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LA BIBLIA

RESPONDE.

f\RMANDO BONJOUR
LA BIBLIA RESPONDE

¿Cuántas veces quiso contestar una


pregunta que le· hizo la persona con
quien estaba estudiando la Biblia, y no
encontró la respuesta adecuada?
Aquí tiene su oportunidad. El pastor
Bonjour le proporciona respuestas a las 64
preguntas más frecuentes que hacen los.
estudiantes nuevos de las Escrituras.
El autor ha tenido mucha experiencia
como pastor e instructor bíblico. corno
profesor, y en los últimos 16 años, corno
consultor de la Escuela Radiopostal de La
Voz de la Esperanza.
Este es un libro de referencias que po-
drá usar en forma continuada mientras
da estudios bíblicos a sus interesados.
LA BIBLIA
KESPeN•E

Respuestas a las preguntas más frecuentes


que hacen los estudiantes nuevos de la Biblia

J. Armando Bonjour

ASOCIACION CASA EDITORA SCDAMERICANA


Av. San Martín 4555, 1602 Florida
Buenos Aires, Argenuna
UvlPRESO EN LA ARGENTINA
Printed in Argentina

Es propiedad. Queda hecho el depósito


que marca la ley 11. 723.

Segunda edició'n. 1995 (2.000 ejemplares)

ISBN 950-573-487-5

Se terminó de imprimir el 6 de abril de I 995. en talleres propios

220 Bonjour, J. Armando


BON La Biblia responde • 2' ed. • Florida (Buenos Aires):
Asociación Casa Editora Sudamericana, 1995.
125 p.; 20 x 14 cm.
ISBN 950-573-487·5 (tapa flexible)
l. Titulo - 1. Estudios bíblicos

-36428-
Prefacio

Es muy frecuente que los lectores de la Biblia, en particular los que


~ecién comienzan a estudiarla, se vean acosados por muchas preguntas.
Algunas son producto de su desconocimiento de la Escritura: otras son
el fruto del prejuicio, o de informaciones equi\·o-:adas que de alguna ma-
nera recibieron.
Un número creciente de nuestros hermanos está dando estudios bíbli-
cos a una cantidad cada vez mayor de personas interesadas en conocer la
Palabra de Dios. Muchos de ellos, por no haber tenido una preparación
teológica adecuada, se encuentran con dificultades para responder algu-
nas de esas preguntas.
El pastor J. Armando Bonjour, que por muchos años ha sido pastor
. profesor, y en los últimos 25 años, consultor de La Voz de la Esperanza.
;;rimero en la Argentina y luego en los Estados L"nidos, ha preparado pa-
~a su publicación algunas de las preguntas que con mayor frecuencia han
hecho los alumnos de los cursos por correspondencia que ofrece el pro-
grama radiofónico mencionado.
Confiamos que estas respuestas, bíblicamente bien documentadas, pue-
dan ayudar al gran ejército de laicos que difunden la Palabra de Dios con
su mensaje de salvación a las almas sedientas que anhelan encontrar paz
para su vida y la esperanza cierta de la vida eterna.
Indice-
Preguntas respecto a la Biblia

¿Hay varias clases de Biblias? ............ . 11


' Biblias con c::rrores o agregados ... . 12
J. El Antiguo Testamento y su valor para los cristianos 13
... El Antiguo Testamento y 2 Corintios 3: 14. .......... . 14
5. Salvación por obras y por la gracia .... 15

Preguntas sobre la ley y la gracia

6. Bajo la gracia no es necesario observar el sábado 19


7. No somos justificados por las obras de la ley ..... 20
8. Cris10 es el fin de la ley. Romanos 10: 4 .. 21
9. No es1amos bajo ayo. Gálatas 3: .::?5 ..... . 22
O. La kv 1erminó con Juan. Lucas 16: 16 . 24
l. En G.:ncsis no se mencionan los Diez \-!andamientos . 25
' En d :-.Juc\O Teslamento hay sólo dos mandamiencos 26

Preguntas sobre el sábado

r Lldos ILlS dias son iguales J1


, ~. Jesus transgredió el sábado 32
1
' No se menciona el sábado 33
16. ¿ Preanuncio de la abolición del sabado? 35
17. Guardáis los días ... Gálatas 4: 10 36
18. Cambios del calendario y el sábado ..... . 37
19. Cris10 es nuestro reposo, y no el sábado 38
:o. La observancia del domingo segun Hechos 20: 7 40
2 l. Del sábado al domingo entre los siglos 11 y VI 42
,, Diferencia entre día y día. Romanos 14: 5, 6 . 45
23. La ley y la cruz en Colosenses 2: 14-17 . 46
2J. El -;ábado es para los judíos .... 50
25. Guardar el sábado no nos salva 52

Preguntas sobre la alimentación

26. Todo lo que Dios creó es bueno. l Timoceo 4: J-5 57


27. Pedro, mara y come. Hechos 10 .. 58
28. Todo lo que se vende en la carnicería. 1 Corintios 10: 25 60
29. ¿Que comamina al hombre"! Mareo 15: 1-20 61
30. El reino de Dios no es comida. Romanos 14: 14-20 . 63
LA BIBLIA RESPONDE

31. ¿Permiso para comer carnes limpias e inmund:is? Deuteronomio 12: 15 65

Preguntas sobre la naturaleza del hombre en la muerte

32.. El ladrón arrepentido, ¿fue al paraíso desput!s de morir en la cruz? 69


33. "El alma no pueden matar". Mateo 10: 28 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 70
34. Deseo partir y estar con Cristo. Filipense~ 1: 20-25; 2 Corintios 5: 6-8 72
35. Significado de la palabra "alma" en la Bibli;i ............. 73
36. El cuerpo es mortal, pero el alma es inmortal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74
37. El infierno . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . .. .. . . 75
38. Fuego eterno. Fuego que nunca se apagará ..\tormentados por los siglos
de los siglos . . . . . . . . . . . . 77
39. La pitonisa de Endor y el rey Saúl 79
40. Las almas debajo del altar. Apo..:alipsis 6: 9-11 80
41. Si el alma es inmortal . . . . . . . S2
42. Dios es Dios de vivos y no de muertos . . . . . 85
43. La prédica de Cristo a los espíritus antedilu\ianos. 1 Pedro 3: 18·20 86
44. La parábola del rico y de Lázaro. Lucas 16: 19-.31 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 88

Preguntas sobre el Espíritu Santo

45. Comienzo de la obra del Espíritu Santo 93


46. La divinidad del Espiritu Santo ':}4
47. El bautismo del Espiritu Santo y el don d.: k:-iguas 95
48. El pecado rnntra el Espíritu Santo ':}9

Preguntas sobre temas di•t!rsos

49. Los hermanos de Jesús ............... . 103


50. El uso del velo por parte de las mujeres 103
51. La actuación de la mujer en público 105
52. El bautismo por los muertos .... . 106
53. La esposa de Caín .............. . 109
54. Casamiento entre familiares ..... . 110
55. \1iguel arcángel ............... . 111
56. El rebautismo .. . 112
57. El uso de pantalones por parte de la mujer . 113
58. El ayuno ......................... . 115
59. El nombre Jehová ................... . 116
60. Tres días y tres noches. Mateo 12: 40 .. . 117
61. El rapto secreto ..................... . 120
62. ¿Cuál es el séptimo día? .............. . 121
63. Somos de otro marido. Romanos 7: 1-6 122
64. Explicación de Hebreos 6: 4-8 ... 124
PREGUNTAS RESPECTO A
LA BIBLIA
l. ¿Hay varias clases de Biblia?

¿Es verdad que hay varias clases de Biblias?

La Santa Biblia es una sola, lo que sucede es que hay diversas versio-
r;es o traducciones: las de los eruditos católicos, aprobadas por la Iglesia
Católica, y las de los eruditos cristianos no católicos. Ambos grupos son
;;ruditos en el conocimiento del hebreo y griego, idiomas originales del An-
:iguo y del Nuevo Testamento, respectivamente, y tuvieron a su disposi-
dón los mismos manuscritos cristianos. De modo que aunque a veces usan
palabras diferentes, el sentido siempre es el mismo en todas las versiones
.:onocidas, excepro la "Versión del Nuevo Mundo" que no es aconsejable
por ser tendenciosa.
Debemos, señalar sin embargo, una diferencia que surgió en el Conci-
lio de Trenro (1546) cuando las autoridades católicas decretaron incluir
siete libros en el Anriguo Testamenro: ToJ?ías, Judit, La s_abiduría, El Ecle-
;;;ástico. Baruc y 1 y 2 \'lacabeos, además de algunos capítulos añadidos
ai libro de Ester y al de Daniel. Se trata de libros históricos de autores he-
~~ws. pero no reconocidos por éstos como del canon sagrado. San Pablo
:if:~mó que "la palabra de Dios les fue confiada a los judíos" (Rom. 3: 2),
~;;~o aunque Jesús los reprendió por muchas cosas en las que habían falta-
jo, nunca los recriminó por haber anulado o perdido alguno de los libros
sagrados.
La lista de los 39 libros del Antiguo Testamento reconocidos como
sagrados en los días de Jesús, fue reconocida por destacados cristianos como
\!e!itón de Sardis, en el año 177; Orígenes, 230; Atanasio, 326; Cirilo, 348;
Rufino y Jerónimo, 395, y otros.
La misma Iglesia Católica reconoce una diferencia entre estos agrega-
dos y los 39 libros canónicos al llamar a aquéllos "deuterocanónicos", o
sea de "segunda inspiración". Los cristianos no católicos los llaman "apó-
crifos" o sea de autores inciertos.

11
12 LA BIBLIA RESPONDE

2. Biblias con errores o agregados


¿Es verdad que la Biblia actualmente tiene errores y agregados?

Gracias al extremo cuidado de los copistas de la antigüedad, no se in-


filtraron errores de concepto ni agregados. Cuando los antiguos escribas
copiaban el texto sagrado de los libros de los profetas, respetaban regla-
mentos muy rigurosos, y, debido a esto, prácticamente era imposible que
se deslizaran errores. Además, los creyentes consideramos que la pro\i-
dencia divina cuidó de su Palabra a través de los siglos.
Como si Dios deseara dar pruebas a sus hijos de que no hay errores
ni agregados en la Biblia, en forma providencial preservó durante 1900
años antiquísimos manuscritos bíblicos en unas cuevas de las montañas
que bordean la costa oeste del Mar Muerto, en Palestina. Habían pertene-
cido a la biblioteca de una comunidad religiosa judía que los escondió allí
para salvarlos de la posible destrucción a manos de los ejércitos romanos.
contra quienes luchaban hacia el año 68 de nuestra era.
Esos numerosos manuscritos hebreos descubiertos en 1947 abarcan casi
todos los libros del Antiguo Testamento. Se destacan dos rollos del libro
de Isaías casi completos; todavía estaban dentro de los jarrones en que ha-
bían sido guardados y depositados. Los eruditos que los examinaron, de-
clararon que muchos de ellos fueron escritos entre cien y doscientos años
ames de Cristo. Vale decir que eran aproximadamente 2.200 años más ar:-
tiguo que los manuscritos hebreos que se tenían en 1947. Al compararlos.
se comprobó que no había errores ni agregados que hayan modificado d
texto sagrado.
Con todo el material manuscrito que ya se tenía, enriquecido con los
valiosos hallazgos de 1947, podemos decir con seguridad que el texto bí-
blico es auténtico y correcto, por lo tanto, debemos estudiar la Santa Bi-
blia con confianza, sabiendo que sigue ofreciéndonos, en verdad, la Palabra
de Dios.
LA BIBLIA 13

3. El Antiguo Testamento y su valor para los cristianos


¿Tiene aún valor el Antiguo Testamento para los cristianos?

Algunos cristianos han llegado a creer, por diversos motivos, que el


.-\ntiguo Testamento ha perdido su importancia como fuente para enseñar
la doctrina cristiana, y que, por lo tanto, no es necesario. Piensan que lo
importante es el Nuevo Testamento.
Para responder, recordaremos algunos hechos fundamentales que se
pasan por alto o quizá se desconocen:
1. El Nuevo Testamento es un conjunto de escritos basados en el An-
tiguo Testamento. Los escritores del :\uevo Testamento lo citan constan-
temente para confirmar la doctrina del Evangelio. Como término medio,
un versículo de cada siete es una cita o una referencia al Antiguo Testa-
mento. Para Jesús y los apóstoles era la Sagrada Escritura (2 Tim. 3: 15);
era la Escritura inspirada por Dios (2 Tim. 3: 16); era la Palabra de Dios
que habia que guardar (Luc. 11: 28); era el E,·angelio anunciado por los
•·profetas en las Santas Escriruras" (Rom. 1: 2, 3). En fin, era la da ve
:=-ara indicar la personalidad de Cristo (Luc. 2.+: 25-27, -+4-47).
2. Antes que el Nuevo Testamento estuviera escrito. Jesús ordenó es-
_.!Jriñar las Escrituras (Juan 5: 39); a,l\irtió del peligro de errar al igno-
:-arlas (Mar. 22: 29); afirmó que eran bienaventurados los que "oyen la
palabra de Dios, y la guardan" (Luc. 11: 28). Cuando el apóstol Pablo
recomendó las Escrituras y afirmó que eran inspiradas, se refería única-
mente al Antiguo Testamento (2 Tim. 3: 15-17); del mismo modo cuando
decía que enseñaba "conforme a las Escrituras" (1 Cor. 15: 3, 4).
3. El Nuevo Testamento que fue escrito entre los años 40-96 OC. re-
cién comenzó a ser citado por escritores cristianos después del segundo si-
glo, es decir, a partir del año 200 OC. Vale decir, que durante dos siglos
el Antiguo Testamento fue el único documento para defender la realidad
y la verdad de Cristo y su Evangelio.
Atenidos a estas evidencias tan claras, es un error grave afirmar que
el Antiguo Testamento hoy nada tiene que ver con la enseñanza del Evan-
gelio. Desecharlo es abrir la puerta a interpretaciones equivocadas.
14 LA BIBLIA RESPONDE

4. El Antiguo Testamento y 2 Corintios 3: 14


Si se afirma que el Antiguo Testamento no está abolido, ¿qué signifi-
ca lo expresado en 2 Corintios 3: 14?

En primer lugar, el apóstol Pablo no podría haberse referido a lo que


nosotros hoy llamamos Antiguo Testamento, porque no se llamaba así la
parte de la Biblia escrita antes de Cristo (véase la pregunta 3). Por otra
parte, el Nuevo Testamento no se había escrito todavía, solamente se ha-
bía comenzado a escribir alguna de sus partes. Por lo tanto, lo que en al-
gunas versiones -no en todas- se llama el "antiguo testamento", en este
versículo es sólo una expresión que se refiere al "pacto antiguo", que el
apóstol presenta en contraste con el "nuevo pacto" mencionado en el ver-
sículo 6 del mismo capítulo.
Obsérvese, además, que lo "quitado" por Cristo no es el "antiguo
testamento" sino el "velo" que impedía a muchos aprender la lección ofre-
cida en él (2 Cor. 3: 15, 16). Era el velo de las tradiciones y prejuicios que
a muchos les impedía comprender que Jesús era el "verdadero Cordero
de Dios, que quita el pecado del mundo (Juan 1: 29); ese velo de prejui-
cios y tradiciones no los dejaba aceptar a Cristo como el garante del nue-
vo pacto en lugar del cordero que era sacrificado como garante del antiguo
pacto.
- Así como Jesús necesitó valerse del Antiguo Testamento, o sea de
"Moisés, los profetas y los Salmos" (Luc. 24: 27, 44), para demostrar su
identidad y su obra, nosotros también lo necesitamos. Si anuláramos el
Antiguo Testamento, ¿con qué probaríamos que Jesús es el Cristo?
El Nuevo Testamento es verdadero porque lo es también el Antiguo.
Un Testamento no anula al otro, sino se complementan maravillosamen-
te. Así pues, el Antiguo Testamento sigue siendo la Palabra de Dios.
LA BIBLIA 15

S. Salvación por obras y por la gracia


¿Es verdad que el Antiguo Testamento enseña la salvación por las
obras, y el Nuevo Testamento, por la gracia?

Cuando Adán y Eva pecaron, en su primer encuentro con Dios se les


prometió la salvación por la gracia. Se les advirtió que habría una dura
lucha entre los seres humanos y la serpiente, el diablo, pero también se
les prometió una victoria terminante mediante la simiente de la mujer, con
la que herirían mortalmente al engañador (Gén. 3: 15). El Nuevo Testa-
mento explica que esa simiente "es Cristo" (Gál. 3: 16). Por lo tanto, ca-
da vez que ellos, y luego sus descendientes, sacrificaban un cordero sobre
el altar, manifestaban su fe en el Redentor prometido, cuya salvación se
ofrecía por gracia. Solamente debían creer en la promesa de Dios y eran
perdonados. El sacerdote hebreo ofrecía el sacrificio simbólico que por
gracia daba el perdón al creyente. El sacerdote intercedía ante Dios en fa-
vor del pecador al ofrecer la sangre de la víctima inocente.
Cuando Jesús fue a Juan el Bautista para ser bautizado, éste lo pre-
sentó diciendo: "He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mun-
do" (Juan 1: 29). En la epístola a los hebreos, se explica en forma admirable
y clara ese hecho: Cristo, como el sacrificio en lugar del cordero, ofrenda-
do una sola vez (Heb. 9: 23-26), y Cristo como el sumo sacerdote que in-
tercede por nosotros en virtud de su sacrificio (Heb. 7: 25; 8: 1-3).
Por otra parte, afirmar que el Antiguo Testamento ofrece la salva-
ción por las obras de la ley, y que el Nuevo la ofrece por la gracia, sería
acusar a Dios de cometer una equivocación y fracasar. Sería afirmar que
ante el fracaso del sistema del Antiguo Testamento, Dios lo cambió por
otro más fácil, el de la gracia. El apóstol Pedro no acepta tal equivoca-
ción, pues afirma que somos rescatados "con la sangre preciosa de Cris-
to, como de un cordero sin mancha y sin contaminación; ya destinado desde
antes de Ja fundación del mundo, pero manifestado en los postrimeros tiem-
pos por amor a vosotros" (l Ped. l: 18-20). * Así pues, el Antiguo y el
Nuevo Testamento ofrecen al pecador la salvación por la gracia de Dios
manifestada en Cristo.

• Las ralabras en cursiva que aparecen en las citas biblicas fueron destacadas por el autor.
PREGUNTAS SOBRE
LA LEY Y LA GRACIA
6. Bajo la gracia no es necesario observar el sábado

¿Es verdad que ahora no es necesaria la observancia del sábado, pues


ya no estamos bajo la ley sino bajo la gracia?

Si fuera verdad que la gracia nos exime de guardar el sábado, o sea


de la obediencia al cuarto mandamiento, la misma gracia nos permitiría
desobedecer cualquiera de los otros nueve mandamientos. Sin embargo,
observamos que todas las congregaciones cristianas enseñan que aquéllos
deben ser obedecidos, y reconocen el hecho de la obediencia como prueba
de la salvación lograda por la gracia. De manera que concluimos que estar
bajo la gracia no es vivir con autorización para desobedecer la ley de Dios,
sino recibir el poder divino que nos habilita para obedecerla.
El que vive bajo la gracia es el que ha aceptado el perdón de sus peca-
dos por la fe en el sacrificio de Jesús, y ha recibido ese perdón sin pagar
algo o realizar alguna obra especial. El perdón es gratuito, o sea, de gra-
cia. Viene al caso la pregunta del apóstol Pablo que él mismo contesta:
·'¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna
manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún
en él?" (Rom. 6: 1,12). Vale decir que el perdón recibido por gracia no
:10s es dado para que sigamos pecando. Ya no vivimos para pecar, esta-
mos muertos al pecado.
¿Qué acciones constituyen pecado? "Todo aquel que comete pecado,
infringe la ley, pues el pecado es infracción de la ley" (1 Juan 3: 4). Y pa-
ra que sepamos a qué ley se refiere, citamos Romanos 7: 7: "Pero yo no
conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si
la ley no dijera: No codiciarás". "No codiciarás" es el décimo manda-
miento de la ley de Dios. De manera que si estamos muertos al pecado,
significa que por la gracia de Dios ya no vivimos pecando voluntariamen-
te. Así como el apóstol Pablo supo que la codicia es pecado, y la abando-
nó, podemos saber que la idolatría es pecado, porque así lo indica el
segundo mandamiento; también sabemos que matar es pecado, porque lo
dice el sexto mandamiento; o que el no santificar el sábado es pecado, por-
que lo indica el cuarto mandamiento. Lo mismo podríamos decir de cada
uno de los Diez Mandamientos.
Concluimos que vivir bajo la gracia no solamente es recibir el perdón
gratuito de nuestros pecados o desobediencias a la ley de Dios, sino que
también es recibir el poder de su gracia para vivir una nueva vida. "Básta-
'.e mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad" (2 Cor. 12: 9).

19
20 LA BIBLIA RESPONDE

7. No somos justificados por las obras de la ley

A causa de que somos justificados por la fe y no por las obras de la


ley, ¿por qué es necesario guardar el sábado?

Es verdad que somos justificados por la fe y no por las obras de la


ley, porque la ley de Dios no tiene recursos para justificar al transgresor.
El único propósito de la ley de Dios, los Diez Mandamientos, es señalar
lo que es pecado o es contrario a la voluntad de Dios. Por ejemplo: si ro-
bamos, pecamos, porque la ley de Dios dice: "No hurtarás". Nuestros ro-
bos no se justifican porque dejemos de robar, o porque seamos generosos,
o porque hagamos todo lo que la ley dice. El perdón, que es la justifica-
ción, se recibe por la fe en el sacrificio expiatorio de Cristo, no en virtud
de alguna obra.
Santiago compara la ley de Dios con un espejo (San t. 1: 22-25). Sa-
bemos que un espejo solamente puede mostrarnos las manchas, nunca la-
varlas. Se necesita agua y jabón para lavarlas. ¿Qué diríamos de alguien
que desechara o rompiera el espejo porque éste no puede limpiarlo? Del
mismo modo, la ley de Dios es el "espejo" que muestra nuestros pecados
pero, como el espejo, no puede lavarnos o justificarnos. Solamente nos
hace entender que necesitamos lavarnos, y el único que podrá hacerlo es
Cristo, quien por la fe en su sacrificio justifica nuestras transgresiones.
Es decir, somos justificados sin las obras de la ley.
Lo dicho, nos hace entender que necesitamos de ambas: la ley, que
nos muestra la verdadera condición de nuestra vida frente a Dios, y la fe
en el sacrificio de Jesús, que nos perdona y otorga su justicia. Ese acto
de misericordia inmerecida, el perdón por la fe en Jesús, despierta un amor
profundo hacia El, y produce el resultado indicado por el Señor mismo
cuando dijo: "Si me amáis, guardad mis mandamientos" (Juan 14: 15).
De modo que sólo la obediencia es el fruto maravilloso de la fe verdadera
(Rom. 3: 31).
LA LEY Y LA GRACIA 21

8. Cristo es el fin de la ley. Romanos 10: 4


En Romanos 10: 4 dice que el fin de la ley es Cristo, ¿quiere eso de-
cir que Cristo abolió la ley de Dios?

La palabra "fin" que se traduce del término griego cellos, en ambos


idiomas tiene dos significados: el de finalización de algo, o el de propósito
u objetivo. Así decimos: "El accidente que dejó inválido a mi amigo puso
fin a su carrera". Aquí el sentido es de terminación. Si decimos: "Viajé
con el fin de solucionar aquel pleito", le damos a la misma palabra el sen-
tido de propósito. En Romanos 10: 4, ¿cuál de los dos significados tiene
la palabra fin?
Si dijéramos que tiene el sentido de terminación de la ley, nos encon-
traríamos con que el apóstol se contradice a sí mismo, dado que a través
de toda la epístola reconoce la vigencia de la ley de Dios.
En Romanos 7: 7, dice que no habría sabido que la codicia era peca-
do "si la ley no dijera: No codiciarás". En Romanos 13: 9, 10 afirma que
el amor al prójimo conduce a la obediencia de la ley de Dios, y cita cinco
mandamientos: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso
testimonio y no codiciarás; o sea, cita del sexto al décimo mandamiento.
Y como para indicar que había otros que no mencionó, dijo: ''y cualquier
otro mandamiento ... ".En efecto, hay otros cinco. En el capítulo 2: 17-23,
del mismo libro, vuelve a reconocer la existencia de la ley al citar el peca-
do del adulterio y la idolatría, pecados señalados por el séptimo y el se-
gundo mandamiento, respectivamente.
En otras declaraciones de esta misma epistola, el apóstol Pablo de-
muestra que para él la ley de Dios seguía existiendo. En Romanos 3: 20
dice que "por la ley es el conocimiento del pecado''. También afirma, dos
veces, que donde no hay ley no puede haber pecado (Rom. 4: 15; 5: 13).
Por lo tanto, cada vez que usa en su epístola la palabra pecado, se refiere
a la desobediencia de la ley de Dios. Así pues, para el apóstol la ley existía
Y la llamó "santa, y el mandamiento santo, justo y bueno" (Rom. 7: 12).
Al notar con tanta claridad que Pablo reconoce definidamente la exis-
tencia de la ley de Dios en ésta y en todas sus epístolas, no podríamos ad-
mitir que en Romanos 10: 4 dijera que la ley había terminado con Cristo.
Por lo tanto, concluimos que en este pasaje ta palabra "fin" tiene el senti-
do de "objetivo o propósito". "Porque el fin (propósito) de la ley es Cris-
to, para justicia a todo aquel que cree".
En efecto, advertidos por la ley de Dios, descubrimos que somos pe-
cadores, o sea, desobedientes a los Diez Mandamientos. Al comprender-
22 LA BIBLIA RESPONDE

lo, encontramos que "la paga del pecado es la muerte" (Rom. 6: 23), por
Jo cual sabemos que estamos perdidos. La ley nada puede hacer para per-
donar esos pecados, pero cumple su propósito: hacernos entender que ne-
cesitamos a Cristo, quien salvará a todo el que cree.

9. No estamos bajo ayo. Gálatas 3: 25

Yo creo que no es necesario guardar el sábado porque en Gálatas 3: 25


dice que "venida la fe, ya no estamos bajo ayo"; ¿qué opina usted?

Admitamos por un momento que al estar en la fe ya no tenemos nada


que ver con la ley, y que por esa razón podemos desobedecer el manda-
miento del sábado. Sería razonable preguntarse: ¿por qué no podríamos
desobedecer los otros nueve por Ja misma razón? ¿Por qué no podríamos
matar, robar, adorar dioses ajenos, ser idólatras, en fin, desobedecer cual-
quiera de los Diez Mandamientos y no solamente el del sábado? Nadie ad-
mitiría eso, porque todos consideramos que el ladrón, o el adúltero, o el
idólatra es un mal para Ja sociedad. Los que hacen tales cosas no están
en la fe. Así pues, sí el análisis del argumento lo refuta, algo debe estar
equivocado en él. Veamos, entonces, dónde está la equivocación.
Las Escrituras dicen: "Por las obras de Ja ley ningún ser humano se-
rá justificado delante de él: porque por medio de Ja ley es el conocimiento
del pecado" (Rom. 3: 20). Aquí descubrimos la razón del error, o sea: afir-
mar que la ley podría justificar, cuando su única misión es enseñar qué
es el pecado. La ilustración del apóstol es magnífica al decir que "la ley
ha sido nuestro ayo -conductor-, para llevarnos a Cristo, a fin de que
fuésemos justificados por la fe" (Gál. 3: 24).
Un "ayo" es la persona encargada de criar y educar a niños y a jóve-
nes. Del mismo modo, la ley de Dios cumple su única y verdadera misión
cuando nos enseña la voluntad de Dios. "Y conoces su voluntad (la de
Dios), e instruido por Ja ley apruebas lo mejor" (Rom. 2: 18). Cuando
la ley ha cumplido su definido y único cometido, o sea, enseñarnos la vo-
luntad de Dios, entonces, nos lleva a Cristo, el único que puede perdonar
todos nuestros pecados o desobediencias a la ley de Dios (1 Juan 3: 4).
"Mas venida la fe, ya no estamos bajo ayo, pues todos sois hijos de
Dios por la fe en Cristo Jesús" (Gál. 3: 25, 26). Al no estar bajo ayo, ¿sig-
nificaría que ahora podemos desobedecer la ley de Dios? De ninguna ma-
LA LEY Y LA GRACIA 23

nera, porque la fe no invalida la ley, sino la confirma (Rom. 3: 31; 1 Juan·


3: 24; 5: 3).
Para hacerlo más claro, ejemplifiquemos la ilustración del apóstol.
Tomemos a los jóvenes que asisten a una universidad con el fin de ser mé-
dicos. Se en~uentran bajo ayos, sus profesores, quienes les enseñarán
todo lo necesario para cumplir correctamente con esa profesión. Cuando
los "ayos" comprueban, a través de años de rígidos exámenes y muchas
prácticas, que el alumno aprendió medicina, lo gradúan. Este abandona
aulas y ayos, porque ahora es doctor. Ya sabe lo que debe hacer y no ne-
cesita de sus ayos. ¿Significa eso que ahora podrá hacer lo que se le ocu-
rra en medicina? Algunos lo han hecho y por ello perdieron su derecho
a ejercer la profesión. No son más doctores. La rebeldía a la enseñanza
de sus ayos, les costó su título.
Algo semejante sucede en relación con la ley de Dios. En calidad de
"ayo" nos enseñó qué debíamos hacer para ser hijos de Dios pues no lo
éramos. Para que podamos serlo, nos llevó a Cristo y "venida la fe, no
estarnos más bajo ayo". ¿Olvidaremos lo que nos enseñó el "ayo" por
estar con Cristo? Porque recibimos el perdón de todos nuestros pecados,
¿nos sentiremos autorizados a desoír todo lo que nos enseñó el "ayo"?
De ninguna manera, porque si estamos con Cristo somos nuevas criatu-
ras, las cosas viejas, nuestra vida de pecados, o desobediencias pasaron
y todas las cosas son hechas nuevas (2 Cor. 5: l 7). Se realizó el milagro del
nuevo nacimiento: pasamos de desobedientes a obedientes. "Todo lo pue-
do en Cristo que me fortalece" (Fil. 4: 13). El poder de Cristo en nosotros
hace posible esa maravillosa realidad.
24 LA BIBLIA RESPONDE

10. La ley terminó con Juan

¿Quiere decir Locas 16: 16, que la ley terminó con Juan?

