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El Señor de las Moscas Resumen

Durante un período de guerra, un avión que lleva un grupo de niños ingleses es derribado
por tiros mientras vuela por el Océano Pacífico. El piloto del avión muere, pero muchos de
los niños sobreviven el accidente y se encuentran varados en una isla desierta donde están
solos sin supervisión adulta. Los primeros dos niños que aparecen en la historia son los
protagonistas: Ralph es uno de los niños mayores, guapo y seguro de sí mismo, mientras
que Piggy, como es burlonamente llamado, es un niño rechoncho, asmático, con espejuelos
que, sin embargo, posee una gran inteligencia. Ralph encuentra una concha, y cuando la
sopla todos los niños se reúnen. Entre estos niños se encuentra Jack Merridew, un chico
agresivo que marcha a la cabeza del coro. Ralph, al cual los otros niños escogen como su
líder, dirige a Jack y a otro niño, Simón, en una expedición para explorar la isla. Durante
esta expedición ellos determinan que están en una isla desierta y deciden que necesitan
encontrar alimento. Los tres niños encuentran un cerdo, el cual Jack prepara para matar,
pero finalmente se arrepiente antes de poder apuñalarlo.

Cuando los niños regresan de su expedición, Ralph convoca una reunión e intenta
establecer reglas para mantener el orden en la isla. Jack está de acuerdo con Ralph, ya que
la existencia de reglas requiere la existencia de castigos para aquellos que las rompan, pero
Piggy regaña a Jack por su falta de preocupación por su supervivencia a largo plazo. Ralph
propone que enciendan un fuego en la montaña con el cual puedan señalar su presencia a
algún barco que pase. Los niños comienzan a encender el fuego, pero los más pequeños
pierden interés cuando la tarea prueba ser demasiado difícil para ellos. Piggy es esencial
para el proceso: el joven utiliza sus espejuelos para comenzar el fuego. Luego, Piggy pierde
su paciencia y critica a los otros niños por no construir albergues primero. Le preocupa que
todavía no saben cuántos niños hay, y cree que uno de ellos ya se perdió.

Mientras Jack intenta cazar cerdos, Ralph organiza la construcción de albergues para los
niños. Los más pequeños no han ayudado, mientras que los del coro de Jack, cuyo deber
es cazar para proveer alimento, han pasado el día nadando. Jack le dice a Ralph que siente
que está siendo cazado cuando caza los cerdos. Cuando Simón, el único niño que ha
ayudado consistentemente a Ralph, se va a supuestamente darse un baño, Ralph y Jack
van a buscarlo a la piscina de baño, pero Simón en realidad está caminando por la jungla
solo. Él encuentra un espacio abierto sereno con arbustos aromáticos y flores.

Los niños pronto establecen una rutina diaria en la isla. Los más jóvenes, llamados
“pequeñines” (“littluns,” contracción de “little ones”), pasan la mayor parte del día buscando
frutas para comer. Cuando los niños juegan, continúan obedeciendo cierto sentido de
decencia, a pesar de la falta de autoridad parental. Jack continúa cazando, mientras Piggy,
quien es aceptado como un extranjero entre los niños, considera construir un reloj solar. Un
barco pasa por la isla pero no se detiene, tal vez porque el fuego se ha apagado. Piggy
culpa a Jack por dejar que se apagara el fuego, ya que él y sus cazadores habían estado
más preocupados por matar a un cerdo por su deber. Jack golpea a Piggy, rompiendo uno
de los lentes de sus espejuelos. Jack y los cazadores cantan, “Mata el cerdo. Córtale el
cuello. Rómpele el cráneo,” para celebrar la caza, y hacen un baile en el cual Maurice
pretende ser un cerdo mientras los otros pretenden atacarlo.

Ralph comienza a preocuparse por el comportamiento de Jack y los cazadores y comienza


a apreciar la madurez de Piggy. Él convoca una asamblea durante la cual critica a los
chicos por no ayudar con el fuego o la construcción. Él insiste que el fuego es lo más
importante en la isla, ya que es su única oportunidad de rescate, y declara que el único
lugar donde deben tener un fuego es en la cima de la montaña. Ralph admite que tiene
miedo pero dice que no hay una razón legítima para ello. Jack luego le grita a los
pequeñines por su miedo y por no ayudar a cazar o construir. Él proclama que no hay una
bestia en la isla, como creen algunos niños, pero entonces un pequeñín, Phil, cuenta que
tuvo una pesadilla y cuando se despertó vio algo moviéndose entre los árboles. Simón dice
que Phil probablemente lo vio a él, ya que estaba caminando por la jungla esa noche. Piggy
y Ralph pelean una vez más, y cuando Ralph intenta afirmar las reglas, Jack pregunta
retóricamente si a alguien le importan las reglas. Ralph insiste que las reglas son lo único
que tienen. Jack, entonces, decide conducir una expedición para cazar la bestia, dejando
solo a Ralph, Piggy y Simon atrás. Piggy le advierte a Ralph que si Jack se convierte en el
líder, nunca serán rescatados.

Esa noche, durante una batalla aérea, un piloto cae en la isla en paracaídas. El piloto
muere, posiblemente por el impacto. La próxima mañana, mientras los gemelos, Sam y Eric,
añaden madera al fuego, ellos ven al piloto y lo confunden con la bestia. Ellos corren bajo la
montaña y despiertan a Ralph. Jack convoca una caza, pero Piggy insiste que se deben
mantener juntos, ya que puede ser que la bestia no se les acerque. Jack declara que la
concha ahora es irrelevante. Le da un puño a Ralph cuando Ralph acusa a Jack de no
querer ser rescatado. Ralph decide unirse a los cazadores en su expedición para encontrar
la bestia, a pesar de su deseo de reavivar el fuego en la montaña. Cuando llegan al otro
lado de la isla, Jack dice que construir una fortaleza cerca del mar.

Los cazadores, mientras buscan la bestia, encuentran un jabalí que ataca a Jack, pero Jack
lo apuñala y el jabalí sale corriendo. Los cazadores entran en un frenesí, el cual se
degenera en su canto de “mata el cerdo” una vez más. Ralph se da cuenta de que Piggy
todavía está con los pequeñines al otro lado de la isla, y Simón ofrece regresar y decirle a
Piggy que los otros niños no regresarán esa noche. Ralph se da cuenta de que Jack lo odia,
y lo confronta acerca de esto. Jack se burla de Ralph por no querer cazar, sosteniendo que
es por cobardía, pero cuando los niños ven algo que creen que es la bestia, salen corriendo.

Ralph regresa a los albergues y, cuando encuentra a Piggy, le dice que vieron a la bestia,
pero Piggy continúa siendo escéptico. Ralph desestima a los cazadores como niños con
palos, pero Jack lo acusa de llamar a sus cazadores cobardes. Jack intenta afirmar su
control sobre los otros niños, pidiendo la destitución de Ralph como líder, pero cuando
Ralph mantiene el apoyo de los otros niños Jack se va corriendo, llorando. Piggy sugiere
que, si la bestia no les permite llegar a la cima de la montaña, deben encender un fuego en
la playa, y les asegura que sobrevivirán si se comportan de acuerdo a su sentido común.
Simón se va a sentarse en el claro que había encontrado antes. Jack declara que él será el
líder de los cazadores, y que irán al Peñón del Castillo donde piensan construir una
fortaleza y tener un banquete. Los cazadores matan a un cerdo, y Jack restriega su sangre
en la cara de Maurice. Entonces le cortan la cabeza y la dejan en un palo como ofrenda
para la bestia. Jack trae varios cazadores de vuelta a los albergues, donde invita a los otros
chicos a unirse a su tribu, y les ofrece carne y la oportunidad de cazar y divertirse. Todos los
chicos, excepto Ralph y Piggy, se unen a Jack.

Mientras tanto, Simón encuentra la cabeza de cerdo que los cazadores habían dejado. La
llama el Señor de las Moscas debido a los insectos que la rodean. Cree que le habla,
diciéndole lo ridículo que es y que los otros chicos piensan que está loco. La cabeza de
cerdo sostiene que es la bestia, y se burla de la idea de que la bestia pueda ser cazada y
matada. Simon se cae y se desmaya. Cuando despierta y camina un poco, ve el piloto
muerto que los chicos creían que era la bestia y se da cuenta de lo que es en realidad. Baja
la montaña rápidamente para alertar a los otros chicos sobre lo que ha encontrado.

Ralph y Piggy, los cuales están jugando en la laguna solos, deciden encontrar a los otros
chicos para asegurarse que nada malo les suceda mientras pretenden ser cazadores.
Cuando encuentran a Jack, Ralph y Jack discuten sobre quién será el líder. Cuando Piggy
declara que Jack tiene derecho a hablar porque él tiene la concha, Jack le dice que la
concha no cuenta en su lado de la isla. Los niños entran en pánico cuando Ralph advierte
que viene un a tormenta. Cuando comienza la tormenta, Simón sale corriendo del bosque,
hablando del cuerpo muerto en la montaña. Bajo la impresión de que él es la bestia, los
niños atacan a Simón y lo matan.

Al otro lado de la isla, Ralph y Piggy discuten la muerte de Simón. Ambos participaron en el
asesinato, pero intentan justificar su comportamiento diciendo que fue motivado por miedo e
instinto. Los únicos cuatro chicos que no son parte de la tribu de Jack son Ralph, Piggy y los
gemelos, Sam y Eric, los cuales ayudan a mantener el fuego. En el Peñón del Castillo, Jack
reina sobre los chicos como un ídolo. Mantiene a uno de los chicos amarrado, e inspira
miedo en los demás advirtiéndolos de la bestia y los intrusos. Cuando Bill le pregunta a Jack
cómo encenderán el fuego, Jack declara que robarán el fuego de los otros niños. Mientras
tanto, Ralph, Piggy y los gemelos intentan mantener el fuego vivo pero encuentran que es
muy difícil hacerlo ellos solos. Regresan a los albergues para dormir. Durante la noche, los
cazadores atacan a los cuatro niños, los cuales logran ganar la batalla, pero sufren lesiones
considerables. Piggy descubre el propósito de su ataque: vinieron a robarle sus espejuelos.

Luego del ataque, los cuatro niños deciden ir al Peñón del Castillo para hablar con Jack
como personas civilizadas. Se acicalan para aparecer presentables y se visten con sus
ropas de la escuela. Cuando llegan al Peñón del Castillo, Ralph convoca a los otros chicos
con la concha. Jack regresa de cazar y le dice a Ralph y a Piggy que los dejen quietos.
Cuando Jack se niega a escuchar las apelaciones de Ralph a la justicia, Ralph llama a los
niños tontos pintados. Jack toma a Sam y a Eric como prisioneros y ordena que los
amarren. Piggy le pregunta a Jack y a sus cazadores si es mejor ser una manada de Indios
pintados o ser sensatos como Ralph, pero Roger deja caer una piedra sobre Piggy,
causando que se caiga de la montaña a la playa. El impacto lo mata y, al deleite de Jack,
rompe la concha. Jack se declara el jefe y tira su lanza hacia Ralph, el cual sale huyendo.
Ralph se esconde cerca del Peñón del Castillo, donde puede ver a los otros chicos, a los
cuales ya no reconoce como niños ingleses civilizados, sino como salvajes. Gatea hasta la
entrada del campamento de Jack, donde Sam y Eric ahora sirven de guardias, y ellos le dan
un poco de carne y le imploran que se vaya. Cuando Ralph se esconde, se da cuenta de
que los otros niños están rodando piedras bajo la montaña. Ralph evita a los otros niños
que lo están cazando, y se da cuenta de que están encendiendo el bosque en fuego para
obligarlo a salir—y que, por lo tanto, destruirán todas las frutas que quedan en la isla.

Corriendo por su vida, Ralph finalmente colapsa en la playa, donde un oficial de la Marina
ha llegado en su barco. Él cree que los niños sólo han estado jugando, y los regaña por no
comportarse de una forma más organizada y responsable, cómo es común entre los
ingleses. Mientras los niños se preparan para irse de la isla para sus hogares, Ralph llora
por la muerte de Piggy y por el fin de la inocencia de los niños.

El Señor de las Moscas Resumen y Análisis Capítulo 1: El Sonido de la Concha

Resumen​​: En una isla tropical, un niño de doce años con pelo claro sale de las ruinas de un
avión (a las que llaman “la cicatriz”) en una playa y va hacia una laguna. Se encuentra con
otro niño de su edad, un chico gordo con espejuelos. Los dos, que anteriormente no se han
conocido, comienzan a hablar. El niño del pelo claro se presenta como Ralph, mientras que
el niño gordo accidentalmente revela el apodo que usan en la escuela: “Piggy.” A pesar de
las protestas del niño, Ralph insiste en llamarlo Piggy. A través de su conversación se
revela que los niños han sobrevivido un accidente de avión en el Océano Pacífico, y ningún
adulto sobrevivió. Confirman que el piloto y “el hombre con el megáfono”—tal vez algún
rescatista—murieron en el accidente. Los niños parecen haber escapado de una guerra
atómica en su país, un lugar al cual sólo se refieren como “Home Counties” (lo cual indica
que es Inglaterra). Cuando Ralph insiste que su padre, un Comandante de la Marina, los
rescatará, Piggy le recuerda que “todos ellos”—tal vez los militares, o toda la población
adulta—fueron matados “por la bomba atómica.”

Ralph, emocionado por la idea de vivir sin supervisión adulta, inmediatamente aprovecha la
libertad en la isla. Se quita la ropa e invita a Piggy a nadar con él. Piggy nerviosamente
rechaza la invitación, explicando que su asma no le permite nadar ni correr, pero
eventualmente—y con mucha vergüenza—se quita el cortavientos. Mientras Ralph disfruta
de los nuevos placeres del agua tropical, Piggy revela que sus padres han muerto y que
vive con su tía, la cual es dueña de una tienda de dulces. Mientras Ralph juega en la costa,
Piggy ve una concha en la laguna. Él le explica al ignorante Ralph que una concha es
valiosa, y los dos la sacan del agua. Piggy, quien no puede respirar bien por su asma, le
enseña a Ralph a soplar la concha para producir un sonido estruendoso. Después de varios
intentos fallidos, Ralph logra sonar la concha. Los dos niños se sorprenden al ver que el
sonido ha atraído a otros sobrevivientes del accidente, entre ellos Sam y Eric, dos gemelos
idénticos, y el abrupto, pelirrojo Jack Merridew, quien es acompañado por un grupo de niños
vestidos con capas y gorras negras extrañas, marchando en dos filas organizadas. Jack
revela que el grupo es un coro de niños y que él es su líder.
Cuando hay un grupo lo suficientemente grande, Piggy sugiere que todos digan sus
nombres. Jack insiste que lo llamen Merridew, ya que Jack es un nombre de niño, y exige
que él sea escogido como el líder de los sobrevivientes, ya que es el delegado de su coro.
El grupo decide resolver la cuestión de quién será líder por voto. Mientras Jack tiene
cualidades naturales de liderazgo y Piggy tiene gran inteligencia racional, Ralph tiene una
personalidad tranquila que permite que los demás confíen en él, así que él es seleccionado
como el líder. Al ser elegido, sin embargo, Ralph permite que Jack continúe dirigiendo su
coro, los cuales se convertirán en los cazadores. Además, él insiste que el grupo se
mantenga junto cerca de la laguna mientras tres de los niños exploran el territorio para
determinar si es o no una isla. Para esta tarea, Ralph se escoge a sí mismo, a un niño
apacible llamado Simón, y, por su insistencia, a Jack. Cuando Piggy pide unirse a los
exploradores, Jack descarta la idea, humillando a Piggy, quien todavía está avergonzado de
que Ralph revelara su apodo.

Ralph, Simón, y Jack exploran la isla, subiendo por la montaña para evaluarla. Para llegar a
la cima empujan hacia abajo una piedra grande que los bloquea. Al llegar a la cima,
determinan que sí están en una isla, la cual es descrita como “teniendo la forma de un
bote,” bordeada por rocas y conteniendo áreas de laguna y bosque. Ralph, mirando el
paisaje, dice afirmativamente, “esto nos pertenece a nosotros.” Los tres deciden que
necesitan comida, y continúan explorando la isla, esta vez en busca de alimento.

Los niños bajan la montaña hacia el matorral, donde consideran y luego deciden no comer
algunas hojas a las que le llaman “capullos de vela” (“candle-buds”). Poco después,
descubren un cerdito atrapado en una cortina de enredaderas. Jack saca su cuchillo pero
pausa antes de tener la oportunidad de apuñalar al cerdo, el cual se libera y escapa. Jack
insiste que sólo buscaba el lugar correcto en el cerdo para apuñalarlo, pero su cara sin color
sugiere que no está acostumbrado a tal violencia, aunque jura que la próxima vez no le
tendrá ninguna piedad a su presa.

Análisis​​: El primer capítulo de El Señor de las Moscas establece a la novela como una
alegoría política. En general, la novela explora la necesidad de la organización política y
dramatiza el conflicto en la naturaleza humana entre comportamientos instintivos y
aprendidos. En el Capítulo 1, Golding presenta a la isla desierta como un lugar donde los
niños abandonados tienen que decidir entre regresar a un estado pre-civilizado de la
humanidad o re-imponer el orden social. Por lo tanto, la situación prueba la hipótesis de
Hobbes al tirar a los niños casi en un total estado de naturaleza. Este primer capítulo
confirma que los niños no tienen sociedad, ni reglas, ni preocupaciones fuera de su
supervivencia individual. Lo único que tienen son historias. El impulso narrativo de la novela
traza cómo los niños desarrollan su propia sociedad miniatura y las dificultades que
inevitablemente surgen de este desarrollo. El Capítulo 1 presagia estos eventos al presentar
a los niños como alternantemente aterrorizados, ignorantes, y entusiasmados al enfrentar
esta nueva libertad.

Correspondientemente, el Capítulo 1 inmediatamente establece la tensión entre el impulso


hacia la barbarie y la necesidad de civilización que existe dentro del espíritu humano.
Liberado de la autoridad adulta y las costumbres de la sociedad, Ralph juega en la playa
desnudo, una práctica que en los tiempos de Golding era comúnmente asociada con
culturas pre-industriales consideradas “primitivas” (“uncivilized”) o “salvajes.” Pero si la
desnudez de Ralph es una práctica primitiva, también es una referencia a otra concepción
popular de la vida pre-civilizada: el Jardín de Edén. A Ralph no le causa pánico el abandono
de los niños en la isla; al contrario, lo aborda como un paraíso en el cual él puede jugar
felizmente. El lector, conociendo el resultado de la historia del Edén bíblico, debe tratar a
este “paraíso” de los niños con escepticismo. Como Edén, la isla paradisíaca colapsará;
sólo falta saber cómo y por qué.

