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"Se podría decir que en el drama griego el carácter es función de la acción, mientras que
en el drama shakesperiano la acción es función del carácter-hecho que en buena parte
explica la construcción diversa del teatro shakesperiano: las famosas unidades clásicas
de" la acción, el lugar y el tiempo se vuelven en cierta medida superfluas cuando una
nueva unidad defluye del carácter central que domina la pieza (ROSENFELD, 1969:
137).
Análisis comparativo:
"¿Capitu cómo va? -Tiene andado alegre, como siempre; es una tonta. A lo largo de
todo el tiempo, no hay que olvidar a los demás. Estoy que empalideci; por lo menos,
sentía correr un frío por todo el cuerpo. La noticia de que ella vivía alegre, cuando
lloraba todas las noches, me produjo aquel efecto, acompañado de un golpe de corazón,
tan violento, que aún ahora cuido oírlo. "(DOM CASMURRO, Cap. LXII
'OTELO - Oh biltre pernicioso! ¿De qué modo, Cassio, os fue parar a las manos el
pañuelo de mi esposa?
CÁSSIO - Lo encontré en mi cuarto, y el propio Iago confesó, hace poco, que
allí lo había jugado, teniendo en vista un plan que le importaba mucho. (OTELO - Acto
V, escena II) "
Capitu, por el contrario, como quiere hacernos creer al narrador, es falsa, engañosa,
calculadora. Merece, por eso, castigo más cruel que el asfixiamiento practicado por el
moro para quitar la vida de Desdémona:
"Y era inocente, venía yo diciendo calle abajo; - que haría el público, si ella debiera ser
culpable, tan culpable como Capitu? ¿Y qué muerte le daría el moro? Una almohada no
bastaría; era necesario sangre y fuego, un fuego intenso y vasto, que la consumiera de
todo, y la redujera a polvo, y el polvo sería anzado al viento, como eterna extinción ...
"(DOM CASMURRO, Cap. CXXXV).
La idea de asesinato sustituye a la anterior, que era la de suicidio: "El último acto me
mostró que no yo, pero Capitu debería morir" (idem). La lectura del romance nos
muestra que tales pensamientos no se efectúan - Bentinho no mata a Capitu, aunque de
forma astuta y perversa la destruye, ni da cabo de la propia vida como lo hizo el moro.
Renega madre e hijo; exiliándolos en Europa. Al actuar así, conserva las apariencias:
"(...) me pedía que la ver. Embarque un año después, pero no la busqué, y repetí el viaje
con el mismo resultado. En la vuelta, los que se acordaron de ella, querían noticias, y yo
les daba, como si acabase de vivir con ella. "(DOM CASMURRO, Cap. CXLI)
Su modo de actuar premeditado y frío deja delineada la distancia que lo separa
del héroe trágico, arrebatado e íntegro. La utilización de la referencia de la tragedia
Otelo tiene una función persuasiva que pretende reafirmar la culpa de Capitu por la
marca de la diferencia con respecto a la Desdémona, el narrador deja surgir en propio
discurso una brecha, en la que se puede leer la distancia de su carácter con la honestidad
de el carácter del héroe moro y, en un sentido opuesto, el tanto que hay en él de la
personalidad maliciosa y calculadora de Iago. En el capítulo LIX, el narrador revela que
su memoria es débil: "No, no, mi memoria no es buena"; antes, en el capítulo XL,
confesó su imaginación fértil: "Ya conocéis mis fantasías". Tales datos dan al lector
subsidios para que pueda deshacer dudar del discurso hábilmente elaborado por Don
Casmurro, una vez que se puede concluir que su memoria débil confunde los hechos e
incluso los rechaza, distorsionándolos debido a la imaginación:
"¡Cómo envidio a los que no olvidaron el color de los primeros pantalones que
vistieron! Yo no atino con las que me enfadé ayer. Juro sólo que no eran amarillas
porque execro ese color; pero eso mismo puede ser olvido y confusión "(DOM
CASMURRO, capítulo LIX).
