueden presentarse, desde el finjimiento de letra, firma o
rúbrica, hasta la suposición entera de todo un acto i comprende no solo
al notario o ministro de fé que falsifica un instrumento público, sinó
también al párroco que falsifica una partida de bautismo, al corredor
o ájente de bolsa que falsifica documentos mercantiles, i por fin, a todo
individuo que, en perjuicio del Estado o de un particular, oci}lta algún
documento oficial.
Según el carácter de la falsedad i de las consecuencias que produzca,
así deberá ser la pena i por eso le deja al juez una escala ámplia que
recorrer i que puede ser de tres años i un dia hasta diez años.
376 códigopenat,

ART. 194.

" E l jaarticular q u e cometiere en d o c u m e n t o público o


auténtico a l g u n a de las falsedades d e s i g n a d a s en el
a r t í c u l o a n t e r i o r , s u f r i r á la p e n a de presidio menor en
sus grados medio a máximo." (1)

(1) Encierro en Presidio de 541 clias a 5 cilios.


Si se impone esta pena en grado medio será de 541 dias a 3 años.i.
si el culpable ejerce cargo u oficio público ele que suspenderle se aplica el
art. 30. En este caso no es pena aflictiva ihai escarcelacion bajó fianza.
Sise impone en grado máximo, es decir pasando de 3 años 1 clia i no
subietido de 5, lleva las accesorias del art. 29.
En este caso es pena aflictiva i no admite la escarcelacion del procesado
bajo fianza.

¿Se incluirán en este artículo las falsedades que cometan los comer-
ciantes en süs libros?—Desde luego respondemos que no, porque esto
se determina en el Código de Comercio i aquí solo se trata de docu-
mentos públicos o auténticos i no de libros de comercio.
Esta clase de falsedades pueden cometerse por toda persona i la pena
es mas leve que en el caso a que se lia referido el artículo que antece-
de, aunque el mal material causado por una falsificación de u n
individuo particular sea grave,: empero la alarma no es tan grande
como cuando el delito lo lleva a cabo un empleado público.
El notario que falsifica una escritura, el secretario que da un
certificado supuesto, el cura que adultera una partida, son mas crimina-
les que un particular cualquiera que, por causa de Ínteres, ejecuta la
misma falsificación. En los primeros liai uu abuso de fé pública que
merece pena mas grave; en estos otros el delito no lleva el terror i el
pánico que despierta la falsedad del caso anterior.

ART. 195.

" E l e n c a r g a d o o e m p l e a d o d e u n a oficina telegráfica


q u e c o m e t i e r e f a l s e d a d e n el ejercicio de s u s f u n c i o n e s ,
LIBRO IIi.—TÍTULO Iii. 377

forjando o falsificando partes telegráficos, será castiga-


do con presidio menor en su grado medio." (1)

(1) Presidio de 541 días a 3 años i la suspensión de que halla el ari.


30, si hai cargo u oficio de que suspender al reo. No es pena aflictiva
i el procesado puede ser escarcelado bajo fianza.

La Comision Redactora de este Código, apropósito de este artículo i


a indicación del señor Fábres, acordó establecer que no debía conside-
rarse circunstancia agravante la de ser empleado público el reo, pues
se trata de delitos que pueden ser, indistintamente, cometidos por fun-
cionarios públicos o por particulares, sin que aquellos tengan mayores
facultades que éstos para cometerlos.
Loque aquí se prohibe i pena es que un empleado de telégrafos
cometa falsedad en el ejercicio de sus funciones, ya sea forjando o bien
falsificando partes. No se le pena aquí por que divulga el;'contenido de
un mensaje o cuando por culpa no lo trasmite fielmente, porque estos
casos se tratan i penan en el párrafo XVI del título YI de este mismo
libro. Aquí el artículo solo se ocupa pura i esclusivamente de los casos
de falsedad.

á r t . 196.

" E l que maliciosamente hiciere uso del instrumento


o parte falso, será castigado como si fuere autor de la
falsedad."

Aquí se pena de igual manera al que, con conocimiento, o como dice


el testo, al que maliciosamente hace uso de un instrumento o parte falso,
que al autor de esas falsedades. Ambos quedan bajo una misma pena:
no hai aquí complicidad ni encubrimiento ni distinción alguna. El
falsificador i el que hace uso de lo falsificado con conocimiento de
causa, reciben penas iguales. Esto es todo lo que dice este artículo.
378 código penat,

§V.

De la falsificación de instrumentos privados.

ART. 197.

" E l que, con perjuicio de tercero, cometiere en ins-


t r u m e n t o privado a l g u n a de las falsedades d e s i g n a d a s
en el art. 193, sufrirá las p e n a s dé presidio m e n o r e n
cualquiera de sus g r a d o s (1) i multa de cien a mil pe-
sos, o solo la p r i m e r a de ellas s e g ú n las circunstancias.
Si tales f a l s e d a d e s se h u b i e r e n cometido en l e t r a s
decambio u otra clase de documentos mercantiles, se
c a s t i g a r á a los culpables con presidio m e n o r en su g r a -
do m á x i m o (2) i m u l t a de quinientos a mil pesos, o solo
con la p r i m e r a de estas p e n a s a t e n d i d a s las circuns-
tancias."

(1) Presidio de 61 dias a 5 años. Si se aplica en grado mínimo o


medio, será üe 61 dias a 3 años. En grado máximo llega de 3 años 1 dia
a 5 años.
En el primer término, se aplica el art. SO, cuando liai cargo u oficio de
que suspender al reo. No es pena aflictiva i admite escarcelacion • tajo
fianza.
En el segundo término, lleva las accesorias del art. 29. Es pena
aflictiva en este caso i no puede el reo ser escarcelado bajo fianza.
(2) De 3 años 1 dia a 5 años i las accesorias del art. 29. Es pena
aflictiva i no admite escarcelacion.

En el párrafo anterior hemos visto las penas con que se castigan las
falsedades cometidas en instrumentos públicos por empleados o por
particulares. El presente trata ahora de iguales falsedades cuando se
cometen en instrumentos privados.
¿Qué son, pues, entonces instrumentos privados? Son las obligacio-
nes o soluciones de obligaciones no contraidas en forma pública, por
ejemplo, un vale o pagaré, un contrato de arrendamiento de una casa,
l i b r o ii título.—iv. 379

los recibos o finiquitos de una deuda, i en jeneral, todo papel que


contenga declaración de voluntad sin la autorización de funcionario
público i bajo la sola firma del que los hace.
La falsificación de los instrumentos privados no puede hacerse de
las ocho maneras que determina el art. 193. Así, por ejemplo, la 7.a
de aquellas circunstancias relativa a dar copia fehaciente, es propia
solo de los funcionarios públicos i la 8.n es referente solo a documentos
oficiales que rara vez puede ocultar un particular.
Al autor de falsedad en documento público se le castiga sin consi-
derar si ha habido o no perjuicio de tercero: lalei no lo inquiere. En el
presente caso, bien al contrario, exije que haya ese perjuicio, porque
sin esto no habrá delito alguno que penar: es condicion sine qua non.
Solo debemos por fia advertir que cuando se abusa de firma verda-
dera puesta en blanco i se estiende un documento en perjuicio del que
dió así su firma o de un tercero, no está comprendido en este caso,
pues todo esto está previsto i se rije por la disposición del art. 470,
porque entonces existe un engaño i no falsedad de firma.

ART. 198.

" E l q u e m a l i c i o s a m e n t e h i c i e r e u s o d e los i n s t r i t -
m e n t o s f a l s o s a q u e se r e f i e r e el a r t í c u l o a n t e r i o r , s e r á
c a s t i g a d o c o m o si f u e r e a u t o r d e la f a l s e d a d . "

Respecto a este artículo damos por reproducida aquí la esplicacion


consignada al tenor del 196.

§ VI.

De la falsificación de pasaportes, portes de armas i certificados.

A r t . • 199.

" E l empleado público que espidiere u n pasaporte o


p o r t e d e a r m a s b a j o n o m b r e s u p u e s t o o lo d i e r e en
380 códigopenat,

blanco, sufrirá las penas de reclusión menor en sus


grados mínimo a medio (1) e inhabilitación absoluta
temporal p a r a cargos i oficios jníblicos en los mismos
grados.» (2)

(1) Encierro en Presidio de 61 ¿lias a 3 años, aplicándose el art. 30


en el caso de que haya cargo u oficio de que suspender al reo. No es
pena aflictiva i admite escarcélacion tajo fianza.
(2) De 3 años 1 ¿lia a 7 años, es pena aflictiva; de manera que aun-
que la anterior no lo es, por este accesorio impuesto como pena especial
el reo de un delito de esta clase no seria escarcelado bajo fianza.

Los pasaportes en la materia que le son propias, hacen fé de la misma


manera que una escritura pública. Bien pudo incluirse lo relativo a
ellos en el párrafo 4.°, pero los redactores del Código dijeron: que
aunque estos documentos (pasaportes, certificados i portes de armas)
entran en la clasificación jeneral de los públicos o auténticos, era nece-
sario destinarles disposiciones especiales, porque en razón de su natura-
leza i objeto particular, pueden ser oríjen de varios delitos no
comprendidos en las prescripciones del párrafo 4.ü
¿Qué es un pasaporte? Un despacho o.instrumento de la autoridad
pública que contiene el nombre, apellido, profesion, domicilio i señas
de una persona que ha declarado su deseo de viajar ya por el interior
del pais o por el estranjero, que manda i ruega se le deje ir i venir
libremente de un lugar a otro. Es una especie de carta de recomendación
con que el portador se pone a cubierto de las persecuciones o embarazos
a que, por equivocación, podría estar espuesto en los lugares donde no
se le conoce,
El porte de armas es un permiso para llevar armas de un punto a
otro,
Entre nosotros, el pasaporte solo se da cuando el Gobierno,: por
razones especiales i conforme a la leí, prohibe salir del territorio de la
República o de un punto a otro dentro de ella. En Europa el pasa-
porte es obligatorio.
Por eso se quiere que, tanto el pasaporte como el porte de armas, no
se dé bajo nombre supuesto ni en blanco, porque su objeto es que sirva
para identificar, i dar seguridad a las personas de buena conducta i de
libro ii título.—iv. 381

precaución para, evitar que los malhechores se sustraigan a la acción de


la justicia confundiéndose entre aquellas personas, i se faltaría a este
fin si ellos se dieran en blanco o bajo nombre supuesto, porque así se
llenarían al antojo del que lo aprovechaba o se evadiría .con otro
nombre aquel que le era prohibido salir del pais.
Sin embargo, la autoridad puede espedir pasaportes en blanco i bajo
nombre supuesto; pero entonces no hai delito, porque lo ordena quien
tiene facultad para ello en circunstancias que así pueda convenir en
algunos casos, para que un encargado salga sin que esto se sepa o no se
le reconozca en el desempeño de alguna comision.
El porte de armas obedece a estas mismas consideraciones i está
sujeto a las mismas penas con que se castiga el pasaporte con nombre
supuesto o en blanco.
El presidio menor en grado mínimo a medio nos parece pena propor-
cional, sobre todo desde que lleva la suspensión de cargo u oficio del
art. 30, porque estos delitos deben cometerse i se cometen jeneralmente
por empleados; pero el artículo le impone ademas la inhabilitación
absoluta temporal en los mismos grados, i ella es de 3 años i l dia
a 7 años. Ya esto es massério: ¿por qué este rigor hasta despues de
cumplida la anterior pena? Tal agregado nos parece demasiado duro i lo
primero habría bastado para penar este delito, que no lo estimamos tan
grave.

ART. 2 0 0 .

« E l que hiciere u n p a s a p o r t e o p o r t e de a r m a s falso,


s e r á c a s t i g a d o c o n r e c l u s i ó n m e n o r e n su g r a d o m e d i ó
(1) i m u l t a d e c i e n t o a q u i n i e n t o s p e s o s .
L a s m i s m a s p e n a s se i m p o n d r á n al q u e e n u n p a s a -
porte o porte de a r m a s verdadero mudare el nombre
d é l a p e r s o n a a c u y o f a v o r se h a l l e e s p e d i d o , o el d e la
a u t o r i d a d q u e lo especlió, o q u e a l t e r e e n él a l g u n a o t r a
circunstancia esencial."

• (1) Encierro en Presidio ele 541 clias a 3 años, aplicándose ademas lo


dispuesto en el art. 30, si hai cargo u oficio público de que suspender al
reo. No es pena aflictiva i por lo tanto puede el procesado ser escarcelado
lajo fianza.
382 códigopenat,

Este artículo pena al que hace un pasaporte o porte de armas falso í


al que, en un verdadero, muda el nombre de la persona a cuyo favor se
estendió, o el de la autoridad que ' lo espidió o al que en ellos altera
alguna otra circunstancia esencial.
MUÍ fácil es comprender lo que el artículo preceptúa, pero ¿qué
llamaremos alguna otra circunstancia esencial? Será la del lugar para
donde se espide? El tiempo porque se da, o bien la ruta que se ha*
indicado en él? Ya sabemos que lo esencial es el nombre de la persona
a quien se otorga i la autoridad que lo concede, i es por esto que no
encontramos otras circunstancias esenciales que las que dejamos apun-
tadas.

ART. . 201.

" E l que hiciere uso del pasaporte o porte de armas


falso a que se refiere el artículo anterior, i n c u r r i r á en
una multa de ciento a trescientos pesos.
La misma pena se impondrá al que hiciere uso de
u n pasaporte o porte de armas verdadero espedido a
favor de otra persona."

Aquí se persigue mas la idea de falsificación que la alarma consi-


guiente a esos actos i lo que preceptúa la primera parte del artículo
es lo que ya se lia establecido en las disposiciones de los arts. 168,176,
183 i 196, es decir, hacer uso de una cosa falsa a sabiendas de la
existencia de esa falsedad.
El segundo inciso se refiere al caso en que el pasaporte sea estendido
a favor de Juan, i Pedro hace uso de él siendo que, por ningún título,
puede suponer que se refiere a su persona.
Empero, quien hace uso de un pasaporte falso, creyéndolo bueno, no
incurre en responsabilidad ni en pena alguna.
Ahora en la falsedad de un documento de esta especie se pena a los
co-autores i a los cómplices conforme a las reglas jenerales, puesto que
no se establece escepcion alguna para ellos.
l i b r o ii título.—iv. 383

Art. 202.

" E l facultativo que librare certificación falsa de enfer-


medad o lesión con el fin de eximir a una persona de
algún servicio público, será castigado con reclusión
menor en sus grados mínimo a medio (1) i multa de
ciento a quinientos pesos."

(1) Encierro en presidio cíe 61 ¿lias a ,8 años, aplicándose ademas lo


preceptuado en el art. 30, caso de haber cargo u oficio de qiié suspend&r al
reo. No es pena aflictiva i admite la escarcelacion del procesado bajo
fianza.

La Comision ítedactora de este Código acordó consignar en el acta


en que se trató de este artículo que él no comprende el caso de
que un médico dé un certificado falso sobre reconocimientos periciales
en materia criminal; por ejemplo, si la muerte de un ' individuo
provino o nó de tales heridas, si ellas han sido causadas con tales
instrumentos, si un reo se encuentra o nó en estado de locura, etc., etc.;
pues en este caso hai una falsa declaración, un perjurio, que debe casti-
garse con las penas que a estos delitos corresponde.
Conviene no olvidar que el caso del artículo i la pena que aquí
establece es solo cuando se da certificación falsa de enfermedad o lesión
para que con ese certificado se exima a la persona favorecida con tal
informe de algún servicio público, como lo seria de la milicia o de
algún cargo concejil. En los demás casos el médico que da certificación
falsa, comete un perjurio. La razón es clara, porque si lo primero no
envuelve consecuencias graves, esto último las puede traer mui terribles,
como ser colocar en la Casa de. Orates a un individuo, ponerle en inter-
dicción, hacerle perder sus derechos políticos, la patria potestad, la
administración de sus bienes, etc., etc., o bien, si es procesado por algún
delito, libertarle de una responsabilidad o hacer que se le imponga una
pena mas leve, o bien otras mas graves. Esto, pues, es terrible i por eso
la pena ha de ser mayor, como lo veremos al tratar de los delitos de
perjurio i sobre todo del art. 208.
384 códigopenat,

Por desgracia ¡cuántas veces no hemos visto facultativos que,


cediendo al influjo de otras personas o impulsados por otros móviles,
han sido rnui poco escrupulosos en certificaciones de esta última clase!
Siempre recordaremos con placer al Dr. don Miguel J. Semir por su
honradez i claridad en los informes que daba como médico de ciudad i
que tantos i tan buenos servicios prestó a la justicia criminal!

ART. 203.

«El empleado público q u e librare certificación f a l s a


de méritos o servicios, de b u e n a conducta, de pobreza,
o de otras circunstancias semejantes de recomendación,
incurrirá en u n a multa de ciento a quinientos pesos.»

Un particular puede dar las recomendaciones a que se refiere el


artículo anterior i si ellas no corresponden a lo que asevera no incurre
en pena alguna; pero si las mismas se espiden por un empleado público
en su carácter de tal i establece lo que asevera constarle por razón de
su cargo, incurre en la pena de este artículo, si la certificación es falsa,
siempre que la haya dado con conocimiento de ser inexacto lo que
asevera.
T31 artículo en cuestión ha querido evitar el abuso con que talvez,
por un sentimiento humanitario, se dan a cada paso certificaciones de
laclase que prevé esta disposición, por lo cual resultau jeneralmente
perjuicios de consideración.

Art. 204.

«El q u e falsificare u n documento de la clase d e s i g n a -


da e n los dos artículos anteriores, será castigado con
reclusión m e n o r en su g r a d o m í n i m o (1) i m u l t a d e
ciento a trescientos pesos.
E s t a d i s p o s i c i ó n es a p l i c a b l e al q u e m a l i c i o s a m e n t e
u s a r e , c o n e l m i s m o fin, d e l o s d o c u m e n t o s f a l s o s . »

(1) Encierro en presidio de 61 a 540 días i lee suspension ele cargo i


libro ii.—título iv. 385

oficio del arl. 30. No es pena aflictiva i el reo puede ser escarcelado bajo
fianza.

Este artículo habla de certificaciones supuestas sobre hechos de la


clase a que se refieren los dos artículos que anteceden, ya sea que los
hayan fabricado por completo, o bien finjendo solo el nombre o la
firma, o cuando hayan adulterado uno verdadero en el nombre de la
persona a quien se habia favorecido con ól, a diferencia de lo que se ha
dicho ántes, es decir que los certificados fuesen falsos por haberse
establecido en ellos algo contra la verdad por los que tenían derecho a
espedirlos.
El que usa maliciosamente do documentos falsos, se hace reo de la
misma pena que merece el que los ha falsificado. No hai para éstos
castigo inferior, aunque aparezca que es mayor delito hacer la falsifica-
ción que aprovechar sus efectos. La lei ha querido equipararlos en todo
i hé aquí por que el precepto es terminante i no admite distinción
alguna.

Art. 205.

" E l q u e falsificare certificados de funcionarios públi-


cos que puedan comprometer intereses públicos o
privados, sufrirá la p e n a de reclusión menor en su
g r a d o m e d i o . (1)
Si el certificado h a sido falsificado b a j o el n o m b r e de
u n particular, la p e n a s e r á r e c l u s i ó n m e n o r e n s u g r a d o
mínimo." (2)

(1) Encierro en Presidio de 541 dias a 3 años, aplicándose el art. 30,


caso de haber cargo u oficio público deqiie suspender al penado. No es
aflictiva i hai lugar a escarcelacion bajo fianza.
(2) Id. de 61 a 541 dias. En lo demás conforme a la anterior.

Este artículo distingue dos casos: falsificar certificados de funciona-


rios públicos o bien bajo el nombre de un particular. Esto último es
25
386 códigopenat,

ménos grave que lo primero i esta es la. causa ele la diferencia que
se nota en la penalidad.
Aquellos pueden comprometer los intereses del Estado o de los
particulares; éstos últimos rara vez causan los perjuicios de los primeros.
La gravedad de los casos i las consecuencias son distintas i no era
razonable que la lei no distinguiera donde a primera vista resalta la
diferencia i no siendo una misma la culpabilidad, la pena no podia ser
igual porque entonces no habria analojia, que es la base de la penalidad.

§ VII.

Del falso testimonio i del perjurio.

ART. 206.

"El que en causa criminal diere falso testimonio a


favor del reo, será castigado con la p e n a de presidio
menor en su grado m á x i m o (1) i m u l t a d e quinientos
a mil pesos, si l a c a u s a f u e r e p o r c r i m e n ; c o n p r e s i d i o
m e n o r e n s u g r a d o m e d i o (2) i m u l t a d e c i e n t o a qui-
n i e n t o s p e s o s , si f u e r e p o r s i m p l e delito, i con p r e s i d i o
menor en su grado m í n i m o (3) i multa de ciento a
trescientos pesos, cuando fuere por falta."

(1) Encierro en presidio de 3 años 1 clia a 5 años i las accesorias del


art. 29. Es pena aflictiva i no se admite escarcelacion lajo fianza.
(2) Id. de 541 clias a 3 años i se aplica el art. 30 si hai cargo u oficio
deque suspender al reo. No es pena aflictiva i admite escarcelacion lajo
fianza.
(3) De 61 a 540 clias. En todo lo demás conforme a la nota 2.

Vamos a tratar una materia que, por desgracia, se ha convertido en


un vicio de nuestra sociedad i que es mas común de lo que cualquiera
pudiera imajinarse. El perjurio es hoi tan jeneral que no ha bastado
l i b r o ii título.—iv. 387

lo severo de las penas, la actividad de los jueces ni la repugnancia con


que se mira ah reo de este delito para auyentarlo en parte sino por
completo de'nuestros tribunales. Hai jureros de profesion, hai jeutes
que tienen testigos para todo, que están a disposición del que los
paga, i no es raro qué se ofrezcan al que les liace mejor oferta. Por
eso muchas veces la inocencia es sacrificada, la honradez burlada i los
intereses del hombre trabajador están espuestos a ser arrebatados por
la mala fó de esta clase de personas. . '
Por fortuna, nuestro Código Civil no acepta la prueba testimonial en
los casos que espresan los arts. 1708 i 3 710, salvo qué haya un principio
de prueba por escrito, i como escepcion en lo relativo a lo que disponen
los arts. 137, 138,253, 284, 1554,1600,1237, 1711, 1988, 2175 i
2241 del mismo Código.
Nuestro Código de Comercio acepta la prueba testimonial, i en el
presente es donde tiene mas amplia aplicación. La prueba decide de la
inocencia i de la culpabilidad de todo individuo.
De todo esto resulta que el falso testimonio puede darse en causa
criminál i civil comprendiendo en esta división las de comercio.
En las primeras puede ser a favor o contra el reo, sobre crimen,
simple delito o falta.
Puede existir en esta clase de causas falso testimonio, que no sea ni
a favor ni en contra del reo, por ejemplo cuando la falsa declaración
se refiera a un hecho estrafio dé la acusación i como con esto a naclie se
causa ni bie,n ni mal, el Código ha-prescindido de considerar este caso.
'En nüésti'á antigua lejislacion, por la.lei 42fcífc.16 part. 3.a, se casti-
gaba el perjurio con pena arbitraria; por la.lei 14 tit- 4.° Libro 2 del
Euero Juzgo, con azotes i pérdida de la 4.a parte de los bienes; por la lei
3.a tit. 12 del Euero Real, se le arrancaban los dientes al testigo falso;
por las leyes del tít. 16 Libro 12 de la Nov, Recop. con muerte o
galera perpetua, según los casos. Mas tarde, vino la infamia i trabajos
en obras públicas, hasta que por fin, la civilización operando un cambio
ha consignado penas mas humanas para los reos de esta clase de delitos.
El perjurio no es un delito .de ayer, su historia es la historia de la
humanidad: las miserias i las bajezas en los hombres siempre han
existido.
Estinguir este delito es casi imposible i para contener sus atrevidos
avances, solo existe la perspicacia i dilijencia de los encargados de
hacer justicia i el estricto cumplimiento de la lei'.
388 código penat,

Prévios estos antecedentes, entremos pues en materia.


La Oomision Redactara- del Código Penal dejó establecido a este
respecto lo siguiente, al tratar de los arts. 202, 203 i 204 del Proyecto,
que corresponden al 206, 207 i 208 del presente Código.
«En las disposiciones anteriores se comprende no solo al que declara
bajo de juramento, sinó también al que depone sin este requisito, bien
sea por la dignidad que inviste, como los senadores, diputados, jueces,
etc., etc. o bien por la naturaleza especial de la declaración, como los
médicos, farmacéuticos i peritos de toda clase que, en materia criminal,
examinan los hechos e informan sobre sus causas, naturaleza o con-
secuencias.»
Hemos copiado a la letra lo anterior para que se comprenda mejor
el alcance de estas disposiciones i para que se vea que hai perjurio
aunque no se preste juramento en los casos a que se refiere la Comision
Redactora del Código.
El presente artículo trata del perjurio o falso testimonio dado en
favor de un criminal para hararlo'ápar^r^inotupábíe i eximirlo de
este modo de la pena que merecería por su delito en ofensa i daño de
la sociedad.
El hecho que aquí se pena es cuando se testifica falsamente en favor
de un procesado, sin imputar por supuesto a otro lo que aquél habia
cometido. El artículo se refiere a una esculpacion que a ninguno daña,
porque si se traspasa de este límite i se atribuye la acción a otro para
salvar al reo, habrá otra clase de delito.
La pena que aquí se establece depende de la naturaleza del delito
sobre el cual recae la falsa declaración: puede ser en crimen, en simple
delito o en falta i ella es-relativa con la gravedad del hecho de que se
quiere libertar al reo. No podría ser igual la pena por mas que el delito
sea el mismo en uno i otro caso, porque las consecuencias son diferentes
i entonces se ha buscado una perfecta analojíá, i para ello es preciso
hacer las diferencias que se han anotado ántes respecto al hecho sobre
el cual recaiga ese perjurio.

Art. 207.

" E l que diere falso testimonio en contra del reo,


sufrirá las penas de presidio mayor en su grado míni-
mo (1) i multa de mil a tres mil pesos, si la causa fuere
l i b r o ii título.—iv. 389

por crimen; de presidio m e n o r en su g r a d o máximo


(2) i m u l t a d e q u i n i e n t o s a m i l p e s o s , si f u e r e p o r s i m -
p l e d e l i t o , i d e p r e s i d i o m e n o r e n s u g r a d o m e d i o (3) i
multa de ciento a quinientos pesos e inhabilitación
a b s o l u t a p e r p é t u a p a r a d e r e c h o s políticos i p o r el t i e m -
p o d e la c o n d e n a p a r a c a r g o s i oficios piíblicos, c u a u d o
f u e r e p o r falta.»

(1) Penitenciaria ele 5 años 1 dia a 10 años i las que lleva consigo
según el art. 28. Es pena aflictiva i no puecle escarcelarse al procesado
tajo fiama.
(2) Igual a la nota 1 del articulo anterior.
(3) Igual a h nota, 2 de id.

Deponer falsamente contra una persona inocente, hacerla aparecer


culpable para que caiga sobre ella el peso de la leí por un supuesto
delito, supone no tan solo una fea acción sino un corazon de hiena,
sobre todo cuando esto se hace con premeditación^ con conocimiento del
mal que se va a causar, no tan solo a un inocente sino a su familia. Se
concibe que un arranque jeneroso nos lleve a declarar en favor de un
procesado para libertarlo de la pena que merece su delito; se compren-
de que la desgracia de una familia mueva a un hombre a faltar a la
verdad por sacar en bien a ese infeliz; pero sino lo viéramos todos los
dias por nuestro oficio de Fiscal, no creeríamos que hai séres tan ab-
yectos que declaran contra un inocente para que sea arrastrado a una
prisión. Por eso la lei castiga seriamente la falsedad en este caso, que
dista mucho en sus efectos i consecuencias del anterior i aun así la
pena nos parece todavía poco dura.
En este caso se requiere, para que el delito exista, que el falso testi-
monio haya sido decisivo i que de él haya pendido o podido pender la
imposición de una pena. Si el perjurio recae sobre puntos no capitales
para la causa en que se da, no produce malos resultados: será un
perjurio i como la lei aquí no lleva solo en mira la falta de verdad sino
también el perjuicio que se causa, no existiría mérito para la imposi-
ción de la pena que indica esta disposición. Habrá solo entonces un
simple perjurio, porque no hace ni en pro ni en contra del acusado.
390 códigopenat,

La Corte Suprema, en una sentencia sobre perjurio, dijo lo siguiente:


«Considerando que la testigo Leonarda Reyes, antes determinar su
declaración i solo a virtud de las observaciones que le hizo el juez de
la causa, espuso la verdad de los hechos que sabia, sin que la primera
parte de su declaración hubiese alcanzado a producir ningún efecto. a
favor ni en contra ¿le los reos, se le absuelve.»
Éste fallo está basado estrictamente en lo que exije este artículo para
que haya delito.
Concluiremos este punto diciendo lo que ha espuesto a este respecto
un célebre autor antiguo que en el delito de perjurio considera que
hai tres crímenes distintos: contra Dios, cuyo nombre perjura el testigo
falso; contra el juez, a quien engaña, i contra los hombres, a quienes
hace víctimas de una injusticia. El falso testigo falta a un juramento
solemne que presta con el objeto de engañar a la justicia e imponer a
su juicio una mentira, es una arma oculta con la que el que lo da
deshonra o lleva al patíbulo a sus víctimas si es en causa criminal, o
las reduce a la miseria si es en pleito civil. Por eso han establecido
algunos autores que este crimen participa ya del robo, ya de la calumnia,
ya del asesinato, porque ataca el honor que es una de las propiedades
mas sagradas del hombre, haciendo servir a la justicia de instrumento
de venganza i de pasiones privadas.

AKT. 208.

"Si en virtud del falso testimonio se h u b i e r e impues-


to al acusado tina pena respectivamente mayor que las
determinadas en el artículo precedente, se aplicará la
misma al testigo falso; salvo el caso de ser la d e muer-
te, que se reemplazará por el presidio perpetuo.))

Por este artículo se establece que cuando con el perjurio que se presta
contra el acusado, se le impone a éste una pena respectivamente mayor
que la designada en él anterior artículo'para el perjurio i éste se com-
prueba, entonces al que dió el falso testimonio se le aplica la misma
pena. ,
Mas si a ese inocente'le correspondía la de muerte, al perjuró
libko ii.—título iv. 39Í

se le condena a presidio perpetuo. Esta es la única escepcion


que limita la regla que consigna ésta disposición. Entonces en dos
palabras se;puede establecerlo siguiente: al reo de perjurio contra el
acusado de un supuesto delito i se descubre que éste lia sido condenado a
virtud de falso testimonio a una pena respectivamente mayor que la
señalada para ese caso de perjurio, se le impone a tal testigo la: misma
pena i no la del artículo que antecede, no pudiendo ser nunca la de
muerte, en cuyo caso se sustituye por la de presidio perpétuo.

A r t . 209.

" E l falso testimonio e n cansa civil, será castigado


con presidio menor en su grado medio (1) i multa dé
ciento a mil pesos.
Si el valor de la demanda 110 excediere de ciento
cincuenta pesos,, las p e n a s serán presidio menor en su
grado mínimo (2) i multa de ciento a trescientos
pesos.»

(!) Encierro en Presidio de 541 ¿lias a 3 años, aplicándose el art. 30


en caso de que haya cargo u oficio de que suspender al reo. No es aflicti-
va i admite escarcelacion bajofian&i.
(2) Id. de 61 a 540 dias. En lo ciernas igual al anterior.

Hemos hablado ya del perjurio en causa criminal, ya sea que se


preste en favor o en contra del reo. Nos resta ahora saber lo que hai
sobre esta misma materia en causa civil.
En estas el perjuicio que se recibe no ataca tanto a la honra i dig-
nidad del ofendido, no se le .priva de libertad ni se le espone a ser
condenado injustamente, el mal es ménos grave: se dirije solo contra
su fortuna, i hé aquí por que la pena es mucho menor que en los casos
anteriores.
El segundo inciso se refiere al perjurio prestado en causa cuando
la materia litijiosa no excede de ciento cincuenta pesos. ¿Por qué este
límite no se hizo subir hasta doscientos pesos, suma hasta la cual por
nuestras leyes civiles es admisible la prueba testimonial? Por qué no
se tuvo en cuenta que los jueces de subdelegacion conocen en causas
392 códigopenat,

hasta la cuantía de doscientos pesos? Parece que ha debido haber unifor-


midad en esto para que la pena abrazara todo lo que se pueda probar
por testigos i hasta la autoridad que puede conocer en esta clase de
juicios por ser ante esos juzgados donde con mas facilidad se perjura.
En fin, lo que es lei debe respetarse: ya-el artículo tiene ese límite i
no hai mas que aceptarlo. Nuestra observación se dirije por si alguna
vez hai alguna reforma en este Código i álguien se quiera aprovechar
de esta indicación.
No debemos olvidar que ademas de la pena que se impone a todo
reo por el delito, existe el derecho para el resarcimiento de daños i
perjuicios resultantes del delito. El art. 24 consagra este principio
jeneral i aunque no lo hubiera dicho, la acción civil se puede deducir
independientemente de la criminal, si ésta no hubiere reparado el mal
causado.
Tampoco debemos olvidar que las causas atenuantes que se puedan
presentar en cada caso especial cuando no haya agravantes que las des-
truyan, pueden modificar las penas en sentido favorable al reo i enton-
ces ellas pueden ser ménos de lo que designa cada artículo en el
delito que pena.

ART. 210.

«El que ante la autoridad o sus ajentes p e r j u r a r e o


diere falso testimonio en materia que no sea contencio-
sa, sufrirá las penas de presidio menor en sus g r a d o s
mínimo a medio (1) i multa de ciento a quinientos
pesos.»

(1) Presidio ele 61 días a S años, aplicándose ademas lo dispuesto


en el art. SO si hai cargo u oficio de que se le puede suspender al reo.
No es pena aflictiva i admite la escarcelacisn clel procesado bajo fianza.

Este artículo establece que también se comete el delito de perjurio


cuando se falta a la verdad del juramento que se presta ante cualquiera
autoridad o sus ajentes, que tengan facultad para recibir declaraciones
juradas, aunque ellas no recaigan en materia que no sea contenciosa o
mas claro, que no sea en pleito, como sucedería por ejemplo en una
libbo ii.—título iv. 393

información, de vida i costumbres, en la solicitud para probar utilidad


i necesidad de un permiso para hipotecar o vender en los casos en que
la lei lo exije, en filiaciones para hacer constar un parentesco, etc., etc.
El perjurio es siempre perjurio, bien que como en esta clase de negocios
el mal es menor, la pena ha tenido que ser mas suave por esta conside-
ración .
Ahora una cuestión, ¿hai el delito de perjurio en causa propia? O
mas claro ¿comete perjurio el que, absolviendo posiciones en un juicio
o exijióndosele el reconocimiento jurado de su firma falta a la verdad?
Las leyes antiguas establecían que no existia tal delito i solo lo penaban
con la pérdida del pleito al que habia faltado a la verdad del juramento;
pero esto era cuando no existia error involuntario ni una apreciación
mas o ménos fundada. Se requería la evidencia de la falsedad i ella con
espontaneidad.
El perjurio en causa propia no tiene otra pena mas que la que Dios
le diere, dice la lei 26, tít. 11, part. 3.a
La Comision Redactora del Código estableció a este respecto lo
siguiente:
«A indicación del señor Renjifo se discutió la cuestión de si debe
castigarse el falso testimonio prestado en causa propia, sea por vía
de posicion, de juramento diferido o en otra forma. Se resolvió la
negativa, teniendo presente para ello la necesidad de dar ámplia
garantía al derecho de defensa, la facilidad de incurrir en errores,
aun de buena fó, cuando se aseveran hechos en apoyo de nuestros inte-
reses, i por último la naturaleza de este juramento, que es solo volun-
tario para el que lo exije i no impuesto como medio necesario de
prueba.»
Esta teoría aceptada por nuestro Código está basada en la lei de
Partida que poco ántes hemos citado.
Igualmente quedó establecido en el Libro de Actas de la Comision
al ocuparse de los principios a que debe obedecer o sujetarse el
castigo de la falsa declaración en materia civil, lo siguiente: «que a la
falsa declaración en materia civil debe aplicarse la misma regla esta-
blecida para lo criminal, sobre que sean estensivas sus penas a los que
deponen sin juramento, sean personas constituidas en dignidad o peritos
que informen acerca de los hechos sometidos a su exámen. Por este
motivo no debe consignarse una disposición especial para está clase de
testigos, comprendidos en los artículos jenerales que castigan la falsa
declaración.»
394 códigopenat,

ART. 2 1 1 .

" L a acusación o denuncia que h u b i e r e sido declarada


calumniosa por sentencia ejecutoriada, será castigada
c o n p r e s i d i o m e n o r e n s u g r a d o m á x i m o (1) i m u l t a d e
quinientos a mil posos, cuando v e r s a r e sobre u n crimen;
con p r e s i d i o m e n o r e n su g r a d o medio. [2] i m u l t a d e
c i e n t o a q u i n i e n t o s p e s o s , si f u e r e s o b r e simple delito,
i con presidio menor-en su grado mínimo [3] i multa
de ciento a trescientos pesos, si se tratare de una
falta."

(1) Encierro en Presidio de 3 años 1 clia a 5 años i las accesorias del


art. 29. Es pena aflictiva i no admite escarcelacion del reo bajo fianza.
(2) Id de 541 ¿lias a 3 años i se aplica el art. 30 si hai cargo u oficio
de qite suspender al reo. No es pena aflictiva i por consiguiente hai
derecho para solicitar escarcelacion bajo fianza.
(3) Id. ¿le 61 a 540 ¿lias. En lo demás como en la nota 2.

A propósito de este artículo se lee eu el Libro de Actas lo siguiente:


«El señor Renjifo, por su parte, manifestó que consideraba necesario
incluir en este párrafo, como lo hace el Código Español, el caso de üna
acusación en que se impute a otro un hecho declarado calumnioso por
sentencia ejecutoriada, pues en él hai una faLsa declaración ante la
autoridad, no exijida sinó voluntaria, pudiendo ser mui graves sus
consecuencias.»'
Por esto se resolvió consignar penas especiales para este caso i ellas
son las que determina el presente artículo.
Al que acusa o denuncia un delito i el tribunal por sentencia de
término califica de calumniosa la acusación o denuncia, se le condena
según el delito imputado, si es de crimen con presidio menor en
grado máximo i multa de 500 hasta 1,000 pesos; si es por simple delito,
con presidio menor en grado medio i multa de 100 a 500 pesos,
i si es por falta con presidio menor en grado mínimo i multa de 100 a
300 pesos.
libro ii título.—iv. 395

Los jueces que proceden de oficio a la investigación de los delitos


o el Ministerio público, en quien reside la facultad de denunciar i hacer
que se hagan investigaciones para perseguir i castigar los delitos
cuando se comprueben, están exentos de esta responsabilidad. La lei
no les comprehde en este caso, porque entonces les coartaría en el
ejercicio de sus atribuciones i el bien social está sobre este derecho
particular. Ellos, representando a la sociedad; pueden i debeu en bien
de ese Ínteres colectivo ejercitar con toda libertad el derecho de
denuncia i de acusación sobre delitos públicos que den acción para que
se pesquicen de oficio.

AKT. 212.

" E l que a sabiendas presentare en juicio criminal o


civil testigos o documentos falsos, será castigado como
reo de falso testimonio."

El que presenta a sabiendas testigos o documentos falsos en juicio


criminal o civil es tan criminal como el mismo testigo falso, puesto que
la intención de uno i de otros es la misma. Vulgarmente se llama so-
borno o cohecho, el acto de buscar i presentar testigos falsos, aunque
legalmente estas denominaciones no son exactas a este caso.
Para ser reo de estos delitos es necesario que el que se sirve de esta
clase de' testigos i documentos falsos le sea conocida tal circunstancia,
pues sin esto no existe delito. Empero, la presunción en esta materia será
siempre que quien presenta una justificación falsa sea conocedor i
co-autor de su falsedad, por eso la prueba de lo contrario le compete al
reo sindicado de estos delitos i no a la justicia. Es él quien debe probar
su inculpabilidad en estos actos i que ha obrado de buena fé al presentar
documentos o testigos falsos.
Nada dice el artículo respecto del que presenta testigos o documentos
falsos en causa que no sea civil ni criminal a que se refiere el art, 210.
Entonces no existe delito, porque es regla jeneral de derecho que se
puede hacer todo aquello que la leí no prohiba i en su silencio, ya sea
intencional o por olvido, no puede haber falta ni crimen. El libro de
Actas nada nos dice tampoco a este respecto, lo que prueba que no hai
delito en el caso a que nos hemos referido.
396 códigopenat,

§ VIII.

J)e la usurpación de funciones o nombres.

ART. 2 1 3 .

"El q u e se finjiere autoridad, empleado público o


profesor de una facultad que requiera título i ejerciere
actos propios de dichos cargos o profesiones, sufrirá
las penas de reclusión menor en cualquiera de sus
g r a d o s (1) i m u l t a d e c i e n t o a m i l p e s o s . »

(1) Presidio de 61 dias a 5 años. Si se impone en grado mínimo, de


61 a 540 dias, o medio de 541 dias a 3 años, se aplica el art. 30 si
hai cargo u oficio de que suspender al reo. En los dos casos no es pena
aflictiva i el procesado puede ser escarcelado bajo fianza. Impuesta en
grado máximo, 3 años 1 dia a 5 años, lleva las accesorias clel atU. 29; es
pena aflictiva i el procesado no puede ser escarcelado bajo fianza.

Lo que este artículo prohibe i pena es finjirse autoridad, empleado


público, profesor de facultad, ejercer, sin título legal, actos o profesio-
ues que requieran título de tal para su libre desempeño.
El decir, por ejemplo, soi intendente, juez de letras o miembro de la
facultad de medicina i farmacia, no es delito i para que exista preciso es
que se ejerciten actos propios del carácter que se abrogue, como lo seria
dar órdenes propias de un intendente o decretos de juez, etc., etc.
En cuanto a profesiones, lo que aquí se limita es finjirse médico,
abogado, profesor, etc. i entrar a lucrar ejerciendo actos propios de
estas personas i para lo cual se requiere título.
La lei ha hecho bien tanto en castigar al que se finje autoridad o
empleado público como al que ejerce profesiones sin tener título, por
los perjuicios que puede causar quien, sin los conocimientos nece-
sarios, se entrega al ejercicio de profesiones de tanta responsabilidad.
Nada mas pernicioso que los curanderos i los que tienen boticas abiertas
al público sin ser farmacéuticos recibidos i sin rejente titulado.
A este respecto bueno es que se sepa lo que la lei de 9 de enero de
libro ii título.—iv. 397

1 8 7 9 , sobre INSTRUCCIÓN SECUNDARIA I SUPERIOR, en su Artículo


Transitorio, estableció sobre las profesiones de médico cirujano i far-
macéutico, i la lei de 15 de julio de 1881 que dicen así;
La 1.a—«Las personas que actualmente ejercieren la profesión de
médico-cirujano o farmacéutico, con el permiso del Gobierno i sin
tener para el efecto los títulos universitarios competentes, podrán
continuar en el ejercicio autorizado de dichas profesiones, no obstante
lo dispuesto en la presente lei.»
La 2.a—«Las personas que a la fecha de la promulgación de la lei
de 9 de enero de 1879, hubieren tenido abiertos establecimientos de
farmacia sin título legal i solo al amparo de disposiciones, gubernativas
no comprendidas en el caso previsto por el artículo transitorio de dicha
lei, podrán, ejercer esa industria en cualquier lugar del territorio, sin
perjuicio de quedar sujetos a los reglamentos que corresponde dictar
al Presidente de la República, según el inciso final del art. 50 de la
misma lei.»
Estas dos disposiciones han venido a dejar sin garantías el negocio
de boticas, i esto es precisamente lo que también trae tantos males al
público. Personas poco escrupulosas i sin conciencia hacen el despacho
de recetas cambiando los medicamentos i de aquí los casos frecuentes
de envenenamientos o de muertes, porque al médico se le engaña i
entonces puede recetar de buena fé dosis mayor para que surta el efecto
que no hizo otra menor. ¿I como surtiría efecto la primera si no se
despachó en forma o se puso otra cosa en reemplazo de alguno de sus
componentes?

ART. 214.

" E n las mismas penas del artículo anterior incurrirá


el lego que sin derecho ejerciere funciones sacerdotales
como también el eclesiástico que las ejerciere, hallán-
dose suspenso por autoridad competente, sin perjuicio
de las penas espirituales que ésta pueda imponer."

Es indudable que un particular puede ejercer algunas funciones


sacerdotales, como ser bautizar i por eso la lei establece que se ejerzan
funciones sacerdotales sin derecho para ello. Incurriría en pena si
398 códigopenat,

alguien va a una Iglesia i, sin ser sacerdote, dice misa, predica o casa.
Del mismo modo el sacerdote que está suspenso por sus prelados de
la misa i del confesonario, se haria reo del delito que establece este
artículo si, apesar de esa suspensión, dijere misa o confesare. Esto es
sin perjuicio de las penas con que el superior puede castigarlo i que
están detalladas en el Derecho eclesiástico.
La impiedad que lleva consigo la usurpación de funciones propias
del eclesiástico, la grave trascendencia de los males que esto produciría,
introduciendo la perturbación en las conciencias i la desconfianza
acerca del sagrado ministerio sacerdotal, reclaman el que la justicia sea
intransijente en estos delitos. ¿I qué diremos ahora del mal ejemplo
que causaría el saber que un sacerdote suspenso ejerce su ministerio?
El Estado proteje en esto a ,1a Iglesia por si sus penas no bastasen a
contener al suspenso dentro de sus límites de obediencia.

• A r t . 215.

" E l que usurpare el n o m b r e de otro será castigado


con reclusión menor en su grado mínimo (1) sin
perjuicio de la pena que pudiera corresponderle a
consecuencia del daño que en su fama o intereses
ocasionare a la persona cuyo nombre lia usurpado.»

(1) Presidio de 61 a 540 días, aplicándose el art. 30 caso ele Juiber


cargo u oficio de que suspender al reo. No es pena aflictiva i admite
escarcelacion con fianza.

El art. 468 establece que incurre en tal delito el que defraudase a


otro usando de nombre finjido, i el presente dice que el que usurpa el
nombre de otro será castigado etc., etc. ¿Qué diferencia hai pues en estas
dos disposiciones? A. nuestro entender este artículo se refiere al caso
de pasar un individuo o darse el nombre que no le pertenece. i
pretender sostener este engaño, i el art. 468 es solo cuando en un acto
momentáneo se toma otro nombre por estafar o defraudar a alguien. Por
ejemplo, voi a un Banco donde sé que a Juan Gómez se le necesita
para entregarle un dinero o que tiene allí fondos i me doi por tal
Juan Gómez: recibo el dinero o jiro un cheque: se me nasa i des-
libro ii título.—iv. 399

pues me retiro sin. usar ni darme por tal persona i sigo con mi nombre
propio. Pero si voi por ejemplo a Concepción, me establezco allí,
pretendo llamarme Augusto Matte i sostengo ser tal con fines privados,
seré reo de lo que prohibe este artículo, i si por esto causo perjuicio en
la fama o intereses del señor Matte, firmando documentos, abusando de
su solvencia i buen nombre, seré responsable no solo del delito de
falsedad sino de los perjuicios que le cause por esos procedimientos
ilegales ya sea en sus intereses o en su honra.
Con estos dos ejemplos ya se comprenderá el alcance de cada una
de estas disposiciones i sobre todo de la que nos estamos ocupando.

TITULO QUINTO. (°)


DE LOS CRÍMENES I SIMPLES* DELITOS COMETIDOS POR EMPLEADOS
PÚBLICOS EN EL DESEMPEÑO DE SUS CARGOS.

§ I-

Anticipación i prolongacion indebida de fondones públicas.

Art. 216.

"El que hubiere entrado a desempeñar un empleo o


cargo público sin h a b e r p r e s t a d o en debida f o r m a el
juramento o fianza, o l l e n a d o l a s d e m á s formalidades
exijidas por l a lei, quedará suspenso del empleo o
cargo hasta que cumpla con aquellos requisitos, incu-
rriendo ademas en una multa de ciento a quinientos
pesos.»

(*) Para los efectos de este titulo i según el art. 260, se reputa em-
pleado todo el que desempeña un cargo publico aunque no sea de nom-
bramiento del Jefe de la República, ni reciba sueldo del Estado.
400 código penat,

Hai empleos o cargos públicos que para su desempeño la lei exije


juramento i fianza a la vez, o bien fianza sola i en otros únicamente
juramento. El nombrado no puede entrar al ejercicio de las funciones
propias de uno de esos cargos sin haber satisfecho esas exijencias de la
lei i si lo hace debe ser suspenso del empleo o cargo hasta que cum-
pla con esos requisitos, incurriendo ademas en una multa. Un secreta-
rio de Corte o de juzgado, un notario o un receptor, tienen que ofrecer
fianza, i una vez aceptada i otorgada, deben prestar el juramento, i sin
llenar previamente estos dos requisitos, no pueden ejercer sus funciones
sin hacerse reos de este delito.
Un Ministro de Corte, un juez de letras, un Promotor Fiscal, un
Intendente, un Ministro de Estado, deben prestar juramento únicamente
i si alguien es nombrado para alguno de estos cargos i principia a
funcionar sin llenar el requisito del juramento, es reo del delito que
pena el presente artículo.

El juramento i la fiauza, son garantías que da el empleado de su fide-


lidad i respeto por la lei, que le encadenan al lleno de sus deberes i
que en caso de menoscabo de los intereses que va administrar o res-
ponsabilidades que le pueden afectar, hai derecho para hacer efectiva
esa fianza en el todo o parte, i por eso no se adquire el carácter de
funcionario público hasta que no se llenan esos dos requisitos o uno
solo, según la clasé de empleo o cargo.
Desempeñar el cargo confiado ántes de llenar estas exijencias, es anti-
cipar funciones sin haber adquirido derecho para ello.
El art. 216 de este Código corresponde al 211 del Proyecto de la
Comision i apropósito de él se dijo en el acta de 15 de Julio 1871 lo
siguiente: «A indicación del señor Fábres, i con el objeto de darle
mas amplitud a las disposiciones de este artículo, de manera que com-
prenda también las nuevas formalidades que mas tarde puedan exijirse
para entrar en el ejercicio de un cargo, se acordó agregarle al artículo
la frase: llenando las demás formalidades exijidas por la lei. Se entiende
sin embargo, que en esta aplicación se comprenden solo las formalida-
des esternas análogas al juramento o fianza, no las condiciones del
funcionario, como son la edad, ejercicio de una profesion durante
cierto tiempo, etc. etc.»
libro ii título.—iv. 401

ART. 2 1 7 .

" E l empleado público que continuare desempeñando


su empleo, cargo o comision despues de que debiere
cesar conforme a las leyes, reglamentos o disposicio-
nes especiales de su r a m o respectivo, será castigado
con las penas de inhabilitación especial temporal para
el c a r g o u oficio e n s u g r a d o m í n i m o (1) i m u l t a de
ciento a trescientos pesos.»

(1) Be S años 1 día a 5 años. Es pena aflictiva i el procesado no


puede ser escarcelado bajo jianza.

Todo el que maliciosamente continúe desempeñando un cargo públi-


co o oomision despues de haber cesado en sus funciones, ya por haber
espirado su nombramiento, haber sido separado o suspenso de su
empleo, o porque de hecho ha caducado su título, comete delito
si ejerce las funciones de que está privado. Un juez de letras que es
suspenso por autoridad competente, seria reo de este delito si no obede-
ciera a esa orden de suspensión. Un gobernador, un intendente, serian
culpables de lo mismo si separados de sus puestos o por haber espirado el
período por el cual se les nombró, siguieran en sus funciones. Pero aquí
se dirá ¿por qué se castiga al empleado que abandona su destino sin
haberle admitido la renuncia en el caso del art. 135, o que sin renun-
cia se separa de él, en el caso del art. 254? Alguien dirá entonces que
si continúa funcionando el empleado despues que deba cesar según su
nombramiento o lei, es malo i sino continúa peor. Sin embargo, no
hai en esto contradicción- ni irregularidad: los tres casos son distintos.
El del art. 135 se refiere al de que un empleado abandone su
destino sin renunciarlo, en loque hace mal, porque solo debe cesar
conforme sea legal, es decir por renuncia aceptada, destitución comu-
nicada o porque así se desprenda de la lei o de su nombramiento. El del
art. 217 es cuando sabe que ya no ejerce un cargo i sigue en él, apesar
de este convencimiento, i el del art. 254 es cuando abandona el destino
sin avisarlo al superior, sin haber hecho renuncia i haber recibido la
26
402 códigopenat,

aceptación. Luego, pues, los tres casos son distintos e imponen obliga-
ciones especiales i la lei no da palos porqúe se boga o porque no se
boga, como lo cree el señor Fernandez en su nota al art. 217 de su
Código Penal. .
La disposición del artículo que analizamos se funda en que el
empleado público que indebidamente continúa en el ejercicio de
sus funciones, puede ocasionar daños a la causa pública, ya sea
por neglijencia o resentimiento por la separación i cometer actos
que desprestijien o comprometan los intereses confiados a su cargo. Pero
álguien dirá ¿qué no son nulos esos actos? Sin embargo, pueden ser
así declarados i ¡cuántos perjuicios no ha podido causar esto i cuánto
no costaría el remediar ese mal una vez hecho! La pena es igual
porque declara incapaz a ese funcionario o empleado para desempeñar
cargos públicos por un tiempo que no es insignificante, aparte de la
multa con que también se le pena.

ART. 218.

«El empleado culpable de cualquiera de los delitos


penados en los dos artículos anteriores, que hubiere
percibido emolumentos por razón de su cargo o comi-
sión, será ademas obligado a restituirlos con la multa
del diez al quince por ciento de su importe.»

Esto es natural i de estricto derecho. Quien cobra emolumentos sin


ser ya empleado obra mal, i no tan solo debe devolver lo percibido
indebidamente, sino que se le pena con multa del diez al quince por
ciento. Por ejemplo, un notario separado de su destino o suspenso de
él que cobrase diez pesos por dilijencias practicadas despues de su
incapacidad, tendrá que devolver dichos diez pesos i el 10 o 15 por
ciento correspondiente a la cantidad percibida por razón de la multa.
Esta multa en ningún caso, según el inciso 7.° del art. 25, podrá
exceder de cinco mil pesos.
Ahora, relacionando este artículo con los dos anteriores, pregunta-
remos ¿deberá un empleado esperar recibir el oficio en que se le acepte
la renuncia, en que se le comunique la separación o suspensión, o le
libro ii título.—iv. 403

bastará ver publicados estos actos eu el Diario Oficial? No es el Código


Penal quien deba resolver esta cuestión sino que es materia adminis-
trativa o del Código de Procedimientos fijar estas reglas.

Art. 219.

"•El empleado público que legalmente requerido de


inhibición, continuare procediendo ántes que se decida
la contienda, será castigado con multa de ciento a
quinientos pesos."

Este artículo puede tener mucha aplicación i sirve para contener a


dos autoridades dentro de sus justos límites.
Entre nosotros el poder social se divide en lejislativo, ejecutivo i
judicial i si se confundiera la acción de cada uno de ellos, se perdería
también ese equilibrio que debe existir por esta causa i el Estado caería
en la anarquía o despotismo. Por eso la autoridad que pretenda que le
pertenece el conocimiento de un negocio en que se halle entendiendo
un tribunal o juzgado ordinario o especial, requerirá inmediatamente de
inhibición, manifestando las razones que le asistieren con el testo de la
lei en que apoye su reclamo.
Si el tribunal cree fundada la reivindicación que le hace la autoridad
administrativa, suspende el conocimiento i ya no hai competencia;
pero si juzga lo contrario, se elevan los antecedentes al superior que,
por la lei i según los casos, le toque fallar la competencia.
Elhecho de estar trabada una competencia suspende toda jurisdicción
sobre el negocio que la ha producido i no puede seguir entendiendo en
él hasta que no haya' fallo que resuelva el conflicto. El providenciar,
ínter se resuelve la competencia, es el delito que prevé i pena el pre-
sente artículo, sin perjuicio de la nulidad de esos actos, tanto por
incompetencia como por estar en suspenso toda jurisdicción hasta que
se sepa quien es el que deba conocer de ese negocio.
También se falta a esta prescripción cuando la usurpación es ma-
nifiesta i se obra con malicia, como seria si un intendente o gobernador
procediese a formar, una causa criminal o el poder judicial persiguiera
a los ajentes administrativos por actos propios de sus funciones.
404 códigopenat,

§ n.

Nombramientos ilegales.

AKT. 2 2 0 .

«El empleado público que a sabiendas nombrare o


propusiere para cargo público a persona en quien no
c o n c u r r a n los r e q u i s i t o s legales, s u f r i r á las penas de
s u s p e n s i ó n d e l e m p l e o e n s u g r a d o m í n i m o (1) i m u l t a
de ciento a quinientos pesos.»

(1) De 61 clias a 1 ano: no es pena aflictiva i el procesado puede ser


escarcelado tajo fianza.

Guando las leyes exijen ciertos requisitos en las personas que lian
de ejercer cargos públicos, es con el objeto de asegurar su capacidad i
moralidad para el buen desempeño del cargo que deba confiárseles. El
proponer a sabiendas para un cargo público a persona que se halle
inhabilitada para él, o que no tiene los requisitos que se exijen por la
lei, es un delito. La cualidad de a sabiendas es de difícil probanza, no
se presume, i si esto tiende a dejar sin efeéto el precepto que estudiamos,
así como ese nombramiento hecho en persona incompetente, sin embargo
habrá casos en que pueda aparecer justificada la malicia con que se ha
procedido a la propuesta i la moralidad del gobierno exije que se castigue
a los culpables que así han abusado de su poder.
Por ejemplo, si'una Corte propusiese para juez letrado o miembro
de un tribunal superior a un abogado que está procesado por algún
delito, o que por sentencia está inhabilitado para el ejercicio de su
profesion o cargo público, o bien que no tuviese los años de profesión
que se exijen para ese cargo, o que fuera incompatible para él,
seria delito i los miembros de ese tribunal recibirían la pena aquí
establecida, probada que fuera la malicia con que hubieran obrado.
Igual cosa sucedería en las ternas que pasan los tribunales para los
cargos de secretarios de Corte, de juzgados, relatores, notarios, recep-
tores, etc., etc.
libro ii título.—iv. 405

Esta disposición alcanzaría también al Consejo de Estado en lo relativo


a las ternas que presenta S. E. el Presidente de la República para
proveer ciertos cargos; a los jefes de oficinas i en fin, a todos los que
gozan del derecho de proponer, caso que el propuesto no tenga los
requisitos que exijen las leyes en cada caso especial i según el cargo u
oficio que se trata de proveer.

§ ni.
Usurpación de atribuciones.

A r t . 221.

"El empleado público que dictare reglamentos o


disposiciones jenerales excediendo maliciosamente sus
atribuciones, será castigado con suspensión del empleo
en su g r a d o medio." (1)

(1 ) De 1 año 1 día a 2 años. JVo es pena aflictiva i el procesado puede


ser escárcelado bajo fianza.

Traspasar maliciosamente los límites de las atribuciones propias del


empleo es un delito, porque cada autoridad no debe usurpar atribuciones
que no le sean privativas de su cargo. Solo dentro de sus facultades i
en cuanto las leyes se lo permitan, podrá dictar disposiciones o regla-
mentos i si contraviene a este principio con malicia, se hará reo de la
pena con que se castiga este abuso, que entorpece la esfera de acción
de los poderes llamados a reglamentar lo que se pretende, sin título para
ello. Un intendente, por ejemplo, que quisiera reglamentar al poder
judicial o éste al administrativo, ofrecerían un ejemplo de este caso. La
leí quiere que cada autoridad, que cada empleado se ciña a sus deberes
i no salga del círculo de acción que le han marcado las leyes al consti-
tuirlo. Sin esta norma de conducta no hai gobierno posible, no hai en
fin, sociedad bien constituida.
406 códigopenat,

á r t . 222.

" E l empleado del orden judicial que se arrogare


atribuciones propias de las autoridades administrativas
o impidiere a éstas el ejercicio lejítimo de las suyas,
sufrirá la pena de suspensión del empleo en su g r a d o
medio. (1)
E n la misma pena incurrirá todo empleado del órden
administrativo que se arrogare atribuciones judiciales
o impidiere la ejecución de una providencia dictada por
tribunal competente.
Las disposiciones de este articulo solo se liarán
efectivas cuando entablada la competencia i resuelta
por l a autoridad correspondiente, los empleados admi-
nistrativos o judiciales continuaren procediendo inde-
bidamente.»

(1) De 1 año 1 dia a 2 años. No es pena aflictiva i el reo puede ser


escarcelado bajo fianza. .

El arfc. 219 establecía pena al empleado que, una vez trabada la


competencia entre dos autoridades, conociera del negocio que la había
orijinado pendiente la resolución de ese asunto. Ahora este artículo
prohibe i pena al empleado administrativo o judicial que siga cono-
ciendo en un asunto después de fallada esa competencia i se haya
declarado que el negocio no le correspondía. Esto es evidente, porque
ya no puede alegar duda ni nada que disculpe su arbitrario proceder.
El superior ha dicho quien es el competente i no respetar este fallo i
proceder obstinadamente, es cometer un delito a ciencia cierta i, por lo
tanto, con malicia.
En igual pena se incurre por la autoridad administrativa cuando
impide el que se ejecute una providencia de tribunal competente, como
lo seria negándole su ausilio para que se cumpla, o se mezclara a
libro II título.—iv. 407

examinarla i rechazándola despues de esa revisión, siendo que la lei no


le da tal encargo.

§ III.

Prevaricación.

Art. 223.

«Los m i e m b r o s de los t r i b u n a l e s de justicia colejia-


dos o unipersonales i los funcionarios que d e s e m p e ñ a n
el ministerio público, s u f r i r á n las p e n a s de inhabilita-
ción absoluta p e r p é t u a p a r a cargos i oficios . públicos,
derechos políticos i profesiones titulares i la de presidio
o reclusión m e n o r e s en cualesquiera de sus g r a d o s : (1)
1.° Cuando a s a b i e n d a s fallaren contra lei espresa i
vijente en Causa criminal o civil.
2.° Cuando por sí o pór i n t e r p u e s t a p e r s o n a a d m i t e n
o c o n v e n g a n en admitir d á d i v a o regalo p o r h a c e r o
dejar de h a c e r a l g ú n acto de su caxgo.
3.° Cuando ejerciendo l a s funciones de su empleo o
valiéndose del p o d e r que éste les dá, seduzcan o solici-
t e n a m u j e r procesada o que litigue ante ellos.

(1) Encierro en presidio de 61'citas a 5 anos. Si se aplica en grado


mínimo será de 61 a 540 ¿lias; en grado medio de 541 días-a, 3 años. En
estos dos. casos se aplicaría el art 30; pero como luii inhabilitación abso-
luta, la suspensión del art. 30 seria ilusoria siendo aquella pena mayor.
En estos dos casos la pena no es añicliva i puede el reo ser escarcelado
con fianza. Aplicada en grado máximo lleva las acceswias del art. 29.
En este caso es aflictiva i.no hai es'carcelacion con fianza.

Este artículo establece dos penas, fuera de las que impone como
accesorias el art, 29, que lleva de hecho, a saber: inhabilitación absoluta
408 códigopenat,

perpétua para cargos i oficios públicos, derechos políticos i profesiones


titulares i presidio o reclusión menores en cualesquiera de sus, grados.
Estas penas se imponen a los jueces por el delito de prevaricación i a los
oficiales del ministerio público en los casos a que se refiere este artículo.
Pues bien ¿que es prevaricación?—Ealtar uno a la obligación de su
oficio, quebrantando la fé, palabra, relijion o juramento; pero para que
haya este delito' es preciso que se falte a sabiendas, con malicia, por
un efecto de la voluntad i no por falta de intelijencia o de juicio.
Así por ejemplo, un juez que, por fanatismo o ignorancia vé crimen
donde la razón fria o una intelijencia despejada no puede hallarlo,
será un juez injusto o torpe, pero no prevaricador. La prevaricación
es un delito grave: hé aquí la severidad de la pena que se ha designado
para el que se hace reo de él, a fin de garantir el abuso que los jueces
puedan cometer, en el desempeño de sus cargos.
Todos los Códigos aplican estas penas solo a los jueces i ¿por qué
el nuestro la ha hecho estensiva a los oficiales del ministerio público?
¿Acaso ellos fallan las causas?
El ministerio público lo componen los oficiales de los tribunales supe-
riores que lo son los Fiscales; los Promotores fiscales, los Defensores de
menores, de Ausentes i Obras pías. Ellos solo dictaminan o informan en
las cuestiones, i el juez si quiere o no acepta esas opiniones; pues no tie-
ne obligación alguna de seguirlas i es libre para fallar lo que le agrade.
Luego si hubiera prevaricación de parte de los oficiales del ministerio
público, ella no seria tan grave ni tan perjudicial como la de los jueces,
porque esos dictámenes no son fallos ni influyen en las cuestiones si no
están arreglados a la lei. Entonces se aplicaría a éstos el mínimum de
las penas i a los otros un tanto mas, según fueren las circunstancias i
el resultado de ese prevaricato.
Entrando ahora al análisis del artículo, tenemos que él exije para
que haya este delito:
1.° Fallar en causa civil o criminal a sabiendas contra lei es¡wesa i
vijente en la fecha del fallo. Seria un ejemplo de esto si, en vez de
aplicar un juez los artículos de este Código o del Civil, que debe
conocerlos todo abogado o juez, fallare i aplicare leyes derogadas i que
no estén en uso en la actualidad.
2.° Convenir por sí o por conducto de Otra persona en admitir
dádivas o regalos para hacer o dejar de hacer un acto de su cargo.
Este inciso comprende i castiga no solo el hecho de recibir o consen-
l i b r o ii título.—iv. 409

til' en recibir dádivas un juez por practicar un acto injusto, sino también
el caso de que el acto sea perfectamente legal i justo. Eso si que si el
fallo se libra absolviendo a quien debe por lei ser absuelto, el delito
será menor que cuando se absuelve á quien deba ser condenado.
Lo que la lei castiga es vender la justicia, aunque sea al que la tenga,
pues por eso el Estado paga sueldo a los jueces i no les da derecho
para recibir dinero u obsequios por hacer lo que es de su deber en ese
empleado.
3.° Si el juez valido del poder que le da su puesto i en ejercicio
pleno de sus funciones corrompe i seduce mujer procesada o que tenga
litijio ante ese juez, se hace también reo de ese delito. Si la mujer que
se solicita está presa, el delito será mas grave, porque eso es abusar de la
situación de esa infeliz, es algo que indica ruindad, mucha perversidad;
como lo seria también si el marido es el preso i se ofrece la libertad por
un favor de la esposa que está libre. Para este caso el rigor de la lei es
poco todavía: debió haberse inventado una pena mas grave para que ese
juez supiera respetar la desgracia i colocarse a la altura de tan noble
como elevado cargo, que lo degrada i sacia su innoble pasión en la
que se rinde talvez por salvar a sus hijos de la miseria o sacar libre a
su marido del crimen que se le imputa, o salvar ella de la prisión en que
se encuentra.

Art. 224.

" S u f r i r á n l a s p e n a s de i n h a b i l i t a c i ó n absoluta tem-


p o r a l p a r a c a r g o s i oficios p ú b l i c o s en cualquiera de
s u s g r a d o s (1) i la d e p r e s i d i o o r e c l u s i ó n m e n o r e s e n
s u s g r a d o s m í n i m o s a m e d i o : (2)

1.° C u a n d o p o r n e g l i j e n c i a o i g n o r a n c i a i n e s c u s a b l e s
dictaren sentencia manifiestamente injusta en causa
criminal.

2.° C u a n d o a s a b i e n d a s c o n t r a v i n i e r e n a l a s leyes
q u e r e g l a n la s u s t a n c i a c i o n ele l o s j u i c i o s , en t é r m i n o s
de producir nulidad en todo o en parte sustancial.
3.° C u a n d o m a l i c i o s a m e n t e nieguen o retarden la
410 códigopenat,

administración de justicia i el ausilio o protección que


legalmente se les pida.
4.° Cuando maliciosamente omitan decretar la prisión
de alguna persona, habiendo motivo legal para ello, o
no lleven a efecto la decretada, pudiendo hacerlo.
5.° Cuando maliciosamente retuvieren en calidad de
preso a un individuo que debiera ser puesto en libertad
con arreglo a la lei.
6.° Cuando revelen los secretos del juicio o den
ausilio o consejo a cualquiera de las partes interesadas
en él, en perjuicio de la contraria, .
7.° Cuando con manifiesta implicancia, que les sea
conocida i sin haberla hecho saber previamente a las
partes, fallaren en causa criminal o civil."

(1) Be 3 años 1 clia a 10 años. Es pena aflictiva i no Imi escarcelacion


hijo fianza.
(2) Presidio de 61 días a 3 años, debiendo aplicarse el art. 30,porque
estos cielitos se cometen por personas que ejercen cargo público. No es
aflictiva i admite escarcelacion; pero como vá conjuntamente con la
anterior i la otra es aflictiva, resulta que el procesado por alguno de estos
capítulos no puede ser escarcelado confianza.

1.° Hemos establecido que para que haya prevaricación se necesita


que se dé sentencia injusta a sabiendas, porque si ella se libra por
ignorancia o falta de apreciación de las disposiciones legales, no hai
delito. Ahósa si esa ignorancia procede de neglijencia en no estudiar
la cuestión, que no le escusa su carácter de juez i profesor del derecho,
siendo el fallo en causa criminal, existe el delito de prevaricación.
Se llama ignorancia inescusable en un juez fallar contra las reglas
i principios mas elementales del derecho, como lo seria olvidar que dos
testigos contestes, hábiles para testificar i libres de toda escepción,
constituyen prueba plena.
2.° Mas si a sabiendas un juez contraviene a las,leyes que reglan;
la tramitación de los juicios en términos de producir nulidad llegase a
fallar, es reo de este delito. Ejemplo de este caso seria librar sentencia
libro ii título.—iv. 411

en una causa sin haberse notificado la demanda, o si pendiente el


término de prueba la falla, o cuando hiciere lo mismo no habiendo ni
siquiera recibido la causa a prueba.
3.° Si el juez maliciosamente niega o retarda el administrar justicia
o el ausilio que legalmente se le pida, comete igual delito. Seria ejemplo
de estos casos, si un juez sabiendo que un individuo ha cometido un
delito i piensa fugarse no vá al juzgado o retarda dictar providencias en
las presentaciones que se le han hecho para asegurar al culpable; o si
presentándole testigos para acreditar el delito i estos testigos forman
prueba o semi-prueba del crimen, no libra sin embargo las medidas
precautorias que seleexijen. La palabraTOafewsamfirafequiere decir que
el juez obre de' mala fó en esos casos, como lo seria si para ello hubiese
recibido paga o tuviera íntima amistad con el individuo contra quien
se dirije la presentación.
4.° Omitir maliciosamente decretar la prisión de un individuo o no
llevar a efecto la decretada, pudiendo hacerlo, es otra causal que consti-
tuye prevaricación.
En efecto, si el juez por malicia i en el deseo de protejer a un
criminal no decreta su prisión, o si la decreta él sea la causa de que se
burle, hace ilusoria la justicia quien es encargado de ella i de ga-
rantir los derechos de los que han sido puestos bajo su jurisdicción,
su proceder constituye una prevaricación manifiesta.
5.° Ahora retener maliciosamente en calidad de preso aun individuo
que debiera estar en libertad, constituye el mismo delito de prevaricato.
Ejemplo de esto seria si la Corte ordena la libertad de un reo i el juez
no obedece al Tribunal i sin que haya nada que legalice esa retención,
le mantiene en la cárcel por vengarse o por otros móviles de esta especie.
Los cinco capítulos que hemos recorrido ala lijera, como causas para
establecer el delito de prevaricación, se castigan también en el articulo
que sigue, pero con pena menor, porque se refieren a negligencia o
ignorancia iuescusables en todos los casos a que ese artículo hace
mención.
En los que hemos estudiado ya se exije malicia en el juez o negli-
jencia en causa criminal, cosa muí distinta de neglijencia o ignorancia
en causa civil a que se van a referir los otros. La materia criminal es
por cierto mas delicada i por eso hai mayor responsabilidad en los
encargados de ella. -
6.° Un juez no puede revelar los secretos del juicio ni prestar su
412 códigopenat,

ausilio o dar consejo a una de las partes en perjuicio de la otra. Esto


seria olvidar el papel de majistrado i que se ocupa ese puesto para
hacer justicia conforme a las leyes i no para protejer o abusar de lo
que, por razón del cargo se sabe, porque asi la parte favorecida enerva-
ría la prueba contraria, o en tiempo pondría estorbos o bien destruiría los
planes del contrario. La leí quiere que esto sea una causal de prevari-
cación i por eso la ha consignado con sobrada justicia entre las otras
ya que hemos recorrido.
' 7.° Por fin, hai casos en que el juez sabe que está implicado para
conocer en un asunto i si apesar de ser manifiesta esa causal que le
inhibe de entender en el negocio, falla en causa criminal o civil, sin
hacer conocer a las partes previamente esa circunstancia, se comete el
delito de prevaricación.
En jeneral, este artículo se refiere en su totalidad a causas que
constituyen el delito de prevaricación en materia criminal, con escep-
cion de la última que hemos visto, la cual es comprensiva también a la
materia civil i conviene 110 olvidar esto para no aplicar las circunstan-
cias de una a las de otra i confundir los casos en su aplicación.

Art. 225.

«Incurrirán en las p e n a s de suspensión de cargo o


empleo en cualquiera de sus grados (1) i m u l t a de
ciento a m i l pesos o solo e n e s t a ú l t i m a , cuando por
neglijencia o ignorancia inescusables:
1.° D i c t a r e n sentencia manifiestamente injusta en
c a u s a civil.
2.° C o n t r a v i n i e r e n a l a s l e ) r e s q u e r e g l a n l a sustan-
ciacion de los juicios en t é r m i n o s de p r o d u c i r nulidad
en todo o en parte sustancial.
3.° N e g a r e n o r e t a r d a r e n l a a d m i n i s t r a c i ó n d e j u s t i -
cia i el ausilio o p r o t e c c i ó n q u e l e g a l m e n t e se les p i d a .
4.° O m i t i e r e n d e c r e t a r la p r i s i ó n d e a l g u n a p e r s o n a ,
h a b i e n d o m o t i v o l e g a l p a r a ello, o n o l l e v a r e n a e f e c t o
la d e c r e t a d a , p u d i e n d o hacerlo.
libro ii título.—iv. 413

5.° Retuvieren preso por mas de cuarenta i ocho


horas a un individuo que debiera ser puesto en libertad
con arreglo a la lei.»

(1) De 61 dias a 3 anos. No es pena aflictiva i hai derecho a


escarcelcwion bajo fianza, si se hubiere decretado el arresto del procesado.

1.° En los casos a que se refiere este artículo existe el cielito de


prevaricación, cuando el juez por neglijencia o ignorancia inescusables,
dicta sentencia en causa civil manifiestamente injusta. Esto quiere
decir que no basta cualquiera injusticia, una ilegalidad dudosa,,sino
que es preciso que se vea de una manera evidente que se ha faltado
a lo que era justo. Esto envuelve la misma idea que lo de injusticia
notoria. No seria prevaricador el juez que diera sentencia por igno-
rancia; sin embargo, esto no le libertaria de la responsabilidad civil en
que incurra, según también lo dispone la lei 24 tít. 22 part. 3.a
2.° La contravención a las leyes que reglan el procedimiento de los
juicios, produciendo nulidad en todo o parte sustancial, es causa para
establecer i probar la prevaricación. En el fallo de un juicio, deben
observarse todas las leyes que rijan sobre la materia i si el juez no las
aplica por neglijencia o ignorancia i de ello resulta el vicio de nulidad
en los términos que exije este inciso, el delito de prevaricación se
presenta sin tener causa que lo escuse,
3.° Negar o retardar la administración de justicia o la protección
que se le pide a un juez basada en la lei, es causa de prevaricación si
ello se hace por neglijencia o ignorancia. Este caso es el mismo a que
se refiere el núm. 3.° del artículo anterior, con la diferencia que en aquel
se exije malicia en la negativa a administrar justicia o prestar ausilio
i por eso allí la pena es mucho mayor.
4.° El dejar de decretar la prisión de alguna persona habiendo motivo
legal para ello o no llevar á efecto la decretada, pudiendo hacerlo,
constituye también el delito que examinamos, si esto se hace por negli-
jencia o ignorancia inescusables.
Todo lo espuesto tiende a llamar al juez al cumplimiento de sus debe-
res, porque el abandono de sus obligaciones traería perjuicios notables a
los que se ven en la necesidad de ocurrir a pedir su protección, i si el
414 códigopenat,

juez es neglijente o ignorante, debe responder de esto i hacérsele


efectiva la responsabilidad penal establecida para este caso.
o.° En este inciso la lei fija al juez el máximum de cuarenta i ocho horas
en que pueda escusar su responsabilidad por tener preso a un individuo
sin causa alguna, o que ha debido ser puesto en libertad por orden
superior, o bien porque ha terminado su condena u otras causas, a dife-
rencia de lo mandado en el inciso 5.° del anterior artículo en que 110 le
señala término, porque en la retención a que se refiere • es
cuando existe malicia, i aquí solo se coloca en el caso de que obre
por neglijencia o ignorancia invencibles. La neglijencia 110 le abona
un olvido contra la libertad del que está preso sin causa sino por el
término que se indica, que es de 48 horas fatales,
Queda establecido que por el art. 224 existe el delito de prevarica-
ción cuando se obra por malicia, ya sea que ella provenga de odio, por
envidia, venganza, por soborno de dinero u otras causas, i en el presente
la prevaricación tiene por base la neglijencia o flojedad del'juez, el
abandono de esos deberes o la ignorancia invencible.
El anterior artículo se refiere casi en su totalidad a la materia
criminal i el presente a la. civil.
La obligación que pesa sobre los. jueces para administrar recta i
cumplida justicia es absoluta i por eso, ni con o sin malicia, se pueden
' negar al lleno de este sagrado deber i cada vez que se resistan a ello,
debe estimarse maliciosa su conducta, siendo este antecedente una
presunción de derecho que existirá en su contra.
Igualmente, cuando se ocurre ante un juez para que ejercite su
oficio, su deber es también absoluto e inescusable en hacer justicia i
fallar. Si no liai leyes que rijan la materia, están entonces allí los
principios de derecho que nunca faltan i por eso el retardo basado en
tales antecedentes es inadmisible, porque toda denegación de justicia es
maliciosa; el retardo puede 110 serlo, no se ha de presumir que lo sea,
porque pueden existir causas que lo escusen de toda responsabilidad.

ART. 226.

«En las mismas penas incurrirán cuando no cumplan


las órdenes que legalmente se les comuniquen por las
autoridades superiores competentes, a menos de ser
evidentemente contrarias a las leyes, o que h a y a motivo
l i b r o ii título.—iv. 415

f u n d a d o p a r a d u d a r de su autenticidad, o que aparezca


q u e se h a n o b t e n i d o p o r e n g a ñ o o se t e m a con razón
q u é d e s u e j e c u c i ó n r e s u l t e n g r a v e s i n a l e s q u e el s u p e -
rior no pudo prever.
E n e s t o s c a s o s el t r i b u n a l , s u s p e n d i e n d o e l c u m p l i -
m i e n t o d e la o r d e n , r e p r e s e n t a r á inmediatamente a la
a u t o r i d a d s u p e r i o r , l a s r a z o n e s d e la suspensión, i si
é s t a i n s i s t i e r e , le d a r á c u m p l i m i e n t o , l i b e r t á n d o s e a s í
d e r e s p o n s a b i l i d a d , q u e r e c a e r á s o b r e el q u e la m a n d ó
cumplir.»

La Comision Redactora del Código Penal estableció a este respecto


que era necesario que la orden fuera comunicada por el conducto
dispuesto por la leí: así la Excelentísima Corte no estaría obligada a
respetar un indulto trascrito por el Intendente de la provincia. Se
requiere ademas que la orden se refiera a asuntos de la competencia del
que la dicta; pues si un Gobernador, por ejemplo, le manda a un juez
letrado fallar una causa en tal o cual sentido, practicar tales o cuales
dilijencias, sobre las cuales a él solo le corresponde resolver, no estará
obligado a respetar tal mandato. Esto, por desgracia, no es raro entre
nosotros: no hace mucho tiempo que un Intendente quiso obligar a un
juez de letras en lo criminal a que procediera en cierto negocio apesar
de haber habido fallo. El juez hizo respetar sus providencias, el Inten-
dente se quejó al Ministro de justicia i éste hizo llegar a la Excma.
Corte los antecedentes i el tribunal declaró que no había mérito para
proceder contra el juez: en una palabra, aprobó la .conducta funcio-
naría de ese majistrado.
Por lo demás el artículo es bien fácil de comprender, Toda autoridad
inferior debe dar inmediato cumplimiento a las órdenes superiores, pero
si cree que lo mandado es contrario a las leyes o que puedan resultar per-
juicios graves en su ejecución, o si duda de la notoriedad de tales man-
datos o que descansan en un error en que se ha hecho incurrir al su-
perior, su deber es entablar su reclamo en el acto, i si apesar de esto,
se le ordena que lleve a efecto lo mandado, debe hacerlo sin dilación: su
416 códigopenat,

responsabilidad queda a salvo, las consecuencias pesan entonces en el


que ordenó tales cosas i no en el que las ejecuta.
El juez de letras debe obediencia a las Cortes de quien depende,
según la materia del negocio. El Intendente al Presidente, el Goberna-
dor al Intendente, el Subdelegado al Gobernador del departamento i así
sucesivamente; pero una autoridad no debe mezclarse en las atribuciones
de otra, porque esta abrogación de facultades trae fatales consecuencias
i el desquiciamiento de todo poder bien constituido. La anarquía i el
despotismo no tardan entonces en presentarse en todo lo que tiene de
feo, repugnante i desmoralizador.

Art. 227.

«Se aplicarán respectivamente las p e n a s d e t e r m i n a -


das en los artículos p r e c e d e n t e s :
1.° A l a s p e r s o n a s q u e , d e s e m p e ñ a n d o por minis-
t e r i o d e l a l e i los c a r g o s d e m i e m b r o s d e l o s t r i b u n a l e s
d e j u s t i c i a c o l e j i a d o s o u n i p e r s o n a l e s , se h i c i e r e n r e o s d e
a l g u n o s d e los c r í m e n e s o s i m p l e s d e l i t o s e n u m e r a d o s
en dichos artículos.
2.° A l o s s u b d e l e g a d o s e i n s p e c t o r e s q u e i n c u r r i e r e n
en iguales infracciones.
3.° A l o s c o m p r o m i s a r i o s , p e r i t o s i o t r a s personas
que, ejerciendo atribuciones a n á l o g a s , d e r i v a d a s d e la
lei, d e l t r i b u n a l o d e l n o m b r a m i e n t o d e l a s p a r t e s , se
hallaren en idénticos casos.»

Iremos por parte en el estudio de este artículo:


1 P o r la lei los tribunales se reintegran ya por los fiscales, por
los jueces de letras o bien por abogados nombrados cada año por el
Presidente de la República. Los llamados en estos casos están sujetos
a las penas de los arts. 224, 225 i 226 si faltan a los deberes que pesan
sobre los jueces. La razón de esta disposición consiste en que la mora-
lidad de estas personas i los daños que ocasiona su prevaricación, viene
a ser el mismo que causarían los funcionarios a quienes reemplazan
libro ii título.—iv. 417

en esos actos. Como el delito de prevaricación trae consigo la respon-


sabilidad civil en favor del perjudicado, aparte de la penal, aquella
también se puede hacer efectiva respecto de éstos como la dé los jueces
propietarios. Este artículo establece una garantía en favor del público
que comprende a cualquiera persona que por la lei ocupe un lugar en
reemplazo de otro, i por eso la lei ha establecido ciertas obligaciones i pro-
hibiciones jenerales i que las pena caso de faltar a ellas. Las prohibiciones
i penas son al cargo que se desempeña i no a la persona i sea cual fuere
ella, el delito existe si se falta al cargo, empleo u oficio que se ejerce
aunque sea transitorio o para un negocio dado.
2.° Los subdelegados e inspectores están sujetos a las mismas
obligaciones i penas si faltan en los negocios de su competencia. La lei
nada dice de los jueces de subdelegacion o de distrito ¿los habrá
querido libertar de esta responsabilidad con su silencio, siendo que
ellos ejercen jurisdicción criminal i civil, i ha nombrado a los otros que
son meros ajentes del poder administrativo? Nos parece que nó i
que deben ser considerados en este inciso. La razón de este silencio es
porque el Código Penal se redactó i promulgó ántes de la vijencia de
la lei de 15 de octubre de 1875, sobre Organización i Atribuciones de
los Tribunales i ésta fué la que creó estos cargos, quitándole a los
subdelegados e inspectores la facultad que tenian de administrar
justicia hasta entonces, por eso el Código Penal consideró solo a aquellos
i no a estos últimos; pero por analojía i buen sentido debe establecerse
que, respecto a estos funcionarios, existen las penas destinadas a los
subdelegados e inspectores en caso de prevaricación por alguno de los
capítulos a que se refieren los arts. 224, 225 i 226.
3.° Por este inciso se establece que iguales prohibiciones i penas
pesan sobre los que conozcan como jueces en un negocio, ya sea que el
nombramiento les venga de la lei, de las partes o por un tribunal. El
compromisario, liquidador o partidor es un verdadero juez en el negocio
sometido a su fallo.
Los peritos son jueces a veces i otras obran como testigos. Es
evidente que la lei quiere que sea, cuando funcionen como jueces, para
que se hagan reos de este delito, puesto que si lo hacen-corno testigos,
estará la disposición del perjurio que les castiga si faltan a la verdad
del juramento.
Respecto de las personas a que se refiere este inciso la pena es un tanto
desigual a la de los jueces, porque para éstos la suspensión es jeneral i
27
418 códigopenat,

para los otros es solo relativa al cargo en que están conociendo, por lo
demás quedan colocados en igual situación. Pero a la verdad ¿cómo
estar en un Código estableciendo reglas para casos aislados o que se
pueden presentar una que otra vez?
Por regla jeneral, lo que aquí se pretende es garantir la administra-
ción de justicia i castigar severamente estos delitos para que exista
confianza en las personas llamadas a tan altos i delicados puestos.
Todas las anteriores disposiciones relativas a prevaricación, se dirijen
indudablemente, en lo que a cada uno toca, no solo a los jueces sino
también a los empleados que componen el ministerio público, i a los
que, por su oficio, ayudan a esa gran máquina que se llama poder
judicial. Lo estarán el secretario, el receptor que dieren consejos a una
de las partes por el conocimiento que tienen de la prueba rendida o
que hicieren saber el contenido de los interrogatorios que se les dan para
dilijenciarlos secretamente, abusando de su oficio i en fin, todo el que
falte a alguno de esos deberes,' aunque no ejerza jurisdicción directa
ni sea inmediatamente responsable de la recta i cumplida administra-
ción de justicia.

á r t . 228.

« E l que, desempeñando u n empleo público no perte-


neciente al o r d e n judicial, dictare a sabiendas provi-
dencia o resolución manifiestamente injusta en negocio
coñtencioso-administrativo o meramente administrativo,
i n c u r r i r á e n la p e n a d e s u s p e n s i ó n del empleo en su
g r a d o m e d i o (1) i m u l t a d e c i e n t o a quinientos pesos.
Si la r e s o l u c i ó n o p r o v i d e n c i a m a n i f i e s t a m e n t e i n j u s t a
la diere p o r neglijencia o ignorancia inescusables, las
p e n a s s e r á n s u s p e n s i ó n e n s u g r a d o m í n i m o (2) i m u l t a
de ciento a trescientos pesos.»

(1) De 1 año 1 dia a 2 años.


(2) De 61 dias a 1 año. Esias dos penas no son aflictivas i si hubiere
reo puede exijir su libertad bajo fianza.
libro ii título.—iv. 419

Este artículo, eu buenos términos, dice que el empleado público que


no sea del orden judicial, que dicte a sabiendas providencia o resolución
en negocio coñtencioso-administrativo o meramente de esta última
clase, se hace reo del delito que aquí se pena. Es evidente que él se
refiere a negocios civiles i como éste Oódigo se promulgó antes que la •
lei dé 15 de octubre de 1875, cuando los Intendentes i Gobernadores
ejercían ciertas atribuciones judiciales, como eran las de presidir las
juntas de caminos, ser jueces en el cobro de contribucioneis o de trabajos
hechos por orden de ellos, se quiso entonces equipararlos a los emplea-
dos judiciales en lo relativo a prevaricación. Por eso la primera parte
de esta disposición tendrá rara vez aplicación; pero si la última, es decir
cuando a sabiendas en negocios administrativos dicten resoluciones
manifiestamente injustas, como lo seria si un Gobernador privara a un
vecino de un derecho perfecto que le asistiera o le sacara una multa por
robo u otro delito bajo pretesto de infracciones a decretos meramente
administrativos.
Ahora si por ignorancia o neglijencia en averiguar los hechos
procediera atacando un derecho, existiría el delito, pero .no con la
ravedad que cuando se procede a sabiendas. Por esto la lei distingue
los dos casos i por lo mismo la pena es diferente, siendo mas leve en
este último, porque falta la malicia i lo que aquí se pena es la neglijen-
cia o su ignorancia i allá la violacion de un derecho a sabiendas de que
se obra mal i se falta a un deber.

ART. 2 2 9 .

«Sufrirán las penas de suspensión de empleo en su


g r a d o m e d i o (1) i m u l t a d e c i e n t o a quinientos pesos
los funcionarios a q u e se refiere el artículo anterior,
que, por malicia o neglijencia inescusables i faltando a
l a s o b l i g a c i o n e s d e s u oficio, n o p r o c e d i e r e n a l a p e r s e -
cución o a p r e h e n s i ó n de los delincuentes d e s p u e s de
requerimiento o d e n u n c i a formal h e c h a por escrito.»

(1) De 1 año 1 clia a 2 anos. No es pena aflictiva i admite escarce-


lacion bajo fianza si hubiere reo.
420 códigopenat,

Este artículo comprende a todo empleado público, que no sea del


orden judicial, porque para estos ya se han dictado reglas a que deba
sujetarse su conducta funcionaría. Pero ¿a qué empleados públicos se
referirá principalmente?—Es evidente que aquellos sobre los cuales
pesa la obligación de perseguir i aprehender a los delincuentes i no
lo hacen por malicia, neglijencia inescusable, faltan abiertamente a
sus deberes i como para este caso se reputa empleado todo el que
desempeña un cargo público, aunque no sea de nombramiento del Jefe
de la República, ni reciba sueldo del Estado, resulta que él comprenderá
no solo a los Intendentes, Gobernadores, subdelegados e inspectores,
sino también a los jefes de policía urbana o rural i empleados de estas
policías, sea cual fuere el rango que ocupen en ellas. La lei ha querido
hacer pesar la responsabilidad de este artículo en todos los encargados
del orden social i seguridad de los individuos, a fin de llamarles por
todos los medios al mas estricto i puntual cumplimiento de sus obliga-
ciones, i por eso no les escusa ni de neglijencia ni de faltas a sus
deberes. Todo cae bajo el peso de este, precepto, que es una garantía
para todos los individuos que residen dentro de nuestro territorio.

ART. 230.

«Si 110 tuviere renta el funcionario que debe ser


penado con suspensión o inhabilitación para cargos o
empleos públieos, se le aplicará ademas de estas penas
la de reclusión menor en cualquiera de sus grados (1)
o multa.de ciento a mil pesos, según los casos.»

(1) Entierro en Presidio de 61 días a 5 anos. Si se aplica en grado


mínimo será de 61 a 540 días; en grado medio de 540 dias a 3 años.
En estos casos- se aplica el art. 30 si hai cargo u oficio público de que
suspender al penado. No es pena aflictiva, i luú por consiguiente escarce-
lacion bajo fianza. Aplicada la pena en grado máximo lleva las accesorias
del art. 29. Es aflictiva i no hai escarcelacion para el reo. .

Como en este caso el reo de este delito no goza renta, la suspensión


no es un perjuicio, bien al contrario se le liberta de un cargo que ejerce
i a que la lei le obliga, como lo seria un subdelegado o un juez de
l i b r o ii título.—iv. 421

subdelegacion, a quien se aplicase ademas de esa peua, la de reclusión en


cualquiera desús grados, según sea la gravedad del delito i las demás
circunstancias de que se encuentre revestido, por eso el juez puede
recorrer todos los grados de esta pena para que ella sea análoga a
la criminalidad que se trata de castigar.

Akt. 231,

«El abogado o procurador q u e con abuso malicioso


d e s u oficio, p e r j u d i c a r e a s u c l i e n t e o d e s c u b r i e r e s u s
secretos, será c a s t i g a d o s e g ú n la g r a v e d a d del p e r j u i c i o
que causare, con la p e n a de suspensión en su g r a d o
mínimo (1) a i n h a b i l i t a c i ó n e s p e c i a l p e r p é t u a para el
cargo o profesion i multa de ciento a mil pesos.»

(1) De 61 dias a 1 año. Mas si se aplica la inhabilitación especial


perpétua, será pena aflictiva i no podrá obtener su escarcelaaion bajo
jianza.

El libro de Actas de la Comision Redactora de este Código consigna


lo siguiente:
«Se manifestó en seguida por el señor Reyes la duda de si se encon-'
trarian comprendidas en el actual artículo (que era el 220 del Proyecto)
aun las revelaciones que hace un abogado en materia no contenciosa.
La Comision teniendo en cuenta que bajo lá palabra cliente se entiende
no solo al que solicita los servicios de un abogado para la prosecución
de un juicio, sino también al que le busca para cualquier otro asunto
relativo a la profesion, creyó que dicho artículo abrazaba también el
caso propuesto i que no debia consignarse una disposición especial para
resolverlo.»
La revelación de secretos a que se refiere este artículo ha de hacerse
maliciosamente i no por imprudencia. Solo así se comprende que exista
criminalidad en el hecho de descubrir un procurador o un abogado los
secretos de su cliente a la parte contraria.
Ahora, para que exista la prevaricación en este caso, es también
necesario que la defensa de la parte contraria se haga sin el consentí-
422 códigopenat,

miento de aquella a quien se defendió anteriormente, puesto que si ha


prestado su consentimiento, no falta entonces a su deber tomando esa
defensa.
No hai tampoco prevaricación si un abogado o procurador toma la
defensa de dos partes que litigan contra un tercero, aunque persigan
distintas cosas o una misma si se obra con consentimiento i acuerdo de
ellas, o bien puede defender alas dos partes, si ellas así lo quieren i
persiguen la solucion de una cuestión que a ambas interesa en un
mismo sentido. La razón de esto es que si la prevaricación en los
jueces consiste en faltar maliciosamente a la justicia, en el abogado i
procurador solo la hai cuando se abandonan o se hace traición a los
intereses que se patrocinan. Así por ejemplo, el procurador que deja
pasar los términos, el abogado que declara los secretos de su cliente i
que entra en relaciones con la parte contraria para favorecer de cual-
quier manera sus designios, se mirará como criminal. Lo repetimos, la
prevaricación exije siempre la idea de la malicia, porque cuando no se
puede suponer la intención de causar daño i se obra con sencillez o
inocencia, no hai motivo para establecer este delito. Por eso el tránsito
de una defensa a otra, es el tránsito hecho a sabiendas i no por olvido u
otras causas. Ahora, un abogado consultado por una parte ¿podría
tomar despues la defensa de la contraria? A esto respondemos que si se
le impuso de los secreto^ que pueden ser de influencia en el resultado
del litijio, no puede honradamente aceptar la defensa del contrario. Mas
sino hubo confianzas, si solo vió documentos públicos i si opinó desde
luego contra el que le consultaba, no vemos por que razón haya de
serle prohibido el defender despues a su contrario. El derecho no se
opone a ello: talvez causas de delicadeza le apartarían de esa defensa;
pero si la acepta, legalmente obra bien i nadie podría imputarle esto
como un delito.

La opinion que hemos emitido, con relación al primer caso, se funda


en el peligro de que pueda hacerse uso de las noticias i secretos del
primer defendido en provecho de este otro; al paso que en el último
caso nada sabe reservado, puesto que los documentos son públicos i
entonces no causa mal a nadie.
Tampoco debe olvidarse que el hecho de una consulta aislada, sin
designar los nombres'propios de las personas ni aun de lo litijioso i que
el abogado la resuelve prima facie, no le compromete si acepta la
defensa contraria, porque él entonces no supo de qué personas se trata-
libro ii título.—iv. 423

ba i como una misma cuestión se puede presentar repetidas veces en


un estudio, es libre entonces el abogado para servir a quien busca su
intelijencia i sus aptitudes profesionales.

ART. 232.

ccEl a b o g a d o q u e , t e n i e n d o la d e f e n s a a c t u a l d e u n
pleito, p a t r o c i n a r e a la v e z a la p a r t e c o n t r a r i a e n el
mismo negocio, sufrirá las penas de inhabilitación
e s p e c i a l p e r p é t u a p a r a el e j e r c i c i o d e la p r o f e s i ó n i
m u l t a d e c i e n t o a m i l pesos.»

Ya sobre este particular hemos avanzado algunos conceptos que


ponen en claro el alcance de esta disposición. Empero, para complemen-
tar este trabajo, repetiremos que es necesario que su defendido ignore
esta circunstancia i que se le esté engañando; pero si no hai esa
ignorancia i léjos de ello ambos litigantes así lo quieren i lo han
solicitado ¿qué culpa tiene el abogado i quién podría hacerle cargos por
lo que acuerdan personas que tienen capacidad para resolver sobre sus
intereses? Lo que la lei castiga es el engaño que se hace aun cliente,
que, al saberlo, no se habría entregado a ese abogado i, conociendo el
papel que se le está haciendo desempeñar, arrancaría de manos tan poco
delicadas, que no saben comprender la altura de tan noble profesion,
sin cuidarse de la mancha que hasta cierto punto hacen pesar en el
gremio que le cuenta entre los suyos.

§ V.
Malversación de caudales públicos,

A r t . 233.

« E l e m p l e a d o p ú b l i c o q u e , t e n i e n d o a su c a r g o c a u -
d a l e s o e f e c t o s p ú b l i c o s o d e p a r t i c u l a r e s e n depósito,
424 código penat,

consignación o secuestro, los sustrajere o consintiere


que otro los sustraiga, será castigado:
1.° Con la pena de presidio menor en su grado medio,
(1) si la sustracción no excediere de cincuenta pesos.
2. Con la de presidio menor en su grado máximo,
(2) si excediere de cincuenta pesos i no pasare de
quinientos pesos.
3.° Con la de presidio mayor en sus grados mínimo
a medio, (3) si excediere de quinientos pesos.
E n todos los casos con la pena de inhabilitación
absoluta temporal en su grado mínimo (4) a inhabili-
tación absoluta perpétua para cargos i oficios públicos."

(1). Encierro en Presidio de 541 dicts a 3 años. No es pena aflictiva


i admite escarcelacion del reo bajo fianza. ¿Para qué aplicar el art. 30
si el último inciso de este articulo dispone una pena mayor? A juzgar
por clicho inciso i que es de aplicación a lodo el articulo, residía que
imponiéndose una pena aflictiva, no habrá escarcelacion en ningún caso.
(2) Id. de 3 años 1 dia a 5 años, lleva las accesorias que espresa el
art. 89. Es pena aflictiva i por si sola no admite escarcelacion bajo
fianza.
(3) Penitenciaria de 5 años 1 dia ü 15 años, lleva las accesorias del
art. 88. Es pena aflictiva i no hai escarcelacion bajo fianza.
(4) Be 3 años 1 dia a 10 años. Esta pena se aplica en los tres casos
a que se refiere el 'artículo; de manera que ella por si sola hace que este
delito merezca pena aflictiva i no se puede conceder la escarcelacion del
reo aun en el primer caso que no señala pena aflictiva.

La malversación de caudales públicos de que habla este párrafo,


debe hacerse precisamente por empleados públicos, porque si se comete
por particulares constituirá otro delito que se penará en otra parte de
este Código.
La malversación de caudales o efectos públicos tiene un carácter
grave de inmoralidad, porque se abusa de la confianza que el Estado
deposita en sus empleados i este delito se puede cometer, bien sustra-
yendo esos caudales o ya dándoles otra inversión, o dedicándolos a otro
objeto de aquel a que están destinados.
¿Por qué el artículo dice caudales o efectos públicos? Porque, repetí-
l i b r o ii título.—iv. 425

mos, si no sou públicos no existe malversación, i porque ademas el


artículo se encamina a prevenir i castigar a los que administran o tienen
fondos del Estado, bajo cualquier título que les imponga obligación
de conservarlos o de entregarlos donde la autoridad lo encuentre por
conveniente.
La pena aquí se ha agraduado según la cantidad que el empleado
hubiese sustraído o dejado a otros sustraer.
Ahora, si hai particulares mezclados en este delito, ellos no serán
penados por este artículo, porque no son empleados. Su participación
se penará por las reglas jenerales que hai mas adelante sobre este
particular.
Si la malversación de fondos se ha estado haciendo paulatina-
mente i no de una sola vez, es claro que cada una de esas sustracciones
se penará por separado, porque cada una de ellas ha constituido un
delito, según la disposición del art. 74 de este Código, que tiene tanta
aplicación en las estafas i según la cual puede resultar una larga
prisión para el culpable, por no tener un límite para los casos de repe-
tición en una misma oficina o a una misma persona. El que malversa
de una sola vez mil pesos, puede tener mucho menos pena que el que
aprovecha igual cantidad i la va estrayendo en distintas parcialidades
que no excedan de cincuenta pesos. Esta es una incónsecuencia de la lei
que no tendrá remedio hasta que dicho art. 74 no se reforme por
completo.
Hé aquí una sentencia dictada por la Corte Suprema en que se
confirman nuestras teorías a este respecto. Ella no corre en la Gaceta
ele los Tribunales; pero se encuentra a fs. 429 vueltas del libro
copiador de Sentencias de 1876 en la secretaría de ese tribunal:
«Santiago, marzo 10 de 1876.—Vistos: M. C. O. i J. E. G-., empleado
aquel en la administración de correos de Valparaiso i éste en la de
Santiago, están confesos de haber sustraído caudales públicos mediante
falsificación de jiros postales. Las sumas sustraídas según el informe
de fs. 42 ascienden a 24,127 pesos 60 centavos i de esta cantidad
20,925 pesos fueron sustraídos antes de la vijencia del Código Penal i
3,202 pesos 60 centavos despues de estar en vigor este Código.
Considerando que las sustracciones anteriores al Código Penal
deben castigarse con arreglo a, la Eeal Orden de 14 de marzo de 1807
que impone a este delito la pena de dos a nueve años de presidio;
Considerando que las sustracciones ejecutadas despues del Código
426 códigopenat,

Penal, deben haberse verificado al ménos en ochenta ocasiones distintas


porque cada jiro postal no puede exceder de 40 pesos;
Considerando que el art. 74 del Código Penal dispone que al culpa-
ble de dos o mas delitos se le impongan las penas correspondientes a
cada uno de ellos;
Considerando que el art. 233 del mismo Código castiga la defrau-
dación que no excediere de 50 pesos hecha por un empleado público con
la pena de presidio menor en su grado medio, se condena a M. 0. O. i a
J. E. G. por las sustracciones verificadas antes de la vijencia del Código
Penal a seis años de Cárcel Penitenciaria i por cada una de las ochenta
sustracciones efectuadas despues del Código Penal, se les condena a
presidio menor por 541 dias. Ambos reos quedan obligados a restituir
insolidum la cantidad sustraida i perpétuamente inhabilitados para
cargos i oficios públicos. La pena del reo M. C. O. se contará desde el
30 de abril del año próximo pasado, fecha de su prisión, debiendo ser
oido J. E. G. con arreglo a derecho cuando se presente o sea habido.
Se confirma la sentencia apelada solo en lo conforme a ésta.—MONTT.—
BARRIGA.—YALENZUELA.—COVAEBÚBIAS.»

Si multiplicamos 80 por 541 nos dan 43,280 dias, i si los dividimos


por 365 dias que tiene el año, resultan 118 años con 210 dias, que
componen 7 meses; de manera que por la sustracción de 3,202 pesos
les correspondió a esos reos esta enorme pena i por la de 20,925 pesos
solo seis años. Sumadas estas dos penas llegan a 124 años 7 meses. El
Consejo de Estado conmutó en ocho años de Penitenciaria esta larga
condena.

ART. 234.

« E l empleado público que, por abandono o neglijen-


cia i n e s c u s a b l e s , d i e r e o c a s i o n a q u e se e f e c t ú e por
o t r a p e r s o n a la s u s t r a c c i ó n d e c a u d a l e s o e f e c t o s p ú b l i -
cos o d e p a r t i c u l a r e s d e q u e s e t r a t a e n l o s t r e s n r í m e r o s
d e l a r t í c u l o a n t e r i o r , i n c u r r i r á e n la p e n a d e s u s p e n s i ó n
en cualquiera de sus grados, (1) quedando ademas
o b l i g a d o a la d e v o l u c i ó n d e l a c a n t i d a d o efectos sus-
traídos.»
l i b r o ii título.—iv. 427

(1) De 61 dias a 3 años. No es pena aflictiva i admite la escarcelacion


del procesado si lo hubiere.

Este artículo establece que el empleado público que da ocasion para


que otra persona sustraiga caudales o efectos públicos o de particulares
que estén por supuesto a su cargo, cuando esto se haga por abandono o
neglijencia inescusables, queda obligado a la devoluciou de la cantidad
o efectos sustraídos i a la suspensión de su cargo de 61 dias hasta 3
años.
Un jefe de una tesorería o de contabilidad de fondos del Estado, que
conoce el déficit, que sepa quien es el subalterno que lo efectúa i no
tome en el acto medidas para que el mal no continúe o no denuncia al
culpable, infrinjirá esta disposición.
Por ejemplo, los Ferrocarriles son propiedad del Estado: supóngase
que en una oficina donde se verifica el cobro de la carga, un empleado
esté sustrayendo ese dinero o las especies que llegan, o que esto lo haga
un particular i que el Jefe de la Contabilidad o el Tesorero lo sepa,
ya porque se le ha avisado o porque lo conozca por las entregas i ápesar
de todo guarde silencio, tendremos entontes que, aunque él nada haya
aprovechado, por el hecho solo de tolerar este proceder, le vendrá de lleno
la disposición de este artículo en razón a que su obligación es vijilar a
sus subalternos i todo lo que esté bajo su inmediato cuidado.
La disposición del artículo es hasta cierto punto benigna, puesto que
debería considerarlo cómplice o encubridor e imponerle entonces alguna
pena mas grave, ya que la responsabilidad civil afecta a todo delin-
cuente i ella se hará efectiva en este caso si el reo principal no tiene
como pagar lo sustraido.

ART. 235.

«El empleado que, con daño o entorpecimiento del


servicio público, aplicare a usos propios o ajenos los
caudales o efectos puestos a su cargo, sufrirá las penas
de inhabilitación especial temporal para el cargo u
oficio en su grado medio (1) i multa del diez al cin-
cuenta por ciento de la cantidad que hubiere sustraido.
428 códigopenat,

No verificado el reintegro, se le aplicarán las penas


señaladas en el art. 233.
Si el uso indebido de los fondos fuere sin daño ni
entorpecimiento del servicio público, las penas serán
suspensión del empleo en su grado medio (2) i multa
del cinco al veinticinco por ciento de la cantidad sus-
traída, sin perjuicio del reintegro."

(1) De 5 años 1 clia a 7 años. Es pena aflictiva i no admite escarce-


lacion tajo fianza.
(2) De 1 año 1 dia a 2 años. No es pena aflictiva i se puede pedir la
escarcelacion del procesado tajo fianza.

El artículo que hemos copiado establece que hai delito cuando, con
daño o sin él, se aplican a usos propios o ajenos los caudales o efectos
puestos a cargo de un empleado público. Si es con daño i no se hace
el reintegro de esos fondos, el delito está sujeto a la prescripción del
art. 233: i hecho el reintegro la pena es de inhabilitación especial tem-
poral en grado medio para el cargo u oficio que se desempeña i la
multa del diez al cincuenta por ciento de la cantidad sustraída; pero
esta multa en ningún caso podrá exceder de cinco mil pesos, según lo
dispuesto en el inciso 7.° del art. 25.
Si del uso de esos fondos no hubo daño ni entorpecimiento en el
servicio público, la pena es ménos grave porque no resultó un perjui-
cio, fué una sustracción con ánimo e intención de reponerlos i lo hizo
asi en efecto.
Lo que el artículo quiere es prohibir a todo administrador o tenedor
de fondos o de efectos puestos a su cuidado el que negocie con ellos,
el que los toque o los distraiga, aunque pueda reponerlos i no perjudi-
que al servicio público, porque si tolerara este proceder, podrían llegar a
ser frecuentes los casos en que, por la espectativa de un lucro o de un
negocio lijero, fallara todo cálculo i el Estado recibiera perjuicios. Bas-
te saber que a todo administrador de rentas públicas le queda ente-
ramente prohibido, bajo cualquier pretesto o intención, el usar o
negociar con lo que está a su cuidado. Sin esto se abriría un ancho
campo al abuso i sin embargo ¿acaso en provincias los tesoreros del
l i b r o ii título.—iv. 429

Estado o municipales no hacen esto siempre? Ellos son jeneralmente


los banqueros de los pueblos i deben a estos negocios unos su ruina i
otros su riqueza.
El señor Julio Zegers, siendo Ministro de hacienda, dictó una circu-
lar reglamentando la tenencia de fondos en las Tesorerías del Estado i
ella trajo resultados favorables; pero como la vijilancia de todos no
puede ser tan. eficaz como en los grandes centros de poblacion, el
mal no se ha reparado por completo en pueblos de ménos importancia.

ART. 2 36.

, " E l empleado público que arbitrariamente diere a


los c a u d a l e s o efectos que administre una aplicación
pública diferente de aquella a que estuvieren destina-
dos, será castigado con la p e n a de suspensión del
e m p l e o e n s u g r a d o m e d i o , (1) si d e e l l o r e s u l t a r e d a ñ o
o entorpecimiento para el servicio u objeto en que
d e b í a n e m p l e a r s e , i con la m i s m a e n su g r a d o m í n i m o ,
(2) s i n o r e s u l t a r e d a ñ o o e n t o r p e c i m i e n t o . »

(1) De 1 año 1 clia a 2 años.


(2) De 61 Mas a 1 año. No son penas aflictivas i Mi lugar a escar-
celacion bajo fianza.

En el artículo anterior hemos visto que se prohibía al empleado públi-


co que administra fondos o efectos públicos el aplicarlos a usos propios o
ajenos, ya fuera con daño o entorpecimiento del servicio público o sin
él i la obligación que tenia de efectuar su reintegro, así como la3 penas
en estos casos o cuando no verificaba su devolución. Ahora el caso es
'distinto: se limita a prohibir al empleado el malversar los caudales
públicos dándoles una inversión distinta de aquella a que estaban- des-
tinados; pero que tienen también por objeto el servicio público en razón
a que este proceder arbitrario de su parte es un acto de desobediencia, de
. abrogación de facultades, del cual puede resultar daño o entorpecimien-
to del servicio a que se destinaban esos fondos por quien tiene facultad
de darles aplicación. Por eso la pena es distinta en uno i otro caso, es
430 CÓDIGO PENAt,

decir, cuando hai daño o entorpecimiento en el servicio público es


mas grave, mucho mas leve cuando no ha habido alteración alguna. Lo
que se castiga es ese abuso que puede establecer confusiones o compli-
caciones serias en el servicio i dejarse de verificar un pago que podria
interesar al Estado o comprometer su crédito, cosa que no es dado a un
subalterno que tiene que sujetarse a las prescripciones del superior, a
las leyes i decretos que existan sobre ese particular.

ART. 2 3 7 .

« E l empleado público que, debiendo bacer u n p a g o


como tenedor de fondos del Estado, rehusare hacerlo
sin causa bastante, sufrirá la p e n a de suspensión del
e m p l e o e n s u s g r a d o s m í n i m o a m e d i o . (1)
E s t a disposición es aplicable al e m p l e a d o príblico
que, requerido por órden de autoridad competente,
rehusare hacer entrega de u n a cosa p u e s t a bajo su
custodia o administración.))

(1) De 61 dias a 2 años. No es pena aflictiva i hai lugar a esmrce-


iacion bajo fianza.

Esta disposición se funda principalmente en que el empleado que


se niega a verificar un pago o a entregar una cosa puesta bajo su cus-
todia, da motivo para presumir que no tiene en su poder dichas
cantidades o dicho objeto, i, en consecuencia, que ha cometido el delito
de malversación que aquí se indica. Ahora si el empleado se niega a
verificar el pago, porque los fondos no existen o no han entrado a su
poder o por otra causa justa,, su resistencia no constituye; un delito;
por eso, requerido por, autoridad competente i ésta no encontrare legal
su oposicion, la infracción a este artículo queda de manifiesto i la
presunción de haber distraído esos fondos se presenta de lleno a los ojos
déla lei.
libro ii título.—iv. 431

ART. 238.

«Las disposiciones de este p á r r a f o son ostensivas al


que se halle e n c a r g a d o por cualquier concepto de
fondos, r e n t a s o efectos municipales o pertenecientes a
u n establecimiento público de instrucción o benefi-
cencia.»

