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I
SÍNTESIS DE LA CONTROVERSIA
Conoce de la presente incidencia este Tribunal Superior Marítimo con competencia nacional y
sede en la ciudad de Caracas, en virtud de la facultad expresa contemplada en el artículo 126 del
Decreto con Fuerza de Ley Orgánica de los Espacios Acuáticos, y por cuanto el Juzgado de
Primera Instancia Marítimo con competencia nacional y sede en la ciudad de Caracas, en fecha
31 de enero de 2011, oyó en un solo efecto el recurso de apelación interpuesto en fecha 26 de
enero de 2011, por el abogado CARLOS MATHEUS, actuando en su condición de apoderado
judicial de la parte actora, sociedad mercantil CARISBROOKE SHIPPING 6250 BV, quien apeló
de la decisión dictada por ese Juzgado en fecha 21 de enero de 2011, que NEGÓ la medida
cautelar de embargo preventivo del remolcador Helios, en el expediente signado con el Nº TI-
2011-000390, de la nomenclatura interna del Tribunal de Primera Instancia Marítimo,
correspondiente al juicio que por INDEMNIZACIÓN DE DAÑOS Y PERJUICIOS, sigue la
sociedad mercantil CARISBROOKE SHIPPING 6250 BV, en contra de la sociedad mercantil
REVENSA, REMOLQUES VENEZOLANOS, S.A.
Por auto de fecha 31 de enero de 2011, el Tribunal de Primera Instancia Marítimo oyó en un solo
efecto la apelación interpuesta por la representación judicial de la parte actora en contra del auto
de fecha 21 de enero de 2011, y ordenó remitir mediante oficio a esta Superioridad las copias
certificadas conducentes, a fin de que conociera y resolviera esta incidencia, dándosele entrada en
fecha 4 de febrero de 2011, quedando anotado en el Libro Cronológico de Causas Nº 1 bajo el Nº
2011-000273.
En fecha 9 de febrero de 2011, la representación judicial de la parte actora apelante,
CARISBROOKE SHIPPING 6250 BV, presentó escrito de promoción de pruebas en esta
Segunda Instancia.
Igualmente, la representación judicial de la parte demandada, REVENSA, REMOLQUES
VENEZOLANOS, S.A., consignó en fecha 21 de febrero de 2011 escrito de promoción de
pruebas.
En fecha 22 de febrero de 2011, se llevó a cabo la celebración de la Audiencia Oral y Pública,
conforme a lo establecido en el artículo 21 del Decreto con Fuerza de Ley de Procedimiento
Marítimo, en la que estuvieron presentes los apoderados judiciales de ambas partes.
Mediante escrito presentado en fecha 25 de febrero de 2011, el abogado JOSÉ RAMÓN
VARELA VARELA, apoderado judicial de la parte demandada, consignó las conclusiones
relativas a la Audiencia Oral y Pública celebrada ante esta Alzada. Del mismo modo, en fecha 28
de febrero de 2011, los abogados CARLOS MATHEUS y WAGNER ULLOA, en representación
de la parte actora apelante, presentaron sus conclusiones escritas referidas con ocasión a la
celebración de la referida audiencia.
II
MOTIVACIONES PARA DECIDIR
Estando en la oportunidad para decidir, esta Alzada pasa a hacerlo con base a las siguientes
consideraciones:
PRIMERO: Respecto al thema decidendum, concerniente a la presente incidencia, se observa que
corresponde a esta Superioridad dictar decisión en la presente causa en virtud del recurso
ordinario de apelación interpuesto en fecha 26 de enero de 2011, por el abogado CARLOS
MATHEUS, actuando en representación de la parte actora CARISBROOKE SHIPPING 6250
BV, quien apeló en contra de la decisión de fecha 21 de enero de 2011, dictada por el Tribunal de
Primera Instancia Marítimo con competencia nacional y sede en la ciudad de Caracas, en la cual
ese mismo Juzgado NEGÓ la medida cautelar de embargo preventivo del remolcador HELIOS,
en el expediente signado con el Nº TI-2011-000390, de la nomenclatura interna del Tribunal de
Primera Instancia Marítimo, correspondiente al juicio que por INDEMNIZACIÓN DE DAÑOS
Y PERJUICIOS, sigue la sociedad mercantil REVENSA, REMOLQUES VENEZOLANOS, S.A.
SEGUNDO: Estando en la fase probatoria en esta Segunda Instancia, la abogado MARÍA
MILAGROS CADENAS, actuando como apoderada judicial de la parte actora apelante, consignó
escrito de promoción de pruebas, mediante el cual promovió las siguientes documentales:
1) Copias certificadas expedidas por el Tribunal de Primera Instancia Marítimo, que cursan en el
expediente Nº 2011-000390 de ese Juzgado, contentivo del juicio del cual surgió la presente
incidencia, y que se describen de la siguiente manera:
a) Comunicación dirigida el 12 de noviembre de 2010, por los agentes navieros de la M/N
KARLA C al ciudadano Capitán de Puerto de Puerto Cabello, consignando ante ese Despacho la
Carta de Protesta firmada por el Capitán de la referida motonave, en su original en inglés con su
traducción al español, participando el abordaje del que fue objeto la mencionada M/N KARLA C,
por el remolcador HELIOS, el 11 de noviembre de 2010, la cual fue recibida por la Capitanía de
Puerto el 12 de noviembre de 2010. La promovente señaló que dicho documento fue identificado
como anexo “B” al libelo de la demanda; y que dicho documento es una copia simple de la
comunicación de los mencionados agentes navieros, con un sello húmedo original de la Capitanía
de Puerto acreditando la recepción de los originales, motivo por el cual dicha comunicación fue
consignada en copia simple al expediente, ya que su original reposa en la Capitanía de Puerto.
b) Comunicación dirigida el 12 de noviembre de 2010, por los agentes navieros de la M/N
KARLA C a los armadores del remolcador HELIOS, REVENSA, REMOLQUES DE
VENEZUELA, S.A., mediante la cual le hacen entrega de la carta de protesta firmada por el
Capitán de la referida M/N KARLA C, haciendo responsable al remolcador del abordaje del que
fue objeto dicha motonave, por el remolcador HELIOS el 11 de noviembre de 2010. La
promovente señaló que dicho documento fue identificado como anexo “C” al libelo de la
demanda; y que dicho documento es una copia simple de la comunicación de los mencionados
agentes navieros, con un sello húmedo original de REVENSA REMOLQUES DE VENEZUELA,
S.A., acreditando la recepción de los originales, motivo por el cual dicha comunicación fue
consignada en copia simple al expediente, ya que su original se encuentra en REVENSA
REMOLQUES DE VENEZUELA, S.A.
c) Copia certificada expedida por el Capitán de Puerto de Puerto Cabello, de su original,
constituido por el informe de la Junta de Investigación de Accidentes Marítimos referente a la
colisión del remolcador HELIOS contra el buque KARLA C, en el cual se determina que la causa
del abordaje fue una falla mecánica del remolcador HELIOS, concretamente, “… se debió al
atascamiento del Pistón de la Válvula Reguladora de Aire del control de cambio de marcha de las
Máquinas Propulsoras”.
