La promulgación de la Ley Nº 254 de 5 de julio de 2012 -Código Procesal
Constitucional- ha implicado la codificación del derecho procesal constitucional en el país. Si bien dicho Código entrará en vigencia recién el próximo 6 de agosto, es menester referirnos al mismo, por estar estrechamente relacionado con la justicia constitucional y con las acciones de defensa establecidas en nuestra Constitución Política del Estado (CPE) y por tratarse del primer Código de esa naturaleza que se aprueba en el país. El Código Procesal Constitucional tiene por objeto regular los procesos constitucionales ante el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP), así como las acciones de defensa ante Juezas, Jueces y Tribunales competentes. Podemos resumir el contenido del Código, plasmado en 152 artículos, 4 disposiciones finales y 3 disposiciones transitorias, de la siguiente manera: 1. Regula la labor de interpretación constitucional del TCP. 2. Establece los principios procesales de justicia constitucional y la presunción de constitucionalidad. 3. Regula el procedimiento para la revisión de las acciones de defensa ante el TCP: Acción de Libertad, Acción de Amparo Constitucional, Acción de Protección de Privacidad, Acción de Cumplimiento y Acción Popular. 4. Regula las acciones de inconstitucionalidad. 5. Establece el procedimiento para la tramitación de los recursos ante el TCP, tales como Recurso contra Tributos, Recurso contra Resoluciones del Órgano Legislativo y Recursos Directo de Nulidad. 6. Determina el procedimiento para conocer y resolver los Conflictos de Competencia. 7. Finalmente, regula el procedimiento para el Control Previo de Constitucionalidad y Consultas. El referido Código, en su Art. 2, dispone que el TCP en su labor interpretativa aplicará, con preferencia, la voluntad del constituyente, de acuerdo con sus actas y resoluciones, así como el tenor literal del texto de la CPE, pudiendo aplicar la interpretación sistemática de la CPE y la interpretación según los fines establecidos en los principios constitucionales. Al respecto cabe mencionar que la doctrina reconoce cinco métodos de interpretación constitucional: el método literal, el método sistemático, el método finalista (teleológico), el método histórico y el método sociológico; de los cuales los tres primeros han sido recogidos por el Código Procesal Constitucional. En lo que atañe a los principios procesales de la justicia constitucional, cabe resaltar el de no formalismo; principio por el cual no es necesario cumplir una serie de requisitos como el patrocinio de los abogados y la presentación de escritos para el caso de la Acción de Libertad. Una regla que queda incompleta en el Código es la relativa a los casos de improcedencia de la Acción de Cumplimiento, previsto en su Art. 66, puesto que se establece que dicha acción, que tiene por objeto garantizar la ejecución de la norma constitucional o legal, cuando es omitida por parte de entes públicos, no procederá contra la Asamblea Legislativa Plurinacional con la intención de exigir la aprobación de una Ley; habiéndose omitido reglar lo mismo para el caso de las Asambleas Departamentales y los Concejos Municipales, o sea que estaría abierta la posibilidad de interponer esta acción contra los legisladores departamentales y municipales. Otro aspecto que deberá ser complementado por otra ley o modulado por el TCP es acerca del alcance de la Acción Popular, que según lo reglado por el Art. 68 del Código “tiene por objeto garantizar los derechos e intereses colectivos, relacionados con el patrimonio, espacio, seguridad y salubridad pública, medio ambiente y otros de similar naturaleza reconocidos por la Constitución Política del Estado, cuando ellos por acto u omisión de las autoridades o de personas naturales o jurídicas son violados o amenazados”, y que, conforme el Art. 70, puede ser interpuesta durante el tiempo que subsista la vulneración o amenaza a los derechos e intereses colectivos protegidos, sin necesidad de agotar la vía judicial o administrativa que exista al efecto. En sí, citadas disposiciones del Código han sido recogidas del texto constitucional (Arts. 135 y 136), no habiendo sido desarrolladas de forma más amplia en el Código. En lo que se refiere a los Conflictos de Competencia, se han regulado los conflictos positivos de competencias y los conflictos negativos de competencia. Los primeros que facultan a la autoridad que se considere afectada requerir al Órgano correspondiente, que el acto cuestionado sea derogado o declarado nulo (se entiende que el acto administrativo ha sido ejecutado), y de ser el caso interponer la demanda de conflicto de competencia ante el TCP; y los conflictos negativos de competencia relacionados a que una autoridad se considere afectada por la falta de ejercicio de una competencia. Asimismo, el TCP resolverá los conflictos de competencias entre las Jurisdicciones Indígena Originaria Campesina, Ordinaria y Agroambiental; que, conforme lo establecido en el Art. 101 del Código Procesal Constitucional, la demanda puede ser planteada en dos circunstancias: 1. Por cualquier Autoridad Indígena Originaria Campesina, cuando estime que una Autoridad de la Jurisdicción Ordinaria o Agroambiental está ejerciendo jurisdicción en el ámbito de vigencia personal, territorial o material que, de acuerdo con la CPE y la Ley, le correspondería a la Autoridad Indígena Originaria Campesina. 2. Por cualquier Autoridad de la Jurisdicción Ordinaria o Agroambiental cuando estime que una Autoridad Indígena Originaria Campesina, del lugar donde tiene jurisdicción en razón de territorio, está ejerciendo atribuciones propias de la Jurisdicción Ordinaria o Agroambiental de acuerdo con la CPE y la Ley. Finalmente, un aspecto relevante es el previsto en el Art. 39 del referido Código, que establece que al momento de conceder una acción (declararla procedente) se puede determinar la existencia de indicios de responsabilidad civil o penal, estimando en el primer supuesto el monto a indemnizar por daños y perjuicios y en el segundo, remitiendo antecedentes al Ministerio Público y a la Procuraduría General del Estado cuando corresponda. Ojala que este precepto legal sea aplicable en su verdadera dimensión, ya que el mismo es concordante con lo dispuesto por los Arts. 110-II y 113-I de la CPE que señalan, respectivamente: “La vulneración de los derechos constitucionales hace responsables a sus autores intelectuales y materiales” y “La vulneración de los derechos concede a las victimas el derecho a la indemnización, reparación y resarcimiento de daños y perjuicios en forma oportuna”. Y decimos que ojala la reparación del daño se haga efectiva en los casos que correspondan, aún estando un órgano público de por medio, puesto que si la justicia constitucional no lo hace, ¿que nos queda? ¿la justicia divina?.