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Terremoto.
ALE: Las lunas del edificio se comenzaron a reventar, la gente corría por las
calles y se arrodillaba, "aplaca tu ira señor, perdona mis pecados” gritaba una
vieja y se daba de cabezazos contra la vitrina de la tienda donde trabajaba
mi mamá y un gigantesco cántaro shipibo (la pieza más cara de la tienda)
saltaba fuertemente. Terminó el terremoto.
Silencio.
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ALE: Mi mamá abrió la puerta, subió la escalera de caracol con mucho miedo
y entro temblando en la oficina para llamar a mi papá para que la vaya a
recoger. Un trozo del techo se había caído.
La gente corría por las calles, había balaceras y saqueos. Llego mi papá a
buscar a mi mamá, caminaron hacia el auto. Mientras avanzaban, oían
disparos de todos lados y la gente corría como loca y decían que estaban
incendiando el diario Correo y el Centro Cívico. Mi mamá se agarraba la
barriga para correr y se le llenaron de ampollas los pies. Dos balas pasaron a
pocos centímetros de ella. Se metieron en una casa para refugiarse. Cuando
la balacera pasó, avanzaron entre humaredas de fuego hasta el carro. Vieron
que habían tirado una caseta de policía adentro del Zanjón. Tuvieron que
esquivarla para poder pasar.
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SANDRA: La huelga policial del 5 de febrero de 1975 ocasionó más de cien
muertos, mil heridos de bala y cuantiosos daños materiales. Estos violentos
hechos anunciaron el fin del gobierno del general Velazco Alvarado.
LITA: Ella trabajó hasta el sétimo mes. Tenía una barriga pequeña, que
ocultaba bien bajo el mandil. Le daba roche ser la típica mesera looser en
bola. Nadie se dio cuenta de que estaba embarazada. (A Ale, la mesera) Esto
está frío.
ALE: Désolée madame. Putain de merde, c’est la troixième fois. J’suis crevée,
j’suis fatiguée, c’est pas mon job.
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ALE: Mis padres nos llevaron a vivir a Pittsburg. A los 6 años regresamos al Perú.
Al año siguiente, volvimos a Pittsburg. Al año siguiente, regresamos
nuevamente al Perú. A los 10 años volvimos a Pittsburg. Y a los 13 años, me fui a
Miami y luego estuve mudándome a muchos países, hasta hace 5 años, que
volví al Perú, con mi hijo.
Ale se sienta frente al público con una nariz de clown. Tiene un cuaderno.
Risas de niños.
ALE: … and I am going to read a story for you. It is called “Alana´s journey”.
PANTALLA: Voy a leer una historia para ustedes. Se llama “El viaje de Alana”.
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ALE: One time lives in a far town a little girl called…
Risas de niños.
ALE: Alana lied with her Little brother and her mama and her papa and her
Little dog…
ALE: DOG. And her DOG Ben too. Mommy and dad not enought money for the
job…
ALE: JOB.
ALE: JOOB.
PANTALLA: Mami y papá no suficiente dinero para vivir, cosas difíciles para
ellos.
ALE: Good luck dad found a job… in the part north of the world.
PANTALLA: Suerte papá encontró trabajo en ciudad norte parte del mundo.
Risas de niños.
ALE: (Se hunde en el asiento y habla bajito) And then my family moved to this
far city.
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PANTALLA: Y entonces su familia se mudó a esta ciudad lejana.
ALE: (No se entiende lo que dice) She felt strange and didn`t understad people.
ALE: (Se sienta derecha y habla con aplomo y esfuerzo por pronunciar bien)
¡How strange is this language!", she thought.
ALE: the first day in school Alana felt miserable and missed her friends, and her
home, and her dog.
ALE: But she grew up in this north city and learn this strange language.
ALE: …she grew up and made many friends and no longer spoke quietly.
ALE: She then went on to olive in many cities and lived many wonderfull
adventures.
ALE: But never forgot the far away city on the oter side of the world where she
was born.
PANTALLA: Pero nunca olvidó la ciudad al otro lado del mundo donde nació.
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LITA: Fui una niña bailarina. Tragona. Imaginativa, mentirosa y engreída.
Ciclista, patinadora y nadadora. Mi mamá no quería que yo entre al colegio.
