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[EXO/Trad] (Im)Pacto

Título: (Im)Pacto

Autoras: Anna y Carol (~Gullls-on-Fire) - {fic original}

Traducción español: JokerCoker

Revisión: deernicorn y kimjoonmyeon

Pareja: Sehun/Luhan (HunHan)

Sinopsis:

Cuando Luhan pidió al cielo un ángel de la guarda, jamás imaginó que sus plegarias fuesen
realmente atendidas, pero lo fueron. El único problema es que lo que le fue enviado no era
un ángel...
Era un demonio. Un demonio llamado Oh Sehun.
(IM)PACTO

Capítulo Uno - Vida

Luhan no sabía que al pedir ir al parque de atracciones con sus padres en una tarde de
sábado, acabarían envueltos en un accidente de tráfico. El pequeño niño no sabía que el
accidente involucraría a un camión y el pequeño coche de su familia. Tampoco podía saber
que el accidente acabaría destrozándole la columna, imposibilitándole volver a moverse.

Luhan no tenía forma de saber que sus padres morirían.

El pequeño chino apenas tenía 10 años cuando, en aquella tarde calurosa de sábado, insistió
a sus padres para que lo llevaran hasta el nuevo parque de atracciones del centro de la
ciudad en donde vivían. Aún no habían llegado a su destino cuando el conductor de un
camión de carga perdió el control del vehículo y aplastó el coche de la familia contra un
edificio.

Los padres de Luhan murieron en el acto, pero el niño quedó aplastado entre los hierros
durante tres horas hasta que el equipo de rescate consiguió sacarlo. Sobrevivió, pero
después de numerosas cirugías, Luhan seguía sin moverse. Su columna había sufrido daños
irreversibles y el pequeño se había quedado tetrapléjico.

Nunca más saldría de la cama.


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Ya habían pasado dos meses desde el accidente y Luhan permanecía en aquel hospital.

Sus tíos iban a visitarle todos los días, ya que el niño iba a vivir con ellos en cuanto
recibiese el alta, pero Luhan no tenía esperanzas de tener una vida feliz. No podía creer que
sus padres hubiesen partido y que jamás los encontraría. No podía creer que nunca más
caminaría o abrazaría a alguien.

Luhan estaba vivo, pero se sentía muerto por dentro.

Hasta que rezó.


Claro que cuando rezó, durante una noche entera, jamás imaginó que sus plegarias serían
realmente atendidas. Luhan había pedido que los Cielos le enviasen un ángel de la guarda.
El único problema es que lo que le enviaron no era un ángel.

Era un demonio.

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— ¿Cómo? —preguntó el niño de forma débil, intentando levantar la cabeza lo máximo


que podía para mirar la figura que tenía frente a él.

— Soy un demonio —le dijo el hombre alto a Luhan, aproximándose cada vez más a su
cama.
Lo que ocurrió fue que cuando el pequeño Luhan abrió sus ojos después de rezar, sintió que
una ráfaga de viento extremadamente fuerte le alcanzaba el rostro y percibió que una figura
masculina estaba de pie al lado de la ventana de su cuarto, en el hospital. Era un hombre
alto, de apariencia extremadamente bella, con cabellos de color caramelo y un traje blanco,
pero sus pies estaban descalzos. El desconocido le sonrió al niño cuando lo vio y se
presentó como un enviado del infierno.

— No eres un demonio —dijo Luhan con una sonrisa desconfiada.

— Lo soy, sí —respondió el otro levantando una ceja y parándose al lado de la cama—. Mi


nombre es Oh Sehun, soy un demonio del Segundo Círculo del Infierno, conocido como el
Valle de los Vientos.

— No y no —Luhan negó con la cabeza, sonriendo—. Eres un ángel. Recé pidiendo un


ángel de la guarda y los Cielos te enviaron.

Sehun miró al niño y no pudo evitar sentir pena por él.

— No, niño. Soy un demonio y estoy a tu disposición para sellar un pacto —Luhan vio al
hombre que tenía frente a él extendiendo el brazo para un apretón de manos, pero el niño no
se movió. Él no se podía mover.

— Disculpa. Soy tetrapléjico, no voy a poder darte la mano.

Sehun casi se atraganta con la propia saliva y apartó la mano rápidamente, avergonzado.
Cuando había recibido la misión de ir a la Tierra para tratar con un humano sobre un pacto,
jamás se había imaginado que se trataría de un niño. Mucho menos de un niño enfermo.
— Yo pedí un ángel. ¿Por qué te mandaron a ti? —Luhan habló interrumpiendo los
pensamientos de Sehun.

— Digamos que el cielo está un poco ocupado —Sehun sonrió mostrando sus dientes
blancos—. Dime, niño, ¿qué deseas?

— Es Luhan.

— ¿Lo qué? —Sehun levantó una ceja hacia el niño, quien parecía irritado.

— Me llamo Luhan, llámame así, por favor.

— Dime cuál es tu mayor deseo, Luhan, y te lo concederé —dijo Sehun sentándose en la


cama y fijando la mirada en el rostro triste del pequeño.
— Mis padres. ¿Puedes traer a mis padres de vuelta? —preguntó Luhan esperanzado.

Sehun mantuvo su expresión seria al ver que el brillo en los ojos de aquel niño perdía
fuerza poco a poco, mientras el demonio negaba con la cabeza.

— Si están muertos, no puedo devolverlos a la vida, Luhan —el demonio siempre decía el
nombre del niño con énfasis, usando su voz calmada y suave.

Sehun vio el rostro que tenía enfrente perder toda esperanza mientras las lágrimas acudían a
sus ojos.
— Puedo concederte cualquier cosa, menos vida —murmuró Sehun, llevando sus dedos
hasta el rostro de Luhan, tocándolo levemente—. Dime qué deseas.

— ¿Puedes hacer que vuelva a andar? ¿Puedes hacer que deje de ser tetrapléjico? —
preguntó Luhan triste, sintiendo algunas lágrimas escurrirse de sus ojos.

— Puedo —respondió el demonio secando despacio las lágrimas del rostro del niño—. El
único término del pacto es que tu alma será mía y vendré a buscarla dentro de diez años. Si
lo aceptas, podrás volver a moverte hoy mismo.

— ¿Diez años? —preguntó Luhan pensativo, y comenzó a reírse en voz baja—. Diez años
corriendo es mucho mejor que una vida entera postrado en una cama.

Sehun sonrió y aproximó su rostro al de Luhan.

— ¿Pacto hecho, entonces? —preguntó Sehun con su rostro a centímetros del niño, que
tenía las mejillas rojas por la vergüenza.

— He...hecho —respondió Luhan.

Cuando los labios del demonio rozaron levemente los del niño, el frío de la piel de Sehun
chocó suavemente con el calor del humano. Menos de un segundo después, se separaron.

— ¿Qu... qué...? — intentó preguntar Luhan, sintiendo un leve ardor en sus labios.
— El pacto está hecho. Te veo dentro de diez años, Luhan.
El niño intentó impedir que el otro se fuese, pero ya era tarde. Una ráfaga de viento sopló
desde alguna parte del cuarto y obligó a Luhan a cerrar los ojos con fuerza. Al abrirlos,
estaba solo.

Y sintió un hormigueo en los dedos de la mano.

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Fue un milagro. Era lo que los médicos le decían a Luhan cuando recuperó la movilidad de
las cuatro extremidades de su cuerpo, superiores e inferiores, al mismo tiempo. El niño se
levantó de la cama a la mañana siguiente y la enfermera que fue a llevarle el café de la
mañana dio un grito que resonó en todo el hospital.

Fue un milagro, dijeron.

Pero Luhan sabía que no había sido ningún milagro. Intentó explicarles a sus tíos lo que
había pasado, pero eso acabó por costarle cuatro años de visitas al psicólogo y algunos
(muchos) remedios contra la esquizofrenia.

Bueno, por lo menos se podía mover.

Los diez años pasaron demasiado rápido para Luhan, y con el tiempo y las sesiones en el
psicólogo acabó olvidando a Sehun. El joven chino tenía ahora 20 años, iba a la universidad
y su pasatiempo era jugar al fútbol con los amigos. Cuando Luhan le contaba a las personas
que acababa de conocer que diez años atrás había quedado tetrapléjico durante dos meses,
nadie lo creía.
— Dijeron que fue un milagro —le comentaba Luhan a una nueva amiga—. Creo que tengo
un ángel de la guarda que me protege...

Lo que Luhan no sabía era que, no muy lejos, un demonio de apariencia joven le observaba
con una pequeña sonrisa en los labios. La hora en que Sehun vendría a buscar su alma
estaba cerca.

○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○

Luhan vivía solo en un pequeño apartamento que había conseguido alquilar cerca de la
universidad que frecuentaba. Tras la muerte de sus padres vivió con sus tíos hasta cumplir
los 18 años, cuando se mudó a la capital para tratar de ser alguien en el futuro.

El problema era que Luhan no recordaba que no le quedaban muchos años de vida, por lo
que no le quedaba exactamente mucho futuro.

Cuando el joven chino entró a su apartamento, tiró sus zapatos lejos y se fue a tomar un
baño. No recordaba que aquella noche se cumplían diez años, exactamente, desde que
había firmado el pacto con un demonio de los vientos.

Después de darse un baño, Luhan se puso sólo la ropa interior y se fue a acostar. El día
había sido agotador y pensó que una buena noche de descanso era todo lo que necesitaba.

Estaba equivocado.
Las luces estaban apagadas y el silencio reinaba en el cuarto del chino cuando sintió una
ráfaga de viento invadir la habitación de manera brutal. Luhan se cubrió la cara con los
brazos, asustado, y se sentó en la cama antes de que la ventisca parara. El joven encendió la
luz de al lado de la cama para comprobar que la ventana estaba abierta, pero se asustó al
verla totalmente cerrada.

Y entonces lo vio.
Un hombre estaba de pie delante de su cama, observándolo. Era, aparentemente, más alto
que el propio Luhan y vestía una camisa blanca de botones con un pantalón de vestir. Tenía
el pelo alborotado y le sonreía al joven de la cama.

— ¿Qui... Quién eres? —preguntó Luhan asustado, agarrando las sábanas para esconder la
parte inferior de su cuerpo.

El hombre que estaba frente a él dejó de sonreír y puso los ojos en blanco.

— Genial. Sabía que no te ibas a acordar de mí... —dijo el hombre antes de levantar una
ceja y sonreír—. Luhan.
— ¿Có... Cómo sabes mi nombre? —preguntó Luhan, forzando los ojos para intentar
identificar la figura que estaba frente a él. Incluso con la luz de la lámpara, la oscuridad
aún formaba parte del cuarto.

El desconocido bufó levemente y comenzó a caminar con agilidad en dirección a la cama.


Luhan no tuvo tiempo de gritar para que se alejara antes de que el hombre subiera a la cama
y caminase hasta el chino, empujándolo con un pié contra la cabecera de la cama,
aprisionándolo.

Luhan miró para el pie del hombre, que estaba en su pecho, y vio que estaba descalzo. La
mirada del chico fue ascendiendo por la pierna, después por el tronco, hasta alcanzar el
rostro desconocido, ahora completamente iluminado por la luz. Lo estaba mirando
fijamente.
— Luhan... —el hombre murmuró de un modo malicioso—. Has crecido bastante en diez
años...

Y entonces Luhan recordó.


