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5/23/2018 Libre Al Fin - La r r y Huch - slide pdf.c om

LIBRE AL FIN por Larry Huch


Publicado por Casa Creación
Una compañia de Strang Communications
600 Rinehart Road
Lake Mary, Florida 32746 www.casacreacion.com
No se autoriza la reproducción de este libro ni de partes del mismo en forma alguna, ni
tampoco que sea archivado en un sistema o transmitido de manera alguna ni por ningún
medio—electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otro—sin permiso previo escrito de
la casa editora, con excepción de lo provisto por las leyes de derechos de autor de los
Estados Unidos de Norteamérica.
 A menos que se indique lo contrario, todos los textos bíblicos han sido tomados de la
Versión Reina-Valera de 1960.
Originalmente publicado en inglés por Albury Publishing, Tulsa, Oklahoma, EE.UU.
Bajo el título "Free at Last"
Copyright © 2000 por Larry Huch,
New Beginnings Christian Center 
7600 NE Glisan, Portland, Oregon 97213
Copyright © 2001 "Libre al fin" por Larry Huch
Todos los derechos reservados

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Traducido por Andrés Carrodeguas


Disponible en otros idiomas a través de Access Sales International (ASI)
P.O. Box 700143
Tulsa, Oklahoma 74170-0143, USA
FAX 918-496-2822
ISBN: 0-88419-718-2
5678 BP 87654
Impreso en los Estados Unidos de Norteamérica

Dedicatoria
 A Tiz. mi esposa, mi amiga, mi inspiración, mi sueño hecho realidad, quien me conocía
antes de que yo conociera esto.

Índice
Prólogo
Introducción
I
IDENTIFICACIÓN Y COMPRENSiÓN DE LAS MALDICIONES
1. Recibir vida nueva
2. Las maldiciones generacionales
3. ¿De dónde salió eso?
4. De tal palo, tal astilla... ¡Nunca más!
5. Quitar la carga y destruir el yugo
6. La maldición sobre una nación
7. La inversión de una maldición nacional
8. La sangre de Jesús tiene más poder del que usted se cree
II
LOS SIETE LUGARES DONDE JESÚS DERRAMO SU SANGRE

9. En Getsemaní, Jesús recuperó nuestra fuerza de voluntad


10. Las llagas de Jesús nos devolvieron la salud
11. Su corona de espinas nos devolvió la prosperidad
12. Sus manos perforadas nos devolvieron el dominio sobre las cosas que tocamos
13. Sus pies perforados nos devolvieron el dominio sobre los lugares por donde
andamos
14. Su corazón traspasado nos devolvió el gozo
15. Sus magulladuras nos ganaron la liberación de las heridas internas y las
iniquidades
III

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OCHO PASOS PARA QUEDAR


LIBRE Y PERMANECER LIBRE
16. Primer paso: Reconozca la maldición
17. Segundo paso: Rompa la maldición generacional
18. Tercer paso: Anule la maldición
19. Cuarto paso: Libere el poder del amor 
20. Quinto paso; El éxito no es un accidente
21. Sexto paso: Alinee sus palabras con las palabras de Dios
22. Séptimo paso: ti es Dios; es nuestro Padre
23. Octavo paso: La obediencia; la senda hacia su Tierra Prometida
Conclusión
 Acerca del autor 

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Prólogo

"Si pudiera ver un milagro... entonces creería.”


He oído estas palabras muchas veces. Y aunque tengo el privilegio de ver manifestado el
poder milagroso de Dios una y otra vez, creo que el milagro más grande es el que se
produce cuando ese poder milagroso transforma una vida.
Cuando me presentaron a Larry Huch, no me daba cuenta de que estaba frente a un
milagro viviente. Pensaba que me habían presentado, a un ministro del Evangelio ungido
y elegante, que tema una iglesia floreciente. Sin embargo, cuando el comenzó a compartir 
su testimonio conmigo, me quede sorprendido ante lo que estaba escuchando.
"Las maldiciones de familia son reales", me dijo. "Durante años, yo estuve esclavizado por 

la ira ymaldiciones
Y las la violencia,generacionales
pero cuando tuve mi me
que encuentro
habíancon Jesucristo,
tenido atado y fui
meliberado
habíandel pecado,
mantenido
cautivo quedaron rotas. Había quedado libre."
En Libre al fin, Larry Huch comparte la Forma en que su búsqueda personal de paz y
libertad con respecto a la ira lo llevaron a Jesucristo. Habla de las formas en que pueden
comenzar las maldiciones generacionales, y de cómo lo fue persiguiendo la realidad de
una maldición familiar, hasta que quedó rota. Por medio de ejemplos bíblicos y
experiencias personales, ilustra las formas en que las iniquidades de una generación
pasan a generaciones futuras. También presenta unas poderosas enseñanzas tomadas
de las Escrituras sobre cómo romper una maldición generacional y hacer que comiencen
las bendiciones.
Cuando usted piensa en su historia familiar, ¿encuentra que hay un esquema que se
repite? ¿Hay algún hilo común de enfermedades o de circunstancias que va de una
generación a la siguiente? Si así es, este libro es para usted.

Libre al fin tiene un mensaje para esta generación; un mensaje que Larry Huch ha
experimentado en su propia vida. Jesucristo nos puede librar de la esclavitud, y de toda
maldición generacional que nos haya mantenido cautivos. Usted puede ser libre, para
experimentar la victoria en su vida cristiana. En lugar de maldiciones, puede tener 
bendiciones. Entonces, por medio de usted, las bendiciones pueden pasar a toda su
familia, e incluso más allá, a las generaciones futuras.
—BENNY HINN

Introducción
Nací y me crié en una zona de Saint Louis llamada South Saint Louis, Si usted ha pasado
alguna vez por esa ciudad, es probable que haya visto el arco Gateway, en el río

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Mississippi. Mí antiguo vecindario se halla cerca de ese arco. El principal desagüe de la


ciudad pasaba junto a nosotros, y no muy lejos había una cervecería que siempre olía a
lúpulo. A unas cuantas calles en dirección opuesta había un matadero de reses. En las
cálidas tardes del verano, siempre había en el ambiente un mal olor irresistible.
Mi escuela era la secundaria más antigua al oeste del Mississippi. Debido a la frecuencia
con que había ataques con arma blanca y con armas de fuego, había patrullas policíacas
en ella. En una ocasión, en medio del día escolar, y a plena luz, una pandilla rival apuntó
sus revólveres a la escuela y los disparó. El ambiente en el que crecí estaba lleno de
violencia física, y de las tensiones y desesperanzas de la pobreza.
 Años más tarde, después de que Jesús me ayudara a dejar atrás mi pasado. Me hallaba
en una plataforma en Anaheim, California, con Benny Hinn, Mientras estábamos cantando
y adorando, la unción de Dios era tan fuerte y poderosa, que yo estaba literalmente
metido dentro del Espíritu de Dios. De repente, el Señor me dijo: "Larry, abre los ojos y
mira a esa gente". Yo miré a la multitud y vi entre doce y quince mil personas en aquel
estadio de Anaheim.
El Señor me habló de nuevo: "¿Merecen ser sanados?"
Yo respondí: "Por supuesto. Señor. Para eso están aquí. Para eso tú levantaste al pastor 
Benny".
Él me dijo entonces: "Larry, tanto como merecen ser sanados, merecen ser libres. Yo
quiero que vayas y le lleves liberación a mi pueblo".
De inmediato, comencé a discutir con el Señor, porque yo pensaba que esa liberación
significaría ver gente gritando y demonios manifestándose por todas partes. Así que le
dije:
“Señor, yo no estoy muy seguro de querer hacer eso”.
Y el Señor me dijo: "Conocerán la verdad, y la verdad que conozcan es la que los va a
hacer libres. Lo que yo te he enseñado en mi Palabra, tú se lo vas a enseñar a ellos, y en
el momento en que lo vean, la verdad los hará libres" (vea Juan 8:32). En Oseas 4:6, Dios
dice: "Mi pueblo..." No se está refiriendo a los que están en el mundo, o los que no le
están sirviendo, sino que dice; "Mi pueblo" es destruido por una cosa, que es la Falta de
conocimiento.
Entonces me dijo: "Te voy a mostrar como debes enseñar la liberación, de tal forma que
quien tenga oídos para oír, y ojos para ver, y reciba esas enseñanzas, quede liberado al
instante por la verdad".
Estamos recibiendo cartas de cristianos que dicen: "Somos cristianos nacidos de nuevo,
pero estamos esclavizados", Están esclavizados a la depresión, la ira, la inseguridad, las
drogas, el alcohol, la comida y un sinnúmero de cosas más. Son muchos los cristianos
que no han estado dispuestos a confesar sus faltas, porque han estado afirmando: "Pero

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si somos cristianos, y se supone que seamos libres", Yo llevé la misma vergüenza que
lleva esa gente. Hubo un tiempo en el que me negué a pedirle ayuda a nuestro pastor, por 
lo avergonzado que me sentía. Pensaba: No se supone que los cristianos se sientan así.
Le voy a hablar de forma muy directa y franca al corazón, porque es demasiado lo que
está en peligro para andar jugando. Aquí cuento la historia de la forma en que pasé de
maldición a bendición, para que se pueda convertir en su propia historia. Por la sangre de
Jesucristo, Usted también puede quedar libre de sus prisiones, cualesquiera que sean.
En cuanto a aquéllos que nos han llamado o escrito, y aquellos que aún están esperando
que termine la tormenta de la opresión en su vida, les debo decir que el propósito divino
es que mi historia y la suya terminen de tal forma, que nuestra sanidad y nuestra vida
posterior le den gloria a Él. Dios no lo está señalando con índice acusador. Está
extendiendo hacia usted una mano para ayudarte; para tocar aquellos lugares más
íntimos, de su vida, y para sanarlo de manera íntegra y total. Es hora de detener la
tormenta que ruge en su interior. Es hora de salir de la zona de guerra para entrar en la
zona de victoria.
En este libro, le voy a mostrar la verdad. No se trata de un simple libro acerca de la
maldición de la ira o de las drogas, sino que se refiere a todas las cosas de su vida que
estén tratando de destruirlo a usted, o destruir las bendiciones y el futuro que ya son
suyos en Jesucristo. Voy a caminar con usted por todos los pasos que me han hecho libre
y nos han mantenido libres a mí y a mi familia. Hechos 10:34 nos dice que Dios no hace
acepción de personas. Lo que Él ha hecho por nosotros, lo hará por usted, y hoy es el día
de su liberación.
Dios envió mensaje a los hijos de Israel, anunciando el evangelio de la paz por medio de
Jesucristo; éste es Señor de todos. Vosotros sabéis lo que se divulgó por toda Judea,
comenzando desde Galilea, después del bautismo que predicó Juan: cómo Dios ungió
con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret y cómo éste anduvo haciendo
bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.
-HECHOS 10: 36-38
I

Identificación
Y comprensión
De las maldiciones
Generacionales

Capítulo 1

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Recibir vida nueva

No sé si fue la forma en que respondió el taxista, o si fue que no respondió, o si sólo era
nuestra imaginación, pero de repente nos dimos cuenta de que algo andaba mal; muy
mal.
Un par de minutos después de haber subido nosotros al taxi, otro auto se nos había
apareado en el camino. Sus ocupantes le comenzaron a gritar a nuestro conductor:
"¡Detenga ese auto! ¡Saque a esos gringos! ¡Los vamos a matar!” También usaron unos
cuantos adjetivos descriptivos más. Después, siguieron adelante. Por fin me estaba dando
cuenta de que había sido una mala idea realizar aquella salida. Necesitábamos volver a
subir la montaña para ir a mi rancho con la mayor rapidez posible. Allí estaríamos a salvo.
Yo estaba sentado en el asiento trasero del taxi, detrás del conductor. Jim estaba a mi
lado, y Laura iba al frente, porque hablaba mejor español que nosotros. Estábamos en
algún lugar de las afueras de la ciudad de Medellín, en Colombia. Era casi de noche, y
aquellos caminos se volvían más peligrosos de noche. Sin embargo, a nosotros nos
parecía que no tendríamos problemas mientras nos mantuviéramos en los caminos
principales, donde había más gente. Pero el conductor había hecho un giro en lugar de
permanecer en el camino principal, como le habíamos dicho, y de repente se metió en un
camino secundario que subía a las montañas. Nosotros nos pusimos muy nerviosos y le
comenzamos a hacer preguntas: "¿Por qué giró aquí? ¿Dónde va?
"Todo está bien; todo está bien", nos decía, "Es un atajo; un camino más rápido."

Yo llevaba casi un año viviendo en Colombia, y en todo aquel tiempo, ningún taxi nos
había llevado por aquella ruta. En aquellos momentos ya había anochecido y no había
casas, ni luces, ni gente por los alrededores. ¿Sería posible que nos consideraran
vendedores de drogas marcados para eliminarnos? ¿O sabían que teníamos mucho
dinero para comprar cocaína? Tal vez, nos iban a matar, llevarse el dinero y quedarse con
la cocaína. Me comencé a dar cuenta de que, comoquiera que fuese, ellos iban a
conseguir lo que querían, y nosotros íbamos a estar muertos.
Le seguimos gritando al conductor; "¡De la vuelta! ¡Llévenos donde estábamos!»
Pero él no lo quería hacer. "Ya estamos llegando", seguía diciendo, mientras nos
adentrábamos cada ven más en las montañas.
Entonces, dos autos que no supimos de dónde salieron, nos rodearon, pero no al mismo
tiempo, sino que uno quedó delante de nosotros y el otro detrás. Nunca he sentido tanto
miedo en mi vida. Todo el mundo gritaba y gemía al mismo tiempo; unos en inglés y otros
en español, lo cual aumentaba la confusión y la intensidad del miedo. Aunque Jim y yo no
entendíamos todo lo que se decía, y el taxista no hablaba inglés, tal vez las palabras se
perdieran, pero su significado estaba bien claro. Sabíamos que nos habían hecho una
encerrona para robarnos y matamos, y que nuestro conductor estaba metido en el
complot. "Ya estamos llegando", gritaba. "Ya estamos llegando."

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En aquella zona de Colombia desaparece gente todo el tiempo, y nunca vuelve a


aparecer. La semana anterior habíamos oído por la radio que les habían roto la puerta del
cuarto a dos turistas en un hotel. Al hombre le robaron y lo mataron, y a la mujer la
violaron. Aquel lugar era peligroso.
Todos sentíamos pánico, y a mí me pareció que necesitábamos matar al taxista y tomar el
control del taxi, o nos podíamos dar por muertos. Me saqué el cinturón y grité: "¡Dile que
pase a ese auto, o lo voy a matar!” Laura me gritaba en inglés: "Todavía no, Larry. No lo
hagas", mientras que le gritaba al conductor en español al mismo tiempo: "¡Páselo!
¡Páselo!"
Jim nos gritaba a ambos: "¡Tenemos que hacer algo! ¡ ¡Tenemos que salir de aquí¡”
Los dos automóviles estaban pegados a nosotros. Yo calculé que era entonces o nunca.
 Agarré el cinturón con los dos puños y me preparé para pasarlo sobre la cabeza del
conductor y ponérselo al cuello. Entonces le grite a Jim: "Yo tiro de él y lo traigo para
atrás; tú salta al asiento delantero, toma el timón y no te detengas por nada.”
En ese mismo momento llegamos a la parte más alta del monte y vimos las luces del
poblado. Los otros dos autos se salieron silenciosamente del camino y desaparecieron en
la oscuridad. El taxista nos había estado diciendo la verdad. Nunca habíamos estado en
peligro, y yo me había preparado para matarlo sin razón alguna.
Cuando nos dejó en nuestro rancho, yo estaba en un dilema tan fuerte entre el pánico, la
ira y el alivio, que apenas sabía qué pensar. Aquella misma mañana, al despertarme,
nunca se me habría ocurrido que por la noche estaría pensando en matar a alguien.
 Aquello ya era malo de por sí, pero lo que realmente me molestaba cuando salí del taxi
era que en realidad no me parecía incomodar que hubiera estado listo para matar a
alguien tan de repente. Me di cuenta en aquel mismo instante que mi ira —y con ella mi
vida misma- estaba fuera de control
Continuamente conocemos u oímos hablar de personas de todas partes que tienen
necesidad urgente de respuestas, y están a punto de echarlo todo a rodar con respecto a
ellas mismas, a sus amigos o a su familia, debido a alguna atadura que hay en su vida,
Hay quienes llegan a la realidad con una sacudida cuando las esperanzas y los sueños
que tenían para su vida o para la de sus hijos quedan destrozados. Tal vez otros teman
que están perdiendo el control de una batalla de toda la vida contra sus propios demonios
privados de las drogas o la dependencia de sustancias químicas, los juegos de azar, la
mentira, el engaño, la ira, la violencia, los maltratos sexuales, el divorcio o la enfermedad.
Con frecuencia hablo con personas que tienen grandes aspiraciones, talentos y
posibilidades de éxito, pero no parecen hallar la manera de abrirse paso. Su vida consiste
en una serie de fracasos repetidos en los negocios, como consecuencia de un espíritu de
pobreza o de fracaso. La depresión parece estar en sus peores tiempos entre las
personas de todas las profesiones. Muchos han logrado convertir en realidad por fin los
sueños de su vida, pero se sienten perseguidos por unas tenebrosas sombras o un gran

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vacío. Les he ministrado a artistas y atletas profesionales que han llegado a grandes
alturas en cuanto a fama y fortuna, pero lo han perdido todo.

Este tipo de situaciones exige una explicación. Anhelamos hallarles un sentido a este tipo
de sucesos tan destructores, en especial cuando nos están pasando a nosotros, o a
alguien a quien amamos. En los últimos años se ha hablado mucho en los noticieros
acerca de unas investigaciones médicas que están tratando de determinar por qué hay
ciertos rasgos que pasan de una generación a la siguiente. Los investigadores reconocen
que hay un esquema de funcionamiento definido, pero en realidad no pueden señalar las
razones. ¿Es algo genético? ¿Es algo ambiental? Sin duda, todas estas cosas tienen su
papel, pero yo creo que hay una razón espiritual que es el principal factor determinante.
 Algunos informes lo han llamado "equipaje familiar”. La biblia lo llama iniquidad; maldición
de familia.

Para que usted comprenda el maravilloso poder liberador de Dios en mi vida, es


necesario que vea primero de qué fui liberado. Sí, yo era una persona sumamente irritable
y violenta, pero mi vida ha sido transformada por el poder sobrenatural de Jesucristo. Y he
aquí una buena noticia para usted: Lo que Él ha hecho por mí, lo va a hacer por usted.
Dios no hace acepción de personas (Hechos 10:34).
Creo evidente que la violenta ira que experimente aquel día en Colombia no apareció de
repente en mi vida, de un día para otro. La ira, las drogas, el divorcio, o cualquier otra de
las numerosas batallas con las que nos enfrentamos, son espirituales. Son fortalezas
espirituales que se meten en nuestra vida y en nuestra familia. A menos que sepamos
descubrirlas y librarnos de ellas, van a permanecer con nosotros, van a crecer y se las
vamos a pasar a nuestros hijos y a los, hijos de nuestros hijos.

Recuerdo aún el mismo día en el que el espíritu de ira se comenzó a apoderar de mi vida.
Me sucedió algo terrible que me dejó sintiéndome indeseado y solitario. Era muy joven, y
recuerdo que me fui a mi cuarto a llorar. Allí tirado en la cama, dejé de llorar 
repentinamente, me sequé las lágrimas, me levante y, con los puños cerrados y
rechinando dientes, me hice una promesa a mí mismo. Nadie me iba a hacer llorar nunca
más. Con esa declaración les abrí una puerta a los espíritus de ira, rechazo y violencia. Y
desde aquel momento, parecía como si siempre estuviera enojado y buscando la forma
de vengarme de alguien. Si me miraban mal, o decían algo que no me gustaba, lo tomaba
como
segundo,unacon
ofensa personal
palabras, y podía
con los puños,suceder
con un cualquier
bate o concosa.
lo queEntraba en pelea
encontrara en un
que pudiera
utilizar como arma. La mayoría de mis blancos eran personas extrañas, así que era algo
impersonal y no parecía importarme. Cada uno de ellos no era más que otro de esos que
estaban "en contra mía". No me importaba a quién hiriera, y esta forma de conducta puso
en marcha un principio bíblico en mi vida:
No os engañéis; Dios no puede ser burlado pues todo lo que el hombre sembrare, eso
también segará.
-Gálatas 6:7

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Una noche estaba sentado en un puesto de hamburguesa en el sur de Saint Louis con
varios amigos. Llegaron unos personajes en un auto, y nos comenzaron a dar gritos.
Nosotros nos metimos de inmediato en nuestro auto para perseguirlos. Una pelea
callejera más; nada nuevo. Pero lo que yo no sabía es que se trataba de una trampa.
Mientras perseguíamos a aquellos individuos por la calle, se metieron de pronto en un
aparcamiento y salieron del auto a esperarnos. Ellos son seis, y nosotros cuatro. No está
mal, pensé. Esto va a estar divertido. Pero de pronto, la diversión desapareció. Detrás de
una pared salieron un par de docenas de personajes más, que nos estaban esperando.
Entonces descubrí de repente que en realidad no nos habían estado esperando, sino que
me habían estado esperando a mí. Los tres individuos los que estaba se largaron, y
ninguno de los otros se movió para seguirlos. Era a mí al que buscaban.

Me golpearon con bates, botas y puños. Lo siguiente que recuerdo es haber recuperado
apenas la conciencia en el asiento trasero de un auto que se movía por un callejón. Sin
que el carro se detuviera, se abrió de golpe la puerta y me empujaron al pavimento.
Mientras me levantaba lentamente, sólo podía pensar en la venganza,
Cualquiera creería que en aquel momento yo habría comenzado a buscar un cambio. Mi
vida se estaba convirtiendo en un infierno continuo, Pero yo me estaba volviendo cada
vez más incontrolable a medida que iba pasando por mis años de adolescencia y pasaba
de los veinte años, y muchas veces me aterrorizaba tanto a mí mismo, como a quienes
tenía cerca de mí. Estaba en problemas constantes con todas las autoridades: mi escuela,
la ley, y cualquier otro que yo pensara que me estaba amenazando. Tal parecía que tenía
enemigos por todas partes, pero en realidad, sólo tenía uno: el espíritu al que yo le estaba
permitiendo que me controlara la vida.

Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra
potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes
espirituales de maldad en las regiones celestes
-Efesios 6:12
No quería que me controlara aquel espíritu de ira y violencia, pero no sabía qué hacer. En
realidad, ni siquiera sabía lo que me estaba sucediendo.

Después
sido noviodeenregresar deuniversitario.
el colegio Colombia, recuerdo que fuiseparado
Nos habíamos a ver a una jovende
a causa demi
la ira
quey de
había
mi
uso abusivo de drogas. Quería ver si podíamos volver a ser novios. Le aseguré que había
cambiado, que había comenzado de nuevo; que era una persona diferente. "Larry", me
dijo, "eso ya lo he oído antes. Yo sé que eres sincero, sé que quieres cambiar, pero nunca
lo vas a lograr... mientras no encuentres en Jesucristo a tu Señor y Salvador. La ira está
en tu familia, y ahora está dentro de ti. Y sólo Jesús te puede cambiar. Va a hacer falta un
milagro".
Mientras yo estaba en Colombia, mi antigua novia había nacido de nuevo. Era la primera
"fanática de Jesús" que yo conocía. Aunque no quise aceptar ninguna de aquellas cosas

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religiosas suyas, había un par de cosas en la que yo sabía que estaba en lo cierto. Una
de ellas era que yo solo nunca iba a poder cambiar. Lo había intentado demasiadas veces
antes, y sabia que no lo podría lograr sin ayuda. La segunda era que yo me había
convertido exactamente en lo mismo que había detestado durante mis años de
adolescencia y juventud Pero, ¿no son así las cosas en la vida de todo el mundo? Nos
convertimos en lo mismo que detestábamos cuando éramos niños; las cosas que nos
atemorizaban, las cosas que nos apartaban: "De tal palo, tal astilla. Es idéntico al padre",
o bien, "Es igualita a su mamá". Eso es lo que dice el mundo, pero la Palabra de Dios dice
que Él visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta
la tercera y cuarta generación ( Éxodo 34:7).
Mi antigua novia del colegio universitario tenía razón. Por mucho que yo tratara de
cambiar, aquella vieja naturaleza se seguía levantando para controlarme. Me sentía

desesperado por vivir


fuerzas. Cuando estabade una
en elmanera
último diferente,
año de la pero no lo podía
secundaria, era hacer por mis
deportista, se propias
estaba
peleando la guerra de Vietnam y el movimiento rebelde de los hippies se estaba
extendiendo por toda la nación. Unos cuantos de mis amigos comenzaron a fumar 
marihuana, Al final, yo también decidí probarla.

 Al año siguiente me fui al colegio universitario estatal del Sureste de Missouri con beca de
futbolista. Mientras estaba allí, las drogas se fueron haciendo cada vez más fáciles de
adquirir. Comencé usando ácido, LSD, silosybin y lo que apareciera. No sólo hallé aquello
agradable, sino que descubrí que la venta de drogas es un negocio donde se mueve
mucho dinero.
El dinero debe ser la respuesta

Tal parecía como si mis padres vivieran bajo una tensión y unos problemas constantes
por no tener nunca dinero suficiente. Así que me prometí a mí mismo que yo no iba a
pasarme así el resto de mi vida, costase lo que costase. Había pensado ir a la universidad
y después meterme en los deportes para ganar dinero, pero descubrí que era más fácil
conseguir dinero vendiendo drogas.
Comencé vendiendo LSD y marihuana, y se me abrió una puerta para ir a Colombia, Viví
en Medellín, trabajé con el cartel de drogas de allí, y metí drogas de contrabando en los
Estados Unidos. En aquellos tiempos, yo era el único estadounidense en la historia de
aquel país que había vivido en aquella región.
Tenía un rancho en medio de los Andes, y estaba rodeado de choferes, guardaespaldas,
criados que vivían en la casa, criados que mantenían el césped impecable a base de
machete todos los días, y criados que cocinaban para nosotros. Siempre andaba todo el
tiempo con cincuenta o sesenta mil dólares en el bolsillo. Tenía todo lo bueno y todo lo
malo que puede comprar el dinero.

Mientras negociaba con drogas, tenía kilogramos de cocaína para mí mismo en mi casa
todos los días, y comencé a usarla. Al principio la aspiraba, y pronto me la comencé a
inyectar. Llegué a usar entre ocho y diez mil dólares de cocaína al día.

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No sabía quién era Dios, si existía, o de existir, sí se preocupaba en absoluto por mí, pero
al cabo del tiempo, me encontré diciendo: "Dios, tiene que haber algo más que esto".
Durante aquel tiempo, estábamos escuchando a los gurúes y leyendo todo tipo de libros
extraños, Por raro que parezca, pensaba realmente que tal vez me pudiera meter tan alto
en las drogas, que descubriera a Dios.

Inmediatamente antes de ir a Colombia, jugaba fútbol colegial y levantaba pesas en


competencias. Pesaba unos cien kilos y podía levantar en el banco de pesas cerca de
doscientos treinta. Había terminado en sexto lugar de toda la nación en una competencia
de levantamiento de pesas. Entonces fue cuando me traslade a Colombia, y en unos seis
meses pasé de cien kilos a sesenta y cinco, debido al uso de las drogas.
Tenerlo todo y perderlo todo

Laura y Jim, quienes terminaron acompañándome en el taxi aquella noche, vivían


conmigo en Colombia. Usábamos drogas desde temprano en la mañana hasta que nos
rendíamos por la nuche. Pasábamos días sin comer; solo usando drogas. Cada vez
estaba más débil, y seguía usando más drogas. Laura comenzó a darse cuenta de mi
pérdida de peso y me regañaba todo el tiempo, diciéndome: "Larry, te vas a matar".
Trataba de hacer que comiéramos. Nos traía comida, que apenas probábamos, y después
seguíamos tomando drogas.
En una ocasión, Jim y Laura se pasaron todo el día fuera. No había nadie más allí, y los
criados estaban en la otra casa. Yo había estado tomando drogas y bebiendo todo el día,
y acababa de cerrar un trato. Me sentía bien, y dije: "Vaya; esta vez sí que me voy a salir 
de esto". Sin darme cuenta de lo atolondrado que ya estaba, tomé el doble de la cantidad
normal que usaba a diario. La puse en la jeringa y me inyecté en el brazo. No me di
cuenta de que me había traspasado la vena con la aguja, así que tomé aquella cantidad y
puse el doble de nuevo.
Cuando una persona se inyecta drogas, la droga va a la vena, y esa vena la lleva
directamente al corazón. Yo lo había estado haciendo diez o doce veces al día. de
manera que ya tenía todas las venas en malas condiciones. Traté una y otra vez de
meterme la droga en la vena, y por fin, en aquel último intento, después de tomar una
dosis doble varias veces, me logré meter la aguja en la vena. Caí al suelo, comencé a
vomitar y entré en convulsiones. No había nadie allí que me ayudara, y nadie me podía
oír. No le puedo decir cómo me daba cuenta, pero sabía que me estaba muriendo.
¿Ha notado lo que hace la gente cuando está verdaderamente desesperada? Usted se
puede llamar ateo, agnóstico, o lo que quiera, pero en el momento en que se mete en
problemas, y solo un milagro lo puede ayudar, grita: "¡Dios mío, ayúdame!" Dentro de
cada uno de nosotros hay un "timbre de emergencia" en el espíritu que clama: "¡Dios mío,
ayúdame! Tú eres el Único que puede hacer el milagro que yo necesito”.

 Aunque no creía ni en el cielo ni en el infierno, grité: "Dios mío, no dejes que me muera".
Habia salido de la ciudad, me había ido al colegio universitario, y después a Colombia.

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Tenía todo lo que quería, con una excepción: No tenía lo necesario para ser feliz. "Dios
mío", suplique, "no me dejes morir sin descubrir antes qué es la felicidad."

Por un milagro de Dios, comencé a volver en sí. Me recuperé, y volví a relegar a Dios al
fondo de mi mente.
Poco tiempo después, fui a ciudad México para encontrarme con lo que se llama "mulas";
unos traficantes que transportaban un cargamento de cocaína procedente de Colombia.
Mientras me hallaba fuera de Colombia, unos bandidos se metieron en mi casa de la
montaña. Nuestros criados les habían informado a los bandidos que yo no iba a estar allí,
y los habían subido en auto hasta la casa. Armados con revólveres y machetes, los
ladrones entraron en la casa y atacaron a Jim y Laura. Ellos se las arreglaron para salir 
con vida, tomaron todo el dinero y se largaron del país.

En cuestión de meses, fui desde tener todo lo que quería hasta no tener absolutamente
nada. Mientras estaba sentado allí en mi cuarto del hotel en ciudad México, me tuve que
admitir a mí mismo que, a pesar de que yo lo negara, era adicto a las drogas. Laura me
había dicho una y otra vez que era adicto, pero yo lo negaba, y pensaba que lo podía
dejar en cualquier momento. Ahora me daba cuenta de toda la verdad: no me podía ni
levantar por la mañana sin las drogas. Las drogas eran mi vida.
Los cambios exteriores no cambian el interior 
Volví a los Estados Unidos a vivir en una granja metida entre los bosques de Missouri.
Comencé a vivir como un recluso: la vida sólo consistía en mi persona y mis perros. Hice
todo lo que pude para cambiar. Me deje crecer el pelo, me perforé una oreja y hasta me
hice vegetariano. Pensaba que estaba cambiando de verdad; que podría vivir en paz con
todo el mundo. Entonces, sucedió algo que me hizo darme cuenta de que a pesar de los
cambios en las circunstancias externas, por dentro no había cambiado en absoluto.
En la granja vecina a la mía había un hombre que no podía tolerar el que un hippie viviera
cerca de él. Un día, mientras salía para el pueblo con un amigo, note que faltaba uno de
mis perros. Era un cachorro de gran danés, y con sus seis meses de edad era grande
como una casa, pero era muy extraño que no estuviera con los demás perros. Mi amigo y
yo buscamos por todas partes, pero no lo pudimos hallar. Teníamos que irnos al pueblo,
así que dejamos de buscarlo en la esperanza de que estuviera de vuelta cuando nosotros
regresáramos a casa.
Por el camino, vi a mi vecino. Me detuve y le pregunte si había visto a mi perro Eric. Me
parecía que habría sido muy normal en él encerrar a Eric, solo por maldad. Cuando le
pregunte si lo había, visto, me dijo: "Sí. Ese perro se metió en mi propiedad, así que le
pegué un tiro". Yo me reí, creyendo que estaba de broma, y le dije: "Si, claro. ¿Dónde
está el cuerpo?"
"Junto a la laguna", me respondió. Sólo por seguirle la corriente, caminé unos cuantos
metros hasta la laguna, y allí estaba Eric, muerto, tal como había dicho aquel hombre.

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Me volví, vi que mi vecino me contemplaba con una mirada complacida en el rostro, y


salté. Sabía que lo iba a matar —no sólo le iba a hacer daño-, lo iba a matar. Corrí hacia
él y lo tiré contra el granero. Su esposa y sus hijos gritaban y chillaban. Él suplicaba
misericordia. Mi amigo me rogaba: "Larry, no lo hagas". Todos sabían que yo estaba fuera
de control. En aquel momento, no me importaba lo que me sucediera; ni siquiera si
aquello significaba ir a la cárcel por asesinato. Todo lo que yo quería era vengarme. No
me podía detener.
 Aun entonces, el Dios de amor y misericordia se estaba moviendo sobre mi vida. Cuando
traté de extender el brazo para agarrar a aquel hombre por la garganta y matarlo, se me
quedaron inmóviles los brazos, pegados al cuerpo. En medio de un frenesí, mientras
luchaba por levantar las manos, clamé: "Dios, suéltame". Finalmente, desistí del asalto y
me largué. Recogí el ensangrentado cuerpo de mi perro y me lo llevé a casa para

enterrarlo.
Mientras estaba cavando la tumba, dos patrulleros llegaron en su auto. Con el pelo largo,
los pendientes y todo manchado con la sangre de mi perro, debo haber sido todo un
espectáculo. Los policías salieron del auto y caminaron nerviosamente hacia mí. Me
dijeron que había dejado realmente sacudido a mí vecino, que los había llamado, gritando
que su vida estaba en peligro, "Larry", me dijeron, "sabemos cómo usted se siente..." Yo
los interrumpí: “No; ustedes no tienen ni idea de cómo yo me siento. Díganle a ese
hombre que voy a volver y le voy a matar todo lo que tiene”. Aunque lo decía totalmente
en serio, nunca lo hice. En aquellos tiempos aún estaba vendiendo drogas, y pronto
descubrí que el personaje al que le había estado vendiendo, era un agente de narcóticos.
Entonces
paquetes ysupe que había
me trasladé llegadoArizona.
a Flagstaff, el momento de largarme de allí, así que hice mis

Cuando todo cambió


Hay mucha gente que tiene que llegar al fondo del pozo antes de hallar el camino que va
hacia arriba. Aquel incidente fue el que me mostró, a pesar de todos los cambios externos
que había hecho, que seguía siendo el mismo larry descontrolado que siempre había
sido. Después de luchar por hacer que mi vida fuera diferente, no estaba más cerca de
convertirme en la persona que quería ser en realidad.
Después del incidente con mi vecino, y antes de trasladarme de allí, me encontré con un
amigo que había acabado de regresar a los Estados Unidos desde el Oriente Medio.
Sabiendo que yo necesitaba irme de allí, decidimos irnos para Arizona, porque yo había
estado leyendo algunos libros sobre las religiones de los indios, y pensaba que tal vez
podría hallar en el desierto la paz que estaba buscando. Parece algo loco ahora, pero
estaba buscando a Dios con desesperación; quienquiera que fuera, y dondequiera que
estuviese.
Nos trasladamos a Arizona, y unos cuantos días después de asentarnos allí. Dios arregló
un encuentro divino para que conociera a un cristiano nacido de nuevo. Aquel joven me
invitó a ir a su iglesia con él. A mí no me gustaban demasiado los cristianos, pero acepté

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la invitación por alguna razón desconocida. Fui con él a una iglesita donde había unas
treinta personas, y allí vi una película sobre la vida de Jesús.

Entré en aquella iglesia con mi pelo largo, sandalias de tiras de cuero, un poncho,
pendientes y drogado. No sabía orar, y por supuesto, tampoco sabía nada acerca de lo
que es ser salvo y nacer de nuevo. La película comenzó, y vi cómo Jesús fue clavado en
la cruz y murió. De alguna forma, entendí que había muerto por mí. Entonces supe que
había hallado lo que estaba buscando. Terminé arrodillado y llorando en el altar, en el
frente de la iglesia, y allí dije: "Dios mío, si eres real, entonces sé real para mí”.
No tendría manera de explicarle jamás lo que sentí en el momento en que Jesús entro a
mi vida. Sabía que Él atravesaba con su mirada todas mis fachadas y lo comprendía todo
con respecto a mí. Él tomó toda mi angustia y derramó en mí su amor incondicional. Los
años de pecado y de culpa desaparecieron de inmediato. Cuando vi a Jesús que daba su
vida por mí, le di yo mi vida completamente a Él.
Diez días más tarde, volví a la iglesia y recibí el bautismo en el Espíritu Santo. A la
mañana siguiente, estaba haciendo mi pitillo de marihuana mientras caminaba con los
perros. Miré el pitillo y dije: "Estoy tan enganchado con Jesús, que ya no quiero volver a
fumar esta cosa, y que me baje de donde estoy".
Verdaderamente libre
En las calles de Saint Louis donde crecí, teníamos un dicho: "Una vez adicto, siempre
adicto”. Según esto, cuando alguien se volvía adicto a las drogas, nunca podía cambiar.
Gracias a Dios, hay otro dicho que no sólo se aplica a la gente que vive en las calles, sino
a nuestros seres amados en nuestro hogar, nuestros compañeros de trabajo, nuestros
amigos y nuestros conocidos del vecindario, nuestros compañeros de estudio, y los
cristianos con los que adoramos al Señor; literalmente, a todas las personas en todas las
situaciones y circunstancias, y en todos los lugares del mundo. Este es el mensaje:
 Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.
Juan 8:36
Había sido adicto a las drogas. Me había metido agujas en los brazos, algunas veces
entre diez y doce veces al día. Pero hace veinticinco años, me liberó el poder de un Dios
amoroso y compasivo, y durante más de veintitrés de esos años he viajado por el mundo
compartiendo mi testimonio. En prisiones e iglesias; en escuelas y en reuniones del
gobierno, he relatado la forma milagrosa en que Jesús me hizo libre de la fortaleza de la
adicción a la heroína y la cocaína. Pero también experimenté la liberación de Dios en otro
aspecto de mi vida.
NO SÓLO HALLÉ AQUELLO
 AGRADABLE, SINO QUE
DESCUBRÍ QUE LA

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VENTA DE DROGAS ES UN

NEGOCIO DONDE SE MUEVE


MUCHO DINERO.

Capitulo 2
Las maldiciones generacionales
Hace algunos años, mientras me preparaba para una entrevista para el programa Praise
the Lord de TBN, mis buenos amigos Laverne y Edith Tripp entraron y me preguntaron:
"Pastor, ¿de qué quiere hablar esta noche?"
Yo les dije: "Bueno, ustedes saben que yo siempre he compartido mi testimonio acerca de
la forma en que Dios me liberó de las drogas y de la vida en las calles, pero en lugar de
compartir mi testimonio, hablemos un poco acerca de lo que Él me ha estado mostrando
en su Palabra".
Laverne accedió amablemente, pero durante nuestra entrevista en vivo, me dijo: "Larry, sé
que no tenemos pensado hablar de su testimonio, pero siento con todo el corazón que
Dios quiere que comparta algo que libere a la gente en esta noche".
Yo siempre había estado dispuesto a hablar de que había sido vendedor de drogas,

adicto
aspectoy determinado
todo lo que acompañaba a esepor
de mi testimonio, estilo
dos de vida, pero
razones: una, nunca
que mehabía hablado
sentía de un
avergonzado
de él, y otra, que había batallado con ese problema incluso después de ser ya un cristiano
nacido de nuevo.
En aquel momento lo comencé a compartir en público por vez primera. Cuando nací de
nuevo, Dios me liberó de las drogas de inmediato, y me profetizaron que entraría al
ministerio. Todos decían que yo iba a ser un hombre de Dios, así que iba a la iglesia,
levantaba las manos y alababa al Señor. Ministraba por las calles y la gente recibía la
salvación. Todo parecía estar bien, pero tenía unas heridas internas que no se habían
sanado.
 Aquellas heridas estaban infectadas en lo más profundo de mi ser, y nadie lo sabía; esto
es, nadie menos mi esposa Tiz. Algunas veces, tenía que usar maquillaje para cubrir el
moretón o el labio hinchado que resultaban cuando mis cicatrices internas hacían
erupción en medio de una furiosa ira dirigida contra ella. Nadie más era capaz de adivinar 
mi oscuro secreto: es decir, nadie menos el extraño que conducía demasiado despacio
para mi gusto, o que se me metía delante en la carretera. Aquella persona también era
blanco de una erupción de mi ira, manifestación de generaciones de ira y violencia.
En aquellos días, estoy seguro de que nuestros vecinos estaban totalmente confundidos.
Nosotros les testificábamos sobre el amor de Jesús; nos veían ir a la iglesia varias veces

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por semana, y mientras tanto, me oían gritar e insultar a mi joven esposa quien
supuestamente amaba con todo el corazón. Aquella ira explotaba dentro de mí con muy
poca provocación de su parte, y me avergüenza admitir que golpeé varias veces a mi
esposa, incluso estando ella embarazada, Sí: le pegue a mi encantadora esposa
embarazada con la fuerza suficiente para tirarla al suelo.

Todo el mundo tiene sus días malos, pero mis días malos estaban repletos de una ira que
algunas veces se convertía en días de furia incontrolable. En los primeros años de
nuestro matrimonio, Tíz trató una y otra vea de hacer que yo fuera a hablar con mi pastor,
pero yo no quería ir. Me senda avergonzado y confundido. Para mí, pensar que tenía un
problema de ira era sentir una humillante desgracia. Detestaba esa parte de mi persona.
Trataba con desespero de cambiar, pero no podía. Y me preguntaba si alguna vez hallaría
la manera de liberarme de esa maldición.

Cuando llevábamos ya unos cinco años de casados, estaba pastoreando nuestra


segunda iglesia en Australia. Un día mi hijo, que era un niño muy menudo, hizo algo que
me enojó, y yo lo lancé contra la pared. Aunque habían desaparecido las drogas, y me
había cortado el cabello, me daba cuenta de que dentro de mí seguía pasando por 
momentos en los cuales perdía el control. "Dios mío", suplicaba, "¿por qué soy así? Ya es
hora de dejar de negarlo. Tengo un verdadero problema y necesito ayuda".
Fue entonces cuando comencé a estudiar las Escrituras y aprender a quebrantar esa
cosa; esa maldición de ira que había en mi familia y en mi vida, Pero debido a mi
vergüenza y mi confusión, nunca enseñé sobre este tema, ni lo compartí con nadie...
hasta aquella noche en TBN.
Después de haber enseñado aquello en TBN, cuando ya nos preparábamos para partir,
no podían encontrar al conductor que me debía llevar de vuelta al hotel. Por fin supimos
que, junto con otras personas tomadas de entre el público del estudio, nuestro conductor 
había tenido que tomar un teléfono, por la cantidad tan grande de llamadas, que estaban
entrando. Cuando compartí mi problema con la ira, y la forma en que Dios me había
liberado de él, sus teléfonos comenzaron a recibir llamadas de todas partes.
 A raíz de aquella entrevista, recibimos miles de cartas y de llamadas telefónicas donde
nos pedían que oráramos con la gente, sólo en el aspecto de la ira. Hubo quienes
escribieron: "Yo soy el hombre de Dios en el pulpito, pero soy Atila el huno cuando llego a
casa". Otros se identificaban con mi testimonio, diciendo que mi experiencia era
exactamente igual a lo que ellos estaban pasando.
Necesitados de reparación
La mayoría de nosotros pensamos que cuando recibamos a Jesús como Salvador,
automáticamente vamos a ser perfectos. Lamentablemente, eso no es cierto, Alguien lo
dijo de esta forma: "La iglesia es como un taller de chapistería: hay autos chocados en
diversas etapas de reparación". Llegamos con toda clase de problemas que es necesario
arreglar.

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Quiero decir con toda claridad ahora mismo que el Señor nunca nos condena por nuestro
pasado. El diablo es el que nos acusa, nos condena y trata de convencernos de que Dios
está enojado con nosotros, y de que somos una causa perdida, sin esperanza y
desvalida. Siempre debemos recordar que Dios no nos está señalando con Índice
acusador. Lo que está haciendo es extender la mano para ayudarnos. Jesús nunca nos
dice: "Vete a limpiar y después ven a mí". Lo que nos dice es que cuanto tenemos una
carga o un problema, debemos acudir a Él.
Venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
-Mateo 11:28
Nuestra salvación y nuestra relación continua con Jesús son una de esas fiestas de "ven
tal como estés”.
Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la
perfeccionara hasta el día de Jesucristo.
-Filipenses 1:6
 Antes de que sigamos adelante, quiero explicar brevemente lo que es una maldición de
familia, o generacional. La primera vez que se usa la palabra "iniquidad" con relación a las
maldiciones generacionales, es en Éxodo 20:5. Ésta es la escena: Dios le está dando a
Moisés los Diez Mandamientos. En el versículo 3 nos ha ordenado que no tengamos otros
dioses fuera de Él, y después, en los versículos 4 y 5 nos ordena que no hagamos ídolos,

ni
y anos
los inclinemos para adorarlos.
hijos de nuestros hijos. Si lo hacemos, nuestra iniquidad visitará a nuestros hijos
Dios nos prohíbe que nos inclinemos para adorar a un ídolo, y es ídolo todo aquello que
amamos y reverenciamos más que a Él. Lo qué está diciendo es que, cuando adoramos a
un ídolo, estamos permitiendo que nos gobierne algo que no es Él, y que nos haga
inclinarnos para servirle. Cuando hacemos eso, el espíritu que opera a través de ese ídolo
entra a nuestra vida, no sólo para hacernos a nosotros inclinarnos ante él una y otra vez,
sino que también va a pasar de nosotros a nuestros hijos, y a los hijos de nuestros hijos,
haciendo que se inclinen ante él. De esta forma, ese espíritu de iniquidad se convierte en
una fuerza interior que hace que tanto nosotros como las generaciones que nos sigan,
nos inclinemos o cedamos ante su naturaleza destructora.
Un espíritu de iniquidad puede estar en su vida a causa de algo que usted haya hecho,
pero también puede haber caído sobre usted a causa de algo que un miembro de su
familia hizo, años antes de que usted naciera. Se puede tratar de una iniquidad, o
maldición de familia, que ha pasado de una generación a la siguiente a causa de algo que
sucedió en su familia, o de algo que le sucedió a su familia,
Permítame darle algunos ejemplos. Si en una familia hay una ira que no es natural, es
posible que los padres la tuvieran, y ahora la tienen sus hijos. Si el padre o la madre, o
incluso los abuelos, tuvieron una historia de divorcio, es posible que sus hijos se estén

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enfrentando también al divorcio. ¿Ve lo que quiero decir? Este espíritu de iniquidad —en
este caso, de divorcio—, pasa de una generación a la siguiente. La iniquidad se puede
presentar de muchas formas: el abuso de las drogas, la pobreza, los desórdenes en la
comida, el suicidio, los hijos habidos fuera del matrimonio, etc. No hay límites. Cuando yo
viajo para enseñar esto, cada vez que creo haber oído hablar de cuanta maldición de
familia existe, escucho algo nuevo. Pero le quiero asegurar esto: Jesús siempre viene y
los libera.
Por lo general, se pueden rastrear a la historia familiar de la persona los rasgos y
esquemas de conducta destructores en la personalidad, las adicciones, las tendencias
suicidas, el divorcio, las enfermedades, la depresión, la ira y el funcionamiento incorrecto
en la vida. Las estadísticas señalan, y todo el mundo lo sabe en la actualidad, que la
persona que haya sido maltratada física o emocionalmente en su niñez tiene fuertes

probabilidades de maltratar
de alcohólicos que detestaban a alguien a su vez
la conducta de cuando llegue
sus padres, a la edad
muchas adulta.
veces Los hijos
se convierten
también en alcohólicos, y la lista de ejemplos sigue.
Un triste ejemplo de esto es el niño al que se ha maltratado física o sexualmente. Este
niño ha pasado por el torbellino, el quebranto y la angustia de que lo maltratara uno de
sus padres o un pariente, y cualquiera creería que una persona que haya sufrido el
trauma de un maltrato así sería la última en infligir semejante horror sobre otra persona.
Sin embargo, es muy probable que ese individuo maltrate a sus hijos o, si no los maltrata,
se convierta en una persona enojada y autodestructiva. ¿Por qué? Porque el espíritu de
iniquidad —la cosa que los impulsa a hacer lo que ellos saben que no deben hacer— ha
sido pasado de una generación a la siguiente.
Las maldiciones generacionales —maldiciones que son pasadas de un miembro de la
familia a otro, una generación tras otra— han existido desde la desobediencia de Adán.
¿Quién fue el primer pecador? Adán. ¿Quién fue el primer asesino de la Biblia? Caín, el
hijo de Adán. ¿Quién fue el segundo asesino? Lamec, descendiente de Caín, ¿Por qué?
Porque la iniquidad había pasado de generación en generación entre los descendientes
de Adán (vea Génesis 4:8, 23),
 Algunas veces, el espíritu que pasa de una generación a otra es el mismo, pero el diablo
lo trata de disfrazar y lo hace parecer como algo totalmente diferente. En una ocasión
estaba
atando orando
a ella, ypor una dama
también a susque quería
hijos. romper
Cuando una maldición
le pregunté de quéde
sefamilia que
trataba, meladijo
estaba
que
durante varias generaciones, diversos miembros de la familia habían muerto de obesidad,
sin ser capaces nunca de controlar lo que comían. Ahora había gente en su familia que
sufría de anorexia, y se mataba a sí misma de hambre. Era el mismo espíritu que destruía
por medio de los hábitos al comer, pero con una operación diferente. En esta situación, la
maldición estaba en la familia, pero hay también maldiciones que caen sobre una familia.
Le daré un ejemplo que es conocido en el mundo entero: el que la prensa ha dado en
llamar "la maldición de los Kennedy". Cuando nos dimos cuenta primeramente, fue al ser 
asesinado el presidente John F. Kennedy, pero volvió a ser noticia con la trágica muerte

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de su hijo John Jr. Los medios la llaman maldición de familia y, aunque no la comprendan,
tienen toda la razón. En realidad, antes del presídeme Kennedy hubo otros que murieron
antes de que hubiera llegado su hora, y en su familia ha habido otras muertes entre la
suya y la de su hijo. Tal vez ellos no sepan con exactitud de que se trata, pero parece
evidente que en sus vidas hay una fuerza que les trae la destrucción, y que es pasada de
una generación a la siguiente. Si en su familia no hay nadie que se ponga en pie para
romperla en el nombre de Jesús y por medio del la sangre que Él derramó en la cruz,
seguirá adelante.

Es posible que en su familia haya enfermedades o dolencias, desastres económicos, o


incluso un temor irracional que surja de una maldición de familia. Todo espíritu que trate
de hacerle daño y causarle angustia a usted, o a los miembros de su familia, podría estar 
presente debido a algo que sucedió en el pasado familiar, y que es posible que usted ni

sepa. Meestá
quien les encantaría hacerles
haciendo esto. Elsaber a losaKennedy
que viene y a otros
hurtar, matar comoesellos
y destruir que no es Dios
el diablo.
Más adelante entraré en más detalles para explicar la revelación que he visto en la
Palabra de Dios con respecto a estos asuntos. Entonces, usted va a poder, no sólo
reconocer la raíz del problema, sino también recibir su respuesta sobre si se trata de una
maldición de familia en su vida o sobre ella. Por ahora, me limito a asegurarle de manera
absoluta que cuando el Hijo lo haga libré, usted va a ser verdaderamente libre.
Se puede terminar 
Maldiciones de familia. Maldiciones generacionales. La iniquidad del padre es transmitida
hasta la tercera y cuarta generación. ¿Le parece algo deprimente y sin esperanza? No lo
es. Cada vez que el diablo presenta un problema. Jesús ya ha presentado la respuesta.
Tenemos Un ejemplo de esperanza en la ramera Rahab. La casa de esta cananea estaba
en la muralla de Jericó. Muchos hemos leído Josué 6, y sabemos que esa muralla se vino
abajo después de que los hijos de Israel marcharan siete veces alrededor de ella, tal
como Dios les había indicado. Toda la ciudad de Jericó fue destruida, con excepción de
Rahab y su familia. Porque había escondido a los espías hebreos que se habían infiltrado
en la tierra de Canaán, la Tierra Prometida, para espiar antes de que el pueblo entrara en
ella, Rahab fue respetada junto con sus padres, sus hermanos y todo lo que ella tenía
(Josué 6:25 ). Por ser cananea, Rahab se hallaba bajo la maldición de los cananeos, que
había comenzado generaciones antes, cuando Noé se había embriagado y su hijo Cam
"vio la desnudez de su padre". Cualquiera que fuera el acto perverso que se produjera
mientras Noé estaba embriagado, al final éste declaro que quedaba maldito Canaán, el
hijo de Cam (vea Génesis 9:18-25). Rahab rompió la maldición que había sobre su familia
a través de su antepasado Canaán, al salvarles la vida a los hombres de Dios. El cordón
escarlata que puso en su ventana cuando Israel atacó, era un símbolo del poder liberador 
que tiene la sangre de Jesús (vea Josué 2:14-21).
 Al igual que Rahab, usted también puede romper la maldición de su familia. Puede
bendecirla. Esa maldición tuvo un comienzo, y puede tener un final. Esto ha sido así en mi

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propia familia. Ya le conté como fue mi niñez, y cómo una maldición generacional trató de
repetirse en mi vida. Cuando fui liberado, la rompí también para mis hijos y para los hijos
de mis hijos. Mi hijo Luke es un ejemplo de la forma en que Dios ha roto la maldición
generacional que había sobre mi familia. El año pasado, fue a un viaje misionero con el
grupo de jóvenes de nuestra iglesia. Cuando regresó, nos dijo que estaba caminando con
un amigo por una calle de Kingman, en Arizona, y el Señor los comenzó a inquietar sobre
la necesidad de testificarles a dos hombres. Lucas y su amigo se decían: "Sólo somos
adolescentes. Se van a reír de nosotros si les empezamos a hablar del Señor".

Los dos hombres tenían el aspecto de estar realmente angustiados. Lucas me dijo que le
vino el pensamiento de que la verdad sigue siendo la verdad, tanto si la dice un jovencito
de dieciocho años, como si la dice un hombre de sesenta. Entonces añadió: "Papá, nos
acercamos a aquellos dos personajes con aspecto de miembros de una banda de

motociclistas,
hacía muy poco y era cierto que
tiempo que eran
estaban pasandoAcababan
cristianos. por momentos difíciles.
de recibir Descubrimos
la salvación que
en una
reunión de los Cumplidores de Promesas. A pesar de esto, la esposa de uno de ellos lo
había dejado, y estaba viviendo con un amante que te estaba maltratando físicamente a
los hijos.