El texto dice: "La ley y los profetas eran hasta Juan; desde entonces
el reíno de Dios es anunciado, y todos se esfuerzan por entrar en él". En
realidad, este texto no afirma que terminaron o dejaron de tener valor "la
ley y los profetas". Quiere decir que esos escritos eran los únicos docu-
mentos que contenían, hasta ese entonces, lo revelado por Dios respecto
de su reino. Para anunciarlo y convencer a los hombres de su realidad,
eran necesarias las enseñanzas y las profecías irrebatibles ofrecidas en "la
ley y los profetas". ¿Qué fuerza podía tener esa prédica sin los profetas?
· Al recordar solamente algunas expresiones de Jesús, entendemos que
para él "la ley y los profetas", lo que hoy llamamos el Antiguo Testamen-
to, no pudieron haber terminado. Indicó su permanencia cuando ordenó
escudriñar las Escrituras, porque ellas daban testimonio de El (Juan 5: 39).
Afirmó que la ignorancia de las Escrituras era la causa del error (Mat.
22: 29). Reiteró su importancia cuando dijo, citando a Deuteronomio 8: 3:
"No de solo pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la bo-
ca de Dios" (Mat. 4: 4). Para explicar el Evangelio a dos discípulos preo-
cupados, y luégo a los once, "les declaraba en todas las Escrituras lo que
de él decían" (Véase Luc. 24: 25-47).
Los apóstoles recomendaron el estudio delas~r~!Ir~s y declararon
su utilidad (2 Tim. 3: 15-17); afirmaron que fueron escritas para nuestra
enseñanza (Rom. 15: 4). Sostuvieron que la palabra profética era una an-
torcha a la que había que estar atentos (2 Ped. 1: 16-21). En fin, "la ley
y los profetas" eran escrituras tan importantes que se las cita 280 veces
en el Nuevo Testamento. Por lo dicho, queda claro que esa expresión de
Jesús significaba que la "ley y los profetas" era todo lo que hasta enton-
ces había sido revelado tocante al reino de Dios.
LA LEY Y LA GRACIA 25

11. En Génesis no se mencionan los Diez Mandamientos


En el Génesis nada se dice de los Diez .Mandamientos. ¿Fueron dados
por Dios a los israelitas recién en el Sinaí?

Leyendo el Génesis descubrimos que los principios enunciados por los


Diez Mandamientos eran conocidos, pues las acciones que constituían trans·
gresión de ellos se consideraban pecado. Sabemos que "por la ley es el
conocimiento del pecado" (Rom. 3: 20), y "que donde no hay ley tampo-
co hay transgresión" (Rom. 4: 15). El mismo hecho de que existiera la
muerte era demostración de que había transgresión de la ley (1 Juan 3: 4),
pues "la paga del pecado es la muerte" (Rom. 6: 23). Además, la Biblia
enseña que la ley de Dios es eterna (Sal. 119: 9S. 151, 152). El patriarca
Abrahán, que vivió 500 años antes de darse la ley por escrito en el Sinaí,
guardaba los mandamientos de Dios (Gén. 26: 5). Por otro lado, no es
posible aceptar que un Dios santo y omnisapiente hubiera dado unos man-
damientos para los que vivieron antes del Sinai. 0rros para quienes nacie-
ron después del Sinaí, y luego otros para los que \ivieron después de Cristo.
En Dios "no hay mudanza, ni sombra de varia..:ión" (Sant. 1: 16, 17).
Observemos algunos incidentes, relatados en d Génesis, que demues-
tran la existencia de los Diez Mandamienws desee ios orígenes del mundo.
l. No adorar dioses ajenos. En Génesis 6 se menciona el diluvio uni-
\ ersal como consecuencia del abandono del Di.:~ verdadero. El relato de
la torre de Babel (Gén. 11) es otra demostración de la condena que pesa
sobre los adoradores de dioses falsos.
2. No tener ídolos. Si Jacob consideraba que era pecado tener los dio-
ses que Raquel había hurtado a su padre, y los e=:terró, demuestra que ya
se conocía el mandamiento que prohíbe vene~arlos (Gén. 31: 19, 30;
35: 1-4).
3. No blasfemar. La conducta de Esaú, reb::ida en Génesis 25: 27-34,
fue blasfema, por cuya razón en el Nuevo Testamento se lo califica como
"profano" (Heb. 12: 16).
4. Observar el sábado. El séptimo día fue be!'ldecido y santificado por
Dios en la creación (Gén. 2: 1-3). También fue bendecido por Jesús; re-
cordemos que en el Nuevo Tescamento se nos e:::seña que "sin él nada de
lo que ha sido hecho, fue hecho" (véase Juan 1: '.-3, 10; Heb. 1: 2, 3; Col.
1: 15-18). La Biblia llama al séptimo día "shabb:uh", término hebreo 4uc
significa descanso; y luego pasó a nuestro idioma ~orno "sábado". En Exo.
16: 4-30 se ordena la observancia del sábado un :nes antes de llegar al Si-
26 LA BIBLIA RESPONDE

naí, lo que demuestra que el mandamiento era conocido. Transgredirlo,


como lo hicieron algunos, significaba no respetar la ley de Dios (vers. 28).
Nótese, además, que el mismo mandamiento da la razón de la observan-
cia: "porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra ... "y porque
"Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó" (Exo. 20: 11).
5. Honrar a los padres. En Génesis es notable el respeto que los hijos
de Dios mostraban hacia sus padres. El caso de Cam, hijo de Noé (Gén.
9: 20-27), nos ayuda a comprender la alta estima en que se tenía al quinto
mandamiento.
6. No matar. La condena del asesinato, como el cometido por Caín
y otros relatados en Génesis, demuestran la existencia del sexto manda-
miento (Gén. 4: 8-15).
7. No cometer adulterio. El caso de Dina, hija de Jacob (Gén.
34: 1-7), y la conducta intachable de José frente a la tentación a cometer
adulterio, indican el conocimiento del séptimo mandamiento.
8. No hurtar. Raquel robó a escondidas los dioses de su padre (Gén.
31: 19-37). La reacción de Jacob, cuando Labán lo acusó de hurto (vers.
30-32), demuestran el conocimiento del octavo mandamiento.
9. No levantar falso testimonio. El incidente entre Isaac y Abimelech
(Gén. 26: 6-11) y el de Jacob y Esaú (27: 1-45) demuestran que la mentira
era considerada una mala acción.
10. No codiciar. El resultado desastroso de la codicia de Eva (Gén.
3: 6), prueban que la codicia era pecado. La codicia de Lot (Gén. 13: 11,
12), manifestada en su elección, fue un pecado que trajo una maldición.

12. En el Nuevo Testamento hay sólo dos mandamientos


En el Nuevo Testamento, ¿no son sólo dos, y no diez, los manda-
mientos?

Esos dos mandamientos que Jesús citó (~lat. 22: 35-40), están en el
Antiguo Testamento (Deut. 6: 5; Lev. 19: 18). El afirmó que de ellos "de-
pende toda la ley y los profetas". El verbo "depender" quiere decir "es-
tar bajo sujeción o subordinación" de algo. En efecto, los primeros cuatro
LA LEY Y LA GRACIA 27

mandamientos dependen del amor hacia Dios, y los últimos seis, del amor
hacia el prójimo. Así pues, los Diez Mandamientos dependen o son conse-
cuencia de los dos; no están abolidos, permanecen y, por esa razón, se ha-
ce referencia a ellos en todo el Nuevo Testamento. Veámoslo:
l. No adorar dioses ajenos: Mat. 4: 10; 1 Cor. 8: 5, 6.
2. No tener ídolos: 1 Cor. 6: 9; 10: 7, 14; Rom. 2: 22.
3. No blasfemar: 1 Tim. 1: 13, 20; 6: l; Apoc. 13: 5, 6; 17: 3.
4. Observar el sábado: Mar. 2: 27, 28; Heb. 4: 4, 9, 10; Mat. 24: 20; Hech.
13: 14,' 42-44; 16: 13; 18: 3, 4.
5. Honrar a los padres: Mat. 19: 19; 15: 4, 9; Mar. 7: 10; 10: 19; Luc.
18: 20; Efe. 6: 2, 3.
6. No matar: Mat. 19: 18; Mar. 10: 19; Luc. 18: 20; Rom. 13: 9; Sant.
2: 11.
7. No cometer adulterio: Mat. 19: 18; Mar. 10: 19; Luc. 18: 20; Rom.
13: 9; l Cor. 6: 9; Sant. 2: 11.
8. No hurtar: Mat. 19: 18; Mar. 10: 19; Luc. 18: 20; Rom. 13: 9; 1 Cor.
6: 10.
9. No levantar falso testimonio: Mat. 19: 18; Mar. 10: 19; Luc. 18: 20;
Rom. 13: 9; Apoc. 21: 27; 22: 15.
10. No codiciar: Rom. 7: 7; 13: 9; 1 Cor. 10: 6; l Tim. 6: 9.
Como se notará, los últimos seis mandamientos son citados en forma
casi completa, y a pesar de que con los primeros cuatro no sucede lo mis-
mo, podemos creer en la vigencia de ellos porque una y otra vez se nos
insta a obedecerlos.
PREGUNTAS SOBRE
EL SABADO
13. Todos los días son iguales

Para mí todos los días son iguales y, por lo tanto, da lo mismo ado-
rar a Dios en un día o en otro.

En un sentido todos los días parecen iguales, constan de 24 horas, tie-


nen día y noche, y uno sigue al otro. Y por supuesto que cada día debe-
mos manifestar una conducta cristiana, puesto que sería absurdo adorar
a Dios en un día y en los otros vivir incorrectamente.
Sin embargo, la Santa Biblia nos enseña que hay diferencia. Dios mis-
mo la señaló al bendecir y santificar el séptimo día, cuando concluyó la
creación (Gén. 2: 1-3). BENDECIR significa "alabar, celebrar, ensalzar,
ser colmado de bienes por la Providencia, consagrar al culto". SANTIFI-
CAR, significa "hacer santo, dedicar algo a Dios, apartar algo para un
uso sagrado". Por lo tanto, cuando Dios bendijo y santificó el séptimo
día, lo hizo definidamente diferente de los demás días del ciclo semanal.
Quienes tenemos fe en Dios, ¿podemos despreciar la bendición y santifi-
cación dada a su dia? ¿Puede ser lo mismo observar cualquier día y no
el bendecido y santificado por Dios? Para los profetas y apóstoles existía
esa diferencia, porque siempre llamaron al séptimo día shabbat, que quie-
re decir día de reposo. El mandamiento comienza pidiendo que nos acor-
demos de santificarlo, o sea, apartarlo para un uso sagrado. Los otros seis
días son para hacer todas nuestras tareas, "mas el séptimo día es reposo
para Jehová tu Dios ... Porque en seis días hizo Jehová ... todas lasco-
sas ... y reposó el séptimo día; por tanto Jehová bendijo el día de reposo
y lo santificó (Exo. 20: 8-11). Nótense dos cosas definidas: el mandamiento
se refiere a "e/ séptimo día", no a un séptimo día"; es decir, se refiere
a un día definido. Además, señala la razón para recordarlo: "Porque Je-
:hová bendijo el día de reposo y lo santificó".
En el Nuevo Testamento se respetan estas indicaciones. Lucas escri-
bió su evangelio unos 32 años después de la ascensión de Jesús. En el capí-
tulo 23: 54-56 y 24: 1-3 nos refiere la secuencia de los días. Señala el día
de preparación, o sea el viernes, luego afirma que fue guardado el día de
reposo, el sábado, conforme al mandamiento, y que luego, en "el primer
día de la semana", ocurrió la resurrección. Toda la cristiandad rec;onoce
que Jesús resucitó el primer día de la semana, y por ello se desea justificar
la observancia del domingo. Pero ya observamos que la bendición y santi-
ficación de Dios fue otorgada al séptimo día y no al primero.
El diccionario de la lengua española da el siguiente significado de es-
tos dos días: domingo, primer día de la semana: sábado, séptimo día de

31
la semana. Así pues, según la Santa Biblia, la historia y nuestro propio
idioma, el sábado es el séptimo día, y el domingo, el primero. La bendi-
ción y santificación de Dios sobre el séptimo día, lo hacen claramente di-
ferente de los demás.

14. Jesús transgredió el sábado

Si Jesús transgredió el sábado, ¿por qué yo he de observarlo?

En los evangelios se hace referencia a ocho ocasiones en las que Jesús


sanó a enfermos en sábado. En algún caso ordenó al enfermo que llevara
su cama y se fuera a su casa, y en otro caso justificó a sus discípulos cuan-
do trillaron en sus manos el trigo que comieron, porque "tuvieron ham-
bre" (Mat. 12: l). ¿Eran esas acciones una transgresión del sábado? Según
las tradiciones judías, sí lo eran. Sin embargo, los judíos no tenían razón,
porque el que hizo esas cosas tenía mayor autoridad que ellos. Sin duda,
Jesús sabía lo que era correcto hacer en sábado y lo que no correspondía.
Por eso, explicó a sus acusadores que "lícito es hacer bien en el sábado"
(Mat. 12: 12).
Cuando los judíos insistieron en acusarlo de transgresor del sábado,
les indicó su autoridad divina, diciendoles: "El Hijo del hombre es Señor
aun del sábado" (Mar. 2: 28). La expresión "Hijo del hombre" para los
judíos era significativa: era lo mismo que decir Dios. En verdad, Jesús es
el "Señor del sábado", su dueño, porque fue su creador. El bendijo y san-
tificó el sábado en la creación (Gén. 2: 1-3). Así lo reconoce el Nuevo Tes-
tamento al señalar a Cristo como el Creador de todo (véase Juan l: l-3,
10; Heb. 1: 2, 3; Col. l: 14-19).
Aunque los judíos pretendían ser los señores del sábado y tener auto-
ridad para acusarlo, Jesús, siendo el único y verdadero Señor del sábado,
y habiéndolo hecho "por causa del hombre" (Mar. 2: 27), tenía absoluta
autoridad para indicar lo que era correcto o incorrecto hacer en ese día.
Por lo tanto, no podemos unirnos a los judíos acusando a Jesús de haber-
lo transgredido.
Entonces, ¿qué fue lo que hizo Jesús? Enseñar con palabra y ejemplo
a santificar correctamente el sábado. Si nosotros usáramos las horas ben-
decidas y santificadas por el Señor en la creación, haciendo actos de mise-
ricordia a los enfermos o necesitados, o prepariramos comidas sencillas
para alimentarnos, no estaremos transgrediendo el sábado.
Hagamos lo que hizo Jesús en sábado y lo santificaremos. Practique-
mos su costumbre de ir al lugar de culto en sábJdo (Luc. 4: 16). Atenda-
mos a los enfermos que necesitan de nosotros. o hagamos cualquier obra
de.misericordia y amor en favor de los que sufren, sin buscar recompensa.
Pero nunca intentemos justificar con la enseñ;:mza de Jesús, la atención
yue damos a las tareas comunes de la semana. ~) a nuestros negocios dia-
rios o a cualquier tarea realizada para favorece~ nuestros intereses mate-
riales. (Véase lsaías 58: 13, 14.)

IS. No se menciona el sábado

Jesús no le dijo al joven rico que debía guardar el sábado (Mat.


19: 16-26); cuando se refirió a los grandes mandamientos, indicó sblo dos
(:\-tat. 22: 35-40). Tampoco se mencionó el sábado en el concilio de Jeru-
salén (Hech. 15: 1-35). ¿Eso no significa que ~I sábado había dejado de
ser un día de observancia obligatoria?

A fin de ofrecer una respuesta clara, con' endrá analizar los tres ca-
sos por separado.
El joven rico: Jesús fue explícito con él rec.)rdándole cinco de los Diez
:Vtandamientos. No citó los cuatro primeros ni el décimo. Si por no men-
cionar el sábado, que es el cuarto, estamos au:orizados a desobedecerlo,
por lógica nos asiste el mismo derecho a desobedecer los otros no mencio-
nados. En lógica se señala la falacia de este ar~umento diciendo que "el
que prueba demasiado, no prueba nada".
Jesús no mencionó al joven rico muchas .;osas necesarias en la vida
del creyente, como ser la fe, la gracia, el arre~entimiento, etc. No diría-
mos por eso que no son necesarias. Aceptamo~. por otra parte, que Jesús
.:orno Maestro de los maestros no se equivocó .::i su método de enseñanza.
Hizo lo único y mejor que convenía hacerse. :\o hay duda que si alguna
vez ese joven reflexionó, se dio cuenta que era .idorador de un dios ajeno:
sus riquezas, pecado señalado por el primer ::-..andamiento. Y es precisa-
mente la fe, no mencionada al joven rico, la que a todos nos ayuda a ser
obedientes (Rom. 3: 31; Heb. 11: 6). Por lo dicho, queda claro que no
queda anulado el mandamiento del sábado porque Jesús no se lo mencio-
nó; como tampoco quedan anulados los otros mandamientos por la sola
razón de que no fueron mencionados en esa ocasión.
Dos mandamientos y no diez: Los dos mandamientos citados por Je-
sús fueron tomados del Antiguo Testamento. El primero está en Deutero-
nomio 6: 5 y el segundo en Levítico 19: 18. Vale decir que fueron dados
por el mismo Dios que dio los Diez Mandamientos; por lo tanto, no se
anulan, sino que se complementan. Los dos son la síntesis de las manifes-
taciones de nuestro amor a Dios y al prójimo, y los diez son el análisis
o la expresión detallada de cómo hacerlo.
"De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas", di-
jo Jesús. "Depende" quiere decir, estar en sujeción o subordinación de
uno, provenir, proceder, ser consecuencia. Y eso es justamente lo que su-
cede, Los Diez Mandamientos son consecuencia o provienen de los dos
principales. Los primeros cuatro nos enseñan cómo amar a Dios con todo
nuestro corazón y nuestra fuerzas, y los últimos seis, cómo amar a nues-
tro prójimo como a nosotros mismos. Así es que los dos mandamientos
no anulan los diez, ni los diez contradicen a los dos. Los diez dependen
o provienen de los dos.
El concilio de Jerusalén: La carta apostólica dice: "Porque ha pare-
cido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más
que estas necesarias: que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de san-
gre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardáreis, bien
haréis" (Hech. 15: 28, 29). En la carta se hace referencia directa al sépti-
mo mandamiento. Si aceptamos que por no haberse mencionado el sába-
do, eso significa que no hay que guardarlo, ¿qué de los otros ocho
mandamientos no mencionados? ¿Quedaron anulados? ¿Y qué de la fe,
la gracia, el arrepentimiento, el bautismo, que tampoco fueron menciona-
dos en la carta? ¿Eso nos autoriza a descartar tales verdades?
¿Qué cosas se estudian en un concilio? Los problemas que causan dis-
puta o inseguridad, para encontrar la forma de resolverlos. Las doctrinas
o mandamientos aceptados no se discuten en los concilios. Por eso nada
dice la carta respecto al robo, al sábado, al bautismo, a la gracia, etc. En
esas cosas no había desacuerdo. Para la iglesia cristiana de ese entonces
no había duda si debían guardar el sábado o el domingo. Todos guarda-
ban el sábado, y por esa sencilla razón nada se dijo respecto al día de reposo.
De haber habido cambio en cuanto al día de reposo, sin duda se hu-
biera levantado un~ seria polémica. Grandes fueron las reclamaciones de
EL SABADO 35

los judíos y serias las amenazas cuando Jesús se propuso enseñar la co-
rrecta observancia del sábado. Hasta quisieron matarlo (Mat. 12: 14; Juan
5: 16). ¡Qué clamor de protestas se hubiera levantado si los discípulos hu-
biesen enseñado que el sábado estaba abolido y el domingo era el verdade-
ro día! Nada de eso aparece en el Nuevo Testamento. Ese silencio total
en cuanto a un cambio, es la prueba mayor de que todos observaban el
sábado.

16. ¿Preanuncio de la abolición del sábado?

En lsaías 1: 10-15 y Oseas 2: 11, ¿no se preanuncia que el sábado iba


a ser abolido?

Si aceptáramos que en estos pasajes se preanuncia la abolición del sá-


bado como día de reposo, lógicamente debemos aceptar que las demás co-
sas allí mencionadas iban a dejar de tener importancia. Además del sábado,
isaías incluye las fiestas, los sacrificios, las ofrendas, el incienso, las asam-
bleas y la oración. Oseas hace una enumeración semejante, agregando que
Dios haría cesar el gozo. ¿Es que también las asambleas, la oración y el
gozo concluirían para el pueblo de Dios? Sin duda que se ha llegado a una
conclusión errónea, pues tal cosa no es admisible.
Para interpretar correctamente un pasaje bíblico es necesario tener en
cuenta el contexto; es decir, lo que se díce antes y después del texto. Con
sabiduría se dice que "un texto sin su contexto, es apenas un pretexto".
lsaías reclama a su pueblo por su vida pecaminosa. Lo señala como
·'cargado de maldad", "generación de malignos", "hijos depravados".
Espiritualmente enfermos "desde la planta del pie hasta la cabeza" (vers .
.i, 6). Esa vida pecaminosa era la causa por la que Dios señaló la ínutili-
dad de sacrificios, ofrendas, incienso, sábados y aun la oración. Oseas,
contemporáneo de Isaías, encaró el mismo problema. Compara al pueblo
de Dios con una ramera, adúltero espiritual, pues va detrás de dioses aje-
nos y vive en pecado pretendiendo ser pueblo de Dios.
¿Qué puede valer cualquier acto de adoración o culto de Dios, si se
·;ive en pecado? ¿Cómo podríamos engañar a Dios ofreciéndole un culto
hipócrita? Para que nuestras expresiones de adoración a Dios, inclusive
en el día de reposo, sean aceptables, debemos reconocer nuestros pecados,
arrepentirnos de ellos y aceptar el perdón ofrecido (Isa. l: 16-19). De le
contrario, la duplicidad hipócrita colocará fuera de lugar aún lo correcto.

17. Guardáis los días ... Gálatas 4: 10

¿No explica Gálatas 4: 10, 11, que no es necesario guardar los días?
¿Se refiere al día sábado?

Para saberlo debemos comenzar con el versículo 8, donde obsen·a-


mos que el apóstol Pablo se está dirigiendo a los gálatas que habían sido
paganos, pues dice: "Ciertamente, en otro tiempo, no conociendo a Dios.
servíais a los que por naturaleza no son dioses". Y luego de recordarles
que habían conocido al Dios verdadero, les pregunta: "¿Cómo es que os
volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis
volver a esclavizar?" Nótese que los que leían esta carta habían servido
a los que "no son dioses'', que habían conocido luego al Dios verdadero,
y que ahora estaban volviendo a los pobres rudimentos de su época pagana.
Por lo tanto, en primera instancia, los "días" del versículo 10 no po-
drían ser referencia al sábado del mandamiento del Dios creador; porque
los paganos no lo reconocían como tal ni santificaban el sábado. Sabemos
que un día importante de Jos paganos era el primero de la semana llamado
"día del sol". Los nombres de los días tienen que ver con sus dioses: el
lunes, con la diosa luna; el martes, con Marte; el miércoles, con Mercurio,
etc. Tenían también meses dedicados a sus dioses, como enero, aJ dios Jano.
Es probable que los judaizantes hayan logrado que los gálatas acep-
taran observar algunos días de fiesta de Ja ley ceremonial, los que caduca-
ron cuando Cristo se constituyó en el "verdadero Cordero de Dios que
quita el pecado del mundo" (Juan 1: 29).
Además, debemos aclarar que en ningún Jugar de la Biblia se usa el
lenguaje de este texto para referirse al sábado. El séptimo día es el shab-
bath, nombre propio del día de reposo, tanto en el Antiguo como en el
Nuevo Testamentos. Por otra parte, cuando Dios lo bendijo y santificó,
"reposó el día séptimo de toda Ja obra que hizo" (Gén. 2: 2). De manera
que, si la observancia del sábado fuera un acto esclavizador, tendríamos
que admitir que el mismo Creador se esclavizó cuando reposó el primer
sábado en este mundo. Y siendo que Jesús dijo que el "sábado fue hecho
por causa del hombre" (Mar. 2: 27), tendríamos que admitir, además, que
fue hecho para esclavizar a sus criaturas. Por todo lo dicho, se ve clara-
mente que esos días mencionados en Gálatas 4: 10, no se referían al sába-
do. El sábado para el pueblo de Dios es un día de gozo (Isa. 58: 13, 14).

18. Cambios del calendario y el sábado

Se han producido varios cambios del calendario. ¿No sería posible


que por ellos el sábado no sea el que corresponde a la realidad?

El calendario ha sido un instrumento para contar los años, meses y


dias, inventado por el hombre desde que tenemos conocimiento de su his-
toria. El sol y la luna intervienen en la medición y el fraccionamiento del
tiempo (Gén. 1: 14). La semana es una excepción, pues es un período de
tiempo marcado por el acto creador realizado por Dios en siere días. Cree-
rnos que no ha habido pérdidas en la cuenta del riempo, dado que Jesús,
quien reprendió a los judíos por muchos errores o descuidos religiosos,
nunca señaló que guardaban un sábado falso. El mismo lo sanrificó, te-
niendo por costumbre ir al lugar de adoración y culto cada sábado (Luc.
4: 16).
Poco antes de Jesús, el emperador Julio César (lOl-44 AC) tuvo que
ajustar el calendario civil al astronómico. El llamado entonces calendario
Pompiliano, se había atrasado 90 días del calendario astronómico. Dicho
en otras palabras, el invierno según el calendario astronómico estaba ade-
lantado en 90 días. Por eso Julio César, asesorado por el famoso astróno-
mo egipcio Sosigenes, en el año 47, antes de Cristo, le quitó esos 90 días
al calendario civil y lo ajustó así al astronómico. Eso se hizo sin afectar
o alterar el ciclo semanal. Ese calendario era usado por el Imperio Roma-
no en los días de Jesús.
Unos l.600 años después de Julio César, se hizo necesario otro cam-
bio. Como el calendario juliano se basaba en un año de 365 días y 6 ho-
ras, en vez de la realidad que son 365 días, 5 horas, 48 minutos y 46
segundos, al llegar al siglo XVI, esos 1J minuws y algunos segundos, su-
maron l l días de diferencia con el calendario astronómico. Por ello Gre-
gario VII, asesorado por el astrónomo Cristóbal Clavio, decidió seguir su
consejo de omitir esos once días, lo que se hizo el jueves 4 de octubre de
1582. pasándose al viernes J5 de octubre. Tampoco en esca ocasión se al-
teró el ciclo semanal.
Por lo indicado, sabemos que no se ha alterado el ciclo semanal en
todos los tiempos. Había razones fuertes para evitarlo, pues así como el
pueblo conocedor .del Dios verdadero santificaba el séptimo en honor del
Dios vivo, el Creador, así los pueblos paganos tenían el primero en home-
naje de su gran dios, el sol. De modo que ni para los paganos ni para los
cristianos era aceptable despreciar su día sagrado.

19. Cristo es nuestro reposo y no el sábado

Si Cristo es nuestro reposo, ¿necesitamos reposar el sábado?

Debemos recordar que originalmente el sábado fue santificado y ben-


decido antes de que el hombre pecara (Gén. 2: 1-3). De modo que origi-
nalmente no pudo ser creado como símbolo de alguna experiencia
relacionada con el pecado. Su razón de ser, era recordar a los seres huma-
nos, por la eternidad, la obra maravillosa realizada por el Creador. Cuan-
do en el Sinaí se dio por escrito el mandamiento del reposo semanal, se
reiteró el motivo: "Acuérdate del día de reposo para santificarlo ... por-
que en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar y todas las cosas
que en ellos hay ... " (Exo. 20: 8-11). La observancia del sábado y el ma-
trimonio son dos instituciones divinas establecidas antes de que el pecado
entrara en el mundo, y por lo tanto son permanentes.
Sin embargo, encontramos que posteriormente a ambas instituciones
se les dio un sentido espiritual: al reposo semanal el de reposo espiritual
que encontramos en Cristo, y al matrimonio el de la unión de la iglesia
con Cristo. Sobre lo primero escribe Pablo en la epístola a los hebreos
(cap. 4). No lo hace para anular el reposo semanal {Heb. 4: 9), sino para
ayudar a los hebreos a comprender que necesitaban de Cristo, única fuen-
te de reposo espiritual. Este reposo lo alcanzamos en virtud del perdón
de nuestros pecados que solamente Cristo puede dar. Esos pecados de los
cuales recibimos perdón, los conocimos a través de la ley de Dios (Rom.
7: 7). ¿Sería razonable, entonces, hablar de reposo en Cristo, si insistiéra-
mos en desobedecer uno de sus mandamientos? Y justamente el sábado,
mandamiento dado para ayudarnos a fortalecer y mantener la fe en el Crea-
dor y Salvador. Y además cuando sabemos por la Palabra de Dios que
faltar a uno es faltar a todos (Sant. 2: 10-12).
EL SABADO 39

Para comprender que una aplicación simbólica que sugiere un man-


damiento no anula la obediencia real del mismo, hagamos referencia al
mandamiento que defiende la santidad del matrimonio: No cometerás adul-
terio. Adúltera es la persona que teniendo cónyuge a quien prometió amar
y vivir fielmente en el estado de matrimonio, acepta luego a otra u otras
personas en su intimidad. Cuando la Biblia hace una aplicación simbóli-
-:a. indica que los que dicen amar a Dios pero aman al mundo son "almas
adúlteras" (Sant. 4: 4). La iglesia de Dios en todos los tiempos fue com-
parada muchas veces por los profetas como la esposa del Señor, de modo
4ue su infidelidad a Dios fue considerada adulterio espiritual. Un ejemplo
está en los tres primeros capítulos de Oseas. Otro en Apocalipsis 17. Pues
bien, si nosotros no participamos del adulterio espiritual dado que vivi-
mos fielmente la vida cristiana, ¿nos permitiría eso ser adúlteros física-
mente? La respuesta es tan evidente que parecería innecesario darla.
Sin embargo, podría ser necesario insistir preguntando: ¿Qué es lo
más grave, el adulterio espiritual o el físico? Ambos son igualmente gra-
\ es. porque de no mediar la conversión y el arrepentimiento, son pecados
..:uya paga es la muerte. El adulterio físico nos hace adúlteros espirituales,
o el adulterio espiritual nos prepara para ser adúlteros físicos.
Volviendo ahora al cuarto mandamiento, el del reposo: el hecho de
que en Cristo disfrutamos reposo espiritual, ¿nos autoriza a anular el sen-
tido físico que siempre tuvo el mandamiento? Como en el caso anterior,
la respuesta es una sola: el sentido espiricual no anula el fisico. Y en este
caso, afirmaríamos qu~ en mayor grado, desde que el descanso físico in-
dicado en el mandamiento propende a fortalecer el reposo espiritual. Pqr
esa razón, Jesús dijo: "El sábado por causa del hombre es hecho" (Mar.
2: 27). ¿Por causa de qué? Por causa de la vida espiritual del hombre. Al
dejar de lado sus trabajos, obligaciones y presiones de los seis días de la
semana, el hombre disfruta de un día de reposo que alivia tensiones, preo-
cupaciones y cansancio, y concede tiempo para el cultivo espiritual.
¿Qué quiso decir el Señor cuando ordenó: "Acuérdate del día de re-
poso para santificarlo"? Santificar quiere decir: "apartar algo para un uso
sagrado", con lo que se indica su propósito: actividades diferentes a las
de los seis días de trabajo. Es el día que dedicamos a la atención de los
valores espirituales, dejando de lado los materiales. Nuestra mente y ac-
ción se dirigen a lo que fortalece nuescro descanso espiritual. Concurri-
mos, como Jesús, a la casa de culto (Luc. 4: 16); al!i fortaleceremos la fe
.::on oír su Palabra (Rom. 10: 17). Vivimos un dia sin presiones, porque
con nadie tenemos compromisos comerciales o de trabajo. Es el día del
Señor (Mar. 2: 28), y por lo tanto nuestros únicos compromisos los tene-
mos con El. Al dedicar tiempo para actividades misioneras, atendiendo
a enfermos o necesitados como lo hacía Jesús (Mat. 25: 35-40), estamos
atendiendo al Señor mismo. Todo esto es posible porque al descansar es-
piritualmente en Cristo, aceptamos su mandato de descansar físicamente.
La ganancia espiritual del sábado, al apartarlo para el Señor, nos prepara
para una nueva semana de luchas, pero que con seguridad significarán nue-
vas victorias. (Véase también la pregunta 13.)

