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La caja de Pandora.

Mitología Griega

Una vez el padre de los


dioses, Zeus, bajó del Olimpo hasta
la tierra para visitar a la gente. Por
aquel entonces la gente vivía feliz,
sin trabajar, sin deberes y sin
preocuparse de hacer la comida y
Zeus quiso comprobar cómo de
obedientes eran las personas. Se fue
a casa de una joven
llamada Pandora y le regaló una
preciosa caja de madera decorada
con piedras preciosas y que brillaba
un montón.

- Te regalo esta caja, Pandora, para que la coloques en tu habitación -dijo Zeus.

Y Pandora le dio las gracias encantada de tener una caja tan bonita. Cogió la caja
y la colocó en la mesilla al lado de su cama, así las piedras preciosas le daban un
poco de luz por la noche. Pero Zeus advirtió a Pandora.

- Pandora, no puedes abrir la caja. Nuca abras esta caja porque contiene muchas
desgracias para las personas, ¿entendido?- dijo Zeus.

- Entendido- dijo Pandora -nunca abriré la preciosa caja.

Así que Zeus se fue de nuevo al Olimpo y allí se quedó Pandora en su habitación
muy contenta por su nuevo regalo. Pandora tenía muchas virtudes y era muy
curiosa, siempre quería saber más. Sin embargo, no era precisamente obediente. Y
eso le provocaría más de un disgusto.

Cuando llegó la noche Pandora se acostó, se metió en su cama y entonces vio cómo
las piedras preciosas de la caja brillaban en la oscuridad. Empezó a pensar qué sería
lo que había dentro de la caja, pero se acordó de que Zeus le dijo claramente que
no la podía abrir.

-¿Pero qué habrá dentro de la caja? -pensaba Pandora.

Se empezó a imaginar que dentro había joyas, perfumes, cuentos o algún secreto
importante y, claro, no se pudo resistir.

- La abriré solo un poquitín para ver lo que hay dentro y la vuelvo a cerrar deprisa-
se dijo Pandora.

Así que abrió la caja y de repente se formó una tormenta horrible, la habitación se
llenó de viento y un humo negro salió disparado de la caja, atravesó la ventana y
se extendió por todo el mundo. Con el humo también salieron de la caja todas las
desgracias para la humanidad, el hambre, las enfermedades, las envidias, el frío, la
necesidad de trabajar, los deberes...

A Pandora solo le dio tiempo a ver que en el fondo de la caja aún quedaba la
esperanza y por eso la cerró la inmediatamente, para que no se perdiera nunca. Y
desde entonces, siempre podemos contar con la esperanza.
Creación del sol y la luna
(Mitología azteca)

Cuando aún era de noche, cuando no


había luz, los dioses se reunieron en
Teotihuacan y se preguntaron entre
sí: "¿Quién hará alumbrar, quién hará
amanecer?".

Todos los dioses reunidos acordaron


que dos de ellos tendrían que
sacrificarse para crear al nuevo Sol.
Para ello se ofrecieron Tecuciztécatl "El
Señor de Los
Caracoles" y Nanahuatzin, "El
Purulento". Uno era la exaltación de la
belleza y el otro la representación de la imperfección humana. Los dos querían ser
el Sol del quinto intento en busca de la perfección humana. Para ello debían que
hacer una semana de sacrificios para purificarse y entonces saltar sobre el fuego
cósmico que libera a la materia y la convierte en energía.

Tecuciztécatl en vez de usar para su ofrenda las ramas de abeto y bolas de barba
de pino, en donde se colocaban agudas púas de maguey con las que se punzaba el
penitente; utilizó plumas de quetzal y en vez del abeto, bolas de oro con espinas
hechas de piedras preciosas y en lugar de sacrificarse con las espinas de maguey,
ofreció en cambio espinas preciosas hechas de coral. Tecuciztécatl no se
comprometió y evadió el autosacrificio espiritual por medio de la presentación de
ofrendas materiales suntuosas. Nanahuatzin en cambio se sacrificó con verdadero
compromiso y fervor, utilizando el abeto, el pino y las espinas de maguey. Uno
confundió el sacrificio espiritual con la riqueza material; el otro se comprometió
totalmente con su responsabilidad y sacrifico su carne para purificar su espíritu.
Llegado el gran momento, estaba allá en Teotihuacán la gran fogata cósmica
rodeada por todos los dioses en donde tendrían que saltar para consumirse en el
fuego liberador de las impurezas terrenales.