— ¿Se...Sehun? —susurró el joven, inseguro, recibiendo un saludo por parte del otro.

El demonio se agachó frente al humano, asustándolo.

— Por fin te has acordado, entonces —dijo Sehun llevando sus dedos hasta el rostro de
Luhan para sentir su calor.

— Tú fuiste quien hizo que no me quedase tetrapléjico —dijo Luhan pensativo, mientras
admiraba el rostro del otro—. No fue un milagro… Fuiste tú.

Sehun seguía rozando el rostro del chino con los dedos, cuando lo miró fijamente a los ojos
y dejó de sonreír, mientras su expresión se volvía seria, casi sombría.

— ¿Y te acuerdas del único término del contrato, Luhan? —el chino tembló al escuchar al
otro llamarlo por su nombre de modo tan serio.

— S... sí —el joven admitió para el otro y para sí mismo que recordaba su parte del trato.
Lo había olvidado hacía tiempo, y había intentado engañarse a sí mismo diciéndose que
nada le pasaría. Pero estaba equivocado.

Y en el fondo él lo sabía.
— ¿Estás preparado? —preguntó Sehun, llevando la punta de sus dedos hasta la nuca del
otro—. ¿Estás preparado para morir e ir al infierno?”

Luhan asintió con la cabeza y cerró los ojos con fuerza, temeroso del dolor.

Sehun sonrió débilmente antes de dirigir la mano que tenía sobre la nuca de Luhan hasta su
pelo y tirar con fuerza hacia atrás. El menor gimió de dolor y el demonio sonrió antes de
depositar un beso en el cuello de éste.

— ¿Qu... qué estás haciendo? —murmuró Luhan, todavía gimiendo por el dolor que sentía
en la cabeza al tener el pelo atrapado.

— Voy a poseerte —Sehun susurró contra la piel del cuello de Luhan, antes de pasar la
lengua suavemente por la nuez del mismo.

— ¿Co... cómo? —Luhan sintió sus mejillas calentarse demasiado rápido y jadeaba bajo,
sintiendo la lengua del otro recorrer su yugular.

— No pareces saber mucho del infierno, Luhan —Sehun soltó el pelo del menor y se alejó
un poco, sonriendo—. Como te dije cuando nos conocimos, hace diez años, soy Oh Sehun,
un demonio del Segundo Círculo del Infierno, conocido como el Valle de los Vientos.

— ¿Y qué? —preguntó Luhan, pasándose las manos por el cuello, secando la saliva dejada
por el otro.

Sehun sonrió suavemente antes de arrodillarse en el regazo del menor y llevar sus manos
hasta los hombros del mismo, tras lo cual lo empujó contra la cabecera de la cama con
fuerza.

— Cada Círculo del Infierno tiene sus propios demonios, Luhan —susurró Sehun contra el
oído del humano, haciéndole estremecerse—. En el Valle de los Vientos es donde están los
caídos por la lujuria. Sabes lo que es la lujuria, ¿no?

Luhan tragó con dificultad y asintió con la cabeza levemente, mirando a Sehun.
— Entonces, cada categoría de demonios lleva a las almas humanas para el infierno de una
forma diferente. ¿Quieres adivinar cuál es el método que utilizamos en el Valle de los
Vientos?

El joven desvió la mirada, Sehun no necesitaba explicarle qué pasaría allí, pero al demonio
le resultó divertido terminar la explicación.

— Tenemos sexo con los humanos, Luhan. Y así nos los llevamos para el infierno —dijo
Sehun sonriendo antes de acercar su rostro al del otro, quien todavía mantenía la mirada fija
en algún punto del cuarto.

Sehun rozó la mejilla de Luhan con la nariz, tratando de llamar su atención. El demonio
levantó una ceja y sonrió al ver que el otro se resistía.

— Mírame, Luhan —susurró el demonio contra el oído del humano, y sonrió al sentir el
cuerpo de éste estremeciéndose.

Luhan obedeció y cuando sus ojos se encontraron con los de Sehun, suspiró bajo. El
demonio deslizó sus manos desde los hombros del humano hasta su pecho desnudo y
acercó su rostro al suyo, sellando sus labios.

Al principio el beso fue exactamente igual al de diez años atrás, con los labios rozándose
levemente uno contra el otro. Ambos tenían los ojos entreabiertos y se miraban fijamente
durante el acto. Sehun pasó las yemas de sus dedos despacio por el tronco del menor
mientras le mordía los labios sin fuerza. Cuando recibió un pequeño gemido de Luhan en
respuesta a sus caricias, el mayor llevó sus manos hasta la nuca de éste y profundizó el
beso.
Sehun forzó la entrada de su lengua entre los labios del menor y recibió un gemido de
protesta en respuesta. Las lenguas se chocaron y aunque Luhan intentó resistirse, sentía
escalofríos por todo el cuerpo cada vez que la lengua de Sehun acariciaba la suya con
urgencia.

Luhan mantenía ambas manos sobre el pecho de Sehun, tratando de mantenerlo lejos de él
lo máximo posible. Pero no estaba surtiendo, exactamente, demasiado efecto, ya que el
demonio presionaba cada vez más su cuerpo contra el del humano, mientras acariciaba su
piel y chupaba su lengua.

Cuando Sehun se separó del beso, un hilo de saliva todavía conectaba los labios de ambos.
Algo que no pasó desapercibido para el mayor, quien insistió en pasar su lengua sobre los
labios de Luhan una vez más. El menor saboreó sus propios labios, tratando de limpiar la
saliva que permanecía y Sehun sonrió.

— ¿Tienes miedo? —preguntó Sehun con una sonrisa.

— No —dijo Luhan seriamente.

— Mentiroso —el demonio sonrió antes de depositar un beso fugaz en los labios del menor.

Sehun se alejó y salió de la cama, dejando a Luhan perplejo. ¿Había desistido de la idea?

— Quítate la ropa —dijo Sehun seriamente, abriendo los botones de su propia camisa.

Luhan tragó saliva y miró la tela que cubría su cuerpo. No quería que Sehun se diese
cuenta, pero su miembro estaba comenzando a excitarse por las caricias…
— ¿A qué estás esperando, Luhan? —dijo Sehun con impaciencia mientras se despojaba
de su propia ropa y se quedaba tan sólo en ropa interior.

Luhan desvió la mirada del cuerpo del otro y se cubrió con las sábanas. El menor dobló un
poco las piernas, tratando de esconder su intimidad de Sehun. Luhan incluso podría
encontrar gracioso el hecho de que llevase calzoncillos blancos mientras Sehun usaba ropa
interior negra, como si la llevasen a juego, si su corazón no estuviese latiendo tan rápido
cuando el demonio se acercó nuevamente a él, obligándole a abrir las piernas.

— Creí que habías dicho que no tenías miedo — murmuró Sehun mientras invadía el
espacio personal de Luhan y se abrazaba al cuerpo delgado que tenía frente a él.

— No lo tengo —murmuró Luhan, y Sehun lo miró fijamente, aproximando su rostro de


nuevo.

— Entonces bésame, Luhan —susurró el demonio contra los labios del humano, recibiendo
una respuesta mejor de la esperada.

Cuando sus labios se encontraron por tercera vez en aquella noche, fue Luhan quien tomó
la iniciativa. El menor abrió su boca y se aproximó despacio a la del otro, pasando su
lengua suavemente por los labios del demonio. Sehun sonrió disimuladamente antes de
presionar su cuerpo contra el del otro y profundizar más el beso, invadiendo la cavidad
bucal de Luhan con su lengua, probando su sabor.

Luhan suspiraba entre el beso, sintiendo como el demonio le robaba el aire, quien también
le arrebataría la vida. El humano correspondía su beso mientras sentía al otro arañar
suavemente sus muslos desnudos. A Sehun le gustaba dejar marcas en sus víctimas, y con
Luhan no sería diferente: arañó la piel de la cara del humano y sonrió ligeramente al verlo
mismo gemir en desaprobación.

Fue Sehun quien separó los labios suavemente y atacó su cuello, mordiendo y chupando
con voluntad la zona. El humano se revolvía y el demonio sonrió cuando percibió que
ambos ya estaban excitados.

Luhan, que hasta ahora mantenía las manos al lado del cuerpo, gimió levemente, y llevó
ambas manos hasta la espalda de Sehun, agarrándolo con fuerza y pasando las uñas sobre la
piel del demonio.

— Jamás olvidé tu rostro, Luhan —dijo el demonio mirando a los ojos al humano, tras
abandonar su cuello.

Luhan parpadeó un par de veces, pensando que no había entendido lo que el otro le había
dicho.

— Tus ojos tristes, tus labios... —Sehun llevó la punta de sus dedos hasta el rostro del
humano y lo tocó con suavidad, exactamente como había hecho hacía diez años—. Nunca
me olvidé de ti.

Luhan sintió que sus mejillas ardían y, entrelazando los dedos entre los suyos, los apretó
ligeramente.

— Perdona que me haya olvidado de ti, Sehun —murmuró Luhan con tristeza, mirando a
Sehun a los ojos.
El demonio sonrió con malicia y acercó sus labios hasta los de Luhan, sellándolos
suavemente. Antes de separarse, sin embargo, mordió y succionó suavemente el labio
inferior del menor.

— No te preocupes, hoy me aseguraré de que no olvides jamás mi nombre —susurró el


demonio contra los labios del humano antes de volver a besarlos.

Luhan sintió que todo su cuerpo temblaba y su miembro palpitaba en respuesta al susurro
del otro, y como no había más que hacer, se rindió al beso. Mientras sus lenguas se
acariciaban con urgencia dentro del beso, Sehun escurrió sus manos hasta las piernas del
menor para acariciar sus muslos. El demonio abrió más las piernas del humano y deslizó
sus dedos por la parte interna de los muslos de éste hasta alcanzar su intimidad, aún
cubierta por la tela de la ropa íntima.

— Alguien aquí está animado, ¿eh? —murmuró Sehun, sonriendo al humano, quien abrió
los ojos ampliamente.

— N... no digas esas cosas —dijo Luhan con las mejillas ardiendo, aunque con la mirada
fija en los ojos del mayor.

Sehun lamió sus labios suavemente mientras las yemas de sus dedos recorrían la intimidad
de Luhan. El menor mordió su labio inferior conteniendo un gemido, mientras todavía
mantenía contacto visual con el otro.

— Puedes aprovechar, Luhan —dijo Sehun tirando de la única prenda de ropa que todavía
cubría el cuerpo del menor—. Vas a ir al infierno de todas formas.

El demonio obligó al humano a estirar las piernas y a acostarse casi por completo. Luhan
mantenía los codos en la cama, observando todo lo que sucedía, aunque su cerebro gritase
que se detuviese. Sehun pasó sus dedos por el miembro ya despierto del menor y sonrió al
escuchar un pequeño gemido.

— Quiero, Luhan, que hagas lo que quieras, cuando quieras. Si quieres gemir, gritar,
clamar mi nombre… Hazlo —murmuró Sehun serio, masturbando al menor ligeramente.

— ¡Sehu...ah! —gimió Luhan al sentir cómo apretaba suavemente la punta de su miembro.

El demonio sonrió ligeramente antes de comenzar a hacer movimientos cada vez más
rápidos de vaivén en el sexo del otro. Con la otra mano acariciaba la parte interna de los
muslos del humano, y sintió cómo temblaba debajo de él. Sehun acercó sus labios a la
erección del humano y la besó suavemente.