Este articuló -viene a establecer que las obligaciones a que se refiere


el presente párrafo que lleva por epígrafe Malversación de caudales
públicos, incluye, no solo a los que administran o colectan fondos del
Estado, sino también municipales i de beneficencia o de instrucción
pública. Comprende pues, a los Ministros del Tesoro, a los Tenientes
de Ministros, Recaudadores de contribuciones del Estado, Tesoreros
Municipales, Recaudadores de contribuciones Municipales, Tesoreros
de Beneficencia, Cobradores de estas rentas, Tesoreros del Instituto
Nacional i Liceos de la República, Contadores o Recaudadores de
empresas del Estado, como lo seria la de ferrocarriles, telégrafos
aduanas, etc., etc. En una palabra, es tan lato que abraza a todo el que
tenga o recaude fondos, ya sean éstos del Estado, municipalidades, de
beneficencia o instrucción pública, porque lo que se lia querido estable-
cer es la igualdad del principio para que, dentro de él, quepan los
mismos delitos i recaigan en todos las mismas penas.

§ VI.
Fraudes i exacciones ilegales.

ART. 239.

«El empleado público que en las operaciones en que


interviniere por r a z ó n de su cargo, d e f r a u d a r e o con-
sintiere que se d e f r a u d e al Estado* a las m u n i c i p a l i d a -
des o a los establecimientos públicos de instrucción o
432 código penat,

de beneficencia, sea orijinándoles pérdida o privándoles


de uu lucro lejítimo, incurrirá en las penas de presidio
menor en sus grados medio a máximo, (1) inhabilita-
ción especial perpétua p a r a el cargo u oficio i multa
del diez al cincuenta por ciento del perjuicio causado.»

(1) Presidio de 541 días a 5 años.


Si se aplica en gráelo medio de 541 días a 3 años, no es aflictiva; pero
como lleva inhabilitación especial perpetua, no puede haber esccircelacion
ni suspensión de cargo u oficio en los términos del art. 30, porque apli-
cándose la inhabilitación especial perpétua, es mayor que la- otra.
Si se aplica en grado máximo lleva las accesorias del art. 29. Es
aflictiva i por esto i porque la inhabilitación especial que ordena el articulo
es perpétua, no puede ser escarcelaclo el reo bajo fianza.

En este párrafo síguense siempre refiriendo las disposiciones del


Código a los delitos cometidos por empleados públicos en perjuicio del
Estado. .
Si los fraudes i exacciones se cometen contra particulares, no se
impondrán las penas del presente párrafo, sino las del Título IX, como
tendremos oportunidad de verlo a medida que vayamos avanzando en
nuestro trabajo.
En el delito de que se ocupa este artículo entran dos elementos
criminales: el robo o fraude que al Estado se causa—-i el abuso de
funciones i de poder con que se comete, i hó aquí el doble carácter de
la pena con que lo castiga, comprendiendo a toda clase de empleados sin
distinción de categorías i abraza también toda clase de servicios. Así
por ejemplo, en un contrato que se celebre a nombre del Estado puede
cargarse un precio dado i dársele al contratista que representa al Pisco
una prima por razón de preferencia o por otra causa que no deje rastros
de un fraude. Sin embargo, todo esto es un delito, porque esa prima que
se recibe a cualquier título que sea, es indudable que se carga al Eisco
i sale de él i no del que la dá. ¡Cuánto se ha abusado de esto en estos
tres últimos años!
Por fin, conviene no olvidar que la multa nunca puede exceder en
el caso de este articulo de cinco mil pesos, según el precepto del inciso
7." del art. 25.
libro II título.—iv. 433

Art. 240.

" E l empleado público que directa o indirectamente


se interesare en cualquiera clase de contrato u opera-
ción en que deba intervenir por razón de su cargo, será
castigado con las penas de reclusión menor en su g r a d o
medio (1), inhabilitación especial perpétua para el cargo
u oficio i multa del diez al cincuenta por ciento del
valor del Ínteres que hubiere tomado en el negocio.
E s t a disposición es aplicable a los peritos, árbitros
i liquidadores comerciales respecto de los bienes o
cosas en cuya tasación, adjudicación, partición o admi-
nistración intervinieren, i a los g u a r d a d o r e s i albaceas
tenedores de bienes respecto de los pertenecientes a
sus pupilos i testamentarías.
L a s -mismas penas se impondrán a las personas rela-
cionadas en este artículo, si en el negocio u operacion
confiados a su cargo dieren ínteres a su cónyuje, a
alguno de sus ascendientes o descendientes lejítimos
por consanguidad o afinidad, a sus colaterales lejítimos,
por consanguidad hasta el tercer grado inclusive i por
afinidad hasta el segundo también inclusive, a sus
padres o hijos naturales o ilejítimos reconocidos."

(1) Presidio de 541 dias a 3 años i las que lleva consigo según el art.
SO;'perodesde que hai inhabilitación especial perpétua para el cargo i el
cielito debe ser cometido por empleado, la suspension cede su lugar a la
inhabilitación perpétua. Si se hubiera de aplicar solo la primera pena
habria lugar a la escarcelacion del reo bajo jianza, pero este derecho
desaparece por ir esta pena con otra que es aflictiva i no puede el reo ser
escar celado.

El empleado público que tome Ínteres en los contratos en que deba


intervenir por razón de su cargo, da mas que sobrado motivo para esta-
28
434 código penat,

blecer que cuidará mas de sus intereses que de los del Fisco. Mas como
este fraude se comete indirectamente i su resultado no es tan seguro, ni
tan graves los perjuicios que se puedan causar, como en los casos ante-
riores, se le impone una pena menor.
La lei en^stos casos teme i presume el fraude, porque el empleado
contratista no puede vijilarse a si mismo: ello seria descuidar sus
propios intereses i esto no entra en la esfera de lo posible.
La segunda parte del artículo establece que si los peritos, ya sean
tasadores o liquidadores comerciales, guardadores, albaceas, tenedores
de bienes, respecto a los bienes cuya tasación, adjudicación, partición o
administración, intervinieren i se interesan por sí o por medio de otras
personas o parientes, siendo que ellos tengan injerencia por razón
de su cargo, quedan sujetos a la misma pena que el empleado que se
interesa en un contrato u operacion en que debe intervenir por razón
de su oficio. Así pues, el tasador no puede comprar las cosas que tasa,
el curador los bienes del pupilo, como tampoco puede arrendarlos para
si o hacer estos negocios por medio de otros o que lo hagan sus
parientes en los -grados que allí se indican.
El último inciso viene a establecer las penas en que incurren las
personas que designa el anterior inciso, caso que se descubra la parte
que tengan en tales contratos.
En jeneral, este artículo viene a dar una garantía no solo a los intere-
ses del Estado, sino también de particulares que no pueden vijilar sus
negocios i a restrinjir los abusos que podría cometer un perito tasador,
un liquidador, un partidor, un albacea tenedor de bienes i a evitar los
fraudes que por este medio se podrían ejecutar por estas personas o por
sus parientes a quienes se pretendiera favorecer en perjuicio de esos
intereses. Apesar de lo terminante de este precepto ¡cuántos negocios
se hacen sin embargo por personas poco delicadas i que quedan impu-
nes por la dificultad de la prueba!
Réstamos por último decir que en estos casos tampoco la multa
puede exceder de cinco mil pesos, según la disposición tantas veces
citada del art. 25.

A r t . - 241.

" E l empleado público que exijiere directa o indirec-


tamente mayores derechos de los que le estén señala-
l i b r o ii título.—iv. 435

dos]Dor razón de su cargo, será castigado con una multa


del duplo al cuádruplo de la cantidad exijida.
E l culpable habitual de este delito incurrirá ademas
en la pena de inhabilitación especial temporal para el
cargo u oficio en su grado medio.» (1)

(.1) De 5 años 1 clia a 7 años. Es pena aflictiva i no admite en este


caso escarcelacion bajo fianza.

La exacción de derechos superiores a los justos es cosa de todos los


dias i que no han bastado a impedirlo las antiguas leyes penales.
El artículo distingue dos casos: cuaiido el delito se comete por pri-
mera vez i cuando el reo es reincidente, i por eso es la diferencia de la
pena mui agravada naturalmente para estos últimos. ¿Cómo establecer
la habitualidad que exije? Creemos que si los hechos se repiten por
mas'de dos veces ya estaría de lleno la exijencia del artículo, sobre todo
si ello era repetido uno en pos de otro.
¿Se referirá este artículo a los Relatores, Notarios, Secretarios, Recep-
tores o Defensores de menores, de Obras pías i ausentes, si cobran mas
derechos de aquellos que les da el arancel judicial? Nos parece que
sí, porque el Código Penal derogó toda lei preexistente sobre materias
que él trate i entonces las penas establecidas por dichos aranceles están
sin efecto i debe en tales casos aplicarse lo que dispone este artículo,
porque no seria justo que se impusieran dos penas a la vez.
La jeneralidad de este precepto hace que se estienda a toda clase de
empleados que tengan que cobrar derechos por cualquier título a fin de
que no se salgan de los límites que se les marca en la lei que para ello
les autoriza, ya sea que esos derechos los perciban para sí o para el
Estado u otra corporacion. En este caso se encuentran los empleados
de ferrocarriles, telegráfos, aduanas de la República i de otras oficinas
públicas en que se pagan derechos, como sucede en la de Beneficencia,
o Tesorería donde se hacen cobros, o bien cuando porlalei se le da a
un empleado como renta la facultad de exijir emolumentos, como ser a
los fieles ejecutores, martilieros o cónsules etc., etc.
Sin embargo, creemos que todo empleado puede cobrar una remune-
ración cuando se le exije un aumento de trabajo estraordinario en
436 códigopenat,

horas que no sean de su obligación según su destino, o bien porque


posponga otros trabajos no remunerados por el Estado i se le de prefe-
rencia al que se le exije.
Este exceso o abandono de otra ocupacion que le pueda lucrar algo,
podria cobrarse sin faltar a sus deberes como carga estraña al empleo
u oficio que ejerce.
Repetimos aquí que la multa de que habla el primer inciso de este
artículo, sigue la regla del art. 25 que prohibe el que exceda de cinco
mil pesos.

§ VII.

Infidelidad en la custodia de documentos.

Art. 242.

"El eclesiástico o empleado público que sustraiga


o destruya documentos o papeles que le estuvieren
confiados por razón de su cargo, será castigado:
1.° C o n l a s p e n a s d e r e c l u s i ó n menor en su grado
m á x i m o (1) i m u l t a de mil a tres mil pesos, siempre
q u e del h e c h o r e s u l t e g r a v e d a ñ o d e la causa pública
o de tercero.
2.° G o n reclusión menor en sus grados mínimo a
m e d i o (2) i m u l t a d e ciento a mil pesos, cuando no
c o n c u r r i e r e n las c i r c u n s t a n c i a s e s p r e s a d a s e n el n ú m e r o
anterior."

(1) Presidio de 3 años 1 día a 5 años i las accesorias del art. 29.
Es pena aflictiva i no hai escarcelacion para el reo tajo fianza.
( 2 ) Id. 61 dias a 3 años, aplicándose lo dispuesto en el art. 30 si hai
cargo u oficio publico de que suspender al penado i como el articulo se
refiere a empleado, es evidente que tiene directa aplicación dicho art. 30.
No es pena aflictiva i puede el reo ser escarcelado bajo fianza.

El eclesiástico es un empleado público respecto de los libros parro-


quiales que tiene a su cargo o de las partidas que espide, ya sean de ma-
trimonio, bautismo o bien de defunciones.
libro .ii.—título y. 437

Ahora para que tenga lugar la aplicación de la pena en los dos casos a
que se refiere este artículo, es necesario que los documentos se hallen
confiados por razón del cargo público, porque si se reciben de un parti-
cular, ya sea eclesiástico o empleado, al que los acepte no por razón de
su cargo sino por otro encargo, no se le podrá aplicar esta disposición.
Será otro el'delito cometido.
Los encargados de los archivos eclesiásticos o notarías de esta clase,
están bajo el peso de la presente disposición, como se encuentran tam-
bién los secretarios, notarios civiles, i en jeneral, todo aquel que, por
su oficio, tenga la conservación i guarda de documentos o papeles de
algún servicio público.
Los archiveros jenerales, los particulares de los ministerios o de
otras oficinas de contabilidad, todos están comprendidos en la disposi-
ción de este artículo, aunque no sean de aquellos que tengan fé pública.
La regla es sin limitación alguna i no podría entrar en enumeraciones
particulares porque no hai necesidad de ello. Ha bastado que establez-
ca la responsabilidad de todo custodio de documentos o papeles públi-
cos, ya sea del orden civil o del eclesiástico, para llenar la exijencia i
garantir toda oficina o archivo que exista dentro del territorio del
Estado.

AET. 2 4 3 .

" É l empleado público que, teniendo a su cargo la


custodia de papeles o efectos sellados por la autoridad,
q u e b r a n t a r e los sellos o consintiere en su quebranta-
miento, sufrirá las p e n a s de reclusión menor en sus
grados mínimo a m e d i o (1) i m u l t a de ciento a qui-
nientos pesos.
El guardian que por su neglijencia diere l u g a r al
delito, será c a s t i g a d o con reclusión m e n o r en su g r a d o
m í n i m o (2) o m u l t a d e c i e n t o a t r e s c i e n t o s p e s o s . "

(1) Presidio de 61 dias a 3 años, aplicándose ademas lo que dispone el


art.30. No es pena aflictiva i el reo puede ser escarcelado bajo fianza.
( 2 ) Id. de 61 a 540 dias. En lo demás como el anterior.
438 códigopenat,

No era bastante penar la sustracción de documentos o papeles que


estén a cargo de un eclesiástico o empleado público como se ha visto
en el anterior artículo. Era preciso en esta materia avanzar un poco
mas i he aquí por que se prohibe i se señala pena al empleado público
que, teniendo a su cargo la custodia de papeles o efectos sellados por la
autoridad, consintiese en su quebrantamiento, castigando también al
guardian que por neglijencia diere lugar a que se efectúe este delito,
por supuesto que la responsabilidad de este último es menor que la del
empleado público, porque su culpa es mucho mas grave i el resultado
puede ser el que se divulgue el contenido de esos papeles o de lo que
está bajo sellos. Un ejemplo de esto seria romper los sellos con que se
guardan los secretos de los privilejios esclusivos que concede la
autoridad prévios los requisitos legales.
Ahora, si un particular o un empleado recibe de otro particular
papeles o efectos sellados i falta a su deber, no se pena este caso por
este artículo. Si hai delito o perjuicio, esa responsabilidad es distinta
de la que-aquí se trata i por eso no debe confundirse la responsabilidad
del empleado con la de un particular, porque entonces la penalidad
seria equivocada.

Art. 244.

«El empleado público que abriere o consintiere que


se abran, sin la autorización competente, papeles o
documentos cerrados cuya custodia le estuviere confia-
da, incurrirá en las penas de reclusión menor en su
grado mínimo (1) i multa de ciento a trescientos
pesos.»

(1) Presidio de 61 a 540 clias, aplicándose también lo que dispone el


art. SO. No es pena aflictiva i luii lugar a escarcelacion bajo fianza.

El artículo anterior se ha referido a la custodia de papeles o efectos se-


llados por la autoridad. El presente no exije que tales cosas sean selladas
por la autoridad i en esto está la diferencia, pues dice únicamente que
estén confiados. Este es el caso, por ejemplo de un Notario que abre o
libbo ii.— t í t u l o v. 439

permita que se abra un testamento cerrado, sin decreto de autoridad


competente. Un Secretario que abre o consienta que se abran pliegos
cerrados de posiciones, sin que el juez de la causa lo haya ordenado o
providenciado sobre ellas, etc.
Este artículo no hace otra cosa que complementar la disposición
del anterior, para prevenir todos los casos que puedan ocurrir a este
respecto.
¿Se comprenderá en este artículo el caso de que un administrador
de correos o empleados de su dependencia abran la correspondencia
que se entrega en su oficina? Nos parece que nó con toda seguri-
dad, porque el párrafo se refiere a documentos i las cartas no lo son en
el sentido jeneral i porque ademas este caso está previsto i penado en el
art. 156 del Código.

á r t . 245.

"Las penas designadas en los tres artículos ante-


riores son aplicables a los particulares encargados
accidentalmente del despacho o custodia de documentos
o papeles, por comision del G o b i e r n o o de los funcio-
narios a quienes h u b i e r e n sido confiados aquellos en
r a z ó n d e s u oficio, i q u e d i e r e n el e n c a r g o ejerciendo
sus atribuciones.»

Si un particular es encargado accidentalmente del despacho o custo-


dia de documentos o papeles por comision del gobierno o de los funcio-
narios a quienes por razón de su oficio se les hubieren confiado aquellos,
i falta a las obligaciones propias del empleado que reemplaza o
representa, se hará reo según los casos que se detallan en los tres
artículos que anteceden i la pena será según la infracción que cometa.
Ahora, esta responsabilidad, es decir la que nace cuando se recibe
un encargo, es preciso que venga de persona que por la lei pueda hacer
esa delegación o dar esa orden en ejercicio ele sus atribuciones, porque
de lo contrario se faltaría a un encargo de un amigo i no de una auto-
ridad.
440 Gódigopena.II

Este artículo corresponde al 233 del Proyecto i a propósito de él


se lee lo siguiente en el Libro de Actas, sesión 52 de 4 de Agosto de
1871:
«A indicación de los señores Fábres i G-andarillas acordóse agregar
la frase: dieren el encargo en ejercicio de sus atribuciones, para compren-
der solo aquellos casos en que un funcionario confia la custodia de
papeles o documentos a un particular estando autorizado para hacerlo;
eseluyendo al mismo tiempo aquellas comisiones de amistad que no
puede imponer al que las recibe una mayor responsabilidad que si
viniere de un simple particular.» Ejemplo de lo primero es un Ministro
de Estado o un Jeneral en Jefe que remita al Presidente pliegos
cerrados: lo segundo un administrador de correos que se vale de un
amigo para que le lleve a la Tesorería Nacional fondos que estaba él
obligado a entregar. La responsabilidad del primer encargado es
la que establece i pena este artículo; la del segundo aquí no es lugar-
oportuno para buscar el delito cometido, porque si no entrega los fondos
el perjudicado, que lo es el administrador de correos, hará efectiva esa
responsabilidad por el delito de estafa, que es lo único que se presenta
en este segundo ejemplo.

§ VIII.

Violacion de secretos.

ART. 246.

«El empleado público q u e revelare los secretos de


q u e t e n g a c o n o c i m i e n t o p o r r a z ó n d e s u oficio o e n t r e -
gare indebidamente papeles o copia de papeles que
t e n g a a su cargo i no d e b a n ser publicados, incurrirá
en las p e n a s de suspensión del empleo en sus grados
mínimo a medio (1) o m u l t a d e ciento a quinientos
pesos, o bien en a m b a s conjuntamente.
Si d e la r e v e l a c i ó n o e n t r e g a r e s u l t a r e g r a v e daño
para la causa pública, las penas serán reclusión m a y o r
e n c u a l q u i e r a d e s u s g r a d o s (2) i m u l t a d e m i l a c i n c o
mil p e s o s . »
libro ii.—título vi. 441'

(1) De 61 dias a 2 años. No es aflictiva i hai lugar a escarcelacion


i ajo jianza.
(2) Penitenciaria de 5 años 1 dia a 20 años i las accesorias del cirt.
28. Es pena aflictiva i no puede otorgarse la escarcelacion del reo tajo
flama.

En este párrafo no se trata de la revelación de secretos que compro-


metan la seguridad esterior o interior del Estado i de lo cual nos liemos
ocupado en los títulos 1.° i 2.° del presente libro. Aquí se penan
únicamente los actos que se dirijen a la revelación de secretos hecha
por el empleado público, o bien cuando él da ocasion a que se efectúe.
La penalidad se gradúa en este caso en proporcion al daño que se
cause por este delito.
Por ejemplo, el secretario del juez del crimen sabe lo que resulta de
un sumario; un empleado de policía recibe órdenes secretas i si uno i
otro descubren esa reserva que deben guardar, se hace ilusoria la pesquiza
judicial i la captura del delincuente. Un oficial mayor del Ministerio de
Relaciones Esteriores o del de Guerra i Marina, saben indudablemente
los secretos de una negociación o los apuntes de una espedicion i si ellos
o los escribientes publican los documentos o dejan sacar copias de lo que
está en reserva, habrán causado un maf mucho mayor que en los dos
casos anteriores. De aquí es que en la revelación de secretos pueden com-
prometerse intereses privados i públicos. Los primeros se penan por el
artículo que sigue i estos últimos por el presente. Si la causa pública ha
sido dañada gravemente, entra lo dispuesto en el segundó inciso de este
artículo, i cuando el mal no ha sido de trascendencia el delito se pena
conforme a la primera parte de él, quedando por consiguiente a la
prudencia del juez él apreciar estos casos según los resultados que
han traído esa violacion del secreto.

Art. 247.

«El empleado público que, sabiendo por razón de su


cargo los secretos de un particular, los descubriere con
perjuicio de éste, incurrirá en las penas de reclusión
442 Gódigopena.II

menor en sus grados mínimo a medio (1) i multa d e


ciento a quinientos pesos.
L a s mismas penas se aplicarán a los que, ejerciendo
alguna de las profesiones que requieren título, revelen
los secretos que por razón de ella se les hubieren con-
fiado.»

(1) Presidio de 61 dias a 3 años, aplicándose el art. 30 si hai cargo


u oficio publico ele que suspender ed penado. No es aflictiva*, i puede el
reo ser escarcelado bajo fianza.

La primera parte de este artículo establece pena contra el empleado


público que revela los secretos de un particular causándole con ello daño,
siempre que esos secretos los sepa por razón de su oficio, sin perjuicio
de la responsabilidad civil que el perjudicado puede ejercitar en todos
los casos i que, por ser un principio que se desprende de todo delito, no
hemos tenido necesidad de estar advirtiéndolo en cada caso particular.
Igual prohibición establece el segundo inciso de este artículo i bajo
la misma pena al que, en el ejercicio de una profesión que requiera
título, revela los secretos que, por razón de ella, se le hubieren confiado.
Aquí se comprende pues al médico, al abogado i al procurador; pero si
esta revelación la hacen los dos últimos nombrados con abuso malicio-
so de su oficio, serán penados conforme al art. 231, porque el alcance
de esta disposióion es solo al caso en que se revelen los secretos por
imprudencia o falta de entereza.
El médico es obligado a guardar el mismo sijilo, pero ¿por qué
entonces el núm. 12 del art. 494 ordena bajo pena que el médico,
cirujano, farmacéutico, matrona o cualquier otro que, llamado en
clase de perito o testigo, se negare a practicar una operacion propia
de su profesión u oficio, o a prestar una declaración requerida por la
autoridad judicial en los casos i en la forma que determine el Código
de Procedimientos i sin perjuicio de los apremios legales, incurre en
prisión en sus grados medio a máximo (de 21 a 60 días) o multa de
diez a cien pesos?
Parece, pues, que estas dos disposiciones estuviesen en contraposición
i sin embargo, no es así. En estos casos el médico no obra revelando
libro ii.—título vi. 443'

secretos de un cliente sino que va mandado para un caso especial,


como lo seria para informar si hai o no embarazo, o bien para practicar
una autopsia legal, certificar sobre lesiones, para resolver un conflicto
i ayudar en una pesquiza judicial. Es mas bien un perito instruido
que ausilia con su saber a la justicia i no un módico que, visitando a
su enfermo, revela secretos que le hayan confiado por causa de su asis-
tencia profesional.
Así como el facultativo que, notando en un cadáver señales de
envenenamiento o de otro delito grave, no diere parte a la autoridad
oportunamente incurre en la misma pena que señala el inciso 12
del citado art. 494 ¿podría escusar esta responsabilidad apoyán-
dose en el presente artículo 247? Es evidente que nó, aunque diga
que ha sido llamado para curar ese enfermo i que esta situación le
prohibe descubrir lo que se le haya revelado para atacar la enferme-
dad del individuo que se coloca bajo su amparo profesional. La exis-
tencia de un deber mayor, cual es el inquirir i castigar un delito está
sobre otro deber ménos grave i en este caso uno cede su puesto al otro
i desaparece toda oposicion en la leí. De otro modo, qué de delitos se
podrían cometer i ¿seria justo que el médico se cruzara de brazos, que
viera esto impasible i se le castigase si su conciencia le impulsaba a dar
aviso de los antecedentes que le hacían presumir que un enfermo
era víctima de un delito perpetrado en su persona? ¿Cuál deber seria
mayor? ¿No revelar un secreto o dejar que se realizasen crímenes por la
impunidad en que quedaban porque el médico que los conoce i que los
constata no podía hablar?
Dejo el fallo de estos problemas a cada uno i estoi seguro que, dados
estos antecedentes, verán la justicia con que el Código Penal obliga en
estos casos la revelación de actos que el médico puede notar en el
ejercicio de su delicada profesion.
En octubre 17 de 1879 en nota núm. 905, la Excma. Corte dijo al juez
letrado de los Andes que le consultaba la manera de proceder, cuando
era necesario pedir informe a algún facultativo, faltando el médico de
ciudad, «que calificada la necesidad de la dilijencia judicial i siendo
esta precisa para los efectos de la causa, se podría exijir de cualquier
otro facultativo del pueblo el informe o declaración que debería espedir
el médico de ciudad, si estuviera presente.» Luego agregó: «Todos
los médicos tienen deber de practicar las operaciones propias de su
profesion u oficio o prestar las declaraciones que los jueces les ordenen,
444 Gódigopena.II

i la negativa a cumplir este deber es penada como una falta por el


núm. 12 del art. 494 del Código Penal. Si este servicio debe ser o no
remunerado, es materia sobre la cual se abstiene por ahora el Tribunal
de emitir su dictámen,-porque, reservado al requerido el derecho de
entablar las reclamaciones que en su concepto le correspondan, compete
a la Corte resolver en última instancia sobre ello.»
¿Se podría aplicar el precepto del art. 247 al confesor que divulga
los secretos del penitente? Estamos por la afirmativa, sin perjuicio de
las penas canónicas en que incurra por faltar a este deber tan sagrado,
i sobre el cual descansa el sacramento de la confesion.

§ IX.

Cohecho.

ART. 248.

«El empleado público que p o r dádiva o p r o m e s a


cometiere a l g u n o s de los crímenes o simples delitos
espresados en este título, a d e m á s de las p e n a s seña-
ladas p a r a ellos, i n c u r r i r á en las de inhabilitación
especial p e r p é t u a p a r a el cargo u oficio i m u l t a de la
m i t a d al tanto de la dádiva o p r o m e s a aceptada.»

A nuestro juicio, este párrafo debió haberse colocado a continuación


del IY, que lleva por título Prevaricación, por la relación que existe
entre uno i otro. El cohecho es, pues, una de las prevaricaciones de
mas gravedad i se distingue de aquel en que las funciones públicas se
ejercen a consecuencia de dádivas o promesas de parte de la persona
que induce al cohecho i existirá siempre este delito aunque el acto
que se ejecute sea lícito i justo, porque lo que lo constituye es el
tráfico de las funciones públicas, lo que no sucede en el de prevari-
cación que solo se perpetra cuando se falta a sabiendas a las obligaciones
del cargo público, verificando actos injustos o bien por ignorancia
inesousable.
libro ii.—título vi. 445'

El artículo de que nos ocupamos se refiere a todos los delitos de que


trata este título i, alas penas especiales de cada caso particular, une las
de inhabilitación especial perpetua para el cargo u oficio i multa de la
mitad al tanto de la dádiva o promesa aceptada; Esta multa como pena
es indudable que no puede exceder de cinco mil pesos, según el inciso
7.° del art. 25.

Art. 249.

«El empleado público que por dádiva o promesa


ejecutare u n acto obligatorio propio de su cargo, no
sujeto a remuneración, será penado con u n a multa de
la m i t a d al t a n t o d e la d á d i v a o p r o m e s a a c e p t a d a .
E n la m i s m a m u l t a s o l a o a c o m p a ñ a d a d e l a i n h a b i -
l i t a c i ó n e s p e c i a l p e r p é t u a p a r a el c a r g o u oficio, i n c u -
r r i r á el e m p l e a d o q u e o m i t i e r e p o r d á d i v a o p r o m e s a
u n a c t o d e b i d o p r o p i o d e su cargo.))

El artículo dice que si un empleado ejerce algún acto obligatorio que


no esté sujeto a remuneración por el que exije el servicio i acepta por
lo que es de su deber alguna dádiva o promesa, comete el delito que
pena este artículo, i si por dádivas o promesas deja de cumplir con su
deber, es también otro delito i mas grave que el anterior. El empleado
que recibe renta del Estado no puede exijir por ningún título remune-
ración alguna por llenar los deberes propios de su empleo, como tampoco
puede dejar de cumplirlos por paga en perjuicio del que debe aprove-
char de ese servicio. En uno i otro caso se baria reo del delito que
establece i pena el presente artículo.
Ahora si las dádivas o promesas son a la esposa, hijos del empleado
o a sus padres, no por eso el delito desaparece, apesar de que nada dice
el artículo a este respecto; pero ello es natural, porque en él recae ese
beneficio directamente en casi todos los casos i si en algunos no es
directo, sin embargo también le reporta provecho por lo que logran
de este modo sus parientes inmediatos.
Ya hemos dicho ántes que un empleado puede ser remunerado
446 Gódigopena.II

cuando se le exije un trabajo mayor que el que sea de su obligación, o en


horas que no sean del trabajo diario, caso que la parte interesada tenga
urjencia de ese servicio; pero esto no autoriza la demora de trabajos
ni abre la puerta al abuso que pudiera nacer estableciendo esto como
disculpa para pedir una remuneración especial.
Si el empleado no es rentado, tiene derecho a esto mismo si se quiere
que deje un trabajo i tome otro, o porque practique una dilijencia
fuera del lugar donde reside por el perjuicio que sufriría con ello o
por los mayores gastos que tuviera en ese viaje.
La materia es delicada: por eso en caso de una acusación queda
mucho a la prudencia de los jueces eu esta materia para establecer si
existe o nó el delito de cohecho.

ABT. 250.

« E l s o b o r n a n t e será c a s t i g a d o con las p e n a s corres-


pondientes a los cómplices en los casos respectivos,
escepto las de inhabilitación i suspensión.
C u a n d o el soborno m e d i a r e en causa criminal a favor
d e l r e o p o r p a r t e d e su c ó n y u j e , d e a l g ú n ascendiente
0 descendiente lejítimo por consanguinidad o afinidad,
d e u n c o l a t e r a l l e j í t i m o c o n s a n g u í n e o o afin h a s t a el
segundo grado inclusive o de u n padre o hijo natural o
1 l e j í t i m o r e c o n o c i d o , solo se i m p o n d r á al s o b o r n a n t e u n a
m u í ta i g u a l a la d á d i v a o p r o m e s a . »

Este artículo distingue dos casos respecto del que soborna: si lo hace
en causa civil o en causa criminal, i si es en esta última hai que distin-
guir si el cohechador es pariente o nó.
En causa civil la pena del sobornante es la que correspondería a los
cómplices en los casos respectivos; pero no se le puede imponer las de
inhabilitación i suspensión.
En causa criminal se sigue igual regla si el sobornante no es parien-
te del reo. Si lo es en los grados que fija el artículo, solo se le impone
una multa igual a la dádiva o promesa que hizo al sobornado.
libro ii.—título vi. 447'

Esta multa no podrá exceder de cinco mil pesos, según el inciso 7.°
del art." 25.,
Era natural que la lei hiciera esta escepcion en favor de los parientes
del reo, porque si lo hacen es buscando un beneficio propio i procuran-
do salvar la honra i obtener la libertad de un deudo inmediato. La
culpa es del sobornado i por eso la penalidad de estos últimos es menor
que la del primero i, en consecuencia, el artículo, ha tenido un principio
justo al establecer las penas para estos casos.

Art. 251.

« E n t o d o caso, c a e r á n l a s d á d i v a s e n comiso.))

Apesar de que la Constitución del Estado no permite la confiscación


de bienes, empero el Código Penal ha autorizado el comiso de los
instrumentos o efectos con que se ejecute un crimen o un simple delito,
como se vé en los arts. 31, en el presente, en el 276, 279, 280, 281,
286 i 471 de este Código.
De aquí surje una pequeña duda: ¿caerán también en comiso, como
las dádivas, las promesas a que se refieren los artículos de este párrafo?
Es evidente que nó, porque no hai igualdad en el caso por los incon-
venientes prácticos que esto traería, por eso la lei no lo ha dicho i
donde ella guarda silencio no es posible hacerla hablar en otro sentido
ni darle mas latitud que lo que se desprende de su natural i lójica
interpretación.

§ X

Resistencia i desobediencia.

ART. 252.

« E l e m p l e a d o p ú b l i c o q u e se n e g a r e a b i e r t a m e n t e a
o b e d e c e r las ó r d e n e s d e s u s s u p e r i o r e s en a s u n t o s del
servicio, s e r á p e n a d o c o n i n h a b i l i t a c i ó n e s p e c i a l p e r p é -
t u a p a r a el c a r g o u oficio.
448 Gódigopena.II

E n la m i s m a p e n a i n c u r r i r á c u a n d o h a b i e n d o s u s p e n -
dido c o n c u a l q u i e r m o t i v o la ejecución de órdenes de
sus superiores, las desobedeciere despues que éstos
h u b i e r e n d e s a p r o b a d o la s u s p e n s i ó n .
E n u n o i otro caso, si el e m p l e a d o n o f u e r e r e t r i b u i d o ,
la p e n a será reclusión menor en cualquiera de sus
g r a d o s (1) o m u l t a d e c i e n t o a m i l p e s o s . »

(1) Presidio de 61 días a 5 años.


En grado minimo será de 61 a 540 días; en grado medio de 541 días
a 8 años. En estos dos casos dele aplicarse el art. SO. No son aflictivas
i el reo puede ser escarcelado bajo fianza. Aplicada la pena en grado
máximo, lleva las accesorias del art. 29. Es entonces pena aflictiva i el
reo no puede obtener su escarcelacion bajo fianza.

La autoridad debe estar revestida de alguna garantía en caso de


hostilidad, hé aquí por que se ha establecido la necesidad de que el
inferior obedezca al superior i una pena para el que falta a este deber.
Por eso ha dicho el artículo que el empleado público' que se negare
abiertamente a obedecer a sus superiores comete un delito; de otro
modo no existiría orden ni respeto del inferior al superior, base de
toda buena administración.
Este artículo es jeneral para toda clase de empleados sea cual fuere
su jerarquía i sus atribuciones.
Mas, si un empleado procede a manifestar al superior los inconve-
nientes de una orden que ha recibido e ínter tanto suspende la ejecución,
cofiio puede hacerlo, despues de esto se le manda proceder i burla este
mandato, ya hai infracción a este precepto i, por consiguiente, este
delito se debe penar conforme al presente artículo.
La negativa a dar cumplimiento a una orden de autoridad compe-
tente o la suspensión de lo que se le manda a un empleado, no es delito
hasta que consultado el superior i prevenido éste de lo que puede
suceder de la realización de ese mandato, se le ordena proceder. Hasta
aquí la resistencia tiene una base legal; pero llevarla adelante, despues
de la insistencia del superior, es un delito porque, estando a salvo la
responsabilidad del empleado con la manifestación respetuosa ¿qué mas
libro ii.—título vi. 449

puede exijir? Acaso él recibe las consecuencias del resultado que


sobrevenga porque ha llenado un deber? La culpa está entonces en el
que da la orden i no en el que la ejecuta despues que ha hecho su
representación en forma i ella es desoída o mal apreciada. En tal caso
no hai mas que obedecer: su responsabilidad ha desaparecido í.como
cada cual responde solo de sus actos, resulta que el superior sufrirá las
consecuencias de lo que suceda por la ejecución de su mandato.

§ xi
Denegación de ausilio i abandono de destino.

ART. 253.

" E l empleado publico del órden civil o militar que


requerido por autoridad competente, no prestare, en el
ejercicio de su ministerio, la debida cooperacion p a r a
la administración de justicia u otro servicio público,
será p e n a d o con suspensión del empleo en sus g r a d o s
mínimo a medio (1) i m u l t a de ciento a q u i n i e n t o s
pesos.
Si de su omision r e s u l t a r e g r a v e daño a la causa
pública o a u n tercero, las p e n a s serán inhabilitación
especial perpótua para el cargo u oficio i multa d e
ciento a mil pesos.

(1) De 61 dias a 2 años. No es pena aflictiva i puede el reo ser


escareelado bajo fianza.

Por regla jeneral, todos los empleados públicos están en el deber de


ayudarse para que se respete la autoridad i no haya escándalos de
competencia; pero esto tiene que ser dentro de los límites legales i
observándose las reglas de trámite que existen en cada caso especial.
El ausilio de que aquí se trata tiene lugar cuando se pide por auto-
ridad competente i la cooperacion que se pida selhalle dentro del círculo
de sus atribuciones.
29
450 Gódigopena.II

Por ejemplo, un jaez del crimen, pide el ausilio del Goberna-


dor, Intendente o bien del comandante de policía para aprehenderá
un individuo i el que se niegue a prestarlo, siempre que haya sido
solicitado con arreglo a derecho, se hace reo del delito que establece
este artículo. Si este mismo ausilio se le exije a un sacerdote o a un
provisor, es evidente que no podrá hacerlo i 110 incurre por ello en
pena alguna.
Ahora ¿qué podemos decir sobre lo que significa o ha querido espre-
sar el Código al emplear la frase autoridad competente? Por tal se en-
tiende todo funcionario público, ejerciendo su destino con arreglo a
la lei i para los fines que se le ha nombrado. Es por esto que si para el
lleno de sus obligaciones tiene necesidad de requerir el ausilio de otro
empleado, no puede dudarse ni de su derecho ni de la respectiva obli-
gación de aquel a quien se dirije para ello. Eso si que estos requeri-
mientos deben hacerse conforme a las leyes, observándose los trámites
establecidos para que, el requerido por ese ausilio, quede a salvo de toda
responsabilidad que pudiera afectarle en el proceder del que exije su
cooperacion.

Art. 254.

" E l e m p l e a d o q u e s i n r e n u n c i a r su d e s t i n o lo a b a n -
donare, s u f r i r á la p e n a de suspensión e n su grado
m í n i m o (1) a i n h a b i l i t a c i ó n e s p e c i a l t e m p o r a l p a r a el
c a r g o u oficio e n s u g r a d o m e d i o (2) i m u l t a d e c i e n t o
a quinientos pesos.
Si r e n u n c i a d o el d e s t i n o i á n t e s d e t r a s c u r r i r un
plazo prudencial en que h a y a podido ser reemplazado
p o r e l s u p e r i o r r e s p e c t i v o , lo a b a n d o n a r e con daño de
la c a u s a pública, las p e n a s serán multa de ciento a
quinientos pesos e inhabilitación especial temporal para
e l c a r g o u oficio e n s u g r a d o m e d i o . (3)
L a s p e n a s e s t a b l e c i d a s e n los dos incisos a n t e r i o r e s
se aplicarán respectivamente al que abandonare un
cargo c o n c e j i l s i n a l e g a r e s c u s a l e j í t i m a , i al q u e d e s -
pues de haber alegado tal escusa, pero ántes de tras-
libro ii.—título vi. 451'

currir u n plazo prudencial en que haya podido ser


reemplazado, hace el abandono ocasionando daño a la
causa pública.
L a s disposiciones de este artículo han dé entenderse
sin perjuicio de lo establecido en el 135.

(1) De 61 dias a 1 ario. No es aflictiva i admite escarcetacion bajo


fianza.
(2) De 5 años 1 dki a 7 años.
(3) De 5 años 1 dia a 7 años. Estas dos penas son aflictivas i no ad-
miten escarcetcicion bajo fianza.

El art. 135 dispone que el empleado que continuara funcionando


bajo las órdenes de los sublevados o que abandonara su destino sin ha-
bérsele admitido la renuncia, habiendo peligro de alzamiento, cometería
un delito.
Ahora bien: aquí se trata de una época normal en que no hai servi-
cio a sublevados ni temor de sublevación; pero se abandona un empleo
sin renunciarlo o renunciado, siu esperar lo que resuelve el superior
hasta un plazo prudencial en que haya podido ser reemplazado.
¿Será esto un delito? En tesis jeneral, no hai delito en estos casos i
para que lo baya, es preciso causar daño ala causa pública o a un terce-
ro. Fuera de estos casos habrá falta de respeto que pudo penarse;
pero como no se ha hecho, no debemos ir mas adelante.
Los que abandonan un cargo concejil en los términos espuestos
para los empleados rentados, están sujetos a las mismas reglas i penas
establecidas para éstos.
Habría sido mas conveniente haber establecido que era delito aban-
donar un destino sin renunciarlo i cuando se dejaba, despues de haber
hecho renuncia, i en este caso haber distinguido si dañaba o no la cau-
sa pública o a un tercero, i si el abandono se verificaba pasado un plazo
despues de la renuncia o se hacia instantáneamente. La razón de esto
es porque la culpabilidad no es la misma en estos casos i el superior debe
resolver en el acto sobre toda renuncia que se le presente i si así no lo
hace, existe en él neglijencia, siendo entonces la culpa del empleado
mucho menor que en los casos anteriores.
A nadie se puede compeler a que tome un destino ni a que lo
452 Gódigopena.II

conserve i por eso no se puede exijir la continuación despues de un


término prudencial, salvo el caso de que esa renuncia sea intempestiva
por las circunstancias porque atraviese al pais o la provincia donde
reside o ejerza sus funciones ese empleado.

§ XII:

Abusos contra particulares.

AKT. 2 5 5 .

" E l empleado público que, d e s e m p e ñ a n d o un acto


del servicio, cometiere cualquier vejación injusta con-
tra las p e r s o n a s o usare de apremios ilejítimos o inne-
cesarios p a r a el desempeño del servicio respectivo,
será castigado con las penas de suspensión del em-
p l e o e n c u a l q u i e r a d e s u s g r a d o s (1) i m u l t a de ciento
a m i l pesos.))

(1) De 61 clias a 3 años. No es aflictiva i admite escarcelacion bajo


fianza.

Este artículo debiera ser uno de los de mas frecuente aplicación entre • -
nosotros por los abusos que se cometen contra derecho en las personas
de los reos, sin embargo, no sucede así porque es difícil probar los
castigos i torturas que se efectúan en silencio, donde se tiene cuidado
de que nadie esté presente, fuera de los que aplican estos apremios para
arrancar a los presos ya una confesion falsa o verdadera.
Apesar de la severidad i dilijencia que ha desplegado siempre la
Corte Suprema para el esclarecimiento de estos reclamos, nunca ha
podido constatar estos delitos i si es verdad que, merced a esos casti-
gos se han descubierto crímenes ¡cuántos no se han confesado reos de
delitos imajinarios i se les ha impuesto una pena injusta!
Pero ¿quiénes cometen estos delitos? ¿Son acaso nuestros majistra-
dos? Lo decimos con orgullo que nó: los autores de tales abusos han
sido siempre las autoridades administrativas o dependientes de ellas i
libro ii.—título vi. 453'

en muchos casos con su consentimiento. La policía de cada pueblo no


tan solo azota a los reos sino que los tortura, hace mil atrocidades i
despues de esto los pasa a los jueces que han de conocer de la causa.
Esto no es una rareza: es práctica usual, por desgracia, se ha hecho ya
una regla jeneral i el artículo que esto prohibe, que tiene su base en
la Constitución del Estado, es letra muerta. La policia allana domici-
lios a su antojo; toma preso a quien se le ocurre sin orden de autoridad,
en una palabra, tiene mas poder que el de un juez! ¿Será este un mal
necesario, que no tenga remedio i ante el cual nos debemos cruzar de
brazos? -No lo creemos así, pero ínter no se reforme la manera como
ejerza sus funciones toda policía, el precepto de este artículo es ilusorio
i cuando una leí no se cumple i se viola a cada paso i esto queda impu-
ne, vale mas que no exista porque así será menos el escándalo i menor
la burla que se haga de la lei.

á r t . 256.

«En iguales penas incurrirá todo empleado público


del orden administrativo que maliciosamente r e t a r d a r e
o negare a los particulares la protección o servicio que
deba dispensarles en conformidad a las leyes i regla-
mentos.»

La penalidad que establece este artículo es igual a la del anterior: lo


mismo falta el empleado administrativo que maliciosamente retarda o
niega la protección o servicio que debe a los particulares, que el emplea-
do que veja o usa apremios indebidos para el desempeño de su respectivo
servicio. El Intendente, Gobernador o Subdelegado que no oyeren un
reclamo ó 110 prestaren su ausilio 0 no dictaren órdenes para que la
policía preste sus servicios, siempre que haya semi-prueba del delito
que se les denuncia, o retardan el providenciar estas u otras peticiones
análogas, caen bajo el peso de esta disposición. Este es el alcance del
presente artículo i sin embargo ¿se prestan estos servicios con la regula-
ridad debida? Rara vez, sobre todo si el solicitante es pobre i carece de
influencias. Hoi día todo lo que es administrativo está tan viciado
que causa nena, sobre todo, por la ineptitud de los que ocupan estos
454 Gódigopena.II

puestos, que se dan mas bien a los héroes de elecciones, los cuales no
conocen la lei, i si la saben, no tienen respeto por ella.

ART. 257.

" E l empleado público que arbitrariamente rehusare


d a r certificación o t e s t i m o n i o , o i m p i d i e r e la p r e s e n t a c i ó n
o el c u r s o d e u n a solicitud, s e r á p e n a d o c o n m u l t a de
ciento a quinientos pesos.
Si el t e s t i m o n i o , certificación o s o l i c i t u d versaren
sobre u n a b u s o c o m e t i d o p o r el m i s m o e m p l e a d o , la
m u l t a s e r á d e c i e n t o a mil p e s o s . "

Bajo esta prescripción caen los secretarios de juzgado o de tribunales


superiores, secretarios de intendencia o gobernación, oficiales mayores,
jefes de sección u oficiales de partes de los Ministerios, i en fin, todo
empleado o autoridad a quien le corresponda alguno de los servicios
espresados en el artículo. Nadie puede retardar el presentar o dar
cuenta de las solicitudes' que se les entreguen, o dejar de certificar o
testimoniar lo que seles exija; pero si ese testimonio o certificación no
es conforme a la verdad de los hechos, habrá otro delito que, como
hemos visto, queda penado en otro párrafo del presente título.
Mayor es la culpa del empleado cuando no da curso a una solicitud
en que se le haga una acusación personal; por eso la pena aquí estable-
cida es mas grave a fin de que no se burle la acción que se ejercita, pues
en caso de ser falsa la acusación, la lei da derecho a ese empleado para
perseguir la falsa imputación o calumnia que se le haga, i hai por fin
penas establecidas cuando estas denuucias son declaradas calumniosas
por la autoridad correspondiente.

ART. 258.

" E l empleado público que solicitare a m u j e r q u e


t e n g a pretensiones p e n d i e n t e s de su resolución, será
libro ii.—título vi. 455'

c a s t i g a d o con la p e n a de inhabilitación especial tem-


p o r a l p a r a e l c a r g o n oficio e n sil g r a d o m e d i o . (1)

De 5 años 1 clia a 7 años. Es pena aflictiva i el reo no puede ser


escar celado bajo fianza.

Al disponer este artículo que le queda prohibido a todo empleado


público solicitar a mujer que tenga pendiente ante él la resolución de
algún negocio, es para evitar que por esta causa no se obre con entera
justicia i privar a todo empleado el que cometa abusos en su destino.
Mucho de repugnante i de inmoral es el caso que por medios de
esta clase un empleado descienda a buscar los favores de una mujer: esto
es peor que dejarse influenciar por amistad, por odio o por cual-
quiera otra pasión. Es talvez abusar de la situación en que se encuentra
una mujer que, por conseguir algo, hace el sacrificio de su honor con
toda repugnancia; pero que en la alternativa de que no se le haga justi-
cia en sus pretensiones, o que ella sea tardía i costosa, al fin ya que se le
ofrece un medio de conseguir su objeto lo acepta para ser servida. Por
ldoloroso que sea esto, sin embargo no es raro que se presenten casos:
o difícil es probarlo, sobre todo, si la ofendida guarda silencio por no
divulgar su deshonra. En tal caso ¿cómo perseguir el hecho? Aun
denunciado ¿cómo justificarlo si el acto como es natural, no es público?
Ahora la palabra solicitar no quita el que el empleado sea atento i de
buenas maneras i ¿podría, éste proceder autorizar un castigo o un
procedimiento de oficio? Nos parece que nó i que si no hai comien-
zo de hecho no existe delito.

Art. 259.

«El empleado que solicitare a mujer sujeta a su


g u a r d a p o r r a z ó n d e s u c a r g o , s u f r i r á la p e n a d e r e c l u -
sión menor en cualquiera de sus g r a d o s (1) e i n h a b i l i -
t a c i ó n especial t e m p o r a l p a r a el c a r g o u oficio e n s u
grado medio. (2)
S i la s o l i c i t a d a f u e r e m u j e r , h i j a , m a d r e , h e r m a n a , o
afin l e j í t i m a e n l o s m i s m o s g r a d o s d e p e r s o n a a quien
456 Gódigopena.II

tuviere bajo su g u a r d a el solicitante, las penas serán


reclusión menor en su grados medio a m á x i m o (3) e
inhabilitación especial p e r p é t u a p a r a el cargo u oficio."

(1) Presidio de 61 dias a 5 años. Aplicada en grado máximo esta


pena lleva las accesorias del art. 29. Es aflictiva i el reo no puede ser
escarcelado lajo fianza., En grado minimo o medio, se aplica el art. SO.
En estos casos no es pena aflictiva i el reo puede ser escarcelado con
fianza.
(2) De 5 años 1 dia a 7 años. Es pena aflictiva i no hai escarcelacion
¡mra el reo.
(3) Presidio de 541 dias a 5 años. En lo demás conforme a la nota
núm. 1.

Este articulo no puede referirse sino a los encargados de estableci-


mientos penales donde residen mujeres. Por suerte, entre nosotros solo
la cárcel está a cargo de un empleado que lleva el titulo de Alcaide, i el
departamento de las detenidas o en proceso, lo rejenta una Alcaidesa,
de manera que, ademas de las garantías de estos encargados, está el
respeto de la empleada que es la superiora i con la que se entienden
las reos.
La Casa de Corrección, donde se remiten a las condenadas a presidio
menor, mayor i perpètuo corre a cargo de monjas. En las provincias es
donde puede tener el Alcaide mas libertad para abusar de su puesto; pero
por fortuna esto no es común. Bástenos entonces dejar establecido que
el artículo se refiere a los encargados de la guarda de las reos o de los
que por su oficio tienen que intervenir con ellas, como ló seria el
secretario del juzgado, etc., etc.
La segunda parte del artículo es para otro caso i se refiere precisa-
mente cuando haya reo i se solicite por el encargado de la prisión, que
seria el Alcaide en la cárcel, el Director en el Presidio o en la Peniten-
ciaria, o subalternos de éstos, a la mujer, a la hija, a la madre o
hermana del preso, etc., etc. a trueque de dejar hablar con el reo, de
hacer con él algunas distinciones o tratarle mejor. Esto es tan criminal
como repugnante i con justicia la pena tiene que ser severa.
Buscar partido con la desgracia para satisfacer una pasión de esta
especie, es cosa que no tiene nombre. La justicia en estos casos tiene
libro ii.—título vi. 457'

qué ser inexorable, porque si hai algo que la sociedad condena es esto
precisamente.

§ XIII.

Disposición jeneral.

ART. 260.

« P a r a los efectos de este título i del párrafo I V del


título tercero, se r e p u t a empleado todo el que desem-
p e ñ a u n cargo público, a u n q u e no sea de n o m b r a m i e n t o
del J e f e de la República, n i reciba sueldo del E s t a d o .

Este articulo es de suma necesidad, porque desde que a cada


momento se habla de empleados públicos en jeneral, era necesario saber
a quien se le podia dar con exactitud esta denominación. Ahora ya • lo
sabemos perfectamente bien: es empleado público todo el que • desem-
peña un cargo público, aunque no sea nombrado por el Presidente de la
República ni reciba sueldo del Estado. Lo será un empleado municipal,
lo será un empleado de ferrocarriles, un -provisor i un párroco en
lo relativo a sus funcionas públicas i tantos otros que, sin recibir sueldo
del Estado ni ser nombrados por el Presidente, no obstante sirven en
oficinas de administración, como ser en las secretarías del Congreso, etc.,
etc. Sin esta regla ¡qué de dudas no se habrían ofrecido en la práctica!
Por suerte, previsto el caso, su aplicación no puede presentar dificultad
ni nadie despues de leerlo dirá que exista confusion o que no se ha
deslindado bien esta materia.

ADVERTENCIA.

El Proyecto del Código Penal contenia otro párrafo en este título,


que llevaba el núm. X I I I bajo el epígrafe de «Abusos délos eclesiás-
ticos en el ejercicio de sus funciones.» Este párrafo contenia dos artículos
que llevaban los núms 261 i 262 i en la discusión habida en el Congreso
se. acordó suprimirlos. Sin embargo bueno es saber lo que disponían
estos dos artículos, apesar de no ser parte del Código. Hélos aquí:
458 Gódigopena.II

« A R T . 2 6 1 . El eclesiástico que en sermón, discurso, edicto o pastoral


u otro documento no impreso a que diere publicidad, incitare directa-
mente a la desobediencia de una lei, decreto o sentencia de autoridad
competente, será castigado con la pena de relegación menor en su
grado medio.»
«ART. 262. El eclesiástico que requerido por el tribunal competente,
rehusare remitir los autos pedidos para la decisión de un recurso de
fuerza interpuesto, o alzar la fuerza, sufrirá las penas de inhabilitación
especial temporal para el cargo u oficio en su grado medio i multa de
100 a 1000 pesos.»
¿Se entenderá por esto que no es delito Jo que prohibían i penaban
los dos anteriores artículos? Es evidente que nó i que en previsión de
tales abusos están los arts. 126 i 133 que son jenerales i a los cuales
debemos ocurrir cada vez que el caso se presente. Desde que en Chile no
hai una clase privilejiada, desde que la lei es obligatoria para todos,
sea cual fuere el estado que abracen ¿cómo era posible suponer que los
eclesiásticos pudieran libremente incitar al pueblo a la desobediencia
de una lei o sentencia i desobedecerlas impunemente? Eso seria esta-
blecer que para ellos era lícito lo que se prohibía i castigaba a los
legos. Esto habría sido una inconveniencia que no tendría nombre.
El Congreso lo que quiso fué suprimir la especialidad de los delitos en
los eclesiásticos, dejarlos sometidos a las reglas jenerales que existen
para todos los habitantes de la República i no otorgarles carta blanca
para que, desde el púlpito, pudieran incitar al pueblo a la desobediencia
de las leyes i resistirlas ellos también.
libro ii.—título vi. 459'

TITULO SESTO,
DE LOS CRÍMENES I SIMPLES DELITOS CONTRA EL ÓRDEN I LA
SEGURIDAD PÚBLICOS COMETIDOS POR PARTICULARES

§ L

Atentados i desacatos contra la autoridad.

ART. 261.

((Cometen a t e n t a d o c o n t r a la a u t o r i d a d :
1.° L o s q u e sin a l z a r s e p ú b l i c a m e n t e e m p l e a n f u e r z a
o i n t i m i d a c i ó n p a r a a l g u n o d e los o b j e t o s s e ñ a l a d o s en
los arta. 121 i 126.
2.° L o s q u e a c o m e t e n o r e s i s t e n con violencia, e m -
p l e a n f u e r z a o i n t i m i d a c i ó n c o n t r a la a u t o r i d a d p ú b l i c a
o sus ajentes, cuando aquella o éstos ejercieren funcio-
n e s d e su cargo.»

En el título anterior, hemos estudiado las obligaciones que en jeneral


pesaban sobre los empleados públicos en el desempeño de sus cargos
i las que en particular tenían respecto de los demás miembros de la
sociedad i las penas a que estaban sujetos por la infracción de sus
deberes.
Ahora es lójico que no3 ocupemos de las obligaciones que tienen
todos los particulares respecto de la autoridad a fin de que ella llene su
cometido sin encontrar estorbos que la embaracen en sus funciones. Si
ella nos garantiza el uso de todos los derechos que nos dan las leyes, es
justo que por nuestra parte le debamos obediencia i respeto dentro de
los límites que bai para ello.
La autoridad necesita estar rodeada de cierto prestijio: hó aquí que
460 GÓDIGO PENA.II

si no le damos un poder sobre nosotros, desaparecería su objeto i no


podría prestarnos su valioso apoyo. ¿Qué seria entonces del orden
público i de nosotros mismos?
La autoridad no puede salir de ciertos límites sin faltar a sus deberes
i nosotros no podemos tampoco traspasar otros, sin cometer un delito.
Si el principal objeto de este título es la conservación del orden
público, nuestra primera obligación es el respeto a la autoridad i el que
atenta contra ella falta a sus deberes.
El artículo 261 dice que se atenta contra la autoridad:
1 C u a n d o se emplea la fuerza o se intimida para algunos de los
objetos indicados en los arts. 121 i 126. Luego pues ¿qué diferencia
hai entre esta disposición idos dos artículos que se citan? Que en el
presente es para los que no se alzan públicamente, i el 121 exije que se
alcen a mano armada contra el Gobierno constituido con el objeto de
promover la guerra civil, de cambiar la Constitución del Estado, etc.,
etc. El 126 exije también alzarse públicamente con el propósito de
infrinjir la promulgación o la ejecución dé las leyes, etc., etc. Estos
delitos constituyen una rebelión abierta i el que prevé el 261 es solo
el acatamiento al poder, cuya falta comienza por una fuerza moral para
intimidar a la autoridad i pasar de allí a las vías de hecho.
Lo que aquí se prohibe no es mas que el comienzo de una sublevación
que principia a ponerse por obra causando obstáculos e intimidando al
poder para ir despues a las vías de hecho. Si llega este caso tales delitos
caen bajo la represión de los arts. 121 i 126 i si no alcanzan allá, está el
presente.
2.° Cuando la autoridad o sus ajentes ejercen las funciones de sus
cargos i se acomete contra ella o la resisten con violencia o emplean la
fuerza o intimidación. Este es el caso de que no se les deje funcionar
ni dictar las medidas oportunas para contener el orden i se les ponga
tales embarazos que hagan ilusorios sus derechos i haya • resistencia
empleando la fuerza o la intimación para que esa autoridad o ese ájente
no pueda obrar con libertad ni hacerse, respetar ni obedecer.
Tal es el alcance de esta disposición i preciso es conocerlo para no
confundir este caso con el de sublevación a mano armada de que ya
hemos tratado en otros artículos.

ART. 262.

«Los atentados a que se refiere el artículo anterior


LlBltO II.—TÍTULO VI. 461

s e r á n c a s t i g a d o s c o n la p e n a d e r e c l u s i ó n m e n o r e n s u
g r a d o m e d i o (1) o m u l t a d e c i e n t o a q u i n i e n t o s p e s o s ,
siempre que concurra alguna de las circunstancias
siguientes:
1. a S i la a g r e s i ó n s e v e r i f i c a a m a n o a r m a d a .
2. a S i l o s d e l i n c u e n t e s p u s i e r e n m a n o s e n l a a u t o r i d a d
o en las p e r s o n a s q u e a c u d i e r e n a su ausilio.
3. a S i p o r c o n s e c u e n c i a d e l a c o a c c i o n la autoridad
h u b i e r e accedido a las e x i j e n c i a s de los delincuentes.
Sin estas c i r c u n s t a n c i a s la p e n a será r e c l u s i ó n m e n o r
e n s u g r a d o m í n i m o (2) o m u l t a d e c i e n t o a t r e s c i e n t o s
pesos.
P a r a d e t e r m i n a r si l a a g r e s i ó n se verifica a mano
a r m a d a s e e s t a r á a lo d i s p u e s t o e n e l arfc. 132.))

(1) Presidio de 541 clias a 3 anos, aplicándose el art. 30, si luti cargo
u oficio publico de que suspender al reo. No es pena aflictiva i admite
esccircelacion bajo fianza
(2) Icl. de 61 a 540 clias. En lo demás. igual a la anterior.

Este artículo viene a completar i esplicar mejor el alcance del anterior.


Los casos en que se coloca i hasta donde pueden llegar los ataques
contra la autoridad, establecen lo que prohibe el artículo a que nos
referimos.
Las penas señaladas para el castigo de estos delitos mas bien pecan
por suaves antes que por su gravedad i el ser ellas de reclusión o multa
evidencia lo que estamos diciendo.
Agresión a mano armada es cuando se ataca a la autoridad, a sus
ajentes o a los que ocurren en su ausilio con armas de fuego, instru-
mentos, utensilios u objetos cortantes, punzantes o contundentes que
se hayan tomado para matar, herir o golpear aun cuando no se haga
uso de ellos. Basta el hecho de presentarse con ellos i amenazar con
tales armas para que el delito se entienda cometido a mano armada.
Ahora ¿de qué autoridad habla este artículo i el anterior? Es indu-
dable que sé refiere solo a la administrativa i a ajentes de ella; pero
462 Gódigopena.II

no de la judicial o lejislativa, porque para esbos casos hai distintas


disposiciones. El atacar o impedir que ejerza sus funciones u obligar
por fuerza a un Ministro del despacho, a un Intendente o Gobernador
a que acceda a las pretensiones de los agresores de estas autoridades,
es precisamente el caso que se prevé en la disposición del art. 261 i
que pena el art. 262.

ART. 2 6 3 .

" E l que de lieeho o de p a l a b r a injuriare g r a v e m e n t e


al P r e s i d e n t e d e la R e p ú b l i c a , o a a l g u n o d e los c u e r -
pos colejisladores o a las comisiones de éstos, sea en
los actos públicos en q u e los r e p r e s e n t a n , s e a e n el
desempeño de sus atribuciones particulares, o a los
tribunales superiores de justicia, será castigado con
reclusión menor en sus grados m e d i o a m á x i m o (1) i
multa de ciento a mil pesos.
Cuando las injurias fueren leves, las penas serán
reclusión menor en s u g r a d o m í n i m o (2) i m u l t a de
ciento a quinientos pesos, o simplemente esta última.»

(1) Presidio de 541 días et S años, aplicándose el articulo 30 si hai


cargo u oficio de que suspender al reo. No es jjena aflictiva i puede otor-
garse escar celadon, bajo fianza.
(2) Id. de 61 a 540 dias. En lo démets conforme a la nota anterior.

Injuriar al Presidente de la Eepública, a la Cámara de Diputa-


dos o de Senadores, a las Comisiones que las representan en algún acto
público o en el desempeño de sus atribuciones particulares, o a los
tribunales de justicia, es delito grave, porque siendo éstos los mas altos
poderes del Estado, cualquiera ofensa ataca el honor i el decoro que
somos obligados a guardarles.
Si el Senado o la Cámara de Diputados nombran una Comision que
las represente en un acto público e injurio a esa Comision, la ofensa es
a todo el cuerpo de que ella forma parte. Ahora si una Comision de
libho ii.—tituló vi. 463

cualquiera de éstas Cámaras está despachando algún negocio que les ha


sido encomendado, la injuria es también a la representación a que per-
tenece.
Ahora para saber cuando es grave la injuria, debe estarse a lo que
dice el art. 417, i al segundo inciso del 418 para saber cuando
sean leves. En cuanto a la prueba se observará lo dispuesto en el art.
420 i como no es posible que estos altos poderes del Estado desciendan
a perseguir el castigo de estos delitos, se observará lo dispuesto en el
art. 429, es decir, que el ministerio público ejercitará estas acciones.
Empero, es preciso no confundir lo que este artículo prohibe con
el derecho que existe en todo ciudadano para censurar la conducta
política de estas autoridades, ya sea por la prensa o en público, con
tono tranquilo i lenguaje decente.
Si los representantes del pueblo son inviolables por las opiniones
que emitan en el desempeño de sus funciones, no deben tampoco abu-
sar de ese puesto para injuriar, calumniar, ni atacar la honra del que
allí no puede defenderse. Esto es innoble i hasta cierto punto un acto
cobarde, desleal, que la opinoñ pública condena con sobrada justicia.
Sin embargo, ¡con cuánta pena no hemos visto representantes del pue-
blo que, abusando del puesto, se sirven de él para ejercer venganzas
personales, atacando a quienes no pueden hacer allí oír su voz ni
hacer su defensa!
Para que exista el delito dé desacato es preciso que la injuria sea
hecha directa i personalmente a la autoridad desacatada.
La necesidad de este requisito se descubre fácilmente fijando la
atención en los términos de la leí, a diferencia de lo que pasa en el
delito de injurias que no es indispensable la presencia del ofendido.
Por eso tratándose del atentado i desacato contra la autoridad, la
lei quiere que la injuria sea dirijida al funcionario en su misma pre-
sencia i si no se obra de este modo habrá otro delito, talvez el de
injuria o calumnia, porque si así no fuera jamas se cometería el delito
de injurias respecto a estas personas, pues se convertirían en todo caso
en atentado o desacato.
Ahora bien ¿ha tenido necesidad la lei de espresar que la presencia
del majistrado es indispensable en el atentado i desacato? Es evidente
que nó, desde que en ambos casos lo supone ejerciendo sus funciones i
presente en el momento de recibir la injuria.
Dalloz apoya esta misma doctrina examinando el art. 222 del Código
464 Gódigop e n a . I I

francés i agrega: «que el ultraje cometido en la presencia del majistra-


do, que es objeto de él, es infinitamente mas grave que cuando tiene
lugar en sú ausencia i se concebiría difícilmente que el lejislador hubie-
ra podido colocar en la misma categoría i someter a penas idénticas dos
hechos tan diferentes por su grado de irreverencia, por los sentimientos
que hace esperimentar a la persona ofendida, por las consecuencias
que pueden ocasionar i por el escándalo que de ellos resulta.»
Chauveaux i Hélie, abundando en este mismo sentido, respecto de
los arts. 222 i 223 del Código francés, sostienen que la lei supone
evidentemente en todos los artículos, objeto de este capítulo, la pre-
sencia del majistrado ofendido; pues el primero de dichos artículos
quiere que él haya recibido el ultraje i el segundo que haya esperi-
mentado las violencias.
Por manera que, según nuestro Código, el desacato para que exista
es preciso que la injuria que se haga al Presidente de la República, a
un miembro del Congreso oa alguu miembro de los tribunales superiores
de justicia, sea de una manera directa i personal en el acto de ejercer
funciones propias del cargo, o cuando representen a la corporacion de
que forman parte. Ahora, para saber cuando hai personas que ejer-
cen por la lei constantemente sus funciones, se estará a lo que dispone
sobre este particular el art. 266.

Art. 264.

" C o m e t e n d e s a c a t o c o n t r a la a u t o r i d a d :
1.° L o s q u e p e r t u r b a n g r a v e m e n t e el ó r d e n d e l a s
sesiones de los c u e r p o s colejisladores i los q u e i n j u r i a n
o a m e n a z a n e n los m i s m o s actos a a l g ú n d i p u t a d o o
senador.
2.° L o s q u e p e r t u r b a n g r a v e m e n t e el ó r d e n e n l a s
audiencias de los t r i b u n a l e s de justicia i los q u e i n j u -
r i a n o a m e n a z a n e n los m i s m o s a c t o s a u n m i e m b r o d e
dichos tribunales.
3.° L o s q u e i n j u r i a n o a m e n a z a n :
Primero.—A u n senador o diputado por las opinio-
n e s m a n i f e s t a d a s e ñ el C o n g r e s o .
libro ii.—título vi. 465'

Segundo.—-A un miembro de u n tribunal de justicia


p o r los fallos q u e h u b i e r e dado.
Tercero.—A los m i n i s t r o s d e E s t a d o u o t r a a u t o r i d a d
e n el e j e r c i c i o d e s u s c a r g o s .
Cuarto.—A un superior suyo con ocasion de sus
funciones.
E n t o d o s e s t o s c a s o s la p r o v o c a c i o n a d u e l o , a u n q u e
s e a p r i v a d a o e m b o z a d a , se r e p u t a r á amenaza grave
p a r a los e f e c t o s d e l p r e s e n t e a r t í c u l o .

Este artículo establece solo el delito, pero no la pena, la que está


reservada para el artículo que sigue,
Aquí se prohibe perturbar gravemente el orden en las sesiones del
Congreso, de los tribunales superiores de justicia, o amenazar en estos
actos a un diputado, senador o juez de los tribunales; o bien a algu-
nas dé estas personas por las opiniones o fallos que hayan emitido en
el desempeño de sus funciones, como así mismo a los ministros de
Estado, i en jeneral, se considera desacato el injuriar o amenazar un
inferior a su superior, como lo seria un oficial mayor respecto del
ministro, un secretario a un juez, etc., etc.
La lei quiere poner a estas personas exentas del alcance de toda
acechanza en el ejercicio de sus deberes para que obren con toda inde-
pendencia i no haya presión en ellas i sus fallos u opiniones lleven el
sello de la mas estricta justicia.
, Sin embargo, preciso es reconocer que tampoco su situación les da
derecho para abusar de esta inmunidad lanzando conceptos injuriosos
contra nadie ni mucho mónos estamparlos en los actos escritos.
El rango que ocupan los obliga a estar a cierta altura i á usar tal
moderación que, faltar a este deber, es no respetarse ni ha,cer respetar
el puesto que se ocupa.
El artículo concluye estableciendo que la provocacion a duelo aun-
que sea privada o embozada, se reputará amenaza grave.
El art. 404 pena la provocacion a duelo con reclusión menor éii su
grado mínimo.
I no podria ser de otra mañera: ¿qué sucedería si un ministro de
30
466 Gódigopena.II

Estado, uu senador, un diputado, un juez o un fiscal hubieran de estar


espuestos a ser provocados a duelo por sus 'opiniones? Inútil es decir
que seria dar pruebas de poca cordura si estos funcionarios aceptasen
tales proposiciones. Ello seria ridículo i sobre todo, se establecería tal
precedente que llegaría a divisarse una coaccion para el desempeño de
sus cargos i se presentaría una época en que podría desaparecer toda
independencia i ¿qué seria entonces del poder administrativo, lejis-
lativo i judicial?

ART. 2 6 5 .

''Si el d e s a c a t o c o n s i s t e e n p e r t u r b a r el ó r d e n , o la
i n j u r i a o a m e n a z a , d e q u e h a b l a el a r t í c u l o p r e c e d e n t e ,
f u e r e g r a v e , el d e l i n c u e n t e s u f r i r á las p e n a s d e r e c l u -
s i ó n m e n o r e n c u a l q u i e r a d e s u s g r a d o s (1) i m u l t a d e
ciento a mil pesos. C u a n d o f u e r e leve, las p e n a s s e r á n
reclusión m e n o r en su g r a d o mínimo (2) i m u l t a de
ciento a trescientos pesos, o simplemente esta última.»

(1) Presidio ele 01 días a 5 años. Aplicada esta pena en grado


máximo lleva las accesorias del art. 29. Es afletiva i no admite la
escarcelacion del reo bajo fianza.
En grado mínimo o medio se aplica lo que dispone él art. SO, si hai
cargo u oficio de que suspender al reo. En. estos dos casos no es pena
aflictiva i él procesado puede exijir su libertad con fianza.
(2) Id. de 61 d 540 días. En lo ciernas como la segunda parte de la
nota anterior.

Las injurias a que se refiere el art. 264 para la imposición de la


pena, las clasifica este artículo de graves i leves. Para saber cuando
son graves se está a lo que dispone el art. 417 i para cuando son leves
a los arts. 418 i 4-19.
Cuando las injurias se dirijen a las autoridades en su carácter de
tales, como seria a los ministros, al Congreso o a un tribunal de justi-
cia, para su pesquiza i penalidad se observa lo dispuesto en el art. 429,
es decir, que debe requerirse al ministerio público para que entable la
acción correspondiente. Por la lei: este funcionario es el Promotor fis-
cal en lo criminal.
libro ii.—título vi. 467'

En cuanto a las ponas establecidas en el artículo de que nos ocupa-


mos, nos parecen proporcionadas a los delitos para que han sido esta-
blecidas. Nada, pues, diremos acercado ellas por la razón que acabamos
de indicar.
akt. 266.

'.'Para t o d o s l o s e f e c t o s d é l a s d i s p o s i c i o n e s penales
respecto de los q u e c o m e t e n a t e n t a d o o desacato contra
la a u t o r i d a d o f u n c i o n a r i o s p ú b l i c o s , s e e n t i e n d e q u e
ejercen aquella constantemente los ministros de Esta-
do i las autoridades de funciones p e r m a n e n t e s o llama-
das o ejercerlas en todo caso i circunstancias.
Entiéndese también ofendida la autoridad en ejerci-
cio d e . s u s f u n c i o n e s c u a n d o t u v i e r e l u g a r el a t e n t a d o
o desacato con ocasion de ellas o por razón de su
cargo.»

Este artículo se dirije a establecer los casos en que se entiende que


ejercen sus funciones las autoridades a que se han referido las disposi-
ciones de este párrafo. . '
Los arts. 261, 263 i 264 indican los casos en que se comete el delito
de desacato por injuriar, atentar o amenazar a las personas i corpora-
ciones allí designadas. Los arts. 262 i 265 determinan la penalidad
para tales casos, i el presente nos dice qué funcionarios se consideran en
funciones permanentes para que no se alegue, buscando la exonera-
ción de la pena, que el desacato no se habia cometido porque no se ejer-
cían funciones del cargo por el funcionario agredido o ultrajado i el
desacato tenga lugar con ocasion de esas funciones o por razón del cargo.
Un Ministro de Estado, un juez, un Gobernador o Intendente, son
funcionarios permanentes i si álguien en la calle les injuria por reso-
luciones dictadas en el ejercicio de sus cargos, no es escusa el que la
agresión fuera como a individuos particulares por cuanto el acto no
se habia ejecutado en sus oficinas de despacho,

á r t . 267.

«El que con violencia o f r a u d e impidiere ejercer sus


468 Gódigopena.II

f u n c i o n e s a u n m i e m b r o d e l Cong-reso, de los t r i b u n a -
les superiores de justicia o del Consejo de E s t a d o , sufri-
r á las p e n a s de reclusión m e n o r en su g r a d o m í n i m o
(1) i m u l t a d e c i e n t o a m i l p e s o s . »

(1) Presidio de 61 a 540 días, aplicándose el art. SO si hubiere cargo


u oficio público ele que suspender al reo. No es pena aflictiva i admite
escarnelacion bajo fiama.

El acto de injuriar o amenazar a un miembro del Congreso o de los


tribunales superiores de justicia, se ha tratado ya en los artículos ante-
riores.
Ahora se trata del acto de impedir a un diputado, a un senador, a
un juez o a un consejero de Estado el ejercer sus funciones con violencia
o fraude, como seria encerrándole, llevándole en un carruaje a otro
lugar distante, o bien haciéndole salir con un falso aviso de grave en-
fermedad o muerte de alguna persona de su familia, o con un llamado
urjente al tiempo de una votacion o de Hacerse relación de una causa
para impedir su voto, porque se creyera contrario a la pretensión del
que lo engaña o lo violenta para dejarle sin concurrir a la sesión. Si la
detención se opera por otras causas no se falta a este precepto, como
seria si se le sorprendiera en infraganti delito, en cuyo caso puede hasta
arrestársele.
Art. 268.

«.El q u e o c a s i o n a r e t u m u l t o o e x c i t a r e a l d e s ó r d e n e n
el d e s p a c h o d e u n a autoridad o corporacion publica
h a s t a el p u n t o de i m p e d i r o i n t e r r u m p i r sus actos, será
castigado con reclusión menor en cualquiera desús
g r a d o s (1) i m u l t a d e c i e n t o a m i l p e s o s . »

(1) Presidio de 61 clias a 5 años. 'Aplicada esta pena en su grado


máximo, de S años 1 dia a 5 años, lleva las accesorias del art. 29. Es
aflictiva i no admite escarcélacion bajo fiama.
En grado minimo, de 61 a 540 clias; o en grado medio, de 541
diasaS años, se aplica el art. So si hai cargo u oficio de que sus-
pender al reo. En estos casos no es pena aflictiva i el procesado puede
ser escarcelado bajo fianza.
libro ii.—título vi. 469'

Si yo voi al gabinete de un Ministro de Estado o a la sala de


despacho del Gobernador o Intendente i ocasiono un tumulto hasta el
punto de impedir o interrumpirles en sus actos, seré reo de este delito.
Ahora si hago igual cosa en una sala donde se reúne la Municipalidad,
la Sociedad de Instrucción Primaria, que es persona jurídica, o el Cabil-
do eclesiástico, faltaré también a la prescripción de esta disposición i
se me aplicará la pena que ella deja establecida para cualquiera de
estos casos. Las autoridades o corporaciones públicas necesitan liber-
tad para ejercer sus funciones i no es lícito estorbarles o perturbarles
en esos actos, porque, ademas de faltarles al respeto se despretijia su
poder i se burlan sus derechos. Si la lei garantiza a todo individuo su
hogar i la libertad de ideas ¿con cuánta mas razón no habría de hacerlo
con las autoridades i corporaciones públicas?

§ II.

Desórdenes públicos.

Art. 269.

« L o s q u e t u r b a r e n g r a v e m e n t e la t r a n q u i l i d a d p ú b l i -
ca p a r a c a u s a r injuria u otro m a l a a l g u n a persona
particular o con c u a l q u i e r otro fin r e p r o b a d o , i n c u r r i r á n
e n la p e n a d e r e c l u s i ó n m e n o r e n s u g r a d o mínimo,
(1) s i n p e r j u i c i o d e l a s q u e l e c o r r e s p o n d a n p o r e l d a ñ o
u ofensas causadas.»

(1) Presidio de 61 a 540 clias, aplicándose el art. SO, caso que haya
caryo u oficio de que suspender al reo.
No es pena aflictiva, i puede el procesado ser escarcelado bajo fianza.

Aquí se trata única i esclusivamente de la perturbación del orden


público con el fin de causar injurias u otro mal o fin reprobado a alguna
persona. Lo qué aquí se pena no son las injurias, las lesiones o los
perjuicios graves que por este medióse puedan causar a otras personas,
porque estos delitos tienen sus correspondientes castigos señalados en
otros lugares de este Código. Es solo la perturbación i el objeto con
470 GÓDIGO PENA.II

qu.e ella se intenta i si de ello resulta uno o mas delitos, es claro que,
conforme al art. 74, se penarán por separado.
En el Libro de Actas de la Comision Redactora, páj. 112, sesión
56, a propósito de las palabras la tranquilidad publica, se lee lo
siguiente:
Pasó en seguida a examinar el párrafo 2.° relativo a los «desórdenes
públicos» i se acordó, a indicación del señor Gandarillas decir en él:
alos que turbaren gravemente la tranquilidad públicas, en vez de «el
orden publico», porque la turbación de esta última especie importa una
sedición, puesto que se ataca a la sociedad misma en su base; mióntras
que la materia del articulo debe limitarse a las alteraciones pasajeras
de la tranquilidad que no tienen aquel carácter ni procuran trastornar
el orden establecido.

§ III.

De la rotura de sellos.

ART. 270.

«Los que hubieren roto inteneionalmente los sellos


puestos por o r d e n de la autoridad pública, serán casti-
gados con reclusión menor e n s u g r a d o m í n i m o (1) i
multa de ciento a trescientos pesos.
L a s penas serán reclusión menor en su grado medio
(2) i m u l t a d e c i e n t o a quinientos pesos cuando los
sellos rotos e s t a b a n colocados sobre papeles o efectos
de un individuo acusado o condenado por crimen.»

(1) Presidio de 61 a 540 dios, aplicándose el art. SO, caso de que


haya cargo u oficio de que suspender aireo. No espena aflictiva i el
procesado puede ser escarcélado si rinde fianza.
(2) Id. de 541 dias a S años. En lo demás conforme a la anterior
nota.

La autoridad civil o judicial puede mandar sellar cosas ú objetos.


Así por ejemplo, en el caso de una quiebra puede el juez que conoce de
libro ii.—título vi. 471'

la causa ordeñar se sellen las puertas, efectos o papeles del fallido. La


autoridad civil i judicial pueden ordenar igual cosa respecto de la
habitación de alguien que hubiese fallecido o hubiere puesto fin a sus
dias sin dejar herederos; el juez del crimen puede decretar igual cosa
respecto de los objetos o papeles de un reo que ha sido capturado.
Romper esos sellos, sin que lo haya ordenado la autoridad que lo decretó
u otra que tenga esa facultad, es un delito, i mas grave en lo criminal
porque se pueden hacer desaparecer los rastros del crimen siendo
inútil la pesquiza judicial i quedar impune el autor del crimen, hé
aquí por que el artículo establece dos penas: la mas leve para lo primero
i la mas grave para la materia criminal, siempre que el acusado lo sea
por crimen o condenado por él. Si el delito no es de crimen, puesto que
puede serlo de simple delito o falta, sé aplicará entonces la primera
pena, siguiendo por consiguiente la regla jeneral i no el caso de escep-
cion relativa cuando exista crimen.

Art. 271.

«Si la rotura de los sellos ha sido ejecutada con vio-


lencia contra las personas, el culpable sufrirá las penas
de reclusión menor en su grado máximo (1) i multa.de
quinientos a mil pesos.»

(1) Presidio de 3 años 1 día a 5 años i las accesorias del art. 29.
Es pena aflictiva i el procesado no tiene derecho a ser escarcelado tajo
fianza.

Si para romper los sellos que se han colocado por autoridad compe-
tente, se hace fuerza contra las personas i por violencia sé ejecuta ése
acto, la criminalidad es mayor. Esto es ya una burla o un menosprecio
notable contra la autoridad que ordenó la postura de sellos i se supone
un gran Ínteres en sustraer algo que puede perjudicar.
La violencia contra las personas pára'romper los sellos es lo que
diferencia este artículo del anterior i, por consiguiente en este caso,
la pena es fija i mas grave que en el otro, .el cual consagra una regla
jeneral para los en que no hai violencia.
472 Gódigopena.II

§ IV.

De los embarazos puestos a la ejecución de los trabajos públicos.

ART. 2 7 2 .

« E l q u e p ó r v í a s ele h e c h o s e hubiere opuesto, sin


m o t i v o justificado, a la ejecución d e t r a b a j o s públicos
ordenados o permitidos por autoridad competente, será
c a s t i g a d o c o n r e c l u s i ó n m e ü o r e n s u g r a d o m í n i m o (1)
o multa de ciento a mil pesos.»

(1) Presidio de 61 a 540 dias, aplicándose ademas el art. 30 caso de


que haya cargo u oficio de que suspender al reo. No es pena aflictiva i
admite ta escarcélacion dd procesado bajo fianza.

Es un delito oponerse, sin motivo justificado, a la ejecución de


trabajos públicos ordenados o permitidos por la autoridad.
La frase esplicativa sin motivo justificado, quiere decir cuando no haya
derecho para ello. Sin embargo, para evitar, dificultades lo mejor es
ocurrir a la autoridad que decretó o permitió tales obras, caso de creerse
que se vulneran nuestros derechos i, si despues de esponer las razones,
no se hace justicia, entonces se ocurre a los tribunales i se deducen las
acciones del caso para impedir asas obras. Allí se ventilan los funda-
mentos del derecho que se viola: un fallo viene a dar la justicia
al que la tenga, i este proceder nos libertará de envolvernos en una
querella criminal, o de las consecuencias que pueden venir por la
resistencia en los encargados de-esos trabajos, que talvez no saben
respetar los derechos ajenos i, discutir con ellos, cuando no hacen
mas que obedecer un mandato, nos puede conducir quién sabe a cuantas
dificultades graves, como por desgraoia lo hemos visto mas de una vez
entre nosotros.

§ V.

Crímenes i simples delitos de los proveedores.

ART. 2 7 3 .

«Las personas encargadas de provisiones, empresas


libro ii.—título vi. 473'

o administraciones por cuenta del ejército o d e la


armada, o sus ajentes que voluntariamente hubieren
f a l t a d o a s u s c o m p r o m i s o s e m b a r a z a n d o el servicio q u e
tuvieren a su cargo con daño g r a v e e inevitable de la
causa pública, sufrirán las p e n a s de reclusión m a y o r en
s u g r a d o m í n i m o (1) i m u l t a d e m i l a c i n c o m i l p e s o s . »

(1) Penitenciaria de 5 años 1 clia a 10 años i tas accesorias del arl.


28. Es pena aflictiva i el procesado no puede ser escarcelado bajo fianza.

Este artículo establece que es un delito cuando un proveedor del


ejército o de la armada falta voluntariamente a sus compromisos i em-
baraza el servicio que tenga a su cargo con daño grave e inevitable para
la causa pública.
El libro de Actas de la Comision Redactora de este Código dicé a
fojas 116, sesión 59, que a indicación de los señores Fábres i Altami-
rano, se agregaron las palabras que hemos subrayado i luego, para mejor
intelijencia de todo el artículo, se dijo lo siguiente: «De esta manera no
se comprenden aquellos perjuicios que han podido evitarse haciendo
sacrificios de dinero, como por ejemplo, comprando los objetos a mayor
precio que él convenido, lo que solo dará lugar a la acción civil de
perjuicios. El artículo se refiere al daño moral, no al pecuniario, que
resulta de la falta del proveedor, como, si obligado a suministrar raciones
para un ejército, no pudiera este marchar por no haberse entregado
aquellas, i se perdiera, a consecuencia de ello, una acción de guerra.
Para que sus disposiciones* se apliquen es necesario, ademas, que el
perjuicio sea positivo, no temido solamente.
En la palabra ejército se comprende tanto la tropa de línea como la
de policía i milicia cuando desempeñen funciones que puedan compro-
meter la causa pública.»
Siendo las consecuencias de este delito tan graves, la pena ha tenido
que ser severa i por eso nada tenemos que objetar a este respecto. En-
contramos una perfecta analojía entre el delito i la pena i no podemos
por ménos que aceptar el precepto sin observación alguna a este respecto.

Art. 274.

"Si ha habido fraude en la naturaleza, calidad o


474 Gódigop e n a . I I

cantidad de los objetos o mano de obra, o de las cosas


suministradas, con daño g r a v e e inevitable de la causa
publica, los culpables sufrirán las penas de presidio,
mayor en cualquiera de sus grados (1) i multa de mil a
cinco mil pesos.»

(1) Penitenciaria ele 5 años 1 ¿lia a 20 años, llevando ademas Tas


accesorwis del art. 28. Es pena aflictiva i el procesado no puede ser
escarcelado bajo fianza.

Si el fraude del proveedor ha existido, ya sea en la naturaleza,


calidad o cantidad de los objetos que ha suministrado i cobrado, o en
las obras que haya hecho, o de las cosas que se le hayan pedido.como
proveedor i que él haya suministrado con daño grave e inevitable, hai
un grave delito i una severa pena por este articulo. Mas si no ha habido
daño grave e inevitable ¿habrá o no delito i cómo se penaría si existiera?
El artículo no se coloca en este caso i donde la leí calla ¿será por
que ha creído que no hai crimen que castigar? Nosotros creemos de
distinto modo i que, si no hai el delito grave en que se coloca la dispo-
sición que analizamos, existe el, de estafa i engaño, aparte de las
acciones civiles que se pueden ejercitar sino se ocurre a la criminal
por la falta al contrato i porque se cobran provisiones distintas a un
precio que no hai derecho para exijir, sustrayendo así al Estado el dinero
que se entrega bajo la intelijencia de que no se le engaña ni se le estafa.
Si estas disposiciones se hubieran aplicado con todo rigor en estos
últimos años ¡cuánto dinero no hubiera ahorrado la nación en la guerra
con el Perú i Bolivia i cuánto provecho no hubiera traído un escar-
miento de esta naturaleza! ¡Cuántas fortunas no se han levantado
merced a los fraudes que se han tolerado en grande escala con perjuicio
del estómago de nuestros pobres defensores en tan larga como cruda
guerra! ¡ Cuántos de esos valientes no han perecido por las enfermedades
contraidas por la mala alimentación i el Estado la ha pagado como
buena!
En fin, no nos distraigamos en estas miserias, mejor es doblar esta
hoja i seguir adelante en nuestro trabajo.
libro ii.—título vi. 475'

§ vi.
De las infracciones de las leyes i reglamentos referentes a lotera-
casas de juegos i de préstamos sobre prendas,

ART. 275.

« E s lotería toda operacion ofrecida al príblico i desti-


n a d a a-procurar g a n a n c i a s p o r medio de la suerte.»

Este artículo no hace otra cosa que definir lo que es lotería.


Las loterías privadas, es decir las que se hacen en familia o per-
sonas amigas, no están al alcance de la autoridad e inteneionalmente
la Comision Redactora las dejó sin penar, ya porque seria difícil e
inútil perseguirlas, ya porque racionalmente no puede suponerse fraude
en ellas desde que son actos de mera confianza i de entretenimiento
sin que su objeto principal sea el lucro del que las hace.

ART. 276.

" L o s autores, empresarios, a d m i n i s t r a d o r e s , comisio-


n a d o s o a j e n t e s de loterías no autorizadas legalmente,
i n c u r r i r á n en la multa de ciento a mil pesos i p e r d e r á n
los objetos m u e b l e s p u e s t o s e n lotería.
Si los objetos puestos en lotería f u e r e n inmuebles, la
p e n a será multa de mil a cinco mil pesos.
E n caso de reincidencia se les aplicará a d e m a s la
reclusión m e n o r en su g r a d o mínimo. (1)

(1) Presidio de 61 a 540 citas, aplicándose el art. SO cuando hai


cargo u oficio de que suspender aireo. No es pena aflictiva i el procesado
puede obtener su escarcelacion bajo fianza.

Lo que este artículo prohibe es llevar a efecto loterías públicas sin-


476 Gódigopena.II

permiso de autoridad competente i cuando se falta a este requisito se


incurre en las penas que señala este artículo.
Entre nosotros no hai la costumbre de hacer loterías públicas, pero
existen las rifas de bienes muebles o inmuebles.
Para las rifas de bienes inmuebles debe observarse lo prescrito en el
supremo decreto de 24 de Agosto de 1858.
Respecto a las rifas públicas de bienes muebles, hubo el decreto
supremo de 12 de Diciembre de 1859; pero fué derogado por otro de
fecha 21 de Julio de 1860, que las prohibe en absoluto.
El permiso para loterías públicas deberá, recabarse del Intendente'
de la provincia a fin de que dicte'las medidas que aseguren su
legalidad.

Akt. 277.

"Los banqueros, dueños, administradores o ajentes


de casas dé j u e g o de suerte, envite o azar, serán cas-
tigados con reclusión menor en cualquiera de sus gra-
dos (1) i multa de ciento a mil pesos.»

(1) En grado mínimo esta pena comprende de 61 a 540 dias; en


grado medio - de 541 dias a 3 años. Aplicada en malquiera de estos
grados, se observará lo prescrito en elart. 30 si hai cargo u oficio de que
suspender al reo. No es pena aflictiva en estos casos i el procesado puede
ser escarcelado bap fianza.
Aplicada la pena en grado máximo lleva las accesorias del art. 29.
Es entonces pena aflictiva i no puede haber escarcelacion como en los
otros dos casos.

Este artículo no prohibe el que se juegue en casas particulares. Para


caer bajo la represión de esta disposición es preciso establecer casas de
juego: tener esto habitualmente i como un negocio, es decir cobrar
cuota a los que concurren a jugar.
El juego es una entretención que no puede prohibirlo la lei en estas
condiciones i por eso ha establecido penas a los que instalan casas
para hacer de esto un negocio lucrativo obteniendo una prima, de los
concurrentes. No habiendo en mira este lucro ni estas condiciones, no
existe delito.
libro ii.—título vi. 477'

Oreemos que el Código Penal ha derogado el supremQ. decreto de 27


de Enero de 1837 i bando de 3 de Octubre de 1856 del Intendente de
Santiago, don José Nicolás Tocornal, i leyes anteriores al Código Penal.
Esto era natural desde que en esos decretos hasta se violaba la Consti-
tución del Estado dando facultad para allanar casas a los comandantes
de sereno, subdelegados e inspectores.
El Código Civil establece, con relación al juego de azar en su art.
2260, que el que gane en juego no puede exijir el pago; pero si el que
pierde, paga, no puede repetir lo pagado, a ménos que se haya ganado
con doló.
No disertaremos sobre las consecuencias del juego, ni diremos nada
respecto a que en esto no hai honradez ni amistad. El mejor amigo
traiciona, i raro es el jugador de profesión que no es un pillo, que no
use naipes compuestos para asegurar la suerte i ganar, llevando a
otros que ayuden i finjan perder o que, preparando los naipes
o los dados de un modo conveniente, contribuyen al robo desca-
rado que se hace al que juega de buena fé. Lo mejor de los
dados es no jugarlos, dice un antiguo proverbio, que aconsejaría-
mos seguir a todo el mundo. Otro modo de éstirpar o limitar el
juego es no hacer caso de esas reglas de los jugadores que, despues que
ganan mal, pretenden se les pague lo que se les ha quedado debiendo,
llamando esto casos de honor, siendo que la lei civil no da derecho para
tales cobros.
Los casos de honor, son casos de vicio entre los que abusan de la
inocencia, para hacer con el naipe sus trampas i robar alevosamente,
sin acordarse que dejan en la calle a una familia o le quitan el pan del
siguiente dia.

ART. 278.

«Los que concurrieren a j u g a r a las casas referidas,


sufrirán la pena de reclusión menor en su grado mínimo
(1) o multa de ciento a mil pesos.»

(1) Presidio de 61 a 540 dias, aplicándose el art. 30, caso de que


haya cargo u oficio de que suspender al reo. No es vena aflictiva i admi-
te esearcelcicion lajo fianza.
478 Gódigopena.II

A este respecto, la Comision Redactora en la sesión CO, páj. 118,


del libro de Actas, dejó establecido que se esceptúan de esta pena los.
que se hallen presentes en el juego, cuando fueren descubiertos si
justifican su inculpabilidad. Luego, pues, la pena que establece este
artículo es solo para los que se sorprenden jugando i nunca para los
que por entretención solo miran o, si han jugado, no estaban ocupados
de eso en el acto de ser sorprendidos por la autoridad.
A la justicia criminal corresponde el juzgamiento de estos delitos i
jamas por ningún título a la autoridad administrativa.
El supremo decreto con fuerza de lei de 22 de enero de 1847 por su
artículo 5.°, dispone «que los intendentes, jueces letrados, comandantes
de serenos, .subdelegados, e' inspectores, se encargarán especialmente de
perseguir i aprehender a los jugadores, i son autoridades competentes
para allanar toda casa de juego.-»
Este es el único caso en que, por la lei, los comandantes de policía,
subdelegados e inspectores tienen facultad propia para allanar las casas
eri que se reúnen personas a jugar i como esta facultad no ha sido
limitada por lei posterior, está vijente i no se puede hacer cargos a la
policía pór estos allanamientos.

ABT; 279.

«El dinero o efectos puestos en j u e g o i los instru-


mentos, objetos i útiles destinados a él caerán siempre
en comiso.»

En el acta ántes citada, se encuentra establecido que, a propuesta


del señor G-andarillas, se eximieran del comiso los muebles de la
habitación, limitándose la pérdida al dinero, instrumentos, objetos o
útiles destinados al juego, como los naipes, dados, mesas, etc., etc., de
que se sirven los jugadores.

. . ART. 280. .

«El que sin autorización legal estableciere casas de


préstamos sobre prendas, sueldos o salarios, sufrirá las
libro ii.—título vi. 479'

penas de reclusión menor en su grado mínimo (1),


m u l t a d e ciento a mil pesos, i comiso de las c a n t i d a d e s
p r e s t a d a s , h a s t a la s u m a d e cinco m i l pesos.»

(1) Igual a la pena de la ñola 1 del ari. 278.

La leí no puede prohibir una industria libre como es la que se hace


en las casas de préstamos sobre prendas. Lo único que aquí castiga, es
el no tener autorización legal. Ella se recaba del Intendente o Gober-
nador local por medio de una solicitud por escrito que se eleva a dichas
autoridades. Esto es porque esta industria paga patente i, al hacer
este negocio sin permiso, se evade ese pago haciéndose una competencia
terrible a los que satisfacen esa contribución, i porque ademas.la autori-
dad necesita saber para los casos que ocurran quiénes i donde están
establecidos esos negocios. . . ,
A este respecto bueno será no olvidar que, como parte integrante de
estas disposiciones, existe un Reglamento especial que están obligados
a observar todos los' que se dedican-al ejercicio de esta industria. Este
Reglamento principió a rejir el 1.° de Noviembre de 1877 i se dictó el
1.° de Setiembre de ese año.
En Santiago, las casas de préstamos están hoi dia tan bien organi-
zadas que consultan todas las exijencias de las clases menesterosas i
dan toda garantía de honradez a las autoridades. El servicio que pres-
tan es considerable ya que la autoridad no ha establecido por su cuenta
este negocio, para protejer al pobre. La iniciativa particular ha hecho
- en este sentido mas que la gubernativa.

ART. 281.

«Los que habiendo obtenido autorización no llevaren


l i b r o s c o n la^ d e b i d a f o r m a l i d a d , a s e n t a n d o e n ellos, s i n
claros n i entre r e n g l o n e s , las c a n t i d a d e s p r e s t a d a s , los
plazos e intereses, los n o m b r e s i domicilio délos que
: l a s r e c i b a n , la n a t u r a l e z a , c a l i d a d i v a l o r d e l o s o b j e t o s
dados en prenda i las demás circunstancias que exijan
480 GÓDIGO PENA.II

l o s r e g l a m e n t o s q u e d e b e r á d i c t a r e l P r e s i d e n t e d e la
República, incurrirán en las p e n a s de multa de ciento
a quinientos pesos i comiso de las cantidades presta-
das, h a s t a quinientos pesos.
L a s m i s m a s p e n a s se i m p o n d r á n a los q u e n o h a g a n
la e n a j e n a c i ó n d e las p r e n d a s con a r r e g l o a las l e y e s i
reglamentos..»

Por este artículo se ordena á todo prestamista que lleve libros en


forma para que dé cuenta detallada i clara de cada operacion i que se
sujete a los reglamentos que dicte sobre esta materia el Presidente de
la República, i que, en la enajenación de las prendas, se observen estas
disposiciones i las demás que tengan establecidas las leyes jenerales que
rijan esos contratos.
El Presidente de la República, a virtud del derecho que le daba este
artículo, dictó ya el Reglamento para las casas de préstamos sobre
prendas, i es el de fecha 1.° de Setiembre de 1877, que hemos citado
en el anterior artículo.
Por lo demás, veáse el titulo XXXVII del libro IV del Código
Civil, sobre «.El Contrato de prenda.»

Art. 282.

« E l p r e s t a m i s t a q u e n o diere r e s g u a r d o d e la p r e n d a
o seguridad recibida, será castigado con una multa del
d u p l o a q u í n t u p l o d e s u v a l o r i la c a n t i d a d q u e h u b i e r e
prestado caerá en comiso.»

El resguardo de la prenda que se exije al prestamista que, recibe, es


el documento que sirve a] empeñante para su reclamo i probar el con-
trato. Si no da ese resguardo se supone en él dañada intención para ese
contrato i hé aquí la razón por que su proceder se estima fraudulento i
se establece en este caso un delito i una pena.
La multa, siguiéndose la regla jeneral del inciso 7.° del art. 25, no
podrá exceder de cinco mil pesos en ningún caso.
libro ii.—título vi. 481

A r t . 283.

" E l prestamista que hiciere préstamos de la clase


indicada en los artículos precedentes a tina persona
manifiestamente incapaz para contratar por su edad o
falta de discernimiento, será castigado con las mismas
penas del artículo anterior."

Ei prestamista, antes de recibir una prenda en garantía, deberá


cerciorarse, por todos los medios que estén a su alcance, que la
persona que hace un empeño es su verdadero dueño o que procede por
mandato efectivo de éste. Las personas incapaces para obligarse son
las que determina el art. 1447 del Código Civil, como ser el demente,
el impúber, los sordo-mudos, los menores adultos, los que están en
interdicción, los relijiosos, las mujeres casadas, etc., et'c.
Cuando un prestamista conociese que la prenda que se le va a empe-
ñar es hurtada, debe pedir ausilio a la policía para que se practiquen
las investigaciones del caso, porque si acepta la prenda sospechosa i
omitió dar aviso a la policía, se hará responsable de un delito.
Como la cosa robada se quita donde se encuentra, todo prestamista
devolverá, sin exijir reintegro alguno, las prendas que de esta clase se
hallaren en su poder, i si hai sospecha contra él, tendrá que acudir
al art. 454 de este Código para salvar su responsabilidad penal, justifi-
cando su Iejítima adquisición o su buena conducta anterior, sí no pudiese
hacer lo primero.
G-raves son las responsabilidades quev afectan a los prestamistas i
muchos los medios que se ponen en planta para estafarlos, probando
. que es robado lo que han mandado empeñar por un tercero, por sus
hijos i esposas; por eso si la justicia es inexorable con ellos, debe tam-
bién protejerlos para evitar el que se les estafe ya que con la prueba
testimonial es tan fácil abusar a cada momento. No es raro, pues, en
la práctica sorprender confabulaciones para sacar lo empeñado, sin
pagar capital e Ínteres, finjiendo robo o que el empeño se hizo sin el
consentimiento del que se pretende dueño de la prenda.

29
482 Gódigop e n a . I I

§ VIL

Crímenes i simples delitos relativos a la industria, al


comercio i a las subastas públicas.

ART. 2 8 4 .

«El que fraudulentamente hubiere comunicado se-


c r e t o s de la f á b r i c a e n q u e h a e s t a d o o está e m p l e a d o ,
s u f r i r á la p e n a d e r e c l u s i ó n m e n o r e n s u s g r a d o s m í n i -
m o a m e d i o (1) o m u l t a d e c i e n t o a m i l p e s o s . »

(1) Presidio de 61 días a 3 años, aplicándose lo dispuesto en el art.


30 si hai cargo u oficio de que suspender al reo. No es pena aflictiva i
admite escarcelacion lajo fianza.

La revelación de un procedimiento de industria ^ hecha por quien


ha estado o está empleado en una fábrica es calificada de delito porque,
hasta cierto punto, es un robo por medio del cual se despoja de la
fortuna a un fabricante a quien se le publica su secreto para que sea
del dominio de otros que pueden establecer el mismo negocio, pri-
vándole de una ganancia. La frase «.en que se luí estado» viene a decir
que ese empleado tiene obligación de guardar el secreto no tan solo
miéntras esté ocupado, sino despues que ha salido o ha sido despedido,
i que ni él pueda aprovechar de ese conocimiento.
La duración de este secreto no tiene límite i como la leí no dice que
la reserva es obligatoria solo cuando se ha obtenido un privilejio esclusi-
vo, resulta que el delito existe con o sin ese privilejio, porque aquí lo
que se castiga es el abuso de la confianza que se depositó en ese emplea-
do: de manera que el delito es mas bien contra la propiedad que contra
la industria.
En la práctica será bien difícil perseguir este delito i, por dura que
sea la pena, ella no basta a evitar el fraude que trata de correjir.
El dueño de algún secreto lo que debe hacer es usar de su procedi-
miento con toda reserva, porque si fia en la pena con que la lei lo ampara,
libro ii.—título vi. 483'

puede estar seguro que será hurlado a cada momento, sobre todo si
el empleado so retira en no buena armonía con el que fué su patrón.

Art. 285.

«Los que por medios f r a u d u l e n t o s consiguieren alte-


r a r el precio natural del trabajo, de los j é n e r o s o
m e r c a d e r í a s , a c c i o n e s , r e n t a s prvblicas o p r i v a d a s o d e
cualesquiera otras cosas que f u e r e n objeto de contra-
tación, sufrirán las p e n a s de reclusión m e n o r en sus
g r a d o s m í n i m o a m e d i o (1) i m u l t a d e c i e n t o a q u i n i e n -
tos pesos;»

(1) Esta pena es igual a la del articulo anterior.

Aquí se estima delito toda coaligacion, sea de empresarios o bien de


operarios para forzar en un sentido o en otro el curso libre del trabajo
i su precio natural, así como el de los jéneros o mercaderías, acciones,
rentas públicas o privadas.
Lo difícil está aquí en averiguar cuándo hai delito, cómo consta-
tarlo i de qué modo se logra el establecer los medios fraudulentos que
exije la leí para estos casos. ¿Se referirá a las huelgas de los operarios
para exijir aumento de salario de sus patrones, a las operaciones de
bolsa que hacen los ajiotistas para hacer subir o bajar las acciones de
sociedades? Pero si es este el caso, como nos parece ¿cómo perseguir i
hacer constatar el fraude con que se procede? Sea de esto lo que fuere,
bástenos saber que hai delito en estos hechos i que queda al arbi-
trio del perjudicado el justificarlos cuando ejercite alguna de estas
acciones.

Art. 286.

« C u a n d o el f r a u d e e s p r e s a d o e n e l a r t í c u l o a n t e r i o r
recayere sobre mantenimientos u otros objetos de pri-
mera necesidad, ademas de las p e n a s que e n él s e
484 Gódigopena.II

s e ñ a l a n , se i m p o n d r á la d e c o m i s o d e l o s j é n e r o s que
fueren objeto del fraude.»

Este artículo complementa el anterior estableciendo que si el fraude


a que se refiere la disposición que antecede para hacer subir mercade-
rías, acciones o bonos, recae sobre artículos de mantenimiento u otros
objetos de primera necesidad existe, ademas de las penas allí señaladas,
el comiso de los objetos que fueren materia del fraude.
Este delito se puede cometer por avisos falsos, por un parte simulado
o enviado por otro que esté de acuerdo para remitir datos falsos i de
este modo elevar el precio de los efectos en cuestión. Ahora si el
objeto del fraude es hacer bajar los artículos, no habrá comiso ni se
podrá aplicar esta disposición, porque los perjudicados son los dueños
de los artículos i creyendo en la baja han salido de ellos. En este caso,
¿se aplicará lo que dispone el artículo anterior a los autores de estos
engaños?
El número 15 del art. 495 establece que cuando esta clase de frau-
dos no excedieren de diez pesos, el hecho no constituye un delito sino
una falta i entonces la pena será prisión en grado mínimo (de 1 a 40
dias conmutables en multa de 1 a 30 pesos). En este caso i en el del
art. 500, podrá decretarse el comiso según el carácter i circunstancias,
con que se presente, quedando esto al arbitrio del juez que conozca en
él asunto.
No deja de rozarse esta disposición con la del art. 313, como tendre-
mos ocasion de verlo cuando lleguemos al estudio de ese artículo.

AKT. 2 8 7 .

«Los que e m p l e a r e n a m e n a z a o cualquier otro medio


fraudulento p a r a alejar a los postores en u n a subasta
p ú b l i c a c o n el fin d e a l t e r a r el p r e c i o d e l r e m a t e , s e r á n
c a s t i g a d o s con u n a m u l t a del diez al cincuenta por
c i e n t o d e l v a l o r d e la c o s a subastada;'a no merecer
m a y o r p e n a p o r la a m e n a z a u o t r o m e d i o ilícito ; q u e
emplearen.»
libro ii.—título vi. 485'

La disposición que contiene este artículo solo establece la existencia


del delito cuando se emplean amenazas o cualquier. otro medio fraudu-
lento para alejar a los postores en una subasta pública con el objeto de
alterar el verdadero precio de un remato, es decir, para bajarlo si les
agrada o subirlo si así les conviene.
¿Se comprenderá en este artículo a los que vulgarmente se denomi-
nan palos blancos, que están en los remates llevados, ya por el martilie-
ro o por el dueño de las especies que se van a rematar, para hacerlas
subir hasta un límite convenido, i a los que van a los remates públicos
para pedir algo a los interesados, retirándose, sin hacer posturas, una
vez que hacen su negocio, i dejando que ese interesado quede solo i ob-
tenga la especie por el mínimo que se haya fijado?
El artículo no es claro a este respecto como pudo haberlo sido; pero
al emplear la frase «cualquier otro medio fraudulento», que aquí es
jeneral, parece que el caso a que nos hemos referido está dentro de estos
términos, una vez que se pruebe el hecho de haber existido fraude. Sin
embargo, respecto al que abandona un remate porque otro postor le
pague por quedar solo i no tener su competencia en ese acto, nos parece
que esto no está prescrito porque es un negocio lícito entre dos posto-
res, bien que se causa un mal al dueño de la especie que se remata; pero
¿como obligar a que entre una persona a un remate si se retira antes
de estar abierto? Sea la causa de esto porque ha habido paga o porque
voluntariamente desiste, creemos que no hai delito en ese negocio.
La pena es multa del diez al cincuenta por ciento del valor de la
cosa subastada; mas esta multa no puede exceder nunca de cinco mil
pesos, atentos al precepto del inciso 7.° del art. 25 tantas veces citado
ya en este libro.
Ahora si la amenaza con que se apartó a los licitadores del remate o
los medios ilícitos empleados con ese objeto tienen por la lei mayor
pena, se aplicarán estas i no la anterior, porque aquí no se ha querido
castigar un mismo hecho con dos penas por no ser tan grave el delito.

§ VIII
De las infracciones (le las leyes i reglamentos relativos
a las armas prohibidas.

ART. 288.

«El que fabricare, vendiere o distribuj^ere armas


486 Gódigopena.II

absolutamente prohibidas por la lei o por los Regla-


mentos jenerales que dicte el Presidente de la Repú-
blica, sufrirá la pena de reclusión menor en su grado
mínimo (1) o multa de ciento a quinientos pesos.»

(1) Presidio de 61 a 540 días, aplicándose el ctrl.SO, si hcii cargo u


oficio ele que suspender al reo. No es pena aflictiva i admite cscarcelacion
bajo fianza.

Sobre fabricación de armas no conocemos disposición alguna vijente


que la limite.
Sobre introducción i venta creemos que están prohibidas las armas
de fuego que hieren sin causar detonación, como ser ciertos bastones o
huascas arregladas que hacen el disparo sin ruido.
El núm. 3 del art. 490 establece pena para el que carga armas
prohibidas por la lei sin licencia de la autoridad competente que, en
estos casos, lo son los Gobernadores o Intendentes, en cuyas oficinas debe
llevarse un libro en que se anoten esos permisos i darse por escrito la
licencia al interesado, despues que la autoridad ha calificado la necesidad
de otorgar ese permiso, el que se concede solo a personas honradas i de
buena conducta.
El Senado Consulto de 20 de marzo de 1824 está vijente en lo
relativo a los arts. l.°, 2.° i 8.° Los restantes han quedado derogados por
el Código Penal.
Estos artículos disponen lo siguiente:
«Art. l.° Queda prohibido absolutamente desde la publicación de este
decreto, el cargar cuchillo, puñal, daga, bastón con estoque i toda arma
corta, así en la capital como en los demás pueblos del Estado.
Art. 2.° No son comprendidos en el artículo anterior los carniceros,
pescadores) verduleros i toda persona cuyo ejercicio necesite precisa-
mente el uso de esta clase de armas; pero solo podrán llevarlas en la
forma que previene el art. 8.°
Art. 8.° -Ninguno de los esceptuados en el artículo 2.° • podrá cargar
cuchillo a la cinta, debiendo usarlo solamente para el caso de vender
carne, pescado o verduras en el mercado i sin punta; i los retobadores
deberán llevarlo con las demás herramientas de su ejercicio siempre que
se les ofrezca trabajar, i no en otra forma, bajo las penas establecidas
en los artículos antecedentes.»
libro ii.—título vi. 487'

¿Qué pena es esta? La del núm. 3.° del art. 490 del Código Penal.
Para esta capital i respecto al acopio de armas, existe el bando de
28 de julio de 1840 del Intendente Uriondo, que en esta parte dice
así:
«Art. 30. Se prohibe jeneralmente todo acopio de armas o pertre-
chos de guerra, aunque sea en tienda para venta, a ménos que preceda
el conocimiento i permiso del Gobernador local, concedido por escrito.
Los contraventores de esta disposición, ademas de perder las armas i
municiones que se les aprehendan, incurrirán por la primera vez en
una multa de cincuenta pesos o quince diasde presidio: por la segunda,
se duplicará la multa, i si hubiese nueva reincidencia, se procederá
contra ellos como sospechosos.»
Estas penas creemos que no son aplicables i que el bando dictado
bajo el imperio de otra lejislacion criminal, tiene que estar modificado
a este respecto i que su infracción será castigada con arreglo al art.
288 que estamos comentando.
Sobre disparo de tiros, establecimientos de «tiro al blanco» etc., etc.,
estáu bajo las . disposiciones del bando de 27 de Agosto de 1866 del
Intendente, señor Yicente Izquierdo.
Sobre venta de pólvora, su internación o estraccion, espendio de
fósforos i fabricación de cohetes, están bajo las prescripciones del
bando de 13 de Mayo de 1853 del Intendente don Francisco A. Ramí-
rez; i los vendedores de parafina, neolina, kerosina, alumina i demás
líquidos inflamables, se rejirán por el bando de 13 de Abril de 1868
del Intendente don Francisco Echáurren Huidobro.

§ IX.

Simples delitos relativos a las epizootias.

A r t . 289.

«Todo tenedor o g u a r d i a n de animales afectados de


enfermedades contajiosas determinadas por la autori-
d a d local, q u e n o h u b i e r e d a d o aviso i n m e d i a t a m e n t e
a d i c h a a u t o r i d a d o a s u s a j e n t e s , o q u e á n t e s d e q u e se
h a y a r e s p o n d i d o a su a v i s o n o los t u v i e r e e n c e r r a d o s ,
488 Gódigopena.II

será castigado con reclusión m e n o r en su g r a d o míni-


m o (1) o m u l t a d e c i e n t o a t r e s c i e n t o s p e s o s . »

(1) Presidio de 61 a 540 dias, aplicándose el art. SO si hubiere cargo


u oficio de que suspender al reo. No es pena aflictiva i puede el procesado
ser escarcelaclo bajo fianza.