La caracterización enfatiza la tensión que Golding establece entre la anarquía y la


organización política. La primera señal de desorden en la aparentemente tranquila isla es la
apariencia de Jack y su coro. Golding describe a Jack y a sus compatriotas como militaristas
y agresivos, dada la actitud atrevida de Jack y la marcha ordenada del coro. Son el primer
ejemplo concreto de civilización en la isla, con un aspecto decididamente negativo. Jack
parece ser la manifestación física del mal; con su capa oscura y su pelo rojo salvaje, su
apariencia es ominosa, hasta satánica. Correspondientemente, Jack es militarista y
autoritario. Él le da órdenes a su coro como si fueran tropas, sin permitir discusión ni
desacuerdo. Importantemente, el rol que primero escoge para su coro es el de
cazadores—él escoge la tarea más violenta y la más relacionada a los valores militares. Sin
embargo, como demuestra su incapacidad de matar el cerdo, Jack no está acostumbrado a
la violencia todavía. Golding indica que Jack debe prepararse para cometer un acto violento,
ya que todavía está restringido por su cobardía juvenil o por las reglas sociales que oponen
el comportamiento violento. Mientras su actitud autoritaria indica una predisposición a la
violencia, Jack debe abandonar las lecciones de la sociedad y de su conciencia antes de
poder matar.

En temperamento y apariencia física, Ralph es la antítesis de Jack. Golding idealiza a Ralph


desde el principio, prodigando elogios sobre su belleza física. Bajo el sol de la isla, su piel
inmediatamente adquiere un tono dorado, una manifestación física de su triunfante carisma.
El valor de Ralph no es intelectual; importantemente, él se comporta un poco infantilmente
durante su primer encuentro con Piggy. Aún así, Golding sugiere que Ralph tiene una
seriedad y madurez más allá de su edad. Es un líder natural, una habilidad que los demás
niños inmediatamente reconocen cuando lo eligen como líder. El voto establece un conflicto
entre diferentes valores patrocinados por Jack y Ralph. Jack asume que debe asumir el rol
automáticamente, mientras que Ralph, el cual se resiste a aceptar liderazgo, lo consigue por
voto. Ralph, por lo tanto, llega a representar los valores democráticos.

En contraste al violento Jack y al carismático Ralph, Piggy es inmediatamente establecido


como el intelectual del grupo. Aunque es físicamente inepto y torpe, tiene una mente
racional y entiende la situación mejor que todos los demás. Su conocimiento sobre la
concha le permite a Ralph convocar a los demás niños, y él es el que demuestra mayor
preocupación por establecer orden en las reuniones y en la vida diaria. Tiene un interés
particular por los nombres, inmediatamente preguntándole a Ralph cuál es el suyo,
deseando que Ralph devuelva la pregunta, e insistiendo que se cree una lista de nombres
cuando se congregan los niños al comienzo de la novela. Este énfasis en nombrar es una
de las primeras indicaciones de la imposición de una sociedad ordenada en la isla (también
nos recuerda al nombramiento de los animales en Génesis). Para Piggy, los nombres no
solo facilitan la organización y comunicación sino que también marcan la posición de uno
dentro de una jerarquía social. Es importante que Piggy es forzado por los demás a
mantener su detestado apodo, el cual re-inscribe su estado social inferior en Inglaterra
dentro de la nueva dinámica en la isla. También podemos notar que el nombre de Piggy
simbólicamente lo conecta con los cerdos en la isla, los cuales en subsiguientes capítulos
se convierten en los objetivos de los impulsos violentos descontrolados de muchos de los
niños. Cuando los niños vierten su ira hacia los cerdos, Golding presagia el asesinato de
Piggy al final de la novela.

El refuerzo del apodo de Piggy, el cual claramente lo humilla, también indica que los niños
han importado a la isla la crueldad de la vida social humana. La primera instancia de
desigualdad en la isla ocurre cuando Ralph se burla de Piggy, lo cual presagia las injusticias
por venir. También podemos notar el trasfondo de Piggy (como huérfano que vive con una
tía) y su pobre dicción—detalles que indican que, al contrario de Ralph y Jack, Piggy es un
chico de clase media. Su aislamiento inmediato en la isla sugiere otra forma en la cual las
jerarquías sociales de las vidas de los niños en sus hogares son reproducidas en la isla.
Golding sugiere que la marginalización de Piggy se debe no sólo a su apariencia
desafortunada y mala salud, sino también a que pertenece a una clase más baja que los
otros niños, los cuales han traído consigo los prejuicios de clase de Inglaterra.

También es importante que Golding enfatiza el establecimiento de la propiedad y que


sutilmente critica el concepto de posesión por descubrimiento. Ralph gana estatus por su
posesión de la concha, lo cual le da la autoridad de hablar cuando los niños se reúnen.
Además, cuando ve la isla desde la cima de la montaña declara que les “pertenece,” casi
como un acto de colonización o conquista. La invocación de retórica colonial predice los
conflictos que conlleva la posesión de los recursos claves en la isla (como la concha y los
espejuelos de Piggy) y el poder de gobernarse unos a los otros.

El primer capítulo establece otro tema que recurre a través de la novela: la corrupción de la
inocencia. Golding enfatiza la naturaleza infantil de los niños desde el comienzo de la
historia, y sugiere que muchos de los conflictos que caracterizan su tiempo en la isla tienen
menos que ver con la brutalidad natural del espíritu humano o la corrupción de la sociedad
política y más con la juventud de los niños y su incapacidad de tomar responsabilidad. La
primera reacción de Ralph al abandono es jugar en el agua, y el impulso de Jack de “matar”
se deshace cuando enfrenta una oportunidad para hacerlo. El cotorreo de los niños más
pequeños—que temen una “bestia” y una “cosa-serpiente”—además de la mención
constante de Piggy de su “titi” (“auntie”) que le daba dulces, son detalles narrativos que
subrayan la juventud de los niños y su inocencia esencial. Mientras la brutalidad y la
violencia entre los niños incrementa en los próximos capítulos, Golding sugiere que la niñez
es un estado neutral y formativo en el cual los niños pueden ser guiados hacia la moralidad
o corrompidos por la barbarie cuando no tienen la dirección de la conciencia o la sociedad.
El énfasis en la infantilidad de los niños en el primer capítulo establece varias preguntas
importantes que las acciones subsiguientes intentan contestar: ¿la naturaleza humana es
esencialmente buena, mala, o neutral, y cómo es que las experiencias durante la niñez
temprana informan el carácter individual?

El Señor de las Moscas Resumen y Análisis Capítulo 2: Fuego en la Montaña

Resumen​​: Esa misma noche, al reunirse con el grupo, Ralph sopla la concha para convocar
otra reunión. Los efectos del abandono son evidentes en los atuendos de los niños: los
niños que se quemaron por el sol se han vestido otra vez, mientras que el coro está más
desaliñado, habiendo abandonado sus capas. Cuando el grupo de niños le presta atención
a Ralph pierde su confianza en sí mismo repentinamente y no logra decidir si debe conducir
la reunión de pie o sentado. Mira a Piggy buscando validación de su autoridad. Ralph
anuncia los resultados de la exploración de esa mañana: explica que están en una isla
desierta. En este momento, Jack intercede e insiste que necesitan un ejército para cazar los
cerdos. Ralph, Jack y Simón le describen emocionadamente a los otros su encuentro con el
cerdito. Jack insiste defensivamente que se “escapó” antes de que pudiera apuñalarlo y
matarlo, prometiendo que lo mataría “la próxima vez.” Para demostrar su sinceridad, Jack
dramáticamente espeta su cuchillo dentro del tronco de un árbol, y los chicos, incómodos
por la audacia de Jack, se quedan mudos.

Reconociendo que la reunión se ha convertido en un desastre, Ralph anuncia que tendrán


que establecer reglas, no solo para las reuniones, sino también para organizar sus
actividades diarias. Declara que, durante las reuniones, los chicos tendrán que levantar la
mano, como en la escuela, para poder hablar uno a la vez. El chico al que le toque hablar
recibirá la concha, la cual sostendrá mientras habla, y entonces se la pasará al próximo
locutor. Jack interrumpe para aprobar la imposición de reglas, y comienza a explicar
emocionadamente los castigos que conllevará romperlas. Piggy, tomando la concha de
Ralph, regaña a Jack por “dificultar a Ralph.” Él dice que lo más importante es que nadie
sabe dónde están y que puede que estén allí por mucho tiempo. Los niños se quedan en
silencio ansiosamente.

Ralph, tomando la concha de Piggy de nuevo, tranquiliza a los otros niños, explicando que
se divertirán mucho, ya que la isla es suya hasta que lleguen los adultos. Dice que será
como una novela, y los otros, emocionados, comienzan a gritar los nombres de sus novelas
favoritas de aventura isleña: La Isla del Tesoro, Las Andorinas y Las Amazonas, y La Isla
Coral. Ralph acalla la asamblea al agitar la concha. Un pequeño niño de seis años cuya
cara está medio cubierta por una marca de nacimiento roja se para con indecisión para
pedir la concha. Parece como que va a llorar; en cuanto tiene la concha le pregunta a Ralph
qué hará el grupo con la cosa-serpiente, la cual describe como una “bestiecita” que apareció
frente a él en el bosque. Ralph le asegura al grupo que ese tipo de animal sólo vive en
países grandes, como los de África, así que el niño lo debe haber soñado a consecuencia
del choque. Los niños parecen calmarse, aunque Ralph ve señales de duda en las caras de
los niños más pequeños.

Ralph le dice a los niños que su meta mientras estén varados será doble: número uno,
deben tratar de asegurar sus rescate, y dos, deben tratar de divertirse. Les asegura que,
como su padre, que es un Comandante Naval, le ha dicho, no hay islas desconocidas en el
planeta, así que serán rescatados. Entonces le explica al grupo los detalles de su plan para
que los rescaten. Ralph sugiere que construyan un fuego en el tope de la montaña, ya que
el humo le indicará su presencia a los barcos que pasen cerca. Jack convoca a los niños
para construir el fuego al tope de la montaña, y ellos lo siguen inmediatamente, dejando a
Piggy y a Ralph detrás para discutir cómo fue la reunión.

Piggy está disgustado con el comportamiento infantil de los niños mientras Ralph alcanza al
grupo y los ayuda a llevar madera a la cima de la montaña. Eventualmente, esta tarea
prueba ser demasiado difícil para algunos de los niños más pequeños, los cuales pierden
interés en esta actividad y comienzan a buscar frutas para comer. Cuando han recolectado
suficiente madera, Ralph y Jack se preguntan cómo encender el fuego. Piggy llega, y Jack
sugiere que usen sus espejuelos. Jack le quita los espejuelos a Piggy, el cual casi no puede
ver sin ellos. Un niño llamado Maurice sugiere que usen las ramas verdes para encender el
fuego. Luego de varios intentos, los espejuelos concentran los rayos del sol y comienzan el
fuego. Aunque los niños quedan estupefactos con el fuego, pronto se consume la llama.
Piggy, desanimado por el desperdicio de su única leña, regaña a Jack, y comienzan a
discutir fuertemente.

Ralph toma la concha de Piggy y de nuevo le recuerda al grupo la importancia de las reglas.
Jack está de acuerdo, explicando que no son salvajes; son ingleses, y los ingleses son los
mejores en todo, así que deben seguir las reglas correctas. Ralph admite que a lo mejor
nunca serán rescatados, y Piggy se queja de que eso es lo que ha estado tratando de decir,
pero nadie le hacía caso. Prenden el fuego una vez más. Mientras Piggy tiene la concha,
pierde su paciencia de nuevo, diciéndole a los niños que debieron haberlo escuchado antes
cuando les ordenó que construyeran albergues primero, antes de construir el fuego, el cual
es de importancia secundaria. A Piggy le preocupa que todavía no saben exactamente
cuántos niños hay, y menciona las serpientes. De momento, uno de los árboles se prende
en fuego, y uno de los niños grita sobre las serpientes. Piggy piensa que uno de los niños
se ha perdido.

Análisis:​​ Durante el segundo capítulo de la novela, Golding utiliza el progreso de los chicos
en la isla como una metáfora para el desarrollo humano primitivo. El primer logro de los
niños en la isla es encender un fuego, lo cual une a los chicos en su asombro, al igual que
la concha. De acuerdo a Piggy, el próximo paso debe ser construir algún tipo de albergue,
de nuevo reflejando el desarrollo histórico de las primeras sociedades humanas. El
“gobierno” establecido por Ralph también se desarrolla durante este capítulo. Golding utiliza
estos desarrollos para indicar que la isla se está convirtiendo en una sociedad con reglas
que refleja la cultura democrática occidental. La concha, la cual autoriza al que la posee a
hablar y está disponible para todos, es un símbolo particular del ideal de la igualdad y
libertad democrática. Pero, como Ralph decide quién posee la concha, las libertades en la
isla son decididas por medio de la autoridad. Aunque Ralph es un líder benévolo, la
implicación es que la democracia depende de sus líderes para establecer justicia.

Al igual que en un sistema democrático, el gobierno improvisado en la isla provoca debate y


disentimiento. Jack y Piggy tienen diferentes perspectivas sobre cuál es el propósito de las
reglas de Ralph. Ralph toma una perspectiva racional basada en la justicia: las reglas le
permitirán a los niños vivir equitativamente unos con los otros, una creencia que cabe bien
con los ideales democráticos. Jack disfruta la idea de las reglas como método de control y
castigo, una reflexión de su carácter dictatorial y su tendencia hacia la violencia. Piggy,
como el más inteligente de los tres personajes principales, ve las reglas como herramientas
útiles para la supervivencia. Él ve todos los aspectos del comportamiento de los niños en la
isla en término de si contribuirán a su eventual rescate.

Golding continúa presentando a Ralph como una presencia calmante y autoritativa entre los
niños. Cuando los más pequeños comienzan a temer, sólo Ralph logra restaurar el orden y
la esperanza. A pesar del pensamiento y estimación clara de la situación por parte de Piggy,
su actitud polémica y su rechazo rudo de los niños más pequeños desafortunadamente
causa que sus ideas sean ignoradas. Aún más importantemente, es un cínico que no puede
hacer nada para consolar a los demás; al contrario, les inculca un sentido de fatalismo.
Piggy, cuyo pesimismo y tristeza lo convierten en un probable mártir, es presentado en este
capítulo como un profeta a quien nadie escucha hasta que ya es demasiado tarde. Golding
utiliza los consejos de Piggy como presagio: ignorar los consejos de Piggy, no importa lo
absurdo que suene, resulta en terribles consecuencias. El Capítulo 2 contiene el primer
ejemplo de la profecía de Piggy: después de la expedición a la montaña, uno de los chicos
parece haber desaparecido. La implicación es que si los demás hubiesen seguido los
consejos de Piggy y le hubiesen permitido mantener un registro de la cantidad de niños y
sus nombres, no existiría confusión sobre si alguno está perdido.

A pesar de que a los niños no les gusta Piggy, ellos parecen reconocer que es una figura
importante en la isla. Sus espejuelos les permiten encender el fuego en la montaña.
Especialmente, Piggy es útil para Jack, el cual está más interesado en cazar y causar dolor
y desorden que en contribuir o construir algo útil. Es importante que el desarrollo que más
apoya es prender el fuego, lo cual es naturalmente destructivo aunque puede ser utilizado
para el bien. En este capítulo, también establece a Jack como el chico que tiende a
dominar. La aseveración de Jack de que los ingleses son “los mejores en todo” también
sugiere sus impulsos nacionalistas. Jack conviene con la posición colonial inglesa que
dependía de la aparente superioridad de los ingleses para justificar la colonización y el
desarrollo forzado de otras personas, presagiando su comportamiento agresivo en los
siguientes capítulos. Su declaración de que no son “salvajes” parece, al final de la novela,
profundamente irónico, ya que Jack y su tribu llegan a niveles impensables de brutalidad y
autodestrucción.

La inmadurez de los niños es destacada una vez más cuando enfrentan el reto de satisfacer
sus necesidades básicas de supervivencia. Los peligros inmediatos que enfrentan son
pocos, ya que en la isla hay frutas, además de los cerdos, para comer; sin embargo, al ser
niños, quedan agobiados con un terror irracional y difuso. Golding sugiere que sus miedos
son su peor enemigo. Es el medio por una serpiente que causa que los niños más
pequeños caigan en pánico y exageren los peligros en la isla, causando desorden y caos.
Jack y Piggy contribuyen a este pavor. Jack lo hace a través de su postura agresiva, la cual
contiene la noción implícita de que están en peligro y deben defenderse de alguna fuerza
desconocida. Piggy lo hace a través de su constante fatalismo. Aquí es donde Ralph mejor
demuestra su superioridad en liderazgo, exhibe la mayor calma de todos los personajes y
anima a los demás a sentirse seguros de su rescate. Ralph es establecido no sólo como
líder político, sino también como figura paternal, cuyo trabajo es calmar a los niños
atemorizados y protegerlos de sus propios miedos y dudas.

Mientras la trama se acerca al conflicto dramático y la tragedia, Golding distingue El Señor


de las Moscas de las historias de aventura románticas que eran populares entre los niños a
mediados del siglo veinte. Durante la segunda reunión, Ralph recomienda que los niños se
diviertan en la isla y que piensen sobre sus experiencias como las que ocurrirían “en una
novela.” Inmediatamente, los niños comienzan a gritar los nombres de sus aventuras isleñas
favoritas, incluyendo La Isla de Coral (1857), la cual fue escrita por R.M. Ballantyne. Era una
novela popular durante el siglo diecinueve que sigue las aventuras felices de tres niños sin
supervisión en una isla tropical. Golding, quien encontraba la trama de La Isla de Coral
ingenua e improbable, escribió El Señor de las Moscas parcialmente como una repuesta a
esta novela. La mención de estas narrativas isleñas idealizadas al comienzo de la historia
distópica de Golding es, entonces, irónica ya que los eventos que siguen no son nada como
las experiencias divertidas de los niños en La Isla de Coral. A través de esta comparación
explícita, Golding invita al lector a reconocer su obra como un comentario crítico sobre la
ficción popular de aventura a base de su irrealidad optimista.

