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La Biblia Responde PDF
La Biblia Responde PDF
RESPONDE.
f\RMANDO BONJOUR
LA BIBLIA RESPONDE
J. Armando Bonjour
ISBN 950-573-487-5
-36428-
Prefacio
La Santa Biblia es una sola, lo que sucede es que hay diversas versio-
r;es o traducciones: las de los eruditos católicos, aprobadas por la Iglesia
Católica, y las de los eruditos cristianos no católicos. Ambos grupos son
;;ruditos en el conocimiento del hebreo y griego, idiomas originales del An-
:iguo y del Nuevo Testamento, respectivamente, y tuvieron a su disposi-
dón los mismos manuscritos cristianos. De modo que aunque a veces usan
palabras diferentes, el sentido siempre es el mismo en todas las versiones
.:onocidas, excepro la "Versión del Nuevo Mundo" que no es aconsejable
por ser tendenciosa.
Debemos, señalar sin embargo, una diferencia que surgió en el Conci-
lio de Trenro (1546) cuando las autoridades católicas decretaron incluir
siete libros en el Anriguo Testamenro: ToJ?ías, Judit, La s_abiduría, El Ecle-
;;;ástico. Baruc y 1 y 2 \'lacabeos, además de algunos capítulos añadidos
ai libro de Ester y al de Daniel. Se trata de libros históricos de autores he-
~~ws. pero no reconocidos por éstos como del canon sagrado. San Pablo
:if:~mó que "la palabra de Dios les fue confiada a los judíos" (Rom. 3: 2),
~;;~o aunque Jesús los reprendió por muchas cosas en las que habían falta-
jo, nunca los recriminó por haber anulado o perdido alguno de los libros
sagrados.
La lista de los 39 libros del Antiguo Testamento reconocidos como
sagrados en los días de Jesús, fue reconocida por destacados cristianos como
\!e!itón de Sardis, en el año 177; Orígenes, 230; Atanasio, 326; Cirilo, 348;
Rufino y Jerónimo, 395, y otros.
La misma Iglesia Católica reconoce una diferencia entre estos agrega-
dos y los 39 libros canónicos al llamar a aquéllos "deuterocanónicos", o
sea de "segunda inspiración". Los cristianos no católicos los llaman "apó-
crifos" o sea de autores inciertos.
11
12 LA BIBLIA RESPONDE
• Las ralabras en cursiva que aparecen en las citas biblicas fueron destacadas por el autor.
PREGUNTAS SOBRE
LA LEY Y LA GRACIA
6. Bajo la gracia no es necesario observar el sábado
19
20 LA BIBLIA RESPONDE
lo, encontramos que "la paga del pecado es la muerte" (Rom. 6: 23), por
Jo cual sabemos que estamos perdidos. La ley nada puede hacer para per-
donar esos pecados, pero cumple su propósito: hacernos entender que ne-
cesitamos a Cristo, quien salvará a todo el que cree.
¿Quiere decir Locas 16: 16, que la ley terminó con Juan?
El texto dice: "La ley y los profetas eran hasta Juan; desde entonces
el reíno de Dios es anunciado, y todos se esfuerzan por entrar en él". En
realidad, este texto no afirma que terminaron o dejaron de tener valor "la
ley y los profetas". Quiere decir que esos escritos eran los únicos docu-
mentos que contenían, hasta ese entonces, lo revelado por Dios respecto
de su reino. Para anunciarlo y convencer a los hombres de su realidad,
eran necesarias las enseñanzas y las profecías irrebatibles ofrecidas en "la
ley y los profetas". ¿Qué fuerza podía tener esa prédica sin los profetas?
· Al recordar solamente algunas expresiones de Jesús, entendemos que
para él "la ley y los profetas", lo que hoy llamamos el Antiguo Testamen-
to, no pudieron haber terminado. Indicó su permanencia cuando ordenó
escudriñar las Escrituras, porque ellas daban testimonio de El (Juan 5: 39).
Afirmó que la ignorancia de las Escrituras era la causa del error (Mat.
22: 29). Reiteró su importancia cuando dijo, citando a Deuteronomio 8: 3:
"No de solo pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la bo-
ca de Dios" (Mat. 4: 4). Para explicar el Evangelio a dos discípulos preo-
cupados, y luégo a los once, "les declaraba en todas las Escrituras lo que
de él decían" (Véase Luc. 24: 25-47).
Los apóstoles recomendaron el estudio delas~r~!Ir~s y declararon
su utilidad (2 Tim. 3: 15-17); afirmaron que fueron escritas para nuestra
enseñanza (Rom. 15: 4). Sostuvieron que la palabra profética era una an-
torcha a la que había que estar atentos (2 Ped. 1: 16-21). En fin, "la ley
y los profetas" eran escrituras tan importantes que se las cita 280 veces
en el Nuevo Testamento. Por lo dicho, queda claro que esa expresión de
Jesús significaba que la "ley y los profetas" era todo lo que hasta enton-
ces había sido revelado tocante al reino de Dios.
LA LEY Y LA GRACIA 25
Esos dos mandamientos que Jesús citó (~lat. 22: 35-40), están en el
Antiguo Testamento (Deut. 6: 5; Lev. 19: 18). El afirmó que de ellos "de-
pende toda la ley y los profetas". El verbo "depender" quiere decir "es-
tar bajo sujeción o subordinación" de algo. En efecto, los primeros cuatro
LA LEY Y LA GRACIA 27
mandamientos dependen del amor hacia Dios, y los últimos seis, del amor
hacia el prójimo. Así pues, los Diez Mandamientos dependen o son conse-
cuencia de los dos; no están abolidos, permanecen y, por esa razón, se ha-
ce referencia a ellos en todo el Nuevo Testamento. Veámoslo:
l. No adorar dioses ajenos: Mat. 4: 10; 1 Cor. 8: 5, 6.
2. No tener ídolos: 1 Cor. 6: 9; 10: 7, 14; Rom. 2: 22.
3. No blasfemar: 1 Tim. 1: 13, 20; 6: l; Apoc. 13: 5, 6; 17: 3.
4. Observar el sábado: Mar. 2: 27, 28; Heb. 4: 4, 9, 10; Mat. 24: 20; Hech.
13: 14,' 42-44; 16: 13; 18: 3, 4.
5. Honrar a los padres: Mat. 19: 19; 15: 4, 9; Mar. 7: 10; 10: 19; Luc.
18: 20; Efe. 6: 2, 3.
6. No matar: Mat. 19: 18; Mar. 10: 19; Luc. 18: 20; Rom. 13: 9; Sant.
2: 11.
7. No cometer adulterio: Mat. 19: 18; Mar. 10: 19; Luc. 18: 20; Rom.
13: 9; l Cor. 6: 9; Sant. 2: 11.
8. No hurtar: Mat. 19: 18; Mar. 10: 19; Luc. 18: 20; Rom. 13: 9; 1 Cor.
6: 10.
9. No levantar falso testimonio: Mat. 19: 18; Mar. 10: 19; Luc. 18: 20;
Rom. 13: 9; Apoc. 21: 27; 22: 15.
10. No codiciar: Rom. 7: 7; 13: 9; 1 Cor. 10: 6; l Tim. 6: 9.
Como se notará, los últimos seis mandamientos son citados en forma
casi completa, y a pesar de que con los primeros cuatro no sucede lo mis-
mo, podemos creer en la vigencia de ellos porque una y otra vez se nos
insta a obedecerlos.
PREGUNTAS SOBRE
EL SABADO
13. Todos los días son iguales
Para mí todos los días son iguales y, por lo tanto, da lo mismo ado-
rar a Dios en un día o en otro.
31
la semana. Así pues, según la Santa Biblia, la historia y nuestro propio
idioma, el sábado es el séptimo día, y el domingo, el primero. La bendi-
ción y santificación de Dios sobre el séptimo día, lo hacen claramente di-
ferente de los demás.
A fin de ofrecer una respuesta clara, con' endrá analizar los tres ca-
sos por separado.
El joven rico: Jesús fue explícito con él rec.)rdándole cinco de los Diez
:Vtandamientos. No citó los cuatro primeros ni el décimo. Si por no men-
cionar el sábado, que es el cuarto, estamos au:orizados a desobedecerlo,
por lógica nos asiste el mismo derecho a desobedecer los otros no mencio-
nados. En lógica se señala la falacia de este ar~umento diciendo que "el
que prueba demasiado, no prueba nada".
Jesús no mencionó al joven rico muchas .;osas necesarias en la vida
del creyente, como ser la fe, la gracia, el arre~entimiento, etc. No diría-
mos por eso que no son necesarias. Aceptamo~. por otra parte, que Jesús
.:orno Maestro de los maestros no se equivocó .::i su método de enseñanza.
Hizo lo único y mejor que convenía hacerse. :\o hay duda que si alguna
vez ese joven reflexionó, se dio cuenta que era .idorador de un dios ajeno:
sus riquezas, pecado señalado por el primer ::-..andamiento. Y es precisa-
mente la fe, no mencionada al joven rico, la que a todos nos ayuda a ser
obedientes (Rom. 3: 31; Heb. 11: 6). Por lo dicho, queda claro que no
queda anulado el mandamiento del sábado porque Jesús no se lo mencio-
nó; como tampoco quedan anulados los otros mandamientos por la sola
razón de que no fueron mencionados en esa ocasión.
