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Biblioteca Julius Evola-. Luego del necesario encuadre histórico de la doctrina del
segunda parte del libro con el capítulo Las cualidades del combatiente y la "partida".
En este capítulo se explican las condiciones preliminares que debe cumplir el asceta
esfuerzo interior, de pensamiento objetivo, gusto por la soledad, salud, vigor, sentido de
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articulación doble. En primer lugar, como ya se ha dicho, entre las disciplinas que, sin
más profundidad ulterior, tienen sólo valor para la vida se distinguen aquellas que
tienen como trasfondo la "sabiduría" y que se refieren a una experiencia más que
Antes que nada, para aspirar al despertar es preciso que se trate de un ser
humana, como los deva, o sea, las entidades celestes o "angélicas". Mientras, por un
otro lado se la tiene por un estado privilegiado, bien difícil de obtener: "ardua cosa -se
lee- es nacer hombres". Es sobre la tierra donde se decide el destino de los seres, con
estados altísimos, "divinos" de conciencia, para llevar a cabo la obra. Como se verá, la
liberación puede ocurrir incluso en estados póstumos, pero aun en esos casos se la
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concibe para el hombre parecería estar vinculado con el hecho de disponer de una li-
atidevo, o sea, una naturaleza superior a los "dioses", por la misma razón apuntada en la
naturaleza divina, a la que están ligados ángeles y dioses, la mortal: además del ser,
preguntaba: ¿Eres verdaderamente hombre? Hay que señalar aquí que no todos los que
tienen semblante humano son verdaderamente "hombres". Las creencias difundidas por
la antigua India y en otros pueblos, según las cuales en algunos hombres encarnan
cuyo elemento central, vía una regresión, está orientado hacia alguna de las fuerzas
hemos hablado acerca de las condicionalidades procedentes de las distintas "razas del
espíritu".
El camino del despertar de los ariya fue concebido como esencial y congenialmente
viril. "Es imposible, no puede ser -se lee en un texto canónico-" que una mujer ascienda
misma manera es imposible que ella "conquiste el cielo, la naturaleza, el universo", que
pueda "dominar espíritus celestes". Buda pensaba que las mujeres eran insaciables en
dos cosas y que morían sin haberse podido liberar de ellas: la sexualidad y la
prospera cuando en él penetra y pulula una hierba parasitaria, tampoco prospera la vida
santa en una Orden que permita que también las mujeres renuncien al mundo, y trató de
limitar el mal promulgando reglas oportunas. Sin embargo, con el tiempo se impusieron
maneras de pensar menos intransigentes. Ya en los textos del canon -en contradicción
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con las susodichas palabras de Buda- figuran mujeres que entraron en la corriente del
despertar y que exponen la doctrina de los ariya, hasta el punto de que en los textos de
menudo de los "nobles hijos y nobles hijas", indicio éste, entre tantos, de la disminución
exigen al discípulo nos lleva a condiciones tanto internas como externas. La primera es
generalizando, confianza en que existen seres, los cuales "han alcanzado el ápice, la
perfección, que ellos mismos, con su poder sobrenatural, han realizado en este y en el
de la frontera", esta confianza del noble hijo se equipara a la torre central, con sus
bodhisattva se puede entender aquel que, merced a tal saber, en su intimidad ya está
según verdad por lo que es, ante el Maestro o los condiscípulos inteligentes. Tener el
corazón limpio, el alma libre y dúctil, según el símbolo de una tela perfectamente pura,
En cuarto lugar viene viriya-bala, la energía propiamente viril (la raíz del
término viriya es la misma que la del término latino vir, varón, en oposición al genérico
homo, cualquier ser humano), la fuerza del querer que debe manifestarse aquí como
los saludables. Se debe contar sobre todo con esta fuerza para remplazar la felicidad
suelo firme de todo el desarrollo ascético: para una nueva y fundamental orientación del
ánimo es necesario que el placer heroico se sienta como el placer más excelso e intenso.
