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El Temor de Dios

Introducción

La Biblia nos exhorta, a través de muchas escrituras tanto en el AT como en el NT,


a andar en el temor de Dios. Sin embargo, la enseñanza sobre el temor de Dios es
una de las que menos se predica en nuestras iglesias hoy en día.
El concepto del “Temor de Dios” puede sonar contradictorio con la idea de un Dios
amoroso y misericordioso. Sin embargo, veremos a través de este mensaje que el
temor de Dios es esencial para tener un concepto apropiado de Dios, para vivir de
una manera digna del Señor y para disfrutar plenamente de la libertad y la vida
abundante que Cristo nos ofrece.

El temor de Dios en al AT

• Éx. 19:1-25; 20:18-20

Después de haberlos liberado de la esclavitud en Egipto, Dios se reveló al pueblo


de Israel de una manera majestuosa, porque quería crear en ellos una impresión
permanente, una sensación imborrable de Su majestad y poder. Dios quería
enseñarle a Su pueblo a temerle, a servirle y obedecerle con temor y reverencia, y
apartarse del pecado.

• Dt. 5:22-27

Los israelitas entendieron lo que era el temor de Dios. No mostraron presunción ni


orgullo. Ellos entendieron que Dios es digno de ser temido y obedecido, y que aún
sus propias vidas dependían de la misericordia de Dios.

• Dt. 5:28-33; 6:1-3

Dios no es egoísta ni cruel. Aquí se demuestra lo que está en el corazón de Dios:


El desea que le temamos y le reverenciemos para nuestro propio bien.

• Dt. 6:13-15, 7:6-11

Es importante que tengamos un concepto apropiado y equilibrado de Dios. Dios es


amoroso y bueno, pero también es un Dios santo, que odia el pecado. Dios nos
ama tanto, que nos cela como un esposo a su esposa. El no desea que le seamos
infieles.

Es importante para nosotros saber que Dios tiene todo poder para bendecirnos,
pero también tiene el poder para juzgar y castigar al que hace lo malo. UN
CONCEPTO EQUIVOCADO DE DIOS ES PELIGROSO.
¿Qué es el temor de Dios?

El temor de Dios es una actitud de reverencia y respeto hacia Dios, que pasa
progresivamente por las siguientes etapas:

• Una conciencia de que Dios es el dueño de nuestras almas, y tiene el poder de


otorgarnos la salvación eterna o condenarnos eternamente en el infierno. Aunque
la motivación que genera este temor es completamente egoísta, es preferible a no
tener ningún temor de Dios
• Una conciencia de que Dios está permanentemente mirando todo lo que
pensamos, decimos y hacemos, y que El tiene el poder para premiarnos o
castigarnos de acuerdo a nuestra conducta; lo cual nos debería motivar a ser
cuidadosos y apartarnos del mal
• Un deseo consciente y permanente de agradar a Dios en todo lo que hacemos y
no ofender Su santidad
• Un reconocimiento humilde de que El es Dios y nosotros somos Sus criaturas, y
por lo tanto, El es digno de ser temido y reverenciado

El temor de Dios expresado en la conducta diaria

Cuando Dios se manifestó al pueblo de Israel, les dio leyes para que pudieran
expresar el temor de Dios en su conducta diaria.

• Lv. 18:1-5; 19:1-4, 11-18, 30-37;

La expresión “Yo Jehová” implicaba “Yo soy su Dios y a mi deben temer”.

• Pr. 15:16; 22:4

Muchas otras escrituras nos enseñan principios que llevan implícita una conducta
de temor de Dios.

El temor de Dios en otras escrituras

• Pr. 8:13

El temor de Dios es aborrecer el mal. Dios no desea que simplemente seamos


indiferentes ante el mal, y mucho menos que guardemos en nuestro corazón una
atracción íntima hacia el pecado. Lo que Dios desea es producir en nuestros
corazones un aborrecimiento profundo hacia el pecado y un amor por hacer lo
bueno.