20. La observancia del domingo según Hechos 20: 7

¿No demuestra Hechos 20: 7 que era costumbre de los cristianos guar-
dar el domingo?

Este pasaje dice textualmente: "El primer día de la semana, reunidos


los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba, habiendo de salir al
día siguiente; y alargó el discurso hasta la medianoche". Los Hechos de
los apóstoles fue escrito por el apóstol Lucas unos 35 años después de la
resurrección de Cristo. La mayoría de los comentaristas aceptan que utili-
zó la manera bíblica de contar los días, respetada por los judíos y cristia-
nos primitivos; vale decir, que el día comienza a la puesta del sol. El
cómputo romano para contar el día de media noche a media noche, como
se estila hoy, no aparece en los es1::ritos del Nuevo Testamento; por lo tan-
to, la reunión de Troas tuvo que efectuarse en lo que nosotros llamamos
"sábado de noche"' pues a la puesta del sol comenzaba el primer día de
la semana.
Dice el texto que Pablo "alargó el discurso hasta la medianoche",
o sea nuestro sábado de noche. A esa hora el joven Eutico se accidentó,
después de lo cual habiendo "partido el pan y comido, habló largamente
hasta el alba; y así salió" (vers. 9, 10).
Así queda claro que el apóstol Pablo salió de viaje después del alba,
bien temprano, al aclarar o recién salido el sol. Mientras sus compafieros
de viaje subieron al barco, él fue por tierra hasta Asón (vers. 13), desde
donde siguió con ellos. Con esto concluimos que después de la reunión
nocturna del mismo día, en la parte clara de ese primer día de la semana,
o sea el domingo de mañana, el apóstol continuó su viaje.
Si alguien no pudiera aceptar que Lucas usó el cómputo bíblico para
EL SABADO 41

contar los días, y prefiere aceptar que ya había abandonado lo indicado


por las Escrituras para plegarse a costumbres paganas de los romanos, lo
.::ual no es fácil de aceptar, tampoco este texto puede usarse como prueba
de que era costumbre la observancia del primer día de la semana, pues el
mismo escritor se ocupó de indicar el motivo de la reunión: "Pablo les
enseñaba, habiendo de salir al día siguiente" (\ers. 7). Esta explicación
i:!S muy importante, porque impide dar otra razón. Si Lucas aclaró que la
reunión de ese domingo fue porque Pablo habil de viajar, ¿qué derecho
nos asistiría, 20 siglos después, de indicar otro motivo? De haber sido cos-
rumbre observar el domingo, ésta hubiera sido la oportunidad de expli-
carlo. Pero al contrario, como si Lucas hubiera :mricipado una equivocada
interpretación futura respecto a esa reunión. dejó aclarada la razón de la
reunión: el apóstol iba "a salir al día siguiente".
No es prudente hacerle decir a la Biblia lo que no dice, y mucho me-
nos contradecir lo que dice con claridad. Por lo tanto, Hechos 20: 7 no
prueba en absoluto que era costumbre entre los cristianos del primer siglo
celebrar reuniones en domingo. Esa fue una reunión ocasional, en la que
;;e trató de aprovechar lo más posible la visita je! apóstol a los creyentes
Je Troas.
La Cena del Señor en esa ocasión tampoco ;:-rueba que se la celebró
;:ior ser domingo, pues no había día fijo para su -:e!ebración. Cuando fr-
sús instituyó ese rito, fue jueves de noche. Apa~enremente hubo un tiem-
po cuando se la celebraba todos los días (Hech. :: 46). En su carta a los
corintios, el apóstol Pablo dice: "Así, pues, codas las veces que comiereis
este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que
venga" (1 Cor. 11: 26). Así el apóstol reconoce que la celebración de la
Cena del Señor se la realizaba en ocasiones dete:-minadas por las circuns-
tancias, como lo fue en Troas.
21. Del sábado al domingo entre los siglos 11 y VI

Si en el Nuevo Testamento no se presenta una discusión clara sobre


el cambio del sábado al domingo, ¿no se la hace con claridad en escritos
posteriores a los apóstoles?

Quien hace esta pregunta tiene razón al reconocer que en el Nuevo


Testamento no hay ningún indicio de la realización de tal cambio, porque
de haber existido no hubiera pasado inadvertido. Con sólo recordar la reac-
ción contra Jesús, a quien se amenazó de muerte por el solo hecho de co-
rregir un error respecto a la observancia del sábado (Mat. 12: 16; Juan
5: 16), nos preguntamos: ¿Qué hubiera sucedido si luego los cristianos se
hubieran declarado totalmente en contra del sábado? Forzosamente ten-
dría que estar reflejada en el Nuevo Testamento la lucha entre las dos ideas.
Así como aparecen las reiteradas discusiones respecto a la circuncisión,
la que se declaró sin importancia (1 Cor. 7: 19), con mayor razón debe-
rían encontrarse las que expliquen los motivos del cambio del día de repo-
so. El silencio del Nuevo Testamento sobre el particular confirma que
evidentemente no se había producido cambio alguno.
Los textos que suelen citarse como Hechos 20: 7; Romanos 14: 5, 6;
Colosenses 2: 14-17; Gálatas 4: 8-11, y algún otro, no se refieren al cam-
bio del día de reposo, como lo explicamos al responder a las preguncas
sobre ellos. (Véanse las preguntas 17, 20, 22, 23.)
Consideremos los documentos más citados, posteriores a los apósto-
les, de los que se dice que confirman la observancia del domingo.
LA DIDAJE: Este documento es conocido también como Las ense-
ñanzas de los apóstoles. Fue encontrado en 1873, y se considera que fue
escrito entre los años 120-190 DC. El único texto conocido está mutilado,
es decir, le faltan palabras o partes. La traducción literal del pasaje que
se cita como prueba de la observancia del domingo dice así: "De acuerdo
con el Señor, del Señor, reunidos romped pan y tomad eucaristía". Las
traducciones en español que se ofrecen, dicen: "En e/ día del Señor, del
Señor, reuníos, romped el pan y tomad eucaristía" (traducción de Kirs-
sopp). S. Huber traduce así: "Los días del Señor reuníos para la partici-
pación del pan y la acción de gracias". Como se ve, se le ha agregado la
palabra "día" que no existe en el original. Atenidos al contexto y otros
escritos de la época, sería más razonable agregar la palabra "mandamien-
to" en lugar de "día", con lo cual diría: "De acuerdo con el mandamien-
to del Señor, reuníos ... etc."
La verdad es que en ninguna parte del Nuevo Testamento o de escri-
EL SABADO 43

tos del 11 siglo, época en que se escribió la Didajé, se llamó "día del Se-
ñor" al primer día de la semana. La primera vez que así se hace es en un
evangelio apócrifo llamado Según San Pedro, escrito hacia fines del se-
gundo siglo. Eusebio (265-340), en su famosa Hiscoria Eclesiástica desau-
coriza ese evangelio señalándolo como espurio, escrito por alguien que no
fue el apóstol (véase Historia Eclesiástica VI, 12. Editorial Nova). De ma-
nera que agregar la palabra "día" a este texto mutilado, para probar la
observancia del domingo, no es razonable por no estar de acuerdo con el
pensamiento de la época ni con el contexto bíblico. La única referencia
definida respecto al día del Señor está en el Nuevo Testamento, y dice:
"Así que el Hijo del hombre es Señor aun del sábado" (Mar. 2: 28).
CARTA A LOS ,\tlAGNESIOS: Es una cana de Ignacio, obispo de
Antioquía, quien murió alrededor del 115. Este es otro escrito, que como
muchos otros, perdió su valor documental a causa de las interpolaciones
hechas al texto, o sea frases, palabras o capítulos agregados al original.
Por eso, esta carta ya no refleja el pensamiento del autor, sino de perso-
nas que vivieron mucho después de él. En este caso, se reconoce que las
interpolaciones a esta carta fueron agregadas por personas que vivieron
en torno al año 300. Por ese motivo está demás que se trate de refutar algo
que no tiene valor documental.
JUSTINO: Murió como mártir entre el 163 y el 167. Es el primer autor
cristiano que hace referencia a algún acto religioso realizado con regulari-
dad el primer día de la semana, al que llama reiteradamente "día del sol".
Ese dato se encuentra en su Apología Mayor al emperador, capítulo 67,
donde se lee: "Y en el día llamado del sol, hay una asamblea de todos los
que viven en las ciudades o en el campo ... " (Los Santos Padres, S. Hu-
ber, tomo 1, pag. 196). Aunque Justino se refirió a este asunto en varios
de sus escritos, nunca llamó al domingo "día del Señor". Recién lo hicie-
ron escritores muy posteriores a él.
CONCILIO DE LAODICEA: Dos fechas se suelen dar para su reali-
zación: 343 ó 381. Damos a continuación los dos decretos que nos intere-
san respecto al día de reposo.
Canon 16: En sábado los Evangelios y otras porciones de las Escrituras
deben leerse en alta voz.
Canon 29: Los cristianos no deben judaizar y estar ociosos durante el sá-
bado, sino que deben trabajar en ese día; pero honrarán especialmente el
día del Señor, y siendo cristianos no harán. si es posible, ningún trabajo
en ese día. Si a pesar de eso, se los encuentra judaizando, serán separados
de Cristo" (Sacrosancra Concilia, de Labbe y Cossart, tomo l, columna
1514).
Obsérvese que esto se decreta en el siglo lV, cuando ya se observa el
abandono de ciertas prácticas apostólicas, aunque no en todos los grupos
·cristianos. Sin embargo, todavía se ordenan actos religiosos para el sába-
do, lo que significa que no se lo consideraba abolido.
La siguiente cita podrá mostrarnos cómo se mantenía la observancia
del sábado, en forma generalizada, en el siglo V.
SOCRA TES ESCOLASTICO (385-445): Es el continuador de la His-
toria Eclesiástica de Eusebio. En el libro V, capítulo 22 de su historia, di-
ce: "Aunque casi todas las iglesias del mundo celebran los misterios
sagrados el sábado de cada semana, sin embargo los cristianos de Alejan-
dría y Roma, en .consideración de una antigua tradición, han dejado de
hacerlo".
La disputa entre los dos días había de tener su definición en el siglo
VI. En efecto, habiendo sido Roma favorecida por circunstancias políti-
cas que le permitieron dominar otros centros cristianos, siguiendo esas tra-
aiciones en desacuerdo con la letra y el espíritu de las Escrituras respecto
al día de reposo, en los concilios Aurelianenses I (511) y IlI (538), conoci-
dos también como de Orleans, se decretó que todo lo que las Escrituras
señalaban para la santificación del sábado debía aplicarse a la santifica-
ción del domingo, amenazando con severas penalidades civiles a los que
no aceptaran esta nueva ordenanza.
Resumiendo lo dicho, vemos:
1. Que en el Nuevo Testamento nada se argumenta sobre un cambio
del sábado en favor del domingo.
2. Que los documentos más citados de la primera parte del segundo
siglo, son textos mutilados o interpolados, por lo cual perdieron su valor
documental.
3. Que recién aparece una alusión a un reposo en el domingo en for-
ma definida en la segunda mitad del siglo II, con Justino Mártir.
4. Que desde alli en adelante sigue la puja entre los dos días, ocupán-
dose del asunto el Concilio de Laodicea (siglo IV) cuando reconoce activi-
dad religiosa en ambos días.
5. Que a mitad del siglo V nos sorprende un historiador de la iglesia,
diciéndonos que "casi todas las iglesias del mundo celebran los misterios
sagrados en el sábado de cada semana", aclarando que Roma y Alejan-
dría no lo hacían debido a una "antigua tradición".
6. Que recién en el siglo VI, los concilios Aurelianenses se expresan
definitivamente contra el sábado, imponiendo la observancia del ·domin-
go. Esta medida de fuerza prueba que en el siglo VI había tantos observa-
dores del sábado, que fue necesario que un concilio se ocupara de ellos
EL SABAOO 45

y procurara desanimarlos en su proceder, amenazándolos con penas civi-


les tan graves como cárcel, destierro o muerte.

22. Diferencia entre día y día. Romanos 14: S, 6


Pablo en Romanos 14: 5 dice: "Uno hace diferencia entre día y día,
y otro juzga iguales todos los días". ¿No significa esto que podemos con-
siderar como día de reposo cualquier día, sea el sábado o el domingo?

Para poder responder sin equivocarse, es necesario tener en cuenta


el contexto del pasaje, y también los problemas existentes en la época en
torno al posible cambio del día de reposo.
En primer lugar, es interesante nocar que el >luevo Testamento siem-
pre hace distinción entre el sábado y el domingo. Al séptimo dia de la se-
mana siempre lo llama sábado, o "día de reposo", según la Versión
Reina-Valera revisada en 1960. En esta versión se cradujo la palabra ''shab-
bath" como "día de reposo". En cambio. al domingo lo llama invariable-
mente "primer día de la semana". Pablo en este te.xto se refiere a "días"
solamente.
En segundo lugar, un análisis del capículo l~ revela que no se está
cratando de posibles divergencias en cuanto al día de reposo. El tema es
más bien la dificultad ocasionada por ciertos creyentes débiles en la fe,
que tenían opiniones particulares respecto de algunas comidas (vers. 1, 2).
Obsérvese que en ocho de los 23 versículos del capítulo, se hace referencia
a esas comidas (2, 3, 6, 14, 17, 20, 21, 23), y en ocho se aconseja no hacer
de ello motivo de juicio o de tropiezo (2, 3, 4, 10. 13, 15, 19, 20). Además,
en ningún otro capítulo de la epístola, el apóstol alude a un posible cam-
bio del día de reposo semanal, como para concluir que en la expresión ·'di-
ferencia entre día y día" se refiera al día de reposo.
Más aún, atenidos a todo lo expresado en el Nuevo Testamento, po-
demos asegurar que no había controversia en cuanro al día de reposo se-
manal (véanse las preguntas 14 y 15). Se discute reiceradamente la
circuncisión y se define con claridad que no era necesaria (Gál. 5: 6; l Cor .
.,: 19). En cambio, Jesús mismo dijo que de los Diei Mandamientos ni una
jota ni un tilde podría tocarse (Mat. 5: 17-19: Luc. 16: 17).
En cuanto a que codos los días son iguaks. en referencia al día de
reposo, la misma Escritura declara que no es así (véase la pregunta 13).
Entonces, ¿a qué días pudo haberse referido el apóstol? Creernos que el
versículo 6 nos revela la respuesta. Dice: "El que hace caso del día, lo ha-
ce para el Señor; el que no hace caso del día, no lo. hace para el Señor.
El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no
come, para el Señor no come, y da gracias a Dios". ¿Significa esto que
algún creyente de aquella época podía vivir sin comer? ¡De ninguna ma-
nera! Pero sí podrían haber vivido sin comer durante esos "días" mencio-
nados. El que comía en esos días dedicados a no comer, no cometía falta,
como tampoco el que no comía. Los ayunos o días de ayuno no eran orde-
nados por mandamiento de Dios, eran voluntarios.
Era costumbre judía ayunar dos veces por semana (Luc. 18: 11, 12).
En el Megillat Ta'aníth (un tratado judío sobre el ayuno, escrito en el pri-
mer siglo de nuestra era), se explica que los judíos ayunaban los lunes y
los jueves. En otro antiguo documento llamado la Didajé, escrito a princi-
pios del siglo II, en el capítulo 8: l, se señala que los cristianos no judíos,
particularmente en el oeste del imperio romano, a causa de sus sentimien-
tos antisemitas declararon los miércoles y los viernes como días de ayuno.
Teniendo en cuenta las consideraciones hechas, sería claramente ad-
misible que en Jos versos 5 y 6 se hace referencia a los días de ayuno, pero
es evidente, por lo expuesto, que no hace referencia al día de reposo, el
sábado.

23. La ley y la cruz en Colosenses 2: 14-17


Según Colosenses 2: 14-17, la ley de Dios fue clavada en la cruz; por
lo tanto, ¿necesitamos observar el sábado?

Si la Ley de Dios hubiese sido clavada en la cruz, entonces no sola-


mente el mandamiento del sábado quedaría anulado, sino también los otros
nueve. Es evidente que eso no ha sucedido, porque en todas las iglesias
cristianas todavía se enseña que hay que respetar esa ley. Al no guardar
el sábado, se explica que el día de reposo se cambió al domingo, con Jo
que se admite que el mandamiento del reposo semanal permanece.
Por otro lado, el mismo apóstol hace referencia a la Ley de Dios en
todas sus epístolas, lo cual refuta la idea de que para él estuviera abolida.
EL SABADO 47

Nótese que en esta misma epístola a los colosenses señala como pecados
que hay que abandonar a la fornicación, a la idolatría, a la blasfemia y
a la mentira; pecados señalados por la ley de Dios (cap. 3: 5-9) (véase la
pregunta 8 sobre Romanos 10: 4). Además, conviene recordar que los Diez
Mandamientos están citados, directa o indirectamente, en todo el Nuevo
Testamento, lo cual señala la permanencia de la Ley de Dios (véase la pre-
gunta 12).
El principal propósito del apóstol Pablo al escribir el capítulo dos era
refutar enseñanzas fundadas en "filosofías y huecas sutilezas, según tra-
dición de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo", con "cul-
to a los ángeles" y fruto de una "mente carnal" (cap. 2: 8, 18). O sea,
había un aparente esfuerzo de algunos en conciliar las enseñanzas apostó-
licas con doctrinas judaicas, helenistas y paganas, pero que no eran "se-
gún Cristo", sino "en conformidad a mandamientos y doctrinas de
hombres" (cap. 2: 8, 22).
Nótese que después de advertir el error de esas doctrinas presentadas
por los falsos maestros descritos en el versículo 8, el apóstol presenta la
personalidad divina de Cristo (vers. 9, 10) y su obra de redención por "el
poder de Dios que le levantó de los muertos" (vers. 12), razón por la cual
"a vosotros, estando muertos en pecados ... os dio vida juntamente con
él, perdonándoos todos los pecados" (vers. 13).
Con estos antecedentes llegamos al versículo 14, donde dice: "Anu-
lando el acra de los decretos que había contra nosotros" (versión Reína-
'lalera, 1960). "Y cancelada Ja cédula del decreto firmado-contra noso-
tros" (versión Torres Amat). Esa "cédula" o "acta de los decretos que
había contra nosotros", ¿eran los Diez Mandamientos de la ley de Dios'?
Sería imposible admitirlo por dos razones: 1) Los Diez Mandamientos no
son decretos "contra nosotros", sino que son preceptos de una ley santa,
justa y buena (Rom. 7: 12), cuya obediencia significa bienestar y felici-
dad, por lo que nigún mandamiento está "contra nosotros". 2) El mismo
apóstol que recuerda "el perdón de todos los pecados" por Cristo (Col.
2: 3), dos veces aclaró a los romanos que donde no hay ley tampoco hay
pecado (Rom. 4: 15; 5: 13). Por lo tanto, si hay pecados que perdonar es
porque hay una ley que los señala (Rom. 7: 7; 3: 20). Concluimos enton-
ces que el "acta de los decretos que había contra nosotros" y que fue cla-
vada en la cruz, tiene que ser otra cosa, pero de ningún modo la ley de
Dios. De lo contrario la contradicción del apóstol sería evidente, pues por
un lado reconocería la permanencia de la ley de Dios y por otro la anularía.·
La palabra griega traducida como "acta" o "cédula" en el versículo
14 es cheirografan. Primariamente quiere decír ··contrato escrito" o "cer-
tificado de deuda" resultante de alguna transgresión. También "libro con
registro de pecados" usado para la co·ndenación del transgresor. Esto nos
ayuda a entender que lo que fue clavado en la cruz fueron los registros
de nuestros pecados que "estaban contra nosotros" condenándonos a muer-
te (Rom. 6: 23).
Esa era la obra cumbre de Cristo, "el Cordero de Dios que quita el
pecado del mundo" (Juan l: 29). Su obra no era quitar la ley de Dios,
sino el pecado, que es la transgresión de esa ley (1 Juan 3: 4). Por lo tan-
to, Cristo clavó en la cruz el cheirografon, o sea el "registro de nuestros
pecados", o "el certificado de nuestra deuda" de pecados que "había con-
tra nosotros, que nos era contraria". Así se cumplió la promesa: "Yo, yo
soy el que borro tus rebeliones ... " (Isa. 43: 25).
De ese modo, destruyendo el cheirografon, o sea las evidencias de nues-
tros pecados, Cristo despojó "a los principados y potestades, los
exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz" (Col. 2: 15). En
efecto, "el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de
nuestro Dios día y noche" (Apoc. 12: 10), fue derrotado y descubierta su
falacia. La versión popular Dios habla hoy presenta así los versículos 14
y 15: "Dios canceló la cuenta que había contra nosotros y que nos conde-
naba por sus requisitos legales. Puso fin a esa cuenta, clavándola en la
cruz. Cristo, al morir en la cruz, venció a las autoridades y poderes espiri-
tuales, y los humillló públicamente, llevándolos como prisioneros en su
desfile victorioso".
Habiendo quedado claro que lo que fue clavado en Ja cruz no fue la
ley de Dios sino todo registro de nuestros pecados, perdonados por Ja muer-
te de Cristo y, por lo tanto, simbólicamente clavados en la cruz, pasemos
ahora a los versículos 16 y 17. Las comidas, las bebidas, los días de reposo
o sábados mencionados en el versículo 16, son identificados por el versí-
culo 17, donde dice: "Todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero
el cuerpo es de Cristo". En efecto, en el ritual del templo y su sacerdocio
levítico, había fiestas, comidas, bebidas y días de reposo o sábados que
eran "sombra" o símbolos de Cristo.
La Pascua era un día de descanso celebrado con comidas y bebidas
en recuerdo de la liberación de la esclavitud de Egipto. Desde que Cristo
nos liberó de la esclavitud del pecado (Rom. 6: 17, 18), se constituyó en
nuestra pascua "sacrificada por nosotros" (l Cor. 5: 7). Así, el apóstol
reconoce en la Pascua una sombra de Cristo. La gran fiesta de la Purifica-
ción del Santuario, celebrada cada año el 10 del mes séptimo, otro día de
descanso o sábado, también era una "sombra" de Cristo cumplida con
su único sacrificio (Heb. 9: 23-26). Y lo mismo podría decirse de otras fíes-
EL SAHAL>ü 49

tas o días de reposo como los panes ázimos. el pentecostés, las cabañas,
etc. De esta manera, contrariamente a lo que enseñarícrn esas "filosofías
y sutilezas huecas" contra las que Pablo precavía a los colosenses, los cris-
tianos no necesitaban tomar en cuenta para su salvación ese ceremonial
simbólico, pues las "sombras" dejaban su lugar a la realidad: Cristo.
No podríamos decir lo mismo respecto J.l séptimo día, el día de repo-
so señalado por la ley de Dios, pues cuando fue establecido mediante la
bendición y santificación del Sei'lor (Gén. 2: l-3), aún no había enirado
el pecado en el mundo, por lo tanto no podía habérselo establecido como
sombra de algo que no había ocurrido. Obsér\'ese que el mismo manda-
miento da como razón de su santificación la creación del mundo: "Acuér-
date del día de reposo para santificarlo ... porque en seis días hizo Jehová
los cielos y la tierra, el mar y todas las .:osas que en ellos hay, y reposó
para santificarlo ... porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra.
el mar y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día ... "
(Exo. 20: 8- l l ). Aquí es oportuno decir que el apóstol Pablo declaró a los
colosenses que esa creación es obra de Cristo (Col. l: 15-18). Por lo tanto
siendo El el Creador, fue El el que bendijo y santificó el sábado. Esa es
la razón por la que Jesús afirmó una vez a los judíos que el "Hijo del hom-
bre es Señor aun del sábado" (Mar. 2: 2S).
El mismo apóstol .:omparó una \CZ ame los judíos el reposo del sába-
do con el reposo espiritual (Heb. 3, .i). Pero con ese hecho no anulaba
la primera razón de su santificación, ser un recuerdo de la creación, pues
la creación del mundo no fue anulada, ni tampoco su Creador. Fue una
forma utilizada por el apóstol para hacer encender a los judíos que con
el solo reposo físico del sábado, no podían alcanzar el reposo espiritual
sin aceptar a Cristo. El único que podía darnos reposo espiricual, median-
te el perdón de nuestros pecados, era Cristo. (Véase la pregunta 19.)
Concluimos diciendo que las fiestas señaladas en el versículo 16, eran
referencia directa a las fiestas simbólicas o ··sombras" de Crisro del ritual
del te::mplo y del sacerdocio levítico, que ya no tenían objeto. Por lo tanw
si alguno no quería celebrarlas no cometía falta y por ese motivo no debía
juzgárselo como transgresor.
Ofrecemos, como valiosa e interesante. ia noca explicativa que apare-
ce en El Nuevo Testamento i:on Nocas. pubiicado por la Sociedad Ameri-
cana de Tratados, 21 West 46 th St., J\;ew York 1Copyright 1906). Esa nota
fue preparada por el Rev. P. A,. Rodriguez y el Sr. Carlos Araújo, de Ma-
drid, España, ambos creyentes evangelicos. no· adventistas. En las pági-
. nas 648 y 649, dan esta explicación al \ersículo 16: "Nadie os juzgue.
apruebe y repruebe, vuestro modo de trarar la !ey ceremonial; de nucv;i
luna o de sábados, los días cuya observancia estaban asociados con car-
nes, bebidas y lunas nuevas. Rom. 14: 10, 13. Este pasaje no se refiere
al sábado de la ley moral, ni a los mandamientos que prohíben el robo,
el asesinato y el adulterio. Este sábado semanal no ha perjudicado nunca
a los hombres, sino que ha promovido siempre su bien. Su observancia
les ayudó a conquistar los mejores lugares de la tierra y a poseer la here-
dad del pueblo de Dios. Isa. 58: 13, 14; Jer. 17: 21-27".

24. El sábado es para los judíos


Me han explicado que el sábado fue dado a los judíos y que el domin-
go es el día de los cristianos. ¿No es eso lo que enseña el Nuevo Testamento?

No encontramos tal afirmación en el Nuevo Testamento. En las ocho


veces que menciona el "primer día de la semana" no se dice que es el día
de guardar en lugar del sábado (Mac. 28: l; Mar. 16: l, 9; Luc. 24: l; Juan
20: l, 19; Hech. 20: 7; 2 Cor. 16: 2). (Sobre Hechos 20: 7, véase la pre-
gunta 20.)
Veamos en primer lugar lo que nos explica el Antiguo Testamento,
única parte de la Biblia que tenían Cristo y los apóstoles para documentar
sus enseñanzas (véase la pregunta 3).
1. En Génesis 2: 1-3 se nos informa que al terminar la creación del
mundo, Dios bendijo y santificó el séptimo día. Recordemos que·"santifi-
car" quiere decir "apartar para un uso sagrado". No existían, entonces,
judíos ni otras razas, sino solamente Adán y Eva. Por lo tanto, original-
mente el sábado se hizo para e/ hombre (Mar. 2: 27).
2. Cuando Dios dio la ley escrita a su pueblo escogido, más de dos
mil años después de la creación, explicó en el mismo mandamiento que
la razón para santificar el sábado era "porque en seis días hizo Jehová
los cielos y la tierra ... y reposó en el séptimo día; por tanto Jehová ben-
dijo el día de reposo y lo santificó" (Exo. 20: 11). Así queda claro que
Dios no dio el sábado a los judíos porque eran judíos, sino porque él ha-
bía bendecido y santificado el séptimo día como reposo en la creación. Los
judíos recibieron ese mandamiento porque eran los únicos adoradores del
Dios vivo, el Creador del universo. Todos los demás pueblos del mundo
EL SABADO 51

adoraban dioses falsos. Así el sábado constituía una señal de que el pue-
blo judío adoraba al Creador (Eze. 20: 20). ·
3. Cuando en una ocasión Dios habló por medio del profeta a su pue-
blo, aclaró que el sábado era "mi día santo", no el día de los judíos (Isa.
58: 13, 14).
4. Además, la observancia del sábado no era privilegio exclusivo de
los judíos; también para los extranjeros representaba una gran bendición
servir a Dios y guardar el sábado (Isa. 56: 6, '7).
5. Las verdades que el pueblo judío conocía de Dios no las debían
esconder, sino que debían ser la "luz de la naciones" y "mi justicia para
luz de los pueblos" (Isa. 42: 6; 49: 6; 51: 4). Habían sido llamados para
e\·angelizar el mundo (Isa. 60: l-6).
En el Nuevo Tescamento encontramos dos declaraciones definitorias
respecto al sábado:
l. Jesús se ocupó reiteradas veces de enseñar a los judíos a santificar
correctamente el sábado. Ellos lo acusaron de transgredirlo, pero tal acu-
sación era falsa (véase la pregunta 14). En una de esas ocasiones, cuando
~o recriminaron, Jesús les respondió: "El sábado por causa del hombre
fue hecho" (Mar. 2: 27). Nótese que no les dijo que fue hecho por causa
del judío. En la versión Reina-Valera revisada de 1960, dice "día de repo-
so'', que es la traducción de la palabra shabbach -el nombre del séptimo
día. ¿Cuándo fue hecho el sábado? Ya explicamos que fue hecho al finali-
zar la creación del mundo, como corona de la maravillosa obra dd Crea-
dor. Ahora bien, si Jesús dijo que el sábado fue "hecho por causa del
hombre", haríamos mal de decir lo contrario. La Biblia nos enseña que
fue hecho para el hombre, a fin de que tenga el úempo necesario para cul-
tivar su vida espiricual, para fomentar la comunión con Dios, para el estu-
dio de su Palabra, para recordar constantemente a su Creador. De esa
manera, el sábado sigue siendo una bendición espiritual para el hombre
de cualquier raza.
2. En esa misma ocasión, Jesús hizo otra afirmación importante: "El
Hijo del hombre es Señor aun del sábado" (vers. 28). ¿Por qué el Hijo
del hombre es Señor o dueno del sábado? Porque El fue su creador, tal
como lo afirma el Nuevo Testamento: "Sin él nada de lo que ha sido he-
cho, fue hecho"; por El "asimismo hizo el universo"; y "por él fueron
creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y en la tierra" (Juan l: 1-3,
lO; Heb. 1: 2. 3; Col. 1: 15-17). Así, el Nuevo frstamento aclara que Je-
~ús fue el que hizo el ~ábado y, por lo tanto, sigue siendo su día; el sábado
es el día del Señor. Esa fue la razón por la que tuvo el derecho de corregir
a los fariseos, enseñándoles la observancia correcta del sábado, pues no
52 LA BIBLIA RESPONDE

·era el día de los judíos, sino el día del Senor; ese derecho le pertenece por-
que fue quien lo creó, lo santificó y lo guardó.
Así pues, concluimos que el sábado no es el día de los judíos, sino
el día que Jesús hizo para los seres humanos de todas las razas.

25. Guardar el sábado no nos salva


¿Por qué es necesario guardar el sábado, si no es el sábado el que nos
salva?

