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PAPÁ, MAMÁ, SOY GAY

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UNA GUÍA PARA COMPRENDER LAS ORIENTACIONES Y


PREFERENCIAS SEXUALES DE LOS HIJOS.

RINNA
RIESENFELD
CONSIGA LA COMUNICACIÓN,
LA ACEPTACIÓN Y EL RESPETO EN SU RELACIÓN CON
UN SER AMADO HOMOSEXUAL

Sin duda, éste es un libro que estaba faltando en nuestro medio; está dirigido a
quien tiene un ser amado homosexual y desea mejorar su relación con él o ella a
través de la aceptación, la comprensión, la cercanía emocional y el diálogo.
Asimismo, resulta una aportación para comprender la diversidad humana. Por
ello, quien se asome a sus páginas estará dando el primer paso en el proceso de
comunicación y entendimiento que propone la autora. Si se lee un texto como el
presente será posible aminorar la carga emocional negativa de palabras como
homosexual, joto, lesbiana, marimacha, etcétera, que suelen provocar reacciones
desmedidas y violentas, sobre todo cuando alguien cercano a nosotros habla en
forma abierta de su homosexualidad.
Agradecimientos

Antes que nada, quiero agradecer a las Editoriales Raya en el Agua y Grijalbo por la oportunidad de
publicar este libro, el cual espero sea útil a muchas personas.

Un especial agradecimiento a Consuelo Sáizar por todo su apoyo y confianza y a Gilda Moreno por
su trabajo de edición.

Gracias de todo corazón a mis consultantes, a las maravillosas personas que conocí en diversos
congresos, conferencias, talleres y pláticas, las cuales confiaron en mí, muy especialmente a todos
los padres, madres, chavas y chavos que me abrieron su corazón para ayudar a otros a sanar el suyo.

Agradezco a mi familia y a mis amigos, que siempre han sido para mí el agua que necesita mi planta
para crecer. En especial a mi papá, pues gracias a lo que sembró en mí, ahora podemos cosechar el
fruto juntos.

A Lucila Soriano, sol que me ayuda a iluminar mi camino y me recuerda lo importante que es la luz
—tanto darla como recibirla—. Gracias por tu apoyo incondicional y por creer en mí.

A Luis Perelman, porque gracias a la tierra que me da puedo convertir en realidades muchos de mis
ideales. Gracias por todos los proyectos que hemos compartido.

A Carole Benowits, por todo el material de PFLAG que me facilitó, por todo lo que aprendí a través
de ella y por el ánimo que infundió en mí.
Introducción

Este libro está dirigido a todo papá, mamá, familiar y amigo de una persona homosexual, a quien
considere importante, a quien ame y con quien desee mejorar su relación a través de la comprensión,
la aceptación, la cercanía y el diálogo.

Vivimos rodeados de gran cantidad de mitos, prejuicios, miedos y estereotipos sobre las personas
homosexuales que nos nublan la vista y no nos permiten ver la verdad. Por esta razón, la información
que encontrará aquí se basa tanto en estudios científicos como en el relato de experiencias personales
que intentan dar respuesta a muchas de sus dudas, así como proporcionarle una visión más positiva y
realista sobre la homosexualidad y las personas homosexuales.

Aquí encontrará diversos testimonios de personas homosexuales, de sus familiares y amigos que
quisieron compartir sus experiencias de vida con la esperanza de ayudar a otros. Aprenderá sobre
problemas reales a los que muchas personas homosexuales tienen que enfrentarse en una sociedad
básicamente heterosexual y homofóbica.

Con el fin de hacerle más clara la información, me limité, en la mayoría de los casos, a hablar de las
personas predominantemente homosexuales, aunque es preciso aclarar que existen todo tipo de
matices. Con la intención de facilitar la comprensión del texto, los términos homosexual o gay que se
usan en este libro se refieren tanto a mujeres como a hombres.

En estas hojas se abre un espacio de cuestionamiento a creencias y normas manejadas a partir de la


falta de conocimiento sobre el tema; se debate sobre los derechos humanos, y se exponen muchos
otros puntos que suelen levantar polémica con el fin de que usted obtenga sus propias conclusiones.

Éste es un libro de invitación a la reflexión. Es posible que al leerlo vayan cambiando algunas de sus
percepciones e ideas sobre la vida.

Cada vez hay más personas que se atreven a compartir sus verdaderos sentimientos. Vivimos en un
mundo lleno de variedad en cuanto a formas de ser, tantas que en ocasiones no las alcanzamos a ver
por estar centrados en cómo deberían ser, en vez de damos cuenta de cómo es cada quien.

No hay un tipo de comportamiento en el que todos los seres humanos coincidamos como resultado de
nuestras formas de sentir, pensar y actuar. Aunque existan mayorías, siempre habrá gente que vive de
manera diferente. No hay una sola religión, ni un solo color de piel, ni una sola orientación sexual, y
es eso lo que nos hace maravillosos, pues tenemos la posibilidad de aprender de los otros. Es la
chispa de la vida.

Si fuéramos todos iguales no habría qué compartir y este libro no tendría razón de ser. Ser diferente
no convierte a nadie en monstruo.
Por lo general este tipo de obras las compran los hijos y las hijas homosexuales para sus padres,
buscando acercarse a ellos, sentirse entendidos y abrir un puente de comunicación. Otro motivo
puede ser su preocupación al darse cuenta de que les está costando trabajo manejar la situación. Si el
libro llegó a sus manos a través de sus hijos, piense que ésta fue una muestra de cuánto amor siente
por usted y de que para él o para ella es muy importante que usted lo comprenda y lo acepte. Si le fue
obsequiado por alguna otra persona, tal vez sus intenciones fueron las mismas. Si lo adquirió por
iniciativa propia, ¡lo felicito! Es un buen principio de acercamiento a este proceso de comunicación
y entendimiento. Mucha gente siente vergüenza de comprar “algo así”, como si fuera descubierta
haciendo “algo malo” o tuviera la sensación de que se pone en evidencia ante los demás. Si éste fue
su caso, sea paciente; esos sentimientos son parte de un proceso que lleva tiempo.

Por último, no importa qué tuvo que pasar para que llegara este libro en sus manos. Lo bueno es que
ya lo tiene, lo cual es un primer paso. ¡Aprovéchelo! Estoy segura de que pase lo que pase le será de
utilidad, ya que es una aportación más a la comprensión de la diversidad humana.
1.La noticia

Marcos: “En mi casa todos son arquitectos: mis padres, mis hermanos y hermanas. A mí nunca me ha
llamado la atención la arquitectura, pero eso ellos no lo entienden, por lo que se sienten
defraudados”.

Fernanda: “Mis padres estuvieron muy ofendidos por meses cuando decidí que me iba a vivir a otra
ciudad; no lo podían entender”.

Clara: “Mis papas quieren que me case y no aceptan que siga estudiando, que sea una profesional.
Dicen que eso no es lo que esperan de mí”.

Pablo: “A mis papas no les gusta mi estilo de vida. Soy religioso y eso les molesta”.

Reynaldo: “Soy profesionista y disfruto lo que hago. Mis padres querían que trabajara en el negocio
familiar; no entienden que a mí me satisface mi trabajo. Ellos dicen que rompí con sus expectativas”.

Ángela: “A mis papas no les gustan mi carácter ni mi forma de ser. Todo el tiempo me están
criticando y juzgando”.

Roberto: “No sé qué hacer; mis padres odian a mi esposa, ni siquiera fueron a nuestra boda. Dicen
que ella no es lo que querían para mí”.
LOS HIJOS NO SIEMPRE CUMPLEN CON LAS EXPECTATIVAS Y LOS
SUEÑOS DE LOS PADRES

Si bien ser madre o padre implica la posibilidad de lidiar con desacuerdos, socialmente se habla
más acerca de este tipo de percances que de tener una hija o un hijo homosexual. Saber con certeza
que uh hijo o una hija es gay no es fácil, en especial al principio. Vivimos en una sociedad que
durante siglos ha generado una tradición de miedos y mitos con respecto a la homosexualidad y a las
personas homosexuales, así como una idea poco agradable —y también poco realista— de lo que
son.

En nuestra cultura se utilizan día con día las palabras homosexual, puto, maricón, marimacha,
lesbiana, etc., en forma despectiva, dando a entender que se trata de algo terrible que encierra temor,
vergüenza, deshonra, tal vez enfermedad.

Esto hace sumamente compleja y desconcertante la experiencia de escuchar la frase: “Soy


homosexual” de alguien importante para nosotros. La noticia abre un nuevo capítulo en la historia de
la familia y en la vida de sus integrantes, sin importar si lo habían sospechado tiempo atrás o si fue
una sorpresa total; si se enteraron por casualidad, por medio de una carta, de una llamada telefónica,
cara a cara, o de cualquier otra manera. Cada situación es diferente, pero el simple hecho de saberlo
con certeza produce un cambio.

No existe una forma de reaccionar ante la noticia de que una hija o un hijo es gay, cada persona
responde haciendo su mejor esfuerzo, aunque en ocasiones no de la mejor manera. En este libro elegí
las situaciones más comunes con el fin de que puedan servirle como referencia y apoyo a su propia
experiencia.

Conmoción

¡Muchas madres y padres viven una conmoción al recibir la noticia: pe quedan helados, no saben qué
decir ni qué hacer; sienten como si un balde de agua fría hubiera caído sobre ellos. De pronto
piensan que todo cambió, que aquella persona con la que han convivido durante tanto tiempo no es lo
que pensaban. Se sienten desconcertados y temerosos, como si el tiempo se hubiera detenido. Otros
mantienen la esperanza de que no sea verdad lo que están escuchando y empiezan a fantasear con que
todo es un mal sueño del que no tardarán en despertar.

Padre: “Sentí ganas de que se abriera la tierra y me tragara en ese mismo instante. No quería
enfrentarme a algo así”.

Madre: “Tenía la esperanza de que fuera un sueño, de haber escuchado mal, de que fuera una broma;
no supe qué hacer”.
Madre: “Nuestra primera reacción fue decirle que lo amábamos y que nada había cambiado. Pero la
verdad es que por un buen tiempo fue un extraño para nosotros; no sabíamos qué decir, qué hacer ni
cómo acercarnos a él”.

Padre: “No pude hablar, no sabía qué decir. Creo que pasé varios días sin querer estar en mi casa”.

Madre: “Después de la noticia me enfermé literalmente; pasé meses con diarrea, gripe, dolor de
cabeza. Conforme lo fui digiriendo, fui mejorando”.

Si éste es su caso, poco a poco, conforme aprenda un poco más, se dará cuenta de que, aunque sienta
que todo cambió o que lo ha perdido, eso no es verdad. Su hijo(a) es el(la) mismo(a) de ayer; lo
único que ha cambiado es que ahora sabe que su atracción sexual y su afecto se dirigen hacia
personas de su mismo sexo, algo que probablemente ya era así antes de que usted se enterara.

Sin embargo, al saberlo con certeza, es posible que muchas de sus expectativas se hayan derrumbado
y que se sienta defraudado o desilusionado.

Muchas veces creemos conocer y entender muy bien a las personas que amamos. Entonces, cuando
alguien tan cercano llega y nos dice: “Soy gay”, es probable que reaccionemos con desconcierto y
desorientación porque no es lo que pensamos que era.

Madre: “Mi esposo y yo no sabíamos cómo manejar la situación; nunca creí que nos fuera a pasar
esto. Me sentí lastimada y confundida, aunque poco a poco nos fuimos dando cuenta de que la idea de
que todo cambió era sólo parcialmente cierta, ya que si bien no conocíamos su orientación sexual,
existen muchas otras cosas que sí conocemos y que no tienen nada qué ver con sexualidad”.

Para algunos, la pérdida de imagen y expectativas suele ser un proceso doloroso, cuya asimilación
requiere varios meses o años. Pero estos sueños pueden ser reemplazados por otros más reales.

Madre: “Cuando supe que mi hijo es gay no pude dejar de llorar. Ahora hay veces en que ya lo
acepto y otras en que me vuelvo a deprimir. Lamento que las cosas no hayan salido como esperaba”.

Padre: “Cuando supe que mi hijo es homosexual, me sentí devastado. No lo podía creer. Pensé: ‘Esto
es algo que alguien le enseñó; en la casa no lo pudo haber pescado’. Veía a la homosexualidad como
un virus o algo así. Tenía la ilusión de que se le iba a quitar”.

Madre: “Cuando supe que Gerardo es homosexual, mi mundo de cristal se derrumbó y tardé en
recuperarme. Pero una vez que me di la oportunidad de conocerlo más, fui creando nuevas
expectativas que me han dado muchas satisfacciones”.
Negación

Otros intentan negar lo que está sucediendo, rechazar las palabras que acaban de escuchar y
pretender que no pasa nada. Dicen cosas como: “Qué bien, ¿cómo te fue en el trabajo?”, “No me
gustan tus bromas”, “Ya sabes que no me gusta oír esas cosas”, “No quiero maricones en mi casa, así
que será mejor que se te quite”, “En mi familia no hay lesbianas así que eso no puede ser”. Si es su
caso, le recomiendo que no ignore la situación; aunque sienta miedo, siempre será mejor armarse de
valor y enfrentarlo. Negarlo puede producir alejamiento y resentimiento en su hija o hijo hacia usted.
No cierre las puertas, escuche para entender.

Por último, aunque afrontar la situación es difícil, es inútil hacerla a un lado.

Tome en cuenta que ignorarla no la desaparece, además de que se ha visto que, en la medida en que
vaya aprendiendo a convivir con ella, le será más fácil y es posible que incluso descubra cosas
interesantes.

Madre: “Si hago memoria y soy honesta conmigo misma, podría decir que ya sabía que mi hijo es
homosexual; desde que era pequeño había contemplado la posibilidad, pero cada vez que pensaba en
ello me recriminaba por pensar esas cosas, y trataba de creer que no era cierto. El día que me lo
confirmó fue como si nunca hubiera contemplado la idea; me sentí deshecha”.

Padre: “Por un tiempo preferí pretender que nada había pasado; luego me di cuenta de que no podía
pretenderlo más”.

Madre: “Ahora sé que mi indiferencia lastimó mucho a mi hijo. Intenté negar una parte importante de
su persona”.

Hijo: “Mi papá no volvió a mencionar el tema, como si no hubiera sabido nada. ¿Sabes cómo me
sentí? Estuve meses sin dormir buscando la forma de decírselo, quería ser honesto y abrirle mi
corazón. Hubiera preferido que se enojara a que me ignorara”.

Hijo: “Ya me cansé de ponerlo tan obvio y que no lo quieran escuchar ni ver; ahora soy yo el que ya
no los quiero ni escuchar ni ver”.

Traté de explicarlo de la mejor manera que pude,

pero tú sólo cerraste los ojos.

No quenas escucharme,

y yo no quise lastimarte
y no me quería ir,

pero me fui sin que tú me conocieras,

mas yo sí conocí algo de ti.

Lynn Cook

Culpa

Otras personas se sienten culpables; muchos padres y madres se consideran responsables de todo lo
que sus hijos(as) hacen o dejan de hacer. Esto es común en una cultura donde socialmente se
promueve la responsabilidad de los padres por todo lo que les pasa a sus hijos (as). Esto no es
verdad; existen familias donde, por ejemplo, todos fuman excepto uno de los hijos, quien odia el
cigarro. La verdad es que no todo se aprende o se imita. Es importante tomaren cuenta que, si bien en
una familia todos sus integrantes son afectados por los demás, esto no quiere decir que debamos
responder por los actos de cada uno. Conforme siga leyendo se percatará de que hay cosas que no
están bajo su control y la orientación sexual de sus hijos(as) es una de ellas.

Madre: “Me sentía tan avergonzada que no quería ni salir a la calle. Pensaba que todos me mirarían
como si fuera un monstruo”.

Madre: “Lo primero que pensé es que fallé como madre. Me sentí culpable. No sabía qué habíamos
hecho mal. Ahora me doy cuenta de que no hicimos nada mal. Roberto es un excelente muchacho,
simplemente le gustan los hombres”.

Padre: “Muchas de mis culpas se alejaron cuando fui aprendiendo que la homosexualidad no es algo
que se enseña o se aprende”.

Culparse a sí mismo no le será útil; aprender, en cambio, seguro le abrirá puertas.

Enojo

Algunos padres reaccionan con enojo a la noticia de que su hija(o) es homosexual. Lo viven como
una agresión hacia su persona, como si al decirlo tuviera la intención de lastimarlos. Se preguntan
una y otra vez: ¿por qué me hizo esto? Buscan una respuesta y se duelen de haber perdido una imagen
y las varias expectativas que tenían depositadas en él o ella. Se requiere tiempo para entender que la
orientación sexual no se escoge, y que no es algo que las personas deciden hacer para molestar a
otras. Con lo difícil que es ser gay resultaría absurdo pensar que alguien lo decidió nada más
“porque sí”, porque no tenía nada que hacer o por dañar a otros. Conforme exprese lo que siente y
aprenda más sobre el tema, tal vez descubra que lo único que su hijo(a) “le hizo” es confiar en que su
relación puede crecer como resultado de conocerla(o) como es.

Padre: “Estuve muy enojado, sentía vergüenza. Creo que mi enojo era porque pensaba que por su
culpa mi vida iba a ser muy complicada. Por un tiempo no quise ver a nadie”.

Madre: “En el momento en que mi hija me lo dijo, lo primero que pensé fue: ‘Sería mejor si
estuviera muerta...’. Estaba desesperada”.

Padre: “Sentí mucho enojo. Por una parte, me dio coraje que no me lo hubiera dicho antes, fue como
no confiar en nosotros; luego mi coraje era porque nos lo dijo, fue muy contradictorio”.

Madre: “Pensé que se estaba burlando de mí. Me puse furiosa”.

Miedos y mitos

Para otros padres y madres, la experiencia de saber que tienen una hija o hijo homosexual los pone
en contacto con una larga tradición social de mitos, prejuicios y miedos:

Padre: “Cuando supe que mi hija es gay pensé casi inmediatamente: ‘Su vida va a ser miserable.
Nadie va a aceptar a una lesbiana’. Ahora veo que quien no aceptaba a una lesbiana era yo”.

Padre: “Me sentí preocupado; pensé: ‘Qué va a decir la gente’, ‘Qué va a pasar’. No consideré los
sentimientos de mi hijo. Estaba muy inquieto por lo que los demás fueran a pensar de nosotros”.

Madre: “Después de que supe que mi hijo es homosexual, empecé a cuestionarme si yo también lo
era. Intentaba recordar si alguna vez me han atraído sexualmente las mujeres y no he sentido eso
nunca. Me cuesta trabajo entender”.

Padre: “Pensaba que ser homosexual era una forma de echarse a perder la vida. No sabía por qué lo
hacía. Pensaba: ‘¿Qué hice mal?, era un buen muchacho, por qué insiste en escoger este camino’.
Mucho tiempo después entendí que él no lo eligió y, de hecho, sigue siendo un buen muchacho”.

Madre: “Después de enterarme de que Fernando es homosexual, cuando salía a la calle y veía gente
me parecía que todos eran homosexuales también”.

Padre: “Tenía mucho miedo de su futuro. No sabía qué es lo que iba a suceder”.
Padre: “Lo primero que pensé fue: ‘Tiene un problema y vamos a ir con los mejores doctores; Dios
hizo a Adán y a Eva, no a Adán y Manuel’”.

Tener un hijo(a) homosexual rompe muchos esquemas sociales, familiares e incluso personales.

Madre: “Fui una persona que rechazaba mucho la homosexualidad. Decía frases como: ‘esa gente’,
‘qué asco’, ‘deberían...’, hasta que un día mi hijo Alfonso me contó que él era como ‘esa gente’. Para
mí fue horrible. La verdad es que no había conocido antes aun homosexual, o cuando menos eso
creía, pero jamás me imaginé que ‘esa gente’ podría ser mi hijo”.

Comprensión

Por otro lado, aunque a la mayoría de los padres les lleva tiempo aceptar, respetar y vivir con la
homosexualidad de sus hijos(as), existen algunos que no lo consideran un problema, y llegan a ser
muy comprensivos.

Madre: “Pienso que ser gay es tan bueno y tan malo como ser heterosexual. Quiero a mi hijo, y si ser
gay es una parte suya, también la quiero”.

Madre: “Cuando mi hija me dijo que es lesbiana, lo único que pensé es que yo he tenido tan mala
suerte con los hombres que me hubiera gustado sentirme atraída por una mujer”.

Madre: “Con tantas cosas que uno escucha todos los días, pensé que el que mi hija sea lesbiana no es
tan grave”.

Padre: “Para mí fue difícil escuchar la noticia, pero nunca dudé de que quien tenía que aprender era
yo, así que me dediqué a acercarme más a mi hijo”.

Madre: “Cuando Moisés me dijo que es homosexual, sentí una gran cercanía con él. Pensaba una y
otra vez cuánto ha de haber sufrido y qué valor tuvo para decírmelo”.

Madre: “El hecho de que mi hijo sea gay no cambió el amor que siento por él”.

Alberto: “Cuando le dije a mi mamá que me gustan los hombres, me contestó: ‘A mí también’”.

Hijo: “Cuando le dije a mi padre que soy homosexual, me contestó: ‘Si eso te hace feliz, a mí
también”’.

Hijo: “Para mi sorpresa, mi madre me contestó que ya lo sabía y que le daba gusto que me haya
animado a decírselo”.

Existen miles y miles de testimonios de madres, padres, hijas, hijos, amigos, familiares, etc., que han
tenido que lidiar con este tipo de situaciones. De acuerdo con algunas estadísticas, una de cada diez
personas en el mundo es homosexual o bisexual. Esto quiere decir que aproximadamente una de cada
cuatro familias conoce a alguien gay, ya sea alguno de sus miembros o alguien de su círculo cercano.
Por consiguiente, hay mucha gente que ha vivido una experiencia similar a la suya; no está solo.

Esto le ha sucedido a familias que ya lo sabían, a otras que lo sospechaban y otras más que no se lo
esperaban. En realidad puede pasar en cualquier hogar. Es interesante que, paradójicamente, en tanto
las estadísticas confirman que un porcentaje significativo de la sociedad es homosexual, nos siguen
preparando para tener sólo sueños heterosexuales acerca de nuestras hijas e hijos: fantaseamos sobre
cómo van a ser cuando crezcan y nos formamos poco a poco expectativas sobre ellos. Pero estas
ilusiones se construyen a partir de lo que nosotros queremos y lo que se promueve en el núcleo
social, no de lo que ellos necesitan.

En nuestra cultura poco se promueve el respeto a la individualidad de los hijos, lo que hace que
padres y madres a menudo se sientan defraudados y desilusionados. Esto no sólo sucede con
hijos(as) homosexuales; puede pasar con todos. Siempre existen sorpresas: no se casan con la
persona que nos gustaría, no estudian la carrera que hubiéramos deseado, no tienen el trabajo que nos
agradaría, no viven en donde quisiéramos, etcétera.

La sociedad nos instruye un poco más a lidiar con estas situaciones que con la orientación sexual de
nuestros hijos pero, para un padre o una madre, resulta difícil aceptar que su hijo(a) simplemente es
otra persona y que como tal siente, piensa y actúa diferente. Reflexione tan sólo: ¿es usted igual a sus
padres en todo?

Es importante aprender a escuchar lo que la otra persona está diciendo, en especial si se trata de
un(a) hijo(a); detenernos a conocer sus sentimientos, qué significa ser gay para él o ella, qué
necesita, etc. Sin embargo, es muy frecuente que padres y madres se centren en sí mismos y tengan
miedo de enfrentar la situación.

Un punto importante es que, si usted quiere, al pasar este periodo, puede llegar a sentir que su
relación es más fuerte y cercana que antes con su hija(o). Ahora bien, llegar a ello no es fácil:
algunas personas han tenido que vivir procesos dolorosos de culpa, enojo, sensación de pérdida,
confusión. Otros, en cambio, han dado pasos enormes en su proceso, entendiendo, aceptando,
respetando y acostumbrándose cada vez más. Si usted es de aquellos que viven con alguno de los
sentimientos mencionados, es a consecuencia de nuestra cultura y sociedad que nos han llenado de
mitos, actitudes y prejuicios acerca de la homosexualidad.
No se condene por lo que siente pero, por el amor que le tiene a él o ella y a usted misma(o), es
necesario empezar un camino de aceptación, respeto y apoyo.

Dudas

Es posible que ahora que ya lo sabe le surjan varias dudas. Muchas de ellas serán contestadas en este
libro pero, para responder otras, tal vez tenga que seguir investigando. Las respuestas más
importantes las conocerá a través de su experiencia con su hijo(a), quien será la fuente más fidedigna
de aprendizaje al respecto. No tema preguntarle cómo vive las cosas; trate de hacer sus preguntas con
respeto y de aprender, y no de condenar más. Veamos algunas de las dudas más comunes.

¿Por qué tuvo que decírmelo?

Si está pensando que enfrentaría menos problemas si no lo supiera, contemple la posibilidad de que
también tendría menos satisfacciones. Si no lo supiera, lo más seguro es que empezaría a existir una
distancia entre ustedes y, por lo tanto, perdería la oportunidad de compartir muchas cosas con él o
ella.

Existen varias razones por las cuales una hija o hijo toma la decisión de arriesgarse a decirle a sus
padres que es gay. Entre las más comunes están: la necesidad de ser aceptado como es y no como lo
que a usted le gustaría que fuera, los deseos de entablar una comunicación abierta y honesta, la
necesidad de compartir, la búsqueda de apoyo y acercamiento. Todo esto habla del amor que le tiene
y de lo mucho que significa usted para él o ella; se requiere un gran valor para dar este paso.

Daniel: “Siempre fuimos una familia muy unida. Yo le contaba todo a mis padres y ellos siempre me
apoyaron. Un día les dije que era homosexual; quería compartir con ellos esa parte de mi vida, pero
me corrieron de la casa afirmando que no querían saber nada de mí. No entendí; no me dieron mayor
explicación; sólo sé que desde hace cuatro años no los veo”.

Carol: “Estaba a punto de mudarme con mi novia, así que pensé que ya era tiempo de decirle a mi
madre que soy lesbiana. Una tarde en que estábamos solas en casa se lo comenté. Ella me contestó:
‘¿Eso es todo?, pensé que me ibas a decir que estabas embarazada’. Estuvo excelente”.

Roberto: “Les dije porque me pareció que ya era tiempo. Llevo ocho años con mi pareja, estamos
prácticamente casados. En mi familia era el soltero a quien todos miran”.

Alfredo: “Le dije a mi madre que soy gay para que deje de molestar con eso de buscarme novia y
ella no dijo nada. Poco tiempo después me aseguró que lo que yo necesitaba era conocer a la chica
correcta. Hasta la fecha sigue intentando presentarme muchachas”.
Juan: “Les conté porque tenía miedo y no sabía qué hacer. Buscaba su apoyo y comprensión”.

Patricia: “Se los dije porque no quería mentirles. Me dio miedo de que se fueran a enterar por otra
parte”.

Fernanda: “Llevaba dos años viviendo con mi novia. Un día mi papá me llamó porque él y mamá se
separaron. No tenía a dónde ir, así que se vino a vivir con nosotras; tuvo que enterarse de la
situación, lo cual lo friquió por un tiempo. Ahora es feliz viviendo con dos lesbianas”.

Ana María: “Se lo dije a mis padres porque el secreto me estaba matando. Me sentía muy herida por
tener que esconder algo que me hacía tan feliz. Me volví bulímica, pues no sabía cómo lidiar con mis
sentimientos. Por un lado soy feliz con mi pareja y por otro esa felicidad entristece a todos los que
me rodean”.

Rebeca: “Estaba feliz con mi novia; simplemente quería que supieran que por primera vez había
encontrado a alguien tan maravilloso y quería compartir el resto de mi vida con ella. Pero ellos no lo
vieron así”.

Reynaldo: “Le conté a mis papás porque me cansé de hablarles acerca de Fernanda cuando en
realidad era Fernando; creo que ahora la historia es más real y me siento mejor”.

Ignacio: “Se los dije porque no soy un criminal; mi homosexualidad no daña a nadie ni es nada de lo
que tenga que avergonzarme, así que decidí que no necesito esconderme”.

Esther: “¿Por qué les dije a mis padres? ¿Por qué no? Amar a alguien no es un pecado, es un
derecho”.

Es paradójico cómo muchos padres protestan porque sus hijas(os) no les cuentan sobre su vida
personal. Pero, si alguna(o) que no es heterosexual les habla de ello, las cosas cambian. Si ese padre
o esa madre reflexiona, podrá darse cuenta de que no le está hablando sobre su vida sexual, sobre
cómo hace el amor; sólo compartió sus sentimientos y cómo éstos afectan su vida. Cuando una hija
comunica que conoció a un hombre maravilloso, usualmente los padres y madres se interesan y se
sienten contentos, pero no hay la misma disposición cuando es un hijo el que les dice que conoció a
un hombre maravilloso.

Los jóvenes suelen experimentar con su sexualidad para buscar su identidad, por lo cual, si una
persona se anima a decirle a otra que es homosexual, sobre todo si se trata de su padre o madre, no
es porque se trata de algo temporal. Por lo general, ha recorrido un largo camino tratando de entender
y reconocer su orientación sexual. Muchos han pasado por momentos difíciles y se han preguntado
cosas como: ¿por qué a mí?, ¿y ahora qué voy a hacer?, ¿cómo lo voy a manejar? Entonces, si usted
se cuestiona: ¿estará seguro(a)?, la mayoría de las veces la respuesta es sí.

Comunicar que se es gay dispara muchos estereotipos negativos. Implica un gran riesgo como para
que alguien tome ese paso a la ligera o de manera prematura. Recordemos que todos venimos de una
cultura llena de miedos y mitos sobre las preferencias sexuales. Decir: “soy homosexual” o “soy
lesbiana” implica muchas cosas; entre ellas, el enfrentamiento a la aceptación o el rechazo; por
consiguiente, cuando una persona se atreve a hacerlo es porque ya lo pensó durante mucho tiempo.

Jenny: “Para mí decir que soy lesbiana es más que una fase o un periodo de vida, es una forma de
vida. Cada día es una nueva decisión: ‘¿Le diré a esta persona? ¿Cuál será su reacción?’ No es fácil.
Cuando tenía dieciséis años escuché a los adultos hablar de etapas de la vida, entonces pensé que
estos' sentimientos se me iban a pasar, pero con el tiempo me di cuenta de que, lejos de irse, se
hacían más fuertes”.

Cuando alguien descubre que no es heterosexual puede entrar en confusión, por los mitos y prejuicios
que existen al respecto: “Si dicen que los homosexuales son... entonces, ¿qué pasa conmigo?”.

Ramón: “Cuando descubrí que era homosexual sentí miedo; había escuchado tantas cosas sobre ‘esa
gente’ que no quería ser así. Comencé a salir con chavas hasta que pude reconocer que eso no me
quitaba lo gay”.

Algunos padres y madres, en su desesperación y desconcierto, no esperan a que su hijo o hija sea
quien se los diga y deciden “tomar al toro por los cuernos”. Éste es un mal inicio, ya que por lo
general su intención es condenar y no escuchar; invaden la privacidad de sus hijos provocando en
ellos un gran resentimiento. Si ésta fue su situación, no se preocupe, puede tener un buen final, todo
depende del rumbo que usted desee que tomen las cosas.

Nosotros lo descubrimos

llana: “Un día llegué a mi casa y había junta familiar; mi madre me dijo que habían descubierto que
soy lesbiana y que mis maletas ya estaban empacadas. Pasaron tres años hasta que los volví a ver,
pero ahora ya nos integramos bien”.

Marcos: “Mi familia lo había estado hablando antes. Mi papá pasó por mí y mientras manejaba me
dijo que le habían comentado algunas cosas de mí que él sabía que no eran verdad; sólo quería
confirmarlo conmigo. Me preguntó si soy gay y cuando le contesté que sí inmediatamente paró el
coche y empezó a llorar, para agregar que eso era lo peor que le podía pasar”.
Alan: “No les dije nada, ellos lo descubrieron y me sentí invadido; después me hicieron un juicio,
como si fuera un criminal”.

Ricardo: “Aún no estaba preparado para decírselos, pero ahora me alegro que así se hayan dado las
cosas, ya que no sé cuándo me hubiera atrevido yo mismo”.

Existen algunas historias, aunque son pocas, sobre padres y madres que se han acercado a sus
hijas(os) con la buena intención de entender y abrir la comunicación. Por lo general estos padres ya
estuvieron lidiando con esto antes de acercarse.

Carlos: “Un día se me acercó mi mamá y me dijo: ‘Sé que eres homosexual y quiero que sepas que
no hay problema’. Ese fue el mejor día de mi vida”.

Víctor: “No sabía, pero mis padres consultaron a una persona para que los orientara sobre tener un
hijo homosexual. Después de un tiempo, un día me dijeron: ‘Hijo, sabemos que eres homosexual —y
rompieron en llanto—; estamos yendo con una persona para asesorarnos mejor. Todavía nos cues ta
trabajo, pero estamos en eso. Ésta es tu casa y queremos que estés cómodo en ella’”.

¿Por qué no me lo dijo antes?

Tal vez no logre comprender que su hijo(a) estuvo pensando en esto meses o años y hasta ahora pudo
decírselo; tal vez interprete el ocultamiento como una falta de confianza o de amor. Cuando una
persona descubre que tiene sentimientos homosexuales y sabe que puede ser rechazada, el
sentimiento que surge es de enojo, que a su vez puede convertirse en depresión. Una parte de su ser
está siendo negada o juzgada. Primero el enojo es contra sí mismo por no poder ser diferente, luego
contra el mundo que lo malinterpreta y rechaza.

Es doloroso darse cuenta de que no conocía tan bien a la persona como creía y que fue excluida(o)
de una parte de su vida. Considere que esto sucede en la mayoría de las relaciones entre padres e
hijos; o, ¿acaso usted le contaba todo a sus padres cuando era joven? Padres e hijos(as) no suelen
llevar una relación de total compañerismo y amistad, ya que los separa un estatus de poder y
jerarquía; se trata de una relación desigual en donde, dependiendo del asunto, que una hija o hijo le
cuente algo a sus padres puede acarrearle repercusiones fuertes. Por eso, antes de hablar con usted
quizá contempló varios aspectos con el fin de protegerse. Una persona homosexual arriesga mucho
cuando se asume como tal ante otra, pues vivimos en una sociedad que aún no aprende a lidiar con la
diferencia y es difícil juzgar a alguien cuando decirlo significaría la posibilidad de perder un trabajo,
perder una familia, perder una comunidad, perder un mejor amigo...
Por ahora, prefiero no decirlo

Enrique: “Estoy estudiando la universidad y mis horarios no me permiten trabajar. Mis padres odian
a los homosexuales y no quiero arriesgarme a decírselos”.

Gabriel: “A mí me da miedo. Vi lo que le pasó a un amigo y no quiero que me pase lo mismo”.

Arturo: “No se los quiero decir. En mi casa hablan mucho de lo asquerosos que son los maricones,
putos, homosexuales, así que para qué les confío que soy uno de ellos”.

Israel: “Mis papás son muy religiosos y sé que no lo van a aceptar, así que mejor me separé de
ellos”.

Mónica: “Para qué les digo , creo que ya lo saben; mientras no lo confirmen, para qué crear
problemas gratis; aunque me da tristeza, así estoy bien”.

Georgina: “Adoro a mi familia y no les he dicho porque no soporto la idea de perderlos”.

Una persona que descubre que su orientación sexual no cumple con el guion propuesto socialmente
puede sentirse confundida o insegura respecto a su identidad, por lo que necesita tiempo y valor para
compartirlo con alguien, ya no digamos con sus padres. Aunque usted sienta que su relación es tan
buena que él o ella debió saber que le podría confiar cualquier cosa, en nuestra cultura se promueve
el miedo a hablar sobre el tema; se llega a pensar que algo “está mal” y que puede ser condenado. Es
más fácil hablar del clima o de la situación política actual que de nuestros sentimientos, en especial
con las personas que amamos. Tememos ser juzgados, malentendidos y perder su cariño.

Érika: “Tardé tiempo en decirlo a alguien de mi familia; tengo dos hermanos muy homofóbicos y no
quería causar problemas. Pero un día me armé de valor y le avisé a mi mamá que iba a traer a mi
novia a cenar. Para mi sorpresa, me respondió que lo sabe desde hace cuatro años y estaba
esperando a que se lo comunicara”.

Alex: “Me tomó tiempo asegurarme de que soy homosexual y sentirme bien conmigo mismo. En mi
casa había grandes expectativas sobre mí y cuando les dije que no me interesan las mujeres fue
terrible”.

Oscar: “Yo traté de decirlo varias veces, pero no querían escucharlo, hasta que decidí dejarles una
carta”.
Susy: “Tardé tiempo, porque no sabía cómo decírselos”.

Víctor: ‘Tuve miedo de lo que pasaría después, lo dije hasta que me sentí listo y seguro de mí como
para poder enfrentar lo que viniera”.

Por todo esto, aunque se lamente de no haberla ayudado a pasar por este periodo o piense que si se
lo hubiera dicho antes esto hubiera sido diferente, es importante que entienda que la otra persona
necesitó tiempo y no pudo decirlo antes; pero seguramente, de haber podido lo 1 hubiera hecho.
Ahora ya lo sabe y eso es una invitación a una relación más honesta y abierta que la que tenían.

Si su hijo(a) le dijo que es gay de manera voluntaria, tiene la mitad del camino recorrido. La
decisión de confirmar algo que la sociedad en general desaprueba necesita de gran fuerza y
demuestra mucha confianza, amor y compromiso con la relación que lleva con usted. Queda en sus
manos corresponder a ese amor, esa confianza y ese compromiso.

Si se enteró de cualquier otra forma, no tenga miedo de acercarse y aprender, pero inténtelo siempre
y cuando se sienta listo y dispuesto a hacerlo.

Reacciones de amigos y familiares

Para los amigos y familiares cercanos que reciben la noticia tampoco es fácil, aunque por lo general
existe mayor apertura y disposición. Cuando una hija o hijo se atreve a decirle a sus padres que es
gay, muchas veces ya lo habrá hablado con un amigo, tal vez con sus hermanos o hermanas; quizá esté
involucrado en alguna asociación gay y tenga incluso una vida activa en cuanto a amistades, pareja,
etc. Por un lado, la gente gay busca sus propios recursos y apoyos; por el otro, siempre será más
difícil contarlo a sus padres.

Amiga: “Para mí fue muy difícil, pues no quería que al verme con ella pensaran que también lo soy.
Lo chistoso es que antes de saberlo igualmente estaba con ella y no se me había ocurrido eso”.

Amiga: “Para mí fue muy confuso, pensé que solamente estaba experimentando, pero luego ya no
podíamos hablar el mismo idioma. Creo que yo fui la que me cerré a escucharla y entenderla; me dio
miedo que esto nos sepa*

Prima: “Nos conocemos desde chicas y siempre hemos convivido. Tenemos muchas cosas en común
y yo pensaba que las seguiríamos teniendo al casarnos y llevar a nuestros hijos al parque juntas. Mis
planes se derrumbaron y me sentí traicionada”.

Amigo: “A mí me dio igual, pensé que me iba a decir algo grave como que tenía sida o algo así”.
Hermano: “Lo primero que pensé es que yo he disfrutado mi sexualidad y espero que las personas
que quiero también lo hagan, sin importar si es con un hombre o con una mujer”.

Prima: “Pienso que cada quien con lo suyo, pero cuando lo veo con su pareja siento raro, aunque
cada vez menos”.

Amiga: “A mí me dio curiosidad”.

Amigo: “Creo que tenía muy estereotipada la idea de un homosexual y la noticia cambió mis
esquemas”.

Hermano: “A mí ya me ‘latía’, pero sentí algo raro cuando lo confirmé”.

Primo: “Cada quien tiene derecho de ser lo que quiera; finalmente, las relaciones amorosas son lo
mismo y no importa entre qué sexos se den”.

Amigo: “Me dio lástima. Pensé: ‘¡Pobre, qué mala suerte!”’.

Amiga: “Pensé que ahora iba a querer algo conmigo y me dio miedo, hasta que lo hablamos”.

Amiga: “Me llevó tiempo entender que su pareja era eso, su pareja, aunque yo la veía como otra
amiga por lo que me sentí celosa y desplazada”.

Hermano: “Mi hermana llegó un día y me preguntó: ‘¿Te gustan las mujeres?’ Naturalmente, contesté
que sí; acto seguido, ella sonrió y agregó: ‘Ya tenemos algo en común: a mí también’. Al principio
quedé confundido, pero después nos acercamos más. Ahora ya tenemos más cosas que compartir”.

Prima: “Fui de excursión con mis primas y unas amigas. Me la estaba pasando muy bien hasta que me
enteré que dos de ellas eran novias. Para mí fue terrible, no pensé que iba a estar tan cerca de dos
lesbianas. Sentí asco y miedo; incluso pensé: ‘¿Qué hago aquí?’ Ahora me doy cuenta de que lo único
que cambió fue la manera como yo las veía, dado que ellas eran iguales a cuando las conocí’.

Hermano: “Cuando mi hermano me dijo que es gay me sentí aliviado y feliz porque al fin le pude
decir a alguien que yo también”.

Es importante empezar a abrimos al mundo de la diversidad. No existe un comportamiento humano


que todos realicen de la misma manera; por ejemplo, para mí fue una sorpresa darme cuenta de que
los besos en la boca, que son aceptados en gran parte de las sociedades, en algunos lugares se
consideran repugnantes y sucios, en tanto que en otros ni siquiera son conocidos.

Los seres humanos somos tan distintos y al mismo tiempo tan parecidos...
Amigo: “Aunque a ti te guste el melón y a mí la sandía, podemos compartir una exquisita comida
juntos”.

Amigo: “El amor es el amor, no importa con qué sexo lo vivas”.

En una relación resulta valioso aceptar y respetar a las personas como son, no como nos gustaría que
fueran. Sería muy difícil escoger lo que me gusta y lo que no me gusta de los demás, todos tenemos
cosas que a otros no les agradan.

Aunque no siempre podemos entender lo que otra persona vive, el simple hecho de aceptar y poder
respetar que ésa es su realidad ya es suficiente.1

Hay una frase que dice: “No necesito negar tu realidad para reafirmar la mía”. No invalide la
realidad de su hijo(a), aprenda de ella. A lo largo de la vida, lo más seguro es que su hijo(a) tome
sus propias decisiones, aunque tal vez usted no esté de acuerdo con ellas. Otras posiblemente ni
siquiera se las consulte.

Cuando una persona le dice a otra que es homosexual o lesbiana, ambas experimentan un cambio
interno: la primera gana libertad e integridad, pues ya no tiene que esconderse, y la segunda ya no
ignorará una parte importante de aquélla.

Aceptar una orientación sexual diferente de la de la mayoría de las personas no es fácil para muchos.
No obstante, en la medida en que la gente se va informando y aprendiendo, va siendo cada vez más
abierta. Una de mis intenciones al escribir este libro es lograr que usted, por medio del conocimiento
y del acercamiento a otras experiencias y vivencias, se acerque más a su hija(o).

Padre: “Antes pensaba que una persona era buena cuando hacía lo que debería hacer. Ahora lo veo
distinto; me di cuenta de que mis ideas a veces chocan con mi experiencia y éste es el caso. No puede
ser bueno mentir y callar lo que se es aunque vaya en contra de lo que debería ser, sobre todo si no
se lastima a nadie con ello”.

Si se está lamentando de que no manejó la situación como le hubiera gustado, no se culpe,


seguramente lo hizo como mejor pudo; piense que tal vez su hijo(a) también dude de la forma como
se lo dijo. Será mucho más positivo aprovechar este tiempo en que ambos están aquí y ahora para
compartir muchas cosas.

Su hijo(a) es el(la) mismo(a) a quien ha querido siempre. No permita que la conmoción lo ciegue
dando paso a estereotipos e ideas negativas sobre una persona homosexual. Tome en cuenta lo que
valora en él o ella y por qué es importante para usted.
Medite en esto: ¿amaba a su hija(o) antes de saber que es homosexual?
2. Buscando respuestas

Soy la mejor persona que puedo ser y no puedo ser diferente.

Yo soy quien soy y eso no me hace ni mejor ni peor que nadie.

Si no me pueden aceptar simplemente así,

como soy y nada más, lo siento,

pero no puedo convertirme en lo que no soy.

Nuestra sociedad en realidad no informa ni prepara a un padre o una madre para escuchar de su
hija(o) la frase: “Soy lesbiana” o “Soy homosexual”. De ahí que la mayoría de las personas tengan
una imagen bastante irreal de lo que es una persona gay. En este capítulo pretendo proporcionar la
mayor cantidad posible de respuestas, con el fin de que usted vaya entendiendo mejor este tema tan
controversial, mitificado y lleno de prejuicios. Muchas veces una buena información llega a damos
luz con respecto a una situación; sin embargo, ponga atención en dónde la obtiene ya que no toda la
que hay en el mercado es confiable y, lejos de acercarlo a la verdad, quizá lo deje con más dudas.
¿POR QUÉ UNA PERSONA ES HOMOSEXUAL?
Una de las preguntas más comunes es: “¿Por qué una persona es homosexual?” Antes de intentar
encontrar una respuesta, me gustaría aclarar qué significa ser homosexual o lesbiana. Aunque mucha
gente cree saber la respuesta, existen graves confusiones e interpretaciones equivocadas al respecto.

La homosexualidad, tanto en hombres como en mujeres, es parte de lo que se conoce con el nombre
de orientación o preferencia sexual. Existen tres orientaciones sexuales básicas: la heterosexual, que
define a una persona que se siente atraída tanto afectiva como eróticamente por gente del otro sexo.
La bisexual, que se refiere a los individuos cuya atracción tanto afectiva como erótica es hacia
ambos sexos. La homosexual, cuya atracción tanto afectiva como erótica es hacia personas de su
mismo sexo. Es muy importante tener claro que al definir el tipo de atracción nos referimos a que
ésta es tanto afectiva como erótica, y no sólo sexual.

Es muy común la idea de que ser homosexual, heterosexual o bisexual es una acción; esto es un gran
error, pues la orientación sexual tiene que ver con todo un sentimiento de atracción erótica, sexual,
romántica y afectiva para con otros. Por ejemplo, una persona puede tener una relación heterosexual
y eso no cambia sus sentimientos homosexuales; una persona solamente puede elegir practicar o no su
preferencia sexual, pero no decidir sobre sus afectos. Los seres humanos suelen saber cuál es su
orientación sexual mucho antes de llevarla a la acción; por ejemplo, una persona virgen sí sabe por
quién se siente atraída y no necesita llevar esta atracción a la práctica para comprobarlo, a menos
que así lo desee.

Hay una frase que dice: “Ser gay no es una conducta sexual, es una vivencia sexual”.

Pese a que socialmente se promueve la heterosexualidad como la única opción válida y positiva, esto
no ha funcionado como un antídoto contra la homosexualidad, que ha existido desde tiempos
inmemoriales como parte de la diversidad del comportamiento sexual humano. Estudios científicos
reconocidos han demostrado que la homosexualidad también se da entre los animales. Por ejemplo,
alrededor de cincuenta por ciento del juego sexual de las marsopas se lleva a cabo entre miembros
de su mismo sexo; los simios practican la masturbación y la penetración mutuas, así como el
exhibicionismo de manera espontánea. Y no vayamos más lejos: a veces nuestros animalitos
domésticos —perros o gatos— realizan juegos sexuales con otros de su mismo sexo, y algunos
incluso llegan a rechazar por completo el acercamiento al sexo contrario.

Las distintas orientaciones sexuales son todo un misterio. Hay personas que viven su orientación
sexual con cierta flexibilidad, como el caso de los heterosexuales que de vez en cuando tienen
prácticas homosexuales y las disfrutan, aunque reconocen que se sienten más atraídos por el otro
sexo; y viceversa: algunos individuos que, aunque prefieren a personas de su mismo sexo, pueden
llegar a tener de manera ocasional relaciones con individuos del otro; de alguna manera, ésta es una
forma de bisexualidad.
Gaby: “Aunque en mi vida he tenido más relaciones con hombres que con mujeres, sé que las mujeres
me gustan más”.

Rebeca: “Soy heterosexual porque me gustan más los hombres, aunque sí me ha sucedido que he
tenido relaciones con mujeres y las he disfrutado mucho”.

Por otra parte, hay quienes sienten que su atracción erótico-afectiva es sólo heterosexual u
homosexual. Si son heterosexuales, nunca les ha llamado la atención relacionarse ni erótica ni
afectivamente con gente del mismo sexo, y si son homosexuales tampoco les ha interesado
relacionarse con el otro sexo. En este libro me abocaré en especial a estos últimos.

Tania: “A mí los hombres nunca me han llamado la atención ni física ni emocionalmente”.

Javier: “Jamás he tenido una erección con una mujer, ni se me antoja seguir intentándolo”.

Ahora que ya definimos lo que son las orientaciones sexuales, pasemos a la pregunta: ¿por qué una
persona es gay?

Si la pregunta proviene de un padre o una madre, es muy probable que se hagan los siguientes
cuestionamientos:

¿Tuvimos la culpa? ¿Qué hicimos mal?

Algunos padres se sienten culpables cuando se enteran de que su hija(o) no es heterosexual; piensan
que su desempeño como padres % influyó en la identidad sexual de ésta(e) y se dicen cosas como:
‘Tal vez fui una madre muy exigente o castrante” o “Fui un padre demasiado hogareño”.

Otros se cuestionan en cuanto a la manera como educaron a sus hijos y buscan todo tipo de
explicaciones: “Tal vez fue porque le pedía que me ayudara en la casa”, “Tal vez lo consentí
mucho”, “Pasó demasiado tiempo con su madre”, “Lo hubiera inscrito en el fútbol”, etc. O
posiblemente se recriminen: “Yo quería un niño, no una niña”, “No debí dejarla ir a los Boy Scouts”,
“Debí insistirle a mi hija para que usara vestido más seguido”... No obstante, hay familias en las que,
pese a que todos los hijos fueron educados de igual manera, unos son heterosexuales y otros no.

Otros más piensan que es resultado de su relación de pareja o de familia, o le echan la culpa a los
problemas del medio ambiente.

Todas estas creencias no son más que mitos que por años han influido en culpar a los padres y
madres por la homosexualidad de sus hijos(as). Hoy se sabe que esto no es verdad: homosexuales y
bisexuales tuvieron todo tipo de padres y madres: dominantes, sumisos, cercanos, lejanos,
consentidores, estrictos, religiosos, ausentes, intelectuales, fuertes, distantes, etc. La gente gay
pertenece a familias “modelo”, de divorciados, unidas, que se pelean; en fin, viene de cualquier
esquina de la Tierra, de diferentes culturas, etnias, religiones, niveles sociales y económicos; pueden
ser médicos, maestros, ingenieros, carpinteros, barrenderos, abogados, políticos, o dedicarse a
cualquier otra actividad.

Antes mencionamos que se estima que de diez a quince por ciento de la población es exclusivamente
homosexual, sin tomar en cuenta a las personas que son predominante y ocasionalmente
homosexuales, además de los que no contestan con honestidad los cuestionarios relativos a las
preferencias sexuales, lo cual es señal de que existen muchos tipos de personas homosexuales
provenientes de infinidad de familias distintas.

Tenga cuidado con la propaganda que tiende a culpar a los padres reforzando estos mitos y
prejuicios. Estudios científicos han demostrado que no existe forma alguna en que un padre o una
madre puedan ser culpables de la orientación sexual de sus hijos; por tanto, no hay nada que pudiera
hacer o dejar de hacer para evitar el desarrollo natural de los niños y niñas gay. Vivimos en una
sociedad homofóbica, en la que la mayoría (incluyendo a los médicos, psicólogos, psiquiatras, etc.)
conoce poco sobre la gente homosexual y sobre la variedad de familias de las que proviene. Después
de todo, es poco probable que un padre o una madre haya deseado tener un hijo o hija con una
orientación sexual hacia su mismo sexo.

Padre: “La noticia de que Miguel es homosexual me hizo sentir muy mal; pensé que como hombre tal
vez no había sido un buen modelo para él, aunque ahora veo que es muy viril, es jugador de fútbol y
un buen muchacho”.

Padre: “Ahora que lo pienso, a mi hija desde chica le gustaba el karate, yo no se lo promoví.
Además, no todas las niñas que juegan fútbol y van al karate son lesbianas”.

Madre: “Cuando mi hija me dijo que es lesbiana, mi primera reacción fue insultarla y gritarle: ‘Yo
no te eduqué para que seas una lesbiana’. En ese entonces yo creía que ser homosexual era como
meterse en drogas, llevar una vida disipada o algo así. Ahora sé que efectivamente yo no la eduqué
para que fuera lesbiana; sin embargo, hay cosas que no se pueden controlar y la orientación sexual es
una de ésas. No hay nada que yo hubiera podido hacer para que fuera o no fuera lesbiana”.

Madre: “Mi hijo es homosexual y afeminado, lo cual me hizo pensar por años que yo tenía la culpa,
hasta que conocí más homosexuales, unos muy masculinos, otros como mi hijo; algunos adoraban a su
madre, otros más o menos y otros la odiaban. Entonces me di cuenta de que hay de todo y no se puede
evitar”.