— ¿Luhan? —murmuró Sehun contra la piel del menor.

— ¿S... sí? —susurró Luhan mientras miraba cómo Sehun atrapaba con la boca su
miembro, haciendo que sintiese ondas de placer recorriendo todo su cuerpo.

— No apartes la vista de mí, ¿entendido? —susurró Sehun antes de engullir el miembro del
menor de una sola vez.

Luhan gimió alto al sentir la boca caliente del mayor envolviendo su sexo. Sehun usaba su
lengua con voluntad y jugaba con la punta del miembro del menor lamiéndola suavemente,
provocándolo.

— Sehun... —murmuró Luhan mordiéndose los labios, mientras mantenía el contacto


visual con el demonio.
El mayor sonrió, haciendo movimientos circulares alrededor del glande del otro mientras lo
masturbaba al mismo tiempo.

— Sehun, voy a... —el humano arqueó la cabeza suavemente hacia atrás, sintiendo que
estaba punto de correrse.

Pero entonces, todo paró.

Luhan levantó su cabeza deprisa y se encontró con un Sehun arrodillado, mirándolo con
una ceja levantada.

— ¿Por... por qué te detuviste? —gimió Luhan con descontento.

— Porque quiero que te masturbes para mí —dijo Sehun sonriendo con malicia.
Luhan desvió la mirada, avergonzado.

— ¿Luhan? —el otro lo llamó, acariciándole la pierna.

— Ya voy. Me estoy mentalizando... —dijo el chino en un suspiro, escuchando cómo el


otro reprimía una carcajada.

El humano cerró los ojos y se mordió los labios, mientras acercaba la mano hasta su
intimidad, tocándola levemente.
— Mírame, Luhan —ordenó Sehun, y el menor obedeció, sintiendo cómo su rostro ardía.

Luhan comenzó a masajear su miembro deseando poder cerrar los ojos, pero los mantenía
abiertos como el otro le había ordenado. Su respiración fue haciéndose más pesada a
medida que los movimientos se aceleraban y algunos segundos después ya tenía la boca
abierta y los ojos entrecerrados, admirando la belleza de aquel que tenía en frente.

— Te gusta, ¿no, Luhan? —preguntó Sehun, sonriendo travieso.

— Sehun... —gimió el menor en voz alta antes de morder con fuerza su labio inferior e
intensificar los movimientos.

El mayor amplió la sonrisa todavía más antes de acercar sus manos hasta las piernas del
menor y empujarlo con fuerza hacia abajo, forzándolo a quedar totalmente acostado sobre
la cama. Luhan, asustado, detuvo los movimientos y gimió alto cuando sintió al otro
acostarse sobre él.

— Me aburrí. Juguemos a otra cosa... —susurró Sehun contra la piel del rostro del humano
antes de besarlo suavemente en los labios.
— Sehun, necesito... —Luhan gimió ligeramente, sintiendo el cuerpo del otro aplastando
prácticamente su miembro contra él.

— Ya lo sé, ya lo sé... —dijo Sehun usando un tono amable, como si estuviese hablando
con un niño.

Los labios de ambos chocaron una vez más y se besaron con urgencia mientras las manos
se deslizaban por los cuerpos, queriendo descubrir cada uno los puntos más sensibles del
otro, queriendo sentirse el uno al otro.

Sehun respiraba pesado contra la piel caliente del otro, sintiendo su miembro palpitante de
deseo. El demonio se vio obligado a alejarse del humano para despojarse de su ropa interior
con prisa y torpeza, recibiendo una mirada curiosa del otro.

— ¿Qué vas a hacer? —preguntó Luhan mirando a Sehun a la cara, tratando de evitar mirar
más abajo.
— ¿Qué crees? —preguntó Sehun con ironía, sonriendo, mientras lo empujaba un poco más
y le abría las piernas, colocándose de rodillas en medio.

— ¡E... espera! —gimió Luhan levantando las manos—. ¡Aún soy virgen!

Sehun paró lo que pretendía y miró el rostro del menor, antes de soltar una risa floja. Era la
primera vez que Luhan veía al otro reír de verdad y no sabía si debería sentirse feliz o
preocuparse.

— Me acabas de dar una razón más para poseerte, Luhan. Los puros de cuerpo y espíritu no
entran en el Infierno. Tú espíritu ya me pertenece, ahora tú cuerpo...

Sehun seguía sonriendo, y Luhan se mordió el labio, pensativo. Ahora ya no tenía


vergüenza de estar en esa posición tan íntima con el demonio, pero al chino nunca le había
gustado sentir dolor.

— A... así que vete con calma, por favor —dijo Luhan por fin, revolviéndose un poco
debajo de Sehun, intentando sentirse cómodo.
El demonio asintió con la cabeza y acercó dos dedos hasta el rostro de Luhan, apoyándolos
en sus labios cerrados.

— Chupa —le ordenó, mirándolo serio.

Luhan obedeció y envolvió la lengua entre los dedos finos y largos del otro. Los cuerpos de
ambos temblaban de ansiedad y algunas veces el demonio se movía provocadoramente para
que su miembro rozase el del humano, haciendo que soltase gemidos bajos mientras
chupaba sus dedos.

Al demonio no le gustaba admitirlo, pero aquel humano le afectaba demasiado con él.

— Ya basta, Luhan —murmuró Sehun, impaciente. El menor abrió la boca despacio y


lamió los dedos del otro una vez más antes de apartarlos.

Sehun miró sus dedos mojados y sonrió antes de alcanzar la entrada de Luhan. Ambos se
miraban, pero Luhan cerró los ojos con fuerza y arqueó la espalda, gimiendo alto cuando
sintió que su interior era invadido. El demonio esperó unos segundos para moverse, pero
era imposible resistirse al cuerpo perfecto del humano. Cuando se dilató lo suficiente,
Sehun ya lo embestía con velocidad, usando sus dedos, sintiendo como se contraía debajo
de él.

— ¡Se... hun... ah! —gemía Luhan, mordiendo sus labios y lanzando miradas al otro.
Algunas lágrimas se deslizaban por su rostro, pero el humano ya no sentía dolor—. Por
favor...

Sehun levantó una ceja cuando creyó que le estaba haciendo daño, pero sonrió cuando
finalmente entendió lo que el menor quería. El demonio retiró sus dedos del interior del
humano y recibió un suspiró largo como respuesta. Luhan se retorcía debajo de él,
suplicando más.

El demonio acercó un dedo hasta la punta del miembro del menor y lo rozó suavemente,
esparciendo el líquido preseminal que salía del mismo. Luhan gimió alto como respuesta y
le lanzó una mirada furibunda. Por segunda vez en esa noche, Sehun se rió.

Luhan sintió una presión contra su entrada y gimió alto cuando notó algo que lo invadía. El
chino se revolvió en la cama, y miró al demonio. Sehun estaba intentando penetrarlo sin
lubricación.

— ¡Sehun-ah! ¡Así no entrará! —murmuró Luhan antes de morder sus labios, aprensivo.

— Ah claro, eres virgen... —dijo Sehun con una sonrisa maliciosa en sus labios—. Todavía
estás demasiado apretado.
Luhan se ruborizó con el comentario y desvió la mirada, dejando de mirar a la cara al
demonio. Escuchó a Sehun soltar una risilla.

— No te molestes, me alegra saber que soy el primero —comentó Sehun acariciándole la


espalda al menor, haciéndole cosquillas.

Luhan volvió a mirarle, algo sorprendido. ¿Qué significaba lo que el demonio acababa de
decirle? El humano no tuvo tiempo a atreverse a preguntar, antes de que el otro continuase
con lo que pretendía.

El mayor escupió ligeramente, sacando su lengua hacia fuera y dejando que la saliva se
escurriese en su propia mano. Luhan lo miró enfadado y Sehun le sonrió antes de
masturbarse con la mano mojada para lubricar, al menos un poco, su miembro.
— Tú lo pediste —comentó Sehun divertido antes de posicionarse en la entrada del menor
nuevamente.

Luhan lloró alto al sentir su interior siendo invadido nuevamente. Sim embargo, en lugar de
dedos, lo que había entrado era el miembro del demonio. Sehun se mordió los labios con
fuerza, conteniendo un gemido de placer. El interior del humano era caliente y demasiado
apretado.
— Du... duele —gimió Luhan, respirando con dificultad. Levantó sus manos hacia el aire,
intentando agarrar algo que le diese apoyo y suspiró aliviado cuando sintió que Sehun
entrelazaba sus dedos con los de él.

— Pasará... —dijo Sehun sonriéndole ligeramente, apretando sus manos contra las de
Luhan.

El humano sonrió y soltó sus manos de las de Sehun, llevándolas hasta su boca para
morderse los dedos. El demonio miró al menor y cuando éste asintió, ambos se sonrieron.

Los movimientos comenzaron siendo suaves y Luhan mantuvo la espalda arqueada para
que la penetración fuese más fácil. El contacto visual no se rompía, aunque los ojos del
menor estuviesen llenos de lágrimas. Sehun intentaba controlarse para no golpear el cuerpo
del otro, pero cuando el pequeño gimió, pidiéndole «más», no hubo manera de que el
demonio mantuviese su autocontrol.

Sehun levantó una de las piernas de Luhan y la colocó por encima de su hombro. El menor
gimió cuando el otro forzó su tronco para que se girase. Ahora Luhan estaba acostado de
lado y una de sus piernas estaba sobre el hombro del demonio y, por Dios, Sehun estaba
penetrándolo demasiado profundo.

— ¡Seh... ah! —gimió Luhan cuando sintió que su interior era embestido cada vez más
adentro.
— Di mi nombre, Luhan —murmuró Sehun antes de usar su mano libre para masajear el
miembro, sonriendo al verle poner los ojos en blanco de placer.

— Sehun... —un hilo de saliva se escurría de la boca de Luhan, mientras que intentaba
mantenerse firme en la posición con sus manos agarradas al colchón. Pero era
extremadamente difícil mantenerse estable con Sehun moviéndose tan rápido sobre él—.
¡Sehun-ah!

Luhan gritó cuando su punto sensible fue embestido con fuerza y sintió que su cuerpo
temblaba cuando el orgasmo finalmente llegó. Se corrió en la mano de Sehun, quien siguió
masturbándole mientras le embestía más y más rápido. El demonio sonrió cuando vio que
el otro había llegado al límite y sintió que una onda de placer lo poseía mientras el interior
del menor se cerraba contra su miembro debido a los espasmos que Luhan estaba teniendo.

— Sehun... —gimió Luhan una vez más con una voz cargada de malicia; y ése fue el fin
para el demonio.

Gimió mientras se corría dentro del humano, embistiéndole algunas veces más hasta que
estuvo completamente convencido de que su placer había terminado. Extendió una de sus
manos suavemente en dirección al otro y éste se la agarró, mientras tiraba de él para
abrazarlo. Sehun retiró la pierna de Luhan de su hombro y se acostó sobre
él, permaneciendo todavía en su interior.

Ambos respiraban con dificultad, y Sehun sintió escalofríos cuando las manos de Luhan
acariciaron su cabello. Sehun salió del interior del menor y lo miró una vez más antes de
sacar su lengua hacia afuera y que Luhan se la chupase de forma calmada y erótica. Cuando
se separaron, juntaron sus frentes y permanecieron quietos un momento, normalizando sus
respiraciones e intentando contener los latidos rápidos de sus corazones.
—Sehun... —susurró el menor después de que el demonio se deslizara hacia un lado,
acostándose encima del colchón y mirándolo.