'"Aquellos dos hombres estaban sentados, hablando sobre la situación, y uno de ellos le
decía al otro: Algunas veces me pregunto si Dios tiene verdadero interés en mí. Fue
entonces cuando nos acercamos a ellos y comenzamos a compartir con ellos el amor de
Jesús. Aquellos hombres comenzaron a llorar, después oraron el uno por el otro y nos
dijeron: “¿Saben Una cosa? Nosotros sabemos que Jesús es real. Si Él está dispuesto a
enviar a paca
 Arizona, dos que
jóvenes cómo ustedes
les testifiquen a dos desde Portland,
personajes en Oregón,
de nuestra hasta Kingman,
edad, estamos en
seguros de
que Dios se va a encargar de las cosas”.
Cuando Luke me dijo aquello, se echó a llorar. Se levantó, se me acercó, me rodeó el
cuello con los brazos y me dijo? Papá, ¡qué carga tan grande tengo por las almas!" No
sólo me sentí lleno de gozo por mi hijo, sino que también alabe al Señor porque la
esclavitud de las maldiciones e iniquidades que había existido en mi familia estaba rota.
Le doy gracias a Dios de que mi hijo me pudiera abrazar, y sentirse seguro conmigo. Él no
tiene por qué pasar por todo lo que yo pasé, porque la sangre de Jesús ha quebrantado la
maldición que trajo tanta devastación y tanta destrucción sobre mi familia. Mi hijo y mis
dos hijas son líderes en nuestra iglesia y en sus escuelas. Aman a Dios con todo el
corazón, y me sorprendo continuamente por el gozo y la libertad en Dios que es tan
evidente en su vida.
Quienquiera que usted sea, y cualquiera que sea la situación a la que se esté
enfrentando. Dios no solo quiere romper la maldición, sino también invertirla. Mis hijos no
han recibido la maldición, sino que en su lugar, tienen un espíritu de paz y de gozo. ¡La
maldición ha sido invertida!
Hay muchos que quieren ayuda v liberación, pero no saben dónde acudir. No han oído
que la sangre de Jesucristo los puede liberar, tanto a ellos como a su familia, de las

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maldiciones generacionales. Algunos dicen: "Con que pudiera ver un milagro, me bastaría
para creer". Pues bien, yo soy un milagro de Dios. Mi vida ya no está llena de la ira y la
violencia destructoras que me solían dominar. Me encanta hablarles a las personas en las
Iglesias, las prisiones y las escuelas -dondequiera que tengo la oportunidad de hablar—
sobre el hecho de que Jesucristo las puede liberar de lo que las mantenga aprisionadas,
de la misma forma que a mí me hizo libre.
El reconocimiento de las maldiciones
Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento,
-Oseas 4:6
Lea de nuevo este texto bíblico. Dios dice: "Mi pueblo". No habla de los que no son

salvos, deque
pueblo el la gente mala, o ydepor
es destruido, losuna
querazón:
tienenpor
una religión
falta falsa, sino deEnsuotras
de conocimiento. pueblo. Es su
palabras,
perecemos porque no comprendemos lo que dice la Palabra de Dios en realidad. Muchas
veces oímos decir: "¡No se puede maldecir a los cristianos! Nosotros tenemos a Jesús, Él
tiene un nombre sobre todo nombre". En cierto sentido, tienen toda la razón. Su nombre
está por encima de las drogas, de la ira, de las enfermedades y dolencias, del divorcio o
del suicidio. Pero nosotros necesitamos saber cuándo y cómo usar ese nombre y el poder 
de su sangre. Los problemas no desaparecen cuando se los ignora. Esto sólo les permite
crecer y terminar extendiéndose a otros miembros de nuestra familia.
Lo primero que necesitamos comprender es que las maldiciones son reales. Si usted
habla de maldiciones en el África, en una reservación de los navajos, en Fiji o en algún
país remoto, la mayoría de la gente va a entender lo que está hablando. Durante siglos se
han contado historias sobre brujos, magia negra y magia blanca, vudú, y las extrañas
cosas sobrenaturales que suceden en ciertas partes del mundo. En cambio, en Europa y
 América del Norte, la gente es predominantemente lógica, y piensa al estilo de occidente.
No comprendemos esto de la causa y el efecto en el mundo espiritual.
¿Cómo encuentra el diablo una puerta para entrar a nuestra vida y echar a andar una
maldición de familia o generacional? Tiene que haber una puerta para que entre por ella
la maldición. Si no comprendemos cómo nos hemos metido en esas situaciones, entonces
no sabremos salirnos de ellas. Los sucesos de la vida no son sólo accidentes
lamentables, producidos al azar. Hay un lado espiritual invisible en todo lo que sucede
dentro el mundo físico visible. Aunque no veamos la gravedad, sí vemos sus efectos. Tal
vez no reconozcamos las maldiciones, pero sí experimentamos sus consecuencias.
Cuando usted va al médico, aun antes de que él lo vea, usted tiene que llenar un
formulario. En él se le hacen preguntas como éstas: "¿Hay algún historia, de cáncer,
diabetes, dolencias del corazón, adicción a drogas, enfermedades mentales, etc., en su
familia?" Le pide todo el historial médico de su familia. Los doctores necesitan saber esto
para llegar con rapidez a la raíz de su problema actual y ayudarlo a evitar problemas de
salud en el futuro. Se lo preguntan para que usted pueda ser sanado y permanecer sano;
no para asustarlo o condenarlo.

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De igual forma, Jesús, el Gran Médico, quiere que seamos sanados y permanezcamos
sanos. Por eso nos pregunta: "¿Hay en tu familia algún antecedente de ira, divorcio,
suicidio, pobreza, o algún otro problema que parezca aquejarte sin que te puedas librar de
él?" Jesús nos enseña en su Palabra que los problemas actuales de su vida pueden ser 
causados por la iniquidad en el pasado de nuestra familia. Él vino para darnos una salud
total.
Es interesante que en lo natural, el médico sepa que muchos problemas se basan en la
sangre. Lo que usted está a punto de descubrir es que, en lo espiritual, la respuesta a
todos los problemas ya le ha sido dada por medio de la sangre de Jesucristo,
Vemos que el pueblo de Dios es destruido en todos los aspectos de su vida -en su familia,
su economía, su fuerza de voluntad, su salud y sus relaciones con otras personas—
porque no reconoce las maldiciones. El diablo trata de hacer caer todo tipo de cosas
sobre el pueblo de Dios por medio de ellas. Es posible que la maldición no tenga que ver 
con las drogas o el alcohol. Tal vez sea una enfermedad. ¿Por qué sucede que las
personas con unos antecedentes familiares de cáncer, problemas del corazón y
enfermedades mentales tienden a sufrir estos mismos problemas exactamente?
La maldición puede ser la pobreza. Hay quienes dan ofrendas y también diezman, pero
cada vez que empiezan a mejorar de situación, viene el diablo y les roba lo que Dios ha
estado trayendo a su vida. También se puede tratar del divorcio. Hay quienes se han
divorciado cuatro, cinco o seis veces, Entonces, sus hijos también se divorcian, y se repite
ese ciclo de matrimonios rotos y familias destrozadas. No se debe a que sean malas
personas, sino a que la iniquidad ha ido pasando de una generación a la siguiente.
Debemos reconocer la fuente del mal, y la provisión hecha por Dios para quebrantar el
poder del enemigo.
El ladrón [el diablo] un viene sino para hurtar y matar y destruir.
-Juan 10:10A (Inserción hecha por el autor)
Los propósitos del enemigo están claros, pero entonces, necesitamos saber también qué
es Io que Dios tiene para nosotros. ¿Qué nos quiere dar Dios?
 Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así
como prospera tu alma,
-3 Juan 2
Dios no viene para matar, robar y destruirle la vida. Él es el dador de la vida. A través de
Jesucristo, tenemos victoria sobre la destrucción planificada por el diablo para nosotros, y
podemos entrar en la plenitud de la bendición de Dios para nuestra vida. No tenemos
porque tener miedo de las maldiciones. Lo que sí necesitamos es reconocer y aprender a
destruir estas obras del diablo en nuestra vida.
Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento*

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-OSEAS 4:6

Lo primero y más importante de cuanto necesitamos conocer, es que Dios envió a su Hijo
único para que muriera por nosotros (vea Juan 3:16). El anhelo de Dios es que todo ser 
humano, hombre o mujer, joven o anciano, bueno o malo, se arrepienta y camine en su
 justicia y su bendición. Así que, cualesquiera que hayan sido sus pecados del pasado, o
cualesquiera que sean sus circunstancias del presente, Dios se le quiere acercar; está
dispuesto a aceptarlo tal como usted está, y liberarlo. Quiere bendecirlo,
Los sucesos y las circunstancias de su pasado que lo están manteniendo en esclavitud no
se pueden cambiar, pero su futuro sí. Usted mismo puede ser transformado de dentro a
fuera. Dios sólo quiere cosas buenas para usted, pero sobre todo, quiere hacerlo libre.
Entonces, usted va a poder recibir y experimentar sus mayores riquezas, y servirles de
bendición a otros. Usted no puede cambiar su pasado, pero sí puede transformar su
futuro.
Él le va a dar gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en
lugar del espíritu angustiado (Isaías 61:3). Lo que una vez pareció un bosque quemado
por completo, El lo va a convertir en una cima de montaña cubierta de nieve. Dios le va a
dar libertad donde había esclavitud. Le va a dar bendición donde había maldición. Y por 
medio de usted, esa bendición podrá pasar a toda su familia en las generaciones futuras.
Hoy mismo pueden quedar rotas para siempre todas las maldiciones que haya sobre su
vida.
 AL IGUAL QUE RAHAB,
USTED TAMBIEN PUEDE
ROMPER LA MALDICIÓN
DE SU FAMILIA.
PUEDE BENDECIRLA.
Capítulo 3
¿De dónde salió eso?
Se ha hecho alguna vez esa pregunta: "¿De dónde salió eso?" O tal vez: "El Por qué soy
así?" Tal vez la pregunta no se refiera a usted, sino a su cónyuge. O tal vez se refiera a
sus hijos, o a sus nietos. Si usted es pastor, o psiquiatra, tal vez sea así: "¿Cómo llego
hasta la raíz del problema que tiene esta persona, para que pueda tener una vida feliz y
realizada?" Todo comienza cuando usted es lo suficientemente osado como para
empezar con una oración, y ser sincero al respecto. Cuando lo haga, le prometo que el
Hijo, quien es el Sol de justicia, resplandecerá y le dará la respuesta.
Hace un par de años recibí una llamada de un ministro amigo mío, a quien he conocido
por años. Estaba pastoreando una iglesia de la zona de Chicago cuando me llamó para

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decirme: "Mire, hermano, no voy a poder llegar a la conferencia de este año". Cuando le
pregunté por qué, me respondió: "Voy a dejar el ministerio, voy a dejar mi iglesia, voy a
dejar a mi esposa y a mis hijos, y me voy a mudar a otro lugar".
Cuando yo le pregunté cuál era el problema, me contó que a lo largo de todo su
matrimonio, su esposa entraba en una profunda depresión cada dos meses o así, y a
veces ni siquiera salía de la cama, no quería cuidar de los niños, ni tampoco ir a la iglesia.
Me dijo: "Esto está destruyendo nuestro matrimonio, nuestra familia y nuestro ministerio.
No lo puedo seguir soportando".
Yo le respondí: "hermano, antes de que se separen, háganme un favor: vengan a verme".
Cuando vinieron y se reunieron con nosotros, yo le pregunté a su esposa cuál era el
problema. Ella comenzó a decirme que cuando caía en la depresión, ésta se apoderaba
por completo de su vida. Yo le pregunté: "¿Cuándo comenzó a suceder eso?"
Ella me dijo: "Pastor, yo no..."
Yo repetí la pregunta: "¿Cuándo comenzó a suceder eso?"
Entonces ella me comenzó a contar una historia desgarradora. Cuando era niña, su padre
se deprimía con frecuencia. Se sentaba y se ponía a trenzar cuerdas, hacer nudos de
ahorcado y amenazar con colgarse. Entonces, un día, cuando ella tenía siete años, oyó
un ruido extraño en la sala. Corrió allí y encontró a su padre colgado de una soga atada a
una de las vigas. Ella gritó, y trató de sostenerlo en alto. Gritó pidiendo ayuda, y su madre

llegó corriendo
la vida. desdedesde
Sin embargo, la cocina.
aquelGracias
día, la adepresión
Dios, pudieron cortar
del padre la soga,
se pasó a labajarlo
hija. y salvarle
Yo le dije: "Vamos a orar, y a romper esa maldición familiar que lleva encima. Y cuando
Dios lo haga, esto nunca más va a volver a usted". Comenzamos a clamar por la sangre
de Jesús sobre su vida, y por su liberación. Aquella misma noche, mas tarde, su esposo
me llamó para decirme: "Mi esposa sigue en la sala. Está levantando los brazos, cantando
y adorando a Dios. ¿Qué hago?"
Yo le dije: "Deje que siga adorando".
 Al día siguiente me llamó y me dijo: "Cuando me levante para ir a trabajar, ella seguía en
la sala, adorando y alabando a Dios".
Hoy en día, este matrimonio está pastoreando una nueva iglesia. Están experimentando
un avivamiento, y la iglesia ha tenido un crecimiento increíble. Su matrimonio y su familia
nunca han estado mejor. La depresión se ha marchado por completa, y por fin están
experimentando todo el gozo, las bendiciones y el derramamiento de Dios sobre su
matrimonio y su ministerio, que habían estado detenidos durante tantos años. Lo voy a
decir de nuevo: Dios no hace acepción de personas (Hechos 10:34). Lo que El hizo por 
estas personas al romper su maldición de familia, lo puede hacer también por usted hoy.
Grietas debajo de la superficie

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Hace algunos años, me hallaba en Los Ángeles filmando nuestro programa de televisión,
y estábamos parando en un hotel que se hallaba frente a los Estudios Universal. Yo entré
al baño para lavarme los dientes, y noté que había papel en el espejo donde se decía lo
que se debía hacer en caso de terremoto. Cuando miré por la ventana del hotel, pude ver 
muchas casas, edificios, los Estudios Universal, el centro de Los Ángeles y una carretera.
En la superficie, todo parecía estar bien y en perfectas condiciones. Pero la razón por la
cual el hotel había puesto allí aquella lista, es porque sabían que aunque todo pareciera
estar bien en la superficie, debajo de la superficie había fallas o grietas que corrían por 
debajo de la ciudad. Aunque por el momento estaban inactivas, cuando las circunstancias
fueran las debidas, la situación fuera la debida y las presiones fueran las debidas,
aquellas fallas se podían mover, y causar un terremoto que podía llevar la destrucción y la
devastación a aquella superficie que parecía tan perfecta. Pero la palabra "falla" también
puede hablar de una grieta, o una debilidad en su vida, en su carácter o en su
personalidad, que se halla debajo de la superficie.
Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados.
--Santiago 5: 16
Veamos más de cerca este texto bíblico, porque no es la verdad la que nos hace libres,
sino la verdad que nosotros sabemos, o la que nosotros comprendemos. Las fallas no son
las debilidades que todo el mundo ve de vez en cuando. Son esas grietas escondidas que
yacen debajo de la superficie. Cuando la presión y las circunstancias sean las debidas,
esas fallas se pueden levantar para destruir su futuro, su matrimonio, su ministerio y las
bendiciones que Dios tiene para usted.
Confesar unos a otros
Cuando hablo de ser liberado, no estoy hablando de aprender a controlar la depresión, la
ira o cualquier otra falla. Estoy hablando de quedar libres de esa falla para siempre.
¿Cómo lo logramos? Santiago .5:16 habla de confesarnos nuestras ofensas unos a otros.
Necesitamos confesar esas fallas que yacen bajo la superficie; confesar las grietas que
estamos cubriendo con un cierto estilo de personalidad, y confesar las presiones que
podrían producir un destructor terremoto en cualquier momento.
El concepto de la confesión es muy difícil de captar para los cristianos, porque tenemos la
idea equivocada de que se supone que seamos perfectos desde el mismo momento en
que llegamos a ser salvos. Sin embargo, ninguno de nosotros lo es. No nos debería ser 
difícil confesarnos mutuamente nuestras faltas, porque todos tenemos cosas en nuestra
vida, en las cuales Dios nos está tratando de dar liberación y sanidad espiritual. Por eso,
cuando la Biblia nos dice que confesemos esas cosas, eso es exactamente lo que
necesitamos hacer. El que seamos cristianos no significa que no haya falla alguna en
nosotros.

Cuando Tiz y yo estábamos recién casados, todos los pastores y evangelistas que se nos
acercaban, profetizaban sobre mí diciendo: "Vas a ser un gran hombre de Dios, y Dios te
va a dar un ministerio que va a ir por todo el mundo". Pero no se daban cuenta de que yo

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tenía un problema muy serio de ira y de violencia. No sabían que cuando volviera a casa,
iba a golpear a mi esposa, o que iba a estallar en una furiosa ira que algunas veces no
podía controlar. Aquella ira y aquella violencia estaban destruyendo mi vida, e iban a
destruir mi familia. Es un milagro que Tiz no me abandonara.
Cuando por fin me calmaba, Tiz me decía: "Necesitarnos buscar ayuda. Necesitamos
hablar con alguien para que nos aconseje". Yo no quería hacerlo, porque pensaba que los
cristianos debían ser perfectos. Si se suponía que yo fuera perfecto, ¿cómo podía
confesar esas imperfecciones para conseguir ayuda? Pero Santiago nos dice a todos que
nos confesemos nuestras faltas unos a otros. Esto no fue escrito para los no creyentes,
sino para los creyentes. Debemos hallar a alguien a quien le podamos confesar estas
cosas: "Tengo este problema y necesito ayuda".

La razón por la que no quería confesar era que no sabía por qué me enojaba tanto a
veces. Me preguntaba: ¿Por qué estoy haciendo esto? ¿Por qué soy así? Por qué tengo
esto en mi vida a pesar de que soy cristiano, a pesar de que soy nacido de nuevo, e
incluso a pesar de haber sida liberado de tantas cosas tan horribles. ¿Por qué está esto
en mí? Una vez más, no es sólo la verdad la que lo va a liberar, sino el conocimiento de la
verdad. Recuerde: el pueblo de Dios es destruido por su falta de conocimiento.
Es posible que usted sufra de una maldición generacional, no porque sea una mala
persona, un mal cristiano o alguien peor que los demás. De hecho, hasta es posible que
no sea culpa suya. Ya hablamos antes de que la iniquidad puede venir como un espíritu
que se acerca a usted, o como algo que usted hereda. Pero comoquiera que llegue,
Santiago le dice que confiese sus fallas —las cosas que se encuentran bajo la
superficie— para poder recibir sanidad. ¿Cómo llegaron allí esas fallas? El Señor me ha
mostrado que las fallas pueden recaer sobre usted de manera directa, o se le pueden unir 
procedentes de generaciones pasadas, debido a la iniquidad de los padres.
No hay maldición sin causa
 Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos,
diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego? Respondió
Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se
manifiesten en el.

-Juan 9:1-3
Jesús les dijo a los discípulos que la ceguera de aquel hombre no se debía a una
maldición generacional, pero lo que yo quiero que usted note es lo que los discípulos
pensaban que era. Según el pensamiento religioso de aquellos tiempos, el que nacía
ciego era porque Dios lo había maldecido. Ahora bien, no limite esta comprensión a
alguien que tenga un problema o una incapacidad de tipo físico. La pregunta va más allá
de un "¿Por qué es ciego este hombre?" Esa pregunta podría ser: "¿Por qué se ha
divorciado tanto? ¿Por qué siempre está enojado? ¿Por qué está tan deprimido? ¿Por 
qué tiene problemas a la hora de comer? ¿Por qué tiene tendencias suicidas? ¿Por qué

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nunca sale de pobre? ¿Por qué este niño siempre está descontrolado? ¿Por qué hay esta
maldición sobre la vida de esta persona?

Lo que Jesús no les dijo a sus discípulos fue: "¡Eso es ridículo!


¡Qué pregunta tan absurda!", porque aquella gente comprendía la transferencia espiritual,
o el principio de causa y efecto espirituales. Comprendían que muchos de los problemas
de la vida tienen una raíz espiritual.
Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo
detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio.
—2 Tesalonicenses 2:7
La palabra "misterio" procede del vocablo griego mystérion, cuya raíz básica significa
"cerrar la boca" Y la palabra griega traducida como 'iniquidad" es anomía, que significa
"una violación de la ley; maldad y falta de justicia". Entonces, ¿qué nos dice esto? Que
alguien está manteniendo la boca cerrada con respecto a algo que es malo.
Cuando vemos el significado del término "iniquidad" en el Antiguo Testamento, notamos
que en el contexto de los versículos de las Escrituras donde se usa, la iniquidad es una
fuerza espiritual que nos presiona y nos empuja a inclinarnos o ceder bajo su destructora
naturaleza. A partir de este versículo del Nuevo Testamento, podemos ver que para ser 
liberados de la iniquidad, tenemos que hablar la verdad, mencionar por nombre la
iniquidad de lo que es, confesar la falla y declarar que la sangre de Jesucristo nos ha

hecho libres.
Porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los
hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen.
—ÉXODO 20:5
La palabra "iniquidad" aparece en la Biblia más de trescientas veces. Yo creo que Dios
quiere que sepamos que sin Jesús, y sin la comprensión de que su sangre nos ha hecho
libres, las iniquidades son pasadas de los padres y madres a los hijos, y a los hijos de los
hijos. La iniquidad de los hijos denota la existencia de una maldición que no es
consecuencia de algo que ellos hicieran, sino de algo que sucedió en la vida de sus
antepasados, y vino a recaer sobre ellos. ¿Será que algo sucedió en la vida de nuestros
abuelos, y debido a eso, ha caído una maldición sobre nosotros? Literalmente, hemos
heredado una maldición familiar.
Nuestros padres pecaron, y han muerto; y nosotros Llevamos su castigo.
—LAMENTACIONES .5:7
He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre.
--SALMO 51:5

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Usted y yo heredamos la iniquidad de nuestros antepasados. Las debilidades nos fueron


transmitidas por medio de la concepción, y heredamos una fuerza espiritual maligna
dentro de nosotros, que hizo que nos inclináramos ante su naturaleza destructora.
Heredamos las fallas de nuestra familia.
Verdad y lógica
La pregunta que le hicieron a Jesús los discípulos se refería a algo que usted y yo, como
personas occidentales, no comprendemos. Le dijeron: "¿Por qué este hombre tiene
semejante maldición encima? ¿Se debe a algo que él hiciera, o a algo que hicieron sus
padres?" En nuestro mundo occidental se nos enseña a pensar con el intelecto, y no
espiritualmente. Se nos enseña a pensar de manera razonable, lógica y racional.
Recuerdo haber oído de un estudio que hizo el gobierno de los Estados Unidos en
diversos países del tercer mundo después de la Segunda Guerra Mundial. Los
investigadores de los Estados Unidos creían que la gente de los países del tercer mundo
no era tan inteligente como la gente occidentalizada, así que les hicieron esta pregunta:
"Si el algodón no crece en climas fríos, y Londres tiene un clima frío, ¿crece el algodón en
Londres?" Su respuesta era: "No sé. Nunca he estado en Londres". Inmediatamente, los
que estaban administrando el test decían: "Esta gente no es inteligente. Ni siquiera saben
sumar dos y dos".
Si usted y yo hiciéramos este test, diríamos: "Si el algodón no crece en los climas fríos, y
Londres tiene un clima frío, por supuesto, el algodón no crece en Londres". En cambio, la
gente del tercer mundo no daba esa respuesta, así que el gobierno de los Estados Unidos
llegó a la conclusión de que esa gente del tercer mundo no era tan inteligente como la de
los países que piensan al estilo de occidente.
Más tarde, los investigadores descubrieron que aquella gente si había comprendido.
Comprendían que normalmente, el algodón no crece en Londres porque allí el clima es
frío, pero también comprendían que hay una dimensión más allá de lo natural. Hay una
dimensión que saca agua de una roca. Hay una dimensión que pone monedas de oro en
la boca de los peces. Hay una dimensión que hace que los ciegos vean. Hay una
dimensión que hace que los muertos resuciten. Hay una dimensión que convierte a los
antiguos drogadictos y vendedores de droga en predicadores, y en hombres y mujeres de
Dios. Así que, en lo natural, el algodón no crecería en el clima frío de Londres, pero ellos
sabían que hay una dimensión espiritual más allá de lo natural, que puede pasar por 
encima de lo natural.
En nuestra mente al estilo del mundo occidental, podemos aceptar el hecho de que
alguien esté pagando el precio de algo que él hizo. Comprendemos que un hombre
coseche lo que ha sembrado, Lo que no se nos enseña es que podemos cosechar algo
sembrado por nuestra familia hace muchas generaciones. Los discípulos sabían que las
maldiciones pasaban a las generaciones futuras. Comprendían que lo sobrenatural puede
trascender toda razón y toda lógica. Y nosotros también debemos comprender esta
verdad para poder quedar libres de las maldiciones generacionales.

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Una fuerza espiritual en funcionamiento

Como el gorrión en su vagar, y como la golondrina en su vuelo, así la maldición nunca


vendrá sin causa.
—Proverbios 26:2
Me siento asombrado cuando oigo hablar o leo acerca de las aves que migran hasta
continentes distantes en diversas estaciones del año. Un ave puede salir volando de
 América del Norte, atravesar volando el ecuador sobre América del Sur, hallar exacta-
mente el mismo nido que tenía antes, permanecer allí durante la estación invernal, y
después volar de vuelta hasta Alaska, y hallar el camino hacia el mismo nido que habla
dejado allí.

Esto es unaProverbios
maldiciones. ilustración26:2
prodigiosa sobre
nos dice que el principio
miremos espiritualque
a los gorriones, quevuelan
hay miles
tras las
de
kilómetros todos los años; tal vez decenas de miles de kilómetros, pero regresan siempre
al mismo nido. ¿Cómo sucede esto? No tienen mapas, ni tienen brújula, y no siguen las
señales de las carreteras. Las aves no se guían por el radar, ni por el control del tráfico
aéreo. No se limitan a mover las alas, andar revoloteando y entonces, de repente, de
alguna forma misteriosa, encontrar el camino hacia el nido correcto. No se trata de una
coincidencia. Hay algo dentro de esas aves que las guía para que regresen exactamente
al mismo lugar donde nacieron.
 Aquí en el noroeste de los Estados Unidos, un salmón puede nacer en uno de los miles
de ríos o corrientes que hay, y descender corriente abajo hasta un río mayor, que es
afluente de otro mayor que él, el cual a su vez es afluente de otro mayor, y finalmente,
terminar en el océano. Se pasa un par de años en el océano, pero cuando es hora de
desovar, nada de vuelta desde el océano hasta el río principal, de éste a otro, y a otro,
hasta llegar exactamente a la misma corriente donde nació años antes. ¿Cómo sucede
esto? Hay algo dentro del salmón, que lo lleva hasta ese lugar.
De una manera similar, las maldiciones no se limitan a flotar en la atmósfera y después,
sin razón aparente alguna, aterrizar en algún lugar. De la misma forma que hay algo que
dirige al salmón y a los gorriones, hay algo que dirige a una maldición hacia una persona,
una ciudad, una iglesia o una nación. Esa maldición es guiada por una fuerza espiritual.
Hay una razón por la que un niño crece para convenirse en alcohólico. Hay una razón por 
la que un hijo maltratado se convierte en un padre abusivo.
Hay una razón por la que un joven termina en la cárcel.
Hay una razón por la que una persona va de divorcio en divorcio.
David se arrepintió de haber cometido adulterio con Betsabé, y haber mandado asesinar 
después a su esposo. Sin embargo, debido a su pecado, cayó una maldición sobre su
familia.

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¿Por qué, pues, tuviste en poco la palabra de Jehová, haciendo lo malo delante de sus
ojos? A Urías heteo heriste a espada, y tomaste por mujer a su mujer, y a él lo mataste
con la espada de los hijos de Amón. Por lo cual ahora no se apartará jamás de tu casa la
espada, por cuanto me menospreciaste, y tomaste la mujer de Urías heteo para que fuese
tu mujer. Así ha dicho Jehová: He aquí yo haré levantar el mal sobre ti de tu misma casa,
y tomaré tus mujeres delante de tus ojos, y las daré a tu prójimo, el cual yacerá con tus
mujeres a la vista del sol. Porque tú lo hiciste en secreto; más yo haré esto delante de
todo Israel y a pleno sol. Entonces dijo David a Natán: Pequé contra Jehová. Y Natán dijo
a David: También Jehová ha remitido tu pecado; no morirás.
—2 SAMUEL 12:9-13
La "espada" se refiere a una maldición de destrucción, desolación y muerte sobre la
familia de David. Amón, uno de sus hijos, violó a su propia medio hermana. Absalón, otro
de ellos, se levantó en rebelión contra su propio padre (vea 2 Samuel 13:14; 15:4-12).
Dios le perdonó a David sus pecados cuando él se arrepintió, pero la maldición de su
iniquidad pasó a su familia. Las esposas y los hijos de David no habían hecho nada para
merecer una maldición, pero sufrieron por la que les cayó como resultado de la iniquidad
de él.
Por eso, la Biblia dice que confesemos: "Tengo esta depresión", o "Hay este fallo en mi
vida". El que tengamos que confesar no significa que seamos malas personas, sino más
bien que hemos heredado iniquidad. Esto no significa tampoco que les estemos echando
la culpa a los padres o los abuelos, sino que identifiquemos a nuestro verdadero enemigo.
Nuestra batalla no es contra carne y sangre. Nuestra batalla es contra principados y
poderes, y gobernantes de las tinieblas en lugares altos.

En una ocasión en que estábamos orando por una señora, ella cayó bajo el poder de
Dios. Yo le dije al ujier que estaba de pie junto a ella: "Hermano, levántela". Después le
dije a la señora: "Señora, yo no sé por qué usted pasó al frente para que orásemos por 
usted, pero hay en usted un espíritu de suicidio. ¿Hay antecedentes de suicidio en su
familia?"
La señora rompió a llorar y me dijo: "Pastor, mi familia es de Inglaterra e Irlanda, y en
diferentes momentos durante los últimos cincuenta años, siete de mis tías se han
prendido fuego para suicidarse'. Después siguió diciendo: "Yo amo a Dios, amo a mi
familia y amo la vida, pero me siento empujada hacia esta depresión y hacia el suicidio".
Hicimos la oración para romper las maldiciones generacionales, y Jesús liberó a la
señora.
 Antes mencioné a una mujer cuya familia sufría de diversos desórdenes en la
alimentación. Cuando hablé con ella en un culto le pregunté: "Señora, ¿de qué la liberó
Dios?" Ella me respondió: "Durante generaciones, los miembros de mi familia han muerto
a edad temprana por obesidad. Sin embargo, en los últimos diez años, mi familia está
muriendo de anorexia". Tanto si era obesidad, como si era anorexia, cada generación
estaba muriendo a causa de desórdenes con la comida. Esta maldición generacional se

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remontaba a alguien de la familia del que se había abusado sexualmente. Un espíritu de


desórdenes en la alimentación nació en la familia a partir de este traumático
acontecimiento. Comenzamos a orar, y la familia de esta señora está comiendo
correctamente ahora, porque Jesús los ha liberado.
Una próspera mujer de negocios le dijo a mi esposa que en ciertas épocas del año, por 
bien que le fuera todo en la vida, una nube de depresión trataba de alcanzarla. Ni siquiera
podía señalar con precisión las razones particulares, pero tenía que luchar, sólo para
mantener clara la mente. Se sentía como si esa nube la estuviera arrastrando. Tiz le
preguntó si su madre pasaba por aquello mismo, y ella le dijo: "Sí, sólo que mucho más
fuerte. Se convertía en unas migrañas que la dejaban imposibilitada". Entonces Tiz le dijo
que se trataba de una maldición de familia. Oraron, y sintieron que el Espíritu de Dios la
rompía. Esta dama ha estado totalmente libre de la opresión durante varios años ya, y esa

libertad no sólo la ha bendecido a ella, sino también a su esposo y a su familia.


Yo iba atravesando un aeropuerto, de camino a un lugar donde tenía que predicar fuera
de la ciudad, cuando un hombre se me acercó y me dijo: "Usted es el pastor Huch, ¿no es
cierto?"
Yo le contesté: "Si, señor. Yo soy".
Entonces me dijo: "Hemos estado viendo su programa en la televisión. Pastor, ¿le puedo
preguntar algo?" No esperó a que le contestara, sino que siguió hablando: "He estado
escuchando sus enseñanzas sobre la forma de romper la maldición que haya en nuestra
vida. Necesito preguntarle qué me sucedió a mí. La razón por la que estoy ahora mismo
en el aeropuerto, es porque vine a recoger a mis hijos. Mi esposa y yo estamos
divorciados. Ambos somos salvos, ambos amamos a Dios y nos amamos mutuamente.
Pero de repente, comenzamos a pelear. No sabíamos por qué peleábamos. Ni siquiera
sabíamos en realidad sobre qué estábamos peleando. Cuando menos lo pensaba, ya nos
habíamos divorciado".
Comenzó a llorar y me dijo: "No sé lo que sucedió. Ella tampoco lo sabe. Pero así
estamos. Ahora nos hablamos, porque ambos hemos estado viendo su programa.
Estamos hablando de volvernos a unir, pero necesitamos saber qué sucedió. ¡Qué nos
sucedió?"

Yo lo miré y le pregunté: "Hermano, ¿tiene antecedentes de divorcio en su familia?"


Me contestó; " Mi madre se ha divorciado cinco veces, y mi padre seis".
Yo le dije; "Hermano, se trata de una maldición de familia".
Mientras caminábamos, un buen grupo de personas se reunieron alrededor de nosotros
en el aeropuerto para escuchar nuestra conversación. Tal vez muchos de ellos estuvieran
pasando por experiencias similares, y no supieran cómo habían ido a parar a un lugar, o a
unas circunstancias en los que nunca habrían querido estar. Tal vez también se

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estuvieran haciendo las mismas preguntas; "¿Cómo me sucedió esto?, y "¿Cómo puedo
transformar mi vida?"

Lo más probable es que, por vez primera en la vida, oyeran Una respuesta clara y segura:
"Se trata de una maldición generacional, y la sangre de Jesucristo lo puede hacer libre en
este mismo momento".
DE LA MISMA FORMA QUE HAY ALGO QUE DIRIGE AL SALMON Y A LOS
GORRIONES, HAY ALGO QUE DIRIGE A UNA MALDICION HACÍA UNA PERSONA,
UNA CIUDAD, UNA IGLESIA O UNA NACIÓN. ESA MALDICION ES GUIADA POR UNA
FUERZA ESPIRITUAL.
Capítulo 4

De tal palo, tal astilla.


¡Nunca más!
Cuando vemos a un joven con problemas de alcoholismo, y sabemos que su padre era
alcohólico, decimos sin pensarlo: "Es idéntico al padre". También está el caso de la mujer 
que siempre les está gritando al esposo y a los hijos, y la gente que conoció a la madre de
ella dice: "Es igual que la madre". Estas afirmaciones nos recuerdan un refrán muy
antiguo: De tal palo, tal astilla. La razón por la que no ponemos en duda afirmaciones
como ésta, es que la iniquidad ha sido pasada de una generación a otra desde la caída de
 Adán y Eva en el huerto del Edén.

Por tanto, como el pecado entro en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte,
así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.
—ROMANOS 5:12
Cuando Adán pecó, su iniquidad fue pasada a toda la humanidad. Ésa es la mala noticia,
pero hay una buena noticia: Por medio de otro hombre —Jesucristo—, el pecado y la
maldición del pecado están derrotados.
Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinaran en vida por 
uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia.
—Romanos 5:17
Hace algún tiempo, fui a ministrar a una prisión en Beaumont, Texas, con Mike Barber y
Deion Sanders. Mientras íbamos de camino, Mike me dijo que cuando él había
comenzado su ministerio en las prisiones de Texas doce años antes, sólo había diez
prisiones en todo el estado. Ahora hay ciento cuarenta, y todas ellas están llenas más allá
de su capacidad. ¿Por qué sucede esto?, me pregunté.
 Aquella tarde, cuando comencé a ministrar, les hice dos preguntas a los presos: "Cuántos
de ustedes tienen a sus padres o abuelos en prisión", y "¿Cuántos de ustedes tienen hijos

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o nietos que se han metido en problemas con la justicia?" Cerca del ciento por ciento de
los presos levantaron la mano como respuesta a ambas preguntas.

Enseñé sobre las maldiciones de familia, y oramos para romper esas maldiciones. Habían
establecido una red con cuatrocientos mil presos más de todos los Estados Unidos, para
que éstos también pudieran oír el mensaje. Cuando nos íbamos, el director de la cárcel
nos dijo: "Nunca hemos podido hallar la respuesta. Esta enseñanza sobre las maldiciones
de familia es la respuesta que hemos estado buscando". De la noche a la mañana,
trescientas prisiones más se comunicaron con nosotros para pedirnos la enseñanza sobre
la forma de romper las maldiciones de familia, porque habían entendido que la iniquidad
de los padres pasa de una generación a la siguiente.
Por qué la necesidad de prisiones es cada vez mayor en toda la nación? Porque el preso
saldrá de la prisión, pero no cambia. La mayoría de ellos vuelven a caer en ella. No sólo
regresan, sino que la misma iniquidad que los lleva a ellos allí, hace que sus hijos y nietos
terminen en prisión. Por eso la necesidad de prisiones sigue aumentando en los Estados
Unidos. No sólo no cambian los presos, sino que su iniquidad pasa a sus hijos y nietos.
De tal palo, tal astilla.
La definición de familia
Cuando hablamos de maldiciones de familia, necesitamos comprender lo que significa la
palabra “familia”. Una familia puede ser tan pequeña como el esposo, la esposa y los
hijos, o puede ser la familia de una iglesia. Puede ser tan grande como su ciudad o su
estado (¿recuerda cuando se habla de los padres de una ciudad?), y puede ser tan
grande como la nación, incluyendo al presidente y a los funcionarios del gobierno. Ciertas
familias tienen sus características; ciertas ciudades las tienen, y también ciertos estados,
naciones y etnias las tienen. Pero necesitamos comprender que no tenemos por qué
aceptar las características negativas. No tienen por qué perseguirnos durante el resto de
nuestra vida. Las podemos romper.
Cuando John F. Kennedy Jr. murió en un accidente de avión, todas las revistas y los
periódicos hablaban de la "maldición de los Kennedy". Esto es algo que se puede romper 
con la Palabra de Dios y por el poder de la sangre de Jesús. Estas tragedias no se
produjeron porque los Kennedy fueran malas personas, sino debido a algo que cayó
sobre ellos. La iniquidad, o maldición, fue transferida de generación en generación. Pero
Jesús quiere liberar a esa familia para siempre.
El hombre de Atlanta que mató a su esposa y sus hijos, después se fue a una firma de
corretaje de bolsa y mató a otros antes de suicidarse, sufría de una maldición
generacional. En una nota escrita al suicidarse, decía que el espíritu de ira que había en
su padre había caído sobre él, y que había pasado de él a su propio hijo. Aquel hombre
tenía un espíritu de ira que había caído sobre él. Cómo habríamos querido llegar hasta él
antes de que esto sucediera.
Otro incidente horrible fue el sucedido con el hombre que secuestró y asesinó a tres
mujeres en el parque de Yosemite. Más tarde se supo que años antes, su hermano menor 

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había sido secuestrado y mantenido cautivo durante siete años por un hombre que
abusaba sexualmente de los niños. Finalmente, el joven se logró escapar y regresó a su
familia, pero trajo consigo esos espíritus de perversión y violencia, y los espíritus pasaron
a su hermano mayor.
 Aunque es obvio que estas situaciones son extremas, nos muestra que la realidad de la
transferencia de espíritus, y la realidad de que la iniquidad pasa de una generación a la
siguiente, no sólo se hallan en la Biblia, sino que se encuentran por todas partes en la
vida misma. Necesitamos mirar nuestra propia vida y preguntarnos: ¿Qué está haciendo
que piense y me conduzca de una manera que no agrada a Dios? ¿Qué está haciendo
que actúe violentamente con mis hijos sin razón aparente? ¿Por qué da la impresión de
que no puedo retener ningún trabajo por un buen tiempo? Es hora de romper la maldición
que haya en nuestra vida de una vez por todas, y caminar en la libertad que nos

proporcionó Jesús por medio de la cruz.


Hace poco supimos de un joven llamado Manuel. Ya a los diez años tuvo problemas con
la justicia, y terminó en una cárcel para menores. Nos hicimos acerca de su vida la misma
pregunta que habían hecho los discípulos acerca de la vida del ciego: ¿Quién pecó: este
 jovencito o sus padres? He aquí su historia.
Estimado Pastor Huch:
Los primeros recuerdos que tengo de mi niñez tienen que ver con las drogas y la
violencia. Cuando tenía cuatro años, mi padre me daba a beber cerveza. Creía que era
una gracia. Mi madre fumó marihuana la mayor parte de su vida adulta, y mi padre la
fumaba con ella.
Mi madre falleció a causa de un tumor cerebral cuando yo tenía nueve años. Mi padre
había sido alcohólico desde que yo tengo memoria, y se puso peor cuando falleció mi
madre. Yo no estaba seguro de cómo iba a manejar mis sentimientos, y comencé a
causar problemas en la escuela. Empecé a andar con unos compañeros que sabían por lo
que yo estaba pasando. Pronto me di cuenta de que formaban una pandilla. Puesto que
mi padre me maltrataba, me pareció que sería buena idea tener amigos pandilleros que
me defendieran. Pensaba: "Ésta es mi oportunidad de demostrarle a mi padre que soy un
hombre de verdad". Sólo tenía diez años entonces, y comencé a considerar la pandilla
como mi familia.
Después de entrar en la pandilla, me comencé a meter en problemas con la justicia por 
asaltos, robos y cosas así. Comencé también a fumar marihuana e inhalar "crack" a los
once años. Al cabo de un año, estaba vendiendo drogas. Era joven, y sabía que tenía que
actuar el doble de duro que los otros que eran mayores que yo. Era drogadicto,
alcohólico, y muy violento; todo lo que mi madre no habría querido que fuera. Pronto, les
estaba robando a mi padre y a otros viejos amigos para sostener mis vicios. Era peor de
lo que había sido mi padre jamás.

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Cuando tenía doce años, violé cruelmente a una adolescente. Me enviaban de un hogar 
de detención a otro, e iba de hogar temporal en hogar temporal. Finalmente, me pasaron
a un rancho para varones.
 Aquellos momentos fueron el punto más bajo de mi vida. Me daba cuenta de que solo, no
podría salir adelante en la vida. Con la ayuda de un miembro del personal en un hogar de
detención, le entregué mi vida a Dios. Oraba a diario, y así comencé a formar una relación
personal con Jesús. Comencé a preocuparme por mí mismo y mi conducta cambió. Era
hijo de Dios.
 Algunos miembros del grupo de jóvenes de su Iglesia, Nuevo Comenzar, vinieron a pasar 
un tiempo con nosotros en el día de Nochebuena. Cuando "El Pelotón", el grupo de
música y danza de Nuevo Comenzar, vino a nuestro hogar de detención, más de la mitad
de los jovencitos recibieron al Señor.
He comenzado un grupo de estudio bíblico en mi cabaña. Estoy aprendiendo a ser buen
amigo, y he llevado al Señor a otro de los que residen aquí: Estoy trabajando con él, y me
encanta hacerlo.
Me gustaría llegar a ser ministro de jóvenes. Uso camisetas con emblemas cristianos, y
cuando la gente me pregunta su significado, le hablo de Dios. No me avergüenzo de ser 
cristiano. Trato de trabajar con todos los que me rodean, alabando a Dios en mi vida
diaria. Mi meta es salir de aquí y pasarme a la casa de hombres de Nuevo Comenzar, ir al
colegio universitario, graduarme y propagar la Palabra de Dios. Le doy gracias a Dios por 
todos los desafíos y todas las victorias que he tenido, porque eso me ha hecho lo que hoy
soy: un cristiano fuerte que no está dispuesto a dejarse vencer.
Manuel
La vida de este joven es un claro ejemplo del paso de las maldiciones generacionales de
una generación a la siguiente. Pero por medio del poder que hay en la sangre de Jesús, él
pudo romper el círculo vicioso y darle un nuevo rumbo a su vida.
Matt Crouch, el hijo de Paul y Jan Crouch, compartió con migo esta historia en una
ocasión. En ella se ve con toda claridad cómo las fortalezas espirituales se pueden
transferir de una generación a otra, no porque se haya cometido un pecado, sino a causa
de un suceso
mayor, que en
comenzara seprimer
ha producido. Unos
grado, Lori, dos meses
la esposa después
de Matt, recibió de
unaque Calen,
llamada su hijo
telefónica
de la maestra de Calen. Ésta le dijo que Calen estaba muy nervioso y sentía pánico
pensando que su mamá no lo fuera a recoger en la escuela. Lori le explicó a la maestra
que él no tenía razón alguna para temer esto. Ella nunca había llegado tarde, ni lo había
dejado de recoger, ni ese año, ni en el año anterior en el jardín de la infancia. Pero no
había manera de tranquilizarlo, así que Matt y Lori se fueron ambos enseguida a la
escuela para hablarle a Calen. Ambos Io trataron de tranquilizar, diciéndole: "Calen,
nosotros siempre volvemos a buscarte. ¿Por qué te comportas de esta forma?" No había
forma de razonar con él. Al parecer, aquel temor se había apoderado de él sin saber de
dónde había salido, y sin que hubiera un motivo aparente.

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Durante los tres meses siguientes, aquella conducta llena de temor se fue apoderando de
la vida de Calen. Además de los episodios continuos que se producían en la escuela, el
niño no dejaba que Lori se le perdiera de vista. Se pegaba a su lado dondequiera que ella
fuera. La seguía de un cuarto a otro dentro de la casa. Si ella detenía el auto y salía a
dejar la correspondencia en su buzón, él trataba de salir con ella, Se echaba a llorar de
pánico si ella no dejaba que la siguiera a todas partes. Todas las noches se producía una
escena emocional traumática y llena de pánico, cuando ellos trataban de hacer que se
acostara, aunque él compartía el cuarto con su hermano. Durante toda la noche, intentaba
llegar y meterse en la cama con Matt y Lori, y ellos tenían que volver a lo mismo de
nuevo.
Lo intentaron todo para tratar de tranquilizar a Calen con respecto a su amor y su
dedicación a él. Trataron de disciplinarlo, como forma de asentar su conducta. Oraban

sobre él de
mujeres y con él constantemente.
Dios Se pusieron
para romper la fortaleza de acuerdo
de miedo con poderosos
que había sobre él, hombres y
pero nada
funcionaba. Les estaba destrozando el corazón. Lo más raro de todo era que normal-
mente, Calen era increíblemente extrovertido, seguro y sin inhibiciones en todos los
aspectos de su vida. No le tenía miedo a ninguna otra cosa; sólo a quedar separado de su
madre.
Un día, Matt le estaba hablando a Paul Crouch, su padre, acerca de la situación. De
repente, fue como si se encendiera una luz en los ojos de Paul, quien le dijo: "Yo sé
exactamente de qué se trata. Cuando yo tenía la misma edad de Calen, y estaba
comenzando en el primer grado, murió mi padre. Después de aquello, todos los días mi
madre iba tan
sollozaba conmigo hasta
fuerte, que laa mitad
vecesdel
ellacamino a lalloraba,
también escuela, y trataba
y me de vuelta
traía de enviarme, pero Yo
a casa. yo
tenía mucho miedo de que un día regresara de la escuela, y al igual que mi padre, mi
madre se hubiera ido y me hubiera quedado solo.
Paul y Matt se dieron cuenta de que el temor de Calen no se había originado en nada que
hubiera sucedido en su propia vida, sino en algo que sucedió en la vida de su abuelo. Una
vez que se dieron cuenta de cuál era la raíz del temor, pudieron romper este temor 
generacional a la separación que había en Calen. Quedó libre, porque pusieron la sangre
de Jesús en el dintel de la puerta de su corazón. Ahora, el diablo no lo puede seguir 
atormentando.

El poder para romper la maldición


La solución del mundo a las tentaciones y los problemas es "Di que no", pero los
creyentes sabemos que necesitamos comprender el principio espiritual de la causa y el
efecto. Sin comprender el poder de Jesús y de su sangre, podemos decir que no hasta
que nos quedemos morados, y seguir fallando todo el tiempo. Necesitamos comprender la
verdad que nos hace libres.
Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres...Así que, si el Hijo os libertare, seréis
verdaderamente libres.

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-JUAN 8:32, 36

En este pasaje de las Escrituras, Jesús les estaba hablando a los judíos que creían en Él,
y que ya lo habían reconocido como Salvador. Pero no podían comprender por qué,
siendo hijos de Abraham, necesitaban ser liberados. En Juan 5:33, dijeron que ellos no
eran esclavos de nadie. No comprendían que con cada pecado cometido —ya fuera por 
ellos, por sus ancestros, por su ciudad o por su nación—, había una maldición espiritual
uncida a ese pecado. Los cristianos también necesitamos hacer algo más que nacer de
nuevo y recibir el perdón; necesitamos recibir nuestra libertad.
Jesús les estaba diciendo en el versículo 36: "Cuando yo los libere, van a ser 
verdaderamente libres. No sólo los voy a perdonar, sino que también voy a romper la
maldición que llevan encima y que está relacionada con el pecado". Si el Hijo nos ha
hecho libres, vamos a ser verdaderamente libres. La palabra "verdaderamente" significa
que Jesús va a romper la maldición, y nosotros podremos vivir realmente libres. No sólo
nos va a perdonar nuestro pecado, sino que va a romper la iniquidad que lo acompaña.
Es importante comprender que un judío siempre podía lograr que sus pecados le fueran
perdonados, pero nunca podía lograr que se rompiera la maldición de ese pecado. El rey
David y su familia son un notable ejemplo, David fue perdonado, pero la maldición de su
pecado pasó a su familia.
Le voy a explicar a partir de la misma Palabra de Dios la forma en que esto funciona;
Después tomará los dos machos cabríos y los presentará delante de Jehová, a la puerta
del tabernáculo de reunión. Y echará suertes Aarón sobre los dos machos cabríos; una
suerte por Jehová, y otra suerte por Azazel... Después degollará el macho cabrío en
expiación por el pecado del pueblo, y llevará la sangre detrás del velo adentro, y hará de
la sangre como hizo con la sangre del becerro, y la esparcirá sobre el propiciatorio y
delante del propiciatorio...Y esparcirá sobre él de la sangre con su dedo siete veces, y lo
limpiará, y lo santificará de las inmundicias de los hijos de Israel. Cuando hubiere acabado
de expiar el santuario y el tabernáculo de reunión y el altar, hará traer el macho cabrío
vivo; y pondrá Aarón sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo, y confesará
sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, todas sus rebeliones y todos sus
pecados, poniéndolos así sobre la cabeza del macho cabrío, y lo enviará al desierto por 
mano de un hombre destinado para esto. Y aquel macho cabrío llevará sobre sí todas las
iniquidades de ellos a tierra inhabitada; y dejará ir al macho cabrío por el desierto.
—Levítico 16:7-8, 15, 19.22
Dios les ordenó que llevaran dos machos cabríos al Tabernáculo. Uno de ellos quedaba a
la puerta del Tabernáculo, mientras que hacían entrar al otro, lo ponían sobre el altar y lo
sacrificaban. Entonces, el sumo sacerdote llevaba a la puerta del Tabernáculo la sangre
del macho cabrío sacrificado, la ponía en la cabeza del otro macho cabrío, y confesaba
sobre él las iniquidades del pueblo. Un macho cabrío moría por los pecados o
transgresiones, y el otro se llevaba la iniquidad —la fuerza espiritual interior que causaba

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destrucción-- a un desierto o a un lugar árido. Así era como los judíos hacían expiación
por sus pecados.

En nuestro caso, Jesús murió por nuestros pecados en la cruz, pero también derramó su
sangre siete veces, así como Aarón rociaba siete veces la sangre. Por medio de la sangre
derramada por Jesús, no sólo se nos perdonan nuestros pecados, sino que también
podemos caminar en ese perdón y quedar libres de la maldición del pecado. Ambos
machos cabríos representan la obra redentora de Jesucristo.
Había dos machos cabríos, porque Jesús derramo su sangre para que nosotros no sólo
fuéramos perdonados con respecto a nuestro pecado, sino también sanados de la
iniquidad interior, las magulladuras y las heridas del pecado generacional que nos lleva a
perpetuar los pecados de nuestros antepasados. Sólo la sangre de Jesús proporciona el
perdón y una nueva forma de vivir. Cuando nacemos de nuevo, recibimos el perdón de
nuestros pecados. Pero entonces, necesitamos clamar por la sangre de Jesús sobre
nuestra vida para desterrar al desierto la iniquidad y caminar en libertad.
Cierre la puerta trasera
Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo, y
no lo haya. Entonces dice: Volveré a mi casa de donde salí; y cuando llega, la halla
desocupada, barrida y adornada. Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores
que él, y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el
primero.

-Mateo 12:43-45
En el mismo momento en que recibimos a Jesús, todas las fuerzas de las tinieblas que
están atacando nuestra vida salen huyendo. Van a ese lugar desierto, en busca de un
sitio donde descansar. Quedamos limpios de nuestro pecado, y la causa de la maldición
espiritual huye a ese lugar desierto, pero regresa en busca de una puerta abierta. Aunque
nuestra vida haya sido barrida y adornada, lavada con la sangre y purificada, si descubre
que no comprendemos las maldiciones espirituales y hemos dejado una puerta abierta,
regresa y la situación es peor que antes.
Yo veo suceder esto en muchas familias cristianas. Una persona sale de un estilo de vida
lleno de pecado,
después, cría a recibe la salvación,
sus hijos y entra en
en la iglesia. el ministerio
Entonces, o se involucra
cuando los hijos en su iglesia;
llegan a la
adolescencia, salen a hacer las mismas cosas que solían hacer los padres, sólo que
mucho peores. Nosotros nos quedamos estupefactos y preguntamos: "¿Qué sucedió?
¿Qué anda mal? Nuestros hijos fueron criados en la iglesia, pero están haciendo
exactamente lo mismo que hacíamos nosotros antes de ser salvos". Esto se debe a que
barrimos la casa, pero no cerramos la puerta por medio de la sangre de Jesús, al no
darnos cuenta de que teníamos que romper esa maldición de familia.
Moisés y los hijos de Israel son un excelente ejemplo de la forma de apartar de nuestro
hogar las fuerzas de las tinieblas. Cuando iba a caer la maldición sobre el pueblo de

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Egipto, Dios le dijo a Moisés que le indicara al pueblo que debían tomar la sangre de un
cordero y ponerla en el umbral de sus puertas.

Cuando llego el espíritu de muerte aquella noche, vio la sangre sobre las puertas de sus
casas, y no pudo entrar (vea Éxodo 12:21-29). Romanos 6:23 dice que la paga del
pecado es muerte. Esto no habla sólo de la muerte después de la cual tenemos por 
delante el cielo o el infierno. El divorcio es parte de esa muerte; lo son la pobreza, el
racismo, la ira que destruye los matrimonios y las familias, y también las depresiones y las
enfermedades.
Un hombre de nuestra iglesia me dijo que todos los hombres de su familia morían a
menos de un año de haber cumplido cierta edad, Después de que murió su padre, acudió
a nosotros, clamamos por la sangre de Jesús sobre él y sobre su familia, y le enseñamos
a quebrantar ese espíritu de muerte. La gente recibe la salvación, pero no ha aprendido a
poner la sangre sobre la puerta de su tabernáculo. Cuando usted se da cuenta, y usa el
poder de la sangre de Jesús, esos espíritus y esas maldiciones no lo pueden tocar. El
divorcio tratará de llegar, pero cuando vea la sangre sobre la puerta de su Tabernáculo,
no va a poder entrar. Las enfermedades, la depresión, la ira, la violencia y todas las cosas
malvadas van a tratar de arremeter contra usted y contra su familia, pero si usted tiene la
sangre de Jesucristo en el dintel de su casa, estará viviendo bajo la protección divina.
Si usted acostumbra a decir, o si oye que alguien dice: "De tal palo, tal astilla", aplíquele a
esto la sangre de Jesús. Nada puede cruzar donde está la sangre. En el tabernáculo
antiguo hecho de piedra y mortero, el sacerdote usaba la sangre de un cordero para hacer 
expiación por el pueblo de Dios, pero aquella respuesta era temporal. Hoy en día, usted
es el tabernáculo de Dios, y la sangre del Cordero ha sido derramada una vez y para
siempre a fin de perdonar su pecado y romper la maldición.
EN EL MISMO MOMENTO EN QUE RECIBIMOS A JESUS TODAS LAS FUERZAS DE
LAS TINIEBLAS QUE ESTAN ATACANDO NUESTRA VIDA SALEN HUYENDO.
Capítulo 5
Quitar la carga y destruir el yugo
Cuando Jesús les preguntó a sus discípulos qué decían de Él los hombres, ellos le
respondieron que pensaban que tal vez Él fuera Juan el Bautista, o Jeremías, o Elías.
Entonces Jesús les preguntó: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? (Mateo 16:15).
Inmediatamente, Pedro le respondió: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente (Mateo
16:16). Me parece estar viendo a Pedro mientras se golpeaba la frente con la palma de la
mano, como si se hubiera acabado de dar cuenta de quién era Jesús en realidad.
La palabra "Cristo" no es sólo un título. Tampoco es el segundo nombre de Jesús. "Cristo"
define quién era Jesús, según el Antiguo Testamento. Observe que Pedro no dijo: "Tú
eres el Salvador", o "Tú eres el Rey de reyes", aunque Jesús sea ambas cosas. Lo que
dijo fue: "Tú eres el Cristo", que significa literalmente: "el Mesías, el Ungido".

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 Acontecerá en aquel tiempo que su carga será quitada de tu hombro, y su yugo de tu


cerviz, y el yugo se pudrirá a causa de la unción.

—Isaías 10:27
La carga será quitada y el yugo será destruido a causa de la unción. Tiene una
importancia absoluta el que usted comprenda esta parte de la enseñanza. ¿Recuerda
cuando Jesús dijo en Juan 8:32: "Conocerán la verdad, y cuando conozcan y comprendan
esta verdad, entonces ella los hará libres"? Los judíos que habían creído, pensaban que
tenían toda la verdad que necesitaban, porque eran hijos de Abraham; sin embargo,
estaban equivocados. Sus cargas les habían sido quitadas, pero estaban a punto de que
fueran destruidos sus yugos, o sus maldiciones de familia. Ahora bien, ¿qué quiere decir 
esto de que el poder de Dios quita las cargas y destruye los yugos?

