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Elena de White sobre los roles de las mujeres

septiembre 5, 2015Escogidas Para Servir


Elena de White sobre los Roles
de las Mujeres
Por Cindy Tutsch

Directora Asociada, Jubilada, Ellen G. White


Estate

Introducción

El propósito de este capítulo es examinar las


declaraciones de Elena de White relacionadas a los
roles de las mujeres adventistas del séptimo día,
enfocándonos particularmente sobre el rol de las
mujeres en el evangelismo. Examinaré la amplia
visión de Elena de White relacionada a los roles de
las mujeres en el hogar, la iglesia, la comunidad, y
el mundo. Aunque Elena de White promovió el
concepto de diversos dones espirituales, ella
también veía a las mujeres usando todos sus
talentos como herramientas evangelísticas para
Dios, sin importar sus circunstancias. Presentaré
brevemente los fundamentos teológicos para las
declaraciones de Elena de White sobre los roles de las mujeres, y sacaré una conclusión.

Aunque la voz de Elena de White fue un factor unificador a través de las gigantescas crisis de panteísmo,
justificación por la fe, y organización eclesiástica, quizás nunca ha habido alguna ocasión en la historia de
nuestra iglesia cuando la necesidad por un mensaje del Creador del Edén ha sido más urgente que hoy. En
medio del fundamentalismo, sincretismo, pluralismo teológico-científico, y literalismo sin
contextualización, la voz de Elena de White aún puede ser escuchada, llamando a este movimiento a una
unidad basada en los principios perdurables de la Palabra de Dios.[1]

NECESIDAD DE MUJERES

La Guerra Civil Norteamericana estalló en 1861. El Departamento Médico del Ejercito de los Estados
Unidos no estaba preparado para lidiar con las necesidades de los heridos, y muchos murieron en el campo
de la batalla o mientras los llevaban hacia la atención médica debido a la falta de suministros y atención
inmediata para los heridos. Clara Barton, una proactiva joven mujer que trabajaba como funcionaria en la
Oficina de Patente de Estados Unidos, vio la necesidad y quiso ayudar. Ella misma había tenido experiencia
como enfermera, y comenzó a presionar a las autoridades buscando permiso para llevar sus propios
suministros, e ir a ayudar en los campos de batalla.

Pero ella había presionado a las autoridades por casi un año, mientras que los heridos y muertos pasaban
delante de ella en Washington. La burocracia del ejército no tenía la visión necesaria para comprender lo que
ella estaba pidiendo. Finalmente, con la ayuda de un comprensivo Senador norteamericano, se le concedió
el permiso, y marchó a realizar sus deberes militares autoimpuestos. Ella fue a algunos de los lugares más
sangrientos de la Guerra Civil, llevando comida, agua, vendas, incluso linternas, y comenzó a tratar y atender
a los soldados. La llamaban “el Ángel del Campo de Batalla”. Barton eventualmente estableció la Cruz Roja
Norteamericana, actualmente llamada la Cruz Roja Internacional, proveyendo servicio humanitario a muchos
países.

Durante la década de 1860, la Iglesia Adventista del Séptimo Día también estaba comenzando su existencia.
Inmersa en ese mismo tiempo y cultura, la Iglesia se comprometió a intentar salvar a hombres y mujeres que
estaban muriendo espiritualmente. Durante esos años, Elena de White misma sintió una gran responsabilidad
para que el Mensaje de los Tres Ángeles alcanzara a un mundo sin Cristo y sin esperanza[2]. Los obreros
eran pocos y, como sabemos debido a la propia experiencia de Elena de White, a menudo estaban
sobrecargados intentando ministrar las necesidades de la naciente iglesia y esparcir el mensaje evangélico.
En este extremo ella era insistente en que ninguna mano que podría estar ayudando debería ser restringida.
Todos deberían hacer su parte. Nadie debía creer que está excluido del servicio a Dios, y nadie debe prohibir
que otros participen.

Fue con esta visión práctica y evangelística, que Elena de White habló acerca del de las mujeres cristianas
en el servicio. Con sus escritos y con su ejemplo ella instó a las mujeres a ser activas en la tarea de llevar el
evangelio al mundo, y en trabajar para salvar a hombres y mujeres perdidos. Sus argumentos relacionados a
la obra que las mujeres debían hacer eran prácticos, no teológicos. Ella no desperdició el tiempo
argumentando teológicamente cuando había una necesidad tan grande sin satisfacer[3]. Ella dijo:

“Las mujeres que están dispuestas a consagrar parte de su tiempo al servicio del Señor deben ser
nombradas… Necesitamos ampliar más nuestros métodos de labor. Ninguna mano debe ser atada, ninguna
alma desalentada, ninguna voz silenciada; dejad que cada individuo trabaje, privada o públicamente, para
ayudar en el avance de esta obra grandiosa. Poned las cargas sobre los hombres y las mujeres de la iglesia,
para que puedan crecer con la práctica, y así llegar a ser agentes en las manos del Señor para el
esclarecimiento de quienes moran en tinieblas.”[4]

“Dios quiere que los obreros lleven la verdad a todas las clases sociales: altas y bajas, ricas y pobres. Y en
esta obra, la mujer puede tener una parte importante. Dios permita que los que leen estas palabras puedan
hacer un esfuerzo ferviente para abrir las puertas a mujeres consagradas para que puedan entrar en este campo
de acción.”[5]

Actualmente la iglesia es mucho más grande y está mejor organizada para hacer su obra. Pero a medida que
la iglesia crece la misión también se vuelve más grande. Y con el paso de los años la venida de Jesucristo se
acerca. Las crisis en nuestro mundo le dan mayor urgencia y relevancia a la proclamación del pronto regreso
de Jesús. Hay una necesidad mayor por obreros que alcancen al mundo que está muriendo por la falta de la
verdad. La tecnología y el comercio mundial se han vuelto más sofisticados, y así también las tentaciones
del diablo, “porque sabe que le queda poco tiempo”[6]. Elena de White escribió que todos los que sean
capaces deberían estar involucrados en la obra de alcanzar al mundo. ¡Esto es más importante hoy que nunca
antes!

¿Cuál era la opinión de Elena de White sobre el involucramiento de mujeres en la obra de la misión? ¿Cuáles
eran los principios vitales que ella apoyaba, y cómo podemos aplicarlos para hacer que las mujeres, y la
Iglesia, como un cuerpo, sea más efectiva actualmente?

