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Cementerio lejano
En Tetuán, caminando más allá de la Medina y al pie de una colina
polvorienta, las callejuelas desembocan en la Mellah, el antiguo barrio
judío centrado alrededor de la sinagoga de Ben Walid. Las calles confluyen
en la soledad de un cementerio instalado desde el siglo XII, por lo menos,
cuando los judíos expulsados de España por oleadas que se sucedieron
periódicamente hasta el pogrom de 1492, se instalaron en esa ciudad
comercial del norte de Marruecos, en donde convivían pacíficamente con
musulmanes y cristianos. Entre miles de tumbas con inscripciones en
hebreo sobresalen las de los sefarditas indianos, los Torres, Páez, Sordo,
Lucas, Salas, Pintos y Toledanos. Destacan de las demás porque son
tumbas grabadas con motivos “precolombinos” traídos de la Nueva España
a mediados del XVII: pirámides, serpientes emplumadas y toda una
ornamentación bizarra de grecas y motivos geométricos que rompe con la
austeridad de las demás lápidas, y en donde los textos hebreos se salpican a
veces con los epitafios escritos en jaquetilla, el dialecto hispano-hebreo de
estos emigrantes forzosos de una América española que les fue
definitivamente ingrata.
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Capítulo XI de: Antonio García de León, Tierra adentro, mar en fuera. El puerto de Veracruz y su
litoral a Sotavento, 1519-1821. Fondo de Cultura Económica/ Gobierno del Estado de Veracruz/
Universidad Veracruzana. México, 2011. 985 pp.
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relacionados también por lazos de dependencia. El conjunto de esos vínculos los lleva a actuar de manera
colectiva en una misma dirección para la obtención de resultados que interesan, si no directa y
simultáneamente, a la totalidad de sus miembros, por lo menos a una fracción importante de ellos. Esta
acción se organiza entonces en torno a un elemento dinámico o central de la red que impulsa el
movimiento hacia el todo”.
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Fernand Braudel, en su pequeño libro La dinámica del capitalismo (Breviarios FCE. México, 1986: 11-
12), que resume su imponente Civilización material y capitalismo, desglosa esta transición: “Lo que me
parece primordial en la economía preindustrial es, en efecto, la coexistencia de las rigideces, inercias y
torpezas de una economía aún elemental con los movimientos limitados y minoritarios, aunque vivos y
poderosos de un crecimiento moderno. Por un lado están los campesinos en sus pueblos, que viven de
forma casi autónoma, prácticamente autárquica; por otro, una economía de mercado y un capitalismo en
expansión que se extienden como una mancha de aceite, se van forjando poco a poco y prefiguran ya este
mismo mundo en el que vivimos.”
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Desde antes de la unión de las dos coronas, un artificio de los portugueses era cruzar la raya de Portugal,
asentarse en Sevilla o en Extremadura, españolizarse y luego pasar a las Indias de Castilla. Diego
Santiago del Riego, un fiscal de Santo Domingo lo expresaba así en 1563: “Los extranjeros, en especial
portugueses, han hallado una invención para pasar a estas partes y comerciar, y es que teniendo su
naturaleza, casa y familia y hacienda en Portugal, vánse a un lugar de la corona de Castilla y piden
vecindad y dánsela, y como vecinos pasan a estas partes” (Citado por Marcel Bataillon, “Santo Domingo
‘era Portugal’”, 1970: 115). Para una visión global reciente, véase la amplísima Tesis de Daviken
Studnicki-Gizbert, Capital’s Commonwealth: The World of Portugal’s Atlantic Merchants…, Yale, 2001.
6
Lo que Pierre Vilar llama “el irrealismo español”, el divorcio “entre su manera de vivir y su manera de
producir” (P. Vilar, “Le temps du Quichotte”, Europe. Enero1956: 1-16).
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Estos aspectos de la mentalidad incluían además lo que Braudel ha llamado “una conciencia de sí
mismos como una clase mundial”: una identidad moderna -para decirlo de otra manera-, que iba más allá
de las naciones y los reinos. Templados en un clima de permanente persecución, rehusaban las actitudes
estéticas por sí mismas, no hacían un gesto o una acción porque estos fueran “bellos”, sino por ser útiles a
un fin predeterminado.
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Según Fernand Braudel, “el sistema portugués, extendido a las dos orillas, africanas y americanas del
Atlántico, constituye una inmensa red que se expande a través del nuevo mundo en una decena o en una
veintena de años. Esta viva expansión es forzosamente un hecho de importancia internacional. Sin ella,
Portugal no se hubiera “restaurado” en 1640, es decir, no hubiera recobrado su independencia de España.
Explicar la restauración, como se hace de ordinario, por el florecimiento del azúcar brasileño, no sería, en
todo caso, suficiente […] La plata clandestina del Potosí, gracias a los nuevos cristianos portugueses,
prestamistas de Felipe IV el Rey Planeta, se unirá así con la plata oficial, regularmente desembarcada en
los muelles de Sevilla”. (Civilización material, economía y capitalismo…, Tomo 2, “los juegos del
intercambio”: 130-131)
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La bancarrota de 1627 obligó a sustituir a los banqueros genoveses por los portugueses, y quien
favoreció esta medida en el Consejo de Hacienda fue el principal asesor o valido del rey: el conde duque
de Olivares. Una de las estrategias de los ricos conversos portugueses consistió en efectuar “asientos de
anticipación”, es decir, préstamos de dinero a la Corona a cambio del disfrute de una renta determinada,
especificando el tiempo del disfrute y la cantidad a percibir. Así, el 66 por ciento de las operaciones
realizadas en vellón por los portugueses en esta época se ajustaron a cambio de arrendamientos de rentas,
prorrogaciones en el disfrute de las mismas, o garantías de exclusividad ante la oferta de algún otro
arrendador, todo lo cual los había convertido en los dueños virtuales de las aduanas y los puertos (como lo
demuestra Rafael Valladares: Felipe IV y la restauración de Portugal, 1994: 199-235). Sobre esta
estrategia véase también: Frédéric Mauro, Le Portugal et l’Atlantique au XVIIe siècle. 1960. Asimismo,
470
sobre el origen de las redes comerciales portuguesas: J. Gentil da Silva, Stratégie des Affaires à Lisbonne
entre 1595 et 1607. París, 1956.
10
Nicolás Broens, Monarquía y capital mercantil: Felipe IV y las redes comerciales portuguesas (1627-
1635), 1989. El uno se refería a la concesión exclusiva para introducir esclavos de Angola, el Congo y
Guinea en la América española, y el otro a las “provisiones” y préstamos de los financieros portugueses a
la Corona española.
