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Introducción general
La literatura es un arte que tiene como fin la belleza o la creación de un texto
que con palabras llame la atención del receptor. También entendemos por Literatura el
conjunto de obras literarias de un país, de una época o de un género. Por último,
también es literatura el saber de los letrados en general.
La creación literaria produce obras literarias de variable extensión,
desinteresadas, destinadas a la perduración y de naturaleza estética
El lenguaje literario es, básicamente, la lengua escrita estándar en la que se
introducen palabras poco usuales (cultismos, voces inusitadas, extranjerismos,
arcaísmos, etc.) y que se somete normalmente a una voluntad de forma. Por una parte,
tiene muchos rasgos que lo acercan a la lengua escrita culta; pero por otra, es frecuente
que aparezcan en él giros coloquiales y hasta vulgares, para producir ciertos efectos
expresivos.
En la literatura suele emplearse el idioma para llamar la atención sobre sí
mismo, sobre cómo están dichas las cosas. El escritor debe producir extrañeza y ha de
usar, con ese fin, los artificios adecuados. Aunque no por literarios estos recursos han de
ser muy raros o chocantes. Tengamos en cuenta que en la lengua ordinaria utilizamos
con frecuencia el asíndeton, la adjetivación ornamental, las series binarias de palabras,
metáforas, metonimias, etc.
Carácter desinteresado
Quizá el rasgo más diferencial sea su carácter desinteresado. Desinteresado en
cuanto a la comunicación en sí misma, no por lo que se refiere a la remuneración que el
autor pueda obtener a cambio de lo escrito. El texto literario no tiene una finalidad
práctica inmediata.
Artificios lingüísticos
Los géneros en verso muestran mayores artificios lingüísticos que los géneros en
prosa; pero, en general, el empleo de expresiones poco usuales: arcaísmos, neologismos,
voces inusitadas y cultas, y construcciones sintácticas atípicas caracterizan a todos los
géneros literarios.
Polisemia y connotación
El texto literario se presta a múltiples interpretaciones o lecturas; en teoría, a
tantas como lectores y oyentes. Y ello no perturba la comunicación; por el contrario,
muchos lectores que muestran entusiasmo por una obra literaria no la entienden, o la
comprenden de un modo deficiente y superficial. Pero la comunicación resulta
satisfactoria. Esto no puede ocurrir en los mensajes ordinarios o en otros mensajes de
finalidad práctica, pues daría lugar a errores que podrían ser muy graves; imaginemos lo
que podría resultar de una polisemia en las señales de tráfico. Los textos sugieren más
de lo que dicen por ser en su gran mayoría muy connotativos.
Anexo:
Tópicos literarios en la literatura universal
Géneros literarios
El concepto de género se ha ido conformando históricamente; se entiende por
género un conjunto de constantes retóricas y semióticas que identifican y permiten
clasificar los textos literarios; dicho de otro modo, son ciertas técnicas de composición,
y ciertas leyes de forma y contenido a las que se someten las obras literarias.
Puede resultar sorprendente que aún se utilice la primera clasificación de los géneros,
debida a Aristóteles, quien los redujo a tres: épica, lírica y teatro. Hoy se mantiene
esencialmente la misma clasificación con distintos nombres (narrativa, poesía y drama),
pero la evolución de los gustos y modas estéticas ha provocado que en muchos textos
modernos resulte difícil fijar rígidamente los límites entre lo puramente lírico, lo
narrativo o lo dramático.
La narrativa- La novela
El género épico
La narrativa o épica, entendida como la atención que el escritor presta a lo que
ocurre fuera de él para intentar transmitirlo de la manera más objetiva posible, con más
o menos imparcialidad, es uno de los géneros literarios, junto a la lírica, la dramática y
el ensayo, que conforman cada uno de los distintos grupos en que pueden ser
clasificadas las obras literarias atendiendo a determinadas características comunes.
El tiempo
El desarrollo argumental de una narración suele evolucionar a través del tiempo.
Este tiempo de la novela no tiene por qué presentarse de manera lineal u ordenada, sino
que puede ser alterado libremente por el autor con finalidad estilística, argumental o
estructural. Esta técnica consistente en alterar el orden lógico de la narración se
denomina temporalización anacrónica, y cuenta con dos recursos:
Analepsis o retrospección (flash-back): es un salto hacia atrás en el tiempo de la
historia.
Prolepsis o anticipación (flash-forward): el autor adelanta acciones que aún no
se han producido en el relato primario de la novela, es decir, se trata de un salto hacia
delante.
En relación con el tiempo en la novela no podemos olvidar el concepto duración.
Un acontecimiento puede durar lo mismo en una narración que en la vida real, pero
también puede ser resumido de manera que, por ejemplo, varios años transcurran en
pocas páginas, o dilatado en el tiempo, y así un hecho mínimo puede ser descrito y
analizado con detenimiento abarcando un gran número de páginas.