Primero, Elena de White creía que pocas mujeres reconocían su responsabilidad como individuos para la
obra de Dios. Muchas indudablemente pensaban que las pruebas de educar una familia y mantener un hogar
demandaban todo el tiempo que tenían, y las excusaban de comprometerse con más obligaciones. Ella
declaró:

“La obra que Ud. realiza al ayudar a nuestras hermanas a sentir su responsabilidad individual hacia Dios es
una obra buena y necesaria. Ha sido descuidada durante mucho tiempo. Pero cuando esta obra es expuesta
en forma clara, sencilla y definida, podemos esperar que los deberes caseros, en lugar de ser descuidados,
sean hechos en forma mucho más inteligente. El Señor desea que siempre destaquemos el valor de un alma
humana ante los que no comprenden este valor.

Si pudiésemos tomar las disposiciones necesarias para contar con grupos organizados e instruidos cabalmente
acerca de la parte que deberían desempeñar como siervos del Maestro, nuestras iglesias tendrían una vida y
vitalidad que han necesitado desde hace mucho. Así se apreciaría la excelencia de las almas que Cristo ha
salvado. Nuestras hermanas generalmente pasan un tiempo difícil con sus familias que aumentan y sus
aflicciones que otros no comprenden. He anhelado durante mucho tiempo contar con mujeres que puedan ser
educadas para que ayuden a nuestras hermanas a superar su desánimo y a sentir que pueden hacer algo para
el Señor. Esto está llevando rayos de sol a sus propias vidas, los cuales se reflejan en los corazones de otros.
Dios la bendecirá a Ud. y a todos los que se unan a Ud. en esta grandiosa obra.”[7]

“Las mujeres que tienen la obra en el corazón, pueden realizar una tarea en los distritos en que residen. Cristo
habla de las mujeres que lo ayudaron a presentar la verdad a los demás, y Pablo habla también de mujeres
que trabajaron con él en el Evangelio. Pero cuán limitada es la obra hecha por las que podrían hacer un gran
trabajo si quisieran.”[8]

“He pensado que con su experiencia, bajo la supervisión de Dios, Ud. podría ejercer su influencia para poner
en acción formas de trabajo donde las mujeres puedan unirse juntamente para laborar con el Señor.
Ciertamente debería haber un gran número de mujeres dedicadas a ministrar a la humanidad doliente, a
elevarla y educarla para que crean—nada más que para que crean—en Jesucristo nuestro Salvador. Y a
medida que las almas se den al Señor Jesús, y se entreguen completamente, comprenderán la doctrina…

Me siento apenada porque nuestras hermanas de los Estados Unidos no están haciendo más de lo que podrían
hacer por el Señor Jesús. Si esperan en Cristo, recibirán valor, fuerza y fe para realizar la obra. A muchas
mujeres les gusta hablar. ¿Por qué no podrían hablar las palabras de Cristo a las almas que perecen? Cuanto
más estrechamente nos relacionamos con Cristo, tanto más aprende el corazón la condición desesperada de
las almas que no conocen a Dios, y que no sienten la deshonra que están infligiendo a Cristo quien las ha
comprado por precio”[9]

LAS MUJERES CRISTIANAS

El Potencial

Elena de White veía a cada mujer como una fuerza, ya sea para el bien o para el mal, sobre la gente a su
alrededor. Aunque todas las personas tienen influencia, Elena de White sentía que las mujeres tienen un
potencial único para influenciar a otros. Ella visualizaba a las mujeres como siendo conscientes de los efectos
de sus palabras y acciones, y usando esa influencia como una herramienta para testificar a otros. Este
potencial no debía ser subestimado.

“Las mujeres pueden tener una influencia transformadora si sólo están dispuestas a rendir sus caminos y su
voluntad a Dios, y dejar que él controle sus mentes, afectos y ser. Pueden tener una influencia que tenderá a
refinar y elevar a los que con ellas se relacionen. Pero este tipo de mujeres generalmente no son conscientes
del poder que poseen. Ejercen una influencia inconsciente que parece emanar naturalmente de una vida
santificada, de un corazón renovado. Es el fruto que brinda naturalmente el buen árbol plantado por la mano
divina. Se olvida al yo, fusionado en la vida de Cristo. Ser ricas en buenas obras es tan natural para ellas
como respirar. Viven para hacer el bien a los demás y sin embargo están dispuestas a decir: Somos siervas
inútiles.”[10]

“Maravillosa es la misión de las esposas y las madres y de las obreras más jóvenes. Si ellas lo desean, pueden
ejercer una influencia para bien sobre todos los que las rodean. Con la modestia en el vestir y un
comportamiento circunspecto ellas pueden, en su sencillez, dar testimonio de la verdad. Pueden permitir que
su luz alumbre delante de todos los otros que pueden ver sus buenas obras y glorificar a su Padre que está en
el cielo. Una mujer verdaderamente convertida puede ejercer una influencia para el bien, poderosamente
transformadora.”[11]

“Si la mujer incrementa el uso de su tiempo y facultades confiando en la fuerza y la sabiduría que Dios puede
darle, puede estar en pie de igualdad con su esposo y actuar como consejera, compañera y colaboradora, sin
perder su modestia y gracia femenina. Al elevar su propio carácter, estará elevando y ennobleciendo los
caracteres de su propia familia, e inconscientemente estará ejerciendo una poderosa influencia sobre todos
los que la rodean”[12]

Noten la manera en que ella indica que las mujeres pueden influencia a aquellos a su alrededor. Ella indica
que la forma de vestir y su conducta pueden ser una gran influencia. Parecería que mediante estos medios,
ella puede ganar la dignidad y el respeto de sus pares.

Aparentemente, Elena de White veía a las mujeres virtuosas y respetables como una fuerza poderosa en la
sociedad. Con su reputación para defenderla, sus palabras y ejemplo podían ser mucho más efectivos. El
testimonio de una mujer que es altamente estimada por la calidad de su carácter es multiplicado varias veces
y “no hay límite para el bien que puede realizar.”[13]

El Carácter

Pero las mujeres requieren tener un cierto carácter y capacitación especial para poder usar su influencia para
el reino de Dios. ¿Qué clase de mujer Elena de White visualizaba como una testigo para otros? O mejor
podríamos preguntarnos: ¿Cuál era el potencial que ella veía en las mujeres? ¿En qué se imaginaba ella que
una mujer se podía convertir?

Primero que nada, ella visualizaba un carácter noble. Una mujer de Dios, que sea una influencia de bien para
todos a su alrededor, que esté verdaderamente convertida y profundamente comprometida.

Se necesitan mujeres de principios firmes y de carácter decidido, mujeres que crean que realmente estamos
viviendo en los últimos días, y que tenemos el último solemne mensaje de amonestación que debe ser dado
al mundo. Deben sentir que están ocupadas en una obra importante, en el esparcimiento de los rayos de luz
que el Cielo ha hecho brillar sobre ellas. Nada disuadirá a esta clase de personas de su deber. Nada las
desanimará en la obra. Tienen fe para trabajar para este tiempo y para la eternidad. Temen a Dios y no serán
desviadas de la obra por la tentación de posiciones lucrativas y perspectivas atrayentes. El sábado del cuarto
mandamiento es guardado en forma sagrada por ellas, porque Dios ha colocado su santidad sobre él y les ha
ordenado observarlo. Preservarán su integridad a toda costa… Son ellas las personas que representarán
correctamente nuestra fe, cuyas palabras serán habladas con propiedad, como manzanas de oro con figuras
de plata… Hermanas, Dios las llama a trabajar en el campo de la mies y ayudar a reunir las gavillas.”[14]

“Todas las que trabajan para Dios deben reunir los atributos de Marta y los de María: una disposición a servir
y un sincero amor a la verdad. El yo y el egoísmo deben ser eliminados de la vida. Dios pide obreras
fervientes, que sean prudentes, cordiales, tiernas y fieles a los buenos principios. Llama a mujeres
perseverantes, que aparten su atención del yo y la conveniencia personal, y la concentren en Cristo, hablando
palabras de verdad, orando con las personas a las cuales tienen acceso, trabajando por la conversión de las
almas.”[15]

Para verdaderamente poder dar lo mejor para Dios, la mujer tiene la responsabilidad de desarrollar no solo
su carácter, sino también sus capacidades mentales. Elena de White creía que las mujeres no debían
desperdiciar sus mentes al dejar que se vuelvan ligadas a cosas pequeñas. Mientras que hay un deber de
aplicarse en la limpieza y en la costura, haciendo estas tareas con excelencia “como para el Señor”, esta no
era el deber más grande o el más urgente. Las mentes necesitan estar involucradas en los asuntos de la
salvación, y en meditar en las maravillas de la gracia. Dios hizo a las mujeres con mentes e inteligencia. Esta
inteligencia cultivada puede ser una atracción e influencia para el mundo en favor de su fe.

“¿Por qué no habrían las mujeres de cultivar el intelecto? ¿Por qué no habrían de responder al propósito de
Dios para su vida? ¿Por qué no podrían ellas darse cuenta de sus propias facultades, conscientes de estos
poderes que les son dados por Dios, luchar para hacer uso de ellos en la medida máxima para servir a los
demás, para hacer progresar la obra de reforma, de verdad y de verdadero bien al mundo? Satanás sabe que
las mujeres tienen un poder de influencia para el bien o para el mal; por lo tanto él trata de alistarlas en su
causa”[16]

“Nuestras hermanas, las jóvenes, las de edad madura y las ancianas, pueden desempeñar una parte en la
terminación de la obra para este tiempo; y al hacerlo a medida que tienen oportunidad obtendrán una
experiencia del valor más alto. Al olvidarse del yo crecerán en la gracia. Al ejercitar la mente en esta
dirección, aprenderán cómo llevar cargas para Jesús.”[17]

El potencial e influencia de una mujer cristiana, como Elena de White lo visualizó, es inmenso. El hecho de
que haya una mujer convertida en la cercanías, será un poder para bien en el lugar donde ella vive, y el
testimonio de esta mujer cuando ella comparte su fe, será multiplicado varias veces. Así una mujer cristiana
convertida puede una obrera inteligente y amorosa para bien, llena de la gracia de Dios, y trayendo vida a
todos a su alrededor.

MISIÓN A LA FAMILIA

Como una Esposa

El matrimonio, una de las creaciones perfectas de Dios, tenía la intención de ser una bendición para la raza
humana, y mejorar las vidas de los cónyuges[18]. El rol de la esposa dentro de la relación santa y
comprometida es una de dignidad e influencia. Ella es la compañera de su esposo, su co-obrera, y su
igual[19]. Elena de White instó a muchas mujeres cuyos esposos estaban trabajando para la iglesia a
acompañarlos en sus tareas. Ella hizo claro que el ideal de Dios para el matrimonio es un compañerismo
amante, en el cual cada uno respeta y coopera con el otro, por amor al otro y a Dios.

“Las dos personas que unen su interés en la vida tendrán distintas características y responsabilidades
individuales. Cada uno tendrá su trabajo, pero no se ha de valorar a las mujeres por el trabajo que puedan
hacer como se estiman las bestias de carga. La esposa ha de agraciar el círculo familiar como esposa y
compañera de un esposo sabio. A cada paso debe ella preguntarse: “¿Es ésta la norma de la verdadera
femineidad?” y: “¿Cómo haré para que mi influencia sea como la de Cristo en mi hogar?” El marido debe
dejar saber a su esposa que él aprecia su trabajo. La esposa ha de respetar a su marido. El ha de amar y
apreciarla a ella: y así como los une el voto matrimonial, su creencia en Cristo debe hacerlos uno en él. ¿Qué
podría agradar más a Dios que el ver a los que contraen matrimonio procurar juntos aprender de Jesús y
llegar a compenetrarse cada vez más de su Espíritu?” [20]

“Ni el marido ni la mujer deben fundir su individualidad en la de su cónyuge. Cada cual tiene su relación
personal con Dios. A él tiene que preguntarle cada uno: “¿Qué es bueno? ¿Qué es malo? ¿Cómo cumpliré
mejor el propósito de la vida?” Fluya el caudal del cariño de cada uno hacia Aquel que dió su vida por ellos.
Considérese a Cristo el primero, el último y el mejor en todo. En la medida en que vuestro amor a Cristo se
profundice y fortalezca, se purificará y fortalecerá vuestro amor mutuo.”[21]

Uno de los roles más valiosos de la esposas es el manejo del hogar. Elena de White era clara al decir que era
el deber de toda esposa manejar su propio hogar eficiente y fielmente, como para el Señor. Ella creía que los
detalles y aspectos pequeños involucrados en el manejo de un hogar eran importantes, y que no debían ser
subestimados.
“Se necesita pensar mucho y tener mucho cuidado para hacer buen pan”, ella declaró, “pero en un pan bien
hecho hay más religión de lo que muchos se figuran”[22]. El manejo de un hogar eficiente y amoroso es una
contribución altamente significativa al evangelismo, no solo por el efecto que tiene sobre aquellos que viven
en el hogar, sino por el impacto que un hogar así tiene en la comunidad.

“Una familia bien ordenada y disciplinada influye más en favor del cristianismo que todos los sermones que
se puedan predicar. Una familia tal prueba que los padres han sabido seguir las instrucciones de Dios y que
los hijos le servirán en la iglesia. La influencia de ellos aumenta; porque a medida que dan a otros, reciben
para seguir dando… El vecindario en el cual viven recibe ayuda, porque se enriquece para esta vida y para
la eternidad.”[23]

Mientras que ella valoraba el rol doméstico de la mujer, Elena de White fue clara al decir que ninguna mujer
debe permitir que se convierta en una esclava de las tareas domésticas. Uno de los asuntos en los que ella
amonestó a todas las mujeres con deberes domésticos era que no permitan que sus vidas sean dictadas por
estos deberes. El hogar y sus enseres deben servir a la familia, y no al revés[24]. La esposa y madre no debe
permitir que su familia piense que ella es una sirvienta cuyo único propósito es limpiar y atenderlos. Hacer
esto sería renunciar a la dignidad que ella debe poseer[25]. Por lo tanto, ella deber usar inteligencia, diligencia
y delegación, y arreglar su tiempo y su trabajo para que sus horas no sean consumidas en la limpieza y la
costura[26].

¿Por qué esto era importante? Esta eficiencia es esencial para las mujeres cristianas debido a que Elena de
White creía que era había una obra más importante y mejor para que las mujeres se involucren. Los objetos,
aunque pueden ser necesarios y deben ser tomados en cuenta para poder hacer que un hogar tenga una calidad
de vida placentera, no deberían ser la esencia de la vida de una mujer. Las mujeres también deben trabajar
por cosas eternas. Dios pretende que las mujeres se involucren en la gran tarea de ganar al mundo para Él,
tanto dentro como fuera de sus hogares.

El primer y más obvio deber en esta línea de trabajo es el deber de la madre para con sus hijos.

Como una Madre

La importancia del rol de la madre en la obra de Dios nunca debe ser subestimado. Elena de White a menudo
lo comparó al de un ministro u otro obrero evangélico[27] para enfatizar a sus lectores la idea de que formar
caracteres es un asunto de salvación. La crianza de los hijos es una responsabilidad sagrada que bajo ninguna
circunstancia debe ser descuidada. Fallar al educar a sus hijos para que sean cristianos debido a que se está
demasiado ocupada en convertir a otros, es descuidar su elevado llamado. La madre de niños pequeños no
debe aceptar ninguna otra responsabilidad externa que la obstaculice al criar a sus hijos.

“Puede muy bien decirse que los deberes distintivos de la mujer son más sagrados y más santos que los del
hombre. Comprenda ella el carácter sagrado de su obra y con la fuerza y el temor de Dios, emprenda su
misión en la vida. Eduque a sus hijos para que sean útiles en este mundo y obtengan un hogar en el mundo
mayor”[28]

“Al rey en su trono no incumbe una obra superior a la de la madre. Esta es la reina de su familia. A ella le
toca modelar el carácter de sus hijos, a fin de que sean idóneos para la vida superior e inmortal. Un ángel no
podría pedir una misión más elevada; porque mientras realiza esta obra la madre está sirviendo a Dios. Si tan
sólo comprende ella el alto carácter de su tarea, le inspirará valor. Percátese del valor de su obra y vístase de
toda la armadura de Dios a fin de resistir a la tentación de conformarse con la norma del mundo. Ella obra
para este tiempo y para la eternidad”.[29]

“Si Vd. pasa por alto su deber como esposa y madre, y extiende las manos para que el Señor le confíe otra
clase de trabajo, tenga por seguro que él no se contradirá; le señala el deber que Vd. debe hacer en casa. Si
Vd. piensa que le ha sido confiada alguna obra mayor y más santa, está equivocada. Siendo fiel en su hogar
y trabajando por las almas de aquellos que están más cerca de Vd., puede obtener idoneidad para trabajar por
Cristo en un campo más amplio. Pero tenga la seguridad de que quienes descuidan su deber en el círculo
familiar no están preparados para trabajar en favor de otras almas”[30]

Pero noten algo acerca de esta declaración. Mientras que claramente prioriza las tareas domésticas para la
esposa y madre de sus hijos, la razón no es porque estas son tareas únicamente para las mujeres. En realidad,
las tareas domésticas las pueden preparar para otra obra en “un campo más amplio”. Habiendo hecho su
trabajo fielmente en el hogar, ella tiene una ventaja cuando viene el momento de testificar. Mientras que una
mujer cristiana debe ser fiel en su hogar y en su familia, ella no está confinada a ellos. No se supone que la
esposa y madre restringa su influencia para bien solo para su familia. La opinión de Elena de White parece
ser que el lugar de una mujer es donde sea que ella pueda hacer algún bien para Dios, priorizando las
obligaciones naturales. Si ella ha tomado las obligaciones del matrimonio y una familia, estas son su trabajo
prioritario. Pero ella no debe considerarlos como el único trabajo si Dios la lleva a lograr otras cosas también.

“Las esposas y madre no deberían bajo ninguna circunstancia descuidar a sus esposos e hijos; pero ellas
pueden hacer mucho sin descuidar los deberes domésticos, y no todas tienen estas responsabilidades”[31]

“La esfera de utilidad que incumbe a la madre cristiana no debe quedar estrechada por su vida doméstica. La
influencia saludable que ella ejerce en el círculo familiar puede hacerla sentir, y así lo hará, en una utilidad
más amplia dentro de su vecindario y en la iglesia de Dios. El hogar no es una cárcel para la esposa y madre
consagrada”[32]

Otras dos esferas de utilidad son mencionadas aquí- el vecindario y la iglesia. Elena de White visualizaba a
las mujeres cristianas convertidas tanto como misioneras para su comunidad como obreras para su iglesia
local.

MISIÓN PARA EL MUNDO

Esta obra misionera no se trataba simplemente de la influencia de una buena vida –ella visualizaba alcances
deliberados y planeados para los vecinos de uno. Este llamado, o ministerio, debe ser tomado seriamente.

Elena de White defendía que las mujeres se capaciten y se organicen para esparcir el evangelio. Ella habla
de “compañías organizadas, regulares inteligentemente instruidas” en cómo hacer este trabajo. Esto significa
que ella visualizaba un esfuerzo cooperativo. En el tiempo de Elena de White, las mujeres se reunían juntas
en grupos de oración, y en sociedades misioneras y publicadoras, enviando cartas y literatura a individuos
por quienes ellas estaban preocupadas. En estos grupos, las mujeres usualmente reportaban lo que ellas
habían estado haciendo desde la última reunión para poder testificar a otros. Había una oportunidad para
hacer preguntas y recibir aliento.

Estas actividades eran la aplicación del mandato inclusivo de Elena de White para el evangelismo, y eran
actividades que proliferaban en la cultura en la que ella vivía. El principio del fortalecimiento de una iglesia
género-inclusiva para el evangelismo[33] es atemporal. La manera en que aplicamos esos principios puede
cambiar con el tiempo.

UNA OBRA ESPECIAL PARA LAS MUJERES

Elena de White creía que las mujeres tienen ventajas únicas para alcanzar a otros. Ella pretendía que las
mujeres usen sus dones especiales para ganar a otros para Cristo. Por ejemplo, el acceso de las mujeres a las
familias puede ser usado como un medio para el ministerio personal. Las mujeres pueden aproximarse más
fácilmente a otras mujeres, usando asuntos domésticos como una “puerta de entrada” para hacer amigas.
Ellas también pueden ofrecer ayuda doméstica u orientación, o acudir en la ayuda de familias que viven
circunstancias difíciles. Al testificar a los vecinos de uno, Elena de White modeló el método de enfoque
evangelístico: primero ofreciéndoles amistad y ayudándolos con sus necesidades. Casada o soltera, una mujer
tiene un puente natural que la ayuda a hacer amigas al mostrar interés en el hogar y la familia de otras mujeres.
Elena de White creía que ese puente era una herramienta valiosa para construir relaciones y alcanzar
corazones. Así como un vecino ayuda a otro vecino, o una mujer ayuda a otras mujeres y sus familias, una
mujer cristiana puede alcanzar personas a las que su pastor no puede. Y al atender a sus necesidades, ella
crea un lazo que le da una gran influencia con ellos. Ahora, cuando ella comienza a compartir su fe, estas
personas están mejor dispuestas para escucharlas.

“Se necesitan mujeres consagradas que, como mensajeras de misericordia, visiten a las madres y sus familias
en los hogares, ayudándoles en las tareas domésticas si es necesario. Entonces estarán en condiciones de
hablarles de la verdad para este tiempo. Este ministerio traerá almas al Señor.”[34]

“Las hermanas pueden hacer mucho para alcanzar y suavizar los corazones. Allí donde estéis, mis hermanas,
actuad con sencillez. Si visitáis un hogar donde hay niños, mostrad interés por ellos. Que vean que los amáis.
Si uno de ellos está enfermo, ayudad a la angustiada y cansada madre a aliviar el dolor del niño sufriente
aplicándole tratamientos.”[35]

“El Señor tiene una obra para las mujeres así como para los hombres. Ellas pueden ocupar sus lugares en la
obra del Señor en esta crisis, y él puede obrar por su medio. Si están imbuidas del sentido de su deber, y
actúan bajo la influencia del Espíritu Santo, tendrán justamente el dominio propio que se necesita para este
tiempo. El Señor reflejará la luz de su rostro sobre estas mujeres abnegadas, y les dará un poder que exceda
al de los hombres. Pueden hacer en el seno de las familias una obra que los hombres no pueden realizar, una
obra que alcanza hasta la vida íntima. Pueden llegar cerca de los corazones de las personas a quienes los
hombres no pueden alcanzar. Se necesita su colaboración.”[36]

“Carecemos en cuanto a actos de solidaridad y benevolencia; en el ministerio sagrado y social en favor del
necesitado, el oprimido y el sufriente. Se necesitan mujeres que no sean altaneras sino de maneras suaves y
gentiles, de corazón compasivo, que puedan actuar con la mansedumbre de Cristo doquiera se las necesite
para la salvación de las almas.”[37]

Además del ministerio a las familias, las mujeres tienen una habilidad especial para testificar a otras mujeres
y ayudarlas en su experiencia cristiana. Por este motivo, Elena de White a menudo instó a las esposas de
obreros de la iglesia para que trabajen junto a ellos, para que así las mujeres y las familias pudieran ser
alcanzadas más efectivamente[38]. En el evangelismo, una mujer puede tener ventajas al comunicarse y al
comprender a otras mujeres más fácilmente y obtener su confianza más rápidamente. Como madre, ella puede
organizar y capacitar a otras mujeres, aconsejarlas si tienen dificultades, y ocupar la figura de una madre,
hermana e incluso de una hija para ellas. Ella tiene más libertad que los hombres para construir relaciones
cercanas con ellas.

MISIÓN AL MUNDO

Compartir la Obra

Hemos visto que habían dos esferas en las cuales Elena de White creía que las mujeres podían extender su
influencia fuera del hogar. Una es la obra misionera. La otra es el servicio para la iglesia. Las mujeres, al
igual que los hombres, son necesarios en el cuerpo principal de los labores de la iglesia con el apoyo de todos
los niveles del liderazgo de la iglesia para hacerlos más efectivos.

“Cuando ha de realizarse una obra grande y decisiva, Dios escoge a hombres y mujeres para hacer su obra,
y esta obra sentirá la pérdida si los talentos de ambas clases no son combinados”[39]
Así como Dios creó a hombres y mujeres en su imagen, Él también preparará tanto a hombres como a mujeres
para representarlo ante un mundo moribundo. Elena de White veía a las mujeres involucradas en todas las
áreas de la misión de la iglesia, pero especialmente en el alcance misionero. Con tanto trabajo por hacer, ella
valoraba grandemente el trabajo duro de mujeres que habían ocupado los espacios donde los ministros no
hacían o no podían hacer todo lo que era necesario. En muchos casos, esto resultaba ser la obra de visitar
casa por casa, la cual ella consideraba que era más agradable y más exigente que el ministerio público, pero
frecuentemente más productiva[40].

“Hay mujeres que debieran trabajar en el ministerio evangélico. En muchos sentidos harían mayor bien que
los ministros que no visitan como deben la grey de Dios.”[41]

“Hay mujeres que se adaptan especialmente a la obra de dar estudios bíblicos, y tienen mucho éxito al
presentar a los demás la Palabra de Dios en su sencillez. Llegan a ser una gran bendición para alcanzar a las
madres y a sus hijas. Es ésta una obra sagrada, y las que se ocupan en ella debieran recibir aliento.”[42]

“En las variadas ramas de la causa de Dios hay un amplio campo en el cual nuestras hermanas pueden rendir
un buen servicio para el Maestro. Muchos ramos de trabajo misionero son descuidados. En las diferentes
iglesias, mucho trabajo que se deja sin hacer, o que se hace imperfectamente, podría realizarse bien con
ayuda de nuestras hermanas, si son debidamente instruidas. Por medio de los diversos ramos del esfuerzo
misionero local, ellas pueden alcanzar una clase de personas a las cuales no llegan nuestros pastores. Entre
las nobles mujeres que tuvieron el valor moral de decidirse en favor de la verdad para este tiempo, se
encuentran muchas que tienen tacto, percepción y habilidad, y que pueden llegar a ser obreras de éxito. Se
necesitan las labores de tales mujeres cristianas”[43]

Adicionalmente, Elena de White creía que había mujeres con talentos especiales para tareas tales como la
obra bíblica, la visitación, el pastorado, y el ministerio público. Sus declaraciones son instructivas para
nosotros:

“Es el compañía del Espíritu Santo de Dios lo que prepara a los obreros, sean hombres o mujeres, para ser
pastores del rebaño de Dios.”[44]

“Se necesita la influencia refinadora y suavizante de las mujeres cristianas en la gran obra de predicar la
verdad para este tiempo”[45]

“Hay mujeres que debieran trabajar en el ministerio evangélico.”[46]

“Las mujeres pueden ser instrumentos de justicia, rindiendo servicio santo. Fue María la primera que predicó
a Jesús resucitado… Si hubiera veinte mujeres donde ahora hay una, cumpliríamos esta santa misión
[predicando] su preciosa obra, veríamos muchos más conversos a la verdad. La influencia refinadora,
suavizadora de mujeres cristianas es necesaria en la gran obra de predicar la verdad. El Señor de la Viña les
está diciendo a muchas mujeres que ahora no están haciendo nada “¿Por qué habéis estado aquí parados todo
el día sin trabajar?”. Las diligencias celosas y constantes en nuestras hermanas esforzándose por esparcir la
verdad serán completamente exitosa, y nos sorprenderán con sus resultados”[47]

“Hay que elegir para la obra a hombres sabios y consagrados que puedan realizar un buen trabajo en la tarea
de alcanzar a las almas. También debiera elegirse a mujeres que puedan presentar la verdad en forma clara,
inteligente y directa. Necesitamos obreros que comprendan la necesidad de que en los corazones se realice
una obra de la gracia más profunda; a los tales habría que animarlos a dedicarse a un fervoroso esfuerzo
misionero.”[48]

“Las hermanas R y W están haciendo una obra tan eficaz como la de los pastores; y en algunas reuniones,
cuando todos los pastores han tenido que salir, la hermana W toma la Biblia y se dirige a la
congregación.”[49]
“Mi hermana, enseñe estas cosas. Se han abierto muchos caminos frente a usted; utilice la oportunidad de
dirigirse a grandes audiencias cada vez que pueda hacerlo. Use cada medio de influencia para introducir la
levadura dentro de la masa. Cada hombre y cada mujer tiene una obra que hacer para el Maestro. Una
consagración personal; una vida santificada para Dios, y el uso de métodos simples, van a lograr más que
cualquier idea que se intente imponer por la fuerza”[50]

“Aquellas damas que tienen voluntad de consagrar algo de su tiempo para el servicio a Dios debieran ser
encargadas para visitar a los enfermos, atender a los jóvenes y ministrar a los pobres. Debieran ser separadas
para esta tarea por la oración y la imposición de manos.* En algunos casos necesitarán el consejo de los
dirigentes de la iglesia o del pastor. Pero si son mujeres consagradas que mantienen una comunión vital con
Dios, serán un poder para el bien en la iglesia.”[51]

Hay varios roles que son mencionados o a los que se hace alusión aquí. La última cita en este grupo parece
estar refiriéndose a la clase de trabajo hecho por los diáconos del Nuevo Testamento, el cual incluía la
predicación, la administración y el bautismo. La primera cita habla del pastorado y la predicación, y segunda
es ciertamente evangelismo público. Las otras citas, que hablan de presentar la verdad a otros, pueden estar
refiriéndose al testimonio personal, como dar estudios bíblicos por ejemplo.

FUNDAMENTOS TEOLÓGICOS DE LOS CONSEJOS DE ELENA DE WHITE


SOBRE EL FORTALECIMIENTO EVANGELÍSTICO DE UNA IGLESIA GÉNERO-
INCLUSIVA[52]

Dado que los mensajes de Elena de White son inspirados por el mismo Espíritu que inspiró a los profetas
bíblicos, deben contener principios que son perdurables y aplicables al desafío que enfrentan los líderes
adventistas actualmente. Este desafío es elocuente en elementos minoritarios dentro del Adventismo que ven
a las mujeres pastoras y líderes como contrarias por la Escritura; y a las recientes elecciones de Rosa Banks,
Daisy Orion y Ella Simons a puestos de liderazgo en la Asociación General como una señal de apostasía[53].

¿Cómo nos ayudan el ejemplo y los consejos de Elena de White a buscar a través de estos reclamos
conflictivos en una Iglesia Adventista del Séptimo Día cada vez más divergente y multicultural? Primero,
notemos que Elena de White misma encarna un concepto esencial de liderazgo. La posición cultural, la
riqueza, el poder, la educación, el género y apariencia física no son condicionantes ni limitantes para el
llamado de Dios al liderazgo[54]. Después examinaré un caso de estudio que ilustra de la opinión social
progresiva de Elena de White, que ayuda a clarificar su fortalecimiento igualitario e inclusivo del cuerpo de
Cristo.

Un Caso de Estudio

La idea principal de Elena de White es que Dios quiere que su creación humana trabaje para restaurar la
imagen de Dios en la humanidad[55]. Este tema imago dei está entrelazado en todos sus consejos a
educadores, administradores, padres y maestros, en resumen, a todos aquellos que lideran o influyen a otros.
Según el punto de vista de Elena de White, esta restauración comienza con el desarrollo del carácter –la
mente humana se santifica, mediante la gracia de Dios y bajo su instrucción, a la semejanza de la mente de
Dios[56]. Para aplicar este tema en el contexto actual, cuando la mente de la humanidad se vuelve una con
la mente de Dios, los líderes buscarán restaurar el plan edénico de las relaciones entre los hombres y las
mujeres.

Adicionalmente, los líderes buscarán la restauración del plan de Dios para las relaciones entre las naciones,
grupos, y etnias, así como la restauración de la Tierra a su estado original como Jardín, mediante lo mejor de
los limitados esfuerzos humanos,
En una discusión del estado original del Edén, Joseph Coleson declara: “Génesis 1:27 declara muy
claramente que las mujeres y hombres son creados iguales en la imagen de Dios… Las mujeres son creadas
a imagen de Dios. Hombre son creados a la imagen de Dios. Ninguno es más o menos imagen de Dios que
el otro” [57]. Concordando con Coleson, Phyllis Trible dice: “La diferenciación sexual no significa jerarquía”
[58]. La jerarquía es a veces usada para privar a las mujeres de oportunidades para encontrar alegría y
participación en el área de la vida de la iglesia para las cuales ellas están mejor preparadas.

Elena de White también tomó la posición de la igualdad en la Creación. “La mujer debe ocupar el puesto que
Dios le designó originalmente como igual a su esposo”[59].

Así que parece evidente que en el relato del Génesis los hombres y mujeres fueron creados por Dios como
iguales, sin ningún sistema jerárquico inherente. Aquellos que se oponen a las mujeres en el liderazgo y en
el ministerio creen, sin embargo, que Dios puso a Eva en sujeción a Adán como parte de la consecuencia de
su pecado.

Dos palabras claves en este estudio son “pecado” y “redención”. La sujeción femenina es la causa del pecado.
Hayter declara que “hombres y mujeres han alterado su relación con Dios. Este pecado lleva a la alteración
en sus relaciones con toda la creación, incluyendo el uno hacia el otro” [60].

Para los adventistas cristianos, la gran esperanza, las buenas nuevas, es el tema de la creación, la restauración
en la humanidad a la imagen de Dios. Si la creación original de Dios incluía igualdad entre los sexos, puedo
extraer de ese patrón la premisa de que es su voluntad que las oportunidades evangelísticas iguales sean
extendidas a nuestra cultura actual. Entonces, debería apoyar esa idea como parte de mi recepción del
evangelio.

Después de todo, “es la pecaminosidad humana la cual inicia y mantiene el prejuicio y la desigualdad entre
los sexos” [61]. Elena de White también lamenta el ejercicio arbitrario de autoridad por parte de los líderes,
declarando que una dominación tal está en oposición al plan de Dios para su pueblo redimido[62].

Dado que las propias enseñanzas de Jesús y Pablo eran radicalmente igualitarias, la dominación masculina y
la sujeción femenina en la estructura de la iglesia cristiana son post-apostólicas, no apostólicas. Demás, si el
hombre y la mujer fueron creados completamente iguales, completamente autónomos, pero aun así
interactuando y complementándose física, espiritual, emocional e intelectualmente, las palabras de Dios en
Génesis 3:16 son más bien un anuncio, i. e. una descripción, no causativa ni prescriptiva.

El feminismo basado en la Biblia[63] intenta realizar una crítica de las estructuras opresivas de la sociedad
y la iglesia. El consejo de Elena de White a los líderes no está en oposición al feminismo cristiano, si ese
feminismo es acerca de la independencia, equilibrio familiar, educación, competencia, y llamado a la misión
–en contraste a maniobras sociales y de clase, búsqueda de trabajo con sexualidad, y quejas acerca de
incidentes insignificantes (cuando muchas mujeres dentro de estructuras eclesiásticas están en peligro real
de abuso y opresión). El activismo feminista militante ha provocado que algunos consideren que el objetivo
del feminismo es el predominio de las mujeres, pero el feminismo bíblico está luchando principalmente hacia
la igualdad humana en la cual oprimido y opresor, anciano y joven, negro y blanco, se reconcilien en un
regreso unificado a la priorización del evangelismo personal. El cuerpo inclusivo de Cristo unido para una
misión digna de su Iglesia es un concepto que Elena de White afirma repetidamente.[64]

Es mi opinión que si la Iglesia Adventista del Séptimo Día es fiel a su llamado en Cristo, si los líderes de la
iglesia consideran que la voz profética de Elena de White tiene autoridad, aquellos líderes deben enseñar y
practicar la igualdad bíblica de hombres y mujeres que es predicada en la historia de la Creación y demostrada
existencialmente en las prácticas de Cristo y Pablo en el Nuevo Testamento. Adicionalmente, los líderes que
consideran que la voz de Elena de White es autoritativa deben motivar y capacitar a la iglesia para evangelizar
a todas las generaciones y alegremente hacer provisiones intencionales para la diversidad.
Nosotros aún estamos en medio de una guerra, una guerra que Elena de White llamó “El Gran Conflicto”.
Hombres y mujeres son presentados con la oferta de Dios de vida eterna, rodeados por un enemigo que no
quiere que lo entiendan o acepten. Estamos viviendo en las etapas finales de esta guerra. Y cuando vemos
nuestras vidas en ese contexto, es fácil entender la urgencia detrás de las declaraciones de Elena de White
sobre los roles de las mujeres; Es más simple entender porque Elena de White estaba más preocupada sobre
la gran necesidad de obreros que en justificar los roles de las mujeres. Actualmente el llamado a un iglesia
género-inclusiva a dar sus energías para Dios es más ahora grande que en cualquier otro momento de la
historia de la tierra.

Referencias

[1] Ellen G. White Estate, “Interpreting Ellen G. White’s Earth History Comments,”
http://www.whiteestate.org/issues/genesis.html#_edn14#_edn14, accedido el 1 de Junio del 2006.

[2] Elena de White, Los Hechos de los Apóstoles, (Mountain View, CA: Pacific Press Publishing
Association, 1957), 141; Elena de White es la autora de todas las citas siguientes, a menos que se indique
otra cosa.

[3] Las primeras cuatro secciones de este documento han sido adaptados de los Powerpoints Ellen White
and the Roles of Women preparados por el Departamento del Ministerio de la Mujer de la Asociación
General de los Adventistas del Séptimo Día.

[4] Hijas de Dios, (Doral, FL, Asociación Publicadora Interamericana, 2008), 98-99

[5] Ibíd., 99

[6] Apocalipsis 12:12

[7] El Evangelismo (Doral, FL, Asociación Publicadora Interamericana, 1994), 337-338

[8] Ibíd., 340

[9] El Evangelismo (Doral, FL, Asociación Publicadora Interamericana, 1994), 340

[10] Testimonios para la Iglesia (Doral, FL, Asociación Publicadora Interamericana, 1994), 2:413-414

[11] El Ministerio de la Bondad, (Mountain View CA, Pacific Press Publishing Association, 1977), 164

[12] Hijas de Dios, (Doral, FL, Asociación Publicadora Interamericana, 2008), 149

[13] El Evangelismo (Doral, FL, Asociación Publicadora Interamericana, 1994), 342

[14] El Evangelismo (Doral, FL, Asociación Publicadora Interamericana, 1994), 349

[15] Testimonios para la Iglesia (Doral, FL, Asociación Publicadora Interamericana, 2004), 6:123

[16] El Evangelismo (Doral, FL, Asociación Publicadora Interamericana, 1994), 341

[17] Ibíd., 342

[18] Hijas de Dios, (Doral, FL, Asociación Publicadora Interamericana, 2008), 178
[19] El Hogar Cristiano, (Buenos Aires, Asociación Casa Editora Sudamericana, 2007) , 206

[20] Ibíd., 99

[21] El Ministerio de Curación (Mountain View, CA: Pacific Press Publishing Association, 1959), 279

[22] El Ministerio de Curación (Mountain View, CA: Pacific Press Publishing Association, 1959), 233

[23] El Hogar Cristiano (Buenos Aires, Asociación Casa Editora Sudamericana, 2007), 26

[24] Ver El Hogar Cristiano, 134-139

[25] La Conducción del Niño (Mountain View, CA: Pacific Press Publishing Association, 1964), 327-328

[26] El Evangelismo (Doral, FL, Asociación Publicadora Interamericana, 1994), 351

[27] El Hogar Cristiano (Buenos Aires, Asociación Casa Editora Sudamericana, 2007), 239-243

[28] El Hogar Cristiano (Buenos Aires, Asociación Casa Editora Sudamericana, 2007), 206

[29] Ibíd., 206-207

[30] Ibíd., 220

[31] “Women As Christian Laborers” Signs of the Times, 16 de Septiembre de 1889.

[32] El Hogar Cristiano (Buenos Aires, Asociación Casa Editora Sudamericana, 2007), 211

[33] Hijas de Dios, (Doral, FL, Asociación Publicadora Interamericana, 2008), 98-99

[34] Hijas de Dios, (Doral, FL, Asociación Publicadora Interamericana, 2008), 225

[35] Ibíd., 112

[36] Ibíd.,17

[37] Ibíd.

[38] El Evangelismo (Doral, FL, Asociación Publicadora Interamericana, 1994), 358

[39] El Evangelismo (Doral, FL, Asociación Publicadora Interamericana, 1994), 343

[40] Manuscrito 149 de 1899; Manuscript Releases, 5:325, 325; Carta 95 de 1896.

[41] El Evangelismo (Doral, FL, Asociación Publicadora Interamericana, 1994), 345

[42] Ibíd., 343

[43] Hijas de Dios, (Doral, FL, Asociación Publicadora Interamericana, 2008), 111-112

[44] Review and Herald, 15 Enero de 1901,


[45] Hijas de Dios, (Doral, FL, Asociación Publicadora Interamericana, 2008), 16

[46] Ibíd.,198

[47] Review and Herald, 2 de Enero de 1879,

[48] El Evangelismo (Doral, FL, Asociación Publicadora Interamericana, 1994), 345

[49] Ibíd.,346

[50] Hijas de Dios, (Doral, FL, Asociación Publicadora Interamericana, 2008), 128

[51] Ibíd.,98

[52] El texto de esta sección está mayormente sacado de “Ellen White’s Counsel to Leaders: Identification
and Synthesis of Principles, Experiential Application, and Comparison with Current Leadership Literature”
un disertación doctoral archivada por el Andrews University Seventh-day Adventist Theological Seminary,
29 de Junio de 2006

[53] Colin Standish, “Reflections on Eight General Conference Sessions, Part 8,” (Reflecciones sobre ocho
congresos de la Asociación General, parte 8) 15 de Abril del 2006, email de grupo (15 de Abril del 2006).

[54]Skip Bell, 18 de Abril de 2005, email personal (18 de Abril del 2006).

[55]1 Corintios 11:7; La Educación (Doral, FL, Asociación Publicadora Interamericana, 2009), 15-16.

[56]Romanos 12:2; 1 Corintios 2:16.

[57]Joseph Coleson, Ezer Cenegdo: A Power Like Him, Facing Him as Equal (Wesleyan/Holiness Women
Clergy, 1996), 6.

[58]Phyllis Trible, God and the Rhetoric of Sexuality (Philadelphia: Fortress Press, 1978), 23.

[59] Consejos para la Iglesia, (Doral, FL, Asociación Publicadora Interamericana, 1991), 255

[60]Mary Hayter, The New Eve in Christ (Grand Rapids, MI: Eerdmans Publishing Co., 1987), 96-97.

[61]Ibid., 116.

[62]Carta a O. A. Olsen. Carta 55 de 1895 escrita en Norfolk Villa, Prospect St., Granville, Australia, 19 de
Septiembre de 1895. Archivado en el Ellen G. White Estate, Silver Spring, MD.

[63]Isaías 58:1-12.

[64] Los Hechos de los Apóstoles (Mountain View, CA: Pacific Press Publishing Association, 1957), 479;
El Deseado de Todas las Gentes, (Mountain View, CA: Pacific Press Publishing Association, 1955), 761

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