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KEYNES
 
SEMANA 6  

 
 

KEYNES

Tras la guerra de secesión norteamericana (1861-1865) y con la abolición de la


esclavitud, esta sociedad gestó las condiciones de libertad de capital y mano
de obra que la posicionarían en menos de sesenta años como la potencia
industrial más importante del mundo. Estados Unidos no solo logró desarrollar un
fuerte aparato productivo con la introducción de la tecnología producto de la
Revolución Industrial, sino que pudo evitar la pauperización de la masa de
trabajadores gracias a la adopción temprana de reglamentación laboral. La
prosperidad producto de la aplicación de los principios del libre mercado había
permitido a la gran parte de las familias norteamericanas disfrutar de novedosos
bienes de consumo como autos, radios y todo tipo de electrodomésticos. De
hecho, en 1928 el presidente norteamericano Hebert Hoover declaró que,
gracias a la capacidad de producción alcanzada, Norteamérica podría aspirar
a ser la primera sociedad en la historia en eliminar la pobreza por completo.

Sin embargo, entre el 24 y el 29 de octubre de 1929, el sueño se derrumbó con


el desplome del mercado de valores norteamericano. Los principales bancos
quebraron y miles de empresas tuvieron que cerrar al no haber compradores de
sus acciones en la bolsa. Inevitablemente los ahorradores perdieron el
patrimonio que habían acumulado a lo largo de su vida y los prósperos
norteamericanos ahora enfrentaban enormes dificultades para conseguir un
empleo.

 
2 [ POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO]
 

Rápidamente la crisis norteamericana se irradió en todo el mundo, lo que llegó


incluso a presagiar lo que Marx había anticipado con respecto al inevitable fin
del capitalismo. ¿Qué sucedió? Los Gobiernos no tardaron en reconocer que la
sobreproducción que había generado anteriormente prosperidad traía consigo
también el germen de la crisis. El rescate de las economías de mercado
requería una revisión de los postulados clásicos que habían provocado la crisis.
De esta manera, emerge la obra de Keynes como respuesta teórica e hito
histórico para enfrentar la gran crisis del capitalismo.

En resumen, su objetivo era analizar las variaciones de la demanda agregada y


sus relaciones con el nivel de ingreso y empleo. De fondo, la preocupación de
Keynes era determinar las condiciones que permiten el pleno empleo de los
factores de producción y mitigar la tendencia de las economías de mercado a
generar crisis por exceso de producción. De su análisis, se derivo todo un
conjunto de políticas para fortalecer la capacidad regulatoria del mercado
con el fin de sortear épocas de crisis a través de la política monetaria, fiscal y
comercial.

Ruptura con los clásicos

La economía no se regula sola, incluso cuando hay pleno empleo de los


factores de producción dada la existencia de condiciones necesarias para
hacer efectivo el equilibrio que supone el libre mercado. En concreto, Keynes
considera que los postulados de Adam Smith y Ricardo sobre la autorregulación
del mercado en realidad son un caso especial, más no general del
comportamiento económico de las sociedades. De allí que su obra “La teoría
general del empleo, el interés y el dinero” (Keynes 1981) tenga como objetivo

 
3
 

precisamente analizar el proceso general que determinan la tasa de


ocupación y entender porqué no necesariamente la producción indefinida de
bienes y servicios genera plena ocupación.

¿A qué apunta específicamente la crítica de Keynes al pensamiento clásico?


En principio, se parte de que los fundamentos del comportamiento económico
de Adam Smith, desarrollados en La riqueza de las naciones, y de Ricardo, en
Principios de Economía Política y Tributación, que fueron posteriormente
formalizados en la ley de Say. El autor se señala que:

“[...] Un producto terminado ofrece, desde ese preciso instante, un


mercado a otros productos por todo el monto de su valor. En efecto,
cuando un productor termina un producto, su mayor deseo es venderlo,
para que el valor de dicho producto no permanezca improductivo en sus
manos. Pero no está menos apresurado por deshacerse del dinero que le
provee su venta, para que el valor del dinero tampoco quede
improductivo. Ahora bien, no podemos deshacernos del dinero más que
motivados por el deseo de comprar un producto cualquiera. Vemos
entonces que el simple hecho de la formación de un producto abre,
desde ese preciso instante, un mercado a otros productos”1.