El aviso de enfermedades contajiosas de animales debe darse al


gobernador local. Esta es también la autoridad llamada a dictar medi-
das en estos casos para prevenir el contajio i que se beneficien en este
estado espendiéndose carne infestada que puecla atacar la salubridad
pública. Por eso hai prohibiciones a este respecto i empleados en los
Mataderos públicos que examinan el ganado que se ha de beneficiar i
jueces de abasto que vijilan el estado de las carnes que se espendan
cuando se sabe que existe o se teme una epidemia.
Siendo uno de los principales deberes de la autoridad local el cuidar
de la salubridad pública, era natural que el Código Penal pusiera bajo
su poder este recurso i le diera facultades para todo lo relativo a él; i
por fin que encargara al poder judicial de imponer las penas que aquí
establece a los contraventores de esta disposición.

ART. 2 9 0 .

«A los que, con d e s p r e c i o de las p r o h i b i c i o n e s de la


autoridad administrativa competente, hubieren dejado
los animales infestados en comunicación con otros o no
hubieren cumplido las prescripciones de dicha autori-
d a d p a r a i m p e d i r la p r o p a g a c i ó n del contajio, se i m p o n -
d r á i a p e n a d e r e c l u s i ó n m e n o r e n s u g r a d o m í n i m o (1)
o multa de ciento a quinientos pesos.»

(1) En todo como la del anterior artículo.

El artículo que antecede establecía que ora delito i fijaba una pena
para el guardian de animales afectados de enfermedades contajiosas que
libro ii.—título vi. 489'

ño clieve aviso inmediatamente a la autoridad i que no los encerrase en


el acto.
El presente dispone que es delito i fija una pena para el caso que
se desprecien las órdenes de la autoridad administrativa competente i
se dejen los animales infestados en comunicación con otro3, lo que por
cierto tiende a la propagación del contajio, burlándose las medidas
dictadas, sino para esterminar el mal, al menos para que no avance.
Pero se dirá ¿que tiene que hacer la autoridad en intereses particu-
lares? De dónde saca este derecho? Es fácil comprender que si el mal
que se trata de evitar no afectara mas que los intereses de una persona,
ella podría hacer lo que le agradara; pero aquí se busca el medio de
evitar el contajio, que no se perjudique a otros, que 110 pase a las
personas por el uso de esa carne que se beneficia, i, en todo caso, el
Ínteres de la comunidad exije que se dicten medidas para evitar uno i
otro temor.
Por eso el poder de la autoridad se estiende en tales casos a dictar
medidas que salven la situaciou, se garanticen derechos privados, aunque
se sacrifique el dominio de uno en bien de un pueblo que podría quedar
sin este abastecimiento, o espuesto, sin la vijilancia de la autoridad, a
usarlo con peligro de la vida. Salus populis suprema lex esto.

ART. 291.

«Si con motivo de la infracción de lo dispuesto en el


precedente artículo, ha resultado la propagación del
contajio, se impondrá a los culpables la pena de reclu-
sión menor en su grado mínimo (1) o multa de quinien-
tos a mil pesos.))

, (1) En todo como la del art. 289.

Este artículo se coloca ya en el último grado a que puede llegar el


desobedecimiento a la autoridad. Por eso dice que si el mal se ha
propagado por esa causa, el delito es mayor, como se ve por el aumento
en la multa.
Ahora bien, ¿el perjudicado por esta causa no podría reclamar el
perjuicio,que sufriere? Es evidente que sí, No habría derecho para
490 Gódigopena.II

estos abonos o indemnizaciones si el contajio cundiera observándose


todas las disposiciones que hubiese ordenado la autoridad; pero si ellas se
burlan i por este desprecio se causa un mal a otro ¿cómo no se ha de poder
reclamar de ese daño que es causado con toda deliberación? El caso ya
no es fortuito i lejos de impedir que cunda el contajio, se ha procurado
que tome proporciones i dañe a terceros, ¿i bastará la pena del delin-
cuente para el que ha recibido un perjuicio en sus intereses? Lo repe-
timos otra vez, que nó i sostenemos que si la sentencia que recayere' en
ese caso no ordena abonar este daño, que será apreciado por el juez,
oyendo previamente a un perito, puede reclamarse civilmente i con
buen resultado. Por eso para evitar un otro pleito es conveniente que
el que se crea perjudicado directamente por el desprecio que se hizo de
las órdenes de la autoridad, se haga parte en el proceso i pida lo conve-,
niente para que conjuntamente se falle una i otra cosa.

§ X.

De las asociaciones ilícitas.

ART. 292.

" T o d a asociación f o r m a d a con el objeto de a t e n t a r


contra el órden social, contra las b u e n a s costumbres,
contra las p e r s o n a s o las propiedades, i m p o r t a u n
delito que.existe por el solo hecho de o r g a n i z a r s e . "

La libertad de asociación es un derecho natural en el hombre i a él


se debe la mayor parte de los progresos que se notan en las ciencias i
en las artes; peró el ejercicio de este derecho, tan sagrado como lejítimo,
puede orijinar i ha orijinado abusos de trascendencia. Las pasiones
humanas pueden apoderarse del instrumento poderoso de la asociación
i dirijirlo contra la sociedad, estralimitando el círculo que les ha
trazado el deber a este respecto.
Por eso con sobrada razón este artículo establece una presunción de
derecho que no admite, por consiguiente, prueba en contra que el esta-
blecimiento de toda sociedad por el solo hecho de organizarse i que tenga
por objeto atacar ya sea el órden social, las buenas costumbres o bien
libro ii.—título vi. 491'

las personas o las propiedades, importa un delito. Tales actos consti-


tuyen un hecho prohibido, sin perjuicio dé las penas que se establecen
en los artículos siguientes para su castigo i aparte de la responsabilidad
colectiva o individual que afecte a uno o a muchos de los asociados por
los delitos que ejecuten, los que se penarán en cada caso especial según
sea la disposición penal que contravengan.
La autoridad tiene el sagrado cuanto ineludible deber de mantenei1
el orden social, cuidar de la moralidad pública, que no se atente
contra la persona o las propiedades i, si consintiera que para estos fines
tan perversos se establecieran sociedades, seria directamente respon-
sable de esas consecuencias i por . eso debe perseguirlas i hacer que se
castigue a sus asociados con todo el rigor de las leyes.

AKT. 2 9 3 .

" S i l a a s o c i a c i ó n h a t e n i d o p o r o b j e t o la p e r p e t r a c i ó n
de crímenes, los j e f e s , los q u e h u b i e r e n ejercido m a n d o
e n ella i s u s p r o v o c a d o r e s , s u f r i r á n la p e n a d e p r e s i d i o
m a y o r e n cualquiera de sus g r a d o s (1).
C u a n d o la a s o c i a c i ó n h a t e n i d o p o r o b j e t o la perpe-
t r a c i ó n d e s i m p l e s delitos, la p e n a s e r á p r e s i d i o m e n o r
en cualquiera de sus grados (2) para los individuos
comprendidos en el acápite anterior.

(1) Penitenciaria de 5 años i 1 día a 20 años i las accesorias del art.


28. Es pena aflictiva i no admite escarcelacion bajo fianza.
Como el juez puede aplicar esla pena en cualquiera de sus grados,
tenemos que el grado minimo es de 5 años 1 dici a 10 años; el medio, de
10 años 1 día a 15, i el máximo de 15 años 1 clia a 20 años. En todos
los grados es pena aflictiva i lleva en cualquiera.de ellos las accesorias del
, art. 28.
(2) Presidio de 61 dias a 5 años. Aplicada en grado máximo de 3
años 1 dia a 5 años, lleva las accesorias del art. 28. Es aflictiva i no
admite la escarcelacion del procesado.
Aplicada en grado minimo, de 61 a 540 dias; o en grado medio de 541
dias a 3 años, se aplica en uno i otro caso el art. 30, si hai cargo u oficio
de que s uspender al reo. No es pena aflictiva i puede el reo ser escarce-
lado bajo fianza.
492 G ó d i g o pena.II

El artículo que antecede se limita solo a establecer que la forma-


ción de una sociedad con cualquiera de los móviles allí indicados es
un delito. El presente dice que los que.hubieren ejercido mando en una
de estas sociedades i los provocadores, por este solo hecho, merecen la
pena de presidio mayor si el objeto de la sociedad es la perpetración
de crímenes: vr. gr. si fuese para asesinar, incendiar o atentar contra
una alta dignidad del Estado; pero si fuera para simples delitos, como
por ejemplo, estafar o hurtar en pequeño, deben ser castigados con
presidio menor, pudiendo el juez recorrer los distintos grados de estas
dos penas, según la gravedad i circunstancias que se presenten en favor
o en contra de las personas a que él se refiere.
Respecto de las otras personas que formen la sociedad o de los que
los ausilien para el logro de sus plaues, nada dice el artículo por ahora.
Eso está determinado en otra disposición que pronto vamos a conocer.
La pena, pues, en este artículo solo depende del objeto de la sociedad
r es contra los que la han formado i los que en ella han ejercido mando
a la fecha en que se descubre i se les persiga por la justicia.

ART. 294.

"Cualesquiera otros individuos que hubieren tomado


p a r t e e n la asociación i los q u e a s a b i e n d a s i v o l u n t a -
r i a m e n t e le h u b i e r e n s u m i n i s t r a d o caballerías, ai'mas,
municiones, i n s t r u m e n t o s para cometer los crímenes o
simples delitos, alojamiento, escondite o l u g a r de reu-
n i ó n , s e r á n c a s t i g a d o s , e n el p r i m e r c a s o p r e v i s t o por
el a r t í c u l o p r e c e d e n t e , c o n p r e s i d i o m e n o r e n s u g r a d o
medio, (1) i e n e l s e g u n d o , c o n p r e s i d i o m e n o r e n s u
g r a d o m í n i m o . " (2)

(1) Presidio de 541 dias a S años, aplicándose el art. SO si hcii cargo


u oficio de que suspender al reo. No es pena aflictiva i admite la escarce-
lacion del procesado tajo fianza.
(2) Id. de 61 a 540 dias. En lo demás como la anterior.

Ya hemos visto cómo se penan "a los que provocan i ejercen mando
en una sociedad que lleva alguno de los fines que espresa el art. 292,
llbeo ii.—título vi.

Pues bien, ¿cómo se penarán entonces a los ciernas miembros de una


sociedad de esta especie i a los que, a sabiendas i voluntariamente
(porque si el acto no es voluntario no hai delito), les hubieren suminis-
trado caballerías, armas, municiones, instrumentos, alojamiento, escon-
dite o lugar donde se reúnan? Si la asociación llevase en mira cometer
crímenes, la pena será presidio menor en su graclo medio; si fuese para
simples delitos, los individuos que comprende el artículo, seráu casti-
gados también con presidio menor, pero en su grado mínimo.'
Desde que dos son los objetos de los asociados, seria necesario que las
penas fueran también distintas, porque líi criminalidad en el primer
caso es mucho mayor que en el segundo. Entonces la pena 110 habría
sido justa, si ella hubiera sido la misma, cuando la criminalidad es bien
diferente, lo que haría desaparecer la igualdad que debe haber entre
el delito i la pena.
Otra particularidad de este artículo es que, para buscar la pena de los
cómplices o encubridores, no se tienen en vista las reglas jenerales, sino
que aquí se establece una pena fija para esas personas, lo que a la vez
ele sencillar la penalidad en casos especiales, determina una regla mas
clara i por cierto mas estable, lo que hace mas fácil su retención en la
memoria en un caso dado.

Abt. 295.

«Quedarán exentos de las p e n a s señaladas en el


presente párrafo aquellos de los culpables que, á n t e s
d e e j e c u t a r s e a l g u n o s cie l o s c r í m e n e s o s i m p l e s d e l i t o s
q u e c o n s t i t u y e n el o b j e t o ele la a s o c i a c i ó n i á n t e s de
s e r p e r s e g u i d o s , h u b i e r e n r e v e l a d o a la a u t o r i d a d la
existencia de dichas asociaciones, sus p l a n e s i ¡oropó-
sitos.
P o d r á n s i n e m b a r g o s e r p u e s t o s b a j o la v i j i l a n c i a d e
la a u t o r i d a d . »

"Valia la pena que se hubiera establecido un artículo como el que


dejamos copiado, que por el perdón que otorga a los miembros de una
sociedad como de las que hemos tratado, les moviera a retirarse de ella
494 Gódigopena.II

i a revelar todo a la autoridad para que, prevenida i con mejores datos


pudiera perseguirles i seguir la pista a sus asociados. Nos parece bien
esta inducción o franquicia ala delación por lo perniciosas que son
ala comunidad instituciones como las que prohibe el art. 292.
En el presente párrafo no se habla ni se penan los delitos que pue-
dan cometer los socios, porque para cada uno de ellos está la pena en
su lugar correspondiente, según sea el crimen o simple delito ejecuta-
do. Lo que aquí se persigue i castiga son sociedades i a los miembros
de ellas con alguno de los objetos que ya conocemos. No se podían
pues establecer penas especiales para los delitos que ejecutará la socie-
dad en cuerpo o sus miembros aisladamente por orden de los jefes de
ella.
La sujeción a la vijilancia de la autoridad a que se refiere el último
inciso de este artículo, está sujeta pará su cumplimiento a las reglas del
art. 45 i en cuanto a su duración a lo que dispone el inciso 4.° del art.
25, es decir de 61 dias a 5 años.

§ xi.
De las amenazas de atentado contra las personas i propiedades.

Art. 296.

« E l q u e a m e n a z a r e s é r i a m e n t e a otro c o n c a u s a r a él
m i s m o o a su familia, e n s u p e r s o n a , honra o propie-
dad, u n m a l que constituya delito, siempre que pol-
los a n t e c e d e n t e s a p a r e z c a v e r o s í m i l la c o n s u m a c i ó n d e l
hecho, será castigado:
l.9 Con presidio menor en sus g r a d o s medio a máxi-
mo, (1) si h u b i e r e h e c h o la a m e n a z a e x i j i e n d o u n a c a n t i -
d a d o i m p o n i e n d o c u a l q u i e r a o t r a c o n d i c i o n ilícita i el
culpable hubiere c o n s e g u i d o su p r o p ó s i t o ; a n o ser
que merezca mayor pena el h e c h o c o n s u m a d o , e n el
c u a l caso se i m p o n d r á ésta.
2.° C o n p r e s i d i o m e n o r e n s u s g r a d o s m í n i m o a m e -
dio, (2) si h e c h a la a m e n a z a b a j o c o n d i c i o n el c u l p a b l e
n o h u b i e r e c o n s e g u i d o su p r o p ó s i t o .
libko ii.—título vi. 495

3.° C o n p r e s i d i o m e n o r e n s n g r a d o m í n i m o , (3) si l a
amenaza no fuere condicional.
Cuando las a m e n a z a s se hicieren por escrito o por
medio de emisario, éstas se e s t i m a r a n como circuns-
tancias agravantes.
Para los efectos de este artículo se e n t i e n d e por
f a m i l i a el cónj^uje, los p a r i e n t e s e n la línea recta de
consanguinidad o afinidad lejítima, los p a d r e s e hijos
n a t u r a l e s i la d e s c e n d e n c i a lejítima de éstos, los hijos
ilejitimos reconocidos i los c o l a t e r a l e s h a s t a el tercer
g r a d o de consanguinidad o afinidad lejítimas.»

(1) Presidio de 541 dias a 5 años. Aplicada esta pena en grado


máximo (de 8 años i 1 ¿lia a 5 años,) lleva consigo las accesorias del
art. 29. Es aflictiva i el reo no puede ser escarcelaclo bajo fianza.
En grado minimo de 61 a 540 ¿lias, o en grado medio, de 541 a 8 años,
se aplica el art.- SO, si liai cargo u oficio de que suspender al reo. No es
pena aflictiva en estos casos i puede el procesado ser escarcelado bajo
fianza.
(2) Icl. 61 ¿lias a S años,, aplicándose el art. SO caso de haber cargo
u oficio ¿le que suspender al reo. No es pena aflictiva i el procesado
puecle ser escarcelado dando fianza.
(3) Id. ¿le 61 a 540 clias. En lo ciernas conforme a la nota' que ante-
cede.

La disposición de este artículo se refiere a una amenaza formal, seria


que cause verdadera alarma e infunda terror en el ánimo del amena-
zado, que le coarte su libertad ocasionándole considerables perjuicios por
este medio, i no los efectos de una chanza ni de espresiones acaloradas
que se dicen sin premeditación, pues estas no pueden ser delito ni dar
lugar a las penas que señala el artículo. Por eso se dice que se amenace
seriamente i que de los antecedentes se desprenda que la consumación
del hecho sea verosímil.
Si de este modo se exije una cantidad, se impone una condicion
ilícita i el culpable logra su objeto, el delito se ha realizado i entonces
la pena es de presidio menor en cualquiera de sus grados, salvo el caso
que el hecho ejecutado merezca mayor pena, pues entonces se aplica
esta i no la relativa a la amenaza. Por ejemplo, por arrancarle a Pedro
496 Gódigop e n a . I I

cien, pesos le cloi una puñalada i le causo una herida grave, cuya
curación, demora dos meses i salva la vida casi milagrosamente pri-
vándole de un miembro importante, por lo que queda en la imposibilidad
de valerse por si mismo: en este caso se le aplica la pena que corres-
ponda por heridas graves que señala el art. '396, i no la de esta
disposición.
. Ahora, si apesar de la amenaza bajo condicion, el amenazante no
logra su objeto del amenazado, el delito es menor que en el caso
anterior, por eso la pena es ménos grave i el juez podrá aplicarle presidio
menor en su grado mínimo o medio, según las circunstancias que obren
en los autos.
Por fin, si en la amenaza no hai condicion alguna., el delito solo
merecería presidio menor.
En todo caso, si las amenazas fueren por escrito o hechas por con-
ducto de un emisario, este proceder se estima como circunstancia
agravante para la aplicación de las penas.
Como el artículo se ha referido a amenazas hechas a una persona o
a su familia en su honra o propiedad para causarle un mal que consti-
tuya delito, se establece qué es lo que se entiende por familia i hasta
qué parientes se comprenden dentro de esa palabra. Esto era necesario
para saber lo que la lei prohibía i para la justa aplicación de la pena en
un caso dado.

ART. 2 9 7 .

«Las amenazas de un mal que no constituya delito


hechas en la forma espresada en el núm. l.° del artículo
anterior, serán castigadas con la pena de reclusión
menor en cualquiera de sus grados.» (1)

• (1) Presidio de 61 dias a 5 años. En lo demás conforme a la ñola


1 del articulo anterior.

La amenaza de un mal que no constituya delito si no se dá una


cantidad de dinero o imponiendo otra condicion ilícita, es también
delito que se pena en el presente artículo.
Por ejemplo, yo amenazo a Pedro con que le entablaré un juicio i.le
libro ii.—título vi. 497

haré gastar, caso de no darme doscientos pesos. A este caso se refiere


este artículo i por eso por medio de un ejemplo, se ve mas claro lo que
preceptúa i su intelijencia ya no ofrecerá duda.
Mas aquí nada se dice de los dos casos posibles que pueden ocurrir,
es decir, si la amenaza ha surtido o no efecto, como distinguía en el
anterior i señalaba penas. Donde la leí calla i no distingue, no es
posible darle otro alcance que el que se desprende de su tenor literal.
No obstante, creemos que el juez, al aplicar la pena, debe tener en
cuenta si la amenaza se realizó o nó, para castigar al reo con el máxi-
mum o el mínimum que le permite recorrer la escala de la penalidad
fijada por este articulo.

AKT. 2 9 8 .

«En los casos de los dos artículos precedentes se


podrá condenar ademas al amenazador a dar caución
de no ofender al amenazado, i en su defecto a la pena
de sujeción a la vijilancia de la autoridad.))

El artículo dice «se podrá condenarlo que equivale a establecer


que no impone una pena necesaria, sino una precaución útil i que
autoriza al juez para que la adopte según se presenten los hechos i las
probabilidades. Si existe peligro real i verdadero de que la amenaza se
ejecute debe aceptarse lo que dispone el artículo, sobre todo si se cono-
cen los antecedentes, instinto i carácter del amenazante. Si el peligro
no se divisa, el juez no debe hacer uso de la facultad que le da la lei.
Ella así lo indica cuando lo somete al arbitrio del juez diciendo: se
podrá condenar.
Para saber los efectos de la pena de caución no hai mas que recordar
lo dicho en el art. 4G.
Los efectos de la sujeción a la vijilancia de la autoridad se encuen-
tran en el art. 45 i la duración de esta pena en el 25.

29
498 Gódigop e n a . I I

§ XII

De la evasión tle los detenidos.

ART. 299.

«El empleado público culpable de connivencia en la


evasión de u n preso o detenido cuya conducción o
custodia le estuviere confiada, será castigado:
1.° E n el caso de que el fujitivo se baile condenado
por ejecutoria a a l g u n a pena, con la inferior en dos
g r a d o s i la de inhabilitación especial p e r p é t u a p a r a el
cargo u oficio.
2.° Con la p e n a inferior en t r e s g r a d o s a la señalada
por la lei al delito p o r q u e se halle procesado el fujitivo,
si no se le h u b i e r e condenado por ejecutoria, i con la
de inhabilitación especial t e m p o r a l p a r a el c a r g o u
oficio en su g r a d o medio.)) (1)

(1) De 5 años 1 dia a 7 años. Es pena aflictiva i el procesado


no puede ser escarcelado lajo fianza.

El preso que procura su libertad obra en virtud de un sentimiento


natural, por eso la lei no le impone pena por ello; pero no sucede lo
mismo con el empleado público que está encargado de su custodia,
como ser un Alcaide o un Director de presidio o de la Penitenciaria o
la Directora de la Casa de Corrección o un guardian a quien se le confia
la custodia de un reo.
El artículo, para la imposición de la pena por el delito de conniven-
cia en la evasión de un preso, cuya conducción o custodia le estuviere
confiada, distingue dos casos: 1.° si el reo está procesado i todavía no
hai sentencia ejecutoriada en su contra, i 2.° cuando ya hai sentencia
o bien si es reo rematado.
En el primer caso, el empleado o guardian que ha dejado escapar al
libro ii.—título vi. 499'

reo se le castiga con la pena inferior en tres grados a la señalada por la


lei al delito porque se hallaba procesado el fujitivo i con las de inhabi-
litación especial temporal para el cargo u oficio en su grado medio.
Por ejemplo, si al procesado se le acusa de falsificación del sello del
Estado, delito que, según el art. 180 de este Código, merece presidio
mayor en su grado medio para el autor, tendremos que, al empleado que
deje escapar al reo, se le aplicará la pena de presidio menor en su grado
medio, de 541 dias a 3 años e inhabilitación especial de cinco años i un
dia a siete años.
En cuanto al grado de la pena de presidio es la misma que le
corresponde al encubridor del delito consumado, al cómplice de frustrado
i autor de tentativa,
Si la pena es compuesta, como la de presidio mayor en su grado
máximo a muerte que por ejemplo corresponde al chileno que militare
contra su patria bajo bandera enemiga, según el art 107 ¿qué pena le
correspondería al empleado que le dejase huir? ¿Principiarán a con-
tarse los tres grados ménos desde el mayor o desde el menor de los que
corresponden al autor?
Las reglas dadas en los arts. 66 i 68 responden a esta cuestión.
Cuando la pena es compuesta de dos indivisibles o de dos o mas grados
de una divisible, podrá el tribunal recorrer toda su estension al aplicar
la pena. De donde se deduce poruña consecuencia lójica que el guardian
debe quedar sujeto a los mismos accidentes que el autor. Es el juez el
llamado a designar la pena, según la mayor o menor malicia del
empleado, recorriendo para ello las reglas consignadas en los artículos
que dejamos citados, i tomando en cuenta las circunstancias atenuantes
•o agravantes que acompañen al delito. Debe, pues, el juez principiar a
contar los tres grados para el guardian desde el mas elevado que corres-
ponde al delincuente si concurren circunstancias agravantes; como así
mismo debe principiar de la mas baja si hai circunstancias atenuantes;
o puede recorrer, en fin, toda la estension de la pena si faltan unas i
otras.
En el segundo caso, es decir cuando en la causa había ya sentencia
de término i era reo rematado, se le pena al que le dejó escapar siendo
empleado, con la inferior en dos grados e inhabilitación especial perpe-
tua para el cargo u oficio que desempeñaba. Un ejemplo de esta clase
seria si el autor del delito hubiese sido condenado por haber dado falso
testimonio a favor del reo en causa criminal i se fugare por culpa del
500 gódigo pena.ii

empleado, éste, a mas de la inhabilitación absoluta, sufrirá de 61 a 540


dias, que es presidio menor en su grado mínimo, porque aquel debió
estar condenado a presidio menor en su grado máximo, mas la multa
que señala el art. 206.
Si el fugado de la prisión es cómplice o encubridor se tomará por
base la pena que a éstos corresponda para aplicarle la pena al empleado.
El culpable en la evasión de un preso puede serlo un empleado
público o bien un empleado militar. Para unos i otros 1.a disposición
es la misma, aunque no sea uno mismo el juez de la causa por razón
del fuero de que goza el militar.
Para saber quien es empleado público no hai mas que recordar lo que
dice eí art. 260.
Ahora para saber las penas i hacer el rebajo de los grados, deben
observarse las reglas prescritas a este respecto en los arts. 59, 61 i 77.
En este artículo hemos partido de la base de que haya culpa en el
empleado que dejó fugar al reo, puesto que si de la instrucción del
sumario que se levante con este objeto no resultare culpado, se le absol-
verá del cargo.
Pero aquí sé nos ofrece una duda: el reo que se evadió por culpa del
empleado estaba en proceso i se le absolvió por sentencia de término
porque resultó ser inocente ¿habrá incurrido en pena el empleado que
le dejó en libertad? Este empleado faltó a su deber porque no era él la
autoridad llamada a conocer en ese caso i tenia obligación de custo-
diar a ese reo; pero el artículo dice que la pena del empleado culpable
es la inferior en tres grados a la señalada por la lei al delito porque se
hallase procesado el fujitivo ¿qué pena se tomaría entonces por base si
dicho fujitivo fué a-bsuelto? Será la que se le imputaba prima facie, sin
considerarse para nada el fallo, o en este caso no habrá cometido delito
el empleado? Si lo primero, la pena será rigurosa i bastaría la de
inhabilitación especial temporal para el cargo u oficio en su grado
medio; si lo segundo, tampoco puede quedar sin pena porque ha habido
falta en los deberes de ese empleado. Pero en el silencio del artículo
habrá que obstar porque a ese empleado se le penará conforme al inciso
2.° del artículo sin considerar si el reo ha sido absuelto, tomando por
base la pena que merecía el delito que se le imputaba, lo que por cierto
no creemos justo.
Esto tendrá que reformarse o aclararse mas tarde, para que no exista
tal vacío en este Código.
libro ii.—título vi. 501'

Art. 300.

" E l particular que, encargado de la conducción o


custodia de u n preso o detenido, se hallare en alguno
de los casos del artículo precedente, será castigado con
las penas inmediatamente inferiores en grado a las
señaladas p a r a el empleado piíblico."

No se puede negar que haí casos en que se confia la custodia i


conducción de reos a particulares i cuando esto ocurre, que es frecuente
en los campos o aldeas que no tienen una policía en regla, esos particula-
res contraen obligaciones i su infracción está sujeta a una pena; pero los
deberes de un particular 110 son tan estrechos ni tan sagrados como
los del empleado público que recibe sueldo, que tiene carácter de
autoridad i por eso aquel debe ser castigado con pena menor. ¿I
cuál es esa pena preguntamos ahora? La inmediatamente inferior
en grado a la señalada al empleado público en los dos casos a que se
refiere el artículo anterior. ¿I también se le impondrán las inhabilita-
ciones especiales de que allí habla el artículo? Nos parece que nó,
porque desde el momento que es un particular el reo, en este caso no
hai cargo u oficio de que suspenderle. Esto es tan natural que, si así
no fuera, la pena seria excesivamente dura cuando se presta un servicio
sin retribución i hasta cierto punto forzado.
Ahora para poder saber en cualquier caso dado cual es la pena que
corresponde a un particular, es preciso no olvidar las reglas de los arts.
59, 61 i 77.
Ejemplo de esto será lo siguiente: Se procesa a un individuo por
haberse alzado a mano armada contra el Gobierno legalmente consti-
tuido, i si el particular encargado de la custodia del reo lo deja escapar,
sufrirá la pena de reclusión, confinamiento o estrañamiento menor en
grado máximo, de 3 años 1 día a 5 años, porque el reo podía ser
condenado hasta en grado máximo de reclusión, confinamiento o estra-
ñamiento mayor, según el art. 121.
Si fuere reo rematado, la pena que correspondería al particular, guar-
502 códigopenai,

dian del reo, seria la de reclusión, confinamiento o estrañamiento mayor


en grado mínimo, de 5 años 1 dia a 10 años.

Art. 301.

«Los que estrajeren de las cárceles o de estableci-


mientos penales a alguna persona presa o detenida en
e l l o s o le p r o p o r c i o n a r e la evasión, serán castigados
con las p e n a s s e ñ a l a d a s e n el art. 299, s e g ú n el caso
r e s p e c t i v o , si e m p l e a r e n l a v i o l e n c i a o e l s o b o r n o , i c o n
las inferiores en u n grado cuando se v a l i e r e n d e o t r o s
medios.
Si f u e r a d e d i c b o s e s t a b l e c i m i e n t o s s e v e r i f i c a r e la
s u s t r a c c i ó n o s e f a c i l i t a r é la f u g a d e l o s p r e s o s o d e t e -
n i d o s v i o l e n t a n d o o s o r p r e n d i e n d o a los e n c a r g a d o s d e
conducirlos o custodiarlos, se aplicarán r e s p e c t i v a m e n t e
las p e n a s inferiores en u n g r a d o a las señaladas en el
inciso precedente.»

La disposición de este artículo tiene por objeto evitar que se dejen


impunes los delitos, procurando la fuga de los presos i castigar el escán-
dalo i la alarma que se causan con tales actos.
Si bien es verdad, como ya lo liemos dicho, que en todo preso la
libertad es una aspiración natural, empero el que proteje i ayuda a este
propósito, se hace reo de un delito, porque la lei puede imponer a los
ciudadanos la obligación de abstenerse de tomar parte en un hecho que
es perjudicial a la sociedad. Hé aquí porque la estraccion de alguna
persona detenida o presa en algún establecimiento penal o el propor-
cionarle la evasión, con violencia o soborno, se pena conforme al art.
299, es decir, en dos o tres grados ménos, según sea el caso en que se
encuentre el reo de ser condenado o procesado. Mas, si se emplean
otros medios, se bajará todavía un grado; de manera que el culpable,
de la evasión de un reo en proceso, sufrirá la pena del delito que se
le imputaba al fugado en cuatro grados ménos; pero si ya estaba el
libro II.—título vi. 503

reo condenado por ejecutoria, la pena para el culpable en la evasión


será en tres grados menos de la que estaba cumpliendo el prófugo.
Un ejemplo nos aclarará esto mejor:
Se da libertad a un reo condenado por sentencia de término a pena
de muerte. ¿Cuál será la del alcaide que cometió el delito?
¿Cuál la de los que involuntariamente o por soborno le arrancaron?
¿Cuál la de los que le libertaron por otros medios?
En el primer caso; la pena será para el alcaide dé presidio mayor en
grado medio, de 10 años 1 dia a 15 años.
Valiéndose de otros medios las penas serian presidio mayor en - su
grado mínimo, es decir de 5 años 1 dia a 10 años.
Ahora otros casos: se da libertad al mismo reo cuando su pena no
esté ejecutoriada. ¿Cuál será la pena del alcaide?
¿Cuál la de los que le violentaron?
¿Cuál la de los que le burlaron?
A esto respondemos que la pena en el primer caso es para el alcaide
i los que usaron de violencia o soborno, presidio mayor en su grado
mínimo, de 3 años 1 dia a 10 años, i para los que se valieren de otros
medios, presidio mayor en grado mínimo, si se tratara de reos rema-
tados, i presidio menor en grado máximo si se estuvieren procesando,
de 5 años 1 dia a 10 años en el segundo caso, i de 3 años 1 dia a 5
años en este último.
El art. 301 concluye estableciendo que cuando se verifica la
sustracción o se facilita la fuga de los presos o detenidos fuera de los
establecimientos penales, violentando o sorprendiendo a los encargados
de conducirles o custodiarlos se aplicarán respectivamente las penas
inferiores en su grado a las señaladas en el inciso precedente.
Así por ejemplo, Pedro consigue que Juan, que estaba condenado a
presidio mayor en grado máximo, se fugue cuando de la cárcel se le
llevaba a la Penitenciaria violentando al que le custodiaba. ¿ Cuál será la
pena que deba imponérsele a Pedro? Tres grados ménos: presidio menor
en grado máximo de 3 años 1 dia a 5 años. Si no hai violencia ni
soborno, será presidio menor en grado medio, cuatro grados ménos i le
correspondería de 541 dias a 3 años.
Por la inversa, Juan no estaba condenado por sentencia de término
i se le procesaba por heridas graves con pérdida de un miembro impor-
tante de su cuerpo i Pedro consigue que se arranque. ¿Cuál será en
este caso la pena que deba imponérsele a Pedro causante de esa fuga?
504 códigopenai,

Si se lia valido de violencia o soborno tendrá la pena de presidio menor


en grado mínimo, de 61 a 540 dias, porque a Juan le correspondía
presidio mayor en grado mínimo; pero si no ha hecho uso de tales
medios tendrá una pena inferior en cuatro grados, o sea prisión en grado
máximo, de 41 a 60 dias.
La palabra respectivamente quiere decir, o mejor dicho, se emplea
aquí para distinguir el caso en que el reo fugado esté procesado o ya
condenado por sentencia de término i, según sea el caso que se ofrezca,
así será la referencia de la palabra respectivamente.

A r t . 302.

«Cuando la evasión o f u g a de los presos o detenidos


se efectuare por descuido culpable de los guardianes,
se aplicará a éstos una pena inferior en u n grado a la
que les corresponderia en caso de connivencia s e g ú n
los artículos anteriores.»

Este artículo se refiere esclusivamente a los guardianes que existen


en los establecimientos penales i dispone que, cuando por descuido
culpable de ellos, se verifica una evasión o fuga de presos, se les
aplicará una pena inferior en un grado a las que les correspondería en
caso de connivencia según los artículos anteriores.
Un ejemplo de esto seria el siguiente caso:
Si a los guardianes se les escapa un procesado por haber contraído
matrimonio estando válidamente casado (art. 382), se les impondrá la
pena de prisión en grado medio, de 21 a 40 dias, porque el prófugo
merecería reclusión menor en grado máximo, de 3 años 1 dia a 5 años,
es decir, se rebajarían cuatro grados.
Si el fugado no fuese rematado, se les impondrá a los guardianes
una pena superior en un grado e inferior en tres a la que corresponde
al reo, esto es prisión en grado máximo de 41 a 60 dias.

Art. 303.

"Si los fugados fueren dos o mas, se tomará como


libro ii.—título vi. 505

b a s e p a r a fijar la p e n a d e l o s r e o s a q u i e n e s se r e f i e r e
e s t e p á r r a f o , la m a j ^ o r d e l a s q u e e s t u v i e r e n sufriendo
o merecieren aquellos."

Este artículo establece solo una regla jeneral para los casos de que
ántes se ha tratado en el presente párrafo. El es bien claro, puesto que
se limita a demostrar que si los reos fugados fuesen dos o mas, para
fijar la pena se tomará como base la mayor de la que estuvieren
sufriendo o mereciendo dichos reos. Se fuga Pedro que estaba
condenado a 5 años de presidio menor con Juan que está condenado
a 10 años de presidio mayor.
En este caso la base para fijar la responsabilidad de los culpables en
esa fuga, es la pena de Juan i no la de Pedro porque la de aquél es
mayor que la de este último. Con reos en proceso, se sigue igual regla.
Si por causa de esa evasión se fugan reos procesados i rematados
siempre la base será la pena del reo evadido de mas culpabilidad.

Art. 304.

" C u a n d o empleando las r e g l a s anteriores para aplicar


la pena, no pudiera ésta determinarse por falta de
g r a d o s inferiores o por no ser aplicables las de inhabi-
litación i suspensión, se impondrá la última que
c o n t e n g a la r e s p e c t i v a e s c a l a g r a d u a l . "

Esta es otra regla que era bien necesaria para la claridad de los
anteriores artículos, porque podria suceder que faltasen grados inferiores
o porque no fueran aplicables las penas de inhabilitación i suspensión,
entonces la duda quedaría salvada con la restricción que establece este
artículo diciendo que, en tales casos, se impondrá la última pena que
contenga la respectiva escala gradual cuando ya no se puedan rebajar
mas grados.
En jeneral, para todos los casos de este párrafo, es preciso no olvidar
los artículos 59, 61 i 77 que son los que fijan las reglas que deben
500 CÓDIGO PENAL

aplicarse para buscar la pena en los casos que se ofrezcan por la apli-
cación de las disposiciones que hemos recorrido a la lijera en el presente
párrafo.

§ X I I I

De la vagancia i mendicidad.

ART. 305.

"Son v a g o s los que no tienen b o g a r fijo n i m e d i o s


de subsistencia, ni ejercen liabitualmente a l g u n a p r o -
fesión, oficio u ocupacion licita, teniendo a p t i t u d e s p a r a
el t r a b a j o . "

Este artículo define los que son vagos: ahora ¿es un delito la vagan-
cia? Es delito la mendicidad? Los lejisiadores así lo han creído porque
son una amenaza incesante contra la sociedad: ellos despiertan
desconfianza al orden social i no son útiles a la patria porque no
cumplen ninguno de los deberes que ella impone a sus hijos.
La desconfianza nace de que la posicion i las necesidades del vago
han de inducirle precisamente al delito i por eso la leí ha querido
reprimir ese jénero de vida por los peligros que lleva consigo. La leí
castiga en ellos esa posicion desfavorable, esas inclinaciones viciosas i
ciertos hábitos peligrosos que, naturalmente debe presumirse que han
de dejenerar en delitos, puesto que quien no tiene medios conocidos
de procurarse honradamente la subsistencia, se sospecha que vive de
medios ilícitos. «La vagancia es, pues, a los ojos de la lei un acto
preparatorio mas bien que un delito consumado. La sociedad ha creado
al hombre obligaciones i deberes: uno de éstos es no ser una carga
pesada para ella i si se infrinje llevando una vida ociosa, no solamente
hai en ello una disposición peligrosa, sino un hecho inmoral».
La mendicidad no encuentra otro recurso inocente que ocurrir a la
caridad ajena, cuando no tiene para sustentarse i no puede adquirir lo
necesario con el trabajo.
Lo que la lei quiere es evitar que la mendicidad se haga habitual;
que se tome aversión al trabajo i cuando se pide por hábito i oficio,
libro ii.—título vi. 507

debe proscribirse i la autoridad tiene facultad para examinar la con-


ducta del que así obra.
Es verdad que basta ahora las leyes han sido ineficaces para repri-
mir la vagancia i la mendicidad. Solo una buena educación en las
clases pobres, el hacerles comprender lo repugnante de los vicios i lo
grandioso que es el trabajo, puede modificar esta situación. Cuando en
Chile sea obligatorio en todos los padres el envío de sus hijos a la
escuela i el aprendizaje de un oficio en las clases pobres, podrán deste-
rrarse un tanto estas plagas que ya son sociales—la vagancia i la men-
dicidad.

A IÍT. 306.

«El vago será castigado con las p e n a s de reclusión


menor en su grado mínimo (1) i sujeción a la vijilancia
de la autoridad.»

(1) Presidio de 61 a 540 dicts.

A la pena anterior debe aplicarse lo que dispone el art. 30, cuando


hai cargo u oficio de que suspender al reo; pero desde que se le conde-
na por vago, no puede ser empleado i por eso no tendrá en este caso
aplicación lo dispuesto en el citado art. 30.
Esta pena no es aflictiva i el procesado puede ser escarcelado bajo
fianza, pero esto tampoco puede tener lugar porque paira juzgar a los
vagos no se forma proceso, sino que oyendo la deposición de la policía,
se le condena breve i sumariamente. <
Como también el vago debe quedar sujeto a la vijilancia de la auto-
ridad cuando cumple su condena, ya sabemos que, por el art. 25, esta
pena dura de 61 dias a 5 años i las reglas a que ella está sujeta, son
las que consigna el art. 45.
Lo que constituye al vago es la falta de domicilio i por eso para
obligarlo al trabajo e inspeccionar su conducta, la mejor pena es la de
sujeción a la vijilancia de la autoridad; pero la lei establece esto con-
juntamente con la de reclusión i así debe observarse, sea buena o mala
esta determinación, porque el juez está para ejecutarla i no paracorre-
jir los defectos del lejislador.
508 código penai,

ART. 3 0 7 .

«El vago a quien se a p r e h e n d i e r e disfrazado o en


t r a j e q u e no le f u e r e h a b i t u a l o p r o v i s t o de g a n z ú a s u
otros i n s t r u m e n t o s o a r m a s que inspiren f u n d a d a sos-
pecha, sufrirá las penas de presidio menor en sus gra-
d o s m í n i m o a m e d i o (1) i d e s u j e c i ó n a l a v i j i l a n c i a de
la autoridad. (2)
Iguales penas se i m p o n d r á n al v a g o que intentare
p e n e t r a r e n casa, h a b i t a c i ó n o l u g a r cerrado, sin moti-
vo que le escuse.»

(1) Presidio de 61 días a S años. En lo demás rije lo dicho en la es-


plicacion del anterior articulo.
(2) Veánse los arts. 25 i 45.

La agravación de pena que contiene este artículo es debida a las


circunstancias especiales en que se encuentre al vago en el acto de su
captura.
En efecto, el disfraz i la posesion de instrumentos que no pueden
servir para nada lejítimo, son presunciones mui poderosas contra perso-
nas que, ya por su triste situación, la leí no las estima inculpables, i si
ya ántes eran objeto de sus disposiciones ¿con cuánta mas seguridad
deben serlo cuando concurran las circunstancias que espresa este artí-
culo? ¿Por qué se disfraza un vago? ¿Para qué anda provisto de ganzúas
o de otros instrumentos o armas que inspiren fundada sospecha?
Ahora ¿con qué objeto intenta un vago penetrar en casa, habitación
o lugar cerrado? No dando, pues, razón satisfactoria del objeto de su
presencia en morada ajena cerrada, se le impondrá la pena que esta-
blece esta disposición, cayendo en comiso las ganzúas, instrumentos o
armas con que se le sorprenda. Esto no lo dice este artículo, pero está
establecido en la regla jeneral del artículo 31 que preceptúa que toda
pena que se imponga por un crimen o un simple delito, lleva consigo
la pérdida de los efectos que de él provengan i de los instrumentos con
libro ii.—título vi. 509

que se ejecutó, a ménos que pertenezcan a un tercero no responsable


de crimen o simple delito.
No estará demás recordar aquí que sobre vagos existe el bando de
28 de Junio de 1830 del Intendente señor Uriondo i el decreto de ]
de Mayo de 1872 del Intendente señor Yicuña Mackenna.

ART. 308.

«En cualquier tiempo que el vago a quien se hubieren


impuesto las penas de reclusión menor en su grado
mínimo i de sujeción a la vijilancia de la autoridad,
diere fianza de buena conducta i aplicación al trabajo,
será relevado del cumplimiento de su condena.
L a cuantía de la fianza la fijará el tribunal en la
sentencia, no pudiendo b a j a r de cien pesos ni exceder
de quinientos. E s t a fianza durará dos años. E l fiador
t e n d r á derecho a pedir en cualquier tiempo su libera-
ción, con tal que presente la persona del vago para que
cumpla o estinga su condena.»

Era natural que la lei estableciera esta escepcion en favor del vago,
desde que lo que se pena es su falta de amor al trabajo i por eso si
presta fianza de buena conducta i que vivirá de ocupacion lejítima,
debe dejársele en libertad siempre que la pena le baya sido impuesta
en grado mínimo. (De 61 a 540 dias).
El juez apreciará la solvencia del fiador i la cuantía de esta obliga-
ción: ella no bajará de cien pesos ni excederá de quinientos i el tiempo
de su duración será de dos años.
El fiador podrá retirar su fianza i si el afianzado no presenta otra
garantía, volverá a la prisión a cumplir la condena o el tiempo que le
falte para el entero de la pena. La fianza será entonces cancelada el dia
que presente al afianzado.
El art. 46 establece la obligación que produce en el reo la pena de
caución, porque legalmente no es otra cosa lo que se le exije cuando se
510 CÓDIGO PENAi,

le diee que puede ser relevado del cumplimiento de su condena si rinde


fianza.

ÁET. 309.

ccEl que sin la debida licencia pidiere babitualmente


limosna en lugares públicos, será castigado con reclu-
sión menor en su grado mínimo (1) i sujeción a la
vijilancia de la autoridad.
Cuando el mendigo no pudiere proporcionarse el
sustento con su trabajo o fuere menor de catorce años,
la autoridad adoptará las medidas que prescriban los
reglamentos.» . .

. • (1) Presidio de 61 a 540 dias. No es pena aflictiva. Rife en lo demás


la aplicación ciada al tenor del art. S06.

Por el contenido de este artículo, se deja, ver claramente que no es


por regla jeneral prohibido pedir limosna. Es delito cuando sin licencia
i haMlualmenle ella se exije en lugares públicos. Luego, no siendo
lugar público, se puede mendigar: hai mas todavía, no siendo habitual
este proceder, nadie puede estorbar el que de vez en cuando se ocurra
a la caridad pública. De aquí se deduce que, con permiso, se puede pedir
limosna habitualmente i en toda clase de lugares. El permiso es una
' patente que se obtiene sin costo alguno, un salvo conducto para inco-
modar en todas partes.
Corresponde a k autoridad local administrativa calificar quien es
digno de esta patente i de otorgarla a su arbitrio.
El segundo inciso del artículo dice que, si el mendigo no pudiese
proporcionarse el sustento con su trabajo o fuere menor de catorce años,
la autoridad adoptará las medidas que prescriban los reglamentos. ¿A
qué trabajo del mendigo se refiere este inciso? Si trabaja no se concibe
que pida limosna a no ser que se entienda por trabajo el mendigar i
cuando esto no le dé lo bastante, se le remita al Hospicio conforme al
menor de catorce años. •
El decreto de 1.° de Mayo de 1872 del Intendente Vicuña Mackenna
508
libro ii.—título vi.

estableció que ccEn el departamento de Santiago es prohibida la mendi-


cidad-» ; pero el Código Penal, que es leí jeneral i que está sobre todo
decreto, ha venido ha derogarlo en lo que es contrario a esta lei.
Empero existe también el decreto supremo de 16 de Agosto de 1843
que reglamenta la mendicidad, el modo como se han de conceder
permisos para ello e indica la autoridad que puede otorgarlos.
En todo lo reglamentario este decreto está vijente, i solo debemos
considerarlo derogado en lo que sea contrario a lo que sobre esta materia
dispone el presente Código.

ART. 310.

«La disposición del inciso primero del artículo ante-


rior es aplicable al que bajo un motivo falso obtuviere
licencia para pedir limosna, o continuare pidiéndola
despues de haber cesado la causa porque lá obtuvo.))

En el caso de este artículo, el mendigo comete falsedad al obtener


una licencia por engaño i si tiene o ha adquirido recursos i sigue en
esa senda, defrauda a los verdaderos necesitados i en uno i otro caso se
le castiga con las penas que señala el anterior artículo. Esto es racional,
porque es preciso estirpar esos abusos como una llaga social i tócale
a la autoridad administrativa crear establecimientos especiales con
talleres para recojer i proporcionar trabajo a los mendigos, quitar de
las calles esos repugnantes cuadros que vemos a cada paso, i sobre todo,
el abuso que se comete por los que se dedican a mendigar desde niños
para librarse del trabajo i vivir de este recurso tan cómodo.
Nuestra opinion es que se castigue a todo el que sin permiso pida
limosna, que la autoridad sea mui estricta para dar estas licencias i
que ellas sean por un tiempo limitado, mas o ménos largo, según la
incapacidad i la edad del que lo solicita, cosa que a primera vista se
puede juzgar. Ahora, concluido el término del permiso i existiendo las
causas que hubo para otorgarlo ¿será uu delito el seguir pidiendo
limosna? Nos parece que nó: habrá solo una falta que deberá casti-
garse con prohibir el que se siga usando de él hasta que no se revalide
por la autoridad, así como liai delito si esas causas han desaparecido
i se usa de la licencia o si ella se obtuvo engañando a la autoridad.
512 código penai,

ÁRT. 311.

«El mendigo en qnien concurra cualquiera de las


circunstancias espresadas en el art. 307, será castigado
con las penas señaladas en él.»

El que sin ser mendigo se disfraza de tal • o él mismo toma otro


disfraz o se le sorprende provisto de ganzúas u otros instrumentos o
armas que le hagan sospechoso, debe ser tratado como vago i sospechoso
para la sociedad i castigársele con las penas indicadas en el art. 307.
En jeneral, un mendigo no merece racionalmente de la sociedad mas
confianza que un vago i si hai razón para castigar a éste en tales casos,
existen las mismas para ese mendigo que habitualmente cambia de
traje o se le sorprende con ganzúas u otros instrumentos propios para
el crimen. En este caso también tiene lugar el comiso de que habla el
art. 31 de este Código.

ART. 312.

«Lo dispuesto en el art. 308 es aplicable a los men-


digos comprendidos en los arts. 309 i 310.»

Los condenados por pedir limosna en lugares públicos sin permiso


de la autoridad o porque arrancaron esa licencia bajo un motivo falso
o porque pidan limosna con licencia, despues de haber adquirido
recursos, pueden hacer cesar los efectos de sus condenas dando fianza
de no volver a mendigar i, en caso de hacerlo, se verificará con la licen-
cia de la autoridad correspondiente.
La cuantía de esta fianza, su duración i la relevación del fiador,
están sujetas a las reglas del art. 308. Por eso, véase lo que hemos di-
cho a este respecto en la esplicaciou de ese artículo.
libro ii.—título vi. 513

§ XIV.

Crímenes i simples delitos contra la salud pública.

Art. 313.

« E l que, sin hallarse competentemente autorizado,


elaborare s u s t a n c i a s o p r o d u c t o s nocivos a la s a l u d o
t r a f i c a r e e n ellos, e s t a n d o p r o h i b i d o s s u f a b r i c a c i ó n o
tráfico, s e r á c a s t i g a d o c o n r e c l u s i ó n m e n o r e n su g r a d o
m e d i o (1) i m u l t a d e c i e n t o a q u i n i e n t o s p e s o s . »

(1) Presidio de 541 dias a 3 años, aplicándose el art. 30 caso de


haber cargo u oficio de que suspender al reo. No es pena aflictiva i el
procesado puede obtener su escarcelacion bajo fianza.

Eii el art. 286, se habló de fraudes cuando recaían sobre manteni-


mientos u otros objetos de primera necesidad. Ahora se trata aquí de
la elaboración de sustancias o productos nocivos a la salud o del
tráfico de ellos estando prohibida una i otra cosa i no se encuentra
completamente autorizado el que procede a esto. En una palabra, este
artículo en buena cuenta, se dirije a los droguistas i farmacéuticos.
¿I con qué derecho, se nos preguntará, interviene el Estado en el
comercio i despacho de medicinas o productos químicos? Lo que se roza
con la salud pública no puede menos de llamar su atención i en este
sentido puede dictar reglas en bien de la comunidad i de aquí deriva
el derecho que ejercita en este artículo. Si por ejemplo las sustancias
medicinales no pudieran hacer mas que bien o fueran indiferentes
cuando no se lograse ese objeto, nada tendría que decir la lei respecto
a su elaboración i despacho, entonces caerían bajo las reglas comunes
i se venderían con la libertad con que se vende el pan o los dulces.
Mas si esas sustanoias tienen fuerza i vigor para producir a veces el
bien i en otras el mal, puede entonces la lei. decir que no se ela-
boren i espendan sino por los que estén autorizados para ello i aun a
éstos que no las suministren i espendan sin cumplir las formalidades
que se prescriban para tales casos. Hé aquí por que este artículo esta-
33
514 código penai,

blece que comete delito i fija una pena para el contraventor, si es de


aquellos que no está completamente autorizado i elabora sustancias o
productos nocivos a la salud o trafica en ellos, siendo que sea prohi-
bida su fabricación i tráfico. La lei, en el deseo de dar una garantía al
público, quiere que esto se haga por el que esté autorizado, ya por un
título profesional o por autoridad competente, debiendo cumplir en
todo caso las disposiciones que existan para esa elaboración i venta.
Se comprende que el titulado o autorizado competentemente lleva
una garantía de ciencia i seguridad de conducta. La pena señalada en
este articulo es solo por contravenir a lo que se prohibe i esto es sin
perjuicio de otras responsabilidades por los perjuicios que causen i que
el interesado podrá perseguir si le agrada.
Késtanos ahora prevenir que si lo que se recibe con infracción de
este artículo no excede de diez pesos, no habrá delito sino falta, que se
penará conforme al núm. 15 del art. 495. Excediendo de este límite, la
pena se busca en esta disposición, asi como si baja o no excede de diez
pesos, la contravención es menor i por eso se califican de falta dichas
infracciones i se penan como tal.

ART. 314.

«El que hallándose autorizado para la fabricación o


tráfico de las sustancias o productos espresados en el
artículo anterior, los fabricare o espendiere sin cum-
plir con las formalidades prescritas en los reglamentos
respectivos, sufrirá las penas de reclusión menor en su
grado mínimo (1) i multa de ciento a trescientos pesos.»

(1) Presidio de 61 a 540 dias, aplicándose el art. 30, si hai cargo u


oficio de que suspender al reo. No es pena aflictiva i el procesado
puede obtener su escarcelctcion bajo fianza

El anterior artículo castiga la venta hecha por quien no tiene


autorización competente para vender sustancias o productos nocivos a
la salud o traficare en ellos estando prohibido su fabricación i tráfico.
El presente se refiere al que tiene autorización para hacer i vender lo
que al otro le es prohibido, cuando no cumple con las formalidades
debidas i que prescriben los reglamentos respectivos.
libro ii.—título vi. 515

Un boticario qne despacha una receta no suscrita por médico en


ejercicio de su-profesion i que pueda ser peligrosa, como si lleva venenos
o que pueda servir para producir abortos, sería un ejemplo para este
caso. Lo que aquí se pena es la no observancia a los reglamentos que
existan sobre venta i despacho de sustancias nocivas a la salud o vene-
nosas o capaces de producir uu efecto que sea prohibido por las leyes i
cuyos resultados i prohibiciones conoce todo farmacéutico.

AET. 315.

«Los droguistas que despacharen medicamentos


deteriorados o sostituyeren unos por otros, haciéndolo
de una manera nociva a la salud, serán castigados con
reclusión menor en su grado medio (1) i multa de cien-
to' a quinientos pesos, a mas de la destrucción de los
objetos deteriorados.
L a s disposiciones de este artículo i del anterior son
aplicables a los que trafiquen con las sustancias o pro-
ductos espresados en ellos, i a los dependientes de los
droguistas, cuando fueren los culpables.))

(1) Presidio de 541 dias a 8 arios. En lo demás igual a la del anterior


ariicido.

Prohibe esta disposición el despacho de medicamentos deteriorados


i la sustitución de un medicamento por otro. El fundamento de este
artículo es tan obvio como justo.
, Un facultativo receta un medicamento que, despachado en buenas con-
diciones, debe surtir tal efecto. El boticario emplea el deteriorado i el
enfermo que lo toma no siente resultado alguno. En vista de esto el mé-
dico dobla la dosis i la receta se lleva a otra botica donde el medicamento
está enbueuas condiciones. El enfermo sufre entonces resultados distin-
tos por la exorbitancia de la dosis i puede causarle hasta la muerte. El
médico en este caso se confunde, se le desorienta i ¿quién tiene la culpa
de todo esto? ¿Es acaso el médico que ha dado una dosis mayor que la
usual porque la primera no causó efecto? Es evidente que no: el
516 código penai,

culpable es el boticario que, por vender o por no perder su droga, quiso


salir de ella a costa del riesgo de la salud del enfermo. Esto es usual i
el rigor de la lei es poco para tan grave delito. Por eso las visitas mó-
dicas a las boticas deberían ser frecuentes con autorización no solo
para botar toda droga deteriorada o en descomposición, sinó que de-
biera darse cuenta a la autoridad para que aplicara la pena al culpable.
Ejemplo de lo segundo seria si el médico receta una sustancia i el
boticario por no tenerla coloca otra que cree puede suplir la que le
falta i ella es contraria al mal que se está curando o de mas fuerza i el
paciente fallece.
Áyei' no mas dictaminábamos en un caso igual a éste: el doctor
Medina recetó a un hijo de un señor Madrid un medicamento; el
dependiente yió que no existía en la botica i colocó otro que era
venenoso. Dos horas despues la criatura falleció, apesar de que se
conoció que era por efectos de un veneno; se le suministró en el acto
contra veneno, pero éste no surtió efecto.
¿Cabe responsabilidad mayor?
La lei no castigó al culpable porque falleció ántes que hubiera
fallo en esta causa. Por eso si hai algo que deba ser reglamentado, si
para algo se debe exijir un título, competencia i honradez, es para los
que venden drogas. ¡I cuántos de estos abusos quedan ignorados!
Termina el artículo estableciendo que están bajo la pena de esta
misma disposición los que trafican o venden esas sustancias i los
dependientes de los droguistas, cuando fueren culpables, es decir
cuando ellos hacen los cambios en las recetas o emplean drogas descom-
puestas, porque su deber es dar cuenta a sus patrones i no obrar jamas
en contravención a la lei.
Nos resta que estudiar una cuestión que creemos capital en esta
delicada materia: cuando el farmacéutico o dependiente da una droga
por otra por no tener la que se le pide i cuando el cambio lo hace con
intención de causar daño, ¿se aplicará en este último caso la pena de
este artículo? Nos parece que nó i que si el enfermo fallece, habrá
univerdadero homicidio i el culpable seria castigado con la pena corres-
pondiente a este delito.
Ahora si él boticario cambia, por equivocación las drogas ¿qué pena
•merecerá? Para resolver tal duda está el art. l.° de este Código, que
dice: que es delito toda omision voluntaria penada por la lei. Luego los
artículos 10 i 11 hasta el 490, porque para resolver la duda es preciso
libro ii.—título vi. 517

atender a todas las circunstancias de que se encuentre revestido el


hecho i aun la manera cómo obró el despachador de la receta.

ART. 316.

«El que con cualquiera mezcla nociva a la salud


alterare las bebidas o comestibles destinados al consu-
mo público, sufrirá las penas de reclusión menor en su
grado medio (1) i multa de ciento a quinientos pesos,
a mas de la destrucción de los objetos adulterados.»

(1) Presidio de 541 dias a 3 años. En lo demás como la del art. 314.

La mezcla que prohibe este articulo es solo la que sea nociva a la


salud. Sin este requisito no hai delito, porque si yo mezclo harina de
trigo con la de cebada no falto a esta prescripción; pero si mezclo con
la harina otra sustancia perjudicial, se presenta de lleno el caso a que
se refiere esta disposición. Ademas es preciso que el hecho no lleve en
sí una idea criminosa de antemano sino la de lucro, puesto que si
ex-profeso mezclo harina con arsénico para darle a una persona con
ánimo de envenenarla i logro el objeto, seré reo de homicidio.

ART. 317..

«Se impondrán también las penas señaladas en el


artículo anterior:
1." Al que escondiere o sustrajere para vender o
comprar objetos destinados a ser inutilizados o desin-
feccionados.
2.° Al que arrojare en fuente, cisterna o curso de
agua destinada a la bebida, algún objeto que la haga
nociva para la salud.»

Los objetos infestados de contajio pueden desarrollar una epidemia i


si la autoridad ha acordado inutilizarlos o desinfectarlos para 'precaver
518 código penai,

un mal i ántes de hacerse cualquiera de estas operaciones, se esconden


o se sustraen para venderlos o se compran a sabiendas en ese estado, se
comete un delito, porque se ve la intención manifiesta de pretender
causar un daño por un lucro que no se compensa con el mal que pueden
hacer dejándolos al público que ignora sus malas condiciones, ántes de
su destrucción o desinfectacion.
Grave delito es también arrojar sustancias venenosas o nocivas a la
salud en fuentes, cisternas, acequias, esteros o rios que deben abastecer a
una localidad. Esto supone un corazon perverso, puesto que el daño no
va dirijido a una persona determinada sino contra muchas, pues en el
primer caso un acto de venganza puede suponer que se trate de hacer
un mal; pero en el segundo que es el que prevé el artículo, nada de
esto hai que atenúe o escuse sino ante la lei al ménos ante la opinion
un proceder semejante.
Ni aun el Derecho de jentes autoriza esta hostilidad en tiempo de
guerra entre naciones belijerantes. Nos parece que para tamaño delito
es insignificante la pena; pero como el que lo cometa responderá del
daño que cause i, según el resultado, se aplicará la pena, nos conforma
el que este caso solo se dirija contra el que haga lo que aquí se prohibe,
por ser sin perjuicio de la pena que se imponga, si por estos medios
causa un mal real i efectivo. La penalidad entonces será otra.

ART. 318.

«El que infrinjere las reglas hijiénicas o de salubri-


dad acordadas por la autoridad en tiempo de epidemia
o contajio, será castigado con reclusión menor en sus
grados mínimo a medio (1) o multa de ciento a mil
pesos.»

(1) Presidio de 61 dias a 3 años. En lo demás en todo conforme al


art. 314.

Desde que pesa en la autoridad administrativa el deber de cuidar de


la salubridad pública, es claro que para ello tiene que dictar reglas
hijiénicas i el que falta a ellas es reo del delito que pena este artículo.
Nada mas justo que esto, porque de lo contrario ¿cómo la autoridad
llenaría tan sagrado deber?
libro ii.—título vi. 519

ÁRT. 319. '

" L a s p e n a s d e s i g n a d a s e n e s t e p á r r a f o se e n t e n d e r á n
sin p e r j u i c i o d e l a s q u e c o r r e s p o n d a n al h e c h o o h e -
c h o s q u e s e a n c o n s e c u e n c i a d e t a l e s delitos.»

Este artículo establece una regla jeneral para todos los delitos del
presente párrafo. Ello era de estricta justicia, i por eso en los artículos
anteriores, habíamos tenido ocasion de establecerlo así, porque ellos
violan prohibiciones establecidas i eso es lo que se castiga i no el
resultado de esos delitos, que se penan por separado si surten el efecto
que se teme i que han dado orí jen a estas disposiciones.
De manera que un hecho de esta naturaleza trayendo consecuencias
directas por alguna de las infracciones de estos artículos, puede recibir
a la vez dos penas, porque cada delito puede castigarse por separado,
según el precepto del art. 74.
A este respecto, he aquí lo que se lee en la páj. 128, sesión 65 del
Libro de Actas de la Comision Redactora de este Código:
«El señor Reyes propuso que se agregara un nuevo artículo para que
en caso de resultar como consecuencia de los artículos anteriores algún
hecho que pueda reputarse delito, un envenenamiento, una herida, por
ejemplo, se apliquen ambas penas a la vez, la que corresponde por la
fabricación o espendio de los objetos a que este párrafo se refiere, i la
que merezcan los accidentes producidos por aquella 1 fabricación' 0
espendio. La Comision así lo acordó aprobándose el artículo.»

§ XV.
De la infracción de las leyes o reglamentos sobre inhumaciones
i exhumaciones.

ART. 320.

«El que practicare o hiciere practicar u n a inhuma-


ción c o n t r a v i n i e n d o a lo d i s p u e s t o p o r las l e y e s o r e g l a -
m e n t o s r e s p e c t o al t i e m p o , sitio i d e m á s f o r m a l i d a d e s
520 códigopenai,

prescritas para las inhumaciones, incurrirá en las penas


d e r e c l u s i ó n m e n o r e n s u g r a d o m í n i m o (1) i m u l t a d e
ciento a trescientos.pesos."

(1) Presidio de 61 a 540 dias, aplicándose el art. 30, cuando haya


cargo u oficio de que suspender al reo. No es pena aflictiva i el procesado
puede ser escarcelaclo bajo fianza.

En el Libro de Actas de la Comision Redactora de este Código, el


párrafo XY se dedicó a lo que hoi se encuentra en el siguiente. Solo
en la revisión que se hizo por la Comision de su trabajo, se acordó in-
tercalar este título. Así es que e n l a p á j . 285, sesión 159, se lee lo si-
guiente:
«El mismo señor Renjifo, don Manuel, indicó que convendría des-
tinar despues del párrafo 14 uno especial relativo a la «.infracción de
las leyes sobre inhumación i exhumcwiom porque esta materia, no tra-
tada en ningún otro título posterior, tiene aqui su colocacion opor-
tuna.»
La Comision aceptó la indicación i los tres artículos propuestos por
el señor Renjifo.
Pasando ahora al artículo diremos que hai leyes, reglamentos o cos-
tumbre con fuerza de leí, que a nadie se puede sepultar ántes de veinte
i cuatro horas despues de fallecer, que solo se puede hacer la sepulta-
ción en los cementerios, decreto supremo de 31 de Junio de 1823, i en
los locales a que. cada familia tenga derecho o en el departamento de
solemnidad para los pobres, observándose en todo caso los reglamentos
que existen sobre administración i dirección de cementerios. El que
falta pues a estas disposiciones, se hace reo del delito que previene este
artículo.

ART. 3 2 1 .

"El que violare los sepulcros o sepulturas practi-


cando cualquier acto que t i e n d a d i r e c t a m e n t e a faltar
al r e s p e t o debido a la m e m o r i a d e ios muertos, será
libro ii.—título vi. 521

condenado a reclusión menor e n s u g r a d o m e d i o (1) i


multa de ciento a quinientos pesos."

(1) Presidio de 541 dias a 3 años. En lo demás en todo conforme


a la nota clel articulo anterior.

Los cementerios, morada en que descansan los que no existen, son


lugares que merecen todo nuestro respeto i por eso el que viola los
sepulcros o sepulturas con cualquier acto que tienda a faltar a tales
consideraciones comete un delito. Así por ejemplo, si alguoo va a
ejecutar un acto contra el pudor, es reo del delito que establece este
artículo. La memoria de los muertos es sagrada i mas todavía lo es
el lugar en que reposan sus restos i ¿cómo no castigar al que hiciera
de este sitio el teatro de un acto inmoral?
Respecto a los daños que se causen en las tumbas, véase el núm. 7
del art. 485.

Art. 322.

«El que e x h u m a r e o trasladare los restos humanos


con infracción de los r e g l a m e n t o s i d e m á s disposiciones
d e s a n i d a d , s u f r i r á l a s p e n a s d e r e c l u s i ó n m e n o r e n su
g r a d o m í n i m o (1) i n i u l t a d e c i e n t o a t r e s c i e n t o s p e s o s . »

(1) Presidio de 61 a 540 dias. En lo ciernas en todo como la nota del


art. 320.

Si el inhumar los cadáveres faltando a las leyes o reglamentos que


existen sobre esta materia, es un delito, como lo vimos en el art. 320,
es natural que también lo sea i haya una pena cuando se exhuman los
restos con infracción de reglamentos i demás disposiciones de sanidad
que existen vijentes o que se dicten mas tarde. Entre nosotros, no se
puede exhumar un cadáver ántes del año de su inhumación i, para
proceder a esto, hai todavía que solicitar permiso por escrito de la
autoridad local, i todas estas reglas deben observarse, porque ¿cuántos
delitos podrían cometerse i quedar ocultos si la inhumación de cadáveres
522 códigopenai,

no estuviera reglamentada? ¿I no podría sufrir la salubridad pública


si la exhumación no obedeciera también a reglas que consultaran el mal
que podría resultar si esto estuviera a la voluntad de todos?

§ XVI.

Crímenes i simples delitos relativos a los ferrocarriles,


telégrafos i conductores de correspondencia.

Art. 323.

«El que destruyere o descompusiere una vía férrea


o colocare e n ella o b s t á c u l o s q u e puedan p r o d u c i r el
descarrilamiento, o tratare de producirlo de cualquiera
otra manera, será castigado con presidio m e n o r en sus
g r a d o s m í n i m o a m e d i o . )> (1)'

(1) Presidio de 61 ¿lias a 3 años, aplicándose el arl. 30 si hubiere


cargo u oficio público de que suspender cd reo. JSTo es pena aflictiva i el
procesado puede ser escarcelado bajo fianza.

La Comision Redactara establece que para la formacion de los artí-


culos de este párrafo tomó como base las disposiciones de la leí de 6 de
Agosto de 1862 i la Ordenanza de correos, que lleva fecha 22 de Febrero
de 1858.
La primera se rejistra a fojas 199 del Boletín de las Leyes i decretos
del Gobierno de ese año, i la otra a fojas 127 del Boletín Zenteno.
Este artículo pena la intención que se tuvo de causar un daño en una
vía férrea ya sea destruyéndola, descomponiéndola, colocando en ella
obstáculos que puedan producir el descarrilamiento o cuando se trate
de lograr este objeto de cualquiera otra manera. El hecho solo de obrar
en este sentido es un delito i la pena es la que fija la disposición
copiada. Ahora si por estos hechos se logra ese fin, ya el delito es
mayor, porque hai un mal real, efectivo i las penas son entonces
distintas, como lo vamos a ver en los siguientes artículos. Sin embar-
go, debemos aquí recordar que, para apreciar lá prueba sobre delitos de
accidentes de ferrocarriles, existe la leí de ?> de Agosto de 1876, que
libro ii.—título vi. 523

da al juez la facultad de absolver o condenar al reo, según creyere en


su conciencia que es inocente o culpable. Esta lei se encuentra al final
de esta obra i alíí puede consultarse si el caso ocurre.

Abt. 324.

•«Si a v i r t u d d e l a d e s t r u c c i ó n , d e s c o m p o s t u r a u o b s -
táculos puestos o por cualquier otro acto ejecutado se
v e r i f i c a r e -el d e s c a r r i l a m i e n t o , la p e n a será presidio
m e n o r e n su g r a d o m e d i o a m á x i m o . » (1)

(1) Presidio de 541 dios a 5 años. Aplicada esta pena en(jrctclomi- •


ximo, de 3 años 1 dia a 5 años, lleva las accesorias del arl. 29. Es .
pena aflictiva i no puede ser escarcelado^el procesado bajo fianza,
En grado medio de 541 clias a 3 años, se ajjlica también el art. 30 si
hai cargo u oficio de que suspender al penado. En este caso no es aflic-
tiva i el procesado puede ser escarcelado bajo flcinza.

Este artículo se coloca en el caso de que, por los medios empleados


en el 323, se verifica el descarrilamiento i entonces, ya como se ha
causado un daño mayor, la pena' debe ser mas grave i así lo ha estable-
cido. Sin embargo, todavía no considera si por causa de este descarri-
lamiento ha habido desgracias que lamentar. Es natural que en este
caso la penalidad sea distinta porque el nial es mayor.
Aunque el artículo 327 establece la obligación de pagar el daño
causado, creemos que si esto no se hubiera establecido por medio de
una disposición, sin embargo, no seria escusa para negarse al pago a
virtud de la regla jeueral del art. 24.

A r t . 325.

«Gnando a consecuencia del accidente producido pol-


los actos relacionados e n el artículo anterior, se causa-
r e n lesiones u otros d a ñ o s a las p e r s o n a s , se aplicará
a l c u l p a b l e l a p e n a c o r r e s p o n d i e n t e al d a ñ o causado,
s i e m p r e q u e f u e r e m a y o r q u e l a s e ñ a l a d a e n el a r t í c u l o
524 códigopenai,

anterior; en el caso contrario se le impondrá el grado


máximo de ésta."

Si por efectos del descarrilamiento que ha tenido por causa algunos


de los hechos que espresa el art. 323, resultaren heridos, es claro que a
los culpables se les aplicarán las penas establecidas para estos delitos.
Así, por ejemplo, si hubo mutilación de un miembro importante, la
pena será la del art. 396; si las lesiones produjeren al ofendido incapa-
cidad o enfermedad para el trabajo por mas de treinta dias, el delito
se penará por el art. 397; si las lesiones fueren menos leves, por el art.
399; pero si alguna de estas penases menor que la que establece el
art. 324, se aplicará éste i no los otros porque se quiere siempre la pena
mas grave para los autores de estos siniestros i por eso advierte que
sea en el grado máximo. De manera que en ningún caso la pena puede
ser ménos de cinco años de presidio. Así, por ejemplo, si la herida
que en un accidente recibe Pedro es leve, que en casos ordinarios se
penaría por el art. 399, se castiga entonces por el art. 324. Esto es sin
perjuicio de satisfacer el daño causado a la empresa de los ferrocarriles
i al paciente conforme se determina en el art. 410.

ART. 326.

«Si el accidente ocasionare la muerte de alguna


persona, el culpable sufrirá la pena señalada al homi-
cidio voluntario ejecutado con alevosía, en su grado
máximo.»

Si ocurre el caso previsto en esta disposición, se aplicará entonces el


art. 391, que señala la pena de presidio mayor en su grado medio de 10
años 1 día a 15 años; pero como dice que esta pena se aplique en grado
máximo, seria entonces el culpable condenado a presidio mayor en grado
máximo por 15 años 1 diaa 20 años, o bien a pena ele muerte.
Si se aplica lo primero la pena llevará las accesorias tpe señala el
art. 28; si lo segundo, debe establecerse en la sentencia lo que prescribe
el art. 27; i en todo caso, tendrán aplicación en favor de la empresa,
L115U0 II.—TÍTULO VI. 525

el art. 327 si hai perjuicios, i el art. 410 para lo que pueda reclamar la
familia del occiso, dado caso que el culpable tenga bienes con que
atender a esas indemnizaciones.

ART. 327.

«El autor de los h e c h o s q u e h u b i e r e n producido el


a c c i d e n t e n o solo e s o b l i g a d o a r e p a r a r l o s daños que
la e m p r e s a del ferrocarril e s p e r i m e n t a r e , sino t a m b i é n
los q u e s u f r a n los p a r t i c u l a r e s q u e se e n c o n t r a b a n en
el t r e n o q u e t r a s p o r t a b a n p o r él objetos, - m u e b l e s o
semovientes.»

La regla jeneral que consagra este artículo ya la hemos estado indi-


cando en las disposiciones que hemos recorrido en este párrafo. Ella
establece que a la empresa de ferrocarriles debe reparársele el daño que
se le cause, así como el que esperimenten los particulares que se encon-
traban en el tren que sufrió el accidente o en los objetos muebles o se-
movientes que en él se conducían.
¿Tenia necesidad el Código de esta disposición especial despues de
lo previsto en el art. 24 i en el 410? Nos parece que nó; sin embargo,
por aquello de que «lo que abunda no daña», aceptamos el artículo a
fin de que no quede duda de los derechos que en tales casos se puedan
ejercitar contra el culpable de un accidente de los a que se refiere este
párrafo.

ART. 3 2 8 .

«La amenaza hecha de p a l a b r a o por escrito, de


cometer a l g u n o de los delitos p r e v i s t o s en el art. 323,
será castigada con reclusión m e n o r en su g r a d o míni-
m o (1) o c o n m u l t a d e c i e n t o a m i l p e s o s . »

(1) Presidio de 61 a 540 dias, aplicándose el art. 30 si hai cargo u


oficio publico de que suspender al reo. No es pena aflictiva i el procesado
•puede ser escarcelaclo bajo fianza.
523
códigopenai,

Son tan graves las consecuencias que pueden traer a la comunidad


cualquiera de los delitos que establecen las disposiciones anteriores, que
los autores de este Código, en el deseo de dar al público toda clase de se-
guridades, se vieron precisados a establecer i castigar como delito aun la
amenaza ya de palabra o por escrito, de cometer-alguno de los hechos
que prevé el art. 323. ¿Será ello un rigor o estará bien esta disposi-
ción? Estamos por esto último, pero la pena solo se aplicará cuando
se pruebe que esa amenaza es formal i los antecedentes del acusado den
indicios de que puede realizarla; poique si ella se dijo por broma,
chanza o lijereza, creemos que ésta no ha sido la mente de los lejisla-
dores i por eso en esta materia hai mucho de prudencial que solo los
tribunales pueden apreciar en cada caso que ocurra. Nos basta por
eso sentar el principio dejando a la práctica su aplicación estricta
cuando esa amenaza sea formal i tenga una base probable de ser
realizada.

Art. 329,

" E l que por ignorancia culpable, imprudencia o des-


cuido, o p o r inobservancia de los reglamentos del
camino, que deba conocer, causare involuntariamente
accidentes q u e ocasionen lesión o daño a a l g u n a per-
sona, sufrirá las p e n a s de reclusión m e n o r en su g r a d o
m í n i m o (1)' i m u l t a d e c i e n t o a t r e s c i e n t o s p e s o s .
G u a n d o el a c c i d e n t e ocasionare la m u e r t e a u n a p e r -
sona, la p e n a s e r á r e c l u s i ó n m e n o r en c u a l q u i e r a d e s u s
g r a d o s . (2) •
L a s disposiciones de este artículo son t a m b i é n apli-
cables a los e m p r e s a r i o s , d i r e c t o r e s o e m p l e a d o s d e la
línea.»

(1) Presidio de 61 a 540 diets, aplicándose el art. SO si hai cargo u


oficio público ele que suspender al reo. No es pena aflictiva i admite la
escetrcelacion del procesado bcijo fianza.
(2) De 61 diets a 5 años i las que lleva consigo según el art. 29.
524
libro ii.—título vi.

Sobre este artículo, que corresponde al 317 del Libro de Actas, se


estableció por la Comision Redactora, que la ignorancia debe ser culpa-
lie i la inobservancia relativa a aquellos reglamentos que deba conocer
el delincuente; pues no seria justo castigar la ignorancia invencible ni
la inobservancia de las disposiciones que no estamos obligados a cono^
cer. Faltando pues estos requisitos, el culpable de lesión o daño por
accidente involuntario, es reo del delito que determina el primer
inciso.
Ahora si bajo las mismas condiciones ocasiona la muerte de alguna
persona, corresponde al delincuente reclusión menor en cualquiera de
' sus grados.
La presente disposición comprende a los empresarios, directores i
empleados de la línea, porque si en ellos hai falta a sus deberes i cau-
san por esto un siniestro, nada mas justo que esté su responsabilidad
afecta como la de cualquiera otro empleado. No habría habido razón
para exhonerar a unos de estas obligaciones i dejar a otros pendientes
de ellas.

Art. 330.

"El maquinista, conductor o guarda-frenos que aban-


donare su p u e s t o o se e m b r i a g a r e d u r a n t e su servicio,
será castigado con presidio m e n o r en su g r a d o mínimo
(1) i m u l t a d e c i e n t o a t r e s c i e n t o s p e s o s .
Si a consecuencia del a b a n d o n o del p u e s t o o de la
e m b r i a g u e z o c u r r i e r e n accidentes q u e c a u s a r e n lesio-
nes a alguna persona, las p e n a s serán presidio menor
en su grado medio (2) i m u l t a d e c i e n t o a q u i n i e n t o s
pesos.
C u a n d o de tales a c c i d e n t e s r e s u l t a r e la m u e r t e de
a l g ú n i n d i v i d u o , s e i m p o n d r á n al, c u l p a b l e l a s p e n a s d e
p r e s i d i o m e n o r e n s u g r a d o m á x i m o (3) i m u l t a d e q u i -
nientos a mil pesos."

(1) Presidio de 61 a 540 días, aplicándose ademas el art. SO cuando


hcii cargo u oficio de que suspender al reo. No es pena aflictiva i él pro-
cesado puede solicitar su escarcelado n la jo fiama.
528 Código Penal

(2) ht de 541 días a 3 años. En los demás conforme a la nota an-


terior,
(8) Id. de 8 años 1 dia a 5 años, lleva las accesorias del art. 29.
Es pena ¡aflictiva i el reo no puede ser escanciado bajo' fianza.

Este artículo consta de tres incisos i cíida uno de ellos prevé un


delito que se pueda cometer, existiendo por esto una especie de grada-
ción para su penalidad.
Principia por establecer que el maquinista, conductor o guarda-
frenos, que son las tres personas a cuyo cargo se despacha un tren, ya
sea que abandonen sus puestos o se embriaguen, cometen delito i como
sabemos la embriaguez no es causa atenuante en ningún caso, mal
podria en el presente libertar de responsabilidad cuando están a cargo
de una comision tan delicada.
Si el abandono del puesto o la embriaguez trae por resultado ajgun
accidente que cause lesiones a alguna persona, ya el mal es mayor i
por eso la pena en este caso es mas grave que en el anterior.
I por fin, si resulta la muerte de algún pasajero, la culpa es mayor
que en el segundo caso i por eso la pena que tiene que ser proporcio-
nal, es mas séria que la detallada en los dos incisos anteriores, pues es
presidio menor en grado máximo i multa a la vez de quinientos a mil
pesos.

ART. 331.

" E n el caso de abandono intencional por causar da-


ño a alguna de las personas que iban en los trenes, se
aplicarán al maquinista, conductor o guarda-frenos,
según los casos i aumentadas en u n grado, las penas
que señalan los arts. 323, 324, 325 i 326."

El artículo se coloca en el caso de un siniestro voluntario, para lo


cual se ha llevado en mira causar un mal a una persona que va en un
tren, en lo que hai ya premeditación i en tal caso, i con referencia a
los artículos que se citau, según sea el resultado del hecho se aplicará
la pena aumentada en uu grado de la que por regla jeneral le corres-
libro ii.—título vi. 529

ponderia al delito que se pena. Por ejemplo, Pedro es conductor de


un tren en el cual va Juan con quien está enemistado i quiere causarle
un daño i con este objeto se embriaga únicamente ¿qué pena merecería
Pedro. En tesis jeneral presidio menor en grado mínimo; pero como
se le aumenta un grado seria la misma pena en grado medio, es decir
de 541 dias a 3 años. Sigue el caso: hubo siniestro i Juan fué herido
¿cuál seria la pena de Pedro? Presidio menor en grado máximo. Con-
tinúa el ejemplo: Juan muere por el siniestro ¿cuál seria la pena de
Pedro? Presidio mayor en grado mínimo.

ART. 332.

«Las penas que establecen los tres artículos prece-


dentes se aplicarán respectivamente a cualquier otro
empleado en el servicio del camino que teniendo un
cargo que desempeñar, lo abandonare o ejerciere mal
con peligro de la seguridad del tráfico.))

Era natural que se consagrase una regla jeneral para penar todo
descuido de empleados en el servicio de caminos i, como el artículo es
tan claro, nos parece inútil manifestar que él no se refiere a otra clase
de empleados que abandonan sus puestos o se émbriagan, como lo
seria un bodeguero, un boletero o recaudador de fletes, porque si éstos
faltan a sus deberes, sus jefes obrarán como les agrade, pero en ellos
no hai Criminalidad.
El señor Eeyes habia hecho indicación en el sentido que convenia
agregar un artículo para imponer penas a los que arrojaran piedras, dis-
pararan tiros o emplearan otros medios semejantes para dañar a los
pasajeros de un tren; pero habiéndose manifestado que este delito no
era peculiar de los ferrocarriles i que se penaría en jeneral, como seria
cuando se tratase-de los que arrojan piedras dentro de un coche en una
calle o plaza, el señor Eeyes retiró su indicación, que debería tener
cabida en el título relativo al uso de armas o instrumentos de cualquie-
ra especie. •
Lo cierto es que no se creyó entonces que un. tren pudiera ser atacado
i la práctica nos ha venido a probarlo contrario: hemos visto que se ha
pretendido no solo atacar los trenes con piedra i disparos con armas
~ 34
530 código penai,

de fuego, sino asaltar a los pasajeros. ¡Cuánta falta no liace ahora una
disposioion especial con penas tan severas como ,1a gravedad del delito!
¿I dónde ha tratado el Código la reserva que hizo apropósito de la
indicación del señor Reyes? ¿Cuál es ese título especial?
¿Será acaso lo que dispone el núm. 3 del art. 494 o números 12 i 26
del 496?
Pero, castigar como faltas delitos tan graves que traen una justa
alarma i que pueden causar un grave daño, no es justo. Ahora penar
esos delitos por el resultado que produzcan no es legal. El hecho solo
del ataque a un tren por vías de hecho, aunque no resulte daño a los
pasajeros ni al tren, deberia ser delito i tener una pena ñja.
La esperiencia nos dice ahora que es necesario dictar alguna dispo-
sición a este respecto porque, por desgracia, estos delitos se están
repitiendo con frecuencia i el mal es necesario atacarlo antes que tome
mayores proporciones.

aKT. 333.
«El que por imprudencia rompiere los postes o
alambres de una línea telegráfica establecida o en
construcción, o ejecutare actos que interrumpan el ser-
vicio de los telégrafos, será penado con multa de ciento
a trescientos pesos.»

Hemos concluido los delitos relativos a ferrocarriles. Con el presente


artículo entramos a los que se rozan con el ramo de telegráfos i correos.
¿No habría sido mejor separarlos por párrafos para su mayor clari-
dad? El método talvez aconseja esta división que habría .sido mas
marcada; pero ya que no se hizo así deber nuestro es aceptar las cosas
como están.
¿Qué alcance tendrá aquí la palabra imprudencia? Tratando este
artículo la Comision redactora limitó el castigo al hecho causado por
imprudencia, suprimiéndose la palabra involuntariamente que pudiera
dar márjen para penar meros accidentes fortuitos que, en ningún caso,
pueden merecer castigo.
De manera que. cuando el acto es involuntario no hai delito i lo de
imprudencia se estimará según se presenté el hecho. Así es que si yo,
libro ii.—título vi. 531

viendo que hai un poste conductor de uu alambre eléctrico, i lo voto


porque los caballos de mi carruaje se lian desbocado, no habré cometido
un delito; pero si adrede lo atropello, sufriré la pena que establece esta
disposición.

Art. 334.

«El que inteiieionalmeiite interrumpiere la comuni-


cación telegráfica o causare daño a una línea en cons-
trucción rompiendo los alambres o postes, inutilizando
los aparatos de trasmisión o por cualquier otro medio,
sufrirá las penas de presidio menor en su grado míni-
mo (1) i multa de ciento a quinientos pesos.

(1) Presidio de 61 a 540 días, aplicándose el ari. SO, si hai cargo


u oficio de que suspender aireo. No es pena aflictiva i admite la escarcela-
oion del procesado bajo fianza.

El articulo anterior imponía pena al que por imprudencia rompiere


los postes o alambres de una línea telegráfica, bien fuera establecida o en
construcción. Ahora se habla aquí del mismo caso, pero cuando se
obra intencionalmente, es decir con voluntad i llevando en mira el
causar uu daño.
Estos hechos son ya mas punibles que en el otro caso i por eso al
presidio menor en grado mínimo, se une la multa i sin perjuicio de las
responsabilidades civiles para pagar el daño que se cause, como se
establece en el art. 24 i en el 336.

A r t . 335

«Los que en casos de motín, insurrección, guerra


esterior u otra calamidad pública, rompieren los alam-
bres o postes, destruyeren las máquinas o aparatos
telegráficos, se apoderaren con violencia o amenazas
de las oficinas, o empleando los mismos medios impi-
dieren de cualquier modo la correspondencia telegráfica
entre los depositarios de la autoridad pública, o se
532 códigopenai,

o p u s i e r e n c o n f u e r z a o v i o l e n c i a a l r e s t a b l e c i m i e n t o ele
u n a línea telegráfica, serán castigados con presidio
m e n o r e n c u a l q u i e r a d e s u s g r a d o s (1) i m u l t a d e c i e n t o
a mil pesos.»

(1) Presidio de 61 dicis a o años. Aplicada esia pena en grado


máximo, de 3 años 1 día a 5 años, lleva las accesorias del arl. 29. En
este caso es aflictiva i no admite la escarcelacion del procesado bajo fianza.
En grado mínimo, de 61 a 540 diets, o en graclo medio de 541 días a
3 años, se aplica el art. 30, caso de haber cargo u oficio de que suspender
al reo. En ninguno de estos casos es aflictiva i el procesado puede ser
escarcelado bajo fianza.

La latitud que deja esta disposición al juez para la aplicación de la


pena se desprende de las circunstancias con que se presente revestido
el hecho que se trata de castigar. Es indudable que cuando se rompen
los alambres o postes en caso de motin, que peligre la tranquilidad
pública o estando en guerra esterior o habiendo una calamidad que
aflija al pais i que obligue a una autoridad a estar en contacto activo
con otras, el delito es mas grave i por eso en estos casos debe aplicarse
el máximum de la pena, porque se puede causar un mal mui grave al
pais i peligrar hasta la soberanía e independencia del Estado. Ahora
si el delito po produjo grandes resultados por causas, bien sean naturales
0 independientes de la voluntad de los culpables, se podría aplicar la
pena que señala el artículo, ya en grado mínimo o bien en grado medio,
1 por- supuesto que para la imposición de la pena pecuniaria habrá
también que tomar en cuenta el resultado de los hechos para rebajarla
al minimum o subirla hasta el máximum, no pudiéndose por esto darse
una regla fija i segura en esta clase de delitos.

ART. 3 3 6 .

«Los autores del daño estarán siempre obligados a


i n d e m n i z a r los costos q u e d e m a n d e n las reparaciones
o el restablecimiento de las líneas deterioradas o
destruidas.»
libro ii.—título vi. 533

La leí penal no tan solo lleva en vista castigar los delitos sino tam-
bién la reparación del mal causado, lo cual es estimable en dinero.
La regía jeneral que consigna el art. 24 lo dice todo; pero si ella
no bastase, lo hemos visto bien claro en el art.' 327 en lo relativo a
ferrocarriles i en el presente se hace la consagración de igual principio,
lo que naturalmente es bien justo i lójico. ¿Por qué se habría de causar
un daño i obligar al Estado o al particular, dueño de una de estas
empresas, a repararlas a su costa? Pudiendo el reo verificar el pago
del daño debe hacerlo i, si son varios, todos responderán solidariamente
de él. La solidaridad en estos delitos es la única garantía para el dam-
nificado por los culpables.

ART. 337.

«El empleado d e u n a oficina t e l e g r á f i c a q u e d i v u l -


g a r e el contenido de un mensaje sin autorización
e s p r e s a d e la p e r s o n a q u e lo d i r i j e o a q u i e n e s d i r i j i d o ,
incurrirá en u n a m u l t a de ciento a trescientos pesos i
deberá i n d e m n i z a r los perjuicios p r o v e n i e n t e s d e la
divulgación.
L a s m i s m a s p e n a s s e i m p o n d r á n al e m p l e a d o q u e ,
por descuido culpable, no trasmitiere fielmente un
m e n s a j e t e l e g r á f i c o i, si e n l a t r a s m i s i ó n infiel h u b i e r e
m a l a f é / s e e s t a r á a lo d i s p u e s t o e n el a r t . 195.»

Este artículo consta de dos incisos: el primero establece la pena que


deba aplicarse al empleado que revele el contenido de un mensaje
telegráfico sin autorización espresa de la persona que lo envia o de
aquella a quien va dirijido. Esto tiende a establecer la mas absoluta
reserva i por eso, ademas déla pena,existe la obligación de indemnizar
los perjuicios que resulten de la divulgación del contenido de la ;
comunicación telegráfica, como puede suceder la no ejecución de un
contrato o desbaratar un negocio que podria ser lucrativo para uno de
los que proponía su realización'. Esto, empero, no estorba los casos en
que, por orden de autoridad competente, debe el empleado revelar el
contenido de ciertas comunicaciones.
534 código penai,

En tiempo de guerra interior o esterior, la divulgación de las comu-


nicaciones de la autoridad, que sobre esa materia se le dirijan por sus
ajentes, es todavía mas grave i el que faltare a tan estricto deber, debe
ser castigado con el máximo de la pena, fuera de la separación del
cargo que en el acto haria el jefe correspondiente de ese empleado
desleal, que ya no merece la confianza que exije tan delicado puesto.
El segundo inciso castiga con la misma pena que establece la primera
parte del artículo cuando, por descuido culpable, el empleado no
trasmite fielmente el mensaje que ha recibido. Mas, si en la trasmisión
infiel hai mala fé, haciéndose con intención dañada la equivocación, la
pena de este delito es la que señala el art. 195 en el caso de falsedad
del empleado en el ejercicio de sus funciones o de forjamiento o falsi-
ficación de partes telegráficos, es decir presidio menor en su grado
medio, que dura de 541 dias a 3 años, fuera de aplicarse en este caso
el art. 30, por tratarse de una persona a quien se le puede suspender de
su cargo por razón de ser empleado.

ART. 338.

«El empleado que habiendo trasmitido órdenes enea- .


m i n a d a s a la p e r s e c u c i ó n o a p r e h e n s i ó n d e d e l i n c u e n t e s
o p a r a q u e se p r a c t i q u e n dilijencías dirijidas a una
averiguación judicial o gubernativa, trasmitiere avisos
o prevenciones que hagan ilusorias dichas órdenes,
i n c u r r i r á e n la p e n a d e r e c l u s i ó n m e n o r en su g r a d o
m e d i o (1).
I g u a l p e n a se aplicará c u a n d o m a l i c i o s a m e n t e frus-
trare las m e d i d a s de la autoridad en tales casos, con
u n a t r a s m i s i ó n o t r a d u c c i ó n infiel.»

(1) Presidio de 541 dias a 3 años, aplicándose el art. 30, si hai, como
es natural que lo haya en este caso, cargo u oficio de que suspender al
reo. iVo es pena aflictiva i él procesado puede exijir su escarcélacion l/cijo
fianza.

Este artículo comprende tanto a la autoridad judicial como a la


gubernativa, porque sobre ambos poderes existe la facultad de perseguir
libro ii.—título vi. 535

i aprehender a los delincuentes i si un empleado hace ilusoria la


pesquiza de un criminal porque ha trasmitido avisos o prevención es a
los culpables i de este modo han esckpado de esa justa persecución, la
pena puede jirarse dentro del grado que se determina, dejando al juez
la fijación del mínimo o del máximo, según las circunstancias
que se comprueben en el proceso i la influencia que haya resultado por
el aviso dado oportunamente para que los criminales se evadan.
Si el empleado frustra con malicia las medidas de la autoridad con
una trasmisión o traducción infiel del parte que recibe para comuni-
carlo, ya el delito tiene cierta gravedad, que por eso se ha igualado la
pena en uno u otro caso, haciendo que ella sea la misma del primer
inciso.
AET. 339.
« E n el momento de motín o asonada es prohibido a
toda oficina telegráfica:
1.° Trasmitir o tolerar que se trasmitan mensajes
dirijidos a fomentar o favorecer el desorden.
2.° Dar aviso de la marcha que siguen los sucesos i
tumultos, si no es a la autoridad o con asentimiento de
ésta.
3.° Instruir del movimiento de tropas o de las medi-
das tomadas para combatir la insurrección o desorden.
4.° Comunicar toda noticia cuyo objeto sea f r u s t r a r
las providencias tomadas para restablecer la tranqui-
lidad interior.
L a infracción de cualquiera de estas ¡irohibiciones
sujeta al infractor a las penas de reclusión menor en su
grado medio (1) i multa de ciento a quinientos pesos;
sin perjuicio de ser castigado como instigador o como
cómplice del motin o asonada, siempre que los hechos
dieren mérito para considerarlo tal.»

(1) En iodo conforme a lo dicho al tenor de la nota puesta al pié


delart. 338.
536 códigopenai,

La disposición del anterior, artículo tiene por objeto el prohibir a


los empleados de oficinas telegráficas que ausilien o presten a los
amotinados el apoyo que es solq. de la autoridad lejítima i, al dar
avisos o instruir del movimiento de tropas, comunicar noticias que
frustren las medidas dictadas para restablecer el orden, es evidente
que se ausilia a los sublevados. Solo la autoridad tiene derecho para
dar en esos casos los avisos que crea oportunos, i el empleado que falta
a estos deberes es infiel i debe aplicársele la pena aquí designada, sin
perjuicio de que también se le castigue como instigador o cómplice del
motin o asonada, si los hechos dan mérito para considerarlo tal.
Mas, si sobre el empleado se ejerce presión por los sublevados i no
puede evadirse de servir a las miras de ellos corriendo peligro su vida
si no obedece i trasmite lo que se le ordena, o pueda descubrirse que la
trasmisión que hiciere no fuese exacta a lo que se le ordena, no sena
culpable de delito; pero en este caso i restablecido el orden tócale a él
probar esta escepcion para salvar su responsabilidad i, al no hacerlo,
cae en las penas que determina el artículo de que estamos haciendo
referencia.

Akt. 340.

((Guando en una oficina telegráfica se reincidiere en


las infracciones de que habla el artículo precedente,
podrá la autoridad superior inmediata prohibir el uso
del telégrafo o someterlo a su dirección o inspección
miéntras duren las circunstancias estraordinarias de
motin, sedición, etc.»

Esta disposición que establece una facultad discrecional a favor de


la autoridad para prohibir el uso del telégrafo o someterlo a su direc-
ción o inspección por reincidencia de los hechos que espresa el artículo
que antecede, no tiene nada de penal i, siendo puramente administrativa,
no ha debido figurar en este Código i bien se pudo suprimir sin que
se notara su falta, puesto que no crea un delito ni establece una pena
ni consagra una regla de aplicación sobre materia que le sea peculiar.
libro ii.—título vi. 537

Art. 341.

«El que acometiere a un conductor de correspon-


dencia pública para interceptarla o detenerla o jiara
apoderarse ele ella o de cualquier modo inutilizarla,
será castigado con presidio menor en sus grados medio
a máximo, (1) si interviniere violencia. Si no inter-
viniere violencia, con presidio menor en sus grados
mínimo a medio. (2)
Lo cual no obsta para que se aplique la pena co-
rrespondiente al delito cometido en la persona del
conductor o en la sustracción de la correspondencia,
siempre que fuere mayor.»

(1) Presidio de 541 dias a 5 años. Aplicada la pena en grado máximo


de 3 años 1 dia a 5 años, lleva las accesorias del aU. 29. En esie caso es
aflictiva i el procesado no puede ser escarcelado bajo fianza.
Aplicada en grado medio, de 541 clias a 3 años, se observará lo pres-
crito en el art. 30, si hai cargo u oficio de que suspender al reo. No es
pena aflictiva en este caso, i el procesado puede solicitar su escarcelacion
bajo fianza.
(2) Id. de 61 dias a 3 años. En lo demás conforme al acápite que an-
tecede.

Este artículo se refiere a toda clase de correspondencia i si.cou vio-


lencia se acomete al conductor de ella para interceptar de la que sea
portador, detenerla o inutilizarla de cualquier modo, la pena que mere-
ce el culpable de este delito es presidio menor en grado medio a
máximo.
Si no hubo violencia para el logro de los fines espresados en el ante-
rior acápite, el delito no es tan grave i hé aquí por que, según sea el
caso i las consecuencias, se penará al culpable con presidio menor en
grado mínimo, de 61 a 540 dias, o en grado medio, que es de 541 dias
a 3 años.
Ahora si para quitar la correspondencia al conductor de ella se le
hirió o se le cortó un brazo, se aplicará ademas la pena correspondiente
al delito que causó en su persona, si ella hubiera de ser mayor que la
538 códigopenai,

que le pueda corresponder según el primer inciso del presente arti-


culo.
Nada mas natural que prever i penar hechos como los de que nos
hemos ocupado, que pueden, producir graves perjuicios haciendo pú-
blico el sijilo de la correspondencia, paralizando al comercio en sus
transacciones, dos cosas bien graves i que siempre se han respectado,
cualquiera que sea la situación en que se encuentren los gobernados
con los gobernantes i éstos con aquellos; pero como en circunstancias
especiales se trastorna el orden público, se. olvida todo respeto, era
entonces preciso consignar una disposición que penara este caso que
puede ocurrir en épocas estraordinarias o en situaciones normales, como
lo hemos visto en mas de una vez que han sido asaltados los correos i
hasta se ha concluido con la vida de los conductores de balija que se
han defendido a mano armada de esas agresiones.

TITULO SEPTIMO.
CRÍMENES I SIMPLES DELITOS CONTRA EL ÓRDEN DE LAS FAMILIAS
I CONTRA LA MORALIDAD PÚBLICA.

§ I

Aborto.

, ART. 342.

«El que maliciosamente causare un aborto sera


castigado:
1.° C o n la p e n a de p r e s i d i o mayor en su grado
m í n i m o , (1) si e j e r c i e r e v i o l e n c i a e n la p e r s o n a de
la m u j e r e m b a r a z a d a .
2.° C o n la de p r e s i d i o m e n o r en su g r a d o máximo,
(2) si, a u n q u e n o la e j e r z a , o b r a r e sin consentimiento
de la m u j e r .
libbo ii.—título vii. 539

3.° Con la ele presidio menor en su grado medio, (3)


si la mujer consintiere.»

(1) Penitenciaria ele 5 años 1 dia a 10 años i las accesorias del art.
28. Es pena aflictiva i el reo no puede ser escarcelado bajo fiama.
(2) Presidio de 8 años 1 clia a 5 años i las accesorias del art. 29.
Es pena aflictiva i no admite la escarcelacion del procesado bajo fianza.
(3) Id. de 541 clias a 8 años, aplicándose el art. 80, si hai cargo u
oficio público ele que suspender aireo. Eslaptena no es aflictiva i el proce-
sado puede en este caso ser escarcelado bajo fianza.

' ¿ Qué es aborto? No han faltado quienes digan que en rigor el aborto
no es mas que una especie de infanticidio, pero esta definición no es
completa.
Nos parece mejor decir que aborto es la espulsion prematura de un
feto ántes del término natural de la preñez, por medio de procedi-
mientos estemos o internos susceptibles de prodneir aquel efecto.
Hai, pues, aborto natural o espontáneo, i aborto voluntario o provo-
cado.
El primero no. es mas que el efecto de causas predisponentes que
obran por sí mismas independientemente de la voluntad de persona
alguna.
El segundo, es la consecuencia de algún medicamento que se tomó
o de alguna operacion que se puso en juego para obtener tan triste
resultado.
En medicina legal, aborto es la espulsion prematura de un embrión
o de uní feto provocada con intención criminal en cualquiera época de su
vida intra-uierina.
A estos casos es a los que se refiere la disposición que hemos copiado,
porque cuando el aborto es independiente de la voluntad de persona
alguna, no hai delito i la leí no puede lejislar para casos fortuitos o
naturales que no afectan la responsabilidad de nadie.
La repugnancia con que en todos los tiempos se ha mirado este
crimen, ha hecho en otras épocas castigarlos con penas tan severas
como la capital, siempre que el feto hubiese sido animado i se hubiera
obrado con intención de causar un aborto.
Las lejislaciones modernas no son tan rigorosas en esta materia i las
penas de hoi dia guardan mas proporcion a los casos que puedan
presentarse.
540 códigopenai,

Sin embargo, este delito es considerado como menor que el infantici-


dio, porque se necesita mayor perversidad para destruir un sér animado
que produce impresión en los sentidos, que para destruir un sér a quien
aun no se ve i cuya existencia en el mundo no es todavía mas que una
esperanza.
Por eso el artículo dice que el que maliciosamente causare aborto se
hace reo de este delito:
1.° Si ejerciere violencia en la persona de la mujer embarazada; por
ejemplo, dándole un gran golpe en el vientre no por accidente sino con
intención de hacerla abortar, pero sin que ella se haya prestado o
consentido en resistirlo para el logro de este fin;
2.° Cuando, sin tener este consentimiento de mujer embarazada i sin
ejercer violencia, produce el aborto por cualquier otro medio; por
ejemplo, si se le dá un abortivo, como ser cantáridas, secale cornutum,
azafran, ruda, sabina, un gran susto o un purgante activo, etc., etc.; i
3.° Cuando el aborto se ejecuta de acuerdo i con consentimiento de
la mujer embarazada, usando cualquiera clase de abortivos o de otros
medios que lo produzcan.
Este caso es el menos grave de los tres que establece el artículo;
porque aquí se obra con consentimiento de la embarazada i en los dos
anteriores son contra su voluntad i ella no acepta el daño; por supuesto
que cuando ella conviene en el delito, su pena debe ser mayor, porque
es mas culpable que el que produce el aborto, como lo veremos en los
artículos que siguen.

Art. 343.

«Será castigado con presidio menor en sus grados


mínimo a medio, (1) el que con violencias ocasionare un
aborto, aun cuando no ha}Ta tenido propósito de cau-
sarlo, con tal que el estado de embarazo de la mujer
sea notorio o le constare al hechor.»

(1) Presidio de 61 días a 3 años, aplicándose el art. 30, si hubiere


cargo u oficio público de que suspender al reo. No es pena aflictiva i el
procesado puede obtener su escarcelacion bajo fianza.
libro ii.—título vii. 541

Ilai delito en el que con violencia causa un aborto, aun cuando no


haya tenido este propósito, con tal que sea notorio el embarazo o le
conste al hechor, como lo seria por ejemplo, si un sirviente ataca a su
patrona con violencia estando notablemente embarazada, u otro que la
conozca o sepa su situación i obre del mismo modo. Mas, como su inten-
ción no fué producir el aborto, por eso la pena es menor; pero como
toda persona sabe las consecuencias de un hecho de esa naturaleza en
mujer en cinta, la lei castiga ese proceder con mas severidad que en uu
caso jeneral, como una garantía en bien del que está por nacer i para
rodear de cierto respeto e invulnerabilidad a la mujer preñada.

á r t . 344.

«La mujer que causare su aborto o consintiere que


otra persona se lo cause, será castigada con presidio
menor en su grado máximo. (1)
Si lo hiciere por ocultar su deshonra, incurrirá en la
pena de presidio menor en su grado medio.» (2)

(1) Presidio de 3 años 1 ¿lia a 5 años i lleva las accesorias del ari.
29. Es pena aflictiva i no puede el reo ser escarcelaclo bajo fianza.
(2) Id. de 541 dias a 3 años, aplicándose el art. 30, caso de haber
cargo u oficio ¿le que suspender al reo. No es pena aflictiva Ha procesada
puede obtener su escarcelcicion bajo fianza.

Dos casos distingue este artículo, a saber: cuando la embarazada


causa o consiente en que se le cause el aborto, sea cual fuere el motivo
que inspire esta acción, para cuyo caso la pena es presidio menor en
grado máximo, a diferencia del que causa el aborto con su voluntad,
que no tiene sino presidio menor en grado medio, como lo hemos
visto en el núm. 3;° del art. 342, i por fin, solo impone la pena de
presidio menor en grado medio cuando la embarazada cause o procu-
re que le causen el aborto para ocultar su deshonra.
Si se considera que entre el feto que aun no nació i el niño que ha
respirado hai una gran diferencia, se comprenderá fácilmente la razón
por que en los casos del aborto las penas no son tan severas como en el
infanticidio i del cual nos vamos a ocupar bien pronto.
Oreemos fundada la aminoración de pena cuando el aborto se ha
542 código penai,

causado por encubrir la deshonra de la embarazada. La lei ha hecho


bien en tener piedad para tales culpables cuando el amor vence al honor.
«El amor contra el honor dio la vida i el honor contra el amor da
la muerte» i cuando estos dos tiranos se disputan el imperio de la vida
del que está por nacer, la conciencia humana es induljente i la lei, que
debe estar basada' en jeneral opinion, no debe ir mas adelante, porque
entonces su rigorismo la haría antipática i odiosa.

ART. 345.

«El facultativo que, abusando de su oficio, causare


el aborto o cooperare a él, incurrirá respectivamente en
las penas señaladas en el art. 342 aumentadas en u n
grado.

Del tenor del artículo i de la referencia que hace al 342, se ve que


hai que distinguir el caso de violencia del cuando no la hai i se obra sin
consentimiento de la embarazada i cuando se procede de acuerdo con
ella. ¿I por qué se le agrava la pena en un grado?—Por razón de que
el facultativo obra con mas seguridad por sus conocimientos especiales i
porque en él existe hasta la obligación de moralidad que no se puede
exijir en tan alto grado respecto de los simples particulares. «La medi-
cina es para curar a los enfermos i no para hacer abortar a las mujeres
embarazadas.»
El aumento de pena está sujeto a las reglas que se han establecido
por los arts. 59 i 77.
¿Cuándo se entenderá que un facultativo ha causado o cooperado a
un aborto?
En el Diccionario de Jurisprudencia del señor Cárlos Y. Risopatron,
encontramos lo siguiente relativo a la pregunta que hemos hecho:
«Respecto de los boticarios, siempre que vendan las sustancias oca-
sionadas a producir el aborto, sin receta de médico competente, i espe-
cialmente valiéndose del conocimiento que tienen de esas sustancias,
las suministren con el fin de producirlo. En el primer caso pueden ser
considerados como cómplices, según lo dispuesto en el art. 1G del Có-
digo Penal i en el segundo como autores.
Respecto de los médicos se suscita esta otra cuestión. ¿Es lícito a los
libro ii.—título vii. 543

médicos en alg'im caso provocar un aborto?.... Es ya casi unánime-


mente aceptada la opinion de que no puede considerarse como aborto
puuible la espulsiou o estraccion de un feto muerto con anterioridad
en el vientre materno. Mas viviendo aun el feto, hai casos en que si
se le dejara adquirir su natural desarrollo, seria imposible esperar que
pudiera nacer vivo por un parto natural. La conformacion de la
madre i el esperar una operacion que seria mortal para ella, son
circunstancias que autorizan el procurar el parto anticipado, siempre
que la criatura haya cumplido el séptimo mes, pues ántes de esta
fecha 110 hai para que proceder a anticipar un parto, siendo que seria
imposible salvar a la criatura, cosa que es mui probable despues del sép-
timo.»
Estas teorías descansan en la necesidad de salvar la vida de la ma-
dre, que está sobre la de un feto, i que importa mas a la sociedad i a la
familia el que ella viva. Por eso, justificada la necesidad de la opera-
cion por medio de consultas de otros facultativos, si hai tiempo para
ello i, en caso de 110 haberlo, con el consentimiento del marido si lo
tiene o el de los parientes mas inmediatos, se debe proceder sin vacilar
a la operacion, en la seguridad que el médico que así obra queda exen-
to de responsabilidad penal i moral a la vez.

§n.

Abandono de niños i personas desvalidas.

ART. 346.

«El que abandonare en un lugar 110 solitario a un


niño menor de siete años, será castigado con presidio
menor en su grado mínimo.» (1)

(1) Presidio de 61 a 540 días, aplicándose el art. 30, caso de haber


cargo u oficio de que suspender al reo. No es pena aflictiva i merece
escarce/ación bajo fiama.

¿Por qué la leí ha fijado para el abandono de un niño en un lugar


no solitario la edad de siete años?
Porque pasada esta época ya el niño puede valerse, dar razón de sus
544 código penai,

antecedentes i no corre tanto peligro desde que el lugar en que se le deja


no es solitario. El abandono ha de ser pues, en puntos donde no tenga
recursos, porque si se coloca en los Huérfanos o en algún asilo por salvar
la honra de la madre o por carencia de recursos, no existe este delito,
porque la circunstancia principal que lo caracteriza es que se le deje
espuesto a morir por falta de recursos. . . ..
El articulo no abraza el caso de que sea el padre o la madre quienes
cometan el delito i por eso emplea la frase «el que abandone» para que
no se confunda con el precepto del artículo siguiente en que los
comprende espresamente.
El delito se supone aquí cometido por estraños que no tienen la
guarda de ese niño. En la práctica se vé que este abandono se efectúa
mas jeneralmente en los primeros. momentos de existencia de un infe-
liz: ya pasado algún tiempo es raro el caso, porque se ha despertado el
cariño o la compasion hácia ese niño i entonces cuando mucho se le
arroja a los Huérfanos o se entrega en alguna casa de asilo para des-
validos.
A la verdad que se necesita corazon de acero para abandonar a
un niño que ya hablai anda;, sin embargo, vemos tantos desvíos i
acciones tan crueles en los' hombres que nada debe admirarnos i como
este delito no es raro, razón ha existido para castigarlo i si la pena no
es tan grave como quisiéramos, la razón es porque el abandono que
aquí se exije ha de ser precisa i necesariamente en un lugar no solitario,
pues así no existe peligro tan grave para la vida del abandonado i
puede la caridad venir en su ayuda salvando a esa víctima de la muer-
te por su carencia obsoluta de recursos i de medios de valimiento para
atender a sus necesidades i poder vivir.

ART. 3 4 7 .

« S I el a b a n d o n o s e h i c i e r e p o r l o s p a d r e s l e j í t i m o s o
ilejítimos o p o r p e r s o n a s q u e t u v i e r e n al n i ñ o b a j o su
cuidado, la pena será presidio m e n o r en su grado
m á x i m o (1), c u a n d o e l q u e lo a b a n d o n a r e s i d e a m é n o s
de cinco quilómetros de u n p u e b l o o l u g a r en q u e h u -
biere casa de espósitos, i presidio m e n o r en su grado
m e d i o (2) e n l o s d e m á s c a s o s . »
libho ii.—título vii. 545

(1) Presidio de 3 años 1 dia a 5 años i las accesorias del art. 29.
Es pena aflictiva i no admite la escarcelacion clelprocesado.
(2) Id. de 541 días a 3 años, aplicándose el art. 30, si hai cargo
u oficio de que suspender al reo. No es pena aflictiva i el procesado
puede obtener su escarcelacion bajo fianza.

A propósito cíe este artículo el señor Reyes hizo indicación para que
se distinguiera el caso en que el autor del delito resida a ménos de
cinco quilómetros de un pueblo o lugar en donde haya casa de espósitos,
de aquel en que no mediara esta circunstancia, pues la culpabilidad
aumenta con las facilidades que se proporcionan para evitar el aban-
dono; por eso al primer caso se le impuso presidio menor en grado
máximo, i en el segundo solo en grado medio.
Este artículo comprende a los padres lejítimos o ilejítimos a los
guardadores del niño, ya sea con título legal o sin él, pues basta que
esté bajo su cuidado. Comprende también' a la nodriza que se le ha
. entregado uu niño para su criauza, a los que los sacan de las casas
de espósitos i a los encargados de ellos, si llegan a causar un abandono
de esta naturaleza,

AKT. 348.