Dos mandamientos y no diez: Los dos mandamientos citados por Je-
sús fueron tomados del Antiguo Testamento. El primero está en Deutero-
nomio 6: 5 y el segundo en Levítico 19: 18. Vale decir que fueron dados
por el mismo Dios que dio los Diez Mandamientos; por lo tanto, no se
anulan, sino que se complementan. Los dos son la síntesis de las manifes-
taciones de nuestro amor a Dios y al prójimo, y los diez son el análisis
o la expresión detallada de cómo hacerlo.
"De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas", di-
jo Jesús. "Depende" quiere decir, estar en sujeción o subordinación de
uno, provenir, proceder, ser consecuencia. Y eso es justamente lo que su-
cede, Los Diez Mandamientos son consecuencia o provienen de los dos
principales. Los primeros cuatro nos enseñan cómo amar a Dios con todo
nuestro corazón y nuestra fuerzas, y los últimos seis, cómo amar a nues-
tro prójimo como a nosotros mismos. Así es que los dos mandamientos
no anulan los diez, ni los diez contradicen a los dos. Los diez dependen
o provienen de los dos.
El concilio de Jerusalén: La carta apostólica dice: "Porque ha pare-
cido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más
que estas necesarias: que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de san-
gre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardáreis, bien
haréis" (Hech. 15: 28, 29). En la carta se hace referencia directa al sépti-
mo mandamiento. Si aceptamos que por no haberse mencionado el sába-
do, eso significa que no hay que guardarlo, ¿qué de los otros ocho
mandamientos no mencionados? ¿Quedaron anulados? ¿Y qué de la fe,
la gracia, el arrepentimiento, el bautismo, que tampoco fueron menciona-
dos en la carta? ¿Eso nos autoriza a descartar tales verdades?
¿Qué cosas se estudian en un concilio? Los problemas que causan dis-
puta o inseguridad, para encontrar la forma de resolverlos. Las doctrinas
o mandamientos aceptados no se discuten en los concilios. Por eso nada
dice la carta respecto al robo, al sábado, al bautismo, a la gracia, etc. En
esas cosas no había desacuerdo. Para la iglesia cristiana de ese entonces
no había duda si debían guardar el sábado o el domingo. Todos guarda-
ban el sábado, y por esa sencilla razón nada se dijo respecto al día de reposo.
De haber habido cambio en cuanto al día de reposo, sin duda se hu-
biera levantado un~ seria polémica. Grandes fueron las reclamaciones de
EL SABADO 35
los judíos y serias las amenazas cuando Jesús se propuso enseñar la co-
rrecta observancia del sábado. Hasta quisieron matarlo (Mat. 12: 14; Juan
5: 16). ¡Qué clamor de protestas se hubiera levantado si los discípulos hu-
biesen enseñado que el sábado estaba abolido y el domingo era el verdade-
ro día! Nada de eso aparece en el Nuevo Testamento. Ese silencio total
en cuanto a un cambio, es la prueba mayor de que todos observaban el
sábado.
¿No explica Gálatas 4: 10, 11, que no es necesario guardar los días?
¿Se refiere al día sábado?
¿No demuestra Hechos 20: 7 que era costumbre de los cristianos guar-
dar el domingo?
tos del 11 siglo, época en que se escribió la Didajé, se llamó "día del Se-
ñor" al primer día de la semana. La primera vez que así se hace es en un
evangelio apócrifo llamado Según San Pedro, escrito hacia fines del se-
gundo siglo. Eusebio (265-340), en su famosa Hiscoria Eclesiástica desau-
coriza ese evangelio señalándolo como espurio, escrito por alguien que no
fue el apóstol (véase Historia Eclesiástica VI, 12. Editorial Nova). De ma-
nera que agregar la palabra "día" a este texto mutilado, para probar la
observancia del domingo, no es razonable por no estar de acuerdo con el
pensamiento de la época ni con el contexto bíblico. La única referencia
definida respecto al día del Señor está en el Nuevo Testamento, y dice:
"Así que el Hijo del hombre es Señor aun del sábado" (Mar. 2: 28).
CARTA A LOS ,\tlAGNESIOS: Es una cana de Ignacio, obispo de
Antioquía, quien murió alrededor del 115. Este es otro escrito, que como
muchos otros, perdió su valor documental a causa de las interpolaciones
hechas al texto, o sea frases, palabras o capítulos agregados al original.
Por eso, esta carta ya no refleja el pensamiento del autor, sino de perso-
nas que vivieron mucho después de él. En este caso, se reconoce que las
interpolaciones a esta carta fueron agregadas por personas que vivieron
en torno al año 300. Por ese motivo está demás que se trate de refutar algo
que no tiene valor documental.
JUSTINO: Murió como mártir entre el 163 y el 167. Es el primer autor
cristiano que hace referencia a algún acto religioso realizado con regulari-
dad el primer día de la semana, al que llama reiteradamente "día del sol".
Ese dato se encuentra en su Apología Mayor al emperador, capítulo 67,
donde se lee: "Y en el día llamado del sol, hay una asamblea de todos los
que viven en las ciudades o en el campo ... " (Los Santos Padres, S. Hu-
ber, tomo 1, pag. 196). Aunque Justino se refirió a este asunto en varios
de sus escritos, nunca llamó al domingo "día del Señor". Recién lo hicie-
ron escritores muy posteriores a él.
CONCILIO DE LAODICEA: Dos fechas se suelen dar para su reali-
zación: 343 ó 381. Damos a continuación los dos decretos que nos intere-
san respecto al día de reposo.
Canon 16: En sábado los Evangelios y otras porciones de las Escrituras
deben leerse en alta voz.
Canon 29: Los cristianos no deben judaizar y estar ociosos durante el sá-
bado, sino que deben trabajar en ese día; pero honrarán especialmente el
día del Señor, y siendo cristianos no harán. si es posible, ningún trabajo
en ese día. Si a pesar de eso, se los encuentra judaizando, serán separados
de Cristo" (Sacrosancra Concilia, de Labbe y Cossart, tomo l, columna
1514).
Obsérvese que esto se decreta en el siglo lV, cuando ya se observa el
abandono de ciertas prácticas apostólicas, aunque no en todos los grupos
·cristianos. Sin embargo, todavía se ordenan actos religiosos para el sába-
do, lo que significa que no se lo consideraba abolido.
La siguiente cita podrá mostrarnos cómo se mantenía la observancia
del sábado, en forma generalizada, en el siglo V.
SOCRA TES ESCOLASTICO (385-445): Es el continuador de la His-
toria Eclesiástica de Eusebio. En el libro V, capítulo 22 de su historia, di-
ce: "Aunque casi todas las iglesias del mundo celebran los misterios
sagrados el sábado de cada semana, sin embargo los cristianos de Alejan-
dría y Roma, en .consideración de una antigua tradición, han dejado de
hacerlo".
La disputa entre los dos días había de tener su definición en el siglo
VI. En efecto, habiendo sido Roma favorecida por circunstancias políti-
cas que le permitieron dominar otros centros cristianos, siguiendo esas tra-
aiciones en desacuerdo con la letra y el espíritu de las Escrituras respecto
al día de reposo, en los concilios Aurelianenses I (511) y IlI (538), conoci-
dos también como de Orleans, se decretó que todo lo que las Escrituras
señalaban para la santificación del sábado debía aplicarse a la santifica-
ción del domingo, amenazando con severas penalidades civiles a los que
no aceptaran esta nueva ordenanza.
Resumiendo lo dicho, vemos:
1. Que en el Nuevo Testamento nada se argumenta sobre un cambio
del sábado en favor del domingo.
2. Que los documentos más citados de la primera parte del segundo
siglo, son textos mutilados o interpolados, por lo cual perdieron su valor
documental.
3. Que recién aparece una alusión a un reposo en el domingo en for-
ma definida en la segunda mitad del siglo II, con Justino Mártir.
4. Que desde alli en adelante sigue la puja entre los dos días, ocupán-
dose del asunto el Concilio de Laodicea (siglo IV) cuando reconoce activi-
dad religiosa en ambos días.
5. Que a mitad del siglo V nos sorprende un historiador de la iglesia,
diciéndonos que "casi todas las iglesias del mundo celebran los misterios
sagrados en el sábado de cada semana", aclarando que Roma y Alejan-
dría no lo hacían debido a una "antigua tradición".
6. Que recién en el siglo VI, los concilios Aurelianenses se expresan
definitivamente contra el sábado, imponiendo la observancia del ·domin-
go. Esta medida de fuerza prueba que en el siglo VI había tantos observa-
dores del sábado, que fue necesario que un concilio se ocupara de ellos
EL SABAOO 45
Nótese que en esta misma epístola a los colosenses señala como pecados
que hay que abandonar a la fornicación, a la idolatría, a la blasfemia y
a la mentira; pecados señalados por la ley de Dios (cap. 3: 5-9) (véase la
pregunta 8 sobre Romanos 10: 4). Además, conviene recordar que los Diez
Mandamientos están citados, directa o indirectamente, en todo el Nuevo
Testamento, lo cual señala la permanencia de la Ley de Dios (véase la pre-
gunta 12).
