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¡Feliz Lectura!
CONTENIDO
K. A. LINDE

K
.A. Linde es autora más vendida de USA Today de más de quince
novelas, incluidas las series Avoiding y Record. Tiene una maestría
en ciencias políticas por la Universidad de Georgia, fue la
principal trabajadora de campaña para la campaña presidencial de 2012
en la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, y se desempeñó
como directora del equipo de danza de la Universidad de Duke. Le encanta
leer novelas de fantasía, ver La Guerra de las Galaxias, Supernatural, y bailar
en su tiempo libre.

Actualmente vive en Lubbock, Texas, con su esposo y dos cachorros


súper adorables.
SINOPSIS
B
ryna siente su mirada en ella.

Caliente, seductora, tentadora.

Él es al menos diez años mayor que sus diecisiete, y sabe


exactamente lo que le está haciendo con esa mirada.

Irse sería lo más inteligente por hacer...

Pero no puede. No esa primera noche cuando él la lleva a su casa y


reclama su cuerpo. No cuando vuelve a aparecer en su vida con regalos
caros para ganarse su confianza. Ni siquiera cuando se está enamorando
de él, y todo lo demás se está cayendo a pedazos...

Descubre cómo Bryna pasa de ser una chica de oro a una caza
fortunas en este primer libro tentadoramente escandaloso de la serie All That
Glitters de la exitosa autora mejor vendida del USA Today K. A. Linde.
EPÍGRAFE
Escucha, no soy alguien que

es fácil de amar, no soy

alguien que debe ser tomado a la ligera

y sobre todo, no soy alguien

para quemar.

Porque soy el fuego, mi alma está

en llamas y todo lo que toco

se convierte en uno con el fuego.

—r.m. drake
1

R
ota… mente, cuerpo y alma.

Rogando por olvidar su existencia sin sentido, por ser


ordenada y moldeada y transformada en otra persona, ella
necesitaba el abrazo de la vida nocturna, el martilleo de la
música, el sudor, la intoxicación solo para sentir de nuevo.

Incluso solo por una noche.

Allure no era el escenario habitual de Bryna. Prefería los clubes


nocturnos exclusivos en Beverly Hills y las fiestas en casas a las que asistían
ella y sus amigos millonarios en la preparatoria Harmony. Frecuentaba los
lugares donde todos conocían su nombre, y podía gobernar como la abeja
reina. Pero, esta noche, no quería gobernar su trono.

Quería olvidar su propia realidad y perderse en la imaginaría que


proporcionaba Allure. La habitación estaba repleta de cuerpos que se
movían con la música y la gente que bebía licor de primera y se entregaba
a los deseos oscuros y secretos de sus corazones.

Giró el Martini de ginebra en su mano y frunció los labios mientras


inspeccionaba la habitación.

Era más fácil aquí.

Más fácil olvidarse de sus padres de Hollywood y su patético divorcio.


Más fácil olvidar que su padre el director de alto perfil se había vuelto a
casar este verano con alguna basura del Valle con la que había tenido una
aventura mientras estaba con su mamá. Más fácil olvidar que tenía tres
hermanastros nuevos y que el mayor, Pace, solo tenía un año menos que
ella y era el nuevo mariscal de campo titular en la escuela.

Más fácil olvidarse de todo.


Al menos todo lo que estaba abarrotando su vida perfecta. A pesar de
que el atroz drama la consumía, necesitaba recordar quién era y qué
representaba.

Ella era la jodida Bryna Turner.

Una diosa en Harmony. Abeja reina. Animadora principal.

Había comenzado a salir con Gates Hartman antes de su papel


destacado, y ahora, él era el actor más prometedor que había llegado a
Hollywood desde Ryan Gosling.

Se negaba a dar dos mierdas sobre lo que alguien pensaba sobre ella,
especialmente sus padres. Su mundo podría haber cambiado con la
turbulencia de su matrimonio, pero se había mantenido fuerte para todos
los ojos que siempre la miraban.

Pero esta noche era diferente.

Esta noche, nadie estaba mirando.

Esta noche, podría perderse, perder el control.

Y tal vez eso fue lo que lo atrajo.


2

—U
n whisky sin hielo.

El barman asintió con la cabeza al


hombre que estaba junto a Bryna en la barra y
agarró el licor de la plataforma superior.

Perfecto.

Bryna se tomó de un solo trago lo último del Martini y lo dejó sobre la


barra. Se lamió los labios.

—Uno más para mí.

El hombre se giró para mirarla. Sus ojos se engancharon en su ajustado


vestido azul real, su pecho emergiendo del profundo cuello redondo. Luego
la miró a los ojos azul claro. Él sonrió.

—Pon eso en mi cuenta.

Ella lo miró a los ojos y arqueó una ceja.

—Gracias.

—Nunca antes te había visto aquí —dijo un momento después.

—Tal vez no estabas mirando lo suficiente.

Oh, a él le gusta eso.

Inclinó su cuerpo alto y musculoso hacia ella. Su cabello era oscuro


como la noche, corto y estilizado como un jugador de fútbol europeo. Sus
ojos eran de chocolate con leche y bailaban en la tenue luz.

—Me alegra que te haya encontrado ahora.


Una sonrisa se extendió por el rostro de ella. No podía estar en
desacuerdo con él.

Él extendió su mano sobre la barra para alcanzar el whisky que


descansaba al frente, y su estómago se desplomó.

Tercer dedo en la mano izquierda.

Banda de plata

Casado.

También podría haber sido una marca en su piel. Le gritaba que se


alejara.

No. No camines.

Corre. Corre lejos de esto.

Mala, mala idea.

Ella dejó caer la sonrisa seductora de su rostro. Tan pronto como el


Martini se colocó frente a ella, tomó la bebida y retrocedió. No haría eso.
Incluso coquetear con él le hizo arder la piel. A ella le gustaban las malas
ideas, pero tenía líneas que no cruzaría. El matrimonio de sus padres había
sido destrozado por esto mismo. Su madrastra, Celia, había destruido todo
lo sagrado, cruzó cada línea y obligó al padre de Bryna a dejar a su madre.

Se suponía que los votos significaban algo, y Celia no se había


preocupado por ellos. Bryna apenas veía a su padre, ya que siempre estaba
trabajando en la locación. En lugar de mudarse con su madre, se había
quedado en su casa con esa desgraciada a causa de Harmony. Solo le
quedaba un año. Salir ahora y empezar de nuevo en alguna otra escuela
sería imposible.

—¿Estás bien? —preguntó él, colocando ligeramente su mano derecha


sobre su delgado hombro.

Ella retrocedió ante su toque. ¡Cómo se atreve!

—Estás casado —escupió.


—Ah.

Miró hacia abajo a su mano, y su rostro cayó. La tristeza en sus ojos lo


abarcaba todo antes de que se recuperara y guardara todo dentro de él.
Ella solo reconoció la reacción porque lo había estado haciendo todos los
días durante el último año, ya que todo su mundo se había dividido,
dejándola en una caída libre y perpetua.

»Estoy... estamos separados. —Deslizó el anillo de su dedo y lo sostuvo


frente a él—. Honestamente, me olvidé de que lo tenía puesto.

Ella frunció los labios. No quería que la engañara. ¿Quién se olvida de


que está usando un maldito anillo de bodas?

»No me crees —dijo, viendo su expresión. Metió el anillo en su bolsillo,


fuera de la vista.

—Mi tolerancia para los hombres casados es muy baja.

Él sonrió.

—¿Cuestiones de papi?

—Como jamás lo hubieras creído.

—Déjame adivinar. La dejó por una mujer más joven.

—Bingo.

—Bueno, no estoy en esa situación.

Ella sacudió su cabeza.

—Tampoco lo estaré, por eso tengo que decir adiós.

—Quédate.

Sus ojos se encontraron con los suyos, y él no estaba suplicando


exactamente por ella. Era más una orden, más como un deseo de
conocerla, de descubrir qué era lo que la hacía huir tan fácilmente.

—No voy a caer como una tonta —le dijo.


—Lo sé.

—¿No estás con ella?

—No —respondió de inmediato.

Ella entrecerró los ojos, y él a sabiendas encontró su mirada. Sin


intención oculta. Solo un espejo de las emociones deslizándose a través de
ella.

—Bien. —Le chasqueó los dedos al barman—. Chupitos de tequila, por


favor. —Levantó dos dedos.

El barman les sirvió los tragos y los tomaron de golpe. El líquido ardió en
su garganta, pero ignoró el dolor mientras chupaba el limón. Sus ojos
viajaron a sus labios. Intencionalmente se lamió el jugo de su dedo. Su
lengua agitó su pulgar, y él la miró con absoluta fascinación y anhelo.

No poseía la idiotez de los tipos con los que había salido antes, ni
siquiera Gates. La persona frente a ella era un hombre. Y completamente
delicioso. Como mínimo, tenía alrededor de treinta años. No menos de diez
años mayor que sus diecisiete.

Incluso antes de que él hiciera el primer movimiento, ella sabía que él


sabía lo que le estaba haciendo con esa mirada.
3

—¿Y
qué me dices de ti?

—¿Qué hay de mí? —preguntó Bryna.

—Bueno, no puedes ser soltera.

Ella rio ligeramente y bajó la barbilla hacia su pecho. No, por supuesto
que no era soltera. Pero por lo que sabía, a Gates no le importaba si
coqueteaba con todos los hombres de Hollywood mientras estaba en su
brazo cuando él la necesitaba. Se conocían desde hacía mucho tiempo, y
le gustaba que no tuviera que explicárselo a ella, y mucho menos hacer que
se burlara de él por hacer algo por lo que siempre había sido bueno
naturalmente. Lo trataba exactamente de la misma manera que a todos los
demás, y su relación había florecido naturalmente por su mutuo
entendimiento.

—Lo dices con tanta seguridad —dijo.

Él colocó un mechón de su cabello rubio detrás de su oreja.

—Eres la cosa más exquisita que he visto en mi vida. Estoy seguro de


que tienes gente golpeando tu puerta.

—Sin embargo, estoy aquí sola.

—¿Esperando a alguien? —supuso.

Sacudió su cabeza.

—¿Alguien va a romper mi puerta cuando nos vayamos?

Maldición. Estaba tan seguro de sí mismo. Le gustaba la confianza en sí


mismo que vestía como una capa. Era lo que más la excitaba.
Gates la tenía en creces, pero no era nada comparada con este tipo.
Y no era como si Gates estuviera derribando la puerta de alguien para llegar
a ella. Estaba en el set en la costa este, filmando su nueva película, Carretera
Destrozada. No lo había visto en meses, no desde que había volado allí este
verano.

Y ni siquiera estaba segura de que Gates estuviera enojado.


Probablemente podría decirle mañana que se había follado a este tipo, y
dudaba que viera un poco de furia. Tal vez un orgullo herido. Tal vez un
toque de celos por alguien tocando lo que le pertenecía. Pero realmente él
no estaría enojado.

Su relación nunca había sido así. A veces, pensaba que ella era más
conveniente para él.

Su silencio impulsó al hombre hacia adelante.

»Ah, entonces hay alguien.

Ella se encogió de hombros y desvió sus ojos azul claro.

»Un idiota por dejarte aquí sola —continuó.

—¿Por qué? Él es un hombre muy seguro. Dudo que piense que alguien
podría venir y llevarme.

—Entonces, él realmente es un idiota —dijo de golpe.

Dio un paso hacia ella, y ella tuvo que inclinar la cabeza para mirarlo.

Pero ella no se movió ni retrocedió. Podría seguirle el juego.

—No lo conoces.

—¿Debería?

Ella se mordió el labio. No quería que él supiera quién era ella. Si le decía
que estaba saliendo con Gates Hartman, bueno, ese sería el final de su
juego. Y a realmente le gustaba jugar a este juego.

—No —dijo finalmente—. No creo que deberías.

—Bien.
Su mano se deslizó alrededor de su cintura donde sus largos dedos se
extendieron por su espalda baja. Su corazón vibró al ritmo de su toque.
Estaba cálida en todas partes a la vez. Si mantenía este fuego hirviendo en
su núcleo, sabía que no habría marcha atrás.

Se aferró a su confianza y se encontró con su mirada oscura. La mirada


del demonio encarnado tentándola a pecar, ofreciéndole la manzana del
Jardín del Edén. Quizás él era una serpiente. Pero si el pecado sabía tan bien,
entonces entendía por qué Eva tenía sed de conocimiento.

—¿Bailamos? —sugirió él.

Su mano se deslizó en la de ella y la llevó a la pista de baile. Pronto


fueron consumidos por la gente y se perdieron en la multitud. Él presionó su
espalda contra su pecho. Sus caderas se balanceaban al ritmo. Sus dedos
se clavaron en la tela de su ajustado vestido, y gimió al sentirlo. Él sabía
exactamente lo que estaba haciendo.

El calor entre ellos se intensificó. Él puso sus manos sobre su cabeza y


alrededor de su cuello. Presionó su pelvis en su culo mientras ella se apoyaba
contra él. Su boca tocó la sensible piel de su cuello, y ella se estremeció. Él
viajó hasta su oreja, y luego le agarró la barbilla, obligándola a darle un
mejor acceso. Sus labios se posaron en su mandíbula y luego en su mejilla.
Sus ojos se cerraron en la habitación oscura. Su piel vibró bajo su toque
mientras anticipaba lo que estaba por venir. Tragó saliva, apenas
respirando, mientras sentía los roces más suaves. Un sabor. Una prueba.

Entonces, él la estaba besando. El mundo se oscureció. El beso era


cálido e insistente y tan codicioso como la música que se movía a través de
los cuerpos a su alrededor.

Su lengua rozó sus labios, y ella abrió su boca para dejarlo entrar. Sus
lenguas se encontraron, y estuvo perdida. Empujó vorazmente su boca
hacia la de ella, sin querer separarse.

Mientras el beso se intensificaba, la giró y la atrajo hacia sus brazos. Su


cuerpo estaba en llamas. Su rostro estaba sonrojado. Sus manos agarraron
el cuello de su camisa. Podría hacer esto toda la noche.

Ella se separó, sin aliento. Sus pupilas explotaron y su pecho se sacudió.


Su juego estaba llegando a su fin. Había perdido el premio en el calor
del momento en la abarrotada pista de baile.

—Ven conmigo —respiró en su oreja.

—¿Cómo sé que puedo confiar en ti?

Él le mordisqueó la oreja y ella se estremeció.

—No lo sabes.
4

L
a inclinación a dejarlo la comía como un virus infectando su
cuerpo. Ella ha estado con hombres mayores antes, no tan
mayores como él, normalmente chicos universitarios, así que no
solo era el factor tabú lo que la obsesionaba.

Era algo acerca de él.

No sabía su nombre, de dónde era, qué hacía. Ella no sabía nada. Solo
que él estaba casado. Separado. Ella se dio cuenta de que él era rico por
el hecho de que estaba en este club, usando un traje caro, y bebiendo
whisky escocés de primera calidad. Todas estas cosas importaban en su
mundo, incluso si su padre había decidido ignorarlas casándose con alguien
inferior a él.

Pero lo que la intrigaba más era precisamente que no sabía si podía


confiar en él. Sin embargo, sin ese conocimiento, tal vez por el peligro y el
misterio, ella todavía quería irse con él.

Estaba segura de que era algo más que el hecho de que quería
follárselo. Era algo en sus ojos que decía que la entendía. Era algo en su
sonrisa que decía que se identificaba con lo que ella estaba pasando. Era
algo en su confianza que decía que reconocía el acto que ella estaba
montando. Era algo sobre el deseo en ese beso que decía que él la
adoraría.

Que se joda la precaución.

—Vamos —dijo ella finalmente.

Él sonrió satisfecho como si siempre supo que las cosas terminarían así.
Tal vez lo hacía. Ella no se lo había puesto exactamente difícil. Podría
haberlo hecho, pero estaba segura que habría seguido presionándola.
—Cerraré mi cuenta —le dijo a ella.

Tomó su mano y la guio a la parte trasera del bar.

Mientras él le daba la espalda, ella sacaba su celular de su bolso y


buscaba el número de Gates. Le dio a Llamar y esperó. Él respondió al último
segundo con somnolienta confusión. Ella ni siquiera había considerado que
tenía tres horas menos que él. Las diferencias de horario siempre jodían sus
sueños de belleza.

—Nena —murmuró como saludo.

—Se terminó, Gates.

—¿Mmm? —Bostezó al otro lado de la línea—. ¿Por esta noche?

—No. Para siempre.

—¿Qué está pasando? —Pareció ponerse más alerta.

—Estoy terminándolo.

—¿Estás con alguien más?

Ni siquiera sonaba dolido, solo curioso. Ya había sospechado algo así,


pero la irritó más de lo que había pensado.

—Sí.

—De acuerdo. Te veré cuando regrese a L.A.

—No —dijo ella, frustrada—. Realmente se acabó.

Él se rio entre dientes suavemente al teléfono.

—Bri, quieres otra polla. Está bien.

—¿Por qué está bien?

Gates siempre sacaba su lado más humano que normalmente


escondía detrás de su duro exterior.

—Porque estoy al otro lado del país y no soy capaz de darte lo que
necesitas. Cuando vuelva, lo resolveremos.
Ella sacudió su cabeza. ¿Por qué tiene que tomar esto tan calmado?

Jodido cabrón.

—Nosotros no vamos a resolverlo. No creo que debería aclarártelo para


que entiendas lo que estoy diciendo. Dije, se terminó. Quiero decir, se
terminó. Buenas noches, Gates.

Ella colgó antes de que él pudiera decir otra palabra. Bueno, esa fue
una interesante conversación. De todas las cosas que esperaría de Gates,
no había apostado por incredulidad. Ella era Bryna Turner. Podía conseguir
a cualquier tipo que quisiera. ¿Cómo pudo no creer que encontraría a
alguien más? ¿Era así de presuntuoso?

Para el momento en que se diera cuenta que lo decía en serio, ella


estaría muy lejos.

—¿Lista para irnos? —preguntó el hombre, apareciendo detrás de ella.

—Sí.

—Bien.

No le preguntó sobre su conversación, y ella estaba agradecida. No


quería contarle sobre ello.

—Guía el camino —le dijo.

Agarrando su mano, él la dirigió a través del abarrotado bar y hacia la


calle. Le entregó al valet su ticket. Unos minutos después, un brillante Jaguar
convertible se estacionaba frente al Allure.

Ella alzó sus cejas en apreciación, su padre coleccionaba autos, así que
había sido enseñada a conducir una palanca tan pronto como sus pies
pudieron alcanzar los pedales. No le molestaría tomar esta belleza para dar
un viaje de placer. Sus ojos viajaron de vuelta al hombre que estaba
subiendo al lado del conductor. Tal vez un viaje de placer de diferente
naturaleza.
—Lindo auto —dijo—. XKR-S, el modelo del próximo año. Estas cosas van
de cero a sesenta en cuatro segundos y tienen una velocidad máxima de,
¿Qué? ¿Ciento Ochenta? ¿Doscientos?

—Ciento ochenta y seis. —Miró hacia ella, impresionado—. ¿Sabes de


autos?

—Sé una cosa o dos —dijo, pasando su mano por el lateral del auto. Se
hundió en el asiento del pasajero y miró hacia él curiosa—. Entonces, ¿qué
haces?

Él se estremeció ligeramente y le dio una mirada de disculpa.

Oh.

Entonces, ¿era así? ¿No se supone que conozca cualquier detalle


personal sobre él?

Está bien.

Como sea.

—Olvídalo —murmuró. No soy ese tipo de chica. ¡Maldición!

—Lo siento. La última mujer que me preguntó eso era una caza fortunas.

Sí lucía como si lo lamentara. Pero acababa de compararla con una


jodida caza fortunas.

—¿Y tú crees que soy una caza fortunas solo porque te pregunté sobre
tu trabajo?

Él se encogió de hombros.

—Nunca se puede ser demasiado cuidadoso.

Lo fulminó con la mirada. Si ella iba a compartir información sobre sí


misma, entonces podía exponer cuán ridículo era que la llamara caza
fortunas. Su padre era un director multimillonario, su madre era una actriz, e
incluso su abuela había sido una actriz exitosa. Ella nunca necesitaría llegar
a extremos tan degradantes por dinero. Vivía en Bel Air e iba a la escuela
en Beverly Hills.
Suficiente dicho.

—No soy una maldita caza fortunas. Solo me gusta tu auto.

—Está bien.

—Y de todos modos no lo estarías conduciendo si no quisieras que la


gente lo admirara.

Él se encogió de hombros.

—Bastante justo.

El viaje hasta su apartamento no tomó mucho tiempo como ella había


anticipado. Con él manejando un auto como este, no habría esperado que
estuviera en una comunidad en las Colinas. Ella conocía el área en la que
estaban. Estaba llena de costosos apartamentos y condominios para las
personas que trabajaban en la ciudad y no querían lidiar con el tráfico. Su
padre prefería quedarse en una suite en el Beverly Wilshire, o así, cuando
tenía negocios en la ciudad, pero él tenía colegas quienes tenían
apartamentos similares.

Tomaron el ascensor al último piso y entraron a un gran apartamento.


Estaba decorado inmaculadamente pero no tenía ni un poco de toque
personal. Sin fotos de la esposa de la que estaba separado. Nada que
sugiriera que era nada sino un influyente hombre de negocios.

»¿Una copa? —ofreció.

—¿Qué hay de un nombre?

Él le dio una mirada curiosa y luego caminó hacia el bar al otro lado de
la habitación. Sirvió dos vasos de escocés de una licorera y le trajo uno. Ella
lo sopesó en sus manos y casi sonrió encantada ante la calidad.

—¿Has hecho esto antes?

Miró fijamente al frente.

—¿Hacer qué?

Él vino detrás de ella y habló suavemente en su oreja.


—Estar con un extraño.

Ella se estremeció.

—Sí.

Era medio cierto. Había tonteado con chicos que había conocido solo
algunas veces en fiestas, pero nunca les había permitido llegar así de lejos.

—Me gusta el misterio de no saber. —Pasó su mano sobre su brazo.

Tuvo que hacer todo para no estremecerse de nuevo.

—Entonces… ¿haces esto a menudo? —No ocultó la amargura en su


voz. Él se rio melodiosamente detrás de ella y la mordió en el cuello—. ¿Es
por eso que están separados?

Él suspiró.

—No. Eso es… complicado. —Claramente no quería hablar de eso—.


Pero para responder tu primera pregunta, no hago esto a menudo. Y
ciertamente nunca había conocido a alguien tan hermosa como tú.

—La adulación no funciona —dijo.

—¿Oh? —Su mano bajó la cremallera dorada de su ajustado vestido.


Se detuvo justo antes de llegar a su culo y a continuación extendió su mano
por su espalda baja—. Difícilmente es adulación cuando es la verdad.

—Un nombre.

—¿Cualquier nombre?

Ella se volvió para enfrentarlo y miró fijamente sus intensos ojos oscuros.
¿Qué secretos está escondiendo? ¿Podrían ser posiblemente tantos como
yo escondo?

Sintió en el fondo de su estómago que de alguna manera él se sentía


tan vacío como ella lo hacía. Ella caminaba por la vida, rodeada de un mar
de personas intensamente felices. La vida había sido trazada ante ellos, y no
tenían ninguna preocupación en el mundo.
Pero cuando ella lo miró, el vacío que la había consumido después del
divorcio de sus padres, tal vez incluso antes, pareció encontrar un gemelo.

—Solo un nombre. No puede ser tan difícil. —Suspiró lentamente con


anticipación—. Soy Bri.

Con el apodo, al menos podría alejarlo de averiguar que era Bryna


Turner. No había muchas Brynas en Hollywood, mucho menos que se
pronunciara, Brihn-uh. No estaba lista para que conociera su nombre, no
cuando podía dirigirlo al hecho de que estaba en preparatoria.

Él meditó en el nombre por un momento antes de extender su mano y


responder:

—Jude.
5

—¿Q
ué está pasando en esa linda cabecita tuya?
—Tomó un trago de su escoces. Sus ojos mirando
directamente a través de ella.

—Solo admirando tu gusto en escoces.

Bryna se distrajo a sí misma de esa mirada tomando un sorbo de su


bebida. Malta simple, innegablemente suave y completamente deliciosa.
Ella no necesitaba esto para sentirse más confiada. No estaba nerviosa. De
hecho, quería esto.

Ella era Bryna Turner. Nada podía romperla.

Los labios de él se alzaron.

—¿Sabes una de las primeras cosas que noté sobre ti?

—¿Mis tetas? —bromeó ella, desviándose.

Su mirada bajó a su escote expuesto y luego se elevó.

—Después de ver lo hermosa que eres.

—¿Qué? —Estaba intrigada.

—Cuán vacía te veías.

Conmocionada, Bryna titubeó un paso hacia atrás. A ella no le


importaba que sus palabras reflejaran exactamente lo que pensaba de él
cada vez que miraba sus ojos. No importaba que se sintiera realmente vacía
o que el divorcio de sus padres la hubiera dejado así. ¿Cómo podía decirme
eso en la cara?

—No estoy vacía —escupió.


—Estoy seguro de que eso es lo que le dices a todo el mundo. —Dejó
su vaso en la mesa de café y volvió para colocarse detrás de ella—. Te
escondes detrás de un muro de confianza en ti misma. Nadie puede ver más
allá de la fachada endurecida.

Sintió el tenue roce de su mano a lo largo del hombro y en el cuello.

—Pero yo sí. Veo lo que tienes escondido, lo que no quieres que nadie
más vea.

—No tengo ni idea de lo que estás hablando. Esto es lo que soy.

La boca de Jude reemplazó a su mano, y de repente, tomó todo en


ella para no inclinarse hacia atrás en ese beso. Escalofríos corrieron por sus
brazos. La anticipación de lo que se avecinaba aumentaba su sensibilidad
al tacto. Cada roce, cada toque de sus labios enviaba una onda expansiva
a través de su sistema.

—Este cuerpo —murmuró, bajando sus manos por los costados y sobre
sus caderas—, esconde cuán vacía estás por dentro.

Clavó sus dedos en sus caderas, y ella luchó por recordar cómo
responder.

—Yo... no.

—Algo te derrumbó y dejó tu alma desnuda. —Su mano se deslizó hasta


el muslo y debajo del dobladillo de su vestido—. Tan desnuda como estás a
punto de estarlo.

—Jude —susurró ella. No sabía qué más decir. Quería discutir. Pero en
realidad, ¿cuál era el punto? ¿Cómo podía ver lo que nadie más había
podido ver?

—Sabes que tengo razón. —La giró bruscamente y la miró profunda-


mente a los ojos.

Sus dedos se retorcieron en su cabello, y ella cerró los ojos mientras él


inclinaba su cabeza hacia él.

»Dime que tengo razón.


Tratar de mantener sus muros a su alrededor era inútil. En cualquier otro
lugar, ella tenía que fingir que estaba entera y bien, que nada podía hacerla
caer, que nada podía hacerle daño. Si la oportunidad de ser ella misma y
de estar con alguien que entendiera su dolor se le estaba presentando,
entonces iba a tomarla.

—Tienes razón.

Él no le pidió que hablara de ello ni que explicara los sentimientos detrás


de su vacío. Y ella no le pidió que tratara de hacerla sentir mejor. Un
entendimiento mutuo floreció entre ellos, algo que nadie más podía tocar.
En ese momento, ella supo que estaba perdida.

Sus labios se estrellaron sobre los de ella, con fuerza y exigencia. Él


estaba a cargo. Tomó el control. Estaba claro que sabía exactamente lo
que estaba haciendo.

Su vaso de whisky desapareció de su mano, y luego la guio de espaldas


a su habitación. Las puertas acristaladas del balcón, cubiertas de cortinas
escarpadas, dejaban entrar un tenue resplandor de luz. Una cama king size
ocupaba el centro de la habitación con una cabecera de cuero negro, un
cubre cama color carbón y almohadas negras. Era oscuro y exótico.

Los labios de Jude se derritieron con los suyos durante un minuto,


saboreando y probando. Cuando él se retiró, ella se quedó esperando más.
No se sentía tan vacía con sus labios en los de ella.

—Quédate aquí mismo —instruyó, colocándola frente a la cama.

Lo miró con curiosidad mientras él se sentaba frente a ella. Quería hacer


algún comentario sobre cómo podría solo haberse quedado en el bar, pero
se quedó callada. Tenía confianza en ella misma. No le importaba que la
examinara de pies a cabeza.

Y él hizo justamente eso.

»Ahora, quítate el vestido. Despacio.


Ella arqueó una ceja, y él simplemente volvió a sonreír de vuelta con un
reto brillando en sus ojos. Ella podría jugar este juego si eso era lo que él
quería, incluso si sería su primer striptease real.

Girando para apartarse de él, extendió sus piernas más allá del ancho
de los hombros, estirando la tela elástica hasta que el vestido subió por sus
piernas. Entonces, alcanzó la cremallera en la espalda y la arrastró con
mucho cuidado. Primero, reveló el sujetador azul real de La Perla, luego las
bragas de encaje a juego y, finalmente, la curva de su culo. Dejó caer el
vestido de cada hombro y luego con cuidado lo empujó sobre sus caderas,
donde se amontonó a sus pies.

Escuchó su bocanada de aliento, y eso la animó a continuar.

Poco a poco caminó en un pequeño medio círculo para enfrentarse a


él en nada más que su ropa interior y Louboutins. Los tacones lacados en
rojo eran su especialidad.

»Prueba de que tu vestido luce mejor en mi piso.

Bryna caminó hacia adelante, un pie delante del otro, balanceándose


seductoramente. Lo empujó hacia atrás sobre la cama, se subió encima de
él, y enhebró su corbata a través de sus dedos.

—Así lo hará tu traje.

—Voy a follarte en esos tacones. —La rodó sobre la cama y empezó a


quitarse el traje—. Solo en esos tacones.

—Tendrás que hacer algo con esta lencería.

—No me importa si tengo que arrancarla —dijo mientras dejaba caer


los pantalones al suelo, dejándolo solo con sus bóxers negros. Su cuerpo
cubrió el de ella un segundo más tarde, alcanzando bajo su cuerpo hasta
que desabrochó su sujetador. Lo pasó por encima de su cabeza y vio como
sus gloriosos pechos se acomodaban en su lugar.

»Carajo —murmuró. Sus manos los acariciaron, endureciendo sus


pezones, y luego chupó las puntas endurecidas.
Ella arqueó su espalda y enredo sus dedos a través de su cabello. Él no
se había movido ni un centímetro más abajo, y su sangre estaba latiendo
con fuerza. Ella ya estaba mojada y cerca de empaparse a través de la
delgada tela que los mantenía separados. Levantó las caderas con la
esperanza de animarle a moverse más abajo, pero él solo se rio de ella.

»Todavía no —murmuró en voz baja.

Entonces, de la nada, su corbata reapareció. Le tenía las manos


apretadas sobre la cabeza, y le estaba atando la tela alrededor de las
muñecas. La corbata no estaba atada a nada, pero su punto era claro.

No te muevas.

Su ritmo cardíaco se disparó. Le había atado las manos juntas. ¡Mierda!

Volvió a trabajar en sus tetas. Alternó entre darle dolor y placer mientras
él se agachaba en los picos sensibles y los rodaba entre sus dedos. Estaba a
punto de arder bajo la atención y todo eso antes de que él le tirara la ropa
interior al suelo para descubrir cuán mojada estaba.

Un dedo entró, y gruñó. Tuvo que resistirse a levantarse de la cama al


segundo siguiente, y entonces él la estaba haciendo entrar y salir. Lenta-
mente al principio, y luego tomó el ritmo a medida que la acercaba al
clímax. Tenía los ojos cerrados, y estaba metiendo los dedos en el edredón
cuando sintió como su lengua se movía contra su clítoris. Su cuerpo se
sacudió. Entonces, él le estaba dando el mismo tratamiento que a sus
pezones. Giró su lengua alrededor del nudo y lamió y chupó y chupó hasta
que ella estaba convulsionando debajo de él.

Ella estaba en éxtasis por su orgasmo cuando sintió su polla apretada


contra su abertura. Su cuerpo se apretó alrededor de la cabeza, y ella
empujó sus caderas hacia él.

»Jodido infierno —gruñó.

Se retiró de su interior, y sus ojos se abrieron, llenos de preguntas. Lo vio


desgarrar un condón y ella casi gimió. Preferiría haberlo sentido contra ella,
dentro de ella.
Pero no protestó, y entonces él se sumergió profundamente en ella.
Gritó mientras él la llenaba. Por una vez, no se sintió vacía o hueca. Se sentía
completa y totalmente llena. De su polla.

Se inclinó hacia adelante, así que una de sus manos descansó sobre
sus muñecas atadas, y luego empezó a meterla en un frenesí. Salió despacio
y luego la embistió tan rápido como pudo. Una y otra vez y en cada
momento agonizante una y otra vez, él empujaba dentro de ella hasta que
ella temblaba con la necesidad de ser liberada, pero entonces él era
intencionalmente suave y la retenía un minuto más.

Sus labios cayeron hambrientos sobre los suyos, y ella sintió que de
alguna manera se expandía aún más dentro de ella. Estaba tan cerca como
ella. Ambos estaban listos para colapsar por el agotamiento y la energía
acumulada.

»¿Te gustaría venirte, hermosa?

Ella asintió con la cabeza. ¿Cómo siquiera me estoy aferrando a la


compostura? Todo lo que ella quería era que él la hiciera explotar.

Sus manos cayeron a los lados de su rostro, y chocaron apasionada-


mente los labios una vez más mientras él empujaba dentro de ella hasta que
ambos se dejaron ir. El cuerpo de Bryna temblaba de pies a cabeza. Lanzó
la cabeza hacia atrás cuando olas de calor pasaron a través de ella. Vio
estrellas en su visión.

Cuando finalmente se aclaró, miró al hombre que la había llevado a


nuevas alturas. Sabía que no había vuelta atrás desde aquí.
6

L
a mañana siguiente, Bryna se despertó en una cama vacía. Se
sentó, agarrando la sábana en el pecho, y miró alrededor de la
oscura habitación.

Nada de Jude.

Se levantó de la cama y gimió mientras se ponía en pie. Su cuerpo le


recordó exactamente cuánto esfuerzo físico había soportado anoche. Se
volvió a meter en su vestido, agarró sus zapatos y salió caminando hacia la
sala de estar.

—¡Jude! —gritó.

No hubo respuesta.

Metió la cabeza en el dormitorio de invitados y en la cocina, miró en los


dos baños e incluso decidió mirar dentro de los armarios.

Vacío.

¿Qué carajos?

Habían tenido una conexión increíble y una noche aún más increíble.
Entonces, ¿él la había abandonado? ¿Qué clase de basura le haría eso?
¿Había estado jugando todo el tiempo? ¿Había sido una conquista?

¡Ella no era solo una conquista!

Rápidamente hizo los arreglos para que un taxi la recogiera y luego se


dirigió a la puerta. Al salir, notó un pedazo de papel en una mesa junto a la
salida. La tomó en la mano.

ME LLAMARON DEL TRABAJO Y NO QUERÍA DESPERTARTE.


QUÉDATE TODO EL TIEMPO QUE QUIERAS, PERO NO SÉ CUÁNDO VOLVERÉ
AL APARTAMENTO.

SIENTO HABERTE ABANDONADO.

—JUDE

Contemplándolo, Bryna enrolló el papel en su mano. Esta podría ser la


verdad. Ella no sabía qué tipo de trabajo tenía, pero su padre trabajaba la
mayoría de los sábados. Era una suposición razonable que él trabajaba
mucho para haber amasado tal fortuna.

Apretó los dientes. Ella no quería pensar que estaba bien que él ni
siquiera dijera adiós. Pero había dejado una nota. Bueno, si todo fuera
verdad, entonces él se pondría en contacto con ella de nuevo. Garabateó
su número en la parte inferior del papel y lo firmó Bri.

Estaba segura de que se enteraría pronto.

Después de salir del apartamento de Jude, el taxi tardó una eternidad


en volver a casa de su padre. Tenía que estar en la escuela pronto para el
partido de fútbol de esta noche. Era extraño pensar en volver a la
preparatoria después de estar con Jude.

Su vida se sentía al revés. Fue la noche más gratificante de su vida,


donde ella había sido completamente libre, y luego estaba el resto del
mundo. Si Jude no la hubiera dejado más o menos varada, nunca habría
querido volver.

Bryna entró por la puerta de la cocina en un intento de evitar todo


contacto humano y casi se tropezó con su hermanastro, Pace. Otra persona
por la que definitivamente no quería volver.

—¿Dónde demonios estabas anoche? —preguntó Pace.


Ella apretó los dientes y se alejó de él. La única persona a la que menos
quería ver que a Pace era a su estúpida jodida madre. Al menos los gemelos
la dejarían en paz.

Cuando ella no respondió, él preguntó:

»¿Eh, Bri?

Ella cerró los ojos para tratar de controlar sus emociones. Necesitaba su
duro exterior en este momento para lidiar con esta mierda.

—Solo mis amigos me llaman Bri. —Se giró y lo miró con una mirada
helada que le dijo que estaba muy lejos de ser un amigo—. Para ti, Bryna
está bien.

—Sí lo que sea. No puedes evadir mi pregunta, Bri.

—No tengo que responder nada. Podrás haber dejado el Valle, Pace,
pero aún eres una basura para mí. —Le escupió a la cara—. Así que,
mantente fuera de mis asuntos y fuera de mi vida.

Giró sobre sus talones y se alejó. Afortunadamente, él no la siguió. Él


había sido una espina en su costado desde que se mudó. Sin mencionar
que, era un pervertido asqueroso que había pasado tanto tiempo mirándola
boquiabierto cuando ella caminaba por la casa que comenzó a cubrirse
con pantalones deportivos todo el tiempo, temiendo que podía huir de él.