Madre: “Mi hija siempre ha sido muy femenina; de chica adoraba las m«* ñecas, sobre todo las
Barbies; nunca se me ocurrió que de grande quisiera una de verdad”.

Padre: “Yo pensaba que los hombres homosexuales eran así porque se llevaban mal con su mamá y
odiaban a las mujeres, pero en mi caso mi hijo no me odia a mí y le gustan los hombres. Entonces
cambié mi teoría y pensé que los hombres homosexuales se identifican con su madre, pero cuando vi
que Moisés es tan varonil, volví a dudar. Finalmente decidí que necesitaba más información y menos
adivinanzas”.

Adriana: “Tú eres un padre excelente, tú no tienes nada qué ver con que a mí no me gusten los
hombres”.

Agustín: “Yo culpé a mis padres por mi homosexualidad, pero tiempo después me di cuenta de que
era el enojo que traía”.

¿Es posible que las personas se vuelvan homosexuales por la ausencia de modelos?

Es falso. Si la homosexualidad tuviera algo que ver con la ausencia de modelos, en nuestro país,
donde un gran porcentaje de la población crece sin la figura paterna, habría una mayor cantidad de
personas homosexuales, o en algunas familias todos los hijos serían gays.

Por otro lado, lo masculino y lo femenino son independientes de la orientación sexual; más bien, son
características que una sociedad impone según los sexos. Se les permite más a los hombres expresar
su agresividad que a las mujeres; aun así, hay mujeres muy agresivas y no son lesbianas, así como
hombres con gran sensibilidad que tampoco son gays. Se puede decir que este tipo de características,
aunque son fomentadas social mente, tienen que ver también con el carácter de cada persona.

Las personas homosexuales, sean hombres o mujeres, en su mayoría no son fáciles de identificar pues
su apariencia física es común y corriente. Entre ellos hay hombres muy viriles, intelectuales,
atléticos, machos, que pueden pasar inadvertidos, así como otros que son afeminados y, aunque sean
la minoría, llaman más la atención. En cuanto a las mujeres, existen tanto lesbianas muy delicadas y
femeninas como otras toscas y bruscas que también son las que más se notan aunque sean la minoría.

Algunas ideas muy arraigadas se relacionan con los estereotipos del hombre afeminado y la mujer
con aspecto masculino, pero yo preguntaría: ¿qué pasa entonces con toda la gente homosexual que no
cae en el estereotipo —y que es la mayoría—; por ejemplo, una mujer muy femenina o un varón muy
viril?

Madre: “Nunca se me ocurrió que mi hijo Ignacio, tan viril, líder, jugador de béisbol, gritón y fuerte,
fuera gay; pensé que todos los homosexuales eran delicados, sensibles y artistas”.

Padre: “Mi imagen de una lesbiana era de alguien con el pelo corto, robusta y grillera. Ahora que sé
que mi hija, una mujer muy femenina, tranquila e inteligente, es lesbiana, no sé qué pensar”.

Madre: “Un día, platicando con mi hijo sobre cosas de la vida, me preguntó: ‘¿Qué piensas de los
homosexuales?’, a lo que respondí: ‘¿Para qué me preguntas eso?, no conozco a ningún homosexual’.
El levantó la ceja y me contestó: ‘¡Claro que sí!, yo lo soy’”.

Jonathan: “Cuando la gente se entera de que soy gay no lo puede creer, pues por un lado están todas
sus ideas de cómo deberían ser los homosexuales y por otro lo que ven que soy yo, un ingeniero
trabajador, muy guapo; vivo con mi pareja hace trece años y soy muy feliz”.

Luisa: “Un día, cuando tomaba café con unas amigas de años (algunas saben que soy lesbiana y otras
no), dijo una de las que no sabía: ‘He convivido con muchos homosexuales y lesbianas y los puedo
reconocer con sólo mirarlos, especialmente a las lesbianas; si una está cerca de mí la reconozco
enseguida’. Lo interesante es que yo estaba sentada a un lado de ella, así que le pregunté cómo hacía
eso de reconocer, a lo que contestó: ‘Es experiencia, si hubiera aquí una lesbiana te garantizo que lo
sabría’”.

Cada cultura tiene sus conceptos de lo femenino y lo masculino. Por ejemplo, en las islas de Nueva
Guinea, las mujeres de la tribu chambuli poseen personalidad de hombre de negocios, son
dominantes e independientes, mientras que los varones son irresponsables, emocionalmente
dependientes y sin papel de autoridad (pero eso no quiere decir que en el físico sean diferentes a
nosotros).

Esto prueba que lo femenino y lo masculino son conceptos relativos, y también que están sujetos a
cada época histórica. Tal es el caso de las mujeres de hoy que visten pantalones y trabajan: podrían
haber pasado por masculinas a principios de este siglo, cuando se usaban exclusivamente los
vestidos. Otro ejemplo es el de los varones franceses del siglo XVIII que dedicaban horas a su
arreglo personal, se maquillaban, usaban encajes y tenían modales delicados y finos. En ese entonces
un hombre con las características del actual macho pasaba por vulgar y prosaico, nada deseable con
respecto a lo que se esperaba de un varón (tal vez los hombres con apariencia masculina, torpe y
brusca sufrían mucho). Estos ejemplos nos muestran cómo estas características son independientes de
la preferencia sexual. Muchas veces se asocia el estereotipo del hombre afeminado (como se
entiende en nuestra cultura) y de la mujer con actitudes bruscas y toscas con la homosexualidad.
Ahora bien, el estereotipo puede coincidir con la realidad, mas no necesariamente están ligados. No
todas las mujeres que aparentan masculinidad son lesbianas, como no todos los hombres con
amaneramientos son gays.

Yolanda: “Desde niña siempre me comporté como un niño, pues nunca me gustó jugar con muñecas;
era tosca y fuerte y me agradaban los deportes rudos; sin embargo, nunca me sentí atraída por una
mujer, ni siquiera en fantasías”.
Maricela: “Cuando le dije a mi madre que era lesbiana, no lo podía creer; me preguntó: ‘¡Cómo es
posible, eres tan femenina!’; tal vez pensaría que todas las lesbianas parecían generales de guerra”.

Ángel: “Mi mejor amigo siempre fue muy afeminado. Recuerdo que en la escuela lo molestaban
mucho y me preguntaban a mí, que soy bastante viril, cómo podía llevarme con él. Con el paso del
tiempo descubrí que yo soy gay y él es definitivamente heterosexual. Antonio es una excelente
persona y nuestra amistad continúa después de dieciocho años; me parece que lo que nos ha
mantenido tan unidos es el profundo respeto que nos tenemos”.

Carlos: “Mi padre nos abandonó desde que era chico, así que crecí con mi madre y cuatro hermanos.
Recuerdo que en la primaria me castigaron y me metieron al grupo de las niñas, en donde otra vez fui
el único hombre; así estuve por lo menos un año de primaria. Actualmente soy alguien que aprecia y
admira mucho a la mujer; sé cocinar, lavar ropa, coser. Por otro lado, soy una persona sensible y
tierna, pero nunca me he sentido homosexual; a mí me encantan las mujeres”.

Como anécdota recuerdo que en una ocasión escuché a un alumno de preescolar en una escuela judía
preguntarle a su padre: “¿Cómo son los católicos?”, a lo que él respondió: “Son todos distintos; hay
negros, morenos, blancos, amarillos, amables, gruñones, guapos y feos, igual que los judíos”. El
pequeño replicó: “Entonces, ¿cómo sé quién es y quién no?” Su padre, con una sonrisa, le dijo: “Pues
preguntando”.

¿Es posible que alguien lo indujera a ser homosexual?

No son pocos los padres que piensan que seguramente su hijo(a) “vio algo” o se enteró de qué
significa “ser gay”, sobre todo ahora mediante el Internet. Esto no es verdad; la identidad sexual de
las personas está determinada, es decir, no es una elección. Con las complicaciones que implica ser
homosexual o lesbiana en nuestro mundo occidental, sería muy difícil creer que alguien por gusto
decida ser así y tener esos afectos y sentimientos. Hay casos de niñas y niños preadolescentes que se
dan cuenta de que les gustan las personas de su mismo sexo sin haber visto nunca a un homosexual.

Pedro: “Desde los once años supe que a mí no me gustaban las mujeres, pero fue hasta los trece que
me enteré de qué son los homosexuales”.

Ignacio: “A mí los hombres me gustan desde que era un chamaco; solía leer libros de aventuras en
donde cada vez que aparecía la palabra gay creía que significaba alegre, contento o algo así”.

Femando: “En casa nunca se habló de sexo; a mí nunca me atrajo una mujer, pero no tenía con quién
comentarlo”.
Maribel: “Aunque a mí los hombres me caen bien, siempre me han gustado las mujeres; no recuerdo
haberme sentido enamorada ni atraída nunca por un hombre”.

Israel: “Recuerdo que por ahí de los trece o catorce años, un día en la escuela me gritaron maricón y
se burlaron de mí; no sabía qué era eso, pero me dio miedo y coraje”.

¿Cómo se da cuenta la gente de su orientación sexual? ¿Cómo sabe alguien que es heterosexual? ¿Es
antes o después de haber tenido una relación sexual? La mayoría de las personas descubren que se
sienten atraídas por el otro sexo antes de haber tenido una relación sexual. Como ya expliqué, la
orientación sexual es un sentimiento, no una acción, pues si fuera así estaríamos diciendo que una
persona virgen, que jamás ha tenido relaciones sexuales, no sabría su preferencia sexual y eso es
falso. Las personas vírgenes de todas las edades saben por quién se sienten atraídas, aunque no
tomen la decisión de poner en acción sus sentimientos o no se les haya presentado la ocasión para
hacerlo.

La orientación sexual no es algo que se aprende, ya que si así fuera ¿por qué habría de haber un(a)
hijo(a) gay en una familia heterosexual y en una cultura que promueve tanto la heterosexualidad? Casi
todos los cuentos infantiles terminan con la boda del príncipe y la princesa. La gente no tiene dónde
aprender a ser homosexual.

Madre (PFLAG): “NO conozco a nadie que se haya ‘convertido’, pero sí conozco a una niña que
adora a su hermana que es lesbiana, que ha tenido periodos de intenso contacto con ella por más de
diez años y que ha crecido totalmente heterosexual”.

Madre: “Descubrí a mi hijo adolescente viendo páginas de homosexuales en Internet y pensé que de
ahí lo sacó. No sabía que buscaba con quién hablar y ya era gay. Ahora sé que ver páginas así no
convierte a nadie en lo que no es”.

Amiga: “He convivido con mucha gente gay desde chica y nunca he sido homosexual’*.

Fanny: “He convivido desde muy chica con gente heterosexual y nunca he sido buga”.

Esther: “Desde muy chica me gustaron las mujeres; recuerdo que en la primaria me enamoré
perdidamente de mi maestra de español, pero vengo de una casa en donde me repitieron hasta el
cansancio que a los niños les gustan las niñas y a las niñas los niños, así que empecé a pensar que tal
vez yo era hombre. Me juntaba con los niños para ver si eso era lo que me estaba pasando, pero
nunca me gustaron ni el fútbol ni esas cosas; soy una persona tranquila a la que, lo que es curioso, le
encanta realizar actividades típicamente femeninas, como bordar y cocinar; fue muy difícil para mí
llegar a la conclusión de que puedo ser mujer y tener todo el derecho de que me gusten las mujeres”.
¿Es verdad que una relación homosexual en la adolescencia puede causar que alguien sea gay?

Es falso. Si bien es cierto que la adolescencia es un periodo de búsqueda de identidad en el cual las
personas pueden llegar a experimentar todo tipo de situaciones, también es verdad que ser
homosexual o lesbiana es un sentimiento y no una acción, como ya he afirmado. Alguien sabe que es
heterosexual aunque sea virgen, pues sus sentimientos de atracción tanto afectivos como sexuales
están orientados hacia el otro sexo. En las personas homosexuales pasa lo mismo, con la diferencia
de que la atracción es hacia personas de su mismo sexo. El adolescente puede tener una relación
homosexual como experiencia sexual y eso no significa que sea gay, y alguien más puede tener
relaciones heterosexuales como experiencia sexual y saber que su afectividad, y su atracción erótica
son homosexuales.

En ocasiones las palabras heterosexualidad, homosexualidad y bisexualidad describen una conducta


o una acción más que una identidad y un sentimiento como tal. Si alguien tiene una relación
homosexual y no es gay, lo más seguro es que le quede como un recuerdo, independientemente de que
la experiencia le haya sido desagradable o agradable.

Daniela: “A mí me dio curiosidad, quería saber qué se siente hacer el amor con una mujer. La
experiencia no me desagradó, pero me gustan más los hombres”.

Alfredo: “Tuve una que otra relación homosexual en mi adolescencia, pero me gustan más las
mujeres”.

León: “Tuve una que otra relación heterosexual en mi adolescencia aunque siempre he sido
homosexual”.

En otros casos, algunos jóvenes homosexuales buscan confirmar su identidad experimentando con
otros.

La adolescencia es un periodo difícil en el cual una persona que descubre que no es como la mayoría
puede llegar a sentirse solitaria y aislada.

Muchos homosexuales y lesbianas piensan al principio que son los únicos con estas características
entre su grupo de amigos.

Si reflexiona unos momentos caerá en cuenta de que no existen modelos homosexuales para niños y
niñas gay además, no se permite hablar de un(a) buen(a) maestro(a), un héroe de televisión o alguien
distinguido que, entre otras cosas, sea homosexual.

Todavía existe el mito de que una pequeña o pequeño puede aprender a ser así. Si fuera cierto esto,
entonces lo que tendríamos que preguntarnos es: ¿qué pasa con tantos modelos heterosexuales si los
niños gay siguen ahí?

¿Cómo se desenvuelven estos niños y niñas homosexuales? Por lo general, lo que sucede es que
tratan de adaptar los modelos a sus sentimientos; por ejemplo, al tener fantasías, simplemente, en vez
de soñar con el príncipe y la princesa, sueñan con dos príncipes o dos princesas.

En un mundo tan heterosexual, los pequeños gay tienen que ir adaptando lo que sucede a su alrededor
a su realidad.

Mauricio: “Hasta mis quince años no había conocido ni visto a un homosexual; la primera vez que vi
uno salió en uno de esos programas donde entrevistan gente en la televisión. Para empezar, a esta
persona la presentaron como una silueta entre sombras, para no ser reconocida; luego le
distorsionaron la voz, como si ser homosexual fuera algo malo, algo así como un criminal. Me dio
miedo, pero aún no sabía qué significaba ser homosexual, hasta que describió sus sentimientos de
atracción por un hombre. Me aterré, pues tenía esos mismos sentimientos. Me deprimí y me encerré
durante un largo periodo de mi vida. Pensaba en mi futuro y me veía en un circo o en uno de esos
programas donde salen los rechazados. Ahora tengo treinta y seis años y cuando recuerdo esta
historia lamento mucho no haber tenido un modelo positivo que compartiera los mismos sentimientos
que yo”.

Jacobo: “Estaba muy angustiado por el futuro que me deparaba el ser gay, hasta que conocí a Marcos,
un hombre muy exitoso que también lo es. Afortunadamente me di cuenta de que ser exitoso no está
peleado con ser homosexual”.

Betty: “Cuando descubrí que mi maestra favorita también era lesbiana, me pasaba el tiempo
mirándola y pensando que quería seguir sus pasos: ser trabajadora, inteligente, independiente,
atractiva; tener una pareja por varios años, de preferencia todos los de mi vida. Fue un muy buen
modelo para mí’.

Arlette: “Yo tuve algunas y algunos maestros homosexuales en mi vida, pero eso para nada me volvió
gay. ¿Qué tiene que ver conmigo que ellos sean gays? Unos eran muy buenos maestros y otros muy
malos, igual que los demás; incluso llegué a admirar mucho el tipo de vida de una maestra lesbiana,
al grado de que fantaseaba con llevarla misma vida que ella, la única diferencia era que yo deseaba
hacerlo con mi esposo”.

Constantemente los jóvenes homosexuales y lesbianas tienen que lidiar con la presión heterosexual
del ambiente.

Abraham: “Al principio me pareció que en la escuela todos eran heterosexuales; había competencia
por ser el más galán, presión para tener relaciones sexuales con chicas. Ahora me doy cuenta de que
había muchos homosexuales que, como yo, pretendían no serlo”.

Marcos: “Decidí volverme el más heterosexual, inventaba todo tipo de historias para que nadie
sospechara que soy gay y me aceptaran”.

Israel: “Nunca he podido tener una erección con una mujer; aunque traté varias veces, no pude;
recuerdo que en dos ocasiones le pagué a prostitutas para que dijeran que sí había tenido relación
con ellas y así quedar bien con mis amigos”.

Rebeca: “Me molestaban mucho y hacían que me pintara la cara y saliera con muchachos; en ese
entonces ya tenía novia y se me hacía una grosería salir con alguien más. Siempre se burlaban de mí.
De cualquier forma, nunca tuve interés en salir con un muchacho, ni siquiera por compromiso”.

Con toda esta presión no es raro que algunas personas homosexuales tengan una que otra experiencia
con el otro sexo antes de aceptar que las relaciones con gente de su mismo sexo les satisfacen más.
Esta situación suele resultar un tanto desconcertante y confusa para los demás:

Madre: “Me sentí muy confundida; mi hija tuvo varios novios, así que jamás pensé que fuera
lesbiana”.

Madre: “Estaba desconcertada: mi hijo tuvo una novia unos cuatro años; terminó esa relación y al
poco tiempo me dijo que es homosexual”.

Alfredo: “Hice el amor con algunas mujeres; sin embargo, no sentía ninguna emoción. Para mí era
como una descarga o más bien una obligación social y nada más; hasta que tuve relaciones
homosexuales entendí verdaderamente lo que son el buen sexo y el amor”.

Alejandra: “No sabía que era lesbiana, por lo que empecé a salir con varios hombres maravillosos,
hasta que empecé a soñar y desear estar con mujeres. Para mí fue muy confuso y desconcertante, no
entendía por qué me estaba pasando eso. Traté de que se me quitara, pero mis deseos de estar con
mujeres se hicieron más intensos cada vez; al poco tiempo me enamoré perdidamente de una mujer y
jamás he sido más feliz”.

Raquel: “En mi caso no es que una relación heterosexual no sea satisfactoria, sino que una
homosexual es más satisfactoria. No estoy peleada con los hombres ni mucho menos, en mi vida ha
habido hombres maravillosos, pero lo que siento con una mujer no lo he sentido nunca con un
hombre”.
Por otra parte, si está pensando que un evento traumático con una persona del otro sexo puede causar
la homosexualidad, está en un error. No hay ninguna evidencia al respecto. En nuestro país, el índice
de mujeres de quienes los varones abusan es muy alto y, sin embargo, continúan buscando una pareja
heterosexual con quien compartir su vida. Un evento traumático se llega a presentar tanto en una
relación homosexual como en una heterosexual, pero de ninguna manera tiene que ver con que las
personas cambien su orientación sexual. Al fin y al cabo, ser homosexual no significa odiar al otro
sexo, sólo tiene qué ver con sentirse atraída(o) por alguien del mismo sexo.

Mariana: ‘Toda mi vida he sufrido abusos por parte de los hombres; mi padrastro abusó de mí varias
veces; cuando me casé, mi esposo me golpeó y me violó, pero a mí no me gustan las mujeres”.

César: “Recuerdo que de joven una vez un homosexual abusó de mí, pero no por eso me volví gay”.

Adriana: “Me ha ido mal con los hombres; de niña, el vecino abusaba de mí, lo cual me hizo una
persona muy retraída y temerosa, sobre todo del sexo. Luego no sabía cómo relacionarme con un
hombre, por lo que he tenido pocos novios y mi relación con ellos no ha sido muy buena tampoco;
pero seguiré tratando, me encantan los hombres”.

Virginia: “En la adolescencia tuve algunas relaciones con hombres, los cuales me trataron excelente;
la verdad no tengo queja alguna. Sin embargo sabía que a pesar de eso era lesbiana, así que un día,
en mi desesperación me topé con una mujer que abusó de mí, fue brusca y poco considerada* ésa ha
sido la única experiencia desagradable que he tenido en mi vida sexual; a pesar de ella, el gusto por
las mujeres nunca se me quitó”.

Gerardo: “Recuerdo que de adolescente tuve mi primera cita con un chavo; no me pregunté si estaba
bien o no. En la prepa es la edad en la que todos empiezan a hacer citas y pensé: ‘Bueno, yo soy gay
y también quiero salir con alguien’. Pero tuve la mala suerte de que mi mamá nos cachó dándonos un
beso; se puso como loca, me regañó y empezó a presentarme a distintas chicas. Para mitigar el asunto
salí con todas y eso quedó en la historia, al menos para ella; el tema no se volvió a tocar. Me llevó
tiempo decirle que efectivamente soy gay; para ella fue terrible, porque recordó de inmediato aquel
episodio y me mandó con el psiquiatra. Insistía en que ese muchacho me traumó y que por eso soy
así”.

Maripaz: “Después de mi divorcio no quise saber nada de los hombres; me volví feminista, me
enamoré de una mujer y estoy mucho más contenta. Por años creí que me había ‘vuelto’ lesbiana por
culpa de mi mal matrimonio. Ahora, analizándolo más a fondo, cuando me casé nunca me cuestioné la
posibilidad de que me gustaran las mujeres; me presionaron tanto para que me casara que fue lo que
hice, pero al divorciarme tuve la oportunidad de darme cuenta de que el matrimonio y estar con
hombres no es la única forma de vida que hay, así que decidí que por primera vez iba a hacer lo que
realmente me va bien a mí y no lo que le va bien a los demás”.
Nadie puede cambiar nuestra preferencia sexual. Lo destacable es entender que la orientación sexual
es un sentimiento de atracción y amor por personas, sin importar de qué sexo sean. No es extraño que
alguien pueda actuar heterosexual mente, aunque su sentir sea distinto o, en otros casos, que con el
tiempo descubra que tiene sentimientos homosexuales y, por tanto, se siente mejor con una pareja de
su mismo sexo que con una del otro.

¿Existe una base genética u hormonal de la homosexualidad?

Muchos padres se preguntan si existe alguna base genética o biológica de la homosexualidad. La


respuesta es incierta; aún no se ha encontrado nada que la determine. Incluso se ha estudiado, sin
éxito, a gemelos que provienen del mismo huevo y uno es homosexual y el otro no.

En los 70 se llevó a cabo un experimento interesante: se pretendían eliminar los deseos


homosexuales mediante la extirpación de una región cerebral que se suponía promovía el instinto
gay. Sin embargo, el famoso experimento no sirvió más que para disminuir el impulso sexual, el cual
siguió siendo homosexual.

Existen graves problemas en el área de la investigación sobre temáticas sexuales, especialmente en


la homosexual. Por desgracia, muchos científicos aún no han logrado separar sus prejuicios,
creencias y valores personales de la actitud con que deben desarrollar su trabajo en la investigación
científica y objetiva, que está basada en hechos comprobables. Existen tantos tipos de personas gay
como de gente heterosexual, de manera que no ha sido posible estandarizar y los pocos estudios
serios tuvieron muestras tan reducidas que la población que utilizaron no es representativa. Hay
muchas influencias ajenas a la investigación; por ejemplo, cuando la muestra se extrajo de cadáveres
con vih sida. En unos estudios se encontró una baja de testosterona en algunos hombres; en otros, que
el hipotálamo es más chico en algunos sujetos y en otros no. En otro más, que existe un gen causante
de la homosexualidad (el xq28); pero aún hay muchas dudas de la veracidad de todas estas hipótesis.

Gran parte de las investigaciones no toman en cuenta a las lesbianas; por consiguiente, no sabemos si
una mujer gay de aspecto muy femenino tiene más o igual testosterona que un varón sólo porque le
atraen las mujeres, o si su hipotálamo es más grande. Tampoco se observa qué pasa con los hombres
y las mujeres heterosexuales (o incluso con los bisexuales) para poder comparar. Estas fallas
metodológicas relativizan mucho la investigación. Si bien algunos estudios parecen atinados, al
analizar a hombres heterosexuales se encuentra que algunos tienen una producción baja de hormonas
masculinas (testosterona) y no son homosexuales, y que hay gays que no tienen ninguna baja
hormonal. Y esto invalida y anula los resultados

Algunas investigaciones sesgan sus muestras con el fin de corroborar su hipótesis; por ejemplo, si
quisiera encontrar que la mayoría de los hombres homosexuales se visten de mujer y voy a investigar
un cabaret trasvesti, posiblemente compruebe mi planteamiento. En otros casos, algunos teóricos
llegan a conclusiones sin haber estudiado suficientes casos de gente homosexual, o no comparan sus
datos con casos de personas heterosexuales. Por ejemplo, si conozco a homosexuales a quienes,
cuando eran pequeños, sus madres les gritaban mucho, puedo deducir que por eso se “hicieron así’;
sin embargo, existen millones de personas gay que se llevan de manera estupenda con sus madres,
por un lado; por otro, hay también millones de personas heterosexuales que también fueron muy
agredidas por sus madres cuando eran pequeñas.

Las investigaciones arrojan resultados múltiples, algunos contradictorios, y muchas aún no han
terminado. Ha habido varios debates acerca de la pertinencia de encontrar las causas de la
homosexualidad, ya que ello implica seguir dando por hecho que la heterosexualidad es la única
forma de vida sana.

La capacidad de reaccionar ante los diversos estímulos del ambiente no se hereda. Decía una frase
en la revista Newsweek: “Es inocente pensar que un gen pueda determinar una vivencia tan compleja
como la orientación sexual de una persona”.2 No obstante, ésta es una de las teorías más aceptadas.

Después de todo, medite en lo siguiente: ¿para qué le serviría conocer la causa?, ¿En qué cambiaría
las cosas?

Existen padres y madres de gente gay, así como muchos homosexuales que buscan esperanzados una
causa, pues de alguna manera viven sintiéndose culpables. Recuerde que una orientación sexual no es
culpa de nadie. Si su hijo(a) prefiere comer pescado que carne o aborrece las papas a la francesa,
¿se siente culpable por eso?

A los seres humanos nos gusta controlar y estandarizar la mayor cantidad de cosas posibles.
Realmente la existencia de una causa no cambiaría mucho la situación, pero acercarse a su hija(o) y
aprender de ella o él quizá sí; el apoyo y el amor tal vez sean más importantes en este momento que
puntualizar una causa. Reflexione: ¿acaso se les pide a las personas heterosexuales que justifiquen su
orientación sexual? ¿Cómo se sentiría usted si se lo hicieran?

¿Se puede curar?

Si ha pensado consultar a un terapeuta con la esperanza de cambiar la orientación sexual de su


hijo(a), es inútil; así como no hay nada hasta hoy que determine la homosexualidad de una persona,
tampoco hay nada que la quite. Se ha comprobado científicamente que la homosexualidad no es una
enfermedad; por lo tanto, no puede ser curada.

La homosexualidad no está relacionada con ningún trastorno psicológico. En algunas personas


homosexuales se han detectado problemas psicológicos pero éstos, al igual en con las personas
heterosexuales, no están relacionados con su preferencia sexual. Desde hace tiempo la mayoría de las
asociaciones psiquiátricas, psicológicas y sexológicas más prestigiadas a nivel mundial dejaron de
considerarla como si fuera una enfermedad mental.

El siguiente es un párrafo de una carta que dirigió Sigmund Freud a una madre estadounidense el 9 de
abril de 1935 (recopilada por PFLAG).
Querida señora...,

Por medio de su carta deduzco que su hijo es homosexual. Estoy muy impresionado por
el hecho de que usted no menciona el término “homosexual” en la información sobre él.
¿Me permite preguntarle la razón por la cual lo rehúye? Es cierto que la homosexualidad
no es una ventaja; pero tampoco es algo por lo cual tenga que avergonzarse; ni es un
vicio, ni es una degradación, ni puede ser clasificada como una enfermedad. Nosotros la
consideramos como una variedad de la función sexual producida por cierta detención del
desarrollo sexual. Varios individuos altamente respetados en la antigüedad y en tiempos
modernos fueron homosexuales, entre ellos; Platón, Miguel Ángel, Leonardo Da Vinci.
Es una gran injusticia perseguir la homosexualidad como si fuera un crimen, y es una
crueldad además. Si usted no me cree, le sugiero que lea los libros de Havelock Ellis.

Así opinaba Freud, considerado el padre del psicoanálisis, y aunque en ese entonces todavía le
faltaban elementos con respecto a la homosexualidad, tuvo más visión que muchos estudiosos de la
actualidad.

Como dijo un psiquiatra renombrado cuando compartía con un colega sus impresiones de trabajo:
“Qué curioso, todos mis pacientes homosexuales tienen problemas”, a lo que respondió el otro: “Sí,
es muy curioso, todos mis pacientes heterosexuales también”. Antes, muchas de las teorías
psiquiátricas y psicoanalíticas se elaboraban detrás de los escritorios, de tal manera que la
concepción de las cosas de estas profesiones provenía generalmente de las vivencias y situaciones
de los pacientes en tratamiento, y no se molestaban en salir a la calle y compararlas con las del resto
de la población. Sus muestras, por tanto, no eran representativas.

En 1973, la Asociación Psiquiátrica Americana determinó que la homosexualidad no es una


anormalidad, simplemente se trata de una forma natural de ser; por consiguiente, tomó una postura
oficial en cuanto a que no sería ético intentar cambiar la orientación sexual de una persona.

Muchos afirman que la homosexualidad es antinatural, lo cual es por completo falso, ya que, si existe
en la naturaleza, es natural. Es tan natural para una persona ser heterosexual como para otra ser
homosexual. Pedirle a alguien homosexual que sea heterosexual es plantearle que se comporte de
manera antinatural para él o ella.

Hay una anécdota de una familia compuesta por casi puros varones; la madre había muerto tras dar a
luz a su última hija, así que se quedó el padre con tres hijos y una hija, la más pequeña. Un día, al
entrar al baño, el padre descubrió a su hijita de cinco años orinando de pie y, consecuentemente, con
la ropa mojada. Quedó intrigado ante la escena y le preguntó: “¿Por qué haces pipí de pie, si ves que
te estás mojando?” La niña contestó: “Es que en la casa todos haces pipí parados y quiero ser como
ustedes; he tratado de ir al baño como todos y no puedo”. El padre quedó muy sorprendido,
especialmente al enterarse de que la niña llevaba un buen tiempo actuando de esa manera, por lo que
decidió que tenía que explicarle, y le dijo: “Hija, cada persona es diferente, y aunque es verdad que
la mayoría de los que estamos en esta casa hacemos pipí de pie, eso no es lo más cómodo para ti;
tienes que buscar otra forma con la que te sientas a gusto y no te mojes, que se adapte a lo que
necesitas según tu naturaleza. Todos hacemos pipí, pero cada quien tiene su estilo personal, según si
es niño o niña”.

Padre: “Me llevó tiempo aceptar que entre lo que la sociedad promueve y lo que la naturaleza
dispone hay muchas veces una gran diferencia”.

Antes se pensaba que los zurdos estaban “mal”, que eran antinaturales sólo por ser minoría, y lo peor
del caso es que eran maltratados y denigrados. Era inconcebible que existieran personas que no
fueran diestras y se creaban todo tipo de mitos alrededor de ellas; se llegó a creer que tenían algo
que ver con el diablo.

Hoy se sabe que escribir con la mano derecha no es la única opción válida y que los zurdos y
ambidiestros pueden escribir igual de bien o de mal que los diestros. Aunque la mayoría de las
personas son diestras, existe un alto porcentaje de zurdos; pedirles que escriban con la otra mano es
ir en contra de su naturaleza; finalmente cada quien escribe a su manera.

En el aspecto sexual se da por hecho que toda la gente era heterosexual, así que un homosexual era
considerado un heterosexual que insistía en salirse de la norma, de lo establecido y,
consecuentemente, era anormal.

Los términos “natural” y “normal” se han utilizado como un arma de discriminación, para puntualizar
lo que supuestamente está bien y lo que está mal, algo subjetivo por completo: ¿bien o mal para
quién?

En conclusión, nadie sabe hasta ahora cuáles son las causas de la orientación sexual de un niño o una
niña.

De acuerdo con ciertas teorías, la preferencia sexual puede estar establecida desde una edad
temprana; otras plantean que todos tenemos una parte homosexual y una heterosexual, y se requiere de
la participación de un conjunto de factores para que se desarrolle una otra, o ambas.

Lo que se sabe con certeza es que la mayoría de las personas no eligen su orientación sexual; por
tanto, no es algo que se pueda cambiar o no; a lo más que se aspiraría, dado el caso, es que si su
hija(o) tiene relaciones con una persona del otro sexo, no le resulten tan desagradables, pero, ¿qué
caso tendría eso?

Por lo general la sociedad intenta alinear a sus miembros de acuerdo con los modelos de vida
propuestos por ella, evitando aceptar otras posibles formas de vida igualmente válidas.

Tal vez las personas que piensan así nunca se han preguntado: ¿cómo se sentirían si alguien tratara de
forzarlas a ser homosexuales si no lo son?

Padre: “Después de muchas lágrimas me di cuenta de que forzar a mi hijo a tener relaciones sexuales
con alguien que no desea era violar sus derechos, y eso no puede estar bien”.

Madre: “Creo que mi esposo y yo perdimos de vista qué es lo realmente importante; abusamos mucho
de él sólo para que sea lo que no es”.

Padre: “A mí me cayó el veinte cuando leí una frase que decía: ‘En la vida hay que hacer lo que está
bien, no lo que hace la mayoría”’.

José: “Puedo cambiar mi comportamiento sexual y casarme con una mujer; de hecho, mucha gente
vive casada heterosexualmente por años, pero eso nunca me va a quitar mis sentimientos
homosexuales; la diferencia estaría entre amargarme a mí mismo y amargarle la vida a otra persona,
o vivir libremente como soy”.

Juan Diego: “Pasé años de mi vida intentando ser heterosexual; me lamentaba todos los días de que
no me gustara mi mujer; sentía culpa de que para llegar a tener una erección tuviera que fantasear con
un hombre. Un día llegué a la conclusión de que en vez de perder mi tiempo lamentándome y
esforzándome por ser lo que no soy, voy a aprovecharlo para disfrutar lo que sí soy y lo que siempre
he sido; me divorcié y mi vida fue otra”.

Madre: “Quedé muy impresionada cuando una amiga de mi hija me contó que ella había hecho varios
esfuerzos por cambiar y, al ver que no daban resultado, estaba tan desesperada y deprimida que trató
de suicidarse”.

René: “Siempre me he llevado muy bien con mis padres; mi familia es muy importante para mí. Ellos
tienen muchas expectativas sobre mí. No me gustaría defraudarlos, por eso llevo mucho tiempo
intentando hacer el amor con mujeres o por lo menos sentir algo con una y no puedo; no sé qué
hacer”.

En algunos casos consultar a un experto puede ser de gran ayuda; por ejemplo:

a. Si la intención es manejar sus sentimientos de manera positiva y abrir canales de


comunicación entre usted y su hijo(a).

b. Puede ser que se dé cuenta de que su hijo(a) no es feliz y necesita ayuda para aceptarse a sí
mismo(a). Vivimos en una sociedad tan llena de prejuicios y mitos sobre cualquier orientación sexual
que no sea heterosexual, que algunas veces esto influye en que una persona no se sienta cómoda y le
cueste trabajo aceptar su preferencia sexual.

c. Tal vez su hijo(a) desee ir a terapia a trabajar otras cosas que no sean su homosexualidad.

En todo caso, es importante que la ayuda proceda de un psicoterapeuta o sexólogo que no tenga los
prejuicios mencionados y que conozca suficientemente el tema. Algunos terapeutas piensan que ser
homosexual no está mal, pero cada vez que su paciente habla de algún evento heterosexual, muestran
mayor interés y emoción, con lo que transmiten la idea que ser homosexual no está bien.

Muchas personas homosexuales van a terapia a trabajar otras cosas que no tienen relación con su
orientación sexual; incluso, en ocasiones, buscan la forma de ayudar a la gente que entra en conflicto
con su homosexualidad.

Pasemos ahora a eliminar algunos de los mitos más difundidos sobre este tema.

La homosexualidad no está asociada con querer cambiar de sexo

A quienes desean que se les practique la operación del cambio de sexo se les llama transexuales.

La transexualidad está ligada a la identidad entre el sexo (la parte biológica) y el género (ser hombre
o mujer), que en este caso no concuerdan; la persona se siente de un género y su sexo es contrario.
Por esa razón algunos buscan operarse y cambiar su apariencia física.

En la homosexualidad, la persona está identificada con su sexo (esto no tiene nada que ver con que
sea masculina o afeminado); tiene en todo momento conciencia de que es un hombre o una mujer y no
le interesa cambiar eso. Ser gay tiene que ver meramente con la atracción erótica y afectiva hacia
personas del mismo sexo, o sea, con la elección de pareja.

Esteban: “Cuando le dije a mi mamá que soy homosexual, creyó que me gustan los hombres porque
me siento mujer; no podía concebir la posibilidad de que siendo hombre me guste otro”.

Alejandra: “El hecho de que sea robusta no significa que quiera ser un hombre; me siento mujer y me
gustan las mujeres, tanto como a un hombre, pero hasta ahí”.

Un hombre ama a otro hombre como hombre y una mujer ama a otra mujer como mujer. Eso es la
homosexualidad, independientemente de qué tipo de hombre o mujer sea.
La homosexualidad no está necesariamente ligada con el uso de ropa y accesorios del otro sexo

A esta práctica se le conoce como trasvestimo y se relaciona con todas aquellas personas que, sin
importar si son homosexuales o no» disfrutan jugando a parecer del otro sexo y para ello se disfrazan
o usan algunas prendas de vestir de ese otro sexo.

Sólo quince por ciento de las personas homosexuales son trasvestistas. Muchas veces dentro de la
misma comunidad homosexual se rechaza el trasvestismo, pues hay opiniones de que luego la gente
piensa que todos los gays son así.

Del trasvestismo femenino se habla poco y de alguna manera es más aceptado, pues si una mujer se
viste de traje puede pensarse que se trata de una moda o que tiene una cita de negocios. Tal vez en
otras épocas, por ejemplo cuando la mujer solamente usaba vestido largo, era más obvio si alguna
deseaba trasvestirse.

Manuel: “Cuando le dije a mi padre que soy homosexual pensó que me iba a dejar crecer el pelo,
pintarme las uñas, ponerme aretes y cambiarme el nombre a Manuela”.

Gerardo: “Llevo quince años casado con mi esposa y me gusta vestirme de mujer; es como un juego
erótico para mí. No me gustan los hombres, ni quiero ser mujer; simplemente es como un juego de
disfraces que me produce una emoción muy especial. Creo que la mayoría de las personas podemos
disfrutar aunque sea un poco de esto; a mí me ha tocado ver en fiestas de disfraces a muchos hombres
y mujeres cambiando de papel y divertirse mucho”.

Esther: “A mí me gusta ponerme ropa interior de hombre, aunque mi forma de vestir es muy femenina;
me da una sensación de poder que me erotiza”.

Vestirse de una forma o de otra depende del contexto social en el que estemos; por ejemplo, en
Escocia un hombre que viste de falda no está trasvestido, pues eso se acostumbra allá. Hoy, muchas y
muchos jóvenes, sea cual sea su orientación sexual, se visten con ropa unisex; ambos pueden tener el
cabello largo o corto, usar aretes en distintas partes del cuerpo, ponerse pantalones de mezclilla,
zapatos industriales, etc. Es una moda tan parecida la de los hombres y la de las mujeres, que a veces
es difícil distinguir quién es quién.

Mayra: “A mí me gusta usar ropa muy masculina porque es mucho más cómoda”.

Sergio: “Es una pena que los hombres en México no usen falda, pues habernos muchos que tenemos
unas piernas sensacionales y no somos homosexuales”.

La homosexualidad no tiene qué ver con llevar una vida promiscua

Muchas personas piensan que ser gay implica llevar una vida disipada, con pocos valores y muchas
fiestas. Por supuesto que esto llega a suceder, pero no ocurre más que con los heterosexuales, lo cual
comprueba que ser homosexual y ser promiscuo puede coincidir, más una cosa no es consecuencia de
la otra.

Padre: “Antes de encontrarme con que mi hijo es homosexual, tenía esa ridicula creencia de que las
personas gay tratan de ligarse a quien puedan, sea homosexual o no; ahora me avergüenzo pues,
aunque existan personas así, las hay tanto como entre los heterosexuales. De lo que sí me di cuenta es
que mi hijo Javier, que es homosexual, tiene relaciones más duraderas y monogámicas que mis otros
dos hijos, quienes piensan más en cosas sexuales que él”.

Don Clark: “Algunos piensan que somos personas terriblemente sexuales. Somos personas sexuales,
pero no terribles”.

La atracción sexual no está vinculada con la cantidad de parejas que una persona tenga.

Antonio: “Mi pareja y yo llevamos doce años de vivir juntos y ser fieles”.

Gabriel: “A mí no me interesa tener pareja estable; me gusta ligar y conocer gente nueva y soy
heterosexual”.

Fer: “Para mí nada como conocer gente nueva, ligar, ir a un antro, etc. Pareja en este momento no me
interesa, estoy disfrutando mi homosexualidad”.
MITOS Y MÁS MITOS
Algunas personas creen que...
La homosexualidad es algo malo

La homosexualidad, como cualquier otra orientación sexual, no es ni buena ni mala; simplemente es.
Existen heterosexuales, bisexuales y homosexuales que hacen cosas indebidas, por lo que se debe
hablar de la calidad humana de las personas, no de su orientación sexual.

El mundo sólo se divide en heterosexuales y homosexuales

No toman en cuenta que entre estas dos entidades existe gran diversidad, a la que algunos llaman
bisexualidad, entendida ésta como una gama de matices de heterosexualidad y homosexualidad. Se
dice que la mayoría de los seres humanos poseemos gran flexibilidad y movimiento en cuanto a
nuestros gustos; no somos rígidos y estáticos, por lo que, aunque predomine en nosotros la
heterosexualidad o la homosexualidad, tenemos la posibilidad de relacionarnos de ambas maneras.
Otros entienden la bisexualidad como el mismo nivel de atracción por un sexo que por el otro. Como
ejemplos hay varias combinaciones:

·Personas con una pareja fija heterosexual que mantienen relaciones satélite o bien
circunstanciales, de tipo homosexual, independientemente de que estas situaciones hayan sido
acordadas de manera previa o se den en forma oculta. Esta decisión implica una elección, no un
accidente.

·Personas con una pareja fija homosexual que mantienen relaciones heterosexuales, satélite o
bien circunstanciales, independientemente de si se estableció como acuerdo o no. También implica
una elección.

·Personas que alternan la interrelación con uno u otro sexo y que carecen de una pareja fija.

·La existencia simultánea de relaciones erótico-afectivas con ambos sexos.

·La existencia de una relación heterosexual o la búsqueda de la misma, en la que no se incluye


en ese momento a la otra preferencia, pero que tampoco la excluye; más bien queda la posibilidad de
explorarla en otro momento.

·La existencia de una relación homosexual o la búsqueda de la misma, sin excluir la


posibilidad en determinado momento de explorar la heterosexualidad.
En ocasiones sucede que el individuo no se había dado cuenta de esta opción, pues la sociedad
fomenta una educación basada en “lo negro y lo blanco”, la cual exige a sus integrantes que se
coloquen en el extremo de una línea o bien en el otro.

Tal vez en ese sentido la persona bisexual se encuentra con que sus amistades heterosexuales piensan
que es “demasiado homosexual”, mientras las homosexuales opinan que es “demasiado
heterosexual”, por lo cual esperan una determinación absoluta de cualquiera de las dos. Surgen
entonces todo tipo de interpretaciones posibles; por ejemplo, que tal vez sea una persona homosexual
no asumida, o que sólo desea una imagen social. Estos comentarios están ligados con la adopción de
la heterosexualidad e incluso la homosexualidad como la preferencia no cuestionable y poco se
asocian con la realidad.

Con el propósito de mostrar con claridad la cantidad de dimensiones que existen entre la
heterosexualidad pura y la homosexualidad pura, a continuación presento una versión adaptada de la
tabla Kinsey-Lizárraga, relacionada con la orientación y la preferencia sexuales.
TABLA Kinsey

1. Solo con personas del otro sexo

2. Ocasionalmente del mismo sexo

3. Preferentemente con personas del otro sexo

4. La misma atracción por ambos géneros

5. Preferentemente con personas del mismo sexo

6. Ocasionalmente con personas del otro sexo

7. Sólo con personas del mismo sexo


A los ojos de la sociedad no informada la bisexualidad genera una sensación de falta de control, de
estar ante alguien que no se define o que no sabe lo que quiere. La realidad es que gran parte de las
personas de orientación bisexual no reportan una necesidad de definirse como heterosexuales u
homosexuales, pues íntimamente existe la sensación de ser bisexuales y, cuando se da el caso, casi
siempre va de la mano con el cuestionamiento social.

Muchas personas han tenido experiencias con hombres y con mujeres a lo largo de su vida. Aunque
se estima que la orientación sexual está asentada en etapas tempranas de la vida, se ha visto que no
hay un patrón fijo de conducta, pues mientras unas van descubriendo a lo largo de su vida su
orientación sexual, hay otras que después de años de llevar una vida heterosexual satisfactoria de
pronto se dan cuenta de que les son más placenteras las relaciones homosexuales, y viceversa. (No
confundir el caso con una persona homosexual que se casa en una relación heterosexual por la
excesiva presión social o por algún tipo de miedo.)

La mayoría de la gente no conoce ni explora su potencial sexual. Otros viven su vida como en un
constante fluir, y pueden tener momentos heterosexuales y otros totalmente homosexuales; no viven su
sexualidad como algo estático. Muchos individuos bisexuales dicen que se enamoran de una persona,
no de un género o un sexo.

Alberto: “Soy homosexual o heterosexual dependiendo de la persona a la que ame en ese momento”.

Cuando una persona ha llevado una vida prácticamente heterosexual y de pronto se enamora de
alguien de su mismo sexo, decimos: “Se convirtió”; cuando alguien ha vivido como homosexual y de
pronto se enamora de alguien del otro sexo, decimos: “Se curó”. Pero pocas veces se le ocurre a
alguien pensar: “Lo descubrió”.

La bisexualidad es selectiva, no indiscriminada (de igual manera que la homo y la heterosexualidad).


Esto quiere decir que, aunque a una persona le gusten tanto los hombres como las mujeres, no le
gustan todos los hombres ni todas las mujeres.

Poco se conoce sobre la preferencia bisexual, ya que la heterosexualidad no se cuestiona y en los


últimos tiempos los investigadores se han preocupado primordialmente por la homosexualidad.

Los bisexuales necesitan tener como pareja a un hombre y a una mujer al mismo tiempo

Esto no siempre es así. Como observamos en los ejemplos citados, los bisexuales llegan a tener una
pareja hombre o mujer y ser fieles a ella. El sector de la población que más comete infidelidades es
el de los varones heterosexuales con otras mujeres, así que la bisexualidad no está relacionada con la
infidelidad, aunque puede suceder.
Cuando los padres son heterosexuales, los hijos también lo son

En páginas anteriores expusimos que la orientación sexual no se adquiere por modelo o herencia
genética; por lo tanto, puede haber hijos homosexuales en familias heterosexuales, al igual que
existen familias en las que hay más de un miembro homosexual o bisexual.

Juan: “A mi padre le fue difícil al principio, y dijo: ‘Esto no puede ser, tú vienes de una familia de
heterosexuales’”.

Alberto: “Mi padre me dijo: ‘¡Cómo es posible, no conozco a ningún homosexual en nuestra familia!’
Y al poco tiempo mi prima salió del clóset...”.

Las relaciones de pareja tienen como fin la reproducción

No recuerdan que hay muchísimas personas que son estériles; entonces, ¿ellas no deberían tener
pareja? Y olvidan también que hay parejas heterosexuales que no desean hijos.

Procrear es una opción, no una obligación, aunque en algunas sociedades así se promueva. ¿Qué
porcentaje de su relación de pareja tiene qué ver con cuestiones sexuales? Los casos estudiados rara
vez exceden el treinta por ciento. Y de ese porcentaje, ¿qué parte se vincula con la necesidad de
reproducción? La mayoría de las parejas tienen dos o tres hijos y aunque fueran muchos más, su
número no sería comparable al de los encuentros amorosos que alguien puede tener a lo largo de su
vida.

En conclusión, buscar y encontrar pareja implica muchas más cosas que procrear hijos.

Los padres suelen perder de vista las necesidades que hay detrás de la búsqueda de una pareja:
sentirnos amados, acompañados, entendidos, deseados, apoyados.

Miguel: “Dios nos dio la capacidad de reproducción, pero eso no quiere decir que las personas sólo
se junten para ejercerla”.

Rodrigo: “Dios hizo al hombre y a la mujer, pero eso no implica que a una mujer sólo le pueden
gustar los hombres y a los hombres sólo las mujeres; si realmente fuera así, entonces no existiría la
homosexualidad. Si se busca la reproducción, se requiere de un varón y de una mujer; pero no es así
para el amor ni para el sexo”.
Los homosexuales pueden abusar de los menores

De poder, cualquier persona puede, pero es interesante mencionar que las estadísticas registran que
la agresión física, el abuso sexual y el maltrato al menor los perpetran en un noventa por ciento
hombres heterosexuales, en su mayoría padres, padrastros, abuelos, tíos o amigos de los menores
agredidos, y se cometen principalmente en el hogar.

Abusar de otra persona está más relacionado con asuntos de ética personal y profesional que con la
orientación sexual. Un maestro heterosexual puede llegar a decir: “Qué bonita niña”, pero si es una
persona profesional y ética, no va a abusar de ella; de la misma manera, un profesor homosexual
puede decir: “Qué guapo niño” y si es profesional y ético, tampoco va a abusar de él. La gente tiene
las mismas oportunidades de hacerlo y de no hacerlo, por eso es más importante poner atención en el
tipo de persona que es y en sus valores, que en su orientación sexual.

Los homosexuales son gente con un amplio criterio y un gran conocimiento de la sexualidad

Puede ser cierto, de igual manera que existen personas heterosexuales de criterio amplio, y también
otras muy cerradas que viven la homosexualidad como una condición; sin embargo, no por eso se
ampliaron su criterio ni sus conocimientos sobre sexualidad.

Érika: “Bueno, a mí me gustan las mujeres, pero soy una persona con valores; yo no entiendo a los
promiscuos, infieles, pervertidos o esas cosas”.

Ramón: “No me enseñaron a hablar de sexo; ese tema me incomoda”.

Hernán: “Yo no sé qué pasa en el mundo: la gente ya no conoce el valor de tener una pareja y estar
toda la vida con ella; llevo veintidós años con Pablo y no tenemos planes de separarnos”.

Un gran número de personas homosexuales tienen los mismos mitos sobre sexualidad que algunos
heterosexuales, como: “Las personas no deberían masturbarse, mejor que busquen pareja”.
(Masturbarse no causa ningún daño a la persona, tenga pareja o no.) Otras sostienen mitos acerca de
las personas y parejas heterosexuales. Así como existe la homofobia (miedo y rechazo a los
homosexuales), existe la heterofobia (miedo y rechazo a los heterosexuales), la cual se manifiesta en
frases como: “Todos los hombres heterosexuales son malos amantes”. “No entiendo cómo puede
haber una pareja heterosexual, los hombres y las mujeres no se entienden, siempre se están quejando
uno del otro.” “Una mujer no es feliz con un hombre.” “Los heterosexuales son promiscuos.” “Tuviste
una relación con una mujer, ¡qué asco!” “¡Cómo que te acostaste con un hombre!, ¿te volviste loca?”
Las personas homosexuales, hombres y mujeres, tienden a tener problemas con drogas y alcohol
debido a las dificultades que representa ser gay

Es cierto que tener una orientación sexual distinta de la mayoría no es fácil, como tampoco lo es ser
gordito, negro, moreno, mexicano en Estados Unidos, usar anteojos, ser pobre o ser millonario, tener
el cabello rubio, ser genio, etc. No obstante, las dificultades de la vida no nos llevan necesariamente
a tener problemas de drogas y alcohol, sino la forma en que las enfrentamos. En todos los niveles
sociales, económicos, políticos, hay este tipo de problemas sin que se involucren personas
homosexuales en ellos. Se ha visto que muchos jóvenes gay (hombres y mujeres), al carecer de la
orientación y el apoyo adecuados que faciliten el proceso de ser homosexuales, tienen un alto riesgo
de caer en las garras del alcohol y la droga, en especial si sufren el rechazo de parte de sus padres.
Por eso son tan importantes la información y la educación adecuadas y oportunas.

Los índices de suicidio entre los y las jóvenes se elevan cada vez más y se calcula que, por cada
cinco suicidios, posiblemente tres sean cometidos por jóvenes homosexuales que, al verse
rechazados y discriminados por una condición que no pueden cambiar, optan por el camino de la
muerte. Es importante recordar que los homosexuales son la única minoría que no tiene familia,
comunidad y sociedad con quien refugiarse y en ocasiones estos núcleos son precisamente sus
primeros enemigos.

