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Glimpses – Capítulo 1
-¡Arriba! ¡Levántate!- fue el primer saludo del día, el cual le llegó duramente, a través
de la rendija de la puerta de su alacena, en la cual se había visto obligado a dormir
desde que tenía memoria.
Cuando logró llegar a la puerta, se encontró de frente con la cara furiosa de su tía, la
cual con el ceño fruncido, sin darle verdadera importancia, era bien conocido por el
chico que esta no le tenía ningún aprecio.
"— quiero el desayuno preparado dentro de diez minutos — es mejor que te apresures
si quieres realizar tus otras tareas a tiempo, no puede creer que incluso te permitamos
vivir en esta casa —eres un vago y un malagradecido, duermes hasta casi el
mediodía!"
Tía Petunia, apenas van a ser las seis…— murmuró Harry en señal de protesta.
No quiero que vuelvas a hablarme en ese tono—le chilló para luego agregar ¿Porqué
no estoy oliendo el tocino…?
Harry ignoró los gritos y corrió a la cocina, se marchó pensando que podría haber sido
peor, no, siempre había sido peor.
Cualquier otro chico hubiera optado por quedarse a descansar en casa, pero harry
sabía que sus tíos lo matarían, si él faltara a la escuela por cualquier motivo,
especialmente por algo que había sido culpa suya, así que esperó a que el dolor
desapareciera.
Harry volteo confundido a ver a su maestra la Sra. Meath mirándolo con preocupación.
Al finalizar el examen, Harry revisó sus respuestas al igual que cualquier otro
estudiante normal. Pero mientras los estudiantes normales comprueban no tener
errores, Harry empezó a comprobar si sus palabras estaban bien escritas para
cambiarlas. La sra. Meath le sonrió brillantemente cuando se acercó para recoger el
formulario.
Harry asintió sin mucha fuerza, volviéndose para seguir su camino, pero fue
interrumpido nuevamente por la voz de su maestra:
—"Realmente, Harry. No se que voy a hacer contigo, si no te esfuerzas voy a tener que
hablar con tus padres." — Lo reprendió.
—"No son mis padres"—, le susurró el muchacho.
"No son mis padres. Son mi tía y mi tío," le corrigió Harry, casi enojado por la
confusión. No quería ser conocido como su hijo. Ellos no lo trataban como su hijo. "Mis
padres están muertos", agregó. Al final sus palabras parecían ser más duras de lo que
nunca habían sido.
"¡No!" Las palabras salieron de la boca de Harry casi en un grito. "¡Tengo que mal!
¡Tengo que salir mal! ¿Qué pasa si Dudley reprueba?" La última pregunta sonó
histéricamente. Sus gritos causaron que la profesora lo acerca una vez más. Harry se
preguntó ociosamente cuando fue que ella se había movido alrededor de la mesa sin él
darse cuenta.
—"¿Qué?" — preguntó suavemente. "Harry, cielo, ¿qué pasa si Dudley sale mejor que
tú en la prueba"?
El moreno negó con la cabeza violentamente, casi desprendiendo sus gafas detrás de
las orejas. El profesor intentó conseguir que respondiera una vez más, un poco
sospechosa esta vez.
"¿quieres decirme como obtuviste este hematoma?" preguntó ella, rozando un pulgar
ligeramente en la mejilla del niño, donde un golpe de su tía Petunia había comenzado a
formar una contusión.
El chico abrió sus grandes ojos color esmeralda, aparentemente magnificadas a través
de sus gafas redondas, con horror. "No, por favor", susurró. "Hará que sea aún peor."
¿"que será peor"? —Su sospecha fue clara en su rostro ahora. ¿Que estaba sucediendo
en la casa de este pobre muchacho? Cuando Harry sacudió la cabeza frenéticamente
otra vez, la sra. Meath suspiró. "Muy bien entonces, Harry," le concedió, antes de
dejarlo ir. "¿Estás listo para ir a casa, entonces? Yo te acompañaré hasta la acera."
Vio como su estudiante caminaba sin ánimo por la calle, girando en la esquina en un
ángulo agudo. Y mientras caminaba lentamente de vuelta hasta su clase, ella sacó su
teléfono celular, suspirando mientras marcaba un número de teléfono.
Dos días después, miembros del personal del Servicio de Protección Infantil se
presentaron en la calle de Privet Drive; esté era un típico vecindario de los suburbios
donde nunca pasaba nada interesante, por lo que la llegada de los oficiales fue seguida
con obvio interés.
¿"Harry? ¿Abusado? Patrañas, ningún niño es tratado con mayor cariño y bondad…"se
interrumpió gritando: Petunia ¿estas escuchando esto? Piensan que abusamos de
Harry y vienen a llevárselo…Volviéndose a los agentes agregó, no puedo creer tantas
mentiras, el niño, al contrario es tan mimado que está echado a perder.
Harry, estaba a punto de estallar del coraje en su alacena antes de darse cuenta de
que definitivamente estaba atrapado, observó con indignación cómo su tía Petunia
apareció junto a Dudley comiendo helado mientras se acercaban hacia los agentes. Ella
había entendido la clara indirecta oculta en el tono de voz de Vernon.
"¿tú no estas siendo abusado, verdad, D – Harry?" la voz Tía Petunia sonó con falsa
dulzura. Plantó un beso descuidado en la mejilla pegajosa de su hijo, mientras lo
instaba a responder.
Dudley inhaló bruscamente. ¿"Abusado? ¡Obtengo siempre todos los helados que
quiero!" le gritó a los oficiales, sacudiendo su cuchara en el aire. Entonces él
entrecerró los ojos. "¿Por qué me llamaste H –?" Su pregunta fue cortada
abruptamente cuando su madre inmediatamente le sacó fuera de la habitación antes
de que pudiera decir cualquier otra cosa.
Tío Vernon observó a su esposa e hijo, haciendo una pausa para lanzar una mirada
discreta hacia el armario bajo las escaleras. Miró detrás de los hombres aún en pie,
mientras esperaba que estos no notaran el temblor de la pequeña puerta. "¿Ven? D –
Harry no sufre de ningún abuso, ¡se le consiente en todo! Él es muy feliz con su
helado,"exclamó, agitando una mano hacia la puerta por donde Dudley y Petunia
habían desaparecido y ahora estaban hablando tranquilamente.
"Nos dimos cuenta,"dijo uno de los hombres uniformados, con una expresión de asco
claramente escrita en su cara. "Aunque —"
"sí, sí, bien..." coincidió tío Vernon con impaciencia, comenzando a cerrar la puerta.
"¡Un momento!" gritó Harry, casi sin querer. "¡él no es Harry, soy yo!
Ignorando la palidez extrema que se había instalado en la cara del hombre, siguió
llamando al niño que buscaban, con un mal presentimiento rondándole la cabeza.
Cuando estaba a punto de darse por vencido, escuchó una débil voz que le contestaba,
sin poder precisar de donde venía.
"¿Por qué no se abre la puerta?"Su voz sonó fría y dura como la mismísima muerte.
Tío Vernon parecía haber perdido su voz y su ira; él había palidecido y sus ojos habían
crecido como platillos. Harry habría encontrado la situación divertida si no estuviera
tan asustado.
"tiene puesto el seguro", le informó Harry tranquilamente, manteniendo sus ojos en tío
Vernon a través de las rendijas desconfiadamente. "Tienes que deslizar el perno".
"¿qué son estos?" le preguntó el agente con interés, mientras intentaba calmarse para
no asustar aún más al chico.
"Cosas que sueño", susurró Harry, con su voz temblando ligeramente por el miedo. "La
mayoría de ellos son pesadillas. Como éste,"(se refirió a los garabatos verdes)"Yo sigo
soñando con luz verde".
"Ah, ya veo," respondió el agente, intentando relacionar los garabatos de Harry con la
situación en que vivía. Él miró hacia el otro agente antes de intentar hacer salir al niño
de ese lugar, diciéndole palabras tranquilizadoras.
"Habla por ti mismo, Edwards," replicó el agente furioso, levantándose otra vez.
Cuando Edwards retomó la tediosa tarea de conseguir que Harry saliera, se volvió
hacia Vernon Y agregó Sr. Dursley, le aseguro que esto es más que suficiente
evidencia para tomar el Sr. Potter desde su casa".
"¡no pueden llevárselo!" gritó Vernon una vez más, mientras su gran bigote temblaba.
"Él... Él..."
"¿De verdad lamenta tener que prescindir de él, señor Dursley? Siempre podrá
encontrar a otra persona para freír el tocino" lo cortó el otro agente airadamente. "Yo
puedo olerlo en su ropa..."
Calma Drop, le instó Edwards; el agente Drop se acercó a Harry revisando que no
tuviera otras heridas, mientras le apuraba para salir de esa casa pronto.
Al notar que Vernon no agregó nada más que balbuceos incoherentes, los dos hombres
llevaron a Harry hacia fuera de la puerta y lo subieron en un todoterreno negro. Al
alejarse, Drop miró con enojo por la ventana. Harry había pegado su cabeza en el
asiento delantero, sus ojos esmeraldas brillaban temerosos cuando al fin se atrevió a
preguntar que sería de él después de todo esto.
"¿Adónde vamos?" preguntó con ansiedad.
Glimpses – Capítulo 3
Severus Snape levantó la cabeza de su precaria posición por encima del caldero
cuando se percató de que alguien intenta contactarlo por la red flu haciendo sonar sus
alarmas. Él limpió sus manos rápidamente antes de salir de su laboratorio personal en
Hogwarts dispuesto a encarar a aquel que osaba interrumpir su valioso trabajo.
"¡Severus, eres tu!" exclamó el hombre ansioso, para luego calmarse al reconocer al
joven maestro.
Snape estabilizó la poción en su laboratorio antes de salir a los fríos pasillos del Colegio
Hogwarts de magia y Hechicería. El director debería haber sabido mejor, que al
interrumpir a Severus durante su tiempo reservado para la elaboración de pociones, su
mal humor empezaría a salir a flote. Por otra parte, una molesta voz en la parte
posterior de su cerebro le dijo que este tema realmente debía ser importante. Para el
Director, al menos, se mofó Snape.
"Minerva", saludó al entrar, luego se dirigió hacia la ventana y se asomó sin hacer
nada antes de volverse hacia los dos adultos de aspecto preocupado. "Director, ¿qué a
ocurrido?" preguntó con un claro interés presente en su voz.
"Harry Potter ha sido… –"comenzó Albus, pero rápidamente fue interrumpido por la
profesora de transformaciones sentada frente a él.
"El Sr. Potter no puede quedarse con sus familiares." Minerva le miró con severidad,
observando las reacciones de Snape con la cautela habitual.
"¿Qué?" la voz de Snape se quebró. "¿Por qué? Director, usted sabe muy bien que el
Sr. Potter debe permanecer con sus familiares para que las protecciones de sangre
sigan protegiéndolo a él y la casa. ¿Seguramente no la ha olvidado? ¿O acaso se ha
determinado que una casa normal es muy poca cosa para el Niño-que-Vivió"? se burló
mientras veía con ironía a McGonagall.
"Yo no he estado allí en absoluto, Severus," le corrigió Minerva. "Arabella Figg, que ha
estado vigilándolo discretamente los últimos nueve años, nos ha informado que el Sr.
Potter fue llevado a un orfanato ayer."
"¿Por qué razón? ¡Eso es absurdo, Director!" Volviéndose a Albus agregó."Usted dijo
que el lugar más seguro para él sería con sus familiares".
"¿Qué? ¿Qué se supone que debo hacer?" La voz de Snape salió un poquitín más
exasperada de lo que él había planeado. ¿"Llevar al niño con sus familiares?
Seguramente si el gobierno se lo llevó, fue por una buena razón"
"Estoy seguro que así fue, a menos que los Dursley le enviaran lejos ellos mismos", le
recordó Albus. "Tengo que averiguar el motivo de su retiro de Privet Drive. "Y entonces
necesito que lo adoptes…"
"¿Adoptarlo? ¡¿Adoptarlo?!" Snape rechinó los dientes, mientras sus ojos casi saltaban
de sus órbitas. "¿le parezco un padre a usted? ¿Del niño Potter, nada menos? Su padre
fue mi enemigo jurado, lo ha fue desde que tenía once años de edad. Y esperas que
tome en su hijo como... como... "Él se arrastró. "Estás loco de remate, Albus. Te lo he
estado diciendo por años."
"Severus, eres la mejor opción para él. Eres joven – tú puedes mantenerte al día con
él, y puedes enfocar tu atención en él como un niño necesita. El año que viene, él va a
empezar en Hogwarts y ya no tendrá que estar viviendo contigo. Es realmente solo por
un año, Severus". Le suplicó Minerva, tratando de que entrara en razón.
"¡No puedo manejar un año con el chico de Potter, Director! ¡A de ser igual que su
padre! Me niego; mi atención se centra exclusivamente en mis proyectos. Arruinará
mis cosas, él me molestará. Él matará mi progreso". Exclamó completamente aterrado
por la perspectiva. Solo eso le faltaría tener que lidiar con la arrogancia y el irrespeto
de un niño mimado.
"No hables mal de las personas antes de conocerlas, Severus." Su tono era fuerte
cuando ocupó una mano para detener la interjección de Snape. "Y confío en que serás
capaz de impedir que se lastime a sí mismo en tu área personal de laboratorio. Él tiene
diez, es más que capaz de mantener a sí mismo fuera de peligro dentro de situaciones
normales". Le explicó el Director agitando despreocupadamente una mano para
enfatizar su razonamiento.
"Él debe haber hecho algo grave para ser expulsado de la casa de sus parientes,
Albus!" protestó Snape airadamente.
Dumbledore fijo sus ojos en él con una mirada firme, ojos azules, se clavaron en los
negros de Snape. "voy esperar que regreses con el Sr. Potter, pide información sobre
lo ocurrido esa mañana, Severus".
Snape, que iba saliendo furioso de la oficina, se limitó a hacer un ruido apagado, que
se podía interpretar como una respuesta afirmativa aunque disconforme.
Glimpses – Capítulo 4
Mientras caminaba en busca de algún encargado iba pensando en las muchas cosas
que podrían salir mal. En primer lugar, Snape no era un padre. Nadie podría mirarlo y
ver eso. En segundo lugar, no le debía nada a James Potter; no quería lidiar con el
maldito mocoso, el cual estaba seguro sería una copia de su padre, con su misma
arrogancia y estupidez. No se sentía dispuesto a mostrar caridad con un irritante chico
al cual además tendría que darle protección.
Lo único que ha conseguido reunir (de los vecinos, lamentablemente) fue que dos
hombres uniformados habían discutido fuera de la puerta de los Dursley en la tarde del
sábado y después de un breve combate de gritos de Vernon, el niño había sido
escoltado hacia fuera a un todoterreno negro y no había sido visto desde entonces.
El cabello oscuro y rebelde, la nariz aguda e incluso las malditas gafas con marco
circular, decían a gritos que era hijo de James Potter, el chico era igual que su padre a
esa edad. Pero la figura desgarbada de James estaba oculta por el hueco de las
mejillas y las costillas dolorosamente visibles.
Snape no podía dejar de temblar cuando el chico se volvió mirándolo con sus grandes
ojos. Oh Merlín, los ojos del muchacho. Snape no pudo evitar la puñalada de dolor que
se disparó a través de él, cuando se vio reflejado en los ojos de Lily como tenía tantas
otras veces.
Con dolor recordó el calor que estos le transmitían y el sufrimiento de saber que era el
único culpable de que su amistad se hubiera arruinado, y que su gran amor, había
muerto sin haberle perdonado.
Ella había protestado, mencionando cómo el niño solo había sido en el orfanato
durante un día mientras que otros habían estado allí durante toda su vida, pero Snape
fue obviamente muy firme en su decisión. Realmente no había nada que ella podía
decirle para hacerle cambiar de idea, aún si así lo deseara.
Los labios de Snape se curvaron en una sonrisa real con el pensamiento de verse
arrastrando a algún niño Muggle de pelo rubio y ojos azules en lugar de Potter, en el
que la mujer había insistido debía conocer. Pero no, él adoptaría a Potter. En realidad
odiaba esa palabra, silbada entre sus dientes apretados: adoptar.
Antes de que ella fuera a recoger a Potter, Snape la detuvo, pidiéndole que le contará
porqué el niño había sido llevado a ese lugar. "Tiene usted razón, fue la respuesta de
la joven; disculpe mi torpeza. Voy a darle una rápida reunión informativa. Es
procedimiento estándar para todos los casos de abuso, como usted sabrá."
Snape casi se ahoga con el agua que él mismo se había servido desde el dispensador
de agua en la esquina de la habitación. ¿"Abusado"? preguntó con incredulidad.
Ella asintió tristemente. "Pobre muchacho. Sólo puedo imaginar lo que ha vivido a
través de las cicatrices – "(Snape se atragantó otra vez)", diría que ha sido muy
lastimado.
Es delicado, Sr. Snape y él tiene que ser tratado apropiadamente. Cuando hace algo
mal, tiene que ser suave. Va a estar esperando que le castiguen con un cinturón o Dios
sabe qué más. Tuvimos algunos problemas con él esta mañana, sabe.
Una risa oscura, sin sentido del humor se escapó de su boca, y buscó los ojos de
Snape vacilante. No estaba sorprendida de ver dolor allí. "Si lo desea, puedo llevarle a
conocer a los agentes que lo sacaron de su antigua casa."."No estoy segura de que fue
lo que presenciaron, pero le aseguro que fue lo suficientemente malo como para
traerlo aquí inmediatamente".
Snape consideró esta opción con cuidado, estudiando con atención los ojos de la mujer
sentada delante de él. "Supongo que eso se puede arreglar". Ella asintió, sonriendo al
reconocer en la cara del hombre la ira mezclada con incredulidad, sabiendo que donde
fuera llevado ese pequeño, no volvería a ser lastimado otra vez.
Volviéndose con prontitud, se levanto mientras gritaba "¡Harry!" llamó. Un niño pálido
y enfermizo llegó corriendo junto a ella. Los adultos no se habían perdido la ansiedad
leve que se hacía presente en su rostro. "Quiero que conozcas a tu nuevo tutor, el Sr.
Severus Snape". Agregó señalando en dirección a Snape.
Harry lo miró con ojos temerosos y alarmados. Eran los ojos de Lily, se recordó
Severus con una punzada. El dolor que vio en esas profundidades le lastimó aún más
de lo que quiso reconocer.
Severus sacudió la mano del niño firmemente, ligeramente divertido por su actitud.
"gusto en conocerle, señor Potter". Las palabras le salieron antes de que Snape
pudiera detenerlas. Rápidamente soltó al muchacho apurándolo para salir de ahí.
Snape siempre había odiado tener que usar el subterráneo muggle, pero después de
escuchar solo algunos de los hechos más superficiales de la relación abusiva de Harry
con sus familiares, estuvo más que dispuesto a sacrificar unas horas más de su tiempo
para hacer más cómodo el viaje del niño.
Dos horas más tarde, luego de golpes y sacudidas, y de un viaje aun más accidentado
en el autobús noctámbulo, Severus suspiró agradecido al llegar a su destino; se
encontraba sorprendido de poder moverse incluso cuando la espalda le dolía tanto.
Potter se había dormido una vez que se acostumbró a las sensaciones desconocidas del
subterráneo, y Snape se encontró levantando al joven y cojeando a través de las
puertas de Hogwarts. Nunca había estado tan contento en su vida de estar
nuevamente en el castillo.
Su último pensamiento antes de dejarse llevar por el sueño fue que este iba a ser un
año muy largo.
Glimpses – Capítulo 5
Sin poder contenerse por más tiempo, Harry se inclinó, vaciando su estómago en el
frío suelo de piedra. Sintió lástima de sí mismo, al pensar que ni siquiera pudo
aprovechar la mejor cena que había tenido en mucho tiempo.
Sacó su varita y con un simple movimiento, desapareció los restos del vómito antes de
acercarse más al niño. Buscando llamar su atención, se despejó la garganta
ruidosamente.
"Sr. Potter", le llamó con voz fuerte. El muchacho saltó a sus pies con un grito de
terror, luego se tambaleó peligrosamente, gimiendo levemente. Bien hecho, Snape, se
dijo. Asústalo, es lo que cualquier tutor haría, se reprochó a sí mismo.
Le tomó de la mano con suavidad, tratando de calmar al niño, para luego llevarlo hacia
el dormitorio. Cuando observó sus piernas temblorosas, Snape decidió que el fuerzo
del niño había sido suficiente por lo que se acercó para tomar al niño en sus brazos.
Despejándose la garganta otra vez agregó. "Sr. Potter, cuando esté enfermo, espero
que usted permanezca en la cama. También espero que la próxima vez pueda
encontrar el baño, no vuelva a vomitar en mi piso."
"Lo siento, tío Vernon," respondió el niño gimiendo. Al notar que esta confundido
Snape lo miró agudamente y suspiró. Este definitivamente iba a ser un día largo.
Extendió una mano vacilante y sacudió el hombro del niño. "Sr. Potter, necesito que
usted beba esto."
"¡No!" Potter gritó cuando el frasco tocó sus labios. Él empujó el brazo lejos
ferozmente, y Snape tuvo que hacer equilibrio para no derramar la poción por todo el
piso. "¡No, tío! ¡Usted no puede darme nada! ¡No debo tomarlo!"
¿Qué demonios pasaba con ese chico? Teniendo en cuenta su estado trató de calmarlo
hablándole suavemente: "Sr. Potter, yo no soy tu tío y francamente, me siento algo
ofendido de que me como tal".
"¿Y por qué haría eso?" le interrogó Snape glacialmente, mientras golpeaba con su pie
el suelo de piedra. Empezaba a molestarse en ese momento, estaba cansado y
consideraba que realmente no tenía tiempo para eso.
"¡A nadie le importa si estoy enfermo! ¡Nunca nadie viene! Es una trampa, quiere que
tome las medicinas para decir que las he robado. "Sólo quiere que me castiguen ahora
y deban enviarme de vuelta hacia la alacena."
La voz de Potter sonaba frenética, con un claro tono de sinceridad que terminó por
desgarrar el corazón del adulto. Snape se puso de pie en estado de shock. ¿Castigarlo?
¿Alacena? ¿Seguramente los Muggles no iban a castigarlo por estar enfermo, verdad?
Cuando Snape habló otra vez, su voz era un poco más suave. "Bueno, yo soy
diferente. Ahora, Sr. Potter, espero que tome esto. Le ayudará a recuperarse más
rápido."
Potter lo miró desconfiadamente, parpadeando fuerte, en un intento de centrarse en su
rostro. Snape sabía que no le iba a ser posible – el niño ni siquiera tenía sus gafas.
"¿Qué es?" Preguntó un poco más tranquilo.
"Es un reductor de fiebre. Ahora, tráguese la maldita… "tosió con fuerza en un intento
por encubrir su pequeño desliz, recordando un poco tarde las palabras de la encargada
del orfanato. "Ahora por favor tome esto, Sr. Potter."Aclaró.
Harry abrió su boca vacilante, y Snape apresuró el frasco a sus labios otra vez,
preparado para otro estallido repentino. Pero el muchacho no protestó cuando el
líquido oscuro fue vertido por su garganta aunque arrugó la cara por su sabor.
"esta otra es una poción para dormir sin sueños. Fiel a su nombre, lo hará dormir sin
sueños o alucinaciones, de hecho,"añadió como quien no quiere la cosa. Potter tomó el
líquido Aguamarina rápidamente, haciendo muecas ligeramente por el sabor.
Snape sonrió y dejó al niño dormir. Realmente no podía lidiar con un niño enfermo de
diez años de edad. ¿Qué había estado pensando cuando aceptó hacerse cargo del
mocoso? Se preguntó antes de arroparlo y comprobar su temperatura otra vez; suspiró
con satisfacción al observar que las pociones empezaban a tener efecto en él.
Habían pasado más de cuatro horas, cuando su magia le alertó que Potter estaba
despierto. Snape retiró su nariz del libro tenía abierto en su regazo y suspiró antes de
marcar la página y colocarlo sobre la mesa frente a él.
"Tinky", llamó con su voz profunda y clara, esperando al pequeño elfo, el cual apareció
en su habitación con un pequeño Plop.
"¿Sí, maestro de pociones?" chilló el pequeño elfo inclinándose frente al hombre, ¿en
que puede serle útil Tinky? Preguntó mientras retorcía con nerviosismo sus manos.
"Necesito que me traigas un plato de sopa y agua". Fue la seca respuesta de Snape,
cansado de tantas reverencias y balbuceos.
El elfo se marchó con rapidez y volvió a los pocos minutos cargado con una bandeja
pesada. Snape la tomó de sus manos y se dispuso a caminar hacia el dormitorio en el
que Potter se encontraba dormido, ignorando el pop que señaló la desaparición de
Tinky justo detrás de él.
"Sr. Potter,"se dirigió a él Snape, mientras empujaba la puerta abierta con su hombro.
Él estaba parado bajo el marco de la puerta, viendo como el niño lo veía con sorpresa,
con sus gafas ligeramente torcidas en su pálido rostro. Snape le preguntó
animadamente "¿te sientes mejor?"
"¿Tío Vernon?"Preguntó Potter incierto. Snape se movió delante del niño para poder
verlo mejor, murmurando un rápido lumus en la lámpara de la esquina. Esta iluminó
brillantemente la habitación y Snape rápidamente se encargó de atenuarla a un nivel
de claridad manejable para el niño.
"Honestamente, Potter, ¿parezco tan gordo como ese patán?" gruñó Snape,
sorprendido ante la mirada de alivio que se posó sobre la cara del niño cuando las
características de Snape se distinguieron por la tenue luz.
"Me tomo su comportamiento como que sí se siente mejor. Ahora, debe comer,"le
exigió Snape, antes de empujar el plato de sopa en el regazo del muchacho. Potter lo
miró con muda sorpresa, como si nunca hubiera visto algo así en toda su vida.
Oh, Merlín, no puedo hacer esto. No puedo hacer esto. No puedo hacer esto.
Llevando cucharada tras cucharada de sopa a la boca del niño, se sintió gratamente
agradecido cuando vio que el recipiente estaba vacío. Desapareció el tazón y se
levantó hábilmente, cogiendo el vaso de agua antes de que se volcara la bandeja en su
regazo. Tomándolo con prisa lo apretó en la boca del niño.
"Bebe", le ordenó Snape. Esta vez Potter obedeció sin protestar, tomando de un solo
trago casi todo el contenido del vaso. Una vez que el vaso s desapareció, Snape se
apresuró a salir.
"señor, por favor". La suave y suplicante voz del muchacho, llegó a sus oídos antes de
llegar a la puerta, se volvió sorprendido al encontrar al niño mirándolo con
desesperación. Tuvo un pequeño estremecimiento al ver los amados ojos de su Lily,
rodeados de grandes círculos violetas, que mostraban, el mal estado en que se
encontraba el pequeño.
¿Qué más va a pedir? ¿Qué más tengo que hacer para complacerlo? Voy a matar a
Albus por esto.
"¿puede quedarse?" dijo Potter mirando sus manos claramente avergonzado. Snape se
quedó mirándolo con incredulidad, teniendo sus pies pegados al suelo. De todo lo que
el chico podría pedir, lo único que quería era a alguien que se sentara junto a su cama.
