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No puede haber alguien sensato que después de descubrir un tesoro que puede
enriquecer a muchos sin empobrecerse a sí mismo, deje de compartirlo. Este
es mi caso y el de muchos en la Iglesia que hemos descubierto en la devoción
a San José, un canal de las gracias del Cielo.
San José estuvo pendiente de todas las necesidades de Jesús para satisfacerlas.
Jesús en el Cielo, ¿qué le puede negar a quien todo se lo dio en la tierra?
Si San Pedro tiene las llaves de las puertas del Cielo, San José, las de su
despensa. Y cuál no será la confianza que Dios le tiene cuando le “confió la
custodia de sus Tesoros más preciosos” (RC).
Ella declara que San José le alcanzó la gracia de su curación después de haber
estado tullida por casi tres años: “Como me vi tan tullida y en tan poca edad
(25 o 26 años), ya que no me habían parado los médicos de la tierra, determiné
acudir a los del Cielo para que me sanasen..., y tomé por abogado y señor al
glorioso San José y me encomendé muchísimo a él. Vi claro que así de esta
necesidad como de otras mayores este padre y señor mío, me sacó con más
bien de lo que yo le sabía pedir. No me acuerdo hasta ahora, haberle
suplicado cosa que no haya dejado de hacer.
Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de
este bienaventurado Santo, de los peligros que me ha librado, así de cuerpo
como de alma; que a otros Santos parece les dio el Señor tanta gracia para
socorrer en una necesidad; de este glorioso Santo, tengo experiencia, que
socorre en todas y que quiere Dios darnos a entender, que, así como le fue
sujeto en la tierra, así en el Cielo hace cuánto le pide.
Querría yo persuadir a todos que fuesen devotos de este glorioso Santo, por la
gran experiencia que tengo de los bienes que alcanza de Dios. No he conocido
persona que de veras le sea devota, que no la vea más aprovechada en la
virtud.
Sólo pido, por amor de Dios, que lo pruebe quien no me creyere, y verá
por experiencia el gran bien que es encomendarse a este glorioso
Patriarca y tenerle devoción.”
NOVENA AL GLORIOSO PATRIARCA SAN JOSÉ
Hecha la señal de la Cruz y el acto de
Contrición, se dirá lo siguiente:
Esta constante oración, santificaba tus acciones, pues con este espíritu, las
iniciabas, proseguías y terminabas; de este espíritu de oración, sacabas
fortaleza en las adversidades de cuerpo y alma, de él te nacía el valor para
cumplir con alteza el ministerio que Dios te había encomendado y subir a un
alto grado de perfección.
¡Oh Glorioso Patriarca, de quien se admiran las Jerarquías del Cielo!, pide
para mí este espíritu de oración, para que, a imitación tuya, crezca en buenas
obras, aumente en las virtudes y persevere con firmeza, hasta ganar la corona.
Amén. (Petición y gozos).
ORACIÓN FINAL PARA CADA DÍA
Oración:
Oremos:
Dios, que en tu admirable providencia elegiste a san José para ser esposo de la
Santísima Madre de tu Hijo; concédenos como intercesor en el Cielo, a quien
veneramos como protector en la tierra. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
DÍA SEGUNDO
Gloriosísimo Patriarca San José, admirable por tu vida oculta con Cristo en
Dios; Tú fuiste escogido de su mano para ser su representante en la tierra, para
quien es el regocijo de los Cielos y gloria de nuestro linaje. Más, en medio de
tanta gloria, todo tu anhelo, no fue otro, sino ser desconocido e ignorado de
todos, ocupado en los quehaceres de tu oficio, sin desear más, que cumplir
exactamente los planes divinos de la Encarnación del Verbo.
Por lo anterior, mereciste que te llamen las generaciones, siervo bueno y fiel,
puesto por Dios a la cabeza de la Sagrada Familia, para servir de consuelo a
María, buscar el alimento al Divino Infante y cooperar fielmente a los
designios del Eterno Padre.
Concédeme Santo mío, que conozca yo, los apreciabilísimos dones reservados
a los amantes de la vida oculta y escondida en Dios, verdadera margarita
preciosa, desdeñada de las almas tibias. Amén. (Petición y gozos).
DÍA TERCERO
DÍA CUARTO
Haz que, de esta manera, creyendo que el Dios de las virtudes, no solamente
ordena todas las cosas en número, peso y medida, sino que también nos
gobierna con gran miramiento cambiando el mal en bien y sacando provecho
hasta de la misma tentación, me arroje en sus divinos brazos y logre
finalmente el fin para el cual fui creado. Amén. (Petición y gozos).
DÍA SEXTO
Concédeme, Santo mío, que sepa apreciar esta rica pobreza, con la cual, a la
par que desprecie lo que es de ningún valor, adquiera asemejarme a Ti y a
Jesús. ¡Ame yo esta dichosa pobreza premiada con tanta riqueza! Ame esta
bienaventurada liberalidad, cuyo galardón es medida tan copiosa.
Aprenda de Ti a ser pobre como Jesús, que vino del Cielo a la tierra para
darnos ejemplo de pobreza y escogió morir desnudo en la Cruz, saliendo del
mundo sin tener cosa del mundo. Dadme aborrecer esas cositas a que se apega
el corazón, para que sirva a Dios con perfección y alcance las riquezas
celestiales. Amén (Petición y gozos).
