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Michael Talbot
Hoy en día casi todo el mundo ha oído hablar de los hologramas, las imágenes
tridimensionales proyectadas espacialmente con la ayuda de un láser. En la actualidad,
dos de los pensadores más eminentes en el mundo -David Bohm, físico de la
Universidad de Londres, antiguo protegido de Einstein y uno de los físicos cuánticos
más respetados, así como Karl Pribram, neurofisiólogo de Stanford y uno de los más
influyentes arquitectos de la interpretación del cerebro- creen que el propio universo
bien pudiera no ser otra cosa que un gigantesco holograma, una especie de imagen o
estructura creada (al menos en parte) por la mente humana.
Una vez llegados a tales conclusiones, Bohm, Pribram y otros investigadores adheridos
a la misma idea advirtieron que el modelo holográfico servía para explicar gran número
de fenómenos, entre los que se contaban la telepatía, la precognición, la psicokínesis (la
capacidad de la mente para desplazar objetos sin valerse del contacto físico), los
sentimientos místicos de comunión con el universo, la sincronicidad e, incluso, las
experiencias chamánicas y preagónicas. De hecho, como subrayan sus defensores, el
paradigma holográfico ayuda a explicar prácticamente todos los fenómenos místicos y
paranormales.
¿De qué forma llegaron Bohm y Pribram a tan inusual concepción del universo y qué
tiene de extraordinario el modelo holográfico para explicar fenómenos tan
sorprendentes y dispares?
Para responder a estas preguntas es preciso examinar brevemente los campos estudiados
por Bohm y Pribram.
Esta idea del ¨todo en cada parte¨ proporcionó a Pribram la explicación que había
buscado infructuosamente durante tanto tiempo. Los experimentos de Lashley habían
demostrado que cada porción del cerebro parece contener la totalidad de los recuerdos
presentes en el cerebro. Ello llevó a Pribram a concluir que el propio cerebro debía ser
una especie de holograma. ¿Cómo se almacenarían los recuerdos en un cerebro de
carácter holográfico?
Hoy en día Pribram cree que los recuerdos no se agrupan en neuronas o pequeñas
agrupaciones de neuronas, sino en estructuras de impulsos nerviosos que entrecruzan el
cerebro de modo similar a como las estructuras laserianas entrecruzan un trozo de
película fotográfica que contenga una imagen de naturaleza holográfica.
¿Qué significa todo esto? Pribram considera que no sólo se trata de una prueba adicional
acerca de la naturaleza holográfica del cerebro sino que de ello se deduce que el cerebro
es, en realidad, una especie de lente, una máquina transformadora que convierte la
cascada de frecuencias que recibimos a través de los sentidos en el familiar ámbito de
nuestras percepciones internas. Dicho de otro modo, los quásars, las tazas de café y los
robles no existen de modo objetivo. Se trata de hologramas creados en el interior de
nuestras mentes, mientras que lo que denominamos "mundo exterior¨ no sería más que
un océano fluyente y caleidoscópico de energía y vibración.
Tal predicción, sin embargo, no encaja con la teoría de la relatividad formulada por
Einstein. Según esta teoría, no existe señal o comunicación alguna capaz de trasladarse
a mayor velocidad que la luz. Dado que superar la velocidad de la luz equivale a
traspasar la barrera temporal, el propio Einstein se negó siempre a creer en la existencia
de semejante conexión entre partículas.
Cuando la existencia de partículas gemelas fue formulada por primera vez, los físicos no
se hallaban en condiciones de comprobar empíricamente tan sorprendente hipótesis.
Como consecuencia, durante la mayor parte de este siglo, la mayoría de los
investigadores se centraron en el estudio de las predicciones menos problemáticas de la
física cuántica. Sin embargo en 1982, un equipo de investigación de la universidad de
París liderado por el físico Alain Aspect descubrió una forma de comprobar
empíricamente la hipótesis y demostrar fehacientemente que las partículas gemelas
pueden registrar efectivamente de modo instantáneo cualquier fenómeno sucedido a su
mitad.
Dado que la mayor parte de los físicos se niegan a considerar como inválida la teoría
einsteniana de la relatividad, muchos de ellos se esforzaron en explicar los
descubrimientos de Aspect por medio de tortuosos razonamientos, en un intento de
ignorar su verdadera trascendencia. Bohm, sin embargo, trató de seguir un camino
diferente. Inspirado por las extrañas propiedades del holograma, consiguió formular un
modo de explicar los hallazgos de Aspect sin abandonar el veto impuesto por la teoría
de la relatividad a la posibilidad de una comunicación más rápida que la luz.
En términos holográficos, del mismo modo que cada parte del holograma contiene la
información relativa al todo, cada miembro de una pareja de partículas gemelas contiene
la información relativa a la pareja completa. De acuerdo con Bohm, la aparente
conexión más rápida que la luz existente entre partículas subatómicas no es otra cosa
que la expresión de un nivel más profundo de la realidad todavía desconocido para
nosotros, un nivel holográfico análogo al ejemplificado en el caso del acuario. El hecho
de que veamos las partículas subatómicas como entes diferenciados se explica porque
no nos apercibimos de la proverbial porción de cósmica película holográfica en que se
hallan inscritas. Tan sólo vemos la trémula imagen ilusoria proyectada por la película.
Como ya mencionamos, una razón para tomar la hipótesis holográfica en serio estriba
en que ofrece una explicación que resuelve la práctica totalidad de los fenómenos
parapsicológicos. En un universo en el que los cerebros individuales constituirían partes
indivisibles de un mismo holograma primordial y en el que todo se hallaría conectado
de manera holográfica, la telepatía podría ser, simplemente, la puerta de acceso al nivel
holográfico. Dicho con otras palabras, en un universo que es un holograma, nuestro
cerebro, y de hecho cada neurona y cada átomo de nuestro cerebro, de algún modo
contiene el universo entero, al mismo tiempo que todos formamos parte de una mente
global. La frase del poeta William Blake relativa a que el universo puede ser descubierto
en un simple grano de arena se convertiría en una verdad literal. Por consiguiente, la
capacidad de un cerebro de acceder a la información de otro cerebro no sería ya un
problema, puesto que cada cerebro contendría ya la totalidad de los restantes cerebros.
Bohm y Pribram asimismo han apuntado que numerosas experiencias religiosas y/o
místicas tales como los sentimientos de comunión trascendental con el universo pueden
tener su origen en el acceso al ámbito holográfico. Como estos dos científicos subrayan,
las descripciones de los grandes místicos relativas a experimentar una sensación de
unidad cósmica con el todo pueden deberse a que estos místicos lograron irrumpir en
aquéllas regiones de su mente en las que todo posee efectivamente una cósmica unidad.
Michael Talbot nació en Grand Rapids, Michigan, en 1953. Publicó siete libros:
Mysticism and the New Physics, Beyond the Quantum, Your Past Lives: A
Reincarnation Handbook, The Holographic Universe, The Delicate Dependency, The
Bog, Night Things.
Asimismo publicó artículos en New York Times Book Review, the Village Voice, Ellery
Queen's Mystery Magazine, y en la revista Omni. Falleció en 1992.