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Éstos son temas muy profundos para analizar, de modo que no pretendemos agotarlos en
este breve estudio. Hay tres temas principales que estructurarán este ensayo. En primer
lugar, analizaremos la relación entre fe e ideología, para adentrarnos en las cuestiones
fenomenológicas intrínsecas al pensar teológico consciente e inconsciente (se podría decir
también formal e informal). En segundo lugar, una vez analizada la preeminencia
socioanalítica de la teología, ahondaremos un poco más en el tema, analizando el
significado de la hermenéutica y su papel en la construcción del conocimiento, y
relacionándolo con lo que muchos llaman «sociología del conocimiento».
Fe-Teología
Utilizando los términos de Mannheim, las ideologías «son las ideas que trascienden la
situación y que nunca lograron de hecho realizar su contenido virtual». En resumen: la
ideología es aquel marco de referencia que condiciona nuestra vida cotidiana como
individuos dentro de un contexto social determinado. Esta ideología tiene que ver con una
opción dentro de los medios, creencias y limitaciones que nos ofrece dicho contexto.
Habiendo dicho todo esto, estaríamos en condiciones de decir que todo hombre y toda
mujer están condicionados ideológicamente. En este sentido, dicha ideología o forma de
vivir puede ser aprehendida consciente o inconscientemente. Uno podría ser consciente de
que por tal o cual motivo es movido a pensar o actuar de tal o cual manera. Por otra parte,
ante la conciencia de esos factores se podría optar por tomar un camino contrario o
alternativo al que el medio me muestra. Pero sea a favor o en contra, el contexto siempre
será el punto de partida para la ideología por la que uno opte o sea determinado a adquirir.
El teólogo uruguayo Juan Luis Segundo es uno de los que más ha estudiado este tema. Hay
tres aspectos que él aborda respecto a la relación fe-ideología. En primer lugar, asevera que
una fe sin ideología es una fe muerta. La fe implica la búsqueda de aquello que conlleva un
valor absoluto objetivo. Dicha búsqueda se hace desde un momento existencial concreto. Es
aquí donde hablamos de una intención ideológica, ya que esta búsqueda se encuadra en
aquello que uno «espera» para la vida (expectativa). Por esto Segundo habla de la ideología
como un aprender a aprender. Implica crear «símbolos metodológicos» que nos sirvan para
mediar entre la fe y las opciones históricas. El cristianismo, como construcción del
fenómeno religioso, carece de instrumentos precisos para medir la vida histórica. Es por
ello que necesita servirse de un «espacio mediático» que le sirva para leer las circunstancias
y las expectativas históricas desde la fe.
Por último, la fe sirve a las ideologías. En este sentido, ella surge como respuesta a los
desafíos sociopolíticos con los cuales la humanidad, y en especial cada comunidad de fe, se
enfrentan al leer concientemente su momento histórico concreto. Es a partir de esta lectura
que se construyen esperanzas y deseos de cambio. Y es a partir de estas esperanzas y
anhelos que se buscan caminos y alternativas para concretarlo. La fe en Jesús de Nazaret se
presenta como uno de estos caminos alternativos. «La fe no es, pues, un contenido
resumido, universal y atemporal, de la revelación una vez que se ha desembarazado a ésta
de las ideologías. Por el contrario, es la madurez para las ideologías, es la posibilidad de
desempeñar plena y conscientemente el cometido ideológico del que depende la liberación
real de los hombres.»