DÍA SÉPTIMO
Solicite para mí, esta Celestial Señora, las inspiraciones del Cielo, la gracia de
la justificación, la victoria en las tentaciones, la perseverancia en las virtudes,
el aumento de las gracias, la constancia en el bien, la corona de la gloria. Y
puesto que, por mandato de Dios, echa raíces en los escogidos para el Cielo,
las eche hondas en mi alma, de devoción e imitación de sus virtudes, que sean
prenda de mi eterna predestinación. Amén. (Petición y gozos).
DÍA OCTAVO
Aprenda mi alma a vivir bien para que sepa bien morir; viva muerto a lo
creado, al amor propio, a la sensualidad, clavado con Jesucristo y sus
compañeros, pobreza, dolor y desprecio. De esta suerte, mi alma pasará de tus
manos a las de mi Salvador, que tuvo las suyas clavadas por mí en la Cruz.
Acógeme pues, bajo tu amparo, para aquella hora, y si no recreares mí espíritu
visiblemente como lo has hecho con tantos, tu protección y la de tu Esposa,
me sostengan en aquella terrible lucha. Amén. (Petición y gozos).
GOZOS
Venturoso le sustentas
con el sudor de tu frente,
padre de tu Redentor;
vives para Él solamente,
mueres al sonar la hora,
de tu fúnebre quebranto.
Acógenos, etc...
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En cierta ocasión supe del papá de una amiga: estaba aparentemente alejado
de Dios, y por bendición divina, en el momento más crucial de su vida, recibió
los Sacramentos pero su estado terminal era penoso y muy prolongado. Al
tener un encuentro con una religiosa muy cercana a ellos, ésta me suplicó con
insistencia que orase para que el Señor se acordara de él; yo le dije que la
novena de San José era especialísima y que la haría con esa intención. El día
en que concluía el novenario, la llamé y se lo comenté, ella me respondió:
“pues tendrás que hacerla de nuevo porque está muy mal.” El caso es que al
llegar a mi habitación y tomar la novena, le dije a San José: “lo siento mucho,
pero no sé cómo te la vas a arreglar, no repetiré la novena, yo creo en el poder
de tu intercesión y no me vas a defraudar.” La oración del día noveno es para
pedir la gracia de una santa muerte, como él la tuvo, dicha oración la hice
todos los días de la novena aplicándola en tercera persona, esa noche la oré
con mucho fervor. Al día siguiente mientras hacía la Adoración al Santísimo,
llamaron a avisar que el señor había muerto y que el entierro era en la
parroquia de San José. Después supe por medio de su hija, que el sacerdote
que lo asistió durante su agonía, exclamó: “tuvo la muerte de San José.”
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Sucedió que Dios en su infinita sabiduría dispuso trasladar al Obispo que
teníamos, el cual fue con nosotros verdadero padre, pastor, amigo, guía,
apoyo. Ante la inminente llegada de un nuevo Señor Obispo, escuché el
comentario de que sería muy bueno si fuera el padre N. Me resonaron esas
palabras en el corazón y por la noche le dije a San José: “bueno querido Padre,
si Dios ha dispuesto quitarnos al actual Obispo, que se haga como Él quiera,
yo escuché que sería muy bueno sí… y le hice la novena con esa intención
(cuando dicha persona hacia ese comentario, le respondieron que a esta
Diócesis no enviaban a aquellos que no tuvieran experiencia en el
Episcopado), actualmente ese es nuestro Obispo.
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Una muy allegada a nosotros tenía cáncer en sus pulmones; se preveía una
muerte muy angustiante, asfixiada; sus hijos nos comentaron que siempre le
había orado al Señor para que le concediera una muerte tranquila; cuando oí
esto pensé en mi súper amigo que es el patrono de la buena muerte y solicité a
mi superiora el permiso para ir a hacer el día noveno en su lecho de enferma:
ella me autorizó. Hacía poco, la persona había recibido un chequeo médico y
sus signos vitales se encontraban estables; sin embargo, mientras me acerqué y
la hacía, entró en agonía y descansó plácidamente en Él. Simultáneamente sus
familiares oraban en el primer piso.
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Conozco una joven que llevaba mucho tiempo sin saber de su mamá; cuando
oyó de los prodigios de esta novena se interesó y la empezó a hacer con
muchísimo fervor. Hacia el octavo día vino su mama a visitarla después de
muchos años. Ella lo atribuyó a un milagro eminentísimo de San José.
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Mi tía religiosa le tomó una gran devoción a San José y da fe de que le ha
conseguido trabajo a todos sus sobrinos con esta novena, entre ellos, a mi
hermanito a quien llamaron de la empresa con la que se soñaba vinculado,
precisamente el 20 de marzo, un día después de la Solemnidad del Santo
Patriarca que este año cayó, Domingo, día no hábil.
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Tenemos un proyecto para evangelizar a través de producciones audiovisuales,
denominado, Nevi (Nueva Evangelización para la vida), los equipos para la
realización de éstas son bastante costosos, le hicimos varias veces este
novenario; la consola que es como el corazón del estudio, llegó el 9 de marzo,
día en que iniciábamos la novena que precede a su día.
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Ahora, ¡yo soy pobre! ¿Cómo me las arreglaría para cumplir mi promesa, si
no tengo los medios económicos? le dije a San José: quiero cumplirte, pero
proporcióname la forma y así lo hizo. La novena que tienes en tus manos es
otra manifestación del poder de San José ante el Corazón de Jesús.
Querido Papacito, San José, gracias por tu paternidad responsable,
manifestada en tu providencia y en tantos milagros que has alcanzado para
nosotros. Estas impresiones dan fe de tu acción y del poder de tu intercesión.
Salutaciones de San Juan Eudes a San José: