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Articulo2 Diez Tiempo de Opinion 2011 PDF
Articulo2 Diez Tiempo de Opinion 2011 PDF
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Cortesía: Fernando Polanco
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Alejandro Diez Hurtado
Cuadro 1
Número de conflictos activos y latentes, a enero 2011
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Cortesía: Perupetro S. A.
Ciertamente, miradas desde los espa- representan una paradoja desde varios
cios locales e incluso regionales, las comu- puntos de vista: hemos señalado el con-
nidades no son en absoluto invisibles, traste entre su invisibilidad y su omnipre-
forman parte de la vida cotidiana de las zo- sencia; son antiguas, pero al mismo
nas rurales y de las preocupaciones de de- tiempo contemporáneas, aunque no siem-
sarrollo de las autoridades locales. En pre bien “aterrizadas” en la modernidad;
estos espacios, las comunidades son un encarnan un mecanismo social para la so-
actor relevante aunque no siempre bien ar- brevivencia de sus integrantes, pero a su
ticulado o posicionado en el marco de las vez proporcionan alternativas de desarro-
políticas y decisiones sobre la inversión pú- llo; se reclaman campesinas y ciudadanas
blica y el desarrollo local. A su vez, repre- y exigen autonomía propia de los pueblos
sentan un reto: en su producción de originarios. Así, podríamos seguir enume-
supervivencia registran una baja producti- rando una serie de tensiones que simboli-
vidad; tienen bajos niveles de ingreso y ca- zan un reto para las propias comunidades,
rencias en el acceso a servicios (agua, pero también para la sociedad en la que
saneamiento, salud, educación, justicia); se insertan y para el Estado en cuyos
en algunas zonas arrastran secuelas de los marcos legales se inscriben y desarrollan.
años de la violencia política o experimentan En los últimos años, temas como la pro-
marginación y exclusión social. Y a todo piedad colectiva, la jurisdicción y organi-
ello se le suma una serie de barreras cultu- zación de las poblaciones campesinas e
rales y dificultades para la comunicación e indígenas, además de los derechos de
integración, esbozando un panorama de uso y acceso a una serie de recursos se
“atraso” para sus integrantes. ponen sobre el tapete y se debate sobre
ellos en múltiples ámbitos. Como en
¿Es todo ello realmente así? En nues- muchos otros periodos de la historia pe-
tra opinión, las comunidades campesinas ruana, las comunidades campesinas sim-
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Alejandro Diez Hurtado
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INVERSIONES PRIVADAS Y DERECHOS COMUNALES
Cuadro 3
Número de comunidades campesinas y comunidades nativas por departamento (2002-2003)
Tomado de Grupo Allpa. Con datos del Directorio de Comunidades Campesinas, PETT, 2002; el Ministerio de Agricultura;
la Defensoría del Pueblo, Base de datos de comunidades nativas, marzo de 2003.
Ver: <http://www.allpa.org.pe/numero-de-comunidades-campesinas-por-departamento>.
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Alejandro Diez Hurtado
munal (zonas de pastos) (Diez Hurtado, En segundo lugar, está lo que podría-
2003). Los derechos familiares y colecti- mos llamar el carácter o alcance de la pro-
vos coexisten aunque se hallan en perma- piedad. La constitución vigente (1993)
nente tensión. La expansión y la demanda derogó los derechos de inalienabilidad e
por terrenos empujan a lo familiar en tanto inembargabilidad que conservaron las tie-
que la amenaza a la propiedad y la gestión rras desde 1933; resguardó solo el carác-
de algunos recursos de uso común (como ter de imprescriptible; las comunidades
el agua de regadío) obliga a lo colectivo. reclaman al Estado que se les restituyan
Si legalmente la comunidad es propietaria “las tres i”. Por añadidura, el derecho de
de un gran terreno que pertenece al con- propiedad de las comunidades solo alcan-
junto de sus miembros, internamente la za al suelo, por lo que las comunidades
tierra posee dueños de diferentes tipos de reclaman los recursos del subsuelo, que
acuerdo con una serie de prácticas inter- pertenecen al Estado. A los propietarios
nas que rigen el acceso a los terrenos de suelo se les reserva únicamente el de-
dentro de los linderos comunales. Si des- recho a ser consultados para el uso y
de la Ley y el Estado existe un solo propie- aprovechamiento del subsuelo por terce-
tario colectivo, desde los comuneros ros (Arpasi Velásquez, 2003).