11
Algunos de los argumentos antisemitas y antiportugueses más duros de la época provienen de Francisco
de Quevedo, uno de los autores más conocidos del Siglo de Oro español: Execración contra los judíos,
1996. Se trata de un texto de 1633 contra “la blasfema obstinación de los judíos que hablan portugués”:
“Porque”, dice, “los judíos hacen con nosotros lo que Satanás hizo con Cristo (…) el propio metal acuñan
que Satanás”. Bartolomé de Legasa, uno de los secretarios del ministro de la Real Hacienda exclamaba,
durante la escasez de fondos de 1646 (motivada por la persecución) que “estos portugueses son aquellos
que ni negocian con SM ni arriendan sus rentas, sino un género de gente que trata con el dinero en
cambios secos y otras negociaciones perniciosas, atravesando la negociación y dando ley a los cambios”.
12
Recordemos que en lo general, el imperio español estaba ya comercial y financieramente dominado por
genoveses, portugueses, ingleses, flamencos, alemanes y holandeses, que operaban en Sevilla, el corazón
mismo de las transacciones de la Carrera de Indias. Para darnos una idea de esta presencia, habría que
subrayar que, según Broens, en 1640 había 2 mil comerciantes portugueses de todo tipo solamente en
Sevilla y Madrid. Por lo mismo, el periodo de unión de las dos coronas, las seis décadas del imperio
“hispano-portugués”, marca un hito importante en el primer impulso a la globalización de cuatro
continentes. Cf. Serge Gruzinski, Les quatre parties du monde…, 2002.
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La guerra de independencia de Portugal se produjo 14 meses después de la derrota de la monarquía
española en el Mar del Norte y a 23 semanas de iniciada la rebelión de Cataluña. Habiendo triunfado en
1641 con la ascensión del duque de Braganza al trono portugués (Juan II), se convirtió en una guerra de
27 años, hasta los tratados de 1668, cuando España admitió su derrota en todos los frentes y recibió a
cambio la posesión de Ceuta, en el norte de África. “Su revuelta fue la más coherente, un bloque sin
fisuras de todo un pueblo; con algunas adherencias de tipo económico y social que no restaron un ápice a
su carácter de revolución política, de revolución nacional, y por ello fue la única que triunfó”, dice
Antonio Domínguez Ortiz, “Prólogo” a J. H. Elliott et al. 1640: La Monarquía hispánica en crisis, 1992:
11.
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14
Véase nuestro libro Contra viento y marea…, (2004), en donde analizamos la piratería como parte del
continuum comercio legal, ilegal, contrabando y piratería: un fenómeno que no puede solamente
atribuirse al “enemigo” sino como parte de la dinámica de la corrupción en el seno del mismo imperio
español. También en 1641, y como preámbulo a la guerra de independencia, Portugal perdió
temporalmente el control sobre sus fuentes de aprovisionamiento de esclavos y azúcar, al apoderarse
Holanda de la importante colonia de Angola y de una parte del Brasil.
15
Tomando a la red atlántica portuguesa en su conjunto, podemos decir que los principales puertos de
abastecimiento y de salida eran, en orden de importancia, Lisboa, Oporto, Viena, Pernambuco, Sevilla,
los del norte de España y los puertos franceses del Atlántico. La amalgama que cohesionaba todo esto era
un eficiente sistema de transferencia de pagos al que los historiadores europeos han llamado Atlantic
Paysystem.
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Podemos decir que la información era la principal arma para el control de rutas y asociaciones de
comerciantes: Al transportar metálico, papeles y documentos oficiales, quienes controlaban las rutas se
enteraban del comportamiento de los precios, de noticias varias (entre ellas y con antelación de las
cédulas y edictos que les eran contrarios) y de las fluctuaciones de los mercados. Esta información
circulaba y se guardaba celosamente en el seno de una comunidad basada en un complejo tejido de
confianzas mutuas, las que sólo serían rotas por la labor represiva y de “contrainteligencia” del Santo
Oficio de la Inquisición. Una vez hechos prisioneros, eran ampliamente interrogados para obtener
información acerca de sus contactos y transacciones. El Tribunal del Santo Oficio ejercía entonces un
papel estrictamente político para la salvaguarda de los intereses de la Corona.
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lo sorprendió en Orizaba. Sobre el papel de Antonio Méndez Chillón en este tráfico, véase: Robert Ferry,
“Trading Cacao…”, 2006.
21
Eduardo Arcila Farías, La economía colonial de Venezuela, 1946. Este mismo autor describe lo que fue
la llamada “feria del cacao” en el puerto de Veracruz, desde la primera mitad del XVII. En la segunda
mitad del siglo era ya el 80 por ciento de cacao venezolano el que se conducía a Veracruz, mientras que el
total consumido ascendía a unas 322 mil 664 fanegas. Las introducciones a Veracruz, entre 1621 y 1640
pasaron de 447 fanegas a 10,792. Cuando se restableció el tráfico, entre 1646 y 1650 ascendió a 17,215
fanegas: llegado a las 55,789 en el quinquenio 1696-1700.
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22
Algunos de los vecinos menores de la red, como Duarte Castaño, empleaban grupos de negros libres
armados –sus propias guardias o mesnadas- para obligar al pago del tributo, del que se guardaban una
comisión, a las comunidades renuentes en la Veracruz Nueva (Medellín, Tlalixcoyan, Tlacotalpan…), en
Cosamaloapan y en Coatzacualco. En esta última jurisdicción, uno de los acusados en 1642, Jorge
Serrano, había sido organizador de milicias de pardos y morenos, y luego, Corregidor y visitador de la
Real Hacienda precisamente en el ramo de los tributos de los indios. Cf. Antonio García de León, “Las
milicias de pardos y morenos en el Veracruz del siglo XVIII: una aproximación general”, 2005: 75-90
23
AGNM, RFI, 18, ½. Ff. 5-84, 1644, “Relación de bienes y deudores de Fernando Rodríguez,
reconciliado”.
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24
Esto puede verse por ejemplo, en las donaciones que Antonio Méndez alcanzó a hacer a sus hijos
tenidos con negras de Angola (AGNM, RFI. 43, 14: 172-177, 1642-1643) meses antes de su aprehensión,
de seis mil pesos a cada uno, “de cinco por ciento al año, que son trescientos pesos…”
25
AGNM, RCO, 32, 14: ff. 34-35v., 1704, “Contra funcionarios mulatos de origen portugués en la Vera
Cruz Nueva”.
26
Abraham Cahen, “Les Juifs de la Martinique au XVIIe siècle”, 1981 : 93-122.
27
Oruno D. Lara ha detallado la red en Curazao: “Marchands juifs à Curaçao”: Caraïbes en
construction…, 1992, T. I: 219-146. También : Linda M. Rupert, Rethinking Curaçao’s Commercial
History. Some Initial Notes on the Role of Black Seafarers and Jewish Merchants in the Early Modern
Period (1648-1790). Ms. Duke University, 2003.
28
Manuel Alvarado M., La ciudad de México ante la fundación de la Armada de Barlovento…, 1983.