— ¿Sí?

— ¿Qué pasará después de que me muera? Después de que me lleves al infierno, digo —
murmuró, colocándose de lado y mirando al demonio.

— Ya lo descubrirás... —respondió con una sonrisa en los labios, rozando el rostro del
menor con las yemas de sus dedos.

— ¿No nos volveremos a ver nunca más? —preguntó Luhan, agarrando los dedos del
mayor y apretándolos contra su rostro de forma cariñosa.

— Si me quieres encontrar, ve hasta el Valle de los Vientos, estaré allí —dijo el demonio
tras pensar un poco lo que debería decir.

— Iré —dijo el humano decidido y el otro no pudo evitar sonreír.


Sehun se aproximó al rostro de Luhan, casi pegado a sus labios, rozándolos suavemente,
como en una pequeña carantoña.

— ¿En serio? ¿Me lo prometes? —preguntó, y el menor tembló al sentir el aliento cálido en
su rostro.

— Sí, lo prometo —dijo Luhan, estirando un poco el cuello para alcanzar los labios
deseados.
Intercambiaron un beso más, pero más calmado que los otros. Sus lenguas se acariciaron
lentamente y la saliva intercambiada causaba pequeños chasquidos dentro de dus bocas.
Sehun no se resistió y mordió una vez más el labio del otro antes de separar sus rostros.

— Te veo en el infierno, Luhan —susurró el demonio pasando sus dedos por los párpados
del humano, obligándole, aunque de modo delicado, a cerrar los ojos.

Luhan no lo vio, pero los ojos de Sehun se pusieron negros y las tinieblas envolvieron su
cuarto. Y entonces todo se volvió oscuro.

Todo se quedó en silencio.

Y Luhan estaba muerto.


(IM)PACTO

Capítulo Dos - Muerte

El cuerpo parecía muerto cuando cayó al suelo procedente de la nada. El estruendo del
impacto fue fuerte, pero no había nadie presente alrededor para poder escucharlo en la
oscuridad.

Los ojos de Luhan se abrieron de repente mientras cogía aire con fuerza. Sus pulmones
parecían vacíos y respiraba pesadamente, intentando recuperar el aire que le faltaba. Su
corazón latía con fuerza y sentía frío. Pensó que estaba muerto.
Y, de hecho, lo estaba.

Parpadeó algunas veces hasta identificar el paisaje que le rodeaba. Estaba oscuro y la tierra
bajo sus pies tenía un tono grisáceo. No había árbol alguno y el silencio era tan abrumador
que Luhan no se atrevió a abrir la boca.

Se levantó del suelo con dificultad y miró hacia atrás, pero todo lo que vio fue un camino
que se extendía hasta ser engullido por las tiniebla; no había nada más que lo aparente.
Entonces, el chico miró hacia adelante y vio un portal simple de piedra de dos metros de
altura, sin cerraduras, puertas o grandes adornos. Luhan avanzó hasta el portal y vio unas
palabras talladas en la piedra. Observó las escrituras y comprobó que todos los idiomas
conocidos estaban allí, diciendo (probablemente) siempre lo mismo.

«Cuando entras en el Infierno, deja toda tu esperanza atrás.»


Luhan tragó saliva y se abrazó a sí mismo, con miedo a entrar. No se había dado cuenta
hasta aquel momento, pero llevaba una especie de vestido sin mangas de color beige claro,
algo que parecía un camisón que se prolongaba hasta los tobillos. También se percató de
que no llevaba ropa por debajo de aquello y agradeció que en aquel lugar no hubiese
demasiado viento.

— ¿No vas a entrar? —oyó un grito al otro lado del portal y se asustó al darse cuenta de
que no estaba solo—. ¡El barco va a partir!

Luhan no conseguía ver lo que sucedía al otro lado del portal, pues las tinieblas envolvían
el paisaje. El chino respiró hondo y, cerrando los ojos con fuerza, corrió hacia delante,
entrando (en efecto) en el infierno.

Esperaba sentir un calor intenso y oír gritos desesperados, pero cuando comprobó que sus
expectativas eran falsas, Luhan abrió los ojos y vio un grupo de personas dentro de un
pequeño barco antiguo, con un hombre encapuchado girado hacia él, mirándolo.

— ¿Vienes? —le preguntó el hombre encapuchado, y el chico se estremeció al percibir que


todas las demás personas sentadas en el suelo del pequeño barco estaban vestidas como él.

— S...sí —murmuró Luhan, mientras se aproximaba al barco y entraba en él sin mirar a


Caronte, el barquero de Hades.
El paisaje continuaba sombrío, con mucha niebla que cubría el río por el cual el barco
navegaba lentamente. En la orilla desde la que habían partido, algunas personas caminaban
con paso lento, sufriendo, con expresiones de infelicidad en el rostro.

El chico miró a las personas quienes tenía a su lado; era un grupo de aproximadamente
diez, y todos parecían tener sus peculiaridades. Había algunos niños, algunos ancianos y
otros eran adultos, pero ninguno aparentaba estar enfermo. Era imposible decir por qué
cada uno de ellos estaba allí.

Un hombre del pequeño grupo se mordía las uñas de dos dedos y una mujer trataba de
rasgarse la ropa por la zona del pecho, para abrirse un escote. Cuando vio que Luhan la
observaba sonrió y el chico desvió la mirada rápidamente, evitando mirar nuevamente a
alguno de sus «compañeros de infierno».

Luhan nunca supo con certeza durante cuánto tiempo navegaron por el río, pero en cierto
momento acabó cerrando los ojos y quedándose dormido. Despertó porque alguien le
estaba dando empujones y, cuando abrió los ojos, vio al hombre encapuchado dándole
ligeras patadas en la espalda.

— Vas a acabar quedándote atrás —murmuró el hombre cuando el chico abrió los ojos.
Luhan parpadeó varias veces y miró para donde el hombre apuntaba. Estaban parados en la
orilla del río y un camino se extendía en un suelo cubierto por un césped extraño. Las
personas que estaban en el barco ya caminaban a algunas decenas de metros frente a él y el
chico saltó rápidamente del interior de la embarcación, y corrió para alcanzarles.

Sin embargo, se paró después de unos segundos y, tras girarse, le gritó al barquero.

— ¿Dónde está el Valle de los Vientos? —gritó Luhan y el hombre encapuchado, que ya
comenzaba a remar con el barco en movimiento, lo miró.

— En el Segundo Círculo del Infierno. Sigue por el camino y llegarás en breve –gritó el
hombre antes de desaparecer entre la niebla que lo cubría todo.

Luhan sonrió antes de volver a correr, siguiendo a su grupo. El césped extraño le hacía
cosquillas en las plantas de los pies y no pudo evitar sonreír mientras corría, al sentir los
pies en el suelo.

Claro, él también estaría muerto, pero eso no le entristecía de ninguna manera. Luhan
todavía se sentía vivo. Quería encontrar a Sehun y agradecerle los diez años que le había
concedido de vida; Luhan quería tocarlo una vez más.

El joven había alcanzado al grupo y caminaron todos juntos, en silencio, durante lo que
parecían horas mientras que el paisaje no cambiaba. En cierto punto del camino, Luhan vio
que una grieta se abría en el suelo, desde la que se oían murmullos y gritos. El joven tembló
al pensar en lo que le pasaría si llegase a caer allí dentro.

— Aterrador, ¿verdad? –Comentó un chico que no aparentaba tener más de doce años.

Luhan lo miró y asintió, mientras proseguía su camino.

El grupo caminó durante un tiempo antes de pararse frente a una gigantesca montaña de
piedra. El único modo de atravesarla era a través de un pasadizo que había en su base, en
forma de caverna. Las personas fueron entrando una a una y Luhan tragó saliva cuando, al
entrar de último, vio de qué se trataba el interior de la montaña.

Las paredes y el suelo eran de color rosa y estaban cubiertos por una gruesa capa blancuzca
que Luhan entendió que eran placentas. Había pequeños fetos pegados en los laterales de
toda la extensión de la caverna y en el suelo había algunos bebés que permanecían
tumbados, lloriqueando. La cueva era prácticamente un útero.

— Estamos entrando en el limbo —comentó el mismo chico que había hablado con Luhan
antes, adoptando un gesto de enojo—. En el limbo habitan los no bautizados, los fetos
abortados y quienes murieron antes de Cristo.
Luhan no respondió y clavó la mirada en sus propios pies mientras caminaba por la
caverna. La placenta se pegaba en las plantas de sus pies en cada pisada y le provocaba
mareos. El olor era fuerte y desagradable: una mezcla de sangre con algo que Luhan no
conseguía identificar.

El llanto de los bebés era insistente y algunas veces el joven estuvo a punto de pisar a algún
feto por el camino. El grupo no pasó mucho tiempo dentro de aquel lugar antes de llegar a
la salida; descubrieron un local abierto, cubierto de hierba verde, con árboles dispersas y
diversas personas descansando a su sombra.

Luhan casi agradeció a los Cielos haber salido de dentro de la cueva, había sido una
experiencia grotesca.

El chino miró hacia arriba y vio que no había sol (como era de esperar) pero aquel lugar era
mucho más claro que los otros por los que había pasado. Allí dos niños gemelos de
aparentemente cuatro años se quedaron atrás, agarrados de las manos, observando como el
grupo continuaba su camino por el Infierno.

— Estaría bien quedarse aquí —le volvió a comentar el chico a Luhan mientras miraba a
los dos niños, que se sentaron bajo la sombra de un árbol.

— Sí, estaría bien—afirmó Luhan y percibió que en aquel lugar no sentía ni calor ni frío.

Se estaba sintiendo muy vacío, en realidad.

○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○

Luhan no sentía sed, hambre o cansancio. Sólo impaciencia.

Él y el grupo caminaron durante un buen rato y cuando llegaron al final del limbo, lo único
que vieron fue un cráter gigante, donde no se podía visualizar lo que había más abajo,
debido a la oscuridad que lo envolvía todo. Encontraron un pasadizo y comenzaron a
descender por unas escaleras circulares interminables que estaban pegadas a las paredes de
aquel enorme agujero; se agarraron los unos a los otros para no caerse.

El niño que había hablado con Luhan hace nada ahora no paraba de hablar. Estaba
animado sobre todo por lo que estaba sucediendo y le contó a Luhan que había leído cosas
sobre el Infierno, principalmente sobre el Segundo Círculo, que era el único interés del
chino allí.
— ¿Cómo sabes tanto? —le preguntó Luhan, levantando una ceja.

Habían acabado de descender el avance (interminable) de las escaleras y ahora había un


bosque cerrado delante de ellos. No había manera de cruzarlo, así que la única manera era
atravesarlo por dentro.

— Leí todo sobre el infierno. Sabía que acabaría aquí y quería estar preparado.

El grupo siguió andando mientras el chico pensaba en como continuar con la conversación
con el niño. Los árboles del bosque en el que
se encontraban eran sombríos y sus hojas estaban secas; no había frutos y tampoco flores y
los troncos estaban cubiertos de espinas.

Era posible oír murmullos por todos lados, pero el origen de esos lamentos no era visto y
todos estaban nerviosos.

— No tengas miedo —dijo el niño mientras sonreía a Luhan.