De acuerdo con Say, la oferta agregada de una sociedad siempre será igual a
la demanda agregada, por cuanto la producción de los bienes presupone la
existencia de los medios para su compra, toda vez que se ha invertido

                                                                                                               
1
SAY, Juan Bautista. Catecismo de Economía Política. Zaragoza: Imprenta de Polo y Monge, 1833.

 
4 [ POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO]
 

previamente en los factores de producción. En términos sencillos, entre más se


produce, más dinero se tiene y, con ello, es posible comprar más bienes y
servicios. De ahí que la política consecuente sea estimular la producción pues la
demanda no constituye un límite a la oferta. Todo lo que se ofrece tiene un
mercado, tiene una demanda, y en consecuencia, la economía tiende al
pleno uso de los factores de producción. Así mismo, todo lo que no se consume
se invierte en mayor producción, con lo que se fortalece el círculo virtuoso del
crecimiento de la economía.

Sin embargo, para Keynes la producción no es la que determina la demanda,


sino la demanda es la que determina la producción y, de hecho, impone límites
a la producción. Ello implica dejar de suponer que la demanda agregada es
igual a la oferta agregada, para considerar que existen diferentes relaciones de
oferta y demanda agregada. Desde esta perspectiva la ley de Say (la oferta
agregada igual a la demanda agregada) es un solo caso dentro de múltiples
alternativas que existen en las economías reales. En el gráfico 1 se compara los
dos mundos: el mundo de Ricardo-Say donde la oferta agregada es igual a la
demanda agregada y, el mundo keynesiano, donde la oferta agregada no
siempre es igual a la demanda agregada.

 
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Gráfico 1. Comparación entre la relación Oferta Agregada (OA) y Demanda


Agregada (DA) según Ricardo-Say (Arriba) y Keynes (Abajo)

Fuente: CUEVAS. Op. cit., p. 603.

Hay varias características que son importantes analizar en los gráficos. En


primera instancia se aprecia que, en el los dos casos, la oferta agregada (OA)
tiene una pendiente de 1. Ello significa que tanto para Ricardo como para
Keynes, la OA es igual al Volumen de Empleo (N). Pero, para Keynes, esta
identidad tiene una trascendencia mucho mayor. Keynes no creía que el índice
de precios representará el valor real del producto nacional, razón por la cual
consideró que N es el verdadero valor agregado real de la economía en su
conjunto. Por ello, N es Igual al ingreso Nacional (Y) que, a su vez, es igual a la
suma de la remuneración del trabajo, sueldos, salarios, más la remuneración a
la propiedad de los medios como la producción, ganancias, dividendos y
rentas.

 
6 [ POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO]
 

Ahora, dado que la Demanda Agregada (DA) en el mundo de Ricardo y Say es


igual a la OA, siempre habrá demanda para absorber todo lo producido
mediante consumo (C) o Inversión (I). De allí que el ahorro sea igual a la
inversión y, de esta manera, el ingreso nacional (Y) será igual a la Oferta
Agregada (OA) la que a su vez será igual a la Demanda Agregada (DA) toda
vez que lo ahorrado (A) es Invertido (I).

Keynes, por su lado, siguió la misma línea argumentativa que no todo el ingreso
nacional se consume, sino que la diferencia Y-C tiende a ser positiva, y es
llamada comúnmente ahorro (A). De allí, y dado que Y=OA, se tiene que
OA=C+A. Sin embargo hizo dos salvedades fundamentales sobre el Consumo y
el Ahorro, lo cual explica porqué la Oferta Agregada no es igual a la Demanda
Agregada.

