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Anna O. tenía 21 años era una mujer radiante y atractiva, que presentaba
diversos síntomas asociados a la histeria, a partir del tratamiento que Breur inicia con
ella desarrolla los primeros estudios sobre la patología histérica. El tratamiento
consistía en incitar al paciente a un estado hipnótico e inducirla a que recordara los
momentos previos a la primera aparición de cada uno de los síntomas padecidos. De
esta manera al salir del trance, los síntomas histéricos desaparecían uno a uno, este
tratamiento Breur lo denomino método catártico.
A mediados de 1882, ante los celos de su esposa, Matilde, por dedicarle demasiado
tiempo a la paciente, y dada la desaparición eventual de todos los síntomas histéricos
de Bertha por el proceso de catarsis, Breuer informa a ésta última que da por
terminado el tratamiento. No obstante, esa misma noche se le solicita con urgencia en
casa de la paciente, a la que descubre confusa, contorsionándose y con agudos dolores
abdominales. Inquirida por sus dolencias, ésta responde a viva voz que está por “parir
al hijo del Dr. Breuer”.
Escandalizado ante tal escena de embarazo psicológico, y reconociendo que el
tratamiento no había surtido efecto, Breuer opta por transferir a Bertha Pappenheim al
cuidado de Freud.
Sin embargo, a la larga este fracaso arrojó resultados muy positivos que Breuer y
Freud aprovecharon. Breuer descubrió que los pacientes histéricos no tenían
dolencias físicas sino que, en realidad, sus síntomas eran el resultado de la acción
permanente de ciertas experiencias traumáticas del pasado que por su
inadmisibilidad se habían reprimido, aunque no olvidado, y además, que al
liberar dichos pensamientos reprimidos, exteriorizándolos y aceptándolos de
manera consciente, los síntomas desaparecían.
Breuer desistió de continuar con los estudios sobre el psicoanálisis. Prefirió seguir
con el ejercicio clínico en su consulta privada, como lo venía haciendo desde hacía
mucho tiempo. Con todo, siguió de cerca la carrera de su ex amigo, al que le tenía
respeto sumo aunque no compartieran los mismos puntos de vista. Freud reconoció el
carácter anticipatorio de los estudios de Breuer respecto al psicoanálisis, pero advirtió
que había diferencias fundamentales entre las concepciones de Breuer y la propia,
especialmente en cuanto que Breuer tendía a una teoría fisiológica "hipnoide", a
diferencia de la teoría de la "defensa" (llamada luego, "represión") propugnada por
Freud.
Sin duda alguna, Josef Breuer fue un personaje de gran influencia en el proceso
teórico de la psicología, a pesar de haber sido subestimada su influencia en los
conceptos de Sigmund Freud.
Bertha Pappenheim (Ana O.) es descrita por su médico como una joven
inteligente, sumamente atractiva por su físico y por su personalidad, de
carácter enérgico, tenaz y persistente y a la vez bondadosa y compasiva.
El padre de Ana, a quien ella amaba con pasión contrajo una enfermedad
y muere al cabo de un año. En los primeros meses de su enfermedad Ana
se consagra a su cuidado, al grado que entra en un estado de debilidad y
anemia que la aleja de su padre, al poco tiempo empezó a manifestar una
serie de graves perturbaciones, como una parálisis de tres extremidades,
con contractura y anestesias, perturbaciones de la vista y del habla,
incapacidad para alimentarse y una penosa tos nerviosa. Lo más
interesante era la existencia de dos estados de conciencia enteramente
separados. En uno de ellos, aunque triste y angustiada actuaba de
manera relativamente normal, en el otro se comportaba de una forma
caprichosa, insultaba, arrojaba las almohadas en la medida que su
contractura se lo permitía, se oponía a las indicaciones terapéuticas,
hablaba solo en inglés pues parecía haber olvidado el alemán, su lengua
materna. La transición de uno a otro estado se denotaba por una fase de
auto hipnosis, de la que despertaba con mente clara y normal, este
momento coincidía con las visitas de Breuer, y pronto ella tomó el hábito
de narrar a éste los acontecimientos desagradables del día. Ante el
asombro de Breuer la paciente mostraba una mejoría, pues los síntomas
desaparecían después de haber sido narrados. Consciente de esto, Ana
bautizó a este procedimiento con el nombre de cura de conversación o
limpieza de chimenea.