A medio camino de las escaleras, escuchó la voz que había estado


temiendo.

—Ahí estás Bryna, cariño.

Bryna se encogió y siguió caminando. Dios, odio a mi madrastra.

—Mamá, ¿no crees que sería bueno si llevara a Bryna hoy al juego?
—llamó Pace, saliendo de la puerta de la cocina.

Bryna se detuvo en seco. ¡Oh, no, él no dijo eso!

—¡Eso sería genial! —dijo Celia—. Qué dulce de tu parte sugerirlo, Pace.
—No iré a ningún lado contigo —dijo Bryna. Sus ojos estaban helados
mientras fruncía el ceño a la pareja.

—Escucha Bryna, Pace está siendo generoso —dijo mientras su hijo se


acercaba a ella.

Miró a Bryna como si fuera la imagen de la inocencia en lugar del


asqueroso cerdo que era.

—Pace no sabría lo que es generoso así le mordiera en el culo.

—No uses ese tono de voz conmigo —dijo enfadada.

Bryna contó lentamente hasta tres en su cabeza. Esperaba que eso la


calmara, pero no funcionó. La ira que la inundaba cada vez que pensaba
en esta mujer en el lugar de su madre estalló en ella.

—¡Tú no eres mi madre!

Celia se cubrió la boca ante el estallido, pero Bryna aprovechó la


oportunidad para subir las escaleras restantes y cerrar la puerta de su
habitación. Acababa de pasar la noche más increíble de su vida, y ahora
tenía que volver a esta mierda. Tan pronto como se graduara, se estaría
largando de aquí.

Ella agarró su uniforme de porrista de su clóset y se deslizó en la


minúscula falda dorada y la blusa sin mangas roja y dorada. Se ató el
cabello rubio en una coleta alta, arrojó sus pompones en su bolso de porrista
y luego se la colgó al hombro. Ella se iría ahora. No soportaba estar en esta
casa con esa mujer por un minuto más.

Mientras se ataba sus zapatos blancos, Pace irrumpió en su habitación.

—¿Has oído hablar de tocar la puerta, imbécil?

—No. —Se tiró boca abajo sobre su cama y se quedó allí, mirándola.

—Eres un maldito idiota. Deja de mirarme así. —Se puso de pie


rápidamente y tiró de su falda.

—¿Cómo así? —preguntó. Rodó sobre su espalda y la miró con la


misma expresión codiciosa en su rostro.
Él hizo que su piel se arrastrara.

Ella sacudió la cabeza con disgusto.

—¿Por qué no te largas de mi habitación? Podría haber estado


cambiándome.

—Todos somos familia aquí.

—El hecho de que tu puta madre se haya casado con mi padre no nos
convierte en familia. Sin embargo, hace que tus comentarios sean más
desagradables.

Pace solo mantuvo sus ojos fijos en los de ella. Ni siquiera tuvo la
decencia de negarlo.

»Me voy de aquí.

—Acabas de regresar.

—¿Y? —espetó ella.

—Vamos, Bri. Vamos al mismo lugar, y tenemos que estar allí al mismo
tiempo. Solo déjame llevarte —dijo Pace.

Se puso de pie, su cuerpo de metro ochenta y cuatro de altura se


alzaba sobre ella. El fútbol le había rellenado los brazos y los hombros, y estar
cerca de él la hacía sentir diminuta. Ella le lanzó una mirada que esperaba
que lo hiciera sentir igual de pequeño. Entonces, salió de la habitación.

La siguió escaleras abajo y la acorraló de nuevo en el enorme


estacionamiento que albergaba todos los automóviles de lujo de su padre.

»Dios, ¿qué es lo que quieres? —gritó.

—Llevarte al juego, Bri. ¿No has estado prestando atención? —Sonaba


tan tranquilo y controlado.

Todo lo que ella quería hacer era golpearlo en la cara, pero tenía que
lograrlo. No podía dejar que Pace la viera nerviosa.
—Pace, no sé cómo hacer esto más claro. —Ella apretó sus manos en
puños—. No quiero estar en el mismo lugar que tú si alguna vez puedo
evitarlo.

Él comenzó a reír a carcajadas y sonrió ante su repugnante reacción.

—Es muy divertido sacarte de quicio, hermanita. —Le guiñó un ojo antes
de volver a entrar.

Ella estaba hirviendo.

Si las miradas pudieran matar, ya estaría muerto.


7

L
anzando su bolsa de porrista en el asiento trasero de su Aston
Martin, cerró la puerta con una ferocidad que hubiera enfurecido
a su padre. Salió del estacionamiento y se dirigió hacia Harmony.

Se suponía que Avery y Tara ya se estarían preparando en la escuela.


Por lo general, Bryna llegaba justo a tiempo, luciendo tan glamorosa como
siempre, pero había salido apresuradamente de la casa y no había tenido
tiempo de terminar su aspecto glamoroso, por lo que tendría que hacerlo
en el auto. No se había dado cuenta de que alejarse de su duro caparazón
haría que fuera tan difícil volver a construirlo. No podía permitirse perder el
juego hoy.

Antes de entrar al edificio, aplicó rápidamente una nueva capa de


maquillaje, se ajustó la coleta y añadió el característico lazo rojo. Cuando
entrara, quería que la vieran como siempre.

Perfecta. Reina.

Solo Jude había notado lo que realmente se movía dentro de ella, y


ella prefería que siguiera así.

Bryna ignoró las miradas de sorpresa del resto del equipo mientras
entraba al edificio temprano y directamente al fondo de la habitación.
Arrojó su bolso al lado de su silla y tomó asiento.

Avery y Tara se deslizaron, sus coletas castañas vibrando mientras se


movían.

—¡Bri! —chilló Avery—. Llegaste temprano.

—Tan atenta, A —respondió Bryna con sarcasmo.

—Pero, Bri, nunca llegas temprano —acotó Tara.


—¿Por qué estás revoloteando?

Avery y Tara inmediatamente dieron un paso atrás y comenzaron a


disculparse. Bryna se tragó su frustración. Ella puso una sonrisa divertida en
su rostro mientras tropezaban entre ellas para hacerlo bien.

—Está bien. —Bryna levantó la mano.

—Entonces, ¿dónde estabas anoche? —preguntó Avery. Sus grandes


ojos castaños la miraban expectantes—. Te esperamos en Luxe, como, otras
veces.

—Avery se reconcilió con Brian Blackwell —soltó Tara.

Bryna alzó inquisitivamente las cejas.

—¿Tú qué?

Avery se sonrojó.

—Tara está exagerando. Fue solo un beso. No es gran cosa. Nunca sería
algo serio con Brian. Él es un estudiante de primero.

—Has tenido tu lengua en su garganta —dijo Tara.

Bryna volvió su atención hacia Tara.

—Ella conoce su lugar. Puedes relajarte con lo del tercer grado.

Tara retrocedió un paso más y pareció avergonzada de que la


callaran.

La cabeza de Bryna estaba empezando a latir. ¿Por qué tengo que


lidiar con esta pequeña mierda en este momento? Debería haberse
quedado en el apartamento de Jude y saltarse el juego. Eso sonaba como
el cielo ahora mismo.

—Entonces, ¿dónde estabas? —repitió Avery.

Bryna les sonrió. Sintió una victoria en sus manos incluso antes de decir
las palabras. Esto iba a apretar las riendas que se le habían escapado de los
dedos desde que su padre se volvió a casar.
—Si deben saberlo, rompí con Gates anoche.

Avery y Tara tenían rostros igualmente horrorizados.

—¿Que hiciste, qué? —preguntó Tara.

Ella se puso de pie y suspiró.

—Puedo hacerlo mejor.

—¿Mejor que Gates Hartman? —preguntó Avery.

¿Detecto incredulidad en la voz de mis amigas?

—¿No lo creen? —Bryna las miró con una mirada que hacía que
cualquier respuesta que no fuera sí pareciera inaceptable.

—Uhm... si. Sí —dijo Avery.

—Por supuesto —agregó Tara.

Bryna asintió con la cabeza.

—Estoy más allá de las estrellas de cine. Prefiero comprar mejores


productos.

Avery y Tara lentamente movieron sus cabezas.

—Vaya —dijo Tara—. Tienes mucha razón. Puedes hacerlo mejor que
eso.

—Lo sé.

Sonrieron e intercambiaron miradas antes de regresar a sus asientos.


Sabía que, en cuestión de minutos, las noticias se difundirían a todos en
Harmony. Trató de ignorar su teléfono que ya sonaba y fingió refrescarse
hasta que fue hora de irse. Justo como había esperado, los susurros a su
espalda se intensificaron a medida que se acercaba el juego.

Avery y Tara siguieron detrás de ella mientras caminaba hacia los


modernos autobuses de viaje que los llevarían al norte del estado. Antes de
llegar al autobús de las porristas, Pace se puso delante de ellas.
Podía escuchar a Avery y Tara con sus “ohh” y “ahh”. Iba a tener que
darles algo de sentido común si continuaban así.

¿Primero, Brian, y ahora, Pace? Horrible, horrible gusto.

—Bri, ¿puedo hablar contigo por un minuto? —preguntó Pace.

Ella se sacudió su reacción original de darle una bofetada en el rostro


y gritarle frente a todos en la escuela. No ayudaría a su situación actual.

—Claro, Pace. Dennos un minuto, chicas.

Se apresuraron al autobús, dejándola sola con su hermanastro.

»¿Qué quieres? —preguntó, dejando caer el acto.

—¿Rompiste con Gates?

—¿Qué te importa?

—Suena como un rumor estúpido. ¿Es verdad?

Inhala, exhala.

—Las buenas noticias viajan rápido. Sí, rompí con Gates anoche. Ahora,
si me disculpas.

Ella fue a pasarlo, pero él la agarró del brazo.

—¿Es por eso que estabas fuera anoche?

—Pace, si quisiera que vigilaras mi paradero, te dejaría saber. Hasta


entonces, puedes irte a la mierda. —Ella le apartó el brazo—. Fuera de mi
camino.

Mientras intentaba irse, algunos de los chicos del equipo de fútbol


pasaron volando.

Ella señaló a sus compañeros de equipo.

»Tienes que tomar un autobús, Pace.

—Está bien. ¿Oíste sobre los cazatalentos que vendrán al juego esta
noche? —Hizo una breve pausa y luego continuó como si supiera que no
iba a responder—. Se supone que el Entrenador Asistente de la Estatal de
Las Vegas, Matt Cason, vendrá a verme jugar.

Bryna se congeló.

Él no podía ir a la Estatal de Las Vegas.

Su madre y su padre se habían conocido allí. Él había jugado en el


equipo de fútbol del campeonato nacional. Su madre había sido una
porrista. Bryna tuvo que enviar su solicitud en enero para la clase de primero
el próximo año. Ella no lo escucharía durante varios meses, pero pensó que
era la favorita.

Pace ni siquiera podría considerar hablar con el entrenador sobre la


escuela. Ella quería escapar de su casa... no llevarlo a Las Vegas con ella.

—La Estatal de Las Vegas es mía —gruñó—. Ni siquiera pienses en ello,


Pace.

Él sonrió con una sonrisa enorme, y ella se fue, pero no antes de que
viera el desafío en sus ojos.

El juego de fútbol llegó y se fue con una victoria liderada por su baboso
hermanastro.

El fin de semana pasó rápidamente después de eso, y Bryna comenzó


a inquietarse. La última vez que había tenido noticias de Jude fue antes de
que saliera de su apartamento. Sabía que la regla típica era esperar un par
de días antes de llamar, pero después de la noche que habían compartido,
¿cómo podía esperar?

Tres semanas de silencio la dejaron aturdida y enojada. Se maldijo a sí


misma por permitir que todo eso significara algo para ella.

¿Y qué si él me entendió? Entonces, ¿qué pasa si pasamos una noche


increíble?
Tuvo que resignarse al hecho de que había sido una aventura de una
sola noche.

Él no iba a llamar.
8

—P
ensé que tú y Gates rompieron —Se quejó
Avery.

Bryna puso sus ojos azul cielo en blanco.


¿Por qué demonios tengo que seguir teniendo
esta conversación? Ella y Gates habían
terminado. Solo porque no lo dijo en la revista People no lo hacía menos
cierto.

—Lo hicimos —espetó Bryna.

—Entonces, ¿por qué está firmando autógrafos fuera de la escuela?

Bryna dio un tirón a su cabeza hacia la parte delantera del


estacionamiento, y sus ojos saltaron.

¡Jodido infierno! ¿Qué demonios hace él aquí?

Esto no funcionará.

Esto no funcionará para nada.

Se tambaleó en su estado de shock. Romper con Gates le había dado


la influencia que necesitaba. Era demasiado buena para Gates Hartman.

Pero tal vez podría girar esto. Si pareciera que la estaba persiguiendo...
bueno, mucho mejor.

—Gates Hartman —dijo de brazos cruzados. Se paseó lánguidamente


por las escaleras y fuera de la Preparatoria Harmony como si ver a su ex
novio fuera del edificio fuera una ocurrencia diaria.

Avery se arrastró detrás de ella, y apostaría cualquier cosa a que Tara


estaba cerca. Mientras Bryna caminaba hacia adelante, el mar de chicas
frente a Gates se separó como si realmente fuera la realeza. Lástima que
Gates no fuera su príncipe azul. Pero lo sería por ahora.

Él sonrió, esa sonrisa magnífica solamente para ella, y todas las chicas
suspiraron mientras que soñaban mirándolo.

Buena suerte si alguna vez pensaron que iban a conseguir a alguien


como Gates.

Querido Señor, era guapo. No es de extrañar que había ganado el


corazón de América en la pantalla grande. Ese rostro era francamente
delicioso. Ella no quería distraerse de su misión, así que evitó a propósito mirar
cualquier cosa menos sus ojos azul líquido.

—Hola, Bri —dijo Gates completamente indiferente—. ¿Estás lista para


irte?

Ella puso una sonrisa curiosa en su rostro y plantó su mano en una


cadera.

—¿A dónde vamos exactamente?

Él cruzó sus brazos sobre su pecho y se recargó contra el capo de su


Porsche rojo convertible. La mirada en su rostro gritaba fuerte y claro: no-
empieces-esta-mierda-conmigo.

Ella solo arqueó una ceja en una réplica silenciosa. Tú empezaste esto,
y yo voy a terminarlo.

—He estado fuera filmando por demasiado tiempo. Vine directamente


aquí a ver a mi chica. —Se enderezó y le alcanzó una mano. Era tan cuestión
de hecho, como si no hubiera roto con él mientras se había ido y no se había
follado a otro tipo.

Ella miró a su mano y debatió. Honestamente, ¿qué espera que haga?


No había manera de que se rindiera en esto tan fácilmente. Mantuvo su
rostro firmemente en blanco mientras giraba sus ojos a los suyos.

—Pero no he sido tu chica en tres semanas.


La multitud cambió torpemente y miró a los demás con incredulidad.
Se sorprendieron de que cualquiera si fuera la abeja reina o no, rechazara
a Gates Hartman. La gente jadeó y comenzó a susurrar detrás de sus manos
los unos a los otros.

Que esto sea una lección.

Gates parecía ajeno a las reacciones de todos. A pesar de que sabía


que estaba disfrutando de la atención. Siempre había estado cómodo
delante de las multitudes.

—Sí. Bien, Bri —dijo, incrédulo. Incluso puso sus ojos en blanco por si
acaso—. Estamos juntos. Sabes que es verdad. Sé que es verdad. Todos los
demás aquí saben que estamos juntos. Eso no se detiene por una llamada
telefónica. Eres mi chica. Ahora vamos a salir de aquí.

Todo el mundo la miró expectante. Se preguntaba si pensaban que


esto había sido un truco. No lo era, pero probablemente lo pensaron. Había
roto con Gates legítimamente por Jude, el imbécil que nunca la había
llamado. Pero no iba a contarles lo de Jude. De hecho, no le había dicho a
nadie sobre Jude. No podía confiar en nadie con esa información. Solo
Gates sabía que había ido a casa con alguien esa noche y que era la forma
en que se iba a quedar. No es que realmente importara ya que Jude aún
no se había molestado en llamar.

Con un suspiro resignado, finalmente puso su mano en la suya. No


importaría si pasaba tiempo con Gates si no había nadie más en su vida.
Además, se vería bien salir con él.

—Bien. Vamos a hablar de esto más tarde —advirtió.

Gates la acercó, plantó un beso en su sien, y luego la ayudó a entrar


en el asiento del pasajero de su convertible. Asintió a las chicas todavía
mirándolo, caminó alrededor del auto, y después saltó la puerta al asiento
del conductor.

Fin de la función.

Se retiraron del estacionamiento, y ella inmediatamente giró hacia él


en frustración.
»Ese fue un truco sucio que lanzaste.

Él sonrió.

—¿De qué otra forma iba a conseguir que vinieras a mi casa?

—¿Tu casa? —preguntó—. No voy a ir a tu casa.

—¿Oh? Ya estamos en camino. Y es para mejor, ¿verdad? De lo


contrario, habría tenido que tirarte por encima de mi hombro y atarte a mi
cama para que me hables —dijo, con sus ojos azules brillando de júbilo—.
Ahora, sé que odiarías eso. ¿No, Bri?

Ella lo miró más fuerte. El maldito hombre la conocía demasiado bien.

—Jodidamente no te engañes, Gates.

—Bueno, vas a venir a mi casa quieras o no. Así que puedes quitar esa
mirada de tu rostro.

—Lo que sea. Ya ni siquiera estamos juntos.

—Una llamada telefónica hace tres semanas a las cuatro de la


mañana no es suficiente para terminar conmigo, Bri. No soy una de tus
mascotas o una de tus malditas flores.

Ella resopló y apartó la mirada Su cabello moviéndose alrededor de su


cabeza mientras Gates navegaba por el tráfico en los Ángeles en silencio y
después acercándose a la comunidad cerrada donde él vivía.

Una vez que su auto estaba estacionado, él la condujo directamente


a su dormitorio y cerró la puerta detrás de ella. Ella fue directo al baño para
ver lo que el convertible había hecho a su cabello. Como sospechaba,
parecía un desastre. Peinó las trenzas enredadas.

—Bri —gimió Gates, apoyado en el marco de la puerta.

—¿Qué? —preguntó ella. Definitivamente necesitaba un cepillo para


arreglar el resto del daño.
—He estado fuera mucho tiempo. —Se acercó detrás de ella y deslizó
su mano sobre su estómago. Ella lo llevó a un lado mientras trabajaba en su
cabello un poco más.

—¿Y?

—Demasiado maldito tiempo —murmuró. Ignoró sus intentos de


desplazarlo y la besó a lo largo de su hombro.

—¿Qué quieres, Gates? —espetó ella.

Él la agarró por el brazo y la giró para enfrentarse a él.

—No creo que estés escuchando, nena.

—No, ¡no creo que tú estés escuchando! Si piensas que arrinconarme


en la escuela y arrastrarme a tu casa va a cambiar lo que dije, entonces
estás equivocado. Te lo dije, hemos terminado. No me importa si fue por
teléfono, donde quiera que estuvieras, qué hora era. Se acabó.

Sus manos se deslizaron por sus brazos y las envolvió alrededor de su


cintura.

—No debería tener que luchar tan duro para que quieras esto.

—Solo porque tú no puedes conseguir otro coño no significa que no


pueda conseguir otra polla —dijo, arqueando una ceja. Fue algo bajo,
incluso para ella. Ni siquiera es cierto, pero no pudo evitarlo.

Pero él sonrió insufriblemente.

—Bri, corta la mierda. Tú y yo lo sabemos, el coño es fácil de conseguir.

Su mano fue al frente de sus ceñidos jeans negros. Abrió el botón,


arrastró la cremallera hacia abajo, y tenía su mano dentro de sus bragas
antes de que ella pudiera alejarse. Un gemido se escapó de sus labios
mientras arremolinaba su dedo alrededor de ella.

»Pero tú eres diferente —le susurró al oído—. Te deseo.

—Joder, Gates. —Se tambaleó hacia atrás y negó con la cabeza—. No


estás escuchando.
—No, no estoy jodidamente escuchando. —Fácilmente cerró la
distancia y la cargó en sus brazos.

Cristo, ¿cuándo se volvió tan fuerte? Había sido capaz de levantarla


antes, pero ahora, la llevó como si no pesara más que una pluma.

La arrojó de vuelta a la cama, y cuando se quitó la camisa, realmente


se dio cuenta.

Parecía que había estado en el gimnasio cada momento cuando no


estaba filmando. Sabía que la película necesitaba que fuera más grande,
pero joder, tenía abdominales esculpidos, brazos construidos, y esa
maravillosa V guiando…

No, ella no iba a mirar más bajo.

Bien. Entonces, miraría más abajo. Y maldita sea.

Joder, él siempre había sido guapo, pero ahora... estaba fuera de lo


común.

Sus ojos se convirtieron en lava fundida cuando la atrapó mirándolo.


Era un hijo de puta engreído. Sus pantalones siguieron su camisa, y luego le
arrancó los jeans de su cuerpo.

Ella debería haberlo detenido y hacerlo reconsiderar. Se había follado


a Jude hace tres semanas. Lo había deseado. Todavía lo deseaba. Pero
había puesto la pelota en su cancha, y él no la había llamado. Nadie le
hacía eso a Bryna Turner. Por supuesto, él no sabía quién era realmente. Pero
eso no importaba, porque habían tenido un tiempo increíble, y ella había
puesto una actuación espectacular. Ahora, se quedó preguntándose por
qué demonios no estaba interesado.

—Espera —exclamó ella, dándose cuenta de que los labios de Gates


se arrastraban por su pierna—. Me acosté con otra persona.

Gates se sentó y fijó su mirada en ella.

—Lo deduje, basado en nuestra conversación.

Ella lo miró.
—¿Por qué no te importa eso?

—Porque follé a otra chica después. —Se encogió de hombros—. No


significa nada, Bri. Solo me hizo extrañarte. Ahora estoy en casa y te quiero
a ti. Quiero a mi chica.

Bryna lo abofeteó en el rostro.

—¡Dijiste que nunca rompimos!

Él le agarró la mano y la empujó hacia abajo.

—Y tú dijiste jodidamente que sí.

—¡No se puede tener en ambos sentidos, Gates! No puedes follar a una


perra y afirmar que no quiso decir nada, y luego venir arrastrándote hacia
mí. ¡Así no es como funciona esto, cabrón! —Ella se retorció de su alcance y
se sentó en la cama. ¡Qué arrogante!

—¿Qué? —gruñó él, agarrando sus muñecas de nuevo. Ella trató de


alejarse de él, pero la mantenía firme—. ¿Crees que puedes decidir cuándo
terminamos y follar a alguien, pero tan pronto como lo hago, decides
abofetearme? Al carajo con eso, Bri. Te conozco desde hace mucho tiempo
para no conocer tus juegos cuando los veo. No soy un juego. Rompes
conmigo para follar a otro tipo, entonces tienes que saber que voy a hacer
lo que yo jodidamente quiera.

Ella negó furiosamente.

—Déjame ir, Gates. ¡Déjame ir, y vete como la mierda de mí!

—Nunca vas a encontrar a nadie que aguante tu locura tanto como


yo. —No solo estaba enojado. Estaba furioso. Ella podía verlo ganando
impulso en su argumento—. Y no me gusta. Me excita. Por lo tanto, saca de
tu cabeza que esto cambia la mierda.

—Sé exactamente cuánto cambia esto las cosas. —Su respiración era
pesada, su pecho agitado, mientras fruncía los labios y entrecerraba los ojos.

Él parecía un asesino. Sus ojos estaban ardiendo, y sus manos se


apretaban alrededor de sus pequeñas muñecas.
Entonces, como si la presa se rompiera, sus labios estaban sobre los de
ella. Sus cuerpos se enredaron, y una furia acalorada pareció barrer sobre
ellos, golpeando sus venas y alcanzando sus sentidos.

Gates le sacó la blusa por la cabeza y luego les quitó el resto de la ropa.
De repente, el aire era denso en la habitación, y ella tenía problemas para
respirar. La tensión sexual era alta. Los pensamientos se hicieron añicos
cuando el deseo se hizo cargo.

Él entró en ella, y solo había una sensación.

La sensación de su cuerpo presionado contra ella, penetrando en ella.


La sensación de su piel húmeda por el sudor. La sensación de él deslizándose
dentro y fuera, llevándola a nuevas alturas, con la facilidad practicada de
alguien que conocía su cuerpo.

Luego, la sensación de liberación, y todo lo demás regresó.

El sonido de sus gritos y sus gruñidos de éxtasis. La mirada de victoria


que apareció en su rostro. El sabor y el olor del sexo en el aire.

Gates rodó sobre ella y suspiró.

—Esa es mi chica.
9

—M
e alegra que finalmente entraste en razón
—dijo Gates.

Él se paseó tranquilamente por la


habitación de ella en un esmoquin. Su
cabello oscuro estaba perfectamente
alborotado y lucía una barba bien cuidada que, según él, era necesario ya
que tenía que estar bien afeitado en la locación.

—Solo porque voy a ir a la fiesta contigo no significa que haya entrado


en razón —dijo Bryna, poniendo los ojos en blanco. Iba porque Jude todavía
no había jodidamente llamado y estar cerca de Gates era muy fácil.

—Lo que sea que tengas que decirte a ti misma.

Ella lo ignoró y giró en su lugar.

—Bueno, ¿cómo me veo? —Ella había escogido un vestido de encaje


blanco hasta el suelo con un escote pronunciado y una hendidura que le
llegaba a la parte superior del muslo por un lado.

—Perfecta —murmuró—. Es solo...

—¿Qué?

Él le envió una sonrisa desconcertada.

—¿Blanco virginal?

—Bueno, soy tan pura. —Bryna deslizó su mano por su muslo expuesto.

Sus ojos siguieron el movimiento y él dio un paso hacia ella.

—Podría recordarte cuán pura eres —dijo y la sostuvo en el espejo triple.


Bryna sostuvo su cabeza en alto y le dio una mirada distante.

—Tal vez mas tarde.

—Te estoy hablando de eso. He estado de vuelta por dos semanas. Este
juego del gato y el ratón ha durado lo suficiente.

Ella batió sus pestañas.

—No tengo idea de lo que quieres decir.

Ella pasó rozándolo y le envió su sonrisa seductora. Ella había estado en


conflicto sobre algunas cosas con Gates desde que regresó. Habían
dormido juntos ese primer día y aunque habían estado juntos un montón de
veces desde entonces, todavía estaba manteniéndolo lejos y haciéndolo
trabajar por ello.

Ella simplemente no podía dejar de pensar en Jude. Ella sabía que era
ridículo. Él nunca había llamado, lo que significaba que no estaba
interesado. Aun así, sentía que había habido una conexión, una que le
faltaba con Gates. Y ella no quería llevar a Gates. Ella siempre se
preocuparía por él, pero estaba empezando a ver más y más que la ruptura
no había sido solo porque ella quería acostarse con otra persona.

—Estoy seguro de que no —dijo Gates, agarrándola por el culo antes


de que atravesaran la puerta

Gates había alquilado una limosina para la ocasión y bebieron


champán en el camino a la ciudad. Bryna fue gratamente sorprendida
cuando llegaron al lugar. Una vez que llegaron a la entrada, ella salió de la
limosina y entró en un mundo de ostentación y glamour.

El club era un conocido lugar de celebridades, por lo que los paparazzi


siempre acechaban en la entrada. Una cuerda de terciopelo contenía una
fila llena hasta reventar. Gates se deslizó fuera del auto detrás de ella,
casualmente envolviendo su brazo alrededor de su cintura. Con un vistazo,
los acomodadores abrieron las puertas y fueron llevados adentro.

Las luces estaban bajas, la música servía como un ritmo seductor y la


gente estaba más hermosa que nunca.
Gates la guio hasta el bar donde le ordenó un Martini seco y tomó para
él una cerveza. Ella dejó vagar sus ojos por la multitud. Sabía que el elenco
de la última película de Gates, Carretera Destrozada, estaba planeando
encontrarse aquí ahora que todos habían vuelto a Los Ángeles. Ella había
oído eso, cuando habían completado la filmación en Savannah, el equipo
de producción había lanzado una loca fiesta de final de rodaje. Ella se
sorprendió de que Gates había regresado tan pronto. Por la forma en que
él había contado la historia, debería haber tenido una resaca de tres días.

Sus ojos se posaron en una morena en medio de una multitud


adoradora. Bryna sonrió y jaló a Gates hacia su co-estrella, Chloe Avana.

—¡Chloe! —gritó Bryna, envolviendo sus brazos alrededor de la


pequeña chica.

Era incluso más baja que Bryna, con cabello largo y delicioso y grandes
ojos marrones. Ella había comenzado a actuar a una edad temprana y
después de una temporada exitosa en Disney, había conseguido el
liderazgo frente a Gates. No solo era una buena actriz, también podía
cantar canciones como Christina Aguilera.

Bryna no se llevaba bien con muchas chicas, por lo que se sorprendió


al descubrir que realmente le gustaba Chloe. Habían salido un montón
cuando ella vino a la ciudad para visitar a Gates y dar vueltas alrededor del
set.

—¡Bri! Es tan bueno verte —dijo Chloe—. ¿Cuándo llegaron aquí?

—Acabamos de llegar.

—Bueno. Me alegra que te haya hecho salir esta noche.

Bryna se encogió de hombros.

—Por supuesto que salí. ¿Por qué no lo haría?

No era necesario que Chloe supiera que había algo diferente entre ella
y Gates. Ella podría poner una fachada para cualquiera.

—Me alegra que estés aquí. Vamos a algún lado, así podemos
ponernos al día. —Chloe juntó sus brazos y caminaron hacia una sala de
estar privada—. Dímelo todo. ¿Cómo es la vida? ¿Cómo va Harmony? A
veces desearía haberme quedado en la escuela. Odio a los tutores.

—La vida es genial, y Harmony es incluso mejor —mintió Bryna. Dudaba


que Chloe realmente quisiera saber sobre el drama de la preparatoria. Tal
vez desearía estar en la preparatoria, pero no era como si no tuviera ya el
trabajo de sus sueños—. ¿Qué pasa contigo? ¿Cómo estuvo la filmación?

Chloe suspiró felizmente.

—Extenuante, pero la experiencia más increíble. No puedo esperar


para ver el corte final. Deberías venir conmigo a mirar los vestidos para el
estreno —dijo Chloe con entusiasmo—. Por cierto, tu vestido es tan fabuloso.

—Gracias. ¿Vas a modelar un original?

Chloe asintió.

—Se supone que estaré recibiendo muestras pronto, para que el


diseñador pueda finalizar el producto según mis medidas y entonces Gates
y yo iremos a la primera tanda de la gira promocional.

La mirada de Bryna se dirigió a Gates inquisitivamente. Ella no había


escuchado nada sobre una gira promocional. Por supuesto, sabía que los
actores solían ir en una, pero aun así, él no había dicho nada.

Gates se encogió de hombros.

—Acabamos de recibir el itinerario hoy.

Correcto.

El teléfono de Bryna zumbando en su bolso evitó que ella ofreciera una


respuesta falsa. Dudaba que él acabara de recibirlo hoy, pero ella no tenía
el tiempo en este momento para descubrir por qué si él estaba siendo tan
amoroso, no le había dicho cuándo se iría de la ciudad otra vez.

Ella lo sacó de su bolso. No reconoció el número, pero no quería pensar


en Gates yéndose de nuevo. Incluso si estaban en una posición extraña,
todavía era Gates.

Ella lo sostuvo para que Chloe lo viera.


—Tengo que tomar esto. Te alcanzaré más tarde.

—Bri —dijo Gates, agarrándola del brazo.

—Te hablaré cuando termine la llamada.

—Acabo de recibir el itinerario —repitió.

Ella arqueó una ceja.

—Lo has dicho. ¿Puedo atender mi llamada ahora?

—Bien. —Dio un paso atrás, pero aún parecía descontento.

Bryna salió de la habitación y encontró una esquina cerca de los baños


que estaba relativamente silenciosa.

—¿Hola?

—Hola hermosa. ¿Me extrañaste?

El corazón de Bryna se detuvo.

—Jude?
10

—E
s bueno escuchar tu voz Bri. He estado
pensando en ti —respondió Jude.

Apretó los dientes y trató de pensar en una


razón para no hablar con él por hacerla esperar
cinco jodidas semanas sin siquiera un mensaje
de texto.

Pero ella no pudo encontrar una.

—Oh, ¿has estado pensando en mí? Eso es dulce —ronroneó—.


Después de cinco semanas sin una llamada, me olvidé de ti.

—Estoy seguro —dijo incrédulo—. ¿Qué haces esta noche?

—No soy algún ligue —dijo a la defensiva—. Ahora cuelgo. —Colgar era
lo último que quería hacer, pero quería que él suplicara—. Buenas noches,
Jude.

—Bri, espera.

Ella sacudió su cabeza. Ella debería haberlo terminado. No necesitaba


un hombre que no se molestara en llamarla, que obviamente no sentía lo
mismo que ella.

—Dame una razón por la que no debería colgarte.

—Si quisieras hacerlo, entonces ya me habrías colgado.

Punto. Pero ella no quería concederlo.

—Una razón real —dijo ella. Su voz era como hielo.

—Quiero verte otra vez.


Ella se burló.

—Eso es lindo.

—Y tú quieres verme otra vez también.

—No supongas saber lo que quiero o no quiero —escupió Bryna—. Han


pasado cinco semanas. No me interesa.

—Tengo un trabajo que me saca de la ciudad por largos períodos de


tiempo.

Bryna jadeó burlonamente.

—¿Un trabajo que demanda el no usar del teléfono celular? Chocante.

Ella casi podía sentir su frustración a través del teléfono.

—Tuve acceso a un teléfono. Simplemente no te llamé.

—Obviamente —espetó ella. Al menos finalmente había admitido que


había evitado llamarla todo ese tiempo—. Ahora, discúlpeme, puedo hacer
un mejor uso de mi tiempo en otro lugar.

—Bri —suplicó—. Solo estoy en la ciudad esta noche. Ven a verme.

Ella sacudió la cabeza con frustración. El nervio de este tipo. No le


importaba qué clase de conexión creía tener. Nadie trataba a Bryna Turner
así.

—Por favor. No me insultes No estoy interesada en otra aventura de una


sola noche.

—Nadie dijo nada acerca de una aventura de una sola noche.

—Perdóname si no te creo.

Cinco semanas habían sido lo suficientemente largas como para darse


cuenta de que no iba a llamar. Ahora que lo había hecho, solo estaba
interesado en una llamada de ligue. Ella no sabía por qué esto la molestaba
tanto. Cuando salió del club con él, sabía que iban a tener sexo, pero se
engañó a sí misma al creer que había más entre ellos cuando no había
nada. Ella había pensado que cuando le dejó su número, llamaría, como lo
había hecho cualquier otro chico en el que alguna vez hubiera estado
interesada. No le gustaba ser vulnerable a las personas que luego se lo
tirarían a la cara con su silencio.

Y ahora esta llamada...

—No, Jude, no puedo pensar en una sola razón para ir a verte esta
noche. Encuentra a alguien más.

Ella terminó la llamada antes de que él pudiera responder. Finalmente


estaba volviendo a su vida e intentando olvidar al hombre que la había
hecho sentir diferente... el hombre que había visto la verdad sobre ella. Ella
había mentido por teléfono cuando dijo que no había estado pensando en
él. Incluso la estaba haciendo dudar sobre Gates.

Jodido idiota.

Al volver a la habitación donde había dejado a Gates, la encontró


vacía. Ella frunció el ceño. ¿A dónde fue?

Ella le preguntó a la persona más cercana si lo había visto y siguió sus


instrucciones por las escaleras. Voces viajaron hacia ella cuando se
acercaba.

—Pero odio mentir —dijo Chloe.

—No estas mintiendo. No estás diciendo nada. Es como lo discutimos


—transmitió la voz de Gates.

Bryna se cruzó de brazos. ¿Mentir sobre qué?

—¿Se supone que soy amiga de ella? Cuando ella es amable conmigo,
la miro y me cuesta un enorme esfuerzo, quiero decirle —admitió Chloe.

—Chloe, sabes que no podemos decirle a nadie lo que pasó.

Bryna no podía quedarse allí y escuchar esto por más tiempo. Había
escuchado suficiente.

—Bueno, si no quieres que nadie lo escuche, entonces probablemente


no deberías tener esta conversación en un club nocturno —dijo, subiendo
los últimos escalones restantes.
Chloe se cubrió la boca. Parecía asustada y lastimosamente joven.

—Bri, lo siento mucho.

Gates frunció el ceño.

—No sé qué crees que escuchaste, pero…

—¿Pero qué, Gates? —preguntó. No quería escuchar ninguna de sus


excusas o mentiras. Solo quería tener todo a la vista—. Asumo que la chica
con la que te acostaste es Chloe, la que me juraste no significaba nada y
solo te recordó cuánto me extrañabas.

—¿Dijiste eso? —susurró Chloe. Sonaba horrorizada.

—No podía decirte quién era —dijo Gates. Parecía un ratón atrapado
en una trampa.

—Correcto. ¿Porque correría con los medios de comunicación?


—preguntó Bryna, poniendo los ojos en blanco—. Entonces, ¿a quién debo
llamar primero? ¿TMZ o la revista People?

Gates se encogió.

—No lo harías.

—El infierno no tiene la furia de una mujer despechada.

Chloe extendió la mano y tomó la de Bryna.

—Bri, debes saber cuánto lo siento. Nunca me hubiera interpuesto entre


ustedes. Gates dijo que ustedes rompieran.

Bryna se sacudió su mano. Miró a Chloe con la fría indiferencia que


siempre burbujeaba bajo la superficie, y Chloe se encogió. La chica no sabía
de lo que era capaz Bryna. Ella no era una abeja reina por nada. Tampoco
había sobrevivido en Hollywood por nada.