El budismo enseña: "Cada uno es señor de sí mismo; no hay otro señor. Si te dominas,
tendrás un señor que es difícil de encentrar". Y también: "No es posible purificarse por
otros". "Solos estamos en el mundo, sin ayuda". De nuevo, entra aquí en acción la
hubo maestros en sentido propio, guru, sino sólo indicadores de un camino que recorrer
esencialmente con las propias fuerzas: "Vosotros mismos habéis de llevar a cabo la
Quinta cualidad del combatiente ariya: "es seguro, vigoroso, bien plantado, ni
motivo de no admisión en la Orden. Ser viejo, enfermo, indigente son algunas de las
salud y no toma las medidas necesarias para evitar afecciones y molestias físicas de su
entorno. La pérdida de las fuerzas por la excesiva abstinencia se considera una de las
espíritu y de caer, a la postre, víctima de alguno de los pastos dispuestos como cebo por
punto; de igual manera, el artesano calienta y pone al rojo vivo una flecha entre los dos
debe evitar tanto la excesiva tensión como el relajamiento: "las cuerdas no han de estar
inferiores ni superiores a los demás; no nos han de reconocer ni entre la gente común ni
"neutralidad interior": No dejar que el propio imperturbado ánimo se perturbe por algún
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dolor y no rechazar un justo placer, aunque aceptándolo sin apego"; "el afán hace mal y
hace mal la aversión y hay un camino medio para rehuir el afán y para rehuir la
aversión, un camino que hace videntes y sabios, que genera la calma, que conduce a la
visión clara.
imaginaciones vanas, y aquellas sobre el pasado o sobre el futuro. "Lo que tienes
ánimo de quien desee hollar [pisar] el camino del despertar. Se pone fin a todo el mundo
que, variada, busca variedad, él reniega; la mirada que, unida, busca unidad, donde todo
apego y pábulo [cebo] humano se desvanece por completo, esta mirada él realiza". He
aquí algunas expresiones que recurren en los textos canónicos acerca de lo que el
simbolismo alquímico llamaría el "régimen del fuego", es decir, el estilo o ritmo del
esfuerzo interior: "perseverar constante, sin vacilar, con mente clara, sin confusión, con
los sentidos tranquilos, sin agitación, con ánimo recogido, unificado". "Aferrada la fuer-
íntima seriedad", tal es la fórmula general que se usa en los textos al aludir a la
disciplina de aquellos que, una vez entendida la doctrina, desean realizar el fin supremo.
En todo esto se trata de predisposiciones, dotes, a la par que de conquistas (se verá que
prácticas).
Señalada cuál es la dote de la visión objetiva será bueno decir de paso algo
acerca del estilo en que están redactados muchos textos budistas antiguos, estilo que
alguien ha estimado "el más insoportable" de cuantos existen, a causa de las continuas
más superficial. Se trata de otra cosa. En primer lugar, se han querido ligar algunas
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discursivo, sino que alcancen una zona más profunda y más sutil del ser humano,
despertando en éste las correspondientes fuerzas. Esto tiene que ver con una intención
más general explícitamente declarada en los textos, los cuales hablan a menudo de la
tarea de compenetrar el cuerpo entero con ciertos estados de conciencia, hacer vivir
respiratorio- es uno de los medios más eficaces para llegar a esa compenetración. Al
concepto esquemático, una idea o una teoría, el fin de las repeticiones de los textos
budistas escapará por completo, y es natural que entonces se juzgue el estilo budista
Pero las repeticiones -al menos cierta clase de ellas, que recurren
realidad. Es fácil, en efecto, constatar que las repeticiones constituyen series en las que
hecho (fase objetiva); en segundo lugar aparece aquel que toma conocimiento y se
forma su propio pensamiento, que expresa para sí mismo con las mismas palabras con
puede referir el hecho a otros, y entonces, de nuevo, se vuelven a usar las mismas pala-
bras, como puro reflejo de un pensamiento conforme a la realidad. Puede por fin ocurrir
que una segunda persona -de ordinario el propio Buda pregunte si el hecho referido es
verdadero, y entonces aparece una cuarta repetición de las mismas palabras. Como
subjetividad a otra, sin alteración alguna. Es preciso ver, pues, con qué actitud y en vista
de qué se leen textos de este tipo. Su lectura cuidadosa puede constituir de por sí una
ya a actuar formativamente sobre el ánimo del lector, dándole así mucho más que
La primera acción en grande sobre la vida ascética está marcada por el término
pabbajja, que literalmente significa "partida". Según el esquema de los textos, a quien
concebido "confianza", se le presenta la evidencia expresada con esta fórmula fija: "Una
quedándose en casa, llevar a cabo punto por punto el ascetismo del todo purificado, del
todo iluminado". Si reconoce esto, tras un tiempo más o menos breve, el "noble hijo" se
desvincula de las cosas y de las personas, deja la casa y se entrega a la vida de asceta
vagante.