Orden y sucesión de acontecimientos
El orden en que aparecen los elementos de una narración depende de cuál sea el
foco considerado de mayor interés dentro de la misma.
Si interesa conocer el desenlace de unos acontecimientos, la narración seguirá un
orden cronológico desde los primeros hasta los últimos sucesos. En este caso, lo narrado
tiene un desarrollo lineal.
Si lo que importa destacar no es el desenlace, sino las circunstancias que
llevaron a tal desenlace, la narración puede comenzar por los últimos sucesos para
después dar un salto al pasado (flash back) y narrar el resto de la historia desde el
principio hasta esos sucesos finales, como si se tratara de recuerdos.
Cuando se trata de destacar tanto los orígenes o causas como el desenlace, se
puede empezar la narración en un punto intermedio de la historia, e ir relatando luego
los acontecimientos anteriores y posteriores al punto de arranque. Este procedimiento se
denomina narración in media res ('en mitad del asunto').
El espacio
La situación física en que se encuentran los personajes es uno de los recursos
principales que los autores utilizan para contextualizar las historias narrativas. Una
novela se puede desarrollar en un lugar o en varios, en espacios interiores o exteriores,
rurales o urbanos, con los siguientes fines: dar credibilidad a la historia, contextualizar
a los personajes, producir efectos ambientales y simbólicos.
Los novelistas se suelen valer de la técnica de la descripción para presentar los
espacios. Durante el movimiento literario realista del siglo XIX la descripción y el
análisis de los espacios alcanzaron prácticamente la misma importancia que la historia
narrada. En la literatura actual se muestra el espacio a través de los ojos de los
personajes o del narrador.
Los personajes
Los personajes son las personas, reales o ficticias, que desarrollan la acción
narrada por el novelista. Los personajes principales o centrales son denominados
protagonistas, mientras que los demás son secundarios. Es fundamental que el narrador
ofrezca al lector una caracterización de los personajes, que puede ser:
Física o prosopografía: se describe el aspecto y el modo de vestir.
Psicológica o etopeya: cómo piensan, qué opinan ante la realidad circundante,
cómo se comportan.
Mixta: es una mezcla de las dos anteriores. Esta técnica se denomina retrato.
Narración
Los términos narración o texto narrativo se utilizan en su sentido estricto para
hacer referencia a los fragmentos en los que se relatan hechos reales o imaginarios.
La narración es una de las formas de elocución más antiguas y de mayor
tradición literaria. Es la base del cuento, de la novela, de la leyenda, del poema épico y
otros géneros y subgéneros literarios; pero también lo es de buena parte de nuestra
comunicación habitual con los demás.
Puesto que lo narrado son principalmente acciones, el verbo ocupa un lugar
destacado en ella, tanto por su frecuencia, como por su significado.
Como el narrador cuenta sucesos ya ocurridos, predominan los verbos en
pasado, en especial los pretéritos indefinidos y los imperfectos. Cuando aparecen otros
tiempos verbales como conductores de la narración, suelen tener valor de pasado
(presente histórico, por ejemplo).
La selección de enunciados largos y complejos, con predominio de la
subordinación, da impresión de lentitud narrativa, de calma, de estatismo. Los
enunciados cortos y sencillos, con predominio de la yuxtaposición, de la coordinación o
de las oraciones simples, dan impresión de dinamismo, de velocidad, de movimiento.
El narrador
El narrador es el personaje que conduce la historia, la voz que cuenta lo que
sucede en la novela, presenta a los demás personajes, explica las circunstancias en que
se desarrollan los hechos que narra, etc. El narrador puede formar parte de la ficción
literaria como un personaje más o separarse de ella. Cuando el narrador cuenta la
historia conociendo todos sus hechos pasados, presentes y futuros, hablamos de
narrador omnisciente y su perspectiva es total. Cuando el narrador y el protagonista
se identifican en una misma persona, decimos que el relato se presenta como una
autobiografía. Hay casos en los que la autobiografía es real y otros en los que es sólo
un artificio literario.
El autor puede narrar los hechos directamente, o bien elegir a un personaje que,
con más o menos protagonismo, vaya contando desde dentro la historia. Además, en una
misma narración puede haber distintos tipos de narradores, es decir, voces diversas que
aportan puntos de vista distintos. Veamos más detenidamente cada uno de los tipos de
narrador que hemos mencionado:
Narrador omnisciente: suele corresponderse con la voz del autor, que nos
cuenta todo lo que los personajes hacen, dicen o piensan. El narrador omnisciente no
justifica por qué conoce todos los datos que aporta, y el lector acepta esa voz que todo
lo sabe como la voz del autor.