Breuer se dio cuenta que a pesar de los estados de trance que tenía la
paciente, ella podía hablar de sus fantasías diurnas y de otras experiencias,
sintiéndose mejor posteriormente. A esto Anna le llamaba “limpieza de
chimenea” y “la cura de la palabra”. En algunas ocasiones, durante la
“limpieza de la chimenea”, Anna proporcionaba datos que permitían tener
mejor comprensión de algunos síntomas.
Años más tarde, Breuer y Sigmund Freud (su asistente) escribieron un libro
sobre la histeria y su teoría, según la cual: “Toda histeria es el resultado de
una experiencia traumática, que no puede aceptarse en los valores y
comprensión del mundo de una persona”. Las emociones que se asocian al
trauma no se expresan a través de la conducta de manera vaga o imprecisa.
Así Anna O., cuyo verdadero nombre fue Berta Pappenhein, se convirtió en la
inspiración de la teoría de personalidad muy influyente: el psicoanálisis
INTERESANTEEEEEEEE:
De 1875 a 1885 fue profesor adjunto de la Universidad, pero finalmente abandonó
dotsentury y le ofreció un lugar de profesor extraordinario, lo que explica el hecho de
que el lugar para él demasiado honorable. Breyer relación con Sigmund Freud fue un
acontecimiento importante en la vida de ambos estudiosos. Se conocieron en el
laboratorio de fisiología del profesor Brucke, donde en aquel momento Freud trabajó,
y rápidamente se convirtieron en grandes amigos.
Desde 1880 hasta 1882 Breyer dedica a tratamiento del paciente, cuya divulgación
entró en la historia del psicoanálisis como un "caso de Anna O". Para este seudónimo
Bertha Pappenheim oculto, perdió a su padre que hizo su parálisis apariencia,
trastornos de la sensibilidad de la piel, trastornos del habla y visuales. Breyer la
trataba con la ayuda de la hipnosis, pero menos de 2 años interrumpido por supuesto.
La niña empezó a sentirse atraído por el médico, que se adjunta y constantemente
sentía la necesidad de hacerlo. Se alarmó por las fantasías sexuales del paciente,
además, provocó la envidia Breuer esposa, Matilde. Por este motivo tuvo que
interrumpir el tratamiento e ir a Venecia. Volviendo unos meses atrás a Viena, Breuer
regresó a la práctica terapéutica activa.
En 1894, por sugerencia de Ernst Mach Josef Breuer fue aceptada como miembro de
pleno derecho de la Academia de Ciencias.
BUENISIMOOOOOOOOOOO ENSAYO:
Anna O.
Bertha Pappenheim, más conocida como Anna O., fue la primera mujer en ser
diagnosticada con histeria y la que inspiró la práctica psicoanalítica conocida como
“talking cure”. Anna era una joven de 21 años con un alto intelecto. Su enfermedad
duró alrededor de dos años y durante el transcurso de este tiempo desarrolló una serie
de síntomas que llamaron la atención de los médicos. Empezó a tener parálisis en las
extremidades del lado derecho del cuerpo, dificultad para mover la cabeza, problemas
de visión y una fuerte tos. Estos síntomas lograron que Josef Breuer (su médico)
dedujera que estaba frente a una grave alteración psíquica.
