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EL ARTE DE LA GUERRA EN LA GRECIA ANTIGUA

José Manuel Roldán Hervás

! Los primeros datos sobre el arte de la guerra en la Grecia antigua los ofrecen los
relatos homéricos, en especial, la Ilíada, que dejan entrever el mundo de las armas entre
época micénica y finales del período geométrico (siglos XVI-VIII a.C.).
! De acuerdo con la Ilíada, las tropas aqueas, reunidas bajo los muros de Troya,
eran más una aglomeración de combatientes que un verdadero ejército. La mayor parte
de los soldados estaban precariamente equipados y mantenían un combate,
generalmente a distancia, lanzando al enemigo una lluvia de flechas, venablos y piedras.
Sólo los jefes llevaban armadura completa: cnémides (espinilleras), coraza, dos lanzas o
jabalinas, una larga espada, casco de bronce, y un gran escudo, en forma de ocho, que
cubría todo el cuerpo y colgaba al cuello de una correa. Eran los jefes, montados en
carros de dos ruedas, tirados por dos o tres caballos, los que se adelantaban en el
espacio vacío entre los dos ejércitos, amenazando al enemigo e injuriándole para
provocar a uno de sus héroes a combate singular. Los héroes elegidos desmontaban y
lanzaban sus jabalinas contra el adversario, defendiéndose de los proyectiles con el gran
escudo, antes de llegar a cruzar sus espadas en una lucha cuerpo a cuerpo. La muerte
del héroe provocaba la desbandada de su ejército. Este género de lucha caballeresco
dejaba naturalmente campo libre a la iniciativa personal y eran el valor y la astucia las
virtudes militares más apreciadas.
! Pero a finales del siglo VIII se produciría una “revolución”, con consecuencias
importantes en la conducción de la guerra. En el nuevo marco de la ciudad-estado, el
ascenso económico de una clase media, favorecido por la prosperidad general, propició la
creación de nuevos grupos armados, compuestos por tropas de armamento pesado, que
reemplazan a los campeones individuales del período precedente, en el nuevo marco de
la ciudad-Estado.
! Nace así el hoplita, que recibe el nombre del característico escudo circular (hoplon),
cuya ideología de valores se basa en el sacrificio por la patria, por el bien común. Y la
expresión militar de esta aspiración es la falange, la formación en orden, en el seno de la
cual los hoplitas, todos iguales, toman parte en el combate.
! El ejército hoplita estaba constituido por hombres armados con un equipo
convencional: espinilleras, coraza y casco de bronce - los llamados cascos corintios, de

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una sola pieza- y un escudo circular y convexo de unos 90 cm de diámetro. El arma
ofensiva principal era su larga lanza, de hasta tres metros de altura, utilizada como arma
de choque, además de una espada corta, con punta y doble filo, para la lucha cuerpo a
cuerpo.
! La limitada movilidad de este pesado armamento se compensaba por la táctica de
lucha, la “falange”: en orden cerrado, cada escudo protegía no sólo el flanco izquierdo de
su portador, sino el derecho del compañero y, por tanto, el brazo que empuñaba la lanza.
Una vez elegido el terreno de combate, los hoplitas se disponían en línea, generalmente
de cuatro a ocho filas de profundidad, contra la formación enemiga. El combate consistía
en un choque combinado en el que los hoplitas, mientras se protegían con el escudo,
lanzaban golpes de lanza o de espada contra el contrario; a medida que los guerreros de
vanguardia caían, eran sustituidos por sus compañeros de las filas siguientes. Se llegaba
al final cuando uno de los ejércitos se quebrantaba y deshacía la formación. En un tipo de
combate así no interesaba tanto el valor o la iniciativa personal, como en época
caballeresca, sino sobre todo el orden y la disciplina, porque la ruptura de las filas
amenazaban la cohesión de la falange.
! El modelo de combate hoplítico comportaba aspectos casi rituales, en los que
siempre estaba presente el ámbito religioso o sagrado. Según el código de creencias
religiosas y de honor guerrero, al menos durante la época clásica, la batalla era concebida
como un concurso (agón). Si el choque de los ejércitos producía numerosas víctimas, una
vez rota la línea y los vencidos en huída, el vencedor no intenta perseguirle. Otros
deberes reclaman su atención: dar gracias a los dioses y enterrar dignamente a los caídos
en combate.
! Hasta el año 371 a.C. fue la falange espartana la que dominó la guerra terrestre en
el mundo griego. Los espartiatas, excelentes soldados, supieron convencer al resto de los
estados griegos de su superioridad en el campo de batalla. Y es así porque el Estado
consagraba todas sus energías a la puesta a punto de una temible máquina militar,
entrenando a sus ciudadanos desde la infancia para convertirlos en soldados.
! Fue la falange hoplita, compuesta de ciudadanos, la que logró defender Grecia y
con ella el mundo occidental de la amenaza del gigantesco imperio persa, en las llamadas
Guerras Médicas (490-479 a.C.), con batallas tan famosas como Maratón o Platea. Pero
también fueron estas tropas de infantería pesada las que se enfrentaron en la fratricida

