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Portada Amia Moon

Sinopsis

Un desayuno que nunca olvidarán...

Un poquito de terror.

Un poquito de imaginación.

Esta historia ha sido originalmente publicada en la siguiente página:


http://exo-fics.livejournal.com/55396.html

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creó conozca tu impresión al respecto, pasa por alguno de los links y deja tu comentario ^^ Es
la única retribución que tienen quienes escriben fanfics.
Denuncien las publicaciones ilegales.

Historia original de Joey Lu

OTP: KaiSoo.

Mención de otras parejas.

Prohibida su adaptación o publicación sin


previo consentimiento delx autorx
Presencia

La luz del sol colándose por la ventana, anunciaba un clima espléndido. Jongin despertó
en medio de sus mejores amigos: Sehun y Suho. No recordaba a qué hora se había
quedado dormido, posiblemente agotado de llorar. Aun sin verse en el espejo, podía
adivinar su rostro hinchado y ojeroso.

—¿Ya estás despierto? —reconoció la voz de Suho. Respondió con un murmullo y


Sehun lo abrazó, cruzando una mano por su pecho, impidiéndole levantarse— ¿Qué
quieres hacer hoy, Nini? —preguntó con ternura.

—Nada…

—Ven a mi casa —pidió Suho con su torno materno

—No. Debo limpiar aquí, vaciar los armarios…

—¿Quieres que nos quedemos para ayudarte? —cuestionó Sehun—. Será difícil hacerlo
solo.

—Sí, me gustaría que me acompañaran un rato.

—Nos quedaremos todo lo que quieras, Jonginie —respondió Sehun abrazándolo


también con sus largas piernas.

—¡¡Es hora de levantarse, dormilones!! —gritó Kyung Soo entrando por la puerta,
haciendo demasiado ruido. Tanto como para darles a los tres tipos echados en la cama,
el más grande sobresalto de sus vidas— ¡Arriba! ¡Arriba! ¡Arriba! —instó más animado
que nunca, tomando la almohada en la que Suho reposaba su cabeza y golpeándolos un
poco con ella.

Sehun fue el primero en levantarse o más bien, lanzarse de la cama.

—He preparado un delicioso desayuno. Sé que les va a gustar. Siempre me han pedido
que haga eso por ustedes y no el tipo de comida sana que tanto odian. Así que dejen de
flojear en la cama. ¡Arriba! Hace un día hermoso allá afuera —dijo por de más excitado,
antes de salir de la habitación.

Kyung Soo estaba rebosante, parecía brillar de la alegría mientras colocaba en la mesa
tres grandes tazas con helado napolitano, jarabe de chocolate, chispas de colores y
fresas.

—No puedo creer que esté haciendo esto, pero se los debía, ¿no es así? ¡A comer! —
medio gritó mientras palmeaba. Los tres chicos tomaron cada cuchara y obedecieron,
sin ganas de comer realmente. Kyung Soo había hablado de modo que sonó como una
orden.

—¿Por qué están tan callados? ¿Ha pasado algo? —cuestionó Kyung Soo con
preocupación— Creí que estarían todos felices con el insano desayuno que me han
pedido durante años. Jongin, tienes los ojos hinchados. ¿Has estado llorando?

Sin embargo, Jongin no respondió, se detuvo a mirarlo con sus ojos empañados. Él y su
estado de ánimo sombrío hacían contraste con la luz que entraba cálida por cada ventana
de la casa, con cada brisa que metía el olor de las rosas que Kyung Soo había sembrado
en el jardín, con la ternura que podía adivinarse en la decoración de aquel hogar.

—Oh, supongo que sí ha pasado algo. Eso explica por qué anoche cuando volví a casa a
dormir con mi pareja, lo encontré en la cama con nuestros mejores amigos…
¿Estuvieron viendo “Milagro en la celda 71” otra vez? No importa cuánto la vean,
siempre acaban llorando como un trío de tontos —se burló.

Sehun no levantó su cabeza, se abstuvo a llevarse cucharada por cucharada cada bocado
de su helado. Suho dirigía miradas fugaces a Kyung Soo, sin querer encararlo.

—Mmmm —meditó Kyung Soo al ver que sus amigos y su pareja no reaccionaban—
¡Ya sé! Voy a hacer cosas para animarlos. Espero que después de esto, estén muy
felices. Primero tú, Sehun.

Sehun dio un brinco en la silla, con tan solo escuchar su nombre y se atragantó un poco
con el helado, pero nadie le palmeó la espalda ni le preguntó si estaba bien. Kyung Soo
continuó hablando como si nada.