Un estilo de vida homosexual es inmoral

Es importante aclarar que no hay un estilo de vida gay. Hay muchos estilos de vida homosexual,
tantos como de vida heterosexual; existen personas muy respetables que son homosexuales y también,
criminales homosexuales. Las personas pueden cometer actos inmorales independientemente de su
orientación sexual. Aquí habría que preguntarse: ¿de dónde salió esa idea? y ¿qué significa un acto
moral?

Una mujer con apariencia masculina quisiera ser hombre y viceversa

Nunca faltan comentarios como los siguientes: “Si te gustan las mujeres masculinas, ya mejor sal con
un hombre”, o: “¿Para qué quieres un hombre amanerado?, mejor búscate a una mujer de verdad”.
Estas ideas son producto de los esquemas heterosexuales que componen el manual de cómo ser
hombre y cómo ser mujer. Sin embargo, en el ambiente homosexual no es raro encontrar una mujer a
la que le gustan otras mujeres con apariencia masculina y/o actitudes masculinas, lo cual no quiere
decir que desee ser “una varón”, que es más que una apariencia o una actitud. Ser hombre en sí
mismo encierra muchas otras cosas más allá de un simple rol o papel social, al igual que ser mujer.
Un hombre, por más amanerado que sea, no es una mujer: es un hombre afeminado.
Las lesbianas usan juguetes sexuales para sustituir a un hombre

Esto es falso. Si bien es cierto que algunas los utilizan, son una minoría, y de ninguna manera se trata
de sustituir a un hombre, el cual es mucho más que un pene. Simplemente, es una forma de obtener
placer sexual, como sucede con los hombres que se compran anillos para el pene, no con la intención
de sustituir a la mujer, sino como una forma de disfrute sexual.

Durante siglos se ha enseñado a las mujeres que no pueden disfrutar de su sexualidad sin la
participación de un hombre. La sexualidad femenina rara vez se menciona, como si prácticamente no
existiera, a menos que se vincule con la del hombre con frases como: “¡Él te va a hacer mujer!”
(¿qué, no era ya una mujer?), “¡Él te va a enseñar!”, “¡¿Él sabe?!”, “¡Él te tiene que satisfacer!”.
Estas situaciones preestablecidas redundan en una carga muy pesada para muchos varones y en una
gran ignorancia por parte de las mujeres con respecto a su propio cuerpo y a su propio placer. Estas
formas de pensar traen como consecuencia que en nuestro país se estime que el sesenta por ciento de
las mujeres sufren de insatisfacción sexual. La mujer en ocasiones no conoce ni su propio cuerpo y
espera que el hombre sepa qué es lo que le gusta a ella; el problema es que él no puede sentir un
orgasmo o disfrutar por ella, ya que cada persona es responsable de su propio placer, así como de
comer o ir al baño. Nadie puede hacer estas cosas por nosotros. Una mujer puede disfrutar a plenitud
su sexualidad, aun estando sola. Las lesbianas no viven incompletas por no tener a su lado a un
hombre; en realidad no necesitan de un falo, ni los hombres de una vagina para poder disfrutar
sexualmente.

En una relación homosexual entre hombres la penetración anal es lo más importante

Para algunos lo es, pero hay hombres gay que no la practican, y otros que la practican sólo de manera
muy ocasional.

La cultura tan genitalizada que tenemos tiende a ver más penes y vaginas que personas; a menudo se
entiende que hacer el amor es tener penetraciones, más que una forma de comunicación en la que
participa todo el cuerpo como una fuente de placer y disfrute.

Es curioso; me he dado cuenta de que cuando una pareja aún no ha practicado la penetración, por lo
general se da más la oportunidad de explorarse, de besarse, de olerse, de tocarse; se toman todo el
tiempo del mundo para disfrutar con calma. Cuando se inaugura el área genital, el repertorio sexual
se cierra, las personas “fajan”, se besan, se tocan para pasar “a lo que sigue”, y ya no se dan el
tiempo de antes; muchas veces pierden parte de su creatividad sexual. Eso también pasa con las
parejas homosexuales y lesbianas, con la diferencia de que ellas exploran más sus posibilidades y
juegos sexuales, son más flexibles en cuanto a roles y tienden a conocerse mejor.

La orientación sexual se refiere a preferir a hombres o a mujeres tanto para el amor como para
cuestiones eróticas, lo cual es independiente del tipo de prácticas o juegos sexuales que se realicen.
El sexo anal, el oral, los tocamientos, las posiciones sexuales, son prácticas sexuales que se pueden
llevar a cabo en una relación heterosexual, homosexual o bisexual; de hecho, se estima que del treinta
al cuarenta por ciento de las personas heterosexuales gustan de practicar el sexo anal como una forma
de obtener placer (el ano es una zona de mucha sensibilidad en la que tanto hombres como mujeres
pueden disfrutar), así como el sexo oral y la masturbación mutua. Nuestro cuerpo entero es una zona
de placer y en la medida en que lo exploremos, encontraremos tal vez gratas sorpresas.

En ocasiones el sexo anal ayuda a la anticoncepción o a mantener la virginidad. La penetración anal


es una de las formas para estimular la próstata en los varones, generando grandes oleadas de placer y
satisfacción sin importar su orientación sexual.

Se ha criticado al sexo anal por ser una práctica no reproductiva, sin pensar en que los besos,
abrazos y caricias tampoco lo son y nadie se escandaliza por eso.

Se le suele dar mucha importancia a los genitales, lo cual puede conducir a mecanizar la sexualidad y
limitarla. Recuerde que el órgano sexual más grande que tenemos es la piel y el más importante el
cerebro.

Marco: “No entiendo por qué se habla de que la penetración anal es de homosexuales; soy
heterosexual y a mí me encanta tanto penetrar a una mujer analmente como que ella me penetre a mí.
El ano es una fuente de placer, incluso la estimulación de la próstata es como el punto G masculino;
creo que si algunos hombres supieran qué se siente se darían cuenta de cuántas cosas se pierden por
andar metiéndose en tantos rollos”.

Arturo: “Soy homosexual y en mis cuarenta y cuatro años de vida nunca he practicado las relaciones
anales; simplemente no me llaman la atención, hay muchas otras cosas qué hacer en la cama que no
son ésa”.

Mariana: “Soy heterosexual y me encantan las relaciones anales; es una sensación distinta a la
penetración vaginal; para mí se complementan muy bien”.

Santiago: “A mí me gustan las relaciones anales y soy homosexual, pero no es ni lo único ni lo que
más me gusta”.

Padre: “Yo antes creía que los homosexuales solamente buscaban tener relaciones anales, lo cual me
parecía muy desagradable. Recuerdo que en alguna ocasión le grité a uno: “¡El ano es para cagar!”, a
lo que él me contestó: “¡Y la boca para comer!” Me hizo reflexionar, pues a mí me gusta el sexo oral.
Caí en cuenta de todos mis miedos y mitos y de que no sabía nada de sexualidad. Ahora que sé que
mi hijo es gay muchas cosas han cambiado para mí”.

Los hombres que acuden al proctólogo a hacerse un tacto rectal para revisar su próstata se
vuelven homosexuales
Esto es falso; ser homosexual no tiene nada que ver con apretar “teclas”. Esta observación es tan
absurda como creer que porque una mujer consulta a una ginecóloga se va a volver lesbiana.
Nuevamente: la orientación sexual es un sentimiento, no una acción.

Una persona que es gay se pierde de algo

Algunas personas se preguntan: ¿cómo es posible que un hombre no haya estado con una mujer o una
mujer con un hombre en toda su vida? Lo que sucede es que no se detienen a reflexionar que
seguramente ellas tampoco han tenido la experiencia de una relación homosexual en toda su vida, ni
la necesitan.

Cada vez hay más personas homosexuales o bisexuales

Hay gente que piensa que se trata de una moda que va con la época en que vivimos. Esto no es cierto.
Si consideramos que la orientación sexual de la gente no es una feliz ocurrencia, llegamos a la
conclusión de que en todos los momentos históricos de la humanidad ha existido un porcentaje de
personas homosexuales.

En los sentimientos no se manda; las personas no decidimos sentir enojo, tristeza, miedo, alegría,
amor, deseo, etc. ante los distintos estímulos de la vida. Tal vez la única elección que tenemos es la
posibilidad de expresarlos o no, entendiendo que no expresarlos no significa que no estén ahí. Lo que
sí ha cambiado en la actualidad es que se habla más del tema, lo cual ha hecho posible que la gente
gay lo diga, generando como consecuencia más información y menos mitos y prejuicios. Antes, decir
que se era homosexual podía implicar la muerte o, por lo menos, una sentencia; había mucho miedo
al respecto y los únicos homosexuales que se dejaban ver eran o los muy obvios o los
revolucionarios que luchaban por sus derechos. Todos los demás pasaban inadvertidos socialmente,
preferían permanecer en secreto, correr menos riesgos y llevar con total privacía su vida de pareja y
su vida sexual. Sin ir más lejos, Sara García, una actriz muy querida de nuestro cine mexicano, era
lesbiana, pero eso casi nadie lo supo.

Ser amanerado o ser una mujer muy masculina es de mal gusto e incluso desagradable

Esto depende de los gustos y apreciaciones de las cosas, tomando en cuenta que cada punto de vista
es igualmente válido y respetable. Pero no hay que olvidar que nuestros gustos, especialmente los
que se refieren a belleza, feminidad y masculinidad, tienden a estar muy permeados por el tipo de
cultura, época, momento histórico, situación geográfica, etc. Como ya mencionamos, existen culturas
en las que ser femenina no se asocia con ser delicada, frágil o usar vestido. En algunos casos, una
mujer con el estereotipo de belleza occidental puede ser repudiada, al igual que sucede con los
varones; por ejemplo, las mujeres chambuli, de Nueva Guinea, son independientes, dominantes y con
una personalidad de tipo machista, mientras que los varones son tranquilos, dependientes y sin papel
de autoridad. No vayamos más lejos y fijémonos en la moda: el concepto de lo masculino y lo
femenino va cambiando. En Europa, en el siglo XVIII se acostumbraba que los varones usaran
pelucas, maquillaje, encajes y tuvieran ademanes muy femeninos. Ser delicado, frágil y sensible se
consideraba de gran refinamiento. Un hombre con el estereotipo de un macho seguramente hubiera
sido calificado como burdo, comente y agresivo. En la Grecia antigua los varones afeminados eran
muy cotizados, así como en el Amazonas las mujeres tenían que salir de cacería para sobrevivir; las
más fuertes, atrevidas e intrépidas eran las mejor vistas en su grupo social.

Cuando una persona heterosexual odia a los homosexuales y lesbianas es porque tal vez
también lo es y como no se acepta, rechaza a los demás

Si bien esto puede llegar a suceder, no necesariamente es cierto. Muchas personas discriminan a
otras por ignorancia, introyecciones o miedos causados por una larga tradición de mito§ y prejuicios.
A los seres humanos nos cuesta trabajo lidiar con las diferencias, y nuestra primera reacción suele
ser de rechazo ante lo que es distinto a lo que estamos acostumbrados o está establecido.

Con el tiempo y conforme nos vamos familiarizando con las nuevas situaciones, aprendemos a
conocer y aceptar lo que antes rechazamos.
DUDAS
Algunas personas se preguntan...
¿Cómo son las parejas gay?

Las parejas son, al fin y al cabo, parejas. Si usted tiene la oportunidad de conocer a una pareja
homosexual, ya sea de hombres o de mujeres, descubrirá que no son diferentes de las heterosexuales:
festejan aniversarios, se dan regalos, se pelean, lloran, se reconcilian, conviven y comparten muchas
cosas y muchos momentos.

En el fondo los seres humanos no somos tan diferentes los unos de los otros. Les narro enseguida una
anécdota que me parece interesante: una vez escuché a una compañera decirle a otra que no podía
entender a una pareja homosexual, a lo que la otra contestó:

—¿Alguna vez has sentido atracción, amor, celos, ternura, pasión, por otra persona?

La amiga contestó:

—Sí.

—Entonces, ¿qué es lo que no puedes entender? Lo de menos es si se trata de un hombre o una mujer;
las personas somos mucho más que sexos. Imagina que el esposo de una amiga me cae mal y me
parece feo, incluso puedo preguntarme qué le ve; pero no por eso dejo de comprenderla cuando me
cuenta sus problemas y satisfacciones, pues yo también tengo pareja y vivimos más o menos lo
mismo.

Respecto a las parejas homosexuales y lesbianas, gran parte de la gente se hace las siguientes
preguntas:

¿Quién es el hombre y quién la mujer?

La respuesta es: no hay un hombre y una mujer, sino dos hombres o dos mujeres; por tanto, el
esquema cambia.

Es un mito que en una pareja gay siempre hay un hombre amanerado y uno viril, o una mujer con
apariencia masculina y otra femenina. Por supuesto que sí llega a suceder, pero no es ninguna regla.
Muchas veces las dos mujeres son igualmente femeninas o masculinas. Lo mismo ocurre en el caso
de los hombres: pueden estar juntos dos varones muy viriles, incluso muy machos, o bien ambos
pueden ser delicados y sensibles. Los roles no están tan marcados ni tan determinados como en
muchas parejas heterosexuales. Las tareas del hogar, la administración económica, los detalles de la
vida en común, se reparten por lo general en función de los gustos, habilidades y oportunidades de
cada quien; no existen labores propias ni del hombre ni de la mujer; hay hombres que cocinan de
maravilla y mujeres que saben mucho de mecánica y no son homosexuales. La tendencia actual entre
muchas parejas heterosexuales es que los roles no estén tan estereotipados como antes; la necesidad
de que ambos trabajen ha cambiado las cosas, y ya no tiene tanto peso ese tipo de convencionalismos
sociales.

¿Quién es el activo y quién el pasivo?

La respuesta depende de las personas y las parejas. Por lo general la conducta varía, aunque hay
quienes asumen un papel definido. En realidad, ser activo o pasivo se relaciona más con gustos
personales, como sucede en las parejas heterosexuales, en las que muchas veces la mujer es más
activa y tiene más iniciativa y otras, sucede lo contrario. Aun sus actitudes pueden variar según la
ocasión y las circunstancias. Es más, en cuanto a las parejas lésbicas, en algunos casos y en ciertos
momentos, la mujer que se ve más masculina asume un rol pasivo en la cama, y la que se ve más
femenina puede ser la que juegue el papel activo. Lo mismo se puede observar entre los hombres
homosexuales.

A muchos padres les cuesta trabajo familiarizarse con la idea de que ser homosexual implica tener
una vida activa en pareja; por esta razón, a veces, realizando su mejor intento de salir del paso,
hacen como si la pareja no existiera, como si no pasara nada y todos contentos. Sin embargo, esta
actitud no lleva a nada positivo; por el contrario, genera rencor, coraje, y abre un distanciamiento
con el hijo o la hija que esté en ese caso.

Aunque a usted le sea difícil, no pretenda que la pareja no existe; hable de sus sentimientos al
respecto y es posible que poco a poco descubra que no es tan difícil aceptarlo.

Madre: “La idea de que mi hijo David sea homosexual ya la asimilé, pero el que tenga pareja me
cuesta mucho trabajo todavía”.

Padre: “Yo no sé por qué, pero no puedo aceptar el hecho de saber que mi hijo Eduardo tiene
relaciones sexuales con Arturo, su pareja; me enoja hasta pensarlo”.

Adriana: “Mi madre se refiere a Estela como ‘esa cosa'; llevamos juntas casi diez años y yo la amo.
Te puedes imaginar cómo me siento cada vez que la escucho”.

Madre: “Yo no aceptaba a la pareja de mi hijo, hasta que reflexioné que no quiero perder un hijo y
decidí que prefiero ganar dos”.

Madre: “Me ha costado mucho trabajo convivir y asumir que mi hija tiene a una mujer como pareja,
pero nos ha ayudado hablar acerca de nuestros sentimientos; ella fue muy comprensiva conmigo y
fuimos conviviendo poco a poco; ahora ya disfruto salir con ambas y las considero mis dos hijas”.
Padre: “A mí me ayudó recordar que mis padres rechazaron por años a mi esposa y no fue nada
agradable; ni siquiera la querían conocer”.

Si el problema es que no le agrada la pareja, piense que esto mismo pudo haber sucedido si fuera
heterosexual. Créame, no se pierda la oportunidad de conocer a la persona que su hija(o) ama; puede
ser importante.

La sociedad no acostumbra a validar igual a una pareja homosexual que a una heterosexual. Como
dijo Don Clark en su libro Loving someone gay, en una reflexión acerca de cómo se hacen evidentes
en nuestro lenguaje estas diferencias: “Se da por hecho que en una pareja homosexual hay conflicto,
así como también se da por hecho que una heterosexual es indisoluble. Cuando la gente ve a una
pareja gay pregunta: ‘¿Cómo van?, ‘¿siguen juntos?’ y cuando ven a una heterosexual: ‘¿Cómo están?,
¿qué hay?”’

¿Por qué algunos(as) homosexuales se casan?

La respuesta a esta pregunta, así como a muchas otras, es individual. Cada persona tiene sus propias
razones, pero si lo vemos a grandes rasgos, vivimos en una sociedad que muchas veces presiona en
exceso a sus integrantes para que se casen y tengan una vida heterosexual, “como los demás”. Las
madres o padres no se preguntan qué orientación sexual tienen sus hijas(os) para poder proponerles
un plan de vida apropiado a ésta.

Son varias las razones por las cuales una persona homosexual se casa con alguien heterosexual:

Hugo: “A mí me importa mucho el ‘qué dirán’; pensé que casarme sería como un pase a la aceptación
para seguir perteneciendo a mi familia, comunidad, sociedad, sin ser ‘el diferente’”.

Juan Pablo: “Vengo de una familia muy religiosa y tradicional y mis papás tenían muchas
expectativas sobre mí; no encontré otra salida más que casarme y vivir resignado un tiempo, hasta
que la desdicha fue más fuerte”.

Miriam: “Vengo de una familia con mucho dinero. Cuando les dije a mis padres que soy lesbiana era
yo una adolescente, y en mi casa se armó un escándalo. Mis papás me amenazaron con abandonarme
y desheredarme y la verdad, la idea de perderlos y vivir con privaciones me aterró. Así que decidí
complacerlos, me casé y después de poco tiempo me divorcié; tuve el pretexto de que al menos lo
intenté”.

Juan Diego: “Me casé para olvidarme de que soy gay, tenía la esperanza de que esto me iba a ayudar,
pero no fue así; cada vez que hacíamos el amor yo apenas tenía una erección; otras veces ni eso;
fuimos a terapia y tuve que confesarme”.

Mari Carmen: “Me casé porque pensé que así me quitaría de problemas con todos; la verdad, es
difícil ser lesbiana y más en una comunidad como la mía, en la que todos saben de tu vida”.

Mauricio: “Me casé porque en aquel entonces no había muchas opciones, el mundo gay todavía no
daba de sí y menos siendo judío. Fue un calvario, nunca fui feliz con mi mujer y me imagino que ella
tampoco conmigo”.

Andrés: “Siempre creí que la homosexualidad era un pecado; me sentía culpable porque no se me
quitaba por más esfuerzos que hacía, así que fui con un sacerdote, buscando una salida. Él, además
de confirmar mis miedos e ideas, me dio la esperanza que en ese momento estaba necesitando: me
recomendó que leyera la Biblia con verdadera fe y me casara. Eso fue lo que hice; viví muy
atormentado durante años, avergonzado, pero lo homosexual no se me quitó; por más que recé e
intenté que me gustara una mujer, no funcionó”.

Víctor: “Pensé que llevar una doble vida era la solución, pero jamás creí que sería tan difícil; me
sentí muy mal tanto con mi esposa como con mi novio; correr de un lado al otro, mentir, no lo
volvería a hacer; esto no funciona para mí”.

Federico: “Yo me mentí a mí mismo los diecisiete años en los que estuve casado; fui una persona que
sólo se permitía ser gay en fantasías y las viví con mucha culpa; no le había dicho a nadie que soy
gay. Ahora pienso en el (tiempo que perdí tratando de pertenecer a lo que no pertenezco”.

Virginia: “Yo no sabía que soy lesbiana. Fui muy feliz con mi marido, pero tiempo después me
enamoré perdidamente de una mujer que hasta la fecha es mi pareja”.

Mónica: “Me casé porque la gente se casa; tenía diecinueve años y cada (vez que mi exmarido me
tocaba me daba asco. Mi madre me dijo que se me iba a quitar, que me iba a enamorar, pero no fue
así, los sentimientos se hicieron más grandes. Al poco tiempo nos divorciamos y ahora soy feliz con
mi pareja tanto emocional como físicamente”.

Luisa: “Me casé y, aunque amo a mi esposo, me di cuenta de que soy bisexual porque también me
gustan las mujeres”.

Alberto: “Me casé con fines prácticos. En mi trabajo se exige que la gente ¡esté casada
heterosexualmente para poderte promover, y por otro lado quería un hijo. Fui sincero desde el
principio y ella lo aceptó; hasta la fecha somos buenos amigos”.

Es importante aclarar que la presión respecto al matrimonio también lastima a muchas personas
heterosexuales que no se quieren casar o no encuentran con quién hacerlo y la consecuencia es que
eligen poco asertivamente a sus parejas.
Hay personas homosexuales que pasan toda la vida sufriendo, pero punca ejercen su orientación
sexual.

¿Por qué si saben que son homosexuales algunos no lo dicen abiertamente?

Hay quienes son abiertos acerca de su orientación sexual, y hay quienes no. La mayoría de la gente
sale del clóset con determinadas personas y en determinados lugares; en otros no. No importa cuán
abierto sea alguien, el cuento de decir “soy gay” nunca termina; siempre aparece alguien a quién
decirle: un nuevo compañero de trabajo, amigo, vecino, lugar. En cada cosa nueva que una persona
homosexual emprende aparece una vez más el reto: ¿a quién se lo diré?, ¿será realmente muy
importante si lo digo o no?, ¿qué va a pasar?

Es importante entender que el individuo gay, sea hombre o mujer, se juega muchas cosas cuando dice
que es homosexual o lesbiana. Muchas veces esta declaración puede implicar la pérdida de un
empleo, de una familia, de una amistad cercana. Tal vez cuando la sociedad empiece a entender y
respetar la diversidad de preferencias sexuales, esto pueda cambiar.

Cuando alguien dice que es lesbiana u homosexual, automáticamente pasa de ser “el ingeniero”, “el
doctor”, “el maestro”, “el cantante”, a “el puto” o “la lesbiana”. Parece ser que una vez que la gente
se entera de que alguien es homosexual, todo lo demás queda en el fondo y lo único que brilla es ese
hecho, como si se tratara de algo malo.

No es una obligación decir la orientación sexual que se tiene, es un derecho. Es curioso que a las
personas heterosexuales rara vez se les exige que anuncien su situación íntima.

Los seres humanos tendemos a marcar diferencias; cuando algo se sale de lo acostumbrado nos llama
la atención. Entre todos los señalamientos, la preferencia sexual es la más estigmatizada. Pareciera
que la gente prefiere ignorar que hay personas gay en todas las culturas, razas, creencias religiosas,
lugares geográficos, clases sociales, económicas y políticas.

Éstas son algunas de las razones por las cuales un individuo puede optar por no decir que es
homosexual, lesbiana o bisexual e incluso pronunciarse heterosexual si así lo requiere una situación
determinada, por ejemplo, la posibilidad de tener problemas en el trabajo.

Ello no quiere decir que la persona tenga problemas para aceptarse a sí misma, simplemente puede
ser una forma de manejarse en el ámbito social.

Si aún le cuesta trabajo entender, le propongo un ejercicio. Piense en algo que nunca le haya contado
a nadie y elija a una persona de su confianza para decírselo.

¿Se atrevió o no? Si no pudo hacer el ejercicio, ¿qué lo detuvo? Y si logró hacerlo, ponga atención
en qué cosas le facilitaron el decirlo.
Por último, no importa qué postura haya decidido tomar, reflexione sobre los sentimientos que
surgieron a lo largo del ejercicio.

¿Por qué hay gente que cuando sale del clóset se amanera o se vuelve más tosca?

Como ya vimos, tener una personalidad femenina o masculina —como se entienden en la actualidad
— se relaciona sobre todo con el carácter, los gustos personales, el ambiente, pero no depende ni de
la preferencia sexual ni del género, de tal manera que un hombre o una mujer pueden tener
características muy diversas.

La gente gay ya no cumple con lo que la sociedad plantea, así que un hombre o una mujer,
independientemente de cuán amanerado o tosca sea, se da más oportunidades de explorar qué tipo de
hombre y qué tipo de mujer desea ser. Ya no va con el esquema social per se, y eso le ayuda a no
tener el mismo miedo de muchos heterosexuales a expresar su parte femenina o masculina.

Ahora bien, exagerar sus ademanes masculinos o femeninos cuando salen del clóset depende de cada
quien. No es posible generalizar, pero entre las razones más comunes de esta reacción se encuentran:

La sociedad reprime tanto la homosexualidad que en ocasiones exagerarla es una forma de


revelarse, de hacerse notar, de decir: “Sí, soy y existo, tengo derecho”. Es como gritarle al
mundo que la gente homosexual está ahí, aunque algunos sigan pretendiendo que no existe.

Como anécdota: conocí a un hombre muy amanerado, que disfrutaba enormemente de exagerar sus
movimientos y tono de voz. Lo interesante fue que conforme se iba sintiendo aceptado y valorado,
la exageración fue bajando de tono (cuando menos mientras platicaba conmigo). Me pareció que
ya no necesitaba llamar tanto la atención.

Algunos aspectos del ambiente homosexual: la “jotería” (amaneramiento) o todas las formas
de masculinidad constituyen una forma de diversión y código entre la gente gay; para muchos
representan, incluso, una manera de sentirse integrantes de un grupo.
Algunos homosexuales creen que si no se amaneran no son suficientemente gays. Recordemos
lo que sucede con los amigos: si no te emborrachas en una fiesta no te diviertes o no
perteneces al grupo. La intención de este ejemplo no es compararlo con las bebidas
alcohólicas que nada tienen qué ver con la homosexualidad en sí misma, sino ilustrar la
fuerte influencia de los mitos y las presiones sociales.

Recuerde: no todos los homosexuales y lesbianas cumplen con el estereotipo, así como no todos
los jóvenes necesitan estar borrachos para decir que se divirtieron en una fiesta.

Puede ser que la persona siempre haya sido así, sólo que como ahora usted ya sabe que es
homosexual o lesbiana entonces le presta más atención.
Ernesto: “Una vez que salí del clóset decidí que iba a ser muy gay”.

Patricia: “No es fácil reconocer quién es homosexual o no; yo me pongo especialmente lesbiana
cuando quiero que la gente se dé cuenta de que lo soy y las que también lo sean me puedan ligar o por
lo menos acercarse a mí.

Roberto: “A mí la jotería me encanta; la disfruto mucho, me siento libre; no tengo que andar cuidando
apariencias de si me veo como maricón o no”.

Roberta: “Yo no sé por qué soy así, sólo sé que tengo derecho de ser como me dé la gana”.

Joel: “Me encanta la jotería; estuve reprimido tanto tiempo que cuando salí del clóset decidí sacar
todo eso; que el mundo se entere de que soy gay y qué”.

Raquel: “Antes de darme cuenta de que era lesbiana tuve un largo periodo heterosexual, durante el
cual nunca tuve amigos personales del sexo masculino; los hombres con los que salía, o con quienes
terminaba andando, o eran amigos o novios de alguna amiga mía; entonces me empecé a percatar de
que desde que salí del clóset he tenido más amigos varones que mujeres. Mi autorreflexión me llevó
a deducir que estando en un ambiente heterosexual tengo que estarme cuidando de no parecer
masculina, que no se me note lo gay, reprimiéndome el ser como soy. Ahora me puedo explayar
cuanto lo desee, me siento en confianza de estar con un hombre y no tener que pretender ser un tipo
social de mujer que no soy”.

Fernanda: “Yo era bastante tosca y brusca, pero a partir de que me di cuenta de que soy lesbiana y
salí del clóset, me volví sumamente femenina. Pienso que así ahuyentaba a los hombres, pero ahora
que quiero atraer a una mujer no necesito ser masculina”.

¿Por qué tienen que mostrarse en público?

A las personas homosexuales y bisexuales (mujeres y hombres) se les acusa con frecuencia de
mostrar su sexualidad públicamente, ya sea cuando muestran afecto por su pareja o cuando visten con
ropa, símbolos y accesorios que evidencian su orientación sexual. Si usted es de quienes se sienten
incómodos con que su hija(o) muestre afecto en público a su pareja, es posible que esto se deba a
que no estamos acostumbrados a ver escenas de amor homosexual. Recuerde que las parejas
heterosexuales, bisexuales y homosexuales demuestran su afecto porque sienten amor y apreciación
por su pareja. Deténgase unos momentos y reflexione: ¿juzga usted de igual manera a una pareja
heterosexual que demuestra su afecto públicamente?

Por lo general una pareja heterosexual que exhibe su amor parece romántica y tierna, en tanto que una
homosexual es considerada repugnante y de mal gusto.

En un mundo donde todavía se da por hecho que todas las personas son heterosexuales, salir del
clóset es la única manera que tienen las personas homosexuales, lesbianas y bisexuales de hacerse
notar, de decir que existen.

El ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas una vez dijo, refiriéndose al terrible problema de las marchas en
nuestro país: “Las marchas lo que piden es ser escuchadas, escuchémoslas. Mientras el gobierno siga
pretendiendo que no pasa nada, el caos vial va a ser cada vez mayor”.

A finales de los sesenta las personas homosexuales eran prácticamente invisibles; la mayoría no
hablaban de su orientación sexual; sólo eran notorios los estereotipos del hombre afeminado y la
mujer machorra y eso era lo que se conocía.

Poco a poco las cosas han ido cambiando; cada vez más homosexuales, hombres y mujeres, se
atreven a hablar, a escribir, a enseñar al mundo que una persona puede verse como las demás, estar
en perfecta salud física, emocional y mental y ser gay.

De esta manera, las falsas ideas y estereotipos han ido derrumbándose; la sociedad poco a poco está
empezando a ver a las personas homosexuales como a cualquier otra.

Mostrarse como se es se considera una opción para evitar la invisibilidad social, reforzar la
autoestima y manifestar los propios derechos.

Imagínese que fuera al revés y usted fuese la juzgada o juzgado. Piense en cómo se sentiría si tuviera
que vivir escondiéndose de los demás, incluyendo a las personas que ama, como si fuera un criminal.
Posiblemente en algún momento estaría en una mesa cenando con sus amistades, escuchando sobre el
aniversario de uno, las peleas maritales del otro, los planes de vida de otro y usted sin poder contar
sus experiencias, sus peleas y sus aniversarios; por el contrario, tal vez hasta tendría que fingir que
no tiene pareja. Imagínese estar con la persona que ama y no poderle tomar la mano o darle un beso
en la vía pública, y esperar “hasta llegar a su casa” para manifestarse. ¡Qué desgastante!, ¿no lo
cree? Bueno, pues éstos son algunos de los episodios que viven día con día las parejas
homosexuales.

Marcelo: “Yo no quiero vivir escondido por lo que soy, ni ser agredido; sólo hablo por mis
derechos, tengo los mismos derechos que los demás”.

Adrián: “Cuando participo en una marcha gay me siento parte de un grupo, me da fortaleza interna; no
soy el único y tengo derecho a ser como soy”.

Elvira: “Yo no me exhibo como tal, pero ¿acaso no tengo derecho de tomar de la mano a mi pareja y
darle un beso? ¿Qué hay de malo en eso si miles de parejas heterosexuales también lo hacen?”.

Antón: “Yo no me muestro, son los otros los que me miran; así soy yo, no daño a nadie y tengo
derecho; el que tenga un problema con mi forma de ser que cierre los ojos”.

Héctor: “En mi familia, aunque se enteraron de que soy homosexual, no quieren saber nada ‘de eso’;
no conocen a mi pareja, ni a mis amigos, ni el setenta por ciento de las cosas que hago, y no me
refiero a la sexualidad, sino a mis actividades cotidianas”.

Al respecto, Vito Russo escribe: “Hemos colaborado mucho tiempo en el mantenimiento de nuestra
propia invisibilidad... esa fiesta ya terminó”.

Si le preocupa la posibilidad de que haya reacciones negativas, represalias o estigmatizaciones,


piense que muchos homosexuales, lesbianas y bisexuales pueden estar censurándose a Sí mismos
porque comparten estos mismos miedos. Después de todo, no puede tenerlo escondido toda la vida;
la gente heterosexual sí se da a notar y el mismo derecho tienen los bisexuales y los homosexuales.
Al fin y al cabo, la decisión de mostrarse o no es de su hijo o hija.

Resulta difícil para mucha gente tener manifestaciones de afecto con personas del mismo sexo. Lleva
tiempo erradicar los sentimientos homofóbicos para poder integrar esto como parte de la vida
cotidiana. Cuando los padres empiezan a entender que la relación homosexual de su hija(o) es igual a
una relación heterosexual, pueden aceptar mejor las diferencias y no sentirse incómodos.

Algunos padres se preocupan por el momento en que sean visitados por su hija(o) y su pareja.

No saben cómo actuarán o cómo se van a sentir; otros piensan que preferirían no ser visitados y no
visitar, ya que podría presentarse una situación difícil de manejar.

Madre: “Tengo miedo de invitar a mi hijo y a su novio a cenar a la casa, no sé cómo voy a reaccionar
o cómo me voy a sentir y no quiero lastimarlos con mis prejuicios”.

Padre: “Yo no quise convivir con mi hija y su pareja por unos tres años; le advertí que a mi casa no
vienen juntas; pero me perdí de compartir con ella una de las cosas más significativas de su vida. No
me enteré de si tenían un problema o una alegría; mis conversaciones con mi hija se volvieron
banales. Me puse a reflexionar mucho en cuanto a ¿qué es ser un buen hijo? El que hace lo que sus
padres quieren que haga, no lo creo”.

Madre: “Me llevó tiempo, pero un día decidí que ya era hora de enfrentar que mi hijo tiene una vida
de pareja como los demás; me armé de valor, hablé con él y le dije que me gustaría que vinieran a
cenar los dos a la casa, pero que le pedía que me tuviera un poco de paciencia si me costaba trabajo
al principio. Ellos aceptaron gustosos la invitación. Al principio —tengo que reconocer que el
ambiente estuvo un poco tenso— no sabíamos qué hacer, pero ellos tomaron las riendas y empezaron
a platicar como si nada estuviera pasando. Entendí que efectivamente no pasa nada y el resto de la
velada la pasamos muy bien”.

Muriel: “Supe que mi mamá ya lo había aceptado cuando me invitó con Sandra a una Navidad en su
casa y nos dio la recámara matrimonial para dormir, igual que lo hace cuando vienen mi hermano y
su esposa”.

Si usted todavía no puede ver con los mismos ojos una manifestación de afecto homosexual que una
heterosexual, no se sienta culpable, lleva tiempo.

¿Por qué se teme que la gente homosexual se ligue a todo mundo?

Porque existe el mito. Cabe reiterar que la gente, cuando no conoce algo, se hace muchas fantasías.

Hay personas heterosexuales que asisten a un bar o discoteca homosexual y después dicen que todos
los hombres o las mujeres les estaban coqueteando. Esta sensación muchas veces es resultado del
miedo a que esto, en efecto, ocurra. En otras, lo que sucede es que en esos lugares una forma de
establecer contacto con la gente es a través de un cruce de miradas o una sonrisa, igual que en un bar
o discoteca heterosexual. Además, por lo regular cuando alguien asiste por primera vez a un lugar
mira con curiosidad a las personas que están ahí, así que un hombre que se da cuenta de que otro lo
observa y está en un lugar en donde los hombres coquetean con hombres, es muy posible que piense
que se trata de un ligue. Y, si usted es de su agrado, posiblemente sea correspondido(a)...

Amigo: “Fui a un bar gay porque mi mejor amiga es lesbiana y ella siempre ha venido conmigo a
lugares heterosexuales, así que se me hizo justo acompañarla a uno gay. Una vez adentro tenía terror
de ir al baño solo, sentía que todos los hombres me miraban y me querían hacer algo. Ahora que
tengo más experiencia en ir a este tipo de bares sé que eran más mi fantasía y mi miedo de lo que era
la realidad”.

Amiga: “Por curiosidad fui a un antro gay con unos amigos. De pronto, una chava empezó a ligarme y
yo simplemente le aclaré que soy heterosexual; ella me miró y me dijo: ‘Qué lástima”’.

Amiga: Un día fui a una discoteca para lesbianas y cuando se me acercó una para sacarme a bailar le
dije que soy heterosexual, a lo que ella contestó: ‘Y qué, ¿eso te impide bailar conmigo?”’

Amigo: “Fui a un bar gay con unos compañeros de trabajo que son homosexuales; de pronto sentí que
un chavo me miraba con insistencia y eso me puso un poco incómodo. Él se acercó y al ver mi
reacción me dijo: ‘No es mi intención incomodarte, pero llevas rato viendo a esos muchachos (nunca
había visto a dos hombres dándose un beso); pensé que estabas buscando compañía y me agradaste’.
Después agregó: ‘Qué esperas que piense si estás en un antro gay; yo en la calle tengo que estar
adivinando quién es y quién no y éstos son de los pocos espacios en donde puedo dar por hecho que
los que están dentro son y ligar libremente con quien me llame la atención’”.

Amigo: “Después de enterarme de que mi mejor amigo es gay, decidí conocer más acerca de su
mundo; él ha convivido toda su vida en el mundo heterosexual y yo no conocía nada del homosexual,
así que fui con él a una discoteca. Para mí fue una sorpresa: era un lugar igual que los de los
heterosexuales, solamente que los hombres ligan a los hombres y las mujeres a las mujeres”.

Padre: “Un día me animé a acompañar a mi hijo a un bar gay para conocer y convivir más con él. Fue
una experiencia muy divertida; aprendí que los bares son bares en todas partes, nada ni nadie me
molestó, de hecho estuve cotorreando con sus amigos bien a gusto”.

Muchos heterosexuales se quejan de que son ligados por homosexuales. Hay que tomar en cuenta que
la gente homosexual, cuando trata de flirtear con alguien, no sabe si el otro es o no. Es extraño, pero
la gente piensa que las personas homosexuales, especialmente los hombres, siempre están tratando de
conquistar a cualquiera que puedan. Esto es falso, pues si bien existen algunos a los que les gusta
ligar, no son más que los heterosexuales. Por cultura, en general se le inculca y promueve más al
hombre el derecho a la conquista, independientemente de su orientación sexual, pero no olvidemos
que también hay un gran número de mujeres a las que les gusta tomar la iniciativa.

Después de todo, ante cualquier insinuación o invitación, siempre está presente la posibilidad de
decir no sin importar de quién provenga.

Carmen: “Las mujeres somos menos obvias. Cuando me gusta una mujer, ¿cómo saber si es o no gay?
Pues preguntándole”.

Juan Carlos: “Recuerdo que una vez un homosexual me ‘tiró la onda’; yo me molesté un poco, pero
simplemente le aclaré que soy heterosexual y de ahí no pasó. Tiempo después fui a un bar y comencé
a ‘tirarle la onda’ a una bella mujer, la cual se molestó un poco y me aclaró que es lesbiana”.

Fabricio: “Yo soy un hombre muy sensual y si veo a otro que me gusta trato de insinuármele;
finalmente, si no quiere, que diga que no”.

Mauricio: “Soy homosexual y muchas veces las mujeres me tiran la onda; pero no me ofendo, sólo
aclaro que soy homosexual”.

¿Por qué algunos son muy insistentes?

Entre las personas tanto heterosexuales como homosexuales hay algunas sexualmente muy insistentes.
En la vida cotidiana estamos más acostumbrados a la insinuación e insistencia heterosexual que a la
homosexual.
Marta: “Soy lesbiana y a lo largo de mi vida más hombres se me han insinuado, insistido e incluso
acosado en el trabajo, en alguna fiesta o bar de lo que me ha pasado con mujeres en antros gay”.
Marcos: “Una vez un homosexual me ‘tiró la onda’; yo me asusté y me dio coraje; pensé: ‘¡Esos
putos son unos perros que no paran!’. Pero un día en una fiesta de pronto vi a mis amigos siendo más
perros con las chicas que ese maricón”.

Daniel: “Creo que ser ‘perro’ y pretender insistentemente a la gente es más cosa de carácter; conozco
tanto gente hetero como gente homo que son muy ligadores y también en la misma medida conozco
personas muy tranquilas, incluso a veces tímidas, que no son ligadoras para nada”.

Recuerde que a un hombre homosexual no le gustan todos los hombres, ni a una mujer todas las
mujeres; por ejemplo, un hombre y una mujer gay pueden tener amigos de su mismo sexo y no desear
entablar una relación sexual con ellos o ellas nunca en su vida.

David: “Que me gusten los hombres no quiere decir que me gusten todos”.

Valentina: “Yo soy bisexual, pero eso no quiere decir que me gusten todas las mujeres o todos los
hombres”.

Amiga: “Tengo un pequeño grupo de amigas desde hace más de diez años y recuerdo una anécdota
que tiene ya tiempo. Una semana después de que una de nosotras salió del clóset declarándose
lesbiana nos fuimos de viaje. Realmente este anuncio nos sacó un poco de onda, pero la verdad no le
dimos mayor importancia. Llegada la noche, era lógico que alguna tendría que dormir con ella. Fue
hasta entonces que nos dimos cuenta de que sentíamos miedo de que algo fuese a pasar, así que
decidimos ser honestas y hablarlo de frente; le dijimos que no había problema si nos prometía que se
iba a portar bien. Ella nos escuchó con atención y al terminar nos contestó con una sonrisa: ‘La
verdad, amigas, sé que tienden a ser muy vanidosas, pero ni que estuvieran tan buenas ni tan bonitas’
(todas soltamos la carcajada). Ella continuó explicando, y mientras lo hacía, nos daba una lección:
‘Yo siempre he sido gay y en cinco años de dormir juntas jamás ha pasado nada; el hecho de que
ahora lo sepan no cambia las cosas; el que a mí me gusten las mujeres no quiere decir que sean todas.
Sé perfectamente bien cuándo siento amor y deseo por alguien y cuándo siento amistad’. Atrevemos a
hablar de nuestras inquietudes y miedos fue muy positivo”.

¿Cómo es posible que una persona de edad madura siga siendo gay?

Por mucho tiempo ha existido la idea de que ser gay es una etapa de la vida. Ser homosexual tiene
qué ver con una identidad y un sentimiento, no con un periodo de vida. Así como una persona no
necesita ser mayor de edad para darse cuenta de que es gay, por la misma razón esto no es algo que
se termine con los años.

El común de la gente descubre desde edades muy tempranas que es heterosexual, se enamora del
maestro o la maestra, del(la) compañero(a), de la vecina, etc., y este sentimiento de atracción por el
otro sexo no se le quita conforme va creciendo, ¿o sí? Lo mismo pasa con la homosexualidad.

La ignorancia que sigue habiendo al respecto se ve reflejada en nuestras leyes. Es impresionante


saber que un adolescente menor de edad con una pareja homosexual es socialmente mal visto, en
tanto que no pasa nada si la pareja es heterosexual. Esto nos habla de que aún prevalecen mitos muy
arraigados, pero la naturaleza sigue su curso inexorable. El adolescente que es gay, lo más seguro es
que salga a escondidas con su novio o novia (si tiene), consciente de que hacerlo no cambiará la
situación. Por consiguiente, muchos adolescentes viven en gran soledad por la dificultad de encontrar
ambientes sociales homosexuales para poder desarrollarse o personas con quienes puedan hablar de
sus sentimientos.

En nuestro entorno se promueve entre los jóvenes heterosexuales que busquen el amor y encuentren
pareja, cosa que no sucede con un chico o una chica homosexual.

¿Las personas que son homosexuales tienen los mismos derechos que las heterosexuales?

Por desgracia, todavía no del todo. Vivimos en una sociedad que sigue confundiendo la diferencia
con deficiencia o con el “está mal”. No se ha podido erradicar la ignorancia respecto a la
homosexualidad ni las creencias de antaño de que una persona con esta orientación sexual tenía una
enfermedad, era un delincuente, alguien sin moral ni escrúpulos que amenazaba a la sociedad. Hoy la
ciencia ha determinado que las preferencias sexuales tienen poca relevancia a este respecto. Las
conductas delictivas, las enfermedades mentales y los actos inmorales se pueden dar tanto en
heterosexuales y bisexuales como en homosexuales. No hay un estilo de vida ni una “personalidad”
homosexual. El que una gente se sienta atraída afectiva y eróticamente por otra de su mismo sexo, no
es una elección como decidir robar o no; no es un crimen y no daña a nadie; por consiguiente, no
representa delito alguno. Sin embargo, todavía existe un trato desigual hacia las personas
homosexuales.

La constitución otorga los mismos derechos y las mismas obligaciones a todos sus ciudadanos por
igual, sin importar su religión, sexo, raza o estrato social. Sin embargo, en la práctica no se aplica de
la misma manera: las personas homosexuales tienen las mismas obligaciones más no siempre los
mismos derechos. Por ejemplo, no se les permite un matrimonio legal; los beneficios que las
compañías comúnmente otorgan a las parejas de sus trabajadores no se otorgan cuando la(el)
compañera(o) es homosexual; las instituciones que expiden tarjetas de crédito no quieren
proporcionar una adicional de la misma a la pareja; algunas compañías de seguros no aceptan como
beneficiario a la pareja homosexual o no la reconocen como pareja; se cuestiona la paternidad y la
maternidad de una pareja gay. La revista Newsweek publicó una entrevista con la estrella de rock
Melissa Etheridge, quien quería contraer matrimonio con su pareja lo que, legalmente, no se le
permitió. Ella declaró al respecto: “Si no quieren que me case, si eso les molesta, no hay problema.
Pero yo creo que como ciudadana estadunidense cumplidora de la ley, pagadora de impuestos, de
enormes impuestos, me deberían otorgar los mismos derechos, la misma búsqueda de la felicidad de
la que goza cualquier ciudadano”.

Madre: “Es ilógico que dos hombres o dos mujeres que viven en una unión calificada por completo
como el concepto de matrimonio no puedan gozar los beneficios del mismo con su pareja”.

Es importante entender que la comunidad homosexual no está exigiendo derechos especiales o


pidiendo una concesión social extra de la del resto de la gente; tan sólo exige igualdad de derechos y
oportunidades.

Joaquín: “Muchos policías aprovechan su autoridad para extorsionar a personas homosexuales, ya


que dan por hecho que, de entrada, ser homosexual no está bien”.

América: “Yo tuve una experiencia horrible que me hizo ver que estoy en desventaja frente al resto
del mundo. Por desgracia conocí a una mujer que tiempo después se convirtió en mi pareja, pero al
cabo de unos meses la relación comenzó a estar muy mal. Yo decidí que ya no quería seguir, a lo que
ella se negó rotundamente y me amenazó con que no me iba a librar ni a burlar de ella nunca. Así que
comenzó a hostigarme y a perseguirme por l todas partes; me buscaba y me hablaba al trabajo, me
esperaba en la calle, r me hacía dramas y me gritaba en los lugares públicos en los que me
encontraba. Yo vivía con un miedo horrible; esa mujer estaba loca, incluso me llegó a golpear un par
de veces. La escena me parecía similar a las películas del marido psicótico que no deja en paz a su
mujer, sólo que la diferencia estaba en que yo no tenía a quién acudir, pues en mi casa no saben que
soy gay. Así que en alguna de las múltiples ocasiones en que literalmente me atrapó en la calle, llamé
a un policía para que me ayudara; el hombre llegó corriendo pero al ver que eran dos mujeres sólo
atinó a reírse y observar qué pasaba. Ella me golpeó y después el policía dijo: ‘Eso te pasa por
lesbiana’ y se fue. Por primera vez me cuestioné si la historia sería la misma si hubiera sido un
hombre el que me hostigaba”.

Sergio: “Como homosexual tienes muchas veces que sufrir injusticias sociales, pues aunque no está
prohibido, tampoco “está del todo permitido”. Por ejemplo, caminar en la calle de la mano de mi
pareja sin riesgos; asistir a un baile de graduación o a una fiesta de fin de año con mi pareja, sin que
esto sea un problema para los demás; participar en una competencia de patinaje sobre hielo con mi
pareja, que también patina, y no con una mujer ‘para que se vea decente’; el derecho a no ser
sometido a cuestionamientos porque soy homosexual, como poner en duda mi capacidad laboral, mi
paternidad, mi amistad”.

Amigo: “Mi mejor amigo es homosexual, lo conocí en la universidad. Él empezó a tener pareja casi
al mismo tiempo que yo novia, así que comenzamos a salir juntos los cuatro. En una ocasión en la que
estábamos celebrando un aniversario los cuatro, Susana y yo salimos tomados de la mano, dándonos
pequeños besitos cariñosos, mientras Jorge y Eduardo mantenían una distancia considerable entre
ellos; lo lamenté mucho, ésa fue la primera vez que percibí lo injusta que es la sociedad y lo poco
que sabe del amor”.

Fausto: “Hay muchas cosas a las que los heterosexuales no dan la importancia que tienen. Por
ejemplo, a la mayoría les agrada poner en su lugar de trabajo una foto de la persona amada; pueden
hacer una llamada telefónica diciendo: ‘Mi amor, voy para allá’, pueden bailar a gusto en la fiesta de
fin de año, en el baile de graduación, en las bodas; pueden irse de vacaciones y sin más problema
pedir una habitación con una cama matrimonial, obviamente, y eso está bien; pero si eres homosexual
se convierte en el problema’ con el que tienes que lidiar día a día”.

Esto es lo que Brian McNaught llama los privilegios heterosexuales. Este tipo de cotidianeidades son
un conflicto diario para la gente gay: “Tengo cuarenta y siete años y mi pareja cuarenta y cuatro;
¿cómo pido una cama matrimonial para los dos cuando vamos a un hotel? Nos hemos encontrado con
hoteles que te niegan ese servicio”.

A continuación presento un resumen del artículo “Cuáles son los privilegios heterosexuales”, de
PFLAG:

Los privilegios heterosexuales

Vivir sin tener que pensar dos veces, encarar, confrontar o lidiar con ninguna de las cosas
que aparecen a continuación
Casarse, que incluye los siguientes beneficios: reconocimiento y apoyo público para una
relación íntima; recibir tarjetas, telefonemas, celebrar compromisos en compañía de
otros, gozar de actividades que apoyan a las personas cuando llegan a una edad avanzada
y obtener estabilidad para las parejas que permanecen juntas
Disfrutar la custodia de una hija o hijo
Recibir indemnización cuando tu pareja muere
Contar con el amparo de leyes que protegen en caso de muerte o separación
Compartir pólizas de enfermedad y seguro médico en plan familiar con tarifas reducidas
Tener acceso inmediato a las personas queridas en caso de accidente (si un homosexual
sufre un accidente, se ve en un aprieto a la hora de querer que llamen a su pareja antes
que a su familia, ya que por supuesto se considera que está soltero)
Contar con el apoyo de la familia de origen para un compromiso en pareja
Que no se cuestione tu normalidad ni sexual ni culturalmente
Tener modelos de tu mismo sexo y de tu orientación sexual
Aprender sobre las relaciones de pareja y el amor en películas, radio, televisión, libros
Obtener una imagen positiva ante las personas con quienes te puedes identificar
Obtener la validación de la cultura en la que vives
Vivir con tu pareja abiertamente
Hablar sobre los planes tuyos y de tu pareja respecto a la relación misma, sus proyectos,
vacaciones y familias
Expresar dolor cuando una relación termina por rompimiento o muerte y contar con la
comprensión de otras personas
Tener la aceptación de vecinos, colegas y buenos amigos
No tener que esconderte o mentir sobre asistir a actividades sociales organizadas sólo para
gente heterosexual (que son la mayoría)
Invitar a salir a la persona que deseas aunque seas menor de edad
Trabajar sin miedo a ser identificado y perseguido por tu orientación sexual
Conseguir la aceptación institucional, como en el caso de las oportunidades de trabajo:
recibir promociones, incrementar las posibilidades de conseguir empleo
Recibir la validación y bendición de tu comunidad religiosa: la posibilidad de pertenecer al
clero
Ser contratado como maestro(a), desde preescolar hasta universidad, sin temer que un día
puedas ser despedido(a) por la idea de que puedes corromper a los(las) alumnos(as)
Adoptar niños
Criar tus propios niños sin la intervención del Estado. Tus hijos no tendrán que preocuparse
de que otros compañeros vayan a rechazarlos debido a la orientación sexual y la cultura
de sus padres.
Tener el derecho de servir en el ejército

Todas estas injusticias sociales son invisibles para muchos; los seres humanos no vemos hasta que
necesitamos ver, y aun así, quién sabe...

Una comparación sencilla en cuanto representa un problema social, es que la gente zurda está
completamente sana, con la única diferencia de que predomina el lado izquierdo en su motricidad.
Pues bien, en la mayoría de las escuelas no hay bancas para zurdos o hay muy pocas; los autos tienen
la marcha y las velocidades del lado derecho; no en todos lados venden tijeras para gente zurda; las
perillas de las puertas están hechas para los diestros. Éstos son los pequeños detalles de la vida de
los cuales muchos —en especial los diestros— no estamos conscientes. Así sucede con las personas
homosexuales, no hay la conciencia de que existen y tienen sus necesidades, como toda la gente
heterosexual.