El chino pestañeó un par de veces y contuvo la respiración cuando vio al niño sentarse al
pie de un árbol.

— ¿Qué estás haciendo? Sal de ah í—dijo Luhan preocupado, tendiéndole la mano.

— De eso nada, mi parada es aquí. Estamos en el Valle del Bosque de los Suicidas —
respondió el niño mientras algunas ramas del árbol apresaban su cuerpo—. ¿Quieres saber
por qué estudié tanto sobre el Infierno?

— ¿Por qué? –preguntó Luhan, aunque supiera la respuesta, mientras ignoraba el hecho de
que el grupo los estaba dejando atrás.

— Sabía que cuando acabase con mi propia vida vendría a parar a aquí. Quería saber cómo
era de antemano –dijo el niño mientras era engullido por el árbol poco a poco, volviéndose
parte de él—. ¡Buena suerte con lo que viniste a hacer aquí! Sigue hasta la Torre de los
Vientos, encontrarás quien te ayude.

Luhan abrió lentamente sus labios para decirle «adiós», pero el niño ya se había unido al
grueso tronco del Sauce llorón. El chino se mordió el labio inferior, pensando en cuál sería
su futuro y deseó más que nada en el mundo encontrar a Sehun lo más pronto posible.
○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○

El grupo de Luhan lo había abandonado otra vez. El chino no los encontró mientras
avanzaba solo por el desierto que tenía enfrente, y siguió el camino de piedra bajo sus pies.
Había conseguido salir del bosque hacía rato y seguía la única dirección que podía tomar,
esperando encontrar pronto el Valle de los Vientos.

Conforme Luhan iba siguiendo el camino, el paisaje se volvía más oscuro ya que las
tinieblas lo dominaban casi todo, y hacían que el chico temiese dar un paso y caer en algún
agujero oculto por las sombras.

El chino cerró los ojos con fuerza y se detuvo mientras rezaba para que las tinieblas se
dispersaran, pero nada ocurrió. Cuando una ráfaga de viento lo empujó con fuerza, Luhan
se agachó y usó los brazos para apretar las piernas contra su cuerpo. Hasta que el vendaval
de detuvo, permaneció así, inmóvil, rezando.

Cuando todo volvió a quedarse en silencio y el viento ya no zumbaba en sus oídos, Luhan
abrió los ojos y finalmente vio la torre que tanto ansiaba encontrar. Estaba a apenas unos
100 metros de la enorme torre blanca de mármol que recordaba mucho a la de Pisa, en
Italia. El chico sonrió y corrió en su dirección mientras sentía cómo el viento lo fustigaba
con fuerza en el rostro mientras corría.
Cuanto más se aproximaba a su destino, más fuerte era el viento. Estuvo a punto de caerse
por el camino en alguna ocasión, pero aún así no dejó de correr hasta llegar a la entrada de
la torre.

Luhan pensó que nada más llegar, entraría y gritaría por Sehun, pero en frente a la puerta
cerrada se encontraban dos chicos de apariencia joven, ambos vestidos con gabardinas
y pantalones ajustados, pero con los pies descalzos (como Sehun las dos veces que se
habían encontrado). Los dos miraron al chico con una ceja levantada mientras éste se
acercaba, nervioso, y perdieron el hilo de su conversación.

Eran dos demonios.

— ¿Te has perdido? —le preguntó el menor de los dos, con aspecto realmente preocupado.
Sus ojos eran grandes y cálidos, y en sus labios gruesos se esbozaba una pequeña sonrisa.

El otro demonio miró a su compañero y puso los ojos en blanco, suspirando irritado.

— Si buscas a un grupo, pasaron por aquí hace tiempo, sólo tienes que continuar su camino
—le dijo a Luhan el demonio irritado, incomodado por su presencia.

Luhan no tuvo tiempo de responder antes de que los dos demonios guardianes de la entrada
de la torre se pusieran a discutir.

— ¡Jongin, no le hables así! Nuestro deber es ayudar a las almas, no asustarlas –le dijo el
demonio de ojos grandes mientras le propinaba un ligero empujón en el hombro a su
compañero.

— Te equivocas. Nuestro único deber es proteger la entrada de la Torre de los Vientos.


Además, no pertenece al Segundo Círculo, Kyungsoo, es bastante obvio que no está aquí
por haber sido víctima de la lujuria en vida–. Dijo el demonio, Jongin, con una sonrisa
cínica en el rostro.

Luhan sinitó que sus mejillas ardían y de repente se encontró pensando si había otra forma
de entrar en la torre sin tener que pasar por esos dos demonios guardianes. Aquello estaba
siendo vergonzoso.

— Jongin…—murmuró el demonio llamado Kyungsoo con un mohín de insatisfacción en


los labios.

— ¡Estoy buscando a Sehun! –gritó Luhan, interrumpiendo la discusión y obligándoles a


mirarle.

— ¿Sehun? —preguntó Jongin levantando una ceja, incrédulo—. Nunca ningún humano ha
venido en busca de Sehun.

— ¿Eres el niño tetrapléjico? —preguntó Kyungsoo separando sus labios despacio,


quedándose boquiabierto.

— Lo era, Sehun me curó.

Kyungsoo esbozó una sonrisa victoriosa y golpeó a Jongin con fuerza en el hombro
mientras se reía. El demonio de piel morena se quejó y lo miró con rabia.

— ¡Te dije que fueras educado con él, Jongin—ah! ¡Es el chico de Sehun! ¡Del que nos
habla desde hace tiempo!

Luhan sintió que su rostro se encendía y su corazón comenzaba a latir con fuerza. Sólo era
un alma, pero sentía que su cuerpo estaba allí, sentía que todos sus músculos se habían
contraído. Sentía un ligero dolor en el pecho y notaba como si tuviera mariposas en el
estómago.

¿Qué significaban todas aquellas sensaciones?

— ¿Desde hace tiempo? Desde hace años querrás decir, ¿no? –preguntó Jongin con ironía,
poniendo los ojos en blanco para a continuación dirigir su mirada a Luhan. El demonio
sonrió con malicia mientras lo miraba y rió suavemente–. Mira, Kyungsoo, se ha puesto
colorado.

Luhan se cubrió la cara rápidamente con las manos y miró a Jongin con odio. Enseguida
notó que su rabia disminuía cuando Kyungsoo golpeó el hombro del otro nuevamente, con
más fuerza.

— ¡Jongin—ah! ¡No seas grosero con el nuevo! —gritó irritado Kyungsoo antes de girarse
para mirar a Luhan con una sonrisa en los labios—. ¿Te llamas Luhan, verdad?

— Ah…S...Sí—respondió el chico, abriendo los ojos despacio—. ¿Cómo lo sabes?

— Jongin no mintió cuando dijo que Sehun habla de ti desde hace años… —comentó
Kyungsoo riendo—. Voy a intentar avisarle de que has llegado.

El demonio llamado Kyungsoo miró por última vez a Jongin, como si le ordenase que se
comportara, y tras abrir la puerta de la torre, desapareció en el interior de ésta. Luhan se
mordió el labio inferior, nervioso, y el demonio que tenía frente a él lo miró con un sonrisa
cargada de malicia.

— Entonces, Luhan… ¿cómo ha sido tener sexo con Sehun? —el humano casi se atragantó
y se vio obligado a toser al escuchar la pregunta que el otro le hizo.

— No es de tu incumbencia —dijo Luhan, mirando a Jongin con semblante serio.

— Debe de haber sido muy bueno, para que te hayas atrevido a venir hasta aquí.
Normalmente las personas que hacen pactos se quedan encerradas en el Ante—Infierno. No
llegan a entrar en el barco. Pero mírate, aquí estás.

— Le prometí a Sehun que lo encontraría—dijo serio Luhan, mirando al suelo.


Jongin observó al menor que tenía frente a él y sonrió pensando en que Sehun era un
completo idiota.

— ¿Sabes? Cuando fue a hacer el pacto contigo, hace diez años, Sehun volvió muy
molesto, maldiciendo a nuestro jefe por haberle mandado engañar a un niño —le contó
Jongin al humano entre risas—. Pero después sólo hablaba de Luhan, Luhan… ¡Estaba
insoportable!

El humano miró al demonio; no podría creer lo que decía.

— Después comenzó a escaparse a la Tierra para observarte, para ver si estabas bien. Hasta
arrastró a Kyungsoo algunas veces y ya te digo, yo odio ir a la Tierra, no tengo buenos
recuerdos de ella.

— ¿Sehun me observaba?—preguntó Luhan con la boca ligeramente abierta.

— Sí, de vez en cuando. Decía que era sólo para que no te murieras antes de poder ir a
buscarte… Porque eras muy frágil y bablabla…—Jongin hizo un gesto con la cara y sacó la
lengua fuera, mientras ponía los ojos en blanco, disgustado.

Luhan no pudo evitar reírse. Jongin lo acompañó y, después de respirar profundo, abrió la
puerta que tenía tras él.

— Me has gustado, Luhan. Puedes entrar. El cuarto de Sehun está en el tercer piso, sólo
tienes que subir las escaleras —le dijo con una sonrisa y Luhan parpadeó un par de veces,
incrédulo.

El chino, viendo que el demonio estaba siendo sincero, sonrió y corrió hacia el interior
antes de que el otro cambiase de parecer, y acabase por cerrar la puerta nuevamente.

— ¡Gracias, Jongin! —le dijo Luhan, sonriendo ligeramente.


La puerta estaba casi cerrada cuando el demonio volvió a abrirla, con una mirada seria.

— Llámame Kai. Sólo Kyungsoo tiene derecho a llamarme Jongin —le dijo el demonio
seriamente, cerrando la puerta con fuerza.
Luhan parpadeó un par de veces, parado, pensando en cuál sería la relación entre los dos
guardianes de la torre. Cuando el chino finalmente se dio cuenta de que pronto se reuniría
con Sehun, se giró y miró hacia la entrada de la torre.

Y entonces se percató de que estaba en un verdadero templo de lujuria.

Había estatuas de órganos sexuales femeninos y másculinos esparcidos por el suelo,


mientras que diversos cuadros con escenas eróticas cubrían las paredes. Luhan notó que se
ruborizaba al ver las imágenes que lo rodeaban y contuvo la respiración dando media vuelta
cuando vio que había un grupo de personas en una esquina, tocándose. Lo peor era que una
de esas personas era su antigua compañera de grupo, la mujer que rasgaba su propia ropa en
el barco de Caronte.

Luhan tragó saliva, corrió hacia las escaleras de la torre y las subió de dos en dos.

El chino llegó al tercer piso en menos tiempo del que esperaba. Sonreía cuando comenzó a
avanzar por el único pasillo, lleno de puertas semiabiertas. De dentro de los cuartos podía
oír murmullos y gemidos de personas, y no le hacía falta mirar hacia dentro de las puertas
para entender lo que estaba pasando en todos esos lugares.
Por más que el chico no quería ver lo que pasaba en aquellas habitaciones, se vio obligado a
echar una ojeada en todos los dormitorios.

Por los huecos de las puertas entreabiertas, Luhan echaba un vistazo a las caras de dentro
de los cuartos y suspiraba aliviado cuando veía que Sehun no se encontraba en ninguna de
las orgías que veía.