existen dos niveles de “propiedad”: la co-
lectiva, que compete a todos, y la privada, En tercer lugar, están las dificultades
que compete a las familias. para el manejo y la administración de los
recursos desde una organización comunal
Ahora bien, estos propietarios tienen centralizada. Estos problemas derivan de
tres tipos de problemas, que provienen de las características del control comunal di-
distintas fuentes y perspectivas: su sa- ferenciado sobre la propiedad colectiva.
neamiento legal, el carácter de la propie- Buena parte del terreno comunal está –en
dad y la regulación interna. la práctica– bajo el control de familias nu-
cleares o conjuntos de familias y solo bajo
Existe un déficit en el saneamiento de la tutela de la directiva comunal, que mu-
la propiedad formal de las comunidades chas veces no tiene la capacidad ni la legi-
campesinas. En las últimas décadas, dife- timidad o la posibilidad de regular a los
rentes programas (PETT, PRT2 y más posesionarios. La tensión entre lo comu-
recientemente Cofopri) promueven la re- nal y lo familiar (Mayer, 2004) se expresa
gularización de la propiedad colectiva y ante todo en el acceso y el control de los
en algunos casos también la familiar terrenos comunales.
dentro de las comunidades. El trabajo
de saneamiento, georeferenciación e ins-
cripción en los Registros Públicos es com- Las comunidades como sujetos
plejo, sumamente técnico y solo puede colectivos
realizarse solucionadas las disputas por
linderos que pudieran existir sobre los te- Desde el punto de vista organizacional y
rrenos. Aunque la Cofopri avanzó signifi- político, las comunidades son actores co-
cativamente en el proceso, hay aún un lectivos; por tanto, se hallan en la necesi-
importante déficit, sobre todo en las co- dad de solucionar dos tipos de problemas:
munidades nativas. 1) organizarse y regularse internamente y
2) regular las relaciones del colectivo fren-
Sin el registro, las comunidades no te al exterior. Al respecto, y desde hace un
pueden disponer de los terrenos en su par de décadas, la organización comunal
condición de propietarias comunales de se muestra debilitada y con evidentes difi-
estos. Las restricciones legales que cultades para autogobernarse y cumplir
plantea la formalidad no impiden la eficientemente su rol de intermediación
difundida, amplia y constante transferencia política.
de tierras entre comuneros, tanto por
mecanismos de herencia como por venta, La debilidad de la organización comu-
además de una serie de arreglos internos nal puede explicarse desde cuatro consta-
de cesión de derechos de uso en arriendo taciones: 1) la dificultad para determinar
(Mayer & Glave, 1992). de manera precisa quiénes son y quiénes
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INVERSIONES PRIVADAS Y DERECHOS COMUNALES
Cuadro 4
Comunidades campesinas y estado de titulación al 2002
Tomado de Grupo Allpa. Con datos del Directorio de comunidades campesinas, PETT 2002; y el Ministerio de Agricultura.
Ver: <http://www.allpa.org.pe/content/comunidades-campesinas-y-su-estado-de-titulacion-por-departamentos>.
no son comuneros, lo que plantea distin- que, en el mayor de los casos, evidencian
tos problemas entre las diversas catego- un bajo nivel educativo, pero sobre todo
rías de ocupantes de los terrenos y acusan poco conocimiento de herramien-
aquellos emigrantes que, sin residir en la tas modernas de gestión que se hacen
comunidad, consideran tener también de- cada vez más necesarias y, finalmente, 4)
rechos; 2) la insuficiente legitimidad de el cambio efectivo en las dinámicas comu-
las dirigencias comunales que, elegidas nales que afectan la relación entre las fa-
por sus mecanismos regulares de renova- milias y la comunidad, muchas veces en
ción de cargos, son impugnadas por un perjuicio del colectivo. Todo ello incide en
sector de los comuneros o no completan la dificultad real de las dirigencias para ar-
el proceso legal de inscribir a las listas ga- monizar los intereses de sus diversos
nadoras en los Registros Públicos, con lo componentes: familias, facciones y colec-
que su legitimidad puede ser cuestionada; tivo se mantienen en tensión constante.
