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DEL
DEL T R A B A J O
Num. 34
-- . - - -- -M A.-Y O D E 1916
-- - -
BUENOS AIRES
IMPRENTA Y E N C U A D E R N A C I ~ ND E LA P O L ~ C ~ A
1916
ESTA PUBLICACIÓN ES ÓROANO
DEL
J0sf-í E L ~ A SN ~ K L I S O N
VOLUMEN II.
L i B R O S 111. y \V.
SUMARIO
El presenle número del Boletín contiene la segunda parte del informe presentado
por el Inspector del Departamento Nacional del Trabajo, sefíor José Elias
Níklison, a raiz de la investigación que ¡e iuera encomendada en los terri-
torios federales del Chaco y Formosa. Dividido, corno el número anterior.
en dos libros, el presente contiene las siguientes materias:
DEL
CHACO Y FORMOSA
Las viejas y humildek reducciones santafecinas, -el Sauce,
Santa Rosa, San Javier, Reconquista (antigua San Jerónimo),
San Martín y San Antonio,-se transformaron, con el andar del
tiempo, en pueblos importantes que sirvieron de centros de atrac-
ción a muchas colonias agrícolas. Los misioneros, cumplida la
labor, fueron abandonándolas a medida que alcanzaban u n buen
grado d: progreso. Y, con las reducciones, abandonaban los
templos, las escuelas y las casas levantadas por ellos, entregán-
dolos a los gobiernos civil y eclesiástico de la Provincia.
Impulsados por los mismos ideales y propósitos que mo-
vieran sus actividades y energías en la larga obra llevada a feliz
término, renuevan sus gestiones con el gobierno federal para"
penetrar en los territorios del Chaco y Formosa y proceder al
establecimiento de otras reducciones, simiente, quizá, de futuros
pueblos y zonas de trabajo.
En 1888, 1892 y 1896, los misioneros de San Lorenzo,
Salta y Corrientes, se presentan por repetidas veces al gobierno
federal y solicitan su cooperación en el sentido indicado; y aun-
que obtienen decretos como el de Junio de 1896, que autoriza
a los de Salta a fundar una misión con los indios del cacique
Valdivieso, no se hace nada práctico, sin embargo, hasta dos
años después, en que los de San Lorenzo, -merced a la inteli-
gente intervención del P. Pedro Iturralde, - consiguen permiso y
tierras para establecer la que habría de llamarse San Francisco
8 o l e t í n del Drparfnriief~toNacionnl dcl Trubajo
i
del Laishi, en el territorio de Forrnosa. Bajo iguales ai 1
fundan los misioneros de Salta la de Nueva Pompeya, territorio
del Chaco, en 1900; y los de Corrientes, la de San Francisco
Solano, próxima al Pilcomayo, también en el territorio de For-
moca.
La decisión de los misioneros para acometer la nueva em-
presa queda demostrada en la frecuencia y empeño de sus peti-
ciones al gobierno, así como la huena voluntad de éste en la
generosidad y amplitud de la ayuda que muy luego les dispensara.
Esto no obstante, parece que se procedió por una v otra parte
sin mayor reflexión y estudio de los planes y métodos a seguir.
A excepción de la de San Francisco del Laishi, fundada por
el niismo P. Iturralde, a diez y nueve lefias de Formosa, a orillas
del río Salado, en campos y montes extraordinariamente fértiles
y ricos, las otras se ubicaron mal; a tal punto, que en la de Nueva
Pornpeya -situada sobre la margen derecha del río Bermejo, casi
en la frontera de Salta, - la provisión de agua para el abasteci-
miento de su pequeña poblacion llegó a constituir un grave
problema, apenas establecida; y a la de San Francisco Solano,
hubo necesidad de trasladarla dos leguas más al Sur del lugar
en que fuera fundada por fray Terencio Marcucci.
Las misiones están separadas entre sí por considerables
distancias, y las dos últimas en situación bastante desfavorable
para comunicarse con lo: centros de aprovisionamiento y mer-
cados de la región. Nueva Pompeya queda a ciento treinta
leguas de Metán y a ciento doce de Resistencia; y San Francisco
Solano del Pilcomayo, aunque mas cerca de la capital del terri-
torio de Formosa, carece, sin embargo, de fáciles vías de coniu-
nicación con dicho punto duraiite largos períodos al allo.
No conozco las razones a que pueda haber respondido esa
ubicación de las misiones, pues en las fuentes de información
a mi alcance, sólo he obt~nidoel motivo que se adujo en opor-
tunidad para determinar la de la última: la necesidad de llevar
la influencia de la civilización argentina a aquelia región limi-
trofe con el Paraguay.
El alejamiento excesivo de las misiones y también el error
Lus acluales Misiones del Chaco y Forrnosa
R
establecimientos industriales y en el trabajo en general-
región, y los de un ex gobernador de territorio, - también mi-
litar - que valientemente s u p o remarcaria con frases lapidarias,
;igrega!)a: Nuestro indio no c i tan saivaje corno se cree. Coiioce
las ventajas de la civilizacíón y 1% aceptaría dc biieii grado,
si la experienci~ n o le enseñara que la mayor parte de las
, veces civilización es para él sinónimo de o p r ~ s i ó n . . . .
Obligado por las privxione; del desierto, y atraído por el
.
halago dc ciertas conveniencias y s a t i ~ f ~ c c ; ~ i lqii::
e s le ofrew
ia vida d.! las poblaciones Íranteriza;, el indio se a c e r ~ aa ellas
« y se entrega a un rudo trabajo c!i canlbir) dc una riiezquina
rccompensa /'. . , .