Luhan se tapó la boca varias veces, sorprendido, cuando se encontraba con alguna escena
de tortura dentro de alguna de las habitaciones. Puede que no fuera un santo, pero
definitivamente aquellas escenas lo sorprendían. Había como mínimo quince puertas en
aquel pasillo y le quedaban sólo dos por comprobar, que estaban cerradas. El chino
consideró durante un momento a cuál de las dos debería llamar primero y lo echó a suertes
haciendo un juego con los dedos.

Sólo esperaba no haber elegido la puerta equivocada.

Cuando la puerta se abrió con fuerza, un hombre alto y moreno miró a Luhan con cara
somnolienta.

— ¿Quién eres? —preguntó el hombre. Sólo llevaba puesta la ropa interior y Luhan se
sonrojó al darse cuenta.

— Lu..Luhan. Estoy buscando a Sehun…¿Está aquí? —preguntó el chico mirando


disimuladamente hacia el interior del cuarto.
No se fijó en que el hombre sonrió con malicia.

— ¿Sehun? ¿Tú eres su humano? —Preguntó el hombre y Luhan no supo qué responder.

— No lo sé exactamente, pero…¿supongo que sí? —dijo, sonrojándose, con una media


sonrisa.

Lo que Luhan no esperaba era que la sonrisa de aquel hombre se ampliase y tirase de él con
fuerza hacia dentro de la habitación, cerrando la puerta al momento.

○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○

Kyungsoo abrió la puerta de la torre con fuerza, casi chocando su cuerpo contra el de
Jongin.

— ¿Qué ha pasó? —preguntó el moreno, asustado por la forma atropellada en que respiraba
el menor.

— Subí los quince pisos, abrí prácticamente todas las puertas y grité el nombre de Sehun lo
más alto que pude, pero no lo encontré —dijo Kyungsoo, mientras intentaba que su
respiración se normalizase.

— Saldría a cumplir alguna misión antes de nuestro turno, ¿no? –preguntó Jongin mientras
pasaba las manos por la cara del otro para secarle el sudor.

— ¿Qué cojones estáis hablando de mí? —una voz irritada sonó cerca de los dos
guardianes de la torre y estos dieron un respingo por el sorpresa.

— ¿Sehun? —gritaron ambos al mismo tiempo, mirando al demonio que tenían frente a
ellos.

— ¿Dónde estabas, idiota? —preguntó Jongin, alejándose deprisa de Kyungsoo.

— En una misión desde ayer. ¿Por?¿Qué ha pasado? –preguntó levantando una ceja y
Kyungsoo sonrió golpeándolo en el hombro.

— ¡Luhan está aquí! –anunció Kyungsoo en tono alegre y Sehun sintió que sus mejillas se
calentaban.

— ¿Dónde está? —preguntó Sehun, mirando a su alrededor con una pequeña sonrisa en el
rostro.
Fue entonces cuando Kyungsoo se dio cuenta de que el humano no estaba allí y miró a
Jongin, seguido por Sehun.

— Jongin... ¿Dónde está Luhan? –preguntó con recelo el menor de los tres.
El más alto de ellos se mordió el labio inferior y desvió la mirada, intentando disipar su
nerviosismo.

— ¿Y si tal vez, hipotéticamente hablando, le dejase entrar en la torre pensado que Sehun
estaba dentro? —dijo Jongin con una sonrisa nerviosa.

— ¿Qué hiciste qué? –gritó Sehun. Agarró a Jongin por el cuello y lo empujó con fuerza
contra la puerta—. ¡¿Eres imbécil, Kai?! ¡Sabes de sobra lo que les hacen a los novatos que
no van acompañados! ¿A dónde lo has mandado?

Kyungsoo dirigió sus manos hasta los brazos de Sehun para intentar apartarlo del otro, pero
éste no se movió, a pesar de que menor estaba usando toda su fuerza física para moverlo.
Jongin no intentaba quitarse las manos de encima, pero seguía mirándolo a los ojos
fijamente.
Sehun jamás había sido así con él.

— Tercer piso —dijo Jongin y Sehun salió disparado hacia el interior de la torre.

— ¡Jongin—ah! ¿Estás bien? —preguntó Kyungsoo preocupado, comprobando su cara.

— La he cagado, ¿no? —preguntó Jongin con una sonrisa triste, y el menor se mordió el
labio inferior.

— Ve detrás de Sehun antes de que acabe destrozándolo todo —dijo Kyungsoo y el otro,
tras asentir con la cabeza, entró en la torre.

○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○

Luhan intentaba gritar, pero era difícil con el otro tapándole la boca con tanta fuerza. El
hombre era mucho mayor y más fuerte que el chino y lo acorralaba contra la pared usando
su cuerpo, besándolo y mordiéndole con fuerza el cuello y los hombros. Mientras el otro
abusaba de él, algunas lágrimas resbalaban de los ojos del menor.

El humano golpeaba con fuerza al hombre que tenía delante, pero no le causaba dolor. El
mayor lo agarró de las muñecas para que dejase de cubrirse la boca.

— Soy un demonio, Luhan. No tienes oportunidad ninguna contra mí... —dijo el hombre
antes de atacar los labios del menor.

Luhan luchaba y se desesperó cuando sintió que su agresor colaba una pierna entre sus
muslos. El humano sabía muy bien que no llevaba ropa interior debajo de aquella especie
de camisón y lloró todavía más cuando sintió que el hombre le mordió el labio inferior con
fuerza, tras lo cual notó el intenso sabor de la sangre en su boca.

¿Dónde estaba Sehun?

Sehun...

— Ahora quédate quietecito mientras te follo —el hombre le propinó una fuerte bofetada
cuando Luhan comenzó a gritar—. Sehun y yo tenemos algunos asuntos pendientes y tú
serás mi venganza.
El humano se sentía aturdido debido al fuerte golpe que había recibido y no consiguió
impedir que su agresor lo girase contra la pared. El rostro del menor golpeó contra el
mármol y las lágrimas resbalaron libres por su cara, mientras el demonio le sujetaba las
manos unidas por las muñecas por encima de la cabeza.

Luhan se quedó paralizado cuando sintió que la mano libre de aquel hombre le tocaba las
piernas y le levantaba de una sola vez la única pieza de ropa que el menor usaba, hasta
revelar sus nalgas. El humano lloró en voz alta y gritó.

Gritó llamando por aquel que lo había salvado una vez y que podía, tal vez, salvarlo
nuevamente.

Sehun.

○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○

Jongin estaba asustado por el modo en que Sehun usaba y controlaba el viento para abrir
las puertas una tras otra en el tercer piso. Las personas de dentro de las habitaciones
gritaban, asustadas por la invasión repentina y Sehun gritaba llamando a Luhan, sin obtener
respuesta.

Ya habían llegado al final del pasillo y sólo quedaban dos puertas; una de ellas era el cuarto
de Sehun y la otra era la de su mayor rival en el Valle de los Vientos.

Sehun colocó una mano sobre el pomo de la puerta y contuvo la respiración al escuchar a
Luhan gritar su nombre.

○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○

La puerta se abrió con un estruendo y el viento entró en la habitación en fuertes ráfagas. La


escena que Sehun presenció lo dejó fuera de sí: su rival mantenía a Luhan contra la pared y
le acariciaba la piel por debajo de la ropa. Cuando Sehun se fijó en que el hombre estaba en
ropa interior, rozando su miembro contra la piel de Luhan, no hubo nadie que pudiese
controlar su ira.

El agresor de Luhan se asustó con la llegada repentina de sus compañeros y acabó soltando
al humano, que cayó al suelo en peso muerto. En menos de un segundo Sehun estampó al
hombre que había tocado a su Luhan contra la pared y le apretó el cuello con ambas manos.

Los ojos de Sehun estaban vidriosos y totalmente negros, mientras sus uñas se clavaban
cada vez más contra la piel del otro hasta hundirse en su carne.

— ¡Sehun! —gritó Jongin acercándose a su amigo y agarrándolo del brazo—. ¡Si matas a
ese idiota será Minos quien te mate a ti!

— ¡Tocó a Luhan! —murmuró Sehun entre dientes antes de golpear en la cara a su agresor.
Éste gritó de dolor y se llevó las manos a su cara dolorida, tras lo cual recibió un golpe en
el estómago. Sehun le había dado un rodillazo con violencia.

Luhan se había arrastrado lejos de la confusión y miraba asustado la escena. Jamás había
imaginado que vería a Sehun actuando de esa manera.

— ¡Lo llevaré a Minos, Sehun! ¡Ahora suéltalo! –gritó Jongin, intentando calmar a su
amigo–. Luhan está aquí, ¿lo ves?

Sehun agarró al demonio herido frente a él por la piel del cuello y del hombro y lo lanzó al
otro lado de la habitación. Éste cayó de espaldas y comenzó a gemir de dolor. Los ojos de
Sehun seguían negros y se quedó parado un momento, con la mirada fija en el demonio
caído, antes de comenzar a caminar en su dirección con los puños cerrados. Sehun crujió el
cuello mientras se aproximaba rival y Jongin se desesperó.

— ¡Luhan! —gritó Jongin dirigiéndose al humano, que se encogió—. ¡Llama a Sehun! ¡Por
favor! ¡Está fuera de sí!

El humano se mordió los labios mientras observaba a los tres demonios que tenía frente a
él. Estaba muy asustado tras lo que había sucedido y por un breve momento deseó no haber
hecho jamás el pacto con Sehun.

Pero… ¿qué estaría haciendo si jamás hubiese pedido a los cielos un ángel? Probablemente
estaría tumbado en una cama, sin vivir su vida. Observando el tiempo pasar y malgastando
sus fuerzas sin poder hacer nada. Luhan, al recordar que Sehun lo había estado observando
durante años, preocupándose por él y velando por su seguridad, comenzó a llorar. Tenía
miedo y quería que Sehun lo abrazase y le dijese, que todo estaría bien.

— ¡Se...Sehun! —gritó y éste digirió su mirada hacia él, pero sus ojos seguían negros—.
¡Sehun—ah!

El humano se encogió en la esquina en la que se encontraba y gritó más alto, llamándolo.


Jongin ayudaba al demonio herido a levantarse y lo sacó de la habitación rápidamente
mientras le gritaba y le decía algo sobre Minos y expulsarlo del Valle de los Vientos.

Sehun parpadeó un par de veces mientras su respiración volvía a la normalidad. Cuando su


visión se aclaró y vio a Luhan encogido en el suelo, recuperó la cordura.

— Sehun… —gimió Luhan una vez más, con los ojos húmedos y la respiración agitada por
la desesperación.

— ¿Luhan? —el demonio corrió hacia el menor y se arrodilló frente a él, mientras tendía la
mano hacia su rostro.

Pero,cuando iba a tocarlo, el menor se encogió aún más, como si estuviese asustado.

— Lo siento... —murmuró Sehun, apartando las manos del humano—. Perdí el control.
Cuando te escuché gritando mi nombre, pidiendo socorro, y vi cómo ese asqueroso te
tocaba… perdí el control.

Luhan abrió los ojos al ver que Sehun tenía los ojos llorosos. El humano hizo una mueva
involuntaria y comenzó a llorar en voz alta, lanzándose a los brazos del mayor para
abrazarlo con fuerza.

— ¡Tuve tanto miedo! —dijo Luhan, hundiendo sus dedos en la piel del otro, aumentando
la presión del abrazo lo máximo que podía—. Pensé que él… que él iba…

Luhan no consiguió terminar la frase y se echó a llorar aún más, antes de que Sehun lo
cogiese en bazos, aún abrazos. El menor rodeó la cintura del más alto con sus piernas y
Sehun lo sujetó con firmeza mientras le daba suaves besos en el cuello.