Todas éstas actuaciones son correspondientes al expediente signado con el Nº TI- 2011-000390,
de la nomenclatura interna del Juzgado de Primera Instancia Marítimo, y por cuanto dichas
certificaciones constituyen instrumentos públicos emanados de un órgano jurisdiccional, este
Tribunal les otorga valor probatorio, de conformidad con lo establecido en los artículos 1.359 y
1.360 del Código Civil, en concordancia con el artículo 429 del Código Adjetivo. ASÍ SE
DECIDE.
2) Copia simple del escrito consignado el 6 de enero de 2011, por esa representación judicial,
como apoderados judiciales de la parte actora, ante la Capitanía de Puerto de Puerto Cabello,
solicitando la copia certificada del expediente administrativo contentivo de las actuaciones
realizadas por ese despacho y las de la Junta de Investigación de Accidentes designada por el
Capitán de Puerto con motivo del abordaje del que fue victima la M/N KARLA C, por parte del
remolcador HELIOS. La copia consignada tiene el sello húmedo original de recepción estampado
por la Capitanía de Puerto de Puerto Cabello.
Dicho escrito, constituye un documento privado en copia simple dirigido a un tercero, que carece
de valor probatorio alguno, y siendo así, sólo constituye un mero indicio de prueba. ASÍ SE
DECIDE.
3) Original del Oficio N° 000078 de fecha 10 de enero de 2011, emanado de la Capitanía de
Puerto de Puerto Cabello, dirigido a la representación judicial de la actora, anexando copia
certificada del expediente que reposa en la Capitanía de Puerto de Puerto Cabello, con motivo del
accidente del cual surgió la presente incidencia.
Dicha documental tiene pleno valor probatorio, de conformidad con el artículo 429 del Código de
Procedimiento Civil, en tanto que de dicho documento administrativo, se puede evidenciar la
existencia del expediente relacionado al accidente marítimo donde se encuentra involucrada la
embarcación denominada KARLA C y el remolcador HELIOS; no obstante, dicha instrumental
no aporta ningún elemento probatorio que permita determinar algún hecho que interese a la
presente controversia. ASÍ SE DECIDE.
Por su parte, la representación judicial de la parte demandada, en la fase probatoria de esta
Alzada, promovió el original de la autorización emanada del Instituto Nacional de los Espacios
Acuáticos e Insulares (INEA), distinguida con el N° 2018, mediante la cual se autoriza al
remolcador HELIOS a prestar servicios de remolque portuario en el Puerto de Puerto Cabello.
Visto que la mencionada documental constituye un documento administrativo producido en
original, se le otorga valor probatorio según lo establecido en el segundo aparte del artículo 429
del Código de Procedimiento Civil, en concatenación a lo pautado en los artículos 1.357 y 1.359
del Código Civil Venezolano, en tanto que de dicho documento administrativo, se puede probar
que existe autorización para el remolcador HELIOS a prestar servicios. ASÍ SE DECIDE.
TERCERO: A los efectos de tener una visión clara y precisa del auto de fecha 21 de enero de
2011, dictado por el Tribunal de Primera Instancia Marítimo, esta Alzada se permite transcribir
parte del contenido del mismo:
“… En cuanto a la medida cautelar de embargo preventivo sobre el remolcador R/M HELIOS…
su decreto está condicionado al cumplimiento concurrente de dos requisitos: que se presuma la
existencia del buen derecho que se busca proteger con la cautelar (“fumus boni iuris”), como del
riesgo manifiesto de que pueda quedar o hacerse ilusoria la ejecución del fallo que en definitiva
dicte el Tribunal (“periculum in mora”), estableciendo la norma adjetiva (585 y 588 del Código
de Procedimiento Civil) que el solicitante de la medida tiene la carga de acreditar ante el juez,
haciendo uso de los medios de pruebas que confiere el ordenamiento, la señalada presunción.
(…Omissis…)
De igual manera, el decreto del embargo del remolcador está sometido a la alegación de un
crédito marítimo, conforme a lo previsto en el artículo 93 de la Ley de Comercio Marítimo, en
concordancia con el artículo 94 ejusdem.
En este sentido, este Tribunal considera dentro del poder cautelar que le corresponde, luego de
hacer un estudio preliminar de las documentales acompañadas con el libelo de la demanda, que
estas no constituyen prueba fehaciente del derecho que se reclama, salvo su apreciación en la
definitiva, lo que no le permite constatar en esta etapa del proceso la existencia de un crédito
marítimo de los consagrados en el artículo 93 de la Ley de Comercio Marítimo.
(…Omissis…)
Sin embargo, este Tribunal considera, en cuanto al Informe de la Junta de Investigación,
acompañada marcada “D”, pudiera tener el valor que le otorga el artículo 249 del Código de
Procedimiento Civil, a los fines de la apreciación de la instrumental, puesto que pareciera emanar
de un ente público; por lo que en esta etapa del proceso, a los fines del decreto de la medida,
evidencia la existencia del derecho que se reclama, con el propósito de cumplir el requisito del
fumus boni iuris, exigido por el artículo 585 del Código de Procedimiento Civil, ya que se pueden
determinar de su contenido las circunstancias del accidente.