Primero Tecuciztécatl intentó saltar cuatro veces, pero el miedo no lo dejó. Tocó
entonces el turno a Nanahuatzin quien, decidido a la primera oportunidad, saltó en
medio de las grandes llamas. De inmediato, Tecuciztécatl lleno de vergüenza se
arrojó a la hoguera en forma tardía.

El destino de Nanahuatzin fue convertirse en el Sol de la quinta era y Tecuciztécatl


se convirtió en la Luna, porque después de haber saltado y vencer su miedo,
apareció por el Oriente. Fue entonces qué los Dioses decidieron arrojarle un conejo
en la cara, para que no brillara tanto como el Sol, dejándole una marca que aún hoy
conserva.

A pesar de ello, el sol no se movía y las divinidades tuvieron que darse muerte para
alimentarle con la energía vital encerrada en la sangre, proporcionando al astro la
fuerza necesaria para emprender su recorrido diario.

Cuando todos los dioses hubieron muerto, Tonatiuh, el Sol, comenzó su interminable
camino por el firmamento, pero dejo ordenado a la gente, que el pueblo, heredero
directo de Huitzilopochti, realizarpia masivos sacrificios humanos al Sol, para que
siempre tuviera la fuerza suficiente para cruzar los cielos, y cumplir la tarea de dar
la vida
El origen de la tierra
(Mitología azteca)

Este mito cuenta como el dios Tezcatlipoca y el dios Quetzalcóatl se sentían muy
solos y querían compañía, así que decidieron primero crear la Tierra. En ese
entonces solo existía el mar en donde vivía el enorme monstruo de la tierra. Así que
idearon un plan para sacar al monstruo del mar y comenzar a dar forma a la Tierra,
el plan era que el dios Tezcatlipoca pusiera como carnada su pie sobre el agua para
que el monstruo saliera, una vez que el monstruo salió para morder el pie del dios,
lo tomaron entre los dos y lo estiraron para darle forma a la Tierra, cada parte del
cuerpo del monstruo se convirtió en una parte de la naturaleza, sus ojos se
convierten en lagunas, sus lágrimas en ríos, sus orificios en cuevas y se le da el don
de la vegetación para confortar su dolor.
Ya con la Tierra creada, Quetzalcóatl comienza a dar forma al humano el cual tuvo
que hacer cuatro veces, siendo la última su mejor creación, la que más le satisfizo.
Esta se logró tomando los miembros de los hombres anteriores y mezclándolos con
tierra y sangre de los dioses.
El mito de la creación
(mitología Maya)

Según se relata en el Popol


Vuh, el libro que recoge la
mitología de los indios
quichés (de origen maya),
el mundo estuvo en un
principio cubierto por las
aguas y fueron los
creadores Tepeu y
Gucumatz quienes dieron
origen a la tierra, a las
plantas y a los animales.
Pero no quedaron contentos con su obra ya que los animales no podían alabarles
por no poseer lenguaje, así que decidieron que debían crear a una criatura que les
profesase devoción y así empezaron la tarea de crear al hombre.
Los dioses creadores hicieron de barro a la primera pareja humana, pero eran
débiles y apenas podían mantenerse en pie, además de que se deshacían con la
lluvia y tampoco podían hablar. La segunda pareja fue hecha de madera, de árbol
para él y de carrizo para ella, y todo fue bien en un principio. Los hombres se
reprodujeron y se extendieron por el mundo, tenían su lenguaje y hablaban entre
ellos pero nunca elevaron su voz hacia los dioses que les habían creado.
Estos hombres de madera no poseían memoria sobre su pasado y vagaban por el
mundo sin saber de sus orígenes divinos, y así vivieron hombres y dioses durante
algún tiempo, hasta que una oscura y densa lluvia cayó sobre la Tierra anegando
todo. Los segundos hombres desaparecieron y dejaron como única descendencia a
los simios.
Tepeu y Gucumatz lo intentaron por tercera vez, esta vez usando la madera y
añadiendo maíz amarillo y maíz rojo. Con la madera hicieron sus partes rígidas, con
el maíz blanco moldearon la carne y el maíz rojo fue su sangre. Los primeros cuatro
hombres (llamados Balam-Quitzé, Balam Agab; Mahu-cutah; e Iqi -Balam ) fueron
interrogados por los curiosos dioses y demostraron poseer inteligencia y memoria,
siendo aleccionados por los propios dioses sobre sus orígenes, capacidades y
obligaciones futuras.
La perfección de su obra terminó por intimidar a Tepeu y a Gucumatz, quienes
temieron que su creación quisiera alzarse contra ellos y ocupar su lugar. Para
evitarlo rociaron sobre los hombres una niebla que les extirpó parte de su visión y
parte de su sabiduría, así zanjaron el problema y empezaron con la tarea de crear a
la mujer usando los mismos materiales. Así los hombres y mujeres poblaron el
mundo pero sin la posibilidad de llegar al conocimiento absoluto, sin forma de llegar
a suplantar a sus creadores.
Mito de la creación