El principal propósito del apóstol Pablo al escribir el capítulo dos era
refutar enseñanzas fundadas en "filosofías y huecas sutilezas, según tra-
dición de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo", con "cul-
to a los ángeles" y fruto de una "mente carnal" (cap. 2: 8, 18). O sea,
había un aparente esfuerzo de algunos en conciliar las enseñanzas apostó-
licas con doctrinas judaicas, helenistas y paganas, pero que no eran "se-
gún Cristo", sino "en conformidad a mandamientos y doctrinas de
hombres" (cap. 2: 8, 22).
Nótese que después de advertir el error de esas doctrinas presentadas
por los falsos maestros descritos en el versículo 8, el apóstol presenta la
personalidad divina de Cristo (vers. 9, 10) y su obra de redención por "el
poder de Dios que le levantó de los muertos" (vers. 12), razón por la cual
"a vosotros, estando muertos en pecados ... os dio vida juntamente con
él, perdonándoos todos los pecados" (vers. 13).
Con estos antecedentes llegamos al versículo 14, donde dice: "Anu-
lando el acra de los decretos que había contra nosotros" (versión Reína-
'lalera, 1960). "Y cancelada Ja cédula del decreto firmado-contra noso-
tros" (versión Torres Amat). Esa "cédula" o "acta de los decretos que
había contra nosotros", ¿eran los Diez Mandamientos de la ley de Dios'?
Sería imposible admitirlo por dos razones: 1) Los Diez Mandamientos no
son decretos "contra nosotros", sino que son preceptos de una ley santa,
justa y buena (Rom. 7: 12), cuya obediencia significa bienestar y felici-
dad, por lo que nigún mandamiento está "contra nosotros". 2) El mismo
apóstol que recuerda "el perdón de todos los pecados" por Cristo (Col.
2: 3), dos veces aclaró a los romanos que donde no hay ley tampoco hay
pecado (Rom. 4: 15; 5: 13). Por lo tanto, si hay pecados que perdonar es
porque hay una ley que los señala (Rom. 7: 7; 3: 20). Concluimos enton-
ces que el "acta de los decretos que había contra nosotros" y que fue cla-
vada en la cruz, tiene que ser otra cosa, pero de ningún modo la ley de
Dios. De lo contrario la contradicción del apóstol sería evidente, pues por
un lado reconocería la permanencia de la ley de Dios y por otro la anularía.·
La palabra griega traducida como "acta" o "cédula" en el versículo
14 es cheirografan. Primariamente quiere decír ··contrato escrito" o "cer-
tificado de deuda" resultante de alguna transgresión. También "libro con
registro de pecados" usado para la co·ndenación del transgresor. Esto nos
ayuda a entender que lo que fue clavado en la cruz fueron los registros
de nuestros pecados que "estaban contra nosotros" condenándonos a muer-
te (Rom. 6: 23).
Esa era la obra cumbre de Cristo, "el Cordero de Dios que quita el
pecado del mundo" (Juan l: 29). Su obra no era quitar la ley de Dios,
sino el pecado, que es la transgresión de esa ley (1 Juan 3: 4). Por lo tan-
to, Cristo clavó en la cruz el cheirografon, o sea el "registro de nuestros
pecados", o "el certificado de nuestra deuda" de pecados que "había con-
tra nosotros, que nos era contraria". Así se cumplió la promesa: "Yo, yo
soy el que borro tus rebeliones ... " (Isa. 43: 25).
De ese modo, destruyendo el cheirografon, o sea las evidencias de nues-
tros pecados, Cristo despojó "a los principados y potestades, los
exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz" (Col. 2: 15). En
efecto, "el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de
nuestro Dios día y noche" (Apoc. 12: 10), fue derrotado y descubierta su
falacia. La versión popular Dios habla hoy presenta así los versículos 14
y 15: "Dios canceló la cuenta que había contra nosotros y que nos conde-
naba por sus requisitos legales. Puso fin a esa cuenta, clavándola en la
cruz. Cristo, al morir en la cruz, venció a las autoridades y poderes espiri-
tuales, y los humillló públicamente, llevándolos como prisioneros en su
desfile victorioso".
Habiendo quedado claro que lo que fue clavado en Ja cruz no fue la
ley de Dios sino todo registro de nuestros pecados, perdonados por Ja muer-
te de Cristo y, por lo tanto, simbólicamente clavados en la cruz, pasemos
ahora a los versículos 16 y 17. Las comidas, las bebidas, los días de reposo
o sábados mencionados en el versículo 16, son identificados por el versí-
culo 17, donde dice: "Todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero
el cuerpo es de Cristo". En efecto, en el ritual del templo y su sacerdocio
levítico, había fiestas, comidas, bebidas y días de reposo o sábados que
eran "sombra" o símbolos de Cristo.
La Pascua era un día de descanso celebrado con comidas y bebidas
en recuerdo de la liberación de la esclavitud de Egipto. Desde que Cristo
nos liberó de la esclavitud del pecado (Rom. 6: 17, 18), se constituyó en
nuestra pascua "sacrificada por nosotros" (l Cor. 5: 7). Así, el apóstol
reconoce en la Pascua una sombra de Cristo. La gran fiesta de la Purifica-
ción del Santuario, celebrada cada año el 10 del mes séptimo, otro día de
descanso o sábado, también era una "sombra" de Cristo cumplida con
su único sacrificio (Heb. 9: 23-26). Y lo mismo podría decirse de otras fíes-
EL SAHAL>ü 49
tas o días de reposo como los panes ázimos. el pentecostés, las cabañas,
etc. De esta manera, contrariamente a lo que enseñarícrn esas "filosofías
y sutilezas huecas" contra las que Pablo precavía a los colosenses, los cris-
tianos no necesitaban tomar en cuenta para su salvación ese ceremonial
simbólico, pues las "sombras" dejaban su lugar a la realidad: Cristo.
No podríamos decir lo mismo respecto J.l séptimo día, el día de repo-
so señalado por la ley de Dios, pues cuando fue establecido mediante la
bendición y santificación del Sei'lor (Gén. 2: l-3), aún no había enirado
el pecado en el mundo, por lo tanto no podía habérselo establecido como
sombra de algo que no había ocurrido. Obsér\'ese que el mismo manda-
miento da como razón de su santificación la creación del mundo: "Acuér-
date del día de reposo para santificarlo ... porque en seis días hizo Jehová
los cielos y la tierra, el mar y todas las .:osas que en ellos hay, y reposó
para santificarlo ... porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra.
el mar y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día ... "
(Exo. 20: 8- l l ). Aquí es oportuno decir que el apóstol Pablo declaró a los
colosenses que esa creación es obra de Cristo (Col. l: 15-18). Por lo tanto
siendo El el Creador, fue El el que bendijo y santificó el sábado. Esa es
la razón por la que Jesús afirmó una vez a los judíos que el "Hijo del hom-
bre es Señor aun del sábado" (Mar. 2: 2S).
El mismo apóstol .:omparó una \CZ ame los judíos el reposo del sába-
do con el reposo espiritual (Heb. 3, .i). Pero con ese hecho no anulaba
la primera razón de su santificación, ser un recuerdo de la creación, pues
la creación del mundo no fue anulada, ni tampoco su Creador. Fue una
forma utilizada por el apóstol para hacer encender a los judíos que con
el solo reposo físico del sábado, no podían alcanzar el reposo espiritual
sin aceptar a Cristo. El único que podía darnos reposo espiricual, median-
te el perdón de nuestros pecados, era Cristo. (Véase la pregunta 19.)
Concluimos diciendo que las fiestas señaladas en el versículo 16, eran
referencia directa a las fiestas simbólicas o ··sombras" de Crisro del ritual
del te::mplo y del sacerdocio levítico, que ya no tenían objeto. Por lo tanw
si alguno no quería celebrarlas no cometía falta y por ese motivo no debía
juzgárselo como transgresor.
Ofrecemos, como valiosa e interesante. ia noca explicativa que apare-
ce en El Nuevo Testamento i:on Nocas. pubiicado por la Sociedad Ameri-
cana de Tratados, 21 West 46 th St., J\;ew York 1Copyright 1906). Esa nota
fue preparada por el Rev. P. A,. Rodriguez y el Sr. Carlos Araújo, de Ma-
drid, España, ambos creyentes evangelicos. no· adventistas. En las pági-
. nas 648 y 649, dan esta explicación al \ersículo 16: "Nadie os juzgue.
apruebe y repruebe, vuestro modo de trarar la !ey ceremonial; de nucv;i
luna o de sábados, los días cuya observancia estaban asociados con car-
nes, bebidas y lunas nuevas. Rom. 14: 10, 13. Este pasaje no se refiere
al sábado de la ley moral, ni a los mandamientos que prohíben el robo,
el asesinato y el adulterio. Este sábado semanal no ha perjudicado nunca
a los hombres, sino que ha promovido siempre su bien. Su observancia
les ayudó a conquistar los mejores lugares de la tierra y a poseer la here-
dad del pueblo de Dios. Isa. 58: 13, 14; Jer. 17: 21-27".
adoraban dioses falsos. Así el sábado constituía una señal de que el pue-
blo judío adoraba al Creador (Eze. 20: 20). ·
3. Cuando en una ocasión Dios habló por medio del profeta a su pue-
blo, aclaró que el sábado era "mi día santo", no el día de los judíos (Isa.