Por ejemplo: de nada vale que Ud. se cohíba de ver material pornográfico, si en su
interior todavía está anhelando verlo y lamentándose porque no “puede” verlo
porque es “cristiano”. ¡Lo mismo se puede aplicar a cualquier otro pecado que
pueda imaginar!
• Job 28:28; Pr. 1:7, 9:10

El temor de Dios es sabiduría. La sabiduría nos llevará a ser precavidos y evitar


meternos en situaciones que puedan inducirnos a pecar. No debemos tentar al
Señor, ni sobre-estimarnos y abusar de Su gracia.

Por ejemplo: si Ud. tiene un problema con la bebida, lo más sabio será que no
frecuente lugares donde sea tentado a ingerir licor. Si Ud. es un hombre, y tiene
debilidad en el área de la codicia, no sería sabio que procurara estar sólo en
compañía femenina.

• Pr. 14:26-27

El temor de Dios trae confianza y seguridad a los que andan en integridad. ¡El
temor de Dios es fuente de vida porque trae verdadera libertad!

Aquellos que son carnales creen que la libertad consiste en poder dar “rienda
suelta a la carne” y hacer lo que nos venga en gana. Pero el cristiano que es
espiritual entiende que la verdadera libertad consiste en ser libres del pecado para
poder hacer lo bueno. ¡No se necesita ser libre para hacer lo malo, ya el pecado
es parte de nuestra naturaleza caída! Para esto fue que Cristo murió por nosotros,
para liberarnos de la esclavitud del pecado y que pudiéramos vivir haciendo lo
bueno agradando a Dios.

Hay cristianos que asocian “santidad” con “legalismo”. ¡Eso es trágico! Hay
cristianos que piensan que ser libres significa “acercarse al mundo lo más posible
sin pecar”. Usted los reconoce porque los oye elaborando unos argumentos muy
bien razonados para justificar su conducta carnal. Puede ser que esas personas
no vayan al infierno, pero lo triste es que sus conciencias se endurecen cada vez
más al Espíritu Santo, y sus vidas son espiritualmente superficiales, sin poder, y
permanecen derrotados y atados al pecado. Se pierden de lo mejor de Dios
porque todavía aman su pecado. ¡Y después se sorprenden cuando les viene toda
clase de problemas y tribulaciones!

Ya hay demasiados esclavos de la maldad en el mundo, como para que Usted sea
uno más. No se requiere de valor para hacer lo malo y obtener los aplausos y la
aprobación del mundo. En cambio, sí se necesita coraje y valentía para atreverse
a ser santo y vivir en contra de la corriente del mundo, pero tenga por seguro que
obtendrá la aprobación de Dios.

Consecuencias de rechazar el temor de Dios

• Pr. 1:20-33

La Biblia nos enseña, en Santiago 4:6, “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a
los humildes”. Ahora bien: debemos entender que en el corazón de Dios no existe
el deseo de rechazar a nadie, sino que la persona que no teme a Dios
voluntariamente se excluye a sí misma de recibir el favor de Dios, y cosecha las
consecuencias de su propio pecado.

Por ejemplo: Una persona que persista en la homosexualidad y la promiscuidad,


no es extraño que contraiga el SIDA. Una persona que persista en el vicio del
cigarrillo, no es extraño que contraiga un cáncer pulmonar. ¡Lo triste es que esas
personas después culpen a Dios de su desgracia!

Exhortaciones a temer a Dios

• Pr. 3:7-8, 14:16, 28:14, 31:30; Ec. 8:12-13

Algunos piensan que es en vano temer a Dios, ya que los impíos prosperan y los
justos padecen. Sin embargo, no debemos olvidar que Dios es el Juez final, y que
nuestro temor a Dios tendrá algún día su recompensa, en esta vida o en la
venidera.

El temor de Dios en el NT

• ¿Qué dijo Jesús sobre el temor de Dios? - Mt. 10:22-33

Algunos creen erróneamente que el Dios del AT es un Dios de ira, al que se debía
temer; y que el Dios del NT es un Dios de sólo compasión, al que no hay que
temer. Contrario a lo que algunos podrían pensar, Jesús no invalidó la enseñanza
sobre el temor de Dios. Al contrario, la profundizó y la asoció al hecho de confesar
o negar Su Nombre.