Volvió su atención hacia Gates, y él se encontró con su mirada.

—Rompimos a pesar de que trató de convencerme de que no lo


hicimos. Ha estado tratando de convencerme desde que llegó a casa.
¿Quién sabría que era solo una conciencia culpable? —Ella tocó sus labios
dos veces con disgusto.

Él inclinó la cabeza hacia abajo y la miró exasperado.

—Te acostaste con alguien más también —le recordó Gates.

—No me hagas comenzar —le espetó Bryna—. Te llamé en medio de la


noche y te dije la verdad. Me iba a casa con él. Se terminó. Tú fuiste quien
llegó a casa, me dijo que la chica no significaba nada, y que estabas
haciendo todo lo posible para que funcionáramos. ¿De qué estabas tan
asustado que no pudiste decirme que era Chloe?

Echó un vistazo hacia Chloe y luego a Bryna.

—Por favor, no hagas esto.

—Te dejaré que lo resuelvas por ti mismo, Gates. Hemos acabado.

Bryna bajó apresuradamente las escaleras a toda prisa. Había dicho


todo lo que quería decirles. Había una diferencia entre lo que ella había
hecho y lo que Gates había hecho. ¿Por qué era tan difícil ser honesto con
ella? Claramente, Gates tenía sentimientos por Chloe o no habría ocultado
el hecho.

Una vez que llegó a la salida del club, se dio cuenta, para su sorpresa,
de que Gates no la había seguido. Apretó los dientes con ira.

Ella sacó su teléfono y marcó el número de Jude.

»¿Dónde me encuentro contigo?


11

B
ryna había estado pensando en este momento por semanas.

Jude abrió la puerta de su apartamento con una sonrisa


que le quito el aliento.

Mierda. Es hermoso.

—Bri. —Sus ojos viajaron sobre su deslumbrante vestido de noche, y


levanto las cejas—. Me siento un poco mal vestido.

Ella lo escaneo con aprobación tratando de no mostrar su impaciencia.


Estaba en pantalones de vestir, una camisa y corbata de seda.

—Solo un poco.

—Pasa. —Él dio un paso atrás para dejarla entrar al apartamento.

Mantuvo la cabeza en alto, agarrándose a su ilusión de control.


Necesitaba mantener su ingenio y no caer en su juego. Esta vez sería
diferente. Su relación y todo en lo que consistiría seria en sus términos, y no
iba a ser la que se quedara esperando de nuevo.

»¿De dónde vienes, usando un vestido así?

Ella levanto una ceja hacia él.

—¿Estamos respondiendo preguntas ahora? Pensé que te gustaba el


misterio.

—Déjame adivinar —dijo él, caminando hacia ella hasta que solo
centímetros los separaban—. Un evento formal. Tu novio te llevó como su
adorno de brazo.

—Cerca —ronroneó ella.


—¿En qué parte?

—Ex novio. —Apretó los labios y sacudió la cabeza—. ¿Es en serio sobre
lo que quieres hablar?

—Solo intentando adivinar por qué me devolviste la llamada.

Jude pasó la mano por su brazo y la miro con interrogación. Todo lo


que ella quería era mantener la guardia arriba, pero con una mirada estaba
destrozando su determinación. ¿Cómo hace eso?

—Y yo estoy tratando de descifrar por qué siquiera llamaste —se las


arregló para decir. A pesar de sus mejores esfuerzos, sonaba sin aliento.

—Llamé porque he estado pensando en ti. Tan simple como eso.

Ella bufó y se alejó de él. Hechizo roto. ¿Cree que soy idiota? Si ha
estado pensando en mí, ¿entonces por qué no llamó hace cinco semanas?

Caminó a través de la habitación a su bar y se sirvió un vaso de


escoces.

—Por supuesto, sírvete.

—Gracias, lo haré —dijo con una sonrisa enorme. Deliberadamente


tomó un largo trago antes de volver a verlo—. Ahora, ¿decías algo?

—Bri, trae tu trasero aquí. —Señaló un lugar frente a él.

—¿Disculpa?

—Me escuchaste. Trae tu trasero aquí ahora.

—¿Quién crees que eres, hablándome así? —preguntó, no moviéndose


ni un centímetro.

—Esta es mi llamada sexual, ¿cierto? —Jude levantó las cejas hacia


ella.

Bryna bajó el vaso y cruzó los brazos.

—Creo que te equivocas.


—¿Lo hago?

—No soy la llamada sexual de nadie. Cuando te devolví la llamada, tú


te volviste la mía —le dijo con una sonrisa malvada.

Él se rio suavemente por su respuesta.

—Bueno, en ese caso…

De repente, fue azotada contra el gabinete de licores. Los brazos de él


lanzaron los vasos a un lado. Uno cayó y se estrelló a sus pies. Todo lo que
pudo hacer fue reírse. Sus labios aterrizaron en los de ella, hambrientos y
desesperados. Podía sentir la necesidad de las pasadas cinco semanas
entre ellos en ese beso. Podría haber sido capaz de hacerlo creer que no le
importaba su tiempo separados pero no después de ese beso.

Sus dedos se enterraron en su muslo expuesto por la abertura en su


vestido. Entonces, estaba haciendo la cara tela a un lado, deslizando las
manos bajo sus muslos y subiéndola a la encimera. Jude se alejó para bajar
su ropa interior, y entonces dejó caer sus pantalones.

Sus labios se estrellaron juntos de nuevo mientras el enterraba los dedos


en ella.

Gruñó dentro de su boca.

—Estás tan mojada.

—Puede que me haya divertido un poco en la limo antes de llegar aquí.

Él retrocedió y miro sus juguetones ojos azules.

—¿Te masturbaste antes de llegar aquí?

—Como si no lo hubieras hecho al pensar en mí —ronroneó ella.

La hizo reír pensar que se había masturbado en la limo de Gates antes


de venir a ver a Jude.

—Oh, lo he hecho —le dijo, deslizando sus dedos dentro y fuera de


ella—. Solo es tan caliente pensar en ti haciéndolo.
—Bueno, si eres un buen chico, tal vez te deje ver —le guiñó y entonces
lanzó la cabeza hacia atrás mientras sus dedos trabajaban su magia.

Se deslizó fuera de ella, y un segundo después, su polla golpeó


llenándola. Jadeó ante el abrupto cambio. Joder, tiene una polla enorme.

Se lanzó en ella de nuevo, más duro que la última vez, y entonces se


acercó.

—Creo que no voy a ver porque pretendo ser muy, muy malo —puntuó
su última palabra con duras estocadas.

Ella gimió con placer. Era justo lo que necesitaba después de la noche
que tuvo. No, era lo que necesitaba todo el tiempo. Necesitaba olvidarse
de Gates y la preparatoria y sus padres y Pace y todo lo demás en su vida y
perderse en esta fantasía. Perderse en Jude.

Tomó un puñado de su cabello y llevó su cabeza hacia atrás


exponiendo su cuello. Mordió la piel desnuda hasta que estaba roja y
sensible. Mientras tanto, mantenía un ritmo constante, llevándola más cerca
del clímax. Podía sentir semanas de acumulada frustración alejándose de
ellos. Seguro, había estado con Gates, pero difícilmente se comparaba con
esto. Nada nunca se había comparado a esto.

—Más duro —gimió ella. Quería que fuera tan profundo, duro y rudo
que no tendría que sentir nada más.

Jude soltó su cabello y le sonrió. La mirada que le dio dijo que aceptaba
el reto. Un segundo después, la levantó de la encimera y la lanzó sobre la
esponjosa alfombra... estaba de nuevo en su interior de inmediato,
levantando sus piernas a sus hombros, plantando su cadera en el suelo, y
entonces golpeando en ella tan fuerte como podía.

Ella gritó mientras cruzaba la línea entre placer y dolor. Pero no lo


detuvo. Le gustaba esto. Quería esto.

Joder, estaba por venirse.


El orgasmo hizo temblar su cuerpo como una explosión en el cielo
nocturno. Sus ojos parpadearon y sus pies se curvaron. Estaba viendo
estrellas mientras su pecho se ponía pesado y yacía en el suelo, jadeando.

Jude se corrió justo después, cayendo encima de ella.

»Oh por Dios —murmuró.

—Lo que dijiste —dijo él.

—Me alegra ser flexible. —Lentamente removió las piernas de sus


hombros y las dejó caer a cada lado de su cuerpo. Se sentían como gelatina
y temblaban por voluntad propia. Estaba un poco preocupada por tener
que caminar a algún lado.

Cepilló su cabello rubio fuera de su rostro, besando sus hinchados labios


y luego solo le sonrió con mucho afecto en su rostro.

»¿Qué? —murmuró ella.

—Eres tan hermosa.

Ella suspiró feliz.

—No la reacción que esperaba a un comentario sobre flexibilidad, pero


lo apruebo.

Él se rio y la beso en la nariz.

—Tenemos toda la noche para investigar esa flexibilidad.

—Uh, no lo creo.

Bryna rodó de debajo de él, se levantó en sus inestables piernas y ajustó


su vestido. Estaba segura de que su cabello estaba completamente
destrozado por la alfombra, su maquillaje deshecho, y su ropa interior
inservible y desechada. Ni siquiera veía a dónde la había lanzado Jude. Por
no mencionar el estado de su cuello. Dudaba ser capaz de esconder su
obra. Es probablemente lo que él quería, en primer lugar.

Jude se levantó y acomodo sus bóxers.

—.¿Quieres irte? —preguntó con incredulidad.


—Tú huiste de mí la última vez —le recordó, ¡Aja! Ahí estaba su ropa
interior. La tomó y se la puso de nuevo—. Solo es correcto que ahora yo
tenga el descanso de cinco semanas.

Bajó la mirada y entonces la miró de nuevo. Parecía dudoso, casi


incierto y arrepentido.

—En verdad estuve fuera de la ciudad todo este tiempo.

—Esa no es una explicación, es una excusa. Ya me voy.

Era lo último que quería hacer después del más maravilloso sexo con él,
pero no podía dejarlo pensar que ella no era mejor que una aventura de
una noche. No era lo que quería. Disfrutaba el sexo, y aunque podría ser del
mejor que había tenido, podía conseguirlo en otro lado. Era lo que le dijo a
Gates también.

Había disfrutado de su tiempo con Jude porque pensó que había una
conexión. Sin esa conexión esto era… solo sexo sin sentido.

Asombroso sexo sin sentido.

Se dio la vuelta, tomó su olvidado bolso y caminó hacia la puerta.

Jude sujetó su brazo antes de que la alcanzara.

—Bri, no es por eso que te pedí que vinieras.

—¿No querías tener sexo conmigo? Siento no estar de acuerdo.

—Lo hacía. Por supuesto, ¿Cómo no podría? Pero llamé porque quería
verte. He estado pensando mucho en ti. De hecho, no puedo sacarte de mi
cabeza —le dijo. Pasó una mano por su brazo y la acercó—. Desde esa
noche, pensé que sería más fácil olvidarte. Estoy separado de mi esposa,
pero estoy casado con mi trabajo. No te aburriré con los detalles. A pesar
de todo, te llamé esta noche y no por sexo, sino por esto.

Caminó a la chaqueta de su traje colgando a lado de la puerta y sacó


una caja del bolsillo, Bryna se congeló. Reconocería esa caja en cualquier
parte. Incluso antes de que las letras doradas estuvieran a la vista, sabía lo
que decían.
Cartier.

Las palabras le fallaron mientras abría la caja para revelar los más
hermosos pendientes de candelabro en diamantes que había visto. Tenía
una pequeña colección de joyería que había acumulado al paso de los
años, pero la mayoría de las cosas buenas habían pertenecido a su madre.
Todo lo demás que usaba usualmente era rentado por su padre para
ocasiones especiales. No poseía absolutamente nada como esto.

»No podía dejar de pensar en ti. Sabía que tenía que arreglar las cosas,
y quería comenzar por darte algo tan hermoso como tú.

Ella estiró la mano y tocó los hermosos pendientes.

—¿Conseguiste estos para mí?

—Si.

Los sacó de la caja, los puso en sus orejas y se examinó en el espejo.

—Son asombrosos —susurró.

—Así como tú.

—Gracias. —En verdad no tenía palabras. ¿Qué más podía decir


mientras miraba su reflejo en el espejo?

Su corazón latía en su pecho. No muy seguido se equivocaba con las


personas. Si Jude había planeado esto desde el principio, no solo se había
equivocado. Había fallado por mucho, estaba ciega.

—Quiero seguir viéndote Bri. Mi trabajo me mantiene ocupado, pero


cuando esté en la ciudad quiero pasar tiempo contigo.
12

B
ryna estaba casi terminando con su maquillaje de día de juego
cuando su teléfono vibró a su lado.

Cambio de planes. Llegaré a la ciudad esta noche no mañana. ¿Nos


vemos en mi casa?

—¡Mierda! —gritó.

El mensaje de Jude no pudo haber llegado en peor momento.

En las pasadas semanas, se habían estado viendo cada vez que él


estaba en la ciudad. Al principio, pasaban su tiempo encerrados en su
habitación, pero se suponía que saldrían mañana en la noche. No tenía
intención de perderse esa oportunidad.

El único problema era, que tenía un juego de futbol esta noche. Solo
quedaban dos juegos en casa en la temporada, y después ella habría
terminado. Tendrían el campeonato estatal y luego algunas competencias
en primavera, pero esta noche era una de sus últimas oportunidades de
animar en Harmony. Sin mencionar, que nunca antes se había perdido un
juego. Si no se aparecía, todo el mundo se volvería loco.

Pero ella no podía tener suficiente tiempo con Jude.

Una noche aquí. Medio día allá.

Ella quería más.

Tengo un compromiso. Después iré contigo.


Mandó el mensaje y después terminó su maquillaje. No podía creer que
pudiera estar contemplando perderse el juego, sin embargo, lo que quería
hacer era dirigirse al apartamento de Jude en este momento.

Haré que tu tiempo lo valga.

Sonrió hacia el mensaje.

Más te vale.

¿Vas a abandonar eso por mí?

Ni siquiera sabes qué es.

¿Importa? Me contarías si quisieras que supiera. Solo quiero verte.

Suspiró.

¿Qué tienes planeado de todas formas?

Veré que puedo hacer.


Primero, tenía que liberarse de las responsabilidades como capitana
del equipo de porristas. Todo el mundo iba a enloqueces, pero tendrían que
lidiar con eso. Nunca antes se había perdido un juego, pero siempre había
una primera vez para todo. Después de que hiciera eso, tendría que buscar
una forma de salir de la casa sin ser notada por su familia.

Bryna presionó la marcación rápida del teléfono de Avery y esperó a


que le contestara.

—¡Bri! ¡Hola!

Se zambulló de inmediato. Sin pretensiones. Toda negocios.

—Tengo que faltar al juego de esta noche. Así que estás a cargo en mi
lugar. No arruines esto, y realmente trata de hacerle justicia a mi título.

—Espera, ¿qué? —preguntó Avery con incredulidad.

—¿Estás repentinamente sorda?

—No, no. Disculpa Bri. Solo… nunca te has perdido un juego. —Sonaba
frenética y asustada.

—Es por eso que vas a tener que hacer un trabajo espectacular esta
noche o tendré que reconsiderar tu lugar como mi número dos.

—Por supuesto. Hare lo que pueda —le contestó inmediatamente


Avery—. ¿Pero qué pasa? ¿Estás bien? ¿Pasó algo?

Bryna negó con la cabeza. Honestamente, podía prescindir de las


preguntas.

—Estoy enferma.

—Pero te estabas sintiendo bien esta tarde en clases

—Avery, detente con el tercer grado. Estoy enferma y no puedo llegar


al juego. Eso es todo. Te veré el lunes.

Bryna colgó el teléfono con frustración. No había pensado que sería tan
difícil perderse el juego. Sacudiéndose la preocupación de Avery, marcó el
número de la entrenadora de las porristas, la entrenadora Baker. Le dio una
explicación más creíble por su ausencia, y para el final de la conversación,
la entrenadora estaba completamente apoyando que se quedara en casa
y se lo tomará con calma. Perfecto.

Estaba quitándose su uniforme cuando Pace irrumpió en su habitación.

—¡Jesús, Pace! —Rápidamente se volteó y se puso una camiseta.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó parado en la puerta.

—Me estaba jodidamente cambiando.

Sus ojos miraron hacia el descartado uniforme.

—¿Por qué?

—No me siento bien. Me voy a quedar en casa. Puse a Avery a cargo.

—No, de verdad. ¿Por qué? —preguntó con incredulidad.

Ella puso los ojos en blanco y se cruzó de brazos.

—Porque estoy enferma, idiota. Ahora, salte de mi habitación antes de


que tosa sobre ti y te contagies. No quieres que Harmony se pierda a su
mariscal de campo estrella ¿o sí? —preguntó con sarcasmo.

—Tendrías que estar tirada y muriéndote para perderte un juego, y


estás aquí parada discutiendo conmigo. —La miró inquisitivamente.
Obviamente no creía nada de lo que le había dicho.

—Bueno, debo estar muriéndome porque no voy a ir maldita sea.


—Caminó a lo largo de la habitación y lo empujó por la puerta—. Así que
déjame sola —dijo, cerrando la puerta en su rostro.

Bryna suspiró con alivio. Y escribió un mensaje a Jude, dejándole saber


que estaría ahí en una hora. Después de esperar a que Pace dejara la casa,
se deslizó en un brillante vestido dorando y unos botines negros, y luego
desapareció de la casa.
Jude quería que su primera cita publica fuera una sorpresa.

Bryna supuso que sería en un lugar elegante, de preferencia un lujoso


restaurante caro en West Hollywood. Cuando él se estacionó fuera de Aim,
su corazón comenzó a martillar salvajemente en su pecho. Definitivamente
no había esperado que eligiera un lugar donde se podría encontrar con
Gates mientras estuvieran juntos. No podía ser vista por nadie que la pudiera
reconocer, no mientras había mentido acerca de estar enferma para
perderse el juego.

Por suerte, Gates estaba fuera de Los Ángeles, en gira promocional de


Carretera Destrozada, y todos los amigos que podrían haber estado
también en Aim estaban actualmente en el juego de fútbol que ella se
estaba saltando. Le inquietaba estar en su propio terreno, pero la proba-
bilidad de que alguien pudiera reconocerla era escasa. Al menos eso
esperaba.

Jude dejó su Jaguar para que lo estacionarán y la ayudó a salir del


asiento de pasajero. Luego, caminaron al restaurante. Mientras Jude
hablaba con la anfitriona, Bryna cautelosamente inspeccionó la habitación
en busca de alguien que conociera.

El restaurante era pequeño e íntimo al frente, con una habitación


trasera para fiestas grandes. Estaba decorado con un diseño moderno y
techos altos, lujosas cabinas acolchadas blancas y decoraciones minima-
listas. Por lo que podía decir, no reconocía a nadie. De todas formas había
pasado un tiempo desde que había estado ahí. Tal vez la suerte estaba con
ella.

—Por este camino —dijo la anfitriona, dirigiéndolos a una cabina en la


parte trasera.

Bryna tomó asiento de frente a la habitación, para poder ver si alguien


que conociera entraba por la puerta. No le importaba ser vista con Jude
mientras que él no descubriera cuántos años tenía y eso no interfiriera con
las porristas. Cualquiera de las dos cosas podría ser potencialmente
catastróficas.

—¿Bri?
—¿Sí? —preguntó, saliendo de su trance.

—Pareces distraída —dijo Jude. Su mano descansó cómodamente en


su cintura, trayéndola de regreso a la realidad—. ¿Está todo bien?

Asintió confiadamente. No podía dejarle saber cuán fuera de su


elemento estaba en ese momento.

—Por supuesto. Solo no estaba esperando que fuera en Aim.

—¿Has estado aquí antes? —Sonaba sorprendido.

—He estado en todos lados en Los Ángeles —dijo misteriosamente.

Él arqueó una ceja.

—Eso es ser esquiva si no me equivoco.

Agitó las pestañas y le lanzó una mirada astuta.

—No sonó como yo para nada.

Él rio y miró el menú. Ella hizo lo mismo y suspiró suavemente con alivio
de que él no hubiera insistido en el asunto.

Cuando el mesero llegó a pedir su orden, Jude pido una botella de vino
tinto junto con su comida, y luego fueron dejados a solas de nuevo.

—Me alegra que pudiéramos hacer esto esta noche —dijo Jude.

—A mí también.

—No había tenido citas en mucho tiempo Bri, pero realmente quiero
que esto funcione, y me gustaría llegar a conocerte mejor.

Una sonrisa iluminó su rostro. Él quería avanzar con su relación. Los


pendientes fueron el primer paso, después salir en una primera cita real, y
ahora esto.

Había sido divertido, el haber ocultado su identidad hasta ahora, pero


estaba curiosa sobre él. Aun no estaba lista para hablarle sobre Harmony.
Necesitaba estar segura de su relación antes de dejarle saber que iba en
preparatoria… o que solo tenía diecisiete años.
Pequeños detalles menores para después.

—Así que, podemos empezar despacio y luego descubrir cómo van las
cosas en el camino —sugirió.

—Creo que me gustaría eso.

—Pienso que esto puede ser el inicio de ir lento —dijo con un guiño.
Sacó del bolsillo de su chaqueta una caja plana y cuadrada de Tiffany’s y
la deslizó a lo largo de la mesa.

Bryna lentamente se estiró y tomó la caja en su mano. ¿Esto es ir lento?

—Si Tiffany’s y Cartier es ir lento. ¿Qué sería ir rápido? ¿Un jet privado y
un fin de semana en San Bartolomé?

Él se rio entre dientes y le hizo señas para que la abriera.

—Me gusta dar regalos y dado que obviamente amaste los pendientes
que te di —su mano fue a los pendientes de diamantes en sus orejas—,
quería darte algo que combinara.

Bryna quitó el listón blanco de la caja y levantó la tapa. Dentro estaba


un delgado brazalete con diamantes incrustados. Era perfecto y elegante.
Lo deslizó en su muñeca y se quedó viendo la forma en que brillaba y relucía
con la luz. Completamente clásico y atemporal, podía usarlo con cualquier
cosa.

—Me encanta.

—Bien. —Jude se inclinó sobre la mesa y tomo su mano con las suyas.
Gentilmente pasó su pulgar por su muñeca en donde el brazalete
descansaba, observando todos los diamantes que brillaban en la joya que
le había dado.

Poco tiempo después, su comida llegó. Comieron mientras platicaban


sobre su amor compartido por los autos deportivos y el fútbol universitario.
Bryna no le dijo por qué amaba tanto la Estatal de Las Vegas o que nunca
había estado ahí, pero eso no la detuvo de molestarlo sobre el hecho de
que él se había graduado en su mayor rival, la Universidad del Sur de
California.
Después de que se terminaron su botella de vino, Jude pago la cuenta
y se dirigieron hacia la puerta para regresar a su casa.

Una mujer la llamo desde una mesa cercana a la puerta.

— ¡Bri!

Bryna se detuvo y se volteó a ver a la mujer. Pidiendo en silencio que


no fuera nadie de Harmony. Eso habría sido una jodida cosa difícil explicar.
Cuando consiguió un vistazo a la persona, se dio cuenta de que no
reconocía a la extraña para nada. ¿Cómo demonios me conoce esta
persona?

—¡Hola! —dijo Bryna con falso entusiasmo.

La mujer se puso de pie y le dio un abrazo. —

No te había visto en una eternidad.

—Sí, he estado muy ocupada.

—Escuché que tú y… —Se detuvo, miró hacia Jude, y luego mordió su


labio—. Bueno, ya veo que seguiste adelante.

Bryna se encogió de hombros sin comprometerse. Así que esta mujer la


conocía debido a Gates. Al menos se había detenido antes de decir su
nombre. ¿Cuántos Gates había en la ciudad?

—Como sea, es bueno volver a verte. La próxima vez que salgas,


pásate por el club. —Deslizó una tarjeta de presentación en la mano de
Bryna—. Trae a tu nuevo novio también. Estoy segura de que Max te pondrá
en la lista.

Max era un amigo promotor de Bryna que le conseguía entrada en


todos los clubes de moda. Bryna dirigió la mirada a la tarjeta de la mujer.
Dee Zion. No la reconoció. Debe ser solo una promotora de clubes. ¡Fiu!

—Lo haré Dee. Gracias —dijo Bryna antes de dejarla atrás.

Jude la miró interrogativamente mientras esperaban que les trajeran el


auto.
—¿Quién era?

—Honestamente, no tengo idea.

—Claramente te conocía.

Bryna se encogió de hombros.

—Eso pasa a veces.

Él entrecerró sus ojos y pareció inspeccionarla.

—Sabes, cuando nos conocimos pensé que me resultabas familiar.

—También me pasa mucho eso.

—No eres una modelo o actriz caliente sobre la que debería saber y
que me hará sentir estúpido por no reconocerla antes, ¿verdad?

—¿Por qué? ¿Por qué uso zapatos bonitos y siempre cargo mi


pasaporte? —se burló.

—Oh, joder. Lo eres, ¿verdad?

En realidad lucía un poco asustado un segundo antes de que ella


rompiera a reír.

—No. No soy una modelo o actriz. Solo soy yo, y eso es suficientemente
bueno para atraer la atención.

—Lo suficientemente buena para mí también —dijo él, abriendo la


puerta del auto cuando llegó a ellos y ayudándola a entrar.
13

—S
í, señora Mathison. Entiendo completamente la
cantidad de trabajo que llevará dirigir el Evento
Benéfico Rosa para Harmony. Pero también sé que soy
exactamente la chica para el trabajo.

—Te creo, Bryna —dijo la señora Mathison, reclinándose en la silla de su


escritorio—. Solo quería estar segura. Sé que tu agenda extracurricular ya
está llena, y el Evento Benéfico Rosa es el evento filantrópico más grande el
año.

Bryna sonreía dulcemente mientras descruzaba y cruzaba las piernas.

—Siempre estoy dispuesta a asumir más para seguir con mi contribución


benéfica. Difícilmente lo consideraría un trabajo, en absoluto.

Dirigir la mayor beneficencia del año se vería estelar en sus solicitudes


universitarias, y quería asegurarse que todo estuviera en su sitio para ella. Por
no mencionar que ayudaría con su oferta hacia la sociedad. ¡Esa era la
posición más codiciada en la Preparatoria Harmony!

—Bueno, tendré que mirar las solicitudes restantes, por supuesto. —La
señora Mathison bajó la mirada a la gran pila sobre su escritorio, y luego miró
otra vez a Bryna—. Pero estoy segura de que eres perfecta. Nuestra
distinguida ex alumna, Felicity Rose, estará dirigiendo el comité este año. Le
enviaré tu solicitud, y ella te contactará hacia el descanso.

—Muchas gracias. —Bryna se levantó y estrechó la mano de su


profesora.

—No, gracias a ti por todo tu arduo trabajo.

Sonrió radiante y luego salió de la habitación. Avery y Tara estaban


sentadas en el pasillo al lado de otra porrista, Jemma.
—Me alegra que todo esté aclarado —dijo Bryna, sujetándose las
manos en la espalda—. La señora Mathison me escogió para dirigir el Evento
Benéfico Rosa. Un sueño hecho realidad.

—Oh, Dios mío —chilló Avery.

—Eso es maravilloso —dijo Tara.

—¿Cómo pudo haberte elegido ya? —preguntó Jemma—. Las


solicitudes fueron programadas ayer. La primera ronda de entrevistas se
supone que sea esta tarde.

Bryna se encogió de hombros.

—No es mi problema. De todas maneras, no te preocupes. Guardaré


lugares para que todas sean mis asistentes.

Pasó junto a las chicas sin pensarlo dos veces. Era la reina. Por supuesto
que iba a presidir el comité. Pensar que alguien más realmente tenía una
oportunidad era irrisorio.

Se dirigió a la sala de las animadoras para practicar después de la


escuela. Las otras chicas no llegarían allí hasta después que hablaran con la
señora Mathison, lo que le daría tiempo a Bryna para hablar con la
entrenadora Baker.

Bryna tocó la puerta de la oficina de la entrenadora de las porristas.

—¿Quería verme?

—Sí, Bryna. ¿Cómo estuvo tu entrevista con la señora Mathison?

—Conseguí el puesto principal para el Evento Benéfico Rosa —dijo con


orgullo.

—Es bueno escucharlo. —La entrenadora Baker se pasó la mano a


través de su corte bob rubio y sonrió—. Solo quería discutir algo contigo que
me llamó la atención el fin de semana pasado. Por favor, toma asiento.

Bryna no estaba segura acerca de qué se trataba esto, pero por la


mirada en el rostro de su entrenadora, no iba a gustarle. Se dejó caer frente
a la entrenadora Baker y esperó.
»Fue desafortunado que te hubieras perdido el juego el pasado fin de
semana. Sin embargo, escuché recientemente que no estuviste ausente por
enfermedad, y quería ver lo que tenías que decir al respecto. —La
entrenadora Baker se movió de manera incómoda. Era una mujer pequeña
que realmente cuidaba de las chicas que animaban para ella. Probable-
mente odiaba tener esta conversación más que Bryna.

Las cejas de Bryna se alzaron.

—¿Lo que tengo que decir? Estuve en cama toda la noche y apenas
me podía mover.

La entrenadora Baker suspiró.

—Quiero creerte, Bryna. Me dijeron que no estuviste en casa en toda la


noche, y que, de hecho, estuviste, afuera en una cita.

—¿Qué? —jadeó—. ¿Quién dijo eso?

—Tu hermano —dijo en tono de excusa—. Dijo que no estabas en casa


cuando llegó. No lo he confirmado con tus padres porque primero quería
hablar contigo.

Bryna tragó su ira al rojo vivo.

—Pace es mi hermanastro. Mi padre estará filmando en Nueva Zelanda


hasta navidad, y mi madre probablemente esté afuera, en algún lugar,
drogada y durmiendo con alguno de sus cabañeros de veinti-algo. Siéntase
libre de verificar con ellos, pero ninguno estuvo en casa. Ni estuvo Pace, y
por primera vez, nunca vino a mi habitación.

La entrenadora Baker se movió con incomodidad.

—¿Qué hay de tu madrastra?

—No la vi en toda la noche. —Aquí vino la teatralidad. Bryna se puso


una mano sobre la boca y tragó como si estuviera evitando llorar. Inhaló
pesadamente, negó con la cabeza, y entonces apartó la mirada. No podía
creer que esto le estuviera sucediendo—. No sabe cómo es en casa en estos
momentos, entrenadora Baker. Estaba enferma en mi habitación, sola. Pace
está lanzando acusaciones locas. Ya no tengo una figura paterna en casa.
La admiro mucho, entrenadora Baker, y saber que usted pueda creer eso
de mí solo lo empeora.

—Bryna, lo siento. Sé que las cosas han estado rudas con tu vida
hogareña últimamente. Has sido muy consistente todos estos años, y esta
fue solo una falta de una vez, así que dejaremos todo entre nosotras. Solo
vayamos a practicar.

—Gracias, entrenadora Baker —dijo Bryna, limpiándose los ojos—.


¿Puedo tener solo un minuto antes de salir?

—Por supuesto.

La entrenadora Baker salió de su oficina para escuchar al resto del


equipo, y Bryna sacó su teléfono celular. Dejando la teatralidad, dejó que
su temperamento tomara el control. ¡Cómo se atreve Pace a delatarme con
mi entrenadora! No lo toleraría. Él no podía salirse con la suya. Esperaba que
supiera que se había pasado porque, de ahora en adelante, esto no sería
diversión y juegos. Le había arruinado su vida, e iba a pagar.

Le envió un mensaje de texto a Pace.

El juego comenzó.

Bryna salió de la práctica a toda prisa. Quería llegar a casa y


prepararse para el inevitable enfrentamiento con Pace una vez que él
llegara de la práctica de fútbol.

En su camino de salida del edificio, le dijo a Avery y a Tara cómo Pace


le había mentido a su entrenadora. No podían creer que mintiera, y mucho
menos que cayera a ese nivel, pero se alegraban de que nada malo
hubiera salido de ello. Ella desearía tener a alguien en quien confiar respecto
a Jude, pero no podía contarle a las chicas que en realidad no había estado
enferma.

De camino a casa, su teléfono comenzó a sonar. Le echó una ojeada


a la pantalla. Gates. Suspiró. Esto se había tardado mucho en llegar. Hizo
clic en el botón del Bluetooth.

—Tienes un minuto antes de que cuelgue —respondió.

—Lo siento. Te extraño. Quiero hacer las paces contigo.

Bryna puso los ojos en blanco.

—¿Y cómo se siente Chloe al respecto?

—Chloe y yo ni siquiera estamos juntos, Bri.

—¿No son pareja o no están follando?

—Bryna —suspiró—. Vamos. Estoy haciendo un esfuerzo aquí.

—Evadir la pregunta no es hacer un esfuerzo —respondió. Todavía


estaba molesta por aquello en lo que se había metido esa noche con Chloe
y Gates. Él no debería haberla sorprendido con eso.

—No estamos juntos, y tampoco estamos follando. ¿Está bien?

—Bien.

—Tú y yo somos los únicos en la vida del otro que conocemos a la


verdadera persona detrás de la máscara. Estuviste allí para mí antes de que
mi carrera de actuación explotara. Todos los demás ven las películas, y tú
ves al imbécil con el que accediste a salir aunque era un don nadie.

Bryna se rio, a pesar de sí misma.

—Nunca habría salido con un don nadie. Sabía que serías grandioso.

—¿Qué sería grandioso? —preguntó, riéndose.

—¡No estamos hablando de tu polla, Gates!


—Bien. Bien. Solo estoy tratando de hacer esto bien. Estaré fuera la
mayor parte de las Vacaciones de Navidad, pero en realidad tengo una
aparición programada para año nuevo en Los Ángeles. Si no estás viendo a
nadie más, ¿podrías ser mi cita?

Ella no sabía sus planes para Navidad ni Año Nuevo. Se suponía que su
papá estaría en la ciudad, hasta donde le había dicho, y generalmente ella
dejaba todo para pasar tanto tiempo con él como fuera posible. Además,
no sabía si para finales del mes tendría organizada una cita caliente de Año
Nuevo con Jude.

—No lo sé. Si nada más sale, cuenta conmigo entonces. Pero solo como
amiga, Gates.

—Suena como un voto de confianza, B. Te invito al hotel Chateau


Marmont para un Año Nuevo Exclusivo de Lujo y dices que solo si no
encuentras una mejor oferta.

El ritmo cardíaco de Bryna repuntó por la emoción.

—¿El Chateau Marmont? Estás en ascenso, ¿cierto?

—Di que irás conmigo.

—Me atengo a mi respuesta.

Gates se rio.

—Si no te conociera, creería que estás viendo a alguien más.

—¿Qué se supone que significa eso? —exigió.

—Te conozco, y no estarías interesada en un heredero de fondo


fiduciario de Harmony o Covenant. Y con tu agenda extracurricular, ¿dónde
encontrarías el tiempo para encontrar a alguien nuevo que pudiera
competir conmigo?

Bryna negó con la cabeza con incredulidad. Había sido una


conversación relativamente placentera, hasta ese comentario. Ahora, la
rabia que se había disuelto momentáneamente, estaba asomando su
horrible cabeza de nuevo.
—Tienes razón. ¿Cómo alguien podría competir alguna vez con el ex
novio al que boté por mentirme respecto a dormir con su coprotagonista?
De hecho, tal vez simplemente deberías invitar a Chloe a la fiesta de Año
Nuevo.

—Ah, así que hay alguien.

—Deja de intentar fisgonear —espetó.

Gates se rio ligeramente.

—No estoy fisgoneando. Tengo que volver. Espero verte en Año Nuevo,
Bri.

—Adiós, Gates. —Colgó el teléfono con alivio.

Sentía que estaba caminando sobre la cuerda floja. Cada paso hacia
adelante la dejaba tambaleándose y en una posición más precaria que el
paso anterior, pero ahora no podía darse la vuelta. Todo lo que podía hacer
era seguir caminando por la inestable cuerda y esperar pasar al otro lado
sin caer y romperse el cuello.
14

—E
ntonces, B —dijo Pace, apoyándose en la pared al lado
del casillero de Bryna—, ¿vas a la fiesta en casa de
Jemma este fin de semana? Sus padres están fuera de
la ciudad. —Meneó las cejas de arriba abajo.

Le tomó toda la fuerza de su ser no lanzarle la puerta del casillero en su


presumido rostro. Pace nunca había respondido a su mensaje de texto
amenazante a principios de la semana respecto a interferir con la
entrenadora Baker. Se quedó esperando otra traición, y todo lo que quería
hacer era envolver las manos alrededor de su cuello y estrangularlo. Excepto
que él podría disfrutarlo. ¡Asqueroso!

—¿No es suficiente que me acoses en casa, Pace? —Metió los libros en


su bolso.

—Apenas.

Bryna arrugó la nariz y cerró de golpe el casillero.

»Entonces, ¿la fiesta de Jemma? —preguntó de nuevo.

—No —escupió—. No voy a ir a la fiesta de Jemma. Tengo mejores


cosas que hacer.

Bryna comenzó a caminar hacia el pasillo, pero Pace se puso a caminar


a su lado.

—¿Cuáles cosas mejores? ¿Además de tu extraño misterioso otra vez?


¿Vas a decirme quién es? Sé que no es Gates, ya que está fuera de la
ciudad.

—No sé de qué estás hablando —dijo Bryna.


¿Por qué Pace tiene que agarrarse de esa única cosa? No podía dejar
que descubriera lo de Jude. Ese era su secreto a guardar, y no quería que
Pace tuviera ninguna ventaja sobre ella. Claramente, él quería arruinarle la
vida, y ella se estremeció al pensar qué haría si lo descubriera.

