Está en la página 1de 36

INSTITUTO DE EDUCACIÓN MEDIA SUPERIOR DEL DISTRITO FEDERAL

PLANTEL MIGUEL HIDALGO


“CARMEN SERDÁN”
SEMESTRE 2009-2010 “B”

PROBLEMA EJE PRESENTADO PARA CONCLUIR EL PROCESO DE


CERTIFICACIÓN DEL BACHILLERATO

LA FELICIDAD COMO FIN SUPREMO DEL SER HUMANO

ALUMNA: ROJAS FLORES MELANIE


MATRÍCULA: 0707110249

DIRECTOR DE PROBLEMA EJE: VÍCTOR IGNACIO CORONEL PIÑA

REVISOR DE PROBLEMA EJE: OSCAR GERARDO RODRÍGUEZ NUÑEZ

A MIS PADRES
POR ALENTARME
Y APOYARME A CERRAR
POR FIN ESTE CICLO.
A MIS PROFESORES

1
POR AVIVAR EL DESEO
DE CONOCIMIENTO
QUE ESTABA DORMIDO.
Y A MIS AMIGOS
POR HACER DIVERTIDO
EL PROCESO.

ÍNDICE

Introducción……………………………………………….……………4

I. Aproximaciones a la Ética.
El vínculo entre la felicidad y la Ética………………………………5

II. Planteamientos Filosóficos y


Psicoanalistas sobre felicidad………………………..…………......6

II.1. Eudaimonia para Aristóteles...……………...…………………….…7

II.2. Epicuro y el placer………………………..……………………….…14

II.3. Bertrand Russell y la posibilidad


de alcanzar la felicidad………………..………………………….…20

2.4 Psicoanálisis y felicidad…………...…………………………….….25

III. Convergencias y Divergencias

2
entre las cuatro posturas……………….……………….………….30

IV. ¿Son vigentes los planteamientos de


Aristóteles, Epicuro, Russell y Freud
para el ser humano actual?.........................................................34

V. Fuentes de información.….……………….……………………..….37

INTRODUCCIÓN

Hasta quinto semestre me comencé a preguntar lo que era hacer un problema


eje. Todos hablaban de él, pero en los semestres anteriores creía que eso
estaba muy lejano todavía, al llegar las vacaciones de Diciembre me cayó el
“veinte” que yo tenía que realizar uno también. Así que en mis vacaciones,
inicié por la búsqueda de un posible tema. De entre todos, el que me interesó
fue el de la felicidad. Siempre me pregunté lo que realmente significaba ser
feliz. Me di cuenta que no sabía ni siquiera que era la felicidad, por lo que
decidí tomarlo como tema de mi problema eje y paralelamente poder resolver
mis dudas al respecto. Pues fue entonces que decidí recurrir a la filosofía, pues
al ser la felicidad un tema que muchas personas antes que yo se habían
propuesto resolver, supuse que algún filósofo tendría entre sus escritos algo
que pudiera ayudar con mi investigación. Y fue así que mi director de problema
eje me propuso varios filósofos, los cuales tenían una obra completa dedicada
al tema de la felicidad, de todos solamente elegimos a tres y yo propuse a un
psicoanalista el cual también trató este tema.

El tema de la felicidad es tratado desde la Ética, así que mi trabajo esta


estructurado de la siguiente manera. En un primer punto menciono las
definiciones propuestas por Mercedes Garzón y Adolfo Sánchez Vázquez
sobre la Ética, enseguida explico el vínculo entre la felicidad y la Ética.
3
En el siguiente capítulo expongo los planteamientos sobre felicidad, abordando
las obras: Ética Nicomaquea, de Aristóteles; Carta a Meneceo, de Epicuro, ésta
carta se encuentra contenida en el libro de Diógenes Laercio, Vidas de los
Filósofos más Ilustres, ya que es la única referencia de los escritos de Epicuro,
La Conquista de la Felicidad, de Bertrand Russell y El Malestar en la Cultura,
de Freud. Terminando el análisis de las obras, prosigo con la comparación de
los planteamientos para encontrar similitudes y diferencias entre ellas.

Por último me pregunto sobre la vigencia de los planteamientos, cuestión que


se requiere resolver para ver si sus ideas permanecen en nuestra sociedad y
entender de qué manera impactan en nuestra manera de pensar y actuar.
I. APROXIMACIONES A LA ÉTICA. EL VÍNCULO ENTRE LA
FELICIDAD Y LA ÉTICA

A la ética le interesa, lo que constituye su especialidad, es cómo vivir


bien la vida humana, la vida que transcurre entre humanos…

Fernando Savater

En el presente capítulo daremos definiciones de Mercedes Garzón y


Adolfo Sánchez Vázquez, acerca de lo que es la Ética, explicaremos también
el por qué es la encargada de abordar nuestro problema de la felicidad.

Mercedes Garzón plantea que: “La Ética se ocupa del comportamiento del
individuo en sociedad pero, a diferencia de la moral no prescribe el curso de
nuestra conducta o nuestras acciones.” 1 La ética expone distintas posibilidades
de relación social, y esto lo lleva a cabo criticando y analizando las distintas
morales existentes en la sociedad y se encarga de ver si están sirviendo o no
para las distintas necesidades de los seres humanos, todo esto lo hace sin
establecer las leyes que nos señalan como actuar, ya que de ello se encarga la
moral.

1
Garzón, Mercedes, La Ética, México: Tercer Milenio,1997, p 5

4
Para Adolfo Sánchez Vázquez menciona que: “La Ética es la teoría o
ciencia del comportamiento moral de los hombres en sociedad” 2. Ambos
autores hacen referencia al comportamiento moral. Este comportamiento son
los actos que realiza el ser humano de manera conciente y voluntariamente,
que afectan tanto al individuo mismo como a la sociedad a la que pertenece.

Ahora es preciso que digamos que es la moral.

La moral es un sistema de normas, principios y valores, de acuerdo con el cual


se regulan las relaciones mutuas entre los individuos, o entre ellos y la
comunidad, de tal manera que dichas normas, que tienen un carácter histórico
y social, se acaten libre y concientemente, por una convicción íntima, y no de
un modo mecánico, exterior o impersonal3.

Explicando cada uno de los puntos mencionados antes decimos que, las
normas son propuestas y acatadas por la misma sociedad en la que se
encuentra el individuo, con esto se busca que la sociedad tenga un orden, que
sea capaz de organizar a la sociedad y evitar el descontrol dentro de la misma.
Estas normas son históricas, ya que la moral existente hoy en día no es la
misma que existía años atrás, sino que va cambiando de acuerdo al paso del
tiempo y a las necesidades de las distintas sociedades. La normas se acatan
libremente ya que el ser humano es el único capaz de preguntarse por su
situación actual, es decir que a diferencia de los animales sabemos que es lo
que nos conviene y lo que no, por lo tanto podemos decidir entre varias
opciones que se nos presentan y de ellas tomar la que mejor nos parezca.

En la moral se encuentran dos planos: el normativo y el fáctico. El


normativo, es donde se encuentran todas las normas y reglas que dictan lo que
se debe hacer. El fáctico está constituido por el plano de los actos morales, los

2
Sánchez Vázquez, Adolfo, Ética, México: Grijalbo, p. 22
3
Ídem, p. 73

5
actos que se realizan de acuerdo o en contra de estas normas, este plano se
llama moralidad.

En resumen: los seres humanos a diferencia de los animales podemos


crear nuestra forma de vida, podemos decidir ante lo que nos conviene o no. Y
es necesario que sepamos vivir correctamente para no errar demasiado el
camino hacia nuestro ideal y adquirir un “vivir bien” que nos acerque más a lo
correcto. “A ese saber vivir, o arte de vivir, es a lo que llaman Ética” 4.
Finalmente la Ética es la rama de la filosofía que reflexiona sobre la moral.

¿De qué manera se relacionan la felicidad y la Ética? A lo largo de


nuestra vida hemos elegido una manera de comportarnos, a diferencia de los
demás seres vivientes tenemos la libertad de decidir entre distintas formas de
comportamiento. Al escoger un modo de comportarnos, podemos
equivocarnos. De modo que al ser la ética la reflexión de ese conjunto de actos
que realizamos, nos muestra si en verdad estamos errados en nuestro actuar.
Con lo cual nos abre distintas posibilidades por las cuales podemos reorientar
nuestro comportamiento, sin embargo no nos obliga a tomar una elección,
solamente la Ética plantea un camino por el cuál nos podemos acercar a un
ideal de vida. Si nos planteamos como ideal el que nuestras acciones nos
lleven a la felicidad, la Ética nos mostrará los distintos caminos que podrían
orientarnos hacia ese ideal.