"Yo soy ocup… —" Snape se interrumpió el mismo con una tos falsa. ¿Dos veces en un
día, como era posible? "Quiero decir, yo estaré aquí en un momento."
Era todo lo que podría decir sin lastimarlo antes de salir huyendo por la puerta. Una
vez fuera apretó su espalda contra la pared, dejando salir la sorpresa a través de él.
El niño quería que Snape – él de todas las personas – se quedara a su lado. Severus
tomó su libro de la mesa donde lo había dejado en la mañana y sacando toda la
emoción de su rostro, caminó a través de la puerta, conjuró una silla frente a la cama
del muchacho y se acomodó en ella.
"Gracias, Señor." Le interrumpió Harry antes de que este terminara su falsa amenaza.
Snape se atragantó al oír las palabras del muchacho. Era imposible – no. Él debió
haber oído mal. El hijo de James Potter nunca le agradecería nada. Mucho menos por
algo tan pequeño y sin valor como su presencia amenazante.
Glimpses – Capítulo 6
Cuando Harry se despertó otra vez, ya era de noche. A su alrededor todo estaba
completamente oscuro. No había ventanas, y se dijo a sí mismo que el silencio solo
hacía crecer su miedo.
Él se estremeció cuando una ola de pánico sacudió su cuerpo. No entendía que era lo
que pasaba ¿acaso los Dursley le habían encerrado de nuevo en su alacena? ¿Sería
que el hombre alto y moreno que había conocido, el mismo que había cuidado de él
ayer, había decidido enviarlo de vuelta? ¿Tal vez solo lo había soñado todo?
Un nuevo golpe de terror y sorpresa lo atacó, cuando sintió unas cálidas mantas a su
alrededor. Él no tenía que estar aquí. Él no tenía permitido dormir en una cama. Mucho
menos entrar en algún dormitorio.
Oh no. Oh no. Oh no. Los Dursley iban a encontrarlo. Tío Vernon iba a… - ¡no! Harry
tragó saliva, arrojando las mantas alrededor de su delgada figura mientras tomaba sus
gafas de la mesilla junto a la cama.
Observó con pesar que, la silla que estaba al lado de la cama cuando se había
dormido, había desaparecido, este hecho fue suficiente para hacerle entender a su
pobre mente atormentada, que todos estos cuidados y bondad, no fueron más que un
dulce sueño.
Era obvio, como alguien iba a preocuparse por el bienestar de un fenómeno, de un
chico inútil que solo sabía causar problemas a s familia.
Un momento, ¿Piedra? ¿Por qué -? Harry sacudió la cabeza para desechar la idea.
Tenía que salir esta habitación antes de que los Dursley lo encontraran. Sabía que su
castigo sería monumental, por lo que arriesgarse a ser encontrado no era una opción.
Harry se tambaleó por la habitación fría, moviendo sus manos ciegamente frente a él.
Agarró el estribo de la cama con mano firme intentando recuperar el equilibrio antes
de caminar tan rápido como pudo hacia lo que él supuso que era la puerta. Golpeó la
pared más o menos y se tambaleó hacia atrás, antes de correrse un poco a la derecha
y salir a través de la puerta. Por lo menos ya no se sentía tan enfermo.
Al llegar a un pequeño salón, su vista se aclaró un poco debido a la débil luz producida
por un fuego agonizante. Agradeciendo la iluminación, Harry miró a su alrededor con
curiosidad. Esta no era la casa de sus parientes. ¿Dónde estaban las fotografías de
Dudley, cuidadosamente colocadas en las paredes? ¿Dónde estaba el enorme retrato
de la familia de los Dursley - menos Harry, por supuesto - que habían colgado en
frente del sofá azul?
Él comenzó a abrir las puertas procurando hacer el menor ruido posible, mirando
dentro de cada una. Finalmente encontró un cuarto que parecía tener del tamaño
adecuado.
Era una pequeña habitación cuadrada, lo suficientemente grande como para poder
acurrucarse en el suelo. Las paredes estaban cubiertas de estantes que se alineaban
desde el suelo hasta lo más alto del techo.
Los estantes estaban llenos, de lo que parecían ser frascos y cajas, pero Harry no
podía ver lo suficientemente bien como para distinguir lo que tenían escrito las
etiquetas. Se quitó las gafas y las puso en el suelo antes de juntar las rodillas al pecho
y apoyó la mejilla contra el frío suelo.
Aliviado, al ver que se había librado de los gritos y el castigo de su tío, rápidamente se
dejó llevar por el sueño, seguro de que todo estaría bien… - oh no. Las mantas, la
cama desarreglada. La habitación seguro era un desastre. ¡Él sería descubierto!
Harry se levantó del suelo, golpeándose la cabeza contra la parte inferior del primer
estante. Se agarró la parte superior de su cabeza, reprimiendo el grito de dolor y
tratando de no llorar. Si sus familiares lo vieron llorar...
Corrió por el suelo de piedra, volviendo sobre sus pasos. Una vez de vuelta en la
habitación oscura, buscó el camino hacia la cama y tiró de las mantas hasta la parte
superior de la cama, alisando hacia abajo de la mejor manera que pudo.
Una vez que estuvo convencido de que su tío Vernon no sería capaz de decir que había
dormido en la cama, corrió de nuevo a su "armario", frotándose la cabeza dolorida.
Cerró la puerta tras él, luego se acomodó en el suelo, cayendo en un olvido plagado de
sus pesadillas recurrentes.
Snape se despertó temprano, sentándose en el sofá de cuero negro trató de estirar las
torceduras de sentía en la espalda y el cuello. Su sofá no habría sido nunca la mejor
elección de cama que alguien pudiera hacer, pero tendría que conformarse con él
hasta que el mocoso tuviera su propia habitación.
Se quedó en silencio, dejando su capa sobre el respaldo del sofá mientras se acercaba
al fuego, donde trabajó para avivarlo nuevamente. Una vez que se aseguró que este
iba a sobrevivir y calentar sus habitaciones evitando su congelación, se fue a ver al
mocoso Potter.
La puerta de su habitación estaba abierta, tal como él la había dejado. Sin embargo,
mientras agitaba su varita de ébano, procurando alumbrar el lugar, se sorprendió al
encontrar la cama diferente de cómo la había dejado. Estaba vacío. ¿Qué, donde se
encontraba el insufrible chiquillo? A pesar de su enojo, Snape reconoció a
regañadientes que la cama estaba hecha impecablemente.
"Potter!" la voz de Snape sonó amenazante a través de los cuartos. Se oyó un fuerte
golpe y un grito ahogado de dolor ante una puerta que se abrió de golpe y mata de
pelo oscuro atravesó el salón y la cocina rápidamente. ¿Qué demonios esta
pasando? Se preguntó.
"¡Lo siento, tío! ¡De verdad, lo siento! ¡No quise dormir tan tarde!" gritó Potter
mientras corría alrededor de la cocina, tratando desesperadamente de sacar ollas y
sartenes y colocarlos en el horno. Mientras corría hacia la nevera, continuó, "¿Quieres
algo especial para el desayuno esta mañana? ¡No voy a quemar nada, lo prometo! ¿O
puedo hacer algunas tareas adicionales? ¡Voy a lavar las ventanas, sacaré las malas
hierbas del jardín, lo que sea! ¡Sólo por favor no utilices el cinturón! "
Snape se quedó congelado como una estatua mientras veía al chico afanarse a su
alrededor. Antes de darse cuenta, los huevos están cocinándose en la cocina. Pasó sus
dedos largos y pálidos por el pelo despeinado, antes de reiniciar su camino hacia el
muchacho.
Harry se volteó y miró hacia arriba, mostrando el miedo en sus ojos esmeralda. Luego
inclinó la cabeza en un gesto de confusión. "Usted no es..."
"No, señor Potter. No soy su tío, y le pediré por favor que no me llame así. Ahora quite
esa comida de la estufa. Usted no es un elfo doméstico, por lo que será mi trabajo
hacer el desayuno, no el suyo".
"¿Elfo Doméstico?" preguntó Harry con perplejidad, quitando rápidamente los huevos
de la estufa.
"¿Lo sabías?" gritó el niño con pánico. "¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡No, no, por favor no me
hagas daño! ¡No sé cómo llegué ahí!"
Snape se arrodilló y agarró al muchacho por los hombros. "Por supuesto que sabía que
estabas ahí. Fui yo quien te puso ahí, niño tonto. Ahora, como estoy suponiendo que
no se le permitía dormir en una cama, en casa de sus parientes, ¿podría indicarme que
lugar eligió usted para pasar la noche? "sin querer, la última frase le salió casi como un
gruñido.
"en la alacena, señor. La alacena de debajo de las escaleras. Usted no tiene escaleras,
así que asumí..." Se calló, mirando fijamente el suelo de piedra.
"Potter". Cuando el niño no levantó la vista, Snape suavizó su voz. "Harry. Tú nunca
vas a tener que dormir en un armario aquí. Tú dormirás en una cama, al igual que los
otros niños de tu edad.
"Mírame, Harry." Puso sus dedos debajo de la barbilla de Potter y ladeó la cabeza. "No
sé cuál fue lo que tus tíos te hicieron en los últimos nueve años, pero te prometo que
nunca te voy a tratar de esa manera. ¿Entiendes?"
Cuando Harry asintió ligeramente aún en estado de shock por sus palabras, Snape se
levantó de nuevo, cerrando la puerta del armario y cerrándolo firmemente detrás de
él.
Disclaimer: Nada de esto me pertenece, todo es de la brillante J.K. Rowling y
LilyIsAwesomerThanYou autora de la historia original en inglés quién me dio su
permiso para su traducción y adaptación.
Glimpses – Capítulo 7
En los días siguientes, Snape vio con asombro como el niño siguió corriendo a su
alrededor, completamente aterrorizado de todo. Harry se encogía en un rincón si no
estaba cerca suyo, se escondía debajo de las mesas, y continuamente intentaba
encerrarse en el maldito armario de los ingredientes; desesperado por su actitud, ya
no sabía que más hacer para lograr que el niño se sintiera a salvo en su propio hogar.
Hoy, sin embargo, Snape estaba trabajando en la poción Wolfsbane, la cual debería
estar lista lo antes posible para ser usada por el hombre lobo, y realmente no podía
permitirse el lujo de ser interrumpido.
Fue por esto que entró en su laboratorio personal, cerrando la puerta tras de sí. Miró la
pequeña despensa de pociones e ingredientes en se encontraban distribuidos en los
estantes de su alrededor.
Siendo justo, debía reconocer que una de las pocas ventajas de tener a Potter en una
sala en particular, era el hecho de que él no tocaba nada en la casa a menos que se le
pidiera específicamente, e incluso entonces se mostraba vacilante.
Snape se sorprendió. En realidad Potter no había pedido ni una sola vez nada. El chico
se atendía por sí mismo bastante bien, por lo que Snape estaba eternamente
agradecido. No podía imaginar tener que ayudar al hijo de James Potter a bañarse.
Podría perfectamente haber caído muerto en el acto.
La poción estaba casi lista, cuando Snape escuchó la señal inequívoca de la existencia
del chico: un fuerte golpe y un grito ahogado de sorpresa y dolor. Su molestia por la
interrupción de su trabajo, anuló la pequeña punzada que sintió en su corazón cuando
escuchó el grito del muchacho. Él no estaba preocupado por el bienestar del niño, se
dijo a sí mismo. Ni siquiera un poquito, agregó.
Una vez que estuvo seguro de que la poción no se iba a estropear y convertir a Lupin
en una amenaza, en la noche de la luna llena, Snape abrió la puerta de su laboratorio
y se deslizó afuera. ¿Qué había hecho el chico ahora? Se preguntó con enojo.
Para su sorpresa, Potter estaba por ningún lado. Una pila de libros antiguos quedaron
esparcidos por el suelo, y Snape miró hacia donde había estado de su gran biblioteca.
Bueno, eso explicaba el ruido. Con un rápido movimiento de varita, los libros fueron
devueltos a su legítimo lugar en el estante.
Ahora, ¿dónde estaba Potter? Todavía un poco molesto, Snape continuó buscando
alrededor de sus aposentos, golpeando las puertas abiertas y mirando en las esquinas.
Cuando él había buscado en la totalidad de sus habitaciones, se encontró de pie fuera
de una habitación. Una habitación que creía haber cerrado la última vez que había
entrado.
Snape escuchó en silencio una respiración entrecortada antes de abrir la puerta del
armario de ingredientes. No se sorprendió al encontrar al niño acurrucado en un
rincón, debajo del estante inferior, como era frecuente últimamente.
"Sr. Potter. Pensé haberle dicho que no viniera aquí. Este no es su d-"
Snape fue cortado por vocecita del niño. "Yo sé que esta no es mi casa, señor. Dígame
dónde quiere que vaya, y yo me quedare allí. Entiendo que no soy lo suficientemente
bueno como para merecer esta habitación. Mi habitación en casa de los Dursley era
más pequeña. Sólo tiene que encontrar algo así para mi y voy a estar bien".
¿Más pequeña? La cabeza de Snape se tambaleó por la sorpresa. ¿Potter se había visto
obligado a vivir en un espacio más pequeño que sus tiendas de ingredientes? Eso era
inhumano.
Se estremeció al entender que estas eran las palabras equivocadas por decir. Potter lo
miró en un estado de shock e incredulidad, lo cual fue seguido por una negación
absoluta.
Volteó a mirar atrás para comprobar si el chico podía seguir indicaciones, y comprobó
con asombro que este le había obedecido.
Cuando Snape regresó, puso una humeante taza de té frente a Potter, conservando
otra para sí mismo.
"¿Puedo... puedo beberla?" balbuceó Potter vacilante, sin mirar a los ojos del hombre
alto.
La ira de Snape se encendió. Acaso el mocoso no podía apreciar el esfuerzo que había
hecho, si tenían en cuenta sus prácticamente nulas habilidades culinarias.
Cuando el muchacho se sobresaltó, Snape se dio cuenta de su voz quizás había sido
demasiado dura. Suspiró, mirando como el chico tomó vacilante de la taza de té, ya
que le temblaban las manos. Él la llevó a sus labios rápidamente, en un esfuerzo por
tomar un sorbo.
Snape apretó el puente de la nariz, su enojo de había esfumado como si fuera humo,
sintiéndose culpable por haberlo lastimado, intentó pensar en como remediarlo.
Analizando la situación se dio cuenta de algo muy importante, si quería que esto
funcionara debía de intentar no tratar a Harry como si este fuera su padre, maldición,
el pobre chico ni siquiera lo recordaba, y con dolor se recordó a si mismo que no debía
pagar su frustración con el muchacho.
Demonios, habían tratado a este niño como un elfo doméstico, e incluso nunca le
habían permitido probar lo que había preparado. Iba a asesinar a Petunia y aún no
había pensado en como castigar a la bola de grasa que tenía por marido; para
empeorarlo el llegaba a aterrorizar a un niño pequeño.
"eso no importa ya, Potter," le comentó, dándose cuenta de algo. "No me llames
señor. Soy tu guardián, no tu maestro." Por ahora, añadió en su mente.
"Si - Uhm, Sr. Snape" (Snape pensó que no le gustaba mucho ser llamado así por el
chico, pero espero que solo fuera por el momento) "¿Por qué estoy en el sofá Yo no
quiero…-"
-"¿Qué?-" soltó Snape con rabia, olvidando por un instante sus buenas intensiones.
-"¿Es que acaso usted es demasiado bueno para incluso sentarse en mi sofá?"
- "Sólo quiero decir que yo no debería estar aquí. Yo no tengo permitido sentarme en
el sofá, ni tocar ninguno de los muebles..."
-"Bueno, aquí tienes permitido sentarte donde quieras. Ahora, ¿te importaría explicar
que fue lo que ocurrió antes?"
-"¡Por mover los libros! ¡Yo no sé cómo sucedió!- Un segundo estaban en la biblioteca,
al siguiente estaban bajo mis pies!"
"Ahora, ¿por qué estaba tratando de alcanzar los libros en los estantes más altos de lo
que usted podría llegar? ¿Qué no podía simplemente habérmelos pedido?
Un débil resplandor se instaló en la cara de Snape. "Ah. Ya veo. Magia accidental, eso
lo explica todo."
Bueno, al menos eso podía sacárselo en cara a Albus. "Usted - usted no cree en -
¿quien le dijo eso?" balbuceó Snape con la voz un poco ahogada.
"Mi tío; él siempre lo decía, cuando me pasaban cosas extrañas -. Igual que con los
libros -el gritaba que la magia no existe, y nunca haría -" la voz de Harry se quebró
por el recuerdo. Continuando en apenas un susurro. "dijo que si no paraba de hacerlo,
el lo pararía por mi."
"Él empezaba a … -," la voz del niño murió rápidamente, sin poder si quiera terminar la
oración. El muchacho miró a su alrededor con nerviosismo, como si estuviera
esperando que su tío saltar sobre él en cualquier momento; " me golpeaba hasta
cansarse" agregó luego de un momento.
El Maestro de Pociones dejó escapar un suspiro de alivio. "¿Eso es todo lo que él hacía?
¿No te tocaba en lugares extraños? ¿Te hacía sentir incómodo?"
Al ver agitar la cabeza desconcertada de Potter, Snape se relajó un poco más, todavía
estaba furioso, pero por lo menos no se sentía en la necesidad de despedazar a ese
hombre con sus propias manos, al menos por el momento. Por lo menos el zoquete
tenía algunos límites.
Snape continuó su interrogatorio. "Usted dijo que esto paso cuando hizo cosas
extrañas". ¿Qué clase de cosas raras?"
Harry murmuró algo más antes de articular sus palabras un poco mejor.
"Un montón de cosas. Me dejé crecer el pelo hacia atrás durante la noche una vez
porque tía Petunia lo había cortado demasiado. Cuando Dudley y sus amigos
intentaban atraparme para jugar "cazar a Harry" salté y accidentalmente termine en el
techo de la escuela. Una vez volví azul el pelo de mi maestro. Y hace unas semanas
hice accidentalmente que el vidrio en el zoológico desapareciera. Dudley cayó dentro
de las jaulas y una boa fue liberada. Yo creí que era agradable para ella salir, ya que
tenía un cartel que decía criada en cautiverio…
Eso no fue nada. Snape había hecho mucha más magia accidental cuando era más
niño, incluso hubo veces en que se metió en algunos líos, pero este pobre muchacho
fue golpeado por ello. Eso le recordó un poco de su infancia, y por alguna extraña
razón le dolió la analogía.
"Ellos te pegaban para hacer esas cosas?" exigió saber. Cuando Potter asintió,
continuó. "¿Y qué esperas que pase esta vez?"
Snape se levantó para poner su taza vacía en el fregadero, pero se detuvo cuando el
muchacho se estremeció y se hizo un ovillo, dejando al descubierto su espalda, pero
protegiendo sus órganos vitales. "Potter," dijo con voz entrecortada, mientras su voz
sonaba áspera por la sorpresa y la ira. "¿Esperas que yo te golpee?"
"Por favor, señor. Yo lo siento y le juro que no volverá a ocurrir. Por favor, solo por
esta vez."Suplico Potter, antes de quedarse en silencio de nuevo
"por un demonio, eso no va a suceder de nuevo!" Snape echaba humo, mientras iba y
venía ahora. Cuando vio que Potter aún yacía en el sofá estremeciéndose con cada
paso que él daba, Snape se detuvo y dio un paso hacia el muchacho, extendiendo una
mano pálida. En un intento por calmarlo le acarició el hombro suavemente, pero al
contrario, Potter se encogió aún más.
"Harry".
"Harry Potter". Su voz era suave. "chico tonto. ¿Cómo iba a hacerte daño por hacer
algo que no puedes controlar?" Él apretó sus brazos alrededor del chico y lo meció
suavemente hacia adelante y hacia atrás. "Yo nunca, nunca voy a lastimarte Harry,
mataría a cualquiera que intente hacerte daño, como entonces podría herirte con mis
propias manos."
¡Maldita sea, que se suponía iba a ser un alivio! Pero entonces oyó el sollozo y estuvo
dolorosamente consciente de las lágrimas que mojaban su camisa.
"tu no te merecías nada de lo que has pasado los últimos nueve años, y estoy tratando
de enseñarte eso. Pero te diré qué. Estás atrapado conmigo ahora, Harry Potter, y
tienes que aceptarlo, vas a tener que lidiar con eso, porque nunca voy a dejarte ir.
Estoy aquí para protegerte, y no te atrevas jamás olvidarlo. Nunca te voy a hacer
daño. "
Pero sobre todo, apoyado en el sofá de cuero con un niño de diez años, que había
pasado por demasiado, sollozando en sus brazos, sintió algo que no había sentido en
mucho tiempo. Se sintió humano. Y por mucho que Snape fuera reacio a admitirlo, le
gustaba la forma en que sentía.
Glimpses – Capítulo 8
Harry no pudo evitar saltar del sofá y caer en la alfombra frente a la chimenea tan
pronto Snape entró en la sala de estar. Miró con temor hacia el hombre moreno,
leyendo su expresión cuidadosamente. Nadie era de fiar, ni siquiera las personas que
lo habían tratado bien. Porque ellos, al igual que todos, podrían darle la espalda en
cualquier momento.
Observó la expresión contrariada de Snape con escaso interés. El cabello del hombre
estaba desarreglado, y no parecía el mismo sin sus habituales túnicas negras
ondulantes, estaba vestido sólo con una camiseta blanca y unos pantalones de pijama
negros.
"Buenos días, Potter." la voz del hombre, sonaba ronca y espesa por el sueño. El niño
no podía dejar de admirarle, mientras caminaba hacia adelante, siendo elegante
incluso en su somnolencia, Harry se encogió aún más lejos del sofá, quedando
bastante cerca del peligroso fuego recién avivado. Snape se detuvo, mirándolo con
ojos cuidadosos.
Harry miró vacilante a Snape. El hombre parecía sincero, pero el muchacho no estaba
seguro de si era un truco o no. Tío Vernon una vez le había invitado - bastante
cordialmente, en opinión de Harry - a sentarse en el sofá y él, por ser joven, en ese
momento había aceptado amablemente. Por desgracia, su obediencia había sido
recompensada con nada menos que una bofetada en la cara y por un tiempo indefinido
de destierro en su armario.
Tan pronto como el hombre de pelo oscuro estaba en la esquina y fuera de la vista,
Harry saltó del sofá. No tenía sentido que empujar la paciencia del hombre. Paciencia
que ya había sido sin duda mermada por su "rareza" esta mañana y la noche anterior.
Habían salido disparados a sus pies mientras intentaba alcanzar uno. Y, por supuesto,
al ser un estúpido, monstruo torpe, había deslizado todos los libros pulcramente
apilados, enviándolos a toda velocidad al suelo y para luego correr al armario en busca
de refugio.
Había sido tan estúpido. Hacer ruido así. Interrumpiendo a su tutor de su valioso
trabajo. Harry se dio cuenta de que era importante y debía comportarse. El sr. Snape
no solía cerrar la puerta de su "laboratorio", como él la llamaba.
El sr. Snape confundía a Harry en gran medida. Él parecía tan enojado siempre, pero
muy agradable al mismo tiempo. ¿Por qué no lo odiaba? Eso es lo que todos los demás
habían hecho desde el momento en que los conocía.
Harry negó con la cabeza, haciendo una mueca ante el destello de dolor causado por el
violento movimiento. Extendió una mano y empujó suavemente el bulto blando en la
parte posterior de su cráneo.
"Te daré algo para el dolor si vienes y comes," ofreció el hombre, asustando a Harry y
sacándolo de sus pensamientos. Levantó la cabeza para encontrar al pocionista
apoyado en la puerta, observándolo con interés.
Harry se levantó de un salto, siguiendo su camino hacia la mesa, que estaba cargada
con dos platos - uno con tortitas esponjosas y el otro con un desayuno Inglés más
tradicional y huevos. Luego de que tomara asiento, el hombre murmuró: "Yo no
recuerdo tampoco haberle dicho que se quitara del sillón."
"Gg -gracias, s-señor", tartamudeó Harry, cogiendo la poción con una mano que se
sacudía casi tanto como su voz.
"Habla con claridad, Potter!" La voz de Snape era dura, y Harry se estremeció
visiblemente. Snape se relajó un poco a la vista de esto, con una mirada un poco
arrepentida en su rostro arrugado.
"Gracias, señor", repitió el niño en un tono un poco más fuerte. "¿Qué hace esto?"
Los dos comieron en silencio, evitando las miradas curiosas del otro.
"Sr. Potter!" La voz de Snape resonó en la sala, y Harry se levantó de donde estaba
examinando los frascos, en el armario que se había apegado. Las etiquetas seguro
estaban mal escritas, o eran chistes, tal vez. Parecían ser una tontería total.
Tenía una alta sospecha de porqué el chico tenía esa actitud. Iba a tener que tapiar la
puerta con piedras, para que el niño no decidiera a dormir allí de nuevo.
"Tome asiento, Potter," invitó Snape, agitando una mano hacia el sillón de cuero y un
sofá situado en el centro de la habitación. Potter saltó y obedientemente se sentó en el
sofá. Snape se acercó y tomó el sillón, estudiando la cara del chico antes de continuar.
"Ahora, por mucho que me guste dormir en mi siempre cómodo sofá," comenzó
secamente, "usted no puede seguir durmiendo en mi habitación para siempre." Dijo
Snape malinterpretado la mirada avergonzada del muchacho con una de protesta.
Levantó una mano, haciendo que Potter cerrara la boca de nuevo. "No me interrumpas
ahora, ya se que necesitas una cama de su propia -." La conmoción e incredulidad se
dibujaron el rostro del niño. "-Vamos a ir de compras para buscar accesorios para su
nuevo dormitorio mañana.
"¿Qué te dije acerca de interrumpirme?" Su voz era mortal. "Ahora, no quiero oír nada
en absoluto en el sentido de que te alojes en ese armario durante el tiempo que estés
aquí. ¿He sido claro?" Ante el asentimiento miedo de Harry, continuó.
Harry pensó por un momento antes de darse cuenta de que, se había sentido tan
cómodo que su cerebro no había detectado nada fuera de lugar, aparte del extraño
comportamiento de su tutor con él, claro esta.
Si, agregó. "Entonces, ¿cómo obtuvieron sus nombres y por qué mis parientes no
tienen ninguno de ellos?"
Por el amor de Merlín, Potter, ¡son ingredientes de pociones! ¿Cómo voy a saber
porque se llaman así?" soltó Snape, exasperado. "¿No podrías pensar en algo más
interesante?"
Eso era mejor."Simplemente porque lo hace. Te lo explicaré más tarde. ¿Qué más?"
"¿Quieres decir que mi varita?" Señaló a la varita de ébano en silencio, rodándola entre
sus dedos mientras hablaba.
"Magia" respondió Snape con prontitud, después resopló con impaciencia antes de
dejar salir su risa. "Merlín, vaya pregunta es esa..."
"¿Quién es este maldito Merlín?" gritó Harry enfadado, decepcionado por las
respuestas insuficientes que recibía del hombre.
Snape estaba casi aliviado por la explosión. Finalmente Potter estaba actuando como
un niño normal. "El mago más grande de todos los tiempos."
Ante la mirada de decepción de Potter, Snape dudó de nuevo. "Está bien, tal vez estoy
divagando un poco. Potter, por decirlo de la manera más simple que puedo, la magia
existe. Soy un mago, tus padres lo eran, y también lo es usted."