«Si a consecuencia del a b a n d o n o . r e s u l t a r e n lesiones


graves o la muerte del niño, se impondrá al que
lo e f e c t u a r e l a p e n a d e p r e s i d i o m a y o r en su grado
mínimo, (1) cuando fuere alguna de las personas
c o m p r e n d i d a s en el artículo anterior, i la de presidio
m e n o r e n s u g r a d o m á x i m o (2) e n e l c a s o c o n t r a r i o .
L o dispuesto en este artículo i en los dos p r e c e d e n t e s
n o se aplica al a b a n d o n o h e c h o en c a s a s d e espósitos.»

(1) Penitenciaria ¿le 5 años 1 ¿lia a 10 años i las accesorias del


art. 28. Es pena aflictiva i no admite escarcelacion bajo fianza.
(2) Presidio de 3 años 1 ¿lia a 5 años i las. accesorias del art. 29.
En lo demás como la anterior. 4*

35
546 códigopenai,

Los padres lejífcimos o ilejítimos o las personas que tengan a un


niño bajo su cuidado i que por causa de abandono resultareu lesiones
graves o la muerte del abandonado, cometen delito mas grave en
iguales circunstancias que cuando el autor del abandono no sea padre
lejítimo o ilejítimo ni esté al cuidado del niño. Esto no necesita
comentarse i lie aqui la diferencia de la penalidad que establece el
artículo. En el primer caso existen obligaciones de las cuales es preciso
responder, i en el segundo no hai tales circunstancias.
Empero si el abandono ha consistido en arrojar al niño a una casa
de espósitos, no hai delito, porque esos establecimientos están para
hacer la caridad i cuidar de la vida de las criaturas que allí se arrojen
i como la lei lo que trata de evitar es el que perezcan, se supone que
este riesgo aquí no existe i por este medio obligar a que se envíen allí
los niños, ántes que esponerlos en otros sitios a una muerte mas que
segura.

Art. 349.

«El que abandonare en un lugar solitario a un niño


menor de diez años, será castigado con presidio menor
en su grado medio.)) (1)

(1) Presidio de 541 dias, a 3 años, aplicándose el art. 30, si hai


cargo u oficio de que suspender al reo. No es pena aflictiva i admite
escarcelacion bajo fianza.

Los artículos anteriores han concretado los casos al abandono en


lugares no solitarios. Ahora se trata de lo mismo pero en parajes soli-
tarios donde corre mas peligro la vida del niño i en este caso establece
el máximum de edad para imponer la pena, fijándolo en diez años.
Como se vé, aquí como en el caso de los arts. 346 i 347, lo que se pena
es solo el acto del abandono, porque si de ello resultan heridas o la
muerte del abandonado, las penas son distintas, como se ha' visto en el
art. 348 i como se verá en el 351.

Art. 350.

«La pena será presidio mayor en su grado mínimo


libro ii.—título vii. 547

(1) cuando el que abandona es alguno de los relaciona-


dos en el art. 347.»

. (1) Penitenciaria ele 5 años 1 dia a 10 años i las accesorias del art.
28. Es pena aflictiva i no admite la escarcelacion con fianza.

Era natural que fuese mayor la pena en el caso de abandono de un


niño menor de diez años en lugar solitario, si el delito se comete
por los padres lejítimos o ilejítimos o por personas que tuvieren al niño
bajo su cuidado. Este acto, por parte de individuos que tienen ya una
obligación natural o civil de conservar a esa criatura, es mas criminoso
que el ejecutado por estraños en quienes no existen tales deberes ni
tales obligaciones para con ese niño.

ART. 351.

«Si del abandono en un lugar solitario resultaren


lesiones graves o la muerte del niño, se impondrá al
que lo ejecuta la pena de presidio mayor en su grado
medio, (1) cuando fuere alguna d é l a s personas a que se
refiere el artículo precedente, i la de presidio mayor
en su grado mínimo (2) en el caso' contrario.»

(1) Penitenciaria de 10 años 1 dia a 15 años Has accesorias del


art. 28. Es pena aflictiva i no admite escarcelacion bajo fianza.
(2) Id. de 5 anos 1 dia a 10 años. En lo demás conforme a la an-
terior.

Cuando de los hechos a que se refiere el artículo que antecede, el


niño abandonado recibe lesiones graves o la muerte, la pena es mas
subida por la calidad o relaciones que existen entre el delincuente i la
víctima.
Pero si el autor del delito no es padre lejítimo ni ilejítimo ni persona
que tuviere al niño bajo su cuidado, el delito no está entonces revesti-
do de caracteres tan notables como en el primer caso i esta diferencia
está marcada en la penalidad. Al primer caso, como lo hemos visto, le
548 código penal

corresponde presidio mayor en grado medio, i al segundo solo presidio


mayor en su grado mínimo.

Art. 352.

«El que abandonare a su cónynje o a un ascendiente


o descendiente, lejitimo o ilejitimo, enfermo o imposibi-
litado, si el abandonado sufriere lesiones g r a v e s o
muriere a consecuencia del abandono, será castigado
con presidio mayor en su grado mínimo.? (1)

(1) Penitenciaria de 5 años 1 ¿lia a 10 años i las accesorias ¿leí art.


88. Es pena aflictiva i no admite escarcelacion bajo flama.

Ya este artículo no se refiere al caso de abandono [de niños sino de


personas de edad como ser el cónyuje, los padres o los hijos'bien sean
lejítimos o ilejítimos; pero exije que se encuentren enfermos o imposi-
bilitados para que haya delito. La razón es clara, porque sino están en
estas circunstancias, es natural que se pueden valer i salir del abandono
del mismo modo que se les llevó o como sale el que ha ido con ellos.
El enfermo o el imposibilitado equivale a un niño que no se puede
servir por sí ni buscar socorros para salvarse del peligro.
La palabra ilejítimos debe entenderse en el sentido que le da la leí
civil.
Para que haya este abandono se requiere que sea con intención daña-
da, porque si se ejecuta para salvar uno de un peligro u otro accidente
no habrá delito. Seria un acto heroico si se quisiera morir al lado de la
esposa, del padre o de los hijos, pero la leí no exije el heroísmo ni lo
pena cuando falta. Asi por ejemplo, en un naufrajio o al pasar una
cordillera, viene un temporal i es preciso dejar un sitio para es-
capar, seria noble no abandonar a esas personas por no esponerlas al
peligro; pero el principio de conservación está sobre ese otro deber i es
mayor: entonces aquel cede en favor de éste. Acometen bandidos en
un lugar solitario en que se va acompañado de una esposa o de un
padre enfermo: es necesario huir para salvar la vida ¿qué hacer en
este caso si no se puede salir del peligro sino abandonando al enfermo?
Cada cual resuelva esta cuestión como le agrade en la. intelijencia que
libro ii.—título vii. 549

en este abandono, obligado por fuerza mayor i contra nuestra voluntad


i violentados nuestros mas nobles sentimientos, no existe delito.

§ III.

Crímenes i simples delitos contra el estado civil de las personas.

ART. 353.

«La suposición ele parto i la sustitución ele un niño


por otro, serán castigadas con las penas ele presidio
mayor en su grado mínimo (1) i multa ele mil a dos mil
pesos.»

(1) Penitenciaria ele 5 años 1 dia a 10 años, aplicándose las acce-


sorias del art. 88. Es pena aflictiva i no admite la escarcélacion del
procesado bajo fiama.

La suposición de parto se comete finjiendo que un hijo ha nacido de


personas que no le han dado el ser; i la sustitución de un niño por otro
o la supresión de un hijo lejítimo, se verifica con el ánimo de hacerle
perder su estado civil, es decir, su posicion de familia con los derechos
que le son adjuntos, hechos todos que causan un perjuicio incalculable
en su personalidad e intereses i que alarman a la sociedad entera, porque
en tierna edad se usurpan a un niño los derechos que le da el naci-
miento, de los bienes que puede o ya ha heredado de sus padres, del
beneficio de su nombre, de su condicion i existencia verdadera.
La suposición de parto tiene también por objeto quitar derechos a
otros i tanto en este como en el caso anterior hai robo i defraudación
del estado civil, que es parte de nuestra existencia.
Por ejemplo, Pedro que es un hombre rico, se casa con Andrea i
fallece sin sucesión; pero la viuda para que la fortuna no' pase a los
herederos de su marido, que no ha testado, se fin je embarazada: hace
los aparatos de un parto i busca un hijo de otra mujer i lo presenta
por suyo. De este modo la herencia pasa a ese hijo falso i ella, como
guardadora de tal hijo que supone que es de su marido, administra sus
bienes i priva de esa fortuna a los herederos de Pedro que, sin la exis-
tencia de tal hijo, la habrían recibido.
550 códigopenai,

Ahora nace un niño que debe ser heredero de otra fortuna i al nacer
se le cambia por otro que se tiene preparado i al verdadero se le envia a
los huérfanos o se le manda criar bajo otro nombre. Este pierde pues los
derechos que tenia al nacer o que podia adquirir mas tarde i el otro
viene a gozar de lo que no le pertenece. He aquí el resultado de una
sustitución fraudulenta.
Como estos delitos son tan graves, ha habido necesidad de reprimirlos
con severas penas cada vez que sea posible castigarlos.
El adulterio tiene de grave en la mujer que introduce a la familia
un hijo que disminuye por lo ménos la herencia de los hijos lejítimos,
o bien un adúltero puede quitarles derechos al hijo lejitimo, como
sucede si al casarse una mujer va embarazada de otro i hace consentir
al marido que es de él i que ha nacido antes ele tiempo. De esta manera
este hijo que pasa por el mayor en la familia, puede quitar sus derechos
al verdadero hijo i gozar de rentas o beneficios que le corresponderían
al ser verdadero hijo del marido de esa mujer. Por eso las penas del
adulterio por la infidelidad' de la mujer, no son nunca bastante rigorosas
para castigar este delito. A su tiempo trataremos estas cuestiones que
hoi tocamos incidentalmente por la analojía del caso que hemos reco-
rrido apropósito de este articulo.

ART. 354.

"El que usurpare el estado civil de otro, sufrirá la


pena de presidio menor en sus grados medio a máximo
(1) i multa de ciento a mil pesos.
L a s mismas penas se impondrán al que sustrajere,
ocultare o espusiere a un hijo lejitimo o ilejítimo con
ánimo verdadero o presunto de hacerle perder su estado
civil."

(1) Presidio de 541 dias a 5 años. Aplicada en grado máximo esta


pena, de 3 años 1 dia a 5 años, lleva las accesorias del art. 29. Es
aflictiva i no admite escarcelacion icijo fianza.
En grado medio, de 541 dias a 3 años, se aplica el art. 30, si hai cargo
u oficio de que suspender al reo. En este caso no es pena aflictiva i el
procesado puede ser escarcelado bajo fianza.
liblto i i . — t í t u l o vii. 551

Este delito consiste en suponerse padre, hijo, cónyuje, hermano, etc.,


etc., de otro para ganar a favor suyo los derechos que a tales personas
corresponden.
Este delito es de la naturaleza de los espresados en el artículo que
antecede i revela el mismo grado de criminalidad con la diferencia que
en este caso el perjudicado puede por sí defenderse i probar el engaño.
¿Habrá usurpación del estado civil cuando se toma el nombre de otra
persona para sacar un pasaporte o porte de armas, para escapar de la
justicia o de un castigo o para allanar una dificultad? Es evidente que
nó, porque aquí con el finjimiento no se quita un derecho ni se
causa un mal tan grave i por eso estos casos están previstos en el art.
200 de este Código i, recordando lo que allí hemos dicho, se verá la
diferencia de uno i otro caso.
Para que exista el delito que previene este artículo, se necesita que la
usurpación del estado civil se haga para lucrar con ese dolo o para hacer
perder a una persona los derechos que ha adquirido por su estado civil,
como sucedería en alguno de los casos a que se refiere el segundo inciso
de este artículo p^ra cuyo objeto habría necesidad de sustraer, ocultar
o esponer a un recien nacido o en edad tan corta que no pueda dar
razón de lo que se ha hecho .con él.

á k t . 355.

«El que hallándose encargado de la persona de un


menor no lo presentare, reclamándolo sus padres,
guardadores o la autoridad, a petición de sus demás
parientes o de oficio, ni diere esplicaciones satisfacto-
rias acerca de su desaparición, sufrirá la pena de pre-
sidio menor en su grado medio.» (1)

(1) Presidio de 541 clicisci 3 arios, aplicándose el art. 30, si hai cargo
u oficio publico ele que suspender al reo. No es pena aflictiva i admite
escctrcelcicion bajo fianza.

Evidentemente la negativa a presentar un menor o a dar razón sa-


tisfactoria de él cuando lo exije el padre, la familia o la autoridad, hace
sospechoso al encargado de su persona i se establece una presunción tan
552 códigopenai,

grave i tan desfavorable en su contra, que ella se estima por sí sola como
prueba de delito. ¿Por qué resistir su entrega o probar su existencia?
La primera idea que se ocurre es la de que se le ha muerto o se le ha
castigado en tal estremo que se teme que se haga efectivá su respon-
sabilidad i por eso la pena es consecuencia de tal delito, sin perjuicio
de que si se descubre que le han muerto o herido, se le apliquen las
relativas a estos delitos, si son mayores que las que señala el artículo a
su resistencia.
Ahora ¿qué se entiende por menores'? Será de un impúber o de un
púber o de un menor de edad en el sentido estricto de esta palabra en
derecho? Aceptamos lo último porque pueden confiarse personas de toda
edad, como sucede en los establecimientos de caridad i en tal caso su
cuidado i responsabilidad es como la de un niño.
Una casa de asilo, un monasterio u otro establecimiento de esta
especie, reciben jóvenes de toda edad ¿acaso los encargados o encar-
gadas no pueden cometer delitos? No hemos visto retener i privar a la
familia de comunicarse con una pariente i resultar despues que en tales
casos han causado castigos crueles a esas infelices? Por eso la palabra
menores debe comprender al que no ha cumplido 25 años i no ha sido
habilitado de edad, Esta latitud no perjudica i entonces ¿por qué
darle otro sentido o querer que se aplique solo a impúberes?

ART. 3 5 6 .

« E l q u e t e n i e n d o a su c a r g o la c r i a n z a o educación
d e u n m e n o r d e d i e z a ñ o s , lo e n t r e g a r e a u n e s t a b l e c i -
m i e n t o príblico o a o t r a p e r s o n a , sin la a n u e n c i a d e la
q u e s e lo h u b i e r e c o n f i a d o o de la autoridad en su
d e f e c t o , i d e ello r e s u l t a r e p e r j u i c i o g r a v e , será casti-
gado con reclusión menor en su grado medio (1) i
multa de ciento a quinientos pesos.»

(1) En todo como la del anterior articulo.

La persona que se encarga de la crianza o educación de un menor de


diez años debe devolverlo al que ¡se 1q entregó i si para realizar este
libro ii.—título vii. 553

objeto hai algún motivo que se lo impida, se debe ocurrir a la justicia


para que con su consentimiento se coloque en alguna casa de asilo i
salvar de este modo una responsabilidad. Si obra de otro modo se falta
a este precepto.
El caso no es raro, porque bien sea que el padre o el guardador de
ese niño se ausenten i no dejen recursos para satisfacer los gastos o ese
servicio, no seria justo obligarles no obstante a que continuasen con tal
carga; pero si la leí indica este camino i no se sigue en todas sus partes
i se arroja al niño a un establecimiento público o se entrega a otras
personas i de ello Yvm\t&perjuicio grave, hai un delito que tiene una
pena correspondiente, el cual tiende a evitar un abuso grave, que es
fácil evadirlo obrando con el consentimiento de la autoridad, que
califica las razones que autoricen la determinación que se va a tomar
i que exhonera de responsabilidad ulterior.

Art. 357.

«El que indujere a un menor de edad, pero mayor


de diez años, a que abandone la casa de sus padres,
guardadores o encargados de su persona, sufrirá las
penas de reclusión menor en cualquiera de sus grados
(1) i multa de ciento a mil pesos.»

(1) Presidio de 61 dias a 5 años. Aplicada esta pena en grado má-


ximo, que es de 3 años 1 dia a 5 años, lleva las accesorias del art. 29.
En este caso es aflictiva i el procesado no puede ser escarcelado bajo
fianza.
En grado mínimo de 61 a 540 días, o en grado medio, de 541 a 3 años,
se aplica el art. 30, si hai cargo u Oficio de que suspender al reo. En
estos clos casos no es aflictiva i el procesado puede ser escarcelado bajo
fianza.

En el art. 142 se dijo que la sustracción de un menor de diez años


tenia presidio mayor en cualquiera de sus grados i que si el sustraído
era mayor de esta edad i menor de veinte años, la pena era de presidio
menor en cualquiera de sus grados. Aquí lo que se pena es el consejo
que se dá a un mayor de diez años para que abandone la casa de sus
padres, guardadores o encargados de su persona. Como se vé, si el niño
es menor de diez años no existe el delito que previene i pena este artí-
554 códigopenai,

culo, será otro porque ántes de los diez años la lei no supone voluntad
eu ese niño: ha de exceder de los diez años para que se suponga que
aceptó el consejo i se fugó.
El artículo ha dejado una estensa escala que puede a su arbitrio
recorrer el juez para la imposición de la pena i elejir la que crea
conveniente, según sean los antecedentes de que está rodeado el hecho
i sobre todo, de'los móviles que obligaron al reo a dar este consejo i el
resultado de la fuga del niño.

§IV

Del rapto.

ART. 3 5 8 .

«El rapto de una mujer de buena fama ejecutado


contra su voluntad i con m i r a s deshonestas, será p e n a d o
con presidio m e n o r en su g r a d o m á x i m o a m a y o r en su
g r a d o m í n i m o . (1) C u a n d o n o g o z a r e d e b u e n a fama,
la p e n a s e r á presidio m e n o r e n cualquiera de sus gra-
d o s . (2)
E n " t o d o c a s o s e i m p o n d r á la p e n a d e p r e s i d i o m a y o r
e n s u s g r a d o s m í n i m o a m e d i o (3) s i l a robada fuere
m e n o r d e d o c e años.))

(1) Presidio de 8 años 1 dia a 5 años a Penitenciaria de 5 años 1 día


a 10 años. Si se aplica la pena de presidio menor en grado máximo, lleva
las accesorias del art. 29. Es pena aflictiva i no admite escarcelacion
bajo fianza. Si se aplica presidio mayor en grado mínimo lleva las acce-
sorias del art. 28. Es pena aflictiva i el procesado no puede tampoco ser
escarcelado bajo fianza-,
(2) Presidio ele 61 ¿lias a 5 años. Si se aplica en grado máximo de
3 años 1 dia a 5 años, lleva las accesorias del art. 29. Es pena aflictiva
i el procesado no puede ser escarcelado bajo fianza.
Si se aplica en grado mínimo, de 61 a 540 días; o en grado medio de
541 clias a 3 años, lleva en uno i otro caso lo que dispone el art. 30, si hai
cargo u oficio de que suspender al reo. No es pena aflictiva i puede el
procesado ser escarcelado bajo fianza.
(3) Penitenciaria de 5 años 1 dia a 15 años, llevando las accesorias
del art. 25. Es pena aflictiva i el procesado no puede ser escarcelado bajo
fianza.
LIBEO II.—TÍTULO VII. 555

¿Qué es rapto? La leí 15, tít. 2.° Part. 4.a define este delito diciendo
que es ehrobo que se hace de alguna mujer sacándola de su casa para
llevarla a otro lugar, con el fin de corromperla o casarse con ella.
Según esto el rapto puede ser de fuerza o de seducción. El primero es
el que se ejecuta contra la voluntad de la persona robada, i el segundo,
cuando ésta consiente en él con promesas, halagos u otros artificios del
raptor.
Desde tiempos mui antiguos encontramos penas para este delito. En
el libro X L Y I I I tít. 6.° del Digesto se encontraba la lei 5." que decia:
Qui vcicantem mulierem rwpui vel nuptam, último suppilicio puhilur.
El Fuero Juzgo contenia la lei 1.a tít. 3.° del lib. 3.° i disponía que el
raptor debia dar la mitad de sus bienes a la robada.
La leí 3.a tít. 20 Part. 7." imponía al raptor la pena capital, debiendo
sus bienes ser aplicados a la mujer robada a no ser que ésta consintiera
despues en casarse con aquel.
Hoi dia esas penas están en desuso i nuestro Código ha establecido
disposiciones que guardan mas armonía con este delito.
El art. 358, que nos ocupa, establece que se puede robar i su disposi-
ción comprende tanto a mujer soltera como a mujer casada o viuda;
pero distingue entre éstas el que sean de buena o mala fama para
graduar la pena.
El párrafo 2.° del artículo supone el rapto con Violencia cuando es
ejecutado en menor de doce años, porque no existe voluntad respecto de
la robada, aun cuando prestase su consentimiento, puesto que en tau
corta edad se le supone impedida para conocer los efectos de la acción
que ejecuta.
El presente artículo se refiere en jeneral al rapto que se hace contra
la voluntad de la robada i que se lleva a cabo arrancándola de donde
se encuentra; por manera que este delito supone la violencia i, al dejar
la lei al arbitrio del juez la pena para el castigo, dentro de los límites
que le indica en la escala que puede recorrer, es para que al imponer-
la pueda tomar en cuenta la condicion i rango del delincuente i
de la robada, así como los hechos que precedieron i los que siguieron al
delito, como si hubo mal trato o se colocó a la robada en imposibilidad
de defenderse por medio íle narcóticos o empleándose otros recursos de
esta naturaleza.
Como siempre, el delito de rapto se lleva a cabo para usar deshones-
tamente de la robada i se le viola ¿se castigará cada uno de estos-
556 códigopenai,

delitos por separado i coa la pena que a cada cual corresponda según
el precepto del art. 74?
En el libro de Actas de la Oomision redactora de este Código, en-
contramos lo siguiente:
«El señor G-andarillas observó que la espresion con miras deshones-
tas que emplea el artículo puede ofrecer dudas, puesto que no indica
si en ellas se comprenden la violacion o el estupro que pueden resultar
del rapto o si éstos delitos deben tener pena aparte cuando ocurran
con aquel.
Contestando el señor Altamirano, manifestó que al castigar el rapto,
se castigaban también esos actos indicados por el señor G-andarillas i
que son por lo regular una consecuencia de él, de manera que en tal
caso se impondría solo una pena,—la del rapto,—haya o nó violacion,
pues esta fué la mente que se tuvo al acordar estas disposiciones.»
De lo espuesto se vé que en estos delitos no tiene aplicación el art.
74 i que, en tal caso, se sigue lo que prescribe el art. 75, que dice: que
la disposición del artículo anterior no es aplicable en el caso de que un
solo hecho constituya dos o mas delitos, o cuando uno de ellos sea el me-
dio necesario para cometer el otro i que en estos casos solo se imponga la
pena mayor asignada al delito mas grave. Así por ejemplo, la violacion
tiene pena mayor que el rapto i si en un hecho concurren estas dos
circunstancias, se aplicará la pena de la violacion por ser mas graves i
ordenarlo terminantemente así el citado art. 75.
Por fin, al penar estos delitos no debe olvidarse el precepto del art.
368 que ordena imponer al reo la pena señalada al delito en su grado
máximo cuando el rapto, la violacion o el estupro han sido cometidos por
autoridad pública, sacerdote, guardador, maestro, criado o encargado
por cualquier título déla educación, guarda o curación déla persona
ofendida o prostituida.
Ahora para proceder en las causas de violacion i de rapto, se necesita
a lo ménos la denuncia hecha a la justicia por la persona interesada,
por sus padres, abuelos o guardadores, aunque no formalicen instancia,
según el art. 369. De aquí se deduce que estos delitos no se pueden
pesquizar de oficio, porque nadie puede apreciar mejor si conviene el
silenciarlos o no en bien de la ofendida que ésta misma o las personas
ya indicadas, i la justicia no puede ir contra este Ínteres personal, pues
el sijilo acaso seria mas ventajoso que la publicidad de estos hechos,
sobre todo en niñas de familia i de dignidad.
libro ii.—título vii. 557

Finalmente, ademas del precepto jeneral del art. 24, está el del 370,
que obliga a los reos de violaciou,- estupro o rapto a ser condenados a
dotar a la ofendida, si fuere soltera o viuda, i a dar alimentos congruos
a la prole que, según las reglas legales, fuere suya.

ART. 359.

«El rapto de una doncella menor de veinte i mayor


de doce años, ejecutado con su anuencia, será castigado
con presidio menor en cualquiera de sus grados.» (1)

(1) Presidio de 61 días a 5 años. En lo demás como la nota 2 del


articulo anterior.

El rapto de una mujer mayor de doce años i menor de veinte, ejecu-


tado con su anuencia es un delito que previene i castiga este artículo.
Así como en el anterior se estableció que el rapto de una menor de
doce años se suponía ejecutado cou violencia aunque ella hubiera
consentido en él, del mismo modo en este artículo se determina implí-
citamente que el rapto de una mujer mayor de veinte años hecho con
su voluntad, no constituye un acto punible i por eso la leí no lo pena.
Razón ha tenido pues para ello ¿cómo suponer rapto en una mujer
mayor de veinte años ya sea soltera, casada o viuda si no ha habido
violencia i ella ha prestado su consentimiento para ese acto?
¿Qué habrá pues entonces? —Una simple fornicación que prohibe
la moral i de cuyos actos solo se da cuenta a Dios; pero que no alcan-
zan a caer bajo la represión de nuestras leyes penales i por eso no existe
delito.
Queda pues, establecido que robar a una joven menor de doce años
es delito grave que pena el artículo anterior; que en la misma pena se
incurre si se roba a una mujer casada, soltera o viuda contra su volun-
tad; que este artículo pena el rapto de una doncella mayor de doce
años i menor de veinte, aunque sea con su consentimiento, i por fin,
que no hai delito cuando el rapto recae en mujer soltera, casada o viuda
inayor de veinte años i el hecho se ha. ejecutado sin violencia i con su
consentimiento.
Lo que se pena en el caso del artículo de que nos ocupamos, es el rap-
to de ctdoncellas) i que el Código, para hacer resaltar la diferencia, ha
558 código puñal

empleado ex profeso esta palabra, pues eu los casos anteriores ha dicho


«mujer.-» La razón es porque el rapto de mujer puede recaer sobre
cualquier persona de esa clase cuando se ejecuta con fuerza. La seduc-
ción no es punible sino cuando la seducida es doncella. Si una casada
se deja robar i tiene menos de veinte años, no se falta a este articulo
porque ella no es doncella: habrá una fuga, podrá perseguirse el delito
de adulterio; pero no el de rapto.
De esto resulta que, sin con el consentimiento de Andrea, que tiene
14 años la robo, pero 110 siendo ni estando doncella, no cometo delito
de rapto, menos el de violacion i nunca el de estupro i ¿qué habrá en-
tonces?—Una simple fornicación que no es delito i, por lo tanto, no
tiene pena i será uno de los muchos actos que prohibe la moral i que
castiga Dios, pero que en la tierra i de parte de las leyes pasan desa-
percibidos como el uso lejítimo de cualquier otro derecho.

ART. 360.

«Los reos de delito de rapto que no dieren razón del


paradero de la persona robada, o esplicaciones satis-
factorias sobre su muerte o desaparición, incurrirán en
la pena de presidio mayor en cualquiera de sus g r a -
dos.» (1)

(1) Presidio de 5 años 1 día a 20 años i las accesorias del art. 28,
Es pena aflictiva i no admite escarcelcicion bajo fianza.

¿Cuál será el fundamento de esta pena, que permite al juez recorrer


una escala tan vasta para su aplicación?—Es indudable que descansa
en la presunción de que, cuando no se da razón del paradero de la ro-
bada o esplicaciones satisfactorias sobre su desaparición, ha perpetrado
el autor del rapto en ella algún grave delito i talvez el de homicidio.
La lei le mira con justicia como responsable de un presunto crimen, el
que, siendo según todas las probabilidades la muerte de aquella víctima,
la peua no puede menos que ser tan severa como la que señala el artí-
culo. La presunción de derecho que aquí se presenta toca destruirla al
acusado e ínter, no lo haga la leí le señala como autor de un crimen.
Litao l i . — t í t u l o Vil. 559

§ v.

De la violacion.

ART. 361.

«La violacion de u n a m u j e r será castigada con la


p e n a de presidio m e n o r en su g r a d o m á x i m o a presidio
m a y o r en su g r a d o medio. (1)
Se comete violacion yaciendo con la m u j e r en alguno
de los casos siguientes:
1.° Cuando se usa de f u e r z a o intimidación.
2.° Cuando la m u j e r se halla p r i v a d a de razón o de
sentido por cualquier causa.
3.° Cuando sea m e n o r de doce años cumplidos, a u n
cuando no concurra n i n g u n a de las circunstancias
espresadas en los dos números'anteriores.»

(1) De Presidio de 8 años 1 día a 5 años a Penitenciaria de 5 años


1 dia a 15 años.
Aplicada en presidio menor en grado máximo, lleva las accesorias del
art. 29.
En presidio mayor, lleva las accesorias del art. 28. Es pena aflictiva
en uno i otro caso i el reo no puede ser escarcelaclo bajo fiama.

El delito de violacion puede ser penado con 3 años 1 dia hasta 15


años, según sean las circunstancias atenuantes o agravantes con que se
presente revestido.
Esta pena es mayor que la del rapto, que la del estupro i también
que la del adulterio.
¿I por qué? Sin duda porque la violacion comprende en sí un delito
contra la honestidad i un ataque contra la persona.
Ahora bien: ¿cómo se comete este delito? Los comentadores anti-
guos decían que se cometía violacion yaciendo por la fuerza con una
mujer soltera, viuda o casada, o empleando medios para debilitar sus
fuerzas o privarla de su razón.
560 côdiôo penal

Las leyes antiguas, sobre esta materia, calificaban también de viola-


ción el yacer con persona menor de 12 años aunque ella consintiera
en el acto, por cuanto en esa edad no estaba todavía apta para la cópula
i no había llegado a la pubertad.
Nuestro Código, en el artículo que analizamos, ha seguido en todas
sus partes esa teoría fundado sin duda en las mismas razones de las
leyes que le han antecedido.
Para que exista violacion se exije: 1.° que haya fuerza o inti-
midación, como seria por ejemplo, atando, sujetando, derribando
de un modo tal, o bien amenazándo con arma que postren a la mujer
a quien se acomete; 2.° privando déla razón o de los sentidos para
que no haga resistencia i abusando de ella en ese estado como seria
embriagándola o dándole algún narcótico, v. gr. cloral u Opio, i 3.°
cuando la mujer es menor de doce años cumplidos, aunque no concu-
rra ninguna de las circunstancias anteriores i ella consienta el acto.
Si hai violencia real ella se consideraría como una circunstancia agra-
vante para imponer al culpable la pena en el grado máximo.
¿Cómo se consideraría el delito en que se abusa de una mujer casa-
da, prevaliéndose un individuo de la oscuridad i de la idea en que se
encontrare esa mujer de que la persona con quien yacia era su mari-
do?—Aquí no hubo fuerza ni intimidación ni tampoco la ofendida
estaba privada del sentido. Sin. embargo de faltar todos estos requisi-
tos, creemos que el delito seria de violacion porque ha habido una falta
de razón relativa, no hubo voluntad para el acto i precedió engaño.
Por eso, para dar por constatado este delito, es necesario justificar
algunos de los tres casos en que puede existir; porque la violacion no
se presume, salvo que sea con mujer menor de doce años.
Habiendo resistencia verdadera i cuando se emplean medios mate-
riales capaces de sujetar o de amedrentar a una persona común, queda
justificada la violacion.
Ahora la intimidación no basta que sea física, se acepta también la
moral. «Lucrecia no se entregó a Tarquino cuando le amenazaba ma-
tarla, i logró al fin su objeto cuando la conminó con dejar a su lado
un esclavo muerto i hacer creer que los habia sorprendido en tan infa-
me crimen.»
Un miedo ridiculo, la fuerza intimada por un niño de quince años
no justifican la violacion i la mujer que los alegare como prueba, dará
libro ii.—título vii. 561

a entender que solo buscaba un pretesto para satisfacer deseos carnales


disfrazando de este modo su debilidad.
Como el delito de violacion se puede cometer con mujer casada,
soltera o viuda, doncella o prostituta ¿por qué la lei no ha hecho
diferencia en las penas siendo que el perjuicio en unas es nada en com-
paración del que reciben las otras?
Violar a una prostituta no es lo mismo que cometer igual acto con
doncella, o mujer soltera, casada o viuda i si es verdad que hai un
mínimo en la pena i que este es de tres años un dia, creemos que él es
excesivo cuando se trata de penar este delito, si se ha llevado a cabo
con prostituta o mujer no doncella de malos antecedentes.
Finalmente, no debe olvidarse lo dicho en el delito de rapto, es
decir lo prescrito en el art. 368, para aplicar en este caso el grado
máximo de la pena; el art. 369, para saber cómo debe procederse en
este delito i quiénes pueden formalizar instancia, i por fin, lo dis-
puesto en el art. 370, para saber a que otra cosa debe ser condenado
el reo de violacion, ademas de la pena que le señala el presente
artículo.
ART. 362.
«Los delitos de que trata este párrafo se considera-
rán consumados desde que hai principio ele ejecución.»

La lei ha querido rodear de tantas garantías el honor de las mujeres


i poner a salvo su debilidad, que ha establecido que la violacion se
considere consumada para los efectos del castigo, por el solo hecho de
haber principiado la ejecución de cualquiera de los actos que la
constituyen. En una palabra, el principio de ejecución da lo mismo que
la violacion consumada. Aquí, pues, castiga la intención traducida en
comienzo de hechos: no hai delito frustrado ni arrepentimiento que
valga despues de haberse dado principio o trabajado en el sentido de
violar a una persona.1

§ VI
Del estupro, incesto, corrupción de menores
i otros actos deshonestos.
Art. 363.
«El estupro de una doncella, mayor de doce años i
36
562 código penai,

menor de veinte, interviniendo engaño, será castigado


con presidio menor en cualquiera de sus grados.» (1)

(1) Presidio de 61 días a 5 años. Aplicada esta pena en grado


máximo, de 3 años 1 ¿lia a 5 años, lleva las accesorias del art. 29. Es
pena aflictiva i no admite la escarcelacion del procesado bajo fiama.
En grado mínimo de 61 a 540 días, o en grado medio de 541 ¿lias a
3 años, se aplicará en uno i otro caso el art. SO, si hai cargo u oficio ¿le
que suspender al reo. No es pena aflictiva i el procesado puede obtener
su escarcelacion dando fiama.

Estupro es la violenta desfloraoion de una doncella, ya sea que con-


sienta por temor o por engaño. El estupro puede ser voluntario e
involuntario. En el primer caso no se impone pena alguna, porque ha
sido con consentimiento i sin causar injuria, i por eso el Código no
trata de este caso, que es el de mera fornicación.
No hai estupro en mujer menor de doce años, porque tal acto se
considera violacion i se aplica la pena de este delito.
Cuando la mujer es mayor de veinte años tampoco hai estupro i si
no hubo fuerza o violencia ni robo, no hai delito que castigar, porque
el acto voluntario de cohabitar no tiene pena, salvo el caso que envuel-
va otro delito, como seria por ejemplo el de incesto.
El artículo que nos ocupa se sirve de la frase interviniendo engaño.
¿Qué es entonces lo que en este caso se llama engaño? Será la promesa
de matrimonio sin posibilidad i sin intención de cumplirla? Nos parece
quo nó, porque ello abriría un ancho campo al abuso i entonces se
multiplicarían los engaños i las mujeres, que son pocas las que se
dejan engañar, a cada paso alegarían esta disculpa para libertar su
lijereza o atrapar por miedo al castigo, un marido que nunca llegará a
ser un buen esposo, matrimoniado contra su voluntad.
En el libro de Actas de la Comision, al tratar de este delito, se habia
empleado la frase «seducción culpable» i en la revision que de su
trabajo hizo la misma Comision, se lee a fojas 289, sesión 160, lo
siguiente:
«Pidió el señor G-andarillas que en lugar de seducción culpable se
dijera «engaño» porque la primera éspresion supone una seducción
inculpable i ün límite entre ambos que talvez seria difícil determinar,
miéntras que el significado de la palabra engaño es conocido i preciso.
Así lo acordó la Comision,»
libro ii.—título vii. 563

Para penar el delito de estupro, para perseguirlo i exijir las indem-


nizaciones que le otorga la lei a la estuprada, no deben olvidarse, como
en los dos delitos anteriores, lo que preceptúan a este respecto los
artículos 368, 369 i 370 de este Código.

ART. 364.
«En igual pena incurrirá el que, conociendo las
relaciones que lo ligan, cometiere incesto con u n
ascendiente o descendiente por consanguinidad lejítima
o ilejítima o afinidad lejítima o con u n hermano consan-
guíneo lejítimo o ilejítimo, aunque sea mayor de veinte
años.»

Según la lei 1.a tít. 18, Part. 7.a se llama incesto el acceso cou
parienta o con cufiada hasta el cuarto grado.'
La idea reh'jiosa consideró al incesto un gran pecado i por eso
las leyes antiguas le habían convertido también en un gran delito, por
consiguiente severas penas se liabian decretado para su represión.
En el dia el incesto está limitado solo a los casos que ocurran entre
parientes que no pueden obtener dispensa para contraer matrimonio,
apesar de que la lei civil concede mayor amplitud al incesto en sus
efectos puramente civiles.
Su penalidad es menos severa que ántes, talvez porque la sociedad
se desmoraliza mas con el ejemplo que con la prudencia.
El objeto que ha tenido el Código al calificar de delito el cohabitar
con parientes dentro de los grados que ella indica i señalar por ello
una pena, no puede haber sido otro que evitar la relajación de las
virtudes domésticas por el grave escándalo que se produce.

ART. 365.
«El que se hiciere reo del delito de sodomía sufrirá
la pena de presidio menor en su grado medio.)) (1)

(1) Presidio de '541 dicis a 3 años, aplicándose el art. 30, caso de


haber cargo u oficio de que suspender al reo. No es pena aflictiva i admite
bajo fiama la escctrcelacion del procesado.
564 gódigo penal

¿Qué es sodomía? Es el concúbito entre personas de un mismo sexo


o en vaso indebido. Llámase así porque deriva su nombre de la ciudad
de Sodoma que, según la Historia Sagrada, fué castigada por el cielo
con un incendio milagroso por haberse abandonado sus habitantes a
tan vergonzoso vicio.
Este delito se califica de público i se puede pesquizar de oficio. Es
mas frecuente donde hai aglomeración de hombres i escasez de mujeres.
No es raro por esto encontrarlo en las cárceles o lugares de detención,
cuarteles, colejios, etc. etc. Este es un vicio tan perverso que trae una
niuerte prematura, arruina la intelijencia i degrada en estremo a la
persona que se apodera de él, por eso conviene que la pena sea
Un tanto severa para combatirlo do quiera que se presente i librar a la
sociedad de esta plaga maldita por Dios.

ART. 366.

«El que abusare deshonestamente de persona de


uno u otro sexo mayor de doce años i menor de veinte,
será castigado con presidio menor en cualquiera de sus
grados. (1) Si concurriere alguna de las circunstancias
espresadas en el art. 361, se estimará como agravante
del delito, aun cuando sea mayor de veinte años la
persona de quien se abusa.»

• (1) Presidio de 61 dicis a 5 años. Aplicada esía pena en circulo


máximo, de 3 años 1 dia a 5 años, lleva las accesorias del art. SO. Es
pena aflictiva i no admite la escarcélacion clel procesado bajo fianza
En grciclo mínimo de 61 a 540 días o en grado medio de 541 ¿lias a S
años, se aplicará en uno i otro caso el art. SO, si hai cargo u oficio de que
suspender al reo. No es pena aflictiva i él procesado puede obtener su
escarcélacion rindiendo fianza.

Como no es posible que un Código abrace todos los casos en que se


puede cometer un delito, se necesita establecer reglas jenerales que
puedan aplicarse a hechos no previstos ni penados espresamente.
Es por estoque este artículo comprende todos los actos que ofendan
el pudor o las ^buenas costumbres i que causen escándalo de trascen-
libro ii.—título vlii. 565

dencia. Es mas bieu este artículo complemento del anterior, porque se


refiere a actos que llamaremos sodomísticos i a los cuales se arrastra
a la persona con quien se cometen a virtud de cierta superioridad o
respeto que merece el hechor.
Por ejemplo, un maestro que obligue a un discípulo a que se preste
para actos torpes i escandalosos; un superior en un convento o semi-
nario, un rector de colejio, un guardador de presos, una directora
de un colejio o superiora de un monasterio. Cuando estos actos se
ejecutan por fuerza, intimidación o se priva del sentido o de la razón
a la persona con quien se cometen, aunque sean mayores de edad, tales
circunstancias son agravantes del delito, lo que por cierto conviene no
olvidar al aplicar el castigo al culpable.
En jeneral, el artículo comprende al hombre que abusa de una mujer,
pero que no yace con ella; al que abusa de otro hombre i a la mujer
que abusa de un hombre sin estar con él o que abusa de otra mujer.
La última parte del artículo se refiere a una especie de violacion
bastarda que puede ejercer un hombre con otro hombre o una mujer
con otra mujer.
El-condenado por este delito deberá sufrir también los efectos del
art. 372.

Art. 367.

«El que, liabitualmente o con abuso de autoridad o


confianza, promoviere o facilitare la prostitución o
corrupción de menores de edad para satisfacer los
deseos de otro, sufrirá las penas de presidio ma) r or en
cualquiera de sus grados (1) i multa de ciento a cinco
mil pesos.»

(1) Penitenciaria ele 5 años 1 dia a*20 años Has accesorias del
art. 28. Es pena aflictiva i no se puecle.otorgar escarcelacion con fianza
•i ademas el reo sufrirá las penas del art. 372.

El delito que previene este artículo era conocido antiguamente con


el nombre de lenocinio i que era el infame comercio de prostitución de
mujeres.
566 gódigo penal

También se le dió el nombre de rufianería.


Tamos a ver qué es lo que prohibe este artículo i cuál es su alcance.
Bajo la represión de esta disposición de nuestro Código caen todos
los que tengan casas, ya sean hombres o mujeres, con el objeto de
facilitar la prostitución o corrupción de menores de edad para satisfacer
los deseos de otro.
Es así que, si Pedro tiene una casa con mujeres para satisfacer sus
deseos propios, no comete delito alguno.
Si se hace el comercio con mujeres mayores de edad, tampoco existe
este delito. Mas ¿qué se entenderá aquí por mayores de edad? Querrá
exijir este artículo que tengan mas de veinte i cinco años?
Nos parece que nó, porque recordando lo dicho en la violacion, en
el rapto i en el estupro voluntarios, solo hai delito cuando la mujer sea
menor de veinte años i en esta edad ya la lei la supone libre para
entregar su cuerpo a quien le agrade.
Este delito es mui frecuente i no es raro encontrar casas en que la que
hace de jefe de ellas o madre ábadeza, como se las llama vulgarmente,
dan ropa, comida i lavado a las niñas que tienen para los hombres i
ellas toman la mitad o un tanto mas de lo que les pagan por este
servicio.
La lei castiga a estas madres abadezas con la pena de 5 años 1 dia
por lo menos i que puede llegar hasta 20 años,
Aunque jeneralmente esta pena se aplica siempre en grado mínimo,
ella nos parece excesivamente dura, porque el delito se comete siempre
con consentimiento de esas mujeres que, si son a veces de regular
físico, no tienen maneras ni educación i pertenecen a la última clase
de nuestra sociedad, como es fácil comprenderlo por el oficio a que
se dedican.
Ahora bien, si a la abadeza se le impone una pena por su delito
¿cuál se le aplicará a las mujeres que se prestan a ese comercio?
Ninguna: porque no causando ellas escándalo público, no caen bajo
la represión de disposición alguna de este Código. Ellas conceden sus
favores en privado i como la lei solo debe cuidar de los actos estemos i
no de los internos o que se ejecuten dentro de la casa, con tal que no
importen un crimen o un simple delito, tiene que tolerar esos actos.
El hombre que va a esas casas no comete tampoco delito, poi-que no
causa escándalo público i si lo comete será castigado según sea la
falta o delito de que se le acuse.
libro ii.—título vlii. 567

La prostitución pública, es decir la ejecutada en las calles o plazas


cou escáudalo de los transeúntes, es penada. El delito será el que esta-
blece el art. 373 de este Código, si es que no'esté previsto terminante-
mente en algún otro artículo.
Euera de estos casos la prostitución no es prohibida i si la leí avan-
zara un poco mas ¿qué seria del santuario cíe! hogar i del decoro de las
familias? Inquirir lo privado, so pretesto de encontrar un delito, seria
retroceder a los tiempos de la Inquisición. La moral exije este respeto
en bien de la honra i dignidad de los asociados. Otro campo mas fruc-
tífero tiene la autoridad en que ejercitar su actividad i su esfera de
acción ántes que descender a estas miserias de la vida. La seguridad de
las persoilas i de los bienes de los asociados importa que se vijilen mas
ántes que cuidar de los actos privados i que ejecutan con voluntad los
que son libres para ello.
De manera que para contravenir a este artículo i hacerse reo del deli-
to que previene, se requiere que la prostitución no sea simple, sino que
lleve consigo alguna de las circunstancias qúe se espresan en él, como
seria promover o facilitar la prostitución o corrupción; que sean menores
los prostituidos o corrompidos; que esto se verifique habitualmente o
con abuso de autoridad o confianza i por fin, que la prostitución o
corrupción no tenga por objeto el goce propio, los deseos del corrup-
tor mismo, sino satisfacer apetitos ajenos.
La prostitución es una triste necesidad de las sociedades humanas i
por eso lo mejor es procurar su reglamentación cuanto ántes. De dos
males, estamos por el menor.
En la sentencia que dicte por contravención a esta disposición del
Código, el juez no deberá olvidar que debe aplicar también, como parte
de esa condena, lo que dispone el art. 372.

§ VII.

Disposiciones comunes a los tres párrafos anteriores.

ART. 368.

«Si el rapto, la violacion, el estupro, la sodomía, los


abusos deshonestos o la corrupción ele menores h a n
sido cometidos por autoridad publica, sacerdote, guar-
568 gódigo penal

dador, maestro, criado o encargado por cualquier título


de la educación, g u a r d a o curación de la persona ofen-
dida o prostituida, se impondrá al reo la pena señalada
al delito en su grado máximo.»

La disposición de este artículo es jeneral para los delitos de rapto,


de que trata el art. 358; violacion, art. 361; estupro, art. 363; sodomía,
art. 365; abusos deshonestos, art. 366; o corrupción de menores, art.
367, para los casos en que hayan sido cometidos por autoridad pública,
como ser un juez, un intendente o gobernador, sacerdote, bien sea
regular o secular, guardador, maestro, criado o encargado por cualquier
título de la educación, guarda o curación de la persona ofendida o
prostituida, a fin de que al reo se le imponga la pena señalada al delito
en grado máximo.
Mas si hubieren circunstancias atenuantes, es indispensable entonces
rebajar la pena según el número de ellas i para esto se parte de la base
que el delito debe ser penado en el grado máximo de la pena que le
corresponda, i así se busca en la escala el grado que deba aplicársele se-
gún sea esa rebaja por las circunstancias que le favorecen i que en nin-
gún caso debe el juez dejar de considerárselas a todo reo, sea cual fuere
el delito i la pena fija que la lei le imponga.

ART. 369.

«No puede procederse por causa de estupro sino a


instancia de la agraviada o de sus padres, abuelos o
guardadores.
Para proceder en las causas de violacion i de rapto
se necesita, a lo ménos, la denuncia hecha a la justicia
por la persona interesada, por sus padres, abuelos o
guardadores, aunque no formalicen instancia.
Si la persona agraviada, a causa de su edad o esta-
do moral, no pudiere hacer por sí misma la acusación
o denuncia, ni tuviere padres, abuelos o guardadores,
libro ii.—título vlii. 569

o t e n i é n d o l o s se h a l l a r e n i m p o s i b i l i t a d o s o c o m p l i c a d o s
e n el delito, p o d r á el m i n i s t e r i o p ú b l i c o e n t a b l a r la
acusación.
E n t o d o c a s o se s u s p e n d e el p r o c e d i m i e n t o o s e r e -
m i t e la p e n a c a s á n d o s e el o f e n s o r c o n la o f e n d i d a .
N o p r o d u c e e s t o s e f e c t o s la p r o p o s i c i o n d e m a t r i m o -
n i o d e s e c h a d a p o r la o f e n d i d a , p o r l a p e r s o n a q u e d e -
b e p r e s t a r s u c o n s e n t i m i e n t o p a r a e l acto o p o r el j u e z
e n su caso, o c u a n d o n o p u e d a v e r i f i c a r s e el m a t r i m o -
nio por impedimento legal.»

Este artículo establece ciertas reglas jenerales para delitos determi-


nados i ellas son las siguientes:
1.° En causa de estupro a que se refiere el art. 363 no se puede pro-
ceder a pesquizar este delito de oficio, sino a instancia de la agraviada,
de sus padres, abuelos o guardadores de la ofendida. Sin esto no hai co-
mo instaurar una querella basada en este delito.
2.° En las causas de violacion o de rapto, a que se refieren los arts. 358
i 361, se necesita, a lo ménos, la denuncia hecha a la justicia por la
persona ofendida, por sus padres, abuelos o guardadores, aunque no
formalicen instancia. Si la persona agraviada por su edad, estado mo-
ral, por no tener padres o por hallarse imposibilitados, por carecer de
guardador o de abuelos, no pudiere hacerlo, entonces deberá el ministe-
rio público entablar la acusación.
El ministerio,público lo representa en estos casos el Promotor Eiscal
en lo criminal i a él debe exijírsele el cumplimiento de este deber dán-
dosele aviso por la ofendida.
3.° Casándose el ofensor con la agraviada se suspende el procedi-
miento contra el culpable i si ya hubo sentencia se le remite la pena i
se le deja en libertad.
Pero si la ofendida o sus representantes legales o la justicia rechazan
la proposicion de matrimonio o éste no se puede realizar por haber
algún impedimento legal, no tiene efecto alguno la oferta de casamien-
to que haga el culpable.
570 gódigo penal

El matrimonio lava la mancha que se arrojó sobre la ofendida i el


ofensor toma a su cargo su protección i la defensa de su honor.
Ahora, en cuanto a la denuncia que exije la lei en los casos de viola-
ción i de rapto, ella se puede hacer al Juez, al Alcalde o al' Promotor
Fiscal que es por la lei el encargado de perseguir los delitos.
En el caso de rufianería se puede proceder de oficio: no es delito
privilegiado como -los tres que acabamos de recorrer i como lo es, entre
los de esta clase, el de adulterio que solo puede perseguirlo el marido.

Akt. 370.

«Los reos ele violacion, estupro o rapto serán también


condenados por vía ele indemnización:
1.° A dotar a la ofendida si fuere soltera o viuda.
2.° A dar alimentos congruos a la prole que, según
las reglas legales, fuere suya.»

Jja violacion, el estupro i el rapto traen, ademas de las penas que


hemos recorrido, otras consecuencias para el culpable i que deben,
declararse en favor de la ofendida en el fallo que se libre por el juez.
La indemnización del daño causado o la responsabilidad civil es en
jeneral el resultado de todo delito. Así lo dice el art. 24 i luego el 48
establece el orden en que deben ser cubiertas estas responsabilidades,
cuando los bienes del culpable no alcancen a solventar las responsabi-
lidades pecuniarias que se hubieren juzgado en su contra.
Pero de los delitos a que el artículo se refiere, se derivan dos jeneros
de indemnizaciones i son: 1.° dotar a la mujer ofendida si fuere soltera
0 viuda, puesto que si es casada no tiene necesidad de dote ni su honor
sufre tanto como el de mujer soltera o viuda, li 2.° dar alimentos
congruos a la prole que, según las reglas legales, fuera del que cometió
algunos de estos delitos.
El art. 76 del Código Civil dice que de la época del parto se colije
la de la concepción i luego agrega que se presume de derecho que la
concepción ha precedido al nacimiento no ménos de 180 dias cabales
1 no mas que 300 contados liácia atrás, desde la media noche en que
principie el día del nacimiento.
libro ii.—título vlii. 571

I como en el proceso criminal debe constar la fecha en que se cometió


alguno de estos delitos i luego la del parto de la ofendida, es claro que
aplicando la regla civil se sabrá si la prole es o no del ofensor.
La lei no ha fijado la cantidad de la dote ni la de los alimentos, ni
podría tampoco haberlo hecho, porque todo esto es relativo i hai que
tomar en consideración la clase de la ofendida i los bienes de fortuna
del ofensor i por eso es que la sentencia declara estos derechos i, ejecu-
toriado el fallo, entra el juez a esta determinación que es prudencial,
despues de oir a los interesados i de recibir prueba si fuere preciso.
Por ejemplo, Pedro es hombre rico i comete el delito con una pobre i
como las exijencias de ésta no son tan notables, la suma de la dote será
proporcionada a su rango i los alimentos de la prole si la hai correrán
igual suerte.
Ahora el mismo caso, pero la ofendida es una joven de posiciou
social conocida: en este caso la indemnización i los alimentos serán ya
de alguna consideración.
Ahora si el hijo es adulterino, incestuoso o sacrilego ¿habrá derecho
para los alimentos? Eespondemos que sí, porque el artículo no hace
diferencia i en la palabra prole que se emplea, comprende a toda descen-
dencia i desde que el crimen es el mismo, justo es que el que lo cometa
cargue con todas sus consecuencias sin averiguar su estado.
En este caso los alimentos son una parte de la pena i por eso la
obligación es absoluta e inescusable.

Art. 371.

«Los ascendientes, guardadores, maestros i cuales-


quiera p e r s o n a s que con a b u s o s d e autoridad o encargo,
cooperaren como cómplices a la perpetración de los
delitos c o m p r e n d i d o s en los t r e s p á r r a f o s precedentes,
serán penados como autores.
Los maestros o encargados en cualquier m a n e r a de
la e d u c a c i ó n o dirección d e la j u v e n t u d , serán ademas
c o n d e n a d o s a i n h a b i l i t a c i ó n e s p e c i a l p e r p é t u a p a r a el
c a r g o u oficio.»

¿Por qué a las personas que enumera este artículo i que sean cóm-
572 gódigopenal

plices en algunos de los delitos a que se refieren los párrafos que tratan
del rapto, de la yiolaeion i del estupro, incesto etc., etc. se las considera
para los efectos de la pena como autores?
¿Por qué ademas a I03 maestros o encargados en cualquier manera
de la educación o dirección de la juventud, seles condena a inhabilita-
ción especial perpetua para esos cargos?
' Respecto a lo primero diremos que la justicia de este precepto
descansa en el grave abuso que cometen esas personas de su autoridad,
de la confianza que en ellos se ha depositado i del abandono de sus
mas sagradas obligaciones, volviéndolas en contra de la virtud para
precipitar en el fango de la prostitución i del crimen a personas
inocentes, quienes deberían ser sus mas celosos custodios i lejos de ello
cooperan a su perdición.
Ahora con relación a lo segundo, justo es también que si son maestros
0 encargados de la dirección de la juventud, se les inhabilite por
completo para lo futuro por la desconfianza que sobre ellos recae de
que no inspirarán sábias máximas quienes han dado ya un mal ejemplo
1 que pervertirían de nuevo si se les consintiese en esos cargos.
Toda severidad es lejítima en uno i otro caso: por eso ¿quién dirá
que es dura esta disposición porque estima la complicidad como
delincuencia directa?

Abt. 372.

« L o s c o m p r e n d i d o s e n el a r t í c u l o p r e c e d e n t e i c u a -
lesquiera otros reos de corrupción de menores en
Ínteres de terceros, serán t a m b i é n condenados a las
p e n a s d e i n t e r d i c c i ó n d e l d e r e c h o d e e j e r c e r la g u a r d a
i ser oidos como p a r i e n t e s en los c a s o s q u e la l e i
d e s i g n a , i d e s u j e c i ó n a la v i j i l a n c i a d e la autoridad
p o r el t i e m p o q u e el t r i b u n a l d e t e r m i n e . »

Los delincuentes a que se refiere el artículo anterior, deben sufrir


ademas de las penas que allí se indican, considerados como autores de
delito, siendo que en realidad solo sean cómplices, la de no ser oidos
como parientes en los casos que la lei indica i la de: sujeción a la
libro ii.—título vlii. 573

vijilancia de la autoridad por el tiempo que el tribunal determine


dentro del período de duración de esta pena. (Yeánse los artículos 25 i
45 de este Código.)
En las penas de este artículo incurre cualquier otro reo de corrup-
ción de menores en beneficio de terceros, porque cuando es a su favor
no está comprendido en esta disposición, como ser por ejemplo, en los
casos de las disposiciones de los artículos 366 i 367.
A la verdad ¿cómo, los reos de los delitos que se determinan en los
artículos ya citados 366, 367 i 371 podrían ser oídos como parientes,
si no lian sabido respetar ni cuidar de las personas que están á su
cargo i que, por el contrario, han sido la causa de sus desgracias?

§ VIII

De los ultrajes públicos a las buenas costumbres.

Art. 373.

«.Los q u e d e c u a l q u i e r m o d o o f e n d i e r e n el p u d o r o
las b u e n a s costumbres con hechos de g r a v e escándalo
o trascendencia, no comprendidos espresamente en
otros artículos de este Código, s u f r i r á n la p e n a de
r e c l u s i ó n m e n o r e n s u s g r a d o s m í n i m o a m e d i o . » (1)

(1) Presidio de 61 días a 3 años, aplicándose el art. 30, caso de haber


cargo u oficio ele que suspender al reo. No es pena aflictiva i admite
la escarcelacion bajo fianza

Como no es posible prever todos los delitos que se puedan cometer


contra el pudor o las buenas costumbres con hechos de grave escándalo
o de trascendencia para la sociedad i en contra de la moral, hubo nece-
sidad de dictar una regla jeneral i una disposición que los penara a
todos ellos cuando en alguna de las disposiciones de este Código no
estuvieran comprendidos espresamente. I no se crea que este artículo
ha dejado de tener aplicación en muchos casos: hemos leido varios
fallos apoyados en esta disposición jeneral que ha evitado el que nuestro
Código sea casuista, i para que no se crea que deja delitos sin penar,
574 gódigo p e n a l

sobre todo en la diversidad de materias que se pueden presentar en los


delitos contra las buenas costumbres i la moral pública.
En el Libro de Actas de la Comision redactora, se lee lo siguiente
en la sesión 71, páj. 139.
«Se suscitó dudas sobre si debia o nó penarse el delito de bestialidad
i el señor Ibañez manifestó que, en su concepto, convendría no tomarlo
en cuenta en el presente Código, tanto por la rareza de su perpetración
cuanto porque no liai peligro de que se estienda su contajio i llegue a
ser una plaga en la sociedad, como sucede con la sodomía. Ademas, si
el hecho se verificara produciendo escándalo, esta circunstancia hará
que se imponga la pena designada en el lugar correspondiente para el
escándalo. La Comision así lo acordó.»
De aquí deducen muchos que la bestialidad no es delito i que el
Código no la pena. Error notable!
El delito de bestialidad no está considerado especialmente, pero si se
presenta algún caso caerá bajo la represión penal de este artículo i nues-
tros tribunales así lo han declarado mas de una vez en diversas
sentencias.
Si el. delito de sodomía es una plaga social, sin embargo, por las
precauciones que toman los culpables para no ser descubiertos i por lo
vergonzoso de este vicio, jamas hemos visto un proceso ni mucho
menos un fallo sobre este particular i, por el contrario, respecto a
bestialidad, por desgracia, la Gacela de los Tribunales da cuenta cons-
tantemente de sentencias en este sentido.
Queda, pues, establecido que entre otros delitos, no considerados
especialmente en el Código, el de bestialidad cae bajo la disposición del
art. 373 i la peua para el culpable es la que designa esta disposición.

ART. 3 7 4 .

" E l que vendiere, distribuyere o exhibiere canciones,


f o l l e t o s u o t r o s e s c r i t o s , i m p r e s o s o n ó , figuras o e s t a m -
pas contrarias a las buenas costumbres, será condenado
a l a s p e n a s d e r e c l u s i ó n m e n o r e n s u g r a d o m í n i m o (1)
i m u l t a de ciento a t r e s c i e n t o s jjesos.
E n l a s m i s m a s p e n a s i n c u r r i r á el a u t o r d e l manus-
c r i t o , d e la figura o d e la e s t a m p a o e l q u e l o s h u b i e r e
libro ii.—título vlii. 575

reproducido por u n procedimiento cualquiera que no


sea la i m p r e n t a . "

(1) Presidio de 61 a 540 clias, aplicándose elart. SO, cuando hai cargo
u oficio de que suspender al reo. No es pena aflictiva i admite escarcelacion
bajo fianza.

Nada hai que pervierta mas el eorazon de la juventud que la lectura


de libros o folletos obscenos i que, por lo tanto, hieren directamente a la
moral, como así mismo las figuras o estampas contrarias a las buenas
costumbres. La juventud corrompe insensiblemente su eorazon i esto
tiende a desmoralizar toda sociedad. La leí al prohibir i castigar al
que vende o distribuye estos objetos, como al autor del manuscrito o al
que los reimprime por cualquier procedimiento que no sea el de la
imprenta, lo hace con el objeto de evitar este perjuicio i cortar el
escándalo que esto produce en las familias.
¿I por qué este artículo no pena al impresor? La razón es clara: los
delitos contra la libertad de imprenta, según el art. 137 de este Código
se castigan por una lei especial, i ella es la de fecha 17 de Julio de 1872
i por eso la pena se estiende solo a los que se valen de cualquier otro
procedimiento. Ahora la duda está en saber si la litografía, para los
efectos de este artículo, se considera imprenta o si la lei solo comprende
a los establecimientos tipográficos. Nos inclinamos a creer que Ja lito-
grafía está en el rango de toda imprenta i bajo el amparo de la lei de
17 de Julio de 1872, porque, hasta cierto punto, es el complemento de
la imprenta i la lei de patentes la coloca en igual rango i le fija igual
cuota de contribución i los dueños de litografías cumplen con todos los
requisitos que la lei fija a las imprentas, cuando aquellas se establecen
por separado.

§ IX.

Del adulterio.

ART. 375.
«El adulterio será castigado con la pena ele reclusión
menor en cualquiera ele sus g r a d o s . (1)
Cometen adulterio la m u j e r casada que y a c e con
576 código puñal

varón que no sea su marido i el que yace con ella sa-


biendo que es casada, aunque despues se declare nulo
el matrimonio.»

(1) Presidio de 61 dias, a 5 años. Aplicada esta pena en ¡irado máxi-


mo de 8 años 1 dia a 5 años, lleva las accesorias delart. 29. Es aflictiva
en este caso i el procesado no puede obtener su escarcelacion bajo fianza.
En grado mínimo de 61 a 540 dias o en grado medio de 541 dias a 3
años, se aplica el art. 80, sihai cargo u oficio ele que suspender a los reos.
En ninguno de estos grados es afiieliva i el procesado puede ser escarce-
lado bajo fianza.

El adulterio es uno de los mas graves delitos contra la honestidad i


la moral pública, que son el fundamento de la familia i la base de toda
sociedad regularmente constituida, i por eso ha sido mirado con horror
por todas las legislaciones. En él se comprenden tres crímenes: uno
contra Dios por el perjurio sacrilego a.la fé jurada en los altares; otro
contra la sociedad i por fin, se causa una grave injuria al marido,
alterándose de este modo las relaciones íntimas en la familia i llevando
al hogar una prole que no tiene derechos contra el marido i que quita
a los hijos lejítimos una buena parte de lo que les pertenece.
Según la lei 1.a, tít. 17, Part. 7.a adulterio es yerro que lióme face
yaciendo a sabiendas con mujer que es casada con otro. Según esto, lo
que constituye el adulterio es el ayuntamiento carnal de mujer casada
que, violando la fidelidad conyugal, concede sus favores a otro que no
sea su marido.
Si recorremos las lejislaciones antiguas encontraremos en los Códigos
de los primeros pueblos, severas penas para castigar este delito.—La
rudeza de los tiempos en que se dictaron, la barbarie que siempre
acompañaba a los castigos, fué sin duda el oríjen de aquella refinada
crueldad que se veia en todas las acciones humanas que tendían a re-
primir los delitos de sus conciudadanos.—En el dia esas penas son
ridiculas e inaceptables, porque carecen de fundamento i analojía i no
consiguen el fin que debe tenerse en cuenta al reprimir un delito.
Así, pues, los antiguos ejipcios, dice Escriehe, imponían por el adul-
terio la castración, creyendo hallar en esta barbarie cierta especie de
proporcion entre el delito i la pena; pero despues daban al hombre mil
azotes i cortaban la nariz a la mujer. Los Lidios establecieron contra
libro ii.—título vlii. 577

este delito la pena de muerte. Los Bramas condenaban a las mujeres


adúlteras a ser comidas de los perros. Los Judíos apedreaban a los dos
culpables. Los antiguos Sajones quemaban a la mujer i sobre sus ceni-
zas levantaban un cadalso, en que daban garrote a su cómplice. Los
Romanos imitaron a los antiguos Ejipcios i despues recurrieron a
varias peuas, inclusa la capital. La lei 15 tít, 17 Part. 7. a impone a la
mujer adúltera la pena de azotes públicos, reclusión en un monasterio
i pérdida de su dote.
Leyes posteriores entregaban al marido a los dos adúlteros para que
dispusiese a su arbitrio de ellos. Mas tarde el marido tenia facultad de
matar a los delincuentes siempre que fuese en infraganii dsUio.
Caídas en desuso todas estas leyes por el perfeccionamiento de las
sociedades, se han ido reemplazando por disposiciones mas humanas i
mas perfeccionadas a la gravedad de este delito.
Nuestro Código ha estado mui léjos de seguir las bárbaras penas que
existían hasta hace poco i ha adoptado la reclusión menor que com-
prende de. 61 dias a 5 años.
El art. 375 principia por establecer la pena para este delito i despues
lo define.
¿No habría sido mejor hacer esto último i despues señalar la pena?
Luego dice que comete adulterio la mujer casada que yace con varón
que no sea su marido i el que yace con ella saliendo que es casada,
aunque despues se declare nulo el matrimonio. De manera que el que
ignora que está cohabitando con una mujer casada no comete este
delito.-La razón es clara, porque sin conocimiento espreso del estado de
la mujer, debe suponerse que procede en la intelijencia de que esa mu-
jer es libre al ejecutar ese acto; entonces no comete delito i no podría
imponérsele la grave pena del adulterio porque en él no hubo tal
intención.
I el hombre casado que yace con otra mujer que no sea su esposa
¿comete adulterio?
Es evidente que nó. El Código no establece este delito. Su acción
podrá ser estigmatizada en los libros de moral, condenada por la opi-
nion, penada en el confesonario, pero jamas castigada por los tribunales.
Ese marido no será inocente; pero no podrá llamársele adúltero porque
tal delito no se comete por el hombre casado sino por la mujer que se
halla en tal situación.
En la falta de uno i otro hai diferencias notables i consecuencias mui
37 ,
578 gódigo p e n a l

distintas i lie aquí por que con sobrada razón la lei no lia podido llamar
adulterio las simples fornicaciones de un hombre casado.
La falta de la mujer que es el centro de la familia destruye la socie-
dad conyugal. La falta del marido puede alterar esa sociedad, pero
jamas destruirla. La mujer infiel, dice el señor Pacheco, da derechos
injustos que el hombre no puede dar. La mujer infiel disuelve todos
los lazos que ninguna otra infidelidad disolvería del mismo modo.
Nosotros agregaremos que la mujer infiel causa una injuria tan grave
al marido que no le da derecho para colocarse jamas a su altura; sobre
todo cuando no obra por necesidad sino por vicio o por venganza. Ella
se infama a si misma e infama a su familia, se espone a que todos le
falten al respeto, sin poder elevar su frente con orgullo ni decir a las
otras «soi mujer fiel, imitad mi ejemplo.»
Ahora ¿cometerá adulterio el que yace con mujer casada pero que se
ha entregado públicamente a la prostitución?
El mismo autor citado dice que ella habrá cometido adulterio cuan-
do comenzó a faltar a sus deberes; mas los que con ella hubieren forni-
cado despues, no podrán esos actos estimarse por la lei como adulterios
i no les alcanzará la pena, porque una mujer pública se presume de
derecho que no es de marido alguno o que, abandonada por éste no hai
nadie que pueda acusar a los que con ella hubieren yacido. El adulterio
es un delito contra la familia i las mujeres públicas no la tienen: es un
delito contra la honra del marido i las mujeres públicas no tienen
marido aunque estén casadas; son para los que ocurren a ellas.
Ahora para que exista adulterio es necesario que se haya consumado
el acto carnal, por eso no hai delito frustrado ni tentativa, a diferencia
de los de violacion que por el art. 362 se consideran consumados desde
que hai principio de ejecución.
Por fin, la nulidad de un matrimonio declarada despues de cometido
el delito de adulterio, no le quita su carácter, porque este se consumó
en la intención i voluntad de los ajentes cuando existia por la lei el
matrimonio i podían invocarse los derechos de ese estado. Los efectos
de una sentencia de nulidad de matrimonio no se surten sino desde
que la autoridad civil reconoce i acepta el fallo de la autoridad eclesiás-
tica. Por eso si el acto se consumó ántes, existe adulterio i la nulidad
posterior no tiene efectos retroactivos que vengan a dejar sin valor lo
que sin esa nulidad era ya un delito.
Se ha criticado entre nosotros que la pena que establece el Código
libro ii.—título vlii. 579

para tan grave delito es poco rigurosa. Creemos que nó i al con-


trario ella es apropósito para la enmienda, puesto que la soledad de
la prisión en que se coloca a la culpable, la privación del trato con su
familia, le harán aspirar a los goces del hogar doméstico i reconocer su
falta i, correjida, entonces será una buena mujer en lo futuro.
Por otra parte, la pérdida de algunos derechos civiles que trae consigo
un fallo de esta naturaleza, viene a empeorar su condicion i unido esto
a la pena, no puede ser entonces mayor el castigo. Por eso aceptamos
la pena como bastante para el delito i creemos que la sociedad habria
mirado mal el que hubiéramos traído a nuestro Código un castigo ma-
yor para el adulterio: ya habria algo cruel que parecería venganza i
esto debe desaparecer de las leyes i el lejislador jamas debe constituirse
en ájente de odios o de pasiones estrañas.
Por fin, no debe olvidarse la circunstancia 11 del art. 10 de este
Código, que exime de responsabilidad penal al marido que mata, hiere
o maltrata a su mujer i a su cómplice cuando los sorprenda en infra-
ganti delito de adulterio.

Art. 376.

'(No se i m p o n d r á pena p o r d e l i t o d e a d u l t e r i o sino


en virtud de querella del marido.
L a querella deberá precisamente iniciarse contra
a m b o s c u l p a b l e s , si u n o i o t r o v i v i e r e n ; p e r o e n el caso
d e b a b e r f a l l e c i d o a l g u n o d e ellos o d e f a l l e c e r d e s p u e s
d e i n i c i a d o el j u i c i o , p o d r á e l o f e n d i d o e n t a b l a r l a o con-
t i n u a r l a c o n t r a el s o b r e v i v i e n t e . »

En las causas por adulterio no puede haber procedimiento de oficio:


solo al marido corresponde el derecho de acusar, ya sea porque a nadie
interesa mas reclamar de las consecuencias de ese hecho o bien por-.
que él es el directamente injuriado i el único capaz de apreciar la con-
veniencia de hacer pública o nó la deshonra que le ha inferido la
mujer.
¿Qué seria de la tranquilidad del liogar si fuera permitido a cual-
quier estraño o al acusador público fijar sus miradas i sus pesquizas
en el seno de los matrimonios i sacar a luz sus debilidades i sus
580 gódigo p e n a l

misterios? Si el marido no ve la deshonra que le hace la mujer nadie


debe advertirlo,—si él 110 quiere ver o si él perdona, nadie puede fijar
la atención ni averiguar las causas de su silencio.
Sin embargo, el artículo solo dice que no se impondrá pena por este
delito sino en virtud de querella del marido, lo que hace que algunos
entiendau que hai el derecho de aceptar denuncia estraña i pesquizar
el delito hasta dejar la causa en estado de fallo i entonces poner lo
obrado en conocimiento del marido para que pida pena si le agrada.
Esto nos parece inaceptable porque ello seria permitir una investiga-
ción, avisar a un marido lo que ha hecho su mujer, traer al seno de
la familia la desunión i el desencanto, cuando es precisamente lo que se
quiere evitar. Sobre todo, uua investigación judicial solo se abre cuan-
do hai delito que penar i 110 pudiéndose en este' caso decretar castigo
sin que lo pida el ofendido, no cabe procedimiento sin que exista esta
queja. Es este un delito .privilegiado para su pesquizamiento i que
solo el marido tiene derecho a hacerlo: a todo otro la lei le cierra la
puerta por completo.
Puede haber un matrimonio feliz apesar de la conducta infiel de la,
esposa i ¿quién osaría interrumpir la paz de ese hogar i sacrificar a esa
familia despertando al marido del engaño en que vive? Por eso mien-
tras el esposo no reclame de la conducta de su mujer nadie tiene el
derecho de hablar de su honor ni siquiera abrir los labios para lanzar
una palabra que pudiera llegar a los oidos del .marido i traer la descon-
fianza, la duda o la discordia en ese -hogar donde todo es tranquilo i
donde la felicidad se mece en bien de la familia.
Por fin, la acusación de adulterio deberá intentarse conjuntamente
contra la mujer i su cómplice si ámbos vivieren; pero en el caso de
haber fallecido alguno de ellos o de fallecer despues de iniciado el jui-
cio, el ofendido podrá seguirlo o entablarlo contra el que sobreviva,
si es que esté dentro del plazo que la lei le concede para ello, ¿I por
qué la acción de adulterio tiene que entablarse conjuntamente contra
los dos cómplices i de castigar a uno hai que castigar a los dos? Sin
duda para evitar que un marido, en el deseo de vengarse de un tercero,
se confabulara con su mujer i pidiera un castigo contra su enemigo, o
bien que se hiciera igual cosa con la mujer i para evitar este peligro se
ha establecido que, si en realidad existe este cielito, se persiga a ambos
culpables i uno i otro corran igual suerte, lo que, por cierto, nos parece
mui justo, muí conforme al espíritu i .letra de la lei.
libro ii.—título vlii. 581

Art. 377.
«La acción ele a d u l t e r i o p r e s c r i b e e n u n año, q u e
principiará a correr d e s d e el d i a e n q u e el o f e n d i d o
tuvo noticia del delito; pero en caso de m u e r t e de u n o
d e los c u l p a b l e s , d e b e r á i n i c i a r s e e n los c u a t r o m e s e s
s i g u i e n t e s a é s t a , s i e m p r e q u e e s t e p l a z o se b a i l e c o m -
prendido dentro del año en que, por regla jeneral,
p r e s c r i b e la acción.
E n n i n g ú n caso p o d r á entablarse acción de adulte-
r i o d e s p u e s d e cinco a ñ o s , c o n t a d o s d e s d e q u e se co-
m e t i ó e l delito.»

Conocemos ya la pena que la leí señala al adulterio: hemos definido


lo que es este delito i, por fin, ha quedado establecido que solo el ma-
rido puede ejercitar ese derecho i que si él no lo hace no puede perse-
guirse de oficio i al hacerlo éste debe proceder contra ámbos culpables.
Ahora por el presente articulo se concede solo el plazo de un año
para que el ofendido entable su acción i que este año principie a con-
tarse desde que el marido tuvo conocimiento del hecho. Agrega tam-
bién que eti caso de muerte de alguno de los culpables Ja acusación
debe precisamente iniciarse en Jos cuatro meses siguientes, siempre que
este plazo esté dentro del año de que se hace mérito.
Mas en ningún caso la acción de adulterio se puede entablar despues
de cinco años contados desde que se cometió el delito. A la simple vis-
ta parece que este inciso destruyera lo mandado en el primero; pero no
es asi. Una mujer casada cometió adulterio en el año de 1870. El
marido lo supo solo en 1876 ¿podría entablar la acción de adulterio
en 1876 o en 1877? Es evidente que nó, porque la acción ha prescri-
to a los cinco años i por eso si el marido no lo sabe antes de este
plazo no tiene el año que indica el primer inciso de este artículo. Su-
pongamos ahora que el marido supo el adulterio en 1874 i entabla su
acción en 1875 ¿puede hacerlo? Respondemos que sí, porque está den-
tro del año en que tuvo conocimiento del hecho i todavía no han tras-
currido los cinco años, de la prescripción estintiva de esta acción.
La leí 4.a, tít. 17, part. 7.a daba facultad al marido para entablar la
582 gódigo penal

acción de adulterio dentro de cinco años; pero si ántes de este tiempo


el marido hubiera hecho alguna manifestación que hubiere probado un
perdón a la mujer, cesaba en el acto el derecho de acusarla.
El adulterio es causa lejítima para el divorcio perpétuo, siempre que
la mujer no haya sido inducida por el marido a cometer este delito.

Art. 378.
"Tampoco podrá entablarse acción de adulterio en
caso de divorcio perpétuo, por los actos ejecutados
miéntras éste subsista."

Hace poco que establecimos que habia adulterio hasta ínter hubiera
sentencia ejecutoriada cuando se litigaba nulidad de matrimonio. Igual
cosa sucede en el caso de jestionarse un divorcio.
La mujer lo cometerá hasta que haya sentencia de término; pero
una vez que se ha declarado i reconocido ese divorcio por la autoridad
civil, la mujer no comete este delito miéntras subsista el divorcio per-
pétuo.
Podrá yacer con otro hombre que no sea su marido sin que se le
persiga por este delito: ella es libre entonces para otorgar sus favores a
quien le plazca; podrá faltar a la moral, pero ese acto no cae bajo la
represión de la lei penal; podrá ser castigada por escándalo público si
su acto está revestido de este carácter, pero jamas por adulterio.
El divorcio temporal no surte este efecto, porque allí solo existe una
simple separación i el marido no ha perdido el derecho de vijilar la
conducta de su esposa en ese caso.

Art. 379.

«El marido podrá en cualquier tiempo suspender el


procedimiento o remitir la pena impuesta a su consorte
volviendo a unirse con ella, estendiéndose al cómplice
los efectos de la suspensión o remisión.»

Aunque el art. 19 dice que el perdón de la parte ofendida no estin-


gue la acción penal, sin embargo ahí mismo se establece como escep-
cion de ese principio que esto no rije respecto de los delitos que no pue-
libro ii.—título vlii. 583

den ser perseguidos sin previa denuncia o consentimiento del agravia-


do i, comg el adulterio reviste esta calidad, es por esto que la leí da al
marido el derecho de paralizar cuando le agrade el procedimiento i aun
de remitir la pena que hubiere re.caido, dándose por cumplido el fallo.
La justicia no puede oponerse a esto, porque ello es en bien de las
relaciones conyugales i de la familia. Empero, este perdón tiene que
comprender al cómplice por las mismas razones que la acusación tiene
que ser contra los dos culpables i la suerte de uno tiene que caber al
otro, i en previsión también de cualquier complot que pudiera fra-
guarse contra una persona.
El adulterio no es mas que una falta de fidelidad al afecto conyugal
i hó aquí por que es natural que se permita al marido remitir la pena a
la adultera, envolviendo en ese perdón al cómplice.
Por otra parte, solo el marido es justo apreciador i competente ven-
gador de su honra i por eso nadie puede impedirle su perdón si le
agrada, así como la lei le presta un apoyo para el castigo, si prueba el
delito que persigue.

AKT. 380.
«La ejecutoria en causa de divorcio por adulterio
surtirá sus efectos plenamente en lo penal, cuando fuere
absolutoria. Si fuere condenatoria, será necesario nuevo
juicio para la imposición de las penas.))

Las causas de divorcio se ventilan por-ahora ante la autoridad eclesiás-


tica. Las criminales por adulterio ante la justicia ordinaria i como una i
otra acción son bien distintas, la lei ha querido que cada vez que ante la
autoridad eclesiástica se pronuncie fallo absolutorio en juicio de divorcio,
sirva de escepcion concluyente en la causa criminal que por este delito
se haya seguido o se p r e s i d a iniciar ante la justicia criminal. Si, por
el contrario, el fallo en la causa eclesiástica hubiere sido condenatorio,
no surte efecto alguno ante la justicia criminal. Es preciso iniciar
juicio especial ante esta autoridad i solo vencidos aquí, los reos acu-
sados de adulterio recibirán la pena que les corresponda por este delito.
Habiendo juicio de divorcio por adulterio no se puede entablar acu-
sación criminal por este delito, hasta que no haya fallo ejecutoriado en
dicho juicio.
584 gódigo penal

ART. 381.

«El marido que tuviere manceba dentro de la casa


conyugal, o f u e r a de ella con escándalo, será c a s t i g a d o
c o n r e c l u s i ó n m e n o r e n s u g r a d o m í n i m o (1) i p e r d e r á
el derecho de acusar a su mujer por los adulterios
cometidos durante su amancebamiento.
L a m a n c e b a s u f r i r á la p e n a de destierro en cual-
quiera de sus grados. (2)
L o d i s p u e s t o e n los arts. 376, 377, 378 i 379 es apli-
c a b l e al. p r e s e n t e .

(1) Presidio de 61 a 540 días, aplicándose el art. SO, silrni cargo u


oficio público ele que suspender cd reo. JVo es pena aflictiva i el procesado
puede obtener su escarcelacion bajo fianza.
(2) Espulsion clel reo de algún punto de la República, de 61 clias a 5
años.

Hemos ya establecido que el marido no comete adulterio cuando


yace con soltera o viuda i que por esto no puede querellarse su mujer^
no obstante que aquel puede acusar a ésta si falta a la fidelidad conyu-
gal, i que esta diferencia nace, entre otras causas que hemos apuntado,
en que la infidelidad de la esposa puede llevar a la familia hijos que
no son de su marido, turbar el orden de la sucesión i menoscabar los
derechos de los hijos verdaderos de ese matrimonio, lo que por cierto
no hai este peligro respecto a los hijos que tenga fuera de la casa el
marido, que no adquieren ni pueden adquirir derechos que perjudiquen
a sus lejitimarios.
No obstante, la lei ha mirado por el respeto i dignidad de la esposa
i establece: 1.® que es delito i le fija una pena si el marido tiene man-
ceba dentro de la casa conyugal, i 2.° o si la tiene fuera con escándalo,
que, a nuestro' juicio, tendrá que ser grave i público, puesto. que a los
actos privados de esta especie no es posible perseguir ni comprobar i
el inquirirlos trae mas daño que provecho a la sociedad.
El casado que infrinja estos deberes podrá ser castigado 1.° con
reclusión menor en grado mínimo, i 2.° perderá el derecho de acusar a
libro ii.—título vlii. 585

su esposa por los adulterios que ella cometa durante su amanceba-


miento.
La manceba sufrirá la pena de destierro eu cualquiera de sus grados.
A este caso es aplicable lo dispuesto en los artículos 376, 377, 378 i
379, es decir 1.° que la mujer será culpable si procede a ciencia cierta
de que su mancebo es casado, pues si lo ignora no comete este delito;
2.° que estos amancebamientos no pueden perseguirse de oficio, que.
la mujer debe querellarse i la querella comprender a ambos cul-
pables dentro de los plazos que la leí concede al marido para acusar
a la mujer;' 3.° que habiendo divorcio no puede perseguirse este
amancebamiento, i 4.° que la mujer puede suspender el procedimiento
cuando le agrade i remitir la pena al marido, pero en este caso su
pei'don debe comprender a la manceba. Estas precauciones de la lei
nos parecen mui justas i razonables para evitar toda clase de abusos
que pudieran cometerse por la venganza o los celos de una mujer
casada, cuyos rencores en esta materia los llevan a tan alto grado que
es difícil imajinarse hasta dónde pueden llegar sus acechanzas, sus
crueldades i por eso la justicia debe estar siempre prevenida con esta
clase de denuncias para proceder con toda cautela i tranquilidad i
no dañar la honra i reputación de alguna que sea víctima de los
celos de una mujer casada que desciende a esas averiguaciones i a
un terreno que en pocos casos le hace honor siendo mas el daño que
se causa que el provecho que recoje.

§ X.

Celebración de matrimonios ilegales.

ART. 3 8 2 . '

« E l q u e contrajere m a t r i m o n i o e s t a n d o casado váli-


damente, será castigado con reclusión m e n o r en su
g r a d o m á x i m o . (1)
E n i g u a l p e n a i n c u r r i r á el q u e c o n t r a j e r e m a t r i m o n i o
e s t a n d o o r d e n a d o in sacris o ligado con voto solemne
d e castidad.))

(1) Presidio ele 3 años 1 día a 5 años, i las accesorias clel cfrl. 2 9 i
586 gódigo p e n a l

a lo que dispone el art. 389. Es pena aflictiva i no admite escarce-


lacion bajo flama.

La monogamia, es la verdadera condicion del matrimonio: así lo


reconoce i concibe la sociedad'i así lo lia santificado la relijion.
La bigamia, que consiste en casarse segunda vez viviendo la primera
consorte, o la poligamia que es el estado de un hombre casado a un
tiempo i a sabiendas con dos o mas mujeres, o de una mujer casada en
iguales términos con dos o mas hombres, es un delito que pena nuestro
Código con sobrada razón, porque son desórdenes en nuestras ideas i,
variar las condiciones del matrimonio, es herir nuestro estado social, i
las consecuencias que nacerían entonces perturbarían la familia, los
derechos de sucesión i los privilejios que nacen del estado perfecto del
matrimonio como hoi lo conocemos.
Una vez casada una persona legítimamente no puede volverlo a hacer
otra vez hasta que 110 haya fallecido el primer consorte o que ese
matrimonio se haya declarado nulo por sentencia de término de la
autoridad eclesiástica a quien, por ahora nuestras leyes le dan el
derecho de conocer sobre esta materia. No basta, pues entonces que
el contrayente tenga por nulo su anterior matrimonio, no basta que
haya causas que produzcan una nulidad, lo que se requiere es sentencia
ejecutoriada que así lo autorice i lo ponga fuera de toda duda.
El artículo emplea no obstante la palabra validamente ¿qué se habrá
querido significar con esto? La Comisión Redactora estableció «que no
debe castigarse el segundo matrimonio cuando el primero sea nulo
putativo, porque, según los principios adoptados en este Código, el que
creyendo cometer delito no lo comete en realidad, no merece pena;
en este caso, si el primer matrimonio es nulo, debe subsistir el segundo
en todo su vigor: falta pues la circunstancia que la leí persigue.»
En cuanto a las presunciones de fallecimiento de uno de los cónyu-
jes, ellas las fija el Código Civil i esta leí es la que determina cuando
una persona podrá ser considerada i declarada viuda para que contraiga
nuevo matrimonio.
Esto es por lo que respecta al primer inciso del artículo. Ahora por
lo que toca al segundo, que tiene su oríjen en homenaje, a las disposi-
ciones relijiosas ya que el catolicismo ha prohibido que contraigan
matrimonio los ordenados ih sacris o los que hubieren hecho voto
solemne, de castidad, que es el que hacen los regulares, relijiosos i
libro ii.—título vlii. 587

reíijiosas, que son a los que se refiere el artículo, el Código lia creído
que debia prestar fuerza a semejantes disposiciones de la Iglesia. El
voto de castidad que hace un particular no cae bajo el peso de
esta disposición, porque ese voto no es solemne i la leí penal va solo
al fuero esterno i no mira ni tiene para que penetrar en el fuero interno
de los individuos.

AET. 383.

«El que engañare a una persona simulando la cele-


bración de matrimonio con ella i el que lo contrajere
a sabiendas de que tiene u n impedimento dirimente no
dispensable según la lei, sufrirá la pena de reclusión
menor en sus grados medio a máximo. (1),
Si el impedimento fuere dispensable, incurrirá en
una multa de ciento a mil pesos.
Guando por culpa su}ra no se revalidare el matri-
monio, previa dispensa, en el término que el- tribunal
designe, será castigado con reclusión menor en su
grado medio, (2) de la cual quedará relevado cuando
se revalide el matrimonio.))

(1) Presidio de 541 dias a 5 años. Aplicada esta pena en grado


máximo, de 3 años 1 dia a 5 años, lleva las accesorias del ari. 29. Es
aflictiva i no admite la esccircelacion del reo bajo fianza.
En grado medio de 541 dias a 3 años, se aplica el art. 30, si hai cargo
u oficio de que suspender al reo. En este caso no es pena aflictiva i el
procesado puede exijir su escarcelacion bajo fianza.
En todos los casos ele este articulo se debe aplicar en el fallo lo que
prescribe el 389.
(2) Icl. de 541 ¿lias a 3 años. En lo ciernas se aplica lo dicho en él
segundo accipite de la nota que antecede.

Nuestro Código Penal en materia de matrimonios, ha tenido que


sancionar casi los mismos principios que establece la lejislacion canónica
con pequeñas innovaciones, como ser en todo lo que la Iglesia puede
dispensar para que se contraiga este sacramento, que la lei penal lo
acepta sin que ello importe delito.
588 gódigo p e n a l

Lo primero que establece el artículo es estimar i castigar como


delito el engaño que se haga simulando un matrimonio, como seria
hacer vestir a uno de sacerdote para que ponga bendiciones,, haciendo
consentir a la mujer que es el párroco o sacerdote autorizado por él i
que se han practicado las dilijencias del caso. Esto lo hemos visto
varias veces en nuestro oficio de fiscal i ha llegado a tal estremo el
descaro, que se ha falseado hasta la persona del notario las informa-
ciones, i por fin, se ha vestido de clérigo a un individuo para que
bendiga el matrimonio.
Igual pena se impone al que procede a celebrar un enlace a sa-
biendas de que tiene un impedimento no dispensable según la lei,
como lo seria un ordenado in sacris, uno que sea padrastro o hermano
de la novia i que ella ignorara esta relación de parentesco.
Mas si el impedimento con que procedió al matrimonio es dispensa-
ble, la pena es solo pecuniaria porque la gravedad es menor que en los
dos casos anteriores, en razón a que se puede obtener dispensa i reva-
lidar el acto en el término que se le fije quedando exento de pena si así
lo hace; pero sino quisiere hacerlo entonces se le aplicará el correspon-
diente castigo, sin perjuicio de lo que preceptúa el art. 389, es decir,
el contrayente doloso debe dotar, según su posibilidad, a la mujer enga-
ñada si ella ha procedido de buena fé i por cierto que esto es sin obstar
a los derechos que pueden exijirse en bien de la prole que nazca a con-
secuencia de los actos ejecutados por medio de ese matrimonio doloso.

AKT. 3 8 4 .

«El q u e por sorpresa o e n g a ñ o hiciere intervenir al


funcionario que debe autorizar su matrimonio sin h a -
b e r o b s e r v a d o las p r e s c r i p c i o n e s ' q u e la lei exije p a r a
su celebración, a u n c u a n d o el m a t r i m o n i o sea válido,
sufrirá la p e n a de reclusión m e n o r en su grado míni-
mo. (1)
S i lo h i c i e r e i n t e r v e n i r c o n v i o l e n c i a o i n t i m i d a c i ó n ,
la p e n a será reclusión m e n o r en sus grados medio a
máximo.» (2)

(1) Presidio de 61 a 540 días, aplicándose el art. SO, si luii cargo


u oficio de que suspender al penado. Ademas debe condenársele a lo que
libro ii.—título vlii. 589

prescribe el art. 389, No es pena aflictiva i el procesado puede ser es-


cc&celado bajo fianza.
(2) Id. ele 541 dias a 5 anos. Aplicada esta pena en graclo máximo,
de 3 años 1 día a 5 años, lleva las accesorias del art. 29. Es aflictiva
i no admite escarcelacion bajo fianza.
En grado medio es de 541 dias a 3 años i se aplica el art. 30, si hai
cargo u oficio de que suspender al reo. En este caso no es pena aflictiva
i el procesado puede solicitar su escarcelacion bajo fianza. Nó debe olvi-
darse que en este caso también se aplica como pena lo que dispone el art.
389 si el matrimonio no fuere válido.

Para contraer un matrimonio hai que practicar ciertas dilijencias


previas, como ser informaciones, dispensas, obtener el consentimiento
de los padres o guardadores, nombrar tutor a los hijos si fuere viudo el
que va a casarse etc., etc. Proceder al matrimonio sin llenar estos
requisitos, haciendo consentir al sacerdote que bendice esa unión que
se han satisfecho las exijencias de la lei civil i eclesiástica, es un
delito aun cuando el matrimonio sea válido. La razón de esta disposi-
ción se funda en el abuso que se comete despreciando abiertamente
las leyes i faltando a los respetos que se deben a los ministros del
culto al hacerles autorizar un matrimonio celebrado sin las forma-
lidades que ellas prescriben. Esta disposición se refiere mas jeneral-
mente a los matrimonios clandestinos en que se omiten las proclamas
sin mediar dispensa o en que no se da la bendición sacerdotal.
Cuando la intervención del sacerdote es con violencia o intimida-
ción, la pena, como se ha visto es mas grave, porque entonces se obliga
a que celebre un matrimonio quien no puede hacerlo ni lo haría sin
esa violencia o intimidación.
Pedro se presenta por ejemplo con Andrea ante el cura en presencia
de dos testigos i declaran allí que se quieren i se reciben recíprocamente
por marido i mujer. Este matrimonio es válido según las doctrinas de
la Iglesia; pero el acto es ilegal i atentatorio. Existirá talvez una sor-
presa i razón tiene el Código para imponer un castigo- a los que en
realidad están casados por medio tan singular. Ahora ¿los testigos de
ese enlace habrán incurrido en pena? Es indudable que, llevados ex-
profeso i con conocimiento de causa, son cómplices de este delito; pero
si ignoraban que se iba a proceder de esa manera o les tocó presenciar
el acto por casualidad, no serán culpables de nada, porque les ha faltado
voluntad i conocimiento pleno de lo que se iba a ejecutar i ellos no
han cooperado en nada a esa sorpresa.
590 gódigo p e n a l

ART. 3 8 5 .

« E l m e n o r q u e d e a c u e r d o c o n el f u n c i o n a r i o l l a m a d o
a l e g a l i z a r s u m a t r i m o n i o , lo c o n t r a j e r e s i n el c o n s e n -
t i m i e n t o de s u s p a d r e s o d e las p e r s o n a s q u e p a r a el
efecto llagan sus veces, será castigado con reclusión
m e n o r e n su g r a d o m í n i m o . (1)
E s t a p e n a solo p o d r á i m p o n e r s e a r e q u i s i c i ó n d e l a s
p e r s o n a s l l a m a d a s a p r e s t a r el c o n s e n t i m i e n t o , q u i e n e s
p o d r á n remitirla en todo caso. D e b e r á e n t e n d e r s e esto
ú l t i m o si n o e n t a b l a r e n la a c u s a c i ó n d e n t r o d e d o s m e -
ses, d e s p u e s de h a b e r t e n i d o c o n o c i m i e n t o del m a t r i -
monio.

(1) Presidio de 61 a 540 días, aplicándose el art. SO si hubiere cargo


ti oficio deque suspender al reo. No es pena aflictiva i el procesado puede
obtener su escarcelacion bajo fianza. Si él matrimonio se declarase nido
i no se revalidase, tiene aplicación como pena lo dispuesto en el cirt. 389.

Nuestro Código Civil ha establecido que ui el hombre ni la mujer


pueden libremente contraer matrimonio mientras no cumplan veinte i
cinco años de edad. Para proceder antes de este tiempo, necesitan el con-
sentimiento del padre o de la madre si aquel no existiere o no pudiere
prestarlo. En defecto de estos el de los abuelos o bien de los guardadores
legales en último caso. La violacion de estas garantías, obrando de
acuerdo con el funcionario llamado a legalizar ese acto, que lo es el
párroco o su delegado, es un delito que está sancionado con una pena.
Mas este delito no puede perseguirse de oficio sino a requisición de las
personas llamadas por la lei a prestar ese consentimiento, quienes pue-
den suspender el procedimiento i remitir la pena. Mas ¿en qué plazo
prescribe el derecho de entablar esta acción? Solo en dos meses contados
desde el clia en que se tuvo conocimiento de tal matrimonio.
Según el señor Pacheco, la pena que fija esta disposición en el caso
de que nos ocupamos, sustituye a la desheredación que imponían las
leyes recopiladas, cuyo efecto podia en muchos casos ser desastroso;
llbbó ii.—titulo vil. 591

. ART. 3 8 6 .

« L a v i u d a q u e se case á n t e s d e los d o s c i e n t o s s e t e n t a
d i a s d e s d e la m u e r t e d e s u m a r i d o , o á n t e s d e s u a l u m -
b r a m i e n t o , si h u b i e r e q u e d a d o e n c i n t a , i n c u r r i r á e n l a s
penas de reclusión menor en su g r a d o m í n i m o (1) i
multa de ciento a mil pesos.
E n las m i s m a s p e n a s incurrirá la m u j e r cuyo matri-
m o n i o s e h u b i e r e d e c l a r a d o n u l o , si s e c a s a r e á n t e s d e
su a l u m b r a m i e n t o h a b i e n d o q u e d a d o e n cinta, o á n t e s
d e los d o s c i e n t o s s e t e n t a d i a s , c o n t a d o s d e s d e la f e c h a
de su separación legal.
E n l o s c a s o s d e e s t e a r t í c u l o d e b e r á a p l i c a r s e lo q u e
d i s p o n e e l 1 2 8 d e l C ó d i g o C i v i l e n s u i n c i s o 2.°))

(1) Presidio de 61 a 540 dias, aplicándose el art. SO, caso de haber


cargo u oficio de que suspender al reo. No es pena aflictiva i el procesado
puede obtener su libertad bajo fianza. •

Antes de entrar en materia puede que a alguien se le ocurra preguntar


¿cuál es el objeto de esta disposición? Sin duda que no es otro que el
evitar que se confunda la jeneracion lejítima a diferencia de nuestras
antiguas leyes que ordenaban el año de viudez, como respeto a la memo-
ria del marido difunto; ahora se busca solo el que no se perjudiquen
los derechos de la antigua ni de la moderna prole, descansando este
precepto no en un principio de veneración sino en un justo i lejítimo
Ínteres de la familia i de la sociedad. Por eso se prescribe que tanto ]a
viuda que se casa ántes de los 270 dias desde la muerte de su marido
0 ántes del parto si ha quedado embarazada, se hace reo de ese delito
1 acreedora a la pena que señala este artículo.
También coloca en iguales condiciones a la mujer cuyo matrimonio
se hubiere declarado nulo, puesto que tendrá que esperar para volver a
casarse, los mismos 270 dias desde la fecha de su separación legal, o
esperar el parto si hubiere quedado en cinta. Por lo demás, preciso es
no olvidar el art. 1'28 del Código Civil, que dice; que de los plazos
592 gódigo penal

antes indicados se podván rebajar los dias que hayan precedido inme-
diatamente a la disolución o declaración • de nulidad i en los cuales
haya sido absolutamente imposible el acceso del marido a la mujer.
La autoridad eclesiástica no permitirá en ningún caso el matrimonio
de la mujer sin que ella le justifique no estar comprendida en el impe-
dimento que acabamos de tratar.

ART. 3 8 7 .

« E l g u a r d a d o r q u e , e n c o n t r a v e n c i ó n a lo q u e d i s p o n e
el C ó d i g o Civil, á n t e s d e la a p r o b a c i ó n legal de sus
cuentas, c o n t r a j e r e m a t r i m o n i o o p r e s t a r e su consenti-
m i e n t o p a r a q u e lo c o n t r a i g a n s u s h i j o s o d e s c e n d i e n t e s
c o n la p e r s o n a q u e t u v i e r e o h u b i e r e t e n i d o e n g u a r d a ,
será castigado con reclusión m e n o r en su g r a d o me-
d i o (1) i m u l t a d e c i e n t o a m i l p e s o s . »

(1) Presidio de 541 dias a 3 años aplicándose el art. 30, si hai cargo
u oficio de que suspender al reo. No es pena aflictiva i el procesado puede
ser escarcelado bajo fianza.

El art. 116 del Código Civil, dice que miéntras una mujer, aun
habilitada de edad, no hubiere cumplido veinte i cinco años, no será
lícito al tutor o curador que haya administrado o administre sus bienes
casarse con ella, sin que la cuenta de su administración haya sido
aprobada por el juez con audiencia del Defensor de menores i que igual
inhabilidad se estiende a los descendientes del tutor o curador para el
matrimonio del pupilo o pupila, aunque el pupilo o pupila haya obte-
nido habilitación de edad.
La lei penal ha tenido que venir a consagrar este principio i a esta-
blecer una pena, porque la sanción civil no era bastante para evitar el
abuso ya que se podia burlar tan fácilmente aquella disposición. Por
eso si el curador quiere casarse con su pupila o lo pretenden sus hijos
o descendientes, debe primero presentar sus cuentas i, una vez aprobadas
legalmente, celebrará su matrimonio, porque de lo contrario incurrirá en
la pena que establece este artículo aparte de las que le impone la lei
civil que, menos eficaces que éstas, pueden hacerle olvidar su deber.
libro ii.'—título vii. 593

ART. 388.

«El funcionario eclesiástico o civil que autorice


matrimonio prohibido por la lei o en que no se hayan
llenado las formalidades que ella exije para su celebra-
ción, sufrirá las penas de relegación menor en su grado
medio (1) i multa de ciento a quinientos pesos.»

(1) Traslación del reo a un pimío habiüiclo de la República con


residencia forzosa en él, de 541 días a S afios, aplicándose el art. SO
si liai cargo u oficio de que suspenderle. No es pena aflictiva i el
procesado puede exigir su esccircelacion bajo fianza durante el juicio.

Por ahora, la autoridad eclesiástica, es la que autoriza los matrimo-


nios entre nosotros: puede serlo la civil quien, en ciertos casos, declare
que puede álguien contraerlo, i si en algún tiempo tenemos el rejistro
0 matrimonio civil, como es aspiración unánime del pais, entonces
esta disposición rejirá con los empleados a quienes la nueva lei
encargue esas funciones. Mas ¿cómo deberá entenderse la disposición
de este artículo? Ella solo es para el caso que el eclesiástico o la
autoridad civil procediesen a sabiendas i no por error ni tampoco por
sorpresa, engaño, violencia o intimidación, pues entonces no hai
delito ni pena que aplicar. Lo que se pena aquí es el desobedecimiento
1 la burla a las leyes, ya sea válido o no el matrimonio, porque hubo
desobediencia i por consiguiente delito.
Ahora ¿cuáles son esas formalidades que la lei exije para el matri-
monio? Al Gódigo Penal no le toca enumerarlas: ellas están' en la lei
civil i a ellas se dirije el presente artículo.

ART. 389.

«En los casos de este párrafo será obligado el


contrayente doloso a dotar, según su posibilidad, a la
mujer que hubiere procedido de buena fé, si el matri-
monio no llegare a celebrarse válidamente.»

38
594 gódigo penal

El arfc. 76 de este Código dispone que siempre que se imponga una


pena que lleve consigo otras por disposición de la lei, debe condenarse
también al reo espresamente a estas últimas, como lo hemos visto en
el art. 370, respecto de los reos de violacion, estupro o rapto i como lo
veremos mas adelante en el art. 4] 0 en los casos de homicidio o
lesiones en que el ofensor, a mas de las penas que merece por su delito,
queda obligado a suministrar alimentos a la familia del occiso, a.
pagar la curación del ofendido, dar alimentos a él i a su familia etc., etc.
El art. 24, que es jeneral, ordena el pago de daños i perjuicios en
todo fallo condenatorio i ¿con cuánta mas razón el Código ha debido
establecer el resarcimiento de daños en los casos a que se refiere
este artículo cuando por engaño se causa un perjuicio real en la
honra de una mujer? El Código Civil establece el derecho de alimentos
para el caso de haber prole por causa de los actos ejecutados por medio
de esos procedimientos dolosos. Por eso en los artículos 382, 383 i 384
hacemos especial mención del precepto de este artículo 389, a fin de
que el abogado no olvide hacer petición para que se declare ese dere-
cho i los jueces le den exacta aplicación.
No basta el castigo del criminal: es preciso que indemnice, se-
gún sus facultades, el perjuicio que causó con un acto doloso. Sin
esto la lei no habría sido completa i por eso la disposición que nos
ocupa no puede por ménos que merecer nuestra aprobación.

TÍTULO OCTAVO
CRÍMENES I SIMPLES DELITOS CONTRA LAS PERSONAS,

§ I-
Del homicidio.

AKT. 390.

«El que,, conociendo las relaciones que los ligan,


'mate a su padre, m a d r e o hijo, sean lejítimos o
ilejítimos, a cualquier otro de sus ascendientes o
libro ii.—título vlii. 595

descendientes lejítimos o a su cónyuje, será castigado,


como parricida, con la pena de muerte.»

Ya hemos hecho el estudio de los delitos públicos: entramos


ahora a ocuparnos de los delitos privados o sean contra las personas i,
aunque ellos atacan también el orden social, sin embargo, como se
dirijen mas directa i principalmente contra las personas, domina este
carácter en todos ellos i he aquí la razón del epígrafe que se ha dado a
este título de nuestro Código.
Principia pues esta materia por el parricidio, que es el mas horrendo
de los homicidios i el crimen mas repugnante que puede cometer el
hombre i, por raro que nos parezca encontrar personas dotadas de un
corazon tan depravado, esta es una verdad que, aunque nos humille,
es por desgracia mas común de lo que nos pudiéramos imajinar. El
célebre Solon, que no quiso establecer en Atenas pena alguna contra
este delito, fué porque no pudo creer que hubiese en el mundo
seres racionales que rompiesen los vínculos mas sagrados i dulces de
la naturaleza. Mas, cuando una triste esperiencia vino a convencernos
de lo contrario, penas especiales i severas hubo de inventarse para
castigar un delito tan estraordinario. La lejislacion ejipcia fué, por
consiguiente, severísima en este sentido i agudas cañas atormentaban
el cuerpo del parricida para arrojarlo en seguida sobre un monton
de espinas i prenderle fuego. Casi igual suerte corría el matador de su
hijo, el cual debia teuer en sus brazos, por espacio de tres dias i tres
noches continuas el cadáver frió de la víctima para dejarlo en seguida
abandonado a sus crueles remordimientos.
En. Roma, por las leyes de las XII Tablas, se ordenó que el parrici-
da fuese metido vivo en un saco de cuero fresco, acompañándole un
perro, una víbora i un mono, para que, privado de todos los elementos
i abandonado al furor • de estos anímales, esperimentase todos los su-
plicios i quedase privado de sepultura. Mas tarde, en tiempos del
emperador Adriano, se dispuso que el parricida fuese arrojado ala furia
de las fieras o quemado vivo.
Las leyes de Partida del sabio rei don Alfonso, agravaron esta pena
ordenando que el autor de un parricidio o el sospechoso de un delito
semejante, fuese azotado, cosido en un cuero i arrojado así al mar o
rio mas inmediato, llevando por compañeros un perro, un galloj una
596 gódigo p e n a l

culebra i un mono, porque estos animales matan i comen indistinta-


mente a sus padres o a sus hijos.
Tal éralo que sucedia a los parricidas en tiempos no mui remotos.
Hoi dia nuestro Código Penal, despues de establecer qué es lo que
comprende el parricidio i limitándolo solo a los casos qué este artículo
indica, señala para este delito la pena de muerte, como en el caso del
art. 106 al que conspira contra la seguridad esterior del Estado indu-
ciendo a una potencia estranjera a que nos declare la guerra i se han
seguido hostilidades, o en el caso de pérdida de vidas ocasionadas por
destrucciones hechas u obstáculos puestos en una vía férrea, únicos
tres casos en que nuestro Código Penal establece la pena de muerte
como fija para estos delitos.
¿Ahora cómo se ejecuta esa pena? Ya lo hemos dicho en el art. 82,
que el condenado a muerte será fusilado,' i en la sentencia deberá esta-
blecerse ademas lo que prescribe el art. 27, por si no se ejecutase al reo.
El artículo dice: «el que conociendo las relaciones que los ligan.»
Talvez habría sido mas castellano haber dicho «que le ligan» i si em-
plea la frase el que conociendo, es porque si el matador ignorase estas
circunstancias no cometería parricidio, porque le faltó la intención de
cometerlo i su delito seria entonces el de homicidio, que tiene otra
pena, como vamos a verlo en el articulo que sigue.
El artículo agrega enseguida: «sean lejilimos o ilejítimos.y> En el pa-
rentesco lejítimo no puede haber duda sobre el alcance de esa palabra;
pero en el ilejitimo se dirá ¿por qué la Comision Redactora no espresó
el calificativo de reconocidos como lo hizo entre otros casos en los de
los arts. 13,17, 240, 250 i 296? Euéesteun olvido o quiso castigar ese
delito cuando aparezca comprobado el parentesco aun por otros medios
de aquellos que la leí civil establece con este objeto?
El libro de Actas de la Comision Redactora nos saca de dudas por-
que allí se dice que se desechó la indicación del señor Reyes tendente
a limitar el parricidio de padres o hijos ilejítimos reconocidos como
tales según la lei civil i se acordó no consignar la limitación indicada.
En los arts. 352 i 364 también se emplea la palabra ilejitimo sin el
calificativo de reconocidos ¿seria aquello un olvido? El Libro de Actas
nada dice i nuestro deber es dar a las palabras su alcance natural i
entonces no debemos suponer que ha de entenderse ilejítimos reconoci-
dos como en otros casos en que así lo dice.
Todo hijo nacido fuera de matrimonio se llama ilejitimo, ya sea
libro ii.—título vlii. 597

natural o de dañado ayuntamiento o simplemente ilejítimo. A todos


éstos se refiere el presente artículo i, para, comprender mejor el alcance
de esta denominación, pueden verse los arts. 35 i 36 del Código Civil.
Por fin, no debe olvidarse lo que prescribe en jeneral el art. 410 de
este Código a imitación délos arts. 370 i 389 que ya conocemos, es
decir, que obliga al resarcimiento pecuniario del mal causado en favor
del perjudicado o sus herederos i cuya disposición se estiende a los casos
de homicidio o lesiones.
Téngase también presente que, para apreciar la prueba en los casos
de homicidio, existe también la leí de 3 de Agosto de 1876 que faculta
al juez para condenar o absolver segün creyere en conciencia que el
reo es inocente o culpable.

Art. 391.

«El que mate a otro i no esté comprendido en el ar-


tículo anterior, será penado:
1.° Con presidio mayor en su grado medio (1) a
muerte, si ejecutare el homicidio con alguna d é l a s cir-
cunstancias siguientes:
Primera.—Con alevosía.
Segunda.—Por premio o promesa remuneratoria.
Tercera.—Por medio de veneno.
Cuarta.—Con ensañamiento, aumentando deliberada
e inhumanamente el dolor al ofendido.
Quinta.—Con premeditación conocida.
2.° Con presidio mayor en sus grados mínimo a
medio (2) en cualquier otro caso.»