También, en el Capítulo 2, Golding introduce más símbolos que recurrirán a través de la


novela y que subrayan los desarrollos importantes en la acción dramática. El fuego que los
niños construyen simboliza la esperanza del grupo por su rescate y regreso a los Home
Counties. Un símbolo poderoso de la civilización, el fuego representa la imposición de la
industria humana sobre la naturaleza salvaje e indómita; la incapacidad de los niños de
mantener el fuego indica la moribunda posibilidad de su rescate y de mantener un orden
civilizado en la isla. También debemos notar la introducción de la “bestiecita,” o como le
llaman después, la “bestia.” La idea de la bestia es mencionada primero por uno de los
niños más pequeños, aunque es ignorada por la mayoría de los niños mayores. Mientras
Ralph los calma, ve duda en sus caras, una observación que refleja la aceptación eventual
del grupo de la bestia como una legítima, sino improbable, realidad. La bestia se convierte
en un tema central importante que establece el poder y el peligro del pensamiento de grupo
entre los chicos.

El Señor de las Moscas Resumen y Análisis Capítulo 3: Chozas en la Playa

Resumen​​: Jack vigila el bosque, cuyo silencio es opresivo, buscando cerdos para cazar. Un
pájaro lo sorprende mientras camina. Examina la textura de las enredaderas para
determinar si algún cerdo ha corrido a través de esa sección del matorral. Finalmente, Jack
ve un camino despejado por los cerdos (una “corrida de cerdos”) y escucha el golpeteo de
pezuñas. Él levanta su lanza y la tira hacia un grupo de cerdos, haciendo que se dispersen,
lo cual le hace sentir una profunda impotencia y frustración. El largo del cabello de Jack, la
masa de pecas en su espalda bronceada, y la condición andrajosa de sus pantalones cortos
indican que los niños llevan semanas varados en la isla. Jack aparenta haber asumido su
rol de cazador principal con fervor, y él por lo menos ha desarrollado un talento especial
para seguir los cerdos en el denso matorral.

Después de haber asustado a los cerdos sin matar alguno, Jack abandona la caza y
regresa al claro en el bosque, donde los niños están construyendo albergues rudimentarios
con troncos de árboles y hojas de palma. Se encuentra con Ralph, el cual está en medio de
construir un albergue frente a la laguna. Jack le pide agua a Ralph, el cual lo dirige a un
árbol donde han ubicado cáscaras de coco llenas de agua. Luego de que Jack bebe agua,
Ralph se queja de que los niños no están trabajando lo suficientemente fuerte para construir
los albergues. Los más pequeños—ahora llamados “peques”—no hacen nada, solo bañarse
o comer. Jack le recuerda a Ralph que él y sus cazadores están trabajando muy fuerte para
que el grupo siempre tenga alimento.

Jack entonces le dice a Ralph que como líder debe ordenar que trabajen más fuerte. Ralph
admite que aún si convocara una reunión, el grupo solo aceptaría trabajar cinco minutos y
después “dispersarse para cazar.” Reconociendo esto como un desprecio contra él y su
grupo de cazadores, Jack se ruboriza y explica que el grupo tiene hambre. Ralph remarca
que el grupo de Jack no ha traído carne del bosque—los cazadores prefieren nadar que
cazar. Jack explica que tiene poco control sobre los cazadores, pero que él ha estado
esforzándose mucho para “matar.” Una “locura” aparece en sus ojos cuando promete matar
un cerdo, pero Ralph le recuerda de nuevo que no ha capturado nada.

Los dos pelean sobre la contribución de Jack a la sociedad en la isla. Jack promete cazar y
Ralph insiste que necesitan albergues más que nada. Ralph menciona que los otros niños,
especialmente los peques, tienen miedo y gritan en medio de la noche. Son interrumpidos
por Simón, quien le recuerda a Ralph y a Jack el miedo de los peques por la “bestiecita.”
Los tres recuerdan con nostalgia su primer día en la isla, cuando exploraban el territorio
desconocido juntos. Se ríen y dicen que los peques están “locos.” Jack dice que cuando
están cazando a veces siente como si él mismo estuviese siendo cazado, pero admite que
esto es irracional. Aún así, dice que entiende “cómo se sienten.”

Ralph ignora esta confesión y le recuerda a Jack que debe atender el fuego cuando esté
cazando. Ralph y Jack van hacia la montaña para inspeccionar el fuego, dejando atrás a
Simón. Los dos especulan si el fuego será lo suficientemente fuerte para servir de señal
para los barcos que pasen, pero Jack se distrae una vez más por el deseo de matar un
cerdo. Ralph, indignado por la preocupación de Jack por la caza, lo acusa de nuevo de no
contribuir al proyecto de construir albergues. Sin embargo, como no quiere comenzar un
debate infructuoso, Ralph señala los otros niños cerca de la piscina y le explica que Simón
ha trabajado tanto como él para construir los albergues. Los dos niños regresan a las
chozas buscando a Simón, pero no lo encuentran. Ralph, decepcionado y confundido, dice
que Simón es “extraño.” Los dos chicos deciden irse a nadar en la piscina y pronto
descubren que la tensión entre ellos se ha disuelto.

En el bosque, Simón pasea solo. Había seguido a Jack y a Ralph la mitad del camino hasta
la montaña, y luego regresó al bosque con un sentido de propósito. Él es un niño alto y flaco
con una pelambrera negra áspera, ojos brillantes y pies descalzos. Camina a través de
acres de árboles de fruta y encuentra frutas que los niños más pequeños no pueden
alcanzar. Le da las frutas a los niños, y procede por el camino hacia adentro de la jungla.
Encuentra un espacio abierto y mira a ver si está solo. Este espacio abierto contiene
arbustos aromáticos, una cuenca de calor y luz. Simón entusiasmadamente absorbe las
sensaciones complejas del bosque y se queda calmadamente cercado en una “cabina” de
hojas hasta que el día se ha convertido en noche.

Análisis​​: El enfoque principal de este corto capítulo es el desarrollo del conflicto entre
Ralph y Jack. Tienen una discusión que indica que cada personaje se está aferrando
dogmáticamente a su perspectiva. Más aún, representan ideologías opuestas. Mientras
Ralph se dedica a construir albergues para el grupo, Jack está determinado en convertirse
en un cazador exitoso y establecerse como el único héroe dentro del grupo. A Ralph le
preocupa el grupo, mientras que Jack sólo se enfoca en su propia gloria, la cual depende de
valores militares. Jack intenta dominar y conquistar la naturaleza a través de cazar y matar
cerdos, una meta que presagia la intensificación de sus impulsos violentos a través de la
novela y lo identifica aún más como un símbolo para la organización totalitaria, en vez de
democrática.

El comienzo del capítulo sigue a Jack en una caza solitaria a través del bosque, la cual
subraya la importancia de Jack en la novela y explica su preocupación por la caza. Para
Jack, cazar es no solo un talento instintivo, sino una destreza que continúa desarrollando
mientras se desenvuelve la historia. Sus motivos para cazar son perturbadores. Él caza no
para conseguir comida sino porque lo disfruta. Golding indica que hay algo increíblemente
peligroso en la obsesión de Jack; su expresión es una de “locura” cuando habla de su
deseo por matar. En este punto de la historia Jack no está lo suficientemente preparado
para matar, pero está llegando al punto donde puede infligir violencia mortal sobre un cerdo
o persona. Ralph se da cuenta de esta característica cuando le recuerda a Jack que lo más
importante que pueden hacer es construir albergues. Implícitamente le dice a Jack que su
obsesión con cazar no aumenta la probabilidad de la supervivencia de los chicos.

Golding también elabora sobre el personaje de Ralph, el cual presenta como empático,
racional, y enfocado en el bien del grupo. Aún así, no es un líder perfecto. Expresa
arrepentimiento y frustración al no poder controlar el comportamiento de los otros niños. Su
mayor problema es que tiene que lidiar con niños pequeños que no están preparados para
cuidarse o tomar responsabilidad. Ralph explica que no puede simplemente darles órdenes
y asumir que serán seguidas, como Jack asume. Ralph alerta al lector que uno de los
principales obstáculos que deben sobrepasar es que deben comportarse con una madurez
prematura para poder sobrevivir lo suficiente para ser rescatados.

También podemos notar los cambios en la apariencia y en la forma de hablar de los


personajes en el Capítulo 3. Hay un lapso significativo entre este capítulo y el último, y los
niños se han distanciado más de las convenciones y valores de los . Jack caza en el bosque
semidesnudo y muchos de los niños visten “pantalones cortos hechos jirones” o van
descalzos, detalles que indican que han abandonado el estilo de vida de sus hogares y lo
han sustituido por la comodidad. Los niños más pequeños, anteriormente llamados
“pequeñines,” ahora son llamados “peques,” y Sam y Eric, los gemelos, ahora son
“Samyeric,” un compuesto que sugiere que, en los ojos del grupo, los dos personajes son
considerados como uno. En la ausencia de autoridad externa, los niños han desarrollado su
propio código de vestimenta y han comenzado a establecer su propio idioma. Están creando
una cultura independiente. Golding refuerza esta idea a reproducir las palabras inventadas
por los niños—“peques” y “Samyeric”—en su prosa en tercera persona. La implicación es
que la civilización de los niños es menos un reflejo de su crianza que de las preocupaciones
y dinámicas propias de la vida en la isla.

El Capítulo 3 le provee al lector más entendimiento acerca de Simón. Simón aparece en el


primer capítulo, pero no es importante hasta que interrumpe la discusión entre Ralph y Jack.
Descrito como un chico descalzo, de pelo largo, y alternantemente “raro” y “chistoso,” Simón
es revelado como un paria. Cuando él, Ralph y Jack deciden ir a ver el fuego de rescate,
Simón abruptamente abandona la misión sin aviso para caminar por el bosque con un
sentido de “propósito.” Ignorando las reglas usuales de integración social, las cuales
requerirían que le dijera a los otros de sus planes por cortesía, Simón se distingue por no
ser guiado por la sociedad sino por una intensa fuerza interna espiritual. Su pelo largo y sus
pies descalzos lo conectan no solo con la naturaleza sino también con el profeta ambulante
estereotípico o hasta Jesús, una conexión que la novela impone más a fondo con su
asesinato.

La experiencia de Simón en la jungla, la cual leemos en detalle, enfatiza su carácter


espiritual y pacífico. El espacio abierto donde se instala en la jungla indica que, para Simón,
la isla es edénica. Al contrario de Ralph, que busca proteger al grupo de la naturaleza, y
Jack, que busca conquistarla y controlarla, Simón ve el paisaje natural como un lugar de
belleza y tranquilidad. Su excursión demuestra que es el único personaje que tiene una
afinidad por el mundo natural. La descripción de Golding del área que Simón encuentra
hace alusión a la religión. Con sus capullos-velas, sosiego sereno, y paredes de hojas, nos
hace pensar en un santuario.

Mientras el diálogo del Capítulo 3 subraya el contraste ideológico entre Jack y Ralph, a nivel
estructural, Golding también nos hace comparar a Jack y a Simón. El capítulo comienza y
concluye en el bosque, asociando a los dos personajes con esta área (en contraste con
Ralph, que es asociado con la playa y las montaña—áreas que ha marcado como símbolos
de civilización a través

​ l Señor de las Moscas Resumen y Análisis de Capítulo 4: Caras Pintadas y Pelo


E
Largo

Resumen​​: Los niños se acostumbran al patrón de sus días en la isla, aunque es imposible
ajustarse a los nuevos ritmos de la vida tropical, la cual incluye un momento extraño al
medio día cuando el mar sube y parece contener imágenes cambiantes. Piggy descarta
estas imágenes como ilusiones ópticas. Mientras las mañanas son frescas y cómodas, el
sol de la tarde es opresivamente caliente y brillante, lo cual causa que muchos de los niños
se fatiguen. La tradición europea de trabajar, jugar, y comer a lo largo del día no es
olvidada, lo cual hace que la transición sea difícil.
Mientras los niños se acostumbran a la vida en la isla, se desarrollan facciones. A los niños
más pequeños ahora se les llama por el título genérico de “peques,” incluyendo a Percival,
el niño más pequeño en la isla, quien anteriormente se había quedado dentro de un
pequeño albergue por dos días y solo recientemente había emergido, miserable y con los
ojos rojos. Los peques pasan la mayor parte del día buscando frutas para comer, y ya que
la escogen indiscriminadamente sufren de diarrea crónica. Lloran pidiendo a sus madres
menos de lo que se espera, y pasan tiempo con los niños mayores solo durante las
asambleas de Ralph. Los peques se entretienen construyendo castillos de arena,
estructuras complejas cuyos detalles sólo son discernibles desde muy cerca. Los peques
sufren colectivamente de pesadillas y visiones de la “bestiecita” descrita durante la primera
reunión. Temen que la creatura caza a los niños cuando cae la noche. Dos niños más
grandes, Roger y Maurice, salen del bosque para nadar y, expresando su superioridad
sobre los peques, comienzan a patear los castillos de arena en la costa. Maurice,
recordando que su madre lo castigaba por ese tipo de comportamiento, se siente culpable
cuando hace que caiga arena en los ojos de Percival. Mientras se desenvuelve este
conflicto, Henry—un peque que es familia del niño que desapareció—está distraído por
unas pequeñas criaturas en la playa, las cuales considera fascinantes.

Jack piensa sobre por qué todavía no tiene éxito como cazador. Él cree que los animales lo
ven, así que quiere encontrar alguna forma de camuflarse. Se pinta la cara con carbón y se
ríe con un gruñido sanguinario cuando ve su reflejo en una piscina. Detrás de la máscara,
Jack parece ser liberado de la vergüenza.

Piggy piensa en construir un reloj solar para que puedan saber la hora y organizar mejor sus
días, pero Ralph rechaza la idea. Los chicos aceptan implícitamente la idea de que Piggy es
un extranjero. Ralph cree que ve humo en el horizonte viniendo de un barco, pero no hay
suficiente humo saliendo de la montaña para que los vean. Ralph sube por la montaña
corriendo, pero llega demasiado tarde. Su fuego se ha apagado. Ralph grita para que el
barco regrese, pero pasa sin verlos. Frustrado y triste, Ralph culpa a los cazadores, cuyo
trabajo era atender el fuego.

Desde el bosque, Jack y los cazadores regresan cubiertos de pintura y tarareando un canto
de guerra extraño. Ralph ve que los cazadores por fin han tenido éxito: llevan un cerdo
muerto en un palo. Aún así, Ralph los regaña por haber dejado que se apagara el fuego.
Jack, sin embargo, está demasiado contento por la caza e ignora a Ralph. Piggy comienza
a llorar por la oportunidad que han perdido y también culpa a Jack. Los dos pelean, y
finalmente Jack le da un puño a Piggy en el estómago. Sus espejuelos caen sobre una
piedra, y uno de los lentes se rompe. Jack eventualmente se disculpa por el fuego, pero
Ralph resiente el mal comportamiento de Jack. Jack considera no darle carne a Piggy, pero
ordena que todos coman. Maurice pretende ser un cerdo, y los cazadores hacen un círculo
alrededor de él, bailando y cantando, “Mata el cerdo. Córtale el cuello. Rómpele el cráneo!”
Ralph promete convocar una asamblea.

Análisis​​: Golding comienza el capítulo describiendo un sentido de orden entre los niños en
la isla, y concluye describiendo la desintegración de este orden. Aún los niños más
pequeños parecen haber aceptado su destino en la isla, y han desarrollado estrategias,
como la construcción de castillos de arena, para minimizar y contener su angustia. La clave
para la tranquilidad inicial en la isla era la continuación de las costumbres de la sociedad en
la que habían sido criados. Sin embargo, como implica el comienzo de este capítulo, estas
costumbres son amenazadas por las fuerzas naturales de la isla. El horario regular de
trabajo, juego, y comidas es imposible en esta atmósfera tropical tan volátil. Que los niños
no saben si el movimiento del mar al medio día es real o una “ilusión óptica” indica lo mal
adaptados que están a la isla.

Comenzamos a enfocarnos en la transgresión de los chicos—particularmente de Jack—de


las reglas ordenadas de su sociedad inventada. Golding subraya cómo la vida en la isla ha
comenzado a reflejar la sociedad humana, con los niños organizándose en diferentes
grupos de acuerdo a su edad y ubicando estos grupos dentro de una jerarquía social. Los
peques tienen sus propias rutinas y se separan de los niños más grandes. Los intricados
castillos de arena que los peques construyen a la orilla del mar representan su continuo
respeto por—aún su idealización de—la civilización humana, y su continuada presencia en
las reuniones de Ralph señala que los peques sí invierten en la vida ordenada en la isla,
aunque no contribuyen directamente a la supervivencia del grupo. Golding utiliza a los
peques como símbolos de los miembros débiles de cualquier sociedad, los cuales una
democracia exitosa intenta proteger.

El episodio donde Roger y Maurice patean los castillos de arena, por lo tanto, señala la
desintegración de la vida ordenada en la isla, y presagia el fin de los planes democráticos
de Ralph. Los castillos de arena son una civilización miniatura en la costa. Al destruirlos,
Roger y Maurice no solo expresan un poder abusivo sobre los niños pequeños, sino que
indican su creciente falta de respeto por el orden civilizado y las instituciones humanas. Aún
así, Golding sugiere, ellos no se han degenerado todavía en completo salvajismo. Maurice,
recordando la disciplina de su madre, se siente culpable de patearle arena en los ojos a
Percival, y Roger se abstiene de tirarle una piedra a Henry. Esto sugiere que las influencias
de la sociedad humana son difíciles de borrar del psiquis humano; se mantienen
internalizadas aún en la ausencia de reglas, y la conciencia mantiene su control. Las
lecciones que el pasado de los niños les había enseñado son cruciales para mantener
alguna semblanza de paz en la isla. A pesar de la incipiente anarquía, los niños siguen las
nociones de comportamiento apropiado sin ninguna autoridad externa real que determine lo
que pueden o no hacer. Solo cuando los niños completamente transgreden estas normas
civilizadas es que sufren.

