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Título: La competencia de urgencia de Familia de los Juzgados de Paz del Interior


Autor: Klett, Selva
Publicado en: LJU Tomo 111, 177
Sumario:
Cita Online: UY/DOC/320/2009
A mi padre, el juez.
A todos los jueces del país.
1.OBJETIVO.

El presente trabajo, tiene por fin rendir homenaje a una publicación jurídica con un fuerte arraigo en el país,
y uno de cuyos méritos más relevantes ha sido llegar a los lugares más alejados del Uruguay, y constituir un
material de fundamental importancia no sólo para magistrados y abogados, sino también, para todos aquellos
profesionales que -de una manera u otra- operan en el área del Derecho.
El tema escogido, por su parte, tiene relación con la idea advertida en el primer párrafo, en tanto aspira
simplemente a realizar un aporte en un aspecto de claras connotaciones prácticas, de aplicación continua en el
interior del país y no abordado hasta el presente.
De ahí entonces, deriva como una consecuencia lógica del objetivo que lo inspira, la óptica con que se
examinará la temática, con una especial acentuación en el funcionamiento del instituto, y acotando las
consideraciones de orden teórico únicamente a las necesidades de una mejor comprensión.
2.ORIGEN DE LA NORMA.

La problemática de familia que regula el art. 379 de la Ley No. 16320, había sido objeto de preocupación de
un grupo de jóvenes docentes que actuaban en la Cátedra de Derecho Procesal de los Dres. Luis Viera y Jorge
Marabotto. (1)
El análisis de las necesidades en este punto a nivel del interior del país, derivó en la propuesta formulada en
las Vlas. Jornadas de Derecho Procesal realizadas en la ciudad de Paysandú en abril del año 1991.
Concretamente se proponía la asignación de competencia en algunas cuestiones de familia a los Juzgados de
Paz, en situaciones de urgencia y mediante la realización de un procedimiento ágil, que no retardara la solución
que la situación requería. Tal propuesta recibió el caluroso apoyo de los colegas del interior, sensibles a la
problemática, en función de soluciones competenciales que significaban la consideración de los aspectos
particulares de esta zona del país.
Se pretendía con la ampliación de competencia luego aprobada, que la solución de conflictos de índole
jurídica quedara reservada a los órganos naturalmente competentes, es decir a los que por mandato de la
Constitución ejercen la función jurisdiccional. De lo contrario, el conflicto familiar, debía plantearse -por lo
menos en su momento inicial- ante órganos que no ejercían la potestad jurisdiccional. Se trataba entonces de
defender fueros competenciales propios del Poder Judicial, el rol de la Justicia, quizás en uno de sus aspectos
fundamentales, el papel conciliador que sabiamente la Carta Magna atribuye a los denominados Jueces de Paz,
designación ésta que no es casual sino que revela una concepción de la Justicia que emana de la propia Carta
Fundamental. El art. 255 requiere previamente a la iniciación de los pleitos en materia civil, que se haya tentado
la conciliación ante la Justicia de Paz.
En suma: se rescatan entonces valores trascendentales, se aprovechan recursos humanos, se jerarquiza y se
pone de relieve el papel protagónico del Poder Judicial en todos los lugares de la República, con soluciones
adoptadas por magistrados en ejercicio del poder jurisdiccional, con una particular conexión con el tema por ser
el Juez más cercano al conflicto. La temática en cuestión, se vincula con aspectos de relieve como el acceso a la
Justicia y la necesidad de que los temas relativos a la organización judicial se enfoquen teniendo en
consideración que la labor jurisdiccional va dirigida a los seres humanos que requieren el concurso de aquélla.
(2)

3.COMPETENCIA.

El art. 379 de la Ley No. 16320 asigna esta competencia particular que examinamos, a los Juzgados de Paz
del Interior, cualquiera sea su categoría.
La primera cuestión que debe determinarse, entonces, es si pese a la aparente amplitud de la norma, la
misma abarca a todos los Jueces de Paz del Interior, o si existe alguna exclusión, derivada de la aplicación de
otras normas competenciales.