58: 13, 14).
4. Además, la observancia del sábado no era privilegio exclusivo de
los judíos; también para los extranjeros representaba una gran bendición
servir a Dios y guardar el sábado (Isa. 56: 6, '7).
5. Las verdades que el pueblo judío conocía de Dios no las debían
esconder, sino que debían ser la "luz de la naciones" y "mi justicia para
luz de los pueblos" (Isa. 42: 6; 49: 6; 51: 4). Habían sido llamados para
e\·angelizar el mundo (Isa. 60: l-6).
En el Nuevo Tescamento encontramos dos declaraciones definitorias
respecto al sábado:
l. Jesús se ocupó reiteradas veces de enseñar a los judíos a santificar
correctamente el sábado. Ellos lo acusaron de transgredirlo, pero tal acu-
sación era falsa (véase la pregunta 14). En una de esas ocasiones, cuando
~o recriminaron, Jesús les respondió: "El sábado por causa del hombre
fue hecho" (Mar. 2: 27). Nótese que no les dijo que fue hecho por causa
del judío. En la versión Reina-Valera revisada de 1960, dice "día de repo-
so'', que es la traducción de la palabra shabbach -el nombre del séptimo
día. ¿Cuándo fue hecho el sábado? Ya explicamos que fue hecho al finali-
zar la creación del mundo, como corona de la maravillosa obra dd Crea-
dor. Ahora bien, si Jesús dijo que el sábado fue "hecho por causa del
hombre", haríamos mal de decir lo contrario. La Biblia nos enseña que
fue hecho para el hombre, a fin de que tenga el úempo necesario para cul-
tivar su vida espiricual, para fomentar la comunión con Dios, para el estu-
dio de su Palabra, para recordar constantemente a su Creador. De esa
manera, el sábado sigue siendo una bendición espiritual para el hombre
de cualquier raza.
2. En esa misma ocasión, Jesús hizo otra afirmación importante: "El
Hijo del hombre es Señor aun del sábado" (vers. 28). ¿Por qué el Hijo
del hombre es Señor o dueno del sábado? Porque El fue su creador, tal
como lo afirma el Nuevo Testamento: "Sin él nada de lo que ha sido he-
cho, fue hecho"; por El "asimismo hizo el universo"; y "por él fueron
creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y en la tierra" (Juan l: 1-3,
lO; Heb. 1: 2. 3; Col. 1: 15-17). Así, el Nuevo frstamento aclara que Je-
~ús fue el que hizo el ~ábado y, por lo tanto, sigue siendo su día; el sábado
es el día del Señor. Esa fue la razón por la que tuvo el derecho de corregir
a los fariseos, enseñándoles la observancia correcta del sábado, pues no
52 LA BIBLIA RESPONDE
·era el día de los judíos, sino el día del Senor; ese derecho le pertenece por-
que fue quien lo creó, lo santificó y lo guardó.
Así pues, concluimos que el sábado no es el día de los judíos, sino
el día que Jesús hizo para los seres humanos de todas las razas.
57
58 LA BIBLIA RESPONDE
Raras veces se ofrece este versículo como r:uón para afirmar que aun
a los israelitas se les autorizaba comer carnes inmundas, pero como lo he-
mos encontrado hasta en folletos en donde se lo usaba para desaprobar
ia reforma pro-salud de la Iglesia Ad\·entista. ofrecemos la explicación.
Después de señalarse en los primeros versículos del capítulo 12 los de-
beres del pueblo de Israel respecto a lo que deban hacer en el "lugar que
Jehová vuestro Dios escogiere entre todas vuestras tribus, para poner allí
su nombre" (Vers. 5), se llega al versículo 15, donde dice: "Con todo, po-
drás matar y comer carne en todas tus poblaciones conforme a tu deseo,
según la bendición que Jehová tu Dios te haya dado; el inmundo y el lim-
pio la podrá comer, como la de gacela o de ciervo".
Teniendo en cuenta elementales leyes gramaticales acerca del artícu-
lo, el género y el uso de expresiones tácitas, entenderemos que no se está
hablando de carnes inmundas o limpias, sino de personas que ceremonial-
mente podían ser consideradas limpias o inmundas. Como ejemplo de ta-
les condiciones, señalamos algunos de los muchos textos que lo explican:
Levítico 5: 2; 11: 24-40; Números 19: 7, 8, 10. etc.
De manera que, a pesar de los estatutos señalados en los primeros 14
versículos de Deuteronomio 12 respecto a lo que debía hacerse en relación
al "lugar que Jehová escogiere ... para poner J.llí su nombre" (posterior-
mente ese lugar escogido fue Jerusalén), al pueblo se le dijo: "Con todo,
podrás matar y comer carne en todas tus pobiaciones conforme a tu de-
66 LA BIBLIA RESPONDE
seo, según la bendición que Jehová tu Dios te haya dado: el [ser humano]
inmundo y el [ser humano] limpio la podrá comer [la carne], como la de
gacela o de siervo" (ambos animales limpios).
Nótese que si se hubiera tratado de carnes limpias e inmundas, co-
rrespondía el uso del género femenino, debiendo decir: "la [carne] inmunda
y la [carne] limpia la podrá comer", pues sería un error decir: "El [carne]
inmundo y el [carne] limpio la podrá comer". (Hemos señalado entre cor-
chetes los elementos tácitos existentes en el te\to en cuestión.) Además.
sería un absurdo decir que la carne comerá a la carne.
Es claro entonces que Deuteronomio 12: 15 no hace referencia a car-
nes limpias o inmundas.
PREGUNTAS SOBRE
LA NATURALEZA DEL HOMBRE
EN LA MUERTE
32. El ladrón arrepentido, ¿fue al paraíso después de
morir en la cruz?
Si las almas no existen, ¿por qué Jesús le prometió al ladrón que esta-
ría con él ese día en el paraíso, según Lucas .23: 43?
69
70 LA BIBLIA RESPONDE
demos por qué el ladrón pidió a Jesús que se acuerde de él "cuando ven-
gas en tu reino", o sea en su segunda venida, cuando los que duermen y
los que estarán vívos, "juntamente" serán redimidos por el Señor siendo
transformados de mortales en inmortales (1 Cor. 15: 51-55). Por lo tanto,
teniendo en cuenta esta doctrina sustentada por Cristo y la iglesia cristia-
na primitiva, en 11inguna manera pudo Jesús haberle prometido al ladrón
algo contrario a su propia enseñanza. Y tampoco pudo haberle dicho que
ese viernes estaríél con El en el paraíso, siendo que El no fue, como se lo
explicó a María el domingo de mañana.
Por lo tanto, volviendo al texto, saquemos la palabra que, que no es-
tá en el original, y pongamos la coma donde corresponde, y todo quedará
aclarado: "De cierto te digo hoy [este viernes], estarás conmigo en el pa-
raíso". ¿Cuándo? Cuando venga en mi reino. En efecto el ladrón será uno
de los que oirán la voz del Señor y despertará para vida eterna.
De ese modo queda todo explicado: Jesús no mintió al ladrón, ni le
prometió algo que estaba en total desacuerdo con su enseñanza. El día de
la venida del Señor será el día cuando "el postrer enemigo" del hombre,
la muerte, sea vencido (1 Cor. 15: 26).
Por otra parte es importante tener presente que a pesar de que se usa
la palabra "alma" muchas veces en la Biblia, nunca dice que sea inmor-
tal. En cambio Jesús afirmó específicamente que será destruida en el in-
fierno (Mateo 10: 28) y el profeta dijo que "el alma que pecare morirá"
(Eze.18: 4). Algo que se destruye o muere no es inmortal.
Concluimos que cuando se usa la palabra ''alma" en las versiones cas-
tellanas de la Biblia, pueden usarse con rectitud términos más claro.s para
nuestro entendimiento, sea la palabra vida, persona o algún pronombre
correspondiente. Con todo, no debemos olvidar que "alma" también sig-
nifica persona. Cuando decimos que en una población viven "diez mil al-
mas", queremos decir personas. Por eso en la Biblia podemos darle el
mismo significado, sin agregarle el que no es bíblico: el de un ente inteli-
gente y espiritual que vive fuera del cuerpo. (Véase la pregunta 36.)
Obsérvese que el pasaje citado (1 Cor. 15: 51-54), explica que los que
serán revestidos de inmortalidad, estaban "durmiendo" el sueño de la muer-
te. El que duerme está en estado de inconsciencia, con la esperanza de des-
pertar, pero mientras duerme no está actuando en otra parte (Sal. 104: 29;
146: 4; 115: 17; Ecl. 9: 5, 6, to; Eze. 18: 4). Por lo tanto, los muertos des-
cansan y no están actuando a través de un alma o espíritu.
Siendo tan clara la Escritura respecto a la inmortalidad, es evidente
que no existe un alma inmortal después de la muerte. Y esta enseñanza
bíblica queda corroborada como verdadera cuando nos hacemos las siguien-
tes reflexiones:
1. Si el alma fuera el verdadero yo, y su naturaleza es refractaria a
la burda materia, ¿qué necesidad tiene del cuerpo? ¿Por qué hizo Dios al-
ma y cuerpo, si bastaba para la existencia feliz del hombre poseer sola-
mente el alma?