Por el contrario, a juicio de este Tribunal, la demandante no justificó suficientemente la condición
relativa al peligro de que quede ilusoria la efectividad de la sentencia esperada, puesto que se
limitó alegar que: “En el caso de autos existe un manifiesto peligro de que quede nugatorio el
derecho reclamado, pues se trata de un buque que por su naturaleza está sometido a los peligros
del mar. Este tipo de buque incluso, esta más expuesto que otros barcos a sufrir accidentes fatales,
por la índole del trabajo en que se encuentra empleado, tratándose de un remolcador ha podido
zozobrar y perderse”, y a estos fines no son suficientes los alegatos genéricos, por lo que debía
acompañar con el libelo de la demanda, una prueba fehaciente del referido peligro inminente o
justificarlo a través de alegatos convincentes que llevaran a la convicción de este juzgador que
dicho peligro realmente existía, lo que no ocurrió en el caso de autos, en virtud de que no puede
considerar la misma circunstancia de la demanda, que está sujeta a un contradictorio, lo que
demuestra el referido peligro que justifica el decreto de la medida.
Adicionalmente, este Tribunal observa que el bien objeto de la medida es un buque de registro
nacional, que por el servicio al que está afectado, no deja la circunscripción acuática respectiva,
por lo que tampoco se evidencia el peligro de que pudiera zarpar de puerto venezolano.
En consecuencia, por los motivos antes señalados, este Tribunal niega la medida cautelar
solicitada. Es todo.-“(Resaltado de este Tribunal).
Por otra parte la representación judicial de la parte actora apelante, señaló en su escrito de
conclusiones relativas a la Audiencia Oral y Pública celebrada en este Tribunal, que:
“… Ciudadano Magistrado, el artículo 97de la LCM es muy claro en cuanto a las condiciones que
se deben cumplir para que el embargo preventivo de un buque proceda, a saber:
A. Que la demanda verse sobre “…un crédito marítimo privilegiado establecido en esta Ley…” y
B. Que la demanda se fundamente en “… documentos que demuestren la existencia de un crédito
marítimo o privilegiado…”.
Hay que hacer notar que la disposición es diáfana en el sentido de establecer estas 2 únicas
condiciones y no otras, y esto se observa claramente cuando el propio legislador es enfático al
señalarle al Tribunal que cuando estas 2 condiciones se encuentren cumplidas “… el juez…
decretará el embargo preventivo del buque…”. Es decir, el legislador es terminante en cuanto a
que obliga a decretar el embargo tan pronto se llenen esos 2 extremos.
(…Omissis…)
Se puede notar entonces que el referido artículo 97 no exige la comprobación del “periculum in
mora” sino únicamente del “fumus boni iuris”.
(…Omissis…)
Como bien se aludió anteriormente, el citado Tribunal Marítimo ha dictado una serie de
decisiones manifestando expresamente que en materia marítima (en el contexto del artículo 97 de
la LCM) no hay necesidad de comprobar el “periculum in mora” por cuanto se presume, toda vez
que el buque siempre está bajo riesgo de zozobrar por estar siempre sometido a los riesgos de la
navegación.
En el caso de un remolcador como es el caso de autos, este riesgo es más evidente que en otros
casos de buques, ya que, su actividad no sólo consiste en navegar, sino que se extiende a asistir a
otros buques y resulta claro que en estas maniobras la peligrosidad de sufrir daños o perderse, se
potencia por la misma índole de la actividad. Solamente basta suponer que si el accidente hubiese
ocurrido a la inversa en el caso a que se refiere este juicio, muy probablemente el remolcador
hubiese zozobrado.
(…Omissis…)
En el caso de un remolcador con bandera venezolana pudiera muy bien ausentarse de la
jurisdicción nacional si decidiera realizar por ejemplo, reparaciones en los astilleros de Curazao o
remolque de altura. Y es claro que esta posibilidad pone de manifiesto el riesgo de insolvencia del
demandado, pues el remolcador pudiera no retornar al país. De allí que se presuma el “periculum
in mora” en el caso de embargo preventivo de buques.
(…Omissis…)
En otro orden de ideas, como se dijo anteriormente, el crédito de nuestro mandante objeto de este
juicio es privilegiado, conforme con lo previsto e el artículo 115, numeral 5, de la LCM, pues se
trata de un reclamo por los daños y perjuicios causados por abordaje. Ahora bien, el privilegio
marítimo otorgado al crédito reclamado en este proceso, caduca o se extingue si dentro del
término de un año, contado a partir del nacimiento del crédito, el buque no es objeto de un
embargo preventivo o ejecutivo, con la particularidad que el término no puede ser objeto de
suspensión ni de interrupción, salvo en el caso excepcional de que la ley aplicable en los puertos
de toque del buque impidan el embargo.
(…Omissis…)
En virtud de la caducidad a la que está sometido el privilegio, la cual solamente puede ser
purgada mediante el embargo sobre la nave sujeta a privilegio, el Juez, al estar cumplidos los
extremos del artículo 97 de la LCM debe decretar el embargo. Al no hacerse se desconoce el
derecho otorgado por la ley de hacer valer y beneficiarse del privilegio marítimo y en
consecuencia, el derecho de la defensa y la garantía al debido proceso consagrados en el artículo
49 de la Constitución.
En cuanto al alegato expresado por la representación del remolcador “Helios” en el sentido que
esta embarcación se encuentra afecta a un servicio público, aduciendo que por tal motivo no sería
susceptible de ser embargada preventivamente hay que indicar el documento consignado como
anexo “B” por el apoderado de la demandada ante esta Superioridad en su escrito de fecha 21 de
febrero, emanado del Presidente del Instituto Nacional de los Espacios Acuáticos (INEA)
autorizando al remolcador “Helios” a prestar el servicio de remolcadores provisionalmente en la
jurisdicción de la Capitanía de Puerto de Puerto Cabello, adolece de vicios que lo invalidan por lo
cual no constituye prueba alguna.
