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Conocimiento en Friedrich Nietzsche Compilación FRANKLIN GAVILÁNEZ-ELIZALDE PDF
Conocimiento en Friedrich Nietzsche Compilación FRANKLIN GAVILÁNEZ-ELIZALDE PDF
Como ya se ha dicho, la cultura occidental “niega” la realidad y la cambia por “lo que
no existe: un mundo de esencias ideales inmutables y racionales”, con respecto al cual
es posible “la ciencia y la verdad objetiva”. Además, en consonancia con ese “mundo” y
contaminada por el cristianismo, nos infunde una “moral” que niega el cuerpo, las
pasiones, el anhelo de lucha y poder… Es decir, que niega la vida. La cultura occidental
ha negado la realidad y la vida, las ha cambiado por ilusiones, por muerte, por “nada”.
Esto es “nihilismo” (“nihil” significa en latín “nada”). Pero este nihilismo ha llegado a
su culminación en la sociedad moderna, pues en ella esas ilusiones (la “Unidad”
del “Ser” de los metafísicos, la “Verdad” objetiva, la “Bondad” y la “Belleza” de la moral
cristiana) empiezan a revelarse como lo que son: nada, humo que se desvanece…
1 http://historiadelafilosofiaparacavernicolas.blogspot.com
En la sociedad moderna y burguesa se va imponiendo el escepticismo con respecto a “las
ilusiones metafísicas y religiosas” (¿quién cree ya en el mundo de Platón, en el Cielo de
los cristianos, en la utopía feliz de los socialistas?). La ciencia, además, ha reducido la
metafísica de los filósofos a frías fórmulas matemáticas y hechos observables; y la
religión se ha demostrado como una mera invención de las personas. La propia “verdad”
se relativiza. Toda verdad es interpretación, incluso las verdades de la ciencia. ¿Quién
cree hoy que sea posible la verdad absoluta sobre el mundo, los humanos, la historia…?
De igual modo ocurre con la “moral”. Toda afirmación sobre lo que es bueno y malo se
torna relativa, subjetiva. ¿Quién cree hoy que nadie tenga la última palabra sobre qué es
bueno y qué es malo? La moral tradicional, en especial, enraizada en el cristianismo, hace
aguas al igual que el cristianismo mismo. En la sociedad burguesa no hay más valor
universal que el dinero… En resumen, como dice Nietzsche: “Dios ha muerto”. Dios no
solo referido al “Ser supremo” de los judíos y cristianos (¿Quién cree sinceramente hoy
en él?), sino todo lo que Dios simboliza: un “mundo ideal y eterno, una verdad absoluta,
una moral universal en la que lo bueno y lo malo están perfectamente delimitados…
Este nihilismo consumado en la época burguesa muestra lo único que había bajo esos
ídolos muertos (Dios, el Ser, la Unidad, la Verdad, la Bondad): miedo y afán de
seguridad. Y eso es el dinero, el único dios (ser, verdad, bondad) que ha quedado en pie.
El burgués ya solo cree en el dinero. Pero el dinero es una nada aún más abstracta y
muerta que los ídolos asesinados por él. Es un medio para “nada”, pues él mismo ha
acabado con “todo”. Ha sometido la moral al mercado, relativizándola y, así, ha acabado
con la sociedad; pero la sociedad, antes de arruinarse ha acabado con el mito de la verdad
objetiva y científica, reconociendo que esta no era más que cosa de perspectiva e interés;
y la ciencia a su vez, antes de hundirse, ha podido acabar con la religión y la metafísica;
así que, realmente, no ha quedado nada -bueno, verdadero, relevante- que de valor a esa
moneda o medida abstracta que es el dinero. Consumidos así en la certeza del nihilismo,
las personas modernas son seres decadentes y pasivas, apoltronadas entre sus
mercancías, e incapaces de apasionarse realmente por nada. Pero frente a este nihilismo
pasivo e impotente, Nietzsche cree posible un “nihilismo activo y creador”. Este
nihilismo activo será el de aquel que, sobre las cenizas de la decadencia de occidente, sea
capaz de reencarnar en sí la “voluntad de poder” que mueve el mundo y fundirse a sí
mismo como un humano nuevo, creador de nuevos valores que afirmen (y no nieguen)
el propio poder y la creatividad de la vida. A esto le llama Nietzsche el “superhombre,
suprahombre o ultrahombre.