(1) Penitenciaria ele 10 años 1 clia a SO años a muerte. Si se aplica


lo jrrimero lleva las accesorias del art. 28. Es pena aflictiva i no admite
la escarcelacion ¿leí reo bajo fianza. Si lo segundo debe observarse en la
sentencia lo prescrito en el art. 27. Es también pena aflictiva. Deberá
también imponerse como parle de la pena b dispuesto en el art. 410.
(2) Id. de 5 años 1 clia a 15 años i las accesorias del art. 28. Es
pena aflictiva i el procesado no puede ser escarcelado bajo fianza.
Gomo parle de la pena debe imponerse al reo lo prescrito en el art. 410,
sin olvidar tampoco la condenación en costas de qiie habla el art. 24.
598 gódigo p e n a l

La lei 1.a tífc. 8.° Part. 7.a, hablando del homicidio, dice que es <ima-
tamiento ele home.y> Para completar esta disposición i dar mas claridad
a aquella frase, nos permitiremos agregar que homicidio es la destruc-
ción de la vida de un sér humano causada por el acto, procuración u
omision culpable de otro. Por consiguiente, para que verdaderamente
se cometa este delito, que es de los mas graves que se pueden perpetrar
contra un individuo de la sociedad, es necesario que la vida haya sido
perfeccionada por el nacimiento i que verdaderamente esté destruido
de toda causa que pueda poner a salvo la responsabilidad del que lo
ejecuta.
El homicidio se divide en voluntario e involuntario. El primero
puede ser simple o calificado, i el segundo culpable e inculpable. Será
culpable en el caso que se cometa por imprudencia, e inculpable cuando
sea puramente casual.
La lei 16 tít. 6.° Part. 1.a llamaba homicidio voluntario o necesario
el que se cometia contra un injusto agresor a sabiendas, con intención,
con verdadero conocimiento de causa i con ánimo de quitar la vida al
que nos ataca como único medio de salvar la nuestra.
Este homicidio puede también ser simple i calificado. Simple será
aquel que no se presente acompañado de causas que lo agraven, i cali-
ficado el que por razón de la persona, del lugar, delfín, del instrumento
0 del modo, adquiere un grado de perversidad que inspira mas aversión
contra el delincuente. Ejemplo de lo primero será un asesinato ejecuta-
do por el padre, madre o hermano por el marido o la mujer u otro
pariente inmediato, o bien por un juez, médico, cirujano o boticario
abusando en el ejercicio de su profesion. De lo segundo, cuando el sitio
en que se lleva a efecto es la Iglesia, el Cementerio o algún lugar
sumamente público, como los Tribunales de Justicia, la Moneda o el
Congreso» Lo es por razón del fin cuando se hace robando en un camino;
por el arma, cuando se echa mano de fusil, escopeta, trabuco o revólver,
1 finalmente, cuando el asesinato se comete de una manera premeditada,
a traición o con alevosía, acechando en algún paraje favorable a su
enemigo, disfrazándose, cojiéndole desprevenido, ahogándole, ahorcán-
dole, suministrándole veneno o bien en desafío, ó incendiándole la casa
en que se encontrare. Todas esta circunstancias debe el juez tomarlas
en cuenta, para ver la culpabilidad real que tenga el acusado i saber
entonces aplicarle la pena debida a su delito. Leyes 1.a, 2.a, 3.a, 4.a,
tít. 21, lib. 12 de la Nov. Eecop.
libko ii.—título viii. 599

Homicidio por imprudencia o impericia, es el que se comete no con


designio de matar, sino por falta de cuidado o de ciencia. Un asesinato
cometido en estado de embriaguez, o por un castigo estremado que
imponga un padre de familia, o uu maestro, o cuando teniendo la
costumbre de levantarse dormido disparase un arma que se encontrare
a mano i causase una muerte, o por cualquiera otra circunstancia
análoga, serán ejemplo de lo primero. Ahora, el médico o cirujano que,
por impericia manifiesta ocasione la muerte del paciente, o el boticario
que cambiase equivocadamente las drogas, nos suministran casos, de
impericia. Las leyes 5.a, 6.a, i 9.a, tit. 8.°, Part. 7.a, imponen la pena
de cinco años de destierro a una isla i suspensión del oficio a los que se
hacen reos de estos delitos; pero las leyes 13 i 14, tít. 21, lib. 12 de la
NOY. Recop., que prevalecen sobre aquellas en el presente caso, mode-
ran un tanto el rigor de la penalidad i ordenan que se imponga una
pena pecuniaria, según la mayor o menor gravedad de la culpa. En la
práctica se acostumbra combinar estas leyes i condenar al reo a una
pena proporcionada al mérito que arrojase el proceso.
Homicidio casual, es el ejecutado en un caso fortuito, sin culpa ni
falta alguna del que lo comete, como si cortando árboles, derribando
algún edificio i avisando previamente a los transeúntes, cayese un
árbol, una piedra o un escombro i causase una muerte. Como el homi-
cidio es aquí casual, no hai delito ni cuasi delito, porque se supone que
al ejecutarlo, no ha habido malicia, descuido ni imprudencia. No obs-
tante, en el sumario indagatorio que se levante con este objeto, debe
probarse con el testimonio de hombres buenos i jurar el homicida que
el hecho fué casual i que no tenia con el muerto enemistad de ningún
jénero. Si así lo hiciere, deberá el reo ser absuelto i, en el caso contrario,
será convencido de malicia i digno de pena arbitraria, conforme a lo
prescrito en la leí 4.a, tít. 8.°, Part. 7.a i lei 7.a tít. 17, lib. 4.° del Fuero
Real.
Réstanos ahora tratar del homicidio necesario, que es el que se
comete en defensa dé la propia vida, sin que se pueda evitar so pena
de perecer. La lei 16, tít. 6.°,"Part. 1.a i la 2.a, tít. 8.°, Part. 7.a, dan
derecho para prevenir al injusto agresor que nos acomete, llevando en
la mano cuchillo desenvainado, espada, palo, piedra u otro instrumento
con que pueda matarnos. Tampoco se ha de esperar que hiera ántes,
porque podría suceder que al primer.golpe nos quitase la vida. Por eso
debemos rechazarle i aun darle la muerte sino podemos de otro modo
600 gódigo penal

conservarnos. No se incurre en pena alguna obrando así en el presente


caso; pero si se puede salir del lance sin peligro i deshonor, huyendo,
dando voces, recurriendo a la protección del juez o de otra persona, o
hiriendo al agresor sin causarle la muerte, se incurrirá por el exceso
en alguna pena estraordinaria i proporcionada a la culpa.
Escriche en su Diccionario de Lejislacion, que tenemos constante-
mente a la vista, hablando de esta clase de homicidios, continúa asi:
«Si nadie ha presenciado el lance, se tendrán en consideración las
circunstancias de las personas i del caso, la especie de instrumento i
otras particularidades para calificar de necesario o excesivo el homicidio,
aunque siempre que conste que un hombre ha quitado a otro la vida
por defenderse, se le tendrá que éscusar mientras no se pruebe que
abusó de las circunstancias para cometer un verdadero crimen.»
También se reputa necesario el homicidio ejecutado por salvar la
vida de las personas que nos están unidas con los lazos de la sangre i
de la naturaleza hasta el cuarto grado i aun la de nuestros amos en
caso de que no hubiese otro medio de librarnos del peligro: lei 1.a, tít.
21, lib. 12 de la Nov. Eecop. Lo es, con mas razón el que hiciere el
marido i la mujer por salvar el uno al otro: lo es asi mismo el que una
mujer cometiere en defensa de su honor que un atrevido quisiere
quitarle con violencia; i escusable i hasta cierto punto laudable, el
cometido por un tercero en defensa de cualquier persona injustamente
atacada.
Tales eran las disposiciones que existian vijentes ántes de la promul-
gación de nuestro Código Penal i que, con poca diferencia, han sido
adoptadas en él sirviendo de base para esta materia i que por lo cual
conviene no olvidar para la mejor inteligencia de sus prescripciones.
El art. 391 se coloca en dos casos: 1.° homicidio ejecutado con algu-
na, de las cinco circunstancias que allí se espresan i que se llama califi-
cado, i 2.° cuando no concurre ninguna de estas condiciones i que lo
denominaremos simple. Como el crimen en el primer caso es mucho
mas grave que en el segundo, la pena es pues bien diferente en el
homicidio calificado i en el simple.
En uno i otro caso para que el homicidio pueda ser castigado es
necesario que sea voluntario; porque no incurre en responsabilidad
criminal el que mata a otro en defensa de su persona o derechos i en
jeneral, en todos los casos a que se refiere el art. 10, para lo cual debe
recordarse lo establecido en el análisis que se hizo de esta disposición.
libro ii.—título vlii. 601

Ya sabemos, por otra parte, que las circunstancias que comprende el


número primero de este artículo, constituyen el homicidio calificado i
que su falta de concurrencia hace que el homicidio se considere simple,
i que este es el caso del número segundo del artículo. Por fin, róstanos
recordar que las circunstancias del art. 10 quitan la responsabilidad cri-
minal, i las del 11 solo la atenúan i que al imponer la pena es preciso
tomarlas en cuenta unas i otras, conforme alas reglas que ya conocemos
para tales casos. ,
Ahora solo nos resta analizar a la lijera las cinco condiciones que
establecen el homicidio calificado.
1.a Con alevosía: La leí 1.a tít. 2 Part. 7.a i la 2.a tít.-21, libro 12
de la Nov. Eecop. llamaban este delito matar a traición i le
imponían la pena de muerte, i en realidad es un crimen horrendo i
contra el que la conciencia humana pide justamente el mas grave de
los castigos. Habria alevosía si el criminal esperara a la víctima que ha
elejido en un punto por donde sabe que ha de pasar i que viene desar-
mada, sin darle aviso para que se defienda, le da un balazo o de
puñaladas hasta dejarla muerta.
2.a Por premio o promesa remuneratoria. La lei 3.a tít. 27 Part. 7.a
llamaba asesinos a cierta clase de hombres «desesperados ei malos que
matan a los homes por algo que les dan »
Luego agregaba: «que deben morir por ende como los otros por cuyo
mandato-lo ficieron.»
Matar por robar o por venganza es cosa que se concibe; pero aquello
de constituirse en instrumento de la venganza ajena o ayudar a un
cobarde a que realice su intento, es tan grave delito que, si no se
aplica en este caso la última pena—la de muerte, no sabemos para
cuando se tiene reservada.
3.a Por medio de veneno: La lei 7.a tít. 8.° Part. 7.a ordenaba que
el matador con yerbas u otros especieros debe tenérsele por «homicida et
clebe morir deshonrrademente, echándolo a los leones o a canes, o a otras
bestias bravas que lo maten.» En efecto un homicidio de esta naturaleza,
que se premedita i ejecuta a sangre fría i se le da el veneno a la Vícti-
ma con toda cobardía i tranquilidad, supone un corazon perverso
en el que lo ejecuta i con razón la lei castiga tal crimen con la pena
mayor que establece nuestro Código.
4.a Con ensañamiento, aumentando deliberada e inhumanamente el
dolor al ofendido.
' El ensañamiento es a la verdad una cosa repugnante, sobre todo
602 gódigo p e n a l

cuando el crimen se ejecuta poco a poco para causar mas dolor al


ofendido, como ser arrancarle primero las barbas, despues cortarle una
mano, azotarlo i por fin darle puñaladas de tiempo en tiempo, hasta
hacerlo espirar en medio de agudos dolores.
5.a Con premeditación conocida.
Se concibe que un hombre en un momento de cólera, llevado por un
arrebato o mortificado su amor propio, mate a otro; poro aquello de
pensar el delito, espiar a la víctima i buscarla, son actos de perversidad
que revelan una obcecación tal que el tiempo no ha bastado para
hacerle variar de tan negro propósito. La sociedad no debe admitir en
su seno a seres tan perversos i su desaparición a nadie perjudica,
al contrario, este proceder garantiza la tranquilidad pública.
El homicidio simple es siempre un hecho voluntario e intencional
porque si faltan estas circunstancias no existiría crimen, pero al cual no
antecede premeditación, alevosía etc., etc. Es una muerte causada de
improviso, hecha por ejemplo, en una riña impremeditada. La sociedad
lamenta esta desgracia, exije el castigo del culpable; pero'no vé en
ello un crimen tan horrendo que la conmueva i la ajite en alto grado.
Réstanos ahora ver quién es reo de homicidio: si el ofendido queda
muerto en el acto de la agresión por causa capaz de producir ese
resultado, el autor del hecho es reo de homicidio. Por ejemplo, Pedro
dispara a Juan un balazo, una pedrada, le da un golpe o lo hiere i
fallece en el acto por causa precisa i necesaria de la herida o golpe que
recibió, es evidente que en este caso no hai duda, alguna que resolver,
Ahora si la herida no produjo la muerte no hai homicidio, sino el delito
de heridas que se pena por separado; podrá haber tentativa de homici-
dio o lo que se quiera, pero jamas aquel delito.
Si Juan recibe una herida i no muere en el acto de ella, pero sí
algunos dias despues del suceso ¿es Pedro reo de heridas o de homi-
cidio? Para esto es preciso que se constate en el proceso si la herida
fué necesariamente mortal por su naturaleza desde un principio o bien
la causa precisa i necesaria de la muerte de Juan. Si esto existe, Pedro
responde del delito de homicidio; pero si no falleció de ella i sí por
mala curación, porque le sobrevino otra enfermedad en esa época o no
quiso ponerse en cura, es evidente que en estos c&sos solo existirá el
delito de heridas.
La justicia criminal para calificar todos estos hechos descansa en los
informes médicos: ellos son los que constatan todas estas circunstan-
libro ii.—título vlii. 603

cías i sobre ellos pesa esta gran responsabilidad porque su palabra deci-
de la cuestión..El juez aplica la lei bajo la base de que lo que informa
el médico no admite discusión. Hasta cierto punto se le considera infa-
lible i solo circunstancias mui especiales, antecedentes mui graves pue-
den destruir un aserto del facultativo que ha asistido profesionalmente
al enfermo. El médico es el ausiliar poderoso de lajusticia criminal, por
eso debe ser en estos casos hombre de ciencia, de probidad i capaz de
desprenderse de todo amor propio para decir al juez si hubo mala cu-
ración, si hubo error en el procedimiento i el enfermo pudo haber
sanado sin esos desaciertos, o si otras causas le trajeron la muerte o si
realmente la ciencia era impotente por la gravedad del caso i el paciente
sucumbió porque este era el resultado natural de su situación despues de
recibidas las heridas.
Todas estas reglas son jenerales: los casos especiales i que la lei los
considera homicidios voluntarios, como en los delitos ocasionados por
accidentes do ferrocarriles etc., etc., siguen reglas especiales i a ellas
se debe esa responsabilidad que miramos como escepciones de estos
principios.
La responsabilidad civil que nace de un homicidio o del delito de
lesiones, que el. art. álO estima como parte de la pena del culpable, i
que debe imponerse en todo fallo, según el precepto del art. 76 de este
Código, debe ser declarada en la sentencia caso que se exija o el culpable
tenga bienes con que satisfacerla. Mas sino se hubiere dicho ¿se enten-
derá que por haber fallo ejecutoriado que silenció tal derecho no puede
la familia del occiso o del herido ejercitarlo despues? Contestamos
que nó i que tal derecho queda espedito en todo caso para hacerlo valer
cuando se quiera, salvo que se hubiere estinguido por circunstancias
especiales, como ser por prescripción o por renuncia de estos dere-
chos por parte de quien pueda hacerlo legalmente.

ART. 392.

((Cometiéndose un homicidio en riña o pelea i no


constando el autor de la muerte, pero sí los que causa-
ron lesiones graves al occiso, se impondrá a todos
éstos la pena de presidio menor en su grado máxi-
mo. (1)
Si no constare tampoco quiénes causaron lesiones
604 gódigo p e n a l

graves al ofendido, se impondrá a todos los que hubie-


r e n ejercido violencia en su persona la de presidio
menor en su grado medio.» (2)

(1) Presidio de 3 años 1 dia a 5 años i las accesorias delarl.29.


Es pena aflictiva i no se otorga la escdrcelacion clel procesado tajo fianza.
(2) Id. de 541 clias a 3 años, a¡Meándose el art. 30, si hai cargo
u oficio de que suspender al reo. No es pena aflictiva i el procesado
puede obtener su escarcelacion bajo fianza.
En uno i otro caso tiene lugar lo que prescribe el art. 410 conforme lo
manda el art. 76.

Para que tenga lugar lo que preceptúa esta disposición en los dos ca-
sos en que se coloca, es indispensable que el homicidio se haya cometido
en riña o pelea; puesto que si se ha ejecutado de alguno de los modos
que indica el anterior articulo, su penalidad estará sujeta a él, i por fin,
que no conste quién sea el autor de la muerte porque si esto se sabe
desaparece la duda i él responderá del crimen.
Entonces, en la imposibilidad de castigar con la pena de homicidio
al autor de ese delito por ignorarse quien sea, la lei hace responsables a
los que causaron graves lesiones al occiso i si todavía esto no estu-
viere esclarecido en el proceso, señala otra pena mas baja para los que
hubieren ejercido violencia en su persona, pues al paso que no seria
justo dejarles impune, ha tomado la lei en consideración la circunstan-
cia de q.ue estuvieron i tomaron parteen la riña o pelea que dio por
resultado la muerte de ese individuo i que esto le quitó un tanto la
libertad de defenderse.
El Código en este artículo ha querido castigar los homicidios ocu-
rridos en reuniones de personas, como ser en fiestas públicas, chinganas,
remoliendas etc., etc., con tal que existan hechos dignos de pena por
parte de algunas personas, contra las cuales haya motivo fundado para
presumir que no estuvieron exentas de criminalidad en aquel hecho.
Para la recta aplicación de este artículo ¿qué se deberá entender
por lesiones graves o ejercer violencia en la persona del occiso? Serán le-
siones graves los golpes, las heridas, el arrojar contra el suelo al que
resultó muerto i por violencia las lesiones leves o actos de cualquier
jénero i que no tengan tal importancia que por sí solas produjeran la
la muerte del agredido?
libro ii.—título vlii. 605

Para resolver estas dudas están las disposiciones del párrafo 3.° que
pronto vamos a conocer i que ilustran esta materia.

AKT. 393.

«El que con conocimiento de causa prestare ausilio


a otro para que se suicide, sufrirá la pena de presidio
menor en sus grados medio a máximo, (1) si se efectúa
la muerte.»

(1) Presidio de 541 dias a 5 años. Aplicada esta pena en grado


máximo, de 3 años 1 dia a 5 años, lleva las accesorias del art. 29. En
este caso es aflictiva i no se otorga la esccircelacion del procesado bajo
fianza.
Aplicada en grado medio de 541 dias a 3 años, se le impondrá al reo
lo que prescribe el art. 30 si Mi cargo u oficio de que suspenderle. En
éste caso no es pena aflictiva i el procesado puede ser escarcelado si rinde
fianza.

Así como nuestro Código no ha estimado delito la prostitución


cuando ella no causa escándalo público, ni los meros actos de forni-
cación con personas mayores de veinte años, ni tampoco el que un
hombre casado esté con mujer soltera o viuda, ni los amanceba-
mientos privados, del mismo modo tampoco se ha ocupado del suicida.
El pasa a otra vida i a Dios rendirá cuenta de su conducta. La lei
social no le alcanza, porque ella no pena las acciones de los que ya no
existen.
La lei romana empapada en los principios de la filosofía estoica
consideró el suicidio como, un acto de fuerza i de virtud cuando tenia
por causa la lucha de las pasiones, el tedio de la vida o el suplicio de
las enfermedades; pero impónia la confiscación de bienes cuando el
suicidio era por librarse algún delincuente de la pena capital o de la de
deportación cuando había sido condenado a alguna de ellas.
Las leyes de Partida i Recopiladas impusieron al suicida la pena de
perder todos sus bienes en favor del fisco, declarándosele sin herederos
de ninguna clase.
En Inglaterra el suicidio es considerado todavía como un crimen,
bien que se procede contra el culpable por mera fórmula, porque e
jurado declara siempre que, no pudiendo nadie darse la muerte, el su i-
606 gódigo p e n a l

cicla lia de haberse encontrado en ese acto atacado de una enajenación


mental.
En Francia hoi el suicidio no es crimen ni delito a los ojos de la lei,
porque talproceder.se considera siempre como el triste resultado de
una enajenación mental o de una gran injusticia sufrida.
El Derecho canónico considera el suicidio como un crimen i, en con-
secuencia la Iglesia le rehusa sus oraciones i hasta un lugar sagrado al
suicida para el descanso de sus huesos, siempre que a sabiendas se hu-
biere dado la muerte.
Nosotros creemos que el que se suicida está privado de sus faculta-
des mentales i que el Código ha hecho bien en dejar a la justicia
divina la apreciación i el castigo de ese acto que solo puede refrenarla
relijion que aplaca las borrascas del alma.
Empero si la lei no pena al suicida, ella tampoco podia dejar sin
castigo al que, con conocimiento de causa, presta ausilio para que se rea-
lice un suicidio. Por eso el segundo inciso considera esté caso i fija la
pena a este delito. Ahora si ese apoyo llega hasta el estremo de ejecu-
tar él mismo la muerte, resultaría entonces que ya esta persona es au-
tora de un homicidio i se castigaría conforme al núm. 2.° del art. 391.
Pues bien: el que no impide, pudienclo hacerlo, la muerte del suici-
da ¿qué delito cometerá i que pena merecerá por ello? El Código nada
dice a este respecto i por eso creemos que ninguna; pues lo que pena
es solo la ayuda a ese acto i no el que se deje de hacer algo para evitar
el que se realice un hecho de esa clase.
Habrá en esa acción una falta de caridad, una indolencia, habrá
por fin, lo que se quiera, pero jamas un delito considerado"i penado en
este Código.

§11.

Del Infanticidio.

ART. 394.

((Cometen infanticidio el padre, la m a d r e o los de-


m a s ascendientes lej(timos o ilejítimos que dentro ele
las cuarenta i ocho lioras clespues clel parto, m a t a n al
lujo o descendiente, i serán p e n a d o s con presidio m a y o r
en sus g r a d o s mínimo a medio.» (1)
libro ii.—título vlii. 607

(1) Penitenciaria ele 5 años 1 día a 15 años Has accesorias clel art.
28. Es pena aflictiva i al procesado no puede concedérsele escarcelacion
bajo flama.

El art. 390 definió i penó el parricidio.


Nos toca ahora hablar del infanticidio que es la muerte causada
voluntariamente a un niño viable i bien formado en el momento de
nacer o poco despues de su nacimiento, o hasta cuarenta i ocho horas
despues del parto, como dice el artículo que hemos copiado al principio
de este párrafo.
El infanticidio no solo puede provenir del acto material de privar de
la existencia a un recien nacido, sino también por violencias ejercidas
sobre el niño, o bien del abandono o esposicion de su persona, de la
falta de los ausilios necesarios que deben prodigarse a la frájil existen-
cia del que hace su entrada en la vida i que, léjos de excitar cólera o
aborrecimiento, hai un sentimiento jeneroso que inspira en su favor
cariño i compasion. Por esta razón, el infanticidio voluntario tiene el
carácter de homicidio alevoso, porque se ejecuta en contra de un sér
enteramente débil que no puede defenderse ni invocar el ausilio de
nadie.
Tal cobardía infama en sumo grado al autor de un hecho semejante
i la sociedad no ha sancionado jamas el principio que invocan los
defensores de la honra de la mujer, que existe en este caso atenuación
para ese delito cuando tal sentimiento inspiró la resolución de seme-
jante acto, porque eso seria agregar un crimen a otro crimen.
El presente artículo llevaba el núm. 397 del Proyecto del Código
Penal i contenia tres incisos mas que fueron objeto de viva discusión
en el Congreso i al fin se acordó suprimirlos. Ellos estaban empapados
en las teorías de aminorar la pena cuando el delito se cometía por sal-
var la honra de la madre o de parientes i, por fin, cuando se dabai la
muerte a un niño de mas de cuarenta i ocho horas se establecía que
era homicidio; pero como el primer inciso del artículo fórmala es-
cepcion, no habia entonces necesidad de establecer el hecho de un
homicidio si ello estaba ya previsto en la regla jeneral del art. 391.
Conviene no obstante conocer los tres incisos suprimidos por el
Congreso a este artículo.
Decían así:
«Si el infanticidio se cometiere por salvar la honra de la madre
608 CÓDIGO I'BífAL

atendida su posicion social, la pena será presidio mayor en su grado


mínimo.
Los demás parientes i los estraños que dieren muerte a un niño
menor de cuarenta i ocho horas, sufrirán la pena de presidio menor
en su grado máximo a presidio mayor en su grado mínimo.
Si el occiso tuviere mas de cuarenta i ocho horas, se aplicarán al
delincuente respectivamente las penas del párrafo anterior.»
Para nosotros el que da muerte a un recien nacido, será tan homi-
cida como el que diere muerte a un anciano i al ser ' lejisladores, este
delito lo habríamos llamado homicidio calificado i le habríamos casti-
gado con la pena de muerte, apesar de la opinion de Beccaria que ha
dicho que esta pena es la violacion mas manifiesta de la humanidad
porque encuentra que no hai proporcion entre el mal del delito i el de
la pena i porque la muerte de un hombre que ha dejado de existir
ántes ele haber conocido la existencia, solo puede causar sentimientos a
la persoua misma que por el pudor no quiso que se prolongase una
vida bajo tan tristes auspicios. Ah! según Bentham la muerte de un
ilejitimo recien nacido era un simple delito i ¿sabia Bentham lo que iba
a ser en el mundo ese recien nacido? No podría valer mas que Un
anciano que llega al término de su jornada sin haber hecho nada por
la Patria i por la humanidad. I entonces ¿por qué esa diferencia que
llega a ser hasta bárbara para todo hombre ele noble i virtuoso corazon?
Quede, pues, establecido que solo hai infanticidio cuando se quita la
vida por las personas que espresa el artículo dentro de las cuarenta i
ocho horas despues de su nacimiento, que pasado este tiempo habrá un
homicidio o un parricidio, según' sea el caso i que se pena este delito
conforme a las reglas jenerales del Código.
No se olvide tampoco que se emplea la palabra ilejitimos sin el
calificativo de reconocidos i recuérdese a este respecto lo dicho al tratar
del art. 390 para que se sepa cuál es su verdadero alcance cuando no
está limitado por la palabra reconocidos, que viene entonces a darle
ménos comprensión que en el caso jeneral en que la hemos visto usada
en este i otros artículos.

§ III.
Lesiones corporales.

ART. 395.
«El que maliciosamente castrare a otro será casti-
Libro l i . — t í t u l o viii. 609

g a d o con presidio maj^or en sus grados mínimo a


m e d i o . » (1)

(1) Penitenciaria de 5 años 1 clia a 15 años, i las accesorias del


art. 28. Es pena aflictiva i no admite la escarcelacion del procesado
bajo flama. Lleva también como pena lo que dispone el art. 410.

Del delito de homicidio .justo es pasar al de lesiones mas o menos


graves, pero que no ocasionan la muerte.
La primera entre las lesiones graves es la castración hecha a otro
maliciosamente o de propósito para escepcionar el caso de la que se
puede hacer por necesidad, como sucedería la hecha por un facultativo
por razón de enfermedad i la que-puede verificar alguien por si mismo.
En Eoma, en la misma capital de la cristiandad, habiau hombres
que se dedicaban públicamente a ese infame oficio i los padres hacian
castrar a sus hijos para dedicarlos al canto i es fama que algunos de
los mejores tenores de la Capilla Sixtina debian su linda voz a esa
operacion que se les habia hecho en su primera edad.
El Papa Clemente XYI proscribió el uso de la castración. Lalei 13
tít. 8.° Part. 7.a imponia para este delito la pena del homicidio.
Nuestro Código castiga, como hemos visto, este delito con la misma
pena que el homicidio simple a que se refiere el núm. 2 del art, 391 i
con la.misma pena que el infanticidio en el caso del art. 394,
Si la castración no es el resultado de un acto malicioso i que se
ejecutó con intención de que diera ese resultado, no existirá este
delito sino el de heridas. Fué intencional, por ejemplo, el crimen del
abate Eoulberto cuando castró a Abelardo, el célebre amante de Eloísa.
El canónigo quiso ejercer allí un acto de venganza cruel: este fué su
pensamiento i así lo realizó.

ART. 3 9 6 .

cc C u a l q u i e r a o t r a m u t i l a c i ó n d e u n m i e m b r o impor-
tante que deje al p a c i e n t e en la imposibilidad de
valerse por sí m i s m o o de ejecutar las funciones
naturales que ántes ejecutaba, hecba también con
malicia, será p e n a d a con presidio m e n o r e n su g r a d o
m á x i m o a p r e s i d i o m a y o r e n s u g r a d o m í n i m o . (1)
39
610 gódigo penal

En los casos d e mutilaciones de m i e m b r o s ménos


importantes, como u n dedo o una oreja, la p e n a será
p r e s i d i o m e n o r e n s u s g r a d o s m í n i m o a m e d i o . » (2)

(1) Presidio de 3 años 1 dia a 5 años,.a Penitenciaria de 5 años 1 dia


a 10 años i las accesorias clel art. 28. Es pena aflictiva i no admite la
escarcelctcion del procesado bajo fianza.
(2) Presidio de 61 clias a 3 años, aplicándose el art. 30, si hcd cargo
u oficio de que suspender al reo. No es pena aflictiva i admite la
escarcélacion del procesado bajo fianza.
En uno i otro caso lleva como pena lo que dispone el art. 410.

Mutilación es el corte i la destrucción de cualquier miembro de una


persona humana, como ser un brazo, una mano, una oreja una pierna
etc., etc. Mas, como el articulo se compone de dos partes, preciso es
distinguir lo que es mutilación de un miembro importante que deje al
paciente en la imposibilidad de valerse por sí mismo, i cuando lo es de
miembros ménos importantes para según eso aplicar la pena que
designa el artículo en cada caso.
Será ejemplo de lo primero derribar un brazo, una mano, un pié,
una pierna, arrancarle uno o los dos ojos, i de lo segundo cortarle un
dedo, una oreja, una parte de los lábios.
Como estos delitos orijinan crecidos gastos de curación, privan del
trabajo al enfermo i aun sanos pueden imposibilitar para el desem-
peño de su profesion u oficio, la lei ha querido que estos daños los
abone el autor del delito i entonces a las penas jenerales con que ha
determinado su penalidad, ha agregado las del art. 410, según los casos
que puedan resultar de un hecho criminal. La sentencia hará declara-
ción espresa sobre estos derechos i, ejecutoriado el fallo, el mismo juez
de la causa, oyendo a los interesados i conforme a la situación pecuniaria
del [condenado i la del ofendido, hará la regulación que en dicho
artículo se dispone.

Akt. 397.

«El que hiriere, golpeare o maltratare de obra a


otro, será castigado como reo d e lesiones g r a v e s :
1.° C o n l a p e n a d e p r e s i d i o m a y o r e n s u g r a d o m í n i -
m o , (1) s i d e r e s u l t a s d e l a s l e s i o n e s q u e d a e l o f e n d i d o
libro ii.—título vlii. 611

demente, inútil para el trabajo, impotente, impedido


de. algún miembro importante o notablemente deforme.
2.° Con la de presidio menor en su grado medio, (2)
si las lesiones produjeren al ofendido enfermedad o
incapacidad para el.trabajo por mas de treinta dias.»

(1) Penitenciaria ele 5 años 1 clia a 10 años i las accesorias del


ari. 88. Es pena aflictiva i el reo no puede obtener su escarcelacion bajo
fianza.
(2) Presidio de 541 dias a 8 años, aplicándose el art. 80, si hai cargo
u oficio de que suspender al reo. No es pena aflictiva i el procesado
puede obtener su libertad bajo fianza,
En uno i otro caso se aplica como pena lo que dispone el ari. 410. .

Como el anterior artículo se ocupó de las mutilaciones, es natural en-


tonces que el presente se contraiga a las heridas, golpes i mal trato de
obras de todo jénero, principiando por las mas graves para ir despues
ocupándose de las leves, estableciendo una escala gradual de penas que
también va descendiendo en el mismo orden.
Por eso es que aquí se establece que el que hiriere, golpeare o mal-
tratare de obras a otro i de resultas de esas lesiones queda el ofendido
demente, inútil para el trabajo, impotente, impedido de algún miembro
importante o notablemente deforme, se hace reo de lesiones graves, cuyo
delito se castiga con presidio mayor en su grado mínimo.
Por ejemplo, el hacer que un brazo ^uede sin uso, encojida una pier-
na, si se le cortase la nariz a un individuo, estos delitos caerán bajo la
represión penal de esta disposición.
Mas si las lesiones no causan esos estragos, pero la enfermedad o el
impedimento.para el trabajo ha durado por mas de treinta dias, será el
culpable reo del delito que pena el núm. 2 de este artículo, puesto que
el núm. 1 exije circunstancias notablemente mas graves, como ser
demencia, inutilidad para el trabajo, impotencia, deformidad, etc., etc.
Como en este caso es menor el daño que se causa, la pena es solo de
presidio menor en su grado medio.
Completan la penalidad de este artículo las indemnizaciones pecu-
niarias del art. 410 que, conforme con lo que dispone el 70, debe
establecerse, en cada uno de los casos a que se refiere.el présente ar-
tículo.
612 gÓDIGO PENAL

Art. 398.

«Las penas del artículo anterior son aplicables res-


p e c t i v a m e n t e al q u e c a u s a r e a otro a l g u n a l e s i ó n g r a v e ,
y a sea administrándole a s a b i e n d a s sustancias o bebi-
das nocivas o abusando de su credulidad o flaqueza de
espíritu.»

No solo se puede causar demencia, inutilidad absoluta, impedimento


de algún miembro, impotencia o notable deformidad por medio de
golpes o mal trato, sino que esto puede también resultar administrán-
dole a otro i a sabiendas sustancias o bebidas nocivas o abusando de su
flaqueza de espíritu. Si con este proceder se causa algún mal de la na-
turaleza que espresa el núm. 1.° del art. 397, se le castiga al hechor con
presidio mayor en su grado máximo, i con la pena del núm. 2 del mismo
articulo, si se le produce enfermedad o incapacidad para el trabajo por
mas de treinta días.
Como ejemplos de estos casos pueden citarse los de dar filtros que
perturben el entendimiento, imposibiliten para el trabajo o bebidas
que traigan la impotencia o la locura. '
Los actos de que aquí se habla no han de ser ejecutados por error o
por equivocación; pues es preciso que exista la intención de causar el
daño. No se castiga aquí al que da un remedio persuadido de que es
bueno para tal cosa i produce efectos contrarios, ni el ejercicio de una
facultad para lo cual no esté autorizado: lo que se pena es una lesión
física causada por medios físicos que .debían causarla precisamente i
por quien conocía, o debía conocer esos medios.

ART. 3 9 9 .

« L a s lesiones n o c o m p r e n d i d a s e n los artículos p r e -


cedentes se r e p u t a n m é n o s g r a v e s , i serán p e n a d a s con
relegación o presidio menor en sus grados mínimos
(1) o c o n m u l t a d e c i e n t o a m i l p e s o s . »

(1) Relegación, es traslación del reo a un punto habitado de la Repú-


blica con residencia forzosa en él de 61 a 540 dias.
libro ii.—título vlii. 613

Presidio de 61 a 540 dias. Ya sea que se aplique la relegación i el


presidio que es lo jeneral, se observará en uno i otro caso lo que dispone
el art. 30. si luii cargo u oficio de que suspender al reo. No es pena aflicti-
va i el procesado puede obtener su escarcelacion bajo fianza.
Conforme al art. 76 en este caso asi como en el que antecede debe con-
denarse al reo a las indemnizaciones del art. 419.

Este es uno de los artículos que tieue mas ajilicacion en la práctica


diaria de los tribunales: es el que pena las lesiones ménos graves o
leves si la curación del ofendido o imposibilidad para trabajar no lia
excedido de treinta dias, puesto que si pasa de este término, se hace uso
del núm. 2 del art, 397.
¿Qué se llaman lesiones ménos graves? Es sin duda que son aquellas
que los facultativos llaman contusion o lesión leve i que su curación
no tiene importancia, que no postran ni pri van al paciente de trabajar
por mas de treinta dias.
Para su castigo se imponen tres penas distintas que el juez puede
aplicar a su arbitrio consultando la mayor o menor gravedad del hecho,
el estado, clase i profesión del ofensor i del ofendido; puesto que si se
aplicaran indistintamente serian las penas desproporcionadas. .Por
ejemplo la multa i la relegación podrán ser penas mui leves impuestas a
reos que gozan de bienes de fortuna, al paso que ellas serian gravísimas
para otros qué no tuvieran bienes o cuya subsistencia dependiese de
residir en un punto determinado.
La de presidio será insignificante para un hombre del pueblo i dura
para una persona decente i de honor, que se veria ajada al estar con-
fundida, con criminales, talvez por un acto ejecutado en un momento
de cólera. Bien hizo la lei en dejar al juez la facultad de apreciar los
hechos i calidad de la lesión para que imponga cualquiera de las
tres penas—relegación—presidio—o multa dentro del término que
pueda recorrer en el grado mínimo.

Art. 400.

«Si los hechos a que se refieren los anteriores artí-


culos de este párrafo se ejecutaren contra alguna de las
personas que menciona el 390, o con cualquiera de
614 gódigo p e n a l

las circunstancias segunda, tercera i cuarta del núin.


l.° del 391 las j)enas se a u m e n t a r á n e n u n g r a d o . »

Las personas designadas en el art. 390 son los padres, o los hijos
lejítimos o ilejítimos, los ascendientes o descendientes lejitimos, i el
cónyuje. Las circunstancias 2.a, 3.a i 4.a del núm. 1.° del art. 391 son:
premio o promesa remuneratoria, veneno i ensañamiento, aumentando
deliberada e inhumanamente el dolor del ofendido.
Pues bien, si contra aquellas personas se comete el delito de lesión o
se obra con cualquiera de las tres circunstancias indicadas contra algu-
na persona, se impondrá al culpable la pena que le corresponda según
la clase de lesión que hubiere causado, pero en cualquiera de estos dos
casos la pena se elevará en un grado de la correspondiente al delito.
La razón de esta disposición especial que otorga este privilejio es la
misma que ha inspirado la pena del parricidio respecto del homicidio
común i del homicidio calificado, puesto que'era necesario que las lesio-
nes estuvieran concordando en tales casos con la agravación de aquel
delito por presentarse esas tres circunstancias.
Para aumentar el grado que indica este artículo no hai mas que
recordar lo dicho a este respecto en el 77. Esta agravación de pena
es también sin perjuicio dé lo que para los casos jenerales dispone el
art, 410 i que comprende por supuesto el presente.

ART. 4 0 1 .

«Las lesiones ménos graves inferidas a guardadores,


sacerdotes, maestros o personas constituidas en digni-
dad o autoridad pública, serán castigadas siempre con
presidio o relegación menores en sus grados mínimos a
medios.»

(1) De 61 ¿lias a S años de presidio o relegación a un punto habitado


¿le la República con residencia forzosa en él. No es pena aflictiva i el
procesado puede obtener su escarcelcicion bajo fianza. Esta pena es sin
perjuicio de lo que dispone el art. 410.
libro ii.—título vlii. 615

Ya sabemos lo que son las lesiones ménos graves de que se ocupa el


art. 399. El presente se refiere a él, pero establece que cuando esta clase
de lesiones se cometen contra alguna de las personas que allí indica,
la pena no es ya presidio o relegación menor en grado mínimo o multa,
sino la misma pena, pero en grados mínimos a medios. Esta agravación
tiene por base el respeto i consideración que se debe tener por el tutor
0 curador que representa a los padres, por el- sacerdote o por el maestro,
1 en fin por toda autoridad o persona constituida en dignidad, cuando
al delito no se le impone otra pena especial que sea mayor que esta.
No es lo mismo causar una lesión por leve que sea a un panadero que
la que se infiere a un diputado, senador, juez, promotor fiscal, inten-
dente o gobernador. Esta diferencia racional era necesario que la lei no
la olvidara i por eso se le ha dado el lugar que le correspondía en el
presente párrafo. ¿Quién dirá que es injusta esta agravación de pena o
a quien herirá la diferencia que se nota en este caso i en el del art. 399?

Art. 402.

«Si r e s u l t a r e n lesiones g r a v e s de una riña o pelea i


n o c o n s t a r e su a u t o r , p e r o sí l o s q u e c a u s a r o n lesiones
menos graves, se impondrán a todos éstos las p e n a s
inmediatamente inferiores en g r a d o a las que les hubie-
r a n correspondido por aquellas lesiones.
No constando tampoco los q u e causaron lesiones
m é n o s g r a v e s , se i m p o n d r á n las p e n a s inferiores en
d o s g r a d o s a los q u e aparezca que hicieron uso en la
riña o pelea de armas que pudieron causar esas lesiones
graves.»

Lo que se dispone en este artículo es lo mismo que se ha preceptuado


en el 392 para el caso de homicidio cuando se ignora quien fuera el
autor del crimen. Por eso es aplicable a este artículo lo que ya hemos
dicho en el 392.—-Si en riña o pelea resultare álguien con
lesiones graves, i no se sabe quien fué el ofensor; pero está
averiguado quienes causaron lesiones ménos graves, se castiga a
estos con la pena inmediatamente inferior en grado a la que
616 gódigo penal

les hubiera correspondido por aquellas lesiones graves si ellos hubieran


sido los autores del delito.
Ahora si tampoco consta quienes causaron lesiones ménos graves, se
castiga entonces a los que aparezca que, en la riña o pelea, hicieron uso
de armas que pudieron causar esas lesiones graves i la pena seria para
este caso la correspondiente a tales lesiones rebajada en dos grados de la
que les pudiera haber correspondido al ser autores del delito.
Por ejemplo, hubo una riña entre, seis personas que llamaremos A,
B, C, D, E i F para mejor intelijencia del caso.
A. recibió tres heridas, dos leves i una grave; pero se ignora quien
causó esta última. Mas se sabe que B. i 0. sacaron sus cuchillos ensan-
grentados ; luego pues los dos causaron alguna lesión o la grave o las
leves. En este caso B. i 0. deben ser condenados por la lesión grave,
jpero en la aplicación de la pena se les rebaja un grado de la que les
correspondería por la lesión principal.
Hai otra riña e intervienen las mismas personas: A. sale con una
herida grave i tres leves i se ignora quienes causaron las lesiones gra-
ves i leves; pero aparece que D. i F. sacaron cuchillos en la pelea.
Entonces D. i F. serán castigados por el delito de lesión grave causado
a A. i la pena será la que corresponda a este delito, pero rebajada en
dos grados,
Para determinar la pena no hai mas que ocurrir al art. 77 de este
Código, teniendo también aplicación en este caso el 410.

ART. 4 0 3 .

« C u a n d o solo h u b i e r e n r e s u l t a d o l e s i o n e s m é n o s g r a -
v e s s i n c o n o c e r s e a l o s a u t o r e s d e ellas, p e r o sí a l o s
q u e hicieren uso d e a r m a s capaces de producirlas, se
impondrá a todos éstos las penas inmediatamente
inferiores e n g r a d o a las que les h u b i e r a n correspondido
por tales lesiones. .
E n los casos de este artículo i del anterior, se e s t a r á
a lo d i s p u e s t o e n el 3 0 4 p a r a la a p l i c a c i ó n d e la p e n a . »

Ahora se trata de lesiones ménos graves recibidas en riña sin que se


conozca a los autores de ellas. Entonces se castiga a los que hicieron
libko ii.—título viii. 617

uso de armas capaces de producirlas i la pena para cada uno de ellos es


la inmediatamente inferior en grado a la que les correspondería i que
en este caso és la que determina el arfc. 300.
Este artículo sigue de cerca al segundo inciso del 392 i cuyo comen-
tario se puede recordar para mejor intelijencia de lo que aquí se deter-
mina.
Ahora, cuando por falta de grados inferiores o por no ser aplicables
las otras penas, según las reglas de los arts. 59 i 77, se impondrá, la
última que contenga la respectiva escala gradual.
Este precepto tiene también aplicación en el artículo anterior si
ocurre el caso que allí se prevé.
No debe olvidarse tampoco que los reos de estos delitos deberán ser
condenados in solicitan a lo que prescribe el art. 410 en favor del
ofendido.

§ IV
Del duelo.

ART. 404.

«La provocacion a duelo será c a s t i g a d a con reclusión


m e n o r - e n su g r a d o mínimo.»
(1) Presidio de 61 a 540 clias, aplicándose el art. 30, si hai cargo
u oficio de que suspender al reo. No es pena aflictiva i el procesado
puede ser escarcelado bajo fianza.

El duelo es un delito contra la autoridad de los poderes públicos,


que son establecidos para mantener el orden i el bienestar cíe los aso-
ciados, quienes se encargan también por otra parte de castigar los
delitos que se cometan no solo contraías personas sino contra los bienes
i la honra de los individuos de la comunidad; por eso ellos no pueden
por sí mismos medir el alcance de sus pretensiones, ni mucho ménos
hacerse justicia, como es lo que se pretende en el duelo, despreciando
por completo el poder de la autoridad. Pero ante todo, sepamos lo
que es duelo i como ha sido considerado antes de ahora.
Duelo es un combate regular i voluntario entré dos personas, ejecu-
tado con armas que pueden causar la muerte, o cualquiei'á otro mal
menor, precediendo reto o desafío.
618 gódigo penal

Desafío es el reto o proyoeacion ya verbal o escrita por mensaje de


un tercero proponiendo un duelo, cualquiera que sean las palabras en
que esté espresado o cubierto, con tal que délas circunstancias concu-
rrentes se infiera claramente la intención.
Evidentemente, el duelo es un delito público, porque es la abroga-
ción de facultades públicas. I no puede ser de otra manera, desde el
momento que la provocacion i la aceptación de un combate individual,
es un medio de vengar injurias o de poner fin a contiendas de cual-
quier jónero, claro está qué esta atribución es una usurpación del
poder que solo corresponde a las autoridades públicas o, mejor dicho,
es una abierta rebelión contra los tribunales establecidos para juzgar
en virtud de leyes fijas i no por medio de la suerte, como sucede en
este último caso.
El duelo para los lejistas es de tres clases, a saber: decretorio, que es
cuando los duelistas toman las armas con la indispensable condicion de
no dejar el combate hasta que muera uno de ellos. Propugnatorio,
cuando uno de los duelistas concurre al sitio designado, solamente con
el esclusivo objeto de conservar su honor i de ninguna manera con áni-
mo de dar muerte a su adversario. Finalmente, es el duelo satisfactorio,
cuando se quiere reparar o vengar con las armas una injuria grave que
se ha recibido, hallándose empero dispuesto a desistir del desafío, siem-
pre que el adversario dé una satisfacción de la ofensa que ha causado i
que fué lo que motivó el duelo.
Ahora, por lo que respecta a la manera esterna de llevarlo a cabo, se
divide en solemne i simple o privada. Llámase solemne aquella que se
ejecuta con ciertas condiciones i formalidades sobre designación de
armas, tiempo i lugar, con asistencia de testigos i padrinos. Es simple
la que se ejecuta por convenio en cierto tiempo i lugar designado; pero
sin testigos ni precauciones sobre elección de armas i sitio.
Los moralistas dividen el duelo de mui diferente modo i atienden
principalmente al objeto a que se dirije. Es por lo tanto de seis clases,
a saber: duelo manifestativo de la verdad; ostentativo de fuerza-, evitativo
de ignominia; terminativo de controversia; evitativo ele guerra i defensivo
del honor.
Eo es el duelo un invento de nuestros tiempos ni tampoco un
crimen de nuestros dias; pero no por esto se crea que su oríjen se
remonta a una antigüedad que nos sea desconocida enteramente.
La invasión de los pueblos del norte que cambió en gran parte las
616
libro ii.—título vlii.

costumbres de las naciones civilizadas de Europa, jeneralizó también el


duelo i principió entonces a ser un acto común i permitido por la
autoridad a cierta clase de personas. Bajo tres puntos de vista se con-
sideraba el duelo en la historia de aquellos pueblos: empleábase como
un medio para zanjar cuestiones internacionales, como prueba en los
Juicios de Dios, i finalmente, servia para dirimir cuestiones privadas
entre personas de un mismo rango social. ,
La historia de Grecia i Roma nos. presenta algunos ejemplos de esta
práctica que ya del todo ha sido relegada al olvido. Como prueba judi-
ciaria, el duelo estuvo bastante en boga sirviendo al acusado para
justificarse del delito que se le imputaba cuando no se podia descubrir
la verdad por los caminos que indicaban las leyes. Escasa, pues, la
sociedad de medios para conseguir este fin, creian los pueblos que Dios
habría de protejer a la inocencia i la justicia debia aparecer en todos
los actos de los hombres.
Tan ridicula estravagancia era mui conforme con los principios
exaltados i con los ánimos predispuestos a creer en todo lo maravilloso
de aquellas antiguas sociedades. De aquí nació la costumbre de apelar
del tribunal de los hombres, falible por supuesto, al infalible del cielo.
La historia de los Juicios de Dios está llena de episodios, a la par que
crueles, interesantes por la fábula que les 'acompaña.
Destruida la monarquía goda por los árabes, los señores feudales i la
arrogancia castellana, no tenian sangre fria para ir en busca de la
autoridad que dirimiese sus fútiles cuestiones, nacidas en las justas i
los torneos, i apelaban entonces a la espada que, diestros en gobernar-
la, quedaba resuelta la cuestión en pocos momentos.
El duelo como acto de justicia personal se jeneralizó tanto en la
Edad Media que fué sumamente difícil el atacarlo. Lo que se hizo
entonces fué disminuir el mal i para evitar un tanto este abuso, las
leyes de Partidas reglamentaron i establecieron el modo de efectuarlo i
a qué personas les era permitido. Mas tarde, cuando el poder de los
Reyes se habia robustecido un tanto con el empuje de la civilización, se
quiso hacer desaparecer este desorden; pero demasiado jeneralizado por
toda la Europa, el rigor de estas leyes fué enteramente inútil i no en-
contró eco en la sociedad, la cual ha mirado siempre con induljencia a
los duelistas, i este resto de barbarie se conserva aun, apesar de la cul-
tura de los tiempos i de los esfuerzos que se han hecho para que desa-
parezca del todo.
620 gódigo penal

Muchos escritores de nota, guiados por estas ideas tan arraigadas


en las costumbres, han llegado a sostener no solo que el duelo no es
crimen sino que yendo mas lejos, han dicho que es una justificación o
disculpa de los males o delitos privados que se ocasionan como una
consecuencia precisa de la lid. En el terreno de los buenos principios,
de la filosofía i de la razón, es imposible dar pase libre para herir i
matar con el subterfujio de las fórmulas que reglamentan esos com-
bates. Para que el duelo pueda envolver una justificación de su
resultado, seria indispensable que constituyese un verdadero derecho i
no un delito como lo hemos considerado siempre, porque es un avance
contra las autoridades constituidas i encargadas de dirimir las cuestio-
nes de los asociados.
Nuestro Código Penal no ha podido dejar de considerar el duelo
como un delito i en la alternativa de castigarlo con penas severas,
condenando así lo que la opinion pública casi siempre mira con indul-
jeucia o de autorizar un acto contra el cual clamarían con justa
indignación las familias inocentes i perjudicadas i los hombres verda-
deramente honrados, ha adoptado un término medio determinando las
varias circunstancias que, según la opinion pública, agravan o atenúan
la responsabilidad del duelista i proporcionando a ellas las penas.
Las causas que hacen a este delito no ser tan repugnante i que la
lei no lo reprima con penas tan severas como en el homicidio en el
caso de lesiones son: 1.a la violencia que produce en la voluntad de los
duelistas, la preocupación jeneral que cubre de ignominia al que no
acude a este medio en las cuestiones de honra, preocupación por cierto
muí errónea i que solo puede correjir uua educación verdaderamente
ilustrada; 2.a la gravedad i naturaleza de la provocacion o de las ofeiisas
que lo orijinan i que llegan a producir cierta especie de obcecación i
arrebato i a interesar vivamente para que no se llagan públicas; 3. a la
especie de convenio que antecede a este delito i que le despoja del dolo
que constituye el homicidio voluntario, sustituyendo un consentimiento
recíproco a la traición que produce el asesinato, i 4.a la reciprocidad
del ataque i de la defensa i en la presencia de los testigos que aseguran
la lealtad i la observancia de las condiciones en que está basada esa
reciprocidad.
Ahora serán causas que agraven el delito las siguientes: 1.a haber
prometido a la autoridad bajo palabra de honor no batirse; 2.a el mal
material causado por el duelo; 3.a batirse sin haber obtenido de su
libro ii.—titulo vili. 621

adversario esplicacion de los motivos del duelo, o por haber desechado


el adversario, o por no haber conseguido de él esplicaciones suficientes
o satisfacción decorosa cíel agravio inferido; 4.a provocar el desafío sin
esplioar los motivos si el adversario lo exijiere; 5. a desechar la espli-
cacion suficiente i decorosa ofrecida por el provocado; 6.a negarse a
darla al injuriado; 7.a batirse sin padrinos; 8.a proponerse un Ínteres
pecuniario o un objeto inmoral, i 9.a faltar a las condiciones estable-
cidas por los padrinos.
Bajo estas reglas, tomadas en parte del Código Béíga i del Español,
descansa el presente párrafo.
Entremos pues al estudio de sus disposiciones.
El art. 404 estima delito eJ provocar a duelo a una persona i
establece una pena para la represión de lo que prohibe.
La lei, en el deseo de hacer desaparecer esta costumbre de la sociedad,
principia por castigar el solo acto de la provocacion para no autorizar
con su silencio ni siquiera el comienzo de este delito, apesar de
que con él todavía no se ha escandalizado a la sociedad ni se ha causado
un mal al desafiado, quien es libre para aceptar o rechazar semejante
proposicion. Era natural entonces que para que no se vaya adelante en
el delito se penara el duelo desde que esta idea se trata de poner en
práctica. Así como la lei estima delito i castiga toda amenaza, debia
penar también la proposicion a duelo, porque ya con ella se vulnera a
la autoridad a quien se trata de despojar de un derecho para ejerci-
tarlo quien para ello no tiene facultad alguna.

ART. 4 0 5 .

«En igual pena incurrirá el que denostare o públi-


camente desacreditare a otro por haber rehusado un
duelo.» (1)

(1) Presidio de 61 a 540 días. En lo demás en iodo igual a la del


art. 404.

Este artículo introduce una novedad calificando de delito el denos-


tar o desacreditar públicamente a otro por haber rehusado un duelo.
Sin duda porque así se ataca el honor i se obliga a la persona
622 gódigo penal

desacreditada a qué acepte el desafio para evitar la nota do cobarde


con que tildan los partidarios del duelo al que lo rehusa.
La autoridad judicial i administrativa tienen el deber de perseguir
a los que se concertan o pretendan concertarse para llevar a efecto
este delito.
Rolliu afirma que entre los griegos i romanos el duelo o desafio no
admitido era castigado severamente. Mas Felipe Y en su célebre
pragmática de 27 de Enero de 1716, renovada por Fernando en 9
de Mayo de 1757 ílei 2.a, tít. 20, lib. 12 de la Nov. Recop.)
declaraba infame este delito i a cuantos para este fin llevaban
recados de palabras o por escrito la pérdida de empleos i honores i la
de bienes si el duelo se verificaba i si comparecian al lugar indicado
aunque no hubiera riña. Mas tarde, sin derogarse esas leyes, se ordenó
que las penas no se ejecutasen sin dar cuenta al Rei, quien en uso de
sus prerogativas podia templar el rigor legal i modificar el castigo:
Por eso nuestro Código, en el deseo que entre nosotros no se aclimate
esta plaga social, castiga al provocador, como lo hemos visto en el
anterior artículo i en el presente, que desacredite a otro por haber
rehusado aceptar tal provocación.
No siendo, como en realidad no somos, partidarios del duelo porque
eso es jugar la vida con desigualdad i habiendo tribunales que nos
hagan justicia, no podemos por ménos que aceptar como delito i justo
el castigo que se señala a estas infracciones.
En efecto ¿cómo calificaríamos a un hombre de posicion, padre de
familia que aceptara un duelo del primer quídam que se considerase
ofendido?
Lo estimaríamos loco o de poca capacidad que espusiera su porvenir
por quien nada tiene que perder. Ahora si el que desafia es uno de esos
mozos de hotel que se ocupan en adiestrarse en el manejo de armas ¿no
es verdad que lleva una superioridad contra el hombre de trabajo que
ni siquiera sabe como se preparan? Las cuestiones ya sean de honra o
de intereses deben ser resueltas por los poderes que el Estado ha estable-
cido i lo que ellos digan es lo que debe hacerse.

ART. 406.

«El que matare en duelo a su adversario sufrirá la


pena de reclusión maj^or en su grado mínimo. (1)
libro ii.—título vlii. 623

Si le c a u s a r e l a s l e s i o n e s s e ñ a l a d a s e n el n ú m . l.°
d e l arfc. 3 9 7 , s e r á c a s t i g a d o c o n r e c l u s i ó n m e n o r e n su
g r a d o m á x i m o . (2)
G u a n d o l a s l e s i o n e s f u e r e n d e l a s r e l a c i o n a d a s e n el
n ú m . 2.° d e dicho arfc. 3 9 7 , l a pena será reclusión
m e n o r e n s u s g r a d o s m í n i m o a m e d i o . (3)
E n los d e m á s casos se i m p o n d r á a los c o m b a t i e n t e s
reclusión menor e n su g r a d o m í n i m o (4) o m u l t a d e
quinientos a mil pesos. .

(1) Penitenciaria de 5 años 1 día a 10 años i las accesorias de los


cirls. 28 i 410. Es pena aflictiva i el procesado no puede ser escarcelado
bajo fianza.
(2) Presidio de 3 años 1 día a 5 años i las accesorias de los arts. 29 i
410. Es aflictiva i el procesado no puede ser escarcelcido bajo fianza.
(3) Id. ele 61 elias a 3 años, aplicándose el arl. 30, caso ele haber
cargo u oficio deque suspender al reo i lo prescrito en el arl. 410. No es
pena aflictiva i elyirocesado jniecle ser escarcelaclo bajo fianza.
(4) Id., ele 61 a 540 elias. En lo demás en todo conforme a la nota
anterior.

Si es un delito i tiene pena la provocacion a duelo, el desacreditar


a una persona que no ha aceptado un reto, es natural que sea delito
mas grave i que se le fije pena mayor al que mate o hiera a otro en
duelo. ¿Cuáles son esas penas? En caso de muerte es reclusión mayor
en grado mínimo, móuos. que en el simple homicidio del núm. 2 del
art. 391, que es presidio mayor en sus grados mínimo a medio o sea
de 5 años 1 dia a 15 años.—En caso de lesiones de la naturaleza que
espresa el núm. 1 del art. 397, es reclusión menor en grado máximo,
a diferencia de ló que allí se dispone que es presidio mayor en grado
mínimo o sea de 5 años 1 dia a 10 años.—Si las lesiones son de las que
relaciona el núm. 2 de ese mismo artículo, la pena es de reclusión menor
en sus grados minimo a medio, al paso que en el caso ordinario es
presidio menor en su grado medio o sea de 541 dias a 3 años.
, Por fin, cuando las lesiones sean de la naturaleza que espresa el
art. 399 o ménos graves como allí se califican, tiene reclusión menor en
su grado mínimo o multa de quinientos a mil pesos, conforme en esto
con lo que dispone el art. 399 ya citado.
624 OÓDI&O ÍÉNÁL

En el libro de Actas de la Oomision Redactora encontramos lo


siguiente a propósito del último inciso de este artículo:
El señor Altamirano pidió que se consignara una disposición especial
para disminuir la pena al que no hace uso de sus armas en un duelo;
porque si asi ¡jrocede, en realidad no se bate ni se encuentra en la
misma condicion del que hace lo posible para herir a su adversario. Se
desechó, sin embargo, esta indicación, porque esa debe ser mas bien
una circunstancia que tome en cuenta el juez al fijar la pena, pero no
bastante para formar una subdivisión del delito.
Ahora el que no causa lesiones en un duelo ¿qué pena .merece? Es
evidente que este caso está comprendido en el.último inciso del artículo,
i que le corresponde presidio menor en grado mínimo o multa de
quinientos a mil pesos.
Gomo se vé siempre cuando el delito provenga o sea el resultado
ordinario del duelo, las penas son mas benignas que en los casos de
los delitos comunes a que se ha estado haciendo referencia. ¡Siempre
pues, repetimos, la leí protejiendo al duelo!
Restános solo decir que este artículo no hace distinción alguna entre
el provocador o causante del desafio i el que se-vé en el caso de acudir
a él i entre el desafiante i desafiado. De este modo el que combate, el
que mata o el que hiere, queda sujeto a la pena del resultado del daño
que cause por este medio, salvo el caso de las prescripciones que
vamos a ver mas adelante sobre esta misma materia.
En jeneral, lo que se vé en el presente artículo es solo una aminora-
ción de pena en los casos de homicidio o lesiones producidas en duelo
a diferencia de lo que establecía la lejislacion española anterior a este
Código, que consideraba el duelo como circunstancia agravante de
aquellos delitos.

ART. 4 0 7 .

«El que incitare a otro a provocar o a aceptar u n


duelo, será castigado respectivamente con las penas
señaladas en el artículo anterior, si el duelo se lleva a
efecto.»

¿Qué es lo que dispone este artículo? El nos dice que si un duelo se


verifica i resulta muerto o herido uno de los combatientes, el que incitó
Libro i i . — t í t u l o viii. 625

a provocar o a aceptar ese duelo, sufrirá las mismas penas que corres-
ponderían al que causó la muerte o las lesiones en dicho duelo. Ahora
si no resultan lesiones ni la muerte de ninguno de los combatientes
¿qué pena merecerá ese mismo individuo por la participación que tomó
en el desafio?
La leí no dice nada i cuando ella no habla es porque no ha querido
establecer responsabilidad alguna para este caso.
De todo se desprende que el que coopera a que se provoque a
alguien para un desafío o que se acepte i hai lesiones o muerte por ese
duelo, es codelincuente i se le castiga como autor. Por eso existirán a
su favor las mismas causas de atenuación o de agravación que existan
para el reo, porque la lei ha querido igualarlos en un todo i no seria
justo que el que mata o hiere estuviera colocado en mejor situación
que el que solo ha cooperado a ese duelo.
El fundamento de esta disposición del artículo es porque hai perso-
nas que se ocupan en incitar a esos actos apesar de ser estraños a la-
cuestión i por ellos jeneralmente se realizan los duelos i entonces era
natural que la lei los colocara en igual categoría que el cansante de
un daño de esta especie, a fin de evitar el que tomen parte en esas cues-
tiones que, de seguro así ellas no se jeneralizarian tanto por temor al
castigo.. Cada cual debe deliberar por si de sus actos i no mezclar
otros a obligar a que se tome tal o cual resolución, sobre todo en esta
materia de suyo tan grave.

Art. 408.

«Los padrinos de u n duelo que se lleve a efecto in-


currirán en la pena de reclusión menor en su g r a d o
mínimo; (1) pero si ellos lo hubieren concertado a
muerte o con ventaja conocida de alguno de los com-
batientes, la pena será reclusión menor en su grado
máximo.» (2)

(1) Presidio ele 61 a 540 días, aplicándose el art. SO, caso ele haber
carejo u oficio ele que suspender al reo. No es pena aflictiva i el procesado
puede obtener su escarcelacion bajo fianza.
(2) Id. de 3 años 1 clia a 5 años i las accesorias del art. 89. Es pena
aflictiva i el reo no2mecle ser escarcelado bajo fianza.
En uno i otro caso se aplicará él art. 410 puesto que insolidum clebe-
40
626 código peiíal

rán los reos concurrir a satisfacer las indemnizaciones que allí se estable-
cen enfavor del ofendido o de su familia en caso de muerte.

Las leyes españolas consideraban siempre tan culpable a los padrinos


como a los combatientes. Mas este artículo castiga con penas, mas o.
menos graves, a los padrinos según los casos. Si concurren simplemente
como padrinos tendrán la reclusión menor en grado mínimo; pero si
ellos concertan el duelo a muerte o con ventaja conocida para uno de
los combatientes, entonces se les impondrá la reclusión menor en grado
máximo.
El deber de los padrinos en un duelo es hacer cuanto esté de su par-
te para reconciliar a los contendientes i evitar el que se lleve a
efecto; pero si no pueden lograr tan laudable objeto, deben arreglar las
condiciones del duelo del modo mas a propósito para atenuar los peli-
gros; suspenderlo si se estravía de los límites trazados i velar por las
condiciones aceptadas i, como jueces que son del campo i los modera-
dores de la lucha, deben impedir que se convierta en asesinato como lo
seria si permitieran ventajas. En este caso su presencia ya no es una
garantía de lealtad i una seguridad para el orden social a quien pue-
den preservar de mas graves perturbaciones.
Hé aquí porque cuando observan estas leyes se les impone menor
pena que en el caso en que ellos conciertan el duelo a muerte o dan ven-
tajas a alguno de los combatientes, porque en este caso no existe en
ellos moralidad ni sentimientos humanos ni lealtad, i se convierten en
cómplices o co-autores con participación tanto mas criminal i punible
cuanto que se hallan a cubierto de toda esposicion personal.
¿Qué pena deberá imponérsele a los que por un compromiso de ho-
nor se ven obligados a asistir a un duelo? Ninguna: porque ellos
pueden talvez evitarlo i hacer, caso que no lleguen a ese resultado, que
sea lo ménos perjudicial posible i evitar que haya desigualdades, si los
padrinos olvidan sus deberes.
Es mil veces preferible que un duelo se verifique con padrinos i con
testigos ántes que a solas; porque así podría cometerse un asesinato
impunemente i no habría posibilidad de encontrar los resultados favo-
rables que todos esperan de la concurrencia de otras personas, i por eso
nada habría sido mas fatal que penar la benéfica intervención de
personas estrañas en un duelo. Creemos que la lei debió haber ido mas
libllo i i . — t í t u l o viii. 627

adelante en este caso estableciendo penas especiales cuando el padrinaz-


go no fuese tan leal i noble como su idea i su institución lo reclama.

ART. 4 0 9 .

«Se i m p o n d r á n las p e n a s j e n e r a l e s de este Código


p a r a los casos de homicidio i lesiones:
1.° S i el d u e l o s e h u b i e r e v e r i f i c a d o s i n la a s i s t e n c i a
de padrinos.
2.° C u a n d o s e p r o v o c a r e o d i e r e c a u s a a u n d e s a f i o
proponiéndose u n Ínteres pecuniario o u n objeto in-
moral.
3.° A l c o m b a t i e n t e q u e f a l t a r e a l a s c o n d i c i o n e s e s e n -
ciales c o n c e r t a d a s p o r los padrinos.))

Lo decíamos liace .poco i lo repetimos ahora, que no se concibe duelo


sin padrinos, que son los que forman el tribunal del honor i ya que la
lei ha hecho bien en considerarlo delito i como sus disposiciones no bas-
tan a estinguir este mal, no habría sido infructuoso reglamentarlo siquiera
de un modo indirecto para que sus efectos no fueran tan perniciosos a
la sociedad i a las familias. Sin padrinos que fijen las condiciones i las;
armas i si éstos no presiden el combate, ahí no hai duelo: habrá un asesi-
nato, habrá lesiones o lo que resulte, de ese acto. Por eso el Código no
proteje a esta clase de delincuentes con las disposiciones especiales sino
que los entrega a las reglas jenerales del delito que cometan en esa
forma también irregular.
Ahora si un duelo se lia verificado por Ínteres pecuniario o por un
objeto inmoral, o los combatientes han faltado a las condiciones dis-
puestas por los padrinos, que son los que forman el tribunal, ha hecho
bien la lei en no minorar las penas por los resultados de un duelo irre-
gular i razón tiene para que tales actos se penen por las reglas jenerales
de este Código en los casos de homicidio o lesiones.
Será una villanía provocar, por ejemplo, a un pariente que estorba
para recojer una herencia, a un padre de familia para apoderarse de
la hija que no se ha podido obtener por otros medios o a un'1 marido
para gozar de su esposa. Será una villanía engañar ál contendiente en!
628 código peiíal

un duelo dándole armas inferiores o si se le permite a uno de ellos


usar aquellas qne está acostumbrado a gobernar i al otro se le entrega
una desconocida para ól.
Ahora el duelo ¿gana terreno entre nosotros? Nos parece que nó
i que el desprecio que la sociedad tiene por esos actos i el ridículo que
hace de ellos, son la causa que vayan en retirada para encontrar
albergue en personas de poco valer o en atolondradas intelijencias que,
sin respeto a las ideas dominantes a este respecto, quieren traer sobre
si la atención pública i adquirir una celebridad que nadie envidia.

§V
Disposiciones comunes a los párrafos I, III i IV ele este titulo.

AKT. 410.

« E n los casos de homicidio o lesiones a qne se refie-


r e n los p á r r a f o s I, I I I i I V del p r e s e n t e título, el
ofensor, a m a s de las p e n a s que en ellos se establecen,
q u e d a r á obligado:
1.° A s u m i n i s t r a r alimentos a la familia del occiso.
2.° A p a g a r la curación del d e m e n t e o imposibilitado
p a r a el t r a b a j o i a d a r alimentos a él i a su familia.
3.° A p a g a r la curación del ofendido en los d e m á s
casos de lesiones i a dar alimentos a él i a su familia
m i é n t r a s d u r e la imposibilidad p a r a el t r a b a j o ocasio-
n a d a p o r tales lesiones.
L o s alimentos serán siempre c ó n g r u o s t r a t á n d o s e
del ofendido, i la obligación de darlos cesa si éste t i e n e
b i e n e s suficientes con que a t e n d e r a su cómoda subsis-
tencia i p a r a suministrarlos a su familia en los casos i
en la forma que d e t e r m i n a el Código Civil.»

Este articulo descansa en el principio de que es preciso resarcir el


mal causado por un delito.
libllo i i . — t í t u l o viii. 629

El arfc. 24 estableció en jeneral lo mismo que preceptúa esta disposi-


ción. Luego los arts. 370 i 389 para los casos de violacion, estupro,
rapto o matrimonios dolosos, quisieron hacer constar este derecho, i el
presente que se dirije a los delitos de homicidio, lesiones corporales i al
duelo es bien esplícito i al efecto lo hemos estado indicando en aque-
llos artículos en que puede tener aplicación.
Para mayor claridad he aquí lo que determina:
1.° En caso de parricidio u homicidio el autor del delito es obligado
a dar alimentos a la familia del occiso. Estos alimentos están sujetos a
las reglas del Código Civil i como no dice que ellos sean congruos, no
creemos que este derecho llegue mas allá. El juez debe regularlos una
vez que haya sentencia de término i para hacerlo tomará en cuenta las
circunstancias pecuniarias del obligado a suministrarlos i laposicion de
los favorecidos con ellos.
2.° En caso que las lesiones, traigan la demencia o que dejen al
individuo imposibilitado para el trabajo, el autor de este delito tiene
obligación de pagar la curación i dar alimentos no solo al demente o
imposibilitado sino también a su familia.
3.° En el caso de otra clase de lesiones, el autor de ellas es obligado
a pagar la curación del ofendido i a dar alimentos a él i a su familia
miéntras dure únicamente la imposibilidad para el trabajo ocasionada
por tales lesiones.
Al ofendido se le deben dar alimentos congruos; por eso decíamos poco
ántes que no eran de esta clase los alimentos que deban dársele a la
familia del occiso, porque la lei no lo dice especialmente como en este
caso i porque aquellos alimentos son de larga duración i éstos solo mién-
tras dure la imposibilidad para el trabajo i es natural entonces que
ellos sean congruos.
Esta obligación cesa sí el ofendido tiene bienes suficientes para aten-
der a su cómoda subsistencia i para suministrarlos a su familia.
Ahora bien, en el caso del occiso si la familia tiene bienes o los ad-
quiere mas tarde ¿cesará o nó esta obligación? Nada dice este artículo
i parece que calla ex-jjrofeso, lo que prueba que este derecho es perma-
nente i que como ellos son necesarios, no imponen un gravámen tan
pesado al obligado a suministrarlos. Tampoco dice si concluyen con
la muerte del reo o pasan a sus herederos como carga testamentaria, ni
si se estinguen, porque los agraciados llegan a la mayor edad o la viuda
pasa a otras nupcias. En este silencio de la lei se seguirán las reglas
jenerales de derecho establecidas por nuestro Código Civil.
630 código peiíal

ART. 411.

«Para los efectos del artículo anterior se e n t i e n d e


por familia t o d a s las p e r s o n a s que t i e n e n derecho a
pedir alimentos al ofendido.»

El art.' 321 del Código Civil dice así:


Se deben alimentos:
1.° Al cónyuje;
2.° A los descendientes lejítimos;
3.° A los ascendientes lejítimos;
4.° A los hijos naturales i a su posteridad lejítima;
5.° A los padres naturales;
6 A los hij os ilejítimos según el tít. X I V de este libro;
7.° A la madre ilejítima según el art. 291 inciso 2.°;
8.° A los hermanos lejítimos;
9.° Al que hizo una donacion cuantiosa, si no hubiere sido rescindida
o revocada;
10. Al ex-relijioso que por su esclaustracion no haya sido restituido
en los bienes que en virtud de su muerte civil pasaron a otras nianos.
Como se ve, paiV este caso el alcance de la palabra familia es bien
lato; al paso que para los efectos del art. 296 de este Código, lo que se
entiende por familia no es tan comprensivo como en la disposición que
hemos copiado.
• Empero, el artículo se ha referido a la lei civil i a ella deberá ocurrirse
cada vez que el caso se presente.

§ vi.

De la calumnia.

ART. 412.

« E s calumnia la imputación de u n delito d e t e r m i n a -


do pero falso i que p u e d a actualmente p e r s e g u i r s e de
oficio.»
libro ii.—título viii. 631

La calumnia es delito porque ataca directamente el honor i delicade-


za de las personas. Divídise en judicial i estrajudicial: esta última en
pública i privada.
La pública es la que da acción para entablar querella i buscar el
castigo de la ofensa recibida.
Tanto la lejislacion romana que fué inflexible en mantener la honra
i dignidad de las personas, como los Códigos posteriores de las naciones
civilizadas, han mirado con horror al calumniador i, en el ardiente deseo
de hacer que los hombres en sociedad se guarden las consideraciones
que se merecen, no solo la lei de las X I I Tablas, sino que también las
leyes 8." tlt. 6.° i 3.a tít. 9.° Part. 7.a imponian, entre otras penas,
al calumniador la del Talion, esto es la misma que merecería el calum-
niado si se le hubiese probado el delito que se le atribuye.
El art. 412 que nos ocupa, no hace mas que definir la calumuia talvez
porque la palabra es vaga en el uso común i convendría que no lo fuera
en el idioma jurídico. El Código Penal ha hecho, bien en establecer
penas para el calumniador para evitar que el injuriado tome la satis-
facción por si mismo en el escándalo del duelo.
La calumnia se confunde con la injuria que es jónero de la primera,
que llamaremos la especie i por eso es preciso deslindar mui bien una
i otra cosa.
Para que haya calumnia se requiere que se impute a una persona
un delito determinado pero falso, porque si es verdadero no se calum-
nia: habrá si se quiere una injuria, pero no lo primero. Ahora si lo que
se imputa no es delito no se falta a lo que el artículo nos prohibe. Si
yo digo que Roberto es ladrón vagamente, falsario, perjuro, no habrá
aquí una calumnia sino una injuria. Mas si digo que Roberto le robó
a Alfredo un reloj, que cometió tal falsedad, que perjuró en la causa que
tenia Pedro con Juan, existe calumnia, porque hai delito concreto,
imputación terminante sobre lo cual jraede pedirse i darse prueba para
conocer la verdad o falsedad del cargo.
Agrega el artículo: que puede actualmente perseguirse de oficio. Con
la palabra actualmente se escluyen los delitos ya castigados o prescritos,
porque las imputaciones de esa especie dejeneran en injurias, i por fin, '
que el delito que se imputa pueda perseguirse de oficio porque si no
se persigue de este modo, aunque el hecho sea cierto, no hai sino inju-
ria i jamas calumnia.
Por ejemplo, si yo digo que Antonio es adúltero, porque tiene reía-
632 código peiíal

ciones con. la Fulana que es casada, no habrá aquí calumnia porque el


adulterio, delito que imputo al referido Antonio, no puede perseguirse
de oficio como lo seria el robó.
Como el delito de calumnia admite prueba, seria contrario a esta
regla si ella se pudiera estender a aquellos de que la justicia no puede
conocer sino a instancia de determinadas personas i en tal caso, no cabe
la prueba, porque ell a perjudicaría a terceros que no tienen parte algu-
na en esos hechos i se perturbaría la paz del hogar e iria a tierra el
honor de las familias.
Creemos que lo espuesto será bastante para distinguir lo que es
calumnia de lo que es injuria i no confundir en la práctica una cosa
con la otra, reservándonos para cuando lleguemos a las injurias el
hacer mas palpable la diferencia de que hemos hecho mérito.

ABT. 413,

«La calumnia p r o p a g a d a por escrito i con publicidad


será castigada:
1.° C o n l a s p e n a s d e r e c l u s i ó n m e n o r e n s u grado
m e d i o (1) i m u l t a d e q u i n i e n t o s a m i l p e s o s , c u a n d o s e
imputare un crimen.
2° Con las de reclusión m e n o r en su g r a d o míni-
mo (2) i multa de ciento a quinientos pesos, si se
i m p u t a r e u n simple delito.

(1) Presidio de 541 dios a 3 años, aplicándose el art. 30, caso de


haber cargo u oficio deque suspender al reo. No es pena aflictiva i admite
la escarcelacion del procesado.
(2) Id. ele 61 a 540 clias. En lo demás en todo, conforme a la
anterior.

La calumnia puede ser de palabras o hablada i por escrito, con o sin


publicidad.
Este artículo trata de la calumnia propagada por escrito i con publi-
cidad. En la palabra por escrito tanto quiere decir que se haga con
caracteres de mano como en impreso o en litografía; porque todos ellos
son jéneros de escritura, bien entendido que en lo litografiado o impreso
libro ii.—título viii. 633

no se puede alegar que no ha existido publicidad como podría soste-


nerse en lo escrito con carácteres de mano. Mas esta clase de calumnia,
así cómo las injurias que se propagan por la prensa, no se penan
por esta disposición sino que caen bajo el imperio de lalci sobre abusos
de la libertad de imprenta de 17 de Julio de 1872, según lo preceptúa
el art. 137 de este Código.
La calumnia i la injuria se reputan hechas por escrito i con publi-
cidad, según el art. 422, cuando se propagaren por medio de carteles
o pasquines fijados en los sitios públicos, por papeles impresos no
sujetos a la leí de imprenta, litografías, grabados o manuscritos comu-
nicados a mas de cinco personas, o por alegorías, caricaturas, emblemas
o alusiones reproducidos por medio de la litografía, el grabado, la
fotografía u otro procedimiento cualquiera.
En cuanto a la penalidad de este delito se ha tomado por base la
mayor o menor gravedad de la falsa imputación que se haga. Así por
ejemplo, si el hecho importa un crimen, como lo seria decir que Pedro
mató a Juan en tal día, es delito mas grave que cuando lo que se
imputa es un simple delito. Por eso la gravedad del hecho imputado
define sobre la pena. Si es un crimen, será reclusión menor en grado
medio i multa de quinientos a mil pesos; si es un simple delito, la
pena solo será reclusión menor en grado mínimo i multa de ciento a
quinientos pesos. Esto es natural i lójico porque mientras mayor sea el
mal que se trata de causar, mayor tendrá también que ser la pena que
lo reprima.

AKT. 4 1 4 .

«No p r o p a g á n d o s e la c a l u m n i a con p u b l i c i d a d i p o r
escrito, será • c a s t i g a d a :
1.° C o n l a s p e n a s d e r e c l u s i ó n m e n o r e n s u g r a d o
m í n i m o (1) i m u l t a d e c i e n t o a q u i n i e n t o s p e s o s c u a n d o
se i m p u t a r e u n crimen.
2.° C o n l a s d e r e c l u s i ó n m e n o r e n s u g r a d o míni-
mo (2) i m u l t a de ciento a trescientos pesos, si s e
i m p u t a r e u n simple delito.»

(1) Presidio de 61 a 540 dias.


(2) Id. id. ' id.
634 código peiíal

En uno i otro caso se dele aplicar el art. 30, si hai cargo u oficio de
que suspender al reo. JVo son penas aflictivas i el procesado tiene derecho
a ser escarcelado Ictjo fianza.

La publicidad en. la calumnia es una de las circunstancias que mas


agravan su criminalidad. Sabemos ya cuando hai publicidad en una
imputación calumniosa i cuales las que se estiman graves, es natural
que las que no se encuentren comprendidas en el caso del artículo que
antecede, pertenezcan al presente i deban ser castigadas conforme aquí
se determina. Luego pues, esta disposición se refiere al caso en que la
imputación se haga habiendo cuando mas hasta cinco personas i ele
palabras. Si lo que se imputa es un crimen, la pena es reclusión menor
en grado mínimo i multa de ciento a quinientos ípesos; si es un simple
delito, la pena es la misma con la diferencia de que en este caso la
multa es solo de ciento a tres cientos pesos*.

AKT. 415.

«El acusado de calumnia quedará exento de toda


pena probando el liecbo criminal que hubiere imputado.
La" sentencia en que se declare la calumnia, si el
ofendido lo pidiere, se publicará por una vez a costa
del calumniante en los periódicos que aquel designare,
no excediendo de tres.»

Ya sabemos que no hai calumnia cuando la imputación es verdade-


ra i que ha de recaer indispensablemente sobre cielitos que puedan pes-
quizarse ele oficio, en razón a que en ellos es admisible la prueba i esta
no puede recaer sobre hechos enteramente privados i que no pueden
ser perseguidos sino por determinadas personas. En este caso existirá
una injuria, pero jamas habrá calumnia.
En el delito de injurias no se admite prueba sobre la verdad de las
imputaciones sino cuando éstas fueren dirijidas contra un empleado
público sobre hechos concernientes a su cargo i si se le prueba la impu-
tación se le absuelve de la acusación al que hizo tales cargos. Esta es
una de las cosas que marca mas notablemente la diferencia entre uno
LIBRO I I . — T Í T U L O VIII. 635

i otvo delito i que por lo tanto, conviene no olvidar cuando el caso


ocurra.
El segundo párrafo del artículo tiene por objeto procurar al agravia-
do toda la reparación posible i por eso el fallo que declare la calumnia
deberá ser publicado hasta en tres diarios i por una sola vez si el ofen-
dido lo exijiere i por supuesto a costa del calumniador.
La calumnia es en lo moral lo que el asesinato en lo físico: mata el
honor que es tanto o mas apreciable que la vida para el hombre deli-
cado i hace bien lalei en facilitar al ofendido todos los medios de hacer
público que su honor está ileso i sin mancha.

§ VII.
De las injurias.

Akt. 416.

«Es injuria toda espresion proferida o acción ejecuta-


da en deshonra, descrédito o menosprecio de otra p e r -
sona.»

Toda persona que sea atacada en su honra o reputación sufre un


verdadero perjuicio. El hombre se encuentra en la precisa obligación
de mantener incólume su dignidad i su honor. La sociedad está inte-
resada en que los individuos que la forman, sepan apreciar este bien i
sean celosos en conservarlo. Las lejislaciones antiguas i modernas de
todos los pueblos civilizados, han admitido esta clase de delitos i en el
catálogo de las penas les han indicado una proporcionada al perjuicio
que resulte a la persona que se ofende.
Las injurias ocupan un lugar preferente entre los delitos que hemos
llamado de opinion; pero para que se cometa es preciso que se haya
hecho con ánimo de ofender i por persona capaz de responder de sus
actos i de hechos prohibidos espresamente por las leyes. De aquí se
deduce que injuria es todo aquello que uno dice, hace o escribe con
intención de deshonrar, afrentar, hacer odiosa o despreciable a alguna
persona o bien mofarla para que caiga en el ridículo.
La lei 3.a, tít. 9, part. 7.a, divide la injuria én verbal, real i escrita,
comprendiendo en esta última las pinturas i caricaturas que tienden al
636 código peiíal

logro de zaherir a personas verdaderamente honorables. Comete, por lo


tanto, injuria verbal todo el que escarnece ya de viva voz, en presen-
cia o en ausencia a otro, con el objeto de infamarlo o hacerlo perder
en su reputación. Pero si la injuria fuere de obra o de hecho, como por
ejemplo, haciendo remedos o jestos delante de otros o le hiere con las
manos, palo, piedra o instrumento cortante, o le escupe o hace cual-
quiera otra manifestación ofensiva, aunque no realice su intento, se
cometerá una injuria real. Finalmente, la escrita es la ofensa que se
hace por pasquines, carteles, láminas o caricaturas injuriosas o por
cualquiera otra clase de publicaciones.
Por nuestro Código, se hace una división mas útil de la injuria i
ella es en grave, i leve i sobre esta base descansa la penalidad de esta
clase de delitos.
En la definición que el artículo hace de lo que se entiende por inju-
rias se dice: toda espresion o acción, para dar a entender que la injuria
puede ser de palabras ya pronunciadas o escritas, o de un hecho que
conduzca a los mismos resultados.
Para estimar injuriosa una palabra o un hecho hai que atender a la
opinion pública, a los hábitos i creencias sociales. Hiere pues la repu-
tación i la fama lo que el mundo entiende i decide que ha herido. Esto
pues se deja a la apreciación judicial, quien pesa la gravedad de la
ofensa para imponer la pena dentro del límite que la lei designa para
la represión de estos delitos, que por desgracia, son tan frecuentes entre
cierta clase de personas.
A k t . . 417.

«Son injurias graves:


1.° L a i m p u t a c i ó n d e u n c r i m e n o s i m p l e d e l i t o d e
l o s q u e n o d a n l u g a r a p r o c e d i m i e n t o d e oficio.
2.° L a i m p u t a c i ó n de u n crimen o simple delito pe-
nado o prescrito.
3.° L a d e u n v i c i o o f a l t a d e m o r a l i d a d c u y a s c o n s e -
cuencias puedan p e r j u d i c a r c o n s i d e r a b l e m e n t e la f a -
ma, crédito o intereses del agraviado.
4.° L a s i n j u r i a s q u e p o r s u n a t u r a l e z a , o c a s i o n o
c i r c u n s t a n c i a s f u e r e n t e n i d a s e n el c o n c e p t o p ú b l i c o
por afrentosas.
634
LIBRO II.—TÍTULO VIII.

5° L a s que racionalmente merezcan la calificación


de graves atendido el estado, dignidad i circunstancias
del ofendido i del ofensor.»

Sabemos ya lo que son injurias i que ellas se dividen en graves i leves.


Este artículo se ocupa en establecer las de la primera clase:
1.° Era natural que la imputación de un crimen o simple delito,
siendo de aquellos que no se pueden perseguir de oficio, se reputase
injuria grave.
¿I en qué delitos no se puede proceder de oficio? Lo hemos visto
i lo repetiremos ahora, en los de rapto, violacion, estupro, adulte-
rio, matrimonio ilegal de un menor, en el de calumnia e injurias. Sin
embargo, la imputación de criminalidad nos lleva de un delito a otro.
Me calumnia quien diga quv^yo robé a Pedro i no pruebe el hecho;
quien impute a Antonio el haber cometido un adulterio o una viola-
cion ya sea cierto o falso este cargo, solo comete injuria i ella será
grave porque se imputa un crimen o un simple delito.
2." El imputar un crimen o simple delito penado o prescrito: esto
quiere decir que no existe derecho para enrostrar a nadie el haber sido
condenado por sentencia o el que haya cometido un delito si ya está
prescrito, porque el que ha cumplido su pena ya ha satisfecho a la
sociedad.
3.° El tercer caso, un ejemplo lo dice todo: si le digo a Juan que es
un borracho o un jugador, o a Andrea que es una prostituta, habré
incurrido en lo que aquí se prohibe.
4.° Será ejemplo contra lo que se prohibe en este número el mal-
tratar a una persona bien colocada en la sociedad, el escupirle la cara.
La opinion pública estima como afrenta tales actos i la injuria que
lleva este carácter no puede ménos de ser mirada como grave.
5.° Una injuria que entre personas iguales no es grave, llegará a
pertenecer a esta categoría si el que la comete es inferior al ofendido o
a quien se debe respeto, como por ejemplo, el sirviente que injuria al
patrón o le escupe o le da una bofetada.
Entre las injurias graves no se han incluido aquí las que el Código
pena por separado, porque ellas son especiales, como ser las délos
artículos 263, 26á i 265 i por lo tanto no pueden caer bajo estas dispo-
638 código peiíal

siciones comunes i a las cuales se les ha designado una pena mayor


porque el delito envuelve mas gravedad.

ART. 418.

«Las injurias g r a v e s hechas por escrito i con publi-


cidad, serán c a s t i g a d a s con las penas de reclusión
menor en sus g r a d o s mínimo a medio (1) i m u l t a de
quinientos a mil pesos.
No concurriendo aquellas circunstancias, las penas
s e r á n , r e c l u s i ó n m e n o r e n s u g r a d o m í n i m o (2) i m u l t a
de ciento a quinientos pesos.»

(1) Presidio de 61 dias a 8 anos.


(2) Id. de 61 a 540 dias.
En uno i otro casóse aplicará el art. 80,sihai cargo u oficio de que
suspender al reo. No son penas aflictivas i el procesado puede obtener su
escarcelacion bajo fianza.'

Para comprender el alcance de este artículo, preciso es no olvidar lo


que prescribe el 422 para saber qué injurias se pueden calificar de
graves, ya que el presente se limita solo .a establecer la penalidad
de éstas cuando concurren las circunstancias que espresa el art. 417 i
cuando no concurren, pues en este caso señala una pena menor, sin
que esto signifique que ellas pertenezcan a la categoría de las leves,
puesto que si tal fuera su intención no habría establecido las prescrip-
ciones del art. 419 para penar las injurias que califica de leves. Por
eso, comprendiendo bien lo que es injuria grave e injuria leve, la
aplicación de las penas que por el presente se establecen para su castigo,
no ofrecen duda alguna en la práctica.
Repetimos aquí lo dicho en el anterior artículo: que las injurias que
tengan señalada una pena mayor por otras disposiciones de este Código,
no pueden penarse por esta disposición. Ejemplo de esto serian los
casos enumerados en los artículos 263, 264 i 265 i que se ha querido
que pertenezcan a una categoría superior a la de este párrafo.
libro ii.—título viii. 639

ART. 419.

« L a s i n j u r i a s l e v e s se c a s t i g a r á n con las p e n a s de
r e c l u s i ó n m e n o r e n s u g r a d o m í n i m o (1) i m u l t a de
ciento a trescientos pesos, cuando fueren hechas por
escrito i con publicidad. N o concurriendo estas circuns-
tancias se p e n a r á n como faltas.»

(1) Presidio de 61 a 540 días, aplicándose el art. 30 caso de haber


cargo u oficio. de que suspender al reo. No es pena aflictiva i admite
escarcelacion del procesado bajo fianza.

El Código no define las injurias leves; pero por lo que se dispone en el


art. 417 se infiere entonces que lo son las que no se hallen comprendi-
das en dicha disposición o, mas claro, todas las que no sean graves.
En las injurias leves o comunes el artículo que nos ocupa vuelve a
distinguir dos clases: una, las que se hacen por escrito i con publicidad;
otra, las que carecieren de estos requisitos, calificándose entonces de
faltas i que se penan conforme al núm. 11 del art. 496. Estas injurias
son las mas frecuentes i por eso conviene tener presente que ellas son
faltas i jamas constituyen un delito. Mas si la injuria reúne los dos
requisitos que indica el artículo, cuales son que se hagan por escrito
i con publicidad, entonces caen bajo la represión de lo que dispone el
presente artículo.

ART. 420.

«Al acusado de injuria no se a d m i t i r á p r u e b a sobre


la v e r d a d d e las i m p u t a c i o n e s , sino c u a n d o é s t a s f u e r e n
dirijidas contra empleados públicos sobre hechos con-
cernientes al ejercicio de su cargo.
E n este caso será absuelto el a c u s a d o si p r o b a r e l a
v e r d a d de las imputaciones.»

¿Por qué tratándose de calumnia en delitos que pueden perseguirse


de oficio se permite siempre la prueba del hecho imputado i en el delito
640 códígo péfraí,

de injurias no se admite sino cuando éstas fueren dirijidas contra em-


pleados públicos sobre hechos referentes al ejercicio de su cargo?—En
el primer caso la sociedad está interesada en que se descubran i casti-
guen los delitos, i en el segundo ni ala sociedad ni al Estado le interesa
saber si son ciertas o falsas las injurias, puesto que ellas no dan lugar
a un procedimiento de oficio; pero se admite prueba cuando se dirijen
contra empleados públicos sobre hechos concernientes al ejercicio de
su cargo, porque aquí ya la sociedad tiene Ínteres en saber si son
ciertas las imputaciones para castigar al empleado que falta a sus
deberes.
Sabemos ya que la calumnia es la imputación falsa de un crimen por
el cual no se puede proceder de oficio. Luego pues si no hai tal facultad,
el delito no existe. En la injuria no hai imputación de un delito públi-
co i entonces nadie tiene Ínteres en averiguar si es falso o verdadero el
aserto en que ella descansa.
Los actos de empleados públicos relativos a su oficio corresponden
a la sociedad i en este caso no debe cerrarse la puerta al que pretenda
probarles hechos concernientes al cargo que desempeñan.
Bajo esta base, al acusado de las injurias que espresan los artículos
263 i 264 ¿le será permitido la prueba? Es evidente que nó, porque el
presente párrafo no trata de aquellos actos i ellos son calificados de
atentados i de desacatos contra la autoridad, i para' tales delitos no es
admisible la prueba, como lo es en el de injurias.
Por fin es lójico establecer que en los casos en que la leí permite
la prueba, debe absolverse al autor délas injurias si llega a probarlas.
Empero, si sobre ellas no puede haber lugar a establecer la verdad,
esto no quita que el acusado o el acusador justifiquen bien las causas
que puedan atenuar o agravar el delito, para que el juez aplique el
castigo conforme a la gravedad del hecho, porque la pena debe ser
proporcionada a la ofensa i sin esto no se puede calificar el delito de
una manera equitativa.

§ VIII.

Disposiciones comunes a los dos párrafos anteriores.

A u t . 421.

«Se comete el delito de calumnia o injuria no solo


libbo ii.—título vili. 641

manifiestamente,, sino por medio de alegorías, carica-


turas, emblemas o alusiones.»

Los medios de calumniar i de injuriar que . aquí se indican son tanto


mas graves, cuanto que excitan la curiosidad, fijan el hecho imputado
en la memoria del público i revelau ademas cobardía i vileza de parte
de quien los emplea.
La lei no podia dejar sin considerar esto un delito para quitar a la
mala féese camino i por eso entrega a la prudencia i conciencia del juez
el apreciar estos hechos, para los cuales no se puede dar una regla fija
en el modo de proceder en contra de estos medios de injuriar i de
calumniar que, por injeniosos que ellos sean a veces, según la
oportunidad i antecedentes, solo el juez puede estimar su gravedad. .

ART. 422.

«La c a l u m n i a i la i n j u r i a s e r e p u t a n hechas por


escrito i con publicidad cuando se p r o p a g a r e n por
medio de carteles o pasquines fijados e n l o s sitios
p ú b l i c o s ; p o r p a p e l e s i m p r e s o s , n o s u j e t o s a l a lei d e
imprenta, litografías, grabados o manuscritos comu-
nicados a mas de cinco personas, o por alegorías,
caricaturas, emblemas o alusiones reproducidos por
m e d i o d e la l i t o g r a f í a , el g r a b a d o , la f o t o g r a f í a u o t r o
procedimiento cualquiera »

Al tratar del art. 413 ya hemos dicho lo relativo a esta clase de


hechos que pueden constituir el delito de calumnia o el de injurias.
Nos resta solo prevenir que, para que se entienda que hai publicidad
por comunicación de papeles manuscritos, deberán enseñarse a mas de
cinco personas ya sea por el autor de ellos o por un encargado suyo.

ART. 423.

«El acusado de calumnia o injuria encubierta o equí-


41
642 código peiíal

v o c a q u e r e h u s a r e ciar e n j u i c i o e s p l i c a c i o n e s s a t i s f a c -
torias acerca de ella, será castigado como reo de
calumnia o injuria manifiesta.»

Este artículo está intimamente ligado con el anterior i se refiere al


caso en que una persona pudiera creerse calumniada o injuriada por al-
gunos de los medios espuestos en el anterior artículo i ya sea que
las alegorías, emblemas o caricaturas no den mérito para establecer la
culpabilidad que atribuya el querellante o que no se vea clara la referen-
cia, el juez deberá entonces oír al acusado en comparendo i si no diere
esplicaciones satisfactorias, como lo seria diciendo que tales alegorías o
emblemas no se refieren al que acusa, solo entonces el juez deberá tener-
le por culpable i aplicarle la pena que corresponda al delito. Si el
querellante no se satisfaciere con las esplicaciones que diere el acusado,
toca al juez apreciarlas i resolver lo que creyere de derecho. Ahora si
esta satisfacción no se quisiera dar, la lei supone que ha habido inten-
ción de ofender al que se querella. En efecto, si en realidad tal indivi-
duo no ha pretendido ofender a la persona que.se cree agraviada o
aludida de ese modo ¿qué inconveniente tendría en dar una esplicacion
que deje a salvo la honorabilidad del que se cree ofendido?

á b t . 424.

« P o d r á n e j e r c i t a r la a c c i ó n d e c a l u m n i a o i n j u r i a e l
cónyuje, los hijos, nietos, p a d r e s , abuelos i hermanos
l e j í t i m o s , l o s h i j o s i p a d r e s n a t u r a l e s i el h e r e d e r o d e l
difunto agraviado.»

Cada individuo tiene en la sociedad el derecho de perseguir' los deli-


tos que le perjudiquen i entonces ¿por qué este artículo llama a otras
personas para ejercitar esas acciones?—A la verdad que si no existiera
la disposición del art. 428 que establece que nadie podrá ser perseguido
por calumnia o injuria sino a instancia de la parte agraviada o de las
personas que enumera el artículo que analizamos, si el ofendido hubiere
muerto o estuviere física o moralmente imposibilitado, no habríamos
atinado con su alcance. Mas ya sabemos de un modo fijo i podemos
entonces decirlo que esta disposición se refiere al caso que el ofendido
hubiere muerto, estuviere demente o fuese menor de edad. Era natural
libro ii.—título viii. 643

que cuando la calumnia o injuria tocara a los descendientes o ascen-


dientes, conyuje o hermanos del difunto agraviado, se les permitiera a
estas personas el ejercicio dé su acción porque son consideradas como
injuriadas.
Si este derecho se da también al heredero, apesar de que la injuria
no le ataca directamente, es por considerarlo unido a la persona del
difunto por los vínculos de la gratitud i siendo el sucesor de sus dere-
chos no debe negársele la facultad de reparar la honra de aquel ni hai
tampoco temor de que entable una acción imprudente si viese que podia
ser perjudicial a la memoria del difunto.

AKT. 4 2 5 .

«Respecto de las calumnias o injurias publicadas


por medio de periódicos estranjeros, p o d r á n ser proce-
sados los que, d e s d e el territorio d e la Repriblica,
liubieren e n v i a d o l o s a r t í c u l o s o d a d o o r d e n p a r a su
inserción, o contribuido a la introducción o espendicion
d e e s o s ¡Deriódicos e n C h i l e c o n á n i m o m a n i f i e s t o ele
p r o p a g a r la c a l u m n i a o i n j u r i a . »

Es evidente que si el que calumnia o injuria no está dentro del terri-


torio de Chile no es justiciable, salvo el caso que el ofendido se traslade
al país donde reside el culpable i lo acuse conforme a las leyes de ese
territorio. Mas si él envia los periódicos o papeles injuriosos, lo será
ese ájente o el que contribuya al espenclio o reparto de ellos siempre
que se conozca que se obra con ánimo manifiesto de propagar la ca-
lumnia o injuria.
No cometería delito, por ejemplo, un librero o ájente de un diario
estranjero que lo vende o lo reparte a los suscritores que tenga en
Chile, aunque en él se injurie a Pedro, porque ese librero o ájente no
obra con ánimo manifiesto de propagar la calumnia que allí se contenga
sino en virtud de un negocio que es licito.
Mas, si el que mandó publicar el artículo injurioso reside en Chile,
puede entonces ser justiciable conforme a nuestras leyes, apesar de que
el delito se ha consumado fuera del territorio en razón a que la acción
ha partido de aquí i el culpable está al alcance de la leí i por eso_el
644 código peiíal

presente articulo prevé los casos en que es posible hacer efectiva la


responsabilidad penal en delitos de esta naturaleza.

ART. 4 2 6 .

«La calumnia o injuria c a u s a d a en j u i c i o se j u z g a r á


d i s c i p l i n a r i a m e n t e , c o n f o r m e al C ó d i g o d e P r o c e d i m i e n -
t o s , p o r el t r i b u n a l que c o n o c e d e la c a u s a ; s a l v o el
caso en que su g r a v e d a d , en concepto del m i s m o tribu-
nal, d i e r e m é r i t o p a r a p r o c e d e r c r i m i n a l m e n t e .
E n e s t e ú l t i m o caso, n o p o d r á e n t a b l a r s e la a c c i ó n
s i n o d e s p u e s d e t e r m i n a d o el litijio e n q u e se c a u s ó la
calumnia o injuria.»

Este artículo tiene por objeto evitar querellas inútiles, nacidas en e]


arrebato de una defensa en juicio i que a veces no es posible embarazar
cuando son lejítimas o necesarias a la defensa i que, aun cuando sean
asertos equivocados o falsas apreciaciones, no se les puede llamar fácil-
mente calumnias o injurias ni someterlas al derecho común de esta
clase de imputaciones. Mas si en esas palabras hai avances que ofendan
al decoro que debe guardarse en el debate, el juez de la causa puede
usar de las facultades discrecionales que le otorga el articulo 44 de la
lei sobre Organización i Atribuciones de los Tribunales i la parte soli-
citar que el juez, en vista de la gravedad de las injurias o de las calum-
nias, declare que ellas dan mérito para proceder criminalmente. En este
caso se ocurrirá con copia autorizada por el secretario de la causa al
juez del crimen, una vez que haya terminado el pleito en que esos
conceptos fueron emitidos. Sin que se llenen estas exijencias la querella
ño podrá ser admitida ni habrá derecho para pedir el castigo de tales
ofensas. De aquí se deducen tres conclusiones i son: 1.a que si el juez
que conoce de la causa en que se han emitido palabras ofensivas cree que.
no las hai aceptará el escrito; 2.a que si las estima impropias hará uso
déj, derecho que le acuerda el art. 44 de la citada lei, i 3.a que si juzga
que hai injurias o calumnia que merezcan otro castigo que aquel que
él pueda darles, otorgará el permiso para que se ocurra a la justicia
criminal ordenando que se dé la respectiva copia al ofendido, pero esto
ha de ser a la terminación del pelito o, mas claro, cuando haya habido
fallo ejecutoriado.
642
libro ii.—título viii.

Este proceder es tan prudente como justo i no quita ni anticipa de-


recho alguno: garantiza el derecho de defensa i el fallo final viene, hasta
cierto punto, a manifestar si realmente lo que se creyó uu avance ca-
lumnioso lo era o nó i por eso nadie mejor que el juez de la causa puede
al fin de ella otorgar o nó ese derecho cuya reserva se ha solicitado pol-
la parte perjudicada.
ART. 427.

«Las espresiones que puedan estimarse calumnio-


s a s o i n j u r i o s a s , c o n s i g n a d a s e n u n d o c u m e n t o oficial,
n o d e s t i n a d o a la p u b l i c i d a d , s o b r e a s u n t o s d e l s e r v i c i o
público, no d a n dereclio p a r a acusar c r i m i n a l m e n t e al
q u e las consignó.»

Este artículo se refiere indudablemente a las notas que pueden pasar


los jefes de oficina u otros empleados a la autoridad superior pidiendo
la separación de sus subalternos i en las cuales les sea preciso calificar
su conducta o dar cuenta de ellos o bien cuando se les pida informe.
Era natural que en tales casos se les diese esta libertad para no verse
envueltos en querellas o se les obligase a descender a un juicio para
entrar a; probar la verdad de los hechos sobre que informaran cuyo con-
vencimiento han formado por su comportamiento en los empleos o
cargos que han ejercido. En jeneral este artículo pone a salvo de res-
ponsabilidad a todo empleado que obra en el desempeño de atribuciones
propias i que, sin esta libertad, no podría llenar los deberes de su cargo.

Art. 428,

((Nadie s e r á p e r s e g u i d o p o r c a l u m n i a o i n j u r i a s i n o
a instancia d e la - p a r t e a g r a v i a d a o d e l a s p e r s o n a s
e n u m e r a d a s e n el a r t . 424, si el o f e n d i d o h u b i e r e m u e r -
to o e s t u v i e r e f í s i c a o m o r a l m e n t e i m p o s i b i l i t a d o . El
culpable p u e d e ser relevado d e la p e n a i m p u e s t a m e -
d i a n t e p e r d ó n d e l a c u s a d o r ; p e r o la r e m i s i ó n no pro-
d u c i r á e f e c t o r e s p e c t o d e la m u l t a u n a v e z q u e ésta
h a y a sido satisfecha.
L a c a l u m n i a o i n j u r i a se e n t e n d e r á tácitamente re-
mitida cuando h u b i e r e n mediado actos positivos que,
646 código peiíal

en concepto del tribunal, importen reconciliación o


abandono de la acción."

Ya hemos dicho que los delitos de calumnia o injuria son entera-


mente privados i que en éstos no basta la denuncia para que la justicia
los persiga de oficio. Bs preciso que exista querella formal i que si se
quiere la reparación de la ofensa debe seguirse su persecución hasta lo
último. Pues bien, por esto mismo se concede a los parientes que desig-
na el art. 424 el derecho de perseguirlos si el ofendido ha fallecido o
se encuentra en imposibilidad de hacerlo, estendiéndose esta facultad
hasta el heredero por representar sus derechos i estar interesado en
poner de manifiesto la honorabilidad de su bienhechor.
El art. 19 establece que el perdón de la parte ofendida estingue-la
acción penal en los delitos que solo pueden ser perseguidos o denun-
ciados por ella. Este artículo viene a ampliar este derecho dando facul-
tad al agraviado hasta para relevar de la pena impuesta al ofensor,
siempre que ella no sea la de multa una vez que ya ha sido satisfecha,
lo que importa decir que si todavía esa multa no se hubiere cubierto i
el ofendido perdona al culpable, no habria derecho para exijir que la
cubra, pues el perdón comprende en este caso toda clase de pena,
porque desde el momento que el querellante perdone no se puede dar
un paso mas en la causa que hubiere pendiente. Someter a la acción
pública intereses privados, seria constituir a la sociedad en represen-
tante nato de todos los asociados i esto nos llevaría entonces a la vida
privada de los individuos, lo que por cierto es contrario a los eternos
principios de jurisprudencia criminal.
Las personas que por su edad o condicion especial no puedan com-
parecer en juicio demandando, tócale hacerlo a sus representantes
porque ellos tienen la guarda no solo de sus intereses sino también la
de todos sus derechos, i tan sagrado deber no debe ser desatendido por
el que hace las veces de padre, i si éste no habría dejado sin castigo la
ofensa de esa persona ¿por qué el guardador legal habria de estar
exento de tan grave responsabilidad?
De todo esto se deduce que podemos dejar establecido lo siguiente;
«Nadie será penado por calumnia e injuria sin previa querella de parte
ofendida i que el culpable quedará relevado de la pena impuesta me-
diando perdón del ofendido, escepto cuando la pena es de multa i ya
ésta ha sido satisfecha.»
libllo i i . — t í t u l o viii. 647

ART. 4 2 9 .

« S i la c a l u m n i a o i n j u r i a f u e r e clirijida c o n t r a las
autoridades en su carácter d e t a l e s , ¡podrán é s t a s re-
q u e r i r al m i n i s t e r i o público para que entable a su
n o m b r e la c o r r e s p o n d i e n t e a c c i ó n .
I g u a l d e r e c h o c o r r e s p o n d e al P r e s i d e n t e d e la R e p ú -
b l i c a , a los m i n i s t r o s d e l a s n a c i o n e s e s t r a n j e r a s a c r e -
ditados en Chile u otros funcionarios que gocen de
i n m u n i d a d e s diplomáticas, aun respecto de las calum-
nias o injurias hechas en su carácter privado."

Este artículo consta de dos partes: por la primera se liberta a toda


autoridad de descender a querellarse por calumnia o injuria cuando se
le ofende en su carácter de tal i se le faculta para que requiera al
ministerio público i lo haga en nombre de ella.
Como el ministerio público se compone de varios funcionarios, el
llamado para estos casos es el Promotor fiscal en lo criminal i él debe
entonces ponerse a las órdenes de la autoridad que le requiera para el
lleno de este deber.
Por la segunda parte el artículo estiende este derecho al Presidente
de la República, a los Ministros Diplomáticos que residan en Chile u
otros que gocen de inmunidades de esa clase, bien entendido que pue-
den requerir para su defensa al ministerio público aun respecto de las
injurias o calumnias que se les hayan hecho en su carácter privado.
La dignidad del cargo que ejercen i la representación que asumen
de un soberano amigo, los inconvenientes a que estarían espúestos si
ellos tuvieran que descender a pedir el castigo de esta clase de delitos,
son los fundamentos en que descansa esta disposición, que la estima-
mos naturalmente justa i de estricta necesidad para el decoro de los
que gozan de este privilejio.

Art. 430.

« E n e l caso d e c a l u m n i a s o i n j u r i a s r e c í p r o c a s , s e
observarán las reglas siguientes:
1.° Si l a s m a s g r a v e s de las calumnias o injurias
648 código peiíal

recíprocamente inferidas merecieren igual pena, el


tribunal las dará todas por compensadas.
2.° Cuando la mas grave de las calumnias o inju-
rias imputadas por una de las partes, tuviere señalado
mayor castigo que la mas g r a v e de las imputadas pol-
la otra, al imponer la pena correspondiente a aquella
se r e b a j a r á la asignada para ésta."
Este artículo se puede compendiar en dos palabras:
1.° Hai compensación de injurias cuando la pena que corresponde a
cada una de las que se hubieren justificado es igual.
2.° Cuando existan injurias recíprocas como en el caso anterior; pero
que merecen penas distintas por ser mas graves que las otras, al castigar
la mas grave se rebaja de la pena la que correspondería por la ménos
leve.
En una palabra, aquí el juez debe buscar la proporcion i castigar
solo la diferencia, si es que no exista igualdad i no pueda declararlas
compensadas. Esta regla es de estricta equidad i como de ordinario
resulta que siempre hai injurias de una i otra parte, esta disposición
niveladora es de gran utilidad i de una aplicación casi diaria en esta
clase de delitos.
Art. 431.

"La acción de calumnia o injuria prescribe en un año,


contado desde que el ofendido tuvo o pudo racional-
mente tener conocimiento de la ofensa.
L a piisma regla se observará en el caso del art. 423;
pero el tiempo trascurrido desde que el ofendido tuvo
o p u d o tener conocimiento de la ofensa basta su muer-
te, se tomará en cuenta al computarse el año durante el
cual pueden ejercitar esta acción las personas com-
prendidas en dicbo artículo.
E n n i n g ú n caso podrá entablarse acción de calumnia
o injuria después de cinco años, contados desde que se
cometió el delito.»
646
l i b r o i i . — t í t u l o viii.

Si la prescripción es aceptada en materia civil i criminal en delitos


de esta gravedad ¿por qué habrían de quedar escluidos de ella los que
' se refieren a hechos ménos graves i que es natural ejercitarlos en el
momento de recibir el agravio?
Un año es tiempo mas que bastante para deducir esta clase de accio-
nes i la especial del art. 423. Este tiempo se cuenta desde que el ofen-
do tuvo o pudo tener conocimiento de la ofensa hasta su muerte.
Los parientes que designa el art. 424 podrán entablar esta acción en
representación o vindicación del deudo ofendido en el lapso de tiempo
que le faltare para enterar el año contado del mismo modo que en el
caso anterior; pero ya sea que se presente el injuriado por estar vivo o
algunas de las personas que designa el art. 424 despues de pasados
cinco años contados desde que se cometió el delito, no. se dará lugar a
ella. Antes puede la querella ser aceptada porque habrá duda sobre si
ha trascurrido o no el año de la prescripción; pero cuando el hecho se
ha verificado despues de enterado el quinquenio, el juez no puede acep-
tar ni tramitar la acción que se deduzca; pues en este caso la lei se lo
prohibe i por eso a la presentación no se le puede dar trámite
alguno i su rechazo es consecuencia lójica de esta disposición, que
prohibe deducir tales acciones por- estar prescritas i la prescripción
puede en materia criminal ser declarada de oficio en este caso.

TÍTULO NOVENO
CRÍMENES I SIMPLES DELITOS CONTRA LA PROPIEDAD,

§ I
De la apropiación (le las cosas muebles ajenas contra
la voluntad de su dueño.

ART. 432.

«El q u e s i n la v o l u n t a d d e su d u e ñ o i c o n á n i m o d e
l u c r a r s e se a p r o p i a cosa m u e b l e a j e n a u s a n d o d e vio-
lencia o intimidación e n l a s p e r s o n a s o de f u e r z a e n
l a s cosas, c o m e t e r o b o ; si f a l t a n la violencia, la inti-
m i d a c i ó n i la f u e r z a , el delito se califica d e hurto.))
650 código peiíal

Los delitos contra la propiedad pueden reducirse al robo, que ofrece


una gran variedad de manifestaciones i toma diferentes nombres.
Este artículo no hace mas que definir lo que es robo i lo que es hurto
i, para mayor claridad, he aquí esas definiciones.
El rolo propiamente dicho consiste en atacar de frente i a las claras
la propiedad ajena i suele ir de ordinario acompañado de violencia en
las personas i fuerza sobre las cosas, o mas claro todavía, robo es el
acto de tomar objetos muebles ajenos con violencia o intimidación en
las personas o fuerza en las cosas, circunstancias que aumentan nota-
blemente su gravedad.
Si el objeto que se toma es inmueble, no hai robo sino usurpación.
Si no interviene violencia, intimidación o fuerza, el delito se califica
de hurto.
En el hurto se toman las cosas ocultamente esquivando las miradas
del dueño; delito ménos grave que el robo porque causa menos alarma
i hai menor criminalidad en el que lo ejecuta.
Para comprender este título i no confundir en la práctica estos dos
delitos que son tan jenerales, es preciso recordar perfectamente las
circunstancias que constituyen uno i otro i por eso hemos querido dejar
de manifiesto de un modo bien claro lo que es robo i lo que es hurto.

§ II-

Del robo con violencia o intimidación en las personas.

ART. 433.

« E l c u l p a b l e d e r o b o c o n violencia o i n t i m i d a c i ó n e n
las personas, sea q u e la v i o l e n c i a o la intimidación
t e n g a l u g a r ántes del robo p a r a facilitar su ejecución,
e n el acto de c o m e t e r l o o d e s p u e s d e c o m e t i d o para
favorecer su impunidad, será castigado con presidio
m a y o r e n s u g r a d o m í n i m o a m u e r t e : (1)
1.° C u a n d o con m o t i v o u o c a s i o n d e l r o b o r e s u l t a r e
homicidio.
2.° C u a n d o f u e r e a c o m p a ñ a d o d e v i o l a c i ó n o m u t i -
lación de u n m i e m b r o i m p o r t a n t e .
libro ii.—título viii. 651

3.° Cuando se cometiere en despoblado i en cuadrilla,


si con motivo u ocasion de este cielito se causare alguna
de las lesiones penadas en el mim. l.° del art. 397, o el
robado fuere retenido bajo rescate o por mas de un
dia.
4.° E n todo caso el jefe de la cuadrilla armada total
o parcialmente.
H a i cuadrilla cuando concurren a un robo m a s de
tres malhechores.

(1) Penitenciaria de 5 años 1 dia a 20 años o muerte. Es pena


aflictiva i no admite escarcelacion tajo fianza.
Si se aplica el presidio mayor, lleva las accesorias del art. 28. Si la
pena de muerte, debe en la sentencia establecerse lo que prescribe el
art. 27.