(…Omissis…)
Por otra parte, es de indicar que el artículo 105 de la Ley Orgánica de los Espacios Acuáticos,
establece que el servicio de remolcadores debe ser prestado por el INEA, aunque se permite la
delegación de esta función mediante concesión otorgada por el INEA, de acuerdo con lo pautado
en el artículo 146 de la Ley General de Marinas y Actividades Conexas (LGM). En este sentido la
ley distingue entre las locuciones “autorización” y “concesión”, pues los servicios de remolque,
pilotaje y lanchaje pueden ser objeto de concesión como se dijo, pero los servicios de cartografía
náutica, actividades oceanográficas, científicas, subacuáticas e hidrográficas, publicaciones
náuticas, levantamientos hidrográficos y cualquier actividad conexa con esos servicios pueden ser
efectuados con “autorización” del INEA (artículo 148 LGM). Es decir, en materia de servicios de
remolque, la ley prevé la delegación del servicio solamente mediante una concesión, la cual tiene
sus formalidades y regulación especiales, y no mediante una autorización, la cual está reservada a
la delegación en particulares de otras actividades diferentes.
(…Omissis…)
Al no poder el INEA delegar la realización del servicio público de remolcadores en particular
mediante una autorización, la actividad que está realizando el remolcador “Helios” en función de
la referida autorización del INEA, no puede definirse como un servicio público, dado que la
administración violando la Ley General de Marinas y Actividades Conexas, mediante un acto
administrativo nulo ha permitido al remolcador realizar remolques a los buques, pero
participando ilegalmente y en forma precaria en la actividad.
(…Omissis…)
Ahora bien, en el supuesto negado que se pudiera considerar que el remolcador “Helios” estaría
prestando el servicio público de remolque, se señala que la Ley no prohíbe practicar un embargo
sobre bienes propiedad de particulares afectados a un servicio público y está claro que en el caso
de autos el remolcador “Helios” pertenece a un particular…” (Resaltado de este Tribunal).
CUARTO: Una vez explanados los motivos que llevaron al a quo a negar el decreto de la medida
de embargo preventivo sobre el remolcador HELIOS, solicitada por la representación judicial de
la parte actora, así como los argumentos traídos a esta Superioridad por las representaciones
judiciales de ambas partes, en sus conclusiones escritas relativas a la audiencia oral y pública
celebrada en esta Superioridad, es oportuno destacar que la apelación a la cual se ha hecho
alusión se refiere a la negativa del decreto de dicha medida de embargo preventivo sobre el
remolcador HELIOS, de manera que, teniendo claro el objeto de la presente incidencia, debe esta
Alzada hacer un breve análisis sobre los créditos marítimos, lo cual pasa a realizar de seguidas:
Según el Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual, de Guillermo Cabanellas, la palabra
crédito significa:
“Del latín creditum, de credere, creer, confiar. Asenso, admisión de lo dicho por otro. Reputación,
celebridad, fama, renombre, autoridad. Confianza que inspira la palabra solemne de una persona.
Abono. Comprobación. Derecho a recibir de otro alguna cosa; por lo general, dinero.”.
Mientras que el Crédito Marítimo o Créditos sobre el Buque, es definido como:
“Créditos y deudas que están afectos al buque y los fletes devengados, que constituyen el
patrimonio naval del naviero, con independencia de sus demás bienes. Para responder de créditos
pasivos, los buques pueden ser embargados y vendidos judicialmente en el puerto en que se
encuentren.”.
19. Las comisiones, corretajes u honorarios de agencias, pagaderos por el propietario del buque o
el arrendatario a casco desnudo, o por su cuenta, en relación con el buque.
20. Toda controversia relativa a la posesión del buque.
21. Toda controversia resultante de un contrato de compraventa del buque.
22. La propiedad impugnada del buque.
23. La copropiedad impugnada del buque, acerca de su utilización o del producto de su
explotación.
24. Toda hipoteca inscrita o gravamen de la misma naturaleza que pesen sobre el buque.”
(Resaltado de este Tribunal).
Se observa de las actas que conforman el presente expediente que, la parte actora apelante,
CARISBROOKE SHIPPING 6250 BV, fundamenta la solicitud del decreto de la medida cautelar
de embargo preventivo sobre el remolcador HELIOS, en un crédito marítimo y además
privilegiado, como lo es el abordaje entre la motonave KARLA C y el remolcador HELIOS.
Es preciso acotar que en materia de abordaje se siguen los lineamientos civiles de la culpa
extracontractual, por cuanto no existe ningún tipo de vinculación contractual, por lo que se hace
indispensable probar la culpa del buque para solicitar el resarcimiento de daños y perjuicios.
Es necesario señalar que el abordaje, salvo el caso fortuito, constituye un hecho ilícito, por cuanto
se trata de una actuación culposa que causa daños, no tolerada ni consentida por el ordenamiento
jurídico positivo. Como hecho ilícito el abordaje da origen a la responsabilidad civil
extracontractual.
De acuerdo con lo expresado, se puede decir que el crédito que se tiene contra el culpable del
abordaje, representado por la indemnización debida, goza de un privilegio marítimo.
En este sentido, conviene citar la definición de privilegio, realizada por el autor Tulio Álvarez
Ledo, en su obra Derecho Marítimo, Tomo I, página 202:
“El privilegio marítimo es el vínculo entre un crédito determinado por la Ley, y un buque; que
faculta al titular de aquél para hacer efectivo su crédito con preferencia sobre otros acreedores
quirografarios o privilegiados de menor rango. El privilegio marítimo se constituye en un derecho
real sobre un buque determinado, al contrario del privilegio de derecho civil que, al derivar de
obligación personal del deudor, se constituye sobre todos los bienes de éste.”
Como se observa, los privilegios son de carácter eminentemente legal, por lo cual no se pueden
constituir por acuerdo entre las partes, y en este sentido y en la materia que nos ocupa – marítima-
, los mismos están previstos en el artículo 115 de la Ley de Comercio Marítimo, y en este sentido
el privilegio del crédito de abordaje lo encontramos previstos en los numerales 2º y 5º de dicho
dispositivo jurídico que textualmente dispone:
“Son créditos privilegiados sobre el buque, los siguientes:
1. Los créditos por los sueldos y otras cantidades adeudadas al Capitán, oficiales y demás
miembros de la tripulación del buque en virtud de sus servicios a bordo, incluidos los de
repatriación y las cuotas de seguridad social pagaderas en su nombre.
2. Los créditos por indemnizaciones por muerte o lesiones corporales ocurridas en tierra, a bordo
o en el agua, en relación directa con la explotación del buque.
3. Los créditos por la recompensa pagadera por el salvamento del buque.
4. Los créditos por derechos de puerto, uso de vías navegables, pilotaje, remolcadores, lanchaje y
demás servicios previstos en la ley.
5. Los créditos nacidos de hecho ilícito por razón de la pérdida o el daño material causado por la
explotación del buque, distintos de la pérdida o el daño ocasionado a las mercancías y equipajes,
transportadas a bordo del buque. (Resaltado de este Tribunal).
Ahora bien, se observa que la parte actora apelante, solicitó la medida de embargo sobre el
remolcador HELIOS de la siguiente manera:
“1- De conformidad con lo previsto en los artículos 93, numeral1; 94, numeral 1; 95, numeral 5; y
97, en relación con el artículo 115, numeral 5, y 118, todos de la Ley de Comercio Marítimo,
pedimos respetuosamente al tribunal se sirva decretar el embargo preventivo sobre el remolcador
HELIOS, y a esos fines se sirva comunicar el decreto de embargo al ciudadano Capitán de Puerto
de Puerto Cabello.
2- Conforme lo dispone el artículo 97 LCM, el juez deberá decretar (“decretará” dice la
disposición) el embargo que le solicite el demandante (a) cuando la demanda verse sobre un
crédito marítimo o privilegiado y (b) siempre que se encuentre comprobado mediante
documentos públicos o privados que no son más que la demostración de una presunción grave del
derecho que se reclama (“fumus boni iuris”).
3- Ciudadano Juez, en el caso de autos están llenos estos requisitos pues,
a) Es evidente que hubo un abordaje, en el cual el buque KARLA C, al ser golpeado por el
remolcador HELIOS sufrió daños cuya indemnización en el objeto de esta demanda, se trata pues
de un crédito marítimo, de acuerdo a lo previsto en el artículo 93, numeral 1 de la LCM,
tratándose además de un crédito privilegiado, de acuerdo a lo previsto en el artículo 115, numeral
5 de la misma Ley. Lo cual también conduce a considerar que el requisito del “fumus boni iuris”
se encuentra cumplido.
b) De los recaudos consignados con este libelo de demanda, concretamente la Carta de Protesta
del Capitán de la M/N KARLA C presentada a la Capitanía de Puerto de Puerto Cabello (Anexo
B), Carta de Protesta del Capitán de la M/N KARLA C presentada a la demandada REVENSA
REMOLCADORES VENEZOLANOS S.A. (Anexo C) y la copia certificada de las actuaciones
de la Junta de Investigación del Accidente Marítimo (Anexo D) son suficiente evidencia
demostrativa del crédito marítimo y privilegiado…”
Ahora bien, las medidas cautelares son aquellos instrumentos con los cuales el ordenamiento
jurídico procesal protege, de manera provisional y mientras dura el proceso, la integridad de un
derecho que es controvertido en ese mismo proceso. De esa manera el ordenamiento protege
preventivamente a quien acude a los órganos jurisdiccionales a reclamar un derecho, con el fin de
garantizar que la decisión adoptada sea materialmente ejecutada. Por ello, la doctrina y la
jurisprudencia han señalado, que estas medidas buscan asegurar el cumplimiento de la decisión
que se adopte, porque los fallos serían ilusorios si la ley no estableciera herramientas para
asegurar sus resultados, impidiendo la destrucción o afectación del derecho controvertido.
En la esfera civil y marítima las medidas cautelares están definidas como aquellas que tienden a
impedir que el derecho, cuya actuación se pretende, pierda virtualidad o eficacia durante el
tiempo que transcurre entre demanda y sentencia.
Debe dejarse establecido que las medidas cautelares generalmente se dictan inaudita parte, lo que
quiere decir sin escuchar previamente al afectado. Como puede apreciarse se ve un
distanciamiento de los preceptos de comunicación impuesto por los códigos de formas, pero es
una excepción que encuentra fundamento en asegurar la efectividad de la medida, sin embargo
esto no vulnera las reglas del contradictorio, ni resquebraja el derecho a la defensa del
demandado, ya que si por ejemplo ante un orden de embargo sobre algún bien particular, se
notifica previamente al demandado éste podría ocultar o frustrar de otra manera la medida.
Este Tribunal Superior Marítimo observa que el artículo 585 del Código de Procedimiento Civil
establece:
“Las medidas preventivas establecidas en este Título las decretará el Juez, sólo cuando exista
riesgo manifiesto de que quede ilusoria la ejecución del fallo y siempre que se acompañe un
medio de prueba que constituya presunción grave de esta circunstancia y del derecho que se
reclama.”.
Vemos entonces que para que una medida cautelar sea procedente, es necesario que se cumplan
dos (2) requisitos fundamentales y concurrentes, éstos son la presunción grave del derecho que se
reclama (fumus boni iuris) y la presunción de que quede ilusoria la ejecución del fallo (periculum
in mora).
Para la demostración del derecho muchas veces es indispensable la alegación de circunstancias
fácticas o el suministro de elementos probatorios, los que se pueden efectivizar en el mismo
escrito de solicitud.
El que solicita la medida cautelar debe acreditar el peligro en la demora, ya que el derecho
principal se encuentra en peligro de ser vulnerado dado que la actuación normal del derecho
llegue tarde.
En armonía con lo expresado con antelación, la verosimilitud del derecho (fumus boni iuris) y el
peligro en la demora (periculum in mora), constituyen requisitos específicos en los cuales se
fundamentan las pretensiones cautelares, pues tienden a proteger que los derechos del actor que
aguarda la sentencia puedan frustrarse por cualquier otro motivo.
Es importante destacar, que el embargo preventivo de buques sólo procede en virtud de un crédito
marítimo, pues dicha medida, es solicitada a los fines de que mediante su decreto sea
interrumpido el lapso de un (1) año para la extinción o caducidad del mismo, de manera que el
embargo preventivo que tiene por objeto asegurar las resultas de un juicio, y puede ser definido,
de acuerdo con lo previsto en el artículo 92 de la Ley de Comercio Marítimo, que establece:
“A los efectos de esta Ley se entiende por embargo preventivo, toda inmovilización o restricción
a la salida de un buque, impuesta como medida cautelar por resolución de un Tribunal de la
Jurisdicción Especial Acuática competente, para garantizar un crédito marítimo.”
En cuanto a los requisitos para la procedencia del embargo preventivo de buques, se requiere
hacer un análisis del artículo 97 de la Ley de Comercio Marítimo, el cual señala lo siguiente:
“Cuando la demanda verse sobre un crédito marítimo o privilegiado establecido en esta Ley, y
siempre que ésta se fundamente en instrumento público, instrumento privado reconocido o tenido
legalmente por reconocido, facturas aceptadas, contratos de fletamento, conocimientos de
embarque, o cualesquiera otros documentos que demuestren la existencia de un crédito marítimo
o privilegiado, el juez, a solicitud del demandante, decretará el embargo preventivo del buque. En
los demás casos, podrá exigir que el demandante afiance por la cuantía y en las condiciones que
el tribunal determine, para responder por los perjuicios que puedan causarse al demandado como
consecuencia del embargo, o que compruebe solvencia suficiente para responder de las resultas
de la medida. Quien haya prestado dicha caución o garantía suficiente por la cuantía y en las
condiciones que determine el tribunal, podrá en cualquier momento, solicitarle a éste último su
reducción, modificación o cancelación. Sin embargo el monto de la caución o garantía exigida
para la suspensión de la medida no podrá exceder del valor del buque, determinado mediante
informe técnico de un inspector naval.” (Resaltado de este Tribunal).
Se desprende de la norma transcrita ut supra, que la ley especial venezolana, que rige el caso bajo
análisis, es decir, la Ley de Comercio Marítimo, exige sólo dos requisitos para la procedencia del
embargo preventivo de buques, a saber:
1.- Que la demanda verse sobre un crédito marítimo o privilegiado establecido en esta Ley (Ley
de Comercio Marítimo): Esto es, los créditos establecidos en los artículos 93 y 115 de la Ley de
Comercio Marítimo, citados con anterioridad en este fallo.
2.- Que la demanda se fundamente en documentos que demuestren la existencia de un crédito
marítimo o privilegiado (fumus boni iuris): Para la demostración del derecho, como se dijo
anteriormente, es indispensable la alegación de circunstancias fácticas o el suministro de
elementos probatorios, los que se pueden efectivizar en el mismo escrito de solicitud.
De los requisitos precedentemente analizados para la procedencia del embargo preventivo de
buques, conforme a lo previsto en el artículo 97 de la Ley de Comercio Marítimo, se nota
claramente que para que el Juez Marítimo de Primera Instancia decrete el embargo preventivo de
un buque basta con que la demanda verse sobre un crédito marítimo o privilegiado, y que la
misma se fundamente en documentos que demuestren la existencia de dicho crédito, es decir, que
la norma no exige a las partes la carga de probar el peligro en la demora (periculum in mora), sin
que ello signifique que dicho elemento no deba estar presente para que se decrete la medida
cautelar en referencia tal como lo exige el artículo 585 del Código de Procedimiento Civil, lo que
sucede es que no hace falta probarlo, ya que, el mismo es un elemento o una característica
intrínseca de la propia actividad marítima. ASÍ SE DECIDE.
Es así, que el autor Francisco Villarroel Rodríguez, en su obra Tratado General de Derecho
Marítimo, año 2003, página 325, señala:
“Por lo general para que una medida cautelar pueda ser concedida debe existir el riesgo de que
queden ilusorias las resultas de este juicio (periculum in mora), ya que ese riesgo es el que
justifica la medida, pero en el caso del embargo de buques, de acuerdo a los textos internacionales
y a la Ley de Comercio Marítimo, existe un periculum in mora de carácter objetivo, basta que
exista un crédito marítimo, que sería en el derecho marítimo la presunción del buen derecho
(fumus boni iuris), para que la autoridad competente dicte la medida de embargo.” (Resaltado de
este Tribunal).
En ese sentido, deja claro y ratificado este Tribunal, que en materia marítima el periculum in
mora, como requisito necesario para el decreto de cualquier medida cautelar, se encuentra
inmerso dentro del crédito reclamado siempre que éste surja o provenga de actividades marítimas,
pues son los riesgos una característica propia de tan especial materia. ASÍ SE DECIDE.
QUINTO: En lo referente al crédito marítimo y además privilegiado, nacido con ocasión del
abordaje entre la motonave KARLA C y el remolcador HELIOS, y del cual, en principio, es
acreedora la parte actora, salvo la apreciación del Juez en la definitiva, como se señaló con
anterioridad, el mismo tiene un lapso de vigencia de un (1) año, de la forma que lo prevé el
artículo 118 de la Ley de Comercio Marítimo
Artículo 118. Los créditos privilegiados sobre el buque enumerados en el artículo 115 de esta
Ley, se extinguen transcurrido un año de conformidad con lo establecido en el artículo anterior, a
menos que antes del vencimiento de este plazo, el buque haya sido objeto de embargo preventivo
o ejecución conducente a una venta forzosa. Este plazo comenzará a correr:
1. Desde el momento en que haya terminado el enrolamiento del acreedor a bordo del buque,
respecto del crédito privilegiado a que se refiere el numeral 1 del artículo 115 de esta Ley.
2. Desde la fecha de nacimiento de los créditos que garantizan los privilegios marítimos a que se
refieren los numerales del 2, 3, 4 y 5 del mismo artículo 115 de esta Ley.
Se desprende de la lectura del artículo anterior, que para que el acreedor privilegiado pueda,
pasado un (1) año del nacimiento de su crédito, hacer efectiva su acreencia, éste necesita del
decreto de la medida de embargo preventivo del buque por el cual nació el crédito, de manera
que, siendo esa la única forma de interrupción del lapso de caducidad del crédito privilegiado, al
negar dicha medida, se pone en estado de riesgo al acreedor respecto a su privilegio marítimo,
pues la Ley no prevé otra modalidad distinta para la interrupción de dicho plazo.
Ante esta situación, el Juez de Primera Instancia Marítimo, siendo el competente para decretar el
embargo preventivo sobre el buque, debe analizar cuidadosamente todas las circunstancias
fácticas y jurídicas antes de emitir pronunciamiento acerca de la medida cautelar en cuestión,
todo ello a, los fines de salvaguardar el derecho del acreedor privilegiado y de cubrir los vacíos
legales que nuestro ordenamiento jurídico pueda tener.