Narrador personaje: en ocasiones, la historia es narrada por uno de sus
personajes, aunque hemos de diferenciar entre el narrador-protagonista y el narrador-
secundario. La perspectiva es selectiva. En el primer caso, la narración suele ser
autobiográfica, ya que el narrador-protagonista se sitúa como centro de la acción y
relata los hechos desde su propio punto de vista. En el segundo caso, el narrador-
secundario es espectador de la acción, y la presenta según su mayor o menor
proximidad a los protagonistas. Estos narradores-personajes no suelen ser omniscientes,
sino que sólo cuentan aquello que conocen por experiencia propia o por conocimiento
ajeno, aunque si alguno lo es tendríamos una omnisciencia selectiva.
A partir de la renovación de la novela a mediados del siglo XX, cada vez son
más frecuentes las novelas en las que intervienen distintas visiones de los personajes
que están involucrados en la acción, en lo que puede denominarse narración colectiva.
Un mismo hecho es narrado por varios personajes distintos, con lo que el lector obtiene
una visión completa y diversa de la historia, enriquecida por puntos de vista diferentes,
a esto se le llama perspectivismo.
En ocasiones, el autor de una novela no dirige su historia directamente al lector, sino a
un personaje de ficción. Este personaje recibe el nombre de narratario.
Descripción
Describir es dibujar con palabras. Definida con más precisión, la descripción es
la representación de personas o cosas por medio de la lengua, refiriendo o explicando
sus distintas partes, cualidades o circunstancias.
En toda descripción interesan las cosas y sus propiedades o características, no las
acciones. En consecuencia, en un texto descriptivo predominan los sustantivos y los
adjetivos sobre los verbos; abundan los tiempos verbales que se refieren al desarrollo y
no al término de la acción (aspecto imperfectivo), sobre todo, los presentes y los
pretéritos imperfectos. Se prefiere la yuxtaposición y la coordinación a la
subordinación. La ausencia de nexos da una mayor rapidez a la descripción, la
multiplicación de nexos le confiere lentitud y estatismo. Se recurre frecuentemente a la
comparación como método descriptivo.
Clases de descripción
Según lo descrito, podemos hablar de descripción de paisajes y objetos, o de
personas y animales. Ambas pueden realizarse de forma realista o impresionista. La
descripción de personas se denomina retrato, que suele realizarse mediante la
combinación de prosopografía (descripción de la apariencia externa de una persona, los
rasgos físicos y la indumentaria) y etopeya (descripción del carácter, acciones y
costumbres de una persona). Ni una ni otra suelen aparecer aisladas. Aunque predomine
la descripción física, el autor suele introducir comentarios relacionados con el carácter
del personaje o hace derivar de los rasgos físicos alguna peculiaridad psicológica de la
persona retratada. Según la intención con que se realice el retrato o el tono empleado en
su redacción, hablamos de retrato objetivo o subjetivo, laudatorio o satírico.
Según el que describe, la descripción puede ser objetiva o subjetiva, estática o
dinámica. La finalidad de la descripción objetiva es informar fielmente del aspecto,
componentes y otras características de un mecanismo, de un fenómeno, de una reacción,
etc. Es más propia de la prosa de investigación que de la literaria. La descripción
subjetiva se caracteriza por dar entrada, en mayor o en menor medida, a la opinión del
que describe. De hecho, es muy frecuente que, a través de sus descripciones, el autor
pretenda influir en la opinión que el lector ha de formarse sobre lo descrito.
En una descripción estática el punto desde el cual se supone que el autor
observa es fijo; desde ese punto y mediante una técnica fotográfica más o menos fiel el
autor presenta un cuadro de lo que percibe. En la dinámica el autor describe el objeto a
medida que va descubriéndolo; con técnica cinematográfica, se va adentrando en una
realidad que aparentemente descubre al tiempo que el lector.
Diálogo
Aunque el diálogo, el medio de comunicación humana más utilizado y es
característico de la lengua oral, también aparece con frecuencia en la lengua escrita, por
ejemplo en formas narrativas como la novela o el cuento, en formas expositivas e,
incluso, en poesía.
Para la trascripción del diálogo puede utilizarse el estilo directo (transcribimos
las palabras del personaje), el indirecto (el narrador cuenta lo que el personaje está
diciendo o pensando) o el indirecto libre (el narrador refleja en tercera persona los
sentimientos y pensamientos del personaje, pero introduciéndose en la conciencia de
este e incorporando sus formas de expresión (interjecciones, exclamaciones…).
Cuando el discurso de una persona se dirige hacia sí misma o hacia un
interlocutor que no se halle presente, se produce un monólogo. El monólogo está sujeto
a las mismas formas de trascripción que el diálogo. Cuando los pensamientos de los
personajes se expresan directamente, en primera persona, tal como se generan en su
mente, es decir, de un modo desordenado y caótico tenemos el monólogo interior o
corriente de conciencia.
Tipos de novelas:
Novela rosa
La historia debe centrarse en la relación y el amor romántico que surge entre dos
seres humanos. El conflicto en el libro se centra en la historia de amor. El clímax en el
libro resuelve la historia de amor. Pueden existir otras subtramas, pero la historia de
amor debe seguir siendo el tema principal. El final de la historia debe ser positivo,
dejando al lector que crea que el amor entre los protagonistas y su relación perdurará
por el resto de sus vidas.
En una novela rosa, los amantes que se arriesgan a luchar por su amor y su
relación acaban siendo recompensados con justicia emocional y amor incondicional. En
España fueron famosas las de Corín Tellado.
Novela de aventuras
A pesar de ser relatos aparentemente muy diferente,s todos tienen algunos
ingredientes básicos en común: la acción, el descubrimiento y la superación personal de
los personajes protagonistas a través de sus vivencias y la incertidumbre de lo que
ocurrirá.
El protagonista puede ser un niño o una niña o un joven que emprende un viaje
hacia lo desconocido con el fin de hallar algún elemento de vital interés: un tesoro, el
padre o la madre, una dama, una venganza o simplemente una ocupación en la vida.
Los lugares donde transcurren estas novelas también pueden ser diversos. Si bien tienen
un elemento común: el exotismo con la intervención de otros personajes el protagonista
ira superando adversidades dominando temores, afrontando situaciones desconocidas,
en definitiva, irá madurando y dejando de ser el niño o la niña o la persona joven del
principio. Cuando regresa después de largos años de aventuras el personaje protagonista
ha evolucionado y cambiado en su forma de ser. La aventura implica: peligro, viajar,
misterio, acción en cuanto distintas situaciones de los personajes, experiencias nuevas,
salir de la rutina diaria, la persona que aventura como se siente, emoción, miedo,
ilusión, diversión, soledad, lejanía, curiosidad, libertad.Algunas obras clásicas de este
género son: Robinson Crusoe, Daniel Defoe, La isla del tesoro, Robert L.Stevenson,
Los viajes de Gulliver, Jonathan Swift, Kim, Kipling.
La novela fantástica
La novela fantástica es un género dentro de la narrativa basado sobre todo en los
elementos de fantasía, dentro del cual se pueden agrupar varios subgéneros, entre los
cuales está la literatura de terror, la de ciencia ficción o la gótica. En la literatura
moderna se considera que comenzó con los cuentos de hadas y la fábula, géneros
nacidos para estimular la fantasía de los adultos más que la de los niños, aunque ahora
se asocien más a la infancia. Éxitos como Harry Potter y Crepúsculo serían buenos
ejemplos, aunque 1984 de Orwell es mucho mejor.
La novela costumbrista
Lo que hace por lo común la novela costumbrista es disponer como fondo una
sucesión de escenas populares, de acentuado color local, a las cuales estaba íntimamente
ligada la trama de la obra. A su vez, conviene declarar que ciertos contactos entre la
novela social y la novela costumbrista se rompen al considerar que la segunda acentúa
en particular lo local, lo pintoresco que trata de justificarse precisamente por eso, en su
carácter propio, distintivo, fuera de alegatos o choques de capas sociales. La gaviota de
Fernán Caballero.
La novela picaresca
La novela picaresca nació como parodia de las idealizadoras narraciones del
Renacimiento: epopeyas , libros de caballerías, novela sentimental, novela pastoril,
novela bizantina. El fuerte contraste con la realidad social generó como respuesta
irónica las llamadas "antinovelas", de carácter antiheróico, protagonizadas por
anticaballeros que amaban a antidamas, mostrando lo sórdido de la realidad social: los
hidalgos empobrecidos, los miserables desheredados y los conversos marginados frente
a caballeros y burgueses enriquecidos que vivían en otra realidad .
Dos de las novelas picarescas más importantes son El lazarillo de Tormes y El Buscón.
Novela histórica
Extrae sus argumentos de la historia nacional, y su modelo es el escocés Walter
Scott, autor de Ivanhoe. Sus características son el tema histórico documentado con
textos de poetas antiguos, el amor es imposible debido a las discrepancias políticas, los
protagonistas se sienten abandonados, incomprendidos y maltratados de tal manera que
les lleva a la desesperación, intervienen traidores, influyen fuerzas sobrenaturales sobre
los personajes, argumento complejo y desordenado, hay acciones simultaneas que irritan
el desorden y la complejidad de la vida, el dialogo sirve para adelantar la acción, la
naturaleza refleja el estado anímico de los personajes. La primera novela española es El
señor de Bembibre (1844) de Gil y Carrasco, basada en la extinción de la orden del
temple en España y situada en Bierzo, después ha habido muchas desde Galdós a Pérez
Reverte.
La novela policíaca y/o novela negra
Su principal móvil lo constituye la resolución de un caso. Por tanto, se trata de
una estructura novelística cerrada. El protagonista, un policía o detective, resuelve el
caso usando la razón, basándose en la indagación y observación, o usando la intuición ,
los sentimientos y la deducción, Vázquez Montalbán o Agatha Christie, son ejemplos de
autores de estas obras.