La pena que por este 'artículo se establece, es presidio mayor en


grado mínimo a muerte, i como el grado mínimo comprende solo de
5 años 1 dia a 10 años, no podria entenderse que de este mínimum se
pasara a la pena de muerte saltando el grado medio i el máximo; por
eso creemos que se pudo haber dicho esto mismo con mas claridad,
como por ejemplo, presidio mayor-en cualquiera de sus grados a muerte.
Así se habria salvado la duda con que aparece redactado el artículo tal
como se encuentra en el testo i que, a primera vista deja entender que
la pena faera solo presidio mayor en grado mínimo i que no abrazara
los otros dos grados, siendo que están incluidos i, el juez al aplicar la
pena, puede recorrer toda la escala i llegar hasta la última que es la
de muerte.
Puede haber violencia o intimidación antes del robo, en el acto de
cometerlo i despues de cometido i si de cualquiera de estos modos,
resulta homicidio, se impondrá la pena de este artículo, según las circuns-
tancias que agraven o atenúen la responsabilidad del culpable.
Baste que el homicidio resulte con motivo u ocasion del robo, aunque
el ladrón no tuviera intención de causarlo o provenga de las circuns-
tancias con que se cometió el robo, como si se hicieran heridas o
disparos que ocasionaran la muerte, o si se emplease tal violencia que
racionalmente pudiera causarla ya por el hecho físico en sí, ya por el
lib110 i i . — t í t u l o ix. 653

Como la pena de azotes es aflictiva, resulta que los procesados por


robo o hurto, én los casos que merezcan esta pena, no pueden ser escar-
celados bajo fianza, apesar de que pudieran serlo si se encuentran
colocados dentro de los límites en que lo permite el art. 37 de este
Código.
La leí de 3 de Agosto i el decreto de 11 de ese mismo mes i año, así
como la leí de 7 de Setiembre de 1883, que ha venido a modificar en
parte las anteriores disposiciones, se encuentran al final de esta obra
para que se puedan consultar cada vez que se tenga necesidad de ocu-
rrir a estas disposiciones.
Cuando el robo fuere acompañado de violacion o mutilación de un
miembro importante, se requiere que esto se haya hecho de propósito;
pues si fuere casual, como por ejemplo si el robado al esconderse o de-
fenderse se fractura un brazo, no se penará a los asaltantes con el
rigor de la lei, ni se les hará responsables de este hecho, apesar de ser
resultado o consecuencia del asalto.
Cuando se comete el robo en despoblado i en cuadrilla, si con
motivo u ocasion de él se causare lesión grave, cuyas resultas sean
demencia, inutilidad para el trabajo, perdimiento de miembro, impo-
tencia o deformidad, o bien cuando al cometerlo se detuviere al robado
por mas de un día i exijídosele rescate, los culpables. deberán ser
castigados con la pena de este artículo; pero para que el delito exista
es necesario que se reúnan algunas de las circunstancias que exije la
lei, bien que el hecho sea en despoblado, por cuadrilla o que a causa de
él o con motivo de este delito, resulten algunos de los males referidos.
Si el hecho no fué en despueble, no se le puede imponer la pena de este
artículo; si no se cometió por una cuadrilla, tampoco puede tener apli-
cación esta pena i si por fin no se causáronlos males que se han seña-
lado, falta en parte esta condicion. Por eso, si en un hecho se reúnen
las tres circunstancias, es cuando el caso se presenta de lleno i solo
entonces debe echarse mano de una pena tan grave como la que
espresa el art. 433.
Cuando se reúnen dos de las tres circunstancias o una sola, se
aplicará entonces el presidio mayor en cualquiera de sus grados i según
sea la gravedad de los hechos cometidos.
El jefe de la cuadrilla armada, total o parcialmente, constituye aquí
una escepcion. El caso es especial i no debe confundirse con otros: su
pena ha de ser siempre como si se reunieran las tres circunstancias
conjuntamente—de presidio mayor a muerte.
650
código peiíal

espanto o terror que un acto de esa especie lleva consigo o si se verifica


el robo dejando a la víctima abandonada en lugar donde naturalmente
debiera morir, por ejemplo, en un páramo o a toda intemperie en noche
cruda o lluviosa, para que a los culpables se les aplique la pena de
muerte.
Ahora aunque resulte la muerte, si el robo se cometió de manera
que ni remotamente pudiera temerse que produjera aquel efecto, como
si se perpetrase arrebatando por ejemplo el reloj a una persona que
pasa por la calle i sin causarle espanto; pero le sobrevino la muerte ya
por el sentimiento de esa pérdida o por lo repentino del acto, no
creemos que en este caso se aplicará la pena de muerte i entonces se
ocurrirá a la de presidio mayor en cualquiera de sus grados, en razón a
que no hai motivo para presumir que el ladrón tuviese intención de
causar un daño de esa especie. Por eso queda a la prudencia del juez la
pena, quien deberá apreciar todos los antecedentes para que ella sea
proporcionada a la criminalidad del acto que se castiga.
Ahora un ejemplo: salen de noche i por las calles de la ciudad dos
personas a robar a otra. El acometido quiere defenderse: los agresores
le disparan dos balazos. La policía llega en el acto i encuentra a un
hombre muerto.
Aquí ha habido un homicidio con ocasion del robo: el homicida es
desconocido; pero se conocen a los ladrones ¿cuál será la pena de estos
dos individuos? Indudablemente que los ladrones responderán del
homicidio i se les aplicará lo que dispone el art. 433, o si los reos
negaren el hecho de haber dado muerte al agredido i confesaren el
ataque, se podría aplicar el art. 392 de este Código.
El art. 439 señala los actos que se estiman por violencia o intimi-
dación en las personas.
Ya que tratamos esta materia, es preciso no olvidar lo que prescribe
la lei de 3 de Agosto de 1876, que permite a los jueces apreciar la
prueba con entera libertad i que el culpable de robo o de tentativa de
este crimen será castigado con la pena de muerte siempre que al mismo
tiempo se hiciere reo de homicidio, violacion u otra injuria grave de
obra contra las personas. I por fin, que los condenados por hurto o
robo serán castigados, ademas de las penas que a dichos delitos impone
este Código, con veinte i cinco azotes por cada seis meses de presidio.
El supremo decreto de 11 de Agosto del mismo año, establece la
forma como deben ser aplicados, indicando las personas qiie están
esceptuadas de ellos.
654 código peiíal

El robo con violencia o intimidación, de la clase que espresa el art.


489, es pues castigado por el artículo que estudiamos con una série de
penas que comienzan en presidio mayor en grado mínimo i que con-
cluyen en la de muerte.
Si un ratero nos sorprende de noche i nos arrebata el reloj, o si diez
bandoleros me acometen en un despoblado pidiéndome lo que llevo o
me detienen por ün día, la pena es la ya indicada.
Ahora ¿en qué caso hai cuadrilla? El artículo dice que cuando
concurren a un robo mas de tres malhechores, lo que importa decir
que tres no la forman i sí la constituyen de cuatro para arriba.

ART. 434.

« L a p e n a del artículo a n t e r i o r se a p l i c a r á e n todo


caso a los piratas.»

En el'libro de Actas de la Comision redactora encontramos a este


respecto lo siguiente:
«Se hizo indicación para que se destinara un párrafo especial a la
piratería; pero considerando que este delito no es por lo jeneral sino
una especie de robo cometido en el mar, atacando sin que medie un
estado regular de guerra, se resolvió considerarlo en este párrafo entre
los robos con violencia o intimidación en las personas i castigarlo con
las mismas penas asignadas a los casos mas graves de robo, aun cuando
no conste que este delito se ha cometido i por el solo hecho de navegar
como piratas.»

ART. 4 3 5 .

« G u a n d o e n el r o b o c o n c u r r i e r e a l g u n a d e las cir-
cunstancias señaladas e n el n i u n . 3.° d e l a r t . 4 3 3 i n o
se h u b i e r e cometido en despoblado i en cuadrilla, el
culpable s u f r i r á la pena de presidio mayor en sus
g r a d o s m í n i m o a m e d i o . (1)
C a u s á n d o s e l a s l e s i o n e s d e q u e t r a t a e l n ú m . 2.° d e l
libro i i . — t í t u l o viii. 655

art. 3 9 7 , la p e n a será presidio menor en su grado


m á x i m o a p r e s i d i o m a y o r e n s u g r a d o m í n i m o . » (2)

(1) Penitenciaria de 5 años 1 dia a 15 años i las accesorias del art. 28.
Debe aplicarse también la lei ¿le 3 de Agosto de 1876 i la de 7 de Setiem-
bre ele 1883. Es pena aflictiva i él,procesado no puede ser escarcelado bajo
fianza.
(2) Presidio de 8 años 1 dia a 5 años a penitenciaria de 5 años 1 dia
a 10 años, i en. todo caso, lees leyes de 3 de Agosto de 1876 i de7 de Se-
tiembre de 1883.
Si se aplica el presidio menor lleva las accesorias del art. 29. Si él
presidio mayor, lleva las accesorias ¿lél art. 28. En uno i otro caso es
pena aflictiva i él procesado no puede exijir su libertad bajo fianza.

Este artículo es tomado del 16 de la lei patria de hurtos i robos de


7 de Agosto de 1849.
Consta de dos partes: l. n robo que no sea cometido en despoblado i
en cuadrilla, pero que con motivo u ocasion de este delito se cause
algunas de las lesiones penadas en el núm. l.° del art. 397, i 2.a cuando
el robado fuere retenido bajó rescate o por mas de un dia, la pena es
entonces presidio mayor en grado mínimo.
Ahora si las lesiones causadas dejaron al ofendido demente, inútil
para el trabajo, impotente, impedido de algún miembro importante o
notablemente deforme, la pena puede ser de presidio menor en grado
máximo a presidio mayor en su grado mínimo.
Esto mismo tratamos a la lijera en art. 433 i el presente, solo viene
a marcar al juez la pena que debe imponer en casos en que no concu-
rren plenamente las tres circunstancias que allí se exijian para aplicar
la pena mas grave.

ART. 4 3 6 .

« F u e r a de los casos p r e v i s t o s e n los artículos pre-


cedentes, los robos ejecutados con violencia o intimi-
dación en las personas serán p e n a d o s :
1.° C o n p r e s i d i o m e n o r e n s u g r a d o máximo a pre-
s i d i o m a y o r e n s u g r a d o m í n i m o ( 1 ) , si e l i m p o r t e d e
las cosas r o b a d a s excediere de quinientos pesos.
656 código peiíal

2.° Con presidio menor en sus grados medio a m á -


ximo (2), cuando excediere de cincuenta i no pasare
de quinientos pesos.
3.° Con presidio menor en su grado mínimo a medio,
(3) si no excediere de cincuenta pesos.
Para la aplicación de estas penas se estimará como
circunstancia agravante, haberse cometido el delito
arrebatando por sorpresa ropa, alhajas u otros objetos
a las personas que los lleva consigo, o aparentando
riñas en lugar de concurrencia o haciendo otras ma-
niobras dirijidas a causar agolpamiento i confusion, a
fin de robar por este medio o proporcionar ocasion
para que roben los compañeros.»

(1) Presidio de 3 años 1 dia a 5 años, a Penitenciaria de 5 años 1 dia


a 10 años. Si se aplica el presidio menor lleva las accesorias del arl. 29;
si es presidio mayor las del arl. 28.
(2) Presidio de 541 clias a 3 años i las accesorias del art. 29.
(3) Id. ele 61 clias a 3 años, debiendo aplicarse el art. 30, caso
de haber cargo u oficio d,e que suspender cd reo.
En los tres casos clebe aplicarse la lei ele 3 de Agosto de 1876 i la de
7 de Setiembre de 1883. En los casos de las notas 1 i 2 lees penas son
aflictivas i no se puede escarcelar el procesado bajo fianza. En el tercer
caso no es ajlictiva i admite la escarcelacion del reo bajo fianza; pero si
mereciere azotes, esto hace que la pena en este último caso sea aflictiva i
eniónces no puecle el procesado solicitar escarcelacion, como habria po-
dido hacm-lo si no tuviera aplicación la última lei citada.

Para la penalidad de los robos ejecutados con violencia o intimida-


ción en. las personas se ha tomadt) en consideración el total de lo ro-
bado i se ha establecido cierta gradación, a saber: robos que excedan
de quinientos pesos; que excedan de cincuenta i no pasen de quinien-
tos pesos; i por fin, cuando no exceden de cincuenta pesos.
El art. 439 establece lo que es violencia o intimidación, para los
efectos de la condicion que aquí se exije.
El robo jamas puede llegar a ser falta como sucede en el hurto que,
cuando el valor no excede de diez pesos, deja de ser delito i pasa a
esa categoría i entonces se pena conforme al núm. 19 del art. 494.
libro ii.—título ix. 657

Es circunstancia agravante del delito de robo cuando por sorpresa


se arrebata ropa, alhajas u otros objetos a la persona que los lleva
consigo, o aparentando riñas en un lugar donde haya concurrencia de
jente o haciendo otras maniobras dirijidas a causar agolpamiento o
confusion a fin de robar por este medio o proporcionar ocasion para
que roben los compañeros. Este modo de robar es mui común entre
nosotros i por eso ha habido necesidad de prever. estos casos i penarlos
con rigor.
Las circunstancias agravantes hacen aumentar las penas o que se
apliquen en sus grados máximos, así como las atenuantes las dismi-
nuyen.
Ahora, habiendo una i otra clase de circunstancias, habrá que aplicar
las reglas de los arts. 62 al 67.
En los delitos de robo o hurto i en que la pena se determina por el
valor de la cosa que e3 materia del delito, se ha de poner constancia en
autos de la tasación de aquella cosa por peritos conocedores de cada
objeto. Si el ofendido hace esta apreciación debe igualmente hacerse
constar si el reo la acepta o nó, i por fin, no habiendo medio de com-
probar en la forma dicha el valor de los objetos, debe hacerlo el juez
con ellos a la vista, o de una manera prudencial en caso de no poder ser
habidos.

ART. 437.

«La tentativa de robo acompañada de alguno de los


delitos espresados en el art. 433, será p e n a d a como el
robo consumado.»

Hé aquí otro ejemplo en que la tentativa se pena como el delito con-


sumado. ¿I por qué? Porque los casos a que se refiere el art. 433 mas que
de robo son circunstancias agravantes que forman delitos complejos en
los que hai robo i lesiones i natural era que tuvieran su penalidad espe-
cial, Existiendo pues tales lesiones, aunque el robo se quede en tentativa,
debe penarse como consumado porque se ha realizado la parte prin-
cipal del crimen. Nada importa que un accidente inesperado impida la
consumación del robo cuando se mató, se violó, se cometieron tales le-
siones con ocasion de ese intento, cuando el acometido quedó demente,
deforme, inútil para el trabajo, impotente o impedido de algún miembro
importante.
42
658 código peiíal

Mas si uno i otro crimen queda solo en tentativa, no se aplicará


este artículo, sino el 51 o 52 según los casos.

AßT. 438.

«El que para defraudar ä otro le obligare con violen-


cia o intimidación a suscribir, otorgar o e n t r e g a r u n
instrumento público o privado que importe una obliga-
ción estimable en dinero, será castigado, como culpable
de robo, con las penas respectivamente señaladas en
este párrafo.»

A este respecto dice el señor Pacheco lo siguiente:


«Obligar por fuerza a cualquier persona que firme o entregue un
documento de los que declara el artículo, equivale plenamente a arran-
carle la cantidad que en el documento se señala. Es, pues, esencial-
mente igual a un robo el acto aquí ejecutado i, las penas que para el robo
deben servir, han de aplicarse también a esos otros hechos de violencia.
Lo mismo ataca mi propiedad, con violencia de mi persona, quien me
arrebata el reloj, poniéndome un puñal al pecho, que quien me obliga
con el mismo puñal a firmarle un pagaré de tal o cual cantidad.»

Art. 439.

«Para los efectos del presente párrafo se estimarán


por violencia o intimidación en las personas los malos
tratamientos de obra, las amenazas ya para hacer que
se entreguen o manifiesten las cosas, ya p a r a impedir
la resistencia u oposicion a que se quiten, o cualquier
otro acto que pueda intimidar o forzar a la manifesta-
ción o entrega. H a r á también violencia el que p a r a
obtener la entrega o manifestación alegare orden falsa
de alguna autoridad, o la diere por sí finjiéndose mi-
nistro de justicia o funcionario público.))

En los arta. 433, 435, 436 i 438, se ha hablado dé robos con violen-
cia o intimidación en las personas. Habia pues entonces necesidad de
llbllo i i . — t í t u l o ix. 659

uua disposición que viniera a esplicar de uua manera clara lo que se


debia entender por tal para la recta aplicación de aquellos artículos.
El presente, pues, llena esta necesidad i fija los casos mas jenerales i
frecuentes; de manera que cada vez que encontremos esta exijencia ya
podremos saber, con recurrir a este artículo, qué es lo que se entiende
por fuerza o intimidación en las personas. No entramos a esplicar esos
hechos ni a dar detalles, porque ello seria repetir lo que está espresado
con toda claridad i como los casos son graves, preciso es entonces que
la pena sea también un poco séria cada vez que el robo se encuentre
revestido de esas circunstancias.

§ III

Del robo con fuerza en las cosas.

AKT. 440.

«El culpable de robo con f u e r z a en las cosas efectua-


do en lugar habitado o destinado a la habitación o en
sus d e p e n d e n c i a s i llevando armas, s u f r i r á la p e n a de
presidio menor en su g r a d o m á x i m o a presidio m a y o r
en su g r a d o mínimo (1) si cometiere el delito:
1.° Con escalamiento, e n t e n d i é n d o s e que l o h a i c u a n -
do se e n t r a por vía no destinada al efecto, p o r forado
o con rompimiento de p a r e d o techos, o f r a c t u r a de
p u e r t a s o ventanas.
2.° H a c i e n d o uso de llaves falsas, o v e r d a d e r a que
h u b i e r e sido sustraída, de g a n z ú a s u otros i n s t r u m e n t o s
s e m e j a n t e s p a r a e n t r a r en e l l u g a r del robo.
3.° I n t r o d u c i é n d o s e en el l u g a r del robo m e d i a n t e la
seducción de a l g ú n doméstico, o a favor de n o m b r e s
s u p u e s t o s o simulación de autoridad.
4.° E n despoblado i en cuadrilla.»

(1) Presidio de 3 años 1 dia a 5 años, a Penitenciaria de. 5 años 1


día alo años.
Si se cqñica esta pena en su primer término lleva las accesorias del
660 código peiíal

art. 28, i en el segundo las del art. 29. Es aflictiva en uno i otro caso i
el reo no puede ser escarcelado bajo fianza.
Tienen aplicación las leyes de 3 de agosto de 1876 i 7 de setiembre
de 1883.

El robo con fuerza en las cosas i'ejecutado en lugar habitado o en sus


dependencias llevando armas, es un delito grave, sobre todo, cuando se
verifica de alguno de los cuatro modos que indica el artículo.
Para saber cuando el delito de robo se ejecuta con armas no hai mas
que recordar lo que el art. 132 dé este Código entiende por armas:
ellas son las de fuego, instrumento, utensilio u objeto cortante, pun-
zante o contundente que se haya tomado para matar, herir o golpear
aun cuando no se haya hecho uso de él.
El uso de armas en esta clase de delitos aumenta los males i peligros
porque inutiliza la resistencia délos asaltados i este es el medio natural,
de la violencia o intimidación en las personas.
Hai escalamiento en un robo cuando se entra por una vía que no es
la destinada al efecto i lo comete lo mismo el que salta una tapia que
el que se encarama a un balcón. El escalamiento indica sobre todo
ajilidad, como la fractura o derribo supone fuerza, como el uso de
llaves ganzúas revela el medio de abrir la cerradura sin desbara-
tarla.
Ahora si se abre la casa con sus llaves verdaderas o los muebles con
llaves ganzúas no llevadas por los ladrones i que las tiene el asaltado,
sin que haya habido violencia en las personas o cosas, no habrá robo
sino hurto.
Es lugar habitado una casa i sus dependencias aunque en el acto del
robo no se encuentre nadie en esa propiedad, ya sea porque los morado^
res hayan salido en ese momento o estén accidentalmente en alguna
parte.
El uso de llaves falsas, ganzúas u otros instrumentos semejantes para
entrar en el lugar del robo, evidentemente se refiere a las que llevan
los ladrones.
El cohecho de sirvientes o por engaño, como seria dándose un nombre
supuesto de persona conocida para que se les abra la puerta o finjiéndose
autoridad, son circunstancias agravantes que aumentan la pena del
culpable.
En cuanto al robo en despoblado i en cuadrilla ya hemos dicho a
658
libro ii.—título viii.

este respecto lo necesario al tratar del núm. 3.° del art. 433 i por eso
no repetiremos lo que 3ra se ha esplicado.

Akt. 441.

«.Si el robo se cometiere en lugar habitado o destina-


do a la habitación o en sus dependencias con alguna
de las circunstancias del artículo anterior, pero sin lle-
var armas, la pena será presidio menor en sus grados
medio a máximo.» (1)

(1) Presidio ele 541 dias a 5 años. Si se aplica en grado medio, de


541 dias a 3 años, lleva las accesorias del art. 30 cuando hai cargo u
oficio de que suspender al penado. Si en grado máximo, de 3 años 1 dia
a 5 años, lleva las clel art. 29.
Se aplican también las leyes de 3 de agosto de 1876 i 7 ele setiembre de
1883. Por esta causa puede esta pena ser aflictiva i no admitir la escarce-
lacion del procesado bajo fianza; pues si no hai lugar a los azotes la pena
no será aflictiva en el primer término, es decir cuando se aplique en grado
medio.

Era preciso minorar la pena cuando el robo se ejecutase sin armas


aunque fuera en lugar habitado o en sus dependencias i aunque hubiera
habido escalamiento, uso de llaves falsas, ganzúas i seducción de
domésticos o engaño para introducirse en la casa robada. ¿I por qué, se
nos preguntará? Porque no habiendo armas no se supone tanto peligro
ni tanta alarma i queda la posibilidad de defensa i no se revela tanta
criminalidad en los asaltantes.
En este caso i según el art. 433, si lo robado no excede de cincuenta
pesos, la pena debe ser presidio menor en grado medio, es decir de 541
dias a 3 años.
Si lo robado excede de esta cantidad la pena será presidio menor en
grado máximo.
La lei citada al principio, de 3 de agosto de 1876, es la que da al juez
facultad discrecional para apreciar la prueba e imponer azotes, i la de
7 de setiembre de 1883 dispone que los azotes se aplicarán solo a los
reincidentes en los delitos de hurto o robo, o de robo con violencia o
intimidación en las personas i solo a los varones de 18 a 50 años,
662 código peiíal

ART, 4 4 2 .

«El robo cometido con a r m a s o sin ellas en l u g a r no


habitado, se castigará con presidio m e n o r en sus g r a -
dos medio a máximo (1), s i e m p r e q u e c o n c u r r a a l g u n a
de las circunstancias siguientes:
1. a E s c a l a m i e n t o .
2. a F r a c t u r a s d e puertas interiores, armarios, arcas
u otra clase de m u e b l e s u objetos cerrados o sellados.
a
3. H a b e r hecho uso de llaves falsas, o verdadera
que se h u b i e r e sustraído, de ganzúas u otros instru-
mentos semejantes para e n t r a r en el l u g a r del r o b o o
a b r i r los m u e b l e s cerrados.»

{1) En todo conforme a la nota clel artículo que antecede.

Ahora el caso es inverso: robo con o sin armas en lugar no habitado


i concurriendo alguna de las circunstancias ya nombradas, a saber:
escalamiento, fractura de puertas interiores, de muebles i haber hecho
uso de llaves falsas o verdaderas que se hubiesen sustraído, ganzúas,
etc., etc.
Lugar deshabitado es aquel en que no existen en el momento perso-
nas i que no es domicilio ni habitación de nadie. Una oficina en
que no se quedan a dormir los empleados, una casa que está para
alquilarse, una tienda que se cierra a tales horas, etc., etc.
Si en esa oficina, casa o tienda duerme un portero encargado de su
custodia i está hecho cargo de ella i guarda sus llaves, es ya lugar
habitado.
Por fin repetimos que si en un robo de esta especie no hai escala-
miento, violencia de puertas, techos o paredes esteriores, o bien frac-
tura o rompimiento de estantes, cómodas, roperos o bien uso de gan-
zúas o llaves falsas, no existe el delito que pena este articuló: habrá
entonces un hurto.
Reproducimos aquí lo dicho al final del anterior artículo que si lo
robado no excede de cincuenta pesos, la pena es de presidio menor en
grado medio, según lo dispone el art. 443, i si excede de esta cantidad
será siempre la de presidio menor en grado máximo, aparte de lo que
libro ii.—título viii. 663

establecen las leyes de 3 de Agosto de 1876 i 7 de Setiembre de 1883


respecto a la estimación de la prueba i a la aplicación de los azotes.

ART. 4 4 3 .

« E n los casos de los t r e s artículos p r e c e d e n t e s , la


pena s e r á p r e s i d i o m e n o r e n s u g r a d o m e d i o (1), si
el i m p o r t e d e l r o b o n o e x c e d i e r e d e c i n c u e n t a p e s o s . »

(1) Presidio de 541 dias a 3 años, aplicándose el art. 30 caso ele


haber cargo u oficio de que suspender al reo. Se aplicarán también las
leyes de 3 de Agosto ele 1876 i 7 de Setiembre ele 1883.

El art. 436 penaba los robos tomando por base el total de lo sus-
traído: era natural entonces que, en lo relativo al mismo delito en los
casos de los arts. 440, 441 i 442 que habla en jeneral, sin fijar una
cantidad, se estableciera alguna diferencia como en el 436. Hó aquí
por que este artículo ha venido a decir que los robos de que
hablan las tres disposiciones que anteceden se penen con presidio
menor en grado medio si el valor de lo robado no excediere de cin-
cuenta pesos i si pasa de esta suma, se observe lo que disponga cada
artículo para esos casos.
Estas penas son sin perjuicio 'de las accesorias de cada caso especial
i de la jeneral establecida para estos, delitos por las leyes de 3 de
Agosto de 1876 i 7 de Setiembre de 1883.

ART. 444.

« S e p r e s u m e a u t o r d e t e n t a t i v a d e r o b o al q u e se
i n t r o d u j e r e c o n f o r a d o , f r a c t u r a , e s c a l a m i e n t o , u s o ele
llave falsa o de llave v e r d a d e r a sustraída o de ganzúa
e n a l g ú n a p o s e n t o , casa, edificio h a b i t a d o o d e s t i n a d o
a la h a b i t a c i ó n o e n sus d e p e n d e n c i a s . »

Este artículo establece una presunción legal de ser considerado como


autor de tentativa de robo al que se introduce en morada ajena por
alguno de los medios que señala el artículo que se ha copiado. Nada
mas lójico que esto: en efecto ¿qué se juzgará de un individuo que ha
664 código peiíal

escalado las murallas de una casa tarde de la noche i no da razón


satisfactoria de su presencia en ese lugar? Mas como no ha robado no
se le puede castigar como autor de este delito; pero en tal caso se
le penará como autor de tentativa de robo.
Esta presunción legal de culpabilidad en los términos de este artículo,
puede ser destruida por prueba contraria, según las reglas jenerales
adoptadas por nuestro Código Civil i el procesado entónoes queda
exento de toda pena.
Los artículos 52 i 59 indican cual seria la pena que correspondería
al autor de tentativa de robo. Por eso no hacemos mas que recordar
estas reglas para el caso de querer averiguar la penalidad de un proce-
sado en esta condicion.
AET. 445.

«El q u e fabricare, espencliere o t u v i e r e e n su p o d e r


llaves falsas, ganzúas u otros instrumentos destinados
conocidamente p a r a efectuar el delito de r o b o i no diere
descargo suficiente sobre su fabricación, espendicion,
adquisición o conservación, será castigado con presidio
m e n o r e n s u g r a d o m í n i m o . » (1)

(1) Presidio de 61 a 540 dias, aplicándose el art. SO, caso de haber


cargo u oficio de que suspender al reo. No es pena aflictiva i el procesado
puede obtener su escarcelacion bajo fianza.

¿Por qué se pena al que fabrica, espende o tiene en su poder llaves


falsas, ganzúas u otros instrumentos destinados conocidamente para
efectuar el delito de robo si no da descargo suficiente sobre su fabri-
cación, espendio, adquisición o conservación? La razón es clara:
quien fabrica ganzúas, quien las compra, quien las guarda, si no se
prepara o concurre ya para un robo determinado, está listo para cooperar
en un delito de esta clase que pueda presentársele.
El artículo contiene las palabras: el que fabricare, espencliere, adqui-
riere o conservare, a fin de que en todos esos casos se exija por la
justicia el conocimiento cierto del destino que se va a dar a la llave o
instrumento, circunstancia que quita el que se entienda que este
derecho solo existe respecto de la adquisición o conservación de tales
objetos.
libro ii.—título viii. 665

Ahora ¿querrá decir este artículo que se castigue al que tiene en su


casa una llave falsa o ganzúa que de nada sirve o si sirve es para el
uso de su dueño en su propia casa o que no puede dar razón para qué la
tiene?—Es indudable que es necesario que la persona sea sospechosa o
de malos antecedentes o que esta circunstancia concurra con alguna
otra que haga presumible el mal uso de esos objetos, puesto que si así
no se entiende el artículo los tribunales tendrían que condenar todos
los dias a personas inocentes.
El artículo no está bien meditado i ha debido haberse consignado
una salvedad mas jeneral i mas esplícita sobre la fabricación o tenencia
de est-a clase de objetos.

§ IV.

Del liurto.

ART. 446.

«Los reos de liurto-serán castigados:


1.° C o n p r e s i d i o m e n o r e n s u s g r a d o s m e d i o a m á x i -
m o , (1) si e l v a l o r d e la cosa hurtada excediere de
quinientos pesos.
2.° C o n presidio menor en su grado medio, (2)
cuando su valor excediere de cincuenta i no pasare de
quinientos pesos.
3.° C o n p r e s i d i o m e n o r e n s u g r a d o m í n i m o , (3) s i
e l i m p o r t e ele l a c o s a h u r t a d a n o s u b i e r e d e cincuenta
p e s o s n i b a j a r e d e diez.»

(1) Presidio de 541 dias. a 5 años. Si sé aplica en grado medio,


de 541 clias a 8 años, lleva las accesorias del art, 30, si luú cargo u oficio
de que suspender al reo; si en grado máximo las del art. 29.
(2) Id. de 541 dias a 3 años, aplicándose el art. 80, si hubiere
cargo u oficio de que suspender al reo.
(3) Id. de 61 a 540 dias. En lo demás como la anterior.
En los tres casos pueden aplicarse las leges de 3 de Agosto de 1816
i 7 de setiembre de 1883, por ser la pena de azotes aflictiva caso de
tener aplicación, no hai lugar a escarcelacion bajo fianza, como habria
podido serlo si se aplica presidio menor en grado mínimo o medio.
666 código peiíal

Ya sabemos que el robo es uu atentado contra la propiedad que


envuelve la idea de la violencia i la fuerza en las personas o quebranta
las cosas para tomar algo.
Tócanos ahora hablar del hurto que supone la idea de la astucia, sin
causar destrozos, intimidaciones ni lesiones.
Es mas criminal quien con una pistola al pecho quita el reloj a un
individuo, que el que lo toma de sobre la mesa de un cuarto, o quien lo
saca del bolsillo sin que se sienta'cómo se le sustrajo.
El hurto ha de ser solo de cosa mueble, bestias, dinero, efectos, ropa,
menaje de casa, etc., etc. El hurto es de cosas que puedan llevarse, i
con ánimo de lucrar, porque si falta esta condicion podrá haber daño,
podrá haber otro delito o ninguno; pues la lei quiere que el hecho
tienda a quitar el dominio, la posesion, el uso. Por fin, la lei exije
que el acto se cometa contra la voluntad de su dueño, lo que importa
decir que haya sido sin ella, o mas claro, que no se suponga ni haya
intervenido tal voluntad.
El artículo que estudiamos gradúa las penas en el delito de hurto,
según el valor de la cosa hurtada i por eso deja mucho al arbitrio del
juez en tales casos. Es por esto que ha establecido una escala que
principia de diez pesos hasta cincuenta, de esta suma hasta quinientos
pesos, i de quinientos pesos para arriba sin fijar un límite.
Pues bien ¿cómo se califica i pena un hurto que vale menos de diez
pesos? Ya lo hemos dicho otra vez i lo repetiremos ahora: la lei lo cali-
fica de falta i lo pena según el número 19 del art. 494, con cárcel de
21 a 60 dias o con multa de diez a cien pesos. Esta pena no es aflic-
tiva, según el art. 37 i porque a este caso no son aplicables las leyes
de 3 de Agosto de 1876 i de 7 de Setiembre de 1883.

ART. 4 4 7 .

« E n los c a s o s . d e l a r t í c u l o a n t e r i o r p o d r á aplicarse
la p e n a i n m e d i a t a m e n t e s u p e r i o r e n g r a d o :
1.° G u a n d o e l ' a u t o r d e l h u r t o f u e r e a r m a d o .
2.° Si el h u r t o s e c o m e t i e r e p o r d e p e n d i e n t e , c r i a d o
o s i r v i e n t e a s a l a r i a d o , b i e n s e a e n la c a s a e n q u e s i r v e
o b i e n e n a q u e l l a a q u e lo h u b i e r e l l e v a d o s u a m o o
patrón.
3.° C u a n d o se c o m e t i e r e p o r o b r e r o , oficial o a p r e n -
libro ii.—título viii. 667

d i z e n la casa, t a l l e r o a l m a c é n d e s u m a e s t r o o d e l a
persona para quien trabaja, o por individuo que trabaja
h a b i t u a l m e n t e e n la c a s a d o n d e h u b i e r e h u r t a d o .
4.° Si s e c o m e t i e r e p o r el p o s a d e r o , f o n d i s t a u o t r a
persona que hospede jentes en cosas que hubieren
l l e v a d o a la p o s a d a o f o n d a .
5.° C u a n d o se c o m e t i e r e p o r p a t r ó n o c o m a n d a n t e
de buque, lanchero, conductor o bodeguero de tren,
guarda-almacenes, carruajero, carretero o arriero en
c o s a s q u e se h a y a n p u e s t o e n s u b u q u e , c a r r o , b o d e g a ,
etc.» •

En el artículo que autecede liemos visto que la leí deja al arbitrio


del juez el imponer la pena de que puede disponer dentro de los límites
que le es dado recorrer según el valor de la cosa hurtada. Para cada
caso tiene un míniniumi un máximum. Si no hai circunstancias agra-
vantes no hai para qué aplicar la pena en su mas alto grado: pues
bien, este artículo dice que si el autor del hurto se presenta armado,
pero sin hacer uso de sus armas, debe ser castigado con la pena supe-
rior en el grado que merecería por el delito,
En igual condicion se encuentra el que hurta si es dependiente,
criado o sirviente asalariado, porque existe un abuso de la confianza
que se ha depositado en él.
El oficial obrero, el aprendiz que hurta en la casa del maestro o de
la persona para quien trabaja, o el que hurta en la casa donde se ocupa,
revela ingratitud respecto del que le enseña o paga sus servicios.
El posadero, fondista u otra persona que hurta al que se hospeda en
su casa, falta también a esa confianza que inspira al que ocurre allí
creyéndole hombre honrado.
Por fin, el patrón o comandante de buque, el conductor o bode-
guero de tren, el guarda-almacén, carruajero, carretero o arriero que
sustrae las' cosas que se hayan puesto a su guarda, falta a esa con-
fianza que inspira su oficio.
. Era necesario que la leí para todos éstos estableciera la pena mas
alta de aquella que en jeneral corresponda a un hurto según su
cuantía. Esta agravación nace del abuso que se hace de la situación
668 código peiíal

en que se encuentran i que, llamados a dar confianza en tales puestos,


faltan a ella i no seria posible entonces castigarlos como a reos comunes
del delito de hurto.

ART. 448.

«EL que hallándose una especie mueble, al parecer


perdida, cuyo valor exceda de diez pesos, no la e n t r e -
gare a la autoridad o a su dueño, siempre que le cons-
te quien sea éste por hechos coexistentes o posteriores
al hallazgo, será considerado reo de hurto i castigado
con presidio menor en su grado mínimo (1).
También será considerado reo de hurto i casti-
gado con presidio menor en su grado mínimo (2) el
que se hallare especies, al parecer perdidas o aban-
donadas a consecuencia de naufrajio, inundación, in-
cendio, terremoto, accidente en ferrocarril u otra causa
análoga, i no las entregare a los dueños o a la autoridad
en su defecto.»

(1) Presidio de 61 a 540 dias, aplicándose el art. 30, caso de haber


cargo u oficio de que suspender al reo. No es pena aflictiva i él procesado
podrá ser escarcelado bajo fianza. Tienen aplicación las leyes de 3 de
Agosto ele 1876 i 7 de Setiembre de 1883 que imponen pena de azotes en ~
ciertos casos i entonces es aflictiva, resultando que el procesado no puede
gozar de ese beneficio.
(2) En todo conforme a la anterior.

El que se encuentre una especie mueble al parecer perdida i que


valga mas de diez pesos comete un delito.
Si la especie importa menos de diez pesos comete falta que se pena
según el núm. 19 del art. 494.
El art. 629 del Código Civil dice que el que se encuentra una espe-
cie mueble al parecer perdida, deberá ponerla a disposición de su
dueño; i no presentándose nadie que pruebe ser suya, la entregará a la
autoridad competente, la cual deberá dar aviso del hallazgo, etc., etc.
El 631 del mismo Código dispone que la persona que haya omitido
LIBRO I I . — T Í T U L O IX. 669

las dilijencias antes ordenadas, perderá su porcion (que es la mitad


del valor líquido por pertenecer la otra mitad a la Municipalidad) en
favor de la Municipalidad i aun quedará sujeta a la acción de perjui-
cios i, según las circunstancias, a la pena de hurlo.
Pues bien, el artículo del Código Penal dice que si la especie halla-
da no se entrega a la autoridad, que en este caso es la Municipalidad
del lugar donde se encontró, o a su dueño, siempre que le conste por
hechos anteriores o posteriores al hallazgo, es reo de hurto e incurre
en la pena de este artículo. De manera que si no se conoce al dueño no
hai delito; pero no por eso cesa la obligación de dar cuenta a la Munici-
palidad, puesto que si no lo hace i se le descubre pierde la mitad que
pudo haberle correspondido no habiendo reclamante i vendido que sea
el objeto, despues de deducidos los gastos de las dilijencias para en-
contrar a dicho dueño.
Igual obligación e igual pena se impone en casos análogos al anterior
en lo relativo a especies al parecer abandonadas a consecuencia de
naufrajio, inundación, incendio, terremoto, accidentes en ferrocarril
etc., etc. El fundamento de este artículo descansa en que nadie es dueño
sino de lo que lejítimamente haya adquirido por títulos que la lei acepta
i reconoce como dignos de traslación o adquisición de dominio respec-
to de especies que constituyan el delito de hurto.

§ V.
Disposiciones comunes a los tres párrafos anteriores.
Art. 449.
«Si el r o b o o el h u r t o f u e r e c o m e t i d o e n l u g a r d e s t i -
n a d o al ejercicio d e u n culto p e r m i t i d o e n la R e p ú b l i c a
i los o b j e t o s s u s t r a i d o s e s t u v i e r e n t a m b i é n d e s t i n a d o s
a d i c h o culto, se a p l i c a r á n r e s p e c t i v a m e n t e a los m a l -
hechores las p e n a s superiores en u n g r a d o a l a s que les
h u b i e r a n c o r r e s p o n d i d o sin e s t a s c i r c u n s t a n c i a s .
L a m i s m a r e g l a se o b s e r v a r á , e n c u a n t o a la i m p o -
sición d e l a s p e n a s , e n los c a s o s d e r o b o s o h u r t o s d e
c a b a l l o s o b e s t i a s de silla o c a r g a , d e g a n a d o m a y o r o
menor.»

Aquí hai de particular que se ordena penar todo robo o hurto con la
670 código peiíal

pena superior en un grado a la que corresponde en sí al delito en dos


casos: primero cuando sé comete en un lugar destinado a un culto per-
mitido en la República i los objetos sustraídos estuvieren también desti-
nados a dicho culto. La i es aquí conjunción i por eso se usa mas abajo
la palabra también para que se entienda que lo robado ha de ser objeto de
un culto. Si yo le hurto a Pedro en una iglesia o en una casa donde se
celebra un otro culto su reloj no habrá la agravación de pena por este
artículo. Mas si sustraigo un cáliz de la iglesia o una Biblia de una
capilla protestante, existirá de lleno el caso previsto en esta disposición.
Aumenta en segundo lugar la pena, lo mismo que en el caso anterior,
si el robo o hurto recae en caballos o bestias de silla o carga, de ganado
mayor o menor, como seria bueyes, vacas, ovejas o cabras. De manera
pues, que el robo o hurto de cosas sagradas está equiparado en todo al
robo o hurto de animales i por eso las dos cosas se han reunido en un
solo artículo. La lei así lo quiere aunque por nuestra parte hubiéramos
deseado no haber visto confundido lo sagrado con lo profano. Hai algo
aquí que choca i que no sienta bien por mas que en el fondo haya
justicia para unir las dos cosas e imponerles un mismo castigo.
Sobre este artículo, la Oorte de la Serena hizo al Supremo Gobierno
la siguiente representación que copiamos en la parte relativa a este
asunto.
Decía así:
«El art. M9, inc. 2.° del Código Penal, ordena que, en los casos de
robos o hurtos de caballos o bestias de silla o carga, de ganado mayor o
menor, se aplique a los malhechores las penas superiores en un grado a-
las que les hubieran correspondido sin estas circunstancias.
Empero, la lei no determina si deberá elevarse un grado cuando el
importe total del hurto o robo que es la base de la peua lo constituye
el valor de un animal i el de otras especies.
Así en el hurto de un caballo ensillado, valorizado aquel en 20 pesos
i la silla en 60, la cantidad total excede de 50 pesos; i por este motivo
debería aplicarse al delincuente según la regla jeneral, la pena de
presidio menor en grado medio, esto es, desde 541 dias a 3 años.
Si el hurto hubiera recaído únicamente en el caballo excediendo su
precio de 10 pesos por la calidad de la cosa hurtada merecería el reo
igual grado de pena.
Mas, siendo una de las cosas hurtadas un animal de ménos valor
que las otras especies ¿deberá tomarse en consideración aquella circuns-
tancia para elevar la pena en un grado, esto es, para imponer al reo en
libro ii.—título viii. 671

el caso propuesto la pena de presidio menor en su grado máximo, o sea


de 3 años 1 día a 5 años, como si el hurto hubiera sido de un caballo
apreciado en 80 pesos?
El Código guarda silencio a este respecto.—La apreciación del hecho,
como sin esa circunstancia, importa sobremanera, i tanto mas cuanto
que, vijente la lei de 3 de Agosto del año anterior es forzosa la impo-
sición de la pena de 25 azotes por cada 6 meses de presidio.
En orden al robo con fuerza en las cosas en lugar habitado, el Código
Penal carece de una disposición igual a la del art. 8.°, inc. 2.° de la lei
de 7 Agosto de 1849, que imponía un aumento de 6 meses a 2 años de
presidio a los que, introduciéndose sin fuerza ni violencia en una choza,
casa o lugar habitado, la empleaban en un simple mueble.
Por el art. 442 esta circunstancia solo se ha establecido como consti-
tutiva del robo en el que se comete en lugar no habitado.
El art. 444 dispone se presuma autor de tentativa de robo al que se
introdujere con forado, fractura, escalamiento, uso de llave falsa o de
verdadera sustraída o de ganzúa en algún aposento, casa, edificio
habitado o destinado a la habitación o sus dependencias, pero no impone
pena al que por otros medios que los enunciados se introduce en dichos
lugares.
Laleiántes citada, en su art. 23, inc. 2.° imponía en ese caso la
pena de 4 meses a 2 años de presidio urbano.—I esta disposición sirvió
para la resolución de algunas causas.
No se diga que el art. 144, que castiga con reclusión menor o multa
la violación del domicilio, complementa el art. 444, porque aquél no sé
refiere a los casos en que se entra en morada ajena con el intento de
robar.»
Estos son vacíos que deben tomarse en cuenta cuando se haga alguna
reforma del Código: por ahora sus disposiciones deben aplicarse a la
letra armonizándolas unas con otras en cuanto sea dable para encontrar
así la correspondencia que debe existir en toda lei i mas que en ninguna
otra en la penal.
ART. 450.

«Para determinar cuando el robo o hurto se comete


con armas, se estará a lo dispuesto en el art. 132.»
código penal

Al tratar del robo ya hemos esplieado este caso. Sin embargo,


trascribiremos aquí lo que dispone ese artículo relativo a lo que se
supone uso de armas. Bajo esta palabra se comprende toda máquina,
instrumento, utensilio u objeto cortante, punzante o contundente que
se haya tomado para matar, herir o golpear aun cuando no se haya
hecho uso de él.
Las armas de fuego se hallan comprendidas en la palabra máquina,
según lo dejó establecido la Comision Eedactora en la sesión 28, páj.
59 del libro de Actas.

Akt. 451.

«En los casos de reiteración de hurtos a una misma


persona o en una misma casa a distintas personas, el
tribunal hará la regulación de la pena tomando por
base el importe total de los objetos sustraídos, i la
impondrá al delincuente en su grado superior.
E s t a regla es sin perjuicio do lo dispuesto en el
art. 447.»

Esta regla era sumamente necesaria desde que el art. 74 dispone que
al culpable de dos o mas delitos se le impondrán todas las .penas corres-
pondientes a las diversas infracciones, debiendo el sentenciado cumplir
todas.sus condenas simultáneamente siendo posible.
Si para los casos de estafas o malversación de caudales públicos se
hubiese establecido esto mismo o bien se hubiera fijado un límite para
la duración de la pena, no habríamos visto fallos que condenen a un
individuo hasta por mas de ciento veinte años, porque en tales casos
ha habido que seguir la regla del art. 74.
Por suerte el presente artículo ha venido a decir que en el caso de
hurtos reiterados a una misma persona o a distintas personas, pero en
una misma casa, la pena se regule tomándose por base el importe total
de los objetos sustraídos.
Conocido este monto se aplica entonces el art. 446 i la pena se fija
en su grado superior; pero si en el hurto concurren algunas de las cir-
cunstancias del art. 447, se observa entonces lo dispuesto en el 77 para
fijar dicha pena.
libro i i . — t í t u l o viii. 673

Así, pues, un dependiente que ha hurtado a su patrón ocho o diez


objetos no sufrirá una condena por cada hurto sino una sola por todos
ellos i para saber la pena se sumará el valor de los ocho hurtos i despues-
se ocurrirá al art. 446 con las agravaciones que correspondan según las
reglas jenerales.
El art. 453 viene a salvar las dificultades que podrían ocurrir en la
aplicación de esLa disposición,

ART. 452.

«El que despues de haber sido condenado por robo


o hurto cometiere cualquiera de estos delitos, ademas
de las penas que le correspondan por el hecho o hechos
en que hubiere reincidido, el tribunal podrá imponerle
la de sujeción a la vijilancia de la autoridad dentro de
los límites fijados en el art. 25.))

Este artículo establece una reagravación de pena para el contumaz


en los delitos de robo o hurto. Fuera de la que corresponda por la
reincidencia en el delito se le debe imponer la que determina la lei de
7 de setiembre de 1883 i la de sujeción a la vijilancia de la autoridad
dentro de los límites fijados en el art. 25.
El art. 45 establece en lo que consiste esta pena i como ya lo hemos
esplicado, no tenemos ahora para qué volver sobre esta misma materia.
Si la prescripción de este artículo tiene uua base justa, encontramos
algo que no nos agrada en él. ¿Por qué no se ha fijado un lapso de
tiempo dentro del cual se acepte esta reincidencia? Bien liabria podido
decirse que ella existiría siempre que el delito se hubiera cometido
dentro de los cinco o diez años despues de haber cumplido la condena
anterior o despues de haberse estinguidó la acción penal o la pena en
un delito.
En el silencio de este artículo, citaremos entonces la disposición del
104, según la cual no debe tomarse en cuenta la reincidencia de diez
años tratándose de crímenes, ni despues de cinco en caso de simple
delito, sin que esto sea estensivo a las faltas. Talvez por haber esta
regla jeneral se creyó que no era necesario establecer dentro de qué
tiempo habia reincidencia a contar desde el último delito cometido.
43
674 código peiíal

ART. 453.

«Cuando se reunieren en u n hecho varias de las cir-


cunstancias a que se señala pena diversa según los
párrafos precedentes, se aplicará la de las circunstan-
cias que en aquel caso particular la merezcan mas
grave, pudiendo el tribunal aumentarla en un grado.»

En el delito de robo o hurto pueden presentarse diversas circunstan-


cias que agraven la criminalidad de un reo. En este caso se toman las
mas graves i entonces la pena que merece el delito que se trata de
penar, podrá ser aumentada en un grado. Esta es facultad discrecional
en el juez i ello dependerá de la gravedad de las circunstancias con que
se presente revestido el hecho que se castiga.
. El art. 77 indica las reglas que deben observarse en el caso a que se
está refiriendo el artículo de que nos ocupamos.

Art. 454.

«Se presumirá autor del robo o hurto de una cosa


aquel en cuyo poder se encuentre, salvo que justifique
su lejítima adquisición o que la prueba de su buena
conducta anterior establezca una presunción en con-
trario.
Se castigará como encubridor del robo o hurto de
una cosa al que la compre o reciba a cualquier título,
sabiendo su oríjen o no pudiendo ménos de conocerlo.»

Este artículo establece una presunción legal que como tal admite
prueba en contra.
A propósito de este artículo se lee en el libro de Actas de la Comi-
sión Redactora lo siguiente:
El señor Ibañez observó que no creía bastante la circunstancia de
encontrarse la cosa hurtada o robada en poder de una persona para
libito ii.—título ix. 675

reputarla autora del delito i pidió que se agregara alguna otra presun-
ción mas, como la de la mala fama del reo, para constituir prueba
legal.
El señor Renjifo don Manuel, a su vez propuso que, dejándose en
pió por regla jeneral la presunción del artículo como justificativo bas-
tante del delito, se esceptuaran aquellos casos en que apareciese compro-
bada la buena conducta anterior del acusado, formando una presunción
a su favor que destruyera la que resulte de encontrarse en su poder la
cosa hurtada o robada, i así se acordó.
Este artículo, es sin duda alguna uno de los de mas frecuente aplica-
ción i merced a él se castigan delitos respecto de los cuales no hai
prueba i los reos no dan esplicacion satisfactoria de cómo han llegado
a su poder objetos que han sido robados, así como también a virtud
de lo fácil que es justificar la buena conducta anterior, se evaden de
la responsabilidad que les afecta en este caso.
Nosotros aprobamos el artículo porque en la práctica hemos visto
que es favorable para la persecución i castigo de esta clase de delitos.
El segundo inciso que pena como encubridor de robo o hurto de una
cosa al que la compra o recibe a cualquier título, sabiendo su oríjen o
no pudiendo ménos que conocerlo, tiene una base de justicia mas que
el anterior. Comprar, por ejemplo, un brillante a un desconocido que
no le abona ni siquiera su traje, recibir una alhaja en empeño a esta
misma persona, es obrar sin seguridad alguna, es amparar los delitos
de robo o hurto i, por lo tanto, con justicia se le debe, castigar como
encubridor del robo si esos objetos son mal habidos.
El que compra un animal vacuno a un desconocido, sin exijirle
pruebas de su dominio, una fianza o la contramarca, es porque quiere
arrastrar con las consecuencias de ese descuido, i no solo se verá en la
obligauion de devolver lo comprado si resulta ser ajeno, sino, i lo que es
peor, de ser castigado como encubridor de ese delito, si no justifica el
hecho de la compra o presenta al vendedor, i si ademas no prueba su
buena conducta anterior para libertarse de esa responsabilidad. Mas en
el caso de que haya obrado sabiendo su procedencia ilícita o no pu-
diendo ménos de conocerla, nada le liberta de ser encubridor i tendrá1
que resignarse a sufrir la pena correspondiente.
Los arts. 52 i 59 dan las reglas para determinar las penas que corres-
ponden al encubridor de un delito; i el art. 283 establece pena especial
para el prestamista que haga préstamos a personas incapaces para eon-
tratar por su edad o falta de discernimiento.
676 código peiíal

ART. 4 5 5 .

«Guando del proceso no resulte p r o b a d o el valor


d e la c o s a s u s t r a í d a n i p u d i e r e e s t i m a r s e p o r p e r i t o s u
otro arbitrio legal, el t r i b u n a l h a r á su r e g u l a c i ó n p r u -
dencialmente.»

Sobre este particular hemos dicho lo bastante al tratar del art. 486.
Al fin de esta obra se encuentra una circular de fecha 7 de diciembre
de 1876 que pasó la Excma. Cortas Suprema a todos los jueces de su
dependencia sobre el modo de proceder en tales casos.
El artículo, pues, no necesita demás comentarios: es demasiado claro
para que pueda ofrecer dificultades en la práctica i por eso lo dicho a
este respecto basta i sobra.

Art. 456.

. « S i á n t e s d e p e r s e g u i r a l r e o o á n t e s d e d e c r e t a r su
prisión devolviere v o l u n t a r i a m e n t e la c o s a robada o
hurtada, no hallándose comprendido en los casos de los
arts. 4 3 3 , 4 3 4 i 4 3 5 , s e le a p l i c a r á la p e n a inmediata-
m e n t e i n f e r i o r e n g r a d o a la s e ñ a l a d a p a r a el d e l i t o . »

Este artículo establece una circunstancia atenuante en favor del reo


de robo o hurto, siempre que ántes de ser perseguido o de decretarse su
prisión, devuelva voluntariamente lo robado o hurtado. Esta circuns-
tancia que manifiesta un arrepentimiento, hace que se le aplique al reo
la pena inmediatamente inferior en grado a la señalada por la lei a su
delito.
El art. 77 indica cómo debe buscarse esa pena caso que no esté pre-
cisada al hecho que se trata de castigar.
Sin embargo, están esceptuados de esta aminoración de pena los casos
de los arts. 433, 434 i 435, es decir los robos con violencia o intimida-
ción en que resulte homicidio, mutilación o lesiones; robos en despo-
libro ii.—título viii. 677

blado i en cuadrilla i los actos de piratería, en razón a la alarma i


gravedad de esos delitos, i como con su ejecución se ha causado un
mal grave, no era justo aceptar el anterior principio para casos de
tanta trascendencia.
ÍTo obstante, si existen otras causas de 'atenuación deben ser consi-
deradas al imponer la pena, como ser por ejemplo, si el reo se denuncia
i si no hai otra clase de prueba con que convencerle, entonces su es-
pontánea confesion le favorecería en mucho. Por fin, en los delitos de
que nos hemos estado ocupando, conviene no olvidar el art. 489 que
indica quiénes están exentos de responsabilidad criminal i sujetos solo
a la civil por razón de parentesco.

§ VI
De la usurpación.

ART. 457.

" A l q u e con v i o l e n c i a e n l a s p e r s o n a s o c u p a r e u n a
cosa i n m u e b l e o u s u r p a r e un derecho real que otro
poseyere o tuviere l e j í t i m a m e n t e , i al q u e , hecha la
ocupacion en ausencia del lejítimo poseedor o tenedor,
vuelto é s t e le r e p e l i e r e , a d e m a s de las p e n a s e n que
i n c u r r a p o r la v i o l e n c i a q u e c a u s a r e , se le a p l i c a r á u n a
multa de ciento a mil pesos.
Si t a l e s a c t o s se e j e c u t a r e n p o r e l d u e ñ o o p o s e e d o r
r e g u l a r c o n t r a el q u e p o s e e o t i e n e i l e j í t i m a m e n t e la
cosa, a u n q u e con d e r e c h o a p a r e n t e , la p e n a s e r á m u l t a
d e c i e n t o a q u i n i e n t o s p e s o s , s i n p e r j u i c i o de l a s q u e
c o r r e s p o n d i e r e n p o r la v i o l e n c i a c a u s a d a . »

La usurpación es el despojo de la posesion de las cosas inmuebles o


derechos reales a favor del que la ejecuta.
Los actos que constituyen la usurpación o el despojo, como se llama
esto civilmente, son atentados contra la propiedad, contra el orden i la
tranquilidad pública.
678 código peiíal

Hai usurpación con i sin violencia, i las penas son distintas en uno i
otro caso.
El libro de Actas de la Comision Redactora dice a este respecto que
el señor Fábres pidió que se considerara usurpación con fuerza no solo
aquella en que ésta se emplea' para tomar posesion de la cosa usurpada,
siuo también cuando adquirida la posesion sin violencia, se hace uso
de ella para repeler al lejítimo dueño. I solicitó ademas que, si la fuerza
se empleare por lejítimo dueño, se le castigue solo por el abuso de
hacerse justicia por si mismo.
Estas indicaciones fueron aceptadas i bajo esta b'ase se redactó • el
artículo: de manera que con esto queda esplicado su alcance i la mente
que lo inspiró.
Ahora ¿qué se entiende por violencia en las personas para los efectos
de esta disposición?
Ya lo sabemos, porque el art. 439 lo ha dicho bien claro, espresaudo
que son los malos tratamientos de obra, las amenazas o cualquier
otro acto que pueda intimidar o forzar la voluntad, el alegar orden
falsa de alguna autoridad o el finjirse ministro de justicia o funcionario
público.
La pena para esta clase de delitos es la multa, sin perjuicio de las
condenaciones civiles que siempre lleva consigo esta clase de querellas,
siendo mayor cuando el usurpador no tiene derecho o aprovecha la
ausencia del lejítimo poseedor, que cuando se presenta el caso de que
tales actos los ejecute el dueño o poseedor regular contra el que tiene
ilejítimamente la cosa en cuestión, sin perjuicio de las penas que
le corresponderían en este caso por la violencia causada.

ART. 458.

«Cuando, en los casos del inciso primero del artículo


anterior, el hecho se llevare a efecto sin violencia en
las personas, la pena será multa de ciento a quinientos
pesos.»

Este artículo, se refiere al caso de usurpación de un derecho real que


otro posee o tuviere legítimamente i al que hace la ocupacion en ausen-
cia del lejítimo poseedor o tenedor; pero sin que exista la violencia
676
libro ii.—título viii.

en las personas en los términos que espresa el art. 439. Era natural
que la pena fuera menor porque falta lo principal, que es la agravación
que nace de la violencia i, si ella no existe, no habría para que castigar-
ese acto de una manera tan severa, siendo que se puede definir i discutir
entonces en buena i leal lid el dominio en cuestión i saberse a quien
puede pertenecer la cosa en litijio.

ART. 459.

«Sufrirán las penas de presidio menor en su g r a d o


mínimo (1) i multa de ciento a mil pesos, los que sin
título lejítimo e invadiendo los derechos ajenos:
1.° Sacaren aguas de represas, estanques u otros
depósitos; de rios, arroyos o fuentes; de canales o
acueductos, i se las apropiaren para hacer de ellas un
uso cualquiera.
2.° Rompieren o alteraren con igual fin diques,
esclusas, compuertas, marcos u otras obras semejantes
existentes en los rios, arroyos, fuentes, depósitos, ca-
nales o acueductos.
3.° Pusieren embarazo al ejercicio de los derechos
que u n tercero tuviere sobre dichas aguas.
4.° U s u r p a r e n u n derecho cualquiera referente al
curso de ellas o t u r b a r e n a alguno en su lejítima
posesion.»

(1) Presidio de 61 a 540 días, apliccmdose el art. 30, caso de haber


cargo u oficio de que suspender al reo. No es pena aflictiva i el procesado
puede obtener su esccircelacion bajo fianza.

El presente artículo trata de un hurto de aguas i como en todo caso


debe darse seguridades al dueño de ellas, resulta que puede ejercitar
civilmente la acción de despojo, i criminalmente pedir el castigo del
que invade su derecho.
• La sustracción de aguas-puede ser un delito tan o mas grave que un
680 código peiíal

hurto, porque hai épocas parala agricultura que son angustiosas i en que
su carencia puede traer la ruina de un agricultor: he aquí por que la lei
ha querido asegurar esa propiedad con un castigo serio, como lo es el
de presidio menor en grado mínimo i multa a la vez, sin perjuicio de la
obligación civil para exijir la indemnización del daño i de la penal que
establece el art. 24 de pagar costas, daños i perjuicios, si se obtiene
sentencia condenatoria.
En seguida, el artículo entra a establecer los casos en que se. puede
cometer esta clase de delitos i como ellos están perfectamente detallados
i claros en la disposición que hemos copiado al principio, no tenemos
para que entrar a repetirlos nuevamente.

Art. 460.

((Cuando los simples delitos a que se refiere el


artículo anterior se ejecutaren con violencia en las
personas, si el culpable no mereciere mayor pena por
la violencia que causare, sufrirá ia de presidio menor
en sus grados mínimo a medio (1) i multa de ciento, a
mil pesos.»

(1) Presidio de 61 dicts a 3 años, aplicándose el art. 30 caso de haber


cargo u oficio de que suspender al reo. No es pena aflictiva i admite
la escarcelacion del procesado bajo flanea.

El caso a que se refiere la anterior disposición se asemeja al robo


porque exije violencia en las personas. Esta violencia ha de ser de la
clase que espresa el art. 439 i que por haberla repetido tanto nos
escusamos de hacerlo otra vez.
Si el culpable merece por los actos de violencia que ejecutó mayor
pena que la que señala este artículo, solo se le castiga con la pena de
esos actos.
Ahora si los hechos ejecutados merecen mayor pena que los de violen-
cia, se aplica entonces la del articulo que nos ocupa.
Si los hechos de violencia llevados a cabo son dignos de mayor pena
que la que indica la disposición copiada al principio, entonces ya el delito
libro ii.—título viii. 681

merecería pena aflictiva i en tal caso al procesado no podrá concedér-


sele escarcelacion bajo fianza.

ART. 461.

«Serán castigados como reos de usurpación de aguas


con las penas del art. 459, los q u e t e n i e n d o d e r e c h o
p a r a s a c a r l a s o u s a r l a s se h u b i e r e n servido fraudulen-
tamente, con t a l fin, d e o r i f i c i o s , c o n d u c t o s , marcos,
compuertas o esclusas de una forma diversa a la
establecida o de u n a capacidad s u p e r i o r a la m e d i d a a
que tienen derecho.»

Lo que pena este articuló conforme al 459, es el abuso que se hace


de un derecho. En efecto, el que por medios fraudulentos goza de mas
de lo que le corresponde perjudica a los que deben servirse de esas
aguas i comete un delito, que para penarle, no se toma en considera-
ción el exceso de su derecho, sino como si tal derecho no existiera, sin
duda para contenerle dentro de los límites justos que le corresponden i
hacer crear la idea de respeto por lo ajeno, sobre todo en una matèria
tan delicada como es la de aguas, que ha sido siempre causa de un
semillero de pleitos i de acaloradas discusiones, terminando por desgra-
cias de consideración, que han traido el luto en las familias.
Este artículo emplea la frase : los que se hubieren servido fraudulen-
tamente, en vez de que hubieren hecho construir orificios conductos, etc.,
a fin de que esta disposición se estienda no solo al que altera los mar-
cos, compuertas,' etc., sino también a los que, sin destruirlos o modi-
ficarlos, alteran no obstante en su provecho la demarcación de aguas que
se hace por medio de marcos o compuertas lejítimas.
Así consta en el libro de Actas i como esto es muí importante para
la intelijencia del artículo, hemos creído que no debíamos omitir el
copiar testual lo que existe sobre este particular.

ART. 4 6 2 .

«El que destruyere o alterare términos o límites de


propiedades públicas o particulares con ánimo de
682 código peiíal

lucrarse, será p e n a d o con presidio m e n o r en su g r a d o


mínimo (1) i multa de ciento a mil pesos.»

(1) Presidio de 61 a 540 días, aplicándose el art. SO caso de haber


cargo u oficio de que suspender al penado. No es pena aflictiva i admite
escarcelacion bajo fianza.

El artículo no hace diferencia entre alteración de términos o límites


de propiedades públicas o particulares con violencia o sin ella como lo
ha hecho en los casos a que se han referido los artículos anteriores. ¿I
por qué? La leí calla sobre este punto en razón a que la violencia seria
muí difícil i lo jeneral es que esta alteración se hace por astucia. Pero
si llegase a existir violencia, seria una circunstancia agravante del
•hecho, que habría que tenerse presente para la imposición de la pena
dentro de los límites que fija la disposición.
Para que exista delito en este caso, es preciso que la destrucción o
alteración de linderos, se haga con ánimo de lucrar o de aprovechar lo
que se gana con esa desfijacion de límites, porque si esto no existe no
habrá delito i solo se presentará el caso para ejercitar la acción de
perjuicios por el daño causado.
Ahora ¿rejira esta disposición cuando hai destrucción de linderos en
las minas?
El Libro de Actas zanja esta dificultad: allí se dijo que se
habia desechado una indicación del señor Ibañez, que pedia que se
aumentara la pena a la destrucción de linderos en las minas; lo que
importa decir que el caso está incluido en el artículo, porque lo dese-
chado fué el aumento de pena únicamente.
Por fin, conviene no olvidar el precepto del art. 489, que escepciona
de responsabilidad penal i deja únicamente sujetos a la civil a los
parientes que allí enumera, en lo relativo a los delitos que detalla el
párrafo que elejamos estudiado.

§ VII.

De las defraudaciones.

AKT. 463.

« E l quebrado que f u e r e declarado en el caso de


653
lib110 i i . — t í t u l o ix.

insolvencia fraudulenta, con arreglo al Código de


Comercio, sufrirá la pena de presidio o estrañamiento
menores en cualquiera de sus grados.» (1)

(1) Presidio, o espulsion del reo fuera de la República al lugar ele su


elección, ele 61 dias a 5 años.
Si esta pena se aplica en gracio mínimo, de 61 a 540 dias, o en grado
medio, de 541 dias a 3 años, se observará lo dispuesto en el art. 30, caso
de haber cargo u oficio ele que suspender aireo. En estos casos no es pena
aflictiva i el procesado puede obtener su escarcelacion bajo fianza.
Si se aplica en grado máximo, de 3 años 1 dia a 5 años, lleva las
accesorias del art. 29. Es aflictiva i el procesado no puede pedir escarce-
lacion bajo fianza

En el caso de quiebra el juzgado de comercio, cumpliendo con la


prescripción del art. 1341 del Código de Comercio, formara un cuader-
no especial con el título de «Calificación ele la quiebren i allí debe
resolver si ésta es o no fortuita, teniendo presente para ello las prescrip-
ciones de los artículos 1331, 1332, 1333,1334, 1335 i 1336 del Código
de Comercio. Una vez ejecutoriado ese auto i si el fallo declarase que
la quiebra no es fortuita, se pasa al juzgado del crimen copia de las
piezas necesarias para que ahi se averigüe si ha existido fraude o
culpabilidad conforme a las prescripciones del Código de Comercio i se
aplique al culpable la pena correspondiente a este delito.
La defraudación no es un hurto verdadero, pero pertenece a esta
familia, si nos es permitida esta espresion, en razón a que produce resul-
tados análogos, Ella ataca la propiedad ajena por medio de la astucia:
el fraude suplanta al trabajo i a-la lejítima voluntad para gozar de lo
que no le pertenece i como este delito se puede realizar de distintos
modos, hé aquí por que en el epígrafe se ha hecho uso del plural.
La prosperidad del comercio, que se halla tan íntimamente unida
con la del Estado, exijia que se impusiese penas al comerciante que
faltara a sus obligaciones. Por otra parte, así se impide ademas que,
acreedores honrados, sean víctimas de la confianza que depositasen en
comerciantes culpables que falten a ella indignamente, negándose, por
una quiebra escandalosa, a restituirles sus bienes.
Este primer artículo pena la insolvencia fraudulenta.
El Código de Comercio en los arts. 1334 i 1335 establece los casos
en que se presume ele derecho que la quiebra es fraudulenta i como
684 código peiíal

esta clase de presunciones no admiten prueba en contra, resultará que


si el fallido se encuentra colocado en esos casos, sufrirá la pena que
establecen las disposiciones que analizamos.
Luego el art. 1336 del Código de Comercio establece otros casos en
que la quiebra se•presumefraudulenta. Las presunciones de este artí-
culo son legales i puede el fallido destruirlas, i si logra su objeto i no
está colocado en los casos de presunciones de derecho, puede ser
absnelto i librarse de la pena.
Como en esta clase de delitos pueden existir cómplices, el art. 1337
del mismo Código de Comercio indica quienes se pueden reputar por
tales; pero los sindicados de complicidad pueden escepcionarse o probar
su inculpabilidad i ser absueltos si logran su objeto.
Por fin, el art. 1340 del citado Código dice: que los fallidos cul-
pables o fraudulentos i sus cómplices, serán castigados ademas de las
penas que para cada uno de esos casos consagra el Código Penal a lo
siguiente:
1.° A la pérdida de cualquier derecho que tengan en la masa;
2.° A reintegrar a la misma los bienes, derechos i acciones sobre
cuya sustracion hubiere recaido su complicidad;
3.° A pagar a la masa, por via de indemnización de daños i perjui-
cios, una suma igual al importe de lo que hubieren intentado de-
fraudar.

ART. 464.

" E l quebrado que'fuese declarado en el caso de in-


solvencia culpable, según el mismo Código, será-casti-
gado con presidio o estragamiento menores en sus
grados mínimos a medios."

(1) Presidio o espulsion del reo fuera de la República al lugar de su


elección de 61 dicis a 3 años, aplicándose el art. 30, si lud cargo u, oficio de
que suspender al reo. No es pena aflictiva i puede ser escarcelado bajo
fianza.

Este artículo trata de la insolvencia cidpable.


Pues bien, el Código de Comercio, en el art. 1332, señala los casos en
que se presume de derecho que la quiebra es culpable. Esta presunción
ubro ii.—título ix. 685

no admite prueba en contra i si el fallido se encuentra colocado en


alguno de los casos de este artículo, tendrá que sufrir las penas de la
disposición que analizamos i las del art. 1340 del Código de Comercio.
En seguida, el art. 1333 del ya citado Código de Comercio, indica
los casos en que la quiebra se reputa culpable; pero el fallido puede
entonces destruir con prueba esos cargos i ser absuelto si tiene la bue-
na fortuna de probar su inculpabilidad; délo contrario, el delito será
penado como en el caso de la presunción de derecho de que acabamos
de hablar en el acápite anterior.
En el Código de Comercio se encuentran varias disposiciones cuya
infracción constituye delitos que castiga el Código Penal. No estará
demás recordar que ellas son las que se consignan en los arts. 367,
505, 534, 558, 566, 908, 913 i 1231.
Los deudores alzados están comprendidos en el caso de las quiebras
fraudulentas, por haberlo consignado así la Comision Redactora en la
sesión 99, pájina 184 del Libro de Actas.

Art. 465.

" E n los casos de los dos a r t í c u l o s p r e c e d e n t e s , si la


pérdida ocasionada a los acreedores no llegare al
veinte por ciento de sus r e s p e c t i v o s créditos, se im-
p o n d r á n l a s p e n a s e n su g r a d o i n f e r i o r .
C u a n d o la p é r d i d a e x c e d a d e l c i n c u e n t a p o r c i e n t o ,
las p e n a s se aplicarán en su g r a d o superior.
Si á n t e s d e p r o n u n c i a r s e la s e n t e n c i a n o se h u b i e r e
l i q u i d a d o el c o n c u r s o , e l t r i b u n a l r e g u l a r á p r u d e n c i a l -
m e n t e la p é r d i d a tomando por b a s e los antecedentes
del caso."

El presente artículo contiene una declaración especial de circunstan-


cias atenuantes i agravantes, cuya base es el perjuicio causado. Si los
acreedores en los casos de los dos artículos anteriores, sufrieren una
pérdida que no llega al veinte por ciento de sus respectivos créditos, se
impondrán las penas en su grado inferior. Si la pérdida excede del cin-
cuenta por ciento, las penas se aplicarán en su grado superior.
686 CÓDIGO PEIÍAL

Eu seguida el artículo establece una regla para el caso de que, si


antes de pronunciarse sentencia en la causa criminal, no se hubiere
liquidado el concurso i no se supiere cual era la pérdida de los acree-
dores, deberá el juez regular prudentemente la pérdida tomando por
base los antecedentes del caso.

ART. 4 6 6 .

"El deudor no dedicado al comercio q u e se alzare


con sus b i e n e s en perjuicio de sus acreedores o q u e se
constituya en insolvencia por ocultación, dilapidación
o enajenación maliciosa de esos bienes, será castigado
con presidio m e n o r en cualquiera de sus g r a d o s . (1)
E n la m i s m a p e n a i n c u r r i r á s i o t o r g a r e , e n p e r j u i c i o
de dicbos acreedores, contratos simulados."

(1) Presidio de 61 dias a 5 años.


Si esia pena se aplica en grado minimo, de 61 a 540 dias, o en grado
medio de 541 dias a 3 anos, se observará lo dispuesto en el art. 80, caso
de haber cargo u oficio de que suspender al reo. En estos casos no es
pena aflictiva i el procesado puecle obtener su escarcelacion bajo fianza.
Si se aplica en grado máximo, ele 3 años 1 día a 5 años, lleva las acce-
sorias clel art. 29. Es pena aflictiva i no admite la escarcelacion del pro-
cesado bajo fianza.

Según la lei 1.a tít. 32 libro 11 de la Nov. Recop. entiéndese por


alzado el comerciante que se fuga con caudales ajenos i aunqire no se
ausente, siempre que esconda los capitales que tenga. Hoi dia se consi-
dera alzado a todo deudor que se fuga con los bienes, sea o no comer-
ciante.
El art. 3.° del Código de Comercio establece los actos que se repu-
tan comerciales i, por consiguiente, quienes son comerciantes.
Mas el art. 446 se refiere a los deudores no comerciantes, porque si
son de esta clase se les declara en quiebra i se les castiga conforme a los
tres artículos anteriores, i ya sea que se alcen con los bienes o que la
insolencia provenga por ocultación, dilapidación o enajenación mali-
ciosa de ellos, el delito es naturalmente el mismo.
Hoi que entre nosotros, por regla jeneral, no existe la prisión por
LIBRO I I . — T Í T U L O vIii. 687

deudas, era de suma necesidad dar al público honrado esta garantía


para castigar tan negro proceder. Lo difícil es probar la ocultación i
las enajenaciones maliciosas que se hacen en estos casos, sobre todo
cuando no se tiene respeto alguno por el juramento.
El otorgar documentos falsos en perjuicio de los verdaderos acreedo-
res, se pena del mismo modo que en los casos a que se refiere el inciso
que antecede. Mas como es mui difícil sino imposible descubrir a los
acreedores falsos o a los palos blancos, como se les llama vulgarmente,
resulta que la bondad de esta disposición se estrella con la dificultad de
la prueba i por eso no pasa de ser letra muerta su contenido.
No hai concurso, cesión de bienes o proposiciones de convenio, i
sobre todo en esto último, en que, por un acreedor verdadero, no se
presenten tres o cuatro falsos para arrastrar al acreedor honrado a
unas esperas o a participar de lo que entrega el deudor con acreedores
falsos, los que a su vez entregan al fallido su cuota. Por eso es ya
proverbial que un concurso o unas proposiciones de convenio, son un
brillante negocio para el que los hace. Es un medio de cancelar las deu-
das quedando con dinero ajeno i en aptitud de trabajar con lo mismo
que han arrebatado a la confianza i nobleza de un hombre honrado.
Nada dice este artículo respecto a los cómplices en estas falsedades,
lo que quiere decir que se castigarán conforme a las reglas jenerales
que existen en el Código para estos casos.
Hubiéramos deseado que la pena de los cómplices fuera igual
en todo a la de los autores, ya que siempre quedan impunes i,
sobre todo, por el perjuicio que causan con prestarse a tales manejos.
El núm. 2.° del art. 471 establece como delito i fija una pena para
el que otorga en perjuicio de otro un contrato simulado.
Los hechos a que se refiere esta disposición son casi análogos a la
quiebra fraudulenta i culpable: es decir cuando se presentan en insol-
vencia por ocultación o enajenación maliciosa o falsa de los bienes,
i ya sea que la ocultación sea parcial o total, siempre existirá el
delito que trata de prevenir i castigar este artículo, porque dada su
gravedad, no podría un Código de esta clase dejarlo sin sanción i tra-
tar de reprimirlo creando penas para el caso.
Ahora ¿quiénes están exentos de responsabilidad criminal i sujetos
solo a la civil por los delitos a que se refiere este párrafo? El art. 489,
tantas veces citado, contestará por nosotros.
688 CÓDIGO PENAL

§ VIII.

Estafas i otros engaños.

Art. 467.

<rEl q u e d e f r a u d a r e a o t r o e n l a s u s t a n c i a , c a n t i d a d ,
o calidad de las cosas que le e n t r e g a r e en v i r t u d de
u n título obligatorio, será p e n a d o :
1.° C o n p r e s i d i o o r e l e g a c i ó n m e n o r e s e n s u s g r a d o s
medios a m á x i m o s , (1) si la d e f r a u d a c i ó n excediere
de quinientos pesos.
2.° C o n p r e s i d i o o r e l e g a c i ó n menores en sus gra-
d o s m e d i o s , (2) c u a n d o e x c e d i e r e de cincuenta i no
pasare de quinientos pesos.
3.° C o n p r e s i d i o o r e l e g a c i ó n m e n o r e s e n s u s g r a d o s
m í n i m o s , (3) si e l v a l o r d e la d e f r a u d a c i ó n n o exce-
diere de c i n c u e n t a p e s o s n i b a j a r e de diez.»

(1) Presidio o traslación-del reo a un punto habitado del territorio de


la República con residencia forzosa en él, de 541 clias a 5 años. Si esta
pena se aplica en grado medio, de 541 a 3 años, lleva las accesorias del
art. 30 si hai cargo u oficio de que suspender al reo. En este caso no es
aflictiva i el procesado puede ser escarcelado bajo fianza. En grado
máximo de 3 años i 1 ¿lia a 5 años, lleva las accesorias del art, 29. Es
aflictiva i el procesado no puede ser escarcelado con fianza.
(2) Id. 541 diccs a 3 años, apliccmdose el art, 30 si hai cargo u oficio
de que suspender aireo. No es aflictiva i el procesado puede ser escarce-
lado dando fianza.
(S) Id. de 61 a 541 dias. En lo demás conforme a la anterior.

Comete el delito de estafa toda persona que se vale de artificios o de


astucia o al ménos de apariencias lícitas para engañar, pedir, sacar o
tomar cosas ajenas con ánimo de no entregarlas.
Por esta definiciou se vé que es casi imposible hacer una clasificación
detallada, ¡jorque los delitos de estafa se pueden cometer de mil maneras
i presentarse bajo diferentes formas artificiosas con que se sorprende
LLBFTO I I . — T Í T U L O IX. C89

la buena fé para lucrar de lo ajeno contra la voluntad i con perjuicio


de su dueño,
El art. 467 pena los engaños que se hagan en la sustancia, cantidad
o calidad de las cosas que se entregaren en virtud de un título obliga-
torio. Ejemplo de lo primero seria restituir, en lugar de un objeto
de plata o de oro con brillantes, otro de platino o bronce con cristales;
de lo segundo, entregando, en vez de una arroba de azúcar, solo la
mitad o poco mas i, finalmente, de lo tercero, entregando vino ordi-
nario en vez de Urmeneta lejítimo que se había estipulado o que se
habia dado a guardar.
La pena para esta clase de delitos se ha graduado por el valor de la
cosa materia de la defraudación i se ha establecido una escala que
puede exceder de quinientos pesos i no bajar de diez, en razón a que si
baja de este mínimum ya no está en la categoría de delito, sino que
dejenera en falta i su penalidad se regla por lo que dispone a este
respecto el núm. 19 del art. 494,
La disposición que analizamos no comprende los casos de fraude del
núm. 11 del art. 109 i art. 274, porque allí se han establecido penas
especiales, reservando las del presente artículo para los casos que abarca
este párrafo u otros que se presenten i que no tengan señalada otra
pena en el presente Código.

ART. 468.

«Incurrirá en las penas del artículo anterior el


que defraudare a otro usando de nombre finjido,
atribuyéndose poder, influencia o crédito supuestos,
aparentando bienes, crédito, comision, empresa o
negociación imajinarios, o valiéndose de cualquier
otro e n g a ñ o semejante.»

Lo que en el caso de esta disposición constituye un delito de estafa,


que se pena conforme a las reglas del artículo anterior, es conseguir
sacar a otro dinero, valores o cualquier cosa de utilidad, usando nombre
supuesto, finjiéndose lo que no es, atribuyéndose lo que no se goza,
simulando lo que no se posee. Mas si hubiese usurpación de funciones
o falsificación de documentos, estos hechos constituirían delitos penados
por los artículos 197, 213, 214 i 215 de este Código.
690 CÓDIGO PENAL

ART. 469.

«Se impondrá respectivamente el m á x i m u m de las


p e n a s señaladas en el art. 467:
1.° A los plateros i joyeros que cometieren defrau-
daciones alterando en su calidad, lei o peso los objetos
relativos a su arte o comercio.
2.° A los traficantes que defraudaren usando de pesos
o medidas falsos en el despacho de los objetos de su
tráfico.
3.° A los comisionistas que cometieren defraudación
alterando en sus cuentas los precios o las condiciones
de los contratos, suponiendo gastos o exajerando los
que hubieren hecho.
4.° A los capitanes de buques que defrauden supo-
niendo gastos o exajerando los que hubieren hecho, o
cometiendo cualquiera otro f r a u d e en sus cuentas.
5.° A los que cometieren defraudación con pretesto
de supuestas remuneraciones a empleados públicos, sin
perjuicio de la acción de calumnia que a éstos corres-
ponda. '
6.° Al dueño de la cosa embargada, o a cualquier
otro que, teniendo noticia del embargo, hubiere des-
truido fraudulentamente los objetos en que se ha hecho
la traba.

Hemos visto que el art. 467 señala las penas para las estafas que con-
sisten en defraudaciones en sustancia, cantidad o calidad. El presente,
dentro de los límites que le son propios i de los castigos señalados,
establece una circunstancia agravante para que en los casos a que se
refiere esta disposición, que los estima graves, se aplique la pena en su
máximo, lo que equivale a decir, que' estos casos los conceptúa de
necesaria agravación i no afectables por ninguna circunstancia
atenuante.
LIBRO III.—TÍTULO FINAL. 691

El fundamento de esta disposición no es otro que el abuso de una


confianza que se deposita en tales personas i la inmensa dificultad que
tienen los defraudados para defenderse de la mala fé que pueden'
emplear a su antojo las personas que enumera el artículo que nos
ocupa.
Si la defraudación de los individuos que enumera taxativamente el
precepto copiado arriba, no excede de diez pesos será falta que se penará
conforme al núm. 19 del art.' 494.
Ademas siempre que se trate de estafas que estén en la categoría
de faltas, no debe olvidarse que el art. 495 en los núms. 1.6 i 17 esta-
blece una penalidad especial para dos de los casos de que se ocupa este
artículo, a saber: cuando el traficante tenga medidas o pesos falsos
aunque no haga uso de ellos i cuando usa medidas o pesos no constatados
por la respectiva oficina, que lo es la del Fiel ejecutor entre nosotros.
Con respecto al núm. 3.° del artículo consta en el Libro de Actas
que se acordó, a solicitud del señor Fábres, establecer que si se había
empleado la frase: el comisionista que cometiere defraudación alterando
en sus cuentas los precios etc., etc., era para indicar que no se castigaba
el hecho de la presentación de una cuenta falsa o con precios adulte-
rados, aun cuando no alcanzase a defraudar a nadie, sino solo en el caso
en que haya llegado a percibirse el valor de la cuenta falsa o adulterada.'
Creemos que debe consignarse en este lugar que no se pueden
considerar, como reos ,de estafa a los menores que, abusando del
privilejio que la lei les concede, perjudican a las personas con quienes
han celebrado contratos, rehusando su cumplimiento. A este respecto
el señor Reyes decia que si la lei declara capaces de delitos a los
mayores de diez i seis años i menores de veinte i cinco, le parecía
natural que se castigara al que, encontrándose comprendido en esas
edades, comete un acto doloso con grave perjuicio de tercero. Los
señores Fábres i Ganclarillas se opusieron a esa indicación alegando
que no había dolo en el caso propuesto, i que si la lei civil no dá valor
alguno a esos contratos (al de los meTWffis de 25 años) i ampara a los
menores, concediéndoles una prerogativa especial que todos tienen el
deber de conocer, no es posible considerar como delito lo que la leí
autoriza i manda cumplir. Así se acordó i la indicación del señor Reyes
quedó desechada.
Mas si un menor se da por mayor de edad i despues alegara ésta
para escepcionarse de su obligación, o si una mujer casada se diera por
692 CÓDIGO PENAL

soltera o viuda i despues se amparara en su privilejio, el uno i la otra


habrían cometido el delito de engaño i de estafa.

Abt. 470.

«Las penas del art. 467 se aplicarán también:


1.° A los que en perjuicio de otro se apropiaren o
distrajeren dinero, efectos o cualquiera otra cosa mue-
ble que hubieren recibido en depósito, comision o
administración, o por otro título que produzca obliga-
ción de entregarla o devolverla.
E n cuanto a la prueba del depósito en el caso a que
se refiere el art. 2,217 del Código Civil, se observará
lo que en dicho artículo se dispone.
2° A los capitanes de buques que, fuera de los casos
i sin las solemnidades prevenidas por la lei, vendieren
dichos buques, tomaren dinero a la gruesa sobre su
casco i quilla, j i r a r e n letras a cargo del naviero, ena-
j e n a r e n mercaderías o vituallas o tomaren provisiones
pertenecientes a los pasajeros.
3.° A los que cometieren alguna defraudación abu-
sando de firma de otro en blanco i estendiendo con
ella algún documento en perjuicio del mismo o de u n
tercero.
4.° A los que defraudaren haciendo suscribir a otro
con engaño algún documento.
5.° A los que cometieren defraudaciones sustrayendo,
ocultando, destruyendo o inutilizando en todo o en
parte algún proceso, espediente, documento u otro
papel de cualquiera clase.
6.° A los que con datos falsos u ocultando antece-
dentes que les son conocidos, celebraren dolosamente
contratos aleatorios basados en dichos datos o antece-
dentes.
LIBRO III.—TÍTULO FINAL. 693

7.° A los que en el j u e g o se valieren de fraude para


asegurar la suerte.»

Principiaremos por establecer que cuando lo defraudado por causa


de alguno de los medios que indica este artículo, no excede de diez
pesos, no existe delito sino falta i como tal se pena conforme al núm. 19
del arfc. 494.
Los que contravienen a las disposiciones del precepto que dejamos
copiado no se castigan con el máximum del art. 463 sino con las que
él designa, pudiendo recorrerse todo el límite qúe le marca, según las
circunstancias con que se presente revestido el hecho, la edad del
delincuente i el perjuicio causado.
Analicemos ahora los casos de delito que se enumeran en el artículo.
l.° Apropiarse en peíjuicio de oiro o distraer dinero etc., etc.
¿Será este el mismo caso que con el nombre de hurto pena el art. 446?
Nó, porque las disposiciones relativas a hurtos exijen que se niegue
haber recibido o tener obligación de devolver o restituir lo que se
hubiere entregado en préstamo o depósito con ánimo de lucrarlo. La
defraudación existe cuando no hai negativa i se apropian o distraen
las cosas o dinero que se ha recibido en depósito, comision, adminis-
tración o por otro título que produzca obligación de entregar o
devolver lo que bajo esas condiciones se ha recibido.
En cuanto ala prueba del depósito debe estarse al precepto del art.
2217 del Código Civil que dice: que cuando este contrato deba otor-
garse por escrito i se hubiere omitido esta formalidad, será creído el
depositario sobre su palabra, sea en orden al hecho mismo del depósito,
sea en cuanto a la cosa depositada, o al hecho de la restitución. I como
la prueba testimonial no es admisible respecto de una obligación que ha
debido consignarse por escrito i como deberán constar de esta manera
los actos o contratos que contengan la entrega o promesa de una cosa
que valga mas de doscientos pesos, resulta que el depósito no se puede
probar por testigos cuando su valor exceda de dicha suma, salvo los
casos de depósito necesario i el de depósito de efectos introducidos en
una posada por el que se aloja en ella i que hayan sido entregados al
posadero o sus dependientes, únicos casos en que la leí admite la prueba.
Ahora ¿cuál es el fundamento dé esta disposición de la lei penal?
En el libro de Actas de la Comision Redactora encontramos lo si-
guiente:
694 CÓDIGO PENAL

Puesto en discusión el art, 459, que corresponde al 470 que es el que


estudiamos, observó el señor Fábres respecto de su número 1.° que,
según las disposiciones del Código Civil, cuando el depósito excede de
200 pesos i no consta por escrito, debe creerse al depositario tanto sobre
el hecho del depósito como sobre su monto, de modo que, admitiéndose
en todo caso la acción criminal, quedaría burlada aquella disposición i
podría justificarse la existencia de un depósito empleando la acción
criminal, aun en los casos en que la leí civil prohibe "toda investigación.
Para salvar este inconveniente, se acordó agregar la frase—«observán-
dose en cuanto a la prueba del depósito lo dispuesto en el art. 2211 del
Código Civil,» i a petición del señor Gandarillas las palabras—«en él
caso a que él se refiere,» para que no se crea que el medio de prueba
prescrito en esto artículo es aplicable a todo depósito, i sí solo a los que
allí se detallan.
2:° A los capitanes de buques etc., etc.
Bu el mismo Libro de Actas se lee lo siguiente:
El señor Fábres espuso que no consideraba justo castigar como delito
en el capitan el jiro de letras contra el naviero, pues que da a éste
libertad en todo caso de no aceptarlas si no se cree obligado a ello. Se
le observó que según el Código de Comercio, el naviero es responsable
por los actos del capitan i debe cumplir las obligaciones que éste con-
trae para el servicio de la nave; de manera que se verá siempre obliga-
do a aceptar los jiros que le haga en su contra, recibiendo perjuicios
que él no puede evitar, si el capitan abusa de las facultades que la leí
le concede.
Era entonces necesario limitar este derecho i calificarlo de abuso si
el capitan de una nave no obraba conforme a las leyes o cometía actos
en perjuicio del naviero o de los tripulantes.
3° A los que cometieren alguna defraudación abusando de firma en
blanco etc., etc.
Ya sobre este particular hemos dicho algo al tratar del art. 197 i
puede leerse allí lo relativo a esta materia.
¿No podría este caso confundirse también con el que reza el art.
448? Nos parece que nó, porque si la defraudación se ejecuta obli-
gando a otro a suscribir u otorgar con violencia o intimidación un
documento, se castigará por el art. 438. Ahora si en un documento sé
comete alguna falsedad, es el caso del art. 197. Mas si esa falsedad se
lleva a efecto cuando se entrega un papel blanco con firma i en él se
LIB110 II.—TÍTULO IX. 695

escribe algún documento que perjudique al que puso la firma o a uu


tercero, se.presenta el caso a que se refiere este artículo.
4.a A los que defraudan haciendo suscribir a otro con engaño algún
documento.
Este es el caso en que se hace suscribir por engaño, con ardid o
seducción un documento, como ser a un médico un falso certificado, a
un notario uu falso informe. En una palabra, el art. 205 nos ofrece
ejemplos de este caso.
5.° Al que defrauda sustrayendo, ocultando o inutilizando un proceso
etc., etc.
La persona que destruye papeles para defraudar a otro, el que rompe
un espediente o lo oculta causa un daño, faltan a este precepto aunque
de ello no resulte mal a nadie. Esto quiere decir que si de este hecho
se causa perjuicio a terceros o se hace para beneficiarse, el castigo será
con el máximum de la pena i en el caso anterior con el mínimum, por-
que entonces lo que se castiga es el abuso en ejecutar un acto prohibido
i que, si de pronto no perjudica a nadie, puede mas tarde venir a ser un
grave perjuicio para otros.
6 ° A los que con datos falsos celebraren contratos aleatorios, etc., etc.
¿Por qué solo hai delitos en los contratos aleatorios i no en los demás
en que se puede proceder del mismo modo? La razón es porque si se
hubieran estendido sus disposiciones a toda especie de contratos, se
' habría obligado a los contratantes a revelar los antecedentes de sus
negociaciones, lo que habría sido contrario a la práctica constante i
' destruido toda razón legal. Solo en los contratos aleatorios es donde
puede haber fraude por el conocimiento anticipado o por la ocultación
de los antecedentes en que el contrato se apoya. En este caso se requiere
ademas que se proceda dolosamente para que haya delito; puesto que si
se obra sin malicia o sin dolo, no habría delito que perseguir ni nada
que castigar.
7.° A los que en juego se valieren de fraude para asegurar la suerte.
Es evidente que este no es el caso del art. 277, porque allí se pena
a los banqueros, dueños, administradores o ajentes de casas de juegos
de suerte, envite o azar. Aquí se castiga el fraude ejecutado en juego
para segurar la suerte, como ser, tallar con naipes marcados o
recortados, escondiendo cartas, empaquetando los naipes para que sal-
gan a jugar tales o cuales cartas; no alzando para que no se descompon-
gan los paquetes; o en fin, haciendo todas aquellas pillerías propias de los
696 CÓDIGO PENAL

. tahúres para estafar a los que inocentemente se meten a jugar con ellos
creyendo que pueda haber honradez i lealtad,

ÁRT. 471.

«Será castigado con presidio o relegación menores


en sus grados mínimos (1) o multa de ciento a mil
pesos:
1.° E l dueño de una cosa mueble que la sustrajere
de quien la t e n g a lejítimamente en su poder, con per-
juicio de éste o de u n tercero.
2.° E l que otorgare en perjuicio de otro un contrato
simulado.
3.° E l que cometiere alguna defraudación en la pro-
piedad literaria o industrial.
Los ejemplares, máquinas u objetos contrahechos,
introducidos o espendidos fraudulentamente, se aplica-
r á n al peijudicado i también las láminas o utensilios
empleados en la ejecución del fraude, cuando solo pu-
dieren usarse p a r a cometerlo.»

(1) Presidio o traslación del reo a un punto habitado ele la República


con residencia forzosa en él, ele 61 a 540 dias, aplicándose el art. SO, caso
de haber cargo u oficio de que suspender al reo. No es pena aflictiva i el
procesado puede obtener su escarcelacion bajo fianza.

Estableceremos otra vez al tratar este articulo, que si la sustracción


de cosa mueble se efectúa con violencia o intimidación del poder del
tenedor de ella, no hai engaño ni estafa sino robo. Mas si esa sustrac-
ción se verifica por otros medios artificiosos o simulados existe el delito
que establece este artículo, cuya base de penalidad, es el mal causado i
el principal elemento del delito.
Ejemplo de lo primero seria si yo, que he empeñado un reloj en una
casa de prendas lo quito por hurtado o bien lo pido con el objeto de
que lo vea un comprador i no lo devuelvo mas.
Ejemplo del segundo caso será el siguiente: Pedro ejecuta a Juan
694
LIBRO III.—TÍTULO FINAL.

i le va a embargar los muebles i si Juan, por librarse de ese embargo i


perjudicar a su acreedor, me estiende un contrato de venta, de este modo
perjudica a Pedro que le priva de seguir ejercitando, sus derechos.
Sobre propiedad literaria e industrial hai leyes especiales que deter-
minan cuándo existe este fraude. Al final de esta obra las publicaremos
integras.
El final del articulo establece que las máquinas u objetos contra-
hechos o introducidos o espendidos fraudulentamente, se apliquen al
perjudicado i que las láminas o utensilios que han servido al fraude
sean para él cuando solo sirvan a ese objeto. Lo primero era natural
que se entregara, porque es obra del fraude, para resarcir el perjuicio, i
lo segundo para evitar el que siga el daño adelante o se vuelva a come-
ter por ese u otros individuos.
¿Habrá fraude o se cometerá delito en la venta de la cosa ajena cuan-
do se dispone como libre de un bien gravado? La Comision Redactora
resolvió sobre lo primero no considerarlo como delito desde que ni aun
es reputado como nulo por la lei, i sobre lo segundo acordó lo mismo i
que esto solo daba motivo para una acción de perjuicio, pero no para
la imposición de una pena.

ART. 472.

«El que habitualmente hubiere suministrado valores,


de cualquier manera que sea, a u n Ínteres que exceda
del máximum que la lei permita estipular, abusando de
la debilidad o pasiones del que lo toma, será castigado
con relegación menor en sus g r a d o s mínimo a medio
(1) i-multa de ciento a mil pesos.»

(1) Traslación del reo a un punió habitado de la República con resi-


dencia forzosa en él, de 01 clias a 3 años, aplicándose el art. 30, si liai
carc/o u oficio ele que suspender al reo. No es pena aflictiva i el proce-
sado puede obtener su escarcelacion bajo fianza.

Esta disposición pena al que suministra valores a un Ínteres. que


excede del máximum que la lei permite estipular abusando de la debi-
lidad o pasión del que los toma.
Ahora bien ¿cuál es ese máximum?
698 CÓDIGO PENAL

El arfc. 2206 del Código Civil dice que el ínteres convencional no


tiene mas límite que el que fuere designado por lei especial; salvo
que no limitándolo la lei exceda en una mitad al que se probare haber
sido Ínteres corriente al tiempo de la convención, en cuyo caso será
reducido por ei juez a dicho Ínteres corriente.
El préstamo hecho a un menores nulo; de manera que ya sea que
de bueua voluntad o por engaño se le haga suscribir una obligación a
un menor, ella no tendrá fuerza alguna. El representante de ese menor
o él mismo pueden reclamar de ese acto; pero si ese menor no reclama
de esa obligación dentro del cuadrieno legal despues que ha llegado a
su mayor edad i lo quisiere hacer despues, se le opondrá la escepcion de
prescripción a la acción i la obligación entonces será válida, previnien-
do que esta prescripción corre con toda clase de personas una vez que
ha principiado, aunque durante su trascurso ocurran causas de inca-
pacidad i por eso no se estimó como delito un acto de esta clase. Pues
bien ¿por qué se juzgó entonces que había' engaño en el caso a que se
refiere este artículo si el 2206 del Código Civil da un derecho para
hacer reducir el interés en caso que el pactado exceda eu la mitad al
corriente a la época del préstamo? Sin duda porque esta disposición se
refiere a los mayores de edad i en tal caso no tendrían un camino tan
espedito como el qué se le presenta ai menor de edad i porque este de-
recho trae consigo la anulación del préstamo.
¿Será también nulo el contrato celebrado con un menor de edad no
habilitado siendo comerciante? No lo es por la lei comercial; pero si en
el préstamo se hubiere obrado por abuso del que buscó el dinero o por
las exijencias para satisfacer un vicio, como lo seria.un jugador, en-
tonces se ofrecería de lleno lo que prohibe este artículo bajo la sanción
de una pena
Lo que pena el presente artículo es la usura habitual i cuando no
tiene este carácter no cae bajo su represión en manera alguna.
En el libro de Actas de la Comision Redactora encontramos algo de
que aquí debemos dejar constancia.
El exajerar el verdadero monto del capital prestado para que ese
exceso aumente su producto, sin que el documento lo manifieste i sin
que, por consiguiente, sea fácil entablar acción civil para que se re-
duzcan los intereses ¿es o no delito?
Apesar de lo grave i perjudicial que es este abuso i de ser frecuente
entre nosotros por personas poco escrupulosas, sin embargo esta idea
LIBEO I I . — T Í T U L O IX. 699

que era de los señores Fábres i G-andarillas se desechó, apesar de que


el primero pretendía que a esta acción se le diera lugar solo cuando en
el juicio civil resultara semi-prueha o un principio de prueba escrito
sino hubiere tal juicio para no abrir de este modo la puerta para justi-
ficar con testigos por medio de la acción criminal aun aquellas obliga-
ciones que ante la lei civil no admiten semejante prueba.
No obstante, se acordó que no liabia mérito para consignar una
disposición de ese jónero, pues la difereucia entre esa especie de usura
i la que condena el artículo no es tan notable para que pueda hacerse
de aquella una escepcion. Ademas, se dijo que si la usura fuera tan
monstruosa s criminal como las que se. imajinan para lejitimar el artículo
que se trata de agregar por los señores Fábres i Gandarillas, habría
derecho de perseguirla como fraude, a virtud de la disposición jeneral
que contiene el art. 473, aun cuando consista en un hecho aislado.

A e t . 473.

«El que defraudare o perjudicare a otro usando de


cualquier engaño que no se halle espresadó en los ar-
tículos anteriores de este párrafo, será castigado con
presidio o relegación menores en sus grados mínimos
(1) i multa de ciento a mil pesos.»

(1) Presidio o traslación del reo a un punto habitado de la República


con residencia forzosa en él, de 61 a 540 dias, aplicándose el art. SO, >si
hcii cargo u, oficio de que suspender al reo. No es pena aflictiva i admite
la escarcelacion del procesado bajo fianza.

Era de suma necesidad que sobre esta materia se estableciera una


regla jeneral para los engaños i estafas, i en los casos no previstos
espresamente en los artículos anteriores, ya que no es posible enumerar-
los ni detallar los medios que se pongan en planta para cometer esos
delitos.
El artículo exije solo que haya engaño que cause perjuicio i como la
palabra engaño no ha sido definida por la lei, por no tener un sentido
particular «en el lenguaje del Código, no quiere decir otra cosa que
engaño en el lenguaje del mundo.»
Tratados, pues, los casos principales i aquellos que merecen penas
mas graves, todo engaño no previsto, se penará por esta disposición i
700 CÓDIGO PENAL

quedan sujetos a ellos. Así por ejemplo, si yo le compro a Pedro una


mercadería de una clase a tal precio i me entrega otra inferior a esa
contratada, habrá aquí un delito de engaño que me perjudica i se
penará por el precepto de este artículo.

§ IX.

Del incendio i otros estragos.

Art. 474.

« E l q u e i n c e n d i a r e edificio, t r e n d e f e r r o c a r r i l , b u q u e
u otro l u g a r cualquiera, causando la m u e r t e de u n a o
mas personas cuya presencia allí pudo prever, será
castigado con presidio m a y o r en su grado m á x i m o a
m u e r t e . (1)
L a p e n a será presidio m a y o r en su g r a d o m á x i m o a
p r e s i d i o p é r p é t u o , (2) c u a n d o d e l i n c e n d i o n o r e s u l t a r e
m u e r t e sino mutilación de m i e m b r o i m p o r t a n t e o lesión
g r a v e d e las c o m p r e n d i d a s e n el n ú m . l.° d e l art. 397.
L a s p e n a s de este artículo se aplicarán respectiva-
m e n t e e n el g r a d o inferior de ellas si a c o n s e c u e n c i a d e
explosiones ocasionadas por incendios, resultare la
muerte o lesiones g r a v e s de personas que se hallaren
a cualquier distancia del l u g a r del siniestro.»

(1) Penitenciaria de 15 años 1 día a 20 anos o muerte. Sise aplica


el presidio mayor lleva las accesorias del art. 28. Si se aplica la pena
de muerte debe en el fallo establecerse lo qiie prescribe el art, 21. Es
pena aflictiva i no admite la escarcelacion del procesado bajo fianza.
(2) Icl. de 15 años 1 día a 20 años a Penitenciaria perpetua, apli-
cándose las accesorias del art. 28, si e-% presidio en grado máximo i las
clel 21 si es perpetuo. Es pena aflictiva i no Admite la escarcelacion del
procesado bajo fianza.

El incendio i demás delitos qne se preven en este párrafo son


crímenes gravísimos cuyas consecuencias pueden llegar a ser funestas
tanto a la propiedad particular como a las personas, según la inten-
LIBRO N . — T Í T U L O IX. 701

cion del delincuente, el lugar en que se ejecutan i el modo como se


hayan llevado a. efecto para aumentar la rapidez de sus progresos i la
dificultad de atajar sus efectos i por eso al penarlos es necesario distin-
guir todas esas circunstancias i el mal que han tratado de causar
cuando ha sido fácil comprender sus fatales resultados.
Por Derecho canónico los incendiarios de iglesias i lugares relijiosos
quedan escomulgados ipso juro.
El primer inciso castiga con presidio mayor en grado máximo a
muerte al que incendiare edificios, tren de ferrocarril, buque u otro
lugar cualquiera causando la muerte de una o mas personas cuya
presencia allí pudo prever el autor del delito.
Este es el caso mas grave porque supone mas criminalidad en el hecho,
puesto que a sabiendas de que en esos sitios habia personas se procura
un incendio. I mas grave todavía creemos nosotros el caso de un acci-
dente de esta clase en un buque que navega en alta mar. El que está
dentro de una casa, el que marcha en ferrocarril tiene la espectativa de
salvar; pero en un buque esa esperanza es ninguna: la alarma mayor i
es esponer sino a todos a la mayor parte de los tripulantes a perecer
horriblemente. Para esta clase de delincuentes la pena de muerte es
poca todavía si hubiera otra mayor que aplicarle en nuestro Código.
Sigue despues la pena de presidio mayor en grado máximo a presidio
perpetuo para esos mismos delitos cuando no resultan la muerte sino
la mutilación de un miembro importante o lesión grave de las que
designa el núm. l.° del art. 397.
La pena, pues, está graduada por el mal causado i por esto, para los
casos a que se refiere el 2.° inciso del anterior artículo, es un tanto
menor.
Si a consecuencia de esplosiones causadas por el incendio resulta la
muerte al que en esos momentos se hallaba por casualidad cerca del
lugar del siniestro, se aplicará la pena que designa el primer inciso del
artículo en grado inferior; si del mismo modo resulta la mutilación o
lesión grave, se castigará al culpable con las penas del 2.° inciso
también en grado inferior.
Nó se comprende en esta disposición la muerte o heridas de los
individuos que voluntariamente se introducen al lugar del incendio
para estinguirlo buscando el peligro de que.son víctimas, como lo seria
un bombero que, por cumplir con su deber, se quema O' recibe el golpe
de una pared o de una viga que cae i le mata o le hiere gravemente.
702 CÓDIGO PENAL

Nos resta solo advertir que en todos los delitos que comprende el
presente párrafo, tiene aplicación la lei de 3 de Agosto de 1876 en lo
tocante a la apreciación de la prueba, es decir, que el juez puede con-
denar o absolver según la conciencia que se forma de los hechos.

á r t . 475.

«Se castigará al incendiario con presidio mayor en


su grado medio a presidio perpétuo (1):
1.° Cuando ejecutare el incendio en edificios, tren
de ferrocarril, buque o lugar habitados o en que actual-
mente hubiere una o m a s personas, siempre que el
culpable haya podido prever tal circunstancia.
2.° Si lo ejecutare en buques mercantes cargados
con objetos esplosivos o inflamables, en b u q u e s de
guerra, arsenales, astilleros, almacenes, fábricas o de-
pósitos de pólvora o de otras sustancias esplosivas o
inflamables, parques de artillería, maestranzas, mu-
seos, bibliotecas, archivos, oficinas o monumentos pú-
blicos u otros lugares análogos a los enumerados.»

(1) Penitenciaria de 10 arios 1 dia a 20 años a Penitenciaria •per-


petua i las accesorias del art. 21 si la pena es perpetua i clel art. 28 si es
presidio en los grados allí indicados. Es aflictiva i no admite la escarce-
lacion del procesado bajo fianza.

En los casos a que se refiere este artículo ya la penalidad es un tanto


ménos grave que en el anterior, porque si bien en los hechos que com-
prende el perjuicio material puede ser de valor, se divisa, sin embargo,
que en caso de muerte no puede estenderse el mal sino a pocas perso-
nas i que se prevé que estaban en el lugar del siniestro.
Por lo demás, el artículo trae consigo su esplicacion i seria inútil ir
a repetir lo que en él se consigna, cuando es manifiesta su claridad i su
alcance.
Ante la lei no es lo mismo el caso en que se ataca la vida de las per-
sonas alen que se hieren intereses, por mas que estos sean de valor.,
TLIIRO I I . — T Í T U L O IX.

Esta distinción es natural i esta es también la causa de la disminución


de pena que establece este artículo respecto del que le ha precedido.

ART. 4 7 6 .

«Se castigará con presidio m a y o r en cualquiera de


s u s g r a d o s : (1)
1.° A l q u e i n c e n d i a r e un edificio d e s t i n a d o a s e r v i r
de morada, que no estuviere actualmente habitado.
2.° A l q u e d e n t r o d e p o b l a d o i n c e n d i a r e cualquier
edificio o l u g a r , a u n c u a n d o n o e s t u v i e r e d e s t i n a d o or-
d i n a r i a m e n t e a la h a b i t a c i ó n .
3.° A l q u e i n c e n d i a r e m i e s e s , p a s t o s , m o n t e s , c i e r r o s
o plantíos.))

(1) Penitenciaria ele 5 años 1 dia a SO años i las accesorias clel art.
S8, Es pena aflictiva i el procesado no puede ser escarcelado bajo fianza.

En este caso la penalidad es menor i queda al arbitrio del juez reco-


rrer toda su éstension dentro de la que puede buscar la pena i aplicar
el castigo según los antecedentes, la gravedad del daño i la mayor o
menor criminalidad del culpable.
El artículo no se refiere pues a morada o lugar habitado en que hai
peligro de pérdida de vidas i por eso la penalidad no es tan grave; pero
sin embargo mira en- mucho el riesgo inminente de que, por causa de
un incendio de la naturaleza a que se refieren los tres incisos del artír
culo, haya propagación del fuego a otras propiedades, o que por recaer
en mieses, pastos, montes, cierros o plantíos, la propagación cause da-
ños considerables.
Apesar de que el autor de un delito de esta naturaleza está obli-
gado a resarcir el daño causado, tal derecho es ilusorio porque jeneral-
mente esos crímenes se cometen por personas irresponsables que no
tienen, por consiguiente, como reparar el mal, i el perjudicado queda
insoluto, dejando a la justicia que aplique el castigo al delincuente para
quedar él sumido en la miseria.
704 CÓDIGO PENAL

ART. 477.

«El incendiario de objetos no comprendidos en los


artículos anteriores será penado:
1.° C o n p r e s i d i o m e n o r e n s u g r a d o máximo a pre-
sidio m a y o r en su grado mínimo, (1) s i e m p r e q u e e l
daño causado a tercero excediere de quinientos pesos.
2.° C o n p r e s i d i o menor en sus g r a d o s medio a má-
x i m o , (2) c u a n d o e l d a ñ o causado excediere de cin-
cuenta i no p a s a r e de quinientos pesos.
3.° C o n p r e s i d i o m e n o r e n s u s g r a d o s m í n i m o a m e -
dio, (3) si e l d a ñ o n o e x c e d i e r e d e c i n c u e n t a p e s o s . »

(1) Presidio de 3 años 1 dia a 5 años, a Penitenciaria de 5 años


1 dia a 10 años. Si se aplica en primer término lleva las accesorias del
art. 29; si en el segando las del art. 28. En uno i otro término es pena
aflictiva, i no admite la escarcelacion del procesado.
(2) Id. de 541 clicis a 5 años. Aplicada esta pena en grado medio, de
541 dias a 3 años, debe observarse lo dispuesto en el art. 30, si hai cargo
u oficio público de que suspender al reo. No es aflictiva i admite la escarce-
laáon del procesado bajo fianza. Aplicada en grado máximo lleva las
accesorias del art, 29. Es aflictiva.
(3) Id. de 61 dias a 3 años, aplicándose el art, 30, si hai cargo u ofi-
cio de que suspender al reo. No es aflictiva i el procesado puede ser es-
carcelcido bajo fianza.

Hemos visto en los artículos anteriores cómo se castiga el incen-


dio de edificios, de trenes de ferrocarriles, buques, cuando se cause o
no la muerte; en lugares habitados o no; destinados o no a servir
de morada i si es en poblado o no i conocemos también los casos de
incendio de mieses, pastos, montes, cierros o plantíos. Nos faltaba lle-
gar al caso de incendio no especificado en las disposiciones anteriores,
para que el cuadro fuera completo i en este caso la pena es proporcio-
nal al daño causado.
Es por esto también que la penalidad de este artículo se regla por el
valor de los perjuicios, los cuales se estimarán en dinero como sucede
en el caso de robo o hurto i en los de estafas i engaños.
En presencia de las disposiciones que anteceden ¿será delito prenderle
LIB110 II.—TÍTULO IX. 705

fuego a los rastrojos que dejan las siembras, lo que de ordinario so hace
para volver a sembrar esa misma tierra o para rozarla con igual objeto?—
Es evidente que nó, porque para que existiese delito seria necesario que
esto se le prohibiera al propietario del suelo, o que se conociera que hizo
uso de ese derecho para causar mal a otro. Mas en todo caso si del uso
de él se ocasionare daño al vecino en sus siembras o cercas por las
proporciones que tomase el incendio, habría la obligación civil de
reparar el daño, abonando en dinero su valor a justa tasación de un
perito honrado.
ART. 478.

" E n caso d e a p l i c a r s e el i n c e n d i o a c h o z a s , p a j a r o
cobertizo d e s h a b i t a d o o a cualquier otro objeto cuyo
valor no excediere de cincuenta pesos, en tiempo i con-
c i r c u n s t a n c i a s q u e m a n i f i e s t a m e n t e e s c l u y a n t o d o peli-,
g r o d e p r o p a g a c i ó n , el c u l p a b l e n o i n c u r r i r á e n l a s p e -
n a s s e ñ a l a d a s e n e s t e p á r r a f o ; p e r o sí e n l a s q u e m e -
r e c i e r e p o r el d a ñ o q u e c a u s a r e , c o n a r r e g l o a l a s d i s -
posiciones del párrafo siguiente."