"¿Soy un mago?" Harry abrió la boca, luego se rió rápidamente en el rostro del
hombre.
"En realidad no me gustan las bromas, señor Potter." Cuando el niño no mostró signos
de disminuir sus carcajadas, Snape continuó. "Es evidente que es necesaria una
manifestación." Consideró por un momento hacer arder el sofá con fuego, pero decidió
no hacerlo.
"¿Cómo hiciste eso?" preguntó Potter, mirando a Snape con cautela. "¿Puedes hacerme
daño con eso?"
Snape dejó pasar la pregunta, antes de decidir que decir la verdad era lo mejor. "Sí".
El muchacho se estremeció, encogiéndose de nuevo en el sofá. "¿Va a hacerme daño?"
Su voz era apenas audible.
"Pensé que ya había entendido eso, Potter. Usted es un mago, por lo tanto es capaz de
hacer magia.
¿Supongo que recordará el incidente con los libros que usted describió anoche? Esa fue
tu magia, que intentó ayudarle a cumplir sus deseos. Todos los eventos que se me ha
revelado en los últimos dos días fueron su magia, atacando por el miedo o la ira. "
"¿Todo eso?"
"Todo eso. Ahora, la parte específica de Londres, que iremos a visitar mañana se llama
Callejón Diagon. Es un lugar que es el únicamente mágico. Los Muggles no pueden
entrar allí."
"De todos modos, me gustaría pedirle que no pierda el control de sí mismo por el
entusiasmo o la ira o el miedo.
Mantenga el control de sus emociones, Sr. Potter, y le aseguro que usted va a estar
bien."
"Ellos van a la Escuela Hogwarts de Magia y Hechicería, una escuela de magia. Ahí es
donde estamos ahora, sólo que en mi habitación. Yo soy el Maestro de Pociones aquí.
A la edad de once años, todos los niños y niñas mágicos en el país reciben un carta de
Hogwarts donde se les informa de sus capacidades e invitándolos a la escuela.
No creo que vayan a enviarle una a usted, ya que se va a quedar aquí conmigo.
Con todo esto, debo agregar que, mientras estés en la escuela deberás llamarme
Profesor Snape. "
"Sí, bueno, ahora vamos a hablar de las reglas a seguir mientras este aquí."
Harry, aún presionado contra los cojines del sofá, se asomó mirando la cara del
hombre con curiosidad.
¿Qué iba a hacer con él? ¿De verdad no iba a ser enviado de vuelta a casa de los
Dursley? ¿Sería acaso que el profesor estaba dispuesto a quedarse con él?
Snape miró las emociones que parpadean en la cara del chico antes de afirmar su
demanda simplemente. Todo esto es por su seguridad, obviamente.
Harry volvió a relajarse. Oh, eso era fácil. Él asintió con la cabeza, y con eso, Snape se
relajó también.
Snape lo miró con severidad. "todavía no. Será cuando entres a la escuela."
Agregó negándose a ser deshecho por esos ojos de cachorro. El muchacho parecía
bastante ridículo cuando los hacía, pero por un momento, pudo ver a su madre
reflejada en ellos.
Glimpses – Capítulo 9
Las palabras de Snape habían estado rondando en el corazón de Harry durante horas.
Se tumbó en la cama caliente, mirando el techo oscuro por encima de él.
No era, de ninguna manera, la primera vez que no podría dormir y tenía los ojos
verdes recorriendo lentamente las cortinas negras que colgaban casi por encima de él.
Conocía cada pliegue, cada centímetro de la tela. Estaba seguro de poder dibujarlas de
memoria.
Un suspiro escapó de los labios del chico; le temía al fracaso, a ser rechazado otra vez,
una parte de él se esforzaba por creer en las amables palabras que había escuchado
esa mañana, pero el temor a arruinar su nueva vida, empezaba a volverlo loco.
Harry miró a su alrededor una vez más, antes de recordar que no había reloj en la
habitación.
¿Cómo diablos se supone que iba a saber la hora? pensó con enojo, mientras
recordaba las palabras de su tío Vernon diciéndole lo flojo que era, recordándole que
era un parásito que ni siquiera hacia méritos para ganarse su alimento y estancia en
casa.
Nunca sería capaz de levantarse para preparar el desayuno a tiempo sin un reloj para
que se despertara. Monstruo estúpido, se reprendió él, recordándose a sí mismo que
no se esperaba que el hiciera el desayuno en este nuevo hogar.
Severus Snape era. . . diferente. Bueno, incluso. Nunca había conocido a un adulto que
lo tratara como a una persona igual.
Toda su vida había conocido a adultos que ya fuera que lo odiaban o eran totalmente
indiferentes con él.
Pero esta vez fue diferente. Snape le dio lo que necesitaba, lo cuidó como nunca nadie
lo había hecho.
La única otra persona que tuvo un poco de compasión para con él fue la profesora
Meath, y Harry dudaba de que volvería a ver a la dulce mujer otra vez.
Eso no cambia lo que eres, se recordó Harry miserablemente. Todavía eres un bicho
raro. Un inútil, un pequeño fenómeno no deseado.
Sabía porque seguía insistiendo en dormir allí. Era el único lugar en toda la casa donde
se sentía cómodo después de todos estos años.
Él sólo tendría que lidiar con eso, o marcharse antes de que su tutor lo encontrara; lo
único bueno es que tenía experiencia en ocultarse.
Harry se acurrucó en posición fetal en el frío piso, mientras dejaba que su nariz se
acostumbrara a los olores de los múltiples elementos ubicados en los estantes,
sintiendo la seguridad que le brindaba el pequeño espacio.
Sus hombros descansaron contra la parte inferior del último estante, y pensó
vagamente que se sentía sospechosamente suave, pero lo dejó pasar cuando se sintió
llevar por la inconciencia del sueño.
A la mañana siguiente, Snape garabateó una nota rápida con su pluma, escuchando
con tranquilidad el sonido que hacía al rasgar el pergamino; sintiéndose culpable por
dejar a Harry solo en casa, pretendió explicar su ausencia diciendo que su viaje era de
carácter urgente, y que debía llamar a Tinky, en caso de necesitar algo, recordándole
además que tenía prohibido salir de las habitaciones.
Satisfecho con su trabajo, dejó la nota en la pequeña mesa del salón, esperando que el
chico la encontrara rápidamente. Con pesar, recordaba la actitud de Potter,
aferrándose a él como si fuera su tabla de salvación.
Con esos pensamientos, se acercó a la habitación del niño, tranquilizado por la falta de
actividad en el cuarto, y al escuchar la suave respiración de su pupilo, tomó una pizca
de polvos flu y la arrojó con rigidez en su chimenea, susurrando su destino y dejando
que las llamas verdes lo llevaran lejos. Contuvo el aliento, sin saber si era por evitar
respirar el hollín, o por la aprehensión del encuentro que estaba por llevar a cabo.
Tosió un poco, apresurándose a realizar un hechizo para limpiar sus ropas; sin
verdadero interés recorrió con la vista los clientes del Caldero Chorreante, buscando
alguna cara conocida.
El pub estaba vacío excepto por unos pocos magos solitarios sentados miserablemente
en el bar, casi ebrios a esa temprana hora del día. Con impotencia, no pudo evitar un
estremecimiento; fácilmente el pudo haberse convertido en uno de ellos, algunos días
aun tenía ganas de serlo.
Caminó sin prisas, atravesando la puerta, para encontrarse de repente en las frías
calles del Londres muggle.
Lamentándose aún recordó algo aún más triste, gracias a Potter, no solo debería
romper su tradicional reclusión, sino que además debería comprarle algo.
Con eso en mente, encantó a sus botas para repeler la humedad fría de la nieve y
comenzó a marchar por la calle, viendo con el ceño fruncido a los varios muggles
borrachos, que se atrevían a mirarlo a la tenue luz de las farolas.
Siguiendo su camino, se detuvo frente a un pequeño hotel; Merlín, hacía años, que no
salía de excursión al mundo muggle, por suerte, pensó con ironía, aún podía
desenvolverse con soltura.
"¿Puedo ayudarle?" La voz destilaba falsas cortesías, y Snape no hizo nada para evitar
que su expresión retratara otra cosa que el disgusto que esto le producía; había
arrugado la cara en una mueca de desprecio demasiado familiar. ¿Qué clase de
pregunta era esa? se preguntó con desdén.
"Supongo que puede", respondió con frialdad. "Necesito un lugar para pasar la noche."
La recepcionista, sonrió con fuerza. "Las tarifas de las habitaciones son como se
publican aquí", dijo entre dientes, entregándole una hoja de papel azul quebradizo. Él
la tomó, cortésmente fingiendo mirar sobre ella antes de volver a mirar a la mujer.
"¿Puede usted permitirse…-"
Snape se sentó pensativo en el duro colchón por un momento antes de sacar un frasco
con un líquido color aguamarina del bolsillo de su capa. Poción para dormir sin soñar,
eso era lo único que necesitaba, un par de buenas horas de sueño par aponer en orden
sus ideas.
A tan solo una hora más tarde, justo después del medio día, se encontró a sí mismo
sentado frente a dos hombres muggles – los Agentes Edwards y Drop, como se
referían a sí mismos.
Mientras escuchaba sus voces monótonas, Snape se dispuso a observar a ambos
hombres, especialmente al Agente Drop, el cual, según él, tenía una expresión de odio
y amargura, que podría fácilmente, rivalizar con la suya.
Al notar la mirada del hombre fija en él, Snape decidió acercarse agente Edwards, el
cual se veía más agradable. El pelo rubio del hombre y su suave sonrisa le daban una
expresión confiable y apaciguadora, pero los ojos del hombre, hicieron que Snape se
tensara un poco antes de regresar a su posición de indiferencia habitual en la silla.
Un examen más detenido, le hizo darse cuenta de que habían mas diferencias de las
obvias, entre ese hombre y su mentor; la ausencia de luz en sus ojos, y la frialdad con
que el hombre le preguntó el motivo de su visita, terminaron por hacerle recordar que
en esos momentos, Albus debía de estar atiborrándose de dulces de limón en su
oficina.
"Yo tenía la impresión de ... ... que ustedes fueron quienes sacaron a Harry Potter de
la casa de sus familiares hace cinco días", comenzó en voz baja. Algo se endureció en
la cara de Drop ante la mención del nombre del niño.
Snape volvió su atención hacia el hombre de pelo negro, que le recordaba tanto a sí
mismo. "Y, señor, ¿era Drop? parece que el nombre del muchacho provoca un fuerte
resentimiento en usted.
¿Fue por algo que hizo el chico?" Su pregunta era sencilla y sincera. Estaba ansioso por
saber más sobre el niño, deseaba encontrar una razón para odiarlo, y este enojado
hombre de mediana edad parecía más que capaz de dársela. Para sorpresa de Snape,
Drop se puso de pie, caminando furioso por toda la habitación.
¡Yo no sé quién es usted, Snape, o por qué de repente tiene un interés en este joven,
pero le puedo asegurar plenamente que ese joven no le ha hecho ningún daño a
nadie!"
Snape miró con un leve interés la reacción del hombre. Le resultaba divertido que el
hombre, tuviera sorprendentemente un carácter similar al suyo.
"¿Mi interés repentino en el niño?" se burló Snape, poniéndose de pie, cara a cara con
el agente del servicio de protección infantil.
Sintió la necesidad de corregir al hombre, porque, de lo que había visto, Potter no era
un hombre joven - ni mucho menos, de hecho. Claro, el chico podía cuidar de sí
mismo, pero no había mucho más que eso para dejar de considerarlo como un niño
pequeño.
"déjeme decirle, agente, que hace cuatro días me presenté en ese orfanato, y adopté
al niño".
Los ojos del hombre se abrieron de golpe antes de entrecerrarse una vez más y el
hombre continuó su diatriba. "Es evidente que usted era el hombre equivocado para
ese niño, porque lo primero que ha hecho fue suponer que él había hecho algo malo!
Un destello de fría furia se extendió en la cara de Snape por las palabras del agente;
su ira repentina lo encontró casi sin habla mientras se esforzaba por no sacar su varita
y atacar al hombre.
Bajó otra vez la voz – ya no por la ira, sino en señal empatía, como quien recuerda un
suceso desagradable - hasta el punto que los dos hombres frente a él tenían que
esforzarse para oírla.
"Vine a escuchar su punto de vista sobre lo que vieron en la casa del niño. Necesito
saberlo, para poder ayudarle."
El rostro de Drop se suavizó considerablemente con esta confesión, pero su voz seguía
siendo dura. "Si alguna vez me entero de que estás haciéndole algo daño, vas a
desear…"
Él miró al agente aturdido por las claras similitudes entre sus personalidades, antes de
comentar sin ironía, "Está claro que el chico le ha afectado bastante fuerte."
Al oír su tono – él más suave que había conseguido – el agente se acomodó en una
silla de respaldo recto, manteniendo su mirada calculadora en el hombre. "Sí, bueno,
la forma en que fue tratado me llamó la atención. Estaba tan aterrorizado. He estado
ante docenas de casos de abuso antes, pero nunca había visto que alguien fuera más
lastimado…"
Snape casi hizo una mueca ante la confesión del hombre. Era evidente que Potter
había sufrido, pero no se imaginaba que hubiera sido tan malo; esto escapaba
totalmente de su control, se había hecho a la idea de tener que encargarse de un ser
arrogante y mimado, no tenía experiencia en lidiar con alguien maltratado.
¿Qué fue lo que vio? Fue la única pregunta que salió de sus labios.
"No mucho, pero fue suficiente." Fue Edwards quien habló esta vez, y Snape desvió su
atención del agente frente a él con gratitud.
"¿qué tan mal estaba?" la voz de el maestro de pociones, sonó insegura por primera
vez. A su juicio, la reacción de los hombres no podía ser normal, respiró hondo,
tomando fuerzas para lo que estaba por venir; por otro lado se dijo que Dursley no
sería tan estupido, como para atacar al niño en público, eso sería como firmar su orden
de arresto por varios años.
"ya eso lo sabía, el chico me lo dijo" agregó con voz apagada, sonando mucho más
viejo de lo que parecía. Se miró las manos durante un largo rato antes de hacer una
pregunta repentina.
"¿Qué tan grande era el armario?" En la descripción del agente, Snape encontró un
poco de comprensión abriéndose camino en su mente. "Eso tiene sentido."dijo
pensando en voz alta,
Farmacéutico no sería la palabra adecuada aquí, Severus, se dijo ...pero supongo que
puedes considerarte un farmacéutico de alguna manera, se contestó el mismo.
"yo creía que por algún motivo se encontraba atraído por ese lugar incluso lo encontré
durmiendo allí en alguna ocasión."
Una mezcla de tristeza y rabia cruzó el rostro grisáceo de Drop. "malnacidos," gruñó,
luchando por mantenerse tranquilo.
"Sí, además me entere de que él estaba obligado a preparar el desayuno para ellos y
no comer podía comer nada de lo que preparaba".
"No puedo creerlo, Snape. Pero creo que tú y yo sabemos que no se necesita un
examen físico para comprender el alcance de lo que ha pasado con el chico."
La mente de Snape se remontó a una imagen vívida de Potter exponiendo su trasero
en el sofá de cuero e hizo una mueca. "tengo razones para creer que…"
"Sí, yo también lo creo", añadió el agente serio, sin poder siquiera terminar él mismo
la frase.
"Cuida de él, Snape," murmuró el hombre. Snape estudió los ojos del hombre, el
hombre que le recordaba mucho a sí mismo.
"Por supuesto." salió de la habitación sin darles una segunda mirada y se apareció
frente a las puertas de Hogwarts, un poco decepcionado con la información que había
recibido de los dos hombres.
Caminó por los pasillos, sin darse cuenta se detuvo al encontrarse fuera de la oficina
del Director.
"¡Albus!" Snape escuchó el sonido de pasos antes de que la puerta se abriera, la luz
brillante golpeó al profesor de pociones en la cara. Él parpadeó rápidamente para
ajustar la vista.
"¿Severus, está todo bien?" Cuando Snape se negó a contestar, Dumbledore abrió más
la puerta. "Ven, muchacho, entra"
"Tengo razones suficientes para creer que el niño fue abusado ... en casa de sus
parientes, Albus."
La respiración de Dumbledore salió a toda prisa mientras se quitaba las gafas en forma
de media luna y enterró su cara entre las manos.
Snape miró con inquietud como el hombre que tenía delante, empezó a temblar por los
sollozos silenciosos.
"¿Podrá perdonarme?"
Glimpses – Capítulo 10
Fue hasta una hora después, que Snape regresó a sus habitaciones, completamente
agotado e incapaz de pensar realmente en nada aparte de dormir.
Por otro lado, una parte de su mente aún trataba de asimilar que, el hijo de su querida
Lily, había sido brutalmente lastimado, y que ahora él, era el encargado de ayudarlo a
recuperarse.
Sin comprobar realmente, como se encontraba Potter, Snape se tambaleó hacia el sofá
y se dejó caer sobre él, cayendo en un sueño muy necesario ya había estado cerrando
su mente todo el día, para evitar abrumarse por sus pensamientos.
OooOo
El hombre tenía gafas. Gafas redondas iguales que las suyas. Y su cabello. Eran
demasiado similares como para ser una coincidencia. Este hombre era su padre.
Era James Potter, quien había muerto en un accidente de coche, pero se veía muy bien
cuidado y hermoso para ser un borracho.
James le sonrió, levantando su varita para emitir una nube de humo azul. Entonces su
expresión cambió drásticamente, volteando la cabeza para mirar algo detrás de Harry.
Sin previo aviso, Harry fue tomado en brazos, se lo llevaron, corriendo escaleras
arriba.
La mujer tenía el pelo rojo y se dio cuenta con sorpresa que sus ojos eran
exactamente iguales que los suyos. Esta era su madre, Lily Potter. Ella era hermosa,
serena y hermosa.
Pero entonces una luz verde llegó a través de las rendijas de la puerta, y Lily se volvió
temerosa, un sollozo sacudió su esbelta figura. Soltó la cara de Harry y extendió los
brazos frente a él, como para protegerlo.
Harry vio el movimiento de sus labios, vio la luz verde brotar de la varita delgada del
hombre. Y su madre se derrumbó. Y el hombre se acercó a Harry.
Él levantó la vista. El hombre tenía los ojos rojos. Su pelo oscuro estaba peinado hacia
atrás ligeramente. Y entonces la varita apuntaba a la cara de Harry, justo en la frente.
Vio los labios pálidos y delgados moverse de nuevo. Pero el sueño no se detuvo, como
siempre lo había hecho antes.
Sintió más que vio el hechizo que lo golpeó, porque el dolor que atravesó su cuerpo
era inmenso. El techo se derrumbó, dejando el camino libre para mirar el cielo
estrellado sobre el Valle de Godric.
El sonido estalló de pronto en sus oídos. Estaba gritando, gritando al mundo, sus gritos
resonaban en sus oídos. No podía moverse, no podía hacer nada. La sangre goteaba
de la frente a los ojos.
OOoOo
El grito que resonó a través de los cuartos despertó a Snape con un sobresalto. Se
levantó de un salto, con la varita en la mano. ¿Quién estaba allí? Entonces su corazón
se detuvo al recordar. Potter. ¿Estaba herido acaso?
Se quedó quieto tan pronto como oyó que otro grito llegaba a sus oídos. Él comenzó a
buscar frenéticamente. Había tantos lugares donde el chico podría haberse escondido,
que no sabía por donde empezar a buscar.
Como una inspiración divina, recordó la fascinación del chico por entrar en el armario,
cuando se sentía asustado.
Snape se encontró de repente, sin palabras. ¿Qué se suponía que debía hacer?
Sus Slytherins habían tenido pesadillas montones de veces, pero a menudo sólo
necesitaban el apoyo de sus amigos y la presencia de un adulto.
El pocionista, tenía la sensación de que Potter iba a necesitar algo más que su
presencia esta noche.
Con un suspiro de resignación, Snape extendió una mano vacilante hacia el muchacho.
Esto podría resultar aún peor, dependiendo de lo que el niño estuviera soñando.
"Harry" le llamó otra vez mientras lo sacudía con suavidad. Los ojos de Potter se
abrieron de golpe y él se encogió hacia atrás con un grito de sorpresa.
Snape se puso de pie, sacudiéndose el polvo de las rodillas de sus pantalones negros.
"Tenías una pesadilla."Le comentó, tratando de justificar su comportamiento.
El niño aún respiraba entrecortadamente, pero estaba mirando hacia él con gratitud.
Snape se volvía para irse cuando sintió algo sólido chocando contra él no muy
suavemente.
Dejó escapar el aliento con un silbido. Potter - el hijo de James Potter - lo estaba
abrazando, estaba aferrado a él, como si no quisiera que desapareciera.
Snape vacilante subió un brazo y acarició al niño en la espalda, sintiéndose más torpe
que nunca en toda su vida.
"no fue nada, Potter. Ahora vuelve a la cama." Cuando vio que el chico se dirigía otra
vez hacia el armario, agregó: Me refería al dormitorio Potter, mañana tú y yo
tendremos una seria conversación acerca de este armario.
Potter lo miró con una sonrisa tímida y pasó junto a él, corriendo hacia el dormitorio.
Snape regresó al sofá, acostándose otra vez y dejándose llevar por un placentero
sueño.
OOoOo
Harry se despertó con la tenue luz de la habitación a su alrededor. Los eventos del día
anterior pasaban de prisa en su mente, y sus mejillas se encendieron por la vergüenza.
Buscó sus gafas a ciegas y las metió en su cara con un pequeño arrebato de ira. No
entendía como había sido tan estúpido.
Él los puso encantado de ver que le quedaban perfectas. Entonces, frunciendo el ceño,
Harry se los quitó y las arrojó de nuevo al suelo.
Había un plato de fruta en el centro de la mesa y cogió una manzana, ordenando las
frutas para disimular el hueco que había dejado. Regresó a la sala y se sentó en el
sillón.
En un examen más detallado de la sala, Harry se dio cuenta de que Snape estaba
durmiendo aún, con una almohada arrugada bajo su cabeza y sus pies colgando del
extremo del sofá. Un brazo pálido fue arrojado por la cara, mientras se acomodaba en
el sofá de nuevo.
Se estremeció ligeramente. Hacía tanto frío en los cuartos. Con una mirada hacia el
fuego, se dio cuenta de que casi se había apagado.
Sí, se ha decidido. Él se iría, era necesario para que el hombre pudiera seguir con su
vida tranquilamente, sin tener que tratar con un fenómeno como él.
Harry abrió la puerta y salió de la habitación, sin dejar de pensar que era el único sitio,
donde le habían tratado bien, con un suspiro, decidió internarse por los largos
corredores de piedra.
OOoOo
Los ojos de Snape se abrieron de golpe. Aún era de madrugada, y sus alarmas, lo
había alertado de que alguien había entrado o salido de sus habitaciones. Seguramente
Potter no era tan estúpido como para alejarse, lo que significaba - que había alguien
más adentro. ¿Quien sería el imprudente? Se dijo mientras tomaba su varita
rápidamente.
"Homenum revelio", susurró, y se dio cuenta con sorpresa de que él era la única
persona en los alrededores.
Se levantó bruscamente al ver que la puerta seguía abierta. Mocoso idiota, pensó
malhumorado antes de correr hacia la puerta y mirar a ambos lados por el largo
pasillo. No estaba demasiado lejos.
"¡Potter! ¡Vuelve aquí, idiota!" El chico se detuvo y se dio la vuelta, mirando hacia
atrás a Snape en tono de disculpa.
"¿Señor?"
"Que vengas. Atrás. Adentro," gruñó entre dientes, pronunciando cada palabra con
cuidado en su dura ira. Cuando vio que el niño no se movía, le espetó: "¡Ahora!"
Al oír estas palabras, Potter llegó corriendo a su lado. Se estremeció pasando junto a
Snape a través de la puerta abierta y se quedó en la sala de estar. Snape se volvió y
se dirigió a la chimenea y comenzó a caminar en frente del fuego vivo.
"bueno Potter, estoy seguro de que no eres tan estupido como para salir por accidente
de la habitación, exijo que me expliques en que demonios estabas pensando"
El mocoso chilló nervioso. Snape lo miró con severidad. Estaba de pie en el extremo
del sofá, la cabeza gacha, y los ojos tristes.
"Siéntate." Cuando el muchacho se fue a sentar en el suelo, se corrigió, "En el sofá,
idiota." Una tímida sonrisa apareció en el rostro del mocoso cuando se sentó
suavemente en el sofá. Snape se sentó con gracia en el sillón, estudiando al niño
cuidadosamente. "Ahora, ¿qué pasó?"
"¡Basta! ¡Deje de fingir que no lo ha notado! Soy un bicho raro, nada más que un
sucio, monstruo, no puedo dejar de hacer magia," escupió, haciendo una pausa para
pensar en las palabras, y luego continuó. "¿Por qué no puedo ser normal? ¡Lo siento!
¡Lo siento!"
"¡Lo siento por tocarte! ¡Lo siento por abrazarte!" Las lágrimas corrían por su rostro en
este momento.
"Sé que no quieres que te toque – estoy sucio. Ahora va a enviarme lejos, voy a volver
al orfanato, mis parientes, yo no merezco estar aquí con usted -... yo no merezco nada
bueno."
Potter se miró las manos vergonzosamente. Snape le dio al muchacho una mirada
calculadora, tratando de no estallar de ira. Tomó un par de respiraciones profundas,
con los ojos cerrados, enterrando la cara entre sus manos.
"¡Soy un mago, un fenómeno! ¡Hago magia! ¡Las personas no tienen que hacer
magia!" Snape levantó una ceja inquisitivamente a la exclamación del niño. "El tío
Vernon y tía Petunia siempre me decían magia no existe, que yo era un bicho raro,
porque yo era diferente - porque hacía cosas extrañas."
Potter levantó la cabeza, mientras intentaba comprender la pregunta del hombre; con
el rostro delgado surcado de lágrimas contestó. "¡No, señor! ¡Por supuesto que no!"
protestó rápidamente.
"Pero yo hago lo mismo que usted... yo también soy un mago, señor Potter. Yo hago
magia con más frecuencia que tú."
Snape agitó su varita casualmente para enfatizar sus palabras, haciendo que las luces
se apagaran y volvieran a encender. Harry lo miró con asombro.
"Pero... pero..."
"¡yo... Soy - véame!" -gritó sintiendo su furia crecer de nuevo. "¡Soy estúpido, no
puedo hacer nada! ¡La razón por la que corro a ese maldito armario todo el tiempo, es
porque ni siquiera puedo recordar que no estoy viviendo con mis familiares!"
Potter asintió, mirando el suelo de piedra, y Snape sintió que su rabia burbujeaba de
nuevo.
Sabía que no era el mejor guardián del mundo, pero él estaba haciendo todo lo
posible. ¿Cómo se atrevía el mocoso a criticarlo? ". ¿Por qué?"
Snape tomó una respiración profunda, poniendo ambas manos en su rostro antes de
pasarlas de nuevo por su pelo oscuro. "Harry," comenzó, tratando de tranquilizar
primero al niño.
Levantó una mano para detener a la pregunta del muchacho, avanzando para
arrodillarse delante del sofá y agarrar la cara del niño firmemente entre sus manos,
haciendo caso omiso de él cuando él se estremeció.