Trayendo de iiucvo el recuerdo de ckrias palabras del
coronel Baldrich, -hermosas p x exactas, -que yo también crzo
haberlas recordado en el transcurso de este trabajo:- El indio
< tiene tan falsa idea de nuestra civilización, c o m o gran parte
de nosotros la tenernos respecto a las verdaderas coiidiciones
morales del salvaje, muy superiores a la idea que de ellos nos
iormamos >,- continúa: Por esto, asimismo, parece que el
indio fuera refraciario a ia civilización, cuando, en r a l i d a d , es
refractario a las injusticias de la civilizacicín. En contacto con
el crist~anode la frontera, trabaja con él, observa su modo de
u scr, ve su avaricia, se da cuenta de la falra dc equidad con
, que recompensa su trabajo, comprende que lo explota, y si se
somete a servirle es porque la necesidad lo obliga a ello; pero
tiene su corazón lleno de amarguras y a b x r e c e , por instinto,
a todo hombre civilizado, porque sus eleme.itos de juicio no
+ le permiten extender su vista más allá del estrecho circulo
a en que s e agita, y ni se imaqina siquiera que tras aquella civi-
( lización opresora, que él conoze, hay otra civilización cristiana,
, justiciera y humanitaria. Y esta es la que debe hacerse conocer
\ al indio, para que la ame, la abrace y s e asimile a su vida
( moral, política y social >.
Estas últimas palabras del misionero podrían muy bien
sintetizar el ideal prrseguido por las fundaciones de su Orden,
en la necesidad de subsanar o suprimir,-en lo que respecta a
El ideol d f ins i\li.sion~~
Y LAS
(1) El plam convenido dc cinco afios f u é prorrogado por decreto del 9 de Marro de 1906.
I3oleli11 del IJc[inrlulllc/i/o A'ncic~:aldel I!.iii-rijo
2y
m
internos, contrZctiles y dilatables por naturaleza, allí más qLie
otras partes, se traducen, según el carácter y las aptitudes pers*
nalej de los encargados de su cumplimiento, en benekiosos o
perjud'ciales empuj,-S d? p r O p 3 0 o retroceso.
El p ~ s o n a llaico de las misiones, superior y subalterno, -
contadores, encargados de almacenes y talleres, maestros, capa-
tace;, etc., -es nombrado directamente por el Padre Superior.
LOS' REGLAMENTOS DE LAS Ml5lONES .
.-. Y
v
L o s REGLAMENTOS
DE LAS MISIONES
O B J E T O Y FIN D E L A M I S I ~ N
DISPOSICIONES GENERALES
DEL TRABAJO
.
« pueda verjficarse su importe, serán declarados nulos y retira-
dos de la circulación.
u Queda prohibido el expendio de cualquier artículo, aun al
u dueño, cuando conste que es para darlo en pago de pérdi-
« das en el juego o por curaciones clandestinas de enfermos.
La Misión racionará gratuitamente a todos los indios, aun
cc a los que trabajen por su cuenta, y a sus familias respectivas,
r
a la Misión, de conformidad con la segunda parte del artículc
14 del Acuerdo de 20 de Marzo de 1914; las donaciones
personas bienhechoras hagan para el sostenimiento de la nii-
- 1
'
u misma Misión.
DE LAS ESCUELAS
D
mingor. La distribución de raciones constituye el e s p e c t á c u I
más animado, pintoresco y característico de la Misión. Son la
mujeres las que concurren a recibirlas, y siempre lo hacen acom-
pañadas por sus numerosos hijos. Dias de fiesta aquéllos para
las tobas, asisten al reparto luciendo sus más lindos y vistosos
trapos y collares. El Padre Superior que, auxiliado por un viejo
carnicero, efectúa personalmente el reparto, las recibe una a una,
y al darles los artículos de reglamento, aprovecha esa oportuni-
dad para indicarles lo que conviene hacer en las chacras, o amo-
nestadas, suavemente, por la flojedad o descuido en el trabajo
o por la falta de asistencia a los actos religiosos o morales de
la Misión. Y como sus diez y siete años de continua práctica
misionera lo han hecho un docto en materia de psicología
indígena, y conoce, por consiguiente, la influencia, más que
influencia, el dominio que ejercen, dulce o bravamente las
chinas sobre los tobas, sabe sacar partido de las reuniones bise-
nianales, en el sentido de obtener, por medio de las mujeres, el
tipo de hombre que él y la Misión necesitan para sus fines.
La ración, para personas mayores de catorce años, se com-
pone de : doscientos cincuenta gramos de carne, setecientos
gramos de maíz pisado y setenta y cinco gramos de yerba. A
las familias que cuentan con menores de catorce años, se les
aprovisiona a razón de una ración de los dos primeros artículos
por cada dos menores.
La ración anterior, como ya lo he dicho, es general y se
entrega invariablemente a las tamilias según el número de per-
sonas de que estén formadas, por más que alguna o algunas de
éstas trabajen en el ingenio o en la administración y reciban en
ella la comida.
D
ahora cuenta data de entonces. En la actualidad no funcio-
sino a intervalos, para cubrir las necesidades del consumo i n
terno del establecimiento. Recibe fuerza de uno de los motores
del ingenio y tiene varias sierras y trozadoras que son maneja-
das exclusivamente por los indios.
f
haciendas, llegando a veces e a última a destruir el setenta y cinco
por ciento de los terneros; pero, desde hace algún tiempo, el
estado general del ganado es excelente, aun el del caballar y
mular, que ya no son atacados por el mal de caderas, debido,
quizá, al incremento tomado por el cultivo de las tierras. El
cruce del zebú con la vaca ha dado muy buenos resultados, con
la obtención de un tipo desarrollado y resistente a las enferme-
dades y epidemias más frecuentes en la región. La carne es artículo
abundante en San Francisco de Laishi; se vende por trozos, no
al peso, y está por su bajo valor al alcance de los más pobres.
!
lo que representa un saldo deudor de $ 45.907.85 m!n que con
el practicado el mismo día y mes de 1914 da:
H A B EK
Ccrealcs . . . . .
Azúcar. . . . . .
Frutos del país . .
Instalaciones. .
L~nibarcaciones .
Cjaslos varios . . .
Estaiicia . . . . .
Eiiseñaiiza y Policía
IJrefectura . . . .
Fotografía . . . .
,.
l ropa de carros . .
Farmacia . . . . .
Quinta. . . . . .
Kacionarniento. . .
Elaboración de tejas
Liniosnas. . . . .
