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Badiou El Cine Como Experimentacion Filosofica
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personalidad
Sus lecciones de cátedra, sus artículos y libros sobre el tema, han marcado un
rumbo en la doctrina, y plasmado también en el derecho positivo peruano, ya que
el título que dedica el Código Civil de 1984 a las personas es fruto de sus desvelos
como legislador.
II. Introducción
En el presente trabajo analizaremos esa particular categoría de derechos
subjetivos esenciales que han recibido la denominación de "derechos de la
personalidad" por cuanto pertenecen a la persona por su sola condición de tal.
La teoría de los derechos personalísimos es una conquista del siglo XX, al menos
en su formulación sistemática y metódica actual.
En una línea similar, aunque más desarrollada, el Código Civil portugués de 1867
dedicaba varias de sus normas a los por él llamados "Derechos originarios"
prescribiendo que los mismos son los que "resultan de la propia naturaleza del
hombre y que la ley reconoce y protege como fuente y origen de todos los demás".
Mientras tanto, hasta que se lleve a cabo una eventual reforma, el estudio de la
regulación argentina habrá de hacerse a partir de la legislación particular
existente.
Resta señalar que la reforma de 1994 a nuestra Constitución Nacional importó una
ratificación explícita de los derechos de la personalidad, pues con la incorporación
de los Tratados, Pactos y Convenciones prevista en el artículo 75 inciso 22 (con
jerarquía superior a las leyes), y la incorporación de los artículos 37, 39, 41, 42 y
43 ha quedado establecido en nuestro ordenamiento jurídico un sistema íntegro de
protección de los derechos personalísimos.
Una primera, que podríamos llamar minoritaria(17), sostiene que los derechos
personalísimos no pueden ser considerados como verdaderos derechos
subjetivos.
Los fundamentos dados en sustento de esta tesis son de lo más variados pero en
lo esencial tienden a destacar que en esta categoría de derechos no se
manifestaría la estructura esencial de los derechos subjetivos (sujeto, objeto y
contenido).
Así advierten que:
1)Para que exista derecho subjetivo debe haber un deber correlativo y en los
derechos personalísimos no existe sujeto pasivo;
Refuta las objeciones esgrimidas por la doctrina negatoria y aduce que los
derechos de la personalidad gozan de la estructura propia de los derechos
subjetivos, esto es: un sujeto activo o titular, un objeto y un contenido.
Con relación a que el objeto se confunde con el sujeto de tales derechos, creemos
que ello no es así; el objeto de los derechos personalísimos es el honor, la vida, la
integridad física, etc.
Creemos que no pueden caber dudas respecto a que los derechos personalísimos
son derechos subjetivos, o más bien, relaciones jurídicas tutelables.
En el derecho peruano Carlos Cárdenas Quirós señala con acierto que "las
personas colectivas o jurídicas pueden experimentar la agresión de algunos
derechos tales como el honor, la buena reputación, el crédito comercial, la
igualdad ante la ley, la inviolabilidad del domicilio, la libertad de contratación, etc.
..."(20).
En efecto, se trata de una categoría con perfil propio y con caracteres -en su
mayoría(21)- no compartidos con el resto de derechos subjetivos.
i) Son derechos absolutos por cuanto son oponibles erga omnes a todos los
miembros de la comunidad y no sólo a los particulares, sino también frente al
Estado.
b) Los derechos de autor (ya que al igual que las patentes de invención no
pertenecen a la persona por su sola condición de tal, teniendo cabida y protección
en el ordenamiento jurídico sólo a partir de su regulación y reglamentación por el
derecho objetivo; asimismo la obra, aunque creada por la persona es
perfectamente diferenciable y está separada de ella, no así los bienes objeto de
derechos de la personalidad);
c) Los derechos humanos (pues aunque se trata de materias afines, los derechos
humanos atienden a la protección de la persona frente a los avasallantes
atropellos del Estado y de sus poderes públicos, mientras que los derechos
personalísimos se relacionan al aspecto interior y singular de cada persona sin
importar a quien sea atribuible el acto dañoso).
Finalmente, los instrumentos de protección punitivos son aquellos que tienen por
finalidad el prevenir la producción de daños futuros similares por el mismo ofensor.