A los 8, por fin me metió. El primer día de clases, ella sufrió más que yo, tanto
que no me quiso llevar. Me mandó sola en bicicleta, el colegio quedaba
cerca. Ella prometió mirarme desde la puerta. Pedaleé sin mirar atrás, con
lágrimas corriendo por la cara y seguí sin parar hasta llegar al colegio.
Yo ya no era la misma. Algo había cambiado para siempre.
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SANDRA: ¡Qué linda! ¿Eres tú?
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VOZ 1: ¡El niño Martín, rubiecito, más lindo es!
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SANDRA: Mi infancia transcurrió en el centro de Lima, entre ruidos de bocinas,
vistas a techos, puntas de Iglesias y ropas colgadas en los tendederos. No me
dejaban salir y yo adoraba la calle. Mi madre siempre temía que me ocurra un
accidente. A veces se me nublaba la vista y veía todo negro y terminaba
chocándome con las paredes. Yo me escapaba por la ventana.
LITA: A los 26 años me hice el test casero. Salió positivo. Mi novio y yo nos
reíamos de nervios. De la ansiedad me comí un pollo frito con papas y arroz a
las 11 de la noche. Al día siguiente me saqué sangre y le pedí a una amiga
que chequee los resultados porque a mí me daba nervios. Estábamos
almorzando en la casa de mi mami, cuando mi amiga me llamó: “¡Sí estás en
bola!” Yo le decía “No puede ser, ¿de verdad?” Mi novio me miraba sonriente.
Mi mamá dijo:
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Todo el día vomitaba, dejé de comer, dejé la Universidad. Bajé 8 kilos.
Una noche soñé que mi hija tenía algo en el cuello que no la dejaba respirar.
Con 9 meses y 3 semanas, justo el día que nos mudamos a nuestra nueva casa,
empezaron las contracciones. La bebe estaba enredada, como en mi sueño,
y no salía. Las dos estábamos esforzándonos pero teníamos miedo. Yo estaba
aterrada.
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El trabajo de parto y mis planes de parto natural se fueron al diablo.
La OMS estima que la tasa de cesáreas en los países desarrollados está entre el
10% y el 15%.
ALE: Era invierno en Montreal, la nieve nos envolvía con su silencio. El papá de
mi hijo y yo estábamos acostados, cuando empecé a sentir las contracciones.
Nos fuimos al hospital. Ahí, me llevaron a la sala de parto y a las 2 de la
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mañana pedí epidural porque me dolía demasiado. El papá estaba muy
nervioso pero lo disimulaba bien. Puso una música que tenía preparada para
el parto. Seguí dilatando las siguientes horas con normalidad, tranquila, y
alrededor de las 10 de la mañana comencé a sentir un dolor fuerte, empuje
mientras ahorcaba a mi esposo del cuello, y nació mi hijo, lleno de pelo como
su papá y chiquito y flaco porque era ochomesino. Me lo pusieron en el pecho
y los 3 lloramos. Apenas nació mi hijo, mi mamá nos vino a visitar a Montreal.
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SANDRA: Me casé a los 21 años, y poco tiempo después salí embarazada de
Fernanda.
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cachete con el mío mientras su padre decía “Es hermosa”. Le di de lactar
durante un año.
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LITA: La bebe dormía poco y lloraba mucho.
SANDRA: La mitología griega cuenta que la diosa Alcmena tuvo un hijo con
Zeus llamado Hércules. Alcmena abandonó a Hércules por miedo a las
represalias de la esposa de Zeus, Hera. Un día, ésta paseaba con Atenea por
el campo, cuando encontraron al bebé Hércules. Hera decidió alimentarlo. La
fuerza descomunal de Hércules hirió el pecho de Hera, del que no dejó de fluir
la leche, regando así el líquido que dio origen al más grandioso espectáculo
estelar, la Vía Láctea, el camino de la leche.
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Ale y Lita realizan una coreografía con tacitas de porcelana y leche al ritmo de
la canción “Llorarás”.
LITA: Cuando mi primera hija tenía 1 año, empecé a sentirme mal otra vez. Al
sacarme análisis descubrieron que tenía hepatitis y estaba embarazada.
Acababa de teñirme el pelo de rubio para una obra, toda yo era amarilla. Me
sentí tan mal por estar enferma y encima por el tinte que le tiré a mi pobre
bebe que quería desaparecer. Tuve que dejar de actuar de nuevo. Me miré al
espejo y le pedí a mi novio que me rape.