Jack es el primero en seriamente cruzar los límites de la sociedad civilizada. Sus intentos de
convertirse en un cazador exitoso en realidad son intentos de sucumbir enteramente a su
naturaleza animal. Su cara pintada, reminiscente a algunas sociedades menos
desarrolladas, supuestamente lo hacen indistinguibles de los animales del bosque. Cuando
Jack finalmente mata un cerdo, como ha intentado hacer desde el principio de la novela,
satisface una sed de sangre que, hasta ese momento, se había mantenido frustrada. Los
demás cazadores comparten esta característica; cuando bailan y cantan sobre matar el
cerdo, demuestran que han sucumbido a la emoción de la violencia. Se deleitan con la
matanza, un disfrute que trasciende el orgullo y significa puro deseo de sangre. Mientras
celebran la forma en que mutilaron al cerdo, su piel pintada, canto, y frenesí sugieren que
han desarrollado su propia sub-sociedad, una basada en rituales y en una alabanza casi
espiritual de la sangre, la violencia, y la matanza.

La imitación de Maurice del cerdo durante el baile apunta a la menguante distinción entre la
violencia hacia animales y hacia otros niños en la isla. Importantemente, este capítulo
contiene la primera instancia de agresión explícita entre dos niños. Jack, ahora
acostumbrado a hacerle daño a los demás con su reciente caza, le da un puño Piggy, quien,
como Golding nos recuerda, sigue siendo un extranjero. El capítulo establece a Piggy como
un mártir. Tiene las preocupaciones mejor balanceadas de todos los niños, y ofrece una
propuesta razonable de que construyan un reloj solar, pero también es detestado por los
demás. Solo Ralph, el más maduro y más balanceado de los personajes, simpatiza con
Piggy y está de acuerdo con él de que Jack ha cometido un terrible error al permitir que se
apague el fuego. Piggy se destaca de los demás niños, ya que mantiene la meta de vivir en
una sociedad cada vez más civilizada. Su pelo ni tan siquiera parece crecer, ayudándolo a
mantener la apariencia de un estudiante inglés normal, mientras los demás cada vez están
más desaliñados y descuidados.

Jack también choca con Ralph en este capítulo, y la tensión entre sus perspectivas potencia
la preocupación de la novela por las dos ideologías políticas opuestas que los niños
representan, concretamente, el totalitarismo y la democracia. Ralph, cuya principal
preocupación es mantener el fuego de señal, está dedicado al bienestar de todo el grupo. Él
usa su poder para el bien de todos. Jack, sin embargo, está preocupado por convertirse en
un cazador exitoso, menos por el bien que le traería a los demás niños que por la emoción
de la caza y el incremento en estatus social que obtendría en la isla. Él busca poder porque
le permite gratificar sus impulsos y abusar de los demás sin repercusiones. La forma en que
estos personajes tratan a los peques—Ralph los tranquiliza, mientras que Jack se burla de
ellos y les grita—demuestra sus diferentes formas de utilizar el poder.

La concurrencia de la aparición del barco y la matanza del cerdo contribuyen a la


desintegración de la calma en la isla. Estos dos eventos representan diferentes facetas del
comportamiento humano intrínseco de la isla. El barco nos recuerda la sociedad civilizada a
la que pertenecen los niños, reanudando la posibilidad de que puedan eventualmente
escapar la isla. La caza del cerdo es un ejemplo de su descenso de comportamiento
civilizado a actividades animales. Esto hace clara la dicotomía que divide a Ralph y Piggy
de Jack y los cazadores. Ralph y Piggy quieren regresar a la sociedad, mientras Jack y los
cazadores quieren disfrutar su libertad de la civilización (un grupo que, de nuevo, impone su
propio orden totalitario bajo Jack). Este conflicto entre las dos fuerzas que dividen a los
niños en la isla guía mucho del resto del conflicto en la novela.

El Señor de las Moscas Resumen y Análisis de Capítulo 5: Bestia del Agua

Resumen​​: Ralph va a la playa porque necesita un lugar para pensar y se siente abrumado
por la confusión e impotencia. Le entristece su apariencia física, la cual ahora es harapiento
por el abandono. En particular, su pelo es incómodamente largo. Él entiende la fatiga de la
vida, donde todo requiere improvisación. Ralph decide convocar una reunión cerca de la
piscina, dándose cuenta que debe pensar y tomar una decisión, pero que carece la
capacidad intelectual natural de Piggy.

Esa tarde, Ralph sopla la concha y la asamblea se reúne. Comienza la asamblea


seriamente, diciéndoles que no están allí para hacer chistes o demostrar su ingenio. Les
recuerda que todos construyeron el primer albergue, que es el más robusto, mientras que el
tercero, que solo fue construido por Simón y Ralph, es inestable. Los regaña por no usar las
áreas apropiadas como baños. También les recuerda que el fuego es lo más importante en
la isla, ya que es su único método de escape. Declara que deben morir antes de permitir
que se apague el fuego. Dirige estas palabras a los cazadores en particular. Repite la regla
de que el único lugar donde tendrán un fuego es en la montaña. Respondiendo al miedo
que se difunde entre los peques, Ralph entonces intenta desmitificar la cuestión de la
“bestiecita” o monstruo. Él admite que tiene miedo, pero que el miedo es infundado. Ralph
de nuevo asegura que no hay monstruos en la isla.

Con su habitual brusquedad, Jack se levanta, toma la concha de Ralph, y comienza a


gritarle a los peques por gritar como bebés y no cazar o construir o ayudar. Jack les dice
que no hay alguna bestia en la isla. Piggy está de acuerdo con Jack, diciéndole a los niños
que no hay bestias y no hay razón para temer—a menos que sea otras personas. Un
peque, Phil, dice que tuvo una pesadilla y que, al despertar, vio algo grande y horrible
moviéndose entre los árboles. Ralph lo ignora, diciendo que no fue nada. Simón admite que
estaba caminando por la jungla esa noche.

Percival es el próximo que habla, y cuando dice su nombre recita también su dirección y
número de teléfono. Este recuerdo de casa, sin embargo, hace que comience a llorar.
Todos los peques también empiezan a llorar. Percival declara que la bestia viene del mar, y
les cuenta sobre calamares aterrorizantes. Simón dice que tal vez haya una bestia, y los
niños hablan de fantasmas. Piggy segura que no cree en fantasmas, pero Jack intenta
comenzar una pelea de nuevo burlándose de Piggy y llamándolo “gordo.” Ralph detiene la
pelea y le pregunta a los niños cuántos creen en fantasmas. Piggy comienza a gritar,
preguntando si los niños son humanos, animales, o salvajes.

Jack amenaza Piggy de nuevo, y Ralph intercede una vez más, quejándose de que están
rompiendo las reglas. Cuando Jack pregunta, “¿a quién le importa?,” Ralph dice que las
reglas son lo único que tienen. Jack dice que él y sus cazadores matarán la bestia. La
asamblea de deshace mientras Jack los guía a una caza. Solo Ralph, Piggy, y Simón
permanecen. Ralph dice que si sopla la concha para indicar que deben regresar y ellos se
niegan, entonces se habrán convertido en animales y nunca serán rescatados. Le pregunta
a Piggy si hay fantasmas o bestias en la isla, pero Piggy le asegura que no. Piggy le
advierte a Ralph que, si renuncia al cargo de líder, Jack no hará más que cazar, y nunca
serán rescatados. Los tres imaginan la majestuosidad de la vida adulta. También escuchan
a Percival llorando y repitiendo su dirección.

Análisis​​: El peso del liderazgo se vuelve opresivo para Ralph mientras progresa la historia;
él es diligente y dedicado, pero sus intentos de instilan orden y calma entre los niños son
cada vez menos exitosos. Golding desarrolla las preocupaciones e inseguridades
específicas de Ralph en este capítulo. Al mostrarlo cabizbajo por lo que percibe como
fracasos, Golding subraya la naturaleza esencialmente responsable y adulta de Ralph. La
preocupación de Ralph por su apariencia, y en particular su pelo largo, indica su inclinación
natural hacia las convenciones de la civilización. Aunque Ralph demuestra un intelecto más
que suficiente, también le preocupa que no sea un genio como Piggy. Su única consolación
es que se da cuenta de que sus habilidades como pensador le permiten reconocer éstas en
Piggy, lo cual, de nuevo, es una observación racional que le indica al lector su potencial
como líder. Esto sugiere que las desviaciones de los planes de Ralph serían ilógicas, mal
pensadas, y peligrosas.

Ralph todavía se duda mucho. No es inmune al miedo, lo cual le admite a los niños, y hasta
siente la necesidad de preguntarle a Piggy si podría haber un fantasma en la isla. Por lo
tanto, Golding presenta a Ralph como un líder reacio. Su posición elegida de líder ha sido
impuesta sobre él, y sólo la asume porque es el líder más natural y cualificado. No tiene
alguna ambición o motivación real, como la energía rapaz que motiva a Jack, pero él sabe
que es el que mejor puede proveer para los demás niños. Ralph es al que más le preocupan
las reglas en la isla. Él acertadamente le dice a los niños que sin reglas no tendrán nada.
Las reglas de Ralph mantiene a los niños anclados a algún tipo de sociedad. Sin estas
reglas habrían consecuencias desastrosas.

Piggy es el único personaje racional durante y después de la asamblea. Piggy es el único


niño que categóricamente rechaza la idea de que hay una bestia en la isla, y le asegura
esto hasta a Ralph, quien usualmente es inquebrantable. Piggy se da cuenta de que el
miedo de los niños es el único peligro que realmente enfrentan mientras tengan suficiente
comida para sobrevivir, y aún este miedo no presenta una real amenaza para ellos. Aún así,
Piggy, el paria, es una vez más ignorado a favor de los cuentos sensacionalistas de bestias
y fantasmas; aunque él está constantemente correcto en sus juicios, Piggy es
constantemente ignorado. Él hace la pregunta importante de si quieren actuar como
humanos, salvajes, o animales. Una vez más, Ralph y Piggy ejemplifican el orden humano
civilizado, mientras Jack representa la anarquía brutal que puede convertirse en
comportamiento animal.

El conflicto entre Jack y Ralph, con Piggy como su aliado, llega a un punto de ruptura
durante este capítulo. Aunque Jack inicialmente descarta la idea de que pueda haber una
bestia en la isla, llega a aceptar la idea cuando se imagina a la bestia como un enemigo que
sus cazadores pueden matar. Jack continúa siendo una fuerza agresiva y destructiva.
Amenaza físicamente de nuevo a Piggy, presagiando el eventual conflicto violento entre
estos dos niños, y hasta manipula el miedo de los niños pequeños por los monstruos y
fantasmas. Durante la asamblea, Jack completamente abandona las reglas y códigos de la
sociedad. Promueve la anarquía entre los niños, llevándolos en una caza desorganizada de
una bestia imaginaria. Mientras Ralph es elegido líder por su conducta tranquila y su
racionalidad, Jack gana autoridad por su irracionalidad y miedo instintivo, manipulando a los
niños para que piensen que puede haber una criatura peligrosa que deben cazar. Este
comportamiento es peligroso; Ralph concluye que un enfoque en cazar no les permitirá irse
de la isla y sella su destino como nada más que animales.

La asamblea subraya cómo el miedo crece y se esparce en un grupo. Los peques


comienzan con un ejemplo concreto de un incidente aterrorizante que es fácilmente
explicado y comprensible, pero la idea de algo más siniestro en la isla provoca una histeria
colectiva. Los terrores que imaginan los niños se convierten cada vez más abstractos y
amenazadores. Percival usa hechos concretos sobre los calamares para llegar a una
conclusión ilógica de que un calamares puede emerger del mar para hacerles daño. Esto,
entonces, provoca los rumores infundado de que pueden haber seres sobrenaturales,
fantasmas, en la isla.

Monstruos, calamares violentos, y fantasmas: las tres creaturas representan diferentes


ejemplos de la “bestia” o “bestiecita” que ha sido el objeto del creciente miedo de los niños.
Como el título sugiere, la bestia está al centro de este capítulo y será parte importante de
los eventos trágicos que surgirán. A nivel simbólico, la bestia tiene varios significados.
Primero, invoca al diablo, al Satanás de la mitología judeo-cristiana, lo cual presagia al
objeto “señor de las moscas” que se convertirá en la mascota de la tribu de Jack. El medio
de la bestia entre los niños puede simbolizar el miedo del mal de una fuente externa y
sobrenatural. Segundo, simboliza las fuerzas oscuras, desconocidas, y amorales de la
naturaleza, la cual permanece fuera del control de los niños. Finalmente, la bestia puede
aludir al concepto Freudiano del Id, el impulso instintivo y primordial que está presente en la
psiquis humana y que, libre de las costumbres sociales, tiende hacia el salvajismo y la
destrucción. Dentro de este marco, el miedo de los niños de la bestia es un desplazamiento
de un miedo de sí mismos, de su capacidad para la violencia y el mal, el cual queda
desatado sin la autoridad adulta y la vida social ordenada.

Con la anarquía incitada por Jack y el pánico entre los peques, solo queda la ilusión de una
civilización en la isla. La repetición llorosa de Percival de su dirección es un recuerdo duro
de que los niños ya no viven en una cultura civilizada y que los Home Counties siguen
siendo nada más que un recuerdo placentero. Mientras Ralph, Piggy, y Simón meditan
sobre la adultez, recordamos que la sociedad adulta debe ser lo suficientemente racional y
organizada para resolver los problemas que los niños enfrentan en la isla, aunque nos
preguntamos qué tan bien le iría a un grupo similar de adultos

El Señor de las Moscas Resumen y Análisis de Capítulo 6: Bestia del Aire

Resumen​​: Más tarde esa misma noche, Ralph y Simón cargan a Percival hasta un
albergue. En el aire, más allá del horizonte, hay una batalla mientras los niños duermen. No
escuchan las explosiones en el cielo, ni ven al piloto caer en paracaídas hacia la montaña.
Sin que los niños lo sepan, el piloto muerto cae en la cima de la montaña, su paracaídas
ondeando, creando sombras extrañas en el suelo y haciendo parecer que su cabeza flota
en el viento.

Temprano la próxima mañana, se escucha el ruido de una roca cayendo por la montaña.
Los gemelos, Samyeric, los dos niños velando el fuego, se despiertan y le añaden leña al
fuego. Justo en ese momento ven al piloto muerto en la cima de la montaña y quedan
inmovilizados de terror. Eventualmente, bajan la montaña para despertar a Ralph. Samyeric
dicen que vieron a la bestia. Ralph convoca una reunión, y el grupo se congrega otra vez en
la playa. Eric anuncia que él y Sam vieron a la bestia. Dice que tiene dientes y garras y que
los siguió mientras corrían.

Jack convoca una caza, pero Piggy dice que se deben quedar ahí, ya que la bestia tal vez
no querrá acercárseles en la playa. Respondiendo a la belicosidad de Jack, Piggy indica
que solo él tiene derecho de hablar porque tiene la concha. Jack dice que ya no necesitan la
concha. Ralph se exaspera con Jack, acusándolo de no querer ser rescatado, y Jack le tira
un puño. A pesar de la hostilidad de Jack hacia Ralph y las reglas de la isla, Ralph no solo
permite que Jack guía la caza, pero también decide que acompañará a los cazadores a
buscar la bestia.

Simón, queriendo comprobar que es aceptado, viaja con Ralph, el cual solo desea estar
solo. Pronto llegan a una parte de la isla que no habían descubierto. Es un camino angosto
que los lleva a una serie de cuevas dentro de la montaña. Aunque los otros niños tienen
miedo de seguir el camino y explorar las cuevas, Ralph lo logra y se siente alentado por su
propia valentía. Entra en una de las cuevas y pronto Jack lo sigue. Los dos experimentan
una corta reconciliación, ya que se divierten explorando este nuevo territorio juntos.

Siguen una pared estrecha de piedras que forma un puente entre diferentes partes de la isla
y llegan al mar abierto. Algunos de los chicos de distraen y comienzan a rodar rocas
alrededor del puente. Ralph se frustra y afirma que sería mejor subir la montaña y reaviva el
fuego. Él acusa a los niños de perder su enfoque en la meta original: encontrar y matar la
bestia. Contradiciendo a Ralph, Jack dice que desea quedarse donde están porque pueden
construir un fuerte.

Análisis​​: El aterrizaje del piloto muerto en la montaña es un evento crucial en El Señor de


las Moscas. El piloto representa una real manifestación de la bestia cuya existencia los
niños habían temido pero nunca confirmado. Ninguno de los niños es inmune a las
implicaciones de la presencia en la isla del piloto muerto. Aún Piggy, enfrentado con
evidencia de que una bestia existe, comienza a considerar qué medidas deben tomar para
protegerse. En contraste con la “bestia de agua” del capítulo anterior (por turnos
representado como un monstruo, calamar, y un fantasma), la bestia del aire es un objeto
concreto hacia el cual los niños pueden dirigir su miedo. Importantemente, sin embargo, la
bestia del aire en realidad no presenta alguna amenaza para los niños. El cuerpo muerto no
es más que un objeto inofensivo que cada niño puede interpretar de formas muy diferentes.

Dado su comportamiento cada vez más violento, intensificado aún más por su exitosa
matanza de un cerdo, Jack, de manera previsible, interpreta la aparición de la bestia del aire
como causa para guerra. La posibilidad de una presencia peligrosa en la isla es la clave
para que Jack pueda ganar autoridad sobre los otros niños, ya que reafirma sus miedos y
les da un enfoque para su violencia y enojo. Jack, por lo tanto, continúa su comportamiento
autoritario con un énfasis fuerte en demagogia. Jack requiere un enemigo concreto para
poder asumir autoridad dictatorial, y lo encuentra en el piloto muerto a pesar de su clara
incapacidad de hacerles daño. Esto presagia los próximos episodios en los cuales Jack
enfocará su vitriolo en contra de otros posibles enemigos. Como muchos tiranos, Jack
asume el poder dirigiendo el miedo público hacia chivos expiatorios, en este caso, el cuerpo
de un piloto muerto.

El Capítulo 6 también confirma la creciente tensión entre Jack y Ralph, cuyas ideas
opuestas sobre la organización social resurgen. Aunque detesta a Piggy, el enemigo más
amenazante de Jack es Ralph, quien insiste en las reglas y la autodisciplina por encima de
las aventuras y la caza. Ralph se mantiene enfocado en el claro objetivo de mantener el
fuego vivo para alertar a algún barco que pase, mientras que Jack solo está comprometido
a aquellas actividades que le permitan comportarse de manera destructiva. Anteriormente,
Jack estaba comprometido a las reglas, ya que le permitirían castigar a los demás; en este
capítulo, sin embargo, Golding presenta a Jack aceptando la anarquía cuando le ayuda a
conseguir lo que quiere. Su declaración de que los niños ya no necesitan la concha durante
las reuniones representa su rechazo explícito de las reglas democráticas establecidas
durante la primera reunión. Jack emerge en el Capítulo 6 como una persona guiada más por
su interés propio que por alguna ideología, sea totalitaria o anarquista, aunque la anarquía
permite que se establezca un nuevo orden guiado enteramente por Jack.