Harry, si yo no te quisiera, te hubiera dejado ir, no habría ido corriendo por los
pasillos, desesperado por encontrarte. Harry, confía en mí, si yo no te quisiera, tú lo
sabría ". El niño estaba llorando otra vez. Merlín, ¿Por qué lloras ahora?. Todo saldrá
bien, pero debes dejar de llorar. "¿Entiendes?"
Po - Harry - asintió, tragando con dificultad. Snape sintió de pronto unos huesudos
brazos apretando alrededor de su pecho, la nariz del niño haciendo presión en su
cuello. Harry lo estaba abrazando de nuevo.
Era tranquilizador, esperanzador. Tal vez estaba mejorando en eso de ser padre.
Extendió sus brazos - que sujetaban previamente su cara - y las envolvió con cuidado
en torno al niño, acercándolo mientras giraba y les sitúa en el cuero fresco del sillón.
"Harry ..." En respuesta a su nombre, el chico sacó la cara del hombro de Snape y
miró la cara del hombre. "Hay algo que no te l dije." Snape tragó saliva y se dispuso a
seguir adelante, sacando a la fuerza las palabras, pero fue interrumpido.
Snape parpadeó. Eso fue inesperado. . ". Es un hechizo para suavizar ciertos objetos
como las esquinas, por si el bebé se golpea con ellos o con los estantes".
Lanzó una mirada mordaz a Harry, "son muy útiles cuando un determinado niño - ejem
- Harry Potter, se golpea la cabeza en varias ocasiones."
Harry se rió, apoyando su cabeza contra el pecho de Snape. El latido del corazón firme
y los suaves sonidos de la respiración del hombre eran tranquilizadores.
"Harry," Snape comenzó de nuevo, luchando por conseguir la atención del niño.
"Cuando te adopté ... Yo no ... Yo no soy su guardián."
La cabeza de Harry se giró con sorpresa, con la cara comenzando a arrugarse. Snape
miró al niño, tragando saliva antes de continuar. "Bueno, yo si lo soy, pero soy más
que eso."
Tomó una respiración profunda. "Harry, de acuerdo con los documentos - de acuerdo
con todo, en realidad - yo soy tu padre, tu padre adoptivo". Ya está. Lo había dicho. Se
armó de valor, preparándose para la reacción del chico.
Harry respiró hondo. Oh Merlín, iban a haber más gritos. Luego respiró otra vez. Y
otra, hasta que finalmente se vino abajo.
"¿Soy realmente malo en esto, o qué? No puedo hacer que dejes de llorar", le expresó,
mirando con asombro a Harry, quien le dio una sonrisa acuosa, secándose los ojos.
Glimpses – Capítulo 11
Harry estudió la primera página con indiferencia, antes de lanzarse hacia atrás por la
sorpresa. Podría haber jurado que la imagen se acababa de mover.
Al ver que el niño, solo removía la comida en su plato, Snape separó la vista de su
periódico para decirle con voz seria " no estás comiendo suficiente; deberías dejar de
jugar con la comida, antes de que los elfos domésticos lleguen a retirarla"
Harry levantó la vista de sus tortitas con cuidado, tratando de discernir en la expresión
del hombre, si él estaba enojado, pero no pudo hacerlo, gracias al periódico que le
tapaba la cara.
El hombre al otro lado de la mesa bajó el periódico ligeramente de nuevo, dándole una
mirada intrigada antes de asentir.
Mantuvo los ojos en Harry mientras el chico continuó. "entonces, ¿hay algún hechizo,
que provoque una luz verde?" pero no un verde cualquiera, agregó rápidamente, sino
un verde brillante, casi neón.
Los dedos de Snape se apretaron automáticamente, arrugando ligeramente el papel.
Miró al otro lado de la mesa, congelado, antes de doblar el diario y depositarlo en la
madera oscura. Él le comió un poco de sus huevos, evitando darle una respuesta
inmediatamente.
"Sólo hay un hechizo que emite luz verde." Dio otro mordisco y tragó saliva antes de
continuar. "¿Por qué? ¿Dónde lo has visto?"
"¿Qué pesadilla?"
No podía controlar el ligero dolor que atravesó su pecho. ¿El muchacho había tenido
pesadillas sobre la noche en que sus padres habían muerto?
"¿Es eso lo que estabas soñando la otra noche? ¿La noche que te desperté?"
Harry asintió con la cabeza, mirando hacia su plato. "¿Qué hechizo es?"
Harry repitió la pregunta un poco más fuerte, y Snape se volvió hacia él, incapaz de
mantener la emoción en su rostro.
"La Maldición Asesina", le contestó con voz apagada, antes de girar y salir corriendo
hacia su laboratorio. Probablemente no debería haberlo dicho, pero ¿qué iba a hacer?
¿Acaso debía mentirle?
De pronto se sintió como si hubiera perdido el apetito. Empujó el plato a medio comer
lejos de él con disgusto, cruzando los brazos sobre la mesa y apoyando la cabeza allí.
Bien hecho, idiota, lo hiciste sentir mal. Se dijo, mientras salía detrás de su padre.
OOoOo
"¿Ves algo que te guste?" le preguntó Snape de repente. Harry se giró para ver al
hombre apoyado en la puerta abierta que daba a la cocina.
Snape se acercó, pasando un dedo largo y pálido por los lomos de los libros, que tenía
enfrente.
De vez en cuando se detenía para mirar un título, y luego veía a Harry. De repente
sacó un libro delgado de un estante bastante alto antes de ponerlo en las manos del
niño.
Él apoyó los pies sobre la mesa de café con indiferencia, abriendo el libro y empezó a
leer. Harry se sentó a su lado en el sofá.
"Nos iremos pronto, así que espero que estés listo." Le dijo sin levantar su vista de la
página.
"a la enfermería," murmuró Snape, todavía sin apartar sus ojos del libro.
Harry tragó saliva. "¿Un chequeo? ¿La enfermería? ¿Así que vamos a ver un... un
médico?"
Snape miró fijamente al muchacho, asombrado del pánico suprimido en su voz. "Un
sanador, sí." agregó.
¿Quién sabía lo que iban a hacer con él? Siempre se había visto obligado a cuidar de sí
mismo, pero Harry sabía que no debía discutir con Snape cuando éste había resuelto
algo, y el tono de la voz del hombre le dijo que no habría ningún argumento válido
para negarse.
Cuando levantó la vista, vio con pesar que Snape seguía mirándolo.
Harry, emocionado, miró al hombre alto. "¿en serio podemos hacer un jarabe?"
"El término correcto es poción", corrigió Snape suavemente. "Y tal vez, depende de
cómo te comportes ahora."
Él acompañó a Harry a la puerta caminando sin prisa, por los fríos pasillos de piedra de
la Escuela Hogwarts de Magia y Hechicería.
OOoOo
Había entrado en pánico, después de haber oído que iban a ver a Poppy, y Snape se
preguntó si había otra historia detrás de la aprehensión hacia los médicos.
El niño había sido mucho más hablador recientemente, y se había abierto un poco
más.
El pocionista creía que Harry estaba empezando a creer en las palabras él que le había
estado diciendo desde hacía una semana, y esto era, sin duda, un paso en la dirección
correcta. Había tenido un vistazo dentro de la mente del niño, y eso fue un gran paso
adelante.
Si había una cosa de la que Snape estaba contento de haberse equivocado era esta:
Harry pudo haber sido el hijo de James Potter, podría ser igual a él en apariencia, pero
los dos no eran nada parecidos en personalidad. Snape no podía estar más aliviado.
Pero todavía había un problema serio que debía resolver: los alimentos.
Harry había estado gravemente enfermo unos días antes, y Snape estaba empezando
a creer que no se trataba sólo de una gripe común.
El niño había estado siendo privado de alimento durante mucho tiempo, a pesar de sus
recientes cuidados, la salud de Harry, se veía claramente afectada, y, aunque aún le
costara un poco reconocerlo, amaba a su hijo, y no iba a permitir que nada le pasara.
Snape pensó en la conversación de la noche anterior. Sin duda, había sido inesperado.
Él nunca había imaginado que iba a arrodillarse ante un niño para convencerlo de ser
querido. Y por mucho que su comportamiento, hubiera sorprendido al muchacho, el
Maestro de Pociones había sido el más impresionado.
En poco tiempo, estaban de pie delante de las enormes puertas dobles que llevaban a
la enfermería.
Snape miró al muchacho, quien le dio una media sonrisa asustada, pasando a ejercer
presión contra su costado, como si estuviera escondiéndose.
Ella sonrió cálidamente, extendiendo una mano para invitar al niño a que se acercara.
Snape sintió que Harry comenzó a moverse, y miró hacia abajo mientras el chico salía
de detrás de su pierna y miraba a Poppy.
"Severus me dijo que ibas a venir", respondió ella alegremente, dirigiéndose hacia una
de las camas, preparando sus instrumentos, y llamando a Harry con la otra mano.
Harry la siguió lentamente, tomando el brazo de Snape y tirando del hombre con él.
Snape se dejó llevar a la cama.
"Ahora, debes sentarte para que pueda revisarte, ponte cómodo cielo"
Snape miró a Harry obedecer. Sacó su varita y conjuró una silla, acomodándose en
forma casual junto a su cama.
Harry lanzó una mirada nerviosa hacia él tan pronto como vio que Poppy se acercaba.
Harry asintió obedientemente, pero tan pronto como ella se acercó, dio un salto hacia
atrás lo suficientemente lejos para casi salirse del borde y caer en el regazo de Snape.
Severus instintivamente sacó sus manos para atrapar a Harry, luego se relajó
ligeramente.
Él extendió la mano y agarró el hombro del chico con firmeza, con la esperanza de
poder tranquilizarlo un poco.
Harry se inclinó hacia él, dejando de temblar, pero más tenso que nunca. Poppy se
acercó y el niño se estremeció de nuevo.
Snape habló de repente. "Poppy, no. Déjalo." Volvió su atención hacia Harry.
"¿Prefieres que te muestre lo que va a pasar primero?"
Poppy asintió, mirando a los dos con interés, tratando de ocultar su sonrisa, ante el
comportamiento del mayor.
Harry miró vacilante hacia Snape, quien asintió con firmeza, lo que indicaba que
estaba perfectamente bien, antes de mirar de nuevo hacia Poppy y asintiendo con
miedo, dio su consentimiento para ser examinado.
Cuando Snape se movió de nuevo a la silla, sintió que el niño agarró su mano
bruscamente, todo lo que podía hacer ahora era evitar una mueca de dolor al sentir las
uñas del niño clavándose dolorosamente en su palma.
Poppy agitó su varita, Snape y sintió como Harry se tensó cuando la magia pasó sobre
él. La sensación de hormigueo que causaba el hechizo, era desconcertante y
desagradable, por lo que el hombre no culpó a su hijo por sentirse incómodo.
Snape miró a Poppy de nuevo. Se quedó inmóvil, viendo la mirada furiosa en el rostro
del medimaga. Merlín, esto no podía ser una buena noticia.
Él estudió su rostro con cuidado, tratando de entrar en su mente, pero sus barreras de
Oclumancia eran demasiado fuertes.
La medimaga murmuró: "discúlpenos un momento, señor Potter," antes de dar la
vuelta y salir corriendo hacia su oficina.
Snape lanzó una mirada tranquilizadora hacia el chico y la siguió. Una vez dentro,
cerró la puerta, bloqueándola y colocando un hechizo silenciador.
"Severus, Albus cometido un gran error enviando al niño a vivir con sus familiares,
pero no se le puede culpar por ello. Él no tenía ni idea, y hay que tener esto en
cuenta."
"No me digas lo que piensas," le interrumpió Snape con dureza, dejando que la ira lo
llenara por un momento. ¿Qué diablo ocultaba esa mujer?
"bastante grave, diría yo. Él tiene heridas que no han sido curadas correctamente, y
que van a tener que ser abiertas de nuevo." Empezó marcando una lista mental.
"Severus, tiene varias costillas rotas. Todos menos una, se han curado correctamente,
y necesito volver a romperla, para asegurarme que sane bien, para evitar que se
afecte su crecimiento.
"en todo caso, igual pueden ser acusados de negligencia. ¿Qué más viste?"
"Por la forma en que sus parientes le trataron, ¿realmente crees que su primo jugaba
con él amablemente?"
Incluso si consiguiera esas lesiones correr y jugar al aire libre como un niño normal, el
indicador de peligro más grande es el hecho de que nunca lo llevaron al hospital."
"Tal vez él no quería ir. No estoy justificando nada", añadió rápidamente, casi dando
un paso atrás al ver la furia de la mujer, pero supongo que le contaron horribles
historias sobre el hospital.
"Independientemente de la fiabilidad de las historias, podría haberse negado a recibir
el tratamiento médico a causa de su miedo. Viste la forma en que reaccionó contigo.
Sería la excusa perfecta para ellos. "
"La mujer en el orfanato solo menciono que había sido maltratado. No tenía ninguna
razón para sospechar que era peor aún, no imaginaba que esos muggles pudieran caer
tan bajo... "
"Sus familiares nunca fueron tan lejos, Severus. Gracias a Merlín para eso. Sé que no
sería capaz de mantener la calma si ellos lo hubieran hecho, y confía en mí cuando
digo que estaría de tu lado todo el tiempo, aún si decidieras matarlos."
Ella respiró hondo para calmarse. "Sin embargo, por lo que puedo ver, fue golpeado.
No sé con qué, y no sé qué tan gravemente, pero fue lastimado. Nueve años de abuso
físico no se olvidan en un momento, Severus. Debes ser cuidadoso con él ".
Snape asintió secamente. ¿Se comprometía. . . ? Aunque era cruel y sarcástico, nunca
iría tan lejos como para lastimar a un niño. Esa era la peor y más grande forma de la
cobardía.
"Un cinturón. Lo golpearon con un cinturón", informó Snape con voz casi inaudible, sus
emociones hacían equilibrio entre la ira incontrolable y la tristeza paralizante.
Se sentía tan mal por el chico, y pensar que originalmente se había opuesto a llevarlo
con él, había hecho todo lo posible para llevarlo directamente con los malditos
Muggles. Se dio cuenta de cómo agradecía no haberlo hecho.
"Y no son tanto las secuelas físicas las que me preocupan. Son las cicatrices
emocionales, las mentales. Sé de primera mano lo que se siente al no tener a alguien
para intervenir cuando las cosas se ponen mal ".
Miró rápidamente hacia Poppy, como si hubiera olvidado que ella había estado allí todo
el tiempo.
"Nunca pensé que diría esto, Poppy, pero me alegro de haberlo traído conmigo. No sé
cuánto tiempo va a tomar, pero me aseguraré de que obtenga lo que merece a partir
de ahora. Lo que realmente se merece, no lo que esos sucios Muggles, creían que se
merecía".
"¿Poppy?" comenzó tentativamente. Ella asintió con la cabeza para que continuara.
Se quedó helada al oír sus palabras, pero no hizo ningún movimiento para pedirle que
dejara de hablar.
"Él estuvo violentamente enfermo hace unos días, el primer día que lo traje aquí,
pensé que era una gripe, pero no tenía los síntomas correctos; no creo que él haya
seguido enfermo desde entonces, pero es muy tranquilo. Y apenas come. No pude
evitar llegar a la conclusión de que lo que le pasa es algo más que un virus ".
Poppy se volvió hacia él. "Sí," comenzó ella, sonando increíblemente triste. "Me di
cuenta de que su cuerpo estaba severamente desnutrido, hasta el punto de rechazar
los alimentos. No era mi intención hacerte saber esa parte."
Ella tosió incómodamente. "Yo iba a tratar de deslizar una poción alimenticia sin que te
dieras cuenta." Ante la mirada furiosa de Snape, ella vaciló, antes de volcar un
pequeño montón de pociones en el hombre.
"Ahora. Tal vez podrías llevarle esto al señor Potter, parece confiar en ti mucho más de
lo que él confía en mí."
Snape se volvió para marcharse, todavía furioso con ella por tratar de ocultarle algo
acerca de la condición del niño.
Desbloqueó la puerta, moviendo su mano para abrirla cuando Poppy lo llamó. Se volvió
hacia ella, exhalando un profundo suspiro.
"Vas a hacer lo correcto por él, Severus. Albus tomó la decisión correcta al hacerte su
guardián."
Caminó hacia la cama del niño, sonriendo ante la mirada suspicaz de Harry.
"simplemente estábamos discutiendo sobre tu salud, niño. Relájate. Vas a estar bien."
"Si, si quieres vivir," el Maestro de Pociones bromeó a la ligera, sin dejar una nota
seria detrás de sus palabras, antes de descorchar la primera.
"Harry, esta es una poción nutritiva. Tus familiares no te dieron de comer lo suficiente,
y se ha vuelto muy malo."Agregó.
"vas a tomar una dosis de este cada mañana con el desayuno, hasta que Madame
Pomfrey te considere lo suficientemente saludable para estar sin él."
Le entregó al muchacho la poción verde oscuro y apretó los labios con diversión ante
su expresión facial.
"Cada mañana", confirmó Snape, descorchando otro vial. "Este", comenzó, oliendo
ligeramente en el líquido azul profundo ", parece ser una poción para el dolor."
Harry se mordió los labios con dureza, y Snape pudo ver la indecisión en sus ojos.
Finalmente asintió.
"Deja de hacer eso," le reprendió Snape, tirando del labio del niño de entre los dientes.
Él las destapó una por una, entregándolas a Harry con una breve explicación. Aunque
el niño se quejó ligeramente, no hubo protestas y objeciones reales, por lo que Snape
se encontraba muy agradecido.
"Eso es todo, ¿verdad?" rogó Harry, incapaz de mantener el tono de súplica en su voz.
Snape lo miró durante un largo rato antes meter una mano en el bolsillo de su túnica.
"Ah, ah, ah," él chasqueó la lengua, sosteniendo el frasco de líquido azul pálido. "Uno
más, pero quiero hablar contigo acerca de este en primer lugar."
Harry se inclinó, dando a la poción una mirada larga y dura. "Eso es para dormir sin
sueños, ¿no es así? ¿Estás tratando de hacerme dormir? ¡Es apenas mediodía!"
Snape, impresionado con la identificación de la poción, respondió con mucho menos
sequedad de lo que normalmente tendría. "Muy bien,.. Es poción para dormir sin soñar
ahora, hay una razón por la que he esperado a darte esto hasta después de hablar
contigo.
Cuando Harry asintió, mirando sus manos, Snape continuó. "Ha llegado a la atención
de Madame Pomfrey que muchas de esas lesiones no fueron curadas adecuadamente,
en particular algunas costillas rotas. Ella necesita solucionar esto, pero para ello, lo
mejor sería que usted esté dormido.
Si decidse no tomar la poción, estoy seguro de que podríamos encontrar algo para
hacer que duela menos ".
Snape la destapó con cuidado y lo colocó en los dedos del muchacho. Él tragó,
haciendo una mueca por el sabor.
A medida que sus ojos comenzaron a cerrarse, Harry lanzó la poción y cogió una mano
del profesor fuertemente entre las suyas. "Tú te quedas, ¿verdad, papá?"
Snape sintió que se le encogía el corazón al oír las palabras del muchacho.
Nunca se acostumbraría a escuchar a Harry llamarlo así. Se inclinó hacia delante con
cuidado, colocando sus labios a la oreja del niño.
Harry sonrió con cansancio, con los ojos ya cerrados, cuando Poppy salió de su
despacho.
Glimpses – Capítulo 12
No le gustaba este lugar, y solo Dios sabía cuánto tiempo iba a tener que quedarse allí.
Intentó estirar sus músculos rígidos, pero se lo pensó mejor, en lugar de eso, se
conformó con mirar a su alrededor con interés.
Su mirada se posó en una mesita de noche borrosa y él extendió la mano a ciegas. Sus
pálidos dedos se cerraron alrededor de la de sus gafas circulares, y se las puso,
suspirando de alivio, cuando todo se aclaró.
En un examen más detenido de la mesilla de noche, Harry se dio cuenta que había una
pequeña colección de pociones acompañadas de una breve nota, escrita con una letra
muy elegante.
Harry cogió una de las pociones, examinándola con interés antes de colocarla
nuevamente en la mesa.
Algo en la nota captó la mirada de Harry otra vez. "Si estoy dormido..." ¿Dormido?
¿Acaso su padre estaba durmiendo cerca?
Harry comenzó a buscarlo en las camas cercanas, dejando que una pequeña sonrisa
adornara su rostro, cuando su mirada, finalmente descansó en el oscuro Maestro de
Pociones.
El hombre se había quedado dormido, no en una cama, sino en la silla que había
conjurado a su lado el día anterior.
Vio como el hombre dormía, con cuidado de no despertarlo, antes de volver a tomar
las pociones en la mesa.
Bebió la que estaba más cerca, dejando que sus ojos exploran la enfermería un poco
más, con el fin de distraerse de su sabor.
Se tragó el segundo vial rápidamente, moviéndose ligeramente para poder ver mejor
por la ventana.
Había un gran campo cubierto de hierba, con tres aros suspendidos en el aire a cada
lado. Confundido, Harry se volvió hacia las pociones de sabor desagradable.
Tal vez no sería tan divertido hacer pociones como lo había planeado. Él continuó
bebiendo una poción tras otra, preguntándose por qué había tantas.
¡Él estaba muy bien, no necesitaba nada de eso, cualquiera se daría cuenta!
"Bueno, al menos sabemos que puedes seguir instrucciones," comentó una voz áspera
arrastrando las palabras detrás de él.
Harry casi saltó fuera de su piel y se volvió hacia Snape, quien ahora estaba despierto
y mirándolo con cuidado. El chico hizo una mueca ante el repentino movimiento,
debido al dolor en sus costillas y su brazo.
"deberías haber tomado la poción para el dolor primero, niño tonto," le reprendió
Snape con suavidad.
Harry inclinó su barbilla y abrió los labios, dejando que el líquido pasara por su
garganta.
"Ahora deja que te ayude con el resto, mocoso." por la sonrisa amistosa en el rostro
del hombre, Harry supo que no era grave.
Él felizmente observó como padre le dio cada poción de una en una; desde que podía
recordar, nadie se había esforzado tanto por hacerle sentir bien, menos tomarse tantas
molestias, solo por ayudarle.
"¡Ah, Severus, pensé que te encontraría aquí! Y Harry. ¡Qué bueno verte de nuevo!
"La voz del anciano sonó demasiado cerca, y Snape se encogió más en la silla
instintivamente, casi avergonzado.
Snape se puso en pie, obedeciendo los deseos del director, y comenzando a caminar
hacia la puerta.
Se dio la vuelta. "Estaré de vuelta pronto, Harry, y te enviaré un elfo doméstico para
que te traiga el desayuno en unos pocos minutos. Mientras tanto, espero que
descanses. Es la única manera de conseguir realmente que mejores, mocoso."
Harry lo miró irse, nervioso ante la idea de quedarse solo en la enfermería con
Madame Pomfrey. Lanzó una mirada nerviosa hacia la oficina de la mujer, viendo que
las puertas dobles estaban cerradas, dando un profundo y tranquilizador suspiro.
Suponiendo, que lo mejor que podía hacer, era en realidad dormir, como Snape le
había dicho, Harry acomodó la cabeza en la blanda almohada, dejándose llevar por la
gran cantidad de pociones que acababa de beber.
OOoOo
"¡Severus, hijo mío!" comenzó a decir Albus. Snape lo miró con desconfianza y como
de costumbre, rechazó la oferta del anciano de comer los repugnantes dulces Muggles.
"¿Qué quieres, Albus? Las últimas veces que he estado aquí, sólo hemos intercambiado
noticias desagradables. ¿Qué pasó ahora?" gruñó Snape agresivamente.
Estaba ansioso por volver con Harry, aún preocupado por él. El chico no estaba
cómodo en cualquier tipo de entorno hospitalario, y acababa de dejarlo en la
enfermería con nadie más que el medimaga para hacerle compañía.
"Quiero saber cómo va todo con Harry."En su voz se podían encontrar sentimientos
contradictorios. Dureza. Desconfianza.
"Va muy bien, señor director", espetó Snape, sus defensas, naturalmente, aumentaron
al escuchar el tono de la voz del hombre mayor.
"eso es lo que tu dices, pero no puedo evitar preguntarme si Harry siente lo mismo. Si
estás haciendo daño al muchacho, no voy a tener más remedio que sacarlo de tu
cuidado. Por no hablar de cómo afectaría otros aspectos de tu vida, " advirtió
Dumbledore, siendo visible su amenaza, incluso a través de su actitud despreocupada.
"Nunca le pondría una mano encima, Albus. ¡Tú sabes eso!" Snape estaba
indignado. ¿Cómo se atrevía ese hombre a acusarlo de hacer daño a un niño? ¡menos
aún a Harry!
"El maltrato puede ser mucho más que físico, Severus," dijo el hombre con sabiduría.
"No pude evitar escuchar un poco de su conversación en el ala del hospital. ¡No puedo
creer que lo llamaras "mocoso" en su propia cara!
"Director," gruñó Snape. "El niño sabe muy bien que solo lo digo cuando bromeo con
él. Claramente Harry no ha mostrado ninguna reacción adversa a mi "poco cariño".
"Estás dejando una gran cantidad de conocimientos para Merlín, es curioso que
empieces a preocuparte por lo que pasa con él, des pues de tanto tiempo
. Tal vez deberías mirar las cosas de otra manera, a Harry no le importaba, y ti
tampoco debería."
"El abuso verbal es el primer paso, Severus ¿Él acaso tiene su propio dormitorio, o un
lugar que sea solo suyo?
¿Debo recordarte que es el hijo de James Potter?" Pero hay más de Lily en ese chico
de lo que yo jamás hubiera imaginado.
"¿Cree que no tengo conocimiento de ese hecho, señor director? ¡Tengo que mirarlo a
los ojos todos los días! Dicho esto, yo nunca seré capaz de ser todo lo amoroso y
cariñoso padre que James Potter hubiera sido. Sin embargo, lo que nunca haré, será
tratarlo de la forma, en que mi padre me trataba a mi" Snape desafió a Dumbledore
con su mirada. El hombre, sostuvo la vista por un momento antes de ceder.
"Muy bien, Severus," admitió Dumbledore, buscando la cara de Snape. "Pero voy a
estar vigilándolos a ti y a Harry."
Snape, estando demasiado furioso para responder, salió de la oficina del director en
una nube de túnicas negras. Caminó todo el camino a la enfermería, donde encontró a
Harry dormido, tal como lo había ordenado.
Snape sonrió para sus adentros. ¿Quién hubiera dicho que el hijo de James Potter,
podría calarse tan hondo en su mente?
Llamó a uno de los elfos domésticos en voz baja y pidió el desayuno para él y Harry. El
elfo volvió en un instante y Snape despertó al niño dormido, con cuidado de no
empujarlo y lastimarlo.
"¿qué pasó?" murmuró Harry, frotándose los ojos legañosos, y Snape se defendió con
una sonrisa. "¿Papá?"
Al oírlo, Snape sintió como si el aire hubiera escapado de él de nuevo, tal vez al igual
que con uno de los feroces abrazos que el niño le había dado.
La palabra había llegado tan fácilmente para el niño, como si fuera natural.
Ante la mirada confusa del chico, Snape se aclaró la garganta rápidamente, levantando
la bandeja. "Tengo el desayuno para los dos, si lo deseas."
