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Los estudios de RCM, comienzan por una detallada explicación del contexto operacional,
donde se opera el sistema a mantener y por una explicación funcional del mismo, que sirve
de introducción, repaso y homogenización de conocimientos del grupo de trabajo.
Para facilitar más aún el trabajo de selección de tareas y actividades, existen gráficos de
decisión, que sistematizan el proceso de análisis, preguntándose en cada columna
cuestiones y cambiando las mismas según la criticidad o no de los fallos.
En el siguiente dibujo se incluye la matriz de decisión, que incorpora en su parte inferior,
las necesidades de reingeniería, de análisis coste beneficio también informar a la Dirección
en caso de que la propuesta del grupo RCM no prospere; para que los responsables de
Mantenimiento, tengan cubierta su responsabilidad ante un fallo o ante un percance.
MATRIZ DE DESICION
En dicha figura aparecen cuatro columnas y el comienzo debe realizarse por el extremo
superior izquierdo, haciéndose la pregunta de si el fallo es evidente o no, a los operarios de
mantenimiento. Contestando a esas preguntas se entra en una u otra columna. No
obstante, la atención sobre las dos columnas de la derecha, en las que se concluye que, tras
analizarse todas las cuestiones, si se determina la ineficacia del mantenimiento preventivo,
periódico o rutinario, la imposibilidad de encontrar una variable significativa y medible del
estado y evidencia de la ineficacia de una sustitución cíclica periódica, se debe optar por no
realizar ningún tipo de mantenimiento preventivo y esperar a que aparezca el fallo.
Antes de que los grupos de trabajo empiecen a desarrollar sus tareas, es necesario un
análisis empresarial de la implantación de este sistema, se esquematiza asi:
PLANIFICACIÓN
Ya se ha tratado la total necesidad, de que, por parte de la empresa, la implantación de
RCM, se enmarque dentro de una estrategia previa general, para la implantación de RCM,
la Dirección debe ser consciente de los importantes recursos humanos que precisa para este
trabajo. Esto es meses de reuniones para reelaborar un plan de mantenimiento con un
equipo de trabajo formado, como mínimo, por seis o siete personas, que deberán realizar
estos análisis.
La elección del guía o líder que motive al grupo, dinamice las reuniones, haga
corresponsabilizarse a todos en las decisiones tomadas, es totalmente fundamental.
La formación es otro aspecto importante. Hoy en día la formación en RCM es lenta y cara,
precisándose muy a menudo la asistencia técnica de una entidad externa, para formar a
guías y a participantes.
Determinado cual es el sistema sobre el que se va a tratar, hay que definir las metas a
alcanzar y para ello usamos el cuadro de beneficios aportados, deben estar en total
consonancia con los objetivos empresariales.
Definidas metas y objetivos concretos a alcanzar, hay que ponerse manos a la obra. Para
ello habrá que comenzar los análisis de fallos funcionales, determinar sus modos de fallo y
analizar las causas y los efectos. La matriz de decisión anteriormente expuesta, con los
cambios que se estimen oportunos, son de gran ayuda. Ante cada modo de fallo y cada
análisis concreto, hay que seleccionar una táctica de mantenimiento:
Hacer determinadas revisiones periódicas.
Implementar un mantenimiento predictivo.
No hacer nada.
Por cada sistema y modo de fallo, hay que culminar con un subanálisis, una “hoja de Trabajo
RCM”, como la que se incorpora a continuación a modo de ejemplo.
HOJA DE TRABAJO DEL RCM
Elaborando el programa de cada uno de los subsistemas y equipos que componen el área
piloto, es muy conveniente que el mismo sea auditado por una entidad independiente. Esta
fase de auditorías garantiza la objetividad del sistema y conlleva una revisión del mismo y
de su aplicación concreta por un tercero, que siempre puede observar problemas en el
aplicativo concreto, en la rigurosidad del proceso, etc. Ante un posible percance, un
accidente o una reclamación externa o jurídica, contar con esta auditoría externa puede ser
de gran validez e importancia. Ya se tiene elaborado el proceso de nueva sistemática de
mantenimiento, hemos corregido aquellas actividades o periodicidades que, tras la
correspondiente auditoría, se ha considerado revisar. Llega el momento de implantarlo,
racionalizando las periodicidades con la organización existente y redefiniendo un plan de
intervenciones integrado. Sin lugar a dudas, habrá disfuncionalidades y algún error, por lo
que el proceso entra a una fase posterior de optimización, realimentación, cambio del
programa.
Tras ello podemos decir que hemos acabado con éxito si los resultados se han adecuado,
con un margen de aceptación posible, a las metas y objetivos definidos. Es el momento de
pasar al siguiente sistema reanudando el ciclo.