También: AHNM, Diversos, 31, doc. 47, 3 junio 1637, “Despacho del Cabildo de México a los Oficiales
Reales de Vera Cruz para el cobro del servicio de los 200 mil pesos destinados a la fundación y sustento
de la Armada de Barlovento, en virtud de la provisión del Marqués de Cadereyta de fecha 7 de enero de
1637”.
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La Complicidad grande
Pero después de haber desarrollado estrategias tan efectivas y
mantener las fragilidades de una red en expansión, sobrevino la guerra de
independencia portuguesa y con ella la decisión de la Corona española de
erradicar a estos “extranjeros” del comercio y la administración del
imperio. La secesión de Portugal coincidía con un debilitamiento en sus
posesiones africanas y americanas, con el fortalecimiento de los reductos
holandeses a raíz de su propia independencia y con un reacomodo total de
las colonias del Caribe, en donde se había recrudecido la intromisión de los
enemigos de España en varias islas y franjas de la Tierra Firme. Es en ese
contexto de alarma que se sitúan los acontecimientos que en México se
atribuyeron a la llamada “complicidad grande”.
La persecución a los judíos de Nueva España, que había sido una
práctica recurrente del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición desde
que se estableció formalmente en México en 157130, arreció en forma
notable en 1642, por el quebrantamiento total de las relaciones entre
España y Portugal. Esta acción punitiva tiene sus antecedentes en el clima
de persecución que ya se vivía en España31, en el virreinato del Perú y en
Cartagena de Indias, en donde había ocurrido una ola previa de
persecuciones entre 1635 y 1639, que culminaron con un gran Auto de Fe
que involucró a una parte de la red portuguesa enlazada con la Nueva
España. La persecución y el clima de antisemitismo exacerbado coincidían
además con la crisis política y económica de ambos virreinatos, la que le
daba el motivo para culpar a los judíos de las desventuras reales y
supuestas que sufría esta parte del mundo colonial americano. A esta
acción de corte religioso se unió el poderoso Consulado de comerciantes de
la ciudad de México. A través de él, y a pesar de las importantes funciones
de información que prestaban los portugueses de la red novohispana, los
29
Los portugueses eran muy influyentes pero no los únicos ni los más poderosos en ciertas áreas del
imperio. Con fortunas de 200 mil pesos o más, y sus contactos comerciales internacionales, establecieron
posiciones de fuerza diversas, pero el comercio directo con las Indias, organizado alrededor de la
Carrera, estuvo lejos de ser monopolizado por ellos.
30
Solange Alberro, Inquisición y sociedad en México…, 1988. También: Stanley M: Hordes, The Crypto
Jewish Community of New Spain, 1620-1649…, 1980, y Robert Ricard, « Pour une étude du judaïsme
portugais au Mexique pendant la période coloniale », 1939 : 459-471.
31
Debida a la declinación del conde duque de Olivares, supuestamente favorable a los portugueses y a la
expansión de sus negocios. Cf. Antonio Domínguez Ortiz, Los judeoconversos en España y América,
1971.
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32
AGNM, Civil. 48: 275-284v.
33
Cf. Daviken Studnicki-Gizbert, “From Agents to Consulado: Commercial Networks in Colonial
México”, 2000: 62. “En 1640 el Consulado fue un instrumento en la expulsión de los tratantes conversos
y portugueses de la Nueva España, una estrategia que se centró alrededor de la movilización de otras
instituciones coloniales, tales como la Inquisición”.
34
La guerra de independencia de Portugal, que estalló en junio de 1640, estuvo bajo la dirección del
duque de Braganza, nada menos que cuñado del virrey de Nueva España y quien se proclamó rey de
Portugal con el título de Juan IV, separándose de la corona de Castilla.
35
Comisionado por la Corona para inspeccionar la conducta de los Oficiales Reales y de los ministros de
la Iglesia.
36
Jonathan I. Israel, Razas, clases sociales y vida política en el México colonial, 1980: 213. También:
AGNM, Inq. 407, ff. 439-442, 1641. El virrey duque de Escalona era viudo de una hermana de Braganza.
A los ojos de la Corona, todos estos sucesos estaban encadenados por relaciones familiares que se tejieron
alrededor del conde duque de Olivares, Gaspar de Guzmán: recuérdese que estalló también en esos meses
una rebelión en Andalucía, encabezada por el Marqués de Ayamonte y el duque de Medina Sidonia; y que
éste último, don Gaspar de Guzmán y Sandoval, era pariente y homónimo del conde duque de Olivares y
hermano de doña Luisa de Guzmán, esposa del mismísimo Braganza.
480
Estéis con advertencia a reconocer el gran cuidado que pueden dar los portugueses,
respecto de ser como son en gran número y hallarse en los puertos más armados de
gente, más caudalosos de dinero que los naturales y más unidos entre sí que todo el
resto; que en los Reales de Minas están muy ricos y estoy informado que vienen a ser la
esponja de todo el oro y la plata de rescate y que extravían mis reales quintos, y que no
se recatan en hablar contra la fidelidad. Que están muy mezclados con los negros, con
quien tienen grande unión y gran parentesco, y ellos los respetan, así por hallarse
con mucho número de esclavos, como por haberlos criado y llevado de Angola y
mirarlos como a Padres, los cuales componen gran parte del pueblo y que se puede
tener cualquier riesgo de ellos {…} Y estéis con gran recato atendiendo que en la
Veracruz no introduzcan los rebeldes de Portugal ninguna negociación ni
correspondencia {…} y particularmente al que nombráredes por Corregidor de la
Veracruz, procurando sea de entera y segura satisfacción y vos la habéis de tener de que
sea ajeno a toda codicia que es por donde se corrompe más fácilmente lo seguro del
gobierno41.
Fue así, bajo estas circunstancias, que en junio de 1642 don Juan de
Palafox y Mendoza, obispo de Puebla y visitador (ligado desde antes al
principal asesor o valido del rey, el conde duque de Olivares, recibiendo de
él órdenes expresas de vigilar al virrey), fue nombrado arzobispo electo de
México y, mediante un golpe de estado avalado por una real provisión,
virrey y capitán general en sustitución del duque de Escalona42. A partir de
de la leche materna de las nodrizas angoleñas, pero ésa es sólo una hipótesis de la que ya hemos hablado
en otro lugar.
40
A su vez, entre los portugueses también circulaban versiones alejadas de la realidad que eran producto
del clima de hostigamiento. En una carta de Fernando de Amézquita, fechada en Veracruz en 1641, se
mencionaban los rumores sobre cierto navío portugués con 150 soldados a bordo que estaría llegando a
las islas Canarias, en camino hacia Nueva España, para liberar a la comunidad de la persecución
inquisitorial, así como de un inminente arribo de los holandeses en el mismo sentido. AGNM, Inq., 449,
1: ff. 5-6, “Proceso y causa criminal contra Luis de Amézquita, 1642”. Luis era vecino de Puebla.