• El temor de Dios en la Iglesia Primitiva - Hch. 5:1-11: Ananías y Safira

La experiencia de Ananías y Safira sirvió para fundamentar a la iglesia en el temor


de Dios y en la obligación de vivir en santidad delante de Dios.

¿Cómo supo Pedro que Ananías y Safira habían mentido? Gracias al don del la
Palabra de ciencia. En ocasiones, Dios usa los dones de discernimiento y de
revelación profética para que los pecados ocultos de la congregación salgan a la
luz. Dios hace esto para preservar la santidad de la iglesia, y para que haya en los
miembros de la congregación una conciencia de la presencia soberana de Dios en
la iglesia. En otras palabras, para que haya temor de Dios en la iglesia.

• ¿Cómo creció la Iglesia Primitiva? - Hch. 9:31

A menudo escuchamos sobre muchas estrategias para lograr el crecimiento de la


iglesia. Sin embargo, en esta escritura podemos ver que los “métodos” de Dios
para que la iglesia crezca son diferentes a los métodos humanos. El temor de Dios
es un ingrediente fundamental para el crecimiento de la iglesia.

• El temor de Dios en la enseñanza de los apóstoles - 2 Co.7:1; Fil. 2:12; 1 P. 1:


13-19

El temor de Dios debe inspirar al creyente a perfeccionar la santidad. En otras


palabras, el temor de Dios nos hace conscientes de nuestra propia
pecaminosidad, y de la necesidad que tenemos de que haya cambios progresivos
en nuestro corazón y nuestra conducta, para agradar a Dios en nuestra forma de
vivir. Un cristiano que no siente la necesidad de crecer en santidad es un cristiano
estancado, que se ha vuelto complaciente con el pecado. En otras palabras, no
está andando en temor de Dios.

Para un cristiano espiritual, “ocuparse de la salvación con temor y temblor” no


significa vivir en temor de perder la salvación. Los cristianos podemos tener
seguridad de que Cristo llevó en Su cuerpo el castigo por todos nuestros pecados,
que hemos sido lavados por Su sangre, y que nuestros nombres están escritos en
el Libro de la Vida. Sin embargo, no debemos asumir la salvación ligeramente. Si
alguno piensa que la salvación y la gracia de Dios son una garantía y una licencia
para pecar y andar descuidadamente, si alguno toma el pecado con ligereza y
abusa de la misericordia de Dios, lo más probable es que no haya comprendido en
qué magnitud sus pecados ofenden a Dios, ni ha entendido lo que significa la
salvación.

El temor de Dios es el fundamento que inspira la vida en santidad y consagración


a Dios. La santidad no es un llamado a unos pocos, sino un mandato de Dios a
todos los creyentes.

• El ejemplo de Cristo - He. 5:7-9

Cristo mismo, mientras vivió en la tierra, anduvo en temor de Dios y nos dio
ejemplo de andar en temor y reverencia. Si El mismo tuvo que hacerlo así, nada
debería hacernos pensar que nosotros podemos ser diferentes.

¿A quienes Dios oye?

• Jn. 9:31, Sal. 51:17

¿Alguna vez ha pensado que Dios no escucha sus oraciones? Dios oye a los que
le temen. No podemos acercarnos a Dios en actitud de arrogancia o auto-
suficiencia. Cuando Usted entienda que no tiene derecho a exigirle nada a Dios,
entonces Usted habrá comprendido lo que significa que es por Su gracia que El
responde nuestras oraciones. Dios tiene todo el derecho de demandar humildad y
reverencia para poder escuchar nuestras oraciones.

¿Es Usted conocido como alguien “temeroso de Dios”?