Como medios repertorios, dos son las medidas previstas por nuestro
ordenamiento jurídico(36):
a) Las medidas de reparación en especie(37) (que tienen por objeto la reparación in
natura, siempre que sea posible, del daño consumado; es decir el
restablecimiento, lo más posible, de las cosas a su estado anterior).
Estos derechos atienden al ejercicio sin trabas tanto de las fuerzas físicas como
de las espirituales(52).
NOTAS
1. Los derechos de la personalidad han sido llamados de diverso modo por la doctrina y la
legislación comparada. Así, han recibido el nombre de "iura in persona ipsa", "derechos en la
propia persona", "derechos de la individualidad", "derechos fundamentales", "derechos originarios",
"derechos esenciales de la persona", etc. Sin embargo la denominación que ha logrado mayor
aceptación, en el derecho privado, ha sido la de "derechos personalísimos", quizás porque la
terminología manifiesta con evidente expresividad el vínculo superlativo existente entre esta
categoría de derechos y la persona; es decir, si la palabra "personalísimos" tiene algún significado
en este contexto, no es sino afirmar que estos derechos son "más personales" que el resto de
derechos subjetivos.
2. Algunos autores mencionan como antecedente primero la "actio injuriarum" romana, sin
embargo creemos que la misma no puede considerarse como la primera manifestación, ya que se
trataba de una acción aislada que de modo alguno reflejaba una preocupación por la defensa de la
persona y sus atributos esenciales. Fue la filosofía escolástica la que desarrolló el tema y dio
basamento y justificación a la misma, consecuentemente en ella reconocemos el precedente más
inmediato.
4. Se ocupa del problema en la Sección Primera del Libro Primero, Título II: "Derechos de la
persona" (artículos 3 a 18).
8. Ver Carlos Fernández sessarego, Protección jurídica de la persona, Universidad de Lima, 1992,
p. 84 y siguientes.
10. . Trabajo publicado en 1962 y reeditado en 1968 por la Universidad de San Marcos, Lima.
11. . Dedica a estos derechos el Capítulo II del Título I, Libro Primero (ver artículos 11 a 21).
12. Circunstancia lógica si se atiende a que la doctrina recién fue sistematizada dogmáticamente
en el siglo XX y nuestro código data de finales del siglo XIX (1869). Sin embargo resulta
conveniente señalar que nuestra Constitución Nacional si reconoce y consagra los derechos de la
persona humana.
13. Presentaron ponencias: Jorge A. Carranza, representante de la Universidad Católica de
Córdoba, el Instituto de Derecho civil de la Universidad Nacional de Córdoba y Celestino Piotti (h.),
también de la Universidad Católica de Córdoba.
Art. 1.- a) La ley civil protege a las personas contra cualquier ofensa ilícita o amenaza de ofensa a
su personalidad física o moral, y en especial contra los ataques a la vida, integridad física, libertad
de conciencia, nombre o seudónimo, imagen, secreto de la correspondencia, inviolabilidad del
domicilio, creación científica o artística, e invención, sin perjuicio de la protección prevista en leyes
especiales.
c) Las acciones deben ser deducidas por la persona afectada, o su representante si fuera incapaz.
Art. 2.- Es nula toda renuncia o limitación anticipada del ejercicio de los derechos de la
personalidad.
Art. 3.- a) Los derechos a la personalidad gozan de protección después de la muerte del respectivo
titular.
b) Tienen legitimidad para actuar, en este caso, el cónyuge supérstite, los ascendientes y
descendientes, y los herederos del difunto.
Integridad física.
Art. 4.- Están prohibidos los actos de disposición del propio cuerpo, cuando ocasionen una
disminución permanente de la integridad física o pongan en peligro la vida de la persona, o sean
de otro modo contrarios a la ley, al orden público o a las buenas costumbres.
Art. 5.- a) Podrán obtenerse, prepararse y utilizarse para injertos y transplantes, tejidos y órganos,
como huesos, cartílagos, piel, ojos, procedentes de cadáveres.
b) El difunto deberá haber manifestado en vida su conformidad por el acto o documento auténtico;
o deberán prestar esta conformidad los familiares con quienes conviviese.
