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Tema 1: Delincuencia: análisis, prevención y tratamiento

Capítulo 1. Delincuencia y tratamiento psicológico


Manifestaciones más frecuentes del comportamiento delictivo: delitos contra la propiedad,
vinculados al tráfico y consumo de drogas, contra las personas (lesiones, homicidios y
agresiones sexuales).

Tratamiento  medio para reducir el riesgo delictivo. Los mejores combinan la enseñanza de
nuevas habilidades de vida con la promoción de cambios en los modos de pensamiento y en
las expresiones emocionales. No es una solución, ya que hay multitud de causas (sociales,
personales, procesos de socialización familiar y educativo, economía, empleo, las leyes y la
justicia). Ni existen causas unívocas ni soluciones aisladas y completas.

Motivación criminal: uno de los factores destacados de los delitos y de su mantenimiento. Es


el grado en que las personas son propensas a buscar oportunidades delictivas, a pensar e
imaginar posibles delitos, a justificar sus acciones antisociales, a no sentirse concernidos por
los daños a las víctimas e incorporar ciertas actividades delictivas en sus rutinas de vida. Así,
un modo de prevenir delitos podría ser disminuir la motivación delictiva.

El tratamiento pretende promover cambios en conductas, cogniciones y emociones; favorecer


ciertas transiciones y mejoras que acaben llevando a un mejor ajuste a su medio social. En los
servicios de justicia criminal este tratamiento cae sobre el concepto de rehabilitación: el ajuste
del comportamiento desde un patrón delictivo o antisocial a otros más respetuosos de la ley o
prosociales.

¿Por qué tratar a los delincuentes?


 Perspectiva social y moral: expectativa positiva sobre la mejora personal de los
delincuentes. Humanidad y civilización.
 Perspectiva científica: el tratamiento puede amortiguar algunos factores de riesgo
dinámicos o elementos personales y sociales susceptibles de cambio y mejora,
disminuyendo la motivación delictiva.

1. Diversidad de los comportamientos delictivos


Existe gran variedad: conductas violentas o de riesgo social, acciones delictivas sin violencia
explícita (llamada delincuencia profesional, ocupacional, corporativa…), aunque no
necesariamente menos graves.
Pese a esto, los delitos que más preocupan a la gente se asocian más a comportamientos
violentos. Las diversas formas de violencia es uno de los problemas que más inquietan. Nos
causa mayor temor ser amenazados con una navaja, aunque nos roben poco dinero, que ser
estafados por los bancos en miles de euros poco a poco. Pocas veces hacemos algo respecto a
los bancos, pero el fuerte impacto psicológico de un robo nos asusta y determina a
denunciarlo inmediatamente.
Muchos delincuentes violentos suelen ser hombres con características comunes: escasa
vinculación con los sistemas de formación reglada, asociación con amigos que también
delinquen, frecuente consumo de alcohol y drogas, crianza familiar sin dedicación y control…
con frecuencia ellos también han sido víctimas (abusos sexuales, malos tratos, robos…).
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Normalmente no muestran una especialización delictiva, sino que cometen diferentes tipos de
delitos, a diferentes objetos o víctimas, según la situación y las oportunidades. No todos los
delincuentes son versátiles, sobre el 50% son especializados en tipologías delictivas (las más
frecuentes son contra la propiedad, tráfico de drogas, agresiones y violencia sexual).

 Delitos contra la propiedad


La categoría más amplia de la delincuencia tiene un indudable componente instrumental para
la obtención de gratificaciones materiales. Los delitos contra la propiedad son más del 80% del
total de las denuncias en Europa, y más del 60% en América Latina. Ejemplos: apropiaciones
indebidas, cohechos, diferentes formas de corrupción con el objetivo de obtener dinero o
propiedades de maneras ilegítimas. La mayoría de estos delitos son robos de objetos en
vehículos, robos de los vehículos y robos en comercios, industrias o viviendas. Algunos delitos
contra la propiedad comportan diversas formas de amenaza, fuerza o violencia contra las
víctimas (tirones, a mano armada, atracos, etc.).