(Religión budista)

Los primeros dioses convocaron dos


criaturas divinas a la existencia, el
macho Izanagi y la hembra Izanami, y
les encargaron la creación de la primera
tierra. Para ayudarles a realizar esto, se
les dio a Izanagi e Izanami una lanza
decorada con joyas, llamada
Amenonuhoko (lanza de los cielos).
Entonces, las dos deidades fueron al
puente entre el Cielo y la Tierra,
Amenoukihashi (puente flotante de los
cielos) y agitaron el océano con la lanza.
Cuando las gotas de agua salada
cayeron de la punta de la lanza, formaron la isla Onogoro (auto-formada).

Ellos descendieron del puente de los cielos e hicieron su casa en la isla. Ellos
desearon unirse y así construyeron un pilar llamado Amenomihashira y alrededor de
él levantaron un palacio llamado Yahirodono (la habitación cuya área es de 8
brazos). Izanagi e Izanami giraron alrededor del pilar en direcciones opuestas y
cuando se encontraron, Izanami, la deidad femenina, habló primero con un saludo.
Izanagi pensó que esta no era la manera apropiada, sin embargo se unieron de todos
modos. Tuvieron dos hijos, Hiruko (infante del agua) y Awashima (isla de burbujas)
pero fueron mal hechos y no se consideraron dioses.

Ellos pusieron a los niños en un bote y los embarcaron al mar, entonces les pidieron
a los otros dioses una respuesta sobre lo que hicieron mal. Ellos respondieron que
el dios masculino debió haber iniciado la conversación durante la ceremonia de
unión. Así que Izanagi e Izanami se dirigieron alrededor del pilar una vez más, y esta
vez, cuando se encontraron, Izanagi habló primero y su matrimonio fue entonces
exitoso.

De esta unión nacieron el ohoyashima, o las ocho grandes islas de la cadena


japonesa:

 Awazi
 Iyo (posteriormente Shikoku)
 Ogi
 Tsukusi (posteriormente Kyushu)
 Iki
 Tsusima
 Sado
 Yamato (posteriormente Honshu)

Nótese que Hokkaidō, Chishima, y Okinawa no fueron parte de Japón en los tiempos
antiguos.

Ellos crearon seis islas más y muchas deidades. Sin embargo, Izanami murió al dar
a luz al infante Kagutsuchi (encarnación del fuego) o Ho-Masubi (causante del
fuego). Ella fue enterrada en el “Monte Hiba”, en la frontera de las viejas provincias
de Izumo y Hōki, cerca de Yasugi en la Prefectura de Shimane. Sumido en cólera,
Izanagi mató a Kagutsuchi. Su muerte también creó docenas de deidades.

Los dioses nacidos de Izanagi e Izanami son simbólicos sobre aspectos importantes
de la naturaleza y la cultura, pero ellos son muchos para ser mencionados aquí. El
hecho que de que era necesario para la deidad masculina Izanagi tomar la posición
inicial mientras que la deidad femenina Izanami tuvo que estar en segundo lugar ha
conducido a una falsa opinión sobre que esto es una discriminación implicada en
contra del género femenino.
Creación del mundo
(mito egipcio)

Al principio sólo existía el océano. Entonces Ra, el sol,


surgió de un huevo (una flor, en algunas versiones) que
apareció sobre la superficie del agua. Ra dio a luz cuatro
niños, los dioses Shu y Geb, y las diosas Tefnet y Nut.

Shu y Tefnet dieron origen a la atmósfera. Ellos se


sirvieron de Geb, que se convirtió en la tierra y elevaron
a Nut, que se convirtió en el cielo.

Ra regía todas las cosas. Geb y Nut tuvieron dos hijos,


Set y Osiris, y dos hijas, Isis y Neftis.

Osiris sucedió a Ra como rey de la tierra, ayudado por Isis, su esposa y hermana.
Set sin embargo, odiaba a su hermano y lo mató. Isis entonces embalsamó el cuerpo
de su esposo con la ayuda del dios Anubis, que se convirtió así en el dios del
embalsamamiento.

Los poderosos hechizos de Isis resucitaron a Osiris, quien llegó a ser rey del mundo
inferior, la tierra de los muertos. Horus, hijo de Osiris e Isis, derrotó posteriormente
a Set en una gran batalla erigiéndose en el rey de la Tierra.

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