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LA CRISIS DEL SIGLO III

Si los siglos I y II d.C. fueron el momento de culmen de la economía antigua, el Siglo III
d.C. marcó el inicio de la decadencia y su progresiva transición hacia la economía feudal.
Ya que, fue el momento en el que se generó una conjunción de elementos que hundieron
todas las características que marcaron el auge de la economía (seguridad de los
fronteras, orden y paz interior, difusión, riqueza de los territorios explotados, el sistema
esclavista, una red comercial sólida…).
Sin duda la causa fundamental que marcó esta transformación fue lo que algunos
autores han denominado como la crisis de producción, es decir la escasez de materias
primas que eran la principal fuente de riqueza (metales, esclavos…) y el agotamiento
de las tierras explotadas. A su vez, esta crisis dio lugar a un descenso de las actividades
agrícolas, ganaderas, industriales y comerciales, a. la disminución de los ingresos y al
descenso de los niveles de renta. Generando así la devaluación de la moneda por la
escasez de metal. Lo que seguidamente provoco la crisis de la moneda, que generó el
alza de los precios por el aumento de circulación de moneda y la disminución de
productos (el precio del modio de trigo pasa de costar un denario con Augusto a 50 en
el 276 d.C. ,75 en el 294 d.C. y 330 en el 301 d.C.), atesoramiento de moneda y que los
impuestos en efectivo se sustituyeran por los pagados en especie.
A todo esto se unió la crisis política, que se caracterizó por el surgimiento de guerras
civiles y las luchas de poder entre los pretendientes al imperio, Séptimo Severo y
Pescenio Niger. Lo que a su vez, produjo la ausencia de la autoridad central y la
fragmentación del imperio romano en tres (235-268 d.C.): el Imperio Romano, El
Imperio Galo (Francia) de Póstumo y el Imperio de Palmira (desde Egipto hasta el
Eufrates y Asia Menor) de Zenobia.
Igualmente, esta situación de descontrol causó la generalización de invasiones, razzias
y piratería a lo largo de todo el Imperio por parte de diferentes pueblos: francos,
alamanes, francos, godos, escitas, persas y partos. Se produce así un deterioro de las
vías de comunicación por las destrucciones provocadas por las invasiones. Teniendo
una incidencia directa sobre el comercio que disminuyó considerablemente por este
motivo, la crisis de producción, por la piratería, bandidaje… Lo que acabó por romper
toda la seguridad con la que había contado el comercio para sus intercambios.
Sin duda, todo este panorama tuvo un gran impacto sobre la población, que descendió
considerablemente debido a la extensión de grandes epidemias como la de peste.
Igualmente, aumentaron los desplazamientos por parte de las capas más
desfavorecidas de la sociedad, la población urbana se desplazó hacia las zonas rurales
buscando comida debido al aumento de los precios y la escasez. Y parte de la población
rural se dirigió a la ciudad buscando la protección de las grandes urbes amuralladas.
Paralelamente, mientras que la mayor parte se empobrecía, una minoría se enriqueció
(polarización de la sociedad) y la producción entró en un periodo de escasez,
aumentando sus precios
A su vez, el sistema esclavista disminuyó, ya que dejo de ser rentable en el momento
que se agotaron los excedentes y el comercio se hundió. Con todo esto, durante el Siglo
III, el colonato se transformó en la forma de producción predominante, más segura y
rentable, ante el empobrecimiento de la sociedad que buscaba la protección, creándose
una clase de productores agrícolas dependientes y distintos a los esclavos y a los
arrendatarios libres. Dando lugar al inició de las formas feudales.
Desde el poder se hicieron esfuerzos para remediar y frenar esta crisis. Así a finales del
Siglo III d.C. y principios del Siglo IV, los emperadores Diocleciano y Constantino
llevaron a cabo toda una serie de reformas para sanear el sistema económico:
Reordenación del sistema fiscal, adscripción a la tierra y al trabajo, Edictum de petris
rerum venalium (310 d.C.), reforma del sistema monetario, la fundación de la tetrarquía
(cuatro gobernantes, dos Augustos y dos Césares, más el Augusto Senior).