Integridad moral.
Art. 6.- a) La persona injustamente perjudicada en su honra, fama o legítimos intereses morales,
tendrá derecho a ser indemnizada.
Derecho a la imagen.
Art. 7.- a) El retrato de una persona no puede ser expuesto, reproducido o comercializado sin su
consentimiento.
c) Sin embargo, jamás se podrá exponer, reproducir o comercializar el retrato de una persona si de
este hecho resultase perjuicio para su honra, reputación o simple decoro de la persona retratada.
Art. 8.- a) El destinatario de una carta misiva de naturaleza confidencial debe guardar reserva
sobres su contenido y no le es lícito aprovechar los elementos de información que ella haya llevado
a su conocimiento.
Art. 9.- a) Las cartas misivas confidenciales sólo pueden ser publicadas con el consentimiento de
su autor, o con autorización judicial cuando medien razones de interés público.
b) No procede la autorización judicial cuando sólo se trata de utilizar las cartas como documento
literario, histórico o biográfico.
c) Después de la muerte del autor la autorización compete a las personas designadas en el inciso
b) del artículo. 3
Art. 10.- Lo dispuesto en el artículo anterior es aplicable a las memorias familiares y personales, o
a otros escritos que tengan carácter confidencial o que se refieran a la intimidad de la vida privada.
Art. 12.- a) Todos deben guardar reserva en cuanto a la intimidad de la vida privada de los demás.
Nombre.
Art. 13.- a) Toda persona tiene derecho a usar su nombre, y a oponerse a que cualquier otro lo use
ilícitamente.
b) No puede utilizarse el nombre, sobre todo en ejercicio de una actividad profesional, de manera
que perjudique los intereses de quien tuviese un nombre total o parcialmente idéntico. En tales
casos el juez, guiándose por la equidad, decretará las providencias que mejor concilien los
intereses en conflicto.
Seudónimo
Art. 14.- El seudónimo, cuando sea notorio, goza de la misma protección conferida al nombre".
17. Dentro de esta postura se enrolan, Alfredo ORGAZ ("Personas individuales", Buenos Aires,
1946, p. 121 y siguientes); Adolfo RAVÁ (Conf. "I diritti sulla propria persona: nella scienza e nella
filosofía del diritto", en Rivista Italiana per le Scienze Giuridice", Roma, junio 1900, Vol. XXXI) y
Manuel ARAUZ CASTEX ( "Derecho Civil - Parte General", Emp. Técnico Jurídica Argentina,
Buenos Aires, 1968, T. I, p. 227). Para este último autor, los derechos de la personalidad no serían
ni atributos de la persona ni derechos propiamente, sino que se encuentran por encima de toda la
construcción científico jurídica y a modo de axiomas el respeto debido a ellos es una idea
indemostrable, aunque básica y evidente.
18. A ella adscriben, entre otros, José A. BUTELER CÁCERES ( "Manual de Derecho Civil - Parte
General", ed. Abaco, Buenos Aires, 1979, p. 39 ); Guillermo A. BORDA ("Tratado de Derecho Civil
argentino - Parte General", 4ª ed, Perrot, Buenos Aires, T. I, ps. 276 y siguientes); Jorge Joaquín
LLAMBÍAS ("Tratado de Derecho Civil - Parte General", Perrot, Buenos Aires, 1961, T. I, ps. 273 y
siguientes.); César Augusto Abelenda ("Derecho Civil - Parte General", Astrea, Buenos Aires, 1980,
T. I, p. 237); Santos CIFUENTES ( Elementos de Derecho Civil, Parte General, 4ª ed., Astrea,
Buenos Aires, 1997, § 26, p. 49 y siguientes); Julio César Rivera ("Instituciones de Derecho Civil -
Parte General", Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1997, T. II, p. 21 y siguientes); Francesco
FERRARA (Conf. " Trattato di diritto civile...", obra citada, p. 397); Joaquín Diez Días ("Los
derechos físicos de la personalidad", ed. Santillana, Madrid, 1963, p. 31 a 53); Manuel GARCÍA
AMIGO (Derecho Civil de España. I. Parte General, Universidad Complutense, Madrid, 1997, p.