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Es evidente, que en aquellos lugares donde coincidan la competencia territorial de algún Juez de Paz con la
del Juzgado Letrado respectivo, la competencia pertenece naturalmente al órgano mencionado en último
término, por tratarse del órgano a quien corresponde -de principio- ese ámbito de competencia ratione materiae.
Por virtud de así disponerlo la Ley No. 15750, la competencia material relativa a pensiones, guarda y visitas,
se atribuye en el interior del país a los Juzgados Letrados de Primera Instancia (arts. 69 y 71). Por lo tanto, los
Juzgados de Paz Departamentales del Interior, que tienen competencia "dentro de idénticos límites territoriales
del Juzgado Letrado de Primera Instancia al que acceden", no quedan comprendidos en la norma que se analiza,
por corresponder ese ámbito competencia) en exclusividad al Juzgado Letrado.
La competencia de urgencia, como su propio nombre lo indica, permite resolver de forma inmediata un
conflicto familiar, priorizando la solución del mismo y extendiendo la competencia natural de otro órgano (el
Juzgado Letrado) a los Juzgados de Paz, de manera que el problema planteado logre una rápida solución en
manos de quien se encuentra más próximo al mismo. Pero la previsión excepcional, que se justifica por la
necesidad de obtener una pronta resolución, no resulta de aplicación si el órgano naturalmente competente se
encuentra en condiciones de actuar de modo inmediato, por hallarse en el lugar donde se desarrolla la situación
conflictiva que amerita su intervención. Similares desarrollos se han efectuado acerca de la competencia de
urgencia en el ámbito penal, regulada en el art. 45 C.P.P. (3)
En otras palabras: la ley atribuye esta competencia especial a los Jueces de Paz del Interior (con exclusión
de los de Montevideo); pero además, y por aplicación de las normas competenciales antes referidas, también
deben entenderse excluidos aquellos Juzgados cuyo fuero territorial coincida con el del Juzgado Letrado, como
los Juzgados de Paz Departamentales del Interior.

4.AMBITO COMPETENCIAL MATERIAL. LAS SITUACIONES DE URGENCIA.

La disposición que se examina, realiza un triple acotamiento al alcance de esta competencia especial que
establece, que refiere al contenido, a los sujetos alcanzados y a la forma o condiciones de la intervención de
urgencia.
En primer término, dentro de la problemática familiar, alude a la guarda, visita y pensión alimenticia, es
decir tres aspectos específicos del amplio espectro que compone la materia de familia, descripta en los diversos
literales del art. 69 de la L. O. T.
En segundo lugar, la intervención de la Justicia de Paz, de conformidad con el art., 379 que se analiza, sólo
comprende los problemas de guarda, visita y pensión alimenticia de menores, expresión ésta que descarta la
aplicación de la norma respecto de otras personas integrantes de la familia, ya sea legítima o natural, referidas
con carácter general, por el acápite del art. 69.
En este sentido, cabe preguntarse en especial, si la solución podría extenderse en su área específica a los
incapaces, en tanto desde el punto de vista normativo con frecuencia se aborda el tema relativo a menores o
incapaces en forma conjunta (verbigracia art. 350 ord. 1 y 4 C.G.P., arts. 205 y 222 C. del Niño, etc.).
La propia naturaleza y régimen de la medida, y la exclusión en el texto respectivo, deben entenderse como
una limitación de la competencia asignada, a los sujetos expresamente mencionados por la norma, es decir los
menores.
En tercer término, la competencia que se atribuye por esta disposición refiere exclusivamente a situaciones
de urgencia, de donde se torna imprescindible a los fines de este trabajo, definir este concepto. Se trata de una
noción en la que el legislador ha hecho especial hincapié, al reiterar en el inc. final del artículo el adjetivo `
úrgentes" que califica a las medidas a que refiere el primer inciso.
En este orden de ideas, cabe señalar que en nuestra opinión, el concepto de situaciones de urgencia en este
artículo alude inequívocamente a situaciones de riesgo inminente, conclusión de vital importancia para acotar
debidamente la intervención que habilita la norma.
El artículo en examen constituye una norma de excepción. De ahí entonces, la necesidad de delimitar
claramente su área de aplicación. En ese sentido, debe tenerse presente que la misma no puede constituir una
forma oblicua de soslayar la competencia de órganos naturalmente competentes y especializados en la materia,
y mucho menos el tracto asignado por la ley al planteamiento de las pretensiones contempladas. Dicho de otra
forma: el magistrado debe calificar previamente si se trata de una situación de urgencia, es decir de una
situación de riesgo inminente, a fin de no extender de forma indebida la competencia atribuida por la ley, y a la
vez de bloquear cualquier intento de utilizar el instituto con un fin desviado, evitando el normal y necesario
desarrollo de la viá legal establecida, en una clara violación del principio de legalidad (art. 18 Constitución).
No debe olvidarse, que el C.G.P. ha instaurado un régimen muy amplio en materia de medidas cautelares
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que pueden acceder con carácter previo a cualquier tipo de proceso. Por eso, debe distinguirse el "periculum in
mora" que puede dar mérito a una medida cautelar del régimen común, de una situación de riesgo inminente que
legitimará la intervención de la Justicia de Paz al amparo del art. 379 de la ley No. 16320.