2. Si el alma necesita formar un todo con el cuerpo para experimen-
tar la conciencia de la felicidad, entonces se supone que los justos que ya
están en el cielo no podrán gozar de una plena felicidad, pues les falta el
-::uerpo.
3. Si, por otro lado, el cuerpo es innecesario para tal efecto, ¿qué ne-
cesidad de la resurrección de los muenos? ¿Regresará el alma a su antigua
"cárcel", el cuerpo, para llevarlo al cielo o al infierno?
4.Si el alma sola puede sufrir los tormentos del infierno, ¿por qué de-
be resucitar el malo y retomar un cuerpo que el alma no necesita? O a la
inversa, si las culpas son del cuerpo, ¿para qué los sufrimientos del alma?
Estos evidentes contrasentidos demuestran que la teoría de la inmor-
talidad del alma no es verdadera. Y, por lo tanto, no es bíblica.
37. El infierno
¿No le parece que el infierno como castigo para los réprobos es una
injusticia de parte de Dios? ¿Cómo será posible que las personas ardan
eternamente sin consumirse?
La idea de un infierno eterno-, donde se dice que existen las más terri-
bles formas de sufrimiento mental y físico por toda la eternidad; es un con-
cepto heredado de la mitología pagana, cargada de dioses tiranos,
vengativos y crueles. Lamentablemente esa equivocada idea comenzó a in-
76 LA BlBLlA RESPONDE
como un horno", cuando todos los "que hacen maldad serán estopa" y
"no les dejará ni raíz ni rama". Vale decir que se trata de un fuego que
nadie podrá apagar. Se apagará cuando haya terminado su obra de purifi-
cación y de destrucción de todo lo malo.
Un ejemplo bíblico corrobora esta conclusión. Jeremías advirtió a sus
contemporáneos que si seguían siendo rebeldes, Dios haría "descender fue-
go en sus puertas, y consumirá los palacios de Jerusalén, y no se apagará"
(Jer. 17: 27). En 2 Crónicas 36: 19-21 se registra que ese día de destruc-
ción había llegado habiéndose consumido "al fuego todos sus palacios",
con lo que se cumplió "la palabra de Jehová por la boca de Jeremías".
En verdad el fuego que destruyó a Jerusalén en los días del profeta, no
pudo ser apagado. Dejó de quemar cuando completó su obra. Del mismo
modo, nadie podrá apagar el fuego final. Sólo se extinguirá cuando haya
terminado de destruir al pecado.
"Serán atormentados por los siglos de Jos siglos" (Apoc. 20: 10). Al
observar que en el versículo 9 se dice que "de Dios descendió fuego del
cielo, y los consumió", descubrirnos que esta expresión es similar a las otras.
Es evidente que una cosa consumida no puede seguir quemando ni ser ator-
mentada. Por eso deducimos que es lógico concluir que la expresión "ator-
mentados por los siglos de los siglos", tiene el mismo sentido que "fuego
eterno" o "fuego que nunca se apagará". Se trata de un fuego que cum-
plirá la misión de destruir para siempre el pecado y a los que lo amaron.
Arderá hasta no dejar "ni raíz ni rama", hasta que sean "ceniza", hasta
que sean "consumidos". Entonces el fuego se apagará solo, como se apa-
gó el "fuego eterno" que consumió a Sodoma y Gomorra, y que "no se
apagará" como el que en los días de Jeremías destruyó puertas y palacios
de Jerusalén. Arderá todo el tiempo que sea necesario hasta que haya de-
jado destruido para siempre al pecado y a los pecadores, por los siglos de
los siglos. Si rechazáramos esta aclaración bíblica, sostendríamos la ina-
ceptable doctrina del infierno con su fuego eterno que es totalmente anci-
bíblica (véase la pregunta 37).
EL HOMBRE EN LA MUERTE 79
Siendo que la Biblia asegura que los muertos están en estado de in-
consciencia, que duermen, nos preguntamos qué sucedió en el caso de Saúl.
¿Era lo que le apareció realmente el espíritu de Samuel?
En el versiculo 6 se afirma que Jehová no contestó a Saúl por los me-
dios correctos y usuales de comunicación: los sueños, el Urim o los profe-
tas. En el versículo 3 se recuerda que Saúl habia echado de su reino a los
adivinos. ¿Por qué? Así lo había ordenado Dios, como puede leerse en
Exodo 22: 18; Levítico 19: 31 y muchos otros pasajes. En Deuteronomio
18: 10-12 se afirma que consultar presuntos adivinos es "abominación a
Jehová".
Teniendo en cuenta esto y admitiendo por un momento la posibilidad
de que Samuel no estuviera muerto, nos preguntamos: ¿Podría ser que Sa-
rnuel utilizara un instrumento de comunicación que era "abominación a
Jehová"? ¿Haría Samuel en la muerte lo que había condenado cuando
estaba vivo? ¿Enviaría Dios a Samuel, muerco, con un mensaje mediante
un instrumento abominable, como lo era la pitonisa? De ninguna manera.
Lo que sucedió fue que el rey Saúl estaba tan apartado de Dios, que
en su desesperación buscó comunicarse con El a través de ese medio abo-
minable. Hizo lo que suele hacer el creyente que se aparta de Dios. Al no
tener la paz que !e ha quitado su propio pecado, busca la paz en el alcohol
o en las drogas, hallando lo que en realidad no es paz, sino engaño. Ob-
sérvese que cuando Saúl le preguntó a la pitonisa lo que veía, ésta le dijo:
"Un hombre anciano viene cubierto con un mamo". A esto se dice que
Saúl "entendió que era Samuel (1 Sam. 28: 14). Nótese que la pitonisa no
le dijo que era Samuel.
¿Quién era, entonces, ese supuesto espíritu de Samuel? El apóstol Pa~
blo lo declara: "Porque estos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos,
transfigurándose en apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mis-
mo Satanás se transfigura en ángel de luz" (2 Cor. 11: 13, 14). En efecto,
ese "anciano" que vio la pitonisa y que Saúl i:reyó que era Samuel, era
sencillamente un demonio disfrazado y de ningún modo Samuel. Porque
"los muertos nada saben, ní tienen más paga: ... y no "tendrán parte
en todo lo que se hace debajo del sol. .. "(Ed. 9: 5,6). (Véase la pregunta
.41.)
80 LA BIBLIA RESPONDE
bido orden: Cristo, las primicias; Juego los que son de Cristo en su veni-
da" (1 Cor. 15: 13-23).
Ahora bien, si el alma fuera inmortal y después de salir del cuerpo
estuviera gozando en el cielo su recompensa eterna, todo lo dicho por el
apóstol Pablo respecto de la importancia de la resurrección estaría equi-
vocado.
No podría decir que si los muertos no resucitan están perdidos, pues
ya estarían en el cielo. Y si el espíritu goza en el cielo librado de su cuerpo
material, ¿para qué la necesidad de encerrarlo de nuevo por medio de la
resurrección? (véase la última parte de la pregunta 36).
También el Señor indicó que por medio de la resurrección no se per-
derían los que creyeran en él: "Y esta es la voluntad del Padre, el que me
envió: Que de todo lo que me diere, no pierda nada, sino que lo resucite
en el día postrero" (Juan 6: 39). Ese día postrero de la resurrección será
el de la feliz reunión de todos los hijos de Dios de todos los siglos, pues
los resucitados y los que estén vivos en ese día glorioso, "seremos arreba-
tados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire,
y así estaremos siempre con el Señor" (l Tes. 4: 13-18).
Nótese otro detalle importante señalado por el apóstol Pablo a los
corintios. Afirma que al realizarse la resurrección el Señor ganará una vic-
toria sobre todos sus enemigos, "y el postrer enemigo que será destruido
es la muerte" (l Cor. 15: 24, 25). Si la muerte fuera la que nos libera de
la cárcel del cuerpo para ir a la presencia del Señor, no podría señalársela
como un enemigo, sino como un bienaventurado libertador. Pero la ver-
dad es que la muerte es el enemigo causante de nuestra perdición eterna,
un enemigo del que solamente Jesucristo puede librarnos puesto que El
es "la resurrección y la vida" (Juan 11: 25). Gracias a la resurrección na-
da se perderá, sin ella todo estaría perdido. Por eso Jesús dijo que de todo
lo que le diere el Padre "no pierda yo nada" sincr que fo resucite en el
día postrero" (Juan 6: 39).
Así concluimos que no existe un alma inmortal. El creyente, al morir,
duerme el sueño de la muerte, del que será despertado por Jesucristo, el
Dador de la vida, en el día de la resurrección.
EL HO\IBRE EN LA MUERTE 85
ritu Santo) también fue y predicG a los espíritus encarcelados, los que en
otro tiempo desobedecieron". ¿Quién fue el instrumento del Espíritu Santo
para predicar a los antediluvianos? "Noé, pregonero de justicia ... " (2
Ped. 2: 5). El fue el que predicó el mensaje de salvación durante 120 años,
y fue guiado para ello, como todos los profetas de Dios que "hablaron
siendo inspirados por el Espíritu Santo" (2 Ped. 1: 21).