»¿No tienes clases al otro extremo del campus?

—Sí —concordó y luego volvió directamente al otro tema—. Lo


deberías traer a la fiesta de Jemma, así todos lo podemos conocer.

Ella se detuvo y lo fulminó con la mirada.

—No voy a ir a casa de Jemma, e incluso si fuera, lo haría sola.

—¿Porque tu cita es demasiado buena para una fiesta de Harmony?

—Realmente estás molestando hoy, Pace.

Ella negó con la cabeza y juró que no lo dejaría meterse bajo su piel.
Solo porque le hubiera dicho a la entrenadora Baker que había salido en
una cita, no quería decir que lo supiera en realidad. ¿Cómo podría saberlo,
cuando estaba en el juego de fútbol y la única persona que me reconoció
fue solo una promotora sin importancia del club?

Pace sonrió con la sonrisa llena de dientes que hacía erizar su piel.

—Voy a descubrir quién es, Bri.

—Me alegro por ti. Ahora, adiós. —Le dijo adiós con los dedos y luego
caminó hacia inglés, su última clase del día.

Dando zancadas hasta la parte de atrás del salón, tomó su puesto entre
Avery y Tara. Avery inmediatamente se inclinó hacia ella y comenzó a
parlotear sobre algo que había pasado en su última clase. Bryna no podía
concentrarse en ese momento en su tontería.

Pace tenía que quedarse fuera de sus asuntos, y ella tenía que
comenzar a evitarlo a toda costa. Si bien su hermanastro idiota era basura
del Valle, a ella no le extrañaría que recurriera a cualquier cosa para
descubrir a quién estaba viendo. Y si lo descubría, revelaría su secreto, y no
podía arriesgarse a que Jude descubriera que estaba en la preparatoria. Al
menos, no todavía. Tendría que socavar a Pace antes de que pudiera saber
algo.

—Tierra a la abeja reina —dijo Tara.

—¿Qué? —preguntó Bryna. Sacudió la cabeza y se volvió hacia su


amiga. ¿Qué estaba preguntando?

—Últimamente has estado ausente.

Bryna encogió los hombros.

—Estaba tramando una venganza.

—¡Tramando venganzas! Cuenta con nosotras —chilló Avery.

—Llamaré refuerzos si es necesario, pero por ahora, lo tengo cubierto.


—Al menos lo estaría cuando descubriera cómo acabar con Pace. El
bastardo se daría cuenta de que ella no era alguien con quien meterse.

—Bueno, solo estábamos preguntando sobre la fiesta de Jemma —dijo


Tara.

—Sí. ¿Querrías coordinarlo, así llegamos juntas?

—¿Perdón? —Bryna arqueó una ceja.

Avery y Tara intercambiaron miradas dudosas.

—Sin lugar a dudas, puedes llegar tarde, Bri. No queremos imponernos.


Te dejaremos saber lo que estemos vistiendo, así puedes hacer una gran
entrada —dijo Tara rápidamente. Se mordió la uña del pulgar y se volvió
hacia Avery por refuerzos.

—Incluso mejor —dijo Avery—, ¡podemos descubrir lo que Jemma esté


usando!

—¡Planear nuestro propio sabotaje!

—Chicas —dijo Bryna, sosteniendo una mano en alto—, no voy a ir a la


fiesta de Jemma.

—¿No? —preguntaron al unísono.


—No.

—Pero sus padres están fuera de la ciudad. Escuché que incluso invitó
a chicos de Covenant —le dijo Avery.

Covenant era otra escuela privada local. Se rumoraba que tenía los
chicos más calientes, y todas las chicas de Harmony acudían hacia ellos en
masa para averiguar si era verdad. Bryna siempre pensó que el rumor había
sido propagado por gente que no podía entrar a Harmony.

—¿Quién necesita a Covenant cuando tengo a todo Los Ángeles para


mí?

Avery y Tara compartieron una mirada confusa, y Bryna suspiró


dramáticamente.

»Max me metió en la lista de un nuevo club completamente exclusivo.


Es tan extravagante que ni siquiera tiene un nombre en estos momentos.
Todo el mundo lo está llamando simplemente X.

—¿X? —preguntó Tara.

—¿Cómo éxtasis? —supuso Avery.

Bryna se rio.

—Esperemos que sea solo la ronda de calentamiento.

Ambas chicas se rieron.

—Realmente eres la reina, Bri —aduló Avery. Tara asintió con


entusiasmo.

—Lo sé. —Sonrió con aprobación hacia sus dos súbditas.

Su profesor de inglés inició la lectura, y Bryna sacó su teléfono. Escribió


un mensaje de texto para poner en movimiento su plan.

Max, ponme en la lista de X para la noche del sábado.


15

—H
as planificado todo, ¿verdad? —preguntó Pace,
irrumpiendo en su habitación.

—Eso es. Voy a instalar un cerrojo de seguridad


en la puerta de mi habitación. ¡Ni siquiera sé cómo atravesaste esa
cerradura! —gritó Bryna.

Pace sacó una tarjeta de crédito.

—¿No le enseñan nada a los niños ricos mimados?

—Claramente no —dijo sarcásticamente—. Ahora, salte a la mierda de


mi habitación.

—¿Crees que todo esto es un juego? ¿Es eso lo que significaba tu jodido
texto? —demandó.

—Oh, entonces lo leíste.

Ella se cruzó de brazos y hundió su cadera. Al menos finalmente estaba


llegando a él. Incluso si ella no podía mantenerlo fuera de su maldita
habitación.

—No me jodas, Bri. Mi mamá está abajo ahora mismo. Acaba de


decirme que no me ha visto lo suficiente, y de repente, se supone que los
gemelos y yo tendremos una noche familiar. —Pace acusativamente miró
fijamente a Bryna.

Bryna se encogió de hombros inocentemente.

—No puedo ayudarte con lo que tu mamá quiere que hagas.

—Y todo sucede en la misma noche que la fiesta más grande del año.
¡No es una maldita coincidencia!
La sonrisa de ella solo se amplió.

—Las coincidencias ocurren todo el tiempo, Pace.

—¿Es esto solo un intento patético de vengarte de mí por hablar con tu


entrenadora? —demandó. Parecía listo para perder los estribos—. ¿O
simplemente estás enojada porque ya no eres la reina de Harmony?

—Si no soy la reina, ¿por qué me estoy yendo a X mientras te quedas


aquí para jugar juegos de mesa? —preguntó con una sonrisa triunfante.

—¿Crees que vas a salir de esta casa e ir a una loca fiesta mientras
estoy atrapado aquí? —Pace se cruzó de brazos y se interpuso en su camino.
Una excavadora podría haber sido menos formidable—. Joder, no.

—Eso es lindo. —Ella agitó sus dedos hacia él, tratando de permanecer
desconcertada—. Pero no soy parte de la reunión familiar que hayas
planeado para esta noche. En lo que a mí respecta, eres una especie de
enredadera que vive en mi casa, así que aléjate de mi camino.

—¿O qué? —preguntó.

—O si no, gritaré. Trata de explicar eso. —Ella le envió una mirada


furiosa.

Él le devolvió la mirada, pero luego se apartó del camino.

—Voy a joderte por esto.

—Lo que sea, Pace.

Bryna salió de su habitación y bajó por la escalera gigante. Su


madrastra estaba parada al pie de las escaleras. Ella sonrió y saludó a Bryna
con la mano.

—Bryna, cariño, ¿has visto a dónde se fue Pace? Se suponía que debía
agarrar un suéter y luego ir directo hacia abajo. Los gemelos simplemente
eligieron una película.

—Sí. Está en mi habitación, masturbándose.

Celia se sobresaltó ante la grosera palabra.


—Él... ¿qué?

—Tendrás que ver por ti misma.

—Lo veré en un minuto —dijo con incertidumbre.

Celia se centró en Bryna. Inspeccionó a Bryna de arriba hacia abajo


con su apretado vestido rojo sin tirantes y sus botas de tacón de un kilómetro
de alto. Su largo cabello rubio estaba tirado sobre un hombro, y su
maquillaje era oscuro, ahumado y seductor. Ella era todo sexo andante.

»No te ves como si estuvieras en una noche de familia con ese atuendo.
—Celia pareció querer decir "jovencita" al final de la oración, pero de
alguna manera logró contenerse.

—Eso es porque no lo estoy —dijo Bryna, agarrando su chaqueta de


cuero negro de un gancho y pasando rozando su madrastra.

—Sé que no siempre te gusta lo que tengo que decir, Bryna, pero creo
que, si sales con ese atuendo, les darás a los chicos una idea equivocada.

Bryna suspiró y luego miró a su madrastra con simpatía falsa.

—En primer lugar, no estoy atrayendo chicos, y segundo, creo que les
estoy dando exactamente la idea correcta.

Ella abrió bruscamente la puerta de entrada y dejó a su madrastra allí


de pie en estado de shock. Estaba segura de que Celia quería decir algo
más, pero afortunadamente Bryna la había dejado estupefacta. No
necesitaba saber más sobre qué tipo de chicos atraería su cuerpo. Ella ya lo
sabía, y su madrastra era una idiota si creía que Bryna aún no sabía qué
hacer con su cuerpo.

Una limosina la esperaba en el círculo privado frente a la mansión de


sus padres. Cuando entró, Avery y Tara ya estaban en la limosina.

Ambas jadearon cuando la vieron.

—¡Te ves tan jodidamente caliente! —chilló Avery.

—En serio, ningún hombre podrá resistirte —estuvo de acuerdo Tara.


—Solo desearía saber quién era el tipo que te ha alejado —dijo
emocionada Avery. Le dio un codazo en el costado a Bryna e intercambió
una mirada ansiosa con Tara.

—Sí, hemos estado esperando que lo digas —dijo Tara.

—¿Qué? —preguntó Bryna, alcanzando el champán para cubrir su


sorpresa.

No le había dicho a nadie que estaba viendo a alguien nuevo. Desde


que ella y Gates se separaron oficialmente, había estado jugando a la vida
de soltera en la escuela, por lo que nadie sospecharía. De alguna manera,
el rumor volaba de todos modos. Sospechaba de la traición de Pace.

—Oh vamos. Sabemos que estás saliendo con alguien. ¿Quién es?
—preguntó Avery—. ¿Es un tipo Covenant? ¿Es por eso que estamos
evitando la fiesta de Jemma? ¿Todavía no estás lista para que los vean
juntos?

Bryna tomó un sorbo de champán y dejó que las burbujas enfriaran su


temperamento. Necesitaba aplastar estos rumores y rápido.

—No vamos a la fiesta porque Max nos puso en la lista en X. Ni siquiera


sé por qué tengo que explicar esto. Además, nunca me rebajaría a un tipo
de Covenant. No me insultes.

—No vamos…

—Eso no es lo que nosotras…

—Guárdatelo —dijo Bri, levantando su mano—. Brindemos por X y la


dulce, dulce venganza esta noche.

Las chicas chocaron sus copas y luego tomaron sus bebidas. En el


momento en que atravesaron el tráfico, ya estaban metidas en su segunda
botella de champán y sintiéndola circular. Salieron de la limosina frente a un
edificio de bloques de concreto. Para cualquier otra persona que pasaba,
parecía un almacén, pero Bryna sabía que era el escandaloso club
nocturno X. Los mejores lugares de la ciudad no tenían carteles ni
publicidad. X no era una excepción. Solo el grupo más popular y selecto
sabía que este lugar existía.

Bryna y sus amigas se acercaron al hombre con el portapapeles en la


puerta y fueron trasladadas dentro en unos segundos. En silencio, ella le
agradeció a Max por incluirlas en la lista.

La habitación estaba oscura con una luz roja que brillaba a través de
cortinas transparentes. Hermosas chicas con lencería roja y negra bailaban
sobre pedestales. Un ritmo hip-hop sonaba con fuerza en el fondo. Las
parejas ya se besaban en la pista de baile o se acariciaban en los rincones
más oscuros. Era obsceno y atractivo y todo lo que ella quería en un solo
lugar. No era tan sofisticado como Allure y no tan de preparatoria como
Luxe.

Las chicas fueron acompañadas a un puesto con servicio de botellas.


Un conjunto de cortinas las separaba de algunos hombres de negocios
calientes. Avery ya estaba mirando a uno de ellos a través del divisor. El
hombre se deslizó entre las cortinas y le pidió que bailara mientras Bryna
abría otra botella de Dom.

Un hombre hermoso miró en su dirección, y ella supo sin siquiera


ofrecerle una sonrisa que vendría. Esta noche era para el placer, y aunque
era innegablemente atractivo, no quería consentir demasiado. Tomaría su
exceso con alcohol y drogas, no con sus otros vicios. Ella y Jude no habían
trazado ninguna línea de exclusividad, pero no quería arriesgar la posibilidad
por follar con otro tipo.

—¿Bailas? —preguntó el hombre, asintiendo con la cabeza hacia la


pista donde Avery acababa de desaparecer.

Bryna consideró su oferta. Se prometió a sí misma que tendría cuidado.


Bailar no causaría ningún daño. No tenía intención de ir más allá. Además,
no podía salir al club nocturno más popular y no perderse en la música por
un tiempo. Solo era joven una vez.

—Por supuesto. ¿Por qué no? —Le dedicó una irresistible sonrisa y luego
se bebió la copa de champán.
Él agarró su mano y la alejó de la cabina. Tara la siguió poco después
con otro tipo de una mesa cercana. Bailaron a través de tres canciones al
lado de Avery y Tara. Entonces, Bryna se fue a buscar otro trago. Agarró su
teléfono mientras se servía una copa de champán. Se detuvo con la bebida
en la mitad de los labios cuando se dio cuenta de que se había perdido dos
llamadas de Jude.

—¡Joder!

No iba a poder escuchar ni una maldita cosa en el club. Rechazando


la bebida, encontró un lugar tranquilo y lo llamó.

—Hola, Bri.

—¡Hola! —llamó por encima del ruido—. Lo siento, no te escuché. ¿Qué


pasa?

—Volví a la ciudad, y ya, mi vuelo se retrasó hasta la mañana debido


al horrible clima de la costa este, lo que significa que estoy libre para pasar
la noche. Me gustaría pasarla contigo.

Bryna pensó qué hacer. No había forma de que Avery y Tara supieran
que Jude era el tipo que había estado viendo, y simplemente no podía
presentarle a Jude a sus amigas de la preparatoria. Ambas cosas tendrían
que terminar en un desastre. Sin embargo, no podía abandonar
exactamente a Avery y Tara después de exaltar a X toda la semana.
Sospecharían por qué se iba, y luego pensarían que realmente se estaba
yendo a toda prisa para ver a su misterioso novio.

Se mordió el labio y trató de encontrar una solución al rompecabezas.


Necesitaba encontrar la manera de hacer que todo esto funcionara sin
quedar atrapada en el fuego cruzado.

Una idea estalló en su cabeza, y sonrió diabólicamente.

—¿Quieres jugar a algo?

Él se rio entre dientes seductoramente.

—Estoy escuchando.
—Cuando colguemos, te enviaré un mensaje de texto con la dirección
del club nocturno donde estoy, y me aseguraré de que tu nombre esté en
la lista. De repente, he olvidado quién eres. Entonces, ven a buscar a una
rubia caliente con un vestido rojo y sedúcela. Podría irse a casa contigo, si
tienes suerte.
16

U
nos minutos más tarde, Jude tenía la dirección de X, y su nombre
estaba en la lista. Bryna se ocupó de bailar, cambiando de
pareja para evitar que un tipo monopolizara su tiempo. Estaba
mareada y nerviosa al mismo tiempo.

Jude venía aquí.

No podía reprimir el aleteo en su estómago ante la posibilidad de verlo


de tal manera. Sin mencionar los nervios sabiendo que podría ser atrapada
con él, sabiendo que cualquier cosa podría salir mal. Era peligroso y, por lo
tanto, increíblemente tentador.

En un momento mientras estaban en la pista de baile, Tara


desapareció. Avery alegó que Tara solo tenía que usar el baño, pero el
chico con el que había estado también se había ido. Le llevó veinte minutos
aparecer, y se veía desaliñada y presumida. Bryna solo se rio de la pobre
excusa de su amiga y movió sus caderas al compás de la música.

Acababa de empezar otro baile con el hombre de negocios de al lado


de su cabina cuando sintió ojos sobre ella. Era inexplicable con cientos de
personas en la habitación, pero allí estaba. Alguien la estaba observando.
Sonrió como si estuviera en exhibición y comenzó a moverse contra el
extraño.

El sentimiento se hizo más fuerte, pero Jude nunca apareció. Ella se dio
la vuelta y lanzó sus brazos alrededor del tipo delante de ella. Sus ojos
examinaron la oscura habitación para tratar de averiguar dónde podía
estar escondido. No sabía por qué él la estaba mirando cuando podía estar
participando.

Bueno, tendría que pelear sucio para conseguir que él jugara. Bryna
deslizó su mano por el cuello del tipo, por su pecho, y por la cintura de sus
pantalones. Giraba sus caderas en círculos lentos mientras lo enfrentaba a
distancia una vez más. Se apoyó en su contra y rodó su cuerpo hacia atrás
contra el suyo. Él se apoderó de sus caderas con fuerza en sus manos. Su
cabeza cayó y le acarició el cuello. Ella le siguió la corriente, inclinando la
cabeza hacia atrás y cerrando los ojos.

Entonces, él dio un paso más allá y comenzó a besar su piel sensible.


Antes de que ella pudiera reaccionar al cambio, la apartaron, lejos del tipo,
y labios cubrían los suyos. Esos labios que más que definitivamente
reconoció.

Su corazón retumbaba al compás de la música, pero todo lo que podía


sentir era la necesidad de volver a Jude. Lo besó con avidez otra vez. Dios,
lo había extrañado. Solo había sido una semana, pero se había sentido
como para siempre.

Se olvidó por completo dónde estaba o qué hacía cuando el idiota


hombre de negocios decidió entrar.

—Oye amigo, estábamos bailando.

Jude se separó de ella, le dio al tipo la mejor mirada come mierda y


muere que había visto nunca, y luego la escoltó lejos. Ella ni siquiera discutió
o miró a sus amigas, que probablemente acababan de presenciar lo que
pasó.

Antes de que Bryna y Jude llegaran hasta el borde de la pista de baile,


sus labios volvieron a los suyos. Apenas podía respirar con todos los cuerpos
apretados con tanta fuerza a su alrededor.

—Creo que mi seducción pasó de cero a sesenta en


aproximadamente dos punto cuatro segundos —dijo.

—Bueno, al menos tienes buen gusto. Me encanta un Bugatti.

—Muy buen gusto —dijo, acercándola aún más—. Pero ¿quién dijo que
otros tipos podían besarte?

Bryna arqueó una ceja.

—Nadie me ha dicho lo contrario.


—Considéralo dicho.

Una emoción corrió a través de su cuerpo.

—No hay besos de nadie más entonces —aceptó. Una emoción corrió
a través de ella—. ¿Qué hay de tocar? —Corrió su mano por sus pantalones
y a lo largo de la longitud de su polla.

—Te voy a mostrar lo que se puede hacer con eso —gruñó.

Apretó la mano a su alrededor y sonrió.

—Muéstrame.

Él sonrió desafiante y la sacó de la pista de baile.

Ella señaló en la dirección opuesta mientras se movía cerca para hablar


con él.

—Tengo una cabina…

—Te estoy seduciendo, ¿recuerdas?

Le agarró el trasero y luego la apretó delante de él. Se alejaron de la


pista de baile principal y hasta un portero de pie vque igilaba un pasillo
oscuro. Jude le pasó al tipo un fajo de billetes y asintió con la cabeza. La
cuerda de terciopelo desapareció, y ella fue trasladada por el pasillo.

—¿Cómo supiste de esto? —susurró ella mientras cruzaba el umbral a


una habitación con luz roja.

Sofás bordeaban las paredes, y un diván circular reposaba contra la


pared de atrás. Parecía un club de sexo vacío. Había oído hablar de los
clubes que tienen estas habitaciones privadas en la ciudad. Nunca había
estado en una antes, pero Gates les había llamado calabozos. Algunos iban
a ver, y algunos iban a jugar. Este definitivamente se veía como uno de
juego.

—Trabajo.

Los ojos de Bryna se abrieron ante eso. No solía mostrar su sorpresa, pero
¿Jude acaba de admitir que está involucrado en los calabozos?
Él se rio suavemente por la sorpresa en su rostro y la besó.

»No yo en particular, pero tengo... compañeros de trabajo que se


involucran. Me ocupo de sus intereses.

—Bueno, como si eso no fuera tan impreciso como posiblemente sea


—dijo—. Suena como si fueras un proxeneta.

Él se rio.

—Algunos días, se siente así.

—Así que, ¿has estado aquí antes?

—Suficientes preguntas —exigió.

Ella cerró su boca y trató de deshacerse de todas las preguntas


ardientes que tenía para él. No era como si no tuviera secretos.

Él la acompañó hacia atrás hasta que sus botas tocaron el diván,


deslizó el dobladillo de su vestido, y sonrió con suficiencia cuando la
encontró sin bragas.

—¿Te gusta lo que ves? —susurró ella.

—Dije que no más preguntas —dijo con un brillo en sus ojos. Entonces,
la empujó bruscamente hacia el diván—. Recuéstate.

Ella hizo lo que ordenó y se quedó mirando al techo. Él empujó más sus
piernas hasta que se extendieron a su placer de disfrute. Su núcleo pulsando
en previsión. Dios, no podía esperar a su polla. Se quedaría despierta por la
noche, pensando en la forma en que la usó para llevarla al borde, e
inevitablemente, también se llevaría ahí.

Él cayó de rodillas ante ella, y ella se sentó en sorpresa. Él se lamió los


labios mientras la miraba fijamente a los ojos.

»Te dije, recuéstate —dijo con severidad.

Bryna cayó de nuevo en el cojín. Los labios de Jude empezaron donde


el borde de su bota cubría su rodilla, y luego besó su camino hasta su muslo
interior. Lanzó su lengua a lo largo de su clítoris, causando que todo su
cuerpo se sacudiera. Ella clavó sus dedos en el cojín mientras él fue a
trabajar, lentamente lamiendo y chupando.

Cerró los ojos y arqueó su espalda ante el repentino asalto. Su brazo la


obligó a bajar el cuerpo, y cuando la sujetó, usó su otra mano para insertar
dos dedos dentro de ella.

Si esta era su idea de seducción, ella era una causa perdida. No estaba
acostumbrada a estar completamente fuera de control, y su cuerpo ya le
rogaba que la dejara correrse.

Se burló de ella y siguió hasta que ella se retorcía contra él. Sus dedos
presionaron la piel lisa y húmeda, se curvaron dentro de ella, y rozaron
contra su pared interior. Se apretó hasta que pensó que iba a reventar antes
de llegar al clímax. Sus paredes se contrajeron alrededor de sus dedos
mientras él se escabullía. Se quedó jadeando.

Bryna empezó a cerrar las piernas, pero él las golpeó dos veces con los
dedos. Ella lo miró interrogativamente. Su cuerpo seguía pulsando, y apenas
podía concentrarse.

Giró su dedo formando un círculo en el aire.

»Date la vuelta.

Empezó a ponerse de pie, pero él agarró sus caderas con las manos y
la volteó con facilidad. Sus codos la sostuvieron mientras su culo desnudo
estaba en el aire para su placer visual.

»Mmm —gruñó. Le pasó el dedo desde su coño hasta su culo.

Su cuerpo seguía estando tan sensible, y el inesperado toque la


sacudió.

Se echó hacia atrás y apoyó su mano sobre su culo.

»Mmm. ¿Te gustó eso?

—Yo... —Aclaró su garganta—. No estoy segura.


Nunca había tenido ninguna acción en la puerta trasera. Había tenido
hombres tratando de convencerla, y aunque le había intrigado, nunca lo
había hecho.

—¿Te gustaría intentarlo? —preguntó él, deslizando su mano por su


espalda en un movimiento relajante.

Su cuerpo tembló levemente mientras él repetía el movimiento, el


lánguido movimiento que la hacía acostumbrarse a que él la tocara de
nuevo.

Su toque la hacía sentir bien, y si él le preguntaba, entonces


seguramente sabía lo que estaba haciendo. Ella confiaría en que él la haría
sentir cómoda.

—Sí —susurró.

—¿Mmm? —preguntó.

Presionó su dedo contra ella, y ella se tensó en respuesta.

—¿Estás segura?

Se estaba mojando mientras más tiempo descansaba de rodillas ante


él, permitiéndole tocar y tentar su cuerpo. Era todo lo que ella quería, pero
él estaba dispuesto a entregarse a ella.

—Haré lo que tú quieras —dijo, ofreciendo el control que él ya había


tomado.

—Creo que tendré que calentarte para eso —dijo.

El sonido de sus pantalones revoloteando hacia el suelo fue toda la


advertencia que se le dio antes de que su polla se enterrara profundamente
dentro de su coño. Jadeó mientras él la llenaba. La fuerza del movimiento
la empujó hacia adelante a través del diván, y su ya hipersensible cuerpo
respondió.

¿Es esta su idea de calentarme? Ella ya se había venido una vez.

Siguió empujando dentro de ella, y ella se balanceó precariamente a


cuatro patas. Su mente se volvió borrosa, y en ese momento, todo lo que
podía sentir era a Jude. Se estaba acercando, y Jude no se detuvo. Alcanzó
alrededor de su cuerpo y empezó a acariciar su clítoris. Ella se resistió a él,
pero él mantuvo el movimiento.

Era casi demasiado a la vez. Jude bombeó en ella. Su cabello cayó en


cascada sobre sus hombros y en su rostro. Todo estaba girando. Apenas
podía respirar mientras trataba de mantenerse al día con sus embestidas.
Todo su cuerpo parecía estar en llamas.

Como si supiera que ella se estaba tambaleando en el borde, Jude


frenó sus movimientos, llenándola completamente hasta la empuñadura
una vez más, y luego sacó su polla. Bryna sintió inmediatamente una pérdida
en su ausencia. Había estado tan cerca. Ella se retorció de un lado a otro,
con la esperanza de atraerlo de vuelta, pero él simplemente le dio una
palmada juguetona en el culo.

»Quédate quieta, o tu culo estará rosado para cuando acabe contigo.

Bryna tragó, y su cuerpo tarareó ante sus palabras. ¡Santa mierda, eso
fue caliente!

Miró hacia atrás y vio a Jude caminando por la habitación. Abrió una
pequeña puerta corrediza que ella ni siquiera había notado en la tenue luz.
Tomó algo de un estante y luego se volvió hacia ella. Rápidamente se
enderezó. No podía creer que esto iba a pasar... que iba a hacer esto. Pero
ella quería tomar lo que él le diera.

Un fuerte golpe resonó en la habitación mientras Jude le pegaba diez


veces más fuerte que la primera vez. Gritó en voz alta.

»Eso es por mirar.

Su mano aterrizó en el otro cachete igual de fuerte. Volvió a gritar.

»Y eso es solo porque me gusta lo mojada que se pone tu vagina


cuando te doy nalgadas.

Su mano izquierda tocó su espalda y luego le frotó suavemente el culo.


Luego, su dedo, manchado de lubricante, se metió lentamente en su culo.

»Relájate —murmuró tranquilizadoramente.


Ella liberó toda la tensión en su cuerpo, y él se deslizó más lejos. Tragó
con fuerza e intentó mantener la calma. Apretar o asustarse solo haría esto
más difícil. Trabajó sus dedos dentro y fuera hasta que ella estaba lista para
él, y luego los reemplazó con la punta de su polla.

La penetró lentamente. Su cuerpo protestó, pero él solo murmuró


suaves palabras de ánimo:

»Está bien. Te va a gustar.

Inspiró y exhaló y luego asintió con la cabeza, dándole permiso para


seguir adelante.

Deslizó la cabeza dentro, y su cuerpo parecía aceptar lo que estaba


pasando. Se sentía tan llena, pero de una manera completamente
diferente. El dolor se mezcló con el placer cuando se retiró y luego comenzó
a moverse suavemente dentro de ella.

Se dio cuenta de que Jude se estaba conteniendo mientras él la hacía


entrar en el juego. Prácticamente podía sentirle temblar de deseo. Él la
había puesto en tal frenesí que se la folló, y ahora la reclamaba como nadie
más lo había hecho.

Simplemente esa idea le hizo poner los ojos en blanco. Esto no estaba
tan mal. En realidad, era... realmente bueno. Le gustaba la forma en que le
dolía el coño por su toque y la forma en que se sentía un poco sucia por
intentar algo que nunca antes había hecho. Pero, sobre todo, le encantaba
cómo afectaba a Jude.

Él la quería inclinada sobre el diván, coño trabajado a fondo con su


culo en el aire, lleno hasta el borde con su polla. Ella se agarró a su alrededor,
y él empezó a perder el control, sacudiéndose contra ella y apretando sus
caderas.

—Jude, me voy a venir —chilló—. Hazme venir.

—Joder —gruñó.

Volvió a estrellarse contra ella y no pudo resistir más. Se liberaron juntos


en una explosión devastadora. Sus manos salieron por debajo de ella, y se
deslizó hacia adelante con su rostro cayendo en las almohadas. Sus gritos
fueron silenciados mientras gritaba en éxtasis.

Tal vez por eso el club se llamaba X.


17

B
ryna estaba contenta por el receso de la escuela por las
vacaciones de Navidad. El lunes por la mañana, no tenía que
explicarle a nadie a dónde había ido el sábado por la noche o
lo que había sucedido. Ella más bien lo dejaría todo a la especulación que
enfrentar las miradas interrogadoras de Avery y de Tara. Ya le habían
enviado suficientes mensajes texto, preguntándole sobre el hombre con el
que había desaparecido aquella noche. Se alegró de no tener que mentirles
de frente.

Después de dar un buen uso de la habitación de atrás, ella y Jude


volvieron al apartamento de él. No podía creer su conexión y química física
que encendía una habitación cuando estaban juntos. No había conseguido
mucho sueño la noche del sábado, pero el sexo no era lo que tenía su mente
recorriendo millones de kilómetros por minuto después de que la había
dejado a la mañana siguiente para tomar su vuelo. Era el hecho de que él
tendría una semana completa libre por Navidad y quería pasar cada uno
de esos días con ella.

Ella le había dicho que tendría que consultar su horario. Se suponía que
su padre regresaría pronto a casa, así que sería un poco más difícil salir
furtivamente, aunque no por mucho. Tampoco estaba segura cómo se
saldría con la suya con alejarse el día de Navidad. Pero se aseguraría de
que funcionase. Esta sería una de las pocas veces que ella conseguiría está
completa atención de Jude y la iba a tomar.

Todavía faltaban un par de días, así que había tiempo para


solucionarlo todo.

Se obligó a dejar de pensar acerca de eso mientras se dirigía a El


Boulevard, un restaurante en el Beverly Wilshire, para reunirse con la
coordinadora del Evento Benéfico Rosa, Felicity Rose.
Bryna había hecho cierta investigación sobre ella para prepararse para
esta reunión. Felicity se graduó como mejor de su clase en Harmony hace
más de una década y recibió una licenciatura en Antropología de Stanford.
Ahora presidía la Fundación para los Niños Necesitados, fue presidenta del
Comité de la Sociedad Civil de Los Ángeles y voluntaria en el Instituto Emma
Allgood para los sin techo, por encima de todo encabezando el Evento
Benéfico Rosa para Harmony.

Esto era justo el tipo de mujer que Bryna debía imitar. Era un verdadero
modelo a seguir, a diferencia de las otras mujeres en su vida. Por suerte, el
padre de Bryna estaría en casa pronto de regreso del rodaje, y no tendría
que lidiar con la bruja malvada de su madrastra. Su padre manejaría esta
situación por ella. Tal vez entonces las cosas podrían regresar a la
normalidad.

Bryna dejó con el valet su Aston Martin y luego entró en el restaurante.

—Reservación a nombre de Felicity Rose —le dijo a la anfitriona.

—Por este lado.

La anfitriona la aproximó a una mujer que encajaba perfectamente.


Felicity tenía el cabello rubio oscuro tirado firmemente detrás de su rostro.
Ella estaba en un vestido de corte cuadrado con una chaqueta Channel
que Bryna había deseado esta temporada. Al menos la mujer tenía gusto,
aunque parecía una perra presumida.

—Señora Rose —dijo Bryna con una enorme sonrisa en su rostro—.


Encantada de conocerla finalmente.

—Por favor, dime Felicity. Tú debes ser Bryna.

—Esa soy yo.

—¿Por qué no tomas asiento? —ofreció Felicity.

—Gracias. —Bryna se sentó recatadamente en el asiento frente a


Felicity.
Felicity se tomó el tiempo para desplegar su servilleta con cuidado y
colocarla sobre su regazo. Entonces ajustó los cubiertos en orden y tomó un
pequeño sobro de su Pellegrino.

—He revisado tu expediente. Para ser honesta, estaba un poco


sorprendida que la señora Mathison te enviara.

Bryna se enojó por el comentario. ¿Quién demonios pensó que podría


reemplazarla? No había nadie más en Harmony para este trabajo. Nadie
más se puede comparar, eso era seguro.

—¿Y eso por qué?

—Realmente no esperaba a una… porrista —dijo, la última palabra


saliendo como si hubiera chupado un limón—. Luego está su relación con
este Gates Hartman.

¿De dónde demonios está viniendo esto? No debería importar que


fuera una porrista si era inteligente, trabajadora y motivada para tener éxito.
Eso era lo que siempre se decía por los menos. Y, de todos modos, ¿qué
demonios tiene que ver Gates Hartman con nada?

»Y la lamentable situación con tus padres… —siguió Felicity.

—¿Está todo eso en mi expediente? —preguntó secamente Bryna.

Ella no podía jodidamente creer que Felicity estaba ventilando todo en


su vida, todo por una aplicación para una organización benéfica. Así que,
la vida Bryna no era realmente una foto perfecta. Bueno, ella jodidamente
ya lo sabía.

Todo lo que quería hacer era decirle a esta mujer que se vaya a la
mierda, pero estaba bastante segura de que perdería su posición. Y no iba
a perder su lugar ganado duramente porque una sombra de lo que fue
estaba tratando de derribarla algunos niveles.

—Hice un poco de investigación por mi parte —dijo Felicity


descaradamente.

—Por supuesto, asegúrese de ejecutar una verificación de


antecedentes en una estudiante de preparatoria de diecisiete años.
Felicity la miró, toda correcta y remilgada.

—No será necesario.

—Maravilloso. ¿Puedo ser clara con usted en cuanto a por qué apliqué
a este cargo en primer lugar? —Bryna no esperó para que respondiera. No
le importaba lo que la perra tenía que decir. Tenía una impresión
equivocada sobre ella y Bryna no la dejaría seguir—. Este es mi último año
en Harmony. Actualmente soy quinta en mi clase. Dirijo la Asociación
Nacional de Estudiantes Distinguidos, al mismo tiempo actuando como
capitana del equipo de porristas. Trabajo por las cosas en mi vida, algo que
me parece que puede entender. El Evento Benéfico Rosa es el evento más
extenso de Harmony cada año, y quiero ser parte de algo que contribuye
tanto a la comunidad. Por favor, permítame trabajar igual de duro para
devolverlo.

—Uhm.

Al parecer, fue toda la respuesta que Bryna iba a obtener. El camarero


llegó y Felicity miró hacia abajo en su menú.

»Voy a tener la ensalada de espinaca y frambuesa. Sin aderezo.

Mientras Bryna leía el menú, su celular comenzó a sonar. Maldijo


silenciosamente sus tiempos malos. Apagó el timbre y vio que llamaba su
papá.

—Lo siento. Tengo que contestar.

Felicity frunció sus labios.

»Es mi papá llamando desde Nueva Zelanda. Debe ser importante. Voy
a tener la misma ensalada —dijo antes de levantarse y contestar su celular.

—¡Papá!

—Hola, cariño. ¿Cómo está la niña de papá?

—Ya no demasiado niña. Estoy en una reunión con la coordinadora del


Evento Benéfico Rosa de este año. Estoy dirigiendo el evento.

—Muy madura de hecho. ¡Felicidades!


—¡Gracias! ¿Cómo esta Nueva Zelanda? —habló efusivamente.

—Nueva Zelanda es hermosa. Ojalá pudieras venir aquí y visitar —dijo


pensativo.

—Bueno me encantaría, pero no tengo que hacerlo —le dijo con


alegría—. Vendrás pronto. No puedo esperar para tenerte en casa.

Hubo una larga pausa en la línea antes de que su padre suspirará.

—Por eso te llamé, cariño. La película ha sido aplazada y diferida.


Apenas hemos aumentado el presupuesto por otros veinte millones de
dólares y estamos filmando durante toda la Navidad.

El estómago de Bryna cayó. No. No, no podía hacerle esto. No podía


dejarla sola con estas personas por más tiempo. Se suponía que iba a
regresar para Navidad. Que iban a pasar las vacaciones juntos. Era
tradición. No podía hacerle esto.

—Papá —susurró. Su voz sonaba desesperada. Estaba desesperada—.


Por favor.

—Bryna, lo sé. Quiero ir a casa, pero hay que trabajar.

—El trabajo es lo primero —dijo amargamente.

—Sabes cómo es el negocio. —Se escuchaba tan apático que se sintió


enferma.

—Lo sé. —Ella cedió en las palabras. Ella conocía el negocio.

Había vivido mucho tiempo con un padre ausente y una madre


distante. Por más que quería acercase a ellos, no habían estado alrededor
lo suficiente como para tratar de tener una relación. Pero no era correcto
que él se casara con otra persona y dejarla con Celia y su asqueroso
engendro mientras estaba fuera. Las cosas se habían vuelto peores desde
que llegó Celia.