4
Savater, Fernando, Ética para Amador , Barcelona, España: 1991, p 31

6
II. PLANTEAMIENTOS FILOSÓFICOS Y PSICOANALISTAS SOBRE
FELICIDAD

2.1. EUDAIMONIA PARA ARISTÓTELES

La felicidad es lo mejor, lo más bello y lo más

placentero.
Aristóteles

En el siguiente capítulo analizaremos lo expuesto sobre la felicidad por


Aristóteles en su obra Ética Nicomaquea.

Mi labor fundamental consiste en exponer los libros I y X de la Ética, ya


que en ellos Aristóteles explica la esencia de la felicidad y por lo tanto son los
libros que sirven para mi investigación, pero eso no significa que haya dejado
de lado los demás libros pues fue necesaria una lectura de la obra en su
totalidad para comprender de manera plena los libros de mi interés.

El término Eudaimonia viene del griego: εὐδαιμονία, y suele ser traducido


comúnmente como felicidad, por eso se dice que la Ética de Aristóteles es una
Ética eudemonista, ya que su problema central es la felicidad. Cabe mencionar,
que en este trabajo utilizaremos únicamente el término de felicidad, y que es
necesario tener presente que para Aristóteles la felicidad no es un estado

7
pasajero, sino que la felicidad la identifica como el sumo bien al que todas las
cosas aspiran.
En el libro I Aristóteles nos dice:” las acciones y elecciones parecen estar
orientadas hacia algún bien y ese bien es aquello a lo que todas las cosas
aspiran”5. Y como toda acción tiene un fin, hay por lo tanto muchas acciones y,
habrá también muchos fines. Pero si existe solo un fin para nuestros actos
deseado por sí mismo y los demás por él, y ese último fin es el bien soberano.

Ahora lo que necesitamos es saber cuál es ese bien soberano o fin último
que buscamos.
“Tanto la mayoría como los espíritus selectos llaman a este bien
felicidad”6. Pero la diferencia está en que la esencia de la felicidad es cosa de
discusión, pues para el que está enfermo dirá que la felicidad es la salud, y
para el pobre, lo será la riqueza. Siendo muchas las opiniones al respecto
atenderemos a la que tenga matiz de razón. Es por esta razón que la felicidad
tiene que cumplir ciertas condiciones formales para que pueda ser identificado
como fin último o mayor bien. Estas condiciones son:

1. Tiene que ser algo practicable, en el sentido de que tiene que


poder alcanzarlo el ser humano por medio de sus acciones y no por cosas
ajenas a él.
2. Tiene que ser algo deseado por sí mismo y jamás como trampolín
para poder alcanzar a otro bien, deben estar subordinados los demás bienes a
él. Debe ser el más deseado de entre todos los bienes.
3. Tiene que ser autosuficiente para que por él mismo pueda
“transformar la vida en amable y sin miseria” 7.

Entonces, ¿cuál es el bien que cumple todas las condiciones?, pues


Aristóteles afirma que por encima de todo se encuentra la felicidad, por que
siempre la elegimos por sí misma, mientras que los demás bienes los elegimos
porque creemos que nos llevaran a alcanzarla. Además de que cumple con la
condición de ser practicable, ya que el obtenerla depende únicamente del
5
Aristóteles, Ética Nicomaquea, México: Nuevo Talento, 1999, p. 9
6
Ídem, p. 12
7
Ídem , p. 18

8
esfuerzo del ser humano que quiere alcanzarla y no depende de la fortuna ni
de sus designios, esto es, por que, por más que un hombre sufra de mala
fortuna, solamente las grandes desgracias e incontables pueden llegar a quitar
la felicidad que posee el ser humano cuando la ha alcanzado. Y suponiendo
que se vea en esa situación tendrá que esforzarse y realizar las mismas
buenas acciones, para tenerla de nuevo.

Encontrado el fin último necesitamos saber cuál es la esencia de la


felicidad y para tener en claro en que consiste, lo haremos descubriendo cuál
es la actividad propia y única del ser humano.
El vivir es común para los animales y la plantas, dejando de lado la vida
de nutrición y crecimiento, nos queda la vida activa de la parte racional del ser
humano, la cual a su vez se divide en dos: la que obedece a la razón; y la otra
es la que posee la razón y la que piensa. “El acto del hombre es la actividad del
alma según la razón.”8 Porque la actividad de la razón es la que nos diferencia
de los demás seres que comparten las funciones de crecimiento y alimento,

Considerando nuestra definición preliminar de la felicidad añadimos que:


si los bienes Aristóteles los ha dividido, en los del alma, los exteriores y los del
cuerpo, estos últimos son llamados con máxima propiedad, y como dijimos que
la felicidad está entre las acciones y operaciones del alma, resulta correcta
nuestra definición e incluida entre los bienes del alma y no en los exteriores. La
definición también acepta que el hombre feliz es el actúa de manera dichosa y
mediante la conducta recta. También la definición concuerda con la de quienes
han identificado a la felicidad con la virtud, pues a la virtud le corresponde la
actividad conforme a la razón. Es decir que la felicidad necesita de acciones
placenteras y bellas para que pueda conquistarse. Así que en la felicidad se
encuentran enumeradas las mejores acciones. Aquí es necesario mencionar
que la felicidad, exige los bienes externos. Esto es, porque no es posible que el
ser humano que esté desprovisto de recursos, pueda realizar bellas acciones y
quienes estén desprovistos de ciertos bienes ven rebajada su dicha. Como
ejemplo de esto Aristóteles menciona que, quienes están privados de un

8
Ídem, p. 19

9
nacimiento ilustre, una descendencia feliz y la hermosura, no podrán ser
felices, ya que no sería feliz el que tuviera un aspecto repugnante.

Sigamos explicando que, los actos virtuosos son los árbitros de la felicidad,
pues en la manera de realizarlos está el que los hábitos sean o no hábitos. Y
de entre todos los actos del hombre los virtuosos son los que duran, y el
hombre que vive de acuerdo a la virtud tendrá una plenitud tal que podrá
aceptar con dignidad los aconteceres de la fortuna.

Ya que la felicidad es una actividad del alma de acuerdo a la perfecta


virtud, tenemos que conocer cual es la naturaleza de la virtud.

Como habíamos mencionado, el alma se divide en dos, en una parte está


la racional y en la otra una parte irracional. “Así misma la parte irracional es
doble a su vez: de un lado la vegetativa; del otro la liviandad y el objeto en
general, que participa de la razón en cierta medida en cuanto la obedece y se
somete a su imperio”. La que nos interesa es la que participa de la razón, esta
parte se mantiene al margen de ella, de modo tal que la provoca, la incita,
hasta tal punto de casi ir en contra de todo lo que dice. Pero no hay que creer
que va en contra de ella, sino que es participe de la razón ya que se deja
persuadir por ella, como lo hiciera un padre cuando le está dando consejos a
un hijo sobre lo que debe hacer.

Pues con esta diferencia dada, ahora sentemos las divisiones de la virtud.
“Hay virtudes intelectuales y virtudes morales” 9. Las intelectuales son: la
sabiduría, la comprensión y la prudencia; las morales, la liberalidad y la
temperancia. Las virtudes morales, necesitan de costumbre, ya que no nacen
de manera natural en nosotros sino que cuando las llevamos a cabo las
perfeccionamos por medio de la costumbre.