Hemos traducido como "asceta vagante" el término bikkhu, que designó a los
pide limosna. En su origen, los bikkhu eran como monjes vagantes que pedían limosna.
término que usamos es quizá el que menos se presta a equívocos. Por ejemplo, respecto
humillación, antes bien una gracia, que un asceta o un brahmán aceptara de un hombre
de mundo lo que fuese. Se pensaba que un asceta, al mediar en los contactos entre lo
para quienes hacían vida común. El dar (dana) se consideró una acción capaz de rendir
o como castigo, en las reuniones budistas con decisión solemne se indicaban las
familias o las personas de las que los bikkhu habían rehusado recibir cosa alguna
Aparte estos detalles, en su origen los bikkhu se presentaban como una Orden
libre, con un jefe, casi como un equivalente ascético de lo que en el Occidente medieval
fueron las órdenes de los "caballeros errantes" y más tarde los rosacruces con su
imperator. Al cabo, Buda recomendó que no fueran nunca dos discípulos por el mismo
camino. Como fuese, el punto clave era la ausencia de vínculos, sentir que la compañía
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sobraba, tomar gusto por la soledad, tener una libertad (cuando fuese posible, también
física) similar a la del aire y el libre cielo. "Rehuir la sociedad como grave peso, buscar
sobre todo la soledad." El tener mucho que hacer, el ocuparse de muchas cosas, el
rehuir la soledad, el convivir con la gente de casa y en un ambiente profano son otras
vínculo de la familia -se dice en particular- podrá desde luego ir al cielo, mas no
conseguir el despertar, "El asceta esté solo: bastante es tener que combatir con uno
que cuanto es placer de la renuncia, placer de la soledad, placer de la calma, placer del
despertar, de tal placer se haga poseedor, con desenvoltura, sin dificultad, sin pena. Y
soledad, no es posible concentrarse en los objetos del espíritu; si no se tiene este poder
mundo. De ahí que no se tenga que hacer el menor caso del qué dirán. No hay que
competir con el mundo, sino juzgarlo como es: inestable. Se habla de ser "uno mismo
encuentra un compañero discreto, recto, constante, con quien se pueda caminar al paso,
"hay que ir solo, como alguien que renuncia a su propio reino, como una fiera del bos-
rehuyendo la inercia, sólido, dotado de fuerza en el cuerpo y en la mente; que [el asceta]
vaya solo como un rinoceronte. Semejante al león que no tiembla por cualquier ruido,
semejante al viento al que no hay red que lo atrape, semejante a la hoja de loto de que
no hace presa el agua, vaya solo como un rinoceronte". Y también: verdadero asceta es
"aquel que procede solo, concentrado y en quien ni reproches ni encomios hacen presa,
que como un león no se espanta de los ruidos [del mundo] y como hoja de loto no es
tocada del agua, que guía a los demás, pero él no guía a nadie".
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los tiempos modernos se preguntará hasta qué punto se ha de tomar al pie de la letra el
precepto de la "partida" como real abandono de la casa y del mundo y como aislamiento
eremítico. En los textos se habla a veces de un triple desprendimiento: uno, físico; otro,
más perfecta, al menos mientras dura el combate, es sobre todo el segundo el que hoy la
mayoría pondrá en tela de juicio y, por lo demás, es al que han dado mayor peso los
desarrollos mahayánicos del budismo, hasta el zen. Ya en los textos canónicos, por lo
demás, se señala la posibilidad de una interpretación sobre todo simbólica del precepto
común, y también se dan interpretaciones análogas del peregrinar y del abandono de los
bienes. Como variante de un texto que hemos citado, se dice que la "vida solitaria está
bien realizada en todos sus aspectos cuando lo que ha pasado se hace a un lado, lo que
es futuro se abandona y, por lo que se refiere al presente, han sido por completo
dominadas la voluntad y las pasiones; se añade que vaga por el mundo en el justo modo
como bikkhu aquel que ha domeñado el tiempo pasado y el tiempo futuro, teniendo el
intelecto puro, así como quien "ha dejado tras sí tanto lo agradable como lo
independiente y está libre de vínculos", y así sucesivamente, al tiempo que por doquier
recurren expresiones de este cariz, las cuales en buena medida corresponden ya a las
se antoja quizá más fácil de realizar hoy que en una civilización más normal y
entre masas políticas y deportivas, entre gente que baila y se explaya o entre exponentes
de una cultura desacralizada y de una ciencia sin alma y semejantes, en todo esto se
puede uno sentir más solo, desprendido y nómada que en tiempos del budismo sentirse
aridez, angustia, atonía y malestar. La soledad no debería ser un peso, algo de lo que se
sufre, que se soporta a disgusto y en donde uno se encuentra por causa de las