Subsidios varios .
Taller de herrería .
Misas celebradas . .
Ingresado por el Pa-
d r e Bueriaveiitura
de donativos parti-
culares . . . . .
Depósito de almacén
y tienda. SALDO .
Cuentas corrierites :
Diferencia en el año
anterior . . . .
( 1 ) -El seflor Linch Arribálzaga, Delegado del Ministerio del Interior y autor dcl
informe citado, es, según queda dicho, un versado en investigaciones y estudios sobre ra-
zas y naciones indígenas de America, en particular sobre las que poblaron, y aun pueblan,
lastimosamente diezmadas, algunas casi extinguidas, el Norte argentino, a las que ha
observado con perseverancia y entusiasmo. Lo cito, pues, complacido, y he de hacerlo
más adelante, en abono de mis propias opiniones, que, en muchos casos, coinciden con
las suyas.
Aoletin del 1)rpnrtnnicrrto Nacional rlrl Trnhnjo
N A C I O N E S O T R I B U S CHAQUEÑAS
DISTRIBUCI~N
GEOGR~F~CA
DE LAS NACIONES
o TRIBUS
CHAQUEÑAS
(1) Los mocovies, que han sido en otros tiempos, según varios autores, superiores
física y moralmente a los tobas, en la actualidad casi llegan a confundirse en su condi-
ción de hombres de paz y de trabajo. Su tipo, sin embargo, presenta al observador dife-
rencias de estructura y color que no ofrece el del toba, por lo general uniforme, lo cual
se explica fácilmente si se tiene en cuenta la proximidad de los primeros a los centros
de población, con los que han mantenido relaciones de todo género, y el relativo aisla-
miento en que han permanecido los segundos.
(2)S Resulta averiguado de todo eso que los pilaga no son sino una subtribu de
xla tribu de los toba, la cual, a su vez, pertenece a las del tipo mocoví-abipón del Chaco,
,<queforman parte de la gran familia etnica que se ha convenido en llamar con el nom-
bre genérico de guaycurú ,. - - GLVDOB o G G I A N ~ . - C Ode ~ ~Etnografia
~ ~ ~ ~ O Paraguaya
Moderna
- -LINCH~\RRIBÁLZAGA, en el informe citado. dice que los pilagaes no son al parecer
sino una parte de los tobas.
8
114 H o l e t ~ ndel D e p a r l a m ~ n t oh'ncronul del Irabrzjo
.
- - P . TECHO.- Historia del Paraguay.
( 2 ) - . . .. . ... a todos los de estas naciones llamarnos los españoles guaycurús.
. no porque haya nació11 de guaycurús. sino por que la voz guaycurú significa inhumani-
dad y fiereza. Están estas naciones entre el Bermejo y el Pilconiayo, y tienen el mismo
idioma que los tobas .. - P.. ;MOKILLO -Colecr:ión de Angelis. --T VI- pág. 21..
.
S
( 3 ) ... . son tan ligeros, que los indios comarcanos los llaman por propio nombre
a juríes, que quiere decir avestruces, y tan osados y denodados en el pelear. que uno de
aNTOCOUITT. Y <TOBA>
ETIMOLOG~ADE LAS DENOMINACIONES
'' NTOCOUITT
" Y TOBA " "
c( es
\ ectoh » o <, ectoqué », la misma que c toc \, dado el forie-
Holetln d r l Departamrntt> Nnrbonnl de/ Trabajo
o isletas
\\ l - los macizos de monte que hacen en conjunto la
gran selva chaqueña -- ofrecen aspectos variadísimos, tanto de
tamaño como de configuración. A través de todo el campo abar-
cado por la visual, se escalonan en formas caprichosas de una-
belleza imprevista y realmente superior. Las que se alzan en primer
término, de u n verde oscuro y brillante, pero siempre esfumado
en los contornos por divinas irradiaciones de luz, se separan a
veces, a intervalos breves, y entregan al placer de la contempla-
ción hermosísimos prados; en otras, las aberturas se dilatan en pla-
nos sucesivos, degradados en delicadas armonías de tono, hasta el
remoto fondo, donde, en los días claros, los dos azules, el del
cielo y el de los úliimos montes, casi se confunden.
He dicho que estos paisajes llevan la variedad de aspectos
a u n grado que sorprende, dada la uniformidad de sus planos
v líneas de horizonte y la limitación e igualdad de los elementos
que los constituyen, cualquiera sea el punto desde el cual se les
observe para tomar de ellos una impresión, y quiero demos-
trarlo en lo posible.
Compónense los bosques de las mismas variedades de árboles;
pero las formas de aquéllos y la situación de éstos, dentro del
conjunto, los diversifica por completo, así como los mutabi-
liza su mayor o menor distancia a los ríos y arroyos que co-
rren numerosos y ondulantes por las zonas del litoral, y a las
lagunas, a los bañados y a los esteros que hacia el interior tachonan
esas tierras de promisión. Aquí, los lapachos se yerguen en el centro,
El Pals de los Tabas
E L TOBA
A excepción de la D'Orbigni, reproducida con algunas otras
en la obra del Sr. Lafone Quevedo, no conozco ninguna des-
cripción simple y exacta sobre el aspecto físico de los tobas.
Su temperamento mora! apenas si ha merecido hasta ahora la
atención de los exploradores y de los estudiosos.
D'Orbigni, que en las magistrales clasificaciones de su
qc Homme Americaine » incluye a los tobas y mocovíes en una
misma sección de los indios del Chaco, que él llama pampea-
nos, dice : <c Son robustos, dr piernas gruesas, grandes, espaldas
tx anchas, pecho desarrollado y el cuerpo poco esbelto. La obe-
« sidad no se conoce entre ellos. Sus facciones tienen mucho
\< de la de los charrúas ; cabeza grande, cara ancha, sin ser llena,
c frente saliente, la nariz ensanchada por lo abierto de sus ven-
« tanas; los pómulos bien pronunciados en el adulto, la boca .
<( grande, los dientes hermosos; las orejas pequeñas y también
Chiriguanos
Matacos ..