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Guerra del Peloponeso (431-404 a.C.), que extendió sus llamas a todo el mundo griego,
incluida la lejana Sicilia.
! La temible fortaleza de la falange hoplítica tenía también debilidades y, entre ellas
y sobre todo, la rigidez, que le impedía ejecutar movimientos imprevistos sin arriesgarse a
provocar confusión en sus filas. Epaminondas, un genial táctico tebano, consiguió
modificar el dispositivo de su infantería con una formación inédita, en un nuevo orden de
batalla denominado “falange oblicua”, que, en Leuctra (371 a.C.) y Mantinea (362 a.C.),
logró arrollar al ejército espartano y acabar con el mito de la invencibilidad de su falange.
Básicamente la innovación consistió en aumentar hasta cincuenta filas la profundidad de
la falange (frente a las dieciséis espartanas) y colocar los soldados de elite, el llamado
“Batallón Sagrado”, constituido por 150 parejas de amantes -el amor homosexual no tenía
en Grecia connotaciones negativas- , en el ala izquierda, la opuesta al emplazamiento
habitual.
! A partir del siglo IV a.C. aumentó en los ejércitos griegos el papel de los
mercenarios. La pauperización que generó la Guerra del Peloponeso propició la
proliferación de soldados de fortuna, profesionales que encontraron en el servicio a las
armas un recurso para sobrevivir. Una reforma del general Ifícrates hizo triunfar
definitivamente la institución de los mercenarios, al organizar, sobre el modelo de la
infantería pesada de hoplitas, otra infantería, más ligeramente armada y menos costosa
de equipar, capaz de rendir los mismos servicios, pero más ligera y móvil. Su armamento
incluía un pequeño escudo en forma de creciente (pelte), coraza de lino, espinilleras de
cuero, jabalina y espada. Así se modificó la fisonomía de los ejércitos, su composición y
las condiciones de la guerra. Mientras los ciudadanos se sustraían cada vez más al
servicio de las armas, se hizo posible poner en pie de guerra regularmente ejércitos sólo
compuestos de mercenarios. Al lado de la infantería ligera propiamente dicha, provista de
armas arrojadizas (arqueros, lanzadores de jabalina y honderos), los peltastas podían
reemplazar a los hoplitas. Pero así, al margen de los Estados, pudieron formarse ejércitos
independientes, dispuestos a servir más o menos fielmente a quien pudiera pagarlos. El
ejército cívico se convierte en profesional. Quizás el más famoso ejército mercenario
griego es el llamado de los Diez Mil, que, en el 400 a.C., al servicio del pretendiente persa
al trono y tras su muerte, hubo de abrirse paso a golpe de espada desde Babilonia a las
orillas del Mar Negro, como relata Jenofonte, uno de sus jefes, en el Anábasis.