Se debe aclarar que “superhombre” no es una traducción literal del término original
usado por Nietzsche y mucho menos pensar en connotaciones dudosas dada por los
nazis para sus propósitos aberrantes, y obviamente para distinguirlo de Superman, el
héroe de los cómics. “Übermensch” en Nietzsche literalmente es “superior al hombre”.
Podríamos incluso decir que significa “muy por encima del hombre”. El Übermensch es
el hombre que destaca muy por encima de los seres humanos tal como existen en el
presente. Los trasciende. Asimismo, podríamos decir que es el “hombre trascendente”.
En otras palabras, el superhombre de Nietzsche no es sólo una evidente humanidad
actual, una humanidad cotidiana en un grado superlativo, sino un tipo de humanidad
completamente diferente.
El Zaratustra de Nietzsche es literario. Es tan sólo el portavoz de las ideas del propio
Nietzsche. Sin embargo, lo que los dos Zaratustras tienen en común es que aportan un
mensaje a la humanidad. Zaratustra comunica desde un nivel más alto
La primera sección del libro, “Prólogo de Zaratustra”, lo representa descendiendo de
una montaña. Por supuesto, esto es simbólico y ésa es la intención. Zaratustra ha estado
en la montaña durante diez años, pensando y meditando y ahora su sabiduría ya maduró
y desea compartirla con los humanos. “Dios ha muerto”. En su descenso lo reconoce un
santo ermitaño que ha vivido mucho tiempo en el bosque, al pie de la montaña y que
2 http://www.budismo.com/articulos/superhombre.php
recuerda haberlo visto hace mucho, cuando subió. El ermitaño trata de persuadir a
Zaratustra para que no deje la montaña: “La gente es muy ingrata y distraída. No
malgastes tu tiempo con las personas. Es mejor ser un ermitaño, vivir en la selva con las
aves y las bestias, olvidarse del mundo de los hombres y sencillamente venerar a Dios”,
pero Zaratustra deja al ermitaño y sus oraciones en el bosque y conforme continúa con
su camino se pregunta: “¿Será posible que ese viejo santo en la espesura de la montaña
no haya oído todavía que Dios ha muerto?”.
Sobre Nietzsche; Dios y el hombre, se puede decir que lo que vio fue que la enseñanza
del cristianismo ortodoxo, con su creencia en un Dios personal, un ser supremo, un
creador, junto con las doctrinas del pecado y la fe, la justificación, la expiación y la
resurrección habían muerto, caducado, eran ya irrelevantes. Su declaración anunciaba el
inicio de lo que algunos identificarían como una era postcristiana. Si Dios había muerto,
entonces el concepto cristiano del hombre también había muerto. El concepto del
hombre como un ser que ha caído, un ser que por ser desobediente y pecaminoso
necesita de la gracia para redimirse. Un ser que ha de ser juzgado y, quizá, castigado.
Ese concepto ya no es relevante. Han explotado todos los viejos dogmas.
De modo que hace falta un nuevo concepto de quiénes y qué somos los seres humanos.
Si nos encontramos en un universo sin Dios estamos solos. Por lo mismo, tenemos que
tratar de entendernos nuevamente. Ya no podemos aceptar respuestas preparadas. Nos
encontramos aquí y ahora, en medio de un universo cuajado de estrellas, parados en la
tierra, rodeados por otros seres como nosotros, con una historia a nuestras espaldas y
con un futuro por delante. Ahora tenemos que preguntarnos (y la pregunta es para
nosotros, puesto que no hay nadie más): “¿Quién soy? ¿Qué soy?” Esto es lo que
Zaratustra hizo en la montaña. Pensó, meditó y contempló durante diez largos años y
ahora sabe lo que es el hombre. Ahora le trae a la humanidad el mensaje de lo que
aprendió.
Piensa Nietzsche que el hombre es un ser miserable e inmundo, un ser a medio hacer,
un puente entre la bestia y el superhombre, un paso de la pura animalidad a la
superhumanidad. Es su destino, pero en su recorrido evolutivo poco ha sido todavía lo
alcanzado: Habéis evolucionado del gusano al hombre, pero todavía hay mucho de
gusano en vosotros. El hombre es como una enfermedad en el universo, y es el único
animal que todavía no ha llegado a consolidarse. La vida humana conlleva un grave
riesgo: o vencer al hombre mediante la superación, o volver a la animalidad primitiva.
