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FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIA POLÍTICA

ESCUELA PROFESIONAL DE
DERECHO

TEMA: FIN DE LA PERSONA NATURAL

CURSO:
DERECHO DE PERSONAS

CICLO: II

DOCENTE: MGTR: MESTAS PONCE JOSÉ JAIME

ALUMNO: AREVALO ORTIZ ALEJANDRO

TUMBES – PERÚ

2018
INTRODUCCIÓN

FIN DE LA PERSONA, dada las grandes consecuencias que tiene la muerte para toda
persona, resulta sumamente importante determinar los criterios técnicos mediante los cuales
se puede determinar tanto el momento exacto de la ocurrencia de la muerte como la
calificación de la muerte misma.

Para tener una visión más amplia del fin de la persona y el reconocimiento de la existencia,
se aborda en el presente trabajo aspectos tendientes al tema teniendo como base el Código
Civil Peruano, del mismo modo se ha realizado la recopilación de bibliografía virtual.

Para la definición de la muerte, como hecho real y concreto, se han propuesto dos criterios.
El criterio biológico, sostenido por la doctrina tradicional, considera que la muerte es la
detención de las funciones del sistema nervioso, circulatorio y de la temperatura corporal.
El criterio médico legal, la muerte se presenta mediante la conjunción indivisible de tres
síntomas: detención del funcionamiento cardiaco, cesación de toda posibilidad de
interrelación activa del individuo con el mundo exterior, y cesación definitiva de la
condición de ser humano, como ser autónomo. En esta parte también se trató los efectos
jurídicos que produce la muerte y los protocolos a seguir para el registro de la defunción
entre otros.

Asimismo se ha tratado todo lo tendiente al reconocimiento de la existencia, hecho que se


da cuando una persona ha sido judicialmente declarada muerta y no lo está, y después de un
lapso considerable de tiempo “reaparece”. Y a solicitud del Interesado Reaparecido o
Ministerio Público se tramitará como PROCESO NO CONTENCIOSO, hecho en el que no
se admitirán más pruebas que la supervivencia del titular.
CAPÍTULO I

FIN DE LA PERSONA NATURAL

1. Muerte O Fin De La Persona.

Según Aníbal Torres Vásquez, la muerte es un hecho natural que a todos los seres humanos
nos ha de llegar y tiene como consecuencia la desaparición del ser humano como sujeto de
derecho. De ahí, la necesidad de precisar el momento del fallecimiento.

Asimismo conforme al Artículo 61° del Código Civil Peruano “La muerte pone fin a la
persona”. Es decir la persona deja de ser sujeto de derecho y se convierte en objeto de
derecho, la muerte trae consigo la apertura de la sucesión, significa que acreditado el
derecho hereditario se trasmitirán los bienes del causante a sus herederos.

Del mismo modo con la muerte se disuelve el matrimonio de tal manera que el cónyuge
sobreviviente adquirirá nuevamente su estado civil de soltero, aunque se le llame viudo o
viuda según corresponda. Se extinguen sus obligaciones personalísimas, por ejemplo, si fue
contratado para realizar un trabajo o una determinada actividad ya no se podrá exigir que se
cumpla; no obstante, tratándose de obligaciones no personalísimas, como lo son de carácter
pecuniario, sus herederos responderán por ellas hasta donde alcance el patrimonio del
causante. Asimismo, si estaba siendo procesado penalmente, ocurrida su muerte, se cortará
el juicio y se archivará el proceso.

2.- Clases De Muerte.

a) La muerte desde el punto de vista de la Medicina.

La medicina moderna tiene en consideración dos premisas objetivas:

A.1) La muerte biológica o celular.

Es aquella que se determina con la cesación definitiva de todas las células del cuerpo
humano, ya sea por descomposición, putrefacción o simplemente porque dejan de existir.
a.2) La muerte clínica.

Es la cesación definitiva e irreversible de la actividad cerebral del ser humano.


Antiguamente se determinaba la muerte de la persona observando si tenía aliento o
pulsaciones. A medida que la ciencia avanzó, han ido apareciendo nuevas técnicas para
determinar la muerte, por ejemplo, el electroencefalograma, que se basa en los impulsos
eléctricos que desprende la actividad cerebral. Cuando una persona fallece, estos impulsos
eléctricos no se dan. De igual forma, existe otro método conocido como el de la inyección
de insulina, que consiste en inocular al cuerpo cierta sustancia radioactiva que, de acuerdo a
la coloración se determina si hay, o no, funcionamiento del torrente sanguíneo.

Es importante distinguir el concepto de la muerte clínica o encefálica, de aquella situación


denominada como "muerte cortical", la cual se presenta cuando: "es irrecuperable la
actividad cerebral superior la que regula la vida intelectual y la vida sensitiva y. por ende, la
posibilidad de la vida de relación, pero se conservan autónomamente las funciones
respiratoria y circulatoria”.