Es verdad que el sábado no nos salva, porque nuestro Salvador es Cris-


to, "porque no hay otro nombre debajo del cielo, dado a los hombres,
en que podamos ser salvos" (Hech. 4: 12). Pero si encaramos así el plan
de salvación, como lo sugiere la pregunta, tendríamos que decir que tam-
poco salva al idólatra destruir sus ídolos, ni al asesino dejar de matar, ni
al mentiroso abandonar la mentira. Pero eso que es verdad, ¿nos permite
dejar de obedecer cualquier mandamiento porque el único que salva es
Cristo?
El Evangeliq_ oos enseña que Cristo vino a salvar a "su pueblo de sus
pecados" (Mat. l: 21); que El es el "Cordero de Dios que quita el pecado
del mundo" (Juan l: 29). "Y sabéis que él apareció para quitar nuestros
pecados, y no hay pecado en él" (l Juan 3: 5) De manera que si fuimos
salvados del pecado por Cristo, ¿cuál será el resultado? "Todo aquel que
es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios per-
manece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios" (1 Juan 3: 9).
Si es así, es evidente que somos salvados del pecado, por lo que tene-
mos que definir qué es pecado. Esta es la respuesta bíblica: "Todo aquel
que comete pecado infringe también la ley; pues el pecado es infracción
de la ley" (1 Juan 3: 4). El apóstol Pablo dijo: "Yo no conocí el pecado
sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera:
No codiciarás" (Rom. 7: 7). De modo que si el pecado es la desobediencia
a cualquiera de los Diez Mandamientos, y la misión de Cristo es quitar
nuestros pecados, lo que debemos hacer es obedecer al Señor -lo contra-
rio a pecar. Por eso, el que fue salvado por Cristo "no practica el peca-
do", o no desobedece los mandamientos.
EL SABADO 53

Volviendo ahora a la pregunta, decimos que no somos salvos porque


dejamos de codiciar, sino que dejamos de codiciar porque fuimos salva-
dos. ¿Observa usted la diferencia? Tampoco somos salvados porque deja-
mos de robar o mentir, sino que dejamos de robar y mentir porque fuimos
salvados de esos pecados. Del mismo modo, no somos salvados por guar-
dar el sábado, sino que guardamos el sábado porque fuimos salvados por
Cristo -de seguir desobedeciendo ese mandamiento. Cristo es el único que
puede salvarnos de nuestro deseo de pecar. El nos hace nuevas criaturas,
con nuevos deseos (2 Cor. 5: 17). La presencia del pecado, o de la desobe-
diencia en nuestra vida, es demostración de que no hemos sido salvos.
Por eso dice la Biblia: "En esto sabemos que nosotros le conocemos,
5i guardamos sus mandamientos. El que dice: yo le conozco, y no guarda
sus mandamientos, el tal es mentiroso, y no hay verdad en él" (l Juan
2: 3, 4). También Santiago aprueba esta declaración (2: 10-12).
PREGUNTAS SOBRE
LA ALIMENTACION
26. Todo lo que Dios creó es bueno. 1 Timoteo 4: 3-5

¿Por qué la iglesia adventista prohibe ciertos alimentos, cuando en


1 Timoteo 4: 4 dice que "todo lo que Dios creó es bueno, l nada es de
desecharse''?

Comencemos con el análisis desde d v.:rsículo 3. "Mandarán abste-


nerse de alimentos que Dios creó". El alimento que Dios creó para el hom-
bre está indicado en Génesis 1: 29: .. roó planta que da semillas" y "todo
árbol en que hay fruto que da semilla". Cuando la tierra quedó destruida
por el diluvio, Dios admitió el uso de Ja carne (Gén. 9: 3, 4). Aunque allí
no se dan detalles, sabemos que Noé co:wda la existencia de animales lim-
pios e inmundos (Gén. 7: 2). Moisés dej0 una lista detallada de los anima-
les en Levítico 11 y Deuteronomio l~.
¡Dios sabe de cuántos males nos libramos cuando no usamos los ani-
males que él señaló como inmundos! Por ejemplo, el cerdo es transmisor
de la tr~q.u~y el cisticerco. Ciertamente. nos costaría mucho admitir que
Dios se propuso con esa enseñanza sac:ir de la mesa de su pueblo platos
nutritivos y deleitosos. En cambio, es f3...:'.l admitir que la obediencia a esas
enseñanzas promoverían la salud del pu<!blo, promesa condicional que es-
•a en Exodo ~
Esos alimentos debian tomarse con "ai.:.::ic'in de gracias": dos veces
se lo señala (vers. 3 y ~). ¿Qué quiere -:iecir acción de gracias? Es lo que
d;;:cimos cuando recibimos algo. ¿PodriJ.mos dJ.rle gracias a Dios por algo
que no nos dio como alimento? Si enrraramos en la casa de un amigo y
nos pusiéramos en el bolsillo un florero que nos gustó mucho, y le deci-
mos: "Amigo, muchas gracias por el florero", ¿estaríamos procediendo
correctamente? La acción de gracias corresponde cuando recibimos algo
y no cuando lo tomamos sin que nos fuera dado. Lo mismo con los ali-
mentos, tomar los que Dios no nos dio ..:orno alimento y darle gracias, se-
ria como burlarnos de El.
En el versículo 3 también se explica que de esos alimentos participan
"los creyentes y los que han conocido Ja verdad". ¿Qué es la verdad? Je-
sús dijo que la Palabra de Dios es la verdad (Juan 17: 17). Timoteo y to-
dos los creyentes tenían a su alcance como Palabra de Dios solamente el
Antiguo Testamento. El apóstol Pablo dijo que -esa "Escritura" inspirada
era útil para "enseñar" y "corregir" <2 Tim. 3: 16, 17). En esas Escritu-
ras estaban las enseñanzas sobre alimentación que Dios les dio. Por lo tanro,
cada creyente fiel y conocedor de la verdad no iba a tomar cosas que Dios
no creó como alimento e iba a darle gracias por ello.

57
58 LA BIBLIA RESPONDE

Alguien, atenido al versículo cuatro, podría insistir en que no hay li


mitaciones en fa alimentación: "Porque todo lo que Dios creó es bueno
y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias" (vers. 4). Ad
viértase que ese "todo" y ese "nada es de desecharse", forzosamente qued¡;
limitado por la frase condicional: "si se toma con acción de gracias". As;
pues, "todo lo que Dios creó es bueno", tratándose de todo lo que El creó
para alimento, porque hay muchas cosas creadas por Dios que no son ali-
mento; felizmente algunas de ellas las señaló definidamente como que ne
son saludables. (Con respecto al significado de la expresión "todo" en-
contrará más argumentos en la pregunta 28.)
Con lo explicado queda claro que este pasaje no nos abre una puerta
para hacer uso de cualquier cosa que pudiera parecernos alimento, sino
que será sólo aquello que Dios creó como tal. Y lo que tuvo la bondad
de señalarnos que no es alimento, haremos bien en no usarlo, y mucho
menos burlarnos de Dios, al darle gracias por lo que nos dijo que no es
alimento.
Hoy se ha comprobado que la mayoría de las enfermedades se inician
por una equivocada manera de alimentarnos. Son las enfermedades de la
nutrición. Regularmente se dice que alguien murió del corazón, o del estó-
mago, o de los riñones, o del higado, o de los nervios, etc. Pero pocas
veces se dice o se explica que esos órganos fueron afectados por una dieta
inadecuada, o por malos hábitos respecto a la alimentación. De manera
que si alguien se interesa en enseñar a los creyentes a usar alimentos salu-
dables, que Dios ordenó, como lo hace la Iglesia Adventista, está hacien-
do la voluntad de Dios. Para todos, el resultado será mejor salud y un
mejor servicio a Dios.

27. Pedro, mata y come. Hechos 10


La visión del apóstol Pedro relatada en Hechos 10, ¿nos autoriza a
comer animales inmundos?

Para dar la respuesta debemos analizar lo sucedido según se relata


en Hechos l O y l l: l-18. Pedro había subido a la azotea de la casa donde
habitaba en Jope, para orar. Sintiendo hambre, vio en visión algo seme-
jante a un gran lienzo que descendía a la tierra en el que había toda clase
de animales limpios e inmundos, y oyó una voz que le decía: "Pedro, ma-
LA ALIMENT ACION 59

ta y come". Su respuesta fue terminante: "Señor, no, porque ninguna co-


sa común o inmunda he comido jamás". Esta escena se repitió tres veces
(vers. 13-16). "Y mientras Pedro estaba perplejo dentro de sí, sobre lo que
significaría la visión que había visto, he aquí los hombres que habían sido
enviados por Cornelio, llegaron a la puerta" preguntando por él. "Y mien-
tras pensaba en la visión, le dijo el Espíritu: He aquí tres hombres te bus-
:an. Levántate, pues, y desciende, y no dudes de ir con ellos, porque yo
los he enviado" (vers. 17-20).
No hay duda que para Pedro el desconcierto del primer momento que-
dó resuelto. La orden del Espíritu Santo de ir a la casa de unos extranjeros
o gentiles, a quienes consideraba inmundos, aclaró totalmente el signifi-
cado de la visión. No se trataba de comer animales inmundos, sino de no
considerar a los gentiles como inmundos. Por eso, Dios le había dicho:
"Lo que Dios limpió, no lo llames tú común" (vers. 15).
Nótense ahora las primeras palabras de Pedro a Cornelio y a las per-
sonas reunidas en su casa: ''Vosotros sabéis cuán abominable es para un
varón judío juntarse o acercarse a un extranjero; pero me ha mostrado
Dios que a ningún hombre llame común o inmundo" (ver. 28). Después
que le explicaron el motivo por el cual lo habían llamado, gracias a la in-
tervención de un ángel del Señor, Pedro comenzó su discurso diciendo:
"En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que
en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia" (vers. 34, 35).
Esta visita que hizo el apóstol a los extranjeros levantó una ola de
protestas en Jerusalén. Cuando llegó a la ciudad con seis creyentes que
lo habían acompañado a Cesarea, a casa de Cornelio, y lo recriminaron
diciéndole: "¿Por qué has entrado en casa de hombres incircuncisos, y has
comido con ellos?", Pedro les relató todo lo sucedido. "Entonces, oídas
estas cosas, callaron, y glorificaron a Dios, diciendo:¡ De manera que tam-
bién a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida!" (Hech.
11: 1-18).
Por lo tanto, si el apóstol Pedro, los demás apóstoles y todos los her-
manos que participaron en esta experiencia llegaron a la conclusión defi-
nitiva de que la visión tuvo solamente el propósito de romper el prejuicio,
fuertemente arraigado, contra los extranjeros o gentiles, mostrándoles que
para Dios no eran inmundos, hoy no nos asiste el derecho de darle a la
misma visión otra interpretación. Por otra parte, sería una blasfemia el
afirmar que Cristo había venido al mundo para que con su sacrificio fue-
sen limpiados los animales inmundos. De ninguna manera esta visión nos
autoriza a comer animales inmundos, pues siguen siendo impropios como
alimento. Si entonces fueron inmundos, mucho más lo serán ahora, con
60 LA BIBLIA RESPONDE

el auge de las enfermedades en el reino animal (ofrece alguna idea adicio


nal la pregunta 26). ·

28. Todo lo que se vende en la carnicería


¿Por qué los adventistas prohíben comer la carne de cerdo y otras car~
nes, cuando en 1 Corintios 10: 25 dice que podemos comprar todo lo que-
se vende en la carnicería?

Volvemos al principio de que para interpretar bien una frase bíblica!


es necesario tener en cuenta siempre el comexto. En este caso es necesaria
comenzar desde el versículo 19 y seguir hasta el 29. Así descubrimos que1
el apóstol se refiere a la costumbre pagana de ofrecer los animales en sa~
crificio a los ídolos antes de vender la carne al público. Pablo consideraba!
que esa acción idólatra era una ofrenda a los demonios; además. sabia que1
tal sacrificio no afectaba para nada la carne ofrecida (vers. 19. 20). Pero'
ante el problema que esto creaba en la conciencia de algunos creyentes.
que podían pensar que comer esa carne era venerar ídolos (vers. 24. 29),
Pablo dio dos consejos: el primero era el de comprar la carne sin pregun-
tar si había sido ofrecida a los ídolos (vers. 25); y el segundo, que cuando
aceptaban la invitación de un incrédulo debían comer todo lo que se les
pusiera delante, sin preguntar si acaso habría sido ofrecido a los ídolos.
En caso de que se les dijera que se la había ofrecido a los ídolos, no debían
comerla (vers. 27, 28).
Sin embargo, algunos insisten en que dice "todo": "De todo lo que
se vende en la carnicería comed ... y ... de rodo lo que os pone delante
comed". Nuevamente debemos llamar la arención al contexto, donde se
nos indica que ese "todo" tiene límites. En este caso está claramente indi-
cado que se trata de todo lo ofrecido a los ídolos y que es aceptado como
alimento por la Pa.labra de Dios.
Si no quisiéramos aceptar los limites que ese "todo" tiene según el
contexto, nos colocaríamos en situaciones irrazonables. Por ejemplo: si
a un carnicero poco escrupuloso se le ocurriera vender carnes malas. in-
fectadas o descompuestas, según ese equivocado criterio tendríamos que
comprar sin decir nada, porque la Biblia dice "de todo lo que se vende
en la carnicería, comed". O si un incrédulo pusiera delante de nosotros be-
LA ..\LIMENTACION 61

bidas alcohólicas y alimentos perjudiciales a la salud, también nos vería-


mos obligados a comer y beber de todo, porque una orden bíblica dice:
"de todo lo que os pone delante, comed". Felizmente la Biblia no sostie-
ne tal absurdo, pues ese todo queda claramente limitado por el contexto.
' Hay otros muchos pasajes que usan la palabra "todo", pero siempre
encontraremos que es limitado por el contexto. Por ejemplo: "Todo lo
puedo en Cristo que me fortalece" {Fil. 4: 13). Todo, sin limites, sería lo
bueno y lo malo, pero aquí el texto y el contexro indican los límites, o sea
"todo" pero en Cristo. o todo lo bueno (vers. S). Otro ejemplo: "Todo
lo que hacéis ... hacedlo todo en el nombre del Señor" (Col. 3: 17). To-
do lo que se hace en el nombre del Señor, puede ser solamente lo que la
doctrina y las normas cristianas aceptan corno bueno o correcto. Ese "to-
do" está limitado por muchos contextos encontrados en toda la Biblia.
Refiriéndonos ahora a la carne de "cerdo y otras" que se mencionan
en la pregunta, recordamos que Dios mismo advirtió a sus hijos que d cerdo
y otros animales son inmundos (lev. 11 ). Conviene recordar aquí que el
término "inmundo" en el Amiguo Tesramemo puede tener el sinónimo
de "contagioso", pues al leproso, cuya enfermedad es contagiosa, se lo
consideraba inmundo (lev. 13: 3, 15, .W, 45). l.1 carne de cerdo es el úni-
co vehículo con el que el hombre puede contagiarse de enfermedades co-
mo la triquinosis y la cisticercosis.

29. ¿Qué contamina al hombre? Mateo 15: 1-20


Jesús, al decirnos en Mateo 15: 11: "No lo que entra en la boca con-
tamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre",
¿nos autoriza a comer de todo sin las restricciones señaladas en el Anti-
guo Testamento?

En primer lugar, observemos que Jesús llegó a esta declaración a fin


Je responder a una pregunta de unos escribas y fariseos: "¿Por qué tus
discípulos quebrantan la tradición de los ancianos? Porque no se lavan
las manos cuando comen pan" (vers. 2). A esta pregunta Jesús respondió
con otra (vers. 3), para hacerles notar que lo que contamina al hombre
es la desobediencia a los mandamienros de Dios. que ello~ quebrantaban
amparándose en sus tradiciones, y no un rito ce~;!monial como el de lavar-
5e las manos (vers. 4-9).
b¡ LA HlliLlA KESPONDE

Cuando los discípulos le preguntaron aparte qué quiso decir al afo


mar que "no lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo qu
sale de la boca, esto contamina al hombre" (vers. 10, 11), Jesús les expli
có que la contaminación se producía primero en la mente, antes de reali
zarse la acción. Por eso, señaló como fundamental y primera causa de !;
contaminación los "malos pensamientos" que salen del corazón (vers. 19)
Para responder la pregunta que se nos hizo, preguntamos lo siguien
te: ¿No es un mal pensamiento proponernos comer lo que sabemos qw
es perjudicial para la salud? Por supuesto que sí. Dios nos señaló en s~
amor cuáles eran los animales impropios como alimento (Lev. 11). No!
dio un buen número de leyes higiénicas para preservarnos con salud, y no!
explicó que si las obedecíamos "ninguna enfermedad de las que emié z
los egipcios, te enviaré a tí; porque yo soy Jehová tu sanador" (Exo:
15: 26). Nos advirtió de los males del alcohol (Prov. 20: 1; 23: 29-32; 31: 41
5). Nos enseñó que nuestros cuerpos son templo del Espíritu Santo "com-
prados por precio", aclarando que "si alguno destruyere el templo de Dios.
Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, san-.
to es" (1 Cor. 6: 19, 20; 3: 16, 17). Hoy la ciencia médica aprueba coda
eso y felizmente nos advierte de otros males que aparecieron después dé
los profetas y apóstoles, pero que destruyen definidamente la salud, camal
el tabaquismo, las bebidas estimulantes y las drogas.
Frente a todas estas observaciones tenemos que reconocer que cada
vez que nos proponemos participar de algo que daña nuestro cuerpo, pri-
mero ha salido el "mal pensamiento" contaminador. Porque en verdad
no nos contaminamos con las bebidas alcohólicas cuando entran por la
boca, sino que ya estábamos contaminados cuando salió el mal pensamienco
que las codició.
Hoy sabemos con certeza que las enfermedades que cobran más tri-
buto en muertes prematuras, son las provocadas por una equivocada ma-
nera de alimentarnos: comidas impropias, bebidas alcohólicas, tabaco,
bebidas estimulantes, drogas, etc. Todo esto está entre las causas princi-
pales de las enfermedades evitables, pero que sólo pueden ser provocadas
por "los malos pensamientos" que nos inducen a usar lo que no conviene.
LA ALIMENTACION 63

JO. El reino de Dios no es comida. Romanos 14: 14-20


Cuando los adventistas enseñan que no se han de comer ciertos ali-
1entos, ¿no contradicen el consejo del apóstol Pablo dado en Romanos
ti: 15?

En verdad la Iglesia Adventista no enseña que no se han de comer


ciertos alimentos", sino enseña que no se han de comer las cosas que
o son alimentos. Su enseñanza propende a una reforma en los hábitos
e vida y el uso de lo que en verdad es alimento.
En el versículo 15 dice: "Pero si por causa de la comida tu hermano
s contristado, ya no andas conforme al amor. No hagas que por la comi-
la cuya se pierda aquel por quien Cristo murió". Enseñarle, pues, al cre-
rente a lograr un mejor estado de salud, y a vivir en forma saludable, no
lene el fin de "contristarlo" ni de que "se pierda aquel por quien Cristo
nurió". Al contrario, al aprender formas correctas de alimentarse se sen-
irá feliz, y al descubrir que sus hábitos alcohólicos, tabáquicos o de otra
1aruraleza eran los causantes de sus graves males. o que en el futuro se
nanifestarian sus efectos inevitables, se sentirá dichoso de que alguien se
o advirtió a tiempo.
Comprendemos que algunas personas esclavizadas por el alcoholis-
no, d tabaquismo, o la costumbre de usar como alimentos los que no lo
•on. aun cuando se los advierte del daño que producen al organismo, pre-
~ieren seguir con sus malas prácticas y se aparten de la iglesia. En tal caso,
~creemos que ese texto nos aconseja que los dejemos tranquilos con sus
ticios para no apartarlos de Cristo? ¿No será más bien que el que así pro-
:ede es porque amó más a sus vicios y malos hábitos que a Cristo? El Evan-
~elio es "poder de Dios para salvación a todo el que cree" (Rom. 1: 16).
Por lo tanto, no necesitamos bajar las normas de vida correcta, pensando
~ue así ganaremos a los hombres. Si siguen con sus pecados y abandonan
la iglesia, no tienen la culpa las correctas enseñanzas que ayudarán al cre-
yente a gozar de mejor salud. No se aparta por causa de la comida, sino
por causa de su incredulidad al Evangelio.
El versículo 17 dice: "Porque el reino de Dios nos es comida ni bebi-
da, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo''. La justicia, la paz y
el gozo verdaderos se disfrutan en plenitud cuando vivimos sanos física
y espiritualmente. Mucha verdad hay en el antiguo adagio: "Mente sana
en cuerpo sano''.
Estas reflexiones nos permiten comprender que el apóstol no se refe-
ría en estos textos a comidas sanas que favorecen la salud de los que acep-
64 LA tllHUA Kb.l-'U1"LJc

tan al Señor, prohibiéndonos enseñarles a dejar sus malos hábitos. Por


lo tanto, los versículos 15 y 17 tienen que referirse a alguna legislación ar-
bitraria respecto a comidas saludables con las que harían cuestión los fla-
cos en la fe referidos en los versículos 1 y 2. Esas enseñanzas prohibirían
alimentos saludables, prescribirían ayunos obligatorios en días determi-
nados (vers. 5, 6), indicando que para ser salvos había que cumplir esas
ordenanzas. Tales medidas de abstinencia, consideradas por esas perso-
nas como necesarias para la salvación, nada tenían que ver con el reino
de Dios.
Dicho esto, aún podría decírsenos que el apóstol no está de acuerdo
con esa lista de animales limpios e inmundos, puesto que dice que "de su-
yo nada hay inmundo" y que "todas las cosas J la verdad son limpias"
(vers. 14, 20). Si aceptamos que el apóstol consideraba equivocadas las
indicaciones de Dios dadas en Levítico 11 o Deuteronomio 14, lo sorpren-
deríamos en una seria contradicción, pues él mismo le dice a Timoteo que
"toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar. .. corre-
gir . .. " (2 Tim. 3: 16), y a los romanos les dice que "las cosas que se es-
cribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron ... " (Rom. 15: 4).
Siendo que en su tiempo sólo existían los escritos del Antiguo Testamen-
to, seria aventurado pensar que el apóstol estaba en contra de la enseñan-
za bíblica respecto a lo limpio y lo inmundo. Por lo tanto, los versículos
14 y 20 evidentemente se referían a alimento saiudable que los débiles en
la fe señalaban como impropio, condenando su uso como un acto peca-
minoso.
Por otra parte, si pretendiéramos que la expresión "todas las cosas
a la verdad son limpias" no excluye nada, acusaríamos a Pablo de haber
cometido una tremenda equivocación, pues nadie ignora que no "todas
las cosas" son limpias o comestibles. Hay muchas cosas que por repug-
nantes, provocan náuseas aun al pensar en ellas: otras cosas son v]'1enos
violentos; ciertas cosas provocan enfermedades; y aún hay cosas 'fle sen-
cillamente no se pueden comer aunque se quisiera. Así que, forzosamen-
te, la frase "todas las cosas" en la mente del apóstol debió haber tenido
un límite, y ese límite lo declaraba el Antiguo Testamento que eran las Es-
crituras que disponían los apóstoles. (Véanse orros comentarios sobre la
palabra "todos" en la pregunta Nº 28.)
Aquí volvemos otra vez a la importancia del contexto, a fin de ayu-
darnos a descubrir ese límite. Los creyentes que d apóstol describe como
"débiles en la fe", insistían que ciertos aliment..:is limpios no debían co-
merse en ciertos días, porque hacerlo era pecado. A "todas" esas comidas
saludables se refería y no a lo señalado clarame:ue por las Escrituras ~o-
es
mo no aceptable como tal. Salir de esa conclusión es olvidar que "un tex-
to, sin su contexto, es apenas un pretexto". En este caso sería un pretexto
para permitirnos el uso de algo que nos gusta aunque atentaría contra nues-
tra salud, dejándonos abierto el camino a fin de justificar cualquier otra
costumbre inwrrecta en relación con la alimentación.
El apóstol Pablo comenta en 1 Timoteo ~: 1-5 un problema parecido
relacionado con la restricción en los alimentos saludables y que se explica
en la pregunta 26, cuya lectura recomendamos.

31. ¿Permiso para comer carnes limpias e inmundas?


Deuteronomio 12: 15

¿Se autoriza en Deuteronomio 12: 15 a comer carne limpia e inmunda?

Raras veces se ofrece este versículo como r:uón para afirmar que aun
a los israelitas se les autorizaba comer carnes inmundas, pero como lo he-
mos encontrado hasta en folletos en donde se lo usaba para desaprobar
ia reforma pro-salud de la Iglesia Ad\·entista. ofrecemos la explicación.
Después de señalarse en los primeros versículos del capítulo 12 los de-
beres del pueblo de Israel respecto a lo que deban hacer en el "lugar que
Jehová vuestro Dios escogiere entre todas vuestras tribus, para poner allí
su nombre" (Vers. 5), se llega al versículo 15, donde dice: "Con todo, po-
drás matar y comer carne en todas tus poblaciones conforme a tu deseo,
según la bendición que Jehová tu Dios te haya dado; el inmundo y el lim-
pio la podrá comer, como la de gacela o de ciervo".
Teniendo en cuenta elementales leyes gramaticales acerca del artícu-
lo, el género y el uso de expresiones tácitas, entenderemos que no se está
hablando de carnes inmundas o limpias, sino de personas que ceremonial-
mente podían ser consideradas limpias o inmundas. Como ejemplo de ta-
les condiciones, señalamos algunos de los muchos textos que lo explican:
Levítico 5: 2; 11: 24-40; Números 19: 7, 8, 10. etc.
De manera que, a pesar de los estatutos señalados en los primeros 14
versículos de Deuteronomio 12 respecto a lo que debía hacerse en relación
al "lugar que Jehová escogiere ... para poner J.llí su nombre" (posterior-
mente ese lugar escogido fue Jerusalén), al pueblo se le dijo: "Con todo,
podrás matar y comer carne en todas tus pobiaciones conforme a tu de-
66 LA BIBLIA RESPONDE

seo, según la bendición que Jehová tu Dios te haya dado: el [ser humano]
inmundo y el [ser humano] limpio la podrá comer [la carne], como la de
gacela o de siervo" (ambos animales limpios).
Nótese que si se hubiera tratado de carnes limpias e inmundas, co-
rrespondía el uso del género femenino, debiendo decir: "la [carne] inmunda
y la [carne] limpia la podrá comer", pues sería un error decir: "El [carne]
inmundo y el [carne] limpio la podrá comer". (Hemos señalado entre cor-
chetes los elementos tácitos existentes en el te\to en cuestión.) Además.
sería un absurdo decir que la carne comerá a la carne.
Es claro entonces que Deuteronomio 12: 15 no hace referencia a car-
nes limpias o inmundas.
PREGUNTAS SOBRE
LA NATURALEZA DEL HOMBRE
EN LA MUERTE
32. El ladrón arrepentido, ¿fue al paraíso después de
morir en la cruz?
Si las almas no existen, ¿por qué Jesús le prometió al ladrón que esta-
ría con él ese día en el paraíso, según Lucas .23: 43?

El ladrón arrepentido le dijo a Jesús: "A.cuérdate de mí cuando ven-


gas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy esrarás
conmigo en el paraíso" (Luc. 23: 42, 43).
Jesús fue sepultado el viernes antes de la puesta del sol, pasó el sába-
do en la tumba y el primer día de la semana resucitó (Luc. 23: 54-56; 24: l).
:\I encontrarse con María, el domingo temprano, Jesús le dijo: "No me
toques, porque aún no he subido a mi Padre: mas ve a mis hermanos, y
diles: Subo a mi Padre . .. " (Juan 20: 1i). Siendo que Jesús no había su-
bido al paraíso hasta ese domingo de mañana. ¿sería que engañó al la-
drón con una promesa que no cumplió?
Esta aparence contradicción la creó una equivocada tradición susten-
tada por algunos traductores bíblicos que ..:~eian que al morir el hombre
se iba al paraíso. Y facilicó este error, el hecho de que en los antiguos ori-
ginales griegos del Nuevo Testamenro no se :.isaban signos de puntuación,
ni se separaban las palabras entre sí. la coma .:¡ue hace falta en Ia respues-
ta de Jesús, recién fue inventada por un impresor de Venecia en daño 1490.
Además, en Lucas 23: 43 no se encue:ma en el original la palabra
"que" incluida en varias versiones, diciendo: "De cierto te digo que hoy
estarás conmigo en el paraíso". ¿Es necesaria esa palabra?
En primer lugar notemos que el ¡)edicto del ladrón fue: ....\.cuérdate
de mi cuando vengas en tu reino". Ese ruego está en concordancia con
la enseñanza de Jesús quien dijo que iba a preparar un lugar para sus hi-
jos (no estaba preparado), y que iba venir ··otra vez" para buscar a los
suyos (Juan 14: l-3). Había ensenado que vendría "en la gloria de su Pa-
dre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras"
(\.fat. 16: 27). Los apóstoles sostuvieron la misma enseñanza. indicando
que la salvación y reunión con Dios seria en ocasión de la venida de Jesús.
El apóstol Pablo explica que los vivos "no precederemos a los que dur-
mieron ... ",sino que seremos "arrebatados juncamente con ellos", es decir
con los que serán resucitados (l Tes . .i: 15-1-).
Tan fundamental es la doctrina de la resurrección en el plan de salva-
ción que se dice que si los muertos no resucitan es vana nuestra fe, y los
que durmieron en Cristo están perdidos f\Ó5e 1 Cor. 15: 13-19).
Teniendo presente esta enseñanza de Je5us y sus apóstoles. compren-

69
70 LA BIBLIA RESPONDE

demos por qué el ladrón pidió a Jesús que se acuerde de él "cuando ven-
gas en tu reino", o sea en su segunda venida, cuando los que duermen y
los que estarán vívos, "juntamente" serán redimidos por el Señor siendo
transformados de mortales en inmortales (1 Cor. 15: 51-55). Por lo tanto,
teniendo en cuenta esta doctrina sustentada por Cristo y la iglesia cristia-
na primitiva, en 11inguna manera pudo Jesús haberle prometido al ladrón
algo contrario a su propia enseñanza. Y tampoco pudo haberle dicho que
ese viernes estaríél con El en el paraíso, siendo que El no fue, como se lo
explicó a María el domingo de mañana.
Por lo tanto, volviendo al texto, saquemos la palabra que, que no es-
tá en el original, y pongamos la coma donde corresponde, y todo quedará
aclarado: "De cierto te digo hoy [este viernes], estarás conmigo en el pa-
raíso". ¿Cuándo? Cuando venga en mi reino. En efecto el ladrón será uno
de los que oirán la voz del Señor y despertará para vida eterna.
De ese modo queda todo explicado: Jesús no mintió al ladrón, ni le
prometió algo que estaba en total desacuerdo con su enseñanza. El día de
la venida del Señor será el día cuando "el postrer enemigo" del hombre,
la muerte, sea vencido (1 Cor. 15: 26).

33. "El alma no pueden matar:' Mateo 10: 28


Me han enseilitdo que el alma es inmortal, pero encuentro en Mateo
10: 28 que, aparelltemente, Jesús se contradice, porque primero dice que
el alma no se puede matar y luego afirma que se la puede destruir en el
infierno. ¿Cómo se entiende esto?

La contradicción existe cuando se sostiene una enseñanza que no es


bíblica: "la inmortalidad del alma". No hay tal entidad en el ser humano
que sea inmortal por naturaleza. El hombre perdió su derecho a la vida
eterna, o sea a la inmortalidad, por causa del pecado, cuya "paga" es la
muerte (Rom. 6: 23). Desde que perdió la inmortalidad, tiene el privilegio
de "buscarla" de nuevo (Rom. 2: 7), y solamente le será devuelta por Je-
sucristo "el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por
el evangelio" (2 Tim. l: 10).
Ante lo dicho, analicemos el texto. Descubrimos primeramente que
la palabra" alma" que ha sido traducida de la palabra griega "psuche"
EL HOMBRE EN LA MUERTE 71

es la misma que en otros lugares se la traduce por "vida" o "vidas" (Mat.