1. Si bien el consumo de los hogares tiende a crecer en la medida que


crece el ingreso, no lo hace en menor proporción. Por ello, el cambio en
el consumo de los hogares es siempre menor que el cambio del ingreso
nacional. De esta forma, al graficar la función del consumo, esta tiene
una pendiente menor a uno, dado que ΔC/ΔY<1. Keynes considera que
esta forma es una propensión marginal a consumir decreciente, en la
medida que la unidad de ingreso adicional al consumidor le implica una
propensión más débil para consumir.

2. De otro lado, no todo lo que se ahorra en una sociedad es invertido por


las industrias, sino que existe una inversión planeada (Ip). De hecho, como
se explicará más adelante, los empresarios toman la decisión de invertir

 
7
 

según su percepción de la tasa de ganancia en comparación de la tasa


de interés (punto que será explicado con mayor detenimiento
posteriormente). De manera que el Ip es solo una proporción del C, de tal
suerte que al sumar C+Ip se obtiene, igualmente, una curva con
pendiente menos a uno.

En conclusión, de acuerdo a Cuevas 2 , para Keynes DA=C+Ip, pero Ip no


siempre es igual a A. Por ello, lejos de existir múltiples puntos de equilibrio entre
la OA y DA, suele existir solo un punto de equilibrio denominado Demanda
Efectiva, dónde las economías tenderán a ubicarse.

Comportamiento de la demanda agregada, oferta agregada y demanda


efectiva

Dada estas presunciones sobre la oferta y la demanda agregada, ¿cómo


opera la economía? Particularmente, ¿por qué a pesar de que se logra
incrementar la producción en una sociedad industrial no es posible generar
pleno empleo? Supongamos que la economía de una nación se encuentra
representada en el Grafico 2, así mismo el punto Y1 representa el pleno empleo
en la sociedad, ¿puede esta economía alcanzar dicho punto de pleno
empleo?

                                                                                                               
2  CUEVAS,Homero. La economía keynesiana. En: Introducción a la economía. Bogotá: Universidad
Externado, 1992 p. 602 - 608

 
8 [ POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO]
 

Grafico 2. Interacción entre las funciones de oferta y demanda agregadas


según Keynes

Fuente: CUEVAS. Op. cit., p. 613.

En Y1, la DA es menor que la OA. Esto implica que las empresas acumulan
producción en su inventario, lo que les representa un inventario no deseado,
por cuanto no existen consumidores dispuestos a adquirir dicha producción y,
adicionalmente, la inversión planeada por las empresas es menor que los bienes
de capital ofrecidos. Esto no significa que no existan carencias sociales que
pudieran satisfacer con lo que la sociedad produce. Sin embargo, no existen
consumidores que estén en la capacidad de pagar el precio de dichos bienes
y servicios y, como los oferentes son racionales, tampoco están dispuestos a
reducir el precio e incurrir en perdidas.

 
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En todo caso, esta sobreproducción constituye una especie de peso muerto


que debe ser guardado sin ningún uso, mientras que los productores reducen
los factores de producción en uso (incluyendo el empleo), para equilibrar la
producción con la demanda. Dicho claramente, “si la propensión a consumir es
débil y las oportunidades de inversión no son atrayentes, una parte del ingreso
que no se consume tampoco se invertirá y la demanda efectiva se reducirá,
por lo que la economía se contraerá y el nivel de empleo descenderá”3

En el caso de que el ingreso nacional estuviera en el punto Y2 sucedería


exactamente lo contrario. Las empresas no están en la capacidad de producir
lo que los consumidores demandan ni lo que las empresas han planeado para
invertir. Esto implica la necesidad de hacer uso del ahorro o inventario
acumulado anteriormente para llegar así el punto YE, o punto de equilibrio. En
conclusión, solo en el punto de la demanda efectiva, donde DA=OA, las firmas
están produciendo exactamente lo que puede absorber el mercado y es
donde las economías tienden a permanecer. En este ejemplo, si la economía
intenta producir más a la derecha de YE, se activarán los mecanismos para
contraer la producción y, si por el contrario, la producción de la economía
nacional se encuentra a la izquierda de YE, se hará uso de los ahorros para
ampliar la producción a los niveles necesarios para satisfacer la demanda.