Mientras crece la credibilidad de Jack entre los niños, esto aísla más a Ralph de ellos, ya
que encuentran el enfoque de Jack en los juegos de cazar y construir fuertes más atractivo
que la dedicación de Ralph a mantener el fuego vivo y mantenerse seguros. Para ellos, la
vida en la playa, comiendo frutas y divirtiéndose, no está nada mal. Durante este capítulo
Golding desarrolla esta división entre Ralph, que es más maduro, y los demás niños. Ralph
encuentra que debe aliarse con Piggy, el intelectual, y Simón, el introspectivo. Mientras los
otros chicos se enfocan sólo en puro interés propio, principalmente preocupados por
satisfacer sus deseos infantiles (jugar a cazar) y secundariamente por sobrevivir (matar la
bestia), los tres niños—Ralph, Piggy, y Simón—representan tres facetas distintas del
pensamiento humano. Piggy, el que resuelve problemas, representa el intelecto. Simón, al
contrario, es un pensador espiritual que demuestra la habilidad de trascender los intereses
individuales para lograr paz y harmonía no solo con los demás, sino también con la
naturaleza.

Importantemente, Golding comienza el Capítulo 6 con una descripción de una batalla aérea
que, al contrario de la mayor parte de la trama, no aparece a través de la perspectiva de
uno de los niños. El lector aprende sobre los eventos de la batalla mientras los niños
duermen, así que ellos no se dan cuenta de lo que está pasando. Este conocimiento
especial nos hace notar la ironía dramática aquí, la distancia entre la realidad y la
interpretación de los niños de la realidad. La reacción histérica del grupo a la “bestia del
aire,” la cual el lector sabe es un paracaidista muerto, subraya lo distorsionado, irracional y
motivado por el miedo que es el razonamiento de los niños. En vez de dejar a los lectores
con la perspectiva de los niños, lo cual requeriría que los lectores descifraran la realidad de
la situación por sí solos, Golding momentáneamente le da al lector una perspectiva objetiva
para ayudarlo a percibir el peligro de la creciente irracionalidad de los niños.

Además, la descripción de la batalla aérea al comienzo del capítulo destaca una de las
misiones de la novela; es decir, que es una alegoría política basada en la Guerra Fría. La
guerra descrita aquí es ficticia y no concuerda con ningunos eventos históricos reales; aún
así, la retórica que Golding usa en esta sección evoca el conflicto de la Guerra Fría. La
batalla es entre Inglaterra y “los Rojos,” y una bomba atómica—el arma principal de la
carrera armamentista—es responsable por la evacuación de los niños de Home Counties.
Golding se aprovecha de los miedos de los Estados Unidos y Gran Bretaña durante la
Guerra Fría para reforzar su cuento admonitorio de la superioridad de la democracia. Que la
guerra presenta un peligro para los niños una vez más, a través de la figura malinterpretada
del paracaidista muerto, también llama la atención del lector al hecho de que los niños son
principalmente víctimas de la guerra. Desde esta perspectiva, los eventos trágicos que
siguen son consecuencia de una crisis global arraigados tanto en la guerra como en la
naturaleza humana.

En este capítulo Golding utiliza de nuevo simbolismo religioso para expresar los temas
subyacentes de la novela. El paracaidista muerto aparece frente a los niños como una
criatura sobrenatural; Golding impone la interpretación de los gemelos al describir el cuerpo
muerto con imaginería y lenguaje místico. El cuerpo aparenta subir y bajar su cabeza, y el
paracaídas ondeante se abre y se cierra con el viento. Samyeric lo describen como una
“bestia,” pero la descripción inicial de Golding, la cual sigue al paracaidista mientras flota por
la isla—además de la apariencia de alas de su paracaídas roto—implica que es más como
un ángel caído. En la mitología judeo-cristiana el primer ángel caído fue Lucifer, quien luego
se convierte en Satanás, la encarnación del mal. El paracaidista por lo tanto sirve como un
símbolo de, y motivación para, el mal que se está manifestando en la isla. La función
satánica del cuerpo muerto se agrava por la acción trágica y violenta que resulta de la
confusión alrededor de su identidad.

El Señor de las Moscas Resumen y Análisis de Capítulo 7: Sombras y Árboles Altos

Resumen​​: Los niños continúan viajando a través de la isla hacia la montaña, y se detienen
para comer. Ralph se da cuenta de lo largo y sucio que está su pelo. Ha estado siguiendo a
los cazadores, y observa que en este lado de la isla, el cual está opuesto a donde se han
establecido, la vista es completamente diferente. El horizonte es de un color azul fuerte, y el
océano choca contra las piedras. Él compara el océano con una pared gruesa, una barrera
impermeable que impide el escape de los niños. Mientras Ralph aparenta perder la
esperanza, Simón le asegura que se irán de la isla eventualmente. Ralph duda que esto sea
cierto, pero Simón le dice que sus pensamientos son solo opiniones. Roger llama a Ralph,
diciéndole que tienen que continuar cazando.

Esa tarde los niños encuentran excremento de cerdo. Jack sugiere que cacen al cerdo
además de continuar buscando la bestia. Un jabalí aparece, y los niños lo persiguen. Ralph,
quien no ha cazado antes, se emociona con la persecución y pronto se convierte en la
aventura. Tira su lanza hacia el jabalí. Aunque solo araña su hocico, Ralph se siente
motivado por lo que considera ser buena puntería.

Jack queda herido en su brazo izquierdo, aparentemente por los colmillos del jabalí. Le
presenta estas heridas orgullosamente a la multitud, y Simón le dice que debe chupar la
herida para evitar una infección. Los cazadores caen en un frenesí una vez más, cantando
repetidamente “mata el cerdo.” Envueltos en el momento de su canto y baile, punzan a
Robert con sus lanzas, primero en broma, pero luego con intención peligrosa. Atemorizado
y herido, Robert se aleja de la multitud, ahora entendiendo que se han dejado llevar por su
juego. Roger y Jack hablan sobre el canto, y Jack dice que alguien se debe disfrazar como
un cerdo para ellos pretender que lo derriban. Cuando Robert le dice a Jack que deben
conseguir un cerdo de verdad que puedan matar realmente, Jack responde que pueden
usar un peque. Los niños, enamorados de la declaración atrevida de Jack, ríen y la
celebran. Ralph trata de recordarles que solo es un juego. Está preocupado por el
comportamiento cada vez más violento e impulsivo de los cazadores.

Al caer la noche, los niños comienzan a subir por la montaña una vez más, y Ralph se da
cuenta de que no podrán regresar a la playa hasta la mañana. No quiere dejar a los peques
solos con Piggy toda la noche. Jack se burla de Ralph por su preocupación por Piggy.
Simón dice que puede regresar a la playa e informarle al grupo dónde están los cazadores.
Ralph le dice a Jack que no hay suficiente luz para cazar cerdos, así que deben esperar
hasta la mañana. Sintiendo hostilidad de parte de Jack, Ralph le pregunta por qué lo odia.
Jack no responde.

Aunque los cazadores están cansados y tienen miedo, Jack jura que subirá la montaña para
buscar la bestia. Jack se burla de Ralph por no querer subir la montaña, acusándolo de
tener miedo. Jack asegura que vio algo sobresalir de la montaña. Ya que Jack aparenta
tener un poco de miedo por primera vez, Ralph está de acuerdo que deben buscar a la
bestia inmediatamente. Los niños ven una joroba que parece una piedra y algo que parece
un gran simio durmiendo sentado con su cabeza entre sus rodillas. En cuanto lo ven, los
niños corren, aterrorizados.

Análisis​​: En este capítulo, Golding continúa desarrollando los temas que introdujo en
“Bestia del Aire.” La división entre Jack y Ralph se vuelve más intensa mientras Ralph
continúa recordándole a Jack sus prioridades equivocadas. El conflicto en este capítulo
entre los dos personajes otra vez tiene trasfondos políticos, ya que los dos luchan por poder
para tener autoridad sobre los demás niños. Las preocupaciones de Ralph y Jack fueron
establecidas en capítulos anteriores: Ralph se enfoca en la supervivencia y el escape,
mientras Jack se enfoca en cazar y satisfacerse. En este capítulo Golding examina las
tácticas que usa cada uno para establecer su autoridad. Jack utiliza su bravura para
demostrar su fuerza y dominancia, e intenta disminuir a Ralph en los ojos de los demás
niños al humillarlo por su supuesta cobardía. Él reta la exagerada confianza en sí mismo de
Jack al honestamente notar que Jack es incorrectamente motivado por el odio.

Golding continúa usando imaginería y simbolismo para trazar el descenso de los niños al
desorden, la violencia, y la amoralidad. En particular, Golding sugiere en este capítulo que
la línea entre los niños y animales se está borrando cada vez más. Los cazadores cantan y
bailan, y uno de los niños pretende ser un cerdo mientras los demás niños pretenden
matarlo. El paralelo entre niño y cerdo en el ritual es una dramatización poderosa de las
implicaciones de que los niños se dejen llevar por sus impulsos violentos, indicando que los
niños no son mejores que los animales y que, como el cerdo, ellos también serán
sacrificados para satisfacer los deseos brutales de Jack y sus cazadores.

La caracterización en este capítulo también presagia los eventos trágicos que están por
suceder. Particularmente, Jack, quien gana confianza en sí mismo como cazador y líder,
sugiere que sus impulsos violentos ahora son dirigidos hacia los otros niños además de
hacia los cerdos. El chiste de Jack de que el grupo debe matar un peque en vez de un
cerdo demuestra una total indiferencia hacia la vida humana y explícitamente reconoce que
aprecia la violencia por sí sola. Su chiste también señala el decline de su consciencia
mientras los niños continúan existiendo en la ausencia de una sociedad adulta y sus reglas.
Jack, quien anteriormente necesitaba prepararse para matar un cerdo, indica que ahora
probablemente es capaz de matar personas sin remordimiento.

Mientras Ralph enfrenta el reto de rastrear y cazar la bestia, trabajos físicos que son
desconocidos para él como el líder político de los niños, él demuestra el atractivo peligroso
del comportamiento agresivo e impulso, como el de Jack. Golding señala la simpatía breve
de Ralph hacia la perspectiva de Jack para sugerir que aún los seres humanos más
civilizados son susceptibles al pensamiento de grupo y las presiones del Id, el cual tiende
hacia la destrucción y el egoísmo. El capítulo comienza con Ralph expresando asco por su
apariencia, lo cual, de nuevo, indica una aversión hacia el salvajismo. Sin embargo, como
Jack, Ralph se siente entusiasmado durante la caza y comienza a entender el encanto
primitivo de matar cerdos. Es la decisión de Jack de continuar la caza en la oscuridad, lo
cual Ralph correctamente reconoce como desinformado, lo que finalmente le recuerda a
Ralph la ridiculez esencial de la perspectiva de Jack. Al mostrar al personaje de Ralph como
amenazado pero no sometido a la voluntad de Jack, Golding sugiere que el impulso
humano hacia el salvajismo, el cual puede ser tanto fuerte como natural, puede, aún así, ser
derrotado por la razón y la inteligencia.

Mientras la caracterización de Jack y sus cazadores intenta prevenir al lector sobre los
impulsos destructivos que existen dentro de todos los seres humanos, es importante notar
los prejuicios históricos detrás de los rituales de caza de los niños. Los niños cantan y bailan
en círculos, entrando en un frenesí que casi los lleva a cometer un asesinato. Ellos
representan o se están convirtiendo en “salvajes,” lo cual en los tiempos de Golding le
recordaba a los lectores de los indígenas de las Américas y de África. Este estereotipo
tendía a asociar a estas personas con una cultura muy limitada y bárbara, sin apreciar la
cultura compleja que eventos como los bailes rituales expresaban. Una perspectiva más
generosa de la nueva cultura guerrera de Jack, por ejemplo, desde una perspectiva
antropológica, no interpretaría su ritual como deshumanizante sino como una reacción
natural a las condiciones difíciles de vivir en la isla, una reacción que puede producir la
carne que necesitan para sobrevivir.

La naturaleza también tiene un significado crucial en este capítulo. Mientras los niños se
alejan cada vez más del campo hacia los recovecos inexplorados del bosque y de las áreas
montañosas, contienden con la fuerzas poderosas del mundo natural, el cual es indómito e
indiferente a las preocupaciones de los niños. El énfasis en la indiferencia de la naturaleza
en este capítulo es importante de varias maneras. Primero, sugiere que la continua
deshumanización de los niños mientras se mantienen distanciados del mundo y sin
organización social exitosa. Su progreso de una playa semi-humanizada, con sus albergues
y castillos de arena, al bosque salvaje y áreas montañosas, refleja su descenso al total
salvajismo. El comienzo del capítulo, donde Ralph compara al océano con una pared
impenetrable, también sugiere el grado en el que la naturaleza sigue siendo el antagonista
más poderoso contra los niños. Las observaciones pesimistas de Ralph presagian los
próximos capítulos, en los cuales Simón descubre que la “bestia” es realmente un cuerpo
muerto, cuya presencia en la isla puede ser explicada racionalmente. Era la oscuridad de la
noche la que no le permitía a los niños reconocer la verdadera naturaleza de la criatura en
la cima de la montaña. A lo largo de la novela, el mundo natural frustra y luego amenaza el
entendimiento de los niños de su situación y sus relaciones entre sí. El sentido de derrota
de Ralph al ver el océano en este capítulo, por lo tanto, indica que está comenzando a
registrar el poder de la naturaleza y la parte que tiene en su lucha por gobernarse y ser
rescatados.

La conclusión de este capítulo, con la confusión colectiva de los niños del paracaidista
muerto como una bestia malévola, subraya el poder de la naturaleza humana para temer lo
desconocido y exagerar su importancia. Los niños comparan la figura en la cima de la
montaña con un gran simio. El primate es un símbolo común para el hombre antiguo y los
orígenes del hombre como una especie animal. Los niños reconocen la criatura simia como
un monstruo, un momento que subraya el potencial monstruoso de la humanidad en su
punto más primitivo. El paracaidista, cuya llegada a la isla desencadena una serie de
eventos que los llevan a la total anarquía y matanza, por lo tanto, une el mal, la naturaleza,
y la humanidad en un solo símbolo. La rapidez con la que los niños deciden que el cuerpo
muerto es un “monstruo” indica no solo el riesgo de contagio del pensamiento histérico entre
los niños, sino también el grado en el que la bestia es una proyección de su miedo de su
propio salvajismo y violencia

El Señor de las Moscas Resumen y Análisis de Capítulo 8: Regalo para la Oscuridad

Resumen​​: La próxima mañana los niños se reúnen en la playa para discutir lo que vieron
los cazadores. Ralph le cuenta a Piggy sobre la criatura en la montaña, la cual describe
como una bestia con dientes y ojos negros grandes. Piggy no le cree. Jack le asegura al
grupo que sus cazadores pueden vencer a la bestia, pero Ralph rechaza al grupo de Jack,
diciendo que solo son niños con palos. Jack le dice a los chicos que la bestia es un cazador,
y les informa que Ralph piensa que son unos cobardes. Él continúa atacando a Ralph,
quejándose de que Ralph ya no es un líder apropiado, porque él es el cobarde. Jack les
pregunta si quieren que Ralph sea despedido. Cuando nadie está de acuerdo con él, Jack
sale corriendo y comienza a llorar. Dice que ya no será parte del grupo de Ralph y deja al
grupo en la playa.

Después de que Jack se va corriendo, Piggy le dice al grupo que pueden vivir sin él, pero
que deben quedarse cerca de la plataforma. Simón sugiere que suban la montaña. Piggy
dice que si escalan la montaña pueden encender el fuego de nuevo, pero luego sugiere que
pueden encender un fuego en la playa. Piggy organiza la nueva área para el fuego cerca de
la playa. Ralph se da cuenta de que varios de los niños no están. Piggy está seguro de que
les irá bien si se comportan de acuerdo a su sentido común, y propone un banquete. Ellos
se preguntan a dónde ha ido Simón y conjeturan que tal vez está escalando la montaña. De
hecho, Simón se fue a sentarse en el claro que había encontrado antes.

Lejos del grupo, Jack declara que será el líder de los cazadores y que ahora deben
olvidarse de la bestia. Él dice que pueden ir luego al castillo de piedra, pero ahora deben
matar un cerdo y festejar para celebrar su independencia. Ellos encuentran un grupo de
cerdos, y Jack mata una gran cerda con su lanza. Jack restriega la sangre sobre los
cachetes de Maurice mientras Roger se ríe sobre cómo el golpe fatal a la cerda fue
espetado por su trasero. Le cortan la cabeza y la dejan en un palo como regalo a la bestia
en la cima de la montaña. Cuando colocan la ofrenda verticalmente, sangre baja por sus
dientes, y salen corriendo. Simón, desde su lugar privado, ve la cabeza, la cual tiene
moscas volando alrededor.

En la playa, a Ralph le preocupa que los niños morirán si no son rescatados pronto. Ralph y
Piggy se dan cuenta de que es Jack el que hace que todo se haga pedazos.

El grupo de Ralph se sorprende cuando el bosque de momento se convierte en caos. Los


peques corren mientras Jack se acerca, desnudo excepto pintura y una correa. Sus
cazadores toman ramas encendidas del fuego. Jack le dice a Ralph y su grupo que él y sus
cazadores viven a lo largo de la playa cerca de una piedra plana, donde cazan y festejan y
se divierten. Invita a los niños a unirse a su tribu. Cuando Jack se va, Ralph dice que pensó
que Jack tomaría la concha, la cual Ralph todavía considera un símbolo de ritual y orden.
Ellos se aseguran unos a los otros que el fuego es lo más importante. Pero uno de los
chicos, Bill, se mantiene escéptico. Él sugiere que vayan al banquete de los cazadores y
que les digan que la responsabilidad del fuego es demasiado para ellos. En la cima de la
montaña todavía está la cabeza de cerdo, la cual Simón ha nombrado el Señor de las
Moscas.