6: 25; 16: 25, etc.). Varias veces por "persona" o "personas" (Hech. 7: 14;
27: 37,etc.). Y aun otras veces por pronombres. o la mente, o el corazón,
etc., pero nunca se refiere a una entidad separada del cuerpo que sobrevi-
va a la persona al morir. (Véanse las preguntas 35 y 41.)
La palabara 'infierno" fue traducida de la griega geenna, que en nues-
tro idioma se escribe "gehenna", y que es la transliteración de la palabra
hebrea "ge'hinnom", o sea el "valle de Hinnom", que era un valle al su-
roeste de Jerusalén, donde se echaban la basura de la ciudad, los animales
muertos y aun los cuerpos de maleantes ajusticiados, y donde el fuego se
mantenía encendido a fin de evitar la contaminación del ambiente.
Quizá por eso "gehenna" llegó a ser un símbolo del fuego final (véase la
pregunta 37).
Nótese ahora que desde el versículo 16 de Mateo 10, Jesús advierte
a sus discípulos acerca de las severas persecuciones a las que iban a ser
sometidos. que para muchos de ellos significarían el martirio. En efecto,
rodas los discípulos murieron por su fe, excepro Juan, al que Dios libró
milagrosamente de una muerte violenta. En vista de ese futuro peligroso,
para alentar a sus discípulos les recordó que no necesitaban temer a los
que mataban el cuerpo, porque el "alma", o sea la vida, no puede ser des-
truida por el hombre. En cambio, convenía contiar definidamente en quien
no solamente puede destruir el cuerpo, sino también el "alma"; o sea, "la
'ida'' o la ''persona'', lo cual significaría la pérdida de la vida eterna pro-
metida por el dador de la vida (Juan 1: 4; 3: 16). Este acontecimiento trá-
gico sucederá el día cuando los que no creyeron serán echados "al fuego
preparado para el diablo y sus ángeles" (Mat. 25: 41 ). Ese será el "gehen-
na" o infierno donde serán destruidos para siempre los que rechazaron
la inmortalidad que les fue ofrecida por el Evangelio.
Todos los mártires que murieron por su fe. no fueron destruidos, pues
recibirán de nuevo la vida en el día de la resurrección, cuando lo "mortal
se vista de inmortalidad" (1 Cor. 15: 51-55). Los que no se interesaron
por la vida eterna, porque amaron más al pecado que a su Salvador, que-
darán destruidos y no recibirán la vida, porque "el que cree en el Hijo
tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida" (Juan
3: 36). Serán destruidos por el fuego eterno, que será eterno en sus resul-
tados. Lo que queme lo quemará o destruirá eternamente (véase la pre-
gunta 38).
72 LA BIBLIA RESPONDE

_34. Deseo partir y estar con Cristo


Filipenses 1: 20-25 y 2 Corintios 5: 6-8, ¿no nos enseñan que el alma
va a Dios cuando la persona muere?

La enseñanza popular de que el alma va al cielo cuando un creyente


en Cristo muere, pareciera estar confirmada en estos textos, pero obsérve-
se que en ninguno de los dos el apóstol Pablo indica cuándo sucederá el
encuentro con el Séñor, pero sí lo dice en muchos otros lugares de sus es-
critos.
A los tesalonicenses les explica que cuando venga el Señor se produci-
rá ese feliz encuentro, y que los que "duermen" (los muertos) y "los que
vivimos ... seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para re-
cibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor" (1 Tes.
4: 13-18). A Timoteo le recuerda que el día de su muerte estaba cercano,
pero que recibiría "la corona de justiCia, la cual me dará el Señor, juez
justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman
su venida" (2 Tirn. 4: 7 ,8). Jesús mismo así lo indicó cuando dijo: "Por-
que el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles,
y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras" (Mat. 16: 27).
El pasaje de 2 Corintios 5: 6-8 nos permite confirmar lo dicho. Ob-
sérvese el contexto: en los versículos 1-4 hace referencia a la muerte y ex-
plica que deseamos "ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial"
(vers. 2), "porque no quisiéranios-ser desnudados, sino revestidos para que
lo mortal sea absorbido por la vida (vers. 4) ¿Cuándo seremos revestidos
de inmortalidad'? ¿En ocasión de la muerte'? No, sino en ocasión de la se-
gunda venida del Señor, como lo explica más adelante al decir: "a la final
trompeta ... los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros sere-
mos transformados" (1 Cor. 15: 51-54). Y es tan irrenunciable y determi-
nante la esperanza de la resurrección en el plan de salvación, que si no
hay resurrección, Cristo no ha resucitado, seguimos en nuestros pecados,
y "entonces también los que durmieron en Cristo perecieron" (vers. 14-18).
Si fuese cierto que el creyente al morir va al cielo y recibe su recom-
pensa, ¿qué necesidad habría de resurrección? No podría decirse que los
que durmieron en Cristo "perecieron", puesto que estarían ya con Cristo.
Pero la verdad es que todos juntos nos reunirenios con el Señor, los que
duermen y los que están vivos, en el mismo día, el de la venida gloriosa
del Señor, cuando se producirá la resurrección de los muertos.
EL HOMBRE EN LA MUERTE 73

35. Significado de la palabra "alma" en la Biblia


Unos dicen que en el hombre existe un alma eterna y que sale de él
al morir; otros dicen que no hay tal cosa: ¿podría decirme qué enseña la
Biblia sobre esto?

La palabra "alma" es una de las traducciones de la palabra hebrea


nefesh en el Antiguo Testamento, y de la griega psujé en el Nuevo.
En las 775 veces que aparece la palabra nefesh en el Antiguo Testa-
mento, más de cien veces es traducida por "\ida", otras por "aliento",
"respiración", "persona", emociones o deseos. En el Nuevo Testamento
de las cien veces que aparece psujé, sucede algo semejante, pues además
de "alma" se la traduce por "vida", o "aliento"', "seres vivientes", ''per-
sona o personas", o afectos o sentimientos. Como se ve, tanto nefesh co-
mo psujé tienen variadas acepciones además de "alma".
La primera vez que se usa nefesh en el Antiguo Testamento es en Gé-
nesis 2: 7, en donde algunas versiones la traducen por "alma viviente" y
otras por "ser viviente". En ese versículo se explica que la unión del cuer-
po formado del polvo de la tierra con el aliento de vida que Dios le dio,
formó un "alma" o un "ser" viviente. Por lo tanto comprendemos que
no hay dos entidades en el ser o la persona, sino que la unión del espíritu
de vida y el cuerpo físico, o polvo de la tierra. forman una sola: el ser vi-
viente. Por eso en muchas ocasiones se traduce :1efesh por "persona" (Gén.
14: 21; Núm. 5: 7; Deut. 10: 22, etc.); más de cien veces por "vida" (Gén.
9: 4,5; l Sam. 19: 5; Job 2: 4,6; Salmos 31: 13, etc.) En Números 31: 19
por "persona" (haya dado muerte a nefesh). En Jueces 16: 30 por "yo":
muera yo (nefesh).
En el Nuevo Testamento sucede algo similar con la palabra griega psu-
jé. Más de cuarenta veces se la traduce por "\ida" (Mateo 6: 25; 16: 25,
etc.) Se la usa para referirse a la vida del ser humano como la de los ani-
males (Apoc. 16: 3). También se la traduce por "persona" o "personas"
(Hech. 7: 14; 27: 37; Rom. 13: l; l Ped. 3: 20, etc.) También como pro-
nombre personal (Mat. 12: 18), o las emociones (Mar. 14: 34), la mente
o el corazón (Efe. 6: 6).
La idea de que el "alma" es una entidad que puede existir fuera del
cuerpo, como un ser inteligente y capaz de continuar la existencia del ser
humano, poseyendo una naturaleza inmortal. es algo totalmente ajeno al
pensamiento de la Biblia. Esa idea se origino err el antiguo paganismo Y
luego se introdujo en el sistema filosófico griego y paulatinamente fue adop-
tada por el cristianismo (véase la pregunta .!l ).
74 LA BIBLIA RESPONDE

Por otra parte es importante tener presente que a pesar de que se usa
la palabra "alma" muchas veces en la Biblia, nunca dice que sea inmor-
tal. En cambio Jesús afirmó específicamente que será destruida en el in-
fierno (Mateo 10: 28) y el profeta dijo que "el alma que pecare morirá"
(Eze.18: 4). Algo que se destruye o muere no es inmortal.
Concluimos que cuando se usa la palabra ''alma" en las versiones cas-
tellanas de la Biblia, pueden usarse con rectitud términos más claro.s para
nuestro entendimiento, sea la palabra vida, persona o algún pronombre
correspondiente. Con todo, no debemos olvidar que "alma" también sig-
nifica persona. Cuando decimos que en una población viven "diez mil al-
mas", queremos decir personas. Por eso en la Biblia podemos darle el
mismo significado, sin agregarle el que no es bíblico: el de un ente inteli-
gente y espiritual que vive fuera del cuerpo. (Véase la pregunta 36.)

36. El cuerpo es mortal, pero el alma es inmortal


¿Acaso no es mortal sólo el cuerpo; pero el alma o espíritu que actúa
en el cuerpo, inmortal?

La Biblia nos enseña que solamente Dios es inmortal (1 Tim. 6: 15,16).


Si Dios es el "único que tiene inmortalidad", es evidente que no pueden
existir otros seres inmortales. Nosotros y todos los seres creados por Dios
tenernos el don de la inmortalidad condicional. Como el hombre la perdió
porque no respetó la condición: la obediencia. y la perdió por el pecado
o sea la desobediencia (l Juan 3: 4), se nos aconseja que la busquemos
(Rom. 2: 7). Nótese que quien tiene que buscar algo es porque lo ha perdi-
do. En efecto, el hombre perdió la inmortalidad por causa del pecado.
El que la busca la hallará, pues Dios mismo por medio de Jesucristo
"sacó a luz la vida y la inmortalidad por el Evangelio" (2 Tim. 1: 10).
Por eso quien cree en Jesús no se perderá, mas tendrá vida eterna (Juan
3: 16). ¿Cuándo recibiremos de nuevo la inmonalidad perdida? Será en
ocasión de.la venida del Señor, cuando lo mortal será revestido de inmor-
talidad y "se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte
con victoria" (1 Cor. 15: 51-54). Es decir que hasta entonces la muerte
fue victoriosa sobre sus víctimas. No las había liberado para que vayan
a estar con Dios.
EL HOMBRE EN LA MUERTE 75

Obsérvese que el pasaje citado (1 Cor. 15: 51-54), explica que los que
serán revestidos de inmortalidad, estaban "durmiendo" el sueño de la muer-
te. El que duerme está en estado de inconsciencia, con la esperanza de des-
pertar, pero mientras duerme no está actuando en otra parte (Sal. 104: 29;
146: 4; 115: 17; Ecl. 9: 5, 6, to; Eze. 18: 4). Por lo tanto, los muertos des-
cansan y no están actuando a través de un alma o espíritu.
Siendo tan clara la Escritura respecto a la inmortalidad, es evidente
que no existe un alma inmortal después de la muerte. Y esta enseñanza
bíblica queda corroborada como verdadera cuando nos hacemos las siguien-
tes reflexiones:
1. Si el alma fuera el verdadero yo, y su naturaleza es refractaria a
la burda materia, ¿qué necesidad tiene del cuerpo? ¿Por qué hizo Dios al-
ma y cuerpo, si bastaba para la existencia feliz del hombre poseer sola-
mente el alma?
2. Si el alma necesita formar un todo con el cuerpo para experimen-
tar la conciencia de la felicidad, entonces se supone que los justos que ya
están en el cielo no podrán gozar de una plena felicidad, pues les falta el
-::uerpo.
3. Si, por otro lado, el cuerpo es innecesario para tal efecto, ¿qué ne-
cesidad de la resurrección de los muenos? ¿Regresará el alma a su antigua
"cárcel", el cuerpo, para llevarlo al cielo o al infierno?
4.Si el alma sola puede sufrir los tormentos del infierno, ¿por qué de-
be resucitar el malo y retomar un cuerpo que el alma no necesita? O a la
inversa, si las culpas son del cuerpo, ¿para qué los sufrimientos del alma?
Estos evidentes contrasentidos demuestran que la teoría de la inmor-
talidad del alma no es verdadera. Y, por lo tanto, no es bíblica.

37. El infierno
¿No le parece que el infierno como castigo para los réprobos es una
injusticia de parte de Dios? ¿Cómo será posible que las personas ardan
eternamente sin consumirse?

La idea de un infierno eterno-, donde se dice que existen las más terri-
bles formas de sufrimiento mental y físico por toda la eternidad; es un con-
cepto heredado de la mitología pagana, cargada de dioses tiranos,
vengativos y crueles. Lamentablemente esa equivocada idea comenzó a in-
76 LA BlBLlA RESPONDE

troducirse en el ambiente cristiano y finalmente se la aceptó. Cuando se


comenzó a traducir la Biblia a los diferentes idiomas, las palabras hebreas
y griegas que se refieren al sepulcro o lugar donde descansan los muertos,
en muchas ocasiones fueron traducidas por "infierno", lo cual es un error
que confunde al estudiante bíblico. Algunas reflexiones nos ayudarán a
entender la ensefianza bíblica sobre el particular.
De acuerdo con nuestra limitada y humana manera de entender la jus-
ticia, comprendemos que las equivocaciones de los hombres deben ser pa-
gadas con penas carcelarias o materiales en conformidad con la falta
cometida. Acusamos de tiranos, deshumanizados o hasta de criminales a
los que además de encarcelar al culpable le aplican castigos físicos o de
cualquier orden. Consideramos que van contra los derechos humanos que
Dios ha dado a cada ser. Sin embargo, con la doctrina del infierno eterno
le estamos endosando a Dios la monstruosidad de encarcelar a los pecado-
res en un lugar donde hay toda clase de espantosas penas físicas, terribles
sufrimientos morales en un ambiente aterrador, con el agregado de que
los réprobos padecerán esas condiciones inenarrables por los siglos de los
siglos sin fin. ¿Será esa injusticia la justicia de Dios? De ninguna manera.
La Biblia nos ensefia que cuando Dios permite el sufrimiento o algu-
na prueba al ser humano, es para purificar su fe (1 Ped. 1: 6, 7). Que su
amor nunca admite que las pruebas sean mayores que las que podamos
soportar (1 Cor. 10: 13). Que nos disciplina porque nos ama y quiere pre-
pararnos para la salvación, y que cuando deja sin disciplina a alguien, es
porque ya nada se puede hacer por él (Heb. 12: 4-11). Además se hace cla-
ro que Dios no quiere que nadie perezca, sino que todos procedan al arre-
pentimiento (2 Ped. 3: 9).
Frente a este breve esbozo del carácter y proceder de Dios para con
el pecador, preguntamos: ¿Qué objeto tendría Dios al hacer sufrir a los
impenitentes en un infierno eterno? Para esas pobres criaturas endureci-
das en el pecado que ya no buscarán arrepentimiento, ¿qué objeto tendría
el sufrimiento eterno? ¿Acaso sentirá Dios placer en hacer sufrir a los ma-
los por la eternidad? Jesús dijo que pagará a cada uno según sus obras
(Mat. 16: 27). ¿Será ése un pago conforme a sus obras? ¿Será justo que
unos pocos años de vida equivocada, tengan que pagarse con sufrimientos
que se prolonguen por la eternidad?
Las Escrituras enseñan que el fuego final será purificador (2 Ped.
3: 10-13). Que cuando llegue ese día "ardiente como un horno ... todos
los soberbios y los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá
los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni
rama" (Mal. 4: 1, 3).
Con esto entendemos que los que amaron el pecado, junto con el dia-
blo y sus demonios, serán destruidos para siempre. No existirá un lugar
en el universo de Dios donde los rebeldes vayan a vivir sufriendo por la
eternidad. La triste historia del pecado terminará y terminarán los que ama-
ron más el pecado que el bien.

38. Fuego eterno. Fuego que nunca se apagará.


Atormentados por los siglos de los siglos
Si el castigo final de los pecadores no es un fuego eterno, ¿por qué
se habla en la Biblia del "fuego eterno" (Mat. 25: 41), y del "fuego que
nunca se apagará" (Mat. 3: 12)?

"El fuego eterno". La palabra griega correspondiente a eterno, es aio-


nios. Al analizarla se descubre que el riempo de duración de ese "eterno"
tiene que ver con la duración de la exisr.encia del sujeto al cual se refiere.
Por ejemplo, en antiguos papiros griegos se usó para referirse a la conti-
nuidad del mandato de los emperadores romanos. En el caso de Tiberio
César su "mandato eterno (aionios)", duró 23 años, o sea desde que su-
bió al trono hasta su muerte.
En la Biblia tiene el mismo sentido. Judas 7 dice que Sodoma, Go-
morra y las ciudades vecinas, "fueron puescas como ejemplo, sufriendo
el castigo del fuego eterno". Ese fuego eterno no está quemando todavía.
Se conoce el lugar donde estuvieron es.as ciudades en Palestina, pero allí
no hay fuego. Sin embargo, fue eterno en sus resultados, porque el lugar
donde estaban esas ciudades ha sido !nundado por las aguas saladas del
Mar Muerto. El apóstol Pedro confirma lo explicado cuando dice que Dios
"condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y Gomorra, reducién-
dolas a ceniza y poniéndolas como ejemplo a los que habían de vivir im-
píamente" (2 Ped. 2: 6). Siendo ese fuego eterno un "ejemplo a los que
habían de vivir impíamente" y siendo que solamente dejó cenizas y des-
trucción para siempre, del mismo modo sucederá con el fuego eterno pre-
parado para el diablo y sus ángeles (!\tac. 25: 41). El fuego eterno es eterno
en sus resultados.
"Fuego que nunca se apagará". Probabll!mente Juan el Bautista se
inspiró en Malaquías 4-: 1-3, donde e! profeta recuerda el "día ardiente
78 LA BIBLIA RESPONDE

como un horno", cuando todos los "que hacen maldad serán estopa" y
"no les dejará ni raíz ni rama". Vale decir que se trata de un fuego que
nadie podrá apagar. Se apagará cuando haya terminado su obra de purifi-
cación y de destrucción de todo lo malo.
Un ejemplo bíblico corrobora esta conclusión. Jeremías advirtió a sus
contemporáneos que si seguían siendo rebeldes, Dios haría "descender fue-
go en sus puertas, y consumirá los palacios de Jerusalén, y no se apagará"
(Jer. 17: 27). En 2 Crónicas 36: 19-21 se registra que ese día de destruc-
ción había llegado habiéndose consumido "al fuego todos sus palacios",
con lo que se cumplió "la palabra de Jehová por la boca de Jeremías".
En verdad el fuego que destruyó a Jerusalén en los días del profeta, no
pudo ser apagado. Dejó de quemar cuando completó su obra. Del mismo
modo, nadie podrá apagar el fuego final. Sólo se extinguirá cuando haya
terminado de destruir al pecado.
"Serán atormentados por los siglos de Jos siglos" (Apoc. 20: 10). Al
observar que en el versículo 9 se dice que "de Dios descendió fuego del
cielo, y los consumió", descubrirnos que esta expresión es similar a las otras.
Es evidente que una cosa consumida no puede seguir quemando ni ser ator-
mentada. Por eso deducimos que es lógico concluir que la expresión "ator-
mentados por los siglos de los siglos", tiene el mismo sentido que "fuego
eterno" o "fuego que nunca se apagará". Se trata de un fuego que cum-
plirá la misión de destruir para siempre el pecado y a los que lo amaron.
Arderá hasta no dejar "ni raíz ni rama", hasta que sean "ceniza", hasta
que sean "consumidos". Entonces el fuego se apagará solo, como se apa-
gó el "fuego eterno" que consumió a Sodoma y Gomorra, y que "no se
apagará" como el que en los días de Jeremías destruyó puertas y palacios
de Jerusalén. Arderá todo el tiempo que sea necesario hasta que haya de-
jado destruido para siempre al pecado y a los pecadores, por los siglos de
los siglos. Si rechazáramos esta aclaración bíblica, sostendríamos la ina-
ceptable doctrina del infierno con su fuego eterno que es totalmente anci-
bíblica (véase la pregunta 37).
EL HOMBRE EN LA MUERTE 79

39. La pitonisa de Endor y el rey Saúl


La experiencia del rey Saúl y la pitonisa relatada en 1 Samuel 28, ¿no
demuestra que los espíritus de los muertos existen?

Siendo que la Biblia asegura que los muertos están en estado de in-
consciencia, que duermen, nos preguntamos qué sucedió en el caso de Saúl.
¿Era lo que le apareció realmente el espíritu de Samuel?
En el versiculo 6 se afirma que Jehová no contestó a Saúl por los me-
dios correctos y usuales de comunicación: los sueños, el Urim o los profe-
tas. En el versículo 3 se recuerda que Saúl habia echado de su reino a los
adivinos. ¿Por qué? Así lo había ordenado Dios, como puede leerse en
Exodo 22: 18; Levítico 19: 31 y muchos otros pasajes. En Deuteronomio
18: 10-12 se afirma que consultar presuntos adivinos es "abominación a
Jehová".
Teniendo en cuenta esto y admitiendo por un momento la posibilidad
de que Samuel no estuviera muerto, nos preguntamos: ¿Podría ser que Sa-
rnuel utilizara un instrumento de comunicación que era "abominación a
Jehová"? ¿Haría Samuel en la muerte lo que había condenado cuando
estaba vivo? ¿Enviaría Dios a Samuel, muerco, con un mensaje mediante
un instrumento abominable, como lo era la pitonisa? De ninguna manera.
Lo que sucedió fue que el rey Saúl estaba tan apartado de Dios, que
en su desesperación buscó comunicarse con El a través de ese medio abo-
minable. Hizo lo que suele hacer el creyente que se aparta de Dios. Al no
tener la paz que !e ha quitado su propio pecado, busca la paz en el alcohol
o en las drogas, hallando lo que en realidad no es paz, sino engaño. Ob-
sérvese que cuando Saúl le preguntó a la pitonisa lo que veía, ésta le dijo:
"Un hombre anciano viene cubierto con un mamo". A esto se dice que
Saúl "entendió que era Samuel (1 Sam. 28: 14). Nótese que la pitonisa no
le dijo que era Samuel.
¿Quién era, entonces, ese supuesto espíritu de Samuel? El apóstol Pa~
blo lo declara: "Porque estos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos,
transfigurándose en apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mis-
mo Satanás se transfigura en ángel de luz" (2 Cor. 11: 13, 14). En efecto,
ese "anciano" que vio la pitonisa y que Saúl i:reyó que era Samuel, era
sencillamente un demonio disfrazado y de ningún modo Samuel. Porque
"los muertos nada saben, ní tienen más paga: ... y no "tendrán parte
en todo lo que se hace debajo del sol. .. "(Ed. 9: 5,6). (Véase la pregunta
.41.)
80 LA BIBLIA RESPONDE

40. Las almas debajo del altar


Si los muertos están inconscientes en el sepulcro, ¿por qué dice Apo-
calipsis 6: 9-11 que "las almas de los que habían sido muertos ... clama-
ban a gran voz"?

Si deseamos usar este pasaje para sostener la doctrina según la cual


el alma es inmortal, encontraremos que el mismo texto contradice sus pos-
tulados, pues según tal doctrina, los fieles cristianos que "habían sido muer-
tos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían" (vers.
9), deberían estar en el cielo, sin embargo aparecen alojados debajo de un
altar reclamando "a gran voz" por las injusticias cometidas contra ellos.
Por lo demás, los que sufrieron el martirio por la Palabra de Dios, no ne-
cesitaban clamar venganza, porque según esa misma doctrina, los martiri-
zadores ya estarían en el infierno purgando sus iniquidades. Además, un
poco más adelante pedía a esas "almas" que siguieran debajo del altar
y soportaran su angustia "todavía un poco de tiempo, hasta que se com-
pletara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también habian
de ser muertos como ellos" (vers. 11). Esto significaría que esas almas to-
davía estarían esperando su redención, porque rndavia no se ha completa-
do la lista de los que habrían de morir por la Palabra de Dios.
Por lo tanto, siendo que estos textos contradicen definidamente lo que
enseña la doctrina de la inmortalidad del alma, es un absurdo usarlos con
tal propósito. Para entenderlos bien, analicemos todo el.capítulo.
Todo el libro del Apocalipsis es profético y está por lo tanto cargado
de símbolos con los que se ilustran hechos históricos y experiencias de la
iglesia cristiana. La mayoría de los comentadores descubren en los siete
sellos del capítulo seis, siete etapas de un aspecto histórico de la iglesia
desde su iniciación hasta la venida del Señor. Repasemos rápidamente el
capítulo seis.
El primer sello presenta a un caballo blanco y a su victorioso jinete,
como admirable representación de la iglesia apostólica en su triunfante tra-
yectoria durante el primer siglo de nuestra era (vers. l, 2). Los caballos
rojo, negro y amarillo, y los detalles indicados en cada sello, representan
la creciente contaminación espiritual dentro de la iglesia, a medida que la
misma se fue apartando de la Palabra de Dios para ajustarse a tradiciones
humanas. Este peligro lo advirtieron el apóstol Pablo (2 Tes. 2: 7) y el após-
tol Juan (1 Juan 4: 3).
Ese "misterio de iniquidad" o "espíritu del anticristo" en acción, creó
EL HOMBRE E:--1 LA MUERTE 81

una época de persecuciones por un lado, y propició la entrada de herejías


en la iglesia por otro, simbolizadas por el caballo rojo y su jinete (vers.
3, 4), acontecimientos cumplidos en los siglos II y III. A éste sigue un ter-
cer período de escaso alimento espiritual y consecuente oscurantismo, re-
presentado por el caballo negro y su jinete (vers. 5, 6), que dominaron los
siglos IV y V. La cuarta etapa profética, con símbolos que claramente mues-
rran el desarrollo de la decadencia espiritual de los siglos VI al XVI, está
representada por el caballo amarillo con la muerte como jinete (vers. 7.
8). Al término de este largo período la profecía predice el levantamiento
de una protesta, una reclamación justa motivada por todas las acciones
cometidas en los siglos anteriores contra los que murieron acusados de he-
rejía, cuando en realidad eran fieles a la Palabra de Dios.
Así llegamos al quinto sello (vers. 9-11) donde aparecen las almas de-
bajo del altar. Esas "almas" simbolizan o representan el clamor de aqué-
llos que por haber sido tratados injustamente por su fidelidad a Dios,
esperan justicia. En este caso se usa)a figura de lenguaje llamada "perso-
nificación", por la que se atribuye vida, acción o inteligencia a cosas ina-
nimadas. Así se la usa al decir que la "sangre de ..\bel" clamaba ante Dios
(Gén. 4: 9, 10), o que la piedra clamaba desde la pared y la viga le contes-
taba (Hab. 2: 11 ), o que el salario defraudado a los trabajadores clamaba
ante Dios (Sane. 5: 4). En el texto que nos ocupa. las personas o mártires
llamados "almas", sacrificadas injustamente en aras del fanatismo reli-
gioso equivocado durante los siglos anteriores, .:!amaban a Dios por justi-
cia. Y Dios contestó su clamor.
En la vida, esos cristianos perseguidos y manirizados habían sido con-
siderados como el apóstol Pablo lo dijera: "escoria del mundo" y "dese-
cho de todos" (1 Cor. 4: 13). Pero gracias a los movimientos espirituales
de los siglos XII al XVI, esos muertos recibieron "ropas blancas", desde
que fueron reconocidos como mártires de la fe verdadera, y no herejes.
Hoy se comprueba que ellos murieron "por causa de la Palabra de Dios
y por el testimonio que tenían".
A esas "almas", o sea a los mártires, se pidió que "todavía reposa-
ran un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consier-
vos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos". En
verdad, desde los días de los reformadores. millares de tumbas fueron abier-
tas para recibir nuevos mártires de la fe. y ro.ctavía seguirán las fuerzas
del mal luchando contra los que viven conforrr.e a "la Palabra de Dios".
pues "el diablo ha descendido a vosotros con gíande ira, sabiendo que tie-
ne poco tiempo" (Apoc. 12: 12).
. Próximo está el día glorioso de la venida ;:!~ Jesús, cuando por la re-
82 LA BIBLIA RESPONDE

surrección de los muertos, todos se levantarán para recibir juntos el galar-


dón de la vida eterna (1 Tes. 4 13-18; Heb 11: 32-40). Esos mártires esta-
rán en la magna congregación (Apoc. 7: 9, 10), porque fueron resucitados
de acuerdo con la promesa del Señor (Juan 5: 29).

41. Si el alma es inmortal


Yo pensaba que el alma del hombre era inmortal, pero se me ha di-
cho que no y que no existe. ¿Podría explicarme cuál es la verdad?

Es muy popular la creencia de que al morir una persona, sale de ella


un algo invisible llamado alma o espíritu, y que mantiene las característi-
cas sensoriales y mentales que tenía el ser humano cuando estaba vivo,
y que va al cielo a gozar, o al purgatorio a reparar sus pecados, o al infier-
no a sufrir eternamente por ellos. Se afirma que en todos los casos es in-
mortal y gozará o sufrirá eternamente. La Santa Biblia nos ayudará a
conocer la verdad.
Cuando Dios creó al hombre lo formó "del polvo de la tierra, y sopló
en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente" (Gén. 2: 7).
Obsérvese que la unión del "polvo de la tierra" con el "aliento de vida"
dado por Dios constituyó un ser viviente. A este ser se le advirtió en el
Edén que la desobediencia a la voluntad de Dios significaría la muerte (Gén.
2: 17). El hombre desobedeció, cometiendo lo que la Biblia llama pecado
(1 Juan 3: 4), por lo que se le comunicó la sentencia: "Con el sudor de
tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste
tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás" (Gén. 3: 19). Así pues, la
muerte aparece como resultado del pecado, y no como el comienzo de una
existencia nueva o diferente.
Cuando se produce la muerte, el proceso es el inverso: "El polvo vuelve
a la tierra, como era, y el espíritu vuelve a Dios que lo dio" (Ecl. 12: 7).
O sea que termina y deja de existir el "ser viviente". El "aliento de vida"
o "el espíritu" que Dios agregó al "polvo de la tierra" para formar un
"ser viviente", al morir vuelve a él y el cuerpo, al polvo. Nos pregunta-
mos ahora: ese "aliento de vida" o "espíritu" que vuelve a Dios, ¿es una
entidad completa, consciente y capaz de realizar las actividades físicas v
mentales del hombre vivo? ¿Sigue viviendo el hombre sin el cuerpo? Sol;-
mente Dios mediante su Palabra puede respondernos con verdad.
EL HOMBRE EN LA MUERTE 83

Salmos 104: 29: "Les quitas el espíritu, dejan de ser".