— Siento no haber llegado antes... —murmuró el demonio contra la piel del humano.

Sehun comenzó a caminar con Luhan en brazos hacia la salida de la habitación en la que se
encontraban. El menor seguía llorando en voz baja y Sehun le acariciaba la espalda
mientras entraba en su propia habitación, cerrando la puerta tras él.

El demonio fue hasta la cama y se sentó en el borde, con Luhan todavía en brazos.

— ¿Qué te hizo? —preguntó Sehun mientras le sostenía el rostro entre las manos.

— Me besó, me tocó... —murmuró Luhan mirándolo a los ojos. En sus labios se formó un
mohín—. Pero llegaste a tiempo, antes…

— Si no lo expulsan de aquí, lo mataré, lo juro... —dijo Sehun antes de morderse el labio


inferior.

Luhan se acercó al mayor y sus frentes se encontraron.

— Tuve tanto miedo... —susurró Luhan y Sehun volvió a abrazarlo.

— No tienes por qué tener miedo. Ya no —murmuró el mayor contra el oído del
humano—. Yo te protegeré.

— ¿Por qué? —preguntó Luhan, rompiendo el abrazo.

— Por qué, ¿qué? —dijo el mayor levantando las cejas, confuso.

— ¿Por qué me quieres proteger?

El contacto visual de los dos no se rompió durante los segundos de silencio en los que se
vieron sumidos. Luhan sólo quería oír el motivo del otro, aunque ya sabía la respuesta.
Sehun intentaba encontrar las palabras concretas en su corazón (eso sí los demonios
tuviesen uno).

—No lo sé... —mintió Sehun, desviando la mirada.

Luhan posó ambas manos en el rostro del mayor y lo obligó a mirarlo a los ojos.

— Yo sí. Es porque crees que soy tuyo —dijo el humano acercando su rostro al suyo.

— ¿Y lo eres? —preguntó el demonio con una media sonrisa, y recibió una risa floja como
respuesta.

Luhan aún sonreía cuando se aproximó más a él y besó a Sehun. Los labios se tocaron
ligeramente y durante un rato permanecieron así, apenas tocándose con un ligero roce,
como si se estuviesen acariciando.

Sehun podría no querer admitirlo, pero era innegable el deseo que sentía por proteger a
aquel único ser humano, cuya existencia era insignificante en comparación a los otros
millones de almas existentes en el Infierno. Pero para Sehun, Luhan era especial. Desde
hacía diez años y para siempre, él sería especial.

Fue el humano quien profundizó el beso, posando sus manos en la nuca de Sehun e
introduciendo la lengua en su boca. Cuando las lengua se encontraron en la unión de las dos
bocas, comenzaron una danza rítmica e insaciable. Cuando más probaban el sabor el uno
del otro, más querían. Sehun deslizaba sus manos por el cuerpo del menor, deseando
explorar sus puntos más sensibles y Luhan jadeaba contra su piel.

— Quiero mandar yo, Sehun —gimió Luhan al separar su boca de la del más alto, aunque
un hilo de saliva los mantenía unidos.

— ¿Estás seguro? —preguntó Sehun, deteniendo los dedos del más bajo, que ya estaban
intentando abrir los botones de su camisa.

Luhan gimió y asintió con la cabeza, besando al demonio una vez más. Esta vez las lenguas
se mezclaron con urgencia, como si luchara por un espacio dentro de sus bocas. Luhan usó
sus finos dedos para desabrochar la camisa del demonio, y cuando se deshizo de la maldita
prenda de ropa, sonrió.

El humano, sin decir nada, acercó sus labios al cuello del demonio y se lo besó, dándole
suaves mordiscos. Sehun se mordía el labio inferior y mantenía sus ojos cerrados mientras
sentía crecer su deseo por el menor cada vez que éste le pellizcaba la piel con los dientes.
Luhan usó su lengua para humedecer las zonas que mordisqueaba, como si pidiese
disculpas por el leve dolor que le causaba.

— No es normal lo que me provocas, Luhan... —murmuró Sehun, llevando sus manos


hasta las nalgas del menor para acariciárselas.

— No tiene por qué ser normal... –dijo Luhan mientras sentía cómo el otro deslizaba las
manos por debajo de su ropa—. Sólo tiene que ser intenso.

Sehun volvió a atacar los labios del menor, mientras retiraba de manera urgente su única
prenda de ropa. Luhan se encogió un poco cuando notó que estaba desnudo, pero gimió
levemente cuando sintió al mayor masajeando su miembro.

— Sehun—ah... —gimió Luhan antes de que Sehun abusase de sus labios de nuevo.

Sehun comenzó a hacer movimientos lentos en el miembro del menor, masajeándolo


mientras subía y bajaba con la mano lentamente.

El demonio lamió y mordió los labios de Luhan y sonrió al oír sus gemidos y al sentirlo
revolverse en su regazo.

— Espera... —murmuró Luhan mirando al mayor y apartándole la mano de encima de su


miembro.
Cuando el humano se apartó de los brazos del demonio, Sehun lo miró confundido.

— ¿Qué haces? —preguntó Sehun cuando el menor se arrodilló delante de él y acercó las
manos hasta las caderas de Sehun.

— Nunca te agradecí lo suficiente el haberme salvado de una vida triste y vacía hace diez
años —dijo Luhan con una sonrisa, colocando
sus dedos en la cinturilla de los pantalones de Sehun y tirando de ella para bajarlos.

Sehun se levantó un poco de la cama para ayudarlo a librarse de sus pantalones y su ropa
interior. El humano levantó una ceja y sonrió cuando el demonio se quedó completamente
desnudo. Sehun era perfecto.

— No tienes por qué hacer esto si no quieres —murmuró el mayor antes de suspirar en voz
alta cuando Luhan tocó su miembro, ya
despierto, ligeramente con el dedo índice.

— Pero sí quiero —Luhan comenzó a usar sus dedos para acariciarle el miembro, sintiendo
sus pulsaciones bajo sus toques.

Sehun se mordió el labio inferior con fuerza y dejó caer la cabeza hacia atrás, intentando
evitar que el gemido ahogado en su garganta se escapase.

— Si es tu primera vez, puedes ir con calma y... —murmuró Sehun mirando al chico,
mientras sentía a Luhan distribuyendo pequeños besos por toda su erección.

— ¿Y por qué crees que es la primera vez que hago esto? —dijo Luhan riendo y Sehun lo
miró sorprendido—. Dije que era virgen, no un santo.

Sehun entrecerró sus ojos y Luhan lamió lentamente su glande, ajeno a su mirada. El
demonio se mordió el labio inferior para no gemir, y siguió observando al otro hasta que
éste le devolvió la mirada.

— ¿Qué pasa? —preguntó Luhan con la boca cerca del glande del mayor—. No me digas
que estás celoso.

Sehun se atragantó con su propia saliva y tosió un par de veces, desviando la mirada. Sentía
que sus mejillas quemaban y rezó (no a Dios, claro) suplicando que no que no estuviesen
coloradas.

—Cla... claro que no... —dijo Sehun irritado, haciendo un mohín.

Luhan sonrió antes de envolver todo el glande con su boca y chuparlo lentamente. El
demonio trató de resistirse, pero su expresión de rabia terminó por transformarse en un
gesto de placer y excitación a medida que Luhan lamía y chupaba su miembro cada vez
más rápido.

Sehun comenzó a gemir levemente mientras observaba a Luhan dándole placer. El menor
hacía movimientos de vaivén y el demonio supo que no mentía cuando dijo que ya tenía
experiencia en el sexo oral. A Sehun le molestaba no haber sido el primero de Luhan en ese
ámbito, pero el sentimiento de irritación lo abandonó cuando sus ojos se encontraron con
los del humano.

Sehun condujo sus manos hasta el pelo del menor y agarró sus hebras, obligándole a soltar
su miembro. Luhan gimió de dolor por el tirón de pelos, pero Sehun se apoderó de su boca
antes de que pudiera protestar. Las lenguas se enroscaron suavemente y Luhan jadeó
despacio al notar su miembro latiendo dolorosamente.

— Me vuelves loco, Luhan —murmuró Sehun cuando sus bocas se separaron ligeramente,
aunque el menor siguiese deslizando su lengua por los finos labios del otro.

El humano se levantó del suelo y volvió a sentarse sobre las piernas del demonio, apoyando
las rodillas en el colchón, a ambos lados de su cuerpo. Su mano alcanzó la erección de
debajo de él y la condujo hasta su entrada no preparada.

—Tú también me vuelves loco, Sehun —murmuró Luhan maliciosamente antes de sentarse
de una sola vez sobre el miembro del demonio.

Ambos gimieron en voz alta y Sehun lo envolvió en un fuerte abrazo al sentir que se
encogía en su regazo. Luhan posó sus manos en la nuca del mayor y le clavó las uñas,
intentando liberar su propio dolor en el cuerpo del otro.

Permanecieron quietos un rato, abrazados, mientras el menor se acostumbraba al invasor


dentro de él. Sehun repartía besos por todo el cuello y los hombros de Luhan, intentando
distraerlo del dolor. El demonio inspiraba aire mientras intentaba mantener sus gemidos
silenciosos. Luhan respiraba con dificultad y comenzó a moverse despacio encima del otro,
sintiendo a Sehun llenando su interior con su erección.

El humano se apartó un poco del otro y se levantó despacio para después sentarse
nuevamente, gimiendo fuerte cuando sintió el miembro del demonio entrar, de nuevo, por
completo dentro de sí lentamente.

Luhan comenzó a repetir el movimiento, sintiendo a Sehun salir y entrar en él


continuamente. El menor gemía y jadeaba y Sehun lo agarraba con una mano por la cadera,
ayudándolo en sus movimientos. Luhan gimió más alto cuando sintió que el otro
comenzaba a masturbarlo usando la mano libre, apretando la punta de su miembro y
extendiendo todo su líquido preseminal con el pulgar.

— Sehun—ah... —gimió Luhan antes de que el mayor se apoderase de sus labios.

Mientras Luhan seguía moviéndose sobre Sehun, éste lo masturbaba cada vez más rápido,
haciendo que sollozase de placer. Luhan se abrazó a él y clavó sus uñas en la espalda del
mayor, gimiendo en voz alta cuando éste lo agarró firmemente por la cadera. Sehun hizo
que ambos cuerpos se girasen y cayeron acostados sobre el colchón, el mayor sobre el
cuerpo frágil que quedó debajo de él.

El demonio volvió a besar los labios rosados del humano, mientras lo embestía con fuerza.
Toda aquella travesura de Luhan de sentarse sobre él lentamente y de forma erótica, lo
había descontrolado. Quería poseerlo con fuerza, quería que le rogase más; lo deseaba
como nunca antes había deseado nada en la vida.

O en la muerte como era el caso.

Luhan gemía con intensidad debajo de Sehun. Tenía la espalda levemente arqueada y su
miembro estaba aprisionado entre los dos cuerpos, siendo masturbado de forma no
intencionada por la fricción causada. El demonio mantenía sus brazos apoyados a ambos
lados del menor mientras lo embestía con fuerza y profundidad, y lo sentía retorcerse bajo
su cuerpo. Las uñas de Luhan seguían clavadas con fuerza en la espalda de Sehun y ambos
sentían dolor y placer mezclados.