Recordemos que, en la denominada muerte clínica, es imposible recuperar la capacidad


para la vida de relación (como en la muerte cortical), y las funciones vegetativas (actividad
respiratoria y circulatoria), se pueden mantener mecánicamente (a diferencia de la muerte
cortical).

b) La muerte desde el punto de vista del Derecho.

La persona es un centro de imputación de derechos y obligaciones, en otras palabras, es un


sujeto de derecho. El ser humano, durante su vida, es relación coexistencial con otros seres
humanos, pero cuando esta relación se termina, deja de ser sujeto de derecho para
convertirse en un objeto de derecho.

La corriente mayoritaria en la doctrina, considera a la muerte, sólo con relación al sujeto de


derecho persona individual. En el caso de las personas colectivas y las organizaciones de
personas no inscritas, no cabe decir que su muerte pone fin a su existencia como centro de
imputación de derechos y obligaciones, más propiamente, cabría decir que su fin llega por
la extinción a que lleguen estos sujetos de derecho.
La muerte tiene relevancia jurídica, cuando es determinada clínicamente. Es importante
porque con su delimitación se va a dar lugar a que surjan derechos como los de suceder y la
protección jurídica de la memoria del difunto, así como la de su cadáver.

Conforme al artículo 108 de la Ley General de Salud. Ley N° 26842, se establece que "La
muerte pone fin a la persona. Se considera ausencia de vida al cese definitivo de la
actividad cerebral, independientemente de que algunos de sus órganos o tejidos mantengan
actividad biológica y puedan ser usados con fines de transplante, injerto o cultivo.

3.- Prueba De La Muerte

3.1.- Principio general.

Como regla general se establece que la muerte de las personas se prueba, a través de las
partidas, o sea los certificados auténticos extraídos de los asientos de los registros públicos.
Debe inscribirse en los libros de defunciones todas las que ocurran en el territorio de la
Nación; aquellas cuyo registro sea ordenado por juez competente; las sentencias sobre
ausencia con presunción de fallecimiento; y las que ocurran en buques o aeronaves de
bandera nacional o en lugares sometidos a la jurisdicción nacional.

3.2.- Elementos probatorios.

El hecho de la muerte se prueba con el certificado de defunción extendido por el médico


que haya atendido al difunto en su última enfermedad; y a falta de él por cualquier otro
médico requerido al efecto o el del obstetra en el caso de un niño nacido muerto. Dicha
prueba puede suplirse por un certificado de defunción otorgado por la autoridad policial o
civil si no hubiere médico en el lugar donde ella ocurrió, pero en estos casos la inscripción
deberá ser firmada por dos testigos que hayan visto el cadáver.

3.4.- Contenido de la inscripción.

Debe contener apellido, nombre, sexo, nacionalidad, estado civil, profesión, domicilio y
número del documento de identidad del fallecido. Lugar, hora, día, mes y año en que haya
ocurrido la defunción. Nombre y apellido del cónyuge; nombre y apellido de los padres;
lugar y fecha del nacimiento. El asiento de la defunción debe contener también la
enfermedad o causa inmediata de la muerte, así como el nombre y apellido, número de
documento de identidad y domicilio del declarante. En cuanto al certificado de defunción
que se expide, está integrado, con los mismos datos que el asiento más la causa de la
muerte, con indicación de si dicha circunstancia consta por conocimiento propio o de
terceros.

3.4.- Personas obligadas a hacer la denuncia. Plazo para hacerla.

El cónyuge del difunto, los ascendientes, descendientes, parientes y toda persona capaz que
hubiese visto el cadáver o en cuyo domicilio hubiese ocurrido la defunción, debe
denunciarla, por sí o por otro, ante la autoridad competente dentro de las 48 horas
posteriores a la comprobación del fallecimiento, si la muerte ocurre en lugares apartados, el
plazo podrá ampliarse conforme a las circunstancias particulares del caso. Si el
fallecimiento se produjese en algún hospital, hospicio, cárcel, casa de huérfanos o cualquier
otro establecimiento público o privado, los obligados a realizar la denuncia de defunción
serán los administradores de las instituciones.

3.5.- Muerte anónima.

Si se ignora la identidad del fallecido y alguna autoridad la comprueba ulteriormente, lo


hará saber al Registro para que se asiente la inscripción complementaria poniendo nota de
la referencia en una y otra, bastando la comunicación oficial para labrar la de oficio.

3.6.- Militares muertos en combate.

Si no es posible producir la prueba normal mediante las partidas, se establece que la


muerte del militar ocurrida en combate se acreditará por lo que conste en el Ministerio de
Guerra. Esta disposición es aplicable a todas las personas que tengan estado militar,
pertenezcan al Ejército, la Marina o la Fuerzas Aéreas. La certificación de la muerte por el
correspondiente ministerio no debe dejar lugar a dudas, pues, si no, sería de aplicación con
lo dispuesto, para que la desaparición de una persona en acción de guerra la que causa la
presunción de su fallecimiento, transcurrido que sea el plazo de dos años desde aquel
evento.