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! La evolución final de la falange es obra de Filipo II, rey de Macedonia, un país
hasta el siglo IV a.C. marginal, que supo hacer del ejército un instrumento, primero, de
estabilización política, y, después, de supremacía militar. La falange macedonia estaba
formada por una infantería pesada de pezhetairoi o “Compañeros de a pie”, de diez a
veinte mil hombres, reclutada entre los macedonios libres, equipados con una larga lanza,
la sarissa, de 6 ó 7 metros de longitud, que constituía el centro de la línea de batalla. A
derecha e izquierda se desplegaban las compañías de hypaspistai, tropas de infantería
ligera, semejantes a los peltastas. Al extremo de las dos alas, en fin, se situaba la
caballería, los hetairoi o “Compañeros”, reclutada entre los nobles macedonios, y las
tropas ligeras propiamente dichas: lanzadores de jabalina, honderos y arqueros.
! Fue este instrumento el que el dio al hijo de Filipo, Alejandro, el dominio del
mundo. En las cuatro grandes batallas que lo cimentaron (Gránico, Issos, Gaugamela e
Hydespes), el papel jugado por la acción combinada de infantería, tropas ligeras y
caballería, con un inteligente juego de maniobras complejas, le permitió en cada ocasión
alcanzar la victoria sobre ejércitos netamente superiores en número.
! Tras la muerte de Alejandro y el reparto de su efímero imperio entre sus generales,
los ejércitos de las nuevas monarquías helenísticas se convierten en organismos muy
complejos: se engrandece el peso y la fuerza de la infantería pesada, cada vez más
monolítica, y aparece y se difunde el elefante de guerra. Los mejores soldados son
naturalmente los macedonios y griegos, que los reyes se afanan en procurarse
recurriendo al mercenariado y fijándolos en el territorio como colonos militares. No
obstante, la creciente dificultad para conseguirlos obliga a introducir en las unidades
griegas un cierto número de indígenas, mientras aumentan las tropas ligeras
especializadas, procedente de cualquier región del mundo conocido.
! Frente a las posiblidades sumarias de que disponía el mundo griego clásico para el
asalto a una plaza, desde Alejandro se suceden invenciones que revolucionan la guerra
de asedio: túneles, arietes, diversos tipos de catapulta, torres de artillería y otras
máquinas de asedio. Algunos se hicieron famosos: el de Tiro, por Alejandro; el fallido de
Rodas, por Demetrio Poliorcetes (“asesiador de ciudades”); el de Siracusa, por los
romanos.
! Pero a despecho de la complejización del arte de la guerra en Grecia, con el
tiempo, el instrumento esencial, la falange macedónica, fue perdiendo la antigua
flexibilidad, haciéndose compacta y rígida, incapaz de conservar su cohesión en terreno

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accidentado, y terminó sucumbiendo ante la más flexible legión romana. Dos batallas,
Cinoscéfalos (197) y Pidna (168), enterraron para siempre el mito de la invenciblidad de
la falange. Había pasado para el mundo griego su protagonismo en el arte de la guerra.
Llegaba el tiempo de Roma.
! El fenómeno de la guerra en el mundo griego no puede omitir la guerra en el mar,
que se desarrolla de muy diversas formas: batallas navales en mar abierto, guerra de
corso y piratería, operaciones terrestres en ultramar y golpes de mano. La Ilíada y los
vasos micénicos y geométricos nos ofrecen cierta información sobre el tema en el II
milenio a.C. Los barcos de guerra alargados, provistos de una única vela cuadrada y de
proa y popa elevados, con un espacio central ocupado por los remeros, servía, sobre
todo, para el asalto a ciudades costeras e incursiones en regiones litorales.
! La batalla naval más antigua de la historia griega tuvo lugar en la primera mitad del
siglo VII y enfrentó a Corinto con Corcira (Corfú). Y fue precisamente en Corinto donde
aparecieron las primeras trieres , los navíos de guerra por excelencia de la época clásica,
barcos de tres filas de remos, alargados y aerodinámicos, con una vela cuadrada, espolón
de bronce y dos grandes palas en la popa para gobernarlo.
! Las tácticas de combate marítimo variaban según los estados. En unos casos se
utilizaba el abordaje para convertir el combate marítimo en una lucha cuerpo a cuerpo; en
otros, se utilizaba el espolón para intentar hundir la nave contraria o romper sus remos.
Para utilizarlo era necesario atacar el flanco del enemigo,lo que requería navíos
marineros y cualidades naúticas superioires.
! Fue una flota de trieres la que liberó a Grecia de la amenaza persa en la batalla de
Salamaina y la que hizo posible la creación y extensión en el siglo V del imperio
ateniense. Así, a la preeminencia espartana en el combate terrestre, Atenas pudo oponer
su predominio indiscutible en el mar, que la Guerra del Peloponeso destruyó para siempre.
! A partir del siglo IV, se hicieron presentes en la guerra en el mar dos tendencias
contrarias: por una parte, un aumento del tamaño de los navíos -y, en consecuencia, del
número de remeros-, a veces, de forma monstruosa, aunque poco efectiva. Pero también
se utilizaron barcos más pequeños, rápidos y manejables, para la guerra de corso, como
los temibles lemboi, del reino pirata de Agrón, en la costa adriática.
! En un mar, disputado por griegos y cartagineses, con una experiencia varias veces
centenaria en el arte de la navegación, es paradójico que terminara imponiendo su
supremacia un pueblo campesino, el estado romano, convirtiéndolo en Mare Nostrum.