¿Qué alternativas tiene el Gobierno para impulsar la producción de un país


hacia el pleno empleo?

                                                                                                               
3
GERALDES, María Teresa. Las corrientes teóricas del Siglo XX. En: VIZCAÍNO LÓPEZ, María Teresa
(Ed). Ensayos sobre historia del pensamiento económico. Morelia: Universidad Michoacana de San
Nicolás de Hidalgo, 2009. p. 128.

 
10 [ POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO]
 

Una alternativa es incrementar la proporción marginal para consumir, esto


significa, aumentar la proporción en la que el consumo cambia cuando el
ingreso de los consumidores cambia: si se quiere, hacerlos consumir más rápido.
Aun cuando en teoría esta alternativa podría significar un nuevo punto de
equilibrio que ubicase la demanda efectiva en el punto de pleno empleo,
Keynes la considera poco factible. La base del sistema capitalista es la libertad
de los agentes económicos para tomar decisiones con respecto a los niveles de
consumo y ahorro, de manera que el Gobierno no puede forzar un orden de
preferencias en los individuos. Además, existe cierta pasión por la acumulación
que impulsa a los agentes a ahorrar incluso solo por el prestigio derivado de
acumular riqueza.

Si es inviable inducir una proporción marginal de consumo de manera tal que la


pendiente de la demanda agregada sea mayor, habría que analizar la
posibilidad de impulsar la demanda agregada a través de un incremento en la
inversión planeada de las industrias. De nuevo, teóricamente, una mayor
inversión planeada desplazaría la curva de la demanda agregada hacia arriba
de manera tal que la economía pueda alcanzar el pleno nivel de empleo. Sin
embargo, los empresarios no toman a la ligera la decisión de invertir en mayores
bienes de capital.

La inversión en capital tiene una eficiencia marginal decreciente, esto significa


que por una unidad más que se invierte en bienes de capital los beneficios de
dicha inversión son cada vez menores en comparación el valor de dicha
inversión. En consecuencia, si la percepción de los industriales es que la

 
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eficiencia marginal del capital es alta, estos tenderán a aumentar la Ip. Pero, en
la medida que invierten en Ip, la eficiencia marginal disminuye, situación que
desincentiva el incremento de Ip. No obstante, al ser esta una decisión que se
hace como apuesta en el futuro, está sujeta a las percepciones que tengan los
empresarios del futuro con la incertidumbre que ello supone. De allí que para
Keynes “la eficiencia marginal del capital (está) sujeta a fluctuaciones más o
menos violentas, que son la explicación del ciclo económico” 4 . Entonces,
¿cómo puede el Gobierno inducir una situación tal que la Ip tienda a expandir
la demanda agregada y así alcanzar el punto de pleno empleo?

Tasa de interés y oferta monetaria como herramienta de la Política Económica


del Gobierno.

Como se había anticipado, los empresarios toman la decisión de invertir según


su percepción de la tasa de ganancia en comparación de la tasa de interés (i)
en el mercado financiero. En efecto, para los empresarios, la tasa de interés es
el referente que les señala hasta qué punto deben invertir en bienes de capital.
Si la efectividad marginal del capital es menor que la tasa de interés, los
empresarios tendrían mayor beneficio invirtiendo en el mercado financiero en
vez de invertir en producir más.