41
AGNM, RCO, 1, 288: 528. De Felipe IV al virrey. Febrero de 1642. En esos días, el mismo Felipe IV
escribía, después de la caída del conde-duque de Olivares, que “Habiendo considerado que el gran
número de portugueses que hay en estos reinos, y la mano que por medio de los asientos y arrendamientos
tienen, puede causar inconvenientes de mucho perjuicio. Tengo sometido a junta particular pensar en los
medios de atajarlos, y mientras se me consulta, me ha parecido ordenaros que los arrendamientos de
rentas que en adelante se hicieren, particularmente los puertos secos, no se rematen en portugueses”.
42
AHCV, “Real provisión indicando al Duque de Escalona, cese en su cargo de Virrey de la Nueva
España y lo tome don Juan de Palafox y Mendoza”. 1642. Caja 1, Vol. 1: 297-303. Don Juan de Palafox
se enfrascaría luego en un largo pleito con los jesuitas en su diócesis de Puebla, sufriría desavenencias
políticas a varios niveles y terminó por regresar a España. A fines del XVII sus hechos gloriosos fueron
objeto de varias hagiografías redactadas en la península, en donde se le atribuyen varios milagros: lo que
dio lugar a un proceso fallido de beatificación (Cf. Antonio Rubial García, La santidad controvertida.
Hagiografía y conciencia criolla alrededor de los venerables no canonizados de Nueva España, UNAM/
FCE. México, 1999). Curiosamente, uno de sus más entusiastas admiradores fue el jesuita portugués
482
Antonio de Vieira (Lisboa, 1608- Bahía, 1697), quien en 1642 se convirtiera en valido, promotor y
recaudador de fondos para el naciente gobierno del rey Juan II de Portugal. Por su protección a los
conversos, Vieira fue perseguido por el Santo Oficio de Coimbra y terminó como predicador y misionero
en Brasil. Debatió sobre cuestiones teológicas con la monja poetisa mexicana Sor Juana Inés de la Cruz
(Robert Ricard, “Antonio Vieira y sor Juana Inés de la Cruz”, en:
www.dartmouth.edu/research/sorjuana/Commentaires/Ricard/Ricard.html).
43
Simón Váez nació en 1598 en Santiago de Castilla y se crió en Castelo Branco (Portugal). Heredó de su
padre, Gaspar González Soburro, el interés por los negocios, pues éste había sido cobrador de rentas
reales en Lisboa (además de hostelero, carnicero y verdugo), hasta que un juicio inquisitorial lo obligó a
trasladarse a Sevilla, en donde un primo suyo, también llamado Simón Váez, había sido nada menos que
Contador del impuesto de Avería de la Casa de Contratación desde 1604 (AGI, Contratación, 5874, L3,
ff. 129-129v., 4 0ctubre 1604, “Nombramiento…”). Sobre Simón Váez, véase: Eva Alexandra Uchmany,
“Simón Váez Sevilla”, 1987: 67-93, y Seymour B. Liebman, “Fuentes desconocidas de la historia
mexicano-judía”,1965: 707-719.
44
Estos procesos se encuentran en varios ramos del AGNM, en especial en Inquisición y Real Fisco de
Inquisición, y resumidos en el AHNM. Cf. Seymour Liebman, Los judíos en México y América
Central…, 1971, y Luis Gerardo López Hernández, Los orígenes del contrabando en México: Gobierno,
guerra comercial e Inquisición en la Complicidad Grande…, 2003.
45
Cfr. Gérard Nahon, “Le modèle français du marranisme: perspectives nouvelles”, 1987 : 227-265.
46
Uchmany, Op. cit., 1987: 70. También: AGNM, Inq. 398, 1: “Proceso y causa criminal contra Simón
Váez Sevilla por observante de la Ley de Moysén, 1642-1649”. Blanca Enríquez, avecindada en Veracruz
junto con su marido, murió en las cárceles secretas por efectos de la tortura y fue quemada en estatua en
el Auto de Fe de 1649.
483
52
O Antonio Váez de Acevedo, hermano de Sebastián, era nativo de Lisboa y de 30 años “poco más o
menos”. Era comprador y traficante de esclavos como agente de su hermano. Era vecino permanente de
Veracruz, alojado en la parte alta de la casa de un tal Gonzalo Rodríguez. Los esclavos los enviaba a
México e iban facturados a nombre de su hermano.
53
Entre sus deudores se encontraba quien fuera alguna vez Prior del Consulado de México, Álvaro de
Lorenzana, quien le debía 50 mil pesos (Louisa Schell Hoberman. “Merchants in Seventeenth-Century
Mexico City: A Preliminary Portrait”, 1977: 488). Según esta autora, entre 1621 y 1653, se distinguieron
en la ciudad de México un total de 23 comerciantes gruesos. Por sus lugares de origen, 9 eran de Sevilla,
4 de México, 3 de Toledo, 2 de Castelo Branco (Baixa, Portugal), 1 de La Rioja, 1 de Palencia, 1 de
Moguer, 1 de Córdoba y 1 de Bilbao.
54
Simón Váez y su mujer, arrepentidos, fueron azotados en el Auto de Fe de abril de 1649 y expulsados
poco después. En ese famoso Auto fueron quemados vivos Antonio Váez, hermano de Simón, Duarte de
León, mercader y vecino de México, y Tomás Treviño de Sobremonte (el más “rebelde y contumaz”,
obcecado en su fe). “El lunes 12 de dicho mes y año de 49 sacaron del Tribunal siete personas, los seis
hombres y a doña Juana Enríquez, mujer del dicho capitán Simón Váez Sevilla […] A todos los
sentenciaron a destierro perpetuo de estos reinos […] Entre los de Sambenito perpetuo fue uno el dicho
capitán y su mujer doña Juana, quienes mandaron en esta ciudad, y eran visitados por oidores y oidoras,
regalados y respetados como si fueran los más nobles del reino; fueron confiscados todos sus bienes, fue
su padre de dicho capitán carnicero en Casteloblanco, de donde fue natural, y a falta de verdugo hizo el
oficio…” (Gregorio M. de Guijo, Diario, 1648-1664. Tomo 1, 1952: 38-47)
55
Israel, Op. cit., 1980, pág. 135.
56
De los casi 200 judíos perseguidos en México entre 1642 y 1646, “cerca de cien habían nacido en
Portugal, principalmente en Lisboa y en Castelo Branco; más o menos treinta y cinco eran nativos de
Nueva España, pero hijos de padres portugueses y otros quince o veinte, también hijos de portugueses,
procedían de Francia, España, Italia y el Perú”. Algunos de los desterrados en 1647, y que eran vecinos
del puerto de Veracruz, eran criollos de Angola, o bien, eran hijos de padres portugueses y madres
africanas. De hecho, los portugueses vecinos de Veracruz, capturados en diferentes redadas entre 1642 y
1646, eran casi un tercio de todos los perseguidos en la Nueva España.