Mientras todos los animales han producido algo superior a ellos, el hombre se resiste a
evolucionar, no quiere abandonar los valores del pasado y dar un nuevo sentido a la
humanidad. Está pues, a diferencia del animal, vuelto al futuro y concibe ideales, cuenta
destinos. Pues bien, habría según Nietzsche tres versiones del ideal humano: El ideal
estético, donde el ideal humano es interpretado como tragedia, donde se armonizan lo
dionisiaco y lo apolíneo. Lo dionisiaco representa la embriaguez desenfrenada de vivir
y lo apolíneo representa la armonía de forma y el resplandor de la belleza. Pero también
el ideal científico, que concibe el ideal humano como sabiduría: el hombre sabio conoce
la realidad del mundo con todas sus miserias, y por eso afirma enérgicamente la vida.
Por último, el mayor ideal, el superhombre, donde se integra y sintetiza el radical cambio
de valores que propone Nietzsche.
a) El camello es el símbolo del hombre europeo actual, que todavía está impregnado
de la moral de esclavos y que soporta el peso de la carga con paciencia;
b) El león en cambio es el símbolo del hombre revolucionario, el que se levanta contra
la moral de los esclavos. A su vez, el león después de romper las cadenas de la
esclavitud tiene que transformarse en niño;
c) El niño simboliza la pureza e inocencia de la infancia, desde la que se recrea la
nueva tabla de valores.
El superhombre representa, pues, esa nueva tabla de valores: el amor a la vida, el sentido
de la Tierra y la exaltación de los instintos ascendentes. El hombre para convertirse en
superhombre ha de expulsar de su interior a Dios. No se trata de una divinización del
hombre, sino todo lo contrario, una sustitución de Dios por el superhombre, de tal forma
que éste se convierta en un ser con plenitud de poder y de dominio sobre sí y sobre los
demás. Pero esta transformación requiere, según Nietzsche, de una voluntad de
dominio, de agresión y de sentimientos hacia lo ajeno, la "voluntad de poder".
FILOSOFÍA CONTEMPORÁNEA
VOLUNTAD DE PODER. NIETZSCHE
PRINCIPIO BÁSICO DE LA REALIDAD A PARTIR DEL CUAL SE DESARROLLAN TODOS LOS
SERES. ES LA FUERZA PRIMORDIAL QUE BUSCA MANTENERSE EN EL SER, Y SER AÚN MÁS3.
Javier Echegoyen Olleta4
Nietzsche cree que en todas las cosas encontramos un afán por la existencia, desde el
mundo inorgánico hasta el mundo humano, pasando por todos los distintos niveles de
seres vivos. Todas las cosas son expresión de un fondo primordial que pugna por existir
y por existir siendo más. En los años previos al acceso de locura que le sobrevino en 1890,
Nietzsche redactó lo que consideraba iba a ser su obra más acabada, que pensaba titular
precisamente “la voluntad de poder”. Todos sus escritos anteriores eran esencialmente
críticos, con ellos intentó echar por tierra los esquemas mentales que han dominado toda
nuestra cultura occidentalista desde sus mismos orígenes (desde Sócrates), esquemas
que Nietzsche resume en el concepto de platonismo. Sin embargo, en esta última obra
(inconclusa y publicada tras su muerte) intentó describir su visión positiva de la
realidad, visión que coincide con la que él mismo presentó ya en su primera obra, “el
nacimiento de la tragedia”, con la noción de lo “dionisíaco”. Dada la repugnancia que
parece despertar en él todo lo metafísico, todo discurso relativo al ser, puede resultar
extraño sugerir que con la voluntad de poder Nietzsche nos presenta su noción de Ser,
su “metafísica”, pero en cierto modo así es. Las características que parece tener para él
la realidad, el Ser (por lo tanto, la voluntad de poder) son las siguientes:
3 http://www.e-torredebabel.com/
4 Edición en papel: Historia de la Filosofía. Volumen 3: Filosofía Contemporánea. Editorial Edinumen
- Impersonalidad: es una consecuencia de las dos características anteriores
(inconsciencia y ausencia de conducta final o intencional); esta fuerza no puede
identificarse con un ser personal –mucho menos puede pensarse que con ella
Nietzsche intenta introducir sutilmente la noción de Dios–; incluso los textos
sugieren que en realidad tenemos propiamente un cúmulo de fuerzas, no una
básica que supuestamente esté a la base de todas las visibles; un cúmulo de fuerzas
que buscan la existencia y el ser más, compitiendo en dicho afán entre sí,
enfrentándose y aniquilándose.