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circunstancias; antes bien, una disposición natural, simple, libre. En un texto se lee: "La
soledad es sabiduría (ekattam monam akkhatam): quien está solo se encontrará feliz";
Incluso desde el punto de vista social es sobre todo la libertad interior la que
cuenta; lo que en ningún caso nos ha de inducir a engañarnos a nosotros mismos. Así,
en cuanto a vínculos habría que estar más en guardia contra los vínculos pequeños que
contra los grandes, sobre todo si se trata de los vínculos propios de una vida burguesa
adoptar alguna postura en contra de ellos. A este respecto, en los textos se encuentra un
atinado parangón, el de la codorniz, dirigido contra quienes dicen: "¿Por qué tanto
aspaviento por esta poca cosa?", Y no se percatan de que así afianzan "un fuerte
vínculo, un sólido vínculo, un no podrido vínculo, unos pesados grillos". Una codorniz
presa en un lazo, aunque sea de estopa podrida, por ese lazo irá a su perdición, a la jaula
"Ese lazo de estopa podrida, con que está presa la codorniz y que la llevará a la
elefante real, de "grandes colmillos, adiestrado para el ataque, educado para el combate,
atado con fuertes vínculos y sogas", el cual empero "con sólo sacudir un poco el cuerpo
rompe y deshace sus ligámenes y va a donde quiere". Aquí, de nuevo, hablaría tonterías
quien dijese: "Esas sogas y esos vínculos con que está ligado el elefante real de grandes
colmillos, adiestrado para el ataque, educado para el combate, esos vínculos que con
sacudir un poco el cuerpo rompe y deshace y va a donde quiere, son para él un fuerte
han de considerar como vínculos aquellos mucho más fuertes que una naturaleza
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ánimo abierto a cualquier cosa, a cualquier impresión y por esto es inaprehensible. Esto
puede ser el equivalente interior del estado de ánimo acerca del cual en los textos se da
la imagen del pájaro que, "a donde vuele, vuela con el solo peso de sus plumas", y que
sus necesidades. Aquí aparece de nuevo que ya en los comienzos debe haber algo que
el "vacío", que en la literatura mahayánica concluirá con ser sinónimo del mismo estado
de nirvana, se puede presentir por analogía con una condición similar del ánimo.
retoman las dos secciones de sila y de samadhi se pueden distinguir como sigue: por un
que el espíritu debe llevar a efecto sobre el espíritu en forma concentración o de medita-
ción; por otro lado, poseemos normas de conducta que se podrían calificar de "éticas",
para crear condiciones más favorables para quien sigue este camino. Una y otra cosa, en
un solo sabor, el de la sal, así esta ley y esta doctrina están compenetradas por un solo
sabor, el de la liberación’’.
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una acción de defensa inmediata: es preciso hacer frente a los procesos mentales más
comunes para impedir que lo que empieza a brotar sea sofocado y trastornado. Luego
hay que actuar para desprender el elemento central del propio ser de cualquier mezcla
con los elementos de la experiencia tanto interna como externa, hasta el grado de
suspender los distintos procesos de "combustión" por contacto, sed y apego, y fortificar
las zonas donde actuaron las nidana de la serie trascendental, anterior a la concepción y
al nacimiento.
se llama la obra de "disociación de los mixtos", del aislamiento del "grano de azufre
brillante tan movediza y difícil de asir, es la mente; los "mixtos" son la experiencia con
mezclado). Esto implica obviamente una acción de gradual neutralización del poder de
los "intoxicantes" y de la manía, los asava, y que se puede definir como sigue: no
dejarse llevar, apegarse, embriagarse con el goce (en sentido general, y por lo tanto
también en relación con los estados neutros), de modo que en los "cinco troncos" la sed
no se confirme y menos se exacerbe; desechar por entero, extinguir lo que en los deseos
deseo", y esto en relación tanto con lo que aflora directamente a la conciencia, como
con las tendencias subconscientes, los upadhi y los samkhara. Las formas más externas
de tal catarsis se vinculan con la "recta conducta (sila), mientras que las más internas,
que recaen sobre las potencias, sobre las raíces; sobre los troncos profundos del ente
con el ser, o sea, con la divinidad concebida teístamente. Si se rechaza tal identificación,
removida no sólo por lo que respecta al ser que ya fue hombre, sino también de
Dhammapada, 182
Anguttara , 11,48.
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Dhammapada, 160.
Dhammapada, 165.
Dhammapada, 176.
Mahavagga, I, CXXVI, l
Majjhima , Cl (111,15).
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Anguttara , V, 90.
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Cullavagga, XIII. 15
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