En primer lugar, Romanos 6:23 dice que la paga del pecado es muerte. Sabemos que
todos hemos pecado y que no hay uno justo; ni uno solo. La paga por la carga, o la
recompensa por nuestro pecado es la muerte. Alguien tiene que morir por nuestros
pecados. Hace veinticinco años, cuando yo recibí a Jesucristo como Salvador personal, El
me quitó la carga. Ya yo no tengo que pagar el precio de mi pecado, porque ese precio
fue pagado por completo de una vez por todas. Jesús es el Cristo, lo cual significa que es
el ungido de Dios que se llevó nuestra carga.
En segundo lugar, su unción también destruye el yugo. Por eso Jesús dijo: "Cuando
comprendan la verdad, no sólo van a ser libres, sino que van a ser realmente libres. No
sólo les voy a quitar la carga del pecado, que es la muerte, sino que también voy a romper 
el yugo de pecado, que es la maldición". Todo lo que usted tiene que hacer es reclamar 
esta verdad por medio de Jesucristo y de su unción. Todo pecado será perdonado y toda
maldición quedara rota para usted y para su familia en el nombre de Jesús.
Vayamos un paso más allá. Lea Isaías 53. Aunque es un texto bíblico que muchos
cristianos se saben de memoria, he descubierto que la mayoría no comprenden la
poderosa revelación que Dios nos está profetizando en Jesucristo.
Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de
nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.

—Isaías 53:5
Si yo tomara algún tipo de arma y lo golpeara en el brazo con suficiente fuerza como para
romperte la piel, usted comenzaría a sangrar. Eso sería una herida. Jesús fue herido por 
nuestras rebeliones, por nuestras faltas. Pero después dice que fue molido por nuestros
pecados. Si lo golpeo en el brazo sin romperle la piel, se le va a llenar el brazo de
magulladuras, lo cual significa que estaría sangrando interiormente. Y la iniquidad es una
magulladura espiritual interior que trata de quebrantarnos o destruirnos la vida.
Isaías 1:18 dice: Si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán
emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. La

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39

palabra "grana" habla de algo "doblemente sumergido, o doblemente teñido... doblar, o


hacer algo dos veces".'

Cuando Dios nos dice que la sangre de Jesús nos limpia, significa que somos doblemente
sumergidos. Somos perdonados, pero también somos liberados de la iniquidad. Vamos al
cielo, pero también somos sanados en nuestro interior, para que podamos llevar una vida
pura, santa y justa sobre la tierra. Tenemos el poder necesario para resistirnos al pecado
y llevar una vida santa. Tenemos el poder necesario para resistimos a la ira, la violencia,
las drogas y la depresión.
Cualesquiera que hayan sido nuestros pecados; por profundamente manchada que esté
nuestra vida, la sangre de Jesús no se limita a cubrir todo esto, sino que lo lava. Y Jesús
no sólo lava el pecado, sino que también lava la consecuencia de nuestro pecado, que es
la muerte. Tenemos vida eterna.
Las heridas sangran en el exterior, y las rebeliones son los actos externos. Así que
cuando la Biblia dice que Jesús fue herido por nuestras transgresiones, esto significa que
la sangre que Éll derramó en el exterior lava nuestra vida de todo pecado. Él es el que
elimina nuestras cargas. Cuando fue molido, fue molido en el interior para lavar ese
espíritu de maldición. Él es también el destructor de yugos. Fue herido por nuestras
transgresiones, y también fue molido por nuestras iniquidades. Él es el que quita las
cargas y destruye los yugos. Él lo lava todo en el exterior y nos hace libres en el interior.
Cuando Pedro proclamó que Jesús es el Cristo, Jesús le respondió: Bienaventurado eres,
Simón, hijo de Jonás (Mateo 16:17). Debido a esta revelación, Jesús le dijo: "Pedro, ahora
tú eres bendecido". Fue bendecido —ungido o dotado de poder procedente de lo alto—
con prosperidad y con todas las bondades de Dios. Somos bienaventurados cuando
comprendemos que Jesús es el Cristo que se lleva las cargas y destruye los yugos. Mire
lo que sucedió después. Cuando Jesús bendijo a Pedro con poder y autoridad, respaldó lo
hecho entregándole las llaves del reino de Dios.
Las llaves del reino
Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos.
-MATEO 16:19
Todos hemos visto personas con un gran aro repleto de llaves. Tal vez sean conserjes,
gente dedicada al mantenimiento, o dueños de edificios, pero por lo general tienen la
autoridad necesaria para entrar en determinados cuartos o edificios. Hasta he visto gente
con un montón de llaves, a pesar de que no tienen automóvil ni casa, pero sí que tienen
muchas llaves. A la gente le gustan las llaves, porque son símbolo de autoridad. Las
llaves le dan a la persona el poder de cerrar y de abrir; de dejar entrar a alguien, o de
mantenerlo fuera.
¿Le gustaría realmente tener las llaves? No las llaves de un edificio o de un automóvil,
sino las verdaderas llaves del reino de Dios; del poder y la revelación de Dios. Con

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frecuencia le digo a mi iglesia que no hay poder en los ritos, pero sí hay un poder 
transformador en la revelación. El bautismo no tiene poder si la persona se limita a pasar 
por un rito religioso. Pero cuando alguien aprende por medio de la Palabra de Dios lo que
es el bautismo en agua, yo he visto personas entrar enfermas al agua y salir totalmente
sanadas. Lo mismo sucede con la comunión. No es sólo un rito que se hace con unas
cuantas galletas y un poco de jugo, sino un memorial para recordar que tenemos un pacto
con Dios, y que Él lo ha sellado con la sangre de Jesucristo, y gracias a esa sangre,
podemos creer sus promesas de sanidad y prosperidad. La comunión es momento de
milagros.
Cuando Pedro dijo: "Tú eres el Cristo, el ungido de Dios que quita las cargas y rompe todo
yugo", Jesús le dijo: "Te voy a bendecir. Te voy a dar poder, y también te voy a dar las
llaves del reino de Dios. Ahora, cuanto tú ates (prohíbas o cierres) en la tierra, yo haré lo

mismo encon
respaldar lostodo
cielos, y cuanto
mi poder tú cielos".
en los desates (permitas o abras) en la tierra, yo lo voy a

Cuando Jesús derrotó a Satanás y cumplió la profecía de Génesis 3:15, donde decía que
Él le aplastaría la cabeza, lo que hizo fue pisotearle la cabeza y recuperar todo lo que él
había robado. No sólo tiene las llaves de la vida, sino también las llaves de la muerte y del
hades (vea Apocalipsis 1:18). Así como le dio a Pedro las llaves del reino, también nos las
ha dado a nosotros. Ya las puertas del infierno no podrán prevalecer contra nosotros. Las
drogas, el alcohol, la ira, la pobreza, el divorcio y tantas otras cosas, ya no tendrán poder 
sobre nuestra vida. Jesús, el Cristo, ha quitado la carga y quebrantado el yugo.
En el principio, Dios Padre tenía toda la autoridad. Él era quien tenía todas las llaves del
reino. Cuando creó a Adán, le dio las llaves de la autoridad y el dominio. Pero Adán y Eva
desobedecieron a Dios y siguieron a Satanás. En ese momento, Satanás se hizo con las
llaves y se convirtió en el dios de este mundo.
Entonces, Jesús murió en la cruz, derramó su sangre por nuestra redención y descendió a
los infiernos para derrotar a Satanás. Así fue como recuperó las llaves para usted y para
mí. Pero si nos quedamos parados con las llaves en la mano, no vamos a abrir ni cerrar 
nada, En eso no hay poder alguno. Por eso, Jesús le está preguntando: "¿Quién dices
que soy yo?" Cuando usted le responda: "Tú eres el que quita las cargas y destruye los
yugos. Tú eres el Cristo. Tú eres el que me va a perdonar el pecado y va a romper esta
maldición que hay en
de atar la maldición mi vida",
y desatar la entonces
bendición!estará gritando: "¡Yo tengo las llaves!" ¡Es hora
Bendiciones e iniquidades a través de generaciones
Vemos en la Biblia gente cuya vida bendijo a su familia y a su nación. Vemos también
gente cuyas acciones les acarrearon una maldición a su familia, su ciudad y su nación.
Usted y yo no somos diferentes. Estamos cosechando las consecuencias del pecado de
 Adán. También estamos cosechando las consecuencias de la promesa de Dios a
 Abraham de que todas las familias de la tierra serían bendecidas por medio de él. A
través de Abraham y de sus descendientes, Isaac y Jacob, aparecieron las doce tribus de

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Israel que terminaron convirtiéndose en la nación de Israel. De esta nación vino Jesús, y
por medio de Jesús, la maldición fue rota,

Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás


bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán
benditas en ti todas las familias de la tierra.
—Génesis 12:2-3
No importa que usted esté sufriendo por una maldición que es consecuencia de algo que
usted mismo haya hecho, o que se debe a algo que hayan hecho sus antepasados. El
Cristo que quita las cargas y destruye los yugos vino para hacerlo libre. Ya usted no tiene
que pagar más las consecuencias de esa maldición. Puede vivir en las bendiciones y la
libertad de la redención y la restauración de Dios.
Capitulo 6
La maldición sobre una nación
Hace poco había ido a California para un programa de TBN y Paul Crouch me preguntó:
"Larry, después de todos estos años, y de todas las enseñanzas que tenemos, ¿por qué
es que Dios te ha dado esta revelación en este momento de la historia? Yo nunca habia
pensado sobre esto antes, pero de inmediato, el Espíritu Santo me dio la respuesta. Yo le
conteste: "Porque estamos en el Jubileo".
Y santificaréis el año cincuenta, y pregonaréis libertad en la tierra a todos sus moradores;
ese año os será de jubileo, y volveréis cada uno a vuestra posesión, y cada cual volverá a
su familia.
—Levítico 25:10
Una de las promesas del Jubileo es la liberación de los cautivos (vea Levítico 25:39-41).
Dios nos quiere liberar para que podamos manejar todo lo que Él se está preparando a
hacer en estos últimos días. Quiere liberar a las personas, pero también quiere liberar a
las naciones.
Recuerdo que cuando niño, seguía por televisión los juegos olímpicos. Todos los
participantes competían con intensidad para ganar la medalla de oro de su especialidad.
Los ciudadanos de cada país apoyaban a los atletas que la representaban, incluyendo los
estadounidenses, quienes gritaban: "¡Somos los primeros! ¡Somos los primeros!" Como
nación, Estados Unidos seguirá siendo la primera, pero no creo que sea algo sobre lo que
queramos gritar. Hay ciertos aspectos en los que no quisiéramos ser los primeros.
De todas las naciones industrializadas, Estados Unidos es probablemente la primera en
asesinatos, la primera en crímenes violentos, la primera en crímenes cometidos por 
menores, la primera en delitos cometidos por niños de primaria, la primera en cuanto a
abortos, y la primera en cuanto a familias sin padre. También es probable que sea la
primera en cuanto a divorcios, pornografía y abuso de drogas. Y que lo seamos en cuanto

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a dejar embarazadas a las mujeres para después abandonarlas, y que críen solas a sus
hijos. Estados Unidos es el primer país en una serie de cosas sobre las que no tenemos
ganas de gritar. Estados Unidos es una nación necesitada de que Dios la toque.
Todos sabemos lo que sucedió en las escuelas de Pearl, en Mississippi; West Paducah,
en Kentucky; Jonesboro, en Arkansas; Springfield, en Oregon, y Littleton, en Colorado.
Las revistas de los quioscos nos presentaban a los niños que les dispararon a sus
maestros y compañeros. En Arkansas, dos varones, uno de once y otro de trece años,
tramaron el mortal plan de abrir fuego sobre sus compañeros; lo hicieron, y mataron o
hirieron a quince personas entre estudiantes y maestros. En Colorado, doce estudiantes y
un maestros fueron heridos de muerte, y otros sufrieron heridas graves, cuando dos
estudiantes de secundaria tomaron corno blanco a ciertos grupos de estudiantes.

La violencia que está estallando en nuestras escuelas nos tiene aterrados. En 1996, hubo
255.000 incidentes en que se cometieron crímenes violentos no mortales, de los que
fueron víctimas estudiantes entre las edades de doce y dieciocho años. No se trata sólo
de un problema de los barrios bajos; se está produciendo también en los vecindarios
rurales y de personas pudientes.
Entonces, cuando ya nos sentíamos como que habíamos fortalecido de forma adecuada
la seguridad en las escuelas de toda la nación, un hombre entró a una iglesia de Fort
Worth, en Texas, durante un culto, y comenzó a disparar, matando a siete personas e
hiriendo a otras. La violencia se produjo en el único lugar donde pensábamos que
nuestros hijos estaban seguros: la iglesia.

Los patios de escuelas, parques de juego e iglesias ensangrentados de los Estados


Unidos han salido en la cubierta de todas las revistas importantes del país, y nos están
haciendo dos preguntas:
• ¿Por qué está sucediendo esto en los Estados Unidos?
• ¿Qué podemos hacer para cambiar el curso que llevan la nación y nuestros
 jóvenes?
En el primer capítulo de Isaías leemos una descripción de lo que era Israel en tiempos de
este profeta. Cuando yo leo esto, pienso: Es lo mismo que está sucediendo hoy en
Estados Unidos.
¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos, hijos
depravados! Dejaron a Jehová, provocaron a ira al Santo de Israel, se volvieron atrás.
—Isaías 1:4
Cuando una nación se aparta de Dios, hasta los niños se corrompen. La respuesta a los
problemas de los Estados Unidos no se hallan necesariamente en que haya más control
con las armas, más detectores de metales en las escuelas, o más policía en las calles. La
furia y la violencia existentes se deben a que la nación ha dejado fuera a Dios y le ha

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dado entrada al diablo. Dios es real, y el diablo también. El diablo no es un inofensivo


hombrecillo vestido con ropa interior larga de color rojo, y con unos cuernos puntiagudos.
Es un ser espiritual malvado que viene a matar a nuestros hijos, destruir a nuestros niños
y dividir a nuestras familias. El problema es espiritual, y le tenemos que dar una respuesta
espiritual. Las armas de nuestra milicia no son carnales (vea 2 Corintios 10:4). Estamos
combatiendo en una batalla que es espiritual, no mundana; por consiguiente, necesitamos
respuestas espirituales.
La siembra y la cosecha
No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso
también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas
el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.

—Gálatas 6:7-8
Recientemente, la alcaldesa de Portland pidió una reunión con todos los líderes religiosos
de nuestra ciudad. Nos dijo: "Si usted me dan la respuesta a la violencia en nuestras
escuelas, les prometo que, cualquiera que sea esa respuesta, yo la voy a respaldar y voy
a actuar".
Todos los que estaban en aquella sala comenzaron a dar respuestas, tratando de ser 
prudentes, y políticamente correctos. Tiz estaba sentada junto a mí, y me susurraba:
"Pórtate bien. Pórtate bien".

Finalmente, ya no tenemos
En nuestra iglesia pude resistirlo más yde
centenares dije: "Señora,
niños. Ya noleusan
voy droga.
a decir Ya
cuál
noes la respuesta.
llevan revólver.
Sin embargo, cuando van a la escuela, no les permiten que lleven una Biblia. No se les
permite entrar a orar. No pueden hablar de Jesús. No hace falta ser experto en ciencias
espaciales para darse cuenta. Estamos cosechando lo que hemos sembrado.
"Si realmente nos importan nuestros jovencitos; si realmente nos importa nuestra nación;
si realmente nos importa algo que no sea nosotros mismos, y si realmente tenemos
interés los unos por los otros, tenernos que estar haciendo lo que es bíblicamente
correcto, en lugar de hacer lo políticamente correcto. Tenemos que comenzar a hacer lo
que dice la Palabra de Dios".
En contra de lo que había prometido, no apoyó la solución, sino que se remitió a la ley de
la separación entre la Iglesia y el Estado, una ley pensada para mantener al Estado fuera
de los asuntos de la Iglesia, y no para mantener a la Iglesia fuera de las escuelas y de los
edificios del gobierno.
¿Qué les ha pasado a nuestros jovencitos? He aquí lo que ha sucedido. Hemos dejado de
ir a la iglesia. De adorar a Dios, hemos pasado a adorar nuestra propia complacencia al
precio que sea. La moral y los principios absolutos han sido declarados como pasados de
moda, y la moral de situación los ha reemplazado. La nación ha permitido que su

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moralidad se derrumbe. Esas son las semillas que se han sembrado, alimentado y
cosechado en esta generación.

No es un accidente el que Estados Unidos se haya convertido en la primera en cuanto a


abortos. No es un accidente el que se haya convertido en la primera nación en cuanto a
crímenes y embarazos de menores. Hay una razón para el derramamiento de sangre y la
violencia que hay en las escuelas y en la nación.
¿Por qué es esta nación la primera en cuanto a embarazos de adolescentes solteras?
Porque toda semilla produce de acuerdo a su propia especie, y estamos sembrando esa
semilla a través de programas de televisión, revistas y películas. Estamos fomentando las
relaciones sexuales antes del matrimonio, los embarazos de solteras y los embarazos de
adolescentes en las ondas de la nación.

Si vemos lo que estamos cosechando en esta nación, descubriremos la clase de semillas


que hemos sembrado. No les echemos la culpa a las armas, ni al diablo, ni tampoco a
Dios. Si sembramos mala semilla, tendremos una mala cosecha. Pero si sembramos
buena semilla, tendremos una buena cosecha.
Si sembramos semillas de manzano, tendremos manzana. Si sembramos semillas de
naranjo, tendremos naranjas. Si sembramos semillas de inmoralidad, cosecharemos
inmoralidad. Estamos viendo niños que tienen niños. Estamos viendo mujeres solteras
que tienen niños sin que nadie las ayude. Estamos cosechando una epidemia de
inmoralidad, a causa de las semillas que hemos sembrado. Y no sólo cada semilla va a
producir según su propia especie, sino que toda semilla también se multiplicará (vea
Génesis 1:11).
En la decisión Roe contra Wade del Tribunal Supremo en 1973, Estados Unidos dijo que
estaba bien que un adulto tomara la decisión de abortar un niño no deseado. No digo esto
para parecer muy espiritual, ni para hacer que nadie se sienta condenado, pero tomar la
vida de un inocente no es algo que podamos decidir nosotros. Es un asesinato. Sé que
suena fuerte, pero necesitamos abrir los ojos para ver qué espíritu es el que les estamos
pasando a nuestros hijos. Poco después de que se les diera a los adultos el derecho a
asesinar al niño aún no nacido, los que se las arreglaron para nacer de esa generación
también están asesinando. Sin comprensión espiritual, la gente no entiende por qué los
niños están matando a otros niños hoy.
Cuando hablamos de maldiciones de familia o iniquidades, la familia es tan pequeña
como el grupo de aquéllos que llevan el mismo apellido, o tan grande como la nación en
la cual vivimos. En este caso, si nuestro apellido es "estadounidense", el espíritu que hay
en los adultos, y que toma vida con tanta facilidad, al cual nosotros le llamamos aborto
mientras que la Biblia le llama asesinato, ha sido pasado a nuestros hijos y sigue
creciendo en ellos.

Se multiplica la maldad

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Se ha dicho que es posible contar las semillas que tiene una manzana, pero no se pueden
contar las manzanas que hay en una semilla. En otras palabras, se puede abrir una
manzana y contar hasta diez o quince semillas, pero debido al proceso de multiplicación,
cada semilla contiene en sí misma huertos de manzanas, puesto que se siguen
multiplicando y reproduciendo.

Mateo 24:12 afirma que la iniquidad no sólo pasa de una generación a otra, sino que se
multiplica. La palabra "multiplicarse" traduce el verbo griego plezyno, que significa
"aumentar". O sea, que esta fuerza no sólo pasa de una generación a la siguiente, sino
que empeora notablemente con cada generación.
Y Judá hizo lo malo ante los ojos de Jehová, y le enojaron más que todo lo que sus
padres habían hecho en sus pecados que cometieron.

— 1 REYES 14:22 (Énfasis del autor)


La iniquidad que hizo que los pecados fueran transferidos y se multiplicaran, tuvo por 
consecuencia unos pecados peores que los cometidos por sus padres. Esto mata la teoría
de que "esta vida es mía, y puedo hacer lo que quiera, con tal que no le haga daño a
nadie". Esta vida no es sólo nuestra. No vivimos independientes de los demás, y lo que
hacemos como pueblo y como nación se transfiere a la generación siguiente, y en ella se
multiplica.
He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre.

-SALMO 51:5
 Aunque David habla aquí de una generación pasada de una persona a otra, debemos
comprender que la iniquidad también puede pasar de una generación a la siguiente. Mi
generación estaba metida en las drogas cuando teníamos dieciocho, diecinueve o veinte
años. La iniquidad se ha multiplicado, y ahora los niños están metidos en drogas a los
ocho, diez y doce años de edad. Nosotros estábamos durmiendo con cualquiera y
teniendo relaciones sexuales antes del matrimonio a los dieciocho, diecinueve y veinte
años. Ahora, los niños hacen eso mismo a los diez, doce y trece años... y están
procreando otros niños.
Ya no podemos llevar una Biblia a la escuela, así que ahora los jovencitos llevan
condones, drogas y armas. No podemos orar en voz alta en el aula, pero nuestros
maestros pueden enseñar que es correcto adoptar un estilo de vida alterno de
homosexualidad. En algunos estados, una niña de catorce años no se puede perforar las
orejas sin permiso de sus padres, pero puede abortar sin el consentimiento paterno. La
iniquidad no sólo se está transfiriendo, sino que se está multiplicando. Tarde o temprano,
va a afectar la vida de todos, incluyendo la de nuestros hijos y nietos.
Hace una generación, si un funcionario electo decía: "Si la madre no quiere al hijo,
matemos a ese hijo que aún no ha nacido. Lo llamaremos aborto. Lo haremos legal, y lo
costearemos con los impuestos de los ciudadanos de Estados Unidos", esa persona

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habría sido desechada por la sociedad. Lo habrían sacado de su puesto. Habría cometido
un suicidio político al promover algo tan insensato como matar a los niños aún por nacer.
En cambio, hoy en día lo siguiente es lo cierto, Si un político toma una posición a favor de
la vida de esos niños, se enfrenta al riesgo de perder las elecciones.
¿Qué le ha sucedido a Estados Unidos?
Hace años, oí decir que los teatros o los auto teatros presentaban imágenes de palomitas
de maíz., o de sodas, durante una fracción de segundo, en medio de la película. A estas
imágenes se les da el nombre de subliminales. Pasaban con tanta rapidez, que la mente
ni siquiera las detectaba, pero el subconsciente si, y de repente los que estaban viendo la
película sentían un gran deseo de comer palomitas de maíz o tomarse una soda. Si esas
imágenes eran tan poderosas, que eran capaces de afectar las decisiones de una
persona en su vida, cuánto más poderosas pueden ser horas enteras de una violencia y
una inmoralidad fácilmente perceptibles, sobre todo en el caso de unos niños pequeños e
impresionables.
Nuestra mente es un instrumento y una fuerza espiritual poderosa. Cuando hablo de la
mente, no me estoy refiriendo al cerebro. Nuestro cerebro es una sustancia física formada
por sangre y tejido o materia gris. Pero la mente no es física; es espiritual. Efesios 4:23 la
llama el espíritu de vuestra mente. Todos sabemos que somos cuerpo, alma y espíritu.
Somos un ser espiritual que vive dentro del cascarón de un cuerpo, y funcionamos a
través del alma; es decir, de nuestras emociones, sentimientos y pensamientos.
Proverbios 23:7 dice: Porque cual es su pensamiento en su corazón, tales él. Hace años
oí decir. "Siembra un pensamiento y cosecha una acción; siembra una acción y cosecha
un hábito; siembra un hábito y cosecha un destino". Por eso, Juan ora en 3 Juan 2 para
que nuestra salud y nuestra prosperidad florezcan en proporción directa a la forma en que
prospera nuestra alma, o con la forma en que pensamos y en que funcionan nuestras
emociones.
Hace poco leí en un periódico un artículo titulado "El final de una era". Hablaba del
programa de televisión Home Improvement ("Mejora de las casas"], que se iba a acabar.
Básicamente, los potentados de los medios masivos y de Hollywood les han cerrado la
puerta a los programas y las películas que presentan a la familia tradicional. Dicen que un
hogar con la madre, el padre y los hijos ya no es la norma, ni el único estilo aceptable de
"familia". Ahora, la gente quiere ver programas de parejas que viven juntas sin casarse,
grupos de amigos de ambos sexos que viven juntos, o una joven normal y un homosexual
que viven juntos. Los días de los programas de televisión al estilo de Leave It to Beaver 
("Déjaselo a Beaver") han terminado oficialmente; se trata del final de una era. Ha surgido
un nuevo modelo aceptable.
Hace veinticinco años, el evangelista David Wilkerson, de la ciudad de Nueva York,
profetizó que se verían en la televisión hombres y mujeres teniendo relaciones sexuales.
Nadie pensaba que eso pudiera ocurrir, pero ocurrió. La mayoría de los programas
nocturnos tratan unos temas que sólo por hablar de ellos, solían hacer que nos lavaran la

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boca con jabón. Ahora, ponen el programa para que lo vean y oigan personas de todas
las edades. Cuando la industria del espectáculo les dice a nuestros hijos que no tiene
nada de malo que un hombre y una mujer duerman juntos, aunque no estén casados; que
tengan un hijo, aunque sea fuera de matrimonio; que busquen un aborto o maten a ese
niño, o que vivan como homosexuales y lesbianas, ¿esperamos que esto no los afecte?

Somos responsables de la forma en que usemos nuestra influencia como políticos, como
productores de televisión, como actores o cantantes, y como gente de negocios. Cuando
el dinero que se obtiene de las películas, la televisión y las grabaciones vale más que la
vida de nuestros hijos ¿no será que nos estamos vendiendo por treinta monedas de
plata? Estados Unidos está traicionando a sus hijos por dinero.
Jesús tiene unas palabras muy graves con respecto a esto:

Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mi, mejor le
fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo
profundo del mar.
—MATEO 18:6
Hace algunos años estaba en Nashville, dando unos cursos sobre la familia para TBN. Tiz
y yo estábamos escuchando el noticiero, y la nación se tambaleaba después de otro
tiroteo en una escuela. Durante aquel mismo noticiero, se presentó un informe sobre un
cierto profesor de un colegio universitario y varios políticos que debatían sobre el
argumento del momento en el que comienza realmente la vida humana. Dos estudiantes
universitarios acababan de ayudar a nacer a un bebé en un cuarto de hotel, habían
matado al bebé y lo habían puesto en un basurero. ¿Se los debía procesar por asesinato,
o no? Si hubieran provocado un aborto uno o dos días antes, habrían podido recibir ayuda
del gobierno. Pero el que hubieran esperado esos días más hasta que el niño naciera, era
razón para que el gobierno los juzgara por asesinato con premeditación. El profesor 
universitario alegaba que un bebé no puede ser realmente humano hasta que llega a los
treinta días. Mientras no alcanza los treinta días de nacido, es lo que el llamo un "neófito",
y durante ese período, los padres deberían tener el derecho de escoger si el niño debía
vivir o morir. No fue coincidencia que mi enseñanza de aquella noche tuviera la misma
base que el próximo capítulo: "La inversión de una maldición nacional".

Cuando cuento esa historia en las iglesias, la gente se siente impactada. Pero ya no nos
causa impresión alguna un aborto a los cuatro meses, a los seis, o incluso a los ocho,
porque nos hemos acostumbrado. Es la vieja historia de la rana en el cazo. Si usted pone
una rana en un cazo lleno de agua hirviendo, salta y se va. Pero si lo pone en un cazo de
agua tibia, y poco a poco va subiendo el calor, la rana se va ajustando, y se queda allí
sentada, hasta que muere hervida. Esto es lo que está sucediendo en los Estados Unidos.
No comenzamos matando a los niños al nacer. Al principio sólo se podía abortar durante
el primer trimestre de embarazo; después se extendió hasta incluir el segundo trimestre.
 Ahora, en los abortos de nacimiento parcial, le podemos quitar la vida a un ser inocente
en el momento en que sale de la seguridad del vientre materno. Nos estamos

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acostumbrando al aborto. Nos estamos acostumbrando al crimen. Nos estamos


acostumbrando a la inmortalidad. ¿Se nos ha encallecido el corazón? Y la iniquidad del
aborto —o de la destrucción de vidas inocentes—, ¿ha pasado a la próxima generación?
En estos momentos, sólo en los Estados Unidos, hay 1,8 millones de adultos tras las
rejas. El número de personas encarceladas se ha más que duplicado en los últimos doce
años. Las prisiones de la nación han añadido veintiséis mil camas en el último año. Los
ciudadanos pagan millones de dólares al año en impuestos, sólo para que funcione el
sistema carcelario; sin embargo, parece como si por mucho que hagamos para tratar de
arreglar este problema, sigue creciendo. ¿Por qué sucede esto? Porque la iniquidad no
sólo se transfiere, sino que también se multiplica.
¿Es una situación desesperada? Aunque tal vez lo parezca, no lo es si nuestra esperanza
está puesta en Jesucristo.
Mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia.
—Romanos 5:20
Jesucristo es d mismo ayer, y hoy, y por los siglos,
—HEBREOS 13:8
Si Él pudo liberar de Egipto a los hijos de Israel, también nos puede liberar a nosotros de
la situación en la que estemos, cualquiera que ésta sea. El no sólo quiere romper la
maldición, sino que también la quiere invertir.
Capitulo 7
La inversión de una maldición nacional
Puesto que Dios me ha llamado a enseñar sobre las formas de romper las maldiciones
generacionales, de vez en cuando veo programas de televisión o Leo artículos de revistas
que tienen que ver con la delincuencia juvenil. Son muchos los jovencitos a los que se
encuentra repitiendo, de una forma mayor, algo que les ha pasado a ellos. La mayoría
han sido víctimas de maltratos físicos o sexuales. Las historias de esos jovencitos son
trágicas. Recuerdo uno cuyo padre era homosexual, y el amante del padre había estado
abusando sexualmente de él. Muchos de esos niños proceden de hogares destrozados.
Han heredado la iniquidad de las generaciones pasadas, y se han convertido ellos
también en abusadores, pervertidores y criminales.
Tal como hablamos antes acerca de confesarnos nuestras faltas unos a otros (Santiago
5:16), también podemos confesar las faltas de nuestra nación.
Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios
le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero
con la boca se confiesa para salvación.

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—Romanos 10:9-10

Vivimos en unos tiempos en los que muchos creen que no hay nada bueno ni nada malo.
Todo puede ser bueno, siempre que uno lo crea bueno. En muchas de nuestras escuelas
no estamos enseñando principios absolutos, Los alumnos reciben una calificación en
matemáticas que se basa en su esfuerzo, y no en que sus respuestas hayan sido
correctas. Los jovencitos cometen un delito en su escuela, y los padres llevan a la escuela
a los tribunales, por no haber tenido suficiente supervisión, o por permitir un ambiente que
puede haber provocado el delito. En lugar de enseñarles a nuestros hijos a aceptar la
responsabilidad y las consecuencias de sus acciones, les estamos enseñando a
esconderlas, a cubrirlas y a echarles a otros la culpa.
Recibimos la justicia y la salvación por medio de la sangre derramada por Jesús, pero
también nos las podemos apropiar como nación. De la misma forma que una persona
puede ser liberada, también lo puede ser una nación. Nuestra nación puede experimentar 
la liberación, la bendición, la prosperidad y la sanidad de Dios.
Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi
rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y
perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.
—2 CRÓNICAS 7:14
Lo que Dios está diciendo es: "Si mi pueblo se arrepiente de la iniquidad y de los pecados
de su nación, yo voy a liberar a la nación”.
El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará
misericordia.
-PROVERBIOS 28:13
Necesitamos dejar de jugar, aceptar con seriedad las proclamaciones y la causa de
Jesucristo, y entrar en batalla. Necesitamos enfrentarnos a los problemas espirituales con
soluciones espirituales. Tenemos a nuestra disposición unas respuestas espirituales que
harán que triunfemos siempre. Y necesitamos llegar a la causa básica. Por supuesto, le
doy gracias a Dios por todo el que trate de ayudar a resolver los problemas del mundo,
pero la respuesta no va a proceder de una asociación política, de un grupo de cabildeo o
de un programa de televisión. El gobierno nos dirá que el problema está en las armas. La
gente que está en contra del aborto nos dirá que el problema está en los partidarios del
aborto. Sin embargo, la solución a los problemas de la nación no está en la gente: Porque
no tenemos lucha contra sangre y carne (Efesios 6:12). Al igual que el problema, la
solución es también espiritual. El problema consiste en que la iniquidad de los padres se
transfiere de una generación a la siguiente.
Nuestros padres pecaron, y han muerto; y nosotros llevamos su castigo.
-LAMENTACIONES 5:7

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Si permitimos que nos convenzan para que sólo busquemos respuestas carnales —
controles más estrictos con las armas de fuego, talleres sobre autoestima, clases de
educación sexual, distribución de aparatos para el control de la natalidad en las escuelas,
y cosas así—, sólo estaremos tratando los síntomas, y no las causas. Los problemas
espirituales exigen respuestas espirituales, y eso significa guerra espiritual.

 Arrepentirse por su nación


Daniel se puso en la brecha por toda una nación. Cuando se arrepintió por las iniquidades
de Israel, el pueblo fue liberado y se comenzó a preguntar: "¿Por qué no estamos
sirviendo a Dios? ¿Por qué estamos haciendo estas cosas que no le son agradables?
¿Cómo es posible que nos hayamos alejado tanto de las bendiciones de Dios que antes
disfrutábamos?"

En el sentido espiritual, Estados Unidos se halla en la misma situación que Israel cuando
fue llevado a la cautividad, y si Dios oyó las oraciones de Daniel y liberó a Israel, también
va a oír las nuestras y va a liberar a los Estados Unidos. Todo lo que tenemos que hacer 
es buscar de nuevo a Dios. El no es un Dios malvado, ni un capataz cruel. Es un Dios
bueno, un Padre grande y amoroso que quiere traernos de vuelta a su bendición.
Necesitamos decir: "Señor, confesamos nuestros pecados ante ti, y nos arrepentimos.
Ten misericordia de nosotros". Él nos promete que cuando hagamos esto, sanará nuestra
tierra (vea 2 Crónicas 7:14).
La oración de Daniel por Jerusalén puede ser también nuestra:

Hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecho impíamente, y hemos sido
rebeldes, y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus ordenanzas. ...Oh Señor,
conforme a todos tus actos de justicia, apártese ahora tu ira y tu furor de sobre tu ciudad
Jerusalén, tu santo monte; porque a causa de nuestros pecados, y por la maldad de
nuestros padres, Jerusalén y tu pueblo son el oprobio de todos en derredor nuestro.
—Daniel 9:5, 16
Ésta fue la respuesta que Dios le dio a Daniel, y creo que también puede ser la que nos
dé a nosotros:
 Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú
eres muy amado.
-DANIEL 9:23
Israel es tipo y sombra de todos los que somos hijos de Dios. Ellos estaban en la
cautividad, y la visión interpretada por Daniel significaba que en el año setenta de su
cautividad, serian liberados (vea Daniel 9:24-27). En el momento de producirse la visión,
estaban en el año sesenta y nueve. Daniel sabía que se acercaba su redención, pero
tenía temor, porque comprendía que aunque el pueblo fuera liberado, su iniquidad lo
llevaría de vuelta a sus caminos de pecado.

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Sí, Jesucristo es el Cristo que quita las cargas y destruye los yugos. Él fue herido por 
nuestras transgresiones. Su sangre nos ha liberado. Pero si no comprendemos que su
sangre también rompe la iniquidad, o la maldición, seguiremos cayendo en pecado. Como
el pueblo judío de los tiempos de Daniel, por medio del poder de la sangre de Jesús
podemos entrar en ese año de liberación, o año del Jubileo.

En este nuevo milenio, Dios nos está diciendo a nivel de nación: “Arrepiéntanse".
Nosotros nos podemos arrepentir por la maldad que nuestra nación ha cometido contra
Dios. Nos podemos arrepentir por lo que trajeron sobre la nación aquéllos que vivieron
antes que nosotros. Nos podemos arrepentir por la iniquidad que está manteniendo
esclavizada a la nación. Jesús está deseoso de poner en libertad a todos los cautivos.
Y confesarán su iniquidad, y la iniquidad de sus padres, por su prevaricación con que
prevaricaron contra mi; y también porque anduvieron conmigo en oposición…. Entonces
yo me acordaré de mi pacto.
—Levítico 26:40, 42
Dios tiene un pacto con todas las naciones y con todas las personas que invocan su
nombre. Si los cristianos comenzamos a arrepentirnos de la iniquidad que se ha
introducido en nuestra nación, Dios va a hacer que las mentes de las personas se vuelvan
a enderezar, y va a derramar las bendiciones de su pacto sobre Estados Unidos.
La muerte, la destrucción y la falta de razón para vivir que tiene nuestra generación no
son culpa sólo de los medios masivos. La Iglesia también tiene culpa. Cuando atamos los
poderes de las tinieblas, o desatamos la unción de Dios, si quisiéramos ser honrados, la
mayoría de nosotros admitiríamos que sólo estamos pronunciando palabras, porque no
está sucediendo gran cosa.
Hemos dejado que caigan los muros, y le hemos dado lugar, le hemos proporcionado una
apertura al enemigo, y ese enemigo no es un ser humano; es el diablo. La Biblia dice que
no tenemos batalla contra carne ni sangre, y mientras no aprendamos esto, no podremos
triunfar, porque estaremos luchando con el enemigo que no es, o no estaremos luchando
en absoluto. Proverbios 6:31 afirma que cuando descubrimos quién es el ladrón, entonces
él nos tiene que devolver todo lo que nos ha robado, multiplicado por siete. Los que no
son salvos y no son cristianos, no son el enemigo. Son nuestra meta. Jesús dijo estas
palabras: Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Tal
vez usted diga: "Si, pero ese drogadicto, y esa persona mundana, no son amigos de
Jesús". Cuando yo era drogadicto, Jesús me amaba tanto, que murió para tomar mi lugar.
Y no lo olvide: Él murió para tomar también el lugar de usted.
Siempre me asombra lo críticos que nos podemos volver los que hemos sido salvados por 
gracia. Otra cosa de la que el pueblo de Dios necesita arrepentirse, es de las luchas
internas. ¿No es increíble lo dividido que está el cuerpo de Cristo, aunque todos
conocernos el texto que dice: Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda
ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá (Mateo 12:25)? Cuando
tomamos la comunión, debemos esperar hasta habernos juzgado a nosotros mismos (vea

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1 Corintios 11:23-33). Debemos juzgar nuestro carácter y nuestra conducta con el Señor,
pero es igualmente importante que juzguemos la forma en que nos tratamos entre
nosotros. El versículo 29 dice que si no lo hacemos, el juicio de Dios cae sobre nosotros
cuando tomamos la Santa Cena de una manera indigna. En el versículo 30, la Biblia dice
que ésta es la causa o razón por la cual muchos están débiles, enfermos o muertos.
Nuestras iglesias y nuestros ministerios son débiles, nuestros matrimonios y familias
están enfermos, y nuestras comunidades y nación se están muriendo.
¿Por qué razón? El versículo 29 nos dice que no estamos discerniendo o tratando de
manera adecuada al cuerpo del Señor. Cuando Él habla de Su cuerpo, no está hablando
de un pedazo de pan, puesto que en 1 Corintios 10:16 y 17, la Biblia dice que nosotros
somos el pan y que somos un solo cuerpo. Al principio de ser salvo, yo pensaba que
todos los cristianos amaban a Dios y se amaban entre sí. Poco después de recibir a

Jesús, memayoría
nuevo. La fui al trabajo y les
de ellos se conté a todos
sintieron lo que mepero
emocionados, había
unasucedido.
señora, enHabía
lugarnacido de
de alabar 
a Dios y sentirse feliz, me preguntó en qué denominación yo había sido salvo. "La
cristiana", le respondí, sin intentar dármelas de listo. Pero era nuevo, y pensaba que en
Jesús, todos éramos una familia.

¿Ha conocido usted algún cristiano de mala entraña, murmurador, traidor y fomentador de
divisiones? ¿Cómo es posible que nosotros, que debemos ser como Cristo, aceptemos el
ser de mala entraña, discutidores y chismosos? Ser un cristiano de mala entraña es como
ser un hombre bajo alto, o un hombre delgado grueso, o un hombre calvo de pelo largo.
Sencillamente, no funciona. Pues esa otra iglesia no tiene bien sus creencias. ¡Ni
tampoco
una formausted! ¡Nialtampoco
correcta yo!ciento.
ciento por Ninguno de nosotros comprende la Palabra de Dios de

La Biblia dice que todos vemos oscuramente, a través de un espejo (vea 2 Corintios
13:12). Yo sé que cuando lleguemos al cielo, caminaremos por las calles de oro con
Jesús, y Él nos dirá: "Ahora que tengo un poco de tiempo contigo, déjame mostrarte algo".
Entonces, abrirá Su Palabra. "Pero, Señor, si en cuanto a eso, no andaba ni cerca, ¿no es
cierto?" "No", nos dirá, "pero hiciste lo que pudiste". Así que, antes de comenzar a gritar 
muy alto para que el mundo malvado se arrepienta, señalando el índice acusador y
diciéndoles que todo es culpa suya, debemos recordar que el arrepentimiento comienza
por casa. La unidad fue la que trajo consigo el derramamiento del Espíritu Santo en la
Iglesia naciente, y yo sé que va a traer el derramamiento y la unción de Dios a la Iglesia
de los últimos tiempos.
La Biblia dice que "los de fuera" van a saber que "los de dentro" le pertenecernos "al de
arriba" por una sola cosa: Sabrán que somos sus discípulos, porque nos amamos unos a
otros (vea Juan 13:35). Sabrán que le pertenecemos a Él, no porque somos perfectos,
sino porque nos amamos mutuamente. ¿Sabe lo que eso significa? Cuando pongamos en
orden nuestra vida, y nos amemos corno debemos, van a entrar más personas que nunca
en la iglesia para recibir la salvación, porque la unción volverá a nuestra música, nuestro
canto, nuestra enseñanza y nuestra predicación. La Biblia dice que si decimos que
amamos a Dios y no amamos a la persona que tenemos junto a nosotros, sólo somos

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unos mentirosos (vea 1 Juan 4:20-21). Debemos estar seguros de que cuando hablamos
la verdad, la estamos hablando en amor, y no movidos por un espíritu erróneo. La letra de
la ley mata o destruye la fe en Dios, pero el Espíritu o unción le da vida a la Palabra que
estamos enseñando y predicando.
La Iglesia necesita vigilar su producción de frutos. Los creyentes nos debemos hablar la
verdad unos a otros, de acuerdo con el fruto del Espíritu, que es amor, gozo, paz,
paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza (vea Gálatas 5:22-23).
Realmente, me parece que el dueño (Dios) de la viña (la Iglesia) está buscando fruto (por 
medio del Espíritu), y cuando lo encuentre en la Iglesia —cuando la Iglesia comience a
amar y ser bondadosa de nuevo—, el Espíritu de Dios va a comenzar a fluir como nunca
antes. Necesitamos recordar que estas cosas de Jesús, de la Iglesia y de la Biblia
constituyen las Buenas Nuevas.

Entregarlo todo
Dios dice: "No sólo voy a romper la maldición, sino que la voy a invertir, y traer de vuelta a
vuestra vida todas esas bendiciones del pacto con Abraham y el pacto mosaico". ¿Lo
podemos hacer realmente? Para responder esa pregunta, le voy a dar un ejemplo de algo
que hicimos en nuestra iglesia. Sabiendo lo que Lucas 6:38 dice con respecto a lo que
damos y lo que se nos da, medida buena, apretada, remecida y rebosando, yo me
preguntaba por qué hay gente que no diezma. La razón por la que el diablo no quiere que
la gente diezme, es para que no sea bendecida, y de paso, la iglesia tampoco lo sea. Por 
eso, en uno de nuestros cultos nos arrepentimos de no haber ofrendado ni diezmado.

Después, nos arrepentimos de la iniquidad que mantenía esclavizada a la gente; que le


impedía ver lo que dice la Palabra de Dios acerca de los diezmos y las ofrendas al Señor;
de darle cuanto Él nos pida que le demos.
Los informes de alabanza y los milagros económicos empezaron a llegar en gran número,
pero hay uno en particular que recordamos especialmente Tiz y yo. Todd y Kathy habían
tratado de adoptar un bebé durante más de cuatro años, y siempre habían sido fieles en
cuanto a sus diezmos y ofrendas. Sin embargo, había algo que bloqueaba su milagro. En
diversas ocasiones estuvieron a punto de tener un bebé en sus manos, pero le daban el
niño a otras personas en el último momento. Cuando yo estaba predicando sobre darle a
Dios, el Espíritu Santo me dio una palabra para Todd: "Todd, si tú le entregas a Dios tu
espíritu de ira, Dios te va a dar una hija". La ira había estado en Todd y en algunos otros
miembros de su familia durante generaciones, pero aquel día, Todd se la entregó a Dios,
y quedó libre. Al mismo día siguiente, recibieron una llamada de la agencia de
adopciones. "¡Tenemos su niña!"
Cuando le damos a Dios todo lo que tenemos —lo bueno, lo malo y lo feo—, Él nos da
unas bendiciones inmensamente grandes, mucho mayores de lo que nosotros podríamos
pedir o pensar (vea Efesios 3:20). Y el mismo principio es válido para todos los aspectos
de nuestra vida, incluyendo nuestras ciudades y naciones. Cuando dedicamos nuestro

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tiempo a orar e interceder por nuestros parientes y amigos, por nuestra comunidad y
nuestro país, Dios puede cambiar las cosas.

¿Cuántas personas sirven hoy a Dios como consecuencia de que su madre o su abuela
oró por ellas? ¿Cuántas veces oímos la historia de un hijo que regresa al hogar después
de años de oración e intercesión de sus padres a favor de él? Cualquier persona puede
hacer esto por su familia y, en nuestra condición de cristianos, lo podemos hacer por 
nuestra nación.
Dios hace habitar en familia a los desamparados; saca a los cautivos a prosperidad; mas
los rebeldes habitan en tierra seca.
—Salmo 68:6

 Así comode
apartado Daniel
Dios se
paraarrepintió del pecado
corromperse—, de Israel
también —aunque
una persona se él mismo
puede no se había
arrepentir de la
iniquidad de su nación, de su iglesia o de su familia. Entonces, los que están
encadenados y atados a la rebelión pueden ser liberados. ¿Recuerda Levítico 16:22,
cuando el sacerdote ponía la sangre sobre el macho cabrío, pronunciaba los pecados de
Israel sobre él, y lo enviaba al desierto? La iniquidad, ese espíritu que mantiene
esclavizada a la gente, era enviada a un lugar desierto, Jesús dijo que va a un lugar 
desierto, pero después regresa. Aunque encuentra la casa barrida y adornada, ha
quedado una puerta abierta, y entran más espíritus. Entonces, esa persona está en
peores condiciones que antes (vea Mateo 12:43-45). Pues no sólo vamos a enviar la
maldición a un lugar desierto, sino que la vamos a destruir por medio de la comprensión,
por medio de la sangre de Jesús, de que cuanto atemos en la tierra, es atado en los cielos
(vea Mateo 16:17-19). Nuestra casa va a estar barrida y adornada, y todas sus puertas
van a estar firmemente cerradas.
 A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante
la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y
tu descendencia.
—Deuteronomio 30:19
Podemos escoger entre la vida y la muerte. Dios no lo va a hacer por nosotros.
Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia
a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones.
—Deuteronomio 7:9
No me parece que nos queden mil generaciones, porque creo que estamos en la noche
del sexto día. Estamos en la hora undécima. Estamos en el año sesenta y nueve de la
cautividad babilónica. Estamos a punto de entrar en el reino milenario de Jesús, que
comenzará después del arrebatamiento y de la tribulación, y vamos a gobernar y reinar 
aquí en la tierra con Jesús.

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Se trata del mensaje profético de que estamos entrando en el milenio sabático con la
bendición de mil años sobre nosotros y sobre nuestros hijos. ¿Podemos romper realmente
la maldición que haya sobre nuestra familia? ¿Tenemos la autoridad necesaria? ¿Quién
decimos que es Jesús? ¿Decimos que es el Cristo, el poder de Dios que quita las cargas
y destruye los yugos? Si así es, El nos dice: "Ahora te doy poder, y las llaves del reino;
bienaventurado seas".
Son las llaves que atan y las llaves que desatan. Cuanto usted prohíba en la tierra, es
prohibido en los cielos. "Prohíbo que esta maldición se siga arraigando en mi vida.
Prohíbo que esta maldición eche raíces en mi familia. Prohíbo que esta maldición entre a
mi iglesia. Prohíbo que esta maldición le haga daño a mi ciudad. Prohíbo que esta
maldición siga operando en mi nación". Y cuanto usted desate o permita en la tierra, es
desatado en los cielos. "Desato por el Espíritu de Dios bendiciones, sanidad, gozo y

prosperidad sobrequiénes
cuando sabemos mi familia,
somosmi en
ciudad
Cristoy Jesús.
mi nación". Ésta es la autoridad que tenemos

Hemos recibido autoridad


Me hallaba en una convención de libreros cristianos cuando un hombre procedente de
Irlanda se me acercó y me dijo: "Venga a enseñar esto en Irlanda. Nosotros llevamos
centenares de años en guerra. Oímos su mensaje sobre romper las maldiciones familiares
y nacionales, y ésa es la respuesta para que nuestra nación sea libre. Estamos luchando,
y ya ni siquiera comprendemos por que estamos luchando".
Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si
primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa.
-MATEO 12:29
Podemos atar al enemigo en nuestra vida, en nuestra familia, en nuestra iglesia, en
nuestra ciudad y en nuestra nación, gracias a la sangre de Jesucristo. Él es el Cristo, el
que quita cargas y destruye yugos; el que es capaz de quebrantar ese espíritu de
iniquidad y de hacer que Estados Unidos, o Irlanda, o cualquier otra nación, sea libre de
nuevo. Nosotros tenemos las llaves para recuperar lo que el hombre fuerte nos ha robado.
Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios.
—MARCOS 16:17
Si usted cree en Jesucristo, ha recibido la autoridad necesaria para echar fuera las
fuerzas que están atacando a su familia, su hogar y su nación.
Hace poco iba en avión a una conferencia de hombres en Hawái. Dos de mis
colaboradores estaban conmigo, y el hombre que estaba sentado detrás de mí me tocó en
el hombro y me dijo: "Pastor, me gustaría presentarle a este hombre".
Estaba sentado junto a un pastor de Hawái. El pastor hawaiano me dijo: "Es un milagro
que estemos en el mismo avión". Sacó un hermoso juego de estilográfica de madera y

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hecho a mano, con mi nombre grabado. Me dijo: "Se lo iba a enviar a usted tan pronto
llegara a casa". Después dijo: "Escuché sus enseñanzas sobre romper la maldición, y
esas enseñanzas me han liberado. Pero no sólo me han liberado a mí, sino que las
compartí durante cinco semanas en mi iglesia, y la iglesia ha quedado totalmente
liberada. Le quería hacer este regalo para decirle lo incalculablemente valiosas que son
sus enseñanzas".
En aquella conferencia de hombres en Hawái, un hombre se me acercó después para
decirme: "Pastor, ésta es la respuesta que yo he estado buscando. A mi bisabuelo le
pusieron un nombre que en su idioma era el de una deidad demoníaca feroz. Mi
tatarabuelo también tenía ese nombre, y terminó perdiéndolo todo. El rey les había dado
tierras, y las perdieron todas. Finalmente, comenzó a abusar del alcohol y las drogas, y
terminó en la cárcel. Desde entonces, al varón más fuerte de cada generación se le daba

ese nombre.
metidas en lasTodas lasy personas
drogas el alcohol,que
y enllevaban
la cárcel.elEsto
nombre terminaban
ha sido perdiéndolo
pasado de todo,
una generación
a otra, y ahora le acaban de poner ese nombre a mi hijo. Yo me voy a mi casa para
cambiarle el nombre y romper la maldición, de manera que lo que les sucedió a mis
antepasados no le suceda a mi hijo".

¿Hay alguna maldición en su familia? ¿Hay alguna maldición en su iglesia? ¿Hay alguna
maldición sobre su ciudad que se repite una y otra vez sobre sus habitantes? ¿Está
cansado de vivir en una nación maldita? Para que pueda invertir la maldición que hay
sobre su familia, su ciudad y su nación, es necesario que tenga primero las llaves del
reino de los cielos. En primer lugar, necesita convertir a Jesucristo en Señor de su vida.
Si nunca le ha pedido a Jesús que entre en su corazón para que usted sea salvo, haga
esta oración para poder convertirse en hijo de Dios, recuperar lo que el enemigo le ha
robado, y comenzar a llevar la vida abundante que Dios tiene planeada para usted.
Padre, vengo ante ti en este momento en el nombre de Jesús. Sé que he pecado, porque
todos hemos pecado. Pero también sé que tú me amas tanto, que enviaste a Jesucristo
para que pagara por completo el precio de todos mis pecados. Te pido que me perdones
todos mis pecados y te entrego mi vida. En estos momentos recibo a Jesucristo como
Señor y Salvador mío.
Y ahora, Satanás, en el nombre de Jesús, por su sangre y por el poder de la cruz, te ato y
te ordeno que salgas de mi vida. Sal de mi casa. Sal de mi familia. Sal de mi cuerpo. Sal
de mi mente. Sal de mi espíritu. Sal de mi economía. Y declaro que todas las maldiciones
de familia y todas las maldiciones generacionales quedan rotas e invertidas en el nombre
de Jesús. Tengo el perdón. Tengo gozo. Tengo paz. Tengo la salvación. Tengo salud.
Tengo prosperidad. Todas estas cosas son mías. No algún día, sino hoy, ahora mismo, en
el nombre y por la sangre de Jesucristo. Amén.
Puede hacer esta oración sobre su familia, su iglesia, su ciudad y su nación:
Señor, me arrepiento de la iniquidad que hay en nuestra familia, en nuestra iglesia, en
nuestra ciudad y en nuestra nación, y que ha sido transferida de una generación a otra.

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En este mismo instante, por medio de la sangre y del nombre de Jesucristo, invierto esas
maldiciones. En el nombre de Jesús he orado. Amén.

CUANDO LE DAMOS A DIOS TODO LO QUE TENEMOS —LO BUENO, LO MALO Y LO


FEO—, EL NOS DA UNAS BENDICIONES INMENSAMENTE GRANDES, MUCHO
MAYORES DE LO QUE NOSOTROS PODRIAMOS PEDIR O PENSAR
Capitulo 8
La sangre de Jesús tiene más poder del que usted se cree
Todas las semanas recibimos cartas de creyentes en las que nos expresan que necesitan
ser liberados. También recibimos muchas cartas de personas que no son cristianos
nacidos de nuevo, pero que necesitan con toda urgencia una respuesta a sus problemas.

En
vidatoda
o enesta nación
la de hay gente
su familia: que batalla
depresión, con maldiciones
suicidio, enfermedades generacionales en su lujuria
de todas clases, propia
descontrolada, promiscuidad, ansiedad, fracaso, pobreza, abandono, brujería, temores,
rebelión, maltratos y adicciones de todo tipo. Y la lista sigue.
Un hombre nos envió una carta donde decía que lloró incontrolablemente mientras
escuchaba mi testimonio. Nos comunicaba que mi historia habría podido ser su propia
historia, con la excepción de que él ya había perdido a su esposa y sus hijos a causa de
su furiosa y descontrolada ira. Había perdido toda esperanza mientras intentaba todo lo
que conocía para cambiar de vida, fracasando siempre. Hasta nos dijo que habría
preferido ser la víctima, la persona maltratada, y no el abusador, porque al serlo, tenía
que vivir lleno de una vergüenza y un sentido de culpa horrible.
Hoy en día se dedica mucha atención a las víctimas de los maltratos, y es correcto que
así sea. Entonces, un hombre como éste suplica: "Yo soy el abusador, pero también soy
una víctima; una víctima de mi propia furia. Por favor, ayúdenme a cambiar". Sentí que se
me destrozaba el corazón mientras me inundaban recuerdos y sentimientos salidos de mi
pasado. Vi la urgencia con la que esta gente necesitaba saber cómo podía ser liberada.
Cuando escucho estas historias y leo estas cartas, lloro ante Dios. Recuerdo lo que dijo el
profeta Oseas: Mi pueblo fue destruido, porque le falto conocimiento ((Oseas 4:6), y estoy
decidido a hacer que la Palabra de Dios llegue a aquéllos a quienes Satanás está
pisoteando; a aquéllos
derrotados. El enemigoque están agotados
no desperdicia y listos
táctica para
alguna enechado todopor
su intento a rodar y declararse
derrotar al pueblo
de Dios. No hay nada que esté por encima de los asaltos demoniacos. Es decir; nada, con
la excepción de la sangre de Jesús.
El poder de la sangre
La sangre de Jesús es la fuente del poder para nuestra salvación y nuestra libertad. En el
momento en que recibimos a Jesucristo en el corazón y la vida, nuestros pecados nos son
perdonados. Entonces Jesús se convierte en Jehová Tsidkenu, nuestra justicia, y Jehová
M'Kaddesh, nuestra santificación constante.