284)..
19. También aquí se advierte que el "deber" es elemento predominante para determinar cuándo
estamos en presencia de una relación o situación jurídica tutelable.
20. Carlos Cárdenas Quirós, Estudios de Derecho Privado, Lima, 1994, p. 128.
21. Hacemos esta aclaración ya que algunas de las notas que caracterizan a los derechos
personalísimos son propias también de otros derechos subjetivos. En efecto, la calidad de
inherentes (ver art. 498 Código Civil), otros son también absolutos (los derechos reales, por
ejemplo) y la mayoría son privados.
23. Al respecto enseña Cifuentes que esta conclusión no impide que el objeto interior de estos
derechos no requiera de otros bienes exteriores no personalísimos para subsistir, por ejemplo el
alimento para la vida, los ámbitos reservados para la intimidad, etc.
24. Sin perjuicio de ello, perfectamente pueden encontrarse tutelados por el derecho público. Así
por ejemplo, el derecho penal tipifica y pena numerosas conductas atentatorias de los derechos de
la personalidad, igualmente la constitución consagra derechos personalísimos tal como lo
indicáramos más arriba.
25. Ver José A. Buteler Cáceres, obra citada, Cap. II, apartado II, p. 43 y siguientes.
27. A nuestro criterio se trata de un derecho fundamental que le corresponde a la persona por su
sola condición de tal
28. Ver Luis Diez Picazo y Antonio Gullón, Sistema de Derecho Civil, 4ª ed., 1ª reimpresión,
Tecnos, Madrid, 1982, T. I, ps. 379 y siguientes.
29. Ver Juan Espinoza Espinoza, Derecho de las personas, 4ª edición, p. 169, Palestra, Lima,
2004.
30. Por ello, para quienes quieran profundizar el tema, recomendamos la consulta de la obra de la
jurista cordobesa: Matilde ZAVALA DE GONZÁLEZ, Resarcimiento de daños. Daños a la Persona
(Integridad espiritual y social), Hammurabi, Buenos Aires, 1996, Vol. 2d, particularmente el capítulo
IV (ps. 303 y siguientes).
32. Como presupuestos de las medidas judiciales de prevención Zavala de González indica: 1) La
previsibilidad del daño o de su agravación ante una actuación dañosa ya comenzada o amenazada
y 2) La antijuridicidad de la conducta del supuesto ofensor, existiendo una inversión de la carga
probatoria por cuanto la conducta lesiva de derechos personalísimos se presume ilícita hasta que
se pruebe lo contrario. En cambio, entiende que no son recaudos de procedencia de las medidas
judiciales ni la culpabilidad del autor ni ningún otro factor de atribución de responsabilidad (Conf.
Matilde ZAVALA DE GONZÁLEZ, obra citada, Vol. 2d, p. 314)
33. Esta acción, aun cuando no se encuentra regulada de modo expreso en los códigos de
procedimientos nacional o provinciales, es una vía idónea y hábil para prevenir la producción del
daño. La posibilidad de prevenir, mediante un proceso judicial, el acaecimiento de un daño
encuentra su fundamento legal en lo previsto en el artículo 1067 del Código Civil y ha sido objeto
de regulación de alguna norma sustancial como por ejemplo el artículo 1071 bis del Código Civil
respecto de los daños a la intimidad, el artículo 52 de la Ley 24240 respecto de los derechos de los
consumidores, etc.
34. Esta acción tiene vital importancia en los supuestos de daño al derecho de libertad (que no sólo
importa la libertad física sino también la espiritual y la negocial). En este sentido el artículo 10 bis
de la Ley 24240 de la Ley de Defensa al consumidor dispone que el incumplimiento de la oferta o
del contrato por el proveedor, faculta al consumidor a exigir el cumplimiento forzado de la
obligación.
36. La elección de una de estas dos medidas, no importa la exclusión de la otra. De hecho, en la
mayoría de los supuestos de lesión al derecho de la personalidad se piden ambas medidas
reparatorias conjuntamente, esto es, la reparación en especie y la indemnización pecuniaria.
37. La justificación legal la encontramos en el artículo 1083 del Código Civil que de un modo
genérico prevé esta medida de reparación de daño.