Este artículo es copiado a la letra del 470 del Código Penal español
i, por consiguiente, trascribiremos a este respecto lo que dice el señor
Pacheco sobre la disposición a que se alude:
«Mi vecino tiene un árbol, solo, colocado en medio de una pradera,
del cual no puede correr el fnego a ninguna otra parte; i por malque-
rencia voi i se lo incendio.—En la misma tierra de mi vecino hai una
carreta, también aislada; i voi de la misma suerte i la hago arder.—Si
el árbol, si la carreta no valia mil reales; si el fuego puesto por mi no
se ha podido propagar, la lei no me estima incendiario, me califica de
reo de daño, i no otra cosa.»
De aquí resulta que si el daño producido por un incendio en las con-
diciones que espresa este artículo, no excede de diez pesos, se pena como
falta i se aplica el núm. 21 del art. 495.

Art. 479.

" G u a n d o el f u e g o se c o m u n i c a r e d e l o b j e t o q u e el
45
706 CÓDIGO PENAL

culpable se propuso quemar, a otro u otros c u j a des-


trucción, por su naturaleza o consecuencias, debe pe-
narse con mayor severidad, se aplicará la pena mas
grave, siempre que los objetos incendiados estuvieren
colocados de tal modo que el fuego b a y a debido co-
municarse de unos a otros, atendidas las circunstancias
del caso."

Hai una casa i a su lado un rancho que no vale cincuenta pesos: se


le ocurre a alguien quemar el rancho i el fuego, como es natural, incen-
dia parte de la casa. ¿Se castigará al culpable con la pena relativa al
incendio del rancho o la que le corresponde por el de la casa?—Este
articulo lo dice todo i esplica que debe ser con la pena mas grave, por-
que el autor del hecho debió prever que, por la situación el fuego iba
precisamente a comunicarse a ese edificio i no era lójico penar el
delito mas leve i dejar impune el mayor: lo natural es entonces aplicar
al culpable la pena mas grave.

ART. 480.

"Incurrirán respectivamente en las penas de este


párrafo los que causen estragos por medio de sumer-
sión o varamiento de nave, inundación, destrucción de
puentes, esplosion de minas o máquinas de vapor, i en
jeneral por la aplicación de cualquier otro ájente o me-
dio de destrucción tan poderoso como los espresados."

Aunque sean raros los delitos a que se refiere este artículo, ellos no
son imposibles: si se ejecutan, están asimilados a los casos de incendio
i entonces se penan conforme al resultado i al perjuicio que causen.
Tendrán pues aplicación los arts. 475 i 476 i puede que se aplique
el 477.
Los delitos que prevé la disposición copiada son, según la espresion
del hábil señor Pacheco, «mas novelescos que reales.»
LIBRO III.—TÍTULO FINAL. 707

ART. 4 8 1 .

" E l que fuere aprehendido con b o m b a s esplosivas o


preparativos conocidamente dispuestos para incendiar
o causar alguno de los estragos espresados en este
párrafo, será castigado con presidio menor en sus g r a -
d o s m í n i m o a m e d i o (1); s a l v o q u e p u d i e n d o conside-
r a r s e el h e c h o c o m o t e n t a t i v a de u n delito d e t e r m i n a d o
debiera castigarse con mayor p e n a . "

(1) Presidio de 61 días a 3 años, aplicándose el art. 80, caso de haber


cargo u oficio de que suspender al reo. No es pena aflictiva i admite la
escarcelacion del procesado bajo flama.

Lo que este artículo castiga es la tentativa de esos delitos, disposi-


ción que ofrece el inconveniente de castigar con igual pena al que tra-
tase de cometer un delito gravísimo como al que solo tuviera intención
de causar un daño. Esto proviene de la necesidad que existe de precaver
tan desastrosos efectos i por eso ha habido necesidad de apartarse de
los principios jeneralmente admitidos para castigar como tentativa un
acto que en rigor ni este nombre debe dársele.
Lo que sirve para un crimen puede por lo común ser también para
ejecutar un acto lejítimo.
Una escopeta que mata puede servir para la defensa de los ladrones
o para el entretenimiento de la caza. Mas, como los instrumentos a que
se refiere el artículo solo sirven para ejecutar actos prohibidos, por eso
llevan en si el sello de la tentativa i esta es la razón porque se ha esta-
blecido una pena para el que es aprehendido con ellos.
El adverbio conocidamente que se usa en el artículo, lejitima la pena
porque establece qué clase de preparativos son aquellos que respecto de
los cuales recae la presunción de la existencia del delito.
Concluye el artículo diciendo que si el hecho a que se ha referi-
do se puede calificar como tentativa de un delito que merezca mayor
pena que la aquí dispuesta, se aplique aquella i no ésta, porque siempre
debe elejirse la pena mayor en caso como el presente i ya esta teoría la
hemos visto confirmada en otras disposiciones de este Código.
708 CÓDIGO PENAL

ART. 482.

" E l culpable de incendio o e s t r a g o s no se eximirá


d e l a s p e n a s d e los artículos anteriores, aunque para
c o m e t e r el d e l i t o h u b i e r e i n c e n d i a d o o d e s t r u i d o b i e n e s
d e su p e r t e n e n c i a .
P e r o n o i n c u r r i r á e n t a l e s p e n a s el q u e r o z a r e a f u e -
go, incendiare r a s t r o j o s u otros objetos en tiempos i
con circunstancias que manifiestamente escluyan todo
propósito de propagación, i observando los r e g l a m e n -
tos q u e se dicten sobre esta m a t e r i a . "

No comete delito quien destruye sus propios bienes; pero el uso de


este derecho puede causar daño en lo ajeno i por eso hai que someterse
a las reglas del bien común i solo existirá entóneos donde su ejercicio
no pueda causar daño i será un verdadero delito donde los incendios
se propaguen a cosas de la propiedad ajena, i hé aquí por que el
inciso primero de este artículo ha establecido que al culpable de incen-
dio u otros estragos no se exima de las penas que preceptúan los artícu-
los anteriores, según la gravedad de los hechos, por mas que para cometer
el delito se incendie o destruyan bienes de su pertenencia.
El segundo inciso no establece pena respecto del que rozare a fuego,
incendiare rastrojos u otros objetos en tiempos icón circunstancias que
escluyan o manifiesten que no hubo propósito de propagación, siempre
que se observen los reglamentos que se dicten sobre la materia.
Ya esto lo habíamos dicho i era natural porque es el uso de un de-
recho que se ejercita llevando en vista obtener un beneficio i forma
parte de lo que hai que hacer en agricultura para obtener mas
ventaja de los suelos que estén cansados por la repetición de siembras i
el roze los prepara al cultivo. La estralimitacion de este derecho
o el perjuicio que se cause de su uso lejítimo dará al perjudicado
acción civil para ser resarcido del daño que se le hubiere orijinado
sin malicia i por consiguiente sin intención, porque si esto existiera ya
habria un delito.
LIB110 I I . — T Í T U L O IX. 709

AET. 483.

" S e presume responsable ele un incendio al comer-


ciante en cuya casa o establecimiento tiene orijen aquél,
si no justificare con sus libros, documentos u otra cla-
se ele prueba que no reportaba provecho alguno del
siniestro."

El señor Grandarillas se opuso a este artículo porque, destinado a


producir solo efectos civiles, como la liberación de pago a las casas de
seguros, no era posible colocarlo en el Código Criminal.
El señor Reyes propuso entonces lo siguiente:
«Se presume responsable de un incendio al comerciante en cuya casa
o establecimiento tiene oríjen aquel, si no justificare con sus libros o
documentos que no reportaba provecho alguno del siniestro.»
El señor Grandarillas espuso que esta nueva forma de la disposi-
ción iba a ser un aliciente para procurar los incendios en propiedad
ajena i que se castigaría talvez a menudo a inocentes en fuerza de una
presunción bien débil i pidió que si se aceptaba el artículo, se permi-
tiera a lo méuos al comerciante emplear como justificativo, no solo sus
libros i documentos, sino cualquiera especie de prueba.
La Comision rechazó esto i el artículo del señor Reyes se aprobó en
todas sus partes.
Empero ¿de dónde sale entonces la frase que aparece en él interca-
lada i,'que dice—<tu otra clase de prueba?—Fué el Senado quien la agregó
en el examen que hizo del proyecto.
Según unos hai gran facilidad de encontrar testigos falsos para pro-
bar la supuesta solvencia del comerciante incendiado. Según otros esta
frase—«z< otra clase de prueba—ha dado mayores garantías al comer-
ciante honrado, apesar de que se corre el peligro antes apuntado i porque
es cosa mas santa absolver a un culpable que condenar a un inocente.
El artículo establece, pues, una presunción legal que admite prueba
en contra. Sin embargo esta disposición, ha traido tantos bienes al
comercio, que ella sola engrandece nuestro Código.
Desde su vijencia han disminuido notablemente los incendios de los
comerciantes, que ántes lo hacían con escándalo, asilados en la dificul-
tad de convencerlos de culpabilidad.
710 CÓDIGO PENAL

No es fácil encontrar testigos idóneos que se presten a declarar i a


dar razón de sus dichos, esponiéndose a ser sorprendidos en perjurio, lo
que no es difícil por tratarse de negocios de comercio.
Por otra parte, desde que en el acto de propagarse un incendio se
captura al dueño o viviente de la casa incendiada, o al comerciante si
es lugar de negocio, i se les lleva a la cárcel dejándoseles incomunicados
hasta que se toman las declaraciones mas conducentes a investigar los
hechos i entra a probarlos, ínter tanto siguen detenidos, este temor por
una parte i por la otra lo difícil que es la falsa prueba, resulta que hoi
son raros los incendios causados voluntariamente i la mayoría de los
que ocurren son casuales o fortuitos.
Antes del Código los incendios eran un brillante negocio: hoi si se
hacen bajo esta base, es un negocio bien arriesgado i en el que hai
noventa probabilidades para ser condenados contra diez para ser ab-
sueltos del delito. En esta emerjencia no vale la pena ocurrir a un me-
dio tan inseguro i tan criminal por lucrar unos cuantos pesos.
Si el artículo se hubiera dejado en la forma que se contenia en el
Proyecto, talvez habría sido mejor i el comercio habría quedado mas
garantido i la honradez notablemente protejida,

§X.

De los daños.

' Art. 484.

«Son reos de daño i están sujetos a las p e n a s do


este párrafo, los que en la p r o p i e d a d a j e n a c a u s a r e n
alguno que no se halle comprendido en el p á r r a f o an-
terior.»

Daño, según el señor Pacheco, es una palabra jenérica, que hace en


los delitos contra la propiedad el mismo papel que la de lesión en los
delitos contra las personas,
¿Qué es lo que este Código ha reunido bajo esta palabra como para
que sea objeto de disposiciones jenerales? El mismo jurisconsulto
citado dice que, bajo la palabra daño, se comprende lo que queda mas
LIBRO III.—TÍTULO FINAL. 711

abajo de aquellos hechos graves que afcacau a la propiedad, como ser


robos, hurtos, defraudaciones, incendios, estragos considerables i que,
sin ser tanto como éstos, merecen sin embargo, ser considerados en una
escala inferior.
Hé aquí entonces por que aquí solo se penan los daños de
ménos gravedad, atendiendo para la imposición de ella a la mayor o
menor cuantía del mal causado, a los medios de ejecución de que se
valga el delincuente i a los objetos sobre que recae el daño. Por
eso aquí se comprenden todos los que se causan en la propiedad
ajena i que no se hallan comprendidos i penados en el párrafo que an-
tecede i que lleva por título «del incendio i otros estragos»; de ma-
nera que este párrafo complementa al anterior i bien pudo tratarse de"
esta materia en conjunto; pero tal vez se sacrificó a la claridad i al
método la unidad que debia reinar en esta materia, lo que no podemos
por cierto criticar sino aplaudir en una obra de esta naturaleza.

AKT. 485.

«Serán castigados con la pena de reclusión menor


en sus grados medio a máximo (1) los que causaren
daño cuyo importe exceda de 500 jjesos:
1.° Con la mira de impedir el libre ejercicio de la
autoridad o en venganza de sus determinaciones, bien
se cometiere el delito contra empleados públicos, bien
contra particulares que como testigos o de cualquiera
otra manera h a y a n contribuido o jraedan contribuir
a la ejecución o aplicación de las leyes.
2.° Produciendo por cualquier medio infección o
contajio en animales o aves domésticos.
3.° Empleando sustancias venenosas o corrosivas.
4.° En. cuadrilla i en despoblado.
5.° E n archivos, rejistros, bibliotecas o museos pú-
blicos.
6.° E n puentes, caminos, paseos u otros bienes de
uso público.
7.° E n tumbas, signos conmemorativos, monumen-
712 CÓDIGO PENAL

tos, estatuas, cuadros u otros objetos de artes coloca-.


dos en edificios o lugares públicos.
8.° Arruinando al perjudicado.»

(1) Presidio de 541 dias a 5 años. Aplicada esta pena en grado me-
dio, de 541 dicis a 3 años, debe observarse lo prescrito en el arl. 30, caso
de haber cargo u oficio de que suspender cá reo. No es aflictiva i ad-
mite la escarcelacion del procesado bajo fianza. Aplicada en grado
máximo, de 3 años 1 dia a 5 años, lleva las accesorias del art. 29. En
este caso es aflictiva i el procesado ?io puede ser escarcelculo bajo fianza.

Por regla jeneral en esta materia, las disposiciones que se han acep-
tado solo comprenden los actos ejecutados con dolo o intención positiva
de causar el mal, circunstancia necesaria para que haya delito i que,
indicada ya en todos los casos del párrafo I X i a que aquí nos referi-
mos, no es necesario que se diga nuevamente en éste.
En el presente artículo se penan los daños que afectan el orden i
propiedad públicos o que arruinan al perjudicado, pero de tal modo que
no lleguen a constituir los delitos de que se trata en el párrafo ante-
rior i siempre que ese daño exceda de quinientos pesos, porque si
baja de esta suma se penarán con arreglo al art. 486.
El artículo entra en seguida a establecer los casos en que se puede
faltar a él. Los analizaremos brevemente:
1.° Es reo de este delito el que impide el libre ejercicio de la autori-
dad ya sea que se cometa contra ella o contra empleados o particulares
que intervengan en su apoyo para la aplicación de las leyes.
2.° ¿Por qué en este número empleó la palabra animales domésticos
i no dijo nada sobre animales braviosl Porque no siendo éstos suscep-
tibles de dominio como los domésticos o domesticados que están bajo
esta regla, no pueden los bravios dar orijen a daños de la especie a que
se refiere este artículo.
3.° Sobre la materia de este número ya se comprende el alcance,
como seria dar veneno a los animales de Pedro.
4.° El daño hecho en cuadrilla o en despoblado no ofrece dificultad
desde que al final del art. 433 ya sabemos lo que es cuadrilla.
5.° Sobre esto solo diremos que los archivos, bibliotecas, i museos de
propiedad particular no están comprendidos en este caso i que el
número se refiere a los públicos, ya sean del Estado o de las Munici-
LIBRO III.—TÍTULO FINAL. 713

palidades. Eespecto de los particulares tendrán sus dueños la acción de


perjuicio; pero no habrá delito que penar.
6.° El sesto se refiere también a puentes o caminos públicos, porque
si es de algún particular, éste podrá ejercitar la acción civil para cobrar
el daño que se le haya causado.
7." Este número es estensivo no solo a los edificios sino a cuales-
quiera otros lugares piíblicos, a diferencia de lo establecido en los
números 5.° i 6.°
8.° Este caso se refiere cuando con el daño se arruina al que lo
recibe, siempre que el perjuicio exceda de quinientos pesos.

ART. 4 8 6 .

«El que con alguna de las circunstancias espresadas


en el artículo anterior causare daño cuyo importe
exceda de cincuenta i no pase de quinientos pesos,
sufrirá la pena de reclusión menor en sus grados
m í n i m o a m e d i o . (1)
Cuando dicho importe no excediere de cincuenta
p e s o s n i b a j a r e de diez, la p e n a será r e c l u s i ó n menor
e n s u g r a d o m í n i m o . » (2)

(1) Presidio de 61 días a 3 años, aplicándose el art. 30, si hai cargo


u oficio de que suspender aireo. No es pena aflictiva. i el procesado
puede obtener su escarcelacion bajo fianza.
(2) Id. de 61 a 540 días. En lo demás en todo como la anterior.

Esta disposición no hace mas que minorar la pena del artículo


anterior tomando por base el perjuicio que se cause.
El art. 485 se refiere a un daño que exceda de quinientos pesos. El
presente se concreta a lo mismo, estableciendo penas cuando el importe
excede de cincuenta pesos i no pase de quinientos i cuando no pasa de
cincuenta ni baja de diez pesos. ¿I si baja de esta suma?
Entonces es falta i se pena conforme al núm. 21 del art. 405.
De manera que esta disposición es complementaria del artículo que
antecede i bien pudo haberse comprendido las dos disposiciones en
una sola,
714 CÓDIGO PENAL

Al examinar las circunstancias que espresa, el art. 485 i que se deben


estimar en el 486 si caben por su cuantía, no debe olvidarse que la
acción no puede salir del terreno en que esas disposiciones la suponen
para constituirla en delito de otra clase, porque si esto sucede deja
de ser daño i entonces se penará el hecho según se califique.
Podrá haber lesión, robo o lo que se quiera i entonces se aplicarán las
disposiciones que se infrinjan.

AKT. 4 8 7 .

«Los d a ñ o s n o c o m p r e n d i d o s e n los artículos ante-


riores, serán p e n a d o s con reclusión m e n o r en su g r a d o
m í n i m o (1) o m u l t a d e c i e n t o a m i l p e s o s .
E s t a disposición n o es aplicable a los d a ñ o s c a u s a d o s
p o r el g a n a d o i a l o s d e m á s q u e deben calificarse de
f a l t a s , c o n a r r e g l o a lo q u e s e e s t a b l e c e e n el Libro
tercero.»

(1) Presidio de 61 a 540 dias, aplicándose el art. 30, si hai cargo u


oficio de que suspender al reo. No es pena aflictiva i el procesado
puede obtener su escarcelacion bajo fianza.

En los artículos anteriores hemos hablado de los daños calificados.


Esta disposición se refiere a simples, es decir a los que no hubieren
sido hechos eu archivos, bibliotecas i que no reúnan las circuns-
tancias espresadas en el art. 485.
Empero no caen bajo esta disposición los daños que cause un ganado
i los que deben calificarse de faltas según el Libro tercero.
En efecto ¿cómo llamar delito el daño que cause el ganado de Pedro
en los bienes o heredad de JuanP De aquí nacería una acción civil
para el resarcimiento del perjuicio; pero no se podrá entablar acción
criminal contra Pedro por el daño que causó su ganado.
Sobre daño de ganado están los núms. 18 del art. 494 i 17 del 496,
que pueden consultarse a este respecto.
Sobre las faltas hablaremos a su debido tiempo i de ellas se ocupa
esolusivamente el Libro tercero de este Código.
LIBRO III.—TÍTULO FINAL. 715

ART. 488.

«Las disposiciones del p r e s e n t e párrafo solo t e n d r á n


l u g a r cuando el hecho no p u e d a considerarse como
otro delito que m e r e z c a m a y o r pena,))

Es claro i ya lo hemos dicho otra vez: si el daño de que habla este


párrafoj dejenera en otro delito que tenga mayor pena que la que le
pudiera corresponder por estas disposiciones, se aplican aquellas i no
éstas, que solo sirven para cuando el delito se castiga con mas lenidad
que en las otras disposiciones a que el hecho pudiera ajustarse.

§ XI.

Disposiciones jenerales.

A r t . 489.
«Están exentos de r e s p o n s a b i l i d a d criminal i suje-
tos únicamente a la civil por los hurtos, defraudacio-
n e s o daños que r e c í p r o c a m e n t e se c a u s a r e n :
1.° Los p a r i e n t e s c o n s a n g u í n e o s lejítimos en toda
la línea recta.
2.° Los p a r i e n t e s c o n s a n g u í n e o s lejítimos h a s t a el
s e g u n d o g r a d o inclusive de la línea colateral.
3.° L o s p a r i e n t e s afines lejítimos en toda la línea
recta.
4." Los p a d r e s i los hijos naturales.
5.° Los cónyujes.
L a escepcion de este artículo no es aplicable a los
estraños que p a r t i c i p a r e n del delito.

No hai hurto, no hai daño, no liai defraudación entre parientes


consanguíneos en Ja línea recta entre los mismos lejítimos hasta el
segundo grado inclusive de la línea colateral; entre parientes afines
716 CÓDIGO PENAL

lejitimos en toda la línea recta, entre padres e hijos naturales; pero


los. estraños que participan del delito deberán ser castigados según el
rol que hayan desempeñado, en razón a que las escepciones personales
solo favorecen al que la-s puede alegar i nunca a los co-reos o cómpli-
ces en el delito.
De manera que en los casos a que se refiere este artículo el des-
pojado no puede querellarse: el ministerio público no puede acusar
ni el juez proceder de oficio. Solo existe acción civil para perseguir
las indemnizaciones correspondientes a los reintegros a que creyere el
perjudicado tener derecho.
Con respecto a este artículo sé lee en el Libro de Actas de la Co-
misión Redactora lo siguiente:
«El señor Gandarillas pidió se hiciera constar su voto en contra de
• esta resolución (lo dispuesto en este artículo) por creer que en ningún
caso debe eximirse de pena al que-comete un acto penado por la lei,
sin mas razón que ser el delincuente pariente del ofendido.»
Hemos copiado lo anterior porque tal es también nuestra opinion
i solo habríamos esceptuado el caso de padres lejitimos o naturales i de
hijos de la misma clase, a los cónyujes no divorciados i que no estén
separados de bienes.
El artículo, según la opinion de los que lo apoyau,se funda en
la conveniencia de no relajar los estrechos vínculos que unen a las
personas que en él se espresau, penetrando en el sagrado del hogar
doméstico i en considerarse a las mismas con derechos mas o menos
próximos a la propiedad de los bienes i por eso no se estiman ajenos
de esas personas.
¿Será posible que se acepte por la lei el derecho para que los pa-
rientes holgazanes puedan hurtar, causar daños i defraudar a otro que
es trabajador, honrado i formal? La acción civil de perjuicios es nula
porque habrán escondido o enajenado lo tomado por esos medios i
¿cómo se repara el perjuicio si es talvez insolvente el que lo ha causado?
¿Acaso no le basta el derecho a alimentos que le otorga la lei civil
al pariente pobre, si el rico no quiere darle por bien?
Por fortuna, la disposición del art. á89 110 se aplica a las defrauda-
ciones con violencia o amenaza o por hechos que se califiquen de robo,
pues al haber la lei establecido esa liberación para estos casos, habría
valido mas que hubiese dicho que eran comunes los bienes de los pa-
rientes que designa este artículo i que el que trabaja debe cruzarse de
LIBRO III.—TÍTULO FINAL. 717

brazos para ver impasible que el fruto ele sus desvelos pueda pasar a
corrompidos sin que ello fuera delito i no hubiera pena para reprimir
flojos que cometen tales avances contra la propiedad.

TÍTULO DÉCIMO
DE LOS CUASIDELITOS.

AI:T. 490.

«El que por imprudencia temeraria ejecutare un


h e c h o q u e , si m e d i a r a m a l i c i a , constituiría un crimen
o u n simple delito contra las personas, será p e n a d o :
1.° C o n r e c l u s i ó n o r e l e g a c i ó n m e n o r e s e n s u s - g r a -
d o s m í n i m o s a m e d i o s , (1) c u a n d o e l h e c h o importare
crimen.
2.° C o n r e c l u s i ó n o r e l e g a c i ó n m e n o r e s e n s u s g r a d o s
mínimos (2) o m u l t a d e c i e n t o a m i l p e s o s , cuando
i m p o r t a r e simple delito.»

(1) Presidio o traslación clel reo a un punió habitado de la República


con residencia forzosa en él, de 61 clias a S años, aplicándose el art. SO, si
hai cargo u oficio ¿le que suspender al reo. No es pena aflictiva i el
procesado pntecle ser escarcelado bajo fianza.
(2) Icl. ¿le 61 a 540 clias. En lo ¿lemas conforme a la anterior.
i

Sabemos ya que el que comete voluntariamente un hecho penado por


la lei, es autor de un delito i merece la pena legal que se ha establecido
en este Código para su castigo.
El que comete un delito involuntariamente no es culpable de ningún
modo i no se hace acreedor a pena alguna.
Sin embargo, entre esa acción voluntaria i esa acción involuntaria—
«entre el dolo, nombre romano de la primera— i la inocencia, nombre
universal de la segunda, hai algo intermedio, que llamaron culpa los
antiguos jurisconsultos, i que nuestro Código ha apellidado neglijencia
e imprudencia temeraria.»
718 CÓDIGO PENAL

La imprudencia temeraria es un delito cuando por causa de ella se


comete una acción de ordinario penada por la lei.
El hombre está obligado a tener juicio i ha conducirse con reflexión
en sus obras, i hé ahí por que lo que se comete con plena i temeraria
imprudencia, no puede dejar de ser delito.
Los cuasidelitos que pena el presente título son los que se cometen
contra las personas, porque tratándose de la vida humana, la impru-
dencia temeraria es un grave atentado que no puede quedar impune i
que la lei debe siémpre castigar.
Para buscar el resarcimiento del perjuicio causado por imprudencia
temeraria en la propiedad, basta la acción civil: ella repara el daño
sufrido de ese modo.
Nuestro Código ha calificado de cuasidelitos todos los actos de
imprudencia temeraria, en razón a que ellos no reúnen todos los com-
ponentes del delito i los pena del modo siguiente:
. Si el hecho ejecutado bajo las condiciones antedichas importare un
crimen, como ser un homicidio, la pena es reclusión o relegación
menores en sus grados mínimos a medios.
Si el hecho importare un simple delito, como una lesión de las que
se denominan menos graves, con reclusión o relegación menores en sus
grados mínimos.
Ahora se nos preguntará ¿cuándo hai imprudencia temeraria? Ella
existe siempre que se ejecuta un hecho en tales circunstancias que, a
cualquiera hubiera podido ocurrírsele que iba a resultar daños que se
podían causar por poco que en ello se hubiera reflexionado.
La imprudencia temeraria supone pues, una falta de reflexión grave
i sumamente notable que, puede decirse lleva consigo cierta voluntad,
aunque irreflexiva, de causar o de evitar el daño, i esto es lo que hace
que la lei ló pene de la manera que lo hemos dejado indicado en este
artículo.

ART. 491.

«El médico, cirujano, farmacéutico, flebotomiano o


matrona que causare mal a las personas por neglijencia
culpable en el desempeño de su profesion, incurrirá
respectivamente en las penas del artículo anterior.
Iguales penas se aplicarán al dueño de animales fero-
LIBRO III.—TÍTULO FINAL. 719

e e s q u e , p o r d e s c u i d o c u l p a b l e d e su p a r t e , c a u s a r e n
daño a las personas.»

Las personas que ejercen algunas de las profesiones que espresa este
artículo, están obligadas a poner todos los medios de su parte para el
buen desempeño de sus servicios i, si por neglijencia culpable cometen
un crimen, se les castiga conforme al núm. l.° del anterior artículo; i si
es delito, por el núm. 2.° de la misma disposición.
El que tenga animales feroces debe guardarlos con toda seguridad i
si por descuido culpable de él o de sus dependientes ese animal se
saliere i causare daño, se aplicará al dueño la pena del núm. 1 d e l
artículo anterior si el hecho ejecutado importa un crimen; i si es un
delito se le impondrá la del núm. 2.° de esa misma disposición.
Como'ya sabemos lo que es neglijencia culpable, el alcance de este
articulo no puede ofrecer duda alguna en su aplicación i por eso no nos
estendemos mas sobre esta materia que es demasiado sencilla.

ART. 492.

« L a s p e n a s del art. 490 se i m p o n d r á n también res-


p e c t i v a m e n t e al q u e , c o n i n f r a c c i ó n d e los r e g l a m e n t o s
i por mera imprudencia o neglijencia, ejecutare un
hecho o incurriere en u n a omision que, a mediar mali-
cia, c o n s t i t u i r í a u n c r i m e n o u n s i m p l e d e l i t o c o n t r a l a s
personas.»

En este artículo para imponer la pena se atiende al resultado del


hecho ejecutado. Así pues si es un crimen el que se ejecuta por im-
prudencia o neglijencia infrinjiendo algún reglamento i el hecho se
realiza, como es natural sin malicia, pues en este caso habría delito, i la
pena seria la designada en el núm. l.° del art. 490. Si de la misma
manera el hecho resulta baj o las mismas condiciones del caso que
antecede, se encuentra el castigo en el núm. 2.° del mismo artículo.

ABT. 493.

«Las disposiciones del presente p á r r a f o n o se a p l i -


720 CÓDIGO P E N A L

carán a los cuasidelitos especialmente penados en este


Código.»

Talvez el Código no habria tenido necesidad de indicar la regla


que consagra este artículo. Si en distintos casos se ha establecido una
pena para el castigo de los cuasidelitos que ha creido dignos de apar-
tarlos de la penalidad que en jeneral jpueda corresponderles ¿cómo
suponer que podrían ser castigados por las disposiciones de este titulo?
Así por ejemplo, en el inciso 2.° del art. 129, en el núm. 2.° del art.
151, en el núm. 3.° del 296 i en el inciso 2.° del 383, se esta-
blecen penas especiales para esos casos ¿podría aplicarse a ellos, si ya
tienen una pena fija, otra ya sea inferior o superior siguiendo las reglas
jenerales del Código i si éste no lo ha espresado claramente? Ello seria
violar la lei i el deber de los majistrados es aplicarla en todas sus par-
tes sea buena o sea mala.
Con este artículo queda hecho el exámen particular i sucesivo de los
delitos i de sus penas, materia de este segundo Libro i complemento
del primero que hemos recorrido en su totalidad para la averiguación de
ellas.
Réstamos ahora ocuparnos de las faltas i de sus castigos, despues
que ya hemos dejado establecido de un modo bien claro que el funda-
mento de los crímenes, es el mal moral, i el regulador de las penas es el
daño que se causa a la sociedad en unos casos i al ofendido en otros.
Las faltas son delitos veniales i se distinguen del crimen i de los
simples delitos en la menor importancia de sus resultados.
Entremos, pues, en esta materia.
LIBRO TERCERO.

TÍTULO PRIMERO
DE LAS FALTAS.

Art. 494.

«Sufrirán la pena de prisión en sus grados medio a


máximo (1) o multa de diez a cien pesos:
1.° E l que asistiendo a un espectáculo público pro-
vocare algún desórden o tomare parte en él.
2.° E l que excitare o dirijiere cencerradas u otras
reuniones tumultuosas en ofensa de alguna persona o
del sociego de las poblaciones.
3.° E l que sin licencia de la autoridad competente
cargare armas prohibidas por la lei o por los reglamen-
tos jenerales.
4.° E l que amenazare a otro con armas blancas o de
fuego i el que riñiendo con otro las sacare, como no
sea con motivo justo.
5.° E l que causare lesiones leves, entendiéndose por
tales las que, en concepto del tribunal, no se hallaren
comprendidas en el art. 399, atendidas la calidad de
las personas i circunstancias del hecho.
6.° E l que corriere carruajes o caballerías con peli-
46
722 CÓDIGO PENAL

gro de las personas, haciéndolo en poblado, ya sea de


noche o de dia cuando h a y a aglomeración de jente.
7.° E l farmacéutico que despachare medicamentos en
virtud de receta que no se halle debidamente autori-
zada.
8.° E l que habitualmente i despues de apercibimiento
ejerciere, sin título legal ni permiso de autoridad
competente, las profesiones de médico, cirujano, farma-
céutico o flebotomiano.
9.° E l facultativo que, notando en una persona o en
un cadáver señales de envenenamiento o de otro delito
grave, no diere parte a la autoridad oportunamente.
10.° E l médico, cirujano, farmacéutico, flebotomiano
o matrona que incurriere en descuido culpable en el
desempeño de su profesión, sin causar daño a las
personas.
11.° Los mismos individuos espresados en el número
anterior, que no prestaren los servicios de su profesión
d u r a n t e el turno que les señale la autoridad adminis-
trativa.
12.° E l médico, cirujano farmacéutico, matrona o
cualquiera otro que, llamado en clase de perito o testi-
go, se n e g a r e a practicar una operacion propia de su
profesión u oficio o a p r e s t a r una declaración requerida
por la autoridad judicial, en los casos i en la forma que
determine el Código de Procedimientos i sin perjuicio
de los apremios legales.
13.° E l que encontrando perdido o abandonado a un
menor de siete años no kTentregare a su familia o no lo
recojiere o depositare en lugar seguro, dando cuenta a
la autoridad en los dos últimos casos.
14.° E l que no socorriere o ausiliare a una persona
LIBRO I I I . — T Í T U L O FINAL. 723

que encontrare en despoblado lierida, maltratada o en


¿)eligro de perecer, cuando ¡ludiere hacerlo sin detri-
mento propio.
15.° Los padres de familia o los que legalmente
h a g a n sus veces que abandonen a sus hijos, no ¡procu-
rándoles la educación que permiten i requieren su clase
i facultades.
16.® E l que sin estar lejítimamente autorizado impi-
diere, a otro con violencia hacer lo que la lei no prohibe,
0 le compeliere a ejecutar lo que no quiera.
17.° E l que quebrantare los reglamentos o disposi-
ciones de la autoridad sobre la custodia, conservación
1 trasporte de materias inflamables o corrosivas o
productos químicos que puedan causar estragos.
18.° E l dueño de animales feroces que en l u g a r
accesible al público los dejare sueltos o en disposición
d e causar mal.
19. a E l que ejecutare alguno de los hechos penados
en los arta. 189, 446, inc. l.° del 448, 467, 469 i 470,
siempre que el delito se refiera a valores que no exce-
dan de diez pesos.
20.° E l que con violencia se apoderare de una cosa
perteneciente a su deudor para hacerse pago con ella.
21.° E l que con violencia en las cosas entrare a cazar
o pescar en lugar cerrado, o en lugar abierto contra
espresa prohibición intimada personalmente.»

(1) Cárcel ele 21 a 60 citas, aplicándose el art. 30, sihai cargo u oficio
de que suspender al penado en caso de que sufra la prisión por no pagar
la mulla. Tiene también aplicación el art. 500 si hubiere sobre que
recaiga lo que en él se dispone.

Para entrar al estudio de las fallas preciso es que volvamos por uu


724 CÓDIGO PENAL

momento al Libro primero, que es la parte artística i científica de este


Código. .
El art. 3.° dice:—que los delitos, atendida su'gravedad, se dividen
en crímenes, simples delitos i faltas, i que se califican ele tales según la
pena que les esleí asignada en la escala jeneral del art. 21.
Según este artículo la pena de las faltas es prisión de 1 a 60 dias,
Mas esta pena tiene sus grados, como toda pena en jeneral, a saber:
mínimo de 1 a 20 dias; medio, de 21 a 40 dias, i máximo de 41 a
60 dias.
El art. 9.° dice: que las faltas solo se castigan cuando han sido
consumadas, Lo que equivale a establecer' que no existe respecto de ellas
tentativa de falta, ni fcdta frustrada como en los delitos.
A cada falta se le aplica por separado la pena que le corresponda.
El art. 74 no tiene cabida en esta materia.
El Código, como lo hemos visto en el art. 3.° que dejamos copiado, no
define las faltas con arreglo a los principios de la ciencia sino solo
atendiendo a la menor gravedad de las penas que impone respecto de
la de los delitos,.
Si tratásemos de definir las faltas, según los principios de la ciencia
con aplicación también de los principios del Código, podríamos decir:
que son las meras infracciones de policía o actos cuya esencia i oríjen no
constituyen delito o, constituyéndolo solo ocasionan perjuicios i daños
fácilmente reparables con mui escasa trascendencia para el orden social
i, si bien cometidos con malicia algunas veces, jeneralmente son hechos
de descuido o lijera irreflexión en prever i evitar el daño que se causa.
Ademas las faltas se diferencian de los delitos en que en éstos se
castiga la tentativa i la frustración, i en las faltas solo su consuma-
ción; sin que existan encubridores, aceptando solo cómplices conforme
lo dice el art. 498, a los que impone una pena que no exceda de la
mitad de la que corresponde a los autores.
En nuestro Código solo se han tomado en consideración las faltas
que atacan la seguridad o salubridad - públicas, dejando las restantes
para que sean penadas en las ordenanzas que se dicten por las respec-
tivas municipalidades.
Al establecer el Código sobre esta materia la pena alternativa de
multa o prisión i al dejar al arbitrio del juez el tanto o cuanto
de la cantidad que deba pagarse por multa en conmutación de los
dias de prisión i no seguir la regla del art. 49, que establece un peso
LIBRO I I I . — T Í T U L O FINAL. 725

por cada dia de prisión, sin que en ningún caso ella exceda de cinco
mil, fué lo primero porque no siempre convendría que se
conmutase la prisión por multa i entonces valia mas dejar al juez la
facultad de imponer una u otra pena, según las circunstancias. Lo
segundo porque solo el juez podría graduar la correspondencia de la
multa con la prisión, teniendo presente la condicion social del delin-
cuente i las demás circunstancias que concurran en el hecho, i solo por
eso se fijó la estension de la multa que puede el juez recorrer, esta-
bleciéndose que el mínimum de la correspondencia entre ambas penas
no podrá bajar de diez pesos ni exceder de cien.
Prévios estos antecedentes,* hagamos algunas observaciones a cada
una de las faltas que enumera este artículo con la rapidez que exije
esta materia, a la vez sencilla i de escasa importancia, para ciarle mas
latitud en nuestro trabajo.

1.° Seria ejemplo de este caso provocar o tomar parte en un desor-


den en el teatro, en un circo u otro lugar público. Véase el decreto
Supremo de 24 de Julio ele 1834 i la Ordenanza de eatros para
Santiago i Valparaíso dictada por el Presidente de la República en 8
de Agosto de 1873. Los jueces de teatro solo tienen facultad para
asuntos de policía a virtud del art. 5.° de la leí sobre Organización i
Atribuciones de los Tribunales. Páj. 371 de la Recopilación ele leyes,
Ordenanzas, Reglamentos etc. publicada en 1881.
El núm. 2.° del art. 495 pena cuando se contraviene a los reglamen-
tos sobre espectáculos públicos sin que exista este desorden, como si
me introduzco a la pieza de un artista siendo ello prohibido i no se me
ha otorgado el correspondiente permiso por quien deba concederlo, o si
me presento en el proscenio. Esta es la diferencia entre una i otra
disposición.
2.° El reunir jente e ir a insultar a una persona en su casa, o bien
andar por la calle a horas avanzadas de la noche causando alarma a los
habitantes. Los cómplices se penan por el núm. 8.° del art. 496.
3.° Cargar armas sin permiso del Intendente o Gobernador, que son
las únicas autoridades que pueden concederlo, sin ser de los que escep-
túa el Senado Consulto de 20 de Marzo de 1824 en la parte que todavía
está vijente . de esa disposición.
4.° Aquí se pena solo al que amenaza con sable, cuchillo o arma de
726 CÓDIGO PENAL

fuego i el sacarlas, pero sin hacer uso de ellas. Si la amenaza es sèria i.


se logra el objeto que se"persigue, se está a lo dispuesto en el art, 296;
i si se ofende con ellas, según el resultado de la lesión, se aplican las
disposiciones del párrafo 3.° tít. 8.° del Libro segundo.
5.° El art. 399 castiga las legiones ménos graves, es decir cuando el
ofendido no ha sufrido enfermedad o incapacidad para el trabajo por
menos de treinta dias. ¿Qué es lesión leve i que debe calificarse de
falta? El Código no define esto ni fijó un término i solo dijo: que la
determinación del límite que separa éstas de aquellas corresponderá
hacerlo al juez en cada caso especial. Así se lee en el Libro de Actas de
la Oomision Redactora: de manera que esto es arbitrario i prudencial
i por eso no podemos dar una regla fija i el buen sentido del majis-
trado hace esta distinción en vista del informe médico i del ningún
riesgo que por causa de esas lesiones corra el ofendido.
6.° Este es ei caso de faltar abiertamente a los reglamentos u orde-
nanzas que existen sobre el particular.
El núm. 13 del art, 496 se refiere cuando los carruajes se llevan a
paso mas lijero que el que permiten las ordenanzas sobre esta materia,
i el anterior a un caso rápido, estraordinario en que el peligro sea mas
inminente. Esto se concibe, aunque sea difícil esplicarlo con palabras
que marquen bien claro la separación de uno i otro caso. Yéase la orde-
nanza de carruajes de 2 de Diciembre de 1856.
7.° Siendo prohibido a todo farmacéutico o boticario despachar
recetas sin firma de médico o de persona autorizada para ello, si falta a
esta obligación será penado por esta disposición.
8.° Las profesiones de médico, cirujano, farmacéutico o flebotomia-
nó, solo se pueden ejercer por personas que tengan título o autorización
suficiente para ello, El que las ejerce sin este requisito es penado
por este artículo, aparte del delito o cuasidelito que cometa con sus
curaciones.
9 T o d o individuo de los que espresa este número debe denunciar
los delitos públicos que se puedan perseguir de oficio. Sobre 'el alcance
de esta disposición véase lo dicho en el art. 247.
10.° Si causa daño con malicia habrá delito, si por descuido un cua-
sidelito i si falta una i otra cosa i no causa daño alguno, solo existirá
una falta que es lo que aquí se castiga.
11.° Los médicos, cirujanos, boticarios, flebótomos i matronas, están
obligados a hacer un turno conforme lo determine la autoridad admi-
LIBRO I I I . — T Í T U L O FINAL. 727

nistrativa i si durante ese turno no prestan sus servicios, incurren en


la pena que designa este artículo. Este deber es sagrado como lo es
el de los abogados en los turnos que designa la respectiva Corte de
Apelaciones o el juez de letras donde no existe Corte. Son cargas de
las profesiones titulares i de ciertos empleos, como ser el de receptor i
procurador para la defensa de pobres.
12.° Sobre este particular, véase lo dicho en el art. 247.
Esta obligación es de derecho natural: salvar la vida de un infeliz,
es un deber que no se puede desconocer.
14.° Lo mismo que el anterior. ¿ Quién rehusará prestar ausilio al
desgraciado? Un sentimiento noble nos induce aprestarle esos servicios.
15.° Aunque en Chile la instrucción no es obligatoria en los padres o
guardadores, es falta que se pena el no darla pudiendo hacerlo. Pero
¿qué padre no buscará el bien i tratará de asegurar un por venir para
sus hijos? La educación moraliza al hombre, le aparta del vicio i le
hace un ciudadano honrado i un buen padre de familia.
16.° Nadie puede estorbar el que otro haga lo que la lei no prohibe,
porque esto seria violar el derecho de libertad que tiene todo individuo
i que garantiza la Constitución del Estado. Tampoco Se puede obligar
a otro a que ejecute lo que no quiere. Si de aquella violaciou de dere-
chos i por causa de esa violencia resulta algún hecho grave o algún
crimen o simple delito, se castigará según el Código lo ordene para el
delito que se ejecute. Hai solo falta cuando no "resulte daño ni otro
delito mayor.
17.° La infracción de los reglamentos de la autoridad es falta i el
quebrantamiento a los que existan sobre esta materia, se pena por este
articulo.
18.° Aquí se castiga la posibilidad de un mal que puede resultar de
tener sueltos animales feroces. Si el daño se causa por imprudencia,
habrá un cuasidelito que se prevé en elnúm. 2.° del art. 491 i que se
castiga conforme al art. 490.
Si el hecho se ejecuta con malicia, habrá un delito; si solo hai daño
causado en las cosas i no en las personas, habrá acción civil para cobrar
el valor de ese perjuicio, o bien se estará a lo dispuesto en el titulo X
del Libro 2.°
19.° Se aplica a los delitos que por su cuantía no exceden de diez
pesos i que se han calificado de falta en este Código i son los que es-
presa la disposición a que nos referimos.
728 CÓDIGO PENAL

20.° El derecho de propiedad es garantido por la Constitución i no


podemos quitarle a nadie lo suyo, aunque sea con el propósito de
pagarnos de una deuda. Es necesario que la autoridad lo decrete,
porque nadie puede hacerse justicia por sí mismo.
21.° El derecho de propiedades sagrado i lo garantiza la Constitu-
ción i nadie puede entrar a heredad ajena so protesto de cazar sin obtener
prévio permiso del dueño de esa propiedad. Igual cosa se establece
respecto de la pesca, ya sea en lugares abiertos o cerrados. Se dice que
la violencia ha de ser en las cosas, porque si es en las personas, ya se
comete un delito i lo que aquí se pena es una falta.
Lugar cerrado quiere decir que no se pueda entrar a pié i en este
caso es necesario permiso, porque el cierro supone la prohibición i la
notificación. Estando el lugar abierto, es decir accesible a todo el mundo,
es preciso que la prohibición se intimide personalmente, porque si así
no se hace se presume su tolerancia i consentimiento para esos usos.
La caza debe hacerse en las épocas que lo permitan las ordenanzas
municipales. Véase la lei de 25 de Mayo de 1868.

ART. 495.

"Serán castigados con prisión en sus grados .míni-


mo a medio (1) conmutable en multa de uno a sesenta
pesos:
1.° E l que contraviniere a l a s reglas que la autoridad
dictare para conservar el orden público o evitar que se
altere, salvo que el becho constituya crimen o simple
delito.
2.° E l que por quebrantar los reglamentos sobre
espectáculos públicos ocasionare algún desórden.
3.° E l subordinado del órden civil que faltare al res-
peto i sumisión debidos a sus jefes o superiores.
4.° E l particular que cometiere igual falta respecto
de cualquier funcionario revestido de autoridad pública,
miéntras ejerce sus funciones, i respecto de toda per-
sona constituida en dignidad, aun cuando no sea en el
ejercicio de sus funciones, siempre que fuere conocida
LIBRO I I I . — T Í T U L O FINAL. 729

o se anunciare como tal; sin perjuicio de imponer, tanto


en este caso como en el anterior, la pena correspon-
diente al crimen o simple delito, si lo hubiere.
5.° E l que príblicamente ofendiere el pudor con ac-
ciones o dichos deshonestos.
6.° El cónyuje que escandalizare con sus disensiones
domésticas despues de haber sido amonestado por la
autoridad.
7.° E l que infrinjiere los reglamentos de policía en
lo concerniente a mujeres piíblicas.
8.° E l que diere espectáculos públicos sin licencia de
la autoridad, o traspasando la que se le hubiere con-
cedido.
9.° E l que abriere establecimientos sin licencia de la
autoridad, cuando sea necesaria.
10.° E l que en la esposicion de niños quebrantare
los reglamentos.
11.° El que infrinjiere las reglas establecidas para la
quema de bosques, rastrojos u otros productos de la
tierra, o para evitar la propagación de fuego en máqui-
nas de vapor, caleras, hornos u otros lugares seme-
jantes.
12.° E l que infrinjiere los reglamentos sobre corta
de bosques o arbolados.
13.°. E l que infrinjiere las leyes o reglamentos sobre
apertura, conservación i reparación de vías públicas.
14.° E l que en caminos públicos, calles, plazas, férias
u otros sitios semejantes de reunión estableciere rifas
u otros j u e g o s de envite o azar.
15." E l que defraudare .al público en la venta de
mantenimientos, ya sea en calidad, ya en cantidad, por
valor que no exceda de diez pesos, i el que vendiere
bebidas o mantenimientos deteriorados o nocivos.
730 CÓDIGO PENAL

16.° E l traficante que tuviere medidas o pesos falsos,


aunque con ellos no hubiere defraudado.
17.° E l que usare en su tráfico medidas o pesos no
contrastados.
18.° E l dueño o encargado de fondas, cafés, confite-
rías u otros establecimientos destinados al despacho de
comestibles o bebidas que faltare a los reglamentos de
policía relativos a l a conservación o uso de vasijas o
útiles destinados para el servicio.
19.° E l que faltando a las órdenes de la autoridad,
descuidare reparar o demoler edificios ruinosos.
20.° E l que infrinjiere las reglas de seguridad concer-
nientes a la apertura de pozos o escavaciones i al
depósito de materiales o escombros, o a la colocacion
de cualesquiera otros objetos en las calles, plazas,
paseos públicos o en la parte esterior de los edificios
que embaracen el tráfico o puedan causar daño a los
transeúntes.
21.° E l que intencionalmente o con neglijencia cul-
pable causare daño, que no exceda de diez pesos, en
bienes públicos o de propiedad particular.
22. e E l que aprovechando aguas de otro o distra)^én-
dolas de su curso, causare daño que no exceda de diez
pesos."
(1) Cárcel de 1 a 40 diets, aplicándose el art. So, sihai cargo u oficio
piMico de que suspender al reo, i el arl. 500, si hai algo que declarar
en comiso.

Dos son las diferencias principales que existen entre este artículo i
el anterior:
1." En el 494 se emplean las palabras o multa i en el presente las de
conmutable en multa etc., lo que quiere decir que en el primer artículo
es arbitrario en el juez condenar a prisión o a multa i en el presente esa
conmutación es de derecho i el juez no se puede negar a ello.
LIBRO I I I . — T Í T U L O FINAL. 731

2.a Las faltas de que aquí se trata son mas leves que las del 494 i
tienen por consiguiente una pena menor i la ventaja de ser la prisión
conmutable en dinero dentro del límite que fija esta disposición, que-
dando al arbitrio del juez regular el tanto o cuanto de esa conmutación.
Recorramos sus disposiciones:
1.° Estas infracciones son cuando se causan pequeños desórdenes sin
trascendencia grave, puesto que si ellos salen de esta esfera constitu-
yen los delitos que penan los arts. 264 i 265.
2.° Aquí se castiga la infracción a los reglamentos sobre espectáculos
públicos cuando por ello haya una lijera perturbación del orden, como
seria silbar en el teatro. Este caso es ménos leve que el determinado en
•el núm. l.° del anterior artículo.
3.° Todo empleado del orden civil debe respeto a su jefe i en jeneral
a todo empleado de mayor categoría. Lo que constituye aquí falta son
solo actos lijeros, como ser una contestación impropia, una palabra des-
compuesta i esto sin perjuicio de ser separado del destino si el jefe así
lo pidiere i el que le nombró lo cree conveniente para moralidad i
disciplina de la oficina. JSTo se estiende a los empleados militares por-
que en ellos esta falta seria mas grave i se penaría conforme a la Orde-
nanza militar.
4.° Este caso es del particular que no guarde los respetos debidos a
cualquier funcionario público miéntras ejerce sus funciones o a perso-
na constituida en dignidad, aun cuando no sea en el ejercicio de sus
funciones, siempre que le sea conocida o se dé a conocer como tal. Si
esa falta de respeto excede del límite de falta, se estará a todo lo dis-
puesto en el art. 253 en el caso que le deniegue el ausilio que se le
pida; al 264, si comete desacato contra esas personas i al 416 en caso
de injuria.
5.° El que en la calle o lugares públicos hiciere manifestaciones
indecentes o recitare versos o pronunciare palabras deshonestas.
6.° Este es el caso de riñas de palabras o pendencia entre casados que
salgan del hogar doméstico o, mas claro, que el hecho sea en la calle;
pero para ser penado por esta falta es preciso que ya hayan sido reque-
ridos o amonestados por la autoridad, es decir por el juez del crimen,
por el juez de subdelegación o sudelegado respectivo.
7.° Sobre esta materia no hai reglamento alguno especial: la pros-
titución no ha sido reglamentada en Chile. El que ofenda a la moral
o a las buenas costumbres es castigado conforme al art. 373.
732 CÓDIGO PENAL

8.° La autoridad local debe conceder el permiso necesario para todo


espectáculo público: sin esto comete una falta, del mismo modo que
si estralimita los límites del permiso o reglamentos sobre la venta de
licores, dias de función i las horas en que debe principiar o terminar
esa función.
9.° La autoridad local debe saber cuando se abra un establecimiento
público, dar el permiso respectivo i hacer las anotaciones del caso. Así
el que quiera abrir un establecimiento de educación no podrá hacerlo
sin este permiso. El faltar a estas reglas es lo que aquí se pena i califi-
ca como falta.
10.° Esto quiere decir que el que lleva niños a las casas de espósitos
debe hacerlo sin faltar a los reglamentos que existen sobre este parti-
cular.
Si se quebrantare los arts. 348, 354 i 356 ya esto constituiría delitos
que tienen penas mui distintas.
11.° La corta de bosques está sujeta a una lei especial. La quema de
los mismos i la roza de los campos se ha de hacer conforme a los regla-
mentos que se dicten, porque hasta el presente sobre esta materia nada
existe.
Si de esto resulta urt cuasidelito o un daño, se castiga según las reglas
establecidas en esos títulos, o si la quema se hace con intención de
causar un mal, existirá un delito que se pena en el título sobre incen-
dios i otros estragos.
12.° Ya hemos dicho que sobre esta materia hai una lei especial.
13.° Existe sobre esto la lei jeneral de caminos. La contravención a
los reglamentos es lo que aquí se pena, porque sobre lo primero la lei
de caminos establece reglas para los casos de su no observancia i ellas
prevalecen sobre la materia.
14.° El establecer rifas o juegos de envite o azar en lugares públicos
es lo que aquí se pena. Las rifas o casas de juego i a los banqueros i
jugadores, se les castiga por el art. 277.
15.° Cuando la defraudación excede de diez pesos, se pena por los arts.
286 i 313 i si baja de esta cantidad el hecho se califica de falta i cae
bajo el imperio de esta disposición.
16.° Si hai defraudación se pena como delito por el núm. 2 del art.
469. Lo que aquí se castiga es solo el hecho de tener medidas o pesos
falsos i nada mas.
17.° Los pesos i las medidas deben ser constatados por el Fiel Ejecu-
LIBRO I I I . — T Í T U L O FINAL. 733

tor de cada departamento. El tener medida aunque sea exacta en todo


es falta, pues se requiere que ella sea ademas constatada por el emplea-
do referido como una garantía para el público.
18.° Esto se funda en el deber que tiene la autoridad administrativa
de cuidar de la liijiene i salubridad públicas. Por eso sus reglamentos
deben ser observados con todo rigor.
19.° La autoridad administrativa, previos los informes del caso, debe
evitar todo peligro que amenace al público i el no prestar cumplimiento
a estas órdenes es folia.
20.° La autoridad local está encargada no solo de la salubridad pú-
blica sino del aseo i ornato de las poblaciones i por eso deben guardar-
se las ordenanzas o decretos que se dicten para esos trabajos i la falta
a ellas se pena por esta disposición.
21.° Este es el caso jeneral establecido en el Código que califica de
falta todo daño que no exceda de diez pesos.
22.° Igual al anterior. Si el daño excede de diez pesos, se penará por
el art. 459.

AKT. 496.

«Sufrirán la pena de prisión en su grado mínimo (1)


conmutable en multa de uno a treinta pesos:
1.° E l que faltare a la obediencia debida a la autori-
dad dejando de cumplir las órdenes particulares que
ésta le diere, en todos aquellos casos en que la desobe-
diencia no t e n g a señalada mayor pena por este Código
o por leyes especiales.
2.° E l que pudiendo, sin g r a v e detrimento propio,
prestar a la autoridad el ausilio que reclamare en casos
de incendio, inundación, naufrajio u otra calamidad, se
n e g a r e a ello.
3.° E l que teniendo obligación de presentar un recien
nacido al funcionario encargado del rejistro civil, no
lo hiciere dentro del término legal.
4.° E l que no diere los partes de defunción, contra-
viniendo a la lei o reglamentos.
734 CÓDIGO PENAL

5.°. E l que ocultare su verdadero nombre i apellido


a la autoridad o a persona que tenga derecho p a r a exi-
jir que los manifieste.
6.a E l que infrinjiere las reglas de policía dirijidas a
asegurar el abastecimiento de los pueblos.
7.° E l que con ronda u otros esparcimientos noctur-
nos altere el sociego público, desobedeciendo a la au-
toridad.
8.° E l que tomare parte en cencerradas u otras
reuniones ofensivas a alguna persona, no estando com-
prendida en el núm. 2.°del art. 494.
9.° El que se bañare quebrantando las reglas de
decencia o seguridad establecidas por la autoridad.
10.° E l que riñere en público sin armas, salvo el
caso de j u s t a defensa propia o de u n tercero.
11.° E l que injuriare a otro livianamente de obra o
de palabra, no siendo por escrito i con publicidad.
12.° E l que dentro de las poblaciones i en contraven-
ción a los reglamentos disparare armas ele fuego, cohe-
tes, petardos u otros jn-oyectiles.
13.° E l que corriere carruajes o caballerías dentro de
una poblacion, no siendo en los casos previstos por el
núm. 6.° del art. 494.
14.° E l que infrinjiere los reglamentos relativos a
carruajes públicos o ele particulares.
15.° E l que infrinjiere las reglas de policía relativas
a posadas, fondas, tabernas u otros establecimientos
públicos.
16.° E l encargado de la g u a r d a de un loco o clemente
que le dejare v a g a r por sitios públicos sin la debida
seguridad.
17.° E l dueño de animales dañinos que los dejare
LIBRO I I I . — T Í T U L O FINAL. 735

sueltos o en disposición de causar mal en las pobla-


ciones.
18.° É l que con su embriaguez molestare a tercero en
público.
19.° E l que arrojare animales muertos en sitios ve-
dados o quebrantando las reglas de policía.
20.° E l que infrinjiere las reglas de policía en la elabo-
ración de objetos fétidos o insalubres, o los arrojare a
las calles, plazas o paseos públicos.
21.° E l que arrojare escombros u objetos punzantes
o cortantes en lugares públicos, contraviniendo a las
reglas de policía.
22.° E l que no entregare a la policía de aseo las ba-
suras o desperdicios que hubiere en el interior de su
habitación.
23.° E l que echare en las acequias de las poblaciones
objetos que, impidiendo el libre i fácil curso de las aguas,
puedan ocasionar anegación.
24.° E l que tuviere en balcones, ventanas, azoteas u
otros puntos esteriores de sus casas tiestos u otros
objetos, con infracción de las reglas de policía.
25.° E l que arrojare a la calle por balcones, v e n t a n a s
o cualquiera otra parte agua u objetos que p u e d a n cau-
sar daño.
26.° E l que tirare piedras u otros objetos arrojadizos
en parajes públicos, con riesgo de los transeúntes, o
lo hiciere a las casas o edificios, en perjuicio de los
mismos o con peligro ele las personas.
27.° E l que infrinjiere los reglamentos en materia de
j u e g o s o diversiones dentro de las poblaciones.
28.° E l que entrare con carruajes, caballería o ani-
males dañinos en heredades plantadas o sembradas.
736 CÓDIGO PMáli

29.° E l que en contravención a los reglamentos cons-


truyere chimeneas, estufas u hornos, o dejare de l i m -
piarlos o cuidarlos.
30.° E l que, empleando el fuego, elevare globos sin
permiso de la autoridad.
31.° E l que, habiendo recibido de buena fé moneda
falsa .o cercenada o títulos de créditos falsos, los circula-
re despues de constarle su falsedad o cercenamiento,
siempre que su valor no exceda de diez pesos.
32.° E l que con objeto de lucro interpretare sueños,
hiciere pronósticos o adivinaciones o abusare de la
credulidad de otra manera semejante.
33.° E l que entrare en heredad ajena para cojer fru-
tas i comerlas en el acto.
34.° E l que entrare sin violencia a cazar o pescar en
sitio vedado o cerrado.
35.° E l que se hiciere culpable de actos de crueldad
o mal trato excesivo para con los animales.
36.° E l que infrinjiere los reglamentos de caza o
pesca en el modo i tiempo de ejecutar una u otra o de
vender sus productos.
37.° Los empresarios de alumbrado público que fal-
taren a las reglas establecidas para su servicio, i los
particulares que infrinjieren dichas reglas.
38.° E l que indebidamente apagare el alumbrado
público o del esterior de los edificios, o de los portales,
teatros, u otros lugares de espectáculo o reunión, o el
de las escaleras de los mismos.»

(1) Cárcel de 1 a 20 dios, aplicándose el art. SO, si hai cargo u oficio


de que suspender al penado i el art. 500 sobre comiso de los instrumentos
o efectos de las fallas si se cree necesario.
LIBRO I I I . — T Í T U L O FINAL. 737

Este artículo enumera faltas mas leves todavía que las designadas en
los dos anteriores i por eso la penalidad es mucho menor que eu aquellos
casos. La pena de cárcel en este artículo es conmutable en multa dentro
del límite que en él se designa,
No nos creemos obligados a entrar eu detalle sobre cada una de las
faltas que él enumera, porque su sencillez lo pone al alcance de toda
persona, máxime despues de lo dicho enjos dos artículos que anteceden.
Es por esto que solo diremos dos palabras sobre las que pudieran ofre-
cer alguna duda.
1.° El art. 253 señala para la desobediencia de esta naturaleza pena
• mayor. Los núms. 3 i 4. del art. 495 se refieren también a lo mismo. El
caso que aquí se castiga es mas bien el olvido de una orden dada por el
superior al inferior, olvido aceptable i que no haya traído perjuicio al-
guno al jefe que diera el encargo.
2.° Son las injurias de palabras o de hecho, es decir un bofeton o
una palabra descompuesta lo que aquí se pena, entre personas de un
mismo rango social. Si las injurias son de la naturaleza que espresa el
art. 419, no se penarán conforme a esta disposición sino con arreglo
a aquella.
34.° Ya esto está esplicado al tratar del núm. 12 del art. 494.
36.° i 37.° La pesca i sobre todo la caza está reglamentada en Chile:
solo se pueden hacer en épocas determinadas del año'para no concluir
con este ramo de industria.

ART. 4 9 7 .

«El dueño de g a n a d o s que e n t r a r e n en h e r e d a d ajena


cerrada i causaren daño, será castigado con multa, por
cada cabeza de ganado:
1.°, D e v e i n t e i cinco c e n t a v o s a u n p e s o , si f u e r e
vacuno.
2.° D e d i e z a c i n c u e n t a c e n t a v o s , si f u e r e c a b a l l a r ,
mular o asnal.
3.° D e c i n c o a v e i n t e i c i n c o c e n t a v o s , si f u e r e l a n a r
o c a b r í o i la h e r e d a d t u v i e r e a r b o l a d o .
4.° D e l t a n t o d e l d a ñ o c a u s a d o a u n t e r c i o m a s , si
47
738 CÓDIGO PENAL

f u e r e de otra especie no c o m p r e n d i d a e n los números


anteriores.
E s t o m i s m o s e o b s e r v a r á si el g a n a d o fuere lanar o
c a b r í o i la h e r e d a d n o t u v i e r e a r b o l a d o . »

Este artículo distingue dos casos: 1.° El que entren animales en


heredad cerrada i que causen daño; 2.° cuando en esa heredad cerrada
hai arbolado i cuando no lo ha/i.
En propiedad abierta nada dice porque el Código Civil ordena que
todo fundo rústico debe ser cerrado i esos cierros deben conservarse en
buen estado a espensas comunes de los colindantes i cada cual tiene el
derecho de exijir esos cerramientos i el que no lo hace debe sufrir el
daño, porque de él es la culpa, i el que ha cerrado su parte no es res-
ponsable del perjuicio que causen sus animales, si el vecino desatiende
esa obligación.
El artículo establece una multa según los casos i la calidad de ganado.
Esa multa es para fondos municipales i el penado debe ser ademas con-
denado en costas conforme al art. 24.
Nada dice la disposición que estudiamos sobre el daño de chanchos i
gallinas en propiedad cerrada i si el perjudicado en jeneral por los daños
en el caso de este artículo debe ser remunerado por el dueño de ellos.
El daño de chanchos i gallinas está comprendido en el núm. 4 de la
disposición que analizamos i los perjuicios deben pagarse en todo caso
al que los ha sufrido a virtud del art. 24 de este Código, que es
regla jeneral i por lo tanto, no se ha podido estar repitiendo en cada
caso particular.

TÍTULO SEGUNDO
DISPOSICIONES COMUNES A LAS FALTAS,

A r t . 498.

«Los cómplices en las faltas serán castigados con


u n a p e n a que n o e x c e d a d e la m i t a d d e la q u e c o r r e s -
p o n d a a los autores.»
LIBRO I I I . — T Í T U L O FINAL. 739

El art. 51 establece la1 pena de los cómplices de delito consumado,


siendo ella la inmediatamente inferior en grado a la señalada por la
lei para el crimen o simple delito.
Los cómplices en las faltas se castigan con una pena que no exceda
de la, mitad a la que corresponda al autor de faltas i como éstas tienen
tres clases de pena, ella será conforme a l a naturaleza de la regla
quebrantada. Luego, pues, este artículo establece una escepcion para e 1
castigo de los cómplices de faltas, en razón a la exigüedad de las penas
establecidas para su represión. I como la falta no se castiga sino cuando
se ha consumado, resulta que no hai tentativa de falta ni falta frustrada
que sean punibles. Los encubridores tampoco tienen cabida por faltar
grados correspondientes i por eso se ha preferido abandonar tan peque-
ñas culpabilidades, en infracciones de tan poca trascendencia, como son
todas las que se comprenden en las faltas.

•ART. 499.

«Caerán en comiso:
1.° L a s a r m a s q u e l l e v a r e el o f e n s o r a l l i a c e r u n d a ñ o
o i n f e r i r i n j u r i a , si l a s h u b i e r e m o s t r a d o .
2.° L a s b e b i d a s i c o m e s t i b l e s d e t e r i o r a d o s i n o c i v o s .
3.° L o s e f e c t o s f a l s i f i c a d o s , a d u l t e r a d o s o a v e r i a d o s
q u e se e s p e n d i e r e n c o m o l e j í t i m o s o b u e n o s .
4.° L o s c o m e s t i b l e s e n q u e se d e f r a u d a r e al p i i b l i c o
en cantidad o calidad.
5.° L a s m e d i d a s o p e s o s f a l s o s .
6.° L o s e n s e r e s q u e s i r v a n p a r a j u e g o s o r i f a s .
7.° L o s e f e c t o s q u e se e m p l e e n p a r a a d i v i n a c i o n e s u
otros engaños semejantes.

El art. 31 ya ha establecido esto mismo.


El presente viene solo a recopilar los casos esparcidos i en que puede
tener lugar el comiso como una aclaración a la regla jeneral que se
ha consagrado en el Libro primero por el art. 31 ya citado.
740 CÓDIGO PENAL

ÁRT. 500.

«El comiso d e los i n s t r u m e n t o s i e f e c t o s de las


f a l t a s , e s p r e s a d o s e n el a r t i c u l o a n t e r i o r , lo d e c r e t a r á
el t r i b u n a l a su prudente arbitrio según los casos i
circunstancias.»

¿Por qué esta diferencia en uno i otro artículo? En el 499 el comiso


se establece de un modo seguro, imperativo si se quiere i, tratándose
de faltas, lo deja al arbitrio del juez? Sin duda porque en el art. 499 se
trata ya de efectos de un crimen o delito i en el 500 es de faltas, donde
no se supone perversidad de ánimo ni se lleva la mira de un mal grave,
por eso el juez debe apreciar las circunstancias i calidad de las personas
para juzgar del buen o mal uso que hagan de esos objetos para 'dejár-
selos o quitárselos. No tiene esto otra esplicacion mas plausible que la
que hemos hecho i sin duda fué este el pensamiento que dominó en los
miembros de la Comision Redactora del Código.

ART. 501.

« E n l a s o r d e n a n z a s m u n i c i p a l e s i .en los r e g l a m e n t o s
j e n e r a l e s o p a r t i c u l a r e s q u e d i c t a r e e n lo s u c e s i v o la
a u t o r i d a d a d m i n i s t r a t i v a n o se establecerán mayores
p e n a s que las señaladas en este libro, aun cuando h a y a n
de imponerse en virtud de atribuciones gubernativas,
a no ser q u e se d e t e r m i n e otra cosa por l e y e s espe-
ciales. »

Es un hecho que las Ordenanzas municipales i los decretos de la


autoridad administrativa pueden crear i definir faltas o reglamentar
sóbrelas establecidas en este Código; pero no se pueden penarlas
Huevas faltas con penas mayores que las establecidas a este respecto.
Las ordenanzas, decretos u otras disposiciones que en lo futuro sé
dicten para la aplicación de estas disposiciones, no podrán contener
pena mayor que las consignadas en los tres artículos que anteceden a éste
LIBRO I I I . — T Í T U L O FINAL. 741

Sin embargo, futuras leyes podrán hacer innovaciones a este respecto.


El Congreso puede lejislar en el sentido que le agrade i en tal caso,
si nuevas leyes modifican lo establecido hasta la fecha, debemos
respetarlas como que emanan de un poder creador que tiene facultad
para ello. Es por esto que estableceremos que las Ordenanzas o
decretos dictados con anterioridad al Código sobre estas materias,
están derogados en cuanto a las penas que impongan por sus infracciones,
si ellas exceden a las que quedan consignadas, porque esta lei es jeneral
i dejófsin valor esas disposiciones, por cuanto esas materias están
tratadas o comprendidas en el presente Código.

TÍTULO FINAL.
DE LA OBSERVANCIA DE ESTE CÓDIGO.

ARTÍCULO FINAL.

E l p r e s e n t e C ó d i g o c o m e n z a r á a r e j i r el p r i m e r o d e
M a r z o d e m i l o c h o c i e n t o s s e t e n t a i cinco, i en esa
fecha quedarán derogadas las leyes i demás disposi-
ciones preexistentes sobre todas las materias que en
él se t r a t a n .
I p o r c u a n t o , oido el C o n s e j o d e E s t a d o , h e tenido
a bien aprobarlo i sancionarlo; por tanto promulgúese
i l l é v e s e a e f e c t o e n t o d a s s u s p a r t e s c o m o l e i d e la
República.

FEDERICO ERRÁZURIZ.

José María Bar celó.

Este artículo fija la fecha en que este Código ha principiado a


rejir,—ella es: 1 . ° D E MARZO DE 1 8 7 5 .
Desde ese dia quedaron sin valor ni efecto alguno las leyes i demás
disposiciones preexistentes sobre todas las materias que en él se tratan.
Sin embargo, para los casos no previstos en el presente Código i que
742 CÓDIGO P E N A L

no se puedan resolver por sus disposiciones, se tendrá que ocurrir a las


leyes que nos rejian ántes de su vijencia, salvo cuando aquí se declare
que tales hechos no constituyan delitos.

Nuestro trabajo es concluido: talvez contenga algu-


nos errores; pero no por esto nos hemos amedrentado
al entregarlo a la publicidad. Creemos que puede
prestar alguna utilidad i que él podrá servir de base
para que intelijencias mas elevadas corrijan ló que en
•él se encuentre de malo. Será talvez el primer Código
que en Chile se comenta por completo i, ante esta con-
sideración, esperamos ser tratados con induljencia,
sobre todo, si se aprecia la intención i él. buen propósito
que nos ha guiado en . esta obra—hacer algo en bien
de la juventud. Talvez sea poco lo que se encuentre
orijinal; pero desde que el Código es obra de disposi-
ciones varias, hemos tenido que ocurrir a los comen-
tadores de esas disposiciones; por eso no exijimos que
se nos consideré cómo autor sino como compilador de
esas doctrinas, las que hemos ordenado para seguir, paso
a paso i en orden sucésivo, los ártículos que forman este
Código. Nuestro trabajo ha sido estractár con tino
lo que tenia relación con estas materias: si nuestro ob-
jeto se ha realizado, lo dirá el que nos lea i si por esto
hemos hecho algo que satisfaga tamaña exijencia, nues-
tras aspiraciones estarán cumplidas i ello será el premio
de esa contracción, única cosa que podemos ofrecer, ya
que no llevamos el mérito de la orijinalidad i del talen-
to para salir avantes en una obra de esta especie.

FIN
APÉNDICE
Leyes, Decretos, Reglamentos i otras disposiciones que complementan el
Código Penal.

A B U S O S DE LA LIBERTAD DE IMPRENTA.

Santiago, Julio 17 de 1872.

P o r c u a n t o el C o n g r e s o N a c i o n a l lia a p r o b a d o el
siguiente

PROYECTO DE LEI:

TÍTULO I.

De los abusos de la prensa i de su responsabilidad,

Art. l.° Es responsable de todo abuso de la libertad de imprenta el


impresor que hubiere hecho la publicación, quien podrá escusarse de
esta responsabilidad presentando a la persona que le hubiere garantiza-
do el escrito, siempre que ésta pueda ser habida i sea justiciable sin
trámite prévio.
Art. 2.° Para asegurar la responsabilidad, toda persona que tenga
a su cargo o dirección una imprenta, deberá poner el nombre de ésta,
el del lugar i la fecha, en cada uno de los ejemplares de toda publica-
ción que hiciere.
Cada falta de este deber, que sea debidamente comprobada, será pe-
nada con cincuenta pesos de multa.
Si se comprobare en la forma legal que el impresor ha alterado en
un impreso el nombre de la imprenta, el lugar o la fecha, se le castiga-
rá con una multa de doscientos pesos.
744 CÓDIGO P E N A L

El gobernador departamental hará cumplir la disposición de este


artículo i hará efectivas las multas que establece.
Art. 3.° La lei solo califica de abusos de la libertad de imprenta los
siguientes:
1.° Los ultrajes hechos a la moral pública o a la relijion del Estado;
2.° Los escritos en que de cualquier modo se tienda a menoscabar el
crédito o buen concepto de un empleado público, o la confianza que en
él tiene la sociedad;
3.° Aquellos en que se tienda al mismo fin respecto de las personas
particulares.
Art. 4.° El abuso será calificado por jurados, los cuales apreciarán
las circunstancias del caso i las alegaciones de las partes, i resolverán
si ha habido en el autor del impreso acusado el propósito que se le
imputa; i según su conciencia, determinarán la culpabilidad, clasificán-
dola en alguno de los tres grados que a continuación se espresan:
En primer grado, si el abuso es digno, según el concepto de los jura-
dos, de una multa de cincuenta pesos;
En segundo grado, el abuso que merezca una multa de cien pesos;
I en tercer grado, el que deba ser castigado con uua multa de tres-
cientos pesos.
Art. 5.° Si se acusare un impreso por infracción del inc. 2.° del art.
3.Q, la parte será admitida a probar los cargos que hubiere hecho al
empleado público en su carácter de tal; i si los probare, será absuelto
de la acusación,
Pero si los cargos se hubieren hecho al empleado, no como a tal,
sino como a persona privada, no se admitirá prueba alguna sobre ellos.
Tampoco se admitirá prueba en las acusaciones que se entablaren
por infracción del inciso 3.° del mismo artículo.
Art. 6.° No son abusivos de la libertad de imprenta los escritos
científicos o literarios, cuando no tienen mas fin que la investigación
de la verdad científica, literaria o judicial, aunque sean discutibles las
apreciaciones o los hechos sobre que versa la investigación.

TÍTULO II.
Del derecho de acusar.

Art. 7.° Los impresos en que se infrinja el inc. 1.° del art. 3.° serán
acusados de oficio por el ministerio público, i también dan acción po-
pular.
APÉNDICE 745

Aquellos en que se ofendiere a un empleado público en su carácter de


tal, serán también acusados por el ministerio público, previa requisi-
ción de la parte ofendida, cuyo derecho queda a salvo para acusar por
sí o para cooperar a la acusación.
Aquellos en que se ofenda a un empleado en su carácter privado, o
a una persona particular, solo podrán ser acusados por el ofendido mis-
mo o por un representante suyo, o en caso de ausencia de la República,
por cualquiera de sus parientes consaguíneos o afines dentro del cuarto
grado.
Art. 8.° El derecho de acusar un impreso como abusivo de la liber-
tad de imprenta, espira en el término de sesenta dias contados desde la
publicación.
Art. 9 E l injuriado por la prensa puede cortar el juicio por una
transacción cualquiera; pero una vez terminado el juicio, no puede
remitir la pena ni parte de ella.

TÍTULO III.

Del jurado i de su modo de proceder.

Art. 10. Toda acusación sobre abusos de la libertad de imprenta


será previamente sometida a la deliberación de un jurado compuesto
de siete miembros, el cual declarará si hai o no lugar a formación de
causa contra el impreso acusado.
Art. 11. El acusador se presentará por escrito ante el juez de letras
en lo criminal del departamento respectivo, acompañando un ejemplar
del impreso acusado, designando el pasaje o pasajes que acusa i citan-
do el inciso del art. 3.° de esta leí que a su juicio se hubiere infrinjido.
Art. 12. Presentada la acusación, el juez, dentro de las veinticua-
tro horas siguientes, hará comparecer al acusador i al impresor, o a la
persona que éste señalare como responsable, i a presencia de ellos i del
secretario del juzgado procederá a sortear siete jurados propietarios i
tres suplentes, sacándolos del rejistro alfabético de ciudadanos electores
del departamento, en la forma siguiente:
El acusador i el acusado elejirán de cada letra del rejistro hasta dos
nombres cada uno, i si los nombres comprendidos bajo una letra no
bastaren, se completará aquel número con los de la letra siguiente. Si
en el rejistro se hubiere suprimido alguna letra alfabética por no haber
bajo de ella ciudadanos inscritos, las partes no tendrán derecho de po-
ner para el sorteo nombre ninguno cuya inicial sea aquella letra.
746 CÓDIGO P E N A L

Las partes tampoco podrán elejir del rejistro:


A sus parientes respectivos en línea recta o en la colateral hasta el
cuarto grado de consanguinidad o segundo de afinidad inclusive;
Ni a los ciudadanos que residan fuera del recinto déla poblacion i no
puedan ser citados prontamente;
Ni a los que sean eclesiásticos o empleados públicos con sueldo del
Estado.
Hecha la lista de los elejidos, con tal que éstos no bajen de treinta,
sea que las partes hayan escojido dos nombres o uno solo de cada
letra del rejistro, el acusador i el acusado podrán recusar respectivamen-
te hasta la quinta parte cada uno del número total. Los nombres que
quedaren en la lista se pondrán en cédulas separadas en una urna, i
de allí se sacarán a la suerte los jurados propietarios i suplentes. Si
alguna de las partes no compareciere, el secretario del juzgado hará
por ella únicamente la elección de los ciudadanos del rejistro para
verificar el sorteo; todo lo cual deberá espresarse en una dilijencia, des-
pues no habrá derecho de recusar.
Art. 13. Hecho el sorteo, el juez citará para el mismo dia, o amas
tardar para el siguiente, a los siete jurados propietarios i a los tres su-
plentes, designándoles la hora de la reunión.
El que no compareciere a la hora designada, o el que se negare a
desempeñar su cargo pagará una multa de cien pesos, salvo el caso de
enfermedad, ausencia u otra imposibilidad absoluta, legalmente acredi-
tada.
Al juez de letras corresponde declarar incurso en la multa al jurado
que la merezca.
Art. 14. Reunidos los -siete jurados que deben constituir el tribu-
nal, el juez les hará presente que sus funciones están reducidas tan
solo a declarar si el impreso acusado, atendidas sus palabras i espíritu,
merece o nó, ser sometido a juicio.
Acto continuo, les exijirá el siguiente juramento:
«¿Juráis por Dios i por vuestro honor desempeñar lealmente vuestro
cargo, declarando conforme a vuestra conciencia si há o nó lugar a
formación de causa contra el impreso que se os va a presentar?» Los
jurados responderán: «Si, juramos;» i el juez añadirá: «Si así lo hicie-
reis, Dios os ayude, i si nó, os lo demande.» En seguida el juez entre-
gará a los jurados la acusación con sus anexos i se retirará de la sala.
Art. 15. Los jurados nombrarán de entre ellos un presidente, lee-
APÉNDICE 747

rán las piezas de la acusación i deliberarán sin poder separarse hasta


estar de acuerdo en la declaración, lacual resultará de la mayoría absolu-
ta de votos, i será precisamente concebida en estos términos: «Há lugar
a formación de causa;» o «No há lugar a formación de causa;» lo cual
será suscrito por todos los jurados i entregado por su presidente al juez
de letras.
Art. 16. Si la declaración fuere: «No há lugar a formación de causa,»
el juez mandará archivar el proceso, prévia la notificación a las partes,
cesando por este auto todo procedimiento ulterior.
Art. 17. Si la declaración hubiese sido: «Há lugar a formación de
causa,» el juez hará comparecer dentro de las veinticuatro horas siguien-
tes al acusador i al acusado para notificarles la declaración del jurado i
citarlos para el dia siguiente a fin de proceder al sorteo de los jurados
que deben fallar definitivamente, haciendo dar al acusado una copia de
la acusación.
Al mismo tiempo comunicará el juez la resolución del jurado al go-
bernador departamental, quien la hará publicar en los periódicos.
Art. 18. La organización del jurado que debe fallar definitivamen-
te se hará en la forma prescrita para el primero por el artículo 12,
sorteando nueve jurados propietarios i cuatro suplentes, i escluyendo
ademas del sorteo a los ciudadanos que hubieren formado parte de di-
cho primer jurado.
El resultado de este sorteo se consignará en el proceso, i el juez lo
mandará hacer saber a cada uno de los jurados propietarios i suplentes,
citándolos para que se reúnan dentro de las cuarenta i ocho horas si-
guientes.
La inasistencia o la resistencia de los jurados se castigarán conforme
al articulo 13.
Art. 19. Reunidos los nueve jurados, a la hora designada, llenándose
la falta de los propietarios por los suplentes, el juez declarará instalado el
tribünal, cuya presidencia tendrá él mismo; i ántes de proceder, les
exijirá el juramento siguiente: «¿.Turáis por Dios i vuestro honor de-
sempeñar fielmente vuestro cargo, declarando conforme a vuestra
conciencia si es o nó culpable el impreso que se os va a presentar?»
Los jurados responderán: «Sí; juramos,» i el juez añadirá: «Si así lo
hiciereis, Dios os ayude, i si nó, os lo demande.»
Art. 20. Despues se procederá al juicio público del modo si-
guiente:
748 CÓDIGO PENAL

El secretario leerá la acusación i los lugares del impreso acusado a


que ella se refiere.
El acusador, por sí o por otra persona, fundará su acusación, sin
que pueda estenderse fuera de los puntos a que ésta se refiere;
En seguida tornará la palabra el acusado, alegando todo lo que haga
a su defensa, i pudiendo leer otros lugares del impreso que sirvan de
esplicacion a los que motivan la acusación.
Art. 21. S i e n el juicio hubiere lugar a prueba, las partes presenta-
rán al tribunal todas las que hicieron a su derecho; traerán a su costa
delante de él a sus testigos, ya sea voluntariamente o por mandato del
juez i si éstos se resistieren; i no podrán presentar por escrito otras de-
claraciones que las de los testigos que estuvieren imposibilitados o escu-
sados por la lei para presentarse personalmente.
Art. 22. Si hubiere cuestión sobre la conducencia de las articulacio-
nes, la resolverá en el acto el jurado a pluralidad de votos; i tanto el
juez, como los jurados i las partes, podrán interrogar al testigo para
esclarecer sus dichos.
Cada una de las partes podrá impugnar las declaraciones de los tes-
tigos presentados por la contraria, i manifestar i probar en el mismo
acto las circunstancias que puedan hacer dichas declaraciones indignas
de crédito.
Art. 23. El juez determinará el orden del debate, concediendo has-
ta dos veces la palabra a cada una de las partes; i una vez cerrado por
él el debate, hará un resumen de todas las alegaciones i pruebas i fijará
la cuestión sometida al fallo del tribunal, retirándose de la sala.
Art. 24. Los jurados deliberarán privadamente sobre si el impreso
acusado es o no culpable, rijiendo para este caso lo dispuesto en el ar-
tículo 15.
Art. 25. El acuerdo del jurado se escribirá en el proceso, i si fuere
condenatorio, deberá ser precisamente concebido en estos términos:
«Es culpable en tal grado por infracción del inciso tal del art. 3.° de la
lei sobre abusos de la libertad de imprenta si el acuerdo fuere favorable
al acusado, se espresará-en estos términos: «No es culpable.»
Si el acuerdo fuere en parte favorable i en parte adverso al acusado,
se espresará en esta forma: «Es culpable en tal grado por infracción
del inciso tal del art. 3.°, e inculpable de infracción del inciso tal del
mismo artículo de la lei sobre abusos de la libertad de imprenta.»
Art. 26. Firmado el acuerdo por todos los jurados, su presidente lo
entregará al juez de letras, quien lo leerá en alta voz.
APÉNDICE 749

Art. 27. Si el acuerdo fuere favorable al acusado, el juez pondrá a


continuación: «Absuelto i archívese el proceso, despues de notificadas
las partes.»
Si el acuerdo fuere adverso al acusado, el juez lo condenará en la
multa correspondiente, según el fallo del tribunal i lo dispuesto en
esta lei:
Art. 28. El acuerdo del jurado i la sentencia del juez se trascribi-
rá en el mismo dia al gobernador departamental, quien ordenará su
publicación en los periódicos.
Art. 29. La multa se pagará en el acto de la notificación de la
sentencia, i si el acusado fuere insolvente, sufrirá una prisión en lapro-
pórcioh de un dia por cada cinco pesos.
Art. 30. Cuando el impresor i el autor del escrito acusado no pe-
dieren ser habidos despues de una citación legal, o no fueren justicia-
bles sin trámite previo, el juicio se seguirá como contra reos ausentes,
i en caso de condenación, el pago de las multas i costas se hará efectivo
en la imprenta.
i Art. 31. Si el autor del impreso acusado se negare a presentarse
como responsable en el juicio, quedará su derecho a salvo al impresor
para probar en la forma ordinaria la responsabilidad del autor i para
reclamar la indemnización de las multas i costas en que hubiere sido
condenado, o de los perjuicios que hubiere sufrido a consecuencia de la
acusación.
Art. 32. En los casos en que los testigos de quienes haya de valer-
se alguna de las partes estuvieren fuera del lugar del juicio, el juez, a
petición del interesado i ántes de procederse al sorteo del segundo
jurado, concederá un término improrogable i proporcionado a la dis-
tancia en que se encontraren los testigos, para que se recojan sus
declaraciones en la forma ordinaria, dejando entre tanto suspenso el
procedimiento.
Vencido el término de prueba, se continuará el procedimiento con
arreglo a los artículos 20 i siguientes de esta lei.
Art. 33. Si el testigo estuviere presente en el lugar del juicio,
pero imposibilitado para comparecer, el juez en el acto mismo mandará
que se evacúe su testimonio en la forma ordinaria.
Art. 34. Ni contra el fallo del primero i segundo jurado, ni contra
el del juez se concederá recurso alguno, salvo el de nulidad, que se
entablará i proseguirá en la forma ordinaria i solamente por estas cau-
750 CÓDIGO PENAL

sas: 1.° por falta de citación de alguna de las partes; i 2° por no


haberse reunido el tribunal con el número competente de jurados.
No hai recurso de nulidad, si la parte agraviada no hubiere hecho el
reclamo que previene el arfc. 15 de la lei de de Marzo de 1837.
Declarada la nulidad i repuesto el proceso a su estado anterior,
entrarán a conocer un nuevo jurado en la forma prescrita i el juez que
debe subrogar por la lei.
Art. 35. Todos los actos del procedimiento serán autorizados grá-
tis por el secretario del juzgado, salvo el caso de entablarse acusa-
ción por injurias privadas, en el cual cobrará derechos con arreglo al
arancel.
Art. 36. Si ocurriere o se temiere fundadamente tumulto durante
la sesión del tribunal, éste, a indicación del juez o de cualquiera de sus
miembros, resolverá si la sesión continúa o no siendo pública, debiendo
despejarse la barra para acordarse esta resolución.
Si se resolviere que la sesión no sea pública, los jurados deberán per-
mitir la entrada a veinte personas del pueblo por lo ménos.'
Art. 37. Los impresores que publicaren periódicos en el lugar del
juicio serán obligados, bajo la multa de veinticinco pesos, a insertaren
ellos todos los actos que esta lei manda publicar.
Art. 38. todo impresor entregará al acusador público del punto en
que la imprenta esté establecida un ejemplar de los impresos que pu-
blique, al mismo tiempo de su publicación. Deberán igualmente los
impresores depositar dos ejemplares en la Biblioteca Nacional, uno en
la secretaría de la intendencia o gobierno departamental, i remitir un
cuarto al Ministerio del Interior.
La infracción de este artículo será penada con veinticinco pesos de
multa,
Art. 39. Todas las multas impuestas por esta lei se aplicarán a
fondos municipales, i el tesorero respectivo será parte para reclamar su
pago.
Art. 40. Se deroga la lei de dieziseis de Setiembre de mil ochocien-
tos cuarenta i seis,
I por cuanto, oido el Consejo de Estado, lo he aprobado i sanciona-
do; por tanto promúlguese i llévese a efecto como lei de la República.

FEDERICO ERRÁZURIZ.

Abclon Cifuenies.
APÉNDICE 751

Sobre esta materia se ha presentado un proyecto a la Cámara de


Diputados tendente a reformar esta lei, i es como sigue:

«Honorable Cámara:
La esperiencia ha venido a demostrar que los jurados de imprenta
establecidos por el núm. 7.° del art. 12 de la Constitución para castigar
los abusos de la imprenta son, en los casos de injurias privadas i per-
sonales, que nada tienen que ver con las censuras políticas o los cargos
a funcionarios administrativos, tan ineficaces o ilusorias en sus resultados
que mui amenudo esponen al ofendido a mayores vejámenes sin asegu-
rar el castigo del delincuente,
El remedio de esta situación es óbvio desde hace mucho tiempo ha
sido indicado por la opinion pública, que pide se considere a los abusos
de imprenta, en los casos de injurias personales i de carácter privado,
como delitos ordinarios i se les someta al fallo de los tribunales ordi-
narios de justicia.
Esta justa exijencia de la opinion nos ha inducido, honorable
Cámara, a proponer una adición al núm. 7.° del art. 12 de nuestra
Constitución que, dejándolo subsistente en todas sus partes para los
abusos de la prensa que se refieren a injurias políticas o a cargos a los
funcionarios públicos, salvaguardie los intereses personales i evite las
injurias de un carácter meramente personal.
En esta virtud, tenemos el honor de proponeros, que el núm. 7.° del
art. 12 de la Constitución se adicione con el siguiente inciso.
Lo dispuesto en el inciso precedente no es aplicable a los delitos de
injuria contra las personas consideradas en su carácter privado, los
cuales serán juzgados con arreglo al Código Penal i por los tribunales
ordinarios de justicia.—AGUSTÍN EDWARDS, diputado por Quillota.—
J O R J E H U N E E U S . — M I G U E L L U I S AMUNÁTEGUI.—GUILLERMO P U E L -
HA TUPPER.—GONZALO B Ú L N E S . — V I C E N T E GREZ.»

Magnífica idea i que ojalá pronto fuera lei de la República i mucho


mejor todavía si en la discusión de este proyecto el Congreso somete
al juzgamiento común todos los delitos de la imprenta, ya sea que se trate
de injurias privadas o políticas o de cargos a los funcionarios públicos,
como sucede en Estados Unidos, lo que seria una salvaguardia eficaz
contra la delincuencia, puesto que no hai razón alguna para dejar en
pié al juzgamiento por jurados los abusos que se refieran a injurias
políticas o a cargos a los funcionarios públicos, a quien esa lei debe rodear
752 CÓDIGO PENAL

de cierto respeto i dar garantías que les pongan a salvo de la malque-


rencia, envidia u odio de cualquiera que se crea ofendido por ellos;
sobre todo conociendo lo que es entre nosotros el jurado i lo que lia
descendido esta bella institución por la forma como se encuentra
establecida.

Propiedad Literaria

Santiago, julio 24 de 18S4.

Por cuanto el Congreso Nacional ha discutido i acordado el siguiente


proyecto de lei:
«Art. 1.° Los autores de todo jénero de escritos, o de composiciones
de música, de pintura, dibujos, escultura, i en fin de aquellos a quienes
pertenece la primera idea en una obra de literatura o de las letras,
tendrán el derecho esclusivo, durante su vida, de vender, hacer vender
0 distribuir en Chile sus obras por medio de la imprenta, litografía,
molde, o cualquiera otro medio de reproducir o multiplicar las copias..
2.° Sus herederos testamentarios i los lejítimos gozarán por cinco
años del mismo derecho, prorogables hasta diez al arbitrio del Gobierno;
pero si el fisco fuere el heredero, pasará a ser de propiedad común.
3.° Los autores i sus herederos pueden trasmitir sus derechos a
cualquiera persona.
á.° El propietario de un manuscrito de una obra postuma gozará de
su propiedad esclusiva por el término de diez años improrogables, con-
tados desde la primera edición, con tal que lo publique separadamente,
1 no en una nueva edición de los escritos publicados ya en vida del
autor, porque entonces seguirá la suerte de éstos.
5 E l poseedor de un manuscrito postumo que contenga correccio-
nes de una obra del mismo autor, publicada en vida, gozará por diez
años improrogables de su propiedad, siempre que presente dicho ma-
nuscrito a la justicia ordinaria dentro del año siguiente al fallecimiento
del autor, i pruebe ser lejítimo.
6.° Los estranjeros que publiquen sus obras en Chile gozarán de los
mismos derechos que los chilenos, i si publicadas en otro pais hacen
en Chile nueva edición, gozarán de iguales derechos por el término de
diez años.
7.° Las piezas teatrales tendrán ademas el privilejio de no poder
APÉNDICE 753

representarse en ningún teatro de Chile sin permiso escrito de su autor


o de sus herederos, durante la vida del primero, i los cinco años conce-
didos a los últimos.
8.° Cuando el autor de una obra fuese ijn cuerpo colejiado conservará
la propiedad de ella por el término de cuarenta años contados desde la
fecha de la primera edición.
9.° Los traductores de cualesquiera obra i sus herederos tendrán los
mismos derechos que los autores i sus herederos.
10. Para entrar en el goce de los derechos concedidos por los artí-
culos anteriores, no se necesita título alguno del Gobierno, i bastará
que depositándose previamente tres ejemplares de la obra en la Biblio-
teca pública de Santiago, se auuncie en el frontispicio a quien perte-
nezca.
] 1. El Gobierno podrá conceder privilejios esclusivos que no excedan
del término de cinco años a los reimpresores de obras interesantes,
siempre que las ediciones sean correctas i hermosas.
12. Si el áutor o editor de una obra no quisiese gozar de este privi-
lejio i omitiere las formalidades prescritas en el art. 10, el impresor
estará obligado a entregar los mismos tres ejemplares en la Biblioteca
pública de Santiago.
13. Todo impresor deberá también depositar en la misma Biblioteca
dos ejemplares de cada papel periódico o suelto que imprima i pasar
uno al Ministerio del Interior i otro a cada fiscal.
14. Pasados los términos de que hablan los artículos precedentes,
toda obra quedará en el concepto de propiedad común, i todos tendrán
espedita la acción de negociar con ella como les pareciere.
15. Si alguno reimprimiere, grabare, imitare una obra ajena, o de
cualquiera manera contraviniere a las disposiciones de esta lei, podrá el
interesado denunciarle ante el juez, quien le juzgará sumariamente con
arreglo a las leyes vijentes sobre usurpación de la propiedad ajena.»
I por cuanto con la facultad que me confieren los arts. 43 i 82 de la
Constitución he tenido a bien aprobarlo i sancionarlo: por tanto, dis-
pongo se promulgue i lleve a efecto en todas sus partes como lei del
Estado.—PRIETO.—Joaquin Tocomal.

49
754 CÓDIGO PENAL

Marcas de FáMcas i de Comercio Nacionales o Estranjeras.

Santiago, noviembre 12 ele 1874.

Por cuanto el Congreso Nacional ha prestado su aprobación al


siguiente

PROYECTO DE L E I :

Art. 1.° Se abre un rejistro para inscribir las marcas de fábricas o de


comercio, nacionales o estranjeras.
Art. 2.° Se designan bajo: el nombre de marcas de fábrica aquellas
que se coloquen sobre objetos elaborados o fabricados en Chile o en el
estranjero por los industriales o agricultores, i bajo el nombre de marcas
comerciales aquellas que el comerciante adopte para poner sobre los
objetos que venda.
Art. 3.° Se consideran como marcas o rótulos de fábrica o de comer-
cio, los nombres propios, los emblemas i todo otro signo que adopte el
fabricante o comerciante para distinguir los objetos que fabrique o
venda.
Sin embargo, los rótulos de fábrica llevarán para los efectos legales
la inscripción de Marca ele Fábrica o simplemente las iniciales M. de
F., i las marcas o rótulos de comercio la inscripción de Marca Comercial
o bien las iniciales M. C.
Art. 4.° El nombre de un fundo rústico, molino, fundición ó fábrica
será del esclusivo uso del propietario del fundo,' molino, fundición o
fábrica.
Art. 5.° El que inscribe en el rejistro una marca de fábrica o de
comercio, tiene la propiedad esclusiva de ella.
Art. 6.° La transferencia que se haga de una marca o el permiso que
se otorgue para que otro haga uso de ella, debe anotarse en el rejistro,
prévio el anuncio al público por medio de avisos durante diez dias.
Art. 7.° La inscripción de las marcas de fábricas o de comercio de-
berá renovarse cada diez años i en caso de no efectuarse la nueva ins-
cripción se dará por caducada.
Art. 8.° El rejistro a que se refiere el art. 1.° se abrirá en la oficina de
la Sociedad Nacional de Agricultura bajo la dirección del presidente de
ésta o de un delegado nombrado por el consejo. En este caso el nom-
bramiento del delegado debe recaer en uno de los miembros del Consejo
Directivo de dicha sociedad.
APÉNDICE 755

Art. 9.° LÍI partida del rejistro debe contener el dia i la hora en que
se hace la inscripción; el nombre del propietario, su profesion i domici-
lio; el lugar en que esté establecida la fábrica; el jénero de industria ode
comercio para que va a servir la marca, como asimismo un facsímile de
ella. Se agregará ademas ala inscripción el número de orden que corres-
ponda a la marca depositada i también las otras indicaciones que se
crean necesarias.
Tanto la partida del rejistro como la copia que se dará al interesado
serán firmadas por el presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura
o su delegado, por el interesado i dos testigos.
Ait. 10. Se pagará como derecho a la Sociedad Nacional de Agri-
cultura, doce pesos por inscripción de una marca de fábrica, tres pesos
por la de comercio i un peso por la copia autorizada de una u otra.
Art. 11. El que falsifique, adultere o use fraudulentamente las mar-
cas o rótulos de que habla la presente leí sufrirá las penas que designe
el Código Penal.
Art. 12. Los objetos revestidos con marcas falsificadas caerán en
comiso a beneficio del perjudicado. Los utensilios de la falsificación
serán destruidos.
Art. 13. Todos los años, en el mes de agosto, se publicará en el pe-
riódico oficial, una lista de las marcas que hayan sido rejistradas.
I por cuanto, oido el Consejo de Estado, lo he aprobado i sanciona-
do; por tanto, ordeno se promulgue i lleve a efecto en todas sus partes
como lei de la República.

FEDERICO ERRÁZURIZ.

Ramón Barros Luco.

Rejistro <le mareas de animales vacunos i caballares.

Santiago, noviembre 12 ele 1874.

Por cuanto el Congreso Nacional ha aprobado el siguiente

PROYECTO DE L E I :

Art. l.° Establécese en las tesorerías departamentales un rejistro


público de las marcas con que se distinguen . los animales vacunos i
caballares.
756 CÓDIGO PENAL

Arfc. 2.° Las marcas tendrán tal forma que permita conocer el de-
partamento a que pertenece i el número de orden que haya correspon-
dido a cada uno en el rejistro.
Arfc. 3.° Al tiempo de hacer la inscripción, recibirá el que la solicite
j

la marca correspondiente, pagando siyvalor i el derecho de inscripción


i certificado.
El valor de cada marca no podrá exceder de dos pesos i un peso los
derechos de inscripción.
Art. 4.° Se presume dueño del animal que lleve una marca rejistrada
aquel a. quien ásta pertenezca, según el rejistro.
Art. 5.° La contramarca o marca duplicada, establece igualmente una
presunción de haber perdido el dominio del animal el dueño de aquella.
Art. 6 E l Presidente de la República dictará los reglamentos necesa-
rios para la ejecución de esta lei i determinará en ellos la clave que
haya de servir para la formación de las marcas.
I por cuanto, oido el Consejo de Estado, lo he aprobado i sancionado;
por tanto, ordeno se promulgue i llevé a efecto en todas sus partes co-
mo lei de la República.'

FEDERICO ERRÁZURIZ,

Ramón Barros Luco.

Multas.

Santiago, Octubre 11 de 1878.

Vistos el dictámen precedente, el art. 60 del Código Penal i el 94


de la lei de organización i atribuciones de las Municipalidades; i
teniendo presente que conviene establecer reglas jenerales para que se
haga de un modo uniforme la percepción de las multas que se impongan
a beneficio municipal,

Decreto:
1.° Toda sentencia en que se imponga multa a beneficio municipal,
se pondrá en noticia del tesorero de la Municipalidad respectiva, a fin
de que éste perciba dicha multa.
2.° Los jueces pasarán, dentro de los primeros dias de cada mes, al
Intendente o Gobernador del departamento, una lista. detallada de las
APÉNDICE 757

multas que impongan a favor de la Municipalidad durante el mes


anterior.
3.° La disposición del art. l.° comprende las sentencias de los jueces
de subdelegacion.
é.° Las listas de las multas impuestas por estos jueces se pasará
visada por ellos, dentro del plazo que señala el art. 2.°, por el receptor
de menor cuantía respectivo, al juez especial de apelaciones o al juez
de letras correspondiente, a fin de que éste la trasmita al Intendente o
Gobernador.
5.° Las Municipalidades podrán nombrar encargados especiales para
la percepción de las multas en las subdelegaciones distantes de la resi-
dencia del respectivo tesorero.
Tómese razón, comuniqúese, publíquese e insértese en el Boletín de
las Leyes.

PINTO.
Joaquín Blest Gana.

Homicidio, hurto, rol>o, incendios i accidentas de ferrocarriles.

Santiago, Agosto 3 de 1876.

Por cuanto el Congreso Naciainal lia aprobado el


siguiente
PROYECTO DE L E I :

Art. 1. En todos los procesos criminales que se siguieren por homici-


dio, hurto, robo, incendios i accidentes de ferrocarriles, tanto los jueces
de primera instancia como los tribunales superiores apreciarán la prueba
con entera libertad, i absolverán o condenarán al reo, según creyeren
en su conciencia que es inocente o culpable.
Art. 2. Quedan sin aplicación a los procesos de esta clase todas las
leyes relativas a la apreciación que los jueces deben hacer de la prueba
en causas criminales.
Art. 3. El culpable de robo o de tentativa de este crimen, será
castigado con la pena de muerte, siempre que al mismo tiempo se
hiciere reo de homicidio, violacion u otra injuria grave de obra contra
las personas.
758 CÓDIGO PENAL

Art. á. Los condenados por hurto o robo serán castigados, ademas


de las penas que a dichos delitos impone el Código Penal, con veinti-
cinco azotes por cada seis meses de presidio.
En ningún caso se podrá imponer mas de cien azotes en virtud de
una misma sentencia. -
Art. 5. El Presidente de la República, de acuerdo con el Consejo de
Estado, dictará los reglamentos que deben rejir en la aplicación de las
penas establecidas por la presente lei.
Alt. 6. La presente lei principiará a rejir en toda la República
veinticinco dias despues de su promulgación en el periódico oficial.
I por cuanto, oido el Consejo de Estado, he tenido a bien aprobarlo
i sancionarlo; por tanto, promúlguese i llévese a efecto como lei de la
República.

FEDERICO EBBÁZUKIZ.
José Maria Barcelò.

Iteglaiiiento para la ejecución de las penas establecidas por la


lei de 3 de agosto de Í876Í

Santiago, Agosto 11 ele 1876.

En virtud de lo dispuesto en el art. 5.° dé la lèi de 3 del corriente


mes i de acuerdo con el Consejo de Estado,

Decreto:
Art. 1. En ningún caso se aplicará la pena de muerte impuesta por
sentencia de los tribunales ordinarios, sin que sea previamente consul-
tado el Consejo de Estado.
Art. 2. El Tribunal de término, inmediatamente que pronuncie la
senteucia condenatoria, remitirá al Consejo una copia de ella i, de la de
primera instancia, por el órgano del Ministerio de Justicia, informando
al mismo tiempo sobrey cada una de las circunstancias atenuantes o
agravantes del crimen o delito, i esponiendo todo lo que a su juicio
pudiere influir en el ánimo del Consejo para iudultar o conmutar la
pena, o para proceder a su ejecución.
Art. 3. Si el Tribunal opinare por el indulto o conmutación, emitirá
su dictámen sobre la naturaleza i estension de la pena que deba sustituir
a la de muerte..
APÉNDICE 759

Art. 4. Si hubiere entre los miembros del Tribunal diversas opi-


niones sobre la conveniencia del indulto o conmutación, o sobre la pena
que deba sustituir a la de muerte, se espresará en el informe el número
de miembros que apoyan cada opinion.
Art. 5. La resolución que se diere acerca del indulto o conmutación
de que hablan los artículos anteriores, se ejecutará despues de comuni-
cada por el Ministerio de Justicia al Tribunal correspondiente.
Art. 6. Lo dispuesto en los artículos precedentes rije también
respecto a la aplicación de la pena ele azotes, salvo cuando el reo hubiere
sido condenado otra vez a la misma pena, sea que ésta hubiere sido
ejecutada, conmutada o indultada.
En el caso de escepcion del inciso precedente se procederá a la
ejecución de la pena de azotes sin la suspensión ordenada en el art. 1.
Art. 7. .No obstante lo dispuesto en el inciso final del articulo
anterior,' si el reo fuere mujer, o varón menor de dieziseis años o mayor
de sesenta, se suspenderá en todo caso la aplicación de la pena de azotes
i se procederá en conformidad a lo dispuesto en los cinco primeros
artículos de este decreto.
Art. 8. Cuando el número de azotes impuesto al reo por una senten-
cia excediere de veinticinco, tendrá derecho ele pedir que la aplicación
de la pena se . divida en fracciones que no bajen de ese número, i que
medie entre una i otra aplicación un término que no exceda de un mes.
Art. 9. Se designa jeneralmente para la ejecución de la pena de
muerte las Penitenciarias, donde las haya.
En los departamentos donde no hubiere Penitenciaria, se liará la
ejecución en las cárceles o presidios, siempre que lo permitan las condi-
ciones de estos establecimientos.
En uno i otro caso la ejecución será presenciada por los presos o
detenidos.
Art. 10. La pena de azotes se aplicará siempre en las cárceles o
presidios i no podrá ser presenciada sino por los presos o detenidos del
sexo del castigado.
Anótese, comuniqúese i publíquese.

ERRÁZURIZ.
José María BarceU.
760 CÓDIGO PENAL

Reforma de la lei de 3 de Agosto de 1876.


Santiago, Setiembre 1 de 1883.
Por cuanto el Congreso Nacional Ha aprobado el
siguiente
PROYECTO DE LEI:

ARTÍCULO ÚNICO.

No podrá imponerse la pena de azotes, sino en los casos de reinci-


dencia de hurto o robo, o de robo con violencia o intimidación en las
personas i solo a los varones de diez i ocho a cincuenta años.
Se deroga en lo que fuere contrario a ésta, la lei de 3 de Agosto
de 1876.
I por cuanto, oido el Consejo de Estado, he tenido a bien aprobarlo
i sancionarlo; por tanto, promulgúese i llévese a efecto como lei de la
República.
DOMINGO SANTA M A R Í A
José Ignacio Vergara.

Por esta lei solo se pueden aplicar azotes a los varones de diez i ocho
a cincuenta años en los casos que ella indica, i por la de 3 de Agosto i
Supremo decreto de 17 de ese mismo mes i año, los azotes se podían
imponer a las mujeres i hombres no siendo menores de dieziseis años ni
mayores de sesenta; de manera que está a la vista lo que ella principal-
mente ha venido a derogar en las citadas disposiciones.

Prisión.
Santiago, Febrero 22 de l876.

En vista de la nota que precede, se declara que los cuarteles de los


cuerpos del ejército i de la guardia nacional deben reputarse cárceles
para' el efecto de que los individuos pertenecientes a dichos cuerpos que
fueren condenados a prisión, cumplan la pena que se les imponga en
sus respectivos cuarteles.
Comuniqúese i publíquese.

ERRÁZURIZ.
José María Barceló.
APÉNDICE 761

Casas de préstamos sobre prendas.

Santiago, Setiembre 1° de 1877.

Teniendo presente lo dispuesto por el art. 281 del Código Penal, i


haciendo uso de la facultad que él confiere al Presidente de la Repú-
blica para dictar los reglamentos a que deben sujetarse las casas de
préstamos sobre prendas, oido el dictamen del Consejo de Estado,

Decreto:
Art. 1. La persona que desee establecer alguna casa de préstamo
sobre prendas, sueldos o salarios deberá presentarse por escrito a la
primera autoridad administrativa del departamento, dando en la
solicitud una noticia de la calle i número de la casa en que se abrirá el
establecimiento, i éste principiará sus operaciones en el dia señalado en
el decreto de autorización espedido por aquella autoridad.
Art. 2. En todo establecimiento de préstamos sobre prendas, se
llevarán los siguientes libros, cuya redacción será conforme a lo
prevenido por los arts. 31 i 32 del Código de Comercio i al 281 del
Código Penal, a saber:
1.° Libro de boletas;
2.° Libro de tasación;
3.° Libro de ventas.
Art. 3. El libro de boletas se compondrá de hojas impresas i encua-
dernadas, doblemente foliadas en las que se anotarán en dos columnas
por separado:
1.° El número de orden correspondiente a la prenda;
2.° El dia del empeño;
3.° Naturaleza i calidad de la prenda i todos los detalles que puedan
identificarla en caso de estravío;
4.° Su valor real o calculado, por acuerdo de las partes;
5.° Nombre, apellido, domicilio i profesion de la persona que hace
el empeño.
6.° Tiempo del empeño i sus condiciones, cantidad prestada, intereses
convenidos i forma en que se hará su pago.
Una de las columnas de esta hoja se entregará como boleta al dueño
de la prenda, i la otra quedará en poder del prestamista.
Art. 4. En el libro de tasación se hará mención: 1.° De cada prenda
que, por haber sido vencido el plazo del empeño, sea necesario vender
762 CÓDIGO PENAL

para cubrir con su importe el monto de la deuda, sus intereses i gastos,


especificando su número i todas sus señales; i 2.° Del precio que le haya
correspondido en la tasación el que será escrito con letras, firmando
cada partida el tasador i el prestamista; declarando este último sise
conforma o no con la tasación, para los efectos del art. 15.
Art. 5. En el libro de venta se anotarán por el martiliero encargado
de la enajenación, o por el tasador, si no hubiere subasta:
1.» El dia de la venta;
2.° La calidad de la prenda enajenada, su número, tasación i todas
sus demás señales con referencia al libro de boletas; i
3.° El nombre del comprador, su oficio i el lugar de su residencia.
Art. 6. El prestamista, ántes de recibir una prenda en garantía,
deberá cerciorarse por todos los medios que estén a su- alcance, de que
la persona que la empeña es su verdadero dueño, o que procede por
mandato efectivo de éste, quedando nulo todo contrato celebrado con
personas, incapaces para obligarse, en conformidad al art. 1447 del
Código . Civil, i quedando también sujeto el prestamista a la responsa-
bilidad- legal. - - - - - - -
Art. 7. Si de sus indagaciones el prestamista deduce que la prenda
es hurtada, pedirá en el acto ausilio a la policía para que se hagan las
indagaciones del. caso, i quedará sujeto a las responsabilidades que la
lei le impone, si despues se comprobase en juicio que aceptó la prenda,
apesar. de ser sospechosa i que omitió dar el aviso a la policía.
Art. 8. El< prestamista que recibe en empeño una prenda que haya
sido hurtada o robada, la devolverá a su dueño, comprobando el hurto;
o robo, i perderá la suma que por ella haya prestado, salvo los casos de
escepcion establecidos en el artículo 890 del Código Civil.
Art. 9. En caso de pérdida, robo o destrucción de una boleta, la
casa queda obligada a dar. un duplicado, prévia la identidad de la
persona, comprobada con las anotaciones del rejistro respectivo. Esta
circunstancia será anotada en la columna del libro de boletas que queda
en poder del prestamista.
Art. 10. El prestamista está obligado a guardar i conservar en
buen estado las prendas que se le empeñen, i es responsable en la forma
establecida por los arts. 2394 i 2395 del Código Civil, de los deterioros
que la prenda sufra por su culpa.
Art. 11. Cuando se empeñe una prenda i sean pagados el capital e
intereses, el prestamista dejará en su poder-la boleta, correspondiente,
anotando en ella la cancelación respectiva.
APÉNDICE 763

Art. 12. Si pasado el tiempo porque fué empeñada una prenda, el


dueño de ella no se presentase a pagar el valor del capital i de los
intereses que adeudase, el prestamista liará publicar su número por diez
dias a lo ménos, en algún periódico del departamento; i si pasare un.
mes desde el dia de la publicación del aviso, sin que el dueño de la
prenda se presente a rescatarla, el prestamista se presentará al juez de
subdelegacion, si el valor de la prenda no llega a doscientos pesos, o al
juzgado de letras respectivo si excediese de él, solicitando se autorice su
venta i especificando con toda claridad el número i señas de la prenda
a que se refiere.
La venta se hará por el avalúo dado a la prenda en el acto del
empeño, si el que la empeñó no pidiere su tasación.
Art. 13. Decretada la tasación por el juzgado respectivo a petición
del dueño de la prenda, el juez, en el mismo acto nombrará un tasador,
salvo el caso de que las partes interesadas convengan nombrarle.
El tasador deberá avaluar según su honrado juicio las prendas que
se presenten, i hará en los libros de tasación i de venta las anotaciones
que se espresan en los arts. 4.°, 5.° i 19.
Art. 14. El tasador tendrá por todo emolumento el tres por ciento
del valor que se haya dado a la prenda al recibirla en empeño, conforme
el art. 3.°, núm. 4.°, i este honorario le será pagado por el prestamista.
Art. 15. Si el prestamista no se hubiere conformado con el precio
de la tasación, el juez correspondiente decidirá sobre- el valor que deba
darse a la prenda.
Art. 16. Terminadas las dilijencias de la tasación, se procederá a
enajenar la prenda en pública subasta, cualquiera que sea su valor, sin
perjuicio de lo que resuelva el juez en el caso del art. 2409 del Código
Civil.
Art. 17. Si no hubiere postura por algo mas del precio de la tasación,
el acreedor podrá pedir que la prenda áe le adjudique en pago,.hasta la
concurrencia de su crédito, sin que valga estipulación alguna en
contrario.
Art. 18. La subasta de prendas se hará por el martiliero público o,
en su defecto, por quien el juez designe: i se avisará por lo ménos con
tres dias de anticipación de aquel en que deba verificarse el remate, la
hora i el lugar en que deberá efectuarse, no pudiendo ser éste sino la
misma casa de préstamos o la casa de martillo.
El aviso i la lista especificativa de las prendas que hayan de rema-
764 CÓDIGO PENAL

fcarse, se publicarán por la prensa, i no habiendo diarios, se fijará en la


puerta de la casa donde tenga lugar el remate.
Art. 19. Concluido el remate, el tasador i el martiliero formarán la
liquidación délo que la prenda adeudare por capital, intereses i costas,
anotando en cada partida el producto de la venta i el saldo que haya
resultado en favor o en contra del prestamista. Estas anotaciones se
harán en letras, i serán firmadas por el tasador i el martiliero.
Art. 20. Los martilieros cobrarán por estos trabajos los derechos
que le señala el art. 16 del Supremo decreto de 3 de Setiembre de 1866.
Art. 21. El exceso que resultare en contra del prestamista, se pondrá
a disposición del juez del remate, para que decrete su depósito, a fin de
que sea entregado al dueño de la prenda cuando lo reclamare.
Art. 22. En toda casa de prendas se mantendrá en un lugar visible
una tarifa clara i detallada de los intereses que en ella se cobran i de
las condiciones de los préstamos, de la que se entregará un duplicado a
la Intendencia o Gobernación. Esta tarifa i condiciones no pueden ser
variadas sin haberse dado aviso a dichas oficinas con ocho dias de
anticipación, i sin tener el certificado competente de haberse cumplido
con este requisito.
Art. 23. Las casas de prendas ajustarán sus operaciones a la tarifa
de que habla el artículo anterior, i toda operacion contraria que perju-
dique al deudor, será reputada i castigada como engaño.
Art. 24. El que sin la autorización de que habla el art. l.° estable-
ciere casa de prendas, sufrirá las penas establecidas en el art. 280 del
Código Penal.
Art. 25. El dueño de casa de préstamos que no lleve los libros que
en este reglamento se determinan, con la debida formalidad, sufrirá las
penas que el art. 281 señala a sus contraventores.
Art. 26. El prestamista que no diere resguardo de la prenda recibida,
será castigado con las penas que determina el art. 282 del Código Penal.
Art. 27. Los Intendentes i Gobernadores tendrán facultad de visitar
por sí o por delegados los establecimientos de préstamos, de ver si los
libros se llevan en la debida forma, si las prendas se guardan con las
seguridades necesarias, i velarán por la fiel observancia del presente
reglamento.
Art. 28. Las casas de prendas que en la actualidad existan, para
continuar funcionando, cumplirán con todo lo que el presente regla-
mento dispone, como si se establecieran por primera vez.
APÉNDICE 765

Art. 29. Este reglamento principiará a rejir desde el 1.° de Noviem-


bre de 1877.
Anótese, comuniqúese, publíquese e insértese en el Boletín délas
Leyes.
PINTO.
José Victorino Lastarria.

