libro segundo, que trata de la creación de los seres espirituales y corporales, de los ángeles, de los
seis días de la creación, del pecado original y de la gracia.
No poseemos el texto de sus lecciones, que en realidad ni fueron escritas por el maestro ni tomadas en apuntes por los discípulos; pero sí se conservan las glosas marginales, o brevísimas notas añadidas por Lutero al margen de las páginas del libro utilizado como texto. Estas notas marginales no son más que puntos de apoyo o ayudas de la memoria, que le debían servir en clase, y se reducen a simples explicaciones de algunas palabras bajo el aspecto filológico o doctrinal, testimonios de otros autores, especialmente de San Agustín, y rápidas observaciones personales, de sumo interés para nuestro conocimiento del autor. Comentarios a Pedro Lombardo (Sententiarum libri quatuor) habían escrito San Buenaventura, Santo Tomás, Egidio Romano, Duns Escoto, Durando de Saint Pourçain, Guillermo de Ockham, Gregorio de Rímini, Pedro d’Ailly, Gabriel Biel y casi todos los grandes teólogos medievales, ya fuesen tomistas, ya escotistas, agustinistas o nominales. Cuántos de estos comentaristas fueron leídos por Fr. Martín, no lo sabemos. Los tomistas se le atragantaban por sus abstracciones metafísicas y por la cabida que daban en teología a la filosofía aristotélica; en cambio, Escoto se le hacía más amable, sobre todo en el comentario a las Sentencias. El joven profesor acepta casi siempre la opinión del mismo Lombardo, y, cuando se aparta de él y le corrige, es para ajustarse más a San Agustín. En tan breves notas se encuentran alusiones explícitas a casi todos los Santos Padres, claro que muchas veces de segunda mano. De los escolásticos es raro el nombre que allí aparece; con todo, una lectura rápida nos ha permitido advertir los nombres de Ockham (tres veces), de Pedro d’Ailly, el Cameracense (tres veces), de Gabriel Biel (dos veces), de Escoto o de los escotistas (cuatro veces). Al preparar sus lecciones tenía delante de los ojos las Quaestiones super libros Sententiarum, de Pedro d’Ailly, y Epitoma in IV Sententiarum, de G. Biel, autores fundamentalmente nominalistas, que siempre fueron muy leídos y amados de Lutero, hasta el punto de aprenderse casi de memoria sus comentarios a las Sentencias. Esto no es suficiente para clasificar en seguida a Fr. Martín en la escuela de Ockham. En el campo filosófico era ciertamente nominalista, pero en el teológico no pudo menos de sentirse algo influenciado por la tradición de su Orden, si bien ya desde ahora le vemos proceder con gran libertad e independencia de criterio. Mientras comenta en Erfurt a Pedro Lombardo, nos parece observar en él un viraje teológico del nominalismo al agustinismo; un viraje que por falta de textos resulta casi imposible describir con precisión.
Agustinismo, biblicismo, antiaristotelismo
Recientemente se ha intentado demostrar que Lutero conoció en Erfurt las doctrinas del eximio agustiniano Gregorio de Rímini († 1358), el cual, si en filosofía se dejó inficionar de nominalismo, en teología atacó enérgicamente a los discípulos de Ockham, acusándolos de pelagianos. Fray Martín, que mostró años más tarde conocerle y estimarle, no cita su nombre en las notas marginales a Pedro Lombardo; sin embargo, parece que leyó entonces no pocas páginas del Ariminense sin darse cuenta, porque leyó las cuestiones de Pedro d’Ailly, el cual suele plagiar literalmente a Gregorio de Rímini sin citarlo. Pudo también ver reflejadas las opiniones del Ariminense en el comentario de Biel, que expresamente lo cita. Otro agustiniano y agustinista que Lutero conoció probabilísimamente en aquellos días, y con quien manifiesta evidentes afinidades en su desprecio de Aristóteles y en algunas expresiones de misticismo, es el Beato Simón Fidati de Cascia (†1348), autor de libros espirituales, como De gestis Domini Salvatoris.