—Una vez que termine esta filmación, volaremos a París y puedes


perderte en tus boutiques favoritas.

—¿Solo nosotros dos? —suplicó.


—Tú y yo, nena. Al igual que en los viejos tiempos.

De alguna manera, simplemente no le creyó.

—Está bien, papá, suena bien. —Sabía que nunca iba a suceder.

—Te quiero, nena. Te avisaré cuando estemos terminando.

—Adiós —dijo con nostalgia.

Colgó el teléfono y lo sostuvo firmemente en su mano. Las vacaciones


enteras, iba a estar atrapada con Celia, Pace y los gemelos. Ningún padre
para intervenir con la locura. Ningún padre para conciliar la enorme brecha
que había dividido la casa en su ausencia. No un padre para ser… un padre.
Solo un director lejano. Ningún padre en absoluto.

Bryna cuadró los hombros y caminó hacia la mesa.

»Mis disculpas. Mi padre tuvo que informarme de su cambio de planes


de último minuto. Va a quedarse en Nueva Zelanda para la temporada
navideña. Perdón por la interrupción. No pasará otra vez.

—Bueno —dijo Felicity. Ella ni siquiera reaccionó ante la declaración de


Bryna sobre su padre—. Así que comencemos.

—¿Solo así? —preguntó Bryna.

Después del tercer grado por el que Felicity me acaba de hacer pasar,
¿va a entregar la posición?

—¿No quieres dirigir el comité?

—Por supuesto que sí —dijo Bryna enfáticamente.

—Eso pensé. Pareces trabajar duro y claramente no te echas para atrás


en un desafío —dijo Felicity moviendo su ceja. Por lo tanto, todo era una
prueba—. Creo que podemos hacer que esta asociación tenga éxito, si
tienes ganas de ello.

—Estoy para cualquier cosa.


18

C
on el padre de Bryna fuera de la ciudad para Navidad,
encontró la excusa que necesitaba para desaparecer durante
una semana.

—¿Estás segura de que te vas a ir toda la temporada navideña?


—preguntó Celia—. ¿Ni siquiera te veremos el día de Navidad?

Bryna suspiró. No quería parecer demasiado comprensiva o Celia no se


lo creería.

—Mira, no puedo pasar tiempo de calidad con mi madre, y como


papá se va a ir todo el tiempo, me pareció una oportunidad perfecta. No
hay razón para dividir el tiempo entre la casa si él no va a estar aquí.

Celia frunció los labios.

—Bueno, por supuesto que quiero que pases un buen rato con tu
madre, pero te extrañaré muchísimo, cariño. Toda la casa te extrañará.

—Estoy segura.

Bryna resistió el impulso de poner los ojos en blanco. Desde luego, no


echaría de menos a su dominante madrastra o a Pace. Especialmente a
Pace.

No le había hablado desde el incidente con la fiesta de Jemma, lo cual,


por ella, estaba bien. No quería volver a hablar con él nunca más si podía
evitarlo. Sabía que el tratamiento silencioso probablemente era demasiado
bueno para ser verdad. Se encontraba segura de que tramaba algo detrás
de su silencio. Él aún no se daba por vencido.

Sería agradable tomar distancia de su actitud fría y furiosa.


Así que, una vez que sus maletas Louis Vuitton estuvieron listas, salió
corriendo de la casa.

Aproximadamente una hora más tarde, después de sentarse a través


del tráfico infernal, estacionó su auto en el apartamento de Jude, quien la
dejó entrar cuando apareció en la puerta de su casa. Le quitó las maletas y
las dejó junto a la mesa de café. Luego, la levantó en sus brazos.

—Te extrañé —dijo, con su cabeza entre su cabello.

Ella cerró los ojos y le apretó más el cuello.

—Yo también te extrañé.

—¿Estás lista para irnos?

—¿Irnos a dónde? —preguntó, mirando alrededor del apartamento.

—No pensaste que te tendría para mí solo por una semana y te


mantendría encerrada en mi apartamento, ¿o sí?

Bueno, sí. Algo así pensó. Había sonado bastante maravilloso. Sin drama
durante toda una semana. Solo Jude.

—Creo que te gustará lo que tengo en mente —dijo con un guiño.

Arqueó una ceja, pero no discutió. Mientras estuviera con él, entonces
sabía que le iba a gustar lo que había planeado.

Jude tenía un auto esperándolos abajo, el conductor colocó sus


maletas en la cajuela. Una botella de champán helada se encontraba en
un cubo de plata. Jude abrió la botella y sirvió para cada uno de ellos una
copa del espumoso líquido burbujeante.

—Por los nuevos comienzos —dijo, alzando su copa.

Ella tintineó su copa contra la de él y luego tomó un sorbo.

—¿Es este tu nuevo comienzo?

Él sonrió de una manera increíblemente encantadora.

—Eres mi nuevo comienzo, Bri.


No sabía qué decir ante algo tan dulce. Los chicos normalmente no
eran así. Realmente no la entendían o no sabían cómo tratarla. Eran tontos.
Con Jude, era diferente. Podría pasar todo el día envuelta en sus brazos y
sentirse completamente contenta. Nada más había sido así. Ella siempre
estaba ansiosa, lista para hacer otra cosa, ansiosa por moverse, intrigar en
su cabeza. Jude calmaba todo el ruido y la dejaba ser.

Aproximadamente media hora más tarde, se estaban retirando de la


Interestatal 10, mucho antes de llegar a la costa de Santa Mónica.

Bryna miró a Jude confundida. ¿A dónde demonios iban?

Cuando el pequeño aeropuerto de Santa Mónica apareció a la vista,


estaba aún más confundida, por no mencionar curiosa. El auto dio la vuelta
y los depositó fuera de un gran hangar.

Bryna se quedó boquiabierta.

—¿Qué está pasando?

Jude parecía satisfecho.

—Sorpresa.

—Sorpresa... ¿qué?

El conductor abrió la puerta y ella salió del auto. Oscilaba entre la


sorpresa y la emoción.

»En serio. ¿Qué está pasando? —preguntó, mientras Jude saltaba


detrás de ella. Él envolvió su brazo alrededor de su cintura y le dio un beso
en la sien.

—Preguntaste lo que vendría después: un avión privado y un viaje a San


Bartolomé.

Ella giró en su agarre.

—Dime que estás bromeando.

—No estoy bromeando.


Su mano voló a su boca antes de que pudiera siquiera intentar relajarse,
calmarse y recuperarse. Jude la llevaba en un avión privado para pasar la
semana de Navidad en San Bartolomé. La sorpresa definitivamente estaba
ganando.

»Dijiste que llevabas tu pasaporte contigo a todas partes.

Bryna asintió suavemente ante esto. Un hombre que realmente la


escuchó y que recordaba lo que le había dicho. Contaba con su propio
padre para volver a casa por Navidad, y la había defraudado. Pero aquí
estaba Jude, quien se preocupó lo suficiente como para haber hecho todo
lo posible por planear esto solo para ella. Se encontraba más que
sorprendida. Estaba completamente impresionada y enamorada.

»Supongo que ¿te gusta?

Negó con la cabeza y luego se rio.

—Oh, Dios mío, no puedo creer que nos vayamos juntos.

Él se inclinó y la besó con fuerza en los labios.

—Dije que era un nuevo comienzo.

—¿Lo hiciste? Solo hay un problema —le dijo ella.

—¿Qué cosa?

—No empaqué traje de baño.

Sus ojos viajaron a lo largo de su cuerpo.

—A dónde vamos, no creo que vayas a necesitar uno.

Se rio de nuevo y le concedió esa. Sin duda necesitaría un traje de baño


si iba a estar escondida en un complejo durante todas las vacaciones, pero
le gustó su proposición.

Una cosa fue muy clara. Esta iba a ser la mejor navidad de la historia.
El avión privado tenía una cabina interior equipada con un lujoso sofá
de cuero color crema, dos sillas a juego y un televisor de pantalla grande
montado.

Una asistente privada con un corto uniforme azul les sonrió a su llegada.

—Por favor, siéntanse cómodos. Estaré en la cocina. Háganme saber si


necesitan algo. Despegaremos en breve —dijo antes de desaparecer.

Bryna se sentó en una de las sillas y miró su celular. Tenía dos llamadas
perdidas y un mensaje de texto de Celia. ¡Uf!

Bryna, por favor, avísame cuando llegues a salvo con tu madre. Que
tengas una gran Navidad ¡Te echaremos de menos! Además, Pace dice
que te diviertas.

Gimió ante el mensaje. ¡Qué ser humano tan dominante e insufrible!


Obviamente iba a ir a ver a su madre para alejarse de su familia política.
Incluso si todo era una treta para poder irse con Jude, no tenían que seguir
enviándole mensajes. ¿Mi madrastra no entiende eso?

¡Y Pace! Estaba bastante segura de que le había dicho a su madre que


enviara esa mierda solo para irritarla. No iba a dejar que le molestara. Se
encontraba en un avión privado con Jude, a punto de irse a San Bartolomé.
Nada iba a interponerse en su camino.

Apenas llegué. Todo seguro. Dile a Pace que se divierta con Jemma
durante las vacaciones.
Una confiada sonrisa se visualizó en sus facciones. Si su madrastra era
autoritaria con ella, entonces seguramente sería así con Pace. Bryna no
podía esperar a que todas las preguntas fueran lanzadas en su dirección.

Levantó la vista de la pantalla a los ojos inquisitivos de Jude. Se encogió


de hombros y guardó el teléfono en el bolsillo de sus pantalones negros.
Pensó que era Navidad, por lo que sería seguro mencionar a los padres sin
que pareciera que aún vivía en casa.

—Es solo mi madrastra preguntando por Navidad... otra vez.

Jude asintió.

—Ya veo, ¿y no quieres pasar las vacaciones con ellos?

—No —respondió inmediatamente—. Quiero pasar las vacaciones


contigo. Solo contigo.

—Bueno. No quiero nada más.

Sonrió mientras se ponía de pie y se dirigía hacia donde él estaba


sentado en el sofá, y luego se sentó a horcajadas sobre él. Sus dedos se
enredaron en su cabello, y ella dejó caer su boca sobre la de él. Esto era lo
más romántico y sorprendente que alguien había hecho por ella y todo lo
que quería hacer era mostrar su gratitud.

El beso se calentó mientras las manos de él se deslizaban por sus


costados y alrededor para agarrar el trasero de Bryna. Comenzó a apretar
sus caderas contra él como si estuviera dándole un baile erótico allí mismo.
Gimió en su boca y luego arrastró su labio inferior a través de sus dientes.

Las manos de él continuaron explorando su cuerpo, deslizándose


debajo de la camiseta negra sin mangas y la chaqueta azul, trepando por
su columna vertebral, y moviéndose alrededor de sus grandes pechos. Todo
su cuerpo respondió a la forma en que ahuecó y masajeó sus tetas. Un dedo
se hundió dentro de la copa y sacudió su pezón, haciendo que se arqueara
contra él.

»Joder —gimió Jude.


Después, la estaba alejando de él para tirarla al sofá. Sus piernas se
envolvieron alrededor de su cintura mientras se inclinaba sobre ella. Él besó
su camino por su cuello mientras su pelvis la empujaba de la manera más
invitadora. Dios, ella quería arrancarse la ropa.

Una suave tos sonó desde la parte posterior del avión, y al instante,
ambos parecían recordar exactamente dónde estaban. El avión ni siquiera
había despegado. Ni siquiera habían salido de la ciudad. Tendrían una
audiencia hasta que estuvieran a seis mil metros de altura.

Jude se enderezó rápidamente y ayudó a Bryna a sentarse mientras la


asistente les daba instrucciones de vuelo. El despegue fue muy fácil. Pronto,
estaban volando alto en lo que Jude le informó que era un vuelo de casi
ocho horas desde Los Ángeles. Como era un avión privado, llegarían sin
paradas, pero aún amanecería antes de que llegaran.

Después de obtener un buen uso de la cabina y unirse efectivamente


al club de las alturas, Bryna yacía en el regazo de Jude con un suspiro
contenido.

—Esto es vida —murmuró soñolienta.

Le acarició suavemente el cabello hacia atrás, y ella cerró los ojos ante
el movimiento relajante.

—Es una en la que me alegra que estés.

Ella bostezó cuando dijo:

—A mí... también.

—¿Por qué no tratas de dormir? Tengo algo de trabajo que debo hacer
de todos modos.

—¿En qué estás trabajando? —preguntó, mirándolo.

Le dio la mirada, la que ella había llegado a asociar con cosas de las
que no quería hablar. Nunca lo presionó. Le diría cuándo estuviese listo. Así
como ella también le diría que tenía diecisiete años... tan pronto como ya
no los tuviera. Dios, ¿por qué tengo que cumplir años en julio?
—Nada. Solo vete a dormir. Cuando te despiertes, estaremos en el
paraíso.

Le sonrió y dejó que el problema se desvaneciera. Todo en lo que podía


pensar mientras se quedaba dormida con el sonido de él haciendo clic en
su laptop era cuánto deseaba poder contarle todo sobre ella.

Un día, no tendría que esconder las cosas que todos los demás ya
sabían de ella, pero no creía que fuera capaz de compartir cosas que solo
él sabía sobre su corazón con alguien más. A pesar de los secretos
amontonados entre ellos, sintió que se estaba enamorando total e
inequívocamente de este misterioso hombre.
19

E
llos aterrizaron en el diminuto aeropuerto de San Bartolomé cerca
de las dos de la mañana. Jude tenía un auto esperando para
recogerlos de cualquier forma, y Bryna se acurrucó contra él en el
asiento posterior mientras se dirigían a su destino a corta distancia.

Su iluminada casa de playa reveló una enorme villa de teja roja justo
sobre el agua. Incluso en la oscuridad, se veía como algo que no podía
haber soñado siquiera. La villa en sí tenía seis dormitorios y siete cuartos de
baño con una piscina rectangular clara como el cristal, una cabaña
cubierta, y la vista más espectacular al océano.

Jude colocó sus maletas en un enorme dormitorio principal con una


sala de estar completa, una cama lo suficientemente grande para que
puedan dormir cómodamente una docena de personas, y un vestidor tan
grande como el de su propia casa. El baño tenía una tina de hidromasaje
en la que ella podía nadar con una ventana dirigida para poder ver la
piscina.

Todo de todo, Jude había tenido razón. Era el paraíso.

La mañana siguiente, Bryna se levantó con el sol alzándose sobre el


océano. Después de explorar la villa a la luz del día, ellos condujeron hacia
el pueblo para conseguir el desayuno. Bryna compró un par de nuevos trajes
de baño en la tienda de moda cercana a pesar de que Jude se mantuvo
susurrándole al oído que se lo iba a quitar. Entonces regresaron a la villa y
pasaron el resto de la tarde recostados al sol y nadando en la piscina.

Ellos estuvieron disfrutando sus días en el agua y sus noches en el


dormitorio tanto que Bryna se sorprendió cuando se despertó el jueves para
darse cuenta que era Navidad. Viviendo en Los Ángeles, ella nunca tuvo
una blanca navidad a menos que su familia vacacionara en París o Nueva
York. Pero con temperaturas máximas superiores a los treinta grados
centígrados y ni una nube en el cielo, la Navidad en San Bartolomé se sintió
aún más surrealista.

O tal vez era que no vería a nadie de su familia. Trató de no dejar que
ese hecho la hiciera quejarse, pero tuvo la inesperada sensación de
malestar tan pronto como despertó. Ella no había tenido noticias de su
madre en meses. Su padre estaba ocupado en Nueva Zelanda. ¿Quién
sabe si siquiera hoy voy a saber de él? Ella no tenía hermanos ni hermanas,
y se rehusaba incluso a considerar a su familia adoptiva como parientes a
los que debería estar extrañando en estas vacaciones. Aunque la gente la
rodeaba constantemente, se sentía muy… sola.

Tal vez debería estar acostumbrada. Después de todo, no era como si


esto fuera algo nuevo. Su padre la amaba, pero pasaba más tiempo
trabajando que lo que estaba con ella. Había sido cercana a su madre
cuando era más joven, pero a medida que creció, su madre se volvió más
y más distante, Era difícil no echarse la culpa ella misma y no al hecho de
que el matrimonio de sus padres se había desmoronado.

Entonces, ¿qué es diferente?

Jude.

Por primera vez en mucho tiempo, se sintió completamente deseada.


La trataba bien, se preocupaba por ella, y le dio el afecto que le había
faltado en su vida. Con todos los demás, podía usar su confianza fingida. Ella
no necesitaba amigos, familia o novio. Era fuerte, brillante y estaba lista para
dominar el mundo. Pero Jude la desarmó, y cuando estaba con él, se dio
cuenta de lo sola que siempre se había sentido antes de esto.

Al pensar en eso, se giró para abrazar a Jude, pero se dio cuenta de


que su lado de la cama estaba vacío, otra vez. Un momento de pánico la
golpeó cuando pensó en cómo la había dejado esa primera noche que
habían estado juntos, pero luego se recuperó. Estaban en una isla del
Caribe. ¿A dónde podría ir?

—¿Jude? —llamó, saliendo de la habitación con nada más que una


sexy bata roja.
Entró en la sala de estar y escuchó el sonido de la voz de él que
provenía de la cocina. Casi entró, pero se detuvo cuando se dio cuenta de
que estaba hablando por teléfono.

—No, no voy a terminar hoy. —Hubo una pausa breve—. Sé lo que


quieres, pero estoy fuera por negocios. Ni siquiera estoy volviendo hasta justo
antes de Año Nuevo.

Uhm. Se preguntó con quién estaba hablando. Ella no había esperado


que le dijera a nadie que él estaba fuera con ella, pero dolió un poco que
mintiera flagrantemente. Incluso si hubiera hecho lo mismo…

»Sí. Luego tengo que irme de nuevo inmediatamente después.

Entonces, se iría por el Año Nuevo. Suponía que eso hizo más fácil
decidir sobre sus planes. Aunque ella hubiera preferido pasar el Año Nuevo
con él, entendía si realmente tenía que irse a un viaje de trabajo.

A menos que él mintiera sobre eso, también…

Pendiente resbaladiza.

»Lo siento. Realmente no puedo hablar en este momento. —Él sonaba


frustrado e impaciente por dejar de hablar por teléfono—. ¡Deja de intentar
echarme la culpa! —gritó él.

Bryna se asomó por la esquina y lo vio pasar una mano irritada por su
cabello. Su rostro estaba contorsionado en un ceño fruncido que ella nunca
antes lo había visto tener alrededor de ella. Tragó saliva al darse cuenta de
quién podría ser en realidad.

»Estoy colgando el teléfono ahora. Que tengas una Feliz Navidad.


—Tiró el teléfono en la encimera de granito, apoyó las palmas en el borde y
agachó la cabeza.

Sabía que debía darle un minuto, pero quería que supiera que había
escuchado al menos parte de su conversación. No hay razón para ocultar
eso.

—Entonces, esa era tu esposa, ¿eh? —preguntó Bryna, entrando en la


cocina.
Jude saltó y luego se volvió hacia ella.

—Bri.

—Pensé que estabas separado.

—Pensé que estabas dormida.

—Me desperté —dijo encogiéndose de hombros.

—¿Cuánto de eso escuchaste? —preguntó él.

No estaba exactamente segura de lo que estaba pensando. Él no era


de los que llevaba sus emociones debajo de su máscara a menos que
quisiera que las viera. ¿Él no quiere que sepa que estaba hablando con su
esposa?

—Suficiente para darme cuenta de que si alguien te llama en la


mañana de Navidad y te pregunta sobre tus planes de Año Nuevo es
probablemente alguien importante. Ah, y te molestó. Nunca te he visto
molesto —dijo señalando.

—Era —corrigió él—. Era alguien importante, y estamos separados. Eso


es el por qué estoy aquí contigo. —Él caminó a través del piso de mosaicos
y envolvió sus brazos alrededor de ella—. Este es el único lugar en el que
quiero estar. Ella no me importa.

Si Bryna fuera la típica chica, debió haber dejado el asunto ahí.


Después de todo, era Navidad, estaba en San Bartolomé de vacaciones, y
el hombre del que se estaba enamorando acababa de decir que no había
lugar en el que preferiría estar.

Excepto que ella no era típica.

—Entonces… ¿ustedes se están divorciando?

Jude retrocedió un paso y suspiró.

—Feliz Navidad para ti también.

—Oh. Feliz Navidad —dijo ella—. En California, sé que tienes que estar
separado por al menos seis meses antes de que el divorcio esté finalizado.
—¿Podemos no hablar de esto? —preguntó. Se veía cansado de
discutir sobre este tema.

—¿Nunca?

La agarró por la parte posterior de los muslos, levantando las piernas


alrededor de su cintura y luego la llevó a la isla en medio de la cocina.

—No mientras estás aquí en nada más que en escasa lencería.

Su boca aterrizó en el cuello caliente de ella, y besó un rastro hasta el


lóbulo de su oreja. Su cerebro comenzó a volverse borroso de nuevo. Joder,
solamente quería olvidar todas las preguntas que había estado haciendo.
Eso se sintió tan jodidamente bien.

Se echó hacia atrás y le dio una mirada severa.

—¿Estás tratando de distraerme?

—Voy a hacerte venir. ¿Estás objetando eso?

Bueno, cuando él lo pone de esa forma…

—No.

Los dedos de él se clavaron en sus muslos mientras sus labios se unían


una vez más. Era embriagador. Su química era eléctrica. Cada toque
amenazaba con empujar al límite y liquidar toda existencia. Estaba perdida
en el momento, en sus tiernas caricias y era esclava de su fascinante forma
de moverse.

Jude la empujó hacia atrás hasta que quedó tendida en la isla y luego
la deslizó hacia abajo hasta que su culo estuvo casi colgando del borde.
Arrastró fuera su ropa interior dejándola caer al suelo y él continuó. Sus dedos
probaron suavemente su coño, girando alrededor de su abertura hasta que
quedó resbaladizo, entonces acarició con su pulgar su clítoris. Con su toque
la calentó.

Jude estaba distrayéndola a propósito, esta era claramente la mejor


manera de distracción.
—Dime que me deseas —dijo él. La tentó resbalando su polla a lo largo
de la abertura sin entrar, más bien haciéndola desearlo más y más.

—Joder, Jude. Te deseo. Solo fóllame.

—Tal vez si lo pides bien.

Él presionó su punta contra ella, y se rindió ante la ilusión de control.


Inclinó su cabeza hacia atrás, cerró sus ojos y se arqueó hacia él.

—Por favor —gimió—. Por favor, tómame. Soy tuya.

—Sí. —Se enterró dentro de su coño—, eres mía.

Después de que declaró esto, sus cuerpos se estrellaron juntos al mismo


tiempo. Fue salvaje y posesivo, una unión de dos seres a partir de un deseo
primario básico. Ningún pensamiento cruzando sus mentes. Nada salvo la
emoción de tomar lo que querían, vivir sin culpa por sus elecciones y disfrutar
cada jodido minuto de ello.
20

B
ryna silenció su teléfono por segunda vez esa mañana. Celia
seguía llamándola y sencillamente no quería hablar con ella. Si
mi propio padre no había llamado, ¿por qué mi madrastra
pensaría que querría hablar con ella?

Había pensado en llamar a su padre en Nueva Zelanda, pero él era el


padre. ¿No debería preocuparse lo suficiente como para llamarla o al
menos escribirle un mensaje de texto? Era un hombre moderno después de
todo. Sabía cómo usar un celular inteligente. Además, poseía un plan de
datos ilimitado e internacional, así que podía utilizar su teléfono donde
quisiera a cualquier hora. Aunque al parecer, eso no incluía el tiempo para
llamar a su hija en Navidad.

No quería permitir que aquello la molestara. No hoy, mientras se


encontraba pasando un maravilloso día con alguien que sí se preocupaba
realmente por ella.

Sus ojos cruzaron la piscina hacia donde Jude estaba nadando. Sus
hombros y espalda eran rápidos. Si bien no era voluminoso, tenía una gran
definición. No podía apartar los ojos. Habían tenido sexo antes del
desayuno, pero cuando estaba medio desnudo frente a ella, no era justo
sentir cuánto lo deseaba. La hacía insaciable.

Su teléfono comenzó a zumbar otra vez. Gruñó por lo bajo. ¡Qué


molesto!

Iba a silenciar de nuevo su teléfono cuando se dio cuenta de que era


Gates quien llamaba, no su madrastra. Puso los ojos en blanco, pero
contestó de todas formas.

—Feliz Navidad —dijo falsamente.


—Bri, ¿dónde carajos estás? —respondió Gates.

Se congeló. Gates sonaba aterrorizado.

—¿Por qué? ¿Qué pasa?

—Acabo de recibir una llamada de Celia. No has contestado tu


teléfono toda la mañana, así que llamó a tu madre.

—¿Ella qué? —gritó Bryna, sentándose en su sillón.

La cabeza de Jude salió del agua en medio de la conmoción. Tenía


una mirada preocupada en su rostro.

—¿Todo está bien?

Tapó el teléfono con la esperanza de amortiguar cualquier ruido y


asintió hacia Jude. También, esperaba no lucir tan aterrorizada como sonó
Gates. Porque esto era jodidamente terrible.

—Sí, es solo una llamada desde casa —le dijo, tratando de mantener
una sonrisa en su rostro.

—De acuerdo —dijo. Frunció el ceño, pero volvió a nadar. Al menos


hubo un beneficio de su conversación furtiva esta mañana. Sin preguntas.

—¿Con quién estás? —exigió Gates.

—No importa. No puedo creer que Celia haya tenido la audacia de


llamar a mi madre. ¡Qué perra! ¿Cómo se atreve a cuestionarme así y
comunicarse con mi madre solo porque no contesté una estúpida llamada
telefónica? ¡Debe creer que estoy haciendo algo malo!

—Bueno... ¿Y no es verdad? —le preguntó.

—Como sea —dijo—. Espera, ¿cómo sabes tú todo esto?

—Porque cuando Celia se dio cuenta de que no estabas, de hecho,


pasando la Navidad con tu mamá, investigó a fondo en un intento por saber
en dónde estabas realmente. Y así, me llamó.

Bryna sintió un nudo en el estómago. Esto no era bueno, en lo absoluto.


—¿Por qué iba a llamarte?

—No lo sé, Bri —dijo exasperado—. Tal vez porque soy el único amigo
que tienes.

Bryna puso los ojos en blanco otra vez.

—Por favor.

—Y soy tu ex, por lo que sería razonable suponer que nos hubiéramos
escabullido juntos, que es lo que le dije a Celia cuando llamó.

—¿Me cubriste? —respiró con alivio. ¡Gracias Dios!

—¿Qué carajos se supone que le dijera? —gimió y murmuró


maldiciones en voz baja—. Joder, Bri. No quiero estar en medio de esta
mierda. Obviamente estás con algún otro tipo en algún lado, y aquí estoy,
todavía cubriéndote con tu familia.

—Ya cállate. No tienes que mentir por mí. Te conozco demasiado bien.
Lo hiciste porque quieres algo. ¿Qué es? —preguntó. Estaba agradecida de
que Gates le hubiera dicho a Celia que ellos se encontraban juntos, pero no
lo había hecho por su propia buena gracia. Era un intrigoso como ella, y si
había hecho algo generoso, era porque quería algo a cambio.

Gates exhaló suavemente en el teléfono.

—Tuve que mentir por ti. Mientras tú eliges creer que tienes otros amigos,
yo sé que tú eres lo más cercano a una verdadera amiga que tengo. Incluso
si eres una psicópata total a veces, Bri.

—Que encantador.

—Ven conmigo para Año Nuevo.

—Y ahí está —murmuró. Por supuesto, debió haberlo visto venir—. Sabía
que querrías algo de esto.

—Tú ya sabías que te quiero aquí conmigo.

—Tienes que prometer, maldita sea, no decirle a nadie que me fui sola
—insistió.
—No todo es cosa de “Voy a jodidamente decir la verdad si tu no...”
—gritó Gates—. Le dije a Celia que estabas conmigo y lo estarás hasta que
regreses. Soy un hombre de palabra.

—Bien, porque si ese no es el caso, asegúrate de recordar lo que sé


sobre ti y Chloe.

—¡Jesús, Bri! —se quejó—. No tienes que chantajearme para que


guarde un secreto.

—Solo me aseguraba.

No podía dejar que nadie descubriera que estaba lejos con Jude. Las
cosas finalmente estaban comenzando a ir en el camino correcto, no podía
arriesgarse a que nada saliera mal. Por mucho que quisiera confiar en Gates,
siempre era más fácil ensuciar a la otra persona para asegurarse de que
mantuviera la boca cerrada.

—Bueno, ¿vas a venir conmigo? —preguntó Gates.

Miró hacia abajo, donde Jude se encontraba nadando. Él había dicho


que estaría fuera de la ciudad por negocios en Año Nuevo. No tenía nada
de malo ir con Gates.

—Bien. Iré, pero solo como amigos.

—Dulce —dijo, con emoción en su voz—. Diviértete en tu viaje.

—Sí, gracias. Mándale saludos a Chloe —dijo, riendo ligeramente al


final.

—No seas una perra, Bri.

—Es todo lo que sé ser.


Un rato más tarde, Jude salió de la piscina. El agua goteaba por su
cuerpo, y su empapado traje de baño se pegaba a sus piernas. Bryna no
pudo apartar los ojos. Le sonrió perezosamente como si no supiera que lo
estaba mirando con una necesidad desesperada.

—Entonces —dijo, sentándose en la silla playera. Luego, le plantó un


beso en los labios y el agua goteó por su bañador blanco.

—Entonces —murmuró. Pasó los dedos por su oscuro cabello mojado y


tiró de él hacia abajo para otro beso.

—Podría haber planeado algo para ti hoy.

Arqueó una ceja.

—Me trajiste a San Bartolomé en un avión privado. ¡No creo que


necesites planear nada más!

—Pero me gusta —dijo, mirándola significativamente a los ojos—. Lo


aprecias.

—Lo hago. —Con sus dedos entrelazados, se recostó sobre él—. Amo
esto.

Él besó su frente. Ella no necesitaba ningún otro plan si podían hacer


esto todo el día. Estar con el ahí era más que suficiente.

Pero él tenía planes, y ella no iba a alejarlo de ellos si los había hecho
por ella.

»¿Entonces qué estamos haciendo? —preguntó.

—Tú iras al spa. Tengo un auto esperando para llevarte a la ciudad, y


cuando regreses, ponte algo lindo.

—¿Y qué vas a hacer tú?

—Eso es una sorpresa —dijo con una sonrisa maliciosa—. Lo sabrás


cuando vuelvas.

¿Más sorpresas? Este hombre está lleno de ellas.

—Un día de spa suena bastante increíble.


—Pensé que podrías pensar eso. El auto estará aquí en breve. —Se
levantó y la ayudó a ponerse de pie—. No puedo esperar a verte cuando
vuelvas.

La besó hasta que ambos quedaron sin aliento, consideró evitar que se
fuera al spa para que ambos se quedaran en la habitación. Pero se retiró de
mala gana con una sonrisa y la arrastró hacia la casa. Ella lo miró con
melancolía, y luego corrió adentro para cambiarse antes de encontrarse
con el auto esperándola abajo.

Bryna pasó toda la tarde en el spa. Ell spa del complejo llevaba la
comodidad a un nuevo nivel. Necesitaban este tipo de cielo en Los Ángeles.
Cuando dejó el lugar, se sintió más relajada que en años.

Cuando regresó, un mayordomo la dirigió por las escaleras traseras


hacia el dormitorio. En el spa le habían cepillado el cabello y maquillado.
Abrió el armario y sacó un vestido dorado reluciente. Era la pieza más
elegante que había traído consigo, y nunca había pensado que tendría un
lugar para ponérselo en este viaje, pero quería estar preparada para
cualquier cosa.

La ajustada tela se adhirió a su cuerpo como si hubiera sido hecho


específicamente para ella. Caía hasta las rodillas y tenía un pequeño botón
en la parte posterior de su cuello con una rendija abierta en el centro de su
espalda. Lo combinó con unos zapatos negros Jimmy Choos de tacón y se
abrochó las hebillas doradas de estos alrededor de los tobillos.

Después de evaluarse en el espejo, agarró el regalo de Navidad que


había traído para Jude en su maleta antes de salir de la habitación y entrar
en la sala de estar. Sus ojos casi se salieron de sus órbitas cuando vio todo lo
que había hecho.

La habitación estaba completamente decorada con adornos


navideños. Un árbol, un verdadero árbol de Navidad, estaba situado en una
esquina con adornos rojos y una estrella en la parte superior. No tenía ni idea
de dónde había conseguido eso en una isla en el medio del Caribe. Había
cojines rojos y verdes en los muebles, coronas decoradas estaban
enganchadas a las ventanas, medias colgadas de las estanterías
empotradas y velas encendidas por todas partes. La televisión estaba
configurada para parecer como si un fuego ardiera en la chimenea.

Jude estaba parado en el medio de la habitación en esmoquin,


bebiendo un vaso de whisky. Él sonrió ante la expresión de asombro en su
rostro.

—Feliz Navidad, preciosa.

—¿Qué es todo esto?

—Bueno, no te traje exactamente a un lugar que sea muy festivo.


Como no terminamos en Nueva York o en París, donde podríamos hacer
actividades navideñas, pensé que tal vez podría traértela hasta acá.

—Es... increíble —respiró. En verdad, estaba hipnotizada.

—Me alegra que te guste. La Navidad siempre ha sido mi festividad


favorita. Solía ir a Tahoe e ir a esquiar con mis padres cuando era más joven.
Pero una vez que crecí, solía trabajar demasiado durante las vacaciones
como para disfrutar realmente. Así que, gracias. Este año disfruto de la
Navidad gracias a ti —dijo, estrechándola en sus brazos.

—Tú hiciste todo el trabajo.

—Pero tú hiciste que valiera la pena.

Lo miró, sin palabras. ¿Cómo pude ser tan afortunada esa noche en
Allure al ir a casa con este hombre increíble? No tenía idea de en qué se
estaba metiendo, y no se arrepintió ni un minuto. Él era guapo y encantador.
La cuidaba, la valoraba, disfrutaba su compañía. De hecho, su compañía
era suficiente para él, algo que nunca antes había experimentado.

»Antes de ir al comedor a cenar, tengo un regalo de Navidad para ti —


le dijo.

—Yo primero —dijo, recordando que estaba sosteniendo su regalo en


sus manos.

Él se rio y tomó la pequeña caja.

—No tenías que darme nada.


—Quería hacerlo.

Después de poner su whisky escocés sobre la mesa de café hecha de


cristal, retiró el papel dorado y plateado y abrió la caja para revelar un Rolex
plateado con borde negro.

La semana anterior, se había sentido frustrada mientras buscaba un


regalo para él. Quería darle algo extravagante, que combinara con los
regalos que le había dado. Pero no tendría acceso a su fondo fiduciario
hasta julio, y no había querido llamar la atención sobre su tarjeta de crédito
con un cargo obsceno. Podría apuntar un Rolex como un regalo para Gates.

Sacó el reloj de la caja y lo deslizó sobre su muñeca. Luego, envolvió su


otro brazo alrededor de su cintura y aplastó su boca contra la de ella. Bryna
sonrió contra sus labios.

—Eres espectacular. Gracias.

—Me alegra que te guste.

Tuvo un miedo irrazonable a que dejara el reloj de lado porque no


estaba a la altura de sus expectativas. Sabía que la idea era estúpida, pero
aun así, se la creyó. Nunca antes se había sentido así, y no estaba segura de
qué hacer con eso, excepto que le gustaba lo suficiente como para
preocuparse por su opinión.

—Mi turno.

De mala gana la soltó antes de recoger una caja delgada envuelta en


rojo. Lentamente arrancó el papel para revelar una caja azul marino con
unas HW impresas en dorado en la parte superior.

Tragó saliva y lo miró ansiosamente.

—¿Harry Winston1?

1
Harry Winston: Es uno de los imperios más grandes y prestigiosos en la industria de la joyería
de lujo.
Tomó la caja de su mano y la abrió para que pudiera ver el contenido.
Dentro, había un colgante de oro de una B en cursiva con una serie de
exquisitos diamantes en una delgada cadena de oro.

»Oh, Dios mío —susurró.

Jude retiró el collar de la caja, y cuando se levantó para quitarle el


cabello de la espalda, lo aseguró en la nuca. Descansaba contra su piel
justo debajo de su clavícula.

Él presionó sus labios en su hombro.

—Ahí. Es perfecto.

—Tú eres perfecto —murmuró antes de besarlo.

La cena podía esperar.


21

—¡B
ryna! ¿Cómo estuvo tu viaje con Gates? —preguntó
Celia en cuanto Bryna cruzó la puerta.

—Genial —dijo huecamente.

Ella dejó caer su equipaje Louis Vuitton en el vestíbulo.

El avión había aterrizado hace solo una hora, y ya estaba sintiendo el


jet-lag. El resto del viaje había sido un sueño hecho realidad. Ella y Jude
habían pasado siete días completos juntos, y en ese tiempo, se había dado
cuenta de que le gustaba aún más. A ella le gustaba tanto, de hecho, sentía
la ausencia de él como un peso en el hueco de su estómago. Irse había sido
una verdadera prueba de control. Ya estaba desesperada por volver a su
pedazo de paraíso.

Solo quería conducir de vuelta al apartamento de él y quedarse allí


todo el tiempo que pudiera.

Desafortunadamente, Jude estaría yéndose la mañana siguiente por


negocios, así que eso no era una posibilidad. De alguna manera, entre el
momento en que había dejado el apartamento de Jude para ir a casa para
cuando se fuera con Gates a la fiesta de Año Nuevo en el Chateau
Marmont, tendría que bajar de la nube en la que había estado montando.