5.NATURALEZA JURIDICA.

Las medidas previstas en el art. 379 de la ley No. 16320, constituyen medidas cautelares, y dentro de éstas
del tipo de las provisionales o anticipadas, en tanto tienden a la regulación provisoria de una situación, con dos
fines primordiales: evitar que se cause a la parte, una lesión grave o de difícil reparación o para asegurar
provisionalmente la decisión sobre el fondo (art. 317.1 C.G.P.).
Excedería los límites de este trabajo, analizar las categorías antes referidas. El propio legislador ha efectuado
una remisión expresa a la normativa invocada, circunstancia de fundamental importancia a la hora de establecer
las conclusiones, en relación a los diversos tópicos planteados.
A su vez, el art. 317.3 preceptúa que las medidas provisionales y anticipadas se regularán, en lo pertinente,
por lo dispuesto en los artículos 311 a 316. En consecuencia, existe un marco normativo específico, cuya
aplicación dependerá de la pertinencia de la solución, en atención a las particularidades que de por sí tienen las
medidas provisionales o anticipadas, a lo que debe adicionarse las peculiaridades del propio objeto regulado por
el art. 379 que se analiza.
La medida adoptada al amparo del art. 379 se justifica ante situaciones de riesgo inminente; en su adopción
intervienen dos órganos judiciales: el Juzgado de Paz del Interior que la adopta en forma inicial y condicionada
a la posterior resolución del Juzgado Letrado de lera. Instancia competente, es decir a la ulterior ratificación del
órgano naturalmente competente.

6.EL PROCEDIMIENTO.

6.1Generalidades.
De conformidad con los desarrollos que vienen de efectuarse, cabe establecer que el procedimiento que
deberá desarrollarse a fin de obtener la aplicación de una "medida de urgencia"; debe caracterizarse por su
adecuación al objeto que regula.
En consecuencia, sin apartarse del principio básico de legalidad de las formas que preside todo proceso,
cabe postular la necesidad de un procedimiento ágil, que contemple el objeto, es decir la situación signada por la
urgencia, el área material -el conflicto familiar-, y el fin, la neceisdad de obtener una respuesta inmediata del
Ordenamiento Jurídico.
En otras palabras: el objeto regulado -situación de riesgo inminente en el ámbito de la familia-, requiere
desde el punto de vista del procedimiento una estructura, que garantizando el desarrollo del debido proceso
otorgue una solución inmediata al conflicto planteado.
A su vez, la actuación de los diversos sujetos y la aplicación de las normas, deberán vincularse
necesariamente a las peculiaridades del objeto. Tal enfoque aparece consagrado expresamente en el art. 350
ords. 2 y 4 del C.G.P., que remiten a las normas constitucionales (arts. 40 a 42); mencionan el criterio básico
para la actuación del tribunal, "la promoción de la familia y de sus integrantes, en especial de los más
desprotegidos" y a la prioridad de la tutela del interés de menores o incapaces; la normativa sustantiva también
refiere a idéntico criterio por ejemplo en los arts. 173, 286, 300 del C. Civil y el art. 379 que se examina refiere
al interés de los menores (4).