Las virtudes morales están en relación con los placeres y los dolores. A
tal grado que “quien sepa usar de ellos rectamente, será bueno, y quien mal,

9
Ídem, p. 31

10
malo”10.La virtud del hombre será llevar a cabo ese hábito por el cual el hombre
se hace bueno y realizará con perfección la obra que le corresponde. El hábito
nace de realizar actos iguales y ejercitarlos para llegar a perfeccionarlos. Las
virtudes morales se pueden ver fracasadas cuando se cae en un exceso y en
defecto de estas mismas. Es decir, que en las virtudes morales hay un exceso,
un defecto y un término medio, y la virtud es un término medio. “Esto es que en
toda capacidad humana el exceso y el defecto son medidos no solo en la
relación de uno con uno, sino también en relación con la medida exacta que
debe alcanzarse”.
En el libro X, Aristóteles efectúa un sumario de la felicidad, para
esclarecer lo propuesto.
Ahora bien, la felicidad está entre los actos que se desean por sí mismos
y no por otra cosa, por que ella se basta a sí misma. “Todas las cosas las
escogemos por otras menos la felicidad, que es un fin” 11. Los actos que se
apetecen por ellos mismos son en los que no tenemos que buscar nada fuera
de ellos. Llámense estos, actos virtuosos. El acto más anhelado para el hombre
virtuoso, es el acto realizado conforme a la virtud. Si la felicidad es, actividad
conforme a la virtud, y debe pensarse en cuanto a la virtud más alta, ésta virtud
máxima es la actividad contemplativa. Aristóteles explica qué es la actividad
contemplativa de la siguiente manera: la inteligencia es lo más alto en cuanto
existe en nuestro ser, de las cosas que conocemos la inteligencia es la más
excelente de todas y porque contemplar lo podemos hacer de manera habitual.
Y pensando como dijimos que la felicidad va acompañada de placer, porque el
acto más apetecible que conforme a la realizamos conforme a la virtud será la
sabiduría. El solo afán de saber, trae consigo hermosos deleites “por su pureza
y por su firmeza”.

Es requisito que el filósofo tenga cosas necesarias para la vida, ya sean


las necesidades biológicas, como el comer, un techo, recursos económicos y
salud. Pero no es suficiente, puesto que podrá dejar atrás todo para dedicarse
a la vida contemplativa y lo podrá realizar de manera solitaria, sin necesidad de
lujos.

10
Ídem, p. 37
11
Ídem, p 223

11
Todo lo dicho toma su curso, pues lo propio de cada ser es, lo mejor, lo
más anhelable para el hombre y “esto es, por tanto la vida según la inteligencia,
porque esto es principalmente el hombre; y esta vida será por consiguiente la
vida más feliz”12. Cabe mencionar que Aristóteles afirma que hay dos tipos de
felicidad. “Feliz en grado secundario es la vida en consonancia con otra virtud,
porque los actos de estas otras son puramente humanos”. La felicidad de la
vida intelectual necesita de menos recursos exteriores que la de la vida moral.
“Y si hubiésemos de recorrer todas las virtudes morales, veríamos que todo
cuanto atañe a la acción moral es mezquino e indigno de los dioses”
Por esta razón la felicidad importante para Aristóteles es la de actividad
contemplativa. Ya que es la que se asemeja a los actos de los dioses, y lo
propone de esta manera:”Así pues, el acto de Dios, acto de incomparable
bienaventuranza, no puede ser sino un acto contemplativo. Y de los actos
humanos el más dichoso será el que más cerca pueda estar de aquel acto
divino”. Y le añade a lo dicho el que los animales no participan del acto de
contemplación, y por lo tanto no participan de la felicidad.

Finalmente, Aristóteles propone que la felicidad consiste en un único bien,


que es la vida contemplativa y que todos los demás bienes son un medio para
llevarla a cabo. También es necesario que se eduque desde la niñez al ser
humano de una forma virtuosa, enseñándolo a amar lo bello y a detestar lo
aborrecible, todo esto porque ya que no se podrá cuando nunca se han
recibido las enseñanzas en los bueno hábitos, todo esto para que después se
pueda seguir en el camino de los actos virtuosos, poniendo atención individual
en lo que se quiere alcanzar y el resultado va a diferir individualmente de
acuerdo a la voluntad puesta en ello.

12
Ídem, p 226

12
2.2. EPICURO Y EL PLACER

Quien dice que no ha llegado el tiempo de filosofar, es semejante a


quien dice que no ha llegado el tiempo de buscar la felicidad.
Epicuro

En esta sección del capítulo, examinaremos los planteamientos de Epicuro.


Como no han sobrevivido al paso del tiempo libros de él, solo se han
conservado tres cartas y otros escritos, el que utilizaremos para nuestros fines,
será el libro de Diógenes Laercio, Vida de los filósofos más ilustres. Ya que en
éste se encuentran las tres cartas que enumeran de manera explícita toda su
filosofía. La carta que nos sirve para nuestra investigación es la carta que
escribió Epicuro a Meneceo y que en ella habla sobre el placer.

La Ética de Epicuro es una ética hedonista que viene del griego hedoné, que
significa placer. Dependiendo de la traducción que se tome de las cartas de
Epicuro, se utilizan las palabras placer y deleite que en este caso son
sinónimos.

En lo que si hay diferencia es en el sentido de placer. Existen según Sánchez


Vázquez, dos sentidos: el que se tiene como un “sentimiento o estado afectivo
placentero”13, que surge de las experiencias, tales como, ver a un amigo que no
veías hace tiempo, disfrutar de un cuadro, etc. Y su contraparte es el displacer,
que surge de experiencias contrarias como darse un golpe, ver a alguien que
13
Laercio Diógenes, Vida de los filósofos más ilustres, México: 1984, p. 134

13
cae mal. El segundo sentido es la sensación de estímulos, ya sea un
cosquilleo, una buena comida y su opuesto el dolor o molestia localizable en
alguna parte del cuerpo.
Debemos pues, atender a los dos sentidos del placer mencionados, pero
Epicuro no se refería a los placeres fugaces, que dan el sexo, la comida en
exceso o la bebida, ya que terminan por asquearnos, hartarnos y
probablemente hasta llegar a producirnos problemas físicos y mentales.
“Epicuro se refería los placeres duraderos, siendo estos los que dan los
placeres estéticos e intelectuales”.
Epicuro en la carta a Meneceo nos dice: “que ni el joven dilate el filosofar ni el
viejo de filosofar se fastidie”14 pues en esto vendrá la salud del ánimo. Y quién
diga que se le ha pasado el tiempo o que aún no es tiempo de filosofar, “es
semejante a quien dice que no ha llegado el tiempo de buscar la felicidad” 15.
Por que el filosofar es equivalente a buscar la felicidad.

Entonces Epicuro nos exhorta a cuidar de las cosas que producen la felicidad,
ya que sin ella hacemos todo por tenerla y con ella tenemos todo hacemos lo
que sea por mantenerla con nosotros. Con esto empieza por decirnos lo que
hay que practicar, cuidar y hacer para llevar una vida honesta.

Y esto es, en primer lugar que Dios existe, pero que el pensar que él intercede
en nuestros aconteceres o que de alguna manera interfiere en nuestra vida es
cosa que solo los vulgares tienen por cierto.

Debemos acostumbrarnos a no tener miedo a la muerte, pues no es contra


nosotros. “Así el perfecto conocimiento de que la muerte no es contra nosotros
hace que disfrutemos la vida mortal” 16. El que le teme a la muerte es un simple,
puesto que no se detiene a pensar que la muerte en nada nos pertenece pues
en los que están vivos no ha venido todavía y por lo tanto aún no está y en los
muertos, ya vino y ya no existe. No es contra nosotros porque el bien y el mal
residen en el sentido, y la muerte no es más que el que se nos prive de este
sentido.
14
Laercio, Diógenes, Vidas de los filósofos más ilustres, México: Editorial Porrúa,1998, p. 275
15
Ídem, p. 275
16
Ídem, p. 276

14
Debemos de tener siempre en mente y en la memoria que el futuro no nos
pertenece ya que no ha de venir irremediablemente, pero tampoco, no ha de
venir nunca. Esto es que el futuro no se puede tener por seguro puesto que
puede cambiar en cualquier momento, de acuerdo a nuestras acciones y puede
que lo que esperamos nunca llegue a realizarse del modo que queremos. El
futuro llegará, pero no hay que desesperarnos por pensar que nunca lo hará.

De nuestros deseos Epicuro hace una división. Propone que unos son
naturales y los otros carentes de sentido. Los naturales son los que
necesitamos por que de ellos viene el bienestar del cuerpo, como por ejemplo
el vestido para taparnos del sol. Los vanos son sin fundamento, inútiles, ya que
no son necesarios, podemos ejemplificarlo con lo del vestido, si es necesario
para taparse del sol, se hace inútil al querer tener un vestido a la moda o al
querer que tenga otro sentido que el protegernos el cuerpo. De los naturales
los divide en: necesarios y naturales. De los necesarios los que destacan son
los que sirven para la felicidad, los que dan tranquilidad del cuerpo y los otros
son para la propia vida.