485
Nudos y nodos
Los principales afectados por la persecución en la Nueva España
correspondían al estereotipo imperante del judío portugués, al supuesto
intruso y convertido en la “esponja” que absorbía el oro y la plata. Los más
conocidos fueron varios vecinos del puerto de Veracruz, entre los que
destacaban Fernando Rodríguez, último factor del asiento de negros,
Francisco Texosso y Antonio Méndez Chillón, uno de los comerciantes
más ricos del lugar. Otros cautivos, relacionados con ellos tanto familiar
como comercialmente, eran también comerciantes y pequeños tratantes,
como Francisco López de Fonseca57, otro yerno de Fernando Rodríguez,
quien era natural de Batán en Portugal, que había sido vecino de Coimbra y
La Guarda, de Valladolid, Madrid y Sevilla, de Tenerife y Luanda, de
Cartagena de Indias, Santa Fe de Bogotá, Quito, Guayaquil, Riobamba y
Maracaibo. Fue conocido en Perú como Francisco Méndez y llegó como
introductor de cacao a la ciudad de México, en donde, a través de Váez
Sevilla, se relacionó con Rodríguez. Su confesión ante el Santo Oficio
ofrece mucha información sobre la particular cultura religiosa de los
conversos y los demás procesados de Veracruz58.
Las lealtades primordiales del grupo se reproducían por medio de la
adhesión a la “ley de Moisés” y a su particular interpretación
hispanoamericana. La fe de los conversos, así como sus vinculaciones y
manifestaciones religiosas y de grupo, giraban alrededor de algunos ritos y
celebraciones, de los ayunos en determinadas fiestas (como la “fiesta
grande” o yom kippur)59, de observar el sábado como día de descanso, de
las oraciones en español aprendidas de memoria60, de la iniciación de los
57
Quien en su confesión ante el Santo Oficio acusaba a otros de ser mercachifles: “que buscando la vida
así mercachiflean”.
58
AGNM, Inq., 410, 2: ff. 270-274, 1642, “Contra Francisco López de Fonseca, judío portugués vecino
de Veracruz”. Otros vecinos del puerto son: Tomás Méndez, también yerno de Fernando Rodríguez y
natural de Covilha en Portugal, Beatriz Enríquez, su mujer, Juan López Correa, hijo de Rodríguez, su
hermano el bachiller Rodrigo Fernández Correa, Joan Cardoso (natural de Silves, en el Algarbe de
Portugal), Francisco de Acosta (sobrino de Antonio Méndez Chillón e itinerante entre Veracruz y
Guatemala en el tráfico del añil), Manuel Díaz, Duarte Rodríguez, Clara Texosso (quien conducía
esclavos de Veracruz a México), Jorge de Espinosa o Jorge Serrano, natural de la “raya de Portugal”, que
había sido vecino de Pernambuco y San Salvador de Bahía (Cfr. AMB, Protocolos, 28, 1638),
reconciliado en el Perú y Corregidor de Coatzacoalcos, Duarte Castaño (natural de Abrantes en Portugal y
vecino de Caracas), Diego de Campos (vecino de Campeche), Francisco y Manuel Gómez Álvarez,
Antonio González Jamaica, Alberto Duarte Correa (“tenedor de armas y bastimentos de la Armada de
Barlovento”), Manuel Méndez Miranda, Catalina Enríquez, Antonio de Burgos (natural de Badajoz y
socio de Rodríguez), Juan de Araujo, Simón de Araujo (muerto en La Guaira “en el terremoto de 1641”),
Simón Enríquez Báez (uno de los principales mercaderes de plata desde San Luis Potosí), etcétera.
59
Es curioso que en el código clandestino de la comunidad conversa de Veracruz, “cobrar la escritura”
significaba llevar a cabo un ayuno.
60
AGNM, Inq. 670, 83: ff. 18-50v., 1635, Nueva Veracruz, “Proceso contra la memoria y fama de
Manuel Gómez de Acosta, portugués difunto, vecino de la ciudad de la Nueva Veracruz…”. Varios
procesos de 1642 incluyen colecciones de estas oraciones. Este Gómez de Acosta, relajado después de
muerto, era dueño de una fragata del tráfico del cacao, la Nuestra Señora de la Natividad, miembro de la
Lonja, a veces Corredor Mayor de ella, controlador de los corredores, entre ellos un Manuel Coronel
486
también acusado de judaizar, relacionado con los jesuitas y con Duarte Rodríguez, uno de los expulsados
en 1646. En su agonía, acusó a los santos y al “Cristillo” de no curarlo de sus males, se confesó adorador
del verdadero dios, Adonai, y pidió no se le enterrara con el hábito franciscano, sino a la usanza judía,
envuelto en una sábana blanca y con un bastón en la mano, pues desde los 16 años había traicionado a sus
padres adoptando la fe católica.
61
Algunos elementos de esta fe sincrética quedaron hasta hoy en la magia popular del litoral veracruzano:
como el culto a Adonai, mencionado en el proceso contra Gómez de Acosta, y que aparece ahora como
advocación del demonio en la magia popular de los Tuxtlas, en el sur de Veracruz. Cfr. Marcela
Olavarrieta, Magia en los Tuxtlas. INI. México, 1977. La huella afrolusitana también quedó en la
toponimia del puerto, pues de esa época datan las primeras referencias al lugar llamado “Mocambo”:
nombre afroportugués de los asentamientos irregulares de negros libres (mocambo, mucambo). Aunque el
Mocambo de Veracruz recordaba más bien el nombre de uno de los barrios de Lisboa, que hasta hoy se
mantiene en la capital lusitana.
487
62
AGNM, Inq. LRP, 35,18: ff. 1-6, 1647, “Relación de los reos que este Tribunal de la Inquisición de
México ha penitenciado y castigado en dos Autos de Fe que ha celebrado, y van desterrados
perpetuamente de Nueva España, Perú, Tierra Firme y Madrid”. También: AHNM, Inquisición-Tribunal
de México, Libro 1605, Año de 1647, “Memoria de los reos a quienes se les ha dado testimonio de las
sentencias para salir desterrados a España, desde Veracruz”.
63
S. Liebman, 1965, pág. 708. En la relación de los reos del AGNM se dice (f. 2): “Fernando Rs. Natural
de la villa de Aveiro en Portugal vezino de la ciudad de la Nueva Veracruz a donde fue factor de los
negros por la corona de Portugal, viudo de doña Blanca Enríquez observante de la Ley de Moysén que
murió en las cárceles secretas de este Santo Oficio. Es de edad de más de sesenta años de buen cuerpo,
blanco con pecas en el rostro al lado derecho dél. Ojos azules, barba y cabello blanco y habla muy serrado
la lengua portuguesa”. Según este documento, mostraba señales de circuncisión. Cuando llegó a Veracruz
en el comercio de esclavos, Rodríguez usaba el nombre de “Francisco López”.
64
AGNM, RFI. 20, 21: ff. 238-245, 1648, “Bienes y esclavos confiscados a Fernando Rodríguez y doña
Blanca Enríquez, su mujer”; AGN, Real Fisco de Inquisición, 17,8: ff. 124-160v., “Secuestro de los
bienes de Joan y Simón de Araujo, naturales de Orense y comerciantes y vecinos de Veracruz”.
