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Facultad de Derecho
Sección de Postgrado - Doctorado
NORMAS Y PRINCIPIOS
EN LA DOCTRINA, LEGISLACION Y
JURISPRUDENCIA
Lima, 2006
2
INTRODUCCION GENERAL
1. Objeto de la investigación
INDICE
PRIMERA PARTE
Normas y principios en la doctrina
Ronald Dworkin.................................................................................................21
Dworkin .............................................................................................................26
7. La discusión en España......................................................................................40
SEGUNDA PARTE
PRIMERA PARTE
Normas y principios en la doctrina
I
La situación de normas y principios antes del Código de Napoleón
a) El derecho romano
1
Von Wright no los toma en cuenta en su tratamiento, quizás por su orientación positivista.
2
E. Petit, Tratado elemental de derecho romano. México: Editora Nacional, 1971: 36.
8
El cargo de pretor se creó el año 367 a.C.. Los pretores estaban encargados de
administrar justicia. Aprovechando de sus facultades introdujeron modificaciones en
la ley para acomodarla a las nuevas circunstancias y para ello hicieron valer los
principios. Los jurisconsultos resolvían consultas (respondere), interpretaban el
derecho (cavere) y asistían a sus clientes en sus negocios (agere). Sus opiniones no
eran obligatorias, pero tenían fuerza moral. Las soluciones que proponían (sententiae
receptae), eran parte esencial del derecho no escrito. Es claro que los jurisconsultos
jugaron un papel muy importante en la aplicación y estudio de los principios; así se
cuenta que Quinto Mucio Escévola utilizó el método aristotélico para presentar en
forma sistemática los principios del derecho 3.
3
E. Petit, Op. cit.: 44.
9
b) El derecho inglés 5
4
El sistema jurídico. Introducción al derecho. Lima: PUC, 61993: 298.
5
Seguimos la exposición de René David sobre “El Common Law” en su gran libro Los grandes
sistemas jurídicos contemporáneos. Madrid: Aguilar, 1969: 239-309.
10
“A partir del siglo XIV, vemos cómo los particulares que no han podido
obtener justicia de los Tribunales reales o que se han visto defraudados por
la solución que se ha dado al caso se dirigen al rey para pedirle por vía de
gracia que intervenga “para dar satisfacción a la conciencia y con espíritu de
caridad”. En estos casos el recurso pasaba normalmente por el canciller; éste
que era el confesor del rey, encargado por tanto de guiar su conciencia, se lo
transmitía, cuando lo juzgaba oportuno al rey, quien resolvía en consejo”
(David, Op. cit.: 254)
En cualquier caso, entre 1485 y 1616 se produjo una duradera rivalidad entre
el Common Law y la equity, ya que ésta en verdad constituía un procedimiento
ordinario incoado presentándose un recurso contra las decisiones de los tribunales,
que así resultaban suplantados. La guerra de las Dos Rosas (1455-85) hizo que, como
el consejo no se podía reunir, aumentara el poder del canciller, quien resolvía en
nombre del rey y del consejo, ya que éste le había delegado su autoridad. En el siglo
XV el canciller se convirtió así en un juez autónomo. En un inicio resolvía el fondo
de los asuntos que le eran planteados aplicando principios tomados del derecho
romano y canónico como princeps legibus solutus est o quod principii placuit, legis
habet vigorem. Según David el triunfo de la jurisdicción de la equity del canciller y
del debilitamiento del Common Law dió lugar a que durante el siglo XVI el derecho
inglés estuviera a punto de unirse a la familia de los derechos del continente europeo
(255). Posteriormente además de estos principios foráneos, se empezaron a
desarrollar instituciones (la principal es el trust) o conceptos (como la
misrepresentation y la undue influence) que tenían por base la jurisdicción del
canciller. La intervención de éste era discrecional: sólo a pedido de parte, y en un
inicio con mucha cautela: sólo alteraba el sentido de un fallo de los tribunales reales
cuando el demandado exhibía una conducta contraria a la conciencia y si el
11
demandante no tenía nada de que reprocharse, tenía las “manos limpias” (clean
hands) y había obrado sin dilación inútil (laches). Mas en un momento empezaron a
hacerse patentes una gran venalidad y lentitud en la cancillería . Por ello, “A partir
del siglo XVII, se elaborarán normas muy precisas para “guiar” al canciller en el
ejercicio del poder discrecional que implican ...” fórmulas como la de clean hands o
laches (David: 268).
Que el derecho inglés no terminara por unirse a la familia de los derechos del
continente europeo, se debió a la creciente resistencia de los jueces de los tribunales
reales, quienes en un momento se coaligaron con el Parlamento. Este se puso de su
lado en su afán de oponerse al rey. El año 1616 se produjo un violento conflicto que
opuso el Common Law y la equity, disputa que fue zanjada por el rey en favor de
ésta. El bando del canciller no abusó de su victoria, con lo que consiguió atemperar
al parlamento. Se formó entonces un acuerdo tácito sobre la base del statu quo: se
admitió la subsistencia de la equity, pero con la obligación de no entrometerse el
canciller en el terreno de los tribunales del Common Law y de resolver de acuerdo a
los precedentes, con lo que disminuía el marco de la discrecionalidad.
c) El derecho moderno
Un paso más allá lo dio la Escuela francesa de la exégesis que sostuvo que el
único derecho es la ley estatal, y que se debe dejar de lado cualquier recurso a otros
tipos de “derecho” –natural, consuetudinario, jurisprudencial o doctrinal-; y que el
único canon válido de interpretación es la investigación de la voluntad del legislador.
Si el derecho es solo la ley, es obvio que los principios tenían que quedar fuera del
campo jurídico. Es cierto que algunos juristas como Aubry y Rau declararon que no
es que no reconocieran “la existencia de ciertos principios absolutos e inmutables,
anteriores y superiores a cualquier ley positiva” –por ej. la propiedad-; pero, como
añadían a continuación que es imposible determinar a priori las reglas que pudieran
desarrollar estos principios, el resultado era a la postre el mismo.
Para Del Vecchio los intérpretes contemporáneos están de acuerdo -casi sin
excepción- en que los principios generales del derecho no deben ser entendidos como
principios del derecho natural, lo que se debe a que el día de hoy predomina una
visión exclusivamente histórica o positivista del fenómeno jurídico. El quiere
reaccionar en contra y comienza comprobando que los Códigos modernos acogieron
e hicieron suyos en gran parte los principios del individualismo racional, en que
había culminado la especulación iusnaturalista de la época precedente.
6
La afirmación más enérgica de este principio se la debe a Rousseau, V. Du Contrat Social, L.I, capt.
IV.
18
Todos estos son principios propios de las teorías iusnaturalistas que han
penetrado sustancialmente en la legislación positiva. Se lo advierte por ejemplo en el
postulado legislativo de que el juez debe sentenciar apelando a una disposición de la
ley, acudiendo a la analogía o a los principios generales del derecho, lo que es un
principio general del derecho. O se lo observa en la circunstancia de que el principio
general del derecho de que el hombre es una persona por su mera condición general
de hombre, también ha sido acogido por la legislación. Otros postulados del
iusnaturalismo que también se han convertido en principios generales del derecho
positivo son la subordinación del individuo al Poder Público, la autolimitación del
poder que sólo puede ejercerse conforme a ley, la generalidad o universalidad de la
ley, el hecho de que el individuo sólo obedezca las órdenes o mandatos que tienen un
fundamento en la ley.
La escuela del derecho natural, dice Del Vecchio, tiene como postulado
mantener la no arbitrariedad del derecho: debe existir una relación necesaria entre la
esencia de las cosas y la regla de derecho. Mediante este principio se afirma la
naturaleza trascendente del hombre que supera el orden de los fenómenos y
encuentra en sí mismo su determinación, esto es, su autonomía. El derecho no puede
dejar de reconocer este hecho, con lo que queda abierto el camino de la investigación
del derecho correspondiente a cada especie de realidad, en cuanto suponga relación
entre persona y persona. Esta indagación se realiza por medio de la razón. En
muchos casos los dictados del ius naturae o de la naturalis ratio se manifiestan
asimismo como elementos del derecho positivo, formando precisamente como el
substratum de éste. La necesidad de recurrir a este criterio y en general a la razón
jurídica natural muestra según el autor que todo derecho positivo es por necesidad
incompleto.
19
El derecho positivo tiene requisitos de forma pero hay una parte de la realidad
que supera dichas limitaciones y se encuentra bajo la razón jurídica natural que, por
ello, no deja de tener importancia para el orden jurídico positivo. Existen relaciones
reales a las que, aunque les falten algunos elementos exigidos por las leyes para su
validez, poseen un carácter jurídico y no pueden ser ignoradas por el derecho ni
pueden ser asumidas como simplemente ilícitas. Así por ejemplo las obligaciones
asumidas por un menor de edad, pero próximo a la mayoría de edad, son
20
obligaciones nulas pero que existen y constituyen vínculos que la razón jurídica
natural no puede desconocer y que además son prácticamente eficaces.