El punto fundamental es que el Gobierno tiene mecanismos para poder


determinar la tasa de interés a través de la oferta monetaria, de manera que
esta se convierte en un primer instrumento para incidir en el Ip y, así, en la DA.
                                                                                                               
4
KEYNES, John Maynard. Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero. 2 ed. Corregida, 12
reimpresión. México: F.C.E., 1981. p.129

 
12 [ POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO]
 

Por ello, si le interesa expandir el crecimiento de la economía, el Gobierno tiene


que asegurarse de tomar las medidas requeridas para inducir una reducción en
las tasas de interés por debajo de la eficiencia marginal del capital. En caso
contrario, la economía se contraerá.

En términos técnicos, Keynes define interés como la recompensa por “quienes


poseen dinero por renunciar a su control líquido por él. De esta manera, existe
un mercado de Dinero compuesto por (1) quienes están dispuestos a renunciar
a dicha liquidez a cambio de la esta recompensa y;(2), por quienes están
interesados en adquirir dicha liquidez, caso en el cual el interés se constituye en
el “precio” de la liquidez adquirida.

La demanda por liquidez está compuesta por quienes la requieren para


efectuar transacciones, prevenir imprevistos y por quienes tienen fines
especulativos. Mientras que para los dos primeros fines el incremento de la
demanda de dinero es proporcional al crecimiento de la producción (Y), la
demanda por especulación dependerá de qué tan alta (o baja) se encuentra
la tasa de interés. Como cualquier mecanismo de mercado, se estará más
dispuesto a adquirir liquidez cuando la tasa de interés sea baja y, cuando ésta
sube, se tendrán incentivos para disminuir liquidez y recibir el pago de dicho
sacrificio.

En términos especulativos, si la tasa de interés es muy alta en comparación a la


tasa normal, los especuladores entenderán que el gobierno está próximo a
disminuir la tasa de interés, razón por la cual buscarán dar en préstamo para

 
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recibir el mayor pago posible por su sacrificio, antes que las tasas caigan y
pierdan la oportunidad de ganar un mayor interés. De la misma manera,
quienes carecen de liquidez propia buscarán esperar que las tasas caigan para
poder endeudarse en el futuro con una tasa más baja de interés. Por el
contrario, si la tasa de interés es más baja que la tasa normal, los especuladores
querrán esperar al futuro dado que la expectativa es que la tasa de interés
vuelva subir y, así, ponerla en préstamo cuando la tasa de interés sea más
atractiva. Por su lado, quienes requieren liquidez estarán más dispuestos a
adquirir prestamos lo más rápido posible, pues se prevé un incremento del
precio del dinero en el futuro.

Esta lógica especulativa es la que le permite al Estado establecer una política


de oferta monetaria. Así, en el caso de que el Gobierno ofrezca una cantidad
de dinero mayor a la demandada por la economía a cierta tasa de interés, se
tendrá que dicho exceso de oferta enviará las tasas de interés a la baja. Ello,
debido a que la sobreoferta de efectivo significa que existe más dinero
circulante del que se requiere para llevar a cabo transacciones y del que el
mercado financiero está en la capacidad de cooptar y pagar a un interés alto
para los ahorradores. Es decir, existen varios agentes económicos que tienen un
exceso de liquidez y están perdiendo las ganancias que dicha tasa le puede
significar. Pero no existen demandantes de liquidez que estén dispuestos a
pagar tan altos intereses, a menos que las tasas bajen. De allí viene la presión
bajar la tasa de interés.

De otro lado, si el Gobierno ofrece menos dinero del que es demandado a


cierta tasa de interés, dicha escasez presionará el incremento de las tasas de

 
14 [ POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO]
 

interés. De nuevo, aquí los demandantes tratarán de presionar por mayor


liquidez a los oferentes, pero dado que solo el Gobierno es quien puede
incrementar la oferta monetaria, los prestamistas solo proporcionarán liquidez a
los demandantes que estén dispuestos a pagar un mayor precio por contar con
dicho efectivo. De esta manera, las tasas de interés subirán hasta que la
preferencia de liquidez de los demandantes deje de ser excesiva con relación a
la oferta.