Salmos 146: 4: "Pues sale su aliento ... en ese mismo día perecen sus
pensamientos".
Salmos 115: 17: "No alabarán Jos muertos a Jah, ni cuantos descien-
den al silencio".
Eclesiastés 9: 5, 6, 10: " ... los muertos nada saben . .. También su amor
y su odio y su envidia fenecieron ya; ... porque en el Seo! (sepulcro), adon-
de vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría".
Ezequiel 18: 4: "El alma que pecare, esa morirá".
Job 14: 12, 21: "Así el hombre yace y no vuelve a levantarse; hasta
que no haya cielo, no despertarán ... Sus hijos tendrán honores, pero él
no fo sabrá; o serán humillados, y '(él) no encenderá de ello".
Daniel 12: 2: "Y muchos de Jos que duermen en el polvo de la tierra
serán despertados".
Estas afirmaciones categóricas, confirmadas por otras muchas que no
estamos mencionando, no nos permiten dudar respecto al estado de in-
wnsciencia de los muertos. Por lo tanto, ese "espiritu" que vuelve a Dios
que lo dio no es un ser inteligente, incorpóreo. que sigue viviendo la vida
Je! hombre en otra esfera. Es únicamente la \ida que proviene de Dios,
y que unida al polvo produce el ser viviente. Sin ese aliento de vida "deja-
mos de ser", "perecen nuestros pensamientos". o sea que al morir no par-
cicipamos en ninguna actividad común al ser vi\O. El polvo solo o el espíritu
solo, no forman un ser viviente.
¿Cuál es entonces la esperanza de los que mueren? Será su despertar,
.;orno lo dicen dos pasajes citados (Job 14: i::: Dan. 12: 2). Tanto en el
Antiguo como en el Nuevo Testamento, observamos en centenares de oca-
siones que se usa el verbo "dormir" para referirse a la muerte. Así como
d que duerme está en estado de inconsciencia, pero despertará de nuevo
a un estado de conocimiento, del mismo modo d que muere, duerme, por-
que está inconsciente, pero tiene la promesa de despertar, que se cumplirá
en el día de la resurrección.
La doctrina de la resurrección es tan vital en el plan de la salvación,
que el apóstol Pablo la recuerda en frases que destacamos: "Porque si no
hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no re-
sucitó. vana es entonces nuestra predicación, ~·ana es también vuestra fe . ..
Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo
no resucitó, vuestra fe es vana; ... Entonces :ambién los que durmieron
en Cristo perecieron" Pero como la resurrección es una verdad divina, el
apóstol concluye diciendo: "Mas ahora Cristo ha resucitado de los muer-
tos; primicias de los que durmieron es hecho ... Pero cada uno en su de-
84 LA BIBLIA RESPONDE

bido orden: Cristo, las primicias; Juego los que son de Cristo en su veni-
da" (1 Cor. 15: 13-23).
Ahora bien, si el alma fuera inmortal y después de salir del cuerpo
estuviera gozando en el cielo su recompensa eterna, todo lo dicho por el
apóstol Pablo respecto de la importancia de la resurrección estaría equi-
vocado.
No podría decir que si los muertos no resucitan están perdidos, pues
ya estarían en el cielo. Y si el espíritu goza en el cielo librado de su cuerpo
material, ¿para qué la necesidad de encerrarlo de nuevo por medio de la
resurrección? (véase la última parte de la pregunta 36).
También el Señor indicó que por medio de la resurrección no se per-
derían los que creyeran en él: "Y esta es la voluntad del Padre, el que me
envió: Que de todo lo que me diere, no pierda nada, sino que lo resucite
en el día postrero" (Juan 6: 39). Ese día postrero de la resurrección será
el de la feliz reunión de todos los hijos de Dios de todos los siglos, pues
los resucitados y los que estén vivos en ese día glorioso, "seremos arreba-
tados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire,
y así estaremos siempre con el Señor" (l Tes. 4: 13-18).
Nótese otro detalle importante señalado por el apóstol Pablo a los
corintios. Afirma que al realizarse la resurrección el Señor ganará una vic-
toria sobre todos sus enemigos, "y el postrer enemigo que será destruido
es la muerte" (l Cor. 15: 24, 25). Si la muerte fuera la que nos libera de
la cárcel del cuerpo para ir a la presencia del Señor, no podría señalársela
como un enemigo, sino como un bienaventurado libertador. Pero la ver-
dad es que la muerte es el enemigo causante de nuestra perdición eterna,
un enemigo del que solamente Jesucristo puede librarnos puesto que El
es "la resurrección y la vida" (Juan 11: 25). Gracias a la resurrección na-
da se perderá, sin ella todo estaría perdido. Por eso Jesús dijo que de todo
lo que le diere el Padre "no pierda yo nada" sincr que fo resucite en el
día postrero" (Juan 6: 39).
Así concluimos que no existe un alma inmortal. El creyente, al morir,
duerme el sueño de la muerte, del que será despertado por Jesucristo, el
Dador de la vida, en el día de la resurrección.
EL HO\IBRE EN LA MUERTE 85

42. Dios es Dios de vivos y no de muertos


Si los muertos están inconscientes, ¿qué quiso decir Jesús cuando afir-
mó, refiriéndose a Abrahán, Isaac y Jacob. que Dios no era Dios de
muertos?

El incidente que provocó esta declaración lo relatan tres de los Evan-


gelios (Mat. 22: 23-33; Mar. 12: 18-27; Luc. 20: 27-40). Para entender co-
rrectamente este pasaje necesitamos atenernos al contexto. Nótese que
fueron palabras dirigidas a los saduceos, personas que creían en Dios, pe-
ro negaban la resurrección de los muertos Uviar. 22: 23; Mar. 12: 18; Luc.
20: 27). Para explicar el problema que ellos le presentaron, Jesús hizo re-
ferencia a la resurrección. Por eso citó un pasaje del Pentateuco, los cinco
libros de Moisés en los que ellos sí creían. Con Exodo 3: 6, 16, Jesús com-
probó la doctrina de la resurrección (Mat. 22: 31, 32), demostrando que
para Dios, gracias a la esperanza de la resurrección de los muertos, esos
tres patriarcas no estan muertos, solamente descansan, sólo duermen el
sueño de la muerte del que serán despenados en el día de la resurrección.
Jesús recordó en sus enseñanzas muchísimas veces la resurrección de
los muertos. Una vez dijo que "todos los que están en los sepulcros (no
en el cielo) oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrec-
ción de vida... "(Juan 5: 24-29). En esa resurrección se levantarán Abra-
hán, Isaac, Jacob y todos los que aceptaron la salvación ofrecida por el
Señor. El apóstol Pablo explica lo mismo en 1 Tesalonicenses 4: 13-18 res-
pecto a los "que duermen" y a la resurrección de los justos. Al escribirles
a los corintios hace una afirmación terminante acerca del lugar que le co-
rresponde a la resurrección en el proceso de la salvación de los hombres.
Afirmó que "si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resuci-
tó ... y si Cristo no resucitó vuestra fe es vana, aún estáis en meseros pe-
cados. Entonces los que durmieron en Cristo perecieron" (l Cor. 15: 12-23).
En la mente de Jesús no había dudas respecto a la resurrección de los
muertos, pues El mismo es "la resurrección y la vida" (Juan 11: 25). Y
para que nadie dudara de esta verdad, ni los que escucharon esa declara-
ción ni los que la leemos, resucitó a Lázaro después de haber estado en
el sepulcro cuatro días. Del mismo modo, cuando Jesús, el Autor y Dador
de la vida vuelva en gloria, "todos los que están en los sepulcros (no en
el cielo) oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección
de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación" (Juan
5: 28, 29). En esa ocasión los sepulcros de Abrahán, Isaac y Jacob, que
todavía están en la cueva de Macpela, protegidos por un monumental edi-
86 LA BIBLIA RESPONDE

ficio en la ciudad de Hebróri, en Palestina, se abrirán y esos patriarcas


que tuvieron fe en la simiente prometida que es Cristo (Gál. 3: 16), se le-
vantarán de entre los que duermen, conforme a la promesa de la resu-
rrección.
Es importante y significativo recordar que en muchísimos pasajes de
la Biblia se afirma que los que murieron "duermen". En verdad no po-
dría ilustrarse mejor el significado de la muerte. Así como una persona
que duerme no tiene consciencia de lo que sucede en su derredor, del mis-
mo modo lo está el que duerme el sueño de la muerte. Pero así como el
que duerme despertará en algún momento, el que duerme el sueño de la
muerte también despertará. Jesús afirmó que "todo el que vive y cree en
mí, no morirá eternamente" (Juan l l: 26), es decir, no estará inconscien-
te eternamente, sino que despertará. Por lo tanto, para Dios no está muerto,
solamente duerme. Por eso, para Dios, Abrahán, Isaac y Jacob no están
muertos, sino que duermen.

43. La prédica de Cristo a los espíritus antediluvianos


Si los muertos nada saben, ¿por qué el apóstol Pedro nos dice que
Cristo predicó a los espíritus de los antediluvianos en l Pedro 3: 18-20?

La enseñanza de la Biblia es muy clara y terminante respecto a la na-


turaleza del hombre durante la muerte. La hemos explicado en preguntas
anteriores (véanse las preguntas 35, 36 y 41). Siendo que "los muertos na-
da saben" (Ecl. 9: 5), que en el mismo día de la muerte "perecen sus pen- .
sarnientos" (Sal. 146; 4) y que "no alabarán los muertos a Jah, ni cuantos
desciendan al sepulcro" (Sal. 115: 17), sería un absurdo pensar que Cris-
to predicara a los muertos que se encuentran en estado de inconsciencia.
Ananlizando el texto encontramos la respuesta.
En el versículo 18 se nos dice que después de morir Jesús para nuestra
salvación, fue "vivificado en espíritu". ¿A qué espíritu vivificador se pu-
do referir el apóstol Pedro? En Romanos 8: l l encontramos la respuesta:
"Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vo-
sotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vues-
tros cuerpos mortales por el Espíritu que mora en vosotros". Por esto queda
claro que Pedro se refería al Espíritu Santo que lo levantó de los muertos.
Sigue diciendo en el versículo 19: "En aquel [o sea en la persona del Espí-
EL HOMBRE EN LA MUERTE 87

ritu Santo) también fue y predicG a los espíritus encarcelados, los que en
otro tiempo desobedecieron". ¿Quién fue el instrumento del Espíritu Santo
para predicar a los antediluvianos? "Noé, pregonero de justicia ... " (2
Ped. 2: 5). El fue el que predicó el mensaje de salvación durante 120 años,
y fue guiado para ello, como todos los profetas de Dios que "hablaron
siendo inspirados por el Espíritu Santo" (2 Ped. 1: 21).
¿Por qué dice "espíritus encarcelados"? Sin duda se refería a losan-
tediluvianos encarcelados en sus pecados. Los cristianos de aquellos tiem-
pos solían referirse al pecador como a un ser "encarcelado". Jesús dijo:
·'La verdad os hará libres" (Juan 8: 32) El apóstol Pablo afirmó: "Y li-
'ertados del pecado, vinisteis a ser siervos de justicia ... Mas ahora ha-
béis sido libertados del pecado ... " (Rom. 6: 18, 22). De manera que aquí
el apóstol Pedro está usando una expresión apostólica común al referirse
a los pecadores como encarcelados por el pecado.
¿Por qué dice entonces "espíritus" y no .. personas"? La palabra pneu-
:na que se traduce como "aliento", "soplo de vida", también en algunas
xasiones se la usa para referirse a personas. El apóstol Pablo se refirió
1 su persona como "mi espíritu" (l Cor. 16: 18) y a la persona de Timo-
:eo, como "tu espiritu" (2 Tim. 4: 22). Por lo tanto, nada tiene de parti-
:ular que un apóstol hable de los "espíritus" al referirse a personas. Nótese
1demás que el apóstol Pedro recuerda que esa prédica guiada por el Espí-
~itu Santo se realizó "cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en
.'os días de Noé, mientras se preparaba el arca" (1 Ped. 3: 20), pues no
;::iodría ser cuando ya no tenía ningún objeto predicar el Evangelio, cuan-
Jo ya todos estaban perdidos. ·
Alguien podría pensar que queremos forzar una explicación, pero no
es así. Lo único que hacemos es no contradecir la doctrina-de las Escritu-
ras sobre la naturaleza del hombre en la muerte, la que es terminante (véanse
:as preguntas 36, 39, 41), y además atenernos al contexto bíblico, recor-
iando expresiones propias de la época de los apóstoles. De lo contrario,
1demás de esa contradicción resultante de la mala comprensión de estos
textos, nos encontraríamos con que tendríamos que aceptar el dogma del
purgatorio que tampoco es bíblico, pero donde si hubiera sido razonable,
Je acuerdo con el dogma, el predicar a los espíritus. En el infierno no co-
rrespondería tal prédica, pues allí, según la misma doctrina no bíblica, es-
:án los que ya no tienen salvación. Y además tendríamos que explicar la
;::iarcialidad de Jesús al hacer acepción de personas, dado que en esa su-
;rnesta visita a los muertos, solamente atendió a los antediluvianos y no
a los demás.
La respuesta que ofrecemos concuerda con todas las enseñanzas bí-
88 LA BIBLIA RESPONDE

blicas, lo cual es importante, porque en la Santa Biblia no hay contn


ción. También concuerda con expresiones apostólicas utilizadas en a
tiempo, y no nos obliga a aceptar un dogma totalmente antibíblico c
lo es el del purgatorio.

44. La parábola del rico y Lázaro


Si los muertos están inconscientes, ¿cómo debemos entender la pará-
bola del rico y Lázaro según Locas 16: 19-31?

Si aceptamos que esta parábola nos enseña que al morir vamos de in-
mediato al paraíso o al infierno, nos encontraríamos con las siguientes con-
tradicciones bíblicas:
1. Jesús y los apóstoles enseñaron que la recompensa de los justos
les será dada recién en ocasión de la segunda venida de Cristo (Mat. 16: 27;
25: 31-41; 1 Cor. 15: 51-55; 1 Tes. 4: 16, 17; Heb. 9: 28; Apoc. 22: 12 y
otras).
2. Además, la Biblia enseña que los muertos nada saben, ni partici-
pan en ninguna actividad en la tierra (Ecl. 9: 5, 6, 10; Sal. 146: 4, etc.)
(Véanse las preguntas 32 y 41.)
3. Por otra parte, en la parábola, el rico conversa con Abrahán, quien
supuestamente está en el paraíso (vers. 24-31). Pero la Biblia dice que Abra-
hán aún no está en el cielo. En la epístola a los Hebreos, se mencionan
muchos nombres de hombres de fe de la antigüedad, entre ellos Abrahán
(Heb. 11: 8-19). Después de referir esos nombres dice: "Y todos estos, aun-
que alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometi-
do; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros para que no fuesen
ellos perfeccionados aparte de nosotros" (vers. 39, 40). Corno se ve, ni
Abrahán ni ninguno de los fieles de la antigüedad han recibido el cumpli-
miento de la promesa de Dios respecto a la salvación, pues El ha dispuesto
que "no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros". En efecto, cuanáo
venga Jesús, todos los redimidos recibirán, en el mismo día, el galardón
de la vida eterna prometido por la gracia de Dios (1 Tes. 4: 16, 17; 2 Tim.
4: 6-8). .
Por otro lado encontramos contradicciones con la misma doctrina de
la inmortalidad del alma, como ser:
EL HO:\IBRE EN LA MUERTE 89

1. Según ella, al morir la persona, el espíritu queda libre de su cuer-


po, sin embargo, en la parábola, las supuestas almas o espíritus del rico
y Lázaro tienen ojos, dedos y lengua (vers. 23. 24). ¿Es que los espíritus
tienen los mismos órganos físicos que los cuerpos?
2. Además el rico pide que vaya "alguno de entre los muertos" (vers.
30), para advertir a sus familiares de su error. ¿No hubiera correspondido
pedir que alguno de entre los vivos fuera a hacer esa obra?
3. Y por último, ¿podria admitirse como realidad eterna que el lugar
del supuesto castigo, el así llamado infierno, esté tan cerca del paraíso de
modo que pueda existir comunicación entre unos y otros? ¿Haría felices
a los redimidos el oir por la eternidad las quejas y los gemidos de los ré-
probos y observar su eterno sufrimiento?
En vista de todas estas contradicciones que emanan de una interpre-
tación literal de la parábola, como lo sugiere la pregunta, concluimos que
esta parábola, como todas las parábolas, es una ilustración cuya aplica-
ción corresponde darla solamente al que la usó. en este caso Jesús. Se dice
que "oían también todas estas cosas los fariseos, que eran avaros, y se
burlaban de él" (vers. 14). Deducirnos por eilo que el Señor usó esta pará-
bola para advertir a sus oyentes avaros y confiados en sus riquezas, que
la salvación no depende de los bienes materiales que se poseen, sino de
la conducta y el correcto proceder de la persona. En ese entonces era po-
pular la idea de que la pobreza y o la enfermedaj eran maldiciones de Dios
(véase Juan 9: 1-3), y que la riqueza era bencii.::ión divina. Esta parábola
contradice tan equivocada creencia, por cuyo motivo la refirió el Señor.
PREGUNTAS SOBRE
EL ESPIRITU SANTO
45. Comienzo de la obra del Espíritu Santo.

¿Es verdad que el Espíritu Santo comenzó su obra en favor de los hom-
bres recién en el día de Pentecostés?

La Santa Biblia enseña que el Espíritu Santo es eterno (Heb. 9: 14),


pues forma parte de la Divinidad, por cuya razón tanto su existencia co-
mo sus obras son señaladas también en el Antiguo Testamento: se lomen-
.:iona 88 veces en 22 de los 39 libros que lo forman. El Nuevo Testamento
a su vez atestigua que los antiguos profetas que lo escribieron fueron ins-
pirados por el Espíritu Santo (2 Ped. l: 19-21; 2 Tim. 3: 15-17).
Mencionaremos algunos de esos 88 pasajes que se refieren al Espíritu
Santo en el Antiguo Testamento. La primera mención está en el segundo
versículo de la Biblia, donde se señala su presencia en ocasión de la crea-
ción y el ordenamiento del mundo (Gén. 1: 2). Durante el éxodo del pue-
blo de Dios, el Espíritu Santo dio inteligencia especial en artes a Bezaleel, ·
quien participó en la construcción del santuario o tabernáculo (Exo. 31: 2,
3). En la época de los jueces se menciona su presencia siete veces, como
'.mpartiendo valor y fortaleza a los dirigentes del pueblo (Juec. 3: 10; 6: 34;
l 1: 29; 13: 25; 14: 6, 19; 15: 14). El profeta Elíseo pidió "doble porción"
Jel Espíritu que guiaba a Elías (2 Rey. 2: 9). Gracias a ello realizó sor-
¡:irendentes milagros (2 Rey 4: 32-36, 42-44; 5: 1-14).
El rey David, en la oración que ofreció después de su arrepentimiento
por su grave pecado, rogó: "No quites de mí tu santo Espíritu" (Sal.
51: 11). El profeta Isaías menciona un derramamiento del "Espíritu de lo
alto", Jo que significaría grandes bendiciones para el pueblo de Dios (Isa.
32: 15). Por medio del profeta Ezequiel, Dios prometió la presencia de su
Espíritu para que tenga el poder y deseo de obedecerle (Eze. 36: 25-27;
39: 29). El profeta Zacarías, llamado por Dios para dirigir y alentar a Is-
~ael después del regreso del cautiverio en Babilonia, recibió un mensaje
de ánimo para Zorobabel, quien era el dirigente del pueblo en esos días.
Le dijo: "Esta es palabra de Jehová a Zorobabel, que dice: No con ejérci-
:o, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos"
!Zac. 4: 6).
Estos 15 pasajes escogidos de entre los 88 existentes en el Antiguo Tes-
:amento nos muestran la forma en que actuaba el Espíritu Santo en favor
je los hijos de Dios antes de Cristo. Confirman, además, que siempre es-
;uvo presente el Espíritu Santo para cumplir su obra de salvación en favor
Je los seres humanos. Por esos textos además, aprendemos que puede ha-

93
94 LA BIBLIA RESPONDE

ber abundancia de su presencia, o puede retirarse bajo ciertas circunstan-


cias, pero siempre está presente donde ha de confirmarse la verdad frente
al error.
El día de Pentecostés, referido en Hechos 2, nos presenta una oca-
sión en la que hubo un derramamiento especial y abundante del Espíritu
Santo, predicho por el profeta Joel (cap. 2: 28-32), según lo explicó el após-
tol Pedro.

46. La divinidad del Espíritu Santo


¿Forma parte el Espíritu Santo de la Trinidad o es solamente un po-
der usado por Dios?

Por las muchas y muy claras referencias que la Biblia nos da respecto
al Espíritu Santo, descubrimos que tiene atributos que únicamente pue-
den encontrarse en una personalidad y no en un poder. Una fuerza sola-
mente actúa cuando alguien la dirige. Anotaremos algunos de esos
atributos:

l. Enseña - Juan 14: 26. 6. Toma decisiones - 1 Cor.


12: 11.
2. Convence - Juan 16: 8. 7. Puede ser entristecido -
Efe. 4: 30.
3. Impide, prohíbe - Hech. 8. Llama - Apoc. 22: 17
16: 6, 7.
4. Concede, permite - Hech. 9. Comisiona - Hech. 13: 2
2:4
5. Habla - Hech. 10: 19. 10. Intercede - Rom. 8: 26.

Podríamos duplicar esta lista, pero es suficiente para ayudarnos a com-


prender que el Espíritu Santo tiene atributos propios de una personalidad.

Deidad del Espíritu Santo


Respecto a la deidad del Espíritu Santo, indicaremos algunos pasajes
que la definen con claridad:
l. Es eterno (como Dios) - Heb. 9: 14.
EL ESPIRITUSANTO 95

2. Es omnipresente (como Dios) - Sal. 139: 7-10.


3. Es omnisciente (como Dios) - 1 Cor. 2: 10, 11.
4. Es omnipotente (como Dios) - Sal. 139.
5. Es creador (como Dios) - Job 33: 4; Sal. 104: 30.
6. Es re-creador (como Dios) - Juan 3: 5.
7. Es Jehová (como Dios) - Compárese Jer. 31: 33, 34 con Heb.
10: 15, 16. También Isa. 6: 3-10 con Hech. 28: 25-27.
8. Es igual a Dios - Hech. 5: 3, 4. En l Corintios 2: 10 se afirma
que "el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios" Nada
ni nadie que fuera inferior al mismo Dios podría escudriñarlo.

Otro Consolador
Jesús dijo a sus discípulos que al dejarlos no quedarían huérfanos por-
que les enviaría otro Consolador que estaría con ellos siempre (Juan 14: 16).
En griego hay dos palabras para referirse a "otro": "jéteros", que signi-
fica otro de otra clase, y "állos" que es "otro" de la misma clase. Este
iexto usa "állos" o sea "otro" de la misma clase. Jesucristo es "Emma-
nuel: Dios con nosotros" (Mat. 1: 23); por lo tanto, el Espíritu Santo, que
~s ocro de la misma clase, es también "Dios con nosotros"

47. El bautismo del Espíritu Santo y el don de lenguas


¿Es verdad que solamente los que hablan lenguas son los que han re-
cibido el bautismo del Espíritu Santo?

La respuesta la ofrece con claridad el apóstol Pablo. Cuando explicó


a los corintios la doctrina de los dones espirituales, comparó a la iglesia
con un cuerpo correctamente formado, en donde no todo es pies u ore-
jas.ni ojos o manos (véase 1Cor.12: 12-27). "Vosotros, pues, sois el cuerpo
de Cristo, y miembros cada uno en particular. Y a unos puso Dios en la
iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, lue-
go los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que
administran, los que ·tienen don de lenguas" (vers. 27 ,28). Es significativa
la afirmación de que "a unos puso Dios en la iglesia ... " o sea que esos
dones serían distribuidos por Dios "a unos" y no dados a todos. El otro
96 LA BIBLIA RESPONDE

hecho es que el don de lenguas está señalado en último lugar, como que
no fuera el más importante o necesario.
Luego, el apóstol pregunta: "¿Son todos apóstoles? ¿son todos pro-
fetas? ¿todos maestros? ¿hacen todos milagros? ¿tienen todos dones de
sanidad? ¿hablan todos lenguas? ¿interpretan todos?" (vers. 29, 30). La
única respuesta razonable a estas preguntas es NO, no todos son apósto-
les, o profetas, o maestros, ni tampoco todos hablarán lenguas. Por lo tan-
to, no es correcto afirmar que al no hablar lenguas no se ha recibido el
bautismo del Espíritu Santo. Sería acusar al Espíritu Santo de hacer acep-
ción de personas, porque "todas estas cosas las hace uno y el mismo Espí-
ritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere" (vers. 11), así
como "Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo,
como él quiso" (vers. 18). No se trata de arbitrariedad, sino de dar a la
iglesia los dones que necesita para su perfección, usando su divina sabidu-
ría. Por lo tanto, no sería correcto exigirle al Espíritu Santo un don, cuan-
do El en sabiduría divina los reparte de acuerdo con las necesidades de
la iglesia.

El camino más excelente


Después de haber aclarado el apóstol que ninguno de los dones es da-
do a todos, afirma: ''Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os mues-
tro un camino aun más excelente" (vers. 31 ). Y lo introduce con esta
declaración: "Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor,
vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe'' ( 1 Cor. 13: 1).
De modo que si no tengo amor. aunque hablara lenguas "angélicas", se-
ría solamente ruido sin valor. El amor es la primera manifestación del fruto
del Espíritu (Gál. 5: 22, 23). No podría haber manifestación del Espíritu
Santo sin el amor. Por esa razón, se puede estar seguro de haber sido bau-
tizado por el Espíritu Santo cuando se manifiesta amor y aunque no se
hable en lenguas, pero nunca cuando se habla en lenguas y no se tiene amor.
¿Cómo puedo saber si en verdad tengo el amor de Dios? "Pues este
es el amor de Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamien-
tos no son gravosos" (1 Juan 5: 3). "Y en esto sabemos que nosotros le
conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: yo le conozco,
y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está
en él" (cap. 2: 3.4). La obediencia a los mandamientos de Dios es la prue-
ba irrefutable de la presencia del amor de Dios en nuestros corazones. "Y
nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y tambié"n el Espíritu Santo,
el cual ha dado Dios a Jos que le obedecen" (Hech. 5: 32).
EL ESPIRITUSANTO 97

El verdadero don de lenguas


Cuando el Espíritu Santo impartió por primera vez el don de lenguas
a la iglesia cristiana naciente, fue para evangelizar al gentío reunido en
Jerusalén, que había venido de unas quince diferentes zonas lingüísticas
del imperio romano (Hech. 2: 9-11). Los oyentes quedaron asombrados
al oír a unos galileos hablarles "cada uno en nuestra lengua en la que he-
mos nacido" porque "les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas
de Dios" (vers. 8, 11). Así se cumplió el propósito divino del don de len-
guas. Jesús les había prometido: "Pero recibiréis poder, cuando haya ve-
nido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén ... "
(Hech. 1: 8). Gracias al auténtico don de lenguas, los discípulos testifica-
ron acerca de "las maravillas de Dios" ante esa multitud reunida en Jeru-
salén, y los que comprendieron el mensaje, porque se habló "a cada uno"
en "la lengua en la que hemos nacido", llevarían ese testimonio a sus res-
pectivos países.
Lo que dice el apóstol Pablo a los corintios en los capítulos 12, 13
y 14 de primera Corintios es un esfuerzo por corregir una deformidad ma-
nifiesta del verdadero don de lenguas. Después de explicar el lugar que ocu-
pan los dones espirituales en la iglesia (cap. 12), y señalar el camino más
excelente (cap. 13), da dos consejos que sobresalen: "Seguid el amor; pro-
curad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis . .. porque
mayor es el que profetiza que el que habla lenguas ... En la iglesia prefie-
ro hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a
otros, que diez mil palabras en lengua desconocida" (1 Cor. 14: 1-19) Por
lo tanto, darle preeminencia al don de lenguas, indicando que es la única
señal del bautismo del Espíritu Santo, es un error que puede llevarnos a
males más graves. Por eso el apóstol señaló dos caminos como más exce-
lentes: "Seguid el amor" y "sobre todo que profeticéis".
Además, no se ajusta a la realidad el hecho de afirmar que el don de
lenguas sea la única señal del bautismo del Espíritu Santo. "Jesús, lleno
del Espíritu Santo" (Luc. 4: 1), nunca habló en lenguas. Lucas nada dice
acerca de que los millares bautizados en Jerusalén después del Pentecostés
hablaran en lenguas, ni tampoco que así haya sucedido con los muchos
conversos en Samaria (Hec. 8: 4-25). Solamente menciona dos ocasiones
después del Pentecostés: en relación con la conversación de Cornelio (Hech.
10: 45, 46), y la de doce creyentes bautizados en Efeso (Hech. 19: 6, 7).
Eso nos ayuda a comprender que aunque el don de lenguas verdadero tie-
ne su lugar, y aparece cuando el Espíritu Santo lo da, es un error afirmar
que sea la única demostración del bautismo del Espíritu Santo.
98 LA BlBLIA RESPONDE

El bautismo del Espíritu Santo


Nu~stros primeros contactos con el Espíritu Santo comienzan cuan-
do abrimos nuestro corazón al llamado que nos hace a través del Evange-
lio. Cuando finalmente por convicción nos preguntamos ¿qué debemos
hacer?, se nos dirá: "Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros para
perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo" (Hech. 2: 37,
38). Ese arrepentimiento que nos guía al abandono del pecado, y que nos
lleva a una nueva vida de obediencia, lo que es el nuevo nacimiento (Juan
3: 5-8), es obra del bautismo del Espíritu Santo, porque si lo fuera del agua
solamente, sería imposible para el hombre ser una nueva criatura. De allí
que el Espíritu Santo es dado a los obedientes (Hech. 5: 32). Para conti-
nuar desobedeciendo a Dios, no necesitarnos la presencia permanente del
Espíritu Santo en nuestros corazones. Una vez bautizados por el Espíritu
Santo, éste repartirá luego sus dones "a cada uno como quiere" (1 Cor.
12: 11).

Conclusiones
1. Si no todos reciben un mismo don en particular porque el Espíritu
Santo los reparte como quiere, de acuerdo con la necesidad de la iglesia,
no puede ser el don de lenguas señal exclusiva del bautismo del Espíritu
Santo.
2. Según el mismo Pablo, si hay un camino más excelente que la re-
cepción de alguno de los dones espirituales señalados en l Corintios 12: 28,
ese camino es el amor, el cual tiene primacía sobre los otros dones, inclu-
sive sobre el don de lenguas. -- -~ - -- - ., ~ -
3. Si es posible hablar lenguas sin amor, y eso no tiene valor (l Cor.
13: 1), significa que el amor es superior al don de lenguas, y lógicamente
es un don que todos deben recibir. Es la primera manifestación del fruto
del Espíritu (Gál. 5: 22, 23). Solamente puede manifestar amor quien ha-
ya sido bautizado por el Espíritu Santo, porque nadie podría obedecer a
Dios sin ese bautismo indispensable. Sólo quien haya experimentado esta
nueva vida, podrá ser escogido por el Espíritu Santo para recibir alguno
de sus dones especiales, a fin de edificar el cuerpo de Cristo que es su igle-
sia (Efe. 4: 11-13).
4. Los dones espirituales destinados a la iglesia solamente tendrán va-
lor cuando sus miembros hayan sido preparados por efecto del bautismo
del Espíritu Santo experimentado en el proceso de su conversión o nuevo
nacimiento. Recibir esos dones espirituales sin ese bautismo previo seria
hasta un absurdo, pues la persona no estaría preparada para usarlos. Por
EL ESPIRITU SANTO 99

eso se afirmó que cualquier don sin el amor no úene ningún valor, sea el
de lenguas, el de profecía, o ciencia, o fe o aun el martirio (1 Cor. 13: 1-3).
Por lo tanto, poniendo las cosas donde el apóstol Pablo las coloca, acep-
temos el ''camino más excelente'', sigamos el amor. Dejemos luego al Es-
píritu Santo que reparta los dones que quiera darnos a fin de que nos habilite
para colaborar en la edificación de la iglesia.