En conclusión Del Vecchio sostiene que los principios generales del derecho
poseen un carácter ideal y absoluto, por lo que superan el sistema concreto del cual
forman parte; no pueden prevalecer contra las normas particulares que forman aquel
sistema ni tampoco pueden destruirlas; tienen sin embargo valor sobre y dentro de
tales normas; cuando el derecho natural se funde con el positivo, los principios
generales actúan y viven en las normas particulares –sin que esto signifique que
entonces se conviertan en superfluos, pues aun en este caso mantienen su jerarquía y
superioridad; tanto la elaboración científica como la práctica judicial muestran que
para hallarlos es menester acudir a la ratio legis y ascender de grado en grado hasta
los principios supremos del derecho en general, que permiten decidir los casos no
previstos; aunque la estructura concreta del derecho positivo muestre a veces
restricciones o alteraciones de los principios, éstos no pierden del todo su valor sino
que conservan una aplicación indirecta o mediata en cuanto sirven para definir
aquella juridicidad natural que es un complemento de la juridicidad positiva;
constituyen una fuerza viva que actúa sobre la estructura de los sistemas positivos y
hace que se modifiquen o evolucionen según los principios eternos de la justicia, que
son inherentes a la naturaleza humana; y, finalmente, la particularidad de las normas
lleva a la universalidad del derecho que se asienta en la razón.
de claridad sobre lo que son dichos principios –de hecho Del Vecchio no llega a
ofrecer una determinación medianamente satisfactoria de ellos-, su pretensión de que
en todos los casos están por encima de las normas, entre otros aspectos más. Por todo
esto manifestamos que la concepción delvequiana de los principios generales del
derecho es más bien tradicional y no trajo mayor novedad consigo.
7
En su libro Taking Rights Seriously el jusfilósofo norteamericano Ronald
Dworkin realizó una crítica al positivismo jurídico en la versión que de él había
ofrecido el jusfilósofo británico H.L.A. Hart en su famosa obra The Concept of Law
(1961), a la que llama “modelo de las reglas”. Dworkin reconstruye este modelo
indicando que según el mismo: a) el derecho de una comunidad está compuesto por
un conjunto de reglas, b) para que una regla sea válida debe satisfacer los criterios
establecidos por la “regla del reconocimiento”, c) Nada que no sea una regla
aceptada según los criterios de la “regla del reconocimiento” puede integrar el orden
jurídico, y d) Cuando los jueces deben enfrentar un caso no cubierto por una regla
(norma), el derecho no les proporciona indicación alguna. En este sentido, los jueces
deben ejercer una discrecionalidad no guiada por pautas jurídicas.
Para Dworkin el positivismo pasa por alto los estándares que no operan como
reglas (normas) sino como principios y como directrices políticas (policies).
Principio es según él un estándar que hay que observar porque se trata de una
exigencia de la justicia o de la imparcialidad, por ej. “nadie puede beneficiarse de su
propia injusticia”. Directriz política (policy) es un estándar que hay que observar
como una mejora en un rasgo económico, político o social de la comunidad, por ej.
“deben disminuirse los accidentes de automóviles”. Con ello Dworkin propone un
modelo no unidimensional y no positivista del derecho.
7
Londres: Duckworth, 1977, 21978. Trad. española: Los derechos en serio. Barcelona: Ariel, 1984.
22
Pues bien, Dworkin sostiene que los principios son parte constitutiva del
derecho como muestra el que habitualmente sean tenidos en cuenta por los jueces y
tribunales al resolver los casos difíciles que se les presentan. Para mostrarlo Dworkin
expone un par de casos. Uno es el de Riggs vs. Palmer que tuvo lugar en la Corte de
Nueva York en 1889. En este caso el problema era saber si el heredero designado
por el testamento podía llegar a entrar en posesión de la herencia al haber asesinado a
su causante, que era su abuelo. El tribunal resolvió en sentido negativo considerando
que, si bien y a tenor de una interpretación literal de la ley hubiera debido ser así, las
leyes en general tienen que ser controladas por máximas generales y fundamentales
del Common Law, y que en este caso era aplicable aquella según la cual nadie puede
adquirir propiedad por su propio crimen. En consecuencia, el asesino no recibió la
herencia. En este caso, el principio desplaza incluso a la norma legal –aunque
Dwokin no lo exprese así.
8
Los derechos en serio: 77.
24
puede aplicar cualquier principio que sirva para sustituir una norma por estándares
extra-legales: los principios son elementos realmente jurídicos y no extra-jurídicos.
Aún más: cuando se presenta un caso difícil Dworkin cree que hay una sola decisión
correcta y en verdad una sola.
Para Dworkin los casos difíciles son muy raros en los derechos poco
evolucionados y se presentan más bien en los evolucionados, exigiendo un juez-
filósofo para resolverlos, que diseñe teorías sobre lo que demandan la intención de la
ley y los principios jurídicos. A este juez de habilidad, erudición, paciencia y
perspicacia soberanas lo bautiza Dworkin con el nombre de “Hércules”. En los casos
difíciles no cabe una aplicación automática de las normas y de los principios, sino
que se requerirá de un juez enormemente sagaz que tenga en cuenta las normas, los
principios y los precedentes judiciales. Es cierto, aun Hércules puede cometer errores
en la construcción de las teorías que apuntalen los fallos, pero los cometerá sin
intención alguna y con la aplicación de los mejores argumentos. Según el autor, entre
dos teorías construidas por dos jueces, digamos “Hércules” y “Herbert”, el criterio a
aplicarse será el escoger aquella que mejor explique el derecho histórico y el derecho
vigente (legal y consuetudinario).
Luis Prieto Sanchís) (8.). Finalmente extraeremos nuestras conclusiones (9.) de toda
esta primera parte.
Según Carrió los principios como pautas de segundo grado que versan sobre
reglas jurídicas de primer grado, son jurídicas porque se refieren al derecho de la
comunidad, porque versan sobre él.
sabiduría práctica que nos viene del pasado y que trae consigo el valor de la
experiencia acumulada y el prestigio de la tradición”.
(4) Para referirse a la ratio legis o mens legis de una norma o conjunto de
normas. Este uso se remite al foco de significación IV.
(6) Para identificar ciertos requisitos formales o externos que todo orden
jurídico debe satisfacer para ser un buen orden jurídico (son las exigencias a las que
se refiere Lon Fuller con la expresión “la moralidad del derecho”). Este uso está
vinculado a los focos de significación V y VI.
(8) Para aludir a ciertos juicios de valor que recogen exigencias básicas de
justicia y de moral positivos sustentados en la “conciencia jurídica popular”. Este uso
está ligado a los focos de significación II y III.
(10) Para designar una fuente generadora de reglas del sistema, fuente que
se encuentra por debajo de las reglas del sistema. Este uso proviene de la escuela
histórica del derecho y está ligado al foco de significación III.
(11) Para aislar enunciados que se pretende que derivan de la esencia de los
conceptos jurídicos considerados como entidades (por ej. el principio de que no hay
sujeto sin patrimonio ni a la inversa). Este uso procede de la jurisprudencia de
conceptos y se remite al foco de significación V.
Por lo tanto, Carrió cree que el positivismo jurídico es compatible: (i) con el
empleo de la expresión “principio jurídico” para referirse a características
importantes del orden jurídico, a generalizaciones ilustrativas obtenidas a partir de
30
sus reglas y a reglas no operativas dirigidas al legislador (usos 2, 3 y 7); (ii) con el
empleo de la expresión “principio jurídico” para referirse a pautas de segundo nivel
como el caso de la “ley de la ventaja” (uso 1); y (iii) con el empleo de la expresión
“principio jurídico” para referirse a objetivos, propósitos o policies de las reglas del
sistema, a exigencias de justicia y moral positivas y a máximas legadas por la
tradición jurídica (usos 4, 8 y 9).
derecho no les proporciona indicación alguna. En este supuesto, los jueces deben
ejercer una discriminación no guiada por pautas jurídicas.
Carrió sostiene que un positivista como Hart puede rechazar tanto el “modelo
de las reglas” como el “modelo antipositivista” de Dworkin, sobre la base de
argumentos y consideraciones como los siguientes:
(ii) Reglas y excepciones. Todas las reglas, incluso las específicas, poseen
una textura abierta. Por ello las reglas poseen excepciones que no son especificables
por adelantado.
excepciones . Asimismo tampoco es correcto que la dimensión del “peso” sea una
característica exclusiva de los principios.
(vii) Principios jurídicos que no son partes del derecho. Los principios que
no satisfacen los requisitos de la regla de reconocimiento –sean principios1 o
principios2- quedan fuera del derecho positivo. Se podrá llamarlos “principios
jurídicos” en tanto se refieran al sistema jurídico, pero no en cuanto partes de él.
33
(ix) Discreción judicial. En todo aquello en que el orden jurídico –con sus
reglas específicas, estándares y principios- no guía ni pone límites a la labor judicial,
los jueces deben fundar sus sentencias en pautas razonables que no son parte del
derecho. El caso queda librado a su discreción, lo que no significa a su antojo o
capricho sino a su sensatez, cordura y buen juicio.
Según Alexy falta una distinción precisa entre reglas y principios y una idea
sobre su utilización sistemática. Reconoce que en el pasado se ha tratado de plantear
esta distinción, pero sin lograr establecerla de una manera satisfactoria. Ante todo el
autor reúne a las reglas (las leyes) y a los principios bajo el nombre común de
normas, pues ambas afirman lo que debe ser, pudiendo ser expresadas con ayuda de
los predicados deónticos básicos de mandato, permisión y prohibición. Tanto las
reglas como los principios son razones para juicios concretos de deber ser, aunque
sean razones de tipos muy diferentes.
La segunda tesis afirma que la distinción entre las reglas y los principios es
sólo de grado: aquéllas son menos generales y éstos más generales.