 Tráfico y consumo de drogas


Más del 50% de los delitos (leves y graves) se conectan con el consumo de sustancias tóxicas
legales o ilegales. En la mayoría de países se persigue la producción y distribución drogas
(incluyendo tanto las actividades de fabricar, poseer y consumir como delitos instrumentales
para el tráfico – extorsiones, etc.).
Conocer la magnitud es difícil; se mueve mucho dinero e incluso se involucran personas y
organizaciones poderosas. En América Latina se estima que tiene más dinero que el producto
interior bruto del país.

Es frecuente que jóvenes delictivos se recluten como instrumento para las redes de tráfico.
Normalmente los detenidos corresponden a estos niveles bajos de la jerarquía, de distribución.
Relación entre el consumo y la delincuencia  el alcohol y otras drogas reducen el control
inhibitorio de la violencia (disminuye el miedo ante situaciones de riesgo y el sentimiento de
culpa que podrían tener los sobrios. El abuso de alcohol es importante en delitos violentos
(agresiones, homicidios, peleas con desconocidos, maltrato de pareja, y a hijos. Pero el
consumo no explica los delitos. La mayoría de jóvenes y adultos que abusan del alcohol
pueden experimentar diversos problemas sociales, pero no necesariamente delinquir: es
necesario ver otros factores de riesgo.

En consumo de drogas ilegales (LSD, cocaína, heroína, hachís…): muchos delincuentes


violentos se inician en la adolescencia tanto en los delitos como en las drogas. Estudio
Cambridge (West y Farrington)  jóvenes de suburbios de Londres. Muchos continúan
tomando drogas en su vida adulta.
Relación consumo de drogas-delitos se entiende mejor a través de la hipótesis de Redondo y
Garrido:
 Delitos y drogas son hábitos que se pueden aprender y mantenerse independientes el
uno del otro (más frecuente independientes que unidos).
 Pero en el caso de los sectores marginales los contextos donde se aprenden ambas
conductas son coincidentes: se favorece que confluyan juntos y se combinen.
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 La confluencia facilita el fortalecimiento mutuo: ciertos delitos pueden instar el previo


consumo, la dependencia a las drogas puede instigar a robar o facilitar otros delitos.
Ambas conductas podrían hacerse interdependientes.
 Cadena de conducta delictiva: integrada por distintos eslabones o acciones específicas
(llevar navaja, salir de casa a una calle concurrida, seleccionar una víctima…). Los
eslabones son reforzados, mantenidos y entrelazados unos con otros por el resultado
gratificante que finalmente se obtiene. El fortalecimiento mutuo entre actividad
delictiva y consumo de drogas se puede dar cuando los eslabones de sus respectivas
cadenas se mezclan y entrelazan; cadena conductual compleja y combinada droga-
delito.

 Lesiones, homicidios y asesinatos


A veces la violencia se muestra en formatos más puros; separado e independiente de otras
formas delictivas. Suceden a diario, pero a nivel cuantitativo ocupan un pequeño porcentaje:
en países europeos menos del 2% total de denuncias, menos de 2 homicidios por cada 100.000
habitantes. América del norte, Latina y otras regiones: la proporción de delitos violentos es
superior. Las tasas más altas (10-50 homicidios x 100 mil) ranking mundial: Colombia, El
Salvador, México, Brasil, Venezuela, Puerto Rico y EEUU.