6.2.Iniciación.
El trámite que culmina con la adopción de algunas de las medidas a que refiere la ley, puede comenzar de
diversos modos, y así lo enseña la práctica judicial sobre el punto.
En efecto, a partir de la experiencia en un Juzgado de Paz de una ciudad del Depto. de Colonia, nos consta
que una situación de urgencia se pone de manifiesto al magistrado de dos formas principales: por la
presentación de algún interesado ante el Juzgado, ya sea el propio promotor de la medida o algún familiar o
vecino que oficia como denunciante de aquélla, ya sea por la derivación proveniente de la Polictá u otra
autoridad ante quien ha comparecido alguien a noticiar de la situación.
En principio, si se trata de una situación atinente a pensiones alimenticias o visitas, lógico es que
comparezca ante la sede judicial el interesado en obtener una u otra. En cambio, el conocimiento acerca de una
situación de urgencia vinculada a la guarda de un menor, también puede provenir de la dada cuenta policial, de
la información o denuncia que haga llegar al Juzgado alguna autoridad vinculada con la problemática (Escuela,

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Hospital, etc.) o simplemente algún vecino. En estos últimos supuestos, corresponde la actuación de oficio del
Juzgado de Paz.
En este sentido, una breve reseña normativa servirá para ilustrar la situación.
El art. 144 del C. del Niño aplicable al proceso de guarda por la remisión a la Sección anterior que efectúa el
art. 151 ejusdem, admite la competencia de los Juzgados de Paz para la realización de una "información
sumaria" acerca de hechos que pudieren dar lugar a la pérdida o limitación de la patria potestad. Dichas medidas
de instrucción se adoptan a pedido del Ministerio Público. La norma citada consagra una competencia especial
del Juzgado de Paz del domicilio o residencia del menor, que garantiza la inmediación.
Una vez realizada la información era el Juzgado Letrado quien adoptaba las medidas pertinentes. Ares de
ahora habíamos sostenido que pese a la redacción del art. 144, sólo el órgano jurisdiccional podría adoptar las
medidas del caso, limitándose la intervención del Ministerio Público a la solicitud de las diligencias tendientes a
la constatación de los hechos y al pedido de la adopción de medidas en defensa de la persona y bienes del
menor; en consonancia con la situación jurídica en que se encuentro, poder-deber de acción. (5)
Por su parte, el art. 151 del C. del Niño en su inc. 2, consagra la potestad del Juzgado Letrado (de Menores
en aquel entonces) de resolver sobre la situación provisoria del menor. Se trata de una medida cautelar
especifica de este proceso; la potestad que se otorga no es corriente en el ámbito civil y encuentra su explicación
en el objeto que regula; con carácter instrumental la misma norma prevé la potestad de realizar previamente las
diligencias -de naturaleza probatoria- que estime oportunas; la misma potestad aparece consagrada en el art. 173
C. C., en defecto de la actuación de los padres.
Esta potestad cautelar que la ley asigna al Oficio, permanece vigente luego del advenimiento del CG.P., que
como es sabido ha dejado intactas las normas sobre competencia (6); por otra parte, la potestad cautelar del
Oficio aparece reconocida expresamente en el art. 311.3, que regula el régimen general.
Ahora bien, si la competencia de los Juzgados de Paz asignada por la ley No. 16320 encuentra su razón de
ser en la mejor e inmediata resolución del conflicto familiar por el órgano judicial que se encuentra más
próximo al mismo, y si tal competencia aparece como una prolongación o derivación de la del Juzgado Letrado
"a cuya resolución se estará"; es razonable entender que los Jueces de Paz de conformidad con el art. 379,
pueden intervenir de oficio en situaciones de riesgo inminente. El texto del artículo -por lo demás- no requiere
de la iniciativa de parte, conclusión que debe dimensionarse en la sistemática del art. 350 del C.G.P., que
consagra un régimen protector y tuitivo para las pretensiones a que refiere.
Obviamente, y como se viera, por tratarse de una competencia de origen legal, el Ministerio Público, podriá
solicitar ante la Justicia de Paz la adopción de las medidas a que refiere el art. 379 en examen, de la misma
forma que podía hacerlo antes, de conformidad con la normativa que viene de reseñarse y aquélla que consagra
su área competencia) (arts. 149 y 151 C. del Niño, 173 C. Civil, Dec. Ley No. 15365 art. 10 num. 5).
En todas las hipótesis, la solución es la misma: el Juez competente recibirá el escrito, o bien dejará
constancia de la comparecencia personal del interesado o denunciante mediante la realización de un acta
judicial, en la que consten los elementos relevantes que denoten la situación de urgencia que reclama la
aplicación del art. 379, es decir el relato histórico concreto y explícito de los hechos, el ofrecimiento de la
prueba sumaria de los mismos, y el petitorio. Se trata simplemente de que el magistrado pueda apreciar que se
configura una situación de urgencia que amerita su intervención en función de esa competencia excepcional,
que cuente con los elementos necesarios para su adecuada calificación y posterior resolución, y que se explicite
claramente qué es lo que se solicita.