9
Otros trabajos de Alexy donde planteó su idea de los principios son: “Zum Begriff des
Rechtsprinzips” [1979], ahora en: R.A., Recht, Vernunft, Diskurs. Francfort del Meno: Suhrkamp,
177-212; y en “Sistema jurídico, principios jurídicos y Razón Práctica” [1988], en: R.A., Derecho y
Razón Práctica. México: Fontamara, 1993: 9-22.
35
Alexy explica que dos normas –sean éstas reglas o principios- pueden
conducir a resultados incompatibles. Si la incompatibilidad se produce entre reglas
hablaremos de que han entrado en conflicto, y si ocurre entre principios de que han
colisionado entre ellos.
¿Cómo se resuelven los conflictos entre las reglas? Una forma de hacerlo es
mediante una cláusula de excepción que se introduce en ellas. Así por ej. el artículo
103 de la Constitución establece que “Ninguna ley tiene fuerza ni efecto retroactivo,
salvo en materia penal cuando favorece al reo”. Otra forma es declarar inválida una
de las dos reglas, ya que la validez no es graduable. Ello se hace aplicando reglas
como “lex posterior derogat legi priori” o “lex specialis derogat legi generali”. Y una
tercera forma de solucionar el conflicto es recurriendo al principio de la jerarquía
normativa contenido en el art. 138 de la Constitución que prescribe que en todo
proceso los jueces prefieren la norma constitucional a la legal y a la legal frente a la
36
Uno de los dos casos que Alexy expone para hacer clara la aplicación de la
ley anterior es el fallo recaído en el caso Lebach. En este se ventiló la siguiente
situación: el Segundo Programa de la Televisión Alemana (ZDF) quería difundir un
documental sobre “El asesinato de los soldados en Lebach”. Se trataba del asesinato
de cuatro soldados que guardaban un depósito de municiones y que fueron
asesinados mientras dormían, a fin de sustraer armas un grupo delincuencial con el
objeto de cometer hechos delictivos. Uno de los involucrados en el robo y crimen,
que había sido condenado a prisión, había casi purgado su condena y estaba a punto
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de salir, solicitó que se prohibiera la emisión del documental, pues argumentaba que
la emisión del mismo violaba los derechos contenidos en el art. 1, párrafo 1 de la
Constitución Alemana (que establece “La dignidad del hombre es intangible.
Respetarla y protegerla es obligación de todo poder público”) y art. 2, párrafo 2 (que
señala que “Todos tienen derecho a la vida y a la integridad física. La libertad de la
persona es inviolable. Estos derechos sólo podrán ser coartados en virtud de una
ley”); y, además, porque la emisión hacía peligrar su proceso de resocialización. Lo
que en este caso estaba en juego era evidentemente el derecho a la libertad y
dignidad del preso y su derecho a la resocialización (P1) y el derecho a la libertad de
información de la emisora (P2).
Alexy critica como demasiado simple el modelo de Dworkin según el que las
reglas se aplican o no, en tanto que los principios se pueden aplicar a no. En su
opinión, se requiere de un modelo bastante más diferenciado. En verdad, las reglas
pueden perder su carácter definitivo mediante la introducción de una cláusula de
10
Jorge Malem ha destacado la importancia de este esfuerzo de Robert Alexy para ofrecer salidas a
las colisiones entre principios en su artículo “Privacidad y mapa genético” (en: Rodolfo Vázquez
(Ed.), Bioética y derecho. Fundamentos y problemas actuales. México: Itam/FCE, 1999: 176-200,
esp. 198-200). Malem cree que este esfuerzo podría ser muy bien aprovechado para situaciones
como la planteada por la investigación genética que hace colisionar principios como el de la
privacidad y el de la publicidad. Según el autor: “La solución a los casos de conflictos provocados
por las investigaciones genéticas que colisionan con nuestros derechos más básicos como el de la
privacidad ha de ser buscada caso por caso, ponderando los intereses en juego bajo el supuesto
básico de la libertad, de la autonomía personal y de la dignidad de la persona. Y si la información
que surge del mapa genético de una persona en manos de la interesada es fundamental para que
ejerza con éxito su autonomía, en manos del Esrado o de terceros puede constituir una amenaza a
la libertad. Esto supone un cierto orden débil –no lexicográfico- en favor de la privacidad y la
asignación de la carga de la prueba al Estado para todos los casos” (199).
39
excepción, pero esto también puede hacerse mediante un principio. Mas en contra de
lo que piensa Dworkin, sostiene Alexy que las cláusulas de excepción introducidas
en las reglas sobre la base de principios no son teóricamente enumerables. En un
caso nuevo, siempre se puede introducir una nueva cláusula de excepción, con lo que
las reglas del caso perderían su carácter definitivo. Sin embargo, aun concediéndolo,
hay que admitir que el carácter prima facie que entonces adquieren las reglas es de
otra naturaleza que el de los principios. Se deja de tomar en cuenta un principio
cuando en el caso en que sería pertinente otro principio recibe un mayor peso. En
cambio, una regla no se deja de tomar en cuenta cuando en el caso concreto el
principio que se le opone tiene un mayor peso que el principio que apoya la regla.
Para ello hay que dejar de tomar en cuenta también los principios formales, que
establecen que las reglas que son impuestas por una autoridad legitimada tienen que
ser seguidos, y que no hay que apartarse sin fundamento de una práctica trasmitida.
Cuanto más peso se confiere en un ordenamiento jurídico a estos principios formales,
mayor será el carácter prima facie de sus reglas.
Por otro lado, aunque se refuerce el carácter prima facie de los principios
mediante una carga argumentativa, no obtienen ellos el mismo carácter prima facie
de las reglas. Esta carga argumentativa tampoco puede eximir de la necesidad de
establecer en un caso concreto las respectivas condiciones de precedencia.
Otra distinción entre las reglas y los principios es que mientras las primeras
son razones definitivas –salvo que se haya establecido una excepción-, los segundos
son sólo razones prima facie. A ello se puede agregar que según Joseph Raz las
normas son razones para la acción. Alexy precisa que para él tanto las reglas como
los principios son razones para normas; pero que, la diferencia entre su concepción
y la de Raz es menos profunda de lo que parece, pues para él además las reglas y
principios son mediatamente razones para acciones. El autor sostiene que las reglas
y principios son razones para normas, pues el juez decide sobre su base lo que está
ordenado, prohibido o permitido.
40
7. La discusión en España
son bastante representativas, por lo que puede defenderse cumplidamente el que las
hayamos escogido.
El autor define a los principios jurídicos de esta manera: son “Las ideas
fundamentales sobre la organización jurídica de una comunidad, emanadas de la
conciencia social, que cumplen funciones fundamentadora, interpretativa y
supletoria respecto de su total ordenamiento jurídico” (1990: 79). Arce y Flórez-
Valdés explica que a consecuencia de su vaguedad los principios pueden parecer
innecesarios o peligrosos, lo que explicaría la conocida y notoria resistencia del
Tribunal Supremo Español a invocarlos en caso de que no se encuentren reflejados
en la ley o recogidos por la propia jurisprudencia (81). De allí que la doctrina de
dicho Tribunal resulte carente de valor directo con respecto a la concepción de los
principios generales del derecho.
Aquí hay que agregar que Prieto Sanchís también critica la tesis de Manuel
Atienza y Juan Ruiz Manero para distinguir estructuralmente entre las reglas y
principios sobre la base de que mientras las primeras tienen una condición de
aplicación de figura cerrada, los principios la tienen de figura abierta: en su opinión
los principios poseen una condición de aplicación de modo entreabierto, o sea, ni
abierto ni cerrado: su grado de apertura (clausura) depende de uterino de
comparación. Para Prieto Sanchís la diferencia entre reglas y principios es en verdad
sólo gradual.
Alexy sucede con los principios. Los derechos amparados por las reglas también
entran en conflicto, el que asimismo se resuelve por ponderación. En verdad, la idea
del mandato de optimización es más bien una técnica argumentativa que se aplica
tanto a los principios como a las reglas. Por ello esta idea no puede ser utilizada para
diferenciar entre las reglas y los principios, pero tampoco entre los principios y las
directrices –como quieren Atienza y Ruiz Manero. La conclusión del autor es que es
engañoso decir que existe una diferencia cualitativa entre reglas y principios; se trata
más bien como repetimos de una técnica argumentativa a la que puede recurrir el
intérprete ante ciertas dificultades, en particular cuando se produce una tensión entre
valores e intereses con respaldo normativo. Esta es la tesis que desarrolla y defiende
Prieto Sanchís.
Los juristas españoles Manuel Atienza y Juan Ruiz Manero han propuesto un
triple enfoque estructural, funcional y político para distinguir entre principios y
reglas en su libro Las piezas del derecho. Teoría de los enunciados jurídicos
(Barcelona: Ariel, 1996). Según estos autores los teóricos del derecho y los juristas
han usado la expresión “principios jurídicos” (o “principios generales del derecho”)
con sentidos diversos que se solapan entre sí. Fijan algunos de los sentidos de la
expresión “principio jurídico”, a partir de los trabajos de Genaro Carrió “Principios
jurídicos y positivismo jurídico” y del de Ricardo Guastini “Principi di diretto” (en:
dalle fonti alla norme. Turín Giapichelli, 1990), de la siguiente forma: a) “Principio”
en el sentido de una norma muy general, como la del art. 1361 del C.C. que dispone:
“los contratos son obligatorios en cuanto se haya expresado en ellos”. b) “Principio”
en el sentido de una norma redactada en términos muy vagos, por ej. el artículo 1362
del C.C.: “Los contratos deben negociarse, celebrarse y ejecutarse según las reglas de
la buena fe y común intención de las partes”. Aquí no nos referimos al peso que en
este artículo tiene la “textura abierta del derecho” (H.L.A. Hart), sino al uso en él de
un par de conceptos jurídicos indeterminados como reglas de la buena fe y común
intención de las partes. c) “Principio” en el sentido de una norma programática o
directriz, así el art. 60 de la Constitución en cuanto afirma: “Sólo autorizado por ley
expresa, el Estado puede realizar subsidiariamente actividad empresarial, directa o
indirecta, por razones de alto interés público o de manifiesta conveniencia nacional”.