Se puede justificar que estas tesis sean algo así como la “metafísica” nietzscheana, su
teoría del “ser”, en la medida en que son una interpretación de lo que de modo ingenuo
o habitual o naturalmente experimentamos. Si alguien nos pregunta qué vemos, le
indicamos que vemos un perro, o una mesa, o una persona, pero no una fuerza o la citada
voluntad de poder. Sólo si hacemos una interpretación, y precisamente una
interpretación metafísica o filosófica podemos concluir como Nietzsche concluye.
Nietzsche argüiría que en realidad su interpretación no es otra cosa que una
reconstrucción de una experiencia originaria, alegaría que nuestras interpretaciones
habituales, espontáneas, naturales, en realidad están impregnadas de teoría, son
consecuencia de un peculiar modo de interpretar el mundo, el que corresponde al
platonismo triunfante en nuestra cultura a partir de la filosofía griega.
Hay que tener mucho cuidado con la palabra “voluntad”, pues Nietzsche no está
pensando en lo que habitualmente llamamos con este término. Llamamos “voluntad” a
aquello que nos permite tener actos de querer, a la fuerza que descansa en nuestro
interior gracias a la cual dirigimos nuestra conducta y con la que somos capaces de
realizar los fines de los que somos conscientes. La tradición aristotélico-tomista
(proviene de Santo Tomás de Aquino) la consideraba una facultad del alma, la psicología
actual una capacidad de la mente. Para Nietzsche esta voluntad es una manifestación
superficial de una fuerza que está más en lo profundo de nuestro ser. Su desconfianza
respecto de la voluntad como capacidad psicológica le lleva incluso a desacreditarla
indicando que si confiamos tanto en ella y en la libertad se debe exclusivamente a que
de ese modo la moral tradicional puede introducir la idea de culpa y de pecado. Los
teólogos y sacerdotes nos piden que creamos en ella para de este modo hacernos
responsables de nuestros actos y inculcar en nosotros la noción de pecado y culpa. “La
voluntad de poder no es la voluntad que se descubre con el conocimiento de uno mismo,
que se conoce por introspección”. Esta voluntad es una simplificación de un complejo
juego de causas y efectos. No hay un deseo único, hay una pluralidad de instintos,
pulsiones, inclinaciones diversas, que se enfrentan unas a otras; a la consciencia sólo
llegan los resultados de dicho enfrentamiento, como dice Nietzsche, la voluntad como
facultad psicológica “es el lejano eco de un combate ya disputado en lo profundo”.
Mientras que el noble vive con confianza frente a sí mismo, tiene un carácter franco e
ingenuo, el esclavo no es no honesto ni derecho consigo mismo, su alma mira de reojo.
Una etnia de tales personas del resentimiento acabará necesariamente por ser más
inteligente que cualquier etnia noble, venerará la inteligencia como la más importante
condición de existencia, mientras que para los nobles no es la inteligencia ni mucho
menos tan esencial como lo es la perfecta seguridad funcional de los instintos
inconscientes reguladores. El resentimiento del noble, cuando en él aparece, se consuma
y se agota, no envenena. Tal es el signo propio de naturalezas fuertes: una
sobreabundancia de fuerza regeneradora, que hace olvidar, cual Conde de Mirabeau,
que no tenía memoria para los insultos que se cometían con él y que no podía perdonar
por la única razón de que olvidaba. El noble se destaca por un auténtico amor a sus
enemigos, el noble reclama para sí a sus enemigos como una distinción suya, no soporta
otro enemigo que aquel en el que no hay nada que despreciar. En cambio el enemigo del
esclavo es concebido como malvado a partir del cual concibe también como antítesis un
bueno, el mismo.
5 https://aquileana.wordpress.com/2008/01/07/friedrich-nietzsche
Resumiendo entonces Nietzsche tiene especial enemistad con las éticas kantiana del
deber, la utilitarista y sobre todo con la ética cristiana y valora, por el contrario, la vida
sana, fuerte, impulsiva y con voluntad de dominio. Todo lo débil, enfermizo y fracasado
es malo, pero definitivamente, la compasión es el peor mal. Distingue dos tipos de moral:
-Moral de los señores: la de las individualidades poderosas que tienen superior vitalidad
y vigor para consigo mismas. Es la moral de la exigencia y de la afirmación de los
impulsos vitales. -Moral de los esclavos: la de los débiles y miserables, la de los
degenerados; regida por la falta de confianza en la vida, porque valoran la compasión,
la humildad y la paciencia. Es una moral del resentido, que se opone a todo lo superior
y que por eso afirma todos los igualitarismos.