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ILUSTRACIONES
Batalla de Salamina (480 a.C.)
1. Los griegos hacen creer a Jerjes que su flota se retira hacia el istmo de Corinto. Jerjes
envía su escuadra egipcia para bloquear el estrecho de Mégara (A) y dispone su flota a
ambos lados de Psitalía. Para completar el engaño, la flota griega zarpa hacia el norte (B).
La escuadra corintia se pone a la cabeza, mientras Jerjes ordena a su flota remontar el
estrecho (C).
2. Eginetas y megarenses desde la bahía de Ambelaki (A) alcanzan a los jonios. El resto
de la flota griega retrasa su marcha para atraer a los persas, que, embotellados en el
estrecho, se desorganizan y quedan atrapados entre las islas de Farmacusa. Los griegos
atacan y la escuadra fenicia de Jerjes, tras la muerte de su jefe, trata de retrocer, pero los
barcos chocan entre sí, rompen la formación y huyen, perseguidos por los atenienses. En
la batalla, los persas pierden 200 trieres; los griegos, sólo 40.

Batalla de Leuctra (371 a.C.)


1. El rey espartano Cleombroto invade Beocia y acampa en Leuctra. Las tropas tebanas
atacan conducidas por Epaminondas. Los espartiatas forman en la llanura en un creciente
muy alargado. Los tebanos refuerzan su ala izquierda y colocan la derecha en escalón.
2. Sobre el ala izquierda, la caballería tebana rechaza a la espartana, apoyada por el
Batallón Sagrado de Pelópidas, mientras la falange tebana se hunde en la línea
espartana.
3. Los espartiatas ceden bajo el peso de los efectivos tebanos.
4. El rey Cleombroto y numerosos oficiales mueren, mientras los aliados corren a
refugiarse en su campamento, hostigados por la caballería tebana, sin que el ala izquierda
espartiata haya podido tomar parte en la acción.

Batalla de Gaugamelas (331 a.C.)


1. Darío ocupa el terreno y Alejandro dispone sus fuerzas en formación oblicua, retrasada
a izquierda. Besso intenta desbordarlo durante el movimiento.

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2. La derecha macedonia cede terreno ante la caballería pesada, antes de que Aristón
restablezca el frente.
3. La carga de carros persa es contenida por la caballería ligera de Alejandro.
4. Los hetairoi atacan y rompen el centro de Besso, que ha extendido demasiado su línea
hacia la izquierda, e impiden que pueda seguir avanzando.
5. Mazeo lanza toda su caballería contra Parmenión.
6. Una parte de la caballería persa desborda el frente y ataca el tren de equipajes,
contraatacada por las reservas macedonias.
7. Alejandro en ayuda de Parmenión, gira hacia la izquierda para arrollar el flanco de
Mazeo y, con la ayuda de los tesalios, logra la victoria.

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