65
Cfr. Pilar Huerga, 1994, pág. 140-147.
66
Luis Moure-Mariño, “Apuntes sobre los Mendes de Lisboa”, El Correo Gallego, Santiago de
Compostela, 25 de mayo 1997: “Los Mendes de Lisboa monopolizaban casi ellos solos el comercio
portugués y a principios del siglo XVII admitían que su fortuna no bajaba de los ochenta millones de
ducados”. Los Mendes Chillón eran de la tribu de Naar, descendientes de Isaac Naar. Otros “alias” usados
por los Naar en Europa, África y América eran: Pina, Guillao, Chillón, Lópes de Lisboa, Lópes de Liz,
Lópes de Matos, Lópes de Oliveira y “Lópes de Tepotzotlán”
(http://www.jewishgen.org/jhscj/Genealogy.html). Este último apellido proviene de la familia que vivía
en Tepotzotlán, al norte de la ciudad de México y sede de un hermoso convento jesuita, hoy Museo
Nacional del Virreinato (INAH).
488
67
Francisco Méndez fue acusado en Veracruz de estar en contubernio con los contrabandistas holandeses
y estuvo preso en México, por esta causa, en 1608 (AGI, México, 27, nos. 52 y 57, “Carta de don Luis de
Velasco a Su Majestad, 23 de junio 1608”): “Bien es verdad que algunas personas cuerdas e inteligentes
sienten que si los holandeses u otros enemigos acometiesen a la Veracruz, la podrían saquear por la poca
defensa que tiene y no poderla socorrer […] harían mucho daño si quemasen el pueblo, que sería fácil por
ser de madera”. Una hermana mayor de Antonio, Justa Méndez, fue procesada por el Santo Oficio de
Lisboa en 1596.
68
AGNM, Inq. 706, 2: ff. 27-41. “Contra Antonio Méndez Chillón, mercader de Veracruz, 1645”. Sobre
Fernando Rodrigues d’Elvas, factor en Mina, véase: ANTT, Lisboa, Libro 5 de Confirmaçoes geraes, f.
843. También: ANTT, Lisboa: “Antonio Mendes, Alv. para hir viver fora do Reino”, Libro 1, ff. 248v-
219, 1628. ANTT, Lisboa, Inquisiçao, “Papeis sobre vaias pretensoes da gente de naçao hebraica”, Cabo
Verde, 1624-1632.
69
Cf. En la Inquisición de Cartagena de Indias: AIC, Libro 355, R 02, ff. 372-373, 12 de mayo 1667:
“Ejecutoria ganada por Antonio de Ávila como sucesor de Duarte Rodríguez”/ “Ejecutoria ganada por
Martín Román de Nogales como sucesor de los bienes de Antonio Méndez Chillón”. Sobre la red
portuguesa en Cartagena, véase: Antonino Vidal Ortega, “Portugueses negreros en Cartagena”, 1580-
1640”, 1999: 135-154 y su más reciente libro sobre Cartagena de Indias. Méndez Chillón tenía parentesco
con un famoso médico perseguido en Cartagena, Juan Méndez Nieto, autor de unos célebres Discursos
medicinales (1607).
70
Lo hemos detectado en varias transacciones de venta de esclavos en Orizaba y otros emplazamientos
del interior. Por ejemplo: ANOR, 659, 9 septiembre 1630: “Antonio Mendes Chilón, que viene de
Angola, vende a Antonio de Ayala, mulato libre dueño de recua y vecino del pueblo de Orizaba, una
esclava negra nombrada María, de tierra Angola, de edad de veinte años poco más o menos, bozal, por
precio de 400 pesos de oro común”.
71
AHNM, Inquisición, Legajo 4535, exp. 2. 33 fojas, año de 1655, “Sobre los bienes de Antonio Méndez
Chilón, reconciliado por la Inquisición de México y los bienes y hacienda del marqués de Villena, virrey
que fue de México y de Navarra”, en donde se narra la forma como Méndez envió a su sobrino Francisco
de Acosta, en 1645, a cobrarle al duque de Escalona esta deuda, un poder que otorgó el “capitán Méndez”
489
(capitán de fragata) al comerciante de México Sebastián de Castro para cobrar cartas de pago y otros
documentos a sus deudores. Según esto, las deudas del virrey ascendían a más de 40 mil ducados cuando
murió, hacia 1652. También: AHNM, Inquisición. 4803, 3: “Pleitos fiscales del concurso de los
acreedores de Antonio Méndez Chillón y otros con el Tribunal de la Inquisición de México”, 1644-1645.
72
AGNM, RFI. 43,4: ff. 48-69, 1645, “Relación de acreedores y deudores y Audiencia de Hacienda del
reo Méndez Chillón”: A más de una casa en la plazoleta del colegio de la Compañía de Jesús, en
Veracruz, “lo que valía su caudal cuando fue preso, fue de sesenta mil poco más o menos, en reales, oro,
doblones, cadenas de oro, plata labrada, grana, cacao, vino, vinagre, aceite, ocho esclavos, ropa de
Castilla, canela, Ruán y mercaderías de Campeche”.
73
Las fortunas de Rodríguez y Méndez, siendo importantes en Veracruz, eran menores a la de Simón
Váez y deben ser colocadas en un papel modesto si las comparamos con la de algunos comerciantes de
México de esa época, como Melchor de Cuellar y Francisco de la Torre, quienes poseían entre los dos
865 mil pesos de capital. Otros, como Alonso Ortiz de Arévalo y Cristóbal de Zulueta poseían un capital
conjunto de 501 mil 300 pesos. Personajes como Simón Váez, servían a veces como representantes de
estos “Cresos” del Consulado de México. Cf. José F. de la Peña, Oligarquía y propiedad en Nueva
España, 1983: 109/ 132-133.
490
74
AGNM, RFI. Vol. 35, 3: 1661: “Pleito del Real Fisco de Inquisición contra Jacinta Buzón, vecina de
Veracruz y viuda de Juan de Bosques sobre los trapiches y azúcares que administraba su marido para el
reo Méndez Chillón, en la hacienda del capitán Sebastián de la Higuera y Matamoros”. Es decir, en el
famoso Mayorazgo de Santa Fe de la Higuera, que ocupaba gran parte del camino de Veracruz a Jalapa.
El lugar es conocido actualmente como El Buzón, en la carretera de Santa Fe a Tenenexpan (al oeste de
Cabo Verde, en el municipio de Manlio Fabio Altamirano), perteneció originalmente a un tal Pedro
Buzón, miembro del Cabildo de la Veracruz hacia 1583 (“Estancia de Pedro Buzón” en un mapa de
1575), y es ahora conocido por ser uno de los sitios arqueológicos olmecas “epigonales” situados más al
norte del área propiamente olmeca y que da origen a la cultura de Remojadas que se desarrolló en esta
región en el periodo Clásico.
