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EL GALLO GAYO

ACTO ÚNICO

Narrador: Saluda a los niños y presenta la obra. Ustedes conocen a los gallitos. Son animales
muy vistosos: Con su roja cresta y su hermosa cola y su canto sonora anunciador del renovar
del día. Pues bien, el gallo de nuestro cuento era así y un tanto más; por eso le decía el gallo
Gayo. La palabra Gayo quiere decir alegre, vistoso.

Gayo estaba casado con Dulcina, que era una gallina muy fina. De dulce cacarear y muy tierna
con su esposo y sus hijitos, los pollitos que siempre andaban de aquí para allá diciendo pío,
pío. Gayo y Dulcina eran muy trabajadores, desde el amanecer andaban dale que dale
buscando alimento para sus pollitos. Todo lo hacían llenos de alegría, sin quejarse nunca, ni
considerar que era un sacrificio tanto trajinar para sus hijitos bien alimentar. Cantaban,
bailaban mientras trabajaban.

GALLO Y DULCINA:

Juntos trabajamos, juntos laboramos para conseguir que nuestros pollitos muy alegres vivan
comiendo maiz.

GAYO:

Soy el gallo Gayo que quiere a sus hijos con todo su amor y con ellos juega y con ellos canta
con el corazón.

DULCINA:

Yo soy Dulcina , la dulce gallina que en éste corral prepara los dulces y a atiende a los niños.

NARRADOR:

Pero la vida tiene de cal y arena. Unos días son tristes y otros alegres. Puede que a una sonrisa
siga una pena, y a días melancólicos, días felices.

Un buen día que Gayo escarbando estaba, se encontró un garbancito que muy galante fue
ofrecido a Dulcina, su compañera.

GAYO:

¡Co, co , co cómete éste garbanzo, gallina mía, madre de mis pollitos!

DULCINA:

¿Y si tú lo comieras mi maridito?

NARRADOR:

Bien sabía Dulcina de los esfuerzos que Gayo hacía, pues al hermoso gallo le gustaba en
abundancia el alimento. Por lo que suavemente insintió Dulcina:

DULCINA:

Co, co, co, ¡cómetelo tú, gallito! ¡Cómetelo, tú!

NARRADOR:

El gallo ni corto ni perezoso lanzó al are un sonoro:


GAYO:

Kikikirikí!

NARRADOR:

Batió alegre las alas. Besó a Dulcina. Y sin más que pensarlo, picó el garbanzo. Con tal apuro lo
hizo que el garbanzo no pudo pasar de largo y en el mismo cogote se le quedó. El garbanzo
amiguitos al gallo Gayo se le atragantó. Dulcina preocupada con sus polluelos no se dio cuenta
de ésto y siguió atareada.

DULCINA:

(Volteando) ¿Qué sucede, gallito, que no me hablas? ¡Rojo te estas poniendo! ¡ Ay qué te
pasa?!

GAYO:

(Atorado y con voz muy tenue) Dulcina, Dulcina, esposa querida! Es el garbancito que se me ha
quedado. No quiere pasar. Ayúdame un tanto (Dulcina golpea la espalda de gayo) No sirve de
nada. Me puedo ahogar.

DULCINA:

¡Necesitas algo que empuje el garbanzo!

GAYO:

Eso es ¡ Ve pronto al arroyo y un poquito de agua dile que te dé. Tomándola, a cantar contento
volveré.

DULCINA:

Al arroyo, voy. No te muevas mientras yo no esté. Niños vean a su padre y no se preocupen


que todo saldrá bien.

NARRADOR:

Corrió dulcina al arroyo y le dijo apresurada:

DULCINA:

Dulcina, Dulcina soy, esposa del gallo Gayo y vengo a pedirte, arroyo, arroyuelo; que un
poquito de agua me des para mi maridito que se ha atragantado con un garbancito y su canto
alegre no puede entonar.

ARROYO:

Con mucho gusto agua te daré. Pero bien quisiera alegrar mi corriente con una barquita de la
hoja de tilo. Tráeme la hojita de tilo que quiero y agua te daré.