—Realmente desearía que me hubieras dicho que ibas a pasar tiempo


con Gates —canturreó Celia—. Hubiera preferido que estuvieras con la
familia para las fiestas, por supuesto, pero entiendo que querías pasar
tiempo con tu novio.

—Eso es genial, Celia —dijo Bryna secamente.

—Entonces, ¿Qué hiciste? ¿La pasaron bien? Estoy segura de que tu


madre te extraña terriblemente. Sé que lo hicimos aquí, y tu padre también.
Bryna suspiró dramáticamente. Bajar de esta nube iba a ser más fácil
de lo que había pensado.

—¿Podemos hablar de esto más tarde? Estoy muy cansada. No dormí


mucho mientras estuve fuera. —Ella dejó que la implicación de sus palabras
se hundiera.

—Oh, uh... seguro. Me alegro de que estés en casa —dijo Celia.

—Síp. —Eso hacía solo una de ellas.

Bryna ascendió los escalones y se precipitó en su dormitorio.

Durmió durante un par de horas ininterrumpidas y solo se levantó


porque se moría de hambre. Cuando bajó a buscar algo para cenar, Pace
estaba en la cocina. Era difícil creer que había estado comiendo comidas
increíbles con Jude en San Bartolomé apenas esta semana pasada.

—Te ves bronceada —murmuró Pace antes de morder un sándwich de


mantequilla de maní.

No te involucres. Retrae las garras.

—Síp.

Alcanzó el refrigerador y sacó una manzana y una botella de Pellegrino.


No iba a perder más tiempo en la cocina si Pace tenía la intención de
quedarse alrededor. Comer fuera sonaba como una mejor opción.

—No estabas realmente con Gates, ¿verdad?

Ella mordió su manzana y no respondió. No quería tener esta


conversación. Trató de imaginarse a sí misma de nuevo en la villa,
descansando junto a la piscina, Jude nadando, la sensación de su cuerpo
presionando contra ella mientras la llevaba a la cabaña. Pronto, esa sería su
vida, y ya no tendría que lidiar con Pace. Ella entraría en la Estatal de Las
Vegas y pasaría sus fines de semana con Jude en Los Ángeles.

Sus fantasías la distrajeron tanto que se perdió lo que Pace había dicho.

—No sé lo que acabas de decir, pero realmente no me importa. —Se


dirigió hacia la salida.
—Vi a Gates en el programa Hoy por Carretera Destrizada, Ese
programa está en Nueva York.

—¿En serio? —dijo ella. Sus ojos se ampliaron, y su boca se abrió en una
sorpresa fingida—. Innovador. ¿Quién sabía que el programa Hoy estaba en
Nueva York?

—Estaba nevando.

—¿Y? —siseó ella. Dios, ¿no puede simplemente escupir lo que está
tratando de decir?

Él la miró con curiosidad. Claramente pensó que la tenía todo


descubierta.

—¿Cómo volviste de pasar la Navidad en Nueva York con un


bronceado?

Bryna se encogió de hombros, no más.

—¿Alguna vez has oído hablar de una cama de bronceado?

—Claro que sí. No creo que las usaras.

Sus ojos viajaron por su cuerpo, y ella se estremeció ante la atención.


La hizo sentir tan asquerosa.

Ella chasqueó sus dedos hacia él.

—¿Quieres cortar esa mierda?

Obviamente, dándose cuenta de que no estaba llegando a ninguna


parte con esa línea de razonamiento, cambió de táctica.

—¿De dónde sacaste ese collar?

Su mano inmediatamente alcanzó el collar de diamantes en su


garganta. Una sonrisa se extendió en su rostro al pensar en el regalo de
Navidad de Jude.

—Gates lo consiguió para mí —mintió.


—Gates nunca te ha conseguido un regalo antes y ciertamente no
cualquier cosa con diamantes —dijo él con recelo.

—Lo que sea, Pace. Solo porque estés celoso no significa que tengas
que ser un idiota y cuestionar todo —le espetó.

—¿Es eso lo que piensas? —preguntó, avanzando hasta que estaba de


pie delante de ella—. ¿Piensas que estoy celoso de tu niño juguete? ¿Celoso
de tu perfecta vida?

Ella lo miró.

—¿Qué más podría explicar la babosa forma en que me miras? ¿La


forma como intentas destrozar mi vida? Estás celoso porque nunca serás
nada más que basura del Valle. Eres un impostor en mi mundo. No tienes el
dinero del que alardeas y nunca me tendrás.

—El hecho de que creas que te quiero, Bri, solo muestra cuán perra
engreída realmente eres. Tú y tu mundo me disgustan más de lo que jamás
podrías saber. Pero si piensas que estoy haciendo alarde ahora, entonces
solo tienes que esperar. —Sonrió hacia ella—. Finalmente, lo entiendo ahora.
Empieza el juego. —Caminó por la puerta y entonces lo pensó mejor—. Que
tengas un buen Año Nuevo. Sé que yo lo tendré.

Entonces, se había ido. Ella fulminó con la mirada su espalda y


reflexionó sobre lo que había dicho. ¿Ni siquiera había sido parte del juego?
¿Por qué otra razón le había dicho a su entrenadora que ella se había
saltado la práctica para salir? Él sabía lo que estaba tratando de hacer. Ella
no lo dejaría sabotear su vida. No había manera de que él pudiera competir
con sus planes.

De todos modos, el hecho de que él pudiera mirarla con un rostro serio


y decir que no la quería a ella o a cualquier parte de su mundo era risible.
La acechaba como un depredador detrás de su presa. Él jugaba como
mariscal de campo en Harmony. Llevaba chaquetas de traje de dos mil
dólares. Claramente tenía un sentido distorsionado de la vanidad.

Pero si él iba a jugar finalmente su juego, entonces estaría dispuesta a


derribarlo cuando llegara el momento.
22

B
ryna salió de la limosina de Gates y se dirigió a la alfombra roja
que conducía al Chateau Marmont en West Hollywood. Llevaba
un vestido blanco y negro de Oscar de la Renta y tacones color
perla con puntas negras de Chanel.

Los fotógrafos se alinearon en el evento, con frecuencia detenían a


Gates para tomar fotos, mientras los reporteros le hacían preguntas. Una vez
que llegaron al final de la línea, él envolvió con fuerza un brazo alrededor
de su cintura y la alejó de las cámaras.

—¿Estás lista para esto?

—Por supuesto. Va a ser divertido.

—Gracias por venir conmigo.

—No me des las gracias todavía —dijo con un guiño.

Su risa era completamente relajada, como si no tuviera ninguna


preocupación en el mundo.

—He extrañado tu loco culo.

—Solo me extrañaste manteniendo a tu loco culo a raya. Todos los


demás se alimentan de tu impulsividad.

Le lanzó una mirada de me-estas-jodiendo.

—¿Mi impulsividad? ¿No estabas ausente en Navidad con otro chico?


No estoy seguro de cuánto más impulsividad puedas conseguir.

—Si estás buscando cumplidos de nuevo, realmente no va a funcionar


—le dijo Bryna.

—Entonces, ¿es el mismo tipo?


—No estamos hablando de esto esta noche. Estoy aquí para
emborracharme con mi amigo y celebrar el Año Nuevo. Si no lo estás
proporcionando, tal vez haga nuevos amigos.

Tiró de ella más cerca.

—Nena, hacer amigos no es tu fuerte.

—Lo que sea. Vamos a buscar bebidas.

Gates la tomó de la mano y la condujo entre la multitud dentro de los


conectados oscuros salones de baile. Había docenas de famosos en este
evento. A pesar de que estaba acostumbrada a ver estrellas con las que su
padre había trabajado, la cantidad era suficiente para hacer que su
cabeza girara.

Luego, vio a alguien que realmente hizo que su cabeza girara.

Ella echó un vistazo a la parte posterior de su traje: un Hugo Boss negro,


si tenía que adivinar, hecho a la medida para adaptarse. Era el mismo
cabello castaño oscuro por el que había pasado los dedos esta semana.
Estiró el cuello para ver si podía ver su rostro o su perfil, pero Gates estaba
alejándola del hombre y nunca lo miró bien.

Su mente zumbó a la vida. ¿Era ese Jude? ¡Joder!

Se suponía que no debería estar aquí. Él dijo que iba a estar fuera de la
ciudad por negocios. ¿Pero no lo escuché decir exactamente lo mismo a su
esposa en Navidad?

Quería regresar y ver si era él, pero no quería que Gates supiera lo que
estaba haciendo. Por no mencionar, si realmente era Jude, no quería que
la viera con Gates. A pesar de que ella y Gates eran solo amigos, Jude no
querría verla con otro hombre. Y si reconocía a Gates, entonces podría ser
capaz de reconstruir quién era ella... y qué edad tenía. Era todo un gran
dolor de cabeza.

Miró por encima del hombro y buscó en la multitud por el hombre. No


podría haber sido Jude. ¿Cuántos hombres con increíbles trajes con cabello
oscuro están aquí? Tenía a Jude en el cerebro. Después de todo, estaba
echándolo de menos esta noche. Lo había estado extrañando desde que
lo besó de despedida y se marchó de su apartamento.

Probablemente fue un truco de su imaginación. Lo quería allí con ella,


así que lo había conjurado de la nada.

Pero aun así, siguió buscándolo, incluso cuando habían pasado unas
horas, y se dio cuenta de que su esperanza era inútil. La esperanza era solo
un dolor sordo en su pecho por extrañarlo.

Bryna y Gates bailaron toda la noche, hablando y riendo como en los


viejos tiempos. Se sintió bien relajarse con él. Había pasado todo su tiempo
libre con Jude, y ni siquiera se había dado cuenta de que echaba de menos
estar con Gates hasta ahora.

—Me lo estoy pasando tan bien —dijo ella mientras salían de la pista de
baile y se dirigían a una esquina del salón de baile.

El reloj estaba contando a la medianoche y todos estaban animando


a su alrededor.

—Yo, también. ¿Recuerdas el año pasado que estábamos haciendo


esto en una fiesta en Harmony? Ahora, estamos en Chateau Marmont.

Bryna echó la cabeza hacia atrás y se rio ante la idea. Estaba mareada
por el alcohol, y su cabeza se sentía pesada. Pero la idea de estar en una
fiesta en Harmony hace solo un año era de alguna manera histérica.

Se tambaleó hacia adelante, agarrándose al traje de Gates. Cuando


se enderezó, apoyó su mano sobre su pecho. La agarró del brazo y la
estabilizó. De repente, se perdió en un mar azul mientras la miraba de una
manera que nunca antes había visto.
Entonces la multitud aplaudió por el Año Nuevo, y Gates la estaba
besando. Su boca era cálida y familiar contra la de ella. Sus dedos se
aferraron a la tela de su vestido y ella se presionó contra él. Solo duró un
segundo antes de que se liberara de él y lo golpeara en el rostro.

—¡Dijiste que solo éramos amigos! —gritó.

Se alejó de él. No podía creer esto. Fue una mala idea estar aquí con
él. No sabía por qué pensaba que podían ser amigos. Obviamente no
podían. Era hora de salir de aquí.

Gates corrió tras ella.

—Bri —llamó.

La agarró del brazo y la sacó del salón de baile hacia una sala de estar
privada. Apartó su brazo de él.

»Bri, sé que dijiste que solo éramos amigos —suplicó.

—Sin embargo, no lamentas besarme —dijo acusadoramente.

—No, no lo lamento —le hizo un gesto para que se sentara y se sentó


junto a ella.

—Lo prometiste, Gates.

—Prometí que no le diría a nadie que estuviste con un extraño en


Navidad en lugar de estar conmigo —exclamó—. Nunca prometí que
vendría aquí como amigos. Fue todo cosa tuya.

—¡Bueno, no te estaba mintiendo! Ya no estamos juntos. No puedes ir


por ahí besándome.

—¿Quién es este hombre? —exigió. La miró a los ojos como si le dijeran


la fuente de su angustia—. ¿Por qué todo es tan secreto?

—¡Por qué lo es! ¿Qué importa, Gates? Estoy con él y no contigo.

—Entonces, ¿dónde está? No aquí contigo en público —dijo cruel-


mente—. Solo escondido así nadie puede verte con él.
—Tiene un viaje de negocios para tu información, y de todos modos no
necesito explicarme ante ti —dijo, apresurándose—. Dije que solo éramos
amigos y te aprovechaste de eso.

—¿Me aproveché de ti? ¡Por favor! Este tipo se está aprovechando de


ti. ¿Por qué estás incluso con él?

—Porque a diferencia de ti, ¡me entiende!

Gates resopló, poniéndose de pie para mirarla.

—Apenas lo conoces. ¿Cómo podría entenderte? Ni siquiera yo


entiendo tu locura.

—Exactamente. Me entiende, se preocupa por mí y me cuida.

—¿Cuida de ti? —preguntó Gates confundido—. Tu padre es un jodido


director, Bri. Nadie necesita cuidarte.

—Bueno, tal vez me gusta que él lo haga de todos modos.

—¿Es eso lo que es este collar? —preguntó, moviendo la B alrededor de


su cuello.

—¡Cristo, no lo toques! Es un Harry Winston.

Los ojos de Gates se volvieron como platos.

—¿El tipo te está comprando en Harry Winston? ¿A qué se dedica?

Bryna apartó la vista. No sabía la respuesta a esa pregunta. Tenía


algunas teorías absurdas. La forma en que Jude habló sobre su trabajo lo
hizo parecer como un proxeneta, un traficante de drogas o un
acompañante masculino. Pero no había forma. Estaba segura de que Jude
solo estaba invirtiendo o algo así.

—¿Qué importa? —preguntó ella.

—Eso es omitir Bryna. La abeja reina no sabe la respuesta.

—Lo hago —mintió.

La miró fijamente a los ojos y negó con la cabeza.


—¿Qué sabes de este tipo? Podría ser cualquiera.

—No te preocupes por mí. Puedo cuidar de mí misma.

—Oye —dijo—. Sé que te he besado, pero quiero estar aquí para ti


como amigo. No quiero verte lastimada. Así que… ten cuidado.

Le sonrió a Gates con una confianza que no sentía.

—No lo necesito. Sé exactamente lo que estoy haciendo. —Cuando se


dio vuelta para irse, se preguntó si sabía lo que estaba haciendo.

Gates la alcanzó otra vez y le dio una mirada de disculpa.

—Lo siento mucho. No quiero que estés enojada conmigo. Solo


pregunto por qué me preocupo por ti.

Bryna miró hacia la distancia.

—Sé que lo haces, pero debes confiar en mí cuando digo que solo
somos amigos.

—Lo entiendo. ¿Todavía puedo llevarte a casa?

Después de un minuto, asintió.

—Sip.

Salieron juntos del hotel y se metieron en su limosina. Estuvieron en


silencio en el camino a casa. Su amistad estaba intacta, y se sintió mejor al
saber que él no iba a intentar nada. También fue agradable que alguien
supiera acerca de Jude, incluso si Gates no tenía ninguno de los detalles.
Era como un peso fuera de su pecho.

Cuando estaban a más de la mitad de su casa, su teléfono zumbó en


su bolso. Echó un vistazo al nombre, y su corazón saltó.

»Gates, no te importa si tomo esta llamada, ¿verdad?

—¿Es él?

No pudo evitar sonreír ante la idea de Jude llamándola, así que solo
asintió.
—Adelante. —Gates se volvió hacia la ventana para darle una
apariencia de privacidad.

Ella respondió el teléfono.

—¡Hola! ¡Feliz Año Nuevo!

—Feliz Año Nuevo —dijo Jude.

El teléfono era chirriante, como si hubiera música alta en algún lugar en


el fondo.

—¿Dónde estás? Apenas puedo escucharte.

—Oh, lo siento —dijo. Después de un par de segundos, la música se


redujo a un suave murmullo—. No me di cuenta de que estaba tan fuerte.
Estoy en una fiesta por trabajo.

—No sabía que eso era lo que querías decir con trabajo. —Intentó no
sonar como si estuviera haciendo un puchero, pero no estaba segura de lo
bien que lo había logrado.

—Estoy seguro de que no es ni la mitad de divertido que lo que estás


haciendo.

Miró por la ventana, lamentando un Año Nuevo sin él.

—Te extraño mucho.

—Yo también te extraño. Creo que estoy viendo cosas porque juro, vi a
una chica que se parecía a ti.

Bryna se rio.

—A mí me pasó lo mismo. Pero ni siquiera estás en L.A., entonces debe


haber sido otra persona.

—Debe haber sido. —Estuvo de acuerdo él—. ¿Dónde terminaste esta


noche de todos modos?

—Oh, Chateau Marmont.

Hubo una pausa antes de preguntar:


—¿Sola?

—No. Estaba con un amigo.

—¿Un amigo?

—Sí, pero no tienes nada de qué preocuparte. Solo somos amigos. ¿A


dónde volaste de todos modos? Estás lleno de preguntas. Creo que puedes
responder una tú mismo.

Hubo un silencio en el otro extremo por el tiempo suficiente como para


que ella se moviera torpemente en su asiento.

»¿Sigues ahí? —preguntó.

—No salí de la ciudad.

—¿No lo hiciste? —preguntó, confundida—. ¿Por qué me dijiste que lo


hiciste?

—Estuve en Chateau Marmont esta noche. No sabía que estarías allí,


pero te vi besar a alguien más, Bri.

Su estómago cayó y se agarró al asiento.

—No. Estás completamente equivocado. Yo no estaba... no era lo que


parecía.

—No estábamos jugando un juego. No estaba yendo para arrebatarte.


Estabas solo con él —acusó.

—Jude, lo juro, eso no fue lo que sucedió. Es un amigo. No significó nada


para mí.

Gates giró la cabeza en su dirección y ella lo rechazó.

Esto no podría estar pasando. No podía estar lidiando con esto. ¿Por
qué demonios está Jude en la ciudad? ¿Y por qué estaba en el mismo hotel
que yo? Se suponía que debía estar en algún lugar del trabajo donde no
importaría que ella saliera con un amigo. Y había visto a Gates besarla, pero
obviamente no la bofetada después.

¡Joder!
Estaba temblando, literalmente temblando en su asiento.

—Tengo que volver a la fiesta. Hablemos de esto mañana.

—Jude —susurró.

—Buenas noches, Bri.

La línea se cortó, y dejó caer el teléfono en su regazo con incredulidad.

—¿Estás bien? —preguntó Gates, alcanzándola.

Tragó saliva y trató de contener su dolor. No se desmoronaría. Era


fuerte, segura de sí misma e independiente. No necesitaba un hombre. No
necesitaba...

Las lágrimas se acumularon silenciosamente en sus ojos y se volvió hacia


el hombro de Gates. La sostuvo contra él.

»Dime lo que pasó.

—Vio que me besaste.

—¿Estaba allí? —preguntó Gates con sorpresa.

—No sabía que estaría allí.

—Así que... ¿se separaron? —Parecía cauteloso e inseguro.

Él no estaba acostumbrado a consolarla. Normalmente, no necesitaba


consuelo. Este era un territorio nuevo para ella.

—Dijo que quería hablar mañana.

—Lo siento, Bri. Nunca hubiera hecho eso si lo hubiera sabido. Nunca
querría molestarte.

Puso su cabeza entre sus manos y se inclinó hacia adelante.

—¿Qué voy a hacer?

—Cúlpame. Él está enojado ahora mismo. Todo irá bien.

—Espero que estés en lo correcto.


23

J
ude no llamó al siguiente día.

O el día después de eso.

El tercer día, Bryna no pudo aguantar más y marcó su


número de teléfono. Sonó por siempre antes de hacer clic en el
correo de voz. Intentó una vez más. Cuando volvió a ir al correo de voz, dejó
un mensaje rápido pidiéndole que la llamara. No pudo obligarse a llamar de
nuevo. No iba a actuar tan jodidamente desesperada.

Claramente, no importaba que él hubiera dicho el día de Año Nuevo


que hablarían. Había mentido acerca de dejar Los Ángeles. ¿Por qué no
mentiría acerca de él llamándola?

Todavía no podía creer que hubiera estado en Chateau Marmont en


año nuevo. Ella había estado a salvo y segura sabiendo que las cosas con
Gates eran platónicas y que nada podía salir mal. Entonces, había sido
golpeada en el rostro con esto.

Sus sentimientos por Jude eran los mismos que cuando habían pasado
una semana juntos en San Bartolomé. No sabía cómo él podía sentirse de
manera diferente en tan poco tiempo. Tampoco sabía cómo podría estar
tanto tiempo sin hablar con ella y obtener aclaraciones sobre lo que
realmente había sucedido. Si ella lo hubiera visto con alguien más, hubiera
querido una maldita explicación.

Bryna trató de seguir con su vida normal, pero todo parecía surrealista
con la escuela comenzando de nuevo. Era como si todas las vacaciones de
Navidad hubieran sido un sueño... y luego una pesadilla.

Estaba contenta de tener tanto para ocupar su tiempo y no pensar en


lo que había sucedido.
La temporada de competencia estaba llegando para las porristas, así
que estaban duplicando las prácticas. Y Felicity quería comenzar las
reuniones semanales para discutir el evento de caridad. Bryna seleccionó a
tres asistentes, Avery, Tara y Jemma, para aliviar la carga. Aunque Avery y
Tara estaban siendo extrañas y distantes. Bryna no sabía de qué se trataba,
pero ni siquiera podía molestarse con ello.

Las solicitudes universitarias debían entregarse este fin de semana, y


estaba tratando de concentrarse en planificar su horario de visitas al
campus. Ya había entregado su solicitud de la Estatal de LV, pero aún tenía
que terminar UCLA, Stanford, Berkeley y NYU. Siguió intentando decirse a sí
misma que había cosas más importantes que hacer que estresarse por Jude,
sus amigos y las porristas.

Más tarde esa semana, después de la práctica, manejó a casa desde


la escuela con su mente llena de todo lo que necesitaba para lograrlo.
Estacionó su auto en la cochera y subió las escaleras de dos en dos. Justo
cuando entró en su habitación, vio a Pace asomarse desde su habitación.

—Déjame en paz —llamó antes de cerrar la puerta.

Como esperaba, dos segundos después, estaba abriendo la puerta.

Se dejó caer en su escritorio, dándole la espalda.

»Dije, déjame en paz.

—¿Tuviste una buena práctica?

—No quiero una pequeña charla contigo. Quiero que salgas de mi


habitación —ordenó. Pace era la última persona con la que quería lidiar
cuando su temperamento tenía mecha corta.

Pace continuó ignorándola y se recostó en su cama.

—Has sido una mega perra últimamente, más de lo normal. ¿Problemas


en el paraíso?

Bryna cerró los ojos y contó hasta cinco antes de responder:

—No. Estoy ocupada.


—Bueno —dijo, sonriendo pícaramente—, vine a decirte algo.

—¿Qué? —espetó.

—La asistente del presidente en la Estatal de LV llamó dos veces. Estaba


preguntando por ti, sobre algún fin de semana de reclutamiento en el
campus. Les dije que estabas considerando otras opciones y que llamaran
en otro momento.

—¿Qué? —preguntó, parándose bruscamente.

—Que tengas una buena tarde.

Él comenzó a salir de la habitación con confianza cuando ella estalló


en carcajadas.

Se giró y la miró.

»¿Qué es tan gracioso?

—¿Es esta tu idea de sabotaje? —Negó con la cabeza—. Vas a tener


que hacerlo mejor que eso. ¿No sabes que mi padre es un jodido impulsor
de la Estatal de LV? Si se enteran de que estoy considerando otras escuelas,
clamarán por mi visita. No quieren que su dinero sea retirado.

Pace frunció los labios mientras parecía darse cuenta de su error.


Parecía enojado porque todo lo que había planeado no iba a funcionar.
Era lindo que hubiera pensado que podría destruir su oportunidad en la
Estatal de LV, pero realmente, eso no estaba sucediendo.

»Entonces, gracias por eso. —Sonrió y movió sus dedos hacia él—.
Puedes irte ahora.

Pareció considerarla por un momento. Sus ojos se clavaron en los de


ella.

—Bueno, iba a esperar a que tus amigas te dijeran, pero me acosté con
Avery y Tara durante el Año Nuevo.

La boca de Bryna se abrió antes de que pudiera detenerse.


Rápidamente cubrió su mirada de incredulidad.
—Ellas no te tocarían.

La risa en los ojos de él la hizo reconsiderar. Sus amigas eran un poco


tontas, pero seguramente, sabían lo que esto significaría para ellas. Ambas
sabían lo que ella pensaba sobre Pace y cómo le había parecido tenerlo en
Harmony. No confiaba exactamente en ellas, pero todavía lo sabían. Joder,
todas lo sabían.

—Tú no lo harías —dijo él—. Pero ellas lo hicieron. Ambas. Al mismo


tiempo.

El solo hecho de pensar eso la hizo querer vomitar su almuerzo.

Bryna sintió arcadas.

—Tara hizo algo de eso. Sin embargo, Avery no tiene arcadas. Es


asombrosa.

—No te creo. Solo sal de mi habitación. Ahora.

Saltó de la silla de su escritorio, cargó y empujó contra él, tratando de


echarlo de su habitación, pero era sólido. Apenas se movió más de unos
pocos centímetros.

—Te derrotaré en tu propio juego, Bri. Este es solo el comienzo.

Salió de su habitación, y cerró de nuevo la puerta.

Su corazón estaba acelerado. ¿Podría ser cierto que Avery y Tara


durmieron con mi maldito hermanastro? ¡Puaj! Era demasiado
desagradable pensarlo. Tal vez Pace solo estaba plantando una semilla en
su mente para tratar de asustarla, o tal vez realmente había pasado. De
cualquier manera, tenía que saber la verdad.

Arreglo un mensaje de texto a sus amigas para encontrarse con ella en


una caferetería cerca de Rodeo con el pretexto de encontrar un vestido
para el evento de caridad, y luego salió corriendo de su casa.

Quince minutos más tarde, estaba sentada en su mesa favorita al aire


libre con un moca macchiato frente a ella.

Avery y Tara aparecieron unos minutos después.


Avery sonrió alegremente y sacudió su cabello.

—Oye, B. ¿Sin Jemma?

—Pensé que podríamos buscar vestidos sin ella.

—Gracias a Dios —dijo Tara, derrumbándose en una silla.

—Mmm —murmuró Bryna. Tomó un sorbo de su bebida.

Si lo que Pace le había dicho fuera cierto, Jemma sería la menor de sus
preocupaciones.

—Entonces —dijo Avery una vez que tomaron sus bebidas—, ¿a dónde
quieres ir primero?

Bryna cruzó las manos en su regazo y miró a sus dos amigas.

—Probablemente Barneys. —Tomó otro sorbo de su bebida y sonrió—.


Es muy agradable estar aquí con ustedes. No hemos pasado tiempo juntas
fuera de la práctica desde que fuimos a X. ¿Cómo estuvieron sus
vacaciones?

Tara se movió y miró a Avery.

—Las mías fueron buenas.

—Las mías también —aceptó Avery.

—Bueno. Lo más destacado para mí fue ir a Chateau Marmont con


Gates para Año Nuevo. —Por supuesto, realmente había sido San Bartolomé
con Jude, pero la realidad de sus vacaciones no tenía nada que ver con el
verdadero propósito de esta conversación—. ¿Dónde estaban ustedes para
Año Nuevo? No las he oído hablar de eso.

—Uh... —murmuraron ambas.

Intercambiaron otra mirada.

—Estuve en la fiesta en Harmony —dijo Tara.

—Sí… yo también.
Bryna asintió pensativa.

—Gates intentó besarme a medianoche y tuvimos una gran pelea. ¡Por


favor, díganme que su noche terminó mejor que eso!

—La mía fue totalmente patética —admitió Tara.

—La mía también —repitió Avery.

—¿No besaron a nadie a la medianoche? —preguntó Bryna.

Tara se sonrojó y miró hacia otro lado. Avery intentó mirar a Bryna a los
ojos, pero no hizo un muy buen trabajo. Ambas parecían ansiosas.
Culpables.

Bryna mantuvo su silencio. Las vio sentarse allí y retorcerse. Muy pronto,
lo admitirían. No podía creer esto. Las sucias putas se habían acostado con
su hermanastro. La forma en que actuaban era prueba suficiente de que
algo había caído.

Después de un completo silencio de cinco minutos, Tara se rompió.

—Lo siento, B.

—¿Por?

—¡Tara! —espetó Avery.

—¡Ella debería saber!

—¿Saber qué? —sugirió Bryna.

—Me acosté con Pace —dijo Tara—. Lo mismo hizo Avery. Uhm... juntas
en Año Nuevo.

Bryna se levantó lentamente de su asiento y se inclinó sobre sus amigas.

—Ya lo sabía —dijo con calma.

Ambas parecían que podrían llorar.

—Pace me lo dijo.

—¿Qué? —chillaron ambas.


—Ese bastardo —chilló Avery.

—¡No puedo creerle! —dijo Tara horrorizada.

—Lo que no puedo creer es que ninguna de ustedes me lo dijo


—advirtió Bryna—. Tuve que escucharlo de él. ¿Y saben qué? De hecho, las
defendí. Dije que mis amigas nunca lo tocarían, y él procedió a deleitarme
con su falta de arcadas.

Las chicas palidecieron aún más.

»Ahora, estoy preguntándome por qué hice eso. Ustedes dos saben lo
repugnante que es Pace y lo despreciable que es vivir con alguien así. La
razón por la que no me dijeron fue porque sabían que estaría enojada.
Imaginen cómo me siento ahora que sé que lo estaban ocultando.

Les dio un minuto para considerar lo que había dicho.

—Bri, no queríamos que sucediera —insistió Avery—. Estábamos


borrachas, y él estaba allí.

—¡Nunca lo haríamos otra vez! —gritó Tara.

Bryna negó con la cabeza. Ridículo y simplemente insultante.

—Saben lo importante que es este evento de caridad para mí, y


necesito asegurarme de que se desarrolle sin problemas. Entonces, ambas
están fuera del comité.

—¿Qué? —chilló Avery.

La mandíbula de Tara cayó al suelo.

—¿Es en serio?

—Creo que iré a buscar un vestido por mi cuenta. —Tomó su bolso y


sonrió.

—¿Realmente nos estás echando del comité? —exigió Avery.

—Las acciones tienen consecuencias, chicas. Acaban de descubrir


cuáles son las suyas —dijo Bryna.
Se alejó de la cafetería mientras se deslizaba sus gafas de sol sobre sus
ojos y suspiró. No podía dejar que las personas pensaran que podían salirse
con la suya con este tipo de mierda. Todavía era reina después de todo.
Tenía que gobernar su reino con un puño de hierro. Lo que sucedió fue por
necesidad.

Deseó que arreglar la situación con Jude pudiera ser tan fácil como lo
había sido con las chicas.
24

D
oce días.

Le tomó doce días a Jude devolverle la llamada a


Bryna.

Vio su nombre en el teléfono y no estuvo segura de


cuales emociones evocó primero. Enojo, alegría, frustración, esperanza;
todas la golpearon violentamente.

¡Estaba llamándola!

¿La llamaba ahora, después de todo este tiempo? ¿Por qué se demoró
tanto?

No sabría la respuesta a ninguna de sus preguntas si no contestaba el


teléfono. Con un ataque de coraje, deslizó la pantalla táctil hacia un lado.

—¿Hola?

—Bri —dijo él con alivio.

—Hola, Jude. —La ira estaba ganando ¿Cómo se atreve a hacerme


esperar tanto tiempo?

—¿Cómo estás?

Recordó la primera vez que lo conoció, cuándo la hizo esperar cinco


semanas antes de llamar. Ella había tratado de ser fría y serena, jugando,
pero eso la había molestado. Y le molestaba aún más ahora.

—Frustrada y confundida. No me gusta eludir los problemas. Tenemos


que hablar.
—Tienes razón. Debería haberte llamado enseguida, como dije que lo
haría. Estaba enojado e irracional, pero —dijo en voz baja—, Bri, te he
echado tanto de menos.

Su resolución se debilitó ligeramente ante esas palabras. Dios, lo he


extrañado. Incluso si estaba enojada e insegura sobre el estado de su
relación, todavía quería correr hacia él y arreglarlo. ¿Cómo puede sacar
esas emociones de mí?

—Yo también te he extrañado. ¿Pero cómo puedes hacerme esperar


así? No es como si fuera la única equivocada. Me mentiste sobre dónde ibas
a estar. ¿Qué estabas haciendo allí?

—Lo sé. Había planeado salir de la ciudad por trabajo, pero terminé
quedándome en la ciudad.

—¿Por qué? —preguntó. Había pensado en esto desde esa noche. No


podía entender por qué se había saltado sus planes de trabajo para ir al
hotel por Año Nuevo. Tenía que haber una razón.

—Todavía estaba trabajando. Muchos de mis clientes estuvieron allí esa


noche.

—Sigues diciendo eso, pero no sé lo que significa. Cuanto más lo pienso,


más se me escapa la imaginación. ¿A qué te dedicas?

Jude suspiró.

—Realmente no es tan loco.

—Entonces, ¿por qué me lo escondes?

—Actúas como si no tuvieras ningún secreto cuando te atrapé besando


a otro hombre —acusó.

—No besé a nadie. Si me hubieras dejado explicarte en lugar de


evitarme, habrías sabido la verdad.

—Vi lo que sucedió, Bri. Estaba parado allí.


—Si hubieras estado allí todo el tiempo, entonces habrías visto la
bofetada y que salí corriendo. Porque eso es lo que hice —dijo, subiendo la
voz.

—¿De verdad? —preguntó. Sonaba como si no le creyera, pero quería


hacerlo. Al menos estaba intrigado y escuchando su versión. Ella había
querido decir esto por casi dos semanas. Ahora las compuertas se abrieron.

—¡Sí! Fui con él como amiga, y entonces él se dejó llevar por el


momento de la medianoche. Lo rechacé por intentar cualquier cosa
porque estoy saliendo contigo. Solo te quiero a ti. —Sintió que su enojo
menguaba. Fue reemplazado con tristeza por el hecho de que algo de esto
tenía que decirse en absoluto.

—¿Quién era?

—¿Acaso importa? —preguntó—. Me crees cuando digo que es solo


un amigo y nunca tuve la intención de que eso sucediera o no lo haces.

La línea estuvo en silencio por un minuto.

—Te creo. Simplemente me pregunto si alguna vez me habrías dicho


que te había besado si no lo hubiera visto por mí mismo.

¿Lo habría hecho? Probablemente no. No significaba nada para ella,


y no habría necesitado saberlo. Sabía que se habría enojado. Si se
encontrara en su lugar y él hubiera estado con otra persona en Año Nuevo,
también se enojaría.

»No lo creo —dijo.

—¿Qué quieres que diga, Jude? Nunca hubiera ocultado que estaba
con mi amigo en Año Nuevo si fuéramos capaces de ser honestos el uno
con el otro. Podrías haberme dicho que ibas a ir a Chateau Marmont por
trabajo, y entonces podríamos habernos reunido y haber tenido un buen
beso de Año Nuevo. En cambio, estamos atrapados detrás de este velo de
misterio. No me confiarás tus secretos, así que ¿cómo puedo confiar en ti los
míos? —preguntó desesperadamente.
—Tienes razón —dijo en voz baja—. Creo que es hora de que te diga
todo y te deje decidir qué es esto, una vez que tengas todos los hechos.

—Me gustaría eso.

La verdad, le aterrorizaba un poco. ¿Qué está ocultando que podría


hacer que cambie de opinión sobre él? ¿Cambiará de opinión sobre mí?
Creo que lo averiguaré.

»Puedo escaparme esta noche —le dijo.

Él gimió.

—Desafortunadamente, no estoy libre hasta el próximo fin de semana.


Esta vez, en realidad estoy fuera de la ciudad. Estoy en Chicago.

—Oh. —Genial. Justo lo que quería hacer, esperar otra semana antes
de que pudieran sacar todo esto a la luz. Sin mencionar que lo echaba de
menos y quería estar con él cada segundo. Su trabajo era tan
inconveniente. Aunque tenía sus ventajas.

—¿Qué tal el próximo fin de semana? —sugirió.

Ella tragó saliva.

—Suena bien.

Todo podría haber terminado el próximo fin de semana.


25

U
na semana más tarde, Bryna entró a su última clase. Su lugar
habitual estaba entre Avery y Tara, pero no había estado
sentándose allí desde que las expulsó del comité. Ella las había
reemplazado con otras dos porristas que habían quedado extasiadas al ver
que sus estrellas se elevaban.

Se sentó en su nuevo asiento cerca de la parte delantera de la


habitación cuando su teléfono comenzó a zumbar ruidosamente en su
bolso.

¡Joder! ¿Quién demonios me está llamando mientras estoy en la


escuela?

Miró la pantalla y sonrió alegremente.

—Señorita Turner, por favor, guarde su teléfono —le indicó la profesora.


Parecía molesta de que Bryna incluso lo tuviera en sus manos, como si todos
los estudiantes no enviaran mensajes de texto durante su clase.

—Es mi padre llamando desde Nueva Zelanda. Tengo que tomar esto
—dijo. Confiadamente salió de la habitación—. ¡Papá!

—¡Hola, cariño!

—Todavía estoy en la escuela. La diferencia horaria es una especie de


asesino.

—Lo siento por eso. Enviaré una disculpa a Harmony, pero tenía que
hablar contigo. ¿Hablaste con alguien de la Estatal de LV? —preguntó, su
tono volviéndose serio.

—No. Pace dijo que alguien llamó, pero no me volvieron a llamar.


—Es gracioso porque me llamaron, preocupados porque mi hija no
estaba interesada en hacer una visita al campus. ¿Qué es esto que
escucho? ¿No quieres ir a la Estatal de LV? Es mi alma mater, Bryna. El alma
mater de tu madre. Es donde perteneces —insistió.