Sin embargo, esto no era lo que más sorprendía a los médicos. Anna empezó a
manifestar dos personalidades diferentes: una triste, y preocupada, pero en general,
normal, y otra loca, extraña, grosera. Esto empezó a causar que Anna, en sus
momentos de claridad, se quejara de sentir ciertas tinieblas que nublaban su cabeza,
de tener otro “yo” que le hacía tener un comportamiento inadecuado. Luego su
lenguaje empezó a decaer; primero le empezaron a faltar las palabras, después perdió
toda gramática y finalmente comenzó a hablar en francés, italiano e inglés sin
siquiera darse cuenta.
Este acercamiento entre Breuer y su paciente propició que la joven lo viera como algo
más que su médico y reforzara su vínculo (transferencia), haciendo que tuviera un
embarazo fantasma (como si Breuer fuera el padre). Esto hizo que Breuer terminara
inmediatamente su tratamiento y se alejara por completo de Anna abandonándola a su
suerte. Años después se conoció que Pappenheim se curó y llegó a ser reconocida
como una feminista judía defensora de los derechos de los niños y de la mujer.
Además, dirigió un orfanato en Fráncfort del Meno y fundó la liga de mujeres judías.
El caso de Anna O. fue el más especial de los que analizó Freud porque demostró que
la histeria reacciona al método de la palabra. Por esto, fue esencial para trazar el
camino hacia el concepto de inconsciente y el método del psicoanálisis.
OTROOOOOOOOOOOOOOOOO:
1. ANTECEDENTES DE ANNA O.
Tenía 21 años cuando contrajo la enfermedad, sus padres eran sanos aunque algo
nerviosos y parecía tener un moderado lastre neuropático
por algunas psicosis sobrevenidas en su familia extensa.
Ella fue siempre sana antes, no mostró síntomas de nerviosismo durante su infancia ni
su juventud, era una persona inteligente y muy intuitiva. Poseía ricas dotes poéticas y
mucha fantasía, contrarrestadas con un entendimiento tajante y crítico, lo que hacía
que fuese insugestionable, sólo atendía a los argumentos, las afirmaciones nunca
influían en ella.
Su voluntad era enérgica, tenaz y persistente, llegando incluso a la tozudez que sólo
abandonaba por bondad y amor hacia los demás. Poseía una bondad compasiva que
se trasladaba al cuidado y amparo de pobres y enfermos.
Solía ser desmesurada en sus muestras de alegría y dolor, por lo que se la consideraba
de genio un poco antojadizo.
Este es el momento en el que Breuer se convence de que Anna padece una grave
alteración psíquica, que por sus características diagnostica como histeria y decide
tratarla con lo que él mismo llamaría sesiones de “catarsis”. En Anna existían dos
estados de conciencia separados, que se alternaban entre sí con bastante constancia.
En uno era consciente de su entorno, manifestaba sentimientos de tristeza y angustia
pero se encontraba relativamente normal; en el otro alucinaba, se «portaba mal»,
insultaba, tiraba objetos a la gente, arrancaba botones de su cama, se quejaba por las
entradas y salidas de otras personas en su habitación, se quejaba de que se volvía
loca, del maltrato a que la sometían, del desorden en que la dejaban, tenía angustiosas
alucinaciones sobre unas serpientes negras que en realidad se trataba de cintas o de su
propio cabello.
Esas ausencias y otras ya las había padecido antes de caer en cama, se atascaba en
mitad de lo que decía, repetía las últimas palabras y después
de un momento retomaba el hilo, pero poco a estas afecciones se fueron agravando y
en el apogeo de la enfermedad, cuando la contractura le afectó también el lado
izquierdo, estaba casi normal sólo por breves períodos durante el día.
En los episodios de realidad total comentaba que profundas tinieblas invadían su
cabeza, que no podía pensar, se volvía ciega y sorda, que tenía como dos yoes, uno
suyo real y otro que la hacía comportarse de forma inadecuada, padecía momentos de
amnesia total.