Mocovíes .
Tobas .. .
a) Niñas.
b) Niños.
.
( 1 ) - El indio es naturalmente bueno y manso. Tiinido, con la timidez de tres siglos
de persecución, sin el alivio de una victoria, acobardado por el continuo desastre, cazado
a como una fiera y sin derecho a radicarse en ninguna parte, se le piden virtudes de que
carecen sus detractores.. . . . . ,,
( 2 ) - La civilizaciún es para el indio barbai-ie y tirania; cxplotncitin, hambre y
crueles tratamientos.. .. . . Por desgracia, este punto de vista del indio sobre nosotros lo
justifican siempre coti los hechos. 3 - Coronel J. 4 . UALDRICH- - El Chuco Central Norte.
Aoielin del L)epnr.fatnento Nncionnl del 7'rcrDnjo
(1) - ..................................................................................
...... .. ...... En uno de esos establecimientos habia una escuela a la que asistían ciii-
,.cuenta niños indios ; los hijos de los cristianos los miraban con desprecio y repulsih.
E El prejuicio de la raza obra de una manera poderosa en la niñez, estimulado por l o que
oyen a los padres. Los indiecitos adelantaban mucho; como a los de San Martin del Norte,
se les encontraba gran disposicitin para las cartas geogriificas, pero se cambiaron los
profesores alemanes y los indios fuei-oii echado.; de la escuela.. . . . . x - i3ini.e~MASSE.
-Obra citada.
( 2 ) - El juicio de los escritores acerca de la falta de aseo de los indios es unifortiie
como el de la fealdad de sus mujeres. Sin embargo, se incurre y sostiene con ello un craso
e inexplicable error.-- Yo he observado perseverantemente a los tobas, y los he encontrado
siempre, por lo general, más inclinados a la limpieza pei-sonal que muchos de los pobla-
dores cristianos de las fértiles tierras que otrora fueran de sus dominios. El ingeniero Juan
Pelleschi, en su notable y difundida obra Los i~zdiosinatncos y su lengua, no participa
de la opinidn corriente, y la rebate--en lo que respecta a los indígenas por él estudiados.
inferiores en todo a los tobas, francs yjhábilmente. Transcribo algunas frases del me-;-
cionado ingeniero, a fin de acompañar y sustentar con uii juicio docto y respetado el
emitido por mi en el párrafo de la llamada:
Suele asegurarse que estos indios son muy sucios - escribe Pellcsclii - más y o
tengo muy serias dudas al respecto ; porque durante el verano yo los he visto tirarse
por gusto al agua a cierias horas fijas del día en gran núinero, as¡ de hombres como
de mujeres, cada sexo en su lugar. Esto revelaría más bien tina costumbre y no un ca-
c pricho: aparte de esto, a menudo están en el agua para pescar. Cierto es que parecen
Sin la más leve sombra de egoísmo, sin apego a las
materiales que los rodean, los tobas entregan su pan y sus
pobres pilchas al primero que las necesita. El hombre que se
acerca a una vivienda toba penetra a ella como a su propia casa
y dispone a su antojo de todo cuanto contiene. Se ha dicho
que ese desprendimiento carece de la virtud de la reflexión, que
es un acto primo, desprovisto del noble valor del acto sentido
y pensado, por cuanto se nota que los tobas conceden la hos-
pitalidad sin ofrecerla previamente ; pero ,.j para qué ofrecer aquello
que quizá se sienten obligados a dispensar, como por un deber
ineludible ?
He visitado toldos de tobas trabajadores, en los cuales se
carecía hasta de lo más indispensable para la vida. I!?quirí la
causa de tanta miseria, y se me respondió que las provisiones,
limitadas para el consumo de la familia, habian sido comparti- '
sucios, ante todo por la tez, y después por los arañones que forman costras. y por la
quemadura del sol, que arruga la piel tostada, especialmente sobre los hombros; y por
8 fin, como que andan descalzos y desnudos en el fango, entre malezas y arbustos, y como
se acuestan en el suelo, es natural que se llenen de tierra, tal como se empolva cada
uno de nosotros, que se lava mil veces al día y mil veces vuelve a donde da con qué
ensuciarse; mugrientos empero, perdOneseme la expresión, no lo son, y yo afirmo que
no son sucios por costumbre D.
( 1 )-= La inteligencia de nuestros indios está bastante desarrollada a pesar de su
profunda ignorancia de nuestras cosas, de niotio qiie son capaces de aprender cuanto
. se les quiera eiiseñar~.- LINCHARRIBÁLZAGA.--~~~. citado.
Ijoletin del Depurtonrozfo Nucioirul del i'rnbujo
. caso que quería aquí consignar. para corroborar mis afirmaciones y llamar la aten-
ciún del público en general, y las autoridades en particular. Al mismo tiempo, haré una
3 reflexión. Hasta ahora, las armas que los ingenios y obrajes han dado a los indios les
<, han servido para matar a los pobladores, a Los oficiales y soldados del ejército; pero
.
T esta vez han servido para matar a los empleados de los ~izisrnosque se las dieron. Huel-
gan los comentarios D. Y más adelante: c conste que un fraile misionero ha levantado
su voz para que se corte de raíz un abuso que ha ocasionado iiiuchos males y dejado
en la orfandad a numerosas faniilias.. . .
2
142 I ~ o l f f i t idcl I)fpnrfonifnto Nncionnl d f l Trnbujo
mas del Chaco Austral » presencié en dos días del mes de Sep-
tiembre último, días que llaman allí de anticipo », escenas de
vicia que no he de olvidar; ( l ) y los tobas, que poco t i e m m
después de llegar yo a Formosa se retiraban de los trabajos d c
ingenio LA TEUTONIA, recién terminados, me contaron la libertad
con que allí también satisfacen su inclinación por el alcohol. Y
se comprende: el aprovechamiento del esfuerzo del indio no
resultaría tan eficaz, privadas las empresas de ese poderoso agente
auxiliar.
Ya he dicho la inclinación del toba al alcohol. Es posible
que ella se encuentre fundada en las condiciones del clima de
la región, que en los meses de verano resulta a veces enervador,
cn ciertas horas, bajo la presión de temperaturas frecuentes.
Los indios «ariscos >., que así se les llama a los que no aban-
donan definitivamente los montes, los que viven en el centro del
Chaco, se embriagan con <,lataggá >,la sabrosa chicha toba, en
los días alegres de la algarroba. La con facilidad en
« capedagnac », especies de bateas hechas de grandes troncos
socavados, a manera de piraguas o cachibeos.
Apasionados también por el tabaco, - « nashiedec :, - lo
fuman sentados en grandes círculos, con intenso y contagioso
placer sensual. Usan pipas o boquillas de madera, fabricadas
por ellos mismos; y cuando la provisión de aquél no es abun-
dante, una sola shideranaqui-que así llaman a la pipa- bien
cargada recorre todo el círculo, de boca en boca. La pipa toba
es un palo corto y recto, ahuecado más en una punta que en la
otra, e igualmente grueso en las dos. El tabaco se considera
por los indios como inestimable presente.
La habilidad y destreza que los tobas evidencian en la caza
y en la pesca son admirables, como se ha de ver en otra nota.
Las opiniones respecto a su valor, a su conducta en los
momentos de peligro, están divididas en abierta oposición de
conceptos. Algunos lo presentan arrojado hasta la temeridad, y
otros cobarde hasta la vergüenza. Yo rechazo esas opiniones,
1 ) --- El toba, como el mataguayo, emplea, ademis de las fogatas que anuncian Iri
presencia de gente extraña en la comarca (cristianos) otros medios noticiosos que c«risis-
ten en colocar, ya sobre la superficie de las sendas o caminos, ya en los raniajes que los
sombrean, objetos variados que indican tal o cual cosa. Asi es frecuente hallar en estos
caminos tortuosos y estrechos, flechas o fragmentos de las mismas, palitos cruzados en
formas diversas, restos de cotas o montecitos de ceniza. A los ramajes los quiebran o
atan en disposiciones variadas.
Todos estos signos que nada dicen al viajero o al s ~ l d a d oexpedicionario son noti-
cias preciosas que los bomberos de la tribu comunican a su aduar de la marcha, direc-
ción o planes de aquéllos, de su fuerza y elementos. Frecuentemente hemos notado estos
tiechos que demuestran la sagacidad del indio. - J. AXADEO RALDRICH.- Obra citada.
Roletín del Depnrtnnt~ntoNrrrionnl del Trrrbnjo
(1) - El señor Juez de Paz de una colonia frecuentada por los tobas me aseguraba
que éstos exigen de los patrones, al comprar caballos, un <papela, como; certificado de
propiedad. Algunos patrones satisfacen los deseos de aquéllos, entregándoles, en efecto,
un .papel., que los tobas guardan cuidadosamente; pero ese papel es en blanco, y ape-
nas alejados del establecimiento los pobres indios, les hacen quitar los animales por la
policía, a quien engañan con falsas denuncias de robo.
(2) --
C, ...... No hay robo, ni estafa, ni ratería, ni nialfetría que no se atribuya al
<, indio, aunque se tenga la evidencia de que no ha podido cometerlo.
c. Hay que tener en cuenta que los criminales y prófugos de muchas provincias
.<, ganan aquellos montes, cambian de nombres y escapan a la acción de la justicia, pero,
(1) - ........ Y bien: hemos cruzajo durante mucho tiempo por aquellos parajes,
.llevando 8
inmediatamente a la libertad.
La mayor parte de nuestros peories eran tobas, de esos tobas que mataron a Gra-
vaux, y vilelas, que son mansos, y. sin embargo jamás nos abandonaron, y por el con-
trario, nos acompaiiaron muchos al fln de la campaña, hasta nuestro punto de embarque*.
- MELITON GONZÁLEZ. -El Gran Chaco Argentino.
"W-
LA FAMILIA
L A S M U J E R E S TOBAS
L A S M U J E R E S TOBAS
(1) - Mi inaiz.
( 2 ) -- Todos los que han escrito sobre los tobas, a excepcitin del artista italiano
Boggiani, presentan a las mujeres de la raza como repugnantes monstruos de fealdad. Es
posible que no hayan visto sino algunas viejas, deformadas por la edad, por la miseria y
por el tatuaje, que hasta hace pocos años era general eniie los tobas. La alta autorldad
del malogrado pintor que acabo de citar. refiriéndose a ellas, dice: Sus facciones, que
en estado normal, sobre todo cuando jovenes, no serían desagradables, se vuelven repe-
lentes por la costumbre de cortarse el pelo tan corto y la de desfigurarse con un com-
a plicadisimo tatuaje indeleble que les cubre toda la cara B. - G,UIDOBOGGIANI. - Obra
citada.
-- El uso del tatuaje es exclusivo de las niiijeres y comienza por los años de la nubi-
lidad con una pequeña cruz, en el centro de una figura romboidal, en la frente. El tatuaje
de la misma frente en líneas verticales en dirección de los ojos, sobre la barba y ambos
carrillos, y de la barba. Una mujer es la que practica la operación, y no toda de una vez,
sino en varios tiempos, dejando que sane una parte, antes de proceder al tatuaje de las
otras. El instrumento con que se ejecuta es una espina del palla grflik (vinal?) mojada
en una tinta hecha con hojas de pitalayik y carbón.-Fray ZACARIAS Ducc1.-Los tobas y
s u lengua.
Lns nrujcres lobus
..
S niños de la familia. No abandonan jamás a sus progenitores, ni hay ejemplo entre ellas
de madres que cedan a sus hijos, y sOlo por inhumana violencia se les puede alejar de
su lado '). -- MANUEL CHUECO. - Formosa.
viviendas tobas, los montan a horcajadas, como los hi
con las sayas recogidas y las bronceadas piernas d~........,.