4.- Premoriencia y conmorencia.


4.1. Premoriencia.

Consiste en el caso de que dos o más personas con un vínculo de parentesco o legítimo
fallecen en un mismo momento, pero se puede demostrar quién de ellos falleció al final;
esto implica que la persona que resistió más tiempo será quien herede; en este caso debe
presumirse, la muerte previa de unos respecto a otro u otros, sobre la base de la edad o el
sexo de los fallecidos.

Para mayor entendimiento se puede citar el siguiente ejemplo popular conocido en el


mundo jurídico: “Una pareja de casados toma un avión, y surge una emergencia en que
hace un acuatizaje forzoso. Como consecuencia del impacto del avión con el mar varias
personas fallecen, y la pareja se salva con graves heridas hasta que llega el grupo de
emergencias a rescatarlos, en ese instante fallece la mujer pero no el marido, quien fallece
unos momentos luego por la impresión por la pérdida de su mujer. Los paramédicos ya
constataron quien falleció primero, por lo tanto el último en fallecer (el marido) será quien
herede los bienes de su mujer; pero como este falleció, y no tenían hijos, heredarán los
parientes del marido”.

4.2.- Conmoriencia.

La conmoriencia, por el contrario, asume que en las circunstancias antes anotadas debe
presumirse que las personas referidas fallecieron en el mismo instante, sin que entre ellas se
produzca sucesión. Un fallecido no puede heredar a otro igual, sólo los muertos heredan a
los vivos, por lo tanto es lógico que un muerto no podrá heredar lo que deje otro muerto. Si
al momento en que el causante falleció el heredero ya no se encontraba con vida. Así, es
como llegamos a la teoría de los conmorientes, situado en el artículo 62° del código civil
que dice: "si no se puede probar cuál de dos o más personas murió primero, se las reputa
muertas al mismo tiempo y entre ellas no hay transmisión de derechos hereditarios".

Para mayor ejemplo se cita un ejemplo conocido del mundo legal: “Una familia integrada
por los Padres y dos hijos quienes salen de paseo en una camioneta, y en el trayecto ésta
tiene un accidente que genera la muerte de toda la familia. Como no hay manera de probar
en qué orden fallecieron los miembros de la familia, se les reputa a todos muertos al mismo
tiempo. La diferencia entre la Premoriencia y la Conmoriencia radica en la probar quién
falleció primero; si se demuestra es premoriencia, si no se puede comprobar, es
conmoriencia”.

5. Muerte Presunta.

La muerte presunta, comúnmente conocida como declaración de fallecimiento, se distingue


de la muerte natural, porque se trata de una situación jurídica distinta. La muerte presunta
parte de un hecho del que se tiene incertidumbre, frente al cual el ordenamiento legal opta
por una solución, tal es el caso de una persona que no se encuentra en su domicilio, ni se
tiene conocimiento de su paradero en un período determinado, ¿qué pasaría entonces con
sus bienes?, ¿qué sucedería si su esposa o esposo desea contraer nuevas nupcias? El
Derecho frente a este supuesto, quiere dar una respuesta justa y equitativa.

El tratamiento jurídico de la declaración de fallecimiento tiene sus orígenes en el derecho


romano, en el sentido que, para tener la posibilidad de ejercer derechos y obligaciones, se
requería la presencial real y efectiva de la persona que los ejercite, más al no hallarse ésta, y
al no saber su familia cómo ubicarla por un determinado lapso (caso de una guerra en
donde no se halle su cadáver), se podía pedir a los tribunales romanos que se le considerara
muerto, perdiendo sus derechos, o que se presuma que se había vuelto extranjero, o que
había perdido su status libertae por haberse convertido en esclavo.

En el siglo XX y por las consecuencias surgidas a raíz de las dos guerras mundiales, en
donde un gran número de soldados eran considerados como no habidos, ya sea porque
desertaron o porque no se hallaban sus cadáveres se originaron situaciones distintas a la
muerte clínica, ya que ésta existe por certidumbre, cuando se verifica la presencia de ese
objeto de derecho sui generis denominado cadáver; pero, al no tenerse la certeza de un
objeto verificable partimos de supuestos imaginarios, que el Derecho recoge para
indicarnos que, si bien una persona ejerce real y efectivamente, sea por ésta o por otra, sus
derechos de manera física, también es cierto que el Derecho contempla aquellas situaciones
donde el sujeto, al no encontrarse físicamente presente, y al no tener representante, pueda
ejercer sus derechos (a través de un curador nombrado judicialmente) o, que cuando su
presencia afecte derechos de terceros, estos no se queden en el limbo, sino que se debe
definir su situación de una manera más conveniente (es el caso de la esposa o esposo que
quiere contraer nuevo matrimonio).