Lo que estaba sucediendo allí estaba resultando adictivo para los dos.

— ¡Sehun—ah! Vo...voy a... —gimió Luhan antes de que Sehun le metiera su lengua
caliente en la boca, besándolo.

Los movimientos de sus cuerpo no se detuvieron ni un momento y el menor gemía en voz


alta, pidiendo más fuerza, más velocidad y más profundidad; y Sehun lo complació.
Cuando dio de lleno en su próstata, Luhan ahogó un grito usando la piel del cuello de
Sehun como refugio.

— Córrete para mí, Luhan —gimió Sehun contra el oído del menor, para lamerlo enseguida
y mordisquearle el lóbulo de la oreja.

— Sehun... —Luhan gemía el nombre del demonio cada vez más alto y su respiración era
más agitada y descompasada.

Sus cuerpos estaban calientes y cuando el orgasmo llegó, Luhan sintió que su cabeza
empezaba a dar vueltas. Gimió en voz alta y se corrió entre espasmos que sacudieron su
cuerpo. El menor agarró con fuerza a Sehun y siguió lloriqueando por el inmenso placer
que sentía con las embestidas que no cesaban.

El interior de Luhan se contrajo contra el miembro de Sehun y éste no pudo evitar soltar un
gemido ronco antes de besar al menor nuevamente. Las estocadas continuaron hasta que el
demonio pensó que se iba a desmayar de tanto placer que sentía estando dentro del otro.
Tratando de hallar alivio, Sehun mordió la curvatura del cuello de Luhan y lo escuchó
gemir con fuerza en reproche. Sin embargo, cuando el menor sintió que su interior se
llenaba de la corrida caliente de Sehun, no pudo evitar dejar salir un último gemido de
placer.

Sehun pasó su lengua sobre la mordida en la piel del menor, intentando aliviar el dolor que
hubiese podido provocarle. Aún sentía espasmos por todo el cuerpo y fue casi misión
imposible levantarse para salir del interior del humano. El demonio cayó agotado en el
colchón y cerró los ojos, intentando respirar hondo para calmar su cuerpo.

— Me mordiste… —gimió Luhan haciendo pucheros; Sehun rió ligeramente.

— Lo siento... —murmuró el demonio, acercando una mano a la del menor para


agarrársela.

Sehun abrió los ojos y miró a Luhan. Sus mejillas estaban coloradas y sus labios rojos; por
no hablar de su cabello revuelto y las marcas que adornaban toda su piel.

— ¿Qué va a pasar ahora, Sehun—ah? –murmuró Luhan, mirándolo preocupado.

Sehun apretó la mano del menor entre la suya, mientras pensaba.

— Puedes ir a hablar con Minos, mi jefe. Él es quien te dirá a qué Círculo del Infierno estás
destinado a ir, dependiendo de cómo hayas pasado tu vida y qué pecados hayas cometido.

Sehun estaba sintiendo un vacío en la región abdominal y su corazón latía fuerte contra su
pecho, como si hubiese algo equivocado en lo que acababa de decir. El menor aumentó el
mohín y se quedó pensando unos segundos.

— ¿Y si no quiero irme a ninguna parte? —las mejillas de Luhan se tiñeron de un rono


carmesí y Sehun levantó las cejas al oír al menor
—. ¿Y si quiero quedarme contigo?

El demonio sonrió y abrazó su cuerpo, atrayéndolo hacia él.

— Puedes. Convenceré al jefe —dijo Sehun antes de apoderarse de los labios de Luhan,
besándolo lentamente y con ternura.
Ambos se quedaron abrazados unos minutos, intercambiando algunas caricias.

— Gracias por aparecer y salvarme hace diez años, Sehun. Estoy muy agradecido con Dios
por... —Luhan no pudo terminar su confesión, pues el otro le tapó la boca con las dos
manos.

— ¡Eres idiota! ¿Acaso te has olvidado de dónde estás? ¡No decimos ese nombre aquí! —
Sehun parecía nervioso y tenía los ojos muy abiertos. Luhan no pudo evitar reírse.

— ¡Lo siento! Olvidé que estábamos en el Infierno —dijo Luhan antes de gemir bajo
cuando Sehun le dio una palmada en la nalga.

— Puedes quedarte conmigo todo el tiempo que quieras, Luhan… —dijo Sehun, sacando la
lengua y deslizándola por la mejilla del más bajo—. Pero debes saber que cuando un alma
queda cerca de un demonio durante mucho tiempo, acaba transformándose en uno también.

Sehun miró al menor con tristeza, pensando en cuál sería su reacción.

— ¿Fue eso lo que te pasó a ti? ¿Te acercaste a un demonio y te convertiste en uno? —
preguntó, y Sehun asintió con una sonrisa triste.

— Eras humano, entonces —dijo Luhan finalmente.

— Sí, hice un pacto como tú cuando era humano.

— ¿Qué pediste?

— Mi padrastro... pedí que muriera antes de que matase a mi madre.

Luhan se mordió el labio inferior y rozó el rostro de Sehun, acariciándolo calmadamente


durante un rato. Entonces el menor se dio cuenta de algo y se alejó de los brazos del más
alto.

— Espera... —dijo Luhan, apoyándose sobre un hombro y mirando molesto a Sehun—. ¿El
demonio que hizo el pacto contigo te trajo aquí de la misma manera que tú me trajiste a
mí?

Sehun lo miró durante unos segundos antes de comenzar a reír, lo que provocó que Luhan
hiciese un mohín.

— No me digas que estás celoso... —preguntó Sehun y Luhan negó con la cabeza, aunque
seguía con los labios apretados, disgustado.
El mayor se echó a reír y tiró del menor nuevamente, obligándolo a que lo abrazase.
— Eres adorable cuando te pones celoso, Luhan.

— No lo estoy... —murmuró el menor, molesto, recibiendo besos y mordiscos del otro


como respuesta.

Permanecieron en ese pequeño intercambio de refunfuños y besos hasta que Sehun se puso
serio y clavó la mirada en los profundos ojos de Luhan.

— ¿Quieres quedarte conmigo? ¿Aunque te conviertas en la misma cosa en la que que yo


me convertí?

— ¿Tú qué crees? –preguntó Luhan con sarcasmo mirando fijamente al demonio con una
sonrisa en los labios.

— Bien… si quieres quedarte, creo que necesitas ser más impuro, tu nivel de lujuria
todavía no está lo suficientemente alto... —dijo
Sehun con una sonrisa maliciosa antes de besar con suavidad a Luhan.

Mientras se besaban, Luhan impulsó su cuerpo y se montó encima de Sehun para sentarse
sobre su vientre.

— Sé que me has estado observando durante todos estos años, Sehun —dijo Luhan con una
sonrisa, y no evitó reír cuando se fijó en que el rostro del mayor se ruborizada.

— No...no es lo que estás pensando,,, —dijo Sehun, nervioso—. Eras frágil, y sólo quería
asegurarme de que ibas a durar, porque la Tierra es ca...cada vez más peligrosa y...

Luhan pasó sus manos por las mejillas del rostro del mayor y las apretó, obligándole a
hacer un mohín para que dejase de hablar.
Para que dejase de mentir.

— Me amas desde que tenía 10 años, asqueroso pervertido... —dijo Luhan riendo en voz
alta, y Sehun negó con la cabeza insistentemente mientras sus mejillas se ruborizaban.

— Desde que tenías diez años no, ¡no soy un pedófilo! —dijo Sehun, tratando
de defenderse. Luhan sonrió y se acostó sobre el cuerpo del mayor, aproximando sus
rostros.

— ¿Te has dado cuenta de que no has negado que me amas? —susurró Luhan contra la
piel del rostro del mayor; éste abrió la boca despacio mientras pensaba en lo que debería
decir—. ¡No sirve de nada que lo niegues ahora!
Sehun gimió, derrotado, antes de besarlo una vez más.

— Iba a decirte que los demonios no tenemos sentimientos, pero no me creerías de todas
formas, ¿verdad?

— Exacto, no te creería.

Luhan se bajó de encima de Sehun y se acostó a su lado. Sus manos permanecían unidas
con los dedos entrelazados.

— No me has respondido a lo de si me perteneces, Luhan —comentó por lo bajo Sehun,


recordando la conversación que habían tenido poco antes.

— ¿Es necesario? –preguntó Luhan y miró al demonio, que asintió con la cabeza.

El menor se acercó a él y lo abrazó; Sehun le devolvió el abrazo.

— Te vendí mi alma hace diez años, Sehun. Mi alma es tuya —murmuró Luhan.

— ¿Y el resto? —preguntó Sehun con una sonrisa maliciosa y recibió un mordisco en el


cuello como respuesta.

El demonio decidió tomárselo como un sí.

Y, finalmente, después de diez años, Luhan le pertenecía. Y él pertenecía a Luhan.

○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○

Mientras tanto, fuera de la torre, los guardianes discutían.

— ¡Si ellos no acaban bien será todo culpa tuya, Jongin! –murmuró Kyungsoo irritado,
golpeando el hombro de su compañero.

— ¡Acabarán bien! ¡Conozco a Sehun! —murmuró Jongin, agarrándole la muñeca a


Kyungsoo para impedir que lo golpease de nuevo.
El demonio moreno ya había vuelto de su encuentro con Minos, el Juez del Infierno (y su
jefe), y ya le había entregado al rival de Sehun para que decidiera qué hacer con aquel que
había intentado poseer a un humano que ya tenía propietario.

— ¿Qué crees que hará Minos con ese tipo?

— Apuesto que lo mandará al Nono Círculo; dicen que es el peor de todos —comentó
Jongin con la muñeca de Kyungsoo todavía sujeta–. Pero él se lo buscó, no se toca a los
humanos de otros.

Kyungsoo sonrió y llevó su mano libre hasta el pelo del más alto para acariciarlo.

—Si te hubiese tocado a ti, lo hubiera matado —dijo Kyungsoo con una sonrisa en los
labios y Jongin sintió como se calentaban sus mejillas.

— No...no soy humano desde hace mucho tiempo, déjalo ya —aunque el más alto tenía una
expresión de molestia, deslizó su mano hasta la de Kyungsoo y la apretó.

— ¿Crees que Sehun y Luhan acabarán bien? —preguntó el menor, devolviéndole el


apretón.

— Segurísimo —murmuró Jongin.

Ellos no lo sabían, pero Luhan y Sehun acabarían mucho mejor que bien.

Porque estaban juntos.

○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○

— ¿Para siempre? —preguntó Sehun contra el pelo del menor.

— ¿Los demonios viven para siempre?

Sehun no supo responder.

— ¿Tal... vez? —Luhan se rió con la respuesta del mayor y lo miró una vez más antes de
sellar sus labios.

— Entonces tal vez permanezcamos juntos para siempre —dijo Luhan divertido.
Lo único que se escuchó en aquella habitación después de eso fueron los refunfuños de
Sehun, las risas de Luhan y los chasquidos de varios besos intercambiados. El menor se vio
obligado a disculparse por la broma y tuvo que besar al otro más de treinta veces para que
su cara estirada y el mohín en sus labios se transformaran en una sonrisa.

Y entonces el mayor se vio obligado a poseer a Luhan nuevamente.

Sólo como una venganza por la broma, claro.

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