La novela policíaca se acerca a la naturaleza humana de una manera mucho más
cruda que otros géneros, mostrando la parte amarga tanto de las personas como de las
sociedades. El detective, que empezó siendo un personaje burgués, elegante y ocioso
(novela policíaca inglesa), fue evolucionando hacia el tipo duro que buceaba en la
inmundicia de su tiempo (novela policíaca estadounidense o novela negra). Mientras al
principio sólo se mostraban los hechos y las investigaciones del detective, luego se fue
poniendo mayor énfasis en la vida y motivaciones del delincuente y las raíces
socioculturales de la delincuencia.
La novela negra evolucionó y se vulgarizó gracias a su éxito en colecciones populares
hacia el subgénero del thriller, donde se mezcla de novela policíacas y la novela de
fantasías.
La mejor novela de todos los tiempos, El Quijote, no puede clasificarse en
ningún único tipo, sino una mezcla de todos ellos.
El género lírico
Los textos líricos expresan el mundo interno del autor, sus emociones y
sentimientos, o una profunda reflexión. Se denomina así porque entre los griegos estos
textos eran cantados al son de una lira. Su rasgo principal es la brevedad y por ello nos
produce un mayor placer estético debido a que a través de menos palabras se nos
comunican más matices de sentimiento. Se vale de adjetivos calificativos, imágenes
visionarias y emocionales o un lenguaje alusivo de evocación y sentimiento y en eso se
diferencian de la épica y la dramática. Se prefiere para ello el verso a la prosa y se
manifiesta profusamente la función expresiva del lenguaje. Tradicionalmente la lírica es
una expresión de la experiencia del yo, pero en ciertas formas de la lírica moderna el yo
se desvanece en favor de la imagen o de una escena desligada de la subjetividad del
poeta.
La poesía lírica ha sido definida tradicionalmente como la expresión de los
sentimientos por medio de la palabra, escrita u oralmente. Desde este punto de vista,
este género literario se caracteriza por la subjetividad, es decir, el poeta nos ofrece una
parte de su pensamiento, de su interior, de su visión de la realidad. De manera errónea,
la poesía lírica se ve asociada a sentimientos exclusivamente amorosos. Bien es verdad
que éste es el tema más frecuente, pero no es el único (ver temas arriba). Cualquier
expresión de las emociones del autor ante la contemplación del mundo o de la realidad
puede ser considerada lírica: amor, pena, soledad, miedo, fracaso, alegría, desamparo,
nostalgia... Esta expresión de los sentimientos no puede hacerse de cualquier manera,
sino que se suele ver sometida a una gran depuración técnica y estética. Por ello, quizás
la característica formal más reconocible de la poesía sea la de estar escrita en verso. Así
pues, el poema es la unión de un fondo emotivo y sentimental y de unas determinadas
características formales que lo caracterizan a simple vista incluso ante los ojos de
personas que no han leído nunca poesía.
La mayor parte de los poemas están escritos en verso, aunque ésta no es una
característica exclusiva de la poesía. La expresión de la emotividad del poeta se puede
llevar a cabo a través de otros vehículos de expresión, como la prosa poética. En este
tipo de escritos, el autor prescinde del verso, aunque sigue manteniendo todos los rasgos
propios de la poesía: subjetividad, expresión sentimental, utilización de un gran número
de recursos literarios, cuidado formal y estético... La prosa poética o poemas en prosa
encontraron en Juan Ramón Jiménez a uno de sus mejores cultivadores, aunque también
podemos citar autores como Rubén Darío, Gustavo Adolfo Bécquer o Federico García
Lorca, y más recientemente, Antonio Gala o Antonio Muñoz Molina.
Es conveniente diferenciarla de otro tipo de poesía que puede ser calificada
como poesía épica o poesía no lírica. En este tipo de poesía, el autor no expresa sus
sentimientos ni muestra al lector su interior a través de la palabra, sino que se limita a
narrar (como lo podría hacer un novelista) la historia de unos personajes determinados,
aunque con la característica de que `la narración se realiza en verso. La poesía épica,
apenas cultivada hoy en día, tuvo en la Edad Media su momento álgido, con obras tan
conocidas como el Poema de Mío Cid o la amplia producción del mester de Clerecía,
con Gonzalo de Berceo como figura más representativa.
Las características más importantes de este género literario, con la salvedad de
que el gran número de subgéneros con que cuenta hace que muchas de estos rasgos
generales deban ser matizados convenientemente:
El autor transmite un determinado estado de ánimo, es decir, la poesía lírica se
suele caracterizar por la introspección y la expresión de los sentimientos.
Un poema no narra una historia propiamente dicha, en él no se desarrolla una
acción, sino que el poeta expresa, de manera inmediata y directa, una emoción
determinada.