6.3.Asistencia letrada.
Corresponde preguntarse si la actuación respectiva ante la Justicia de Paz, requiere necesariamente de
asistencia letrada.
Sin perjuicio de postular con carácter general la necesidad del patrocinio obligatorio, y de considerar
altamente inconveniente la norma que derogó la intervención del Abogado en la instancia de la conciliación
previa, creemos, que -en principio- y dada la particular vigencia espacial de la norma, tratándose de ciudades o
villas resultará de aplicación el art. 37.2 del C.G.P., en función del cual, de no contarse con tres abogados, como
mínimo, en la localidad asiento del Juzgado, aquel patrocinio no es obligatorio. La solución legal de carácter
general resulta de gran eficacia, frente a una situación de urgencia, posibilitando la actuación inmediata del Juez
de Paz competente, para lograr la pronta solución del conflicto.

6.4.La audiencia.
Entendemos que una vez iniciado el trámite respectivo, por algunas de las formas antes descriptas, lo que
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corresponde es el llamado a una audiencia, a un comparendo ante el magistrado de los involucrados en el


problema familiar.
La solución no sólo es la emanada de la propia ley, sino que además es la forma de solución alternativa más
apropiada a la índole del problema.
Ya en el sistema del C. C, se preveía la solución de la situación de los hijos menores mediante una
"convención" de los padres, "la que para ser válida tendrá que celebrarse en presencia del magistrado y ser
consignada en un acta que levantará el actuario" (art. 171). La misma idea aparece recogida en el art. 187 que
refiere a los comparendos en los divorcios por mutuo consentimiento y sola voluntad de la mujer, y en el art.
350.1 C.G.P. en sede de divorcio por causal, y para la solución de las cuestiones a que refiere el art. 167 CC,
con un contenido "material "idéntico.
Además, en el propio régimen procesal, esa constituye la solución de principio.
En efecto, el art. 306 nal. 4 del C.G.P. prevé entre el elenco de las diligencias preparatorias a las medidas
cautelares o de garantía; a su vez, al establecer el procedimiento tipo, el art. 307.2 determina que el Juez
dispondrá si se tramitará en forma unilateral o bilateral, y el art. 310.1 remarca que "las medidas seguirán el
procedimiento que corresponda a su naturaleza: sólo si resultare indispensable, se realizarán fuera de audiencia"
. En consecuencia, la propia naturaleza de las cosas, la propia problemática en cuestión, hacen de la audiencia el
acto procesal más adecuado para el correcto manejo del conflicto familiar.
A estas razones de orden legal, deben adicionarse las condiciones del magistrado que interviene;
históricamente los Jueces de Paz ejercieron dignamente la función para la que estaban llamados: la justicia
conciliatoria. Esta función priorizada por la Constitución, se ve enriquecida por la experiencia, y por la