Tuvo alguna ligera mejoría en los síntomas, retomó la movilidad en las extremidades
del lado izquierdo, en marzo de 1881, la parafasia fue cediendo, pero normalmente
solo habla en inglés, sin ser consciente de ese detalle, y solo en sus mejores
momentos de lucidez hablaba francés o italiano, el estrabismo fue cediendo y solo se
mantenía por emociones violentas, y retomó la movilidad de la cabeza.
A primeros de abril se levantó por primera vez de la cama, después de meses en ella,
aunque no totalmente recuperada de los síntomas.
Ahora solo hablaba y entendía inglés, aunque todos a su alrededor hablaban alemán,
excepto el doctor que también conocía el inglés, a veces conseguía leer en francés e
italiano. Cuando comenzó a escribir lo hizo de forma curiosa, con la mano izquierda,
que era la que tenía más movilidad, con letras de tipo imprenta y con un alfabeto
antiguo.
No quería comer, aunque dejaba ser alimentada por el doctor, y nunca olvidaba
lavarse la boca después, incluso a veces lo hacía sin haber comido antes. Seguía con
somnolencia en la siesta y el atardecer. Se negaba a ser examinada por otro psiquiatra
y pasó ataques de cólera y de angustia. Comentaba alucinaciones con figuras
terroríficas, calaveras y esqueletos.
Las sesiones de terapia sucedían por las tardes, a veces despertaba con mente clara,
tranquila, alegre, se podía trabajar, dibujaba o escribía durante la noche y tenía pleno
uso de razón, pero al día
siguiente solía ser como una especie de recomenzar igual al día anterior. Por lo tanto,
en las mañanas se comportaba como una enferma enajenada, con alucinaciones,
mientras que por las tardes solía poseer plena claridad espiritual.
En el campo, las sesiones no podían ser a diario, debido a la distancia, en ellas Anna
refería las historias que vivía en su imaginación durante el día, y cuando no tenía
suficiente calma para hacerlo, al día siguiente necesitaba contar dos historias para
conseguir esa tranquilidad. Después de la muerte de su padre, estas historias se
volvieron más tristes, con alucinaciones temerosas y terroríficas. Lo esencial de esto
eran las acumulaciones y condensaciones de sus ausencias y el alivio y eliminación
del estado estimulador de Anna después de charlar sobre ello en las sesiones. Se
quedaba completamente tranquila, mostrándose al día siguiente de forma amable,
dócil, laboriosa, hasta alegre, pero al segundo día volvía a ser más caprichosa, terca y
desagradable. Había días en los que incluso en la sesión era complicado trabajar con
ella.
Dicho por boca de Freud, Anna sentía un gran aprecio por el doctor Breuer, por otra
parte adoraba a su perro Terranova y amparó a algunos enfermos pobres.
En este punto del caso de Anna, Freud pasa a ser su terapeuta y comienza refiriendo
que después de regresar de un viaje encontró a la enferma en un triste estado moral:
desidiosa, indócil, lunática, hasta maligna, en sus relatos se advertía que su fantasía
poética estaba a punto de terminar ya que consistían más en fórmulas estereotipadas
que en fantasías poéticas de su creación.
Freud explica que “desde aquella primera autohipnosis alucinatoria se acumularon las
ausencias con amnesia total y fenómenos histéricos concomitantes, se multiplicaron
las oportunidades para que se formaran nuevos síntomas de esta índole y para que los
ya formados se afianzaran en una repetición frecuente. A ello se sumó que, cada vez
más, cualquier afecto penoso y repentino le producía los mismos efectos que una
ausencia (si es que no producía siempre una ausencia momentánea); coincidencias
casuales formaban asociaciones patológicas, perturbaciones sensoriales o motrices,
que desde entonces reaparecían simultáneamente con el afecto, pero todavía de
manera sólo momentánea y pasajera. Antes de caer en cama, la paciente ya había
desarrollado toda esa gran colección de fenómenos histéricos sin que nadie lo supiese.