Simón cree que la cabeza de cerdo le habla, que lo llama un niño pequeño tonto. El Señor
de las Moscas le dice a Simón que se vaya a jugar con los demás, quienes piensan que
está loco. El Señor de las Moscas dice que él es la Bestia, y que la Bestia se ríe de la idea
de que la Bestia sea algo que puede ser cazado y matado, ya que él está dentro de todos
los seres humanos y, por lo tanto, nunca puede ser vencido y nunca se puede escapar de
él. Aterrorizado y desorientado por esta visión perturbadora, Simón se cae y pierde la
consciencia.

Análisis​​: En este capítulo Golding continúa utilizando a sus personajes principales como
personificaciones de varias facetas del espíritu humano. Piggy sigue siendo el único
escéptico entre los niños y sigue sin estar seguro de la presencia de la bestia, lo cual
continúa siendo el enfoque de la vida en la isla para Jack y sus cazadores. Aún Ralph,
sucumbe al miedo y la sospecha, ahora cree que hay una bestia en la isla. Aunque Ralph es
claramente el protagonista de la historia y el personaje sobre el cual Golding proyecta la
perspectiva del lector, él es susceptible a las pasiones infantiles y la irracionalidad que
están, a diferentes grados, presentes en los demás niños. La debilidad de Ralph no es
insignificante. A pesar de que Ralph es más maduro y racional que Jack y sus cazadores,
dadas las circunstancias correctas, él puede someterse a las mismas pasiones que los
demás niños, una tendencia que presagia los eventos trágicos que se desenlazan en los
próximos capítulos.

El subtexto político de los capítulos anteriores se torna más explícito en este capítulo, ya
que Jack explícitamente intenta derrocar a Ralph como líder. Aunque Ralph exitosamente
se defiende del ataque de Jack al llamar la atención de los niños a la cobardía y falta de
visión de Jack, Jack está resuelto a tomar el control. Su rechazo de aceptar la decisión de
los otros niños sirve como un recordatorio de que Jack sigue siendo un niño que considera
la vida en la isla un juego; él asume la posición de que se, si no puede determinar las reglas
del juego, no jugará. Esta decisión provoca los eventos subsiguientes de este capítulo, los
cuales se enfocan en el rechazo de Jack no solo de la autoridad de Ralph, sino de toda la
pseudo-democracia en la isla que le había otorgado autoridad a Ralph. Jack, entendiendo
que no puede tomar la autoridad directamente de Ralph, se declara la autoridad de su
propia “tribu.” Dos “gobiernos,” por lo tanto, existen en la isla en este capítulo. Ralph
presidia sobre lo que parece una democracia liberal, mientras Jack forma un tipo de
dictadura militas. Los dos sistemas siguen siendo ideológicamente opuestos, una oposición
que Golding subraya al ubicar los campamentos en diferentes lados de la isla. La estructura
del capítulo también evoca la creación de dos diferentes gobiernos en la isla y presagia la
dominancia del sistema de Jack sobre el de Ralph. Si hay una cultura belicosa cercana, una
cultura pacífica debe militarizarse para sobrevivir. El capítulo comienza con Jack
rechazando la concha de Ralph como un símbolo de la autoridad otorgada por consenso
democrático, y termina con la creación del Señor de las Moscas, un símbolo de la anarquía
y violencia que motiva el deseo de poder de Jack.

Golding también continúa representando a Piggy como el personaje sensato y, de algunas


formas, el más esencial para la supervivencia de los niños. La ventaja áspera que Piggy
demostró al llegar a la isla ahora es secundaria a su sabiduría práctica, su habilidad de
entender y adaptarse rápidamente a nuevas situaciones. Entre los personajes principales,
Piggy es el único que no tiene emociones predecibles. Mientras Jack y Simón descienden
en sus respectivas formas a la locura y Ralph sigue siendo sensato pero cada vez más
cínico y vulnerable, Piggy frustra las expectativas del lector al asumir autoridad sobre los
niños a pesar de su apariencia enfermiza y su aversión a la labor física. En este capítulo,
aún Ralph defiere al juicio y determinación sensata de Piggy. Pero cualquier rastro de
heroísmo en Piggy en este capítulo es socavado por la creciente subyugación de los cerdos
de la isla a Jack y sus cazadores. Piggy está atado a los cerdos por su nombre; mientras el
grupo de Jack se enfoca cada vez más en cazarlos y son cada vez más exitosos en esta
meta, la victimización de Piggy se hace más posible. En parte, la matanza de la cerda
presagia el destino trágico de Piggy.

Como fue presagiado en el capítulo anterior, Jack y sus cazadores continúan descendiendo
al salvajismo en el capítulo 8. Ellos participan cada vez más en el comportamiento
estereotípico “nativo” que enfatiza el uso de la violencia y de rituales de canto y baile. Para
estos niños esas acciones son, al principio, solo un juego; cuando Jack los invita a unirse a
su tribu, él explica que el punto de su nueva tribu es solo divertirse. Los niños continúan
viendo su comportamiento salvaje como parte de un juego elaborado, aún cuando el “juego”
se torna cada vez más peligroso y violento. La creciente brutalidad e impulsividad del grupo
de Jack en este capítulo presagia los eventos del capítulo 9, en el cual el comportamiento
de los niños va de pretendida violencia a un verdadero asesinato.

La escena donde Simón confronta la cabeza de cerdo, la cual llama el Señor de las Moscas,
es uno de los episodios más controversiales de la novela entre sus críticos. Muchos han
notado que la escena se parece a la narración del Nuevo Testamento de la confrontación de
Jesús con Satanás durante sus cuarenta días en la jungla. Simón, un personaje
naturalmente moral y sin interés propio, parece representar la figura de Cristo ya que, en su
conocimiento de la verdadera naturaleza de la bestia, es el único portador de la verdad en
este punto de la novela. Su eventual sacrificio—una alusión a la crucifixión de
Jesús—marcará el triunfo del mal sobre el bien en la isla.

Una lectura cuidadosa de la interacción de Simón con la cabeza de cerdo puede proveer
más interpretaciones. En formas que complican la alegoría bíblica en esta escena, Golding
también presenta al Señor de las Moscas en este capítulo como el símbolo del descenso de
los niños de comportamiento civilizado a salvajismo inhumano. Dentro de este marco, la
cabeza del cerdo sirve para corregir la perspectiva ingenua de Simón de la naturaleza como
una fuerza pacífica. Para Simón, la cabeza del cerdo es una revelación (la última) que lo
alerta al hecho de que la naturaleza es hermosa y fascinante, pero también brutal e
indiferente. En capítulos anteriores, Golding hace una conexión entre Simón y una visión de
la naturaleza que es abundante, hermosa, y edénica. El Señor de las Moscas representa
una naturaleza diferente, una infernal. Visto desde la perspectiva de Simón, el Señor de las
Moscas es un recordatorio Hobbesiano de que la vida humana es en su estado más básico
repugnante, bruta, y peor. Conforme a la caracterización de Simón como un personaje
espiritual, la cabeza del cerdo tiene connotaciones profundamente religiosas: la frase “señor
de las moscas” es una traducción de la palabra hebrea Ba’alzevuv, o su equivalente griego
Beelzebub. La cabeza del cerdo, por lo tanto, es un símbolo de Satanás, pero, como le
recuerda a Simón, el diablo no es una fuerza externa. Al contrario, es un mal más nefario,
uno creado por, y permaneciendo dentro de, los niños mismos.

Otra faceta interesante de la representación de Golding de la naturaleza en este capítulo es


evidente en la caza del cerdo. Históricamente, artistas y novelistas han asociado el mundo
natural con mujeres, en contraste al mundo civilizado, al cual asocian con los hombres. La
naturaleza usualmente es marcada por género en la literatura como femenina, y en este
sentido es una amenaza para las fuerzas civilizadoras masculinas. Conforme con esta idea,
Golding presenta esta caza en términos marcados por género y con imaginería sexual
violenta cuando los niños matan a una cerda con una lanza espetada en su ano, lo cual
evoca una violación. En una novela sin personajes humanos femeninos, y en la cual las
mujeres casi no son mencionadas, esta cerda y lo que le sucede tiene más peso. El
asesinato brutal de la cerda representa el intento de los niños de subyugar e imponer su
voluntad sobre el mundo natural, codificado como femenino. Podemos notar de nuevo el
enlace metafórico entre Piggy y la cerda, lo cual llama nuestra atención a las formas en que
Piggy también es codificado como femenino: sin cabello, suavemente redondo, y con varias
cualidades estereotípicamente de niñas, como no preferir la labor física. De esta forma,
también, la subyugación de la cerda anticipa la suya.
El Señor de las Moscas Resumen y Análisis de Capítulo 9: Vista a una Muerte

Resumen​​: En la húmeda y oscura cima de la montaña, Simón se queda dormido. Al


despertar, Simón se habla a sí mismo, preguntándose qué hará luego. Su nariz está
sangrando. Él sube más arriba en la montaña, y en la luz tenue, ve la Bestia. Esta vez, sin
embargo, la reconoce como el cuerpo del hombre que había llegado en paracaídas a la isla.
Agobiado por disgusto y terror, Simón vomita. Él se da cuenta que debe informarle a los
otros chicos que se han equivocado, y se tambalea bajo la montaña hacia el campamento
de Jack para decirles lo que ha encontrado.

Ralph ve nubes y cree que volverá a llover. Ralph y Piggy están jugando en la laguna, y
Piggy se enoja cuando Ralph le tira agua encima, mojando sus espejuelos. Ellos se
preguntan a dónde se han ido la mayoría de los niños, y se dan cuenta de que deben haber
ido al banquete de Jack por la diversión infantil de pretender ser una tribu y pintarse como
guerreros. Deciden encontrarlos para asegurarse de que no se descontrolen.

Cuando Ralph y Piggy llegan al campamento de Jack, encuentran a los otros niños
sentados juntos en un grupo, riendo y comiendo a la cerda asada. Jack, ahora el líder, está
sentado en un gran tronco, pintado y vestido como un ídolo. Cuando ve a Ralph y a Piggy,
ordena a los otros niños que les den algo de comer, y luego ordena a otro niño que le traiga
algo de tomar. Jack le pregunta a todos los niños quién se unirá a su tribu, ya que les ha
dado comida y ha demostrado que sus cazadores los protegerán. A Ralph le angustia ver
que la mayoría esté de acuerdo con unirse a su tribu. Intentando convencerlos de que no lo
hagan, Ralph provoca otra pelea con Jack, y los dos se gritan sobre quién debe ser el líder.
Sintiendo que está perdiendo, Ralph recurre a su símbolo de autoridad, la concha. Jack, sin
embargo, no reconoce el significado de la concha y le dice a Ralph que eso no cuenta en su
lado de la isla.

Perturbado por lo hostil que se ha convertido la discusión, Piggy le urge a Ralph que se
vaya del campamento de Jack antes de que hayan problemas serios. Comienza a llover.
Ralph le advierte al grupo que viene una tormenta e indica que la tribu de Jack no está
preparada para tal desastre, ya que no tienen algún albergue. Los peques se asustan, y
Jack trata de calmarlos ordenando al grupo que hagan su baile ritual de la caza de cerdos.
Los niños comienzan a cantar y bailar descontroladamente, y pronto son consumidos por un
frenesí. La tormenta comienza, y una figura emerge repentinamente del bosque. Es Simón,
corriendo a contarle a los otros sobre el paracaidista muerto. Sin embargo, perdidos en la
locura del baile, no lo reconocen. Al Simón gritar sobre el cuerpo muerto en la montaña, los
niños corren tras de él con malicia violenta. Caen sobre Simón, atacándolo repetidamente
hasta que muere.

Mientras tanto, en la montaña, la tormenta se intensifica y se dispersa a través de la isla.


Los niños corren a los albergues, buscando protección del viento y la lluvia cada vez más
violentos. Los vientos fuertes levantan el paracaídas y el cuerpo pegado a él y lo soplan
sobre la isla hasta el mar, una vista que aterroriza a los niños, los cuales todavía confunden
al cuerpo con una bestia. A la misma vez, una ola fuerte, propulsada por el viento, toma el
cuerpo de Simón y se lo lleva al mar, donde un banco de peces brillantes lo rodean.

Análisis​​: En este capítulo particularmente importante, Ralph finalmente pierde su liderazgo


sobre los otros niños, los cuales sucumben al carisma creciente de Jack y a la oportunidad
que él les da para satisfacer sus intereses violentos e infantiles. Golding subraya la tragedia
de este cambio de poder con la tormenta violenta que ataca la isla, una tormenta para la
cual el Jack, con su falta de previsión, no estaba preparado. Justo cuando el juicio tranquilo
y la practicidad de Ralph son más necesarios, no tiene la autoridad para ayudarlos a
mantenerse seguros. La tormenta sirve como un recordatorio de los peligros que enfrentan;
mientras Ralph ha construido albergues para los niños y está preparado para esta situación,
Jack solo se ha enfocado en cazar y entretener a los niños, a su detrimento>. Golding, de
nuevo, dirige la simpatía del lector hacia Ralph, cuya preocupación principal sigue siendo el
bien del grupo.

La autoridad de Jack sobre los otros niños es cada vez más perturbadora y peligrosa en
este capítulo. Cuando Ralph encuentra a Jack, está pintado y decorado, sentado en un
tronco como un ídolo. Esta imagen tan distintivamente pagana no concuerda con la
sociedad ordenada de la que viene Jack, y es la manifestación final de su rechazo de la
civilización. Podemos notar una vez más la presencia del canto y el baile entre los niños en
su grupo y recordar que, antes de llegar a la isla, Jack y sus chicos eran miembros de un
coro. Tradicionalmente, los coros de niños cantaban himnos y canciones cristianas. Jack y
los miembros de su tribu todavía cantan, pero ahora son cantos que fuertemente evocan las
tradiciones religiosas animistas de culturas nativas. Su elección de rito y canto, añadido a la
apariencia de Jack como “ídolo,” indica el rechazo completo y final de los niños de la
civilización de los Home Counties.

En este capítulo, Golding también enfatiza el ascenso al poder de Jack y presagia las
consecuencias brutales de su autoridad. Otra vez, Jack rechaza las reglas establecidas
para la isla, diciéndole a Ralph que la concha no da autoridad cuando Ralph intenta citar el
precedente. Él demuestra su poder sobre su tribu a través de su cuerpo pintado y sus
decoraciones, una imagen que hace alusión a la novela corta de Joseph Conrad de 1902, El
Corazón de las Tinieblas, en la cual el capitán de un bote, Marlow, acepta la asignación de
encontrar un agente de gobierno que ha desertado, Kurtz, en África. En la historia de
Conrad, Marlow descubre a Kurtz en un área remota del continente, viviendo con un grupo
de nativos que lo adoran como su líder y dios. En este capítulo del Señor de las Moscas,
Golding traza un paralelo deliberado entre Jack y Kurtz para enfatizar el alcance del poder
de Jack sobre los niños y para llamar la atención del lector a la severidad de la tensión entre
Ralph y Jack, la cual, al igual que la tensión entre Marlow y Kurtz, es fuertemente ideológica
(Marlow y Ralph representan la civilización, mientras Jack y Kurtz representan el
salvajismo). Esta tensión lleva eventualmente a un conflicto violento.

Podemos también notar la importancia de la bestia para los niños en este capítulo, y su rol
central en el usurpo del liderazgo de Ralph por parte de Jack. Como descubren Ralph y
Piggy, Jack y su tribu han construido una mitología elaborada alrededor de la bestia, a la
cual ahora le atribuyen muchas cualidades que no estaban presentes en descripciones
anteriores. Ellos creen que la bestia es inmortal y que puede cambiar de forma como desee,
y aseguran que debe ser tanto adorada como temida. Jack ha establecido las reglas de su
sociedad alrededor de esta mitología. Los niños están unidos por su creencia en la bestia y,
sobre todo, su creencia que Jack es la única persona que los puede proteger de la bestia.
Sus bailes y cantos ritualistas, así como el maquillaje y los adornos de Jack, expresan su
compromiso con esta mitología, dentro de la cual el Señor de las Moscas funciona
totémicamente.

El Señor de las Moscas encarna y expresa la mitología de la bestia que une a la tribu de
Jack. Como ofrenda al cuerpo del paracaidista en la montaña, el cual los niños, excluyendo
a Piggy, consideran que es la bestia, simboliza el reconocimiento de Jack y su sumisión los
impulsos malévolos que residen dentro de la psiquis individual. En capítulos anteriores, él
había prometido que mataría la bestia; aquí, Jack intenta aplacarlo para ganar su favor.
Como tótem, un artefacto que une la tribu de Jack (como la concha servía de tótem para el
grupo de Ralph), el Señor de las Moscas simboliza la solidificación del grupo de Jack
alrededor de un grupo de valores e intereses compartidos que, como hemos visto, son
egoístas y permisivos. Finalmente, como un recuerdo de la caza de la cerda, el Señor de las
Moscas representa la imposición de la voluntad humana sobre la naturaleza, otra de las
metas de Jack para la vida en la isla. La cabeza del cerdo le recuerda a los niños la esencial
oposición entre el hombre y la naturaleza, una oposición que Jack ve como intrínsecamente
hostil, y una que los niños pueden ganar.

Sin embargo, el evento más importante del capítulo es el asesinato de Simón por parte de la
tribu de Jack. Ellos están en un estado como de trance a cause de su baile ritualista,
aunque esto no excusa sus actos. El asesinato continúa el paralelo entre Simón y Jesús
que había sido establecido en el capítulo anterior al presentar el asesinato como un
sacrificio, al igual que el asesinato de Cristo en la cruz. Como Jesús, el cual fue el único
portador de la voluntad de Dios, solo Simón posee la verdad sobre la bestia. También como
Jesús, la tragedia de Simón es gobernada por el hecho de que es malentendido o
desconfiado por todos los que lo rodean. Por ejemplo, los otros chicos creen que Simón
está loco; sin embargo, él es el único que descubre la verdad sobre la supuesta bestia. Esta
ironía es agravada cuando los cazadores de Jack confunden a Simón con la bestia. Su
asesinato representa la culminación de las tendencias violentas prevalentes en la banda de
cazadores de Jack, los cuales finalmente van de brutalidad hacia animales a brutalidad
entre ellos. El cambio es sutil: ellos asesinan a Simón siguiendo su instinto, caen sobre él
antes de darse cuenta de que no es una amenaza para ellos. Aún así, ésta es otra línea que
los chicos cruzan en su camino de descenso de civilización a salvajismo inhumano, y otro
paso hacia violencia completa y premeditada contra sí mismos. El asesinato de Simón
revela la brutalidad inherente del espíritu humano. A nivel metafórico y estructural, Golding
presenta a Simón como el mártir, una figura cuya muerte es instructiva por lo menos para el
lector.