¿Por qué dice "espíritus encarcelados"? Sin duda se refería a losan-
tediluvianos encarcelados en sus pecados. Los cristianos de aquellos tiem-
pos solían referirse al pecador como a un ser "encarcelado". Jesús dijo:
·'La verdad os hará libres" (Juan 8: 32) El apóstol Pablo afirmó: "Y li-
'ertados del pecado, vinisteis a ser siervos de justicia ... Mas ahora ha-
béis sido libertados del pecado ... " (Rom. 6: 18, 22). De manera que aquí
el apóstol Pedro está usando una expresión apostólica común al referirse
a los pecadores como encarcelados por el pecado.
¿Por qué dice entonces "espíritus" y no .. personas"? La palabra pneu-
:na que se traduce como "aliento", "soplo de vida", también en algunas
xasiones se la usa para referirse a personas. El apóstol Pablo se refirió
1 su persona como "mi espíritu" (l Cor. 16: 18) y a la persona de Timo-
:eo, como "tu espiritu" (2 Tim. 4: 22). Por lo tanto, nada tiene de parti-
:ular que un apóstol hable de los "espíritus" al referirse a personas. Nótese
1demás que el apóstol Pedro recuerda que esa prédica guiada por el Espí-
~itu Santo se realizó "cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en
.'os días de Noé, mientras se preparaba el arca" (1 Ped. 3: 20), pues no
;::iodría ser cuando ya no tenía ningún objeto predicar el Evangelio, cuan-
Jo ya todos estaban perdidos. ·
Alguien podría pensar que queremos forzar una explicación, pero no
es así. Lo único que hacemos es no contradecir la doctrina-de las Escritu-
ras sobre la naturaleza del hombre en la muerte, la que es terminante (véanse
:as preguntas 36, 39, 41), y además atenernos al contexto bíblico, recor-
iando expresiones propias de la época de los apóstoles. De lo contrario,
1demás de esa contradicción resultante de la mala comprensión de estos
textos, nos encontraríamos con que tendríamos que aceptar el dogma del
purgatorio que tampoco es bíblico, pero donde si hubiera sido razonable,
Je acuerdo con el dogma, el predicar a los espíritus. En el infierno no co-
rrespondería tal prédica, pues allí, según la misma doctrina no bíblica, es-
:án los que ya no tienen salvación. Y además tendríamos que explicar la
;::iarcialidad de Jesús al hacer acepción de personas, dado que en esa su-
;rnesta visita a los muertos, solamente atendió a los antediluvianos y no
a los demás.
La respuesta que ofrecemos concuerda con todas las enseñanzas bí-
88 LA BIBLIA RESPONDE
Si aceptamos que esta parábola nos enseña que al morir vamos de in-
mediato al paraíso o al infierno, nos encontraríamos con las siguientes con-
tradicciones bíblicas:
1. Jesús y los apóstoles enseñaron que la recompensa de los justos
les será dada recién en ocasión de la segunda venida de Cristo (Mat. 16: 27;
25: 31-41; 1 Cor. 15: 51-55; 1 Tes. 4: 16, 17; Heb. 9: 28; Apoc. 22: 12 y
otras).
2. Además, la Biblia enseña que los muertos nada saben, ni partici-
pan en ninguna actividad en la tierra (Ecl. 9: 5, 6, 10; Sal. 146: 4, etc.)
(Véanse las preguntas 32 y 41.)
3. Por otra parte, en la parábola, el rico conversa con Abrahán, quien
supuestamente está en el paraíso (vers. 24-31). Pero la Biblia dice que Abra-
hán aún no está en el cielo. En la epístola a los Hebreos, se mencionan
muchos nombres de hombres de fe de la antigüedad, entre ellos Abrahán
(Heb. 11: 8-19). Después de referir esos nombres dice: "Y todos estos, aun-
que alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometi-
do; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros para que no fuesen
ellos perfeccionados aparte de nosotros" (vers. 39, 40). Corno se ve, ni
Abrahán ni ninguno de los fieles de la antigüedad han recibido el cumpli-
miento de la promesa de Dios respecto a la salvación, pues El ha dispuesto
que "no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros". En efecto, cuanáo
venga Jesús, todos los redimidos recibirán, en el mismo día, el galardón
de la vida eterna prometido por la gracia de Dios (1 Tes. 4: 16, 17; 2 Tim.
4: 6-8). .
Por otro lado encontramos contradicciones con la misma doctrina de
la inmortalidad del alma, como ser:
EL HO:\IBRE EN LA MUERTE 89
¿Es verdad que el Espíritu Santo comenzó su obra en favor de los hom-
bres recién en el día de Pentecostés?
93
94 LA BIBLIA RESPONDE
Por las muchas y muy claras referencias que la Biblia nos da respecto
al Espíritu Santo, descubrimos que tiene atributos que únicamente pue-
den encontrarse en una personalidad y no en un poder. Una fuerza sola-
mente actúa cuando alguien la dirige. Anotaremos algunos de esos
atributos:
Otro Consolador
Jesús dijo a sus discípulos que al dejarlos no quedarían huérfanos por-
que les enviaría otro Consolador que estaría con ellos siempre (Juan 14: 16).
En griego hay dos palabras para referirse a "otro": "jéteros", que signi-
fica otro de otra clase, y "állos" que es "otro" de la misma clase. Este
iexto usa "állos" o sea "otro" de la misma clase. Jesucristo es "Emma-
nuel: Dios con nosotros" (Mat. 1: 23); por lo tanto, el Espíritu Santo, que
~s ocro de la misma clase, es también "Dios con nosotros"
hecho es que el don de lenguas está señalado en último lugar, como que
no fuera el más importante o necesario.
Luego, el apóstol pregunta: "¿Son todos apóstoles? ¿son todos pro-
fetas? ¿todos maestros? ¿hacen todos milagros? ¿tienen todos dones de
sanidad? ¿hablan todos lenguas? ¿interpretan todos?" (vers. 29, 30). La
única respuesta razonable a estas preguntas es NO, no todos son apósto-
les, o profetas, o maestros, ni tampoco todos hablarán lenguas. Por lo tan-
to, no es correcto afirmar que al no hablar lenguas no se ha recibido el
bautismo del Espíritu Santo. Sería acusar al Espíritu Santo de hacer acep-
ción de personas, porque "todas estas cosas las hace uno y el mismo Espí-
ritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere" (vers. 11), así
como "Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo,
como él quiso" (vers. 18). No se trata de arbitrariedad, sino de dar a la
iglesia los dones que necesita para su perfección, usando su divina sabidu-
ría. Por lo tanto, no sería correcto exigirle al Espíritu Santo un don, cuan-
do El en sabiduría divina los reparte de acuerdo con las necesidades de
la iglesia.
Conclusiones
1. Si no todos reciben un mismo don en particular porque el Espíritu
Santo los reparte como quiere, de acuerdo con la necesidad de la iglesia,
no puede ser el don de lenguas señal exclusiva del bautismo del Espíritu
Santo.
2. Según el mismo Pablo, si hay un camino más excelente que la re-
cepción de alguno de los dones espirituales señalados en l Corintios 12: 28,
ese camino es el amor, el cual tiene primacía sobre los otros dones, inclu-
sive sobre el don de lenguas. -- -~ - -- - ., ~ -
3. Si es posible hablar lenguas sin amor, y eso no tiene valor (l Cor.
13: 1), significa que el amor es superior al don de lenguas, y lógicamente
es un don que todos deben recibir. Es la primera manifestación del fruto
del Espíritu (Gál. 5: 22, 23). Solamente puede manifestar amor quien ha-
ya sido bautizado por el Espíritu Santo, porque nadie podría obedecer a
Dios sin ese bautismo indispensable. Sólo quien haya experimentado esta
nueva vida, podrá ser escogido por el Espíritu Santo para recibir alguno
de sus dones especiales, a fin de edificar el cuerpo de Cristo que es su igle-
sia (Efe. 4: 11-13).
4. Los dones espirituales destinados a la iglesia solamente tendrán va-
lor cuando sus miembros hayan sido preparados por efecto del bautismo
del Espíritu Santo experimentado en el proceso de su conversión o nuevo
nacimiento. Recibir esos dones espirituales sin ese bautismo previo seria
hasta un absurdo, pues la persona no estaría preparada para usarlos. Por
EL ESPIRITU SANTO 99
eso se afirmó que cualquier don sin el amor no úene ningún valor, sea el
de lenguas, el de profecía, o ciencia, o fe o aun el martirio (1 Cor. 13: 1-3).
Por lo tanto, poniendo las cosas donde el apóstol Pablo las coloca, acep-
temos el ''camino más excelente'', sigamos el amor. Dejemos luego al Es-
píritu Santo que reparta los dones que quiera darnos a fin de que nos habilite
para colaborar en la edificación de la iglesia.
103
16+ LA .t:H.l:SUA RESPONDE
rinto fue en esa época una de las más corrompidas, quizá la peor en aquel
entonces. Por ser un centro de comercio internacional, atraía mucha gen-
te, incluyendo a los que practicaban la idolatría acompañada de prácticas
licenciosas, hombres viciosos y mujeres lascivas. Tanto era así, que en ese
tiempo "corintianizar" era un sinónimo usado para referirse a la entrega
desenfrenada a los placeres de la carne. Exisúan sacerdotisas cuyo culto
era la fornicación, y su apariencia en público, tanto por su vestimenta co-
mo por su peinado, era provocativa y desvergonzada. Por ello, las muje-
res de vida honesta, judías, romanas o griegas, aparecían en público usando
el velo.