Sólo cuando la enferma, debilitada en extremo por la inanición, el insomnio y el
permanente afecto de angustia, sufrió un total quebranto, encontrándose más tiempo
en la «condition seconde» que en estado normal, los fenómenos histéricos
desbordaron también sobre este último y, de unos fenómenos que sobrevenían en
forma de ataques, se mudaron en síntomas permanentes”.
Freud también apunta que este caso fue llevado a buen término debido a la
confiabilidad en las conversaciones de
la paciente, en su veracidad, a la total claridad y orden mental que relataba en las
sesiones, en los relatos tan íntimos que ella refería y que mantenía como sagrados, y
su particular forma de describir lo que podía recordar, por supuesto todo eso lo iba
corroborando con las personas pertenecientes a su entorno mas próximo.
Por otro lado, Breuer concebía al método catártico con la hipnosis, pero sin la
adopción de la “asociación libre” ni otras modificaciones y ampliaciones sugeridas
por Freud.
Breuer desistió de continuar con los estudios sobre el psicoanálisis. Prefirió seguir
con el ejercicio clínico en su consulta privada, como lo venía haciendo desde hacía
mucho tiempo, mientras Freud por su parte decidió seguir en solitario con sus
estudios sobre el psicoanálisis basándose en los aprendizajes adquiridos en el caso de
Anna O. y dedicando su tiempo a delimitar concepciones teóricas en el campo
psicoanalítico, entre otros quehaceres profesionales.
Breuer y Freud aprovecharon los resultados positivos que obtuvieron en ese caso al
descubrir que los síntomas de los pacientes histéricos eran mas psicológicos que
físicos y que tras haber sufrido alguna experiencia traumática en el pasado y haberla
reprimido, aunque no olvidado, al liberar esos pensamientos reprimidos,
exteriorizándolos y aceptándolos de forma consciente, los síntomas desaparecían.
Breuer no hizo públicos sus descubrimientos, pero se los ofreció a Freud y éste optó
por dejar a un lado la hipnosis y en su lugar establece el tratamiento con “asociación
libre”. De esta manera, ambos van desarrollando una forma revolucionaria de
psicoterapia que desemboca, en 1893, en la publicación de “la comunicación
preliminar” de Breuer-Freud sobre el mecanismo psíquico de los fenómenos
histéricos, y en 1895, en los “Estudios sobre la histeria”.
Este término fue inventado por la propia Anna O. para denominar de una forma
humorística a las sesiones de terapia realizadas con el doctor Breuer.
Para ella, hablar de sus síntomas no solo era una forma de expresarse, sino que era
una necesidad que mostraba para que él pudiese interpretar los significados ocultos
que para ella estaban vedados hasta entonces.
En ocasiones también llamaba a estas sesiones con el término “curar hablando”,
puesto que realmente las sesiones se realizaban básicamente de forma hablada,
excepto en los momentos en los que a ella la resultaba imposible pronunciar palabras
y se comunicaban con mensajes escritos.
6. REFLEXIÓN PERSONAL
Cuando estaba en los inicios de este trabajo, buscando bibliografía adecuada y veraz
relativa al caso de Anna O., realmente llamada Bertha Pappenheim me he encontrado
con argumentaciones distintas y con hechos que pasaron de forma diferente
dependiendo del autor que las comentaba, por lo que decidí incluir en mi trabajo, los
rasgos más significativos y mas coincidentes en las distintas versiones de los hechos,
aunque también he incluido algunos acontecimientos no coincidentes, pero que
consideré necesaria su inclusión, para esclarecer el caso.
No obstante, no dejo de pensar que los acontecimientos pudieron haber sido de otra
forma, incluso me inclino a pensar que realmente fue así y que se ocultaron de forma
anónima debido a la sociedad de la época o a otros determinantes inespecíficos.
