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El presente trabajo tiene como objeto de análisis la novela Boquitas Pintadas

del escritor argentino Manuel Puig, partiendo de la premisa de que esta obra
rompe con la tradición de la literatura clásica en Argentina.

En primer lugar, Boquitas Pintadas fue escrita a fines de la década del 60, época
marcada por revoluciones estudiantiles y en la que la historia mundial estuvo
sellada por dos hechos significativos: El Mayo Francés y la Primavera de Praga.
En medio de estos acontecimientos surge, el hipismo y la liberación femenina, tras
el invento de la píldora anticonceptiva. En el arte se produce una revolución en
contra del “arte canónico”.Aparece el “ Pop Art”, que puede definirse como: Una
representación de la sociedad de consumo vuelto arte. En la década de 1970,
aparecieron otras tendencias basadas en la ruptura de los soportes tradicionales,
especialmente los cuadros de taller y las esculturas. El arte rompe así sus
limitaciones convencionales y se manifiesta en la naturaleza, la ciudad, el cuerpo
humano, el mundo cotidiano. El arte conceptual, por su parte, engloba múltiples
realizaciones que tienen en común la supremacía de la idea del artista sobre la
obra acabada, de esta manera el Pop Art también se traslada a la literatura.

El Pop rompe con los estereotipos y las reglas establecidas. Este movimiento
trabaja con la técnica del “ Collage”, arte que adopta Puig para su obra.
José Amícola, en su libro “Manuel Puig: El beso de la mujer araña” afirma que: “
La obra de Puig(...) surge en el momento de mayor prestigio del canon reafirmado
por Borges que dictaminaba mesura para las letras argentinas. Puig viene a
quebrar esta ley de internarse en la senda de la experimentación(... Puig es un
huérfano que rechaza radicalmente la estética borgeana y se desentiende de ella”.
Manuel Puig inserta otra manera de hacer literatura, emparentándose con Arlt y
Cortázar, aunque sus temas , estilo y preocupaciones estéticas y socio-culturales,
poco o nada tiene que ver con estos autores. Por lo tanto, se postula que Puig, por
introducir a la literatura argentina la técnica de “collage” en su novela, Boquitas
Pintadas, rompe con la tradición de la literatura clásica argentina, que circulaba en
el campo cultural de la época.

“Boquitas Pintadas” se sirve de una multiplicidad de discursos para referir su


universo narrativo: cartas, actas policiales, informes médicos, certificados de
defunción, boleros y tangos, revistas. A través de elementos como éstos, la novela
presenta la originalidad. La concepción de la novela en la que se enmarca esta
obra, tiene como característica la mezcla de estilos discursivos, la
instrumentalización de la oralidad, una nueva mirada frente a la sociedad y los
estereotipos marcados en la época, una nueva interpretación de la tradición de la
novela.
La novela de Puig, recupera la estructura del folletín. Se presenta dividido en
dieciséis entregas que se dividen en dos partes de ocho cada una. Es en estas
entregas donde aparecen las distintas estrategias narrativas. Jorgelina Corbatta
postula que esta novela es en realidad, un doble invertido del folletín, una crónica
de desengaños y frustraciones, una galería de personajes estafados por un
sistema al que se adhirieran sin cuestionamiento alguno de sus reglas. Desde el
título la relación con las canciones y la sensibilidad popular se manifiesta:
“Boquitas pintadas” es un fragmento del tango de Alfredo Le pera, titulado “Rubias
de New York”. Los epígrafes, fragmentos de tangos y boleros, que preceden a
cada entrega se constituyen como paratextos al ir expresando la manera de ser
de los personajes, es desde esta técnica que se van configurando las
características psicológicas de los personajes. Éstos viven la inmediatez de sus
vidas inauténticas y alienadas, modeladas por los valores de la sociedad de
consumo. Crecieron entre tangos y filmes que los manifestaban y promovían, pero
siempre como en un submundo. La acción gira en torno del personaje de Juan
Carlos, su atractivo y virilidad y de la entrega, de todas las mujeres que encuentra
a su paso. Según Corbata, Juan carlos constituye el centro de la irradiación y
confluencia de todas las acciones de la novela. Se trata de una figura masculina
dominante, que impone su dominio mediante trucos que ocultan sus carácter, su
verdadero yo, en un juego de enmascaramientos sucesivos, en una proyección
constante de versiones falsas de si mismo. El deseo, el amor, el sacrificio de los
amantes, la nobleza, problemas de interés femenino son temas fundamentales,
así como la crítica al estilo de vida de la sociedad argentina. En esta obra, se
habla siempre de lo prohibido a través del ocultamiento, la simulación, la
hipocresía y la envidia. Siguiendo a Jorgelina Corbata , los personajes de
Boquitas aparecen como personajes inconscientes de las motivaciones que
determinan su conducta, seres que aceptan las reglas de la sociedad en que viven
y respetan en todo momento los cánones de la clase a la que pertenecen.En este
sentido, los conflictos que experimentan no afloran con facilidad al nivel conciente
y, para hacerlo, necesitan medios externos que los encarnen y expresen. Esta es
otra de las originalidades de Puig, influenciado por la corriente filosófica
existencialista de Jean Paul Sartre que, en su última obra filosófica, Crítica de la
razón dialéctica (1960), afirma que la influencia de la sociedad moderna sobre el
individuo es tan grande que produce la serialización, lo que él interpreta como
pérdida de identidad. Corbatta establece que los personajes, son objeto de una
fuerte represión exterior, pueden en general engañarse a si mismos, sofocar sus
necesidades internas para no contravenir las reglas de juego de la sociedad en
que viven, pero en los casos en que ese control disminuye los conflictos afloran en
forma indirecta. Nene, no es solo un personaje de folletín, es un espejo donde
debe mirarse la mujer burguesa; Juan Carlos, el objeto de su deseo, no vacilaba
en engañarla, siendo para él la mayor prioridad el poder , en lugar del amor. Así,
se describe al argentino de clase media, de entre los años treinta y cuarenta, y su
búsqueda de la propia identidad mediante la adhesión a modelos suministrados
por los “ mass media”, el deseo de “ ser mejores” de los personajes, los impulsa a
imitar modelos supuestamente prestigiosos. De esta manera se revalida el “pop
art” en la obra literaria.