De todos ellos la especulación, es la que hace que elijamos lo que nos


conviene, para tener así el cuerpo sano y el alma tranquila, “pues el fin no es
otro que vivir felizmente”17. La especulación se puede entender de muchas
formas, pero la que Epicuro destaca es cuando tomamos a la especulación
como la virtud de poder detenerme a reflexionar sobre lo que es más
conveniente para cada circunstancia concreta que se nos presente en la vida.

Cuando no tenemos el deleite nos quejamos de no tenerlo más cuando no nos


dolemos ya no lo necesitamos, por esto Epicuro dice que: “El deleite es el
principio y fin de vivir felizmente”18

17
Ídem, p. 276
18
Ídem, p. 276

15
Este principio del deleite es el origen de todas nuestras decisiones y
elecciones. Por eso de todos los deleites no los elegimos todos, pues de
algunos, después ha de venir una molestia más grande que el propio deleite. Y
con esto aun preferimos algunos dolores en vez de los deleites, por seguir
mayor beneficio después de éstos. Aunque todo dolor es un mal, no debemos
huir de todos.19

Todos los placeres no tienen el mismo peso, es decir unos son mas
importantes que otros, puesto que, unos no los elegimos, porque estos nos
conllevan a dolores más profundos que estos mismos, y en vez de eso
preferimos algunos dolores, ya que enseguida de estos viene un placer mucho
mayor que el dolor. Podemos poner como ejemplo: cuando estamos enfermos
sentimos gran dolor, y para tener la salud que deseamos en esos casos es
necesario someterse a una serie de inyecciones prescritas por el médico, para
algunas personas esto les causan pavor las inyecciones pero pueden
reconocer que es un mal necesario y por eso, prefieren que se las pongan,
puesto que después de sentir el dolor del piquete es más grande la satisfacción
y el placer de sentirse aliviado y con salud.

Con esto nos conviene actuar pues, con medida. Y si en algunos casos se nos
presenta el que debemos escoger cosas malas por buenas y viceversa, lo
conveniente aquí es actuar de manera que nos contentemos con lo suficiente
pero no de manera que siempre tengamos escasez de todo, sino de manera
tal que cuando no tengamos mucho podamos vivir con poco, y que tanto los
alimentos fáciles y sencillos son también sabrosos como los grandes manjares,
de modo cuando los comemos igual dan la satisfacción de deleite cuando un
mendigo llega a conseguirlos.20

Esta cita la tenemos que tomar como una invitación a la mesura, a no


excedernos cuando tenemos la posibilidad de tener mas de lo que necesitamos
y que cuando tenemos la facilidad de acceder a gran cantidad de alimento y
riquezas, debemos tener presente que lo que tenemos hoy puede que no lo
tengamos mañana, pues no sabemos si en un futuro nos quedemos sin nada
de lo que poseemos ahora. Así el que nos acostumbremos a una comida
19
Ídem, p. 276
20
Ídem p. 277

16
simple es bueno para nuestra salud, y hace que estemos mejor preparados
para acatar de mejor forma los aconteceres de la fortuna.

Entonces cuando Epicuro habla de que “el deleite es el fin” no se tiene que
entender como el placer sexual de los lujuriosos. Este sentido de la palabra
placer se ha tergiversado en nuestra época, puesto que, los adultos (más aun
los jóvenes) al mencionarles la palabra placer, lo primero que se les viene a la
mente es una connotación sexual.
Esto se da porque los jóvenes buscan la diversión y huyen del dolor a toda
costa, pensando que el placer es la ausencia de todo dolor físico y que
únicamente el placer que pueden obtener tiene que ser el sexual. Esto es
erróneo, pues únicamente lo afirman, porque viven en la ignorancia del no
saber que pueden darse dos tipos de placer y Epicuro no se refirió al placer de
los que se divierten con mujeres y hombres en fiestas, ni los que dan los
grandes manjares, siempre como los ignorantes de su doctrina han pensado,
sino que el deleite está unido a “el no padecer dolor en el cuerpo con el estar
tranquilo en el ánimo”21. Este placer lo dará el de la posesión del raciocinio que
es el que nos capacita para poder deliberar entre las distintas opciones de
elección.

Es por esta razón que la prudencia en la filosofía es la más preciosa virtud, de


la cual siguen las demás virtudes. La prudencia entendida en el marco de la
mesura de poder recatarse y no excedernos con nuestros actos, ante las
grandes oportunidades que se nos presenten. Como ejemplo podría
presentarse la situación de tener un manjar ante nosotros y al ver tanta comida,
excedernos y comer en demasía, lo prudente sería que comiéramos solo lo que
nos satisfaga. Con esto se entiende que “nadie puede vivir dulcemente sin ser
prudente, honesto y justo; y por el contrario siendo prudente, honesto y justo no

21
Ídem, p. 277

17
se podrá dejar de vivir dulcemente 22”. Pues las virtudes están ligadas a la
suavidad de la vida.

Con esto dice Epicuro que, el que opina santamente de los dioses, que no
teme a la muerte, que pone en términos de fáciles de obtener y prevenir sus
bienes, que sus males los tenga por breves y que niega el destino nadie le
podrá superar.
Diógenes Laercio hace un sumario de todas las opiniones primarias de
Epicuro que tienen por fin el principio de la felicidad estas son:

1. El término y fin de los deleites es quitarse todo lo que duela. En donde


se encuentra cosa deleitable, mientras este ahí, no habrá cosa que duela ni
ambas cosas.
2. El dolor solo durará poco, aunque solo prive del deleite de la carne.
3. Ningún placer por sí mismo es malo, no obstante producir ciertos
deleites trae muchas mas penas que placeres. El producir en exceso ciertos
placeres puede traer en consecuencia más dolores que el placer que se
produce, entonces debe actuar la prudencia.
4. El que es justo está libre de pesares.
5. De todas las cosas que llega a adquirir la sabiduría para la felicidad de la
vida, la mayor es la posesión de la amistad ya que la amistad da seguridad aun
si no se poseen bienes.
6. De los apetitos unos son naturales y necesarios; otros naturales y no
necesarios, y otros ni naturales ni necesarios, sino movidos. Los naturales y
necesarios son los que eliminan las necesidades tales como beber agua para
calmar la sed, a los que solo modifican el deleite pero no quitan la necesidad,
como son las comidas excesivas, y por no naturales y necesarios la erección
de estatuas y las coronas.

22
Ídem, p. 277

18
2.3. BERTRAND RUSSELL Y LA POSIBILIDAD DE ALCANZAR LA
FELICIDAD.

El hombre feliz es el que se siente ciudadano del universo, impávido ante la


muerte, porque no se cree separado de los que vienen en pos de él.
Bertrand Russell

Esta parte del capítulo la enfocaremos al análisis de la filosofía de Bertrand


Russell, en vista de lo que el consideraba que era necesario para que sea
posible alcanzar la felicidad. En su libro, La conquista de la felicidad, es donde
expone su teoría. Los capítulos que utilizaremos para nuestro análisis son
únicamente los que se relacionan con la felicidad, es decir las causas que
producen la felicidad.

En este libro Russell, no habla como el filósofo ni matemático al que todos


hacen alusión al nombrarlo, sino que dejó de lado su lógica matemática para
hablarnos de manera narrativa, contándonos experiencias personales. Dice
enfocar su filosofía a las personas comunes, estas personas son las que el
llama así porque tienen características similares es decir son quienes no viven
en extrema pobreza, tienen lo esencial para vivir, específicamente que poseen
los medios para procurarse alimento, vestido y suficiente salud para realizar
las necesidades físicas y comunes del cuerpo.

Russell sabe que son necesarias transformaciones en el sistema social ya que


al no realizarlos también impiden la felicidad. Como ejemplo está la pobreza
extrema, que de nada serviría erradicarla, si aun el que posee riqueza, se llega
a sentir tan infeliz que de nada le sirve poseerla. Es por eso que lo necesario
es que se erradique la infelicidad individual.