Harry asintió con entusiasmo. "Está claro que necesitas un poco de comida en ti,
pequeña cosa escuálida." Snape no podía mantener la risa sin salir de su boca.
Glimpses – Capítulo 13
"Harry, yo realmente creo que no deberíamos ir hoy al Callejón Diagon " anunció
Snape la mañana siguiente, estudiando al niño con cuidado; a pesar de que intentaba
ocultarlo, el chico se veía agotado, debido a todas las pociones que había tomado
últimamente.
Por otro lado, Severus no estaba convencido, de que fuera prudente que su hijo se
mostrara en público; no es que se avergonzara de él, se dijo rápidamente, pero no
estaba dispuesto a ponerlo en una innecesaria situación de riesgo.
"chico tonto", le reprendió con suavidad, moviendo su mano hacia adelante a través
del cabello del chico. Se agachó en la entrada de la cocina, tomando el rostro del niño
le obligó a mirarle a los ojos.
"¿cuánto tiempo te llevara entender que no pienso romper mis promesas? Le dijo
abrazándolo suavemente, no tienes por que temerme, yo jamás voy a lastimarte"
Harry se relajó en sus brazos, por lo que el mayor, lo levantó, sentándolo en una silla
del comedor. "Ahora debes comer", ordenó Snape, mientras chasqueaba sus dedos,
para que los elfos domésticos, aparecieran el desayuno; cuando la mesa estuvo
servida, el también tomó asiento, sacando de su bolsillo, un vial de poción nutritiva.
"sabes que no puedes empezar el día sin antes beber esto", recalcó al ver la expresión
hastiada del pequeño. Harry suspiró exageradamente, antes de destapar el frasco y
beber su horrible contenido; Snape, al ver su reacción, tuvo que hacer grandes
esfuerzos para reprimir la carcajada que le provocó su comportamiento.
Intentando mejorar el ánimo de su pupilo, Snape le comentó: "sé que dije que aún no
estás bastante fuerte como para salir, pero si lo deseas, quizás podamos elaborar
alguna poción juntos, claro solo si tu quieres" agregó viendo fijamente su plato,
actuando como si no le importara la respuesta del chico.
Snape lo miró en estado de shock. Malditos muggles ¿Qué habían hecho con su
muchacho? Al ver que el niño esperaba su respuesta, rápidamente le contestó "por
supuesto que no, yo no estoy aquí para castigarte, mi trabajo es enseñarte y evitar
que te hagas daño." Viendo que la sonrisa de su hijo crecía replicó con voz seria "si no
terminas de comer, no haremos ninguna poción hoy"
OOoOo
"¿Papá?, al no tener respuesta llamó con voz más fuerte "¡Snape!". El hombre se
acercó a toda prisa, varita en mano, con una expresión indescifrable en la cara y ojos
feroces; se relajó un poco al ver el estado del muchacho, que casualmente, estaba
acostado en el sofá con cara de inocencia.
¿Por qué gritas así, qué es tan urgente? Preguntó exasperado. Harry trató de ocultar
su expresión de miedo, al notar la ira creciente del hombre, pero, pudo ver que no
había sido capaz de hacerlo, cuando la expresión de su padre se suavizó
considerablemente
-¿Qué es lo que necesitas? Le preguntó con calma, haciéndole notar que no estaba
enojado.
-¿siempre podremos hacer la poción, señor? Preguntó harry con una ligera vergüenza,
mirando con detenimiento las finas líneas de sus manos.
El hombre hizo una pausa por un momento antes de contestar. "¿Señor?" dijo con
ironía, pero cuando Harry fue a pedir disculpas, negó con la cabeza ligeramente.
"Supongo que podemos empezar. Dame un momento." Se volvió hacia su laboratorio,
luego se detuvo. "Y para la próxima, realmente no necesitas gritar…"
Una mesa estaba colocada contra la pared del fondo. Harry pensó que realmente no
era un buen lugar para ello, ya que uno podría lanzado arriba muy fácilmente cuando
estaba en esa posición. Y si alguna vez hubo un accidente o explosión - como Snape le
había explicado que en ocasiones había sucedido - uno sería incapaz de protegerse a sí
mismo de la explosión. Harry volvió su atención hacia el hombre alto, de pie detrás de
él.
"¿Cuál te gustaría Harry? ¿Una poción pimentónica? Creo que leíste acerca de eso en el
libro que estabas leyendo el otro día."
Harry asintió con entusiasmo. " si se-" tartamudeó, intentando ocultar su desliz.
Vio cómo el hombre empezó a sacar cosas de los armarios de los alrededores,
señalándole cada una, antes de explicarle su uso. Después de una explicación
detallada de todo lo que iban a utilizar, se pusieron a trabajar, luego de que Snape,
encendiera el fuego debajo del caldero negro con un ligero movimiento de la varita de
ébano. Harry vio la magia, fascinado.
"¿Usted enseña Pociones aquí?" Preguntó Harry, mirando a los colmillos que estaba
tratando de moler. Sintió los dedos delgados del hombre de cerca, sobre su propia
mano, guiando sus movimientos, ayudándole a preparar los ingredientes.
"Sí, por desgracia," se burló Snape, añadiendo los colmillos en la poción hirviendo. Él
instruyó a Harry en voz baja que iniciara la trituración de las hojas de menta.
"¿Por desgracia?"
"Todos son cabezas huecas, al menos la gran mayoría de ellos," murmuró Snape, y
Harry se rió en voz baja por las palabras del hombre. Él continuó trabajando con las
hojas en frente de él, prestando más atención a su tutor que al trabajo que se supone
que debía hacer. Snape se inclinó de nuevo, ayudándole con cuidado, antes de pasar a
revolver la poción una vez más.
"Tú no eres un estudiante aquí. Sin embargo," Snape respondió rápidamente, mirando
hacia debajo de su nariz ganchuda al niño, que en ese momento, estaba de pie sobre
un pequeño taburete. "Espero que puedas probarte a ti mismo de manera diferente."
Harry sonrió para sí mismo, entregándole las hojas de menta que debían añadir. Él lo
haría. Él demostraría a su tutor, a su padre, que era bueno; lo haría, no importa lo que
costará.
La poción estaba casi terminada cuando Harry vio a Snape enderezarse y lanzar una
rápida mirada hacia la puerta. Después de instruir a Harry no tocar nada, puso la
pimienta que tenía estado a punto de agregar en la mesa y salió a la puerta, donde la
voz de un hombre viejo llegaba a través de los cuartos, claramente angustiada.
La mirada de Harry pasó del caldero hirviendo a la pimienta, luego de vuelta otra vez.
Snape le había dado instrucciones de no tocar nada, pero él mismo había estado a
punto de agregar el ingrediente, por lo que seguramente no pasaría nada si Harry lo
hacía en su lugar.
Harry jadeó y vio con horror como la poción empezó a brillar y a crecer, burbujeando
peligrosamente, antes de estallar en una explosión de color rosa claro. Escuchó el
sonido de frascos y tarros rompiéndose sobre el suelo antes de que su cabeza chocara
contra el suelo de piedra, golpeando su visión en la oscuridad.
OOoOo
La conversación Flu de Snape con el director fue interrumpida por una fuerte explosión
y el humo flotando por el pasillo.
Con un movimiento de su varita, Snape aclaró la poción rosa y humos vibrantes. Con
otro, la sala fue restaurada y puesta en orden. Por último, la sangre había
desaparecido desde el suelo y la cabeza de Potter fue sanada.
Snape echaba humo en silencio, mirando al niño en el suelo. Se lanzó hacia delante y
agarró al chico ahora consciente por el brazo, inclinándolo contra la mesa del
laboratorio; En un instante, el cinturón estaba desabrochado y en su mano.
Lo levantó, listo para golpear al pequeño de diez años de edad, doblado sobre la dura
madera. El muchacho ni siquiera estaba luchando, de hecho, se acurrucó aún más
sobre sí mismo, dejando al descubierto su espalda. Snape podía ver los pequeños y
puntiagudos huesos de su columna vertebral sobresaliendo a través la vieja camiseta
de Dudley Dursley.
"Por favor, señor," Potter rogó sin esperanza. Snape supo de inmediato que había
estado en esta posición muchas veces antes, pero en su ira, no pudo encontrar la
voluntad de ceder. Lentamente, acercó el cinturón al chico, con dureza.
"¡Levántate, Potter, dime en que estabas pensando, te dije claramente que no tocarás
nada!"
El muchacho miró tímidamente hacia él, shock y terror absoluto eran evidentes en sus
ojos. Empezó a moverse, alejándose completamente de la mesa del laboratorio y
acurrucándose en un rincón contra la pared más alejada del Profesor de Pociones,
congelado.
Snape se volvió y corrió a través de la puerta del laboratorio, pasando por los pasillos,
aún desiertos, saliendo a través de las puertas de Hogwarts. Siguió corriendo hasta
encontrarse en el otro extremo del lago, con vistas a las aguas oscuras.
Él era un tonto, un verdadero tonto. ¿Cómo pudo pensar en herir a un niño? Se había
prometido a sí mismo que nunca en su vida, no importa lo enojado que estuviera,,
podría alguna vez hacer daño a un niño.
Nunca le había levantado la mano a uno. ¡y pensar, que lo peor de todo, fue que un
niño pequeño, había estropeado una poción, de la cual ni siquiera había oído hablar
antes!
¿Qué si había desobedecido las instrucciones? ¿Qué si había causado una explosión?
Había visto a estudiantes mayores causar accidentes mucho peores que este - con la
misma poción, ojo - pero había estado tan enojado que se había quitado el cinturón y
casi golpea al niño con el.
Debería hablar con Dumbledore inmediatamente. Ningún hombre que levanta la mano
contra un niño debería permitirse vivir. Consideró brevemente sus opciones. No había
otra opción. Harry Potter se merecía un mejor tutor - un mejor padre - que él. Pero en
realidad, todo se reducía a una pregunta: ¿por qué estaba tan malditamente enojado?
Él se había controlado a sí mismo. Lo había hecho, al final. ¿Fueron acaso, los ojos
aterrorizados del niño? No podía soportar dejar de pensar en el niño tirado en el suelo,
después de haberlo consolado otras noches. ¿Qué pasó con el "yo no te golpearé? Que
el mismo, había mencionado ese mismo día, ¡por el amor de Dios! ¿Dónde había ido
eso?
Se enorgullecía de su habilidad para cumplir con su palabra, pero está claro que no
tenía ninguna base más. Estaba perdido, totalmente perdido.
Había prometido no ser lo que era su padre - tanto a él como a Dumbledore - por
supuesto que no a Potter, porque el muchacho no sabía nada de él, pero sin embargo
fue una promesa sobreentendida - y sin embargo, él se había convertido en el; Se
había convertido en Tobías Snape en ese instante.
Pero eso no cambia nada, en realidad no. Y no tenía, realmente, muchas otras
opciones para excusas. ¿Podría ser porque a Snape le importaba el chico? Seguro que
no. No el chico Potter. Sí, él se preocupaba por el bienestar del niño, sobre el hecho de
que era generalmente inseguro, por el hecho de que no estuviera siendo abusado,
pero era evidente que el propio Snape era tan malo como los Dursley.
Para que engañarse a sí mismo, se dijo soltando un suspiro, había estado aterrado, el
hombre que se había enfrentado a tantos peligros, el hombre que había traicionado al
señor oscuro más poderoso de todos los tiempos, casi había muerto de la impresión al
escuchar esa explosión; por un momento su mundo se detuvo, considerando la idea de
perder a su hijo por una imprudencia, por eso se molesto, más que con el niño,
consigo mismo, por haber provocado con su descuido esa situación.
Con pesar reconoció, que si el no hubiera dejado solo al chico nada de esto habría
pasado. ¡Por Merlín, en que había estado pensando! Ni siquiera los alumnos mayores,
podían ser dejados sin supervisión en el laboratorio.
Se sentía culpable, más que eso, se sentía miserable una escoria. Pero mientras
miraba hacia el lago decidió que no podía ahogarse, no podía morir, aunque sólo fuera
para proteger al niño, se resignaría, si Harry no quisiera volver si quiera a verlo, pero
lo protegería, no solo por Lily decidió, pensando que tal vez, sólo tal vez, solo el niño le
importaba.
Glimpses – Capítulo 14
Oyó el eco de la voz de pánico de Snape por las habitaciones buscándolo, y señaló con
un ligero temor que existía una gran posibilidad, de que el hombre estuviera enojado
con él también; Harry sintió el cosquilleo de un diagnóstico mágico sobre él - una
sensación a la que estaba empezando a acostumbrarse - y de repente el humo
abrumador que le cubría habían desaparecido. Los sonidos de los tarros y frascos que
se trasladaban de vuelta a sus lugares llenaron sus orejas, y de pronto el dolor de
cabeza había desaparecido, junto con la rigidez de sus músculos y cuello.
Antes de su suspiro de alivio pudiera salir de los labios, fue levantado del suelo sin
decir ni una palabra y se inclinó sobre la mesa en la esquina de la habitación. La
madera áspera se le clavó en el estómago, y Harry luchaba por no llorar. Esto era algo
a lo que estaba familiarizado. Esto era algo que podía entender.
Él oyó más que vio el cinturón, que el hombre levantó a su lado, y se acurrucó sobre sí
mismo por instinto, un pequeño movimiento que él había aprendido desde pequeño, y
que había hecho una gran diferencia con los Dursley.
Sus órganos vitales estaban protegidos, mientras que su espalda se llevaba todo el
peso de la paliza. Se agarró al borde de la mesa estrechándola con sus dedos nudosos,
esperando el golpe inevitable. Había esperado esto, lo había visto venir, pero había
bajado la guardia. Él había dejado que las palabras del hombre para calmarlo, le
tranquilizaran, todo para nada. Este hombre era tan malo, si no peor que sus
parientes.
El cinturón silbó en el aire, y Harry se preparó. Pero el golpe nunca llegó. En cambio, el
cinturón golpeó la mesa junto a él con un golpe sorprendente, y él se estremeció con
más fuerza de lo que tendría si hubiera sido golpeado.
Un dolor agudo cortó su rostro y se quitó los dientes de su labio inferior, reconociendo
el sabor familiar de la sangre que le llenó la boca. Snape no lo había golpeado. Su
tutor - su padre no le había golpeado. Los sentimientos abrumadores de que alguien
realmente le cuidaba se apoderaron de él.
Pero ninguno de los dos se movió. Hubo un largo silencio, siendo la voz del hombre lo
que rompió la tensión como el chasquido de un látigo.
"Levántate, Potter, ¿en que estabas pensando…? Su voz era áspera, rugosa, más
helada de la que el muchacho nunca había oído. Sin decir nada más, Snape se volvió y
corrió a través de la puerta, y Harry oyó que se cerraba a presión con una explosión.
Se levantó de donde estaba acurrucado sobre el escritorio de madera, frotándose la
parte central donde estaba dolorido por el duro borde de la mesa.
Él no estaba cómodo, de ninguna manera, así que con una respiración nerviosa se
deslizó fuera de la superficie de madera. Sus pies tocaron el suelo con ligereza y
bordeó el cinturón de cuero tendido en la piedra, para salir corriendo de la habitación
como Snape había hecho anteriormente.
Cuando se acomodó en el espacio debajo del estante inferior de su armario, se sentó
en silencio atónito. Snape se había detenido. Él se había abstenido de golpear a Harry,
y eso era lo máximo que el chico pudiera decir para cualquier figura paterna en su
vida; Se tocó las cicatrices de su lado a la ligera, pasando los dedos por los bordes con
disgusto.
Snape se había detenido. El cinturón había chocado con la mesa y caído al suelo, en
lugar de golpear Harry. Se había detenido. A pesar de la ira del hombre porque Harry
estropeara su poción, él había cumplido su palabra. Se había detenido.
OOoOo
Snape se levantó con cuidado de donde había estado sentado en la orilla del lago,
quitándose el polvo de la arena y la nieve de los pantalones, agitando las manos. Él
había tomado su decisión. Iría y hablar con el chico antes de ir a buscar a Dumbledore
para informarle al hombre que no podía cuidar de Ha - Potter.
Su ritmo era rápido, mientras caminaba hacia el castillo, su ira y angustia lo estaban
llenando de nuevo, volviendo la marcha en todo un desafío. Abrió la puerta y bajó las
escaleras a la mazmorra.
Él oró a todos los dioses que se le ocurrió, que el muchacho no se hubiera escapado
otra vez , cuando él se inclinó para recoger su cinturón, que serpentea alrededor de su
delgada figura, supo que debía encontrarlo pronto. Salió por la puerta y comenzó a
buscar en los cuartos a su pequeño.
La puerta del armario ingredientes, estaba abierta, arrojando luz sobre las piedras
oscuras del pasillo. Snape se deslizó hacia él, mirando a través de la puerta y casi soltó
un suspiro de alivio cuando él encontró al niño acurrucado sobre sí mismo en las
estanterías.
El muchacho lo miró con cautela antes de salir de su refugio. Él pasó corriendo junto a
Snape, como si temiera que este lo persiguiera, y entró en la sala de estar, donde
Snape lo encontró sentado obedientemente en el sofá.
"Sr. Potter." Hubo un breve momento de silencio mientras pensaba en sus palabras.
"Confío en que usted entiende lo que sucedió hace una hora ¿verdad?"
Voy a encontrar a alguien para cuidar de usted correctamente, puesto que es evidente
que esa la persona no soy yo. No se preocupe, Sr. Potter, que no tendrá que vivir
conmigo por más tiempo".
Hubo un momento prolongado de silencio tenso. Potter había dejado caer la cabeza
entre las rodillas. Snape miró al niño cuidadosamente antes de aclararse la garganta
buscando una respuesta. Potter levantó su rostro lentamente, con los ojos bajos, con
las mejillas rojas.
Potter se encogió en el sofá, moviendo la cabeza con rapidez. . "No, señor, yo sólo
quería decir - quiero decir que se que me porté mal, que fue mi culpa."
"Pero gracias, señor." Habló bajo, manteniendo sus ojos en sus delgadas manos.
Snape, que se había detenido en su ira, reanudó su paseo con renovado vigor.
Casi te pego Mucho peor que eso - ¡Casi te azoté con mi cinturón y me estás dando las
gracias! ¿Porque me detuve? ¿Porque me las arreglé para redirigir el cinturón para
golpear la mesa en vez de su espalda?
"Pero no lo hizo."
"¡Pero podría haberlo hecho! Iba a hacerlo. ¡No te atrevas a justificar esto!" gritó
Snape, cayendo hacia abajo en el sillón y enterrando la cara entre las manos.
De repente se sintió dos pequeñas manos frías agarrar sus mejillas pálidas, y miró
hacia arriba encontrando un par de ojos verdes vivos. Snape estaba demasiado
alterado para siquiera arquear una ceja ante el gesto familiar.
Se subió al regazo del hombre y se acurrucó allí. Snape puso sus brazos alrededor del
vacilante niño. "Así que gracias. Eres el mejor hombre que he conocido. Así que si no
te importa, ¿puedo seguir viéndote como mi padre?"
A pesar de todo lo que Snape había hecho, todo lo que había metido la pata, el chico
era indulgente y agradecido. Estaba agradecido porque Snape había sido el único que
se había detenido de lastimarlo. Era una razón perfectamente viable, y por el
momento, trató de llevarlo a su valor nominal, trató de no analizar lo que significaba,
porque realmente no quería arruinar un momento tan grato, con pensamientos
negativos acerca de la infancia del niño.
El muchacho había dicho palabras más sabias, de lo esperado de un niño de tan sólo
diez años de edad, y Snape sintió que le pegaron duro. Harry quería que él siguiera
siendo su padre. Él le perdonó, sin siquiera tener que pedirlo, le dio las gracias a pesar
de no haber hecho lo suficiente por cuidarlo.
Snape sintió que su mente giro y que se le escapaba el aliento. Pensó que iba a
desmayarse en cualquier momento, por lo que ahogó su respuesta a través de sollozos
apenas-contenidos. "No me importa, Harry. No, en absoluto." Abrazó al niño más
cerca. Este niño nunca sabría, la manera en que le estaba cambiando la vida.
Cuando sintió que había recuperado su voz, Snape se echó hacia atrás, aflojando un
poco su agarre en el pequeño niño acunado en sus brazos. Dejó caer los brazos a los
lados para permitirle al chico salir si quería, pero Harry se acurrucó en su túnica y lo
abrazó más cerca. Con un suspiro exagerado, Snape puso sus brazos alrededor de él
otra vez, luchando por mantener la sonrisa de su cara.
Harry lo miró a los ojos y Snape no tenía que usar Legeremancia para leer la emoción
del niño, ante la perspectiva de que le contaran una historia. Era probable que él
nunca hubiera escuchado una buena en su vida. No es que ésta fuera buena.
"Ya verás", fue la respuesta misteriosa, y Snape se aclaró la garganta en voz baja
antes de comenzar a hablar de nuevo. "No hace muchos años, había un muchacho
pobre que creció en una pequeña casa en la zona menos afortunados de la Hilandera."
- Harry asintió vigorosamente comprendiendo la importancia de ese punto y Snape
agregó con el ceño fruncido - "con sus padres. Aunque su madre era buena y había
tenido suficiente dinero para mantener a la familia, el padre era un monstruo, incapaz
de siquiera ser llamado un hombre, y él había perdido todo en cosas como el alcohol
mucho antes de que naciera el niño. Cuando el niño nació, los problemas de ira de su
padre le habían consumido en toda su extensión, y él siempre estaba enojado, siempre
gritando, y siempre que golpea a su esposa e hijo. Recuerdo gran parte de lo que pasó
en realidad" Harry se estremeció ligeramente.
"El niño creció con tristeza, terror de su padre y sin amigos. Pero un día en el parque,
vio dos niñas jugando, y quedó fascinado con la más joven. Tenía el pelo rojo brillante
y los ojos más verdes que nunca podría imaginar. Ella era hermosa y amable y
apasionada, pero su hermana era todo lo contrario, siempre enojada y celosa. El chico
la odiaba, pero él se hizo amigo de la chica pelirroja.
"En vista de que tanto el niño como la niña eran mágicos, recibieron sus cartas de
Hogwarts cuando tenían once, y se fueron juntos a la escuela ahora algo que debes
entender, Harry, es que hay cuatro casas de Hogwarts:. Gryffindor para los valientes
de corazón, Ravenclaw por la inteligencia perspicaz y el amor por los libros, Hufflepuff
para el leal y Slytherin de la astucia.
La mayoría de las casas se llevan muy bien juntas, con una excepción. Gryffindor y
Slytherin son enemigos, y no se llevan bien de ninguna manera.
"Ahora, de vuelta a la historia, en el tren a Hogwarts -. Sí, hay un tren - estos chicos,
se encontraron con otro pequeño grupo de primero año -. Tres chicos jóvenes que
pronto iban a ser acompañado por un cuarto. Ellos se burlaban del niño por su aspecto
y porque quería estar en Slytherin. Cada uno de los chicos del grupo iban a ser
Gryffindor".
Snape no pudo ocultar su mueca. "Ellos eran una falta de respeto y un insulto para él,
pero la forma en que trataron a la niña fue una historia diferente. Eran educados y
amables, invitándola a unirse a ellos sin el niño, pero ella se negó, permaneciendo muy
leal a su amigo.
"El niño, alimentado por la ira y el dolor por su pérdida, se dirigió a las cosas malas por
la comodidad, y tomó malas decisiones, haciendo que su vida girara violenta y
peligrosamente fuera de su control. La chica, por su parte, pasó a casarse con el
Merodeador, que había logrado que ella le correspondiera. Tuvieron un hijo. Pero a
pesar de todo, el muchacho todavía la amaba."
"Durante este tiempo hubo un hombre malvado, que había llegado al poder y cuando
su hijo tenía apenas un año de edad, uno de los amigos más cercanos de la pareja les
traicionó. El hombre malo vino a su casa en la noche de Halloween y los mató. Sin
embargo, el bebé, su hijo, sobrevivió, y al hombre malo no se le volvió a ver. Pero a
pesar de todo, el chico aún la amaba, y hasta este día, él la ama todavía. "
"¿Cómo?"
Snape suspiró, pero Harry se retiró cerca de su pecho. . "Tantas preguntas, niño
curioso yo los conozco, Harry, porque soy - o fui, para el caso -ese niño. La niña fue tu
madre y el Merodeador, como estoy seguro de que podrías haber imaginado, fue tu
padre".
"¿mi padre fue malo contigo?" Su voz era incierta, como si el chico estuviera tratando
de llegar a un acuerdo, con lo que acababa de oír.
Snape se sorprendió. ¿Era esto, lo que Petunia había dicho el niño sobre sus padres
después de todos estos años? Su voz era dura cuando respondió. . "No, ciertamente no
lo hicieron. Y en cuanto a los hábitos de bebida de tu padre, soy no consciente de
exactamente lo que pasó en la casa, pero te puedo asegurar que James Potter no era
un borracho, te puedo decir una cosa más: Petunia era tanto una perra en ese
entonces como ahora". Harry lo miró, sorprendido, antes de sujetar con una mano
sobre la boca del viejo mago. "¿Harry?"
El niño se rió en respuesta a la sorda, pregunta confusa. "¡dijiste una mala palabra,
papi!"
"Supongo que tienes razón." Snape suspiró. "Lo siento, hijo. ¿Me perdonas?" Harry se
rió de nuevo en respuesta a las excusas de un desconcertado de Snape, asintiendo
alegremente.
Snape se sentó, abrazando al niño con fuerza contra su pecho. No podía dejar de
pensar en la vuelta que sus pensamientos habían tomado pocas horas antes, y no
podía creer que había llegado a pensar que debía renunciar al niño, y mucho menos
poner fin a su propia vida. Porque si había una cosa que sabía con certeza era que no
iba a renunciar a Harry Potter - su hijo - jamás.
Glimpses – Capítulo 15
"Harry, ven aquí", comentó en voz baja, parpadeando ante la luz inusualmente
brillante. El niño, se levantó con curiosidad y se acercó a la ventana, mirando hacia
afuera. Su respiración comenzó a empañar la ventana y dibujó una carita en la
condensación, con deleite.
"Está nevando." Harry apretó una mano delgada en el panel, mirando hacia afuera con
interés. Aunque era divertido de ver, nunca había disfrutado de la nieve. Ser arrojado
fuera con ese tiempo, hasta el punto de casi congelarse, habían inculcado en su propio
cerebro, un respetuoso temor, pensó mientras se estremecía delicadamente. Se volvió
hacia el hombre a su lado, que ahora lo miraba extrañado.
Harry pensó en la pregunta por un momento. Él no había prestado atención a los días.
¿Se suponía que debía hacerlo? ¿Estaría en problemas con su nuevo padre? "No-lo
sé... ¿Qué día es hoy?". Él se alejó del hombre tan sutilmente como le fue posible,
pero aún así, Snape se dio cuenta de su temor.
"Deja de hacer eso", ordenó el Maestro de Pociones. Harry sintió un fuerte brazo,
colocarse alrededor de sus hombros y acercarlo al lado de Snape. Se relajó un poco,
girando la cabeza hacia atrás, para mirar a los árboles cubiertos de nieve del Bosque
Prohibido. Había recibido instrucciones específicas de nunca, bajo ninguna
circunstancia, entrar en el bosque, y no tenía intención de hacerlo; a pesar de la
belleza del escenario, el enojo de su padre, evitaría que se acercara más de lo
necesario. "Es 23 de Diciembre. Seguramente sabes lo que pasara en dos días"
"será Navidad, señor. Me doy cuenta de que aún no he colocado el árbol. Debería ser
capaz de conseguir uno en las próximas horas. ¿Dónde te gustaría, que lo pusiera?"