Este artículo recoge el así denominado “principio de la subsidiariedad” que establece
que el Estado podrá llevar a cabo actividad empresarial sólo de manera subsidiaria a
las organizaciones particulares y en los casos señalados por el artículo mencionado.
d) Principio en el sentido de una norma que expresa los valores supremos del
ordenamiento jurídico; este es el caso del art. 1° de la Constitución que sienta el
principio de la defensa de la persona humana y del respeto a su dignidad. e)
“Principio” en el sentido de una norma dirigida a los órganos de aplicación del
derecho, por ej. el inc. 11 del art. 139 de la Constitución que establece el principio de
47
la aplicación por los jueces de la ley maás favorable al acusado en caso de duda o de
conflicto entre leyes penales. Y f) “principio” como regula juris, como el principio
explícito en el art. 138 de la Constitución que señala que en caso de existir
incompatibilidad entre una norma constitucional y una legal los jueces deben preferir
la primera, y si la incompatibilidad fuera entre una norma legal y otra de menor
jerarquía deberán privilegiar aquélla. Las regulae juris pueden ser además reglas
implícitas como “lo secundario sigue la suerte de lo principal”.
Según Atienza y Ruiz Manero los principios y reglas son normas de mandato:
ordenan que se haga algo.
Para facilitar el análisis los autores consideran en primer lugar los principios
en el sistema secundario o del juez –o sea en cuanto pautas dirigidas a las
autoridades normativas u órganos jurisdiccionales (los “órganos primarios” de Raz).
Sólo posteriormente toman en cuenta la distinción entre principios en sentido estricto
y directrices.
hacer o no una determinada acción, desatendiéndose de las consecuencias. Por ej. las
reglas procesales que un juez tiene que cumplir al dictar sentencia.
Por su lado las reglas de fin son también razones perentoriase independientes
del contenido, pero en las que se traslada al destinatario de las normas el control de
las consecuencias de la conducta. Este es el caso de la mencionada regla establecida
por el art. 254 del C.C. que dispone que el Ministerio Público debe oponerse de
oficio al matrimonio cuando tenga noticia de la existencia de alguna causa de
nulidad.
De los principios explícitos cabe decir que son razones para la acción pero no
perentorias –no lo son porque no excluyen la deliberación por parte del órgano
jurisdiccional: los órganos jurisdiccionales deberán ponderar su aplicación. Así por
ej. si a un juez se le presenta una demanda en la que se recurre al principio de la no
discriminación contenido en el inc. 2° del art. 2° de la Constitución para solicitar el
acceso igualitario a una Discoteca, deberá ponderar este principio contra otros
principios como el de la libertad de mercado contenido en el art. 58 de la
Constitución.
Según los autores la relación de las normas jurídicas con el poder se establece
de estas tres maneras: a. gracias a que las normas jurídicas son la manifestación de
intereses y de relaciones de poder. b. Porque las normas jurídicas configuran
jurídicamente relaciones de poder. c. En razón de que el ejercicio del poder produce
alteraciones en las relaciones de poder y en los intereses existentes en la sociedad.
Atienza y Ruiz Manero señalan que sólo tendrán en cuenta (b).
52
Finalmente, los principios en sentido estricto asumen valores que son razones
categóricas que se imponen frente a cualesquiera intereses. Este es el caso del art. 1°
de la Constitución. Las normas que recogen tales valores –los principios en sentido
estricto- prevalecen frente a las directrices y juegan un papel predominantemente
negativo: no reordenan la concurrencia de intereses ni promueven unos u otros
53
intereses sociales, sino que evitan que la prosecución de cualesquiera intereses pueda
dañar tales valores. Que los valores sean razones categóricas frente a cualesquiera
intereses no excluye que puedan surgir conflictos entre ellos mismos, que sólo se
pueden resolver ponderando los valores en juego.
Por último hay que señalar que, dadas las peculiaridades de los principios
frente a las reglas, aquéllas otorgan a los órganos de aplicación del derecho un poder
muy superior al de las reglas. De allí que la creciente importancia de los principios
en los ordenamientos jurídicos corra parejas a la progresiva judicialización del
derecho.
Consideración final
SEGUNDA PARTE
Introducción
Recordemos ante todo que los derechos iusfundamentales son para Alexy
derechos subjetivos. Según una concepción que se remonta a Hans Kelsen los
derechos subjetivos presuponen: a) una norma jurídica, b) que crea una obligación
jurídica de otro derivada de esta norma, y c) un poder jurídico para la consecución de
intereses jurídicos reconocidos al sujeto. Por otra parte, Robert Alexy ha destacado
en el derecho subjetivo el concepto de posición jurídica. Henry Shue presenta la
posición de esta manera: “[El] tener un derecho es estar en la posición de hacer
exigencias a otros y el estar en tal posición particular implica, entre otras cosas, para
la situación de uno mismo, caer bajo principios generales que son buenas razones por
las que las exigencias de uno deberían ser garantizadas” (Cit. por Rodolfo Arango, El
concepto de derechos sociales fundamentales. Bogotá: U. N. de Colombia, 2005:
20). Para Alexy las derechos subjetivos pueden adoptar las formas de libertades, de
derechos a algo y de competencias.
57
Dora CARHUAMACA
58
11
Desde la óptica del gran jurista Alemán Robert Alexy plasmado
en su libro “Teoría de los Derechos fundamentales” este señala
que los temas referidos a los derechos que posee el ser humano
como tal y como ciudadano de una comunidad, va unida a la
legislación estatal y que es lo que exige la dignidad humana, el
derecho a la vida, a la libertad y a la igualdad etc. La base teórica
analítica de los derechos es una triple división de las posiciones
como “derechos” es así que tenemos en primer termino el “Derecho
a algo” la misma que se traduce en el enunciado: “a tiene frente a b
un derecho a g” este enunciado pone claramente de manifiesto
11
Robert Alexy “Teoria de los Derechos Fundamentales” pag 187- 189
59
12
I. Kant Metaphhysik der Sitten pag. 247, 260, 274
60
13
Cfr, por ejemplo H. Kelsen , Reine Recchtslehre pag 135 ss.
61
14
Derecho de las personas Carlos Fernández Sessarego p. 40
64
15
Explica el autor citado que "todo interés existencial digno de
tutela asume la calidad de un derecho de la persona que deriva de su
propia dignidad", aunque el derecho objetivo no lo haya acogido como
un derecho subjetivo típico.
15
Carlos Fernández Sessarego Derecho a la identidad Personal pag 76 y ss.
66
Primer principio
Segundo principio
Tercer principio
Cuarto principio
Quinto principio
Sexto Principio
Sétimo principio
Octavo principio
Cabe también; señalar que toda persona tiene derecho al disfrute del
más alto nivel posible de salud física y mental. Los Estados deberían adoptar
todas las medidas apropiadas para asegurar, en condiciones de igualdad entre
hombres y mujeres, el acceso universal a los servicios de atención médica,
incluidos los relacionados con la salud reproductiva, que incluye la
planificación de la familia y la salud sexual. Los programas de atención de la
salud reproductiva deberían proporcionar los más amplios servicios posibles sin
ningún tipo de coacción. Todas las parejas y todas las personas tienen el
derecho fundamental de decidir libre y responsablemente el número y el
espaciamiento de sus hijos y de disponer de la información, la educación y los
medios necesarios para poder hacerlo.
Noveno principio
Décimo principio
Decimoprimer principio
Duodécimo principio
Decimotercer principio
Decimocuarto Principio
Decimoquinto Principio
jurídica como una lesión a la integridad física, pues supone una intervención
quirúrgica que elimina una función primordial del ser humano, como es la de
procrear ..."; agregando que "... provoca incapacidad fisiológica permanente, y, en
muchos casos, irreversible, lo que no concuerda con la naturaleza temporal de los
métodos anticonceptivos..."; y b) el que protege la libertad individual, aduciendo que
ésta, "... en cuanto al poder de decisión de que está dotando el ser humano, puede
determinar la planificación de la familia y no tener hijos durante un tiempo -para lo
cual usa métodos anticonceptivos- pero puede, también, optar en algún otro momento
del decurso existencial, procrearlos..."; y añadiendo que "... en esto consiste la
libertad a la cual se refiere nuestra Carta Constitucional y los convenios y Pactos
Internacionales citados, que son ley en nuestro país". Complementan su pensamiento
diciendo que "... la esterilización significa abdicar de la libertad ... en lo que respecta
a la procreación ...", y también "... desconoce el derecho a perpetuarse de la especie
humana".