75
Véase: “Deudores a Chillón” en “Audiencias de Hacienda que se tuvieron en el Tribunal con Antonio
Méndez Chillón en 9 de octubre de 1645 y en 20 de dicho octubre”: AGNM, RFI. 43, 4: 48-69 (contiene
deudores, deudas, bienes raíces, bienes muebles, donaciones que hizo, fianzas que tenía hechas –a
funcionarios, entre ellos a don Francisco de Largacha, ensayador de plata, por 2 mil ducados-, lo que valía
su caudal cuando fue preso, prendas que se tenían empeñadas, cuentas en sus libros y cosas sueltas que
declaró). Entre los papeles secuestrados, que Méndez trató de recuperar (AGNM, RFI. 47, 3: 11-15v,
1645) se encontraban unas cédulas reales sobre su naturalización, cartas de pago de débitos “que me
pueden ser pedidas” y las cuentas de un albaceazgo que estuvo a su cargo. Francisco de Largacha es el
padre de Diego Ortiz de Largacha, cacique del puerto hacia 1685 y nodo principal de una red llamada “la
banda navarra”: es, además, el hilo que conecta a las dos redes más importantes del siglo XVII
veracruzano.
491
76
En la “Relación de reos” del Lote Riva Palacio, se lee en la primera foja: “AMC, soltero, vezino y
mercader de la ciudad de la Nueva Veracruz, natural de la de Lisboa en Portugal, de edad de sinquenta y
tres años, chico de cuerpo, algo grueso, ojos grandes, bien ajestado poblado de barba y bigote negro
entrecano. Ladino en la lengua castellana”, con cicatriz aparente de “circuncisión o retajación”.
77
AGNM, RFI. 43, 14: ff. 172-199v., 1643, “Donaciones que el capitán Antonio Méndez Chillón hizo a
sus hijos naturales tenidos con negras de Angola”. Se refiere a María Zaure, hija de Tomasina Zaure,
vecina de Veracruz, y Joan Chillón, hijo de Lucrecia Zaure, “morena libre difunta que vino del Reyno de
Angola”. Lucrecia vino, según el documento, trayendo un cargamento de esclavos a Veracruz (“Y quando
falleció la dicha Lucrecia, su madre, quedaron en mi poder por sus bienes mill y quinientos pesos de a
ocho reales procedidos de algunas piezas de esclavos que la susodicha truxo del dicho Reyno de Angola
donde había sido mi esclava”), pues era originalmente del grupo de “signares” (kasinhares), mujeres
nobles de Luanda, dedicadas a la trata, esclavizadas después por un decreto de 1622. Juan Chillón quedó
bajo la custodia de Sebastián de Castro, mercader de México y representante de Méndez. Al parecer, y
según uno de los testimonios, el casamiento de Antonio con Tomasina se hizo en Veracruz bajo el rito
judío (no reconocido como tal por los inquisidores mexicanos), pues es posible que estas mujeres de
Angola fueran judías: de hecho, la comunidad sefardí de Ámsterdam albergó en la segunda mitad del
XVII a un grupo de negros y mulatos expulsados del imperio español que practicaban la “Ley de Moisés”
y que provenían de los contactos y las mezclas de españoles y portugueses con los nativos del Congo y
Angola.
492
78
Cfr. Alberro, 1988: 583. La presencia de ambos en Pernambuco y San Salvador de Bahía, en Brasil,
está documentada en Protocolos, 1650, del AMB: así como sus relaciones de ida y vuelta con la
comunidad sefardí de Ámsterdam.
79
De hecho, “…durante el siglo XVII la comunidad sefardí de Ámsterdam se constituyó en el eje
principal del judaísmo hispano-portugués de Europa occidental”: Véase, Yosef Kaplan, Judíos nuevos en
Ámsterdam…, 1996: 11. Sobre la continuación de los negocios en Ámsterdam y la naturaleza de la
conducta mercantil sefardí, véase: Iosseph Penso de La Vega, Confusión de confusiones. Diálogos
curiosos entre un Philosopho agudo, un Mercader discreto, y un Accionista erudito, describiendo el
negocio de las Acciones, su origen, su Etimología, su realidad, su juego y su enredo. Ámsterdam, 1688
(BNM)
493
80
En nuestro caso, por ejemplo, si aplicamos sólo una cuantificación de relaciones entre nodos (actores,
personas), puede resultarnos que un simple mensajero está muy lleno de contactos y no por ello es un
actor de máxima importancia, dado que la centralidad, la confianza que suscita y el prestigio de una
persona es difícil de cuantificar numéricamente aun disponiendo de fuentes exhaustivas de contactos.
81
Georges Simmel, Sociología [1908]. Alianza Editorial. Madrid, 1986. Lo más interesante de la
propuesta de Simmel se refiere a que las relaciones entre relaciones definen la naturaleza de las relaciones
mismas, y que éstas pueden ser diagramadas y mostradas bajo un modelo matemático. En México, desde
mediados del siglo pasado los diagramas de redes han sido más utilizados por los lingüistas que por los
antropólogos y sociólogos; por ejemplo, para establecer distancias léxico-estadísticas entre variantes
dialectales: un método iniciado en México por el lingüista norteamericano Morris Swadesh (la
494
notación: algo que sirve para manifestar con mayor claridad la estructura
lógica de un conjunto de proposiciones teóricas sobre una problemática con
claros referentes empíricos. Pero como para las matemáticas el concepto de
relación tiene un referente claro, completamente desproblematizado,
entonces siguen siendo indispensables los referentes cualitativos e
interpretativos en los que se enmarca cada muestra particular dentro de la
unidad y la inteligibilidad de los procesos histórico-sociales82. Dicho de
otra manera: no se puede dejar de considerar el fondo económico que hace
inteligible el conjunto, la interconexión dialéctica de todas las cosas, pues
corremos el peligro de soslayar el contenido cualitativo de esas
contabilidades y de colocarlas fuera del marco de su época y lugar83.
Y en ese gran proceso de transición, más interesante puede ser el
indagar si la red comercial que establecían estas familias tenía la misma
estructura a gran y pequeña escala. Si es así, nuestra red puede tener un
grado de autosimilitud que la emparienta con un fractal.
Independientemente de lo sugerente que esto resulta, las estructuras
fractales se manifiestan por sí mismas como muy eficientes84: lo que
precisamente resulta comprobable sobre las ventajas que las redes
portuguesas indudablemente tenían sobre otras redes existentes en esa
época.
Si aplicamos una forma de nodo central, de red radial (como la que
podemos detectar en la estructura centralista de la recaudación de
impuestos), perdemos toda la riqueza paradójica de este ejemplo histórico
complejo: pues su riqueza estuvo basada en el hecho de que se necesitaron
pocos actores, con relaciones muy cercanas y extendidas hacia las más
grandes distancias del planeta (de Ámsterdam a Filipinas, por ejemplo),
para establecer un conjunto diverso de formas de relación: lo que nos
remite más claramente a un modelo de red de mundo pequeño. Es decir,
que tomando una red con un diámetro grande y añadiendo un muy pequeño
“glotocronología lexicoestadística”), una forma de mostrar el cambio lingüístico pero sin olvidar el
análisis cualitativo, gramatical e histórico de las variantes.