19
Por esta razón, se pregunta “¿Qué pueden hacer ahora un hombre y una mujer
en medio de nuestra sociedad nostálgica para conseguir la felicidad?” 23
Lo que se propone Russell para resolverlo es plantear los cambios de
mentalidad necesarios, mediante un esfuerzo hábilmente dirigido.
En los capítulos del apartado dedicado a las causas de la felicidad en el libro,
La conquista de la felicidad, Russell afirma que es posible obtener dicha
felicidad, al afirmar esto lo hace explicando que llego a esta conclusión de
acuerdo con las platicas que ha tenido con distintas personas y de la
experiencia propia que se lo han demostrado, que para esto es necesario
realizar algunos cambios y diversas experiencias que ellas mismas harán que
sea fácil obtenerla.

Russell hace una clasificación de la felicidad las divide en: “felicidad natural e
imaginativa, o animal y espiritual o la de corazón y de cabeza” 24. La diferencia
entre la denominación que se deba tomar radica en que una es accesible a
todos los seres humanos y la otra solamente a los que saben leer y escribir.
Con esta diferencia, narra de qué tipo es la felicidad de su jardinero y la de un
hombre que se dedicaba a cavar pozos. La felicidad para ellos se basa en la
autosuficiencia en el trabajo y en la fuerza. La única diferencia que se puede
dar entre ellos y las personas que saben leer y escribir es que mientras menos
pensemos que vamos a tener éxito en la empresa o situación que vayamos a
realizar menos nos podremos decepcionar si fracasa.

Con esta descripción va mostrando los cambios que se deben realizar para que
se de la felicidad. El primero de ellos es el siguiente. Menciona a los hombres
de ciencia que son los más felices, puesto que en él se presenta todo lo que es
necesario para la felicidad, en primer lugar se presenta por el reconocimiento
que tienen, ya que su inteligencia los mantiene en el trabajo y nadie duda de
ellos, están es constante afirmación de ellos mismos frente al resto del mundo,
lo que los lleva a obtener una admiración de los demás.

23
Russell, Bertrand, La conquista de la felicidad, México: Grupo Editorial Tomo, 2000, p. 13
24
Ídem, p. 127

20
A diferencia de los científicos, dice que los artistas podrían no ser reconocidos
con sus obras, por el hecho de que pocos podrían entender lo que quieren
plasmar en sus obras, mientras que el científico siempre comprueba lo que
hace.
En el mundo moderno en el que vivía Russell, el hombre occidental inteligente
se siente desdichado por no saber que hacer con sus mejores facultades, es
decir que el aburrimiento es constante motivo de infelicidad.

Así que el encontrar algún motivante que no sea fantástico es muy fácil y
quienes consiguen interesarse en algo logran obtener lo que los mantiene
ocupados y llena sus momentos de ocio y esto mismo hace que se olviden de
la idea de que la vida no tiene sentido.

En resumen. “El secreto de la felicidad es éste: que tus intereses sean lo más
amplio posible y que tus reacciones hacia personas y cosas interesantes sean
amistosas en vez de hostiles”25.

En cuanto al entusiasmo, hace una analogía entre el que come bien con el que
tiene entusiasmo en la vida. “Lo que el apetito es con relación a la comida, es
el entusiasmo con relación a la vida” 26. Debemos de mantener el mismo
entusiasmo por las cosas que realizamos para no perder el interés ni el sabor a
la vida. “Cuantas más cosas interesen a un hombre mayores posibilidades
tiene de felicidad y menos expuesto se haya a un accidente, pues si una le falta
puede dedicarse inmediatamente a otra”27. Esto es que debemos procurar
interesarnos en la mayoría de cosas que nos sean posibles para llenar los
vacíos de nuestra vida.

Hasta que la bioquímica esté tan avanzada que podamos tomar pastillas que
hagan que nos interese todo, tenemos que confiar en el sentido común para
descubrir cuáles son las causas que hacen que unas personas se interesen en
todo y otras en nada.28

25
Ídem p. 139
26
Ídem, p. 142
27
Ídem, p. 43
28
Ídem, p. 146

21
En las diferentes actividades que sean motivo de nuestro interés debe existir la
moderación, es decir que debe darse “la fórmula griega de la moderación” 29.
Para que ninguna de nuestras demás actividades se vea entorpecidas por
nuestra pasión particular, tienen que ser compatibles con la salud, el cariño de
nuestra familia y con el respeto de la sociedad en la que vivimos. Y por último
“tanto para las mujeres como para los hombres el entusiasmo es el secreto de
la felicidad y bienestar”30.

La familia es una institución heredada del pasado, pero que está


desorganizada, a tal grado que en lugar de producir felicidad es mayor motivo
de desgracia. Lo que plantea hacer Russell para cambiar la situación familiar
es que, aquellos que mantienen una relación y quieren adoptar la paternidad
tienen que analizar las consecuencias de lo que planean realizar, reflexionando
y actuando prudentemente, con inteligencia, adoptando una actitud de respeto
con los hijos, quitando todo despotismo, pues con esto se logrará que los
padres dejen de sentirse desgraciados a la hora que ellos adopten la libertad.

En la parte respectiva al esfuerzo y la resignación. Russell habla del justo


medio de Aristóteles. Para que se equilibre la balanza de la felicidad debemos
de tener que llegar al justo medio entre resignación y esfuerzo. Ante las
muchas desgracias que nos pueden aquejar debe existir una manera de
afrontarlas y el esfuerzo que realice uno mismo es lo más importante para ello.

El esfuerzo, la mayoría de las personas lo tienen que realizar porque tienen la


necesidad de trabajar para vivir, encontrar un buen marido, y para la crianza de
los hijos, también el que tenga un deseo de poder que no sea fuera de la
naturaleza, tendría una manifestación de esfuerzo.

29
Ídem, p. 149
30
Ídem, p. 154

22
La resignación actúa en nosotros de la siguiente manera: existen dos tipos de
resignación la que nos lleva a la desesperación y la que se basa en una
esperanza inalcanzable, la que es buena es la de la esperanza. La resignación
debe existir en las emociones que son perjudiciales y que no nos llevan a
ningún lado como lo son la ira, la impaciencia y la preocupación. Siendo la
resignación una especie de esperanza en base de que todo lo que salió mal
puede cambiar.
La felicidad depende en parte de circunstancias externas y en parte de uno
mismo. En este libro nos hemos ocupado de la parte que depende de uno
mismo, y hemos llegado a la conclusión, de que en lo referente a esta parte la
receta de la felicidad es muy sencilla31.

Con lo mencionado antes comienza el capítulo dedicado al hombre feliz.


Russell menciona que el hombre infeliz lo es por que así lo cree, y el que es
feliz también. Afirma que existen cosas indispensables para la felicidad de los
hombres: la casa, la salud, la comida, el amor, el éxito en el trabajo, a veces la
paternidad y el respeto por los suyos, cuando faltan éstas cosas solo los que
son excepcionales pueden alcanzar la felicidad, por lo tanto según Russell el
que esté desprovista de ellas no podrá alcanzar la felicidad. Aunque si el caso
es que se tiene todo esto, pero aun así se siente desgraciado tiene que realizar
alguna tarea psicológica. Sino es con un psiquiatra lo podrá hacer el mismo
tendrá que hacerlo dirigiendo sus pasiones hacia fuera y no hacia adentro,
adquiriendo afectos que impidan el que estemos pensando en nosotros mismos
todo el tiempo. Se debe erradicar el egocentrismo, ya que es fuente de
aburrimiento por ser nosotros mismos el objeto de admiración. Por lo tanto
según lo que dice Russell, lo que se debe buscar para ser feliz es vivir con
objetividad, afectos libres y tener interés en cosas importantes, dar cariño sin
esperar recibirlo. Se tiene que pensar en que la vida sigue valiendo la pena y
con ejercicios continuos de este pensamiento se podrán afrontar con mayor
fuerza las circunstancias adversas. La felicidad es más una actitud ante la vida,
un estado mental que podemos adoptar todos.