—El chico ese de mi trabajo, el que tanto te gusta, se llama Luhan. Aunque dije que no
le hablaría de ti ni te ayudaría, la verdad es que he hecho lo contrario todo este tiempo.
Hace tres días le di tu número y él me prometió que te llamaría el fin de semana para
quedar. Parece interesado en ti y estoy seguro de que se llevarán muy bien. Ustedes son
perfectos el uno para el otro, están destinados a estar juntos, Sehunie.

Sehun al fin se atrevió a mirarlo, con sus ojos abiertos a más no poder.

—¿Por qué te asombras así? —cuestionó Kyung Soo casi ofendido— Eres mi amigo
menor y te amo. Yo siempre voy a cuidar de ti y a regañarte para que no metas la pata.
No lo arruines con Luhan, ¿ok? Ahora, Suho.

Suho apretó sus manos en un puño, con tanta fuerza que llegó a clavarse las uñas.
—Tienes esas dos propuestas de trabajo. Acepta la china. Tú debes salir de aquí, vete
con ese tal Yixing de las empresas Lay. El otro día ambos empleadores llegaron al
restaurante a discutir sobre negocios y hablaron sobre la nueva promesa del mercado,
cuando escuché que esa promesa eras tú, me apresuré a llevarles un acompañamiento de
cortesía para seguir oyéndolos. Mientras el señor Lee planea extirpar todo lo que pueda
de ti y posiblemente robarte el crédito, Yixing me pareció una persona por completo
respetuosa, incluso creí verlo fastidiado por la manera de hablar del otro tipo. Te
extrañaremos mucho, Suho —añadió con tristeza—, pero a veces, las personas debemos
separarnos y la vida sigue.

Suho empezó a llorar con su cabeza inclinada. Durante un momento, lo único que se
escuchaba en la mesa eran sus sollozos.

—Jongin… ¿estás bien, mi amor? —preguntó Kyung Soo realmente preocupado— Esto
no es por una película, ¿verdad? Puedo ver que estás realmente triste y me preocupa
mucho.

Jongin mordió su labio inferior y sus cejas casi se unieron cuando su rostro reflejó una
mueca de dolor.

—Kyung Soo —le habló con voz ronca—, Kyung Soo…

—Lamento mucho no tener una buena noticia para ti, mi amor. Debí guardarme algunas
cosas, pero nunca lo hice. Cada vez que un buen acontecimiento se cruzaba ante mí o un
sentimiento cálido nacía en mi pecho, te los daba. No guardé nada para un momento
como este. De haberlo hecho, tal vez ahora podría alegrarte.

Las lágrimas en los ojos de Jongin hicieron que el rostro de Kyung Soo se volviera
borroso y él las apartó de prisa porque no quería dejar de ver a la persona que más
amaba mientras parecía tan brillante como esa mañana.

Kyung Soo se puso de pie y caminó ligeramente hasta Jongin, se arrodilló frente a él y
le limpió las mejillas húmedas con sus manos.

—Te amaré por siempre, mi amor. Lo único que quiero es verte bien —dijo antes de
darle un pequeño beso en la boca. Luego de unos segundos, volvió a levantarse por
completo reanimado—. ¡Eso sería, caballeros! —exclamó— Lavaré los platos mientras
ustedes juegan por ahí. ¡No ensucien mi casa!

Luego, empezó a recoger todo mientras se dirigía hacia la cocina canturreando su


canción favorita en español.

“Tanto tiempo disfrutamos de este amor…. Nuestras almas se acercaron tanto así…”

La melódica voz de Kyung Soo resonaba por todo el lugar mientras sus dos mejores
amigos tiraban de la mano de su novio para sacarlo de la casa.

“…que yo guardo tu sabor, pero tú llevas también, sabor a mí”.

Suho se acomodó en su auto y arrancó. Sehun sujetó la mano de Jongin en los asientos
de atrás. Los tres hombres, pálidos y fríos.

—Jongin —consiguió decir Suho—. Tú nunca más volverás a entrar a esa casa.

Jongin se inclinó para vomitar y a nadie le importó que se manchara la tapicería.


Minutos después, doblaron por la conocida calle del cementerio principal, por la cual
debían pasar para tomar rumbo hasta el departamento de Suho. Una lápida se
diferenciaba de las demás porque tenía en ellas muchas flores coloridas y aún sin
marchitarse puesto que hace solo un día habían sido dejadas ahí.

Sehun procuró no mirarla por mucho tiempo. Ya sabía muy bien lo que dictaba el
epitafio de aquel nicho:

“Do Kyung Soo,


amado esposo y amigo”.

Fin

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