La poesía lírica exige un esfuerzo de interpretación al lector, que debe estar,
cuando menos, algo habituado a esta forma de expresión literaria.
Doble circuito comunicativo
El circuito externo es el que se produce entre el autor y el receptor.
En el circuito interno intervienen los siguientes elementos: el emisor ficticio,
voz poética o yo poético y el receptor ficticio que puede ser una persona, la naturaleza,
una idea abstracta o el propio emisor en los casos de desdoblamiento o tú
autorreflexivo.
Suele haber una gran acumulación de imágenes y elementos con valor
simbólico.
La mayoría de los poemas líricos se caracterizan por su brevedad: no es
frecuente que sobrepasen los cien versos. Debido a esa brevedad, hallamos una mayor
concentración y densidad que en el resto de géneros literarios.
Un poema es la expresión directa del sentimiento del poeta al lector; esto es, debe ser
considerado una especie de confidencia hecha a solas. La poesía lírica, al ser
eminentemente subjetiva y estar expresada, con gran frecuencia, en primera persona, se
convierte, así, en un relato autobiográfico, aunque no hemos de confundir el yo del
poema con el autor que hay detrás, ya que puede estar expresando unos sentimientos
que no siente en realidad, con lo que el poema no sería más que un ejercicio estético.
Los poemas suelen ajustarse a unas normas formales que los caracterizan:
versos, estrofas, ritmo, rima, englobadas todas ellas bajo la denominación de métrica.
Además, con el fin de lograr un discurso lo más bello posible, los autores se valen de los
recursos literarios o estilísticos.
La unión de la temática sentimental, la métrica, la depuración lingüística y los
recursos literarios recibe el nombre de poética. Así, la poética de un autor o de un
movimiento literario concreto será el conjunto de rasgos que los caracterizan e
individualizan frente a otros autores o movimientos literarios, respectivamente.
Como ya dijimos anteriormente la poesía nació íntimamente unida a la música,
de ahí que el término canción fuera aplicado a las composiciones en verso que cantaban
los poetas. Esto se debe a que los primeros poemas se transmitían acompañados por un
instrumento musical, con frecuencia una lira (de donde procede el término lírica). Así, la
entonación al leer un poema se acercaba bastante a los compases musicales que servían
de fondo a la recitación. Si nos fijamos en algunas canciones actuales, observaremos
que están sometidas a una métrica rigurosa y estudiada que encaja perfectamente la letra
con las notas musicales. Además, los cantautores o compositores de nuestros días
introducen un gran número de recursos literarios en sus composiciones musicales, con
lo que, sin miedo a equivocarnos, podemos afirmar que todavía hoy la poesía, o al
menos una parte de ella, continúa transmitiéndose con el inestimable acompañamiento
musical.
La métrica
La métrica es la disciplina literaria que se ocupa de la medida de los versos, de
su estructura, de sus clases y de las distintas combinaciones que pueden formarse con
ellos, es decir, trata de establecer las normas de versificación: versos, rima, ritmo,
estrofas.
En la poesía actual es frecuente encontrar poemas que no se acomodan a ningún tipo de
esquema métrico y que, por lo tanto, están más cercanos a la prosa poética que a la
poesía. Aun así, la mayor parte de nuestra poesía se encuentra regulada, con más o
menos rigurosidad, por la métrica.
El verso
Entendemos por verso un conjunto de palabras sometidas a ritmo y cadencia en
relación con otros versos. Suele presentar pausas, acentos y rima, aunque estas
características no son generales. Desde un punto de vista más práctico, cada una de las
líneas o renglones que forman un poema pueden ser denominadas versos. Los versos se
clasifican según el número de sílabas con que cuentan. Así, los versos formados por
ocho o menos sílabas son denominados versos de arte menor, mientras que los versos
compuestos por nueve o más sílabas son versos de arte mayor. Los versos que no
cuentan con rima ni con uniformidad en el cómputo silábico se denominan versos libres
o versículos. Este tipo de versificación es muy frecuente en la poesía actual ya que se
basa en la libertad creativa y en la unión estricta del fondo del poema, es decir, del
contenido, con la forma. Los poetas pueden reflejar mediante versos libres estados
caóticos de conciencia o complicadas imágenes poéticas gracias a la adaptación de la
medida del verso al contenido que se pretende expresar.
El ritmo
El ritmo, tanto musical como poético, consiste en repetir un fenómeno de
manera regular con la finalidad de producir un efecto unitario y reiterado. En español, el
ritmo poético se debe a los siguientes factores:
La medida: repetición del número de sílabas en los versos que forman un poema.
Los acentos: la fuerza espiratoria se reparte sobre las mismas sílabas en cada uno de los
versos.
Las pausas: los descansos en la lectura, convenientemente repartidos, contribuyen a dar
uniformidad al poema.
