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FACULTAD DE MEDICINA
DIVISIÓN DE ESTUDIOS PARA GRADUADOS
DEPARTAMENTO DE SALUD PÚBLICA INTEGRAL
CURSO DE SALUD PÚBLICA – NIVEL MEDIO
MÓDULO II
1 – BIOESTADÍSTICA
UNIDAD I
ESTADÍSTICA DESCRIPTIVA
TEMA 4
INDICADORES
RAZONES, PROPORCIONES,
PORCENTAJES Y TASAS
UNIDAD I
ESTADÍSTICA DESCRIPTIVA
TEMA 4
INDICADORES
RAZONES, PROPORCIONES, PORCENTAJES Y TASAS
CONTENIDO
Introducción a los Indicadores, página 2.
Cifras Absolutas y Frecuencias Relativas, página 2.
Razones, página 3.
Proporciones, página 3.
Tasas, página 3.
RAZONES
Una razón señala el tamaño de un número respecto a otro que se toma como la unidad
(o como cien). Las dos cantidades que se relacionan no están contenidas una dentro de la otra.
Es un indicador fácil de calcular y que permite comparaciones rápidas y concisas entre
conjuntos de números, como se ilustra en el ejemplo siguiente: en 1977 ingresaron en un
hospital 528 pacientes con fracturas, 432 hombres y 96 mujeres. Si bien es claro que hay un
predominio de fracturas en los hombres, el fenómeno se aprecia mejor cuando, al dividir la
primera cifra por la segunda (432/96), se encuentra que la razón es 4,5 hombres por cada
mujer, o 450 hombres por cada 100 mujeres.
PROPORCIONES
Una proporción señala el tamaño de la parte de un total respecto a dicho total. Como el
numerador es siempre parte del denominador, el valor de la proporción será siempre inferior a
la unidad, por lo cual, y para entenderla mejor, suele multiplicarse por el factor 100. Así, la
proporción se expresa en términos de “porcentaje” o “por ciento”.
En el ejemplo citado, habrá una proporción de hombres con fracturas equivalentes a
432/528 = 0,818, o de 81,8 por ciento. Al expresarlas como porcentajes, las proporciones
permiten comparar dos grupos de tamaño diferente, ya que a ambos se les asigna la base
común de 100. Con las proporciones se puede valorar la importancia relativa de parte de un
fenómeno respecto a la totalidad del mismo; por ejemplo: de las muertes por una causa frente
a las muertes por todas las causas, o de los casos de determinada enfermedad ocurridos en un
grupo de edad en relación con el total de casos, o de los nacimientos de varones en función de
los nacidos de ambos sexos. Además, en ciertas condiciones, pueden resumir la probabilidad
de que acontezca un evento. Así con base en la cita anterior, habría un 81,8 por ciento de
probabilidades de que ocurriera una fractura en hombres. Tal información es útil, pues en la
situación planteada ayudaría a estimar con mejor base la proporción de camas que el hospital
debe destinar para fracturas en hombres.
Debe alertarse acerca del error que suele cometerse al querer utilizar las proporciones
como indicadores del grado de riesgo a un evento particular (muerte, enfermedad, etc.).
Conforme a datos publicados por la Organización Panamericana de la Salud, durante 1972 la
proporción de muertes en menores de un año adscritas a la causa básica influenza-neumonía
(rubros 470-474, 480-486 de la Clasificación Internacional de Enfermedades) alcanzó el 10,5
por ciento, tanto en Costa Rica como en Cuba; pero esto no significa que el riesgo de morir por
esa causa haya sido igual para los infantes en ambos países durante ese año. En realidad, el
riesgo fue el doble en Costa Rica que en Cuba, según lo revelado por el indicador (tasa) que
será motivo de consideración en los párrafos siguientes.
TASAS
Naturaleza y Elementos
Para medir el riesgo de que ocurra un evento dado en una población y poder hacer
comparaciones válidas, se debe relacionar ese evento con la población en la cual aconteció o
puede acontecer. Esa relación se conoce con el nombre general de tasas, las cuales
constituyen el mejor instrumento de comparación en epidemiología.
Requisitos
Como se ha dicho, las tasas son el mejor medio de que se vale la epidemiología para la
comparación. Ahora bien, para que ésta sea cabal, es preciso cumplir ciertas exigencias
mínimas. En primer lugar, los términos de la relación (numerador y denominador) deben
referirse al mismo lugar, al mismo lapso y al mismo grupo de población. En segundo lugar, el
numerador sólo debe incluir hechos que sean similares; por ejemplo, si se trata de casos de
una enfermedad dada, éstos deben haberse identificado conforme a criterios diagnósticos
uniformes para evitar errores de observación (debidos al observador, al método o al sujeto
observado), aspecto cuya trascendencia nunca será inútil enfatizar. Por último, es necesario a
veces homogeneizar el o los denominadores para ajustarlos a las diferencias que pudieran
presentar en función de ciertas características, tales como estructura de la población (por edad,
sexo, ocupación o cualquier otro elemento que sea “relevante” para el propósito determinado)
y tiempo de exposición.
Tipos
El concepto de tasa puede aplicarse a cualquier evento epidemiológico o demográfico.
Así, las tasas pueden clasificarse conforme a la naturaleza del evento y habrá entonces de
natalidad, de morbilidad; de mortalidad o de letalidad, según se refieran a hechos relacionados
con nacimientos, con enfermedades, con defunciones o con la gravedad de estas
enfermedades, respectivamente.
Otra base de clasificación reside en la constitución del denominador o población. Desde
este ángulo, las tasas son crudas (brutas, globales), cuando los eventos se refieren a la
población total; y especificas, cuando se refieren a una parte de la misma, definidos tanto los
unos como la otra conforme a una o más características (sexo, edad, ocupación, estado civil,
etc.). Una tasa puede hacerse tan específica como se quiera, siempre que sus elementos se
identifiquen con toda claridad.
Algunas características personales tales como edad, sexo y ocupación, influyen mucho
sobre el riesgo de enfermar o de morir. Es evidente que los infantes están más expuestos a
fallecer que los adolescentes y que la frecuencia de enfermedades cardiovasculares es más
alta en las edades adultas. Por ello, la comparación de tasas crudas podría conducir a
conclusiones erróneas si los grupos difieren por su composición, particularmente la
relacionada con la edad.
En principio, la comparación deberá hacerse mediante tasas específicas (por ejemplo,
por sexo y edad), pero ello obligaría a confrontar separadamente grupos más o menos
numerosos. De ahí que se requiera un indicador simple, en cuyo cálculo se haya eliminado la
influencia del factor que vicia la comparación.
San Sao
Tipo de Tasa Bogotá Bristol Lima
Francisco Paulo
Cruda 5,2 8,9 4,9 10,5 4,6
Ajustada por edad 6,6 4,6 5,5 5,5 5,2
Obsérvese cómo en Bogotá, con una proporción más alta de población joven, las tasas
ajustadas son superiores a las brutas y cómo se observa una situación inversa en Bristol y San
Francisco, cuya población vieja es más abundante. Las grandes diferencias entre ciudades
que revelaban las tasas crudas se han borrado bastante al ajustarlas por edad.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Guerrero Rodrigo, González Carlos y Medina Ernesto. Epidemiología. Fondo Educativo Interamericano.
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