31
Ídem, p. 213

23
2.4. PSICOANÁLISIS Y FELICIDAD

Existen dos maneras de ser feliz en esta vida, una es


hacerse el idiota y la otra serlo.
Freud

Para finalizar el capítulo, analizaremos la teoría Psicoanalista de Sigmund


Freud acerca de la felicidad. Donde habla de ello es en su ensayo El malestar
en la cultura. Los apartados que utilizaremos son los apartados I y II ya que en
ellos Freud plantea cuáles son las maneras por las cuáles podemos llegar a
encontrar la felicidad.

Para que comprendamos con mayor facilidad lo que plantea Freud, veo la
necesidad de recurrir a la definición dada por Mercedes Garzón sobre la
psique. Esto es necesario ya que Freud no se detiene a explicar lo que
considera que ya ha tratado en sus escritos anteriores sobre este tema.

Garzón nos dice que en la psique está la conciencia, la cual es el nivel


intermedio entre el mundo físico, natural y el mundo cultural: la historia, la
moral, los valores. Es en la psique donde se forman el carácter, nacen los
complejos, residen los límites, la conciencia de las situaciones y la conciencia
moral, es donde se encuentran ubicados la culpa y el remordimiento.

El aparato psíquico se divide entre el ello, el yo y súper-yo. El ello está ligado a


nuestro cuerpo a la estructura biológica, aquí surgen las pulsiones, como la
necesidad de comer, la pulsión de conservación, las pulsiones sexuales y de
agresividad, por medio de los cuales actuamos puramente por los instintos.
Estas pulsiones se rigen por el principio del placer, con el cual tratamos de
satisfacerlos de manera inmediata. Pero junto con estos instintos nacen los
obstáculos que impiden que colmemos las necesidades, que aunque son
impedimentos sin ellos nos autodestruiríamos. Es aquí donde surge el yo, que
aprende de los obstáculos que hay que librar para alcanzar el placer y actúa
por medio del principio de la realidad.

24
El yo es el intermediario entre el mundo exterior y el ello, su tarea es mandar
sobre los movimientos voluntarios, juntar experiencias pasadas de estos
mismos, evitar dificultades y modificar el mundo exterior a su gusto. El yo
decide cuando es bueno dar satisfacción a las necesidades. El súper-yo es la
conciencia moral, es donde reside la relación del ser humano y la sociedad.
Reprime las acciones del yo frente a las morales existentes, no solo busca que
se satisfagan de manera correcta las necesidades sino que busca hacerlo de
manera que se siga guardando el orden social establecido. El yo es donde vive
la angustia, ya que vive en constante lucha contra las exigencias del ello y del
súper-yo.

Pues bien en su ensayo El malestar en la cultura Freud menciona que tenemos


un sentimiento de mismidad, el sentimiento de nuestro propio yo, que con el
paso del tiempo se ha deformado. Cuando somos bebés se nos pone enfrente
el seno materno, que al quitársenos hacemos lo necesario para traerlo de
vuelta, con el llanto nos damos cuenta de que regresa. Con esto comienza
nuestro yo a diferenciar el exterior, empieza por aceptarlo, ya que nos damos
cuenta que también es fuente de dolor o displacer. Nuestro principio del placer
nos induce a abolir y evitar estas fuentes de dolor. Es por esta razón que
comenzamos a separar el yo, cuando se convierte en fuente de displacer,
tratamos de expulsarlo de sí, formando un yo puramente hedónico, un yo
placiente. Algunos de los sufrimientos vienen de nuestro interior mismo, por
otra parte las fuentes de placer vienen en mayor parte de los objetos. Aquí es
donde el ser humano comienza a distinguir lo interior de lo exterior. Esta
capacidad para discernir es la que nos abre paso al principio de la realidad, que
al mismo tiempo servirá para evitar los sufrimientos, las sensaciones
displacenteras o amenazantes.

Existen maneras con las que podemos evitar el dolor que puede traer consigo
la vida. Una de ellas es mediante distracciones que nos hagan parecer
pequeño el dolor; otra pueden ser satisfacciones que lo reduzcan; una más son
los narcóticos que nos hagan insensibles a la vida.

25
¿Qué fines y propósitos de vida expresan los hombres en su propia conducta;
qué esperan de la vida, que pretenden alcanzar en ella? No es difícil acertar
con la respuesta: aspiran a la felicidad, quieren llegar a ser felices, no quieren
dejar de serlo. Esta aspiración tiene dos fases: una positiva y una negativa: por
una parte quieren la ausencia de dolor y de displacer; por la otra se busca
experimentar intensas sensaciones placenteras. En su estricto sentido literal,
“felicidad” se refiere al segundo termino32.

Así que quien fija el objetivo de nuestras acciones para realizar cualquier fin, es
el principio del placer; que rige nuestras operaciones psíquicas desde el origen.

Lo que llamamos felicidad, surge de la satisfacción, casi instantánea, de


necesidades acumuladas que han alcanzado elevada tensión, y de acuerdo
con esto índole puede darse como fenómeno episódico. Si una situación
anhelada por el principio del placer perdura, solo nos proporciona un tibio
bienestar; estamos organizados de tal modo que sólo podemos gozar con
intensidad el contraste, y muy poco el estado. Ya nuestra constitución, pues
limita nuestra posibilidad de dicha. En cambio nos es mucho menos difícil
experimentar la desdicha. Desde tres lados amenaza el sufrimiento; desde el
propio cuerpo, desde el mundo exterior, por fin desde el mundo exterior. 33

Por este motivo, el ser humano rebaja sus aspiraciones de felicidad, no nos
debe sorprender que se diga feliz por el simple hecho de poder escapar de las
desgracias, de haber sobrevivido al sufrimiento. Esto hace que el evitar el
sufrimiento deje en segundo plano la de lograr el placer. Para la búsqueda del
placer puede haber muchos caminos, como buscar ilimitadamente
satisfacciones, pero traería muchas peores consecuencias. Otros métodos
buscan evitar el sufrimiento y se diferencian según el displacer al que se
atienda. El que más parece efectivo a Freud es de los químicos: la intoxicación.
Dice que como el sufrimiento lo sentimos, si los químicos impiden sentir
estímulos desagradables y a su vez sentir sensaciones placenteras, estos
quitapenas podrían hacer que el ser humano escape de su realidad. Aunque se
sabe que en esa cualidad reside el peligro que desentraña su uso.

32
Freud, Sigmund, El malestar en la cultura, Siglo veintiuno editores, Buenos Aires: 1981, p. 35
33
Ídem, p. 37

26
Cuando se busca satisfacer las pulsiones, ya que de ello deriva la felicidad, nos
causa un gran sufrimiento cuando se nos impide satisfacer nuestras
necesidades de manera inmediata. Podríamos pensar que si podemos aniquilar
nuestras pulsiones lograríamos dejar de sentir dolor, pero lo único que
alcanzaríamos sería la felicidad del reposo absoluto. Otra manera de buscar
satisfacer las pulsiones de manera moderada es a través del gobierno de las
instancias psíquicas superiores (el yo y el súper-yo), sometidas al principio de
la realidad. Con ello no se busca dejar la satisfacción, sino que se logra un
poco de protección contra el dolor, ya que el sufrimiento de los instintos
dominados es menor que al de los no dominados, pero también las
posibilidades de placer se ven reducidas, pues el sentimiento de felicidad que
se experimenta al satisfacer una pulsión no dominada es mayor a la que
produce una que se ha dominado. Razón por la que los impulsos perversos y la
seducción que ejerce lo prohibido sea motivo de gran atracción para los seres
humanos.

Otra técnica para evitar el sufrimiento es la de reorientar nuestra libido,


nuestros fines pulsionales, de manera que eviten la frustración del mundo
exterior. La exaltación de las pulsiones a través de la sublimación su resultado
será mejor si se sabe acrecentar el placer del trabajo psíquico e intelectual. Tal
como lo haría el artista, el que busca la verdad, son satisfacciones más nobles
y elevadas, pero su punto débil radica en que solo es aplicable a pocos seres y
que fracasa cuando el destino se hace presente y cuando el propio cuerpo se
vuelve fuente de dolor.

Otra forma de evitar el sufrimiento es la de dar la espalda a la fuente de dolor,


dar la espalda totalmente a la realidad, como lo haría un ermitaño que se
esconde de la sociedad. Y es posible realizar algo más con esto. Se podría
modificar la realidad y moldearla a gusto de cada uno, eliminando lo
insoportable. La felicidad de este tipo duraría poco ya que los demás humanos
lo tacharían de loco, nadie le ayudaría en la realización de sus deseos.