FUNDAMENTOS:
Considerando: Que, si bien es cierto que la intención del legislador aporta luces
para interpretar leyes oscuras o ambiguas, también lo es que, una vez promulgada, la
ley se independiza de las intenciones, tantas veces imprecisas y hasta equívocas, de
sus autores, y cobra vida autónoma; que la ley impugnada en estos autos, aunque, de
un lado, modifica otra que prohibía, como método de planificación familiar, el aborto
y la esterilización, y lo hace suprimiendo la prohibición de la esterilización; de otro,
al modificar el texto de la norma precedente, no incluye, expresamente, como
método de planificación familiar permitido, la esterilización; Que, en este sentido,
independientemente de cuáles hayan sido las intenciones del legislador, la norma
atacada no legaliza, expresamente, la esterilización quirúrgica -que es la impugnada
y debatida en estos autos- como método de planificación familiar; Que, por otro lado,
si ha de entenderse el concepto de planificación familiar en el marco de referencia de
la propia ley que la regula, vale decir, de la Ley de Política Nacional de Población
(Decreto Legislativo Nº 346) -cuyo actual artículo VI constituye la materia de la
presente controversia-, habrá que entenderlo como un programa familiar; libremente
79
acordado por la pareja, que tiene por objeto, "... la libre determinación del número de
sus hijos" (artículo IV, inciso 2º), y "... asegurar la decisión libre, informada y
responsable de las personas y las parejas sobre el número y espaciamiento de los
nacimientos ..." (artículo 2º del Título I de la misma); Que, entendido así el concepto
de planificación familiar, los métodos que, como el de la esterilización quirúrgica,
impiden la programación y el espaciamiento de los nacimientos, puesto que los hacen
imposibles, no pueden considerarse como comprendidos en el elenco de los de
"planificación familiar", dado que se trata de procedimientos que privan -en muchos
casos de modo irreversible- de la capacidad de procrear, y, por tanto, de la de
programar y/o espaciar los nacimientos; Que, vistas así las cosas, lo que la
modificación introducida por la Ley Nº 26530 ha hecho, al eliminar, del primitivo
artículo VI del Decreto Legislativo Nº 346, la prohibición del método de la
esterilización, es enfatizar la prohibición radical del aborto, dejando a criterio de la
pareja el derecho de decidir, con entera libertad, respecto de la utilización de los
demás métodos anticonceptivos que, en cada circunstancia, puedan ser considerados
en el catálogo de los de planificación familiar, es decir, como medios destinados a
programar el número de nacimientos y la forma de espaciarlos; Que, dado el estado
actual de los conocimientos y de la tecnología médica- la esterilización quirúrgica -
por lo general irreversible- no parece ser un método, habida cuenta del sentido y
tenor de la legislación nacional, arriba glosados, de planificación familiar; Que, en
consecuencia, y entendido de este modo el sentido del actual artículo VI del Decreto
Legislativo Nº 346, la demanda parece improcedente, pues pretendería la derogación,
por inconstitucional, de un dispositivo legal que, en último y análisis, no existe, dado
que el vigente artículo VI impugnado -según la interpretación expuesta líneas arriba-,
no autoriza el uso, como método de planificación familiar, de la esterilización
quirúrgica, procedimiento que, en cambio, puede resultar aceptable en otras
circunstancias, como, por ejemplo, las de orden médico o terapéutico, en cuyo caso
las responsabilidades correspondientes -así como las atenuantes y la eximentes de
antijuridicidad- quedarían sujetas a los preceptos generales y especiales, de nuestro
ordenamiento jurídico.
80
FALLA:
El derecho al libre desarrollo garantiza una libertad general de actuación del ser
humano en relación con cada esfera de desarrollo de la personalidad. Es decir, de
parcelas de libertad natural en determinados ámbitos de la vida, cuyo ejercicio y
reconocimiento se vinculan con el concepto constitucional de persona como ser
espiritual, dotada de autonomía y dignidad, y en su condición de miembro de una
comunidad de seres libres.
Uno de esos ámbitos de libertad en los que no cabe la injerencia estatal, porque
cuentan con la protección constitucional que les dispensa el formar parte del
contenido del derecho al libre desarrollo de la personalidad, ciertamente es el ius
connubii. Con su ejercicio, se realiza el matrimonio como institución
constitucionalmente garantizada y, con él [aunque no únicamente], a su vez, también
uno de los institutos naturales y fundamentales de la sociedad, como lo es la familia.
Por consiguiente, toda persona, en forma autónoma e independiente, puede
determinar cuándo y con quién contraer matrimonio. Particularmente, en la decisión
82
Es bien cierto que, como sucede con cualquier otro derecho fundamental, el del
libre desarrollo de la personalidad tampoco es un derecho absoluto. En la medida en
que su reconocimiento se sitúa al interior de un orden constitucional, las potestades o
facultades que en su seno se pudieran cobijar, pueden ser objeto de la imposición de
ciertos límites o restricciones a su ejercicio.
Por tanto, este Tribunal considera que es inconstitucional que el recurrente haya
sido sancionado por sus supuestas relaciones “sospechosas” con un transexual.
servir de base suficiente para sancionar administrativamente –si es que, acaso, tal
argumento fuera relevante- al recurrente.
No obstante lo dicho, tal vez quepa entender que el argumento para sancionar
al recurrente se haya sustentado, además, en la “sospecha” que debió tener tras la
realización de una plastía en los órganos genitales, pues al fin y al cabo, en su
condición de auxiliar de enfermería, podía distinguir en los órganos genitales de su
pareja la realización de una plastía. Tal argumento, a juicio del Tribunal, es
insuficiente y hace que la sanción impuesta al recurrente sea desproporcionada. Y es
que, como tal, la realización de una plastía no es evidencia de una alteración del sexo
de una persona, pues la plastía también puede utilizarse con medios meramente
estéticos.
Sin embargo, como sucede con cualquier otro proceso, para que se pueda
expedir una sentencia de mérito, es preciso que se satisfagan determinadas
condiciones de la acción, es decir, aquellos requisitos que el legislador haya
establecido, siempre que estos resulten razonables y no afecten al contenido
constitucionalmente protegido del derecho de solicitar la tutela jurisdiccional del
Estado.
Esto quiere decir que, sin perjuicio de considerarse que los actos analizados
presuntamente constituían la comisión de algunos delitos no sancionados
administrativamente [v.g. los delitos contra el honor y deberes militares], en el
proceso militar –que culminó con la absolución del recurrente- se volvió a juzgarlo
por la supuesta infracción de bienes jurídicos que ya habían sido objeto de
pronunciamiento en sede administrativa [i.e. desobediencia y decoro].
87
HA RESUELTO
CAPITULO I
16
ALEXY, Robert. Teoría de los Derechos Fundamentales. Trad. De E. Garzón. Madrid. Centro de
Estudios Constitucionales. 1993.p. 333.
17
En el Art. 2 inciso 24 parágrafo a.) de la Constitución peruana de 1993 encontramos los
supuestos de libertad general de acción que contiene la norma permisiva como la norma de
derechos.
89
18
ALEXY, Robert. Ob.cit. p. 334.
19
Ibid. pp. 335-336.
90
20
Ibid. p. 339.
91
21
Ibid. pp. 339-340
22
Ibid. p. 341.
92
23
Ibid. pp. 349 y ss.
94
más interna es, per definitionem, la esfera en la que siempre son decisivos los
principios que hablan a favor de la protección, pues no es posible aducir
principios opuestos que sólo podrían referirse o bien a derechos de otros o a
bienes colectivos, ya que no son afectados los derechos de otros o los intereses
de la comunidad. Sin embargo, se puede considerar en este caso la aplicación
de la ley de ponderación: como el caso más extremo. Se tratará de una
ponderación que, bajo determinadas circunstancias, conduce a una prioridad
absoluta del principio de la libertad negativa conjuntamente con el principio
de la dignidad de la persona frente a cualesquiera principios opuestos
concebibles. Ello no cambia el hecho de que en ciertas circunstancias el
resultado de la ponderación es tan seguro que puede hablarse de reglas
aseguradas en alto grado, que protegen el ámbito más interno, y estas reglas
pueden ser aplicadas sin entrar en una ponderación, pero sigue siendo cierto
que estas reglas son el resultado de ponderaciones en todos los casos de duda,
entonces la ponderación tiene relevancia aún en la esfera más interna.
24
Ibid. pp. 353 y ss.
96
25
Ibid. Pàg. 354-355
98
26
Ibid, pàg. 356-358.
27
SANCHEZ AGESTA, Luís, nombrado por EGUIGUREN PRAELI, Francisco. Estudios
Constitucionales, Ed. ARA, Lima, 2002, p. 27.
99
- Suprime la frase “en todo caso” del segundo párrafo (que dio lugar
a interpretaciones erróneas para validar detenciones arbitrarias).
Con lo que se ratifica que no se admite ningún caso, fuera de los
preceptuados por la Constitución, de detención.
- En el tercer párrafo precisa que la excepción se refiere
exclusivamente al término de duración de la detención (hasta 15
días), no dejando margen para que se admitan interpretaciones que
justifiquen detenciones - fuera de los casos de orden judicial o
flagrancia – basadas en sospechas o con fines de investigación.
28
CASTILLO CORDOVA, Luís. Habeas Corpus, Amparo y Habeas Data. P. 326.
106
29
La Constitución de 1993 acoge de este modo, lo establecido en la opinión consultiva 7/86 de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos.
30
EGUIGUREN PRAELI, Francisco. Estudios Constitucionales. Lima, 2002, Pág. 27.
107
31
Ibid, p.30.
108
32
NOVAK, Fabián. Derecho Internacional de los Derechos Humanos. P. 177.
109
33
FAUNDEZ LEDESMA, Héctor. Citado por: RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de la
constitución Política de 1993. Tomo I. pp. 490-491.
110
34
CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Caso Cesti Hurtado. Sentencia del
29 de septiembre de 1999. Serie G, n. 56, Párr.140.
35
COMISION INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Informe Chile 1985.Cáp.,
Párr.100.