circunstancia fundamental de ser el Juez de Paz, en principio, vecino y conocedor de la zona.
En esa audiencia, corresponde oir a la persona contra quien se solicita la medida, dejando constancia
resumida de su intervención (art. 102 C.G.P.). Además y fundamentalmente, dicha instancia debe ser utilizada
para lograr una solución de consenso entre los involucrados.
Desde luego, el señalamiento de dicha audiencia debe efectuarse a la brevedad posible, utilizando el medio
de notificación más efectivo, en consonancia con la propia naturaleza del trámite.

6.5.Medidas probatorias.
En el curso de la audiencia, puede disponerse la producción de algún medio probatorio que se considere
estrictamente necesario para una mejor dilucidación del problema.
El ofrecimiento de la prueba puede surgir de la comparecencia del interesado y promotor de la medida, sea
un particular o el representante del Ministerio Público, de la parte contra quien se solicita la medida y del propio
magistrado, de conformidad con lo dispuesto con carácter general por el art. 24 num. 4 del C.G.P., y en especial,
por el art. 350.5 ejusdem, que otorga poderes de instrucción al magistrado, en las pretensiones relativas a
menores.
Como ya lo preceptuaba el art. 151 inc. 2 del C. del Niño, es obvio que quien tiene competencia para
disponer medidas cautelares en defensa de la persona de un menor, tiene el poder instrumental de decretar las
medidas (probatorias) tendientes a lograr una más adecuada resolución sobre el mérito de la cuestión.
Asimismo, corresponde destacar que el magistrado interviniente tiene amplias facultades para calificar la
procedencia de las medidas de prueba solicitadas. Tal potestad está prevista con carácter general en el art. 24
nal. 6 del C.G.P., y condice especialmente con la naturaleza de la medida a adoptar: el rechazo de los medios
inadmisibles, inconducentes, impertinentes o innecesarios permite actuar con prontitud en la adopción de la
solución, conjurando cualquier intento de tergiversar el fin del instituto.

6.6.La adopción de la medida.


Al culminar la audiencia, el magistrado deberá adoptar una resolución. La misma puede provenir del
acuerdo de las partes, de donde aquélla se limitará a tener presente lo acordado por los involucrados, debiendo
realizar -desde luegoel Oficio el control de jurisdicidad acerca del contenido del acuerdo, habida cuenta de la
naturaleza de los derechos en juego (arts. 1, 134, 223, 339, 340.3 C.G.P.). Expresa concretamente el art. 223 en
sede de conciliación o transacción: "El tribunal aprobará toda conciliación o transacción que verse sobre
derechos disponibles, siempre que se ajuste a los requisitos sustanciales y a la naturaleza del derecho en
litigio..."
En cambio, de no existir acuerdo, el Juez deberá adoptar una resolución, que revestirá la forma de una
sentencia interlocutoria. Conjuntamente con la decisión de mérito, ordenará la elevación de los asuntos al