De modo que lo que el apóstol quiso enseñar a las hermanas de la
iglesia de Corinto, era que no vayan descubiertas como las mujeres de vi-
da pervertida y licenciosa, deshonrando de esa manera a Dios. Aparente-
mente algunas creyentes habían descuidado ese detalle, creando un
problema desagradable a la congregación cristiana. No hay duda de que
diferentes costumbres en diferentes países demandan diferentes instruccio-
nes. Podernos estar seguros de que si el apóstol se hubiera dirigido a muje-
res cristianas que vivieran en una ciudad donde las prostitutas y mujeres
licenciosas usaran velo, y donde las mujeres respetables no lo usaran, su
consejo hubiera sido diferente.
De todos modos, el mismo apóstol da una solución en el versículo 15,
que ayudaría a resolver el problema: "Por el contrario, a la mujer dejarse
crecer el cabello le es honroso; porque en lugar del velo Je es dado el
cabello".
Estos pasajes tienen otro aspecto discutible: el largo del cabello en
las mujeres y en los hombres. El apóstol dice que "al hombre le es desho-
roso dejarse crecer el cabello'" y en cambio a "la mujer dejarce crecer el
cabello le es honroso" (Vers. 14, 15). Corno el apóstol, con sabia pruden-
cia, no indica cuán largo debe ser el cabello que se deje crecer, ni cuán
corto el que no se deje crecer, mal haríamos nosotros en pretender legislar
sobre ese detalle. Nos pondríamos en el caso ridículo de querer hacer decir
al apóstol lo que no dijo, o de pretender saber más que él. .
De modo que usando su misma prudencia, evitaremos ir a'Ios extre-
mos o caer en exageraciones, y aceptaremos las costumbres que son pro-
pias y decentes en los países donde nos toque vhir. Si en algún momento
nos correspondiera vivir en algún país donde cierto tipo de hombre usa
el cabello tan largo que necesita de cintas o trenzas para sujetarlo, evita-
ríamos ese extremo, y seguiríamos el consenso general de lo que es correc-
to y sigue siendo básico como uso en hombres maduros y de juicio
equilibrado. La mujer seguirá el mismo criterio juicioso.
TEMAS DI VERSOS 105
No hay duda de que éste bien podría ser uno de los textos difíciles
de entender a los que aludiera el apóstol Pedro cuando dijo que "nuestro
amado hermano Pablo" entre las muchas que escribiera con.sabiduría, te-
fl:.MAS lJlVEl<.SOS 107
nía "algunas cosas difíciles de entender" (2 Ped. 3: 15, 16). Y hoy este
pasaje se complica frente a la doctrina antibíblica de que el alma no mue-
re y que la persona sigue viviendo sin el cuerpo (véanse las preguntas
32-44 sobre este tema).
Para entender este pasaje correctamente tenemos que valernos de otros
pasajes del Nuevo Testamento que nos permiten descubrir que la palabra
"bautizar" puede tener dos significados: el relacionado con el rito del bau-
tismo por inmersión, y el de una confrontación con la muerte o riesgo de
muerte. Jesús mismo hizo referencia a este "bautismo" que era diferente
al que había recibido en el río Jordán. En Mateo 20: 22, 23 y Marcos 10: 38,
39, se recuerdan las palabras con que Jesús se dirigió a sus dos discípulos,
Juan y Santiago, cuando a través de su madre le pidieron lugares de privi-
legio en su reino. Les dijo: "A la verdad, de mi vaso beberéis, y con el
bautismo con que soy bautizado, seréis bauúzados ... " Es obvio que cuan-
do dijo estas palabras no se refería al bautismo por agua, sino a un bautis~
mo que estaba en el futuro: "De un bautismo tengo que ser bautizado;
y ¡cómo me angustio hasta que se cumpla!" (Luc. 12: 50). Estas dos refe-
rencias nos explican que en los días apostólicos la palabra "bautismo" te-
nia esos dos significados: el rito simbólico del bautismo por inmersión y
las confrontqciones o riesgos de muerte arrostrados por causa de la predi-
cación del Evangelio, tan resistido y contradicho en aquel entonces.
También es importante recordar aquí que los "muertos", según ex-
presiones de los apóstoles, no siempre eran los que morían físicamente.
Ellos solían referirse a veces a "los muertos en pecados", o sea a los que
espiritualmente estaban muertos. (Col. 2: 13; Efe. 2: 1, 5, etc.)
Teniendo presentes estos elementos explicativos, podemos analizar el
texto en cuestión {I Cor. 15: 29), descubriendo el pensamiento del após-
tol con claridad:
"De otro modo, ¿qué harán Jos que ... "¿A quiénes se refiere el pro-
nombre "los"? No hay duda de que es a los apóstoles o predicadores del
Evangelio como lo era el que escribía. Lo demuestran claramente los ver-
sículos siguientes, del 30 al 32.
" ... que se bautiza ... " Aquí bautizar tiene el significado ya indica-
do: el de arriesgar la vida por algo. Allí se explica que ellos, los predicado-
res, "peligramos a toda hora". Particularmente en el verso 32 recuerda
los graves riesgos de muerte ocurridos cuando "batalló en Efeso contra
fieras" humanas. Sin duda, es una referencia al incidente relatado en He-
chos 19: 23 al 20: 1. Los apóstoles constantemente estaban en peligro de
muerte, como puede leerse en 1 Corintios 4: 9-13; Romanos 8: 36;
2 Corintios 4: 8-12 y otros pasajes. Ese era el "bautismo" al que se refi'.'
rió Jesús cuando recordó a Juan y Santiago que "con el bautismo con que
yo seré bautizado, seréis bautizados". La verdad es que todos los apósto-
les después de muchos peligros, murieron finalmente como mártires de su
fe. Juan murió de muerte natural, pero fue porque lo salvó el poder de
Dios de un intento de muerte violenta.
" ... por los muertos". En este caso es evidente que se trata de los
muertos espirituales. Como ya lo indicamos, el apóstol Pablo solía refe-
rirse de ese modo a los que vivían en el pecado, muertos en pecado, y por
lo tanto sin esperanza de salvación, y sin vida espiritual.
Teniendo presente estas consideraciones podríamos leer el texto así:
"De otro modo, ¿qué harán los (quienes predican el Evangelio) que se bau-
tizan (que corren riesgos de muerte) por los muertos (en pecados)?" O quizá
parafraseando el texto, diríamos: "De modo que si no hay resurrección,
¿para qué correrán continuamente riesgos de muerte los mensajeros del
Evangelio en favor de los pecadores, si de todos modos éstos están desti-
nados a morir?".
Es decir, sería un absurdo de parte de los predicadores del Evangelio
desafiar constantemente el peligro de muerte, "si los muertos no resuci-
tan" (1 Cor. 15: 16, 32). Pero como la resurrección de los muertos espiri-
tuales era posible por la aceptación del Evangelio, bien valía la pena aun
morir en el empeilo misionero en vista de la resurrección que tendría lugar
cuando Jesucristo volviera.
Debe notarse que si no aceptáramos esta explicación, entramos en se-
rias contradicciones bíblicas, las cuales solamente existen si nos aparta-
mos de su significado verdadero. En este caso, obsérvese que prácticamente
todo el capítulo 15 hace resaltar la importancia absoluta de la resurrec-
ción de los muertos. Sin ella "los que durmieron en Cristo perecieron"
(vers. 18). Pero gracias a la resurrección "el postrer eneoúgo que será des-
truido es la muerte" (vers. 26). Esta declaración señala a la muerte como
el último enemigo del hombre, y no como una liberación del hombre para
pasar a una vida mejor. "La muerte es la paga del pecado" (Rom. 6: 23).
De modo que si no fuera por la resurrección estaríamos perdidos y no en
el cielo. Pero gracias a la resurrección que se producirá en ocasión de la
venida del Señor (vers. 51-55), se dirá finalmente: "Sorbida es la muerte
en victoria". ·
Siendo que el hombre muerto está "durmiendo", o sea en estado de
inconciencia, no puede aceptarse la idea de que alguien pueda hacer algo
bautizándose por otro. Si una persona murió en sus pecados, el muerto
no podrá cambiar su condición porque alguien se bautice por él. Los muer-
tos "nada saben, ni tienen más paga... porque en el Seo! (sepulcro), adon-
de van, no hay obra, ni trabajo,-ni·ciencia, ni sabiduría" (EcL 9: 5, 10).
Además, debemos destacar que el bautismo bíblico es un testimonio
absolutamente personal de fe en algo que uno mismo conoció y creyó. Se-
gún la Biblia, para recibir el bautismo uno debe ser adoctrinado en todo
lo que Jesús enseñó (Mat. 28: 19, 20). Luego, debe creer de todo corazón
en lo que le fue enseñado (Hech. 8: 36, 37), y finalmente debe arrepentirse
de sus pecados y errores (Hech. 2: 37, 38). Así, resulta que el bautismo
es un testimonio personal, un acto que nadie puede hacer por otro. De
allí que bautizarse por un muerto es un absurdo bíblicamente hablando,
dado que sería un acto realizado en abierta contradicción con la doctrina
del bautismo cristiano, y con la de la naturaleza del hombre durante la
muerte.
