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Joaquín García Marín

Lectura 2 : “¿Qué fue del urbanismo?” + La ciudad genérica


23 de marzo de 2016

Favela. Río
de Janeiro.

El siglo XX ha sido el marco de muchas y muy distintas revoluciones, entendiendo


el término como un cambio de gran calado que sucede en un período muy breve. En
efecto, el hecho de que tengan lugar muchos acontecimientos en un espacio de tiempo
muy limitado desencadena equivalentes reacciones en todos los ámbitos, también en la
arquitectura y en el urbanismo. Las dos guerras mundiales y la posterior guerra fría, el
desarrollo de la industria entorno a las ciudades y el exponencial crecimiento de la
población gracias a la higiene y al control de las plagas dibujaron un panorama para la
arquitectura inédito ante el que los arquitectos eran agentes fundamentales. Además se
produjo una internacionalización clara en la que los referentes dejaban de estar en lo
autóctono, sino que afloraban por toda Europa y EEUU.

Desde su ámbito de actuación la arquitectura dio respuesta a muchos de los


fenómenos de una manera más o menos acertada, pero sobretodo, de la manera inmediata
en que se reclamaba. Al final del siglo XX era posible fabricar un edificio completo en
cuestión de semanas, mientras que en el medievo una catedral podría tardar varios siglos
en ser construida. Miles de ciudades satélite y ensanches han ido adosándose a la ciudad
de una manera caprichosa. Los arquitectos no debemos olvidar que hemos sido agentes
activos de ese proceso. Se ha generado una parque de intervenciones que han destacado
por su ineficacia. Y no se trata de teorías que una vez desechadas o superadas, acaban
archivándose, son realidades de una materialidad imponente que afectan a la vida
cotidiana de los habitantes de las ciudades, tienen el poder de modificar conductas y son
difíciles de cambiar.

Rem Koolhaas acuña acertadamente el término Ciudad Genérica y describe de


manera magistral cómo son los desarrollos urbanos del último tramo del siglo XX, no sólo
en su materialidad, sino en la vertiente menos disciplinar y más perceptiva. Identifica
patrones que son comunes a casi todos los desarrollos de las ciudades actuales, y lo hace
desde un punto de vista multidisciplinar. Añade mucha información propia de la
sociología, de la estadística. Incorpora reflexiones sobre como la identidad de las ciudades
y como se proyecta a través de la arquitectura. De algún modo, de la especulación de los
manifiestos de las primeras décadas del siglo, pasando por la obsesión de los objetos de la
arquitectura en sí mismos, en su materia y geometría, Koolhaas plantea introducir la
descripción de todos y cada una de las situaciones que envuelven la vida de la ciudad.
Esta descripción exhaustiva es lo que, a mi juicio, puede permitirle desde el profundo
conocimiento de lo existente, tomar decisiones sobre cómo actuar, como intervenir y ser
arquitecto en la ciudad. En este aspecto los textos adquieren relevancia, ya que anteponen
el conocimiento a la ejecución deliberada, promueven una práctica más reflexiva, menos
altiva. Da claves pertinentes sobre cómo debería ser la disciplina en el próximo siglo si no
quiere que se sucedan un fracaso tras otro.

Skyline de Kuala
Lumpur, Londres y
Merbourne, y como
todos ellos podrían
fácilmente fusionarse.

El autor enuncia que el fracaso del Urbanismo del siglo XX está precisamente en
haberse quedado en una lámina superficial de la información, y la obsolescencia de sus
intervenciones es consecuencia directa de ello. Y sin embargo su propia descripción de la
ciudad genérica es, a mi juicio, una fuente inagotable de información que permite avanzar,
o explorar posibles alternativas o intervenciones. De este modo, valoro positivo todo
aquello que, siendo inapropiado, es susceptible de generar un conocimiento y permitir la
evolución.

Sin duda los planteamientos de Rem Koolhaas invocan una reflexión positiva sobre
la práctica de la disciplina, cómo debería desarrollarse en adelante para que la nueva
producción de respuestas a las necesidades reales de las ciudades. Y sin embargo resulta
muy poco respetuoso, y de una posición muy cómoda, no contemplar con detalle todo
aquello que hizo que la arquitectura del siglo XX se desarrollara en los términos en los
que sucedió. Todos los influjos, cuál era el punto de partida, las condiciones, y hasta donde
se llegó. En cualquier caso, y del limitado conocimiento que poseo de la obra de Koolhaas
y su repercusión, habría que preguntarle si sus intervenciones como arquitecto y urbanista
han visto cumplidas todas sus expectativas, o bien si dentro de un tiempo serán igual de
cuestionables.

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