Defender los derechos homosexuales es defender los derechos humanos. En una entrevista le
preguntaron a John Preston: “¿Por qué trabaja tanto en la liberación gay?”, a lo que contestó: “Porque
de esta manera va a haber más hombres y mujeres sanos para amar”.

Varias compañías importantes en distintos países del mundo tienen una actitud más realista: la gente
gay está trabajando en todas partes. En cada empresa hay un porcentaje significativo de personas
homosexuales y bisexuales. La energía que invierten en mantenerse dentro del clóset en la oficina y
en decir mentiras sobre su vida privada, el desgaste emocional, el rencor y todo eso hace que su
productividad baje, por lo que empezaron a promover una campaña a favor de los derechos humanos
y la expresión de la orientación sexual de las personas. Se reconoció a las parejas y se les otorgaron
los mismos beneficios que a las parejas heterosexuales.

En la actualidad las cosas han ido cambiando: así como ya se reconoce el derecho de una mujer de
ser madre soltera, los derechos de igualdad entre los distintos colores de piel, de sexos o de
religiones, los derechos por orientación sexual también han ido ganando su lugar. Ahora, en México
contamos desde julio de 1998 con una Cartilla de Derechos Humanos para evitar la discriminación
por orientación sexual, en la cual se dice:

Ser homosexual, lesbiana, bisexual, transexual o transgenérico no constituye delito alguno. Los
homosexuales, las lesbianas, los bisexuales, los transexuales y los transgeneristas
tradicionalmente han sido discriminados y marginados de los mismos derechos que tiene
cualquier persona.

(Si desea conocer más acerca de la Cartilla de Derechos Humanos para Evitar la Discriminación
por Orientación Sexual, consulte el Anexo 1.)

Es fundamental que como padre o madre de una persona homosexual o lesbiana conozca estos
derechos y se los haga saber a su hijo o hija para ayudarlo(a) a protegerse mejor. También le
recomiendo que lea el libro Memoria del Primer Foro de Diversidad Sexual y Derechos Humanos ,
compilado por el diputado David Sánchez Camacho, Nueva Generación Editores.

Las cosas van mejor cada vez; estamos aprendiendo poco a poco a convivir y compartir las
diferencias. Pero todavía falta; es probable que algún día podamos ver en la pista de patinaje sobre
hielo tanto parejas heterosexuales como homosexuales, al igual que en las calles y en todos los
lugares públicos.

¿Por qué me siento incómodo(a) con su sexualidad?

La incomodidad que siente es producto de nuestra cultura. Venimos de una sociedad heterosexista,
que presupone que todos sus integrantes son heterosexuales o, por lo menos, deberían serlo. Eso
significa que las parejas y las personas homosexuales pasen muchas veces inadvertidas, dando la
sensación de que no existen. Pocas veces se les ve en los medios de comunicación o en las calles
como parte de la vida cotidiana; la gente requiere tiempo para asimilar y acostumbrarse a que este
tipo de amor también existe y que está bien. Cuesta trabajo dejar a un lado las ideas, creencias,
miedos, mitos y prejuicios acumulados durante siglos. Nadie nos prepara para la posibilidad de
tratar a alguien cercano y querido que sea homosexual o lesbiana; falta una educación basada en la
diversidad, las opciones y las realidades, no cimentada en utopías. La negación ha traído como
consecuencia que no estemos acostumbrados a ver o a escuchar sobre parejas y personas
homosexuales o lesbianas comunes y corrientes. Se ha avanzado» es cierto, pues cada vez se sabe
más del tema pero todavía se ve raro.

Por otro lado, esta misma cultura nos ha enseñado que la homosexualidad es vergonzosa; muchas
familias y amigos han reportado cómo viven la vergüenza y el miedo de ser asociados con la persona
gay que tienen cerca; no quieren hablar del tema, y sienten coraje ante el hecho de que ese miembro
de la familia exprese que es homosexual o lesbiana, como si fuera algo que deshonra. Este tipo de
sentimientos y actitudes tienen una razón de ser. La gran ignorancia que existe al respecto genera lo
que se conoce como homofobia. La homofobia es un sentimiento de miedo y coraje hacia la
homosexualidad y hacia los homosexuales y lesbianas, y se manifiesta día a día con chistes
degradantes, comentarios ofensivos y burlas. Desde muy pequeños se nos dice de distintas formas
que ser gay es lo peor que nos puede suceder, que es algo no deseable. Pero no se toma en cuenta que
la gente no está en posibilidad de decidir si quiere ser homosexual o no, simplemente lo es, y esto no
está peleado con que pueda ser una persona honorable, trabajadora, estable, productiva, creativa. Es
muy común que, como parte de una cultura heterosexista y homofóbica, los padres participen en los
mismos prejuicios y discriminaciones imperantes en su grupo social hacia los homosexuales, antes de
saber que su hija(o) lo es.

Brian McNaught cuenta en su video Homofobia in the workplace (1993) que en alguna ocasión
arrestaron a unos muchachos por haber maltratado y asesinado a un joven homosexual. Cuando los
entrevistaron, una de las preguntas fue: “¿Por qué lo hicieron?”, a lo que uno contestó: “Porque nadie
me dijo que estaba mal ofenderlo y odiarlo por ser gay”.

Se dice que no debemos discriminar a nadie por su raza, sexo, género, etc., pero no se habla de no
hacerlo con los gays; es común escuchar a padres y madres hacer comentarios como: “¡Qué asco!,
¡ojalá y se mueran todos esos maricones!”

Gran parte de los individuos que fueron homofóbicos en algún momento de su vida y descubren ahora
que uno de sus seres queridos es gay se sienten culpables y viven vulnerables.

Madre: “Recuerdo que antes de saber que mi hija es lesbiana, fuimos un día al cine a ver una
película en la que salía una escena de dos homosexuales. Rápidamente comenté cosas horribles sobre
ellos, como: ‘Me dan asco, es antinatural, no puede ser que un hombre ame a otro, es repugnante’.
Estoy segura de que ella pensó: “¡Dios mío! ¡¿Cómo le voy a decir a mi mamá si ésa es su forma de
pensar?!’”

Padre: “Una vez fui con toda la familia a ver una obra de teatro en donde salían dos homosexuales;
en ese entonces recuerdo que me burlé mucho de ellos. Ahora no me parece para nada gracioso”.

Padre: “Yo siempre odié a los homosexuales, nunca quise estar cerca de uno de ellos, los evadía y
los molestaba; incluso llegué a lastimar a alguno cuando era joven. Ahora siento culpa por eso”.

Madre: “Ahora, cuando escucho a la gente hablar mal de los homosexuales, siento miedo y me dan
ganas de esconderme”.

Madre: “No quiero acordarme de todas las cosas que dije con las vecinas cuando me enteré que el
hijo de la del ocho es gay; ahora que sé que el mío también lo es todo cambió”.

Madre: “Descubrí mi homofobia cuando mi hijo me dijo que es gay”.

También sucede que algunos padres se conciben a sí mismos como muy liberales porque creen que
han dejado atrás los prejuicios sexuales; tienen amigos homosexuales y conviven cotidianamente con
ellos, pero reconocen que se sienten incómodos y aturdidos con que su hija(o) sea homosexual.

Estos padres no sólo han tenido que luchar con sus miedos respecto a la homosexualidad sino que
también piensan que no deberían sentirse así.

La homosexualidad se ve diferente cuando alguien a quien amamos es gay.

Deja de ser un estilo de vida que está lejos de nosotros en quién sabe qué lugar y con quién sabe qué
tipo de gente, de pronto se convierte en parte de nuestra vida diaria.

Madre: “Ahora cuando escucho burlas de la gente con respecto a esos temas me da coraje; siempre
pienso: ellos ni conocen a mi hijo”.

Padre: “Ahora me siento mal al escuchar a la gente diciendo palabras como maricón, puto,
marimacho y otras en forma despectiva”.

Madre: “En mi trabajo hay mucha gente homosexual y nunca sentí que tuviera problema con eso,
hasta que supe que mi hijo lo era; no sé por qué, pero fue diferente. Me costó reconocer que me sentí
lastimada y que lo lastimé”.

Madre: “Tengo varios amigos homosexuales, pero no varios hijos; cuando me enteré de que uno de
ellos lo es no supe qué hacer; me sentí muy mal por la noticia y me sentí peor por mi incapacidad de
vivirlo como lo vivo con mis amigos”.

En estos casos ayuda concentrarse en las preocupaciones reales, como sería entender que su hija(o)
necesita de usted ahora. Trate de no focalizarse en la culpa, ésta no le va a servir para nada ni a usted
ni a su hija(o). No lo tome con demasiada seriedad; durante el proceso de comprensión,
comunicación y aceptación tal vez pueda ir dimensionando algunas de las situaciones, creencias y
pensamientos que tenía anteriormente y compartirlos con otros.
¿Para qué hacen sus propios grupos?

Las personas homosexuales llegan a sentirse solas y aisladas; recuerde que no provienen la gran
mayoría de las veces ni de familias ni de comunidades gay, a diferencia de otras minorías que están
con “los suyos”.

Entonces, es lógico que surjan sentimientos de soledad, de no pertenencia y de búsqueda. La gente


homosexual a menudo no tiene con quién hablar y compartir sus sentimientos, ya que siempre existe
el riesgo de que la otra persona se lo tome a mal o no lo entienda.

Si alguien de raza negra es agredido, llega a su casa con sus padres negros que lo van a proteger,
entender y aceptar. “No importa que te hayan rechazado, aquí siempre serás aceptado, estás con los
tuyos”.

Pero un niño gay no tiene esas concesiones, se las tiene que arreglar solo; no cuenta con “los suyos”;
en ocasiones tiene que salir muchas veces en busca de otra familia. En otros casos el camino puede
ser buscar la aceptación y comprensión dentro de su mismo círculo social, aunque muchas veces
tampoco llegan a tener una sensación de total pertenencia e identificación con sus familias de origen.

Ahora bien, si además de ser gay la persona pertenece a otra minoría, estos sentimientos se pueden
incrementar. Dado que la gente homosexual proviene de todo tipo de familias y comunidades, se
forman comunidades gay dentro de las propias comunidades. Los gays buscan un lugar en donde ya
no se sientan solos, y puedan compartir libremente sus sentimientos, conocer amigos(as) afines y tal
vez a una pareja...

El hecho de que se formen comunidades homosexuales se puede entender como una forma de
marginarse. Esto es relativo, ya que los seres humanos somos, en primer lugar, poco reacios a
aceptar las diferencias y, en segundo lugar, buscamos a las personas con las que nos identificamos
más. Pertenecer a una comunidad genera fuerza y apoyo, aunque finalmente esto no quiere decir que
además no se pueda relacionar con otros.

Juana: “Hay infinidad de mitos y miedos acerca de ser gay, pero yo te puedo decir que la felicidad
llega cuando te das la oportunidad de vivir tu propia verdad, que puede ser que se parezca a la de
muchos y se aleje de la de otros, pero no importa, es tuya. Ser gay, medio gay, bisexual, etc., no
necesariamente te aleja de las personas que quieres; la mayoría de mis amigos cercanos son
heterosexuales, algunos saben que yo soy gay y otros ni se lo imaginan, pero ahí estamos, juntos hasta
la fecha. En el grupo gay encontré el espacio y las personas con las que puedo sentirme libre y
comprendida; eso ha sido muy importante para mí y creo que para muchos también, no estoy sola y
eso me hace inmensamente feliz”.

Alejandro: “Muchas veces siento que mis amigos heterosexuales, a pesar de ser judíos como yo, no
me comprenden en mi parte gay, y tampoco me siento comprendido por mis amigos homosexuales en
mi parte judía; por eso Para mí este grupo donde hay gente judía y gay ha sido maravilloso”.
Fernando: “Soy una persona religiosa, yo no tengo la culpa de que me atraigan las personas de mí
mismo sexo, y siento que eso no ha bajado mi fe en Dios. Ser homosexual no es algo que va a
cambiar en mí, así que busqué una Iglesia que me acepta como soy y me permite continuar con mis
creencias”.

Alberto: “Soy un hombre muy macho, me gustan las chamarras de cuero, los jeans, las botas, las
motos; algunos dicen que puedo ser muy rudo y me agrada ser así. Sin embargo, me gustan los
hombres, por lo que me inscribí en un club en donde puedo ser como soy, con otros iguales a mí”.

Mauricio: “Yo me sentí muy apoyado por el grupo al cual pertenezco; cuando me di cuenta de que
soy homosexual no sabía qué hacer, tenía miedo y me estaba volviendo loco, creía que esto sólo le
pasaba a otros. Cuando conocí a chavos de mi misma comunidad que también lo son y que están bien
fue un alivio”.

Arturo: “¡Qué mejor forma de tener amigos afines a ti!”

No todas las personas homosexuales se afilian a una comunidad o grupo homosexual

La comunidad lésbica, homosexual y bisexual no es un grupo de autoayuda. Es preciso señalar que en


una comunidad se reúnen personas que comparten las mismas características para convivir. Su
finalidad es muy distinta de la de las organizaciones que prestan servicio de apoyo y ayuda a sus
miembros, como es el caso de Alcohólicos Anónimos, ciertos grupos religiosos, los de apoyo a
personas con vih-sida, Neuróticos Anónimos, así como otros servicios de información y de
orientación.

Espero haber resuelto algunas de sus dudas. Conocer más sobre un tema nos da la oportunidad de
manejar conceptos más reales y de acercarnos a la verdad; no se desespere si no puede entender, se
requiere tiempo. Trate de aprender más, esto le ayudará a sentirse mejor con respecto a su hija o
hijo.
3. Preocupaciones y miedos

Las personas no eligen

ser heterosexuales,

bisexuales, homosexuales.

Ignorarlo no lo desaparece.

Como padres y madres de familia los miedos y preocupaciones por sus hijos nunca terminan, lo cual
habla del profundo amor que les tienen. Cada hijo es un dolor de cabeza; si no es un problema es otro
y lo peor es que conforme ellos crecen las preocupaciones aumentan.

Como mencioné en el primer capítulo, los padres a menudo se sienten responsables de lo que hacen o
dejan de hacer sus hijos, cosa que no resuelve nada. Más que crear historias acerca del destino de su
hijo y pasarse películas de horror sobre todos los infortunios con los que se puede topar, atrévase a
conocerlo(a) y a acompañarlo(a) en su vida, así como la está viviendo, aceptando que es otra
persona y que tiene sus propios gustos.

Querer ahorrarle un mal paso es muy natural; a nadie nos gusta ver sufrir a las personas que amamos;
sin embargo, tropezar es parte de la vida, nos ayuda a vencer retos y a aprender; no por preocuparse
va a poder ahorrarle algunos tragos amargos que todos hemos tenido que pasar, independientemente
de nuestra orientación sexual.

Si tener hijos implica preocupaciones, tener un hijo homosexual o una hija lesbiana puede hacernos
pensar que hay más razones para albergar dudas y miedos. Esto no es raro viniendo de una sociedad
que casi no habla del tema más que para juzgar y decir cosas poco agradables. Por fortuna, cada vez
hay más conocimiento e información pero, en pocas palabras, ¿dónde aprende un padre o una madre a
lidiar con la orientación sexual de sus hijos? Cotidianamente las personas platican acerca de las
experiencias que han tenido en la maravillosa aventura de tener hijos(as); el ambiente se llena de
diversos consejos de todo el que desee opinar: familiares, amigos, maestros, vecinos; esto puede, en
determinado momento, servir como una guía que nos va enseñando a actuar en todo tipo de
situaciones. Pero, ¿quién habla de tener un hijo o una hija homosexual y de qué hizo al respecto? Por
desgracia, no muchos, por eso tal vez se sienta solo y se pregunte: “¿Y ahora cómo voy a manejar
esto, tanto conmigo mismo como con mi hija(o)?”

En México muchos padres que saben que tienen un familiar homosexual o lesbiana hacen lo posible
para que nadie se entere; lo viven como un secreto que hay que guardar y, por lo tanto, no comparten
su experiencia, lo cual es terrible. Se estima que de diez a quince por ciento de la población es
homosexual (hombres y mujeres, sin tomar en cuenta las tonalidades), y eso habla de la cantidad tan
grande de familias que tienen un ser querido que es homosexual.

Esta conducta la hemos repetido a lo largo de la historia. Nos hemos referido a casos como tener un
hijo zurdo, que era considerado una vergüenza; hasta los maltrataban para ver si se les quitaba este
“defecto”. Hoy parece increíble que eso haya podido suceder. Cada vez es mayor el número de
personas que se han dado cuenta de que ser distinto no es una vergüenza, sino una característica. Si
pretendemos que quienes nos rodean piensen, sientan y hagan lo mismo que nosotros para poder
comunicarnos, lo más seguro es que nos quedemos solos, ya que son justo estas diferencias las que
nos hacen aprender de los demás; si fuéramos iguales, no tendríamos nada de qué hablar y este libro
no tendría razón de ser.

Por ello es importante conocer y salir de dudas. Entonces podremos entender muchas cosas.
Enseguida presento algunas de las preocupaciones, miedos y dudas más comunes de los padres de
una persona lesbiana u homosexual, las cuales he recopilado en mis experiencias como profesional
en el campo. Espero que le sirvan como guía a su propia experiencia.
PREOCUPACIONES Y MIEDOS SOBRE LA VIDA DE SUS HUOS

¿Podrá ser feliz?

La respuesta es: no se sabe. Si bien es cierto que una vida homosexual, lésbica o bisexual puede ser
más compleja que la heterosexual (por los factores ya citados), también lo es que ser feliz es un
estado interno y las personas no somos felices en tanto no decidamos serlo.

Un niño puede ser molestado por ser “el gordito”, “el moreno”, “el güero”, “el listo”, “el tonto”, o
simplemente porque le cae mal a los demás; lo mismo sucede con los adultos. A pesar de estos
infortunios, las personas buscan sus formas de vida. Hace poco comentaba con una amiga de la
primaria que la muchacha más popular de la escuela ahora está divorciada, está buscando trabajo,
tiene tres hijos y no es muy feliz, y que la chica menos popular tiene un buen puesto en una empresa
de prestigio y se casó con una persona con la cual le va muy bien, ¡quién lo iba a decir!

La felicidad no tiene nada qué ver con la orientación sexual; muchas personas gay, hombres y
mujeres, tienen una vida productiva, una pareja estable, familia, amigos, y tal vez hasta una
comunidad donde conviven en armonía con personas afines.

Padre: “Yo creía que ser homosexual era lo peor, que ahora mi hija iba a ser infeliz para siempre,
más me equivoqué. Una vez que me di la oportunidad de acercarme a ella vi que de hecho estaba
feliz; es una mujer muy emprendedora, tiene una pareja hace doce años, una casa bonita. Creo que
ahora la admiro, ella ha logrado en su vida más cosas que yo”.

Madre: “Tardé en darme cuenta de que ser homosexual no significa necesitar ayuda. Yo estaba tan
preocupada por la felicidad de Martín, mi hijo gay, que no me di cuenta de que mi hijo Carlos era el
que más me necesitaba.

Madre: “Una vez que acepté que Dan es gay comencé a temer lo peor, no de él sino de su alrededor;
temía que pudiera tener alguna experiencia que lo lastimara física o mentalmente; su bienestar era lo
que más me preocupaba. Después entendí que iba a tener malos tragos al igual que todos y que yo no
podía evitárselos, ni a él ni a ninguno de mis hijos. Ahora sé que lo que me toca a mí es apoyarlo
tanto en sus buenos como en sus malos ratos”.

La felicidad no es algo constante: tenemos momentos felices, tristes, de enojo, miedo, que no se
pueden evitar, ya que son parte de la vida.

Su hija(o) homosexual no necesita más atención que el resto de sus hijos (cuando menos no por el
simple hecho de ser gay); la(o) ayudaría más si le prestara la misma atención y no marcara ninguna
diferencia entre ellos.

No haga de la homosexualidad un hecho demasiado importante, su hija(o) puede tener muchos otros
problemas no relacionados con eso.

Ser heterosexual no garantiza la felicidad, así como ser homosexual no es símbolo de sufrimiento.
Hay tantas personas heterosexuales inmensamente infelices, como otras tantas que son felices en
realidad. Lo mismo ocurre con las homosexuales.

Hay mucho que aprender sobre cómo encuentran su camino los hombres y las mujeres homosexuales
en nuestra sociedad, sobre cuáles son sus necesidades y sueños.

Usted puede empezar por saber qué significa ser gay para su hija(o), qué necesita de usted en este
momento. No intente adivinar ni predecir su vida.

Pregunte. Tenga cuidado de no ser usted mismo el que esté obstaculizando la felicidad de su
propia(o) hija(o).

Madre: “Cuando mi hija se sinceró con nosotros y se sintió aceptada, comenzó a abrirse como una
flor, dejó de comportarse como una adolescente y encontró su camino”.

El amor no consiste en que la gente sea como nosotros queremos, pero sí en querer a los demás como
son.

¿Puede llegar a tener hostigamientos sociales, como ser atacado física o emocionalmente?

Por desgracia sí, porque vivimos en una sociedad que le teme a lo que no conoce y, por lo tanto, lo
agrede. Las personas gay han tenido que pasar por experiencias desagradables, desde comentarios,
chistes, señalamientos, hasta agresiones físicas en algunas ocasiones. Ahora bien, también es cierto
que las actitudes hacia los homosexuales, lesbianas y bisexuales han ido mejorando; cada vez hay
menos ignorancia al respecto. Pero los cambios sociales son lentos. Tan sólo recuerde cuánto tiempo
tomó aceptar que las mujeres votaran.

El hecho de que la(o) molesten o no dependerá de cómo su hija(o) decida manejarlo y del ambiente
que la(o) rodee. Las personas van encontrando formas de moverse socialmente con la intención de
ser aceptadas, así que no vea a su hija(o) gay como una persona desvalida o discapacitada;
acérquese al ser humano que es y conozca sus experiencias y miedos; ser apoyada(o) en casa elevará
en gran medida su autoestima y logrará que las decisiones que vaya tomando en su vida sean mejores.
En la actualidad hay varios grupos que trabajan por los derechos humanos de todos, que promueven
el respeto a la individualidad de los demás. En México, D.F., existe la Cartilla de Derechos
Humanos para Evitar la Discriminación por Orientación Sexual (Anexo 1), la Declaración de
Principios por la Federación Mexicana de Educación Sexual y Sexología, A.C. (Anexo 2), y los
derechos sexuales y reproductivos, encabezados por María Ladi Londoño (Anexo 3), documentación
que puede ofrecer datos útiles en tomo a este tema. Revise los anexos. Estar informado le puede
servir en cualquier caso.

Asimismo, en el Anexo 4 presento distintas instituciones que pueden ayudar y asesorar gratuitamente
en caso de violencia, maltrato o violación de los derechos humanos.

Usted, con su actitud, puede ser un ejemplo para los demás; comience por respetar a sus propios
hijos.

Padre: “Cuando supe que uno de mis hijos es homosexual, para mí fue lo peor, pues odiaba a todos
los maricones; incluso en un festival vi a dos tomarse de la mano y los golpeé e insulté, y así también
lo hacía con toda la gente que no fuera como yo. Esta noticia me hizo cambiar por completo; comencé
a temer que en la calle hubiera otro idiota como yo haciendo lo mismo con mi hijo”.

¿Existen leyes que puedan afectar a mi hijo(a)?

Existen algunas leyes que regulan y condenan comportamientos sexuales, ya sean homosexuales o
heterosexuales, como el caso de: tocar o exhibir determinadas partes del cuerpo en lugares públicos.
Estas leyes están hechas de igual manera para todos, aunque en la práctica eso no siempre se lleva a
cabo.

Algunas autoridades ponen más atención en detener a parejas homosexuales que a las heterosexuales
que son encontradas demostrando su afecto (dentro de un auto, por ejemplo). De ahí la importancia
de que tanto usted como su hijo(a) conozcan las obligaciones y derechos civiles para evitar abusos
de autoridad.

Tomemos como ejemplo el Código Penal del Distrito Federal, reformado por la Asamblea
Legislativa del Distrito Federal.

Dentro de sus cambios se encuentra la introducción del Artículo 281 Bis, que se refiere a la dignidad
de las personas. En él se penaliza con uno a tres años de prisión, con cincuenta a doscientos días de
multa y de veinticinco a cien días de trabajo a favor de la comunidad a quien discrimine por varias
razones, entre ellas la orientación sexual. Se puntualiza que la pena comprende a quien:

1. Provoque o incite al odio o a la violencia. II. En ejercicio de sus actividades profesionales,


mercantiles o empresariales, niegue a una persona la prestación a la que tenga derecho. III.
Veje o excluya a alguna persona o grupo de personas cuando dichas conductas tengan por
resultado un daño material o moral, y IV. Niegue o restrinja derechos laborales.

Vale la pena mencionar que es la primera legislación mexicana que reconoce a la orientación sexual
como un derecho.

¿Qué tipo de vida social le espera?

El tipo de vida social es algo que cada persona elige, y no existe propiamente un tipo de vida gay;
claro que hay un ambiente gay, pero dentro de éste existen muchos estilos de vida. No se puede
comparar el que lleva un político con el de un mesero, el de un artista con el de un profesor o un
ingeniero, el de una persona de clase alta con una de clase baja. El estilo de vida es independiente de
la orientación sexual. Hay gente homosexual en todas partes, con todas las formas de vida posibles.
Persisten todavía muchos estereotipos de cómo es la vida homosexual. Por esa razón, salga de dudas
y conozca a las amistades de su hijo(a) tanto como lo haría con sus hijos heterosexuales, con el fin de
conocer qué tipo de personas son, sea cual sea su orientación sexual. Quizá se lleve una grata
sorpresa.

Madre: “Creí que mi hijo era el único buen muchacho de todos los homosexuales, hasta que conocí a
sus amigos y me di cuenta de que está en buenas manos”

Madre: “Cuando conocí a los amigos de mi hijo, descubrí que la mayoría eran atractivos, inteligentes
y agradables; hasta se me olvidó que son homosexuales”.

Madre: “Hace poco inicié una nueva amistad, la cual me invitó a su casa a pasar la Navidad con mi
hijo. Yo le comenté que Hugo es homosexual y que tal vez llevaría a su pareja. Cuando llegamos a su
casa sonrió y le dijo: ‘Eres el primer hombre homosexual que conozco, al menos que sé con certeza
que lo es y no eres lo que esperaba, se dicen tantas cosas’”.

Si el chico o chica sigue viviendo en casa y los padres creen que la homosexualidad es un problema
por resolver, pueden empezar a negarle el permiso para salir con “las malas influencias”, restringirle
las llamadas telefónicas, atosigarlo con preguntas inquisidoras como: “¿A dónde fuiste, con quién?”,
no con el propósito de entablar una conversación o saber qué hacer, sino de reprender, creando una
atmósfera de incomodidad a su alrededor. Es importante recordar que la orientación sexual ni se
adquiere, ni se pega, ni se aprende. La mayoría de las personas gay vienen de familias heterosexuales
que no querían hijos homosexuales. Entonces, ¿de dónde se aprende? No dejar que su hija(o)
socialice no le quitará la homosexualidad, pero sí generará mucho resentimiento entre ustedes. Los
muchachos y muchachas, sobre todo en la adolescencia, necesitan hablar, compartir, divertirse, salir,
tanto como los demás jóvenes. Con esto no quiero decir que en una casa no tiene que haber reglas,
pero éstas no deben basarse en su orientación sexual. Elija reglas justas e igualitarias para todos sus
hijos(as) y recuerde que cada persona es distinta.

¿Podrá llegar a tener una experiencia sexual negativa?

Cada encuentro sexual es único en sí mismo, aunque sea con la misma persona. Usted no podrá evitar
la posibilidad de que un hijo(a) suyo(a) —sin importar su orientación sexual— llegue a tener
encuentros sexuales agradables o desagradables, pues esto dependerá de la situación y/o tipo de
relación que se establezca, no del género o sexo de los participantes. Una persona no corre más
riesgos por ser homosexual, aunque ésa tiende a ser la creencia. Más bien, la homosexualidad se
conoce menos y a los padres les da más miedo lo que pueda pasar, desconfían de las experiencias
que puede llegar a tener su hijo o hija.

Los bares, sitios de reunión o restaurantes que frecuentan las lesbianas y los homosexuales son
iguales a los de los heterosexuales, con la única diferencia de que la gente busca personas de su
mismo sexo para relacionarse, lo cual no los hace más riesgosos. Curiosamente, ahora existe más
seguridad en algunos eventos gays que en lugares heterosexuales; por ejemplo, respecto al contagio
por el virus de vih-sida, la comunidad homosexual ha tomado más conciencia de este peligro que la
heterosexual.

Como ya se mencionó, la mayoría de los abusos y violaciones son cometidos de manera heterosexual,
lo cual no quiere decir que su hijo(a) corra menos riesgos.

Por esto es esencial hablar con los hijos de todas las preferencias f sexuales y enseñarlos a
defenderse y a decir no ante cualquier imposición o propuesta que les sea amenazante, incómoda o
los haga sentirse mal.

¿Podrá encontrar una buena pareja?

Preocuparse por la pareja de sus hijos es un punto esencial para muchos padres y madres, tanto con
los heterosexuales como con los homosexuales.

En el ambiente gay las relaciones de pareja son menos estructuradas que en el heterosexual.
Encontrar una “buena pareja” es algo muy relativo, ya que tal vez lo que usted considere como
“buena pareja” no sea lo mismo que su hija(o) entienda como tal, sin importar si son homosexuales,
bisexuales o heterosexuales. Así que sólo le queda confiar en su criterio y no tratar de imponer
parejas a menos que su opinión sea requerida explícitamente; aun en el caso de que llegara a terminar
con la persona que eligió como pareja, piense que vinimos a este mundo a aprender y, ¿cómo saber si
algo funciona o no? Pues intentándolo, ya que todos tenemos el derecho de aprender y de elegir.

Las parejas heterosexuales a menudo se pelean, se separan, se divorcian o perduran y se llevan bien
toda una vida, el mismo azar se da en las homosexuales.

Los padres que se han acercado a su hijo(a) y a su pareja terminan por percatarse de que las
necesidades son muy similares: compañía, amor, ternura, sexo, comprensión, apoyo, éstas pueden ser
satisfechas tanto por un hombre como por una mujer.

Hijo: “Es verdad que en una pareja homosexual es más fácil separarte, ya que hay poco contexto
social, no se hace público el compromiso (la mayoría de las veces), es probable que no haya hijos de
por medio; todo se complica menos en el sentido técnico y creo que eso es mejor. Hay muchos
matrimonios heterosexuales que siguen juntos por esas mismas cosas aunque ya entre ellos no hay
afectividad como pareja, ni respeto, ni deseo, ni nada. Y nada más están perdiendo su tiempo juntos,
en vez de buscarse a alguien que los haga realmente felices. Una buena pareja va más allá del
contexto social y los hijos”.

Padre: “Tengo dos hijas, una heterosexual y una homosexual; yo estaba preocupado por la que es
lesbiana y la vida me jugó una sorpresa. Mi hija heterosexual se divorció a los ocho años de casada
y la otra lleva dieciséis años con su pareja”.

Boy George: “La gente cree que los heterosexuales hacen el amor mientras los homosexuales se
ocupan del sexo. Quiero decirles que están equivocados”. Sexo, risas e ingenio, Wolfe James.

¿Estará solo en su vejez?

Tal vez, pero recordemos que esto sucede muy a menudo con todas las personas. Esposos y esposas
mueren, matrimonios se disuelven, los hijos se van a vivir lejos. Muchísima gente ha tenido que irse
adaptando a la soledad en su vejez.

Un gran número de lesbianas y gays desarrollan relaciones duraderas y se acompañan toda la vida.
En ciertos casos, la comunidad gay-lésbica brinda apoyo a sus miembros, pues es como una especie
de familia. Incluso en algunas partes del mundo existen organizaciones para homosexuales de edad
avanzada, aunque en México todavía no se da a conocer ninguna.

¿Podrá tener una familia propia?

Esta pregunta es compleja. Para empezar, el concepto tradicional de familia se basa en una
construcción heterosexual, en la cual se requieren dos personas de distinto sexo que puedan tener uno
o más hijos. La realidad nos ofrece muchos tipos de familias: aquellas con un papá y una mamá, con
sólo un padre o con sólo una madre, con un padre y una madre que no viven juntos, con la mamá y la
abuelita o la tía, hermanos o hermanas cuyos padres ya fallecieron y siguen haciendo vida familiar, y
tantas combinaciones más.

Estas diferencias no son difíciles de entender para los niños, pero sí lo son para los adultos. Los
pequeños tienen necesidades básicas: atención, comida, cariño, protección, mismas que un adulto de
cualquier sexo puede llenar. Se han realizado investigaciones de niños que crecieron con uno solo de
sus padres, en contraposición con otros que tenían a ambos, y la conclusión fue que es más sano tener
a un solo adulto que los quiera y atienda a tener dos que se pelean constantemente o no tienen el
tiempo de prestarle atención. Por eso mismo, dos adultos, sin importar su sexo, que tienen una buena
relación entre ellos y disposición para atender niños, pueden criar hijos sanos. En países como
Dinamarca, en donde se acepta el matrimonio homosexual, se explica a los niños en las escuelas que
existen distintos tipos de familias, incluyendo a las que tienen dos papás o dos mamás, y la gente no
lo vive como problema, sino como opción.

Muchas personas homosexuales desean tener hijos, algunas los tienen y otras no se quieren arriesgar
a vivir con las complicaciones sociales que ello implica. Las opciones más comunes para tener hijos
en una pareja o en un individuo homosexual son las siguientes:

Para los varones es más complejo que para las mujeres. Algunos deciden adoptar un(a) hijo(a); otros
tienen hijos(as) de un matrimonio heterosexual concebidos antes de su situación actual; otros le pagan
a una mujer para que lleve al hijo durante el embarazo con un arreglo previo y bien establecido de
quiénes serán los padres; otros le piden a una persona conocida que haga el favor de tener a su bebé
por medio de la inseminación in-vitro (fuera de la matriz), y por último, otra opción es que comparta
la paternidad con una mujer (sea lesbiana o no), quien sabe previamente que él es homosexual y su
intención es vivir con su pareja y nada más, así que comparten el tener un hijo como si fueran padres
divorciados que se llevan muy bien.

Para las lesbianas hay más opciones: existe la adopción, la inseminación artificial, buscar a un
donador de esperma, compartir la maternidad con un hombre, con un acuerdo que puntualice que cada
quien puede vivir con su pareja, embarazarse y no informarle al padre, tener hijos de un matrimonio
heterosexual y criarlos con la pareja homosexual.

Cuando dos personas del mismo sexo viven como pareja, llevan a cabo su relación con el mismo
compromiso que una pareja heterosexual.

Es por esta razón que la opción de tener una relación sexual con una persona del otro sexo con el fin
de tener un hijo puede complicarse, ya que para la pareja puede ser difícil aceptar que la persona a
la que ama tenga relaciones con otra.

Si se presentara esta situación, lo conveniente será tomar las medidas pertinentes para incluir a la
pareja homosexual en la crianza del hijo o de la hija y reconstruir el concepto de paternidad y
maternidad, considerando como padres no a las personas que conciben al bebé, sino a las que lo
crían.

En fin, tener familia es más difícil para las parejas homosexuales que para las heterosexuales y por
eso las(os) hijas(os) son recibidas(os) con más amor, atención y aprecio.

Nuestras leyes siguen siendo muy injustas y están basadas más en conceptos e ideas que en
realidades, debido en gran parte al desconocimiento de lo que es la homosexualidad y cómo son las
personas homosexuales.

La decisión de tener familia o no es de cada pareja en particular. Tener hijos o no es una opción, más
no una obligación, aunque socialmente así se promueve.

Existen muchas otras formas de trascender y muchas cosas que parir que no son hijas(os).

Madre: “Yo estaba afligida porque creía que mi hija Estela, por ser lesbiana, no iba a tener hijos,
pero cuál fue mi sorpresa al ver que sí los tuvo; y mi sobrino, que es heterosexual, se casó hace seis
años y no los desea, ni él ni su esposa”.

Padre: “Yo estaba en contra de que una pareja homosexual tuviera hijos; no sé, pensaba que no
estaba bien. Un día mi hijo me demostró que las personas homosexuales tienen hijos y nadie sabe que
son homosexuales, ya sea porque se casaron antes o porque son madres solteras, etc. Incluso descubrí
que entre mis mismas amistades hay una madre lesbiana y un padre gay, gente de quien nunca lo
pensé y cuyos hijos están muy bien”.

Madre: “Sentí la necesidad de contarle a mi mejor amiga que mi hijo Carlos es homosexual, a lo que
ella me contestó: ‘¡Oh, de verdad, lo siento mucho!; me da lástima porque nunca va a tener hijos y no
va a poder ser feliz’. En ese momento le contesté que eso mismo pensaba yo, pero después aprendí
que la idea de felicidad no es la misma para todos. Carlos está muy contento y creo que es más feliz
que muchas personas que conozco y que tienen hijos”.

Hay mucha gente dedicada a luchar porque las cosas cambien para todos. Conozca usted cuáles son
los derechos sexuales y reproductivos consultando los Anexos 2 y 3.

¿Qué pasará con los hijos de mi hijo(a) si los tiene o llegara a tener?

Si su pregunta se refiere a la duda sobre cuál será su orientación sexual viniendo de padres
homosexuales o lesbianas, piense que usted es heterosexual y no por eso su hijo o hija también lo fue.

Hemos dicho que la orientación sexual no se aprende, así que tanto una pareja homosexual como una
heterosexual tienen la misma posibilidad de que sus hijos sean homo o heterosexuales.

Se ha estudiado a grupos de padres y madres homosexuales y en ambos casos la mayoría de sus hijos
fueron heterosexuales.

Si está preocupado(a) por la estabilidad emocional de sus nietos, tenga presente que eso dependerá
de la relación de pareja y familia que los rodee, como en todos los casos. Los pequeños son más
frescos y menos prejuiciosos que los adultos y pueden entender la diversidad de familias que existen.

No importa si está o no de acuerdo con que una pareja homosexual tenga hijos; la realidad es que
muchas, los tienen y los demás no tienen la menor idea de que son homosexuales, sobre todo después
de haber tenido un matrimonio anterior.

Si lo que le preocupa es la sociedad, piense que, como en todos los casos, tendrán que aprender a
manejarse, tanto como lo tuvieron que hacer en su momento los hijos de padres divorciados, de
familias en donde faltó uno de los dos progenitores por cualquier causa, etc.

Las personas aprenden a lidiar con su realidad. Piense que existen muchos niños y niñas que
provienen de hogares muy desintegrados —en donde tal vez no falten el abuso y la agresión física,
emocional o sexual— que estarían felices de poder ser adoptados por una familia más estable, sin
importar el sexo de sus padres.

Abuelo: “Mi hijo es homosexual. Un día llegó mi nieto y me dijo: ‘Oye, abuelo: ¿a ti te gustan los
hombres como a mi papá?’ Yo le co ntesté: “No, a mí me gustan las mujeres”. Él dijo: ‘Chócalas, a
mí también’”.

Amiga: “Guille, mi mejor amiga, es lesbiana. Recuerdo que un día mi hija, que en aquel entonces
tenía ocho años, le preguntó: ¿Por qué duermen juntas tú y Maribel?’, a lo que ella respondió: ‘¿Por
qué duermen juntos tu papá y tu mamá?’ La niña contestó: ‘Pues porque se quieren’. ‘Bueno, ésa es la
misma razón por la que nosotras dormimos juntas.’ Mi hija ahora tiene diecisiete años y el otro día
me dijo: ‘Espero encontrar a un hombre que me quiera como Guille y Maribel se quieren’”.

Papá gay: “En aquel entonces no era fácil ser homosexual, así que me casé, pero eso no funcionó;
tuve que divorciarme y decirle a mi esposa y a mis hijos que soy homosexual. Me acerqué a mi hijo
mayor y no sabía cómo explicarle. Empecé con una explicación un tanto confusa, cuando de pronto él
me dijo: ‘Papá, ¿me estás tratando de decir que eres gay?’ Yo, desconcertado, le dije que sí, y él me
contestó: ‘Si eso va a hacer que tú y mamá dejen de pelear, entonces estoy contento’”.

Hija de madres lesbianas: “Yo recuerdo que estaba muy contenta con mi familia, hasta que crecí y me
di cuenta de lo que socialmente implica tener dos madres. Tenía un compañero en la secundaria que
todo el tiempo me molestaba y me preguntaba cosas, hasta que lo hablé con ellas y me dijeron:
‘Existen distintos tipos de familias; tú tienes dos mamás que te adoran, ¿cuál es el problema?’ En
realidad, yo no tenía problema. Al día siguiente me encontré a Mario en la escuela y cuando se
acercó a molestarme le dije simplemente: ‘Tengo dos mamás que me adoran y tú un papá y una mamá
que se odian’. Nunca más me volvió a molestar; sus papás se estaban divorciando. Con el paso de
los años me he dado cuenta de que de chica te pueden molestar por distintas razones: por tu cabello,
si estás gorda, flaca, alta, fea, etc. Creo que tuve suerte”.
PREOCUPACIONES Y MIEDOS SOBRE EL VIH-SIDA
Aunque al principio la epidemia de vih-sida se detectó básicamente en hombres homosexuales y
bisexuales, hoy todas las personas y comunidades enfrentamos ese problema. Por ello es importante
que esté alerta ante la posibilidad que tienen sus hijos(as), e incluso usted mismo, de ser
contagiado(a), sea cual sea su orientación sexual. Los jóvenes se vuelven activos sexualmente a
edades más tempranas y con la expansión del vih, ningún padre o madre puede ignorar que existe este
peligro.

Lo esencial que debe saber sobre el vih-sida

El vih (virus de inmunodefíciencia humana) es un virus que actúa de manera intracelular, lo cual
significa que sólo vive dentro de una célula. Su función consiste en ir bajando poco a poco las
defensas del cuerpo hasta hacerlo vulnerable a cualquier enfermedad del ambiente. Cuando una
persona está contagiada del virus lo puede transmitir a otras, aunque físicamente no se le note nada.
Eso es lo peligroso: una persona con vih no presenta síntoma alguno; por lo tanto, es posible que no
lo sepa ni ella misma. En cambio, el sida es la manifestación activa de la enfermedad, de tal modo
que cuando decimos que alguien tiene sida, esto quiere decir que después de tener el vih en su cuerpo
por un tiempo, sus defensas ya bajaron al grado de que dejaron entrar a una enfermedad oportunista.
En realidad las personas no mueren de vih, sino de estas enfermedades del ambiente. En la fase del
sida, la persona presenta síntomas evidentes, como pueden ser:

Ganglios inflamados durante más de tres meses


Fiebres o escalofríos inexplicables o persistentes
Diarrea persistente
Fatiga
Pérdida de peso constante e inexplicable (más de diez por ciento menos que el anterior)
Manchas rojas o moradas en la piel que no desaparecen (sarcoma de Kaposi)
Una capa blanca y espesa en la lengua
Propensión a tener hemorragias
Tos seca y persistente

Sin embargo, hay que tener cuidado con el diagnóstico, pues muchos de estos síntomas son también
característicos de otras enfermedades y no determinan que la persona tenga sida.

La prueba

Información proporcionada por el Conasida

La prueba del vih, llamada Prueba de Elisa, se realiza mediante un análisis de laboratorio. Esta
prueba detecta la presencia de anticuerpos contra el virus en el organismo y consta de una muestra de
sangre en ayunas o seis horas después de haber comido.

La prueba se le hace a cualquier persona que así lo desee, en especial si ha tenido relaciones
sexuales sin condón, si recibió una transfusión sanguínea, si ha tenido varias parejas sexuales, si ha
compartido objetos punzocortantes, como navajas o jeringas sin desinfectar, si ha sufrido algún
accidente en el cual haya estado en contacto con sangre de otras personas, si existe por alguna razón
la duda, si planea iniciar una relación o tener un hijo pronto.

Si obtiene un resultado negativo, éste quiere decir que no se encontraron anticuerpos contra el virus
del sida, lo cual indica que la persona está sana. Ahora bien, es recomendable hacerse la prueba tres
meses después de la fecha en que pudo haberse contagiado, ya que antes de esto el cuerpo aún no
habrá desarrollado los anticuerpos y, por lo tanto, saldrá negativa. Que una persona tenga un
resultado negativo no significa que no pueda contraer el virus, que ya no se tenga que prevenir o que
sea inmune al sida.

Si obtiene un resultado positivo, esto quiere decir que sí se hallaron anticuerpos contra el virus, lo
cual indica que la persona es “sero-positiva”, o sea que el suero es positivo. Sin embargo, es
necesario comprobar cualquier resultado positivo con una prueba confirmatoria, llamada Prueba de
Western Blot, ya que en algunos casos la de Elisa puede resultar positiva por otras causas. Es
conveniente que los resultados de las pruebas le sean entregados al interesado por un médico o
psicólogo especializado.

Realizarse la prueba del vih-sida puede proporcionarle tranquilidad, evitar la transmisión del virus a
otras personas, darle una correcta atención médica en caso de requerirla, y conservar su salud física,
emocional y mental.

Las principales causas de transmisión del virus son la ignorancia y la confianza. Si alguien se confía
demasiado, piensa que no le va a pasar nada, que la persona con la que está se ve bien y no tendría
por qué tener el virus, que sólo va a ser un momentito, que se ha exagerado mucho sobre el tema, etc.,
está corriendo un riesgo innecesario. Y, por otro lado, está la falta de información al respecto.

(Si desea más información sobre el tema, acuda a cualquiera de las instituciones que aparecen en el
Anexo 5.)

Si su hijo o hija ya se contagió del virus o tiene sida, él o ella necesita de su apoyo más que nunca; en
este momento es importante que sepa que no está solo(a). Hay varias organizaciones que lo(a)
pueden ayudar y asesorar con el adecuado tratamiento médico, psicológico y físico. Conocer esta
enfermedad, sus formas de contagio y la manera de prevenirla nos ayuda a manejar nuestros temores
y a actuar acertadamente.

Por desgracia todavía hay personas ignorantes que se alegran cada vez que escuchan que un
homosexual muere, como si fueran los únicos que mueren por esta enfermedad o como si fueran una
plaga que es preciso exterminar, y no se dan cuenta de que, mientras existan seres humanos sobre la
Tierra, seguirá habiendo lesbianas y homosexuales y que una(o) de ellas(os) puede ser su propia
hija(o) o alguien muy cercano o muy querido.

Las distintas comunidades lésbicasgays de todo el mundo han adquirido una gran conciencia acerca
del virus, tal vez más que algunos grupos heterosexuales que se creen inmunes a la infección.

Amigo: “Cuando me enteré de que Roberto mi amigo es gay, lo primero que pensé fue: ‘¿Y si le da
sida?’ Ahora veo que él practica el sexo seguro más que yo”.

Rosa Feijoo: “Si tu hijo o hija es homosexual y ha contraído el virus del vih-sida, y tú necesitas con
quién hablar, desahogarte con alguien que te entienda porque ya lo ha vivido, no dudes en llamarme
al 5544-2033”.

En el Anexo 6 se presentan datos del Comité Jurídico del Conasida; revíselos, no está de más.
PREOCUPACIONES Y MIEDOS SOBRE LOS SENTIMIENTOS HACIA LOS
HUOS

No sé cómo me voy a sentir con él (o ella) y su pareja

Tiene razón; uno nunca sabe cómo se va a sentir ante una situación hasta que no la vive. Lo que sí le
puedo decir es que si desea tener una relación realmente cercana con su hija(o) sería importante que
se aventure a ver qué es lo que sucede, en especial si tiene una pareja estable. Después de todo, es
injusto que usted se preocupe porque ella(él) pueda encontrar a una pareja que lo acompañe en su
vida y ya que la tiene no desee conocerla. Recuerde que sólo le tenemos miedo a lo que no
conocemos y la única forma de superarlo es dándonos la oportunidad de hacerlo; la mayoría de las
experiencias en este sentido son mucho más agradables de lo esperado y, como todo en la vida, es
cuestión de práctica, de ir poco a poco ejercitando la costumbre de verlos(as) juntos(as). En Rusia y
en Italia, por ejemplo, los hombres se besan y se abrazan y esto se ve por completo natural; en
México simplemente no estamos acostumbrados.

Algunos padres y madres de familia de hecho ya han convivido por años con las parejas de sus hijos
e hijas homosexuales, sólo que no lo sabían; pero una vez que se enteran de que son una pareja, algo
cambia internamente, cuando en realidad la situación no ha cambiado en nada.

Madre: “AI principio me parecía raro, y hasta me sentía incómoda; ahora lo veo tan natural que
cuando se dan un beso se me olvida que son dos mujeres”.

Padre: “A mí me costó mucho trabajo ver la relación homosexual de mi hija con los mismos ojos que
la relación heterosexual de mi hijo, pero en la medida en que me di la oportunidad me fui
acostumbrando; es más me cae ' mejor mi nuera lesbiana que la heterosexual”.

Madre: “Honestamente, era más mi fantasía que nada; pensé que se iban a estar besando y abrazando
frente a mí y no fue así. Llegaron y estuvimos platicando amenamente al igual que con las parejas de
mis otros hijos”.

Madre: “Yo no sabía que mi hijo es homosexual; él vivía con un amigo desde hacía tiempo y la
verdad es que su amigo se me hacía un muy buen muchacho, me gustaba cómo se llevaban entre ellos.
Incluso su mamá y yo nos conocíamos muy bien. Recuerdo que le repetía constantemente: ‘Ojalá que
encuentres a una muchacha tan buena como tu amigo Miguel y que se puedan entender tanto como
ustedes dos’. Pero el día que supe que eran una pareja, no lo pude soportar; dejé de hablarles como
dos años hasta que recordé justamente esto y me di cuenta que era más mi prejuicio que nada; los
extrañé mucho”.

Lupita: “Supe que mi mamá había aceptado nuestra relación cuando me dijo: ‘Necesito que me
avisen si van a venir para Navidad para prepararles el cuarto con cama matrimonial’”.

Ernesto: “Una vez me peleé con mi pareja y llegué a casa de mi papá solo. Él se me acercó y me
preguntó por Marcos. Yo le expliqué lo que había sucedido y después de escucharme atentamente, me
invitó una cerveza y me dijo: ‘Mi chico, arregla eso; en una pareja siempre surgen broncas y hay que
saberlas resolver; mi yerno es un buen muchacho para ti, estoy contento de que estés con él; ve a tu
casa y háblenlo’. Entonces supe que ya lo habían aceptado”.

Ana: “Después de quince años con Eva, mi pareja, un día vi cómo mi madre incluía nuestra foto en el
álbum familiar; ese día supe que la aceptó.

No sé si podré aceptar a su familia

La respuesta sólo el tiempo se la dará, pero sí le puedo anticipar que puede costarle trabajo, pues no
es fácil ajustar los esquemas de cómo “debería ser” una familia a la realidad de la diversidad de
tipos de familias que existen.

Padre: “Crecí en una cultura que me repitió muchas veces que ser homosexual no está bien, me
burlaba mucho de los “putitos” y los llegué a molestar también. Cuando mi hijo —que por cierto es
muy varonil— me dijo que era uno, fue terrible para mí y ahora entiendo que para él también. Me
llevó mi tiempo pero por fin lo acepté. Justo cuando creí que lo peor ya había pasado, me trajo a
cenar a su pareja y yo, por desgracia, no pude cenar. Me sentía culpable de no poderlo aceptar con la
persona que él amaba. Pasaron unos meses y decidí intentarlo de nuevo. Al poco tiempo me enteré de
que Miguel, su pareja, tiene un hijo que vive con ellos desde hace dos años”.

Madre (PFLAG): “En ese entonces, Carolina, mi hija, llevaba cinco años de vivir con María, su
pareja, y a mí me costaba trabajo comprender y respetar su relación. Creo que en varias ocasiones
herí sus sentimientos a consecuencia de mis esquemas y prejuicios. Tardé tiempo en invitarlas a las
dos a una fiesta de Navidad e ir entendiendo que eran como mi hijo y su esposa, hasta que un día
Carolina me dijo que María estaba embarazada; me sentí confundida y triste, no pude alegrarme por
ellas y, lejos de eso, continué con mis comentarios como: ‘Ese hijo no es tuyo ni lo va a ser nunca’,
como si ser una buena madre tuviera algo que ver con parir a un hijo. Las cosas iban muy mal entre
ella y yo. Luego le conté a una de mis hermanas lo que estaba pasando, y, para mi sorpresa, ya lo
sabía; Carolina le había contado todo, incluso antes que a mí, lo cual me hizo sentir mal. Mi hermana
me escuchó tranquilamente y después sólo me respondió: ‘Escúchame bien, ¿quieres perder a una
hija? Porque si eso es lo que deseas, créeme, vas por buen camino. Ella comienza ahora a formar su
propia familia y si tú quieres conservarla en la tuya, necesitas aceptar la suya’. A partir de eso las
cosas cambiaron”.
Tal vez valga la pena hacer un esfuerzo, ¿no lo cree? Éste puede ser un momento muy importante para
su hijo(a) y posiblemente lo(a) esté necesitando cerca, como un apoyo y no como la persona que
pone obstáculos en su camino.
PREOCUPACIONES Y MIEDOS DE LOS PADRES CONSIGO MISMOS

¿Tener un hijo gay o una hija lesbiana puede afectar nuestro matrimonio?

La mayoría de las parejas, cuando se enteran de que tienen un(a) hijo(a) homosexual, pasan por un
periodo de crisis. Aunque la forma en que esto afecte su relación dependerá de cada una de ellas y de
la relación que tengan, de su capacidad para resolver problemas juntos o de aislarse y resolverlos
cada uno por su cuenta.

Para las parejas que no llevan una buena relación, saber que tienen un ser querido homosexual puede
ser un disparador de más peleas, sobre todo si no saben compartir sentimientos. Es muy probable que
experimenten una gran soledad y con el tiempo es posible que alguno de los dos necesite hablar del
tema y el otro aún no esté listo.

Otro caso es el de las parejas que se unen más cuando descubren que una(o) de sus hijas(os) siente
atracción por personas de su mismo sexo, pues aprovechan la oportunidad para compartir,
informarse, crecer y aprender de la situación.

Madre: “Para mí fue muy duro; nuestra relación no iba bien pero esta noticia terminó por destruirla,
comenzamos a pelear con más frecuencia y a culparnos de todo. Yo sentía mucho rencor hacia mi
hijo, pensé que todo esto era su culpa; sin embargo, con el tiempo entendí que él no tenía la culpa de
nada, nuestra relación ya tenía años rota y no lo quería aceptar”.

Padre: “Nosotros tuvimos un periodo de crisis muy fuerte, estábamos mal económicamente y los
problemas se incrementaron. La noticia de mi hijo fue como echar leña al fuego, pero después nos
ayudó poder hablar de cosas que no nos habíamos dicho. Ahora estamos mejor que nunca entre
nosotros y con nuestro hijo”.

Madre. Cuando supe que mi hija es lesbiana, me sentí muy sola; mi marido casi nunca está en la casa
y cuando está no habla de sentimientos, así que opté por solicitar orientación. Nunca pensé que iba a
aprender tantas cosas sobre mí. Ahora me siento más cercana a mis hijos y a mi persona”.

Padre: “En casa siempre eduqué con amor y respeto. Cuando me enteré de que uno de mis hijos es
homosexual no sabía qué hacer, eso nunca lo había imaginado; entonces, mi esposa y yo nos unimos
para buscar información con la cual poder manejar mejor la situación”.

¿Puedo llegar a tener otra hija o hijo homosexual?

La respuesta es: no se sabe. Algunas familias sólo tienen uno y otras tienen más. Otras, en cambio no
tienen ninguno.

No hay nada que usted pueda hacer para evitar o fomentar el tener hijas e hijos homosexuales.
Recuerde que la preferencia sexual es un azar; por lo tanto, lo único que queda es aceptarlas(los)
como son, con su color de cabello, ojos y piel, con su forma particular de ser, con sus decisiones y
necesidades, con su orientación sexual, con sus proyectos de vida...

Analice si todavía sigue considerando la homosexualidad como algo que no debería existir.

Madre: “Yo sólo tengo un hijo homosexual y cuando pienso en la posibilidad de tener otro me da
miedo”.

Madre: “Tengo un hijo de veintinueve años y una hija de veinticinco y los dos son homosexuales”.

Madre: “Mis dos hijos son homosexuales y yo no podía dejar de pensar que algo tuve que hacer yo
para que esto se diera; pensaba que era un castigo de Dios o algo así, entonces recé. Hasta que
después de un largo tiempo de sufrimiento comprendí que mis rezos no los iban a volver
heterosexuales, así que decidí mejor buscar información sobre el tema; ahora todavía me cuesta
trabajo, me sigo preguntando por qué a mí, sé que no lo he terminado de aceptar”.

Padre: “Para mí fue muy difícil aceptar que mis dos hijos son gays, pero ahora me divierto con
ellos”.

Hermana: “Mi hermano y mi hermana —que son mayores que yo— son homosexuales y se llevan muy
bien. Yo también quería serlo para llevarme más con ellos, pero nunca me han gustado las mujeres.
Tiempo después me di cuenta que no necesito ser homosexual para llevarme bien con mis hermanos”.
(Lo que comprueba que la homosexualidad ni se aprende ni se pega.)

Hermana: “Somos cuatro hermanas y los únicos heterosexuales son mis padres”.

Hermana: “Mi hermano es gay y ninguno de mis hijos lo es”.

Madre: “Tengo cinco hijos y el mayor y la menor son homosexuales”.


PREOCUPACIONES Y MIEDOS DE LOS PADRES CON RESPECTO A LA
HOMOSEXUALIDAD Y LA RELIGIÓN

Si amamos es pecado, que Dios nos perdone.

Para algunos padres tal vez esto ni siquiera sea un punto importante. Si éste es su caso, aun así le va
a resultar interesante, enriquecedor y útil leerlo, ya que no faltará alguna persona que cuestione sobre
el tema.

Para otros es posible que éste sea el punto más complejo de manejar, debido a que muchas familias
tienen dificultad para conciliar la orientación sexual de sus miembros homosexuales, lesbianas y
bisexuales con su religión; tienen la idea de que amar a alguien de su mismo sexo es contrario a los
deseos de Dios. Si usted se encuentra en esta situación, no le va a ser nada fácil pero, por otro lado,
tal vez aprenda cosas nuevas.

Ser gay o tener a alguien cercano que lo es, nos da la oportunidad o la iniciativa de cuestionar
muchos de los conceptos “buenos y ‘malos” del mundo, los de moralidad y nuestros propios valores.
Con este fin le presentaré algunas opiniones y experiencias de distintas personas mejor informadas
sobre religión que yo, muchas de las cuales también están muy actualizadas sobre el tema de
sexualidad, por lo que su visión es más integral.

En la vida cotidiana es común encontramos con puntos de vista religiosos que van en contra de la
homosexualidad, debido, tal vez, a la desinformación que tienen algunos ministros religiosos sobre
ésta, a sus propios mitos y prejuicios, o simplemente a su forma de pensar, que también es válida.

En este apartado abordaré exclusivamente aquellos puntos de vista religiosos que han reconsiderado
este asunto, para que usted obtenga la mayor utilidad posible de ellos. Por principio de cuentas,
puede ser una experiencia enriquecedora y de mucho aprendizaje, sea cual sea la fe que practique. El
común denominador de la gente conocemos muy poco acerca de las Escrituras religiosas en general,
así como de documentos sobre la homosexualidad vista desde el punto de vista de la religión.
Fragmentos de algunos escritos del Reverendo José L. Mojica sobre la homosexualidad

El homosexual y la Biblia

A través de los tiempos se ha venido enseñando con sermones, cátedras, seminarios y estudios
bíblicos que la Biblia, y por ende Dios, condenan al homosexual. La mayoría de los religiosos
enseñan que el homosexualismo es un terrible pecado, otros dicen que el homosexual es poseído por
demonios. Es una enfermedad para unos y un vicio lujurioso para otros. Pregunto yo: ¿cuántas
personas se han tomado la molestia de sentarse y escudriñar las Escrituras sin prejuicios ni
complejos machistas? Estoy seguro de que hacerlo cambiaría completamente su opinión y verían al
homosexual como un ser tan natural y normal como el heterosexual.

Aquellos estudiosos que se negaron a reconocerlo motivados por sus prejuicios, fines políticos y
complejos machistas envenenaron las mentes ignorantes de las generaciones de antaño y todavía hoy
siguen haciendo daño con sus falsas interpretaciones bíblicas en contra del homosexual.

Con la ayuda de Dios trataré de sacar a la luz la verdad bíblica que ha sido tan infamemente
tergiversada por ellos. Empezaré diciendo lo que todos ya sabemos: aunque muchos decimos que
aceptamos la Biblia como nuestra regla de fe y conducta, en realidad son pocas las personas que lo
hacen en la práctica. Pero son muchas las que escogen los versos bíblicos que les convienen y los
aplican para satisfacer sus prejuicios, para ceder a sus complejos y afirmar lo que ellos quieren
creer y hacer creer a los demás.

La primera referencia de actos homosexuales en la Biblia la encontramos en el libro de Levítico.


Este libro, escrito cuando Israel era aún una tribu nómada, es un libro de rituales de purificación y de
leyes concernientes a comidas, vestuarios, conductas sexuales y sociales. Nótese que para la mayoría
de las personas, tanto las leyes como los rituales enumerados en este libro fueron abolidos en la
práctica religiosa de hoy, con la sola excepción de lo que se dice de las relaciones homosexuales.
¿Con qué autoridad se ha hecho esto? ¿Por qué dos versos bíblicos (Levítico, 18:22 y 20:13) para
condenar a ciertas personas sin hacer caso alguno de todos los demás versos?

Antes de contestar a esta pregunta quiero presentarles la situación histórica de los judíos en el
momento en que se escribió este libro.

Israel había salido recientemente de la esclavitud, era una tribu nómada que vivía en el desierto y,
dado que la homosexualidad, al igual que la masturbación, son prácticas naturales que controlan la
natalidad, no eran convenientes en ese entonces, ya que lo que interesaba era crecer en número con el
fin de aumentar su fuerza. Y por esta razón fueron condenadas. Además, Israel no quería parecerse a
las naciones cananeas que practicaban el homosexualismo como ritual religioso. Para ellos, este acto
sexual era una ofrenda a sus dioses, lo cual es idolatría, misma que disgustaba a los israelitas.

En la actualidad todos sabemos que el índice de natalidad ha crecido de una forma tan alarmante que
el mundo sencillamente no puede seguir de esa manera. Pero, como dije antes, los traductores, los
estudiosos, los predicadores y muchos de los que pregonan la palabra de Dios han sido influidos por
sus complejos machistas y sus prejuicios monstruosos, prejuicios que no enseñan ninguna traza de
amor y caridad hacia los semejantes.

Otro ejemplo es el caso clásico de la destrucción de Sodoma y Gomorra. Según algunas


interpretaciones, ambas ciudades fueron destruidas por causa del homosexualismo. Pero cualquier
persona que lea este pasaje (Génesis, capítulo 18 y 19) encontrará que el homosexualismo no se
menciona. La Biblia misma nos dice la razón:

Mas los hombres habitantes de Sodoma eran malos y pecadores contra Jehová en gran manera
(Génesis, 13:13).

He aquí que ésta fue la maldad de Sodoma, soberbia, saciedad de pan, abundancia de
ociosidad tuvieron ella y sus hijas y no fortalecieron la mano del afligido y del menesteroso. Y
se llenaron de soberbia e hicieron abominación (idolatría) delante de mí y cuando lo vi las
quité (Ezequiel, 16:49-50).

Y condenó por destrucción las ciudades de Sodoma y Gomorra, tornándolas en ceniza y


poniéndolas como ejemplo a los que habrían de vivir sin temor y reverencia a Dios (Pedro,
2:6)

Entonces, las razones de la destrucción de estas ciudades fueron la soberbia, la falta de hospitalidad,
la idolatría y la falta de caridad. Además, los sodomistas, tanto hombres como mujeres, se prostituían
en sus ritos idólatras, tanto en coitos anales como en ritos religiosos (sin importar su orientación
sexual). Por ello este gentilicio (sodomitas) se convirtió en un término que quiere decir prostituto.

Esto lo vemos en el Antiguo Testamento, en Deuteronomio, 23:17: “No haya rameras (prostitutas)
entre las hijas de Israel, ni haya sodomita de entre los hijos de Israel”.

...Durante el reinado del Rehoboam se edificaron lugares de adoración por todas partes y había
cultos de hombres prostitutos (I Reyes, 14:24 NEB). Cuando Asa tomó el reinado quitó el culto de
hombres prostitutos de la tierra de Israel (I Reyes, 15:12 RSV). Pero siempre quedaron algunos y al
sustituir Josafat a su padre, se les eliminó a todos. Mas el pueblo volvió a su idolatría...

En ninguno de estos textos se hace referencia al homosexual o al homosexualismo per se, sino a la
prostitución tanto del hombre como de la mujer en cultos de los templos paganos. Lo que más
disgustó a Dios durante este tiempo fue que el pueblo de Israel volvía a caer en la idolatría y de ser
pueblo de Dios pasaban a los ídolos, olvidándose de Jehová”.
El homosexualismo en el Nuevo Testamento

Empezará diciendo que Cristo Jesús, que es la piedra angular de nuestra fe y la máxima autoridad, no
dijo absolutamente nada concerniente al homosexual o al homosexualismo.

El apóstol Pablo, en la carta que escribe a los romanos, en el primer capítulo habla de cómo algunas
personas se han vuelto contra Dios cambiando lo natural para ellos por lo que no es natural para
ellos. Se referían a las personas heterosexuales que se entregaban a las relaciones homosexuales
cometiendo actos “contra su naturaleza” (Romanos, 1:25-27). Todavía no conozco a ningún
homosexual que antes haya sido heterosexual y que haya cambiado su naturaleza sexual.

Corinto era una ciudad griega famosa por su idolatría y su inmoralidad; también aquí se usaba el acto
sexual como rito religioso. El apóstol les escribe y les dice que no se engañen, que ni los malakos ni
los arsenokoités heredarían el reino de Dios (I Corintios, 6:9). Estas palabras griegas han sido mal
traducidas por los traductores machistas influidos por toda una cultura llena de prejuicios. La palabra
malakos, que se refiere a un homosexual prostituido en ritos sexuales de adoración, o sea prostitución
idólatra, ha sido traducida como afeminado. Arsenokoités, que se refiere a pervertidos sexuales,
tanto homosexuales como heterosexuales, denota la relación sexual lujuriosa, sin amor y sin
compromisos.
El homosexualismo y los padres de la Iglesia Católica

Una de las personas más influyentes fue San Agustín. Éste, cuyo pensamiento se basó en la filosofía
de Platón, enseñaba que el cuerpo era la cárcel del alma y que martirizando al cuerpo, el alma se
purificaba; así pues, todo lo que se' hiciera por placer y para darle placer al cuerpo era pecado. Así
fue como la masturbación y la relación que no tuviera como propósito procrear llegaron a ser
pecaminosas, lujuriosas y un delito grave. Claro que la historia no nos cuenta que San Agustín llegó a
esta conclusión buscando refugio en la religión, después de muerto su amante (Confesiones, Libro
IV, capítulo 4, N 7 y 8; capítulo 5, N 10 y capítulo 6 N 11).

Santo Tomás de Aquino le sigue los pasos, llamando a esta actividad “crimen contra natura”,
suponiendo que lo natural para unos es lo natural para todos. Siendo ellos doctores de la Iglesia, sus
enseñanzas eran leyes canónicas. Así es que desde entonces los homosexuales han sido considerados
pecadores. Los gobernantes, por intereses políticos, para granjearse el favor del clero y con ello la
bendición papal, y apoyados en un pueblo ignorante perseguían a todo homosexual”.

El machismo como medio de poder y opresión

De acuerdo con las pautas establecidas por el machismo, el hombre tiene que ser rudo, dominante,
poco cariñoso, debe usar a la mujer para su propia satisfacción y no mostrar afecto a otro hombre,
aunque sea un familiar, puesto que esto podría ser una muestra de debilidad y poca masculinidad,
cancelando así gran parte de su vida afectiva. La mujer es concebida como un ser inferior al hombre,
como un objeto cuya utilidad es servirle. Por tanto, el hombre homosexual ha de ser, según esto, un
hombre que se pone al mismo nivel y deshonra su masculinidad. Hay que eliminar a los
homosexuales, dicen muchos, ya que evidencian debilidad en el sexo fuerte y ponen en peligro la
autoridad del macho. Esto pensando en hombres afeminados, ya que en muchas épocas dos varones
de aspecto masculino juntos era señal de virilidad y fortaleza, como una fuerza que queda entre
“nosotros los machos”.
Palabras de Ricardo Zimbrón Levy, M.Sp. S

La antigua teología manifestaba cierto desprecio por el cuerpo, como fuente de “las malas pasiones”.
Lo importante era sólo la “salvación de las almas”. Por otra parte, confundía lo sexual con lo genital,
consideraba a la unión genital como una concesión irremediable para la continuación de la especie, y
el matrimonio no era más que un remedio a la concupiscencia.

La nueva teología considera a la sexualidad como una realidad extraordinariamente rica, compleja y
valiosa, ya que abarca a todo el ser humano. En todo y para todo actuamos como hombres o como
mujeres; todo nuestro ser está sexuado. Lo genital no es sino un aspecto parcial de la sexualidad. Por
lo tanto, las relaciones sexuales abarcan mucho más que la unión genital; implican amor, ternura,
aprecio, amistad, compromiso, la entrega recíproca de las personas, el interés mutuo, el cuidado
mutuo, el deseo de hacer feliz a la pareja, la complementación y ayuda recíproca en todos los niveles
que cada uno tiene, es y vive. Por eso la sexualidad no está enfocada ya, exclusiva ni principalmente,
como una necesidad de la especie considerando su continuidad sino, ante todo, como un
requerimiento del individuo dada su complementación indispensable en todos los niveles. La
procreación de los hijos sigue siendo un fin esencial pero no el primario; La vocación de la pareja
humana es, ante todo, santificarse en el amor recíproco, pues sin ese amor mutuo, mejor sería no
procrear hijos... Además, en lo moral lo que más cuenta es la intención con la que se lleva a cabo una
acción.

Con todo esto, el heterosexual estéril tiene derecho a realizarse sexualmente en el matrimonio, en
vista de que tanto lo sexual como lo genital son exigencias básicas de la naturaleza humana, a las que
hay que atender, en pro de la continuidad de la especie y también de la salud y del equilibrio
individuales. Por tanto, todos tienen derecho a realizarse como seres sexuados, independientemente
de su capacidad procreativa. Entonces, ¿por qué excluir de este criterio al homosexual? ¿Por qué
pensar que ellos no necesitan realizarse sexualmente para vivir sanos y equilibrados?

Las condiciones que la moral pide al heterosexual para una realización satisfactoria como ser
sexuado son dos: que respete los derechos y la dignidad de los demás y que no sea promiscuo sino
que se relacione sexualmente con una sola pareja. Entonces, ¿por qué exigirle más al homosexual?
¿Por qué no hay una moral que encauce su sexualidad y sí una que la suprime como si tal cosa fuera
posible?

Hemos dicho que la unión sexual física es moralmente buena cuando cumple con una de sus funciones
esenciales, que es la de expresar amor, la que abarca al espíritu y al cuerpo. ¿Por qué prohibir,
entonces, la relación física del homosexual cuando se lleva a cabo como expresión auténtica de
amor?

Todos los manuales de teología decían que las relaciones entre personas homosexuales son
pecaminosas porque van en contra de la naturaleza, pero habría que aclarar contra la naturaleza de
quién: ¿de los heterosexuales o de los homosexuales?
Recordemos que un homosexual a quien puede ubicarse en el sexto grado de la escala de Kinsey sólo
puede reaccionar sexualmente con los de su mismo sexo, tanto en el plano sentimental como en el
genital.

Las personas del sexo opuesto no constituyen ningún estímulo para su sexualidad y tal condición
presupone un determinante irreversible de la polaridad sexual. Por consiguiente, cuando un
homosexual obra según sus impulsos definitivamente estructurados, es evidente que está obrando
según su naturaleza y no en contra de ella. El Levítico dice:

Si alguien se acuesta con un hombre como si se acostara con una mujer, se dará muerte a los
dos. Ellos serán los responsables de su propia muerte, pues cometieron un acto abominable
(Levítico, 20:13).

No te acuestes con un hombre, como si te acostaras con una mujer. Ése es un acto infame
(Levítico, 18:22).

Así que si alguien quiere aceptar las leyes del Levítico tendrá que matar a más de quinientos
millones de personas y hacer muchas más cosas rarísimas. Sin embargo, por fortuna, la regla más
importante para interpretar bien la Biblia es usar el sentido común.

Guilles Dugal. L'actualité. Diciembre 26,1987: “Soy católico. Tengo veintiocho años y soy
homosexual. Cuando llevaba una vida promiscua la Iglesia me aceptaba, me absolvían una y otra
vez... Ahora que amo de verdad a mi pareja, la Iglesia me ha cerrado sus puertas y no me absuelve
más, que porque vivo en una situación de pecado que no quiero abandonar, eso me dijeron. Esto me
ha obligado a vivir a espaldas de la Iglesia, pero vivo de cara a Jesús y a su mensaje de amor y de
liberación. Porque la castidad absoluta no es para mí y me rehúso a vivir en la soledad y porque he
descubierto la riqueza que entraña un verdadero amor”.

No olvidemos que es la misma Biblia la que nos advierte claramente que la castidad es un don que
Dios concede a sólo unos pocos.
Fragmentos del texto El porqué de las seis novias para David, escrito por el Rabino Felipe
Goodman, de la comunidad Bet-El, México

...Hay que decir que a veces aprender es doloroso porque estar conscientes de que conocemos la
realidad proyecta aspectos de nuestro propio ser con los que no nos gusta enfrentarnos. En este caso
luchar contra el fantasma de la tolerancia y la discriminación probablemente fue el aspecto más
difícil de nuestro aprendizaje.

Cualquier tema que tenga que ver con el judaísmo, cualquier tema que tenga que ver con la manera en
que un grupo de personas e incluso un individuo se sienta con respecto al judaísmo, no debe ser un
tema ajeno a nuestra comunidad. Si dentro de ésta existe un sector que se siente hecho a un lado por
no poder ser auténticos, por no poder vivir el judaísmo como debe ser por los prejuicios sociales
propios de la región del mundo en que vivimos, entonces es nuestro deber escuchar y no sólo
escuchar por curiosidad, sino escuchar para entender.

...Si alguien desea juzgar a un judío por su sexualidad diciendo que la Torá (la Biblia) castiga dicha
violación con la muerte, tenemos que decir que, de acuerdo con la concepción bíblica del judaísmo,
violar el Shabat (el sábado) es castigado de la misma manera. Es decir, la intolerancia y la
homofobia no pueden ser en ningún momento escudadas por la religión judía por quienes pretenden
manipular nuestra tradición para justificar un prejuicio social. ¿Cuál sería entonces el verdadero
entorno que la voz del judaísmo contemporáneo debería darle al tema de la homosexualidad?
...Probablemente concluiríamos... que sólo Dios... tiene la opción y el derecho de juzgar la conducta
sexual de las personas... y que ninguno de nosotros como seres humanos debemos juzgar a otra
persona por su sexualidad... y afirmar con fe absoluta que un homosexual está cometiendo un
pecado... Más aún, un enfoque cien por ciento judío vería con profunda compasión la angustia y el
sufrimiento que muchos homosexuales sienten al vivir en una sociedad como la nuestra.

Cuando pienso en la visión rabínica y en la manera en que nuestros sabios abordaron el tema de
acuerdo con su tiempo, su contexto, su propia realidad, me cuestiono cómo debo yo abordarlo dados
mi tiempo, mi contexto y mi propia realidad, sin caer en estereotipos ni opiniones formadas por mi
falta de información, sin llegar a conclusiones basadas en mis miedos.

Quisiera terminar esta reflexión con un verso que puede proporcionamos una ventana abierta a la
manera en la cual debemos percibir los sentimientos entre todos los seres humanos, cualquiera que
sea su raza, sexualidad, religión o color. Que puedan estas palabras de David hacernos entender lo
que realmente es el amor y también lo que representa el dolor:

‘Me siento mal por ti, mi hermano Jonatán, pues yo te quería tanto, tu amor para conmigo fue
grandioso, más aún que el amor de las mujeres. Como han caído los grandes y las armas de la
guerra han desaparecido’ (Samuel II, 1:26-27).
Entrevista al reverendo Jorge Gabriel Sosa, Iglesia Metropolitana “Reconciliación”

¿Qué le diría usted a unos padres de familia que tienen un hijo o hija homosexual?

Yo les digo que hay que preguntarnos ¿qué se entiende por amor? Amor es la aceptación del otro tal
y como es. Los padres no eligen a sus hijas(os) y las(os) hijas(os) tampoco a sus madres y padres. Lo
importante es vivir el amor, no pensar en cambiar al otro como yo digo que Dios dice que debe ser.

Como padres y madres, seguramente en sus propias vidas han tomado muchas decisiones con las que
Dios no estaría de acuerdo y no han sido castigados; con qué derecho no aceptan a su propio hijo o
hija que los ama como son.

Un ejemplo podría ser el de unos padres que trabajan muy duro para que sus hijos vayan a la
universidad y puedan aprender cosas que ellos no pudieron, y después de terminar sus estudios, los
hijos no aceptan a sus padres porque no cuentan con los mismos recursos que ellos.

En nuestro país hay una planta que se llama la “mala madre”, que por lo general se cuelga, ya que se
tiene la idea de que arroja a sus hijos y los deja colgando; sin embargo, esto se relaciona con la
desinformación, ya que esta planta es de tierra, de tal manera que no arroja a sus hijos, sino que les
da su propio espacio al dejarlos en tierra cerca de ella.

Así tienen oportunidad de valerse por sí mismos y echar sus propias raíces; es entonces cuando los
suelta. Esta misma planta, en otros lugares, como en Argentina, se llama “lazos de amor”.

Necesitamos aprender. La palabra religión puede interpretarse como releer; hay que leer varias
veces para llegar a la comprensión. Muchos padres que buscan comprender la homosexualidad de
sus hijos parten de la culpa religiosa, que por lo general proviene de una mala interpretación bíblica.

Por ejemplo, antes del siglo XVIII, la palabra malakoi significaba débil de carácter, y tal vez tenía
que ver con gente que no quería ir a la guerra.

A partir del siglo XVIII, el rey Jacobo de Inglaterra entendió la misma palabra como afeminado, cuyo
significado en ese entonces era el de un hombre que por falta de carácter iba de fémina en fémina, lo
que hoy día llamaríamos un mujeriego, no un homosexual. En ninguna parte de la Biblia se menciona
la palabra homosexual como tal, sino que han sido puras interpretaciones.

De la palabra arsenokoitae no se conoce realmente su significado, pero por sus raíces pueden ser
camas y hombres o también veneno y sexo. Esta palabra fue acuñada por Pablo y no se explica qué
quiso decir; por lo tanto, ambas traducciones se invalidan. Hoy, el sexo venenoso sería el sexo sin
condón.

Si leemos con cuidado la Biblia, encontraremos una búsqueda de justos, no de homosexuales. Yo


bendigo parejas que se aman, como dice Juan (Juan, 4:7-8): “Queridos hermanos, debemos amarnos
los unos a los otros, porque el amor viene de Dios. Todo el que ama es hijo de Dios y viene de Dios.
El que no ama no ha conocido a Dios porque Dios es amor”.

No menciona en ningún momento amor heterosexual, ni lo limita a una de sus manifestaciones. Hay
que leer lo que está escrito, no lo que nos dicen que hay que entender.
Otros puntos de vista con respecto a la homosexualidad

Sacerdote católico

Debido a las condiciones diversas de los seres humanos, sucede que algunos actos que son virtuosos,
apropiados y adecuados para unas personas, para otras, esos mismos actos pueden ser inmorales e
inapropiados (Santo Tomás de Aquino, Summa Theologiae).

La homosexualidad no tiene que relacionarse necesariamente con el pecado, la enfermedad o el


fracaso. Es una manera diferente de satisfacer el plan de Dios... supuestamente el pecado por el cual
Dios destruyó a Sodoma fue la homosexualidad. Ése es el gran mito. Descubrí en mi extensa
investigación, que esto no era verdad. El pecado de Sodoma y Gomorra fue la inhospitalidad a un
extraño... En Mateo, Jesús le dice a sus discípulos: “Vayan y prediquen el Evangelio, y si llegan a
algún pueblo y ellos no los reciben bien, si son inhospitalarios, sacúdanse la arena de las sandalias y
será peor para ese pueblo, de lo que fue para Sodoma...” Los cuatro Evangelios no mencionan nada
sobre el tema de la homosexualidad.1

Ministro protestante

¿Creo yo que la homosexualidad es un pecado? La homosexualidad, al igual que la heterosexualidad,


no es ni una virtud ni un logro. La orientación sexual es un misterioso don de la gracia de Dios,
comunicado mediante un conjunto extremadamente complejo de factores químicos, biológicos,
cromosomáticos, hormonales, ambientales y de desarrollo, los cuales están por completo fuera del
control de mis amigos los homosexuales. Su homosexualidad es un don, no una virtud ni un pecado.
Sin embargo, lo que ellos hagan con su homosexualidad es, sin duda alguna, su responsabilidad
personal, moral y espiritual. Su comportamiento como homosexuales puede ser pecaminoso, brutal,
abusivo, egoísta, promiscuo y superficial, y también, al igual que un comportamiento heterosexual,
puede ser bello, lleno de ternura y de consideración, leal, desinteresado y profundo. Ser heterosexual
no me hace ser una mejor persona, pero mi comportamiento como tal sí y éste no tiene nada qué ver
con la orientación sexual que yo tenga. En definitiva, no creo que la homosexualidad sea un pecado.2

Rabino judío

Ante todo, el judaísmo siempre ha puesto énfasis en la importancia y la santidad del individuo. Los
rabinos antiguos semejaban cada vida humana al mundo entero. “¿Por qué creó Dios a cada ser
humano distinto y no nos estampó como tantas monedas?”, se preguntaban. “Para mostrarnos que cada
persona es única”, era su respuesta. El judaísmo siempre ha celebrado la vida humana y estimado la
libertad como el vehículo a través del cual cada individuo único puede desarrollar su potencial.

Es por esta razón y puesto que nosotros los judíos hemos aprendido directamente cuán sofocante y
destructiva es la opresión, el movimiento de Reforma Judaica en todas sus ramas, ha hecho un
llamado para que se proponga la legislación de los derechos de los gays. Aun cuando gran parte de
las ramas del judaísmo no estén de acuerdo, el judaísmo liberal reconoce que las censuras religiosas
en contra de la homosexualidad fueron un producto de su tiempo y lugar, una época antigua durante la
cual la existencia misma dependía de que cada miembro tuviese hijos para poblar fronteras y
abastecer al ejército. Eso fue ya hace mucho tiempo, antes de que la ciencia moderna y la psiquiatría
nos trajesen un nuevo entendimiento de la naturaleza humana. Nosotros los judíos siempre hemos
incorporado los últimos conocimientos a nuestro judaísmo; gracias a esa adaptabilidad hemos
sobrevivido y gracias a ella se han pasado por alto tantas prohibiciones bíblicas. Los judíos
pensantes de hoy, al igual que todas las personas pensantes, se rehusarán a invocar reglas
homofóbicas entre todas esas leyes, olvidadas desde hace tanto tiempo. Después de todo, aun el más
ortodoxo ya no apedrea a los niños desobedientes hasta matarlos, ni los fundamentalistas nos piden
que sigamos los rituales kosher, siendo éstas sólo dos de las reglas encontradas en la Biblia. Si
nosotros los judíos, que siempre hemos sido víctimas por el hecho de ser diferentes, no logramos
aceptar, ¿quién entonces en nombre de Dios lo hará?3

Si desea ahondar en el tema, revise el Anexo 7, donde se presenta una vasta investigación realizada
por PFLAG con respecto a las tres preguntas más comunes que hacen los padres a sus ministros
religiosos sobre la homosexualidad.

1.En su opinión, ¿se considera la homosexualidad pecado?

2.En su opinión, ¿las Escrituras se oponen a la homosexualidad?

3.En su opinión, ¿Dios aprueba que una pareja homosexual de hombres o mujeres comprometa su
amor ante Él en una ceremonia religiosa y críen niños?

Conclusiones

El tema de religión y homosexualidad es complejo, cargado de emociones y cuestionamientos.

La mayoría de los líderes religiosos y teólogos estuvieron de acuerdo en que Dios no considera a la
homosexualidad como pecado.

Varios(as) encuestados(as) consideran la orientación sexual, ya sea heterosexual, bisexual u


homosexual, como un regalo de Dios. Todo lo que Dios ha creado es bueno.

Las opiniones de los encuestados están divididas acerca de si las Escrituras se oponen o no a la
homosexualidad. Los que ponen objeciones comparten la preocupación de que los autores bíblicos
pudieron ser influidos por:

Un bajo nivel de conocimientos científicos y un alto nivel de prejuicios surgidos por la falta
de información
Las creencias culturales de dos mil años atrás que no pueden aplicarse en el siglo XXI
La gran preocupación por la supervivencia y la procreación, consideradas como prioridades,
debido a la alta mortalidad y a una baja considerable en la población debido a las guerras

Las personas homosexuales son igualmente aptas para criar hijos que las heterosexuales.

No se puede denominar pecado algo que no está en las manos de la persona cambiar.

No se pueden comparar actos como el asesinato o el adulterio con la homosexualidad, ya que ésta no
daña a nadie.

La orientación sexual no es ni buena ni mala, es lo que cada quien hace de ella.

Las Escrituras fueron realizadas antes de que existiera la palabra homosexual. De esta base parten
las objeciones en tomo a lo que algunas expresiones sexuales se refiere.

Aun cuando las Escrituras hubieran sido inspiradas por Dios, fueron escritas por la mano del
hombre; pasaron por interpretaciones y traducciones que posiblemente recibieron la influencia de la
cultura, las actitudes morales y los prejuicios de la época antigua. Muy poca gente sabía leer y
escribir y no había producciones en masa o disponibilidad de libros impresos. La mayor parte de la
información dependía únicamente de la palabra hablada y de la memoria humana. Si alguna persona
no estaba de acuerdo con una idea, no tenía posibilidades de retar con éxito los escritos de
poderosos literatos.

Existen en la Biblia muchas cosas que todavía nos confunden; por ejemplo, el Antiguo
Testamento habla de que el Sol gira alrededor de la Tierra (Génesis, 1:14-19). En los siglos xvi
y xvn, algunos científicos, incluyendo a Galileo, descubrieron que es la Tierra la que gira
alrededor del Sol. Esta idea causó oposición de las autoridades; en 1663, la Iglesia y el Papa
Paulo V forzaron a Galileo a modificar sus teorías. Para salvar su vida, éste lo hizo, pero hoy
sabemos que él estaba en lo correcto: es la Tierra la que gira alrededor del Sol.4

Anteriormente también se creía que el semen del hombre contenía todos los ingredientes necesarios
para producir una nueva vida, de tal manera que cualquier acto de “malgasto” del fluido fuera del
cuerpo de la mujer era considerado pecaminoso. Ahora se sabe que el semen no es lo único que da
vida a un ser humano y que su producción es infinita. Es interesante ver cómo se sobrevalora a este
fluido y, en cambio, cómo la menstruación femenina ha sido acusada de ser impura, cuando se sabe
que si existe un fluido corporal higiénico y absolutamente puro es la menstruación, ya que si
estuviera sucio no podría nacer un bebe de él. Cabe el comentario de que la gran mayoría de los
varones han “desperdiciado” su semen más de una vez, sin ser homosexuales. El lesbianismo ni
siquiera se menciona, lo cual deja ver que la Biblia es sexista.

Casi todas las religiones condenan los comportamientos sexuales no reproductivos, clasificación en
la que entrarían el sexo oral, la masturbación, el sexo anal, los besos, la anticoncepción, que son
comportamientos generalizados en nuestra población, sin importar la orientación sexual que se tenga.
Por ejemplo, se asocia el comportamiento homosexual masculino con el sexo anal, cuando en
realidad no todos los homosexuales lo practican y muchos heterosexuales sí lo hacen, como una de
las incontables formas de placer que existen. Si reflexionamos sobre los encuentros sexuales,
¿cuántos tienen como fin la reproducción?

El acercamiento a otro ser humano en el aspecto corporal, afectivo, placentero, alimenta el espíritu,
amplía nuestra comunicación y no se relaciona necesariamente con la reproducción.

Hoy no se practican muchas cosas que la Biblia propone, y algunas de sus leyes pasan inadvertidas al
asumirse la actitud “Al fin y al cabo, no importa tanto”. ¿Qué pasa entonces con la homosexualidad
que importa más que otras cosas? Las Escrituras no se llevan al pie de la letra; en muchos de sus
párrafos se proponen castigos que tienen que ver con la muerte, en el caso de la infidelidad, por
ejemplo. ¿Por qué no se siguen de manera literal? Todo esto habla de vivir bajo reglas actualizadas
en función de necesidades reales.

Muchos ritos y prohibiciones no fueron más que formas de distinguirse de otros pueblos.

Necesitamos leyes y reglas más reales, basadas en lo que es y no en lo que debería ser.

Las religiones deberían tener los mismos principios morales y religiosos para todas las personas por
igual, homosexuales, bisexuales o heterosexuales.

La Biblia es un conjunto de reglas que sirven para proporcionarnos una mejor calidad de vida a
todos. Hay que procurar que así sea.

Algunos religiosos piensan que con argumentos pueden inducir a las personas homosexuales al “buen
camino” de la heterosexualidad y no se dan cuenta del daño que hacen por ignorancia, ya que, lejos
de cambiar a alguien, logran que muchos se condenen a sí mismos por no poder hacerlo.

Nos guste o no, lo diga o no la Biblia, la gente homosexual seguirá existiendo. Está en nosotros
continuar permitiendo que muchas personas se autorreprueben toda su vida sin encontrar salida (hay
un porcentaje tres veces mayor de suicidios cometidos por jóvenes homosexuales que por
heterosexuales cada año), o ayudar a que tengan una vida digna y sana física, emocional, moral y
socialmente.
Carta de una madre a los miembros de PFLAG

Estimado amigo:

Tengo que compartir con usted una profunda y dolorosa declaración. Luego de una minuciosa
reflexión sobre el suicidio de mi hijo, ahora creo que mi ignorancia y estrecha visión acerca de la
sexualidad humana me hicieron cómplice de su muerte, sin saberlo.

El 27 de agosto de 1983, a los veinte años de edad, mi hijo gay Bobby se quitó la vida. En aquel
tiempo, yo no conocía PFLAG y mis conocimientos sobre la sexualidad humana provenían de las
enseñanzas de ministros que condenaban fuertemente la homosexualidad.

Estoy convencida de que la muerte de mi hijo fue resultado de la incapacidad y falta de


disposición de mi familia para ver el bien que existe en todos los hijos de Dios,
independientemente de su orientación sexual.

Por favor, permítanme compartir mi historia.

Mi nombre es Mary Griffith. Soy madre de cuatro hijos y vivo modestamente en la pequeña
comunidad de Walnut Creek, en el estado de California, Estados Unidos. Mi esposo y yo criamos
a nuestros hijos ofreciéndoles amor, disciplina y una moral conservadora que incluía la asistencia
regular a la iglesia fundamentalista de nuestra comunidad.

Éramos la típica familia de “valores tradicionales”. Al enteramos de que nuestro hijo Bobby era
gay, yo fui a la iglesia a buscar ayuda. A través de nuestro sacerdote encontramos un consejero
religioso que nos ayudó con nuestro “problema”.

No puedo expresarle la sensación de alivio que sentí cuando el consejero religioso nos ofreció
una solución a nuestra devastadora situación por medio de la oración.

Durante los años siguientes, animé, pedí y rogué a Bobby que orara para que pudiera cambiar.
Ahora me imagino cuán difícil debió ser esto para él.

Dos meses antes de graduarse de la escuela superior, Bobby se fue de la casa y me dijo: “Mami,
tú no vas a cambiar”. Tenía razón.

Yo pensaba que Bobby no había orado lo suficiente, que no había tratado de convertirse en
heterosexual. Quería, más que todo, que cambiara su orientación sexual mediante la oración y la
religión.

Nunca me percaté de su sentimiento de aislamiento.

No me imaginé lo que implicaría una creciente depresión.


Nunca le ofrecí amor incondicional a un joven que crecía en la desesperación.

En cambio, quería que Bobby cambiara.

Mi hijo se llenó de confusión y soledad, dejándonos y marchándose a Oregon porque pensó que
podría encontrar la felicidad lejos de su hogar.

Pero dejar su hogar no era la respuesta. Bobby continuó perdido, confundido, aislado y sin poder
adaptarse. Su conflicto era la aceptación de sí mismo, un conflicto interno tan traumático que
sacudió su médula emocional.

Lo que más necesitaba era calor humano, cariño y afecto, que le dijesen que como hombre joven
gay Dios lo amaba. Bobby necesitaba escuchar que su familia lo apoyaba en su lucha por
comprender su preferencia sexual. Pero no pudo encontrar la autoaceptación y acabó por quitarse
la vida.

Al mirar atrás, pienso que lo más doloroso fue que no pude ayudarlo a sobrevivir y madurar
como el hombre gay que fue. Estaba tan comprometida con las interpretaciones literales de la
Biblia que no podía pensar en la sexualidad humana. Ciertamente no pude entender cuáles eran
las experiencias y los sentimientos de la homosexualidad de mi hijo.

En esos momentos estaba más pendiente de los versos bíblicos que de la salud y el bienestar de
mi propio hijo.

Hasta hoy, vivo con el dolor y la certeza de que por mis puntos de vista negativos y mis
condenaciones verbales contra la homosexualidad, le causé un daño mortal.

Como puede usted imaginar, el tiempo que siguió a la muerte de Bobby fue terriblemente difícil
para mí. Me consumían mis sentimientos de responsabilidad y vergüenza por lo ocurrido. Estuve
muchas horas tratando de reconciliar la experiencia de Bobby con mis creencias acerca del
homosexualismo.

Gradualmente comencé a dejar a un lado las doctrinas religiosas sobre la homosexualidad y


reflexioné: ¿cuándo es una doctrina religiosa más importante que la vida de un hijo?

Con la pregunta insistente en mi conciencia, comencé a aprender más sobre la sexualidad humana.
Empecé a buscar gente homosexual, hombres y mujeres, para conocerlos mejor. Luego llegué a
PFLAG y conocí a otros padres como yo.

Posiblemente esta información lo haya puesto a reflexionar, incluso lo haya confundido. Tómese
tiempo; para muchas personas el proceso es difícil y doloroso; otras se sienten enojadas y
defraudadas. En una época de tantos cambios y tantas posturas —sobre todo religiosas— con
respecto a la sexualidad no es fácil tomar una determinación y una posición al respecto; no
obstante, a veces es necesario.
Ninguna Biblia es un antídoto para la homosexualidad, pero la aceptación, la comprensión y el
respeto generan gente mucho más sana. No pierda de vista lo verdaderamente importante.

Padre: “Después de un tiempo, me di cuenta con mucho dolor de que hay personas que sin conocer ni
entender hacen juicios morales contra otras. Ha sido para mí un alivio que Jesús no mencionara la
homosexualidad, pero sí dijo cosas sobre enjuiciar a otros”.

Madre (PFLAG): “Para mí llevar una vida religiosa era muy importante: mi familia iba los domingos
a misa, yo trabajaba en la iglesia y mis hijos asistían a una escuela cristiana. Un día el padre me dijo
que había un rumor de que mi hijo Pepe era homosexual. Yo le contesté que no era un rumor, que es
homosexual. El padre me respondió que recordaba que Pepe había sido un buen chico. Lo miré con
desconcierto y le contesté que sigue siendo un buen chico y que su homosexualidad no tiene nada qué
ver, él sigue yendo a misa y es un buen estudiante. Pero fue inútil, me sentí enojada y decepcionada,
no de Dios pero sí de mi comunidad, a la cual pertenecimos años”.

Madre (PFLAG): “Tomé mi Biblia y le mostré a mi hija que dice que la homosexualidad está mal.
Ella me respondió que la Biblia habla de manera absoluta sobre muchas cosas que hoy ya no se
aplican, como la actitud hacia la mujer, que proviene de una cultura de tipo machista. Antes se les
prohibía a las mujeres hablar en la iglesia (Corintios, 14:34-35), o cosas como que la masturbación
no se permite cuando las estadísticas dicen que el noventa por ciento de los varones la practican y
muchas mujeres también y no es un problema; de hecho, es normal y saludable. Sin embargo, hay
mucha gente que dice que esas cosas no cuentan. Así que la Biblia debería actualizar sus conceptos”.

Madre: “Mucha gente toma su Biblia para juzgar a los demás, achacándole la culpa al nombre de
Dios; me parece que eso sí es pecado, finalmente que sea Dios quien juzgue”.

Madre: “Dios hizo a los seres humanos a semejanza suya, en especial cuando algo no implica un
libre albedrío”.

Padre (PFLAG): “Escuchaba hablar a un ministro religioso sobre la homosexualidad y decía que era
una abominación. Citó algunos párrafos de las Escrituras y yo sentí un escalofrío mientras pensaba
que ese hombre no conoce a mi hijo pero estaba usando su Biblia para condenarlo”.

Padre (PFLAG): “Para mí fue difícil tomar una decisión; mi familia y yo hemos participado mucho en
nuestra iglesia, pero desde que Juan no fue plenamente aceptado, me sentí muy resentido. Yo fui
ministro de esa iglesia y dediqué gran parte de mi vida a ella y ahora la siento hipócrita. A pesar de
eso me fue muy difícil dejarla, pero no me arrepiento; ahora estoy mucho más contento en esta
comunidad”.

Madre: “Llegué a la conclusión de que los sentimientos de Elena por Susy eran tan profundos y
sinceros como los míos por Pablo. No alcanzo a ver qué puede haber de malo en eso. El amor es el
amor”.
Madre: “Todos necesitamos a alguien, no importa de qué sexo”.

Madre: “Estuve reflexionando acerca de la religión, de mi creencia en Dios, de lo que dice la Biblia
y llegué a la conclusión de que una cosa es la espiritualidad y otra las interpretaciones que hemos
hecho según nuestra Biblia. Ahora soy una persona muy creyente, tanto como lo era antes, pero llevo
una Biblia en donde la homosexualidad de mi hijo sí cabe”.

Amigo: “Si es tan importante la reproducción y tan natural en toda persona que esté en condiciones
físicas convenientes para ejercerla, ¿qué pasa entonces con la castidad? Podría ser antinatural
también”.

Femando: “Siempre fui un hombre muy religioso, hasta que caí en cuenta que mi propia religión me
rechaza como soy, y sentí mucho dolor y coraje. Me cuestioné bien cada parte que leía en la Biblia
con la intención de hallar una respuesta, hasta que pude encontrar mi propio espacio espiritual”.

Raúl: “En una práctica homosexual un hombre no se acuesta con otro hombre como lo haría con una
mujer, simplemente se acuesta con un hombre como hombre. Algunos teólogos ponen en duda la
traducción de la idea acostarse con una mujer".

Arturo: “Soy judío y recuerdo muy bien que, después de salir del clóset, la visión que tenía de mi
propia religión, como algo justo y sabio, fue cambiando. Fue el Día del Perdón y estuve reflexivo
todo el tiempo, no podía entender cómo el texto donde se habla del perdón, la espiritualidad, el
conocemos y reconocemos a nosotros mismos, es el mismo que me condena”.

Jesús: “Una vez leí algo que decía: ‘En el ejército maté a dos hombres y me condecoraron. Amé a
uno y me sacaron’. Fue entonces cuando empecé a preguntarme qué es lo que está bien en realidad”.

Juan Antonio: “Siempre he sido muy religioso y creyente. Cuando advertí que mi atracción es hacia
los hombres, sufrí mucho pensando que eso me alejaría de Dios, así que no tuve relaciones sexuales
hasta los veinticuatro años, cuando me enamoré perdidamente de Santiago, en contra de mis esfuerzos
por alejarme de la carne. Cuando mis padres se enteraron de que soy homosexual me echaron de la
casa, diciendo que un pecador inmoral como no tenía ya nada qué hacer ahí. Estuve deprimido hasta
que fui a dar con unos amigos homosexuales muy estudiosos y religiosos como yo; ellos pertenecían a
una iglesia gay y estaban preparándose para ser sacerdotes. Por supuesto, me uní a ellos. Soy un
hombre con muchos valores morales, que me atraigan los hombres en lugar de las mujeres no cambia
eso”.

Moisés: “Un día, hablando con mi hermano sobre la Biblia y el ser gay, me dijo: “En la Biblia no se
condena la homosexualidad, se condena el semen que al salir no es depositado en la vagina’. Yo le
respondí: ‘Es verdad, pero si soy gay, qué opciones me quedan, no voy a tener una vagina y no se me
permite la masturbación. Es como si yo te dijera: qué bueno que te vas a casar, la religión no está
peleada con el amor, pero jamás toques a tu mujer porque eso sí se condena. Estás cancelando mi
vida en pareja y condenándome a la soledad, ¿eso te parece a ti que está bien?’”

Sara: “Después de mucho sentimiento de culpa por no tener hijos tal y como lo marca el judaísmo,
me di cuenta de que lo que realmente propone es trascender como persona, ayudar a otros y realizarte
en la vida, por ti misma, tengas hijos o no. Mucha gente se quita de encima la responsabilidad de su
propia trascendencia, justificándose con que ya tuvo hijos, y ése no es el único fin. Se promueve, por
ejemplo, el hecho de tener una pareja como la oportunidad de crecimiento y compañía aun entre
personas que no pueden o no quieren tener hijos”.

Alicia: “No sé si el hecho de que no se juzgue la homosexualidad femenina en la Biblia me parece un


alivio o me indigna. Por un lado, qué bueno que ya no tengo que cargar con culpas injustas, pero por
otro, la sexualidad femenina parece invisible, sólo se hace referencia a ella en función del varón. Se
dice que es obligación del hombre satisfacerla; ¿y si ella no desea ser satisfecha por el hombre?
Creo que en ese entonces las mujeres eran como mercancía, se usaban para satisfacer a forasteros
como una señal de hospitalidad. En algunas partes todavía se acostumbra que los matrimonios sean
por conveniencia y la mujer es intercambiada como ganado, o bien podemos fungir como una
máquina para tener hijos. Nadie le preguntaba a las mujeres de entonces si deseaban o no estar con
un hombre, presuponían que ésa era su función. Puesto que dos mujeres no atentan contra el poder
político del macho, me imagino que seguramente había varias lesbianas que pasaban inadvertidas
como las hay ahora”.

Martha: “Si en el Antiguo Testamento no se habla de amor y el matrimonio se estipula como una
transacción en donde incluso se estima cuánto habría de pagarse como dote según las circunstancias y
la época; entonces, ¿cómo podría incluir el amor de dos personas de su mismo sexo?”

David: “No podemos ser tan literales, las interpretaciones de la Biblia son las que en realidad han
regido nuestras vidas. No podemos dejar a un lado el hecho de que en el judaísmo, por ejemplo, se
hizo un cambio dramático hace años al institucionalizar la monogamia, ya que durante miles de años
la poligamia fue aceptada por todo el judaísmo y dudo que ahora cualquier mujer judía aceptara que
su marido tuviese tres, cuatro o más esposas a la vez”.

Fortuna: “Es triste, pero muchos religiosos no saben escuchar, ¿cómo pueden orientar entonces?”

Diego: “Todas las religiones son para mí un conjunto de manuales de cómo vivir la vida; en ellos se
dice todo lo que debería ser, supuestamente; sin embargo, en la práctica la gente simplemente es lo
que es; de hecho, la mayoría de las personas no cumplen al pie de la letra sus propias Biblias”.
El R.P. Marciano Vidal dice:

Para todos es patente la falta de aceptación y credibilidad respecto de las normas cristianas referidas
a la sexualidad. La causa es que la reflexión teológica ha realizado un replanteamiento en cuanto al
significado de la sexualidad humana, pero a este cambio ideológico no ha correspondido ningún
cambio en cuanto a normas concretas. Es esta laguna lo que crea conflictos en la vida moral de los
creyentes. La formulación misma de las normas sexuales ha sido errónea puesto que se adapta
siempre a la expresión autoritaria, cerrada, abstracta, absoluta y prohibitiva. Hay que tener en cuenta
que toda norma debe atender al valor preferible en su aplicación concreta y este valor preferible no
siempre es el mismo en todas las circunstancias. Por lo tanto, las normas sexuales han de formularse
no como algo que tiene una validez absoluta, sino como algo que tiene una validez general, es decir,
en la mayoría de los casos. Y corresponde a la conciencia y a la responsabilidad de cada persona
determinar si una norma representa o no el valor preferible en su situación particular.5

Gandhi dijo: “No hay otro Dios que la verdad, para mí la religión está en llegar a la
autorrealización y al conocimiento de uno mismo”. A pesar de que ya se han hecho estudios
científicos sobre qué es la homosexualidad, algunos religiosos insisten en dar respuestas que
no corresponden con la realidad. ¿Cuántos de esos religiosos conocen realmente a un(a)
homosexual o se han detenido a escuchar su historia?6

Todavía es posible encontrarse con personas que utilizan su Biblia como una forma de defender sus
prejuicios contra la homosexualidad. Pero, a su vez, hay otros estudiosos de la Biblia que disputan
cualquier interpretación antigay en los textos bíblicos.

Las ideas arraigadas y viejas son difíciles de desechar, pero la lucha de algunos religiosos continúa,
sobre todo después del descubrimiento de que la homosexualidad es una simple condición de algunas
personas en todas las culturas. En ocasiones se pierde la esencia de los mensajes de la Biblia
universal acerca del respeto y el amor a otro ser humano para dar paso a antiguas creencias.

Tal vez haya que aprender a separar la espiritualidad de la institución religiosa. Muchas de las reglas
religiosas y muchos miedos con respecto a la sexualidad surgieron con el fin de hacer crecer a la
institución, una institución que, como todas, busca la expansión y el poder político-económico.

Es una pena que ni la historia ni la Biblia estén escritos desde otros puntos de vista, como el de las
mujeres, los negros o los homosexuales.

Cada ser humano tiene su propia verdad, que no es absoluta ni tampoco constante, sino que está
influida por nuestra historia de vida, nuestros valores, cultura, experiencias y otros factores. Por esta
razón, a medida que vamos madurando aparecen nuevas ideas y experiencias sobre la vida que nos
ayudan a ajustar nuestro concepto de la verdad o reforzar los anteriores. Es importante recordar que,
así como esperamos que nuestros conceptos sean respetados, debemos tolerar y respetar los de otros,
reconociendo que cada persona piensa de manera distinta.
Como se mencionó al principio, en este segmento sobre puntos de vista religiosos con referencia a la
homosexualidad y bisexualidad, sólo se vertieron opiniones a favor. Por lo tanto, quizá no esté de
acuerdo con algunas de éstas, pero recuerde que sí pueden ayudarle a reflexionar, y a formarse su
propio criterio.

Es verdad que algunas corrientes religiosas continúan condenando la homosexualidad, colocándose


en una posición determinante. A diferencia de ellas, algunas otras han empezado a reconsiderar y a
tomar partido en el apoyo a los derechos de las personas homosexuales. La Iglesia Metodista, por
ejemplo, abre sus puertas a los homosexuales, sus familias y amigos. En 1991, la United Church of
Christ expidió una nueva regla que dicta que la orientación sexual de una persona no es un obstáculo
para su ordenación. En la Iglesia del Episcopado, el organismo legislativo declaró que las personas
homosexuales tienen el mismo derecho que los demás en dicha Iglesia. En 1994, los obispos de dicha
iglesia publicaron una nueva guía pastoral, en la que escribieron: “Así como puede ser para personas
heterosexuales la experiencia del amor incondicional de Dios, también será para personas
homosexuales o bisexuales”.

En la Ciudad de México se cuenta con algunos grupos religiosos de personas homosexuales en los
que pueden compartir con sus familias y amigos (revise el anexo 9).
PREOCUPACIONES Y MIEDOS DE LOS PADRES CON RESPECTO A LOS
DEMÁS

¿Debemos decirlo o no?

A los padres y las madres que aún tienen dificultad para aceptar la homosexualidad de sus hijas(os)
les preocupa que los demás se enteren. Es posible que se sientan vulnerables y surja en ellos la
necesidad de “guardar el secreto”. Esta preocupación tal vez se relacione con su visión de que la
homosexualidad es “algo malo” y vergonzoso que hay que ocultar. Si usted está en esta encrucijada,
piense de dónde sacó esa idea y dedíquese a enterarse más del tema: lea, pregunte y, sobre todo,
conviva con gente homosexual. Ésa es la mejor forma de aprender.

El miedo más común es a cómo serán vistos y juzgados como madres y padres, a los efectos que esto
tendrá en su hijo y en el resto de su familia, y a cómo afectará sus relaciones sociales. Cuando en una
familia hay un miembro homosexual, todos los demás se ven afectados, pues necesitan revisar y
modificar sus valores, creencias, mitos, ideas y sentimientos al respecto. El proceso no es fácil; es
posible que tenga que pasar por situaciones dolorosas o se lleve gratas sorpresas, incluso se
encuentre con más madres y padres de hijos e hijas gay. No está solo, existen muchas personas que
están pasando por este proceso.

A veces la preocupación proviene de la inseguridad respecto a cómo responder a las preguntas que
puedan surgir después de platicar sobre su hijo(a) homosexual. La mala noticia es que si no habla del
tema, también tendrá que enfrentar preguntas y situaciones incómodas. Por ejemplo, “¿Tiene
novio(a)?” “¿Ya se va a casar?” “¿No estás preocupada?” Además de la sensación constante de ser
descubierto en cualquier momento.

No es fácil pero, en la medida en que se sienta más informado y seguro, podrá lidiar mejor con todo
tipo de cuestionamientos y situaciones. Por ejemplo, al tener la información de que la
homosexualidad no está asociada en absoluto con que uno(a) sea bueno(a) o mal(a) padre o madre,
siempre se pueden decir cosas como: “Yo veo que mi hijo es un estupendo muchacho, el hecho de
que sea homosexual es cosa que sólo a él le incumbe”, o “¿Cuál es tu problema con que él o ella sea
homosexual, a ti en qué te afecta?”

Si elige decírselo a alguien, pida antes el consentimiento a su hija(o). Es la vida de ella o de él de la


que usted hablará y por lo mismo él o ella tiene el derecho de decidir quién debe saberlo y quién no.

En segundo lugar, es preferible no decírselo a nadie a menos que usted mismo(a) haya alcanzado el
punto en que no se sienta a la defensiva al hablar del asunto. Lleva tiempo aprender a aceptar a su
hijo(a) y, a menos que su actitud sea positiva, es posible que comunique su sentimiento de infelicidad
y duda a los demás. Cuando se sienta listo(a) se le hará más fácil hablarlo con los otros.

Con el tiempo y la experiencia poco a poco irá aprendiendo a quiénes, cuándo, cómo, dónde
decirles.

Madre: “Le conté a mi madre que mi hija es lesbiana y me contestó: ‘¿Y la vas a llevar al doctor?’;
yo me sentía lista, así que tuvimos una larga plática”.

Madre: “Cuando le dije a mi hermana que Pablo es gay, me contestó: ‘Está bien, nada más espero
que no haga como mujer’. Pensé en su respuesta y le pregunté qué quería decir con eso. Y me dijo:
‘Tú sabes, como los que se visten de mujer’. Le pregunté si alguna vez lo había visto vestido así y
contestó: ‘Ahora que lo mencionas, no’. ‘Entonces, ¿qué te hace pensar que ahora lo va a hacer sólo
porque tú ya sabes que es gay?’”

Madre: “Pasé tiempo deprimida porque mi hijo no se va a casar y cada vez que iba a una boda donde
decían: ‘Pronto contigo’, se me llenaban los ojos de lágrimas, hasta que mi hijo me abrió los ojos y
me dijo: ‘Te están deseando que ojalá y pronto tenga pareja con la que sea feliz y dicen ojalá la
encuentre y no ojalá sea heterosexual; yo en todas las bodas procuro atrapar la liga a ver si encuentro
a alguien para mí’”.

Madre: “Cuando le conté a mi padre que Alexandra es lesbiana me insultó y me dijo: ¡Era tan buena
niña! ¿Qué le hiciste?’ Gritó. Me sentí muy mal y me fui a mi casa cuestionándome si yo había tenido
la culpa. Pasamos tres meses sin hablamos ni vernos. Leí mucho al respecto, hasta que me convencí
de que no tuve nada qué ver. En ese momento entendí lo que deben sentir algunos jóvenes cuando
salen del clóset con sus padres y me dio tristeza. A los tres meses me llamó y al fin pudimos platicar
larga y extensamente sobre el tema”.

Madre: “Cuando le conté a mi prima que mi hija es lesbiana me insultó y me rechazó; entonces
entendí por qué no me había dicho que le gustan las mujeres”.

Padre: “Con mucho dolor y vergüenza le conté a mi compadre que mi hijo es homosexual y ¡cuál fue
mi sorpresa! Me contestó que el suyo también”.

Madre: “Me sentí comprometida a decirle a mi hermana que Ricardo es gay. Estaba a punto de
celebrarse la cena de Navidad en su casa y mi hijo iba a llevar a Marcos, su pareja. Ellos llevan seis
años y querían estar juntos en una ocasión tan familiar. Yo tenía miedo de su reacción, pero ella se
portó excelente. Me dijo: ‘Tú y tu familia siempre serán bienvenidos a mi casa, no importa qué hagan
o qué sean. Si Marcos es el novio de tu hijo, me imagino que es mi sobrino también”.

La posibilidad o la necesidad de decírselo a alguien se vuelve una parte importante del proceso de
aceptación.

Usted puede compartir sus sentimientos al respecto con su hijo(a). Recuerde que ellos viven estas
experiencias a menudo, cada vez que necesitan decirle a alguien sobre su orientación sexual.
La mejor forma de fomentar la aceptación es combatir los prejuicios y mitos. Manténgase informado
para poder informar a otros sobre la orientación sexual de su hijo(a).
4. Abriendo caminos

Se juzga más al amor que a la guerra.


¿QUÉ HAGO?

En realidad no existe una receta; cada madre y cada padre son distintos, al igual que cada hijo e hija.
Además, las circunstancias y situaciones son muy diversas. No obstante, enseguida presentaré una
pequeña guía que le puede facilitar el camino.

1. No trate de acelerar el proceso de entender; téngase paciencia, lleva tiempo digerir que su
hija(o) es gay, tanto como le llevó a ella o él hacerlo; no espere demasiado de usted mismo.
Infórmese sobre quiénes son las personas homosexuales, cómo viven, qué hacen. No se
desespere, está ante una situación nueva para usted; tómese el tiempo de asimilar la
experiencia. Todas las situaciones desconocidas provocan miedo, aunque seguramente no es
la primera vez que alberga este sentimiento. Como padre o madre es indispensable tener
capacidad de adaptación y abrirse a los nuevos aprendizajes que deberá emprender por sus
hijos e hijas a lo largo de su vida.

Así como en otras circunstancias, hágalo paso por paso, sintiéndose cada vez más seguro y
cómodo.

Si aún le cuesta trabajo entender, intente hacer el siguiente ejercicio. Imagínese por unos instantes
cómo se sentiría si resulta que el mundo es en su mayoría homosexual. Sus padres son
homosexuales, al igual que sus hermanos. Es “lo normal”, en este lugar todos son así: sus
compañeros y compañeras de la escuela, sus profesores, el señor de la tiendita, la señora de la
papelería también. ¿Cómo se siente?

Los años transcurren y con ellos llega la pubertad. Sus amigos y amigas empiezan a salir con
chicos y chicas, por supuesto en una relación homosexual, y usted siente que las personas de su
mismo sexo no le son atractivas, cuando menos no afectiva ni eróticamente. No hay nada qué
hacer, aquí así son las cosas. ¿Cómo podría usted contradecir algo que desde niño(a) ha visto
como lo más común y normal? Así que va en búsqueda de una pareja de su mismo sexo, pero de
nuevo confirma que eso no lo hace feliz, aunque le ayuda a sobrellevar el baile de graduación y
toda la presión social de su entorno. Esta relación es el pase para la aceptación social por parte
de sus amistades, vecinos, familiares y, sobre todo, de sus padres, que se emocionan cada vez que
lo ven con su pareja homosexual.

Todo parece indicar que no existen las personas heterosexuales; nadie habla de ser heterosexual
si no es para decir lo horrible que es. ¿Cómo se siente usted?

Un día descubre que por ahí hay un bar con personas heterosexuales. Por primera vez en años, ya
no tendrá que pretender que es homosexual. Al menos en ese pequeño bar, va a conocer gente
igual que usted y tal vez encuentre por fin una pareja heterosexual. Ahora, ¿cómo comunicarle a
sus amigos, compañeros de trabajo, vecinos, familiares y padres que no es homosexual, si tienen
tantas expectativas sobre usted? Toda la gente da por hecho que es igual a los demás, nadie se ha
cuestionado siquiera la posibilidad de que una persona como usted sea heterosexual.

¿Cómo reaccionarían si lo supieran? En este mundo homosexual, las expresiones de afecto


heterosexuales son muy mal vistas. Usted acaba de iniciar su carrera laboral y profesional, tiene
una familia orgullosa de lo que su hijo(a) ha logrado, lo(a) consideran un buen partido, incluso
han intentado presentarle a personas de su mismo sexo para que “primero Dios” tenga pareja. Sus
amistades lo(a) quieren y aprecian y no falta la ocasión en que lo(a) presionen para tener cuando
menos una aventura homosexual como los demás. Usted, para sobrellevar las cosas, empieza a
mentir; una mentira tras otra y un sórdido silencio ante todos sus miedos y confusiones por ser
heterosexual en un mundo de homosexuales.

A pesar de todo, la vida sigue su curso, y su naturaleza también, así que acaba por encontrar a una
pareja heterosexual. Su primer amor, su primera relación sexual satisfactoria y plena, pero, ¿a
quién le va a contar de esta alegría?

Su vida íntima, que incluye festejar aniversarios, escoger tarjetas, convivir, ir al cine juntos, entre
muchas otras cosas, transcurre en un total secreto. Hay que pretender que no sucede nada y
esconderse y, por si fuera poco, no falta en una relación aquel día en que las cosas no andan muy
bien. ¿A quién acudiría para pedir un consejo o un “apapacho” en esos momentos? ¿Quién, lejos
de juzgarlo, podría entenderlo(a) si aquí todas las personas son homosexuales, por lo menos
todas las cercanas a usted?

¿Cómo se siente?

¿Hablaría de su situación a sabiendas de que al hacerlo podría quedarse solo y ser rechazado o,
si bien le va, ser sometido a fuertes cuestionamientos sobre su vida personal? Seguramente
tendría que responder preguntas como las siguientes:

1. ¿Qué piensas que pudo haber causado tu heterosexualidad?

2. ¿Cuándo y cómo decidiste por primera vez que eres heterosexual?

3. ¿Tu heterosexualidad será sólo una fase de tu vida que después puedas superar para ser como
los demás?

4. ¿Es posible que tu heterosexualidad se derive de un miedo neurótico a las personas de tu


mismo sexo? Tal vez tengas un trauma.

5. ¿Será posible que lo único que realmente te pasa es que necesitas un buen amante de tu mismo
sexo y no has encontrado a la persona adecuada para ti? Quizá en cuanto la encuentres serás feliz
en una relación homosexual, como todos los demás.

6. En este planeta todos somos homosexuales, ¿por qué saliste heterosexual?; ¿alguien te enseñó?
7. ¿Por qué haces esto? ¿Contra quién te estás rebelando?

8. Si nunca has tenido relaciones sexuales con una persona de tu mismo sexo, ¿cómo sabes que no
te gustan?

9. ¿Ya tuviste el valor de decirle a alguien que eres heterosexual? ¿Cómo reaccionó? Ten
cuidado, en este lugar, si alguien se entera de que te gusta la gente del otro sexo te pueden agredir,
insultar, correr del trabajo, desprestigiarte, dejar de hablarte, así que fíjate bien a quién se lo
dices.

10. Tu heterosexualidad no nos molesta, la podemos tolerar, siempre y cuando no trates de


tiramos la onda y seducimos con tus tendencias.

11. Gran parte de las parejas heterosexuales tienen muchos problemas, sobre todo de
comprensión entre hombres y mujeres; ¿estás seguro de que deseas tener una relación así?

12. ¿Es cierto que las mujeres heterosexuales se visten con falda, son delicadas y difícilmente
hacen algo más que ir al salón de belleza, ir al deportivo y cuidar niños?

13. ¿Es cierto que los hombres heterosexuales son promiscuos, infieles, perversos y sólo buscan a
la mujer para desahogar sus deseos sexuales?

14. Las estadísticas indican que el noventa por ciento de los abusos a menores son cometidos por
hombres heterosexuales; ¿eres tú así?

15. Ten cuidado, las parejas heterosexuales se divorcian mucho, no te vayas a quedar solo(a).

16. ¿Por qué te quieres mostrar ante los demás? Que seas heterosexual es una cosa, pero que estés
con tu novia(o) tomado(a) de la mano o dándote un beso en la calle es otra. ¿No podrías mantener
tu heterosexualidad discretamente y no esperar cuando menos a que nadie los vea?

17. ¿Sabes que las personas heterosexuales por lo general tienen roles muy estereotipados de
cómo debería ser un hombre, una mujer, un esposo, una esposa o una pareja? ¿No te parece que
esto podría limitarte mucho como persona?

18. Que seas heterosexual no importa tanto, pero eso de estar en un lugar para heterosexuales con
el fin de ligarte a alguien... ¿No crees que le pones demasiado énfasis al sexo?

19. ¿No has pensado en ir a terapia y cambiar?1

¿Cómo se siente ahora? ¿Qué haría entonces?

Espero que este pequeño ejercicio le haya servido para entender muchas de las situaciones y
sentimientos que viven día con día muchas personas homosexuales en un mundo heterosexual en
donde, predominantemente, puede ser el diferente, hasta en su propia familia.

1. Pida información a una fuente confiable y verifíquela con una persona gay o algún especialista
en la materia.

Hemos sido programados para malentender la homosexualidad; ahora el trabajo es


“desaprender” lo aprendido y adquirir nuevas actitudes. Y eso toma tiempo. Dejar atrás viejas
creencias nos brinda la oportunidad de vivir de forma diferente, de comportamos de otra manera.
En este caso es necesario conocer gente gay de carne y hueso, real y en vivo, lo cual le permitirá
romper con muchos de los estereotipos y esquemas establecido.

Elisa: “La gente se asombra cuando digo que soy lesbiana y hace este tipo de comentarios: ‘Es que
no pareces, eres tan femenina, sensual, inteligente, que nunca se me ocurrió’”.

La mejor forma de conocer las vivencias de su hija(o) homosexual es hablar directamente con
ella o él. Seguro será su mejor guía, escúchela(o).

Pregunte con el afán de aprender, no de juzgar, recriminar o criticar; no tenga miedo de usar las
palabras “prohibidas” (gay, homosexual, lesbiana, etc.), aquellas de las cuales la sociedad nos
enseña a escandalizarnos y sentir vergüenza al escucharlas. Use el nombre correcto, pues no es
lo mismo decir: “¿Cómo te diste cuenta de que eres así?” que decir: “¿Cómo te diste cuenta de
que eres homosexual?” Cuando procura evadir palabras manda el mensaje de que se trata de algo
“malo”, tan es así que ni siquiera se puede hablar de frente.

Una persona dijo una vez: “No hay que hablar sobre la gente homosexual sino con la gente
homosexual”. Y tenía justa razón.

No espere a que pasen los años o un evento extraordinario suceda para acercarse a su hijo(a)
gay. Aunque no es fácil, le garantizo que es menos difícil de lo que espera pues a menudo las
fantasías catastróficas superan por mucho la realidad. Dese la oportunidad de abrirse ahora que
puede.

Una madre que se rehusó a conocer a la pareja de su hijo y a sus amigos durante quince años, los
conoció cuando visitó a su hijo en el hospital, tras haber contraído una enfermedad mortal.
“Estoy tan avergonzada —dijo—. Ellos le dan más amor del que yo le he dado y son mucho más
maravillosos conmigo de lo que merezco.” Ahora su hijo está muerto y su pareja y sus amigos
son bienvenidos en casa de su madre. “Ojalá lo hubiera hecho antes”, dice.2

No es necesario quedarse con los “hubiera” cuando tiene el “ahora” para actuar.

Muchas personas homosexuales han pasado por momentos difíciles con su pareja y necesitado el
apoyo de sus madres y padres, pero no han contado con éste porque ellos no conocían su vida.
Actúe ahora, escuche.
1. No lo(a) critique por ser diferente; escuche con atención cuáles han sido las experiencias de
vida que él o ella han tenido. Aprenda, pues es usted quien no conoce el tema. La
responsabilidad de abrir un canal de comunicación es de madres y padres.
2. No culpe a otra(s) persona(s) de sus sentimientos, acepte que sólo usted es responsable de sus
reacciones negativas. No espere que su hijo(a) subsane sus frustraciones.

Saque a la luz sentimientos, es mejor hacerlo que actuar en consecuencia; por ejemplo, no lo
insulte, mejor dígale; “Me siento frustrado”. No diga lo que no siente. Hable con el corazón, deje
que sea éste el que se exprese.

1. Acompáñela(o) a encontrar sus propias metas, aunque tal vez difieran por completo de las
suyas. Respete y acepte que es otra persona, cuyas ideas también son válidas; al fin y al
cabo, se trata de su propia vida. No intente forzarla(o) a que comulgue con sus ideas sobre
sexualidad; mejor desarrolle la confianza y la apertura permitiéndole escoger su propia
forma de vida. Por otra parte, cada hijo es un mundo, ser gay no necesariamente rompe con
todos sus sueños y expectativas sobre él o ella.

Marcos: “Una de las actitudes que más aprecio de mis papás es que siempre respetan mis decisiones,
aunque no concuerden con ellas e incluso no las entiendan”.

Madre: “Para mí fue muy duro saber que mi hijo es homosexual. Como todas las madres, tenía
muchas ilusiones y sueños acerca de cómo quería que fuera su vida, y la noticia los derrumbó. Creía
que ya no podría volver a sentirme orgullosa de él y me deprimí. Pasó un tiempo y entré a terapia.
Poco a poco se me fueron quitando los velos de los ojos y llegué a la conclusión de que la única
expectativa que no se me cumplió fue que mi hijo fuese heterosexual y me diese nietos (aunque
respecto a los nietos todavía tengo ilusiones). Fuera de eso, es muy trabajador, sociable, exitoso,
tiene una buena pareja, es buen hijo y además, muy guapo. Lo que antes no podía ver es que yo
siempre había estado muy orgullosa de él, pese a que no sabía que era homosexual (siempre lo fue,
mucho antes de que yo me enterara). Lo único que en realidad cambió es que ahora lo sé”.

Padre: “Un día mi hijo nos dijo: ‘Pa, yo sigo siendo la misma persona que antes’; en el momento no
lo pude entender, pero ahora han pasado ya seis meses y me fui dando cuenta de que era verdad: nada
había cambiado en su vida. Creo que fue nuestra percepción de él la que cambió”.

1. No se culpe a sí mismo porque su hija(o) es gay. Aprecie la capacidad que tiene de amar y ser
amado por otros. Comprenda que existen otras formas de encontrar la felicidad y aprecie al
ser humano íntegro que tiene ante sus ojos. La homosexualidad de su hija(o) es sólo una
parte de su vida. Ser gay no es lo único que hay que saber de una persona.

Conforme vaya dejando ir algunos de sus sueños e ideas, entenderá que un padre o una madre no
son responsables de todos los problemas, cambios y acciones de sus hijos e hijas. Cada hijo e
hija es otra persona; en la medida en que pueda hacer esta separación se percatará de que es muy
posible que con sus otros(as) hijos(as) tampoco coincida en todo lo que hacen, piensan o sienten,
con independencia de su orientación sexual.

Sin embargo, todos pueden aprender de las diferencias y compartir las semejanzas.

1. No responda a una agresión con otra. Muchas veces detrás de un sentimiento de enojo existen
sentimientos de dolor. Responda a ellos.
2. No discrimine a su propio(a) hijo(a) y defiéndalo(a) de la discriminación de los demás.

Defender a un hijo gay es difícil, pues pone a prueba nuestra propia valentía. Por lo
regular no me preocupo en que mis sentimientos y actuaciones sean suficientemente
masculinas, me preocupa más que sean humanas. Luchar por sus hijos gays y lesbianas es
mucho más macho, más difícil y certero que ignorarlos o echarlos de la casa. Ante todo es
su hijo, no importa que siga teniendo la creencia de que la homosexualidad es un pecado,
que está mal, algo con lo que yo no estoy de acuerdo. Si nosotros sus padres no lo
defendemos, no tratamos de entenderlo y acercamos, quién lo va a hacer.3

Padre: “Me di cuenta de que mi hijo tenía un gran valor para enfrentar su vida y yo era un cobarde,
temeroso para acompañarlo”.

Don Clark: “Los prejuicios no son culpa de nadie, son como una enfermedad; las enfermedades no
son culpa de nadie, pero sí es responsabilidad de todos combatirlas. Luchar contra ellas puede ser
difícil al principio, pero va haciéndose más fácil cada vez; si conoce una verdad, no dude en
decirla”.

1. No exija que se adapte a sus patrones e ideas sobre cómo debería ser un hombre o una mujer,
ya que cada persona vive su feminidad y masculinidad a su manera. Aunque existan patrones
sociales, los seres humanos no somos moldes, todos los estilos son igualmente válidos.

Padre: “Me cuestioné una y otra vez en qué consiste ser un hombre de verdad: ¿en ser muy viril?, ¿en
ser heterosexual? o ¿en ser una persona íntegra en toda la extensión de la palabra? Un hombre es un
hombre y eso no se le quita con nada, lo mismo que a una mujer”.

Padre: “Observé que mi hijo se sentía tan seguro de su hombría que no le importaba mostrar su parte
sensible con los demás. Un día me dijo: ‘Papá, el hecho de que me atraigan los hombres sexualmente
no me quita mi masculinidad, sino que la enriquece’”.
1. No trate de deshacer parejas o relaciones. Respete los derechos que tiene su hijo(a) de
encontrar a la persona correcta para sí mismo(a) y formar una relación con ella.
2. No insista en que su moral es la única válida. También los demás son seres pensantes y con
capacidad de raciocinio, como usted. Aprenda de ellos y confirme sus propias ideas.
3. Bríndele su amor y cariño, aprenda a amarlo(a) como es, no como le gustaría que fuera. Dar
amor incondicionalmente es todo un arte que muchas veces no estamos acostumbrados a
ejercitar. Aprendemos más a manipular y a chantajear que a aceptar y respetar a los demás.

Poco a poco se dará cuenta de que un(a) hijo(a) homosexual necesita comprensión, apoyo y amor
tanto como uno(a) heterosexual. Es importante tener autoestima y aceptarse a sí mismo para
poder hacer cosas en la vida. La mayoría de las personas suelen sentirse inconformes con lo que
son, con su imagen, por lo que no tienen. Y se desvalorizan mucho.

Madre: “Para mí fue muy importante animarme a hablar del tema con mi mejor amiga. En algún
momento le pregunté: ‘¿Qué puedo hacer como madre?’, a lo que ella me contestó: ‘Amarlo’.
Entonces me percaté de que, en verdad ése era mi papel en la vida de mi hijo: amarlo
incondicionalmente y decirle que, sin importar qué cosas le pasen en la vida, sin importar quién sea
ni qué le guste, yo estoy aquí para amarlo, así como es y así como él me ama a mí’.

Madre: “Empecé a leer el libro Loving someone gay (Amando a una persona gay) con la intención
de aprender a amar a una persona especial para mí que es gay. Ahora sé que en realidad necesitaba
aprender a amar y que una de las personas era gay”.4

1. Diga con frecuencia estas palabras: “Te quiero”.


2. No deduzca que su hijo(a) necesita ver a un psicólogo, psiquiatra, psicoterapeuta, u otro
profesional de la salud. Busque un ambiente donde usted pueda manejar este proceso, ya sea
en grupo o en terapia particular.

¿Cómo puedo darle la ayuda que necesita?

La ayuda no llega si no existe un canal de comunicación y confianza con el otro. Muchas personas
homosexuales pasan por un proceso antes de definir si lo son o no, por lo cual, en esos casos, la
actitud de sus padres puede favorecer su identificación.

Si bien es cierto que usted no puede definir la identidad de él o ella, es probable que sí les llegue a
transmitir su manera de pensar haciendo comentarios como: “Cada quien tiene derecho de ser quien
verdaderamente es”, “Todos los estilos de vida son válidos”, “No importa qué seas, sientas, hagas o
dejes de hacer de tu vida, yo te amo y te voy a seguir amando”. Si no quiere decir nada, tan sólo
déjelo(a) ser, aprenda a escuchar, que sepa que usted está ahí para platicar y compartir lo que
necesite. Esta actitud es útil no sólo para el proceso de identificación, sino también para la
comunicación constante y la confianza mutua.
La ayuda se puede ofrecer, no forzar. Recuerde que para mucha gente homosexual la palabra “ayuda”
encierra toda una gama de métodos tradicionales para “ayudar a la persona a ser como los demás”,
retando su propia naturaleza. Así que puede ser que encuentre rechazo si no especifica con claridad
sus intenciones, que idealmente serán ayudarlo(a) a fortalecer su autoestima, asumiéndose como la
persona homosexual que es. Para la gente gay la aceptación de sí misma puede no ser fácil.
Recordemos que vivimos en una cultura que no fomenta el autodescubrimiento y crecimiento, sino
que da paso al miedo, la culpa y la vergüenza ante cualquier situación que no comulgue con lo que
espera la mayoría.

Muchas veces los líderes comunitarios de todo tipo tienen miedo de hablar sobre la homosexualidad
y, por desgracia, cuando la mencionan, tienden a hacer una exposición poco favorable, minando la
autoestima de una gran cantidad de personas que por años se han sentido culpables, avergonzadas,
temerosas de quiénes son. Todavía persiste la creencia de que si se habla de estos temas se les hace
mayor promoción.

Por eso es fundamental que hable sobre ello, escuche, pregunte, aprenda cómo los prejuicios y la
poca educación acerca de la homosexualidad han influido en la vida de su hija(o). Recuérdele que no
está sola(o), ni es un caso “raro”, ya que se estima que las lesbianas y homosexuales conforman el
quince por ciento de la humanidad. Participe en el proceso de revalorar y restablecer su propia
imagen. Es de utilidad que usted también comparta sus propias experiencias.

El que usted sea un modelo y lo acepte como la persona homosexual que es, la(o) apoya en su
autoestima y autoaceptación.

Mucha gente gay está resentida con las personas que la rodean. Esto es muy comprensible. Más de
una vez han tenido que pasar por episodios muy desagradables de rechazo y ofensas de personas que
aprecian, incluso que aman. En estos casos puede ser útil entender que este trato se debe a la
ignorancia y no a la maldad. Llegar a la comprensión y al perdón, junto con una actitud positiva, será
beneficioso para su paz interior, su adaptación social y la revalorización de su imagen.

La depresión nace de una visión negativa de uno mismo, de la realidad presente y de una visión
pesimista del futuro. Esta condición depresiva impide el desarrollo de la personalidad y promueve la
búsqueda de falsas compensaciones como el alcohol, la droga, o aun el suicidio... sobre todo si la
persona en cuestión es joven. Es importante lograr generar una autoestima, identidad e intimidad
adecuadas que le permitan tener una vida sana.

Hoy la Organización Mundial de la Salud ha determinado que la salud sexual de una persona está
vinculada con su bienestar biológico, psicológico, emocional y social.

Trate con respeto a la otra persona. Antes de intentar ayudarla a vivir y expresar su homosexualidad,
revise los sentimientos homofóbicos que existan en usted mismo, ya que éstos pueden sabotear su
labor.

Ayúdelo(a) a formarse un plan concreto para su propia vida. Para una persona heterosexual es más
fácil determinar sus metas, porque muchas veces sus aspiraciones personales coinciden con los
moldes ya establecidos por la sociedad. En el caso de una persona homosexual, estos modelos y
expectativas sociales no siempre funcionan y él o ella tendrá que construir sus propias metas, ideales
y anhelos.

Es importante promover un plan de vida en todos sus hijos. Muchos jóvenes de ahora se sienten
perdidos, independientemente de su orientación sexual, pues vivimos en una sociedad que está
acostumbrada a decimos qué hacer y no a permitirnos explorar qué es lo que realmente deseamos
hacer con nuestras vidas. Sin duda, estas condiciones alcanzan también —y parece que de manera
más impactante— a las nuevas generaciones.

La mejor forma de ayudarlo(a) es amándolo(a) y, con base en ese amor, averiguar qué es lo que su
hijo o hija necesita. No dé por hecho que usted sabe qué es lo mejor para él o ella.

Si lo considera necesario, acérquese a profesionales de la salud que lo puedan apoyar, así como a
instituciones que se dediquen a trabajar con temas de sexualidad. Leer este libro es un gran paso para
apoyar a su hijo(a); al hacerlo ha demostrado que está abierto a información nueva y espero que
cuando lo termine esté mejor informado.

La forma de apoyar a su hijo(a) gay es la misma que usaría con cualquiera de sus hijos: es necesario
hablar, escuchar y aprender juntos.

Cada joven requiere cosas diferentes de sus padres. Aprenda a comunicarse con ellos respecto a sus
necesidades mutuas.

Algunos padres encuentran que pueden entender y apoyar mejor a sus hijos reconsiderando las
diferencias y similitudes con sus propias experiencias. En algunos casos puede ser útil hablar de
cómo ha manejado situaciones difíciles y dolorosas en su vida. En otros casos, es importante que
considere que la discriminación sexual es dolorosa en un sentido desconocido para usted.

Puede apoyar a su hijo(a) informándose sobre el tema de las distintas orientaciones sexuales y
transmitiendo lo aprendido a todas las personas posibles dentro de su núcleo social. No decir nada
da paso a la discriminación y permite que subsistan los mitos y prejuicios. En estos momentos
todavía hay personas encerradas en cárceles e instituciones mentales por haber manifestado
abiertamente sus sentimientos homosexuales.

Por otro lado, paso por paso, las cosas están cambiando: cada vez aparecen más películas, series de
televisión, programas de video, revistas, libros y otros materiales en los que se toca esta temática, lo
cual nos indica que se empieza a incorporar abiertamente a la gente homosexual a la vida cotidiana.
Esta lucha aún continúa y está en todos proseguirla de acuerdo con sus posibilidades. Por ejemplo, a
través de erradicar mitos y prejuicios, ayudar a cambiar las leyes de manera que sean más reales y
justas, luchar por el derecho que tiene cada persona de ser quien es y no ser señalada por eso, educar
a otras personas que por ignorancia siguen juzgando a otros, apoyar a quienes viven lo mismo, formar
grupos de ayuda, y muchas acciones más.
Su hijo(a) no va a cambiar, pero usted sí puede ayudar a que las cosas cambien para él o ella,
haciendo del suyo un mundo mejor.

Con la naturalidad con la que usted se lo tome, se lo van a tomar los demás. Si quiere ayudar a su
hija(o) homosexual, trátelo con naturalidad, tal como trataría a los demás. Intégrelo, junto con su
pareja, en caso de que la tenga, al álbum familiar.

Hace poco me contaron una historia de Antony de Mello que hace alusión al peligro de no saber
ayudar:

Cuentan que un mono iba feliz por el bosque, cuando de pronto apareció ante sus ojos por
primera vez un río, lo cual le causó mucha curiosidad. Se acercó y al asomarse vio con horror
un pez. No lo podía creer: ¡un animal bajo el agua! El monito se sintió muy preocupado, así que
decidió que lo iba a salvar, ¿y qué fue lo que hizo? Lo sacó del agua y lo colgó de un árbol.

Esta historia es un buen ejemplo de cómo muchas veces, guiados por nuestras buenas intenciones y a
la vez por la ignorancia, sacamos peces del agua, los cuales, por supuesto, acaban muriendo.

Para lograr una actitud positiva y apoyar a su hija(o) en este camino, es importante que primero tenga
usted el apoyo que requiere.

La experiencia ha demostrado que es necesario para los padres tener con quién compartir sus dudas,
sus ideas, sus sentimientos, sus miedos.

En la medida en que usted mismo sane sus propias heridas, podrá ayudar y acercarse a su propia(o)
hija(o). Hablar del tema con otra persona siempre sirve, por ello se han formado grupos de
autoayuda para compartir vivencias similares.
PFLAG
PFLAG son las siglas en inglés de Parents, Families and Friehds of Lesbians and Gays (Padres,
Familiares y Amigos de Lesbianas y Homosexuales).

PFLAG promueve la salud y el bienestar de las personas homosexuales, bisexuales y heterosexuales.


Sus postulados son:

Apoyo para resistir ante una sociedad adversa


Educación para combatir la ignorancia de una sociedad enferma
Vocación para terminar con la discriminación y asegurar la igualdad de derechos

PFLAG proporciona un espacio para compartir opiniones sobre la orientación sexual, actúa en pro
de la creación de una sociedad sana y respetuosa de la diversidad humana y no está afiliada a
ninguna organización política, económica, religiosa o étnica.

PFLAG propone:

1. Establecer un espacio de seguridad y amistad


2. Respetar la confidencialidad
3. Escuchar a los demás miembros del grupo
4. Compartir equitativamente el tiempo para hablar de tal manera que alcance para todos
5. Abstenerse de dar consejos o hacer generalizaciones
6. Evitar un lenguaje sexualmente explícito u ofensivo
7. Compartir experiencias propias
8. No juzgar las experiencias ajenas

Esta institución ha funcionado en Estados Unidos desde los setenta.

En México estamos empezando un nuevo camino. Un buen número de padres y madres están luchando
por ayudar a otros que están en su misma situación y no saben a quién acudir, y usted puede ser parte
de este movimiento.

En la ciudad de México existen los siguientes grupos:

El grupo Génesis, que invita a todo padre, madre, familiar o amigo de una persona gay a su
grupo de autoayuda. Tel. 5532- 9557. También pueden ponerse en contacto con la señora
Rosa Feijoo, al 5544-2033.
Ayudatel. Tel. 5574-1373, o 5657-7086, con Marien Ruiz.
Un grupo recientemente formado que se reúne dentro de las instalaciones de la librería
especializada en sexualidad, El Armario Abierto, ubicada en Agustín Melgar, No. 25, Col.
Condesa. Tel. 5286-0895.

Una forma de ayudar es transmitir esta información. Por favor, hágalo.


La homofobia

La homofobia (miedo a la homosexualidad) penetra en nuestra sociedad influyendo en nuestra forma


de pensar.

Los medios de comunicación rara vez presentan a una pareja homosexual estable, amorosa, honesta,
porque esto no es bien visto aún por la generalidad del público. En tanto siga existiendo la
homofobia, cualquier persona gay o cualquier padre, amigo o familiar de una lesbiana o gay sentirá
miedos y preocupaciones.

Mary Griffíth: “Estoy preparada para enfrentar a esos padres que dicen que prefieren tener a sus
hijos muertos antes de verlos convertidos en homosexuales. Al escuchar este terrible comentario yo
les digo que mi hijo se suicidó y les sugiero que tengan más cuidado con esas expresiones de
ignorancia y homofobia. Pero mi trabajo con PFLAG va más allá del grupo de apoyo de mi
localidad, del cual soy presidenta. Me he convertido en una activista a nombre de las lesbianas y
gays a través de mi trabajo con la federación nacional de PFLAG, una importante organización que
necesita el apoyo de personas como usted y como yo que se preocupen por la forma injusta en que la
sociedad trata a las lesbianas y gays.

Los programas de PFLAG relacionados con los medios de comunicación, el sida, y la defensa de los
derechos de la juventud son vitales para ayudar a aquellos que, como mi hijo Bobby lo hiciera alguna
vez, están luchando intensamente con su identidad sexual.

Es de gran importancia para PFLAG ayudar a salvar vidas jóvenes. Los intentos de suicidio son tres
veces mayores en jóvenes homosexuales de ambos sexos que en otros jóvenes; hay que hacer algo al
respecto.

Por conducto de PFLAG, hay una voz de compasión y esperanza para la juventud homosexual, una
voz que le deja saber a la sociedad y a los funcionarios públicos que la vida de cada niño y joven
tiene que ser valorada y apreciada.

He empezado a abogar públicamente en pro de la juventud homosexual en varias formas:


apareciendo en programas de televisión y radio, participando en seminarios de entrenamiento para
maestros y administradores de escuelas sobre la juventud homosexual, contestando en público
comentarios negativos, como cuando alguien dice que ser gay va en contra de ‘los valores
familiares’”.

Saliendo del túnel

Madre: De pronto vi la confianza que había sido depositada en mis manos y cuántas agallas necesito
para responder a ella”.
Miguel: “Es peligroso creer que todos deberíamos amarnos porque compartimos la misma
sexualidad”.

Padre: “Tengo que decir que existen tantas cosas respecto a esto. Empiezas a reconocer qué hija tan
maravillosa tienes y todo lo que puedes compartir con ella; de pronto quieres formar parte de su
vida”.

Madre (PFLAG): “La mayoría de las personas somos como un trébol de tres hojas, tan ordinarios
que no se nos presta mucha atención; pero de vez en cuando nos topamos con un trébol de cuatro
hojas, un descubrimiento diferente y maravilloso. Yo recuerdo que cuando era niña pasaba horas
buscando un trébol de cuatro hojas. De vez en cuando encontraba uno y lo colocaba en un libro para
conservarlo; era algo que atesoraba, quería tenerlo conmigo y protegerlo. Mi hija es como uno de
esos tréboles de cuatro hojas; su orientación sexual resultó ser distinta de la mía. Ella es alguien a
quien atesoro y quiero proteger. Un trébol de cuatro hojas no es antinatural, simplemente no es muy
común y es diferente a los demás. Nunca hubiera considerado la posibilidad de quitarle una hoja a
esos tréboles para que se vieran como los otros”.

Padre: “Una vez que terminé de culparme por tener un hijo gay; una vez que dejé de torturarme
pensando en el sida, en Javier haciendo el amor con otro hombre, en qué va a ser de su vida y qué de
la nuestra, comencé a darme cuenta de que lo único que me quedaba por hacer como padre era
aprender, comprender, aceptar, respetar, compartir y comunicarme”.

Madre(PFLAG): “Lloré durante meses. Pero siempre nos llevamos bien él y yo y eso no ha
cambiado. Ahora nuestra relación con Carlos se fortaleció, porque estamos unidos y conocemos la
adversidad que existe en nuestra sociedad. Estoy lista para luchar”.

Madre (PFLAG): Es muy importante hablar de esto, saber que no estás sola, que hay otras personas
que han tenido una experiencia similar y han podido manejarla de una manera positiva. Y el
beneficio es lograr establecer una buena relación con tu hija(o). Los padres y madres queremos ser
eso. No queremos estar aislados de nuestras(os) muchachas(os)”.

Padre: “Cuando me levanto y digo: ‘Tengo una hija que es lesbiana’, ayudo a otros padres a digerir
la situación y seguir adelante; lo he tenido que hacer varias veces”.

Madre: “No podría darle la espalda a ninguno de mis hijos, sin importarme qué hagan o no de su
vida. Mi amor por Esteban siempre ha sido más grande que mi ansiedad por su homosexualidad”.

Madre: “Yo nunca dudé que Pepe dejara de ser parte de nuestra vida, pero tenía miedo de que
nosotros ya no fuéramos parte de la suya. Me preguntaba si nos dejaría conocer su casa, a su pareja,
a sus amigos, porque no me quería separar de él. El tiempo me demostró que eran sólo miedos; ahora
estamos más cerca que nunca”.

Padre: “Ya que aceptamos que José es homosexual, dejamos por la paz esos sueños irreales y falsas
esperanzas. José no tiene por qué estar en una batalla constante entre lo que es y lo que piensan los
demás que debería ser”.
Madre: “Una vez que realmente acepté que Margarita sea lesbiana ,empecé a sentir que ya no era tan
importante si así fuera o no. Dejé de lamentarme por lo que no va a ser, por los hijos que quizá no
tenga, por la boda que no va a realizarse y empecé a disfrutar de lo que sí es y de lo que sí me puede
dar”.

Padre: “Pude aceptar la homosexualidad de mi hijo menor cuando descubrí que no había nada que
pudiera hacer al respecto, más que aceptarlo y respetarlo”.

Padre: “Ahora ya no estoy enojado con mi hijo, estoy enojado con la sociedad; me parece que es la
sociedad la que tiene que cambiar”.

Madre: “No me había dado cuenta de lo maravillosa que es mi hija en todos los sentidos; a veces ni
me acuerdo que es homosexual y creo que ya no me importa”.

Madre: “Tomé conciencia de que José Antonio, antes de ser homosexual, es una persona, y de pronto
pude ver todo lo que ha logrado en la vida. En verdad lo admiro”.

Madre: “Después de conocer a mi hijo me siento feliz, porque pudo encontrar su lugar encarando la
adversidad; no sé de dónde sacó su fuerza, yo siempre he sido algo miedosa”.

Madre: “Me sentí conmovida, María, mi hija, trabaja por los derechos humanos y ayuda a otros
homosexuales a vivir mejor. Actualmente, yo hago lo mismo”.

Madre: “Al fin entendí que la única diferencia entre la relación de Femando y Antonio y la mía con
mi marido es la orientación sexual”.

Padre (PFLAG): “Después de saber todo lo que mi hijo tuvo que pasar, siento enojo con los padres
que echan a sus hijos a las calles, haciendo que se depriman e incluso puedan llegar al suicidio”.

Padre (PFLAG): “Pasé mucho tiempo tratando de conciliarme con todo esto; lo que me ayudó es que
no podría concebir mi vida sin mi hija”.

Madre: “Ahora me siento orgullosa de mi hija; sé que le costó trabajo”.

Madre (PFLAG): “Me da mucho gusto que Karen haya decidido seguir su naturaleza y no pelearse
con ella, de otra manera su vida sería miserable indefinidamente”.

Madre: “¿No es injusto que la gente tenga que vivir sintiéndose miserable sólo porque la sociedad
niega y condena algo que no daña a nadie?”

Madre: “Conocer gente gay ha sido una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida”.

En algún momento de la historia se hicieron debates ideológicos para determinar si las mujeres
teníamos alma o no, si los zurdos estaban poseídos por el demonio o no, si los judíos tenían cuernos
o no, si los negros pensaban o no. Todavía a principios del siglo XX se decía en los libros de
medicina que las mujeres no sienten ningún placer sexual, además de alegar que si una de ellas
llegaba a sentir algo, requería atención inmediata.

¿Cómo es posible que sucedan cosas así? La respuesta es muy simple: estas teorías fueron creadas
por hombres blancos, aristócratas, que no se molestaron en investigar, aprender, preguntar, sino que
llegaron a sus conclusiones partiendo de lo que ellos creían. El grave error ha sido no acercarse a
convivir con la gente para saber cuánto de esto es o no cierto.

Muchas hipótesis sobre cómo son las personas homosexuales surgen de heterosexuales que en
ocasiones desconocen el tema y en otras —como hemos mencionado— no conocen la experiencia
homosexual, sino al paciente homosexual. Espero que los testimonios presentados le hayan servido
justo para aprender de los seres humanos más que de los libros. La ignorancia es la peor de las
enfermedades de la humanidad.

Muchos de nuestros miedos e ideas devienen de situaciones que ni siquiera nos cuestionamos. La
sociedad nos imbuye ideas en las cuales no reflexionamos, y sólo nos limitan a aceptarlas como un
hecho.

Una vez me platicaron una anécdota acerca de un salami, la cual es relevante para este tema. Después
de la boda de su hija, se acercó la madre a ésta con la intención de adiestrarla en los menesteres del
hogar y le mostró la manera de preparar el salami tradicional de la familia. Mientras le explicaba la
receta a la aprendiz, de pronto ésta le preguntó: “¿Para qué le cortas las puntas al salami a la hora de
meterlo a hornear?”, a lo que la madre contestó: “No sé, ¿por qué lo preguntas? Esa es la tradición:
al salami se le cortan las puntas, así se hace un buen salami, mi madre le corta las puntas al salami
también; fue ella la que me enseñó”. Pero la mamá se quedó intrigada y decidió salir de dudas e ir
con su madre a preguntar para qué se le cortan las puntas al salami. La abuela, cuando escuchó la
pregunta, no la podía creer: “¿Cómo alguien se atreve a cuestionarse algo así?, ¿qué pregunta es ésa?
—dijo—. Así es la receta, al salami se le cortan las puntas y eso es todo. Uno no va por la vida
preguntándose el porqué de todo, lo único que sé es que así se hace y ya; mi madre me lo enseñó y
por años así lo hemos comido”. Sin embargo, la pregunta seguía ahí, esperando una respuesta
convincente, así que la abuela se armó de valor y fue con su mamá que, por fortuna, aún vivía, para
preguntarle por qué se le cortan las puntas al salami. La bisabuela, al escuchar la gran duda que había
trascendido ya varias generaciones, sonrió y respondió con voz calmada: “Hijita, al salami le corto
las puntas porque el refractario que me regalaste está muy chico y no cabe”. Éste puede ser un buen
ejemplo de cómo situaciones, creencias y comportamientos que en algún momento de la vida tenían
una razón de ser trascienden por generaciones sin ser cuestionados.

Tener un hijo o una hija gay hace que padres, familiares y amigos se hagan cuestionamientos. Muchas
veces es necesario destruir todo tipo de creencias, valores e ideas para construir algo más apropiado
a la situación de vida que se presentó.
Madre: “Una vez que supe que mi hijo es gay, comencé a analizar muchas cosas con el afán de
entenderlo, pero poco a poco me di cuenta de que me faltaba entender cosas de mí. En mi vida había
dado por obvias muchas cosas que no me agradaban”.

Madre: “Cuántos ‘bueno’ y ‘malo’ me he tragado sin cuestionarme. Ahora estoy formándome una
nueva imagen de qué es ser una buena persona...”

La gente gay existe, y seguirá existiendo, a pesar de los insultos, las terapias, los miedos, los mitos,
los jueces, las investigaciones...

No siempre podemos entender todo; usted, con sólo respetar y aceptar que existen otros que tienen
una verdad distinta de la suya, pero igualmente valiosa, hará suficiente.

Con el paso del tiempo irá aprendiendo que, a fin de cuentas, no somos tan diferentes. En la vida de
las personas homosexuales hay la misma variedad y complejidad que en la de las personas
heterosexuales. Reflexione: ser gay ¿de verdad es tan importante?

Amigo: “Una vez le dije a un amigo: ‘Querido amigo, no tengo problema alguno con el hecho de que
te gusten los hombres, pero por más que trato no lo puedo entender’ y él me respondió: ‘Querido
amigo, qué bueno que lo mencionas porque desde hace tiempo tengo la misma inquietud; sabes que no
tengo reparo alguno en que no seas gay, pero por más que lo he intentado, no logro entender cómo te
gustan las mujeres; no obstante, a mí no me molesta que seas heterosexual’. Entonces caí en la cuenta
de que a mí tampoco me molesta que él sea homosexual”.

Recuerde que el término homosexual describe un sentimiento o una acción, no a una persona.

Las preferencias sexuales no son muy distintas unas de las otras, prácticamente son iguales.

Vivimos en un mundo de diversidad; la gente que no se ha dado cuenta de esto, no lo conoce.


PARA TERAPEUTAS

La postura humanista trabaja con la persona, no con lo que debería ser ésta. Es recomendable ser
cuidadoso con el manejo de temas relacionados con la sexualidad, en especial con la orientación
sexual de la gente. Venimos de una larga tradición de miedos, mitos,' vergüenzas y culpas con
respecto a este tema, así que cuando alguien no está a gusto con su sexualidad, es de suma
importancia no quedarse con ello, pues puede tratarse más de una idea que de una vivencia.

La exploración profunda es indispensable; mitos, prejuicios, culpas y miedos se filtran muy


sutilmente; por lo tanto, hay que adentrarse hasta llegar a lo real y auténtico de la persona. Como
terapeuta, procure no influir en su paciente con sus propios valores acerca de la sexualidad, sobre
todo en lo que respecta a los conceptos de lo “bueno” y lo “malo”. Lo único considerado como
“bueno” es lo que le sienta bien a cada persona en particular, de manera independiente de que
estemos de acuerdo con ello o no. El requisito esencial es que no se dañe a terceros.

Si va a trabajar con personas homosexuales, es necesario que conozca el tema y revise su propia
homofobia.
Conclusión
Hasta hoy no se conoce una causa específica de la homosexualidad. Pero lo que sí se sabe es que
cuando una persona nos dice que es gay, sólo está describiendo que, a nivel de pareja, su atracción
erótica y afectiva se orienta hacia personas del mismo sexo. Los demás aspectos de su vida
probablemente serían iguales si fuera heterosexual: le gustaría la misma comida; es muy posible que
trabajaría en lo mismo que hace; lo más seguro es que hubiera estudiado la misma carrera que
estudió. En fin, el tipo de persona que es no tiene nada qué ver con que sea homosexual. No permita
que su hija o hijo utilice su orientación sexual para no ser una persona productiva. Averigüe cuáles
son sus planes de vida (no los que tenía o tiene usted para ella o él), acompáñela(o), apóyela(o).

Escuche y aprenda: si su hija(o) es adolescente y le dijo que es homosexual, probablemente así sea.
Trátelo(a) como a los demás; no le dé más concesiones ni trate de hostigarlo(a). Ser gay es una
condición de vida como muchas otras que hay. Recuerde que la heterosexualidad no es garantía de
nada en la vida: ni de ser aceptado, ni de tener una buena pareja o un buen trabajo o de ser una buena
persona.
Anexo 1. Cartilla de Derechos Humanos para Evitar la Discriminación por
Orientación Sexual

Ser homosexual, lesbiana, bisexual, transexual o transgenérico no constituye delito alguno.