111
CAPITULO II
EL DERECHO A LA LIBERTAD EN LA
JURISPRUDENCIA DEL TC
36
CHACIN FUENMAYOR, Ronald de J. La Doctrina de Interpretación de los Derechos Humanos
y la Constitución Venezolana de 1999. Maracaibo, 2004. pág. 165 y SS.
113
37
En: RUBIO CORREA, Marcial. La interpretación de la Constitución según el Tribunal
Constitucional. Lima, 2005. pp. 147-148.
38
ALEXY, Robert. Ob.Cit. p. 277.
115
39
Sentencia del Tribunal Constitucional, emitida el 17 de octubre de 2005, en el Exp. N.° 7361-
2005-PHC/TC, en el recurso de agravio constitucional presentado por América Ortega Benel, a
favor de Jacqueline Antonieta Beltrán Ortega, contra la 4ª Sala Penal de la Corte Superior de
Lima.
116
3. El contenido esencial
40
ALEXY, Robert. Ob. Cit. P. 287.288.
41
MARTINEZ PUJALTE, Antonio Luís. La Garantía del Contenido Esencial de los Derechos
Fundamentales. Tabla XIII Editores, Trujillo, 2005. P.28.
117
42
MARTINEZ PUJALTE, Antonio Luís. Ob. Cit. P.32-34.
43
SAR, Omar A. Constitución Política del Perú. Nomus & Thesis. Lima.2005.p.92.
44
Ludwig SECHNEIDER, citado por MARTINES PUJALTE, Antonio Luís. Ob. Cit. P.29.
118
45
ALEXY, Robot. Ob. Cit. p. 339
119
46
Sentencia del Tribunal Constitucional, emitida el 12 de agosto de 2002, en el Exp. N.° 1091-2002,
seguido por Vicente Ignacio Silva Checa,
47
ALEXY, Robert. Ob.Cit. p.492.
121
48
Ibid. p. 494.
49
Sentencia del Tribunal Constitucional, emitida el 08 de julio de 2002, en el Exp. N.° 1428-2002-HC,
seguido por Ángel Alfonso Troncoso Mejìa, contra la sentencia de la Segunda Sala Penal de la Corte
superior de La Libertad.
122
“El primer supuesto explícito implica que ninguna persona puede ser
restringida en su libertad individual, salvo que exista un mandato formal
emitido por autoridad judicial. En dicho contexto, y aunque toda persona tiene
la opción de decidir el lugar al cual quiere desplazarse y el modo para llevarlo
a efecto, queda claro que cuando ella es sometida a un proceso, sus derechos,
en buena medida, pueden verse afectados a instancias de la autoridad judicial
que lo dirige. Aunque tal restricción suele rodearse de un cierto margen de
discrecionalidad, tampoco puede o debe ser tomada como un exceso, ya que
su procedencia, por lo general, se encuentra sustentada en la ponderación
efectuada por el juzgador de que, con el libre tránsito de tal persona, no puede
verse perjudicada o entorpecida la investigación o proceso de la que tal
juzgador tiene conocimiento. En tales circunstancias no es, pues, que el
123
50
Sentencia del Tribunal Constitucional, emitida el 27 de julio de 2005, en el Exp. N.° 3482-2005-HC,
seguido por Luís Augusto Brain Delgado contra la sentencia de la Tercera Sala Penal con reos en
cárcel de Lima.
124
que pueden ser ponderados con la libertad negativa y así determinar su peso.
De este modo determina la conexión de la dignidad con la libertad negativa, a
la que ha venido a llamar una “concepción formal material” del derecho
general de libertad51.
51
ALEXY, Robert. Ob. Cit.p. 348.
52
Sentencia del Tribunal Constitucional, emitida el 27 de julio de 2005, en el Exp. N.° 1091-2005-HC,
seguido por Luís Augusto Brain Delgado contra la sentencia de la Tercera Sala Penal con reos en
cárcel de Lima.
125
REFLEXION FINAL
53
SAR, Omar A. Ob. Cit. P.99.
126
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
ALEXY, Robert
Teoría de los derechos fundamentales.
Madrid: centro de estudios constitucionales, 1993.
O´DONNELL, Daniel
Protección Internacional de los Derechos Humanos.
Lima, Fundación Friedrich Naumann, 1988.
CAPITULO I
54
ALEXY, Robert. Teoría de los Derechos Fundamentales. Trad. De E. Garzón. Madrid. Centro de
Estudios Constitucionales. 1993.p. 333.
55
En el Art. 2 inciso 24 parágrafo a.) de la Constitución peruana de 1993 encontramos los
supuestos de libertad general de acción que contiene la norma permisiva como la norma de
derechos.
129
56
ALEXY, Robert. Ob.cit. p. 334.
57
Ibid. pp. 335-336.
130
58
Ibid. p. 339.
131
59
Ibid. pp. 339-340
60
Ibid. p. 341.
132
61
Ibid. pp. 349 y ss.
134
62
Ibid. pp. 353 y ss.
136
63
Ibid. Pàg. 354-355
138
64
Ibid, pàg. 356-358.
65
SANCHEZ AGESTA, Luís, nombrado por EGUIGUREN PRAELI, Francisco. Estudios
Constitucionales, Ed. ARA, Lima, 2002, p. 27.
139
Artículo 9.-
“1.- Todo individuo tiene derecho a la libertad y seguridad personales.
Nadie podrá ser sometido a detención o prisión arbitrarias. Nadie
podrá ser privado de su libertad, salvo por causas fijadas por ley y con
arreglo al procedimiento establecido en ésta.
Articulo 7.-
1. Toda persona tiene derecho a la libertad y a la seguridad
personales.
2. Nadie puede ser privado de su libertad física, salvo por las causas y
en las condiciones fijadas de antemano por las Constituciones
Políticas de los Estados partes o por las leyes dictadas conforme a
ellas.
3. Nadie puede ser sometido a detención o encarcelamiento
arbitrarios.
4. Toda persona detenida o retenida debe ser informada de las
razones de su detención y notificada, sin demora, del cargo o
cargos formulados contra ella.
141
66
CASTILLO CORDOVA, Luís. Habeas Corpus, Amparo y Habeas Data. P. 326.
147
67
La Constitución de 1993 acoge de este modo, lo establecido en la opinión consultiva 7/86 de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos.
68
EGUIGUREN PRAELI, Francisco. Estudios Constitucionales. Lima, 2002, Pág. 27.
148
Mas allá de los esfuerzos de precisar los alcances de los grados de afectación a
la libertad personal, como afirma Eguiguren Praeli69, se presentan “zonas
grises” o matices tenues para dilucidar si nos encontramos ante una simple
restricción de la libertad o, más bien, ante una verdadera privación de ésta. Por
ejemplo la prueba de verificación del consumo de alcohol o la diligencia de
identificación en la vía pública, prima facie constituyen una leve restricción de
la libertad. Pero si implican el traslado a un lugar distinto a la intervención
(dependencia policial) o la retención por mayor tiempo, configurarían una
situación de gravedad e intensidad que en opinión de algunos calificarían en una
verdadera privación de la libertad.
69
Ibid, p.30.
70
NOVAK, Fabián. Derecho Internacional de los Derechos Humanos. P. 177.
149
“[...] debe observarse que, mas que la detención “ilegal”, lo que se desea
evitar es la detención “arbitraria”. Sin duda que la exigencia de la
“legalidad” de una detención o prisión puede ser una primera garantía en
contra de la arbitrariedad, pero el hecho que nadie pueda ser privado de
su libertad salvo por las causas fijadas por la ley no significa que la
medida de la “arbitrariedad” de tal acto deriva, única y necesariamente,
de su conformidad con la ley o de la violación de la misma; la ley es una
herramienta más, que puede servir para reducir las privaciones
arbitrarias de la libertad, pero ella no garantiza el que ciertas
detenciones, practicadas de acuerdo a la ley, no puedan ser igualmente
arbitrarias. En tal sentido, se ha expresado que el término “arbitrario” no
es sinónimo de ilegal y denota un concepto más amplio. Parece claro
que, aunque la detención o prisión ilegal es casi siempre arbitraria, una
detención o prisión hecha de acuerdo con la ley puede, no obstante, ser
también arbitraria [...] la detención o prisión sería arbitraria cuando se
efectué: a) por motivos conforme a procedimientos distintos a los
prescritos por la ley, o b) conforme a una ley cuya finalidad fundamental
150
71
FAUNDEZ LEDESMA, Héctor. Citado por: RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de la
constitución Política de 1993. Tomo I. pp. 490-491.
72
CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Caso Cesti Hurtado. Sentencia del
29 de septiembre de 1999. Serie G, n. 56, Párr.140.
151
73
COMISION INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Informe Chile 1985.Cáp.,
Párr.100.
152
CAPITULO II
EL DERECHO A LA LIBERTAD EN LA
JURISPRUDENCIA DEL TC
74
CHACIN FUENMAYOR, Ronald de J. La Doctrina de Interpretación de los Derechos Humanos
y la Constitución Venezolana de 1999. Maracaibo, 2004. pág. 165 y SS.
153
75
En: RUBIO CORREA, Marcial. La interpretación de la Constitución según el Tribunal
Constitucional. Lima, 2005. pp. 147-148.
155
76
ALEXY, Robert. Ob.Cit. p. 277.
156
3. El contenido esencial
77
Sentencia del Tribunal Constitucional, emitida el 17 de octubre de 2005, en el Exp. N.° 7361-
2005-PHC/TC, en el recurso de agravio constitucional presentado por América Ortega Benel, a
favor de Jacqueline Antonieta Beltrán Ortega, contra la 4ª Sala Penal de la Corte Superior de
Lima.