 Agresiones sexuales
Mínima proporción de la delincuencia (1% de los delitos denunciados). Los autores suelen ser
varones, jóvenes o adultos. Pero sabemos que la delincuencia sexual tiene una elevada cifra
negra, por lo que cabe pensar que el %, si se conocieran todos los delitos, al menos sería el
triple. Hay dos formas principales: violaciones y abusos de menores. Las víctimas de violación
suelen ser chicas conocidas por los agresores, amigas y compañeras, o desconocidas. Las de
abusos sexuales habitualmente son niñas o niños pequeños.
Perfil de los agresores sexuales: no difiere mucho de los jóvenes violentos en general
(impulsividad elevada, bajo concepto de sí mismos y baja autoestima, escasa tolerancia a la
frustración, menosprecio por la figura femenina, retraso madurativo, carencias afectivas,
agresividad física y verbal, escasos sentimientos de culpa, dificultades de aprendizaje,
pertenencia a familias con graves carencias afectivas y frecuente uso de la violencia, con
estilos parentales permisivos o falta de control). Algunos delitos sexuales se cometen en grupo
(sobre todo autores jóvenes).
Se cree que hay elevada reincidencia, pero sobre el 80% no reinciden. El 20% restante, bajo
tratamiento puede reducir el alto riesgo de reincidencia  se queda en una reincidencia
residual del 10%.

2. Antecedentes del tratamiento de los delincuentes


La delincuencia es uno de los sectores de problemáticas personales donde la sociedad y los
poderes públicos reconocen una mayor necesidad y posible utilidad de intervención
psicoterapéutica. Numerosos psicólogas y técnicas sociales que trabajan en países
desarrollados tanto en delincuencia juvenil como adulta. Psicología del comportamiento
delictivo (S. XX); empíricamente fundamentada y con aplicaciones prometedoras tanto para la
predicción de la conducta delictiva, como para el diseño y la aplicación de programas de
tratamiento efectivos.
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 Precursores en América PREGUNTAR SI ESTO ENTRA – PÁGINA 37


América Latina: entre XIX y XX se hicieron diferentes propuestas sobre el tratamiento de los
delincuentes, especialmente en vinculación con los postulados de la criminología positiva
iniciada en Italia por Lombroso.

Afortunadamente, desde finales de los ’70 la perspectiva rehabilitadora ha adquirido nuevo
vigor, generándose, como se verá a lo largo de este libro, múltiples programas de tratamiento
para distintas tipologías de delincuentes. Estos tratamientos se dirigen al entrenamiento y
desarrollo de su pensamiento, sus habilidades y su control emocional.

 Precursores en Europa y España

3. Contribución del tratamiento a la prevención de la delincuencia


Muchos sistemas modernos de justicia juvenil, penitenciarios y de cumplimiento de medidas
en la comunidad han incorporado concepciones de reeducación y rehabilitación socia de los
delincuentes. Antes se intentaba mediante actuaciones generales (educación y formación
profesional, servicios sociales y el sistema progresivo – liberación progresiva de los
delincuentes según mejora de conducta).
Pero los tratamientos especializados, además, intentan influir sobre algunos factores de riesgo
personales que se consideran directamente relacionados con la conducta delictiva (falta de
habilidades relaciones, falta de control emocional, consumo…). Los tratamientos incluyen
entrenamientos específicos: comunicación no violenta, mejor planificación horaria y
organización vital, búsqueda y mantenimiento de empleo…
Algunos conceptos relacionados con el tratamiento (los términos son análogos a tratamiento):
- Educación: facilitación de información y mejora de conocimientos.
- Entrenamiento: práctica de habilidades.
- Terapia: connotación más clínica, intervenir en problemas emocionales y trastornos.