Hay que ser, por lo tanto, conscientes del valor relativo que tienen los conceptos. El
proceso de formación de un concepto para Nietzsche supone que una sensación pasa a
una imagen mediante una metáfora intuitiva, y de la imagen se pasa al concepto
mediante la fijación de esta metáfora. Por lo tanto, el lenguaje tiene un valor metafórico,
resultado de un proceso creativo y estético, pero siempre tiene una verdad o validez
relativa. No nos va a permitir captar la verdad de una forma absoluta, sino tan sólo
superar el caos que produce en nuestra mente el intento de captar aquello que es de por
sí cambiante. La filosofía occidental, encabezada por Platón y Aristóteles reprimió los
planteamientos dionisíacos para ofrecer una visión del mundo apolista. Frente a esto,
Nietzsche niega los ideales apolíneos y reclama el triunfo de los ideales dionisíacos
mediante la utilización metafórica del lenguaje como expresión de la voluntad de poder.
La negación de los ideales apolíneos implica la negación del principio de individuación,
expresado en el platonismo por la idea de uno y sustituida en el cristianismo por la idea
de Dios. Si negamos a Dios, negamos al uno, y si negamos la idea de uno, negamos los
ideales apolíneos y afirmamos la multiplicidad dionisíaca, de tal manera que cada cual
pueda expresar su propia verdad y sus propios dioses.
“Amor Fati y Amor Fati”…
Eterno retorno o amor a la vida… al destino. Ghost Writer (Falah, 2013)6
La idea del eterno retorno ha sido tratada como un concepto importante de Nietzsche
por muchos, aunque no en todos los intérpretes. Nietzsche encuentra la idea en los
trabajos de Heinrich Heine, quien especulaba que llegaría el día en el que la persona
volvería a nacer con el mismo proceso de él mismo, y con el mismo en todas las demás
personas. Nietzsche expandió este concepto para formar su teoría, la cual resaltó en “la
gaya ciencia” y desarrolló en “así habló Zaratustra”. Zaratustra en avéstico, Zoroastro
en griego; parece que nació entre el primer milenio y el siglo VI a.C; es el profeta
fundador del mazdeísmo (o zoroastrismo) en la cosmovisión hindú, religión monoteísta
—aunque en un marco dualista—opositora al politeísmo imperante. Mazdeísmo
procede de la deidad hindú Ahura Mazda (el Bien), que está enfrentado a su hermano
gemelo un ente maligno Angra Mainyu o Ahrimán (el Mal). El conflicto entre el Bien y
el Mal marca la vida de las personas. Zaratustra se mostró fuertemente en contra de las
religiones politeístas presentes en la zona del valle del Indo, la meseta oriental del Gran
Irán y las márgenes y oasis del río Oxus, convirtiéndose en religión oficial de los
aqueménidas, partos y de los sasánidas hasta bien entrada la Alta Edad Media. Las bases
sentadas por el mazdeísmo y la polarización total del “Bien y del Mal” ejercieron una
influencia importante en el judaísmo y a través de él en las religiones monoteístas
surgidas en el Oriente Próximo a finales de la Edad Antigua: el cristianismo y el
islamismo.
La “gaya ciencia”, en alemán “Die fröhliche Wissenschaft” o en español “El gay saber”
o quedaría mejor “El alegre saber-de la poesía”, escrita por Nietzsche en 1882. Con esta
obra se cierra el periodo “negativo” o de destrucción de la metafísica cristiana y se abre
el periodo “afirmativo” de construcción de nuevos valores, en el que se destaca la obra
“Así habló Zaratustra” entre 1883 y 1885. Para Nietzsche el cristianismo inventó un
“mundo ideal”, inexistente, alejado de todo contacto con el mundo real-objetivo. Definía
al cristianismo como una filosofía y una moral vulgares para personas débiles y esclavas
que proponen valores decadentes que no dejan que las personas sean libres. En esta obra,
reivindicó el ateísmo como única forma de alcanzar la fuerza, la libertad y la
independencia perdida por culpa del cristianismo y anunció la muerte de Dios. El título
utiliza una locución muy frecuente en la época, derivada de una expresión del occitano
“gai saber”, que hacía referencia a todas las habilidades técnicas necesarias para escribir
poesía, es decir, el arte poético. La expresión ya había sido usada por Ralph Waldo
Emerson y E. S. Dallas y, en forma invertida, por Thomas Carlyle. El título fue traducido
al inglés como “The Joyous Wisdom”, y luego como “The Gay Science”, título de la
versión de Walter Kaufmann (1960) que ha sido canónico desde entonces.