"Niño tonto", le reprendió. "Yo no pongo 'árboles de Navidad" - hizo una mueca al oír
la palabra - "e incluso si lo hiciera, tú no estarías obligado a encargarte de él; me
refería, a si ya sabes que quieres que te obsequie en Navidad.
El muchacho lo miró en estado de shock. ¿Qué? ¿Era esto como una de las bromas
crueles de tío Vernon? "yo- Uhm - ¿Qué Navidad, señor?"
"Te pregunté lo que querías para Navidad," gruñó el hombre, con un tono impaciente
arrastrándose en su voz. Harry desvió la mirada a los terrenos una vez más, su mirada
descansando sobre el lago de aspecto helado; era curioso, que el frío, no hubiera
terminado por congelarlo aún, observó en silencio.
"Estoy bien, señor. Yo no necesito nada." Mantuvo la voz baja y sus ojos verdes fijos
en el lago.
"Sé que no necesitas nada. Yo estaba preguntando lo que quieres que te regale."
Harry miró hacia abajo a sus pies, un poco inquieto. "¿Recibo regalos?" Sintió que
Snape se ponía rígido a su lado, y su visión periférica, recogió al hombre tapándose la
nariz y respirando profundamente con los dientes apretados. Él rehuyó instintivamente
su contacto, pero sintió que su padre, lo acercaba a su lado, una vez más.
Cuando Snape habló, su voz estaba bajo control. "Por supuesto que recibes regalos.
Harry se removió entre sus brazos, antes de relajarse en el abrazo de Snape. "No lo
sé. Ya tengo tanto." No se atrevió a decir más.
Snape suspiró junto a él. "Muy bien, entonces, indeciso. Vamos a tener que pensar en
algo cuando estamos en el callejón Diagon." Se sentaron en silencio relajado por unos
momentos antes de que el hombre añadió: "Este no es el mejor día para salir, ya que
la Navidad está tan cerca, pero supongo que podríamos ir a Londres hoy. ¿Te gustaría
eso, Harry? Sé que estabas emocionado".
"Termina tu desayuno y toma una ducha, y nos iremos cuando hayas terminado."
Cuando el muchacho corrió hacia la mesa, volvió a hablar. "Más lento, hijo. Te ahogas.
El Callejón Diagon todavía estará allí cuando hayas terminado."
Harry ralentizó su alimentación, pero continuó tragándose la comida, más rápido que
su ritmo habitual. Él murmuró, "¡Gracias, papá!" y salió corriendo de la habitación para
tomar una ducha, sin notar por completo el aspecto medio sorprendido, medio
abrumadoramente feliz en la cara del hombre.
OOoOo
El sonido del agua paró de repente, y en pocos minutos, aún goteando, pero bien
vestido, Harry Potter llegó corriendo alrededor de la esquina, con la emoción escrita en
toda su cara.
Snape hizo una seña al chico, indicándole que se acercara, y se puso de pie para
recuperar una pequeña olla del borde de la chimenea. Regresó y se sentó en el sofá y,
sin decir palabra levantó la tapa de la olla. Reveló un polvo liso, brillando levemente
aunque completamente inmóvil. Harry se inclinó hacia delante y miró en la olla en la
curiosidad. Snape se quedó callado.
"¿Polvos flu?" repitió Harry sin comprender, mirando al viejo mago. "¿puedo tocarlos?"
Cuando Snape asintió con la cabeza, extendió una mano vacilante y recogió una
pequeña cantidad de la sustancia sedosa en la palma de su mano, pasando sus dedos
a través de él. Envió otra mirada inquisitiva hacia Snape, quien captó la indirecta.
"El sistema de Flu conecta los lugares mágicos de todo el mundo a través de
chimeneas." Vio cómo el chico arqueó una ceja delgada en respuesta. "supongo que se
podría decir, que los Polvos flu activan el sistema."
"Sí. Esta es la forma en que vamos a viajar en el Callejón Diagon, Harry. Podemos
atravesarla juntos, si quieres."
Harry lanzó una mirada nerviosa hacia el fuego vivo y asintió tímidamente.
"Muy bien. Vamos a tratar esto, como una oportunidad de aprendizaje para ti de
cualquier manera." Reunió un poco de polvo en la mano, sosteniendo hacia fuera para
la inspección de Harry.
"Una vez que se echa en el fuego, algunas cosas van a suceder. En primer lugar, las
llamas se iluminarán en verde. No te sobresaltes. En segundo lugar, hay que recordar
decir con claridad el nombre de su destino y luego entrar a las llamas. Quizás, te
desorientes un poco, pero hagas lo que hagas, no abras la boca".
El muchacho asintió con lentitud. Snape continuó: "Y otra cosa, Harry. En el mundo
mágico, eres muy famoso, y muy reconocible por esa cicatriz en la frente. ¿Te importa
si echo un pequeño encantamiento de ocultación durante nuestra excursión de hoy?"
Harry estuvo de acuerdo, mirando el fuego una vez más, antes de volverse hacia
Snape, quien movió su varita y luego en voz baja preguntó si estaba listo. Harry
asintió con nerviosismo y se levantó del sofá y se colocó delante de la chimenea.
"¿Está bien?" -le preguntó con cuidado, recorriendo con una pequeña mirada el pub. Al
notar las curiosas miradas que estaba recibiendo, Snape pensó que era una buena
idea, haber ocultado la cicatriz del chico. No sería beneficioso para un ex mortífago
dejarse ver, escoltando al Niño-Que-Vivió por el callejón Diagon. Por lo menos que
podía hacerlo pasar como negocio de Hogwarts.
Cuando Harry asintió en silencio, viéndose un poco enfermo, pero no obstante muy
emocionado, Snape puso una mano protectora sobre el hombro del muchacho y lo
empujó suavemente hacia la puerta. Se inclinó al oído del niño mientras se acercaban
a la pared.
"Harry, sería mejor si la gente no descubre quién eres. Cuando estemos cerca de otras
personas, te llamaré Henry Porter, ya que es lo suficientemente parecido a tu
verdadero nombre, supongo que seguirás respondiendo al mismo, incluso si se te
olvida". El chico asintió con la cabeza y continuó caminando, un poco nervioso por el
próximo viaje. "Ahora mira con cuidado."
Snape sacó su varita y golpeó cuatro de los ladrillos en la pared. Harry jadeó fascinado
por la sorpresa, cuando los ladrillos, se retiraron para formar una puerta. Atravesaron
el muro y se encontraron en el Callejón Diagon.
Sus narices rojas brillantes se destacaban en contraste con sus rostros pálidos. Harry
se echó a reír de alegría y se agarró a la mano de Snape con fuerza, mientras que
comenzaron a moverse hacia delante, a través de la espesa multitud.
"Sí. Ahora, ¿dónde te gustaría ir primero?" Pero cuando Harry abrió la boca para
responder, Snape lo interrumpió. "En realidad, no. Vamos a ir a comprar algo de ropa
decente en primer lugar." Lanzó una mirada de menosprecio a la raída camiseta
muggle del muchacho y a los pantalones demasiado holgados. "Te ves como un
delincuente."
Se acercaron, con paso lento, a la tienda de Madame Malkin, luchando contra el frío.
Snape echó un hechizo de calentamiento rápido en ambos y Harry levantó la mirada
con gratitud. Cuando entraron por la puerta, ambos se relajaron, sacudiéndose la
nieve y dejando que la sala climatizada descongelara sus extremidades congeladas.
"Ah, bienvenidos, bienvenidos ¡Sr. Snape! ¿Y a quién más tenemos aquí?" saludó una
anciana, apareciendo desde el fondo de la tienda.
Snape interrumpió con suavidad, evitando al niño tener que responder. "Este es mi
futuro estudiante, Henry Porter." Dijo con una mueca de desprecio, más que nada para
mantener las apariencias. "Parece que acaba de descubrir que es de nacimiento
mágico." Ante la mirada inquisitiva de la mujer, añadió, "Realmente ha sido muy
confuso para él los últimos días, así que no le preste demasiada atención ni le haga
demasiadas preguntas. Creo que va a desmoronarse en cualquier momento."
Harry quedó cerca de Snape, que analizó túnicas de diferentes colores, los que él
consideraba eran aceptables ante sus ojos, que eran, básicamente, negro, gris y tonos
más oscuros de azul. Mientras esperaba que les entregaran su pedido, se inclinó hacia
el niño y le susurró: "No creas todo lo que diga de ti hoy. Simplemente tengo una
reputación que mantener."
Después de una hora más, caminando por entre las tiendas, logró encontrar algunos
mubles, juguetes y otros artículos necesarios, para el dormitorio de su hijo.
"Henry, ¿qué te gustaría comer?" preguntó Snape mientras se acercaba la hora del
almuerzo. Condujo al niño a un pequeño café en el lado opuesto del callejón y lo puso
en un asiento. Harry estaba completamente en silencio mientras miraba a los diseños
de la mesa de madera. "¿Nada? Insisto en que debes comer, ya que todavía estás
demasiado flaco." El chico negó con la cabeza rápidamente. "¿Qué es? ¿Tus familiares
nunca te llevaron a comer?" Otra sacudida de la cabeza. "¿Alguna vez te llevaron a
cualquier sitio?" La voz de Snape estaba enfadada. En esta pregunta, sin embargo,
Harry asintió con la cabeza. "¿Dónde?"
"La casa de la señora Figg, señor", respondió Harry en voz baja, sin dejar de mirar
fijamente a la mesa, y Snape se sintió aliviado de que el muchacho jugó bien su papel.
Se había olvidado de mencionar que él se iba a llamar "señor" en público.
"¿Y nunca te llevaron a ningún lado divertido?" Otra sacudida de la cabeza. Snape soltó
un gruñido de desaprobación. "Supongo que tendré que enseñarte. De todos modos,
¿qué te gustaría para el almuerzo? ¿Qué comen los niños de diez años? Además de los
dulces, es decir. ¿Pollo…?"
Harry en voz baja respondió: "Eso sería maravilloso, señor." Volvió a callar cuando
Snape le dio sus órdenes a la bruja bastante joven que estaba atendiendo las mesas.
Después de unos veinte minutos de carrera - o más bien, tratando de correr por el
callejón Diagon, Snape se dejó caer sobre un banco al lado de la calle. Dejó que su
cabeza cayera abatida en sus manos, convencido de que había perdido al niño, el único
niño que se había decidido a cuidar en su vida. El hijo de Lily. Había perdido al hijo de
Lily.
"Ah, Severus, yo no sabía que fueras a estar en el Callejón Diagon hoy. ¿Qué está
mal?" dijo una voz repentina, arrastrada por encima de él. Snape levantó lentamente
la cabeza para encontrar otro que Lucius Malfoy de pie ante él, con los ojos de color
gris pálido evaluando al Maestro de Pociones con cuidado.
"Parece que he perdido a un chico, Lucius." Cuando su amigo levantó una ceja
platinada, Snape continuó. "Yo acompañé a un futuro estudiante hoy para ayudarle en
la compra de sus ropas y suministros. Lamentablemente, parece que ha desaparecido,
lo que no es beneficioso para ninguno de nosotros en la actualidad."
"Ya veo. ¿Sería de casualidad este niño?" Preguntó Lucius. "Si hubiera sabido que
tenías que lidiar con un chico, me hubiera traído Draco conmigo. Parecen ser de la
misma edad." Sacó un niño pequeño, de pelo oscuro detrás de él. Para su sorpresa,
era Harry.
"Corriendo en la calle sin un padre, como todos los niños perdidos, son a menudo,
propensos a hacer. No tenía idea que estaría con usted, sin embargo." El hombre se
dio la vuelta, mirando hacia atrás hacia una mujer rubia que miraba amablemente
indiferente a la conversación. "Ah, Narcissa espera. Te veré pronto, Severus. Y ¿Sr.
Porter? Manténgase fuera de peligro en el futuro." Con esas palabras, dio media vuelta
y se dirigió de nuevo hacia su esposa. Se alejaron en silencio arrogante.
Snape inclinó más cerca de Harry, tirando al niño en el banco junto a él. "chico tonto",
dijo entre dientes. "Pensé que te había perdido. ¿Qué te dio la brillante idea de huir?"
Snape se encontró atrapado con la guardia baja. "¿Mi regalo de Navidad?" ¿Cuánto
tiempo había pasado desde que había recibido un verdadero regalo de Navidad de
alguien además de Dumbledore, quien insistió en que le proporcione un par de gruesos
calcetines de lana cada año? Pensándolo bien, Snape se dio cuenta de que habían ido a
Gringotts, que aparentemente parecía ser un error. "¿De dónde sacaste el dinero?"
"¡Usé el dinero que recibí de mi bóveda!" Harry siguió parloteando alegremente. "Usted
pagó por todas mis cosas, así que pensé que debería comprarle algo yo mismo.
Además, también necesitabas un regalo."
"Muy bien," admitió Snape con un suspiro, poniéndose de pie. "Vamos. ¿Quieres echar
otro vistazo a la tienda de juguetes?"
Harry, mucho más hablador en esta ocasión, asintió con la cabeza y se levantó
también. Snape abrió la marcha, manteniendo un firme control sobre el niño en todo
momento, para evitar más separaciones. Una vez dentro, Snape dio instrucciones al
niño para correr y encontrar algunas cosas que quería, y para buscarlo cuando hubiera
terminado. Mientras tanto, a espaldas de Harry, Snape tenía que hacer un poco de
compras Navideñas por su cuenta.
"Sólo tengo que parar en el boticario, Henry. Por favor, no toques nada," le informó
Snape al entrar en la tienda. El olor familiar de los ingredientes de pociones lo golpeó y
él inhaló profundamente. Se movía con rapidez, seleccionando lo que necesitaba y
deslizando otro regalo para Harry en el mostrador, cuando el niño no estaba mirando.
Cuando salieron, estaba nevando de nuevo.
"¿Estás listo para regresar al castillo?" preguntó Snape en voz baja, ya que iban
caminando de regreso al Caldero Chorreante. Cuando estaban de pie delante del
fuego, sacó polvo Flu de su túnica. Sostuvo a Harry firmemente a su lado, tirando el
polvo en el fuego y dándole instrucciones para llevarlos de vuelta a Hogwarts.
Una vez de vuelta en sus habitaciones, Snape mostró a Harry su cuarto, que se había
añadido en el espacio, en algún momento durante la semana anterior. Sacó su varita
lentamente.
"Si en algún momento deseas cambiar cualquier detalle de tu habitación, desde el
color de la pared a la colocación de los muebles, ven a buscarme y yo te ayudaré. Por
ahora, ¿qué te gustaría?" Cuando el niño no contestó, él movió su varita, la pintura de
las paredes de un color crema suave. "¿Y los muebles?" Con un nuevo movimiento, los
muebles regresaron a su tamaño normal, de donde habían sido reducidos en el bolsillo.
El chico dudó en encargar a Snape por nada, por lo que el profesor de Pociones se
encargó de reorganizar la cama y otros muebles, además de acomodar los juguetes
nuevos, y los libros en una pequeña biblioteca.
"No espero que me llames" señor "fuera de situaciones como la que estábamos en la
actualidad. Ahora, no me mientas. ¿Qué está pasando? ¿Seguramente ya sabes que no
quería decir ninguna de las palabras duras que te dije el día de hoy? no tengo una
buena reputación aquí, entre los estudiantes, y no puedo ir por ahí cambiando eso.
Alguien podría haber tenido un ataque al corazón". Él sonrió con diversión.
"Entonces, ¿qué?"
"¿Perdón?"
"La habitación", aclaró el chico, agitando una mano delgada alrededor de la habitación.
"Es tan grande. No necesito esto. No merezco esto".
"Por supuesto que mereces esto, niño tonto," respondió Snape, arrodillándose ante el
niño y tirando de Harry en sus brazos. Le susurró al oído: "Te mereces todo esto y
mucho más. Mucho más de lo que te puedo dar. Mucho más de lo que este mundo te
ha dado hasta ahora. Así que mucho más que lo que este mundo jamás podría darte."
Harry enterró la cara en la túnica de Snape. "Gracias", susurró, su voz apenas audible.
Snape apretó el niño delgado en sus brazos. "Por supuesto, idiota. ¿Sabes lo mucho
que significas para mí? Ahora deja de escapar todo el tiempo."
Harry se rió en voz baja en los trajes del hombre, sabiendo en el fondo que a Snape le
importaba. Por primera vez, realmente le importaba a alguien.
Glimpses – Capítulo 16
Cuando salió de su laboratorio con varios frascos vacíos, sintiéndose mucho mejor, se
enteró al fin, de la presencia del ave. Al abrir la ventana, desplegó un pergamino
apretado y gimió tan pronto como vio la escritura a mano. Lucius Malfoy.
No había ningún nombre firmando en la parte inferior, pero Snape reconocería la letra
de su mejor amigo en cualquier parte. Se acercó a la habitación de Harry, para
cerciorarse con cuidado de que su hijo estuviera dormido, antes de entrar a través del
fuego y aparecerse en Malfoy Manor.
Lucius estaba esperando. "Ah, Severus. Te ves fatal." Ofreció una mano al Maestro de
Pociones, sirviéndole un poco de té. "¿Cómo están tus estudiantes?"
Lucius se aclaró la garganta con delicadeza. "Ahora, yo creo que debemos discutir los
acontecimientos de ayer, ¿no?" Cuando Severus no respondió, continuó, llegando
directamente al grano. "Tú y yo sabemos que no era un estudiante, Severus."
"Entonces, ¿quién era?" se burló sarcásticamente, sin que se notara la verdad en sus
ojos. "¿mi hijo?"
"Me estremezco al pensar en el día que pueda tener un niño", murmuró Lucius con una
sonrisa, pero a Snape no le hizo gracia. "No, yo creo que los dos sabemos que ese niño
era Harry Potter; y como si su aspecto, no fuera suficiente, para dar con tu farsa a la
basura, le llamaste Henry Porter.
Vamos, Severus, pensé que eras mejor que eso. Claramente alguien ocultó la cicatriz –
sencillo, podría haber sido suficiente, incluso - pero es una coincidencia.
Seguramente has notado los ojos de Lily Potter y el pelo además de las gafas de
Potter, me pregunto si han sido transmitidas.
Snape, que había guardado silencio hasta ahora, murmuró: "estás en lo correcto."
"Yo sé que lo estoy," respondió Lucius arrogantemente. "Así que ahora, te importaría
explicar ¿por qué Harry Potter está de pronto bajo tu cuidado?"
"Dumbledore." La explicación era bastante simple, y la verdad completa. "El niño fue
sacado de su casa, y me dieron la tarea de llevarlo conmigo"
"¿Y?"
"Lucius, sé que estabas bajo la maldición Imperius. No estoy seguro cómo muchos de
ustedes creen, pero yo sí. Tú no eres ese hombre." Tragó saliva antes de continuar.
"Pero ahora mismo, no sé en quién confiar, y yo realmente no sabía qué hacer con lo
que he aprendido acerca de su vida familiar. Él fue víctima de abuso, Lucius." Los ojos
del rubio se abrieron al oír las palabras de Snape. "Sé que quieres que Draco sea su
amigo, pero no estoy seguro de si ahora es el momento adecuado para exponerlo a los
demás niños. Especialmente Draco, de todas las personas." Snape sonrió, y Lucius
sonrió con complicidad.
"Muy bien, mi amigo. Por favor, sólo envía tu búho conmigo si necesitas cualquier
cosa. Voy a estar aquí para ayudarte, pero estoy seguro de que estás haciendo un
gran trabajo." Lucius acarició tranquilizadoramente en la espalda a Snape.
Snape le dio una pequeña sonrisa en señal de gratitud y entró a la red Flu, para volver
a sus habitaciones.
OOoOo
Snape no podía decir que estaba sorprendido, cuando fue despertado por fuertes
golpes en la puerta al día siguiente. Sabiendo sin una sombra de duda de quién se
trataba, se tropezó con la puerta, pasando una mano pálida rápidamente por el pelo.
Cuando la abrió, fue recibido por las caras sonrientes de una manera infantil Albus
Dumbledore y Minerva McGonagall. Sus brazos alojaban una torre de regalos, que
Snape preocupado podría derribar en cualquier momento. Con un suspiro, abrió más la
puerta y pensó en la manera de salir del lugar.
Snape le miró con el ceño fruncido. "Él tiene su propio dormitorio, Albus." Apuntando
en la dirección de la cocina, continuó, "La última puerta a la derecha." Y volviéndose
rápidamente hacia su propia habitación, se perdió la mirada de satisfacción en el rostro
del director.
Una vez que Severus se había duchado y se encontró presentable para un largo día de
festividades, regresó a la sala, donde notó que Albus y Minerva habían añadido sus
regalos a la pila que ya había hecho.
Él se sentó en el sofá junto a Minerva, y se preparó para un largo día. Ya era hora de
que el niño aprendiera exactamente cuánto era amado, exactamente la cantidad que
se merecía, y exactamente lo inhumanos que sus familiares habían sido.
OOoOo
Harry se despertó y miró alrededor de su nueva alcoba con emoción. Pensó que todos
los juguetes y libros Snape le había comprado para colocar en su dormitorio debían ser
los regalos prometidos de Navidad, y decidió demostrar al hombre que les merecía.
Salto de la cama, sacó un nuevo libro - Historia de Hogwarts - y comenzó a leer.
"¿Harry? ¿Estás despierto?" Al ver al niño, abrió más la puerta. "¿estás leyendo? Muy
bien." Con una extraña sonrisa, se acercó y se sentó en el borde de la cama. "Sin
embargo, debo insistir en que te apresures, queremos tenerte en la sala de estar con
nosotros." ¿Queremos? "Hay algunas personas que me gustaría que conozcas. Y estoy
seguro de que están tan ansiosos por conocerte."
Harry dejó el libro con desconcierto, notando la falta de entusiasmo que Snape,
intentaba ocultar. ¿La gente quería reunirse con él? Cuando Snape le ofreció su mano,
Harry la tomó con interés, dejándose guiar fuera de su acogedor dormitorio y entrar en
la sala de estar, donde dos adultos sonreían ampliamente en él. No pudo evitar sonreír
de nuevo.
"Hola, Harry," un anciano le dio una cálida bienvenida. Tenía el pelo largo y gris y una
barba del mismo color que iba mucho más allá de su cintura. Sus ojos azules eléctricos
eran penetrantes, pero brillaron de una manera amable y acogedora. Una sonrisa le
partió la cara arrugada.
"¡Te he visto antes! Tú eres el director, ¿no?" -Exclamó Harry. "¡Usted vino a hablar
con papá cuando yo estaba en la enfermería!"
El shock de los dos hombres estaba escrito en sus rostros. Albus, que nunca asumió
que sus dos chicos, se acercarían lo suficiente, para usar las palabras de cariño
normalmente reservadas para las relaciones familiares, se recuperó ligeramente y
sonrió aún más que antes, secándose una lágrima. Severus, por su parte, se quedó
inmóvil, un poco avergonzado, pero sin embargo sorprendido, de que Harry lo llamara
de esa forma, ante otras personas.
Harry se dio cuenta del cambio en las expresiones de los adultos, incluida la sonrisa de
felicidad en el rostro de la mujer, y miró al suelo. "Lo siento, señor. Me olvidé que
tengo que llamarle« señor »en público. No volverá a suceder." Se volvió para correr al
armario por instinto, pero unos fuertes brazos lo detuvieron, y miró hacia arriba
encontrándose con la mirada tranquila de nada menos que Severus Snape.
"Harry, chico tonto, no te atrevas a correr a ese armario, otra vez." Harry sacudió la
cabeza en silencio, notando la severidad en la voz del hombre. "Deja de temblar. No
voy a hacerte daño." Estaba apretado en un cálido abrazo, y se derritió en el pecho de
su padre, de buena gana. "siempre serás libre de llamarme como quieras, a menos
que yo te he indique específicamente lo contrario, hijo."
Harry no podía creer lo que escuchaba. Snape le había llamado "hijo" frente a esos
extraños, los cuales seguían pendientes de sus palabras, mirándolos con ojos
empañados.
"Por supuesto que no estás en problemas No puedo creer - yo no - que..." Snape dejó
de intentar dar sentido a sus pensamientos girando.
Albus rió entre lágrimas. "Nunca he conocido a un hombre, y mucho menos un niño,
que pudiera dejarte sin palabras, Severus."
El suelo desapareció de debajo de los pies de Harry, cuando Snape lo recogió y puso a
los dos en el sofá. Harry se retorció en su regazo, colocando una pequeña mano en las
amplias vestiduras del hombre, recostado cómodamente en su pecho. La respiración
constante lo calmó y lo tranquilizó.
"Harry..." Snape comenzó a hablar vacilante, y Harry sintió retumbar el pecho del
hombre mientras hablaba. Levantó la cabeza para honrar a su padre con una sonrisa y
su alegría, el hombre sonrió suavemente. "Hay una mujer aquí que me gustaría que
conocieras." Harry se volvió hacia la mujer sentada a su lado en el sofá.
"Hola, Harry," saludó a la mujer, con una sonrisa divertida torciendo su cara. Era alta y
delgada, con el pelo negro que se levantó en un moño. Mirada estricta, pero la sonrisa
en su cara mostraba a Harry que debajo había bondad, y acercó a ella rápidamente.
"Yo soy Minerva McGonagall. Enseñó Transfiguración aquí, y yo también soy la jefa de
la Casa Gryffindor."
"Bueno, Harry, te sugiero que empieces a trabajar en ese montón insufrible de regalos
que parece haberse apoderado del piso de la sala de estar. Sería mejor que terminaras
antes del inicio de la próximo año," bromeó Snape en voz baja, no estando listo para
dejar ir al niño y por lo tanto, apretando sus brazos alrededor de su cuerpo
ligeramente. Harry le lanzó otra mirada desconcertada. "Claro, lo siento." Dejó caer
sus largos brazos alrededor del chico, pero Harry no se movió. "Sin duda, ¿tú sabes
que día es?" Harry asintió con la cabeza. "Entonces, ¿qué pasa?"
"Ya tengo todos mis regalos." La voz de Harry era suave y tranquila. Bajó la vista y
miró a los muchos botones en la túnica de su padre.
Snape lo miró con curiosidad. "Está claro que no." Señaló el gran montón de paquetes
envueltos en frente del fuego y tragó la risa cuando los ojos del chico casi sobresalían
de su cabeza
Minerva respondió por él. "lo son, Harry, aunque hay unos pocos de allí con el nombre
de Severus en ellos." Hizo caso omiso del ceño fruncido de Snape, sabiendo que él
hombre estaba agradecido a su manera. Harry se volvió hacia su padre.
"Pero ¿qué pasa con todo lo que me compraste en el Callejón Diagon?" Su rostro era
inescrutable, y Snape se defendió del instinto de entrar en la mente del niño. No podía
hacerle eso a un niño, y mucho menos Harry.
"Por supuesto que no, Harry. Sí, por supuesto que eran regalos, pero eran cosas
necesarias. Estos son los regalos de Navidad, los que te doy porque quiero. Los que yo
te doy porque puedo," Snape luchado por esclarecer. Sin pensarlo, añadió, "Seguro
que te obsequiaban algo así para Navidad, ¿verdad?" Pregunta equivocada.
