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La ética ¿para qué?

Por: ALFONSO LLANO ESCOBAR | S. J. | 8:04 p.m. | 04 de Junio del 2011

Partamos de un hecho mundial: la crisis de sentido, de valores, de


responsabilidad. Veamos cómo la describe Hans Küng en su obra Proyecto de
una ética mundial: "La crisis de la principal potencia occidental es ya una crisis
ética de todo Occidente, incluida Europa: desmoronamiento de las tradiciones,
de un sentido global de la vida, de criterios éticos absolutos, y carencia de
nuevos fines, con todos los daños psíquicos que de ello se derivan. Muchos
hombres no saben ya hacia qué opciones fundamentales han de orientar las
pequeñas o grandes opciones diarias de su vida, y tampoco, qué preferencias
seguir, qué prioridades establecer, qué símbolos elegir. Las antiguas instancias
y tradiciones orientadoras ya no sirven. Reina en todas partes una crisis de
orientación que, a pequeña escala, tiene que ver con la frustración, el miedo, la
drogodependencia, el alcohol, el sida y la criminalidad de muchos jóvenes, y, a
gran escala, con los nuevos escándalos políticos, económicos, sindicales y
sociales. En definitiva, concluye H. Küng, Occidente se encuentra ante un vacío
de sentido, de valores, de normas, que no solo afecta a los individuos, sino que
constituye un problema político de enorme magnitud. Se impone un cambio de
mentalidad". (op. cit., pág. 25)
La crisis ética de nuestro país no se queda corta con respecto a la descrita aquí
por el teólogo suizo. Colombia, en la segunda mitad del siglo pasado, perdió su
orientación, su escala de valores, sus tradiciones ancestrales. La guerrilla, el
narcotráfico y la corrupción de políticos y empresarios cambiaron las reglas de
juego de la economía y de la convivencia social. El asunto no es ya solo de
moral privada; es de ética pública, es de posibilidad de convivencia ciudadana,
de una vida política honesta, que supere la corrupción galopante que afecta a
todas las instituciones públicas y empresas privadas.
Y se preguntará todavía, ¿la ética para qué?
Si por razones prácticas convenimos en que la moral guía la vida privada, y la
ética, la vida pública, tenemos necesidad urgente, no de volver atrás, con
nostalgia del pasado, sino de aceptar, como punto de partida, la crisis ética que
nos afecta profundamente y buscar responsable y solidariamente, a través de
seminarios, simposios y congresos, no un empeño moralizante, sino una nueva
mentalidad, fundada en valores nuevos que ya apuntan en la convivencia
social: responsabilidad, solidaridad, respeto absoluto al niño y a la mujer,
sentido de pertenencia a la Patria, como lo tienen a la suya, prácticamente
todos los pueblos vecinos. La moral tiene que dar a cada individuo, en su vida
privada, autoafirmación, estabilidad, autonomía, servicio, orientación.
La ética tiene que hacer posibles la convivencia ciudadana mediante el respeto
a la ley y a la legítima autoridad. No podemos esperar la superación de la crisis
actual, a base de ciencia y tecnología. La salvación del hombre no puede venir
de saberes y aparatos electrónicos, sino del hombre mismo. No necesitamos
solo progreso material sino, ante todo, desarrollo humano integral, y este solo
lo puede dar el hombre, nunca la ciencia ni la tecnología.
"Lo que se necesita, observa Küng, ante la enorme complejidad de los
problemas y de la especialización científico-técnica, es la institucionalización de
la ética: comisiones de ética, cátedras de ética y códigos de ética,
particularmente en los campos de la biología, medicina, técnica y economía
(por ejemplo, un código de comportamiento, Code of Business Ethics, que
actúa decididamente contra la creciente corrupción"). pág. 51.
No se trata de volver a los valores tradicionales, sino de elaborar un nuevo
concepto de hombre, de justicia, de trabajo, de responsabilidad. El futuro de las
empresas empieza a depender no del capital económico, sino del capital
humano y de los valores éticos. Pongamos la fe no en la ciencia ni en el
progreso material sino en el hombre. "La ciencia y la técnica pueden suprimir la
ética tradicional, pero nunca podrán alumbrar ni fundar por sí mismas una
nueva ética". H. Küng.
cenalbe@javeriana.edu.co

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