78
ALEXY, Robert. Ob. Cit. P. 287.288.
79
MARTINEZ PUJALTE, Antonio Luís. La Garantía del Contenido Esencial de los Derechos
Fundamentales. Tabla XIII Editores, Trujillo, 2005. P.28.
157
80
MARTINEZ PUJALTE, Antonio Luís. Ob. Cit. P.32-34.
81
SAR, Omar A. Constitución Política del Perú. Nomus & Thesis. Lima.2005.p.92.
82
Ludwig SECHNEIDER, citado por MARTINES PUJALTE, Antonio Luís. Ob. Cit. P.29.
158
83
ALEXY, Robot. Ob. Cit. p. 339
159
concluyendo que en ese caso particular no existía una medida menos gravosa,
que la detención provisional, para asegurar los fines del proceso penal”. 84
84
Sentencia del Tribunal Constitucional, emitida el 12 de agosto de 2002, en el Exp. N.° 1091-2002,
seguido por Vicente Ignacio Silva Checa,
85
ALEXY, Robert. Ob.Cit. p.492.
86
Ibid. p. 494.
161
87
Sentencia del Tribunal Constitucional, emitida el 08 de julio de 2002, en el Exp. N.° 1428-2002-HC,
seguido por Ángel Alfonso Troncoso Mejìa, contra la sentencia de la Segunda Sala Penal de la Corte
superior de La Libertad.
162
“El primer supuesto explícito implica que ninguna persona puede ser
restringida en su libertad individual, salvo que exista un mandato formal
emitido por autoridad judicial. En dicho contexto, y aunque toda persona tiene
la opción de decidir el lugar al cual quiere desplazarse y el modo para llevarlo a
efecto, queda claro que cuando ella es sometida a un proceso, sus derechos, en
buena medida, pueden verse afectados a instancias de la autoridad judicial que
lo dirige. Aunque tal restricción suele rodearse de un cierto margen de
discrecionalidad, tampoco puede o debe ser tomada como un exceso, ya que su
procedencia, por lo general, se encuentra sustentada en la ponderación efectuada
por el juzgador de que, con el libre tránsito de tal persona, no puede verse
perjudicada o entorpecida la investigación o proceso de la que tal juzgador tiene
conocimiento. En tales circunstancias no es, pues, que el derecho se torne
restringido por un capricho del juzgador, sino por la necesidad de que el
servicio de Justicia y los derechos que ella está obligada a garantizar, no
163
88
Sentencia del Tribunal Constitucional, emitida el 27 de julio de 2005, en el Exp. N.° 3482-2005-HC,
seguido por Luís Augusto Brain Delgado contra la sentencia de la Tercera Sala Penal con reos en
cárcel de Lima.
164
89
ALEXY, Robert. Ob. Cit.p. 348.
90
Sentencia del Tribunal Constitucional, emitida el 27 de julio de 2005, en el Exp. N.° 1091-2005-HC,
seguido por Luís Augusto Brain Delgado contra la sentencia de la Tercera Sala Penal con reos en
cárcel de Lima.
165
REFLEXION FINAL
91
SAR, Omar A. Ob. Cit. P.99.
166
BIIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
ALEXY, Robert
Teoría de los derechos fundamentales.
Madrid: centro de estudios constitucionales, 1993.
O´DONNELL, Daniel
Protección Internacional de los Derechos Humanos.
Lima, Fundación Friedrich Naumann, 1988.
III
Carla Vargas
INDICE
EL DERECHO A LA IGUALDAD
Introducción
Conclusiones
Bibliografía.
169
INTRODUCCION
“Toda persona tiene derecho a la igualdad ante la ley. Nadie debe ser
discriminado por motivo de origen, raza sexo, idioma, religión, opinión,
condición económica cualquier otra índole."
Se aplica a B la norma Y
175
Ante una
Situación fáctica
para B: Ley Y
177
Caso 01
Se declaró su improcedencia.
(Numeral 15), por lo que exhorta al ejecutivo a fin que subsane tal
omisión e incluya a los magistrados y fiscales provisionales y suplentes
como beneficiarios del monto que otorga los gastos operativos.
183
Caso 02
Expediente Nº 1049-2003-AA/TC
Fundada la demanda
Caso 03
a) Debe ser una misma entidad administrativa la que haya expedido las
resoluciones contradictorias respecto a la aplicación de una
determinada norma.
Caso 04
25% del número legal de los miembros del Congreso interponen acción
de inconstitucionalidad contra la ley N° 28658 en la parte que aprobó
189
- Debe ser una misma entidad administrativa l que haya expedido las
resoluciones contradictorios respecto a la aplicación de determinada
norma;
BIBLIOGRAFIA
IV
DAVID SUAREZ
Sobre la asistencia social, el Tribunal en una decisión del año 1975 dice:
“Ciertamente, la asistencia social a los necesitados de ayuda es uno de
los deberes obvios del Estado social. Necesariamente, esto incluye la
asistencia social a los conciudadanos que, a raíz de dolencias físicas o
mentales, están impedidos de desarrollarse personal y socialmente y no
pueden asumir por sí mismos su subsistencia. En todo caso, la
comunidad estatal tiene que asegurarles las condiciones mínimas para
una existencia humana digna...”. Si se toman ambas decisiones
conjuntamente, no puede haber ninguna duda de que el Tribunal
Constitucional Federal parte de un derecho fundamental a un mínimo vital.
Por ello, puede decirse que existe, por lo menos, un derecho social
fundamental tácito, es decir, basado en una norma adscripta
interpretativamente a las disposiciones de derechos fundamentales.
196
contrapartida exacta del concepto de derecho de defensa, bajo el que cae todo
derecho a una acción negativa, es decir, a una omisión por parte del Estado.
Por lo general, con la expresión “derecho a prestaciones” se vincula la
concepción de un derecho a algo que el titular del derecho, en caso de que
dispusiera de medios financieros suficientes y encontrase en el mercado una
oferta suficiente, podría obtener también de personas privadas. Sin embargo,
hay dos razones de peso a favor de la extensión del concepto de derecho a
prestaciones, más allá de derechos de este tipo a prestaciones fácticas, a
prestaciones normativas, tales como la protección a través de normas del
derecho penal o el dictado de normas de organización y procedimentales.
Vinculante No Vinculante
La primera reza: la libertad jurídica para hacer u omitir algo sin la libertad
fáctica (real), es decir, sin la posibilidad fáctica de elegir entre lo permitido,
carece de todo valor. De esto se trata cuando Lorenz von Stein dice: “La
libertad es sólo real cuando se poseen las condiciones de la misma, los
bienes materiales y espirituales en tanto presupuestos de la
autodeterminación” o cuando el Tribunal Constitucional Federal expresa:
“El derecho de libertad no tendría valor alguno sin los presupuestos
fácticos para poder hacer uso de él”.
Desde luego, estas tesis no pueden constituir más que un punto de partida de
un argumento a favor de los derechos fundamentales sociales.
Una colisión entre los derechos fundamentales sociales de los usos y los
derechos de libertad de los otros se produce no sólo cuando el Estado, como
en el caso del derecho a un puesto de trabajo, dispone sólo limitadamente en
forma directa del objeto del derecho en una economía de mercado.
De acuerdo con esta fórmula, la cuestión acerca de cuáles son los derechos
fundamentales sociales que el individuo posee definitivamente es una
cuestión de la ponderación entre principios. Por un lado se encuentra,
sobre todo, el principio de la libertad fáctica. Por el otro, se encuentran los
principios formales de la competencia de decisión del legislador
democráticamente legitimado y el principio de la división de poderes, como
así también principios materiales que, sobre todo, se refieren a la libertad
jurídica de otros pero, también, a otros derechos fundamentales sociales y a
bienes colectivos.
Los deberes prima facie del Estado tienen, frente a sus deberes definitivos, un
contenido claramente excesivo. Esto no significa que no sean vinculantes.
Sería un error considerar a los deberes prima facie, en la medida en que a
ellos no corresponde ningún deber definitivo, es decir, en el ámbito de lo
excesivo, como deberes no vinculantes o como enunciados puramente
programáticos. Puede reconocerse que existe una diferencia fundamental
entre deberes prima facie y deberes jurídicamente no vinculantes en el hecho
de que los deberes prima facie tienen que ser establecidos a través de
ponderaciones y, en cambio, esto no sucede en el caso de los deberes no
vinculantes. Para el no cumplimiento de un deber prima facie, tienen que
existir, desde el punto de vista del derecho, razones aceptables; pero ello no
rige para el caso del no cumplimiento de un deber jurídicamente no
vinculante. Un deber prima facie puede, si no existe ninguna razón aceptable
para su no cumplimiento, conducir a un deber definitivo; un deber no
vinculante, nunca.
Asimismo, como lo enfatiza el Papa León XIII [Encíclica rerum novarum. Lima:
Paulinas, 1966] el trabajo tiene el doble signo de lo personal y necesario. Es
personal, porque la fuerza con que se trabaja es inherente a la persona y
enteramente propia de aquel que con ella labora. Es necesario, porque del fruto de
su trabajo el hombre se sirve para sustentar su vida, lo cual es un deber
imprescindible impuesto por la misma naturaleza.
12. “El derecho al trabajo está reconocido por el artículo 22º de la Constitución.