48. El pecado contra el Espíritu Santo


¿Cuál es el pecado contra el Espíritu Santo y por qué no puede ser
perdonado?

En Mateo 12: 23-32 y Marcos 3: 20-30, se registra esa enseñanza. Ob-


sérvese que está relacionada con la acusación hecha a Jesús en el sentido
de que sus obras y enseñanzas eran de origen diabólico, cuando Jesús era
en realidad "Emmanuel", o sea "Dios con nosotros" (Mat. l: 23). Por
eso concluimos en primer lugar que cometemos el pecado contra el Espíri-
tu Santo cuando res;hazarnos terminante e insistentemente alguna enseñanza
de la Palabra de Dios, para sostener nuestras propias opiniones. De esta
manera, lo que hacemos es perseverar en algún pecado que el Espíritu Santo
nos ha señalado como tal, y es como si le atribuyéramos al diablo la ver-
dad que El nos presentó.
Podríamos decirlo también de otra manera: El pecado imperdonable
es el que no se confiesa. Dios, en su infinita bondad, ha prometido lim-
piamos. de toda maldad cuando nos arrepentimos y confesamos nuestras
faltas. Así se lo afirma, por ejemplo, en Isaías 1: 18; Miqueas 7: 18, 19;
Salmos 103: 8-12, etc. También el Nuevo Testamento confirma la doctri-
na del perdón total al anunciar al Salvador, reiterando que vino a salvar-
nos de "nuestros pecados" (Juan l: 29). Que si los confesamos con
arrepentimiento nos limpiará "de toda maldad" (1 Juan 1: 9). En los pla-
nes de Dios no hay limitaciones para otorgar perdón al que lo desea.
El problema serio nos lo creamos nosotros mismos cuando nos en-
contramos con una enseñanza de la Palabra de Dios que no nos agrada
y, aunque tenemos alguna convicción respecto de ella, preferimos seguir
con nuestra idea. Así comenzamos a actuar contra el Espíritu Santo. El
fue enviado por Dios para guiarnos a "toda verdad" (Juan 16: 13). Esa
100 LA BIBLIA RESPONDE

verdad está en la Santa Biblia, cuyos autores "hablaron siendo inspirados


por el Espíritu Sant,o" (2.Ped. 1: 21). Frente a nuestra resistencia, el Espí-
ritu Santo sigue su obra para convencernos de nuestro error (Juan 16: 8).
En esta lucha del Espíritu en favor de la verdad, a pesar de nuestra simpa-
tía e insistencia para con algún error, llegará el momento en que cedere-
mos a los perseverantes llamados del Espíritu Santo y reconoceremos
nuestro pecado, lo confesaremos arrepentidos y recibiremos el perdón, o
rechazaremos esas invitaciones y persistiremos en el error. Esta actitud de
resistencia constante al Espíritu Santo cauteriza nuestra conciencia de tal
modo que finalmente no percibimos sus llamamientos. De esa manera lle-
gamos a cometer .el pecado contra el Espíritu Santo, o sea que por recha-
zar insistentemente la verdad a través de largo tiempo, finalmente no
sentimos la necesidad de arrepentirnos de ese pecado, y por lo tanto, tam-
poco lo confesamos. Por eso decíamos que el pecado imperdonable es el
que no se confiesa.
La Santa Biblia nos aconseja: "No contristéis al Espíritu Santo de
Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención" (Efe. 4: 30).
Si lo contristamos ·insistiendo en algún error, en algún pecado, llegaremos
a sufrir la experiencia del rey rebelde, de quien se dijo: "El Espíritu de
Jehová se apartó de Saúl, y le atormentaba un espíritu malo ... " (1 Sam.
16: 14).
Si aceptamos el ofrecimiento del Señor que no limita de ninguna for-
ma y en ningún caso el perdón total, nunca caeremos en el pecado imper-
donable. Amemos a Dios y a su Palabra de tal modo y con tal intensidad
que nuestro mayor gozo sea obedecerla, aunque tal medida signifique rom-
per con viejas tradiciones o formas de vivir equivocadas que por alguna
razón nos gustaban. Aceptemos con amor la voz que nos habla en las pá-
ginas de la Palabra de Dios, que es la voz del Espíritu Santo (2 Ped. 1: 21),
y siempre, ante nuestro arrepentimiento y confesión, recibiremos el perdón.
PREGUNTAS SOBRE
TEMAS DIVERSOS
49. Los hermanos de Jesús
¿Por qué se dice que la Virgen Maria solamente tuvo un· hijo, Jesús,
cuando en el Nuevo Testamento se mencionan en varios lugares a los "her-
manos de Jesús"?

En efecto, en el Nuevo Testamento se hace referencia a los hermanos


de Jesús en los siguientes versículos: Mateo 12: 46-50; Marcos 3: 31-35;
Lucas 8: 19-21 y Juan 7: 2-8. Las evidencias que se obtienen de la lectura
de esos pasajes revelan que se trataba de hermanos mayores, por lo que
se acepta generalmente la idea de un primer matrimonio de José, cuya es-
posa había fallecido.
Obsérvese que al referirse a esos "hermanos" se destaca la oposición
de ellos a la obra y las determinaciones de Jesús, a fin de disuadirlo de
sus planes, pues ellos "ni creían en él" (Mar. 3: 21, 31; Juan 7: 2-5). En
aquellos días, los hermanos menores nunca hubieran interferido en las ac-
ciones y determinaciones del primogénito de la familia. La primogenitura
era reverentemente respetada. Por eso es que para una persona conocedora
de las costumbres familiares de los tiempos bíblicos, este argumento re-
sulta concluyente.
Además resalta el hecho de que Jesús, desde la crúz, encomendara
su madre a su discípulo Juan y no a sus hermanos, a quienes hubiera co-
rrespondido cuidar de ella, si hubieran sido sus hijos (Juan 19: 25-27).
A estas evidencias podemos agregar otra a manera explicativa: la pa-
labra griega adelfói, traducida por "hermanos", también señala a otros
familiares cercanos, como hermanastros o primos. En el caso de Jesús,
valiéndonos de nuestra palabra definitoria, diríamos: hermanastros.
Estas consideraciones permiten aceptar sin lugar a dudas que Jesús
fue el único hijo de la Virgen María.

SO. El uso del velo por parte de las mujeres


Atenidos a 1 Corintios 11: 4-15, ¿debemos entender que una mujer
no puede entrar a la iglesia sin usar velo?

Si pudiéramos ubicarnos en Corinto en los días del apóstol Pablo, sin


duda veríamos con mayor claridad las razones de estas instrucciones, ra-
zones que hoy ya no existen. Sabemos por la historia que la ciudad de Co-

103
16+ LA .t:H.l:SUA RESPONDE

rinto fue en esa época una de las más corrompidas, quizá la peor en aquel
entonces. Por ser un centro de comercio internacional, atraía mucha gen-
te, incluyendo a los que practicaban la idolatría acompañada de prácticas
licenciosas, hombres viciosos y mujeres lascivas. Tanto era así, que en ese
tiempo "corintianizar" era un sinónimo usado para referirse a la entrega
desenfrenada a los placeres de la carne. Exisúan sacerdotisas cuyo culto
era la fornicación, y su apariencia en público, tanto por su vestimenta co-
mo por su peinado, era provocativa y desvergonzada. Por ello, las muje-
res de vida honesta, judías, romanas o griegas, aparecían en público usando
el velo.
De modo que lo que el apóstol quiso enseñar a las hermanas de la
iglesia de Corinto, era que no vayan descubiertas como las mujeres de vi-
da pervertida y licenciosa, deshonrando de esa manera a Dios. Aparente-
mente algunas creyentes habían descuidado ese detalle, creando un
problema desagradable a la congregación cristiana. No hay duda de que
diferentes costumbres en diferentes países demandan diferentes instruccio-
nes. Podernos estar seguros de que si el apóstol se hubiera dirigido a muje-
res cristianas que vivieran en una ciudad donde las prostitutas y mujeres
licenciosas usaran velo, y donde las mujeres respetables no lo usaran, su
consejo hubiera sido diferente.
De todos modos, el mismo apóstol da una solución en el versículo 15,
que ayudaría a resolver el problema: "Por el contrario, a la mujer dejarse
crecer el cabello le es honroso; porque en lugar del velo Je es dado el
cabello".
Estos pasajes tienen otro aspecto discutible: el largo del cabello en
las mujeres y en los hombres. El apóstol dice que "al hombre le es desho-
roso dejarse crecer el cabello'" y en cambio a "la mujer dejarce crecer el
cabello le es honroso" (Vers. 14, 15). Corno el apóstol, con sabia pruden-
cia, no indica cuán largo debe ser el cabello que se deje crecer, ni cuán
corto el que no se deje crecer, mal haríamos nosotros en pretender legislar
sobre ese detalle. Nos pondríamos en el caso ridículo de querer hacer decir
al apóstol lo que no dijo, o de pretender saber más que él. .
De modo que usando su misma prudencia, evitaremos ir a'Ios extre-
mos o caer en exageraciones, y aceptaremos las costumbres que son pro-
pias y decentes en los países donde nos toque vhir. Si en algún momento
nos correspondiera vivir en algún país donde cierto tipo de hombre usa
el cabello tan largo que necesita de cintas o trenzas para sujetarlo, evita-
ríamos ese extremo, y seguiríamos el consenso general de lo que es correc-
to y sigue siendo básico como uso en hombres maduros y de juicio
equilibrado. La mujer seguirá el mismo criterio juicioso.
TEMAS DI VERSOS 105

51. La actuación de la mujer en público


Ateniéndonos a 1 Corintios 14: 33-35 y a 1 Timoteo 2: 11, 12, ¿es co-
rrecto que la mujer hable en público en la iglesia?

En primer lugar nos referiremos al pasaje de 1 Corintios. Debemos


recordar que tanto entre los judíos como entre los griegos, la costumbre
colocaba a la mujer en un segundo plano en las acciones públicas y priva-
das. Por esa razón el apóstol dijo que "es indecoroso que una mujer hable
en la congregación" (vers. 35). Eso nos permite concluir que por esa cos-
tumbre social pública, a fin de evitar malos entendidos con respecto a la
conducta honesta y correcta de las congregaciones cristianas, el apóstol
estableció ese mandamiento. Si las esposas no entendían algo de lo ense-
ñado en la congregación, debían preguntar "en casa a sus esposos".
Aparentemente había habido cierta "confusión" en la iglesia, quizás
por haber intervenido damas en alguna discusión (vers. 33), y porque, ate-
nidos al concepto judío y griego, algunos hombres protestaron porque se
permitiera hablar en público a las mujeres. Para evitar tales dificultades
en el futuro, el apóstol Pablo señaló ese camino como conveniente.
En l Timoteo 2: 11, 12 aparece otro principio señalado, que tiene que
ver con la no preeminencia en la iglesia, sino con la preeminencia respecto
del hombre. Por eso dice: '.iéf>orque no permito a la mujer enseñar, ni ejer-
cer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio". ¿Ante qué clase de
hombres? El apóstol lo dice: "Quiero, pues, que los hombres oren en to-
do lugar; levantando manos santas, sin ira ni contiendas" (vers. 8). Sería
absurdo concluir que a una mujer le fuese prohibido "enseñar" a un es-
poso incrédulo el Evangelio, pues sólo así lo podria ganar para Cristo (véase
l Cor. 7: 16; l Ped. 3: l, 2). Feliz la mujer que tenga un esposo fiel, y
feliz la mujer qui! pueda "enseñar" a un esposo infiel para que acepte a
Cristo. No se trataría en tal caso de un acto de preeminencia, sino de ver-
dadero amor de una esposa para con su esposo.
Por otra parte, no podríamos afirmar que el plan de Dios siempre se
ajusta a los requerimientos nacionales o sociales de algunos pueblos, co-
mo en este caso el de la restringida actuación de las mujeres judías y grie-
gas en público. La verdad es que Dios se valió de numerosas mujeres para
enseñar a su pueblo, o para cumplir misiones públicas. Como ejemplos
podemos recordar a María, la hermana de \.loisés y Aarón (Exo. 15: 20,
21), a Débora, la profetisa que se destacó por encima de Barac, el hombre
Je la acción (Juec. 4: 4-9), y a Huida, la proretisa (2 Rey. 22: 14-20).
También en el Nuevo Testamento encontramos mujeres en acdón.
Ana, la profetisa que "no se apartaba del templo", y "hablaba del niño
[Jesús] a todos los que esperaban la redención de Jerusalén" (Luc. 2: 36-38).
Las cuatro hijas de Felipe que profetizaban (Hech. 21: 8, 9). El apóstol
reconoció elogiosamente el trabajo evangélico hecho en las iglesias por nue-
ve mujeres que le ayudaron mucho en la obra del Señor (Rom. 16: 1-15).
El recomienda a los filipenses que atiendan a Evodia y Sintique, dos
mujeres que "combatieron juntamente conmigo en el Evangelio" (Fil. 4: 3,
4).
Además, es necesario recordar la profecía de Joel 2: 28, 29 en la que
Dios no discrimina acerca del sexo para derramar su Espíritu en virtud
del cual "profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas", y también los sier-
vos y las siervas. Esta profecía es reconocida como veraz en el Nuevo Tes-
tamento (Hech. 2: 17, 18). Así pues, tanto en el Antiguo como en el Nuevo
Testamento encontramos a mujeres que profetizaron y enseñaron públi-
camente movidas por el Espíritu de Dios.
De manera que hoy, contrariamente a como era antaño, cuando los
conceptos sociales de la mayoría de las naciones no establecen que sea "in-
decoroso" para la mujer aparecer en público, podemos dar gracias a Dios
de que haya tantas que siguen colaborando en la obra de Dios con singu-
lar y marcado éxito.
Queda así claro que la indicación del apóstol Pablo respecto al papel
de la mujer en público, señalada en los textos de la pregunta, respondía
a una situación local donde era "indecoroso" que la mujer actuara en pú-
blico. Donde no exista tal condición, podrá la mujer dotada del don de
enseñar, cumplir ese ministerio en favor de la proclamación del Evangelio.

52. El bautismo por los muertos

¿Por qué dice el apóstol Pablo en 1 Corintios 15: 29 que algunos se


bautizaban por los muertos? ¿Qué valor tiene ese bautismo?

No hay duda de que éste bien podría ser uno de los textos difíciles
de entender a los que aludiera el apóstol Pedro cuando dijo que "nuestro
amado hermano Pablo" entre las muchas que escribiera con.sabiduría, te-
fl:.MAS lJlVEl<.SOS 107

nía "algunas cosas difíciles de entender" (2 Ped. 3: 15, 16). Y hoy este
pasaje se complica frente a la doctrina antibíblica de que el alma no mue-
re y que la persona sigue viviendo sin el cuerpo (véanse las preguntas
32-44 sobre este tema).
Para entender este pasaje correctamente tenemos que valernos de otros
pasajes del Nuevo Testamento que nos permiten descubrir que la palabra
"bautizar" puede tener dos significados: el relacionado con el rito del bau-
tismo por inmersión, y el de una confrontación con la muerte o riesgo de
muerte. Jesús mismo hizo referencia a este "bautismo" que era diferente
al que había recibido en el río Jordán. En Mateo 20: 22, 23 y Marcos 10: 38,
39, se recuerdan las palabras con que Jesús se dirigió a sus dos discípulos,
Juan y Santiago, cuando a través de su madre le pidieron lugares de privi-
legio en su reino. Les dijo: "A la verdad, de mi vaso beberéis, y con el
bautismo con que soy bautizado, seréis bauúzados ... " Es obvio que cuan-
do dijo estas palabras no se refería al bautismo por agua, sino a un bautis~
mo que estaba en el futuro: "De un bautismo tengo que ser bautizado;
y ¡cómo me angustio hasta que se cumpla!" (Luc. 12: 50). Estas dos refe-
rencias nos explican que en los días apostólicos la palabra "bautismo" te-
nia esos dos significados: el rito simbólico del bautismo por inmersión y
las confrontqciones o riesgos de muerte arrostrados por causa de la predi-
cación del Evangelio, tan resistido y contradicho en aquel entonces.
También es importante recordar aquí que los "muertos", según ex-
presiones de los apóstoles, no siempre eran los que morían físicamente.
Ellos solían referirse a veces a "los muertos en pecados", o sea a los que
espiritualmente estaban muertos. (Col. 2: 13; Efe. 2: 1, 5, etc.)
Teniendo presentes estos elementos explicativos, podemos analizar el
texto en cuestión {I Cor. 15: 29), descubriendo el pensamiento del após-
tol con claridad:
"De otro modo, ¿qué harán Jos que ... "¿A quiénes se refiere el pro-
nombre "los"? No hay duda de que es a los apóstoles o predicadores del
Evangelio como lo era el que escribía. Lo demuestran claramente los ver-
sículos siguientes, del 30 al 32.
" ... que se bautiza ... " Aquí bautizar tiene el significado ya indica-
do: el de arriesgar la vida por algo. Allí se explica que ellos, los predicado-
res, "peligramos a toda hora". Particularmente en el verso 32 recuerda
los graves riesgos de muerte ocurridos cuando "batalló en Efeso contra
fieras" humanas. Sin duda, es una referencia al incidente relatado en He-
chos 19: 23 al 20: 1. Los apóstoles constantemente estaban en peligro de
muerte, como puede leerse en 1 Corintios 4: 9-13; Romanos 8: 36;
2 Corintios 4: 8-12 y otros pasajes. Ese era el "bautismo" al que se refi'.'
rió Jesús cuando recordó a Juan y Santiago que "con el bautismo con que
yo seré bautizado, seréis bautizados". La verdad es que todos los apósto-
les después de muchos peligros, murieron finalmente como mártires de su
fe. Juan murió de muerte natural, pero fue porque lo salvó el poder de
Dios de un intento de muerte violenta.
" ... por los muertos". En este caso es evidente que se trata de los
muertos espirituales. Como ya lo indicamos, el apóstol Pablo solía refe-
rirse de ese modo a los que vivían en el pecado, muertos en pecado, y por
lo tanto sin esperanza de salvación, y sin vida espiritual.
Teniendo presente estas consideraciones podríamos leer el texto así:
"De otro modo, ¿qué harán los (quienes predican el Evangelio) que se bau-
tizan (que corren riesgos de muerte) por los muertos (en pecados)?" O quizá
parafraseando el texto, diríamos: "De modo que si no hay resurrección,
¿para qué correrán continuamente riesgos de muerte los mensajeros del
Evangelio en favor de los pecadores, si de todos modos éstos están desti-
nados a morir?".
Es decir, sería un absurdo de parte de los predicadores del Evangelio
desafiar constantemente el peligro de muerte, "si los muertos no resuci-
tan" (1 Cor. 15: 16, 32). Pero como la resurrección de los muertos espiri-
tuales era posible por la aceptación del Evangelio, bien valía la pena aun
morir en el empeilo misionero en vista de la resurrección que tendría lugar
cuando Jesucristo volviera.
Debe notarse que si no aceptáramos esta explicación, entramos en se-
rias contradicciones bíblicas, las cuales solamente existen si nos aparta-
mos de su significado verdadero. En este caso, obsérvese que prácticamente
todo el capítulo 15 hace resaltar la importancia absoluta de la resurrec-
ción de los muertos. Sin ella "los que durmieron en Cristo perecieron"
(vers. 18). Pero gracias a la resurrección "el postrer eneoúgo que será des-
truido es la muerte" (vers. 26). Esta declaración señala a la muerte como
el último enemigo del hombre, y no como una liberación del hombre para
pasar a una vida mejor. "La muerte es la paga del pecado" (Rom. 6: 23).
De modo que si no fuera por la resurrección estaríamos perdidos y no en
el cielo. Pero gracias a la resurrección que se producirá en ocasión de la
venida del Señor (vers. 51-55), se dirá finalmente: "Sorbida es la muerte
en victoria". ·
Siendo que el hombre muerto está "durmiendo", o sea en estado de
inconciencia, no puede aceptarse la idea de que alguien pueda hacer algo
bautizándose por otro. Si una persona murió en sus pecados, el muerto
no podrá cambiar su condición porque alguien se bautice por él. Los muer-
tos "nada saben, ni tienen más paga... porque en el Seo! (sepulcro), adon-
de van, no hay obra, ni trabajo,-ni·ciencia, ni sabiduría" (EcL 9: 5, 10).
Además, debemos destacar que el bautismo bíblico es un testimonio
absolutamente personal de fe en algo que uno mismo conoció y creyó. Se-
gún la Biblia, para recibir el bautismo uno debe ser adoctrinado en todo
lo que Jesús enseñó (Mat. 28: 19, 20). Luego, debe creer de todo corazón
en lo que le fue enseñado (Hech. 8: 36, 37), y finalmente debe arrepentirse
de sus pecados y errores (Hech. 2: 37, 38). Así, resulta que el bautismo
es un testimonio personal, un acto que nadie puede hacer por otro. De
allí que bautizarse por un muerto es un absurdo bíblicamente hablando,
dado que sería un acto realizado en abierta contradicción con la doctrina
del bautismo cristiano, y con la de la naturaleza del hombre durante la
muerte.

53. La esposa de Caín

¿De dónde tomó Caín esposa, si no se registra ningún nacimiento de


mujer hasta su casamiento? ¿Sería una hija de alguna otra pareja creada
por Dios, no mencionada en la Biblia?

En Génesis 4: 16, 17 se registra la huida de Caín y su casamiento en


tierra de Nod, donde nació su primer hijo, Enoc. Hasta allí solamente se
hace referencia al nacimiento de Caín y Abe!, hijos de Adán y Eva.
Recordemos que en Génesis 1: 27, 28 se dice que después de crear al
hombre y a la mujer, Dios les dijo: "Fructificad y multiplicaos; llenad la
tierra ... " Dios creó un solo hombre y una sola mujer y de ese núcleo ini-
cial debía formarse la humanidad. Siendo Caín fruto de la primera gene-
ración humana no podía de ninguna forma encontrar una esposa de otra
familia, ya que la suya era la única que existía hasta ese momento. Por
lo tanto, debió casarse con una hermana.
En la actualidad esto no es aceptable, debido a que la degeneración
de la especie humana es tan marcada que los hijos de matrimonios entre
hermanos corren el riesgo de nacer con graves defectos físicos y mentales.
(Véase la pregunta 54.)·Pero al principio no fue así, pues la especie huma-
na era perfecta, por lo que no fue necesario que Dios proveyera' otro me-
dio para que se cumpliera la orden de multiplicación de los seres humanos.
110 LA BIBLIA RESPONDE

Recién unos 2.500 años después de la creación, entre las reglamenta-


ciones dadas por Dios a Moisés en favor de la salud del pueblo de Israel,
figura la que prohíbe el casamiento entre parientes cercanos (Lev. 18: 6-17).
Lo que por lo general preocupa en tomo a esta pregunta es la razón
por la que no dice nada la Biblia respecto del nacimiento de hermanas de
Cain en el mismo capítulo cuatro de Génesis. El caso es que Moisés, quien
escribió el Génesis, decidió seguir describiendo la vida de Cain hasta la
séptima generación de su descendencia, sin explicar nada de lo que suce-
día al mismo tiempo en el seno de la familia de Adán y Eva. El relato con-
tenido en los versículos 9-24 solamente refiere acontecimientos de la vida
de Caín y sus descendientes.
Recién en el versículo 25 Moisés vuelve atrás en la historia, al tiempo
de la muerte de Abe!, para referir el nacimiento de Set, cuyo nombre sig-
nifica .. sustitución", dado que Eva lo recibió como el hijo en lugar del
que había sido muerto. Esto no significaría que entre el nacimiento de Abe!
y el de Set no hayan nacido otros hijos e hijas. Génesis 5: 3 dice que Adán
tenía 130 años cuando engendró a Set. ¿Cuántos años pasaron entre el na-
cimiento de Abel y de Set? No lo dice la Biblia, pero sí sabemos que cuan-
do ocurrió la muerte de Abe!, ya era un hombre hecho, pues como Caín,
Abel tenía definido el trabajo de su vida: "Y Abe! fue pastor de ovejas,
y Caín fue labrador de la tierra" (Gén. 4: 2). No sería entonces absurdo
pensar que cuando ocurrió la trageJia, Caín y Abe! eran hombres que fá-
cilmente contarían los treinta años de edad. Sean más o menos esos años,
hasta que Adán cumplió ciento treinta años, y nació Set, ¿no sería natural
pensar que entre Abel y Set nacieran otros hijos e hijas? En verdad sería
absurdo negarlo. En los ochocientos años que vivió Adán después del na-
cimiento de Set, "engendró hijos e hijas" (Gén. 5: 4). Lo mismo entende-
mos que sucedió antes del nacimiento de Set. Por lo expuesto hasta aquí,
es evidente que la esposa de Caín fue una hermana suya.

54. Casamiento entre familiares


¿Es pecado casarse entre primos o hermanastros?

En Levítico 18: 6-17 encontrarnos indicaciones respecto a matrimo-


nios entre familiares que son considerados como ··maldad". ~oy sabe-
mos que no se trataba solamente de una orden religiosa, sino de gran valor
higiénico y de defensa de la salud de la familia humana. Hoy, la ciencia
que estudió este asunto nos explica las razones. _
Los especialistas en genética afirman que la mayor parte de las perso-
nas poseen entre dos y diez genes defectuosos. Los genes son pequeños
elementos que se encuentran en cada célula generatriz. Son responsables
de la forma en que éstas se desarrollan y también de la transmisión de los
caracteres hereditarios.
Siempre forman parejas. Uno procede de la madre y otro del padre.
Por lo general, un solo gene dañado no produce defecto físico; tienen que
estar dañados ambos, el del padre y el de la madre, para que se produzca
la deformidad.
Afortunadamente, por lo general, los genes imperfectos de un cónyu-
ge no concuerdan con los del otro, excepto en el caso de familiares muy
allegados, cuando su distribución puede ser similar. Si la consanguinidad
de ambos esposos no es muy cercana, casi nunca los genes defectuosos de
uno de ellos se encontrarán con los genes imperfectos del otro. Debido a
esto, el niño recibirá de uno de los padres lo que le falta al otro. En cam-
bio, si los padres son hermanos, primos hermanos, primos segundos o her-
manastros, la posibilidad de que tengan hijos defectuosos es
considerablemente mayor que la del promedio general.

55. Miguel arcángel

Quisiera saber quién es e) arcángel Miguel.

El nombre Miguel nos viene del hebreo "Mika'el", que significa


"¿Quién es semejante a Dios?". En la Santa Biblia aparece cinco veces.
En Daniel 10: 13 se lo presenta como "uno de los principales príncipes".
En el mismo capítulo, versículo 21, como "vuestro príncipe". En Daniel
12: 1 es "el gran príncipe que está por los hijos de tu pueblo". En Judas
9, como el "arcángel", título que quiere decir "jefe de ángeles". En Apo-
calipsis 12: 7 aparecen Miguel y sus ángeles luchando contra el dragón y
sus ángeles, a los que vencen. En relación con Judas 9 y la disputa del ar-
cángel Miguel con Satán, es interesante observar que el apóstol Pablo aclara
que en el día de la segunda venida de Jesús, "el Señor mismo con voz de
mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cie-
lo; y los muertos en Cristo resucitarán primero" (1 Tes. 4: 16).
1'l1 LA lSUSLiA Kt:.SPONDE

Teniendo en cuenta el significado del nombre Miguel -¿Quién es se-


mejante a Dios?-, que él es el que defiende al pueblo de Dios, el que ac-
túa en la resurrección (Dan. 12: 1-3), que es el personaje que vence al dragón
o Satanás (Apoc. 12: 10, ll; 1 Juan 3: 8), y que la voz del Señor es voz
de arcángel, concluirnos que Miguel es Cristo, el semejante a Dios. "El
cual, siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación ser igual a Dios"
(Fil. 2: 6).

56. El rebautismo
¿Es correcto bautizarse otra vez si uno ya fue bautizado? ¿No dice
la Biblia que hay un bautismo?

Es verdad, la Santa Biblia afirma que hay "un bautismo" (Efe. 4: 5),
y nos explica cuándo y cómo debe ser administrado. De manera que si lo
que se llamó bautismo no fue realizado respetando las condiciones que in-
dica la Biblia, no podríamos afirmar que lo recibido fue el bautismo, sino
algo que recibió ese nombre sin serlo.
Sí alguien pagara una cuenta con moneda falsa, y luego es obligado
a pagarla con moneda legítima, no ha pagado dos veces la cuenta, sino
una sola. Lo mismo pasa cori él bautismo. Si lo que recibimos fue un "bau-
tismo" que no se ajustó a las condiciones indicadas por Dios en su Pala-
bra, al bautizarnos correctamente no estamos redbiendo dos bautismos,
sino uno solo, el correcto, el legítimo.
, Notemos las condiciones de un bautismo cristiano según la Biblia:
1. Debemos recibir la enseñanza de "todas las cosas" que el Señor
mandó enseñ.ar (Mat. 28: 19, 20).
2. Debemos creer de "todo corazón" lo que aprendimos (Hech.
8: 36-38).
3. Debemos arrepentirnos de nuestros errores, es decir, dejar de vivir
en forma equivocada, y recibir el Espíritu Santo (Hech. 2: 37, 38).
4. Debemos ser bautizados por inmersión a fin de cumplir con el sig-
nificado de ese rito, o sea, la sepultura del hombre viejo y la resurrección
del nuevo (Rom. 6: 3-6). Así, seguimos el ejemplo que Jesús nos dio en
su bautismo (Mat. 3: 16), el que realizó cuando tenía como treinta años
(Luc. 3: 23).
TEMAS DIVERSOS 113

Por lo tanto, si en lo que nos administraron como bautismo no se cum-


plieron estos requisitos fundamentales, no podríamos afirmar que fuimos·
bautizados. Pudo haberse cumplido un rito que se llamó bautismo, pero
no fue el bautismo cristiano, el ordenado por Jesucristo. Por ejemplo: un
niño de pocas semanas no podría recibir la enseñanza requerida y tampo-
co comprendería el proceso de la fe y el arrepentimiento, por lo cual no
está en.condición de recibir el bautismo verdadero. Lo que se puede hacer
en favor de los niños es una consagración a Dios de parte de los padres
y los padrinos, quienes quieren así manifestar el deseo de que ese niño sea
un cristiano cuando sea mayor. Luego, a medida que crece será enseñado
en la doctrina del Señor, creerá en ella, sentirá el arrepentimiento por lo
que pudo haber realizado equivocadamente y pedirá el bautismo por sí mis-
mo, porque ha decidido ser cristiano por propia elección.
Así sucedió con quien es· nuestro ejemplo, Jesús. El fue presentado
por sus padres al sacerdote a los ocho días de nacido (Luc. 2: 21-24). Pero
luego, cuando tuvo como treinta años, fue al río Jordán y pidió a Juan
el Bautista que lo bautizara (Luc. 3: 21-23). En verdad, Jesús no necesita-
ba bautizarse, porque no había cometido pecado, y Juan el Bautista reco-
noció ese hecho cuando le dijo que era él (Juan) quien debía ser bautizado
por Jesús y no al revés, pero la respuesta del Señor fue: "Deja ahora, por-
que así conviene que se cumpla toda justicia" (Mat. 3: 15). De ese modo
Jesús se constituyó también en ejemplo respecto del bautismo verdadero.

