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La Oración, Lugar Originario de La Fe PDF
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ciones. Y esto es de capital impor- cen posible esa escucha atenta es
tancia para la teología. el silencio. La fe cristiana no lo tie-
ne por un absoluto; se lo impide la
confesión de Nicea (325) que ha-
La actitud orante bla de Dios como Verbo eterno: lo
originario no es el silencio sino la
Por esta razón llama la atención Palabra. Pero toda la tradición es-
la poca cabida que la oración tiene piritual del cristianismo ve en él
en los tratados teológicos sobre el un medio fabuloso para que pueda
Misterio Trinitario de Dios, cuan- escucharse la Palabra. Guardar si-
do es “la llave hermenéutica de la lencio permite hablar y actuar con
doctrina sobre Dios” (Gerhard hondura y sentido. ¡Cuánto silen-
Ebeling). El creyente se dirige, en cio se necesita para ver todo lo que
primer lugar, al Dios vivo y verda- hay en un paisaje o en un cuadro,
dero, no a una doctrina sobre Él, o para crear una obra filosófica o
de modo que lo más originario es teológica! El cuidado amoroso de
el hombre hablando a Dios en la un enfermo grave, velar el sueño
expresión de la fe que es la oración. de un niño o de un anciano… im-
ponen de por sí, sin forzarlo, la ac-
Pero el originario hablar a Dios titud silente. Cuando la escucha es
en la oración supone al mismo tiem- verdadera, ya ha nacido el silencio
po, dejar hablar a Dios en el cora- del reconocimiento y de la respues-
zón del creyente. En la oración el ta: un “heme aquí” suscitado por
hombre es todo oídos para Dios, al un “ven”. Todavía más. El silencio
hacer de ellos la puerta o el umbral no es una conquista del orante, si-
del templo del Espíritu. No se trata no un don de Dios cuando aparece
aquí de un simple oír, sino de la en todo su esplendor la grandeza
atención máxima en todos los ór- de su amor para con él; el límite
denes, hecha de intensidad y obe- hasta donde ha sido capaz de ir por
diencia, para la que reservamos en amor: la cruz del Hijo. Es este he-
español la palabra escucha. Y es- cho el que deja a la persona en ora-
cuchar es ya una magnífica forma ción literalmente apabullada, co-
de hospitalidad, de descentramien- mo si todo quedara “envuelto en
to, de salida de sí, al consentir que silencio”.
sea otra voz la que tome la iniciati-
va y me interpele, haciendo del El clima y el ámbito de recogi-
orante término del amor de una Pre- miento en que el Espíritu Santo en-
sencia que lo precede y lo supera. vuelve al creyente en la oración ha-
ce respirar a la respuesta teologal
de la fe, esperanza y amor que en
El silencio
ella toma cuerpo, oxigenando la
actitud religiosa y deshaciendo los
apretados nudos del ansia de do-
Una de las condiciones que ha- minio, posesión y control, propios