Por los celos y por la acción destructora, Bentinho se acerca a Otelo, aunque no absorba
del moro los rasgos de héroe, por el contrario, acomodación y vacilación son aspectos
de su personalidad. En las dos obras, el poder de la palabra asume especial relieve. En
Otelo, el habla falsa de Iago mancha la honestidad de Desdémona a los ojos del moro y
provoca la muerte de ambos.
"-Hay algún tiempo estoy para decirle esto, pero no me atrevía. No me parece bonito
que nuestro Bentinho ande metido en los cantos con la hija de la Tortuga, y esta es la
dificultad, porque si ellos toman de noviazgo, usted tendrá mucho que luchar para
separarlos (DOM CASMURRO, capítulo III).
Para la metáfora construida por José Dias, convergen otras metáforas igualmente
peyorativas que son elaboradas por Mons. Casmurro para caracterizar negativamente
Capitu. La metáfora "ojos de resaca" (capítulo XXXII), por ejemplo, estigmatiza al
personaje por la mirada, reiterando la colocación inicial del agregado. El personaje
narrador se vale hábilmente del sentido común, a fin de promover la identificación y el
reconocimiento.
Con la metáfora "ojos de resaca", busca poner en evidencia la idea generalizada
de que "Los ojos son el espejo del alma" y así hacer que el lector cree que Capitu posee
una mala índole - sus ojos, traicioneros como el mar, atraen para destruir.
En el último capítulo, el habla del narrador, metafóricamente construido, se basa
en pensamientos preconcebidos y traduce, una vez más, el deseo de persuasión: "Pero
yo creo que no, y tú estarás de acuerdo conmigo; si te acuerdas bien de la Capitu niña,
has de reconocer que una estaba dentro de la otra, como la fruta dentro de la cáscara
"(capítulo CXLCIII).
En Otelo el juicio del héroe se modifica con el desvendar de las ardilosidades de
Iago. En la novela, diferente de lo que ocurre en la tragedia entre Otelo y Desdémona, el
juicio que Betinho hace de Capitu no se altera. No hay, en la narrativa, espacio para
arrepentimiento, ni para el sentimiento de culpa. El narrador cierra la novela,
reafirmando sarcásticamente:
"Y bien, cualquiera que sea la solución, una cosa queda, y es la suma de las sumas, o
restos de los restos, a saber, qué mi primera amiga y mi mayor amigo, tan extremos y
tan queridos también, destino que acabasen juntando y engañándome ... ¡La tierra les
sea ligera! (DOM CASMURRO, capítulo CXLVIII). "
(...) si te acuerdas bien de la Capitu niña, has de reconocer que una estaba dentro
de la otra, como la fruta dentro de la cáscara (DOM CASMURRO, Cap. CXLVIII)
Las pocas lágrimas, derramadas por Capitu durante el velatorio de Escobar, instalan
definitivamente en Bentinho la inquietud y la desconfianza, que lo llevarán, muchos
años después de transcurrido el drama, a la escritura de la novela con la intención no
declarada, pero con implícita intención de persuadir al lector ya sí mismo del
fundamento de sus celos
conclusión:
La lectura contextualizada de la obra Don casmurro por la línea de la alegoría y
parodia construida con base en la tragedia Otelo de Shakespeare, promueve una
comprensión más amplia y profunda del contexto histórico y social implícitos dentro de
la estructura literaria.
El grupo familiar delimitado - parientes y amigos cercanos - que la pena de
Machado de Assis elabora, agarra y representa varios puntos de la realidad social y de la
mente humana frente a las convenciones que acaban por conducir sus comportamientos.
Y en el otro lado vemos a Don Casmurro, un hombre de personalidad, que es un hombre
de personalidad, y que, por el otro lado vemos a Don Casmurro, un hombre de
personalidad que es débil, egoísta y mezquina, con manías de alto piedad,
descompromiso actuando en el escenario de la vida como representante de la realidad
humana débil y pesimista, típica visión literaria de la sociedad a la luz de la pena
machadiana.
Referências