82
O como lo plantea Barry Wellman en un extenso artículo (“El análisis estructural: del método y la
metáfora a la teoría y la sustancia”, Revista Política y Sociedad, no 33 Monográfico Análisis de Redes
Sociales: la consolidación de un paradigma interdisciplinario. Madrid, junio 1999): “Estas (pseudo)
concepciones han surgido debido a que muchos analistas han (pseudo) usado el ‘análisis estructural’
como un cajón de sastre de términos y técnicas. Algunos lo han ‘congelado’ hasta reducirlo a un método,
mientras que otros lo han suavizado en una metáfora. Muchos han limitado el poder del enfoque al tratar
todas las unidades como si tuvieran los mismos recursos, a todos los lazos como si fueran simétricos, y
como si los contenidos de todos los lazos fueran equivalentes”.
83
Insisto en lo cualitativo porque el ARS se ocupa menos en porqué la gente hace lo que hace y más en la
comprensión de los condicionantes estructurales de sus acciones. En el caso de un ejemplo como el
descrito, para poder aplicar estas técnicas se requiere que esta comunidad se encuentre en su fase de
madurez, ‘congelarla’ en ese momento y apuntar que las técnicas propuestas se encuentran limitadas por
las posibilidades de visualización disponibles, ya que existe un número de nodos (actores, en este caso) a
partir de los cuales se hace difícil una representación visual comprensible de la red.
84
Por ejemplo, una estructura fractal por excelencia como lo es un árbol, tiene una forma muy eficiente
de distribuir las hojas para captar la luz, y esa estructura se repite a la escala del árbol, de las ramas, de las
nervaduras de las hojas y de las raíces.
495
88
“La mortandad de negros en esta Nueva España ha sido la mayor que se ha visto y la falta de entrada de
navíos de ellos, por la supresión del Asiento en Vera Cruz, me da ocasión a consultar a Vuestra Majestad
si se podrán socorrer las labores con indios en caso de necesidad urgente, aunque hay pocos”. Esto lo dice
el virrey Conde de Salvatierra (1642-1648). AGI, México. 35, N22, 2 septiembre 1643, f. 1v.
89
“Si hubiera de hacerse”, como dice Valladares (1994: 224), “un balance global de lo que supuso la
aventura financiera portuguesa en el seno de la Monarquía Hispánica, debería comenzarse por decir que
su papel inicial, desde 1627 y hasta aproximadamente 1635, fue positivo para las dos partes involucradas
497
[…] A partir de esta última fecha […] intentaron apurar sus mecanismos hasta sus últimas consecuencias,
el resultado fue que forzaron un sistema que acabó por reaccionar volviéndose contra ellos”.
90
Earl J. Hamilton, American Treasure and Price Revolution in Spain, 1934: 86.
91
O como lo dice Nicolás Broens, Op. Cit., 1989: 36, “La Inquisición servía a la Corona española como
instrumento con el que intentaba dominar las redes comerciales de los portugueses, y las rutas que las
constituían. No se echaba atrás a la hora de chantajear sin ningún escrúpulo a los portugueses […] La
Inquisición no debe ser considerada como un mero tribunal eclesiástico, sino como un instrumento de
fuerza y chantaje del que podía disponer la Corona para controlar en mayor grado las redes comerciales
de, primordialmente, los comerciantes portugueses en Castilla y Portugal.”
498
estas redes tan golpeadas por los inquisidores españoles, el rey de Portugal
y la corona holandesa acogieron a los perseguidos, dándoles asilo en los
puertos de un Brasil ávido de colonización (principalmente en Pernambuco
y Bahía), mientras que otros se trasladaban a Francia y Holanda. El
itinerario último de los expulsados de Veracruz sigue de hecho esta ruta.
Para 1675, algunos de ellos son vecinos de Ámsterdam92, de Pernambuco y
de Curazao.
La decadencia del imperio español, la profundización de su crisis a
mediados del siglo, la consolidación portuguesa en Brasil y el auge del
comercio en el norte de Francia y los Países Bajos, tienen que ver con esta
expulsión de los conversos de los dominios hispánicos, con esta mutilación
que termina por perjudicar a España y a su imperio colonial (además, por
supuesto, con las costosas guerras que la afectan en esos años). Las redes
construidas, las relaciones personales del gran comercio mundial de la
época, que se diluyen en las manos del corrupto tribunal, son de esta
manera aprovechadas por otros enemigos de la monarquía española en el
contexto de la competencia mercantil a gran escala.
Podemos decir que los efectos de la expulsión fueron de dos tipos:
primeramente, inmediatos y particulares, teniendo que ver sobre todo con
la destrucción de los derroteros y contactos de la red portuguesa ya
mencionada. De manera secundaria, se dieron algunas consecuencias de
largo aliento que tuvieron que ver con aspectos mayores de la crisis
mundial de la economía en el siglo XVII, y en especial, con su despliegue
en el continente americano.
Porque no cabe duda que después del golpe inferido por la Corona y
la iglesia a este dinámico grupo de comerciantes, la vida económica del
puerto sufriera una de las más severas recesiones y efectos locales
inmediatos. Esto coincide además con la crisis particular, detectada en el
cobro de los almojarifazgos, y que se acrecentó con la reducción del tráfico
de las flotas -de anual a bianual-, la reducción a la mitad en el cobro de
impuestos en las Cajas Reales del puerto, aunque el tráfico del cacao
venezolano continuó incrementándose. Después de años de mala
administración, la vida comercial internacional no se pudo recomponer sino
hasta después de 1720, ochenta años después, cuando el comercio local y
marítimo fue de nuevo acaparado por un grupo emprendedor de catalanes,
vascos y montañeses, iniciando un nuevo y azaroso periodo de auge
comercial. Todavía en 1648, un año después del destierro de los principales
inculpados, -a ocho años de la separación de las dos Coronas y de la guerra
entre ellas-, el puerto de Veracruz seguía en un efecto de inercia siendo una
92
Véase: Joaquim Mendes dos Remedios, Os judeus portugueses em Amsterdam, 1911 (“A populaçao
judaico-portuguesa em Amsterdam no anno 1675”: 197-209)
499
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Recaudación del almojarifazgo en Veracruz, en pesos
1587-1593 642,638.9
1594-1598 171,025.2
1599-1615 2.509,028.7
1616-1635 1.348,584.6
1636-1650 762,287.4
Fuente: E. Gil Blanco, 1997: 110-111
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96
J.H. Elliott, “La decadencia de España”: en Cipolla, Carlo, et al., La decadencia económica de los
imperios, 1985: 129-155.