Viajando así, colocan a sus hijos en la misma posición, ade-
lante y atrás, en apretada hilera; y los m& chicos, los que 110
pueden sostenerse sobre el cortante lomo de la bestia, los sus-
penden a la espalda o a los flancos, en lienzos o mallas, que
pasándolas por debajo de los brazos las anudan sobre los hom-
bros. En las marchas a pie, el mayor peso de la carga lo sos-
tienen con el « nogoiquilequet », tejiao de fibras de caraguatá,
apoyado en la frente.
Pertenecientes a una estirpe de vigorosa constitución ner-
viosa, las mujeres tobas son fuertes, pero recatadas en el amor.
Ignoran todo cuanto desnaturaliza a los actos que traducen la
atracción sencilla de los sexos. Ardientes y fecundas como las
tierras en que vieron la luz, procrean de manera extraordinaria.
Las familias son numerosas, e incontables los niños en los toldos
de la raza.
La autoridad del padre es la autoridad suprema de la fami-
lia, pero ella se ejercita bajo formas tan suaves y flojas, que casi
podría decirse que no existe. Cariñosos y condescendientes con
las mujeres, lo son aún más con los hijos, a quienes complacen
hasta en sus menores caprichos. Si alguna vez los reprenden,
lo hacen siempre de palabra, en términos suaves, que se esfuer-
zan en ser persuasivos. Los que han vivido por muchos años
entre los tobas aseguran no haber visto jamás que u n padre
castigara a su hijo. Acaso desde muy niños los crean en
iguales condiciones de seriedad, y facultades de reflexión a
las de los hombres, por cuanto en la sociedad de familia
aparecen todos colocados en el mismo nivel. El medio espe-
cial que la civilización de los blancos ha creado a los indios
sometidos al trabajo, y la influencia de éstos sobre los llamados
<c ariscos », contribuye indudablemente a la producción y soste-
( 1 ) - . . . ... .. Este rasgo, y el intenso amor que siente por sus hijos el indio ame-
.ricano, paréceme que destruye más de una leyenda sobre los salvajes, y que, en verdad,
honran más aola humanidad que muchas de nuestras propias costumbres s.. - LINCH
ARRIBÁLZACA.- Informe citado.
LOS TOBAS EN EL TRABAJO
Los T o s ~ sEN EL TRABAJO
.eficiente e importante cii ci Chaco. Sin él ti!, hay ingeiiio azucarero. ni algodonal. ni
maní, ni liada importante.
Es él el cosechero i r r e e n ~ ~ l a z a h ldel
e algodún, nadie le siipcra en el hnchn. ni eri
la coseclia del maní.
El trabajo de los cañaverales, el de los obrajes, el A
minos, canales, ferrocarriles, etc, lo realizan los tobas e.. ,-..
diciones singularmente ventajosas para el mismo trabajo y para
los que lo ordenan, tanto por su costo, forma y cantidad, como
por su rendimiento.
Se asegura infundadamente, a nii juicio, que el trabajo de
los tobas es de menor rendimiento que el de los cristianos, los
trabajadores blancos. Podrá, quizás, resultar así, parangonado en
labores que por su naturaleza reclamen paciencia y minuciosa
prolijidad, pues el indio pone en ellas u n cuidado amoroso
que forzosamente lo retarda, para asegurar su perfección ; pero
en la obra ordinaria, en el trabajo rudo a que los patrones lo
dedican, obtiene un rendimiento muy superior al de los otros
trabajadores, sin ninguna excepción. Así, el indio demorará ma-
yor tiempo que el obrero de origen europeo al ejecutar un tra-
bajo cualquiera de arte industrial, para terminarlo mejor en sus
más imperceptibles detalles; pero con el machete de la zafra, o
el pico y la pala del excavador en las manos, no hay quien lo
supere, ni siquiera iguale. Lo atestiguan los cañaverales de «Las
Palmas a y de La Teutonia .>, las vías de los ferrocarriles na-
,(
Si los propietarios dcl Chaco niiraran este asunto con el tiiiiyoi' y niás crudo de
los egoísmos, pero ilustraco, serían humanitarios por egoísmo, y cuidarian de los indios
. siquiera como aniniales i~isubstituiblespara labrar stis fortunas; pero es seguro que no
-
lo harán, si la Icy no lo impone y con mano fuerte. - BIALET ,VASSI.-Obra citada.
...... El indio e s el iinico brazo apropiado para el Chaco : es el itistriirnetito que
. 13 iiaturaleza ha puesto alli p.ira explotar las riquezas que derrntiiti en aquel suelo.
Cuando llegue el momento de hablar de las producciones e industrias del Chaco,
.
.
hemos de ver al indio imponiéndose c o m o bracero para esa región. y a las industrias
chaqueíías c periclitando si les falta ese concurso.. ......................................
...............................................................................................
El indio es el primer peón del Chaco y para el Chaco. t -- M E L I T ~GONZÁLEZ.
\ --
Obra citada.
Los robas en el trabajo
I
algunos bocados, la jornada prosigue tenazmente hasta el final. ( 'm
Y como transcurren los días, trascurren también las semanas y
los meses. Los días de tregua son pocos, y se destinan a la
caza o a la pesca, más que por placer-- en los establecimien-
tos industriales - por imperiosas necesidades orgánicas.
El indio, allí, como en todas partes, experimenta deseos de
despreocupación, de solaz y esparcimiento; pero más que de
eso, y con mayor frecuencia, experimenta deseos de comer.
Y caza y pesca para comer y para alimentar a los suyos, a los
ancianos, a las mujeres y a los niños de la familia.
En las labores citadas, y en las de la siembra y recolección
del algodón, es donde los tobas descuellan en !a afirmación de su
fortaleza, de su habilidad y de su rendimiento. Más tarde, mejor
adiestrados, triunfarán también en otros cultivos y en otras iti-
dustrias.
Al estudiar las ventajas y desventajas que ofrece el toba,
considerado como trabajador, ciertos industriales y escritores
anotan, entre las últimas, su movilidad, su falta de perseverancia,
su invencible predisposición a la vida nómade que le impide
permanecer firme en las tareas hasta su completa terminación.