27
Freud también menciona a la técnica del arte de vivir como una manera de
evitar el sufrimiento y búsqueda de la felicidad. Esta técnica sitúa la
satisfacción en procesos anímicos internos se quiere trasladar la satisfacción,
desplazando la libido, pero sin apartarse del mundo exterior, al contrario
hallando la felicidad en el vínculo afectivo que surge con éstos mismos. Esta
manera de búsqueda de la felicidad no se conforma con evitar el dolor, sino
que se le olvida que está ahí el sufrimiento y se concentra en el cumplimiento
positivo de la felicidad, es decir que hace del amor el centro de todas las cosas.
Provocando que todas las manifestaciones del amor, como ejemplo el amor
sexual, produzca la experiencia más placentera y poderosa, fijando así el
prototipo de nuestras aspiraciones de felicidad y que viendo que este camino
nos llevo a encontrarla, la busquemos de la misma manera que la vez primera.
Pero el punto débil de esta técnica es obvio, estamos a merced del sufrimiento
puesto que el motivo de nuestro amor es un objeto y al perderlo nos sentimos
tan desamparadamente infelices.

El designio de ser felices que nos impone el principio del placer es irrealizable:
mas no por ello se debe- ni se puede- abandonar los esfuerzos por acercarse
de cualquier modo a su realización. Al efecto podemos adoptar muy distintos
caminos, anteponiendo ya el aspecto positivo de dicho fin- la obtención del

placer-, ya el aspecto negativo- la evitación del dolo r-34

El utilizar alguno de estos recursos nos permitirá alcanzar lo que deseamos.


La felicidad, cuya realización podríamos verla como posible, depende de la
libido de cada individuo, de la energía que ponga cada uno para satisfacer las
pulsiones sexuales.

No hay regla que valga para todos, sino que cada quien busca y elige el
camino a seguir para encontrar la felicidad. De lo que depende es del grado
que uno se quiera independizar del mundo exterior y de la suma de la
satisfacción real que obtenga de él. La constitución psíquica del individuo es
determinante junto con las circunstancias exteriores, ya que de ellas dependerá
la técnica que adopte para alcanzar la felicidad.

34
Ídem, p. 44

28
III. CONVERGENCIAS Y DIVERGENCIAS ENTRE LAS CUATRO POSTURAS

Hemos de filosofar, para lograr una vida más humana, más feliz, más libre…Es lo que
tradicionalmente llamamos sabiduría, que sería una felicidad sin ilusiones ni mentiras.
Comte-Sponville

Ahora compararemos las cuatro posturas, para encontrar las posibles


similitudes y diferencias que podrían existir entre las mismas. Con esto no se
pretende demeritar a ningún planteamiento, puesto que cada pensador vivió en
distinta época, lo que hace que tengan distinta visión acerca de la felicidad,
más no que una postura tenga más importancia que otra.

Aristóteles ve a la felicidad como un fin supremo, un bien al que todos


aspiramos. Para él la felicidad es autosuficiente, de manera que siempre la
queremos por ella misma y jamás la buscamos para alcanzar otro fin. La
felicidad se encuentra en los actos del hombre, y de entre todos los actos, los
más perfectos y bellos son los actos virtuosos. De manera que la felicidad es la
actividad conforme a la virtud más alta que pude existir en nosotros. Esta
actividad es la contemplativa, que es la actividad que distingue a los seres
humanos, es decir el uso de la razón.

Para Epicuro el deleite es el fin de vivir felizmente. Pero al decir que el fin de la
felicidad es el deleite, no hay que entenderlo como el deleite de los lujuriosos,
ya que estos deleites son pasajeros y poco durables, sino los que dan los
placeres intelectuales y estéticos, puesto que estos son duraderos y
superiores. Y por este principio del deleite se rigen todas nuestras decisiones y
elecciones. Pero de todos los deleites no los elegimos todos, y no huimos de
todos los dolores, pues después de obtener algunos deleites nos viene mayor
molestia y después de sentir algunos dolores nos vendrá un mayor deleite. Por
esta razón nos tenemos que regir por la virtud de la prudencia, que es la que
analiza las causas de la elección. Finalmente nadie puede vivir feliz sino es
justo, honesto y prudente.

29
Comparando estas dos posturas tenemos que en las dos se necesita del uso
de la razón para ver realizada la felicidad. En Aristóteles esto se demuestra en
lo que dice de la actividad propia del ser humano y que nos distingue de los
animales, que es el uso de razón, por lo tanto es lo más perfecto que podemos
realizar. Para Epicuro el uso de la razón se encuentra en la especulación,
tomándola como la reflexión sobre lo que debemos elegir y evitar al momento
de buscar el deleite.

Las diferencias que existen son: Aristóteles critica la teoría del principio del
placer. Criticaba a Eudoxo directamente, (filósofo que planteó el deleite como
fin de la felicidad) pues creía que la búsqueda del placer como un bien solo la
admiten los vulgares y la muchedumbre. En ese sentido nos damos cuenta que
Eudoxo y Epicuro forman parte del hedonismo, aunque Epicuro es al que se
considera como padre del hedonismo, por concretarse todas las ideas en su
filosofía, por lo tanto la critica cabe para ambos filósofos puesto que comparten
las mismas ideas. Sin embargo parece que Aristóteles no evaluó la idea del
placer en la justa dimensión planteada por Epicuro como explicamos antes.
Otra diferencia es que para Aristóteles la felicidad, es solo alcanzable para
unos pocos. El que no posee libertad, quien no tiene los bienes materiales, o
físicos necesarios, tales como la salud o la hermosura no podrían acceder a la
felicidad. Entonces el conjunto de seres humanos que Aristóteles descartaba
eran las mujeres y los esclavos. Para Epicuro la felicidad es alcanzable para
las mujeres y esclavos, inclusive aceptaba a sus sirvientes, pues cualquier
persona que mostrara interés y mostrara aptitudes por la filosofía y sus
enseñanzas podría aprender.

Bertrand Russel propuso que la felicidad es alcanzable si contamos con ciertas


cosas que son necesarias para su realización. Algunas de estas condiciones
son: casa, comida, vestido, el amor, la salud, el éxito en el trabajo y el respeto
de los suyos, si se tienen todos estos bienes, se puede ser feliz. Pero quien no
lo es, aún cuando posee todo esto, tiene que enviar su esfuerzo hacia fuera,
adoptando un estado mental positivo e interesándose en actividades y
personas que llenen los momentos de ocio, evitando el egocentrismo y el
pensar solo en uno mismo.
30
Para Freud la felicidad es momentánea, no es un estado que pueda perdurar,
ya que nuestra constitución psíquica nos hace sentir más el dolor que el placer,
siendo que éste nos amenaza por tres lados: de nuestro propio cuerpo, del
mundo exterior y de la relación con otros seres humanos. Los llamados
caminos hacia la felicidad o en contra del sufrimiento son diferentes y los
identificamos únicamente por la razón de que ninguno lleva directamente a la
felicidad y ninguno nos evita todo el dolor. De manera que la búsqueda de la
felicidad está estrechamente regida por el principio del placer, es decir de los
momentos en que satisfacemos nuestras pulsiones. Las pulsiones nacen en el
ello, pueden ser sexuales, agresivas o la necesidad de comer, por lo se que
busca satisfacerlas de manera inmediata, el yo es el que domina al ello y le
dice cuando es bueno satisfacer las pulsiones, el súper-yo es el que reprime al
yo y le dice como actuar, de manera que no vaya en contra de las morales
existentes. Por lo que la felicidad para Freud queda planteada como un
problema de la estructura psíquica mencionada, donde una estructura psíquica
más estable tendrá menos frustraciones, que una menos estable, pues en ésta
última el ello tendrá más presión sobre el yo.

Ahora si comparamos estas posturas con la de Epicuro y Aristóteles


encontramos como similitud el que todas consideran el uso de la razón como
aspecto importante, porque esta en la naturaleza del hombre el preguntarse
qué es la felicidad. Para Russell, cuando reflexionamos acerca de si somos
felices o no y al darnos cuenta de que no son muchas las personas que pueden
admitir que son felices, es en todas esas reflexiones que hacemos acerca de
nuestros motivos de infelicidad, donde se encuentra el uso de la razón. Para
Freud, el uso de la razón está en el principio de la realidad, que es por el cual
se rige el yo, siendo este principio la capacidad de discernir ante las
situaciones de dolor que se le presentan al yo. Otra similitud es la que se
desprende del reconocimiento de los cuatro autores sobre el impacto que tiene
la sociedad para que el ser humano alcance o no la felicidad.