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La sangre de Jesús nos hace justos al purificarnos de cuanto pecado hayamos cometido
 jamás. Eso significa que ya no somos enemigos de Dios, sino que estamos en una
relación correcta con Él. La sangre de Jesús no se limita a cubrir nuestro pecado. Las
Buenas Nuevas de Jesucristo son muy superiores a eso. No importa que el pecado haya
sido la adicción a las drogas, el aborto, la mentira o el robo. Cuando clamarnos por la
sangre de Jesús, esa sangre nos purifica de todo pecado.
Si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si
fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.
—Isaías 1:18
Nuestros pecados son como una mancha profunda, y no salen con un lavado normal. Sin
embargo, aunque esos pecados sean manchas profundas, la sangre de Jesús nos hace
más blancos que la nieve. Desde la perspectiva de Dios, la sangre de Jesús nos purifica
de tal manera, que ante Él es como si nunca hubiéramos pecado (vea Hechos 3:19).
 Aunque esto es muy bueno —y esa noticia es grandiosa, porque es la esperanza para
nuestra vida—, no está aquí todo lo que significa nuestra salvación. Lo que no saben
muchos cristianos es que su salvación no se limita al perdón de los pecados. El Dios que
me dijo a mi hace ya tantos años: "Larry, tus pecados te son perdonados", es el mismo
Dios que dijo: "Cocaína, desaparece; alcohol, desaparece; pobreza, desaparece;
enfermedad, ira y violencia, desaparezcan". Es el mismo Dios.
El plan de Dios para nuestra vida no está hecho de agitación, lucha y dolor. Su plan para
nuestra vida está hecho de gozo, paz y felicidad. Hoy en día, en mi vida personal, mi
matrimonio y mi familia, estoy viviendo sueños que nunca consideré realizables. Por mi
propia decisión, yo no pude dejar de usar drogas, ni tampoco por mi propia fuerza de
voluntad, pero Jesús me liberó. La metadona no me pudo curar. Tampoco pudieron la
acupuntura y la hipnosis. Pero la sangre de Jesús lo hizo, y su obra fue completa.
Más que vencedores
Los cristianos nos sentimos agradecidos a Dios por haber perdonado nuestros pecados y
habernos purificado del pecado y la destrucción que había en nuestra vida. Sin embargo,
nuestra salvación va más allá del perdón de los pecados.
Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios
le levantó de los muertos, serás salvo.
—Romanos 10:9
Yo considero que ésta es la promesa más grande que hay en la Biblia. En griego, el
idioma en el que fue escrito originalmente el Nuevo Testamento, la palabra "salvo" es una
forma del verbo sodzo. Significa quedar totalmente integro. Cuando Jesús hablaba de que
fuéramos salvos, no estaba hablando sólo de que fuéramos perdonados y convertidos en
cristianos. Recibir la salvación significa recibir todo lo que es nuestro porque fue pagado

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por la sangre de Jesús. Eso significa que somos perdonados, pero también significa que
somos sanados, rescatados, prósperos, bendecidos y liberados. La salvación que tiene
para nosotros Jesucristo es: perdón, sanidad, rescate, prosperidad, libertad, autoridad y
poder.
Romanos 8:37 dice que somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
Cuando evaluamos con realismo todo aquello a lo que nos estamos enfrentando, y
calculamos nuestros propios recursos (nuestra propia fortaleza y poder, y nuestra propia
capacidad para resolver las cosas), y vemos que tenernos todas las de perder, es cuando
necesitamos volvernos a Dios y averiguar lo que Él tiene para nosotros. Necesitamos
conocer la verdad que nos va a hacer libres. Y la verdad es que, por el poder de la sangre
que derramó Jesucristo, no vamos a caer, sino que nos vamos a levantar. Por grande que
sea el gigante al que nos enfrentamos, en Jesucristo somos más que vencedores.

Cuando todas las circunstancias de su vida le hablen de derrota; cuando parezca como
que la gente lo quiere mantener pisoteado; cuando todo le diga que va a perder, recuerde
esto: Usted no va a perder, porque nació para ganar. Va a ganar, si no desmaya; si se
planta firme, y si se levanta como guerrero y dice: "En el nombre de Jesucristo y en el
poder de su sangre, no voy a caer, sino que me voy a levantar. ¡La victoria es mía!"
No importa a qué se esté enfrentando —problemas matrimoniales, problemas de salud,
problemas de dinero, problemas espirituales, alcoholismo, drogas, cigarrillos—, porque
Jesús está aquí mismo, y es su salvación, su redención y su liberación en este mismo
instante. Aquél cuya misión es ese sodzo —salvarlo, sanarlo, liberarlo— está aquí; no va
a llegar después de la muerte, sino en este mismo momento. Me gusta decirlo de esta
forma: No en el dulce momento en que muera, sino aquí en la tierra, mientras aún ando
por ella.
El enemigo nunca se da por vencido. Nunca descansa en su batalla para derrotarnos.
Cuando la sangre de Jesús nos hace justos, no hemos peleado la última batalla, sino que
pertenecemos ahora al bando ganador. El enemigo va a seguir sus asaltos para tratar de
capturar nuestra mente y controlar nuestras emociones, pero nosotros lo podemos
derrotar y vivir en victoria todos los días.
El diablo se llega a usted y le dice: "¿Sabes una cosa? Todavía tienes ese problema de
ira. Nunca vas a cambiar. Todavía tienes ese problema de depresión. Nunca vas a
cambiar. Todavía tienes ese problema de alcoholismo o de drogas. Nunca vas a cambiar".
Su acusador le dice: "Naciste de nuevo, pero eres un hipócrita, porque estás pasando por 
tu segundo divorcio, y nunca vas a cambiar", Usted se halla ante el trono de la gracia,
pero el diablo lo está acusando de día y de noche. El Padre se inclina hacia nosotros y
nos pregunta: "¿Cómo te declaras?" Usted sabe que las acusaciones son ciertas, porque
es verdad que tiene esas fallas.
Usted levanta la mirada al Padre y le dice: "Culpable". Entonces, el Padre se vuelve a
inclinar y le dice: "Hijo, no te declares culpable. No te declares culpable, hija. Reclama la
sangre de Jesús. No reclames el alcohol; reclama la sangre. No reclames el fracaso;

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reclama la sangre. No reclames la pobreza; reclama la sangre. Tú has sido redimido por 
la sangre de Jesús".

Los expertos y los amigos que conocían la situación les decían a mis padres: "Su hijo no
va a cambiar nunca". Y yo no podía cambiar por mi propia cuenta. Había nacido de nuevo,
y seguía sin poder cambiar. Fui lleno del Espíritu, y no podía cambiar.
Entonces descubrí el poder de la sangre de Jesús para mi vida, me levanté y dije: "Diablo,
ya estás derrotado. La sangre de Jesús me ha hecho libre". Mientras colgaba de la cruz,
Jesús dijo: Consumado es (Juan 19:30). El pacto de sangre entre Dios y el hombre está
terminado. Todo lo que usted necesita ha sido pagado por completo por la sangre de
Jesús.
La gente me solía decir: "Nunca vas a cambiar. Nunca vas a ser libre". El mundo dice:
"Una vez drogadicto, drogadicto para siempre". Eso será lo que dice el mundo, pero la
Palabra dice otra cosa: Si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres (Juan 8:36).
 A los jovencitos de nuestras escuelas les podemos decir: ¿Saben una cosa? Cuando
ustedes se niegan a usar drogas, hay un poder que les va a dar la fuerza interior 
necesaria, y no van a tener que dejarse arrastrar de nuevo a las drogas y el alcohol".
Podemos entrar en nuestras prisiones con el mensaje de esperanza y de victoria. Uno de
los ministerios en las prisiones que tenemos en el Centro Cristiano New Beginnings tuvo
que pasar a celebrar dos cultos, a causa del avivamiento. Uno de los presos con los que
ministramos en la prisión tiene cadena perpetua, y está ayudando a dirigir uno de los
estudios bíblicos. Lo llevaron ante los miembros de la legislatura estatal, los cuales le
preguntaron: "El ochenta y dos por ciento de los convictos regresan a la prisión con otra
condena, después de haber sido liberados tras cumplir la condena anterior. Ahora,
después de estos seis años, sólo hay dos hombres de su grupo que han regresado a la
prisión. El resto de ellos están fuera, tienen su trabajo y sostienen a su familia. ¿Cuál es la
diferencia? Díganos por qué sucede esto".
El les dijo a los legisladores: "En primer lugar, Jesucristo ha tomado la carga de nuestro
pecado y Jesucristo nos ha limpiado. Nos ha dado un nuevo comienzo. Nacimos de
nuevo, y estamos aquí para decirles que Él no sólo es quien quita la carga, sino que
también es el que destruye los yugos. Nosotros no tenernos por qué volver a la prisión.
No tenemos que robar de nuevo. No tenemos que golpear a nuestras esposas otra vez.
No tenemos que seguir usando drogas. No tenemos que seguir tomando bebidas
alcohólicas. Jesús vive en nosotros. El resucitó. Él pagó el precio por nosotros".
 Aquellos presos habían sido liberados, y permanecían libres gracias a la sangre de
Jesucristo.
Los judíos comprendían la enseñanza de la sangre. Cuando necesitaban perdón, ponían
sangre sobre el altar del templo. Cuando necesitaban misericordia, ponían sangre sobre
el propiciatorio. Cuando necesitaban oír a Dios, ponían sangre en el velo para entrar en el
Lugar santísimo y estar en la presencia de Dios. Cuando necesitaban paz, traían un

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sacrificio de sangre. Cuando necesitaban sanidad, traían un sacrificio de sangre. Cada


vez que necesitaban un milagro, ofrecían un sacrificio de sangre (vea Levítico 1-7.).

Para usted y para mí, hay un río que nunca se seca. Es la fuente de todo lo que Dios
quiere hacer en nuestra vida y a través de ella. Es el río continuo de la sangre de Jesús.
Bajo el nuevo pacto, no tenemos que aplicarla cada vez que necesitarnos un milagro,
cada vez que necesitamos entrar en la presencia de Dios, o cada vez que necesitamos
sanidad. Todo lo que tenemos que hacer es darnos cuenta de que la poderosa sangre de
Jesucristo está a nuestra disposición cada vez que necesitemos que Dios nos toque.
¿Ley o gracia?
Después de que Jesús ascendiera de regreso a los cielos, sus seguidores sostuvieron un
debate sobre si somos salvos por obedecer a las exigencias de la ley, o por aceptar la
gracia de Jesucristo.
Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito
está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la
ley, para hacerlas. Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente,
porque: El justo por la fe vivirá; y la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas
cosas vivirá por ellas. Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros
maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), para que en
Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe
recibiésemos la promesa del Espíritu.

-Gálatas 3:10-14
La persona que cree recibir la salvación gracias a su propia justicia, tiene que ser 
perfectamente justa en todos y cada uno de sus aspectos. Si alguien piensa que se salva
a base de seguir las reglas y las exigencias de la ley, entonces va a tener que seguir la
ley en todo lo que haga; de lo contrario, la maldición de la ley caerá sobre él.
Con Frecuencia, la gente dice que somos redimidos de la ley; por consiguiente, estamos
libres de obligaciones o exigencias morales. Sin embargo, lo que dice Gálatas 3:13 es que
somos redimidos de la maldición de la Ley, porque Cristo Jesús se convirtió en maldición
por nosotros. Todo pecado que ha sido cometido lleva consigo una maldición. Jesús no
sólo tomó
nos ha sobre si
redimido denuestros pecados,
la maldición sino también
de nuestro pecado.nuestra maldición por el pecado. Jesús
Nuestra economía, nuestro matrimonio, nuestro hogar, nuestras emociones y nuestra
mente han sido secuestrados por el diablo. Pero Jesús vino y pagó en su totalidad el
rescate de todos los aspectos de nuestra vida, para traernos de regreso al camino y al
lugar donde debemos estar.
 A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante
la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y
tu descendencia.

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—Deuteronomio 30:19

La Ley de Moisés contenía tanto una bendición como una maldición. Si alguien seguía los
mandamientos de Dios, haciendo todo lo que Dios ordena, entonces tendría bendición
sobre él, sobre su familia, su ciudad y su nación. Si no honraba a Dios ni seguía sus
indicaciones, entonces caería una maldición sobre él, sobre su familia, su ciudad, su
estado y su nación. Si hacia lo correcto, era bendecido. Si lo que hacía no era correcto,
entonces caería sobre él la maldición.
Sin embargo, los que hemos creído en Jesucristo no estamos atados a la Ley de Moisés.
Por su muerte en la cruz, Jesús se convirtió en la maldición, de manera que podemos
quedar libres de esa maldición y ser una bendición para nuestra familia, iglesia, ciudad y
nación. La pobreza es una maldición. La enfermedad es una maldición. Las dolencias son
una maldición. El divorcio, las drogas, el alcohol y los maltratos son todos partes de la
maldición. Cuando estamos bajo la sangre de Jesús, estamos redimidos de la maldición.
Mientras Jesús colgaba de la cruz, dijo: Consumado es (Juan 19:30). Nuestra redención
por medio del nuevo pacto en la sangre quedó consumada en la cruz.
Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de
vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa
de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación.
—1 PEDRO 1:18-19
Nuestra redención es total y cubre todo aquello por lo que Jesús derramó su sangre, lo
cual comprende todas las partes de nuestro ser, y todos y cada uno de nosotros. La única
forma de que la redención no realice toda su labor es que nosotros no la conozcamos y
no nos la apliquemos. El diablo no quiere que usted adquiera conocimiento de la sangre
del Cordero, porque si no conoce el poder vencedor que hay en su sangre, entonces él lo
puede vencer. En cambio, al adquirir ese conocimiento y aplicarlo a su propia vida, usted
es quien puede vencer al diablo.
En el cristianismo no hay nada que sea derrota. No hay nada que no sea victoria. Cuando
Jesús colgaba de la cruz, en lugar de dar un grito de derrota, lanzo un grito de victoria:
Consumado es (Juan 19:30).

Porque la palabra
es, a nosotros, de la cruz
es poder es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto
de Dios.
—1 Corintios 1:18
El cristianismo no es una religión débil. No es una religión para salvarse a duras penas, ni
para correr a esconderse en ella. El cristianismo es una religión fuerte, porque mayor es el
que está en nosotros, que el que está en el mundo (vea 1 Juan 4:4). Satanás, nuestro
acusador, ha sido derribado y derrotado por la sangre que Jesucristo derramó.

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Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y
el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el
acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche.
Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio
de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte.

—Apocalipsis 12:10.11
 Al enemigo se le vence por medio de la sangre del Cordero. No vamos a vencer al diablo
por medio de la metadona, Tampoco por medio de la hipnosis, ni con un año, o incluso
toda una vida de consejería profesional. "Han vencido" no quiere decir que "salieron del
paso". No quiere decir que escaparon, ni que se escondieron. No podemos decir: "Me voy
a esconder del diablo". El diablo sabe dónde vive usted. Tiene el número de su casa, el de
su teléfono, el de su seguridad social, los de sus tarjetas de crédito y los de sus cuentas
de banco.
En Apocalipsis 12:11, "han vencido" significa que han triunfado, han superado, han
prevalecido y han conseguido la victoria. Gracias a la Palabra de Dios, y me he dado
cuenta de que no puedo vencer por mis propias fuerzas, por mis propios derechos,
porque yo ore y ayune, o porque no fume, no diga malas palabras, no mastique tabaco, ni
salga con aquéllos que lo hacen. No; vencemos por la sangre del Cordero.
No sólo el diablo no me va a atrapar, sino que yo lo voy a atrapar a él. No fuimos llamados
a quedarnos en la tierra donde estamos ahora; fuimos llamados a tomar la Tierra
Prometida. Podemos tomar nuestras calles. Podemos recuperar nuestras escuelas.
Podernos tomar nuestro sistema legal. Podemos recuperar el gobierno por medio de la
sangre de Jesús. Se nos ha dicho que venzamos; no que seamos neutrales, ni que
cedamos ante todo. Podemos ir más allá de aceptarlo todo. Podemos vencer por medio
de la sangre de Jesús.
Esta carta la recibimos, procedente de un hombre que había experimentado poco antes la
plenitud de la salvación que le había sido comprada con sangre.
Estimado pastor Larry Huch:
Le doy gracias a Dios por su unción destinada a traernos liberación a los hijos de Dios. Yo
he sido salvo
y heridas y lleno Dios
profundas. del Espíritu Santo desde
sigue obrando en mi1983, pero aún cargaba
vida, limpiando con adicciones,
mi desastre", ira
por así decir.
Hace poco, escuché una serie de cintas grabadas con su mensaje "Romper las
maldiciones de familia". Sentía una gran carga mientras tomaba notas y escuchaba todas
y cada una de sus palabras. Cuando llegué a la Última cinta de la serie, usted oro y ató
los poderes de las tinieblas, pero no pensé ni sentí que hubiera quedado liberado.
Paré la Ultima cinta y, mientras caminaba hacia la puerta de mi cuarto, "¡Pam!", aquello
me golpeó como un gran aguacero procedente del cielo. Sentí la mano de Dios y el poder 
del Espíritu Santo me envolvió. Traté de permanecer de pie, pero no pude. Caí a mis

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manos y mis rodillas, pero los brazos no me pudieron sostener. Cedí ante aquel poder y
caí postrado en el suelo. Traté de volverme a levantar, pero el poder y la electricidad que
corrían por mí me mantuvieron en el suelo. Cuando por fin me levanté, me sentía
totalmente distinto; me sentía libre por vez primera en mi vida cristiana. Desde aquel día,
no he tenido que luchar como en el pasado, sino que estoy caminando en una victoria y
una libertad completas.
Le doy gracias a Dios por ministros como usted, que no solo hablan de Él, sino que tienen
experiencias como la que usted ha tenido. Esto le da una capacidad práctica para saber 
que aquello que Dios hizo por usted, también lo puede hacer por otros como yo.
 Agradecido y bendecido por medio de usted, Jay.
Hay poder en la sangre del Cordero. Y ese poder está a mi disposición y a la suya
también. Usted puede ser libre en todos los aspectos de su vida y en todo lo que se
relacione con su persona, gracias a la sangre de Jesús.
II
Los siete lugares donde Jesús derramó su sangre
Capítulo 9
En Getsemaní, Jesús recuperó nuestra fuerza de voluntad
Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de
vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa
de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,
-1 PEDRO 1:18-19
En el Padrenuestro, Jesús nos está enseñando a orar. Si lo estudia detenidamente, verá
que hay siete lugares de poder en esta oración. Además de esto, vemos que en el
Tabernáculo del Antiguo Testamento, donde se mantenía la presencia de Dios, había
también siete lugares de poder y de unción. Ahora somos nosotros el nuevo Tabernáculo
de Dios. Albergamos la presencia de Dios con un nuevo pacto: un pacto séptuplo de
sangre.
En el segundo capítulo de este libro hablamos de Levítico 16, donde el pueblo llevaba al
Tabernáculo dos machos cabríos. Uno era para la expiación del pecado. Al segundo se le
debía poner en la cabeza la sangre del primero, para después soltarlo en el desierto.
Tomará luego de la sangre del becerro, y la rociará con su dedo hacia el propiciatorio al
lado oriental; hacia el propiciatorio esparcirá con su dedo siete veces de aquella sangre. Y
esparcirá sobre él de la sangre con su dedo siete veces, y lo limpiará, y lo santificará de
las inmundicias de los hijos de Israel.
Levítico 16: 14,19

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En dos momentos distintos, el sumo sacerdote rociaba siete veces la sangre con el dedo.
Cuando yo predico sobre esto, muchas veces pregunto: "¿Cuántos saben que hemos sido
redimidos por la sangre?" Todo el mundo responde que lo sabe. Entonces pregunto:
"¿Saben dónde fue derramada la sangre?" Y todo el mundo dice siempre: "En la cruz".
Eso es cierto: Jesús derramó su sangre en la cruz. Sin embargo, no derramó su sangre
sólo una vez, sino siete veces distintas. La fuente del poder de Dios en cada uno de los
aspectos de nuestra vida, se halla en la sangre derramada por Jesucristo. El derramó su
sangre en siete lugares para que usted y yo fuéramos sanos, perdonados y liberados de
la esclavitud del pecado y de la iniquidad que se han metido en nuestras familias.
El primer lugar donde Jesús derramó su sangre fue el huerto de Getsemaní, en la noche
de la Última Cena con sus discípulos. No es coincidencia que el primer lugar donde Jesús
nos rescató o derramó su sangre redentora fuera un huerto, puesto que el primer lugar 

donde perdimos el poder de la bendición de Dios fue otro huerto, el del Edén.
La palabra "redimidos" significa que somos rescatados o devueltos al lugar original. Ese
lugar original, y la bendición original son todo lo que teníamos en el huerto del Edén.
He oído decir a algunas personas: "No tengo fuerza de voluntad. Quiero dejar de comer 
en exceso, fumar, perder los estribos (o lo que haya en su vida que esté descontrolado),
pero no tengo fuerza de voluntad". Perdimos nuestra fuerza de voluntad para hacer lo
correcto; para hacer lo que es mejor para nosotros; para hacer lo que es saludable y lo
que va a traer beneficio y bendición, cuando Adán desobedeció a Dios en el huerto del
Edén. La serpiente engañó a Eva, pero Adán desobedeció voluntariamente a Dios. En
otras palabras, Eva fue engañada por Satanás, pero Adán decidió desobedecer a Dios.
Dios les había dicho a Adán y Eva: "Todo lo que hay en el huerto es de ustedes, menos el
árbol del conocimiento del bien y del mal" (vea Génesis 3:17). Básicamente, Adán estaba
diciendo:
"Padre, no sea hecha tu voluntad, sino la mía", y en ese momento, sacrificó la fuerza de
voluntad del ser humano en todos los aspectos. Con su desobediencia, le entregarnos
nuestra voluntad al enemigo, y perdimos nuestra capacidad para decir que si a todo lo
bueno que Dios tiene para nosotros, y que no a todo lo malo que el enemigo quiere que
hagamos. La fuerza de voluntad que perdimos en el huerto del Edén fue recuperada en el
huerto de Getsemaní, cuando Jesús dijo: "No sea hecha mi voluntad, sino la tuya" (vea
Mateo 26:39).
Jesús tomó la decisión, a pesar de saberlo todo
Jesús era Dios y hombre. Por ser Dios, sabía lo que iban a hacer con Él sus acusadores.
Sabía que le iban a arrancar la barba. Sabía que lo iban a atar a un poste para azotarlo
hasta que se le vieran las entrañas por la espalda. Sabía que iban a desnudarlo, colgarlo
desnudo y escupirlo. Sabía que le iban a poner aquel leño en la espalda.
Sabía que iban a tomar la corona de espinas y le iban a enterrar aquellas espinas de casi
diez centímetros en el cuero cabelludo. Sabía que iban a tomar aquellos clavos y se los

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iban a enterrar en las manos y los pies. Sabía que iban a tomar una lanza y le iban a
perforar el costado con ella. Era Dios, y sabía lo que estaba a punto de sucederle.

Por ser hombre, sabía que iba a sentir el látigo en la espalda. Sabía que le iba a doler 
cuando le arrancaran la barba. Sabía que iba a sentir cuando le traspasaran las manos
con los clavos. No iba a escapar ni al dolor ni a la humillación. En el huerto de Getsemaní,
Jesús sabía lo que le iba a suceder. Su espíritu estaba dispuesto a hacer lo que Dios
quería que hiciera, pero su carne era débil y quería escapar a la agonía y la tortura a las
que estaba a punto de enfrentarse. Jesús tenía por delante la misma batalla que tuvo
 Adán: seguir su propia voluntad, o seguir la del Padre.
Yendo un poco adelante, se postro sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es
posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú.

-MATEO 26:39
La Biblia dice que Jesús se levantó de donde estaba orando, fue a hablarles a sus
discípulos, volvió a aquel lugar y oró de la misma forma una segunda vez y una tercera
(vea Mateo 26:40¬44). Se estaba produciendo una lucha en su interior: la voluntad del
Padre contra la voluntad del hombre.
Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle. Y estando en agonía, oraba más
intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.
Cuando se levantó de la oración, y vino a sus discípulos, los halló durmiendo a causa de
la tristeza; y les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos, y orad para que no entréis en
tentación.
—Lucas 2.2:43-46
 Así es como Jesús derramó su sangre en el huerto. Los médicos confirman que en los
momentos de un temor o una agonía muy intensos, los vasos sanguíneos de una persona
se pueden romper realmente bajo su piel, de manera que la sangre comienza a salirle por 
los poros, como el sudor. De los poros de Jesús salieron sudor y sangre, a causa de la
ansiedad, el temor y la agitación que estaba sintiendo. ¿Por qué es esto tan significativo?
Debemos recordar que hemos sido redimidos por su sangre. El primer Adán le entregó
nuestra fuerza de voluntad a Satanás. Jesús, el segundo Adán redimió nuestra fuerza de
voluntad
gotas de alsangre.
decir: "Padre, no se haga
Fue entonces mi voluntad,
cuando sino lanuestra
recuperamos tuya", mientras
fuerza desudaba grandes
voluntad para
vencer los problemas de drogas, de alcohol, de ira y de depresión.
Jesús sabía lo que le iba a suceder. Su espíritu y su carne estaban batallando, pero ganó
la victoria cuando se sometió a la voluntad del Padre. Ganó la batalla, rompió la maldición,
nos redimió y nos devolvió nuestra fuerza de voluntad.
La restauración de la fuerza de voluntad

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Cuando el diablo se lance en contra nuestra, diciéndonos: "No puedes cambiar. No eres lo
suficientemente fuerte", tendremos la fuerza de voluntad necesaria para levantarnos en
victoria, porque Jesús dijo: "No se haga mi voluntad, sino la tuya". Gracias a que Jesús
derramó su sangre en el huerto de Getsemaní, usted puede aceptar la voluntad de Dios
para su vida, y rechazar al enemigo de su vida.

 Antes de conocer al Señor, yo estaba desesperado por dejar las drogas. Me inyectaba,
entraba en onda y vomitaba. Entonces me decía: "No voy a volver a hacer esto. Lo voy a
dejar ahora mismo, y para siempre". Me paraba en el portal del frente de mi cabaña de los
bosques donde vivía, y tiraba la aguja tan lejos como podía. Pero al cabo de las dos
horas, estaba en el bosque, gateando en el suelo, revisando las hojas secas y la maleza y
tratando de hallar aquella aguja para poderme drogar de nuevo.

No podía parar.
Solía estar lleno de odio, violencia e ira, y decía: "No quiero seguir con estas explosiones
de ira. No quiero seguir siendo así". Trataba de dejarlo. Quería, pero no podía. Carecía de
fuerza de voluntad. Mi espíritu estaba dispuesto, pero mi carne era débil.
¿Cómo es posible que Jesús nos pueda liberar, cuando no podemos liberarnos por 
nosotros mismos? Porque cuando Jesús sudó gotas de sangre en el huerto de
Getsemaní, redimió nuestra fuerza de voluntad y nos la devolvió. Lo que perdió Adán en
el huerto del Edén nos fue restaurado en el huerto de Getsemaní. Todo lo que tenemos
que hacer es decir: "Reclamo la sangre de Jesús".

Entregar el control
Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de
Egipto a los hijos de Israel? Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será
por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a
Dios sobre este monte. Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les
digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren:
¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL
QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros. Además
dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Jehová, el Dios de vuestros padres, el
Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi
nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos.
—Éxodo 3:11-15
El YO SOY que aparece en estos versículos está estrechamente relacionado con el
nombre de Jehová, y se podría traducir así: "Yo voy a ser todo lo que ustedes necesiten
que sea, cada vez que lo necesiten". Dios le dijo a Moisés: "Diles a mis hijos que YO SOY
te ha enviado. Yo lo voy a ser todo para ellos". Él es para nosotros hoy el mismo YO SOY
que era para los hijos de Israel. Los libró de la esclavitud y del cautiverio, y está deseoso
de liberarlo a usted de cuanta esclavitud tenga encima, por medio del poder de la sangre
de Jesucristo.

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Pero Jesús, sabiendo todas las cosas que le habían de sobrevenir, se adelantó y les dijo:
¿A quién buscáis? Le respondieron: A Jesús nazareno. Jesús les dijo: Yo soy. Y estaba
también con ellos Judas, el que le entregaba. Cuando les dijo: Yo soy, retrocedieron, y
cayeron a tierra. Volvió, pues, a preguntarles: ¿A quién buscáis? Y ellos dijeron: A Jesús
nazareno. Respondió Jesús: Os he dicho que yo soy; pues si me buscáis a mí, dejad ir a
éstos.
-JUAN 18:4-8
Cuando preguntaron por Jesús de Nazaret, les respondió: YO SOY. Inmediatamente,
cayeron a tierra, debido a la unción de Dios. Jesús es el YO SOY para nosotros en el
presente. Es la fuente de todo lo que necesitamos. Si usted necesita fortaleza, Jesús es
su fortaleza. Si necesita sabiduría, Jesús es su sabiduría. Si está dispuesto a someterle
su voluntad a Él, allí está Él para darle el poder necesario a fin de que lo haga. Usted
puede tomar la decisión de hacer la voluntad de Dios.
Hasta que no le di a Él el control de mis apetitos y le entregué mi voluntad, estaba
descontrolado. Aun siendo cristiano, estaba fuera de control hasta que le entregué a Él el
control total y le permití que dirigiera mis apetitos y transformara mi voluntad. Tenía que
resistir al diablo. Me dije: "No voy a permitir que esta ira me controle. No voy a dejar que
estas cosas me controlen. No lo voy a permitir. Entonces tuve que entregarle mi voluntad
a la voluntad de Dios, y oré: "Padre, te entrego mi voluntad. Me someto al gran YO SOY".
Cuando hice eso, Jesucristo fortaleció mi voluntad para que pudiera hacer la suya.
Todos y cada uno de nosotros tenemos que decidirnos a escoger entre la voluntad de
Dios y la nuestra, Podemos hacer la oración de Jesús, gracias a su sangre: "Padre, no se
haga mi voluntad, sino la tuya".
Sepa quién es usted
Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al
hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo,
y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la
libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será
bienaventurado en lo que hace.

—Santiago 1:23-25
Este pasaje de las Escrituras nos dice que nos acercamos al espejo (la Palabra de Dios) y
vemos lo que la Biblia dice que somos, pero cuando nos alejamos de él, nos olvidamos de
quiénes somos en Jesús. En una ocasión oí a alguien predicar sobre este tema, y su
teoría era que la Palabra de Dios nos recuerda lo pecadores e indignos que somos, pero
tan pronto como nos alejamos de ella, lo olvidamos todo. Ésa será una manera de ver las
cosas, pero yo creo que Dios nos está mostrando algo totalmente distinto.
El diablo no quiere que experimentemos todo el poder y las bendiciones que son nuestros
por medio de Jesucristo, de manera que hace cuanto está a su alcance para hacernos

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sentir como que nunca vamos a triunfar, ni a lograr nada. La Palabra de Dios es como un
espejo. Cuando nos miramos en él, no nos vemos de la forma que el diablo nos dice que
somos, sino de la forma que dice Dios que somos. Él no ve nuestras fallas ni nuestro
pecado; lo que ve es la sangre de Jesús.
Cuando usted se mire en ese espejo que es la Palabra de Dios, véase de la forma que lo
ve su Padre celestial. Él lo ve sano, sin enfermedades. Lo ve libre, sin esclavitudes. Lo ve
llego de gozo y no de angustia. Lo ve como un triunfador, y no como un vencido.
El Señor nos pregunta: "¿Cómo te declaras? " Nosotros nos miramos, olvidamos lo que
vimos en el espejo de la Palabra de Dios, y decimos: "Me declaro culpable. Soy adicto a
las drogas. Soy una persona de mal carácter. Soy una persona deprimida. No soy bueno".
Pero el Señor nos susurra al oído: "No te declares culpable; reclama la sangre". Cuando
el Hijo nos hace libres, somos verdaderamente libres. A todo adicto a las drogas, a todo
alcohólico y a toda persona con problemas, le podemos decir que Dios nos ha redimido y
nos ha devuelto nuestra fuerza de voluntad.
Los gobiernos se gastan millones de dólares tratando de ayudar con esos programas de:
"Di que no". Los drogadictos, los alcohólicos y los que tienen problemas de depresión y de
ira dicen que no un centenar de veces por semana, y no les sirve de nada. La mayoría de
las personas no pueden "decir que no" con su propia fortaleza y con su propia fuerza de
voluntad, porque vuelven a hacer lo mismo una y otra vez. Aunque alguien no tenga
fuerza de voluntad en sí mismo, en Jesucristo su fuerza de voluntad ha sido rescatada y
redimida por la sangre del Cordero.

Hace poco recibimos este testimonio procedente de un hombre que le había entregado su
vida al Señor, pero siguió esclavizado a unos hábitos incontrolables, hasta que reclamó la
sangre de Jesús para su vida.
Un saludo, pastor Huch
Le quiero escribir acerca de los milagros y las liberaciones que se han producido en una
vida después de escuchar su serie de cintas grabadas "Romper las maldiciones de
familia". Hace poco conocí a Jesucristo como mi Salvador y Redentor. Cuando el Espíritu
Santo vino sobre mí, vi mis pecados y la vergüenza de lo que había hecho. Estaba tan
avergonzado, que lloré. Ciertamente, hasta que hallé a Jesús iba camino del infierno.
Mi padre había sido predicador, pero había abandonado su llamado para convertirse en
estilista de peluquería. Se pasaba todo el tiempo ebrio y drogado, y tenía numerosas
relaciones sexuales, tanto con hombres como con mujeres. Se iba de la casa durante
varios meses, y después volvía. Cuando yo era niño, decía: Nunca voy a ser como mi
padre. Nunca voy a beber; nunca voy a engañar a mi esposa, y nunca voy a abandonar a
mi esposa o a mis hijos. Nunca voy a golpear a nadie, ni a mentir". Ciertamente, mi padre
era un pecador, y la esclavitud en la que él vivía fue transferida a sus cinco hijos.

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Yo me case con la amada de mi corazón, tuvimos un hijo, y tomé el trabajo de ayudante


del sheriff. Había realizado el sueño de mi niñez, que era convertirme en funcionario del
orden público. Me prometí a mí mismo que sería diferente a mi padre.
Cuando terminé mi año de prueba en el trabajo, mis amigos me sacaron a un bar para
celebrarlo, Tan pronto como bebí el primer trago, algo sucedió; la bebida me controló.
Comencé a beber con mis amigos todos los días después del trabajo. Andaba fuera de mi
hogar, y comencé a tener aventuras con otras mujeres. Me había convertido en mi padre.
 A mi esposa Julie le diagnosticaron cáncer en el pecho. Se sometió a cirugía, radiación y
quimioterapia para que la enfermedad no se extendiera con tanta rapidez. Julie era un
ángel, y amaba a Dios. A pesar de su horrible cáncer, nunca se quejó, ni se alejó de Dios.
El día antes de su muerte, estábamos sentados en la sala de estar. Ella ya no podía
levantar la cabeza, pero seguía viendo algo en las esquinas de la habitación. Yo le
pregunté qué veía, y ella me dijo: "Esos ángeles me van a llevar con Jesús esta noche".
 Aquella misma noche, cuando ella murió, yo estaba fuera de la casa, con otra mujer.
Mi vida se siguió deteriorando de una manera horrible. Era todo lo que era mi padre, pero
peor. En 1998, el Espíritu Santo de Dios tocó a la puerta de mi alma y Jesús se me hizo
real. Fui bautizado en agua, comencé a pagar mis diezmos sin fallar, y leía la Palabra de
Dios. Sin embargo, seguía esclavizado.
 Algunos amigos me dijeron que querían que escuchara su sermón sobre la forma de
romper la maldición. El Espíritu Santo de Dios descendió sobre mí mientras lo escuchaba,
y comencé a comprender que la sangre de Jesús podía romper los yugos de mi esclavitud
a los pecados de mi padre y a los míos propios. Había sido redimido, pero no era libre.
Reclamé la sangre de Jesús para tener libertad, tal como Dios le había revelado a usted.
Dios rompió la maldición generacional que había controlado mi vida.
 Ahora soy verdaderamente libre. Mi hijo es libre. El Espíritu Santo de Dios se está
moviendo por medio de mi hermana, y mis hermanos están invocando a Jesús y pidiendo
su libertad. Mi padre está buscando a Dios, y estamos peleando en oración por él todos
los días.
Todo lo que yo era, ha muerto; todo lo que hacía, está muerto. Ya no estoy viviendo
solamente, sino que estoy viviendo para Dios. Jesús es mi Rey. El Espíritu Santo es mi
consolador y mi guía. Su mensaje me reveló la verdadera Palabra de Dios. Recuperé mi
libertad por la sangre de Jesús, quien pagó el precio y me hizo libre en el Calvario.
Pastor, gradas por enseñar la Palabra de Dios de Dios y obedecer a Dios, nuestro Padre.
Con todo respeto, su hermano en Cristo, John.
Si usted se quiere salir del alcohol, las drogas o la violencia de su ira, y no ha podido
hacerlo en el pasado, sepa que ahora sí puede. La sangre de Jesús le ha devuelto su
fuerza de voluntad, y esa maldición que había sobre usted queda rota en el nombre de
Jesús. Usted puede dejar de beber. Puede dejar de fumar. Puede dejar de hacer esas

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cosas que sabe que Dios no quiere que haga. Jesús ha roto la maldición del pasado que
impedía que usted fuera libre.

Cuando usted decida romper las maldiciones que hay sobre su vida, el poder de la sangre
de Jesús lo va a fortalecer, y no va a seguir esclavizado. Va a ser liberado para hacer la
obra de Dios.
Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y
el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el
acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche.
Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio
de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte.
-APOCALIPSIS 12:10-11
Capítulo 10
Las llagas de Jesús nos devolvieron la salud
Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de
nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
—Isaías 53:5
El segundo lugar donde Jesús derramó sangre fue el poste de la flagelación. Hay quienes
creen que Jesús fue azotado o flagelado treinta y nueve veces (vea Mateo 27:26), Bajo el
sistema de castigos judío, al prisionero se le podían dar cuarenta azotes; sin embargo, se
les solía dar treinta y nueve, porque muchas veces morían si se les daba cuarenta (vea
Deuteronomio 25:3). Muchas veces se pregunta: "¿Por qué treinta y nueve? ¿Por qué no
el máximo, que eran cuarenta?"
En una ocasión oí predicar a un médico misionero que todas las enfermedades conocidas
por la humanidad, tanto las antiguas como las nuevas que se están descubriendo,
proceden de un grupo de treinta y nueve enfermedades básicas. Necesitamos recordar 
que estamos hablando del plan divino de redención. No es accidente ni coincidencia, sino
plan divino. Cada vez que le daban un latigazo a Jesús en la espalda, rompiéndole la piel
y desgarrándole los músculos y tejidos, se estaba proporcionando sanidad para cada
enfermedad. El SIDA, el cáncer, la diabetes, la distrofia muscular, y todas las
enfermedades de esta tierra han sido derrotadas y vencidas por la sangre de Jesús. Esto
demuestra que Dios está dispuesto a sanarnos a todos.
 Algunos afirman: "Dios ya no sana". En cambio, la Biblia nos dice: Jesucristo es el mismo
ayer, y hoy, y por los siglos (Hebreos 13:8). Él hizo un pacto de sangre, y no cambia, y
ese pacto de sangre incluye la sanidad. La salvación no limita su significado a que
hayamos sido perdonados; también significa que seremos sanados. La salvación significa
que recibimos sanidad en todo sentido.

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Otros dicen: "Sabemos que Dios puede sanar, pero ¿quiere?" Tenga presente que Jesús
se entregó voluntariamente al látigo. Fueron muchos los que le hicieron la misma
pregunta mientras estaba aquí en la tierra:
Vino a él un leproso, rogándole; e hincada la rodilla, le dijo: Si quieres, puedes limpiarme.
Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió la mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé
limpio.
—MARCOS 1:40-41
 Aquel hombre sabía que Jesús lo podía sanar, pero se preguntaba si querría hacerlo. Una
de las peores oraciones que podemos hacer es ésta: "Por favor, sáname, si es tu
voluntad". La Biblia nos dice cuál es la voluntad de Dios. Si Jesús sufrió esos azotes para
que fuéramos sanados, por supuesto que es voluntad suya que seamos sanos. Cuando
decimos "si es tu voluntad", estamos diciendo que no estamos seguros que sea voluntad
de Dios el que nosotros seamos sanos. Sin embargo, la Biblia nos dice que pidamos con
una fe firme:
Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar,
que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal
haga, que recibirá cosa alguna del Señor.
-SANTIAGO 1:6.7
Llegarse con valentía y serenidad ante Dios para pedirle sanidad es lo contrario a decir "si

es tu voluntad".
cuando Si ponemos
le pedimos en tela
algo, somos dede juicioánimo,
doble la voluntad de Dios pedir
no podemos con respecto
en fe, yaÉlnosotros
no nos
puede sanar. Por consiguiente, necesitamos dejar resuelta esta cuestión: "¿Puede Dios
sanar?" ¡Sí! Por supuesto. No sólo lo puede hacer todo, sino que nuestra sanidad es tan
importante para ÉL, que hizo un pacto con nosotros en la sangre de su hijo. El precio de
su sanidad fue pagado hace dos mil años. Todo lo que le corresponde hacer a usted es
extender el brazo, tocar a Jesús y recibir su milagro.
He predicado muchas veces en las Filipinas, y cuando llegamos, se corre la voz de que
los hombres de Dios están en el lugar. Nos levantarnos por la mañana, y ya los enfermos,
los ciegos y los cojos están haciendo fila en la calle. Nosotros sólo somos unos seres
humanos normales.
acude, porque Nolatenemos
ha oído en Dios
Palabra de nosotros
y ha mismos
creído alpoder paraestas
escuchar sanar, pero la Por
palabras: gente
su
llaga fuimos nosotros curados (Isaías 53:5). Recorremos las largas filas de gente enferma,
los tocamos, les imponemos manos, y oramos por ellos en el nombre de Jesús y por el
poder de su sangre. Entonces los vernos levantarse y caminar. Dios sigue sanando,
salvando y liberando. Vencemos al diablo y sus debilidades por medio de la sangre de
Jesús.
Me preguntan con frecuencia: "Pastor, ¿por qué vemos muchos milagros más en otras
partes, que en los Estados Unidos y Europa?" Alguien dijo una vez que esto se debe a
que sus necesidades son mayores. Yo no estoy de acuerdo. Si alguien es ciego, o cojo o

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está enfermo, no importa que estemos en Carolina del Sur, o en África del Sur, porque
necesitamos un milagro. Jesús nos enseñó que acudamos a Él como niños para ver el
reino de Dios, y no después de morir, sino ahora mismo. Recuerde: Jesús nos dijo que
orásemos para que viniera su reino, y su voluntad fuera hecha en la tierra como lo es
ahora en el cielo.

El apóstol Pablo afirma en Romanos 14:17 que el reino de Dios es justicia, paz y gozo en
el Espíritu Santo. El apóstol Juan afirma en 3 Juan 1:2 que desea que prosperemos y
tengamos salud por encima de todo lo demás. Cuando lleguemos al cielo, no
necesitaremos milagros. Es ahora cuando los necesitamos. Necesitamos creer en Dios y
creer que seremos sanados ahora, cuando nos hace falta. Los demás nos podrán fallar, o
incluso abandonarnos, pero nuestro Padre celestial nunca lo hará. Cuando yo subo a un
avión, necesito tener fe y confianza en el Piloto, la tripulación y todos los que están

involucrados
cielo, la tierraen
y elese vuelo.
mar? ¿Cuánto más
No debemos podremos
vacilar, confiar
ni ser de dobleen Aquélsino
ánimo, queconfiar
es el dueño dely
en Dios
en su Palabra como niños, y creer en el poder de la sangre de Jesús.
Esta carta la recibimos de una señora que sigue viva gracias a las llagas sanadoras de
Jesucristo. Los médicos no le daban esperanza de vida después de haber sido
diagnosticada con una enfermedad mortal. Nosotros oramos para pedir liberación de la
maldición de enfermedad que había existido en su familia, y ella fue sanada
milagrosamente.
Pastor Larry y Tiz:

Fui al médico el 18 de enero, y él me dijo que estaba muriendo de la enfermedad de Lou


Gebrig. Yo les escribí una carta para que oraran por mí. Regresé al médico el 26 de
febrero, y él me dijo que la enfermedad había desaparecido. Estoy sanada.
Dios me ha hecho este gran milagro. Le doy las gracias y lo alabo ahora, hoy, mañana y
para siempre, hasta que Él vuelva. Él es mi Padre. Gracias, Jesús.
Que Dios los bendiga. Sarah
Un espíritu de enfermedad
Nuestra salvación comienza con el perdón de nuestros pecados, pero no se detiene ahí.
Continúa con la sanidad, la liberación y la libertad.
Enseñaba Jesús en una sinagoga en el día de reposo;
Y había allí una mujer que desde hacía dieciocho años tenía espíritu de enfermedad, y
andaba encorvada, y en ninguna manera se podía enderezar. Cuando Jesús la vio, la
llamó y le dijo: Mujer, eres libre de tu enfermedad.
—LUCAS 13:10-12

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He aquí una mujer que durante dieciocho años había caminado inclinada a causa de una
enfermedad deformante. Jesús la miró y dijo: "Esta mujer tiene un espíritu de enfermedad
sobre ella".
Todas las enfermedades, cualquiera que sea su procedencia — nacimiento, herencia,
lesión—, son del diablo. Hay quienes me han dicho que creen que Dios le puede dar 
cáncer a una persona para poner a prueba su amor por Él. ¿De qué Dios están hablando?
¡Ése no es mi Dios! En Lucas 12:32 leemos que Jesús dijo: A vuestro Padre le ha placido
daros el reino. Es el diablo el que roba, mata y destruye. Dios se complace en bendecir a
los que creen en Él, no en enviarles enfermedades. En el huerto del Edén no había
enfermedades ni lesiones. Cuando Adán pecó, Satanás entró al huerto, entró la maldición,
y esa maldición es un espíritu maligno.

La debilidad es un espíritu que es consecuencia de la maldición, pero todo el que es


nacido de nuevo, es redimido de la maldición. El precio de su sanidad ha quedado
pagado. Si usted está enfermo, lesionado o débil, es que Satanás está invadiendo una
propiedad pagada. No necesitamos decir: "Necesito más fe para conseguir mi milagro".
En lugar de esto, podemos decir: "Por la sangre de Jesucristo, ya he recibido mi milagro.
Y, Satanás, te ato en mi vida. Sal de ella. Déjame en el nombre de Jesús.
Hace algunos años, estaba en una conferencia bíblica, y la gente que quería que se orara
con ella estaba en una fila. Oramos por todas y cada una de las personas de la fila: "En el
nombre de Jesús, sé sano". Cuando terminé de orar, regresé a un hombre por el cual ya
había orado, y le pregunte: "¿Qué le sucede?" El me dijo que la cavidad de su cadera se
estaba disolviendo, Había ido al médico aquel mismo día para que le sacaran rayos X y
pruebas. Sin pensarlo, ni comprender por completo lo que estaba diciendo, le expliqué:
"Se trata de un espíritu de cáncer. Es un demonio de cáncer". Y oramos para que fuera
liberado.
Un par de semanas más tarde, estaba en México con el pastor de aquel hombre,
celebrando una campaña de milagros. El pastor me dijo que después de que oramos por 
el hombre, él regresó a buscar los resultados de sus pruebas. Entonces me enseño una
copia de los rayos X que le tomaron de la cadera. Tan llano y claro como una foto, vimos
compacta la cara de una criatura de aspecto demoníaco donde debería haber estado el
hueso de la cadera. Obviamente alertado ante esto, el hombre les había preguntado a los
médicos. EllosEllehombre
diablo perdió. dijeron quedó
que nosanado
era totalmente raro ver
por completo, algo
y su así. Sin
cadera embargo,
le fue al final,
restaurada, el
gloria
a Dios.
Cuando estábamos en Australia, había una dama de Samoa en nuestra iglesia de
Melbourne que tenía en la cabeza un tumor del tamaño de dos pelotas de golf. Los
médicos me llevaron a su oficina para hablar conmigo, porque yo era su pastor. Después,
yo tenía que ir a hablar con ella. Yo le pregunté a su médico: "De dónde viene el cáncer?"

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Él me respondió: "Bueno, unos dicen una cosa y otros, otra. Hay quien diga que tiene que
ver con los glóbulos rojos de la sangre, y otros dicen que tiene que ver con los glóbulos
blancos. Para serle sincero, si lo supiéramos, lo podríamos curar".
Yo le dije: "Doctor, ¿sabe lo que yo pienso? Yo pienso que es un espíritu demoníaco".
Ellos se miraron, su médico me miró a mí, y dijo entonces: "Yo no lo dudaría". Aquel
cáncer no era sólo una enfermedad; estaba vivo.
Uno de los milagros más grandes que hemos visto fue cuando oramos por aquella mujer,
y Dios la sanó por completo. Los tumores desaparecieron, desaparecieron los síntomas, y
los médicos y enfermeras se quedaron atónitos. En lugar de enviarla a su casa para que
muriera allí, la enviaron para que viviera en ella.

Cuando
espíritu. Jesús
Cuandovioyoa oro
aquella
paramujer encorvada,
que alguien dijo: "Espíritu..."
sea sanado de cáncer, Leno
habló
digo:directamente al
"Enfermedad,
queda sanada". Le hablo de frente al demonio y le digo: "Sal de él ahora mismo, en el
nombre de Jesús". Todo el tiempo vemos gente que se sana de cáncer.
Y respondiendo uno de la multitud, dijo: Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu
mudo, el cual, dondequiera que le toma, le sacude; y echa espumarajos, y cruje los
dientes, y se va secando; y dije a tus discípulos que lo echasen fuera, y no pudieron. Y
respondiendo él, les dijo:
¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he

de soportar?
violencia Traédmelo.quien
al muchacho, Y se lo trajeron;eny cuando
cayendo tierra seelrevolcaba,
espíritu vioechando
a Jesús,espumarajos.
sacudió con
Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo: Desde niño.
Y muchas veces le echa en el fuego y en el agua, para matarle; pero si puedes hacer 
algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos. Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree
todo le es posible. E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi
incredulidad. Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu
inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él.
Entonces el espíritu, clamando y sacudiéndole con violencia, salió; y él quedó como
muerto, de modo que muchos decían: Está muerto. Pero Jesús, tomándole de la mano, le
enderezó; y se levantó.
—Marcos 9:17-27
Jesús no levantó una elocuente oración por el niño. Le habló directamente al demonio. Lo
llamó por su nombre y le ordenó que dejara al niño.
En Marcos 5:25-34 hallamos la historia de una mujer que había tenido un flujo de sangre
durante doce años. Había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía,
y nada habla aprovechado, antes le iba peor (Marcos 5:26). Aquella mujer había visto
cuanto doctor había podido, y había gastado todo su dinero en cuidados médicos, pero
estaba peor que cuando había comenzado su enfermedad. Cuando oyó decir que venía

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Jesús, decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva (Marcos 5:28). Y cuando tocó
el borde de su manto, de inmediato se detuvo el flujo de sangre, y quedó curada.

Jesús supo de inmediato que había salido de Él un poder. Entonces miró alrededor y les
preguntó a sus discípulos: ¿Quién me ha tocado? (Marcos 5:31). Una gran multitud se
había reunido y todos los que le rodeaban, lo estaban tocando. Pero Jesús sabía que una
persona en particular lo había tocado en fe, haciendo que hubiera una liberación de poder 
y de unción. Temerosa, la mujer cayó a los pies de Jesús y admitió que era ella quien
había tocado su manto.
Y él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote.
—MARCOS 5:34

Recuerde quea aquella


Cuando tocó Jesús y enfermedad
quedó sana,leyohabía robado
creo que la salud,
no sólo quedóy todas sus posesiones.
físicamente sana, sino
que, gracias a su fe, Dios le restauró todas las posesiones que la enfermedad le había
quitado. ¿Es voluntad de Dios que usted sea sanado? Sí, porque por sus llagas somos
sanados (vea Isaías 53:5). La palabra "llaga" significa el golpe que desgarra.” El
sufrimiento por las enfermedades y dolencias ya ha sido pagado por la sangre que
derramó Jesucristo.
Dios sigue sanando hoy
No se desaliente si algún conocido suyo aún no ha sido sanado. Anímese. En mi familia

hay
eso;personas
me sientoque necesitan
motivado, ser sé
porque salvas. Yo no
que Dios me obrando.
sigue siento condenado ni ha
Su labor no desalentado
terminado.por 
Hace sólo unos días, aquí en nuestra iglesia de Portland, la presencia de Dios fue
absolutamente maravillosa. Mientras nosotros adorábamos al Señor, yo comencé a llorar 
en su presencia. Sabía que Él estaba haciendo algo muy, muy especial. En nuestro
segundo culto, no llegué a predicar. En lugar de hacerlo, comencé a llamar personas por 
medio de la palabra de sabiduría y la palabra de ciencia. En un caso, el Señor me mostró
que había una mujer con una protuberancia en el pecho, y que no se debía preocupar,
porque Él la acababa de sanar.
Un par de días más tarde, recibimos una llamada telefónica de una mujer que vivía en
California. Mientras veía nuestro programa por televisión, Dios le habló de ir a nuestra
iglesia aquel domingo, para recibir el milagro que había estado buscando, El lunes tenían
que operarle el seno a causa de un cáncer. Nos dijo que antes de operarla, necesitaron
tomar una placa más de rayos X. Cuando lo hicieron, no hallaron nada. Le sacaron dos
placas más, y le dijeron: "¡Levántese y vístase! No tenemos razón alguna para operarla".
Gloria a Dios, el Gran Médico, que había obrado de nuevo.
Dos días más tarde, una señora de nuestra iglesia que también tenía una protuberancia
en un seno, nos dijo que cuando yo indiqué que Dios estaba sanando ese problema, la

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protuberancia se había disuelto por completo. Dios sigue siendo un Dios que hace
milagros.

Después del huerto de Getsemaní, donde Jesús derramó su sangre, fue al poste de los
azotes. Cuando lo ataron al poste, le dieron treinta y nueve azotes con un látigo formado
por varias tiras de cuero, cada una de ellas provista de trozos mellados de metal o de
hueso, y con un pedazo de plomo en la punta. Con cada latigazo, saltaba la carne y salía
sangre de la espalda de nuestro Salvador. Cada vez que el diablo llevaba el látigo a la
espalda de Jesús, Él derramaba sangre y nosotros vencíamos una enfermedad, dos, tres,
hasta el punto de que toda enfermedad traída sobre la humanidad quedó vencida por la
sangre de Jesús. Ya usted no tiene que vivir bajo la maldición de las enfermedades y las
dolencias. La preciosa sangre de Jesús lo ha liberado.

Capítulo 11
Su corona de espinas nos devolvió la prosperidad
Hemos sido redimidos por la sangre preciosa de Jesús. Gracias a su sangre, hemos sido
devueltos al estado que disfrutaban Adán y Eva en el huerto del Edén. Ellos vivían en la
bendición y la presencia de Dios. Allí no había enfermedad ni pobreza. Cuando Adán
obedecía a Dios, tenía todo lo que necesitaba. Ellos sí vivieron literalmente en la tierra
que fluía leche y miel. Pero cuando Adán desobedeció a Dios, Él pronunció la maldición
que cayó sobre la tierra a causa del pecado de Adán.
Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo:
No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los
días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor 
de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra.
—Génesis 3:17-19
Dios maldijo el suelo con espinos y cardos. Si nosotros no comprendemos que hemos
sido redimidos de la maldición por la sangre de Jesús, entonces la tierra donde
trabajemos, la tierra donde levantemos nuestro negocio, y la tierra donde vivamos,
seguirán bajo la maldición. Cuando Adán pecó, ya no pudo seguir viviendo en la
abundancia y el esplendor de Dios. La tierra estaba maldita, y con el sudor de su frente le
tendría que ha
todo lo que arrancar su existencia.
obtenido. Desde
Pero el tercer aquel
lugar día,Jesús
donde el hombre ha tenido
derramó que sudar
su sangre, rompiópor 
la
maldición de la pobreza.
Miles de años después de que pecara Adán, Jesucristo, el segundo Adán, fue llevado
ante las autoridades religiosas y políticas para ser sometido a juicio como farsante y
hereje. De camino hacia Pilato, mientras se estaban burlando de Él, diciéndole: "Salve,
Rey de los judíos", vieron un zarzal; el símbolo de la maldición de la pobreza sobre el
suelo. Tomaron algunas de las ramas del zarzal, las entretejieron para hacer una corona,
y se la pusieron a Jesús en la frente, hasta que la sangre comenzó a correr por su cabeza
(vea Mateo 27:29).

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El símbolo de la pobreza fue puesto sobre la frente de Jesús, el segundo Adán. Cuando
aquellas espinas le traspasaron la frente, El derramó su sangre para redimirnos de la
pobreza. Habíamos recibido la maldición de la pobreza por el sudor de la frente de Adán,
pero fuimos redimidos de esa maldición por la sangre de frente de Jesús.
Lo que Satanás quiere para mal, Dios lo usa para bien (vea Génesis 50:20). Los soldados
tomaron aquella corona de espinas se la pusieron a Jesús en la cabeza. En lugar de
sudor, lo que salió fue su sangre. Ahora, por el poder de esa sangre, no sólo ha quedado
rota la maldición de la pobreza, sino que aquéllos que toman el nombre de Jesús y
reclaman su sangre, son ungidos para prosperar.
Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se
hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos.