• Hch. 10:1,2,22

Hoy en día, el mundo difícilmente considera un halago el ser conocido como


alguien “temeroso de Dios”. Piense: ¿cómo le gustaría a Usted que lo describieran
sus conocidos? Cornelio fue reconocido como alguien temeroso de Dios y de buen
testimonio. Ser conocidos como alguien “temeroso de Dios” es un elogio que todos
deberíamos desear.

Conclusión

• He. 12:12-29

Comencé este mensaje relatando la forma en que Dios se manifestó al pueblo


judío, en medio de una espesa oscuridad, nubes y relámpagos, y una montaña
que se estremecía. Ellos experimentaron estas cosas en lo natural, pero nosotros
hemos sido llamados a algo superior en lo espiritual. Hemos recibido la revelación
del Mesías de Dios, sido hechos partícipes de un mejor pacto, somos herederos
de la salvación, hechos nuevas criaturas en Cristo, y el Espíritu Santo habita en
nosotros.

Por todo esto, debemos servir a Dios con temor y reverencia, absteniéndonos de
toca clase de mal, cuidándonos de no entretener el pecado ni abusar de la gracia
de Dios.

Por Arnoldo Arana

“El principio de la sabiduría es el temor de Jehová...”


Proverbios 1:7

¿Qué es el temor de Dios?


La expresión “temor de Dios” nos desconcierta, pues preferimos hablar
de amor de Dios y no de temor. Y nos sobra razón. Sin embargo, es un
temor que no podemos ignorar”.
Ambroise Gardeli

El principio de la sabiduría es el temor de Dios. Esta frase encierra una


verdad profunda, llena de una vasta riqueza. El principio significa el
comienzo, lo primero, el fundamento de algo. La palabra
hebreaprincipio (reshit) significa el comienzo de algo y la parte medular,
fundamental y principal (Strong 225). De modo que el temor de Dios es
la fuente principal y de máxima sabiduría a que puede aspirar el
hombre. Constituye la primera y más importante referencia para
adquirir sabiduría. El temor de Dios capacita al hombre para andar en
sabiduría, y vivir en santidad, justicia y verdad. La sabiduría está
referida a la inteligencia, ciencia y conocimiento (Strong 2451),
fundamentalmente proveniente de Dios, no humana. La sabiduría es la
capacidad de ver las cosas desde la perspectiva de Dios.

La palabra temor es traducción del hebreo yirá (Strong) que significa


temor reverente y santo que advierte, previene y preserva del peligro.
No es el temor que inspira un Dios tirano y déspota. Tampoco es un
temor de destrucción. El temor de Dios del que habla el sabio Salomón
no es el temor del incrédulo e impío, que se traduce en miedo a la ira y
al justo juicio de Dios. El temor del creyente es diferente, porque el
creyente no está sujeto al juicio de condenación de Dios, pues Cristo
pago el precio para liberarle de la condenación. Los creyentes no deben
“tener miedo” de Dios. El Dios de la Biblia es un Dios bueno, amante y
misericordioso, pero que no tolera el pecado y el mal. El temor del
creyente se relaciona con el respeto y reverencia a Dios que la criatura
le debe a su creador. Este respeto o reverencia queda recogida en el
libro de Hebreos 12:28-29: “Así que, recibiendo nosotros un reino
inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios
agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego
consumidor.” Es reverencia, respeto y admiración lo que significa el
temor de Dios para los creyentes cristianos.

El temor de Dios no es un temor neurótico e insano


Muchas personas tienen problemas para comprender y experimentar el
temor de Dios, porque lo asimilan al temor neurótico humano, pero el
temor o miedo humano se comporta de manera diferente al temor de
Dios. El temor como emoción humana se expresa en desconfianza, pero
“en el temor de Dios hay fuerte confianza” (Proverbios 14:26). En el
miedo humano hay mucha incertidumbre, pero en el temor de Dios hay
certeza de lo qué conviene o no hacer. El temor humano puede
aprisionar y paralizar, mientras que el temor de Dios es convicción
liberadora.