Este Tribunal estima que el contenido esencial de este derecho constitucional
implica dos aspectos. El de acceder a un puesto de trabajo, por una parte y,
211
por otra, el derecho a no ser despedido sino por causa justa. Aunque no
resulta relevante para resolver la causa, cabe precisar que, en el primer caso,
el derecho al trabajo supone la adopción por parte del Estado de una política
orientada a que la población acceda a un puesto de trabajo; si bien hay que
precisar que la satisfacción de este aspecto de este derecho constitucional
implica un desarrollo progresivo y según las posibilidades del Estado….”
El Estado y el trabajo
Derecho al trabajo
Sin embargo, cuando se precisa que ese desarrollo debe ser "adecuado", se
está resaltando -aunque innecesariamente- que esto no debe afectar el contenido
esencial del derecho del trabajador. En efecto, todo desarrollo legislativo de los
derechos constitucionales presupone para su validez el que se respete su contenido
esencial, es decir, que no se desnaturalice el derecho objeto de desarrollo. Por esta
razón, no debe considerarse el citado artículo 27º como la consagración, en virtud de
la propia Constitución, de una "facultad de despido arbitrario" hacia el empleador.
213
Por este motivo, cuando el artículo 27º de la Constitución establece que la ley
otorgará "adecuada protección frente al despido arbitrario", debe considerarse que
este mandato constitucional al legislador no puede interpretarse en absoluto como un
encargo absolutamente abierto y que habilite al legislador una regulación legal que
llegue al extremo de vaciar de contenido el núcleo duro del citado derecho
constitucional. Si bien es cierto que el legislador tiene en sus manos la potestad de
libre configuración de los mandatos constitucionales, también lo es que dicha
potestad se ejerza respetando el contenido esencial del derecho constitucional. Una
opción interpretativa diferente sólo conduciría a vaciar de contenido el mencionado
derecho constitucional y, por esa razón, la ley que la acogiera resultaría
constitucionalmente inadmisible.
Ahora bien, el segundo párrafo del artículo 34º del Texto Único Ordenado del
Decreto Legislativo N.° 728, Ley de Productividad y Competitividad Laboral,
Decreto Supremo N.° 003-97-TR, establece que frente a un despido arbitrario
corresponde una indemnización "como única reparación". No prevé la posibilidad de
reincorporación. El denominado despido ad nutum impone sólo una tutela
indemnizatoria. Dicha disposición es incompatible con la Constitución, a juicio de
este Tribunal, por las siguientes razones:
214
Si bien, como alega Telefónica del Perú S.A.A., el apartado "d" del artículo
7º del Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos en
materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, contempla la posibilidad de
215
La libertad sindical
Entre los principales fines y funciones que nuestra legislación establece para
los sindicatos en el ámbito de la legislación privada, se tienen los siguientes:
En el caso de los sindicatos del sector público, la Ley N.° 27556 creó el
Registro de Organizaciones Sindicales de Servidores Públicos. Así como el D.S. N.°
003-82-PCM del 22 de enero de 1982, relativo a las organizaciones sindicales de los
servidores.
El convenio colectivo
Podemos afirmar, con los matices necesarios, que en nuestro país el modelo
horizontal es aplicable al régimen privado y el vertical al público.
Cabe señalar que la fuerza vinculante para las partes establece su obligatorio
cumplimiento para las personas en cuyo nombre se celebró, así como para los
trabajadores que se incorporaron con posterioridad a las empresas pactantes, con
excepción de quienes ocupen puestos de dirección o desempeñen cargos de
confianza.
Para el caso del sector público rige el Convenio N.° 151 de la OIT, relativo a
la protección del derecho de sindicación y los procedimientos para determinar las
condiciones de empleo en la administración pública, así como el D.S. N.° 003-82-
PCM del 22 de enero de 1982, relativo a las organizaciones sindicales de los
servidores públicos y a los procedimientos para determinar las condiciones de
empleo.
223
La huelga
Al respecto, tal como expone Álvarez Conde [ob.cit, pág. 466] “(...) la huelga
tiende a establecer el equilibrio entre partes con fuerza económicamente desiguales”.
En ese sentido, como bien refiere Francisco Fernández Segado [El sistema
constitucional español. Madrid: Dykinson, 1992] “(...) la experiencia secular ha
mostrado su necesidad para la afirmación de los intereses de los trabajadores en los
conflictos socio-económicos “.
41. La doctrina tiene opiniones dispares sobre este punto, ya sea respecto a la
titularidad de los trabajadores en sentido lato o a la de los trabajadores adscritos a
una organización sindical.
Debe anotarse que el inciso 3 del artículo 28.º de la Constitución señala, por
equivoco conceptual, que la huelga debe ejercerse en armonía con el interés social.
interés público y el interés social. Este último se utiliza como medida tuitiva en
favor de sectores económico-sociales que soportan condiciones desventajosas de
vida.
En rigor, la huelga debe ejercerse en armonía con el interés público, que hace
referencia a las medidas dirigidas a proteger aquello que beneficia a la colectividad
en su conjunto.
V.
Jaime Llerena:
Las Máximas De La Razonabilidad Y Proporcionalidad
El tema que nos aboca, esto es los principios, que desarrollaremos para poder
entender el presente trabajo de investigación, en general, tiene un carácter
contradictorio en el modo de la argumentación y en el protagonismo notable del
Juez, el que mediante la ponderación, razonabilidad, interdicción de la
arbitrariedad constituyen formas argumentativas para resolver tales conflictos.
normal.. implica sobre todo una conformidad con los principios del sentido
común y con los juicios de valor generalmente aceptados, una idea de
moderación y justa medida”. André Lalande “Vocabulario Técnico y Critico de
la Filosofía” Buenos Aires: El Ateneo, 2da Edición 1996, pág. 854; asimismo
entendemos que la “lógica puede ser definida como la ciencia que estudia los
principios generales del pensamiento válido. Su objeto es discutir las
características de los juicios, considerados no como fenómenos psicológicos,
sino como que expresan conocimientos y creencias...” Keynes Lógica Formal
“Introducción” Capitulo I. Citado por A. Lalande Ob. Cit. pág. 586. Pensamos
que la razonabilidad no implica una “justificación lógica”, ya que esta es una
ciencia que estudia el pensamiento válido, como ya se dijo y es básicamente
denominada la teoría de la deducción; por lo que consideramos que es un error,
deducir que la razonabilidad, encuentra justificación lógica en los hechos,
conductas y circunstancias. Y si entendemos justificación lógica como
sinónimo de justificación racional, se estaría cometiendo una tautología, ya que
lo definido no puede entrar en la definición, esto es, definir lo racional con lo
razonable, en el entendido, que razonable es sinónimo de lógico. “Diccionario
de Sinónimos y Antónimos” Ediciones la Rousse-2005-pág. 232.
Rubio, concluye que, según el TC,. “el principio de razonabilidad exige que
los actos, que los sujetos realizan frente a los hechos y circunstancias cumplan
el requisito de ser generalmente aceptados por la colectividad como una
respuesta adecuada a los retos que presenta la realidad frente al actuar humano
jurídicamente relevante ...” Ob. Cit. Pág. 247.
Por tal motivo es mas saludable prescindir del nombre y atender a las cosas que
en cada caso pretenden deslindarse, es decir, atender a los significados que
realmente resultan relevantes y que, incluso a veces, pueden no aparecer bajo
la denominación de principios. Así tenemos cuatro grandes problemas
236
El hecho de decir que todos los hombres son iguales ante la ley es un principio
abierto, pero el hecho de decir que los obreros no deben ser discriminados por
motivos religiosos parece más bien una regla cerrada.
político, pues supone que se dicte una norma que establezca los medios para
alcanzar un fin valioso. Las directrices o mandatos de optimización sirven para
justificar y defender ciertas normas ya existentes, que para que exigir que se
dicten otras nuevas; ofrecen cobertura a la política del legislador o del
gobierno, pero no imponen una política concreta.
En cuanto a los Decretos Leyes N°s. 25475, 25659, 25708 y 25880, los
demandantes indican que son inconstitucionales por contravenir en el fondo a
la Constitución Política del Perú y no haber sido aprobados, promulgados y
publicados en la forma que ella establece; y que contradicen y violan los
derechos fundamentales de la persona human establecidas en la Constitución de
1993 y en los Tratados Internacionales suscritos por el Perú.
Los demandantes enfatizan que el artículo 2° del Decreto Ley N° 25475° define
el llamado delito de terrorismo de manera abstracta violando el principio de
legalidad. Solicitan que el Tribunal tenga presente, al resolver, el Informe
Anual de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, y de la
Organización de los Estados Americanos de 1993.
Considera Rubio Ob. cit. pág. 236, que el Tribunal Constitucional ha extendido
estos principios de proporcionalidad y de razonabilidad aplicables a toda
Constitución, tal cual fue establecida en la sentencia del TC el 01 de diciembre
del 2003.
Afirma que en nuestro sistema de derecho son los notarios quienes dan fe de los
actos y contratos que se inscriben en los registros públicos. Aduce que una
eficiente publicidad registral radica en que todo acto o contrato inscribible se
formalice en una escritura pública , garantizándose de esta manera la
legitimidad, legalidad y certeza de derecho. Sostiene que la superioridad de la
escritura pública radica en su matricidad y su fecha cierta, siendo deber del
notario verificar la capacidad, libertad y conocimiento de los otorgantes, y velar
por la legitimidad del acto o contrato.
CONCLUSIÓN
B. Es decir los principios y las normas se diferencian por razón del grado, que
es determinante y la tercera diferencia. Su aspecto es cualitativo.
BIBLIOGRAFÍA