Pasos para el diseño y la aplicación de programas de tratamiento con delincuentes


1. Se evalúan los factores de riesgo, carencias y necesidades de los delincuentes que
guardan mayor relación con el origen y mantenimiento de su actividad delictiva.
2. Según las necesidades de intervención se especifican los objetivos del programa.
3. Se considera un modelo teórico plausible del comportamiento delictivo y de su
tratamiento. Para que el modelo sea apropiado hay que conocer bien las teorías y
explicaciones de la delincuencia más avaladas por la investigación científica, a la vez
que las implicaciones prácticas de las teorías (científicamente veraz).
4. Si ya existe se elige un programa acorde a las necesidades, si no se diseña uno ex
profeso. También hay un punto intermedio: adaptar un programa a nuestras
necesidades.
5. Se aplica el programa íntegro, así como se ha previsto.
6. Se evalúa su eficacia: efectuar mediciones desde el principio al final.
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Todos los programas se fundamentan en algún modelo teórico (explícito o implícito)


comprensivo de la conducta delictiva y la reincidencia. Los modelos teóricos que han estado en
la base de los programas de tratamiento han sido los siguientes:
- La consideración de las posibles disfunciones psicológico-emocionales generales de
los delincuentes (trastornos de personalidad, carencias afectivas, complejo de
inferioridad…) y, en consecuencia, aplicar terapias psicológicas orientadas a resolver
tales disfunciones.
- Creer que un factor precipitante de vida delictiva son las graves carencias educativas
de los delincuentes. En consecuencia se hacen planes de educación compensatoria.
- La perspectiva de que, en esencia, la conducta delictiva es aprendida, y se requiere
una terapia de conducta que re-enseñe de modo intensivo a los delincuentes nuevos
comportamientos sociales.
- Considerar como base de delitos la existencia de déficits en la competencia
psicosocial de los delincuentes (en cogniciones, actitudes, habilidades sociales). Se
aplica tratamiento cognitivo-conductual para resolverlos. La mayoría de terapias de
aplicación a delincuentes es de este tipo (en Europa y Norteamérica).
- Creer que la disuasión o el temor de los delincuentes a sufrir un nuevo
encarcelamiento contribuye a evitar o reducir la reincidencia: endurecimiento de los
regímenes carcelarios para incrementar ese temor al castigo.
- Creencia contraria a la anterior: los ambientes institucionales saludables, no
punitivos, benignos y terapéuticos pueden reequilibrar las carencias emocionales de
los internados, mejorar disposición prosocial y reducir la reincidencia.
- Propósito de evitar en lo posible el etiquetado de sujetos mediante programas de
derivación a la comunidad (en vez de internamiento).

Diferentes aplicaciones adscritas a una misma categoría nominal de tratamiento pueden ser
muy distintas, en función de:
Ingredientes terapéuticos: técnicas y actividades específicas que integran un programa
(entrenar en HS, reestructuración cognitiva…).
Duración: tiempo total entre inicio y final del programa.
Intensidad: número de sesiones y horas de aplicación por unidad de tiempo (ej.: una semana).
Estructura: define la secuencia de las diversas acciones y técnicas (puede variar incluso en los
que parten de la misma teoría).
Integridad: grado en que realmente se llevan a cabo todas las acciones terapéuticas previstas.

Hay estudios que hablan de la eficacia, pero solo sobre el beneficio global de los programas
específicos de cada categoría. Falta en un futuro ver las relaciones directas entre las
dimensiones específicas.

4. Carrera delictiva, factores de riesgo y tratamiento


Factores de riesgo estáticos: cosas que no podemos cambiar de su pasado.
Factores de riesgo dinámicos: susceptibles de ser mejorados, al menos de modo parcial.
Ventanas de oportunidad: nuevos elementos favorables.
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Carrera delictiva  análisis de la secuencia de comportamientos antisociales e infractores de


un individuo a lo largo del tiempo y de los factores de riesgo (y de protección) que se han
asociado a tales comportamientos. En este análisis se observan tres procesos y periodos
principales: inicio del delito, persistencia delictiva y desistimiento de la actividad criminal. Se
analiza en cada etapa tanto factores personales como del entorno. Trayectorias:
- Delincuencia de mayor riesgo y persistencia (curva superior y larga): 5% de los
delincuentes. Responsables del 50% de los delitos.
- Jóvenes que delinquen solo en adolescencia (peque discontinua): inicio-final adoles.
- Sujetos de inicio delictivo tardío (peque continua): final adolescencia-inicio adultez.
Poco conocidos los factores de este grupo, podrían ser instigadoras las dificultades
durante la adolescencia que no fueron bien respondidas: fracaso escolar, compañeros
delincuentes, carencia de HS adultas… Podrían disponer de menor capital humano (HS,
inteligencia, habilidades académicas), llevando a mayor vulnerabilidad personal
cuando dejan de tener protección de vínculos familiares y escolares.

El tratamiento de delincuentes no es una parcela aislada del problema criminal, sino que es
una pieza de las que integran la imagen global de la prevención delictiva: teoría de la
delincuencia modelo del triple riesgo delictivo  grandes factores que aumentan la
probabilidad delictiva:
A. Riesgos personales: características personales, congénitas o adquiridas (traumatismos,
impulsividad, labilidad de ira, dependencia de drogas, definición favorable de
delincuencia…). Este factor es el punto de arranque del riesgo delictivo global. Los
efectos del mismo pueden acontecer desde el principio de la vida del sujeto o en
edades tempranas. Así, algunas de estas características son factores de riesgo
estáticos, aunque algunos son dinámicos (influenciables mediante tratamiento).
B. Carencias en apoyo prosocial: dificultan o retardan su proceso de socialización
(privaciones familiares –pobreza, conflictos familiares, deficiente educación infantil–,
abandono de escuela, amigos delincuentes, barrios sin servicios…).
Constituyen objetivos adecuados para la prevención primaria y secundaria, con
programas de apoyo social, para favorecer mejor desarrollo individual y colectivo que
amortigüe factores de riesgo. Con esto se pueden reducir la prevalencia e incidencia
delictiva a medio-largo plazo, cuando los niños influidos llegan a edades más críticas
(15-25 años). Pero sobre los delincuentes actuales estas campañas no tienen tales
efectos preventivos.
C. Exposición a oportunidades (o tentaciones) ambientales para el delito, que influyen
sobre la incidencia y prevalencia (provocaciones agresivas, diseño urbano facilitador,
alta densidad poblacional, áreas urbanas degradadas, víctimas desprotegidas…). El
aumento de oportunidades delictivas interacciona con la motivación antisocial de
determinados sujetos (determinado por A y B).
Tema 1: Delincuencia: análisis, prevención y tratamiento

El tratamiento aspira a conseguir mejoras personales, a favorecer una mayor resistencia (o


menor vulnerabilidad), pero no se puede convertir a los sujetos tratados en invulnerables ante
cualquier oportunidad delictiva. Por eso las oportunidades delictivas ayudan a explicar una
parte del riesgo delictivo en una sociedad. De todos modos, las oportunidades delictivas
forman parte del entorno y no son objetivo del tratamiento, ni se pueden influir directamente.
Para reducir las OD se usa la dinámica de prevención situacional (dificultar el acceso cómodo a
objetivos delictivos).

Lo realista es esperar que los tratamientos reduzcan el riesgo delictivo n cierto grado, aunque
para maximizar los efectos preventivos presentes y futuros hacen falta intervenciones
diversificadas para diferentes factores de riesgo: incluir medidas sociales y educativas, de
prevención primaria y secundaria y de disminución de OD.

5. Mejorabilidad terapéutica de los riesgos personales


Los riesgos personales son el objetivo principal del tratamiento. Hay que diferenciar en función
de su ductilidad al cambio y mejora. 3 factores biológicos (factores psicológicos, elementos
personales de riesgo delictivo) con diferente centralidad al individuo y permeabilidad al
cambio terapéutico:
 Factores psicobiológicos y de personalidad: disfunciones neurológicas, traumatismos
craneales, anomalías endocrinas (baja serotonina, alta testosterona), alta impulsividad,
dureza emocional, agresividad, etc.
 Factores cognitivos y emocionales: creencias y estructuras de pensamiento,
justificaciones, aficiones, deseos y afectos actuales.
 Factores experienciales y de aprendizaje que han llevado al sujeto a adquirir ciertos
repertorios de conducta y habilidades en la vida.
Los tres factores aumentan el riesgo delictivo, pero no todos son igual de dúctiles. Todo
cambio terapéutico debe hacerse de fuera hacia dentro, tomando como eje de trabajo los
elementos más externos y moldeables (comportamientos y hábitos) para influir sobre sistemas
internos de cariz cognitivo-emocional y de rasgos personales.
No todos los factores psicológicos pueden modificarse por igual. Algunos relevantes, como
hábitos y cogniciones, pueden ser especialmente sensibles a la intervención psicológica; por
ello son prioritarios en la intervención.

6. Psicopatía y conducta delictiva


 Trastornos cognitivos y de comportamiento
Es muy común pensar que la conducta criminal en realidad es una patología, que los
delincuentes son enfermos mentales, locos. No es infrecuente que algunas personas con
trastornos mentales severos realicen delitos graves (incendios, agresiones y asesinatos).
También es habitual la presencia de personas con problemas de salud mental en el sistema
judicial, tanto en procesos judiciales como en centros de internamiento juvenil o prisiones.

Pero la mayoría de personas con trastornos mental no se comportan ni violenta ni


delictivamente: muchos enfermos mentales pueden ser con mayor probabilidad víctimas de
violencia, y no autores. No hay resultados claros y unívocos sobre esta asociación.
Tema 1: Delincuencia: análisis, prevención y tratamiento

Diversos trastornos mentales en infancia y adolescencia (comportamiento perturbador infantil,


TDAH y déficit de atención-impulsividad-hiperactividad – HIA) se asocian a un mayor riesgo,
igual que otros trastornos del estado de ánimo en la juventud (ansiedad y TEPT).

Más oscura la relación entre psicosis adolescente y conducta violenta y delictiva juvenil y
adulta. La sintomatología de la psicosis incluye alteraciones profundas de la percepción, el
pensamiento, el estado de ánimo y el comportamiento (delirios, comunicación alterada y
desorganizada, alucinaciones de la interacción social, actuaciones erráticas). Los síntomas que
más se vinculan son las alucinaciones y los delirios. En un metaanálisis se halló cierta relación
entre psicosis y violencia. A pesar de que la relación es modesta es aconsejable incluir en los
instrumentos generales de evaluación de riesgo algunos ítems que evalúen posible presencia
de trastornos conductivos y conductuales.

 Trastornos de personalidad y psicopatía


Situación algo más clara: asociación entre TLP, TNP y TAP con riesgo de comportamiento
antisocial (precoz y adulto). Estudio: pacientes cocainómanos  vínculo entre conducta
delictiva y la confluencia comórbida de TAP y adicción.

Algunos programas de tratamiento conocidos (Razonamiento y Rehabilitación – R&R) también


se usan en sujetos con trastornos de personalidad. Estudio experimental con TAP y TLP  los
tratados mostraron mejoras significativas en comparación con el grupo control en: capacidad
de resolución de problemas, actitudes violentas, ira, hiperactividad e impulsividad, control
emocional y funcionamiento social.
De entre todas las relaciones destaca la que hay entre psicopatía y conducta antisocial. La
psicopatía antecede a otros conceptos: manía sin delirio, depravación moral, locura moral,
inferioridades psicopáticas, personalidad psicopática, personalidad sociopática. Esta última se
incorporó en el DSM-1, cambiándose en el DSM-3 (personalidad antisocial), posteriormente
siendo trastorno antisocial de la personalidad (TAC).