—2 Corintios 8:9
Jesús nunca fue pobre. Cuando la Biblia dice que se hizo pobre, quiere decir que era
pobre en comparación con lo que tenía en su hogar celestial. En el cielo, las calles están
hechas de oro puro, las paredes y las puertas son de joyas preciosas, y no hay un solo
hueso de pobreza en todo el cuerpo de Dios. Cuando alguien lee que Jesús se hizo
pobre, es que era pobre en relación con la forma en que vivía en el cielo. Si usted tomara
todo el dinero del mundo y se lo diera a un solo hombre, ese hombre sería pobre en
comparación con lo que Jesús tenía en el cielo antes de convertirse en un ser humano
aquí en la tierra.

 Alguien me dijo en una ocasión: "Jesús era pobre, y yo quiero ser como Él". Yo le
pregunté por qué creía que Jesús era pobre. El me dijo que lo era, porque había nacido
en un pesebre, y esto lo había hecho para demostrarnos que no necesitamos las
comodidades del mundo. Sí, Jesús nació en un pesebre, pero no para enseñarnos
pobreza a nosotros. Nos estaba haciendo ver que no le estábamos dando lugar al
Salvador para que naciera en nuestra vida.
 Antes de ir a aquel granero, María y José fueron a la posada para conseguir un cuarto.
Dudo que María fuera a poner el cuarto en una de sus tarjetas de crédito, o que tuviera la
intención de deslizarse por una ventana en la mañana, sin pagar la cuenta. María y José
tenían el dinero suficiente para conseguir un cuarto en la posada. El problema era que la
posada no tenía un lugar para el Salvador.
No obstante, religiosa y tradicionalmente se nos enseña que Jesús fue pobre, así que los
cristianos debemos serlo. Los programas de Navidad suelen presentar a tres magos
alrededor del pesebre con sus pequeños presentes: unas cajitas con incienso, mirra y oro.
Un amigo mío que es un hombre muy rico de Australia hizo que investigaran a los tres
magos y a sus regalos. Así se descubrió que cada uno de aquellos magos le llevó a Jesús
un mínimo de siete camellos cargados de regalos: siete camellos de incienso, siete de
mirra y siete de oro. Además de que, según Mateo 2:1, pueden haber sido un buen
número de magos.

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Cuando enseño esto, siempre le pregunto a la gente: "¿Cuántos saben que la Palabra de
Dios es la cosa más poderosa que hay en la tierra?" Todos gritan siempre: "¡Amén!"
Entonces los sorprendo diciéndoles: "Pues no lo es. La Biblia dice que las tradiciones
religiosas de hombre dejan sin eficacia a la Palabra de Dios" (vea Marcos 7:13). Así que,
para evitar el que la Palabra de Dios pierda toda su fuerza y su poder en nuestra vida,
debemos cuidarnos de no caer en ese pensamiento religioso y en esas tradiciones sin
vida, lo cual es una de las trampas del diablo.
Pablo nos enseña que debemos permanecer vigilantes ante las trampas del diablo, lo cual
significa que debemos entender sus estrategias; las formas en que va a tratar de
emboscamos. Una de sus trampas mayores es la usada para mantenernos pobres. Si
puede lograr que creamos que Jesús vivió en la pobreza, y que para ser como Él,
nosotros también debemos vivir pobres, entonces, nos ha atrapado a nosotros, y la

Palabra de Dios
(Juan 10:10) —Yo venido
— pierde toda supara que tengan
eficacia vida,vida.
en nuestra y para
La que la tengan
estrategia del en abundancia
diablo consiste
en hacer que hablemos las tradiciones de hombres de que debemos ser pobres, y
cerremos la boca ante la Palabra de Dios, según la cual, en Cristo Jesús somos ricos.
En la Biblia hay un par de veces en que Jesús toca a alguien y le dice: "No se lo digas a
nadie". Y, ¿qué hacían? Enseguida salían corriendo para contárselo a todo el mundo. Yo
pienso que Jesús o lo que hacía era reírse a solas. Él sabía que no se podían quedar 
callados. Eran como mi hermano Norm cuando fue salvo - es decir, verdaderamente
salvo—, hace un par de meses. Ahora lo quiere hablar de Jesús. Le cuenta a todo el
mundo lo que Jesús hizo por él, y ya comenzó un estudio bíblico en su casa. Norm no se
metió
gente en
de una religión,
la Biblia. sino que
Cuando entró
Jesús los en una relación
tocaba, condejar
no podían el Hijo
dede Dios.acerca
hablar Él es como
de Él.esa
El
diablo también sabe esto. El sabe que nosotros les vamos a decir a cuantos podamos,
que cualesquiera que hayan sido las circunstancias por las que estemos pasando, y
cualesquiera que sean nuestras necesidades, Jesús nos las va a resolver. Así que la
estrategia del diablo consiste en lograr que creamos la mentira de que debernos ser 
pobres. Entonces, no tendremos con qué dar a conocer las Buenas Nuevas.
Yo solía creer en la doctrina de la pobreza. La creía, la predicaba, y me creerá cuando le
digo que funcionaba. Pero un día, Tiz y yo conocimos a John Avanzini, un hombre de Dios
que nos transformó la vida. Dios nos estaba inquietando con respecto a la prosperidad,
pero nuestras tradiciones estaban batallando con la Palabra de Dios. Por fin, yo le dije a
John: "Quiero conocer la verdad. Así que si digo algo que esté incorrecto, dígamelo y
enséñemelo en la Palabra de Dios". Entonces, le comencé a decir por qué pensaba que
no estaba bien que prosperáramos y tuviéramos cosas buenas. Enseguida, John me dijo:
"Larry, usted está equivocado".
"¿Por qué?", le pregunté.
"Usted piensa que en lugar de tener una buena casa o un buen automóvil, o una buena
iglesia, los cristianos deben usar ese dinero a fin de ganar el mundo para Jesús".

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"Si", le dije. "Exactamente."

Lo que John me dijo entonces, transformó mi vida, mi ministerio y mi familia para siempre.
Me dijo: "Larry, Dios no funciona con un presupuesto. Él es el dueño de todo. Él tiene
dinero suficiente para ganarse al mundo mil veces, y asegurarse al mismo tiempo de que
sus hijos sean bendecidos por encima de cuanto ellos podrían pedir o soñar".
Proverbios 13:22 dice: El bueno dejará herederos a los hijos de sus hijos; pero la riqueza
del pecador está guardada para el justo. ¿Sabe lo que significa este versículo? No sólo se
supone que tengamos tanta riqueza, que les dejemos herencia a nuestros nietos, sino que
Dios está tratando de poner las riquezas del mundo en las manos de la Iglesia. Toda cosa
buena viene del Padre, de arriba, incluyendo la sabiduría y la provisión en cuanto a casas,
automóviles, ropa y la predicación del Evangelio a todas las criaturas de la tierra. Las
riquezas de este mundo son para los hijos de Dios.
Nosotros tenemos un pacto de sangre con Jesús, para pasar de la pobreza a la
prosperidad, pero échele una mirada a la abundancia que hay en el mundo. ¡Los
incrédulos tienen lo que es nuestro! Dios sabe que nosotros tenemos necesidad de todas
esas cosas. Así que nos tenemos que levantar para decirle a nuestro Padre: "Estamos
listos para recibir lo nuestro ahora". Entonces podremos cuidar bien de nuestra familia y
bendecir al mundo con el Evangelio de Jesucristo.
¿De dónde viene la pobreza: de Dios o del diablo?
Hay quienes creen que la riqueza es del diablo, y que Dios quiere que los cristianos
seamos pobres. Sin embargo, Santiago 1:13 nos dice que Dios no puede tentar a nadie
con el mal. Si el dinero y la prosperidad fueran malos, entonces Dios nunca nos habría
hecho la promesa de bendecimos cuando le demos nuestros diezmos.
Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto,
dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre
vosotros bendición hasta que sobreabunde. Reprenderé también por vosotros al
devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril,
dice Jehová de los ejércitos. Y todas las naciones os dirán bienaventurados; porque
seréis tierra deseable, dice Jehová de los ejércitos.

—Malaquías 3:10-12
Es hermoso que nuestra traducción diga "ventanas", y no compuertas", como dicen otras.
Las compuertas detienen la inundación. Si nosotros creemos que la prosperidad no viene
de Dios, y le robamos nuestros diezmos y ofrendas, las compuertas permanecerán
cerradas, y no vamos a experimentar las bendiciones que Él tiene para nosotros. No sé
qué pensará usted, pero a mí me gusta la idea de que Dios derrame sobre mí tantas
bendiciones, que no me quede dónde ponerlas.
La palabra "ventanas" también tiene relación con la que se traduce como "emboscada".
¡Dios nos quiere emboscar con la prosperidad! Yo creo que Él nos tiene que emboscar, o

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infiltrársenos, porque a nosotros se nos ha enseñado que pobreza y cristianismo son


cosas sinónimas.

Tíz y yo nunca hemos dejado de dar nuestros diezmos en todos los años que llevamos
desde que fuimos salvos. Nunca hemos hecho una promesa que no hayamos cumplido.
Pero nunca vimos las bendiciones económicas y la prosperidad de Dios, hasta que nos
dimos cuenta de que la pobreza forma parte de una maldición de la que hemos sido
redimidos. La pobreza no es voluntad de Dios; la voluntad de Dios es que seamos
prósperos.
Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro
regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir.
—Lucas 6:.38
Dios no quiere que vivamos de sobras. Quiere que tengamos la casa pagada, el automóvil
pagado, la iglesia pagada, y dinero suficiente para evangelizar el mundo. Él no está en
bancarrota, sino que es el dueño de los millares de animales que hay en los collados (vea
el Salmo 50:10). La tierra y su plenitud son del Señor, y nosotros somos herederos de esa
promesa del pacto (vea el Salmo 50:12).
Veamos qué más nos dice la Palabra de Dios sobre la prosperidad.
El bueno dejará herederos a los hijos de sus hijos; pero la riqueza del pecador está
guardada para el justo.

—PROVERBIOS 13:22
Sino acuérdate de Jehová tú Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin
de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día.
-DEUTERONOMIO 8:18
Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que,
teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra.
—2 Corintios 9:8

La pobreza no forma parte del cristianismo. Es la prosperidad la que forma parte de él. La
prosperidad forma parte del plan redentor de Dios para su pueblo. Necesitamos recordar 
que somos espíritus que vivimos en un cuerpo, y que funcionamos a través de nuestra
alma: nuestras emociones y nuestro intelecto. En cuanto al ser humano, cual es su
pensamiento en su corazón, tal es él (Proverbios 23:7). Así que si pensamos que la
pobreza forma parte del cristianismo, entonces la pobreza se quedará con nosotros. Pero
cuando comprendemos que hemos sido redimidos de ella por la sangre de Jesús,
podemos ser liberados y recibir la prosperidad que Dios tiene para nosotros.

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En los púlpitos de toda la nación se escuchan enseñanzas donde se afirma que la


prosperidad no procede de Dios; sin embargo, no olvidemos que es el dinero el que
enciende las luces. Es el dinero el que alimenta a los niños de Camboya. Es el dinero el
que sostiene a nuestros misioneros mientras ellos les presentan el Evangelio a las almas
perdidas. El dinero sostiene los orfanatos. El dinero significa que podemos alcanzar a los
 jovencitos que viven en las calles.
No escuche a nadie que enseñe que Dios lo quiere pobre y necesitado. Si lo escucha, lo
va a absorber, y eso está bíblicamente equivocado. Dios ha invertido esa maldición.
Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos.
— Salmo 1:1

Tenga
clavaroncuidado ende
la corona cuanto a quién
espinas escucha.
en la cabeza haLa sangrelaque
invertido Jesús de
maldición derramó cuando
la pobreza. Todole
lo que usted tiene que hacer para pasar de la pobreza a la prosperidad, es creer que la
sangre de Jesús ha invertido la maldición, aceptar su promesa de prosperidad para la vida
de usted, y obedecer a Dios, siendo generoso.
Yo estaba enseñando esto en las Filipinas, y un pastor me dijo: "Bueno, eso está bien
para ustedes, pero aquí no estamos en los Estados Unidos". La Biblia no es un libro
escrito sólo para los estadounidenses. La Palabra de Dios de Dios no va dirigida de
manera exclusiva a una raza o una nación determinada. La Biblia fue escrita para todos
los seres humanos. Por eso, le dije a ese pastor: "¿Cómo puede decir que la prosperidad
no es para usted? Usted puede ver funcionar la prosperidad cuando sus vacas tienen dos
terneros en lugar de uno. Ve que sus pescadores recogen una pesca abundante, como le
sucedió a Pedro cuando pescó, las redes estaban llenas y los peces eran grandes, pero
las redes no se rompieron. Y ha visto que sus cosechas de arroz han rendido el doble de
lo que se esperaba".
Nuestra idea sobre la prosperidad puede ser muy limitada.
¡No limite a Dios! Reconozca la prosperidad divina en su vida, y sea agradecido.
El trabajo no es una maldición

¿Tenemos que trabajar? Si, tenernos que trabajar. En este mundo hay que ganarse el
pan todos los días. Sin embargo, Dios multiplica nuestro trabajo. La cosecha que le
cuesta al mundo un año de trabajo, Dios se la puede dar a sus hijos en un mes. Lo que al
mundo le cuesta diez años ganar, Dios nos lo puede traer a nosotros en seis meses. El
mundo funciona a base de la ley de la pobreza, por el sudor de su frente; en cambio,
usted y yo funcionamos a base de la ley de la redención, por la sangre de su frente, y esa
maldición de la pobreza ha quedado rota para nosotros.
El trabajo en sí no es maldición, puesto que Adán trabajaba antes de la maldición. La
Biblia dice que el que no trabaja, no debe comer (vea 2 Tesalonicenses 3:10). Usted no

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puede estar diciendo: "Señor, atiende a mi necesidad", mientras sus parientes y amigos le
preguntan: "¿Y por qué no trabajas?"

"Bueno, es que yo vivo por fe", responderá usted.


No; si usted puede trabajar y no lo está haciendo, está viviendo por gorronería, y no por 
fe. Vivir por fe no significa que no tenga que trabajar. Vivir por fe es trabajar, y creer que
Dios va a bendecir nuestra labor. No le diga a la gente: "Bueno, y no trabajo, porque vivo
por fe, y sé que Dios va a proveer". Eso no es fe en Dios. Tal vez sea la beneficencia
pública la que provea, pero la beneficencia es para gente que no puede trabajar; no para
gente que no quiere trabajar. Busque la sabiduría de Dios, deléitese en el Señor, medite
en su Palabra de día y de noche, y cuanto haga, prosperará (vea Salmo 1:1-3).
Una labor estéril
 Adán estaba viviendo en la abundancia mientras estaba cuidando del huerto, y Dios
multiplicaba su abundancia por medio de su labor. Las cosas crecían y florecían. Pero
cuando desobedeció a Dios, el suelo quedó maldito y, en lugar de recibir de él provisiones
en abundancia, tuvo que trabajar para arrancarle esas provisiones. En lugar de darle
frutos, hierbas y árboles de manera automática, el suelo comenzó a dar zarzas y espinos.
El trabajo duro, la labor fuerte y el sudor se convirtieron en un estilo de vida, sólo para
sobrevivir.
 Antes de la maldición, Adán era bendecido mientras realizaba su faena. Dios bendecía su
trabajo y éste producía gran abundancia. En cambio, al llegar la maldición, el suelo que le
había dado tanta abundancia quedó maldito, y él tuvo que trabajar duro, sólo para ir 
pasando.
 Así es como viven muchos entre nosotros. Tenemos que ganarnos a duras penas la
existencia, porque la tierra donde vivimos está maldita. Sin embargo, nosotros hemos sido
redimidos de esa maldición por la sangre del Cordero. Dios nos ha proporcionado una
forma de romper la maldición de la pobreza.
Una señora nos escribió después de ver nuestro programa en la televisión, y de oírnos
decir que las maldiciones son rotas por la sangre de Jesucristo. Así encontró esperanza
para su familia, la cual había sufrido en la pobreza durante cinco generaciones.
Estimado pastor Huch:
Somos gente trabajadora, pero nunca podemos ir mas allá del trabajo duro. Por muchos
trabajos que tenga en un momento determinado, tal parece que es imposible que ahorre
nada para el futuro. Siempre surge algo que me hace gastar el poco dinero que tenga
ahorrado para pagar otra cosa. Me gustaría ver a toda mi familia con sus propiedades, y
con dinero para sus años de retiro, en lugar de tener que trabajar hasta que el cuerpo
envejezca, y quede listo para la tumba.

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Hasta donde yo sé, han sido ya cinco generaciones de matrimonios terribles, divorcios y
escaseces. Detesto la pobreza que hay en mi vida, en la de mi familia, y en esta ciudad.
Cuando escuché su mensaje en TBN, me sentí emocionada. Aunque no tenía un nombre
para los problemas, siempre he sabido que tenía que haber algo terriblemente malo,
debido a la pobreza, los divorcios y las madres solteras que hemos tenido en La familia.

Pastor Huch, sufro por mi familia, por mí misma, y por la ciudad en la que vivo. Las cosas
no tienen por qué seguir así, y me regocijo al saber que pueden cambiar, y van a cambiar,
Un domingo por la tarde, estaba viendo su programa en TBN. E! Señor me dio ese
momento para que pudiera ver el programa, así que sé que Él quería que buscara su
ministerio. Le ruego que ore por mí, y por todo lo que he compartido con usted.
Sinceramente,
Sonia
Yo le he oído decir a mucha gente: Tengo la fe de que Dios nos va a bendecir en la otra
vida, y nos va a dar mucha abundancia cuando muramos". Pero Dios también quiere que
la tengamos aquí en la tierra, mientras estamos vivos. Usted no puede bendecir al mundo,
si su prosperidad está en el cielo. La prosperidad significa que, cuando usted está
trabajando, mientras está cumpliendo con su empleo, mientras está manejando su
negocio o edificando su iglesia, lo está haciendo todo para Dios. Él dijo: "Yo me involucro
en tu vida, y no me muevo como lo hace el mundo. Me muevo de maneras
sobrenaturales, y te prospero en medio de tu jornada en la vida".
Una señora de nuestra iglesia se me acercó corriendo el otro día para decirme: "¡Pastor,
gracias por enseñarnos a romper la maldición de la pobreza y vivir en prosperidad! Quiero
que sepa que yo soy la primera persona en la historia de mi familia que ha comprado su
casa. El espíritu de pobreza ha quedado roto en mi vida y en la de mis hijos, y soy la
orgullosa propietaria de mi hogar. Gloria a Dios".
Un matrimonio se me acercó para decirme que habían tenido una deuda de catorce mil
dólares por una cuenta del hospital, debida a una enfermedad inesperada, y que habían
estado a punto de perder su casa. La madre había oído el mensaje de la cancelación
sobrenatural de las deudas por parte de Dios, y le dijo: "¿Quieres decir que puedes sacar 
de deudas aymis
matrimonio les hijos?" Entonces
dijo: "Les vamos acomenzó
cancelaralaorar. PocoYadespués,
deuda. el hospital
está totalmente llamó aEllos
pagada". este
son bendecidos, y el Reino de Dios es bendecido a través de ellos, porque obedecieron a
Dios, y dieron sus diezmos y ofrendas del dinero que les fue restaurado.
No pierda lo que ya tiene
La bendición de Dios no consiste sólo en lo que tiene delante, sino también en lo que no
lo está atrapando por detrás. Parte de la maldición de la pobreza es que el devorador trata
de sorprenderlo por detrás. Esto de ser devorado significa que usted comienza a salir 

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adelante, y su automóvil se rompe; comienza a salir adelante, y aparece alguna otra


deuda que acaba con sus reservas.

Si usted está pagando sus diezmos y dando sus ofrendas, Dios reprenderá por usted al
devorador (Malaquías 3:11). Hay momentos en los que el diablo va a tratar de hacer que
se le averíe el automóvil, y se le eche a perder el motor. Entonces, Dios va a intervenir 
para decirle: "No; no toques eso, porque él ha pagado sus diezmos, y la maldición de la
pobreza ha quedado invertida".
Dios dice: "Todo el mundo los va a ver y dirá: El Señor los ha bendecido" (vea Malaquías
3:11-12). Cuando usted tiene una buena casa y un buen automóvil, y su esposa e hijos
visten bien, el mundo dice: "Son bendecidos". Su vida refleja la naturaleza de Dios. Usted
representa su bondad y sus bendiciones.

Durante quince años, Tiz y yo le testificamos a nuestra familia acerca del Señor, pero no
querían escuchar una sola palabra de cuanto decíamos. Lo habíamos dejado todo por 
Dios, comprábamos la ropa en las tiendas de segunda mano, los automóviles que
teníamos eran un desastre, y apenas podíamos cubrir nuestras deudas. Ellos nos
preguntaban: "Si ustedes trabajan tanto para Dios, ¿por qué Él no cuida de ustedes?"
 Aquello tenía lógica. Estábamos predicando el Evangelio, al mismo tiempo que vivíamos
en la pobreza, y nos enorgullecíamos de que así fuera. "Vengan, únanse a nosotros y
piérdanlo todo. Vengan. ¿Dónde está la gente? Vengan. ¿Qué les pasa? ¿Es que no
quieren estar constantemente necesitados, como nosotros?" Entonces, aprendimos que
Dios quiere bendecir a sus hijos.

Canten y alégrense los que están a favor de mi justa causa, y digan siempre: Sea
exaltado Jehová, que ama la paz de su siervo.
SALMO 35:27
Mis ofrendas se han cuadruplicado, porque Dios prospera todo cuanto me pongo a hacer.
Si usted ya está diezmando, todo lo que tiene que hacer es aceptar lo que la sangre ha
hecho, y decir: "Aplico la sangre del Cordero a mi trabajo, mi economía y mi familia".
Hay mucha controversia con respecto al mensaje de la prosperidad. Estoy de acuerdo en
que algunos lo han usado mal y han abusado, pero eso no cambia la Palabra de Dios.
Conozco
una vez alguna
que han gente que dice:
adquirido "Hemos
dinero visto personas
y bienes queYo
materiales". se han apartado
también. Perodel
heSeñor 
visto
apartarse del Señor a muchos más, porque estaban cansados de "pagar el precio", "sufrir 
por Jesús" y trabajar año tras año sin rendimiento alguno.
La pobreza forma parte de la maldición. Dios nunca quiso que sus hijos vivieran en la
pobreza. Nunca quiso que fueran la plaga de la sociedad". Desde el principio, la intención
de Dios con respecto a sus hijos amados ha sido darles bendición y prosperidad. En
Deuteronomio 28:1-14, Dios le dice a su pueblo cuáles son las consecuencias cuando se
le sirve a Él con todo el corazón: bendiciones, bendiciones y más bendiciones.

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Tal vez, la mentira más grande que Satanás haya inventado es que la pobreza es un
indicador de santidad. Si los cristianos están económicamente atados, es muy poco lo que
tienen para darle a su iglesia. Si las iglesias están económicamente atadas, tienen muy
poco para hacer su obra. Por consiguiente, la obra de Dios camina a paso más lento, o se
detiene por completo. No se puede enviar a los misioneros. No se pueden imprimir 
Biblias. La gente dice que el Evangelio es gratuito. Sí, el mensaje es gratuito, pero hace
falta mucho dinero para convertir en realidad la visión de Dios. La buena noticia es que El
es nuestra fuente y nuestro proveedor.

Enseñé este mensaje en una iglesia en el extranjero, que había sido sostenida con dinero
de una misión estadounidense durante cincuenta y tres años. Ellos aceptaron el hecho de
que Jesús derramó su sangre para que fuéramos prósperos, y que la maldición de la
pobreza había sido rota en ellos. No sólo no siguieron necesitando el dinero de los

misioneros, sino que al cabo de un año fundaron tres iglesias propias.


Se está comenzando a producir la cosecha de almas de los últimos tiempos. Dios está
realizando una transferencia de riquezas en estos últimos tiempos hacia los suyos, para
que podamos llevar a cabo sus planes. Necesitamos ponernos en una situación tal que
pasemos de la pobreza a la prosperidad. Tenemos que situarnos así en nuestra mente,
en nuestro espíritu y en nuestras acciones, a fin de recibir lo que Él quiere hacer en
nuestra vida.
Dios no está en contra de que poseamos dinero. Está en contra de que el dinero nos
posea a nosotros. Si mantenernos a Dios y a su obra como la prioridad máxima en
nuestra vida, la prosperidad que Él va a derramar a través de nosotros y hacia nosotros
no va a tener límites. Dios no nos está pidiendo que hagamos un voto de pobreza, sino
que nos está pidiendo que hagamos un voto de prioridad. Si somos fieles en nuestra
economía dentro del ámbito de lo natural, Dios va a multiplicar y aumentar nuestra
economía en el ámbito de lo sobrenatural.
Lea este testimonio de Suzanne, miembro del Centro Cristiano New Beginnings, quien
rompió la maldición de la pobreza en su vida, y está viviendo en la prosperidad de Dios.
Pastor Huch y Tiz:
La enseñanza que he recibido durante los últimos seis años que he estado asistiendo a
New Beginnings ha tenido mucho que ver en la persona que soy hoy.
Hace seis años, cuando llegué a Portland, no tenla dónde vivir. Seis años de un
matrimonio lleno de numerosos maltratos tanto físicos corno emocionales, me habían
dejado repleta de temores y con muy poca autoestima. Vivía en refugios para mujeres
maltratadas, y fue entonces cuando comencé a asistir a New Beginnings.
Me habían puesto "en el sistema": viviendo de la beneficencia y en apartamentos para
gente de pocos ingresos. Me salí de la beneficencia, y viví con los $423 mensuales de
ayuda para mis hijos. No sabía hacer ningún trabajo en especial, nunca había terminado

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la secundaria, y no había trabajado en seis años. Tenía mis talentos de artista y


diezmaba, aun en los momentos en que vivía en la pobreza.

En noviembre de 1996, le pedí a Dios que fuera mi socio en los negocios: le dije que mi
vida era suya; que haría cuanto Él me pidiera. Todo aquel tiempo, había estado leyendo
su Palabra, escuchando cintas grabadas y creciendo. En 1996, mis ingresos procedentes
del arte fueron inferiores a los ocho mil dólares. En 1997, comencé a orar "de manera
específica", tal como usted nos enseñó a hacer. En enero, pedí ganar seis mil dólares, y
sucedió. Después, pedí duplicar esa suma. En marzo tuve una ganancia total de doce mil
dólares.
Vivía en un apartamento para gente de pocos ingresos, y quería salir de allí, así que le
pedí a Dios que me diera suficiente dinero para comprar una casa. En septiembre, mis
entradas totales fueron de más de veinte mil dólares en un período de treinta y cinco días,
y compré una casa con contrato.
Entonces dije: "Señor, necesito una furgoneta nueva. Esta ya no es segura". Una semana
más tarde, tenía la furgoneta nueva. Ahora tengo un negocio floreciente, en el que puedo
ganar en total más de diez mil dólares mensuales. Ahora gano más de quinientos dólares
diarios; más de lo que solía tener para vivir todo un mes. Creo que este año mis diezmos
van a ser más de lo que tenía para vivir todo un año.
Mi forma de pensar ha cambiado a través de los mensajes que he recibido en la iglesia, y
de las cintas grabadas y los libros. Todo lo que usted está enseñando, funciona siempre
que la gente lo quiera hacer. Estoy trabajando muy duro, pero también soy fiel en mi
asistencia a la iglesia, y permanezco involucrada en ella. Sé que tengo que permanecer 
conectada con mi fuente.
El levanta del polvo al pobre, y al menesteroso alza del muladar, para hacerlos sentar con
los príncipes, con los príncipes de su pueblo (Salmo 113:7-8). Tengo entre mi clientela a
algunas de las personas más ricas y poderosas del estado, y esas personas están
dispuestas a esperar su turno, a fin de que yo trabaje para ellas. El otro día cumplí los
treinta años, y mi vida acaba de comenzar.
Gracias. Que Dios los bendiga.

Suzanne
Nuestro Dios es el Dios de la cosecha. Lo que Él ha hecho por Suzanne, lo puede y
quiere hacer por usted. La pobreza ya no tiene un lugar en su vida, porque ha quedado
rota. Fue rota cuando la corona de espinas atravesó la cabeza sin pecado de Jesús, y su
sangre sin pecado se derramó por su cuerpo. Si usted necesita un trabajo, busque al
Señor. Yo creo que va a recibir un trabajo que no sólo le va a encantar, sino que le va a
pagar muy por encima de lo que usted necesita. Y cuando reciba las bendiciones de Dios,
podrá ser de bendición para otros. ¡A Dios nadie le gana en generosidad!

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HABÍAMOS RECIBIDO LA MALDICIÓN DE LA POBREZA POR EL SUDOR DE LA


FRENTE DE ADÁN, PERO FUIMOS REDIMIDOS DE ESA MALDICION POR LA
SANGRE DE LA FRENTE DE JESUS.
Capítulo 12
Sus manos perforadas nos devolvieron el dominio sobre las cosas que tocamos
El cuarto lugar del que Jesús derramó sangre, fueron sus manos, que los soldados
atravesaron para clavarlo a la cruz. Por medio de la sangre derramada por sus manos
perforadas con los clavos, Dios dice que todo aquello sobre lo que pongamos las manos,
Él lo va a hacer prosperar (vea Génesis 39:3).
 Antes de la caída de Adán, el propósito de Dios al crearnos era que tuviéramos autoridad

y dominio sobre toda la tierra.


Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra
semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en
toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su
imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo:
Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar,
en las aves de los ciclos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.
—Génesis 1:26-28
Dios puso toda la autoridad en las manos de Adán y Eva, pero cuando Adán lo
desobedeció, esa autoridad nos fue quitada, y Satanás se convirtió en el dios de este
mundo. Comenzó a ser él quien daba las órdenes. Cuando Jesús fue crucificado, derramó
su sangre mientras le atravesaban las manos, para que usted y yo recuperáramos nuestro
dominio y fuéramos vencedores. Nuestra autoridad ha sido redimida por medio de la
sangre que derramaron las manos de Jesús.
Muchos cristianos andan huyendo del diablo, o tratando de esconderse de él. Piensan
que si corren lo suficientemente rápido, y oran en lenguas bastante, el diablo no les va a
hacer tanto daño. También hay otros cristianos que permanecen firmes, y piensan que el
diablo los va a pasar por alto, si ellos se quedan callados y no hacen demasiado ruido.

Los cristianos no debemos ser tímidos, estar a la defensiva ni operar en punto muerto.
Podemos vencer al diablo. Podemos derrotarlo. Podemos tener victoria sobre el enemigo
de nuestra vida, que anda tratando de destruirnos. Podemos lanzarnos contra los ataques
de Satanás, y derrotarlo. Podemos tomar la ofensiva, para frustrar las tácticas del
enemigo en contra nuestra.
Ponga las manos sobre todo lo que le pertenezca a Dios
Hasta el mundo lo nota cuando el Señor hace que la gente prospere. Por ejemplo, Potifar 
observó que, a pesar de que José era esclavo, tenía éxito y prosperaba, y que todo lo que
él hacía, Jehová lo hacía prosperar en su mano (Génesis 39:3). Por eso, el diablo no

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quiere que usted ponga las manos sobre las cosas y tome autoridad sobre lo que les
pertenece a Dios y a su pueblo.

En una ocasión en que estaba predicando en Michigan, le impusimos manos a una


señora que necesitaba una bendición doble, y oramos por ella. Este es el testimonio que
nos envió más tarde.
Estimado pastor Huch:
Yo fui a verlo cuando usted estuvo en Detroit. Qué mensaje tan maravilloso y ungido
predicó sobre romperla maldición de las deudas. El Señor me habló, y quedó confirmado
que recibiría una bendición doble. Después de que usted preguntó quién quería que se le
impusieran manos para liberar la unción, yo corrí al frente con todos los demás. Usted me
impuso manos en dos ocasiones.
 Alrededor de un mes más tarde, quedé embarazada, algo por lo cual había estado orando
durante más de tres años y medio. En el mismo día en que supe que estaba embarazada,
mi esposo recibió un trabajo de cincuenta mil dólares anuales. Durante los dos años
anteriores, había estado cesante. A lo largo de todo aquel tiempo, el Señor nos había
ayudado, y había satisfecho todas nuestras necesidades.
Seguiré creyendo que durante este año del Jubileo, el Señor va a encargarse de todas las
deudas en que nos metimos en esos años de cesantía. Gracias por su enseñanza acerca
de romper las maldiciones generacionales, ahora yo puedo recibir la promesa de Dios en
cuanto a que daré a luz sin dolor a este bebé sano y bendito que llevo en mi seno.
Que Dios lo bendiga. familia
Cuando sangraron las manos de Jesús, el dominio les fue devuelto a los hijos de Dios.
Eso significa que cuanta maldad encontremos, tenemos la autoridad en el nombre de
Jesús para hacerla inofensiva.
Tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre
los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.
—Marcos 16:18

Usted necesita imponerles manos a sus hijos, cubrirlos con la sangre de Jesús, y decir;
"Rompo la iniquidad en mis hijos. Rompo la iniquidad en mi familia". Necesita imponerle
manos a la almohada de su hijo, y declarar que él va a servir a Dios. Necesita imponerle
manos a la escuela de sus hijos, y cubrirla con la sangre de Jesús. Si su cónyuge no es
salvo, imponga manos sobre su almohada, y libere la unción del Espíritu de Dios. Tome
autoridad sobre esos demonios de iniquidad y, de repente, su cónyuge comenzará a abrir 
la Biblia para leerla. Dijo que nunca iba a ir a la iglesia, pero ahora está haciendo que
vaya toda la familia. ¿Por qué? Porque la sangre de Jesús rompe la iniquidad en el
momento en que usted toma autoridad sobre el enemigo, y el Espíritu Santo es liberado
para hacer que las promesas de Dios se conviertan en realidad en su vida.

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Todo aquello en lo que usted ponga sus manos para hacerlo, Dios lo va a hacer prosperar 
(vea Génesis 39:3). ¿Por qué? No por ningún rito, sino porque la autoridad ha sido
devuelta a nuestras manos por medio de la preciosa sangre de Jesús.
Cuando estábamos pastoreando una iglesia en Santa Fe, estaban renovando un gran
edificio en el centro de la ciudad para una discoteca de homosexuales y lesbianas.
Reunimos a los miembros de nuestra iglesia, fuimos allí, le impusimos manos al edificio y
dijimos: "Espíritu inmundo, te atamos, tomamos dominio sobre este lugar, y declaramos
que no se va a abrir".
En el día de la gran inauguración, estalló todo lo eléctrico, de manera que lo tuvieron que
cerrar. Se hicieron las reparaciones, y se fijó el día para otra gran inauguración. Nosotros
volvimos al edificio, le impusimos manos y dijimos: "Espíritu inmundo, en el nombre de
Jesús tomamos dominio sobre ti. No te vas a levantar en esta dudad con propósitos
inmorales". Cuando iban a abrir, otra cosa estalló. Así fueron las cosas durante año y
medio, mientras desperdiciaban millones de dólares. La inauguración nunca llegó. ¿Se
trataba sólo de una coincidencia? ¡Claro que no!
¡Es real!
¡Nosotros debemos tener autoridad! Dios nos dio autoridad en el huerto del Edén, la
perdimos por el pecado de Adán, y Jesús la redimió en la cruz. Jesús bajó las manos. No
se les resistió a sus enemigos. Sólo se acostó para que ellos le clavaran las manos. Así
derramó su sangre, y el dominio volvió a manos de todos los que creamos en Él.

La Palabra de Dios dice que hemos sido redimidos por la sangre de Jesús. Nuestra
autoridad ha quedado redimida. Nuestro dominio ha quedado redimido. Necesitamos
tomar nuestras manos, imponerlas sobre todas las cosas, y reclamar las bendiciones de
Dios con autoridad, por la sangre y en el nombre de Jesucristo.
Capítulo 13
Sus pies perforados nos devolvieron el dominio sobre los lugares por donde andamos
Sus pies fueron el quinto lugar donde Jesús derramó su sangre, cuando se los clavaron a
la cruz. La sangre derramada por sus pies también nos redimió de nuestra falta de
dominio y de autoridad. El hombre debía ser la cabeza, y no la cola. Debía estar por 
encima de todo, y debajo de nada (vea Deuteronomio 28:13). Ese es nuestro lugar,
gracias a la sangre derramada por Jesús. Cuando Adán desobedeció a Dios en el huerto
del Edén, perdió dominio y autoridad, y en ese momento, Satanás se convirtió en el dios
de este mundo. Pero gracias a la sangre derramada por Jesús, no tenemos por qué
dejarnos pisotear por Satanás. Al contrario: somos nosotros quienes lo pisoteamos a él.
Todo lugar que pisare la planta de vuestro pie será vuestro.
—Deuteronomio 11:24

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Se nos ha ordenado: Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura (Marcos
16:15). Dondequiera que vayamos, le debemos decir a la gente: El Reino de Dios se ha
acercado; arrepentíos, y creed en el Evangelio (Marcos 1:15). Esto sería imposible, a
menos que tuviéramos la autoridad necesaria para tomar dominio sobre el reino terrenal
de Satanás. Se nos dice: Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis, ni tengáis miedo de ellos,
porque Jehová tu Dios es el que va contigo; no te dejará, ni te desamparará
(Deuteronomio 31:6). El dominio sobre esta tierra es nuestro de nuevo, gracias a la
sangre derramada por Jesucristo, y dondequiera que nosotros estamos, el Reino de Dios
se ha acercado.
En su condición de creyente, usted tiene la autoridad necesaria para caminar por su
vecindario y decir: "Ato al diablo en mi vecindario. Ato a los drogadictos y los traficantes
de drogas". Puede caminar por las escuelas y decir: "Ato la violencia, ato la

homosexualidad, ato laDios


dondequiera que vaya, perversión y usted.
estará con ato las enseñanzas de la Nueva Era", porque

Los delincuentes y las pandillas tienen que ceder ante el poder de Dios. Usted se puede
parar en el portal de su casa y decir: "Espíritu de violencia, te ato en el nombre de Jesús.
Te reprendo y te echo fuera de mi ciudad. Te ordeno que salgas de mi vecindario. Te
ordeno que salgas de mi escuela. Te ordeno que salgas de mi gobierno".
El enemigo le dirá: "¿Y quién te crees tú que eres?" Entonces, usted puede proclamar su
posición en Dios como hijo suyo, lavado en la sangre de Jesús, y con su dominio
restaurado. En todo lugar donde usted ponga la planta del pie, va a tomar dominio. Dios le
entrega todo lugar donde usted ponga el pie.
Reclame la sangre sobre su familia
 A principios del pasado año escolar, los padres me estaban expresando su preocupación
sobre la seguridad de sus hijos durante el tiempo de clase. Yo les dije lo que le manifestó
Moisés a los hijos de Israel: "Pongan la sangre de Jesús sobre el dintel de su casa, para
que cuando ese espíritu de iniquidad y de destrucción trate de entrar, vea la sangre y
salga huyendo". ¿Cómo ponemos la sangre de Jesús en el dintel de nuestra casa?
Pronunciamos la Palabra sobre nuestros hijos. Creemos en sus promesas de que
protegerá a nuestra familia. Le ordenamos al enemigo que deje en paz a nuestros hijos.
Oramos por nuestros hijos, reclamamos sobre ellos la sangre de Jesús, y sabemos que el
ángel de la muerte y la destrucción no puede pasar donde está la sangre. Vaya a la
escuela cuando no haya nadie allí, imponga manos sobre las puertas de entrada y ore por 
esa escuela. Camine alrededor de ella, y reclámela para el Reino de Dios, porque todo
lugar que pisare la planta de su pie será suyo (Deuteronomio 11:24).
También hay cosas que usted puede hacer en el ámbito de lo natural. Estar pendiente de
sus hijos. Hablar con ellos. Conocer a sus amigos. Involucrarse en sus actividades
escolares. Trabajar de voluntario en su escuela. Ser el padre que camina la milla extra.
Convertir a sus hijos en su pasión.

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El diablo ha estado ocupando nuestras escuelas durante demasiado tiempo. Ya es hora


de recuperar lo que el enemigo nos ha robado, y consagrarlo a la obra de Dios. Pero no
se detenga allí. Ponga la sangre de Jesús sobre las puertas del tabernáculo de su propia
vida. Entonces, cuando ese espíritu de iniquidad, muerte y destrucción llegue,
comprenderá que no puede cruzar esa línea de sangre. No importa si se trata de armas
de fuego, divorcio, pobreza o enfermedad, porque mayor es el que está en nosotros, que
el que está en el mundo (1 Juan 4:4).
Porque el marido incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido;
pues de otra manera vuestros hijos serian inmundos, mientras que ahora son santos.
—1 Corintios 7:14
 Aunque su cónyuge no sea salvo, usted puede reclamar sobre él y sobre sus hijos la
sangre, y romper esa maldición de familia. Cuando nos dimos cuenta de esto hace años,
exhortamos a todas las esposas de nuestra iglesia cuyo esposo era inconverso, para que
comenzaran a reclamar la sangre de Jesús sobre él. Al principio, el esposo se enojaba
con la esposa, porque ella iba a la iglesia, pero al cabo de dos semanas, todos y cada uno
de esos esposos vinieron y recibieron la salvación. Treinta mujeres oraron fielmente, y
treinta esposos le entregaron su vida a Jesús. ¿Por qué? Porque las oraciones de sus
esposas rompieron la iniquidad que los mantenía esclavizados. Esto también va a
Funcionar con sus hijos. Por medio del poder de la sangre de Jesús, usted podrá ver que
sus hijos vuelven el rostro hacia Dios, y viven para Él. Los podrá ver levantarse para
impactar santamente su escuela. Podrá ver a su hijo levantarse contra las asechanzas del
malvado, y defender la justicia.
Cuando estábamos buscando una propiedad para la iglesia, acudimos al alcalde, y él nos
dijo: "Esta propiedad es industrial y comercial. No se puede permitir que se construya allí
una iglesia". Eso no nos detuvo, porque sabíamos por el Espíritu de Dios que ésa era la
tierra que Dios tenía para nosotros. Fuimos allí, le dimos la vuelta a la propiedad y la
reclamamos para nuestra iglesia. Más tarde, nos reunimos con el consejo del
ayuntamiento, que ya había decidido no darnos el permiso. Entonces nos dijeron: "No
sabemos por qué estarnos haciendo esto, pero vamos a ser benevolentes con ustedes.
Son la única iglesia que va a poder construir en esa propiedad comercial". Dios nos dio
dominio, y yo sabía que donde pusiera la planta de mi pie, aquella propiedad habría
quedado comprada con la sangre.
Originalmente, pensábamos comprar cincuenta acres, pero terminaron siendo ochenta y
cuatro. Hoy en día, esa tierra vale más de cinco o seis veces la cantidad que pagamos por 
ella. Dios no sólo nos da dominio sobre los lugares por donde caminamos, sino que
también los prospera.
Póngase en pie y tome dominio

Pero alguien testificó en cierto lugar, diciendo: ¿Que es el hombre, para que te acuerdes
de él, o el hijo del hombre, para que le visites? Le hiciste un poco menor que los ángeles,
le coronaste de gloria y de honra, y le pusiste sobre las obras de rus manos; todo lo

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sujetaste bajo sus pies. Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea
sujeto a él; pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas.

—Hebreos 2:6-8
No somos sólo los niños y las niñas de Dios. Usted y yo somos herederos de la salvación.
Eso significa que los ángeles están debajo de nosotros; no somos nosotros los que
estamos debajo de ellos. Somos coherederos con Cristo Jesús (vea Romanos 8:17).
Cuando vamos donde El nos dice que vayamos, Él va con nosotros, y es para que
tomemos dominio por su autoridad.
No servimos a un Salvador muerto, ni a un Señor que sigue en su tumba. Servimos a un
Salvador resucitado, lleno de vida, lleno de poder y lleno de unción. Nuestro Salvador, el
que quita las cargas y destruye los yugos, nos dice: "Como mi Padre me envió, así ahora
yo te estoy enviando. Dondequiera que vayas, diles que el reino de los cielos se ha
acercado" (vea Juan 20:21 y Mateo 10:7).
Hace años, la gente solía hacer "marchas de Jericó". Ahora bien, comprenda que no hay
poder en los ritos religiosos, pero en la revelación sí hay poder transformador. La marcha
de Jericó original se produjo porque Josué recibió una revelación del Señor, según la cual,
todos los lugares que pisara con sus pies quedarían sometidos a la autoridad que Él le
había dado (vea Josué 1:3). Interésese en las escuelas de sus hijos, rodee el lugar 
caminando, y diga: "Todo lugar donde pongo la planta del pie, es suelo comprado con
sangre para el Reino de Dios. El nos lo da en herencia". No lo haga de una forma que lo
haga quedar en ridículo, pero si usted marcha alrededor de esa escuela, los espíritus de
violencia, ira, depresión y enfermedad van a caer.
Cuando los hijos de Israel pusieron la sangre del cordero en los dinteles de sus puertas, el
espíritu de muerte no los pudo cruzar (vea Éxodo 12:22-28). Usted necesita poner la
sangre alrededor de su casa, su iglesia y las escuelas de sus hijos, y comprender que
Dios le ha restaurado el dominio por la sangre que brotó de los pies de Jesús.
Cuando atamos al diablo, nuestro siguiente paso es desatar la paz de Jesús en nuestras
calles. Desatar la justicia de Jesús en nuestras ciudades.
De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que
desatéis en la tierra, será desatado en el cielo.
-MATEO 18:18
Podemos atar al enemigo y expulsarlo de nuestras ciudades y de nuestra nación, pero
para que no vuelva a entrar, necesitamos liberar el poder de Dios para transformar vidas.
Necesitamos predicar las Buenas Nuevas y convertir en discípulos a todos, para que
caminen realmente con dominio.
Nosotros decimos: "Bueno, Dios debería hacer algo para arreglar este desastre".
Él nos dice: "Ya lo hice".

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"Dios debería enviar a alguien".

El nos responde: "Eso estoy tratando de hacer. ¿Me estás escuchando?"


Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. Y estas señales
seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas
lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño;
sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.
—MARCOS 16:15, 17-18
¿Está usted listo para tomar dominio? ¿Está listo para tomar su ciudad para Jesús? ¿Está
listo para hacer que su nación vuelva a Dios? ¡Es hora de entrar al campamento enemigo,
y recuperar lo que él nos ha robado!

Capítulo 14
Su corazón traspasado nos devolvió el gozo
Entonces los judíos, por cuanto era la víspera de la Pascua, para que los cuerpos no
quedasen en la cruz en el sábado, pues era el gran día del sábado, rogaron á Pilato que
se les quebrasen las piernas, y fuesen quitados. Y vinieron los soldados, y quebraron las
piernas al primero, y asimismo al otro que había sido crucificado con él. Mas cuando
vinieron á Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas: Empero uno de
los soldados le abrió el costado con una lanza, y luego salió sangre y agua.

Juan 19:31-34
El sexto lugar por donde Jesús derramó su sangre, fue su costado, cuando un soldado se
lo atravesó con una lanza, y salieron de él sangre y agua. Todos hemos oído predicar que
Jesús no murió por la crucifixión, por las heridas, ni por los clavos que le atravesaban las
manos y los pies. Jesús murió con el corazón quebrantado por el peso de nuestro pecado.
Se me ha dicho que es un fenómeno físico que cuando estalla el corazón de la persona,
el agua y la sangre de su cuerpo brotan juntas.
En la observancia del día de reposo existía la norma de que no podía haber nadie en una
cruz al comenzar dicho día. Jesús fue crucificado un viernes, y el día de reposo
comenzaba al caer el sol aquel mismo día. Para cumplir con la ley judía, los soldados
fueron a cada uno de los crucificados, a fin de quebrantarles las piernas. Aquello era para
apresurar su muerte, de manera que estuvieran muertos antes de que comenzara el día
de reposo.
Cuando alguien moría en la cruz, no moría por el dolor de la crucifixión en unos instantes,
ni en una hora, sino que le podía llevar días. Al final, ya no se podía sostener más, y el
peso de su propio cuerpo hacia que se le cerraran los pulmones. Morían ahogados, en
una muerte lenta y horrible. No obstante, según la ley judía, el cuerpo no podía
permanecer en la cruz durante una noche, de manera que lo bajaban y enterraban, para
que la maldición no fuera transferida a la tierra (vea Deuteronomio 21:22-23).

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Las Escrituras habían profetizado que al Mesías no le romperían hueso alguno del cuerpo
(vea Juan 19:36 y el Salmo 34:20). Cuando llegaron a Jesús para quebrarle las piernas,
hallaron que ya había muerto. No necesitaron quebrárselas, porque había muerto con el
corazón destrozado.
Cuando Jesús había anunciado su ministerio en la sinagoga, había leído el siguiente texto
en el rollo.
El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a
los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a
los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos.
—Lucas 4:18

Jesús
sanar afue
losungido con el poder
quebrantados de Dios¿Porque
de corazón. que quita las quebrantados
a los cargas y destruye los yugos,
de corazón? para
Porque
Dios quiere que su pueblo viva con gozo. Cuando nosotros estamos llenos de gozo,
tenemos la fortaleza necesaria para pelear la buena batalla de la fe.
El gozo de Jehová es vuestra fuerza.
-Nehemías 8:10
Jesús no se va a limitar a llevarse su pecado, sino que se va a llevar el dolor que produce
ese pecado. Él es quien transforma nuestros dolores en gloria, y nuestras llagas en
estrellas.
No tienen en poco al ladrón si hurta para saciar su apetito cuando tiene hambre. Pero si
es sorprendido, pagará siete veces; entregará todo el haber de su casa.
-Proverbios 6:30-31

El diablo es el que viene a robar, matar y destruir. Cuando descubrimos que la batalla no
es contra carne ni sangre, nos damos cuenta de que no es la gente la que nos roba la
vida. El ladrón no es su ex esposa, su ex esposo ni su ex jefe. El ladrón es el diablo. La
Biblia lo dice así, y ahora él le tiene que pagar siete veces. Sabiendo eso, usted puede
decir con toda tranquilidad: Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les
ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados (Romanos 8:28).
Romanos 8:28 es uno de mis versículos favoritos de las Escrituras, porque es la única
forma de que cumplamos con la indicación de Dios de que nos regocijemos en El
siempre. Usted dirá: "¿Cómo me puedo regocijar, después de todo lo que me ha
pasado?" Lo puede hacer, porque Dios dice que Él puede tomar hasta las peores cosas
que le puedan suceder, y convertirlas en bien. Cualesquiera que sean, el poder de la
sangre de Jesús las va a invertir, de manera que se conviertan en prosperidad y bendición
para usted.

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¿Recuerda la historia de José? Cuando compartió sus sueños con sus hermanos, en
lugar de regocijarse con él, lo tiraron a una cisterna y lo vendieron como esclavo.
Después, le dijeron a su padre que había muerto. José pasó por apuros increíbles, pero
terminó finalmente en el mismo lugar donde Dios había dispuesto que estuviera: como
segundo hombre de todo Egipto. Cuando llegó el hambre a la tierra, sus hermanos
acudieron a él para comprar comida. Al perdonarlos y darles provisiones, nos dio a
nosotros una de las mayores enseñanzas de la Biblia sobre la fe:
Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que
vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo.
Génesis 50:20
Los cristianos necesitamos la revelación de que aquello que el diablo quiere hacer en
nuestra vida para mal, Dios lo va a usar para nuestro bien. ¿Por qué? Porque Romanos
8:28 dice que todas las cosas obran juntas para el bien de los hijos de Dios, que lo aman
y cumplen sus propósitos para su vida. Eso es suficiente para darnos gozo.
El gozo que el enemigo le ha robado, se lo debe devolver multiplicado por siete. Hoy es
día de paga. Jesús dijo: "Yo he venido a darles gozo. He venido a darles vida; he venido a
darles alegría" (vea Juan 10:10). El gozo debe ser el punto central de la vida cristiana. De
hecho, después de ser salvos y bautizados en el Espíritu Santo, si no tenemos gozo, no
tendremos fuerzas. Jesús vino para sanar a los quebrantados de corazón, para
restauramos el gozo y para renovar nuestras fuerzas.

Una señora de nuestra iglesia había sufrido de desórdenes bipolares durante más de
treinta años_ Esto es conocido también como dolencia maníaco-depresiva, una
enfermedad genética incurable, con una proporción de suicidios del veinte por ciento,
debido a la depresión extrema que causa. Había pasado por todo lo que podía hacer la
medicina, incluyendo el confinamiento y la medicación psiquiátrica, para sanarse de sus
cambios de humor tan tempestuosos e incontrolables. Desde que tenía diez años, no sólo
sufría con su propia depresión tan debilitante, sino también con la incomprensión y el
rechazo de la gente, que no comprendía las fluctuaciones tan extremas de su humor.
Después que oramos por ella, esto es lo que nos escribió:
Estimado pastor Huch:
Desde que fui liberada de las maldiciones generacionales, mi humor está más estable que
nunca en toda mi vida. Mis funciones mentales van mucho más allá de cuanto había
experimentado, o pensado que fuera posible. Estoy reclamando una restitución
septuplicada en todos los aspectos que Satanás ha tratado de destruir.
Hace ya dos años que lleva una vida de gozo y libertad que nunca había pensado que
fuera posible. Le ha sido restaurado el gozo de vivir, gracias al corazón de Jesús,
quebrantado en la cruz.
El corazón quebrantado de Jesús

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Jesús sabe lo que es padecer de un corazón quebrantado, no sólo en el sentido físico de


su muerte en la cruz, sino a través de la traición y el rechazo de los mismos que Él amaba
y llamaba amigos. Muchos de aquéllos a quienes les había ministrado, gritaron:
"¡Crucifícale!"
Cuando compareció ante Pilato, el gobernador romano en Israel, éste sintió la convicción
del Espíritu Santo. Lo quería soltar, porque sabía que no había hecho nada. Su propia
esposa Ie había advertido: No tengas nada que ver con ese justo; porque hoy he
padecido mucho en sueños por causa de él (Mateo 27:19). Pilato estaba buscando una
salida, pero también quería complacer a los que estaban exigiendo la ejecución de Jesús.
Siguiendo la costumbre de la Pascua, se podía liberar a un prisionero, así que le sugirió al
pueblo que escogiera a Jesús.

 Ahora bien, en el día de la fiesta les soltaba un preso cualquiera que pidiesen. Y había
uno que se llamaba Barrabás, preso con sus compañeros de motín que habían cometido
homicidio en una revuelta. Y viniendo la multitud, comenzó a pedir que hiciese como
siempre les había hecho. Y Pilato les respondió diciendo: ¿Queréis que os suelte al Rey
de los judíos? Porque conocía que por envidia le habían entregado los principales
sacerdotes. Mas los principales sacerdotes incitaron a la multitud para que les soltase
más bien a Barrabás. Respondiendo Pilato, les dijo otra vez: ¿Qué, pues, queréis que
haga del que llamáis Rey de los judíos? Y ellos volvieron a dar voces: ¡Crucifícale! Pilato
les decía: ¿Pues qué mal ha hecho? Pero ellos gritaban aun más: ¡Crucifícale! Y Pilato,
queriendo satisfacer al pueblo, les soltó a Barrabás, y entregó a Jesús, después de
azotarle, para que fuese crucificado.
—Marcos 15:6-15

Jesús era el Hijo de Dios. Tenía el Espíritu de Dios. Pero también era de carne y sangre;
era un hombre, y sentía lo mismo que nosotros sentimos. Creció en una familia, y vivió y
caminó entre la gente durante treinta años. Entonces, caminó entre la gente durante tres
años de ministerio. Amaba a la gente. La bendecía. Los niños corrían hacia él y lo
abrazaban. Entonces, lo traicionó Judas, uno de los discípulos que Él amaba.
El sabía lo que era tener el corazón quebrantado. Primero, uno de sus amigos más
íntimos lo traicionó y se lo entregó a las autoridades romanas. Después, la misma gente
que Él amaba, la misma gente con la que habla comido, a la que había sanado, liberado y
bendecido, comenzó a gritar: "Danos a Barrabás el asesino. Crucifica a Jesús". Aquella
misma gente que Él amaba, y que había caminado con Él, era la que lo golpeaba, lo
escupía, se burlaba de Él y lo llenaban de oprobio.
Entonces, Pedro lo negó tres veces. Era como si su mejor amigo, o su propio cónyuge lo
mirara a usted, y le dijera a otra persona: "No lo conozco". Jesús se sintió tal como nos
habríamos sentido nosotros si nos hubiera sucedido.