La rima: consiste en la repetición de los sonidos que aparecen al final de cada verso.
La rima
Como hemos dicho más arriba, la rima es la repetición de los sonidos que cierran cada
uno de los versos que componen un poema. Esta repetición puede ser de dos tipos:
Asonante: cuando desde la última vocal acentuada sólo se repiten los sonidos vocálicos.
Consonante: cuando desde la última vocal acentuada se repiten todos los sonidos, tanto
vocálicos como consonánticos.
Bisílabos: 2 sílabas
Trisílabos: 3 sílabas
Tetrasílabos: 4 sílabas
Pentasílabos: 5 sílabas
Hexasílabos: 6 sílabas
Heptasílabos: 7 sílabas
Octosílabos: 8 sílabas
Los versos se suelen agrupar en estrofas, es decir, conjuntos de versos que presentan
uniformidad en cuanto a la rima, ya sea consonante, ya sea asonante. A continuación
ofrecemos los tipos de estrofas más frecuentes en nuestra literatura:
Además de estas agrupaciones estróficas, hay poemas que constituyen una organización
rítmica fija y autónoma. Un poema puede estar formado por varias estrofas:
El texto principal
Es el contenido, propiamente, de la obra. Se divide en
-Actos: Es una unidad temporal y narrativa, que está marcado por la subida y
bajada el telón.
-Cuadros: Parte del texto que está marcada por el cambio total o parcial del
decorado.
-Escenas: Parte de la obra que viene determinada por la entrada o salida de los
actores. Cada vez que cambia el número de actores en escena, cambia la escena.
Usa tres formas de expresión:
-Diálogo: Es la conversación entre dos personajes.
-Monólogo: Es el modo de expresarse cuando un solo personaje está hablando.
Se llama también soliloquio.
-Aparte: Es la forma de hablar de uno o varios personajes que utilizan cuando
dicen algo sobre la obra, y los demás personajes fingen no enterarse.
La acción suele tener la siguiente estructura básica:
-Exposición: Es el principio de la obra y en ella se presentan los datos más
importantes de la obra.
-Nudo: Coincide con el momento de mayor tensión y donde la trama se
complica.
-Desenlace: Es el momento en que se resuelve el problema planteado en el
desarrollo de la obra.
El texto secundario, acotaciones o didascalias
Se trata de aclaraciones que el autor de la obra teatral realiza sobre cómo debe
ser el decorado, cómo se tienen que mover los personajes, qué gestos deben hacer... Son
orientaciones que intentan clarificar la comprensión de la obra, por lo cual, aunque
aparezcan ante nuestros ojos cuando leemos una obra dramática (normalmente entre
paréntesis o con letra cursiva), no pueden ser pronunciadas durante una representación.
Para que el argumento de una obra sea creíble, los directores teatrales suelen recurrir a
recursos auxiliares que contribuyan al espectáculo: un vestuario acorde con la época en
la que se sitúa la obra, música de fondo o de acompañamiento (con la misma finalidad
que la banda sonora de una película), iluminación adecuada a cada momento y una
escenografía adaptada a la obra en cuestión, que suele estar al cargo del director de
escena. En el teatro medieval estos recursos eran casi inexistentes, con lo que los
espectadores debían utilizar más su imaginación para la contemplación de una obra
teatral. Durante el Siglo de Oro, con la representación en corrales de comedias, los
autores se debían valer de dos o tres puertas al fondo del escenario y un primer piso con
ventanas y un balcón. Poco a poco el teatro se fue desarrollando y fue precisamente
Calderón de la Barca quien más contribuyó al desarrollo de los efectos más o menos
especiales y de la escenografía. Hoy en día la representación depende, en cuanto a su
escenografía, del director de escena, que puede concebir un escenario minimalista, es
decir, con los mínimos recursos, o bien una representación clásica, esto es, lo más
realista posible.
Las acotaciones aportan información para la representación teatral. Ésta puede
ser:
Sobre la acción
-Datos e indicaciones sobre el lugar en el que se desarrolla la acción: decorados,
época, mobiliario, etc.
-Iluminación, con la que se expresan la hora del día, un espacio concreto, etc.
-Sonidos, para indicar o provocar diversos efectos.
Sobre los personajes: vestuario, movimientos, gestos, tono de voz,
intencionalidad expresiva, etc
Por tanto debemos observar los códigos verbales y no verbales, ya sean visuales
o auditivos.
La representación teatral
El fin primordial de un texto dramático, aunque puede ser leído, es su
representación en un escenario ante unos espectadores. Esta tarea es llevada a cabo por
los actores, que encarnan a los personajes y que son conducidos por un director, que los
organizará y transformará ese texto escrito en un espectáculo. Por último, la
escenografía es otro de los elementos esenciales de la representación teatral, con ella se
sitúa la historia en un tiempo y espacio concretos.