Prisión por deudas.


Santiago, Junio 23 de 1868.

Por cuanto el Congreso Nacional ha aprobado el siguiente

PROYECTO DE L E I :

ARTÍCULO ÚNICO.

La prisión por deudas solo tendrá lugar en los casos siguientes:


1.° E n los de quiebra culpable o fraudulenta;
2.° En los de penas que consisten en multas pecuniarias que estén
sustituidas por prisión, según las leyes;
3.° Contra los administradores de rentas fiscales, municipales o de
establecimientos de educación o beneficencia creados o sostenidos por
el Estado, o sujetos a la inmediata inspección del Gobierno; i
4.° Contra los tutores, curadores i ejecutores testamentarios, por lo
que hace a la administración de los bienes que les está confiada en
virtud de dichos cargos.
Quedan derogadas todas las disposiciones contrarias a la presente
lei.
I por cuanto, oido el Consejo de Estado, he tenido a bien aprobarlo
i sancionarlo; por tanto, promúlguese i.llévese a efecto como lei de la
República.
J O S É JOAQUÍN PÉREZ.
J. Blest Gana.

Pena de muerte.
Santiago, Agosto 29 de 1879.

E n vista del oficio que precede, i en conformidad con el acuerdo


tomado en sesión de ayer por el Consejo de Estado, se declara:
766 CÓDIGO PENAL

Que cuando se conmute la peua de muerte en la de presidio, la dura-


ción de éste se contará desde el día de la aprehensión del reo si no se de-
termina otra cosa en el correspondiente decreto.
Comuniqúese, publíquese e insértese en el Boletín cíelas Leyes.

PINTO.
Miguel Luis Amuncdegui,

Reglas que deben tenerse presente en la formación de los


sumarios.

Publicamos dos circulares que la Excma. Corte Suprema ha pasado


a todos los jueces letrados de su dependencia, con el objeto indicado en
este epígrafe.
Hólas aquí:
PRIMERA.

Santiago, Abril '4 ele 1876.

La Excma. Corte Suprema ha comunicado a este tribunal con fecha


31 de Marzo último el siguiente auto acordado:
«En Santiago, a veinticuatro de Marzo de mil ochocientos setenta i
seis, reunida la Excma. Corte en acuerdo estraordinario, con asistencia
del señor Fiscal, tomó en consideración los frecuentes inconvenientes que
resultan de designar a los reos condenados solo por su nombre i primer
apellido, ya por la dificultad de comprobar las reincidencias, ya por
la similitud que de esta manera se establece con personas que no
han sido procesadas. Para evitar estas confusiones, la Excma. Corte
acordó:
1.° En toda causa criminal, al tomar confesion a los reos, seles inte-
rrogará por su nombre, apellido paterno i materno, edad, estado, lugar
de su nacimiento i si saben leer i escribir, i con todas estas circunstan-
cias serán designados los reos en las sentencias definitivas.
2.° E n las causas contra reos ausentes se espresarán las circuns-
tancias que quedan enumeradas en cuanto resulten comprobadas en el
proceso.
3.° Este acuerdo se comunicará a las Ilustrísimas Cortes de Apela-
ción i por su conducto a los juzgados de su dependencia para su debi-
do cumplimiento.—MONTT.—BARRIGA'.—YALENZUELA.—COVARRÚ-
BIAS.—A REYES.—Proveido por la Excma. Corte Suprema.—Infante.
APÉNDICE 767

SEGUNDA.

Santiago, Diciembre 7 de 1876.

La Excma. Corte me ordena llacer a YS. las siguientes preven-


ciones:
1.a Que en todos los delitos a que se refiere el título 9.° del libro 2.°
del Código Penal i en que la pena se determine por el valor de la
cosa que es materia del delito, se ponga constancia en autos de la tasa-
ción de aquella cosa hecha por peritos conocedores de cada objeto.
2.a Que si dicha tasación la hace el ofendido, se haga constar si el
reo la acepta o nó.
3.a Que refiriéndose el delito a animales ensillados, se tasen separa-
damente el animal i la montura.
4. a Que no habiendo medio de comprobar en la forma dicha el valor
de los objetos, haga la tasación YS. con vista de ellos, o de una mane-
ra prudencial en caso de no poder ser habidos.
Dios guarde a YS.—José Manuel Infante, secretario.

Estadística criminal de reos rematados o procesados


en las cárceles.
Santiago, Mayo 19 de 1883.—Yista la nota que precede, de la que
aparece que algunas de las secretarías de los • juzgados del" crimen se
niegan a remitir a la respectiva Intendencia los estados mensuales del
movimiento de los reos rematados, que deben servir de base a la Ofici-
na de Estadística para la formación de la Estadística Criminal; i
estando dispuesto por la circular de 27 de Octubre de 1864, espedida
por el Ministerio del Interior, que los Intendentes deben enviar men-
sualmente a dicha oficina un estado del movimiento de poblacion, del
de los establecimientos de beneficencia, cárceles, etc., que existan en la
provincia, lo que no seria posible cumplir si por los respectivos juzga-
dos o administradores de los establecimientos penales no se pasaran
esos estados a la respectiva Intendencia,

Decreto:
Los alcaides de las cárceles dentro de cuyo recinto se hallen reos
procesados i rematados, pasarán al juez o al alcalde, al tiempo de prac-
768 CÓDIGO PENAL

ticarse por uno u otro la visita de ella en el último sábado de cada mes,
un estado o lista nominal de los reos rematados, con especificación de
las fechas de sus respectivas condenas, del dia en que hayan principia-
do a cumplirse i de aquel en que deben terminarse.
El respectivo juez letrado o el alcalde hará certificar por el secretario
de su juzgado la exactitud de ese estado i lo remitirá al Intendente o
Gobernador respectivo, para que dicho estado sirva de dato para la
formacion de la Estadística Criminal.
Un duplicado de ese estado se remitirá igualmente al Ministerio de
Justicia.
Los administradores de Cárceles, Penitenciarias o de Presidios urba-
nos pasarán un estado análogo de los reos que existan en esos estable-
cimientos, al Ministerio de Justicia i a la oficina de Estadística.
Anótese, comuniqúese i publíquese en el Diario Oficial e insértese en
el Boletín ¿le las Leyes.

SANTA M A R Í A .
José Eugenio Vergara.

Imposición de multas por faltas de policía.

Los arts. 56, 127, 154 i 166 de la leí del Réjimen interior de
10 de Enero de 1844, se encuentran derogados en cuanto autoriza-
ban a los Intendentes, Gobernadores i Subdelegados para imponer
multas por faltas de policía. ¿I quiénes ejercen estas atribuciones
donde no hai juez letrado que conozca de ellas o a quiénes compete este
juzgamiento?
Hé aquí lo que hai sobre este particular:

L E I DE 8 DE NOVIEMBRE DE 1854.

Art. 37. Los alcaldes, fuera de las funciones que les corresponden
como miembros de la Municipalidad, ejercen las de jueces de policía
local en la cabecera del departamento o territorio municipal.

L E I DE 1 5 DE OCTUBRE DE 1875.

Art. 33. En cada subdelegacion de la República habrá un funciona-


rio que con el título dejuez de subdelegacion conocerá:
1.° En primera instancia.... de las causas criminales por faltas, salvo
los casos a que se refiere el núm. 4 del art. 495 del Código Penal.
APÉNDICE 769

Art. 37. Los jueces letrados conocerán:


1.° De las cansas criminales por faltas sin obstar a la jurisdicción de
los jueces de subdelegacion, siempre que éstos hayan prevenido en su
conocimiento.
2.° En segunda instancia, de las causas de que conocen en primera
los jueces de subdelegacion del departamento.
En Santiago i Valparaiso hai jueces especiales que conocen de estos
recursos.

Imposición (le multas por desacato.


Según el inciso 6.° del art. 106 déla lei de Réjimen Interior, los Go-
bernadores tenian facultad de imponer multas o prisión.
Como los delitos a que se referia ese artículo, se tratan en los arts.
495 i 496 del Código Penal, han pasado a ser del resorte de la justicia
• ordinaria i los Gobernadores han perdido tal facultad.
El art. 67 de la lei de 15 de Octubre de 1875 dice así.
La Corte de Apelaciones conocerá:
1.° En primera instancia délas causas civiles o criminales en que
sean parte o tengan Ínteres los Intendentes de provincia i Gobernado-
res de departamento.

Causas criminales contra serenos.


El art. 120 de la lei de Réjimen Interior, dice así:
«Ademas tienen los gobernadores la facultad de castigar a todos los
funcionarios de policía por faltas que cometan u omisiones en que in-
curran, contraviniendo las órdenes que hayan recibido, o las otras
obligaciones que les estén impuestas, con tal que dichas faltas u omi-
siones no sean de las que tienen pena determinada en el Código Crimi-
nal, o de tal gravedad por las circunstancias que las acompañen, que
merezcan un castigo mas sério que él que puede imponer el goberna-
dor, que jamas pasará de un mes de prisión, o de veinticinco palos
respecto a los soldados de policía u otros ajentes de la misma clase,
debiendo en aquel caso entregar el delincuente a la justicia ordinaria
para que se le siga la causa que corresponde.»

49
770 CÓDIGO PENAL

Comandantes de serenos.

Santiago, Febrero 17 de 1838.

Teniendo el gobierno en consideración lo espuesto por el Intendente


de Santiago, e informado en consecuencia por el juez de letras en lo cri-
minal, se declara por punto jeneral, que siempre que el comandante de
serenos, o alguno de sus subalternos, fuere acusado de excesos en el ejer-
cicio de sus funciones, debe llevarse la queja ante el Intendente, quien
procediendo- gubernativamente impondrá la corrección debida, si el
exceso fuese falta de disciplina i de corta gravedad; o pasará el conoci-
miento de la queja a la justicia ordinaria, poniendo a su disposición el
reo, si la conceptuase de gravedad, tomando en este caso sin dilación
las providencias necesarias para que el servicio público en este ramo no
sufra notable perjuicio. E n consecuencia de esta disposición pásese al
Intendente la querella interpuesta contra don Bartolomé Grez para que
proceda con arreglo a lo que aquí se previene. Comuniqúese.—PEIETO.
—Mariano de Egaña.

Cansas de serenos.

Santiago, Abril 18 de 1838.

Visto este espediente con todos -sus antecedentes i lo espuesto por el


fiscal de la Corte Suprema de Justicia;

Considerando:
1.° Que la calificación que conforme a lo prevenido en el decreto
supremo de 17 de Febrero del presente año (núm. 9 del Boletín 2, lib.
8.°) debe hacer el Intendente de la mayor o menor gravedad de los ex-
cesos en el ejercicio de sus funciones de que fueren acusados los serenos,
es i no puede mirarse bajo otro aspecto, que como un acto en que de-
clara su autoridad i jurisdicción económica i gubernativa competente o
no competente para correjir el exceso:
2.° Que siendo solo excesos de disciplina i de corta gravedad los que
puede castigar el Intendente, procediendo gubernativamente, no puede
resultar perjuicio público ni agravio notable a alguna parte interesada
en prohibir en este caso la apelación o cualquiera otro recurso; i ántes
por el contrario se enervaría el vigor de la disciplina, i se daría lugar
APÉNDICE 771

a otros graves inconvenientes, admitiendo trabas o dilaciones en la eje-


cución de lo que el Intendente resol viere;
. Decreto en uso de las facultades estraordinarias que ejerzo:
1.° Que la parte que se sintiere agraviada con la calificación que
hiciere el Intendente de la mayor o menor gravedad del exceso que
cometiere un sereno en el ejercicio de sus funciones, puede ocurrir
(haciéndolo previamente presente al mismo Intendente) al Consejo de
Estado, como al tribunal señalado por el núm. 5.°, art. 104 de la Cons-
titución para declarar la lejitima competencia de las autoridades admi-
nistrativas cuando hubiere dnda o conflicto de jurisdicción entre ellas
mismas, o con los tribunales de justicia. El Consejo de Estado decidirá
breve i sumariamente a quien corresponda conocer, atendidas las cir-
cunstancias, del hecho que dá mérito al recurso, i oyendo, solo en caso
de estimarlo necesario, el dictámen de un tribunal superior, que no
quede implicado para conocer en segunda instancia si se declarase per^
tenecer a la justicia ordinaria el conocimiento de la causa.
2.° La sentencia o resolución del Intendente, despues que hubiere
calificado el exceso por de menor gravedad, se ejecutará sin apelación,
revisión, ni otro recurso que el que permite el artículo anterior..
3.° Comuniqúese i publíquese.—PRIETO.—Mariano de Egaña.

Los serenos han pasado ahora a formar la Guardia Municipal o la


policía como se dice vulgarmente. E n las faltas leves, de comandante
a soldado, conoce el Gobernador o Intendente i si el hecho pasa de esta
categoría, la justicia criminal es la competente para conocer del delito.
Sin embargo, toca al Gobernador o Intendente hacer la clasificación
del hecho, es decir declararse o no competente. E n el primer caso,
cuando se declara competente i el agraviado creyere que no lo es, se
ocurre al Consejo de Estado para que breve i sumariamente conozca i
falle el caso. Si el Intendente o Gobernador no se creyere competente
ordenará pasar los antecedentes i el reo a disposición del juez del cri-
men para que proceda con arreglo a derecho. Si la justicia criminal
creyere que no es competente por no haber delito sino falta que correjir,
el Consejo de Estado resolverá breve i sumariamente la competencia.
Tal es lo que se desprende de los dos decretos que dejamos copiados
i que tienen fuerza de lei entre nosotros por no estar derogados hasta
la fecha.
772 CÓDIGO PENAL

Reincidencia.—Las faltas 110 se deberán tomar en cuenta


para establecer la reincidencia. Tiempo en que prescribe la rein-
cidencia en los crímenes i en los simples delitos.

,E1 siguiente -fallo de la Exorna. Corte conviene tenerlo presente para


conocer lo que es reincidencia i si las faltas deben considerarse en tales
casos i en qué tiempo prescribe o desaparece la reincidencia en los crí-
menes i en los simples delitos:

(Contra Antonio Guajardo por hurto)

Santiago, Agosto 28 de 1883.—Vistos: considerando 1.° que el núm.


16 del art. 12 del Código Penal reputa reincidente al que ha cometido
un delito anterior de la misma especie.
2.° Que aun cuando el art. 3.° de dicho Código, divide el delito en
crímenes, simples delitos i faltas, de esta división, que es hecha en aten-
ción a la gravedad únicamente, no puede colejirse que deba tomarse en
consideración las faltas para constituir reincidencia;
3.° Que de todas las disposiciones del Código citado que se refieren
a la falta, se desprende que la ha considerado de un carácter i especie
mui distintos del crimen i simple delito; i
4.° Que esto se corrobora por el art. 104 del mismo Código, según
el cual no debe tomarse en cuenta la reincidencia de diez años tratán-
dose de crímenes, ni despues de cinco en caso de simple delito, sin que
nada sé disponga respecto de la falta; se confirma la sentencia apelada
de 11 de Diciembre último, corriente a f. 6, eliminándose la cita de los
arts. 12 núm. 16 inciso 2.° del art. 67 del Código Penal, i reduciéndose
a un año el tiempo de presidio que debe sufrir el reo Antonio Guajardo.
Esta sentencia ha sido acordada contra el voto del Ministro CovaiTÚ-
bias, quien ha opinado porque se confirme la sentencia apelada sin
modificación alguna. P u b l í q u e s e . — COVARRÚBIAS. — BERNALES. —
P R A T S . — B ARCELO.

Interpretación del art. 24 del Código Penal.

Como complemento a las esplicaciones que hemos hecho al tenor del


art. 24 del Código, publicamos el siguiente fallo que lo creemos no tan
solo legal sino equitativo:
APÉNDICE 773

(Fallo sobre cosías.)

Lorenzo Ubeda dijo: «cuando caí preso a la cárcel se me rejistró i


se me encontró en m i bolsillo la suma de diezioclio pesos cincu enta
centavos de mi esclusiva propiedad cuya cantidad quedó en poder del
secretario del juzgado.
Gomo la causa se falló, es llegado el caso de que se me devuelva la
suma aludida; pues que habiendo sido de oficio, según mi modo de en-
tender, no tengo obligación de pagar derechos al secretario, etc., etc.»
Santiago, Julio 23 de 1883.—Teniendo presente: l.°que el solicitan-
te ha sido condenado por estafa de diez pesos, que deben devolverse a
la ofendida; i 2.° que no está declarado pobre, se declara: que no deben
entregarse los dieziocho pesos i centavos que el juzgado ha mandado
retener, de cuya suma se ha ordenado también que el resto de ocho
pesos i centavos los retenga el secretario en pago de parte de los dere-
chos que se le adeudan; no ha lugar a lo pedido i se concede la apela-
ción .—BISQUERTT.—Verdejo, secretario.

Santiago, Agosto 6 de 1883.—Vistos: teniendo presente lo dispuesto


en el inciso 2.° del art. 43 de la lei de aranceles ele 21 de Diciembre de
1865, se declara: que el reo Lorenzo Ubeda no está obligado a pagar
costas, i en consecuencia, que deben devolvérsele los ocho pesos cuaren-
ta centavos de su propiedad, que se han mandado retener con esto fin
en poder del secretario del juzgado del crimen. Se confirma el auto
apelado de 23 de Julio último, corriente a f. 22 vuelta, en lo que n o
sea contrario a éste. Publíquese i devuélvase.—BERNALES.—PRATS.—
Cousriro.

Esta resolución viene a cortar el abuso que se notaba, que bajo el


amparo del art. 24 del Código Penal, se cobraban costas a todo reo,
olvidando la disposición especial que contiene la lei de aranceles que
dice que en las causas de oficio no paga derechos el reo aunque haya
sido, condenado a ellas, si a juicio del juez de la causa no tuviere con
que satisfacerlas.
. Como esta disposición se habia olvidado i se cobraban costas a todo
reo, el fallo de la Corte ha venido a recordar a los funcionarios públicos
el camino que en estos casos deben seguir.
774 CÓDIGO PENAL

Disposiciones varias.
Conviene tener presente que sobre materia criminal se han dictado,
entre otras, las siguientes disposiciones i que, derogadas por el Código
Penal en su mayor parte, están solo vijentes las relativas a tramitación;
sin embargo, bueno es conocerlas para saber lo que ha existido antes, i
que estas disposiciones forman la historia de nuestra lejislacion penal
ántes del presente Código.
Decreto de 7 de setiembre de 1814—que declara a los espías reos
de pena de muerte.
Id. de 17 de junio de 1818, que apercibe con las penas legales a los
que provoquen a desafio.
Senado Consulto de 14 de Junio de 1823, por el cual se prohibe la
pena de azotes.
Decreto de 2 de Julio de 1830 en que se comisiona ala Corte Supre-
ma para presentar un proyecto de lei, para la represión del vandalaje.
Decreto de 2 de Julio de 1830 en que se declara que la embriaguez
no exime de responsabilidad penal.
Lei de 20 de octubre de 1831, que conmina con la pena de muerte a
los que violaren su condena de destierro o confinamiento.
Lei de 27 de enero de 1837, sobre delitos leves.
Decreto de 13 de marzo de 1837 que determina la manera de cum-
plir la lei que impone pena al parricida.
Decreto de 7 de Marzo de 1837, que pena como pirata al chileno
que trafique con esclavos.
Decreto de 15 de Julio de 1817, que establece la prohibición de car-
gar armas i determina qué funcionarios pueden llevarlas.
Senado Consulto de 20 de marzo de 1824, prohibe cargar armas i se
impone pena a los que las usen.
Decreto de 25 de octubre de 1837 que permite conmutar en multa
la pena de trabajos públicos impuesta al que cargare armas prohibidas.
Senado Consulto de 14 de Junio de 1823 prohibiendo imponer la
pena de azotes.
.Lei de 29 de Agosto de 1850, que suprime la pena de azotes.
Id. de 8 de Octubre de 1852, que deroga la lei precedente sobre
azotes.
Id. de 3 de Agosto de 1876, restablece la pena de azotes para los
delitos de hurtos i robos.
APÉNDICE 775

Decreto de 11 de Agosto de 1876, que determina la forma en que


debe aplicarse la lei precedente.
Decreto de 25 de Setiembre de 1837, que determina la pena en que
incurren los jueces que la cometen.
Id. de 25 de Febrero de 1838 que declara cual es el tribunal compe-
tente para conocer en causas acerca del anterior delito.
Decreto de 9 de Marzo de 1837, por el cual se determina lo que debe
hacerse con animales aparecidos en poder de los ladrones.
Id. de 22 de Julio de 1837, que determina las penas de los que in-
curren en el delito de abijeato.
Lei de 7 de Agosto de 1849, sobre hurtos i robos.
Decreto de 22 de Abril de 1812 prohibiendo los juegos de azar i de
envite.
Decreto de 7 de Mayo de 1819, en que se renueva la anterior pro-
hibición.
Id. de 22 de Enero de 1847 en que se ordena hacer efectivas las
disposiciones legales contra los jugadores.
Lei de 7 de Octubre de 1852 que determina que se aplique a arbi-
trios municipales las multas que se impongan por juegos prohibidos.
Senado Consulto de 4 de Enero 1819, que determina el procedimiento
que debe seguirse en causas criminales.
Lei de 11 de Octubre de 1823 que declara cuales son las leyes que
deben aplicarse i el tribunal que debe conocer en causas criminales.
Decreto de 18 de Enero de 1826, que determina el procedimiento i
los formularios que deben observarse en causas criminales.
Lei de 20 de Octubre de 1831 en que se declara que la embriaguez
no exime de responsabilidad penal.
Lei de 29 de Octubre de 1831 en que se declara que la transacción o
perdón del ofendido, solo tienen efecto en lo que respecta a la acción
civil.
Lei de 22 de Abril de 1835 estableciendo el conocimiento de las
causas criminales a la Corte Suprema.
Decreto de 1.° de Agosto de 1837, por el cual se declara que las sen-
tencias criminales deben espresar el dia en que comienza la pena.
Decreto de 22 de Agosto de 1837 resolviendo que son hábiles para
declarar en causas criminales los primos hermanos de las partes.
Decreto de 29 de Marzo de 1837, en que se arregla la consulta i revi-
sión, de las causas criminales.
776 CÓDIGO PENAL

Decreto de 5 de Enero de 1838 que determina la manera de aplicar


los calificativos de nobles i plebeyos en las causas criminales.
Decreto de 25 de Abril de 1838 que declara que, en caso de empate,
prevalezca el voto favorable a los reos.
Decreto de 8 de Julio de 1842 dictando medidas para dejar constan-
cia de la ejecución de las sentencias,
Decreto de 7 de Noviembre de 1848 ordenando que, al pasar el pro-
ceso al defensor del reo, debe ir agregada la vista fiscal.
Decreto de 25 de Noviembre de 1848 recomendando a los jueces la
formacion de causa criminal contra los fallidos fraudulentos.
Auto acordado de 22 de Junio de 1860 que determina la tramitación
en el tribunal de alzada 'debe dar a las causas en que el reo es absuelto
de la instancia.
Decreto de 5 de Mayo de 1868, ordenando que los jueces letrados se
dirijan oficialmente al Superintendente de la Penitenciaria cuando
necesiten sacar reos.
Auto acordado de 28 de Marzo de 1876, que manda especificar en
las sentencias criminales, la edad, estado, apellido materno i si saben
leer i escribir los reos.
Lei de 3 de Agosto de 1876, en que se determina la manera de apre-
ciar la prueba en los delitos de homicidio, hurto, robo, incendio i acci-
dentes de ferrocarriles.
Oficio de la Corte Suprema de 14 de Febrero de 1843 en que se or-
dena hacer efectivo el cumplimiento de las sentencias, que condenan a
los reos a la vijilancia de la autoridad.—(Boletín de las Leyes, tomo 11
páj. 29.)
Decreto de 15 de Octubre de 1867 en que se determina el procedi-
miento para admitir reos procesados en el Hospital de la Penitenciaria.
Decreto de 16 de Octubre de 1877 en que se ordena a los Superin-
tendentes de Penitenciaria i Directoras de Casas de Corrección, enviar
bimestralmente a las Cortes una nómina de los reos que hayan salido o
muerto en sus respectivos establecimientos durante ese período.
CÓDIGO PENAL 777

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798 CÓDIGO PENAL

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800 CÓDIGO PENAL

Disposiciones aplicables en la práctica para fundar


los fallos.

Cuando el reo está confeso en el delito que se le imputa i no hai


otra clase de prueba, se cita la lei 2.a tít. 13 Part. 3.a
Cuando el reo niega el delito que se le imputa i hai prueba que le
convence, la cual se forma con dos testigos hábiles para testificar
en causa criminal i libres de escepcion, se cita la lei 32 tít. 16
Part. 3.a
Cuando el procesado confiesa su delito i hai ademas prueba en su
contra, se citan las dos leyes anteriores en este orden: lei 2.a tít. 13 i
32 tít. 16 Part. 3.a
La lei 12 tít. 14 Part. 3.a exije, para condenar a un procesado, prue-
ba completa i cuando esta no existe i fel reo niega todo, debe absolvér-
sele! de la acusación, según lo dispone la lei 26 tít..l.° Part. 7.a Esta
absolución debe también otorgarse cuando hai semi-prueba del delito
i el reo justifica su buena conducta anterior. Si no justifica esto i existen
graves presunciones, o semi-prueba, solo se le absuelve de la instancia.
Si el reo es ausente se le condena con semi-prueba i se aplica enton-
ces la lei 1. a tít. 37 libro 11 de la Nov. Recop.; pero con calidad de
oírsele cuando se presente o sea habido.
Cuando el juez termina el sumario i el reo no ha confesado su delito
i no hai prueba; o bien resulta que el hecho que se pesquiza ha sido
casual o no hai mérito para proceder contra- persona determinada como
responsable del delito que se investiga; o si tampoco la investigación
pudiera avanzar mas por falta de datos, se manda sobreseer en el
acto, prévio dictamen del Promotor Fiscal i mandando consultar al
Tribunal correspondiente ese auto, si fuere por la lei consultable.
La lei de 3 de Agosto de 1876 en materia de pruebas, ha alterado
estas reglas en ciertos delitos, como pueden verse en ella.
El ai't. 37 del Código Penal, es el que sirve para saber si un procesado
puede o no ser escarcelado bajo fianza.
El art. 74 de id. debe tenerse presente para la penalidad de los
delitos, por cuanto él ordena que al culpable de dos o mas delitos se le
impongan todas las penas correspondientes a las diversas infracciones.
El art. 76 de id. es el que ordena que cuando una pena lleva consigo
otras accesorias, se condene al reo espresamente a estas últimas, que
son: el 27 cuando no se ejecuta la pena de muerte; el 28 determina las
CÓDIGO PENAD 801

accesorias de las penas mayores; el 29 para las penas menores aplicadas


en grado máximo; el 30 para las menores en grados mínimo o medio;
pero solo cuando haya cargo u oficio de que suspender al reo, i el 31
determina el comiso de los instrumentos o efectos con que so ejecuta
el delito.
El art, 454 de id. es el que establece la presunción de robo o hurto
respecto de la persona en cuyo poder se encuentre una cosa ajena,
presunción que se destruye probando su lejítima adquisición o justifi-
cando la buena conducta anterior del procesado.
El art. 9.° de id. establece que las faltas se castigan solo cuando han
sido consumadas.
El art. 31 de id. dispone que toda pena que se imponga por un
crimen o un simple delito, lleva consigo la pérdida, de los efectos que
de él provengan i de los instrumentos con que se ejecuta, salvo el caso
que pertenezcan' a un tercero no responsable del crimen o simple delito.
El art. 499 de id. establece, en lo relativo a faltas, los efectos que
pueden caer en comiso.
Según la lei 18, tít. 22, Part. 3." i Supremo decreto con fuerza de lei
de 25 de Abril de 1838, en empate de votos forma sentencia el dictamen
de los que estén por la absolución o mitigación de la pena del reo.
Según resolución de 24 de Agosto de 1837, aprobando un dictamen
de la Corte Suprema, los primos hermanos son hábiles para testificar
en causa criminal.
El 4.° punto de los Consultados a la Corte Suprema en 20 de Febrero
de 1837 i que se aprobaron por resolución de 1.° de Marzo de ese año,
establece que cuando no liai plena prueba contra un procesado debe
absolvérsele por completo, i de la instancia si fuera de mala fama.
Al presente esto se ha de entender cuando el acusado no sea proce-
sado por alguno de los delitos privilejiados que indica la lei de 3 de
Agosto de 1876, por dar esta lei facultad al juez para apreciar la prueba
a su arbitrio i condenar o absolver como lo estime en conciencia.
Los escusadores en causa criminal no son parte directa en el juicio i,
por consiguiente, no tienen derecho para apelar de las resoluciones o
fallos que libre el juez que conoce en el proceso.
ÍNDICE JENERAL
de los delitos, faltas i penas que se comprenden en el

CÓDIGO PENAL.

A
ABANDONO.—(La dejación o desamparo que uno hace, sea de una
persona a quien debia cuidar, sea de una cosa que le pertenece,
sea de una acción que deberia entablar en justicia.)
—De la casa paterna por un menor: los que lo inducen, art. 357.
—De destino, arts. 13o, 254, 330 i 331.
—De niños i personas desvalidas, arts. 346 a 352, 494, núm. 13.
ABASTECIMIENTO.—(La provision de los artículos que necesita un
pueblo para su sustento i que suelen comprenderse en la es-
presion jenérica de objetos de comer, beber i arder.) Penas
del que infrinje sus reglas de policía, art. 496, núm. 6.°
ABIJEATO.—Art. 449.
ABOGADO.—(Persona revestida por la autoridad competente de la
facultad de defender ante los tribunales de justicia los derechos
de las partes litigantes.)
—Que abusa en el ejercicio de su profesión, arts. 231 i 232.
ABORTO.—(Ante la lei, la espulsion provocada i premeditada del
producto de la concepción ántes del término natural de la
.preñez.)
—Propio o ajeno, arts. 342 a 345.
ABUELO.—Yéase PADRE.
ABUSO.—(Él mal uso que uno hace de una cosa suya o ajena que
tiene en su poder, de la confianza que se ha puesto en él, o
el de su autoridad i facultades un funcionario público, ya sea
por ignorancia o malicia.)
ÍNDICE ALFABÉTICO 803

—De armas, de fuerza i superioridad de sexo; circunstancias agra-


vantes, art. 12, núm. 7.°
—De autoridad, documento o noticia por funcionario público,
ájente o comisionado del gobierno en tiempo - de guerra, art.
109, inc. final.
—De confianza, circunstancia agravante, art. 12 núm. 7.°
— D e f a c u l t a d e s (Véase EMPLEADO.)
ABUSOS DESHONESTOS.—Actos obcenos con personas q u e por su edad,
situación o falta de conocimientos no puedan repelerlos, cuando
no llegan a constituir violacion, art. 3G6.
—Do empleado contra particulares, allanando templo o casa, art.
155; vejándolos o usando de apremios indebidos, art. 255; ne-
gándoles protección o servicio, art. 256; no dando certificado o
curso a las solicitudes, art. 257; solicitando mujer con pre-
tensiones pendientes ante ellos, art. 258 i 259.
—De flaqueza, art. 398.
—De la credulidad, arts. 398 i 496, núm. 32.
—De la debilidad o pasión en la tasa del Ínteres, art. 472.
—De firma en blanco, art. 470, núm. 3.°
ACCESORIAS.—Agregaciones o aumento a l a s penas, art. 27 i 32 a 56.
ACCIÓN CRIMÍNAL, a r t 1.°
—Deshonesta. (La que alarma el pudor), arts. 373, 495, núm. 5.
—De calumnia o injuria (quien pueda ejercerla) arts. 424, 428 i
429.
— D e adulterio (Yéase ADULTERIO).
—De estupro o violacion (Yéanse estas palabras).
—Del padre o guardador contra el menor que se casa sin su consen-
timiento, art. 385.
ACEQUIAS.—Penas de los que interceptan su curso, art. 496, núm. 23.
ACREEDOR.—Pena del que se apodera violentamente de un objeto
del deudor para hacerse pago con él, art. 494, núm. 20.
ACUSACIÓN CALUMNIOSA.—(La querella n o p r o b a d a i declarada tal
por sentencia ejecutoriada), art. 211.
ADIVINACIÓN.—Art. 496, n ú m . 32.
ADMINISTRADOR.—Abuso en el desempeño de su cargo, arts. 407,
• núm. I . u i 4 9 4 , núm. 19.
—De bienes, caudales públicos, etc. (Yéase EMPLEADO).
ADULTERACIÓN.—De documentos públicos o auténticos, art. 193.
804 CÓDIGO PENAL

—De documentos privados, art. 197.


—De estampillas etc., art. 494, núm. 19, (Yéase FALSIFICACIÓN).
—De bebidas o mantenimientos, art. 495, núm. 15.
ADULTERIO.—Su definición, art. 375; acción, arts. 376 i 378; pres-
cripción, art. 377; sentencia ejecutoria, art. 380; exención de
responsabilidad criminal-, art. 10, núm. 11.
AFLICTIVA.—(Pena), art. 37.
AGRAVANTE. —(Circunstancias), art. 12.
AGRAVIO.—El causado a ciertas personas es circunstancia atenuante
o agravante, art. 13.
AGRESIÓN ILEJÍTIMA.—-Exime de responsabilidad criminal, art. 10,
núm. 4.
AGUAS.—Delitos i faltas sobre ellas, arts. 459 a 461, 495, núm. 22,
496, núm. 25.
AJENTE.—Véase INMUNIDAD.
AJUSTICIAR.—(Castigar con la pena de muerte), art. 84.
ALAMBRE.—Pena del que rompiere el de' una línea telegráfica,
art. 333.
ALBACEA.—Abusos en su oficio, art. 24^, inc. 2.°
ALBOROTO.—Véase SEDICIÓN.
ALCAHUETE.—(El que induce o ayuda a cometer los delitos contra
la honestidad), art. 367.
ALCAIDE.—(El que en las cárceles tiene a su cargo la custodia de los
presos). Abusos en su oficio, art. 184.
ALCALDES.—-Se les aplica las penas de la prevaricación.
ALEGORÍAS.—(Ficción cuyo artificio consiste en presentar al espíritu
un objeto para darle la idea de otro). Calumniosas, o injuriosas,
art. 422.
ALEJAMIENTO,—De postores en subasta ¡mblica, art. 287.
ALEVOSÍA.—Cuando la hai, art. 12, núm. 1."
ALIADOS de la República, art. 110.
ALUMBRADO.—Faltas de los empresarios, art. 496, núm. 37; el que
lo apagare, art. 496, núm. 38.
ALUSIÓN.—(Referencia que se hace a una persona o cosa). Calum-
niosa o injuriosa, art. 422.
ALZA O BAJA forzada de los precios. Art. 285.
ALZAMIENTO.—(Ocultación maliciosa de los bienes para defraudar al
acreedor), art. 466.
ÍNDICE ALFABÉTICO 805

—Rebelión, arts. 121, 122 i 123.


ALLANAMIENTO ARBITRARIO.—Hecho por abuso de autoridad ARFC. 155.
—De morada ajena, violacion que hace un particular, arts. 144 i 145.
AMANCEBAMIENTO, del marido dentro de la casa conyugal, o fuera
con escándalo, art. 381.
AMENAZAS.—(Intimidar a uno ofreciendo hacerle daño). Circunstan-
cias atenuantes, art. 11. núm. 3.° •
—Con armas, art. 494, núm. 4.°
—Contra las personas i propiedades, arts. 296 a 298, 328 i 439.
—A un diputado, senador, ministro, etc., (Yéase DESACATO).
AMOTINAR.—Yéase MOTÍN.
ANIMAL.—Dañinos, art. 496, núms. 17 i 18.
—De matanza o carguío que entra a fundos, art. 497.
—Feroz, arts. 491 i 494, núm. 18.
—Muertos en sitios vedados, art." 496, núm. 19,
—Mal trato o crueldad, art. 496, núm. 35.
ANTICIPACIÓN indebidas de funciones, art. 216.
APERTURA de caminos, art. 495, núm. 13; de pozos, id. mún. 20.
APLICACIÓN de las penas, arts. 50 a 78.
APREHENSIÓN.—Desde su fecha principia a contarse la "duración de
la pena temporal, art. 26.
—'Indebida, art. 143.
—Funcionario que no preste ausilio para hacerla, art. 229.
APREMIOS ilejítimos, art. 255.
ARBITROS.—Abusos de su oficio, art. 240, inc. 2.° Véase PREVARI-
CACIÓN,
ARBOLADOS.—Su quema, art. 495, núm. 12; daños por ganados, art.
497, núms. 3.° i 4.°
ARCHIVO.—Daños, art. 485, núm. 5.°
ARMAS.—Que se entiende por tales en las sublevaciones, art. 132 i
450.
—Absolutamente prohibidas, art. 288.
—De fuego disparadas dentro de poblaciones, art. 496, núm. 12.
•—Entregadas al enemigo, art. 109, inc. 4.°
—Prohibidas; los que las cargan o sacan en riña, arts. 402, 403 i
494, núms. 3.° i 4.°
•—Que caen en comiso. Yéase COMISO.
ARMISTICIO,—(Suspensión de armas o de hostilidades). El que lo
violare, art. 113.
806 CÓDIGO PENAL

ARREBATO.—Circunstancia atenuante, art. 11, núm. 5.°


ARRESTO.—(El acto de quitar a una persona su libertad de loco-
mocion).
—Indebido por funcionarios, arts. 148, 224 núm. 5.° i 225, núm. 5.°
— Id, por particulares, art. 141.
—Los que no den parte de él dentro de 48 horas, art. 140, núm. 6.°
ARROGARSE facultades judiciales, arts. 152 a 154; administrativas,
art. 222.
ARROJAR (aguas).—Yéase AGUAS.
ARRUINAR A UNO.—Daño, art. 485, núm. 8.°
ARTIFICIO PARA DASAR.—Circunstancia agravante, art. 12, núm. 3.
ASEO.—Falta, art. 496, núm. 22.
ASESINATO.—(Homicidio cometido con alevosía). Yéase HOMICIDIO.
ASOCIACIONES ilícitas, arts. 292 a 295.
ASONADA.—(Reunión tumultuaria para hostilizar o perturbar el Orden
público). Arts. 123 i núm. 2 del 494.
ASTUCIA.—Circunstancia agravante, art. 12, núm. 5.°
ATENTADO.—Contra la autoridad, arts. 261 a 263.
• —Contra particulares i propiedades, arts. 296 i 494, núm. 2.°, art.
496, núm. 8, *
ATENUANTES.—(Circunstancias), art. 11.
AUSENTE.—Art. 100.
AUTORES.—De un delito, art. 15; se consideran como tales, arts. 167,
196, 198 i 371.
—Sus penas. Yéase APLICACIÓN.
AUTORIDAD.—Abuso de. (Yéase ABUSO).
—Daño causado por ella, art. 10, núm. 10.
—Desacato contra ella. Yéase • DESACATO.
—Patria: se pierde por condena a mas de cuatro años de reclusión
o presidio, Código Civil, art. 267, núm. 4.
—Su deber en caso de sublevación, arts. 128 a 136.
—Sus delitos van revestidos de circunstancias agravautes, art. 12,
núm. 8.°; como así mismo los que se cometan en su ofensa, art.
12, núms. 13 i 18.
AUTORIZACIÓN.-—El que no la tuviere para impedir un acto, art.
494, núm. 16.
AUSILIO (Denegación de). —Por empleados públicos, art. 253.
—Por particulares a la autoridad, art. 496, núm. 2.°; a particulares,
art. 494, núm. 14.
ÍNDICE ALFABÉTICO 807

—De jente armada, es circunstancia agravante, art. 12, núm. 11.


— E l que en tiempo de guerra impide que se preste a las tropas de
la República, art. 109, inc. 12.
— E l que lo suministra al enemigo, art. 109, inc. 4.°
AZAR (juego de).—Art. 277.
AZOTEAS.—Infracción en ellas de las reglas de policía, art. 436,
núm. 23.
AZOTES.—Leyes de 3 de Agosto de 1876.—Reglamento de 11 de
Agosto de 1876 i lei de 7 de Setiembre de 1883. Yéase el
APÉNDICE

B
BAJA.—En los precios, art. 285.
BANQUEROS.—Art. 272.
BREVES o BULAS.—Arts. 118 i 119.
BAÑOS. —El que falta a las reglas de decencia o seguridad, art. 496
núm. 9.°
BASURA.—El que no las entrega a la policía, art. 496, núm. 22.
— Los que las arrojan a las acequias, art. 496, núm. 23.
BEBIDAS NOCIVAS.—Su venta, art. 495, núms. .15 i 18.
BESTIALIDAD.—Cuando hai escándalo, art. 373.
BIENES . —Yéase PROPIEDAD .
BIGAMIA.—(Casamiento de uno de los cónyujes durante la vida del
otro), art. 382.
BILLETES.—Falsificación de los de banco, arts. 172 i 173.
BOLETAS.—Su falsificación, art. 185; enmienda, art. 189.
BOSQUES.—Su quema, art. 495, núm. 11.
BOTICARIO . —Yéase FARMACÉUTICO .
BUENA CONDUCTA.—Circunstancia atenuante, art. 11, núm. 6.°
BUENAS COSTUMBRES.—Ultrajes públicos a ellas, art. 373.

C
CABALLERÍAS.—Corridas, art. 494, núm. 6.°
CABECILLA.—Yéase JEFE.
CADÁVERES.—Yéase INHUMACIÓN i EXHUMACIÓN.
CADENA.—Pena accesoria de crímenes i simples delitos, art. 21; su
duración, art. 25, inc. final; castigo disciplinario, art. 80, inc.
final; agravación de pena, art. 91, inc. 3.°
808 CÓDIGO PENAL

CAFÉES.—Véase ESTABLECIMIENTOS PÚBLICOS.


CALAMIDAD.—Circunstancia agravante, art. 12, núm. 10.
CALUMNIA.—Art. 412.
—Causada en juicio, art. 426.
CAMINOS.—Art. 495 núms. 13 i 14.
CAMPANAS—Los que las mandan a tocar para alzamiento, art. 123.
CANCIONES.—En contra de las buenas costumbres: el que las vende
etc., art. 374.
CARÁCTER PÚBLICO (Abuso de).—Circunstancia agravante, art. 12,
núm. 8.°
CÁRCEL.—Su escalamiento. Véase FUGA.
CARICATURAS.—Calumnia o injuria, art., 422.
CARRUAJES.—El que corriere en una poblacion, art. 494, núm. 6.
CARGOS PÚBLICOS.—Prolongacion i anticipación indebida, art. 216 a
219.
CARTAS.—Véase CORRESPONDENCIA.
CASAS—De juegos, art. 277.
—De prendas, art. 280 a 283; su reglamento. Véase el APÉNDICE.
•—Públicas, art. 145.
CASTIGOS.—-Véase PJCNA.
CASTRACIÓN.—Estirpacion o adulteración de las partes de la jenera-
cion, tal que inhabilite para los efectos de la procreación, art.
395.
CAUCIÓN (Pena de).—Su naturaleza, arts. 23, 46; su duración i
cuantía art. 25inc. 8.°
—En los que han hecho amenaza art. 298.
CAUDAL O FACULTADES DEL CULPABLE.—Deben tomarse en cuenta
al. aplicar la multa, art. 70.
CAUDALES PÚBLICOS.—Malversación, art. 233 a 238.
CAUDILLO.—De alzados, art. 122.
CAZA I PESCA.—Art. 494, núms. 21, 496, 34 i 36.
CELDA SOLITARIA.—Su duración, art. 25, inc. final; 80 id.
CENCERRADAS.—(Turbar el sociego público con ruido de instrumen-
tos desapacibles). Art. 494 núm. 2, 496, núm. 8.° (Véase ATEN-
TADOS i DESACATOS.)
CENTINELA.—Art. 302.
CERCA O VALLADO.—Daños causados en ella. Art. 494 núm. 21.
CERCENAMIENTO DIO MONEDA.—Arts. 164,166 a 171 i 496 núm. 31,
ÍNDICE ALFABÉTICO 809

CERTIFICADOS FALSOS.—Por f a c u l t a t i v o , art. 202; por empleados,


art. 203.
CHIMENEAS, ESTUFAS, HORNOS.—El que n o los l i m p i a , a r t . 496,
núm. 20.
CINTA (Mujer eu).—Coudeuada a muerte, art. 85.
CIRCULAR MONEDA.—Falsa o cercenada, a r t . 170, 4 9 6 , n ú m . 31.
CIRCUNSTANCIAS AGRAVANTES.—Art. 12. N o a u m e n t a n la p e n a e n
los casos de los arts. 63, 92, 103 i 104.
CIRCUNSTANCIAS ATENUANTES.—Art. 11, a u m e n t a n su valor, art.
103; se toman en cuenta, inc. 3.° art. l.°, 73.
CIRCUNSTANCIAS ATENUANTES O AGRAVANTES.—Art. 13.
CIRCUNSTANCIAS QUE EXIMEN DE RESPONSABILIDAD CRIMINAL.—
Art. 10. •
CIRUJANOS.—Art. 194, 4 9 1 . (Véase FACULTATIVO.)
CLISÉES.—Su falsificación, a r t . J 8 1 .
COHECHO.—(Sobornar o seducir al juez o a otra persona para que
haga lo que se le pide aunque sea injusto.)
— D e juez. (Véase PREVARICACIÓN.)
—De testigos, art. 212.
—De empleados, arts. 248 a 250. .
COHETE.—El que los disparare en poblado, art. 496 núm. 12.
COMBATIENTES.—Los que faltan o las condiciones del duelo, art.
409, núm. 3.°
COMERCIANTES.—Se les presume incendiarios de sus establecimien-
tos, art. 483.
COMERCIO.— Crímenes i simples delitos relativos a él, art. 284 a 287.
COMESTIBLES.—El que los vende adulterados, art. 286 i 495, núm. 15.
COMISIONISTA.—Que e s t a f a n , a r t . 4 6 9 , n ú m . 3.° i 4 7 0 n ú m . l . °
COMISO.—(Pena de perdimiento de la cosa). Caen en comiso: los
efectos e instrumentos con que se ejecutó el delito, art. 31; las
dádivas, art. 251; los muebles puestos en lotería, art. 276; el
dinero o efectos puestos en juego, art. 279; las cantidades pres-
tadas sobre prendas, arts. 280 i 281; los mantenimientos de-
fraudados, art. 286; máquinas u objetos contrahechos, art.
471; en las faltas, los objetos que señala el art. 499.
CÓMPLICES.—Quienes son, art. 16; sus penas arts, 51 a 53, 59 i 61.
COMPROMISARIOS.—Prevaricación, a r t . 2 2 7 , n ú m . 3.°
COMUNICACIÓN CON EL JUEZ.—Los que la i m p i d a n a los detenidos,
art. 149, núm. 3.°
810 CÓDIGO PENAL

CONDENAS.—Dónde I cómo se cumplen, art. 79 a 80; su quebran-


tamiento, art. 90.
CONDUCTORES DE CORRESPONDENCIA.—El q u e los acomete, a r t . 341.
CONFIANZA (Abuso de).—Circunstancia agravante, art. 12, núm. 7.°
CONFINAMIENTO.—Su definición, a r t . 33.
—Mayor i menor i su duración, art, 56.
CONNIVENCIA.—En la evasión de presos, art. 299.
CONSENTIMIENTO para el matrimonio de un menor, art. 385.
CONSERVACIÓN i custodia de materias inflamables, art. 494, núm. 17.
CONSPIRACIÓN.—Cuándo la hai, art 8.°; sus penas, arts. 106, 111,
i 125.
CONSUETUDINARIO.—Quien es tal i su p e n a , a r t . 90, n ú m . 3.°
CONSUMADO (Delito).—Art. 50; se reputa tal, arts. 107 a 111,
362 i 4 3 7 .
CONTIENDA DE COMPETENCIA.—Arts. 2 1 9 i 2 2 2 .
CONTRATOS.—Dolosos, a r t . 4 7 0 , n ú m . 6.°; 4 9 4 , n ú m . 19.
—Simulados, arts. 466 i 471, núm. 2.°
CONTRIBUCIONES.—El que las imponga sin facultad, arts. 147 i 157.
Véase EXACCIONES.
CÓNYUJE que escandalizare con disensiones domésticas, art. 4-95,
núm. 6.°
CORRECCIONES.—Las que impone un superior a un subordinado no
se reputan penas, art. 20.
CORREO.—Art. 3 4 1
CORRESPONDENCIA.—Intercepción de ella, art. 341.
•—Violacion de id., arts. 146 i 156. Véase VIOLACION.
—Quienes pueden imponerse de ella1} art. 146, inc. 2.° i 3.°
—Entre las penas antiguas i las actuales, art, 78.
—Con país enemigo en tiempo de guerra, art. 112.
CORRUPCIÓN.—(Promover o facilitar los delitos contra la honestidad
inducir o cooperar a los de cohecho.)
—De menores, art. 366 i 367.
—De empleado público. Véase COHECHO.
CORSO.—(Guerra naval que hacen los particulares autorizados por
el Gobierno en contra de los enemigos del Estado), art. 114,
COSA JUZGADA,—En lo civil: su e f e c t o en lo c r i m i n a l , a r t . 380.
- - E n lo criminal; se suspende su efecto en los casos de estupro,
violacion i rapto, art. 368; adulterio art, 379; matrimonios ile-
gales arts. 383 i 385; sobre calumnias e injurias, art. 428,
ÍNDICE ALFABÉTICO 811

COSTAS— En qué consisten, art. 47; deben imponerse en toda sen-


tencia condenatoria, art. 24: su privilejio, art, 48.
COSTUMBRES.—Ultrajes a ellas i al pudor, art. 373 i 374.
CRIADOS,—Abusos en su servicio.
CRÍMEN.—Arts. 3; sus penas, art, 21.
CRUELDAD para con los animales, art. 49G, núm. 35.
CUADRADOS,—Su falsificación, art, 181.
CUADRILLA.—Cuando la liai, art. 433, inc. final.
CUASIDELITO.—Su; definición, art. 2.°; su clasificación, art. 4.°; sus
penas, art. 490.
CULPABLE DE DOS O MAS DELITOS.—Deben aplicárseles todas las pe-
nas correspondientes a éstos, art, 74; escepcion, arts. 75 i 451.
CULTOS.—Delitos contra ellos, arts. 138 a 140.
—Delitos en lugares destinados a ellos; es circunstancia agravaute,
art. 12 núm. 17.
CUÑOS.—Su falsificación, art. 181.
CURADOR.—Abuso en su oficio, arts. 3G7, 3G8 i 387,
CUSTODIA.—De presos, arts. 299, 300 i 301.
—De documentos i papeles públicos. Yéase INFIDELIDAD.

D
DÁDIVA.—Yéase PREVARICACIÓN.
DAÑO.—Su definición, art. 484,
—Causado para evitar un mal exime de responsabilidad, art, 10,
núm. 7.°
—Causado por animales, arts. 491 i 494, núm. 18; 496,-núms. 17 i
28; 497.
—De valor de mas de 10 pesos, arts. 485 a 488.
—De ménos de 10 pesos, ífrt. 494, núm. 19; art. 495, núm. 21 i 22;
art.' 496, núm. 28.
— E n tumbas, monumentos, bibliotecas, puentes, etc., art. 485.
DECLARACIÓN FALSA,—Yéase TESTIGO,
DEFENSA.—Propia o ajena, exime de responsabilidad criminal, art.
10 núms. 4, 5 i 6.
DEFRAUDACIÓN.—(Usurpación de lo que a otro toca de derecho.)
DEFRAUDACIONES.—Diversas, arts. 467, 469 a 473,
—Hechas por deudores, arts. 463 a4G6 i 471 núm. 2.°
—Menores de 10 pesos, art, 494 núm, 19,
812 CÓDIGO PENAL

—No penadas espresamente por la leí, art. 473.


—Usando de nombre flnjido, atribuyéndose poder o créditos su-
puestos etc., 468, 213 a 215.
—Casos en que no liai acción criminal, art. 489,
DELACIÓN.—Exime de pena, art, 8.° inc, 4.°
DELIBERACIÓN,—Al cometer un delito. Circunstancia agravante,
art. 12, núm. 4.°
DELINQUIR.—Durante una condena, arts. 91 i 92,
DELITO.—Su definición, art. L.°; su clasificación art, 3.°
—Cometidos en mar territorial o adyacente, art, 5.°; id. fuera de la
Repiíblica, art. 6.°
—De imprenta, art. 237,
—Es punible solo cuando está establecido por una lei anterior,
art'..18^
—Consumado, arts. 50, 41 i 363, frustrado, art. 7.°; sus penas arts.
51 a 53 i 55.
DELITOS.—Políticos, arts. 121 a 137.
—Cometidos durante una condena, art. 91.
—Que no pueden perseguirse de oficio, arts. 19, 368, 376, 385 inc.
2.°, art. 424.
DEMENCIA.—(La carencia de razón). Circunstancia que exime de
responsabilidad criminal, art. 10, núm. l.° Cuando sobreviene
despues de cometido el delito, art. 81.
DENEGACIÓN DE AUSILIO.—Art. 494, núms. 13, 14 i .15; art. 496;
núm. 2.°
—Por empleados, art. 224, núm. 3.°; art. 225, núm. 3.°; art. 253
i 256.
—De justicia, art. 223 a 230 i 257. (Yéase PREVARICACIÓN.)
DENUESTO.—(Injuria de palabras), Art. 405.
DENUNCIA CALUMNIOSA.—Art. 211.
DEPENDIENTE.—Abuso de confianza cometido por él art. 445.
DEPORTACIÓN.—Confinamiento; estrañamiento, relegación i destierro)
arts. 33, 34, 35 i 36.
DEPOSITARIO.—Que abusa, art. 470, núm. L.°, art. 494 núm. 19; si es
empleado público, art. 233.
DEPÓSITO.—De materiales inflamables.
DERECHOS GARANTIDOS POR LA CONSTITUCIÓN.—Delitos contra ellos:
por funcionarios, arts. 148 a 161; por particulares, arts. 137
a 147.
ÍNDICE ALFABÉTICO 813

— E l empleado que cobrare mas que los que le corresponden, art. 241.
DEBOGAOION,—De las leyes penales anteriores, art. 18 i título final.
DESACATO?.—Contra la autoridad, arts. 264 a 268.
DESAFÍO.—Yéase DUELO.
DESAPARICIÓN.—En el rapto los que no dieren razón de la persona
robada, art. 360.
—De un menor, art. 355.
DESCUBRIMIENTO.—El que priva a otro de su propiedad, art. 158,
núm. 5.°
DESGRACIA,—Yéase CALAMIDAD.
DESHONESTIDADES.—Arts. 366, 373, 374, 495 uúm. 5.°, i 4 9 6
núm. 9,°
DESOBEDIENCIA.—De empleados, art. 159, 226, 237 iuc.2.°, art. 252.
—Ménos graves, art. 496, núms. l.° i 7.°
DESORDENES PÚBLICOS.—Art. 268 (Yéase Atentado, Desacato, Rebe-
lión, sedición.)
DESORDENES MENOS GRAVES.—Art. 4 9 4 , n ú m s . 1 i 2.°; art. 495,
núms. l.° i 2.°; arfe. 496, núms. 7.°, 8.°, 10, 18,26 i 30.
DESPOBLADO (Delito cometido en).—Circunstancia agravante, art. 12,
núm. 12.
DESPRECIO DE LA AUTORIDAD.—Circunstancia a g r a v a n t e , art. 12
núm. 18.
DESTIERRO.— Su definición, art. 36; su duración, art. 56.
'—Ilegal i arbitrario, art. 148.
DESTRUCCIÓN,—De espedientes o papeles, art, 470, núm, 5."; i 494,
núm. 19.
—-De linderos de propiedades, art. 462.
—De puentes, arts. 480, 485, núm. 6.°
DETENCIONES INDEBIDAS—Por empleados, arts. 148, 2 2 3 a 2 2 5 .
—Por particulares, arts. 141 i 143.
—Deber del comandante de policía o del alcaide, art. 149, núm. 5.°
— E n lugares indebidos, art. 150 núm. 2.° Yéase CONSTITUCIÓN PO-
LÍTICA, a r t . 137.
DEUDOR,—Alzado o insolvente fraudalento, arts. 463 a 466.
— Q u i e n e s son deudores alzados. Y é a s e ORDENANZAS DE BILBAO,
cap. X V I I , núm, 4.°
—Que destruye la cosa embargada, art, 369 núm. 6.°
—Que sustrae la prenda dada a su acreedor, art. 471, núm. 12.
814 CÓDIGO PENAL

DIPUTADO,—Su arresto o formacion de cansa, Véase FUERO.


DIQUES.—Véase ROMPIMIENTO,
DISFRAZ.—Circunstancia agravante, art. 12,núm. 5.°
DISENSO.—Para el matrimonio de nn menor, art. 385,
DISPARO.—De armas de fuego, cohetes, etc. dentro de las poblaciones,
art. 496 núm. 12.
DIVORCIO,—En causa de adulterio no lleva consigo la imposición de
pena, art, 380.
DOCUMENTOS.—Infidelidad en su custodia,' arts. 242 a 245.
—Destrucción de ellos, art. 470, núm. 5.°
—Falsos: pena del que se vale de ellos, arts. 161, 196, 198, 204
i 212.
—De crédito contra el Estado: su falsificación, art. 172.
—Privados, art. 197.
DONCELLA.—(La mujer que no ha conocido varón), Véase ESTUPRO.
DROGUISTAS.—Que despachan medicamentos deteriorados, art, 315
Véase FARMACÉUTICOS.
DOLO.—La intención astuta i maliciosa dirijida contra el justo dere-
cho de un tercero.
DOMICILIO,—(Violacion de.) Véase VIOLACION.
DUELO,—Arts. 404 a 409.
—Provocacion a, art. 404.
DUESO.—Finjido de una cosa, art. 468.
DURACIÓN de las penas, art. 56.

E
EBRIOS.—Que molestan, art. 496, núm. 18.
ECLESIÁSTICOS.—Son empleados públicos, 260,
—Que sustraiga o destruya documentos o papeles, art. 242.
—Que ejerce su ministerio estando suspenso, art. 214.
EDAD.—Exime de responsabilidad, art. 10, núms. 2 i 3.
—Atenúa la responsabilidad, art. 11, núm. 2.
—Pena del menor de 16 años, art. 72,
EDIFICIOS RUINOSOS.—Pena del que no los repara, art, 495, núm. 19.
EDITORES.—De periódicos. Art. 137.
EDUCACIÓN.—Pena del padre o curador que no la da, art. 494,
núm. 15.
EFECTOS.—Retroactivo de la lei penal, art, 18.
ÍNDICE ALFABÉTICO 815

EFECTOS.—De algunas penas, arts. 37 a 47.


—Del crimen o delito. Yéase COMISO.
EJECUCIÓN.—De las penas, arts. 79 a 89.
•—De providencias: los que las impiden, art. 126.
EJERCICIO DE UN DERECHO.—SU violacion, art. 459, núm. 3.°
ELECCIONES.—Los delitos relativos al libre ejercicio del sufrajio se
clasifican i penan por la lei de elecciones, art. 137.
— E n el ejercicio de un derecho, art. 459, núm. 3.°
EMBRIAGUEZ.—Véase EBRIO.
EMPLEADO.—Fiujido.
—Judicial que se arroga facultades administrativas i vice-versa,
arts. 222 i 152.
EMPLEADOS PÚBLICOS.—Quienes se reputan tales, art. 260; delitos co-
metidos por ellos, art. 216 i siguientes.
EMPRESARIO de loterías, arts. 276.
ENCIERRO.—Indebido por funcionarios, art. 148; por particulares,
art. 141;
ENCUBRIDORES.—Art. 17; sus penas, arts. 52 a 54. .
ENGAÑOS.—Arts. 171, 179, 467 a 473.
ENTREGA.—De ciudades, plazas, fortalezas, etc., al enemigo, art. 109
inc. 3.°
ENVENENAMIENTO.—-(Muerte causada por sustancias que puedan pri-
var la vida). Circunstancia agravante, art. 12, núm. 3.°
ENVITE.—Véase JUEGO.
EPIZOOTIA.—Art. 289, 290 i 291.
ESCALA,—Arts. 21 i 59.
ESCALAMIENTO.—(Entrada a un lugar, con ánimo dañado, por una via
no destinada al uso que en aquel acto se le da). Circunstancia
agravante, art. 12 núm. 19.
ESCOMBROS.—Falca de policía: núms. 21, 22 i 23 del art. 496.
ESCÍNDALOS.—Art, 495, núms. 5, 6 i 7 i art, 373,
ESCLUSAS.—Véase ROMPIMIENTO.
ESPECTÁCULOS PÚBLICOS.—Desórdenes, art. 484, núm. 1,°, art. 495,
núms. 2.° i 8.°
ESPEDIENTE.—Su inutilización etc. Véase DOCUMENTOS,
ESPENDIO O elaboración de sustancias nocivas o de medicamentos
deteriorados, arts. 313 a 319.
ESPLOSION.—De minas, máquinas, art. 480.
ESPOSICION.—De niños, arts. 348, 354, 356, 495, mira. 10.
816 CÓDIGO PENAL

ESPROPIACION.—Indebida, arfc. 158, núm. 6.°


ESPULSION.—Su violacion, arfc. 116.
ESTABLECIMIENTOS.—Su apertura sin licencia, arfc. 495, núm. 9.°
ESTADO.—Delitos contra la paz e independencia, art. 106 i siguientes.
•—Civil i delitos contra él, arts. 353 a 357, 496, núm. 3 i 4.
ESTAFA—Árts. 467 a 473.
—Menores de 10 pesos, arts. 494, 19.
ESTAMPAS INDECENTES, art. 374.
ESTATUAS.—Daños causados en ellas, art. 485, núm. 7.
ESTELIONATO.—Yéase ESTAFA.
ESTÍMULO PODEROSO.—Circunstancia atenuante, art. 11, núm. 5.°
ESTINCION DE RESPONSABILIDAD PENAL, arts. 19 i 93.
ESTORCIONES INDEBIDAS.—(Delito que comete un empleado público
sacando exacciones injustas). Art. 438,
ESTRAGO por sumercion de naves, inundación, incendio, destrucción
de puentes, etc., art. 480 a 483.
ESTRAGAMIENTO.—Su definición, art. 34.
—Mayor i menor: su duración, art. 56.
ESTUPRO.—(Acceso iléjitimo con una mujer casada o viuda de buena
fama que no sea su parienta en grado prohibido. Escriche).
Art. 363.
EVASIÓN DE DETENIDOS, arts. 90, 292 a 304.
EXACCIONES INDEBIDAS. — (Tributo, contribución). Por empleados,
arts. 157, 241; por particulares, 147.
EXENCIÓN.—De responsabilidad, art. 8, inc. 4.°; 10; inc. 2. ¿ ; 129, 295
EXHUMACIONES ILEGALES, art. 322.

F
FÁBRICAS.—Empleados que violan secreto, art. 284.
FACILITAR al enemigo la entrada en el territorio do la República,
art., 109, inc. 2.°
FACULTADES (usurpación de) art. 221 i 222.
FACULTATIVO.—Que dé certificado falso, art. 202.
—Que causa daño por malicia, arfc. 345; por neglijencia, 491.
.—Que ejerce su profesion sin título, art. 494, núm. 8.
—Diversas faltas en el ejercicio de su profesion, art. 494, núms.
9, 10 i 11.
INDICE ALFABÉTICO 817

PALLO CONTRA LEÍ ESPRESA.—Es P r e v a r i c a c i ó n .


FALSEDAD—(Faltar a la verdad en dicho o hecho, con perjuicio de
tercero). Yéase DOCUMENTOS, TESTIGOS.
—De documentos públicos o auténticos, arts. 161, 193 a 196.
FALSIFICACIÓN.—De efectos públicos i municipales, arts. 172 a'179.
—De firma de un funcionario público, art. 161.
—De instrumentos privados, art. 197 a 198.
—De moneda, arts. 162 a 171.
—De pasaportes, certificados, etc. arts. 161, 199 a 205.
—De sellos, marcas, papel sellado, timbres, etc., arts. 180 a 192,
494, núm. 19.
FALSO TESTIMONIO, arts. 2 0 6 a 2 0 9 .
FALTAS.—Su definición, art. 3.
—Sus diversas clases i penas, arts. 494 a 501.
—Al respeto, arts. 264, 455, núms. 3 i 4.
—A la decencia, arts. 496, núm. 9.
—Se castigan solo cuando han sido consumadas, art. 9.
FAMILIA,—Que se entiende por tal, art. 296, inc. final i 411.
FARMACÉUTICO,—Que causa daño por neglijencia, art. 499,
—Que despacha recetas no autorizadas, art. 494, núm. 7.°
—Que ejerce su profesion sin título, art. 494, núm. 8.°
—Diversas faltas en el desempeño de su-cargo, art. 494, núms, 9.°,
10, 11 i 12.
—Sus turnos; decreto de 10 de Diciembre de 1846.
FERROCARRILES,--Delitos por empleados, arts. 330 a 332.
—Diversos delitos, arts. 323 a 329 núm. 1,°
FIANZA.—Art. 25 inc. penúltimo; caución, art. 46.
FIDELIDAD.—Los que corrompen la de los soldados, marinos, etc. art.
109 inc. 5.°
FIGURAS.—Folletos i estampas indecentes, art. 374.
FINJIRSE.—Autoridad, empleado o profesor, arts. 213, 439 fin, art.
440 núm. 3.°
FIRMA (SU falsificación).—Yéase DOCUMENTOS, FALSIFICACIÓN i SU-
POSICIÓN.
FLAQUEZA.—De espíritu (abuso de) Arts. 398 i 472.
FLEBOTOMIANO.—Que causa daños por neglijencia, art. 491.
—Que ejerce su profesion sin título, art. 494, núm. 8.°
—Yarias otras faltas en el desempeño de su oficio, art. 494 núms.
9.°, 10, 11 i 12.
52
818 CÓDIGO PENAL

FORTALEZA.—El que la entrega al enemigo, art. 109, inc. 3.°


FRACTURA.—En lugar cerrado. (Quebrantamiento de los medios de
clausura empleados en la guarda de una cosa). Es circunstan-
cia agravante, art. 12, núm. 19.
—De miembro. Yéase HERIDAS.
FRAUDES,—En jeneral, arts. 189 a 191, 467 a 473; por empleados
arts. 239, 240 i 241.
— E n el juego, art. 370 núm. 7.°
—Menores de 10 pesos (faltas), art. 494, núm. 19; art. 495, núms.
15, 16 i 17.
FRUSTRADO (delito).—Su definición, art. 7.°; sus penas, arts. 51 a 53
i 55.
FRUTAS.—Los que los toman en heredad ajena, art. 496, núm. 33.
FUERO.—Su violacion, art, 151. Véase CONSTITUCIÓN POLÍTICA, arts.
15 a 17.
FUERZAS.—En las personas, arts. 439, 494, número 16 i 20.
— E n las cosas, art. 440. (Véase VIOLENCIA.)
—Irresistible: circunstancia que exime de responsabilidad criminal,
art. 10, núm. 9.°
FUGA.-De presos, arts. 90, 299 a 304.

G
GANADO.—Daños en él, art. 497.
GANANCIA.—Hecha por los condenados a presidio, art. 88.
GANZÚAS.—Robos con ellas, art, 440, núm. 2.°; 442 núm. 3.°
—Su uso, 444; su fabricación o venta, art. 445.
GASTOS EN LOS JUICIOS.—Véase COSTAS.
GLOBOS.—Elevados sin permiso, art. 496, núm. 30.
GOBIERNO.—Intelijencia con uno estranjero en tiempo de guerra, es
traición. Art. 109.
GOLPES.—Art. 397. Véase LESIONES.
GRADUACIÓN DE LAS PENAS.—El orden en que estas deben aplicarse.
Arts. 50, 56 a 78.
GRILLETE.—Véase CADENA.
GRITOS—Art. 494 núm. 2.° i art. 495 núms. 1 i 2.
GUARDADOR.—A quien no se le presente el menor: sus derechos,
art. 355.
ÍNDICE ALFABÉTICO 819

—Sus derechos en los casos de estupro, violacion i rapto, art. 3G9, i


en los de calumnia e injuria, art. 424.
—Su pena en la corrupción de menores, rapto, estupro i violacion,
art. 3.71.
—Que se case con la persona que ha tenido en guarda, ántes de la
aprobación legal de sus cuentas, art. 387.

H
HALLAZGO de cosa mueble, al parecer perdida; pena del que no la
devuelve, art. 448, 494, núm. 19.
HECHO imprudente, art. 490.
HEREDAD ajena, arts. 440, 441, 442 i núm. 21 del 494.
HERIDAS.—art. 397. Yéase LESIONES.
HIJIENE.—Infracción de las reglas acordadas por la autoridad, arts. 313
a 319, especialmente el 318.
HIJO.—Está exento de responsabilidad penal en el caso del art. 10,
núm. 5.
—No comete hurto en el caso del art. 489.
HOMICIDIO—(La muerte violenta de una persona). Art. 391.
HURTO.—Definición, art. 432; penas, art. 44G i siguientes.
—De animales, art. 449 i circular de foja 767.
—De frutas, art. 496, núm. 33.
—Menor de 10 pesos, art. 494, núm. 19.
—Su.reiteración, art. 451.
—Su prueba. L e i d e 3 de Agosto de 1876.

I
IGNOMINIA.—(Afrenta pública). Añadida a los efectos del delito es
circunstancia agravante, art. 12, núm. 9.
IMÁJENES.—El que las ultrajare, art. 139, núm. 2.°
IMPLICANCIA.—Juez que conociéndola fallare, art. 224, núm. 7.
IMPRENTA (Delito cometido por la), art. 137.
—Los que prohiben hacer publicaciones por ella, art. 158, núm. l . °
IMPRUDENCIA TEMERARIA.—Yéase CUASIDELITO.
—Ménos graves todas las faltas i especialmente, art. 494, núms. 6, 7
10, 17 i 18; art, 495, núms. 11, 19 i 20; art. 496, núms. 3, 6,
13, 16, 17, 24 a 26.
820 CÓDIGO PENAL

IMPUNIDAD.—Circunstancia agravante, art. 12 núm. 11.


INCENDIARIOS.—Sus penas, arta. 474 a 479, 481 i 482.
INCENDIO.—Circunstancia agravante en el caso del art. 12 núm. 3.
—De una casa de comercio; se presume responsable al dueño, art.
483.
•—Para favorecer al enemigo de la República, art. 109, inc. 13.
—Su prueba, lei de 3 de Agosto de 1876.
INCESTO.—Cuando lo hai, i sus penas, 364.
INCOMUNICACIÓN.—Pena accesoria; su duración, art. 25 final, 80 i 90,
núm. l.°
—Indebida, art. 149.
INDEPENDENCIA DEL ESTADO.—Atentados c o n t r a ella, art. 106 i
siguientes, art. 118.
INDULTO.—Sus efectos, arts. 43, 44 i 93, núm. 4.°
INDUSTRIA.—Delitos relativos a ella, arts. 284 a 287.
INFAMIA.—No se reconoce p o r la lei.
INFANTICIDIO.—Art. 394.
INFIDELIDAD.—En la custodia de documentos, arts. 242 a 245.
— E n la custodia de presos, arts. 299, 300, 303 i 304.
—Hácia el Estado, de soldados etc.; los que la causan, art. 109,
inc. 5.
INFRACCIÓN de reglamentos de policía i otros, art. 494, núms. 3 i 17;
art. 495, núms. 1, 2, 7 a 14, 18 i 20; art. 496, núms. 6, 9, 12
14, 15. 19, 20 a 22, 24, 25, 27, 29 i 36.
INHABILIDADES LEGALES.—Su estincion, art. 105.
INHABILITACIONES.—Sus clases, arts. 21 i 22; sus efectos, arts. 38 i 39.
—El indulto no las comprende cuando son accesorias, art. 43.
INHUMACIÓN.—(El acto de enterrar los cadáveres), Indebida, art. 320.
INJURIAS.^-SU definición, a r t . 4 1 6 .
—A ministros ele algún culto, art. 140.
—Causada en juicio, art. 426.
—Graves, arts. 417 i 418, 420 a 431; menos graves o leves, 419,
420 a 431; levísimas, art. 496 núm. 11.
INMUNIDAD personal de u n diplomático, a r t . 120. (Véase VIOLACION
DE LA)
INSPECTORES.—Se aplican a ellos las penas de la prevaricación, art.
227.
INSOLVENTE p u n i b l e , a r t . 4 6 6 . (Véase QUEBRADO). .
ÍNDICE ALFABÉTICO 821

INSTRUMENTO PARA LA FALSIFICACIÓN.—Caen en comiso, Véase esta


palabra.
INTERCEPTACIÓN de correspondencia, arfcs. 146, 156, 244 i 341.
INTERVALO LÚCIDO.—No exime al loco o demente de responsabilidad.
INTIMIDACIÓN.—Lo que es, art. 439.
INUNDACIÓN.—Circunstancia agravante en el caso del'art. 12, núm. 3.
INUTILIZACIÓN de papeles i espedientes, art. 470, núm. 5.
INVASIÓN de derechos ajenos, art. 459.
INVENTO.—Véase DESCUBRIMIENTO.

J
JEFE.—De cuadrilla, art. 433, núm. 4.
—De asociación ilícita, art. 293.
JENTE ARMADA.-—Cometer un delito con su ayuda es circunstancia
agravante, art. 12, núm. 11.
JOTERO O PLATERO que altera la calidad, lei o peso de los objetos
relativos a su arte, art. 469, núm. 1; art. 494, núm. 19.
JUBILACIÓN.—Pierden su derecho los inhabilitados, art. 38 núm. 4.
JUECES—Prevaricación, arts. 223 a 226.
-—Que seducen a mujer que litiga ante ellos, art. 223, núm. 3.
JUEGOS.—-De suerte,'envite o azar, arts. 277 a 279 i 495, núm. 14.
—Fraudulentos para asegurar en ellos la suerte, art. 470, núm. 7,
. art. 494, núm. 19.
—Lícitos: infracción de los reglamentos, art. 49G, núm. 27.
JUGADORES, art. 278'; fraudulentos, 470, núm. 7.

L
LEGO.—Que ejerce funciones sacerdotales, art. 214.
LEÍ PENAL.—A quienes obliga, art. 5.°
LESIONES.—Corporales graves, arts. 395 a 398; ménos graves, arts.
399 a 401; leves, art. 494, núm. 5.°
—Graves en riña o pelea, art. 402; id. ménos graves, art, 403.
LETRAS.—De cambio falsificadas, arts. 197 1198.
LEYES PENALES,—Anteriores al Código, art, final; posteriores al deli-
to, art. 18.
LIBERTAD I SEGURIDAD.—Delitos contra ellas por funcionarios, arts.
148 a 161; por particulares, arts. 141 a 147.
822 CÓDIGO PENAL

LÍMITES.—De las penas, art. 25.


— De propiedades; su alteración, art. 462.
LLAVES.—Falsas o verdaderas sustraídas; robos con ellas, art. 440
núms. 2.° i art. 442, núm. 3.°; su uso,.art. 444; su falsifica-
ción, venta o uso, art. 445.
Loco O DEMENTE.—(El que ha perdido el juicio hasta el punto de no
conocer la moralidad de sus acciones). Está exento de respon-
sabilidad criminal, art. 10, núm. l.°
LOCOMOCION.—(El derecho de trasladarse de un punto a otro). Art.
158 núm. 4.°
LOCURA O DEMENCIA sobreviniente,—Reglas, art. 81.
LOTERÍA.—Definición, art. 275; penas, art. 276.
LUGAR SAGRADO.—Circunstancia agravante,' delito cometido en él,
art. 12 núm. 17.

M
MAESTRO—Cómplices en los delitos deshonestos, art. 371.
MALTRATAMIENTO DE OBRA.—Grave, art. 397; menos grave, art. 399.
(Véase LESIONES).
MALTRATO.—I crueldad para con los animales, art. 496, núm. 35.
MALVERSACIÓN.—De caudales públicos, arts. 235 a 238.
MANCEBA.—De hombre casado, art. 381.
MAQUINACIONES.—Véase CONSPIRACIÓN.
MÁQUINAS DE VAPOR.—Esplosion, art. 480.
MANTENIMIENTOS.—Defraudados, arts. 286, 495, núm. 15.
MARCOS.—Véase ROMPIMIENTO.
MARIDO ADÚLTERO.—Véase MANCEBA.
MATERIAS INFLAMABLES.—Conservación, custodia i trasporte, art. 494,
núm. 17.
MATRIMONIOS.—Ilegales, arts. 382 a 389.
MATRONA.—Suposición de parto, art. 353.
—Keglijente, art. 491.
—Descuidos punibles, art. 494, núm. 10.
—Otras faltas, art. 494, núms. 11 i 12.
MAYOR DE 16 ASOS I MENOR DE 18.—Sus penas, art. 72.
MEDICAMENTOS.—Deteriorados, etc., art. 315.
MÉDICOS.—Arts. 491, 494, núms. 8.° a 12. Véase FACULTATIVOS.
MEDIDAS,—Falsas, art. 469, núm. 2.°; art. 495, núms. 16 i 17.
ÍNDICE ALFABÉTICO 823

MENDICIDAD.—Arts. 309 a 312.


MENOR DE 10 AÑOS.—Está exento ele responsabilidad penal, arfc. 10,
núm. 2.
•—De 1G años i mayor de 10: está o nó exento, art. 10, núm. 3;'
penas, art. 72, inc. l.°
—De 18 años: circunstancia atenuante, art. 11, núm. 2; pena, 72,
inc. 2.
—Que abandone la casa paterna: los que lo inducen, art. 357.
—Sustracción de un menor, art. 142.
MEZCLA NOCIVA.—Art. 316. (Yéase SALUD PÚBLICA.)
MILITAR.—Contra la patria, art. 107.
MINISTRO DE UN CULTO.—Ultrajes contra él, art. 139, núm. 3; art. 140.
MONEDA FALSA.—Fabricación i espendio, arts. 162 a 171.
MONUMENTOS.—Los que los destruyen, art. 485, núm. 7.
MOTÍN—Art. 126.
MUERTE.—(Pena de), art. 82 i 21; cómo se ejecuta, art. 82 a 85; sus
efectos cuando no se ejecuta, art. 27.
—Casos en que se aplica: arts. 68, 91; núm. 2.°; arts. 108, 109, 390,
433, 474, núm. L.°
—Prescribe, art. 97: su prueba, lei de 3 de Agosto de 1876,
MUJERES.—Públicas, art. 495, núm. 7.
MULTA.—Es la pena inferior en todas las escalas graduales, arts. 60 i
77; escepciones, 304, 403.
—Regla para su aplicación, art. 70.
—Se aplica a fondos municipales, art. 60.
—Su conmutabilidad, arts. 46 i 49.
—Su límite, art. 25, inc. 6 i 7.
—Su privilejio o graduación, art. 48.
—No es pena en el caso del art. 20.
MUTILACIÓN.—De miembro, art. 395. (Véase LESIONES.)

N •
NATURALEZA de algunas penas, arts. 32 a 36.
NAUFRAJIO.—Delito cometido en él; circunstancia agravante, art.
12, núm. 10.
NEGACIÓN.—De ausilio o socorro. (Véase AUSILIO.
—De justicia, arts. 224, núm. 3, 225 núm. 3 i 125.
CÓDIGO PENAL

NEGOCIACIONES prohibidas a los empleados, art. 235, 240. (Véase


MALVERSACIÓN DE CAUDALES PÚBLICOS, FRAUDES POR EM-
PLEADOS.)
NIÑO.—Espuesfco o abandonado. (Véanse estas palabras.)
NOCHE,—Delito cometido en ella, circunstancia agravante, art. 12,
núm. 12.
NOMBRAMIENTOS ilegales, art. 220.
NULIDAD en los juicios, art. 224, núm. 2 i 225 núm. 2.

O
OBCECACIÓN MOTIVADA.—Circunstancia atenuante, art. 11, núm. 5.°
OBEDIENCIA.—Véase DESOBEDIENCIA.
OBJETOS.—Insalubres o fétidos i penas por su elaboración, art. 496,
núm. 20.
—De un culto: ultrajes, art. 139, núm. 2.
•—Del Estado entregados al enemigo, art. 109, inc. 3.°
OCULTACIÓN.—De espedientes, documentos, ete, art. 470, núm. 5.
—De especies o soldados enemigos, art. 109, inc. 8.°
—De nombre, art. 496, núm. 5.
—De bienes, art. 466.
—De liijo para hacerle perder su estado civil, art. 354, inc. 2.°
OCUPACIÓN de inmuebles, art, 457 i 458.
OBRAS PÚBLICAS.—Los que las entorpezcan, art. 272.
OFENSA.—-A la autoridad: circunstancia agravante, art. 12, núm. 13.
—Al autor del delito o a sus parientes: circunstancia • atenuante,
art. 11, núm. 4.°
ORDEN i seguridad públicos, arts. 261 a 268 i 495 núm. 1.

P
PADRE.—Sus derechos en los casos de estupro, violacion i rapto, art.
369; id en los de calumnio o engaño, art. 424.
PADRINO DE UN DUELO,—Su pena, art. 408.
PAGO.—Empleado que no quiera hacerlo, art. 237
PALABRAS OBSCENAS.—Proferidas en público, arts. 373 i 495, núm. 5.°
PAPEL SELLADO.—Su falsificación. Véase esta palabra.
PAPELES.—(Véase DOCUMENTOS.)
PARRICIDIO.—Cuando se comete; su castigo, art. 390.
PARTO.—Supuesto, art. 253.
ÍNDICE ALFABÉTICO 825

PASAPORTE DE ARMAS.—(Permiso que la autoridad concede a los par-


ticulares para cargar armas cuando se trasladan de un punto a
otro.) Falsos o indebidos, art. 199 a 201.
PELEAS I RIÑAS.—Arts. 392, 4 0 2 , 4 9 6 , n ú m . 10.
PENA.—:(E1 mal calculado i discernido con que la lei castiga a los que
violan sus disposiciones.)
—Aflictivas, art. 37.
—Arbitraria, arts. 153 i 154.
—Aumentan i disminuyen cuando concurren circunstancias atenuan-
tes o agravantes, arts. 62 a 73.
—Cuándo i cómo pueden ejecutarse, art. 79.
—Debe estar dictada con anterioridad al delito, art. 18.
—Deben imponerse espresamente las accesorias, art. 76.
—Deben imponerse todas las que merezcan los diversos delitos come-
tidos por una persona, art. 74; escepcion, arts. 75 i 451.
—De crímenes, smples delitos o faltas, comunes i accesorias, arts.
21 a 33.
—De los que quebrantan las sentencias, art. 90.
—De los que delinquen durante una condena, art. 91.
—Disminuye su valor en el caso de los arts. 103 i 104.
—Escalas graduales, art. 59.
—No deben aumentarse en el caso del art. 63.
— Que llevan consigo otras accesorias, arts. 27 a 31.
—Su aplicación, arts. 50 a 61.
—Su correspondencia con las antiguas, art. 78.
—Su duración debe contarse desde la aprehensión del reo, art. 26.
—Su ejecución i cumplimiento, arts. 77 a 89.
—Su prescripción, art. 97; estincion, art. 105; remisión, art! 19, 93,
n ú m . 5.° ( Y é a s e CALUMNIA, INJURIA, RAPTO, VIOLACION, ESTU-
PRO I MATRIMONIO ILEGAL.)
—Tabla de su duración, art. 56.
PENADO.—Insolvente, art. 49.
PÉRDIDA DEL DERECHO A JUBILAR.—(Véase JUBILACIÓN.)
PERDÓN.—De la parté ofendida no estingue la acción penal, art. 19.
PERIÓDICOS.—Delitos por ellos. (Véase IMPRENTA.)
PERITOS.—(Los prácticos o versados en alguna ciencia, arte u oficio.)
Se le aplican las reglas de la prevaricación, art. 227, núm. 3.
PERJURIO.—En materia contenciosa, art. 206 i siguientes.
—Id. en no contenciosa, art. 2Í0.
826 CÓDIGO PENAL

PERSECUCIÓN.—De delincuentes: empleado que no lo haga, art. 229.


PERSONAS.—Responsables de los delitos, art. 14.
PERTURBACIONES,—Graves del orden público, art. 264 a 269. ("Véase
ATENTADO, DESACATO, REBELIÓN, SEDICIÓN.)
—Id. ménos graves, art. 494 núms. 1 i 2; art. 495 núms. 1 i 2; art.
496, núms. 7, 8, 10 i 18.
PESCA.—En lugar i tiempo vedado. (Yéase CAZA I PESCA,)
PESOS I MEDIDAS FALSOS.—Su uso, art. 469, núm. 2, art. 495 núms.
16 i 17.
PIEDRAS.—U otros objetos arrojados en parajes públicos, art. 499.
núm. 26.
PINTURAS—(Yéase MONUMENTOS.)
PIRATAS.—Art. 434.
PLATEROS I JOYEROS.—Que alteran la lei o peso de los objetos en que
trafican, art. 469, núm. 1, art. 494, núm, 19.
POLICÍA.—(Yéase INFRACCIÓN DE REGLAMENTOS ETC.)
—Sanitaria. (Yéase HIJIÉNE.)
POLIGAMIA.—(Casarse subsistiendo un matrimonio anterior). Árt. 382,
POSESION.—El que la perturbare, art, 158, núm, 6.
PRÁCTICO.—Que dirijiere al enemigo, art. 109, inc. 9.
PRENSA,—(Delitos por la), art. 137.
PRECIO,—Por cometer delito: circunstancia agravante, art. 12, núm. 2.
—Su alteración, art, 285.
PRELACION—(Yéase GRADUACIÓN.)
PREMEDITACIÓN.—Circunstancia agravante, art. 12, núm. 5.
PRESCRIPCIÓN.—De la acción penal, art. 94; empieza a correr desde el
dia en que se cometió el delito, art. 95; se interrumpe i suspen-
de, art. 96.
—De la pena, art. 97; comienza a correr desde la fecha de la senten-
cia o desde su quebrantamiento, art. 98; se interrumpe, art. 99.
—De la acción penal, i de la pena se dobla su tiempo cuando el reo
se ausenta de la República, art. 100; corre en favor i en contra
de toda persona, art. 101.
—Debe declararse de oficio, art. 102,
—Cuando no se ha completado, debe disminuirse la pena en los ca-
sos de los arts. 103 i 104.
— De corto tiempo: adulterio, art. 377; calumnia einjuria, art. 431;
matrimonio de menores, art. 385.
ÍNDICE ALFABÉTICO 827

PRESIDIO.—Su naturaleza, art. 32; su duración, art. 56.


—Mayor i perpetuo: se cumplen en las Penitenciarias, art. 86.
—Menor: se cumple en el Presidio, art. 87.
PRESOS.—Arts. 32, 80, 8 9 . (Yéase FUGA DE PRESOS, TRABAJO DE PRE-
SIDARIOS.)
PRESTAMISTAS,—(Yéase GASAS DE JUEGO I DE PRENDAS.)
PREVARICACIÓN.—De jueces, arts. 223 a 227; de empleados, arts, 228
a 230; de abogados i procuradores, arts. 231 a 232. .
—Sus reglas se aplican también a los jueces por ministerio de la lei,
compromisarios, peritos, subdelegados, etc., art. 227.
PRISIÓN.—Su naturaleza, arts. 32 i 89; su duración, art. 56.
—Se cumple en las cárceles, art. 87.
— I l e g a l . (Yéase DETENCIONES INDEBIDAS.)
— N o decretarla maliciosamente, art. 224, núm. 4; art. 225, núm. 4.
PRIVACIÓN.—De los derechos políticos. (Yéase INHABILITACIÓN.)
PRIVILEJIO.—De costas, a r t . 48.
PROCURADOR.—-Que abusa en su oficio, art. 23^
PRODUCTO.—Del trabajo de presidarios; su destino, art. 88.
PRODUCTOS QUÍMICOS.—Elaboración en daño ajeno, arts. 313 i siguien-
tes.
PROFANACIÓN.—De sepulcros. (Yéase YIOLAOION.)
PROFESION.—(Yéase INHABILITACIÓN.) ,
PROFESOR,—Abuso en su oficio, art. 247, inc. 2.°
—Finjido, art. 213.
PROLONGACION.—Indebida de funciones, art. 217 a 219.
PROMESA.—Para cometer un delito: circunstancia agravante, art. 12
núm. 5.
PROMOTORES.—Instigadores de sedición o rebelión, arts. 122, 123 i 124.
PROPIEDAD.—Literaria: defraudación, art. 471, núm. 3.°
PROPOSICION.—Su definición, art. 8; sus penas, art. 106, 111, 125.
PROSTITUCION DE MENORES.—AL't. 367,
PROVEEDORES.—Del ejército o armada, art. 109 inc. 11, i 273.
PROVIDENCIA o resolución manifiestamente injusta en causa admir
nistrativa, art. 228.
PROVOCACION.—A duelo, art. 264, inc. final, i 404.
—O amenaza: circunstancia atenuante si precede a un delito, art.
11, núm. 3,
—Su falta: exime de responsabilidad, art. 10, núm. 4.
PUDOR.—Ultrajes, arts. 373 i 374.
828 CÓDIGO PENAL

Q
QUEBRADO.—Culpable, arts. 464 i 465.
--Fraudulento, arts. 463, 465.
—Procesado: graduación en los gastos del juicio, art. 48.
QUEBRANTAMIENTO DE CONDENA.—Art. 90.
QUEMA.—Indebida de bosques, rastrojos, etc., art. 495, núm. 11.

R
RAPTO.—De menores, arts. 142 i 357.
— De mujeres, arts. 358 a 360, 368 a 372.
RATEROS.—Art. 494, núm. 19; art. 496, núm. 33,
REBELIÓN.—(Alzamiento contra el gobierno con el fin de cambiar el
orden establecido.) Arts. 121 a 125.
RECLUSIÓN.—Su naturaleza, arts. 32 i 89; su duración, art. 56.
—Mayor i perpétua; se cumplen en la Penitenciaria, art. 86.
—Menor: Se cumple en el Presidio, art. 87.
RECOMPENSA.—Por cometer un delito: circunstancia agravante, art.
12, núm. 2.
REHABILITACIÓN.—Cómo se obtiene, art. 105 i 11 de la Constitución
Política.
REGALO.—Véase PREVARICACIÓN.
REINCIDENCIA,—Circunstancia agravante, art. 12, núm. 16.
— E n el quebrantamiento de incomunicación, art. 90, núm. 2.°; de
suspensión, id. núm. 6.°
REITERACIÓN.—De hurto, art. 451.
REGLAMENTO.—Yéase INFRACCIÓN DE REGLAMENTO.
REGLAS,—Para la aplicación de las penas, art. 50 i siguientes. Yéase
PENAS.
RELEGACIÓN.—Su definición, art. 35.
—Mayor i menor: su duración, art. 56.
—Perpétua, art, 21.
RELIJION,—Delitos contra ella, arts. 138 a 140.
REO AUSENTE.—Su pena si se presenta o es habido, art. 103.
—Tiempo para prescribir la pena o acción penal, art. 100.
RESISTENCIA.—De empleados, art. 252.
RESOLUCIÓN o providencia administrativa manifiestamente injusta,
art. 228,
ÍNDICE ALFABÉTICO 829

RESPONSABILIDAD.—Penal: quienes la tienen, art. L.° inc. 3.° i 14; su


estension, arts. .93, 19.
—Pecuniaria, art. 49.
RESTRICCIÓN.—De libertad ele los procesados. No es pena, art. 20.
RETARDAR.—La administración de justicia, art. 224, núm. 3.° i 225
núm. 3.°
RETENCIÓN.—De mando político o militar, art. 124.
RETROACTIVIDAD.—De la leí penal, art. 18.
—De la pena, art. 78.
REUNIONES.—Los que las impiden, art. 158 núm. 3.°
—Tumultuosas, arts, 123 i 128.
REVELACIÓN.—De secretos por jueces, art. 224, núm. G.°; por emplea-
dos públicos, arts. 246 i 247.
—De secretos por empleados de correos o telégrafos, arts. 156 i 337.
—Del secreto de una negociación o una espedicion, art. 109, inc. 7.°
RIFAS,—Véase LOTERÍAS.
RISAS i peleas, arts. 392, 402 i 496, núm.
ROBO.—Definición, art. 432.
—Con fuerza en las cosas, art, 440.
—Con violacion o intimidación en las personas, art. 433,
—Su prueba. Véase LEÍ de 3 de Agosto de 1876.
ROMPIMIENTO.—De diques, marcos, esclusas, etc., art. 459, núm 2.
i 461.
RONDAS.—Indebidas, art. 496, núm. 7.°
ROTURA.—De sellos en papeles o efectos, por empleados, art, 243,
—De sellos puestos por orden de la autoridad, arts. 270 i 271.
RUMBO.—Falso dado al ejército de la República, art. 109 inc. 10.
RUFIANERÍA.—Art. 367.

S
SACERDOTE.—Véase ECLESIÁSTICO.
—Que acompaña al ajusticiado, art. 83.
SALUD PÚBLICA.—Delitos contra ella, arts. 313 a 319, i 495, núm. 15.
SANIDAD.—Véase HIJIÉNE.
SECRETOS.—Véase VIOLACION, REVELACIÓN.
—Los que divulgaren o se aprovecharen de los contenidos en las
cartas que indebidamente abrieren, art. 146.
— E l que divulgare el de un invento, art. 158 núm. 5.°
SEDICIÓN.—(Alzarse públicamente con fuerza para quebrantar las leyes
830 CÓDIGO PENAL

sin el propósito de trastornar radicalmente el orden establecido).


Art. 126.
SEDUCCIÓN.—De mujer, arts. 359 i 363.
—De mujer por majistrado, art. 223, núm. 3.°
—O solicitación de mujer por empleados públicos, art. 258 i 259.
—De tropas etc., art. 124.
SEGURIDAD.—Esterior i soberanía del Estado: crímenes contra ellas,
art. 106 i siguientes.
—Interior, art. 121 i siguientes.
SELLOS.—Rotura, arts. 243, 270, 271; falsificación arts. 180 a 192.
SENADOR.—Su arresto o formacion de causa, art. 151. Véase DIPUTADO.
SENTENCIA.—Condenatoria: lleva envuelta el pago de costas personales
i procesales, arts. 24 i 47.
—Ejecutoria. Véase COSA JUZGADA.
—Notariamente injusta, art. 224, núm. l.°; art. 225, núm. l.°
SENTENCIADO INSOLVENTE.—Art. 49.
SEPARACIÓN DE EMPLEADOS PÚBLICOS.—No es pena, art. 20.
SEPARACIÓN de los reos menores de 16 años en el interior de las
cárceles, art. 87.
SEPULCROS.—Violacion, arts. 321, 485, núm. 7.
SERVICIO PERSONAL.— Véase EXACCIÓN.
SOBORNANTE.—De empleados, art. 250.
—De testigos, arts. 212 i 250.
SOBORNO de empleados, arts. 248 i 249. (Véase COHECHO).
SOCIEDADES ILÍCITAS.—Arts. 292 a 295.
SODOMÍA.—Art. 365.
SOLTURA DE PRESOS.—Art. 299. (Véase EVASIÓN DE DETENIDOS).
SUBASTA PÚBLICA.—Alejamiento de postores, art. 287.
SUBDELEGADOS, ETC.—Se les aplica las reglas de la prevaricación,
art. 227.
SUBLEVACIONES.—Arts. 128 a 137.
SUEÑOS.—Los que interpretan con objeto de lucro, art. 496, núm. 32.
SUICIDA.—Pena de los que lo ausilian, art. 393.
SUJECIÓN.—A la vijilancia de la autoridad, arts. 23 i 45.
SUMINISTRAR,—Hombres, víveres, etc., planos de fortificaciones, arse-
nales, etc., al enemigo, art. 109, incs. 4.° i 6.°
SUPERIORIDAD.—Abuso, art. 12, núm. 7.
ÍNDICE ALFABÉTICO 831

SUPOSICIÓN.—De parto, art. 353.


—De firma de un funcionario público, art. 161.
SUSPENSIÓN,—Sus clases, art. 40; naturaleza i efectos, arts. 20, 40, 41;
su duración, art. 56.
SUSPENSO.—De cargo u oficio que ejerciere estos, art. 90, núm. 6.
SUSTANCIAS.—Nocivas, art. 495, núm. 15.
SUSTITUCIÓN.—De niño, art, 353.
SUSTRACCIÓN.—De caudales públicos, art. 233 a 236.
—De espedientes, papeles, etc., art. 470, núm. 5.
—De un menor, arts. 142 i 357.

T
TABERNA.—Acceso a ella, art. 145 .
TABLA.—De la duración de las penas, art. 56.
TAHÚRES.—Art. 495, núm. 14. (Véase JUEGO, JUGADORES.)
TELÉGRAFOS.—Delitos por empleados, arts. 156, 195 i 337 a 340.
—Otros delitos, art. 333 a 336.
TENTATIVA.—Definición, art. 7; pena, art. 51, 61 i 111.
—Para pasar a país enemigo, art. 117.
TESTIGOS.—Falsos, arts. 206 a 209 i 250.
—Pena del que los presenta en juicio, art. 212.
TESTIMONIO FALSO.—Véase TESTIGOS falsos.
TORMENTOS.—Art. 150.
TÍTULOS DE DEUDA.—Su falsificación. Véase esta PALABRA.
TRABAJO.—Los que alteran su precio ordinario, art. 285.
—De los presidiarios, arts. 88 i 89.
—El que prohibiere los que no se opongan a la lei, salubridad, etc.,
art. 158, núm. 2.°
—Públicos: embarazos a su ejecución, art. 272.
TRAICIÓN.—Véase SEGURIDAD.
TRASLADARSE.—Los que estorbaren, art. 158, núm. 4.
TRASPORTE.—De materias inflamables, art. 494, núm. 17.
TREGUAS.—Su violacion. Véase ARMISTICIO.
TROPAS.—(Véase SEDUCCIÓN DE). Levantar- tropas sin autorización,
art. 114.
TUMBAS.—Violacion, arts. 321, 485, núm, 7.
TUMULTOS.—Arts. 139, 268. (Véase ATENTADO, DESACATO, REBELIÓN
i.SEDICIÓN).
832 CÓDIGO PENAL

TCTOHES.—Abuso en su oficio, arts. 367, 368 i 387,

u
ULTRAJES.—Públicos a las buenas costumbres i al pudor, arts. 373
i 374.
UNIFORME.—Uso indebido, art. 307.
Uso.—De nombre falso, art. 468.
USURA.—Art. 472.
USURPACIÓN.—De aguas, arts. 459 a 461 i 495, núm. 22.
—De atribuciones, arts. 221 i 222.
—De derechos reales, arts. 457 i 458.
—Del estado civil, art. 354,
—De funciones o nombres, arts, 213 a 215.
—De mando de tropas, buques, etc., art. 124.
—De terrenos, art. 462.
—Varias, arts. 214, 219, 222 i 438.

VAGANCIA.—Arts. 305 a 308.


VEJACIONES—Arts. 223 a 225, i 257.
—Indebidas por empleados, art. 255.
VENENO.—Cometer delito por medio de él, es circunstancia agravante,
art. 12, núm. 3.
VENGANZA.—Art. 475.
VÍAS PÚBLICAS.—Infracción de leyes o reglamentos, art. 495, núm. 13.
VIJILANCIA DE LA AUTORIDAD.—Sujeción a ella, art. 45; su infracción,
art. 90, núm. 7.
VINDICACIÓN.-—Circunstancia atenuante, art. 11, núm. 4.
VIOLACION.—De correspondencia i papeles: por empleados, art. 156 i
224; por particulares, art. 141 i 146.
—De decretos de internación o espulsion, art. 116.
—De domicilio de particulares, arts. 144, 145, i 155.
—De domicilio o inmunidad de un diplomático, art. 120.
—De fuero, art. 151.
—De mujer, arts. 361 i 362.
—De la neutralidad de la República, art. 115.
— De decretos por empleados públicos, art. 247; id. en fábrica,
INDIO 13 ALFABÉTICO 833

art. 284; por particulares, art. 146, 247, iuc. 2. p ; por abogados
o procuradores, art. 231,
— D e sepulcros, arts. 321 i 485, núm. 7.
—De tregua o armisticio, art. 113.
VIOLACIÓN O INTIMIDACIÓN EN LAS PERSONAS.—Qué se entiende por
tal, art. 439.
—(Actos de): principio de sublevación, art. 128, inc. 3.°
VIOLENCIAS VARIAS.—En las personas o cosas, arts. 438, 457, 460 i
494, núms. 20 i 21.
VIUDA.—Que contrae matrimonio en el término prohibido por la lei,
art. 386.
VÍVERES.—Entregados al enemigo, art. 109, inc. 4.°
INDICE.

DEDICATORIA 5
Reseña histórica del Derecho Penal 7
Historia del Código Penal de Chile . 37
Discurso del señor don Alejandro Reyes 53
Mensaje del Gobierno al presentar el Código Penal al Congreso. 71
Leyes promulgatorias del Código Penal 77

LIBRO PRIMERO.

T Í T U L O PRIMERO.

De los delitos i de las circunstancias que eximen de respon-


sabilidad criminal, la atenúan o la agravan.

§ I. De los delitos 79
§ II. De las circunstancias que eximen de responsabilidad
criminal 95
§ III. De las circunstancias que atenúan la responsabilidad
criminal 110
§ IV. De las circunstancias que agravan la responsabilidad
criminal 118
§ Y. De las circunstancias que atenúan o agravan la res-
ponsabilidad criminal, según la naturaleza i acci-
dentes del delito 134

TÍTULO SEGUNDO.

De las personas responsables de los delitos.


§ ÚNICO. De las personas responsables de los delitos 136
APÉNDICE 835

TITULO TERCERO.

De las penas.
§ I. De las penas en jeneral 151
§ II. De la clasificación de las penas 158
§ III. De los límites, naturaleza i efectos de las penas 180
§ IV. D é l a aplicación de las penas 206
§ V. De la ejecución de las penas i de su cumplimiento 246

TÍTULO CUARTO.

Be las penas en que incurren los que quebrantan las


sentencias i los que durante una contiena delinquen de nuevo.
§ I. De las penas en que incurren los que quebrantan las
sentencias 259
§ II. De las penas en que incurren los que durante una '
condena delinquen de nuevo 2G2

TÍTULO QUINTO.
De la estincion de la responsabilidad penal.
§ ÚNICO. D é l a estincion d é l a responsabilidad penal 266

LIBRO SEGUNDO.
Crímenes i simples delitos i sus penas.
TÍTULO PRIMERO.
Crímenes i simples delitos contra la seguridad esterior
i soberanía del Estado.
§ ÚNICO. Crímenes i simples delitos contra la seguridad i sobe-
ranía del Estado !, 279

TÍTULO SEGUNDO.
Crímenes i simples delitos contra la seguridad interior
del Estado.
§ ÚNICO. Crímenes i simples delitos contraía seguridad interior
del Estado,... 297
836 CÓDIGO PENAL

TÍTULO TERCERO.

De los crímenes i simples delitos que afectan los derechos


garantidos por la Constitución.

§ I. De los delitos relativos al ejercicio de los derechos


políticos i a la libertad de imprenta.. 314
§ II. Dé los,crímenes i simples delitos relativos al ejercicio
de los cultos permitidos en la República 316
§ III. Crímenes i simples delitos contra la libertad i seguri-
dad, cometidos por particulares 321
§, IV. . De los agravios inferidos. por funcionarios públicos a
los derechos garantidos por la Constitución 330

TÍTULO CUARTO.

De los crímenes i simples delitos contra la fé pública, de


las falsificaciones, del falso testimonio i del perjurio.

§ I. De la moneda falsa 348


§ II. De la falsificación de documentos de crédito clel' Esta-
do, de las Municipalidades, de los establecimientos
públicos, sociedades anónimas o bancos de emisión
legalmente autorizados 357
§ III. De la falsificación de sellos, punzones, matrices, mar-
cas, papel sellado, timbres, estampillas, etc., etc... 363
§ IV. De la falsificación de documentos públicos o autén-
ticos 374
§ V. De la falsificación de instrumentos privados 378
§ VI. De la falsificación de pasaportes, portes de armas i
certificados 379
§ VII. Del falso testimonio i del perjurio 386
§ VIII. De la usurpación de funciones o nombres 396

TÍTULO QUINTO.

De los crímenes i simples delitos cometidos por empleados


públicos en el desempeño de sus cargos.
§ I. Anticipación i prolongación indebida de funciones
públicas 399
APÉNDICE 837

§ II. Nombramientos ilegales 404


§ III. Usurpación de atribuciones 405
§ IV. Prevaricación 407
§ Y. Malversación de caudales públicos... 423
§ YI. Fraudes i exacciones ilegales 431
§ 'VII. Infidelidad en la custodia de documentos 436
§ V I I I . Violacion de secretos 440
§ IX. ' Cobecho 444
§ X. Resistencia i desobediencia : 447
§ XI. Denegación de ausilio i abandono de destino 449
§ XII. Abusos contra particulares 452
§ X I I I . Disposición jeneral 457

TÍTULO SESTO.
De los crímenes i simples delitos contra el orden i la seguridad
públicos cometidos por particulares.
§ I. Atentados i desacatos contra la autoridad 459
§ II. Desórdenes públicos 469
§ III. De la rotura de sellos , 470
§ IV. De los embarazos puestos a la ejecución de los traba-
jos públicos 472
§ V. Crímenes i simples delitos de los proveedores 472
-§ VI. De las infracciones délas leyes i reglamentos referen-
tes a loterías, casas de juego i de préstamo sobre
prendas . 475
§ VII. Crímenes i simples delitos relativos a la industria, al
. comercio i a las subastas públicas 482
§ VIH. De las infracciones de las leyes i reglamentos relativos
a las armas prohibidas 485
§ IX. Simples delitos relativos a las epizootias 487
§ X. De las asociaciones ilícitas 490
§ XI. Dé las amenazas ele atentado contra las personas i
propiedades 494
§ XII. De la evasión de los detenidos 498
§ XIII. De la vagancia i mendicidad 506
§ XIV. Crímenes i simples delitos contra la salud pública 513
§ XV. De la infracción de las leyes o reglamentos sobre inhu-
maciones i exhumaci ones 519
838 CÓDIGO PENAL

§ XVI. Crímenes i simples delitos relativos a los ferrocarriles,


telégrafos i conductores de correspondencia 522

T Í T U L O SEPTIMO.

Crímenes i simples delitos contra el orden de las familias i


contra la moralidad pública.

§ I. Aborto.... 538
§ II. Abandono de niños i personas desvalidas 543
§ III. Crímenes i simples delitos contra el estado civil de las
personas 549
§ IV. Del rapto 554
§ V. De la viciación 559
§ VI. Del estupro, incesto, corrupción de menores i otros
actos deshonestos 561
§ VII. Disposiciones Comunes a los tres párrafos anteriores...
§ VIII. De los ultrajes públicos a las buenas costumbres 573
§ IX. Del adulterio... 575
§ X. Celebración de matrimonios ilegales 585

TÍTULO OCTAVO.

Crímenes i simples delitos contra las personas.

§ I. Del homicidio, 594


§ II. Del infanticidio 606
§ III. Lesiones corporales 608
§ IV. Del duelo 617
§ V. Disposiciones comunes a los párrafos I, I I I i IV de
este título 628
§ VI. De la calumnia 630
§ VII. De las injurias 635
§ VIII. Disposiciones comunes a los dos párrafos anteriores... 640

TÍTULO NOVENO.

Crímenes i simples delitos contra la propiedad.

§ I. De la apropiación de las cosas muebles ajenas contra


la voluntad de su dueño ... 649
APÉNDICE 839

§ II. Del robo con violencia o intimidación en las personas. 650


§ III. Del robo con fuerza en las cosas 659
§ IY. Del hurto 665
§ Y. Disposiciones comunes a los tres párrafos anteriores... 669
§ YI. D é l a usurpación 677
§ VII.- Délas defraudaciones..... 682
§ VIII. Estafas i otros engaños., J 688
§ IX. Del incendio i otros estragos 700
§ X. De los daños . 710
§ XI. Disposiciones jenerales... 715

TÍTULO DÉCIMO.

De los cuasidelitos.

§ ÚNICO. De los cuasidelitos 717

L I B R O T E R C E R O .
T Í T U L O PRIMERO.

De las faltas.

§ ÚNICO. De las faltas.. 721

T Í T U L O SEGUNDO.

Disposiciones comunes a las faltas.


§ ÚNICO. Disposiciones comunes a las faltas 738

TÍTULO FINAL.

De la observancia de este Código.

ARTÍCULO FINAL. De la observancia de este Código 741


840 CÓDIGO PENAL

APÉNDICE.

I. Lei sobre abusos de 1a- libertad de imprenta es». 743


II. Lei de ¡propiedad literaria 752
III. Lei sobre marcas de fábricas i de comercio nacionales
o estranjeros 754
IV. Rejistro de marcas de animales vacuuos i caballares... 755
V. Decreto sobre multas. . 75G
VI. Lei de 3 de Agosto de 1876.. 757
VII. Decreto de 11 de Agosto de 1876 que reglaméntala
ejecución de las penas a que se refiere la lei anterior. 758
VIII. Lei que reforma en parte la de 3 de Agosto de 1876,
promulgada el 7 de Setiembre de 1883 760
IX. Decreto de 22 de .Febrero de 1876 que determina en
que casos los cuarteles deben reputarse cárceles 760
X. Reglamento para las casas de prestamos sobre lerendas. 761
XI. Prisión por deudas, lei de 23 de Junio de 1868 765
XII. Decreto de 29 de Agosto de 1879 765
XIII. Circular de la Excma. Corte de 4 de abril de 1876 766
XIV. Id: id. de 7 de Diciembre de 1876 767
XV. Estadística criminal que deben formar los argados
délas cárceles i presidios 767
XVI. Imposición de multas por faltas de policía 768
X V I I . Imposición de multas por desacato 769
X V I I I . Causas criminales contra serenos 769
XIX. Un fallo que aclara lo que es reincidencia etc., etc 772
XX. Un fallo que interpreta el art. 24 del Código Penal en
lo relativo a cobro de derechos encausa criminal... 772
XXI. Disposiciones sobre materia penal que existían ántes de
la promulgación del Código Penal 774
X X I I . Tabla de concordancias de los artículos de nuestro Có-
digo Penal con disposiciones de otros Códigos 777
X X I I I . Disposiciones que conviene tener presente para fundar
los fallos criminales..... .... 800
XXIV. índice jeneral de los delitos, faltas i penas que se
comprenden en el Código Penal 802

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