Harry se estremeció y murmuró algo que sonó sospechosamente como "un golpe en la
cabeza con una sartén." Los tres adultos en la habitación se pusieron rígidos y Snape
envolvió sus brazos alrededor del pequeño niño frente a él, enterrando su rostro en el
cabello suave del muchacho, siempre rebelde.
"Nunca más, Harry, pobre niño. Eso no pasara nunca más, si puedo evitarlo," Snape
murmuró en el cabello del niño, y Harry sintió que se relajaba ligeramente. Se inclinó
más hacia el abrazo reconfortante y sintió los brazos de su padre apretando alrededor
de él instintivamente.
"Harry, muchacho precioso", murmuró Albus, rompiendo su voz. "¿Cómo pude ser tan
ciego? Estoy tan, tan triste, niño, lo siento." Harry levantó la vista con interés por las
palabras del anciano, sus labios a punto de hacer la pregunta inevitable, pero Snape,
que había comprendido más, interrumpió:
Harry se negó a moverse, pero cuando sintió la leve presión de su padre pidiéndole del
sofá, él corrió a su habitación.
OOoOo
"Oh, maravilloso trabajo, Albus," dijo Snape arrastrando las palabras-, debatiendo si
debe o no salir a buscar al muchacho. "Mencionan los regalos y sale corriendo a su
habitación para esconderse. Mejor que ese maldito armario", añadió sombríamente,
ignorando la mirada inquisitiva de Minerva y levantándose para evitar la culpable de
Albus.
Oyó los susurros detrás de él, mientras caminaba con resignación hacia el dormitorio
del niño, y por las exclamaciones horrorizadas de Minerva detrás de él, pensó que
Albus estaba explicándole el significado del comentario sobre el armario.
Se detuvo ante la puerta, vacilante, escuchando los sonidos de llanto desde el otro
lado, antes de empujar la puerta cerrada. Después de un poco de trabajo, la puerta se
abrió de golpe y Snape sintió algo pequeño pero sólido colisionar contra él con dureza,
quitándole el aliento con un grito ahogado. Cayó hacia atrás, aterrizando sin gracia con
la espalda. Dejó salir otro suspiro cuando Harry aterrizó encima de su pecho, con un
paquete envuelto en papel colorido, cayendo al lado de su cabeza.
"¿que fue todo esto Harry?" resopló Snape, tosiendo ligeramente intentando recuperar
su aliento. Los ojos de Harry se abrieron de miedo. "No, debes volver aquí, no estoy -
¡No estoy enojado contigo!" se ahogó cuando el muchacho se puso en pie y corrió,
tomando el paquete con él. Snape lo agarró rápidamente, todavía respirando con
dificultad, y atrapó al niño en un abrazo. Harry se relajó un poco, dejando que el
hombre le quitara el paquete de las manos. "¿Qué es esto, Harry?"
"Es para - es para usted, señor," tartamudeó Harry, todavía un poco asustado. Snape
contuvo un jadeo. Había olvidado que casi había perdido al niño en el Callejón Diagon
por un regalo tonto para él.
"¿Qué es todo este asunto del "señor ", joven?" preguntó Snape, tratando de hacer su
voz fuera severa, antes de llevarlos de nuevo al sofá. "Será mejor que me lo des de
una vez, para ver, si el hecho de que te perdieras, valió la pena", murmuró en voz
baja lo suficiente como para que ninguno de sus compañeros pudiera oír sus palabras.
"Más tarde, hijo. Creo que tenemos un gran montón de regalos para que abras ya."
Empujó al niño de su regazo suavemente y sintió un estremecimiento cuando el
muchacho, miró a su alrededor sutilmente, para buscar sartenes mientras se abría
camino hacia la pila.
Snape miró con fascinación como Harry rasgó su primer regalo, la felicidad total y
absoluta en la cara del chico, junto con el placer de descubrir cada regalo, tenían al
Maestro de Pociones sonriendo más de lo que podía recordar. Reprimió un gemido
cuando el niño sostenía una caja de ranas de chocolate con deleite, inspeccionando con
interés, antes de abrir el paquete. Una de las delicias saltó de distancia, lo que lleva a
Snape que extender la mano y cogerlo antes de devolvérselo a Harry, que lo metió en
la boca con una sonrisa triunfante.
Vio que el muchacho abrió paquete tras paquete, se divertía tanto con las reacciones
del niño que notó un nudo en la garganta, cuando se dio cuenta de que el chico
probablemente nunca había recibido un regalo real en su vida. Estaba especialmente
orgulloso cuando Harry mostró desenfrenado interés en un set de pociones para
principiantes, que Snape había comprado para él.
Parecía que sólo habían tardado unos minutos, pero en realidad era una hora más
tarde, cuando Albus y Minerva se levantaron y le revolvieron el cabello a Harry antes
de anunciar que tenían que asistir a la fiesta de Navidad en el Gran Salón. Snape los
siguió hasta la puerta.
Después de más insistencia por parte de Harry, Snape abrió su regalo, repitiendo su
amenaza, medio en broma, de antes. Dentro había un hermoso caldero nuevo, junto
con un poco de pimienta y un pequeño plato. Había un conjunto de viales de vidrio
también. Y aunque sabía que ni Albus ni Minerva entenderían la importancia de la
donación, Snape se encontró sintiéndose contento de que ambos se fueran, al mismo
tiempo que luchaba por contener las lágrimas de remordimiento. Agarró a Harry,
tirando de él en su regazo y enterrando su rostro en el cabello del niño por segunda
vez en el día.
"Harry, Harry," Snape casi sollozó, sosteniendo al niño cerca mientras le susurraba al
oído: "¿No te das cuenta de que estabas perdonado en el mismo momento en que te vi
en el suelo? No sé si alguna vez adecuadamente me disculpé pero lo siento - Estoy
tan, tan arrepentido por ese día yo estaba tan mal por perder los estribos y me mata
pensar en lo que podría haber pasado si yo no hubiera recuperado el control de mí
mismo. Muchas gracias. Por el regalo, por supuesto pero también muchas gracias por
no dejarme, Harry, por darme otra oportunidad que no sé lo que haría sin ti; Te has
convertido en el mundo para mí... "
Los ojos de Harry estaban húmedos por las lágrimas cuando enterró su rostro en la
túnica de su padre, el hombre lo estaba abrazando fuertemente y la respiración del
familiar y reconfortante aroma de pociones, logró tranquilizarlo. En silencio, se
aventuró, "Te quiero, papá."
Snape respiró profundo, sorprendido. Nunca había esperado, nunca pensó ni una vez
que el niño lo amaría. Un Potter no podía amar a Snape. No podía ser menos. No pudo.
Y sin embargo, a través de todo el alboroto en su cabeza, Severus Snape se encontró
respondiendo: "Yo también te quiero, Harry. Más de lo que crees. Feliz Navidad."
Disclaimer: Nada de esto me pertenece, todo es de la brillante J.K. Rowling y
LilyIsAwesomerThanYou autora de la historia original en inglés quién me dio su
permiso para su traducción y adaptación.
Glimpses – Capítulo 17
Había puesto a Harry a la cama. La Navidad había sido agotadora, y su cuerpo quería
descansar más de lo que podía permitirse el lujo de hacer. Por no hablar de que las
clases se reanudarían en poco menos de una semana, lo que significaba trabajar con
los cabezas huecas de nuevo. Y tendría menos tiempo para pasar con Harry, menos
tiempo con su hijo.
Así que tenía una semana, mejor dicho menos de una semana, para asegurarse, de
que Harry estaba listo para ser dejado solo por un período de tiempo. No es que
tuviera alguna duda sobre la capacidad del niño para cuidar de sí mismo. Sus malditos
parientes, se habían asegurado de ello.
Antes de darse cuenta, los ojos de Snape se cerraron de golpe y estaba demasiado
cansado para siquiera agacharse a recoger el libro, ya que cayó de las manos y se
cerró de golpe en el suelo.
OooOo
El hombre miró a los ojos verdes con interés. "Ya veo", murmuró y tomó al niño con
facilidad, acercándolo hacia una de las muchas salas oscuras en los cuartos.
Instaló a Harry en la cama antes de subirse él. El niño se acurrucó junto a su padre, y
él se dejó arrullar, por el calor constante del niño durmiendo en silencio a su lado.
OOoOo
Ellos lo estaban persiguiendo. Fueron tras él. A lo largo de toda su vida, había sido
capaz de correr, esconderse en su armario, pero por una vez, no era capaz de correr lo
suficientemente rápido. Él empujó sus piernas lentas, obligándose a moverse más
rápido, pero no pudo.
Tío Vernon estaba detrás de él, saltando por las escaleras detrás de él, con el cinturón
en la mano.
La puerta se abrió de golpe, golpeando la pared con fuerza. Tía Petunia no intervendría
en esta ocasión, con una de sus miradas extrañas, que Tío Vernon parecía entender.
Ella no estaba en casa. Y seguramente no lo salvaría ahora.
"¿Pensaste que se quedarían contigo?" gritó Tío Vernon, riendo horriblemente. "Nadie
te quiere a ti, muchacho. Entiéndelo, nadie te quiere, fenómeno".
Él gimió y se volteo sobre sí mismo. Por supuesto. Él era tan estúpido. ¿Cómo podía
haber pensado alguien quería estar a su lado? ¿Cómo había creído que su padre lo
amaría? El hombre lo había dejado en la puerta de los Dursley, tan pronto como le fue
posible. Por eso se confió, por los abrazos falsos, por las promesas incumplidas y los
regalos de Navidad.
Tío Vernon luchó para pasar por la puerta. Lo agarró por el pelo y lo arrastró por el
pasillo de entrada.
"¡Tu maldito padre no puede salvarte ahora!" las palabras duras del tío Vernon, le
cayeron como un balde de agua fría, y con ellas el primer golpe en su espalda
desnuda.
OOoOo
"¡Papá!"
Snape se despertó más rápido de lo que lo había hecho antes, con el sonido de los
gritos de su lado. Se sentó en estado de shock, mirando a Harry. El muchacho se
retorcía en la cama, sudando y gritando, estremeciéndose como si estuviera siendo
golpeado por una correa invisible. Con una mirada asesina, Snape se dio cuenta de
que probablemente así era.
"¡Papá!"
Él se estremeció tan fuerte, como lo había hecho la primera vez, y vio que las lágrimas
empezaron a fluir de los ojos del niño.
"Papá, por favor." La voz del muchacho se rompió, sus siguientes palabras salieron
casi como un susurro. "Ayúdame. No me dejes."
Agarró los hombros del niño, sacudiéndolo ligeramente, y los ojos verdes se abrieron
de golpe, fuera de foco, aterrorizados.
Harry se apartó de él, a punto de caer de la cama. "¡No!" Su voz era un gemido sin
aliento.
"¡Harry, soy yo!" lo calmó, intentando alcanzar al niño. Harry lo miró durante un largo
rato, parpadeando por la confusión, antes de lanzarse en los brazos del Maestro de
Pociones. Snape gruñó, pero sin embargo envolvió con sus brazos alrededor del niño,
tumbándolo en su regazo. Se echó hacia atrás, dejando que Harry yaciera sobre su
pecho. El niño se aferró fuertemente a él, todavía respirando con dificultad. Después
de unos momentos, con la respiración entrecortada, logró tranquilizarse un poco.
"Pensé que me habías enviado de vuelta," gimió Harry contra su túnica, rápidamente
se dio cuenta que se había olvidado quitarse la ropa. Estaba terriblemente incómodo
como para intentar dormir otra vez con ella.
"¿Perdón?" se oyó la voz aguda de Snape. Harry se encogió un poco, pero se quedó
donde estaba. "¿Crees que te iba a devolver? ¿Después de la última semana?
¿Después de todo esto?"
"Yo no lo sabía. Pensé que él iba a venir detrás de mí." Se estremeció ligeramente, y
Snape apretó su agarre en el niño.
Una docena de preguntas daban vueltas en su cabeza. Dejó que una saliera de sus
labios, una que necesitaba para saber la respuesta. "tú pensaste que yo te había dado
la espalda, y aún así llamabas por mí." No era una pregunta. Fue la declaración de
hecho. Entonces, "¿Por qué?"
"Tú eres el único -" Harry agachó la cabeza, la túnica de Snape amortiguó el resto de
su respuesta. Al ver la mirada confusa de hombre, Harry continuó. "Tú eres la única
persona que vino a salvarme. Eres el único al que le importaría si algo me pasa."
Snape lo miró fijamente, inclinando la cabeza para intentar entender las palabras del
muchacho. Tú eres laúnica persona quevino asalvarme.Tú eres laúnica persona a la
que importaba.
"Hay muchas personas que se preocupan por ti, niño tonto", susurró, rozando sus
labios contra la frente sudorosa de Harry. El niño se sentó bruscamente, con la ira
quemando en sus ojos. Cogió las gafas y Snape se los entregó en silencio, juzgando su
reacción con ojos calculadores.
"¿Por qué? ¿Por qué? Fue su elección, ¿no? Él me envió allí." La voz del muchacho era
inflexible.
"No lo hagas. No has hecho nada malo." Harry se marchó airadamente hacia la cocina,
donde se dejó caer en una silla de respaldo recto. Snape lo siguió, agitando su varita
mágica para poner a hacer el té. Él contuvo su respuesta. Harry le dio una mirada
extraña. "¿Y por qué decidiste venir a buscarme al orfanato? ¿Por qué no me sacaron
directamente de la casa? ¿Cómo te enteraste?"
"Eso habría sido un secuestro, Harry," comentó Snape a la ligera, que quería evitar
este tema en particular. "Y en cuanto a tu otra pregunta... El director me ha enviado."
"Tú me odiabas, ¿verdad? Es por eso que te costaba llamarme por mi nombre. Es por
eso que no querías que te toque. ¡Tú me odiabas!" Snape no tenía una respuesta.
"¿Cómo pude ser tan estúpido? ¿Cómo no ver, que ni siquiera tú me querías?"
El silencio en la cocina era abrumador, sólo roto por el silbido de la tetera. Snape se
levantó bruscamente para atender el té. Cuando regresó, la cabeza del niño estaba en
sus manos, su cara bien enterrada entre sus brazos.
"Por supuesto que te odiaba. ¿Cómo no hacerlo? Te ves exactamente igual que tu
padre. Tú fuiste el responsable de la muerte de la mujer que más amaba en el mundo.
Tú eras el Salvador del Mundo Mágico. Sólo podía asumir que te habían mimado allá de
la creencia". Snape hizo una pausa para tomar un respiro hondo para calmarse.
Harry se estremeció ligeramente. "El director me dijo que habías sido retirado de tus
familiares en casa. Supuse que te habías escapado, pero aún así, había sido obligado a
regresar contigo, y yo temía eso. Yo no quería ver tu maravillosa vida. Yo no quería
ver a tu tía de nuevo. "Se detuvo otra vez. "Cuando llegué al orfanato, la mujer
mencionó que habías sido... abusado." Harry se estremeció de nuevo. "Me quedé muy
sorprendido. Llegados a ese punto, yo sabía que no debías volver a tu antiguo hogar.
Me dejaron adoptarte. Te llevé conmigo a casa, sin saber qué esperar de ti. Me quedé
muy sorprendido la primera mañana, cuando te vi alrededor de la cocina, tratando de
hacer el desayuno para mí. Yo no sabía la magnitud de lo mal que te habían tratado,
sin embargo, sólo el hecho de que habías sido tratado como un esclavo me sorprendió.
Harry estaba respirando con dificultad, y Snape desvió la vista, con la mirada fija en su
taza de té. Él iba a necesitar mucho más que el té para olvidar el dolor de este día.
"¡Yo ni siquiera sé si puedo confiar en ti!" Harry se puso en pie, volviendo a correr a su
habitación. Snape se puso de pie con la misma rapidez, dando un paso en el camino.
"¡NO! ¡Aléjate de mí! ¡Quédate lejos! ¡Nunca te me acerques de nuevo!"
Snape agarró las muñecas del chico con firmeza cuando comenzó a golpearlo en el
pecho. Se retorció peligrosamente. "Yo no puedo hacer eso, Harry."
"¡Basta! ¡Estoy cansado de esto, de ti, de todo! ¡Necesito algo de tiempo para pensar!"
Ellos lucharon por un momento. "¡Déjame ir! ¡Te odio!" loe dijo Harry entre dientes, y
Snape se apartó de repente, sorprendido.
Observó al chico correr hacia su dormitorio, con la boca abierta, sus ojos reflejando su
dolor. Y a pesar de todo, se preguntó por qué le importaba tanto.
Y sacó el whisky de fuego por primera vez en mucho tiempo. Sabiendo que lo
necesitaba más de lo que nunca lo había hecho antes. Y bebió, bebió.
Glimpses – Capítulo 18
La resaca, con que Snape se encontró al despertar, fue una de las peores que jamás
había recordado tener. Eso fue todo culpa suya, por supuesto, después de haber
drenado una botella y media de whisky de fuego durante la noche.
Se pasó las manos por el pelo varias veces, cuando regresaba a la sala de estar, donde
con un rápido movimiento de varita, limpió la botella vacía y el vidrio roto que estaban
en el suelo.
No había muchos días en que podía reunir suficiente autocompasión como para
llamarse a sí mismo un tonto, pero este, sin duda, era uno de ellos.
Pensó en preparar un poco de té, pero no, lo que necesitaba café. Fuerte, oscuro, algo
que le despejara la cabeza.
Cuando despertó de nuevo, no tenía idea de qué hora era, pero el café estaba frío. Sin
embargo, la poción había hecho su trabajo, y se trasladó de vuelta a su cuarto, con la
rapidez habitual.
Al ver que ya había pasado el mediodía, pensó en que Harry estaba despierto, pero el
muchacho le había pedido tiempo para pensar, y Snape no quería correr el riesgo de
otro estallido, de modo que se alejó de él. Dejó el almuerzo en la mesa con un encanto
de calor sobre él, impidiendo que se enfriara y vacilante se dirigió hacia la puerta,
llamando al niño con voz ligera.
"¿Harry?" Escuchó una respuesta, pero no consiguió entenderla, por lo que continuó.
"El almuerzo esta en la mesa. Sé que no quieres verme, pero por favor, debes comer
algo."
Caminó de vuelta a su laboratorio, donde pasó el resto del día, saliendo sólo cuando lo
necesitaba. Observó con una ligera satisfacción que la comida de antes, no estaba a la
vista, y tomó consuelo en el hecho de que al menos Harry estaba comiendo. Si nada
más, el muchacho estaba comiendo.
OOoOo
Cuando estuvo seguro de que había oído Snape caminar por el pasillo, se deslizó fuera
de su habitación, tomando el plato y lo llevó de vuelta a su habitación con él.
No era que estaba enojado. En realidad no. Nunca podría odiar a Snape, el hombre
que lo había traído de casa de sus parientes abusivos, y cuidó de él aquí. Nunca podría
odiar al hombre que realmente le importaba, el hombre que le dio de comer
correctamente y le dio un dormitorio, sacrificando su propia comodidad, hasta que el
suyo fue preparado adecuadamente.
Así que no es tanto que lo odiaba, a pesar de que sin duda, se lo había gritado la
noche anterior. Harry se estremeció ligeramente, nadie merecía oír que era odiado.
Tendría que pedir disculpas por ello en el futuro. No, él no odiaba a ese hombre. Era
más que nada, que estaba sorprendido por todos los detalles de su situación. Había
sido rescatado, por un hombre que lo había odiado por completo. Ciertamente, eso
habría sido el segundo error de Dumbledore. En primer lugar fue enviarlo con sus tíos,
desde luego, pero mandarlo con el mismo hombre que lo odiaba tanto como ellos lo
hicieron, no tenía excusa. Era absurdo.
"Te amo Harry, voy a luchar por ti,voy amorir por ti, voy asacrificar todo loque
tengo para ti¿Qué más podíadar-... ¿Quémás puedodar, quetodo mi serpara
ti,hijo mió, yo estaré allícada vez queme necesites, e incluso cuando no lo
hagas".
Y sin embargo, incluso después de oír eso, aquellas palabras de consuelo, la prueba de
que era amado, había empujado al hombre lejos de sí.
Había vuelto a correr rápidamente a su habitación, cuando Snape dio un paso atrás en
estado de shock, pero no iba tan rápido, como para perderse el dolor en los ojos del
hombre. El pocionista, normalmente estoico, que nunca dejó que sus emociones
salieran a través de él- la única vez, que Harry le había visto sonreír, fue esa Navidad,
por amor de Dios - había mostrado el dolor ante la perspectiva de ser odiado por
Harry.
Harry, el chico que incluso había admitido odiar en el pasado. Harry, el chico que casi
había golpeado con su cinturón. Y sin embargo, Harry, el chico que había acogido y
atendido, abrazó y le susurró palabras tranquilizadoras, por el que sacrificó su espacio
y tiempo, por al que cuidó como nadie había hecho antes.
Snape no odiaba a Harry, y eso, se estaba volviendo más y más claro en la mente del
niño. Él trató de recordar cuando fue que la actitud del hombre hacia él había
cambiado, cuando había dejado de llamarlo Potter y comenzó a llamarlo por su
nombre, pero él no lo recordaba.
Además, todo lo que realmente importaba era que él lo hizo. Todo lo que realmente
importaba era que él era importante para su padre.
Las lágrimas de repente empezaron a gotear constantemente por sus mejillas. Era tan
estúpido - muy, muy estúpido. Se había apartado del único hombre que realmente se
preocupaba por él, aunque no siempre hubiera sido así.
Él le había hecho daño - esperó que no más allá de la reparación – a su padre. Snape
era su padre, y Harry lo perdonó. No podía perdonar al director - desde luego, no
ahora, tal vez nunca - pero podía perdonar a su padre, el único hombre que había
llegado cuando necesitaba ayuda, el único hombre que había demostrado que en
realidad lo amaba.
Harry cogió el libro que había estado leyendo unos días antes - Hogwarts, una historia
- y enterró su nariz en él, desesperado por detener las lágrimas, que aterrizaban en la
colcha, luego de resbalar por su nariz.
OOoOo
Unas horas más tarde, hubo otro golpe tentativo sobre la puerta.
"¿Harry?" la voz baja de Snape, se escuchó a través de la puerta, un poco sorda. "ya
está lista la cena, por si quieres salir, pero si quieres comer solo, está bien."
Harry cerró su libro con cuidado y lo dejó en la mesilla de noche. El hombre parecía
tan herido, tan derrotado. Abrió la puerta sin hacer ruido y vio que el hombre se había
vuelto hacia el comedor. Al sonido de la puerta, sin embargo, se volvió hacia Harry,
con una expresión protegida. Harry notó en su mirada un poco de esperanza, que se
asomó a través de sus ojos un momento.
Una vez que se acercó a la mesa, los dos miraron su comida, sin mirar al otro. En el
silencio incómodo, Harry recogió su carne, comiendo pequeños trozos de la misma.
Levantó la mirada con timidez. Snape estaba mirando sombríamente a su comida,
comiendo sus patatas, a cámara lenta.
"¿Lo sientes?" Su voz era plana. Harry asintió con la cabeza, incómodo. "¿Por qué?"
Harry continuó suavemente "Y yo - yo estaba confundido anoche por esa pesadilla,
pensé que me iban a alejar de ti, así que cuando me dijiste que me habías odiado, me
enojé y sé que no me odias más.. Y lo siento por mi reacción, sé que no te odio, y lo
siento si te hice daño yo -.. Soy tan estúpido, "terminó, enterrando su rostro en sus
brazos en peligro. Snape todavía tenía que responder. Estúpido, estúpido, estúpido. Ya
era demasiado tarde.
Vio cómo las emociones entraban en conflicto en los ojos de Snape, sintiéndose como
si fuera a vomitar.
"Y ¿qué esperas que haga?" le preguntó Snape por fin, con la cara y las palabras
carentes de toda emoción. Sus ojos buscaron el rostro de Harry con cuidado.
Sintió que sus ojos se abrieron, parcialmente, en parte por el miedo, en parte por la
sorpresa. "Espero que ..." Hubo una larga pausa. "No lo sé. ¿Vas a llevarme de vuelta
al orfanato?"
La cara de Snape se endureció por la ira. "¿Esperas que -" Se interrumpió, calmándose
con respiraciones profundas. Luego apretó a Harry en un abrazo. "malditas pesadillas",
murmuró. "Harry James Potter, óyeme bien, nunca voy a enviarte lejos. Nunca me voy
a ir a ninguna parte sin ti."
"¡Pero he hecho daño!" protestó Harry contra el hombro de su padre. Sin embargo, se
encontró apoyándose con más fuerza en el abrazo de su padre, dejando que la tensión
abandonara su espalda y los hombros.
"Como si nunca hubiera sido herido antes", respondió, y luego habló un poco más alto.
"Harry, tienes diez años de edad. Todavía eres un niño, todavía estás creciendo. Parte
del crecimiento está perjudicando a otros y lastimándote. Tienes que aprender a
controlar tu temperamento."
Harry comenzó a zafarse, pero sintió que los fuertes brazos le apretaban aún más
cerca. "No quiero decir que en una mala manera. Vas a cometer errores. Tú mismo lo
dijiste, ¿recuerdas? fueron palabras muy sabias para un niño de diez años de edad," Es
evidente que no somos perfectos, por lo que ¿quién va a juzgarnos, porque no lo
seamos? Harry, mírame. Sí, tus palabras me hirieron anoche, pero no puedes esperar,
que me levante y me deshaga de ti, solo porque me dijiste que no me quieres"
"¿lo dices en serio?" preguntó Harry esperanzado, rezándole a Dios, por que no estaba
seguro, de creer que no era otro truco.
"Por supuesto que lo digo en serio, idiota," susurró Snape, apretando firmemente sus
labios contra la frente del niño.
El silencio cayó sobre la sala durante varios minutos, la comida se quedó intacta sobre
la mesa. Harry se aferró a la túnica de su padre, sintiendo el familiar olor reconfortante
de las pociones, cuando sintió la primera lágrima.
El niño preguntó dolorosamente a través del silencio. "¿Por qué nadie vino por mí?"
"¿Por qué me enviaron allí en primer lugar?" Su voz era apenas un susurro.
"Se supone que había que protegerte. Creímos que era el lugar más seguro para ti.
Obviamente, el director estaba mal", respondió Snape, suprimiendo la ira en su voz.
"Yo no creo que lo pueda perdonar. Todavía no. ¡Y menos, por que se sentó allí y actuó
como si nunca hubiera pasado!" continuó, su voz temblando por el esfuerzo de evitar
que las lágrimas fluyeran libremente.
"Me resulta muy difícil pensar que lo perdonaras, así, niño," respondió Snape
honestamente, entonces se encendió. "El director es un hombre muy reservado, pero
él es muy consciente de lo que pasó. Él está muy molesto por ello. Le está resultando
muy difícil perdonarse a sí mismo, Harry, así que no te apresures a emitir juicios sobre
lo que él considera es uno de los mayores errores de su vida, y nunca lo he visto a
romperse como lo hizo cuando se enteró de la magnitud de lo que te hizo pasar -. De
lo que pasó".
Hubo un largo silencio, sólo roto por los sollozos de Harry, antes de que el muchacho
mirara a la cara del Maestro de Pociones.