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Juzgado Letrado competente dentro de las cuarenta y ocho horas; asimismo dispondrá la noti~ficación a los
interesados que no hubieren concurrido a la audiencia por el medio más ágil. Es del caso señalar, la importancia
de que un testimonio completo de las actuaciones permanezca en el Juzgado de Paz, a efectos de poder dar
cumplimiento a la medida dispuesta; la misma se efectivizará con el concurso de la autoridad policial
respectiva, si fuere necesario o mediante la comunicación oficial a quien deba cumplirla.
Finalmente, cabe recordar como criterio general de actuación del juez, que el art. 379 en estudio alude
expresamente al interés de los menores; tal expresión no constituye más que una aplicación particular del
principio consagrado como criterio básico en la actuación del tribunal en las pretensiones relativas a la materia
de familia (art. 350 C.G.P.).El art. 350.2 refiere a la promoción de la familia y de sus integrantes, en especial de
los más desprotegidos, y el art. 350.4 establece que en las pretensiones relativas a menores o incapaces, se
considera prioritaria la tutela de su interés- por el tribunal.

6.7.Recursos y actuaciones posteriores.


Entendemos que la resolución adoptada por el Juez de Paz, sólo admite el recurso de reposición. que debe
interponerse en el momento de la audiencia y resolverse en la misma y de forma inmediata (art. 246 C.G.P.) No
sería procedente su interposición fuera de la audiencia, habida cuenta de la situación de deber en que se
encuentra el Juzgado de Paz, de elevar en el plazo perentorio de 48 hs. el asunto ante el Juzgado Letrado
correspondiente. En consecuencia, no puede existir ninguna actuación que signifique una dilación en el
cumplimiento del deber que establece la ley en términos por demás categóricos ("necesariamente").
En cambio, no consideramos procedente el recurso de apelación, por tratarse de una resolución provisoria y
condicionada a la intervención posterior del Juzgado Letrado competente.
También debe indicarse que la medida dispuesta de conformidad con la competencia del art. 379, debe
seguirse cumpliendo hasta que exista alguna comunicación en contrario del órgano naturalmente competente, el
Juzgado Letrado respectivo.
Asimismo, no deben admitirse nuevos escritos o nuevas intervenciones de los interesados, más que las
estrictamente necesarias para el cumplimiento de la medida, porque ello significa la tergiversación lisa y llana
del instituto.

6.8.El trámite ante el Juzgado Letrado.


Culminada la actuación de la Justicia de Paz y elevados los asuntos ante el Juzgado Letrado de ]era.
Instancia correspondiente dentro de las 48 hs. de dictada la decisión, debe preguntarse qué intervención le cabe
a este último órgano.
El artículo que se analiza indica simplemente que a su resolución se estará. Entendemos que el órgano
naturalmente competente en las materias comprendidas en la norma, debe pronunciarse sobre la decisión
adoptada por la Justicia de Paz, ratificando lo actuado o adoptando en su caso las medidas que estime
adecuadas.
Si se trata de un convenio, y coincide sobre la calificación de jurisdicidad que realizara el Juzgado de Paz
según li impone el art. 223 C.G.P., procederá a su homologación; si la medida ha provenido de una decisión del
Juzgado de Paz, realizará el mismo análisis y se pronunciará prestando su conformidad a la medida adoptada, o
bien resolverá lo que crea oportuno. Obsérvese el gran margen de actuación que permite el arttéulo 313 C.G.P.,
cuando regula las facultades del tribunal en sede de medidas cautelares, que alude a la potestad de disponer una
menos rigurosa, establecer su alcance, el término de su duración, la modificación o sustitución. A su vez, y
como criterio orientador debe tenerse presente, el fin de la norma, es decir el interés de los menores, criterio que
además de encontrarse explicitado en el art. 379, rige -con carácter general- las pretensiones relativas a menores
e incapaces, como se viera anteriormente.
Desde luego, que en razón de las materias comprendidas en el supuesto de la norma, antes de adoptar
resolución, de cualquier tipo que sea, homologatoria del acuerdo, ratificatoria de la decisión adoptada por la
Justicia de Paz, o modificativa de aquélla, debe oírse al Ministerio Público.