SEXTO: Por otra parte, debe hacer referencia esta Alzada, a otro de los argumentos esgrimidos
tanto por el Tribunal de Primera Instancia Marítimo para negar la medida de embargo preventivo
sobre el remolcador HELIOS, así como por la representación judicial de la demandada
REVENSA, REMOLQUES DE VENEZUELA, S.A. en sus defensas opuestas en esta Segunda
Instancia, como lo es que dicho remolcador está afecto a la prestación de un servicio público, y
por lo tanto resulta inembargable.
La expresión “SERVICIO” denota la acción o efecto de servir y “SERVIR” implica trabajo,
actividad, provecho, beneficio, significa tiempo dedicado a algo. Se emplea también el vocablo
“SERVICIO” para referirse al conjunto de elementos personales y materiales que, debidamente
organizados contribuyen a satisfacer una necesidad o conveniencia general y pública.
Con respecto a que el remolcador HELIOS es un bien evidentemente destinado a un servicio
público, este Tribunal Superior Marítimo para decidir debe también examinar la circunstancia de
esa alegada afectación a un servicio público. El tratadista patrio Eloy Lares Martínez (Manual de
Derecho Administrativo, Facultad de Derecho de la Universidad Central de Venezuela, Caracas,
1970, pag. 208) sostiene que:
“…entendemos por servicio público, toda actividad asumida por una persona pública territorial
con la finalidad de dar satisfacción a una necesidad de interés general…”
Indica además el referido tratadista (ibidem, páginas 220 y siguientes) como principios
fundamentales del servicio público entre otros: la obligatoriedad y la continuidad en el servicio
estableciendo que:
“…Una vez erigida una actividad en servicio público, gestionarlo constituye un deber de las
actividades administrativas quienes se hayan obligadas a hacerlas funcionar, sino por la acción
inmediata de los organismos del Estado bajo el control de los mismos…dada la importancia que
tiene para la colectividad el funcionamiento de los servicios públicos, este no puede ser
interrumpido, de modo que el público pueda en todo momento con absoluta certeza, contar con
los servicios públicos”.
Es imperativo destacar que el servicio público posee determinados caracteres que hacen a su
propia “esencia” y sin los cuales el concepto mismo de “servicio público” quedaría
desnaturalizado. Entre los caracteres del servicio público se encuentran la generalidad,
uniformidad, igualdad regularidad, obligatoriedad y subordinación a normas preponderantemente
de Derecho Público.
De ahí que, en la práctica hayan de respetarse las “consecuencias derivadas de dichos caracteres”.
Así, por ejemplo; siendo la continuidad del servicio uno de esos caracteres, deberán adoptarse
todas las medidas necesarias para impedir que dicha “continuidad” resulte vulnerada. Otro de los
elementos que caracterizan a los servicios públicos es la “generalidad” lo cual significa que todos
los integrantes de la sociedad tienen derecho a utilizar esos servicios públicos de conformidad a
los principios jurídicos que lo rigen.
Ahora bien, la expresión Remolcar, significa arrastrar o tirar una embarcación de otra o de un
objeto flotante, por medio de cuerdas, cables o cadenas; ya para salvarla de una situación
comprometida o para conducirla por lugar de navegación difícil. El acto de remolcar consiste
entonces en el empleo de un buque para facilitar el viaje de otro buque cuando nada más es
requerida la aceleración para su marcha. Asimismo, el servicio de remolcadores portuarios, como
servicio auxiliar de la navegación, constituye un servicio público
Debe ser advertido que el servicio público; aparte de un “concepto” jurídico, es ante todo un
“hecho”, una “realidad”. Cuando esa “realidad” no exista, estará demás, hablar de “servicio
público”, porque entonces habría una desarmonía o discordancia entre el “hecho” y el “derecho”,
de esta manera, cabe recordar que debido a que el servicio de remolque, es un servicio público, el
mismo debe ser prestado por el Estado, o por particulares en los cuales éste haya delegado tal
función, mediante el debido “contrato de concesión”. Sin embargo, se evidencia que la parte
demandada consignó en la fase probatoria en esta Superioridad, original de la autorización
emanada del Instituto Nacional de los Espacios Acuáticos e Insulares (INEA), distinguida con el
N° 2018, mediante la cual se autoriza al remolcador HELIOS a prestar servicios de remolque
portuario en el Puerto de Puerto Cabello, a lo cual observa este Tribunal, que si bien dicha
autorización no es el documento idóneo para demostrar la prestación del servicio de remolque, la
misma por haber sido presentada en original y emanar del Instituto Nacional de los Espacios
Acuáticos, evidencia que el remolcador HELIOS se encuentra prestando efectivamente el servicio
público de remolque. ASÍ SE DECIDE.
Establecidos los criterios anteriores, considera este Juzgador prudente referirse a la Doctrina de la
Procuraduría General de la República cuando en oficio Nº 4.008 de fecha 13 de agosto de 1964,
dirigido al Presidente y demás Vocales de la Corte Suprema de Justicia en Sala Político
Administrativa, Sección de Personería del Fisco, 1966, páginas 230 y 231 señaló lo siguiente:
“Los Servicios Portuarios Nacionales presentan así las mismas características fundamentales que
recoge la doctrina de los servicios públicos, a saber: la continuidad en su prestación: la
regularidad, esto es, que se presten en condiciones razonables de buen funcionamiento; y en fin
que están dirigidos directa e indirectamente al público, pudiendo todas las personas utilizarlo, en
principio, en igualdad de condiciones, lo que no excluye que sea posible establecer diversas
categorías de usuarios, y conceder así trato preferencial a algunos de ellos” (Resaltado y
Subrayado de este Tribunal).
No olvida, este Sentenciador, la existencia de la sentencia proferida por la Sala Constitucional del
Tribunal Supremo de Justicia, en fecha 5 de mayo de 2005, Exp. Nº 05-0441, sentencia Nº 727,
con ponencia de la Presidenta de dicha Sala, Dra, Luisa Estella Morales Lamuño, correspondiente
a la acción de Amparo Constitucional incoada por la Procuraduría General de la República, con
motivo de la solicitud de embargo de la M/N RÍO CARONÍ, propiedad de la empresa del Estado
CVG FERROMINERA DEL ORINOCO, en la que la Sala Constitucional dejó asentado lo
siguiente:
“… Precisado ello, preliminarmente observa esta Sala que el buque Río Caroní, es propiedad de
la Empresa CVG Ferrominera Orinoco, C.A., empresa esta a su vez propiedad de la Corporación
Venezolana de Guayana, razón por la cual goza la referida de las mismas prerrogativas que
detenta la República, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 24 de la Ley de Reforma
Parcial del Estatuto Orgánico del Desarrollo de Guayana, el cual dispone: “La Corporación
Venezolana de Guayana y sus empresas tuteladas tendrán las mismas prerrogativas y privilegios
otorgados por la ley a la República”.
