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ENSAYO CRÍTICO:
LOS DESAFÍOS DE LA DIDÁCTICA EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR
POR:
MIGUEL ANGEL CORDERO MONZÓN
CARNET 201840457
NOVIEMBRE DE 2018
LOS DESAFÍOS DE LA DIDÁCTICA EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR
Enseñar a pensar.
Hacer que los estudiantes repitan, memoricen en su totalidad, hagan planas, pinten
hojas, realicen manualidades cuadradas y monótonas, y digan amén es tarea del
pasado. Esto es parte de lo que Freire llamó “educación bancaria” (ver didáctica
tradicional). Nuestras universidades deben innovar la educación dentro de ellas,
deben hacer reformas a su sistema educativo local si se quiere tener una generación
de más impacto.
Enseñar a crear.
Con niños y aún jóvenes esta acción es sencilla. Y hasta es una actividad cotidiana.
Con los adultos, hace falta un poco más de esfuerzo, pero se puede realizar. El
resultado final de la clase, a pesar de que es una aplicación práctica para la vida,
debe permitir también crear a partir de la imaginación. Desde contar una historia,
hasta construir algo con las manos, la educación debe permitir el uso de la
imaginación. Incluso, partiendo de un estudio serio, y se pueden agregar detalles
para despertar la imaginación (colores, olores y formas).
Para ello, hay que dejar a un lado los vicios como: pasar a leer la lección, improvisar
clases, desuso de material didáctico, falta de lectura e investigación. Por el
contrario, es necesario sentarnos a pensar en cómo imaginarán los estudiantes la
lección, cómo despertar su imaginación para que la clase sea más amena. Qué
preguntas se pueden hacer para incentivar la creatividad antes, durante y al final de
la lección. Incluso, hacer una selección de las palabras, términos y frases para
estimular la imaginación.
Enseñar a soñar.
Se ha dicho que la escuela ha sido la culpable de truncar sueños. Y en cierto sentido
es cierto, pues todo gira alrededor de cuatro paredes. ¿Qué pasaría si enseñamos
a los jóvenes a soñar con algo mejor? ¿Qué resultados tendría la universidad si
incentiva a sus adolescentes a realizar un genuino proyecto de vida? ¿Cómo sería
nuestro impacto si retamos a nuestros jóvenes a realizarse profesionalmente, y que,
al llegar ahí, sirvan de influencia para la expansión de la misión universitaria? ¿Por
qué no relacionamos los sueños de cada estudiante con la misión de la universidad?
Enseñar es un arte, cuando se usa una didáctica para la vida, es decir, cuando todo
lo que se realiza en el aula y fuera de ella, contribuye para su aplicación en la vida
cotidiana, pues solamente ahí, el aprendizaje es significativo y los estudiantes
pueden utilizarlo pensando, imaginando y creando aplicaciones para la vida
cotidiana.
Bibliografía
Sternberg, R., & Spear, L. (1996). Enseñar a pensar. Madrid: Silgo XXI.
Freire, P. (2005). Pedagogía del Oprimido (2da. ed.). México: Siglo XXI.