Pero, mientras el TAC evalúa casi únicamente características conductuales problemáticas y


antisociales, el vigente constructo de psicopatía incluye también ponderación de rasgos
profundos de personalidad, como los que define Cleckley:

1. Ausencia de alucinaciones y pensamiento irracional. 10. Dificultades para la intuición.


2. Carencia de nerviosismo y expresiones neuróticas. 11. Dificultad para seguir algún plan de vida.
3. Encanto superficial e inteligencia. 12. Comportamiento antisocial sin que aparezca
4. Egocentrismo e incapacidad para sentir empatía y remordimiento.
amor. 13. Amenazas suicidas generalmente incumplidas.
5. Reacciones afectivas muy básicas y pobres. 14. Dificultades de razonamiento y de capacidad para
6. Sexualidad impersonal y trivial. aprender de experiencias previas.
7. Carencia de sentimientos de vergüenza y culpa. 15. Irresponsabilidad en sus interacciones
8. No confiabilidad. interpersonales.
9. Falsedad y mentira en aspectos vitales fundamentales. 16. Comportamiento fantástico y abuso de alcohol.
Tema 1: Delincuencia: análisis, prevención y tratamiento

Se diferencia entre:
 Psicopatía primaria: origen prioritariamente genético y constitucional. Sobresale la falta
de conciencia del individuo  mayor violencia instrumental. También hay gran influencia
genética en TLP y TAP.
Podría estar conectada a características y déficits neurológicos, de base genética. Por
ejemplo, su supremacía funcional del sistema mesolímbico o de activación del
comportamiento (SAC), que se estimula a partir del de procesos de reforzamiento o
gratificación; se sitúa por encima del sistema septohipocampal o de inhibición del
comportamiento (SIC), que se activa mediante castigo y estimulación novedosa.
RMf de perfiles psicopáticos graves muestran áreas cerebrales asociadas al procesamiento
de emociones (empatía, razonamiento moral y culpa) con menor cantidad de materia gris.
 Psicopatía secundaria: origen en conflictos emocionales graves, no resueltos y canalizados
en forma de hostilidad e ira reactivas.

Las probables disfunciones neuroendocrinas llevan a considerar las vías de intervención


farmacológica con neurolépticos e inhibidores de la reabsorción de la serotonina, y en
agresores sexuales a través de antagonistas de la testosterona. De todos modos, está poco
explorado este método.
Tener rasgos psicopáticos no implica ser un delincuente. El moderno concepto de psicopatía
(evalúa con PCL-R) se considera integrado por 2 factores (más riesgo si puntúas alto en los 2):
- Factor I: nuclear de personalidad.
- Factor II: conducta antisocial explícita.
Garrido diferencia entre psicópatas integrados (vida legal) y subculturales (inmersos en
delincuencia). La mayoría de delincuentes (incluso violentos) no tienen por qué ser psicópatas.

Prevalencia de psicopatía sobre el 2% de la población general. Entre los delincuentes


encarcelados, del 15-28% en Norteamérica. Inferior en Europa (12% Alemania, 18% España…
promedio 18’3%). Los delincuentes más peligrosos suelen ser responsables de más del 50%.
Prevalencia de psicopatía en mujeres delincuentes: tasa muy heterogénea en función de
muestras y oscila en los márgenes. Mujeres adultas: 8’3-9’3%. Jóvenes: 15’5-25’18%.

El tratamiento a psicópatas es también complejo; hay muy pocos programas y estudios. De


todos modos, cualquier intervención sobre grupos de delincuentes violentos contará con
alguna representación de sujetos con elevada puntuación en psicopatía. Suelen tener
comportamiento manipulador, gran hostilidad y agresividad y adicción a la violencia. La
psicopatía es un reto importante que hay que atender.
La esperanza es que los jóvenes con rasgos psicopáticos secundarios es que pueden tener
resultados prometedores.