Después, quedó desnudo, colgado de una cruz, frente a su propia madre. Le habían
arrancado la barba. Le habían puesto una cruel corona de espinas en la cabeza para
burlarse de Él. Los salivazos le corrían por el cabello. Y encima de todo aquello, cuanto

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pecado se haya sido cometido jamás —todas las mentiras, todos los asesinatos, todas las
violaciones, todas las películas pornográficas, toda adicción a drogas, todo holocausto de
terror— cayó sobre Él, el que nunca había pecado. Cargó con nuestros pecados y, en ese
momento, Dios, su propio Padre, no pudo hacer otra cosa más que darle la espalda.
Y a la hora novena clamó a gran voz, diciendo: Eloi, Eloi, ¿lama sabactani? que traducido
es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
—Marcos 15:34
Su corazón fue quebrantado para que el suyo y el mío pudieran ser sanados. Por la
sangre del Cordero, nosotros hemos vencido las heridas de un corazón quebrantado.
Jesús se convirtió en nuestro pecado, para que nosotros no tuviéramos que pecar. Se
convirtió en nuestra enfermedad, para que nosotros no tuviéramos que estar enfermos.
Se convirtió en nuestro corazón quebrantado para que no tuviéramos que tener el corazón
quebrantado. Jesús vino a restaurarnos el gozo.
Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto,
ni clamor, ni dolor; porque las, primeras cosas pasaron.
—APOCALIPSIS 21:4
El sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas.
—SALMO 147:3

Dele a Dios sus dolores


Si usted no le permite a Dios que sane sus dolores, esos dolores no curados se
convierten en amargura. Jesús les enseñó a sus discípulos en Mateo 6:12 a orar de esta
forma: Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros
deudores. Después les dijo: Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará
también a vosotros vuestro Padre celestial; más si no perdonáis a los hombres sus
ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas (Mateo 6:14-15).
 Así es como yo aprendí a perdonar: Descubrí quién era el ladrón, y no era un ser humano,
sino el diablo. También me di cuenta de que no batallo con carne ni sangre. Me niego a
batallar con las personas, pero si batallo con los principados, las potestades y los
gobernadores de las tinieblas en regiones celestes (vea Efesios 6: 12).
Las personas sólo son instrumentos, o de Dios o del diablo. Si yo le impongo manos a
una persona y la bendigo, o la toco y queda sana, ¿quién la ha bendecido? Sabemos que
ha sido Jesús. Pero si le pongo la mano encima a una persona para destruirla, o para
tratar de dañar lo que está haciendo, ¿quién le ha hecho el daño? La mayoría de la gente
dirá que fui yo, pero todo lo que pasa es que decidí dejar que el diablo me usara para
hacerle daño a otra persona. Nos han educado para que le demos a Dios la gloria, pero
no nos han educado para que le echemos la culpa principal al diablo.

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No quiero que me entienda mal. No estoy diciendo que la gente no tenga que ser 
responsable por sus acciones. Si un hombre entra a mi casa y me roba todo lo que tengo,
debe responsabilizarse por lo que ha hecho. Ningún tribunal excusa a alguien de un delito
porque diga: "¡El diablo me empujó!" Sin embargo, los cristianos debemos mirar más allá
de la persona, para ver el poder que se mueve detrás de sus acciones. Y eso también nos
obliga a hacernos una pregunta: "¿Quién es el que me está usando en estos momentos:
Jesús, o Satanás?"
Las personas sólo son instrumentos. Si estamos en las manos de Jesús, el Carpintero,
seremos usados para edificar a la gente. Si estamos en las manos de Satanás, el
destructor, seremos usados para destruirla. Permítame que le dé un ejemplo. Los
martillos sólo son herramientas. Con un martillo se puede levantar una pared, o echarla
abajo. Si usted ve una pared, no le dé la gloria al martillo. Si ve una pared con agujeros

hechos por golpes,


en las manos tampoco
de alguien. Porculpe al martillo.
eso, Jesús El martillo
dijo que no es más
no batallamos que una
contra herramienta
carne ni sangre,
sino contra espíritu malignos. Lamentablemente, nos hemos estado martillando unos a
otros ahora, y tratando de edificarnos dentro de un instante.
En cuanto al perdón, es necesario que perdonemos para ser perdonados, y para poder 
perdonar, tenemos que darnos cuenta de quién es el ladrón. Cuando lo hagamos, nos
tendrá que devolver el gozo del Señor multiplicado por siete. Debemos perdonar a los que
nos hacen daño, sabiendo que detrás de sus acciones en contra nuestra, el que se
encuentra es el diablo.
Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.
—Lucas 23:34
Jesús entendía que era el diablo, y no la gente, quien estaba tratando de destruirlo.
Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu. Y
puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y
habiendo dicho esto, durmió.
—HECHOS 7:59-60
Esteban también entendió que nuestra batalla no es contra carne ni sangre.
Jesús va a detener la maldición, y a invertirla. Va a sanar su dolor, y una vez producida la
sanidad, usted no va a volver a sentir amargura. El resentimiento y el odio ya no formarán
parte de su vida. Cuando reciba el gozo del Señor, las ventanas de los cielos se abrirán
sobre su vida.
• Cuando recupere su gozo, se hará fuerte en la fe.
• Cuando sea libre, no estará amargado, sino que será mejor.
• Cuando sea feliz, su luz brillará ante otros que estén sufriendo.

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La Biblia nos dice que pongamos la mano en el arado y no miremos atrás. No debemos
mirar a lo que habría podido ser; a lo que tal vez habría sido. Debemos mirar hacia
delante. Nuestra cosecha de gozo, bendiciones y prosperidad no se halla detrás de
nosotros, sino frente a nosotros. El arado es la sangre, y Jesús es el Señor de la mies.
Recibimos esta carta de una señora que había experimentado quebrantamiento y gran
angustia a causa de las dificultades que había pasado en su juventud. Sin embargo, el
Señor tenía para ella mucho más de lo que había creído posible.
Estimada pastora Tiz:
Yo me pasé la adolescencia en hogares temporales. Estaba perdida y amargada, y para
mí, las drogas y el alcohol eran "la buena vida" que no tenía. Durante la mayor parte de mi
vida adulta, fui alcohólica en las últimas etapas, y adicta a drogas. A causa del temor y de
las adicciones, no podía trabajar y viví de la beneficencia pública durante muchos años.
Mi alcoholismo me puso en situaciones en las que fui violada dos veces, y golpeada más
veces de las que puedo contar. Hizo que me quitaran a mis hijos. Vivía de una manera
repugnante, en medio de la pobreza, la enfermedad y el pecado. Mi vida estaba llena de
una desesperación y una depravación total.
En 1981, cuando por segunda vez me sometí a tratamiento por abuso de sustancias
químicas, me las arreglé para permanecer sobria en Alcohólicos Anónimos durante un
año. Entonces, comencé a sentir instintos suicidas y a querer acabar con mi vida. Creía
que era la peor pecadora de! mundo, y que era imposible que Dios me amara.
Una noche estaba escuchando música cristiana y le entregué mi vida a Jesús. Desde
aquel momento, ha habido un cambio radical en ella. Llevo sobria ya quince años, gracias
a la preciosa misericordia y a la gracia de mi Salvador.
Cuando llevaba sobria unos seis años, aprendí a conducir, porque quería hacer estudios
universitarios. En 1993, me gradué en la Universidad Estatal de Portland con altos
honores, y fui aceptada en la escuela de medicina con una beca del estado. Estoy en la
lista de honor del decano en la escuela de medicina, y me nombraron para el Quién es
Quién entre los estudiantes de universidades y colegios universitarios de los Estados
Unidos en 1996. Todo, para la gloria de Dios.
Yo creo que el Señor me ha traído a New Beginnings con un propósito divino. Alabo a
Dios por todo lo que ustedes y el personal de la iglesia están haciendo a favor de los que
vivían como yo, y de otros que están perdidos y sin esperanza.
Todos los días le doy gracias a Dios por lo que ha hecho. ¿Qué me habría hecho yo sin
mi Salvador? Jesús es realmente "poderoso para hacer todas las cosas mucho más
abundantemente de lo que pedimos o entendemos".
Nicole

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Nosotros no podemos sanar los corazones quebrantados; esto es algo que Dios ya ha
hecho. A nosotros nos toca reclamarlo. Aunque usted haya caminado durante años con el
corazón quebrantado, Jesucristo lo quiere sanar por completo. Permita hoy que el poder 
sanador de Jesucristo lo libere de todo dolor, angustia y aflicción. Deje que Él lo llene con
su gozo, y permita que ese gozo se convierta en su fortaleza, no sólo para hoy, sino para
el resto de su vida.
Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus
misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.
-LAMENTACIONES 3:22-23
Capítulo 15

Sus magulladuras nos ganaron la liberación de las heridas internas y las iniquidades
Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de
nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
-Isaías 53:5
Las magulladuras de Jesús fueron el séptimo lugar donde Él derramó su sangre. Fue a
las puertas del infierno para recuperar las llaves del reino, de manera que quedara rota
toda maldición de iniquidad. No sólo fue herido por nuestras transgresiones, sino que fue
molido por nuestros pecados. Como hablamos antes, el Espíritu Santo me ha mostrado
que la palabra "iniquidad" identifica a un espíritu que trata de destruimos. Es una fuerza
espiritual que se halla en el interior, y nos empuja a inclinarnos ante su naturaleza
destructora, o a ceder ante ella.
Si usted tiene en su cuerpo una magulladura, eso quiere decir que está sangrando
interiormente. Hay magulladuras que duran mucho tiempo y son muy profundas. Dios dijo:
"No sólo voy a perdonar lo que han hecho en el exterior, sino que también les voy a dar 
poder en el interior para que puedan caminar en una victoria completa".
Transformados de dentro hacia fuera
La Biblia dice que las iniquidades del padre pasan hasta la tercera y la cuarta generación:
del padre a los hijos, y a los hijos de sus hijos. La iniquidad puede ser algo que haya en
su familia, o sobre ella. Pero es la Fuerza demoníaca impulsora que hay dentro de una
persona, y que le causa algún tipo de daño. Jesús dijo: "No sólo fui herido para
perdonarte tus pecados, sino que también fui molido por dentro para hacer un milagro
dentro de ti, que te permita pasar de ser un hombre de mal carácter, a ser un hombre
santo. Vas a pasar de joven adicto a joven libre. Vas a pasar de mujer con impulsos
suicidas a mujer llena de gozo, porque mi sangre es más poderosa que toda fuerza
demoníaca que se levante contra ti".
Cuando hablo de romper una maldición generacional, no estoy hablando de luchar contra
una debilidad de carácter, o una maldición de familia, durante el resto de su vida. Estoy

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102

hablando de ser redimido por la sangre de Jesús. Estoy hablando de ser sanado, tanto
física, como emocional y espiritualmente. Podemos reclamar la sangre de Jesús para que
nos purifique de nuestros pecados, y para que nos libere de la iniquidad que nos impulsa
a hacer esa misma cosa que no queremos hacer. La clave para recibir las bendiciones de
Dios no consiste sólo en ser salvo, sino en ser transformado: transferido de la vieja
criatura a la nueva.
Y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió
y resucitó por ellos. De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas
viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
—2 Corintios 5:15, 17
Cuando alguien ha recibido un golpe físico, desarrolla una contusión con decoloración. En
cambio, la persona que ha sufrido una magulladura interna no da señales exteriores de
tenerla. Llegamos y nos preguntarnos: "¿Qué tal te va?" La contestación es:
"Estupendamente", pero en el interior nos estamos diciendo a nosotros mismos: "Esto es
horrible". En el exterior, decimos que las cosas marchan a la perfección, pero por dentro
nos estarnos diciendo: "Me muero".
Es posible que haya una señora sentada en un banco, cantando "Qué poderoso es el
Dios que servimos", y batiendo palmas con todos los que tiene alrededor, pero por dentro
está gimiendo. Se siente solitaria, y no sabe cómo llegar a tener amigos. Abusaron de ella
cuando era niña, y lleva por dentro una magulladura. Cuando una parte de nuestro cuerpo
queda magullada, esa zona se vuelve sensible, y no queremos que nadie la toque. Nos
duele demasiado.
No siempre se notan nuestras magulladuras. Ponemos buena cara y las cubrimos bien,
porque somos gente de fe, y creemos que tenemos que regocijamos en el Señor siempre.
Sin embargo, por dentro estamos desesperadamente heridos. Nos han derrumbado, nos
han molido, nos han dado una paliza, y pensamos que, como somos cristianos
"vencedores", no debemos permitir que nadie lo sepa nunca.
Una señora que es miembro del Centro Cristiano New Beginnings compartió con nosotros
su testimonio sobre la sanidad interna que había hecho en ella el Señor.

Estimado pastor Huch:


Yo fui adicta a las drogas, y prostituta. Soy una de esas personas con las que nadie
quería nada. Asistía la iglesia hasta que tenía cinco arios. Nunca olvidé a Dios, aunque
durante la mayor parte de mi vida no viví para Él.
Cuando nací de nuevo, comencé a asistir a la iglesia New Beginnings. Creo en el pastor 
Huch, y creo en su ministerio. Me siento feliz de estar en la iglesia, y de estar viva y
sirviendo a Dios.
Laura

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103

Nosotros oramos por Laura, y Dios rompió las maldiciones de pobreza, adicciones y pobre
autoestima que había en su vida. Ganó su título de secundaria, fue a estudiar al colegio
universitario, consiguió un buen trabajo, y se convirtió en una de las personas más
generosas de la iglesia. También se dedica continuamente a ganar almas, y es mentora
de las jovencitas que llegan de la calle.

Cuando alguien está magullado, eso significa que está sangrando, no por fuera, sino por 
dentro. Dios dice: "No sólo le voy a perdonar lo que ha hecho en el exterior, sino que voy
a transformar también su interior". Jesús derramó su sangre, tanto en su exterior como en
su interior. Fue magullado por dentro para cambiar a la persona internamente; para
cambiar la naturaleza que hace que se sienta herida o sufra. Gracias a la sangre
derramada por Él no sólo somos libres, sino que somos verdaderamente libres.

 Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos
hechos justicia de Dios en él.
—2 Corintios 5:21
III
Ocho pasos para quedar libre y permanecer libre
Capítulo 16
Para ser liberado y permanecer libre es necesario que usted admita que tiene un
problema. Esto parece sencillo, pero vivimos en unos tiempos en que la costumbre es
cerrar los ojos y negar las cosas. En el mundo de hoy, las personas están condicionadas
para echarle la culpa a todo el mundo, menos a ellas mismas, por su personalidad, o por 
lo que hacen: a su madre, su padre, su vecino, su maestro de la escuela y, en última
instancia, a la sociedad y al gobierno.
La clave para hallar la libertad es ésta: la responsabilidad decisiva es suya.
Esto parece una contradicción a los fundamentos que ya hemos puesto con respecto a las
maldiciones que vienen sobre usted sin culpa suya alguna. Es vital que comprenda cómo
y por qué está haciendo lo que no quiere hacer, pero esto no lo libera de rendir cuenta por 
sus acciones. Haya pasado lo que haya pasado en nuestra vida, todos somos
responsables de lo que escogemos, y de las decisiones que tomamos. Si usted quiere
realmente ser libre, tiene que aceptar esa responsabilidad.
¡Tú eres aquel hombre!
En 2 Samuel 12 leemos la historia del momento en que el profeta Natán enfrentó al rey
David con su pecado. David había cometido adulterio con Betsabé, y cuando ésta quedó
encinta de él, arregló las cosas para que muriera su esposo Urías en la batalla. Natán le
contó a David la historia de dos hombres que vivían en la misma ciudad. Uno de ellos era
rico, y tenía mucho ganado y rebaños. El otro hombre era pobre, y sólo tenía una
corderita que cuidaba y alimentaba en su propia mesa.

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Un día le llegó un viajero al rico, y éste se vio obligado a manifestarle hospitalidad al


extraño, llevarlo a su casa y darle de comer. Él tenía grandes rebaños de los cuales podía
tomar un animal para prepararle una cena al viajero, pero en lugar de tomar un animal de
su propio rebaño para alimentarlo, tomó la única corderita que tenía el pobre.
Cuando Natán le contó esta historia a David, éste se enojó.
Entonces se encendió el furor de David en gran manera contra aquel hombre, y dijo a
Natán: Vive Jehová, que el que tal hizo es digno de muerte. Y debe pagar la cordera con
cuatro tantos, porque hizo tal cosa, y no tuvo misericordia. Entonces dijo Natán a David:
Tú eres aquel hombre.
—2 SAMUEL 12:5-7

David erahasta
pecado, el hombre
que vioque había realizado
el pecado aquella
en el hombre mala
de la acción,
historia quepero no pudo
le contó verEntonces,
Natán. su propio
aceptó de inmediato la responsabilidad por su pecado y se arrepintió ante Dios.
¡Recuerda el relato de la última cena de Jesús con sus discípulos? (vea Mateo 26:20-25).
Durante aquella cena, Jesús les dijo que uno de los que estaban con Él a la mesa lo
traicionaría. Uno tras otro, le preguntaron: "¿Soy yo? ¿Soy yo?" Es fácil imaginarse a
Judas preguntándole a Jesús: "¿Soy yo?", como si él fuera inocente, y no supiera nada de
la traidora trama que ya había elaborado. Judas sabía que era él. Ya había recibido las
treinta monedas de plata por traicionar a Jesús (vea Mateo 26:14-15). Pocas horas
después de la Última Cena, durante la cual había comido y compartido con Jesús, Judas
lo traicionó, entregándoselo a sus acusadores con un beso. ¿Qué habría sucedido si
Judas hubiera confesado su pecado en la Ultima Cena, y hubiera dicho: "Yo soy ese
hombre"?
Yo llevo más de veinte años en el ministerio. Cuando estoy predicando, contemplo a mis
oyentes, y sé que hay entre ellos gente que necesita realmente escuchar el mensaje. Veo
gente asintiendo con la cabeza, y casi les puedo leer el pensamiento:
Eso, pastor. Dígale a toda esta gente lo que anda mal en su vida. Querría detenerme y
decir, como el profeta Natán: "¡No! Si yo te estoy hablando a ti. Esto es para ti. Aquí hay
mucha gente más, pero tú eres el que necesita oír esto".
El primer paso hacia la libertad consiste en dejar de seguir ignorando el problema y
admitirlo.
Cuando vivíamos en Australia, había allí un movimiento nacional a favor del bienestar 
físico, para animar a los australianos a dejar la comodidad de sus asientos, salir al aire
libre y hacer ejercicios como caminar, correr y practicar deportes. La publicidad de la
campaña la hacía un personaje de los dibujos animados llamado Norm, que siempre
estaba sentado en un sofá. La esposa de Norm se aparecía vestida en su ropa para salir 
a correr, y le decía: "Ven, Norm, ven. Vamos a jugar tenis. Vamos a caminar. Hagamos
algo".

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105

Norm estaba sentado en el sofá, con su protuberante vientre colgándole por encima del
cinturón, y una bolsa de papas fritas a medio comer cerca. Ella le decía: "Norm, no es
saludable estar pasado de peso". Norm le contestaba: "Yo no estoy gordo. Es que mis
huesos son grandes". Ella seguía: "Mírate el estómago". Sin pestañear siquiera, él le
contestaba: "Sí, tengo grandes los huesos del estómago".

Es fácil ser como Norm, que no quería admitir que tenía un problema, o que necesitaba
un cambio en su conducta. Esta tendencia parece estar presente en todo tipo de
personas. Pero también, al igual que Norm, cuando negamos tener un problema, es a
nosotros mismos a quienes más daño nos hacemos.
Deje de echarles la culpa a los demás
 Además de admitir que tiene un problema, es necesario que también deje de estarles
echando la culpa a los demás por los problemas de usted. Cuando nos ocupamos de las
maldiciones de familia, reconocemos que las iniquidades de las generaciones anteriores
pasan a la tercera y cuarta generación. Reconocemos de dónde proceden las iniquidades,
pero no podernos justificar nuestra conducta a base de echarles la culpa o otros por las
cosas que hacemos.
Una de las claves más importantes para caminar en libertad y transformar su vida, es no
echarle las culpas a nadie. Haya pasado lo que haya pasado en su vida, cualesquiera que
sean los genes o las maldiciones que usted haya heredado, o cuyas tendencias usted
prefiere, tiene que mirar su vida y decir como el rey David: "Tienes razón. Yo soy el que
hizo las cosas mal hechas".
Cada vez que Tiz y yo vemos a una pareja para darle consejería matrimonial, el esposo
siempre sabe con exactitud lo que debe hacer la esposa para cambiar, y mejorar así el
matrimonio, y la esposa sabe también exactamente en qué cosas debe cambiar el esposo
para mejorar su vida. Para acabar con las acusaciones y los estancamientos, le decimos
al esposo: "Bueno, ¿qué tiene que hacer usted para mejorar las cosas?" Después
miramos a la esposa y le preguntamos: "Y usted, ¿qué debe hacer?" En un matrimonio
con problemas, cada cual tiende a verse a sí mismo como el inocente, y a la otra persona
como la que está en falta y es la causa del problema.
La tendencia a pasarle la culpa a otro ha estado con nosotros a lo largo de toda la historia
de la humanidad. Es una iniquidad heredada. Comenzó con Adán y Eva, el primer 
matrimonio, en el huerto del Edén. Dios les dijo que podían comer de todos los árboles del
huerto, menos del árbol de la ciencia del bien y del mal. Les dijo: "De ese árbol, no
coman" (vea Génesis 2:16-3:13).
Lo siguiente que sabemos es que Dios llegó al huerto en el fresco de la tarde, buscando a
sus amigos Adán y Eva. No los pudo hallar, porque estaban escondidos. "¡Dónde están?",
preguntó.
"Aquí escondidos, tras los arbustos, Señor."

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106

Entonces Dios les preguntó: "¿Por qué están escondidos? ¿Qué han hecho? ¿Han
comido del árbol del que les dije que no comieran?"

 Adán le contestó: "No fui yo, Señor. Fue esta mujer. Y, dicho sea de paso, fuiste tú quien
me la diste". Trató de culpar a la mujer, y culpar después a Dios por lo que él había
hecho.
Entonces Dios le preguntó a la mujer: "¿Qué has hecho?"
Ella le respondió: "No fui yo, Señor. Fue la serpiente".
Entonces Dios fue a la serpiente y le dijo: "Bueno, ¿y tú que has hecho?"
La serpiente le respondió: "No lo puedo evitar. Tú me hiciste serpiente. No lo puedo
evitar".
¿Le suena conocido? Todos hemos inventado esa misma excusa.
El gran encubrimiento
Hace años, yo estaba estudiando en mi oficina en nuestra casa de Australia. La noche ya
estaba avanzada. Mi hijo Lucas, que tenía unos tres años en aquel entonces, habría
debido estar durmiendo en su cuarto, que se hallaba junto a la oficina, pero yo lo podía oír 
mientras jugaba con sus pequeños autos y camiones de juguete. Después de unos quince
minutos de oírlo haciendo el ruido de los motores y de los neumáticos, le dije: "¡Lucas,
duérmete ya!" Después de un instante, oí su vocecita que decía: "Estoy dormido".
 Al igual que Adán cada uno de nosotros, incluso los niños de tres años de edad, tiene
alguna excusa fabricada a la medida para justificar su conducta negativa y su manera de
ser. Conocemos las excusas que nos sirven, y que nos hacen sentir muy bien. Nuestras
excusas, como esos pantalones viejos de mezclilla que sabemos que debemos desechar,
son muy cómodas, aunque estén llenas de agujeros. "Es mi nacionalidad, ¿sabe usted?
Es mi carácter irlandés", o "Es mi temperamento latino". O decimos: "Esto es cosa de
hombres", o "Es por causa de los niños", o "Tú eres la que me hace comportarme así".
Nuestros tribunales y prisiones están llenos de gente cuya defensa es que son un
producto de la sociedad, proceden de un hogar destruido, fueron víctimas de maltratos, o
no se pueden controlar, porque nacieron así. Muchos de estos factores son razones
legítimas por las que la gente se comporta como lo hace. Hay una verdad, tanto en el
ámbito natural como en el espiritual, con respecto a cada una de estas influencias. Pero
no tenemos por qué estar controlados por esos factores destructores que le han dado
forma a nuestra vida. Jesús derramó su sangre para liberarnos de toda forma de
esclavitud que impide que seamos la gente que Dios quería que fuéramos cuando nos
creó (vea Juan 8:36).
La Palabra de Dios nos dice cómo podemos romper esas cadenas que nos atan a nuestro
pasado, y cómo podemos quebrantar la fuerza impulsora que hay detrás de nuestra
conducta negativa, pero primero tenemos que resolver el asunto de nuestra

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107

responsabilidad personal: aprender a responsabilizarnos por nuestras acciones y nuestra


conducta. Dios no está aquí para encubrirnos, sino para limpiarnos.

La sociedad de hoy ha creado escapatorias y chivos expiatorios para casi todo delito e
injusticia imaginables. Les permitimos a nuestros hijos que sean controlados por sus
emociones y cambios de humor, porque no los queremos disciplinar, no vaya a ser que
les "desfiguremos su psique". Corno consecuencia, estamos criando a nuestros hijos para
que se conviertan en adultos expertos en manipulación, chantaje emocional y negación de
las realidades.
Se acabaron las excusas
No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os
dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con
la tentación la salida, para que podes soportar.
—1 Corintios 10:13
Somos socios de Dios, lo cual significa que caminamos en su poder y su unción. Él no
permitirá que seamos tentados más allá de lo que podamos resistir. Con cada tentación,
tendremos la manera de escapar; una forma de salir de nuestras situaciones sin pecar.
 Así que la responsabilidad definitiva es nuestra.
Estamos hablando de las maldiciones familiares, pero eso no quiere decir que nos
podamos excusar a base de lo que ha ido pasando de una generación a otra. No importa

que su de
ladrón tatarabuelo hayaNosido
automóviles. ladrónque
importa de su
caballos: ustednonopudiera
tatarabuela tiene por qué convertirse
controlar en
su carácter;
usted si puede controlar el suyo, por el poder de Dios que hay en su interior.
Lo que importa es lo que vamos a hacer hoy. ¿Cómo vamos a responsabilizarnos por 
nuestras acciones de hoy? No podemos controlar lo que nos ha sucedido, pero Dios nos
ha dado su poder para controlar lo que sucede en nosotros, y por medio de nosotros.
Para poder ser liberados, tenemos que admitir que tenemos un problema, y dejar que el
poder de Dios obre en nuestra vida.
¿Ha leído alguna vez la tira cómica Pogo en los periódicos del domingo? Ya hace años,
Pogo dijo estas palabras, que ahora son famosas: "¡Me he encontrado con el enemigo, y
el enemigo somos nosotros!"
 A muchos cristianos les cuesta admitir que tienen un problema, porque temen que los
demás cristianos los van a condenar. Recuerde esto: cuando Dios trabaja en algún
aspecto de nuestra vida, nunca nos apunta con el índice acusador. Lo que hace es
tocarnos con su mano sanadora y liberadora. Nuestro acusador es Satanás; él es quien
nos dice que no nos queda esperanza alguna. Quien nos vino a liberar, es Jesús.
Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Así que, si el Hilo os libertare, seréis
verdaderamente libres.

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108

—JUAN 8:32, 36

La siguiente carta nos llegó procedente de una señora que pedía oración para quedar 
liberada de las maldiciones que llevaban varias generaciones en su familia. Al reconocer 
su problema, Sue estaba dando el primer paso para romper en su propia vida la maldición
de familia, y caminar en libertad.
Estimado Larry:
Tengo veinticinco años, y mi familia tiene un largo historial de ira y arrebatos. Por la línea
de mi padre, mi abuelo y mi bisabuelo, la familia está repleta de ira, hostilidad, violencia,
tormento y temor.
Cuentan que mi bisabuelo golpeaba a todos sus animales, y cuando volvía del trabajo, los

animales se escondían
estado, porque la ley lotemblando. Su hijo, mi
andaba buscando. Esabuelo,
uno de era tan malo, más
los hombres que tuvo que irse
violentos quedel
yo
haya conocido jamás. Dice que ha dejado por muertos a muchos hombres. Tiene suerte
de estar vivo.
Yo he vivido de manera intermitente con mi padre durante estos veinticinco años. Es un
hombre furioso, y de muy mal carácter. Toda la familia gira alrededor de él, en la
esperanza de no enojarlo.
Le estoy escribiendo, porque su ira y su mal carácter están también en mí. Necesito
liberación. Soy cristiana nacida de nuevo, tengo al Espíritu Santo y fui bautizada. Estoy

esforzándome mucho por llevar una vida santa, pero a veces, mi mal carácter y mi furia
parecen controlarme.
Vi su programa en TBN. Mi padre también lo estaba viendo, y más tarde me preguntó:
"Sue, ¿anotaste la dirección de ese hombre? Yo sé que usted va a ser una bendición para
nosotros. Ya lo ha sido.
Le suplico que nos ayude.
Su hermana en Cristo,
Sue
Sue y su padre dieron el primer paso hacia la liberación. Se responsabilizaron por su
propia vida.
Nuestro peor enemigo
Por favor, comprenda que de ninguna manera voy a pasar por alto o negar la seriedad de
los problemas emocionales, los traumas del pasado, o los maltratos generacionales.
Precisamente, a causa de las heridas y las injusticias que hay en mi propio pasado, es por 
lo que tengo tanta compasión por la gente herida. Estamos viviendo en un mundo donde

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mucha, mucha gente ha sufrido un dolor y una angustia increíbles, y tiene razones
legítimas para sentirse emocionalmente perturbada y traumatizada.

La Iglesia necesita darse cuenta de qué partido tomamos cuando señalamos a alguien
con el índice acusador, porque ha cometido un error. Los que apuntan con el dedo no
están del lado de Dios. Todos tenemos defectos, y cometemos errores y pecados.
Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales,
restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú
también seas tentado.
—GÁLATAS 6:1
 Así debemos reaccionar nosotros cuando alguien ha caído en pecado. Cuando otro

cristiano
debemos cae, o comete
acercar, undeerror,
y traerlos vueltanopara
lo debemos
que puedagolpear y mantener
ser sanado caído.
por la sangre y elNos le
amor 
de Jesús. El cristianismo es una fiesta a la que se va "tal como se está". Usted no se tiene
que limpiar antes de acudir a Jesús. Cuando acudimos a Él, hallamos descanso para
nuestra alma, y no condenación.
Sin embargo, en algún momento, aquéllos que están sufriendo deben comenzar a aceptar 
la responsabilidad por sus acciones, si es que quieren romper alguna vez esos ciclos
viciosos destructores, y seguir adelante, hacia una vida saludable y positiva. Si nosotros
no somos personalmente responsables de nuestras acciones y actitudes, entonces nadie
lo es, y ¿cómo se va a detener ese ciclo jamás? Cuando estamos descontrolados en
algún aspecto de nuestra vida, nos convertimos en nuestro peor enemigo.
La cuestión no es de dónde venimos, sino hacia dónde vamos. No es lo que nos sucede a
nosotros, sino lo que sucede dentro de nosotros.
Lamentablemente, son incontables las personas que se han tenido que enfrentar en su
vida a injusticias brutales, o a sucesos traumatizantes. Con demasiada frecuencia, la
gente permite que estas tribulaciones las acosen de tal modo que no sólo les roben el
pasado, sino también el futuro. En cambio, muchos se han podido levantar por encima de
esos sufrimientos, muchas veces a base de usar esos sucesos negativos para
fortalecerse, y para que los ayuden a construir su futuro. De hecho, si investigáramos, nos
daríamos cuenta deenque
presente, crecieron la mayoría
la pobreza, de los líderes
los maltrataron del mundo,
de niños, o teníantanto
algúnpasado como
impedimento
físico serio.
Muchos de los grandes líderes de Dios de la Biblia tuvieron un historial problemático:
Moisés mató a un egipcio, Pedro le cortó la oreja a un criado romano y negó a Jesús, y
Pablo asesinó cristianos antes de su encuentro con Jesús en el camino de Damasco (vea
Éxodo 2:11-12; Mateo 26:51: Hechos 8:1, 3; Hechos 9:1-14). Habría podido mencionar 
muchos otros. Su personalidad, que fuera poderosamente destructora y descontrolada,
tenía que ser santificada por Dios. Pero una vez que se produjo esa santificación, se
convirtieron en grandes líderes del reino de Dios.

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Muchas personas quieren ver cambios en su vida o en sus circunstancias, pero no


quieren cambiar ellos mismos. Es fácil ver a los demás y hallar todos los aspectos en los
que necesitan mejorar. Jesús dijo que primero nos debemos mirar a nosotros mismos.
¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que
está en tu propio ojo?
—Mateo 7:3
Nuestra actitud necesita comenzar con un "Cámbiame, Señor".
El poder de Dios para cambiar 
 Antes no me importaba nada reaccionar con ira ante cualquier dificultad, pero cuando
comencé a buscar que el Señor me liberara de la furia y la violencia que hervían en mi
interior, comprendí algunas cosas poderosas que cambiaron mi manera de pensar. Yo no
habría podido cambiar mi pensamiento por mi solo. Sin Dios, habría salido derrotado en
mi intento por cambiar mi manera de ser.
Dios cambió en mí cosas de las que estoy absolutamente seguro que no las habría
podido cambiar solo. Ése es el increíble poder de Dios que está a mi disposición, y a su
disposición también. Dios nos puede liberar de los estilos de vida y las adicciones
mortales más degradantes, si se lo pedimos y le dejamos obrar.
Las circunstancias le habrán robado el pasado. No permita que le roben el futuro.

Dios puede liberarlo, y lo va a hacer. Por medio del poder de la sangre de Jesús, usted
puede romper las cadenas que lo han mantenido esclavizado. Hemos dejado sentado que
el primer paso para transformar su vida consiste en confesar sus pecados y admitir que
tiene un problema. Después, es usted quien tiene que aprender a romper los viejos
moldes de pensamiento negativos y hábitos destructores. No lo va a poder hacer sin Dios,
pero Él tampoco lo puede hacer sin usted.
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y
limpiarnos de toda maldad.
—1 JUAN 1:9
Los cristianos tenemos a nuestra disposición el poder ilimitado de Dios, para que
transforme nuestra vida, una vez que decidamos tomar la responsabilidad de nuestras
propias acciones.
Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que
levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su
Espíritu que mora en vosotros,
—ROMANOS 8:11

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Cuando nacemos de nuevo, las viejas excusas dejan de tener validez. Es difícil inventar 
excusas, cuando el Señor dice que el mismo poder que le devolvió la vida a un hombre
muerto es el que obra dentro de nosotros.
¿Está captando la imagen? No podemos hacer esto sin Dios. Cuando renunciemos a
tratar de cambiarnos a nosotros mismos y hacernos nuevos por medio de nuestros
propios esfuerzos y con nuestra propia fuerza y nuestros propios recursos, es cuando
Dios toma autoridad, hace nueva nuestra vida, y nos da nuevas posibilidades.
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he
aquí todas son hechas nuevas.
—2 Corintios 5:17

Dios nos da una naturaleza nueva.


Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su
divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia,
por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por 
ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción
que hay en el mundo a causa de la concupiscencia.
—2 PEDRO 1:3-4
Su primer paso hacia la libertad consiste en reconocer que su necesidad se halla más allá
de cuanto usted puede controlar, y que necesita la ayuda de Dios para cambiar.
Esta carta procede de una señora que fue liberada y recibió una libertad mayor en su
matrimonio, después de reconocer la fuente de su problema.
Estimado pastor Huch:

¡Aleluya! EL primer día que vi su programa en TBN, fui liberada de una maldición
generacional que habla tenido durante veinte arios. Ni siquiera sé qué nombre darle, pero
tenía un espíritu muy desagradable, y solía atacar a mi esposo con odio, ira, amargura y
furia. Pero mientras oraba con usted, lo vi salir de mí, y quedé liberada. Dios me hizo libre.
Le ruego que me envíe sus grabaciones sobre "Romper las maldiciones de familia".
Espero compartir con otras personas este importante mensaje. Veo muchos cristianos
que son salvos, pero aún están atormentados.
¡Gracias, gracias! Soy una cristiana agradecida. Esto me ha cambiado la vida entera. Dios
lo bendiga por este ministerio.
En el amor de Cristo,
Linda

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112

Se terminó el día de echarles la culpa a los demás. Ha comenzado el día de aceptar las
responsabilidades. Se acabó el día de encubrir y buscar excusas. Ha llegado el día de ser 
liberado. Ya usted no tiene que apoyarse en su propio poder, porque es una nueva
criatura en Cristo, y el poder de Él reside en su interior. Si usted mantiene el corazón
abierto, y es sincero consigo mismo, el Señor va a entrar para cambiar las cosas que
usted nunca ha podido cambiar solo. Le traerá un gozo y una paz que usted nunca pensó
que fueran posibles.
¿Por qué no hace conmigo esta oración?
Padre:
Vengo a ti en el nombre de Jesús. Admito que mi vida es un desastre. Tú no me estás
señalando con el índice acusador para condenarme, sino que estás extendiendo tu mano
para ayudarme. Por mi propia cuenta, no puedo cambiar, pero a través de tu fortaleza y tu
poder, sí puedo. Abro el corazón ahora mismo a todo lo que tú quieras hacer en mi vida.
Gracias por este nuevo comienzo. Amén.
Capítulo 17
Segundo paso: Rompa la maldición
Nadie quiere ser alcohólico. Nadie dice: "¿Sabes una cosa? Cuando tenga más edad,
creo que voy a ser drogadicto". Nadie quiere tener problemas de ira. Ningún hombre se
casa porque quiere golpear a sus hijos o a su esposa. Nadie que sufra de depresión o de

opresión quiere serdescubrir


general podernos así. Sin embargo, si examinamos
a través de la consejería,laque
situación conera
la madre másasí,
cuidado, porera
el padre lo
así, o los abuelos eran así. Se trata de una maldición generacional.
Hace poco celebramos un "culto de libertad" en nuestra iglesia. Oramos de manera
específica por la gente, para romper las maldiciones generacionales en su vida. Una
señora testificó que cuando era niña, su madre la golpeaba y le pegaba en la cabeza.
 Ahora, siendo madre, ella le hace lo mismo a su hija, y la pequeña le está haciendo lo
mismo a su muñeca.
Tal vez usted haya heredado una maldición de familia, o tal vez la maldición haya
comenzado con usted. Comoquiera que haya sido, Dios tiene un plan para liberarlo, que
va a hacer añicos para siempre a las cadenas de ese ciclo. Lo detendrá en su vida, e
impedirá que sea transferido a sus hijos.
Vino a mi palabra de Jehová, diciendo: ¿Qué pensáis vosotros, los que usáis este refrán
sobre la tierra de Israel, que dice: Los padres comieron las uvas agrias, y los dientes de
los hijos tienen la dentera? Vivo yo, dice Jehová el Señor, que nunca más tendréis por 
qué usar este refrán en Israel. He aquí que todas las almas son mías; como el alma del
padre, así el alma del hijo es mía.
-Ezequiel 18:1-4

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Usted puede ser libre. Juan 8:31-36 nos recuerda que si permanecemos en Jesucristo,
recibiremos su libertad. Él no sólo nos ha liberado de nuestros pecados, sino que nos ha
liberado del castigo, la responsabilidad moral y la maldición de ese pecado que continúa.
Jesucristo es el Ungido. Eso significa que Él es el poder de Dios que quita las cargas y
destruye los yugos en nuestra vida.

Va a llegar un tiempo en el que los padres podrán comer las uvas agrias, pero los dientes
de los hijos no van a sufrir la dentera; cuando la maldición no sea pasada de una
generación a la siguiente. Las cosas no tienen que ser como dice el refrán: "De tal palo,
tal astilla". Por medio de la sangre derramada por Jesucristo, tenemos un pacto nuevo y
mejor con Dios Padre. Por medio de su sangre, Él nos perdona nuestro pecado y nos
libera de nuestra iniquidad.

Dios nos ha redimido de las maldiciones que han ido pasando de generación en
generación. Esta redención llega cuando comprendemos que la raíz de nuestros
problemas se halla en el ámbito espiritual. Cuando aplicamos la Palabra y el poder de
Dios a nuestra vida, y tomamos la decisión de caminar en justicia y en obediencia a Dios,
las cadenas de la esclavitud quedan rotas. La libertad que hemos ansiado se puede
convertir en realidad.
Convertirnos en lo mismo que detestamos
Se han realizado muchos estudios para determinar por qué los esquemas de conducta
pasan de una generación a la siguiente. Tal como hemos comentado antes, las
evidencias señalan que es asombroso el número de personas con esquemas de conducta
negativos, que tienen hijos con esos mismos esquemas negativos. El gobierno trata
desesperadamente de determinar por qué y cómo sucede esto, y desarrollar formas de
romper el ciclo. ¿Se encuentra la respuesta en el estudio de los genes? ¿Podemos hallar 
la respuesta en un estudio del ambiente en el que crecemos?
No. La respuesta se halla en el estudio de la Palabra de Dios. La Biblia nos dice que hay
maldiciones generacionales que han pasado de una generación a la siguiente. Gracias a
Dios, Jesús nos ha proporcionado una forma, no sólo de romper el ciclo en nuestra propia
vida, sino también de impedir que esto sea transferido a nuestros hijos.
¿Cuántos de nosotros nos tuvimos que enfrentar como niños a unas cosas, y hoy, son
nuestros hijos los que se están enfrentando a esas mismas cosas, siendo ahora nosotros
los adultos? Juramos que nunca seríamos así, pero nos hemos convertido en eso mismo
que tanto detestábamos. Queremos cambiar, pero no podemos. Nos podemos identificar 
con Pablo cuando escribió:
Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco,
eso hago.
—ROMANOS 7:15
La manera de destruir las ataduras

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Cuando yo era drogadicto, aunque lo odiaba, me pinchaba el brazo con la aguja una y
otra vez. Estaba atado por las drogas y controlado por la aguja. Pasé de ser atleta en los
deportes del colegio universitario, a ser drogadicto y vivir en una choza solitaria en medio
del bosque. Cuánto dinero podía conseguir suplicando, pidiendo prestado o robando, iba
a parar a las drogas que me metía por las venas. Había perdido mi dinero, mi salud y mi
vida, y me odiaba a mí mismo. Quería cambiar. Tenía el anhelo de cambiar. Pero en mí
mismo, no tenía poder para cambiar.
Mucha gente me pregunta: "Larry, ¿cómo lo logró? ¿Cómo cambió su vida?" Le diré
cómo. Para romper una maldición generacional, hay que dar tres pasos.
1. Nacer de nuevo por la sangre de Jesucristo.
No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.
-JUAN 3:7
El momento de mi vida en el que todo tomó un rumbo verdaderamente distinto fue cuando
le entregué mi vida a Jesús. No fue que me decidiera a hacer borrón y cuenta nueva, o a
ser una persona mejor. El Señor me cambió de dentro hacia fuera. Lo lamentable es que
la expresión "nacer de nuevo" ha sido usada con tanto exceso, y se ha abusado tanto de
ella, que ha perdido su impacto. Repítasela a si mismo lentamente: "nacer de nuevo".
Deje que su significado le penetre en el corazón y la mente, como si la estuviera oyendo
por vez primera.

Cuando nacemos
No nos está dandode nuevo,
una Jesús
religión. Nosnos dadando
está la oportunidad de volver
una relación: a comenzar
una relación viva en la vida.
y esencial
con el Dios Todopoderoso del universo. Y aquí nuestro milagro todo lo que ha hecho es
comenzar. En Génesis 17:1, Dios le dijo a Abraham: Yo soy el Dios Todopoderoso.
Piense en esto por un instante. Él no es el "parcialmente poderoso", ni el "un tanto
poderoso", sino el "TODO-poderoso". Es Dios con una D mayúscula.
Nosotros llegamos a Dios por medio de su Hijo Jesús, cuyo nombre está por encima de
todo nombre. Su nombre es más grande que ninguna otra cosa que es nombrada. Eso
significa que el nombre de Jesús está por encima de las drogas, la violencia, el alcohol, el
odio... todo lo que nos atormenta. Y nosotros tenemos a nuestra disposición por medio de
Jesucristo todo
nuestra vida. Esoelespoder
lo quenecesario
hace Diospara destruir Nos
por nosotros. todasperdona
las ataduras y pecados
nuestros las cargas de
y nos
hace libres. Jesús vivió para que nosotros pudiéramos vivir. Derramó su sangre para que
pudiéramos ser libres.
La sangre de Jesús hace desaparecer nuestro pecado. Cuando la aplicamos a nuestra
vida, estamos usando el arma que Dios nos ha dado para destruir el poder del enemigo.
Después de eso, podremos caminar en victoria. Una de las verdades que necesitamos
comprender es que en el momento que recibimos a Jesús como Salvador, todo pecado
que hayamos cometido en el pasado, desaparece, lavado por la sangre que Jesús
derramó en el Calvario. No importa si nos hemos criado en las bancas de una iglesia, o en

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las celdas de una prisión, porque es lo mismo para todas las personas: todos los pecados
que hemos cometido desaparecen como si nunca jamás los hubiéramos cometido.

El pecado que es lavado por la sangre de Jesús, es como si nunca hubiera sido cometido.
Eso es lo que significa nacer de nuevo: ser hecho nuevo por el poder de la sangre de
Jesús; es como si usted nunca hubiera pecado.
2. Romper la maldición que hay en nuestra vida con armas espirituales.
Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la
destrucción de fortalezas.
—2 Corintios 10:4
La mayoría de los cristianos conocen este versículo y lo pueden citar de memoria, pero no
saben cuáles son esas armas de la guerra espiritual. Citar las Escrituras no sirve de nada,
si no comprendemos lo que significan; en cambio, si la comprendemos, la Palabra de Dios
es una de las armas más poderosas que tenemos para combatir al enemigo. La gente
dice con frecuencia: "La verdad te hará libre", pero el versículo completo no es así. Lea
esto junto con el resto: Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres (Juan 8:32).
La verdad que usted conoce y comprende es la que lo va a hacer libre.
Los problemas con los que nos enfrentarnos son problemas espirituales. La ira es un
problema espiritual, y lo son la adicción, la depresión y el racismo. El aborto no es un
problema político, sino espiritual. Es una señal de la temperatura espiritual y el estado de
nuestra nación. Estamos en una guerra que es espiritual, y no la ganaremos por medios
carnales, sino por medios espirituales. Fortalézcase en el Señor y en su poder.
Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.
Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas
del diablo.
—Efesios 6:10-11
El diccionario' nos dice que la palabra "asechanzas" tiene relación con la palabra
"estratagemas", que se relaciona a su vez con la palabra "estrategia", usada en la guerra
y en las batallas. Dicho de otra manera, nos tenemos que revestir de la armadura de Dios
para permanecer firmes ante las estrategias que el diablo pone en marcha contra nuestra
vida.
Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra
potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes
espirituales de maldad en las regiones celestes.
—Efesios 6:12

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No es el gobierno su enemigo. Tampoco lo son los que viven enfrente de usted, o al final
de la calle. Su ex esposo o su ex esposa no lo es tampoco, ni lo son sus suegros. Su
enemigo es un enemigo espiritual.
Por tanto, tornad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y
habiendo acabado todo, estar firmes.
—Efesios 6:13
Lo que nos ha sido prometido es que, cuando tengamos puesta la armadura de Dios, y el
diablo nos ataque, lo podremos derrotar, no con nuestro propio poder o con nuestra
propia fuerza, sino con el poder de Dios. Ahora bien, ¿cuántos son los cristianos que se
ponen toda la armadura de Dios todas las mañanas al levantarse? ¿Se puso usted hoy
todas y cada una de las piezas que la componen?
Deberíamos comenzar el día diciendo: "Me ciño los lomos con la verdad. Me pongo la
coraza de la justicia. Me pongo el yelmo de la salvación. Tomo el escudo de la fe y lo
sostengo delante de mí. Me calzo los pies con la preparación del Evangelio de la paz.
Tomo en mi mano la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios, así que ahora ya
estoy totalmente preparado para el día" (vea Efesios 6:14-17).
La mayoría de los cristianos entran en batalla desnudos. La Palabra de Dios dice que
estamos en guerra; sin embargo, no nos ponemos la armadura de Dios todos los días, y
no estamos armados con las armas espirituales para una batalla que es espiritual.
Imagínese un ejército real en una guerra real. Las tropas enemigas tienen tanques,
bombarderos y cazas, pero nosotros hacemos que nuestros soldados entren en batalla
desnudos, indefensos y desarmados. Para ganar esta guerra espiritual, tenemos que
aprender a ponemos la armadura de Dios y pelear.
No se nos dan las armas de la guerra para que dibujemos soldaditos de Jesús en la clase
de niños de la escuela dominical, sino para que entremos en la guerra espiritual y
ganemos. Usted está ahora mismo en una guerra contra el enemigo. Lo va a estar 
mañana, y también pasado mañana. Estará en guerra hasta el día en que muera, o Jesús
vuelva. Así que prepárese con la Palabra de Dios y aprenda a ponerse la armadura.
3. Recupere el control sobre su fuerza de voluntad
Dios nos hizo a todos con una voluntad libre para que tomemos decisiones con ella, y
después cumplamos esas decisiones. Lo que Él quiere es que la ejercitemos para nuestro
propio bien. Nos hallamos ante el reto de una sociedad que nos anima a vivir sin freno
alguno. Se nos insta a hacer cuanto nos haga sentir bien, apartarnos de todo compromiso
que ya no satisfaga nuestras necesidades, desarrollar adicciones de toda clase, y
complacemos a nosotros mismos al precio que sea.
Hoy en día, en nuestras escuelas se les enseña a los jovencitos a "decirles que no" a las
drogas. Le damos gracias a Dios por todo intento por mantenerlos alejados de las drogas,

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pero, a pesar de todos sus esfuerzos, el uso de drogas sigue aumentando. En su propia
fuerza, no es fácil "decir que no".

Nuestra voluntad es la que fija el rumbo de nuestra vida. Si nos dejamos influir por las
flojas normas del mundo, y por la falta de responsabilidad personal, nuestra voluntad se
debilitará, y nuestra capacidad para tomar decisiones correctas quedará obstaculizada.
Todos hemos experimentado la batalla interior de saber qué es lo correcto y no poder 
hacerlo. En Mateo 26:41 leemos estas palabras de Jesús en el huerto de Getsemaní: El
espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. Jesús sabe de qué fuimos
hechos.
Nuestras debilidades no son una sorpresa ni una desilusión para Dios. Él las ha conocido
siempre, y ha provisto lo necesario para nuestra voluntad dentro de su plan de redención.
Como ya hemos visto, en el huerto del Edén perdimos por medio de Adán y Eva la fuerza
de voluntad necesaria para decirle que no al pecado, pero por medio de Jesús, lo que
habíamos perdido —esa fuerza de voluntad para decirle que no al pecado— fue redimida
en el huerto de Getsemaní. Ya no tenemos que andar como marionetas al final de una
cuerda, incapaces de controlar nuestras propias acciones. Cuando Jesús derramó su
sangre, nos devolvió la fuerza de voluntad. Gracias a la sangre de Jesús, podemos decir:
"¡NO!" No, a las drogas, al alcohol, a la ira, a la violencia, a cuanto nos ha mantenido
atados. ¡Podemos ser libres!
Si usted se convence de que con el poder sobrenatural de Dios usted puede cambiar su
rumbo, su manera de pensar y sus hábitos, entonces no habrá nada que no pueda hacer.

Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo
que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros.
—Efesios 3:20
Dios lo ha equipado desde su propio interior, de manera que tenga la fortaleza de Él para
hacer lo que sabe que es correcto. Las cosas que nunca pensó que podría cambiar, la
vida que nunca pensó que podría tener: Dios va a hacer todas las cosas mucho más
abundantemente de lo que usted pida o entienda, para darle esa vida. Por medio de
Jesucristo, la maldición generacional que ha mantenido a usted y a su familia en la
esclavitud puede quedar rota... ¡hoy mismo!
Oremos juntos.
Padre Dios:
Vengo ante ti en el nombre y en el poder de tu Hijo Jesús. Admito que soy pecador y te
pido que me perdones todos mis pecados. Jesús, entra a mi corazón y hazme una
persona nueva. Cámbiame de dentro hacia fuera y moldéame para que llegue a ser lo que
tú quieres que sea. Padre, así como tú diste la vida de tu Hijo por mí, ahora yo te doy mi
vida a ti.

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En este mismo instante rompo toda maldición de familia y toda maldición generacional en
mi vida. Reclamo la sangre de Jesucristo sobre mi mente, mi espíritu y mi cuerpo. Rompo
todo yugo y toda atadura de mi pasado, y corto esos lazos por el poder de la sangre de
Jesús.
Declaro ahora mismo que soy libre. Reclamo mi libertad en este mismo momento. Pido
que todo lo que se haya perdido me sea restaurado en este instante. Lléname, Señor, con
tu amor, tu paz, tu gozo y tu victoria. Gracias.
En el nombre de Jesús. Amén.
HEMOS EXPERIMENTADO LA BATALLA INTERIOR DE SABER QUE ES LO
CORRECTO Y NO PODER HACERLO.

Capítulo 18
Tercer paso: Anule la maldición
Cuando hayamos roto el poder de las maldiciones generacionales, ya no estaremos
destinados a escaparnos apenas del enemigo, sino a derrotarlo. Por la sangre que
derramó Jesús, el poder de esa esclavitud queda roto para siempre. Verdaderamente nos
habremos convertido en más que vencedores.
 Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos
amó.

—Romanos 8:37
Quiero mostrarle la forma de llevar esto un paso más allá, hasta llegar a invertir realmente
la maldición. Si todo lo que hizo Jesús fue morir por nosotros en la cruz a fin de pagar el
precio por nuestro pecado, de manera que pudiéramos convertir el cielo en nuestro hogar 
para toda la eternidad, aun así, no seriamos capaces de pagarle. Pero, como he repetido
una y otra vez en este libro, eso no resume en su totalidad cuando Él hizo por nosotros en
la cruz. Lo que hizo fue más allá de perdonamos nuestro pecado; rompió la maldición de
ese pecado.
Hay tres claves que podemos usar para invertir la maldición y vivir en victoria.
1. Reconozca al enemigo.
Debernos aprender a reconocer al enemigo tal como él es. Los cristianos debemos pelear 
la buena batalla (1 Timoteo 6:12) en todos los aspectos de nuestra vida. La batalla sólo es
buena, si es una batalla que podemos ganar, y sólo la podremos ganar cuando estemos
luchando con el verdadero enemigo.
Ya hemos hablado del hecho de que la gente no es nuestro enemigo, pero creo que tiene
una importancia vital y vale la pena repetirlo. Las personas sólo son instrumentos en las
manos del enemigo. Cuando nos sucede algo bueno, le damos a Dios la gloria, y cuando

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nos suceda algo malo, les deberíamos echar la culpa al diablo y a sus demonios, y no a
los seres humanos. Cuando les echamos la culpa a los hombres por lo malo que nos
sucede, comenzamos a verlos como enemigos; como adversarios.
Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra
potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes
espirituales de maldad en las regiones celestes
—Efesios 6:12
Una de las revelaciones más poderosas que he recibido tiene que ver con el
reconocimiento de cuál es mi verdadero enemigo. El Señor la usó para liberarme del
espíritu de maldición de ira y amargura: No tenemos lucha contra sangre y carne.

Cuando
persona alguien
y obra aora porde
través usted,
ella. ySólo
recibe bendición
es un o sanidad,
instrumento es Diosdequien
en las manos Dios.usa a esa
El mismo
principio es cierto cuando alguien es usado para hacerle daño. Sólo es un instrumento,
pero en lugar de ser un instrumento en las manos de Dios, se ha convertido en un
instrumento en manos del diablo, para realizar su obra de maldad.
Dios se mueve a través de la gente para bendecir a la gente. Satanás se mueve a través
de la gente para hacerle daño a la gente.
Dios recibe la gloria. Satanás recibe la culpa.
Cuando usted se comienza a dar cuenta de que las personas son instrumentos, esto lo
ayuda a saber con claridad cuál es nuestro verdadero enemigo. Lo repito: parece ridículo
que nos enojemos con el martillo, ¿no es cierto?
La clave de la victoria en este aspecto para cada uno de nosotros es que nos demos
cuenta de la naturaleza de nuestra batalla. Nuestro enemigo no es una persona humana;
no es otro ser humano. Nuestro enemigo es Satanás. La batalla no es contra carne ni
sangre, ni contra enemigos que podamos ver. Es una batalla espiritual.
2. Perdone a quienes le hayan hecho daño.
Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros
deudores. Mateo 6:12
Jesús les enseño a orar a sus discípulos, e incluyó el perdón como parte vital de la
oración. Le debemos pedir a Dios que nos perdone nuestros pecados como nosotros
perdonamos a los que hayan pecado contra nosotros. Cuando le pedimos que nos
perdone, Él lo hace, pero con la condición de que nosotros perdonemos a quienes nos
hayan hecho daño, o hayan pecado contra nosotros. Si queremos que Jesús nos perdone
nuestro pecado, entonces les tenemos que perdonar a los demás sus pecados en contra
nuestra. Si no perdonamos, entonces Dios no nos puede perdonar.

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Yo era de ese tipo de personas capaces de alimentar un resentimiento durante años. Lo


llevaba todo anotado en la memoria. Pero Dios me liberó de eso. Tal vez usted sea así
también. Tal vez piense, como me pasaba a mí, que tiene todo el derecho a recordar 
cuánto daño le hayan hecho, y que nunca lo va a olvidar, ni permitir que ellos lo olviden.
Sin embargo, eso no es lo que la Biblia nos indica que hagamos.

Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien
a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen. Mateo 5:44
No podremos perdonar, si no nos darnos cuenta de que nuestro enemigo no es un ser 
humano. ¿Se ha preguntado alguna vez por qué Jesús pudo decir mientras estaba
clavado en la cruz: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen (Lucas 23:34)?
¿Qué quiso decir con esas palabras? Los que le crucificaron sabían con exactitud lo que
estaban haciendo. Se habían confabulado cuidadosamente para matarlo, y todo había
sido premeditado. Lo golpearon y lo azotaron. Se burlaron de Él, lo ridiculizaron y lo
difamaron. Le atravesaron las manos con clavos. ¿Cómo es posible que dijera que no
sabían lo que estaban haciendo?
Jesús comprendía lo que nosotros debemos llegar a comprender. Aquéllos no eran sus
enemigos. Su enemigo —y el nuestro— es Satanás. Él es quien se halla tras todo lo que
nos sucede. Por eso, nunca debemos entrar en guerra con la gente; debemos batallar con
Satanás, nuestro verdadero enemigo. Si estamos guerreando con la gente, estamos
peleando una batalla perdida. Las armas de nuestra milicia como cristianos son armas
espirituales, y sólo podemos usar las armas espirituales con enemigos espirituales.
Entonces, podernos perdonar a los que nos hacen darlo, y atar al mal que hizo que nos
hirieran.

El perdón detiene las repeticiones mentales del dolor e invierte el ciclo de sucesos
destructores.
Cuando nos negamos a perdonar a otra persona, o cuando decidimos ignorar este tema,
nos privamos a nosotros mismos de la sanidad que necesitamos, y permanecemos
esclavizados a las heridas pasadas de nuestra vida. Los problemas que no se enfrentan,
no desaparecen, sino que se vuelven subterráneos. Cuando no perdonamos, seguimos
alimentando la furia que llevamos dentro y volviendo a vivir esos sucesos tan dolorosos
una y otra vez. Nos convertimos en prisioneros de nuestro pasado.
¿Por qué permitirle a la persona que le ha hecho daño en el pasado, que se lo siga
haciendo y siga teniendo poder sobre su vida? Cuando usted libera al que le ha hecho
mal de ese mal que le ha hecho, está poniendo en libertad a un prisionero, y ese
prisionero es USTED MISMO. Cuando usted perdona a la persona que lo ha herido,
rompe el poder de control que tiene sobre su vida.
También perdonamos a los demás porque nosotros mismos necesitamos perdón.
Más si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará
vuestras ofensas. —MATEO 6:15

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Lo cierto es que si usted alimenta resentimientos contra alguien que le ha hecho daño, no
le está haciendo daño a esa persona, sino que se lo está haciendo a sí mismo. La otra
persona sigue adelante con su vida, mientras que su amargura lo va destrozando por 
dentro y le va robando su futuro. Es demasiado lo que está en juego para andarnos
revolcando en la falta de perdón. Aunque el diablo le haya robado su pasado, no permita
que le robe su futuro.
3. No trate los síntomas; trate la causa.
La tercera clave para invertir y echar abajo la maldición que tengamos en nuestra vida, es
llegar hasta la raíz de nuestros problemas. No debemos tratar los síntomas, sino la causa.
Los dolores por los que pasamos en la vida exigen más que limitarnos a ponerles una
venda, porque nuestros problemas van más hondo de lo que vemos en la superficie. Es
necesario que miremos con cuidado:
Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna
raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados. Hebreos 12:15
En nuestro interior, todos queremos amar y ser amados. Todos queremos sentirnos bien
con respecto a nosotros mismos, pero muchas veces, los traumas del pasado impiden
que experimentemos amor y satisfacción. Lo cierto es que la gente herida hiere a otra
gente. Una de las principales razones por la que alguien tiene una naturaleza agresiva y
violenta, es que en algún momento de su pasado ha sido herido o rechazado. Cuando nos
sentimos heridos, o nos parece que no nos aman, levantamos muros y barreras
emocionales en defensa propia para protegernos. Reaccionamos ante la gente a partir de
nuestras propias inseguridades personales, las cuales afectan todos los aspectos de
nuestra vida. Reaccionamos de forma excesiva ante cuanto sospechamos que es
menosprecio o crítica, y muchas veces nos ponemos a la defensiva ante personas que
nunca han tenido la intención de herirnos o amenazarnos.
Si somos sinceros, tenemos que admitir que todos hemos sufrido de una pobre
autoestima en uno u otro momento. Cuando nos han rechazado profundamente, nuestra
autoestima sufre fuertemente, y solemos terminar vengándonos de alguien. También es
posible que terminemos adoptando algún tipo de conducta adictiva. Obviamente, las
adicciones al alcohol, las drogas, la comida, el sexo, los juegos de azar y los excesos en
gastos son destructoras. Muchas personas también se lanzan de lleno a su trabajo, e
incluso a su ministerio, tratando de escapar de sus sentimientos internos, o de demostrar 
que ellos sí son valiosos.
Por lo general, la persona que tiene algún tipo de esclavitud lucha con uno o varios de
estos problemas:
• Inseguridad — Pobres sentimientos de autoestima y de inferioridad.
• Celos y paranoia — Dificultad para confiar en las personas.
• Actitudes defensivas — Siempre tratando de demostrar lo que son.

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• Mentalidad de mártir — "Yo contra el mundo".

• Autocompasión — "Pobre de mí".


• Aislamiento — "Yo soy el único; soy diferente".
• Susceptibilidad — "Exactamente, ¿qué quiso decir con eso?"
• Discutidor y contencioso — Siempre buscando pelea.
• Ansiedades, fobias y desórdenes — Torbellinos internos siempre en movimiento.
• Pesimista — Siempre ve el lado oscuro".
• Depresión — Lleva encima una nube de tristeza.
• Soledad y miedo a la intimidad — Mantiene a distancia a la gente.
• Mentalidad de víctima—Se convierte en su fuente de atención e identidad, y su
excusa para los fracasos y las maneras de conducirse.
• Controlador y dominante — "O a mi manera, o fuera".
• Temor al fracaso — No siente seguridad ni para tratar de triunfar.
• Temor al éxito —No confía poderse mantener triunfante.
• Altivo y frío — "No necesito a nada ni a nadie".
• Negación — "El problema es de todos los demás; no es mío".
El dolor que procede de las heridas y el temor a ser rechazado de nuevo pone en marcha
en nuestro interior toda una reacción en cadena de mecanismos de defensa. Al darnos
cuenta de que estos rasgos son en realidad los síntomas de una herida más profunda,
podemos llegar hasta la raíz del problema. Cuando hayamos la causa, hallamos la cura.
Hace años, un caballo que yo tenía pateó una vieja cerca de madera y se cortó una de las
patas traseras. Yo le traté la herida con un ungüento, pero aun así, se le infectó.
Entonces, traté la infección sumergiéndole la pata en agua caliente y vendándosela, y
finalmente, poniéndole inyecciones de penicilina. La pata mejoraba, pero tan pronto como
le dejaba de dar antibióticos, se volvía a inflamar y yo tenía que comenzar de nuevo el
proceso.
Como se podrá imaginar, después de varios meses de esto, el pobre caballo detestaba
verme llegar. Finalmente, un día le estaba empapando la pierna y dándole un masaje,
cuando sentí un bulto del que no me había dado cuenta antes. Pensaba que era un
reducto de la infección, y comencé a frotarlo, tratando de sacarlo por la herida. De
repente, salto un pedazo de madera. Todo aquel tiempo, el caballo había tenido un
pedazo de madera de la cerca metido en la pierna, y eso era lo que causaba la infección y

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la inflamación. Yo había estado tratando los síntomas, y no la causa. Una vez hallado y
resuelto el problema, los síntomas desaparecieron de manera natural.

Muchas veces cuando sentimos que nos han tratado mal, reaccionamos de una manera
que es desproporcionada con lo que ha pasado en realidad. Nuestra reacción tan
excesiva parece haber surgido de la nada, pero en realidad lo que estamos haciendo es
reaccionar a partir de heridas y emociones del pasado, porque dentro de nosotros ha
crecido una raíz maligna. Estamos reaccionando ante las situaciones de hoy a partir de
los recuerdos de ayer, y terminamos saboteando nuestro propio futuro, porque no nos
podemos sacudir de encima el pasado.
Recibimos una carta de un hombre que nos había visto en la televisión. Este hombre halló
la paz de Dios después de haber sido liberado de una batalla con el pecado que había en
su vida.
Estimado pastor Huch:
Veo su programa en TBN aquí en Trinidad, en las Antillas Menores. Su mensaje tan
oportuno sobre romper las maldiciones de familia tocó una fibra en mi vida. Me perseguía
el pecado de lujuria, y no podía comprender por qué siempre volvía a caer en este tipo de
pecado. Cuando me remonté un par de generaciones, allí estaba, descendiendo por la
línea familiar de mis dos padres y de sus respectivas familias.
Hice la oración, lloré ante el Señor, y rompí esa maldición y otras en mi vida y en la de mi
hijo antes de que le afecten a él. Desde que fui liberado de los efectos de la maldición y
pude invertir esa maldición, tengo paz en el corazón. Estoy descubriendo la alabanza, la
adoración y las maravillosas obras de Dios. ¡Aleluya! ¡Alabado sea Dios!
Suyo en Cristo, Edward.
Dios está totalmente deseoso de liberarlo de cuanta esclavitud emocional usted esté
sufriendo, y es totalmente capaz de hacerlo. Cuando usted le permita señalar la causa y
la raíz de su dolor, El lo podrá liberar de la causa, la raíz y los síntomas atormentadores
que han producido. Usted no puede cambiar su pasado, pero sí puede cambiar su futuro.
Es necesario que llegue a un nivel de victoria sobre su pasado antes de poder seguir 
adelante hacia su futuro.
Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los
que conforme a su propósito son llamados.
—Romanos 8:28
La falta de perdón podría ser lo único que se interpone entre usted y su milagro. Tal vez
alguien le haya robado su pasado, pero no permita que nadie le robe su futuro. El perdón
puede liberar la milagrosa intervención de Dios y desatar todas Sus bendiciones sobre su
vida. Pero el perdón comienza con una decisión. Suelte el pasado y agárrese a las
promesas de Dios para su futuro, porque va a ser un futuro glorioso.

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Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos
de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. Jeremías 29:11

¿Está listo? Oremos.


Señor amado:
Tú conoces todas las situaciones por las que he pasado en mi vida. Tú conoces todas las
heridas y todos los traumas que he llevado encima. Y yo sé que te importa todo lo que me
ha sucedido en mi pasado. Pero me doy cuenta de que te importa más lo que me vaya a
suceder en mi futuro. Hoy tomo la decisión de soltar mi pasado con todos sus traumas,
sus desilusiones, su amargura, sus odios, su ira, su falta de perdón y su deseo de
venganza. Me arrepiento de todas estas cosas y les cierro hoy la puerta de mi mente. Hoy
tomo la decisión de caminar sólo en el perdón, el amor y la bondad.
Señor, lléname el corazón con tu gozo y tu paz sobrenaturales. Dame tu capacidad y tu
sabiduría sobrenaturales para pensar y actuar de una manera santa. Dejo atrás mi
pasado. Tengo mi futuro frente a mí. Gracias por todo lo que vas a hacer en mí, por mí y a
través de mí.
En el nombre de Jesús. Amén.
Capitulo 19
Cuarto paso: Libere el poder del amor 

Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vinculo perfecto.


—Colosenses 3:14
Para convertirnos en personas cuya vida ha sido transformada por el amor de Dios, no
sólo necesitamos liberarnos de lo que nos mantiene cautivos y esclavizados, sino que
también nos debemos llenar por completo de amor: amor a Dios, a nosotros mismos y a
los demás.
Las leyes de la naturaleza nos dicen que el vacío no puede existir: todo espacio vacío se
tiene que llenar de algo. También es cierto que en nuestro espíritu no puede existir un
vacío. No basta con eliminar los malos rasgos. Es necesario reemplazarlos con buenos
rasgos; de lo contrario, los malos van a volver. En el ministerio de liberación hemos
descubierto que no hasta con "atar" a la naturaleza vieja. Tenemos que "desatar a la
naturaleza nueva. Debemos soltar el odio y la amargura para reemplazarlos con el amor,
el gozo y la paz del Espíritu Santo.
La mayor de las liberaciones de bendiciones en mi vida se produjo cuando comencé a
amar sin condiciones. Una vez que usted haya sido liberado de una atadura generacional,
puede liberar en su vida la bendición del amor de Dios, a base de aprender a caminar en
amor. Tanto si la persona lo ama, como si no lo ama, usted la puede amar con el amor 
que Dios le tiene a ella.

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Se nos ordena amar 

Jesús le dijo: Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda
tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amaras
a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los
profetas.
—Mateo 22:37-40
Dios nos ha ordenado que nos amemos mutuamente, y lo que Él nos ordena hacer, nos
equipa para que lo hagamos. Cuando yo capté esta revelación, me transformó
literalmente la vida, la familia y el ministerio. Si usted le permite a Dios que haga penetrar 
esta verdad en su espíritu, Él va a hacer lo mismo por usted.

Permítame
lo pasamosmostrarle algo muy poderoso,
por alto completamente. que es tannos
Las Escrituras evidente, queque
enseñan la mayoría
una de de
lasnosotros
razones
por las que no estamos viviendo en bendición es que no tratamos a los demás como
debemos. La Biblia nos advierte que nos examinemos, sobre todo cuando vayamos a
tomar la Santa Cena
Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. Porque
el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe
para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos
duermen.

—1 Corintios 11:28-30
Todos sabemos que este pasaje se refiere a la Santa Cena, y es probable que lo
hayamos oído muchas veces mientras la tomamos, pero este texto bíblico es la clave para
la liberación de las bendiciones divinas sobre nuestra vida y la Iglesia. Pablo dice que
somos débiles, no tenemos poder, estamos enfermos e incluso morimos porque no
discernimos el cuerpo de! Señor. Cuando "discernimos" el cuerpo del Señor, le damos el
trato debido. Ahora bien, esto no se está refiriendo al cuerpo físico de Jesús, ni tampoco
al pan que comemos durante la Santa Cena. Discernir el cuerpo del Señor significa
tratarnos adecuadamente unos a otros, puesto que nosotros somos ese cuerpo de Cristo.
El trato correcto consiste en amarnos mutuamente.
Yo no nací ni me crié en la iglesia, así que después de hacerme cristiano, di por sentado
que los cristianos tratarían de actuar como Jesús, y se tratarían bondadosamente.
Después de años de pastorear, me fui a mi pastor y le dije que dejaba el ministerio. Le
expliqué que aquello no tenía nada que ver con mi relación con Dios. No soy ningún
"llorón", pero mientras estaba allí sentado, lloré, y le dije: "En el negocio de las drogas he
hallado gente más agradable que en la iglesia". Es evidente que permanecí en el
ministerio, pero a lo largo de los años me ha asombrado continuamente lo mordaces y
crueles que pueden ser entre sí los miembros del pueblo de Dios.
El amor es la victoria

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 Algunas veces nos centramos tanto en experimentar el poder de Dios, que olvidamos la
razón misma por la que Él nos da ese poder: manifestarnos unos a otros el amor de
Jesús. Le quiero dar tres importantes razones por las que debemos aprender a amarnos
mutuamente: No caminar en amor es pecado; no caminar en amor es satánico, y no
caminar en amor es auto destructor.

1. No caminar en amor es pecado


No caminar en amor es pecado, y el pecado, además de separarnos de Dios, trae la
muerte espiritual a nuestra vida.
Estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de
envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores,
aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes
a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes
habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de
muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.
—Romanos 1:29-32
Las formas de conducta y las actitudes pecaminosas sobre las cuales nos hablan estos
versículos merecen la muerte. Cuando pensamos en los pecados que merecen la muerte,
nos vienen a la mente los grandes, como el asesinato. Sin embargo, junto a los asesinos
están también los murmuradores, los detractores, los soberbios y los altivos... ¡y todos
merecen la muerte! No obstante, todas las semanas, en casi todas las iglesias, estas
actitudes y formas de conducta son tan normales y aceptables como los himnos y los
coros de alabanza que cantamos.
En muchas iglesias y enseñanzas de hoy, difamar a los hermanos no sólo es aceptable,
sino que es considerado como "discernimiento espiritual" y "profundidad espiritual". Ni se
nos ocurriría actuar así con Jesús, pero cuando herimos a los demás, también lo herimos
a Él. Si estamos cumpliendo el primer gran mandamiento de amar a Dios con todo el
corazón, el alma y la mente, cumplir el segundo mandamiento de amar a nuestro prójimo
se nos hará fácil. Pero no podemos amar a Dios y al mismo tiempo, herir a otros.
Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no
ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Y
nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su
hermano.
-1 JUAN 4:20-21
Cuando Saulo iba camino de Damasco, escuchó a Dios que le hablaba. Y cayendo en
tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? El dijo: ¿Quién
eres, Señor?
—Hechos 9:4-5

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Saulo nunca había visto a Jesús en persona. Nunca le había puesto la mano encima, ni le
había dicho una sola palabra hiriente. Sin embargo, cuando perseguía al pueblo de Dios,
estaba persiguiendo directamente a Jesús. Cuanto les hagamos a los demás, se lo
hacemos a Jesús. Si herimos a los demás, estamos hiriendo a Dios.
2. No caminar en amor es satánico.
Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y
el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el
acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche.
-APOCALIPSIS 12:10
Satanás es el acusador de los hermanos, y su trabajo consiste en apuntar con el índice

acusador
en nuestraa iglesia
los hijos
unde Dios y obvio
ejemplo agitar de
contiendas entreaellos.
esto. Conocí Hace algunos
una señora meses,
que hacía pocotuvimos
tiempo
que había recibido la salvación. Ella me confesó que había formado parte de un aquelarre
de brujas, y que la habían enviado a nuestra iglesia para destruirla. Cuando le pregunté
cómo lo iba a hacer, me dijo: "Es muy sencillo. Por medio de la murmuración y la
calumnia". La habían enviado para sembrar discordia entre los hermanos. Aquello con lo
que Satanás quería hacer daño, Dios lo convirtió en bien para ella y para nosotros.
Seis cosas aborrece Jehová, y aun siete abomina su alma: Los ojos altivos, la lengua
mentirosa, las manos derramadoras de sangre inocente, el corazón que maquina
pensamientos inicuos, los pies presurosos para correr al mal, el testigo falso que habla
mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos.
-PROVERBIOS 6:16-19
Cuando sembramos la discordia entre los creyentes, estamos tomando sobre nosotros la
misma naturaleza y las mismas tácticas que el propio Satanás. Eso solo debería bastar 
para detener esta práctica malvada. En lugar de hacerlo, debemos alentarnos y
apoyarnos unos a otros, y caminar todo el tiempo en amor.
3. No caminar en amor es auto destructor 
No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso
también segará.
—GÁLATAS 6:7
La conducta contraria a la de Cristo asfixia las bendiciones que Dios quiere traer a nuestra
vida. No se engañe a sí mismo. Si siembra amor, cosechará amor. Si siembra discordia,
cosechará discordia. Es asombroso cómo hay tantas personas que van sembrando todo
tipo de semillas negativas por la vida, y después no se pueden imaginar por qué les están
sucediendo tantas cosas negativas a ellos.

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El mundo espiritual reacciona según la ley de la siembra y la cosecha, de la misma forma


que lo hace el mundo físico. Así es como funciona el reino de Dios. He aquí las palabras
de Jesús:
Decía además: Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra;
y duerme y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece sin que él sepa cómo.
Porque de suyo lleva fruto la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en
la espiga.
—MARCOS 4:26-28
En la forma en que tratamos nuestro cuerpo, hallamos un claro ejemplo de la siembra y la
cosecha. En el ámbito natural, si comemos algo que es bueno para el cuerpo, aunque ni
siquiera nos demos cuenta, el cuerpo va a reaccionar de manera positiva a las vitaminas y
los minerales que usted acaba de poner en él. Si comemos mala comida, el cuerpo
reaccionará de manera automática y negativa ante las toxinas que acabamos de ingerir.
 Aunque comamos accidentalmente esa mala comida, el cuerpo no la puede anular y
decir: "Lo siento. Fue un accidente". Las consecuencias de nuestras acciones son las
mismas, tanto si comprendemos lo que estamos haciendo, como si no lo comprendemos.
Estos mismos principios se aplican al ámbito espiritual. Si alimentamos nuestro espíritu
con cosas positivas, nuestra vida espiritual va a tener un crecimiento positivo sano. Si lo
alimentamos con cosas negativas, nuestra vida espiritual va a producir unos resultados
negativos y dañinos. Si sembramos semillas negativas, cosechamos consecuencias
negativas. Si sembramos semillas positivas, cosechamos consecuencias positivas.
Lo que usted siembre, es lo que va a crecer y se va a multiplicar en su vida. No hace falta
ser un experto en ciencia espacial para darse cuenta de esto. Si usted quiere detener la
maldición que hay en su vida, deje de sembrar mala semilla. Si quiere invertir la maldición
y liberar la bendición, comience a sembrar buena semilla.
Jesús nos ha ordenado que nos amemos; que amemos incluso a nuestros enemigos. La
mayoría de nosotros respondemos a esto como el pandillero de la película La cruz y el
puñal, que dijo: "Sí, claro que voy a amar a mi enemigo. Lo voy a amar con un buen
cuchillo afilado. Si, voy a orar por él. ¡Voy a orar para que lo parta un rayo!" El amor y el
perdón nunca son fáciles si tratamos de cultivarlos con nuestras propias fuerzas, pero una
vez que hayamos tomado la decisión de obedecer a Dios y caminar en amor, Él nos
equipa para hacerlo.
Para conocer más el amor de Dios en nuestra vida, necesitamos amar a quienes nos han
hecho daño, a quienes han sido nuestros enemigos, y a quienes han pecado contra
nosotros. Ése es el tipo de amor que Jesús le tiene a cada uno de nosotros. Nos es muy
fácil aceptar el amor que Dios nos tiene, pero muy difícil amar a otra persona. Todos
somos pecadores: ladrones, mentirosos, adictos a drogas, prostitutas, chismosos,
calumniadores o hipócritas religiosos. Dios tomó la decisión de amarnos, aun en
momentos en que nosotros no le devolvíamos ese amor. Todo lo que nos pide es que
amemos a los demás con el mismo amor que Él tiene por nosotros.

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Para liberar la bendición de Dios en su vida, siembre una bendición en la vida de otra
persona. Yo digo todo el tiempo que no tengo enemigos. La gente me contesta: "¿Qué
quiere decir? Hay mucha gente a la que usted no le cae bien".
"Sí", respondo, "pero yo no tengo ningún enemigo. No les tengo que caer bien, no tienen
que aprobar lo que yo hago; ni siquiera les tiene que importar si sigo viviendo o si me
muero. No tengo enemigos, porque he tomado la decisión de amar a todas las personas
de manera incondicional, pase lo que pase".
¿Quién gana? ¡Usted!
No importa lo que le hayan hecho, porque a través de Jesucristo, usted puede soltar su
amargura para amar a esas personas. Cuando yo necesito perdonar a alguien que me ha
hecho mal, me centro en estas promesas de la Biblia.
Y os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, mi gran
ejército que envié contra vosotros.
Joel. 2:25
Pero si (el ladrón) es sorprendido, pagará siete veces; entregará todo el haber de su casa.
—proverbios 6:31(INSERCIÓN DEL AUTOR]
Y sabernos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los
que conforme a su propósito son llamados,
—Romanos 8:28
Piense en esa persona a la que se le está haciendo difícil perdonar y amar. Entréguesela
a Dios, y deje el resultado de todo en sus manos. Dios siempre hace justicia y lo convierte
todo para bien. A usted no le toca la venganza; lo que le toca es mantener recto su propio
corazón ante Dios, y Él se encargará de todo lo demás. Su responsabilidad consiste en
amar a sus enemigos y hacerles el bien a los que lo utilicen y lo desprecien.
 Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y
será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con
los ingratos y malos.
—Lucas 6:35
Me agrada lo que dijo Abraham Lincoln cuando le preguntaron por qué era tan bondadoso
con sus enemigos, si tenía el poder necesario para destruirlos. Esta fue su respuesta:
"Señor, ¿acaso no estoy destruyendo a mis enemigos cuando los convierto en amigos?"
El amor es el testimonio
La Biblia no dice que conocerán que somos cristianos porque llevemos una cruz al cuello,
o porque andemos con una Biblia, o levantemos las manos al adorar. La evidencia de

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nuestro cristianismo es que "tengamos amor los unos con los otros" (Juan 13:35). Cuando
tratamos mal a otras personas, el mundo tiene todo el derecho a poner en tela de juicio
nuestro cristianismo.
Yo me pregunto continuamente: “¿A quién estoy representando hoy? ¿A Jesús, el que
ama a toda la humanidad, o a Satanás, el acusador de los hermanos?" Cada día, todos
tenemos una decisión que tomar ¿vamos a amar a los demás, o no? Pero tenga presente
esto: Dios nos ama a nosotros, aunque no lo merecemos.
Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió
por nosotros.
—ROMANOS 5:8

El amor comienza
decidirnos porauna
a obedecer Diosdecisión. Aunque
y actuar como no nos
Cristo, sintamos
lanzamos con deseos
nuestra vida por de
un amar, al
sendero
distinto. El poder de esta decisión va a hacer que nuestras emociones comiencen a entrar 
en sintonía con la naturaleza de Dios. Entonces, su misma naturaleza puede vivir a través
de nosotros.
Cuando tomamos la decisión de amar a los demás, esa decisión afecta a todos los que
nos rodean. Una madre nos escribió para hablarnos de cómo su amor incondicional por 
su hijo y una cinta grabada con mi testimonio lo llevaron a él a la decisión de deshacerse
de las drogas.

Estimado pastor Huch:


Hace poco pedí su serie grabada "Romper las maldiciones de familia". Me encantaron las
cintas y se las di a mi hijo Dave, de veintiún años, para que las escuchara mientras hacia
el viaje de doce horas en automóvil hasta el colegio universitario en este otoño. Él estaba
batallando con decisiones acerca del uso de la marihuana entre otras cosas y, sin que su
padre y yo lo supiéramos, antes de marcharse de nuestra ciudad compró drogas.
Dave fue al colegio universitario para jugar fútbol. Dos años seguidos fue expulsado del
equipo después de hacerle una prueba de drogas que dio positiva. Sus sueños en cuanto
al futuro estaban destruidos. Su padre y yo estábamos agobiados, heridos y
desesperanzados. Su vida iba cuesta abajo. Mientras iba en el auto rumbo al colegio
universitario, escuchó la cinta de su testimonio mientras se preparaba para tomar más
drogas. De repente, el Espíritu de Dios le tocó el corazón cuando lo oyó a usted compartir 
la forma en que Dios le había cambiado la vida. Escuchó un rato; después, arrimó el auto
a la cuneta, tiró las drogas y le volvió a entregar el corazón a Jesús. De inmediato se
sintió diferente por dentro, y supo que las cosas también iban a ser diferentes por fuera.
Cuando regresó al colegio, ya se había producido un milagro. Le ofrecieron una
oportunidad de practicar con el equipo de béisbol y hacer las pruebas para entrar a formar 
parte del equipo. Esto fue un cambio muy drástico para él, pero me doy cuenta de que es
muy probable que tenga batallas que pelear muy pronto, si no las ha librado ya.

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131

Le escribo todo esto para decirle que mi hijo ha reaccionado de una manera radical a su
enseñanza ungida y su oportuno mensaje. Mi esposo y yo hemos orado durante años por 
él, y nos parecía como que, por mucho que nosotros orásemos y por muy decidido que
estuviera Dave a triunfar en su vida cristiana, al final lo que había eran problemas.
Decididamente, era una maldición. Los hombres de nuestra familia tienen todo un historial
de fracasos. Todos han tenido grandes oportunidades de triunfar, pero todos han
terminado fracasando. Le agradecemos que haya orado por nosotros para que se
rompiera esa maldición generacional de pobreza y fracaso en nuestra familia.

 Alabado sea el Señor 


Karen
El amor es la victoria. Jesús no sufrió el dolor, la agonía y la humillación de la cruz porque
quisiera venganza. Se hizo sacrificio nuestro por amor a la gente —hombres, mujeres y
niños— y, por medio de su acto de amor, derrotó a Satanás. El amor fue la razón por la
que Dios envió a Jesús a esta tierra (vea Juan 3:16). Jesús vino a restaurar al hombre a
una relación correcta con Dios Padre, porque nos ama.
Por terrible que sea la forma en que alguien lo haya herido, usted puede liberar hacia esa
persona la bendición del amor. Cuando lo haga, usted va a ser bendecido, y esa persona
también.
Sellemos esto con una oración.

Señor amado:
Me doy cuenta de lo importante que es para mí conservar un corazón recto hacia ti y
hacia la gente, así que te pido que me perdones por cuanta amargura, lucha, contienda,
celo, ira, falta de deseos de perdonar, murmuración o difamación haya habido en mi vida.
Te prometo hoy que con tu fuerza, voy a caminar en amor, bondad, paz, gozo y paciencia.
 A partir de este día, tomo la decisión de adoptar actitudes semejantes a las de Cristo,
pase lo que pase en el camino. Sé que tú me perdonas y me amas a pesar de todos mis
defectos, y tomo la decisión de perdonar y amar a todos aquéllos que comparten mi vida,
a pesar de los defectos suyos. De gloria en gloria, tú nos estás transformando a todos y
cada uno de nosotros. Gracias, Señor.
En el nombre de Jesús. Amén.
PARA CONOCER MAS EL AMOR DE DIOS EN NUESTRA VIDA, NECESITAMOS
 AMAR A QUIENES NOS HAN HECHO DAÑO. A QUIENES HAN SIDO NUESTROS
ENEMIGOS, Y A QUIENES HAN PECADO CONTRA NOSOTROS.
Capítulo 20
Quinto paso: El éxito no es un accidente

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132

He estado pensando escribir otro libro que se titule El éxito no es un accidente. Me sentí
inspirado en este aspecto hace poco mientras volaba de vuelta a Portland, después de
reunirme con un grupo de pastores. Era evidente que a lo largo de los años, algunos de
ellos habían visto poco crecimiento en sus iglesias, o en su caminar personal con Dios.
No digo esto por ser cruel o por criticar, porque en realidad, lo que sentí fue tristeza.
Mientras pensaba en mi propia vida, me di cuenta de que, tanto mi vida como mi
ministerio, han sufrido cambios drásticos en los últimos años. Por la gracia de Dios, todos
los aspectos de mi vida han mejorado de manera increíble. Le suplico que entienda que
no lo digo por alardear, sino por apoyar una idea. Yo sé, sin que me quede lugar a dudas,
de que se debe a la gracia de Dios, y le doy a Él sinceramente toda la gloria.
 Al meditar en eso, me vino a la mente un pensamiento muy importante: El éxito no
aparece por accidente, ni de manera automática. Alguien dijo: "Cuando veas a alguien en
la cima de la montaña, recuerda una cosa: esa persona no cayó allí por accidente". El
triunfo llega por medio de planes, propósitos y acciones hechos con deliberación. A través
de mis propios años de experiencia en la vida, y de mis relaciones con miles de personas,
he aprendido una serie de principios y claves que me han llevado a la victoria y me han
permitido liberar la bendición de Dios en mi vida, pero uno de los más importantes tiene
que ver con la actitud.
Desarrolle una actitud de santidad
La principal de las cosas que han impulsado hacia delante mi vida en los últimos años es
mi decisión de desarrollar una actitud positiva. He decidido fijar la vista en las promesas
de Dios, y después poner mis pensamientos, palabras y acciones en sintonía con esas
promesas. La buena actitud no hace que todo vaya perfectamente siempre. Mateo 5:45
nos dice que Dios hace llover sobre justos e injustos, pero nuestra actitud determina si la
lluvia va a regar las semillas de nuestra cosecha, o las va a arrastrar en la torrentera.
Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y
vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.
—Colosenses 3:2-3
Las actitudes positivas son consecuencia de una fe puesta en Dios y una confianza total
en Él. ¿Tiene
mundanos, la mente
que centrada
ni siquiera en las
puede cosasendeÉl?
pensar Dios,
¿Seo está
estátan llena de problemas
quejando, o se está
regocijando?
Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!
—Filipenses 4:4
Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo
Jesús.
—1 Tesalonicenses 5:18

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133

El que tengamos una actitud positiva no significa que debamos alabar a Dios por las
cosas malas que nos suceden. No pase por alto este detalle tan importante: las Escrituras
no nos dicen que alabemos a Dios por todas las cosas. Lo que nos dice es que lo
alabemos en medio de todas las cosas. Hay una gran diferencia entre ese por y ese en.
Cuando no le quedan más que diez centavos en el bolsillo, usted se encuentra en una
encrucijada. Puede mirar su situación desde un punto de vista natural y deprimirse
fuertemente, o puede decir: "Aunque no tenga dinero, no voy a titubear en cuanto a mi fe
en Dios. Lo alabo porque en esta situación, Él va a demostrar poderosamente quién es.
 Alabo a Dios por los milagros económicos que están a punto de suceder. Alabo a Dios por 
el plan económico que me está entregando". Averigüe qué le promete la Palabra de Dios,
y después confiese eso y sólo eso. Aprenda a poner por obra la Palabra. Aprenda a
apoyarse en las promesas de Dios y no en las circunstancias de la vida, y después,

obedézcalo. Cuando
porque la alabanza sean éstas
inmoviliza su actitud
al vengador y su
(vea oración,
el Salmo el enemigo
8:2). estará derrotado,
Nuestra alabanza dirigida a
Dios ata al diablo de tal manera, que no puede operar en nuestra vida.
El bueno es Dios
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir, yo he venido para que tengan vida,
y para que la tengan en abundancia.
—JUAN 10:10
Dios no es quien trae enfermedad, desastre o pobreza a la vida de sus hijos, así que no lo
debemos alabar por esas cosas. Es Satanás quien viene a hurtar, matar y destruir. El es
la mente que planifica todas las cosas malas que suceden a nuestro alrededor, o que nos
suceden a nosotros.
Dios da; no quita. Jeremías dice que Dios tiene un gran futuro para nuestra vida.
Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos
de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.
Jeremías 29:11
Cuando las Escrituras dicen que debemos alabar a Dios en medio de todas las cosas, es
posible que usted pregunte: "¿Cómo puedo alabar a Dios en medio de una batalla?
¿Cómo me puedo regocijar en el Señor en medio de mi situación? El diablo ha atacado mi
hogar, mi negocio, mi cuerpo y mi ministerio; ¿cómo puedo alabar a Dios?" ¡Tomando la
decisión de mantener viva su fe en Dios, pase lo que pase!
Gracias a nuestra fe, podemos esperar cosas buenas, pero si llegan cosas malas a
nuestra vida, podemos seguir teniendo fe en que Dios va a sacar bien del mal. Los
cristianos tienen todas las razones necesarias para adoptar una actitud positiva en todas
las circunstancias. Si mantenemos un corazón y una actitud correcta y le permitirnos a

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Dios que haga las cosas a su manera, lo veremos convertir en realidad sus propósitos
para nuestro bien y para su gloria en nuestra vida.

Dios lo va a usar para bien


Veamos la vida de José (vea Génesis 37—50). José tuvo una visión de Dios con respecto
a su futuro. Se la contó a sus hermanos, y éstos se pusieron celosos. Lo capturaron, lo
metieron en una cisterna y lo dejaron allí para que se muriera. Después lo vendieron
como esclavo. Por fin, terminó en Egipto, en la casa de Potifar, uno de los principales
funcionarios del faraón. La mujer de Potifar le hizo proposiciones deshonestas, y después
lo acusó de atacarla, cuando el no aceptó. Para añadir más daño a la situación, José fue
encarcelado.
En aquellos momentos, las cosas tenían muy mal aspecto para él, pero a través de una
serie de acontecimientos dispuestos por Dios, fue liberado de la prisión, y se convirtió en
el segundo hombre de Egipto en autoridad. Años más tarde, los mismos hermanos que
habían comenzado toda la cadena de desastres que se habían producido en la vida de
José, comparecían ante él para pedirle ayuda. Cuando esos hermanos le pidieron perdón
por haberlo vendido como esclavo, él les respondió: Vosotros pensasteis mal contra mí,
mas Dios lo encaminó a bien (Génesis 50:20). Él sabía que no importaba cuánto daño o
problema Satanás le pusiera en el camino, porque Dios lo usaría para su bien.
Los hermanos de José habían tramado maldad contra él, pero Dios la encaminó a bien.
Yo considero que la palabra "encaminó" sugiere la idea de "tejer como un hermoso tapiz".
Eso es lo que Dios estaba haciendo por medio de los sucesos de la vida de José. Al igual
que él, lo normal es que nosotros no veamos todo el cuadro. Nos pasan cosas y, desde
nuestra perspectiva tan limitada, nuestra vida se ve algunas veces como un gran enredo.
Necesitamos reconocer que Dios sigue obrando tras bambalinas, y todo para nuestro
bien.
¿La perspectiva de quién?
¿Ha visto alguna vez un tapiz tejido? Por encima, usted ve un hermoso e intrincado
cuadro o diseño. Mire el revés, y verá que parece un amasijo de hilos. Dios ve nuestra
vida desde su parte superior, y está entretejiendo todos los detalles para convertirlos en
un tapiz increíble. Nosotros miramos desde el revés, y nos preguntamos: ¿Qué significa
todo esto? No vemos la imagen entera, tal como la ve Dios, pero podemos confiar en que
Él está obrando en todas las cosas. Si ésta es nuestra perspectiva, nunca tendremos
razón alguna para enojarnos o incomodarnos, y por eso nos podremos regocijar en el
Señor siempre (Filipenses 4:4). Y cuando nos regocijamos siempre, nuestro Dios, el que
nos trae la respuesta, se encuentra cercano.
Una persona que triunfa es alguien que puede edificar unos firmes cimientos con los
ladrillos que le tiran.
En mi propia vida, puedo ver cómo Dios ha tomado "todas las cosas" de esa vida y las ha
usado para bien. No fue Él quien me hizo adicto a las drogas, pero lo que Satanás estaba

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haciendo para mi mal, Dios lo usó para mi bien (vea Génesis 50:20). Gracias a mi
testimonio de haber sido liberado de las drogas y el alcohol, he visto a miles de adictos
más que han sido liberados por el poder de Dios.
No fue Dios quien me hizo un joven violento y de mal carácter, pero ahora yo le puedo
decir a usted, y le puedo decir al mundo, que si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente
libres (Juan 8:36).
No fue Dios quien trajo la perturbación a mi matrimonio, pero ahora Tiz y yo les podemos
decir a otros que también para su matrimonio hay liberación y gozo.
Creo realmente que en todas las situaciones, los cristianos nos podemos regocijar en el
Señor, porque Él está entretejiendo todas las cosas para nuestro bien. Dios usa incluso
nuestro pasado lleno de pecado y lo convierte en bendición para nuestra nueva vida en
Cristo. Yo sé que este refrán es viejo, pero cuando el diablo me tire limones, no sólo voy a
hacer limonada con ellos, sino que, por medio de Jesús, voy a ser el dueño del negocio
de la limonada.
Usted decide
Para poder mantener una actitud positiva y santa, nos debemos dar cuenta de que
algunas veces, nuestra carne disfruta cuando se siente mal. Hay un cierto gusto en
sentirse a disgusto. A la naturaleza humana le encanta atormentarse con los problemas.
Pablo le habló fuertemente a Timoteo cuando le indicó: Te aconsejo que avives el fuego
del don de Dios que está en ti (2 Timoteo 1:6). Le estaba diciendo: "Timoteo, eres tú quien
tienes que enderezar tus actitudes". Cuando la gente hablaba de apedrear a David, él se
fortaleció en Jehová su Dios (1 Samuel 30:6). ¡David mismo se dio ánimo! Sólo usted
puede mejorar sus actitudes; nadie más. Es necesario que acepte la responsabilidad en
cuanto a sí mismo.
Usted ya no es la vieja criatura, sino que ha sido hecho una nueva creación en Cristo. Las
cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Corintios 5:17). Pero es
necesario que sea usted quien decida vivir según la nueva naturaleza, y no según la vieja.
 Aplicando este principio a mi vida de pastor, en lugar de sentirme abatido y deprimido si
se me va gente de mi iglesia, convenzo a mi espíritu de que Dios está abriendo espacio
para un crecimiento.
Sin embargo, la actitud positiva de fe va mucho más profunda que una simple
personalidad optimista. La gente me dice a veces: "Todo lo que pasa es que usted es una
persona alegre por naturaleza". Hasta cierto punto, es posible que eso sea cierto, pero
créame que cuando me estoy enfrentando a las pruebas y las presiones, tengo que tomar 
la decisión de seguir siendo positivo.
Si pierde el trabajo, no entre a su casa arrastrándose, deprimido, enojado, negativo y
gimoteando: "¿Cómo vamos a subsistir? " o bien, "¡Nunca voy a conseguir un trabajo
decente!" En lugar de hacer esto, entre en su casa con la frente en alto, una sonrisa en el

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rostro y vida en su voz, y diga: "Gloria a Dios. Todas las cosas obran para bien. Dios debe
tener algo mejor para mí. Dios sigue teniendo el control en sus manos".

Hay un conocido refrán que dice: "Acentúa lo positivo y elimina lo negativo". No debemos
pasar por alto los problemas, sino enfrentarnos a ellos. Pero lo tenemos que hacer a base
de centrarnos en las soluciones, y no en los propios problemas. Muchas veces, el factor 
que determina nuestro éxito o nuestro fracaso es nuestra actitud.
No hay nadie inmune ante los problemas. Somos gente real, con necesidades reales, y
combatimos contra un diablo que es también real. Pero también tenemos a un Dios real,
con soluciones reales. Mientras más vea usted a Dios moverse a favor suyo, más crecerá
su confianza en Él. Esto le dará la fortaleza y la paz de Dios, que sobrepasa todo
entendimiento (Filipenses 4:7), y que supera todas las circunstancias de la vida.

¿Regocijarse o quejarse?
Su actitud es evidencia de su fe. En nuestra iglesia tenemos una expresión acerca de ser 
un vencedor, que dice así: "¡No vamos a caer por debajo, sino que vamos a pasar por 
encima!" Si usted anda derrotado, gruñendo y murmurando, estará dando evidencias de
que no cree que vaya a pasar por encima. Lo que cree es que va a caer por debajo. Es
necesario que se regocije en el Señor siempre (Filipenses 4:4). No importa lo que esté
pasando a su alrededor. Usted se puede regocijar, porque sabe que las cosas buenas
que su Dios bueno ha planificado para su vida se van a convertir en realidad,
Moisés envió doce espías por delante, para que observaran la tierra de Canaán antes de
que el pueblo cruzara el río Jordán. Diez de los espías regresaron con un informe
negativo después de haber visto a los gigantes que vivían en aquellas tierras, diciendo:
"Vamos a morir" (vea Números 13). Literalmente, se sacaron a sí mismos de la bendición
de Dios con sus palabras. Dios no permitió que aquéllos que se habían quejado, entraran
en la Tierra Prometida.
Y Jehová habló a Moisés y a Aarón, diciendo: ¿Hasta cuándo oiré esta depravada
multitud que murmura contra mí, las querellas de los hijos de Israel, que de mí se quejan?
Diles: Vivo yo, dice Jehová, que según habéis hablado a mis oídos, así haré yo con
vosotros. En este desierto caerán vuestros cuerpos; todo el número de los que fueron
contados de entre vosotros, de veinte años arriba, los cuales han murmurado contra mí.
Pero a vuestros niños, de los cuales dijisteis que serian por presa, yo los introduciré, y
ellos conocerán la tierra que vosotros despreciasteis.
—NÚMEROS 14:26-29, 31
Cuando alabamos a Dios, estamos invitándolo a que manifieste su poder. Cuando
murmuramos y nos quejamos, al que invitamos es al destructor de las bendiciones de
Dios.
¿Oportunidad o imposibilidad?

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En 1 Samuel 17 se relata la historia de David cuando vio que Goliat estaba retando a los
ejércitos de Israel. Cuando llegó al campamento, todos los soldados israelitas estaban
escondidos en sus tiendas de campaña, porque estaban mirando el tamaño de Goliat.
Cuando veían lo grande que era Goliat, veían lo pequeños que eran ellos. Cuando David
vio lo grande que es Dios, vio lo pequeño que era Goliat. Entonces preguntó: "¿Quién es
este filisteo incircunciso, que no tiene pacto con Dios? ¡Yo he peleado con el león y el
oso, y este enemigo de Dios se va a venir abajo!"
Israel veía a Goliat como demasiado grande para derrotarlo. David lo veía como
demasiado grande para no acertarle el golpe.
Cuando Tiz y yo llegamos a Portland, se nos dijo que era una ciudad difícil; una de las
zonas de los Estados Unidos donde menos gente iba a la iglesia, había más impiedad y
era más difícil lograr una respuesta. Esta ciudad ha sido un baluarte para todo tipo de
grupos rebeldes y ocultistas. Nosotros habríamos podido mirar a Portland corno una
imposibilidad, pero decidimos mirarlo como una oportunidad. ¡Donde abunda el pecado, la
gracia abunda mucho más!
Toda oportunidad tiene una dificultad, y toda dificultad tiene una oportunidad.
 Alguien me dijo que los chinos no tienen en su idioma una palabra que se pueda traducir 
como "problema". La más cercana que tienen significa "oportunidad peligrosa". Nosotros
decidimos considerar a Portland y sus problemas como oportunidades peligrosas, y no
como imposibilidades insuperables, y Dios nos ha bendecido mucho más allá de lo que
habríamos podido soñar.
¿En qué está centrado usted?
Yo estaba predicando para un pastor que tenía grandes problemas en su iglesia. Aquella
semana, el Señor trajo todo tipo de visitantes que se sentían emocionados en cuanto a
unirse a aquella iglesia. Muchos volvían todas las noches y traían a sus amigos.
Estábamos celebrando unas reuniones excelentes, y la iglesia estaba entusiasmada al ver 
cómo Dios se estaba moviendo.
Después de la última noche de las reuniones, el pastor me llevó de vuelta al motel en su
automóvil. Yo me pude dar cuenta de que había algo que le incomodaba. De repente, me
soltó esta alpregunta:
problemas "¿Se
fondo de la fijó esta noche en aquel hombre que estaba causando
iglesia?"
Yo le dije: "No. ¿Qué sucedió?"
Él me respondió: "Aquel hombre estaba sentado en la última banca con los brazos
cruzados, moviendo la cabeza con incredulidad, y lanzándonos a todos unas miradas
terribles".
Yo le dije: "Hermano, con todas las cosas tan fantásticas que Dios ha hecho en esta
semana, y con tanta gente nueva que se está uniendo a su iglesia, ¿por qué se tiene que

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centrar usted en un solo personaje problemático?" La vida de aquel pastor, como la de


tanta gente, no estaba Limitada por una falta de capacidades o de habilidades, sino por 
un enfoque equivocado.
Una de las tácticas del enemigo consiste en tratar de hacer que desviemos los ojos de
todas las cosas tan poderosas que Dios está haciendo, y los fijemos en los problemas.
Cuando Dios está obrando y se están produciendo cosas buenas, siempre va a haber 
interrupciones y desafíos, porque el movimiento causa fricción. Cada uno de nosotros
debe decidir dónde va a fijar la mirada. Podemos mirar lo que Dios está haciendo, o nos
podemos centrar en las distracciones. Lo que se convierta en el centro de nuestra
atención va a determinar cuál va a ser nuestra actitud. Por lo general, a lo que le pegamos
es a lo que apuntamos.

Usted se puede sentar en la playa marina más bella del mundo, y disfrutar de un
atardecer increíble, perfecto como un cuadro. O bien, puede recoger un guijarro, acercarlo
a sus ojos, tanto que bloquee todo ese escenario tan hermoso, y sólo va a ver aquel
pedazo de piedra. El guijarro va a bloquear el paisaje del océano. ¿Se está centrando
usted en el océano, o en el guijarro?
Tome con seriedad la decisión acerca de dónde va usted con Dios, a base de hacer que
su actitud se encuentre en sintonía con su Palabra, porque usted tiene fe y confía en Él.
Capítulo 21
Sexto paso: Alinee sus palabras con las palabras de Dios
Estoy seguro de que ha oído hablar del Premio Nobel de la Paz, que toma su nombre de
 Alfredo Nobel, su fundador. Sin embargo, tal vez no sepa por qué él estableció este
premio.
 Alfredo Nobel era un químico sueco que hizo su fortuna al inventar la dinamita y otros
potentes explosivos utilizados en las armas. Cuando murió su hermano, un periódico
imprimió por accidente una reseña mortuoria suya, en lugar de la de su hermano. Lo
describía como alguien que se había enriquecido a base de capacitar a la gente para
matar en números sin precedentes. Estremecido ante esta evaluación, Nobel decidió usar 
su fortuna desde aquel momento para recompensar aquellos logros que beneficiaran a la
humanidad.
Nobel tuvo la rara oportunidad de evaluar su vida casi al final, y al mismo tiempo, vivir lo
suficiente para ver cambiada esa evaluación. La mayoría de nosotros nunca veremos
desde esa perspectiva la historia de nuestra vida, pero sí nos podemos mirar a nosotros
mismos con sinceridad y, dondequiera que nos hallemos en estos momentos, seguir 
adelante. No podemos cambiar nuestro pasado, pero sí podemos cambiar nuestro futuro.
 Ahora bien, ¿dónde comenzar a hacer los cambios que queremos ver en nuestra vida?
Cómo nos transformamos de negativos y destructivos en positivos y productivos?

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De la misma forma en que nos podemos comer todo un elefante: ¡mordida a mordida!

Le quiero dar tres principios clave que me parece que le van a ayudar a realizar los
cambios que quiere ver en su propia persona. Si capta la revelación y el poder de lo que
le voy a mostrar, su vida nunca volverá a ser lo que es hoy.
1. Cambie sus palabras negativas por palabras positivas.
¿Con cuánta frecuencia hemos hecho o dicho algo negativo en un mal momento, para
después lamentarnos inmensamente de lo que hemos hecho? Vamos a la persona a la
que insultamos y le pedimos perdón diciéndole: "Lo siento. No era eso la que quería decir.
Me retracto". Lo sentimos de verdad, y en realidad no queríamos decir lo que dijimos, pero
una vez pronunciadas las palabras, nunca las vamos a poder recoger. El daño está
hecho.
La mayoría de la gente no comprende la fuerza espiritual creadora que obra en las
palabras que dice. Cuando Dios creó el mundo, todo lo que hizo fue hablar, y el mundo
fue formado. Él nos dice que este mismo poder creador sobrenatural se encuentra en las
palabras que nosotros pronunciamos.
La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos.
—Proverbios 18:21
Te has enlazado con las palabras de tu boca, y has quedado preso en los dichos de tus
labios.
--Proverbios 6:2
El que guarda su boca guarda su alma; mas el que mucho abre sus labios tendrá
calamidad.

—PROVERBIOS 13:3
Yo dije: Atenderé a mis caminos, para no pecar con mi lengua; guardaré mi boca con
freno, en tanto que el impío esté delante de mí.
—Salmo 39: 1
Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh Jehová,
roca mía, y redentor mío.
--Salmo19:14
Santiago 1:5 dice que nuestra lengua es un miembro muy pequeño, pero es el que dirige
el sendero de nuestra vida. Nuestras palabras tienen poder espiritual. Hay vida y muerte
en nuestra lengua. Nuestras palabras son evidencia de nuestra fe. Por eso, la Biblia nos
exhorta a guardar nuestra boca.

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Creo que la principal razón por la que la gente no llega a realizar el destino que Dios tiene
para su vida, es porque se mantiene pensando y hablando cosas que son contrarias a las
promesas y los planes de Dios. ¿Están de acuerdo las palabras que usted habla con las
cosas buenas que Dios tiene planificadas para usted? Dios quiere que usted sea cabeza y
no cola (Deuteronomio 28:13); que sea prosperado en todas las cosas, y que tenga salud,
así como prospera su alma (3 Juan 2) y que sea más que vencedor por medio de aquel
que nos amó (Romanos 8:37). En otras palabras, Dios quiere que usted camine en paz,
gozo, felicidad y victoria en todos los aspectos de su vida. ¿Es eso lo que reflejan sus
palabras?
Nuestras palabras dan evidencia de nuestra fe, y deben reflejar los buenos propósitos que
Dios tiene con respecto a nosotros. Cuando hablamos palabras negativas que van en
sentido contrario a la voluntad de Dios para nosotros, estamos testificando que dudamos

de la bondad
Cuando leemosdivina. Jesús dijo:
esto, solemos Conforme
pensar a vuestra
que está fe de
hablando os lasea hecho (Mateo
aplicación 9:29).
de nuestra fe
positiva para que produzca resultados también positivos, como sanidades, milagros,
bendiciones y demás. Aunque eso es cierto, Jesús no está haciendo esa distinción. Lo
que dice es: "Conforme a vuestra fe os sea hecho".

La fe positiva produce resultados positivos, y la fe negativa produce resultados negativos.


Cuando Dios sacó a los hebreos de Egipto, su plan era llevarlos a la Tierra Prometida,
una tierra que fuera propia de ellos, y donde fluían la leche y la miel; una tierra donde
pudieran ser realmente el pueblo de Dios y conocer sus bendiciones (vea Éxodo 3:8).
Nunca dijo que iba a ser fácil; que no habría batallas a lo largo del camino, ni gigantes que
derrotar. Sencillamente, les dijo: "Yo mato gigantes y hago milagros. Los voy a llevar a la
Tierra Prometida y se la voy a dar".
Israel alabó a Dios y se regocijó mientras todo iba bien; sin embargo, como la mayoría de
nosotros, cuando comenzaron a aparecer los obstáculos y las pruebas, se dedicó a
murmurar y quejarse. Cuando los israelitas salieron de Egipto, iban cantando, danzando y
alabando a Dios. Cuando llegaron al mar Rojo y vieron que el ejército del faraón los
perseguía, se aterrorizaron y comenzaron a decirse: "¡Vamos a morir! ¡Vamos a morir!"
No tenían dónde ir: el mar Rojo estaba ante ellos y los carros se les acercaban por detrás.
Pero en lugar de dejar que su pueblo muriera a manos de los hombres del faraón, Dios
abrió
aguas,elque
marseRojo, y todos
tragaron loselisraelitas
a todo lo cruzaron
ejército egipcio sanos y13:17-15:21).
(vea Éxodo salvos. Entonces, cerró las

Después de ver a Dios realizar este increíble milagro a favor de ellos, cualquiera pensaría
que los israelitas confiarían en Él de manera absoluta y nunca más volverían a hablar con
incredulidad. No fue así. Cuando llegaron al desierto y se quedaron sin comida,
comenzaron a quejarse y a decir lo que pensaban: "¡Vamos a morir! ¡Vamos a morir!"
Pero Dios proveyó de manera milagrosa, haciendo que cayera el maná del cielo (vea
Éxodo 16:2-35). Cuando se quedaron sin agua, volvieron a clamar: "¡Vamos a morir!
¡Vamos a morir!" Una vez más, Dios realizó otro milagro, sacando agua de una roca para
saciar la sed de tres millones de personas (vea Éxodo 17:1-6).

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El plan de Dios era que todos los israelitas entraran a la Tierra Prometida, y no solamente
Josué y Caleb. Pero los israelitas se convencieron a sí mismos literalmente para no entrar 
en la Tierra Prometida. Veamos de nuevo lo que dice Números 14:26-29.
Y Jehová habló a Moisés y a Aarón, diciendo: ¿Hasta cuándo oiré esta depravada
multitud que murmura contra mí, las querellas de los hijos de Israel, que de mí se quejan?
Diles: Vivo yo, dice Jehová, que según habéis hablado a mis oídos, así haré yo con
vosotros. En este desierto caerán vuestros cuerpos; todo el número de los que fueron
contados de entre vosotros, de veinte años arriba, los cuales han murmurado contra mí.
—NÚMEROS 14:26-29
Observe el poder que hay en estos versículos. En el versículo 28, Dios dice: "Lo que estoy
a punto de decir es tan cierto como el hecho de que estoy vivo". Dios es el Alfa y la
Omega, el principio y el fin. No hay ninguno antes de Él, ni tampoco después de Él. No
hay una afirmación más cierta que ésta en todo el mundo: ¡Dios vive! Y les dice a los
hebreos que aquello que va a decir es tan absolutamente cierto, como el hecho de que Él
vive.
Esto es lo que ellos habían estado diciendo ante los oídos de Dios.
En el mar Rojo: "¡Vamos a morir!"
Cuando necesitaban agua: "¡Vamos a morir!"
Cuando necesitaban alimento: "¡Vamos a morir!"
Dios se lamenta diciendo: "¿Hasta cuándo tendré que soportar a esta malvada
congregación que habla en mi contra?" (Vea Números 14:27). Cada vez que los hijos de
Israel habían dicho: "¡Vamos a morir!", en realidad habían estado diciendo: "Sabemos que
tú nos prometiste llevarnos a la Tierra Prometida, pero no te creemos. Lo que vas a hacer 
es dejarnos morir". Sus palabras eran evidencia de su falta de fe.
Cuando se acercaban a Canaán, Moisés envió doce espías a aquellas tierras para que las
observaran. Diez de los espías volvieron con un informe negativo: "¡Vamos a morir!" y los
demás recibieron las evidencias, o consecuencias de su fe. No entraron en la Tierra
Prometida.
Josué y Caleb espiaron la misma Tierra Prometida que los demás, pero dijeron: "¡Sí, hay
gigantes, pero nuestro Dios los puede sacar! ¡Nosotros podemos tomar esa tierra!"
Recibieron la promesa. Josué y Caleb vieron los mismos gigantes, pero decidieron creer 
que Dios era más grande. Como consecuencia, recibieron las evidencias, los resultados
positivos de su fe. Y entraron en la Tierra Prometida.
Dios no hace acepción de personas. No escoge a alguna gente para que gane, y otra
para que pierda. Quiere que todos nosotros seamos más que vencedores, y que entremos
en la Tierra Prometida que Él tiene para nosotros.