—Todavía quiero ir allí. No hablé con nadie. Debe haber sido Pace. Él
ha estado jugando a este tonto juego, pero se está yendo de las manos.
Está tratando de sabotear mis perspectivas universitarias —dijo, jugando a
ser dulce e inocente.

—Me haré cargo de tu hermanastro, Bryna. Pero tienes que ir a esa visita
a la universidad que organizaron. Querían que estuviera allí este fin de
semana, pero el hecho de que no esté en la ciudad no significa que estés
exenta —le dijo.

—¿Este fin de semana? —gimió—. Tengo planes este fin de semana.

—Cámbialos. Tu futuro es más importante.

¡Joder! Se suponía que iba a tener la gran conversación con Jude este
fin de semana, y ahora, tenía que cancelar todo. Y ni siquiera podía decirle
dónde estaría, no sin renunciar a todo antes de verse en persona. Todo el
asunto era frustrante.

Tan pronto como dejó la escuela, llamó a Jude para darle la noticia.
Tendrían que planear otro día para hablar sobre sus problemas. Con suerte,
podrían hablar el lunes, siempre y cuando no se fuera de inmediato. Él tenía
una tendencia a hacer eso.

Cuando finalmente habló con Jude, parecía sospechoso por teléfono,


pero cuando ella le explicó que era una emergencia, retrocedió. Después
de esa llamada con su padre, no había forma de que no fuera a esa visita,
y le prometió a Jude que se lo compensaría tan pronto como pudieran
volver a verse.

Estaba empacando para Las Vegas cuando Celia llamó desde las
escaleras.

—¡Bryna! Tu novio está aquí.


Bryna se encogió. Novio. Debe estar hablando de Gates. Todo era tan
jodidamente confuso. No podía contarle a Celia que ella y Gates no
estaban saliendo sin levantar sospechas sobre lo que había pasado en
Navidad, y odiaba explicarle cualquier cosa a esa imbécil. Con suerte, las
cosas se aclararían muy pronto.

Salió al pasillo cuando Gates llegaba a lo alto de la escalera.

—Hola, B.

—Gates —dijo asintiendo. Hizo un gesto para que la siguiera de vuelta


a su habitación.

Una vez que estuvo dentro, él cerró la puerta. Sus ojos examinaron el
desastre.

—Bueno, venía a preguntarte si querías salir, pero parece que te vas.

—La Estatal de LV me invitó a un fin de semana de reclutamiento.

—¿Las Vegas? —preguntó, levantando sus cejas—. ¿También puedo ir?

—¿No tienes cosas que hacer para tu película?

—No. Tengo algo de tiempo libre antes de terminar la promoción.


¿Todavía vas a ir al estreno conmigo?

—Sí. Sí. Está bien —dijo distraída—. Puedes venir a Las Vegas, también.
Lo que sea.

—¿Estás bien? Pareces distraída.

—Se suponía que Jude y yo debíamos tener esta gran conversación,


este fin de semana, pero mi papá se enteró de esta visita de fin de semana,
así que ahora tengo que ir. Estoy tan enojada y no sé cómo esta charla va
a ir en absoluto.

Arrojó una camiseta de La Estatal de LV en su bolso y luego trató de


forzarlo para que se cerrara. Gates empujó hacia abajo y lo cerró por ella.

—Trata de no estresarte, B. Claramente amas al tipo.


Bryna dejó caer la maleta que acababa de levantar y lo miró con ojos
aterrorizados.

—¿Qué acabas de decir?

—Lo amas, ¿verdad? —preguntó Gates. El típico humor en sus ojos fue
reemplazado por tristeza.

—Yo... no quiero hablar de esto —murmuró.

No con Gates.

Ni con nadie

Amor. Esa era la palabra más grande de cuatro letras.

¿Amo a Jude? Su garganta se cerró, y sus palmas comenzaron a sudar.


Se sintió enferma.

No, no iba a pensar en eso.

—Está bien. ¿Te quedarás en el campus, o debería conseguir una


habitación en el Bellagio? —preguntó Gates, cambiando de tema.

—Se supone que debo quedarme en el campus, pero consíguenos una


habitación en caso de que el lugar sea una mierda —sugirió.

—Hecho.

Inmediatamente Gates llamó por teléfono a su representante y le pidió


que les reservara una habitación en la Franja durante el fin de semana. Se
detuvieron en la casa de Gates para recoger una bolsa de viaje con algo
de ropa y luego se pusieron de camino.
Llegaron al campus ubicado en las afueras de la Franja de Las Vegas
tarde esa noche. Después de registrarse en el centro de visitantes, le dieron
instrucciones para llegar al hotel del campus. La habitación era lo
suficientemente bonita que decidió quedarse allí.

Gates regresó solo al Bellagio con grandes planes para ir al casino y


pasar la mitad de la noche jugando al veintiuno.

Ella tuvo una reunión al día siguiente, por lo que tuvo el muy necesario
descanso antes de dirigirse al edificio del presidente en la mañana. Su
asistente la condujo por el pasillo hacia una gran sala de conferencias. Entró
a una habitación llena de otros estudiantes. Se preguntaba para qué los
reclutaban. ¿Con cuántos padres se contactó personalmente el presidente
para tenerlos aquí?

Vio al presidente West hablando con algunos estudiantes al otro lado


de la sala. Él sonrió cuando la vio, pero ella caminó en la dirección opuesta.
¿Acaso está viéndome a mí o a los signos de dólar?

Podría haber terminado aquí por insistencia de su padre, pero quería


que le gustara la Estatal de LV. Siempre había sido su primera elección. Ella
había estado en el campus desde que era bebé. Quería gobernar como lo
hacía ahora en Harmony. Pero con casi cincuenta mil estudiantes, ¿sería eso
posible? La idea la puso nerviosa. Quería encontrar a su gente... ahora. No
quería esperar a que la escuela comenzara para empezar a hacer amigos
y convertirse en el centro de atención.

Bryna intentó mezclarse con unos pocos estudiantes y descubrió que


muchos de ellos estaban allí para una entrevista sobre becas. Ellos eran
finalistas para una beca de mérito completo. Terminó sentada junto a una
de las chicas durante el almuerzo con el presidente. La universidad había
llevado a la chica en avión desde un pequeño pueblo de Alabama, y tenía
un fuerte acento sureño que le dificultaba a Bryna entender la mitad de lo
que estaba diciendo. Estaba claro... que esta no era su gente.

Al final del almuerzo, se alegró de saltarse el recorrido para ir a su


reunión con el entrenador principal de fútbol, el entrenador Galloway. Si
bien era un joven entrenador, se había ganado el puesto en la Estatal de LV
hace dos años después de que hubo un escándalo con el entrenador
anterior. El entrenador Galloway llevó al equipo a una victoria en el
campeonato nacional ese año y no pensaba irse pronto. Su padre se había
hecho amigo de él, por lo que ella estaba relativamente bien familiarizada
con él.

Entró en el complejo deportivo y fue directamente a su oficina. Ella tocó


dos veces.

—Adelante.

Empujó la puerta.

—Entrenador Galloway, es genial verlo de nuevo.

—Bryna, ¿cómo estás? —Se puso de pie, le estrechó la mano y le dio


una sonrisa con hoyuelos.

—Estupenda. Es muy agradable estar de vuelta en el campus.

—Me alegra oír eso. ¿Por qué no te sientas?

Tomó su oferta y se sentó en la silla al otro lado de su escritorio.

—¿Cómo le va a tu padre?

Bryna contuvo su suspiro.

—Está filmando en Nueva Zelanda, por lo que está increíblemente


ocupado.

—Fue desafortunado que no pudiera asistir al juego de bienvenida este


año. Y lo estamos extrañando este fin de semana.

—Yo también.

Todas las personas siempre preguntaban por su padre. Entre Gates y su


padre, la gente sabría quién era ella en el campus, de inmediato. Eso hizo
que dudara de su decisión de traer a Gates con ella... y que dudara de esta
reunión también.

»Estoy segura de que estará aquí el próximo año si estoy animando en


el terreno de juego.
El entrenador Galloway rio jovialmente y asintió.

—Estoy seguro de que lo hará.

Llamaron a la puerta y ella se dio vuelta para ver quién estaba


interrumpiendo.

—Hola, entrenador. ¿Me llamó?

—Lo hice. Bryna, déjame presentarte a nuestro representante


estudiantil.

La sonrisa de Bryna se iluminó.

—Eric Wilkins.

Se giró al oír su nombre y ella lo observó abiertamente. De metro


ochenta de altura, cabello castaño oscuro y ojos claros color miel. Él todavía
estaba en forma como si nunca hubiera dañado su rodilla más allá de
cualquier reparación el año pasado en el medio de su intercepción de
touchdown que hizo que ganaran el juego durante el campeonato
nacional.

—No debería sorprenderme que lo reconozcas. Eric está entrenando


bajo mi tutela como un entrenador estudiantil —le dijo el entrenador
Galloway—. Eric, esta es Bryna Turner. Su padre es Lawrence Turner, ganador
del Campeonato Nacional en mil novecientos ochenta y ocho.

Eric asintió agradecidamente y se acercó para estrechar su mano.

—Me encantan sus películas —le dijo—. Un trabajo bien hecho.

—Gracias —murmuró ella.

—Si no te importa, Eric, me encantaría que le mostraras a Bryna los


alrededores. Su padre es un ex alumno muy estimado.

Bryna miró sorprendida al entrenador Galloway. Realmente estaban


trayendo grandes armas si estaban persuadiendo a Eric Wilkins para que le
mostrara los alrededores. Se preguntó cuántos millones de dólares donaba
su padre cada año para recibir este tipo de tratamiento.
—Por supuesto, entrenador.

—Bueno, tengo más asuntos que atender aquí. Fue genial verte de
nuevo, Bryna. Probablemente haga una aparición sorpresa en el almuerzo
de despedida del domingo, así que volveremos a hablar allí.

Bryna tomó eso como su despedida. Estrechó nuevamente la mano del


entrenador y luego salió de la oficina con Eric.

—Entonces, ¿cuáles son tus planes hoy? —preguntó Eric—. ¿Recorrido


por el campus? ¿Sentarte a través de una sesión de información en la
escuela? ¿Recorrido de los dormitorios?

Se encogió.

—No, gracias. Prefiero hacer lo que los estudiantes realmente hacen en


el campus.

Él rio.

—¿Emborracharse y jugar al fútbol?

—Suena como mi estilo —le dijo con sinceridad. Si hiciera amigos ahora,
estaría un paso más cerca de hacerse cargo de la escuela.

—Entonces, necesitamos ir a Posse.


26

B
ryna se reunió más tarde con Gates y Eric en el campus esa noche
para ir a Posse. Los chicos parecieron medirse el uno al otro
cuando fueron presentados. Ellos eran más o menos de la misma
estatura, pero Eric tenía una mayor complexión. Gates había perdido un
poco de la descabellada definición que había tenido mientras estuvo en el
estudio filmando para Carretera Destrozada.

Después de unos segundos, se sonrieron y se estrecharon manos.

Ellos caminaron fuera del campus hacia el club que Eric había
recomendado. Gates y Eric hablaron fácilmente todo el camino mientras
Bryna estaba perdida en sus pensamientos.

Si su padre no la hubiese forzado a venir a este fin de semana de


reclutamiento, podría haberse encerrado bajo llave en el apartamento de
Jude, discutiendo todo lo que habían estado conteniendo. En cambio,
estaba en el campus, siendo escoltada por dos chicos quienes
probablemente dormirían con ella con un chasquido de sus dedos.

Ella no estaba deseando explicarle todo eso a Jude una vez que ellos
finalmente decidieran hacer sus confesiones. Pero de nuevo, eso no era
nada comparado con el hecho de que ella tiene diecisiete años y estaba
todavía en preparatoria.

—Este es el lugar —dijo Eric.

Posse era un edificio colosal con una señal brillante de color verde neón
en el frente. Eric consiguió pasarlos al interior pasando al portero. El interior
era un gigantesco espacio abierto con múltiples bares y balcones en niveles
con vistas a la pista de baile. Un DJ tocaba música hip-hop. Afuera, había
una piscina con varios bares acuáticos. La habitación tenía una energía que
ella no podía explicar. Era hipnótico.
Gates y ella siguieron a Eric a través de la multitud hacia uno de los
bares. Él estrechó su mano con un grupo de gigantescos jugadores de
fútbol, y luego se los presentó. Ella obtuvo un par de miradas apreciativas y
mantuvo la sonrisa en su rostro. Esto era lo que quería estar haciendo el
próximo año; animando en los márgenes, saliendo con jugadores de fútbol,
y sobre todo, ser la persona más deseado de la escuela. Necesitaba sacar
a Jude de sus pensamientos esta noche y disfrutar su tiempo aquí.

—¿Un trago? —ofreció Eric

—Sí —dijo ella, inclinando su pecho contra la barra—. ¿Qué hay de


bueno aquí?

Él sonrió hacia ella y se apretujó en el espacio entre ella y el tipo detrás


de él. Ellos estaban casi tocándose.

—Todo.

Ella apartó su mirada de él regresándola hacia el bar. Sabía que él


únicamente estaba coqueteando con ella porque el entrenador le había
dicho que la ayudara a aclimatarse. No podía perder nada de su refuerzo
de dinero. Pero, aun así, era bueno en eso.

—Quisiera un Martini seco — le dijo finalmente.

—Si te gustan los Martini, te recomendaría el Posse Menta.

—Estoy dentro.

Eric llamó al barman, y ella se alejó rápidamente del bar. Si Jude no


estuviera en su vida, hubiese estado encima de Eric. Pero no esta noche.
Cuando el barman apareció enfrente de él, Eric ordenó su Martini y una
cerveza para él. Gates ya tenía una cerveza en su mano gracias a una
mesera rubia. Ella debió haberlo reconocido porque su boca se abrió en
sorpresa.

Su bebida Posse Menta, no solo era deliciosa, sino también potente.


Podía sentir un zumbido estableciéndose rápidamente.

Para el momento que su grupo caminó fuera, perdió la cuenta de


cuantos Martini había consumido. Eric estaba hablando con un par de
jugadores de fútbol que estaban cerca. Ellos continuaban disparando
miradas en su dirección. Gates estaba a su lado, pero hablando con otra
rubia. Ella continuaba viendo a Bryna como si se preguntara cuál era su
relación con Gates y que tan pronto podía alejarlo de su lado.

Bryna ignoró a la chica e hizo un movimiento a una mesera que pasaba


para que le trajera otro Martini. La mesera le trajo su bebida, y empezó a
beberla. Dios, esta cosa es asombrosa.

—Gates —susurró Bryna, inclinándose hacia él

—Bri, ahora no. —Se movió más cerca de la otra chica.

—Voy a llamar a Jude.

Él frunció sus cejas.

—No es una buena idea. Estás borracha.

—Estoy bien —dijo arrastrando las palabras

Sus ojos deambularon de nuevo a Eric. Él se encontró con su mirada y


sonrió antes de continuar hablando con los otros jugadores.

—Oh, y, ¿Gates?

—¿Sí, B?

—¿No crees que Eric es caliente?

Gates suspiró y sacudió su cabeza. Se disculpó con la chica con la que


estaba hablando y caminaron una corta distancia lejos de donde estaban.

—No creo que esa tampoco sea una buena idea. Tú estás realmente
borracha.

—¿Crees que él piense que soy caliente? —preguntó. Su cabeza se


sentía más allá de borrosa. Apenas podía mantener sus ojos abiertos. ¿Qué
demonios había en esos tragos?

—Cada chico en este lugar piensa que eres caliente, Bri. Porque lo eres.
Y si no supiera que amas a alguien más en Los Ángeles, te arrastraría fuera
de este bar, de vuelta a nuestro cuarto de hotel y te follaría.
Bryna palmeó suavemente su mejilla.

—Eso suena divertido.

Gates cerró sus ojos y recorrió una mano a través de su cabello.

—Deberíamos irnos. Debería de llevarte de vuelta al campus.

—¡Pero me estoy divirtiendo mucho!

La movió hacia una silla y la hizo sentarse.

—Le haré saber a Eric que nos vamos. No muevas tu loco trasero fuera
de este asiento.

—¿O lo azotarás? —preguntó, riendo.

—Solo no lo muevas. ¿Está bien?

Tan pronto como él se alejó, sacó su teléfono y marcó el número de


Jude.

Él respondió de manera somnolienta.

—¿Bri?

—¡Jude! Oh, por Dios, te extraño.

—¿Estás borracha? —preguntó

—No. Bien, tal vez.

Él suspiró.

—¿Dónde estás?

—Las Vegas —le dijo—. Amo malditamente esta ciudad.

—¿Estás a salvo? ¿Todo bien? ¿Necesito ir por ti? —Poco a poco fue
volviéndose más asustado.

—No, no te preocupes. Estoy con Gates. Me está cuidando —dijo


despreocupadamente.
—¿Quién demonio es Gates? —preguntó Jude. Su voz cambió a algo
oscuro que ella no reconoció en su estado.

—Mi ex novio, pero no te preocupes. Ahora solo somos amigos.

—¿Estás en Las Vegas con tu ex novio… en lugar de estar conmigo en


Los Ángeles?

—Sí. ¡Pero estoy visitando la Estatal de LV, y Eric Wilkins está aquí!

—Bri, ¿qué demonios pasa contigo? ¿Estás con tu ex novio y un jugador


de fútbol universitario? ¿Siquiera sabes cómo son esos chicos?

—No es así —insistió—. Solo la estamos pasando bien.

—Conozco a chicos como él y a su idea de pasarla bien —dijo


amenazadoramente.

Gates caminó de vuelta en ese momento.

—Bri, ¿qué demonios estás haciendo? Deja ese maldito teléfono.

—¿Quién es ese? —preguntó Jude

—Ese es Gates. ¡Aquí, habla con él! —le pasó el teléfono a Gates y se
dejó caer de nuevo en la silla.

Gates tomó el teléfono de sus manos y lo miró fijamente antes de


responder.

—¡Hola, amigo! Estoy seguro de que esto suena realmente mal, pero
estoy llevando a tu chica de vuelta a su habitación, así puede dormir.

Luego de unos pocos segundos, Gates respondió de nuevo a través de


dientes apretados.

—Sí. Te entiendo perfectamente. —Colgó el teléfono y lo regresó de


vuelta al bolso de Bryna—. Vámonos.

—¿Jude está viniendo?

—No —dijo, poniendo sus brazos debajo de sus hombros y ayudándola


a levantarse.
—¿Puede venir Eric?

—Tú no eres su tipo.

—¿Pero por qué? Pensé que era el tipo de todos. —Entrecerró sus ojos
hacia él, y luego sus ojos se abrieron ampliamente—. Oh, por Dios, ¿es gay?
¿Por eso nunca hizo un movimiento hacia mí?

—Sí. Seguro. —Gates encogió sus hombros—. Regresemos al campus.


Ahora, Bri.

—¿Te quedarás conmigo? —preguntó, inclinando su cabeza contra su


hombro.

Él cerró sus ojos y suspiró, claramente restringiéndose.

—Sí.

—Eres el mejor —le dijo a él antes de desmayarse.

Bryna despertó con un dolor de cabeza del demonio.

Se sentó en la cama y sintió su estómago revolverse.

—Oh, Dios —gimió, cubriendo su boca. Se levantó tan rápido como


pudo, tropezándose con algo sobre el suelo, y chocó contra la pared.

—Jesús, Bri —refunfuñó Gates desde su lugar en el suelo.

Ni siquiera respondió. Se apresuró hacia el baño y vació su estómago.


Luego de algunos minutos de espasmos, se puso de pie tambaleantemente,
cepilló sus dientes, y regresó a la habitación. Se sentía como una mierda
absoluta.
—¿Qué estás haciendo en el suelo? —gimió. Colapsó de vuelta a la
cama.

—Porque soy un caballero —bromeó. Se levantó rápidamente y subió


a la cama al lado de ella—. ¿Cuánto de la noche anterior, recuerdas?

Lo vio de manera incierta.

—Fuimos a Posse. Estaba bebiendo Martinis.

Él recorrió su mano sobre sus ojos y luego le contó lo que pasó el resto
de la noche. Si no hubiese estado ya enferma, estaba bastante segura de
que volvería a estarlo de nuevo. Su rostro palideció, y agarró el edredón
entre sus manos.

—Oh, por Dios —susurró—. Necesito volver a casa y ver a Jude.

—¿Qué acerca de tu reunión de hoy?

Sacudió su cabeza.

—Les diré que estoy enferma. No puedo creer que le dije esas cosas a
Jude. No puedo creer que hablaste con él. No puedo creer que Eric es gay.

—Fue una noche bastante impresionante —concordó Gates. Se veía


tan preocupado por ella, pero ella no podía ni siquiera funcionar ahora
mismo.

—¡Oye! —dijo, volteando su rostro hacia él—. Gracias por cuidarme. Sé


que esto no fue fácil.

Gates sonrió cansadamente y metió un mechón de su cabello detrás


de su oreja.

—Cualquier cosa por ti, B. —Su mano persistió un segundo demasiado


largo—. Bueno, regresemos a L.A. antes que hagas algo más estúpido.

Luego de una rápida ducha y una llamada a la administración, Bryna


y Gates estaban en su camino de vuelta a Los Ángeles. Bryna intentó
contactar a Jude durante el viaje, pero no contestó. Estaba decepcionada,
pero no sorprendida. Parecía ser su modus operandi desaparecer cuando
estaba enojado. Ni siquiera lo culpó realmente por estar enojado esta vez.
Tenía una buena excusa para estar en Las Vegas, la cual le podría explicar
cuando finalmente hablaran. Honestamente no pensaba que necesitaba
una excusa por estar ahí con Gates ya que ellos eran únicamente amigos y
nada había pasado, además de su ridícula ebriedad. Sin embargo, si
necesitaba disculparse por cómo había actuado en el teléfono. ¿En qué
demonios estaba pensando?

Se había desmayado completamente, así que ni siquiera lo sabía. Su


mejor suposición era que, no había estado pensando en lo absoluto.

Tan pronto como Bryna regresó de Las Vegas, saltó a su auto y condujo
hacia el apartamento de Jude. No podía dejar que él se sentará ahí y se
obsesionara sobre lo que había pasado. Si Año Nuevo era alguna
indicación, no escucharía nada de él por más de una semana… no hasta
que se calmara. Pero ellos tenían mucho que discutir para esperar tanto
tiempo.

Estacionó su auto y luego caminó hasta su apartamento. Su estómago


estaba hecho nudos mientras tocaba la puerta principal. Cuando nada
pasó, tocó otra vez.

Todavía nada.

Sacó su celular y trató de llamarlo. El teléfono fue directamente a buzón


de voz. ¡Joder! Estaba ignorándola.

Cuando el golpeteo en la puerta no consiguió nada, regresó a su auto


y se sentó en horror. Había arruinado todo. Todo lo que había querido era
experimentar la universidad de la manera que se suponía que lo hiciera.
Nunca hubiese estado ahí si no hubiese sido por su papá, y ahora, su relación
se estaba yendo al demonio. Se sorprendió por el dolor esparciéndose
desde su pecho. ¡No puedo perder a Jude por esto!

Justo cuando estaba a punto de salir del estacionamiento, le llegó un


mensaje de texto.

No puedo hablar ahora mismo.


Respondió de vuelta.

Por favor, déjame explicarte.

No estoy libre de nuevo hasta dentro de dos semanas.

Bryna revisó su calendario y maldijo. Por supuesto que escogería su


semana más ocupada del año. El estreno de Gates y el Evento Benéfico
Rosa.

Puedo verte tarde el viernes por la noche. Es día de San Valentín.

Está bien.

Rechinó sus dientes. Tenía mucho que quería decir en ese momento.

Llámame cuando puedas. Me gustaría mucho disculparme.

Esperó a que respondiera, pero cuando no lo hizo, salió del


estacionamiento y empezó a conducir. Estaba a mitad de camino a casa
cuando recibió su último mensaje.

No puedo llamar. Estoy con mi esposa.


Su corazón cayó en picada.
27

—G
ates, por aquí —gritó un reportero.

—Señor Hartman, por favor unas


palabras.

—¡Él es tan caliente! —gritó alguien


desde la multitud

—Una foto, por favor.

—¡Por aquí!

Bryna sonrió a través de los enceguecedores destellos de luz blanca.


Reporteros con un equipo de cámaras llenaban la alfombra roja en
Hollywood Boulevard para el estreno de Carretera Destrozada. Una multitud
había comenzado a formarse detrás de las barricadas de la policía horas
antes que las estrellas empezaran a llegar.

Esta noche, Gates era la estrella.

Multitudes ovacionaban por él. Mujeres se desmayaban a causa de su


sonrisa. Incluso los reporteros no eran inmunes a su encanto. Él era todo
carisma esta noche. Completamente en su elemento.

Bryna, por el contrario, había estado fuera de sí por las pasadas dos
semanas a causa del silencio de Jude. Era pura tortura. Ella quiso saber qué
demonios estaba haciendo con su esposa, pero su corazón y estómago se
retorcieron porque la pregunta era peligrosa. Le guiaría a un camino de
preguntas adicionales que no quería preguntarse a sí misma, pero que no
parecía poder detenerse. ¿Acaso él le había mentido acerca de estar
separado? ¿Había estado con su esposa todo este tiempo? ¿Todas las
veces que afirmaba estar en el trabajo eran realmente una excusa para
estar con ella? ¿Era esa la razón por la que no podía verme? ¿Están
durmiendo juntos? ¿Después de todo, no soy mejor que mi madrastra?

Toda esa tensión dejó a Bryna estresada y errática. Así, que enfocó su
atención en la beneficencia de caridad. Sumergió su cabeza en la
planeación y mañana por la noche todos sus esfuerzos habrán valido la
pena. Si pudiese superar la beneficencia, entonces las cosas volverían a ser
tan perfectas como habían sido en San Bartolomé.

Eso significaba ser una amiga comprensiva para Gates en su gran día.
Había salido, usando un deslumbrante vestido azul original de Alberta Ferretti
combinado con tacones altos de un deslumbrante estampado de
Louboutin. Gates estaba en un esmoquin clásico y se veía elegante.

—Gates, una foto con tu cita, por favor —solicitó una reportera
femenina.

Gates envolvió un brazo alrededor de la cintura de Bryna, y ambos


sonrieron para la cámara.

El equipo de cámaras tomó unas cuantas fotos.

Cuando acabaron, la mujer dijo:

—Hacen una estupenda pareja.

Bryna sintió sus mejillas calientes y echó un vistazo a Gates.

—Gracias —dijo él.

—Nuestros lectores han estado preguntando si aún se encuentran en


una relación. Algunos piensan, o tal vez están esperanzados en que su
relación haya terminado. —El reportero rio y conspirativamente sonrió a
Bryna—. Nos encantaría escuchar su historia de amor.

—Oh, nosotros no… —empezó a decir Bryna.

—Preferimos mantener nuestra vida privada en privado —dijo Gates en


cambio.

La reportera cambió de táctica.


—Todos los vieron juntos en Año Nuevo. Incluso he escuchado que
hubo un beso —dijo, levantando sus cejas—. ¿Pueden confirmar eso?

—Estuvimos juntos para Año Nuevo —reconoció Gates—. Pero no voy


contando por ahí a quién beso.

—Un caballero —reconoció la reportera—. ¿Es verdad que reciente-


mente fueron vistos en Las Vegas juntos de nuevo?

Gates asintió.

—Eso es correcto.

—Un romance prometedor. ¿Puedes decirnos cómo te sientes acerca


de ella?

Bryna mantuvo su falsa sonrisa en su rostro, pero estaba lista para salir
de esta situación. Fingir con Gates estaba bien para la alfombra roja, pero
era suficiente que su madrastra pensara que ellos seguían saliendo. No
necesitaba que el resto del mundo también lo supiera.

—Como ya lo dijimos, mantenemos nuestras vidas en privado —dijo


ella.

—Bri, está bien si ellos lo saben —dijo Gates, apretando su cintura.

Levantó sus cejas hacia él en confusión.

—¿Saber qué?

—Cómo me siento por ti —dijo Gates suavemente. Su mirada fija en


ella, toda azul brillante y suplicante. Se veía como si quisiera decirle algo,
algo que ha estado reteniendo por un tiempo—. De todas maneras, todos
parecen saberlo menos tú.

La boca de Bryna se abrió ligeramente en sorpresa. ¡Él no está


haciendo esto ahora mismo!

—Gates, ¿estás diciendo que la amas? —preguntó la reportera,


moviendo el micrófono hacia adelante—. ¿Te importa comentar más al
respecto?
—No, no lo hará —dijo Bryna. Tomó su mano y caminó con él el resto
de la alfombra roja hacia dentro del teatro.

Bryna había estado aquí antes para los estrenos de su padre, así que
rápidamente les encontró una habitación vacía. Empujó a Gates dentro y
miró con furia hacia él.

»¿Qué carajos, fue todo eso? —demandó

Devolvió la mirada furiosa hacia ella.

—¿De qué carajos crees que se trata, Bri?

—Vine a este estreno contigo porque somos amigos, lo cual te he dicho


una y otra vez. Accedí a asistir meses atrás. ¡Y tú has sido tan bueno conmigo
últimamente que he querido hacer algo lindo por ti, pero no soy tu novia!

—¿Crees que no lo sé? —gruñó—. Me lo recuerdas a cada momento.


No puedo evitar estar enamorado de ti, Bri.

Bryna puso los ojos en blanco. ¿Realmente está jugando este juego?

—¡Basta! No estamos ni siquiera enfrente de las cámaras. ¡No tienes que


mentirme y fingir que estás enamorado de mí!

Los ojos de Gates brillaron con enojo.

—¿Fingir? ¿Crees que estoy jodidamente fingiendo? Yo si te amo Bri. Lo


he hecho por un largo tiempo.

Sacudió su cabeza. No tiene ninguna idea de lo que está diciendo. No


era cierto. No podía ser.

—No, no lo haces.

—Si pudiese amar a alguien más, ¿no crees que ya lo hubiera hecho?
Eres una perra psicótica la mayor parte del tiempo y me vuelves loco, pero
te amo. —Lanzó sus manos hacia afuera y pisoteó a través de la habitación,
lejos de ella—. Por alguna jodida y desconocida razón.

—Solo estás diciendo eso porque estoy con alguien más. —Dios,
esperaba que ese fuera el caso.
—¿Te escuchas a ti misma? Estás lcoa. Y no atrevas a traer a ese cabrón
a esta conversación.

—¿Jude? —preguntó

—Sí. ¡Que se joda ese tipo!

—¿Qué está mal contigo?

Lucía maniático.

¿De dónde viene todo esto?

Arrojó sus manos hacia el cielo.

—¿Mal conmigo? Tú eres la única que cree que está enamorada de


ese sujeto. Está engañándote con regalos y viajes exóticos, para que pienses
que es jodido amor, pero solo está usándote.

—¡Ni siquiera lo conoces! —dijo Bryna furiosamente. ¡Cómo se atreve a


decirme todo esto ahora!

—No necesito hacerlo. Sé cómo te trata y sé lo que me dijo esa noche


en Las Vegas. Eso es todo lo que necesito saber acerca de ese sujeto para
reconocer que es un jodido idiota.

—Estás siendo ridículo.

—¿Lo ves? Ni siquiera quieres saber la verdad. No te importa que solo


te quiera cuando es conveniente tener sexo contigo.

—Bien —escupió—. ¿Qué es lo que te dijo?

Gates rio despectivamente y apartó su mirada de ella.

—Después que le dije que solo te llevaría de vuelta al hotel para que
durmieras, dijo que si ponía un dedo sobre ti, me desgarraría miembro por
miembro. Que necesitaba hacer lo correcto y mantenerme alejado de ti…
por tu propio bien. Me preguntó si entendía que si se enteraba de lo
contrario habría mucho que pagar.

Bryna se detuvo donde se había puesto de pie.


—¿Dijo eso? —preguntó suavemente. Sonaba realmente caliente…
como si Jude realmente la quisiera.

—Sí. Es la más inestable, controlador e idiota a decir cuando única-


mente estaba tratando de ayudarte.

¿Debería de ver eso como si fuese un controlador, o era que Jude


estaba únicamente cuidándome?

—De igual manera tú te quedaste a pasar la noche —le recordó a


Gates.

La miró fijamente.

—¿Hubieses preferido que te dejara ahí para que te ahogaras en tu


propio vómito?

—No, pero Jude tenía razón.

Gates la miró en completa incredulidad como si estuviera viendo a una


persona completamente diferente. Era una mirada tensa.

—No puedo hacer esto, Bryna. Ya no puedo seguir haciendo esto


contigo.

Lo observó inquietamente.

—¿Qué quieres decir?

—¿Qué quiero decir? —La miró fijamente como si la estuviera viendo


por primera vez—. Te dije que te amaba y actúas como si fuera un jodido
celoso. Yo soy el único que estuvo ahí para ti a través de toda la mierda, Bri,
y me agradeces por estar ahí para ti, pero no es por agradecimiento. Es una
expectativa. Estuviste coqueteando conmigo en Año Nuevo antes de que
nos besáramos. Me alejaste de una chica con la que estaba coqueteando
en Posse y después bromeaste acerca de que el sexo conmigo sonaba
divertido. Las señales contradictorias me han empujado al límite. Tú piensas
que porque tú digas que somos amigos mágicamente eso pasará. ¡Pero no
es así como jodidamente funciona!

—No sé qué quieras que diga —susurró dándose la vuelta.


—Nada. Obviamente es demasiado para mi esperar que tengas algo
que decir. —Sacudió su cabeza—. Puedes pensar que eres una abeja reina,
pero no soy la misma persona que fui cuando nos conocimos. Soy una
estrella de cine. Estamos en mi jodio estreno. Puedo estar haciendo lo que
quiera y con quienquiera que yo jodidamente quiera.

—Entonces, hazlo —dijo Bryna secamente—. No estoy deteniéndote.

—Bien. Porque ya no estoy jodidamente alrededor nunca más. —La


rozó al dirigirse hacia la puerta y entonces habló tranquilamente, mirando
hacia afuera—. Pensaba que eras todo, Bri. Ahora, me doy cuenta de que
solo fuiste un desperdicio de mi tiempo. No eres una reina. Solo eres otra
aspirante desesperada. Y ya no eres bienvenida aquí.

—¿Qué? —chasqueó. Su boca cayó en sorpresa.

Se dio vuelta y sus ojos eran fríos.

—Vete. Antes que tenga que alertar a seguridad.

Con eso, salió por la puerta, dejando a Bryna sola y de pie en la


habitación vacía, con sus manos temblando, su aliento saliendo en sorpresa
y su mente descarrilada.
28

R
osa era el color de la noche.

Champán rosa en copas rosas. Las meseras en una falda


con lentejuelas en rosa pálido, cargando charolas rosas con
pastelillos rosas. Los candelabros hechos de cristales rosas que
destellaban, arreglos de peonías rosas encima de las mesas
altas de cóctel, y ya una docena de mujeres usando hermosos vestidos de
diseñador en color rosa.

Bryna estaba de pie ante la mesa de recepción en un apretado vestido


Dior rosa fuerte con un collar con la letra B de Harry Winston, viendo a las
idiotas con las que había reemplazado a Avery y a Tara. Ella les dio la lista
de invitados que había hecho Felicity y les informó que debían conocer a
cada persona que estaban atendiendo personalmente. Ella no quería
ningún momento incómodo donde tuvieran que preguntar el nombre de
alguna persona. Claramente, ninguna de ella había hecho su trabajo.

—Lauren, ¿eres completamente incompetente? —chasqueó Bryna—.


¿Cómo no puedes reconocer a Jeremiah Anderson? Él es un importante ex
alumno y productor exitoso. ¡Sé que él estaba en la lista!

—Lo siento Bri. —Lauren frenéticamente miró alrededor como si pensara


que Julie, la otra asistente, podría ayudarla—. Yo… yo supongo que lo olvidé.
A él parece no importarle…

—¡A mí me importa! Debiste haberte preparado más para esto. —Bryna


sacudió su cabeza con disgusto—. Será mejor que atiendas mejor a la
siguiente persona.

Felicity revoloteó por la mesa con una gran sonrisa en su rostro. Ella
estaba prácticamente brillando. Era lo más feliz que Bryna había visto a la
perra desde que comenzaron a trabajar juntas.
—Bryna, todo está yendo de maravilla. Gracias por todo el arduo
trabajo que le has invertido.

—Estoy tan feliz de ser capaz de ayudar, Felicity —dijo Bryna con una
sonrisa falsa.

Estaba sorprendida al poder mantener su temperamento bajo control,


incluso por este momento.

Después de haber discutido con Gates en el estreno, se había ido


conmocionada. Una parte de ella había querido encontrar al primer
reportero en la alfombra roja y dejarles saber a los medios de comunicación
sobre Gates y Chloe. Pero no podía. Por mucho que estuviera humillada por
lo que sucedió, se preocupaba por Gates tanto como para exponerlo ante
la prensa.

Pero odiaba que no estuvieran bien, y él no estaba aquí esta noche.


Ella no podía creer cuan crítico era con respecto a Jude. La consumía más
de lo que quería admitir. Sin mencionar, que estaba loca por finalmente
lograr ver a Jude esta noche después del evento benéfico. Su estómago
estaba hecho nudos y eso solo incrementó su irritabilidad.

—¡Oh, mira! ¡Nuestros invitados especiales han llegado! —dijo Felicity.

Bryna se giró para ver quien estaba atravesando el umbral, y su boca


se abrió.

—¿Papi?

—¡Hola, cariño! —dijo su padre, envolviéndola en un abrazo.

—¿Qué estás haciendo aquí? ¡Esta noche todavía estabas en Nueva


Zelanda!

—Terminamos pronto lo de esta semana. Inmediatamente volé a casa


para el evento de caridad de mi niñita. Celia me habló de ello.