38. La indemnización del daño moral, tiene en materia de derechos personalísimos un valor e
importancia trascendente, ya que en la mayoría de las hipótesis la lesión a un derecho de la
personalidad importa un daño espiritual.
39. Zavala de González, a quien pertenece la expresión "indemnización punitiva de los daños",
incluye este medio como de "prevención genérica". Por fines sólo didácticos, hemos preferido
incluir esta medida en los medios de punición, porque si bien la finalidad de los daños punitivos es
preventiva las consecuencias de su aplicación son esencialmente punitivas ya que implican una
imposición de pago extra para el ofensor del daño grave al derecho personalísimo.
40. Creemos que este tipo de sanciones resulta en un todo adecuada y viable en los supuestos de
daños graves a la personalidad producidos mediante una actitud manifiesta de menosprecio e
indiferencia por los derechos fundamentales de terceras personas y por lo tanto altamente
reprochable. Esta forma de punición tiene por finalidad principal evitar la producción futura de
daños similares, procurando revertir el desinterés del ofensor.
41. Juan Espinoza Espinoza propone también un interesante esquema de clasificación, que
distingue tres categorías principales, a saber: 1) Derechos psicosomáticas; 2) derechos tutelares
del desenvolvimiento de la persona en cuanto tal; y 3) derechos personales o morales de autor y
divide cada una de ellas en varias subcategorías (ver obra citada, p. 166).
42. Hemos seguido en líneas generales la clasificación elaborada por Cifuentes, obra citada, § 30,
p. 54 y siguientes..
43. Juan Espinoza Espinoza nos dice que "el derecho a la integridad tutela la condición misma del
ser humano, en cuanto inescindible unidad psico-física" (ver obra citada, p. 195).
44. Ver Antonio BORRELL MACIÁ, La persona humana, Bosch, Barcelona, 1954, p. 16 y
siguientes.
46. Incluyéndose los que se realizan por razones eutanásicas o experimentales, y por supuesto los
efectuados por razones discriminatorias o nacionalistas.
47. El suicidio no es punible en el ordenamiento argentino, aunque sí lo es la ayuda a cometerlo.
48. A diferencia de lo sostenido por Julio César RIVERA (obra citada, T. II, N° 7575, a), p. 67) y
Santos CIFUENTES (obra citada, § 39, p, 74 y siguientes); entendemos que no existen derechos
personalísimos sobre el cadáver. El cadáver no es persona, luego no puede hablarse de derechos
personalísimos que nacen luego de la muerte de la persona. La protección del cadáver no se
vincula a la materia de los derechos personalísimos sino a que se trata de una cosa que está fuera
del comercio no susceptible de valor. La posibilidad de la persona de disponer relativamente sobre
el futuro de su cadáver estableciendo su destino no convierte a tal facultad ni en un derecho
personalísimo ni en una proyección de su ejercicio.
49. Como por ejemplo las tendientes al cambio de sexo, salvo en los supuestos de hermafroditismo
o la ablación de órganos vitales con fines de trasplante.
50. Como las prácticas esterilizantes sin indicación terapéutica y los tratamientos con fines
experimentales.
51. No obstante existen ciertos exámenes clínicos que por ley son obligatorios para la persona,
como por ejemplo el examen exigido para la obtención del certificado prenupcial, el examen
médico que previo a su ingreso deben cumplir los empleados públicos, etc.
52. Son aplicación positiva de estos derechos personalísimos en el ámbito del derecho civil, los
artículos 482, 531 inciso 1º, 3068, 3010 y 953 del Código Civil.
54. El honor, entendido tanto en su sentido subjetivo (como honra, e importa el respeto de la
persona humana por su condición de tal) como en su sentido objetivo (la fama o estima que otras
persona se han formado del sujeto),
55. Así, por ejemplo, Diego ESPÍN CÁNOVAS nos dice: "A través del nombre se realiza
principalmente la identificación del ser humano, y por esto aparece el nombre estrechamente
vinculado a los derechos de la personalidad", Manual de Derecho Civil español, Vol. I, Parte
General, 8ª edición, Editorial Revista de Derecho Privado, Madrid, 1982, p. 428.