La religión del hombre ha educado a las personas para tener miedo de


Dios, y para sentirse en conflicto con él, como si Dios fuera un viejo
gruñón, insensible e implacable; pero ese es un concepto errado. Ese
miedo a Dios surge de dogmas religiosos, contrarios a la verdadera
espiritualidad. Este tipo de miedo se traduce en angustia, ambigüedad e
incertidumbre. Ese no es el verdadero temor de Dios, que, por el
contrario, afirma la vida, provee identidad, trae certidumbre y genera
esperanza y confianza. El temor de Dios es más parecido a un don o
gracia de Dios que a una emoción humana.

El temor de Dios no es un temor emocional, sino más bien espiritual. No


es el temor insano que paraliza y debilita. El miedo o temor es una
emoción humana que aparece en situaciones donde nos sentimos
amenazados y en peligro. El temor de Dios pertenece a la dimensión
espiritual; implica una dinámica diferente. El temor de Dios viene como
consecuencia de la relación e influencia de Dios en nuestras vidas. Nace
cuando la presencia de Dios se revela a nuestra vida en todo el
esplendor de su magnificencia, soberanía, sabiduría, autoridad y poder.
¡Dios es sobrecogedor, incomprensible e inescrutable! Cuando Él se
revela a nuestra vida somos sacudidos e impactados por el temor de
Dios. En ese momento nos hacemos conscientes de nuestra finitud,
fragilidad e insuficiencia; y de la increíble distancia que separa a la
criatura del Creador. En ese momento nos hacemos conscientes de la
distancia que hay entre un Dios santo y justo, todopoderoso,
omnisciente y omnipresente, y nosotros hombres pecadores e indignos
delante de Él.

El temor de Dios es el temor a la disciplina de Dios

El temor de Dios está más relacionado con el temor a la disciplina de


Dios, porque Dios al que recibe como hijo, le disciplina, aun cuando ésta
es hecha en amor (Hebreos 12:6); aun así el creyente debe temer la
disciplina de Dios. La disciplina de Dios es para corrección y no para
destrucción. Dios disciplina a sus hijos como un medio de que se
amolden a los preceptos de Su palabra y se aparten del pecado, con el
fin de que sus vidas sean de provecho y anden en justicia y verdad.

El temor de Dios es reverenciarlo, someternos a Su disciplina, y adorarlo


con admiración.

El temor de Dios mantiene al hombre alejado del pecado y sus


dolorosas consecuencias

El temor de Dios es un seguro que actúa como protección contra el


pecado y sus terribles consecuencias. Sin temor de Dios, la vida del
hombre se mueve hacia el pecado y el mal. Sin el temor a Dios es fácil
ceder a la tentación. Por el contrario, el temor de Dios aleja al hombre
de los malos caminos, y lo direcciona hacia una vida recta, justa, sabia y
próspera, lo cual libera al creyente de los efectos perjudiciales que
acarrea el pecado, al mantenerlo alejado del éste. La Biblia declara en
forma enfática que la paga del pecado en muerte (Romanos 6:23), y
que “todo lo que el hombre sembrare eso también segará” (Gálatas
6:7). Sin el temor de Dios el hombre se desenfrena y termina cayendo
en el pecado, lo cual le acarrea, irremediablemente, dolor, sufrimiento y
pena. Pero cuando el hombre da lugar al temor de Dios en su vida, es
como si se activara en él un sistema de alarma que le previene, exhorta
y amonesta contra el pecado. Es como un mecanismo de defensa que le
sensibiliza para alejarse de situaciones, personas, instituciones y
prácticas pecaminosas. El temor de Dios actúa como una influencia que
actúa positivamente sobre la conciencia del hombre, confrontándolo
constantemente con sus decisiones y comportamientos.

El temor de Dios se traduce en la vida del creyente en un


aborrecer y apartarse del pecado y del mal

Dios aborrece el pecado, pero ama al hombre. Dios no es pasivo con el


pecado, sino que lo juzga y lo retribuye con justicia. Si tememos a Dios,
entonces, terminaremos temiendo cometer pecado y aborreciendo el
mal (Proverbios 8:13). Al respecto comenta Floy McClung Jr:” El temor
de Dios significa simplemente que amas de tal manera a Dios que odias
todo lo que el odia. Esta clase de odio no es producto de una religiosidad
neurótica, ni tampoco es reflejo de nuestra cultura. Nace de estar tan
cerca de Dios, tan sintonizado con su carácter, que amamos lo que él
ama y detestamos lo que él detesta”.