Bryna se veía sorprendida. ¿Mi padre voló desde Nueva Zelanda para
estar aquí para mí? Su mirada fue a la de Celia, quien sonreía
educadamente, y luego a la persona junto a ella. Pace. Él la miró como si
supiera todos sus secretos y rápidamente desvió la vista.
—Estoy tan contenta de que estén aquí.

Su padre inclinó la cabeza a un lado.

—Ahora, Celia me dijo otra cosa. ¿Algo sobre un novio? ¿Dónde está
Gates? Necesitamos tener una charla.

El rostro de Bryna decayó.

—Oh, eh… él no fue capaz de venir. El estreno de Carretera Destrozada


fue anoche. —Odiaba mentir, pero decir la verdad en este punto sería
mucho más trabajo.

—La próxima vez, niña. —Él palmeó su hombro y luego se presentó ante
Felicity.

Pace se adelantó y la miró maliciosamente.

—Sin Gates esta noche, ¿eh? ¿El novio falso no quiso hacer su
aparición?

—Déjame en paz, Pace —dijo advirtiéndole.

—¿Qué sobre Avery y Tara? ¿Tampoco amigas falsas esta noche?

—¡Solo vete! —chasqueó ella.

Él sonrió.

—Ten una buena noche.

Ella miró fijamente mientras él se retiraba. Quería disfrutar el hecho de


que su padre estaba aquí y no preocuparse por Pace. Él no podía arruinar
su noche. Había trabajado tan duro por esto.

Felicity rio ante algo que dijo el padre de Bryna. Ella sacudió su mano y
luego desapareció entre la multitud con Celia.

—Tu padre es bastante encantador.

—Lo es —concordó.
—Bueno, mantén el buen trabajo. Voy a entretener a los invitados.
Regresaré para buscarte cuando termines —dijo Felicity.

Malhumorada Bryna la observó alejarse. Quería disfrutar la fiesta que


había creado. Ella sabía que no era razonable tenerla trabajando en el
frente del evento mientras tantas personas estaban llegando, pero
mezclarse sonaba mucho más divertido.

—¡Bryna! Este hombre no está en la lista —dijo Lauren—. Lo siento señor.


Tendremos todo esto aclarado.

Ella se giró, su corazón se saltó un latido.

—¿Jude?

La cabeza de él volteó rápidamente. Su boca abriéndose ligeramente


ante la sorpresa. La mirada de él viajó por sus piernas, sobre su vestido rosa,
y luego a su rostro. Después de asimilarla y pareció darse cuenta de que ella
era real, sus ojos recorrieron la habitación.

—Bri, ¿qué estás haciendo aquí?

—Este es mi evento —dijo ella.

De repente, el estómago de ella se convirtió en hielo. Si él estaba aquí,


en un evento de Harmony, entonces él podría enterarse en cualquier
momento que no estaba aquí como una ex alumna sino como estudiante.

»Qué estás haciendo tú aquí? —le preguntó ella.

Él abrió su boca y luego la cerró. No parecía saber cómo contestar la


pregunta. Su inhabilidad para darle una respuesta lógica solo la hizo mucho
más temerosa.

—¡Oh, Jude estás aquí! —gritó Felicity detrás de ella, apareciendo


desde la multitud—. Lo siento, olvidé agregarte a la lista de invitados.

Él miró a Felicity con un semblante atormentado en su rostro, pero ella


no pareció notarlo. Ella caminó directo a él y envolvió un brazo alrededor
de su cintura.
Bryna no pudo alejar su mirada. Era como un accidente de tren. Tanto
como quería evadir el estrellamiento que se avecinaba, no parecía poder
alejarse.

—Bryna, este es mi esposo, Jude.


29

¡N
o, no, no, no, no! Esto no podía estar pasando.

Jude no estaba aquí. Felicity no era su esposa. Bryna


no había tenido un amorío con el esposo de la
organizadora.

Iba a parpadear, y esta pesadilla desaparecería.

—¿Esta es Bryna? —preguntó Jude. El shock también era claro en su


voz.

¡Oh, mierda! Ella solo le había dicho que su nombre era Bri.

»¿La estudiante que ha estado trabajando contigo en el evento de


caridad?

Ella cerró los ojos de nuevo, esperando hacer desaparecer todo esto.
¡Por favor funciona!

¡Joder! ¡No está funcionando!

Los ojos de Jude se encontraron con los de Bryna con incredulidad y...
horror. Estaba segura de que ella reflejaba su expresión. Ella quería decirle
tanto en ese momento, pero ¿qué podía decir?

Sí, soy una estudiante de preparatoria de diecisiete años. He querido


decírtelo.

Ella no pensó que eso fuera a ayudar en nada.

—¡Sí! ¿No es maravillosa? Ella hizo el trabajo más increíble —dijo Felicity.
Ella sonrió alegremente a Bryna.

Su manzana de Adán se movió en su garganta mientras tragaba.


Justo ahora sería un buen momento para que aparecieran algunas
habilidades de actuación.

—Todo se ve... genial —dijo Jude.

Tranquila.

—Creo que sí, también —concordó Felicity.

—Gracias —logró decir Bryna. Su estómago estaba revuelto, y le


faltaba el aliento. Necesitaba salir de allí, tomar un poco de aire y controlar
sus emociones—. Si me disculpan, voy a buscar el baño.

Sin siquiera mirar hacia atrás, a Jude, caminó directamente hacia la


multitud.

Estaba horrorizada, y seguramente, todos lo notarían. Pero se empujó a


través de los invitados de la beneficencia, hacia el fondo de la habitación,
de todos modos. No podía creer lo que había sucedido. Esta noche se
suponía que era la noche en la que ella y Jude resolverían todos sus
problemas. ¡Serían honestos el uno con el otro, pero ella no había esperado
que sucediera de esta manera!

Y la expresión de su rostro cuando se enteró.

Se tragó el dolor. Él había estado disgustado con ella. Ella había


pensado que cuando finalmente le dijera que todavía estaba en la
preparatoria no importaría porque estarían en las mismas condiciones...
igualmente enamorados.

¿Pero cómo podría mirarme así si estaba enamorado de mí? ¿Cómo


podría amarme si aparecía esta noche para estar con Felicity?

Ella solo necesitó un minuto para pensar antes de que entrara en


pánico. Corrió al baño, y la habitación estaba misericordiosamente vacía.
Se encerró en un cubículo y apoyó su cabeza contra la puerta mientras
cerraba los ojos.

¿Qué demonios voy a hacer?

No podía regresar con Jude y Felicity.


Sin embargo, no podía irse. No se iría. Este era su evento. Había hecho
todo el trabajo para que esto funcionara. No estaría asustada porque él
estaba aquí. Simplemente lo evitaría a toda costa.

Eso es posible. ¿Correcto?

Sus manos dejaron de temblar, y se enderezó. Después de tomar una


respiración profunda, dejó el cubículo y se miró en el espejo. Ella era fuerte.
Ella era la reina. Más tarde, descubriría qué demonios estaba pasando con
Jude y por qué le había mentido.

Salió del baño y caminó hacia la sala de espera de invitados. A mitad


de camino a su destino, una mano salió desde una puerta abierta y la jaló
hacia adentro por el codo.

—Qué... —gritó.

Luego, su espalda golpeó contra un cuerpo firme, y una mano cubrió


su boca. La puerta se cerró de golpe, y ella dejó escapar un grito ahogado.

—Bri —le susurró Jude al oído, silenciando su arrebato.

Ella respiró fuertemente en su abrazo. Su cuerpo se acoplaba al suyo. Y


a pesar de todo, se excitaba con su toque. No podía evitar la reacción de
su cuerpo hacia él. Había pasado demasiado tiempo desde que lo había
visto, e incluso antes de haber llegado a conocerlo, su cuerpo la había
excitado. Todavía la estaba sosteniendo contra él, y ella se preguntó si él
estaba pensando lo mismo.

¿Qué tan malo sería para él tomarme aquí con su esposa en la otra
habitación?

Dios, estoy enferma. ¡Ella no era esa persona!

Él había dicho jodidamente que estaban separados. Y ella le había


creído. Odiaba que él le hubiera mentido sobre eso, pero ella no lo sabía.
Ahora que lo hacía, cambiaba todo. Ella no sería la chica de al lado. No
importaba lo que sintiera por él.

Ella se apartó y se enfrentó a él.


—¿Qué demonios estás haciendo?

—Necesitamos hablar. Ahora.

—Ese es el epítome de las malas ideas —dijo con frustración—. ¡Tu


esposa está afuera! Me voy.

Ella comenzó a caminar hacia la puerta, pero él la agarró nuevamente.

—¡No antes de que me digas la verdad! —dijo él. Sus ojos, que habían
sido tan hermosos y reconfortantes, la miraban con ira y confusión.

—¿La verdad sobre qué? —espetó. Apartándole la mano.

—Acerca de ti. ¿Eres un estudiante de preparatoria?

—¡Quieres la verdad como si te hubiera mentido! —espetó. No podía


creer que esto estuviera pasando aquí mismo, en este momento—. Nunca
me preguntaste si estaba en la preparatoria, si iba a la universidad, en qué
tipo de trabajo estaba. Nunca me preguntaste cuántos años tenía. Te
gustaba el misterio, ¿recuerdas?

—Te conocí en un jodido bar. ¡No debería haber tenido que


preguntarte cuántos años tienes!

—Sí, porque nadie menor de edad va a los bares —bromeó.

Jude se pasó una mano por el cabello.

—Esto es jodidamente ridículo. Solo dime cuántos años tienes.

—¿Cuántos años tienes tú? —preguntó ella. Incluso cuando él le había


preguntado a quemarropa, ella aún debía desviar la pregunta. Diecisiete.
¿Por qué es tan jodidamente difícil de decir?

—Treinta y dos.

La boca de Bryna se abrió levemente. Ella sabía que él era mayor, pero
siempre se había dicho a sí misma que probablemente tenía veintisiete años.
Solo diez años mayor que ella. No quince. ¡Jesús!

Ella abrió la boca y luego alejó la mirada de él.


—Diecisiete —susurró.

—¡Joder! —gritó, girando lejos de ella. Sus manos estaban cerradas en


puños, y parecía que iba a estrellarlas a través de la pared más cercana—.
¡Eres menor de edad! Esto no puede estar pasando. Tuvimos sexo. —Sus ojos
encontraron los de ella en la habitación. Estaba entrando en pánico. Ella
podía ver la desesperación en su rostro—. Te saqué del país.

—Sí, estuve allí para todo eso.

—¿No lo entiendes? —dijo, corriendo hacia ella y agarrándola por los


hombros. La sacudió suavemente como para aclarar el mensaje—. Si
alguien se entera, estaría en un mundo de problemas: violación legal,
secuestro infantil.

—¡No soy una niña! Y consentí todo lo que me hiciste. —Ella lo miró de
arriba abajo.

—No tiene importancia que lo hayas consentido. Si le dices a alguien lo


que sucedió, entonces estoy arruinado. —Sacudió la cabeza. Entonces, sus
ojos se volvieron exigentes—. Prométeme que no le contarás a nadie.

Bryna lo fulminó con la mirada. ¿Es esto a lo que hemos llegado?


¿Prometer por mi silencio?

—¿Por qué debería permanecer en silencio cuando, obviamente, te


importó una mierda?

Él ni siquiera parpadeó.

—Te daré todo lo que quieras para que esto desaparezca —insistió—.
¿Qué deseas? ¿Dinero?

Ella se tambaleó un paso hacia atrás. Su respiración era superficial.


¿Cómo podría ofrecerlo tan casualmente? Él no había estado en
desacuerdo con ella. Hasta ese momento, habría discutido con Gates hasta
que fuera su último aliento. Pero Jude le había ofrecido dinero para que
guardara silencio. ¿Realmente me ha estado usando todo este tiempo?

Incluso si realmente le hubiera gustado, ella nunca se había sentido más


disgustada.
—¡Nunca te quise por tu dinero!

—¿Oh? —Su mano se extendió y trazó la B en su collar.

Ella alejó su mano.

—¡Me diste esto como un regalo de Navidad! Todo lo que quería era a
ti —le dijo ella con seriedad.

—¿Pensabas que podrías tenerme? —preguntó él. Parecía


genuinamente sorprendido—. Sabías que estaba casado.

—¡Dijiste que estabas separado, hijo de puta! —Ella lo abofeteo. El


sonido sonó en la pequeña habitación. Ella no retrocedió ante la ira que
rebalsaba en sus ojos. Ella solo devolvió la mirada mordaz.

Él agarró su mano y tiró de ella con fuerza a su lado.

—Cuando nos conocimos por primera vez, estaba separado de mi


esposa. Pero desde Año Nuevo, ella ha estado tratando de que resolvamos
las cosas. Es por eso que estoy aquí con ella.

—No quiero tus excusas. ¿Alguna vez me dijiste la verdad cuando


estuvimos juntos?

—Te dije lo que necesitabas saber. Te gustó lo que te estaba


proporcionando. Te gustaba. Me alegré de dártelo.

—¿Dar qué exactamente? ¿Tu cuerpo? ¿Tu dinero? Pero nunca tu


corazón —escupió.

—No pediste eso —dijo casualmente.

—No tenía que haberlo hecho —gruñó—. ¿Quién eres tú, Jude?
¿Dónde está el hombre del que me estaba enamorando? —Sintió que su
resolución se debilitaba, el dolor se apoderaba de su corazón, las lágrimas
amenazaban con derramarse de sus ojos. No podía ocultar el tormento,
pero se negó a llorar frente a él. Él no se merecía sus lágrimas, su máscara
de pestañas era demasiado costosa.

—El hombre que pensabas que conocías era un sueño, Bri. Una ilusión.
No puedo ser esa persona para ti.
—Ahora lo veo —dijo. Su voz era de acero.

Gates había tenido razón todo el tiempo. Jude no la amaba. Con el


tiempo que habían pasado juntos, las grandes demostraciones, los regalos,
el afecto... ella había pensado que la amaba. Pero acabó de cegarse por
el hecho de que Jude le estaba dando todas las cosas que en ningún otro
lado conseguiría.

Ella había pensado eso porque él vio en lo más profundo de su corazón


y entendió que su sufrimiento estuviera conectados. Ahora, ella no sabía si
todo había sido un acto para su beneficio.

¿Utilizó la línea para meterme en la cama? ¿Ha estado jugando


conmigo todo el tiempo?

Incluso esa primera noche cuando ella había entrado en su Jaguar, se


había encogido ante la idea de una caza fortunas sin embargo... él había
creado una.
30

L
a puerta se abrió, Jude y Bryna se separaron.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Felicity.

Una sombra apareció detrás de ella, y luego Pace se


materializó.

¡Oh no! Él no podía saber lo que estaba pasando.

—Estaba hablando con Bryna sobre el evento y cómo fue un gran éxito.
Pensé que podríamos ofrecer una donación más grande —respondió Jude
sin problemas.

—¿Es eso correcto? —preguntó Felicity. Sus ojos se posaron en Bryna.

Ella rápidamente desvió la mirada.

—Sí. Estaba hablando de hacer una donación. —Solamente no a la


caridad.

—No estoy segura de que suene como una buena razón para que estés
a puertas cerradas con una estudiante de preparatoria —dijo Felicity
deliberadamente.

—Tienes razón —concordó Jude—. Deberíamos haber llevado nuestra


conversación a la fiesta. No quise tomar todo tu tiempo.

Él comenzó a caminar hacia Felicity, pero ella se cruzó de brazos y lo


miró con una mirada cómplice en su rostro.

—¿Y cómo exactamente se conocen?

Bryna no estaba tocando eso ni con un palo de tres metros de largo.


Jude ni siquiera la miró, lo que probablemente fue lo mejor. Si quería salir de
esta situación, entonces él mismo podría resolverlo. Ella había terminado.
—Tu nos presentaste —dijo Jude, como recordándole a Felicity lo que
acababa de suceder.

—Por favor —dijo Felicity, poniendo los ojos en blanco—. No soy una
idiota, Jude. No me trates como una.

—Creo que tienes la idea equivocada…

—No creo que la tenga. Ahora, dime, Jude, ¿cuánto tiempo hace que
conoces a la señorita Turner?

—Felicity —dijo suplicante.

—Corta la mierda, Jude. Solo quiero saber si estamos seriamente


haciendo esto otra vez. No podrías evitarlo, ¿verdad?

—¿Otra vez? —preguntó Bryna. Sus cejas se elevaron, y miró a Jude


inquisitivamente. ¿El hijo de puta ha hecho esto antes?

—Oh sí, estoy segura de que mi esposo no te dijo que tiene preferencia
por las jóvenes rubias... o que tú no fuiste la primera —escupió.

—¿Estás jodidamente bromeando? —gritó Bryna. ¡Ese bastardo!

—Bri —gimió él, mirándola de nuevo.

Podía ver que él quería que ella guardara silencio, pero ¿cómo podía
pedir eso? Ella ni siquiera era la primera persona que había seducido así.

—Uno pensaría que tener un título en Derecho te haría darse cuenta


de las posibles repercusiones de tus acciones. En cambio, actúas como los
jugadores de fútbol que representas.

—¿Jugadores de fútbol? —preguntó Bryna confundida.

Entonces, ella entendió.

La agencia deportiva número uno en el país.

—Jude... Rose. Rose Corp.

El propio padre de Bryna casi había firmado con ellos cuando iba a ser
profesional. No es de extrañar que Jude supiera sobre los clubes sexuales y
cómo actuaban los jugadores de fútbol y por qué se había ido todo el
tiempo en el otoño. Explicaba los clientes que había tenido en Chateau
Marmont en Año Nuevo. No le había dado su apellido porque ese nombre
era increíblemente conocido en Los Ángeles. No hubiera querido que ella lo
buscara.

Jude miró a Felicity y a Bryna y pareció darse cuenta de que no tenía


salida. Él era hábil al hablar, pero no sabía qué decir para salir de esta.

—¿Cómo lo supiste? —le preguntó finalmente a Felicity.

Felicity avanzó amenazadoramente. La perra que había probado a


Bryna para descubrir si Bryna era lo suficientemente buena para trabajar
para ella había regresado.

—Fui informada por otro estudiante, que aparentemente los había


escuchado hablar sobre tener sexo y salir del país. —Entrecerró los ojos—. ¿Es
eso cierto?

Bryna no esperó para escuchar lo que Jude tenía que decir. Sus ojos se
movieron a través de la habitación hacia Pace que todavía estaba de pie
en el pasillo, supervisando lo que estaba pasando. Ella lo fulminó con la
mirada, y él solo sonrió. Ella vio todo lo que tenía que decir en esa única
sonrisa.

Juego. Set. Partido.2

Estúpido.

»Sé que las cosas están mal, pero ¿al menos no puedes pensar en Alex
por una vez? —preguntó Felicity, atrayendo la atención de Bryna hacia la
conversación.

—¿Quién es Alex?

—Es nuestro hijo —dijo Felicity.

El mundo de Bryna se derrumbó. Hijo. Ella no podía comprender esa


palabra. Jude tenía un niño. Por supuesto, nunca le había preguntado si

2
En ingles Game, Set, Match. Se utiliza para indicar que una persona ha vencido
definitivamente a la oposición en una situación determinada.
tenía hijos, pero nunca lo había pensado. La había usado para escapar de
su vida, y ella ni siquiera sabía por qué. Tenía una bella esposa consumada,
que claramente lo amaba a pesar de sus defectos. Tuvieron un hijo juntos.
Todo eso la hizo sentir enferma.

»Tampoco lo mencionó, ¿no? —preguntó Felicity con un tono herido en


su voz.

—Felicity, no sabía —dijo Bryna.

—Eres joven —dijo, su voz llena de disgusto—. Aprenderás con qué jugar
y con qué no.

Bryna retrocedió ante el comentario. Sabía que Jude estaba casado,


pero pensó que estaba separado. Ella había pensado que no volverían a
estar juntos. Quizás ella dejó que la engañara para creer eso.

—No la metas en esto —dijo Jude—. Esto es obra mía.

—Sí, lo es —dijo Felicity—. Y es tuya para que lo arregles. Puedes irte de


aquí ahora, prometer volver a casa para estar conmigo y ser un padre para
Alex, y nunca volver a verla a ella ni a nadie más, o alertaré a las
autoridades, y nunca verás a tu hijo otra vez.

Bryna se quedó sin aliento. Llevó su mano a su boca.

—¡Ah, no actúes tan hipócrita! —le espetó a Bryna—. Sabías que


estabas durmiendo con un hombre casado. Tenías que saber cómo
terminaría esto.

—¿Por qué siquiera quieres estar con él? —logró decir Bryna.

Felicity la ignoró.

—Tu hijo te está esperando en casa. La elección es tuya, Jude.

Entonces, se dio la vuelta y salió de la habitación. Bryna la miró en


estado de shock. Sus ojos se movieron hacia Jude, pero él no la estaba
mirando. Quería suplicarle que no cediera, que no aceptaría testificar, que
Felicity no tenía pruebas. Y otra parte de ella quería verlo pagar por lo que
le había hecho.
Todavía tenía fuertes sentimientos por él, por lo que dudaba tan
fuertemente entre los dos extremos. Salvarlo o Condenarlo.

Jude suspiró pesadamente y luego hizo la elección por ella. Siguió a


Felicity fuera de la habitación. Ni siquiera se había molestado en mirar a
Bryna. La había dejado allí, sola.

Pace se rio entre dientes desde la puerta y luego desapareció sin decir
una palabra. Ni siquiera había necesitado asestar un golpe. Ella ya había
tenido suficiente.

Sin amigos. Sin Gates. Sin Jude.

Sus manos se cerraron en puños a los costados. Ella respiró hondo y


luego lentamente exhaló. El hielo llenó sus venas, heló su sangre, endureció
su corazón.

Ella no estaría triste por Jude. ¿Cómo podría estarlo cuando todo lo que
realmente sabía sobre él se hizo añicos en cuestión de minutos? ¿Cómo
podría estar cuando él se fue sin siquiera la decencia de decir adiós? Ella
era realista. Ella supo en cuanto Felicity cruzó la puerta que su oportunidad
había terminado.

¡Ten jodidos pantalones!

Jude debería haberse dado cuenta de lo que habían hecho y decirle


a Felicity que no estaba feliz en su matrimonio. Él no debería haber sido un
idiota corriendo hacia ella con la cola entre las patas.

No, Jude había dejado en claro que nunca había sido suyo. Eran solo
extraños con recuerdos.

Ella no estaba triste. Ella estaba enojada. Ella quería destrozar todo.
Destruirlo. Quemarlo hasta los cimientos. Solo para que el mundo pudiera
sentir una fracción de lo que estaba aniquilando su corazón.

Ella había perdido todo desde la primera noche que se había ido con
Jude. Ella había abandonado y descuidado a Avery y Tara y luego las aisló
expulsándolas del comité. Parte de eso había estado relacionado con Pace,
pero estaba tan irritada con lo que estaba sucediendo con Jude que no fue
capaz de pensar con claridad.

Y Gates. Él la amaba. ¿Qué hizo a cambio? Se aprovechó de él. Le hizo


lidiar con su locura causada por Jude. Lo acusó de estar celoso. Lo alejó.

No podía reconstruir eso. ¿Cómo podría perdonarme? ¿Cómo podría


incluso pedirle que me perdone?

Ella había bajado la guardia una vez. Solo una vez por Jude. Ahora,
todo le había sido arrojado a la cara.

Nunca más.

Ella nunca más sufriría así. Ella tomaría el control. Ella tomaría las
decisiones. Ella ya tenía un plan de juego y sabía lo que tenía que hacer.

Tocó la B de Harry Winston en su cuello, admirando su letra escarlata. Si


Jude había querido crear una caza fortunas, entonces una caza fortunas
sería.
…así que pregúntate si estás dispuesto a arder,

porque en el momento en que te abras a mí,

no tendré más opción que quemar todo eso que te define,

y sin arrepentimiento, devoraré y no dejaré nada detrás.

—r.m. drake
GOLD

L
a presa se convierte en el
depredador.

Amor. Esa maldita palabra de


cuatro letras ya no pertenece al
vocabulario de Bryna. Las únicas
palabras que ella conoce ahora son oro.

... y follar.

Ella está muy familiarizada con eso. Y eso


es exactamente lo que planea hacer. Ya no
es la chica de oro, y cuando conoce a un
hombre de negocios que le promete todo lo
que podría desear del acuerdo, tiene la intención de obtener su valor en
dinero.

Sigue la conclusión de la historia como caza fortunas de Bryna en este


segundo libro escandaloso y engañoso de la serie All That Glitters de la
exitosa autora mejor vendida del USA Today K. A. Linde.
ADELANTO GOLD

N
o hay peor furia que una mujer despreciada.

Esa era la maldita verdad.

Bryna giró su dije de diamantes con una B de Harry


Winston alrededor de su dedo y abrió sus labios haciendo
puchero. Se había decidido por un vestido dorado brillante de Chanel y sus
Jimmy Choos ardientes como la mierda, y cuando entro al club nocturno
local Posse en la Estatal de Las Vegas, todos los ojos giraron en su dirección.
Justo de la forma en que le gustaba.

Ella todavía se estaba acostumbrando a su nueva vida en la


universidad. Sin molestos aferramientos. Ningún hermanastro desagradable.
Ninguna aspirante a madrastra. Sin recordatorios de lo que le sucedió en el
último año cuando su vida se fue al infierno. Sin recuerdos de él.

Solo su letra escarlata colgando alrededor de su cuello y una nueva


multitud para gobernar.

Esta era la vida.

—¡Bryna! ¡Por acá! —gritó Trihn desde la barra.

Bryna agitó sus dedos hacia su amiga y caminó hacia ella. Era extraño,
en cierta forma, tener amigas. En la preparatoria, siempre tuvo a Gates
Hartman, su ex novio, estrella de cine, pero eso se había estrellado y
quemado. Por otro lado, normalmente, consideraba a las otras chicas ya
fueran sus seguidoras o su competencia. Con Trihn, no había nada de eso.

Trihnity Hamilton podía ser la modelo alta y exótica con largo cabello
marrón y rubio, pero era la persona más agradable, segura de sí mima que
Bryna había conocido alguna vez. Se habían conocido en este mismo club
la primera semana de escuela. Trihn había comentado con confianza sobre
la siguiente temporada de Christian Louboutins a Bryna. Después de una
noche de tragos y baile, una amistad había florecido.

—Te vez impresionante en Chanel esta noche después del gran juego
—dijo Trihn. Ella tiró de Bryna para un abrazo—. Creo que lo brillante es tu
color.

Bryna se rio.

—Siempre. Mírate en tu estilo rockero.

—Discúlpame. Este es un estilo rockero de diseñador —corrigió Trihn.

Ella usaba ajustados pantalones de cuero negro, una rasgada


camiseta blanca sin mangas, y unos altos tacones Gucci que probable-
mente había conseguido cuando modeló para ellos el año pasado. Bryna
estaba constantemente sorprendida que se llevaran tan bien y Trihn tenía
una personalidad real. Ella normalmente pensaba que los modelos eran
tontos como ladrillos.

—¡Ahhhh! —gritó una chica, arrasando con Bryna—. ¡Te ves


jodidamente caliente!

—Estoy sorprendida que no sigues en uniforme —dijo Bryna.

Stacia Palmer estaba en el equipo de porristas con Bryna. Su padre era


el entrenador principal del equipo de fútbol de su mayor rival, la Universidad
de Carolina del Sur, y eso podría haberla hecho su enemiga, pero ella había
venido a la Estatal de Las Vegas para permanecer fuera de la sombra de su
padre. Eso explicaba su obsesión con los jugadores de fútbol. Su reputación
de zorra perseguidora de jugadores realmente le hizo querer a Bryna. Ella
apreció la honestidad.

—Oh, por favor. —Stacia movió su cabello rubio deslavado fuera de sus
ojos—. Todos los chicos aquí saben que soy una porrista. Además, Blaine ni
siquiera está aquí todavía. Acabo de hacer un circuito para ver si podía
encontrarlo.
Blaine era el mariscal de campo inicial del equipo de fútbol Gamblers.
Stacia estaba determinada a engancharse con él. Aunque su meta real era
casarse con un mariscal de campo de la NFL.

—Eres ridícula. ¿Cómo siquiera puedes soportar a chicos universitarios?


—le preguntó Bryna.

—No me hables de chicos más grandes. Blaine es de último año, Bri. Eso
es lo suficientemente bueno para mí.

Bryna arqueó una ceja.

—Lo que más te guste.

—Como Eric. —Suspiró pesadamente Stacia—. Estaría detrás de él si


siguiera jugando.

Los ojos de Bryna vagaron por la multitud de jugadores de fútbol a


donde estaba de pie Eric Wilkins. Ella había estado muy detrás de él desde
que había visitado la universidad el último semestre, todavía lo estaba
algunas veces cuando se olvidaba de la razón de porque nunca estarían
enganchados. Estaba bastante segura de que ninguna de sus amigas y con
certeza nadie en el equipo de fútbol sabía la razón.

Eric era gay. Ese era el por qué nunca intentó engancharse con ella en
su visita y el por qué no le había hablado desde entonces.

—No creo que seas su tipo —dijo Bryna.

—Lo que sea. Escuché a los chicos hablando sobre cómo es que salió
con una psicótica el año pasado. ¿Cuál es su nombre?

Bryna elevó una ceja. No había escuchado nada de esto. Debe de


haber sido un infierno de historia de primera plana.

—Audrey —dijo Trihn.

—Eso es.

—¿Por qué terminaron? —preguntó Bryna.

Stacia se encogió de hombros.


—¿A quién le importa? Era una perra loca. Pero ahora él está en el
mercado. Así que, todas podemos tomar nuestra oportunidad con él. ¿Qué
dices B?

Se rio y sacudió su cabeza.

—No creo que yo sea su tipo tampoco.

—Bri… tú eres el tipo de todos —dijo Trihn.

—Aprecio esa percepción.

Normalmente, no estaría en desacuerdo con Trihn. Tenía un perfecto


cabello largo rubio, y un impresionante porte, y un cuerpo asesino para
empezar. La mayoría de los chicos no podía apartar sus ojos de ella, y ella
siempre disfrutaba de la atención. Después del desastre de su último año de
preparatoria, había disfrutado especialmente esa atención este verano,
recostada en varias playas europeas y se había enganchado con
magníficos hombres exóticos a los que no podía entender.

—Entonces, ve y pídele salir. —Trihn le dio un codazo.

Stacia comenzó a emocionarse.

—¡Pídele salir! ¿Quieres que Bryna le pida salir?

Bryna puso sus ojos en blanco.

—Saben que eso no está sucediendo. ¿Saben quién soy?

—La elusiva Bryna Turner —dijo Trihn con un guiño—. Vamos. Debes
tener la suficiente confianza para ser capaz de pedirle salir. Yo lo haría.

—Entonces hazlo y deja que te rechace. No me interesa.

—Bueno, yo estoy interesada —dijo Stacia.

Las chicas no lo entendían. Bryna nunca se consideró a sí misma una


buena persona. De hecho, normalmente, se imaginaba como una perra de
primera. Pero no iba a decirle a la gente que Eric era gay. Él obviamente no
ha salido del clóset, y lo último que quería era que la acusaran por ser quien
lo habría descubierto. Lo admiraba demasiado como para vomitar veneno.
Después de todo, él había llevado a la Estatal de Las Vegas al
campeonato nacional como un defensa antes de que se desgarrara
completamente su rodilla, terminando con su carrera. Ahora era un
estudiante asistente del entrenador para el equipo, lo que quería decir que
ellos siempre salían en los mismos círculos. Así que, por ahora, ella mantuvo
su boca cerrara y toleró el comportamiento ridículo de sus amigas.

—Saben qué —dijo Bryna con una sonrisa. Un plan ya se estaba


formulando en su mente—. Le pediré salir.

—¡Sí! —gritó Trihn, pensando que ella había ganado.

—Pero… cuando no esté interesado obtendré un grande y gordo sé-


los-dije, y ustedes perras encontraran a chicos que nos compren nuestra
siguiente ronda de tragos.

—Fácil para nosotras —dijo Trihn—. No hay forma de que no esté


interesado.

Bryna sonrió. Esto casi es demasiado fácil.

Fue directo a Eric. Era fácil de encontrar incluso en la multitud de


jugadores de fútbol. Alto y aun así musculoso como si jugara a la pelota con
el cabello oscuro recortado y una sonrisa fácil. Los chicos con los que él
estaba saliendo tenían un montón de chicas desesperadamente colgando
de ellos, pero Eric estaba como era de esperarse solo. Él puede que le esté
diciendo a todos los demás que es por su ex psicótica, pero sabía la verdad.
Ellos siempre dicen que los más calientes son gay.

—Hola, Eric —dijo Bryna, interrumpiendo su conversación—. ¿Puedo


hablar contigo un minuto?

Ella sintió los ojos de todos los demás jugadores de fútbol calentándole
su piel, pero se mantuvo centrada en Eric. Humedeció sus labios y levantó su
mirada hacia él debajo de sus largas pestañas. Uno que otro de los chicos
murmuró algo vulgar en voz baja y Eric los detuvo.

—Seguro, Bryna. ¿Qué pasa? —preguntó él despreocupadamente.

Bryna señaló con su uña con manicura francesa a un lugar más privado.
—¿Te importa si vamos a hablar allá?

Él asintió y luego la siguió. Los chicos inmediatamente comenzaron a


hablar de su cuerpo. Él los detuvo, volviendo su atención a ella.

—¿Qué sucede?

Cuando miró fijamente a sus ojos miel avellana, su sonrisa se amplió.


Dios, él es jodidamente caliente. Ella siempre lo había pensado.
Jodidamente demasiado mal.

»¿Bryna?

Salió de repente de su trance y recordó por qué carajos estaba aquí


en primer lugar.

—¿Quieres salir alguna vez?

Eric la miró fijamente en blanco. Se veía sorprendido, pero debajo de


la sorpresa había algo más. No podía señalar qué era.

—¿Me estás pidiendo salir?

—Lo sé algo sorprendente, ¿verdad? —Intentó jugar como si esto no


fuera un gran asunto. Realmente nunca había hecho esto antes. En su
mayoría porque no tuvo que hacerlo. Era caliente y los chicos se
congregaban por ella. Esto era solo para probar un punto.

—Mira, yo… no creo que seas mi tipo. —Rascó su nuca con


incomodidad—. Nada contra las chicas como tú, pero solo no son para mí.

La boca de Bryna cayó abierta.

—¿Chicas como yo?

—Sabes qué quiero decir. —Bajó la mirada al suelo.

Ahí estaba en su voz nuevamente. ¿Era eso… disgusto lo que detectó?

—No, no creo hacerlo. He estado aquí menos de un mes. ¿Cuál es


exactamente mi reputación para que puedas decir “chicas como yo”?
Eric suspiró y levantó su mirada encontrándose con la de ella una vez
más.

—Sabes lo que la gente dice de ti… sobre todas la porristas —aclaró


rápidamente—. Sin ofender. Solo no estoy en eso.

—Ellas ahora y no solo yo.

Ella ni siquiera sabía por qué estaba tomando esto a la ofensiva. Había
estado esperando que la rechazara. Había esperado que le dijera que no
quería salir con ella. Pero estaba segura como el infierno que no había
esperado que básicamente la llamara una puta de putas. ¡Personas como
ella! ¿Qué demonios significa eso?

¡Ella ni siquiera había dormido con nadie aquí! Tres semanas en la


Estatal de Las Vegas, y mientras que había tanteado el terreno, tenía miedo
de acercarse demasiado a nadie. Lo último que quería era que los
sentimientos se involucraran y la volvieran a joder. Todo lo que quería era
algo de sexo caliente y sin sentido. Y era más difícil de encontrar por alguien
que iba a su escuela sabiendo que inevitablemente se encontrarían.

—No quiero entrar en eso, Bryna. Pero es… lindo que me lo pidieras.

Lindo.

Él había dicho que era lindo. Esto había ido de irritante a humillante con
una palabra. ¡Qué idiota!

»Tal vez llámale a tu amigo Gates. Él parece ser tu tipo.

—Ya no somos amigos, pero gracias —dijo sarcásticamente.

Bryna se giró para alejarse, pero Eric la alcanzó y la agarró del brazo.

—Oye. No quise ofenderte. No sabía que ya no fueran amigos.

—Déjame ir —gruñó.

Eric inmediatamente dejo caer su brazo. Tenía nuevamente esa mirada


como si estuviera disgustado por ella, y el tono duro de ella solo lo hizo peor.

—Lo que sea.


Bryna se alejó furiosamente de vuelta con sus amigas. Luchaba para
encontrar compostura. El pensamiento de Gates la irritó a no más no poder.
Él había estado enamorado de ella, y todo se había ido directamente a la
mierda. Ni siquiera había hablado con él desde que la había corrido del
estreno de su película y ahora Eric Wilkins lo estaba trayendo a colación.

¡Ay! Solo otro recordatorio de esa noche. Otro recordatorio de lo que


había perdido. Otro recordatorio que le había dejado llegar a ella. Otro
recordatorio de cuan molesta estaba por lo que había hecho.

Respiró profundo y se calmó. Alejó la imagen de él. Tragó con fuerza.


Esto no estaba bien. Su nombre no tenía ningún poder sobre ella. Nunca más
él tendría algún poder sobre ella.

Jude.

Encerró a lo lejos la imagen de Jude, el hombre que había amado


alguna vez; diciéndole que estaba casado y con un hijo. Encerrando lejos el
recuerdo de él girándose, siguiendo a su esposa fuera de la habitación de
banquetes y dejándola para siempre.

No debería haber dejado que esto llegara a ella. Gates estaba fuera
de su vida. Jude estaba fuera de su vida. Y Eric Wilkins no importaba.

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