NARRADOR:

Dulcina corrió donde el tilo se alzaba y le dijo apresurada:

DULCINA:

Dulcina, Dulcina soy , esposa del gallo Gayo. Y vengo a pedirte, tilo, árbol de Tilo, una hojita.
TILO:

¿ Una hojita?

DULCINA:

Es para el arroyo que una barca quiere de tus lindas hojas.

TILO:

¿Y él qué te dará?

DULCINA:

Agua para mi marido que se ha atragantado con un garbancito y su alegre canto no puede
entonar.

TILO:

Tengo una ramita que quiere romperse. Necesito un hilo para reforzarla. Con mucho amor te
daré la hojita si dónde una niña vas y le solicitas un pedacito de hilo bien fuerte para mi
ramita.

NARRADORA:

Corrió Dulcina dónde la niña se hallaba y le dijo apresurada:

DULCINA:

Dulcina, Dulcina soy; Esposa del gallo Gayo y vengo a pedirte niña, niña, a ti te pido que me
consigas un hilo fuerte. Llevaré éste hilo al Tilo. El Tilo me dará una hojita. Llevaré la hojita al
rio. Y el río me dará agua para mi marido que se ha atragantado con un garbancito y su alegre
canto no puede entonar.

NIÑA:

Precisamente has llegado, Dulcina amiga, cuando peinarme debía. Te daré con gusto el hilo
fuerte que me solicitas si a dónde los peineteros vas y le pides un peine para mí.

NARRADOR:

Dulcina corrió dónde los peineteros se hallaban y les dijo apresurada:

DULCINA:

Dulcina, Dulcina soy; Esposa del gallo Gayo. Y a ustedes vengo a pedirles, peineteros, que un
peine me den.

PEINETEROS:

¿Peine de gallina? Tal peine no hacemos, más procuraremos en nuestros trabajos próximos
hacer.

DULCINA:

¡ De eso no se trata!

PEINETEROS:
¿ Entonces, de qué?

DULCINEA:

No es para mí, el peine sino para la niña. Cuando le dé el peine, un hilo muy fuerte me dará.
Llevaré éste hilo al árbol de tilo. Una de sus hojas el Tilo me dará. Llevaré al arroyo ésta hoja de
tilo y me dará agua para mi maridito que se ha atragantado con un garbancito y su alegre
canto no puede entonar.

PEINETEROS:

Sea tuyo el peine que, con mucho gusto te lo ofrecemos. Mientras te lo hacemos ve a dónde
los panaderos y pídeles unas rosquillas para nosotros.

NARRADOR:

La podre Dulcina no tuvo más remedio que ir dónde los panaderos. Los encontró muy
preocupados por la leña que escaseaba.

DULCINA:

Dulcina, Dulcina soy; Esposa del gallo Gayo. Y a ustedes vengo a pedirles panaderos, que me
den unas rosquillas!

PANADEROS:

Quiere rosquillas la señora gallina?

DULCINA:

Rosquillas, rosquillas, quiero. Llevaré tan dulce envío a los peineteros.

PANADEROS:

¿Peineteros?

DULCINA

Ellos me darán un peine, que yo llevaré a la niña. La niña me dará un hilo bien fuerte.

PANADEROS:

¿Un hilo bien fuerte?

DULCINA:

Llevaré el hilo al tilo. El tilo me dará una hojita. Llevaré una hojita al arroyo y el arroyo me dará
agua para mi maridito que se ha atragantado con un garbancito y su alegre canto no puede
entonar.

PANADEROS:

Ay, ay, ay Nosotros tampoco nuestro alegre canto podemos entonar. Pues, la leña nos falta
para el fuego del horno alimentar.

DULCINA

¡Basta! No me digan nada. Sé qué debo hacer. ¿De dónde consiguen la leña?
PANADEROS:

¡De los leñadores!

DULCINA:

Pues, a casa iré de los leñadores y les traeré la leña que el horno requiere.