El control de la oferta monetaria es una primera herramienta, de la mano del


Gobierno, para incentivar la reducción de las tasas de interés y, con ello,
estimular al sector privado para que incremente la inversión planeada. Entre los
mecanismos que tiene el Gobierno a su alcance para establecer la oferta
monetaria se encuentra el crédito del Banco Central, las operaciones de
mercado abierto y el encaje bancario. Sin embargo, la reducción de las tasas
de interés por debajo de la eficiencia marginal del capital es una condición
necesaria, más no suficiente.

De hecho, existen un conjunto de factores que pueden dejar sin efecto las
políticas de oferta monetaria. Entre ellas, Keynes señaló, por ejemplo, la
posibilidad de generar inflación con el incremento de la oferta monetaria. Esto
es la tendencia a que los precios aumenten cuando el Gobierno genera un
exceso de liquidez en la economía. Así, se requeriría más dinero para llevar a
cabo las transacciones, de manera que la demanda por efectivo para llevar a
cabo dichas transacciones se aumente y deje sin efecto aquel “exceso de

 
15
 

circulante” que generaría, sin inflación, una reducción de las tasas de interés5.
Otros factores que podrían limitar este tipo de políticas son: (i) la posibilidad real
de que la demanda de liquidez sea muy elástica, de manera que un cambio
en la oferta monetaria no tuviera mucha influencia en el cambio de la tasa de
interés; (ii) la existencia de un valor mínimo posible de la tasa de interés, el cual
hace inocuo un incremento adicional de la oferta monetaria; (iii) la función de
inversión podría ser muy inelástica, de manera que una variación en la tasa de
interés puede tener una mínima repercusión en la disposición de los empresarios
para invertir; y, finalmente, (iv) la alta inestabilidad de la función de eficiencia
marginal del capital implica que, en no pocas veces, las caídas súbitas en la
percepción de los industriales sobre la eficiencia marginal del capital vuelvan
inocua la reducción de la tasa de interés.

Política fiscal como alternativa para impulsar el crecimiento económico y el


pleno empleo

Hasta el momento, se ha considerado que la Demanda Agregada es igual al


consumo y a la inversión planeada. Sin embargo, el Gobierno a través de su
política fiscal puede incidir en el nivel de demanda agregada y, así, reformular
la demanda agregada en términos de DA=C+Ip+(G-R), siendo G los gastos del
Estado y R el recaudo impositivo.

                                                                                                               
5
Este no era el caso de la economía en la Depresión pues consideraba que la subutilización de capital
haría que los precios incrementaran, pero a una proporción menor que el incremento de la oferta
monetaria. Un caso diferente ocurriría en las economías subdesarrolladas, donde existe déficit de capital.

 
16 [ POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO]
 

La teoría clásica había sugerido que el Gobierno no debe gastar más ingresos
de los que percibe por cuenta de los impuestos. Bajo este postulado, la adición
que el Gobierno podría hacer a la demanda agregada es “neutralizada” por la
sustracción que hace a la economía en forma de impuestos. Es decir, los gastos
del gobierno son exactamente igual a los impuestos que recauda de los
particulares y, por tanto, G-R=0.

Sin embargo, Keynes desafía una vez más a los clásicos sugiriendo que el déficit
fiscal puede ser deseable en tanto que produce un aumento neto en la
demanda agregada (el Gobierno esta adicionando más demanda de la que
quita a través de la actividad taxativa). De esta manera, tal como se aprecia
en la gráfica, un aumento del déficit fiscal a través de mayor gasto por parte
del Estado lograría desplazar la curva de demanda agregada de manera tal
que la demanda efectiva (punto de equilibrio entre demanda agregada y
oferta agregada) se ubicaría en el punto Y1, correspondiente al punto de pleno
empleo. A juicio de Keynes

Grafico 3. Aumento de la inversión planeada a través de la política fiscal

 
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Fuente: CUEVAS. Op. cit., p. 603.