31
En cuanto a las diferencias, una de ellas es que Freud ve a la felicidad como la
satisfacción de las pulsiones de placer, por lo tanto la felicidad solo se puede
dar de manera episódica. A diferencia de Aristóteles, Epicuro y Russell, dado
que para ellos la felicidad es realizable por medio de ciertas acciones
propuestas por cada uno en sus planteamientos.

32
IV. ¿SON VIGENTES LOS PLANTEAMIENTOS DE ARISTÓTELES,
EPICURO, RUSSELL Y FREUD PARA EL SER HUMANO ACTUAL?

La felicidad es la meta; la filosofía, el camino.


¡Buen viaje a todos!
Comte-Sponville

El problema de la felicidad es central para el ser humano actual. La razón es


sencilla: nunca nos dejamos de preguntar por nuestra situación en el mundo. A
diferencia de los demás seres vivos nosotros tenemos la capacidad de razonar,
de inventar y elegir nuestra forma de comportarnos. Al tener la libertad de optar
por una manera de actuar, también tenemos la capacidad de reflexionar sobre
si ese comportamiento que elegimos nos está llevando o no a la felicidad.
Reconociendo esto, tiene sentido que nos preguntemos por la vigencia de los
planteamientos propuestos por los pensadores analizados.

Como hemos dicho antes los cuatro planteamientos consideran que el uso de
la razón es necesario para la búsqueda de la felicidad, esto es porque la razón
es una parte de la naturaleza humana. El uso de la razón es reflexionar visto
desde un carácter filosófico. Desde la perspectiva de Comte-Sponville 35
filosofar es pensar por uno mismo, filosofamos al preguntarnos y reflexionar por
todo lo que nos rodea, filosofar es pensar nuestra vida y vivir nuestro
pensamiento. Pero, ¿Cómo se concibe desde nuestra sociedad a la filosofía?
Para tener una referencia sobre las sociedades que existen actualmente y
cómo se desarrollan mencionaremos lo propuesto por Adolfo Sánchez
Vázquez36. Él menciona que nuestra sociedad está divida entre explotadores y
explotados, que en su estructura económica es una sociedad burguesa. El tipo
de ser humano que predomina en ella es el individuo práctico que sólo se
afirma haciendo prevalecer sus intereses personales sobre los de los demás.
En esta sociedad egoísta donde prevalece el interés particular y donde la
adquisición de bienes es la medida de la riqueza humana, la filosofía para el
ser humano práctico se vuelve un oficio no rentable, impráctico e inútil, porque
no le permite desarrollarse en lo práctico.

35
Comte-Sponville, André, Invitación a la filosofía, España: Paidós, 2000, p. 11
36
Revista topán, núm. 1, julio-diciembre, 1993. Revista del Círculo Mexicano de Profesores de Filosofía, pp. 4-6

33
Esta negación de la filosofía es una negación del pensar en sí mismo, de la
actividad racional, lo cual hace imposible que el ser humano se detenga a
reflexionar si es feliz o no y mucho menos que piense hacer algo para cambiar
su situación.
Con lo anterior se pensaría que el ser humano se ha vuelto un ser mecánico,
como programado para realizar sus actividades día tras día sin detenerse a
razonar. Sin embargo ¿En verdad podemos renunciar a pensar? Sería
imposible, sería vivir en la ignorancia, nadie puede pensar por nosotros,
estaríamos renunciando a ser humanos, pues la razón es una parte de nuestra
humanidad. Significaría volvernos animales puramente movidos por el instinto,
estaríamos a merced de nuestras pulsiones sexuales y agresivas, donde
nuestro ello le ganaría la lucha a nuestro yo y éste buscaría sin restricciones
satisfacer sus necesidades. Entonces si vemos desde este punto los
planteamientos de Aristóteles y Epicuro no estarían vigentes en nuestra
sociedad, ya que la actividad contemplativa, es el filosofar mismo y la
búsqueda de deleites intelectuales implica una actividad de la razón. Esto no
tendría que ser así, tendríamos que incluir en nuestra vida a la filosofía, para
que podamos cambiar de actitud, dejar la enajenación en la que estamos
sumergidos, y que culpamos a la sociedad de ello, aunque la sociedad nos
condicione a un modo de vida, no nos obliga a adoptarla, en nosotros está el
reflexionarlo y cambiarlo. Para cambiar nuestra situación y pensamiento
tenemos que entender lo que nos propone Comte-Sponville, que dice que
desde el momento en que somos seres dotados de vida y de razón tenemos
que entrelazar estas dos facultades, que podríamos vivir sin filosofar, pero sin
filosofar no podemos pensar nuestra vida y vivir nuestros pensamientos. Si el
filosofar no se reduce solo a una actividad, estaremos haciendo filosofía desde
el momento en que nos preguntemos por el mundo, por la libertad, por nuestra
felicidad. Lo único que implicaría es el esfuerzo que ponga cada uno por
profundizar en su pensamiento. Podrá haber quienes no quieran preocuparse
demasiado por alcanzar la sabiduría. Pero como decía Epicuro: “quien diga que
no ha llegado el momento de filosofar es como si dijera que no ha llegado el
37
momento de buscar la felicidad”.

37
Laercio, Diógenes, Vida de los filósofos más ilustres, México: Porrúa, 1984, p. 275

34
En cuanto a la noción del placer podemos reconocer que el hablar del
hedonismo y de Epicuro nos remite al placer, que si han permanecido sus
ideas en nuestra sociedad lo han hecho de una manera tergiversada, puesto
que se mantiene su propuesta pero se ha cambiado la esencia de esta misma.

Él planteó que el deleite es el fin de la vida feliz, y los deleites que se deben
buscar son los intelectuales y estéticos, por ejemplo los deleites que dan el
filosofar y la contemplación de arte. Pero en cambio lo que perdura hoy es la
búsqueda de placeres fugaces, placeres carnales, lo cual es derivación de la
mala interpretación de lo propuesto por Epicuro, incluso Freud dentro de sus
ideas menciona que lo que buscamos es formar un yo puramente hedónico, un
yo placiente, que nos hace pensar que tenía una concepción equivocada de la
teoría de Epicuro, ya que Freud reduce el placer a la satisfacción de las
pulsiones sexuales. Dentro de esta concepción equivocada podemos tomar de
ejemplo a la juventud actual, que traduce la felicidad a la búsqueda de placeres
fugaces, de vivir intensamente, de una diversión desmedida, la embriaguez, las
drogas, el tener un carro nuevo, la ropa de moda, etc. Creen que estos son
placeres mejores que los que brindan los placeres planteados por Epicuro, sin
embargo no están usando su razón para evaluar los efectos secundarios de
sus actos, pues probablemente éstos los llevaran a su autodestrucción.

Para concluir mi investigación, me queda invitar a todos a revisar mi trabajo, a


leer de forma directa las obras propuestas, para después analizar la
importancia que tiene la filosofía en nuestra vida, ya sea como la capacidad de
razonar o desde la Ética como la reflexión de nuestros actos para reconocer si
ellos están orientados a la realización de la felicidad.

FUENTES DE INFORMACIÓN
35
Aristóteles, Ética Nicomaquea, Época, México, 1999.

Comte-Sponville, André, Invitación a la Filosofía, Paidós, España, 2000.

Freud, Sigmund, El Malestar en la Cultura, Siglo XXI Editores, México,


1981.

Garzón Bates, Mercedes, La Ética, Tercer Milenio, México, 1997

Laercio, Diógenes, Vida de los Filósofos más Ilustres, Porrúa, México,


1984.

Russell, Bertrand, La Conquista de la Felicidad, Tomo, México, 2000.

Sánchez Vázquez, Adolfo, Ética, Grijalbo, México, 1969.

REVISTAS:

Revista Topán, núm. 1, julio-diciembre, 1993. Revista del Círculo


Mexicano de Profesores de Filosofía.

36

También podría gustarte