56. El rebautismo
¿Es correcto bautizarse otra vez si uno ya fue bautizado? ¿No dice
la Biblia que hay un bautismo?
Es verdad, la Santa Biblia afirma que hay "un bautismo" (Efe. 4: 5),
y nos explica cuándo y cómo debe ser administrado. De manera que si lo
que se llamó bautismo no fue realizado respetando las condiciones que in-
dica la Biblia, no podríamos afirmar que lo recibido fue el bautismo, sino
algo que recibió ese nombre sin serlo.
Sí alguien pagara una cuenta con moneda falsa, y luego es obligado
a pagarla con moneda legítima, no ha pagado dos veces la cuenta, sino
una sola. Lo mismo pasa cori él bautismo. Si lo que recibimos fue un "bau-
tismo" que no se ajustó a las condiciones indicadas por Dios en su Pala-
bra, al bautizarnos correctamente no estamos redbiendo dos bautismos,
sino uno solo, el correcto, el legítimo.
, Notemos las condiciones de un bautismo cristiano según la Biblia:
1. Debemos recibir la enseñanza de "todas las cosas" que el Señor
mandó enseñ.ar (Mat. 28: 19, 20).
2. Debemos creer de "todo corazón" lo que aprendimos (Hech.
8: 36-38).
3. Debemos arrepentirnos de nuestros errores, es decir, dejar de vivir
en forma equivocada, y recibir el Espíritu Santo (Hech. 2: 37, 38).
4. Debemos ser bautizados por inmersión a fin de cumplir con el sig-
nificado de ese rito, o sea, la sepultura del hombre viejo y la resurrección
del nuevo (Rom. 6: 3-6). Así, seguimos el ejemplo que Jesús nos dio en
su bautismo (Mat. 3: 16), el que realizó cuando tenía como treinta años
(Luc. 3: 23).
TEMAS DIVERSOS 113
gas. Todavía observan esa costumbre en las tierras bíblicas una notable
mayoría de sus habitantes. Después de haber visitado esos pueblos, admi-
timos que no es fácil para un lego descubrir la diferencia entre los vestidos
con faldas de un hombre y los de una mujer. Sin embargo, algunos deta-
lles del atuendo general impiden confundir a un hombre con una mujer,
como ser la cofia, el turbante, el velo y algunas pequeñas particularidades
que diferencian las faldas que usan ambos sexos. Así pues, al referirse el
texto indicado al traje del hombre o a la ropa de la mujer, no podríamos
afirmar que se refiera a una parte del vestuario, sino al ropaje completo,
con lo que podría hacerse pasar un hombre por una mujer, o viceversa
y con fines pecaminosos.
Refiriéndonos ahora al pantalón en particular, recordarnos que su uso
comenzó junto con el trabajo de la mujer en las fábricas y en diversas otras
actividades en las que hoy se ocupa, donde las faldas eran un peligro o
hasta inapropiadas en lo que al decoro se refiere. Con el tiempo se amplió
su uso, aceptándose otros motivos como el deporte, la comodidad, el cli-
ma, etc., para finalmente formar parte hasta del bien vestir.
De todos modos es claro que hombres de sana conducta no usarían
trajes de mujeres con el atuendo propio de ellas, ni mujeres de la misma
calidad moral usarían ropa de hombre, incluyendo sus respectivos panta-
lones. Al fin y al cabo, el pantalón, que es solamente una parte del traje
del hombre, no basta para crear confusiones en cuanto al sexo de quien
lo viste, dada la natural diferencia entre la conformación del cuerpo mas-
culino y femenino, que no se puede disimular. Por lo tanto, al no existir
el propósito de engaño respecto al sexo por el solo uso del pantalón que,
lo repetimos, es solamente una parte del traje masculino de occidente, no
podríamos aplicar el sentido del pasaje bíblico al uso por parte de la mu-
jer de ese detalle de la vestimenta del hombre.
Ante estas consideraciones, concluimos que no es pecado ni incorrec-
to el uso del pantalón por parte de la mujer. cuando el propósito es evitar
el peligro de accidentes en ciertos trabajos en la industria, o propender al
decoro en el deporte y otras diversas circunstancias. Estimamos, sin em-
bargo, que en los países occidentales deberíamos ser prudentes y razona-
bles con respecto a este detalle, de modo que, por ejemplo, para la iglesia,
donde no existen razones de trabajo, se vistan las damas con sus ropas
que incluyen la clásica falda, evitando los extremos o detalles de la moda
que muchas veces atentan contra la modestia, el recato y/o hasta. la de-
cencia.
TEMAS DIVERSOS 115
58. El ayuno
les sugeridas por los masoretas, y en vez de decir Señor, como alguna ver-
sión lo hizo, formaron la palabra Jehová. Hoy, después de mucho investi-
gar y anhelar descubrir cuál pudo haber sido la correcta pronunciación
de JHVH, la mayoría de los eruditos están inclinados a admitir que co-
rrespondería Jahveh oYahvé, es decir, la tercera persona del verbo ayah,
que significa ser. De ese modo Jahveh o Yahvé significaría "el Existente"
por sí mismo, o "el Eterno". En vista de ello, en la actualidad varias ver-
siones hispanas prefirieron usar Yahvéh en vez de Jehová.
En vista de lo explicado, consideramos absurdo hacer una cuestión
por el nombre Jehová, como si fuera el único que corresponde. Primero,
porque las evidencias existentes se inclinan a reconocer como más apro-
piado decir Yahvéh. En segundo lugar, porque habiendo sido correcto pa-
ra los profetas valerse de seis nombres diferentes, para señalar al Ser
supremo, no será para nosotros falta de reverencia para con Dios, que ha-
gamos lo mismo.
Mateo 12: 40 dice que Jesús estaría tres días y tres noches en la tum-
ba. Si fue sepultado el viernes de tarde y resucitó el domingo de mañana,
¿cómo se cumplieron esos tres días y tres noches'?
buena" (vers. 16). Así, su gran lucha no era contra la ley de Dios, sino
contra "la ley del pecado que está en mis miembros" (vers. 23).
De este modo queda claro que "el marido" que debe morir para que
podamos pertenecer a Cristo es el pecado y no la ley de Dios. Nótese que
lo aborrecible para el apóstol era el pecado que no quería hacer y no la
ley de Dios a la que señala como "a la verdad santa, y el mandamiento
santo, justo y bueno" (vers. 12). Nótese además que el mismo apóstol ya
había explicado la necesidad de que "el cuerpo del pecado sea destruido,
a fin de que no sirvamos más al pecado ... Y libertados del pecado, vinis-
teis a ser siervos de justicia" (Rom. 6: 6, 18).
Estas consideraciones hacen evidente que recién cuando muere "el pe-
cado", con quién estábamos ligados en "matrimonio", podemos unirnos
a Cristo que nos rescató del pecado. Para confirmar esta maravillosa ver-
dad, debemos recordar que el pecado "es infracción de Ja ley" (1 Juan
3: 4). Cuando muere el pecado (no la ley) pertenecemos a Cristo. Por eso
el apóstol Juan, dice: "El que practica el pecado es del diablo; porque el
diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para
deshacer las obras del diablo" (1 Juan 3: 4, 8). Resulta pues evidente que
el Hijo de Dios no apareció para destruir la ley, sino el pecado. De modo
que, muerto ese "marido" dominante, el pecado, pertenecemos a Cristo,
y por la fe en El la ley no es destruida, sino confirmada (Rom. 3: 31).
Digamos ahora algo acerca del versículo 4: "Así también vosotros,
hermanos, habéis muerto a Ja ley mediante el cuerpo de Cristo, para que
seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto
para Dios". ¿Qué quiere decir "muerto a la ley mediante el cuerpo de Cris-
to"? Cuando aceptamos a Cristo, recibimos el perdón de todos nuestros
pecados, o sea de nuestras desobediencias. Por lo tanto, ¿qué ley puede
condenar al perdonado? Para la ley de Dios estamos muertos, "pues nin-
guna condenación hay para los que están en Cristo Jesús" (Rom. 8: 1).
Ahora que estamos en El, llevamos fruto para Dios", lo que es justamen-
te lo contrario del pecado. "El que practica el pecado es del diablo", pero
"todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado [desobediencia],
porque es nacido de Dios" (1 Juan 3: 8, 9). Así es como somos nuevas
criaturas, "las cosas viejas pasaron [nuestra relación con la desobedien-
cia]; he aquí todas son hechas nuevas" (2 Cor. 5: 17).
Conviene decir algo más respecto al versículo 6: "Pero ahora esta-
mos libres de la ley ... " Lo estaremos mientras vivamos unidos por la fe
a Cristo, obedeciéndole. El pecado ha dejado para siempre de ser nuestro
"marido". Si acaso caemos en alguna tentación, "abogado tenemos para
con el Padre, a Jesucristo el justo" (1 Juan 2: 1). La fe nos guía de inme-
124 LA BIBLIA RESPONDE