Lo más destacado es su falta de empatía hacia sus víctimas. La empatía también se puede
conceptuar como una competencia social, susceptible de entrenamiento y mejora. En cárceles
españolas se usa este tratamiento entre otros para agresores sexuales: esto hace pensar que
se puede realizar un diseño análogo para psicópatas. Es difícil, pero no hay que caer en la idea
de que el tratamiento es imposible.
Estudios antiguos observaban muy malos resultados en psicópatas tratados (incluso peor
reincidencia que los que no se trataban), pero estudios actuales son más prometedores.
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Sobre la predicción: el diagnóstico de psicopatía es un predictor del comportamiento violento


y delictivo en la adultez (significación moderada), en concreto rasgos propios de psicopatía,
como emocionalidad cruel, incapacidad de sentir culpa, conductas arrogantes, manipulación y
dominación.
En jóvenes se combina, con finalidades predictivas, la evaluación de rasgos de dureza e
insensibilidad emocional y de problemas graves de conducta. Dichos rasgos son frecuentes en
niños y adolescentes que evidencian escasa preocupación y angustia por su participación
delictiva. Tanto rasgos de dureza-insensibilidad como insensibilidad interpersonal en la
infancia muestran posterior detección de rasgos psicopáticos en la primera edad adulta (18-19
años). Pero hay que ser prudente, ya que también se ha probado que la identificación de
rasgos psicopáticos en la adolescencia no necesariamente es un precursor fiable de
diagnóstico en la adultez.

 ¿Es útil el diagnóstico psicopatológico para el tratamiento de los delincuentes?


Tradicionalmente se rechazaba, en psicología y en terapia conductual, el uso de categorías
clínicas con uso terapéutico, porque:
 El diagnóstico tradicional comportaba una concepción etiopatogénica, donde la
enfermedad dimanaba de un agente patógeno (en el mundo intrapsíquico), que generaba
síntomas indicativos de enfermedad. Frente a esto, el paradigma biopsicosocial dice que la
mayoría de problemas psicológicos y de comportamiento viene de interacciones
inapropiadas del individuo con su ambiente social: requiere una evaluación continua.
 Las categorías diagnósticas agrupan síntomas y conductas en una etiqueta de síndrome o
cuadro clínico. Pese a ello, el acuerdo interjueces al atribuir x síntomas a una categoría es
bajo, y diferentes expertos pueden clasificar a la misma persona en diferentes cuadros.
 Solapamiento de síntomas en diferentes cuadros o síndromes.
 El mayor reparo era la escasa utilidad para la planificación y aplicación de una intervención
terapéutica. Convertir x síntomas en una etiqueta es poco útil para la intervención, que
tiene que retrotraerse a los comportamientos específicos.
Pese a esto, se ha ido aceptando el diagnóstico del DSM y del CIE como instrumentos válidos y
complementarios para la comunicación entre clínicos. Múltiples trastornos mentales del DSM-
5 se pueden conectar con el comportamiento antisocial de jóvenes y adultos: T. ansiedad
social, destructivos del control de los impulsos y de la conducta, relacionados con sustancias y
adictivos, neurocognitivos, de personalidad, parafílicos, abuso sexual, maltrato infantil o de
pareja, cleptomanía, problemas laborales, trastorno explosivo-intermitente, negativista
desafiante, TDAH, piromanía… pero las relaciones entre estos cuadros y el comportamiento
antisocial es confuso y poco explorado.
El diagnóstico correcto puede ser una ayuda inicial para conocer el tipo de problemática y la
gravedad, incluso puede darnos pistas de qué tratamiento puede ser más adecuado. Pero las
clasificaciones diagnósticas no se fundamentan en modelos psicopatológicos y teóricos
definidos, solo constatan los síntomas más frecuentes. Así que el diagnóstico es insuficiente.

En definitiva, es imprescindible que el primer diagnóstico global se complemente con el


análisis topográfico y funcional de los factores de riesgo que favorecen la conducta delictiva, o
de los comportamientos, pensamientos y emociones concretos cuyo cambio y mejora serán
objetivo del tratamiento.

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