PANADEROS:

Eres muy amable. También lo seremos contigo, Dulcina. Favor es amor y amor no se paga más
que con amor. Favor por favor.

NARRADOR:

Muy acalorada por tantos trajines fue Dulcina en busca de los leñadores. Muy apresurada.

DULCINA:

¡Qué calor! ¡Un poquito de aire creo que necesito! Con tantos vaivenes (Se da aire con las
alas) Ahora que reparo, mis alas son buenas para refrescarse. ¿Si hiciera con mis plumas un
muy buen abanico para los leñadores?, ellos me daría sin duda muy pronto, la leña que
quiero? ¡Manos a la obra! Que obras son amores y buenos favores!

NARRADOR:

Al llegar Dulcina donde los leñadores les dijo muy amablemente:

DULCINA:

Dulcina, Dulcina soy; Esposa del gallo Gayo. Viniendo por el camino sentía tanto calor que
pensé: Más calor deben sentir, mis amigos leñadores, que están dale que dale a los árboles de
bosque. Así que cogí unas plumas de mi cola y otras de mis alas y les hice éste abanico.

LEÑADORES:

¡Qué amable eres gallinita! ¡Pídenos lo que quieras, que te lo habremos de dar!

DULCINA:

Ay amigos leñadores, dadme leña, dadme leña. A los panaderos ésta leña llevaré. Ellos me
darán rosquillas. Llevaré las rosquillas a los peineteros. Ellos me darán un peine. Llevaré el
peine a la niña. Ella me dará un hilo bien fuerte. Llevaré el hilo al tilo. El Tilo me dará una
hojita. Llevaré la hojita al arroyo. Y el arroyo me dará agua para que beba mi esposo, el gallito,
que se ha atragantado con un garbancito y ya no puede alegre cantar…

NARRADOR:

Los leñadores que estaban impresionados por la amabilidad de Dulcina y del hermoso abanico
que les haba hecho con sus plumas. Rápidamente le dieron la leña que les pedía. Dulcina les
dijo:

DULCINA:

Muy agradecido.

NARRADOR:
Se va viendo rápidamente en mímica lo que cuenta el narrador) Dulcina llevó la leña a los
panaderos. Los panaderos les dieron unas rosquillas. La gallina se las dio a los peineteros. Los
peineteros le dieron un peine. La gallina llevó el peine a la niña. La niña le dio un hilo bien
fuerte. Llevó la gallina al tilo el hilo bien fuerte. El tilo le dio una hojita. Llevó la hojita al arroyo.
El arroyo le dio agua. Y a todos y cada uno iba diciendo: Muy agradecido!

Finalmente, feliz llevó el agua al gallito que la bebió y pudo pasar el garbancito. Muy contento
volvió a cantar: Quiquiriquí!

GALLO:

Quiquiriquí! Que buen escape el que me dí (CANTA)

Cocorocó , ¡A mi Dulcina se lo debo yo!

DULCINA:

No, no, no, no gallito de mi vida. No, no, no, que gracias a muchos el agua se consiguió!

GAYO:

¿Fueron uno o dos?

DULCINA

Fueron muchos más.

GAYO:

¿Para un poquito de agua, tanta gente tuvo que intervenir?

DULCINA:

Así es esposo mío, así es, así es.

GAYO:

Pues, mentira parece. Pero, qué duda cabe: Nunca se acaba de aprender.

DULCINA

Todos necesitamos de los demás para sobrevivir. Solitos y aislados no podríamos vivir!

GAYO:

Por eso todas las mañanas….

LOS DOS:

Juntos trabajamos, juntos laboramos para conseguir que nuestros pollitos muy alegres vivan
comiendo maíz.

(BALE Y ALEGRE FNAL)

NARRADOR:

La lechuga es verde, verde

y el tomate es colorado
negro el carbón, y el algodón

blanco , blanco.

Todo tiene su color

es amarrillo el limón

Y, en violeta- anaranjado

éste cuento se ha acabado.

FIN

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