Los homosexuales, las lesbianas, los bisexuales, los transexuales y los transgenéricos
tradicionalmente han sido discriminados, estigmatizados y marginados, a pesar de que de manera
legal gozan de los mismos derechos que tiene cualquier persona. Si perteneces a cualquiera de estos
grupos, recuerda que tienes derecho a:

Reservarte la manifestación de tu orientación sexual ante cualquier autoridad


Ser tratado igual que cualquier otra persona, independientemente de tu orientación sexual
Recibir educación libre de fanatismos, estigmatizaciones y prejuicios relativos a la
orientación sexual
La protección de tu salud, independientemente de tu orientación sexual
Recibir servicios médicos y hospitalarios oportunos y de calidad
Recibir atención éticamente responsable y un trato digno por parte de las personas
encargadas de prestar servicios de salud.
Manifestar tus inconformidades respecto de la inadecuada prestación de los servicios de
salud
No ser sometido, sin tu libre consentimiento, a tratamientos médicos o científicos para
modificar tu orientación sexual
Dedicarte a la profesión, industria, comercio o trabajo que te acomode, siendo lícitos,
independientemente de tu orientación sexual. Permanecer y ascender en tu trabajo, así
como recibir un salario y prestaciones iguales por un trabajo igual
Manifestar libremente tus ideas, y escribir y publicar escritos sobre cualquier tema, sin más
límites que el respeto a la vida privada de los demás
Formular peticiones y obtener audiencia ante las autoridades competentes con el objeto de
exigir respeto, protección y defensa a tus derechos como persona con una orientación
sexual determinada
Asociarte o reunirte pacíficamente con cualquier objeto lícito y transitar libremente dentro
del territorio nacional sin ser molestado por autoridad alguna con motivo de tu apariencia,
vestimenta u orientación sexual
No ser molestado, independientemente de tu orientación sexual, sin mandamiento fundado y
motivado de autoridad competente, en tu persona, familia, papeles o posesiones
No ser privado de la vida, de la libertad o de propiedades, posesiones o derechos por razón
de tu orientación sexual
No ser sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes por razón de
tu orientación sexual
Que se te administre justicia de manera pronta, gratuita e imparcial, sin importar tu
orientación sexual
Que no se considere tu orientación sexual como agravante de ningún delito o infracción
Profesar la creencia religiosa que más te agrade sin ser discriminado por tu orientación
sexual
No perder la patria potestad de tus hijos(as) por el solo hecho de ser homosexual, lesbiana,
bisexual, transexual o transgenérico
Hacer testamento —sin limitaciones derivadas de tu orientación sexual— para heredar tus
bienes, derechos y obligaciones a cualquier persona que designes, o ser heredado por
cualquier persona
No ser discriminado o denigrado públicamente y a que no se te prohíba la entrada a un lugar
o evento público sólo por tu orientación sexual
Anexo 2. Declaración de Principios de la Federación Mexicana de Educación
Sexual y Sexología, A. C.

Las organizaciones pertenecientes a la Federación Mexicana de Educación Sexual y Sexología, A. C.


(Femess), apoyadas en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos, en los principios básicos de la Ley General de Salud, en
la Ley General de Educación y en los compromisos internacionales asumidos por México tales como:
el Programa de Acción de la IV Conferencia Internacional de Población y Desarrollo y la Plataforma
de Acción de la IV Conferencia Mundial de la Mujer, declaramos que:

1. El desarrollo de toda persona requiere de una vivencia de la sexualidad libre de conflicto y


angustia, que posibilite su crecimiento individual y su acceso al placer.
2. La sexualidad humana está presente en todas las épocas de la vida, es integradora de la
identidad y contribuye a fortalecer o producir vínculos interpersonales.
3. Cada persona es un sujeto activo en el proceso de construcción de su propia sexualidad.
Tiene derecho a hacerse responsable de su vida y habrá de asumir el impacto que tengan
sus actitudes, acciones u omisiones en otra(s) persona(s).
4. Cualquier forma de coerción tendiente a obligar a cualquier persona a realizar actos de
índole erótico-sexual contra su voluntad expresa es inaceptable; por ejemplo, obligar a
alguien que no desea relacionarse ni erótica ni sexualmente con otra persona del otro sexo
a hacerlo.
5. La sexualidad humana es dinámica y cambiante, y se constituye continuamente por la mutua
interacción del individuo y las estructuras sociales, representadas por medios de
comunicación, familias, escuela, vecindario, instituciones religiosas, líderes morales u
otros.
6. La educación de la sexualidad es responsabilidad ineludible de todas las personas e
instituciones sociales, incluidas las familias.
7. En nuestro país coexisten diversos estilos de vida y diferentes formas de organización
familiar. Las distintas propuestas de educación formal de la sexualidad deben respetar
esta diversidad sin hacer omisiones ni promociones, sino estimulando un proceso crítico
donde las personas puedan obtener elementos para decidir con responsabilidad sobre su
vida, sabiendo que tienen derecho de quienes les rodean.
8. Toda persona tiene derecho a contraer o no matrimonio civil, a disolver dicha unión y a
establecer otras formas de convivencia sexual.
9. La reproducción biológica es uno de los elementos que conforman la sexualidad humana,
pero no es su único fin. Reconocemos el derecho al ejercicio de la sexualidad sin
finalidad reproductiva.
10. En lo que se refiere a las enfermedades de transmisión sexual, el aborto y la anticoncepción,
las autoridades han de orientar sus decisiones desde la perspectiva de la salud pública y
no desde los conceptos morales o religiosos particulares de cualquiera de las
asociaciones religiosas que existen en México.
11. Toda persona tiene derecho a información amplia, objetiva y verídica sobre la sexualidad
humana que le permita tomar decisiones respecto de su vida sexual, le posibilite una vida
sexual plena y el ejercicio de sus derechos sexuales y reproductivos.
12. La sexualidad humana ha tenido manifestaciones múltiples y diversas en diferentes grupos
humanos y en diferentes épocas. El panorama contemporáneo requiere de la posibilidad
de coexistencia y comunicación entre diversas culturas con diferentes escalas de valores
respecto de la sexualidad y diversa normatividad en cuanto a sus expresiones.
13. Nos manifestamos por el más amplio respeto a la multiplicidad de formas de expresión de la
sexualidad humana, por lo que rechazamos cualquier descalificación, discriminación,
marginación o persecución por razones vinculadas con la sexualidad: sexo, edad,
identidad, modo de vida, pertenencia a algún grupo étnico o religioso, forma de vestir y
de relacionarse, o hábitos sexuales, incluyendo el respeto por las personas que de manera
voluntaria, libre e informada deciden limitar su actividad sexual.

Femess, Tel.: 5573-3460. Fax: 5513-1062


Anexo 3. Derechos sexuales y reproductivos

1. Derecho a condiciones ambientales, educacionales, nutricio* nales, afectivas y de salud


apropiadas para el desarrollo de la vida humana
2. Derecho al ejercicio autónomo de la sexualidad, a gozarla con o sin finalidad coital de
acuerdo con las propias preferencias y la protección legal de las mismas
3. Derecho a una sexualidad placentera y recreacional independientemente de la reproducción.
A usar anticonceptivos gratuitos o a bajo costo con información actualizada, seguimiento
y el deber de quienes los prescriben de responder por sus efectos
4. Derecho a conocer, respetar y amar al cuerpo y a los genitales
5. Derecho al amor, la sensualidad y el erotismo. A buscar afecto y relación sexual
6. Derecho al orgasmo y a ser libres en la intimidad
7. Derecho a la relación sexual independientemente de la edad, estado civil o modelo familiar,
exenta de cualquier forma de violencia, abuso o acoso
8. Derecho a la maternidad y paternidad libres, a decidirlas y vivirlas por propia elección y no
por obligación
9. Derecho de hombres y mujeres a participar con iguales responsabilidades en la crianza,
reasumiéndola creativamente, y a construir identidades propias más allá de los roles de
género
10. Derecho a una educación sexual oportuna, integral, laica, gradual, científica y con enfoque
de género
11. Derecho a servicios de salud gratuitos y de calidad que faciliten el cuidado de la gestación,
el parto, el posparto y la crianza, acompañados por legislaciones apropiadas
12. Derecho a la adopción y a tratamiento para la infertilidad de tipo integral, asequibles y
razonables
13. Derecho a negarnos a facilitar investigaciones con nuestra función reproductiva
14. Derecho a participar como ciudadanos, ciudadanas y organizaciones no gubernamentales en
la implementación de políticas y programas de población y desarrollo
15. Derecho a no tener actividad sexual

María Ladi Londoño. Feminista, luchadora por los derechos humanos de la mujer, psicóloga y
pedagoga, autora de varios libros; entre ellos: Derechos sexuales y reproductivos , Ética de la
ilegalidad, El problema es la norma, Prácticas de libertad.
Anexo 4. A dónde acudir

La sociedad está obligada a reconocer, respetar, proteger, defender y promover los derechos
humanos de los homosexuales, las lesbianas, los bisexuales, los transexuales y los transgenéricos.

Denuncia todo acto violatorio de tus derechos humanos ante las siguientes autoridades que prestan
sus servicios en forma gratuita:

En MÉXICO, D. F.

En materia civil y familiar, a la Defensoría de Oficio del Tribunal Superior de Justicia del
Distrito Federal. Ave. Niños Héroes 132, Col. Doctores. Tels.: 5578-8625,5578-8627,5578-8629 y
5578-8616

En materia de arrendamiento inmobiliario, a la Defensoría de Oficio del Tribunal Superior de


Justicia del Distrito Federal, Tel.: 5578-4799

En materia de discriminación por orientación sexual, S.O.S. Gay. Denuncias: Línea de Asistencia
Jurídica, de lunes a sábado de 9:00 a 14:00 y de 16:00 a 21:00 hrs. Tels.: 5611-7452. Abogados
Consultores, Tel. 5629-9800, clave 204316. Letra S, Tels.: 5672-7096, 5532- 2751. C. Elect.:
jovenletras@laneta.apc.org

En materia laboral, a la Defensoría de Oficio de la Procuraduría General de la Defensa de los


Trabajadores en el Distrito Federal, Doctor José Ma. Vértiz 211

En materia penal, a la Agencia del Ministerio Público más cercana a tu domicilio. Para localizarla,
llama a Locatel.: Tel.: 5658-1111

Acción Humana por la Comunidad Rep. de Bolivia 5, Centro Histórico Tel. y fax: 5772-0778 C.
elect.: amac@laneta.apc.org

Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Victoria Tel.: 5659-6797, ext. 227. Fax: 5659-
3823 C. elect.: cdhfvitoria@lanetpc.org

Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal Tel.: 5229-5600

El Clóset de Sor Juana Apdo. postal 25-492, 03400 Tel.: 5590-2446. Fax: 5672-7623 C. elect.:
closetsj@laneta.apc.org

Grupo 44. Amnistía Internacional Aniceto Ortega 624, Col. Del Valle Tel. y fax: 5559-8413 C.
elect.: aimexico@laneta.apc.org

Procuraduría Social del Gobierno del Distrito Federal Colima 161, Col. Roma Tels.: 5209-6600 y
5209-6666

Aspectos jurídicos
Procuraduría de la Defensa de los Trabajadores al Servicio del Estado Alborada No. 2, esq. Av.
Imán No. 660, Col. Pedregal del Maurel Tel.: 5666-4870, ext. 1101

Procuraduría de la Defensa del Trabajador en el Distrito Federal Av, Insurgentes Sur 11 y Paseo
de la Reforma 30, Col. Juárez Tel.: 5522-3367

Procuraduría Federal de la Defensa del Trabajador Luis Moya No. 124, Col. Centro Tel.: 5512-
2503
Anexo 5. Algunas de las organizaciones de atención y lucha contra el vih-sida

EN MÉXICO, D. F.

Acción Humana por la Comunidad, A. C. (Amac) Francisco Lagunes Gaytán Tels.: 5772-0778,
5535-6072 y 5685-3544. Fax: 5379-1762

Acción Voluntaria Fernando Reyes Czda. Ermita Iztapalapa 429 R-4, Col. Prado Churubusco,
04230 México, D. F. Tel.: 5582-7259. Fax: 5559-0747

Afluentes, A. C. Gabriela Rodríguez Ramírez Giotto 58, Mixcoac. 03910 México, D. F. Tels.: y
faxes: 5563-7978 y 5615-4829 C. elect.: afluentes@laneta.apc.org

Albergues de México, I. A. P. René García Félix Saltillo 39, Col. Hipódromo Condesa. 06100
México, D. F. Tel.: 5286-2622. Fax: 5286-7336. Tels. Ajusco: 5846-2894/95. Radiolocalizador:
5576-5177, clave B-1633 C. elect.: albergues@compuserve.com.mx Internet:
http://www.agora.stm.it/albergues/

Amigos contra el sida, A. C. Tel.: 5659-7531

Asociación Mexicana de Servicios Asistenciales (Amsavih), I. A. P. Tel.: 5525-7417

Ayudatel Tel.: 5574-1373 C. elect.; ayudanet@hotmail.com

Cáritas, Arquidiócesis de México, I. A. P.Tel.: 5682-4558

Centro de Atención Profesional a Personas con SIDA (Cappsida) Tel.: 5672-4642

Compañeros en Ayuda Voluntaria Educativa Ave de México, A. C. Tel.: 5515-3701

Comunidad Unida en Respuesta al SIDA (Curas) Tel.: 5264-7363

Conasida Telsida: 5666-7432

Fundación Diarqu Tel.: 5520-4404

Fundación Mexicana para la Lucha contra el sida Tel.: 5515-7913

Grupo de Autoapoyo de la Clínica 27 (Gapes) Tel.: 5111-4255

La Manta de México Tel.: 5564-9809


Línea GLBT (Gay, lésbica, bisexual, transferencia) (Amac) Tel.: 5772-0778

Niños de la Calle con SIDA (Nicasi) Tel.: 5273-9134

Proyecto Aprendo, Me Divierto y Sigo Viviendo Tel.: 5692-055

EN EL INTERIOR DE LA REPÚBLICA

Centro de Capacitación para el Desarrollo Comunitario, A. C. (Cecadec) Lic. Marcela Martínez


Roero, Manuel A. Camacho 231, Col. Industrial. 20030 Aguascalientes, Ags. Tel. y fax: (49) 12-
2932 C. elect.: cecadec@infosel.net.mx

Fundación Aguascalentense de Lucha contra el SIDA, A. C. (Falcons) Laura Villalobos y Alfredo


González G. Aguacate 108, Fracc. Poniente. 20210 Aguascalientes, Ags. Tel. y fax: (49) 16-3498

Arosida-Ti juana, A. C. Profr. Alejandro García Calle Die/. 8324- 8, Zona Centro. 22000 Tijuana,
B. C. N Tel.: (66) 80-9963. Fax: 80-4870

Atrévete, A. C. Dr. Héctor Enrique Velázquez González Ave. Obregón 852-2, Col. Centro. 21100
Mexicali, B. C. N. Tels.: (65) 52-2447 y 52-3600. Fax:: 54-2214

Centro Local SIDA Mexicali, A. C. (Celsime) Dr. Héctor Velázquez Ave. Obregón 850, Zona
Centro. 21000 Mexicali, B. C. N. Tels.: (65) 55-4637 y 52-9606. Fax: 54-2214

Medicina Social Comunitaria, A.C. (MSC) Dra. Blanca Lomelí Batopilas 2336, Col. Cacho. 22150
Tijuana, B. C. N. Tel.: (66) 84-1443, Fax:: 84-0706 C. elect.: lomeli@mail.tij.catis.mx

Organización SIDA Tijuana, A.C. Emilio Velázquez Ruiz Calle 3a. No. 1810-11, Zona Centro.
22000 Tijuana, B. C. N. Tel. y fax: (66) 88-0267. Dom.: 85-0271

Proyecto SIDA Tijuana, A.C. José Navarro, Paseo del Pedregal 1980, Col. Playa de Tijuana.
22201 Tijuana, B. C. N. Tel.: (66) 80-9963, Fax:: 80-4870

Grupo Ghandi de Educación Sexual, A. C. Dra. Esperanza Landa Hernández, Boulevard Padre
Kino y 5 de Febrero, Altos, Col. Olivos. 23040 La Paz, B. C. S. Tels.: (112) 2-2031. y 2-5513
(dom.), Fax: 5-1621/1622.

Oasis de San Juan de Dios, A. C. Campeche Carlos Poot Chan Calle 14 - 345 B, Col. Santa Lucía,
Campeche, Camp. Tel.: (99) 29-8372, Fax: 23-4344 C. elect.: osj_campeche@latinamil.com

Centro de Investigaciones en Salud de Comitán, A. C. Dr. David Halperin Sirch, 10a. Calle Sur
Oriente No. 13, Col. Barrio San Sebastián. 30000 Comitán, Chis. Tel.: (963) 2-3816, Fax: 2-5375,
C. elect.: cisc@comitan.podernet.com.mx
corsar@comitan.podernet.com.mx

COOCUY Pedro Joaquín Rojas González, la Oriente Prolongación No. 93, Col. Francisco Villa.
30740 Tapachula, Chis. Tels.: (962) 50-902 y 18-150. Fax: 50-606

Fundación Chiapaneca para la Salud Integral, A. C. Jesús Vázquez Hernández 3a Oriente Norte
No. 572, Col. Centro. 29000 Tuxtla Gutiérrez, Chis. Tel.: (961) 38-367, Fax: 38-365 C. elect.:
fundasai@mpsnet.com.mx

Alternativas de Capacitación y Desarrollo Comunitario, A. C. (Alcadeco) Juan Carlos Pérez


Castro Vázquez, Chapultepec 257 B, Col. Barrio Chapultepec, Municipio de Boycona. 33200 Creel,
Chih. Tel. y fax: (145) 6-0078 C. elect.: alcadeco@infosel.net.mx y(o) jcpcv@infosel.net.mx

Federación Mexicana de Asociaciones Privadas de Salud y Desarrollo Comunitario, A. C.


(Femap) Guadalupe Ariste de De La Vega , Plutarco Elias Calles 744 Norte, Col. Progresista. 32310
Cd.Juárez, Chih. Tels.: (16) 16-0833 y 16-1396. Fax: 16-6535

Manos Unidas Lic. Alfredo Uranga, López Portal de Mármol 512, Fracc. Los Portales. Chihuahua,
Chih. Tel.: (14) 29-0700, Fax: 29-0790

Comunitaria, A. C. ( Decosal) María del Carmen Quintanilla de López, Xicoténcatl Norte 501, Zona
Centro. 25000 Saltillo, Coah. Tels. y faxes: (84) 14-9904 y 17-0766

Fundación Lagunera de Lucha contra el SIDA, A. C. Dra. Teresa del Pilar García Pineda, Atenas
216, Col. El Campestre. 35080 Gómez Palacio, Dgo. Tel.: (17) 14-5753. Fax: 14-9837

Centro para los Adolescentes de San Miguel de Allende (Casa) Rosalinda Bedollas Umarán 62,
Zona Centro. 37700 San Miguel de Allende, Gto. Tel. y fax: (415) 2-2688

Irapuato Vive, A. C. Arturo Alvarez Martínez, Terán 592, Zona Centro. 36500 Irapuato, Gto. Tel.:
(462) 6-3401. Fax: (464) 6-3479

León Actúa Rodolfo Beristain Gómez, María Soledad 334 Altos, Col. Loma Bonita. 37420 León,
Gto. Tel. y fax: (47) 12-3644

Todos Responsablemente Unidos contra la Occisión por vih- sída, A. C. (truco) Dr. José Luis
Cortés López, Dr. Alfredo Ávila Villanueva Ayuntamiento 18 Bajos, esq. Calle del Truco, Col.
Centro. 36000 Guanajuato, Gto. Tel. y fax: (473) 2-5192

Acapulco contra el SIDA, A. C. (Acasida) Esteban Matisson, Balcones de la Luna 110, Casa 2,
Fracc. El Guitarrón. 39880 Acapulco, Gro. Tels.: (7) 484-7510 y 446-5719. Fax: 484-8452 C. elect.:
esteban@acnet.net, acasida@hotmail.com

Grupo de Autoapoyo a Pacientes con VIH-SIDA, A. C. (Gavih) Rosa María Santiago Paloalto
Ave. Ruiz Cortines 128, Col. Alta Progreso. 39570 Acapulco, Gro. Tels.: (74) 87-7589 y 81-0816.
Tel. y fax: 82-9557. Fax: 87-7589

Centro de Atención y Educación Sexológica, A. C. (Ceass) Dra. Matilde Corrales, San Felipe
1279, Col. Centro. 44100 Guadalajara, Jal. Tels.: (3) 825-57 11 y 825-5372

Comité Humanitario de Esfuerzos Compartidos contra el SIDA (Checcos) Lic. Rodolfo Ruiz
Villaseñor, Isidro García Bañuelos, Mario González, Lic. Verdad 25-309, Sector Libertad. 44360
Guadalajara, Jal. Tel.: (3) 617-8541, sólo tardes. Dom. alterno: 617-8301 y 654-0954. Tel. y fax:
654-0954

Diagnóstico, Tratamiento e Investigación Biomédica en Guadalajara, A. C. (Diatib) Francisco


López Márquez, Pablo Neruda 3265, 3er. piso, Col. Providencia. 44640 Guadalajara, Jal. Tel. y fax:
(3) 640-3260

Familiares y Amigos de Personas con SIDA, A. C. (FAPS) Graciela Cruz de León, Málaga 2428,
Fracc. Santa Mónica. 44220 Guadalajara, Jal. Tel.: (3) 823-4760

Grupo Lésbico Patlatonalli, A. C. Guadalupe López García. Apdo. postal 1-623. 44100
Guadalajara, Jal. Tel. y fax: (3) 632-0507

Proyecto Azomalli, A. C. Ing. Francisco Álvarez. Ruiz Argentina 303, Sector Juárez. 47170
Guadalajara, Jal. Tel.: (3) 826-7726, Fax: 616-12-91

Fundación Mexicana para la Lucha contra el SIDA, A. C. Casa Toluca Lic. Beatriz Ramírez
Amador. Árbol de las Manitas 103 B, Fracc. Lomas Altas. 50060 Toluca, Edo. de México Tel. y fax:
(72) 14-5493 Dom.: 15-7016

Grupo Proyecto Joven (Projov) Chiconcuac, manzana 11, lote 3, Col. Polígono 4 Al Cegor. 55030
Ecatepec, Edo. de México Tel.: (5) 777-2916

Ave de Uruapan Salvador Pérez Reyes Américas 48 B, Col. Morelos. 60050 Uruapan, Mich.
Tels.: (452) 4-1160, 3-9602 y 3-6658. Fax: 4-1491

Iglesia de la Comunidad Metropolitana Nuevos Horizontes Alfonso Leija Salas Leandro Valle
514-A, Col. Centro. 62000 Cuemavaca, Mor. Tel.: (73) 28-4417. Fax: 12-4442

Asociación Nayarita en Apoyo a Enfermos de SIDA y Seropositivos, A. C. (Anandas) Héctor


Guillermo Rodríguez Barajas Tel.: (32) 46-5017 Dra. Gila Pacheco Ladrón de Guevara Tel.: 13-
5545. Bravo 343, local 15, Col. Centro. 63000 Tepic, Nay. C. elect.: ananda@tepic.edi.com.mx

Acción Colectiva por los Derechos de las Minorías Sexuales, A. C. Abel Quiroga Quintanilla
Edificio 39, Depto. 32, Condominios Constitución, Monterrey, N. L. Tel.: (8) 345-0927. Fax: 375-
6889

Grupo Monterrey Ing. Raúl Arturo Sánchez Martínez, Sta. Catarina 185, Col. Libertad. 67130
Guadalupe, Monterrey, N.L. Tel. y fax: (8) 394-3077

Grupo Vihda, A. C. Dr. Jorge Galván. Juárez 1417 Norte. 64000 Monterrey, N.L. Tel.: (8) 375-7717
Nota: existe otro grupo con el mismo nombre en el Distrito Federal.

Movimiento Abrazo, A. C. Joaquín Hurtado Pérez. Alvaro Obregón 130 Norte, Altos, Col.
Terminal. 64000 Monterrey, N.L. Dirección postal: Mexica 224, Col. Azteca. 66480 San Nicolás de
los Garza, N. L. Tels. y faxes: (8) 375-6889 y 320-1275. Fax: 345-0927 C. elect.:
spositiv@mail.sci.net.mx

Movimiento Ciudadano de Vida y Lucha contra el SIDA, A. C. (Humanitas) Joaquín Ricardo


Delgadillo. Décima Primera No. 234, P. B., Residencial Anáhuac. 66450 San Nicolás de los Garza,
N. L. Tels.: (8) 352-3510 y 359-1122. Fax: 317-1114

Asociación de Apoyo contra el SIDA en la Costa Oaxaqueña, A. C. Mauricio Madrigal y Dra.


Alejandra E. Santaella Carretera Costera del Pacífico s/n, Col. Granjas del Pescador. 71980 Puerto
Escondido, Oax. Tels.: (958) 2-0329 y 2-1472. Fax: 2-0329

Asociación de Médicas Oaxaqueñas, A. C. Dra. Judith Cid Flores 5 de Mayo 906. 68080 Jalatlaco,
Oax. Tels.: (951) 5-2284 y 6-1805. Fax: 4-1460, 4-3928 y 4-6394

Grupo de Autoapoyo Donají Francisco Alonso Osorio. Armenta y López 814, Col. Centro. 68000
Oaxaca, Oax. Tel.: (951)6-4211

Renacimiento, A. C. Gilberto Jarquín Reyes. Moctezuma 47, Col. Sta. Cruz, Xoxocotlán. 71230
Oaxaca, Oax. Tel.: (951) 705-33

La Casa de la Sal, A. C. Puebla. Albergue La Esperanza Lic. Patricia Villarreal. Rio Lerma 5932,
Col. San Manuel. 72570 Puebla, Pue. Tel. y fax: (22) 33-1221

La Manta de Puebla, A. C. Adrián Alberto Carrillo Sánchez, 13 B Sur No. 7715, Int. 1, Col. San
José Mayorazgo. 72450 Puebla, Pue. Tels.: (22) 28-6246 y 51-4806 (dom.). Fax: 33-1221

Asociación Queretana de la Educación para la Sexualidad, A. C. (Aquesex) Elizabeth Contreras


Colín. Corregidora Norte 75-208, Col. Centro Histórico. 76000 Querétaro, Qro. Tel.: (42) 24-1024.
Fax: (42) 24-3953 C. elect.: contre@sunserver.uaq.mx

Amigos Unidos por la Vida, A. C. Saskia Van Brag y Rafael Olivares Barragán. Ave. de las Torres,
lote 11, manzana 5, región 502, Fracc. Pehaltun. 77500 Cancún, Q. R. Tels.: (98) 868-375, 807-650 y
865-873 C. elect.: roli03@qrool.telmex.net.mx

Grupo de Autoapoyo Aprendiendo a Vivir Emil io Téllez y Alejandra Hernández Súper Manzana
65, andador 5, entre calles 12 y 13, Col. Puerto Juárez. 77500 Cancún, Q. R. Tel. y fax: (98) 84-
2666, ext. Trabajo Social, Hospital General
Centro de Estudios Interdisciplinarios, A. C. (CEI) Ave de Cancún Rocío Chavestre. Calle
Chilaam Balam 16-01, súper manzana 50, manzana 22, lote 16-01, Col. San Ángel. 77573 Cancún, Q.
R. Tel.: (98) 80-7106. Fax: 87-1949

Asociación Fotosina Pro-Enfermos de sida, A. C. (appes) T. S. Juana de la Cruz Romero Nieto.


Ave. 5 de Mayo 1485, altos, Col. Centro. 78000 San Luis Potosí, S. L. P. Tels.: (48) 15-1062, 16-
5122 y 13-1587 (dom.). Faxes: (48) 13- 8560 y (49) 15-3374.

Asociación Sinaloense de Salud Sexual, A. C. (Asissex) Dr. David Francisco Uriarte G. Blvd.
Madero 39, Poniente 203, Francisco Villa 238 Oriente, Col. Centro. 80000 Culiacán, Sin. Tel.: (67)
16-5192. Fax: 56-5149 C. elect.: cienciasex@yahoo.com

Acción Comunitaria contra el SIDA, A. C. (Accsida) Margarita González Mendoza. Puebla y


Garmendia, Col. Centro. 83000 Hermosillo, Son. Tel. y fax: (62) 12-6313 C. elect.:
mexfamso@cibermex.net

Centro Integral de Desarrollo Psicológico Lic. Sergio Peña Chavira. Ave. Del Mar 80-9, Col.
Centro. 82000 Mazatlán, Sin. Tels.: (69) 85-0647 y 81-3824

Fundación Sinaloa de Lucha Contra el SIDA, A. C. (Funsinsida) Dr. Jesús Moralia Santos. Ramón
Corona 123 Norte, Col. Centro. Culiacán, Sin. Tels.: (67) 50-2155 y 16-0436. Fax: 15-6510 

Horizonte de Vida, A. C. Manuel C. Vázquez Córdova. Juan José Aguirre 8, Col. Jesús García.
83140 Hermosillo, Son. Te!, y fax: (62) 15-1754

Asistencial Tabasco, Grupo de Autoapoyo Janeth Nitsh Cortazar. Andador Ruyan Ferrer 103, Col.
Infonavit, Atasta. 86100 Villahermosa, Tab. Tels.: (93) 54-2631 y 16-2521. Fax: 16-3213

Asociación Tamulipeca de Lucha contra el SIDA, A. C. Dr. Román Mancilla Rincón Tampico,
Tamps. Tel.: (12) 15-8124

Ayuda por Ay uda Lucha contra el SIDA, A. C. Profr. Alberto Román Chávez Estrada . Ave.
Moralistas 9 Bis, Col. Loma Bonita, 90090 Tlaxcala, Tlax Tel.: (246) 2-8363

Compañeros en Defensa de la Vida (Codevi) Dr. José Roberto Romero. Andador Azucena 9 A,
Col. Unidad Lomas Verdes, 3a. sección. 91097 Jalapa, Ver. Dir. postal: Apdo. postal 523,91000
Jalapa, Ver. Tel.: (28) 19-1392. Fax: 14-5410, ext. 259

Coversida, A. C. Dra. Aurora Díaz Vega. Carranza 542, Col. Centro. 91900 Veracruz, Ver Tel.: (29)
32-5029. Fax: 32-4959 y 32-5534

Fundación Servihr, A. C. Psic. Dora Name Zamudio. Ave. 2 No. 100, Desp. 8, Col. Centro. 94500
Córdoba. Ver. Tel. y fax: (271) 424-44

Fundación Vivo en Ti María Guadalupe García Páez. Ave. 3 Oriente No. 200, Col. Centro. 94470
Fortín de las Flores, Ver Tel. y fax:(271)3-0907

Asociación Regional Sureste contra el SIDA, A. Yax Che Sandra Peniche Quintal. Calle 24 A No.
92 A, por 21. Col. Itzimná. 97100 Menda, Yuc. Tel. y fax: (99) 26-4315. Fax: (99) 27-2205

Oasis de San Juan de Dios, A. C. Mérida Carlos Renán Méndez Benavides. Calle 97-344-A, entre
42 y 40, Col. San José. 97189 Merida, Yuc Tel.: (99) 29-8372. Fax: 23-4344 C. elect.:
osanjuan_yuc@latinmail.com.

Patronato Vida Humana Integral, A. C. Alicia García Gamboa. Calle 6 No. 341, por 3 B, Col.
Gonzalo Guerrero. 97118 Mènda, Yuc. Tels.: (99) 44-0199 y 47-1790. Fax: 44-0418

Vivir con Dignidad, A. C. Enfermero José Manuel Polanco Reyes. Calle 68 No. 470 A, entre 55 y
57, Col. Centro. 97000 Menda, Yuc. Tel. y fax: (99) 28-2266

Zacatecas contra el SIDA, A. C. Margarita Horteales Rocha. Alcantarilla 20, Col. Centro. 98600
Guadalupe, Zac. Tels.: (492) 465-13, 349-00 (dom.). Fax: (492) 212-02
Anexo 6. Comité de Aspectos Jurídicos del Conasida

En México no existe disposición alguna que prohíba la contratación de una persona contagiada con el
virus de inmunodeficiencia humana (vih).

Debido a que el vih-sida no se transmite por la convivencia casual, ni por compartir objetos o usar el
mismo baño, no está justificada la realización de exámenes de laboratorio para la detección del
virus. En caso de que dicho examen sea requerido, deberá existir el consentimiento expreso del
solicitante de empleo. Sin embargo, no dar empleo a una persona con base en un resultado es ilegal e
injustificado, ya que no existe riesgo de contagio por la convivencia en el trabajo.

No es obligación someterse a un examen de detección del vih. Aun cuando el reglamento interno o el
contrato colectivo de un centro de trabajo establezca la obligación del trabajador de someterse a
exámenes médicos periódicos, el de detección del vih no podrá realizarse sin el consentimiento
expreso del trabajador.

Ya que el virus no se contagia por la simple presencia de una persona afectada, no pueden
involucrarse los supuestos de la Fracción 1 del Artículo 42 de la Ley Federal del Trabajo como
causal de suspensión de la relación laboral y de la Fracción 1 del Artículo 45 de la Ley Federal de
los Trabajadores al Servicio del Estado como causal de suspensión temporal de los efectos del
nombramiento.

Los trabajadores con vih-sida, así como los demás trabajadores que sean injuriados o maltratados
por el patrón, tienen derecho a separarse del empleo con responsabilidad para el patrón, el cual
tendrá la obligación de indemnizarlos conforme a la ley.

Los trabajadores con sida que se encuentren impedidos para laborar, tendrán derecho a ser
amparados ante su trabajo por certificados de incapacidad temporal y a recibir en forma oportuna las
prestaciones del seguro de invalidez.

Una persona afectada por el vih-sida no debe ser despedida por el solo hecho de vivir con el vih o
tener sida. Cuando la enfermedad avance y la persona no pueda desempeñar trabajo alguno,
decretándose como consecuencia su invalidez, podrán darse por terminados los efectos del
nombramiento, o bien, la relación de trabajo, con fundamento en los Artículos 53 Fracción IV de la
Ley Federal del Trabajo y 46 Fracción IV de la Ley Federal de los Trabajadores al Servicio del
Estado, sin la pérdida de los derechos laborales y de seguridad social adquiridos.
Anexo 7 El punto de vista religioso

La siguiente es una encuesta realizada por PFLAG (Padres, Familiares y Amigos de Personas
Homosexuales y Lesbianas en Estados Unidos) con respecto a las tres preguntas más comunes que
hacen los padres a sus ministros religiosos sobre la homosexualidad.

1. En su opinión, ¿se considera pecado la homosexualidad?


2. En su opinión, ¿se oponen las Sagradas Escrituras a la homosexualidad?
3. En su opinión, ¿Dios aprueba que una pareja homosexual de hombres o mujeres comprometa
su amor ante El en una ceremonia religiosa y críen niños?

Para encontrar respuestas se entrevistó a prominentes religiosos, considerando que estas tres
preguntas generan controversia aun en aquellos que pertenecen a la misma fe, denominación,
parroquia o sinagoga.

No se pretende presentar una estadística de la visión de los líderes religiosos de todas las naciones,
a pesar de que se eligió a un vasto grupo de religiosos de distintas creencias.

Las respuestas incluidas a continuación reflejan sólo su opinión personal y no necesariamente la de


su afiliación religiosa.

Se pidió a los entrevistados que, en caso de ser homosexuales, lesbianas o bisexuales, se abstuvieran
de contestar, conscientes de que al hacerlo nos privábamos de la sabiduría de muchos eruditos
religiosos en el ramo. La finalidad era prevenir cualquier crítica en el sentido de que las respuestas
fueran tendenciosas en provecho propio. Los datos auriculares de los teólogos entrevistados están
disponibles a través de PFLAG.

Éstas fueron las respuestas de algunas autoridades religiosas:

1. ¿Se considera pecado la homosexualidad?

Bautista, Rev. Dr. William R. Stayton: ¡absolutamente no! No existe nada en la Biblia o en mi propia
teología que me haga pensar que Dios considera a la homosexualidad como un pecado. Dios está
interesado en las relaciones que establecemos con nosotros mismos, con otros, con las cosas que
pasan en nuestras vidas y con El mismo (Mateo, 23:36-40). No hay nada en la mente de Dios que
esté en contra del amor, las relaciones sexuales y la libertad dentro de éstas, sin coerción, aunque
estos adultos sean gays, lesbianas, bisexuales o heterosexuales.

Católica Apostólica Romana, Hermana Mary Ann Ford: dos verdades son especialmente relevantes:
primero tenemos un punto teológico, Dios. El, que realizó toda la Creación, ama y aprecia a todas las
criaturas sin excepción. En segundo lugar, la psicología moderna nos enseña que la orientación
sexual se establece a la edad de cinco a seis años. Muchos psicólogos están de acuerdo en que no es
un asunto de elección, ya sea si la orientación se da al nacer, como algunos piensan, o se adquiere a
una edad temprana, como otros dicen. ¿Cómo entonces podría un Dios de amor violar la naturaleza
divina y considerar pecadores a los homosexuales?

Católica Apostólica Romana, Hermana Jeannine Gramick: Dios creó personas que se sienten
romántica y físicamente atraídas por su mismo sexo, y también a las que se sienten atraídas por el
otro sexo. Algunas personas, si no es que la mayoría, estamos descubriendo que todos sentimos
atracción por los dos sexos en una variedad de grados. Todos estos sentimientos son naturales y son
considerados buenos y bendecidos por Dios; estos sentimientos y atracciones no son pecado.

La mayoría de los teólogos de hoy sostienen que el comportamiento homogenital, así como el
heterogenital, es bueno y santo a la vista de Dios, cuando es la expresión de un amor especial y único
de una persona hacia otra. Ambas expresiones genitales, homosexuales o heterosexuales pueden ser
pecaminosas si son manipuladoras, deshonestas o faltas de amor.

Católico Apostólico Romano, Rev. C. Robert Nuget: no considero que la homosexualidad sea un
“pecado". Estudios científicos contemporáneos han demostrado que la homosexualidad tiene que ver
con la identidad psicosexual de algunas personas, que la viven de manera tan natural como otras su
heterosexualidad. Si la homosexualidad significa tener lazos amorosos, creo que, dado que Dios es
amor, donde hay amor verdadero Dios está presente y donde Dios está presente no puede haber
pecado.

El pecado puede existir en la homosexualidad tanto como en la heterosexualidad, dependiendo del


uso que cada quien le quiera dar. Para algunas personas, el comportamiento sexual es coercitivo,
manipulador, deshonesto, egoísta o destructivo de la individualidad de la persona; ahí podría
hablarse de pecado. Al comentar lo pecaminoso de algunos géneros de expresión genital, el obispo
Católico Romano de Washington dice que... “Nadie excepto Dios todopoderoso puede hacer ciertos
juicios acerca de la calidad pecaminosa personal de los actos” (“Los prejuicios contra la
homosexualidad y el ministro de la Iglesia” conferencia católica del estado de Washington, 1983).

Episcopal, Obispo John S. Spong: algunos argumentan que el desarrollo de la homosexualidad “no es
natural”, que es “contrario al orden de la creación”. Detrás de estas declaraciones hay conceptos
estereotipados de la masculinidad y la feminidad que reflejan los rígidos géneros categóricos de una
sociedad patriarcal. No hay nada que sea antinatural cuando se trata de compartir el amor, aun en lo
que respecta a seres del mismo sexo, si esta experiencia une a dos personas en un estado de
compenetración total. Estudios actuales han descubierto nuevos factores que producen una creciente
convicción de que la homosexualidad, lejos de ser enfermedad, pecado, perversión o algo
antinatural, es saludable, natural, una forma asertiva de sexualidad para algunas personas, un hecho
natural en una parte significativa de la gente y es inmodificable.

Nuestros prejuicios rechazan todo aquello que está fuera de nuestro entendimiento, pero el Dios de la
creación habla y declara: “He visto todo lo que he creado y en verdad os digo que es muy bueno”
(Génesis, 1:31.) El mundo de Dios en Cristo dice que somos amados, valorados, redimidos y
considerados como valiosos, sin importar lo que el mundo prejuicioso diga.
Episcopal, Obispo R. Stewart Wood, Jr.: no. La orientación sexual nos fue dada. Es algo que
descubrimos por nosotros mismos, no que elegimos. Se podría llamar “un regalo de Dios” a la
manera en que uno se relaciona con otros; en el cuidado o explotación se encuentra el recurso del
pecado.

Iglesia Unida de Cristo, Dra. Karen Lebacqz: lo que Dios sí considera pecado es la opresión, la
injusticia, la persecución, la falta de respeto por las personas. Este pecado es la homofobia. La
legislación discriminatoria vergonzosa hacia las lesbianas, los gays y los bisexuales. La renuencia a
aceptarlos en nuestras iglesias y comunidades. Forzar a cualquier persona, ya sea por razones de raza
u orientación sexual, es un ghetto; eso sí es un pecado.

Iglesia Unida de Cristo, Rev. Dr. James B. Nelson: estoy convencido de que nuestra sexualidad y
preferencias sexuales, cualesquiera que sean, son un regalo de Dios. El pecado sexual no radica en
nuestra orientación o preferencia, más bien, en la forma de expresamos sexualmente, en si
lastimamos, oprimimos o utilizamos a otros para nuestras propias y egoístas gratificaciones. Estoy
convencido de que cuando nos expresamos de una manera amorosa, justa, responsable y fiel, Dios
celebra nuestra sexualidad a pesar de nuestras preferencias.

Judía reformista. Rabina Janet R. Marder: el Dios al que yo adoro avala el amor. Él nos habla de
relaciones monogámicas sin importar el sexo que tengan los involucrados.

Judío reformista. Rabino Dr. David Teutsch: la homosexualidad, como la heterosexualidad, es una
ocurrencia natural de la orientación sexual, que puede expresarse en caminos éticos y menos éticos.
En sí el amor homosexual no es pecado.

Judío reformista, Rabino Jeffrey Lazar: primero que nada, no sé qué opine Dios al respecto. En mi
opinión, la homosexualidad no es un pecado, es una alternativa de estilo de vida. Por otra parte, la
homosexualidad no es inmoral, lo único inmoral podría ser cuando el sexo es utilizado para
corromper, explotar o llevado por razones egoístas para lastimar a alguien.

Judío tradicional independiente, Rabino Mark H. Wilson: no, en tanto sea una manifestación de una
respetable relación amorosa, no abusiva, responsable, segura y honesta.

Luterano, Obispo Stanley E. Olson: claro que no. Dios no le da importancia a estas categorías
humanas o a aquellas que no entran, según las normas, dentro de lo establecido. Dios nos creó a
todos y a ninguno hizo parecido; la diversidad es hermosa en la creación. Nuestra manera de andar
por el camino de nuestras vidas, positiva o negativamente, sólo le concierne a Dios. Ser homosexual
o heterosexual no te hace más divino o menos divino. El Nuevo Testamento está lleno de versos que
hablan de cómo Cristo creó una nueva unidad más allá de nuestras divisiones. Pablo dice: “Ya no
hay Judío ni Griego, no hay ni esclavo ni libre, no hay hombre o mujer, todos vosotros sois un solo
ser en Cristo Jesús (Gálatas, 3:27,28). El Evangelio es muy vasto, mucho más de lo que imaginamos
o creemos.

Metodistas Unidos, Rev. Dr. Profesor John B. Cobb: seguramente ser atraídos por personas del
mismo sexo no es en sí un pecado. Pero a menudo es pecaminosa la manera en que nos comportamos
en nuestras atracciones hacia cualquier tendencia sexual. Lo ideal es ser responsable y fiel, y no
autoindulgente. Por desgracia, la sociedad no promueve relaciones responsables y de fidelidad con
las personas del mismo sexo. Esto hace la situación más difícil para los homosexuales.

Metodistas Unidos. Obispo Melvin Wheatley: ¡claro que no! La evidencia a nuestro alcance
identifica a la homosexualidad como una orientación sexual natural para un porcentaje significativo
de personas, así como la heterosexualidad es la orientación natural para la gran mayoría. La
homosexualidad es una condición auténtica de ser, con la cual Dios dota a algunas personas, no un
estilo opcional de vida que han elegido por su voluntad, capricho o pecado. Ciertamente la propia
sexualidad —heterosexual u homosexual— puede manifestarse a través de comportamientos que son
pecaminosos: brutales, abusivos, egoístas, superficiales. Pero también la orientación homosexual, así
como la orientación heterosexual, puede manifestarse de formas que son hermosas: tiernas,
consideradas, comprometidas, responsables, leales y profundas.

Mormón precedente, Dr. Cari D. McGrath: mi sexualidad es un don de Dios que incluye atracción y
deseos eróticos naturales. En el trayecto de la infancia hasta la adultez, parte de mi trabajo es
permitirme experimentar mi erotismo en caminos que me hagan capaz de descubrir realmente quién
soy, no lo que la sociedad dice que debiera ser. Yo creo que el Creador de nuestras atracciones
eróticas naturales, ya sea entre personas del mismo sexo o diferente, ve nuestro erotismo como una
intrínseca y hermosa parte de lo que Él intenta que seamos. Dios no tuvo el propósito de que sólo
hubiera una forma de sexualidad. Aun en la gente heterosexual no existe sólo un “buen” camino para
su existencia sexual, proviene del nivel básico de la Creación de Dios. Creo que Dios está
complacido cuando respondemos a nuestra única forma de sexualidad en la diversidad que ofrece la
vida. Creo que la realización de la vida está dada cuando las relaciones sexuales reflejan un alto
grado de entrega mutua, amor y justicia.

Presbiteriano, Dr. George R. Edwards: Dios no considera la homosexualidad como un pecado.


Pecado es una falta de respeto al amor a Dios, y falta de respeto y amor hacia las otras personas; por
eso uno puede pecar en contra de Dios o de otras personas, independientemente de si son gays o
heterosexuales. Pero Dios perdona cuando pecamos y nos fortalece para rechazar el pecado. Nos
perdona con amor y respeto aunque a los demás no les guste.

Presbiteriano, Rev. Harry L. Holfelder: no, yo no pienso que Dios considere pecado la
homosexualidad. Yo creo que una preferencia sexual es primero un asunto biológico (creación) y en
segundo lugar, un asunto de opción (responsabilidad). Creo que todo lo que Dios hace es bueno.
Como conclusión, la sexualidad humana es buena aunque esta expresión sexual sea hacia cualquier
tipo de género.

Universalista Unitario, Rev. Dr. William F. Schultz: no, no creo. En primer lugar, no creo en un
Dios antropomórfico que defina o delinee el comportamiento pecaminoso pero, aunque así fuera, no
puedo creer en un Dios que rechaza a cualquiera de sus hijos basándose en sus orientaciones
afectivas. Sí así fuera, tal Dios no sería a quien quisiera rendirle homenaje.
1. En su opinión, ¿se oponen las Sagradas Escrituras a la homosexualidad?

Bautista, Dr. Stayton; no hay nada en la Biblia que se refiera a la preferencia homosexual. De hecho,
la Biblia no se ocupa de las preferencias y orientaciones sexuales. Sí se pronuncia probablemente
contra las violaciones de pandillas, la prostitución masculina por motivos religiosos o pederastía
(sexo entre un adulto y un menor). Yo dirijo programas de estudio de la Biblia sobre este fema y
estoy convencido de que no se refiere a él.

Católica Apostólica Romana, Hermana Ford: los especialistas bíblicos contemporáneos indican
ahora que la existencia de la orientación homosexual era desconocida para las Escrituras.
Ciertamente no tenían conocimiento de las investigaciones de Ktnsey, las cuales establecieron la
existencia de un continuo desarrollo, en al cual todos nosotros estamos en algún lado entre las
polaridades da la heterosexualidad total, pasando por la bisexualidad y hacía la homosexualidad
exclusiva. Muchos de los "pasajes condenatorios" frecuentemente citados pudieran dar por hecho que
los heterosexuales reaccionan ante la violación de “su naturaleza”. También hay cuestionamientos en
el sentido de que las palabras que aparecen en nuestros textos se refieren, en algunos casos, en los
idiomas originales, no a los homosexuales, sino a los prostituíos masculinos que se usaban en
adoraciones paganas.

De hecho, en ningún lado trata la Biblia el asunto de la actividad amorosa sexual en relaciones
comprometidas entre adultos.

Católica Apostólica Romana. Hermana Gramick: en realidad, al leer las Escrituras no existe nada
positivo qué decir acerca del comportamiento homogenital. Sin embargo, la mayoría de los cristianos
no interpretan la Biblia literalmente, sino que tratan de entender las Escrituras dentro de su contexto
histórico y cultural y ver el significado cado que tienen para nosotros en esta época.

Las Escrituras se hicieron hace dos mil años o más, cuando no había ningún conocimiento de la
condición homosexual. Los que la hicieron creían que toda la gente por naturaleza debía ser
heterosexual, así que contemplaron la actividad homosexual como antinatural. Las mujeres de hoy
están señalando que la inferioridad de las mujeres expresada en las Escrituras fue producto de la
época en la cual se escribió la Biblia.

En nuestros tiempos no debe prevalecer esta creencia, ahora que ya estamos apreciando la igualdad
entre hombres y mujeres.

De la misma manera como sabemos que la homosexualidad, al igual que la heterosexualidad, es


natural, ya que ambas orientaciones fueron dadas por Dios, nos damos cuenta de que los mandatos
bíblicos sobre la homosexualidad estuvieron condicionados por las actitudes y creencias acerca de
esta expresión sexual, las cuales la gente mantuvo sin el beneficio de cientos de años de
conocimiento científico y comprensión.

Es injusto de nuestra parte esperar imponer la mentalidad y comprensión del siglo XX acerca de
géneros, razas y orientaciones sexuales a los que escribieron la Biblia. Debemos tener la capacidad
de distinguir entre las verdades eternas que ella se propone transmitir y las formas y actitudes
expresadas en muchos de sus pasajes.

Católico Apostólico Romano, Rev. Nugent: el catolicismo utiliza cuatro fuentes principales de
principios y guías en cuestiones éticas, como la homosexualidad: las Escrituras, la tradición
(teólogos, documentos eclesiásticos, enseñanzas oficiales...), la razón y la experiencia humana.
Todas se utilizan en conjunto. Las Escrituras son la fuente fundamental —aunque no la única— y la
primera autoridad católica. Los testimonios bíblicos son tomados con seriedad, pero no literalmente:
un texto de la Escritura individual debe ser comprendido, ubicado en un amplio contexto de su
idioma original y cultural; los varios niveles de significado y la ampliación de los textos a las
realidades contemporáneas, a la luz de los roles de la comunidad y el rol de su liderazgo oficial,
pueden proporcionar interpretaciones autorizadas. Ambas Escrituras, la judía y la cristiana, sí hablan
negativamente de las relaciones de un mismo género (por lo general el masculino) y del
comportamiento sexual (no precisamente del amor entre dos del mismo género), sobre todo cuando
están relacionados con adoraciones idólatras, violación, degradación, lujuria, prostitución. El hecho
de que las Escrituras condenan todas y cada una de las formas de expresión sexual del mismo género,
de ellas y de ellos para todos los tiempos, lugares e individuos, es el tópico de serias discusiones,
debates teológicos y bíblicos. Las expresiones entre el mismo género, fieles y responsables, con
amor y en una relación de compromiso entre dos personas, es algo no contemplado por las
Escrituras. Esta forma de homosexualidad, los principios bíblicos o antropológicos de la sexualidad
y personales, en vista de los conocimientos científicos actuales, y la experiencia humana acerca de la
orientación homosexual, son temas clave que enfrentan las Iglesias y grupos religiosos de hoy día.

Episcopal, Obispo Spong: existen algunas breves referencias bíblicas acerca de la homosexualidad.
La primera histórica es la de Sodoma y Gomorra, frecuentemente citada para probar que la Biblia
condena la homosexualidad. Pero el pecado real de Sodoma y Gomorra fue la falta de voluntad de
los hombres de la ciudad para practicar las leyes de la hospitalidad. La intención era insultar al
extraño, forzándolo a ejercer el rol femenino en el acto sexual. La narración bíblica aprueba la oferta
de Lot, ofrecer a sus hijas vírgenes para satisfacer las demandas sexuales del pueblo. Cuántos dirían:
“¿Éste es el mundo del Señor?”. Cuando se cite a la Biblia será conveniente que el que lo haga lea el
texto completo.

El Levítico, en las Escrituras hebreas, condena el comportamiento homosexual, al menos en los


hombres. “Abominable”, la palabra que en este libro se usa para describir a la homosexualidad, es la
misma palabra a la que recurre para describir a una mujer menstruando.

Pablo es la fuente más citada en la batalla para condenar la homosexualidad (Romanos, 1:26-27 y
Corintios, 6:9-11). Pero la actividad homosexual era considerada un castigo impuesto sobre los
idólatras y por su falta de fe en Dios. La homosexualidad no era el pecado sino el castigo.

En Corintios, 6:9,11, Pablo dio una lista de aquellos que no heredarían el reino de Dios y en ella
incluyó a los inmorales, idólatras, adúlteros, pervertidos sexuales, ladrones, codiciosos, borrachos,
injuriadores. Pervertido sexual es la traducción de dos palabras; es posible que la yuxtaposición de
malakos (el suave, afeminado) con arsenokoitus (prostituto masculino), se usara para referirse al
varón activo y pasivo en la relación homosexual. De este modo, parece que Pablo no aprueba el
comportamiento homosexual, pero, ¿fue la opinión de Pablo acertada con respecto a ésta o estaba
limitada por la falta de conocimiento científico de su época e invadida por prejuicios producto de la
ignorancia?

Un análisis de otras conclusiones y suposiciones de Pablo nos ayudará a contestar esta pregunta.
¿Quién compartiría ahora las actitudes antisemitas, sus creencias de que la autoridad del estado no
puede ser cuestionada o de que todas las mujeres deben ser cubiertas con un velo? En estas actitudes
el pensamiento de Pablo ha sido cuestionado y trascendido por la Iglesia. ¿Será el comentario de
Pablo sobre la sexualidad más absoluto que algunas de sus otras ideas, anticuadas y culturalmente
condicionadas?