El indio es ndniade por necesidad en las selvas y en los centros
de trabajo; pero no por la necesidad superior de una organiza-
ción naturalmente predispuesta al movimiento ambulatorio, sino
por la determinada por exigencias de estómago. También emi-
' gra al advertir la sangrienta ofensa de su recompensa en el
trabajo. « Otras veces, quizás las más frecuentes -triste es
«confesarlo -el éxodo obedece al desengaño que recibe al ver
,. constantemente burlados sus esfuerzos, que se pagan con
(
irrisorias. Eiitonces quema los toldos
aleja en silencio, mas no sin haber saldado antes las deudas
de todos los individuos de la tribu.
« No es difícil, empero, vincularlo al lugar en que se le
<. ocupa - agrega el autor de estas observaciones - tratándolo
-
I
(1 ) ~-~¡\'cII
! ~ ~ l : l t ? i iZlA G A . -- Illf0r111? C i t 3 d O .
Los Tobas e n el trubu~o
libro 11, podrá verse que a los tobas que allí trabajan bII
D
naderos y agrícolas, tales como el cuidado de ovejas, la -S
y recolección del maíz, la construcción de cercos y c o i
para los cuales son muy hábiles. Los hacen traer agua desde
largas distancias para abrebar los ganados, y en pago de todo
eso les arrojan un miserable mendrugo, con menos compasión
que si se tratara de bestias. i Pobres indios!
Con el comandante Hermelo, encontramos a un grupo de
iobas que se retiraban de cierto establecimiento, después de ha-
ber trabajado durante algunos meses. Venían semidesnudos y
famélicos. Era aquél un montón de extenuados y harapientos,
como es imposible concebirlo en nuestros pueblos y campos.
Donde se efectuó el encuentro se había carneado el día ante-
rior, y el lugar estaba cubierto de asquerosos desperdicios. Ape-
nas fueron éstos descubiertos por los indios, se abalanzaron
sobre ellos, con los ojos encendidos de violentos deseos y con
las manos convertidas en garras, por el hambre brutalmente
incontenible. Y yo tengo muy presente el gesto de piedad y de
indignada protesta que produjo en aquel varón fuerte y noble
-que más de una vez, impulsado por el debe; militar, en lan-
ce de leyenda, midió su bravura y su destreza, bizarramente
criollas, con la de los mas temidos caciques de las tribus del
desierto - ( l ) ante el cuadro de injusticia, de imprevisión y dc
desamparo social que los tobas nos demostraron, pues a él, más
que a mí, le constaba que esos hombres abandonados a la mi-
seria acababan de cumplir un pesado y duro trabajo, no recom-
pensado por aquellos para quienes fuera hecho.
otro cacique mejor, es decir. más liberal. -. Fray ZAC,\R~AS DUCCI. - Obra citada.
( 2 ) --Este rasgo. como muchos otros que se imponen a la atención en el estudio
social y etnológico de los tobas, parece denotar la comunidad de origen y la igualdad de
tipo de los indigenas ctiaqueños. Fray Vicente Calorii, en sus Apuntes sobre los moco-
vies, dice: M Si el cacique que gobierna la tolderia quiere reprender a un súbdito por faltas
cometidas, escucha éste la represión con mucha atenci6n; pero inmediatamente se
tcmanda m ~ d a ra otra toldería y se pone bajo la obediencia de otro cacique; de manera
que el que menos reprende in5s súbditos tiene Corno así se condujeran los caciques Ko-
que, Honifacio y Zurriqiiin, así también siis tolderías eran más numerosas 8 .
Orgararrizacidn Polltica y Civil de los 7obas
. (1)-El indio del Chaco está persuadido dc ser el legitimo dueño de todc!r, los te-
rrenos, y, por lo tanto, considera a los pobladores cristianos como invas~resv usurpii-
.dores de sus propiedades> FRAYRAFAEL. Gouei.i.i. Obra citada.
182 Boletln del Departamento Nacional del Trabajo
D
recen colocados los aborígenes en la sociedad de la t r i b u T
la nación a que pertenecen.
Enawag yacayá- \c todos son mis hermanos » - dice el
toba, en explicación y garantía del sentimiento de fraternidad
que lo identifica a la suerte de sus compañeros y que consti-
tuye, como es Iógico, lz base del comunismo social indígena;
enawag yacayá, dice, y entrega generosamente o hace partícipes
de sus alimentos a los semejantes que los necesitan, plenamentc
seguro de obtenerlos a su vez, sin pedirlos, cuando haya de
ellos menester.
Nadie tiene más derecho que otro cualquiera- tratándose
de indios, naturalmente -sobre la tierra y sus frutos, por tnás
que estos últimcs se deban, casi sieinpre. al trabajo de algunos
pocos. Si un individuo y rarnilia toba sieriibra maíz o zapallos,
la cosecha es recogida y disfrutada por los demás como por
ellos mismos, con el tácito consen!imier,to de los que podrían
creerse sus legítimos dueños.
Los tobüs, al igual que los indígenas de las otras naciones
chaqueñas, no ejercitan el con~ercio,siendo su estado social
originario el mismo de aquéllos Como podrían ejercitarlo
<(
(])-FRAY ZACARIAS
DUCCI.-Obra citada.
Religión y Supersticioms de los í'obas
(1 )-
... ... .. Coino todos los salvajes, los tobas tambien tienen iin terror pánico
al alma o espíritu dc los muertos, y, arrastrando a los que van a morir lejos de las hahi-
taciones, creen con eso que su alma no ir8 a molestar a los vivos 2. - Guino B O G G I A ~ I .
Obra citada.
e alimento y vuelven a la tarde con un párvulo al p e c h o 6
a luz sin socorros ni cuidados de ningún género, los m
guardan reposo y dieta absolutos; y durante la lactancia de sus
hijos, el toba se abstiene de comer determinadas viandas, para
librarlos de dolorosas enfermedades y de viles deformaciones.
Si durante ese tiempo comieran carne de oveja, por ejemplo,
i
la nariz de¡ niño se aplastaría hasta tomar la forma y propor-
ciones de las de los lanares. i Y de qué manera y con cuánta
sinceridad lo creen !