Esta idea revolucionaria inspiró toda una serie de políticas públicas destinadas a
superar las crisis económicas a través de la intervención del Estado en
economía. Así, por ejemplo, Keynes habría influenciado en cierta medida la
política de New Deal de Fraking Delano Roosevelt y, prácticamente, las
políticas económicas de los países occidentales tras la Segunda Guerra Mundial.
En su conjunto, dichas políticas apuntaban a expandir la demanda agregada a
partir del déficit fiscal y la inversión directa del gobierno en la economía. Sin
embargo, la pregunta que queda en el aire es ¿Para qué debería endeudarse
el Gobierno?

De hecho, habría que decir de manera intuitiva, que Hitler había encontrado
en la inversión en gasto militar la solución para salvar la economía alemana tras
la Primera Guerra Mundial, con las desastrosas consecuencias que trajo ello
para la humanidad. Incluso, desde el otro espectro ideológico, existiría la

 
18 [ POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO]
 

tentación de que el Estado tomará el control de los medios de producción tal


como el modelo socialista sugería. Sin embargo, estas dos opciones fueron
desestimadas abiertamente por su inconveniencia y, en particular, sobre el
socialismo Keynes señaló:

“Pero más allá, ninguna razón obvia existe para un sistema de Socialismo de
Estado que abarque la mayor parte de la vida de la comunidad. No es la
propiedad de los medios de producción lo que es importante que el Estado
asuma. Si el Estado es capaz de determinar la cantidad agregada de
recursos destinada a aumentar los instrumentos y la tasa de recompensa de
aquellos que los poseen, habrá logrado todo lo que es necesario”6.

Alternativamente, y dada la naturaleza improductiva de la burocracia, la


inversión en obras públicas sería el destino ideal del gasto. Y, en el caso
hipotético que no se requiriera mayor número de obras públicas, la alternativa
sería repartir el déficit fiscal entre los individuos dispuestos a consumir. Keynes lo
sugiere en los siguientes términos:

“Si la Tesorería del gobierno llenará viejas botellas con billetes, las
enterrará a buenas profundidades en viejas minas de carbón que luego
fueran rellenadas hasta la superficie con la basura de las ciudades, y
dejará a la empresa privada, sobre la base de los probados principios del
laissez-faire, cavar huecos para sacar los billetes otra vez […] no habría
más desempleo y, con la ayuda de las repercusiones, el ingreso real de la
                                                                                                               
6
KEYNES, John Maynard. Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero. 2 ed. Corregida, 12
reimpresión. México: F.C.E., 1981. p. 378.

 
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comunidad y su riqueza también se harían mucho más grandes que antes.


De hecho, sería más racional construir casas y cosas parecidas, pero si
hay dificultades políticas y prácticas para conseguir esto, lo anterior sería
mejor que hacer nada”7.

Ahora, el déficit fiscal no es una solución universal a todas las economías que se
encuentran en aprietos para generar pleno empleo. De hecho, es una solución
a un problema concreto: la crisis derivada de la sobreproducción cuando la
demanda agregada es inferior a la oferta agregada. ¿Qué sucedería si el
Estado apela al déficit fiscal cuando la demanda agregada es superior a la
oferta agregada? Pues bien, dado que en este caso no se ha logrado la
acumulación de capital suficiente para emplear la población disponible, el
desempleo no es producto de la sobreproducción. En este escenario, el
desempleo se debe a la ausencia de capital, de modo que el consumo del
gobierno sacrificaría al ahorro necesario para acumular dicho capital de
manera que el déficit fiscal sería contraproducente. Así “los mayores gastos del
gobierno actúan reduciendo el empleo y la producción futuros o disminuyendo
la producción de los bienes y servicios demandados en el mercado a cambio
de los servicios que consume el gobierno”8.