"Ayer por la noche. Lo que dijiste anoche, ¿era en serio?." Harry trató de endurecer su
rostro.
"¿Qué parte de lo que te dije anoche?" Snape le preguntó con cautela, preguntándose
lo que iba a volver a subir.
Harry comenzó a recitar con una precisión perfecta, con la voz temblando,
rompiendo:... "'Te amo Harry, voy a luchar por ti voy a morir por ti voy a sacrificar
todo lo que tengo para ti ¿Qué más podía dar - ¿qué otra cosa puedo dar, pero todo mi
ser para ti, hijo mío? voy a estar allí cada vez que me necesites, e incluso cuando no lo
hacen. "Hizo una pausa, observando el impacto en la cara de Snape antes de
preguntar:" ¿era de verdad? "
Snape se quedó en silencio por un largo momento, antes de susurrar: "Por supuesto
que lo decía en serio, Harry. Quiere decir que eres todo para mí. No puedo imaginar mi
vida sin ti. ¿Cómo no pelearía por ti, dar mi propia vida por ti? te quiero tanto, chico
tonto." acercándolo firmemente a él, sintiendo que el niño empezaba a temblar por los
sollozos, una vez más.
Era amado.
Era amado.
Es un alivio tener la certeza, de que no importa lo que hagamos siempre vamos a ser
perdonados.
Glimpses – Capítulo 19
Él no estaba disfrutando de esto. O, más bien, eso era lo que Snape se dijo con
firmeza mientras se asomaba con cuidado en cada rincón de su habitación. ¿Dónde
estaba el niño?
Se deslizó a través de la entrada, a la vuelta, y más allá del armario de ingredientes.
Haciendo una pausa mientras sus pies cruzaban la sala, miró a su alrededor, viendo
rápidamente un mechón de pelo negro y enmarañado encajado en el pequeño espacio
entre el sofá y el sillón. Con un suspiro de resignación, se preguntó, como se las había
ingeniado su hijo, para hacerle aceptar esa tontería.
¿Cuál era el nombre del estupido juego? Ah, claro. Escondite. Cualquiera que sea el
imbécil que lo inventó, debería estar en el Infierno.
Harry había estado aburrido toda la tarde, lo que era comprensible para un niño de su
edad; sin haber encontrado como entretenerse, suplicó a su padre, que le acompañara
a jugar, y al ver su cara, no supo como negarse.
"Se llama escondite, papá," le había informado el chico. "Cuentas por sesenta
segundos mientras yo me oculto, y luego vienes a tratar de encontrarme; Cuando lo
haces, tengo que empezar a correr, y si logro llegar antes que tú a la 'zona segura'." -
Una silla de la mesa del comedor había sido apodada la "zona segura" - "entonces yo
estoy a salvo."
"Harry Potter," la voz de Snape retumbó en la oreja izquierda del chico. Harry gritó y
saltó de manera fluida, volviendo a correr hacia el comedor. Se lanzó a través de la
sala y la cocina, por lo que al Maestro de Pociones le tocó empezar la persecución.
Snape persiguió a Harry por todo el salón, con su túnica ondeando detrás de él, de una
manera mucho menos mortal de lo acostumbrado, mientras escuchaba al niño reír
suavemente en la cocina. Cuando él se encontró con el chico, Harry ya estaba sentado
en la silla de la "zona segura", con una amplia sonrisa en su rostro. Snape se dobló,
intentando recuperar el aliento, ya que su respiración agitada, se estaba dificultando.
"Merlín, hijo", dijo con voz entrecortada. "¿Dónde aprendiste a correr tan rápido?"
Harry se rió de nuevo, esta vez inclinándose hacia delante para tirar de su padre en un
abrazo. Snape se dejó llevar, por lo que ambos, estuvieron a punto de caer
inmediatamente.
"vuelves a contar," le susurró el chico al oído, y Snape se echó hacia atrás para mirarlo
fijamente.
"tengo casi treinta y un años," gruñó el hombre, mientras Harry echó a correr otra vez.
"Me estoy haciendo demasiado viejo para juegos infantiles de este tipo."
Esta vez, en particular, Harry supo que esconderse debajo de la mesa, en el
laboratorio privado de su padre, no era una buena idea, ya que era demasiado
estrecha, lo que dificultaba la ruta de escape. Snape fácilmente agarró al niño mientras
trataba de correr, lanzándolo por encima de su hombro y fácilmente lo llevó al
comedor. Una vez que Harry estaba sentado en la silla, Snape se acercó más.
Ahora, como adulto en un espacio vital adecuado de tamaño, no había muchos lugares
para esconderse. Ni siquiera, había suficientes lugares para esconder a alguien con la
mitad de su estatura. Después de pensarlo, se dijo, que iba a tener que entrar en el
armario de ingredientes.
Podía oír a Harry arrastrándose por toda la casa. El niño no fue sutil en todo lo que
hizo - Gryffindor hasta la médula- se dijo.
Él no iba a saltar sobre el sofá. Él no iba a saltar sobre el sofá. Era un mago adulto que
estaba siendo perseguido, por un niño de diez años de edad, a través de su vivienda, y
él no iba a saltar sobre el sofá.
Y cayó rápidamente.
Harry se rió abiertamente cuando el hombre cayó al suelo de piedra fría. Snape gruñó
desde donde yacía de espaldas, mientras el muchacho, se asomó por encima del
respaldo, saltando por encima del sillón, mucho más suave, de lo que el hombre de
más edad podía. Se sentó sobre su pecho
El chico no parecía muy seguro de sí mismo. "Rosa ¿Qué tono de color rosa?" -le
preguntó con vacilación cuando se volvió para irse.
"Sólo tráeme la poción rosa," gruñó el hombre, con el brazo por encima de su cara,
cuando Harry fue a buscar la poción para el dolor que tanto necesitaba. Refunfuñando,
agregó, "Yo debería haber sabido este juego era una mala idea desde el principio."
Harry regresó con un pequeño frasco con un líquido de color rosa, y Snape la tomó con
gratitud, reprimiendo un escalofrío sólo a través de años de experiencia. Cuando se
trasladó a sentarse, Harry volvió a su posición sobre el pecho.
"¡Pero fue divertido!" protestó Harry ligeramente, mientras su padre se puso de pie
totalmente, llevando al niño con él.
OOoOo
Dejó el frasco rápidamente - hizo un tintineo fuerte cuando el cristal chocó duramente
con la madera de la mesa - y lanzó un hechizo de éxtasis en la poción para evitar que
explotara también. Después de asegurarse de que todo estaba en orden en el
laboratorio, se apresuró por el pasillo oscuro, corriendo a través de la sala de estar,
hasta estar de pie frente a la puerta de Harry.
La habitación entera estaba oscurecida por un espeso humo verde, que se elevaba
hacia fuera y empezaba a condensarse en la sala de estar y la cocina también. Snape
agitó su varita y el humo se disipó de inmediato, dejándolo con plena vista de un
sorprendido Harry Potter.
Un pequeño caldero – a Snape le complació observar, que era el set de pociones para
principiantes, que Harry había recibido para Navidad – estaba colocado delante del
niño, a pesar de haber sufrido golpes - muy probablemente por la explosión - y ahora
descansaba en su lado, con una poción verde pálido, goteando a lo largo del borde y
en el suelo de piedra. Otro movimiento de la varita del profesor de pociones, enderezó
el caldero y recogió la poción derramada en ella.
"Merlín, hijo, ¿qué hiciste?" murmuró, cogiendo los pequeños tarros de ingredientes
que rodaron en todas direcciones. "Agua de río Leteo, bayas de muérdago, ramitas de
valeriana." Hubo una ligera pausa. "¿Poción de olvido?"
Harry asintió con la cabeza en silencio, fijando la mirada en sus manos y evitando
deliberadamente Snape. "No se que fue - quiero decir, yo no sé lo que sucedió yo
estaba siguiendo el libro y todo.". Hizo un gesto hacia el libro de pociones que estaba
abierto en el suelo, no muy lejos, ahora ligeramente teñido de verde por la poción.
Snape metió un dedo en la poción, llevándola hasta cerca de su cara para
inspeccionarla. "Agregaste tres ramitas de valeriana en lugar de dos además, has
agregado las bayas de muérdago en polvo y tenían que estar en trozos, la poción no
está balanceada y bien... Creo que has visto el resultado." Se limpió el dedo en su
túnica, mirando a Harry, que seguía mirando con aire de culpabilidad en sus manos.
Dudó por un momento, tirando al niño cerca de su lado para tranquilizarlo antes de
añadir: "¿Quieres intentarlo de nuevo? Voy a ayudarte y podemos usar un caldero real
en lugar de esto" - Hizo un gesto con la mano hacia el pequeño caldero en frente de
ellos -". Esta cosa es adecuada para la poción de un principiante, pero no es suficiente
útil, para una poción como esta, creo que podemos usar uno de los míos.". Sintió que
su cara, se tensaba en un movimiento incómodo; mientras sus labios se retiraron de
los dientes. Estaba sonriendo. Era desconocido y probablemente se parecía más a una
mueca que otra cosa, pero él estaba sonriendo por primera vez en años.
Se echó a reír - también por vez primera - y sintió que sonrisa desconocida, se amplio,
cuando su hijo, se unió a las risas.
OOoOo
"por las barbas de Merlín, Harry," gritó Snape, llamando a la puerta del dormitorio del
niño, antes de abrir la puerta de par en par. El chico gimió y se dio la vuelta, tirando
de las mantas gruesas por encima de su cabeza. Snape se acercó y les tiró hacia
abajo.
"Niño, levántate, tengo una clase esta mañana y si quieres desayunar antes de ir -. Y
me asegure de que lo hagas -. Tienes que estar fuera de la cama en los siguientes
quince minutos" Se volvió a salir cuando Harry comenzó a sentarse. "agradecería que
tomos una ducha, hijo."
Veinte minutos después, un bien vestido Harry Potter, entró al comedor, Snape estaba
sentado en la mesa, leyendo El Profeta, mientras el niño se comía su desayuno.
"¿Papá?" dijo una voz vacilante. Snape bajó el periódico para mirar a su hijo.
"¿Sí, Harry?"
"Por lo tanto, durante las clases y esas cosas, ¿qué se supone que debo hacer?" Estaba
mirando a su plato con vergüenza, jugando nerviosamente con sus tortitas que
estaban empapadas con la abrumadora cantidad de jarabe que le había arrojado.
"Llévate un libro, niño, si vas a estar aburrido, no voy a estar siempre a tu entera
disposición durante el día, sobre todo - como estoy seguro de que te has dado cuenta -
. Cuando yo estoy dando clases debes esperar; cuidarte a ti mismo. Sin embargo, si
así lo deseas, puedes intentar realizar algunas de las pociones que los estudiantes
estarán gestando hoy." Y por favor Harry, intenta no explotar nada hoy, agregó
mientras regresaba su atención al periódico, gruñendo al leer un artículo, donde se
exaltaba la gran labor política de Fudge.
Harry asintió con la cabeza y volvió a su desayuno una vez más, sin mirar de nuevo
hasta que se terminó. Se puso de pie, mirando la bandeja, desaparecer de la mesa.
Snape se dirigió hacia la puerta, asegurándose de que Harry no estuviera muy lejos.
No era, como si realmente, hubiera tenido que estar tan preocupado por perder al
niño, en primer lugar. Debido a su reputación, los estudiantes mantenían su distancia
del profesor de pociones, por lo que rápidamente salieron de su camino, dejando una
amplia trayectoria en el medio de los pasillos, para que él y Harry pudieran pasar. Sin
embargo, la reputación de Snape no hizo nada para impedir que los susurros,
surgieran por todas partes.
"Tengo que sentirme mal por Harry, ¿sabes? No puedo imaginar tener que vivir con
ese hijo de puta."
Esta era, totalmente la razón, por la que originalmente se había inclinado a dejar a
Harry de vuelta en su habitación, mientras él enseñaba. El niño se salvaría de rumores
y chismes, por no mencionar el aburrimiento que estaba seguro, habría de imponerse
en la mente del niño. Pero, aunque Harry estaba comportándose mucho mejor de lo
que había hecho una semana antes, aún no estaba preparado para quedarse solo en
los cuartos. No era que Snape no confiara en él - bueno, en realidad si lo era. Harry
tenía la extraña habilidad de encontrar problemas donde los problemas no parecen
haber acechado antes. Tropezó, se golpeó la cabeza, y había estallado accidentalmente
más pociones de las que Snape podía contar. Dejar al niño sin supervisión en sus
aposentos por cualquier cantidad de tiempo, seguramente resultaría en un lesionado
Harry Potter y la posible destrucción total de su vivienda en el castillo. Y sin embargo,
esa opción parecía maravillosa, más comparándola con la visita de Harry a sus clases.
OooOo
Tercer año. De todos los estudiantes de toda la escuela, tenía que empezar con tercer
año - el grado en el que la mayoría de las pociones, cuando se alteraban en lo más
mínimo, proporcionaban los resultados más devastadores.- Estaban aprendiendo la
poción reductora, ya pesar de que habían escrito un ensayo acerca de ella durante el
verano, todas las clases de alguna manera encontraron una nueva manera de
arruinarla.
"Van a realizar la poción reductora," les anunció Snape arrastrando las palabras,
cuando los Gryffindor y Slytherin se sentaron en sus respectivos lados de la sala de
clase. "Las instrucciones están en el pizarrón. Traten de prestar mucha atención, ya
que esta tiende a volverse bastante desagradable con el más mínimo error."
Dejó que los niños, empezaran su trabajo en silencio, tomando asiento en su escritorio
y de volviendo a ver a Harry, que se había acurrucado en un rincón con un libro de
pociones curativas. Snape se permitió una pequeña sonrisa, cubriéndola rápidamente
con la mano, para esconderla de los estudiantes que trabajaban a menos de tres
metros delante de él. Miró hacia abajo y comenzó a revisar los ensayos, que había
asignado antes de las vacaciones, sin embargo, por desgracia, su labor se había visto
interrumpida por la llegada de Harry.
Pasó media hora, con Snape ocasionalmente levantando la vista, para comprobar que
todo iba bien con la elaboración de las pociones en el aula, a pesar de la charla suave
que llenaba el aire. Acababa de regresar al ensayo cuando sintió un pequeño golpecito
en el hombro.
"¿Papá?" Preguntó la suave voz de Harry. La sala quedó en silencio absoluto, ante el
sonido de su profesor más temido, siendo llamado de forma tan personal. Nadie se
atrevía a reír para romper la tensión incómoda que había llenado el aire. Harry
comenzó a temblar un poco, y Snape reconoció los primeros signos de una crisis
nerviosa. "yo - Lo siento, señor," le susurró. "Voy a ir - ir a sentarme - de vuelta en la
esquina, señor." Él bajó la cabeza baja, comenzando a su vez a caminar penosamente,
de vuelta a su lugar en el suelo. Snape le cogió del brazo, muy consciente de las
decenas de ojos paralizados en el par.
"Harry," murmuró. "Ven aquí. ¿Estás bien?" El muchacho se volvió hacia él, vacilante,
el libro de medio cerrado entre sus manos temblorosas. "¿Qué es lo que necesitas?"
Harry volvió, fijando el libro sobre la oscura madera de la mesa y dejando que se
abriera con un ruido sordo.
"Esto", susurró, llevando un dedo tembloroso para señalar algunas líneas de texto en
la parte superior de la página. "Antídotos. Aquí dice que los antídotos, sólo funcionan
contra la poción que se han preparado para contrarrestar. ¿Qué pasaría si alguien
tragara un veneno sin tener un antídoto?"
Snape lo miró por un momento. Esa fue posiblemente una de las preguntas más
estúpidas que jamás había escuchado, de la boca de Harry, así como cualquier otra.
"Uno muere Eso es lo que la mayoría de los venenos tienden a hacer -. Matarte."
"No, quiero decir - que debe haber alguna otra forma de contrarrestar un veneno; Si
no, estás muerto. No puede ser -... ¿Cuáles son las probabilidades de que obtener un
antídoto a tiempo? ¿Qué otra cosa iba a funcionar?"
Snape miró a la clase. "Vuelvan al trabajo. Si esas pociones están arruinadas, se
encontrarán a prueba en sus queridas mascotas," ladró, lo que desató una oleada de
acciones en todo el salón de clases, antes de volverse hacia Harry.
Harry echó a correr, volviendo con la caja, agarrada firmemente con una mano pálida,
sin demorar la entrega al Maestro de Pociones.
"filtro de los muertos," Snape leyó en voz alta en la página de Harry estaba señalando.
"Sí, hijo, ¿y qué?"
"Suena extraño. Eso no tiene ningún sentido." El chico negó con la cabeza suavemente
en un intento de dar sentido a las palabras. "¿Qué es lo que hace?"
"¿Por qué estos ingredientes la cambian tanto, si son solo dos?" tartamudeó el chico.
"por que su trabajo es potenciar los efectos," respondió Snape simplemente, sin dejar
de notar, que el libro aún estaba abierto sobre la mesa. "¿Algo más?"
"Sí. ¿Eso es todo?" Harry asintió tímidamente, y Snape mantuvo los ojos fijos en la
cara del chico, antes de abrir la boca para hablar de nuevo. El fuerte, bang rotundo y
las pequeñas salpicaduras que llenaba el salón de clases, le distrajeron, y se volvió
para descubrir que una niña asustada en la parte de atrás, había fundido su caldero,
haciendo que la negra sustancia pegajosa contenida en el interior, rezumaba por fuera
de la mesa al suelo. "¡arriba, levántate!" gritó Snape. "¡no se paren en los restos!"
Nadie se hizo daño pero la niña, que había sido salpicada por la poción, notó como sus
ropas, al igual que los zapatos, comenzaron a arder. Ella gemía. "¡Thompson!
¡Acompaña a tu compañera a la enfermería!"
"la clase a terminado," gruñó Snape entre dientes, frustrado. "entréguenme una
botella de la poción y se van."
Para el momento en que el aula estuvo vacía, Snape había adquirido una pequeña
colección de pociones. La variedad de diversos colores, cada uno más terrible que el
anterior, le mostraron la incompetencia de sus estudiantes. Snape gimió y apoyó la
cabeza sobre el escritorio. Mientras sentía a Harry acercándose a su lado.
Glimpses – Capítulo 20
"¿Profesor?"
Snape suspiró al oír la pequeña voz detrás de él. Su cabeza se levantó de donde había
estado enterrada, entre sus manos manchadas de poción y se volvió.
Snape lanzó un hechizo rápido, para comprobar la hora, cuando el desayuno apareció
sobre la mesa. Él contuvo el aliento entre dientes, observando los mullidos huevos
revueltos, tocino crujiente y tostadas con mantequilla caliente con una fría mirada de
cálculo.
"Es sólo después de las nueve. Todavía tienes varias horas hasta que salga el tren,
hijo. Por todos los medios, abstente de llamarme" profesor "hasta entonces." Se sirvió
la comida delante de él. "Me hace sentir viejo", añadió con una sonrisa irónica.
En realidad, el Maestro de Pociones estaba muy estresado. Nunca había tenido la
experiencia de enviar a un niño fuera de Hogwarts antes, y aunque estaría en la
escuela todo el tiempo, se sentía como si estuviera dejando a una pieza muy
importante de su vida, ir sin protección suficiente.
"Sin duda alguna no podemos. Vamos a aparecernos, que es otro medio de transporte
en el mundo mágico."
"Es la manera más eficaz y más rápida de viajar. Uno desaparece de un lugar y vuelve
a aparecer en otro. Al igual que la idea Muggle de la tele transportación, creo," Snape
informó en voz baja. Harry asintió con la cabeza, sin dejar de comer.
OOoOo
"Agárrate con fuerza a mi brazo, Harry," le indicó Snape, reduciendo el baúl de Harry y
colocándolo en el bolsillo de su túnica. El niño se aferró a su mano, mordiendo su labio
con nerviosismo. "Esto puede ser incómodo. Por favor, no vomites." El tono de súplica
en su voz, transmitió que la solicitud estaba lejos de ser una broma.
Harry vio a su padre, dar un paso hacia adelante y trató de hacer lo mismo, sólo para
descubrir que el suelo de piedra, ya no estaba bajo sus pies. Se sentía como si
estuviera siendo exprimido por todos los lados, incapaz de gritar, incapaz de moverse,
menos de intentar escapar. Todo su cuerpo se estaba estirando más allá de sus
proporciones normales. Snape le había pedido que no vomitara, pero en este caso, no
creía que iba a ser capaz de controlarlo.
"¿Vamos?" Snape hizo un gesto hacia la calle, en la que Harry, podía ver la entrada de
la estación de Kings Cross. Él tomó la mano de su padre con fuerza mientras se abrían
camino por el callejón y en la estación llena de gente.
"Hay tantas personas," murmuró Harry, con la cabeza girando en todas direcciones;
trotó para alcanzar a Snape, que se apresuraba hacia el pasillo, deteniéndose
finalmente entre las plataformas 9 y 10. "¿No dicen el boleto que debemos ir a la
Plataforma 9 ¾?"
Snape le hizo callar con suavidad, y lo llevó hacia adelante. Harry observó con interés
cómo su padre se trasladó al presionar una mano pálida contra la barrera de ladrillos,
para caer a través de ella. Harry caminó con él, y de repente se encontró en un mundo
completamente diferente.
Las personas se reunían en grupos a lo largo de la plataforma. Harry vio búhos y gatos
corriendo por todas partes, y miró hacia abajo a su propia lechuza - Hedgwig - cuya
jaula se llevaba con fuerza en la mano derecha. Algunos niños ya estaban vestidos con
sus túnicas negras, mientras que los padres estaban vestidos en colores brillantes
como escarlatas y azules. Harry se colocó más cerca de Snape con la aprehensión,
dejándose tirar adelante otra vez.
Harry rompió el silencio incómodo en primer lugar, dejando salir las inseguridades que
habían estado girando alrededor de su cabeza, conforme se acercaba el gran día.
"No creo que pueda hacer esto", susurró en voz baja, mirando a la alfombra bajo sus
pies. Snape no respondió durante unos minutos, y Harry levantó la vista,
encontrándose aún más incierto que nunca. Captó una mirada extraña salir de los ojos
de su padre, y abrió la boca para hablar, pero la cerró de nuevo rápidamente.
"Harry". La voz del hombre era suave y tranquilizadora. Agitó su varita y las persianas
se cerraron, bloqueándolos de las miradas indiscretas de los estudiantes, tanto en los
pasillos como en la plataforma. "Vas a estar bien. Estaré contigo tan pronto como
llegues a la escuela, y recuerda que cuando estés allí, siempre serás bienvenido en mi
habitación. Tu habitación siempre estará libre." Hizo una pausa para sonreír por un
momento. "¿Crees que puedes hacerlo solo, en el viaje en tren? Harás nuevos amigos,
estoy seguro."
Las palabras cayeron pesadas en el corazón de Harry. Pero sintiéndose un poco más
tranquilo, le preguntó: "¿Vas a estar ahí para mí?" Snape asintió, y Harry se movió
para abrazarlo, deslizándose fácilmente en el regazo del hombre mayor.
"¿crees que vas a ser capaz de manejarlo?" Hubo un atisbo de emoción en la voz de
Snape, mientras envolvía sus fuertes brazos alrededor del chico.
"Si, creo que puedo," susurró Harry en el traje negro de Snape, abrazándolo con
fuerza.
Harry cogió el dinero con gratitud, sonriendo a su padre. "Gracias, papá. Nos vemos
pronto"
Snape asintió, y Harry le abrazó por una última vez, antes de que su padre se fuera
rápidamente.
OOoOo
Él levantó la vista cuando las puertas del Gran Comedor se abrieron de golpe, con
entusiasmo en busca de Harry. Quería saber si tenía el chocolate untado en la cara, si
es que había hecho nuevos amigos, si él se veía feliz. ¿Era esto lo que se siente al ser
un orgulloso - aunque preocupado - padre?
Suspiró, con una pequeña cantidad de satisfacción, cuando notó que Harry no tenía
chocolate en su cara, y estaba rodeado de una pequeña niña de cabello castaño
espeso, un chico pelirrojo que sólo podría ser el más reciente Weasley en asistir a la
escuela y por Draco Malfoy. Snape se sorprendió al ver a Draco en el grupo, pero
observó divertido, la distancia, que el niño intentaba poner entre él y el chico Weasley.
Los ojos de Harry estaban buscando la mesa principal, y finalmente cayeron sobre él.
Su rostro se iluminó en una amplia sonrisa, aunque sus ojos delataban un pequeño
fragmento de la aprehensión que sentía hacia la clasificación. Snape miró al niño con
una pequeña sonrisa en respuesta.
McGonagall comenzó a llamar a los nombres y Snape vio como su hijo se ponía cada
vez más y más incómodo. Ansiaba hacer desaparecer todas las preocupaciones del
niño, pero sabía que no era ni el momento ni el lugar para hacerlo.
"¡Potter, Harry!" resonó a través del gran salón, y el ruido brotó por todas partes.
Snape no pudo ocultar su mueca en reacción.
El ala del sombrero le caía sobre los ojos, cubriéndole los lentes por completo. Se veía
tan ridículo que Snape tuvo que tomar un sorbo de té para ahogar su risa.
Susurros apagados resonaban por toda la habitación cuando el sombrero se quedó en
silencio durante varios minutos.
"¡Slytherin!"
Snape, tan sorprendido como los estudiantes, dirigió una mirada de sorpresa hacia el
asiento del director. Dumbledore le devolvió la mirada, con los ojos muy abiertos. Todo
en su expresión sugería que habría una larga discusión sobre el tema más tarde esa
noche.
Snape miró a Harry, que seguía de pie, frente al silencioso salón, sus ojos buscando
frenéticamente arriba y abajo la mesa de la casa Slytherin. Los ojos verdes se clavaron
con un poco de sorpresa en los grises de Draco.
Snape hizo una nota mental para dar las gracias al niño y enviar una carta para
contárselo a Lucius más tarde esa noche.
OOoOo
"¿Está seguro de que esto está bien, papá? Todo el mundo parecía realmente
sorprendido", preguntó Harry, con la aprehensión enmascarada en sus ojos.
"Harry, todo está perfectamente bien. Sólo fue un poco de un inesperado," aseguró
Snape al muchacho. "Slytherin... no tiene la mejor reputación a veces, y nadie
esperaba que te ordenaran allí." Harry miró como si estuviera a punto de hacer otra
pregunta, pero se detuvo cuando Snape añadió: "Pero ¿supongo que sabes lo que esto
significa?"
"¿Qué?" Harry preguntó con cautela.
"Yo soy tu Jefe de Casa, y por lo tanto puede castigarte como yo quiera." Snape hizo
hincapié en su punto, antes de tirar la cabeza hacia atrás y dejando escapar una risa
maníaca falsa.
Los ojos de Harry se abrieron con miedo fingido, antes de dejar escapar un bufido de
diversión. Snape hizo lo mismo, riéndose también, envolviendo sus brazos alrededor
del chico, mientras se movía hacia delante para tirar de él en un abrazo.
Harry le devolvió el abrazo, susurrando con incertidumbre, "¿No importa lo que piense
la gente?"
Para nada, nadie que de verdad te aprecie, pensara mal de ti, todos vamos a apoyarte.
Harry se rió, y Snape le acercó más, apretando sus brazos alrededor del niño.