En relación a la voces narrativas, éstas se configuran a partir de un sujeto de la


enunciación que permite la inclusión de múltiples registros estructurales y modos
de decir coloquiales. Según Corbatta la narración transcurre aparentemente en
ausencia del narrador y los recursos para suplir ese vacío son múltiples. Se
repiten las cartas y el monólogo interior, a los que se suman la descripción
minuciosas propias de las influencias del cine que tenía el autor.
El narrador que hace la fábula se presenta de forma impersonal, es objetivo,
carente de identidad, se remite a la captación de los sentidos, no emite juicios, por
lo tanto utiliza una modalidad escénica que sólo le permite enunciar acciones. Es
de esta forma que se manifiesta explícitamente luego que los personajes finalizan
la escritura de epístolas, muestra el momento en que se realiza la escritura. La
referencia temporal deíctica se caracteriza por tiempos discursivos planteados
desde un presente, estableciendo así una contemporaneidad de la acción
presentada por personajes, delegados por el narrador con el momento de la
enunciación.
Este es un tipo de narrador objetivo. Éste no tiene capacidad interpretativa, se
expresa como un recolector de experiencias o de fragmentos de ella. El narrador
del folletín es un narrador personal. En Boquitas Pintadas, es el lector quien debe
reunir los fragmentos en los cuales no se advierte presencia del narrador, salvo
cuando Mabel va a encontrarse con Nené en Buenos Aires, momento en el cual el
narrador se metamorfosea en la radionovela que las amigas escuchan.
En esta obra el narrador se enmascara a través de la utilización de los distintos
registros discursivos nombrados anteriormente. Cumple una misión activa de
exhibir la trama desde los diferentes discursos y focos a la vez. De esta manera se
presenta mediante la transcripción de acciones y testimonios. Esta modalidad
también es una irrupción de Manuel Puig a la tradición literaria.
Ya que el narrador aparece enmascarado en el texto, oculto, hace pensar en una
ausencia que no es tal, pues su rol está en la disposición más que en un juicio
explícito sobre lo narrado; no obstante, esto encierra una intención: la función
ideológica del narrador. Esta ideología puede advertirse en la relación que
guardan los personajes , resaltando la simpleza y el vacío, con el contexto social
económico, histórico, estético de la Argentina en los años treinta y cuarenta.
Uno de los principales motivos por los cuales afirmamos que Boquitas Pintadas
rompe con los cánones de la época es su tema y uno de ellos es la frustración del
deseo. Esto opera como expansión de la palabra, con las descripciones, en el
campo del deseo y su desautomatización en la realidad que viven los personajes.
La expansión del deseo asume una forma mas bien metonímica. Sin embargo, se
advierte la utilización de clichés como elementos configuradores del deseo..
Los personajes no poseen un yo articulado, coherente y racional, sino que en él
coexisten una multitud de modalidades que están en permanente cambio, habitan
un mundo artificial motivado por el deseo. Esta obra pone en acción la dialéctica
del tiempo del deseo con la del tiempo real de los personajes. En el intercambio de
enunciados, interdiscursividades, es como se van configurando las identidades,
que, según Jorgelina Corbatta cobraban en los mass media una expresividad
propia de la clase media argentina que Puig critica en la novela.

En conclusión, Boquitas engloba e incorpora distintas modalidades de discurso


oral y escrito y supone la comprensión de todas estas partes en un todo reunido.
Esto sumado a la temática, el estilo y lo expuesto en este trabajo, es lo que le da
originalidad a la obra y son los motivos por los cuales se afirma que esta obra
rompe con tradición literaria del país.

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