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142

¿Cómo puede entrar usted a ese lugar donde están las bendiciones de Dios? No ponga
en palabras las dudas, los sentimientos y los temores que lo tratan de dominar. Hable sólo
aquello que Dios ha prometido. Debe poner guarda a su boca, dejar de hablar palabras
negativas de muerte y comenzar a hablar palabras positivas de vida.
No le siga diciendo a Dios —ni a nadie— lo grande que es su problema.
Comience a decirle a su problema —y a todo el mundo— lo grande que es su DIOS.
Pruebe este corto ejercicio para demostrarse a sí mismo el poder que hay en sus
palabras. Repita en silencio estas palabras una y otra vez en su mente: "Soy un
fracasado. Soy un fracasado. Soy un fracasado". Cuando lo haya dicho por lo menos seis
veces, diga en voz alta: Todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Filipenses 4:13).
(Detenga su lectura y hágalo ahora mismo).
¿Qué les sucedió a sus pensamientos acerca de ser un fracasado, cuando habló en voz
alta? Desaparecieron, ¿no es cierto? Dios nos diseñó de tal forma, que nuestras palabras
habladas pasan por encima de nuestros pensamientos. De hecho, la Biblia dice: La fe es
por el oír (Romanos 10:17). Esto habla de un oír con el oído interior. ¿Ha visto alguna vez
a un cantante con un dedo en un oído mientras canta? Esto lo hacen para poderse oír 
ellos mismos y armonizar con los demás cantantes. Cuando usted habla las promesas de
Dios, se está oyendo armonizar con Dios, y aparece la fe. Recuerde que la Biblia nos dice
a los creyentes: Si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de
cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos (Mateo
18:19). ¡Necesitamos ponernos de acuerdo con Dios! Él tiene las respuestas. Así que
hable en voz alta las promesas de Dios. No basta con pensarlas. Háblelas en voz alta,
para oírlas usted, para que las oiga el diablo, y para que las oiga Dios. Sus palabras
sellan su fe.
El diablo va a tratar de implantarnos pensamientos negativos, para que dudemos de Dios
y de nosotros mismos. Alguien dijo: "No podemos impedir que las aves vuelen alrededor 
de nuestra cabeza, pero si podemos impedir que nos hagan un nido en el cabello".
Siempre habrá pensamientos negativos que nos traten de entrar a la mente, pero
tenemos en nuestras palabras el poder necesario para echarlos fuera.
Una señora del Centro Cristiano New Beginnings se dio cuenta de que había permitido
que los pensamientos procedentes del enemigo le controlaran su manera de pensar 
acerca de si misma. Cuando comenzó a rechazar aquellos pensamientos, echó a andar 
un proceso que la ha liberado de una profunda angustia de su niñez y ha llevado un
nuevo gozo a su vida.
Estimados pastores Larry y Tiz:
En su sermón, usted compartió cómo el enemigo le habla a usted para recordarle lo que
ha hecho en el pasado, y por qué no deberla estar en el ministerio en el que está hoy.
Cuando dijo eso, hubo algo dentro de mí que se liberó, porque durante algún tiempo, yo
creía que era la cínica persona a la que el enemigo le hablaba así. En realidad, era el

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enemigo el que comenzaba la conversación, y yo la terminaba por él con mis propias


palabras negativas. Ahora sé de dónde proceden esas palabras de condenación, y las
puedo reprender para echarlas fuera de mi vida.
En segundo lugar, usted también compartió con nosotros sus propios sentimientos de
abandono. Pastor, le agradezco mucho que lo haya hecho. A causa de tantos años de
angustia interna, yo también he mantenido a distancia a la gente, a pesar de lo mucho
que los amo.
Yo fui adoptada cuando tenía nueve meses. A pesar de que siempre he sabido que fui
adoptada, y he sentido el amor de mis padres adoptivos, no he podido superar el
sentimiento de que mi propia madre física no me quisiera. He vivido durante años con
este espíritu de abandono e insuficiencia. Antes de los veinticinco años, ya me había
hecho un aborto, estaba metida en un matrimonio repleto de drogas, sufría de una grave
depresión y una pérdida total de mi autoestima, tenía tres hijos y había desarrollado unos
hábitos autos destructores.
 A los veintisiete años de edad, encontré a mi familia de sangre, y descubrí que mi madre
sí me quería, pero mi padre físico no. De hecho, habían dado en adopción a tres
hermanos míos antes de darme a mí. Mi madre murió a causa de las heridas que recibió
cuando mi padre físico la atropelló con un auto. A los veintiocho años, Dios me liberó de
mi autodestrucción y me salí de mi matrimonio, donde era maltratada.
Poco tiempo después conocí a Jim. Nos hicimos amigos, nos enamoramos, nos casamos
y hallamos el Centro Cristiano New Beginnings. Yo quedé embarazada y, cuando fui al
doctor para hacerme un ultrasonido, descubrí que dentro no había un niño, sino sólo una
placenta. Había ido al radiólogo con la expectación de ver a mi bebé, y salí de su oficina
con las manos vacías y en estado de conmoción. No había bebé alguno. Jim me recordó
que Dios restaura, y que no me estaba castigando por mi pecado de aborto, cometido en
el pasado. Aquel mismo año quedé encinta con Jeremy, nuestro nuevo bebé. Él es una
gran manifestación del maravilloso poder restaurador de Dios en nuestra vida.
Le agradezco que le diga que sí a Dios en todo lo que hace para Él. Sus sí a Dios es
parte de lo que restaura ruinas como las mías. Cobre ánimo; sepa que vale la pena. Hay
una obra que se está llevando a cabo en todos nosotros.

¡Los amamos! Connie


Connie cambió las palabras negativas del enemigo por las poderosas promesas positivas
de Dios, y es prueba viviente de que Dios sigue restaurando vidas.
2. Cambie sus pensamientos negativos por pensamientos positivos.
Nuestros pensamientos son el principio de nuestro destino. El lugar donde terminemos en
la vida queda determinado por la forma en que comencemos.
• Siembre un pensamiento y coseche una acción.

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• Siembre una acción y coseche un hábito.

• Siembre un hábito y coseche un destino.


Todas nuestras acciones comienzan con un pensamiento. En realidad, nuestros
pensamientos se convierten en algo así como el "plano" de nuestra vida. Salomón
escribió que tal como el hombre piensa en su corazón, así es él (vea Proverbios 23:7). En
otras palabras: Si usted piensa que puede, puede. Si piensa que no puede, no puede. El
resultado final de nuestra vida tiene menos que ver con las circunstancias externas, que
con nuestros pensamientos. Si usted quiere controlar su futuro, es necesario que controle
primero su forma de pensar.
Dios le dijo a Josué: "No permitas que mi Palabra se aparte de tu boca. Medita en ella de
día y de noche" (vea Josué 1:8). El diccionario define la palabra "meditar" como
"reflexionar sobre algo; estudiar; considerar... planificar o tener la intención de algo".
Cuando comenzamos a meditar seriamente en la Palabra de Dios y a llevar a nuestra vida
sus promesas, nuestros pensamientos se convierten literalmente en el plano de nuestras
acciones, y nuestras acciones producen los resultados que deciden nuestro destino.
Guarde su mente. Usted es como aquéllos con los que anda, y como aquello que lleva,
porque las palabras son semillas que quedan sembradas en el terreno de su espíritu.
Cuanto usted permita que sea sembrado en su espíritu, va a producir una cosecha.
Las palabras negativas, los temores, las dudas y los malos sentimientos siempre tratarán
de entrar en nuestra mente, pero la Biblia nos dice que los atrapemos para echarlos
abajo; que los sacudamos violentamente a base de someterlos a la verdad de Jesucristo.
Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y
llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.
—2 Corintios 10:5
Todos los días, tanto usted como yo tenemos numerosas oportunidades para permitir que
nuestra vieja naturaleza negativa actúe locamente. A nosotros nos toca decidir si vamos a
dejar que nos siga controlando nuestra vieja naturaleza, o si vamos a dar un paso más
hacia el control de nuestros pensamientos y nuestras palabras. La Biblia nos enseña que
la forma de destruir esas viejas fortalezas y esos viejos hábitos es capturar los
pensamientos y sentimientos negativos y tomar el control de nuestra mente,
reemplazando los pensamientos negativos con pensamientos que sean verdaderos,
honestos, justos, puros, amables, de buen nombre, virtuosos y dignos de elogio (vea
Filipenses 4:8).
Para liberar el poder y las bendiciones de Dios en su vida, es necesario que usted
adiestre de nuevo su mente de manera que piense de la misma forma que piensa Dios.
Todo pensamiento que no esté de acuerdo con la Palabra de Dios, es necesario
expulsarlo de inmediato. Toda imaginación o pensamiento que se trate de alzar por 

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encima de la Palabra de Dios, hay que "echarlo abajo". Nuestra transformación en gente
de Dios se produce cuando hacemos que se renueve nuestra mente.

No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro


entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y
perfecta.
—ROMANOS 12:2
Es hora de crecer, de madurar, de tomar la responsabilidad en nuestra vida, y de echar a
un lado —hacer que dejen de funcionar—las cosas infantiles. Nuestra sociedad nos ha
permitido a los adultos a seguir actuando de una forma emocionalmente inmadura, e
incluso nos ha animado a hacerlo. Sin embargo, Dios nos llama a los cristianos a
levantarse y crecer para convertirnos en los hombres y las mujeres que Él quiere que
seamos.
Todos hemos oído hablar de la luz al final del túnel. Permítame decirle cómo vemos esto
Tiz y yo. Si estamos pasando por alguna batalla, es como quien pasa por un oscuro túnel,
y nos mantenemos mirando, hasta que la descubrimos. Nos centramos en la luz, que es
la Palabra de Dios, y no en la oscuridad, que es el problema. Y le voy a decir algo que les
he dicho a muy pocas personas. Si no podemos ver la luz, nos la inventamos. Así es: la
creamos. Tal como hizo Dios en el Génesis. Dios dijo que nosotros hemos sido hechos a
su imagen, así que podernos llamar a las cosas que no son, como si fueran (vea
Romanos 4:17). Y en los túneles oscuros, Tiz y yo pronunciamos luz sobre nuestra
situación.
Tal vez usted diga: "Yo le he pedido a Dios que me quite esta ira de mi vida, pero aún no
lo ha hecho". No. Es a nosotros a los que Él nos indica que dejemos de lado esas formas
de conducta infantiles.
Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia,
palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos
despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la
imagen del que lo creó se va renovando.
—Colosenses 3:8-10
E! poder de Dios que triunfó sobre la muerte está a nuestra disposición para transformar 
nuestra vida.
El poder de Dios se halla a nuestra disposición para que cambiemos y maduremos si
nosotros nos decidimos a hacerlo. No importa lo que nadie nos haga o nos diga. Si
decidimos que vamos a ser distintos, podemos cambiar con la ayuda de Dios.
En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado
conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos
del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.

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—Efesios 4:22-24

Gracias a Dios, no quedamos a la merced de nuestra propia fuerza de voluntad para


convertirnos en la persona que Dios quería que fuéramos cuando nos creó. La fuerza de
voluntad humana no nos lleva demasiado lejos. Pero los creyentes tenemos a nuestra
disposición el poder de Dios, y ese poder suyo es el poder de resurrección. Es el mismo
poder que levantó a Jesucristo de entre los muertos, el que está hoy a nuestra
disposición.
¿Cómo se aplica esto a los cambios en sus actitudes? Gracias a su poder, usted puede
cambiar su antigua manera de pensar por una manera renovada. Puede cambiar sus
pensamientos negativos por una mente pacífica. Nuestras acciones son consecuencia de
nuestros pensamientos, así que cuando se comienzan a levantar los pensamientos
negativos, tenemos dentro de nosotros el poder de Dios para someterlos y dominarlos.
Usted puede tomar el control de sus pensamientos.
Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! Vuestra gentileza sea
conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. Por nada estéis afanosos, sino sean
conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de
gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros
corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
--Filipenses 4:4-7
El término traducido como "gentileza" significa "indulgencia, paciencia y afabilidad".
Significa que no nos debemos poner irritables ni tensos, sino que debemos dejar que
sean la paciencia y la bondad la que rijan y nos controlen. Pablo explica cómo podemos
hacer que suceda esto, y dice que es a base de no estar afanosos por nada. "Afanoso"
significa ansioso o tenso. En lugar de cargar con sus problemas y tratar de resolverlos
usted solo, lléveselos a Dios en oración, agradézcale que vaya a resolver la situación, y
después déjelos en sus manos.
Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones (Colosenses 3:15). Cuando
disciplinamos de esta forma nuestra mente, esa paz sobrepasa todo entendimiento y toma
el control de nuestro corazón y nuestra mente (vea Filipenses 4:7). Su paz sobrenatural
pasa por encima de todas las dificultades de la vida.
Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.
—1 Pedro 5:7
Cuando la Biblia dice que Dios tiene cuidado de nosotros, quiere decir que Él va más allá
de sentir compasión ante nuestros problemas. Lo que hace es darnos la respuesta: Jesús
y su amor. Cuando nosotros le llevamos nuestras necesidades a Dios, Él se involucra en
ellas, equipándonos y fortaleciéndonos desde dentro, y obrando después para cambiar 
nuestras circunstancias. Cuando se abre paso en nuestro espíritu la realidad de que Dios
va a resolver las cosas, nos comenzamos a calmar.

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La fe no es una especie de truco, ni de juego mental. Es una convicción profunda que


afecta a nuestro estilo de vida. Consiste en creer a Dios y a su Palabra hasta el punto de
que esa creencia cambie lo que somos y la manera en que vivimos.
Cuando salgo a cazar patos, por supuesto que tengo que apuntar a algo para darle. No
me limito a quedarme sentado, con el rifle apuntando al cielo, comenzar a disparar y
esperar que un pato pase por encima. No; veo un pato, le apunto con el rifle y disparo. El
ámbito espiritual opera a partir del mismo principio: aquello a lo que apuntamos, es a lo
que le darnos. Aquello a lo que apuntemos, o en lo que se centre nuestra mente, es lo
que vamos a cosechar en nuestra vida.
Yo tomo a diario la decisión de no enfocarme en los problemas, sino en las soluciones. De
hecho, pase lo que pase en mi vida, siempre busco algo bueno en qué centrarme. Busco
las posibilidades de Dios en cada situación, porque nada hay imposible para Dios (Lucas
1:37).
Caminar en fe y esforzarse por tener una actitud positiva no significa que vayamos a
ignorar o negar los problemas, sino que los vamos a ver y nos vamos a enfrentar a ellos
desde la perspectiva de Dios. Antes de que nosotros nos demos cuenta de que tenernos
un problema, Dios ya ha preparado la solución. Necesitamos alinear nuestros
pensamientos, nuestras palabras y nuestras acciones con esa seguridad. En lugar de
centrarse en el problema, céntrese en Aquél que tiene la respuesta.
3. Cambie sus acciones negativas por acciones positivas.

Tener el anhelo y la comprensión necesarios para cambiar, y tener fe para cambiar son
cosas que no logran nada mientras no hagamos algo por cambiar. Somos colaboradores
de Dios, lo cual significa que trabajamos junto con Él. Él hace lo que le corresponde, y
nosotros hacemos lo que nos corresponde a nosotros.
¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta?
-SANTIAGO 2:20
Goliat no cayó hasta que David recogió la piedra y se la tiró. Las monedas de oro no
aparecieron hasta que Pedro se fue a pescar. El agua no salió de la roca hasta que
Moisés la golpeó. Las murallas de Jericó no cayeron hasta que los israelitas marcharon
alrededor de ellas. Pedro no caminó en el agua hasta que salió de la barca. ¿Ve la
norma?
La fe exige acción. Dios hace lo que a Él le toca, pero a nosotros nos corresponde hacer 
lo nuestro.
Quiero animarlo. Mi vida no cambió por completo de la noche a la mañana. Fue y sigue
siendo un proceso. Lo mismo le va a suceder a usted, así que no se sienta abrumado ni
desalentado. Aunque va a ganar toda la guerra, es necesario que vaya ganando las
batallas una a una.

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Veamos ahora un par de aspectos en los que usted puede ganar unas cuantas victorias
de importancia.

 Al comenzar la mañana. Todos los corredores saben que una buena salida marca el paso
para un buen final. George Mueller decía: "Lo primero que hago cada día es alegrarme en
Dios".
Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de ti, y esperaré.
—SALMO 5:3
Fije el rumbo emocional de su día a base de entrar en las bendiciones de Dios cada
mañana con alabanza y acción de gradas. Decida que, con la ayuda de Dios, usted no va
a caer en los antiguos modelos de negatividad que solían gobernar su vida, pase lo que

pase por el camino.


desilusionado, Decida
haciendo queque
se absolutamente nada lo vaque
pierda las bendiciones a hacer
Dios irritable,
tiene paranegativo o
su día.
Establezca su mente, emociones y espíritu en la bondad de Dios, y no en lo que usted
siente acerca de sus circunstancias.
• Antes de salir de su casa. Bajo ninguna circunstancia salga de su casa de mal
humor. Mantenga en el corazón la presencia de Dios. Practique la sonrisa. Es asombroso
lo que pueden hacer por usted las sonrisas y las risas.
El corazón alegre constituye buen remedio; mas el espíritu triste seca los huesos.
-Proverbios 17:22
De hecho, la risa libera en su sistema unas hormonas llamadas endorfinas, que son las
mismas que libera su cuerpo para sanar una herida y devolverle la salud. Así que hágase
a usted mismo y hágale a su propio cuerpo un favor, y alégrese.
• Mientras se dirige al trabajo. En California se ven unos letreros en los parachoques
que dicen: "Sigue sonando la bocina, que yo estoy volviendo a cargar el revólver". Es
como si esto de conducir estuviera hecho a la medida para que explote el mal humor.
Conducir solía ser una de las actividades en las que más rápido me salía de mis casillas.
De hecho, era tan malo, que Tiz no me dejaba poner letreros cristianos en el parachoques
del auto. Por fin me dejó poner uno que decía: "Los cristianos no son perfectos; sólo son
gente perdonada".
Recuerdo en especial un tiempo en que estaba en mis peores momentos. Un día, Tiz y
una amiga suya iban en el auto de la amiga, y pensaron que veían mi camión que se les
venía encima. Sin embargo, cuando estuvieron seguras de que era yo fue cuando me
vieron gritándole y agitándole furioso el puño a otro conductor.
Tanto si se llega a un grado extremo, como si es sólo al grado en que "aumenta la presión
arterial", no tiene sentido que dejemos que estos momentos en que conducimos a diario
hagan esta clase de daño en nuestra salud, nuestro equilibrio mental y nuestra

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espiritualidad, sólo por ganar unos cuantos minutos, tómese su tiempo para oír cintas
grabadas cristianas. Convierta el tiempo en que va conduciendo en un tiempo para crecer.

En nuestra casa tenemos un dicho que nos ayuda a mantenernos en la perspectiva


correcta:
1. No sudes por cosas pequeñas.
2. Todas las cosas son pequeñas.
La mayoría de la gente gasta demasiado tiempo y energía en cosas insignificantemente
pequeñas. Nada vale tanto como para que lleguemos hasta el extremo más profundo de
los estallidos de ira que lo sacan todo de sus proporciones debidas. Decídase a salirse del
sube y baja emocional para enraizarse emocionalmente en Dios. El tiene almacenadas

para usteddeunas
edificación cosas
su futuro en increíblemente
Dios. buenas. Centre su tiempo y energía en la

La motivación al cambio
Soy el primero en admitir que no es fácil cambiar de vida. Los cambios que necesitamos
hacer para que nuestra vida sea transformada, son radicales: estamos cambiando de ser 
personas con una postura negativa, a ser personas con una actitud positiva basada en
nuestra fe en quién es Dios, lo que sabemos que Él está haciendo, y lo que aún quiere
hacer. En resumen, estamos dando un giro de ciento ochenta grados; cambiando por 
completo la orientación de nuestra vida.

El cambio puede ser difícil, y no siempre es cómodo. Cuando se mira al cuadro entero,
puede parecer sobrecogedor. Pero recuerde que Él nos está transformando de gloria en
gloria; paso a paso. Se va a asombrar cuando vea con qué facilidad y rapidez llegan las
victorias, una vez que comenzamos a movernos en el sentido correcto. Se lo aseguro:
todo cambio positivo vale el esfuerzo que haya que hacer por lograrlo. Dios tiene muchas
bendiciones increíbles por delante de usted. ¡Ya es hora de que entre en su Tierra
Prometida!
Nuestras palabras dan evidencia de nuestra fe, y deben reflejar los buenos propósitos que
Dios tiene con respecto a nosotros.

Capítulo 22
Séptimo paso:
El es Dios; es nuestro Padre
Hace algunos años asistí a una conferencia bíblica en la cual el orador principal predicó
un mensaje titulado "Somos fango, miseria y gusanos ante los ojos de Dios". Hasta había
encontrado textos de las Escrituras para probar los tres puntos. Esto me entristeció,
porque tiene una importancia vital que comprendamos que Dios no nos ve de esa forma, y
es igualmente importante que nosotros tampoco nos veamos así.

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Cuando es atacada nuestra autoestima, nos cuesta mucho amar a los demás y recibir 
amor de ellos. Romanos 12:3 nos dice que no debemos pensar sobre nosotros mismos
más altamente de lo debido, sino con cordura, conforme a la medida de fe que Dios
repartió a cada uno.
No nos debemos hinchar de orgullo, pero tampoco debemos ser inseguros y fáciles de
intimidar. Dios quiere que seamos personas estables, con una imagen positiva de
nosotros mismos y un respeto sano por nuestra propia persona. Quiere que sepamos y
comprendamos quienes somos en Cristo. No somos los niños y las niñas de Dios, sino
hombres y mujeres poderosos de Dios. Él nos hizo coherederos con Jesucristo (vea
Romanos 8:17).
La mayoría de nosotros traemos todas nuestras inseguridades personales a nuestra
relación con Dios. Pensamos que Él lo que quiere es atraparnos, o que está esperando a
que hagamos algo mal hecho para hacer caer su juicio sobre nosotros. Sin embargo, El
nos ama, y lo demostró por medio de Jesús:
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
-JUAN 3:16
 Algunas veces, estamos convencidos de que Dios ama al mundo entero, pero no estamos
tan seguros de que esté dispuesto a amar a alguien como nosotros.

Nuestros problemas
vamos a poder estar ay lafracasos
altura denos hacen
lo que Diossentir
esperacondenados.
de nosotros,Nos parece
y que que
lo más nunca
probable
es que sienta repugnancia ante nuestras debilidades. Exactamente eso es lo que Satanás
quiere que pensemos acerca de Dios: que Él es un capataz exigente, duro e imposible de
complacer. Satanás quiere que pensemos que nunca seremos lo suficientemente buenos
para que Dios nos acepte. Eso está muy lejos de la verdad, porque de hecho, somos los
mismos por los que Jesús entregó su vida.
Su corazón y Dios
Jesús describió por completo la razón de su venida a esta tierra en la siguiente
afirmación:
El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a
los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a
los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos.
-LUCAS 4:18
Cuando los fariseos lo acusaron de andar en la compañía de gente tan metida en líos
como usted y yo, Él les explicó que precisamente ésa era la gente que había venido a
ayudar.

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 Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos.

—Mateo 9:12
Cuando vamos a la consulta del médico, no vamos para decirle lo bien que nos sentimos;
le decimos qué nos duele, para que él nos pueda dar el remedio. De igual manera,
cuando admitimos ante Dios nuestros fallos y limitaciones, en lugar de tratar de
encubrirlos, Él nos sana. Lo que quiere es que acudamos a Él en busca de ayuda:
Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no
despreciarás tú, oh Dios.
—Salmo 51:17
Considero que lo más valioso de cuanto tenemos, es un corazón tierno y arrepentido ante
Dios. Podremos tratar de hacer todo el bien que podamos, pero es nuestro corazón tierno
y contrito el que agrada a Dios. Mientras estemos dispuestos a presentarle nuestras
necesidades, El estará dispuesto a ayudarnos con ellas. En mi propia vida, siempre he
tratado de estar dispuesto a admitirlo cuando he fallado, para levantarme y hacer un
nuevo intento cuanto antes.
 A pesar de todos sus errores, David era un "hombre según el corazón de Dios". En el
Salmo 51:10, oraba diciendo: Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un
espíritu recto dentro de mí. Cualesquiera que sean los errores que usted haya cometido,
Dios puede crear un corazón limpio en su interior. Él no está buscando perfección. Todo

lo que busca yesa no


esforzándose, undarse
corazón según
nunca su propio corazón, que esté dispuesto a seguir 
por vencido.
 Acepte la aceptación de Dios
Hace ya años, una Joven llego a nuestra iglesia y le entregó su vida a Jesús. Nosotros
sabíamos que había estado en el mundo, y que estaba tomando unas cuantas decisiones
muy serias con respecto a su estilo de vida. Durante meses, asistió fielmente a la iglesia,
y todo parecía ir muy bien, pero Tiz y yo sentíamos que tenía sobre ella una nube de
opresión que la estaba arrastrando.
Me parecía que el Señor me estaba mostrando la causa de su opresión, pero aquello no
parecía tener sentido. Finalmente, la llamamos para hablar y, en medio de la
conversación, le pregunté si alguna vez había estado envuelta en el lesbianismo. Ella
rompió a llorar, confesó que sí, y que se sentía apenada y avergonzada. Nosotros la
consolamos y le dijimos: "¡Por eso tenemos un Salvador! Ninguno de nosotros llegó aquí
caminando sobre el agua".
En aquel momento sucedió algo poderoso. Cuando ella vio que la aceptábamos y no la
condenábamos a causa de su pasado, se dio cuenta de que Dios también la aceptaba y la
amaba. La opresión que había pesado tanto sobre ella quedó rota, y se fue desarrollando
hasta convertirse en una poderosa mujer de Dios en nuestra iglesia.

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152

Yo me solía preguntar por qué Dios querría usar a alguien como yo, con mi historial de
drogas y violencia. Entonces me di cuenta de que cuando la gente acude a mí con sus
problemas, no hay nada que me puedan contar, de lo que no haya oído hablar, visto en
otros, o experimentado por mí mismo. A causa de esto, puedo comprender quiénes son y
con qué tentaciones y luchas se enfrentan. Cuando la gente ve que no la rechazo,
comienza a comprender que Dios no la va a rechazar tampoco. Yo les digo: "Oiga, por 
eso tenemos un Salvador". Todos y cada uno de nosotros necesitamos un Salvador.
No hay justo, ni aun uno.
-ROMANOS .3:10
Jesús no vino para condenarnos ni para castigarnos. Vino para darnos la esperanza de
que nuestra vida puede llegar a ser realmente distinta. No tenemos que vivir bajo la carga
del dolor, los traumas, la vergüenza o la angustia. Todo el poder del cielo está a su
disposición y a la mía, para liberarnos de cuanta cadena nos ate. Corrie ten Boom decía:
"No hay hoyo tan profundo, que el amor de Dios no sea más profundo aún".
Si Dios es por nosotros, _quién contra nosotros?
—Romanos 8:31
Dios está de nuestra parte. Lo que Él quiere es que triunfemos todos los días, desde hoy
en adelante.
Con justicia serás adornada; estarás lejos de opresión, porque no temerás, y de temor,
porque no se acercará a ti. Si alguno conspirare contra ti, lo hará sin mí; el que contra ti
conspirare, delante de ti caerá. Ninguna arma forjada contra ti prosperará, y condenarás
toda lengua que se levante contra ti en juicio. Esta es la herencia de los siervos de
Jehová, y su salvación de mi vendrá, dijo Jehová.
--Isaías 54:14-15, 17
Lo voy a repetir: Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?
Háblese la verdad a si mismo
 Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.
—ROMANOS 10:17
Nuestra fe no se edifica tanto en lo que dicen los demás, sino en lo que nos oímos decir a
nosotros mismos. Recuerde: necesitamos ese oído interior para oír lo que nos estamos
diciendo acerca de Dios, de las demás personas y de nosotros mismos.
Cuando usted se oye decir lo que Dios dice acerca de usted, se está edificando a sí
mismo. Esto podrá parecer banal, pero lo primero que usted debería hacer cada mañana,
al pasar junto al espejo, es decir en voz alta: "No eres un derrotado, sino un vencedor".
No estará tratando de convencer a Dios acerca de quién es usted; se estará

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convenciendo a sí mismo. Dios ya lo ve de esa manera. Yo le enseño a nuestra gente a


orar en voz alta. Cuando oramos en silencio, es demasiado fácil que nos dejemos inundar 
por pensamientos negativos procedentes de Satanás, pero cuando decimos en voz alta
las palabras y las promesas de Dios, es imposible que los pensamientos negativos
dominen a esas palabras santas.

El diablo trata de adueñarse de nuestra mente a base de pensamientos negativos. Por 


eso, cuando él ataca, nosotros tenemos que contraatacar. Siempre nos va a sacar en
cara nuestras limitaciones, fallos y debilidades. Recuerde que él sólo es el acusador de
los hermanos (vea Apocalipsis 12:10). Podemos batallar contra los ataques de Satanás
cuando superamos sus pensamientos con los pensamientos de Dios.
¿Se puede imaginar los pensamientos que le pasaron por la mente a Abraham cuando
Dios le dijo, a sus noventa y nueve años, que se convertiría en padre de muchas
naciones? (vea Génesis 17:4). Abraham y Sara tuvieron que contraatacar los
pensamientos negativos con otros positivos. Dios le cambió el nombre, de Abram a
 Abraham, que significa "padre de muchas naciones". Y cuando Sara lo llamaba "Abraham,
padre de muchas naciones", estaba llamando las cosas que no eran, como si fuesen, tal
como nos dice Romanos 4:17 que hagamos.
Enderécese
Es crítico que nuestro concepto del amor que Dios nos tiene esté correctamente alineado
con la Palabra de Dios. Cuando nos damos cuenta de lo mucho que Dios nos ama en
realidad, comenzarnos a pasar de la inseguridad a la seguridad en nuestras relaciones,
tanto con Él como con los demás. Cuando estamos seguros en esa relación, quedamos
libres de la maldición que nos impide convertirnos en las personas que Dios quería que
fuéramos cuando nos creó.
También es vital que tengamos una comprensión correcta sobre quién es Dios. Muchos
cristianos piensan que Dios es un duro capataz, o un padre enojado y dominante. Cuando
la persona tiene una imagen negativa de su padre terrenal, le es difícil desarrollar una
relación íntima con su Padre celestial, y comprender lo mucho que Él lo ama. Pero
tenemos que permitir que sean las verdades de las Escrituras las que les den forma a
nuestros pensamientos y a nuestra vida, y no una mala experiencia que hayamos tenido
de pequeños.
Cuando vivíamos en Australia, unos cuantos barcos encallaron, terminando destrozados
en la playa. Aquellos barcos habían seguido con todo cuidado las boyas marcadoras del
canal, pero por alguna razón desconocida, habían terminado saliéndose de su curso, y
metiéndose en un problema. Después de hacer una investigación se halló que durante
una fuerte tormenta, las hoyas marcadoras del canal hablan cambiado ligeramente de
posición. Los barcos estaban encallando, porque sus boyas estaban en los lugares en
que no debían estar.
Una de las mayores revelaciones que hemos recibido jamás fue la de darnos cuenta de
cuál era el significado real del Padrenuestro.

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Los discípulos habían acudido a Jesús para decirle: "Enséñanos a orar". No le estaban
pidiendo que les enseñara lo mecanismos de la oración. Eran judíos que habían sido
educados en los ritos de la oración desde niños, así que ya conocían la mecánica. Sin
embargo, cuando Jesús oraba, era evidente que los resultados no eran los mismos que
cuando ellos oraban. Cuando Jesús oraba, las tormentas se calmaban, los leprosos
quedaban limpios y a los ciegos se les abrían los ojos. Cuando los discípulos oraban, no
sucedía nada. Viendo la diferencia, acudieron a Él con el deseo de conocer las claves de
este poder.

Jesús les dijo: "Muy bien. Cuando oren, digan: 'Padre". No les dijo: "Oren diciendo: 'Rey
de reyes, Señor de señores, o Ser Todopoderoso". Cuando vayan ante Dios
Todopoderoso, se van a acercar a su Padre. Al igual que aquellos barcos que encallaron
y naufragaron porque no tenían el alineamiento debido, muchos de nosotros naufragamos

en
a lalaimagen
vida porque no hemos
que tenemos detenido
Dios, una figura
nuestro paterna
Padre correcta
celestial. En ante nosotros.quince
mis primeros Esto afecta
años
de servicio a Dios, yo creía realmente que Él lo que quería era atraparme en falta. Tenía
miedo de que se llevara mi salud, mis hijos y mi economía para poner a prueba mi amor 
por Él.

Mi vida comenzó a cambiar el día que comencé a pensar, hablar y actuar bajo el principio
de que mi Padre celestial me amaba. Esta clave ha hecho tanto para cambiar mi vida,
como mi propia salvación. Inmediatamente antes de que volviéramos a los Estados
Unidos, yo estaba en un culto, observando cómo la gente se esforzaba por recibir de
Dios. El me habló y me dijo: "Dile al mundo que yo soy un Dios bueno". La gente
reaccionó enseguida, y se comenzaron a producir milagros.
Para serle sincero, hasta ese momento yo había creído y predicado que Dios era un duro
capataz. Lo diametralmente opuesto es lo cierto. Dios no es un duro capataz, sino un
Padre amoroso. Por eso Jesús les dijo a sus discípulos: "Cuando oren, digan: 'Padre'". El
fundamento necesario para entrar en todas las bendiciones que Dios tiene planificadas
para usted consiste en comparecer ante su presencia y verlo como un amoroso Padre
celestial, y no como un duro capataz.
Dios, nuestro Padre, nos quiere dar su reino. De hecho, le complace hacerlo (vea Lucas
12:32). Repita esto en voz alta: "A mi padre le agrada darme su reino". No se trata de un
deber o una
fuera un duroobligación
capataz, que cumpledispuesto
no estaría de mala gana, sino que
ni ansioso le agrada con
por compartir hacerlo. Si Dios
nosotros su
reino.
De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él.
—MARCOS 10:15
Jesús no estaba hablando del reino como la "dulce vida en el cielo cuando nos muramos",
sino del "reino aquí en el suelo, mientras estamos aún aquí". Entramos en toda la plenitud
de cuanto Dios tiene para nosotros, cuando comparecemos ante Él llenos de confianza.
Tenemos que llegarnos osadamente ante Él con la confianza de un niño pequeño que

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acude a un Padre amoroso. Su amor no tiene como condición nada que nosotros
hagamos, pero podemos limitar la cantidad de amor que recibamos de Él, por no tener 
confianza en el hecho de que nos ama, hagamos lo que hagamos. Por eso se dice que la
gracia de Dios es asombrosa. No nos la ganamos, no nos la merecemos, y es un favor 
procedente de Dios que nunca podremos pagar, por lo que clamamos: "Abbá, Padre: mi
papá".
Si, Él es Dios; sí, Él es todopoderoso, pero también es "papá".
Yo comienzo todos los días diciendo: "Buenos días, Padre mío", para recordarle a mi
propio espíritu que, cualquiera que sea el obstáculo al que me tenga que enfrentar en el
día, al Padre le ha agradado darme su reino. ¡y nuestro papá le puede dar una buena
paliza al papá de ellos en cualquier momento!

Capítulo 23
Octavo paso: La obediencia; la senda hacia su Tierra Prometida
Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu
Dios. Bendito serás tú en la ciudad, y bendito tú en el campo. Bendito el fruto de tu
vientre, el fruto de tu tierra, el fruto de tus bestias, la cría de tus vacas y los rebaños de tus
ovejas. Benditas serán tu canasta y tu artesa de amasar. Bendito serás en tu entrar, y
bendito en tu salir. Jehová derrotará a tus enemigos que se levantaren contra ti; por un
camino saldrán contra ti, y por siete caminos huirán de delante de ti.

—Deuteronomio 28:2-7
 Antes de la caída de Adán, el huerto del Edén estaba lleno de bendiciones. Era un lugar 
repleto de salud, abundancia y gozo. Después de que Adán pecara, y la humanidad
cayera de la gracia, apareció la maldición. La sangre de Jesús es la clave del poder y las
bendiciones de la Biblia, porque gracias a esa sangre derramada por Él, nosotros
podemos obedecer la voz del Señor. La Biblia dice en Gálatas 3:13: Cristo nos redimió de
la maldición de la ley. La gente entiende mal con frecuencia este versículo, pensando que
significa que ya no nos hallamos bajo ninguna restricción.
Un joven se me acercó para hablarme de un problema por el que estaba pasando.
Entonces me dijo: "Bueno, mi amiga..." Yo le interrumpí: "¿Quiere usted decir que la mujer 
con la que usted se acuesta no es su esposa?"
Él me dijo: "Así es".
Yo le contesté: "Usted necesita hacer una de estas dos cosas:
Separarse o casarse. Si está durmiendo con alguien que no tiene su anillo en el dedo, y al
cual no le ha hecho un voto ante Dios, usted se halla en un error, y en desobediencia a
Dios". El que los cristianos estemos libres de la maldición de la Ley no significa que
estemos libres de la obligación de llevar una vida moral y santa. Hay cosas que los
cristianos no debemos hacer.

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Si usted cae, o peca, se puede acercar a Dios para pedirle que le perdone. No le puede
decir: "De paso, Dios mío, perdóname, porque lo voy a volver a hacer". El perdón viene
cuando usted se arrepiente, y quiere realmente llevar una vida nueva.
 A la mujer atrapada en adulterio, Jesús le dijo: "Mujer, ¿dónde están los que te acusan?"
Ella le dijo: "No queda ninguno, Señor".
Entonces Jesús le respondió: "Tampoco yo te acuso. Vete y no peques más".
No le dijo: "Peca un poquito menos", o "Trata de portarte mejor". Lo que le dijo fue: "Vete
y no peques más" (vea Juan 8:3-11).
Los llamados y los escogidos

 Así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros; porque muchos son llamados,
mas pocos escogidos.
-MATEO 20:16
Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los
que tienen corazón perfecto para con él.
—2 Crónicas 16:9
Son muchos los llamados, porque Dios pone su amor, su poder y su unción a la
disposición de todos. Él llama a todos a nacer de nuevo y ser bendecidos por el poder de
su sangre. Quiere que todos sean salvos y lleven una vida de bendición. No obstante, son
sólo unos pocos los que responden. ¿Por qué? Son pocos los que se convierten en
escogidos, porque la mayoría de los cristianos no obedecen la voz de Dios cuando los
llama o les habla acerca de algún aspecto de su vida.
Permítame darle un fundamento que creo que le va a abrir los ojos para que comprenda.
En Juan 15:15, Jesús dice: Vosotros sois mis amigos, si... Sabemos que no está hablando
de la salvación, porque la salvación no viene de las obras. Es incondicional, y viene por 
gracia, para que nadie se gloríe (vea Efesios 2:8-9). Jesús está hablando de que pasemos
de ser alguien más dentro de los muchos salvos, a ser llamados para formar parte del
grupo de los pocos escogidos. Está hablando de pasar de ser sus siervos, a convertirnos
en amigos suyos. Es muy importante que nos convirtamos en amigos de Jesús.
Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamaré siervos, porque
el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las
cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer. No me elegisteis vosotros a mí, sino
que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto
permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.
-Juan 15:14-16

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Jesús no exagera, pero afirma que cuanto le pidamos a su Padre —sanidad, economía,
unción, salvación, edificios, propiedades, la salvación de los hijos—, Él nos lo dará. No
obstante, muchos cristianos dicen: "Pastor, mis oraciones no están obteniendo
respuestas". Tal vez Dios no pueda responder a sus oraciones, porque usted no lo está
obedeciendo. Algunas veces, es así de sencillo.

En un reino, todo el mundo es siervo. Desde la reina hasta el último, todos sirven al rey.
Por eso, la reina Ester, cuando iba a presentarse ante su esposo a favor del pueblo
hebreo, dijo: "Tal vez me cueste la vida", porque ella también estaba sometida al rey, para
servirlo en sus propósitos (vea Ester 4:16).
Pero Jesús dice: "Si me obedeces, y si haces lo que yo te diga, entonces serás mi amigo".
Él nos habla de muchas formas: por medio de la Palabra, de un sermón, y a través de esa
vocecita interior. Y no se limita a decirnos que no fumemos, no digamos malas palabras,
no masquemos tabaco ni salgamos con los que lo hacen; nos dice que le obedezcamos
en todos los aspectos de nuestra vida.
Obedecer es más que creer 
Si obedecemos lo que Jesús nos dice que hagamos, entonces somos sus amigos. Eso
significa que ahora tenemos una autoridad igual a la de Jesucristo. Él nos dijo:
De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que
desatéis en la tierra, será desatado en el cielo. Mateo 18:18

En
los una ocasión
hombres ensoy
que queyo?"
caminaba
Ellos con sus discípulos,
le contestaron queJesús les decían
algunos preguntó:
que"¿Quién dicen
era Juan el
Bautista, otros que Elías, y otros que tal vez fuera Jeremías. Entonces les hizo otra
pregunta: "Y ustedes, ¿quién dicen que soy?" La respuesta de Pedro fue: "Tú eres el
Cristo; tú eres el Ungido de Dios". En otras palabras: "Tú eres Aquél a quien debemos
obedecer. Tú eres Aquél a quien debemos seguir". Entonces Jesús le contestó a Pedro:
"Pedro, te doy las llaves del reino, y cuanto atares en la tierra, es atado en el cielo, y
cuanto desatares en la tierra, es desatado en el cielo" (vea Mateo 16:13-19).
No todos los cristianos tienen las llaves del reino. Todos los cristianos tienen derecho a
esas llaves, pero sinceramente, muchos de nosotros andamos por ahí atando y
desatando,
llaves no sepero
les nada queda atado ni desatado.
dan automáticamente Yonacen
a los que creo que
de la razón Sólo
nuevo. de esto
se es
lesque
danlas
a
aquéllos en quienes Dios confía, porque sabe que le van a obedecer.
¿Por qué los cristianos no obedecen a Dios? Si yo le pregunto a un creyente: "¿Cree
usted que la Palabra de Dios es verdadera?", él me diría: "Sí". Y si le preguntara:
"Además de creer que la Palabra de Dios es verdadera, ¿la obedece también?", ¿cuál
sería su respuesta? Una cosa es creer en Dios, y otra obedecerlo.
Sabemos que la Biblia les indica a los esposos que amen a su esposa, y a las esposas
que obedezcan a su marido. Sabemos que la Biblia dice que la murmuración y la

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calumnia son pecados. Sabemos que la Biblia dice que recordemos el día de reposo para
mantenerlo santo. Sabemos que la Biblia dice que demos diezmos y ofrendas según nos
guía el Espíritu Santo. Pero cuando pasa por delante de usted el plato de la ofrenda,
¿obedece a Dios, o le roba? Dios no necesita su dinero; al fin y al cabo, sus calles están
pavimentadas con oro. Pero sí está buscando su obediencia. ¿Por qué? Porque está
buscando alguien en quien puede depender; alguien que quiera obedecer su Palabra. La
Iglesia está repleta de gente que es salva, pero no lo está de gente que obedezca a Dios.
El tiene una multitud de bendiciones para cada uno de nosotros. Cuando nos habla en su
vocecita interior, nosotros escogemos entre obedecer o desobedecer. Cuando nos dice:
"No murmures", el diablo no puede venir a tomar posesión de nuestros labios para que
hablen mal de alguien. Somos nosotros los que decidimos edificar o echar abajo con
nuestras palabras. Somos nosotros los que decidimos obedecer los mandamientos de

Dios, o no.
Su obediencia y la confianza de Dios
Dios no necesita más que nuestra obediencia. Esa obediencia es otra de las claves para
vencer la ira... para que sus hijos que no son salvos lo lleguen a ser... para que haya
bendición en su matrimonio... para recibir bendiciones económicas... para tener una
relación maravillosa y vibrante con Dios. Cuando obedecemos, pasamos de ser 
simplemente unos llamados comunes y corrientes, a ser los escogidos de Dios.
Una de las razones por las que no obedecemos a Dios, es porque pensamos que somos
más listos que Él. Nos dice que hagamos algo, y le respondemos: "Si, Dios, pero...
¿sabes lo que yo creo?" Francamente, ¿creemos que Dios está en el cielo diciendo?:
"¿Sabes una cosa? Nunca se me había ocurrido eso. En tu caso, las cosas son
diferentes" No; las cosas no son diferentes para nadie. No hay excepciones. Es lo mismo
para todos y cada uno de nosotros. Lo tenemos que obedecer, sin que importe lo que
pensemos o sintamos.
En la sociedad de hoy se adiestra a las personas para que sean pensadores
independientes y de fuertes opiniones. Por eso hay tanta gente a la que le cuesta mucho
vivir por fe. Cuando uno se acerca a Dios, tiene que creer que hace dos mil años, un
hombre murió en la cruz por su pecado, y tiene que decir: "Lo recibo como Salvador, y voy
a ir al cielo". Nunca ha visto el cielo, ni le han presentado a Jesús. Por eso tiene que
recibirlo por fe, y no por vista. La Biblia dice que, a menos que se le acerque como un
niño pequeño, no podrá ver el reino de Dios (vea Lucas 18:17).
Otra de las razones por las que no obedecemos a Dios, es que pensamos que es un duro
capataz, a pesar de que es un Dios bueno. El no se dedica a quitar, sino a dar. Nuestro
Dios nos ha prometido vida, y vida en abundancia (vea Juan 10:10). Podemos poner 
nuestra confianza en Él.

¿Recuerda la vieja película Los Diez Mandamientos? Cuando Dios le dio a Moisés la lista
de los "No harás", su voz sonaba airada y molesta en la película. Así es como yo siempre
había pensado acerca de lo que Dios estaba diciendo. “¡O me obedeces, o te va a ir mal!"

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Pero un día, oí decir que Él era un Dios bueno, que era mi Padre, y vi los Diez
Mandamientos bajo otra luz. Lo que estaba diciendo era: "Hijo, no tienes que robar,
porque yo soy tu Padre. Yo soy el dueño de todo. Quiero que tengas cuanto necesites o
anheles. No cometas adulterio. Yo tengo un camino mejor para ti. Te voy a dar una
esposa a la que vas a amar, y ella te va a amar a ti. No necesitas de ningún otro dios. Yo
soy el camino, la verdad y la vida".
 Ahora veo que Dios nos dice que lo obedezcamos, porque siempre tiene cosas buenas
preparadas para nosotros. Los Diez Mandamientos no existen para ponernos límites, sino
para liberar en nosotros todas las bendiciones de nuestro Padre celestial. Y para recibir 
sus bendiciones, es necesario que lo obedezcamos, únicamente porque Él nos dice que
lo hagamos.

 Algunas veces yo me acercaba a mis hijos, sobre todo cuando eran pequeños, y les
decía: "Vengan, suban al auto, que vamos a la iglesia". Ellos no me decían: "Papá, ¿hay
suficiente gasolina en el auto? Y los neumáticos, ¿están bien inflados?" No; se subían al
auto, porque su papá les decía que iban para la iglesia. Así como los niños confían en sus
padres, nosotros también debemos confiar en nuestro Padre celestial. Le aseguro que Él
es mucho más listo que cualquiera de nosotros.
 Al principio de ser salvo, recuerdo haber leído en las Escrituras: El que halla su vida, la
perderá; y el que pierde su vida por causa de mi, la hallará (Mateo 10:39). Yo estaba
luchando para aprender quién es Dios, y saber con certeza que podía confiar de veras en
Él. Este texto bíblico me ayudó a comprender que si me aferro aciertas cosas que
considero importantes, es posible que pierda otras cosas realmente increíbles que Dios
tiene para mí. Pero si las suelto, confío en Dios y le obedezco, Él me va a dar mucho más
de lo que yo habría creído posible.
Para liberarnos de las maldiciones y caminar en esa libertad, necesitamos aprender a
caminar en obediencia a los caminos de Dios. No tenemos que ser perfectos, ni sin
errores, pero sí es necesario que nuestro corazón esté sometido a Dios y que Él lo pueda
moldear. Necesitamos seguir adelante en las cosas de Dios todos los días de nuestra
vida. Las decisiones de hoy deciden nuestro mañana. Hay un milagro al otro lado de su
obediencia.
Tome la decisión de escoger el camino de Dios, y ponga una confianza absoluta en Él en
cuanto a todos los aspectos de su vida. ¿Cuáles van a ser los resultados? Se va a
asombrar de esos resultados: una paz sobrenatural que el mundo no puede ofrecer, una
sabiduría que el dinero no puede comprar, y una libertad que ningún ser humano puede
dar.
Conclusión
Hoy es el día para que usted pase de ser uno de los muchos llamados a convertirse en
uno de los escogidos, los que ven la plenitud de las bendiciones y el gozo de Dios. Hoy
usted puede pasar de ser uno de los que sólo escuchan la Palabra de Dios, a ser de
aquéllos que comprenden y reciben las bendiciones de Dios. Hoy usted puede pasar de

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ser uno de los que sólo oyen hablar de los milagros, a uno de los que realmente los
experimentan. El simple hecho de tener una Biblia en su casa no es el que lo va a
transformar. La Palabra de Dios de Dios no va a hacer nada a favor de usted, hasta que
pase de su cabeza a su corazón.
En su condición de hijo de Dios, usted tiene acceso directo al salón del trono de Dios.
 Ahora tiene la Palabra de Dios de Dios y todo su poder a su disposición en todo tiempo.
Ya no tiene que vivir bajo una maldición generacional de muerte y destrucción, porque el
Espíritu da vida (vea 2 Corintios 3:6).
Una vez que haya sido rota la maldición generacional en su vida, se debe llenar la mente
y el espíritu con la Palabra de Dios. Debe reemplazar sus antiguos patrones y hábitos de
pensamiento con otros que sean santos. ¿Cómo hacemos que los pensamientos de Dios
se vuelvan nuestros? Por medio de la renovación de nuestra mente con su Palabra.
Cuando leemos y meditamos la Palabra de Dios, entramos en su destino, y se liberan sus
promesas en nuestra vida. La mente tiene el principal control de la vida y el destino de la
persona. Cuando cambiamos de manera de pensar, comenzamos a actuar de forma
distinta. La mente es la cabeza de playa de la pobreza, o de la prosperidad. La mente es
la cabeza de playa de la enfermedad o la salud. La mente es la cabeza de playa de la
obediencia a nuestro hombre espiritual, o de la desobediencia a él.
La mente del cristiano se debe renovar a diario. Nuestras acciones siguen a nuestros
pensamientos, y nuestros pensamientos deben seguir al Espíritu de Dios. Nuestra
conducta cambia cuando cambia nuestra forma de pensar. La única forma de que
cambiemos nuestro destino, es que cambiemos de forma de pensar.
Y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según
Dios en la justicia y santidad de la verdad.
—Efesios 4:23-24
Escúcheme atentamente. Una vez que usted haya roto la cadena de las maldiciones
generacionales, su vida entrará en un continuo proceso de cambio. No se desaliente si
tropieza: levántese y siga andando. Es una transformación continua.
Nuestras acciones van a ser guiadas por la transformación de nuestra vida que se
produce al renovarse nuestra mente por medio del Espíritu. La forma en que pasamos de
la ira al amor, es la renovación de la mente. La forma en que pasamos de la tristeza a la
felicidad, es la renovación de la mente. La forma en que pasamos de estar siempre
pobres a estar siempre bendecidos, es la renovación de la mente. La forma en que
pasamos de la derrota a la victoria, es la renovación de la mente. Y esa renovación es un
proceso.
Nuestro potencial no está limitado por lo que hayamos experimentado. Muchos creen que
sólo pueden llegar hasta cierto límite en la vida, porque han fallado muchas veces. Pero
hay una transformación que se produce cuando nuestra mente es renovada. Es una

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metamorfosis espiritual. Cuando pensamos correctamente, nuestras palabras son las


correctas; cuando nuestras palabras son las correctas, nuestras acciones también son
correctas. Nuestro potencial se multiplica centenares de veces, más allá de lo que
nosotros podríamos pensar, pero esto se produce a través de una metamorfosis en la que
el Espíritu de Dios nos cambia a base de renovarnos la mente.

No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro


entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y
perfecta.
-ROMANOS 12:2
Nosotros tenernos la capacidad de cambiar nuestras ideas y fuerzas tan limitadas, por las
ilimitadas ideas y fuerzas de Dios. Podemos cambiar nuestro ámbito natural tan limitado,
por su ilimitado ámbito sobrenatural.
Los principios que he compartido con usted en este libro no son una serie de cosas que
he leído en algún lugar. Son verdades que han transformado mi vida, y también pueden
transformar la suya. He oído decir que el tatuaje que más se está vendiendo hoy en los
Estados Unidos dice: "Nacido para perder". No puedo comprender por qué alguien vaya a
querer tatuarse eso permanentemente en el cuerpo, pero más angustioso es todavía que
son multitud los que se han tatuado ese mismo mensaje en el corazón.
Sin Jesucristo, mi propia vida iba destinada al fracaso, pero por medio del poder de
resurrección de Dios, me convertí en alguien destinado a triunfar. Las claves que aprendí
y puse en práctica han lanzado mi vida a un gozo y unas bendiciones que nunca soñé
posibles. Mi matrimonio, mi familia, mi ministerio y mi prosperidad económica son
testimonio de la asombrosa gracia de Dios. Le digo esto sólo para jactarme en el Señor y
para decirle que Él no hace acepción de personas. Lo que ha hecho por mí, está
dispuesto a hacerlo por usted también (vea Hechos 10:34).
Dios me llevó a un punto de mi vida en el que supe dónde quería ir, y después me mostró
los pasos que tenía que dar para llegar allí. ¿Se halla usted en ese momento de su vida?
Recuerde que el Señor tiene un increíble destino planificado para usted. Tome hoy la
decisión de entrar en todo lo que Él le tiene preparado. No permita que nada se
interponga en su camino. Usted no nació para perder. Nació para triunfar, y nació de
nuevo para vencer al enemigo.
Confíe hoy en que Dios lo va a ayudar a serle fiel a su Palabra. Confíe en que Él lo va a
ayudar a superar sus adicciones y limitaciones por medio del poder del Espíritu Santo.
Obedézcalo con cada aliento que tome, y en cada movimiento que haga. Al escoger el
camino de Dios, usted está escogiendo LA VICTORIA. Ya es hora de que usted crea en el
Dios que cree en usted.
 Acerca del autor 

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5/23/2018 Libre Al Fin - La r r y Huch - slide pdf.c om

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Larry Huch es el fundador y pastor general del Centro Cristiano New Beginnings, en
Portland, estado de Oregon, una iglesia que les ministra a más de cinco mil personas en
el momento de escribirse esta obra. Durante los últimos veinte años, ha fundado junto con
su esposa Tiz seis iglesias en los Estados Unidos y en Australia. El éxito de estas iglesias
se debe a su entusiasmo y amor por la gente., su compromiso personal con el
evangelismo y sus enseñanzas excelentes y eficaces. Ayudan realmente a los creyentes
a triunfar y sentirse realizados en todos los aspectos de su vida.
Una de las características distintivas de su iglesia es su diversidad racial y económica.
New Beginnings es un desafío al viejo adagio de que “las once de la mañana del sábado
es la hora más segregada de la semana en los Estados Unidos". El mensaje del pastor 
Larry declara valientemente que Dios es un Dios bueno, y que su amor por todas las
personas las puede transformar, cualquiera que haya sido su pasado. Este mensaje es

llevado
vencer"),alque
mundo por medio de
es presentado ensu programa
muchas de televisión
estaciones y llegaCalled to Conquer
a millones ("Llamados
de hogares a
con este
poderoso mensaje. También organizan una Conferencia Mundial de Líderes todos los
años a fin de llenar de poder a los ministerios con este mismo mensaje tan dinámico, de
manera que los ministros lo puedan llevar de vuelta a su propia ciudad.

El testimonio personal del pastor Larry, quien salió; de una vida de adicción a las drogas,
delitos y violencia por medio del poder salvador de Jesucristo, sólo es parte del impacto
que causa su ministerio. Su testimonio sobre la forma en que Jesús lo libero de la
maldición generacional de la ira es una poderosa ilustración de su enseñanza sobre la
forma en que las iniquidades de los padres pasan de una generación a la siguiente. Son
muchas las personas que reciben liberación y permanecen libres gracias a este mensaje
transformador.
El pastor Larry y su esposa Tiz son los felices padres de tres hijos maravillosos (y un
estupendo yerno), activos todos en el ministerio.

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