El temor de Dios surge en el creyente como consecuencia de


conocer a Dios

Dice el autor Jonh Bevere que el temor a Dios


es la clave para conocer a Dios como El anhela ser conocido. El temor a
Dios implica reconocer la grandeza, soberanía, señorío, autoridad y
poder que él tiene. Hasta que comprendamos quien es Dios (juez justo,
creador del universo, padre amante), y desarrollemos un temor
reverencial hacia Él, no podremos adquirir la verdadera sabiduría. La
verdadera sabiduría (superior, no humana) sólo procede del
entendimiento de quién es Dios. El temer a Dios significa tener a Dios en
tal consideración, que él tiene un gran impacto e influencia en nuestro
estilo de vida y hábitos.

Una vez que conocemos a Dios, anhelamos ser poseídos por el temor de
Dios. Este temor se traduce en temor a vivir fuera de la cobertura de
Dios; es temor a vivir fuera de la voluntad de Dios, donde abunda el
peligro. Es temor a defraudarle y perder la comunión con Él. El temor de
Dios nos acerca a Él en vez de alejarnos, porque somos capaces de
reconocer su amor, justicia y verdad; y queremos esas virtudes en
nuestras vidas. El temor de Dios se expresa en obediencia y aceptación
de Su señorío en nuestra vida.

Cuando conocemos a Dios, entonces queremos andar en Su temor, pero


éste no viene a nuestras vidas de manera automática o por azar, viene
porque anhelamos a Dios y queremos andar en su temor. “El temor del
señor no viene a nuestra vida por accidente. Habita en nosotros porque
optamos por buscarlo (Proverbios 1:28,29; 2:1-5) y darle la mayor
prioridad en nuestra vida. Viene porque estamos cansados y no
soportamos más el ser manipulados y controlados por el temor del
hombre, cansados de estar dominados por nuestros temores e
inseguridades. Viene porque clamamos por él, lo buscamos y nos
desesperamos por obtenerlo” (Floyd McClung Jr).

El temor de Dios es la respuesta a todos los problemas que


tienen que ver con las relaciones

Cuando el temor de Dios está en nuestros corazones no tenemos


necesidad de camuflar, ni aparentar una actitud o actuar / representar
un rol. Cuando el temor de Dios está presente en nuestras vidas somos
sencillos, auténticos e íntegros, entonces, vivimos sin temor al hombre.
La cura contra el temor al hombre es el temor de Dios. Muchas veces
nos hacemos prisioneros del temor al hombre. Con frecuencia vivimos
preocupados por lo que otros piensan de nosotros, buscando su
aprobación o reconocimiento.

El temor de Dios nos libertad del temor al hombre, dejándonos libres


para amar y andar en integridad y santidad. Entonces, no tenemos
miedo a la profundidad del amor, ni temor a caer en la tentación. El
temor de Dios purifica nuestros pensamientos y emociones, de tal modo
que podemos fusionar amor y santidad. El amor y la santidad son las
dos caras de una misma moneda. “La santidad en nuestros
pensamientos, en nuestras palabras y en nuestras acciones nos dan la
libertad para ser amorosos y tiernos en nuestras relaciones” (Joy
Dawson), sin temor a caer en la codicia, la maldad, o el pecado.

Cuando tememos el temor de Dios, entonces, tenemos la


orientación de vivir recta y justamente, lo cual se traduce en:

-Mayor longevidad. El temor de Dios hace que nuestros Dios sean


alargados (Proverbios 10:27).
-Paz y seguridad (Proverbios 19:23).
-Confianza y esperanza (Proverbios 14:26).
-Oportuna respuesta de Dios a nuestras oraciones (Juan 9:31).

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Twitter:@arnoldoarana

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