En las lecturas de Nietzsche sobre Schopenhauer, le saltó la idea del eterno retorno.
Schopenhauer sentenciaba que una persona que firmara en la vida incondicionalmente
lo haría incluso si todo lo que le había pasado le ocurriera de nuevo de forma repetida.
En unas pocas ocasiones en sus notas, Nietzsche discurre la posibilidad del Eterno
retorno como verdad cosmológica (véase el libro de Arthur Danto “Nietzsche como
filósofo” para un análisis en detalle de estos esfuerzos), pero en los trabajos que él
preparó para publicar está tratado como el método más vanguardista de afirmación de
la vida. Según Nietzsche, requeriría un sincero “amor fati” («Amor al destino»), no
6 https://bebasmelangkah25.wordpress.com
simplemente para sobrellevar, sino para desear la ocurrencia del eterno retorno de todos
los eventos exactamente como ocurrieron, todo el dolor y la alegría, lo embarazoso y la
gloria, esta repetición, más de emociones y sentimientos que de hechos, es lo que
configuraría el tipo y la etnia universal y global del por venir, no como una etnia de las
ya existentes, sino como una posibilidad abierta de las personas inacabadas como
especie genética y lingüística que debe ser perfilada por el eterno retorno de la
superación de sus previos pensamientos y hechos.
Se concluye que en la filosofía del “el eterno retorno” se debe considerar que Nietzsche
depende en cierta medida del positivismo de la época y, a la vez que niega la posibilidad
de la Metafísica, representa la pérdida de la fe en Dios y de la inmortalidad del alma.
Esta vida que se afirma, que pide siempre ser más, que pide eternidad en el placer,
volverá una vez y otra. Pero el aspecto temporal de la vida, tan exitoso entre los
románticos alemanes, es el eterno retorno de las cosas que ya se encontraba en las
enseñanzas de Heráclito: Cuando están realizadas todas las combinaciones posibles de
los elementos del mundo, quedará todavía un tiempo indefinido por delante, y entonces
volverá a empezar el ciclo y así indefinidamente. Todo lo que sucede en el mundo se
repetirá igualmente una y otra vez, todo se repetirá eternamente y con ello todo lo malo
y lo miserable. En este horizonte de tiempos futuros por elaborar desde lo ya dado
aparece una de las figuras fundamentales del pensamiento nietzscheano, el
"superhombre". El hombre puede ir transformando al mundo y puede transformarse a
sí mismo mediante una transformación de todos los valores, encaminándose hacia esa
alegórica figura.
LA CRÍTICA A LA CULTURA OCCIDENTAL
Según Nietzsche, la cultura occidental está viciada desde su origen, porque el error más
peligroso de todos consiste en intentar instaurar la “racionalidad” cartesiana a toda
costa. El error de la filosofía griega habría sido la invención del “estatismo del ser” (en
Parménides) y del “bien en si” (en Platón). La manera griega de ver el mundo, es
interpretada por Nietzsche como un síntoma de decadencia. Es decadente todo aquello
que se opone a todos los valores del existir instintivo y biológico de los humanos. Hay
que criticar a Platón para eliminar los errores de base; se trata de una crítica total a los
tres mundos que son inventados por las personas en la cultura occidental y que son
síntomas de su decadencia: el mundo racional, el mundo moral y el mundo religioso.
- Crítica a la moral
Uno de los argumentos fundamentales de Nietszche era que los valores
tradicionales (representados en esencia por el cristianismo) habían perdido su
poder en las vidas de las personas, lo que llamaba nihilismo pasivo. Lo expresó en
su tajante proclamación “Dios ha muerto”. Estaba convencido que los valores
tradicionales representaban una “moralidad esclava”, una moralidad creada por
personas débiles y resentidas que fomentaban comportamientos como la sumisión
y el conformismo porque los valores implícitos en tales conductas servían a sus
intereses. Nietzsche afirmó el imperativo ético de crear valores nuevos que debían
reemplazar los tradicionales, y su discusión sobre esta posibilidad evolucionó
hasta configurar su retrato del hombre por venir, el “superhombre” (übermensch).
El error de la moral tradicional se caracterizaría por su antinaturalidad, ya que
impone leyes e imperativos que van en contra de los instintos primordiales de la
vida.