Personajes
Principales: son aquéllos sobre los que recae el peso de la acción. Pueden ser:
-Protagonista: actúan de una forma.
-Antagonista: actúa de forma contraria al protagonista.
Secundarios: ayudan a los principales.
Escenografía
Comprende los siguientes campos:
Decorados: Elementos necesarios para ambientar el escenario.
Vestuario: Prendas y ropas de vestir.
Iluminación: Luces y elementos luminosos para provocar efectos: día, noche,
tormentas...
Sonido: Música y efectos sonoros para complementar lo que aparece en escena:
ruidos, etc.
El espectáculo
Ya en Egipto, en el año 3000 a. C., se representaba el nacimiento del monarca y su
coronación, con claras implicaciones simbólico-religiosas. Grecia y su teatro fueron el
detonante del gran desarrollo que posteriormente alcanzaría. Nació asociado al culto de
Dionisos (Baco en la mitología latina) y tenía una finalidad laudatoria y formativa. Se
trataba de una mezcla de danza, canto y recitación protagonizada por pocos personajes
sobre la escena, acompañados por un coro. Los actores llevaban máscaras para
amplificar la voz y coturnos, una especie de zapatos con grandes suelas para permitir
que los espectadores más alejados pudieran asistir con comodidad a la representación.
Subgéneros mayores
La tragedia: protagonizada por personajes de alta categoría social que se ven
arrastrados por la fatalidad a graves conflictos entre sí, a través de un lenguaje esmerado
y cuidado. La tragedia griega se caracteriza por el horror, la desgracia y la muerte. El
protagonista suele ser el héroe, que actúa con el decoro suficiente de acuerdo a las
normas establecidas. Suele representar un ideal de comportamiento humano. Contra este
héroe se encuentra el antagonista, que puede ser un solo hombre o un conjunto de
circunstancias contrarias a la voluntad del protagonista. El conflicto suele desembocar
en la catástrofe, en la fatalidad. Las obras están regidas por las tres unidades (acción,
lugar y tiempo). Los espectadores, ante la contemplación de una tragedia, se solidarizan
y sufren con el protagonista, con lo que llegan a la catarsis (liberación).
El drama: suele tratar un tema legendario, aunque con efectos cómicos
protagonizados, fundamentalmente, por el coro. Los dioses no intervienen en la vida de
los hombres y puede haber más de una acción al mismo tiempo. Se encuentra a medio
camino entre la tragedia y la comedia: no se evitan las situaciones cómicas, pero
tampoco el desenlace trágico.
La comedia: se basa en la ridiculización y denuncia desenfadada de costumbres
y problemas cotidianos. Los protagonistas suelen ser personas normales que sufren en
escena, aunque siempre desde un punto de vista cómico. Se busca la risa, por lo que el
desenlace es feliz, desenfadado y alegre, sin olvidar la ironía.
Subgéneros menores:
Auto sacramental: obras de tema religioso que cuentan con un solo acto en
verso. Los personajes son alegóricos (la Muerte, el Pobre, el Rico, la Hermosura, el
Mundo...). Este género vive su apogeo durante el siglo XVII, gracias, sobre todo, a
Calderón de la Barca. Se solían representar durante el día del Corpus.
Sainete: pieza corta (uno o dos actos) de carácter cómico y costumbrista, que
puede estar escrita en verso o prosa. El principal cultivador de sainetes es Ramón de la
Cruz.
Paso: obra breve con finalidad cómica concebida para ser representada en los
entreactos de las obras mayores. Su creador fue Lope de Rueda (s. XIV).
Entremés: breve pieza teatral que se representaba en los entreactos de las obras
mayores. Tiene un carácter cómico y representa un ambiente popular. La acción y los
personajes del entremés suelen ser más complejos que en el paso, de mayor simplicidad
técnica. Uno de los mejores autores de entremeses es Miguel de Cervantes (1547-1616).
Farsa: obra cómica, breve, y sin otra finalidad que la de hacer reír. Suele tener
un marcado carácter satírico y se caracteriza por la exageración de las situaciones.
Melodrama: suele presentar situaciones graves y serias en las que los personajes
buenos sufren despiadadamente a manos de los malos. Se caracteriza por el
sentimentalismo exagerado.
Vodevil: cuenta divertidas infidelidades amorosas en un juego escénico lleno de
movilidad y de sorpresas.
Teatro lírico: es aquel donde la música es elemento principal hay varios
subtipos: ópera, todo cantado; zarzuela: intento de españolizar la ópera; opereta:
zarzuela de argumento más frívolo; revista: alternancia de diálogo, canto y baile.
Teatro del absurdo: presenta acciones y diálogos de difícil comprensión, es un
reflejo de lo absurdo de las conductas humanas.
Teatro de participación: se busca la vuelta a las fiestas tradicionales como
mejor reflejo de lo teatral, se hacen escenarios redondos o se sale a la calle para
representar.