57. El uso de pantalones por parte de la mujer

¿Es incorrecto que la mujer use pantalones?

Al hacerse esta pregunta regularmente se tiene en cuenta el pasaje de


Deuteronomio 22: 5, que dice: "No vestirá la mujer traje de hombre, ni
el hombre vestirá ropa de mujer: porque abominación es a Jehová tu Dios
cualquiera que esto hace".
Lo más probable es que este pasaje se refiera a la costumbre pagana,
todavía común en algunos paises, practicada con el fin de engañar respec-
to al verdadero sexo de la persona con.el fin de realizar actos inmorales.
Por otra parte, es necesario reco~dar que cuando fue escrito esta or-
denanza, tanto el hombre como la mujer usaban túnicas con faldas lar-
11~ LA tiltlL!A .lU:.SPONOE

gas. Todavía observan esa costumbre en las tierras bíblicas una notable
mayoría de sus habitantes. Después de haber visitado esos pueblos, admi-
timos que no es fácil para un lego descubrir la diferencia entre los vestidos
con faldas de un hombre y los de una mujer. Sin embargo, algunos deta-
lles del atuendo general impiden confundir a un hombre con una mujer,
como ser la cofia, el turbante, el velo y algunas pequeñas particularidades
que diferencian las faldas que usan ambos sexos. Así pues, al referirse el
texto indicado al traje del hombre o a la ropa de la mujer, no podríamos
afirmar que se refiera a una parte del vestuario, sino al ropaje completo,
con lo que podría hacerse pasar un hombre por una mujer, o viceversa
y con fines pecaminosos.
Refiriéndonos ahora al pantalón en particular, recordarnos que su uso
comenzó junto con el trabajo de la mujer en las fábricas y en diversas otras
actividades en las que hoy se ocupa, donde las faldas eran un peligro o
hasta inapropiadas en lo que al decoro se refiere. Con el tiempo se amplió
su uso, aceptándose otros motivos como el deporte, la comodidad, el cli-
ma, etc., para finalmente formar parte hasta del bien vestir.
De todos modos es claro que hombres de sana conducta no usarían
trajes de mujeres con el atuendo propio de ellas, ni mujeres de la misma
calidad moral usarían ropa de hombre, incluyendo sus respectivos panta-
lones. Al fin y al cabo, el pantalón, que es solamente una parte del traje
del hombre, no basta para crear confusiones en cuanto al sexo de quien
lo viste, dada la natural diferencia entre la conformación del cuerpo mas-
culino y femenino, que no se puede disimular. Por lo tanto, al no existir
el propósito de engaño respecto al sexo por el solo uso del pantalón que,
lo repetimos, es solamente una parte del traje masculino de occidente, no
podríamos aplicar el sentido del pasaje bíblico al uso por parte de la mu-
jer de ese detalle de la vestimenta del hombre.
Ante estas consideraciones, concluimos que no es pecado ni incorrec-
to el uso del pantalón por parte de la mujer. cuando el propósito es evitar
el peligro de accidentes en ciertos trabajos en la industria, o propender al
decoro en el deporte y otras diversas circunstancias. Estimamos, sin em-
bargo, que en los países occidentales deberíamos ser prudentes y razona-
bles con respecto a este detalle, de modo que, por ejemplo, para la iglesia,
donde no existen razones de trabajo, se vistan las damas con sus ropas
que incluyen la clásica falda, evitando los extremos o detalles de la moda
que muchas veces atentan contra la modestia, el recato y/o hasta. la de-
cencia.
TEMAS DIVERSOS 115

58. El ayuno

¿Por qué se debe ayunar? ¿Cuándo y cómo debe practicarse el ayuno?

De acuerdo eón la historia bíblica, el ayuno era una práctica generali-


zada en todas las naciones, cumplido frente a circunstancias difíciles o pe-
nosas. Algunos piensan que la misma naturaleza lo sugiere, desde que frente
a momentos angustiosos el organismo de por sí rechaza el alimento.
En la Biblia encontramos tres casos de ayunos excepcionales de cua-
renta días (Deut. 9: 9; 1 Rey·. 19: 8; Mat. 4: 2). Además se refieren diver-
sas ocasiones en las que el pueblo de Dios reconocía sus faltas y, anhelando
el perdón divino, incluían el ayuno en su reconsagración (Jue. 20: 26; Neh.
9: l; Jer. 36: 9, etc.).
El Nuevo Testamento también hace referencia a la costumbre de ayu-
nar. Algunos religiosos muy estrictos lo hacían dos veces por semana (Luc.
18: 12), el segundo y el quinto día de la semana, o sea los lunes y los jue-
ves. Jesús advirtió a sus discípulos que después de su ascensión se presen-
tarían momentos en los que el ayuno sería oportuno (Luc. 5: 34, 35). Al
hacer frente a grandes y difíciles problemas en su vida, Pablo consideró
necesarios muchas veces al ayuno y la oración (2 Cor. 6: 5; 11: 27). Para
encontrar soluciones adecuadas oraban y ayunaban (Hech. 13: 3).
Sin embargo, el apóstol Pablo explica que no había mandamiento de-
finitivo para el ayuno o para los días de ayuno (Rom. 14: 1-6) (véase la
pregunta 22). Por eso afirmó que no debía juzgarse al que no comía o al
que comía. Del mismo modo no debía condenarse al que hacía caso del
día de no comer y el que no hacía caso. Eso nos ayuda a comprender que
el ayuno o los días de ayuno son prácticas de determinación voluntaria
y personal. Por otra parte, esto no significa que, en vista de alguna cir-
cunstancia especial o problema dificil, toda una congregación local o mun-
dial no pueda definir un día de ayuno, invitando a que participen del mismo
todos los creyentes que'·cfesean hacerlo. -
Conviene recordar que podía darse el caso de que alguien ayunara sin
estar preparado espiritualmente para ello. (Véase Isa. 58: 4-7.) Eso quiere
decir que si vivimos en pecado voluntariamente, si no nos arrepentimos
de él, ni lo confesamos al Señor, el ayuno solamente podría ser una acción
sin sentido y hasta condenatoria.
De manera que, cuando pasamos por alguna circunstancia difícil y
angustiosa, si sentimos el deseo efe ayunar y orar, sintámonos en libertad
de hacerlo. No pensemos que el "sacrificio" de no comer inclinará más
a Dios para ayudarnos. Usemos en cambio ese tiempo de ayuno para exa-
116 LA BIBLIA RESPONDE

minar nuestra vida frente a la voluntad de Dios y decidamos con fe y bue-


na voluntad ajustarnos a ella. Así, el ayuno y la oración serán una bendi-
ción porque "los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al contrito
y humillado no despreciarás tú, oh Dios" (Sal. 51: 17).

59. El nombre Jehová

Según me han explicado, el único y verdadero nombre de Dios es Je-


hová; ¿por qué, entonces, no usan ustedes más ese nombre?

La verdad es que en el Antiguo Testamento se usan por lo menos seis


nombres diferentes para referirse a Dios: JHVH, Adonai, Elohim, El, Elión
y El Saddai, los que corresponderían a Señor, Dios, Altísimo, Todopode-
roso y otros semejantes. Para los escritores del Antiguo Testamento todos
esos nombres eran válidos. El que aparece en algunas versiones hispanas,
no en todas, como Jehová, correspondería al primero, JHVH, nombre de
Dios tan sagrado para los judíos, que lo consideraban innombrable.
Como se observa, se trata de cuatro consonantes sin vocales, cuyo
sonido puede variar, según las vocales que se coloquen. El hecho es que
en la escritura hebrea antigua no se usaban vocales, sino solamente conso-
nantes. Recién en el siglo VI de nuestra era, los eruditos en hebreo llama-
dos masoretas, para facilitar la lectura del hebreo, inventaron un sistema
de puntos colocados entre, sobre o debajo de las letras, para indicar las
vocales que corresponden a cada palabra.
Como el hebreo había sido un idioma abandonado ya por varios si-
glos en nuestra era, cuando los masoretas volvieron a actualizarlo, se en-
contraron con que la pronunciación que pudo haber tenido en el pasado
esa palabra de cuatro consonantes, JHVH, era imposible de reconstruir.
Hasta ahora no hay forma de saberlo con certeza. De manera que, respe-
tando los masoretas el supersticioso escrúpulo de los hebreos para pro-
nunciar ese nombre y para evitar que alguien lo profanase, comenzaron
a colocar a esas cuatro consonantes, las vocales correspondientes a Ado-
naí, otro nombre de Dios que se traduce por Señor. De ese modo, cuando
el lector llegaba a la palabra JHVH, leía Adonaí.
Cuando se hicieron las primeras versiones en castellano, inglés y otros
idiomas populares europeos, en torno al siglo XII, se aceptaron las voca-
TEMAS DIVERSOS 117

les sugeridas por los masoretas, y en vez de decir Señor, como alguna ver-
sión lo hizo, formaron la palabra Jehová. Hoy, después de mucho investi-
gar y anhelar descubrir cuál pudo haber sido la correcta pronunciación
de JHVH, la mayoría de los eruditos están inclinados a admitir que co-
rrespondería Jahveh oYahvé, es decir, la tercera persona del verbo ayah,
que significa ser. De ese modo Jahveh o Yahvé significaría "el Existente"
por sí mismo, o "el Eterno". En vista de ello, en la actualidad varias ver-
siones hispanas prefirieron usar Yahvéh en vez de Jehová.
En vista de lo explicado, consideramos absurdo hacer una cuestión
por el nombre Jehová, como si fuera el único que corresponde. Primero,
porque las evidencias existentes se inclinan a reconocer como más apro-
piado decir Yahvéh. En segundo lugar, porque habiendo sido correcto pa-
ra los profetas valerse de seis nombres diferentes, para señalar al Ser
supremo, no será para nosotros falta de reverencia para con Dios, que ha-
gamos lo mismo.

Resultará de provecho consultar el Comentario bíblico ad,.enr.ista. t. 1, páginas 179-182.

60. Tres días y tres noches. Mateo 12: 40

Mateo 12: 40 dice que Jesús estaría tres días y tres noches en la tum-
ba. Si fue sepultado el viernes de tarde y resucitó el domingo de mañana,
¿cómo se cumplieron esos tres días y tres noches'?

En primer lugar, se comete un error al querer darle un sentido o sig-


nificado occidental a una expresión que en el orieme se entendía en forma
diferente. Para interpretar una frase o expresión idiomática de la Biblia,
debe aceptarse el sentido que se le daba en la época y en la zona donde.
era usada. Durante casi dos mil años, los cristianos que aceptaron esa fra-
~se entendía en Palestina en los días de Jesús, tuvieron en cuenta
el hecho de que en "tres días y tres noches" no se incluían necesariamente
las 24 horas de cada día, sino que podían ser pane de cada uno de ellos.
Esa fue la razón por la que siempre se aceptó que los "tres días y tres no-
ches" durante los que Jesús estuvo en la tumba. fueron el viernes (parte
del día), el sábado (todo el día) y el domingo (parte del día).
En segundo lugar se comete otro error al pretender que esa expresión
118 LA BIBLIA RESPONDE

y las de los otros 19 pasajes que lo mencionan, se refieren a días comple-


tos. En ninguna ·ocasión se dice que sean días completos. En este caso,
aparentemente, podrían tener razón tanto quienes afirman que son días
completos como los que dicen que son parte de los días. Pero el argumen-
to del que insiste en que son días completos, pierde valor cuap.d,o acepta-
mos el significado que se daba a esa expresión en la Palestina de los días
de Jesús, según vimos antes.
Veamos ahora el testimonio de los testigos presenciales de los aconte-
cimientos. En Lucas 24: 13-24 se habla de dos discípulos que iban de Je-
rusalén a su casa en Emaús el domingo por la tarde y que se encontraron
en el camino con un forastero que les preguntó cuál era la razón de su tris-
teza. Al comentar ellos con él lo sucedido ese fin de semana y expresarle
la profunda pena que sentían, ya que creían que "él era el que había de
redimir a Israel", Cleofas dijo: "Y ahora, además de todo esto, hoy es
el tercer día que esto ha acontecido" (vers. 21). ¿Cuál era el "tercer día"
para Cleofas? En el versículo 13 se dice que esos discípulos iban a Emaús
"el mismo día", o sea "el primero de la semana" señalado en el versículo
1 del mismo capítulo. Así pues, para un testigo que estuvo presente y vio
lo sucedido el viernes, el sábado y el domingo, "el tercer día" fue "el pri-
mero de la semana", que llamamos domingo.
Esos discípulos volvieron esa tarde a Jerusalén para dar la noticia de
su encuentro con Jesús, y se hallaron con los once y otros más reunidos
con ellos. Mientras relataban lo que les había acontecido, Jesús se puso
en medio de ellos y les explicó las Escrituras, indicándoles que había sido
necesario que padeciera "y resucitase de los muertos al tercer día" (Luc.
24: 46). Cleofas había afirmado hacía pocas horas que el tercer dia era
el primero de la semana. Por lo tanto, se había cumplido la señal dada
por Jesús de que resucitaría "al tercer día". · --
En los Evangelios se usan tres diferentes expresiones al referirse a esos
tres días y tres noches. Cuatro veces dice: "En tres días" (Mat. 26: 61;
27: 40; Mar. 14: 58; Juan 2: 19-21). Dos veces dice: "Después_ de tres días"
(Mat. 27: 63; Mar. 8: 31). Doce veces dice: "Al tercerd[a~(Mat. 16: 21;
17: 23; 20: 19; 27: 64; Mar. 9: 31; 10: 34; Luc. 9: 22; 18: 33; 24: 7, 21,
46; 1 Cor. 15: 4). Estas tres expresiones, además de la de Mateoú": 40,
se refieren al mismo hecho y, por lo tanto, forzosamente tienen el mismo
sentido, a no ser que queramos acusar a Jesús de haberse contradicho o
confundido. Por lo tanto, siendo que para Cleofas el "tercer día" era el
primero de la semana, o sea el domingo, y Jesús no le dijo que estaba equi-
vocado, mal haríamos nosotros en contradecir a un testigo presencial dos
mil años después de los hechos.
TEMAS DIVERSOS 119

Hasta los sacerdotes y los fariseos así lo entendieron, pues cuando


reclamaron la custodia de la sepultura para evitar el posible robo del cuer-
po de Jesús por parte de sus discípulos, pidieron que fuera vigilada "has-
ta el día tercero" (Mat. 27: 64). Ese día tercero, ya lo vimos, era el primero
de la semana. A esto podemos agregar el claro testimonio de Marcos: "Ha-
biendo, pues, resucitado Jesús por la mañana, el primero de la semana,
apareció primeramente a María Magdalena ... " (Mar. 16: 9).
Además, mencionemos a algunos de entre las decenas de escritores
de los primeros siglos que hicieron referencia al día de la resurrección:
Justino: (martirizado en el 163 ó 167 DC). En su Apología dirigida
al emperador, en el capítulo 67, afirma que los cristianos celebraban en
la mañana del día del sol (nuestro domingo), una reunión en memoria de
la resurrección del Señor.
Clemente de Alejandría: (150-200). En su obra titulada Stromata, li-
bro VII, capítulo 12, hace referencia a lo mismo respecto del día de la re-
surrección.
Tertuliano de Cartago: (160-230). En su obra De corona, capítulos
3 y 4, se refiere al domingo como el día de la resurrección.
Cipriano, obispo de Cartago: (200?-258). Afirma en su epístola 58,
capítulo 4, que el día después del sábado es el día de la resurrección.
Anatolio, obispo de Laodicea: (230-300). En su Canon pascual, capí-
tulos l, 7, l O, 11 y 16, dice que el primer día de la semana es el día de
la resurrección.
Pedro, obispo de Alejandría: (260?-311 ). En su Epístola canónica, ca-
non XV, explica que el sexto día Jesús sufrió por nosotros, y que celebra-
ban el primer día de la semana como día del Señor, porque en él se levantó
de la tumba.
Concluimos que si para Cleofas, un testigo presencial de lo sucedido
en realación con la muerte, sepultura y resurrección de Jesús, el tercer día
fue el primero de la semana, si para Jesús se había cumplido lo que había
dicho respecto de su resurrección al tercer día, y Marcos afirma que, en
efecto, Jesús había resucitado por la mañana del primero de la semana,
es claro que de los tres días el tercero fue el domingo, llamado por las Es-
crituras "el primero de la semana". Entonces el segundo día de los tres
días tuvo que ser el sábado, y el primero tuvo que ser nuestro viernes.
Además, no podemos desconocer el testimonio de los escritores cris-
tianos de los primeros cuatro siglos a los que hicimos referencia, los que
unánimemente señalan al primer día de la semana como el de la resu-
rrección.
120 LA BIBLIA RESPONDE

61. El rapto secreto


¿Podría explicarme cómo se relaciona el rapto secreto con los aconte-
cimientos que tienen que ver con la segunda venida de
Cristo?

La enseñanza del "rapto secreto" presupone que Dios librará de una


manera espectacular a sus hijos de la gran tribulación relacionada con la
venida de Cristo retirándolos secretamente de en medio de ella.
En verdad, tal acción no está incluida, en la Biblia, entre los aconte-
cimientos relacfonados con la segunda venida de Cristo. El afirmó que ven-
drá "con gran poder y gloria" (Mat. 24: 30). Que "todo ojo le verá", hasta
los ojos de los incrédulos "que le traspasaron" (Apoc. 1: 7). Que vendrá
en forma personal, así "como le habéis visto ir al cielo" (Hech. 1: 9-11).
Que su venida será audible, "con voz de mando, con voz de arcángel, y
con trompeta de Dios (1 Tes. 4: 13-16). Y que recién entonces serán sepa-
rados los salvos de los perdidos, "como aparta el pastor las ovejas de los
cabritos" (Mat. 25: 31-33). En todo esto no hay lugar para un rapto secreto.
Tampoco habría necesidad de ello, porque Dios siempre manifestó
misericordia en favor de sus hijos a través de todas las edades y en medio
de todas las tribulaciones. Libró al pueblo de Israel frente al Mar Rojo
(Exo. 14). Libró a su pueblo de los ejércitos asirios en los días de Ezequías
(2 Rey. 18, 19). Su poder y misericordia salvaron a los tres jóvenes he-
breos en medio del fuego (Dan. 3), y a Daniel en medio de los leones (Dan.
6). Del mismo modo, el Señor cuidará a sus hijos en medio de esa gran
tribuladón sin que haya necesidad de raptarlos, para evitarles las terribles
consecuencias que ella supone para las otras personas.
Para sostener esa doctrina se hace referencia a que Jesús "vendrá co-
mo ladrón de noche" (Luc. 12: 39; l Tes. 5: 2; 2 Ped. 3: 19). Estos textos
no hacen más que advertir que el Sefior vendrá en un momento inespera-
do, sorpresivo para muchos. Si nos refiriéramos a Mateo 24: 40 y 41 co-
mo probatorio del rapto, al afirmarse·que uno será tomado y otro dejado,
tropezamos con el contexto. Cristo comparó su venida con los días de Noé
(vers. 37-39) y también con los días de Sodoma y Gomorra (Luc. 17: 28-30).
De allí que los que entraron en el arca fueron los "tomados", y los que
quedaron fuera los "dejados". Lo mismo los "dejados" en Sodoma y Go-
marra fueron los que perecieron y los "tomados", los que salieron de las
ciudades. Estos son los dos grupos que provocará la venida del Señor: los
que se salvarán y los que han de perderse. En ello no interviene ningún
rapto secreto, será un acto realizado con la gloria de Dios, visible y audí-
blemente.
TEMAS DIVERSOS 121

62. ¿Cuál es el séptimo día?

Me han dicho que el séptimo día es el domingo, ¿podrían explicarme


por qué en las lecciones que estudio se dice que es el sábado?

La primera referencia al séptimo día está en Génesis 2: 1-3. Alli se


explica lo que hizo Dios después de los seis días de la creación: "Y bendijo
Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra
que había hecho en la creación''.
Cuando siglos más tarde Dios entregó a su pueblo por escrito sus man-
damientos, indicó que "e/ séptimo día (no un séptimo) es reposo para Je-
hová tu Dios ... " y se aclara la razón por la que fue santificado: "Porque
en seis días hizo Jehová los cielos y Ja tierra, el mar, y todas las cosas que
en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto Jehová bendijo el día
de reposo y lo santificó" (Exo. 20: 8-11).
A ese día séptimo, de reposo, a través de toda la Biblia, Antiguo y
Nuevo Testamento, se lo llama shabbath y que traducido quiere decir "re-
poso". La palabra sábado que usamos en español para señalar al séptimo
día, fue tomada del hebreo shabbath. Es el nombre propio dado al sépti-
mo día.
En el Nuevo Testamento se encuentra el mismo panorama respecto
del séptimo día. En Lucas 23: 54-56 se nos dice que "era el día de prepa-
ración [viernes], y estaba por comenzar el día de reposo [sábado}", cuan-
do las mujeres que vieron donde Jesús fue sepultado volvieron a Jerusalén
"y prepararon especias arommáticas y ungüentos; y descansaron el día de
reposo, conforme al mandamiento". Sigue el relato en el capítulo 24, di-
ciendo que "el primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al se-
pulcro ... y entrando no hallaron el cuerpo del Señor Jesús" (vers. 1-3).
Y Marcos Jo confirma al decir: "Habiendo, pues, resucitado Jesús por la
mañana, el primer día de la semana ... " (Mar. 16: 9).
Estas referencias del Nuevo Testamento aclaran que para los cristia-
nos, fueran judíos o gentiles, el séptimo día era el sábado, y el día que
le seguía era el domingo o primer día de la semana. Esto concuerda con
lo aceptado por todos: que el día de la resurrección era el primero de la
semana, al que ahora llamamos domingo, y el anterior era el séptimo lla-
mado shabbath, o sábado en nuestro idioma.
Nuestro propio idioma está de acuerdo con esta conclusión bíblica e
histórica. Si usted lo deseara comprobar, busque en un diccionario de la
lengua española la palabra "Domingo", donde encontrará, palabra más,
122 LA BIBLIA RESPONDE

palabra menos, la siguiente definición: "Primer día de la semana". Bus-


que luego la palabra "Sábado", y hallará que dice: "Séptimo día de la
semana".
Así queda claro que según la Santa Biblia y la historia el séptimo día
de la semana es el sábado y el domingo es el primero. Por lo tanto, no
es bíblico afirmar que el séptimo día es el domingo.

63. Somos de otro marido. Romanos 7: 1-6


Yo no creo que sea necesario guardar el sábado, porque en Romanos
7: 4 dice que morimos "a la ley mediante el cuerpo de Cristo". ¿Tendría
la bondad de decirme si estoy en lo correcto?

Si "muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo" significa que pode-


mos desobedecer el mandamiento del sábado, también significaría que po-
dríamos desobedecer los otros nueve mandamientos y así seguir siendo
idólatras, o blasfemos, o adúlteros, o mentirosos, etc. Como tal conclu-
sión es irrazonable, la expresión "estar muerto a la ley por el cuerpo de
Cristo" debe significar otra cosa. Veámoslo.
En Romanos 7: 1-6 se presenta una ilustración valiéndose del matri-
monio. Se explica que mientras vive el esposo, la esposa no puede pertene-
cer a otro marido sin caer en adulterio, pero cuando aquél muere "ella
queda libre de la ley del marido" (vers. 2). Por lo tanto, debemos definir
cuál es el "marido" que tiene que morir para que podamos pertenecer a
Cristo. ¿Con quién estábamos unidos en "matrimonio" antes de pertene-
cer a Cristo, con la ley de Dios o con el pecado?
El versículo 5 contesta: "Porque mientras estábamos en la carne, las
pasiones pecaminosas que eran por la ley obraban en nuestros miembros
llevando fruto para muerte". Obsérvese que dice "mientras estábamos en
la carne". ¿Qué hace el que está en la carne? "Por cuanto los designios
de la carne son enemistad contra Dios, porque no se sujetan a la ley de
Dios, ni tampoco pueden" (Rom. 8: 7). Y como para que no nos confun-
damos al utilizar la ilustración, pregunta: "¿La ley es pecado? En ningu-
na manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco
conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás" (Rom. 7: 7).
En los versículos 12-23 aclara el apóstol que está "vendido al peca-
do" (vers. 14). Dice que al hacer lo que no quiere aprueba "que la ley es
TEMAS DIVERSOS 123

buena" (vers. 16). Así, su gran lucha no era contra la ley de Dios, sino
contra "la ley del pecado que está en mis miembros" (vers. 23).
De este modo queda claro que "el marido" que debe morir para que
podamos pertenecer a Cristo es el pecado y no la ley de Dios. Nótese que
lo aborrecible para el apóstol era el pecado que no quería hacer y no la
ley de Dios a la que señala como "a la verdad santa, y el mandamiento
santo, justo y bueno" (vers. 12). Nótese además que el mismo apóstol ya
había explicado la necesidad de que "el cuerpo del pecado sea destruido,
a fin de que no sirvamos más al pecado ... Y libertados del pecado, vinis-
teis a ser siervos de justicia" (Rom. 6: 6, 18).
Estas consideraciones hacen evidente que recién cuando muere "el pe-
cado", con quién estábamos ligados en "matrimonio", podemos unirnos
a Cristo que nos rescató del pecado. Para confirmar esta maravillosa ver-
dad, debemos recordar que el pecado "es infracción de Ja ley" (1 Juan
3: 4). Cuando muere el pecado (no la ley) pertenecemos a Cristo. Por eso
el apóstol Juan, dice: "El que practica el pecado es del diablo; porque el
diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para
deshacer las obras del diablo" (1 Juan 3: 4, 8). Resulta pues evidente que
el Hijo de Dios no apareció para destruir la ley, sino el pecado. De modo
que, muerto ese "marido" dominante, el pecado, pertenecemos a Cristo,
y por la fe en El la ley no es destruida, sino confirmada (Rom. 3: 31).
Digamos ahora algo acerca del versículo 4: "Así también vosotros,
hermanos, habéis muerto a Ja ley mediante el cuerpo de Cristo, para que
seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto
para Dios". ¿Qué quiere decir "muerto a la ley mediante el cuerpo de Cris-
to"? Cuando aceptamos a Cristo, recibimos el perdón de todos nuestros
pecados, o sea de nuestras desobediencias. Por lo tanto, ¿qué ley puede
condenar al perdonado? Para la ley de Dios estamos muertos, "pues nin-
guna condenación hay para los que están en Cristo Jesús" (Rom. 8: 1).
Ahora que estamos en El, llevamos fruto para Dios", lo que es justamen-
te lo contrario del pecado. "El que practica el pecado es del diablo", pero
"todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado [desobediencia],
porque es nacido de Dios" (1 Juan 3: 8, 9). Así es como somos nuevas
criaturas, "las cosas viejas pasaron [nuestra relación con la desobedien-
cia]; he aquí todas son hechas nuevas" (2 Cor. 5: 17).
Conviene decir algo más respecto al versículo 6: "Pero ahora esta-
mos libres de la ley ... " Lo estaremos mientras vivamos unidos por la fe
a Cristo, obedeciéndole. El pecado ha dejado para siempre de ser nuestro
"marido". Si acaso caemos en alguna tentación, "abogado tenemos para
con el Padre, a Jesucristo el justo" (1 Juan 2: 1). La fe nos guía de inme-
124 LA BIBLIA RESPONDE

diato al arrepentimiento, a la confesión del pecado y al perdón, de modo


que nuestra relación con Cristo no fue afectada por ese pecado confesa-
do, sino fortalecida. Jesús lo dijo claramente: "Ningún siervo puede ser-
vir a dos señores; porque ·aborrecerá al uno y amará al otro ... " (Luc.
16: 13). Gracias a Cristo, ahora vivimos bajo "el régimen nuevo del Espí-
ritu" que nos da el poder para vivir la nueva vida de obediencia, y no bajo
el regimen de la carne "que no se sujeta a la ley de Dios ni tampoco pue-
de" (Rom. 8: 7).
El triunfo que ganó Cristo en nuestro favor es total. El pecado mu-
rió, quedó disuelto ese "matrimonio", y ahora somos plenamente de Cristo.
Al serlo se produjo en nosotros el milagro de los milagros, el que hace
que "llevemos fruto para Dios". Como lo explica claramente el apóstol
Juan: "Este es el amor de Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus
mandamientos no son gravosos. Porque todo aquel que es nacido de Dios,
vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra
fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo
de Dios?" (1 Juan 5: 3-5).
Así queda en claro que lo que muere en nosotros para ser de Cristo
no es la ley de Dios "a la verdad santa" (Rom. 7: 12), sino el pecado, que
es la transgresión de esa ley (1 Juan 3: 4). Por eso es que queda en pie el
mandamiento del sábado, así como permanecen los otros nueve manda-
mientos reconocidos como permanentes por todos los cristianos. Justamente
a eso hace referencia Santiago cuando dice: "Porque cualquiera que guar-
dare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos.
Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho: No mata-
rás. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho trans-
gresor de la ley. Así hablad, y así haced, como los que habéis de ser juzgados
por la ley de la libertad" (Sant. 2: 10-12).

64. Explicación de Hebreos 6: 4-8

Ateniéndonos a Hebreos 6: 4-6, ¿es imposible para un cristiano que


cae en pecado volver a_levantarse y a ser aceptado por Dios?

El único pecado imperdonable que señala la Biblia es ei pecado "con-


tra el Espíritu Santo (Mat. 12: 31, 32). Y la mejor definición que podemos
TEMAS DIVERSOS 125

dar de ese pecado es la siguiente: "Es el pecado que no se confiesa". (Véa-


se la pregunta 48.)
En Isaías l: 18 se garantiza el perdón para los más graves pecados.
En l Juan 1: 9 se encuentra la promesa de que al confesar los pecados se
nos limpiará "de toda maldad". En 1 Timoteo l: 15, 16, Pablo se consi-
deraba el mayor pecador, pero que recibió la misericordia del perdón. Por
lo tanto, quien manifiesta el deseo de volver al Señor, de confesar sus pe-
cados, de apartarse de ellos y volver a la debida senda, no se encuentra
en "pecado imperdonable". El tal será aceptado por el Señor, quien dijo:
"El que a mí viene, no le echo fuera" (Juan 6: 37).
La situación descrita en Hebreos 6: 4 y 5 no se aplica a una persona
que, después de haberse apartado de Dios, vuelve a sentir en su corazón
el anhelo de regresar y en cuyo arrepentimiento actúa la fe.
Si una persona hubiera sido totalmente iluminada por la verdad, hu-
biera gustado del don celestial, hubiera gustado de la Palabra de Dios y
de las virtudes del reino de Dios que esperamos, nunca hubiera entrado
en la senda de la apostasía. Lo que pasó, sin duda, fue que se dejó enga-
ñar por Satanás al no haber fortalecido su fe en el estudio de la Palabra,
y por lo tanto creyó que dejar al Señor era el mejor camino.
Pero cuando su experiencia lejos de la buena senda le ayudó a descu-
brir que estaba equivocado, y ahora sí comienza a dejar que la verdad lo
ilumine, a gustar el don celestial, la presencia del Espíritu Santo, y todo
lo que nos ofrece el Señor, será nuevamente aceptado y perdonados sus
pecados. Es el pródigo de la parábola que vuelve al hogar, después de ha-
ber salido de él, y que es recibido por el Padre celestial (Luc. 15: 11-32).

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