(…Omissis…)
Ahora bien, ciertamente observa esta Sala que el mandamiento de ejecución dictado en fecha 21
de septiembre de 2004, constituye presuntamente una prueba grave y manifiesta de la presumible
violación al privilegio procesal de inembargabilidad de los bienes de la República.
Aunado a lo anterior, asimismo esta Sala observa preliminarmente, sin que la existencia del
periculum in mora se consagre como un requisito concurrente para decretar la medida cautelar,
conforme al criterio jurisprudencial expuesto previamente por esta Sala, así como la excepción y
privilegio establecido en el artículo 90 de la Ley Orgánica de la Procuraduría General de la
República, que la ejecución del embargo del buque Río Caroní, ciertamente ocasiona perjuicios
irreparables a la República, por cuanto conforme se expuso en la información enviada por la
Capitanía de Puerto de Ciudad Guayana del Instituto Nacional de los Espacios Acuáticos e
Insulares (folios 340 al 341), el mismo presta un servicio de interés general, el cual no sólo tiene
una incidencia sobre la Empresa CVG Ferrominera Orinoco, C.A., sino que el mismo podría
ocasionar daños al colectivo general, en virtud de que la explotación del hierro podría afectar los
intereses de la República en el extranjero y degenerar en posibles demandas para el Estado,
aunado al hecho de que el alquiler de un buque o la compra de otro similar, generaría grandes
costos a la Empresa los cuales podrían no estar presupuestados.
Asimismo, se observa que la medida cautelar de prohibición de zarpe del buque, vulnera la
proporcionalidad de toda medida cautelar, ya que los costos de un buque fondeado genera unos
costos de mantenimiento mayores a los de un buque en movimiento, costos éstos los cuales
podrían degenerar unas pérdidas económicas carentes de contraprestación, por cuanto de resultar
infructuosa la demanda, la devolución de esos gastos extraordinarios se harían prácticamente
irrecuperables por la parte demandante en el juicio principal.
Aunado a ello, resulta necesario advertir y destacar la debida ponderación de intereses que debe
realizar todo juzgador en el momento de acordar y justificar una tutela cautelar, en virtud de que
éste debe equilibrar muy bien los intereses generales involucrados en la situación específica
respecto de los intereses particulares, a fin de no afectar la globalidad de los intereses públicos
supremos tutelados…” (Resaltado de este Tribunal).
Así las cosas, es evidente, que los buques son susceptibles de medidas cautelares conforme al
ordenamiento jurídico marítimo. La anotación de la medida en el Registro Naval Venezolano
(RENAVE), conferirá a su titular la preferencia de ser pagado antes de cualquier otro acreedor
con excepción de los créditos privilegiados.
De acuerdo con el artículo 217 de la Ley General de Marinas y Actividades Conexas, el servicio
de remolcadores portuarios es un servicio público para asistir a los buques en sus maniobras en
los puertos de uso público de las diferentes circunscripciones acuáticas de la República. Este
servicio estará sujeto al pago de un precio público cuya tarifa será fijada por el Instituto Nacional
de los Espacios Acuáticos. Este servicio como se dijo anteriormente, podrá ser prestado por
particulares en régimen de concesión.
Los particulares que contratan la prestación de un servicio público, a diferencia de cuando lo hace
el Estado, los guía el ánimo legítimo de obtener una ganancia, y se someten a las reglas de la
oferta y la demanda. De allí su sujeción a las normas del derecho privado. Entonces, las medidas
cautelares corresponden a circunstancias perfectamente previsibles, que los prestadores de
servicios públicos pueden evitar.
Cuando los particulares prestan servicios públicos deben garantizar la prevención del resultado
previsible, de suerte que las consecuencias de sus actos no lleguen a afectar de modo alguno los
derechos de terceros y en particular los de aquellos beneficiados directamente con el servicio
prestado.
Lo anterior significa que el particular debe, en todos los casos salvaguardar la prestación del
servicio a su cargo, lo que implica su responsabilidad en el evento de no lograr tal cometido por
dolo o culpa grave.
Un embargo preventivo, es una situación que puede preverse y evitarse. De allí que no
corresponde al Estado establecer prerrogativas que eximan de responsabilidad al particular, bajo
el escudo del sentido social de la prestación del servicio público. Esta situación es distinta frente
al Estado, que es a quien le corresponde garantizar el cumplimiento de los servicios públicos, y es
en gran parte del territorio nacional, el único prestador de estos servicios. Lo que implica que el
legislador encuentre argumentos suficientes para establecer condiciones especiales a su favor.
No obstante lo expresado anteriormente, a los efectos de lograr un punto de entendimiento, una
confluencia entre el interés público con el interés privado, en la medida de embargo sobre el
remolcador HELIOS, este Tribunal Superior Marítimo, considerando como procedente el decreto
de dicha medida, ordenará lo conducente para que no se interrumpa la continuidad del servicio
prestado por el operador, y pondrá el hecho en conocimiento de la Capitanía de Puerto de Puerto
Cabello, a la Oficina de Registro Naval Correspondiente y de la Procuraduría General de la
República. Asimismo, señalará que dicha cautelar sólo apareja la inmovilización por sentencia
ejecutoriada.
Entonces, tomando en cuenta la definición de embargo preventivo, contemplada en el artículo 92
de la Ley de Comercio Marítimo, que reza textualmente:
“A los efectos de esta Ley se entiende por embargo preventivo, toda inmovilización o restricción
a la salida de un buque, impuesta como medida cautelar por resolución de un Tribunal de la
Jurisdicción Especial Acuática competente, para garantizar un crédito marítimo.” (Resaltado de
este Tribunal).
En esta misma fecha, siendo las tres de la tarde (03:00 p.m.), se publicó, se registró y se agregó al
expediente la anterior sentencia.
LA SECRETARIA