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LITA: Una noche yo estaba viendo tele cuando empecé a sentir las
contracciones. Me paré y vi que tenía sangre en las piernas. Me desangraba,
como en mi sueño. Llamé desesperadamente a mi novio al trabajo, le di un
beso a mi hija y me fui al hospital pensando que me iban a cortar la barriga de
un sablazo y sin anestesia para sacar con vida a mi bebé. El doctor nos
esperaba en la calle.
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Ale baila tap.
LITA: Yo tenía 2 hijas pequeñas. Mi novio viajaba mucho. Teníamos muy poco
tiempo para estar juntos. Me puse el parche anticonceptivo pero me cayó
mal, así que me lo arranqué. La noche que regresó mi novio de viaje quedé
embarazada.
Ale, bailando tap, le pone a Lita una banda que dice “Miss fertilidad”.
Ovación y aplausos.
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lo aguanté.
Tres cesáreas no era algo recomendable, pero ya no había nada qué hacer.
Nos íbamos a casar pronto y se mezclaron los preparativos del matri con los del
nacimiento de mi tercera hija. A los 9 meses me cortaron la panza por tercera
vez y nació Indhira.
LITA: Iba a probarme los vestidos de novia con mi bebe en brazos haciendo
pausas para darle leche, ningún vestido me cerraba. Al poco tiempo me casé.
Entré al altar con mi mamá.
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Era una novia con muchas hijas y una ilusión muy diferente.
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ALE: Cuando ella cumplió 2 años, su mamá le puso un vestidito de cuadros
azules y la llevó a la Fuerza Aérea, donde trabajaba su papá. La abuela las
acompañó, pero se quedó en el carro. Su papá salió a la calle a hablar con su
mamá y vio por primera vez a su hija. En ningún momento se le acercó. Su
mamá, aguantándose el dolor, le arregló el zapatito que tenía desabrochado
mientras le pedía a él que reconociera legalmente a su hija. El se negó, ella lo
amenazó con hablar con su jefe, y entonces él le pidió un poco de tiempo. En
el carro, la abuela le dijo a su mamá que tenía que ser fuerte y dejar de hacer
cojudeces porque ese hombre ya no la amaba. 5 años después, su mamá lo
demandó por alimentos. El abogado de su papá, al conocer a la niña y a su
mamá, renunció a representarlo. Su mamá ganó el juicio, pero le dijo que no lo
iba a presionar para que la reconozca legalmente. El tendría que hacerlo por
voluntad propia.
Se para de cabeza.
Las compras, hacer el menú, una quiere fideos, otra carne y la otra sopa y
hemos hecho pollo, las empleadas, el colegio, las loncheras, las reuniones con
los padres, las reuniones con los profesores, el pediatra, el homeópata, la
natación, la marinera, psicomotricidad, las tareas, los juegos, llevarlas al
parque para que no vean tanta tele, los cumpleaños de ellas, los cumpleaños
de los amiguitos, comprar los regalos, las caídas, las pesadillas, el
estreñimiento, las gripes, lavarles los dientes, el baño, contar el cuento,
acostarlas, despertarlas, estar bien, hacer yoga, salir bonita con el marido, y
paro ahí porque ya me cansé. No, no hago nada.
LITA: Yo no tenía la muñeca pero me tomaron esta foto en la Feria del Hogar.
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SANDRA: La Mujer Maravilla fue creada en 1941 por William Marston.
ALE: Para crear a esta heroína, Marston se inspiró en una idea del siglo XIX que
se basa en que las mujeres son moralmente superiores a los hombres porque
éstas controlan sus apetitos: las mujeres reinarán el mundo con sus armas
psicológicas: el amor, la pasión y la justicia.
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ALE: Entre los atributos de la Mujer Maravilla, destacan el poder de volar, súper
fuerza equivalente a la de Superman, no envejece, posee una belleza
extraordinaria y tiene la habilitad de aparecer con el atuendo correcto según
la ocasión, además de ser patinadora, nadadora, enfermera y vaquera.
ALE: Cuando vinimos a vivir al Perú, el papá de mi hijo tuvo una crisis.
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SANDRA: En sus marcas, listos… y… Llegas del mercado. Acomodas las cosas
en la refri. Vamos, tú puedes, eres perfecta. Cocinas, coordinas por teléfono
con tu mejor amiga, eso es, vamos, no te rindas. Recoges a tu hijo del colegio,
eres supermamá. Vas a dictar clases, tú puedes, vamos, tú estás preparada.