DIOCLECIANO Y LA TETRARQUÍA

La tetrarquía fue un periodo interesante dentro de la historia de Roma. Este modo de


gobierno pretendía resolver todas las carencias anteriores que había tenido como
consecuencias inestabilidades en el territorio, la economía y la sociedad del imperio. El
artífice de este sistema de gobierno fue Diocleciano, nacido en Iliria (región situada en
los Balcanes) en el año 244 d.C. Con él se da por finalizado en la historiografía actual la
crisis del siglo III d.C. y sentó las bases para la partición del imperio y para su
durabilidad (recordemos que el Imperio Romano de Oriente sobrevivió hasta el año
1453).
Antecedentes de la tetrarquía
Durante el siglo III d. C. se desarrolló la llamada “crisis del siglo III”, que provocó un
decaimiento en el poder imperial, invasiones en el Limes (frontera), caída y decadencia
de las ciudades, colapso de las comunicaciones y del comercio y una decadencia en el
sistema monetario. Durante gran parte de este siglo se sucederán diversos
emperadores con el carácter común de su procedencia del ejército hasta que en el año
270 toma el poder Aureliano.
El emperador Aureliano consiguió en cinco años de gobierno el práctico
restablecimiento de la unidad territorial del Imperio y la realización de innovaciones y
reformas religiosas, ideológicas, fiscales y administrativas de importante significación
para el futuro. Su muerte prematura en el año 275 interrumpió sus reformas, pero sentó
un precedente para los futuros emperadores Diocleciano y Constantino, que
consiguieron que el Imperio resurgiera y perviviera dos siglos más.
Diocleciano subió al poder en el año 284. Este nuevo emperador tomó la tarea de salvar
la crisis en que se hundía el gobierno de Roma, pero en sus primeros años de gobierno
se sucedió un periodo de inestabilidad con la rebelión en las Galia provocada por brotes
violentos de campesinos descontentos llamados bagaudas, piratería franca y sajona en
el Atlántico y el Canal de la Mancha, insurrecciones en Britania por Carausio y por
Aquileo en Egipto. Todo ello provocó que en los primeros años de gobierno, Diocleciano,
se dedicará a calmar estas revueltas asociándose a colaboradores, militares
experimentados y personas de confianza, que dará posteriormente al colegio imperial
que se conoce como Tetrarquía.
La tetrarquía. Características y funcionamiento
Literalmente, la tetrarquía significa gobierno de cuatro. En el Bajo Imperio Romano, la
tetrarquía fue un gobierno de cuatro creado por Diocleciano. Este gobierno se basaba
en el control y gobierno del Imperio por cuatro emperadores:

 En primer lugar existen dos emperadores llamados augustos que tenían


funciones gubernamentales y ejecutivas, tanto en lo civil como en lo militar.
Estos augustos fueron Diocleciano, que gobernaría en Oriente (Asia, Egipto y
Oriente) con sede en Nicomedia; y Maximiliano, que gobernaría en Occidente
(Italia y África) con sede en Milán.

 En segundo lugar, cada augusto tenía asociado al poder como sucesor un césar,
que gobernarían otras zonas del imperio, concretamente Galerio en Oriente
(Grecia y provincias danubianas) con sede en Sirmium y Constancio Cloro en
Occidente (Galia, Britania e Hispania), con sede en Treveris.

De esta forma, en el imperio existían cuatro gobiernos simultáneos, en el cual se


repartía cada emperador el control y la administración de cada zona que se le había
asignado, teniendo la misma capacidad de decisión. No obstante, se establecía una
jerarquía entre los cuatro emperadores, diferenciándolos en el plano social y religioso,
siendo los Augustos equiparados a Júpiter (divinidad suprema) y los Césares a Hércules.
Este sistema se instauró principalmente por necesidades administrativas y militares,
consecuencia del desplazamiento del centro de gravedad político y económico hacia
Oriente. Por ello, Diocleciano creó una administración en la que cada tetrarca
controlara la cuarta parte del imperio, con las sedes de gobierno cercanas al Limes para
tener un mayor control de las fronteras, donde se sucedían continuas inestabilidades y
a las que había que reaccionar rápidamente.