Los paralelos entre Simón y Cristo continúan aún después de la muerte de Simón. Podemos
notar no solo el subtexto religioso de la imagen final del capítulo, sino también el tono
distintivamente pesimista de este subtexto. La tormenta simultáneamente remueve de la isla
los cuerpos del paracaidista y de Simón. Sin embargo, mientras al paracaidista parece
ascender con los vientos, Simón es arrastrado bajo la marea. El paracaidista, el cual
representa tanto la guerra que causó los eventos que trajeron a los niños a la isla, siendo un
soldado, como, en un sentido más general, el mal que está presente la psiquis humana
(parece un ángel caído, comúnmente asociado con Satanás), es levantado hacia el cielo,
mientras Simón, el cual representa a Cristo, parece descender bajo la superficie de la tierra.
Esta imagen, por lo tanto, reversa la historia tradicional, con Satanás elevándose hacia el
cielo y Cristo descendiendo hacia el infierno. La implicación es que el orden ideal del bien y
el mal ha sido revertido en la isla. El mal ha triunfado, lo cual refleja el ascenso al poder de
Jack y presagia los eventos aún más trágicos por venir. Aún así, queda un poco de
optimismo: el cuerpo de Simón, mientras se lo lleva el mar, está rodeado por pequeños
peces brillantes, los cuales funcionan como un halo vivo. Ellos no necesariamente quieren
comerse el cuerpo; tal vez lo están honrando metafóricamente. La implicación es que la
verdad del mensaje de Simón, y la injusticia de su muerte, serán reconocidas
eventualmente, como es el caso con los profetas y santos martirizados

El Señor de las Moscas Resumen y Análisis de Capítulo 10: La Concha y los


Espejuelos

Resumen​​: Al otro lado de la isla, Ralph y Piggy se reúnen en la playa. Cansados, heridos, y
perturbados por la noche previa, discuten lo que le pasó a Simón. Piggy le recuerda a Ralph
que sigue siendo el líder, o por lo menos el líder de los que siguen con ellos. Piggy intenta
que Ralph deje de pensar sobre la muerte de Simón haciendo un llamado a su lado
racional. Piggy dice que participó en el asesinato porque tenía miedo, a lo cual Ralph
responde que no tenía miedo. Él no sabe qué le pasó. Piggy intenta justificar la muerte
como un accidente provocado por el comportamiento “loco” de Simón, pero Ralph,
agarrando la concha defensivamente, es consumido por la culpa y el arrepentimiento e
insiste que fueron parte de un asesinato.

Piggy le pide a Ralph que no le diga a Samyeric que estuvieron envueltos en la muerte de
Simón. Ralph y Piggy revelan que casi todos los demás niños los han abandonado para
unirse a la tribu de Jack excepto Samyeric y algunos de los peques. Samyeric regresan a la
playa, donde le entregan a Ralph y a Piggy un tronco que han arrastrado desde el bosque.
Inmediatamente se van a nadar Ralph detiene a los gemelos con la intención de informarles
que él y Piggy no participaron en el asesinato de Simón. Los cuatro están nerviosos cuando
discuten dónde estuvieron la noche anterior, intentando evitar el tema del asesinato de
Simón. Todos insisten que se fueron temprano, justo después del banquete.

En Castle Rock, Roger intenta ser aceptado al campamento de Jack. Robert, quien ya está
adentro, hace que Roger se anuncie antes de entrar—una de las nuevas reglas de Jack.
Cuando Roger entra, Robert le enseña una nueva característica del campamento de Jack:
los niños han manipulado un tronco para que puedan causar que una piedra caiga y aplaste
lo que esté debajo. Esto perturba a Roger, y Robert cambia el tema, diciéndole que Jack
amarró a un niño llamado Wilfred por ninguna razón. Roger considera las implicaciones de
la “autoridad irresponsable” de Jack y baja hacia las cuevas y los otros niños en la tribu de
Jack. Encuentra a Jack sentado sobre un tronco, casi desnudo, con su cara pintada. Jack
declara al grupo que mañana cazarán otra vez. Les advierte sobre la bestia y sobre
intrusos. Les promete otro banquete. Tímidamente, Bill le pregunta a Jack qué usarán para
encender el fuego. Jack se enrojece. Finalmente contesta que tomarán el fuego de los otros
chicos.

En el campamento de Ralph en la playa, Piggy le da sus espejuelos a Ralph para encender


el fuego. Ellos quisieran hacer un radio o un bote, pero Ralph dice que si lo hicieran,
arriesgarían ser capturados por los Rojos. Eric se detiene antes de admitir que sería mejor
que ser capturados por los cazadores de Jack. Ralph se pregunta qué había estado
diciendo Simón sobre un hombre muerto. Los niños se cansan de conseguir leña para el
fuego, pero Ralph insiste que deben seguirlo haciendo. A Ralph casi se le olvida cuál es su
objetivo para el fuego, y entonces se dan cuenta de que se necesitan dos personas para
mantener el fuego encendido en todo momento. Dado el tamaño del grupo de Ralph, cada
miembro tendría que pasar doce horas al día velando el fuego. Cansados y desanimados,
ellos se rinden y regresan a sus albergues, donde se quedan dormidos.

Ralph y Piggy duermen mal. Son despertados por ruidos dentro del albergue: Samyeric
jugando a pelear. Consciente de su creciente miedo, Ralph rememora sobre la seguridad de
su hogar, y él y Piggy concluyen que se enloquecerán. De pronto escuchan hojas crujiendo
fuera de su albergue y la voz de un niño susurrando el nombre de Piggy. Es Jack y sus
cazadores, los cuales están atacando el campamento. Los niños bajo el comando de Ralph
luchan pero quedan considerablemente heridos. Piggy le dice q Ralph que querían la
concha, pero entonces se da cuenta de que vinieron buscando otra cosa: los espejuelos
rotos de Piggy.

Análisis​​: Mientras el caos alrededor de la muerte de Simón se calma, Golding se enfoca en


el horror que sienten Piggy y Ralph sobre su participación en el asesinato. Los dos niños
intentan justificar su papel en la muerte de Simón diciendo que no sabían que era Simón
hasta que era demasiado tarde, que no estaban en el círculo de niños golpeándolo hasta
morir, y que actuaron basado en instinto en vez de malicia. Aún así, la participación de
Piggy y Ralph deja claro que aún estos niños, los modelos de racionalidad y madurez entre
los chicos en la isla, son susceptibles a las mismas fuerzas que motivan a Jack y sus
cazadores. Golding oscurece la dicotomía que una vez fue clara entre Ralph, el “bueno,” y
Jack, el “malo,” demostrando que la compulsión hacia la violencia y la destrucción está
presente dentro de todos los individuos. Casi no hay evidencia del reverso, un Jack “bueno.”
La implicación de la corta pero trágica participación de Ralph y Piggy en las actividades
brutales de la tribu de Jack es que el estado natural de la humanidad no es ni bueno ni
malo, sino mixto. El orden social y las reglas, con la consciencia y la razón ayudando sólo
ocasionalmente, son los que constriñen y limitan los impulsos “malos” que existen dentro de
todos nosotros.

De hecho, Golding presenta una gran cualificación que distingue a Ralph y Piggy de Jack.
Ralph y Piggy todavía poseen una sensibilidad moral. Ellos entienden que sus acciones
están mal y, por consiguiente, intentan encontrar alguna justificación para su rol en el
asesinato. Están avergonzados del asesinato, al contrario de los demás niños, los cuales
demuestran ninguna aprensión por lo que han hecho. Aunque Ralph y Piggy intentan,
fallidamente, de racionalizar sus acciones, el hecho de que necesitan encontrar alguna
razón que los justifique demuestra que entienden los principios morales y mantienen una
apreciación por ellos. Golding, por lo tanto, sugiere que, mientras el mal puede estar
presente dentro de todos nosotros, la fuerza de la consciencia y la razón puede mover
positivamente nuestros morales, para algunos más que otros.

Como el nuevo líder de los niños, Jack mantiene su autoridad capitalizando sobre los
miedos y las sospechas de los demás. Aún cuando le presentan información de que la
figura en la montaña no presenta un peligro, Jack continúa promoviendo el miedo de la
temida bestia. Como muchos tiranos, sus reglas están basadas en una estricta distinción
entre los que están dentro y fuera del grupo: los de adentro son su tribu, y los de afuera son
sus enemigos: la bestia y los niños en la isla que rechazan la autoridad de Jack. Sus
métodos de reino son enteramente exclusivistas, y no proveen el primer rol del gobierno: la
seguridad y el bienestar del grupo, aún cuando Jack pretende ser capaz de proveer
protección de la bestia y otros enemigos. La declaración formal del guardia de que los
visitantes deben anunciar su presencia no incrementa la seguridad de los niños.

Aún mientras Golding continúa enfatizando el ascenso exitoso de Jack como líder, él
sugiere que este reino puede ser efímero. La falta de previsión que Jack demuestra como
líder es evidente aún para él mismo. Enfrentado con el dilema de proveer un banquete sin
un fuego, su solución es robarle a los niños que han mantenido un sentido de
responsabilidad. Ralph, Piggy, Sam y Eric, por lo tanto, se sienten considerablemente
agobiados. Sin la ayuda de los demás niños, los cuales se sienten satisfechos jugando a
salvajes, estos cuatro tienen que dedicar toda su energía a mantener el fuego de señal, una
tarea casi imposible. Jack le ha dejado una gran carga a estos niños, pero esto no le
importa mientras él pueda robarse los espejuelos para los banquetes. Ralph y Piggy
consideran, por su parte, que puede que se vuelvan locos si no son rescatados pronto.

Surge un peligro más inmediato para Ralph y Piggy cuando Jack y sus seguidores cargan
hacia el campamento en la playa. El ataque a Ralph y Piggy señala otra etapa del descenso
de los niños de comportamiento civilizado a puro salvajismo. El asesinato de Simón fue
motivado por la histeria de la masa, el miedo instintivo, y el pánico. La violencia utilizada
para conseguir los espejuelos de Piggy, aunque no es fatal, es intencional, un acto que
anticipa el asesinato de Piggy en el siguiente capítulo. El asesinato premeditado de Piggy
también es presagiado por la descripción de la piedra posada cerca del fuerte. Jack y sus
soldados han posicionado la piedra para que pueda ser derribada sobre otro niño. La única
pregunta que queda es cuál de los niños sufrirá este destino.

Como en capítulos anteriores, Golding utiliza el simbolismo y la imaginería para llamar la


atención del lector al arco trágico de la novela, el cual sigue a los niños mientras descienden
de seres civilizados y morales a salvajes motivados sólo por el interés propio y susceptibles
a impulsos violentos. Los espejuelos de Piggy, los cuales a través de la novela son
símbolos de la razón intelectual y el pragmatismo, ya que son utilizados para encender el
fuego de señal, terminan en manos del irracional y brutal Jack. Jack, por supuesto, quiere
los espejuelos no para encender un fuego de señal, sino una fogata para un asado de
cerdo, una decisión que refleja su falta de previsión y hedonismo. También podemos notar
que a Ralph y Piggy les sorprende el robo de los espejuelos, ya que pensaban que la
intención de Jack era robar la concha. El desinterés de Jack por la concha, un símbolo en la
novela de la autoridad democrática, refleja su rechazo no sólo de la autoridad de Ralph,
sino también de todo el sistema de democracia liberal. La concha es inútil si uno no cree en
su poder. Ralph aparentemente todavía cree que la concha es o debería ser importante. La
imagen de Ralph aferrándose a la concha es un poderoso recordatorio de que es uno de los
únicos niños que todavía creen en la vida civilizada en la isla.

Mientras la concha pierde significado y los espejuelos de Piggy caen en las manos de la
tribu de Jack, Ralph y Piggy se deprimen, ya que han perdido la esperanza de que serán
rescatados. Golding enfatiza la desesperación del grupo de Ralph para provocar pesimismo
en el lector. En otras palabras, cuando Ralph y Piggy pierden la fe en su rescate, nosotros
perdemos la fe con ellos también. Parece que el futuro de los niños siempre será en la isla,
guiado por el demente pero floreciente sistema de tribu de Jack y sus cazadores. La escena
en la playa de Ralph, con su población herida y en decline, el menguante fuego, y los
símbolos culturales sin sentido (particularmente la concha) quedan en fuerte contraste con
la escena en el bosque de Jack, con su ejército, bordes impuestos, y hasta armas (el
aparato de defensa propia). La implicación no es que la civilización de Ralph ha sido
destruida, sino que ha sido reemplazada por otra, una sociedad más primitiva pero también
más guerrera. Al igual que los primeros días de los niños en la isla reflejaron el progreso
evolucionario del hombre antiguo, sus últimos días reflejan algunos de los aspectos del
desarrollo de las civilizaciones humanas, las cuales chocan violentamente debido a
diferencias religiosas y políticas

El Señor de las Moscas Resumen y Análisis de Capítulo 11: Castle Rock

Resumen​​: En la playa, Ralph, Piggy, y Samyeric se reúnen alrededor de los restos del
fuego de señal, ensangrentados y heridos. Intentan revivir el fuego, pero es imposible sin
los espejuelos de Piggy. Ralph, soplando la concha, convoca una asamblea de los niños
que permanecen con ellos. Piggy, entrecerrando los ojos, sin poder ver, le pregunta a Ralph
qué pueden hacer. Ralph responde que lo que más necesitan es un fuego, y les recuerda
que si hubiesen mantenido el fuego encendido tal vez ya hubiesen sido rescatados.
Dándose cuenta de la importancia de los espejuelos de Piggy, Ralph, Sam, y Eric piensan
que deben ir a Castle Rock con lanzas, pero Piggy se niega a armarse. Piggy dice que
deben hablar con Jack y apelar a su sentido de justicia. Una lágrima cae por su mejilla
mientras habla. Ralph dice que deben hacerse presentables, con ropa, para parecer niños y
no salvajes.

Ralph y sus chicos emprenden su viaje a lo largo de la playa, cojeando. Cuando llegan a
Castle Rock, Ralph sopla la concha, la cual ha traído, creyendo que le recordará a Jack y a
sus cazadores de su autoridad legítima. Ve a los chicos de Jack guardando el campamento,
y se les acerca vacilantemente. Samyeric corren hacia Ralph, dejando solo a Piggy. Los
cazadores de Jack, nada impresionados por la concha, lanzan piedras hacia Ralph y sus
compañeros y les gritan para que se vayan. De pronto, Jack emerge del bosque,
acompañado por un grupo de cazadores que arrastran un cerdo muerto. Le advierte a Ralph
que los deje quietos. Ralph demanda que le devuelvan los espejuelos de Piggy, y los dos
pelean. Ralph finalmente llama a Jack ladrón, y Jack responde intentando apuñalar a Ralph
con su lanza, la cual Ralph evita.

Mientras Ralph y Jack pelean, Piggy le recuerda a Ralph para lo que vinieron. Ralph se
separa de la pelea y le dice a la tribu de Jack que tienen que devolverles los espejuelos de
Piggy, ya que son necesarios para mantener encendido el fuego de señal en la playa. Les
recuerda que el fuego es su única esperanza de ser rescatados. Frustrado por la
indiferencia a sus súplicas, Ralph colapsa y los llama tontos pintados. Jack ordena que los
niños atrapen a Samyeric. Los cazadores toman las lanzas de las manos de Samyeric, y
Jack les ordena que los amarren. Ralph de nuevo le grita a Jack, llamándolo una bestia y un
canalla y un ladrón. Mientras pelean, Piggy, gritando sobre los abucheos de los niños,
demanda dirigirse al grupo.

Intentando ser escuchado sobre la conmoción, Piggy le pregunta a los demás niños si es
mejor ser una manada de indios pintados o ser sensato como Ralph. Les pregunta si
prefieren tener reglas y un acuerdo pacífico o sólo poder cazar y matar. Les recuerda la
importancia de las reglas de Ralph, las cuales existen para asegurar su rescate. Arriba, en
la montaña, un frenético Roger deliberadamente apoya todo su peso sobre el tronco que
Robert le había enseñado más temprano, dislocando una gran piedra, la cual comienza a
rodar bajo la montaña. Ralph escucha la piedra cayendo y logra esquivarla, pero Piggy no
puede ver ni escucharla. La piedra cae sobre Piggy, rompiendo además la concha, la cual él
tenía en sus manos. La piedra empuja a Piggy bajo un risco, donde cae en la playa, muerto.

El grupo queda en silencio repentinamente. Al mismo tiempo, sin embargo, Jack salta del
grupo, gritando deliriosamente. Le grita a Ralph que “eso es lo que conseguirás” (“that’s
what you’ll get”) por retar su autoridad, y expresa felicidad de que la concha ya no existe.
Declarándose el jefe, Jack deliberadamente tira su lanza hacia Ralph. La lanza rompe la piel
y la carne sobre las costillas de Ralph, y entonces se desprende y cae en el agua. Ralph,
aterrorizado, sale corriendo, las lanzas ahora atacándolo de todas direcciones. Lo impulsa
un instinto que nunca sabía que poseía. Durante su escape, ve la cerda sin cabeza de la
caza anterior. Al irse Ralph, Jack lanza su mirada sobre Samyeric. Les ordena que se unan
a la tribu, pero cuando ellos piden ser liberados, Jack los intimida, hincando los gemelos en
las costillas con una lanza. Los otros niños lo animan pero callan cuando ven a Roger pasar
a Jack para confrontar a los gemelos.

Análisis​​: Mientras la tensión entre Ralph y Jack se desata violentamente, Golding establece
de nuevo el conflicto entre los dos niños como una lucha explícita entre el salvajismo y la
civilización. Los dos continúan a chocar por puntos of conflicto que ya se habían
desarrollado anteriormente: Ralph critica a Jack por su falta de responsabilidad y su
ambivalencia hacia las reglas de orden y justicia, y Jack continúa culpando a Ralph por su
no tomar acción directa contra la bestia. Sus acusaciones expresan y enfatizan sus
respectivas perspectivas sobre la sociedad en la isla: mientras Ralph desea una comunidad
cooperativa organizada alrededor de la meta común de ser rescatados, Jack se adhiere al
ideal militarista y une a su tribu alrededor del interés común en cazar, la autocomplacencia,
y el miedo a la mítica bestia de la isla.