Seria Iíirgo enumerar ias abundantes supersticiones de estos
buenos indios, reveladoras todas, como las ya expresadas, de
una inocencia y candidez singulares. A su ingreso a la civiliza-
ción, el toba las olvida, o por lo menos aparenta olvidarlas,
para sustraerse a la curiosidad y a la burla de los cristianos.
Es así como en los centros de trabajo se demuestra un obre-
ro sin creencias ni supersticiones, y por tal se le tiene. Pura
y simplemente un trabajador.
-
LAS ENFERMEDADES DE LOS TOBAS
~MEDICOSBY AUGURES
<< MÉDICOS » Y AUGURES
(1) -El estado social de los tobas es, con pocas diferencias. en la vida primiiiva,
cI de los otros indigenas del Chaco. Viene bien, pues, aqul transcribir los conceptos del
ingeniero Pelleschi, respecto a las artes y profesiones de los aborígenes, conceptos que
desvanecen ideas erróneas y difundidas sobre las costumbres y el trabajo de aquéllos.--
.
* Se acostumbra a decir que cada indio se lo hace todo.. .. . Y sin embargo, no es así.
Podrán ser errantes, pero no dejan de repartirse la labor. Entre los indios hay arme-
.
<, ros, cónstructores de canoas, fabricantes de redes, tejedores, ete.; éstos venden sus arte-
factos a los cornpalieros y reciben en cambio otros objetos. Tienen, pues, s ~ i sgremios
<. de artes y oficios; pero en embriün, se entiende a. .- OBRACITADA.
fioleti~r d d D~parrarnentoA'acio~~aldel Trabajo
b
Todás las chinas saben hilar y tejer muy bien; pero nom
todas trabajan en esas labores de su predilección, porque care-•
cen de los elementos necesarios. A los indios, perseguidos con
bestial encarnizamiento, se les han quitado sus hatos y pequc-
ños rebaños, y la latia escasea en la mayor parte de las tribus.
Los ponchos calejnek -- y las fajas -- saatarki -anchas y
largas, como que alcanzan a dar tres o cuatro v~ieltasa la ciil-
tura, las hacen de lana blanca y teñida de azul y de rojo. Se
ha empezado a mezclar el algodón a la lana, en la coiiieccióii
de fajas, y no ha de pasar mucho tiempo sin que él constituya
!a materia prima única, por cuanto hoy, aunque eri reducida
escala, los indios lo cullivan.
Los ponchos, de excelente textura, son a rayas y lisas vcr-
ticales de los mencionados colores, combinados de infinitas nia-
:leras. Es así corno siempre resultan originales en su uniforrw
simplicidad decorativa. El dibujo de las fajas, igualmente gcomé-
trico, es más rico, pues las líneas horizontales y vcrticaies alter-
nan con triángulos a una o dos tintas, con roriibos y cuadrados
superpuestos, de felices efectos. La composición general es dc
una simetría absoluta, y las figuras parciales de sostenida regu-
laridad en todos sus contornos. Hay fajas de dos y de tres colo-
res nada más; pero la variedad del dibujo logra vencer en ellas
la forzosa monotonía de los tonos.
Emplean también la lana en la confección de unas bolsitas
del tamaño y la forma de las que usan las señoras. Llainaiilris
cotaqui, y soii muy finas y bonitas. hluchos yoguayqui-- male-
tas de viaje o valijas de los tobas--vasras bolsas hechas í!c
cuero de ciervo, libre de pelo, llevan en torno de la abertura,
guarnecidos por delgado galón de lana, dibujos en forma de línea
quebrada, azules y rojos. El galón se prolonga por ambas par-
tes, y sirve para colocar las bolsas a la bandolera, en los días
de marcha.
Con fibras de evira y caraguatu .,, hacen cabos, pio-
U L
,
nas que deba albergar. Parece que hubo un tiempo en que todos
eran uniformes, redondeados en la planta y cupulares en el
techo; p r o ahora impera en la mayoría de ellos la planta rec-
tangular y el techo inclinado hacia una sola parte. Unos cuantos
palos y ramas y un poco de paja o de pasto bastan a la cons-
trucción de la cabaña toba. A veces se emplean también, como
elementos de construcción, cueros o esteras de junco muy bien
tejidas por las chinas.
fjolef~rzdel Bcprrrlanic~itoNacioi~nl del Trabajo
( 1 ) - Los indigenas chaqueiios producen el fuego frotando con fuerza y rapidez dos
pequeños maderos, blando y aplanado e¡ uno, y duro y en punta el otro; pero hoy, son
mfis los que con ese objeto usan el a yesque'ro a, llamado por los tobas nodik. El artefacto,
del cual conservo dos ejemplares, es, como todos los de su procedencia, de esmerada
construcci6n.
Uuletin del Departumento Nacional del Trabajo
Art. 269).
El proyecto que vengo cxtractando, en previsión de circuns-
tdncias contrarias a su aplicación integra, contiene otras dispo-
siciones que de ninguna manera deberán omitirse e n cualquier
adaptación que de él se hiciera. Entre esas disposjcic~nesfiguran
las generalcs del Capitulo 1, y ias contenidas en los artícu-
los 264, 266 p 271 del Capítulo 11. Sería largo citarlas a todas,
por lo cual me limito a niarcar su importancia y oportunidad,
ya que he podido comprobarlas al estudiar sobre el terreno la
situación actual de los indígenas.
Hecha la ley y reglamentada en la practica y en los detalles
de forma que deben completarla, habrá llegado el momento de
proyectar la inscripción de los obreros indígenas en los regis-
tros del Departamento Nacional del Trabajo, la forma de los
contratos, etc., y de hacerla cumplir eficientemente.
Y esto último, que ha de constituir lo más grave, si no difí-
cil, de la acción protectora de los tobas, merecerá especial
I ~ o l e t i ndel' L)epnrlamento Nacionul del í r a b u ~ o
JosÉ E L ~ N~KLISON
A~
Inspector.