Como se anotó, el hecho por el cual una persona no se encuentra en su domicilio, o no se


tiene conocimiento de su paradero por un determinado período, se denomina por la doctrina
"desaparición". Distínguese esta situación de hecho, de la declaración judicial de ausencia,
en donde se pide el nombramiento de un curador o en todo caso, se asignan los derechos del
ausente a los herederos forzosos. La declaración judicial de ausencia se diferencia de la
declaración judicial de fallecimiento, porque la primera va destinada a cautelar los derechos
del ausente, protegiéndolo, en cuanto a terceros que no vayan a abusar de sus bienes. En
cambio, el segundo, va destinado a ciertas consideraciones que hacen presumir que tal
persona, ya sea por su edad, o por situaciones de certeza, esté muerta; cosa que no se
considera en la ausencia.

5.1.- Casos de declaración de muerte presunta.

El artículo 63° del Código Civil señala que, “Procede la declaración de presunta muerte, sin
que sea indispensable la de ausencia, a solicitud de cualquier interesado o del Ministerio
Público en los Siguientes Casos:

5.1.1.- Cuando hayan transcurrido diez años desde las últimas noticias del desaparecido o
cinco si éste tuviera más de ochenta años de edad.

5.1.2- Cuando hayan transcurrido dos años si la desaparición se produjo en circunstancias


constitutivas de peligro de muerte. El plazo corre a partir de la cesación del evento
peligroso.

5.1.3.- Cuando exista certeza de la muerte, sin que el cadáver sea encontrado o
reconocido.”

Teniendo en cuenta las premisas referidas se puede inferir, que para la declaración de la
presunta muerte la persona debe estar en la situación de hecho de desaparecida, es decir,
que no se halle en el lugar de su domicilio y que no se tenga noticias. Asimismo se debe
considerar la edad ya que hay personas que por avanzada edad, no tienen una capacidad de
supervivencia encomiable como uno de veinte o treinta años, entonces si no se tiene
noticias de aquél, por un lapso prudente (nuestro Código Civil indica 5 años) se podrá pedir
la declaración de muerte presunta. Otro aspecto que debemos considerar, si no tomamos en
cuenta la edad avanzada, es el del tiempo de la desaparición y al término de un determinado
plazo, pedir la declaración de muerte presunta. Nuestro ordenamiento legal considera que
deben transcurrir diez años para que se lleve a cabo la declaración de muerte presunta.
Finalmente para situaciones de certeza de muerte, se debe tener criterios relativos y
absolutos. El criterio relativo consiste en que, si una persona se encuentra en peligro de
muerte, o tiene alguna enfermedad incurable que, en determinado momento, va a causarle
la muerte o que sufre de alguna enfermedad que si no tiene atención inmediata, puede
morir; mientras el criterio absoluto es en el que se tiene la certeza que se ha dado una
situación determinada y específica, por la cual, el único efecto que va a producir tal
situación hacia la persona, es la muerte. Como ejemplo se puede citar la explosión de un
avión comercial en el aire, o el hundimiento de un barco, sabiendo que en la lista de
pasajeros iba la persona a quien quiere declarársele judicialmente fallecida.

5.2.- Problemática que surge a raíz de la declaración de muerte presunta.

Un primer conflicto surge en establecer legalmente cuándo ha sido la fecha y lugar donde
se considera a la persona como muerta. Algunos autores consideran que esto sucede desde
que se dio el supuesto de hecho y transcurrió el término legal para poder declarar
judicialmente la muerte presunta, otros autores consideran que lo mencionado
anteriormente constituye requisito para la declaración de fallecimiento y que la resolución
judicial de la misma, determina la muerte presunta. Es decir, se entiende que existiría
muerte presunta desde el momento y lugar en que se expide la resolución de declaración
judicial de fallecimiento. En el artículo 65° del Código Civil peruano se establece que, “En
la resolución que declara la muerte presunta se indica la fecha probable y. de ser posible,
el lugar de la muerte del desaparecido".

5.3.- El nuevo matrimonio del cónyuge del presuntamente muerto.

El artículo 64° del Código Civil señala que, “La Declaración de presunta muerte disuelve el
matrimonio del desparecido. Dicha resolución se inscribe en el registro de defunciones”.
Esta situación fue planteada desde el antiguo Código de Hamurabi y en el derecho romano,
El derecho canónico desarrolla ampliamente esta figura, influyendo en los códigos civiles
contemporáneos. García Amigo sostiene que, en esta situación, entran en conflicto tres
principios fundamentales, a saber:

 1.- La indisolubilidad del matrimonio

 2.- La seguridad jurídica.

 3.- La monogamia.

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