Vas a tu ensayo de teatro, eso, no pares, regresas a la casa. Has superado el
reto.
SANDRA: En sus marcas, listos… y… Llegas del mercado. Acomodas las cosas
en la refri. Vamos, tú puedes, eres perfecta. Cocinas, coordinas por teléfono
con tu mamá, eso es, vamos, no te rindas. Recoges a tu hijo del colegio. Vas a
dictar clases, tú puedes, estás preparada. Vas a tu ensayo de teatro, eso, no
pares, regresas a la casa.
SANDRA
En sus marcas, listos… y…
ALE
¡Basta!
Ale se desploma. Se oye una puerta que se abre. Ambulancias. Una luz sobre
una silla de ruedas vacía. Una voz de niño que dice “Chau, papá”. Un avión
que parte.
LITA: Cuando tenía 16 años, me llamó mi hermana por parte de papá,, para
conocernos. Ella casi nunca lo veía, pero por lo menos lo conocía. Me
preguntó si me gustaría verlo y yo le dije que sí.
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duplicado. Actualmente en nuestra ciudad, el 30% de las madres son solteras.
De ellas, 20,000 no llegan a los 18 años. Un estudio con 3.400 alumnos de
escuelas secundarias norteamericanas indicó que el hecho de no vivir con los
padres biológicos aumenta cuatro veces el riesgo de presentar algún
desorden afectivo.
Ale y Lita se sientan, una detrás de la otra. Ale, en pijama, come de una bolsa
de papitas fritas.
Lita se para, hace el gesto de gritar, Ale le jala el brazo, Lita se sienta.
Cuando veo esas parejas que están juntos hace años, que se pelean todo el
rato y no se soportan, me dan lástima. Yo en cambio, cero conflicto, no tengo
que negociar con nadie, todas las decisiones las tomo yo, es genial.
LITA: Día del padre. “¿Y mi saludo, Lita?”. “Mamáaaa.”. “¡Yo soy tu madre y tu
padre, tienes que saludarme!”. “Ya mamá, feliz día mamá”. El día del padre
era como el día de la nada en mi casa. Todos tenían qué hacer, menos
nosotras.
Ale toma varios vasos de alcohol, habla cosas que no se entienden y fuma
varios cigarros a la vez.
Luego se desploma, borracha. Sandra canta. Lita barre a Ale con una escoba
y la deja dormida en un rincón.
LITA: Mi mamá quería que yo fuera una chica regia, yuppie, y sobre todo que
me case con un abogado de pelo corto que tuviera un Mercedes.
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SANDRA: Mi madre se persignaba cuando veía nuestros afiches de rock en las
paredes. Sin embargo, podía agarrar a palos a algún malhechor sin temor. Era
autoritaria y parecía no temerle a nada, excepto a la adolescencia de sus tres
hijas.
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LITA: Cuando yo era niña, yo recién bañada, le preguntaba a mi mamá cómo
eran las fiestas y me ella me decía “Cuando tú seas grande, va a venir seguro
un hombre, de repente un militar, con su gorro y sus medallas, y de pronto te
va a sacar a bailar”. Y ella me sacaba a bailar, y yo parada en el wáter, y ella
me decía “Te va a bailar así”, y me ponía el cachete acá y me bailaba.
VOZ DE MAMA: “Margarita, está linda la mar, / Y el viento / Lleva esencia sutil
de azahar; / Yo siento / En el alma una alondra cantar; / Tu acento. /
Margarita, te voy a contar / Un cuento.”
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Todas cantan “A la ronda ronda”.
Un día nos dijo que se iba, extrañaba su pueblo, sus animales, su cielo. Ese día
yo me abracé a su pierna, mi mamá y mi abuela me tuvieron que separar de
ella. La vi irse rápidamente y llorosa, mientras mi mamá contenía mi patalea.
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Al día siguiente, mi papá preparaba unos huevos benedictinos riquísimos (que
ahora yo preparo) y se ponía a abrir los regalos.
LITA: La calle no era segura. Había bombas y apagones, pero yo salía y hacía
lo que me daba la gana y a nadie le importaba. A veces no llegaba a dormir,
no me gustaba mi casa. Y un día me fui para siempre.