Tres referencias más en el Nuevo Testamento, en Timoteo, Judas y Pedro II, se limitan a condenar la
esclavitud masculina en primera instancia y a mostrar ejemplos (Sodoma y Gomorra) de la
destrucción de Dios y de los herejes que no creen (en Judas y Pedro II respectivamente).

Esto es todo, lo que las Escrituras tienen qué decir acerca de la homosexualidad. Aun siendo un
intérprete literal de la Biblia, no hay ninguna causa, nada sino los prejuicios surgidos de la
ignorancia, que atacan a aquellas personas cuyo único crimen fue haber nacido con una
predisposición sexual inmodificable hacia personas de su mismo sexo.

Episcopal, Obispo Wood: Estoy consciente en cuanto a los actos homosexuales y no veo ninguna cita
u orientación al respecto en las Escrituras.

Iglesia Unida de Cristo, Dra. Lebacqz: sí y no, en el mismo sentido en que las Escrituras se oponen
al uso de diferentes materiales en la ropa, a comer cerdo y algunas otras carnes y a que las mujeres
hablen en la Iglesia. Esto es, que las Escrituras son un producto humano que refleja las limitaciones
culturales de su época, que hablan negativamente de un número de actividades que ahora se aceptan
rutinariamente, incluyendo determinadas prácticas sexuales. Algunos de estos comportamientos
sexuales son llevados a cabo en ambos grupos, los heterosexuales y los homosexuales.

Las Escrituras no hablan del fenómeno que hoy llamamos homosexualidad, sino de comportamientos
como la prostitución en el Templo; no hace alusión a orientaciones básicas de relaciones amorosas y
comprometidas.

Iglesia Unida de Cristo, Dr. Nelson: las Escrituras no dicen nada de la homosexualidad como una
orientación psicosexual. Nuestro entendimiento de orientación sexual es significativamente más
moderno que el de los que hicieron las Escrituras.

Algunos pasajes de éstas están sujetos a los tipos de expresiones o actos entre el mismo sexo. Los
actos particulares en cuestión pueden ser expresiones sexuales de explotación, opresivas,
comercializadas u ofensivas para los antiguos rituales de pureza. No hay ninguna Escritura que guíe a
las relaciones basadas en el amor de personas del mismo sexo. La guía de estas relaciones debe
regirse por las mismas normas generales de las Escrituras que se aplican a las relaciones
heterosexuales.

Judía reformista, Rabina Marder: creo que la Biblia hebrea condena fuertemente la
homosexualidad. Aunque ésta es parte de mi tradición, yo no considero a las leyes bíblicas ni las ligo
a mí. La condenación bíblica de la homosexualidad se basa en la ignorancia humana, en la sospecha
hacia aquellos que son diferentes y en un abrumador compromiso con la supervivencia humana.
Puesto que la Biblia considera la homosexualidad como crimen capital, claramente presupone que se
trata de un hecho de libertad de elección, una deliberada rebelión en contra de Dios. Hemos
aprendido de la ciencia moderna que la gente no escoge su orientación sexual y, en consecuencia, no
existe ninguna lógica o moral que condene a todos aquellos cuya naturaleza es ser homosexual o
bisexual.

Judío reformista, Rabino Dr. Teutsh: las referencias bíblicas a la homosexualidad no incluyen nada
sobre el lesbianismo. Se objeta la homosexualidad con respecto a la prostitución y “tirar la semilla”.
La homosexualidad ha demostrado ser natural en animales y humanos. Tirar la semilla es algo que
hacen tanto los heterosexuales como los homosexuales con la masturbación y con cada contacto
sexual cuyo fin no es la procreación, lo cual no es problema para mí. Así es que no le asigno más
seriedad a esta prohibición que a muchas otras, como aquello que está en contra del prestamista, o de
salir el sábado; no creo que eso tenga sentido en este tiempo y lugar.

Judío tradicional independiente, Rabino Wilson: sólo en aquellos tiempos se entendía a la


homosexualidad como la manifestación de abusos en prácticas asociadas con idolatría y cultos de
fertilidad. Así es que era abominable por la asociación, no por la relación en sí misma. También,
porque no es procreativa, no era comprensible en los tiempos decisivos donde la procreación tenía
la mayor prioridad.

Luterano, Obispo Olson: estudiosos de la Biblia se dedican a releer los pocos versos que se
considera que están en contra de la homosexualidad. Una cosa es clara: estos cuantos versos no se
refieren a la homosexualidad como hoy la conocemos, ni con el término con el que se le conoce. Los
textos bíblicos hablan contra la explotación sexual y la violación, ya sea que las cometan
heterosexuales u homosexuales. El gran mensaje de las Escrituras es el amor ilimitado que Dios tiene
a la familia humana. Si Dios tiene una preferencia, es por el “más pequeño”, “el perdido” y “el
ultimo”. Dios se maravilla en la gracia, compasión y salvación que está hecha para todos.

Jesús es muy claro en su Evangelio, más allá de las limitaciones y denominaciones de la Iglesia. Él
dice: ‘Tengo otra oveja que no es de este rebaño; debo traerla también, porque de todos haré un
rebaño con un mismo Pastor” (Juan 10:16). Aquí hay una lista de versos donde se igualó cada
derecho, para homosexuales y para heterosexuales. Cristianos: Juan, 3:16, Gálatas, 3:27, Efesios,
2:8,9, Romanos, 3:21,24 Actos 10.

Metodistas Unidos, Dr. Cobb: ciertamente algunos escritores de la Biblia objetan sobre la
homosexualidad, pero es de sorprender que se haya puesto muy poca atención a este tópico. La
oposición de la Iglesia proviene de otras fuentes y no precisamente de las Escrituras.
Existen más razones que se oponen a la homofobia que a la homosexualidad en sí.

Metodistas Unidos, Obispo Wheatley: en ningún punto tratan las Escrituras la homosexualidad como
una auténtica orientación sexual. Las pocas referencias notables a “homosexualidad” hablan de los
hechos homosexuales, mas no de preferencias homosexuales. Estos actos eran calificados como
malos en el contexto de los escritores, que los percibían como algo “no masculino”, idólatra,
explotador o pagano. El tipo de relaciones entre dos adultos del mismo sexo que abundan entre
nosotros —relaciones que son mutuas, responsables y plenas— no se aborda en las Escrituras. Se ha
emprendido ahora la tarea de realizar tratados sobre las relaciones de este tipo.

Mormón precedente, Dr. McGrath: las Escrituras de mi tradición religiosa incluyen la Santa Biblia,
El Libro de los mormones, doctrina y convenio y La perla del mejor precio. Existen cinco
referencias en la Biblia con las que crecí, creyendo que eran las pruebas de las Escrituras en contra
de la homosexualidad. Como sea, ahora creo que pudo ser un error basar mis conclusiones de la
homosexualidad en estas referencias, por las siguientes razones:

Según lo que he aprendido al vivir mi vida, creo que esas referencias en la Biblia no hablan
de la verdad que experimenté en la visión que Dios tiene del amor homosexual.
No obstante que las autoridades generales de mi Iglesia expresaron sus opiniones fuertemente
negativas sobre la homosexualidad, ninguno de nuestros profetas de los últimos días
proclaman una revelación de Dios contra este hecho.
Ninguna de las palabras que atribuimos a Dios hablan de la homosexualidad.
Ninguna de las Escrituras de los últimos días hace referencia a la homosexualidad.

Presbiteriano, Dr. Edwards: las Escrituras son muy importantes, porque nos enseñan el amor de
Dios, para todos. Las Escrituras son viejas, tienen miles de años, se escribieron incluso antes de que
la palabra homosexual existiera. Parece ser que en ellas tampoco se aclara lo que hoy entendemos
como “orientación sexual”. Los actos sexuales lujuriosos, sin respeto o sin amor hacia otras
personas, son malos. Así que yo creo que las Escrituras aprueban la homosexualidad y los actos que
implican generosidad, amor y respeto, sin importar si son homosexuales o heterosexuales.

Presbiteriano, Dr. Holfelder: Una cuidadosa y sensible lectura de las Escrituras no lleva a la
conclusión de que la homosexualidad es un pecado. Hay pasajes, en especial en la literatura sagrada,
que sugieren esta conclusión. Sin embargo, el mensaje total de las Escrituras sobre este asunto es
mucho más positivo que negativo. Bíblicamente, el tema es la bondad de la sexualidad humana y el
uso de este regalo en los convenios de la relación. Para mí es mucho más importante el
cuestionamiento de las relaciones de Dios en Cristo con el ser humano y en esas relaciones no veo
barreras ni siquiera sexuales.

Universalista Unitario, Dr. Schultz: en tanto que el Antiguo Testamento sí condena lo que se refiere
como “sodomía”, también condena otras prácticas, como dormir con la mujer mientras está
menstruando, lo cual desde hace mucho tiempo se aceptó como decoroso. La mayor parte del Antiguo
Testamento no es seguramente la fuente apropiada para servir como guía de la ética contemporánea.
Si recurrimos al Nuevo Testamento, descubrimos que Jesús no dijo nada acerca de la
homosexualidad, a pesar de que condenó otros comportamientos.

1. En su opinión, ¿Dios aprueba que una pareja homosexual de hombres o mujeres comprometa
su amor ante El en una ceremonia religiosa y críen niños?

Bautista, Dr. Stayton: absolutamente; a Dios le concierne que padres homosexuales o heterosexuales,
sean buenos y amorosos. Criemos a nuestros hijos hasta hacerlos independientes de nosotros,
individuos llenos de afecto, con valores que estriben en la aceptación, entendimiento y amor hacia
todas las cosas buenas.

Católica Apostólica Romana, Hermana Ford: una pregunta importante que todos nos debemos hacer
es: ¿cuál es el camino más sano para mí, para crecer como individuo? Sanidad y santidad son dos
significados de la misma palabra. Para la mayoría de la gente, vivir en relación amorosa con otra
persona ha sido el reto más demandante pero también el camino gratificante y enriquecedor hacia el
logro del desarrollo humano. Seguramente este estilo de vida es por mucho superior a otros, tales
como una vida de prostitución o promiscuidad o a la decisión de suicidarse nacida de la falta de
autoestima y esperanza. En comparación, estas otras “opciones” podrían definirse mejor como “no
opcionales”.

Dios espera que vivamos de la mejor manera que podamos. Las estadísticas han demostrado que la
orientación sexual de los niños no se ve afectada por aquellos que hacen el papel de padres y su
salud mental no se compromete por el hecho de vivir con padres homosexuales, siempre y cuando
éstos los provean de amor y hagan buenos esfuerzos en este rol. Estos jóvenes tienen la oportunidad
de crecer con altos valores morales y estabilidad personal. Si bien es posible que la pareja tenga
problemas para encontrar una Iglesia reconocida que bendiga oficialmente su unión, existen algunos
grupos y ministros individuales dispuestos a realizar estas “uniones sagradas”.

Católica Apostólica Romana, Hermana Gramick: creo que Dios aprueba y desea que haya
sentimientos y acciones amorosos en todas las personas. El que estos sentimientos y expresiones sean
entre personas del mismo o de diferente sexo es irrelevante.

Es hermoso que dos personas se comprometan a amarse, a ayudarse mutuamente en los tiempos
difíciles, así como en los buenos tiempos; prometerse que caminarán como compañeros a lo largo del
viaje de la vida. Negarle una ceremonia religiosa a dos personas que se aman, sólo por ser del
mismo género, me parece injusto. Puesto que Dios es un Dios de justicia, uno podría lógicamente
argumentar que Él aprueba las relaciones de un mismo género que se prometen amor. El amor entre
dos individuos debería alentarlos a compartir ese amor con otros. Tener hijos biológicos o adoptivos
es un medio para parejas heterosexuales u homosexuales de compartir ese amor.

Católico Apostólico Romano, Rev. Nugent: la enseñanza católica predica que la unión sexual-
genital tiene su verdadero significado dentro del contexto del matrimonio heterosexual basado en la
procreación. Es la norma de lo que la sexualidad debe ser. Es la forma ideal de una completa
expresión genital, la cual es aprobada por Dios. ¿De dónde sacamos esta norma, que debe ser la
única forma? Y, ¿cómo se aplica a las parejas homosexuales? Son preguntas cruciales para algunos
grupos eclesiásticos y teológicos.

Una norma puede ser aplicada, pero también puede modificarse en casos especiales. El
comportamiento que va contra la norma general puede ser aceptable para algunas personas en casos
únicos, individuales y excepcionales, como el de los gays y las lesbianas, que no se adaptan a las
normas heterosexuales. Estas personas deben ser motivadas a aceptar su propia realidad sexual y
esforzarse por la más humana, amorosa y religiosa forma de vivir sus vidas, conservando los valores
fundamentales de la estabilidad, de la vida en familia, el amor sacrificado y las relaciones fieles y de
absoluta entrega.

Una ceremonia religiosa establecería claramente que la pareja tomó en serio su relación con Dios y
también atestiguaría el impacto social de sus relaciones con la comunidad de la fe.

Cuidar niños nacidos de o adoptados por heterosexuales o personas de su mismo género no sólo es
“aprobado” por Dios, sino que incrementa las propias creencias y compromisos con Dios. El tema de
la procreación en las relaciones del mismo género a través de la tecnología (inseminación artificial,
bebés de probeta, tercer donante y mujeres que cobran por tener un embarazo) genera complejas
polémicas de tipo ético y legal acerca de la dignidad personal, la naturaleza humana y los derechos y
limitaciones en relación con la vida humana y la tecnología.

Episcopal, Obispo Spong: yo otorgo la bendición a parejas gay y lésbicas en mi Iglesia, pues esto es
inevitable, correcto y positivo. Debemos estar dispuestos a renunciar a nuestros prejuicios y dirigir
nuestra atención a amar a nuestros hermanos, a ayudarlos, a convivir unos con los otros como una
parte de la creación de Dios. Invariablemente esto incluye la aceptación, reafirmación y bendición de
las relaciones gays y lesbianas que, como todas las relaciones bendecidas, producen frutos para el
espíritu, amor, júbilo, paz, paciencia y sacrificio personal; y hacen esto con la confianza de que, a
pesar de no estar de acuerdo con las cartas de los textos bíblicos, lo está con el espíritu de doble
vida que sí rompe con la esclavitud de lo literal.

Éste es un paso que la Iglesia debe dar por “la misma causa de la Iglesia”, para ser limpiada de
nuestro pecado de complicidad en su opresión.

Debemos afirmar la palabra de Dios que dice que “no es bueno para ningún hombre o mujer vivir
solo”. Ésta es la palabra de Dios que nos indica que debemos actuar ahora. “En Cristo”, dice Pablo.
Todos vivirán, incluyendo parejas gay y lesbianas, que son en Cristo parte de su carne. Ahora es el
tiempo de romper la atadura de los prejuicios que nos privan del regalo de la vida prometida a todos
por Cristo.

Episcopal, Obispo Wood: sí, la imagen que Dios nos enseña sobre las relaciones es muy clara: darse
a uno mismo, cuidarse y estar llenos de fe.

Iglesia Unida de Cristo, Dra. Lebacqz: claro que sí. Es mi firme convicción que las parejas gays y
lesbianas tienen derecho a casarse por la Iglesia, igual que las parejas heterosexuales. Uno de los
mejores matrimonios que conozco es el de una pareja gay que ha estado junta de manera monogámica
durante diez años y tiene la intención de permanecer unida toda la vida. Otro que conozco es el de
dos lesbianas con dos hijas que tienen la fortuna de crecer en un hogar con mucho amor.

Iglesia Unida de Cristo, Dr. Nelson: sí, creo que Dios aprueba profundamente el amor y entrega de
un convenio del mismo sexo y la paternidad o maternidad de los niños que puedan tener. Yo me
regocijo en aquellas iglesias y sinagogas que ahora celebran dichas uniones y oro por el día en que
muchas más hagan lo mismo.

Judía reformista, Rabina Marder: el Dios en quien yo creo avala las relaciones amorosas
monogámicas, comprometidas, sin importar el género o la preferencia de los involucrados.

Judío reformista, Rabino Dr. Teutsch: sí, el camino ideal religioso propone que uno se debe
comprometer por un largo tiempo para establecer una familia.

Judío reformista, Rabino Lazar: considero que Dios sí aprueba esto. Yo creo que existen otras
cosas más significativas qué considerar. Creo que hay gente que quiere imponer sus propias ideas
fundamentales religiosas y para mí eso es inmoral.

Judío tradicional independiente, Rabino Wilson: el Eterno está cerca de todos los que acuden a Él,
sinceramente (Salmo 145). Yo soy ambivalente acerca de mi propio involucramiento en tal
ceremonia. Ciertamente no me opongo a que críen niños, en el amor, honor, respeto, cuidado y
sensibilidad que se requieren.

Luterano, Obispo Olson: la Iglesia tiene muchas liturgias de bendiciones cuando las personas
encomiendan sus hogares y posesiones a Dios. Los líderes religiosos son requeridos para invocar las
bendiciones de Dios en granjas, hogares, cementerios y para las mascotas. Se hacen oraciones para
partidos de fútbol, convenciones y reuniones públicas de todo tipo. ¿Qué tiene entonces de raro
bendecir el convenio de fidelidad, de compromiso amoroso, que realizan los gays y las lesbianas? Si
el hogar y la familia que ellos buscan crear conforman un lugar de amor, sacrificio, fidelidad y
respeto mutuo, éste será el lugar adecuado para criar niños. Sería deseable que todos los niños
tuvieran un lugar seguro y amoroso en el cual puedan crecer hacia la madurez. Con la crisis que
existe sería un error eliminarlos de estos hogares, sólo porque no cumplen con el estereotipo de un
hogar cristiano. Hogar es donde se encuentran el amor, el respeto y el compromiso con la vida plena
y el desarrollo para todos aquellos que aceptan el reto.

Metodistas Unidos, Dr. Cobb: creo que esta opción, de todas las disponibles para gays y lesbianas,
sería la que más le agradaría a Dios. Claro que la paternidad no es esencial para una relación sana.

Metodistas Unidos, Obispo Wheatley: mi respuesta afirmativa va más allá de ser una opinión
intelectual. Es una convicción basada en experiencias y relaciones reales. Mi esposa y yo conocemos
personalmente parejas gays y lésbicas que han comprometido su amor en una ceremonia religiosa,
algunas de las cuales están criando niños, ya sea naturales o adoptados, cuyas constelaciones de
compromiso con la relación y la familia son tan bendecidas por Dios en toda dimensión de amor y
lealtad como pueden serlo las familias de miembros heterosexuales.

Esto nos convence de que Dios no sólo aprueba sino que también nutre a las parejas del mismo sexo
en su entrega mutua y su capacidad de dar amor.

Mormón, Dr. McGrath: Dios aprueba todas las relaciones que se dan en la vida. Las relaciones
sustentan y alientan la vida plena cuando se comprometen a la entrega mutua, el amor y la justicia.

Mi experiencia con parejas gays y lésbicas que se profesan un amor pleno me hace pensar que no son
menos capaces que las parejas heterosexuales en la creación de relaciones de vida donde los niños
puedan criarse y ser amados. La orientación sexual erótica no está vinculada con la capacidad de
satisfacer las necesidades de los niños. Yo creo que la gente perteneciente a mi tradición religiosa
tiene un fundamento histórico religioso que acepta e incluye a todas las personas que quieran crecer
en su capacidad de amor y justicia en sus relaciones.

Presbiteriano, Dr. Edwards: mientras las relaciones amorosas existan, se requiere de madurez. Es
una falta de respeto para Dios si en una celebración de amor, los involucrados no son lo
suficientemente maduros para mantener la unidad basada en el respeto mutuo. Sus hijos tampoco
tienen que estar sujetos a un hogar donde el amor no es seguro. Cuando no hay egoísmo, el amor
verdadero está presente; de tal forma, Dios aprueba una ceremonia religiosa.

Es importante asesorarse con sacerdotes, ministros y rabinos calificados antes de realizar una
ceremonia o adopción. Las políticas de los clérigos que trabajan de esta forma serán importantes y en
muchas situaciones una ceremonia privada puede ser la mejor alternativa, aunque haya un verdadero
compromiso de por medio.

Presbiteriano, Rev. Holfelder: en las uniones bendecidas, como en el matrimonio, yo pienso que el
punto principal es hacer un convenio. Aquellos que lo realizan crean la atmósfera adecuada en la
cual compartir su sexualidad, para así criar niños. Me parece que el papel de la Iglesia o comunidad
religiosa es aprobar a aquellos que viven en relaciones de convenio.

Universalista Unitario, Dr. Schultz: la visión que yo tengo de Dios no es una persona o una cosa,
pero el término puede ser provechoso para referirnos a la Gracia plena de la Creación que se
presenta a nosotros en toda esta gloria.

Parte de esta Gracia es el amor entre el mismo sexo, si bien no se trata de que Dios apruebe o
desapruebe un cierto desarrollo o prácticas de este tipo de amor. A mi juicio, parejas del mismo
sexo pueden criar niños, siempre y cuando estén muy conscientes de los valores que recogemos de la
aprehensión de la Gracia.
Anexo 8. Grupos religiosos
En la Ciudad de México existen algunos grupos religiosos de personas homosexuales en los que
pueden compartir con sus familias y amigos, entre ellos:

La Iglesia Metropolitana Reverendo Jorge Gabriel Sosa Morato Norte 77-3218, Col. Obrero
Popular Tel.: 5396-77 68 C. elect.: icmr@hotmail.com, albasosa@dns.telecom.ipn.mx

Grupo Shalom Amigos de la Comunidad Judía Objetivo: ofrecer un espacio discreto y agradable
donde podamos ser nosotros mismos, profundamente judíos y abiertamente gays, lesbianas y
bisexuales en nuestro hogar que es México Sesiones: domingos de 18:30 a 20:30 hrs. Tel.: 5264-
6888 C. elect.: shalomamigos(a)hotmail.com, http://wcgljo.org/wcgljo/

Grupo Génesis (para padres) Tel.: 5532-9557 C. elect.: Genesis_mexico@hotmail.com.


Anexo 9. ¿Existe la homosexualidad en la Biblia? (Por
Eduardo Gonzáles del Grupo Génesis)

El propósito de estos sencillos comentarios no es buscar una justificación en la Biblia para apoyar
cualquier tipo de actividad sexual. Sinceramente no necesito esto, ya que el amor de Jehová Dios y
Jesucristo lo siento, como expresión de amor, de manera plena y también a través de mi sexualidad.
Cabe señalar que aquí incluyo citas bíblicas, comentarios de varios autores, razonamientos
personales, en fin, todo lo que en lo personal he ocupado para ayudar a otras personas que se sienten
acongojadas por el aparente dilema de escoger entre su homosexualidad y su relación con Dios y su
Iglesia.

El uso de la Biblia como proveedora del alimento espiritual en ocasiones se ha visto opacado debido
a malas interpretaciones. Muestra de ello es la manera en que se la ha usado para justificar la
esclavitud o imponer monarquías abusivas en los siglos pasados. Sin embargo, poco a poco se
encontró la verdadera interpretación de estos temas, hasta llegar al punto de eliminar por completo
las falsas. Pero, tristemente, no sucede lo mismo con la homosexualidad, la cual aún se condena en
muchas Iglesias en el mundo.

El uso de datos bíblicos tiene dos limitaciones, como señala el sacerdote Charles Curran. Por una
parte, las Escrituras están histórica y culturalmente limitadas, pero por otra, no sería aceptable una
tesis basada sólo en textos aislados fuera de contexto.

¿Puede uno aceptar sin más lo que se denomina homosexualidad en las traducciones de la Biblia,
dando por hecho que en el pensamiento de los autores bíblicos implicaba lo que entendemos hoy por
tal término? Sería conveniente recordar aquí lo que dice la Constitución Dogmática acerca de la
revelación divina del Concilio Vaticano.

Respecto a la interpretación de las Sagradas Escrituras, dado que Dios habla en ellas a través de los
hombres y de una forma humana, el intérprete de éstas debería —para ver con claridad lo que Dios
quería comunicamos— investigar con sumo cuidado lo que los autores sagrados querían decir en
realidad y lo que Dios deseaba manifestar por medio de sus palabras.

Podríamos preguntamos de manera simple: ¿cómo es posible que la palabra “homosexual”, que
apareciera en el siglo pasado, se use en traducciones de textos de dos mil años de antigüedad? De
hecho, era la palabra sodomita la que encontramos en las primeras traducciones modernas, pero no
en los textos originales...

Textos del Antiguo Testamento


Empezaba a anochecer cuando los dos ángeles llegaron a Sodoma. Lot estaba sentado a la
entrada de la ciudad, que es el lugar donde se reunía la gente. Cuando los vio, se levantó a
recibirlos, se inclinó hasta tocar el suelo con la frente y les dijo: ‘Señores, por favor les ruego
que acepten pasar la noche en casa de su servidor. Allí podrán lavarse los pies y mañana
temprano seguirán su camino’. Pero ellos dijeron: ‘No, gracias. Pasaremos la noche en la
calle’. Sin embargo, Lot insistió mucho y, al fin, ellos aceptaron ir con él a su casa. Cuando
llegaron, Lot les preparó una buena cena, hizo panes sin levadura y los visitantes comieron.
Todavía no se habían acostado, cuando todos los hombres de la ciudad de Sodoma rodearon la
casa y desde el más joven hasta el más viejo empezaron a gritarle a Lot: ‘¿Dónde están los
hombres que vinieron a tu casa esa noche? ¡Sácalos! ¡Queremos acostamos con ellos!’
Entonces Lot salió a hablarles y cerrando bien la puerta detrás de él les dijo: ‘Por favor,
amigos míos, no vayan a hacer una cosa tan perversa. Yo tengo dos hijas que todavía no han
estado con ningún hombre; voy a sacarlas para que ustedes hagan con ellas lo que quieran, pero
no les hagan nada a estos hombres, porque son mis invitados’. Pero ellos contestaron: ‘¡Hazte a
un lado! Sólo faltaba que un extranjero como tú nos quisiera mandar. ¡Pues ahora te vamos a
tratar peor que a ellos!’ Enseguida empezaron a maltratar a Lot y se acercaron a la puerta para
echarla abajo, pero los visitantes de Lot alargaron la mano y lo metieron dentro de la casa;
luego cerraron la puerta, e hicieron quedar ciegos a los hombres que estaban afuera. Todos,
desde el más joven hasta el más viejo, quedaron ciegos. Y se cansaron de andar buscando la
puerta. Entonces los visitantes le dijeron a Lot: ‘¿Tienes más familiares aquí? Toma a tus hijos,
hijas y yernos, y a todo lo que tengas en esta ciudad; sácalos y llévatelos lejos de aquí, porque
vamos a destruir este lugar. Ya son muchas las quejas que el Señor ha tenido contra la gente de
esta ciudad y por eso nos ha enviado a destruirlas’. Entonces Lot fue a ver a sus yernos, o sea,
a los prometidos de sus hijas y les dijo: ‘¡Levántense y váyanse de aquí, porque el señor va a
destruir esta ciudad!’ Pero sus yernos no tomaron en serio lo que Lot decía. Como ya estaba
amaneciendo, los ángeles le dijeron a Lot: ‘¡Date prisa! Levántate y llévate de aquí a tu esposa
y a tus dos hijas si no quieres morir cuando castiguemos la ciudad’.

Éste es el pasaje más antiguo que por lo común ha servido para justificar la persecución,
encarcelamiento y muerte de miles de homosexuales. Pues bien, veamos:

¿Cómo es posible que todos, desde el más joven hasta el más viejo, fueran homosexuales, si se
estima que en todas las ciudades hay aproximadamente diez por ciento de personas homosexuales
más o menos discretas? Además, el versículo 14 dice que Lot tenía yernos, prometidos de sus hijas;
en consecuencia ¿qué podríamos ver aquí: homosexuales como los de hoy en un número pequeño, o
un fenómeno social de homosexualismo como medio de abuso, violencia y falta de hospitalidad? Esta
pregunta se puede contestar al ver, por ejemplo, que Lot mismo ofreció a sus hijas como último
recurso para calmar la lujuria de los sodomitas, pero ellos no aceptaron e incluso dijeron que le iban
a hacer peor a él que a ellos. Ciertamente no le hicieron nada sexual, sino, como señala el versículo
9, empezaron a “maltratarlo”; esto es violencia y abuso. Los versículos 11 y 12 del relato del
Génesis señalan que los dejaron ciegos a todos y que se cansaron de buscar la puerta; entonces era la
violencia y no el impulso sexual lo que les hacía seguir buscando la puerta después de quedar ciegos.

Otro ejemplo similar a éste lo encontramos en Jueces 19:15-26:


Después de caminar mucho para no quedarse en una ciudad pagana sino en una ciudad israelita,
por fin, el levita, su concubina y su criado llegan a una ciudad israelita, donde supuestamente
encontrarían hospitalidad y esto pasó...

15: Entonces se apartaron del camino y llegaron a Guibeá para pasar la noche, y el levita fue y
se sentó en la plaza de la ciudad porque nadie les ofrecía alojamiento.

Por fin, ya de noche, pasó un anciano que regresaba de trabajar en el campo. Este anciano era
de los montes de Efraín, y vivía allí como forastero, pues los que vivían en Guibeá eran de las
tribus de Benjamín.

Cuando el anciano vio en la plaza al viajero, le preguntó:

—¿De dónde vienes, y a dónde vas?

Y el levita respondió:

—Estamos de paso. Venimos de Belén de Judá, y vamos a la parte más lejana de los montes de
Efraín, donde yo vivo. Estuve en Belén, y ahora voy de regreso a casa, pero no he encontrado
aquí a nadie que me dé alojamiento. Tenemos paja y forraje para mis asnos, y pan y vino para
nosotros, es decir, para mi mujer, para mi siervo y para mí. No nos hace falta nada.

Pero el anciano respondió:

—Sé bienvenido. Yo me haré cargo de todo lo que necesites. No voy a permitir que pases la
noche en la plaza.

El anciano los llevó a su casa, y mientras los viajeros se lavaban los pies, y comían y bebían,
él dio de comer a los asnos.

En el momento que más contentos estaban, unos hombres pervertidos de la ciudad rodearon la
casa y empezaron a golpear la puerta, y a decirle al anciano, dueño de la casa:

—¡Saca al hombre que tienes de visita! ¡Queremos acostarnos con él!

Pero el dueño de la casa les rogó:

—No, amigos míos, por favor! ¡No cometan tal perversidad, pues este hombre es mi huésped!
Miren, ahí está mi hija, que todavía es virgen. Y también está la concubina de este hombre. Voy
a sacarlas para que las humillen y hagan con ellas lo que quieran. Pero con este hombre no
cometan tal perversidad.

25: Pero ellos no le hicieron caso al anciano, así que el levita tomó a su concubina y la echó a
la calle, y aquellos hombres la violaron y abusaron de ella toda la noche. Hasta que amaneció.
Entonces la dejaron.
26: Ya estaba amaneciendo cuando la mujer regresó a la casa del anciano, donde estaba su
marido, y cayó muerta delante de la puerta.

Es sorprendente la similitud de este relato con el del Génesis, sólo que aquí sí hubo un crimen sexual
y nadie ocupa ese relato para condenar la heterosexualidad; se condenan la violencia y la falta de
hospitalidad. Este punto también lo comparte D. Sherwin Bailey, quien considera que el pecado de
los sodomitas no tiene necesariamente una connotación sexual, sino que podría interpretarse como
una violación de la hospitalidad. Para hacer notar aún más esto, la Biblia, en el número anterior
(Génesis, 18), da un ejemplo de lo que se debería haber hecho en Sodoma: mostrar hospitalidad a
estos mismos ángeles. Estos dos capítulos están puestos, no por coincidencia, delante de nosotros,
como contraste y ejemplo de lo que se debe hacer y para resaltar el pecado de esas ciudades: la falta
de hospitalidad.

Lejos de hablar de amor entre dos personas del mismo sexo, se habla de violencia; la historia nos
dice que algunos ejércitos abusaban sexualmente del ejército derrotado en señal de humillación y
sometimiento. En la Biblia hay cerca de cincuenta referencias a Sodoma y sólo una la relaciona con
hechos sexuales: Judas, 7, que dice:

Y lo mismo que esos ángeles, también Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas se entregaron
a la prostitución (griego: ekporneúsasai) y se dejaron llevar por vicios contra la naturaleza
(griego: sarkós hetéras). Por eso sufrieron el castigo de fuego eterno y quedaron como
advertencia de todos.

La traducción más correcta es la que hacen algunas versiones de que fueron tras de “carne diferente”:
sarkós es carne y hetéras es diferente, de hecho esta última da origen a la palabra heterosexual. La
Biblia de Jerusalén ofrece una buena explicación del término “carne diferente”:

Carne que no era humana, puesto que su pecado había sido el de querer abusar de ángeles.

El apócrifo Testamento de los Doce Patriarcas , al igual que Judas, 6- 7, menciona a la vez el
pecado de los ángeles y el de Sodoma. Judas, al parecer, hace alusión a los ángeles mencionados en
Génesis, 6 que se hicieron cuerpos humanos y tuvieron sexo con mujeres y de ahí nacieron gigantes
violentos, llamados nefilim, lo cual fue una de las razones por la que se destruyó la Tierra en el
diluvio. Al parecer cita el Libro de Henoc, como lo muestran los versículos 14 y 15, donde se
describe con detalle el castigo de los ángeles, que se hicieron cuerpos humanos y tuvieron sexo
contra su naturaleza espiritual o con carne diferente. Por el sencillo hecho de ser ellos ángeles, al
igual que en Sodoma, eso era un acto contranatural; querer una criatura humana sexo con una criatura
celestial va contra la naturaleza de ambos, en especial, como cita Judas, para los ángeles, porque
ellos no se reproducen, no se les dio un cuerpo con el cual pudieran tener sexo.

Sin embargo, hay muchos textos más que señalan cuál fue la verdadera causa de la destrucción de
estas ciudades. Un ejemplo de ello son los libros deuterocanónicos de Sabiduría, 19:13, 14 y
Eclesiástico, 16:8, que nos dicen que la falta de hospitalidad y el orgullo fueron las causas. De igual
manera los profetas, como Ezequiel, señalan también cual fue la causa. Ezequiel, 16:46-49 dice:

46... Al norte estaba tu hermana mayor, la ciudad de Samaría, con sus aldeas; al sur, tu hermana
menor, la ciudad de Sodoma, también con sus aldeas.

47 Y tú seguiste su ejemplo y seguiste sus mismas acciones detestables. Y no satisfecha con


esto, tu conducta fue peor que la de ellas.

48 Yo, el Señor, lo juro por mi vida: ni tu hermana Sodoma ni sus aldeas hicieron lo que tú y tu
aldea habéis hecho.

49 Éste fue el pecado de tu hermana Sodoma: ella y sus aldeas se sentían orgullosas de tener
abundancia en alimentos y de gozar de comodidad, pero nunca ayudaron al pobre ni al
necesitado.

El versículo señala en forma clara cuál fue el pecado, y éste no se relaciona con el sexo.

Pero como cristianos podemos preguntamos qué dijo Jesús al respecto de esta ciudad. Encontramos
la respuesta en Lucas, 10:12; además, Mateo 10:14, 15 nos dice:

14 Y si no los reciben ni los quieren oír, salgan de la casa o del pueblo y sacúdanse el polvo
de los pies.

15 Les aseguro que en el día del juicio el castigo para ese pueblo será peor que para la gente
de la región de Sodoma y Gomorra

Una vez más, se habla de falta de hospitalidad. Si, como hemos visto, esta interpretación del
auténtico pecado de Sodoma es correcta, nos hallamos ante una de las paradojas más irónicas de la
historia. Durante miles de años, el homosexual ha sido víctima de la falta de hospitalidad.
Condenado por las iglesias, ha sufrido persecución, tortura e incluso la muerte. En nombre de una
interpretación errónea del crimen de Sodoma y Gomorra, se ha repetido y continúa repitiéndose a
diario el mismo crimen.

Pero sigamos analizando más textos del Antiguo Testamento.

No te acuestes con un hombre como si te acostaras con una mujer. Ése es un acto infame
(Levítico, 18:22 y 20:13).

Si alguien se acuesta con un hombre como si se acostara con una mujer, se condenará a muerte
a los dos y serán responsables de su propia muerte, pues cometieron un acto infame (Levítico
18:22).

Para empezar, esos textos no dicen que se cometa un pecado; hablan de “un acto infame” o, según
otras versiones, “una abominación” o un “acto impuro”. Un pecado es muy distinto a una
abominación. El Levítico se erigía como un muro para diferenciar a Israel de los pueblos que lo
rodeaban, no sólo en cuanto a reglas de sanidad, sino algo aún más importante, en lo relacionado con
reglas de pureza espiritual y adoración. Estas últimas son las que se vinculan con los actos
homosexuales, ya que éstos sólo se conocían bajo dos aspectos: como una humillación y como un
acto de idolatría, según veremos con mayor detalle.

En los textos se utiliza la palabra ToEVAH, la cual siempre se asocia con la idolatría y no con el
pecado, denominado con el término ZIMAH. Y no sólo no es pecado, sino que es injusto utilizar en la
actualidad el mismo texto que se aplicaba a una nación hace miles de años. Si se puede hacer esto,
entonces tendríamos que aplicar también los calificativos de abominable o impuro, según el mismo
libro de Levítico a los siguientes actos:

Comer cualquier carne de cerdo (11:2,7,31 -33)


Mezclar dos tipos de tela (19:19)
Cortarse las patillas (19:27)
Tatuarse (19:28)
Comer ostiones, langostinos, avestruz o conejo (11:2-16, 31-33)
Rasurarse las puntas de la barba (19:27)
Comer cosas con sangre (19:26)
Tener un hijo y, peor aún, tener una hija (12:2-6)
Sembrar el campo con mezcla de semillas (19:19)
Una eyaculación nocturna (22:4)
La menstruación femenina (15:19-23)
Tocar a una mujer menstruando (15:24)

Y así muchas cosas que todos hacemos hoy. En el caso de la condena a muerte, ésta ta mbién se
tendría que aplicar a:

Los hijos que maldigan a los padres (20:14)


Los adúlteros (20:10)
Las relaciones sexuales durante el periodo (20:18)
Los hijos borrachos (Deuteronomio, 21:18-21)
Quienes tuvieran relaciones con animales (20:16)

Para resaltar que estas leyes tenían como propósito mantener limpio espiritualmente al pueblo de
Israel, consideremos, a manera de ejemplo, las relaciones con animales, a los cuales se mataba
después de las mismas. Algo similar sucedía con los recipientes de barro que tocara una mujer
menstruando, los cuales tenían que romperse. Y, si un hombre abusaba de un niño, a ambos se les
daba muerte, sin importar si el niño hubiera consentido o no. Podríamos pensar que tanto el animal
como los trastos no tenían ninguna responsabilidad por quedar “inmundos”. Sin embargo, esto se
entiende al enteramos de que no se trataba de una cuestión de “moral”, sino de la pureza espiritual
que tenía que tener ese pueblo especial de Dios.
Entonces, considerando lo anterior, ¿quién no es “impuro” o ha cometido actos “infames” según el
Levítico? Nadie. Además, como el mismo texto señala, eran cosas que debían dejar de hacer, no
porque fueran malas todas, sino porque es lo que hacían las naciones paganas que los rodeaban en
sus ritos a otros dioses paganos. Esta fue la advertencia:

No sigan las costumbres de Egipto, país en el cual vivieron. No sigan las costumbres de
Canaán, país al cual voy a llevarlos, no vivan conforme a sus leyes. (Levítico, 18:3:, 18:24-
30; 20:23.)

Además consideremos el momento histórico: todos los actos homosexuales que se conocían
pertenecían al homosexualismo cúltico de

Egipto y Canaán, el cual no se asemeja a la relación de dos personas adultas, que se aman y respetan,
que quieren formar una pareja y apoyarse y crecer juntos. Consideremos también que para el pueblo
israelita era una gran bendición tener hijos; Dios le prometió a Abraham que su descendencia sería
como los granos de arena del mar y como las estrellas de los cielos. Igualmente, en esos tiempos,
Israel se convirtió en un pueblo guerrero; para poder conquistar la Tierra Prometida, tenía que contar
con guerreros, procrear mucho y una relación entre parejas del mismo sexo limitaría en gran medida
la satisfacción de estas necesidades, sin contar con que los judíos no podían ver la homosexualidad
como la vieron los griegos y romanos más adelante.

Para destacar que conocían la homosexualidad como una práctica idolátrica, analicemos el siguiente
texto:

También los hombres del país practicaban la prostitución como culto, y se cometían todas las
infamias practicadas por las naciones paganas que el Señor había arrojado de la presencia de
los israelitas (1 Reyes, 14:24)

Este texto está traducido en otras versiones como prostitutos, hombres afeminados, sodomitas y
homosexuales en lugar de prostitutos sagrados o de templo (Deuteronomio, 23:17-18, 1 Reyes,
15:12; 22:46; 2 Reyes, 23:7). La palabra hebrea que se usa es kadesh, que se ha descubierto que
describe a los prostitutos de templo, es decir, a personas que, sin importar su orientación sexual,
tenían sexo con hombres y mujeres con el fin de adorar a su dios. Ahora, las nuevas versiones, en
lugar de usar “prostitutos sagrados”, usan la palabra “homosexual”. Para justificar su intolerancia,
manipulan y cambian estos textos que no se refieren al homosexual ni a la sexualidad, sino a la
idolatría.

En Gálatas, 3:22-25 se nos habla de que ya no estamos bajo la ley (del Levítico), sino regidos por
nuestra fe en Jesús. Y recordemos que Jesús vino a romper con todo esto: Él podía ser tocado por
mujeres con flujo; le dijo a Pedro que podía comer de todos esos animales inmundos, pues ya no
había inmundicia; curó a leprosos que también eran inmundos y no se podían tocar; curó enfermos.
Recordemos que vivimos bajo la bondad inmerecida de Dios y no bajo estas leyes.

No podemos intentar aplicar un texto de más de dos mil años de antigüedad, perteneciente a un
pueblo que forzosamente tenía que ser distinto, a nuestros tiempos y sociedades actuales. Lo más
importante es y será el mandato que nos dejó Jesús: amar.

Cierto, tenemos la ventaja de los miles de años transcurridos y un conocimiento mucho mayor de
Dios y de Su relación con la humanidad, para no atenernos más a reglas tan meticulosas dadas a un
pueblo que las necesitaba.

Ahora bien, en el Nuevo Testamento, encontramos los escritos de Pablo.

Pablo nació en Tarso (hoy Turquía) y sus padres, fieles cumplidores de la religión judaica, lo
llamaron Saulo, como el antiguo rey hebreo, y al octavo día fue circuncidado según estipulaba la ley
judía. Se educó con el máximo rigor de acuerdo con la interpretación farisaica de la ley y, siendo un
judío joven de la Diáspora (la dispersión de los judíos en el mundo grecorromano), escogió el
nombre latino de Pablo, por su similitud fonética con el suyo.

Sus cartas reflejan un conocimiento profundo de la retórica griega, algo que sin duda aprendió de
joven en Tarso, pero sus modelos de pensamiento reflejan también una educación formal en la ley
mosaica, quizá recibida en Jerusalén del famoso maestro Gamaliel el Viejo, durante la preparación
para convertirse en rabino. Destacado estudioso de la ley y defensor acérrimo de la ortodoxia judía
(Gálatas, 1:14; Filipenses, 3:6), su celo lo llevó a perseguir a la naciente Iglesia Cristiana por
considerarla una secta hebrea contraria a la ley, que debía ser destruida (Gálatas, 1:13).

Cualquier intento de resumir el pensamiento de Pablo enfrentaría varios obstáculos, en particular el


hecho de que sus cartas iban dirigidas a una comunidad determinada, incidiendo en sus problemas
específicos con el fin de corregir sus errores. Pablo, como buen judío instruido en la ley, adoptó el
punto de vista que vemos en todo el Antiguo Testamento: separar al pueblo de Dios de los demás
pueblos paganos que lo rodeaban, para no caer en prácticas idolátricas. Veamos pues estos textos:

24 Por eso, Dios los ha abandonado a los impuros deseos que hay en ellos y han cometido
unos con otros acciones vergonzosas.

25 En lugar de la verdad de Dios, han buscado la mentira, y han honrado y adorado las cosas
creadas por Dios y no a Dios mismo, que las creó y que merece alabanza por siempre. Amén.
Por eso Dios los ha abandonado a pasiones vergonzosas; hasta sus mujeres han cambiado sus
relaciones naturales por las que van en contra de su naturaleza; de la misma manera, los
hombres han dejado sus relaciones naturales con la mujer y arden en malos deseos los unos
con los otros. Hombres con hombres cometen acciones vergonzosas y sufren en su propio
cuerpo el castigo merecido por su perversión (Romanos, 1:24-27:)

Por ser ciudadano romano, Pablo conocía las prácticas de éstos y, evidentemente, dado su origen
judío, debía parecerle muy chocante la abierta homosexualidad que presenciara en Grecia. Su
argumento principal y constante fue que el predominio de las prácticas del homosexualismo era
indicio del alejamiento de Dios. Sostiene que éste, tal como su conciencia lo entiende, es resultado
de la idolatría. La persona no es idólatra porque sea homosexual; sin embargo, participa en
actividades de homosexualismo porque es idólatra. Dios castigaba al idólatra entregándolo^ a su
egoísmo y a sus pasiones. Parece ser que Pablo trata las actividades de homosexualismo únicamente
en el contexto de la idolatría. El código de santidad (Levítico) establece con claridad la conexión
entre idolatría y actividad homosexual.
Notas

CAPÍTULO 1

1 Our daughters and sons: question and answers for parents of gay, lesbian and bisexual people.
Folleto de PFLAG.

CAPÍTULO 2

1 pflag son las siglas en inglés de la asociación Parents and Friends of Lesbians and Gays (Padres y
Amigos de Lesbianas y Homosexuales).

2 “Born or bred?”, Gelman, Footte, Barrett, Talbot, Newsweek, Febrero 24, 1992.

3 Carta de Sigmund Freud a una madre americana, 9 abril de 1935, de La vida y trabajos de Sigmund
Freud: última fase, Vol. 3: 1919- 1939, por Emest Jones, MD. Publicada en el Boletín mensual de la
sección Lousville Metro de PFLAG.

4 Adaptada de la tabla Kinsey-Lizárraga, en Sexoterapia integral, de J. L. Alvarez-Gayou, Editorial


El Manual Moderno, 1986.

5 McNaught, Brian, “Growing Up Gay”, video producido por Barbara Jabally.

CAPÍTULO 3

1 John J. Mitchell, S. J., en entrevista con Charles Ortleb en la revista Christopher Street, octubre de
1976, folleto de PFLAG “Can we understand?”, p. 7.

2 Obispo Melvin E. Wheatley, Jr., metodista jubilado, en entrevista de noviembre de 1981, folleto de
PFLAG “Can we understand?”, p. 8.

3 Rabino Charles D. Lippman, en entrevista de noviembre de 1985, folleto de PFLAG “Can we


understand?”, pp. 8-9.

4 Del documento de pflag “Is homosexuality a sin?”.

5 Del manuscrito Nuevos enfoques sobre la homosexualidad, de Ricardo Zimbrón.

6 Welch, Carolyn, Beyond Aceptance, Nueva York, Martin Press, 1990.

CAPÍTULO 4

1 Cuestionario inspirado en el “Heterosexual questionnaire” de Martin Rochlin, Ph. D., documento


de PFLAG.

2 Don Clark, Loving someone gay, Celestial Arts, 1991.

3 Fragmento de “Father, be a lion!”, de James N. Pines, documento de PFLAG.

4 Don Clark, Loving someone gay, Berkeley, CA, Celestial Arts, 1991.
Glosario

Afeminado. Se dice del varón que presenta una apariencia femenina.

Amanerado. Hombre que utiliza los modales que, en la cultura en la que vive, son característicos de
las mujeres.

Asumirse. Reconocerse y aceptarse como lo que somos.

Bisexual. Cualquier persona que tiene la posibilidad de relacionarse de manera erótica y afectiva
con otras de ambos sexos.

Buga. Nombre popular con el que la comunidad homosexual denomina a las personas heterosexuales.

Dike. Lesbiana en el lenguaje coloquial de los Estados Unidos.

Discriminación. Acto de rechazo y separación de una persona por alguna característica que le es
inherente.

Estereotipo. Generalización de cómo debe ser algo.

Estigmatizar. Señalar, etiquetar.

Fecundación in-vitro. Proceso mediante el cual el óvulo es fecundado por el espermatozoide en un


laboratorio, para luego ser implantado en la matriz.

Friquearse. Afectarse el estado emocional de una persona. Sentir confusión, miedo, sorpresa. Salirse
de balance.

Gay. Nombre popular con el que se denomina a personas homosexuales, hombres y mujeres.

Género. Clasificación social de “lo masculino” y “lo femenino”, que varía según la sociedad, la
época y la cultura.

Heterofobia. Odio, miedo y rechazo a la heterosexualidad y a lo que ésta representa.

Heterosexual. Persona que siente atracción afectiva y erótica hacia personas del otro sexo.

Homofobia. Odio, miedo y rechazo a la homosexualidad o a personas homosexuales, la mayoría de


las veces debido a prejuicios, miedos y mitos imperantes en la sociedad.

Homosexual. Persona que siente atracción afectiva y erótica hacia personas de su mismo sexo.
Idea preconcebida. Prejuicio. Opinión a priori a la que se llega sobre algo antes de conocerlo.

Identidad. Convicción íntima que tienen las personas acerca de lo que son.

Introyecto. Idea que proviene del exterior y que asimilamos como propia.

Lesbiana. Nombre que se da a mujeres homosexuales; suele usarse para diferenciar entre una
persona homosexual femenina de una masculina.'

Machorra. Mujer con apariencia y(o) actitudes masculinas.

Maricón, joto, loca. Nombre popular que se da a personas homosexuales masculinas, cuyo aspecto y
manerismos se consideran como femeninos en nuestra cultura (no confundir con travestí). Suele
usarse en forma despectiva.

Mito. Creencia fundamentada en el desconocimiento.

Orientación o preferencia sexual. En este libro se refiere a ser heterosexual, bisexual u homosexual.

PFLAG. Siglas en inglés de la organización Parents and Friends of Lesbians and Gays (Padres y
Amigos de Lesbianas y Homosexuales).

Promiscuidad. Conducta sexual que se caracteriza por tener relaciones sexuales con un gran número
de personas.

Salir del clóset. Decirle a alguien que se es homosexual.

Sexo. Conjunto de características físicas que nos determinan como hombres o mujeres; entre otras,
cromosomas, genes, gónadas, hormonas y órganos genitales.

Sexología. Ciencia que aborda el estudio de la sexualidad.

Sexualidad. Conjunto de condiciones físico-biológicas, psicológicas, emocionales, sociales y


espirituales relacionadas con la vida sexual de una persona.

Transgenérico. Que pasa del género propio al otro.

Transexual. Persona que siente que pertenece al otro sexo. Tal es el caso de quien nació con cuerpo
de varón y su vivencia interna es ser mujer, o viceversa. Algunos se operan, buscando la congruencia
entre su apariencia física y sus sentimientos.

Trasvesti. Persona que siente gusto o placer al vestirse, utilizar accesorios, actitudes o manerismos
que, en la cultura en la que vive, son reconocidos como del otro sexo. Algunos travestís son
heterosexuales y se visten como mujeres para divertirse.

Trasvestismo. Término introducido por el Dr. Magnus Hirschfeld, que se deriva de trans: a través de
y vesti: vestido. Sólo quince por ciento de las personas homosexuales, hombres y mujeres, lo
practican. Algunos lo viven como jugar a disfrazarse, mas ello no significa que quieran cambiar de
sexo.

Tirar la onda. Coquetear, seducir.


Bibliografía

Libros

“About Our Children” (Sobre nuestros hijos), documento de PFLAG, 1995.

Álvarez Gayou, Juan Luis, Sexoterapia integral, México, Editorial El Manual Moderno, 1986.

_______, Homosexualidad, derrumbe de mitos y falacias, México, Editorial Ducere, 1997.

Ardila, Rubén, Homosexualidad y psicología, México, Editorial El Manual Moderno, 1998.

Amup, Catherine, Lesbian Parenting, Canadá, Gynergy Books, 1995.

Bahon, Félix, “Gays y lesbianas por la ley del deseo”, Muy interesante sexualidad, México, 1997,
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Belot, Adolphe, Las posturas del amor, España, Editorial Robin Book, 1991.

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Braun, Sabine y Christine Proske, Amor entre mujeres, México, Editorial Adaf, 1993.

Calderón, Sara Levi, Dos mujeres, México, Editorial Diana, 1990.

Calva, José Rafael, Utopía gay, México, Editorial Oasis, 1984.

“Can We Understand? A guide for parents”, 1963, documento de PFLAG.

Carbalío, Isaías, Gay, un amor sin barreras, México, Editorial Selector, 1994.

Carrol, W., A. Cunningham, A. Kosnik, R. Modras y J. Schulte, La sexualidad humana, nuevas


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Carta a los obispos de la Iglesia católica sobre la atención pastoral a las personas homosexuales,
sede de la Congregación para la Doctrina de la Fe, 1 de octubre de 1986.

Clark, Don, Loving Someone Gay, Berkeley, CA, Celestial Arts, 1991.

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