De todas formas, y dejando aparte las distintas versiones sobre algunos aspectos del
caso de Anna O., me ha resultado caso inquietante, por la inmensa cantidad de
síntomas que se llegaron a acumular, aunque quizás sea relativamente normal en este
tipo de pacientes, por el hecho de que se van almacenando de forma latente durante
mucho tiempo antes de que los síntomas afloren a la vista de los demás.
Bertha fue muy conocida por su militancia feminista y su aporte a los derechos
humanos, especialmente de la mujer y de los niños, además fue la primera asistente
social en Alemania y una de las primeras en el mundo. La preocupaban mucho la
opresión de las mujeres y la marginación a la que estaban sometidos los judíos de la
época, y para conseguir soluciones a estos problemas sociales se valió de la asistencia
social como profesión, del feminismo como ideología a seguir, y de la escritura en la
que fue plasmando sus ideas con su inmensa imaginación, a la vez que la servía como
medio de escape, esta vez ya sin volver a recaer en enfermedades psicológicas. La
interesaba mucho la vida y escribió mucho sobre problemas sociales en donde quería
testimoniar y denunciar distintos acontecimientos que ella pretendía transformar.
Sin duda esta es además de una historia de adelantos científicos importantes para la
época y para la posteridad, también es una historia de represiones y liberaciones, a la
vez que una historia de lucha constante, quizás esa sea una de las causas por las que
me ha interesado tanto el caso de Bertha.
Creo que fue una mujer adelantada a su época, sus pensamientos eran superiores a lo
que le permitía la sociedad, y se fue reprimiendo de forma inconsciente hasta el
momento en que no pudo más y su mente enfermó, pero su constancia, su lucha y el
buen saber hacer de Breuer y Freud la ayudaron a salir adelante
Antes de que Freud culminara sus estudios de medicina inicio una gran amistad con
el medico fisiólogo y psicólogo Josef Breuer, en la época en que conoció a Josef este
era considerado e medico mas prestigioso de Viena y, como tal, medico de familia de
algunas de las mas relevantes personalidades de la medicina vienesa. En 1894 fue
designado “miembro correspondiente” de la Academia de ciencias, en Viena, a
propuesta de una serie de científicos de fama internacional. A Breuer se le ha descrito
como un hombre de gran bondad y generosidad. Catorce años mayor que Freud, este
le conocio a fines dela década de los setenta.No es de extrañar que la figura de Breuer
tuviese para Freud los atributos esenciales del maestro. Un maestro con quien dadas
sus características personales, rápidamente entablo una verdadera amistad.
Entre 1880 y 1882 Breur trabajaba arduamente en el caso de Anna O. (seudónimo que
le dio Breur a Bertha Pappenheim para proteger su identidad) Anna O. era una mujer
brillante y atractiva, Ella fue siempre sana antes, no mostró síntomas de nerviosismo
durante su infancia ni su juventud, era una persona inteligente y muy intuitiva.
El padre de Ana contrajo una enfermedad y duró unos meses, desde julio a
diciembre de 1880 aproximadamente, en este tiempo Anna se dedicó al cuidado de su
padre enfermo, pero ella misma comenzó a debilitarse. Su padre muere al cabo de un
año. En los primeros meses de su enfermedad Ana se consagra a su cuidado, al grado
que entra en un estado de debilidad y anemia que la aleja de su padre, al poco tiempo
empezó a manifestar múltiples síntomas asociados a la histeria, había experimentado
parálisis en brazos o piernas, alteraciones de la vista y el habla, nauseas, pérdida de
memoria y desorientación mental general. Lo más interesante era la existencia de dos
estados de conciencia enteramente separados, se oponía a las indicaciones
terapéuticas, hablaba solo en inglés pues parecía haber olvidado el alemán, su lengua
materna. Breuer optó por hipnotizar a la paciente Anna O. y le pidió que rememorara
los momentos previos a la primera aparición de cada uno de los síntomas padecidos
Breuer reveló que cada vez que indagaba en un síntoma hasta su origen, el cual la
mayoría de las veces era una experiencia traumática, este desaparecía temporal o
definitivamente. De esta manera los síntomas de Anna O. fueron suprimidos uno por
uno. Era como si ciertas ideas con carga emocional no lograran ser expresadas de
forma directa, por lo cual se manifestaban a través de síntomas físicos. “Cuando se
daba expresión consciente a esas ideas patógenas, su energía se desipaba y los
síntomas disparados por ellas desaparecían. En gran medida del alivio subsecuente a
la liberación emocional, la cual a la vez daba origen a la expresión de una idea
patógena, Breuer denomino a su tratamiento método catartico, es el antecedente de la
asociación libre, método característico del Psicoanálisis. Anna O. llamo a este método
como “cura por la palabra” o “limpieza de la chimenea, Breuer descubrió que la
catarsis ocurria ya fuera durante un trance hipnotico o cuando Anna O. se hallaba
muy aliviada.
