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Castel Capítulo 3

La primera medicina social

A partir de la aparición de Pinel, emerge una nueva disciplina que se erige como una medicina
social, que se viene a constituir como una medicina mental.

El alienismo (Psiquiatría en ese entonces) triunfa en este momento puesto que junta un saber
médico, una respetabilidad científica y un entramado social.

Nacimiento de una especialidad

Pinel significa un hito en el que se crea la primera especialidad médica. Así los alienistas se
constituyen como una separación de los médicos generales. Nacen en la salpetriere con todo un
movimiento alienista de instruir a médicos como psiquiatras, para que organizaran el nuevo
servicio que ofrecía la psiquiatría.

Se abre un nuevo campo de saberes en la psiquiatría, que estaría ligado al ámbito del alma, pero
que por consiguiente se encontraría con la psicología.

Así, la psiquiatría se aleja un poco de lo que sería un saber médico (más biologicista u organicista)
y se articula como una medicina social para tratar a los desadaptados, a los alienados.

Un saber muy especial

Pinel desarrolla un sistema clasificatorio basado en la recolección metódica de los signos externos
de los enfermos. Así se constituye un método para la ciencia alienante.

Así, a partir de la mera descripción de síntomas se van clasificando cuadros mórbidos del espíritu.
La consecuencia de esta orientación en la medicina mental es que los signos o síntomas de la
locura son más importantes que la localización en el organismo. Finalmente esta se constituye
como una descripción fenomenológica más que como el saber médico convencional que tiende
más a ser organicista.

Desde Georget, Salen paralelo a la visión fenomenológica, visiones que buscan encontrar la locura
en el cuerpo. Así, hablan de atacar la locura desde la raíz (órganos de la locura) y no desde las
ramificaciones (síntomas).

Se erigen por consiguiente dos modelos de la enfermedad mental, uno que supone lesiones que
producen la enfermedad mental y otro en síntomas del desorden mental, que envía el foco en un
terreno psicopatológico de las pasiones y por ende a un terreno social patógeno. En un primer
lugar el alienismo se ciñó al primer modelo, pero posteriormente declinó por el segundo.

Así, el alienismo se centra en regular estas pasiones y por ende, en volver a la normalidad las
facultades del loco. Este enfoque no lo permitía el de las lesiones en el cerebro, puesto que al
haber lesiones, estas no se podían curar dado que estaban en el cerebro, en cambio al ejercer un
tratamiento del tipo moral o social si exhibía posibilidad de cura.
Foucault: Los anormales

El código penal establece que si al momento de cometer el crimen se está bajo un estado de
demencia no hay crimen. Así, la pericia psiquiátrica determina como un saber experto divisiones
entre enfermedad y responsabilidad, entre hospital y prisión. Muchas veces los jueces envían
indistintamente a la cárcel o a los hospitales pese a la culpabilidad, puesto que asumen que es tan
difícil salir de la cárcel como de un hospital psiquiátrico.

Desde aquí se empiezan a ver los sujetos desde dos ámbitos entremezclados: Médico y judicial. Se
establece una doble calificación que organiza el dominio de la perversidad. Así, desde este
dominio se habla del sujeto desde un ámbito biográfico, de la vida del sujeto y no de implicancias
propiamente tales del crimen.

Así, se establece la cárcel y la cura de la enfermedad mental como ámbitos de protección social,
que se encargarían. Todo el entramado continuo Jurídico-médico, responde al peligro. De esta
forma, el individuo peligroso (ni enfermo ni criminal).

Se generan dos nociones: Una la de la perversión: Permite unir los conceptos médicos y jurídicos y
la de individuo peligroso: Permite justificar la existencia del continuo médico-judicial.

Foucault dice que el discurso médico-judicial tiene un parentesco con el discurso padre-hijo sobre
la moralidad. Emanar verdades sobre la forma de ser de la persona sobre su orgullo, su maldad,
etc. En estos discursos se enuncian evidencias morales para determinar la clasificación del
“imputado”. Así se entra en el terreno de lo biográfico, aludiendo a la infancia del imputado donde
“era cruel con los animales”, “era perezoso”, pero no se enfrenta el acto mismo del crimen.

La pericia médico-legal que es la realizada por los médicos, los psicólogos, los expertos, no es
dirigida hacia los delincuentes o inocentes, sino que dirigida hacia los anormales. Así se desarrolla
un poder al médico o al judicial, se desarrolla un “poder de normalización”. Así, se tiende a partir
de lo médico-judicial al control del anormal. Así esto deja de constituirse como un problema
médico o jurídico a un problema político.

El poder de normalización tiene una historia que se refleja aplicado a la homosexualidad. Primero
explica que en la edad media los leprosos eran excluidos como práctica social; se trataba de
expulsar a estos individuos al mundo exterior, lo que desencadena en la exclusión del leproso de
manera jurídica y política. Esta exclusión significaba la muerte de estos sujetos, puesto que cuando
se expulsaban se desarrollaba una ceremonia fúnebre donde se daban por muertos. Así Foucault
hace una analogía entre esta expulsión y la que se hace con los locos, los criminales, los
fenómenos, los niños, los pobres, etc. Posteriormente desaparece el modelo de exclusión, para
dar paso a un mecanismo y modelo de control de los individuos. Esto se denota en la época de las
pestes, cuando ciudades enteras eran encerradas y controladas. Estas ciudades se dividían en
calles que eran vigiladas, en distritos, en barrios controlados. Es así como se genera una pirámide
de control que va desde los que vigilan las calles hasta aquellos que están encargados de los
barrios, los distritos o las ciudades enteras. Así esto se opone totalmente a lo de los leprosos, no
es una expulsión, es una cuarentena.

Así se individualizan los sujetos, si bien la lepra era alejar a los sujetos, la peste es acercarlos cada
vez más al poder para tenerlos controlados como individuos particulares. Así la peste trae consigo
un poder extensivo y exhaustivo, que no tiene límites sobre la corporalidad de los individuos, ni de
sus viviendas, ni de sus movimientos. El reemplazo del modelo de la lepra (expulsión) al de la
peste (control), según Foucault constituye la invención de las tecnologías positivas del poder.

A partir de estas medidas, la edad clásica elaboró el arte de gobernar. Desde aquí nace el proceso
de normalización y de separar a aquellos normales de los anormales. Efectos de la normalización
que se traspasan a las instituciones como la infancia, el ejército, la producción, etc. Así la norma
trae un principio de calificación y un principio de corrección, su función no es excluir, sino que
rechazar a los no aptos. Así, tiende a la transformación y a la intervención con la finalidad de
volver aptos a los ineptos.

De esta manera se crea un mecanismo de disciplina-normalización que es un poder que no busca


reprimir sino producir. Este mecanismo busca crear individuos con características particulares,
fabricar, crear. Así este poder no es un poder que tenga superestructuras anexas a él, sino que
estas estructuras están también puestas en este juego de poder.

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