Consecuencias del gobierno de Diocleciano

En la entrada anterior de La Crisis de la Historia, Diocleciano y la tetrarquía, se hizo una


definición de lo que es la tetrarquía y de sus orígenes. El emperador romano Diocleciano
observó varios de los problemas en los que estaba sumergido el Imperio Romano; en
función de esos problemas reorganiza el Imperio y crea la tetrarquía, el gobierno de
cuatro. Este gobierno consigue dar una estabilidad a Roma de la que hacía años que no
tenía y permite la supervivencia del Imperio. Esta situación hacía parecer que la
tetrarquía se mantendría a lo largo de los años, pero una serie de circunstancias
provocaron que la tetrarquía tuviera su final poco después tras la muerte de
Diocleciano.
Consecuencias de la política interior de Diocleciano
En el año 303 se celebran los 20 años de gobierno de Diocleciano, el cual abdica y da
paso a la llamada Segunda Tetrarquía, tratando de realizar la sucesión del poder de
forma no problemática y sin desórdenes. En principio parecía que la tetrarquía debía
funcionar, tal y como lo había planteado Diocleciano, pero la realidad política del
momento complicó la sucesión dinástica. La elección de los siguientes césares se debió
más a intereses personales de los nuevos augustos que las cualidades de los candidatos.
En adelante, la tetrarquía no perduró muchos años debido principalmente a
enfrentamientos entre sus miembros hasta que Constantino toma en 311 la iniciativa
de volver a la unidad del imperio, derrotando al candidato Majencia en 311 en Puente
Milvio. Tras esta victoria se repartió el imperio con Licino, existiendo una diarquía hasta
la muerte de este último en 324. Con ello, Constantino se convirtió en emperador
absoluto del imperio e instaurando el dominado, de claro carácter absolutista y dando
fin al intento de Diocleciano de repartir el gobierno del imperio.
La tetrarquía había muerto, pero no por ello perdería su influencia. Tras la muerte del
emperador Teodosio I en 395, el Imperio se divide definitivamente en dos. El Imperio
Romano de Occidente tendría su capital en Roma, mientras que el Imperio Romano de
Oriente tendría su capital en Constantinopla. Esta división recoge parte de los
problemas que había detectado Diocleciano en cuanto a la extensión del imperio, su
organización y control, y en cuanto a su defensa frente a los enemigos exteriores, sobre
todo los bárbaros. Con esta división se hace patente que el centro de gravedad del
Imperio Romano se traslada hacia Oriente, donde donde existía una mayor riqueza
económica y comercial. Este Imperio Romano de Oriente sobreviviría en 1000 años al
Imperio Romano de Oriente.
El control del Imperio a través de las medidas administrativas y provinciales.
Diocleciano efectuó una importante reforma administrativa que constituiría uno de los
ejes centrales de la reforma del Estado. Se pueden separar estas reformas en
administración central y administración provincial o territorial.
En cuanto a la administración central encontramos en la cúspide de la pirámide al
Prefecto del Pretorio, miembros del consejo imperial con atribuciones judiciales y
legislativas. A continuación encontramos al Consejo Imperial que vio acrecentada su
importancia por nuevas atribuciones en materia administrativa y judicial. Finalmente
estaban las oficinas o ministerios centrales, que se encargaban de la burocracia del
imperio.
Pero la reforma que tuvo más significación fue la reforma de la administración
provincial. Diocleciano reorganizó el imperio y redistribuyó provincias, creando un
nuevo sistema basado en grandes circunscripciones territoriales (prefecturas) de las
que dependían otras intermedias (diócesis), en las cuales se agrupaban las provincias.

La organización administrativa del Estado:

 Provincias. Territorio administrativo gobernado por un praesides y que


dependía de una diócesis.

 Diócesis. Territorio administrativo gobernado por un vicario y que dependía de


una prefectura.

 Prefectura. Territorio administrativo gobernado por un prefecto. Las


prefecturas fueron las siguientes: las Galias, Italia, Iliria y Oriente.

Con esta reforma administrativa Diocleciano consideró una serie de factores para evitar
las posibles invasiones del exterior así como levantamientos y sublevaciones dentro del
Imperio e intentó eludir excesivas concentraciones de poder a través de esta nueva
distribución territorial. Esta división administrativa fue paralela a la división política
de la tetrarquía y tenía como objetivo común mejorar la eficacia en el control del
gobierno.

Conclusión
La tetrarquía creada por Diocleciano tuvo una escasa duración en el tiempo. Con la
llegada del emperador Constantino, considerado por algunos historiadores como el
último gran emperador del Imperio Romano, la tetrarquía finaliza y se vuelve de nuevo
al único emperador. Pero la división del Imperio para tener un mejor control
administrativo, territorial y económico se hacía patente. Prueba de ello fue que las
reformas administrativas y territoriales del Imperio no finalizaron con Constantino. La
redistribución de las provincias y la creación de diócesis y prefecturas influyeron en la
organización de los estados medievales y de la Iglesia Católica. Por otro lado, la división
política del Imperio influyó para la división definitiva en el año 395 tras la muerte de
Teodosio.

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