6.9.Medios impugnativos.
Dictada la resolución, se abre la posibilidad de su impugnación por el sujeto afectado por la misma,
pudiendo deducir el recurso de apelación respectivo. El mismo deberá interponerse según los requisitos de
admisibilidad establecidos en los arts. 253 y 254 C.G.P., es decir, en escrito fundado y dentro del plazo de seis
días a contar desde el día siguiente a la notificación de la resolución; será concedido sin efecto suspensivo según
el régimen estatuido en el art. 315 ejusdem. Como señala el propio texto, ningún incidente o petición planteado

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por el destinatario de la medida podrá detener su cumplimiento.


Asimismo, y sin perjuicio de la viá recursiva, podrá el interesado promover el proceso respectivo, el que se
regulará por la estructura extraordinaria (arts. 349 y 346 C.G.P.), en el cual se resuelva por vía principal la
cuestión que fue objeto de la decisión provisoria.

7.LA CADUCIDAD.

Sin perjuicio de las consideraciones generales que se han efectuado acerca de la naturaleza jurídica de las
medidas de! art. 379 y del régimen aplicable, cabe señalar que el legislador, ha establecido expresamente, que
"será aplicable a estas medidas urgentes lo previsto por el art. 311.2 C.G.P.".
La declaración de la caducidad corresponde al Juzgado Letrado, a quien se elevó el asunto, y a cuya
resolución se estará".
Sin embargo se impone la realización de algunas puntualizaciones. En primer término, que si la medida
emana del acuerdo de partes homologado judicialmente, no cabrá la aplicación del instituto, en tanto y según lo
preceptúa el art. 224 C.G.P.- la conciliación o transacción tienen el mismo efecto que la sentencia pasada en
autoridad de cosa juzgada. Ello es, desde luego, sin perjuicio del régimen especial al que están sometidas las
cuestiones de familia, en tanto se trata de procesos en que se sentencia "rebus sic stantibus ".
Pero tampoco cabrá la aplicación del instituto de la caducidad para los supuestos de medidas adoptadas de
oficio. La caducidad constituye un instituto directamente vinculado a la acción; por lo tanto sólo resulta de
aplicación, frente al desinterés de la parte, que habiendo solicitado una medida provisoria no promueve el
proceso pertinente en el plazo de 30 drás; dicho en otros términos, el instituto de la caducidad tiene relación con
el ejercicio de la acción y no con el de la jurisdicción.
Finalmente, y pese a la aparente contundencia del texto, parecería poco aconsejable que sin un petitorio
expreso en tal sentido, el Juez Letrado procediera a declarar la caducidad de una medida referida a la guarda; si
ningún interesado ha comparecido con el fin de revertir la situación generada a partir de la imposición de la
medida provisoria, el sentido común aconseja mantener la situación del menor, hasta tanto surja algún elemento
que amerite su modificación, circunstancia en la que juegan un rol fundamental los interesados en el ejercicio de
aquélla.

(1) Se trata de los Dres. Martha Alaes de Simas, Alicia Martínez, Santiago Pereira, Silvia Porteiro, Olga
Tallae y la autora de este trabajo.
(2) Código del Proceso Anotado, bajo la dirección del Prof. Enrique Véscoui, t. 1 p. 345; allí se indica la
bibliografía sobre el tema de la organización judicial, con el aporte de la doctrina nacional.
(3) Curso sobre el Código del Proceso Penad, trabajo del Prof. Luis Torello sobre "Jurisdicción y
competencia en materia penal", p. 91-93.
(4) Cf. Barrios de Angelis, Dante. Teoría del Proceso, ps. 34-35; el autor analiza agudamente las
condiciones del objeto y su incidencia en el ser y el modo de ser de las demás categorías, norma, sujetos,
situaciones, actos, funciones, estructuras.
(5) Trabajo en conjunto con el Dr. Heber Panunzio sobre los procesos de familia en, Curso de Derecho
Procesal, T. V Vol. I ps. 164-165 y 173.
(6) Klett, Selva, "La vigencia y los procesos en trámite", Curso sobre el Código Generad del Proceso, T. 1
p. 22.

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