Desafortunadamente, las críticas de Ralph no tienen algún efecto, ya que están basadas en
la suposición que Jack y sus cazadores pertenecen a una sociedad con códigos y
regulaciones morales. Ralph utiliza estándares en los cuales Jack ya no cree, lo cual es
simbolizado por su regocijo cuando la concha es destruida. Este cambio en la lucha entre
Ralph y Jack es sutil pero importante. Anteriormente Jack y Ralph habían debatido sobre
qué tipo de civilización debía predominar en la isla: Jack aboga por una cultura militarista y
Ralph, por una comunidad liberal. Ahora, con la repudiación de parte de Jack de cualquier
sistema racional, los dos discuten sobre si debe haber alguna sociedad ordenada en lo
absoluto en la isla. Podemos pensar en Jack como Cálicles de Platón en Gorgias o
Trasímaco de la República de Platón.

El subtexto político del capítulo es más evidente, sin embargo, en la confrontación final
entre Ralph, Piggy, y Jack. Mientras Ralph y Piggy se enfrentan a Jack y a los otros niños,
Golding claramente delinea la tensión entre la civilización y el salvajismo animalista. Antes
de enfrentarse a Jack, Ralph y Piggy deliberadamente vuelven a adoptar los modales y las
costumbres de la sociedad inglesa, arreglándose y vistiéndose como niños ingleses
apropiados. Lo hacen para exagerar las diferencias entre ellos y los cazadores, los cuales
casi no usan ropa y se adornan con maquillaje “nativo.” Cuando Piggy habla con los niños,
explícitamente expresa la principal pregunta que explora la novela: si es mejor vivir
sensatamente de acuerdo a reglas y estándares de conducta o vivir en un estado de
anarquía (de nuevo, podemos pensar en la República de Platón para ayudarnos con esta
pregunta y otras planteadas por Piggy y los eventos de la novela). Es importante que la
aseveración más reveladora y razonable de la novela es la que provoca la tragedia más
horrorosa: el asesinato del niño más racional, Piggy, por el más brutal y amoral, Roger.

Con su muerte, Piggy se une a Simón como el segundo mártir entre los niños. Hay varios
paralelas en sus respectivos asesinatos. Los dos parias mueren cuando rompen las
ilusiones de los demás niños. Simón muere cuando expone la verdad sobre la bestia
no-existente, mientras que los cazadores matan a Piggy cuando él los obliga a ver su
comportamiento como bárbaro e irresponsable. El asesinato de Piggy, sin embargo, es un
evento más escalofriante, ya que los niños mataron a Simón debido a un pánico instintivo.
En contraste a los cazadores frenéticos, Roger entiende claramente sus acciones cuando
tumba la piedra que mata a Piggy. Este evento, por lo tanto, completa la progresión de
comportamiento que Golding desarrolló en los últimos dos capítulos: los niños han pasado
de violencia accidental a asesinato premeditado. La imagen final del capítulo, en la cual el
asesino de Piggy, Roger, pasa frente a Jack para acercarse a los gemelos atados, implica
que la brutalidad de Roger sobrepasa hasta la de Jack. Mientras Jack condona y participa
en violencia contra animales y humanos, Roger es el que trama y lleva a cabo el asesinato
de Piggy. Importantemente, no busca autorización de Jack para el asesinato o para la tácita
tortura de Samyeric. Al contrario, su sadismo parece ser enteramente egoísta, y sugiere que
él puede amenazar la autoridad de Jack.

El principal símbolo de la civilización en la novela, la concha, aparece en este capítulo sólo


para ser destruido cuando Roger empuja la peña sobre Piggy. Este acto crucial provoca y
presagia la destrucción de Ralph del Señor de las Moscas, el principal símbolo cultural de la
tribu de Jack, en el próximo y final capítulo de la novela. Este gesto sugiere el descenso de
Ralph al salvajismo y la violencia. La concha, un marcador establecido de la autoridad de
Ralph y un símbolo consistente de la democracia liberal a través de la novela, ha perdido su
poder; Jack y sus cazadores hace tiempo que se negaron a reconocerlo como un símbolo
de autoridad. En este capítulo, la concha finalmente es destruida en una demostración del
triunfo de Jack sobre Ralph.

Mientras Ralph huye de las lanzas de los cazadores de Jack, Golding de nuevo llama la
atención del lector a la humanidad baja, inmoral, animalista que acecha dentro de cada
individuo. Ralph es literalmente cazado como uno de los cerdos en la isla, un momento que
fue presagiado en capítulos anteriores cuando Roger pretende ser un cerdo durante el baile
de caza, y cuando Jack le sugiere al grupo que deben cazar a un peque. Niño y animal se
vuelven indistintos, y mientras Ralph escapa es motivado por un instinto primitivo. Su terror
es el de un animal cazado: instintivo, sin pensamiento. Ralph, el personaje que a través de
la novela representó el pragmatismo y la civilización, ha sido reducido a un animal de caza,
al igual que Jack y sus cazadores se han reducido a bestias predadoras. (Para más sobre el
tema de humanos y animales, compare con La Isla del Dr. Moreau por H.G. Wells.)

Note también la presencia de los animales en el penúltimo capítulo. A través de la novela,


Golding ha utilizado imaginería y metáforas animales para llamar la atención del lector a la
línea delicada entre la naturaleza humana y la animal, al igual que para subrayar la relación
hostil entre la civilización y el mundo natural que la civilización subyuga para asegurar la
supervivencia humana. Mientras Ralph huye de las lanzas de Jack y sus cazadores, lo
último que registra es el cuerpo decapitado de la cerda que la tribu de Jack acababa de
descuartizar. La imagen del cuerpo de la cerda evoca tanto el Señor de las Moscas, la
cabeza de cerdo en un palo que ha significado el mal, y Piggy, cuyo brutal asesinato marca
el final de la destrucción de la civilización en la isla.

El Señor de las Moscas Resumen y Análisis de Capítulo 12: El Grito de los Cazadores

Resumen: ​Ralph se esconde en la jungla, preocupado por sus heridas y la violencia


inhumana en la que han caído los niños en la isla. Piensa en Simón y Piggy y se da cuenta
de que la civilización es imposible entre los niños. Ralph, el cual no está lejos de Castle
Rock, cree que ve a Bill a lo lejos. Concluye que el niño ya no es Bill. Este niño es un
salvaje, enteramente diferente al niño en pantalones cortos que una vez conoció. Ralph está
seguro de que Jack nunca lo dejará en paz. Viendo al Señor de las Moscas, ahora sólo un
cráneo con la piel y carne carcomida, Ralph decide contraatacar. De lejos, Ralph puede
escuchar el canto de los niños: “Mata la bestia. Córtale el cuello. Derrama su sangre!”

Esa noche, armado con una lanza improvisada, Ralph gatea sin ser detectado al puesto de
observación cerca de Castle Rock. Llama a Sam y Eric, quienes ahora vigilan la entrada.
Sam le da a Ralph un pedazo de carne pero no está de acuerdo con unirse a él de nuevo.
Sam le dice a Ralph que se vaya. Los gemelos le dicen a Ralph que Roger ha afilado un
palo en ambos extremos, y le advierte que Jack pronto enviará la tribu entera tras Ralph el
próximo día.

Desalentado, Ralph gatea hasta un matorral donde puede dormir a salvo. Cuando despierta
en la mañana puede escuchar a Jack torturando a uno de los gemelos y hablando con
Roger justo afuera del matorral donde se esconde Ralph. Están tratando de descubrir dónde
se esconde Ralph. Varios niños ruedan piedras bajo la montaña, intentando romper el
matorral. Más niños intentan entrar.

Cuando Ralph decide encontrar un nuevo lugar para esconderse, huele humo. Se da
cuenta, horrorizado, que Jack ha encendido el bosque en fuego para intentar obligar a
Ralph a salir de su escondite. También reconoce que el fuego destruirá todas las frutas en
la isla, poniendo en peligro de nuevo la supervivencia básica de los niños. Aterrorizado,
Ralph sale corriendo de su escondite, abriendo camino a puños entre varios de los
cazadores de Jack, los cuales están pintados de colores salvajes y blandiendo lanzas
afiladas de madera de forma amenazadora. Estos persiguen a Ralph a través del bosque.
Serpenteando a través de la densa maleza, Ralph finalmente escapa a la playa, donde
colapsa exhausto y aterrorizado. Sabe que los cazadores de Jack están cerca.

Cuando Ralph mira hacia arriba se sorprende de ver una figura imponente frente a él. La
figura es un hombre—un oficial naval! El oficial le dice a Ralph que su navío vio el humo y
decidió investigar la isla. Ralph se da cuenta de que el oficial cree que los niños sólo han
estado jugando. Los otros niños comienzan a salir del bosque, y el oficial comienza a
enterarse del caos y la violencia entre los niños varados. Percival intenta decirle su nombre
y dirección pero ya no puede recordarlo. Ralph, informándole que es el líder, se entristece
de no poder decirle al oficial cuántos niños hay en la isla cuando él le pregunta. El oficial,
sabiendo que no se han estado comportando de acuerdo a las reglas de la civilización,
regaña a los niños por no saber exactamente cuántos hay y por no estar organizados, como
deben ser los británicos.

Ralph insiste al oficial que estaban organizados y se comportaban bien al principio. El oficial
dice que imagina que fue como la trama de La Isla de Coral. Ralph, quien no entiende esta
referencia, comienza a llorar al recordar los primeros días en la isla, los cuales ahora
parecen imposiblemente remotos. Llora por el fin de la inocencia y por la oscuridad en el
corazón de todos. Llora por las muertes de Simón y Piggy. Los demás niños comienzan a
llorar también. El oficial se vira, avergonzado, mientras los niños intentan recobrar su
compostura. El oficial vela el crucero a lo lejos.

Análisis​​: La dinámica entre Ralph y los demás niños cambia dramáticamente durante las
primeras escenas del último capítulo. Ralph ahora es un objeto para los demás niños
mientras huye de los cazadores de Jack, quienes parecen incapaces de hacer una
distinción entre cazar cerdos y cazarse unos a los otros. Como observa Ralph, los demás
niños no se parecen a los estudiantes ingleses que quedaron varados allí al principio; son
unos totales salvajes sin sensibilidades morales o racionales. Como dejan de exhibir las
cualidades que los definen como seres humanos civilizados, ya no cualifican como niños. El
cambio de una identidad humana a una animal se puede notar en Ralph. Ya que los niños
dejan de considerarlo un ser humano, debe depender de sus sentidos primitivos para
escapar los cazadores. Como Ralph no se puede defender a través de algún sentido de
justicia o moralidad, debe utilizar su instinto animal y su astucia para sobrevivir.

El capítulo final enfatiza la cualidad auto-destructiva de las acciones de los niños. A través
de la novela, Golding ha indicado que los niños son destructivos no sólo hacia sus
enemigos, sino entre sí mismos, un tema que culmina dramáticamente en este capítulo. Las
imágenes de la putrefacción permean las escenas finales, particularmente en el Señor de
las Moscas, el cual se descompuso hasta que sólo quedaba un cráneo vacío.
Importantemente, Ralph desmantela al Señor de las Moscas al empujar el cráneo del cerdo
fuera del palo donde estaba empalado, una acción que refleja y completa la destrucción de
Roger de la concha en el capítulo anterior. La destrucción de ambos objetos le señala al
lector que los niños han caído en una brutal guerra civil. Ralph destroza el Señor de las
Moscas—un tótem para la tribu de Jack—para usar el palo en el que estaba empalado
como lanza para atacar a Jack. La acción de Ralph, por lo tanto, indica que ha aceptado los
términos salvajes de Jack de guerra, un conflicto que anteriormente había abordado con
razón y pacifismo, pero es muy tarde para eso. La decisión de Ralph de atacar a Jack o por
lo menos de defenderse con un arma indica que él también ha descendido al salvajismo.
Todos los vestigios de una civilización democrática en la isla han desaparecido, y no queda
claro si la monarquía de Jack retiene algún nivel de civilización.

Otra imagen ominosa en este capítulo es la lanza de Roger. Como Samyeric le informan a
Ralph, Roger ha afilado ambas puntas de su lanza, una herramienta que simboliza el peligro
que los niños han causado para sí mismos. La lanza simultáneamente apunta hacia el que
la empuña y al que está dirigida; es capaz de herir a ambos igualmente. El significado de la
lanza de doble filo es demostrado en la caza de Ralph. Es decir, para encontrar a Ralph, los
niños encienden un fuego que puede subyugarlos y destruir las frutas que son esenciales
para su supervivencia. Golding, por lo tanto, alerta al lector a las consecuencias
contraproducentes de la venganza: en el mundo de la novela, el precio mayor de herir a otro
es herirse a uno mismo.

A pesar de la situación aparentemente desesperada en la isla, sin embargo, los niños son
finalmente rescatados por un oficial naval cuyo navío se dio cuenta del fuego en la isla. Este
final no es solo inesperado sino profundamente irónico. No fue el fuego de señal el que
atrajo al crucero naval; fue el fuego forestal que encendió la tribu de Jack en un gesto de
extrema irresponsabilidad y auto-destrucción. Irónicamente y hasta trágicamente, es Jack y
no Ralph el que termina siendo responsable por el rescate de los niños. Las implicaciones
son nefastas: no fue la planificación cuidadosa y la previsión lo que llevó a los niños a la
seguridad, sino una coincidencia. Las consecuencias del salvajismo, no la civilización, son
lo que salvó a los niños. Con este gesto narrativo abrupto, Golding subvierte la lógica que
había establecido a través de la novela. Por supuesto, la justicia poética no es requerida,
pero el problema es perturbador. Tal vez, él sugiere, el salvajismo y la civilización son
menos disimilares de lo que creemos. Al presentar a Jack como el salvador accidental de
los niños, Golding termina la novela antes de que la acción pueda culminar apropiadamente.
Al lector no se le permite ver una batalla final entre Ralph y Jack, aunque fácilmente
podemos imaginar que Ralph está condenado. Ya que la deshumanización está completa,
no queda casi nada por decir.

La aparición repentina del oficial naval en la playa mitiga el efecto de la agresión de los
niños. El oficial es un deus ex machina (una figura inesperada que aparece casi de la nada
y sólo para resolver la trama y llevarla a una conclusión rápida). Su llegada a la isla libra a
Golding de tener que explorar las implicaciones finales del ataque suicida de los cazadores
sobre Ralph y el descenso del mismo Ralph a la brutalidad violenta.

En otro gesto improbable, el oficial naval le repite a los niños lecciones que, a través de la
novela, Ralph y Piggy han intentado impartir a los demás niños. Él enfatiza la importancia
del orden al igual que Ralph y Piggy, lo cual retroactivamente llama nuestra atención a la
madurez y sensibilidad de los consejos de Ralph. Aún así, el oficial naval no puede
comprender el alcance de las experiencias de los niños en la isla. Él interpreta la caza y las
caras pintadas como un juego infantil, sin darse cuenta de que su atuendo conlleva más que
un significado simbólico. Los niños no han estado jugando a ser salvajes; se han convertido
en ello. La mención del oficial de la novela de aventura del siglo diecinueve La Isla Coral
subraya su ignorancia de la brutalidad que domina la isla. Mientras los niños en La Isla
Coral tuvieron aventuras despreocupadas e infantiles, los niños en la historia de Golding
descienden a profundidades impensables de violencia y crueldad. A través de la ingenuidad
del oficial, la cual es informada por La Isla Coral, Golding critica de nuevo implícitamente las
descripciones idealistas de los niños en la literatura popular. Aún así, estos eventos
concluyentes tan poco probables se sienten abruptos y poco satisfactorios después de tanta
riqueza en la narrativa.

Otro aspecto importante del personaje del oficial naval es su admonición a los niños por no
comportarse como “niños británicos” apropiados, lo cual nos recuerda los clamores
patrióticos de Jack en el Capítulo 2 de que los británicos son los mejores en todo. La
aseveración del oficial simbólicamente lo ata a Jack y subraya la hipocresía de tal personaje
militar. Mientras el condena el juego violento de los niños en la isla, él mismo es una figura
militar, envuelto en una guerra continua que necesitó la evacuación de los niños de sus
hogares e involuntariamente llevó a los eventos que ocurrieron en la isla. Una vez más, el
problema es ambiguo: tal vez la violencia entre los niños no fue una expresión de un instinto
interno desatado sino un reflejo de la aparentemente “civilizada” cultura en la que se criaron,
una cultura envuelta en una terrible y fatal guerra. De cualquier modo, el oficial hace eco a
Ralph en vez de Jack, repitiendo muchos de las advertencias sobre reglas y orden que
Ralph le había expresado a los niños a través de la novela. Al asociar al oficial con Ralph
tanto como con Jack, de diferentes formas, Golding cuestiona la distinción entre civilización
y salvajismo que trazó con creciente énfasis en los primeros capítulos de la novela y luego
borró en los últimos capítulos.

Si el oficial naval salva a los niños de su auto-destrucción, puede haber llegado demasiado
tarde. Las escenas finales de la novela enfatizan el daño emocional permanente que los
niños se han infligido a sí mismos. Con la posible excepción de Ralph, los niños ya no están
acostumbrados a la sociedad de la que provienen. Golding subraya este hecho al presentar
a Percival como incapaz de decir su nombre y dirección como podía cuando llegó a la isla.
Más aún, Ralph percibe sus experiencias en la isla como el final de su inocencia. Él ha sido
testigo del derrocamiento de la sociedad racional representada por Piggy a favor de la
barbarie y tiranía de Jack. Sus pensamientos finales: “Ralph lloró por el fin de la inocencia,
la oscuridad del corazón del hombre, y la caída de su amigo fiel y sabio llamado Piggy”
(“Ralph wept for the end of innocence, the darkness of man's heart, and the fall through the
air of the true, wise friend called Piggy”). Estos pensamientos indican un juego con el mito
de Edén con el que comenzó Golding. Si hubiese un Edén en esta isla, era el lugar especial
encontrado por Simón que ninguno de los otros niños quería experimentar. Empezaron
fuera de Edén en vez de dentro de él. Cualquier paraíso que esperaban en la isla
desapareció cuando los niños escogieron la naturaleza y el instinto sobre la racionalidad y la
conciencia—lo cual se puede comparar, sin embargo, con el desarrollo de la racionalidad y
la conciencia en Génesis, lo cual aparente ocurrir principalmente luego de la Caída. Ralph
pierde su inocencia cuando se da cuenta de que la violencia inherente en la humanidad
siempre está bajo la superficie del orden y la moralidad que la civilización impone sobre los
individuos

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