                                                                                                               
7
KEYNES. Op. cit., p. 380.
8
CUEVAS, Homero. La economía keynesiana. En: Introducción a la economía. Bogotá: Universidad
Externado, 1992. p. 651.

 
20 [ POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO]
 

Política comercial

Un rasgo fundamental de las economías occidentales es su interdependencia


con otras a través del comercio. En consecuencia, la demanda agregada se
ve afectada por la balanza comercial de los países, de manera tal que Keynes
reformula la demanda agregada en los siguientes términos: DA=C+Ip+(G-R)+(X-
M), donde X es la demanda externa de los servicios y bienes nacionales; y, M
representa el total de las importaciones. La diferencia entre X-M constituye el
saldo de la balanza comercial. De allí se deduce que si la balanza comercial es
negativa, la Demanda Agregada y, a su vez, es positiva y se expandirá. Así, la
política comercial de los países para afrontar el desempleo voluntario debería
apuntar a exportar más e importar menos. En un mundo donde todos los países
tuvieran un exceso de ahorro, para que un país se vea beneficiado por un
superávit de balanza comercial tendría que existir otro país que se vea
perjudicado por su mayor nivel de importaciones que exportaciones. En la
historia se han reportado guerras de proteccionismo, donde cada país busca
cerrar sus fronteras al máximo, imposibilitando a la postre una balanza
comercial significativamente favorable para dinamizar la Demanda Agregada.
Lo anterior, sin contar que un nivel menor de interdependencia comercial,
debilitaría los lazos de cooperación entre países y aumentaría las tensiones y
conflictos políticos. En resumen, Keynes no vería plausible una solución de este
tenor, sin obviar las nefastas consecuencias que podría implicar la falta de
interdependencia económica tal como lo evidenció la Segunda Guerra
Mundial.

 
21
 

Ahora, es claro que en el mundo existen países con exceso de ahorro


(desarrollados) y otros con déficit de ahorro (subdesarrollados). Mientras que los
primeros requerirían exportar capital los segundos requerirían importarlo, de
manera que habría cierta complementariedad. Sin embargo, esta posible
solución económica tiene importantes consecuencias políticas, dado que
tendería a perpetuar la brecha entre países desarrollados y subdesarrollados.
De hecho, los países subdesarrollados no solo requerirían de importación de
capital para generar pleno empleo, sino la existencia de un mercado para sus
productos. De allí, que una forma para proteger los mercados internos sea
evitar el déficit comercial y mantener equilibrada la relación entre
exportaciones e importaciones. Finalmente, no se puede asegurar la disposición
de invertir en países subdesarrollados, puesto que los incentivos están dados por
la rentabilidad y no por la solidaridad entre países.

En el marco de dicha discusión y, a partir de los aportes analíticos keynesianos,


en Latinoamérica surge una escuela de pensamiento que entrará a evaluar las
implicaciones de la relación asimétrica entre países desarrollados y países
subdesarrollados. Esta escuela de pensamiento patrocinará políticas
desarrollistas para la sustitución de importaciones, partiendo de las bases que el
déficit comercial es perjudicial para el desarrollo de los mercados que requiere
la producción nacional.

Bibliografía

 
22 [ POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO]
 

ALDANA, Yanold y SILVA RUIZ, José. Mercados imperfectos, keynesianismo y


economía del desarrollo. En: Pensamiento económico con énfasis en
pensamiento Económico Público. Bogotá: ESAP, 2008. p. 101-125.

CUEVAS, Homero. La economía keynesiana. En: Introducción a la economía.


Bogotá: Universidad Externado, 1992.

GERALDES, María Teresa. Las corrientes teóricas del Siglo XX. En: VIZCAÍNO LÓPEZ,
María Teresa (Ed). Ensayos sobre historia del pensamiento económico. Morelia:
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2009. p. 117-145.

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