El método empleado por Breuer a Anna O. inicio en diciembre de 1880 hasta junio de
1882. Durante este tiempo, Breuer habituaba a dedicar a la paciente varias horas
todos los días. Luego de un tiempo iniciado el tratamiento Anna O. comenzó a
responder a Breuer como en algún momento lo hacía a su padre, un proceso que
pronto se llamo transferencia. Todas la emociones tanto positivas como negativas que
algunas vez Anna O. había expresado a su padre ahora tenían como destinatario a
Breuer, este al igual empezó a desarrollar sentimientos emocionales hacia la paciente,
un proceso que se llamaría contratransferencia. Se dejó absorber de tal modo por esta
que su esposa termino por irritarse de no oírle hablar de otro tema, y al poco tiempo
se sentía además celosa. Si bien no manifestó esto ultimo abiertamente, se mostro
desdichada y de mal humor. Breuer, con el pensamiento distante de lo que ocurria a
su lado, tardo bastante en comprender los trastornos de su esposa. El descubrimiento
causo en el una violenta reacción. Según Freud, Breuer reconoció que la paciente se había
enamorado de él y también él se sentía atraído por ella.
En 1882, ante los celos de su esposa, Matilde, por dedicarle demasiado tiempo a la
paciente, y dada la desaparición eventual de todos los síntomas histéricos de Anna O.
por el proceso de catarsis, Breuer informa a que da por terminado el tratamiento. Pero
la paciente lo solicita con urgencia, a la que descubre confusa, contorsionándose y
con agudos dolores abdominales. Inquirida por sus dolencias, Breuer descubrió que
ella había desarrollado un embarazo fantasma.
Sin embargo, a la larga este fracaso arrojó resultados muy positivos que Breuer y
Freud aprovecharon. Breuer descubrió que los pacientes histéricos no tenían
dolencias físicas sino que, en realidad, sus síntomas eran el resultado de la acción
permanente de ciertas experiencias traumáticas del pasado que por su inadmisibilidad
se habían reprimido, aunque no olvidado, y además, que al liberar dichos
pensamientos reprimidos, exteriorizándolos y aceptándolos de manera consciente, los
síntomas desaparecían.
Breuer desistió de continuar con los estudios sobre el psicoanálisis. Prefirió seguir
con el ejercicio clínico en su consulta privada, como lo venía haciendo desde hacía
mucho tiempo. Con todo, siguió de cerca la carrera de su ex amigo, al que le tenía
respeto sumo aunque no compartieran los mismos puntos de vista. Freud reconoció el
carácter anticipatorio de los estudios de Breuer respecto al psicoanálisis, pero advirtió
que había diferencias fundamentales entre las concepciones de Breuer y la propia,
especialmente en cuanto que Breuer tendía a una teoría fisiológica "hipnoide", a
diferencia de la teoría de la "defensa" (llamada luego, "represión") propugnada por
Freud.
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