Los microorganismos constituyen un grupo de seres vivos sumamente heterogéneo cuya
888única característica común es su reducido tamaño: todos son lo suficientemente
pequeños como para pasar inadvertidos al ojo humano, siendo preciso el uso de dispositivos de aumento como el microscopio óptico o, en algunos casos, el microscopio electrónico para poder observarlos. La gran mayoría de los microorganismos son unicelulares, aunque una parte significativa de ellos tienen organización subcelular y unos pocos forman agrupaciones de células de tipo colonial sin llegar a constituir verdaderos organismos pluricelulares. El área de la ciencia biológica que se ocupa del estudio de los microorganismos es la microbiología. Esta parcela del conocimiento biológico tuvo un desarrollo relativamente tardío en comparación con otras y su nacimiento puede datarse a mediados del siglo XVII, cuando Anton van Leewenhoek (Figura 20.1) realizó las primeras observaciones de lo que hoy conocemos como microorganismos a través del microscopio simple que él mismo había construido. Al igual que la citología, la microbiología languideció durante los siguientes doscientos años con una dedicación casi exclusiva a la descripción y catalogación de los distintos tipos de microorganismos que se iban descubriendo. Fue a mediados del siglo XIX cuando un renovado interés por algunas viejas polémicas, como la teoría de la generación espontánea, junto con el reconocimiento del papel de los microorganismos en la enfermedad y en determinados proceso industriales, como las fermentaciones, supuso la consolidación definitiva de esta ciencia. El sistema inmunitario, que está formado por células, proteínas, tejidos y órganos, defiende a la gente contra gérmenes y microorganismos día tras día. La mayoría de las veces el sistema inmunitario hace un gran trabajo, manteniéndonos sanos y previniendo posibles infecciones. Pero a veces los problemas en el sistema inmunitario pueden conllevar enfermedades e infecciones. El sistema inmunitario es el sistema de defensa del cuerpo contra organismos infecciosos y otros agentes invasores. A través de una serie de pasos denominados "respuesta inmunitaria", el sistema inmunitario ataca a los organismos y sustancias que invaden el cuerpo y que le podrían provocar enfermedades. El sistema inmunitario está compuesto por una red de células, tejidos y órganos que colaboran entre sí para proteger al cuerpo. Unas de las células importantes implicadas en la respuesta inmunitaria son los glóbulos blancos, también conocidos como "leucocitos". Los hay de dos tipos básicos, que se combinan entre sí para localizar y destruir a los organismos o sustancias que provocan enfermedades. Los leucocitos se fabrican o almacenan en muchas partes diferentes del cuerpo, incluyendo el timo, el bazo y la médula ósea. Por este motivo, estos órganos se llaman "órganos linfoides". También hay masas de tejido linfoide distribuidas por todo el cuerpo, principalmente en forma de ganglios linfáticos, que albergan leucocitos en su interior. Los leucocitos circulan por todo el cuerpo entre órganos y ganglios a través de los vasos linfáticos y de los vasos sanguíneos. De este modo, el sistema inmunitario funciona de forma coordinada para controlar la presencia de gérmenes o sustancias que podrían provocar problemas en el organismo.Los dos tipos básicos de leucocitos son: 1. los fagocitos, células que devoran a los organismos invasores 2. los linfocitos, células que permiten que el cuerpo recuerde y reconozca a invasores previos y que ayudan al cuerpo a destruirlos