Sandra interrumpe cantando “Je ne regrette rien”, como Edith Piaff, con una
escopeta.
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SANDRA: Mi abuela montaba a caballo y vigilaba sus tierras armada. Perdió sus
haciendas en la Reforma Agraria. Decía poseer estirpe y pureza real. En su
etapa final de la demencia senil creía vivir en sus haciendas de Quikapata y se
la veía orgullosa en su gran jardín. Murió bien arreglada a los 95 años.
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LITA: Mi abuela era una rebelde. Cuando era bebé, casi se muere en un viaje
en barco. Su madre, desesperada, siguió las recomendaciones del capitán, le
dio gotitas de cognac. Mi bisabuela decía que seguro su hija había salido tan
pendeja porque le había dado trago.
ALE: Ella odiaba las labores domésticas. Iba a las cárceles. Hizo el parque
enfrente de mi casa. Cuando venían los drogadictos al parque ella los echaba
con su megáfono. “¡Salgan de ahí carajo!”
LITA: Cuando mi tío se enfermó, mi abuela se hizo cargo de él, no quiso tratarlo
médicamente. Un día, cargándolo para llevarlo al baño, a mi abuela le dio un
derrame cerebral. Vivió durante ocho años más cuidada por una enfermera y
mi tío, sin poder hablar, sin poder hacer nada. Siempre me decía “el día que
yo no pueda limpiarme el poto sola, ojalá ya esté muerta.” Sueño mucho con
ella.
LITA: Mi abuela se casó con mi abuelo y tuvieron 3 hijos. Mi abuelo era aviador.
Cuando mi mamá tenía 2 años, tocaron la puerta de la casa. Unos hombres
con uniforme le dijeron que el avión de su esposo se había perdido en la selva.
Mi abuela se desmayó, no solo por la noticia sino porque estaba embarazada
de su tercer hijo.
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Lanza un avión de papel.
LITA
LITA: Antes de que yo naciera, mi mamá se casó con un hombre que también
era aviador, y tuvieron una hija. Cuando mi hermana tenía cuatro años, unos
hombres con uniforme tocaron la puerta de la casa de mi mamá, y le dijeron
que el avión de su esposo se había perdido en la selva. Lo mismo que le había
pasado a mi abuela. Mi abuela se encerró en el baño para llorar.
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De niña me llevaba a la Escuela Nacional donde dictaba clases y yo me
sentía orgullosa de sus cátedras.
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ALE: Mi mamá me llevaba a protestas políticas.
ALE: Mi mamá era una niña terremoto. Tiraba macetas al piso. Bailaba
flamenco con su vestido de primera comunión y la abuela pensaba que había
sido poseída por el diablo.
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Hace poco ella confesó que, cuando se suponía que su nana la llevaba al
parque, en realidad iban al cine del barrio a ver películas románticas
mexicanas o al bar del frente a bailar sobre aserrín al ritmo de la rockola.
Cuando creció, canalizó toda esa energía al teatro y la política. ¡Viva el paro
nacional del 17 de julio de 1972!
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LITA: Si dejas que duerma en tu cama no va a querer salir de ahí hasta los
dieciocho.
LITA: Debes ser una buena profesional para que tus hijos estén orgullosos de ti.
O sea ocho horas diarias como mínimo. Dormirás en otra vida.
Se apaga la música. Las actrices caen al piso. Apagón. Se oyen los pajaritos.
Luego, la voz de un niño.
Oímos la voz del papá de Ale cantando, mientras Ale abre la caja de una
guitarra de la que sale una luz. Mira en su interior, y luego cierra la caja.
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tres generaciones. Maldijeron a las mujeres de su estirpe para que nunca sean
felices con un hombre y se quedaran solas para siempre. Hace poco fui a ver
a un curandero serbio. Me dijo que tenía una maldición antigua y me la curó.
ALE: Le pegaron un balazo. En esa zona donde se ponen las babitas para
hacerle botar los chanchitos a los bebes. En navidad, fue a recoger un regalo
para su esposo, un brazalete de plata. Bajó del auto, vio una camioneta, de
ella se bajaron un chico y el chofer. Empezó a correr, pidiendo ayuda. Socorro,
auxilio, corrió hacia unos albañiles. Desaparecieron detrás de un triplay. Sólo
quedaba una puerta abierta. Una mujer la miraba aterrada. Trató de entrar a
su casa. La mujer le cerró la puerta. Dame las llaves del carro. No terminó de
decir que no. Sonó un balazo. Ella cayó al suelo. Ardía como fuego en el
cuello.