3) el desfase existente entre las compe- La comunidad en su conjunto se muestra
tencias que requiere el gobierno y la re- incapaz de resolver sus conflictos internos
presentación comunal y las capacidades y de potencializar los intereses que apun-
de gestión de los dirigentes comuneros tan al bienestar de sus miembros.
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Alejandro Diez Hurtado
Por otro lado, la capacidad de la comu- cias comunales para generar consensos al
nidad para representar a sus miembros interior de los colectivos se manifiestan en
hacia el “exterior” se ha visto seriamente lo que podríamos llamar la diferencia cultu-
disminuida tanto por la multiplicación de ral entre un interlocutor comunero y un
organizaciones de diverso tipo al interior agente exterior. La interlocución con una
de las comunidades, como por la actitud comunidad campesina es necesariamente
del Estado de apoyarse en los municipios intercultural y pasa por un proceso inicial
en tanto instancias de articulación del es- de “conocimiento del otro”, sin lo cual nin-
pacio local, particularmente en el actual gún acuerdo se establece ni respeta. El
proceso de descentralización. Con ello, la conflicto y la protesta son siempre el fruto
competencia histórica entre el municipio y de un desencuentro por razones diversas
la comunidad –instaurada con el reconoci- que van desde el desentendimiento hasta
miento de las comunidades y con vigencia la existencia clara de una diferencia de in-
hasta finales del siglo XX– parece inclinar- tereses que resulta, sino irreconciliable,
se definitivamente hacia el primero. difícil de conciliar.
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INVERSIONES PRIVADAS Y DERECHOS COMUNALES
dinámica de las comunidades; ante ello, la pesinas han debilitado su actividad agrí-
prudencia aparece siempre como la mejor cola y ganadera en aras de fortalecer
opción. Desde la óptica de las comunida- labores artesanales, mineras, comercia-
des, las propuestas medioambientales o les, turísticas, se convierten en agencias
de retorno a lo originario son más conser- de empleo, administradoras de fideicomi-
vadoras o, en todo caso, se muestran sos y propietarias y defensoras de su te-
como menos disruptoras de la vida cotidia- rritorio, que además de ser la función con
na. Ellas se enfrentan más bien a los rit- la que son recreadas en las constitucio-
mos más acelerados de las demandas de nes del siglo XX, parece ser el principal
“baja intensidad” por el desarrollo local elemento invariante en la definición de la
(Laos & Valera, 1998; Zoomers, 2002), comunidad campesina.
que opera paulatinamente conforme pro-
gresan una a una las familias.
Conclusiones 1
Existirían al menos cuatro acepciones del término
En conclusión, el cambio de las comunida- “comunidad”: 1) la comunidad formal, de acuerdo
des es, en último término, inevitable. Lo con la ley; 2) la comunidad como parte de un pue-
blo indígena; 3) la comunidad como conglomerado
que no está determinado es ni su direc-
de pequeños propietarios, y 4) la comunidad como
ción ni su velocidad, amén de sus conse- sinónimo de pueblo (Ballón, 2004). Para un balance
cuencias sobre las diversas dimensiones de las comunidades campesinas contemporáneas
de la comunidad. Cada vez más –como consultar (Castillo et ál., 2007).
fruto de los procesos de modernización e 2
Solo es posible hablar de comunidades concretas a
integración y la vinculación de los espa- partir de criterios de clasificación. Para una discu-
cios rurales–, muchas comunidades cam- sión sobre el particular consultar Golte.
Referencias bibliográficas
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