LITA: Me morí.
ALE: Me morí, pensó. Me dieron. Se acordó de sus hijas. Se resistió a cerrar los
ojos. No me puedo desmayar aquí, ni cagando. Poco a poco, la gente
comenzó a salir de sus casas. Llévenla a un hospital, dijeron. El paso del tiempo
se hizo denso, lento. Por fin, llegaron los bomberos. Tranquila, todo va a estar
bien.
LITA: Mi papá se enteró, no sé cómo, y vino a verme por fin con su esposa.
Ahora nos vemos con cierta regularidad. Mi papá o su esposa siempre llaman
y no han fallado con los santos de las niñas. A veces la paso bien con ellos, a
veces me remueve cosas que no sabía que aún sentía. Todavía no lo puedo
llamar por el día del padre. Tal vez algún día lo logre.
PANTALLA: Cada día mueren en Lima 5,24 personas por violencia urbana. En
nuestra capital existen más de 12, 700 pandilleros entre los 12 y 14 años de
edad. La mayoría proviene de hogares desestructurados.
ALE: Hola, soy Lukas. Me gusta cuando juegas conmigo a armar legos y me
encanta cuando jugamos a la lucha libre. Me gustaría estar con mi gato Michi
que está en Ecuador. Me gustaría que mi papá viva en Perú. Muchas veces te
da flojera jugar conmigo fútbol y tengo que jugar con Olga. No me gusta que
a veces trabajas mucho. Quiero irme de viaje a la selva y pasar muchas
noches en hoteles porque nunca voy a hoteles. Me fastidia cuando se mezcla
la comida y cuando se me cae el vaso de agua encima de la comida, no me
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gusta cómo suena el crash de mi batería. Cuando sea grande voy a ser
músico igual que mi papá aunque esté tan lejos. Mis palabras favoritas son:
información, geografía, mamá, cuco. No me gustan las palabras: caca,
lapicero, militar, tecnología. Quiero que no salgas a la calle en la noche. Mejor
en tu cuarto porque así te oigo mientras duermo. Mamita tienes ojos muy
grandes y a veces nos peleamos y pones tus ojos más grandes y me asusta.
Chau mamita bonita cuquita. Besitos chau.
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De él heredó la nariz y la boca, la habilidad matemática y musical, su nobleza.
Su corazón es el que teníamos sus padres antes de crecer.
ALE: En cambio en la casa de la vecina, Alana, todo era muy diferente. Todos
eran artistas y cultos. Su mamá siempre iba a recogerla a la misma hora del
colegio y la ayudaba a hacer las tareas.
LITA: Kantu veces soñaba que su verdadera casa era la de Alana. Soñaba con
ese señor al que le decían papá, que llegaba después de trabajar y jugaba
con sus hijos. Suspiraba ante esa casa siempre ordenada donde uno siempre
sabía lo que iba a pasar.
ALE: Para Kantu, lo maravilloso de la navidad no eran los regalos, pues ella
recibía muchos.
LITA: Lo maravilloso era la reunión de una gran familia, como la de Alana. Los
primos y primas jugando a las escondidas, el olor del pavo recién hecho, la
abuela preparando galletas.
ALE: Llegó la noche de navidad y las dos solas, Kantu y su mamá, cenando
pollo a la brasa y viendo televisión.
LITA: Kantu no pudo ocultar su tristeza. Su mamá le preguntó.
LITA: Por favor, aunque sea por una vez, cenemos en la mesa del comedor.
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ALE: Con un gran esfuerzo, la mamá de Kantu bajó en pijama, calentó el pollo
a la brasa y lo puso en la mesa, se sentaron, y se miraron en silencio.
LITA: De pronto escucharon las risas de la casa de Alana y los fuegos artificiales
de la calle empezaron a sonar. La mirada de su madre era tan triste y sin
embargo sonreía.
LITA: “¡Feliz navidad mamá! ¿Qué tal si mejor vamos al cuarto a ver tele ahí
podemos terminar de comer?” dijo Kantu... Tengo frío.
LITA: Así, Kantu empezó a crecer y a guardarse el dolor. Pero también guardó
el deseo de esa navidad en un rincón de su alma, sabiendo que algún día se
volvería realidad.
Apagón.
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